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Obras Completas, De Charles Baudelaire. Editorial Aguilar

Ed. Aguilar, ao 1963. Tapa dura. Papel biblia. Tamao 18 x 14 cm. Estudio preliminar, traduccin, noticias histricas y notas de Nydia Lamarque. Nueva edicin revisada y corregida por la traductora. Estado: Usado excelente (con el extremo superior del lomo apenas gastado). Cantidad de pginas: 1310Ante todo, quiero advertir que el Baudelaire que va a reflejar su rostro en estas pginas como en un espejo fidelsimo, no es el presente en la memoria ms o menos vaga de los lectores o en los estudios de los comentaristas. Yo no soy uno de los tantos que han escrito sobre l biografas o ensayos crticos por pedido de algn editor, o porque el tema pareca apropiado para esgrimir las armas de la inteligencia; o por cualquier otra razn circunstancial. Yo escribo sobre Baudelaire porque lo amo, lo he traducido porque lo amo, lo he comprendido en su ntima verdad por la misma perenne razn de que lo amo. Puedo decir que ha influido en mi vida tanto como cualquier hombre viviente, si admitimos, como hay que admitir, un equilibrio de jerarquas entre el plano sensible y el plano espiritual. Desde muy temprano su imagen habit en mi alma con todas las prerrogativas despticas de los huspedes reales, y desde fu entonces hasta hoy su grave voz ha estado mezclada a todos los bsicos episodios de mi destino. Si quisiera hablar como los literatos a la moda, a cuya secta me precio de no pertenecer, dira que hasta le he copiado su desventura, con el irracional impulso del amor que ansia ciegamente identificarse con lo amado. Mas su ciego impulso no impide que el amor tenga ojos perspicaces, ojos ms certeros y agudos que los de la indiferencia o la simple curiosidad, y yo me atrevo a afirmar que mi Baudelaire es el verdadero, que de mi estudio surgen los rasgos autnticos de su personalidad, en oposicin abierta con el retrato expuesto por la mayora de mis predecesores.En efecto, corre todava como buena, una falsa, una calumniosa estampa de Baudelare, as como tambin se sigue errando enormemente, de buena o de mala fe, en la apreciacin conceptual de su obra. Existe para hablar sobre l una especie de familiaridad de mala ley, qu yo llamara de buena gana la familiaridad del crtico baudeleriano. Parece como si para referirse a este gran hombre, fuera superfluo el respeto que los dems reclaman y reciben. Me ha parecido oportuno, pues, que se escriba, siquiera sea sintticamente, al cabo de cien aos, una biografa de Baudelaire en la que el respeto llegue. Y sa es la que ofrezco aqu al lector interesado en conocer las lneas generadoras, los acontecimientos cardinales de la vida de Charles Baudelaire. Me hubiera sido ms fcil y hubiera estado ms en armona con mi temperamento -pues no me siento inclinada al gnero biogrfico- escribir un ensayo de corte abstracto sobre el significado tico, potico y humano de la labor de este prcer del espritu. Pero la vigilante inquietud que gobierna cuanto pueda yo hacer a su respecto, me llev a considerar que, a la cabeza de una traduccin castellana de las obras de Baudelaire, era menester, ms que nada, una biografa que pudiera constituir una introduccin a su estudio, vale decir, con predominio absoluto de la verdad, basada en documentos irrefutables o en la propia palabra de su protagonista, y con exclusin igualmente absoluta de las mentirosas historietas inventadas por los contemporneos o los noveladores, y de las ancdotas dudosas que arrojan sombras no comprobadas sobre el esplendor amargo de su gloria.Con la generalidad de los poetas de carcter universal, como Virgilio, Dante, Milton, Shakespeare, Goethe, a cuyo grupo radiante se incorpora