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Inexorablemente las aventuras de Sherlock Holmes y su querido Watsonterminanenestelibro.ElarchivodeSherlockHolmes,compuestodevariosrelatoscuyoscasosson,sicabe,másoriginalesyestrafalariosdelonormal,posee la categoría que exige el guion en casos de despedida: asuntos devampiros, de viejos cadáveres que de repente alguien quema, el propioHolmes narrando dos de los cuentos, frases como «¿Cuándo estarádisponibleparacenar,señorHolmes?».«Sieteymedia,pasadomañana»,elmerecido cariño que Holmes le expresa a Watson e, inevitablemente, lasensación de querer volver a empezar con el primer libro, por si noshubiéramosperdidoalgo…
El volumen reúne doce apasionantes nuevas aventuras del singularinvestigador, entre las que figura, excepcionalmente, alguna de las pocasquedejósinresolver,comoLaaventuradelainquilinadelvelo.
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ArthurConanDoyle
ElarchivodeSherlockHolmes(Ed.Ilustrada)
CanonSherlockHolmesIlustrado-9
ePubr1.0Titivillus30.07.17
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Títulooriginal:TheCase-BookofSherlockHolmesArthurConanDoyle,1927
TheAdventureoftheMazarinStoneTheStrandMagazine,octubrede1921
TheProblemofThorBridgeTheStrandMagazine,Hearst’s,febrero-marzode1922
TheAdventureoftheCreepingManTheStrandMagazine,Hearst’s,marzode1923
TheAdventureoftheSussexVampireTheStrandMagazine,Hearst’s,enerode1924
TheAdventureoftheThreeGarridebsCollier’smagazine,octubrede1924
TheAdventureoftheIllustriousClientCollier’smagazine,noviembrede1924
TheAdventureoftheThreeGablesLiberty,septiembrede1926
TheAdventureoftheBlanchedSoldierLiberty,octubrede1926
TheAdventureoftheLion’sManeLiberty,noviembrede1926
TheAdventureoftheRetiredColourmanLiberty,diciembrede1926
TheAdventureoftheVeiledLodgerLiberty,enerode1927
TheAdventureofShoscombeOldPlaceLiberty,marzode1927
Editordigital:TitivillusePubbaser1.2
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ELARCHIVODESHERLOCKHOLMES
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ELARCHIVO
DESHERLOCKHOLMES
ParteII
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ELARCHIVO
DESHERLOCKHOLMES
ParteI
PREFACIOLAAVENTURADELAPIEDRADEMAZARINO
ELPROBLEMADELPUENTEDETHORLAAVENTURADELHOMBREQUEREPTABA
ELVAMPIRODESUSSEXLAAVENTURADELOSTRESGARRIDEBSLAAVENTURADELCLIENTEILUSTRE
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Prefacio
Me temo que el señor SherlockHolmes puede llegar a convertirse en uno de esostenoresfamososque,habiendosobrevividoasutiempo,sesientententadosderepetirunayotravezsusreverenciasdedespedidaantesuindulgentepúblico.Estotienequeterminar, y debe seguir el caminode toda carne, real o imaginaria.Auno le gustapensar quehayun limbo fantásticopara las criaturas de la imaginación, donde losguaposdeFieldingpuedenaúncortejaralasbellasdeRichardson,dondeloshéroesde Scott pueden aún pavonearse, el encantador cockney de Dickens suscitar unasonrisa, y los hombres mundanos de Thackeray seguir sus respetables carreras.QuizásenalgúnhumilderincóndelWalhalla,SherlockysuWatsonpuedanencontraracomodoporuntiempo,mientrasalguienmásastuto,conalgúninclusomenosastutocamarada,ocupalaescenaqueelloshandejadolibre.
Sucarrerahasidolarga,aunqueesposibleexagerarla.Loscaballerosdecrépitosque se me aproximan y declaran que sus aventuras formaron las lecturas de suinfancia,noencuentranpormipartelarespuestaqueellosparecenesperar.Unonosecongratula de escuchar sus propias citas personales manejadas con tan pocaamabilidad.DehechoHolmeshizosuapariciónenEstudioenEscarlatayElSignodelosCuatro,dospequeñosfolletinesqueaparecieronen1887y1889.Fueen1891cuando Escándalo en Bohemia, la primera de la larga serie de historias cortas,aparecióenTheStrandMagazine.Elpúblicoparecíaagradecidoydeseosodemás,así que desde esa fecha, hace treinta y nueve años, se ha producido una serieininterrumpida, que cuenta ahora con no menos de cincuenta y seis historias,reeditadas enLasAventuras,LasMemorias,ElRegreso yElÚltimoSaludo, y ahíquedanestasdoce,publicadasdurantelosúltimosaños,yrecogidasaquíbajoeltítulodeEl Archivo de SherlockHolmes. Él comenzó sus aventuras en el corazón de laúltimaeravictoriana,atravesóelbrevísimoreinadodeEduardo,yselashaarregladopara sostener su pequeño nicho incluso en estos febriles días. De estemodo seríaexactodecir quequienesprimero lo leyeron, cuandoeran jóvenes, hanvividoparaverasuspropioshijos,yacrecidos,seguirlasmismasaventurasenlamismarevista.Esunimpresionanteejemplodelapacienciaylalealtaddelpúblicobritánico.
Yo estaba completamente resuelto, al término de Las Memorias… a llevar aHolmes a su final, pues sentí que mis energías literarias no debían ser dirigidasexclusivamenteenunadirección.Esepálidorostrolimpiamenterasuradoyesafigurademiembrosdesgarbadosseestabanllevandounacuotaindebidademiimaginación.Lo hice, pero afortunadamente, ningún juez de primera instancia se habíapronunciado por los restos, y así, después de un largo intervalo, nome fue difícilresponderatanaduladorademandaycorregirmiprecipitadaactuación.Nuncalohe
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lamentado,yaquenoheencontradoenlaprácticaactualquetalesencendidaspiezascortasmehayanimpedidoexploraryencontrarmislimitacionesenramasvariadasdelaliteratura,talescomolahistoria,lapoesía,lasnovelashistóricas,lainvestigaciónpsicológicayeldrama.SiHolmesnohubieraexistido,nopodríahaberhechomás,aunqueélpuedahaberresistidoenelcaminodeexploracióndemiobraliterariamásseria.
Yasí,lector:¡Adiós,SherlockHolmes!Ygraciasporvuestrapasadaconstancia.Esperoquetalregresohayasidounadistraccióndelaspreocupacionescotidianas,yque haya estimulado el cambio de pensamiento que sólo puede encontrarse en elreinomágicodelasnovelas.
ARTHURCONANDOYLE
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F
LAAVENTURADELAPIEDRADEMAZARINO
ue un placer para el doctor Watson verse de nuevo en la descuidadahabitación del primer piso de la calle Baker, que había sido el punto dearranquedetantasaventurasextraordinarias.Miróasualrededor,fijándose
enlosmapascientíficosquehabíaenlapared,enelbancodeoperacionesquímicascomidoporlosácidos,enlacajadelviolínapoyadaenunrincónyenelrecipientedecarbón,dondeseguardabanenotrotiempolaspipasyeltabaco.Porúltimo,susojosfueron a posarse en la cara fresca y sonriente deBilly, el joven pero inteligente ydiscreto botones, que había contribuido un poco a llenar el hueco de soledad y deaislamientoquerodeabalafigurasombríadelgrandetective.
—Parecequeaquínohacambiadonada,Billy.Ytútampococambias.¿Sepodrádecirdeéllomismo?
Billydirigiólamiradallenadesolicitudhacialapuertadeldormitorioqueestabacerrada,ycontestó:
—Creoqueestáencamaydormido.Eranlassietedelatardedeunencantadordíaveraniego,peroeldoctorWatsonse
hallabalobastantefamiliarizadoconlairregularidaddelhorariodevidadesuviejoamigoparaexperimentarningunasorpresaporesehecho.
—Supongoqueestosignificaquesehallametidoenalgúncaso.—Sí,señor;precisamenteahoraestádedicadoalmismocontodoahínco.Yotemo
por su salud. Lo encuentro cada día más pálido y más delgado y no come nada.«¿Cuándoledaránganasdecomer,señorHolmes?,preguntólaseñoraHudson,yélcontestó: “Pasadomañana, a las sieteymedia”».Ya sabecómosevivecuandouncasodespiertarealinterés.
—Sí,Billy,yalosé.—Andatraslapistadealguien.Ayersalióalacalledisfrazadodeobreroenbusca
de trabajo.Hoy salió demujer anciana.Y amíme engañó, aunque tengomotivosparaconoceryasusartimañas.
Billyapuntóconeldedohaciaunasombrillamuyvoluminosaqueestabaapoyadacontraelsofáydijo:
—Esunadelasprendasdelequipodelaanciana.—Pero¿dequétratatodoello,Billy?Billybajólavoz,comoquienhabladegrandessecretosdeestado:—Nomeimportacontárselo,señor;perodebequedarentrenosotrosdos.Setrata
delcasodeldiamantedelaCorona.
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—¡Cómo!¿Delquevalecienmillibrasyhasidorobado?—Sí,señor.Esprecisorecuperarlo.¡ElPrimerMinistroyelMinistrodelInterior
estuvieron sentados en ese mismo sofá! El señor Holmes los trató con muchaamabilidad. Les tranquilizó y les prometió que haría todo cuanto pudiera. VinotambiénlordCantlemere…
—¡Ah!—Sí,señor;ustedsabeloqueestosignifica.Esehombreesdelostiesos,siseme
permite decirlo. Yo trago al PrimerMinistro, y no tengo nada que decir contra elMinistrodel Interior, quemedio la impresiónde serunhombrecortésy servicial,peronomecaebiensuseñoría.LomismoleocurrealseñorHolmes.FíjeseenqueeselordnoteníafeenelseñorHolmesyseoponíaaqueseledieseintervenciónenelasunto.Asegurabaquefracasaría.
—¿YelseñorHolmeslosabe?—ElseñorHolmessabetodoloquehayquesaber.—Bien,esperemosquenofracaseyquelordCantlemereseveadesairado.Pero,
dime,Billy:¿aquévieneesacortinaquetapalaventana?—ElseñorHolmeslacolocóhacetresdías.Tapaunacosacuriosaquehayalotro
lado.Billyavanzóyapartólacortinaqueocultabaelhuecoqueformabaelmirador.EldoctorWatsonnopudoreprimirunaexclamacióndeasombro.Habíaallíun
facsímildesuviejoamigo,consubataytodo,lacaravueltaensustrescuartasparteshacíalaventanaymirandohaciaabajo,comosileyeraunlibroinvisiblemientrassucuerpo se hallaba profundamente hundido en el sillón. Billy separó la cabeza delmuñecoylamantuvoenalto.
—Lacambiamosadaptándolaadiferentesángulos,afindequeparezcamásviva.Yo no me atrevería a tocarla si no estuviera bajada la cortina. Pero cuando estálevantada,puedoverlacabezadesdelaaceradeenfrente.
—Yaanteshemoshechoalgoporelestilo.—Fueantesdequeyomecolocaseaquí—dijoBilly.Apartólascortinasdelaventanaymiróalacalle.—Hayciertosindividuosquenosvigilandesdeallíenfrente.Ahoramismoveoa
unoenlaventana.Mireustedmismo.Watson había dado ya un paso hacia delante, cuando se abrió la puerta del
dormitorio, saliendo por ella la figura larga y delgada deHolmes; su rostro estabapálidoyseco,perosuandarysuporteestabantanllenosdevidacomosiempre.Deunsolosaltollegóhastalaventana,yvolvióacorrerlacortina.
—Asíestámejor,Billy—dijo—.Muchacho,tuvidaestabaenpeligro;peroporelmomentonopuedoestarsinti.Bien,Watson,dagustoverlootravezensuantiguaresidencia.Llegaenunmomentocrítico.
—Esoestoyviendo.—Billy, puedes retirarte. Este muchacho es un problema, Watson. ¿Hasta qué
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puntotengoderechoapermitirquecorrapeligros?—¿Peligrosdeque,Holmes?—Deunamuertesúbita.Estanocheesperoalgo.—¿Yquéesloqueespera?—Serasesinado,Watson.—¡Unabromasuya,Holmes!—Aunquemi sentido del humor es limitado, esmuy capaz de bromasmejores
que ésa. Pero, mientras llega el momento, podríamos pasarlo agradablemente,¿verdad?¿Nosestápermitidoelalcohol?Elsifónyloscigarrosseencuentranensusitiodeantaño.Quieroverloensusillóndesiempre.Esperoquenohabráaprendidoa desdeñar mi pipa y mi lamentable calidad de tabaco. En estos días sustituye alalimento.
—¿Yporquénocome?—Porquelasfacultadesseafinancuandoseleshacepasarhambre.Seguramente
queustedqueridoWatson,comomédicoquees,reconoceráqueloqueladigestiónnos hace ganar en aporte de sangre nos lo quita en capacidad cerebral.Yo soy uncerebro,Watson.Todoelrestodemiseresunsimpleapéndice.Porconsiguiente,eselcerebroalqueyotengoqueatender.
—Pero¿quémedicedeesepeligro,Holmes?—Ah, sí; por si se convirtiese en realidad, no estaría de más que cargase su
memoriaconelnombreyladireccióndelasesino.PodríacomunicárseloaScotlandYard, junto con la expresión demi afecto ymi postrera bendición. Su nombre esSylvius…,elcondeNegrettoSylvius.¡Anótelos,hombre,anótelos!CientotreintayseisMoonsideGardens.N.W.¿Lostiene?
LahonradacaradeWatsonteníagestoscontradictoriosynerviososdeansiedad.Demasiado conocía los inmensos riesgos con que cargaba Holmes, y sabíaperfectamentequemásbienhabríaensuspalabrascortedadqueexageración.Watsonerasiemprehombredispuestoalaacción,yeneseinstantesemostróalaalturadelascircunstancias.
—Holmes,cuenteconmigo.Notengonadaquehacerduranteunpardedías.—Veoquenomejoraensuaspectomoral,Watson.Ahorahasumadoalosvicios
queyateníaeldedecirpequeñasmentiras.Todoenustedestádelatandoalmédicoatareado,quetienequeatenderconsultasatodahoradeldía.
—La cosa no llega a tanto. Pero ¿no puede hacer detener al individuo encuestión?
—Podríahacerlo,Watson.Esoesloquetantolemolestaaél.—¿Yporquénolohace?—Porqueignoroadóndeseencuentraeldiamante.—Sí.YamehablóBilly…,lajoyadelaCoronaquehadesaparecido.—Sí,lamagníficapiedraamarilladeMazarino.Hetiradomiredytengodentro
de ella el pez. Pero no he conseguido encontrar la piedra. ¿Qué adelanto con
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aprenderlos?Podemoshacerqueelmundoseaunlugarmejordándoleslazancadillay sujetándolos.Peroyonomehe lanzadoaesaempresa.Loqueyonecesitoes lapiedra.
—¿YesestecondeSylviusunodelospecesaqueserefiere?—Sí; es el tiburón.Muerde. El otro es SamMerton, el boxeador. No esmala
personaSam;peroelcondesehaservidodeél.Samnoesuntiburón.Esungobiocorpulento,estúpidoydecabezadetoro.Pero,apesardeello,andaaleteandodentrodemired.
—¿DóndeseencuentraelcondeSylvius?—Lo he tenido toda la mañana a mi lado. Usted, Watson, me ha visto en
ocasiones disfrazado de anciana. Jamás lo estuve demaneramás convincente. Esehombre llegó incluso a recogermi sombrilla. «Permítame, señora…»,me dijo. Esmedioitaliano,¿sabeusted?,ycuandoestádebuenhumortienetodalasimpatíadelSur, aunque cuando está demalas es elmismísimo diablo encarnado.La vida estállenadehechoscaprichosos,Watson.
—Habríapodidoserunapuratragedia.—Sí, quizá sí. Lo seguí hasta el antiguo taller de Straubenze, en Minories.
Straubenze fabricó el fusil de aire comprimido, una obra magnífica, según tengoentendido,yquesupongoquedebeencontrarseenesteinstanteenunaventanafrentealamía.¿Havistoelmuñeco?Sí,claroqueBillyseloenseñaría.Bien,encualquiermomentopuederecibirunbalazoensuhermosacabeza.¡Ah,Billy!¿Quéocurre?
Elmuchachohabíareaparecidoenlahabitaciónconunatarjetaenunabandeja.Holmeslamiróconlascejasarqueadasyconunasonrisadivertida.
—Ahí está en persona.Nome esperaba esto. ¡Agarre la ortiga,Watson!Es unhombre de temple. Quizá conozca la fama que goza como buen tirador de cazamayor.Desdeluegoqueconstituiríaunfinalgloriosodesuhistoriadeportivaquemeechase amí a la bolsa.Ésta es una demostración de que siente la punta demi piecercadesutalón.
—Llamealapolicía.—Tendréprobablementequehacerlo.Perotodavíano.¿Quieremirarconcuidado
porlaventana,paraversialguienmerodeaporlacalle?—Sí,cercadelapuertahayunindividuoquepareceunmatón.—SeráSamMerton;elfiel,perobastanteidiota,Sam.¿Dóndeseencuentraeste
caballero,Billy?—Enlasaladeespera,señor.—Hazlosubircuandoyotoqueeltimbre.—Sí,señor.—Hazlopasar,aunqueyonoestéenlahabitación.—Sí,señor.Watson esperó a que la puerta estuviese cerrada y en seguida miró a su
compañero.
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—Mire,Holmes, esto no puede ser.Éste es un hombre desesperado, que no sedetieneantenada.Quizáshayavenidoparaasesinarlo.
—Nomesorprendería.—Insistoenhacerlecompañía.—Seríaunestorbotremendo.—¿Paraquién,paraél?—No,queridocompañero,paramí.—Nopuedoabandonarlo.—Sí,ustedpuede,Watson.Ylohará,porquenuncahadejadoderepresentarsu
parteeneljuego.Deboasegurarmequejugaráhastaelfinal.Estehombrehavenidoconunafinalidad,peroquizásequedeporconvenienciamía.—Holmestomósulibrodenotasygarabateóalgunaslíneas—.TomeuncochedealquilerhastaScotlandYardydeleestoaYoughalde laDivisióndeInvestigacionesCriminales.Regresecon lapolicía.Elarrestodelcómpliceseguirádespués.
—Loharéconalegría.—Antesdequeregresedeberíatenersuficientetiempoparaaveriguardondeestá
la piedra —tocó el timbre—. Creo que deberíamos salir por la habitación. Estasegundasalidaesexcesivamenteútil.Quieropreferiblementeveramitiburónsinquemevea,ytengo,comorecordará,mipropiaformadehacerlo.
Fue,enconsecuencia,unahabitaciónvacíaa lacualBilly,unminutodespués,condujoalcondeSylvius.Elfamosotirador,deportista,yhombredeciudaderaunapersonamorena, conun formidablebigoteoscuro sombreandouna cruel ydelgadaboca,ytranspuestaporunalargaycurvadanarizcomoelpicodeunáguila.Estababien vestido, pero su brillante corbata, su resplandeciente alfiler, y sus relucientesanillosresultabanextravagantes.Cuandolapuertasecerrótrasdeél,miróalrededorconferocesysobresaltadosojos,comoalguienquesospechaunatrampaacadapaso.Entoncessepusoviolentoalnotarlaimpasiblecabezayelcuellodelcamisónqueseproyectabaporencimadelsillónenlaventana.Primerosuexpresiónfueunadepuroasombro. Entonces la luz de una horrible esperanza centelleó en sus oscuros ysangrientosojos.Echóunvistazoasualrededorparaverquenohubieratestigos,yentonces,depuntillas,levantósugruesobastón,yseaproximóalasilenciosafigura.Seestabaagachandoparasusaltoyestallidofinalcuandounafríaysardónicavozlosaludodesdelapuertaabiertadelahabitación:
—¡Nolorompa,conde!¡Nolorompa!El asesino trastabilló,mostrando asombro en su convulsa cara. Por un instante
levantósupesadobastónunavezmás,comosipudieravolcarsuviolenciadesdelaimagenhaciaeloriginal;perohabíaalgoenesosfirmesojosgrisesysonrisaburlonaquecausaronquesumanoseposaraaunlado.
—Esunobjetohermoso—dijoHolmes,avanzandohaciamaniquí—.Tavernier,elmodeladorfrancés,lohizo.ÉlestanbuenoparalasfigurasdeceracomosuamigoStraubenzeloesparalosriflesdeaire.
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—¡Riflesdeaire,señor!¿Aquéserefiere?—Ponga su sombrero y su bastón sobre la mesa. ¡Gracias! Por favor, tome
asiento.¿Podríatenerlaamabilidaddequitarsesurevólvertambién?Oh,muybien,siprefieresentarsesobreél.Suvisitaesrealmenteoportuna,porquequeríatenerunospocosminutosdecharlaconusted.
Elcondefruncióelceño,conpesadasyamenazadorascejas.—Yo,tambiéndeseabateneralgunaspalabrasconusted,Holmes.Esporesoque
estoyaquí.Nocreeráqueintentabaagredirlo.Holmesmeciósuspiernasenelbordedelamesa.—Más bien deduzco que tenía alguna especie de idea en su cabeza—dijo—.
¿Peroporquéestasatencionespersonales?—Porquehasalidodesucaminoparafastidiarme.Porquehapuestosuscriaturas
sobremicamino.—¡Miscriaturas!¡Leaseguroqueno!—¡Absurdo!Lostengovigilados.Dospuedenjugarelmismojuego,Holmes.—Hayunpequeñopunto,condeSylvius,quizásquerríaamablementedarmeun
preaviso cuando me visita. Puede entender esto, con mi rutina de trabajo, deboencontrarme en familiares términos con la mitad de la galería de bribones, yentenderáquelasexcepcionessonodiosas.
—Bienentonces,Sr.Holmes.—¡Excelente! Pero le aseguro que está equivocado acerca de mis supuestos
agentes.ElcondeSylviusriódesdeñosamente.—Otras personas pueden observarlo tan bien como usted. Ayer fue un viejo
deportista.Hoyfueunaancianamujer.Ellosmevigilantodoeldía.—Realmente, señor, usted me elogia. El viejo barón Dowson dijo la noche
anterioraquefueracolgadoqueenmicasoloquelaleyhaganado,elescenariolohaperdido.¿Yahoraustedmehalagapormispequeñasinterpretaciones?
—¿Fue…fueusted?Holmesseencogióhombros.—Puede ver en el rincón la sombrilla que tan educadamente me sostuvo en
Minoriesantesdequeempezaraasospechar.—Si lohubiese sabido,quizánohabríausted…vueltoa estahumildecasa.Lo
sabía perfectamente. Todos tenemos que lamentar ocasiones que hemos perdido.Ahorabien,comoustedloignoraba,estamosaquílosdos.
El ceño del conde se frunció aún más apretadamente sobre sus ojosamenazadores.
—Loquemeacabadedecirponeaúnpeorlascosas.¡Noeransusagentes,sinosu misma entrometida persona de comediante! Reconoce, entonces, que me haseguidolospasos.¿Porqué?
—Vamos,vamos,conde.UstedsededicóamatarleonesenArgelia.
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—¿Yquéhayconeso?—¿Porquélosmataba?—¿Porqué?¡Pordeporte,porlaemoción,porelpeligro!—Ytambién,sinduda,paralibraralpaísdeaquelflagelo,¿verdad?—¡Exactamente!—Entoncesahítieneenbrevespalabrasmiporqué.El conde se pusode pie de un salto y se llevó conmovimiento involuntario la
manoalbolsillodelacadera.—¡Siéntese,señor,siéntese!Yoteníaunarazóndetipomáspráctico.Necesitoel
diamanteamarillo.ElcondeSylviusserecostóensusillaconsonrisasiniestra,ydijo:—¡Ledigo…!—Ustedsabíaqueyoandabadetrássuyoconunafinalidad.Larazónverdadera
dehabervenidoaquíestanocheesquequiereaveriguarhastadóndeestoyenteradodelasuntoyhastaquépuntoesabsolutamenteindispensableeliminarme,porqueyolosétodo,salvoundetallequevaadecírmeloahora.
—¿Deverdad?¿Ycuáleselhechoquelefaltaporconocer?—Elsitioenqueestáeldiamante.Elcondemirófijamenteasuinterlocutor.—Demodoqueusteddeseaaveriguareso, ¿verdad?¿Ycómodemoniospuedo
decirledóndeestáesapiedrapreciosa?—Puededecírmeloymelodirá.—¡Ah!,¿sí?—CondeSylvius,conmigonolevalenlosengaños.—Holmesmiróalconde,y
susojosfueroncontrayéndoseyencendiéndosehastanosermásquedospuntasdeaceroamenazadoras—.Ustedesparamícomouncristal.Veohastalaparteposteriordesualma.
—Entonces,comonopuedemenos,veráadóndeseencuentraeldiamante.Holmespalmeódivertido,yapuntóalcondeconsuíndiceburlón,diciéndole:—¡Ah!¿Veustedcómolosabe?¡Ustedmismolohaconfesado!—Yonoheconfesadonada.—Veamos, conde. Si se pone razonable, podemos hacer negocio. En caso
contrario,secogerálosdedos.ElcondeSylviusalzólosojosaltechoydijo:—¡Yhablabausteddequeyorecurríaaengaños!Holmes lomirópensativo,comomiraunbuenjugadordeajedrezmientrasestá
pensandosu jugadadefinitiva.Deprontoabrióelcajónde lamesaysacódeéluncuadernodenotasachatado.
—¿Sabeloqueguardoenestelibro?—No,señor;nolosé.—¡Loguardoausted!
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—¿Amí?—Sí,señor,austed.Todoustedestáaquídentro;todoloquehahechodurantesu
vidarepugnanteydañina.—¡Maldición,Holmes!¡Mipacienciatienesuslímites!—exclamóelconde,con
ojosrelampagueantes.—Todo está aquí, conde. La verdad acerca de la muerte de la señora anciana
Harold,queledejóenherencialafincadeBlymer,queustedperdiórápidamenteeneljuego.
—Estáfantaseando.—YtambiénlahistoriacompletadelaseñoritaMinnieWarrender.—¡Bueno!Deesonovaasacarnada.—Haymuchasmáscosasaquí,conde.Aquíestáelrobocometidoenel trende
lujo de la Riviera el día 13 de febrero de 1892. Y el cheque falsificado contra elCréditLyonnais.
—No;ustedseequivocaeneso.—¡Entoncestengorazónentodolodemás!Bien,conde,ustedesunjugadorde
cartas.Cuandoelotrocompañerotienetodoslostriunfos,esmomentodearrojarlamano.
—¿Quétienequevertodaestaconversaciónconlagemadelacualhabló?—Despacito,conde.¡Contengaesafervorosamente!Déjemellegaralospuntos
enmi propia ymonótonamanera. Tengo todo esto contra usted; pero, sobre todo,tengounlimpiocasocontraambos,ustedysumatónenelcasodeldiamantedelaCorona.
—¿Deveras?—TengoelchóferquelollevóhastaWhitehallyelchóferquelotrajodevuelta.
Tengo al ordenanza que los vio cerca de la vitrina. Tengo a Ikey Sanders, quienrehúsaintercederporusted.Ikeylohadelatado,yeljuegohaterminado.
Las venas saltaron en la frente del conde. Sus oscuras y peludas manos secerraronconfuerzaenunaconvulsióndeemocióncontrolada.Tratódehablar,perolaspalabrasnotomabanforma.
—Ésaes lamanoqueestoy jugando—dijoHolmes—.Lascartasestánpuestassobrelamesa.Perounacartaestáperdida.EselReydeDiamantes.Nosédondeestálapiedra.
—Ynuncalosabrá.—¿No?Ahora, sea razonable, conde.Considere la situación.Lovana encerrar
porveinteaños.YtambiénaSamMerton.¿Dequélesvaaservireldiamante?Denadaabsolutamente.Perosi loentregaestoydispuestoatodoaunquesetratedeundelito.NoqueremosniaustedniaSam.Queremoslapiedra.Dénosla,yporloqueamí respecta, puedevivir en libertad,mientras seportebiende aquí en adelante.Sicomete otro desliz…bueno, será el último. Pero ahorami encargo es recuperar lapiedra,nodetenerloausted.
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—¿Ysimeniego?—Pues,entonces…¡Quépena…!Seráustedynolapiedra.Billyaparecióenrespuestaalallamadadeltimbre.—Creo, conde, que convendría que también su amigo Sam asistiese a esta
conferencia.Despuésdetodo,esjustoquesusinteresesesténrepresentados.Billydelladodeafueradelapuertadelacalleverásaunseñormuycorpulentoyfeo.Invíteloasubir.
—¿Ysinoquiere,señor?—No quiero violencias, Billy. No lo maltrate. Si usted le dice que el conde
Sylviuslonecesita,vendráconseguridad.—¿Qué es lo que va a hacer ahora?—preguntó el condeSylvius cuandoBilly
desapareció.—HaceunmomentoseencontrabaaquímiamigoWatson.Lecontéqueteníaen
mis redes a un tiburón y a un gobio; ahoramedispongo a levantar la red y a quesalganjuntos.
Elcondesehabíalevantadodesuasientoyteníalamanoensuespalda.Holmeshizoquealgosobresaliesedelbolsillodesubata.
—Holmes,ustednomoriráenlacama.—Esa idea semeha ocurridomuchas veces, pero ¿deverdadque tienemucha
importancia?Afindecuentas,conde,ustedmismotienemásprobabilidadesdemorirenposiciónperpendicularynoenposiciónhorizontal.Peroestaclasedeprevisionesdel futuro resultanmorbosas. ¿Por qué no hemos de entregamos sin restricción aldisfrutedelahorapresente?
Losojosnegrosyamenazadoresdeaquelmaestrodelcrimenseencendierondeprontoconluminosidaddefiera.LafiguradeHolmesparecióircreciendoamedidaqueseponíanentensión,dispuestoatodo.
—Amigo mío, no vale la pena andar palpando su revólver —dijo con voztranquila—.Sabeustedperfectamentequenoseatreveríaausarlo,niaunenelcasode que yo le diese el tiempo necesario para sacarlo, conde, los revólveres soninstrumentos alborotadores y desagradables. Esmejor recurrir a los fusiles de airecomprimido.¡Ah!Mepareceoírlosingrávidospasosdesuestimablesocio.
—Buenosdías,señorMerton.¿Resultaaburridalacalle,verdad?Elboxeadorprofesional,queeraunjovencorpulentodeexpresiónestúpida,terca
y oblicua, se quedó como cortado en la puertamisma,mirando en torno suyo condesorientación.LacampechaníadeHolmeseracosanuevaparaél,yaunquetuvolasensaciónconfusadeque le erahostil, no supodequemanerahacerle frente, y sevolviópidiendoayudahaciasumásastutocamarada.
—¿Dequésetrataahora,conde?¿Quéesloquequiereesteindividuo?¿Quéhaydenuevo?—Suvozeragruesayronca.
ElcondeseencogiódehombrosyfueHolmesquiencontestó:—SeñorMerton,paraexpresarloendospalabras,lediréquetodoseacabó.
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Elboxeadorsiguióhablandoasuasociado.—Pero ¿es que este fulano se está divirtiendo, o qué? Yo no estoy para
diversiones.—No, supongo que no —dijo Holmes—.
Creo que puedo asegurarle que, a medida queavancelanoche,ustedsesentirácadavezdepeorhumor. Bueno, conde Sylvius, vamos a ver. Yosoy hombre demuchas ocupaciones y no puedoperder el tiempo. Voy a pasar a ese dormitorio.Considéreseaquícomoensupropiacasadurantemi ausencia. Usted tendrá más libertad paraexplicarasuamigocómoestánlascosassinquelescohíbamipresencia.Mientrastanto,tocaréenmi violín la barcarola de Hoffmann. Dentro decincominutosvolveréparaqueustedesmedenlacontestacióndefinitiva.Ustedsehadadoperfectacuenta de la alternativa, ¿no es así? ¿Losencarcelaremos a ustedes, o recuperaremos lapiedra?
Holmes se retiró, recogiendo al pasar su violín, que estaba en un rincón.Unosinstantesdespués llegabandébiles, a travésde lapuerta cerradadel dormitorio, lasnotaslánguidasyllorosasdelamásobsesionantemelodía.
—¿De qué se trata, entonces? —preguntó Merton con ansiedad cuando sucompañerosevolvióhaciaél—.¿Sabealgoacercadelapiedra?
—Sabedemasiadoacercadeella.Noestoysegurodequenosepaabsolutamentetodo.
—¡SantoDios!—Lacarapálidadelboxeadorsevolviótodavíamásblanca.—IkeySandersnoshadelatado.—¿Quéhaqué?Leharépedazosporesoaunquemecuestelahorca.—Con eso no adelantamos mucho. Hemos de decidir ahora mismo lo que
tenemosquehacer.—Un momento —dijo el boxeador, mirando con recelo hacia la puerta del
dormitorio—.Este individuo es de cuidarse y hay que estar alerta. ¿No nos estaráescuchando?
—¿Cómovaapoderescucharsiestátocandolamúsica?—Tiene razón. Quizás haya alguien detrás de una cortina. Hay demasiadas
cortinasenestahabitación.Al volverse paramirar vio por vez primera la efigie de la ventana, y se quedó
sorprendidomirandoyapuntandoconeldedo,demasiadoatónitoparahablar.—¡Bah!Essólounmuñeco—dijoelconde.—Unasimulación,¿verdad?¡Pormivida!¿NoandaráenellomadameTussaud?
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Essuvivaimagen,conelbatínytodo.Pero¡lascortinas,conde!—¡Aldiablolascortinas!Estamosperdiendoeltiempoynoandamossobradosde
él.Esehombrepuedemandarnosapresidioporelasuntodelapiedra.—¡Vayasipuede!—Peronosdejarálibresconsóloqueledigamosdóndeestáelbotín.—¡Cómo! ¿Qué se lo entreguemos? ¿Qué le entreguemos lo que vale cienmil
soberanos?—Olounoolootro.Mertonserascólarapadacabeza.—Ese hombre está aquí solo. Vamos a darle lo suyo. Con apagar la luz nada
tendríamosquetemer.Elcondemoviónegativamentelacabeza.—Estáarmadoyenguardia.Silomatásemosatiros,nosseríadifícilhuirenun
sitiocomoéste.Además,esbastanteprobablequelapolicíaestéalcorrientedetodaslaspruebasqueéltiene.¡Hola!¿Quéesesto?
Seoyóun leve crujidoqueparecíaproceder de la ventana.Amboshombres sevolvieronrápidos,perotodoestabatranquilo.Fueradeaquelmuñecoextrañosentadoenelsillón,nohabíasindudaalgunanadiemásenelcuarto.
—Hay algo en la calle —dijo Merton—. Mire, jefe, usted tiene el cerebro.Seguramenteencontrarálaformadesalirdeestasituación.Siasestarleungolpenoloes,entonceslasoluciónestodasuya.
—Heengañadoamejoreshombrequeél—contestóelconde—.Lapiedraestáaquí en mi bolsillo secreto. No corrí riesgos al ocultarla. Puede estar fuera deInglaterraestanocheydivididaencuatropiezasenÁmsterdamantesdelDomingo.HolmesnosabenadadeVanSeddar.
—PenséqueVanSeddarseiríalapróximasemana.—Asíibaaser.Peroahoradeberásalirenelpróximoferry.Unodelosdosdebe
escabullirseconlapiedrahacialacalleLimaydecírselo.—Peroelfalsofondonoestáhechotodavía.—Bien,debetomarlocomoestáyarriesgarse.Nohayniunmomentoqueperder
—nuevamente, con el sentido de peligro que se convierte en un instinto en eldeportista,sedetuvoyobservófijamentehacialaventana.Sí,eraseguroquedesdelacalleveníaesedébilsonido—.RespectoaHolmes—continuó—,podemosengañarlofácilmente.Verás,elcondenadotontononosarrestarásiledamoslapiedra.Bien,leprometeremoslapiedra.Lopondremossobreelcaminoequivocado,yantesdequedescubraqueestápormalcamino,eldiamanteestaráenHolandaynosotrosfueradelpaís.
—¡Esosuenagenial!—exclamóSamMertonconunaampliasonrisa.—Puedesirteydecirlealholandésquesemueva.Yoveréaestetontoylollenaré
conconfesionesfalsas.LediréquelapiedraestáenLiverpool.¡Cómomeaturdeesamelancólicamúsica!;¡Meponedelosnervios!Enelmomentoenqueaverigüeque
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noestáenLiverpoolyaestarádivididaencuartosynosotrossobreelaguaazul.Venaquí,pontefueradelalíneadevisióndelacerradura.Aquíestálapiedra.
—Meextrañaqueseatrevaallevarlaencima.—¿Dónde puedo mantenerla segura? Si pudimos sacarla deWhitehall alguien
máspodríaseguramentealejarlademí.—Echémosleunamirada.ElcondeSylviuslanzóalgoasícomounamiradapocohalagadorahaciasusocio
ehizocasoomisodelasmanossuciasqueseextendíanhaciaél.—¿Qué…piensa que voy a robárselo?Mire, señor,me estoy cansando de sus
métodos.—Bien,bien,sinofensas,Sam.Nopodemospermitirnosunadisputa.Venhacía
la ventana si quieres ver adecuadamente la belleza de la piedra. ¡Ahora sostén lalámpara!¡Aquí!
—¡Gracias!Conun simple saltoHolmesbrincóde la silladelmaniquíyatrapó lapreciosa
gema.Lasostuvoenunasolamano,mientrasqueconlaotraapuntabaunrevólveralacabezadelconde.Losdosvillanosretrocedieronconabsolutoasombro.AntesdequeserecobraranHolmespresionóeltimbreeléctrico.
—¡Sinviolencia,caballeros…sinviolencia,lesruego!¡Tenganenconsideraciónlosmuebles!Debeserevidenteparaustedquesuposiciónes imposible.Lapolicíaestáesperandoabajo.
Laperplejidaddelcondesobrepasósufuriaysutemor.—¿Perocómodedujo…?—balbuceó.—Susorpresaesmuynatural.Noestabaenteradoqueunasegundapuertademi
habitación se encuentra directamente detrás de la cortina. Me imaginé que debióoírme cuando desplacé el muñeco, pero la suerte estaba de mi lado. Me dio laoportunidaddeescucharsuinteresanteconversación,quehubiesesidopenosamenteembarazosasisehubieranpercatadodemipresencia.
Elcondehizoungestoderesignación.—Lesubestimamos,Holmes.Creoqueeselmismísimodiablo.—Notantomiqueridoconde.—Holmesrespondióconunacortéssonrisa.EllentointelectodeSamMertonsólogradualmentefueapreciandolasituación.
Ahora, con los sonidos de pesados pasos llegando por las escaleras, rompió elsilencio.
—¡Unpolizonte!—dijo—.Pero,dígame,¿qué lepasaaesecondenadoviolín?Porquesiguetocando.
—¡Bah,bah!—contestóHolmes—.Estáustedenlocierto.¡Déjelotocar!Estosgramófonosmodernosconstituyenuninventoextraordinario.
Lapolicíapenetróentromba,seoyótintinearlasesposas,yloscriminalesfueronconducidosalcochequeestabaesperando.WatsonsequedórezagadoacompañandoaHolmes,parafelicitarloporestanuevahojaqueacababadeagregarasuslaureles.
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Una vez más la conversación fue interrumpida por el imperturbable Billy, que sepresentóconsubandeja.
—LordCantlemere,señor.—Hágalo subir, Billy. Es un eminente par del reino que representa a los más
elevadosintereses—dijoHolmes—.Esunapersonaexcelenteyleal,peroestámásbien chapado a la antigua. ¿Quiere que lo hagamos apearse de su solemnidad?¿Vamosatomarnosunapequeñalibertad?Calculoquenodebesabernadadeloqueacabadeocurrir.
Seabriólapuertaparadejarpasoaunhombreenjutoyaustero,deperfilparecidoaunhacha,ypatillaslargasdelaépocamediavictoriana,negrasybrillantes,quenoconcordabanbienconloshombroscaídosyflojosandares.
Holmesseadelantóafectuosoy leapretóunamano,queno respondióconotroapretón.
—¿Cómoandamos,lordCantlemere?Latemperaturaesfríaparalaépocadelañoenqueestamos,perobastantecalurosadentrodecasa.¿Puedoquitarleelgabán?
—No,gracias;loconservarépuesto.Holmesapoyóconinsistenciasumanoenlamangadelgabán.—¡Por favor, permítame! Mi amigo el doctor Watson podrá decirle que estos
cambiosdetemperaturasonmuytraidores.SuseñoríaseliberóconimpacienciadelasmanosdeHolmes.—Me encuentro muy cómodo, señor. No voy a permanecer aquí porque entré
simplemente para saber si ha hecho algún progreso en la tarea que le ha sidoencomendada.
—Esdifícil…,dificilísima.—Yametemíqueasílepareciese.Elviejocortesanodejótransparentaruntonillodemofaensuspalabrasyensu
expresión.—Señor Holmes, todo el mundo descubre sus limitaciones, pero ese
descubrimientonoscuraporlomenosdelengreimiento.—Sí,señor,mehevistomuyperplejo.—¡Claroestá!—Sobretodo,enlorelativoaundetalle.Quizásustedpudieraayudarmeenese
punto.—Solicita mi consejo con bastante retraso. Yo creía que usted disponía de
métodos que nunca se quedaban cortos. Sin embargo, no tengo inconveniente enayudarlo.
—Vera,lordCantlemere,laverdadesquetenemostodaslaspruebasparaacusaralosauténticosladrones.
—Cuandoloshayaatrapado.—Exactamente.Ahorabien,elproblemaeséste:¿Dequémaneraprocederemos
contraelperista?
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—¿Noesalgoprematuralapregunta?—Siempre es bueno que tengamos preparados nuestros planes para todo.
Entoncesbien,¿quépruebaconsideraríausteddecisivacontraelperista?—Encontrarlapiedraensuposesión.—¿Loharíanustedesdetenerentalcaso?—Sindudaalguna.RaravezsereíaHolmes,peroenestaocasiónestuvotanapuntodehacerlocomo
Watsonnorecordabahaberlovistonunca.—Siendoasí,queridoseñor,meveréen ladolorosanecesidaddeaconsejarque
procedanasudetención.Lord Cantlemere se puso muy irritado. En sus exangües mejillas vibraron,
pasajeros,algunosdesusantiguoscolores.—SeñorHolmes,setomaustedgrandeslibertades.Norecuerdocasoigualenmis
cincuentaañosdevidaoficial.Yosoyunhombreatareado,señor,quetieneasucargonegocios importantes, ynodispongode tiemponi degustoparabromas estúpidas.Notengoinconvenienteendecirle,señor,quejamáshecreídoensustalentosyquesiemprehedefendidolaopinióndequeelasuntohabríaestadomásseguroenmanosde la policía oficial. Sumanera de conducirse confirma las conclusiones a que yohabíallegado.Tengoelhonordedarlelasbuenastardes,señor.
Holmeshabía cambiado rápidamentedeposicióny se interponía ahora entre ellordylapuerta.
—Un momento, señor —dijo—. Salir de aquí con la piedra de Mazarinoconstituiría un delitomuchomás grave a que se le encontrase transitoriamente enposesióndelapiedra.
—Caballero,estoesintolerable.Déjemepasar.—¡Metalamanoenelbolsillodelladoderechodesugabán!—¿Quéesloquepretendeinsinuar?—Vamos,vamos;hagaloquelepido.Un instante después, el atónito aristócrata, con la gran piedra amarilla sobre la
palmadelamanotemblorosa,parpadeabaytartamudeaba:—¡Cómo!¡Qué!¿Quésignificaesto,señorHolmes?—¡Lo he hechomuymal, lord Cantlemere, lo he hecho muymal!—exclamó
Holmes—.Esteviejoamigoaquípresentelepodráexplicarmiendiabladaaficiónalasbromas.Esoyquenoresistolatentacióndelodramático.Metomélalibertad,lagrandísima libertad, lo confieso, demeterle la piedra en el bolsillo al comienzodenuestraentrevista.
Elviejoaristócratamiraba,conojosmuyabiertos, tanpronto lapiedracomoelrostrosonrientequeteníadelante.
—Señor, no sé lo que hago. En efecto, sí; es la piedra preciosa deMazarino.Señor Holmes, le quedamos muy reconocidos. Quizá, lo confieso, su sentido delhumor esté algo viciado, y esta exhibición del mismo haya sido notablemente
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inoportuna;peroyoretiroporlomenostodosloscomentariosquehehechoacercadesuasombrosacapacidadprofesionalPero¿cómo…?
—El caso está nada más que a medio terminar, ya vendrán a su tiempo losdetalles.Espero,lordCantlemere,que lasatisfacciónque tendráalparticiparen losaltoscírculosalosqueahoravuelve,elresultadoconseguido,supondráunapequeñacompensaciónpormibroma.Billy,acompañeasuseñoríahastalacalle,ydigaalaseñoraHudsonquemealegrarédequenosenvíeloantesposiblecenaparados.
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ELPROBLEMADELPUENTEDETHOR
nalgúnsitiodelossótanosdelbancoCoxandCo.,enCharingCross,hayunestuchemetálicodedocumentos,maltratadoydesgastadoporlosviajes,conmi nombre pintado en la tapa: John H. Watson, M. D., anteriormente del
EjércitodelaIndia.Estáatestadodepapeles,casitodosloscualessoninformessobrecasos que ilustran los curiosos problemas que en diversos momentos tuvo queexaminar el señor Sherlock Holmes. Algunos, y no menos interesantes, fueroncompletosfracasos,ycomotalesnoadmitenquese lesrelate,yaquenose llegaaninguna explicación definitiva. Un problema sin solución puede interesar alestudioso, pero es difícil que no moleste al lector corriente. Entre estos casos noconcluidosestá eldel señor JamesPhillimore,quien,volviendoatráshacia sucasapara buscar su paraguas, desapareció de este mundo sin dejar rastro. No menosnotableeseldelbarcoAlicia,quezarpóunamañanadeprimaveraysemetióenunpequeñobancodeniebladelquejamásvolvióasalir,sinquesesupieramásdeélnidesutripulación.OtrocasodignodenotaeselIsadorPersano,elconocidoperiodistayduelista, a quien se encontró en estadode locura,mirando fijamenteuna caja decerillasque teníadelanteyqueconteníauncuriosogusano,alparecerdesconocidopara la ciencia. Aparte de esos casos no sondeados, hay algunos que implican lossecretosdefamiliasparticulares,hastaunpuntoquesignificaríalaconsternaciónenmuchosambienteselevadossisecreyeraposiblequehallaransucaminohastalaletraimpresa.No necesito decir que tal quebrantamiento de confianza es impensable, yqueesosinformesseapartaránysedestruiránahoraquemiamigotienetiempoparadedicar sus energías a otro asunto. Queda un considerable remanente de casos demayoromenorinterés,queyopodríahaberpublicadoantessinohubieratemidodaralpúblicounhartazgoquerepercutieraenlareputacióndeunhombreaquienadmiropor encima de todos. En algunos estuve metido yo mismo y puedo hablar comotestigo de vista, mientras que en otros, o no estuve presente o tuve un papel tanpequeño que sólo podrían contarse como por parte de una tercera persona. Elsiguienterelatoestásacadodemipropiaexperiencia.
Eraunadesapaciblemañanadeoctubre,yobservé,alvestirme,cómolasúltimashojasquequedaban iban siendoarrebatadasdel solitarioplataneroquecrecía enelterreno de detrás de nuestra casa.Bajé a desayunar preparado para encontrar amicompañero deprimido, pues, como todos los grandes artistas, fácilmente se dejabainfluenciarporelambiente.Porelcontrario,viquecasihabíaterminadosudesayunoy que su humor era especialmente luminoso y alegre, con ese buen ánimo algo
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siniestroquecaracterizabasusmomentosmásligeros.—¿Tienealgúncaso,Holmes?—Hicenotar.—Lafacultaddededucciónesciertamentecontagiosa,Watson—respondió—.Le
hahechocapazdesondearmisecreto.Sí,tengouncaso.Trasunmesdetrivialidadesyestancamiento,lasruedasseponenenmarchaotravez.
—¿Podríacompartirlo?—Haypocoquecompartir,peropodemosdiscutirlocuandohayaconsumidoun
pardehuevosdurosconquenoshafavorecidonuestracocinera.SuestadoquizánodejedetenerrelaciónconelejemplardelFamilyHeraldqueobservéayerenlamesadel vestíbulo. Incluso un asunto tan trivial como el cocer un huevo requiere unaatenciónqueseaconscientedelpasodeltiempo,incompatibleconlanoveladeamordeesaexcelentepublicación.
Uncuartodehoradespués, lamesaestabadespejadaynosotroscaraacara.Élhabíasacadounacartadelbolsillo.
—¿HaoídohablardeNeilGibson,elReydelOro?—dijo.—¿Quieredecirelsenadoramericano?—Bueno,unavezfuesenadorporalgúnestadodelOeste,peroseleconocemás
comoelmayormagnatedeminasdeorodelmundo.—Sí,sédeél.SeguroquellevaviviendoalgúntiempoenInglaterra.Sunombre
esmuyconocido.—Sí,compróunasgrandespropiedadesenHampshirehacecincoaños.¿Haoído
hablardeltrágicofindesumujer?—Claro.Ahoralorecuerdo.Poresoesconocidoelnombre.Perolaverdadesque
nosénadadelosdetalles.Holmesdirigiólamanohaciaunospapelesquehabíaenunasilla.—Yo no tenía idea de que el caso vendría a parar a mí, ni de que ya tendría
preparadosmis recortesdeprensa—dijo—.Laverdadesqueelproblema,aunqueenormemente sensacional, no parecía presentar dificultades. La interesantepersonalidaddelaacusadanooscurecelaclaridaddelaspruebas.Ésafuelaopiniónemitidaporeljuradoforenseytambiénenlainstrucción.AhoraseharemitidoalaAudienciadeWinchester.Metemoqueesunasuntoingrato.Puedodescubrirhechos,Watson,peronopuedocambiarlos.Anoserquesepresentenalgunoscompletamentenuevoseinesperados,noveoquépuedeesperarmicliente.
—¿Sucliente?—Ah,meolvidabadequenoselohedicho.Meestoymetiendoensuenredosa
costumbre,Watson,decontar lascosasporel final.Másvalequeempiecepor leeresto.
La carta queme había entregado, escrita con letra enérgica y dominante, decíaasí:
«HotelClaridge,3deoctubre
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»QueridoseñorSherlockHolmes:
»No puedo ver ir a lamuerte a lamejormujer que ha creadoDios sinhacer todo lo posible por salvarla.No puedo explicar las cosas, ni siquierapuedointentarlo,perosésindudaalgunaquelaseñoritaDunbaresinocente.Ustedconoceloshechos,¿yquiénno?Hasidoelcomadreodetodoelpaís.¡Yniunavozsehalevantadoasufavor!Eslamalditainjusticiadetodoestoloquemevuelveloco.Esamujertieneuncorazónquenoledejaríamatarunamosca.Bueno, irémañanaa lasonceaversiustedpuededejarpasaralgúnrayodeluzalaoscuridad.Quizátengayounaclaveynolosé.Entodocaso,todoloquesé,todoloquetengoytodoloquesoysonparausted,sipuedesalvarla.Si algunavezen suvidahamostrado toda sucapacidad, aplíquelaahoraaestecaso.
»Suyoatentísimo,
»J.NeilGibson».
—Ahílotiene—dijoSherlockHolmes,sacudiendo las cenizas de su pipa dedespuésdeldesayunoyvolviendoallenarladespacio—.Ésteeselcaballeroqueespero.En cuanto a la historia, apenas ha tenidotiempousteddehacersecargodetodosesospapeles,asíquedeboponerlealcorrientesiva a tomar un interés intelectual en elasunto. Este hombre es el más poderosofinancierodelmundo,yunhombre, segúntengoentendido,decaráctermuyviolentoytemible.Secasóconunamujer, lavíctimadeesta tragedia,de laquenosénadasinoque ya había pasado su juventud, lo que fue aún más desgraciado, dado que unainstitutrizmuyatractivaseocupabadelaeducacióndesusdosniñospequeños.Ésasson las tres personas que intervienen en el asunto, y el escenario es una grandiosamansiónseñorial,centrodeunahistóricafincainglesa.Pasemosahoraalatragedia.Alamujerselaencontróenlosterrenosdelafinca,acasimediamilladelacasa,enplenanoche,vestidaconeltrajedelacena,conunchalporloshombrosyunabaladerevólverquelehabíaatravesadolacabeza.Noseencontróarmaalgunacercadeellaynohabíapistaslocalesencuantoalasesinato.Nohabíaarmaalgunacercadeella,Watson,¡fíjeseeneso!Elcrimenparecequesecometióyaentradalanoche,elcadáverloencontróunguardadecazahacialasonceyloexaminaronlapolicíayunmédico antes de llevarlo a la casa. ¿Está muy condensado o puede seguirloclaramente?
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—Estámuyclaro,pero¿porquésospechardelainstitutriz?—Bueno,enprimer lugar,hayalgún indiciomuydirecto.Unrevólver,conuna
cámaradescargadaydeuncalibrequecorrespondíaalabala,sehallóenelsuelodesuguardarropa.—Susojossequedaronfijosyrepitió,fragmentandolaspalabras—:En-el-suelo-de-su-guardarropa. —Luego se quedó en silencio, y vi que se habíapuestoenmarchaalgúnprocesodepensamientoqueseríaestúpido interrumpir.Derepente, sobresaltado, volvió a emerger a una vida animada—. Sí, Watson, seencontró. Bastante condenatorio, ¿eh? Eso pensaron los dos primeros jurados.Además,lamujermuertallevabaencimaunanotadándolecitaenesemismolugaryfirmadaporlainstitutriz.¿Quétaleso?Finalmente,estáelmotivo.ElsenadorGibsonesunapersonamuyatractiva.Simueresumujer,quiénmásprobablequelasucedasinolaseñoritaqueya,portodoslosinformes,habíarecibidoapremiantesatencionesdesupatrono.Amor,fortuna,poder,tododependiendodeunavidademedianaedad.Feo,Watson,¡muyfeo!
—Sí,esverdad,Holmes.—Yellanopuedepresentarunacoartada.Porelcontrario,tuvoqueadmitirque
habíabajadocercadelpuentedeThor,quefueelescenariodelatragedia,haciaesahora.Nolopodíanegar,porquelahabíavistounaldeanoquepasabaporallí.
—Esorealmenteparecedefinitivo.—¡Y sin embargo,Watson, sin embargo…!Ese puente, un solo ancho arco de
piedraconbalaustradaaloslados,hacepasarelcaminosobrelapartemásestrechadeunalagunalarga,honda,rodeadadejuncos.LagodeThor,lollaman.Enlaentradadelpuenteyacíamuertalamujer.Talessonlosprincipaleshechos.Pero,sinoestoyequivocado,aquíestánuestrocliente,muchoantesdelahora.
Billyhabíaabiertolapuerta,peroelnombrequeanuncióerainesperado.ElseñorMarlon Bates nos era desconocido a los dos. Era un hombre pequeño, delgado ynervioso,deojosasustados,yunasmanerasconvulsivasyvacilantes;unhombredequien cualquier mirada profesional juzgaría que estaba al borde del hundimientonervioso.
—Pareceagitado,señorBates—dijoHolmes—.Porfavor,siéntese.Metemoquesólopuedoconcederleunrato,puestengounacitaalasonce.
—Yaséquelatiene—jadeónuestrovisitante,disparandofrasesbrevescomounhombre sin aliento—. Viene el señor Gibson. El señor Gibson es mi jefe. Soyadministradordesufinca.SeñorHolmes,esuncanalla…,uncanallainfernal.
—Unlenguajefuerte,señorBates.—Tengoqueserenfático,señorHolmes,porqueeltiempoeslimitado.Noquerría
quemeencontraraaquípornadadelmundo.Ahoraestáapuntode llegar.Peroyoestabaenunlugardesdedondenopudevenirantes.Susecretario,elseñorFerguson,nomedijohastaestamañanaqueélteníacitaconusted.
—¿Yustedessuadministrador?—Ya le he avisado que me despido. Dentro de un par de semanas me habré
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libradodeesamalditaesclavitud.Unhombreduro,señorHolmes,durocontodoloquelerodea.Esasbeneficenciaspúblicassonunapantallaparacubrirsusiniquidadesprivadas.Fuebrutalconella.Ellaveníadelostrópicos,erabrasileñadenacimiento,comosindudaustedsabe.
—No,semehabíaescapado.—Tropicalpornacimientoytropicalpornaturaleza.Hijadelsolydelapasión.
Le había querido a él como pueden querer las mujeres así, pero cuando semarchitaron sus encantos físicos, que he oído decir que en otro tiempo fuerongrandes,nohubonadaquelesujetara.Todoslaqueríamosyestábamosporella,yleodiábamosaélporelmodocomolatrataba.Peroélestaimadoyastuto.Esoestodoloquetengoquedecirle.Nolotomeporloquepareceasimplevista.Hayalgomásdetrásdeeso.Ahorametengoqueir.¡No,nomeretenga!Élcasiestaráalllegar.
Con una asustada mirada al reloj, nuestro extraño visitante salió literalmentecorriendoporlapuertaydesapareció.
—¡Bueno!¡Bueno!—dijoHolmes,trasunintervalodesilencio.—ElseñorGibsonparecetenerunacasamuyleal.Peroelavisoessutil,yahora
sólopodemosesperaraqueaparezcaelhombreenpersona.Alahoraenpuntooímosunospesadospasosporlasescalerasysehizoentraral
cuartoelfamosomillonario.Almirarlo,comprendínosólolostemoresyelodiodesuadministrador,sinotambiénlosataquesquetantosrivalesenlosnegocioshabíanacumulado sobre su cabeza. Si yo fuera escultor y quisiera dar con el modelo dehombre de negocios con éxito, nervios de hierro y conciencia de cuero, elegiría alseñorNeilGibsoncomomodelo.Sufiguraalta,flacayásperasugeríalarapacidadyel hambre. Un Abraham Lincoln trasladado a bajos usos daría cierta idea de esehombre. Su cara podía estar cincelada en granito, dura, angulosa, inexorable, conprofundas líneas,cicatricesdemuchaspenalidades.Unos fríosojosgrises,mirandoconastuciabajounascejaserizadas,nosinspeccionaronsucesivamente.Seinclinódemodo rutinario cuando Holmes dijo mi nombre, y luego, con dominante aire deposesión,tendióunasillaamicompañeroysesentóconsushuesudasrodillascasitocándose.
—Permítame empezar diciendo, señorHolmes—comenzó—, que el dinero enestecasonomeimportanada.Lopuedoquemarsilesirvedealgoparaalumbrarlaverdad.Esamujer es inocente y esamujer debe quedar absuelta, y a usted le tocaconseguirlo.¡Digasucifra!
—Mishonorariossiguenunaescalafija—dijofríamenteHolmes—.Nolovarío,salvocuandolosperdonoporcompleto.
—Bueno,silosdólaresnosignificannadaparausted,pienseenlareputación.Siarreglaesto,todoslosperiódicosdeInglaterraydeAméricaletrompetearán.Seráeltemadeconversacióndetodosloscontinentes.
—Gracias, señorGibson.Creo que no necesito trompeteos.Quizá le sorprendasaberqueprefierotrabajardemodoanónimo,yqueeselproblemamismoloqueme
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atrae.Peroestamosdesperdiciandoeltiempo.Vamosaloshechos.—Creoqueustedencontrarálosmásimportantesenlosinformesdeprensa.No
séquepuedaañadir nadapara ayudarle.Pero si hayalgo sobre loqueusteddeseemásluz…,bueno,aquíestoyparaproporcionarla.
—Bueno,sólohayunpunto.—¿Cuál?—¿CuáleseranlasrelacionesexactasentreustedylaseñoritaDunbar?El Rey del Oro se sacudió violentamente y casi se levantó de la silla. Luego
recobrósucalmacorpulenta.—Supongoqueestáusteden suderecho,yquizá tieneobligacióndehacer esa
pregunta,señorHolmes.—Vamosaestardeacuerdoensuponerloasí—dijoHolmes.—Entonces,puedoasegurarlequenuestrasrelacioneseranenteramenteysiempre
lasdeunpatronohaciaunaseñoritaconlaquenuncaconversóyalaquenuncavio,salvocuandoestabaencompañíadesushijos.
Holmesselevantódelasilla.—Señor Gibson, yo soy un hombre muy atareado—dijo—, y usted no tiene
tiemponiganasdeconversacionesquenovananingunaparte.Ledeseobuenosdías.Nuestrovisitanteselevantótambiénysugran
figuradescoyuntadaseirguióporencimadeladeHolmes. Había un fulgor furioso bajo esas cejaserizadas y un toque de color en las mejillascetrinas.
—¿Qué diablos quiere decir con eso, señorHolmes?¿Rechazaustedmiasunto?
—Bueno, señor Gibson, por lo menos lerechazo a usted. Había creído que mis palabraseranbienclaras.
—Muy claras, pero ¿qué hay detrás de esto?¿Mesubeelpreciootienemiedodehacersecargo,oqué?Tengoderechoaunarespuestaclara.
—Bueno,quizá lo tenga—dijoHolmes—.Ledaré ésta. Este asunto ya es bastante complicadopara empezar conél sin ladificultad adicionaldeunainformaciónfalsa.
—¿Quieredecirquemiento?—Bueno, trataba de expresarlo tan delicadamente como pude, pero si usted se
empeñaenesapalabra,nolellevarélacontraria.Me puse en pie de un salto, pues la expresión de la cara del millonario era
demoníaca en su intensidad, y había levanto su gran puño nudoso.Holmes sonriólánguidamenteyextendiólamanoalapipa.
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—Nohagatantoruido,señorGibson.Tengaencuentaque,despuésdeldesayuno,inclusolamenordiscusiónmesientamal.Unpaseoalairedelamañanaypensarlounpocotranquilamentelevendríanmuybien.
Conesfuerzo,elReydelOrodominósufuria.Nopudemenosdeadmirarle,puesconunsupremodominiodesímismohabíapasadoenunmomentodesdeunacálidallamaradadecóleraaunaindiferenciafríaydespreciativa.
—Bueno,usteddecide.Supongoqueustedsabemanejarsuspropiosasuntos.Nopuedoobligarleaaceptarelcasocontrasuvoluntad.Nolebeneficianadalodeestamañana,señorHolmes,pueshederrumbadoahombresmásfuertesqueusted.Nadiemehallevadolacontrariaysehasalidoconlasuya.
—Muchosmehandichoeso,ysinembargoaquíestoy—dijoHolmes,sonriendo—.Bueno,señorGibson,buenosdías.Ustedtienetodavíamuchoqueaprender.
Nuestro visitante salió ruidosamente, pero Holmes fumaba en silencioimperturbableconunosojospensativosfijoseneltecho.
—¿Algoqueopinar,Watson?—preguntóporfin.—Bueno,Holmes,deboconfesarque,cuandoconsideroqueésteesunhombre
queapartaríasindudacualquierobstáculodesucamino,ycuandorecuerdoquesumujerquizá fueraunobstáculoyunmotivodeodio, segúnnosdijoeseBates,meparece…
—Exactamente.Yamítambién.—Pero¿cuáleseransusrelacionesconlainstitutrizycómolohadescubierto?—¡Unfarol,Watson,unfarol!Cuandoconsideréeltonoapasionadodesucarta,
extraño,nadadenegocios,ylocontrastéconsusmanerasysuaspectodedominiodesí mismo, resultó muy claro que había alguna emoción profunda centrada en laacusada,antesqueenlavíctima.Tenemosquecomprenderlasrelacionesexactasdeesastrespersonassíhemosdealcanzarlaverdad.Yavioelataquedefrentequelehice y qué imperturbablemente lo recibió. Luego me tiré un farol dándole laimpresión de que estaba absolutamente seguro, cuando en realidad sólo losospechaba.
—¿Volverá,quizá?—Estoysegurodequelohará.Debevolver.Nopuededejarlodondeestá.¡Ah!
¿No llaman a la puerta? Sí, ahí están sus pasos. Bueno, señor Gibson, estabadiciéndoleahoramismoaldoctorWatsonqueyaeramásquehoradequeviniera.
ElReydelOrohabíavueltoaentrarenelcuartoconunairemásamansadoquecuando salió.Suorgulloherido seguíamostrándoseen susojos resentidos,pero susentidocomúnlehabíahechoverqueteníaquecederparaalcanzarsufin.
—Loheestadopensando,señorHolmes,ycreoquemeheapresuradoaltomaramalsusobservaciones.Ustedtienerazónenllegaralfondodeloshechos,seancualessean,yleadmiroporello.Sinembargo,puedoasegurarlequelasrelacionesentrelaseñoritaDunbaryyonotienenqueverrealmenteconelasunto.
—Esotengoqueseryoquienlodecida,¿no?
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—Sí,supongoqueasíes.Esustedcomouncirujanoquequiereconocertodoslossíntomasantesdedareldiagnóstico.
—Exactamente.Esoloexpresabien.Ysólounpacientequetengaalgúnobjetivoalengañarasumédicoleocultaríalarealidaddesucaso.
—Puede ser, pero reconocerá usted, señor Holmes, que la mayor parte de loshombres se echarían un poco atrás si les preguntaran a quemarropa cuáles son susrelaciones con unamujer, si hay un sentimiento serio en el caso. Supongo que lamayorpartede loshombres tienenunpequeño reductoprivadoenalgún rincóndesusalmasdondenolesgustaqueentrenintrusos.Yustedhairrumpidobruscamenteenél.Peroelobjetivoleexcusa,puestoqueeraeltratardesalvarla.Bueno,eljuegoestá hecho, y la reserva, abierta, y puede explorar donde quiera. ¿Qué es lo quequiere?
—Laverdad.ElReydelOrosedetuvounmomentocomoquienordenasuspensamientos.Su
carasombríaydehondossurcossehabíavueltoaúnmástristeymásgrave.—Selapuedodecirenpocaspalabras,señorHolmes—dijoporfin—.Haycosas
quesontandolorosascomodifícilesdedecir,asíquenoirémásalládelonecesario.Conocí a mi mujer cuando buscaba oro en Brasil. María Pinto era la hija de unfuncionariodelGobiernoenManaos,yeramuyhermosa.Yaerajovenyardienteenesosdías,peroinclusoahora,mirandoatrásconsangremásfríayojosmáscríticos,veo que era extraordinaria y prodigiosa en su belleza. Tenía un carácterprofundamente rico, también, apasionado,muy diferente de las americanas que heconocido.Bueno, para abreviar la larga historia, la quise yme casé con ella. Sólocuando sepasó lo romántico, yduró años,medi cuentadequeno teníamosnada,absolutamente nada, en común. Mi amor se fue apagando. Si el de ella hubieradesaparecido,lacosahabríasidomásfácil.Pero¡yasabeelcuriosomododeserdelasmujeres!Hicieraloquehiciera,nadapodíaapartarlademí.Sihesidoásperoconella,oinclusobrutal,comohandichoalgunos,fueporquesabíaquesipudieramatarsuamoroconvertirloenodio,seríamásfácilparalosdos.Peronadalacambió.Meadoraba en estosbosques ingleses comomehabía adoradohaceveinte años en lasorillasdelAmazonas.Hicieraloquehiciera,seguíatanapegadacomosiempre.
»EntoncesapareciólaseñoritaGraceDunbar.Vinoporunanuncionuestroyfuelainstitutrizdenuestrosdoshijos.Quizáhayavistoustedsuretratoenlosperiódicos.Elmundoenterohaproclamadoqueestambiénunamujermuybella.Bueno,yonopretendosermásmoralquemisprójimos,yleconfesaréquenopodíavivirbajoelmismo techo con una mujer así y en contacto diario con ella sin sentir unaconsideraciónapasionadahaciaella.¿Mecensurausted,señorHolmes?
—No le censuroporque lo sintiera.Le censuraría si lo expresó,puestoque esaseñoritaestabaenciertosentidobajosuprotección.
—Bueno,quizáseaasí—dijoelmillonario,aunqueporunmomentoelreprochehabía vuelto a hacer surgir en sus ojos el viejo fulgor colérico—.No pretendo ser
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mejordeloquesoy.Supongoquetodalavidahesidounhombrequeechabamanoaloquequería,ynuncahequeridomásqueelamorylaposesióndeesamujer.Asíselodije.
—Ah,¿selodijo?Holmespodíaparecertemiblecuandoseemocionaba.—Ledijequesipudieracasarmeconella loharía,peroqueesonoestabaami
alcance.Ledijequeeldineronome importabayque seharía todo loquepudierahacerparaqueellaestuvierafelizyagusto.
—Muygeneroso,porsupuesto—dijoHolmes,conunamuecaburlona.—Mire usted, señor Holmes. Vine a verle por una cuestión de pruebas, no de
moral.Nolepidosucrítica.—Sólo en atención a esa señorita es por lo que cojo su caso —dijo Holmes
severamente—.Nosédenadade loquese laacusaquesea realmentepeorque loqueustedmismohaconfesado:quehatratadodeecharaperderaunachicaindefensaqueestababajosutecho.Aalgunosdeustedes,losricos,habríaqueenseñarlesquenosepuedesobornaratodoelmundoparaqueperdonensusexcesos.
Paramisorpresa,elReydelOrorecibióelreprocheconecuanimidad.—Eso es lo que yo mismo pienso ahora. Gracias a Dios que mis planes no
salieroncomoyopretendía.Ellanoquisoaceptarnadadeeso,yquisodejarlacasaalmomento.
—¿Porquénolohizo?—Bueno, enprimer lugar,otraspersonasdependíandeella,ynoera fácilpara
ellaecharlasatodasalsacrificarsumododeganarselavida.Cuandojuré,comohice,que no la volvería a molestar, consintió en quedarse. Pero había otra razón. Ellaconocíalainfluenciaqueteníasobremí,yqueéstaeramásfuertequeningunaotraenelmundo.Ellaqueríausarlaparabien.
—¿Cómo?—Bueno,sabíaalgodemisnegocios.Sonmuygrandes,señorHolmes,másdelo
que creería cualquier persona normal. Puedo elevar o destruir, y suele ocurrir quedestruya. No sólo individuos. Eran comunidades, ciudades, incluso naciones. Elnegocioesun juegoduro,y losdébiles acabancontra lapared. Juguéel juegoportodoloquevalía.Nuncachilléynuncameimportóqueelotrochillara.Peroellaloveíadeotromodo.Creoqueteníarazón.Creíaydecíaqueunafortunaparaunsolohombre, siendo más de lo que necesitaba, no debería construirse sobre diez milhombresarruinadosquequedaban sinmediosdevida.Así es como loveía,ycreoqueeracapazdevermásalládelosdólares,algomásduradero.Sediocuentadequeyo hacía caso de lo que decía, y creyó que serviría al mundo influyendo en misacciones.Asísequedó…,yentoncesocurrióesto.
—¿Puedeustedarrojaralgunaluzsobreello?El Rey del Oro se detuvo más de un minuto, con la cabeza entre las manos,
perdidoenprofundospensamientos.
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—Estámuynegrocontraella.Nolopuedonegar.Ylasmujerestienenunavidainteriorypuedenhacercosasqueescapanaljuiciodeunhombre.Alprincipioyomequedé tan trastornado y abrumado que estaba dispuesto a creer que ella se habíadejado llevar de algún modo extraño que iba contra su naturaleza. Una solaexplicaciónsemeocurrió.Seladoy,señorHolmes,porloquepuedavaler.Nohayduda de que mi mujer estaba terriblemente celosa. Hay unos celos del alma quepueden ser tan frenéticos como los celos del cuerpo, y aunquemimujer no teníarazón, y creo que la entendía, para estos últimos, se daba cuenta de que esa chicainglesaejercíauninflujoenmiánimoyenmisactosqueellamismanologrónunca.Eraunainfluenciaparabien,peroesonoarreglabaelasunto.Estabalocadeodio,yelcalordelAmazonasseguíasiempreensusangre.Podríahaberplanteadoasesinarala señoritaDunbar, o, digamos, amenazarla conunapistolapara asustarlayque semarchara. Entonces podría haber habido una pelea y que la pistola se disparasehiriendoalaquelatenía.
—Esaposibilidadyasemehaocurrido—dijoHolmes—.Enefecto,eralaúnicaalternativaobviaalasesinatodeliberado.
—Peroellaloniegaabsolutamente.—Bueno, eso no es definitivo, ¿verdad? Uno puede entender que una mujer
puesta en una situación tan terrible pudiera apresurarse a casa llevando todavía elrevólver.Inclusopudohaberlotiradoentresuropa,sinsaberapenasloquehacía,y,cuandofueencontrado,pudointentarsalirdelpasomintiendoconunanegativatotal,puestoqueeraimposibletodaexplicación.¿Quéhaycontratalsuposición?
—LamismaseñoritaDunbar.—Bueno,quizá.Holmesmiróelreloj.—Notengodudadequepodemosobtenerestamañanalospermisosnecesariosy
llegar aWinchester en el tren de la tarde. Cuando yo vea a esa señorita, es muyposible que le sea más útil en el asunto, aunque no puedo prometer que misconclusionesseannecesariamentecomousteddesea.
Huboalgunatardanzaenelpaseoficial,yenvezdellegaraWinchesteresedía,llegamos a Thor Place, la finca del señor Neil Gibson en Hampshire. Él no nosacompañó,peroteníamosladireccióndelsargentoCoventry,delapolicíalocal,quehabíasidoelprimeroenexaminarelasunto.Eraunhombrealto,flaco,cadavérico,conunasmanerassecretasymisteriosas,quehacíanpensarquesabíaosospechabamucho más de lo que se atrevía a decir. Empleaba también el truco de bajar derepentelavozhastaunsusurrocomosihubieraencontradoalgodeimportanciavital,aunque la información solía ser muy corriente. Más allá de esos detalles en susmaneras, pronto mostró ser un hombre decente y honrado que no tenía reparo enconfesar que no sabía por dónde andaba y que de buena gana recibiría cualquierayuda.
—En todocaso,prefiero tenerleaustedqueaScotlandYard, señorHolmes—
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dijo—.Si llamanalaYardparaalgúncaso,entonceslapolicía localpierdetodoelméritoeneléxitoyalomejorleechanlaculpasifracasa.Ustedjuegalimpio,segúnheoído.
—Yononecesitoaparecerenelasuntoenabsoluto—dijoHolmes,paraevidentealiviodenuestromelancólicoconocido—.Sisemepermiteaclararlo,nopidoquesemencioneminombre.
—Bueno, es muy elegante por su parte, ciertamente. Y su amigo, el doctorWatson,esdefiar,ya losé.Bueno,señorHolmes,mientrasvamosalsitiohayunapreguntaquequerríahacerle.Noseloinsinuaríaanadiemásqueausted.—Miróasualrededorcomosiapenasseatrevieraadecirlo—.¿NocreequepodríahaberunaacusacióncontraelpropioseñorNeilGibson?
—Loheestadoconsiderando.—NohavistoalaseñoritaDunbar.Esunamujerasombrosamentebuenaentodos
los sentidos. Él pudo muy bien desear quitarse de en medio a su mujer. Y esosamericanos sonmás listos con sus pistolas que nuestra gente.La pistola era de él,¿sabe?
—¿Sehaaveriguadoesoclaramente?—Sí,señor.Eradeunaparejaqueteníaél.—¿Unadeunapareja?¿Dóndeestálaotra?—Bueno,esecaballero teníaunmontóndearmasdefuegodeunauotraclase.
Nunca hemos encontrado la pareja de esa pistola determinada, pero la caja estabahechaparados.
—Sieradeunapareja,sindudadeberíaencontrarlaotra.—Bueno,lastenemosfueraahíenlacasasiustedquieremirarlas.—Mástarde,quizá.Creoquebajaremosandandojuntosyecharemosunamirada
alescenariodelatragedia.Laconversaciónhabíatenidolugarenelcuartitodelanterodelahumildecasadel
sargento Coventry, que servía como comisaría local de policía. Un paseo de unamediamillaa travésdeunpáramobarridoporelviento, todooroybronceconloshelechosmarchitos,nosllevóaunapuertalateralquedabaalosterrenosdelafincade Thor Place. Un sendero cruzaba las hermosas tierras, y luego, desde un claro,vimoslacasa,anchamenteextendida,lamitaddemadera,unpocoTudoryunpocogeorgiana,enloaltodelacolina.Anuestroladohabíaunaextensalagunarodeadadejuncos,estrechadaporenmedio,dondeelcaminodecochesprincipalpasabaporunpuentedepiedra,peroensanchándoseenpequeñoslagosaamboslados.Nuestroguíasedetuvoalaentradadelpuente,señalandoalsuelo.
—AhíesdondeyacíaelcuerpodelaseñoraGibson.Lomarquéconesapiedra.—¿Entiendoqueustedllegóaquíantesdequeretiraranelcadáver?—Sí,mandaronapormíenseguida.—¿Quién?—ElpropioseñorGibson.Enelmomentoenquesediolaalarmayqueélsalió
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precipitadamentedelacasaconotros,seempeñóenquenomovierannadahastaquellegaralapolicía.
—Muy sensato. Por los periódicos supe que el disparo fue hecho desde muycerca.
—Sí,señor,muycerca.—¿Cercadelasienderecha?—Detrásmismodeella,señorHolmes.—¿Cómoestabatendidoelcadáver?—De espaldas, señor Holmes. No había señales de lucha. Ninguna. No había
arma.LabrevenotadelaseñoritaDunbarlallevabaapretadaenlamano.—¿Apretada,dice?—Sí,señor;apenaspudimosabrirlelosdedos.—Esoesdegran importancia.Esoexcluye la ideadequenadiehubierapodido
colocarlelanotaallídespuésdesumuerteparadarunapistafalsa.¡VálgameDios!Lanota, según recuerdo, eramuycorta: «Estaré en el puentedeThor a las nueve.G.Dunbar».¿Eraasí?
—Sí,señor.—¿ReconociólaseñoritaDunbarhaberlaescrito?—Sí,señor.—¿Quéexplicacióndio?—SudefensasereservaparalaAudiencia.Ellanoquisodecirnada.—Elproblema,ciertamente,esinteresante.Lacuestióndelacartaesmuyoscura,
¿verdad?—Bueno, señorHolmes—dijo el guía—, sime permite decirlo así, pareció el
únicopuntorealmenteclarodetodoelcaso.Holmessacudiólacabeza.—Admitiendoquelacartaseaauténticayqueseescribierarealmente,ciertoque
se recibió algún tiempo antes, digamos una o dos horas. ¿Por qué, entonces, esaseñoraseguíallevándolaagarradaenlamanoizquierda?¿Porquélaibaallevarcontantocuidado?Nonecesitabaaludiraellaenlaentrevista.¿Noparecenotable?
—Bueno,señorHolmes,talcomolodice,quizásí.—Creoquemegustaríasentarme tranquilamenteunosminutosypensarlobien.
—Sesentóenelbordedepiedradelpuente,yvisusrápidosojosgrisesdisparandosusojeadasescrutadorasentodasdirecciones.
De repentevolvióaponerseenpiedeun saltoy corrióhasta labalaustradadeenfrente,sacólalupadelbolsilloyempezóaexaminarlapiedra.
—Escurioso—dijo.—Sí,señor;vimoslamellaenelreborde.Supongoquelohahechoalguienque
pasabaporaquí.Lapiedraeragris,peroeneseúnicopuntosemostrabablancaporunespaciono
mayor que una moneda de seis peniques. Examinando de cerca, se veía que la
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superficieestabamelladaporunfuertegolpe.—Costó alguna violencia hacer esto—dijo Holmes pensativo. Con el bastón,
golpeóvariasvecesel rebordesindejarseñal—.Sí, fueungolpeduro.Enunsitiocurioso,además.Nofuedesdearriba,sinodesdeabajo,puesyavequeestabaenelbordeinferiordelparapeto.
—Peroestáalmenosaquincepiesdelcadáver.—Sí,estáaquincepiesdelcadáver.Quizánotengaqueverconelasunto,peroes
unpuntodignodetenerencuenta.Creoquenotenemosmásqueaveriguaraquí.¿Nohabíahuellas,dice?
—El suelo estaba duro como el hierro, señor Holmes. No había huellas enabsoluto.
—Entoncespodemosirnos.Subiremosprimeroalacasaymiraremosesasarmasdequehablausted.Luego iremos aWinchester, puesmegustaríaver a la señoritaDunbarantesdeseguiradelante.
El señor Neil Gibson no había vuelto de Londres, pero vimos en la casa alneurótico señor Bates, que nos había visitado aquella mañana. Nos mostró consiniestracomplacenciaeltemiblearsenaldearmasdefuegodediversasformasquesupatronohabíaacumuladoeneltranscursodeunavidadeaventuras.
—ElseñorGibsontienesusenemigos,comoesperaríacualquieraqueleconozcaaélyasusmétodos—dijo—.Duermeconunrevólvercargadoenelcajónjuntoalacama. Es un hombre violento, señor Holmes, y hay momentos en que todos letenemos miedo. Estoy seguro de que la pobre señora que ha fallecido estuvoaterrorizadamuchasveces.
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—¿Presencióalgunavezqueemplearaviolenciafísicacontraella?—No,nopuedodecireso.Peroheoídopalabrasqueerancasitanmalas,palabras
dedespreciofríoycortante,inclusodelantedeloscriados.—Nuestro millonario no parece brillar en la vida privada —observó Holmes,
mientrasnosdirigíamosalaestación—.Bueno,Watson,hemosencontradomuchosdatos,algunosnuevos,ysinembargomeparecequeestoylejosdeunaconclusión.ApesardelevidenteodiodelseñorBateshaciasujefe,deduzcoporélquecuandosediolaalarma,élestabasindudaensubiblioteca.Lacenahabíaacabadoalasochoymediaytodoestabanormalhastaentonces.Esverdadquelaalarmasediounpocotarde, ya entrada la noche, pero la tragedia sin duda ocurrió alrededor de la horaindicadaenlanota.NohayningunapruebadequeelseñorGibsonhubierasalidodelacasadesdequevolviódeLondresa lascinco.Porotro lado, la señoritaDunbar,segúntengoentendido,reconocequehabíadadocitaalaseñoraGibsonenelpuente.Aparte de eso, no quiere decir nada, ya que su abogado le ha aconsejado que sereservesudefensa.Tenemosvariaspreguntasfundamentalesquehaceraesaseñorita,ymiánimonoestaráenpazmientrasnolaveamos.Tengoqueconfesarqueelcasomepareceríamuynegrocontraellasinofueraporunasolacosa.
—¿Cuáles,Holmes?—Elhallazgodelapistolaensuguardarropa.—¡Caramba,Holmes!—exclamé—,ésemeparecíaeldetallemáscondenatorio
detodos.—Noesasí,Watson.Mehabíallamadolaatención,inclusolaprimeravezquelo
leí por encima, comoalgomuyextraño,y ahoraque estoymás en contacto conelcaso, esmiúnicabase firmedeesperanza.Tenemosquebuscarcoherencia.Dondefalta,debemossospecharengaño.
—Apenaslesigo.—Bueno,vamos,Watson, imaginemosporunmomentoqueesustedunamujer
que,deunmodofríoypremeditado,vaaliberarsedeunarival.Ustedlohaplaneado.Hayescritaunanota.Ustedtienesuarma.Elcrimenhasidollevadoacabo.Hasidoeficazycompleto.¿Mevaadecirquedespuésdellevaracabouncrimentanhábilecharíaaperdersureputaciónolvidandotirarelarmaenunadeesasmatasdejuncosque la cubrirían para siempre, y que por fuerza tiene que llevársela a casacuidadosamente y colocarla en su propio guardarropa, el primerísimo lugar queregistrarían?Nisusmejoresamigoslellamaríanastuto,Watson,ysinembargo,nolepuedoimaginarhaciendoalgotantorpecomoeso.
—Enlaexcitacióndelmomento…—No, Watson, no voy a admitir que eso sea posible. Cuando se premedita
fríamenteuncrimen,losmediosdeocultarlotambiénestánfríamentepremeditados.Espero,portanto,queestemosenpresenciadeunserioerror.
—Perohaymuchoqueexplicar.—Bueno,nosdedicaremosaexplicarlo.Unavezquesecambiadepuntodevista,
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loqueeraalgotancondenatorioseconvierteenunaclavedelaverdad.Porejemplo,estáel revólver.LaseñoritaDunbarniegaconocerloenabsoluto.Ennuestranuevateoría, dice la verdad cuando lo afirma así. Por tanto, se lo pusieron en elguardarropa. ¿Quién lo puso allí? Alguien que deseaba incriminarla. ¿No era esapersona el verdadero criminal? Ya ve cómo llegamos en seguida a una líneamuyfecundadeinvestigación.
NosvimosobligadosapasarlanocheenWinchester,yaquelasformalidadesnoestaban todavía completadas, pero a la mañana siguiente, en compañía del señorJoyceCummings,elprometedorabogadoaquiensehabíaconfiadoladefensa,senospermitióveralaseñoritaensucelda.Portodoloquehabíamosoído,yoesperabaverunamujerhermosa,peronuncaolvidaréelefectoquemeprodujolaseñoritaDunbar.Noeraextrañoqueinclusoeldominantemillonariohubieraencontradoenellaalgomás poderoso que él mismo, algo que podía dominarle y guiarle. Uno notabatambién,almiraresacara,fuerte,biencortadaperosensitiva,queaunqueellafueracapazdealgunaacciónimpetuosa,sinembargohabíaenellaunainnatanoblezadecarácterqueharíaque su influencia fuera siempreparabien.Eramorena, alta, conuna figura noble y una presencia dominadora, pero sus ojos oscuros tenían laexpresión desvalida y apelante de la criatura acosada que siente las redes a sualrededor,peronovelasalida.Ahora,aldarsecuentadelapresenciaylaayudademi famosoamigo,un toquede color subió a susmejillas consumidasyuna luzdeesperanzaempezóafulgurarenlamiradaquenosdirigió.
—¿QuizáelseñorNeilGibsonlehadichoalgodeloqueocurrióentrenosotros?—preguntó,convozsordayagitada.
—Sí—respondióHolmes—,notienequemolestarseenentrarenesapartedelahistoria.Despuésdeverla,estoydispuestoaaceptarladeclaracióndelseñorGibsontanto sobre la influencia queusted ejercía sobre él como sobre la inocencia de susrelacionesconél.Pero¿porquénosehaexplicadotodaesasituaciónenelprocesodeinstrucción?
—Me parecía terrible que se pudiera sostener tal acusación. Creí que, siesperábamos, todo el asunto se aclararía por sí solo, sin que hubiera necesidad deentrar en penosos detalles de la vida íntima de la familia. Pero creo que, lejos deaclararse,sehahechoaúnmásgrave.
—Miqueridaseñorita—exclamóHolmesgravemente—,leruegoquenosehagailusionessobreesepunto.ElseñorCummings,aquípresente,leaseguraráquetodaslas cartas están ahora contra nosotros, y que tenemos que hacer todo lo posible sihemosdeganaryquetodoquedeenclaro.Seríauncruelengañofingirquenoestáustedenunpeligromuygrande.Proporcióneme,pues,todalaayudaquepuedaparallegaralaverdad.
—Noocultarénada.—Háblenos, entonces, sobre sus verdaderas relaciones con la mujer del señor
Gibson.
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—Meodiaba,señorHolmes.Meodiabacontodoelfervordesucaráctertropical.Eraunamujerquenohacíanadaamedias,ylamedidadesuamorasumaridoeratambién la medida de su odio hacia mí. Es probable que malentendiera nuestrasrelaciones.No querría calumniarla, pero amaba tan vivamente en un sentido físicoqueapenaspodíacomprenderelvínculomental, e inclusoespiritual,queuníaa sumaridoamí,ni imaginarqueerasólomideseode influirensupoderparabuenosfines lo queme retenía bajo su techo.Ahora veo que yo estaba equivocada.Nadapodíajustificarquemequedaraallídondeeracausadeinfelicidad,ysinembargoesseguroquelainfelicidadhabríaseguidoaunquemehubieramarchadodelacasa.
—Bueno,señoritaDunbar—dijoHolmes—,leruegoquenosdigaexactamentequéocurrióesanoche.
—Puedodecirlelaverdadenlamedidaenlaquesé,señorHolmes,peronoestoyen condiciones de demostrar nada, y hay puntos, los más vitales, que no puedoexplicar,yquenopuedoimaginarcómopodríanexplicarse.
—Siustedencuentraloshechos,quizáotrosencontraránlaexplicación.—Entonces,conrespectoamipresenciaenelpuentedeThoresanoche, recibí
una nota de la señoraGibson por lamañana. Estaba puesta en lamesa del cuartodondedábamosclase,yquizálapusieraellaconsupropiamano.Meimplorabaquelavieradespuésdecenar,decíaqueteníaalgoimportantequedecirmeymerogabaquedejarauna respuesta en el reloj de sol del jardín, porquedeseabaquenadie losupiera.Yonoveíarazónparatalsecreto,perohiceloquemepedía,yaceptélacita.Mepedíaquedestruyerasunota,ylaqueméenlaestufadelaclase.Ellateníamuchomiedo de sumarido, que la trataba con una aspereza por la que yo le reprochabafrecuentemente, y sólo pude imaginar que ella no deseaba que él supiera nada denuestraentrevista.
—Peroellaguardósurespuestacuidadosamente.—Sí.Mesorprendióquelatuvieraenlamanoalmorir.—Bueno,¿quépasóluego?—Fui allí como había prometido. Cuando llegué al puente, ella me esperaba.
Nuncamedicuentahastaesemomentodecuántomeodiabaesapobrecriatura.Eracomo una loca; en efecto, creo que estaba loca, sutilmente loca, con ese profundopoderdeengañoqueavecestienenloslocos.Sino¿cómohubierapodidotratarmetodoslosdíasconindiferenciaysentirsinembargounodiotanfuriosocontramíensucorazón?Nodiréloquedijo.Vertiótodasufuriasalvajeenpalabrashorribles,quequemaban. Yo ni contesté; no pude. Era horrible verla.Me tapé los oídos con lasmanosymemarchéatodaprisa.Aldejarla,ellaseguíaallí,parada,chillándomesusmaldiciones,alaentradadelpuente.
—¿Dóndelaencontrarondespués?—Apocospasosdellugar.—Ysinembargo, suponiendoqueellamurierapocodespuésque ladejóusted,
¿nooyóustedningúndisparo?
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—No,nooínada.Pero,claro,señorHolmes,yoestabatanagitadayhorrorizadapor esa terrible explosión que me apresuré a volver a la paz de mi cuarto, y eraincapazdenotarnadadeloquepasaba.
—Dicequevolvióasucuarto.¿Lovolvióadejarantesdelamañanasiguiente?—Sí, cuando se dio la alarma de que habíamuerto esa pobre criatura, yo salí
corriendoconlosdemás.—¿VioalseñorGibson?—Sí; acababa de volver del puente cuando le vi. Había mandado a buscar al
médicoyalpolicía.—¿Lepareciómuyperturbado?—El señorGibson esunhombremuy fuerteyque se sabe controlar.Creoque
nunca mostraría sus emociones. Pero yo, que le conocía bien, vi que estabaprofundamenteafectado.
—Entoncesllegamosalpuntomásimportante.Esapistolaqueseencontróensucuarto,¿lahabíavistoantesalgunavez?
—Nunca,lojuro.—¿Cuándoseencontró?—Alamañanasiguiente,cuandolapolicíahizosuregistro.—¿Entresuropa?—Sí,enelsuelodemiguardarropa,debajodemistrajes.—¿Nopudosuponercuántollevabaallí?—Noestabaallílamañanaanterior.—¿Cómolosabe?—Porquearregléelguardarropa.—Esoesdefinitivo.Entoncesalguienentróensucuartoycolocóelarmaallípara
inculparla.—Tuvoqueserasí.—¿Ycuándo?—Sólopudoseralashorasdecomer,osino,alashorascuandoyodabaclasea
losniños.—¿Talcomoestabaustedcuandorecibiólanota?—Sí;desdeesemomentoenadelante,todalamañana.—Gracias, señorita Dunbar. ¿Hay algún otro punto que pueda servirme en la
investigación?—Nosemeocurreninguno.—Huboalgúnsignodeviolenciaenlapiedradelpuente:unamellamuyreciente
enfrentemismodelcadáver.¿Podríasugeriralgunaexplicaciónposible?—Seguroqueesunameracoincidencia.—Curioso, señoritaDunbar,muycurioso. ¿Porqué ibaa aparecer enelmismo
momentodelatragediayporquéenelmismositio?—Pero¿quépudocausarlo?Sólounaviolenciamuygrandepudotenertalefecto.
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Holmesno contestó.Su carapáliday ansiosahabía asumido de repente esa expresión tensa yremotaquemehabíaacostumbradoaasociarconlas supremas manifestaciones de su genio. Tanevidenteeralacrisisensumentequeningunodenosotros se atrevió a hablar, y allí nos quedamossentados, el abogado, la procesada y yo,observándole en un silencio concentrado yabsorto. De repente se levantó de la silla de unsalto, vibrando de energía nerviosa y deapremiantenecesidaddeacción.
—¡Vamos,Watson,vamos!—exclamó.—¿Quépasa,señorHolmes?—Nosepreocupe,miqueridaseñorita.Tendrá
noticiasmías,señorCummings.ConlaayudadelDios de la Justicia, le proporcionaré una defensaquehará resonar a Inglaterra.Tendrá noticiasmañana, señoritaDunbar, ymientrastanto esté segura de que las nubes se están levantando y que tengo todas lasesperanzasdequelaluzdelaverdadseabrapaso.
NoeralargoelviajedesdeWinchesterhastaThorPlace,perofuelargoparamiimpaciencia,mientrasqueparaHolmesevidentementeresultabainterminable,pues,acausa de su nerviosismo, no podía sentarse, y daba vueltas por el vagón otamborileabaconsuslargosdedossensitivosenlosalmohadonesquehabíaasulado.De repente, sin embargo, cuando nos acercábamos a nuestro destino, se sentóenfrentedemí,teníamosunvagóndeprimeraparanosotrossolos,yponiéndomeunamanoencadarodillamemiróalosojosconlamiradapeculiarmentemalignaqueeracaracterísticadesuhumormástravieso.
—Watson —dijo—, creo recordar que usted va armado en estas excursionesnuestras.
Leparecíamuyconvenienteque lohiciera,puesél secuidabamuypocode supropiaseguridadcuandosumenteestabaabsorbidaenunproblema,asíquemásdeunavezmirevólverhabíasidounbuenamigoenlanecesidad.Selorecordéasí.
—Sí,sí,yosoyunpocodistraídoenesosasuntos.Pero¿llevaelrevólverencima?Losaquédemibolsillolateral,unarmapequeña,corta,cómoda,peromuyútil.Él
soltóelcierre,sacóloscartuchosyloexaminóconcuidado.—Espesado,notablementepesado—dijo.—Sí,esunapiezabastantesólida.Cavilósobreellaunosmomentos.—Sabe, Watson —dijo—, creo que su revólver va a tener una relación muy
estrechaconelmisterioqueestamosinvestigando.—MiqueridoHolmes,estábromeando.
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—No,Watson,habloenserio.Tenemosunapruebapordelante.Silapruebasalebien,todoestaráclaro,ylapruebadependerádelaconductadeestapequeñaarma.Uncartuchofuera.Ahoravolveremosaponerlosotroscincoyecharemoselseguro.¡Así!Esoaumentaelpesoyloconvierteenunareproducciónmejor.
Noteníayoideadeloquehabíaensumenteniélmeiluminó,sinoquesiguióperdido en sus pensamientos hasta que paramos en la pequeña estación deHampshire.Obtuvimosundestartaladocochecillo,yenuncuartodehoraestábamosencasadenuestroamigoconfidencial,elsargento.
—¿Unapista,señorHolmes?¿Cuáles?—Todo depende del funcionamiento del revólver del doctorWatson—dijomi
amigo—.Aquíestá.Bueno,sargento,¿puededarmediezyardasdecuerda?Latiendadelpueblonosproporcionóunovillodefuerteguita.—Creo que esto es lo único que necesitamos—dijo Holmes—. Ahora, si les
parecebien,emprenderemosloqueesperoquesealaúltimaetapadenuestroviaje.Elsolseponía,convirtiendoelonduladopáramodeHampshireenunprodigioso
panoramaotoñal.Elsargento,conmiradascríticaseincrédulas,queevidenciabansusprofundas dudas sobre la cordura demi acompañante, iba remoloneando a nuestrolado. Al acercarnos al escenario del crimen, vi que mi amigo, por debajo de suhabitualfrialdad,estabaenrealidadprofundamenteagitado.
—Sí—dijo,enrespuestaamiobservación—,yamehavistoalgunavezfallarelblanco, Watson. Tengo instinto para estas cosas y sin embargo a veces me haengañado.ParecíaunacertidumbrecuandomerelampagueóporlamenteenlaceldadeWinchester,perounodelosinconvenientesdeunamenteactivaesquesiempresepuedenimaginarexplicacionesalternativasqueharíanquenuestrapistafuerafalsa.Ysinembargo…,sinembargo…Bueno,Watson,nopodemosmásqueprobar.
Mientrascaminabahabíaatadofirmementeuncabode lacuerdaa laculatadelrevólver.Ahora habíamos llegado al escenario de la tragedia.Conmucho cuidado,bajolaguíadelpolicía,situóellugarexactodondehabíaestadotendidoelcadáver.Luegobuscóentrelosbrezosyhelechoshastaencontrarunapiedravoluminosa.Laatóalotroextremodelacuerda,ylacolgósobreelparapetodelpuentedemodoquependía suelta sobre el agua. Luego se situó en el lugar fatal, a cierta distancia delbordedelpuente,conmirevólverenlamano,teniendolacuerdatensaentreelarmaylapesadapiedraalotroextremo.
—¡Vamosallá!—exclamó.Diciendoestaspalabraslevantólapistolahastalacabezayluegolasoltó.Enun
momento la arrebató el peso de la piedra, golpeando con un fuerte chasquido elparapeto, y se desvaneció por encima de la balaustrada cayendo al agua. ApenashabíadesaparecidocuandoHolmessearrodillójuntoalapiedra,yunjubilosogritomostróquehabíaencontradoloqueesperaba.
—¿Hahabidonuncaunademostraciónmásexacta?—exclamó—.¡Vea,Watson,surevólverharesueltoelproblema!—señalóunasegundamelladelmismotamañoy
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formadelapiedra,quehabíaaparecidobajoelrebordedelabalaustradadepiedra—.Nos quedaremos esta noche en la posada—continuó, levantándose y encarándosecon el asombrado sargento—.Por supuesto, usted buscará un gancho de recoger yrecobrará fácilmente el revólver de mi amigo. También encontrará a su lado elrevólver,lacuerdaylapiedraconqueesavengativamujerintentódisfrazarsupropiocrimenycargarleunaacusacióndeasesinatoaunavíctimainocente.PuedehacerlesaberalseñorGibsonqueleveréporlamañana,cuandosepuedandarprecisospasosparavindicaralaseñoritaDunbar.
Bien entrada la noche, mientras fumábamos nuestras pipas en la posada delpueblo,Holmesmehizounbreveresumendeloquehabíapasado.—Me temo, Watson —dijo—, que no mejorará usted la reputación que haya
adquiridoyoañadiendoasusanaleselcasodelmisteriodepuentedeThor.Heestadotorpe,ymehafaltadoesamezcladeimaginaciónyrealidadqueeslabasedemiarte.Confiesoquelamellaenlabalaustradadepiedraeraunapistasuficienteparasugerirlasoluciónverdadera,ymecriticoamímismopornohaberladescubiertoantes.
»Debe admitirse que lo que planeó la mente de esa desgraciada mujer eraprofundoysutil,demodoquenoeracosasencilladesenredarsuplan.Creoqueennuestrasaventurasnuncahemosencontradounejemplomásextrañodeloquepuedeproducir un amor extraviado. Que la señorita Dunbar fuera su rival en un sentidofísico omeramentemental, le pareció imperdonable a sus ojos. Sin duda, echó laculpaaesa inocenteseñoritade todos losmalos tratosyduraspalabrasconquesumaridotratabaderechazarsuafectodemasiadodemostrativo.Suprimeraresoluciónfueacabarconsupropiavida.Lasegundafuehacerlodetalmodoqueenredaraasuvíctimaenundestinoquefueramuchopeorqueningunamuertesúbita.
»Podemos seguir claramente los diversos pasos, y éstos muestran una notablesutileza mental. Con gran astucia, consiguió de la señorita Dunbar una nota quehicieraparecerqueellahabíaelegidoelescenariodelcrimen.Ensuafándequesedescubriera, ella exageró un poco, agarrándola en lamano hasta el final. Sólo esodebíahaberprovocadosospechasantesdeloqueocurrió.
»Luegotomóunodelosrevólveresdesumarido,había,comohavisto,unarsenalen la casa, y se lo guardó para hacer uso de él. Alguien lo había escondido esamañanaenelguardarropadelaseñoritaDunbar,despuésdedispararuncartucho,loque pudo hacer fácilmente en los bosques sin llamar la atención. Luego bajó alpuente, donde había organizado ese método tan enormemente ingenioso paradesembarazarsedesuarma.Cuandoapareció la señoritaDunbar,empleósuúltimoaliento en verter su odio, y luego, cuando, ella ya no la podía oír, llevó a cabo suterrible propósito. Ahora todos los eslabones están en su sitio y la cadena se hacompletado.Losperiódicospreguntaránporquéno sedragóel lagopara empezar,peroesmuy fácil ser juiciosoaposteriori,yen todocaso, laextensióndeun lagollenodejuncosnoesfácildedragarsinosetieneunaideaclaradequésebuscaydónde.Bueno,Watson,hemosayudadoaunanotablemujer,ytambiénaunhombre
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temible.Sienelfuturounensusfuerzas,comopareceprobable,elmundofinancieroquizá sepa que el señorNeilGibson ha aprendido algo en esta aula de laTristezadondeseenseñannuestrasleccionesterrenales.
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S
LAAVENTURADELHOMBREQUEREPTABA
herlockHolmes opinó siempre que yo debía publicar los hechos rarísimosrelacionadosconelprofesorPresburyaunquesólofueseparadisipar,deunavez para siempre, todos aquellos feos rumores que hará veinte años
revolucionaron la Universidad y que hallaron eco en las sociedades doctas deLondres. Pero surgieron determinados obstáculos y la auténtica historia de estecuriosocasopermaneciósepultadaenlacajadehojalataqueencierra tantosrelatosde las aventuras demi amigo. Pero al fin hemos logrado la autorización necesariaparaairearloshechosdeunodelosúltimoscasosenqueintervinoHolmesantesderetirarse de sus actividades profesionales. Hoy mismo, es preciso dar pruebas deciertareservaydiscreciónalexponeranteelpúblicoelasunto.
Fuedurante laveladadeundomingodeprincipiosdeseptiembredelaño1903cuandorecibíunodeloslacónicosmensajesdeHolmes:
«Venga inmediatamente si no hay algún obstáculo, y no deje de veniraunquelohaya.
S.H».
Nuestrasrelacionesenesaúltimaetapaeranmuyespeciales.Holmeserahombrede rutinas, de rutinas limitadas y concentradas; yo era una de esas rutinas. Comoinstitución, era yo igual que el violín, el tabaco fuerte de hebra, la vieja pipaennegrecida,losvolúmenesdeíndicesyotrasmenosdisculpablesquizá.Cuandosetrataba de casos que requeríanmoverse activamente y en los que se necesitaba uncompañeroencuyotemplepodíaélconfiarhastaciertopunto,mipapelsaltabaalavista.Pero,aunfueradeesosaspectos,yoleservía.Yoeralapiedradeafilarenlaque se aguzaba su inteligencia. Yo lo estimulaba. Le gustaba pensar en voz altaestando yo delante. No se podía decir que sus observaciones iban dirigidas a mí(muchas de ellas podían ir dirigidas lomismo a su camaque amí); pero, una vezadquirida la rutina, le agradaba hasta cierto punto que yo tomase nota y queinterviniese. Si esa especie de lentitud metódica de mi mentalidad lo irritaba, esairritaciónservíaúnicamenteparaquesus llamaradasde intuiciónysus impresionesestallasenconmayorvivezayrapidez.Éseeramihumildepapelennuestraalianza.
CuandolleguéaBakerStreetmeloencontréhechounapelotaensusillón,conlasrodillasenalto,lapipaenlabocayelceñosurcadodemeditaciones.Eraevidente
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quesehallabaenlastorturasdealgúnmolestoproblema.Meseñalóconunvaivéndela mano mi viejo sillón; fuera de eso, no dio durante media hora señales de queadvirtiesequeyoestabaallí.Depronto,conunaseñaldedisgusto,parecióarrancarsedesusensoñaciones,yacompañandosuspalabrascon laextrañasonrisaque leerahabitual,mediolabienvenidaalaquehabíasido,enotrotiempo,micasa,diciendo:
—MiqueridoWatson,sabráusteddisculparesteensimismamiento.Enlasúltimasveinticuatrohorashansidosometidosamiconsideraciónalgunoshechoscuriosos,yéstoshandadoorigenasuvezadeterminadasmeditacionesdecaráctermásgeneral.Estoypensandoseriamenteenescribirunapequeñamonografíaacercadelosusosdelosperrosenlastareasdelosdetectives.
—Mire, Holmes, ése es un tema que ya ha sido explorado. Los sabuesos, lospodemos…—lecontestéyo.
—No,noeseso,Watson;desdeluego,eseaspectodelproblemaesevidente.Peroexisteotromuchomásútil.Quizárecuerdequeenelcasoqueusted,consusmétodossensacionalistasasocióconlas«HayasCobrizas»,conseguí,estudiandoelalmadelniño,deducirloshábitoscriminalesdelmuyrelamidoyrespetablepadre.