Baudelaire, hay que seguir, biogrficamente, un mtodo de humanizacin. La apoteosis los ha despojado tanto de la sustancia humana, que aparecen como grandes monumentos, sin relacin de comn denominador con el hombre, con el hombre a secas. Conviene, entonces, raspar el bronce o picar en cierta medida el mrmol, para poder llegar a la carne viviente de quienes, despus de todo, fueron semejantes en tantas cosas al hombre a secas en su realidad eterna y humilde. Con Baudelaire, por el contrario, el procedimiento tiene que actuar de modo radicalmente inverso. Est muy cerca an de nosotros en el tiempo, y, a diferencia de sus gloriosos pares, vivi en una poca en la que el desarrollo de la imprenta comenzaba a tornarse monstruoso, y en la que esa confusin de valores que se llama la vida literaria haba alcanzado ya un grado delirante. Los chismorreos, las falsedades voluntarias o no, las simples bromas, las fantasas malevolentes, los runruneos deleznables de sus colegas de pluma acerca de Baudelaire, todo ello qued consignado para la historia con la categora de las verdades inmutables. Ms tarde irrumpieron los bigrafos, y con esos turbios elementos novelaron a gusto, sin el menor escrpulo de probidad; presentaron sus hiptesis como hechos, sus torpes fantasas como realidades, sus afirmaciones o negaciones en el aire como las bases verdicas de una existencia heroica. El resultado de tales manejos es un Baudelaire irreconocible, imposible de coordinar con la obra, un simple Charles al que cualquier pedante o cualquier escritorzuelo toma del brazo para darle en el hombro unos cuantos golpecitos protectores. Contra este abuso indignante, deformador de la verdad y de la realidad histricas hay que combatir con un procedimiento de deshumanizacin, con la franca insolencia de la apoteosis.Yo quiero presentar un Baudelaire de perfiles rgidos, casi como su propia estatua en el bronce o el mrmol de la perdurable memoria, pero una estatua en la que cada rasgo, cada actitud, cada gesto, estn tomados del modelo vivo y transfigurados sin alterar su esencia. La sntesis simplificadora puede dar como resultado una verdad mucho ms autntica que la verdad mentida del desenfrenado anlisis. Por lo dems, todo ser prometido a la grandeza tiene en la vida misma algo de la rigidez de su estatua: siente dentro de s un alma ms pesada que las otras y ese fardo que ha de llevar, sin que se note, comunica a su persona cierta innegable rigidez, cierta extraeza, ya sea l de aquellos que tienen suerte, como Goethe, o de aquellos, como Baudelaire, que no la tienen. El gran hombre es un hombre tambin, pero no como todos los dems, pues en tal caso carecera de grandeza. Yo no .niego que Baudelaire haya tenido fallas y debilidades: eso no sera crtica inteligente, sino estpida idealizacin. Lo que yo niego es que sus fallas y debilidades fueran distintas a las del comn de los hombres; y ms an, afirmo que sus fallas y debilidades mismas estn revestidas de una nobleza que, seguramente, no conocen ni de nombre muchos de sus austeros censores, estremecidos de horror (y de excitacin) hasta cuando el poeta intenta seducir a una mujer, mintiendo, como mienten todos al realizar esa amable operacin. Lo que sostengo es que, cuanto en Baudelaire hay de distinto al comn de los hombres, est ntegramente orientado hacia la belleza, la excelencia tica, la perfeccin. No slo es uno de los ms grandes poetas de la humanidad; es tambin, por lgica consecuencia de su titnica estatura, un alma sublimemente obsesionada por el esplendor triple y uno del Sumo Bien, por la claridad de Dios. Esto es lo que no quieren comprender los bigrafos adocenados y los crticos que se encarnizan con un Baudelaire que no ha existido nunca, salvo