—Sí;lorecuerdobien.—La dirección demis pensamientos respecto a los perros es análoga. El perro
reflejalavidadelafamilia.¿Quiénvioalgunavezunperrojuguetónenunafamiliatriste,ounperromelancólicoenunafamiliafeliz?;laspersonasgruñonasyagresivastienenperrosgruñonesyagresivos,laspersonaspeligrosastienenperrospeligrosos.Quizás en las alteraciones de los humores de los perros se refleja la diversidad dehumoresdesusamos.
Yomovílacabezaconunafuerteexpresióndeduda,ydije:—Meparece,Holmes,queesoestraerlascosasporlospelos.—Miamigovolvió
allenarlapipayasentarseensusillón,sindarseporenteradodemicomentario.—Laaplicaciónprácticadeesoqueacabodedecirtienerelaciónestrechaconel
problema que estoy investigando. Compréndame. Es una madeja muy enredada yandobuscandouncabosuelto.Quizásesecaboestáenlapregunta:¿porquéRoy,elfielperrolobodelprofesorPresbury,selanzaamorderlo?
Me recosté en el respaldo de mi sillón, algo desilusionado. ¿Para resolver unproblematanfútilcomoéstemehabíasacadodemisocupaciones?Holmesmemiró,ymedijo:
—¡Siempre el mismo, viejo Watson! Jamás comprenderá usted que los másgravesproblemaspuedendependerdelascosasmásinsignificantes.Pero¿noresultaextraño,así,depronto,queunfisiólogoecuánimeyanciano,meimaginoquehabráustedoídohablardePresbury,elcélebrefisiólogodeCamford,resultaextraño,digo,queunhombreasí,quehatenidosiempreasuperrolobocomoelmásadictodesusamigos, se haya visto estos días acometido por él dos veces? ¿Qué saca usted enconsecuencia?
—Queelperroestáenfermo.
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—Sí, tambiénesohayque tomarloencuenta.Peroelhechoesqueelperronoataca a nadie más, y que por lo visto tampoco molesta a su amo, sino encircunstanciasmuyespeciales.Escurioso,Watson,muycurioso.SiquienllamaahoraaltimbreeseljovenBennett,sehaadelantadoalahoradelacita.
Se oyeron pasos rápidos en la escalera, llamaron con golpes vivos a nuestrapuerta,yuninstantedespuéssepresentónuestrocliente.
Era un joven alto y bello, de unos treintaaños,bienvestidoyelegante,peroconalgoensu porte que hacía pensar más bien en unestudioso que en el aplomo de un hombre demundo. Cambió un apretón de manos conHolmes y luego me miró a mí con ciertasorpresa…
—Señor Holmes, éste es un asunto muydelicado. Tenga en cuenta cuáles son misrelaciones,tantolasprivadascomolaspúblicas,con el profesor Presbury. No creo que tengajustificaciónqueyohabledelantedeunatercerapersona.
—Nada tema, señor Bennett. El doctorWatsoneslaesenciamismadeladiscreciónyleaseguro que es muy probable que yo tenga que necesitar un colaborador en esteasunto.
—Comoustedguste,señorHolmes.Estoysegurodeque levendrábienqueyoadopteciertasreservasenelasunto.
—Ustedcomprenderáestaactitud,Watson,siledigoqueestecaballero,elseñorTrevorBennett,esayudanteprofesionaldelgranhombredeciencia,quevivebajosumismotecho,yqueesnoviooficialdesuhija.Tenemos,entonces,queconvenirenque el profesor tiene todos los títulos para contar con su lealtady su adhesión.Lamejormaneradedemostrárselaesdar lospasosnecesariosparaponerenclaroesteextrañomisterio.
—Así loespero, señorHolmes.Esoes loquemepropongo.¿ConoceeldoctorWatsonelestadodecosas?
—Notuvetiempodeexplicárselo.—Entonces,quizáseapreferiblequeyovuelvaotravezsobreel tema,antesde
pasaraexponeralgunasnovedadesocurridas.—Me encargaré de ello yo mismo—dijo Holmes—, para demostrarle de ese
modoquerecuerdoloshechosensuordendebido.Elseñorprofesoreshombrequegoza de fama europea,Watson.Toda su vida ha transcurrido dentro de las normastradicionales.Nuncadioocasiónenellaniaunasomodeescándalo.Esviudoytieneuna sola hija, Edith. Según tengo entendido, es hombre de temperamento viril y
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enérgico,casipudiéramosdecircombativo.Taleralasituaciónhacealgunosmeses.»Entoncesydeprontovariólacorrientedesuvida.Apesardequetienesesentay
unaños,secomprometióparacasarseconlahijadelprofesorMorphy,colegasuyoenlacátedradeAnatomíacomparada.Noera,comoloentiendo,elcortejorazonablede un hombre envejecido, sino el apasionado frenesí de la juventud, porque nadiepudo mostrarse como el amante más leal. La señorita, Alice Morphy, era unamuchacha perfecta en mente y cuerpo, así que ésa era toda la excusa para elenamoramientodelprofesor.Sinembargonoseencontróconlatotalaprobacióndesupropiafamilia.
—Pensamosque,másbien,esexcesivo—dijonuestrovisitante.—Exactamente.Excesivoyunpocoviolentoyantinatural.ElprofesorPresbury
era rico, de todos modos, y no había objeción por parte del padre. La hija, sinembargo, tenía otros criterios, y había varios candidatos para sumano, quienes, sifueranmenoselegiblesdesdeunmundanopuntodevista,eranporlomenosmayoresde edad. A la muchacha parecía gustarle el profesor por el espíritu de suexcentricidad.Erasolamentelaedadloquepermanecíaentremedio.
»Duranteestetiempounpequeñomisteriorepentinamentenublólanormalrutinadelavidadelprofesor.Hizoloquenuncahabíahechoantes.Dejósucasaynodioindicacionesacercadeadóndeiba.Sealejódurantequincedíasyregresópareciendobastantefatigadoporelviaje.Nohizoalusiónadóndehabíaestadoapesardequeerausualmenteelmássincerodeloshombres.Ocurrió,sinembargo,quenuestroclienteaquí presente, el señorBennett, recibió una carta de un compañero de estudios enPraga,quiendijoqueestabacontentodehabervistoalprofesorPresburyallí,peseaquenofuecapazdehablarle.Solamentedeestaformasupropiafamiliaseenteródedondehabíaestado.
»Ahora viene el punto. Desde este momento un curioso cambio sobrevino alprofesor. Se volvió furtivo y astuto. Aquéllos a su alrededor tenían siempre elsentimientodequenoeraelhombrequeelloshabíanconocido,sinoqueestababajoalgunasombralacualhabíaoscurecidosusmásaltascualidades.Suintelectonofueafectado.Susconferenciaserantanbrillantescomodecostumbre.Perosiemprehabíaalgonuevo,algosiniestroeinesperado.Suhija,quienestabadedicadaaél,tratounay otra vez de reanudar las viejas relaciones y penetrar esta máscara que su padreparecíaponerse.Usted,señor,segúntengoentendido,obródelamismamanera;perotodoenvano.Yahora,señorBennett,expliqueconsuspropiaspalabraselincidentedelascartas.
—Debe saber, doctor Watson, que el profesor no tenía secretos para mí. Niaunquehubiesesidosuhijoounhermanomásjoven,habríayopodidogozardeunamaneramáscompletadesusconfidencias.Comosusecretario,pasabanpormimanotodoslosdocumentosquellegabanparaél,yteníaelencargodeabrirydeclasificarlascartasquerecibía.Todoesocambióapocodesuregreso.MedijoquerecibiríadeLondres algunas cartas que vendrían señaladas con una cruz debajo del sello de
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correos Esas cartas debía ponerlas a un lado, porque sólo él tenía que leerlas. Enefecto,pasaronpormismanosvariascartasdeesaclase,quetraíanlamarca«E.C.»y estaban escritas con letra de persona inculta. Si el profesor contestó a ellas, lasrespuestasentodocasonopasaronpormismanos,nifueronapararalcestodelascartasenlasqueserecogelacorrespondencia.
—Expliquetambiénlodelacaja—dijoHolmes.—Ah, sí, la caja. El profesor se trajo al regresar de sus viajes, una cajita de
madera.Eralaúnicacosaquehacíapensarenqueélhabíaviajadoporelcontinente,porque es uno de esos curiosos trabajos tallados que uno asocia con la imagen deAlemania.Estacajitalacolocóensuvitrinadelinstrumental.Ciertodía,buscandoyouna cánula, tomé la caja. Parami sorpresa, esto puso furioso al profesor, quemereprendió conpalabras completamenteduraspormi curiosidad.Era la primeravezque ocurría semejante cosa y aquello me hirió profundamente. Intenté hacerlecomprender que yo había tocado la caja por pura casualidad, pero tuve concienciadurante toda la velada de que el profesor me miraba con aspereza y de que elincidenteaquelestabaenconandosualma.
BennettsacódelbolsillounpequeñolibroDiario,ydijo:—Estoocurrióeldía2dejulio.—Serviríausteddesdeluegoparatestigodeunamaneraadmirable—dijoHolmes
—.Quizámeseannecesariasalgunasdeesasfechasquehaanotado.—Entre otras cosas que yo he aprendido de mi gran maestro, figura la del
método. Desde el momento en que observé una anormalidad en su conducta, meparecióqueeramideberestudiarsucaso.Poresotengoaquíanotadoquefueenesemismodía,2dejulio,cuandoRoyacometióalprofesor,alsaliréstedesudespachoalvestíbulo.Eldía11de julio se repitióunaescenadelmismoestilo,yaún tengoanotadaotramás:eldía20de julio.Despuésdeesta fecha tuvimosqueconfinaraRoyenlascaballerizas.Setratadeunanimalencantadorymuycariñoso;muchometemoquelosestoycansando.
Bennett dijo estas palabras en tono de censura, porque saltaba a la vista queHolmesnoprestaba atención.Tenía la cara rígida y sus ojosmiraban abstraídos elcieloraso.Volvióensíhaciendounesfuerzoymurmuró:
—¡Muy extraño, por demás extraño! Estos detalles son nuevos paramí, señorBennett. Creo que con esto hemos repasado bien todo lo anterior, ¿verdad?Ustedhablóantesdenuevasincidencias.
La cara agradable y sincera de nuestro visitante se ensombreció, y como si lanublaraalgúnrecuerdodesagradable,dijo:
—Estodeloquevoyahablarocurrióanteanoche.Estabayoacostadoydespiertoaesodelasdosdelamadrugada,cuandopercibí,comosillegaradelpasillo,unruidoapagadoyblando.Abrílapuertaymiré.Debodecirqueelprofesorduermealfinaldelpasillo…
—¿Lafechadeesofue…?—preguntóHolmes.
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Nuestro visitante se mostró claramente molesto ante una interrupción tanextemporánea.
—Hedichoyaqueesoocurrióanteanoche,esdecir,el4deseptiembre.Holmesasintióconlacabezaylesonrió,agregando:—Porfavor,siga.—Duerme,comodigo,alfinaldelpasillo,yparallegarhastalaescalerateníaque
cruzar por delante de mi puerta. Señor Holmes, aquélla fue una experienciaaterradora.Yomeconsiderotanbientempladodenervioscomocualquiera,peroloquevimeconsternó.Elpasilloestabaaoscuras,sinmásluzquelamanchaluminosadeunaventanasituadahacialamitaddelmismo.Medicuentadequeporelpasilloavanzabaalgo,algooscuroyquecaminabacomounreptil.¡Reptaba,señorHolmes,reptaba!Nocaminabatotalmentesobremanosyrodillas.Yodiríaquecaminabamásbien sobre susmanos y sus pies, con la cara hundida entre aquéllas. Sin embargo,parecíamoverseconfacilidad.Lavistadeaquellomeparalizódetalmaneraquenopudesalirypreguntarlesipodíaservirledealgohastaqueél llegóamipuerta.Sureacción fue extraordinaria. Se irguió de golpe, me escupió con algunas fraseshorrendas,pasócorriendopordelantedemíybajópor la escalera.Esperécosadeunahora,peroélnoregresó.Debiódehacerlocuandoyahabíaamanecido.
—¿Quésacausteddetodoeso,Watson?—preguntó Holmes con aires de patólogoquepresentaunejemplarraro.
—Quizás un lumbago. He conocido uncasofuertedeestaenfermedadqueobligóaun hombre a caminar así. No hay cosa queirritemáselgenio.
—¡Bien, Watson! Usted nos obligasiempre a permanecer con los pies pegadosalsuelo,peroenestecasonohaymaneradeconformarse con el lumbago, ya que le fueposibleerguirseenunmomento.
—Jamás fue mejor su salud —dijoBennett—; a decir verdad, en muchísimosaños no lo he visto tan fuerte como ahora.Ahí tiene usted los hechos, señor Holmes.Noesésteuncasocomoparaconsultarconla policía, pero lo cierto es que estamoscompletamente desorientados sobre lo quehay que hacer, y tenemos una especie de presentimiento de que vamos hacia undesastre.Edith,esdecir,laseñoritaPresbury,participademicriterio,yanopodemosseguiresperandopasivamente.
—Desde luego que es un caso rarísimo y muy sugestivo. ¿Qué opina usted,
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Watson?—Hablando enmi calidad demédico—le contesté—, yo diría que es un caso
paraque intervengaunalienista.Esenoviazgoperturbó losprocesoscerebralesdelanciano.Viajóporelextranjerocon laesperanzadearrancaresapasiónquesentía.Quizásuscartasylacajitatenganrelaciónconalgúnotroasuntoparticular;quizásunpréstamoocertificadodeacciones,queélguardaenlacajita.
—Naturalmente,yelperroloboestáencontradeesaoperaciónfinanciera.Noyno,Watson;enestacuestiónhayalgomás.Yoquizásugeriría…
NuncasesabráloqueSherlockHolmesestabaapuntodesugerir,porqueeneseinstante se abrió la puerta y entró en la habitación una joven.Al aparecer ella, elseñor Bennett se puso de pie, dejando escapar una exclamación, y avanzóprecipitadamenteconlasmanosextendidaspararecibirenellaslasqueellatambiénofrecía.
—¡Edith,querida!Supongoquenohabráocurridonada,¿verdad?—Sentí el impulso irresistible de seguirte. ¡Oh, Jack, quémiedo tan grande he
pasado!Esespantosoquedarseallísola.—SeñorHolmes,éstaeslajovendelaqueyohehablado,miprometida.—Sí, poco a poco íbamos llegando a esa conclusión, ¿verdad, Watson? —
contestó Holmes con una sonrisa—. Me imagino, señorita Presbury, que se haproducidoalgunanovedadenestecaso,yqueustedpensóquedeberíamosconocerla,¿noesasí?
Nuestra visitante, joven, hermosa y llena de vida, del tipo corriente de jóvenesinglesas,devolviólasonrisaaHolmes,alsentarsecercadeBennett.
—Alencontrarmeconqueel señorBennetthabía salidodesuhotel,penséqueprobablementeloencontraríaaquí.Claroestáqueyamehabíaanunciadoquevendríaaconsultarlo.¡Ay,señorHolmes!¿Nopuedehacernadapormipobrepadre?
—Esperoquesí,señoritaPresbury,peroelcasosepresentatodavíaoscuro.Quizáloqueustedtienequedecirnosarrojesobreelmismoalgunaluznueva.
—SeñorHolmes,loquevoyadecirleocurriólanochepasada.Mipadresehabíamostradodurantetodoeldíamuyraro.Estoyseguradequehayocasionesenlasquenolequedarecuerdodeloquehace.Vivecomoenunensueñoextraordinario.Eldíade ayer fue uno de ésos. No era mi padre aquella persona con la que yo estabaviviendo. Su corteza exterior estaba allí, pero no era él, de una manera real yverdadera.
—Cuéntemeloqueocurrió.—Medespertarondurantelanochelosfuriososladridosdelperro.AlpobreRoy
lotenemosahoraencadenadoenlascaballerizas.Yoduermosiempreconmipuertacerradaconllave,porque,comoJack,comoelseñorBennett…ledirá,todostenemosunsentimientodepeligroinminente.Mihabitaciónestáenelsegundopiso.Sucedióque la persiana demi ventana estaba abierta, y el exterior estaba iluminado por elbrillo de la luz de la luna. Como estaba acostada con mis ojos clavados sobre el
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cuadrado de luz, escuchando a los frenéticosladridos del can, me quedé asombrada de ver lacarademipadremirándomeatravésdelaventana.Señor Holmes, casi morí de sorpresa y horror.Estabapresionadacontraelcristaldelaventana,yuna mano pareció elevarse como si empujara laventana.Siesaventanasehubieraabierto,piensoque me hubiera vuelto loca. No fue una falsailusión,señorHolmes.Noseengañepensandoeneso.Meatrevoadecirquefueronveintesegundosoalgoasíquemequedéparalizadaobservandosucara. Entonces desapareció, pero no pude… nopude saltar de la cama y mirar hacia afueradespuésdeaquello.Yacífríaytemblandohastalamañana.Eneldesayunoestabaincisivoyferozensuconducta,ynohizoalusiónalaaventuradelanoche.Ningunolohizo,perolediunaexcusaparaveniralaciudad…yaquíestoy.
Holmes observó cuidadosamente, sorprendido por la narración de la señoritaPresbury.
—Mi estimada señorita, dice que su habitación está en el segundo piso. ¿Hayalgunaescaleralargaeneljardín?
—No,señorHolmes,ésaeslaparteasombrosa.Nohayningunamaneraposibledealcanzarlaventana…ycontodoahíestaba.
—Ylafechafueel5deseptiembre—dijoHolmes—.Esociertamentecomplicaelasunto.
FueelcambiodeactituddeHolmes,loqueprodujounamiradadesorpresaenlaseñorita.
—Ésta es la segunda vez que hace alusión a la fecha, señor Holmes —dijoBennett—.¿Esposiblequetengaalgunarelaciónconelcaso?
—Es posible… muy posible… pero aún no tengo completo el esquema depensamiento.
—¿Posiblemente estápensandoen la conexiónentre el delirioy las fasesde laluna?
—No,seloaseguro.Eraunalíneadepensamientodiferente.Posiblementepuedadejarsucuadernodenotasyyocomprobarélasfechas.Watson,creoqueahoraestáperfectamente clara nuestra línea de acción. Esta señorita nos ha informado, y yotengolamáximaconfianzaensuintuición,dequesupadrerecuerdapocoanadadelascosasqueleocurrenendeterminadasfechas.Iremos,entonces,avisitarlocomosinoshubiesedadounacitaenunadeesasfechasencuestión.Loatribuiráasufaltadememoria. De ese modo, iniciaremos nuestra campaña con un estudio del profesorhechodecerca.
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—Meparecemagnífico—dijoelseñorBennett—.Lesadvierto,sinembargo,queelprofesoresavecesirascibleyviolento.
Holmessesonrió.—Existenrazonesparaquenosotrosvayamosavisitarloinmediatamente,razones
muypoderosas simis teorías resultan verdaderas; señorBennett, el día demañananosverá con toda seguridadenCamford.Simalno recuerdo, existe allí unmesónllamadoChequers,enelquesirvenunoportosuperioralocorrienteyenelquenohayun«pero»queponeralasropasdecama.Watson,creoquelospróximosdíasnosvaatocarvivirlosenlugaresmenosagradables.
EllunesporlamañanaíbamoscaminodelaciudadcélebreporsuUniversidad,locualnosignificóparaHolmesningúnesfuerzo,porqueélnoteníaraícesquearrancar,perosupusoparamíunaseriedeplanesyprecipitaciones,porqueporaquelentoncesmiclientelaerabastanteconsiderable.Holmesnohizolamenoralusiónalcasohastadespués que tuvimos depositados nuestros maletines en el antiguo mesón del quehabíahablado.
—Creo,Watson,quepodemosencontraralprofesormomentosantesdealmorzar.Dasulecciónalasonceyesseguroquepermaneceráalgúntiempoensucasa.
—¿Yquéexcusapodemosdarleparanuestravisita?Holmesconsultósulibritodenotas.—Eldía26deagostohubounperíododeexcitación.Partiremosdelsupuestode
queenesosperíodossóloconservaunrecuerdoconfusodesusacciones.Sinosotrosinsistimos enquehemos acudido allí porque él nos citó, creoque es difícil que searriesgueacontradecirnos.¿Sesienteconlacaraduranecesariaparallegarhastaelfin?
—Notenemossinoqueintentarlo.—¡Magnífico,Watson!Algoasícomounamezclade«siempreadelanteymanos
alaobra».Notenemossinoqueintentarlo.Esladivisadelafirma.Encontraremos,conseguridad,algunapersonaamigaenelpuebloquenossirvadeguía.
Lapersonaamiga,enlapartetraseradeunmagníficocochehanson,cruzóatodavelocidadpordelantedeunahileradecolegiosantiguos,desembocóporúltimoenunaavenidadecarruajesbordeadadeárbolesysedetuvodelantedelapuertadeunacasitaencantadorarodeadadecéspedycubiertadepurpúreaglicina.Indudablemente,elprofesorPresburyvivíarodeadoportodoslosindicios,nosólodelconfort,sinodellujo.Enelmomentoenqueelcochesedetenía,aparecíaenlaventanadelanteraunacabeza plateada, y nos dimos cuenta de que un par de ojos penetrantes nosexaminaba, al abrigo de unas cejas hirsutas y a través de unos anteojos demarcogrueso.Unmomentodespués, nos encontramosdentrode su sanctum y delante denosotros estaba elmisterioso hombre de ciencias cuyas extravagancias nos habíanhechovenirdesdeLondres.Indudablemente,niensusmaneras,niensuaspectoseadvertíaningunaseñaldeexcentricidad,porqueeraunhombregrueso,defaccionesvoluminosas, serio, alto, vestido de levita, con toda la dignidad en el porte que
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requiereunprofesor.Lomásnotabledesucaraeranlosojos,vivos,observadoresyavispados,casiastutos.
Examinónuestrastarjetasynosdijo:—Siéntense,caballeros,porfavor.¿Enquépuedoservirlos?Holmessonrióconamabilidad,ydijo:—Ésaeraprecisamentelapreguntaqueyoibaahacerle,profesor.—¡Amí,señor!—Quizásetratedeunerror.Yomeenteréporintermediodeotrapersonadeque
elprofesorPresbury,deCamford,necesitaenestosmomentosdemisservicios.—¡Ah,sí!A mí me pareció que en aquellos intensos ojos grises había un centelleo de
malicia.—¿Esofueloqueledijeron?—prosiguió—.¿Ypuedopreguntarleelnombrede
suinformador?—Lo siento mucho, profesor, pero se me habló de un terreno bastante
confidencial.Sihecometidounerror,nadasehaperdido;sólomequedaexpresarlequelolamento.
—Nadadeeso.Yodesearíaprofundizarmásenesteasunto.Meinteresa.¿Puedemostrarme un escrito cualquiera, una carta o un telegrama, en apoyo de suafirmación?
—No;nolostengo.—Supongo que no llegaría al extremo de afirmar que fui yo mismo quien lo
llamó.—Preferiríanocontestaraningunapregunta—dijoHolmes.—No, claro que no —dijo el profesor con aspereza—. Sin embargo, a esta
preguntaconcretasepuedecontestarmuyfácilmentesinsuayuda.Cruzó la habitación hacia la campanilla. Nuestro amigo de Londres, el señor
Bennett,acudióenseguidaalallamada.—Adelante, señor Bennett. Estos dos caballeros vienen desde Londres bajo la
impresióndequehansido llamados.Ustedmanejamicorrespondencia.¿TieneunacartaoalgoquesehayadirigidoaunapersonadeapellidoHolmes?
—No,señor—contestóBennett,ruborizándose.—Esapruebaesterminante—dijoelprofesor,clavandosusojosirritadosenmi
compañero.Luegose inclinóhaciaadelante,apoyandosusdosmanosencimade lamesa,y
agregó:—Yahora,señor,meestápareciendoquesuposiciónesmuydiscutible.Holmesseencogiódehombrosycontestó:—Sólopuedorepetirquelamentomuchísimoesteentretenimientoinnecesario.—¡Deningunamanera,señorHolmes!—exclamóelancianoconvozchillonay
con una expresión de extraordinaria malignidad en su cara. Mientras hablaba, se
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interpuso entre nosotros y la puerta, y blandió sus dos manos hacia nosotros confuriosaexaltación—.Novaasalirdelpasocontantafacilidad.
Teníaelrostroconvulsionadoynosmirabaenseñandolosdientesyfarfullando,poseído de un furor insensato. Estoy convencido de que nos habríamos vistoobligados a abrimos paso para salir a fuerza de puños, de no haber sido por laintervencióndeBennett.
—Querido profesor—exclamó—, ¡tenga en cuenta su posición! ¡Piense en elescándaloqueseproduciríaenlaUniversidad!ElseñorHolmesesunapersonamuyconocidayustednopuedetratarlodeningúnmodocontaldescortesía.
Nuestroanfitrión(siasípodemosllamarlo)dejólibre,consemblantemuyhuraño,elcaminodelapuerta.Nosalegramosalvernosfueradelacasa,yenelsosiegodelaavenidadecarruajesbordeadadeárboles.Holmesparecíasumamentedivertidoconelincidente,ydijo:
—Nuestro docto amigo tiene sus nervios algo desequilibrados. Quizá nuestroentretenimiento fue un poco torpe; sin embargo, hemos conseguido el contactopersonal que yo deseaba. Pero ¡por mi vida, Watson, que ese hombre nos sigue!Tenemosaesamalapersonapisándonoslostalones.
Oímosaespaldasnuestraslospasosdealguienquecorría,pero,congranaliviomío,noresultóserelformidableprofesor,sinosuayudante,elquesurgiódelrecodoqueformabalaavenida.Senosacercójadeante,ydijo:
—Losientomuchísimo,señorHolmes.Queríadisculparme.—No hacen falta disculpas, querido señor. Estas cosas son propias de nuestra
profesión.—No lo he visto nunca de humormás peligroso. Pero es que cada vez se nos
presentamássiniestro.Ahorapodrácomprenderporquérazónestamosalarmadossu
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hijayyo.Y,sinembargo,sucerebrorigeperfectamente.—¡Demasiado bien! —exclamó Holmes—. Ahí es donde calculé yo mal. Es
evidente que su memoria funciona mucho mejor de lo que yo había pensado. Apropósito, ¿podríamos ver, antes de irnos, la ventana del cuarto de la señoritaPresbury?
El señor Bennett se abrió camino a través de algunos arbustos, y tuvimos unavistadelladodelacasa.
—Esésa.Lasegundaalaizquierda.—Mi estimado señor, parece difícilmente accesible. Y aún con todo esto
observaráquehayunahiedradebajoyunacañeríadeaguaencimaquepodríandaralgúnpuntodeapoyo.
—Nopodríatreparpormímismo—dijoelseñorBennett.—Muy probablemente. Sería ciertamente una hazaña peligrosa para cualquier
hombrenormal.—Hayotracosaquequeríadecirle,señorHolmes.Tengoladireccióndelhombre
enLondresaquienelprofesorleescribe.Parecequehasidoescritaestamañana,ylotengodesupapelsecante.Esunainnobleposiciónparaunsecretariodeconfianza,¿peroquémáspodíahacer?
Holmesobservóelpapelylopusoensubolsillo.—Dorak…unnombrecurioso.Eslavo,imagino.Bien,esunimportanteeslabón
enlacadena.RegresamosaLondresmañana,señorBennett.Noveoningunabuenarazón para que alarguemos nuestra estancia aquí. No podemos arrestar al profesorporquenohacometidoningúncrimen,nipodemosponerlobajovigilancia,porquenohamostradosignosdeestarloco.Noesposibletomarningunaacciónporahora.
—¿Entoncesquévamosahacer?—Un poco de paciencia, señor Bennett. Los acontecimientos se desarrollarán
muypronto.Amenosqueestéequivocado,elpróximomartespuedeproducirseunacrisis.CiertamentedeberíamosestarenCamfordesedía.Mientrastanto,laposicióngeneralesindiscutiblementedesagradable,ysilaseñoritaPresburypuedeprolongarsuvisita…
—Esoesfácil.—Entoncespermitaquepermanezcahastaqueleaseguremosquetodoelpeligro
hapasado.Mientrastanto,déjelehacersuvoluntadynoseentrometa.Mientrasestédebuenhumortodoirábien.
—¡Ahíestá!—dijoBennettenunsobresaltadosusurro.Mirandoporentrelasramas,vimosquelafiguraaltayerguidadelprofesorsalía
delapuertadelvestíbuloymirabaenderredorsuyo.Teníaelcuerpoinclinadohaciaadelante, imprimía a sus dos manos un movimiento de balanceo en línea recta yladeaba la cabeza de un lado a otro. El secretario se despidió de nosotros con unpostrervaivéndelamanoyseescabullóporentrelosárboles;pocodespuéslovimosreunirse con su jefe y ambos entraron juntos a la casa, manteniendo lo que nos
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parecióunaconversaciónanimada,einclusollenadeexcitación.Mientrascaminábamoshaciaelhotel,dijoHolmes:—Creoqueelviejohaestadoatandocabos.Meprodujolaimpresión,porlopoco
que de él he podido ver, que posee un cerebro extraordinariamente despejado ylógico.Desdeluego,sehamostradoexplosivo,perotengamosencuentaquedesdesupuntodevista tiene algúnmotivopara enfurecerse si alguienponea losdetectivessobresupistayélsospechaquelacosaprocededelaspersonasmismasquevivenensu casa. Estoy pensando que el amigo Bennett pasa ahora por momentosdesagradables.
Holmes se detuvo en una sucursal de correos y envió un telegrama. Lacontestaciónnosllegódurantelavelada,yHolmesmelaentregó.
«He visitado la Commercial Road y hablado con Dorak. Hombrebondadoso,deBohemia,anciano.Tienegranalmacéndeartículosvarios.
MERCER».
—TengoaMercerdesdequeustedsemarchó—dijoHolmes—.Loutilizoparatodoysecuidadelarutinadelnegocio.Meeraimportantesaberalgodelhombreconquien el profesor mantiene una correspondencia tan reservada; su nacionalidadpermiterelacionarloconlavisitaqueelprofesorhizoaPraga.
—GraciasaDiosqueencontramosalgoquepuede relacionarseconalgo—dijeyo—. Por el momento, parece que nos encontramos frente a una larga serie deincidentesinexplicablesytotalmentedesconectadosunosdeotros.Porejemplo,¿quérelación posible puede establecerse entre un perro lobo furioso y una visita aBohemia o entre cualquiera de esas dos cosas y un hombre que camina de nochereptando por el pasillo de la casa? En cuanto a sus fechas, resultan la mayormistificacióndetodo.
Holmes se sonrió y se frotó las manos. Convendría que diga que estábamossentadosenlaviejasaladelantiguomesón,conunabotelladelaafamadacosechadequeHolmeshabíahablado,encimadelamesaquenosseparaba.Esperésuspalabras.
—Bien,empecemospor lacuestióndelasfechas—dijo, juntandolasyemasdelosdedosycomosiestuvieraaleccionandoaunaclase—.ElDiariodeesteexcelentejovendemuestraqueeldía2dejulioseprodujeroninconvenientes.Desdeesafecha,parecequeelhechose repitecon intervalosdenuevedías,consólounaexcepciónque yo recuerde.El último estallido tuvo lugar el viernes 3 de septiembre, lo cualconcuerdatambiénconelperíodo,lomismoqueeldía26deagostoqueleprecedió.Estoesalgomásqueunacoincidencia.
Notuvemásremedioqueasentir.—Establezcamos, entonces, de una manera provisional la teoría de que el
profesortomaunavezcadanuevedíasalgunadrogadegranfuerzayquesufresusefectosaltamentevenenosos,peropasajeros.Su temperamento,queesyadepor sí
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arrebatado, se hace todavíamás explosivo. El profesor se acostumbró a esa drogacuandoestuvoenPraga,yahoraselasuministraunbohemioqueviveenLondresyqueactúadeintermediario.Todoesoencajaperfectamente,Watson.
—Pero¿yelperro,lacaraenlaventana,elhombrequereptabaporelpasillo?—Bueno,bueno;tenemosyaunprincipio.Hastaelpróximomartesyonoespero
que ocurra ninguna novedad. Mientras tanto, no podemos hacer otra cosa quemantenernos en contacto con el amigo Bennett y disfrutar de las delicias de estaencantadoraciudad.
Bennett se las arregló a la mañana siguiente para venir a traemos el últimoinforme.TalcomoHolmesse lohabía imaginado,habíapasadoverdaderosapuros.Sin llegaraacusarloconcretamentedequeera responsabledenuestrapresencia,elprofesor le había hablado en términos rudos y ásperos, siendo evidente que estabamuyresentido.Sinembargo,porlamañanahabíavueltoaserelmismodesiempreyhabíapronunciadosubrillanteleccióndecostumbreanteunaclasemuyconcurrida.
—Aparte de esos extraños accesos —dijo Bennett—, la verdad es que poseeenergía y vitalidad auténticas y superiores a cualquiera de los momentos que yorecuerdo.Tampocosucerebroestuvonuncamásdespierto.Peronoesél;noesnuncaelmismohombrequenosotrosconocíamos.
—Nocreoquetenganustedesnadaquetemerporlomenosduranteunasemana—contestóHolmes—.Yo soy hombre demuchas ocupaciones, y el doctorWatsontienequeatenderasusenfermos.Quedamos,entonces,deacuerdoenencontrarnosaquíaestamismahora,elmartespróximo,ymuchomesorprenderíaquenoestemosentonces en condiciones de explicar las dificultades en que ustedes se encuentran,aunquequizánopodamosacabarconellasantesdequevolvamosadespedirnosdeusted.Entretanto,ténganosalcorrientedecuantoocurraporcorreo.
Noviamiamigodurante lossiguientesdías,peroel lunessiguiente recibíunabrevecartasuyapidiéndomequemereunieseconélaldíasiguienteeneltren.DeloquemedijomientrasviajábamosendirecciónaCamford,dedujequetodomarchababien, que no había sufrido ningún encrespamiento la paz en el hogar del señorprofesor,yque laconductadeésteeracompletamentenormal.Este informenos loconfirmópersonalmenteBennett,cuandovinoavisitarnosaquellaveladaennuestroanteriorhospedajedelChequers.
—HoyhatenidonoticiasdesucorresponsalenLondres.Recibióunacartayunpaquetito,ambosconlamarcadelacruzdebajodelsello,lacualmeadviertequenoladebotocar.Nohahabidonadamás.
—Eso puede probar muy poco —dijo Holmes desagradablemente—. Ahorapienso señor Bennett, que debemos llegar a alguna conclusión esta noche. Si misdeduccionessoncorrectasdeberemostenerunaoportunidadderesolveresteasunto.A fin de hacerlo es necesario mantener al profesor bajo observación. Sugiero, enconsecuencia, que permanezca despierto y de guardia. Si lo escucha pasar por supuerta,nolointerrumpa,perosígalodiscretamente.ElDr.Watsonyyonoestaremos
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muylejos.¿Apropósito,dóndeestálallavedeesapequeñacajadelaquehabló?—Ensucadenadereloj.—Imaginoquenuestras investigaciones iránenesadirección.Enelpeorde los
casos lacerraduranoserámuy imponente.¿Tienealgúnotro robustohombreenelservicio?
—Estáelcochero,McPhail.—¿Dóndeduerme?—Sobrelosestablos.—Posiblemente lo necesitaremos.Bien, no podemos hacer nadamás hasta que
veamoscómosedesarrollanloshechos.Adiós…peroesperoquenosveamosantesdelamanecer.
Fuecercade lamedianochecuandonosocultamosennuestrospuestossituadosentrealgunosarbustosinmediatamenteopuestosalcorredordelapuertadelprofesor.Era una noche clara, pero fría, y estábamos contentos de llevar nuestros cálidosabrigos. Soplaban ráfagas de viento, y las nubes se deslizaban a través del cielo,oscureciendodetantoentantolamedialuna.Hubierasidounavigiliadeprimentesino fuera por la expectativa, la excitación, y la seguridad de mi camarada de queprobablementellegaríamosalfinaldeestaextrañasecuenciadeacontecimientosquehabíancaptadonuestraatención.
—Sielciclodenuevedíassemantieneentoncestendremosalprofesorensupeorestado esta noche —dijo Holmes—. El hecho de que estos extraños síntomasempezarandespuésdesuvisitaaPraga,queestáencorrespondenciasecretaconuncomerciante bohemio en Londres, quien presumiblemente representa a alguien enPraga,yquerecibióunpaquetedeélestemismodía;todoapuntaaunadirección.Loqueingiereyporquéloingiereaúnestámásalládenuestroalcance,peroqueemanade alguna forma desde Praga es claramente evidente. Lo ingiere bajo estrictasdirectivasqueregulanesteciclodenuevedías,quefueelprimerpuntoqueatrajomiatención.Perosussíntomassonlomássobresaliente.¿Haobservadosusnudillos?
Debíconfesarquenolohabíahecho.—Gruesos y duros de una forma que es considerablemente nueva para mi
experiencia. Siempre mire a las manos primero, Watson. Luego los puños,pantalones, rodillas y botas. Muy curiosos nudillos los cuales sólo pueden serexplicados por el modo de progresión observado por… —Holmes se detuvo yrepentinamentechocósusmanoscontrasufrente—.¡Oh,Watson,Watson,quetontohe sido! Parece increíble, y aún con todo debe ser verdad. Todo apunta en unadirección. ¿Cómo pude perderme viendo la conexión de las ideas? ¿Esos nudillos,cómopudepasarporaltoesosnudillos?¡Yelperro!¡Ylahiedra!Esseguramenteporel tiempo que pasé dentro de esa pequeña granja demis sueños. ¡Preste atención,Watson!¡Aquíestá!Tendremoslaoportunidaddeverlopornosotrosmismos.
Lapuertadelvestíbuloseabriólentamenteycontraelfondoluminosovimoslaalta figura del profesor Presbury. Estaba vestido con su bata de noche. Mientras
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permanecíadelineadoenlaentradaestabaerectoperoinclinándosehaciadelanteconlosbrazos colgados, comocuando lovimos laúltimavez.Ahora se adelantó enelcamino,yconunextraordinariocambiosedirigióhacianosotros.Sehundióenunaposiciónagazapadaysemovióalolargoconsusmanosypies,saltandodevezencuandocomosiestuvieradesbordadodeenergíayvitalidad.Semovióalolargodelafachadadelacasayluegogiróenlaesquina.Cuandodesapareció,Bennettsedeslizóatravésdelapuertadelvestíbuloylentamentelosiguió.
—¡Venga,Watson,venga!—exclamóHolmes.Yavanzamos,conpasotodolosuaveyfurtivoquenosfueposible,porentrelos
arbustos,hastaalcanzarunpuestodesdeelquepodíamosverelotroladodelacasa,queaparecíabañadoenlaluzdelamediaLuna.Divisábamosconclaridadalprofesorencuclillas,alpiedelaparedcubiertadehiedra.Mientrasloestábamosmirando,selanzó súbitamente a trepar por la planta con increíble agilidad.Saltabade ramaenrama,segurodepieyfirmedegarra,trepandocomosilohicieraporelsimplegozodeponerapruebasupropiaenergíay sinningunaotra finalidadconcreta.Subata,que aleteaba a uno y otro lado de su cuerpo le daba el aspecto de un gigantescomurciélago, pegado contra la pared de su propia casa; era una granmancha negracuadrada,sobrelaparediluminadaporlaluzdelaLuna.Deprontosecansódeestadiversión,y,dejándosecaerderamaenrama,saltóalsueloensuactitudanterior,ysedirigióhacialascaballerizas,reptandodelamismamaneraqueantes.Elperroloboestaba ya fuera de sus casillas, ladrando furiosamente,más excitado que nunca encuantodistinguióasuamo.Tirabaconfuerzadesucadena,ytemblabadeansiaydefuror. El profesor se agazapó muy calculadamente fuera del alcance del perro yempezó a provocarlo de todas lasmaneras que le fue posible. Agarró puñados depiedrecitasdel paseoy se las tiró al perro a la cara, lohostigó conuna estacaqueagarróporallí,pasósusmanossóloaalgunoscentímetrosdedistanciadelasfaucesabiertas del animal, y se esforzó por aumentar su furia de cuantasmaneras le fueposible, aunque el perro había perdido ya todo control. No recuerdo haberpresenciado en todas nuestras aventuras espectáculo más extraño que el quepresentabaaquellafiguraimpasibleydignatodavía;agazapadaalestiloderanaenelsuelo,yazuzandoalanimalyaenloquecidoparaqueselanzaseaarrebatosdefurortodavíamássalvajes,recurriendoparaelloalosmediosdelacrueldadmásingeniosaycalculada,aunqueelperrosaltabaenfurecidodelantedeél.
¡Ydeprontoocurrióloinesperado!Noserompiólacadena,sinoquesedeslizóel collar, fabricado para un perro de Terranova, de cuello más grueso. Oímos eltintineo de la cadena al caer al suelo, y un instante después, el perro y el hombrerodaban juntos por tierra; uno, rugiendo de furor; el otro, lanzando un chillido deterror que tenía una extraña vibración de falsete. Fue un momento de peligroinminentepara lavidadelprofesor.Elsalvajeanimal lohabíaagarradobienporelcuello,ysuscolmilloshabíanpenetradoprofundamente.Elprofesorhabíaperdidoelconocimiento antes de que pudiéramos llegar y separar al perro.Quizá habría sido
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una tarea peligrosa para nosotros, pero la voz y la presencia de Bennett hicieronentrarinstantáneamenteenrazónalgranperroloboElestruendohabíahechobajardesuhabitacióndeencimadelascaballerizasalcochero,soñoliento.
—Nomesorprende—dijomoviendodeunladoaotrolacabeza—.Lohevistohaciendolomismo.Estabasegurodequeundíauotroelperroleclavaríaeldiente.
Seatóalperrolobo,yentretodosllevamosalprofesorasuhabitacióndelpisosuperior. Bennett, que tenía el título demédico,me ayudó a curarlo y vendarle elcuello.Losafiladosdienteshabíanpasadopeligrosamentecercade lacarótida,y lahemorragiaeragrande.Elpeligropasóalcabodemediahora.Yo lehabíadadoalpaciente una inyección de morfina, y se había quedado profundamente dormido.Entonces,ysóloentonces,pudimosmirarnosunosaotrosyhaceruninventariodelasituación.
—Creoquedeberíaverlouncirujanodeprimeraclase—dijeyo.—¡No, por amor deDios!—exclamóBennett—. Por elmomento, ha quedado
reducidoelescándaloanuestrapropiacasa.Denosotrosnosaldrá.Sivamásalládeestosmurosnohabráyaquienlodetenga.PiensenustedesenlaposiciónqueocupaenlaUniversidad,enlafamadequegozaentodaEuropayenlossentimientosdesuhija.
—Tiene razón—dijoHolmes—.Creo que esmuy posible hacer que el asuntoquede entre nosotros, e impedir también la recaída ahora que podemos actuarlibremente. Deme la llave de la cadena del reloj, Bennett. McPhail se quedarácuidandoalenfermoynosavisarásiocurrealgo.Vamosaverquéencontramosenlamisteriosacajadelprofesor.
Noeramucholoquedentrodeellahabía,perolosuficiente;unaampollavacía,otra casi llena, una jeringa hipodérmica, varias cartas en letra embrollada yextranjera.Lasseñalesquetraíanlossobres indicabanqueésaseranlasquehabíanperturbadolarutinadelastareasdelsecretario,ytodasellasestabanfechadasenla«Commercial Road», y firmadas A. Dorak. Consistían en simples facturas queanunciabanquesehabíaenviadounanuevabotellaalprofesorPresbury,oenrecibosdeldinerocobrado.Sinembargo,habíaotrosobremás,escritoenotraletra,consellodeAustriayfechadoenPraga.
—¡Aquí es donde tenemos el material que necesitamos! —exclamó Holmes,sacandolacartadedentrodelsobre.Decíaasí:
«Ilustre colega:Desdeque recibí suapreciadavisita,hepensadomuchoensucaso,yapesardequeenlascircunstanciasenqueustedseencuentraexistenrazonesespecialesparasometersealtratamiento,yoleaconsejaría,noobstante, cautela, porquemis experiencias me han demostrado que no estáexentodedeterminadospeligros.
»Quizá habría sidopreferible el suero de antropoide.Segúnya lo tengoexplicado,mehe servidoenestaocasióndel “langurcarinegro”por tenera
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manounejemplar.Yasabequeel languresunanimalquereptay trepa,entanto que el antropoide camina erecto, y nos resulta en todo sentido máscercano.
»Lesuplicoquetometodaslasprecaucionesposibles,afindequenoseproduzca una divulgación prematura del procedimiento. No tengo enInglaterra sino otro cliente directo, yDorak actúa comomi agente para losdos.
»Agradeceríainformessemanales.
»Deusted,conlamásaltaestima.»H.LOWENSTEIN».
¡Lowenstein!Eseapellidometrajoalamemoriaelrecuerdodealgúnrecortedeperiódico en el que se hablaba de unoscuro hombre de ciencia que trabajaba paradescubrir,porprocedimientosdesconocidostodavía,elsecretodelrejuvenecimientoy el elixir de la vida, ¡Lowenstein, de Praga! Lowenstein, el del prodigioso suerovigorizador, al que la profesión médica había declarado tabú, porque se negaba adescubrirlafuentedequeloextraía.Expliquéenpocaspalabrasloquerecordaba.
Bennetthabíaechadomanoalosestantesdeunmanualdezoología.Yleyó:—Langur, el gran mono carinegro de las vertientes del Himalaya, el más
corpulentoymáshumanodelosmonostrepadores.Vienenaquímuchosmásdetalles.Bueno,señorHolmes,esevidenteque,graciasausted,hemospodidoseguirelmalhastasumismafuente.
—La verdadera fuente —dijo Holmes— está, como es natural, en ese amorextemporáneo que dio a nuestro impetuoso profesor la idea de que sólo podríaconseguirsuanhelorejuveneciéndose.Cuandoseintentasobreponersealanaturalezasecorreelriesgodecaerbajoella.Elmáselevadotipodehombrepuederetrocederhastaelpuroanimal,siseapartadelsenderorectodesudestino.
Permanecióunosmomentossentado,conlaampollaenlamano,contemplandoellíquidointerior.
—En cuanto yo escriba a este hombre diciéndole que lo hago criminalmenteresponsabledelosvenenosqueponeencirculación,desapareceránparasiemprelasmolestias. Podría, sin embargo, reincidir.Y quizás otros descubran procedimientosmejores.Ahíseencierraunpeligro;unverdaderopeligroparalahumanidad.Piense,Watson, en que los hombres materialistas, los sensuales, los mundanos, querríantodosprolongarsusindignasvidas.Losespiritualistas,encambio,noesquivaríanlallamadaoalgomáselevado.Seríalasupervivenciadelosmenosaptos.¿Enquéclasedepozonegroseconvertiríanuestromundo?
Depronto,seesfumóelensoñador,yHolmes,elhombredeacción,saltódesusilla.
—SeñorBennett, creoqueyanoquedanadapordecir.Losdiversos incidentes
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encajaránahoraperfectamentedentrodelplangeneral.Desdeluego,elperroadvirtióel cambiomuchomás rápidamentequeustedes.Lebastabapara ello conel olfato.Roy no acometió al profesor, sino almono, de lamismamanera que era elmonoquienhostigabaaRoy.Treparconstituíaparaesteanimalunplacer,ycreoque fuepuracasualidadqueduranteesadiversión llegasea laventanade la joven.Watson,hayuntrenmuytempranoparaLondres,perocreoquenosdarátiempoatomarenelChequersunatazadetéantesdeiralaestación.
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H
ELVAMPIRODESUSSEX
olmes acabó de leer cuidadosamente una nota que le había llegado en elúltimorepartodecorreo.Luego,conunarisitacontenida,queeraenéllomáscercanoalarisa,melatendió.
—Como ejemplo demezcla de lomoderno y lomedieval, de lo práctico y lodemencialmentefantástico,creoqueéstedebeserindudablementeellímite—dijo—.¿Quéleparece,Watson?
Leíloquesigue:
46OldJewry,19denoviembre.
Asunto:Vampiros.
Señor: nuestro cliente, el señor Robert Ferguson, deFerguson&Muirhead,mayoristadeté,deMincingLane,noshadirigidounaconsulta con fecha de la presente en relación a los vampiros. Dado quenuestra firmaestáenteramenteespecializadaen impuestosdemaquinaria,elasunto difícilmente queda dentro de nuestra esfera de actividades, y enconsecuencia,hemosrecomendadoalseñorFergusonquelevisiteaustedyleexpongael caso.Nonoshemosolvidadodel éxitode su intervenciónen elcasoMatildaBriggs.
Atentamentesuyos,Morrison,MorrisonyDodd.
E.J.C.
—MatildaBriggsnoeraelnombredeningunajoven,Watson—dijoHolmes,entono reminiscente—.Era un buque relacionado con la rata gigante deSumatra.Esunahistoriaqueelmundonoestátodavíapreparadoparaoír.Pero¿quésabemosdevampiros?¿Entraesoennuestraesferadeactividades?Cualquiercosaesmejorquela inactividad, pero lo cierto es que parece como si nos hubieran trasladado a uncuentofantásticodeloshermanosGrimm.Extiendaelbrazo,Watson,yveamosquénoscuentala«V».
Meechéhaciaatrásy toméelenormeficheroalqueHolmeshabíaaludido.Losostuvo sobre las rodillas, y sumirada fue pasando, lenta y amorosamente, por elregistrodondelosviejoscasossemezclabanconlainformaciónacumuladaalolargodesuvida.
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—Viaje delGloria Scott—leyó—.Fue un feo asunto.Me parece recordar queustedlopusoporescrito,Watson,aunquenopuedofelicitarleporelresultado.VictorLynch, el falsificador. Veneno… lagarto venenoso, o gila. Un caso notable, ése.Vittoria, la bella del circo. Vanderbilt y el ladrón ambulante. Víboras. Victor, elasombro deHammersmith. ¡Vaya, vaya! ¡Querido viejo índice!Nada se le escapa.Escuche esto, Watson: Vampirismo en Hungría. Y también: Vampiros enTransilvania.
Recorrió impacientemente laspáginascon lamirada,peroalcabodeunabrevelecturaensimismadadejóaunladoelenormeregistroconungruñidodedecepción.
—¡Basura, Watson! ¡Basura! ¿Qué tenemos nosotros que ver con cadáveresandarinesquesólosequedanensustumbassiselesclavaunaestacaenelcorazón?Espurachifladura.
—Pero,indudablemente—dijeyo—,elvampironoesnecesariamenteunmuerto.Unapersonavivapodríatenerlacostumbre.Heleídoalgo,porejemplo,deviejosquechupabanlasangredejóvenesparaapoderarsedesujuventud.
—Tiene usted razón, Watson. En una deesasreferenciassemencionaestaleyenda.Pero¿vamos a prestar seriamente atención a estaclase de cosas? Esta agencia pisa fuertementeel suelo, y así debe seguir. El mundo essuficientemente ancho para nosotros. Nonecesitamos fantasmas. Me temo que nopodemos tomarnos al señor Robert Fergusondemasiadoenserio.Quizáestanotaseasuya,ypueda arrojar alguna luz sobre lo que lepreocupa.
Tomó una segunda carta que habíapermanecido olvidada sobre la mesa mientrashabía estado absorto en la primera. Empezó aleerla conuna sonrisadivertida enel rostro,peroesa expresión se fuemutandoenotra de intenso interés y concentración. Cuando terminó, permaneció algún ratoperdido enmeditaciones, jugueteando con la carta entre los dedos. Finalmente, sedespertósobresaltadodesuensueño.
—MansiónCheeseman,Lamberley.¿DóndeestáLamberley?—EstáenSussex,alsurdeHorsham.—Nomuylejos,¿eh?¿YlamansiónCheeseman?—Conozcoesazona,Holmes.Estállenadeviejascasasquellevanlosnombres
deloshombresquelasconstruyeronhacesiglos.TieneustedlasmansionesOdley,yHarvey, yCarriton…A la gente se la ha olvidado, pero sus nombres viven en suscasas.
—Precisamente—dijoHolmes, fríamente. Era una de las peculiaridades de su
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modo de ser, orgulloso y reservado, el que, si bien almacenaba muy rápida ycuidadosamenteenelcerebrotodanuevainformación,rarasvecesdabamuestrasdeagradecimiento a aquel que se la hubiera proporcionado—. Estoy por afirmar quesabremosmuchasmáscosasdelamansiónCheeseman,enLamberley,antesdehaberterminadoconesto.Lacartaes,talcomoesperaba,deRobertFerguson.Apropósito,dicequeleconoceausted.
—¿Quémeconoce?—Mejorlealacarta.Metendiólacarta.Llevabaelencabezamientocitado.Decíaasí:
«Querido míster Holmes: me ha sido usted recomendado por misabogados,pero,adecirverdad,elasuntoestanextraordinariamentedelicadoqueresultasumamentedifícilhablardeél.Concierneaunamigomíoencuyonombre actúo. Este caballero se casó hará como cinco años con una damaperuana,hijadeunnegocianteperuanoalquehabíaconocidoenrelaciónconlaimportacióndenitratos.Ladamaeramuyhermosa,perosucunaextranjeraysudistinta religióndeterminaronsiempreunaseparaciónde interesesydesentimientos entremarido ymujer, demodo que, al cabo de un tiempo, elamor de mi amigo hacia ella pudo enfriarse, y pudo considerar aquelmatrimoniocomounerror.Sentíaquehabíaaspectosdelmododeserdesumujer que nunca podría explorar ni entender. Esto era tanto más penosocuantoqueellaeralaesposamásamantequehombrepuedadesear,y,segúntodaapariencia,absolutamenteleal.
Ahora vayamos al punto que le expondré más claramente cuandohablemos. Lo cierto es que esta nota pretende solamente darle una ideageneralde la situacióny averiguar si estáusteddispuesto a intervenir en elasunto.Ladamaempezóamostrarciertosrasgosextraños,totalmenteajenosa su carácter habitual, que es dulce y apacible. El hombre había estado yacasado,yteníaunhijodesuprimeramujer.Elmuchachoteníaquinceaños,yera un chicomuy simpático y afectuoso, aunque desdichadamente lisiado aconsecuenciadeunaccidenteensuinfancia.Endosocasionessesorprendióala mujer en el momento de atacar al pobre muchacho, sin la menorprovocación por parte de éste. Una de las veces le golpeó con un bastón,causándoleungranmoretónenelbrazo.
Eso no fue nada, sin embargo, si se compara con su conducta con supropiohijo,unniñitoqueaúnnohacumplidoelaño.Enciertaocasión,hacecosa de unmes, este niño había sido dejado solo por su aya durante unospocosminutos.Un fuertegritodelniño, comodedolor,hizovolver al aya.Cuando ésta entró corriendo en la habitación, vio a su ama, la señorade lacasa, inclinada sobre el niño y, aparentementemordiéndole en el cuello. Elniñoteníaenelcuellounapequeñaheridaporlaquesalíaunhilillodesangre.
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El aya quedó tan horrorizada que quiso llamar al marido, pero la dama leimploró que no lo hiciera, e incluso le dio cinco libras como precio de susilencio. No dio ninguna explicación, y de momento, no se habló más delasunto.
Aquello dejó, sin embargo, una impresión terrible en el aya, y, desdeentonces,vigilóestrechamenteasuama,ymontóunaguardiamáscuidadosasobreelniño,alquequeríatiernamente.Leparecióque,delmismomodoqueellavigilabaa lamadre, lamadre lavigilabaaella,yque, cadavezque seveíaobligadaadejar soloalniño, lamadreesperaba llegarhastaél.El ayaguardóalniñodíaynoche,ydíaynochelasilenciosamadrevigilanteparecíaestaralacechocomoelloboacechaalcordero.Estolepareceráincreíble,y,sinembargo,leruegoqueselotomecontodaseriedad,porquelavidadeunniñoylacorduradeunhombrepuededependerdeello.
Finalmente llegó el día tremendo en que los hechos no pudieron seguirsiendoocultadosalmarido.Losnerviosdelayanoresistieron;nopodíaseguirsoportando la tensión,yse locontó todoalhombre.Aél leparecióaquellounahistoriatandescabelladacomoahorapuedeparecérseloausted.Sabíaquelasuyaeraunaesposaamante,y,salvoporlosataquescontrasuhijastro,unamadreamante.¿Cómo,entonces,eraposiblequehubieraheridoasuqueridoniñito?Ledijoalayaqueestabadisparatando,quesussospechaseranlasdeunademente,yquenopodíantolerarsesemejantesinfundioscontralaseñora.Mientrashablaban,seoyóungritodedolor.Ayayamoseabalanzaronjuntoshacia el cuartodel niño. Imagínese sus sentimientos, señorHolmes, cuandovioasumujerlevantarsedelaposicióndearrodillada,juntoalacuna,yviosangreenelcuelloaldescubiertodelniñoysobrelasábana.Profiriendoungrito de horror, volvió hacia la luz el rostro de su mujer y le vio sangrealrededor de los labios. Era ella, ella, más allá de toda duda, la que habíabebidosangredelpobreniño.
Asíestá lacosa.Lamujerestáahoraconfinadaensuhabitación.Nohahabidoexplicaciones.Elmaridoestámedioenloquecido.Él sabe, comoyo,muy poco de vampirismo, aparte del nombre. Habíamos pensado que eraalgúncuentofantásticodetierraslejanas.Y,sinembargo,aquí,enInglaterra,en el corazón mismo de Sussex… Bueno, todo esto podríamos discutirlomañana por la mañana. ¿Acepta usted recibirme? ¿Querrá emplear susnotables talentos en ayudar a un hombre aturdido? Si es así, tenga laamabilidad de cablegrafiar a Ferguson, Mansión Cheeseman, Lamberley, yestaréensushabitacionesalasdiez.
Sinceramentesuyo,RobertFerguson.
P. S. — Creo que su amigo Watson jugaba al rugby en el equipo de
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Blackheath cuando yo era tres cuartos en el de Richmond. Es la únicareferenciadeordenpersonalquepuedodarle».
—Claroquelorecuerdo—dije,dejandolacarta—.ElgrandullónBobFerguson,elmejor tres cuartosquenunca tuvoRichmond.Fue siempreun tipoexcelente.Esmuysuyoelpreocuparseporelproblemadeunamigo.
Holmesmemirópensativamenteymeneólacabeza.—Watson, jamás lograré alcanzar sus fronteras —dijo—. Hay en usted
posibilidades inexploradas.Hagael favordeenviaruncable, comounbuenchico:«Estudiarésucasogustosamente».
—¡Sucaso!—No debemos permitir que piense que esta agencia es un asilo de retrasados
mentales.Claroqueessucaso.Envíeleelcableyolvídesedelasuntohastamañana.Lamañanasiguiente,puntualmentealasdiez,Fergusonentrabaennuestrasalita.
Yo le recordabacomounhombrealtoy flaco,demiembros sueltos, conunavelozcarreraquelehabíapermitidoburlaramuchosdefensascontrarios.Creoquenohaycosamáspenosaqueencontrarsecon los restosnaufragadosdeunatletaquesehaconocidoensuplenitud.Sufuerteestructuraestabaabatida,supelorubioeraralo,yestabacargadodehombros.Temísuscitarenélimpresionescorrelativas.
—Hola,Watson—dijo;ysuvozseguíasiendograveycordial—.NotieneustedexactamenteelmismoaspectodelhombrealqueyotiréporencimadelascuerdasenOldDeerPark.Supongoqueyotambiéndeboestaruntantocambiado.Perohansidoestosúltimosunoodosdíaslosquemehanenvejecido.Hevistoporsutelegrama,señorHolmes,queesinútilquemepresentecomoemisariodeotrapersona.
—Esmásfácileltratodirecto.—Desdeluego.Peropuedeustedsuponerlodifícilqueresultahablarasídela
mujerqueunoestáobligadoaprotegeryayudar.¿Quépuedohacer?¿Cómovoyaacudiralapolicíaconsemejantehistoria?Perohayqueprotegeralosniños.¿Esqueestáloca,señorHolmes?¿Llevaráestoenlasangre?¿Haconocidoustedalgúncasoparecidoensucarrera?PorelamordeDios,demealgúnconsejo,porqueyanodoymásdemí.
—Esmuy natural, señor Ferguson. Ahora siéntese y cálmese, y deme algunasrespuestasclaras.Puedoasegurarlequeyosípuedodarmuchísimomásdemí,yqueconfíoenencontraralgunasolución.Antetodo,dígamequépasoshadado.¿Siguesumujercercadelosniños?
—Tuvimos una escena terrible. Es una mujer amantísima, señor Holmes. Sialgunavezunamujerhaamadoasumaridoencuerpoyalma,ésaesella.Lepartióelcorazónelqueyohubieradescubiertoesesecreto,esehorribleeincreíblesecreto.Nisiquiera dijo nada.No dio amis reproches otra respuesta que una expresión comoenloquecida y desesperada en sus ojos al mirarme, luego se fue corriendo a suhabitación y se encerró en ella. Desde entonces se ha negado a verme. Tiene una
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doncellallamadaDoloresqueyaestabaasuservicioantesdequesecasara…Esunaamigamásqueunacriada.Lellevalacomida.
—Entonces,¿elniñonoestáenpeligroinmediato?—La señoraMason, el aya, ha jurado que no le dejará ni de día ni de noche.
Puedoconfiarporenteroenella.MásqueporélestoyinquietoporelpobrecitoJack,porquetalcomoledijeenminota,hasidoatacadoporelladosveces.
—¿Perosinsufrirheridas?—No.Le golpeó salvajemente. Es una cosa todavíamás terrible si se tiene en
cuenta que es un pobre inválido inofensivo—las duras facciones de Ferguson sedulcificaron al hablar de su chico—.Uno pensaría que la condición delmuchachoablandaría el corazón de cualquiera.Una caída en la niñez y la columna vertebraldeformada, señor Holmes. Pero, por dentro, el más dulce y afectuoso de loscorazones.
Holmeshabíatomadolacartadeldíaanteriorylaestabareleyendo.—¿Quéotrosocupantestienesucasa,señorFerguson?—Dos criados que no hace mucho que están a nuestro servicio. Un mozo de
cuadras,Michael, que duerme en la casa.Mimujer, yomismo,mi chico Jack, elpequeño,DoloresylaseñoraMason.Esoestodo.
—Conjeturoquenoconocíaustedbienasuesposaenlaépocadesumatrimonio.—Hacíasólounaspocassemanasquelaconocía.—¿CuántotiempohaestadoconellaladoncellaDolores?—Algunosaños.—Entonces,¿Doloresdebeconocermejorqueustedelcarácterdesumujer?—Sí,podríadecirsequesí.Holmesanotóalgo.—Imagino —dijo— que puedo ser más útil en Lamberley que aquí. Es
eminentemente un caso de investigación personal. Si la dama permanece en suhabitación, nuestra presencia no puede irritarla ni incomodarla. Naturalmente, nosalojaremosenlaposada.
Fergusontuvoungestodealivio.—Estoesloqueyoesperaba,señorHolmes.Hayuntrenexcelentequesalealas
dosdelaestaciónVictoria,sipuedevenir.—Claro que iremos. Ahora tenemos un bache de trabajo. Puedo concederle
indivisamentemisenergías.Naturalmente,Watsonnosacompaña.Perohayunoodospuntosdelosquequisieraestarseguroantesdepartir.Esadesdichadadama,talcomolo entiendo, ha atacado, aparentemente, a ambos niños: a su propio hijo y al delprimermatrimoniodeusted.
—Asíes.—Peroestosataquestomanformasdiferentes,¿noescierto?Golpeóasuhijastro.—Unavezconunbastón,yotramuysalvajementeconlasmanos.—¿Nodioningunaexplicacióndeporquélegolpeaba?
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—Ninguna,salvoqueleodiaba.Unayotravezdijoesto.—Bueno,nosedesconoceestoenlasmadrastras.Celospóstumos,pordecirlode
algúnmodo.¿Escelosaladamapornaturaleza?—Sí, es muy celosa… Es celosa con toda la fuerza de su vehemente amor
tropical.—Peroelmuchacho…Tienequinceaños,creohaberentendido,yprobablemente
estarámuydesarrolladomentalmente, puestoque su cuerpo está tan limitado en laacción.¿Nodioélningunaexplicacióndeesosataques?
—No.Declaróquenohabíaningunarazónparaellos.—¿Hicieronbuenasmigasenotrotiempos?—No;nuncahuboamorentreellos.—Y,sinembargo,diceustedqueesunchicomuyafectuoso.—Entodoelmundonopuedehaberotrohijotanferviente.Mividaessuvida.
Estáabsortoentodoloquedigoyhago.Holmesanotónuevamentealgo.Permanecióunratoperdidoensuspensamientos.—Sin duda, usted y su hijo eran grandes camaradas antes de este segundo
matrimonio.Estabanmuycercaelunodelotro,¿noescierto?—Sí,muycierto.—Yelchico,siendotanafectuosodenaturaleza,estaríamuyapegado,sinduda,a
lamemoriadesumadre.—Sí,mucho.—Parece ser, desde luego, un interesantísimomuchacho.Otro punto acerca de
esosataques.¿Losextrañosataquescontraelniñopequeño,ylasagresionescontrasuhijo,seprodujeronenlosmismosperíodos?
—Enelprimercaso,asífue.Fuecomosisehubieraadueñadodeellaunaespeciedefrenesí,yhubieradescargadosufuriacontraambos.EnelsegundocasoJackfuelaúnicavíctima.LaseñoraMasonnoteníaquejasentornoalniño.
—Eso,ciertamente,complicalascosas.—Noacabodeseguirle,señorHolmes.—Probablementeno.Unoseformateoríasprovisionales,yesperaaqueeltiempo
onuevosconocimientoslasdesbaraten.Unamalacostumbre,señorFerguson,peroelhombreesdébil.Metemoquesuviejoamigo,aquípresente,hayadadounavisiónexageradademismétodoscientíficos.Sinembargo,enelpuntoenqueestamos,melimitaréadecirquesuproblemanomepareceinsoluble,yquepuedecontarconqueestaremosenlaestaciónVictoriaalasdos.
Erayaentradalatardedeuntristeybrumosodíadenoviembrecuando,trasdejarelequipajeenlaposadaChequers,deLamberley,viajamosencocheporunlargoyserpenteante camino arcilloso de Sussex, y llegamos finalmente a la vieja casa decampo aislada en que vivía Ferguson. Era un edificio grande y complicado, muyantiguoensupartecentral,muynuevoenlasalas,conaltaschimeneasestiloTudoryuntechopicudodelajasdeHorshamcubiertasdeliquen.Lospeldañosdelaentrada
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estabanredondeadosporeldesgaste,y losviejosazulejosqueadornabanelpórticoteníanelemblemadeunquesoyunhombre,enhonoralconstructororiginal.Enelinterior, los techos estaban estriados por macizas vigas de roble, y los suelosirregularessecombabanenpronunciadascurvas.Unoloracosaviejayenmohecidainvadíatodoaquelvetustoedificio.
Había una gran sala central, y a ella nos condujo Ferguson. Allí, en una granchimenea anticuada cuyomantodehierro llevaba inscrita la fecha1670,brillabaychisporroteabaunespléndidofuegodetroncos.
Mirando a mi alrededor, vi que la habitación era una singularísimamezcla defechasysitios.Lasparedesmedioartesonadaspodíanmuybienhaberpertenecidoalcaballero campesinodel siglodiecisiete.Estabanornamentadas, sin embargo, en laparte inferiorporunalíneadeacuarelasmodernaselegidascongusto,mientrasqueen laparte superior,dondeunyesoamarillentoocupabael lugardel roble,colgabaunahermosacoleccióndeutensiliosyarmassudamericanos,quesehabíatraídosindudaconsigoladamaperuanaqueestabaenelpisodearriba.Holmessepusoenpie,con esa pronta curiosidad que surgía de su impaciente cerebro, y la examinó conbastanteatención.Volvióconmiradapensativa.
—¡Vaya!—exclamó—.¡Vaya!Un spaniel, que había permanecido en una cesta en un rincón, se echó a andar
lentamente hacia su amo, avanzando con dificultad. Sus patas traseras se movíanirregularmente,ylacolalearrastrabaporelsuelo.LamiólamanodeFerguson.
—¿Quéocurre,señorHolmes?—Elperro.¿Quéleocurre?—Esoquisierasaberelveterinario.Unaespeciedeparálisis.Meningitisespinal,
pensóél.Peroselevapasando.Prontoestarábien…¿noesverdad,Carlo?Untemblordeasentimientorecorriólacolafláccida.Losojostristonesdelanimal
nosmiraronatodossucesivamente.Sabíaqueestábamoshablandodesucaso.—¿Levinoderepente?—Enunasolanoche.—¿Cuántotiempohace?—Puedequecuatromeses.—Muynotable.Muysugerente.—¿Quéveustedenello,señorHolmes?—Unaconfirmacióndeloqueyapensaba.—PorelamordeDios,¿quépiensausted,señorHolmes?¡Puedequeparausted
seaunsimpleejerciciointelectual,peroparamíeslavidaolamuerte!¡Mimujerunaasesinafrustrada!¡Mihijoenconstantepeligro!Nojuegueconmigo,señorHolmes.Estoesterriblementeserio,demasiadoserio.
Elgrandullóntrescuartosderugbytemblabadepiesacabeza.Holmeslepusolamanoenelhombro,tranquilizadoramente.
—Metemoquelasolución,señorFerguson,seacualsea,lereservaundolor—
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dijo—.Seloatenuarétodoloquepueda.Porelmomentonopuedodecirmás,peroesperoteneralgodefinitivoantesdesalirdeestacasa.
—¡Dios quiera que así sea! Si ustedes me disculpan, caballeros, subiré a lahabitacióndemimujer,yverésisehaproducidoalgúncambio.
Estuvoausentealgunosminutos,durante loscualesHolmes reanudósuexamendelosobjetoscuriososdelapared.Cuandonuestroanfitriónvolvió,estabaclaro,porsuexpresiónabatida,quenohabíahechoningúnprogreso.Leacompañabaunajoven,alta,esbelta,detezmorena.
—Eltéestálisto,Dolores—dijoFerguson—.Cuídesedequesuamatengatodoloquedesee.
—Estámuymala—exclamólamuchacha,mirandoasuamoconojosindignados—.Nopidecomida.Estámuymala.Necesitaunmédico.Medabamiedoestarsolaconellasinunmédico.
Fergusonmemiróconunainterrogaciónenlosojos.—Meencantaríaserdealgunautilidad.—¿RecibirásuamaaldoctorWatson?—Quevenga.Noselopreguntaré.Necesitaunmédico.—Entonces,iréconusteddeinmediato.Seguí a la muchacha, que temblaba presa de un fuerte nerviosismo, por las
escaleras y por un viejo pasillo. A su extremo había unamaciza puerta lacada dehierro.Semeocurrió,alverla,quesiFergusontratabadellegarporlafuerzajuntoasumujerlacosanoleresultaríafácil.Lamuchachasesacóunallavedelbolsillo,ylas pesadas planchas de roble crujieron sobre sus viejos goznes. Entré, y ella mesiguiórápidamente,cerrandolapuertadetrássuyo.
Enlacamahabíaunamujer,evidentementeconmuchafiebre.Estabaconscientesólo amedias, pero cuando entré unos ojos asustados, pero hermosos,memiraronconmiedo. Al ver a un extraño, pareció sentir alivio, y con un suspiro dejó caernuevamente la cabeza sobre la almohada.Avancé hacia ella pronunciando algunaspalabras de confortación, y permaneció quieta mientras le tomaba el pulso y latemperatura. Uno y otra estaban altos, y, sin embargo, mi impresión fue que sucondicióneramásdeexcitaciónmentalynerviosaquenodeauténticaenfermedad.
—Haestadoasíundía,dosdías.Temoquesemuera—dijolamuchacha.Lamujervolvióhaciamísuhermosorostroencendido.—¿Dóndeestámimarido?—Estáabajo,ylegustaríaverla.—Noleveré.Noleveré—yparecióentrardenuevoeneldelirio—.¡Undiablo!
¡Undiablo!¡Oh!¿Quépuedohacerconesedemonio?—¿Puedoayudarlaenalgo?—No.Nadiepuedeayudarme.Seacabó.Todoestádestruido.Hagaloquehaga,
todoestádestruido.Lamujer debía sufrir alguna extraña ilusión.Yo era incapaz de imaginarme al
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honradoBobFergusoncomodiabloodemonio.—Señora—dije—,sumaridolaquiereaustedtiernamente.Estámuyapenado
porloqueocurre.Denuevovolvióhaciamíaquellosojosmagníficos.—Mequiere.Sí.Pero¿esqueyonolequieroaél?¿Nolequierohastaelpunto
desacrificarmeantesquerompersuqueridocorazón?Asíescomolequiero.Y,sinembargo,élpodríapensardemí…pudohablarmedeaquelmodo…
—Estámuydolorido,peroesincapazdeentender.—No,nopuedeentender.Perodeberíaconfiar.—¿Porquénohablaconél?—sugerí.—No, no; no puedo olvidar aquellas palabras terribles, ni su expresión. No le
veré.Ahoraváyase.Nopuedehacernadapormí.Dígalesolamenteunacosa.Quieroamihijo.Tengoderechoamihijo.Ésteeselúnicomensajequepuedoenviarle.
Sevolviódecaraalaparedynodijomás.VolvíalasaladeabajodondeFergusonyHolmesseguíantodavíasentadosjunto
alfuego.Fergusonescuchópensativamenteminarracióndelaentrevista.—¿Cómopuedomandarlea suhijo?—dijo—.¿Cómovoya saberquéextraño
impulsopuedeentrarle?¿Cómopodréjamásolvidarcómoselevantódelladodelacunaconsangreenloslabios?—Seestremecióalrecordar—.ElniñoestáseguroconlaseñoraMason,ydebeseguirconella.
Unadoncelladeeleganteuniforme,laúnicacosamodernaquepodíaverseenlacasa,habíatraídounpocodeté.Mientrasloestabasirviendo,seabriólapuertayunjovencito entró en la habitación. Era un muchacho que llamaba la atención: carapálida,cabellorubio,expresivosojosazulpálidoqueseencendíanensúbitallamadeemociónyalegríacuandosumiradaseposabaensupadre.Seabalanzóhaciaélylerodeóelcuelloconlosbrazos,conelabandonodeunaadolescenteenamorada.
—Oh,papá—gritó—,nosabíaqueyaestuvierasdevuelta.Habríaestadoaquíesperándote.¡Oh!¡Quécontentoestoydeverte!
Fergusonseliberósuavementedelabrazo,conciertasmuestrasdeturbación.—Queridomuchacho—dijo,dandounostiernosgolpecitosenlarubiacabeza—,
he vuelto pronto porque he podido convencer amis amigos, el señorHolmes y eldoctorWatson,paraquevinieranapasarlaveladaconnosotros.
—¿EselseñorHolmes,eldetective?—Sí.Eljovencitonosmiródeunmodopenetrantey,segúnmepareció,pocoamistoso.—¿Qué me dice de su otro hijo, señor Ferguson? —preguntó Holmes—.
¿Podríamosveralbebé?—Pídele a la señoraMasonque baje al niño—dijoFerguson.Elmuchacho se
marchóconunandarextraño,bamboleante,quedelatóamisojosmédicosquesufríadeunaafecciónespinal.Volvióalpocorato,y,detrássuyo,veníaunamujeraltaydelgada que llevaba en sus brazos a un hermosísimo niño, de ojos negros y pelo
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rubio,unamaravillosamezcladelosajónylolatino.Ferguson,evidentementeestabalocoporaquelniño,yaquelotomóensusbrazosyloacariciótiernamente.
—Ypensarquealguienpuedatenerelcorazóntandurocomoparahacerledaño—murmuró, bajando la mirada hacia la pequeña mancha rojo vivo del cuello delquerubín.
Fue en aquel momento cuando casualmente miré a Holmes, viéndole unaexpresiónsingularísimamenteconcentrada.Sucaraestaba inmóvil,como talladaenmarfil,ysusojos,queporunmomentohabíanmiradoapadreehijo,estabanahoraenfocados,convehementecuriosidad,enalgoqueseencontrabaalotroextremodelahabitación.Siguiendosumirada,nopudesuponerotracosasinoquea travésde laventana contemplaba elmelancólico jardínmojado. Cierto que había una persianamedio cerrada por la parte de fuera, obstruyendo la visión, pero, con todo, eraindudablemente laventana loqueHolmesmirabaconconcentradaatención.Luegosonrió, y sumiradavolvió al bebé.En su cuello regordete estaba la pequeña señalhinchada.Sindecirnada,Holmeslaexaminóatentamente.Finalmente,tomóyagitólevementeunodelospequeñospuñosquerevoloteabanantesucara.
—Adiós,hombrecito.Hastenidounextrañocomienzoenlavida.Aya,quisieratenerunaspalabrasconustedenprivado.Se la llevóapartey lehablóvehementedurantealgunosminutos.Sólopudeoír
las últimas palabras, que fueron: «Espero que su inquietud no tarde en quedarapaciguada».Lamujer,queparecíaserunacriaturadelaespeciehurañaysilenciosa,seretiróconelniño.
—¿CómoeslaseñoraMason?—preguntóHolmes.—Nomuyconvincenteexternamente,comopuedever,perotieneuncorazónde
oro,yquieremuchísimoalniño.—¿TegustalaseñoraMason,Jack?—Holmessevolviórepentinamentehaciael
muchacho,cuyaexpresivacaraseensombreció.Negóconlacabeza.—Jacky tieneagradosydesagradosmuyacentuados—dijoFerguson, rodeando
con el brazo los hombros del muchacho—. Afortunadamente, yo estoy entre susagrados.
Elchicoapoyóarrulladoramentelacabezaenelpechodesupadre.Fergusonloseparósuavemente.
—Vete ya, Jacky, pequeño—dijo; y contempló a su hijo conmirada amorosahastaquehubodesaparecido—.Ahora,señorHolmes—prosiguió,cuandoelchicosehubo ido—, realmente me doy cuenta de que le he metido en un problema sinsolución,porque¿quépuedehacerapartedeconcedermesusimpatía?Debeserunasuntoextremadamentedelicadoycomplejodesdesupuntodevista.
—Es ciertamente delicado—dijomi amigo, con una sonrisa divertida—, peroahora no se me representa complejo. Ha sido un caso propio para la deducciónintelectual; pero cuando esta deducción intelectual original se ve confirmadapuntopor punto por numerosos incidentes independientes, entonces lo subjetivo se hace
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objetivo, y podemos decirconfiadamente que hemos llegado a lameta.Dehecho,yahabía llegadoaellaantesdesalirdeBakerStreet;elrestohasido meramente observación yconfirmación.
Ferguson se llevó su manaza a laarrugadafrente.
—Por el amordel cielo,Holmes—dijo,roncamente—,siesustedcapazdever la verdad de este asunto, no memantenga en la inquietud. ¿En quéposición me encuentro? ¿Qué debohacer? No me importa cómo hayallegadoustedaestablecerloshechos,mientrasrealmentelosconozca.
—Desdeluego,ledebounaexplicación,ylatendrá.Pero¿mepermitellevarlascosasamimanera?¿Puederecibirnosladama,Watson?
—Estáenferma,perogozadetodasurazón.—Muybien.Sóloensupresenciapodremosaclararlotodo.Subamosaverla.—Nomerecibirá—exclamóFerguson.—Oh, sí, lo hará—dijoHolmes. Garrapateó unas pocas líneas en un papel—.
Usted,almenos,tienelaentrée,Watson.¿Tendrálabondaddeentregarleestanotaaladama?
Subínuevamente,yentregué lanotaaDolores,queabrió lapuertacautamente.Alcabodeunminutooíungritoenelinterior,ungritoenelqueparecíanmezclarselaalegríaylasorpresa,Doloressacólacabezaporlapuerta.
—Lesrecibirá.Escuchará—dijo.Ferguson yHolmes subieron ami llamada.Cuando entramos en la habitación,
Fergusondiounoodospasoshaciasumujer,quesehabíaincorporadoenlacama;peroellahizoconlamanoademándedetenerle.Fergusonsedejócaerenunsillón,yHolmesyyonossentamosasulado,despuésdeunainclinacióndecabezaaladama,quemiróaHolmesconlosojosdilatadosporelasombro.
—Creo que podríamos prescindir deDolores—dijoHolmes—.Oh,muy bien,señora,siprefierequesequede,notengonadaqueobjetar.Mire,señorFerguson,soyun hombre ocupado, con muchas visitas, y mis métodos tienen que ser breves ydirectos.La operaciónquirúrgicamás rápida es lamenos dolorosa.Permítamequeantesquenadaledigaalgoquetranquilizarásuespíritu.Sumujeresmuybuena,muyamante,yhasidotratadamuymal.
Fergusonsepusoenpieconungritodealegría.—Demuéstremeesto,señorHolmes,yestaréendeudaconustedparasiempre.—Loharé,peroalhacerloleheriréprofundamenteenotradirección.
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—Nome importa, si libera de culpa amimujer.Todo lo demás que hay en elmundonoesnadacomparadoconeso.
—Permítamecontarle, entonces,el cursode los razonamientosquepasaronpormi mente en Baker Street. La idea de un vampiro me resultaba absurda. Y, sinembargo,suobservacióneraprecisa.Ustedhabíavistoaladamalevantarsedejuntoalacunadelniñoconsangreenloslabios.
—Cierto.—¿Noseleocurrióquepuedechuparseunaheridaconpropósitosdistintosalde
extraersangre?¿AcasonohubounareinaenlahistoriadeInglaterraquechupóunaheridaparasacardeellaelveneno?
—¡Veneno!—CosacorrienteenSudamérica.Miinstintopercibiólapresenciadeesasarmas
delaparedantesdehaberlasvisto.Hubierapodidotratarsedeotroveneno,peroesofueloquesemeocurrió.Cuandovielpequeñocarcajvacíojuntoalpequeñoarcodecazarpájaros,esoeraexactamenteloqueesperabaver.Sielniñoresultabapinchadocon una de esas flechas impregnadas en curare o en cualquier otro alcaloidediabólico,moriría amenos que se chupara el veneno de la herida. ¡Y el perro! Sialguien fuera ausar unveneno comoése, ¿no loprobaríaprimeropara comprobarque no había perdido sus virtudes? No había previsto al perro, pero al menos loentendí,yencajóenmireconstrucción.¿Entiendeahora?Sumujertemíaunataquedeesaclase.Vioqueseproducía,ysalvólavidadelniño;y,sinembargo,noquisocontarle a usted la verdad, porque sabía cuánto quería usted almuchacho, y temióromperleelcorazón.
—¡Jacky!—Le estuve observando hace unos momentos, cuando usted acariciaba al
pequeño.Su cara se reflejaba claramente en la ventana, porque la persiana cerradaconvertíaalcristalenespejo.Vienesacaratantoscelos,tantoodiocruel,comorarasveceshevistoenunrostrohumano.
—¡MiJacky!—Tieneustedqueafrontarlo,señorFerguson.Estodavíamáspenosoporcuanto
quehasidounamordeformado,unamordemencialmenteexageradohaciausted,yprobablementehaciasudifuntamadre,elquelehainducidoaactuar.Sualmaenteraestáconsumidaporelodioaeseespléndidoniñito,cuyasaludybellezacontrastanconsupropiadeficiencia.
—¡SantoDios!¡Esincreíble!—¿Hedicholaverdad,señora?Lamujersollozaba,conlacarahundidaentrelasalmohadas.Enaquelmomento
sevolvióhaciasumarido.—¿Cómo podía decírtelo, Bob? Sabía qué golpe sería para ti. Era mejor que
esperara,yquelosupierasporotroslabiosquelosmíos.Cuandoestecaballero,queparece poseer poderes mágicos, me escribió que lo sabía todo, me sentí
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extremadamentefeliz.—CreoquemirecetaparaelseñoritoJackyseríaunañodeviajepormar—dijo
Holmes, poniéndose en pie—. Sólo me queda una cosa oscura, señora. PodemosentenderperfectamentesusataquescontraJacky.Lapacienciadeunamadretieneunlímite.Pero¿cómoseatrevióadejarsoloalniñoestosúltimosdosdías?
—SelohabíacontadoalaseñoraMason.Ellasabía.—Exacto.Esopensé.Ferguson estaba junto a la cama, conteniendo los sollozos, con las manos
tendidas,tembloroso.—Creo,Watson,queeselmomentodemarchamos—dijoHolmes,enunsusurro
—.SicogeusteddeunbrazoalaexcesivamentefielDolores,yolacogerédelotro.Eso.Ahora—añadió,cerrandolapuertadetrássuyo—,creoquepodemosdejarquearreglenentreellosloquequedapendiente.
Sólo tengounaanotaciónmás sobre este caso.Se tratade la cartaqueescribióHolmescomorespuestafinalaaquéllaconqueempezabaesterelato.Decíaasí:
BakerStreet,21denoviembre.
Asunto:Vampiros.
Señor: en respuesta a su carta del 19, me permito comunicarle que heestudiado el caso de su cliente, el señor Robert Ferguson, deFerguson&Muirhead,mayoristasdeté,deMincingLane,yqueelasuntohasido llevado a una satisfactoria conclusión. Agradeciéndole surecomendación,
Atentamentesuyo,SherlockHolmes.
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P
LAAVENTURADELOSTRESGARRIDEBS
udo haber terminado en comedia, o pudo haber terminado en tragedia. Lecostó a un hombre la perdida de la razón; amí, una hemorragia, y a otrohombremás,lacorrespondientepenalegal.Pero,contodoeso,nocabeduda
dequeelcasoencerróunelementodecomedia,comoustedesvanajuzgarloporsímismos.
Recuerdomuybienlafecha,porquefueenelmismomesenqueHolmesrehusóun título de nobleza por servicios que quizá puedan describirse algún día. Sólo depasolomenciono,porqueenmisituacióndesocioyconfidentemeveoobligadoasersumamentecautoparaevitarcualquierindiscreción.Repito,sinembargo,queestomepermitefijar lafecha,quefuedurante lasegundaquincenadelmesde juniode1902,muypocodespuésdelaterminacióndelaguerraenSudáfrica.Holmeshabíapermanecido varios días en la cama, como acostumbra a hacerlo de tiempo entiempo;peroaquellamañanasemepresentóconunlargodocumentoescritoenpapeldefolioyconunaexpresióndivertidaensusseverosojosgrises.
—AmigoWatson—me dijo—, aquí hay para usted una probabilidad de ganaralgúndinero.¿HaoídoustedalgunavezelapellidoGarrideb?
Confeséquejamáslohabíaoído.—Bien,siconsigueatraparaunGarrideb,ganarádineroconello.—¿Porqué?—Bueno,esoes largodecontar,y tambiénbastante fantástico.Nocreoqueen
todaslasexploracionesquellevamosrealizandoenelcomplejohumanonoshayamosencontradojamásconunacosamáscuriosa.Comoelinteresado,vavenirmuyprontopara ser sometido a un interrogatorio, no quiero abordar el asunto hasta que seencuentreaquípresente.Peroentretanto,loquenoshacefaltaeselnombre.
Laguíadelteléfonoestabaencimadelamesa,juntoamíyabrísuspáginaspararealizar en ellas una búsqueda que parecía bastante infructuosa. Pero, con granasombromío,encontréeseapellidoenel lugarcorrespondiente,ydejeescaparunaexclamacióndetriunfo:
—¡Aquílotiene,Holmes!¡Aquíestá!Holmesrecibióelvolumendemimanoyleyó:—«Garrideb,númerocientotreintayseis,LittleRyderStreetW».—Sientomuchodesilusionarlo,queridoWatsonperoestepersonajeeselmismo
individuoencuestiónyaquíestásudirecciónensucarta.Noshace faltaotroparaemparejarloconél.
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EnesemomentollegómistressHudsonconunatarjetaenlabandeja.Latoméylaexaminé.
—¡Aquílotenemos!—exclamé,atónito—.Lainicialdelnombreesmuydistinta:JohnGarrideb,consejerolegal,Moorville,Kansas,EE.UU.
Holmessonrióalexaminarlatarjetaydijo:—Me temo,Watsonqueno tengamás remedioque realizarotroesfuerzo,Este
caballeroestámetidoyaenelcaso,aunquenoloesperabaestamañana.Sinembargo,élsehallaencondicionesdedecirnosbastantescosasqueyodeseosaber.
Un momento después entraba el susodicho en la habitación. John Garrideb,consejero legal, era un hombre pequeño y fornido, de cara redonda, fresca ycompletamente afeitada, tan característica demuchos hombres norteamericanos denegocios. La impresión general que producía era la de un hombre rechoncho ybastante infantil, de un joven con cara adornada de ancha y constante sonrisa. Susojos,sinembargo,atraíanlaatención.Raravezhevistoenunacabezahumanaunosojosqueproclamasenunavidainteriormásintensaqueaquélla.¡Asíerandevivos,despiertosyágilesparaexteriorizartodosloscambiosdepensamiento!Hablabaconacentonorteamericano,perosinningunaexcentricidadenlamaneradeexpresarse.
—¿Es el señorHolmes?—preguntó,mirando primero a uno y luego a otro—.¡Ah,yaentiendo!Yodiríaquesusretratosnosondemasiadodistintosalarealidad.Creoqueharecibidounacartadeotrapersonaquellevamimismoapellido,elseñorNathamGarrideb.¿Esasí?
—Siéntese, por favor—dijo SherlockHolmes—.Creo que tenemosmucho dequéhablar.
Tomólashojasdepapeldeoficio.—Ustedes,sinduda,elseñorJohnGarrideb,delquesehablaenestedocumento.
PerollevayaalgúntiempoenInglaterra,¿noescierto?—¿Porquélodice,señorHolmes?Creíleerenaquellosojosexpresivosunasúbitasospecha.—Porquetodosuequipoesinglés.ElseñorGarridebdejóoírunarisaforzada.—SeñorHolmes, estoy enteradoyade sus artimañas, peronuncapenséqueyo
mismoseríaelsujetoconquienlasejercitase.¿Dedóndesacaloquehadicho?—Porelcortedelahombreradesuchaqueta,porlapunteradesusbotas…¿Hay
alguienquepuedatenerlamenorduda?—Bien, bien; no me imaginaba que mí britanismo saltase de esa manera a la
vista.Lociertoesquelosnegociosmetrajeronaesteladodelmarharáalgúntiempo,yporesomivestimentaes,comousteddice,casiporcompletolondinense.Peromeimagino que su tiempo vale mucho, y que no nos hemos reunido para hablar delmodelo de mis calcetines. ¿Qué le parece si dedicamos nuestra atención a esedocumentoquetieneustedenlamano?
No sé por qué, pero la verdad era que Holmes había hecho erizar a nuestro
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visitante, cuya cara regordeta se había revestido de una expresión mucho menossimpática.
—¡Paciencia,señorGarrideb,paciencia!—dijomiamigoentonotranquilizador—. El doctorWatson podría decirle que estas pequeñas digresionesmías suelen avecesteneralgunainfluenciasobrelosasuntos,comosedemuestraalfinal.Pero¿porquérazónnovinoconustedelseñorNathamGarrideb?
—¿Yporquérazóntuvoélqueinvolucrarloen este asunto, digo yo? —preguntó nuestrovisitante,conunsúbitoarrebatode ira—.¿Quéteníaqueverenello?Nosencontramosconunasunto puramente profesional entre doscaballeros, y uno de ellos se siente obligado adar intervención a un detective. Esta mañanahablé con ese señor, y entonces él me expusoesta fea jugarreta que me ha hecho, y por esarazónhe venido.Pero, a pesar de todo, la cosamemolestabastante.
—Lamedidanosignificanadaensucontra,señor Garrideb. Fue inspirada simplemente porel interés que él tiene en alcanzar la finalidadque persigue; finalidad que, según tengoentendido,esdelamismavitalimportanciaparaambos.Élsabíaqueyodispongodemediosdeconseguir informesy,porconsiguiente,eramuynaturalquerecurrieseamí.
La expresión irritada de nuestro visitante fue desapareciendo gradualmente, ydijo:
—Bien;miradoasí,yaresultadistinto.Cuandoestamañanafuiavisitarloymedijo que había puesto el asunto enmanos de un detective, me limité a pedirle sudirecciónyvinehastaaquídirectamente.Yonoquieroquelapolicíasemetaenunasunto de carácter privado. Pero si usted está dispuesto a ayudamos a encontrar anuestrohombre,ningúndañopuedehaberenello.
—Entoncesbien;asíescomoestáplanteadoelasunto—dijoHolmes—.Yahora,ya que se encuentra aquí, lomejor será que escuchemos de sus propios labios unrelatoclaro.Miamigoaquípresentedesconocelosdetalles.
ElseñorGarridebmeexaminóconmiradanodemasiadoamistosa.—¿Hacefaltaquelosconozca?—preguntó.—Porlogeneral,élyyotrabajamosjuntos.—Bien, de todos modos no existe razón para que se mantenga en secreto. Le
relataré a usted los hechos con toda la brevedad que me sea posible. Si ustedprocediese de Kansas no necesitaría explicarle quién era Alexander HamiltonGarrideb. Se hizo rico negociando en fincas y más tarde en la bolsa del trigo de
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Chicago, pero luegogastó su dinero comprando tantas tierras como las que abarcaunode los condadosde Inglaterra.Esas tierras sehallan situadasa lo largodel ríoArkansas,aloestedeFortDodge.Setratadetierrasdepastoreo,maderera,cultivabley deminerales, y de toda otra clase de tierra que brinde dólares al hombre que laposea.
Noteníaconocidosniparientes…o,silostenía,nuncahabíaoídohablardeellos.Peroadquirióunaespeciedeorgulloporlararezadesuapellido.Esofuelosquenosjuntó.Yo estaba trabajando comoabogado enTopeka, y undía tuveunavisita delanciano, se encontraba muerto de risa por encontrar otro hombre con su mismoapellido.Erasunuevaaficiónfavorita,yestabacompletamentedispuestoaaveriguarsihabíanmásGarridebsenelmundo.«“¡Encuéntrameotro!”—dijo.LecontestéqueeraunhombreocupadoynopodíagastarmividapaseandoporelmundoenbuscadeGarridebs.“Nadamenos”,dijoél,“esoesjustoloqueharásilascosassalentanbiencomolasplaneé”.Penséqueestababromeando,perohabíamuchosignificadoensuspalabras,comoestabaprontoadescubrir.Yaquemurióunañodespuésdedeciresto,ydejóuntestamentotrasdeél.Eraunextrañotestamentoquehabíasidoarchivadoenel estadodeKansas.Suspropiedades fuerondivididasen trespartesy tuvequeaceptarlacondicióndeencontrardosGarridebsquienesdeberíancompartirconmigoel resto de la herencia. Eran cinco millones de dólares para cada uno, pero nopodíamosponerundedosobreeldinerohastaqueestuviéramoslostres».
—Eraunagranoportunidadpara que ejercitarami práctica legal ymepuse encaminoenbuscade losGarridebs.Nohayningunoen losEstadosUnidos.Busquépor él, señor, con gran esmero pero nunca pude encontrar un Garrideb. Entoncesprobé en Inglaterra. Indudablemente debían haber suficientes nombres en eldirectorio telefónico de Londres. Fui tras él hace dos días y le expliqué todo elasunto.Peroeraunhombresolitario,comoyo,conalgunasfamiliaresmujeres,peroningunovarón.Eltestamentohablabadetreshombresadultos.Asíqueveráquehayunavacante,ysipudieraayudarnosallenarlaestaríamosdispuestosapagarleporsuscostos.
—Bien,Watson—dijoHolmesconunasonrisa—.¿Dijequeeraalgocaprichoso,no es cierto?Debería pensar, señor, que lomás obvio que debería hacer es poneranunciosenlosperiódicos.
—Lohehecho,Sr.Holmes.Ningunarespuesta.—¡Mi estimado señor! Bien, estamos ciertamente ante un pequeño y curioso
problema.Consultarémiagenda.Porcierto,escuriosoquehayavenidodeTopeka.Yo solía tener un corresponsal… ahora estámuerto… el viejo Dr. Lysander Starr,quienfueMayoren1890.
—¡El buenDr. Starr!—dijo nuestro visitante—. Su nombre aún es honorable.Bien,señorHolmes,debosuponerquetodoloquepodemoshaceresesperaraquenosinformeynoshagasabercómoprogresansusinvestigaciones.Cuentoconustedparaoírnovedadesenundíaodos—conestaseguridadnuestroamericanoseinclinó
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demodorespetuosoysemarchó.Holmes tenía encendida su pipa, y se sentó durante un tiempo con una sonrisa
curiosasobresucara.—¿Bien?—preguntéalfin.—Meestoypreguntando,Watson…¡Sólopreguntando!—¿Elqué?Holmestomólapipadesuslabios.—Meestabapreguntando,Watson,quécosasobrelatierrapuedeserelobjetivo
deestehombreparadecirnostalmarañadementiras.Estuvecercadepreguntarle…,porquehayvecesenqueundirectoataquefrontaleslamejoracción…,perojuzguéqueseríamejordejarlepensarquenoshabíaengañado.Tenemosaunhombreconuntraje inglés raído en los codos y pantalones abultados en la rodilla, con unavestimenta añeja, y por este documento y por su propio aspecto se trata de unamericanoprovincianoqueposteriormentedesembarcóenLondres.Nopusoningúnanuncioenlosperiódicos.Ustedsabequenomepierdonadaenesasección.Nuncahubierapasadoporaltounanunciocomoése.NuncaconocíunDr.LysanderStarr,deTopeka.Pordondequieraquelotanteé,meresultófalso.Creoqueelindividuoes,enefecto,norteamericano.PerosusañosderesidenciaenLondreshanlimadosuacentocaracterístico. ¿Qué juego se trae, entonces, y quémóvil se esconde detrás de estaabsurda búsqueda de los Garrideb? La cosa merece que le dediquemos nuestraatenciónporque,aceptandoqueese individuoesunsinvergüenza,nocabedudadequeesunsinvergüenzacomplejoeingenioso.Vamosahoraaponerenclarosielotrocorresponsal nuestro es también fraudulento. Háganme el favor de llamarlo porteléfono,Watson.
Así lo hice, y desde el otro extremo de la líneame contestó una voz débil ytemblorosa:—Sí, sí, yo soy el señor Natham Garrideb. ¿Hablo con el señor Holmes?Me
agradaríamuchocambiarunaspalabrasconelseñorHolmes.Miamigotomóalaparatoyyoescuchéeldiálogo,entrecortado,comoesnatural.—Sí,haestadoaquí.Tengoentendidoqueustednoloconoce.¿Desdecuándo…?
¡Sólodosdías…!Sí,sí,desdeluego,laperspectivaespordemásatrayente.¿Estaráen casa esta noche? Y el otro Garrideb, ¿estará también? Perfectamente, iremos,porque me agradaría charlar con usted sin que él se hallase presente… El doctorWatsonmeacompañará.Meparececomprenderporsucartaqueustedsalemuypocode casa. Bien, llegaremos a eso de las seis. No es necesario que le diga nada alabogadonorteamericano.Perfectamente.Adiós.
Eralahoradelcrepúsculo,yhastaLittleRyder,unadelascallesmáspequeñasque arrancan de Edgware Road, amenos de un tiro de piedra del antiguo TyburnTree, de ominoso recuerdo, parecía dorada ymaravillosa al recibir de soslayo losrayosdelsolponiente.Lacasamismaadondenosotrosnosdirigimoseraunedificioamplio, antiguo, de estilo de la primera época georgiana, con una fachada lisa de
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ladrillo,cortadaúnicamentepordosmiradoresprofundos,situadosenlaplantabaja.Nuestro clientevivía en estaplantabajay aquellasventanas resultaron ser lapartedelanteradeunahabitaciónespaciosaenlaquesepasabalashorasenquenoestabaacostado.Holmesmeseñalaba,cuandopasábamos,laspequeñasplacasdebroncelascualesllevabancuriososnombres.
—Desaparecieron hace algunos años, Watson —remarcó, indicando sudescoloridasuperficie—.Ésteessunombrereal,detodosmodos,yesoesalgoparatenerencuenta.
Lacasateníaunaescaleracomún,yallíhabíannumerososnombresescritosenelportal, algunos indicando despachos y otros residencias privadas.No se trataba deuna colección de aposentos residenciales, sino más bien la morada de un solterobohemio.Nuestroclientenosabriólapuertaporsímismoysedisculpódiciendoquela encargada se había ido a las cuatro enpunto.El señorNathanGarrideb era unapersonamuyalta, inarticuladayde espalda redonda, delgaday calva, de sesentaypico años de edad. Tenía una cara cadavérica, con una deslucida piel muertacorrespondienteaunhombreaquienelejercicioleeradesconocido.Unosgrandesyredondeados anteojos y una pequeña barba saliente combinados con su encorvadaactitudledabanunaexpresióndemiopecuriosidad.Elefectogeneral,sinembargo,eraamigable,aunqueexcéntrico.
Lasalaeratancuriosacomosuocupante.Parecíaunpequeñomuseo.Tantoaloancho como a lo largo, estaba llena de armarios y gabinetes, atestados conespecímenesgeológicosyanatómicos.Estuchesdemariposasypolillasflanqueabancadaladodelaentrada.Unagranmesaenelcentroestabaensuciadacontodaclasede desechos, mientras que el alto tubo de metal de un poderoso microscopio seerizabaentreellos.Mientrasojeabaalrededormesorprendíenlauniversalidaddelosinteresesdelhombre.Aquíhabíaunestuchedemonedasantiguas.Allí,ungabinetedeinstrumentosdelaedaddepiedra.Detrásdelamesacentral,ungranarmariodehuesos fósiles. Por encima, una línea de cráneos de yeso con nombres tales como«“Neardenthal”, “Heidelberg”, “Cro-Magnon”» impresos bajo ellos. Era claro queeraunestudiantedevariadasmaterias.Mientraspermanecíafrentedenosotros,teníaenlamanoderechauntrozodepieldegamuza,conlaqueestabaabrillantandounamoneda.
De Siracusa…, perteneciente al mejor período —nos explicó exhibiéndola—.Másadelantedegeneraronmuchísimo.Ensumomentodeesplendoryolasconsideromagníficas aunque algunos prefieran las producciones de la escuela deAlejandría.SeñorHolmes,ahíencontraráunasilla.Permítanmequequiteantesestoshuesos,Yusted, señor…, ya caigo, doctorWatson, tenga la bondad de apartar a un lado eljarrónjaponés.AquímevenustedesenmediodelaspequeñasaficionesdemívidaMi médico me sermonea porque no salgo jamás; pero ¿para qué necesito salirteniendo como tengo aquí tantas cosas queme atraen? Les aseguro que sólo paracatalogar debidamente el contenido de una de esas vitrinas necesitaríamis buenos
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tresmeses.Holmesmiróentornosuyoconcuriosidad,ypreguntó:—Pero¿mevaadecirquenosaledeaquínunca?—Decuandoencuandomehago llevarencochehasta lacasadeSothebyoal
establecimientodeChristie.Fueradeeso,raravezabandonomihabitación.Nosoydemasiado fuerte, y mis investigaciones absorben mi atención por completo. Sinembargo,señorHolmes,yapuede imaginarsequesorpresa terrible (agradable,peroterrible) fue para mí oír hablar de esa buena suerte incomparable. Sólo falta otroGarrideb para completar el asunto, y con toda seguridad que conseguiremosencontrarlo.Yoteníaunhermano,peromurió,ylasmujeresestándescalificadasenestecaso.Peroconseguridadquetienequehaberotrosconeseapellidoenelmundo.Yohabíaoídohablardequeustedsehacíacargodecasosextraordinarios,yporesarazón me dirigí a usted. Desde luego este caballero norteamericano me parecehombreserioydebíhaberloconsultadoconélantes,peromiintenciónfueobrardelamejormaneraposible.
—Creoqueustedobrómuysabiamente—ledijoHolmes—.Pero¿deverdadquesienteverdaderosdeseosdeserpropietariodetierrasenNorteamérica?
—De ninguna manera, señor. Nada sería capaz de inducirme a abandonar micolección, señor. Pero este caballero me ha dado la seguridad de que si dejamossentados nuestros derechos, me comprarámi parte. Se habló de la suma de cincomillonesdedólares.Enestemomentoseofrecenenelmercadounamediadocenadeejemplaresquellenaríanlagunasquehayenmicolecciónyqueyonopuedocomprarporquemefaltanalgunoscentenaresdelibrasesterlinas.
»¡Pienseentodoloqueyopodríarealizarconcincomillonesdedólares!Tengoya el núcleo necesario para formar una colección nacional. Seré conocido como elHansSloanedemiépoca.
Le brillaban los ojos tras los cristales de sus anchas gafas. Era evidente queNathamGarridebnoescatimaríaesfuerzosparadescubriraotrohombrequellevaseelmismoapellido.
—Vineconelexclusivoobjetodeconocerlo,ynohayrazónque justifiquequeinterrumpa sus estudios —dijo Holmes—. Prefiero siempre establecer contactopersonalconlaspersonasparaquienestrabajo.Sonmuypocaslaspreguntasqueaúnmequedanporhacerle,yaque llevoenelbolsilloelclarísimorelatoqueustedmeenvió,yhellenadoloshuecosqueenélhabíaaprovechadolavisitadeesecaballeronorteamericano. He creído entender que usted ignoraba su existencia hasta estamismasemana.