en sus propias y pervertidas cavilaciones. Por eso, en esta etapa de su trayectoria pstuma hay que dejar que el poeta se inmovilice en la rigidez de su estatua, asuma por completo su carcter de personaje de otro mundo. Ms tarde, apagados ya los ecos de las ancdotas falsas y de los secretos de alcoba, falsos tambin en su mayor parte, utilizados por los comentaristas con un triste impudor, ser llegada la hora de raspar el bronce o picar con precaucin el mrmol, para permitir que el hombre aliente en su ntegra y verdica realidad humana, hecha, segn, el gaje inevitable de lo humano, de luces y sombras, de bien y de mal.La importancia de este gran protagonista del drama metafsico de la conciencia, es de tal peso, que despus de un siglo de vertiginosas transformaciones histricas su actualidad crece en vez de disminuir y no presenta ningn indicio de eclipse. El mismo malentendido tenaz que lo deforma, ha contribuido a tornar legendarias las vicisitudes que caracterizaron su sino. En la mayor parte de las obras representativas de la literatura de hoy, y, por tanto, del estado de alma colectivo que les ha dado Origen, Baudelaire es el personaje obligado, honrado por unos, denigrado por otros, pero en una y otra situacin, presente.Nydia LamarqueBuenos Aires, diciembre de 1956

Obras Completas, De Charles Baudelaire. Editorial Aguilar

IndicePrlogoDiscurso apologtico sobre Baudelaire como poeta y como hombre, por Nydia LamarqueIIIIIIIVVObras PoticasI- Las Flores del MalDedicatoria de la traductoraDedicatoria del autorNoticia histricaAl lector1- Spleen e IdealI- BendicinII- El AlbatrosIII- ElevacinIV- CorrespondenciasV- Me encanta esas desnudas pocas recordarVI- Los FarosVII- La Musa enfermaVIII- La Musa venalIX- El mal monjeX- El EnemigoXI- La Mala SuerteXII- La vida anteriorXIII- Gitanos en marchaXIV- El Hombre y el marXV- Don Juan en los InfiernosXVI- Castigo del orgulloXVII- La BellezaXVIII- El IdealXIX- La GigantaXX- Las AlhajasXXI- La MscaraXXII- Himno a la BellezaXXIII- Perfume exticoXXIV- La CabelleraXXV- Te adoro como adoro la bveda nocturnoXXVI- En tu calleja haras entrar, mujer impuraXXVII- Sed non satiataXXVIII- Con sus vestidos ondulantes, nacaradosXXIX- La Serpiente que danzaXXX- Una carroaXXXI- De profundis clamaviXXXII- El VampiroXXXIII- El LeteoXXXIV- Remordimiento pstumoXXXV- El GatoXXXVI- DuellumXXXVII- El BalcnXXXVIII- El PosedoXXXIX Un fantasma:Las tinieblasEl perfumeEl marcoEl retratoXL- Consagrarte estos versos quiero y te hago este donXLI- Semper eademXLII- Toda enteraXLIII- Qu dirs esta noche, pobre alma solitaria?XLIV- La Antorcha vivienteXLV- A la que es demasiado alegreXLVI- ReversibilidadXLVII- ConfesinXLVIII- El Alba espiritualXLIX- Armona de la tardeL- El FrascoLI- El VenenoLII- Cielo nubladoLIII- El GatoLIV- El bello navoLV- Invitacin al viajeLVI- Lo IrreparableLVII- ConversacinLVIII- Canto de OtooLIX- A una madonaLX- Cancin de siestaLXI- SisinaLXII- Franciscae meae laudesLXIII- A una dama criollaLXIV- Moesta et errabundaLXV- El AparecidoLXVI- Soneto de otooLXVII- Tristezas de la lunaLXVIII- Los GatosLXIX- Los BhosLXX- La PipaLXXI- La MsicaLXXII- SepulturaLXXIII- Un grabado fantsticoLXXIV- El Muerto jubilosoLXXV- El Tonel del odioLXXVI- La Campana hendidaLXXVII- SpleenLXXVIII- SpleenLXXIX- SpleenLXXX- SpleenLXXXI- ObsesinLXXXII- La aficin a la NadaLXXXIII- Alquimia del dolorLXXXIV- Horror simpticoLXXXV- El HeautontimorumenosLXXXVI- Lo IrremediableLXXXVII- El Reloj2- Cuadros parisinosI- PaisajeII- El SolIII- A una mendiga pelirrojaIV- El CisneV- Los siete viejosVI- Las viejecillasVII- Los CiegosVIII- A una transenteIX- El Esqueleto labradorX- El Crepsculo de la tardeXI- El JuegoXII- Danza macabraXIII- El amor del engaoXIV- Brumas y lluviasXV- Sueo parisienXVI- El Crepsculo de la maana3- E1 VinoI- El Alma del vinoII- El Vino de los traperosIII- El Vino del asesinoIV- El Vino del solitarioV- El Vino de los amantes4- Flores del MalI- La DestruccinII- Una mrtirIII- LesbosIV- Mujeres condenadas (Delfina e Hiplita)V- Mujeres condenadasVI- Las dos buenas hermanasVI- La Fuente de sangreVII- AlegoraVIII- La BeatrizIX- Las Metamorfosis del vampiroX- Un viaje a CyteresXI- E1 amor y el crneo5- RebelinI- La negacin de San PedroII- Abel y CanIII- Las letanas de Satn6- La MuerteI- La Muerte de los amantesII- La Muerte de los pobresIII- La Muerte de los artistasIV- El Fin de la jornadaV- El Sueo de un curiosoVI- El ViajePoemas agregados a Las Flores del Mal en la edicin pstumaI- A Thodore de BanvilleII- Versos para el retrato de Honor DaumierIII- La Pipa de la Paz 'IV- La plegaria de un paganoV- La TapaVI- Lo ImprevistoVII- El examen de medianocheVIII- Madrigal tristeIX- El maceroX- A una malabarenaXI- La VozXII- HimnoXIII- l RebeldeXIV- Los ojos de BertaXV- El SurtidorXVI- El RescateXVII- Muy lejos de aquXVIII- El poniente del sol romnticoXIX- Sobre El Tasso en la prisin de Eugene DelacroixXX- El AbismoXXI- Las quejas de un IcaroXXII- RecogimientoXXIII- Lola de ValenciaXXIV- La Luna ofendidaXXV- Epgrafe para un libro condenadoNotas a "Las. Flores del Mal''II- Los Parasos ArtificialesNoticia histricaDedicatoria a J. G. F.El Poema del HaschischI- La aficin al InfinitoII- Qu es el haschisch?III- El teatro de SeraphinIV- El Hombre-DiosV- MoralUn OpimanoI- Precauciones oratoriasII- Confesiones preliminaresIII- Voluptuosidades del opioIV- Torturas del opioV- Un falso desenlaceVI- El genio nioVII- Congojas de la infanciaVIII- Visiones de Oxford:El PalimpsestoLevana y Nuestras Seoras de las TristezasEl espectro del BrochenSavannah-la-MarIX- ConclusinDel vino y del haschisch comparados como medios de multiplicacin de la individualidadI- El VinoII- El HaschischNotas a "Los Parasos Artificiales"III- El Spleen de Pars (Pequeos Poemas en Prosa)Noticia histricaDedicatoria a Arsne HoussayeI- El ExtranjeroII- La desesperacin de la viejaIII- El confiteur del artistaIV- Un bromistaV- El doble aposentoVI- Cada cual con su quimeraVII- El loco y la VenusVIII- El perro y el frascoIX- El mal vidrieroX- A la una de la madrugadaXI- La mujer salvaje y la remilgadaXII- Las TurbasXIII- Las ViudasXIV- El viejo saltimbanquiXV- El PastelXVI- El RelojXVII- Un hemisferio en una cabelleraXVIII- La invitacin al viajeXIX- El juguete del pobreXX- Los dones de las HadasXXI- Las Tentaciones, o Eros, Pluto y la GloriaXXII- El crepsculo de la tardeXXIII- La SoledadXXIV- Los ProyectosXXV- La bella DoroteaXXVI- Los ojos de los pobresXXVII- Una muerte heroicaXXVIII- La moneda falsaXXIX- El Jugador generosoXXX- La cuerdaXXXI- Las vocacionesXXXII- El TirsoXXXIII- Embriagaos!XXXIV- Ya!XXXV- Las ventanasXXXVI- El deseo de pintarXXXVII- Los beneficios de la lunaXXXVIII- Cul es la verdadera?XXXIX- Un caballo de razaXL- El EspejoXLI- El PuertoXLII- Retratos de amantesXLIII- El tirador galanteXLIV- La sopa y las nubesXLV- El tiro al blanco y el cementerioXLVI- Prdida de aureolaXLVII- La seorita BisturXLVIII- Any where out of the worldXLIX- Maltratemos a los pobres!L- Los buenos perrosEplogoNotas a "El Spleen d Pars"Obras CrticasI- Curiosidades estticasNoticia histrica1- Saln de 1845Algunas palabras de introduccinCuadros histricosRetratosCuadros de gneroPaisajesDibujos. GrabadosEsculturas2- Saln de 1846A los burguesesPara qu la crtica?Qu es el Romanticismo?Del colorEugne DelacroixDe los temas amorosos y de M. TassaertDe algunos coloristasDel ideal y del modeloDe algunos dibujantesDel retratoDel "chic" y del "poncif"De