—Asíes,enefecto.Vinoavisitarmeelmartespasado.—¿Lehahabladodelaentrevistaquehoysostuvimos?—Sí;vinoderechodesdesucasa.Antessehabíairritadomucho.—¿Quérazóntuvoparaello?—Pareció creer que era poner en tela de juicio su respetabilidad. Pero cuando
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regresóveníamuyalegre.—¿Leindicóalgunanormadeacción?—No,señor;enabsoluto.—¿Recibióolehapedidoalgunasumadedinero?—¡Jamás,señor!—¿Ustednocreequeélandadetrásdealgunacosa?—No,señor;salvoloqueélmehaexpuesto.—¿Leanuncióquenoshabíamosdadocitaporteléfono?—Sí,señor;selodije.Holmessequedómeditando.Yoveíaqueestabaintrigado.—¿Hayensucolecciónalgunosejemplaresdegranvalor?—No, señor. No soy rico. Es una colección buena, pero no de precio
extraordinario.—¿Yustednotienemiedoalosladronesdecasas?—No.—¿Quétiempollevaocupandoestashabitaciones?—Cercadecincoaños.ElinterrogatoriodeHolmesseviointerrumpidoporunavigorosallamadaenla
puerta. No bien nuestro cliente abrió el pestillo, entró en el cuarto, presa de granexcitación,elabogadonorteamericano.
—¡Yalotenemos!—exclamó,agitandoporencimadelacabezaunperiódico—.Meparecióquellegaríaatiempo.¡Milfelicitaciones,señorNathamGarrideb!¡Yaesrico,señor!Nuestroasuntohaterminadocontodafelicidad,ytodoestáenregla.Encuanto a usted, señor Holmes, sólo podemos decirle que lamentamos haberlomolestadoinútilmente.
Entregóelperiódicoanuestrocliente,quesequedódeunapieza,mirandoconojosdeasombrounanuncioqueestabamarcado.Holmesyyonosinclinamoshaciaadelanteyleímosporencimadesuhombro.Heaquíloquedecía:
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—¡Magnífico! —exclamó, casi sin aliento, nuestro huésped—. Ya tenemosnuestrotercerhombre.
—IniciéinvestigacionesenBirmingham—dijoelnorteamericano—,yelagentequetengoallímehaenviadoesteanuncioqueaparecióenundiariodelalocalidad.Tenemosquedarnosprisayacabarel asunto.Heescritoaeste señoranunciándolequemañana,alascuatrodelatarde,iráavisitarloasuoficina.
—¿Quierequeseayoquienvayavisitarlo?—¿Qué le parece, señor Holmes? ¿No cree que sería lo más acertado? Me
presento yo, por ejemplo, que soy un norteamericano que anda por el mundo, ycuentounahistoriamaravillosa.¿Porquéhabríadeconfiarenmí?Usted,encambio,esun inglésquepuedeofrecer sólidas referencias,yélno tendrámás remedioquetomarenconsideraciónloquelecuente.Yonotendríainconvenienteenirconusted,siasílodesea;perodalacoincidenciadequemañanaesundíaenquehedeandarocupadísimo, y siempre estaría a tiempo de visitarlo otro día, si usted encontraraalgunadificultad.
—Laverdadesquenohehechounviajeasídesdehacemuchosaños.—Esuna cosa de nada, señorGarrideb.Yohe calculadoya su horario.Usted
sale de aquí a las doce, para llegar poco después de las dos. Puede regresar a lanoche.Notienequehacerotracosaqueentrevistarseconesehombre,explicarleelasunto y conseguir una fe de vida oficial de su existencia. ¡Por Dios…—agregóacaloradamente—, que si tiene en cuenta que yo he venido desde el centro de losEstadosUnidos,nosuponegrancosaquesedesplaceunpardecientosdekilómetrosparadarfinaesteasunto!
—Muy exacto—dijo Holmes—. Creo que lo que este caballero dice es muycierto.
ElseñorNathamGarridebseencogiódehombrosconexpresióndedesconsuelo,ycontestó:
—Bien, si usted insiste no tendrémás remedio que ir,Desde luego que pareceduroqueyolenieguenada,teniendoencuentalasmagníficasesperanzasqueustedhaaportadoamivida.
—Asunto concluido, entonces —dijo Homes—, y no deje de informarme delresultadoloantesquepueda.
—De eso me cuidaré yo—dijo el norteamericano. Luego agregó, mirando sureloj—: Bueno, tengo que retirarme. Mañana vendré a visitarlo, señor Natham, yestaré a su lado hasta verlo en camino hacia Birmingham. ¿Viene en mi mismadirección, señor Holmes? Entonces, adiós, y quizá tengamos buenas noticias quecomunicarlemañanaporlanoche.
Notéquelacarademiamigoseaclarócuandoelamericanodejólahabitación,ylamiradadepensamientosconfusoshabíandesaparecido.
—Desearía poder observar su colección, señor Garrideb —dijo—. En miprofesión todos los conocimientos curiosos sonútiles,y estahabitación suyaesun
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almacéndeellos.Nuestro cliente centelleó con placer y sus ojos brillaron desde detrás de sus
grandesanteojos.—Siempreheoído,señor,queustedesunhombremuyinteligente—dijo—.Le
ofrezcohacerunavisitaahoramismosituvieseeltiempo.—Desafortunadamente, yo no lo tengo. Pero estos especímenes están tan bien
etiquetados y clasificados que escasamente necesitaría su explicación personal.¿Tendríaalgunaobjeciónparaquerealizaseunavisitamañanasitengotiempo?
—No, para nada. Es realmente bienvenido. Este lugar estará, por supuesto,cerrado, pero la señoraSaunders estará en el sótanohasta las cuatro enpuntoy ledejaráaquíconsullave.
—Bien,esperoestarlibremañanaporlatarde.SilepudieradecirunapalabraalaseñoraSaundersestaríatodoenorden.¿Porcierto,quiénessuagenteinmobiliario?
Nuestroclienteseasombróporestarepentinapregunta.—HollowayySteele,enEdgwareRoad.¿Peroporqué?—Tengounpocodearqueólogocuandovoyalascasas—dijoHolmes,riendo—.
MeestabapreguntandosiéstaeradelaépocadelaReinaAnnaogeorgiana.—Georgiana,sinningunaduda.—Ciertamente.Habíapensadoqueeraanterior.Decualquiermodo,esfácilmente
verificable.Bien, adiós, señorGarrideb, y que tenga todos los éxitos en su viaje aBirmingham.
Elagente inmobiliarioestabacerrado,peronosenteramosque ibaestarcerradotodoeldía,asíqueregresamosaBakerStreet.NofuehastadespuésdelacenaqueHolmesvolvióalasunto.
—Nuestropequeñoproblemaseacercaalfinal—dijo—.Nohaydudadequehadelineadolasoluciónensupropiamente.
—Nocomprendoniunapalabradeello.—Lacabezaestásegurosuficientementedespejadaylacolalaveremosmañana.
¿Nohanotadonadacuriosoacercadelanuncio?—Viquelapalabra«arado»estabamalescrita.—¿Oh,hanotadoeso,noescierto?Venga,Watson,mejoraconeltiempo.Sí,era
unmal inglés pero un buen americano. El impresor lo ha puesto como lo recibió.Fíjeseenlapalabracarruaje.Esotambiénesamericano.Ylospozosartesianossoncomunes con ellos más que con nosotros. Era un típico aviso americano, peropretendiendoserdeunafirmainglesa.¿Quépiensadeello?
—Sólopuedosuponerqueesteabogadoamericano lopusopor símismo.Cuálfuesuobjetivonolopuedoentender.
—Bien, hay dos explicaciones alternativas.De todosmodos, él quería enviar aesteviejofósilaBirmingham.Esoestámuyclaro.Ledeberíahaberdichoqueibaairaunabúsquedasinsentido,peroreconsiderándolo,parecíamejordespejarlaescenadejándoleir.Mañana,Watson…bien,elmañanahablaráporsímismo.
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Holmes se retiró y se levantó muy temprano. Cuando regresó a la hora deldesayunonotéquesucaraestabamuyseria.
—Ésteesunasuntomásgravedeloqueesperaba,Watson—dijo—.Esjustoqueselodiga,aunqueséqueserásolamenteunarazónadicionalparaquecorradecabezahacia el peligro. Es todo lo que debe saberWatson por ahora. Pero hay peligro, ydeberíasaberlo.
—Bueno,Holmes,peronoeselprimeroquehemoscorridojuntos.Yesperoquetampocoseráelúltimo.¿Cuáleselpeligrocaracterísticoenestaocasión?
—Nos encontramos ante un caso muy difícil de desentrañar. He logradoidentificaralseñorJohnGarrideb,consejerolegal.NoesotroqueEvanselasesino,defamasiniestraycriminal.
—Conesomequedocomoestaba.—Claro.¡Cómoquenoentradentrodelosdeberesdesuprofesiónllevarensu
memoria un calendario portátil de la cárcel deNewgate! Fui a entrevistarme en elYard con mi amigo Lestrade. Quizás anden allí, en ocasiones, algo escasos deintuición imaginativa, pero van por delante del mundo en cuanto a trabajar aconcienciayconmétodo.Semeocurrióquequizásusarchivosnospusiesensobrelapistadenuestroamigonorteamericano.Y,¡cómono!,descubrísucararegordetaenlagaleríaderetratosdemaleantes,conunainscripcióndebajo,quedecía:
JamesWinter,aliasMorecroft,aliasEvanselasesino—Holmessacóunsobredelbolsilloydijo—:Toméalgunasnotasdesuexpediente.Tienecuarentaycuatroaños.NacióenChicago.ConstaquematóatirosatreshombresenlosEstadosUnidos.Sesalvódeirapresidioporquemediaroninfluenciaspolíticas.VinoaLondresenelaño1893. Por cuestiones de juego hirió de bala a un hombre en un club nocturno deWaterlooRoad,enelaño1895.Elagredidomurió,perohabíasidoelprovocadordelariña.ElmuertoresultóserRogerPrescott,famosofalsificadordeChicago.Evans,elasesino, salió en libertad en el año 1901.Desde entonces ha estado sometido avigilanciapor lapolicía,peroha llevado,por lovisto,unavidanormal.Eshombremuypeligroso,sueleandarsiempreconarmasencima,ydispuestoaemplearlas.Ésees nuestro pajarraco, Watson; un pajarraco peligroso, como no podrá menos quereconocer.
—¿Peroquéjuegoeselquesetrae?—La verdad es que ya empieza a definirse. He ido a visitar la agencia de
alquileres.Nuestro cliente, según élmismonos dijo, lleva allí cinco años.La casaestuvodeshabitadaduranteunaño,antesdequeéllaalquilase.Elinquilinoanterioreratodouncaballero,deapellidoWaldrom.EnlaagenciarecordabanperfectamentelosrasgosfísicosdelseñorWaldrom.Repentinamentedesaparecióynadamásseoyóde él. Era un hombre alto, barbudo y de tez oscura. Ahora, Prescott, el hombre aquienelasesinoEvansdisparó,era,deacuerdoaScotlandYard,unhombrealtoydetezoscuraconbarba.Comounahipótesisdetrabajo,creoquetenemosquetomarquePrescott, el criminal americano, solía vivir en la misma habitación que nuestro
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inocente amigo ahora dedica a sumuseo. Así que al fin conseguimos un eslabón,comove.
—¿Yelsiguienteeslabón?—Bien,debemossalirybuscarlo.Tomóunrevolverdesuescritorioymeloentregóenmano.—Tengomipreferidaconmigo.SinuestroamigodelLejanoOestetratadeactuar
deacuerdoconsuapodo,nosotrosestaremoslistos.Ledaréunahoraparaquetomeunasiesta,Watson,yentoncespiensoqueseráhoraparacomenzarnuestraaventuraenRyderStreet.
Eran las cuatro en punto cuando alcanzamos el curioso apartamento deNathanGarrideb.LaseñoraSaunders,laportera,estabaapuntodeirse,peronotuvoningunaduda en admitirnos, por lo que la puerta se cerró con una cerradura de resortes, yHolmesprometióverquetodoestuvieraseguroantesdeirnos.Pocotiempodespuésde que la puerta exterior se cerrara, la gorra de la señora Saunders pasó por elmirador, y sabíamos que estábamos solos en el piso inferior de la casa. Holmesrealizóunrápidoexamendelainstalación.Habíaunarmarioenunrincónoscuro,elcual sobresalía de la pared. Fue detrás de éste donde nos agazapamos mientrasHolmesenunsusurrodelineabasusintenciones.
—Quería quenuestro estimable amigo saliera de su habitación…eso estámuyclaro,y,comoelcoleccionistanuncasalía,concibióunplanparahacerlosalir.TodolodeestainvencióndelosGarridebsnotieneaparentementeningúnotrofin.Debodecir,Watson,quehayciertaastuciademoníacaenello,inclusosielextrañonombredel arrendatario ledieraunaoportunidadque aduraspenaspodríahaber esperado.Tramósuestrategiaconremarcadaastucia.
—¿Peroquéesloquequería?—Para descubrirlo estamos aquí. No tiene absolutamente nada que ver con
nuestrocliente,talcomoveolasituación.Esalgoqueserelacionaconelindividuoalqueasesinó,yqueeraquizásucompincheendelincuencia.Dentrodeestahabitaciónhayalgúnsecretocriminal.Asíescomoyoveoelproblema.Penséalprincipioquequizánuestroamigo teníaentre laspiezasde sucolecciónalgunademuchomayorvalordeloqueélseimaginaba;algodignodeatraerlaatencióndeundelincuentedealtorango.PeroelhechodequeelseñorRogerPrescottdeominosorecuerdo,hayaocupado estas habitaciones, parece indicar que existe alguna razón de más peso.Bueno,Watson, el único recurso que nos queda es el de armarnos de paciencia yesperaraverquenostraenlashoras.
Lahoraqueesperábamosnotardómuchoensonar.Aloírquelapuertaexteriorseabríaysecerrabanosapretujamosaúnmásen lasombra.Seoyó luegoel ruidoagudoymetálicodeunallavequefuncionaba,yenseguidaentróelnorteamericanoenelcuarto.Cerró trasdeél lapuertaconmuchocuidado,dirigióunamiradaasualrededorparacerciorarsedequenohabíapeligro,sequitórápidamenteelgabánysedirigióhacialamesacentralconladecisióndeunhombrequesabemuybienloque
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tienequehacerydequémaneratienequehacerlo.Apartóaunladolamesa,arrancólaalfombracuadradasobrelaqueaquélladescansaba,laenrollódeltodohaciaatrásyactoseguido,sacódelbolsilloundestornillador.Deprontoescuchamoselruidodetablasquesedeslizaban,yun instantedespuésquedabaa lavista, enel suelo,unaabertura de boca cuadrada.Evans, el asesino, encendió un fósforo, lo aplicó a untrozodevelaydesapareciódenuestravista.
Era evidente que había llegado nuestromomento.Holmesme tocó lamuñecacomo advertencia, y ambos avanzamos furtivamente hacia la puerta abierta de latrampa.Sinembargo,pormuysuavementequelohicimos,elviejoentarimadodebiódecrujirbajonuestrospies,porquesúbitamentesurgiódelespacioabiertolacabezadel norteamericano, que atisbaba con ansiedad por todas partes. Su rostro tuvo unrelampagueo de furor al vernos; ese furor se fue suavizando gradualmente hastaconvertirseensonrisaavergonzadacuandosediocuentadequedospistolasestabanapuntadashaciasucabeza.
—¡Bien,bien!—dijo fríamentecuando trepóa la superficie—. Imaginoquehasido demasiado para mí, señor Holmes. Descubrió mi juego, supongo, y jugóconmigo como un tonto desde el comienzo. Bien, señor, es todo suyo, me haderrotadoy…
Enuninstantehabíasacadounrevólverdesupechoydisparadodostiros.Sentíuna quemadura repentina como si un hierro al rojo vivo hubiera sido presionadocontramimuslo.HubounacolisióncuandolapistoladeHolmescayóenlacabezadelhombre.Tuveunavisióndeél revolcándosesobreelpisoconsangrecorriendoporsucaramientrasHolmesloregistrabaenbuscadearmas.Entonceslosdelgadosbrazosdemiamigomerodearon,ymecondujohaciaunasilla.
—¿Estáherido,Watson?¡PoramordeDios,dígamequenoestáherido!Era peor la herida… eran peor
muchas heridas… que saber laprofundidaddelealtadyamorqueyacíadetrás de esa fría máscara. Los ojosseveros y claros se apagaron por unmomento, y los firmes labios seagitaron.Porunaúnicavezalcancéaverungrancorazón tanbiencomoungrancerebro.Todosmisañosdehumildadasícomodeserviciofielculminaronenesemomentoderevelación.
—Noesnada,Holmes.Esunmerorasguño.Rasgómispantalonesconsunavaja.—¡Estábien!—gritóconuninmensosuspiro—.Esabsolutamentesuperficial—
su cara se puso como hilachas cuando observó a nuestro prisionero, quien estabalevantándoseconunaaturdidacara—.PorDios,estoestábastantebienparausted.Si
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hubiera asesinado aWatson, no se iría de esta habitación con vida. Ahora, señor,¿Quéesloquetieneparadecirme?
No teníanadaquedecir.Solamente se sentóy frunció la cara.Meapoyé en elbrazodeHolmes,yjuntosmiramoshaciaabajodentrodelpequeñosótanoquehabíasidodescubiertobajo lamesa.Aúnestaba iluminadopor lavelacon la cualEvanshabía descendido. Nuestros ojos cayeron sobre una masa de maquinaria oxidada,grandes rollos de papel, un desorden de frascos, y, ordenados sobre una pequeñamesa,unnúmerodepequeñosylimpiosmanojosdepapeles.
—Unamaquinaimpresora…unequipodefalsificación—dijoHolmes.—Sí, señor—dijonuestroprisionero, tambaleándose lentamentecon suspiesy
entonces sehundiéndose sobre la silla—.Lamásgrande falsificadoraqueLondresnunca vio.Ésa es lamáquina dePrescott, y esosmanojos en lamesa son dosmilbilletes dePrescott que valen cien cada uno y son adecuados para pasar por todoslados.Ayúdenseasímismos,caballeros.Llámenlountratoydéjenmelargarme.
Holmesrió.—Nosotrosnohacemosasí lascosas,señorEvans.Nohayningúnrefugiopara
ustedenestepaís.¿Ustedledisparoaesehombre,Prescott,noescierto?—Sí, señor,ycumplí cincoañosporello, aunque fueélquienme forzóaello.
Cinco años… cuando debería tener una medalla del tamaño de un plato de sopa.NingúnhombrevivopuededistinguirunPrescottdeunBancodeInglaterra,ysinolohubieraeliminado,hubierainundadoaLondresconellos.Eraelúnicoenelmundoquesabíadonde loshabíahecho.¿Puede imaginarquequisiese llegaral lugar?¿Ypuedeustedimaginarquecuandoencontréaestelocoytontocazadordebichosconunextrañonombreusurpandoellugar,ynuncaalejándosedesuhabitación,tuvequeidearunplanlomejorquesemeocurrieraparaalejarlodeaquí?Quizáshubierasidomásastutohaberlomatado.Hubierasidosuficientementefácil,perosoyunhombreblandodecorazónquenopuedoempezaradispararamenosqueotrohombretengaun arma también. ¿Pero dígame, señor Holmes, qué es lo que hice mal, de todosmodos?Noheusadoestainstalación.Noheheridoaesteviejocadáver.¿Enquémehaatrapado?
—Sólointentodehomicidio,porloquepuedover—dijoHolmes—.Peroésenoesnuestrotrabajo.LaJusticiaconsideraráesoenlasiguienteetapa.Loquequeríamosen estemomento era solamente su atractiva personalidad. Por favor llame aYard,Watson.Nolesseráenteramenteinesperado.
Así que ésos fueron los hechos sobre el asesino Evans y su rememorableinvención de los tres Garridebs. Oímos posteriormente que nuestro pobre y viejoamigonuncasuperóeltraumadesussueñosdesaparecidos.Cuandosucastilloenelaire cayó, se enterró bajo las ruinas. Lo último que oímos fue de un sanatorio enBrixton. Era un día alegre en Scotland Yard cuando el equipo de Prescott fuedescubierto,porque,aunquesabíanqueexistía,nuncahabíansidocapaces,luegodelamuerte del hombre, de encontrar donde estaba. Evans ciertamente hizo un gran
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servicioyaquePrescottcausómuchaspreocupacionesaloshombresdelaDivisiónde Investigaciones Criminales, porque el falsificador permanece por sí mismoencasillado como un peligro público. Voluntariamente se había subscripto a esamedalladeltamañodeunplatodesopadelacualelcriminalhabíahablado,peroundesagradecidobancoteníaunavisiónmenosfavorable,yelasesinoEvansregresóalassombrasdelacualeshabíaemergido.
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H
LAAVENTURADELCLIENTEILUSTRE
«oyyanopuedecausarperjuicio»,fuelacontestaciónquemedioSherlockHolmescuando,pordécimavezenotrostantosaños,lepedíautorizaciónpara hacer público el relato que sigue.Y de esemodo conseguí permiso
paradejarconstanciadeloque,enciertosaspectos,constituyóelmomentosupremodelacarrerademiamigo.
Lo mismo Holmes que yo sentíamos cierta debilidad por los baños turcos.Fumandoenplenalasituddelsecadero,heencontradoaHolmesmenosreservadoymáshumanoqueenningúnotrolugar.Hayenelpisosuperiordelestablecimientodebañosde laavenidaNorthumberlandun rincónaisladocondosmeridianasa laparunadeotra,yenellasestábamosacostadoseldía3deseptiembrede1902,fechaenquedacomienzomirelato.Yolehabíapreguntadosihabíaalgúnasuntoenmarcha,yélmecontestósacandosubrazo largo,enjutoynervioso,deentre lassábanasenqueestabaenvuelto,yextrayendounsobredelbolsillo interiorde lachaqueta,queestabacolgadaasulado.
—Puedelomismotratarsedealgúnindividuoestúpido,inquietoysolemne,odeunasuntodevidaomuerte—medijoalentregarmelacarta—.Yonosémásdeloquemediceelmensaje.
ProcedíadelCarltonClubytraíalafechadelanocheanterior.Estofueloqueyoleí:«Sir James Damery presenta sus respetos a míster Sherlock Holmes, e irá a
visitarleasucasa,mañanaalas4.30.SirJamessepermiteanunciarlequeelasuntosobre el que desea consultar con míster Holmes es muy delicado y también muyimportante. Confía por ello en que míster Sherlock Holmes haga los mayoresesfuerzosporconcederleestaentrevista,yquelaconfirmarállamandoporteléfonoalClubCarlton».
—Noharáfaltaquelediga,Watson,quelaheconfirmado—medijoHolmesaldevolverleyoeldocumento—.¿SabeustedalgodeltalDamery?
—Loúnicoqueséesqueeseapellidosuenatodoslosdíasenlavidadesociedad.—Yo no puedo decirle a usted algo más que eso. Lleva fama de ser un
especialistaenelarreglodeasuntosdelicadosquenoconvienequeaparezcanenlosperiódicos.QuizárecuerdeustedsusnegociacionesconsirGeorgeLewisapropósitodel testamento deHammerford.Es un hombre demundo que tiene dotes naturalesparaladiplomacia.Porellonotengomásremedioquesuponerquenosetratarádeunapistafalsa,yque,enefecto,leesprecisanuestraintervención.
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—¿Nuestra?—Siquiereserustedtanamable,Watson.—Mesentirémuyhonrado.—Puesentonces,yasabelahora;lascuatroytreinta.Podemos,pues,apartarel
asuntodenuestraatenciónhastaesahora.VivíayoporaquelentoncesenmishabitacionesdelacalledeQueenAnne,pero
mepresentéenlacalleBakerantesdelahoraindicada.EralamediaenpuntocuandofueanunciadosirjamesDamery.Apenassiharáfaltadescribirlo,porquesonmuchoslos que recordarán a aquel personaje voluminoso, estirado y honrado, aquella caraancha y completamente afeitada, y sobre todo, aquella voz agradable y pastosa.Brillaba la franqueza en sus grises ojos de irlandés, y en sus labios inquietos ysonrientes jugueteaba la jovialidad. Todo pregonaba su cuidado meticuloso por elbienvestirquelehabíahechocélebre,sulustrososombrerodecopa,sulevitanegra;enfin,losdetallestodos,desdelaperladelalfilerdesucorbataderasonegro,hastalas polainas cortas de color espliego sobre sus zapatos de charol.Aquel aristócratacorpulentoydominadorseenseñoreódelapequeñahabitación.
—Esperaba, desde luego, encontrarme aquí con el doctor Watson —dijo,haciéndomeunareverenciacortés—.Sucolaboraciónpudierasermuynecesariaenestaocasión,porquenoslastenemosqueverconunindividuofamiliarizadoconlaviolencia y que no se para en barras. Estoy por decir que no hay en Europa unhombremáspeligroso.
—Esecalificativohasidoaplicadoyaavariosadversariosmíos—dijo,sonriente,Holmes—. ¿Fuma usted? Pues entonces, me perdonara que yo encienda mi pipa.Peligroso de veras tiene que ser ese hombre de que habla, para serlo más que elprofesorMoriarty, yamuerto, o que el aún vivo coronel SebastiánMoran. ¿Podríasabersunombre?
—¿OyóustedhablaralgunavezdelbarónGruner?—¿Serefierealasesinoaustriaco?ElcoronelDameryalzólasmanosenguantadasencabritillarompiendoareír:—¡Austednoseleescapanada,místerHolmes!¡Esasombroso!¿Demodoya,
quelotieneustedcalibradocomoasesino?—Miprofesiónmeobligaaestaraldíadeloshechoscriminalesdelcontinente.
¿QuiénquehayaleídoelrelatodeloocurridoenPragapuedetenerdudasacercadelaculpabilidaddetalindividuo?Sesalvóporunacuestiónpuramentedetecnicismolegalyporelfallecimientosospechosodeuntestigo.Tengolamismaseguridadquesi lohubiesepresenciadoconmispropiosojosdeque élmató a su esposa cuandoocurrióaquelllamadoaccidenteenelPasodeSplugen.TambiényoestabaenteradodequeelbarónsehabíatrasladadoaInglaterra,ybarruntabaquemásprontoomástardemeproporcionaríatarea.Veamos:¿quéesloquehahechoestebarónGruner?Meimaginoquenosetratarádeunaexhumacióndelaviejatragedia.
—No, es más grave que eso. Es importante que se castigue el crimen ya
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cometido, pero lo esmás el evitarlo.MísterHolmes, es cosa terrible ver cómo sepreparadelantedelosojosdeunomismounacontecimientoespantoso,unasituaciónatroz;darsecuentaclaradecuálseráelfinalyversedeltodoimpotenteparaevitarlo.¿Puedeunserhumanoverseensituaciónmásangustiosa?
—Quizáno.—Siendoasí,creoquesentiráustedsimpatíaporelclienteencuyointerésestoy
actuando.—No supuse que actuaba usted como simple intermediario. ¿Quién es el
interesado?—MísterHolmes,hede rogarlequeno insistaenesapregunta.Esde lamayor
importancia que yo pueda darle la seguridad de que su ilustre apellido no ha sidotraído a colación en el asunto. Prefiere permanecer desconocido, aunque actúe pormóvilescaballerososynoblesenelmásaltogrado.Nohará faltaquedigaquesushonorariosestángarantizadosyquepodráactuarconabsolutalibertad.¿Verdadquecarecedeimportanciaelnombredesucliente?
—Losiento—contestóHolmes—.Estoyacostumbradoaqueunextremodemiscasos esté envuelto en misterio, pero el que lo estén los dos extremos resultademasiadoexpuestoaconfusiones.Lamento,sirJames,tenerquerehusaraocuparmedelcaso.
Nuestro visitante dio muestras de profundo desconcierto. La emoción y ladesilusiónensombrecieronsucaraanchayexpresiva,ydijo:
—Míster Holmes, es difícil que pueda usted darse cuenta del alcance de esanegativa suya. Me coloca usted en un dilema grave, porque tengo la seguridadcompletadequesimefueraposiblerevelárselo todo,sesentiríaustedorgullosodeencargarsedelcaso;peromeloimpidelapromesaquetengohecha.¿Podríayo,porlomenos,exponerletodoloquemeestápermitido?
—Nohay inconveniente, a condicióndequequedebien sentadoqueyonomecomprometoanada.
—Entendido.Enprimer lugar, creo, sin duda, quehabráoídoustednombrar algeneralDeMerville.
—DeMerville…¿elquesehizofamosoenKhyber?Sí,heoídohablardeél.—Tieneunahija,VioletadeMerville,joven,rica,hermosa,culta,unprodigiode
mujer en todo sentido. Pues bien; es a esta hija, a esta muchacha encantadora einocente,alaqueestamostratandodesalvardelasgarrasdeundemonio.
—EsoquieredecirqueelbarónGrunerejercepodersobreella,¿verdad?—Elmásfuertedetodoslospoderes,tratándosedeunamujer:elpoderdelamor.
Ese individuo es, como quizás haya oído usted decir, un hombre de extraordinariahermosura,detratofascinador,vozacariciadorayapareceenvueltoenesaatmósferadenovelaydemisterioquetantoatraealamujer.Secuentaquenohayningunaqueseleresistayquesehaaprovechadoampliamentedeesehecho.
—Pero¿cómopudounhombredesucalañaestablecertratoconunadamadela
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categoríademissVioletadeMerville?—FueduranteunaexcursiónenyateporelMediterráneo.Losqueen lamisma
participaban, aunque gente selecta, habían de pagarse el pasaje. Es seguro que losiniciadores no supieron la verdadera personalidad del barón hasta que fue yademasiadotarde.Elmuycanallasededicóacortejaralajoven,yconsiguióganarsesu corazón de unamanera completa y absoluta.Decir que ella le ama no es decirbastante.Estáchifladaporél,estáobsesionadaconél.Nohaynadaparaellaenelmundofueradeesehombre.Noconsienteenescucharnadaquevayacontraél.Sehahechotodoloqueesposiblehacerparacurarladesulocura,yhasidoenvano.Pararesumirlotodo:tieneelpropósitodecasarseconelbarónelmesqueviene.Ycomoesyamayordeedadytieneunavoluntaddehierro,resultadifícilidearunamaneradeimpedírselo.
—¿Estáenteradadelepisodioaustriaco?—Eseastutodemoniolehacontadotodoslosfeosescándalospúblicosdesuvida
pasada,perolohahechoentodosloscasospresentándoseasímismocomounmártirinocente.EllaaceptalaversióndeGrunerynoquiereescucharningunaotra.
—¡Vaya!Bienperocreoquehapronunciadoustedsindarsecuentaelnombredesucliente,quees,sindudaelgeneralDeMerville.
Nuestrovisitantesemoviónerviosoensusilla.—Míster Holmes, yo podría equivocarle diciéndole que sí, pero faltaría a la
verdad.DeMervilleeshombreyasinenergías.Esteincidentehadesmoralizadoporcompleto al veterano soldado. Perdió el temple que no le abandonó jamás en loscampos de batalla, y se ha convertido en un hombre débil y vacilante, incapaz dehacer frente a un canalla lleno de brillantez y de ímpetu como es el austriaco.Micliente, sin embargo, es un viejo amigo que ha tratado íntimamente al general porespacio demuchos años y se interesa paternalmente por estamocita desde que sevistiódecorto.Noescapazdepresenciarcómoseconsumaestatragediasinrealizaralgúnintentoparaevitarla.ScotlandYardnotienebasealgunaparaintervenirenesteasunto.Fuesugerenciadeesapersonalaideadequeintervengausted,aunquecomoyahedichoconlaestipulaciónexpresadequenoaparecieseenvueltopersonalmenteenelcaso.Yonodudo,místerHolmes,dequeponiendoenjuegosusgrandesdotes,leseríafácilseguir lapistaquele llevaríahastamiclienteconsóloseguirmeamí,pero he de pedirle como cuestión de honor que se abstenga de hacerlo y que norompasuincógnito.
Holmesdejóverunasonrisamuyespecial,ycontestó:—Creoquepuedoprometérselocontodaseguridad.Leagregaréqueelproblema
que me trae me interesa, y que estoy dispuesto a examinarlo. ¿Cómo podrémantenermeencontactoconusted?
—ElClubCarltonsabrádarconmigo.Peroencasodenecesidadinmediata,hayunteléfonoparallamadasreservadas:elequisequistreintayuno.
Holmes tomó nota del mismo, y permaneció, sonriendo, con el libro de notas
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abiertoencimadelasrodillas.—Ladirecciónactualdelbarón,porfavor.—Vernon Lodge, cerca de Kingston. Es un edificio espacioso. Ha salido con
suerte de algunas especulaciones dudosas, y es hombre rico, lo cual le hace unadversariotantomáspeligroso.
—¿Estáactualmenteensucasa?—Sí.—Con independencia de lo que ya me ha explicado, ¿puede proporcionarme
algúnotrodatoacercadeesehombre?—Es una persona de gustos costosos, criador de caballos; jugó una breve
temporada al polo en Hurlingham, pero se habló del asunto de Praga y tuvo queretirarse. Colecciona libros y cuadros. Hay en su temperamento un importanteaspecto de artista. Tengo entendido que está considerado como una autoridad enporcelanachina,yhapublicadounlibrosobreeltema.
—Unapersonalidadcompleja—dijoHolmes—.Todoslosgrandescriminaleslatienen.MiantiguoamigoCharliePeaceeraunvirtuosodelviolín.Wainwrightnoeracualquiercosacomoartista.Podríacitarmuchosmás.Bien,sirJames, informeasucliente de que desde estemomento concentromi atención en el barónGruner.Nopuedodecirmás;dispongodealgunas fuentesde informaciónpropiasmías,ycreoquenohandefaltarmealgunosmediosparainiciareltrabajo.
Unavezqueseretirónuestrovisitante,permanecióHolmessentadoysumidoenprofundasmeditacionesdurante tan largo ratoquemepareciósehabíaolvidadodemi presencia. Sin embargo, volvió de pronto con gran viveza a la realidad y mepreguntó:
—Yqué,Watson,¿noseleocurrealgo?—Yo creo que lo mejor que puede usted hacer es entrevistarse con la misma
joven.—QueridoWatson,¿cómovoyyo,undesconocido,asalirairoso,sisupobrey
ancianopadrenohaconseguido influirenella?Sinembargo, si todo lodemásnosfalla, hay algo aprovechable en esa sugerencia. Pero creo que es preciso queempecemos desde un ángulo distinto. Me está pareciendo que Shinwell Johnsonpodríaservirnosdealgo.
AúnnosemehapresentadoocasiónenestasMemoriasdemencionaraShinwellJohnson,porquesólorarasvecesheentresacadomiscasosdelasúltimasetapasdelacarrerademiamigo.Llegóaseruncolaboradorvaliosodurantelosprimerosañosdeestesiglo.LamentodecirqueJohnsonempezóporganarsefamacomomaleantemuypeligrosoycumpliódoscondenasenParkhurst.MástardesearrepintióysealióconHolmes, actuandode agente suyo en el voluminosomundode los bajos fondosdeLondres,ysusvaliosasinformacionesresultaronconfrecuenciadevitalimportancia.Si Johnson hubiese sido un cimbel de la policía, pronto habría sido puesto aldescubierto;perocomointerveníaencasosquenollegabannuncadirectamentealos
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tribunalesde justicia, sus compañerosno advirtieron jamás sus actividades.Con elbrillodesusdoscondenasteníaaccesolibreatodoslosclubesnocturnos,tuguriosyantrosdejuego,ysurapidezdeobservaciónydespiertocerebroloconvirtieronenunagente ideal para adquirir informes. En esta ocasión propúsose Sherlock Holmesrecurrir a sus servicios. No me fue posible seguir de cerca los pasos que dio acontinuación mi amigo, porque tenía ciertos asuntos profesionales apremiantespropiosmíos; pero, de acuerdo con la cita que teníamos, me reuní con él aquellanocheenSimpson’s,donde, sentados frente aunamesita en laventanadelanteraycontemplandodesdeaquellaalturalaimpetuosacorrientedevidaquecirculabaenelStrand,merefirióHolmesalgodeloquehabíaocurrido.
—Johnsonandademerodeo—medijo—.Quizáreúnaalgunoselementosenlosrecovecosmásoscurosdelosbajosfondos.Esallí,entrelasnegrasraícesdelcrimen,dondetenemosqueponemosalacazadelossecretosdeestehombre.
—Perosiesadamanoaceptasiquieraloshechosconocidosdetodos,¿cómoesposible que la retraiga de sus propósitos ningún descubrimiento nuevo que ustedpuedahacer?
—Quién sabe, Watson. El corazón y la inteligencia de las mujeres son paranosotros, los hombres, enigmas insolubles. Es posible que la mujer perdone o seexpliqueunasesinato,ysinembargo,lairritealgúnpecadillomenosimportante.ElbarónGrunermehizonotar…
—¡Quélehizonotarausted!—Bueno,ahoracaigoenqueyonolehablédemisplanesausted.Mire,Watson:
amímegusta llegaralcuerpoacuerpoconelhombreaquienpersigo.Meagradamirarlecaraacarayverpormímismolamateriadequeestáfabricado.Unavezquedimis instrucciones a Johnson,me hice llevar en coche aKingston, y encontré albaróndeunhumorafabilísimo.
—¿Cayóenlacuentadequiénerausted?—Ningunadificultadlecostó,porlasencillarazóndequeyolepasémitarjeta.
Esunadversarioexcelente,fríocomoelhielo,devozsedosayacariciadoracomoladeunodeesosmédicosdemoda, siendoalmismo tiempo tanvenenosocomounaserpiente cobra. Tiene casta, es un verdadero aristócrata del crimen, de esos queproducensuperficialmentesugerenciasdetédelatarde,deuntécontodalacrueldadde la tumbadetrás.Sí, estoy satisfechodehaber tenidoquededicarmi atención albarónAdelbertGruner.
—¿Ydiceustedqueendichaocasiónestuvoafable?—Lomismoquegatoronroneantecuandocreeestarviendoaunposibleratón.La
afabilidaddeciertaspersonasesmásmortalquelaviolenciadeotrasalmasdemayorrudeza.Meacogiódemaneracaracterística,diciéndome:«Pensé,místerHolmes,querecibiríasuvisitatardeotemprano.SindudaqueestaráustedalserviciodelgeneralDeMerville para que procure impedirmimatrimonio con su hijaVioleta. Es eso,¿verdadquesí?».Lecontestéqueasíeraenefecto,yélmedijo:«Queridoseñor,lo
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únicoquevaaconseguiresecharaperdersubienganadafama,Setratadeuncasoenelquenohayposibilidaddequeustedtengaéxito.Seráelsuyountrabajoestéril,para no hablar de los posibles peligros que puedan acecharle. Permítame que leaconsejeconvivointerésquesehagaaunladoinmediatamente».
«Escurioso—lecontesté—acabausteddedarmeelmismísimoconsejoqueyomeproponíadarleausted.Yorespetosuinteligencia,barón,yeserespetomíonohadisminuidoconestabreveconversaciónnuestra.Permítamequelehabledehombreahombre.Nadiepretenderemoversupasadoycolocarleensituacióninnecesariamenteincómoda.Aquellopasó,yustedseencuentraahoraenaguastranquilas;perosiustedseempeñaenestematrimonio,levantaráencontrasuyaaunenjambredeenemigospoderosos que no le dejarán en paz hasta que la estancia en Inglaterra le resultedemasiado incómoda. ¿Lo vale verdaderamente el juego? Créame, ganaría usteddejando tranquila a esa dama. Será poco agradable para usted que lleguen aconocimientodeellaloshechosdesupasado».Elbarónlucedebajodesunarizunostubitosdepeloabrillantadodecosmético,queproducenlaimpresióndelasantenascortas de un insecto. Mientras me escuchaba, esos tubos de pelo se estremecíandivertidosyacabórompiendoareírsuavemente:«MísterHolmes,disculpeestebuenhumor —me dijo—. Es realmente divertido ver que intenta hacer baza sin tenertriunfo alguno en lamano. Creo que nadie le aventajaría, pero resulta, a pesar detodo,bastantepatético.MísterHolmes,notieneustedenlamanoniunsolotriunfo;sólo cartas de lo más menudas». «Eso es lo que usted cree». «Eso es lo que meconsta.Voyaponérselodemaneraqueloentienda,porquelascartasqueyotengoenlamano son tan fuertes, que puedo permitirme el lujo de enseñarlas.He tenido labuenafortunadeganarmeporcompletoelcariñodeesadama.Melohaentregadoapesar de que yo le relaté sin ambages todos los desdichados incidentes demi vidapasada. También le aseguré que existían ciertas personas malas y enredadoras…esperoqueustedsedaráporaludido,queseacercaríanaellaacontarle todasesascosas,yleadvertídequéformadebíatratarlas.¿Haoídoustedhablar,místerHolmes,delasugestiónposhipnótica?Puesbien,vaustedaversusfenómenosenlapráctica,porqueunhombrequetengapersonalidadescapazdeemplearelhipnotismosinnadadepasesniotraclasedecomedias.Deotromodo,pues,queellaleesperaausted:nomecabelamenordudadequeleotorgaráunacita,porqueseprestaconamabilidadalosdeseosdesupadre;conexcepciónúnicamentedenuestropequeñoasunto».Puesbien,Watson:nocreíquetuviesenadamásqueagregar,ymedespedícontodalafríadignidad que fui capaz de reunir; él me detuvo diciéndome: «A propósito, místerHolmes, ¿conocía usted a Le Brun, agente de policía francés?». «Sí», le contesté.«¿Sabeloqueleocurrió?».«OídecirqueunosapachesleapalearoneneldistritodeMontmartreyledejaroninválidoparatodasuvida».«Muycierto,místerHolmes.Dala curiosa coincidenciadeque sólouna semanaantesde esehecho, el talLeBrunhabía estado realizando investigaciones acerca de asuntos míos. No haga usted lomismo,místerHolmes;escosaquenotraebuenasuerte.Sonvarioslosqueyalohan
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comprobado.Lo último que le digo es esto: siga su propio camino y déjeme amíseguirelmío,Adiós».Ahítieneusted,Watson;yaestáustedaldíadetodo.
—Pareceunindividuopeligroso.—Peligrosísimo. A mí no me impresionan los fanfarrones, pero este hombre
pertenece a la categoría de los que se quedan en sus palabras por debajo de suspropósitos.
—¿Y es forzoso que usted intervenga? ¿Es de verdadera importancia que esehombrenosecaseconlamuchacha?
—Yodiríaquetienemuchaimportancia,pensandoenque,singéneroalgunodeduda,asesinóasuúltimamujer.¡Además,tenemoselcliente!Bueno,bueno,nohaynecesidad de que discutamos este aspecto de la cuestión. Es preferible que meacompañeustedacasaunavezqueterminedetomarelcafé,porqueelágilShinwellestaráyaallíconsuinforme.
Estaba,enefecto.Eraunhombrecorpulento,tosco,decararubicundayaspectoescorbútico,conunosojosnegrosvivacesqueconstituíanlaúnicaseñalexteriordelalmapordemásastutaquehabíaenelinterior.Porlovisto,habíabuceadoenloqueconstituía su reino característico y, allí, estaba, sentado junto a él en el sofá, unejemplar que se había traído, consistente en unamujer joven, delgada y ondulantecomo una llama, de rostro pálido y cara de expresión intensa, juvenil, pero tanconsumidaporelpecadoyeldolor,queenellapodíandescubrirselosañosterriblesquehabíandejadoenlamismasuhuellaleprosa.
—ÉstaesmissKittyWinter—dijoShinwellJohnson,conunvaivéndelagruesamanoamododepresentación—.Loqueellanosepa…;bueno,ellamismahablará.Antesdeunahoradehaberrecibidosumensajeleechéelguante,místerHolmes.
—Esfácildarconmigo—dijo la joven—.Yosiempreestoyenelgarito.ComoestegordodeShinwell.Gordo,somosviejoscamaradastúyyo.Peroporvidamía,quehayotrapersonaquesihubieselamenorjusticiaenelmundodeberíaencontrarseenuninfiernotodavíamásprofundoqueelnuestro.Eselhombredetrásdelqueustedanda,místerHolmes.
Holmessesonrió,ydijo:—MissWinter,meparecequecontamosconsusimpatía.—Siyopuedoayudaraqueesehombrevayaadondedebeir,cuentenconmigo
hastaelúltimoestertor—dijonuestravisitanteconfuriosaenergía.Sucarapálidayresueltaysusojosllameantesmostrabanunodiotanintensocomoraravezunamujery jamás un hombre pueden alcanzar—.MísterHolmes, no hace falta que remuevaustedmipasado.Noesnideaquínideallá.YosoyloqueAdelbertGrunerhizodemí. ¡Si yo pudiese tirarlo por tierra!—Sus manos, como garras, se aferraron confrenesí al aire—. ¡Oh, si yo pudiera arrastrarlo al foso adónde él ha empujado atantas!
—¿Estáustedenteradadelasunto?—ElgordoShinwellmelohacontado.Porlovistoandaestavezdetrásdeuna
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pobretontayquierecasarseconella.Usteddeseaimpedirlo.Bien,peroesseguroqueustedconocelobastanteacercadeesecanallaparaimpediracualquierchicadecenteyqueestéensuscabalesinscribirseenlamismaparroquiaqueél.
—Peroellanoestáensuscabales,sinolocamenteenamorada.Selehadichodeéltodoloquehayquedecir,ynadaleimporta.
—¿Tambiénlodelasesinato?—Sí.—¡Porvidamía,quedebedesermuchachavaliente!—Dicequetodosoncalumnias.—Pero¿nopuedeustedmeterleporsusojosdeidiotalaspruebas?—Bien,¿puedeustedayudarnosenesatarea?—¿Nosoyyomismaunaprueba?Consóloquemepongandelantedeellayyole
cuentedequémanerametrató…—¿Estáusteddispuestaahacerlo?—¿Quésiestoydispuesta?¡Cómopiensaquenovoyaestarlo!—Quizávalieralapenaintentarlo.Peroesehombrelehacontadogranpartede
sus culpas y ella le ha perdonado, y tengo entendido que no está dispuesta a abrirnuevadiscusiónacercadelasunto.
—Apuestocualquiercosaaqueélnolehacontadotodo.Apartedeeseasesinatoquetantodioquehablar,yoentrevíunoodosmás.Mehablóenmásdeunaocasióndealguien,consusmanerasaterciopeladas,yluegomemirófijamenteymedijo:«Almesdeesomurió».Lacosanoeracomoparatranquilizarlaauna,peroyonoledimucha importancia, porque en aquel entonces estaba enamorada de él. A mí meparecíabientodoloqueélhacía,lomismoqueahoralepareceaesapobreloca.Unasolacosameprodujoimpresiónprofunda,y,porvidamía,quedenohabersidoporésasulenguavenenosayembusteraquesabeencontrarexplicaciónparatodoyquetodolosuaviza,aquellamismanochemehabríalargadoyodesulado.Merefieroaun libro que él tiene, un libro de pastas de cuero color castaño con un cierre y suescudograbadoenoroenlapartedefuera.Creoqueaquellanocheestabaunpocoborracho,o,delocontrario,nomelohabríaenseñado.
—¿Yquélibroeraése?—Mire,místerHolmes,esteindividuocoleccionamujeresyseenorgullecedesu
colección, de la misma manera que algunos hombres coleccionan polillas ymariposas.Eneselibrosuyoteníaregistradotodo:fotografíasinstantáneas,nombres,detalles,todoslosdatosacercadeesasmujeres.Eraunlibrorepugnante;unlibroqueningún hombre, ni aunque procediera del arroyo, habría sido capaz de reunir. Sinembargo, era el librodeAdelbertGruner.Almasquehe arruinado.Ése es el títuloquehabríapodidoinscribirenlaportada,siselehubieseocurrido.Sinembargo,conesonovamosaningunaparte,porqueeselibronoleserviráausteddenada,ysilesirviesenopodríahacerseconél.
—¿Dóndeestáeselibro?
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—¿Cómopuedoyodecirledondeestáahora?Hacemásdeunañoquemeapartéde ese hombre. Sé donde lo guardaba entonces.Gruner es enmuchos aspectos ungato limpio y cuidadoso, de modo que quizá siga estando en uno de loscompartimientos del escritorio antiguo que tiene en su despacho interior. ¿Conoceustedlacasadelbarón?
—Heestadoensudespacho—dijoHolmes.—¿Ah, sí? Pues la verdad que se ha movido usted mucho para no haber
empezadolatareasinoestamañana.EldespachoexterioresaquélenqueexhibelasporcelanasdeChina;ungranarmariodecristalentrelasventanas.Detrásdesumesaésta la puerta por la que se pasa al despacho interior; un cuartito donde guardadocumentosycosas.
—¿Notemealosladrones?—Adelbertnoesuncobarde.Nielpeorenemigosuyopodríaafirmaresodeél.
Sabe guardarse. Por la noche funciona un timbre de alarma contra los ladrones.Además,¿quéhayallíquepuedainteresaraunladrón,comonosellevasetodossuscacharrosdefantasía?
—Esonosirveparanada.Ningúnperistaadmiteartículosquenopuedanifundirni vender—dijo Shinwell Johnson, con el acento sentencioso de un técnico en lamateria.
—Asíes,enefecto—dijoHolmes—.Bueno,missWinter,siustedquisiesevenirhasta aquí mañana por la tarde a las cinco, meditaré de aquí a entonces en si esposible combinar una entrevista personal suya con esa otra joven. Le quedoextraordinariamente agradecido por su cooperación. No necesito decirle que misclientessemostraránespléndidosen…
—Nihablardeeso,místerHolmes—exclamólajoven—.Yonohesalidoaganardinero.Contaldequeveaaesehombreenelfango,meconsiderarépagadapormitrabajo…Enelfangoypisoteándoleyosumalditacara.Éseesmiprecio.Estaréasudisposiciónmañanaocualquierotrodía,mientrasustedlepersigue.Aquí,elgordo,ledirásiempredóndepuedeencontrarme.
Novolví a ver aHolmeshasta la noche siguiente, en quevolvimos a cenar ennuestro restaurante del Strand. Cuando yo le pregunté cómo le había ido en suentrevista, se encogió de hombros.Acto continuome hizo el relato, que yo voy arepetir,comoluegoseverá,porquesuexposiciónduraysecanecesitaalgunaligeramanipulaciónparasuavizarlaydarleverdaderavida.