M. Horace VernetDel eclecticismo y de la dudaDe M. Ary Scheffer y de los monos del sentimientoDe algunos escpticosDel paisajePor qu la escultura es fastidiosaDe las escuelas y de los obrerosDel herosmo de la vida moderna3- El museo clsico del bazar Bonne-Nouvelle4- Exposicin Universal de 1855 (Bellas Artes)-Mtodo de crtica. De la idea moderna del progreso aplicada a las bellas artes. Desplazamiento de la vitalidad-Ingres-Eugne Delacroix5- Saln de 1859 (Cartas al seor director de la Revista Francesa)El artista modernoEl pblico moderno y la fotografaLa reina de las facultadesEl gobierno de la imaginacinReligin, historia, fantasaEl retratoEl paisajeEsculturaEnvo6- Venta de la coleccin de M. E. Piot7- De la esencia de la risa y, en general, de lo cmico en las artes plsticas8- Algunos caricaturistas franceses9- Algunos caricaturistas extranjerosNotas a "Curiosidades estticas"II- El Arte Romntico (Algunos de mis contemporneos )Noticia histrica1- La obra y la vida de Eugene Delacroix2- Pinturas murales de Eugne Dlacroix en San Sulpicio3- El pintor de la vida modernaLo bello, la moda y la felicidadEl croquis de costumbresEl artista, hombre de mundo, hombre de multitudes y nioEl modernismoEl arte mnemotcnicoLos anales de la guerraPompas y solemnidadesEl militarEl dandyLa mujerElogio del maquillajeMujeres y mujerzuelasLos carruajes4- Pintores y aguafuertistas5- El arte filosfico6- La moral del juguete7- Thophile Gautier8- Pierre DuPont9- Richard Wagner y "Tannhauser" en ParsUna palabra ms10- Philibert RouvireEl comediante Rouvire11- Consejos a los jvenes literatosDe la suerte y de la mala suerte en los comienzosDe los salariosDe las simpatas y de las antipatasDel vapuleoDe los mtodos de composicinDel trabajo diario y de la inspiracinDe la poesaDe los acreedoresDe las queridas12- Las novelas y los dramas honestos13- La escuela pagana14- Reflexiones sobre algunos de mis contemporneosVctor HugoAuguste BarbierMarcelino Desbordes-ValmoreThophile GautierPetrus BorelHgsippe MoreauThodore de BanvillePierre DuPontLeconte de LisleGustave Le Vavasseur15- Crticas literariasLos Miserables! de Vctor HugoMadame Bovary de Gustave Flaubert"La doble vida" de Charles AsselineauLos mrtires ridculos" de Len CladelNotas a "El Arte Romntico"III- Edgar Poe, su vida y sus obrasNoticia histricaNotas a "Edgar Poe, su vida y sus obras"IV- Nuevos comentarios sobre Edgar PoeNoticia histricaNotas a "Nuevos comentarios sobre Edgar Poe"V- Obras de Juventud1- El Joven HechiceroNoticia histricaEl joven hechicero (historia tomada de un palimpsesto de Pompeya)Notas a "El joven hechicero"2- La FanfarloNoticia histricaLa FanfarloNotas a "La Fanfarlo"VI- Obras pstumas1- Diarios ntimos y otros escritos pstumosNoticia histricaCohetesMi corazn al desnudo(Notas tomadas del "Carnet")Notculas y PensamientosProyecto de un drama: "El borrachoProyectos de prefacios para la segunda y tercera edicin de "Las Flores del Mal"NotasNoticias autobiogrficasProyectos y planes de cuentos y novelasCarta a Jules JaninNotas a "Diarios ntimos y otros escritos pstumos''VII- Cartas a la Madre1- Cartas a la MadreNoticia histricaCartas escritas antes del viaje a la Isla Borbn (1839-1841)Cartas escritas desde la mayora de edad hasta la designacin del curador (1842-1843-1844)Cartas escritas despus de la designacin del curador (1846-1848)Cartas escritas a Constantinopla y Madrid y durante la temporada intermedia de su madre en Pars (1851-1852)Cartas escritas desde el regreso de la madre a Pars hasta la publicacin de "Las Flores del Mal" (1853-1857)Cartas escritas desde la publicacin de "Las Flores del Mal" hasta el viaje a Blgica (1857-1864)Cartas escritas durante la temporada en Blgica (1864-1866)Notas a "Cartas a la madre"