—Notuvedificultadalgunaenconseguirlacita,porquelamuchachaestáensusgloriasdandopruebasdeobedienciafilialabyectaentodolosecundario,paradeesemodohacerseperdonarsuflagrantedesobedienciaen lo referenteasucompromisomatrimonial. El general me telefoneó que todo estaba listo, y la arrebatada missWinteracudiópuntual,demodoquealascincoymedianosdejóuncochefrentealnúmerocientocuatrode laplazadeBerkeley,donderesideelveteranosoldado,enunodeesoscastilloslondinensesespantosamentegrises,juntoaloscualeslasiglesias
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parecenedificiosfrívolos.Unlacayonospasó a una gran sala de cortinajesamarillos,yenellanosesperabalajovengrave,pálida,reservada;taninflexibleytanlejanacomounaestatuadenieveenlo alto de una montaña. Yo no aciertoverdaderamente con el medio deretratárselaausted,Watson.Quizátengaustedocasióndeconocerlaantesdequeterminemosconeste asunto, y entoncespodrá usted servirse de su propio caudal de palabras. Es hermosa, pero con lahermosura etérea de un transmundo, propia de una fanática que tiene puestos suspensamientosenlasalturas.HevistocarasasíenloscuadrosdeviejospintoresdelaEdadMedia.Amí nome cabe en la cabeza cómo un hombre bestial haya podidoponersusgarrasrepugnantesenunsercomoése.Quizásehayafijadoyaenquelosextremosseatraen,loespiritualhacialoanimal,elhombredelascavernashaciaelángel. Pero jamás habrá visto usted contraste peor que éste… Ella sabía a lo queíbamos, como es natural; porque aquel canalla no había dejado pasar tiempo paraacudiraenvenenarsualmacontranosotros.Creoquesí,quelaasombróbastantelavisitademissWinter,peronosindicóconunvaivéndelamanoquenossentásemosen nuestras sillas correspondientes, cómo lo haría una reverendamadre abadesa alrecibirlavisitadedosmendigosbastantelacerados.QueridoWatson,sisucerebrosesienteinclinadoaencresparse,tomeleccionesdeVioletadeMerville.«Bien,señor—medijoconunavozqueseparecíaalvientoquesopladesdeuntémpanodehielo—;lo conozco ya mucho de nombre. Según creo, ha venido usted a visitarme paradenigrar a mi prometido, el barón Gruner. Le he recibido a usted únicamente pordeseoexpresodemipadre,y le adviertopor adelantadoquenadade loquepuedadecirme ejercerá la más ligera impresión sobremi voluntad». Le tuve compasión,Watson.Enaquelmomentopenséenellacomohabríapensadoenunahijamía.Raravez soy elocuente. Yo manejo mi cerebro, no mi corazón. Pero la verdad es queempleéconellalasfrasesmáscalurosasquefuicapazdeencontrarenmimaneradeser. Le pinté la situación espantosa de la mujer que se despierta para conocer elverdaderocarácterdeunhombredespuésdequeyaessuesposa;deunamujerquetiene que resignarse a ser acariciada por manos manchadas de sangre y labios desanguijuela.Nomeolvidédenada;delavergüenza,delterror,delaangustia,delairremediabilidaddetodoello.Misfrasesconmovidasnoconsiguieronteñirconunasola pincelada de color aquellas mejillas de marfil, ni hacer que en sus ojosensimismadosbrillaseunsolodestellodeemoción.Recordéloqueaquelcanallamehabíadichoacercadelainfluenciaposhipnótica.Sehubieradichoquelajovenvivíaporencimadeloterrenalenunsueñodeéxtasis.«MísterHolmes—medijo—,leheescuchadoconpaciencia.Elefectoquehaproducidoenmivoluntadesexactamente
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el que yo le anuncié. Sé ya que Adelbert, mi prometido, ha llevado una vidatempestuosayqueeneltranscursodelamismahadespertadoodiosenconadosyhasidovíctimadelosmásinjustosataques.Ustedeselúltimodeunaseriedepersonasque ha expuesto antemí sus calumnias.Quizá su intención sea buena, aunquemeconstaqueesustedunagenteasueldoqueactuaríadelamismamaneraenfavorqueencontradelbarón.Entodocaso,quieroquesepadeunavezyparasiemprequeyoleamoyqueélmeama,yque laopinióndelmundoenterono representaparamícosa superior a los gorjeos de esos pájaros que hay en la parte de afuera de miventana. Si su noble alma ha tenido en algúnmomento una caída, quizás esté yoespecialmentedestinadaalevantarlahastasuelevadoyauténticonivel».Depronto,volviósusojoshaciamiacompañanteydijo:«Nomeimaginoquiénpuedaserestajoven».Ibayoaresponderlecuandolamuchachaestallólomismoqueuntorbellino.Sialgunavezlallamayelhielosehanvistofrenteafrentefuecuandosevierondeesemodo aquellasdosmujeres. «Yo levoy adecir quién soy—gritómissWinter,saltandodesuasientoconlabocacontorsionadadefuror—.Soysuúltimaamante.Soy una del centenar de mujeres que él ha tentado, que él ha gozado, que él haarruinadoyarrojadoluegoalabasura,comoloharáconusted,aunqueelmontóndebasuraalqueustediráapararseráprobablementeelsepulcro,yenesotendráustedsuerte.Ledigo,mujerestúpida,quecasarseconesehombreequivaleparaustedalamuerte.Ledespedazaráelcorazónoleretorceráelcuello,perodeunamaneraodeotra,lamatará.Nohabloporamorausted.Meimportaunrábanoqueustedvivaoqueustedmuera.Habloporodioaél,paraescupirle,parahacerlesufrirloqueélmeha hecho sufrir a mí; pero me da igual, mi elegante joven, y no me mire de esamanera,porqueparacuandoterminesuasuntoquizáshayacaídoustedtodavíamásbajo que yo». «Preferiría no hablar de estas cosas —dijo con frialdad missDeMerville—.Permítamequeledigaqueestoyenteradadetresepisodiosdelavidademinovioenlosquesevioenzarzadoenlasredesdemujerescalculadoras,yqueestoy segura de que se encuentra cordialmente arrepentido de todo el daño que élhaya podido ocasionar». «¡Tres episodios! —gritó mi acompañante—. ¡Estúpida!¡Estúpida rematada!». «Míster Holmes, yo le suplico que pongamos fin a estaentrevista—dijo la voz de hielo—.He obedecido al deseo demi padre aceptandoentrevistarme con usted, pero nome creo obligada a escuchar los delirios de estaindividua».MissWinterseabalanzó, lanzandounablasfemia,ysiyono lahubiesesujetadoporlamuñeca,habríaagarradoporelmoñoaaquellamujercapazdesacardequicioacualquiera.TirédemissWinterhacialapuerta,ytuvelabuenasuertedevolverameterlaenelcochesindarlugaraunescándalopúblico,porqueestabafueradesíde rabia.Tambiényo,dentrodemi frialdad,mesentía irritadísimo,porque lasuperioridad y la suprema complacencia en sí misma de la mujer a la queintentábamossalvar teníanunalgodeindeciblementemolesto.Yasabeusted,pues,otravezcuáleslasituaciónyesevidentequenecesitoprepararotrajugadadesalida,porque este gambito ya no sirve. Me mantendré en contacto con usted, Watson,
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porqueesmásqueprobableque tengaque representarunpapelen laobra,aunquequizás es también posible que la próxima jugada la hagan ellos más bien quenosotros.
Ylahicieron.Descargaronelgolpe,omejordicho,lodescargó,porquejamáshepodido creer que la dama pudiera ser copartícipe del mismo. Creo que aún hoypodríaseñalarlalosadelaaceraenqueyoestabacuandomisojosseposaronenelcartelónanunciador,conunsentimientoangustiosodehorrorquetraspasómialma.Fue entre el Gran Hotel y la estación de Charing Cross donde un vendedor deperiódicos,alquelefaltabaunapierna,teníaexpuestoslosperiódicosdelatarde.Eraexactamentedosdías despuésdenuestra última conversación.Creoquepermanecíunosmomentoscomoatontadoporungolpe.Conservoluegoelconfusorecuerdodeque eché mano violentamente a un periódico, de que el vendedor me reprendió,porquenolehabíapagado,y,porúltimo,dequemedetuveenlapuertadeentradadeuna farmacia,mientrasencontraba la funestagacetilla.La terriblehojaanunciadoradelasnoticiasdecíaenletranegrasobrefondoamarillo:
MORTALAGRESIÓNCONTRASHERLOCKHOLMES
«Nos enteramos, con pesar, de que el conocidísimo detective particularmísterSherlockHolmeshasidovíctimaestamañanadeunamortalagresión,de resultas de la cual ha quedado en estado grave. No se poseen detallesexactosacercadelsuceso,perodebiódeocurrirenlacalleRegentaesodelasdocedelanoche,frentealcaféRoyal.Laagresiónfuellevadaacabopordoshombresarmadosdebastones,ymísterHolmesfuegolpeadoenlacabezayenelcuerpo,recibiendoheridasquelosmédicoscalificandemuygraves.Fueconducido al hospital de Charing Cross, y después insistió en que lecondujesen a sus habitaciones de la calle Baker. Según parece, losmalhechores que le agredieron eran hombres bien vestidos, que luego sepusieronasalvodelaspersonasquepresenciaronelcaso,metiéndoseporelcafé Royal y saliendo de éste por la parte trasera, a la calle Glasshouse.Pertenecen,sindudaalguna,a lacofradíadecriminalesque tantasveceshatenidoquelamentarlaactividadyladestrezadesplegadasporelagredido».
NoharáfaltadecirquecasisinacabardeleerlanoticiasaltéaunhansomymelancécaminodelacalleBaker.EncontréenelvestíbuloalcélebrecirujanosirLeslieOakshott,cuyocochebroughamesperabajuntoalbordillodelaacera.
—Noexistepeligroinmediato—fueelinformesuyo—.Dosheridascondesgarroen el cuero cabelludo y varios magullamientos importantes. Ha sido preciso darlevariospuntosdesutura.Lehasido inyectadamorfinayesesencial la tranquilidad,aunquenoestéprohibidaradicalmenteunaentrevistadealgunosminutos.
Con tal autorización me metí calladamente en el cuarto, que estaba medio a
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oscuras. El paciente estaba completamentedespierto, y oí que me llamaba con unásperocuchicheo.Lacortinillaestababajadauna cuarta parte de la altura de la ventana,dejandopasardesoslayounrayodesolqueiba a proyectarse sobre la vendada cabezadel herido. La blanca compresa de hilo sehabía empapado de sangre y mostraba unmanchónpurpúreo.Mesentéjuntoalacamaeinclinémicabeza.
—Perfectamente,Watson.Nopongaesacara de asustado—murmuró con voz débil—.Lacosanoestátanmalcomoparece.
—¡GraciasseandadasaDios!—Yoentiendoalgodelaluchaconbastón,comoustedsabe,ylamayoríadelos
bastonazoslosrecibíconmisbrazosenposicióndeguardia.Conelquenopudeesconelsegundoenemigo.
—¿Qué puedo hacer, Holmes? No cabe duda de que fueron enviados por esemalditoindividuo.Iréylodespellejaréalatigazossiustedmeloordena.
—¡Bueno y querido Watson! No, sobre eso nada podemos hacer mientras lapolicíano lesecheelguanteaesoshombres.Teníanbienpreparada la retirada.Deeso podemos estar bien seguros. Espere un poco. Tengo trazados mis planes. Loprimero que es preciso hacer es exagerar mis heridas. Vendrán a pedirle noticias.Exageredefirme,Watson.Serámuchasuertesiyo llegohastael finde lasemana,roturadecráneo,delirio,loqueguste.Nuncaexagerarádemasiado.
—Pero¿ysirLeslieOakshott?—Nodiránada.Sefijaráenlopeordemiestado.Yamecuidaréyodeello.—¿Nadamás?—Sí. Avise a Shinwell Johnson que cuide de apartar de la circulación a la
muchacha.Esoseleganteslaandaránbuscando.Saben,comoesnatural,queellameacompañó.Siseatrevieronameterseconmigo,noesprobablequeseolvidendeella.Escosaurgente.Hágaloestamismanoche.
—Ahoramismoiré.¿Algomás?—Coloqueencimadelamesamipipaylabolsitadeltabaco,¡muybien!Venga
poraquítodaslasmañanasyharemosnuestroplandecampaña.MelasentendíconJohnsonaquellamismanocheparaquellevaseamissWintera
unbarriotranquilo,yquetuviesecuidadodequeellapermanecieraagazapadahastaquepasaseelpeligro.
El público estuvo durante seis días bajo la impresión de que Holmes seencontraba a las puertas de la muerte. Los boletines eran muy graves y en losperiódicos aparecían gacetillas siniestras.Mis constantes visitas me daban amí la
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seguridaddequelacosanoeratanseria.Suférreaconstituciónysuvoluntadresueltarealizabanmilagros.Serecobrabarápidamente,yenocasionesllegabayoasospecharqueserehacíamásrápidamenteaúndeloquequeríahacermecreeramí.Habíaenaquel hombre una curiosa tendencia al secreto que solía producir muchos efectosdramáticos,peroquedejaba inclusoasumás íntimoamigohaciendocábalassobrecuálesseríansusverdaderosplanes.Holmesllevabahastaellímiteextremoelaxiomadequeelúnicoconjuradoqueestáseguroeselquellevaélsólounaconjura.Yomeencontrabamás próximo a él que nadie y, sin embargo, tenía en todomomento lasensacióndelagrietaquenosseparaba.
Alséptimodíalequitaronlospuntosdesutura,apesardelocual,losperiódicosde lanochehablabandeerisipela.Losmismosperiódicosde lanoche tratabanotranoticiaqueyoteníaporfuerzaquellevaramiamigo,lomismosiestabasanoquesiestabaenfermo.Enlalistadepasajerosdelbarcodela«Cunard»,elRuritania,quezarpaba el viernes de Liverpool, figuraba el barónAdelbert Gruner, que tenía quecerrarenlosEstadosUnidosimportantestransaccionesfinancierasantesdesubodainminente conmiss Violeta de Merville, única hija de, etcétera, etcétera. Holmesescuchó la noticia con una expresión fría y reconcentrada en su cara pálida.Comprendíquelehabíaheridoenlovivo.
—¡Elviernes!—exclamó—.¡Tresdíasdisponiblestansólo!Yocreoqueelmuycanalla quiere zafarse del peligro. ¡Pero no lo conseguirá,Watson! ¡Por todos losdiablos,quenoloconseguirá!Watson,quieroquehagaustedalgoqueahoravoyadecirle.
—Estoyaquíparaservirle,Holmes.—Invierta usted las próximas veinticuatro horas en un estudio intensivo de las
porcelanasdelaChina.Nomedioningunaexplicación,niyoselapedí.Unalargaexperienciamehabía
enseñado la sabiduría de la obediencia. Pero cuando salía de su habitación fuicaminando por la calle Baker adelante, dándole vueltas enmi cabeza a la idea decómomelasibayoaarreglarparacumpliraquellaordentanrara.Acabéhaciéndomellevarencochehasta laBibliotecadeLondres,en laplazaSaintJames,consultéelcaso con el segundo bibliotecario, Lomax, amigomío, y salí de allí rumbo amishabitacionesconunlibracobajoelbrazo.
Sueledecirsequeelabogadocriminalistaquepreparasucaso,atiborrándosededatos como para interrogar el lunes a un testigo hábil, se olvida por completo detodos aquellos conocimientos forzados antes del sábado. Desde luego que yo nopretendopasarhoyporunaautoridadencuestionesdecerámica.Sinembargo,todaaquellatarde,ytodaaquellanoche,conuncortointervaloparadescansar,ytodalamañana siguienteme la pasé sorbiendodatos y cargandomimemoria denombres.Aprendíenaquellibroloscontrastesdelosgrandesartistasdecoradores,elmisteriodelasfechascíclicas,lascaracterísticasdelHuná-wuylasbellezasdelYung-lo,losescritosdeTang-vingylasmagnificenciasdelprimitivoperíododelSungydelYuan.
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Cuando fui a visitar a Holmes a la mañana siguiente, iba yo cargado con todosaquellos conocimientos. Se había levantado ya de la cama, aunque nadie lo habríadicho a juzgar por los partes médicos publicados, y estaba hundido en su sillónfavorito,apoyandosucabezallenadevendajesenlamano.
—Pero, Holmes; si uno fuera a creer a los periódicos pensaría que está ustedagonizando—ledije.
—Ésa es precisamente la impresión que yo deseo producir. Y ahora dígame,Watson:¿haaprendidoustedsuslecciones?
—Porlomenosloheintentado.—Puesentoncestráigameesacajitaquehayencimadelarepisadelachimenea.
—Abriólatapaysacódelinteriorunobjetopequeño,envueltoconsumocuidadoenfinateladesedaoriental.Desenvolvióéstayquedóalavistaunfinoplatillodelmásbellocolorazuloscuro—.Esprecisomanejarloconsumocuidado,Watson.EsunaauténticaporcelanacáscaradehuevodeladinastíaMing.EslapiezamásfinaquehapasadoporlacasaChristie.Unjuegocompletovaldríacomoparapagarelrescatedeunrey;adecirverdad,esdudosoqueexistaunsolojuegocompletofueradelpalacioimperial de Pekín. Un verdadero entendido se saldría de sus casillas viendo esteplatillo.
—¿Yquéhedehacerconél?Holmesmeentregóunatarjetaenlaqueestabanescritasestaspalabras:Dr.Hill
Barton,369HalfMoonStreet.—Así es como usted se llamará por esta noche,Watson. Irá usted a visitar al
barónGruner.Estoybastanteenteradodesuscostumbresyesprobablequealasochoymedia se encuentre desocupado. Se le avisará por adelantado con una carta queusted va a pasar a visitarle, y usted le dirá que le lleva un ejemplar de un juegoabsolutamenteúnicodeporcelanaMing.Puedeustedinclusoafirmarqueesmédico,porqueéseesunpapelquerepresentaustedsinduplicidad.Ustedescoleccionista,eljuegoencuestiónvinoapararasusmanos,haoídohablardelinterésqueelbarónsetomaenesteasunto,ynotendríainconvenienteenvendérselosiseponendeacuerdoenelprecio.
—¿Enquéprecio?—Bienpreguntado,Watson.Esseguroquesiustednoconoceelvalordeloque
vende,podríaquedarsemuypordebajoenelpedir.Hasidosir Jamesquienmehaproporcionadoesteplatitoqueprocede,segúnyocreo,delacoleccióndesucliente.Siustedledicequeesdifícilencontrarcosaigualenelmundonoexagerará.
—Talvezconvendríaqueleofreciesesometerlatasaciónaunperito.—¡Magnifico,Watson!Hoytieneustedverdaderosdestellos.SugiéraleaChristie
oaSotheby.Sudelicadezalevedaponerleustedmismoprecio.—¿Ysinomerecibe?—Sí que le recibirá. Tiene la manía coleccionista en su forma más aguda, y
especialmenteenporcelanas,asuntoenelqueestá reconocidocomounaautoridad.
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Siéntese,Watson,quevoyadictarleyomismolacarta.Nonecesitacontestación.Selimitaráadecirlequevaustedavisitarleyconqueobjeto.
Eldocumentoresultóadmirable,breve,cortésyestimuladordelacuriosidaddelespecialista. Llevólo unmensajero de distrito a su debido tiempo. Aquella mismanoche, con el precioso platillo en lamanoy la tarjeta del doctorHillBarton en elbolsillo,melancéalaaventura.
La magnificencia del edificio y del parque daban a entender, como sir Jameshabía dicho, que el barónGruner era hombrede considerable fortuna.Una larga yserpenteante avenida de carruajes, bordeada a uno y otro lado por arbustos raros,desembocabaenunaespaciosaplazaengravilladaydecoradaconestatuas.LafincahabíasidolevantadaporunreydelorodeSudáfrica,enlaépocadelaugefebrildelasminas,yeledificio,largoydepocaaltura,contorrecillasenlosángulos,imponíapor su volumen y por su solidez, aunque fuese una pesadilla arquitectónica. Unmayordomo,quehabríaconstituidounornamentoenuntribunaldeobispos,mehizopasarymepusoenmanosdeunlacayodelibreadefelpa,quemellevóapresenciadel barón. Se hallaba en pie delante de una gran vitrina, cuya parte frontal estabaabierta,entredosventanas,yqueconteníaunapartedesucoleccióndeporcelanaschinas.Alentrarsevolvióconunjarroncitodecolorcastañoenlamano.
—Hagaelfavordesentarse,doctor—medijo—.Estabahaciendouninventariode mis tesoros y preguntándome si realmente puedo permitirme agregarles otrosejemplares.QuizáleintereseestepequeñoTang,quedatadelsiglodiecisiete.Tengolaseguridaddequejamásvioustedtrabajomásfinoyesmaltemásrico.¿TraeustedencimaelplatilloMingdelquemehablaba?
Lodesenvolvícongrancuidadoyseloentregué.Sesentófrenteasuescritorio,acercó la lámpara,porqueyaestabaoscureciendo,y sepusoa examinarlo.Enestaactitud,laluzamarillaproyectábasesobresusfacciones,ypudeestudiarlasaplacer.
Era, sin duda, un hombre de extraordinaria belleza. Bien merecida tenía lacelebridad que enEuropa había adquirido de hombre bello.No pasaba de estaturamediana, pero era esbelto y lleno de vitalidad, Era de tez morena, casi oriental yojazos negros, lánguidos, quemuy bien podían ejercer una fascinación irresistiblesobrelasmujeres.Suscabellosysubigoteerandeuncolornegrodecuervo,yesteúltimoeracorto,puntiagudoybiencosmetizado.Tenía faccionesproporcionadasyagradables, a excepción de su boca, de labios rectos y delgados. Si alguna vez hevistoyounabocadeasesinoera,sinduda,aquélla;untajoenlacaracruel,duro,debordesapretados,inexorableyterrible.Obrabacomomalaconsejadoalimpedirqueelbigoteladisimulase,tapándola,porqueeracomolaseñaldepeligropuestaporlanaturalezacomounaadvertenciaasusvíctimas.Suvozeraatrayenteysusmaneras,perfectas. Le calculé muy poco más de treinta años, aunque luego se vio por sudocumentaciónqueteníacuarentaydos.
—¡Precioso,verdaderamenteprecioso!—dijoporúltimo—.Demodoque tieneusted un juego de seis servicios. Lo queme desconcierta es que no haya oído yo
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hablar hasta ahora de la existencia de tanmagníficos ejemplares. Sólo un juego conozcoen Inglaterra que pueda comparase con éste,peronoexisteprobabilidadalgunadequesalgaal mercado. ¿Sería indiscreción, doctor HillBarton, preguntarle cómo llegó a poder suyoestararayvaliosapieza?
—¿Tiene eso alguna importancia?—le dijeadoptandoelairedemayordespreocupacióndeque me fue posible revestirme—. Usted hacomprobadoquesetratadeunapiezaauténticay, por lo que respecta al precio, me conformoconqueseatasadaporunexperto.
—Resulta sumamente misterioso —dijo, yen sus ojos negros relampagueó una súbitasospecha—.Enuna transaccióndeobjetosde tantovalor,esnaturalqueunodeseeinformarse bien de todos los detalles.Nohay duda de que se trata de un ejemplarlegítimo. Sobre eso tengo completa seguridad. Pero no tengo más remedio queencararmecontodaslasposibilidades:¿ysiluegoresultaquenoteníaustedderechoavendereljuego?
—Estoydispuestoadarleunagarantíacontratodareclamacióndeesaclase.—Locualnostraeaplantearlacuestióndelvalorquetieneésagarantíasuya.—Sobreeseextremolecontestaríanmisbanqueros.—Así es, pero con todo y con eso, esta transacción se me antoja fuera de lo
normal.—Puede usted tomarlo o dejarlo —le dije yo con indiferencia—. Es usted el
primero a quien se lo he ofrecido, porque sabía que es usted un entendido en lamateria;peronotendrédificultadalgunaenvenderloaotraspersonas.
—¿Quiénleinformódequeyoeraunentendido?—Supequehabíaustedescritounlibroacercadeestamateria.—¿Haleídoeselibro?—No.—¡Porvidamía,queestomeresultacadavezmásdifícildeentender!Esusted
unentendidoyuncoleccionistaquetieneensucolecciónunejemplarvaliosísimo,y,sinembargo,nosemolestaenconsultarelúnicolibroquepodíahaberleexplicadoelverdadero alcancey el valor de lo que tenía entremanos. ¿Qué explicaciónmedausteddeeso?
—Yosoyhombremuyatareado.Soymédicoestablecido.—Eso no es responder. Cuando un hombre tiene una afición la sigue hasta el
final,sean lasquefuerensusdemásactividades.Ensucartamedecíaustedqueesentendidoenlamateria.
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—Ylosoy.—¿Mepermitequelehagaalgunaspreguntas?Doctor,notengomásremedioque
decirlequeesteincidentemeestáresultandocadavezmássospechoso:digo,doctor,porsi,enefecto,loesusted.Dígame:¿quésabeusteddelemperadorShormiydequémanera lo relacionaustedconelShoso-in,cercadeNara? ¡Qué!,¿ledesconcierta?CuéntemealgodeladinastíanorteñadeWeiydellugarqueocupaenlahistoriadelascerámicas.
Saltéconrapidezdemiasiento,simulandoirritación,ydije:—Estoesintolerable,señor.Vineconelpropósitodehacerleaustedunfavor,y
noparaquemeexaminaselomismoquesiyofueraunniñodeescuela.Quizámisconocimientos sobre lamateria sólo cedan a losdeusted, perono estoydispuesto,desdeluego,acontestarapreguntasquesemehacendemodotanofensivo.
Clavósuvistaenmí.Habíadesaparecidodesusojoslalanguidez.Centellearonsúbitamente.Entresuslabioscrueleshabíaunbrillodedientes.
—¿Quéjuegosetrae?Ustedhaentradoaquícomoespía.UstedesunemisariodeHolmes.Esunaañagazaquemeestánjugando.Tengoentendidoqueelindividuoencuestiónseestámuriendo,yporeso,sinduda,destacaainstrumentossuyosafindequemevigilen.ViveDios,quehaentradoustedhastaaquísinpermiso,perolevaaresultarmásdifícilsalirqueentrar.
Saltóenpieyyoretrocedí,preparándomeparahacerfrenteasuagresión,porqueel individuo estaba fuera de sí de furor. Quizá sospechó de mí desde el primerinstante; desde luego, el interrogatorio le había hecho comprender la verdad; eraevidentequeyonopodíateneresperanzasdeengañarle.Hundiólamanoenuncajónlateral y revolvió furiosamente en el interior. Pero, de pronto, algo debió de llegarhastasuoído,porquesequedoinmóvil,escuchandoatentamente.
—¡Ah! —exclamó—. ¡Ah! —Y se precipitó dentro del cuarto, cuya puertaquedabaasusespaldas.
Llegué en dos zancadas hasta la puerta abierta. Jamás perderá claridad en miimaginación el cuadro que allí presencié. La ventana por la que se salía al jardínestabaabiertadeparenpar. Juntoaella,produciendo la impresióndeun fantasmaterrible, con la cabeza envuelta envendajesmanchadosde sangre, la cara enjuta yblanca,estabaSherlockHolmes.Uninstantedespuéshabíadesaparecidoporaquellaabertura,yllegóamisoídoselchasquidodelosarbustosdelaurelalcaersobreellossu cuerpo. El dueño de la casa dejó escapar un alarido de rabia y corrió hacia laventanaabiertaparaperseguirle.
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¡Y en ese instante…! Porque fue en un instante, sí, pero yo lo vi con todaclaridad.Unbrazo,unbrazodemujersalióconímpetudeentrelashojas.Casienelactodejóescaparelbarónungritoespantoso;unchillidoqueresonarásiempreenmimemoria. Se llevó con estrépito sus dosmanos a la cara y se puso a correr por lahabitación,golpeándoseconlacabezaenlasparedes.Luegocayósobrelaalfombra,rodando sobre sí mismo y retorciéndose mientras sus alaridos, en ininterrumpidasucesión,llenabantodalacasa.
—¡Agua,poramordeDios,agua!—gritaba.Echémanoaunbotellónquehabíaenunamesalateralycorríensocorrosuyo.
Enesemismoinstanteacudieroncorriendodesdeelvestíbuloelmayordomoyvarioslacayos.Recuerdoqueunodeellossedesmayóalarrodillarsejuntoalheridoyvolverhacia la luz de la lámpara aquel rostro que causaba horror. El vitriolo ibacarcomiéndolopor todaspartes,goteandodesde lasorejasy labarbilla.Unode losojosestabayablancoycomoconvertidoencristal.Elotroestabarojoeinflamado.Lasfaccionesquemomentosantesmehabíanproducidoadmiración,erancomounbellísimocuadrosobrecuyasuperficiehabíapasadoelartistaunaesponjahúmedadeinmundicias. Se habían desdibujado, deshumanizado, perdido el color, vueltoespantosas.
Yo expliqué en pocas palabras lo que había ocurrido, sólo en lo referente alataque con vitriolo.Unos saltaron por la ventana y otros salieron corriendo por lapradera, pero había oscurecido ya y empezaba a llover. Entre alarido y alarido, lavíctimaseenfurecíaconlavengadoraexclamando:
—FueKittyWinter,esagatainfernaldeKittyWinter.¡Endemoniadamujer!¡Lopagará,lopagará!¡Diosdelcielo,estedoloressuperioramisfuerzas!
Lelavélacaraconaceite,apliquéalgodónenramaalassuperficiesencarnevivay le inyecté morfina por vía hipodérmica. La terrible expresión había hechodesaparecerdesumentetodoreceloacercademí;seaferrabaamismanoscomosi
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aunenesasituacióntuvierayopoderaaquellosojosdepezmuertoquesevolvíanqueriendo mirarme. Aquella destrucción me habría arrancado lágrimas, si yo nohubieratenidobienpresentelavidavergonzosaquehabíatraídocomoconsecuenciaun cambio tan horrendo.Me repugnaba aquel apretar de susmanos abrasadoras, ysentí alivio cuando el médico de cabecera, seguido inmediatamente por unespecialista,sepresentaronpararelevarme.Tambiénllegóuninspectordepolicía,alqueyoentreguemiverdaderatarjeta.Habríasidotaninútilcomoabsurdoelobrardeotromodo,porqueenScotlandYardmeconocíandevistacasitantocomoaHolmes.Luego abandoné aquella casa de tristeza y de horror. Antes de una hora meencontrabaenlacalleBaker.
Holmesestabasentadoensusilladesiempre;parecíamuypálidoyagotado.Conindependenciadesusheridas,hastasusnerviosdehierrohabíansidosacudidosporlosacontecimientosdeaquellavelada.Escuchóconespantoelrelatoquelehicedelatransformaciónsufridaporelbarón.
—¡Asípagaeldemonio,Watson,asípagaeldemonio!—medijo—.Másprontoomástarde,ocurresiempreesomismo.BiensabeDios,quelospecadoseranmuchos—agregó,agarrandodelamesaunvolumencolorcastaño—.Ésteesellibrodelquenos habló aquella mujer. Si esto no logra deshacer la boda, nada habrá capaz delograrlo. Pero la deshará, Watson. No tiene más remedio. Ninguna mujer que serespeteserácapazdemostrarseinsensible.
—¿Eseldiariodesusamores?—O el diario de sus lascivias. Llámelo comomejor le parezca. En cuanto esa
mujer nos habló de este libro, me di cuenta de que teníamos un arma terrible siconseguía hacerme con el mismo. En aquel entonces nada dije en que se pudieratransparentarmipensamiento,porquelamujerhubierapodidoirsedelalengua.Peromeditémuchoentallibro.Después,laagresióndequefuivíctimameproporcionólaoportunidad de hacer creer al barón que no necesitaba ya adoptar precauciones encontramía.Todo ello venía bien.Yohabría quizás esperadounpocomás, pero suanunciado viaje a Norteamérica me forzó a actuar de inmediato. Ese hombre nohabría dejado aquí un documento tan comprometedor. Teníamos que acometerenseguida la empresa. Escalar de noche la casa es imposible, porque ese hombretomaba precauciones. Pero había la posibilidad de hacerlo durante la velada, acondición de que yo consiguiese llamar su atención hacia otro lado.Ahí es dondeentraronenescenaustedysuplatilloazul.Peroteníaquesaberconseguridadelsitioenqueseencontrabaellibro;sólodispondríadeescasosminutosparapoderactuar,porquemi tiempo estaba limitado por sus conocimientos de la cerámica china. Envistadeeso,mehiceacompañarenelúltimoinstanteporlamuchacha.¿Cómoibayoasuponerloquellevabaenelpaquetitotancuidadosamenteescondidodebajodelacapa?Yo estaba en la creencia de que había venido a trabajar exclusivamente porcuentamía,pero,porlovisto,ellatambiéntraíasunegocio.
—Esehombreadivinóqueyoeraunenviadodeusted.
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—Melotemía.Lociertoesqueustedleentretuvoeltiemposuficienteparaqueyomeapoderasedellibro,peronolosuficienteparaqueyohuyesesinquenadiesediesecuenta…¡Hola,sirJames,mealegromuchodequehayavenidousted!
Nuestro cortés amigo se había presentado, respondiendo a una llamada previa.EscuchóconlamásprofundaatenciónelrelatodeloocurridoquelehizoHolmes.
—¡Esmaravillosolohechoporusted,maravilloso!—exclamóalfinal—.Perosiesas heridas son tan graves como asegura el doctorWatson, se habrá conseguidonuestro propósito de romper esa boda sin necesidad de recurrir al empleo de estehorriblelibro.
Holmesmoviónegativamentelacabeza.—Lasmujeresdel tipodemissDeMervillenoactúandeesemodo.Leamaría
todavíamássi leconsiderabacomounmártirdesfigurado.No,no.Loquetenemosquedestruiressuaparienciamoral,nosuaparienciafísica.Eselibrolaharábajardelasnubes a la tierra.Es loúnicoquepuede conseguirlo.Está escritode supuñoyletra.Ellanopuedehacerloaunlado.
Sir Jamesse llevóel libroyelpreciosoplatillo.Comoyoestabayaen retraso,bajéconéla lacalle.Esperabaasir Jamesuncarruajebrougbam;subióalmismo,diounaordenrápidaalescarapeladocochero,yelvehículosealejórápidamente.SirJames echó sugabánencimade laventanillademaneraque lamitadquequedabafueracubríaelescudoqueostentabaelpanel,peroapesardeello,tuveyotiempodeverlo, a la luz del abanico transparente de nuestra puerta. La sorpresame dejó uninstantesinaliento.MedimediavueltaysubíhastaelcuartodeHolmes.
—Hedescubiertoquiénesnuestrocliente—exclamé,entrandodesopetónconmigrannoticia—.Sepausted,Holmes,quees…
—Esunamigolealyunhombrecaballeresco—dijoHolmesalargandolamanoparacortarmelapalabra—.Basteconeso,ahoraysiempre,entrenosotros.
Ignoro de qué manera se empleó el libro acusador. Quizá fue sir James elencargadodeesatarea,aunqueesmásprobableque,porlodelicadodelamisma,lefueseencomendadaalpadredelajoven.Fuesecomofuere,elefectoqueprodujofueel que se buscaba. Tres días después apareció en TheMorning Post una gacetillaanunciando que no tendría lugar la boda entre el barón Adelbert Gruner y missVioleta deMerville. En elmismo número del periódico venía reseñada la primeravistaanteeltribunaldepolicía,enlaacusacióncontramissKittyWinterporelgravedelitodelanzamientodevitriolo.Fueronaportadasenesacausatalesatenuantesque,según se recordará, fue sentenciada a la mínima pena que podía serlo por delitosemejante.SherlockHolmessevioenpeligrodeseracusadoderoboconescalo,perocuandolafinalidadesnobleyelclienteeslobastanteinsigne,hastalarígidajusticiainglesasehumanizaysehaceelástica.Miamigonohatenidoquecomparecerhastaahoraenelbanquillo.
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ELARCHIVO
DESHERLOCKHOLMES
ParteII
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ELARCHIVO
DESHERLOCKHOLMES
ParteII
LAAVENTURADELOSTRESGABLETESLAAVENTURADELSOLDADODE
LAPIELDECOLORADALAAVENTURADELAMELENADELEÓN
LAAVENTURADELFABRICANTEDECOLORESRETIRADO
LAAVENTURADELAINQUILINADELVELOLAAVENTURADESHOSCOMBEOLDPLACE
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N
LAAVENTURADELOSTRESGABLETES
ocreoqueningunademisaventurasconSherlockHolmeshayatenidouncomienzo tan brusco y tan dramático como ésta que asocio con los tresgabletes y tejados triangulares. Llevaba varios días sin ver a Holmes e
ignorabaporquénuevo rumboseencaminabanahora susactividades.Peroaquellamañanaestabadeunhumorhablador.Apenasmehabíainstaladoenelsillón,bajoymuyusado,aunladodelachimenea,ymientrasélseencogíaconlapipaenlaboca,enelsillóndeenfrente,llegónuestrovisitante.Sihubiesedichoquehabíallegadountorofurioso,habríadadounaimpresiónmásclaradeloqueocurrió.
La puerta se abrió de par en par, se abalanzó dentro de la habitación un negrocorpulento.Habríaresultadountipocómicodenohabersidoaterrador,porquevestíaun traje chillón a cuadros grises, y llevaba una corbata flotante color salmón.Proyectabasuanchacaraysunarizachatadahaciadelante,ysusojostristones,quemostrabanunrescoldodemalicia,nosmirabantanprontoalunocomoalotro.
—¿QuiéndeustedeseselseñorHolmes?—preguntóensucaracterísticoinglésmalhablado.
Holmesalzósupipaconunalánguidasonrisa.—¿Demodoqueesusted?—dijonuestrovisitante, contorneandoconandares
desagradablesyfurtivoslaesquinadelamesa—.OigaseñorHolmes,nometaustedcuchara en plato ajeno. Deje que cada cual se ocupe de sus asuntos. ¿Me hacomprendido,señorHolmes?
—Sigahablando—lecontestóHolmes—.Dagustooírlo.—Dagustooírme,¿verdadquesí?—gruñóaquelbárbaro—.Noledarátantosi
meobligaadecirleloquepienso.Amásdeunodesuclaseselateníajurada,ynoestabanmuyconformescuandoacabedeliquidarcuentasconellos.¡Fíjeseenesto,señorHolmes!
Movió con un vaivén, debajo de la nariz demi amigo, un puño descomunal ylleno de protuberancias nudosas. Holmes lo examinó con expresión del más vivointerés,ylepreguntó:
—¿Nacióconelpuñoasí?¿Oescosaquesedesarrollagradualmente?Fuedebidoquizáa la frialdaddehielodemiamigo,osedebióacasoal ligero
ruido metálico del hurgón, al agarrarlo; el hecho es que los ímpetus de nuestrovisitanteseapagaronunpoco,ydijo:
—Bueno,yaquedadebidamenteadvertido.TengounamigoquetieneinteresesenelcaminodeHarrow,yasabeloquequierodecir,ynoestádispuestoaquenadiese
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entrometaensusasuntos.¿Sehafijadoen loque ledigo?Ustednoes la ley,yyotampoco lo soy, y si usted va por allí, nos veremos las caras. No se olvide unmomentodeloqueledigo.
—Haceyaalgúntiempoquedeseabaconocerlo—dijoHolmes—.Noloinvitoaque se siente porque no me agrada su olor pero ¿no es usted Steve Dixie, elmachacador?
—Asímellamo,señorHolmes,yloprobaréenustedsimehinchaloslabios.—Lostieneyabastante—lecontestóHolmes,conlavistafijaenlarepugnante
boca de nuestro visitante—. Pero fue lamuerte del joven Perkins, delante del barHolborn.¡Cómo!¿Semarchausted?
Elnegrohabíaretrocedidounospasos,ysucarasehabíapuestolívida.—Noquierooírhablardesemejantecosa—dijo—.¿Quétengoqueverconese
Perkins, señor Holmes? Yo estaba entrenándome en el Bull Ring, de Birminghamcuandoesejovensemetióenproblemas.
—Bueno,Steve,esoyaselocontaráaljuez—ledijoHolmes—.LoshevenidovigilandoaustedyaStockdale.
—¡QuéelSeñormecontenga!SeñorHolmes…—¡Basta!Largodeaquí.Yasabrétenerloencuentacuandomehagafalta.—Buenosdías,señorHolmes.Esperoquenomeguarderencorporestavisita.—Seloguardarésinomedicequiénleenvió.—Bueno, señor, eso no es ningún secreto. Fue esemismo caballero que acaba
usteddenombrar.—Yaél,¿quiénlometióenesto?—Esosíquenolosé,señorHolmes.Élselimitóadecirme«Steve,visitaalseñor
Holmes, y avísale que su vida corre peligro si viene porHarrow». Ésa es la puraverdad.
Sinesperaraqueselehiciesennuevaspreguntas,nuestrovisitanteseausentódela habitación casi tan precipitadamente como había entrado. Holmes sacudió lascenizasdesupipa,riéndoseporlobajo.
—Me alegro,Watson, de que no se haya visto obligado a romperle su lanudacabezaconelhurgón.Laverdadesquesetratadeunindividuobastanteinofensivo,deunbebégrande,musculoso,estúpidoyfanfarrón,alqueesfácilacobardar,comoyalohavisto.EsunodelosmiembrosdelgrupodeSpencerJohnyhaparticipadoenalgunosasuntossuciosrecientes,yquequizásaclarecuandodispongadetiempo.Sujefe inmediato. Barney, es un individuomás astuto. Se especializan en agresiones,intimidación y otros delitos por el estilo. Lo que me interesa saber es quién seescondedetrásdeellosenestecaso.
—¿Yporquérazónpretendenintimidarlo?—PorelcasodeHarrowWeald.Yestomedecideaexaminareseasunto,porque
hayocultoalgofeo,poresosetomantodoestetrabajo.—¿Ydequésetrata?
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—Seloibaaexplicarantesdequetuviésemosesteinterludiocómico.Heaquílacarta de la señora Maberley. Si a usted le agrada, le enviaremos enseguida untelegramaynospondremosinmediatamenteencamino.
Yoleíloquesigue:
«QueridoseñorHolmes:Meestánocurriendolosmásextrañosincidentesenrelaciónconestacasa,yagradeceríamuchosuconsejo.Meencontraráencasa a cualquier hora del día de mañana. La casa se encuentra a un cortopaseo de la estación de Weald. Tengo entendido que mi difunto esposo,MortimerMaberley,fueunodelosprimerosclientesqueustedtuvo.
Suyamuyatentamente,MARYMABERLEY».
Ladirecciónera:«LosTresGabletes,HarrowWeald».—Ahí tiene, Watson —me dijo Holmes—. Bien, si dispone de tiempo, nos
pondremosenseguidaencamino.Un viaje corto en ferrocarril, y un viaje todavía más corto en coche, nos
condujeronhastalacasa,queeraunedificiodeladrilloymaderaquesealzabadentrode su propio terreno de un acre de tierra de pastos sin cultivar. Tres pequeñasproyeccionesencimadelasventanassuperioresconstituíancomoundébilintentodejustificar el nombre.Detrás de la casa había un bosque de pinosmelancólicos y amediodesarrollar,ytodoelaspectodelacasaerapobreydeprimente.Sinembargo,nos encontramos con un interior bien amueblado, y nos recibió una señora muysimpática,entradayaenaños,contodaslasmuestrasdeculturayrefinamiento.
—Recuerdo a su esposo, señora —dijo Holmes—, aunque han transcurridobastantesañosdesdequerecurrióamisserviciosparayonoséquéasuntodepocamonta.
—QuizálesuenemáselnombredemihijoDouglas.Holmesmiróalaseñoraconinterés.—¡Válgame Dios! ¿Es usted la madre de Douglas Maberley? Yo lo trataba,
aunque superficialmente. Pero todo Londres lo conocía. ¡Qué magnífica persona!¿Dóndeseencuentraenlaactualidad?
—¡Murió,señorHolmes,murió!EraagregadodeembajadaenRoma,ymurióelpasadomesaconsecuenciadeunapulmonía.
—Lolamento.Parecíaimposibleligarlaideadelamuerteconunhombrecomoél.Jamásconocíanadiequetuvieraunavitalidadtandespierta.Vivíaintensamente,hastaconsuúltimafibra.
—Demasiado intensamente,señorHolmes.Esofuesuruina.Usted lo recordarácomo era… gallardo y majestuoso. No ha visto la caprichosa, malhumorada ycavilante criatura en la que se convirtió. Su corazón se partió.En un solomesme
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parecióveramigalantemuchachotransformarseenuncínicoydesgastadohombre.—¿Unaaventuraamorosa…unamujer?—Oundemonio.Bien,nofueparahablardemipobremuchachoquelepedíque
viniera,señorHolmes.—EldoctorWatsonyyoestamosasuservicio.—Han ocurrido varios sucesosmuy extraños. He estado viviendo en esta casa
durantemásdeunaño,yhedisfrutadodelaventajadetenerunavidaretiradaporloquehevistopocoamisvecinos.Hacetresdíasrecibíunallamadadeunhombrequedecíaseruncomprador.Dijoqueestacasaseadaptabaexactamentealosdeseosdeunodesusclientes,yquesipudierarenunciaraellapordineronohabríaobjeción.Mepareciómuyextrañoyaqueaquíhayvariascasasvacíasenventaqueaparecenser igualmente elegibles, pero naturalmente estaba interesada en lo que decía. Enconsecuenciamencionéunprecioqueeraquinientas librasmásdelquemeofrecía.Inmediatamente cerramos la oferta, pero añadió que su cliente deseaba comprar elmobiliario cuando pusiera un precio sobre él. Algunos de los muebles son de miantiguohogar,yson,comoverá,muybuenos,porloquelepedíunabuenasuma.Enesto también estuvode acuerdo.Siemprequise viajar, y el convenio era tan buenoquerealmenteparecíaquepodríasermipropiadueñaparaelrestodemivida…Ayerelhombreregresócontodoslosacuerdosporescrito.AfortunadamenteselosmostréalseñorSutro,miabogado,quienviveenHarrow.Medijo:«Ésteesundocumentoextraño.¿Estáseguraquesiustedfirmanopuedelegalmenteretiraralgodelacasa…nisiquierasuspropiasposesionesprivadas?Cuandoelhombreregresópor la tardellamésuatenciónsobreestepunto,yledijequesóloqueríavenderlosmuebles.Élmecontesto“No,no,todo”.Aloquelerepliqué:“¿Peromisropas?¿Misjoyas?”.Élmedijoentonces:“Bien,bien,algunasconcesionespuedenhacerseparasusefectospersonales. Pero nada saldrá de la casa sin que sea controlado.Mi cliente es unapersonamuy liberal, pero tiene susmanías y sumanera propia de hacer las cosas.Todoonada,essuconsigna”.“Entoncesvaasernada”lecontesté.Yahíquedaronlascosas;peroaquelasuntomepareciótanfueradelocomún,quepensé…».
Alllegaraestepuntotuvimosunainterrupciónmuyextraordinaria.Holmesalzólamanopidiendosilencio.Actoseguidocruzólahabitación,abriódeprontolapuertay arrastró al interior a una mujer alta y delgada a la que había agarrado por elhombro.Éstaentróforcejeandotorpementeigualqueunaenormeavedecorralalaquesesacadesunidocacareando.
—¡Déjemeenpaz!¿Quéestáustedhaciendoconmigo?—chilló.—¿Cómoeseso,Susan?—Señora, yo quería preguntarle si los señores que habían venido de visita
almorzaríanaquí,yeneseinstante,sinmediarpalabra,esteseñorseabalanzósobremí.
—Venía escuchándola desde hace cincominutos, pero no quise interrumpir suinteresantísimo relato.¿Noestáalgoasmática,Susan?Su respiraciónesdemasiado
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fatigosaparaestaclasedetrabajo.Susan se volvió hacia su cautivador con
expresiónhuraña,peroasombrada.—¿Y quién es usted, en todo caso, y que
derechotieneparaapurarmedeesemodo?—Lohicesimplementeporquedeseohaceruna
pregunta en su presencia. ¿Habló con alguien,mistressMaberley, de queme iba a escribir paraconsultarme?
—No,señorHolmes;anadielehablé.—¿Quiénechósucartaalcorreo?—Susan.—Precisamente. Y ahora, Susan: ¿a quién
escribióoaquiénenvióunmensajeadvirtiéndolequesuseñoraibaaconsultarconmigo?
—Eso es una gran mentira. No envié ningúnmensaje.
—Vea,Susan,quelosquepadecendeasmanovivenmuchotiempo.Yalosabe.Decirmentirasesunpecado.¿Aquiénavisó?
—¡Susan!—gritósuama—.Creoqueeresunamalaytraicioneramujer.Ahorarecuerdoquelavihablandoconalguiensobrelacerca.
—Ésoseranmispropiosasuntos—dijolamujermalhumoradamente.—¿Suponga que le digo que era a Barney Stockdale a quién le habló?—dijo
Holmes.—Bien,siloconoce,¿Porquépreguntaporél?—Noestabaseguro,peroahoralosé.Bien,ahoraSusan,ledarédiezlibrassime
dicequiénestádetrásdeBarney.—Alguienquepuedeofrecermilesdelibrasporcadadiezquetieneenelmundo.—¿Entonces,esunhombrerico?No;sonrió…unamujerrica.Ahoraquehemos
llegadotanlejos,puededarnoselnombreyganarseuntenner[1].—Loveréenelinfiernoprimero.—¡Oh,Susan!¡Tulenguaje!—Me voy de aquí. Ya he tenido suficiente de todos ustedes. Enviaré por mi
maletamañana—yseretiróporlapuerta.—Adiós, Susan. Un calmante es el mejor remedio… ahora —continuó,
tornándosesuexpresiónrepentinamentedelívidaaseveracuandolapuertasehubocerradotrasdelaexcitadayfuriosamujer—.Estapandillasignificanegocios.Mirequecerca juegan su juego.Sucarta tieneelmatasellosde las10P.M.Ycon todoSusan se lo comunica a Barney. Barney tiene tiempo de ir a su patrón y obtenerinstrucciones; él o ella (me inclino por lo último de acuerdo a la ironía de Susancuandopensóquehabíacometidounerror)ideaunplan.SellamaalnegroSteve,y
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todoespuestoenalerta a lasonceenpuntodemañana.Asíde rápido trabaja estagente.
—¿Peroquéesloquequieren?—Sí,ésaeslapregunta.¿Quiénteníalacasaantesqueusted?—UncapitándemarretiradollamadoFerguson.—¿Algomemorableacercadeél?—Nadaquehayaoído.—Me preguntó si pudo haber enterrado algo. Por supuesto, cuando la gente
entierralostesoroshoyendíalohacenenelbancooenlaoficinadecorreos.Perosiempre hay algunos lunáticos en este tema. Sería un mundo aburrido sin ellos.Primeropenséquehabíaenterradoalgodevalor.¿Peroporqué,enesecaso,deberíanquerersumobiliario?¿NotendráustedunRafaelounmanuscritodeShakespearesinsaberlo?
—No,nolocreo,notengonadamásraroqueunjuegodetédeCrownDerby.—Esonojustificaríatodoestemisterio.¿Porquénodeberíandecirabiertamente
queesloquequieren?Sicodiciaransujuegodeté,puedenseguramenteofrecerunprecioporélsincomprarloqueestáencerrado,almacenadoypuestoenbarriles.No,comoyoloveo,hayalgoqueustednosabeyquelotiene,yquenoselodaríasilosupiera.
—Esoescomoyoloveo—dije.—ElDr.Watsonestádeacuerdo,entoncesasíestáestablecido.—¿Ybien,Sr.Holmes,quépuedeser?—Veamossiporelpuroanálisismentalpodemosllegaraalgunaconclusión.Ha
estadoviviendoenestacasaduranteunaño.—Casidos.—Aún mejor. Durante este largo período nadie quiso nada de usted. Ahora
repentinamenteentresocuatrodíastieneurgentesdemandas.¿Quédeducedeello?—Sólopuedesignificar—dije—queelobjeto,cualquieraquesea,hallegadoa
estacasarecientemente.—Escorrectounavezmás—dijoHolmes—.Ahora,Sra.Maberley.¿Harecibido
unobjetorecientemente?—No,nohecompradonadanuevoesteaño.—¡De veras! Eso es algo notable. Bien, creo que tenemos que permitir que
algunosasuntossigansucursohastaquetengamosdatosmásclaros.¿Esunhombrepreparadosuabogado?
—ElseñorSutroeshombredegrancapacidad.—¿Tienealgunaotradoncella,olalindaSusan,queenestemomentohacerrado
conunportazolapuertadelantera,eralaúnica?—Tengounamuchachajoven.—Entonces procure conseguir que el señor Sutro duerma en la casa un par de
noches,porquequizásustednecesiteprotección.
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—¿Contraquién?—¡Vayaustedasaber!Elasuntoes,desdeluego,oscuro.Siyonologrodescubrir
quéesloqueellosandanbuscando,tendréqueabordarelasuntoporelotroextremo,procurandoacercarmealdirectordetodoesto.¿Ledejóalgunadirecciónelagentedealquileres?
—Nada más que su tarjeta, en la que consta su profesión: Haines Johnson,subastadorytasador.
—No creo que lo encontremos en la guía de profesiones. Los hombres que sededican a negocios honrados no ocultan la dirección de su lugar de trabajo. Bien,ustedmecomunicarácualquiernovedadqueocurra.Mehehechocargodesucaso,ypuedeconfiarenqueloseguiréhastaelfinal.
Cuandocruzábamosporelvestíbulo, losojosdeHolmes,a losquenadase lesescapaba,sefijaronenvariasmaletasycajonesqueestabanapiladosenunrincónyenlosquesedestacabanunasetiquetas.
—«Milán.Lucerna».EsteequipajeprocededeItalia.—SonlascosasdelpobreDouglas.—¿Todavíanolashadesempaquetado?¿Desdecuándolastieneencasa?—Llegaronlasemanapasada.—Peroustednosdijo…¡Vaya,aquítenemoseleslabónquenosfaltaba!¿Cómo
sabequenohayahídentronadadevalor?—Porquenopuedehaberlo,señorHolmes.ElpobreDouglassólocontabaconsu
pagayunapequeñarentaanual.¿Quéesloqueélpodríaposeerdevalor?Holmespermanecióunratoabsortoensusmeditaciones.Porúltimodijo:—SeñoraMaberley,ordenequesinperderunmomentosubantodasestascosasa
su dormitorio.Examínelas lo antes posible, y vea qué es lo que contienen.Vendrémañanaparaconocersuinforme.
Era evidente queLosTresGabletesse hallaban sometidos a estrechavigilancia,porquecuandocircunvalamoslaaltacerca,al finaldelcamino,vimosque el boxeador negro estaba allí, a lasombra. Tropezamos con él deimproviso, y su figura resultaba, enaquel lugar solitario, sombría yamenazadora. Holmes se puso la manoenelbolsillo.
—Buscandoelrevólver,¿verdad,señorHolmes?—No,Steve;buscandomifrascodeperfume.—Esunhombredebuenhumor,señorHolmes,¿verdad?—Noledivertirámucho,Steve,siyomepongoaperseguirlo.Seloadvertíesta
mañana.
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—Bien,señorHolmes,hepensadoentodoloqueustedmedijo,ynoquieroquesehablemásdelasuntodelseñorPerkins.Mire,señorHolmes,siyopuedoayudarloenalgo,cuenteconmigo.
—Entoncesdígamequienestáenelfondodetodoesteasunto.—¡Que Dios me valga, señor Holmes, le dije la pura verdad! Lo ignoro. Mi
mandamás,Barney,medadiversasórdenes,yyonosénada.—Entonces bien, Steve, no olvide que la señora que vive en esa casa y todo
cuantohaydebajodeesetechoestánbajomiprotección.Téngalopresente.—Perfectamente,señorHolmes.Meacordaredeello.—Laverdades,Watson,quehelogradoasustarloyhacerlotemerporsupropio
pellejo —contestó Holmes, mientras caminábamos—. Creo que sería capaz detraicionar a su patrón si supiese quién es. Fue una suerte que yo estuviese algoenteradodelasactuacionesdelgrupodeSpencerJohn,yqueSteveseaunmiembrodelmismo.Y ahora,Watson, éste es un caso como para consultarlo conLangdalePike,yahoramismovoyensubusca.Quizácuandoregreseconsigavermásclaroenelasunto.
No volví a ver a Holmes en el transcurso del día, pero puedo suponerperfectamentedequémaneralopasó,porqueLangdalePikeerasulibrovivientedeconsultaentodocuantoserelacionabaconlosescándalosdesociedad.EstepersonajeextraordinarioylánguidopasabasushorasdevigiliaenelarcodelaventanadeunclubdelacalleSaintJamesyeraelrecepcionistaasícomotambiéneltransmisordetodos los chismes de la metrópolis. Se dedicaba a escribir artículos con los quecontribuíatodaslassemanasalabasuraquesatisfaceaunpúblicoinquisitivo.SibiennuncahabíabajadoalastúrbidasprofundidadesdelavidadeLondres,sihabíaalgúnextrañoremolinooespiralsobrelasuperficie,eraseñaladoconautomáticaexactitudpor este dial humano. Holmes discretamente había ayudado a Langdale con suconocimiento,yenunaocasiónélfueayudadoasuvezporLangdale.
Cuando me encontré con mi amigo en su habitación, temprano a la mañanasiguiente,supeobservandosuportequetodoestababien,peronadamenosqueunadesagradablesorpresanosestabaesperando.Tomólaformadelsiguientetelegrama:
«Porfavorvengainmediatamente.Casadeclientedesvalijadaenlanoche.Policíaenlacasa.
SUTRO».
Holmessilbó.—Eldramahallegadoaunacrisis,ymásrápidodeloqueesperaba.Hayungran
poder que maneja todo detrás de este asunto, Watson, lo que no me sorprendedespuésdeloqueescuché.EsteSutro,porsupuesto,essuabogado.Cometíunerror,me temo, en no preguntarle si quería pasar la noche de guardia. Este amigo haprobadoclaramenteunextremoroto.Bien,nohaynadaquehacerexceptootroviaje
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aHarrowWeald.Encontramos aLosTresGabletes conun aspecto diferente del ordenadogrupo
familiardeldíaanterior.Unpequeñogrupodecuriosossehabíancongregadoenlapuertadeljardín,mientrasunpardealguacilesestabanexaminandolasventanasylossetos de geranios. En el interior nos encontramos con un formal y gris caballero,quién se presentó como el cooperativo abogado, así como con un rubicundo ybulliciosoinspectordepolicía,quiensaludóaHolmescomounviejoamigo.
—SeñorHolmes,metemoqueenestaocasiónnotienenadaquehaceraquí.Setratadeunrobocorrienteymoliente,muydentrodelacapacidaddelapobrepolicíarutinaria.Nosenecesitanespecialistas.
—Desdeluegoqueelcasoestáenmuybuenasmanos—lecontestóHolmes—.¿Demodoquesetratadeunsimplerobo?
—Así es. Sabemos perfectamente quienes son los asaltantes y adónde losencontraremos. Se trata del grupo de Barney Stockdale, de la que forma parte elnegrocorpulento.Seloshavistoporestosalrededores.
—¡Magnífico!¿Quésellevaron?—Verá,porlovistomuypocacosa.DieroncloroformoalaseñoraMaberleyyla
casafue…,¡Peroaquítenemosfrenteanosotrosalamismaseñoraenpersona!Nuestraamigadeldíaanteriorhabíaentradoalahabitación,apoyándoseenuna
joven.Parecíapálidayenferma.—SeñorHolmes,ustedmediounbuenconsejo—dijo,sonriendotristemente—.
¡Pero, no lo seguí! No quise molestar al señor Sutro, y me quedé sin protecciónalguna.
—Yonomeheenteradohastaestamañana—explicóelabogado.—Míster Holmes me aconsejó que hiciese pernoctar en la casa a un amigo.
Desatendísuconsejoylopagué.—Parecequeseencuentraustedmuymal—dijoHolmes—.Quizánoestécomo
paracontarmeloqueleocurrió.—Estátodoaquídentro—dijoel inspector,dandogolpecitosenunvoluminoso
librodenotas.—Sinembargo,silaseñoranosesientedemasiadoagotada…—Laverdad es que quedamuy poco por contar.Nome cabe duda de que esa
malvadaSusan lo había preparado todo para que entrasen en la casa. Seguramenteque la conocíancentímetroa centímetro.Tuveduranteun instante la sensacióndelpañoimpregnadodecloroformoquemecolocaronencimadelabocaperonopuedohacermeunaideadeltiempoquepermanecísinconocimiento.Cuandomedesperté,habíaunhombrejuntoalacamayotroseincorporabadeentreelequipajedemihijocon un legajo de papeles en la mano. El equipaje estaba abierto en parte y elcontenidodesparramadoporelsuelo.Antesdequeaquelhombrepudierahuir,yomeabalancéymeaferreaél.
—Corrióunpeligromuygrande—dijoelinspector.
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—Me aferré a él, perome arrojó de una sacudida, y el otro debió golpearme,porqueyanorecuerdonadamás.Ladoncella,Mary,sedespertóconelruidoypidiósocorro a gritos por la ventana. Eso hizo que acudiese la policía, pero aquellosbandidoshabíanhuido.
—¿Quéesloquesellevaron?—Yonocreoquefaltenadadevalor.Estoyseguradequenohabíanadadevalor
enlasmaletasdemihijo.—¿Nodejóaquelhombrealgoquepuedaservirdeclave?—Quedóunahojadepapelqueesmuyposibleque lehayaquitadocuandome
aferréaél.Estabaenelsuelotodaarrugada.Esdeletrademihijo.—Loquequieredecirquenosservirádemuypocacosa—dijoelinspector—.Si,
encambio,hubiesesidodeletradelladrón…—Exactamente—dijoHolmes—.¡Quésentidocomúnmástosco!Entodocaso,
megustaríaexaminaresepapel.El inspectorsacódesucarteraunahojadepapel,doblada, tamañofolio,ydijo
consolemnidad:—Yo no dejo que se me escape nada, por insignificante que parezca. Es un
consejoque ledoyausted, señorHolmes.Veinticincoañosdeexperienciamehanhecho aprender la lección. Siempre existe alguna posibilidad de que se encuentrenhuellasdactilares,oalgunaotracosa.
Holmesexaminólahojadepapel.—¿Quésacaenclarodeesto,inspector?—Dalaimpresióndequesetratadelaúltimahojadeunanovelarara,porloque
yohepodidover.—Sí, muy bien podría ser que con ella termine una curiosa historia —dijo
Holmes—.Sehabráfijadoenquellevaenloaltolanumeracióndelapágina.Esladoscientas cuarenta y cinco. ¿Dónde están las doscientas cuarenta y cuatro quefaltan?
—Creoqueselasllevaronlosladrones.¡Queloaprovechen!—Resultaextrañoqueasaltenunacasapararobarunospapelescomoésos.¿No
lesugierenadaesehecho?—Sí,señor;mehacepensarenque,conlaprecipitacióndelmomento,sellevaron
loprimeroquetuvieronamano.¡Quedisfrutenalegrementedesubotín!—¿Porqué razón teníanque revolver en el equipajedemihijo?—preguntó la
señoraMaberley.—Verá, al no encontrar en la planta baja objetos de valor, subieron a probar
fortunaenelpisoalto.Asíescomoyo lo interpreto.¿Qué lepareceausted,señorHolmes?
—Tengoquemeditaracercadeeso,inspector.Watson,vengahastalaventana—unavezallí losdos,Holmesleyóelescritohastaelfinal.Empezabaenlamitaddeunafraseydecíaasí:
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«…carasangrabaconsiderablementede loscortesyde losgolpes,peroaquellonoeranadacomparadocon loquesangrósucorazóncuandovioelrostroencantador,aquelrostroporélquehabíaestadodispuestoasacrificarsupropiavida,contemplandosuangustiaysuhumillación.Ellasesonreía…;sí,viveDios,sesonrió,comodemoniosincorazónqueera,cuandoélalzósuvista para mirarla. En aquel instante el amor murió y nació el odio. Todohombre debe vivir para algo. Si no he de vivir para abrazarte, señoramía,entonces tendré seguramente que vivir para destruirte para mi completavenganza».
—¡Extrañaredacción!—dijoHolmessonriendo,aldevolverelpapelalinspector—.¿Sefijóenquedeprontodejadehablarentercerapersonayescribeenprimera?Entusiasmadoconsurelato,elautordelescritoseimaginóenelmomentosupremoqueeraélmismoelprotagonista.
—Sí, me pareció una escritura inconsistente —dijo el inspector, volviendo acolocarlahojaensucartera—.¡Cómo!¿Seva,señorHolmes?
—Nocreoque tenganadaquehaceraquíunavezqueelasuntosehallaen tanbuenasmanos.Apropósito,señoraMaberley.Medijoquedeseabaviajar,¿verdad?
—Viajarhasidosiempremimayorilusión,señorHolmes.—¿Adóndeleagradaríair:aElCairo,Madeira,laRiviera…?—Oh,situvieradineroiríaalrededordelmundo.—Exactamente. Alrededor del mundo. Bien, buenos días. Le enviaré algunos
renglonesenlatarde.Cuandopasamoslaventanavialavanzarlasonrisadelinspectorylasacudidade
cabeza.«Estosastutostipossiempretienenuntoquedelocura».Esofueloqueleíenlasonrisadelinspector.
—Ahora,Watson, estamos en la última etapa de nuestro pequeño viaje—dijoHolmescuandoregresábamosentreelbulliciodelcentrodeLondresunavezmás—.Creo que tendremos más claro el asunto inmediatamente, y sería bueno si puedeacompañarme, porque esmás seguro tenerun testigo cuando se está enfrentándoseconunaseñoracomoIsadoraKlein.
Tomamos un taxi y salimos acelerados hacia alguna dirección en GrosvenorSquare. Holmes había estado ensimismado con sus pensamientos, pero se avivórepentinamente.
—Apropósito,Watson,¿Supongoquelovetodoclaramente?—No,nopuedodecireso.Solamentepuedodeducirqueestamosyendoaverala
señoraqueestádetrásdeestasacciones.—¡Exactamente!¿PeroelnombredeIsadoraKleinnolodicenada?Ellaera,por
supuesto, la belleza por excelencia. Nunca hubo una mujer que se le pudieracomparar. Ella es de pura raza española, la sangre real de los magistralesconquistadores, y sus familiares han sido los líderes en Pernambuco por
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generaciones.Secasóconelancianoreydelazúcaralemán,Klein,yactualmenteeslamásricaasícomotambién lamásamadaviudasobre la tierra.Despuéshubounperiododeaventurasdondeellaserindióasuspropiosdeseos.Teníavariosamantes,yDouglasMaberley,unodelosmásnotableshombresenLondres,fueunodeellos.Fuesegúnlosrumores,másqueunameraaventuralarelaciónquemantuvoconél.Noeraunadébilmariposadesociedadsinounfuerteyorgullosohombrequedabayesperaba todo.Pero ella es la «belle dame sansmerci» de la ficción[2]. Cuando sucaprichoestabasatisfechoelasuntose terminaba,y laotraparteenelasuntosinoqueríaaceptarsuspalabras,ellasabíacómoquitárselosdeencima.
—Entoncesésafuesupropiahistoria…—¡Ah!Estájuntandolaspiezas.Heoídoqueellaestáapuntodecasarseconel
jovenduquedeLomond,quienpodríasersuhijo.SumadreGracepuedepasarporaltolaedad,peroungranescándaloseríaunhechodiferente,asíqueesimperativo…¡Ah!Aquíestamos.
EraunadelasmásfinascasasesquinerasdeWestEnd.Unlacayotomónuestrastarjetasyregresócomunicándonosquelaseñoranoestabaencasa.
—Entoncesesperaremoshastaqueregrese—dijoHolmesfestivamente.—Quenoestéencasasignificaquenoestáparausted—dijoellacayo.—Bien—respondióHolmes—.Esosignificaquenotendremosqueesperar.Dele
amablementeestanotaasuama.Garabateó tres o cuatro palabras sobre una hoja de su agenda, la dobló y se la
entregóenmanoalhombre.—¿Quédecía,Holmes?—pregunté.—Simplemente escribí: «¿Debería ser la policía, entonces?». Creo que eso
deberíapermitirnosentrar.Lohizo…conincreíbleceleridad.Unminutodespuésestábamosenuncuartoal
estilo de las Noches de Arabia, vasto y maravilloso, con una semioscuridad,conseguidaconunaocasionalluzeléctricarosa.Laseñorahabíallegado,losentía,aesetiempodelavidacuandoinclusolamássoberbiabellezaencuentraalamedialuzmejorbienvenida.Selevantódelsofácuandoentramos:alta,majestuosa,unafiguraperfecta, una hermosa cara como si fuera unamáscara, con dosmaravillosos ojosespañolesqueparecíanasesinarnosaambos.
—¿Qué significan esta insistencia y este mensaje insultante? —preguntó,mostrandolahojadepapel.
—No necesito explicarlo, señora. Siento demasiado respeto por su inteligenciaparahacersemejantecosa,aunquereconozcoqueenlosúltimosdíasesainteligenciahatenidodeslicessorprendentes.
—¿Cómoeseso,señor?—Suponiendo que sus fanfarrones a sueldo podían apartarme de mi tarea con
amenazas.Ningúnhombreselanzaríaalaprofesiónaqueyomededicosinofueraporque el peligro lo atrae. ¿Demodo, entonces, que fue usted la queme obligó a
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hacerindagacionesenelcasodeljovenMaberley?—Notengolamenorideadeloqueestáhablando.¿Quétengoqueverconesos
fanfarronesasueldo?Holmessediomediavueltaconexpresióndedesgana.—Enefecto,hemenospreciadosuinteligencia.¡Buenastardes!—Espere.¿Adóndevausted?Estábamos todavía amitad de camino de la puerta, cuando ella nos alcanzó y
agarró a Holmes del brazo. Se había transformado instantáneamente de acero enterciopelo.
—Vengan, señores, y tomen asiento. Discutamos el asunto a fondo. SeñorHolmes,tengolasensacióndequepuedohablarfrancamenteconusted,porqueposeelos sentimientos de un caballero. ¡Qué rápidamente lo descubre el instinto de unamujer!Lotrataréaustedcomoaunamigo.
—Nopuedoprometerlereciprocidad,madame.Yonosoylaley,perorepresentoalajusticiahastadondealcanzanmispobresfacultades.Estoydispuestoaescuchar,ydespuéslediréquéesloquevoyahacer.
—Fue una estupidez mía, desde luego, amenazar a un hombre valeroso comousted.
—Loverdaderamenteestúpido,madame,esqueustedsehayaentregadoamanosdeungrupodesinvergüenzascapacesdesometerlaaunchantajeodenunciarla.
—¡No,no!NosoytanbobaliconaHeprometidohablarleconfranqueza, lediréquenadie,fueradeBarneyStockdaleydeSusan,sumujer,tienelamásremotaideadequiéneslapersonaalaqueobedecen.Porloqueaellosrespecta,lediréquenoeslaprimera…
Se sonrojó y asintió con un movimiento de cabeza, adoptando unos airesencantadoresdemujercoquetaintimidada.
—Comprendo.Loshapuestoapruebaantes.—Sonunosbuenossabuesosquesiguenlapistaensilencio.—Pero esa clase de sabuesos tiene la costumbre demordermás pronto omás
tardelamanoquelesdadecomer.Seránencarceladosporesterobo.Lapolicíalosbuscaya.
—Cargaráncon loque lescorresponda.Paraeso se lespaga.Minombreno sepronunciaráparanadaenesteasunto.
—Amenosdequeyolahagafigurardentrodelmismo.—No, no; usted no lo hará.Usted es un caballero, y se trata de un secreto de
mujer.—Enprimerlugar,tienequedevolveresemanuscrito.Se rió a carcajadas, y cruzó la sala hasta la chimenea.Había en ella unamasa
calcinadaquerevolvióconelhurgón.—¿Quierequedevuelvaesto?—preguntó.Tan canallescamente exquisita parecía, plantada delante de nosotros con una
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sonrisadesafiante,quecomprendíqueentreloscriminalesdeHolmes,aquellamujereralaúnicaalaqueaésteleresultaríamásdifícilhacerfrente.Sinembargo,Holmeserainmunealsentimentalismo,ydijofríamente:
—Estodecidesusuerte.Esmuyrápidaparaactuar,madame,peroenestaocasiónsehaexcedido.
Ellatiróalsueloelhurgón,quesonóconestrépito,yexclamó:—¡Quédurodecorazónesusted!¿Quierequelecuentetodoloocurrido?—Creoquepodríacontárseloyomismo.—Pero es preciso, señor Holmes, que mire la cuestión con mis propios ojos.
Comprendaelpuntodevistadeunamujerquevecómosevieneabajoenelúltimoinstantetodalaambicióndesuvida.¿Puedecensurárselequesedefienda?
—Suyofueelpecadoprimitivo.—¡Sí, sí! Lo reconozco. Douglas era un muchacho encantador, pero la mala
suertequisoquenoencajasedentrodemisproyectos.Élqueríacasarse…,casarse,señorHolmes;quemecasaseconunhombrecorrienteysindinero.Noseconformó.Despuéssepusoterco.Creyóqueporqueyohabíacedidoteníaqueseguircediendo,ycediendoaélsolo.Esoeraintolerable,ytuvequeacabarporhacérselocomprender.
—Y se lo hizo comprender alquilando a un grupo de maleantes para que loapalearandebajodesuventana.
—Por lo visto, usted lo sabe todo. Sí, es cierto. Barney y sus hombres se lollevaronencocheylotrataron,loreconozco,conalgodedureza.Pero¿quéhizoélentonces? ¿Podía creer que un caballero cometiese acción semejante? Escribió unlibro en el que relató su propia historia. Yo, como es natural, era el lobo; él, encambio,eraelcordero.Eneselibro,aunquebajonombresdistintos,comoesnatural,serelataba todo;pero,aunque losnombresfuesendistintos,¿habríahabidoen todoLondresunasolapersonaquenocayeseen lacuenta?¿Quémedicedeeso, señorHolmes?
—Digoqueestabadentrodesusderechos.—FuecomosilosairesdeItaliaselehubieranmetidoenlasangre,introduciendo
enéleltradicionalespírituvengativoitaliano.Meescribióymeenvióunacopiadesulibroafindequeyosufrieseporanticipadolatortura.Medecíaqueexistíandoscopias,unaparamíyotraparasueditor.
—¿Cómosupoustedqueeleditornohabíarecibidosucopia?—Yosabíaquiénerasueditor,porquenoeraésasuprimeranovela.Meenteréde
que no había recibido noticias de Italia. Entonces se produjo la muerte súbita deDouglas.Mientras existiese el otromanuscrito, no habría seguridadparamí.Teníaque encontrarse entre sus efectos personales, y éstos serian devueltos a sumadre.Hiceentrarenacciónalgrupo.Unadelaspersonasdelmismosecolocódesirvientaenlacasa.Yoqueríarealizareltrabajohonradamente.Leasegurodeverdadqueyoqueríaactuardeesemodo.Estabadispuestaacomprar lacasacon todo loqueellacontenía.Ofrecí pagar el precioque ellaquisiesepedir.Únicamente recurrí aotros
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medios cuando hubo fallado todo lo demás. Entonces bien, señor Holmes,reconociendo que yo traté con excesiva dureza a Douglas, ¡y bien sabe Dios loapesadumbrada que estoy!, ¿qué otra cosa podía hacer cuando se jugaba todo miporvenir?
SherlockHolmesseencogiódehombros.—Bien, bien—le contestó—;me imagino que, como de costumbre, no tendré
másremedioquetransigirconundelito.¿Cuántovendráacostarunviajealrededordelmundohechoatodacomodidad?
Ladamalomiróconojosdeasombro.—¿Podríarealizarseconcincomillibras?—¡Sí,yocreoquesí,desdeluego!—Perfectamente.Creoqueustedmefirmaraunchequeporesacantidad,yyome
cuidaré de que llegue amanosde la señoraMaberley.Es acreedora a queusted leproporcioneunpequeñocambiodeaires.Yparaterminar,señoramía—aldeciresto,Holmes leapuntóconel índiceen señaldeadvertencia—: ¡Tengacuidado! ¡Tengacuidado! ¡No es posible jugar toda la vida con instrumentos de filo sin cortarsealgunavezesasmanostandelicadas!
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L
LAAVENTURADELSOLDADODELAPIELDECOLORADA
as ideas de mi amigo Watson, aunque limitadas, son extraordinariamentepertinaces.Desdehacetiempohavenidohostigándomeparaqueescribaunode mis casos. Quizá he provocado yo mismo esa persecución, por haberle
hechonotarmuchasveceslasuperficialidaddesusrelatos,acusándoledeinclinarsehaciaelgustopopular, envezdeceñirse rigurosamentea loshechosya lascifras.«¡Pruebedeescribirustedmismo,Holmes!»,mehasolidoreplicar,yahora,despuésdetomarlaplumaenlamano,meveoforzadoareconocerque,enefecto,empiezoadarmecuentadequeesprecisopresentarelasuntodemaneraquepuedainteresarallector. Es difícil que el siguiente caso no interese, porque se cuenta entre losmásrarosdemicolección,aunqueWatsonnotenganotasdelmismoenlasuya.Yaquehablodemiviejoamigoybiógrafo,aprovecharélaoportunidadparahacernotarque,sienmisvariadasypequeñaspesquisasechosobremílacargadeunacompañante,nolohagoniporsentimentalismoniporcapricho,sinoporqueWatsonposeealgunasnotablescaracterísticaspropiassuyas,alasquenohaconcedidoimportancia,llevadode sumodestiaydel aprecioexageradoenque tienemispropias realizaciones.Unconfederado capaz de prever siempre las conclusiones a que usted va a llegar y elcursodelaacciónquevaaemprenderessiemprepeligroso;peroaquelotroalquetodaslasnovedadesqueseproducenlecaencomounasorpresacontinua,yparaelqueelporveniressiempreunlibrocerrado,resultaenverdadunaayudaleal.
Veo pormis libros de notas que fue durante elmes de enero de 1903, apenasterminadalaguerraconlosbóers,cuandorecibílavisitademísterJamesM.Dodd,unbritánicocorpulento, sano,quemadodel sol,bienplantado.ElbuenodeWatsonme había abandonado para seguir a una esposa, único acto suyo egoísta que yorecuerdodeltiempoenqueestuvimosasociados.Yoestaba,pues,asolas.Yotengoporcostumbre sentarmedeespaldas a laventanayhacer sentar amisvisitas en lasilladeenfrente,demodoquelesdelaluzenlacara.MísterJamesM.Doddmostrónosabercómoempezarlaconversación.Nointentéacudirenayudasuya,porquesusilenciomedejabamástiempoparaobservarloaél.Hecomprobadoqueresultahábildespertarenlosclientesunasensacióndepoder,yporesolehiceveralgunasdelasconclusionesaqueyohabíallegado.
—Veo,señor,quevieneusteddeSudáfrica.—Asíes,místerHolmes;ustedesbrujo.—Del Cuerpo de Voluntarios de Caballería Imperial, si no me equivoco. Del
regimientodeMiddlesex,sindudaalguna.
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—Asíes,místerHolmes;ustedesbrujo.Mesonreíalescucharlaexpresióndesuasombro.—Cuandouncaballerodeaparienciavaronilentraenmihabitación,conelrostro
deunmatizqueelsoldeInglaterranopodrádarlejamás,yaesoseagregaeldetallede que lleva el pañuelo dentro de lamanga, en lugar de llevarlo en el bolsillo, noresultadifícildeestablecersuprofesión.Llevaustedlabarbacorta,yesedetalledaaentenderquenoperteneceustedalejércitoprofesional.Tienetodoelaspectodeunjinete. En cuanto a situarlo en elCuerpo deMiddlesex, ya su tarjetame ha hechosaberqueesustedcorredordebolsaenlacalleThorgmorton.¿Aquéotroregimientopodíaustedagregarse?
—Loveustedtodo.—Noveomásde loqueven todos,peromeheadiestradoenfijarmeen loque
veo.Bueno,místerDodd,ustednohavenidoestamañanaavisitarmeconobjetodehablaracercadelacienciadelaobservación,¿verdad?¿QuéesloqueleocurreenTuxburyOldPark?
—¡MísterHolmes…!—Nohayenellomisterioalguno,queridoseñor.Sucartaestabafechadaenese
lugar, y comousted solicitabaesta entrevista en términosmuyapremiantes, resultaclaroquehabíaocurridoalgoimportantedeunamanerarepentina.
—Asíes,enefecto.Peroyoescribí lacartapor la tarde,ydeentoncesacáhanocurrido muchas cosas. Si el coronel Emsworth no me hubiese echado de allí apuntapiés…
—¡Quelehaechadoapuntapiés!—Bueno,enrealidad,loquehizovieneaserlomismo.EstecoronelEmsworth
noseparaenbarras.Fueensustiemposdemilitarelmásexigenteordenancistaquehabíaenelejército,yaquélloserantiemposenlosqueseempleabaunlenguajeduro.Yonohabríaestadojuntoalcoronel,denohabersidoporatenciónaGodfrey.
Encendímipipaymearrellanéenmiasiento,diciéndole:—Explíqueseclaramente.Miclientesesonrióconmaliciaymecontestó.—Es que yo había acabado por suponer que usted lo sabe todo sin que se lo
digan.Pero,enfin,voyaponerlealcorrientede loshechos,yquieraDiosqueseaustedcapazdeexplicarmeel alcanceque tienen.Mehepasado lanocheenvelaydándolevueltasenelcerebroalasunto,perocuantomáslopienso,másincreíblemeresulta…Cuandoenelmesdeenerodemilnovecientosuno,esdecir,hacedosaños,me incorporé, el jovenGodfreyEmsworth servía en elmismo escuadrón.Era hijoúnicodelcoronelEmsworth,eldelaCruzVictoriadelaguerradeCrimea.Llevabaen sus venas sangre combativa, y no es extraño que se alistase de voluntario. Nohabía en todo el regimientomozo demejores dotes.Nos hicimos amigos, con esaamistadqueúnicamentellegaaestablecersecuandodospersonasvivenidénticavidaycompartenlasmismasalegríasydolores.Eramicamarada.Estapalabrasignifica
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mucho en el ejército.Durante un año entero de rudo pelear aguantamos juntos lasdurasylasmaduras.Hastaque,durantelaacciónquetuvolugarcercadeDiamondHill,enlosalrededoresdePretoria,lemetieronaélunabaladegruesocalibre.Recibíuna carta suya desde el hospital deCiudaddeElCaboy otra desdeSouthampton.Puesbien:acabadalaguerrayyatodosderegreso,leescribíalpadrepreguntándolepor el paradero deGodfrey.Nome contestó. Espere y volví a escribirle. Esta vezrecibíunacartaconcisayhuraña.Godfreyhabíaemprendidounviajealrededordelmundo,ynoeraprobableque regresaseantesdeunaño.Ynadamás…Yonomequedésatisfecho,místerHolmes.Todoellomeresultócondenadamenteraro.Godfreyera unbuenmuchacho, y no podía hacer de lado a un camarada de esemodo.Noconcordaba con sumanera de ser.Resulta que, además, yo estaba enteradodequeteníaqueheredarunasumaimportantededinero,yquesupadreyélnosiempreseentendíanbien.Elviejoeraenocasionesagresivo,yeljovenGodfreyerademasiadoenteroparaaguantarlo.No,yonomediporsatisfecho,ydecidí llegarhasta laraízdelasunto.Perocomomispropioscasosrequeríanmuchaatencióntrasdosañosdeausencia,nomefueposibleocuparmedelcasodeGodfreyhastaestamismasemana.Pero, puesto que lo he tomado ya en mano, me propongo abandonar todo hastallevarloafeliztérmino.
MísterJamesM.Doddmeprodujolaimpresióndequeeraunadeesaspersonasalas que es preferible tener de amigo que de enemigo. Sus ojos azules tenían unaexpresióndura,ysucuadradamandíbulasehabíatensadomientrashablaba.
—¿Yquéhahechousted?—lepregunté.—Miprimerpasoconsistióenirhastasuresidencia,TuxburyOldPark,cercade
Bedford, para ver por mis propios ojos cómo se presentaba el terreno. Por eso leescribí a la madre; no quería tratar más con el venado del padre. Fue un ataquefrontal:queGodfreyeramicamarada;yoteníaungraninterés,queellaseexplicaríaporloquehabíamospasadojuntos;queibaapasarporelpueblo,ysiellanoponíaobjeción alguna, etcétera. La contestación fue atentísima y en ella se me ofrecíaalojamiento para pasar la noche. Eso fue lo queme llevó el lunes allí… El viejopalaciodeTuxburysehallaenunlugarinaccesible,adiezkilómetrosdedistanciadecualquierpunto.Enlaestaciónnohabíacochealguno,demodoquemeviobligadoacubrir el trayecto a pie, cargado conmimaletín, y era ya casi oscurecido cuandollegué.Esungranedificiosolitarioquesealzadentrodeunextensoparque.Yodiríaque pertenece a toda clase de épocas y de estilos, porque empieza en una baseisabelinaqueesmitaddemadera,yacabaenunpórticodelaépocavictoriana.Enelinterior es todoartesonados, tapicesyviejaspinturasmedioborrosas; esdecir, unacasaensombrasydemisterio.Habíaundespensero,elviejoRalph,queparecíatenertantosañoscomolacasamisma,ysumujer,queeraquizámásvieja,habíasidolaniñeradeGodfrey,yyolehabíaoídoaéstehablardeellacomodeunamadre,alaquequeríacasitantocomoasumadre;poresomesentíatraídohaciaellaapesardesu raro aspecto. También simpaticé con la madre, que era una mujer pequeña y
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cariñosacomounaratitablanca.Conelúnicoquenohicemigasfueconelcoronel…Tuvimosdesdeelprimermomentonuestrosmásynuestrosmenos,ysentíimpulsosderegresarenelactomismoalaestación.Sinolohice,fueporquetuvelasensacióndequeseríahacerleeljuegoaél.Mepasaroninmediatamenteasudespachoyallímeloencontré,corpulento,cargadodeespaldas,tezoscura,largabarbarevuelta,sentadodetrásdesumesa-escritorio llenadepapeles.Sunarizdevenasrojasseproyectabacomoelpicodeunbuitre,ydosojosgrises,agresivos,seclavaronenmípordebajode unas cejas tupidas y salientes.Comprendí por quéGodfrey hablaba poco de supadre. «Veamos, señor —me dijo con voz áspera—; me agradaría conocer lasverdaderasrazonesdeestavisita».Lecontestéqueyalashabíaexplicadoenlacartaque había enviado a su esposa. «Sí, sí; en ella decía usted que había conocido aGodfrey en África, y, como es natural, no tenemosmás pruebas que su palabra».«Tengocartassuyasenelbolsillo».«¿Quieretenerlaamabilidaddemostrármelas?».Repasólasdosqueyoleentregué,yluegomelasdevolvió,preguntándome:«Bien,¿yqué?».«Yoquieromuchoa suhijo, señor.Nosunenmuchos lazosy recuerdos.¿Noes,pues,natural,queyomeasombredesurepentinosilencioyquedeseesaberquéhasidodeél?».«Creorecordar,señor,quehemantenidoyacorrespondenciaconusted,yquelecomuniquéloquehabíasidodeél.Haemprendidounviajealrededordelmundo.DespuésdeloquepasóenÁfrica,susaludestabaquebrantada,ytantosumadrecomoyofuimosdeopiniónqueprecisabaundescansocompletoyuncambio.Tengausted laamabilidadde transmitiresaexplicaciónacualquierotroamigoquepudiera interesarseenelasunto».«Desde luego—lecontesté—.Peroyo lepediríaquetuvieselaamabilidaddedarmeelnombredelalíneadenavegaciónydelvaporenquehaembarcadoydelafechaenquelohizo.Deesemodoestoysegurodequeconseguiréhacerllegarhastaélunacarta».Estapeticiónmíapareciódesconcertareirritar a mi huésped. Sus tupidas cejas salientes se abatieron sobre sus ojos ytamborileóimpacienteconsusdedosencimadelamesa.Porúltimo,alzólavistaconlaexpresióndeunjugadordeajedrezquehavistohacerasuadversariounajugadaamenazadora y acaba de descubrir la jugada suya con que ha de parar el golpe.«Míster Dodd —contestó—, son muchos los que se sentirían ofendidos por suinfernalobstinaciónyquejuzgaríanqueestainsistenciasuyadeahoralindaconunamalditaimpertinencia».«Atribúyalo,señor,alcariñoqueprofesoasuhijo».«Exacto,perohellegadoyaallímitedeloquepuedotolerarporesarazón.Tengoquepedirleque abandone sus pesquisas, En todas las familias existen ciertas intimidades ypropósitosquenosiemprepuedenserconfiadosa losextraños,pormuybuenaquesealaintencióndeéstos.MiesposatienegraninterésenqueustedlecuentecosasdelavidapasadadeGodfrey,peroyohederogarlequehagacasoomisodesupresentey de su futuro. Tales pesquisas suyas no conducen a ninguna finalidad útil, y noscolocan en una situación delicada y difícil». De modo, míster Holmes, que meencontréconelcaminocerrado.Nohabíamododeseguiradelante.Loúnicoquemequedabaerasimularqueaceptabalasituación,haciendointeriormentepromesadeno
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descansarhastaaclararquéhabíasidodemiamigo.Laveladafuetristona.Cenamostranquilamente los tres, en una vieja habitación, oscura y ajada. La señora mepreguntóansiosamenteacercadesuhijo,peroelancianoparecíahurañoydeprimido.Todoaquellomeaburriódetalmanera,quemeexcuséloantesquemefueposiblehacerlo dentro de las buenas formas, y me retiré a mi dormitorio. Era ésta unahabitaciónampliaydesnuda,situadaenlaplantabaja,tanlóbregacomotodoelrestode la casa; pero,míster Holmes, después de dormir durante un año en el veld, sevuelveunopocoexigenteenesasmaterias.Descorrílascortinasymeasoméamiraraljardín,fijándomeenquehacíaunanochehermosa,conlamedialunabrillanteenelcielo. Después me senté junto a la viva hoguera de la chimenea, con la lámparacolocadaamiladoenunamesa,ytratédedistraermispensamientosconlalecturadeunanovela.
»PeromecortólalecturalaentradadeRalph,elviejodespensero,quemetraíaunnuevosuministrodecarbón.“Penséque,quizáseleacabasedurantelanocheelquetiene,señor.El tiempoescrudoyestashabitacionessonfrías”.Vacilóantesderetirarsedelahabitación,yalvolveryolavista,meencontréconqueestabaenpieyquesuarrugadacaramemirabaconexpresióndeansiedad.“Señor,yoleruegoquemeperdone,peronopudemenosdeescucharloqueustedhablódemijovenmísterGodfreydurante lacena.Yasabráusted,señor,quefuemimujer laque lecrió,demodo que yo casi podría decir que soy su padre adoptivo. Es, pues, natural, quenosotrosnosinteresemosporelseñorito.¿Demodoque,segúndiceusted,seportócomo un valiente?”. «Hombremás valeroso no lo hubo en todo el regimiento. Enciertaocasiónmesacódedebajomismodelosriflesdelosbóers,yquizásiélnolohubiesehecho,yonoestaríaaquíenestemomento».Elancianodespenserosefrotólas arrugadasmanos. «Sí, señor, sí; eso va perfectamente con lamanera de ser demísterGodfrey.Siemprefuevaleroso.Nohayenelparqueunsoloárbolalquenohayatrepado.Nadaeracapazdedetenerle.Fueunmuchachomagnífico,ytambién,señor…,tambiéndehombrefuemagnífico».Mepuseenpiedeunsaltoyexclamé:«¡Cómo! Dice usted que fue. Habla como si él hubiera muerto. ¿Qué misterioencierratodoesto?¿QuéhasidodeGodfreyEmsworth?».Agarréalancianoporloshombros,peroélseechóatrás.«Noentiendoloqueusteddice,señor.Sialgoquieresaber de míster Godfrey interrogue usted al amo. Él lo sabe. Yo no deboentremeterme». Ibaa retirarsede lahabitación,peroyo ledetuveporelbrazoy ledije:«Escuche.Vaustedacontestarmeaunasolapreguntaantesqueseretire,porquede lo contrario soy capaz de retenerle a usted aquí toda la noche. ¿Ha muertoGodfrey?». No fue capaz de sostener mi mirada. Parecía estar hipnotizado. Lacontestaciónsaliódesuslabioscomosiyoselahubiesearrancado.Yfueterribleeinesperada. «¡Pluguiera Dios que hubiese muerto!», exclamó, y arrancándose mismanosseprecipitófueradelahabitación.Yaseimaginaráusted,místerHolmes,quenovolvíamisillaenunestadodeánimomuyfeliz.Meparecióquelaspalabrasdelanciano sólo podían tener una interpretación. Era evidente que mi pobre amigo
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habíase visto envuelto en algún acto criminal, o por lomenos, vergonzoso, y queafectabaalhonordelafamilia.Poreso,aquelancianoseverohabíaenviadoasuhijolejos,ocultándoloalmundo,afindeevitaralgúnescándalopúblico.Godfreyeraunmozo temerario, y que se dejaba llevar fácilmente por los que le rodeaban.Habíacaído,sinduda,enmalasmanosquelehabíanextraviadoyconducidoalaruina.Sisetratabaverdaderamentedeeso,lacosaeralamentable;peroaunenuncasoasí,eradebermíobuscarlehastadarconél,afindeversiyopodíaserledealgunaayuda.Mehallabaensimismadoymeditandoconansiedadenelasunto,cuandoalcélavistayme encontré de pronto con elmismísimoGodfrey Emsworth, que estaba en piedelantedemí.
Mi cliente se había detenido, como personapresadeprofundaemoción.Yo,aldarmecuentadesuestado,ledije:
—Prosiga, por favor. Su problema ofrecealgunosrasgosmuyfueradelocorriente.
—MísterHolmes,miamigoestabadelapartede afuera de la ventana, con la cara apretadacontra el cristal. Le he dicho antes que yo measoméamirarcómoestaba lanoche.Alhacerlodejé las cortinas parcialmente descorridas. Lafigurademiamigoquedabaencuadradadentrodeesa abertura de las cortinas. La ventana llegabahastaelsuelomismo,demodoquepudevertodasu figura, pero fue su rostro el que atrajo lamiradamía.Estabamortalmentepálido;jamáshevistoyoaunhombrede rostro tanblanco.Creoqueésadebedeser lablancuradelosfantasmas;perosusojossecruzaronconlosmíos,yenverdadqueeranojosdeunapersonaviva.Enelmomentoenqueélcayóenlacuentadequeyolemirabadiounsaltoatrásydesaparecióenlaoscuridad…MísterHolmes,enelaspectodeesehombrehayalgoquemeprodujounaimpresióndolorosa. No se trata simplemente de una cara cadavérica que se destacaba en laoscuridad, tan blanca como el yeso. Era algo más sutil; algo como vergonzoso,furtivo,algocomo,culpable;en fin,algocompletamentedistintode la franquezayhombría que yo conocí en aquel mozo. Me quedó en el alma una sensación dehorror…Pero,elhombrequehaestadohaciendolaguerraunañoodos,teniendoporcontrarioeneljuegoalhermanobóer,sabeconservartempladoslosnerviosyactuarconrapidez.ApenashabíadesaparecidoGodfrey,cuandoyoyamehabíaabalanzadohacía laventana.Elcierredeésta funcionócondificultad,y tardéalgún tiempoenpoderlevantarlahaciaarriba.Actoseguidomeescabullíporlaaberturaycorríporelcamino del jardín hacia la dirección que yo pensé que podría haber tomado miamigo… El camino era largo y la luz mala, pero me pareció que algo se movía
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delantedemí.Seguícorriendoylellaméporsunombre,perofueinútil.Alllegaralfinaldelcaminomeencontréconqueéstesebifurcabaenvariasdirecciones,yendoaparar a distintos edificios adyacentes a la casa.Me quedé indeciso, y estando asíescuché con toda claridad el ruido de una puerta que se cerraba. No se habíaproducidoenlacasa,amisespaldas,sinoenfrentedemí,enalgúnsitioenvueltoenlaoscuridad.Aquellomebastó,místerHolmes,paraadquirirelconvencimientodequeloqueyohabíavistonoeraunavisión.Godfreyhabíahuidodemícorriendoysehabíametidoenalgúnsitio,cerrandodespuéslapuerta.Deesoestabayoseguro.Yanomequedabaamínadaquehacer.Paséunanocheintranquila,dandovueltasenmicabezaalasuntoytratandodeencontraralgunaexplicaciónenlaqueencajasetodolosucedido.Aldía siguiente encontré al coronel de temperamentomás conciliador, ycomosuesposamehizonotarqueenaquellosalrededoresexistíanlugaresdignosdeverse, aproveché la oportunidad para preguntarles si les resultaría molesto que yopasase allí otra noche más. La gruñona conformidad dada por el anciano meproporcionóundía entero para dedicarme a observar.Yo estaba ya completamenteconvencidodequeGodfreyseocultabaporallícerca;peromequedabatodavíaporaveriguarelsitioylarazóndeaquelocultamiento…Eralacasatanespaciosaytanllenaderecovecos,quepodíaescondersedentrodeellaunregimientoenterosinquenadieadvirtiesesupresencia.Sielsecretoestabaallí,meresultaríadifícilpenetrarlo.Perolapuertaqueyohabíaoídocerrarseestaba,contodaseguridad,fueradelacasa.Eraprecisoqueyoexploraseeljardín,porsipodíadescubriralgo.Ningúnobstáculosemepresentabaparaello,porquelosdosancianossehallabanatareadoscadacualasumanera,ymedejaronenlibertadparapasareltiempocomobienmepareciese…Había varios pequeños edificios que servían de dependencias de la casa, pero alfondo del jardín se alzaba un edificio aislado y de regular capacidad; lo suficientecomoparaservirdeviviendaaunjardinerooaunguardadecaza.¿Seríaaquellugardel que procedía el ruido de la puerta que se cerró? Me acerqué al edificiodespreocupadamente,comosimeestuviesepaseandosinrumbofijoporelparque.Alhacerlo,saliódelapuertaunhombrepequeño,vivaracho,debarba,chaquetanegraysombrero hongo; es decir, que no tenía aspecto alguno de jardinero. Con gransorpresamía,aquelhombrecerrólapuertaconllavedespuésdesalirysemetióéstaenelbolsillo.Luegomemiróconexpresiónalgosorprendidaymepreguntó:«¿Esustedvisitaenestacasa?».Ledijeque,enefecto,estabadevisitayqueeraamigodeGodfrey.Yagregué:«¡Quépenaqueseencuentreviajando,porqueseguramente lehabríaagradadohablarconmigo!».«Yalocreoquesí.Estoysegurodequelehabríaagradado—mecontestóconexpresióndeculpabilidad—.Esperoquerepitaustedlavisitaenalgunaocasiónmáspropicia».Siguiósucamino,pero,aldarmeyomediavuelta,mefijéenquesehabíadetenidoymeestabavigilandomedioocultoporlosarbustos de laurel que había en el extremo más alejado del jardín. Me fijédetenidamente en la casita al pasar por delante, pero las ventanas estaban cerradascongruesascortinas,ymediolaimpresióndequenohabíanadiedentro.Siyome
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mostraba demasiado audaz, pudiera echar a perder mi propio juego, e inclusomeexponíaaquemediesenordendemarcharmedelacasa,porqueteníalasensacióndeque me vigilaban. Por eso me volví paseando al edificio principal y dejé para lanoche hacer nuevas averiguaciones. Cuando todo estuvo oscuro y tranquilo, medeslicé por la ventana demi cuarto y avancé todo lo silenciosamente queme fueposiblehasta lamisteriosacasita…Hedichoyaque lasventanasestabancubiertascongruesascortinas,peroahoramelasencontrétambiéncerradasconpersianas.Sinembargo, a través de una de ellas salía un poco de luz, y por eso concentré miatenciónenella.Tuvesuerte,porquelacortinanohabíasidocorridadeltodo,ypodíaver el interior de la habitación por una grieta que tenía la persiana. Era un cuartobastantealegre,enelqueardíanunalámparayunbuenfuegoenlachimenea.Frenteamíestabasentadoelhombrecitoalqueyohabíaencontradoporlamañana.Fumabaenpipayestabaleyendounperiódico.
—¿Quéperiódicoera?—preguntéyo.Mi cliente pareció molestarse porque yo le hubiese interrumpido el relato, y
preguntó:—¿Tieneesoimportancia?—Esdelomásesencial.—Puesnomefijé.—Sinembargo,quizásefijaseustedensieraunperiódicodehojasanchasouno
deesosotrosdetamañomásreducido,comosuelenserlossemanarios.—Ahora que ustedmemenciona ese detalle, la verdad es que no era de hojas
grandes.Quizá fueseTheSpectator.Peroyonoestabaparapensar enesaclasededetalles,porquedeespaldasalaventanahabíaotrohombresentado,yyopodríajurarqueeseotrohombreeraGodfrey.Noleveíalacara,peroreconocílainclinacióndesus hombros, que me era sumamente familiar. Estaba apoyado sobre el codo, enactituddegranmelancolía,ymirabahaciaelfuegodelachimenea.Vacilabayoenloquedeberíahacer,cuandosentíungolpesecoenelhombroymeencontréjuntoamíalcoronelEmsworth.«¡Vengaporacáseñor!»,medijoenvozbaja.
»Caminó en silencio hasta la casa y yo le seguí, entrando ambos en midormitorio.Alpasarporelvestíbuloechómanoaunhorariodetrenes,ydijo:“AlasochotreintasaleuntrenparaLondres.Elcocheestaráesperándoleaustedalasochojuntoalapuerta”.
»Estabablancodeira,yyomeencontré,noharáfaltadecirlo,enunaposicióntandifícilquehubede limitarmeaalgunasfrases incoherentesdedisculpa, tratandodeexcusarmeconlagranpreocupaciónqueyosentíapormiamigo.Elcoronelmedijoconrudeza:“Esteasuntonoadmitediscusión.Hacometidoustedunactosumamentecensurable, introduciéndoseen la intimidaddenuestra familia.Ustedseencontrabaaquíencalidaddehuéspedysehaconvertidoenespía.Nadamástengoqueagregar,señor,fueradequenodeseovolveraverleausted”.
»Míster Holmes, al oír aquello perdí los estribos y rompí a hablar
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acaloradamente:“Yohevistoasuhijo,y tengo laseguridaddequeusted loocultadelmundoporalgunarazónqueaustedsóloleinteresa.Nopuedoimaginarmeaquémóvilespuedeustedobedeceraislándoleaéldeestamanera;peroestoy segurodequemiamigoseencuentraimposibilitadodeobrarconlibertad.Leprevengo,coronelEmsworth, que no renunciaré a mis esfuerzos para llegar al fondo del misterio,mientrasnotengalaseguridaddelasaludydelbienestardemiamigo.Desdeluego,nomedejaréintimidarpornada,enabsoluto,decuantoustedpuedadecirohacer”.
»Aquelviejoteníaenesemomentounaexpresióndiabólicaylleguéapensarqueestabaapuntodeagredirme.Hedichoyaqueesungigantóndeaspectoagresivoyderostro enjuto; aunque yo no soy poca cosa, quizá me habría resultado difícildefendermedeél.Sinembargo,despuésdedirigirmeunafuribundaylargamirada,girósobresustalonesysaliódelahabitación.Yo,pormiparte,toméporlamañanaeltrenquesemehabíaseñalado,muyresueltodevenirdirectamenteaconsultarconustedyapedirleconsejoyayuda,paralocualleescribípidiéndoleunacita».
Taleraelproblemaquemivisitantemeexpuso.Segúnhabrápodidoyaobservarel lector astuto, ofrecía pocas dificultades para su solución, porque en la raíz delproblema sólo existía una serie muy limitada de alternativas. Sin embargo, porelementalquefuese,ofrecíapuntosdeinterésydenovedadquedisculpabanqueyolodejaseregistradoporescrito.Yahora,empleandomimétodofamiliardeanálisislógico,pasaréareducirpaulatinamenteelnúmerodesolucionesposibles.
—Dígame:¿cuántoscriadoshabíaenlacasa?—lepregunté.—Pues,porloqueyovi,deduzcoquenohabíamásqueelviejodespenseroysu
mujer.Elgénerodevidaqueallísellevabaeradelomássencillo.—¿Demodoqueenlacasitaindependientenohabíaningúncriado?—Ninguno, a menos que actuase como tal el hombrecito de la barba. Sin
embargo,mediolaimpresióndeserunapersonamuysuperioraesecargo.—Heahíundetallemuysugestivo.¿Sefijóustedensillevabandecomerdesde
unacasaalaotra?—Ahora que usted me habla de eso, es cierto que vi al viejo Ralph ir por el
caminodeljardínendirecciónalacasita,llevandounacesta.Enaquelmomentonosemeocurriólaideadequelacestapudieraconteneralimentos.
—¿Realizóustedalgunapesquisaenelpueblo?—Sí.Hablé con el jefe de estacióny también con elmesonerodel pueblo.Me
limité a preguntarles si tenían algunas noticias de mi antiguo camarada GodfreyEmsworth. Ambos me aseguraron que estaba realizando un viaje alrededor delmundo; que había regresado a casa y que casi enseguida volvió a salir parareemprenderlo.Esevidentequelaexplicaciónesaceptadaportodos.
—¿Nadahablóusteddesussospechas?—Nada.—Obróustedmuycuerdamente.Nohaydudadequeestamosenlaobligaciónde
investigarelcaso.RegresaréconustedaTuxburyOldPark.
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—¿Hoymismo?Enaquelmomentoandabayoocupadoenponerenclaroelcasoquemiamigo
WatsonharelatadoconeltítulodeLaEscueladelaAbadía,enlaquetandecercasehalla comprometido el duque de Greyminster. También había recibido una misiónprocedentedelsultándeTurquíaquemeobligabaaunaactuacióninmediata,porquepudieran seguirse las más severas consecuencias políticas de no hacerlo así. Porconsiguiente, y según consta en mi diario, sólo en los comienzos de la semanasiguientepudeponermeencaminoparacumplirmicompromisoenBedforshireencompañíademísterJamesM.Dodd.MientrasnosdirigíamosalaestacióndeEustonrecogimos a un caballero grave y taciturno, de aspecto de hierro gris, con el quepreviamentehabíayohecholosarreglosnecesarios.
—Esunviejoamigo—ledijeaDodd—.Quizásupresenciaseaabsolutamenteinnecesaria,ypuedetambiénqueresulteesencial.Demomentonohacefaltaentrarenmásdetalles.
Los relatos deWatson tendrán, sin duda, acostumbrado al lector a que yo nopierda el tiempo en palabras inútiles y a que no ponga en claromis pensamientosmientrasnotengoresueltoelcasoquellevoentremanos.Doddpareciósorprendido,peronosehablómásacercadelasunto,ylostresproseguimosjuntoselviaje.YaeneltrenpreguntéaDoddalgoqueyodeseabaqueoyesenuestroacompañante.
—Diceustedqueviolacaradesuamigoenlaventanaconabsolutaclaridad,conunaclaridadtalquetieneseguridadabsolutadequeeraél.
—Nocabelamenorduda.Apretabalanarizcontraelcristal.Laluzdelalámparaseproyectabadellenosobreél.
—¿Nopodríatratarsedealguienqueselepareciese?—No,no;eraél.—Peroustedafirmaqueestabacambiado,¿noesasí?—Únicamenteencuantoalcolor.Sucaraera…¿cómodiré…?,deunablancura
comodebarrigadepescado.Estabablanqueada.—¿Conelmismotonoblancoportodaella?—Creoqueno.Lomejorquevidetodofuesufrenteapretadacontralaventana.—¿Lellamóusted?—Me hallaba demasiado sobresaltado y horrorizado en aquel momento. Acto
seguido, y según se lo he dicho ya, salí en persecución suya, pero sin conseguiralcanzarle.
Para mí, el caso se hallaba prácticamente completo, y tan sólo me faltaba unincidentepequeñoafinderedondearlo.Cuando,despuésdeunconsiderabletrayectoencoche,llegamosalaviejacasa,extrañayretirada,quemiclientehabíadescrito.FueRalph,elancianodespensero,quiennosabriólapuerta.Yohabíacomprometidoelcocheparatodoeldíayhabíapedidoamiancianoamigoquepermaneciesedentrodelmismohastaquelellamásemos.Ralph,viejecitoarrugado,vestíaelconvencionaltrajedechaquetanegraypantalonesnegrosconrayablanca,conunaúnicaycuriosa
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variante. Llevaba guantes de cuero color castaño, de los que se despojóinstantáneamente al vernos, dejándolos encima de la mesa del vestíbulo al entrarnosotros.SegúnmiamigoWatsonhapodidohacernotar,poseounaagudezaanormalenmissentidos;husmeéunaromadébil,peroacre.Parecíacentradoenlamesadelvestíbulo.Medimediavuelta,coloquéallímisombrero,lotiréalsuelo,meinclinépararecogerloymedimañaparaacercarminarizamenosdetreintacentímetrosdedistanciade losguantes.Sí, indudablementeque aquel curiosoolor a brea salía deellos.Seguíadelanteparaentrareneldespachoconmicasoyaresuelto.¡Quélástimaquenotengamásremedioquemostrarlascartasquetengoenmanocuandorelatoyomismo un caso!Watson lograba presentar sus deslumbrantes finales ocultando esaclasedeeslabonesdelacadena.
ElcoronelEmsworthnoestabaenlahabitación,peroacudióconbastanterapidezal recibir elmensaje deRalph.Oímos en el pasillo sus pasos rápidos y firmes.Lapuertaseabriódeparenparyentróprecipitadamente,conlabarbaenmarañadaylasfacciones contraídas, convertido en el anciano más terrible que yo he encontradonunca.Teníaenlamanonuestrastarjetas,lasrompióenpedazosylaspisoteó.
—¿Noletengodicho,condenadoentremetido,queseconsiderearrojadodeestacasa?Novuelvajamásatenerlaaudaciademostraraquísumalditacara.Sivuelveaentrarsin licenciamíaestaréenmiderechoderecurrira laviolencia. ¡Lemataréatiros,señor!¡PorDios,queloharé!Encuantoausted,señor—prosiguióvolviéndosehaciamí—,considéreseincursoenlamismaadvertencia.Estoyaltantodelainnobleprofesión que ejerce, pero debe usted ocupar sus celebrados talentos en algún otroterreno.Aquínohaylugarparaellos.
—Nopuedomarcharmedeaquí—dijomiclienteconfirmeza—hastaquesepadelospropioslabiosdeGodfreyquenosehallacoartadasulibertad.
Nuestrohuésped,maldesuagrado,tiródelacampanilla.—Ralph—dijo—, telefonee a la policía del condado y diga al inspector que
envíeunpardeguardias.Dígalequehayenlacasaasaltantes.—Un momento —le dije yo—. Míster Dodd, ya sabrá usted que el coronel
Emsworth se encuentra en su derecho al dar ese paso, y que dentro de su casanosotrospodemosconsideramosfueradelaley.Porotrolado,éldebereconocerqueusted ha obrado movido enteramente por el interés que le inspira su hijo. Yo meatrevo a esperar que, si se nos conceden cinco minutos de conversación con elcoronelEmsworth, conseguiré con toda seguridad alterar su punto de vista en esteasunto.
—Yo no soy hombre que cambia fácilmente —repuso el veterano soldado—.Ralph, haga lo que he dicho. ¿Qué diablos espera para hacerlo? ¡Llame usted a lapolicía!
—Noharánadadeeso—dijeyo,descansandomiespaldaenlapuertacerrada—.Cualquier interferencia de la policía acarrearía la catástrofemisma que usted tantoteme.
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Saqué mi libro de notas y escribí una única palabra en una hoja suelta, queentreguéalcoronelEmsworth,diciéndole:
—Estoesloquenoshatraídohastaaquí.Sequedómirandofijamenteelescritoconcaradelaquehabíadesaparecidotoda
expresión,fuerasóloladeasombro.—¿Cómolosabeusted?—jadeó,dejándosecaerpesadamenteensusillón.—Pormiprofesión,deboponerenclarolascosas.Deesomeocupo.Elcoronelsesumióenprofundasmeditaciones,mientrassumanohuesudatiraba
desubarbaenmarañada.Deprontohizoungestoderesignación.—Pues bien: si ustedes desean hablar con Godfrey, hablarán, No era ese mi
propósito,peromehanobligadoaello.Ralph,digaaGodfreyyamísterKentqueiremosavisitarlosdentrodecincominutos.
Al cabo de ese tiempo avanzamos por el camino del jardín y nos encontramosdelante de la casa delmisterio, que se alzaba al final de aquél.Un hombrecito debarbanosesperabaenlapuerta,dandomuestrasdeconsiderableasombro,ynosdijo:
—Ha sidomuy repentino, coronel Emsworth, y echará a perder todos nuestrosplanes.
—No puedo evitarlo, míster Kent. Se nos ha hecho fuerza. ¿Puede recibirnosmísterGodfrey?
—Sí;estáesperandodentro.Giró sobre sus talones y nos condujo a una habitación delantera, espaciosa y
sencillamente amueblada. Un hombre nos esperaba en pie, vuelto de espaldas alfuego.Alverlo,miclienteavanzóprecipitadamenteconlamanoextendida.
—¡Godfrey,viejo,estoesmagnífico!Peroelotrolehizounaseñalconlamanoindicándolequeseretirase.—Nometoques,Jimmie.Mantenteadistancia.¡Sí,tienesmotivosparamirarme
conasombro!¿VerdadqueyanoparezcoelelegantecabohonorarioEmsworth,delescuadrónB?
Desdeluegoquesuaspectoeraextraordinario.Veíasequehabíasidounhombrebello, de facciones bien marcadas y quemadas por el sol africano; pero sobre esasuperficieoscuraveíanseronchonesextrañamenteblancuzcoscomosisupielhubiesesidoblanqueada.
—Aquí tienes la razón de que no me agrade recibir visitas —dijo—. Por ti,Jimmie,nomeimporta,perohubiesepreferidoquenoviniesetuamigo.Meimaginoquehabrámediadoalgunarazóndepeso,peroconellomeencuentroensituacióndeinferioridad.
—Yo quería asegurarme de que no te ocurría nada, Godfrey. Te vi la nocheaquéllaenquetepusisteamirarpor laventanaynopudedejarelasuntotranquilohastaponerlotodoenclaro.
—ElviejoRalphmedijoqueestabasallí,ynomepudecontenersinecharteunvistazo.Calculéquenomeveríasytuvequerefugiarmecorriendoenmimadriguera
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cuandooíquealzabaslaventana.—Pero¡porvidade…!,¿quéesloqueocurre?—Esunacosalargadecontar—dijoél,encendiendouncigarrillo—.¿Recuerdas
aquelcombateporlamañana,enBuffelsspruit,enlosalrededoresdePretoria,sobreelferrocarriloriental?¿Nosupistequeyohabíasidoherido?
—Sí;losupe,peronomedieronnuncadetalles.—Tresdenosotrosquedamosseparadosdelgruesodelasfuerzas.Recordarásque
eraunterritoriomuyabrupto.ÉramosSimpson,alquellamábamoselcalvoSimpson,Andersen y yo. Estábamos limpiando el terreno de hermanos bóers, pero éstos sehallaban acechando y nos aislaron a tres. Los otros dos fueronmuertos. Amímeatravesó el hombro una bala de grueso calibre. Yo, sin embargo, me aferré a micaballo,yéstegalopóenuntrayectodevarioskilómetrosantesdequemedesmayaseyrodasedesdelasillaalsuelo.
»Cuando recobré el conocimiento estaba oscureciendo, y me incorporé,sintiéndomemuydébilyenfermo.Congransorpresamía,meencontrécercadeunacasaqueestabacerrada,unacasabastantegrandeconunaanchaescalinataymuchasventanas.Hacíaunfríodemuerte.Yarecordarásquetodaslasnocheshacíaunfríoentumecedor,unfríomuydistintodelatemperaturacruda,perosana.Puesbien;yoestaba entumecido hasta el tuétano, y mi única esperanza consistía, al parecer, enllegar hasta aquella casa. Me puse en pie, tambaleando, y avancé arrastrándome,consciente apenas de lo que hacía. Conservo un confuso recuerdo de que subílentamentelospeldañosdelaescalinata,dequeentréporunapuertaabiertadeparenparypenetréenunahabitaciónmuyespaciosaqueconteníavariascamas,yquemetumbéenunadeellasconunsuspirodesatisfacción.Lacamaestabasinhacer,peroesonomeprodujolamenorinquietud.Mecubríconlasropasdelacamaelcuerpo,quetemblabadefrío,yuninstantedespuésmeencontrabaprofundamentedormido.
»Me desperté a la mañana siguiente, y tuve la impresión de que en lugar derecobrar el sentido en unmundo normal, habría irrumpido dentro de una pesadillaextraordinaria. Por las amplias ventanas, sin cortinas, penetraba un torrente de solafricano,yhasta losmáspequeñosdetallesdeaquelgrandormitorioenjalbegadoydesnudo se distinguían con nitidez y realce. Estaba ante mí un hombre pequeño,parecido a un enano, de cabeza enorme y bulbosa, que chapurreaba con granexcitación en holandés, accionando con dos manos horribles que se me antojabanesponjasdecolorcastaño.Asusespaldashabíaungrupodepersonasqueparecíansumamentedivertidasconlasituaciónperoalmirarlassentícorrerpormicuerpounescalofrío. Ni una sola de ellas era un ser humano normal. Todas estabancontorsionadas, hinchadas o desfiguradas demanera fantástica. La risa de aquellosmonstruosextraordinarioseraespantosadeoír.
»Por lo visto, ninguno de ellos era capaz de hablar en inglés, pero era urgenteaclarar la situación, porque aquel ser de cabezamonstruosa estaba enfureciendosecada vez más y lanzando gritos de bestia salvaje; me había puesto las manos
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deformesencimaymesacabaarastrasde lacama,sinhacercasode lasangrequemanabadenuevodemiherida.Aquelpequeñomonstruoteníalafuerzadeuntoro,yno sé lo queme habría hecho si no hubiera acudido, al oír el barullo, un hombreanciano que se veía que ejercía autoridad. Pronunció en holandés algunas frasesseverasymiperseguidorsealejóreculando.Luego,aquelhombrememirópresadelmayorasombro,ymepreguntó: “¿Cómodiabloshavenidoustedaquí? ¡Espereunmomento!Medoycuentadequeestáusted rendidodecansancioyqueesprecisocuraresaheridaque tieneenelhombro.Soymédico,yvoyavendarleenseguida.Pero¡porDiosvivo!,queestáustedaquíenunpeligromayorqueelqueleamenazaenelcampodebatalla,porqueseencuentraenelhospitaldeleprososyhadormidoustedenlacamadeunleproso”.¿Paraquévoyadecirtemás,Jimmie?Porlovisto,todosaquellospobressereshabíansidoevacuadoseldíaanterior,ante la inminentebatalla. Luego, al avanzar los británicos, elmédico superintendente había vuelto allevarlosallí.Éstemeaseguróque,aunqueélsecreíainmunealaenfermedad,nosehabríaatrevidoahacerloqueyohabíahecho.Mealojóenunahabitaciónreservada,metratócariñosamenteycosadeunasemanadespuésfuillevadoalhospitalgeneraldePretoria.
»Ahí tienes mi tragedia. Yo aguardaba contra toda esperanza. Los terriblessíntomasque túvesenmicaranovinieronaanunciarmequenomehabíasalvadohastaquenomeencontrédevueltaenmicasa.¿Quéibaahacer?Meencontrabaenestacasasolitaria.Disponíamosdedosservidoresen losquepodíamosconfiarporcompleto.Contábamosconunacasitadentrodelacualyopodíavivir.MísterKent,que esmédico, semanifestó dispuesto a permanecer ami lado bajo juramento deguardarelsecreto.Enesascondiciones,elasuntoparecíasencillo.Laalternativaquesemeofrecíaeraespantosa:separaciónparatodalavidaentregentesdesconocidassinunasolaesperanzadeliberación.Peroeraimprescindibleguardarelmásabsolutosecreto, porque, de lo contrario, hasta en esta tranquila región campesina se habríalevantado un alboroto, y yo me habría visto arrastrado a mi suerte horrible. Erapreciso ocultarlo incluso de ti, Jimmie. No llego a comprender cómomi padre haalteradosuresolución.
ElcoronelEmsworthmeseñalóamíconeldedo.—Ésteeselcaballeroquemeforzóaello.Aldecirlodesdoblólahojadepapelenlaqueyohabíaescritolapalabralepra.—Me pareció que este señor sabía tanto, que lomás seguro era dejarle que lo
supiesetodo.—Y,enefecto,hasidolomásseguro—ledije—.¿Quiénsabesidetodoestono
redundará en beneficio? Creo haber entendido que la única persona que haexaminado al enfermo ha sido míster Kent. ¿Me permite, señor, preguntarle si esusted una autoridad competente en esta clase de enfermedades? Según tengoentendidoson,pornaturaleza,tropicalesosemitropicales.
—Sédeellasloqueescorrientequesepaunmédicoinstruido—mecontestó,con
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ciertatiesura.—Nopongoenduda,señor,queseaustedunhombredeabsolutacompetencia,
peroestoysegurodequeconvendráconmigoenqueenuncasoasítieneimportanciaconocerotraopiniónmás.Meparecequehahuidodeestoportemoraquehiciesenpresiónsobreusted,paraobligarleelapartamientodelenfermo.
—Asíes,enafecto—dijoelcoronelEmsworth.—Prevíestasituación—dijeyo,explicándome—ymehehechoacompañarde
un amigo en cuya discreción podemos confiar por completo.En cierta ocasión, yopuderendirleunfavorprofesional,yélestádispuestoaaconsejarmemásbiencomoamigoqueensucalidaddeespecialista.SellamasirJamesSaunders.
Ni siquiera la perspectiva de celebrar una entrevista con lord Roberts habríadespertadomayoradmiraciónyplacerenunsimplesubalternoquelosqueahorasereflejabanenlacarademísterKent.
—Sindudaalgunaquemesentirémuyorgulloso—murmuró.—PuesentoncesvoyapedirasirJamesquevengahastaaquí.Enestemomento
se encuentra en el coche, fuera de la puerta. Mientras tanto, coronel Emsworth,podríamosreunirnosensudespacho,dondeyoledaríalasexplicacionesnecesarias.
Aquí es donde yo echo en falta a mi Watson. Él es capaz, recurriendo ahabilidosas preguntas y exclamaciones de asombro, de elevar a la categoría deprodigio mi arte sencillo, que no es otra cosa que la sistematización del sentidocomún.Siendoyoquienrelatamipropiahistoria,nodispongodesemejanteayuda.Sinembargo,voyaexponeraquíelprocesoquesiguiómipensamiento,ytalcomoloexpuseamipequeñoauditorio,enelqueestabaincluidalamadredeGodfrey,dentrodeldespachodelcoronelEmsworth.Heaquíloqueyodije:
—Mirazonamientoarrancadelasuposicióndeque,unavezquesehaeliminadodel caso todo loque es imposible, laverdad tieneque consistir en el supuestoquetodavía subsiste, por muy improbable que sea. Puede ocurrir que los supuestossubsistentesseanvarios,yenesecasosevanponiendoapruebaunodespuésdeotrohastaqueunodeellosofrezcabaseconvincente.Vamosaaplicarestanormaalcasoen cuestión. Tal y como a mí me lo presentaron al principio, existían tresexplicacionesposiblesdelareclusiónoencarcelamientodeestecaballeroenunodelosedificiossubalternosdelamansiónpaternal.Consistíaunadelasexplicacionesenque estaba oculto por algún crimen, o en que estaba loco y su familia deseaba noverseenlaobligacióndellevarloaunasilooenquesehallabaafectadodealgunaenfermedad que obligaba a mantenerle apartado. No se me ocurrieron otrassolucionesadecuadas.Portanto,eraprecisocompararysopesarcadaunadeellasconlasdemás.
»Lasuposicióndelcrimennoaguantabaunanálisis.Enestedistritonosehabíadado la noticia de ningún crimen cuya solución constituyese un misterio, de esoestaba yo seguro. De haberse tratado de un crimen que permanecía años sindescubrirse,esevidentequelafamiliahabríaestadointeresadaendesembarazarsedel
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delincuenteyenenviarlealextranjeromásbienqueenmantenerleocultoencasa.Nosemeocurríaningunaexplicaciónparaestaúltimalíneadeconducta.
»Lodela locurayaeramásplausible.Lapresenciadeotrapersonaenlacasitahacíapensarenuncuidador.Elhechodequecerrase lapuertaal salir reforzaba lasuposición y sugería la idea de que se ejercía fuerza. Por otro lado, esta fuerza nopodíasermuyenérgica,porqueenesecasoeljovennohabríapodidolibrarsedeellapara ir a echarunvistazoa su amigo.Usted recordará,místerDodd,queyo le fuitanteando en busca de detalles y preguntándole, por ejemplo, qué periódico estabaleyendomísterKent.Si loque leíahubiese sidoTheLancet oTheBritishMedicalJournal, ese dato me habría servido de ayuda. Sin embargo, nada tiene de ilegalguardaraun locodentrodeunacasaparticular, siemprequeestéatendidoporunapersonacalificadaparaello,y siempreque lasautoridadeshayansidodebidamentenotificadas. ¿De dónde, pues, nacía este anhelo desesperado de guardar secreto?Tampocoaquílateoríaseamoldabaporcompletoaloshechos.
»Quedaba la tercera posibilidad, en la que todo parecía encajar, por extraña eimprobable que pareciese. La lepra no es cosa rara enÁfrica del Sur.Quizás estejoven, por alguna casualidad extraordinaria, la hubiese contraído. En tal caso, sufamilia se vería en una situación espantosa, porque ellos querían librarle delaislamiento.Seríaprecisaunagranreservaparaevitarquecorrieseelrumordeloqueocurría, con la subsiguiente intervención de las autoridades. Un médico legal, acondicióndepagarlebien,podríaencargarsedelpaciente,nosiendodifícilencontrarquienseprestaseaello.Noexistíarazónalgunaparaqueelenfermonopudierasalirdesu reclusióndespuésdeoscurecido.Unade lasconsecuenciascorrientesdeestaenfermedadeselblanqueodelapiel.Elcasoeraimportante,tanimportante,quemedecidíaactuarcomosiestuvieseyademostrado.Misúltimasdudasdesaparecieroncuando al llegar aquíme fijé en queRalph, que es quien lleva las comidas, usabaguantesimpregnadosenmateriasdesinfectantes.Bastóunasolapalabraparahacerleverausted,señor,quesusecretohabíasidodescubierto,ysiyolaescribíenlugardepronunciarla,fueparademostrarlequepodíaconfiarenmidiscreción.
Me hallaba yo finalizando este pequeño análisis del caso, cuando se abrió lapuertayfuepasadoaldespachoelgrandermatólogodeausterafigura.Porestavezsusfaccionesdeesfingesehabíanrelajadoyhabíaensumiradacalordehumanidad.SeadelantóhastaelcoronelEmsworthylediounapretóndemanos,diciéndole:
—Confrecuenciametocallevarmalasnoticias,yesmuyraroquepuedadarlasbuenas.Porestomefelicitomásdeestaoportunidad.Noeslepra.
—¿Cómo?—Esuncasobienclarodepseudolepraoictiosis,unaafeccióndelapielquele
daaparienciadeescamas, feayobstinada,peroposibledecurary,desde luego,noinfecciosa.Sí,místerHolmes, lacoincidenciaesmuynotable.Pero¿es,enverdad,unasimplecoincidencia,oestánenjuegofuerzassutilesdelasqueesmuypocoloque sabemos? ¿Estamos seguros de que la aprensión que este joven ha venido
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sufriendo terriblemente desde que se encontró expuesto al contagio no ha podidoproducirunaacciónfísicaqueestimulaprecisamenteloqueseteme?Entodocaso,yorespondoconmireputaciónprofesional. ¡Pero laseñorasehadesmayado!CreoquelomejorseríaquemísterKentnoseapartedeellahastaquesehayarecobradodeestaimpresióndealegría.
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R
LAAVENTURADELAMELENADELEÓN
esultacuriosísimoqueunproblemaqueeratanabstrusoytanextraordinariocomoelquemásdecuantoshetenidoqueafrontardurantemilargacarreraprofesional,hayavenidoamídespuésderetiradodelejerciciodelamisma.
Y que me lo trajeran, como quien dice, a mi misma puerta. Ocurrió después dehaberme retirado ami pequeña casa de Sussex, consagrándome por completo a laapaciguadoravidadelanaturaleza,quetantohabíaanheladoenloslargosañosquepaséentrelaslobregueceslondinenses.ElbuenodeWatsonsehabíaesfumadocasidelpanoramademividaenelperiodoaquemerefiero.Siacasoloveíaenalgunaocasión,eraaprovechandotalocualfindesemana.Notengoportanto,másremedioquesermipropiocronista.¡Ah,siélhubieseestadoconmigo,quégranpartidohabríasacado de un suceso tan maravilloso y de mi triunfo final contra todas lasdificultades!Perocomonofueasí,meveoobligadoacontarmihistoriadelamaneramássencillaqueacostumbro,exponiendopasoapasocómoavancéporelescabrosocamino que se me presentó durante mis pesquisas para aclarar el misterio de «lamelenadeleón».
Mi casa se alza en la vertiente sur de la región de los Down, y desde ella sedominaungranpanoramadelCanal.Lalíneadelacostasehallaformada,enaquelpunto, por colinas calizas, y para bajar hasta elmar hay que hacerlo siguiendo unúnico sendero, largo y tortuoso, de fuerte pendiente y resbaladizo. En ladesembocaduradelsenderohayunafajadeuncentenardemetros,depiedras,quenosecubreporlasaguasniaunenlapleamar.Sinembargo,sevenaquíyallá,enesafaja,ciertosentrantesdelasaguasypozosqueformanespléndidaspiscinasnatatoriasqueserenuevanencadamarea.Estaplayaadmirablesealargaenunalíneadevarioskilómetrosaunoyotroladodelsendero,quedandosólocortadaenunpuntoporlapequeñacaletayaldeadeFulworth.
Mi casa está aislada. Yo, mi anciana criada y mis abejas, acaparamos paranosotrossoloslafinca.Sinembargo,acosadeunpardekilómetrosdedistanciaseencuentraelconocidocolegioHaroldStackhurst,enelqueunaveintenadejóvenesrealizanunapreparación intensivapara examinarse envariasprofesiones, contandocon un cuerpo de profesores. El señor Stackhurst fue en sus tiempos un afamadoremerodelos«azules»yunestudianteperfecto.Desdemillegadaalaregióncosteraentablamosrelacionesdeamistad,yélyyo teníamoslasuficienteconfianzamutuaparapresentarnosenlacasadelotro,sinpreviainvitación,apasarlavelada.
Haciafinalesdelmesdejuliode1907,hubounafuerteborrascahuracanadaque
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agitóelCanal,lanzandosualtooleajecontralabasedelosacantiladosydejandounalaguna en la playa al retirarse la marea. En la mañana de que estoy hablando, elvientohabíaamainado,ytodalanaturalezaaparecíacomoreciénlavadayfresca.Eraimposibleentregarsealtrabajocondíatandelicioso,yyosalídepaseoparadisfrutardeaquellaatmósferaexquisita.Avancéporelsenderodelacantiladoquedesembocaen la playa después de una pendiente pronunciada. De pronto oí un grito a misespaldas,yviaHaroldStackhurstquemesaludabaalegrementeconlamano.
—¡Quémañana,señorHolmes!Tuve la ideade irabuscarloparaquesalieseadarunpaseo.
—Veoquevaadarseunchapuzón.—Ya vuelve a sus antiguas mañas —me contestó, dándose palmadas en su
abultadobolsillo—.Sí,elseñorMcPhersonsaliótempranoyesperoencontrarloallí.FitzroyMcPhersoneraelprofesordeCiencias,jovenmagníficoysobresaliente,
que había visto arruinada su vida por un padecimiento cardíaco que siguió a unasfiebresreumáticas.Sinembargo,erapornaturalezaunatletaysedistinguíaentodoslos deportes que no exigían esfuerzos demasiado violentos.Verano e invierno, ibasiempreanadar,ycomoyotambiénsoynadador,loheacompañadomuchasveces.
Mientrashablábamos,distinguimosprecisamenteanuestrohombre.Sucabezasobresalíadelbordedelacantiladoenque terminabaelsendero.Despuésapareciósufiguraenteraenlacima,tambaleándosecomosiestuvieraborracho.Unmomentomástarde,levantólosdosbrazosenalto,lanzóunalaridoterribleycayódecaraalsuelo. Stackhurst y yo corrimos hacia él (estaría a unos cincuenta metros) y lopusimosbocaarriba.Estabaagonizando.Eraevidentequeaquellosojoshundidosyvidriosos y las mejillas espantosamente lívidas no podían significar otra cosa. Surostroseanimóuninstanteconunrelámpagodevidaypronunciódosotresfrasesconexpresiónanhelantedeadvertencia.Sonaronconfusasyamediovocalizar,perola última de ellas, que salió de sus labios en un chillido y quemis oídos lograroncaptar,fue:«lamelenadeleón».Resultabaininteligibleyquenoveníaalcaso,peroyonoconseguíreducirlaaningúnotrosonidoarticulado.Depronto,mediosealzódelsuelo,lanzóconfuerzalosbrazosalaireycayóhaciaadelante,sobreuncostado.Estabamuerto.
Mi compañero quedó paralizado por la súbita tragedia; pero yo, como puedesuponerse,puseenalertatodosmissentidos.Bienlonecesitaba,porquemuyprontosehizoevidentequenosencontrábamosenpresenciadeuncasoextraordinario.Elmuerto no llevaba otra ropa que su impermeable Burberry, los pantalones y unoszapatosdelonasinatarloscordones.Alcaeralsuelo,seledesprendióelBurberry,quellevabasimplementeechadosobreloshombros,yquedóaldescubiertosutronco.Nosquedamoscontemplándoloconojosdeasombro.Teníatodalaespaldacubiertadelíneasamoratadas,comosihubiesesidoterriblementevapuleadoconunazotedealambre fino. El instrumento con el que había sido ejecutado el castigo eraevidentemente flexible,porque los largosy furiososcardenales le contorneaban los
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hombrosylascostillas.Lecorríalasangreporlabarbilla,porqueenelparoxismodesus angustias se había mordido el labio inferior hasta destrozárselo. Su caracontorsionadaytensapregonabaloterriblequehabíasidosuagonía.
Estábamos junto al cadáver, yo arrodillado y Stackhurst de pie, cuando seproyectósobrenosotrosunasombra,yvimosanuestroladoaIanMurdoch.Eraésteel preparador de los estudiantes deMatemáticas del establecimiento, hombre alto,moreno,enjutoytantaciturnoyhuraño,quedenadiepodíadecirsequefueseamigosuyo. Parecía vivir en alguna región altísima de números irracionales y seccionescónicas, teniendomuyescasas conexiones con lavida corriente.Los estudiantes lomirabancomoaunacosarara,ylohabríanhechoobjetodesusburlas,sinohubiesetenido aquel hombre en sus venas algo de sangre extraña y exótica que semanifestaba no sólo en sus ojos negros como el carbón y en su cara atezada, sinotambiénenrepentinosarrebatosdegenio,alosquesolamentecuadrabaelcalificativodeferoces.EnciertaocasiónenqueunperritoquepertenecíaaMcPhersonloestabahostigando, agarróal animalitoy lo tiró contra el cristalde laventana, actoque lehabría valido con seguridad el despido por parte de Stackhurst, si no hubieseresultadomuyútilcomoprofesor.Taleraelhombreextrañoycomplejoqueaparecióanuestrolado.Aquelespectáculoparecióproducirleunsincerodolor,apesardequeel incidente del perro habría podido dar a entender con seguridad que no existíangrandessimpatíasentreélyelmuerto.
—¡Pobrehombre!¡Pobrehombre!¿Puedohaceralgo?¿Puedoayudarenalgo?—¿Seencontrabaustedconél?¿Puedeexplicamosloquehaocurrido?—No,no;estamañanameretrasé.Noheidoalaplaya.Llegoahoradirectamente
deLosGabletes.¿Quépuedohacer?—CorraalpuestodepolicíadeFulworth.Comuníquelesenseguidaloocurrido.Partiósinpronunciarpalabrayatodoloquedabansuspiernas,mientrasyome
hacíacargodelcaso,yStackhurst,desconcertadoalavistadelatragedia,permanecíajunto al cadáver.Mi primer paso consistió, como es natural, en tomar nota de laspersonasquepudierahaberenlaplaya.Desdeloaltodelcaminoladominabatoda.Sehallabatotalmentedesierta.Únicamenteseveíandoso tressombrasnegras,allálejos, avanzandocaminodeFulworth.Conesa seguridad,descendídespaciopor lacuesta.El terrenoeradearcillaogredasuavemezcladaconyeso,yporaquíyporallá vi las mismas pisadas, ambas ascendiendo y descendiendo. Nadie habíadescendido por esta ruta esa mañana. En un lugar observé la impresión de manoabierta con losdedos inclinadoshaciadelante.Estopodía solamente significar queMcPherson tropezó en su ascenso. También había depresiones circulares, quesugeríanquehabíacaídosobresusrodillasmásdeunavez.Enelpuntomásbajodelcamino había una considerable laguna dejada por la retirada de la marea. En uncostadode ellaMcPherson se había desvestido, por esodescansaba su toalla sobreunaroca.Estabadobladayseca,porloqueparecíaque,despuésdetodo,nuncahabíaentradoalagua.Unaodosvecesmientrasbuscabaentrelosdurosguijarrosencontré
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unsenderodearenaconlaimpresióndesuszapatosdelona,queademásdesuspiesdesnudos, podían ser vistos a simple vista. Elmás reciente hecho probó que teníatodo listo para darse un baño,mientras que la tolla indicaba que en realidad no lohabíahecho.
Yaquíestabaelproblemalimpiamentedefinido…,tanextrañocomoningunoalque alguna vezme haya confrontado.El hombre no estuvo en la playamás de uncuarto de hora comomucho. Stackhurst lo siguió desde Los Gabletes, así que nopodríahaberdudaacercadeello.Sefueabañarysedesvistió,comomostrabanlaspisadas desnudas. Entonces repentinamente se colocó las ropas nuevamente…estaban todas desarregladas y desabrochadas… y regresó sin bañarse, o sin laconsideracióndesecarse.Ylarazóndeestecambiodepropósitofuequehabíasidoazotadoenalgúnsalvajeeinhumanoestilo,torturadohastaquemordiesesuslabiosen agonía, y dejado con fuerza suficiente para arrastrarse y morir. ¿Quién habíarealizadoestebárbaroacto?Allíhabía,escierto,pequeñasgrutasycuevasenlabasedeldesfiladero,peroelbajosolbrillabadirectamentedentrodeellas,yallínohabíalugarparaunescondite.Entonces,nuevamente,ahíestabanesasdistantesfigurasenlaplaya.Parecíanmuylejanasparatenerrelaciónconelcrimen,ylaanchalagunaenlaqueMcPhersontuvointencióndebañarsepermanecíaentreésteyaquéllas,porquesu ligero oleaje llegaba hasta el pie de las rocas. En el mar, dos o tres barcas depescadores estaban a no mucha distancia. Ya habría ocasión de interrogartranquilamentea susocupantes.Varioscaminosseabríanparamis investigaciones,peroningunodeellosconducíaaunametamuyclara.
Al regresar junto al cadáver,meencontré conque sehabía reunido en torno almismounpequeñogrupodepersonasquevagabanporloscampos.Comoesnatural,allí estaba Stackhurst todavía. Ian Murdoch acababa de llegar con Anderson, elagentedepolicíadelaaldea,hombrecorpulento,conbigotesdelcolordeljengibre,de la raza lenta y maciza de Sussex, raza que oculta una gran cantidad de buensentido bajo su exterior torpe y callado. Escuchó todo, tomó nota de todo lo quedijimos,y,porúltimo,mellamóaparte.
—Señor Holmes, me alegraría mucho que me aconsejase. Este asunto tienedemasiadovolumenparaqueyopuedamanejarlo.¡LasquetendréqueoírdebocadeLewessitengountropiezo!
Leaconsejéqueenviaseallamarenseguidaasusuperiorinmediatoytambiénaunmédico;quenopermitiesequemoviesennadadecomoestaba,yquesehicieselamenor cantidad posible de huellas, hasta que aquéllos llegasen. Mientras tanto,registrélosbolsillosdelmuerto.Teníaelpañuelo,uncuchillograndeyuntarjeteropequeño,plegable.Sobresalíadeésteunahojadepapel,queyodesdobléyentreguéluego al policía. En ella se leían, escritas con letra manuscrita, de mujer, estaspalabras:
«Irécontodaseguridad.—MAUDIE».
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Medio la impresióndeunacitadeamor,aunqueeldóndeyelcuándoeranunmisterio.Elguardiavolvióacolocarelpapeleneltarjetero,ylometióotravez,conlas demás cosas, en los bolsillos del Burberry. Luego, viendo que nada más sepresentaba espontáneamente, regresé a mi casa para desayunarme, dejando tododispuestoparaqueserealizaseunabúsquedaafondoenlabasedelosacantilados.
Stackhurst vino por mi casa un par de horas después para informarme que elcadáver había sido trasladado aLosGabletes, donde tendría lugar la investigaciónjudicial.Metrajoalmismotiempoalgunasnoticiasgravesyconcretas.Talycomoyo esperaba nada se había encontrado en las cuevas pequeñas de la base de losacantilados,peroélhabíaregistradolospapelesqueMcPhersonteníaensuescritorio,encontrándoseconalgunosquedemostrabanlaexistenciadecorrespondenciaíntimaconciertaseñoritaMaudBellamy,deFulworth.Teníamos,entonces,identificadaalaautoradelacarta.
—La policía tiene en susmanos las cartas—siguió diciéndome—.Nome fueposibletraérselas.Peronocabedudadequesetratadeunasuntoamorososerio.Sinembargo, noveomotivopara relacionarlo con el horrible suceso, fuera de que esamujerlehabíadadounacita.
—Peroyocreoqueesmuydifícilquese ladieseenunapiscinaa laquetodosustedesacostumbrabanir—lehiceyonotar.
—SóloporunacasualidadnoacudieronvariosestudiantesmásencompañíadeMcPherson.
—¿Sería,enefecto,unacasualidad?Stackhurstarrugó,pensativo,elceño.—FueIanMurdochquienlosentretuvo,empeñándoseenquehiciesenyonosé
quédemostraciónalgebraicaantesdeldesayuno.Elpobrehombreestáterriblementeafectadoportodoello.
—Perotengoentendidoquenoeranamigos.—Hubountiempoenquenolofueron.Peroyadesdehaceunaño,másomenos,
MurdochmanteníaconMcPhersonunasrelacionestanestrechascomopuedetenerlasuna persona como él. Por naturaleza, no es Murdoch un hombre inclinado a lasimpatía.
—Eso tengo entendido, y creo que usted me habló, en cierta ocasión, de unincidenteentreesoshombresporhabermaltratadoaunperro.
—Esoquedóarreglado.—Peroquizáquedasealgúnresquemor.—No,no,estoysegurodequeeranverdaderosamigos.—Enesecasotendremosqueahondarenelasuntodelamuchacha.¿Laconoce
usted?—La conoce todo el mundo. Es la bella de estos alrededores, una mujer
auténticamente hermosa, Holmes, que llamaría la atención en cualquier parte. YosabíaqueMcPhersonsesentíaatraídohaciaella,peronuncalleguéasuponerquelas
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cosashabíanidotanlejoscomoloquedanaentenderesascartas.—Pero¿quiénesella?—EslahijadelviejoTomBellamy,propietariodetodaslaslanchasycasetasde
baño que hay en Fulworth. Empezó de pescador, pero ha llegado a ser hombrebastanterico.ElnegociolollevanélysuhijoWilliam.
—¿QuierequevayamoshastaFulworthyquehablemosconellos?—¿Conquépretexto?—Elpretextoesfácildeencontrarlo.Mirándolobien,noesposiblequeelpobre
muerto se hayamaltratado a símismo de unamanera tan ultrajante.Algunamanohumanaeralaqueempuñabaellátigo,sifueconunlátigoconloqueinfligieronlasheridas. Seguramente que el círculo de las relaciones deMcPherson en este lugarsolitario era reducido.Sigamos ese círculo en todasdireccionesy esdifícil quenodemosconelmóvil,elqueasuveznosconduciráhastaelcriminal.
Denohaberestadonuestrosánimosenvenenadosporlatragediadequehabíamossido testigos,aquelpaseopor las tierrasbajasaromadasde tomillohabríaresultadoagradable.LaaldeadeFulworthsealzaenunahondonadaextendidaensemicírculoalbordedelabahía.Detrásdelaaldeadecasasantiguasyenelterrenoencuestasehanconstruidovariascasasmodernas.
—AquellacasaesTheHavencomoBellamylabautizó.Laquetieneunatorreenlaesquinayeltejadodepizarra.Noestámalparaunhombrequeiniciósuvidasinotracosaque…¡PorJúpiter,fíjeseenaquello!
La puerta exterior del jardín de la casa en cuestión se había abierto, y por ellahabía salido un hombre. No había modo de equivocar la figura alta, angulosa,solitaria.EraIanMurdoch,elmatemático.Unosmomentosdespuésnostropezamosconélenlacarretera.
—¡Hola!—dijoStackhurst.Elotrohizounainclinacióndecabeza,nosmiródesoslayoconsusextrañosojos
negros,yhubieseseguidodelargosisujefenolohubiesedetenidopreguntándole:—¿Quéhacíaustedenesacasa?LacaradeMurdochenrojeciódeira.—Cuandoestoybajosutecho,señor,soyunsubordinadosuyo.Peronosabíaque
tuviesequedarlecuentademisactosparticulares.Stackhurstteníalosnerviosaflordepieldespuésdetodoloquehabíasoportado.
Denohabersidoporeso,quizásehubiesecontenido.Peroahorasedejóllevarporcompletodesugenio,ycontestó:
—En las circunstancias en que nos encontramos, su respuesta es una puraimpertinencia,señorMurdoch.
—Quizásepuedaaplicaresemismocalificativoasupropiapregunta.—No es ésta la primera vez que he tenido que pasar por alto sus
insubordinaciones. Pero será seguramente la última. Tenga la amabilidad de tomardisposicionescontodalarapidezqueleseaposibleparabuscarseotroacomodoenel
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lugarqueleparezca.—Tenía ya ese propósito. Hoy he perdido a la única persona que me hacia
tolerablelavidaenLosGabletes.Ysiguiósucamino,mientrasqueStackhurstloveíaalejarseconmiradafuriosa.—¿Verdadqueesunhombreimposible,intolerable?—exclamó.La primera idea que tenía que ocurrírseme era forzosamente la de que Ian
Murdoch aprovechaba la primera oportunidad que se le ofrecía para abrirse uncaminoquelepermitieseescapardelescenariodelcrimen.Empezabaadibujarseenmi imaginación una sospecha, vaga y nebulosa. Quizá la visita a los Bellamyproyectasemásluzsobreelproblema.Stackhurstserehízoynosdirigimoshacialacasa.
ElseñorBellamyresultóserunhombredemedianaedadydebarbasdeuncolorrojoencendido.Parecíaestarirritadísimo,yprontosucaraestuvotancoloradacomosuscabellos.
—No,señor;nonecesito saberdetalles.Mihijoaquípresente—yaldecirestonosseñalóaunjovenfornido,decarapesadayhuraña,quesehallabaenunrincóndel cuarto de estar— piensa lo mismo que yo en que las atenciones del señorMcPhersonhaciaMauderan insultantes.Sí señor, lapalabramatrimonionunca fuemencionada,yaúnestánesascartasyencuentros,yungrannegocioqueningunodenosotros podría aprobar. Ella no tiene madre, y nosotros somos sus únicosguardianes.Estamosdeterminadosa…
Perolaspalabrasfueronquitadasdesubocaporlaaparicióndeunaseñorita.Nohabíaningunacontradicciónenqueellapudieraagraciaracualquierauditorioenelmundo. ¿Quién podría haber imaginado que tan rara flor pudiese crecer con talesraícesyentalatmósfera?Lasmujeresraramentesonunaatracciónparamí,porquemicerebrohagobernadosiempremicorazón,peronopudeevitarmirarsuperfectaybien delineada cara, con toda la suave frescura de las tierras bajas en su delicadocolor,sindarsecuentaqueningúnjovenpodríaatravesarseensucaminosinresultarsanoysalvo.AsíeralamujerquehabíaabiertolapuertayqueahorapermanecíaconojosabiertoseintensosalfrentedeHaroldStackhurst.
—YatengoconocimientodequeFitzroyestámuerto—dijo—.Notengamiedodedecirmelosdetalles.
—Esteotrocaballerosuyoleharásaberlasnoticias—explicóelpadre.—Nohayrazónalgunaporlaquemihermanadebaserinmiscuidaenelasunto
—gruñoeljoven.Lahermanalanzóunasostenidayferozmiradasobreél.—Ésteesmiasunto,William.Permítememanejarloamimanera.Por todos los
comentariospareceserqueuncrimenhasidocometido.Sipuedoayudaradescubrirquiénlohizo,eslomenosquepuedohacerporquienyanoestá.
Ellaescuchóunpequeñorelatodemicompañero,conunaserenaconcentraciónquememostróqueellaposeíaunfuertecaráctertantocomounagranbelleza.Maud
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Bellamypermanecerásiempreenmimemoriacomounacompletayadmirablemujer.Parecequeellateníaconocimientodemipresencia,porloquealfinalsevolvióhaciamí.
—Llévelos a la justicia, señor Holmes. Tiene usted mi simpatía y mi ayuda,quienquieraquesean.
Mientras parecía que echaba unamirada desafiante a su padre y a su hermanomientrashablaba.
—Gracias—ledije—.Yoconcedomuchaimportanciaenestaclasedeasuntosalinstintodelamujer.Haempleadolapalabra«llévelos»,enplural.¿Creequeenestacuestiónhaintervenidomásdeuno?
—Yo conocía al señorMcPherson lo suficiente para saber que era un hombrevaleroso y fuerte. Un hombre solo no habría podido jamás infringirle ultrajesemejante.
—¿Podríahablarconustedalgunaspalabrasasolas?—Tedigo,Maud,quenotemezclesenesteasunto—legritóelpadre,irritado.Medirigióunamiradadedesamparo:—¿Quépuedohacer?—Todoelmundovaaenterarsemuyprontodeloshechos,demodoquenohay
ningúndañoendiscutirlosaquí—lecontesté—.Habríapreferidohablarconustedensecreto, pero puesto que su padre no lo permite, tendrá que participar en lasdeliberaciones.
Lehabléentoncesdelacartaqueselehabíaencontradoalmuertoenelbolsillo.—Con toda seguridad que saldrá a relucir en las actuaciones del juez de
instrucción.¿Querríaustedaclarartodoloquepuedaesteasunto?—No veo razón alguna para hacer de ello un misterio —me contestó—.
Estábamoscomprometidosparacasarnos,ysimanteníamoselsecretoeraporqueeltíodeFitzroy,queesunseñormuyancianoyestá,segúndicen,muriéndose,podríahaberlo desheredado si se casaba en contra de su voluntad. No existía para elloningúnotromotivo.
—Podíashabérnoslodicho—refunfuñóBellamy.—Lohabríahecho,padre,sihubieravistoenustedeslamenorsimpatía.—Yo desapruebo que mi hija se mezcle con hombres que pertenecen a otra
categoríasocialquelasuya.—Tuprejuicioencontradeélfueelquenosimpidióponerteenantecedentesdel
asunto. En cuanto a la cita, se la di en contestación a esta otra carta —la jovenrebuscóensuvestidoysacóunpapeltodoarrugado,quedecía:
«Corazón:Enlaplaya,enelsitiodesiempre,elmartes,aunqueoscurezca.Eslaúnicahoraenquepuedosalir.
F.M».
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—Hoyesmartesyteníaelpropósitodereunirmeconélestanoche.Examinélacarta.—Nohavenidoporelcorreo.¿Quiénselatrajo?—Preferiríanocontestaraesapregunta.Laverdadesquenadatienequevercon
elasuntoqueustedintentaponerenclaro.Perocontestarécontodalibertadacuantotengarelaciónconello.
Se mostró a la altura de su palabra, pero nada de cuanto nos dijo resultó deutilidadparanuestra investigación.Ellano teníamotivosparapensarque sunoviotuviese ningún enemigo, pero reconoció que ella había tenido varios admiradoresentusiastas.
—¿PuedopreguntarsisecuentaentreelloselseñorIanMurdoch?Lajovensesonrojóyparecióconfusa.—Hubountiempoenquemeparecióquesí.Perotodocambióalenterarsede
lasrelacionesqueexistíanentreFitzroyyyo.Otravezmeparecióquelasombraqueenvolvíaaaquelhombreextrañotomaba
contornosmásdefinidos.Eraprecisoexaminarsusantecedentes.Habíaquellevaracaboclandestinamenteunregistroensuhabitación.Stackhurstsebrindóacolaborarporquetambiénibansurgiendosospechasensucerebro.RegresamosdenuestravisitaaTheHaven,esperanzadosdequeteníamosyaennuestrasmanosunextremolibredelaenmarañadamadeja.
Había transcurrido una semana. La investigación judicial no había arrojadoninguna luz sobre el asunto, y el caso había sido postergado para cuando hubiesenuevaspruebas.Stackhursthabíallevadoacabounainvestigacióndiscretaacercadesu subordinado, y se había realizado un registro superficial en su habitación sinconseguirse ningún resultadopositivo.Yo, pormi parte, lo había repasado tododenuevo,físicaeintelectualmente,sinpoderllegaraconclusionesnuevas.Ellectornoencontrará en todasmis crónicas otro caso queme haya obligado a llegar hasta ellímite mismo de mi capacidad como me obligó éste. Ni siquiera mi imaginaciónlograba idear una posible solución de aquel misterio. Pero, de pronto, ocurrió elincidentedelperro.
Fuemi ama de llaves la primera que se enteró del caso, por esa sorprendentetelegrafíasinhilosquelessirveaesaclasedepersonaspararecogertodaslasnoticiasquecirculanporlaregión.
—Lamentable historia, señor, la del perro del señorMcPherson—me dijo unanoche.
Yo no tengo por costumbre alentar esa clase de conversaciones, pero aquellaspalabrasmellamaronlaatención.
—¿YquélehaocurridoalperrodelseñorMcPherson?—Hamuerto,señor.Hamuertodepenaporsuamo.—¿Quiénlehacontadosemejantecosa?—¡Sinohacemásquehablardeestotodoelmundo!Leprodujounaimpresión
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terribleynohaqueridocomernadaduranteunasemana.DosdeesoscaballerosdelcolegiodeLosGableteslohanencontradohoymuertoenlaplaya,enelmismolugarqueencontrólamuertesuamo.
«En elmismo lugar».Las palabrasmequedaronbien grabadas en lamemoria.Surgióenmicerebrounapercepciónconfusadequesetratabadeundetalledevitalimportancia.Que el perro semuriese eraunhechoque concordaba con el caráctermagníficoylealdelosperros.Pero«¡enelmismolugar!».¿Porquéenaquellaplayaprecisamente? ¿Era también ahora posible que hubiese sido sacrificado a algunavenganza?¿Eraposibleque…?Sí.Laideaeraapenasperceptible,peroalgoseestabacuajandoenmicerebro.Pocosminutosdespués ibacaminodeLosGabletes,yallímeencontréaStackhurstensudespacho.Mandóllamar,apeticiónmía,aSudburyyaBlount,losdosestudiantesquehabíanencontradoelperro.
—Sí—dijo uno de ellos—. Estaba al borde mismo de la laguna. Debió de irsiguiendoelrastrodesudifuntoamo.
Vi al fiel animalito, un terrier Airedale, tendido encima de la esterilla delvestíbulo. El cuerpo estaba tieso y rígido, los ojos bien abiertos y los miembroscontorsionados.Entodaslaslíneasdelcuerpoestabaretratadalaagonía.
FuicaminandodesdeLosGableteshastalalagunaqueservíadepiscina.Elsolsehabíaocultadoylasombraqueproyectabaelaltoacantiladosemarcabanegraenlasaguas,queteníanunbrilloapagado,comoeldeunahojadeplomo.Ellugarestabadesierto, sin que hubiese otras señales de vida que las dos gaviotas que trazabancírculos y dejaban oír sus chillidos por encima demi cabeza.A la luz, que se ibadesvaneciendo, conseguí distinguir las pequeñas huellas del perro contorneando larocamismaenque suamohabíadejado la toalla.Permanecí largo ratomeditando,mientras las sombras se espesaban a mi alrededor. Mi cerebro estaba lleno depensamientosquesesucedíanvelocesunosaotros.Yamislectoressaben,sinduda,lo que es una pesadilla, en la que se tiene la seguridad de que existe algoimportantísimoqueseestábuscando,queestáallímismo,peroquenuncase lograalcanzar.Asímesentíaenaquelatardecersolitarioenellugardelamuerte.Hastaquemedivueltayregresé,caminandolentamentehaciacasa.
Enelinstantemismoenquealcanzabaelpuntomásaltodelsenderosemeaclarótodo.Depronto, comouna exhalación, recordé loque tan ansiosamentey envanohabíaqueridoasir.Los lectores sabrán, si esqueWatsonnohaescrito inútilmente,que yo tengo un inmenso depósito de conocimientos de cosas que se salen de locorriente,amontonadossinsistemacientífico,perodisponiblespara lasnecesidadesdemi labor.Micerebroescomounalmacénatiborradodepaquetesde todaclase;tantos, tantos,quenoesextrañoquesóloconserveunavagapercepciónde todo loque hay allí. Tenía la seguridad de que algo había que bien pudiera servir en esteasunto. Era todavía una cosa vaga, pero ya sabía por lo menos cómo podríaconvertirlaenunacosaclara.Eraalgomonstruoso,increíble,peroquedabasiemprecomounaposibilidad.Yolopondríaplenamenteaprueba.
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Hay enmi casa una buhardilla espaciosa, atiborrada de libros.Me zambullí enellos,ylosrevolvíduranteunahora.Alcabodeesetiempo,salídelabuhardillaconunpequeñovolumencolorchocolateyplata.Busquéanhelanteelcapítulodelqueyateníaunrecuerdoconfuso.Sí,setrataba,sinduda,deunahipótesisimprobable,peronopodíatranquilizarmehastaadquirirlacertezadesi,enefecto,podíaserrealidad.Eramuy tarde cuandome acosté, ansioso de que llegase la hora de emprendermitareaaldíasiguiente.
Peromitareaseviointerrumpidademanerafastidiosa.Acababaapenasdebebermitazamatinaldetéyestabaapuntodesalircaminodelaplaya,cuandorecibí lavisitadelinspectorBradle,delaComisaríadeSussex;unhombremacizo,asentado,de expresión bovina, de ojos meditabundos, que ahora memiraban con expresiónmuyturbada,aldecirme:
—Señor,yoconozcosuinmensaexperiencia.Estepasoquedoyes,desdeluego,completamente extraoficial, y no es preciso que tenga otras derivaciones. Pero laverdad es que yo estoy en contra de lo actuado en este caso de McPherson. Lapreguntaquequierohacerleesésta:¿deboprocederaunadetención,síono?
—¿SerefierealseñorIanMurdoch?—Sí,señor.Siustedlopiensa,nohaynadiemáscontraquiensepuedaproceder.
Es laventajadeestassoledades, ladepoder ir reduciendolacosahastaunespaciomuypequeño.Sinofueél,¿quiénpudohaberlohecho?
—¿Quépruebastieneencontradeesehombre?Él había rebuscado en losmismos surcos que yo, el carácter deMurdoch y el
misterioenqueparecíavivirenvuelto;susfuriososarrebatos,ejemplarizadosconelincidentedelperro;elhechodehabertenidoanteriormenteunariñaconMcPherson,y el que existían razones para creer que pudiera encontrarse resentido por lasatencionesqueelmuertoteníahacialaseñoritaBellamy.Todosmisargumentos,sinagregar uno solo nuevo, como no fuera el de que parecía que Murdoch estabahaciendotodaclasedepreparativosparaausentarse.
—¿Cuál sería mi situación si le consintiese escabullirse con todos estosargumentosensucontra?
Aquelhombrevoluminosoyflemáticoteníaelánimoprofundamenteturbado.Yoledije:
—Fíjeseentodoslosfallosfundamentalesqueofrecesucaso.Esehombrepuedeofrecer una coartada segura en lamañana del crimen.Había permanecido hasta elúltimo instante con sus alumnos, y tras unos pocos minutos de la aparición deMcPhersonvinotrasdenosotros.Entoncesesabsolutamenteimposiblealbergarenlamente que pudiera con sus propias manos infringir estos azotes sobre un hombreconsiderablemente tan fuerte como él mismo. Finalmente, está la cuestión delinstrumentoconquelaslesionesfueroninfringidas.
—¿Quépuedeserexceptounrebenqueounlátigoflexibledealgúntipo?—¿Examinólasmarcas?—pregunté.
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—Lashevisto.Tambiéneldoctor.—Peroyolasexaminecuidadosamenteconunlente.Tienensuspeculiaridades.—¿Ycuálesson,señorHolmes?Diunpasohaciamicómodayextrajeunafotografíaaumentada.—Ésteesmimétodoenciertoscasos—expliqué.—Ciertamentehacelascosasafondo,señorHolmes.—Apenasseríaloquesoysinolohiciera.Ahoraconsideremosestemoretónque
seextiendealrededordelhombroderecho.¿Noobservanadaqueseadeinterés?—Nopuedodecirquelovea.—Seguramenteesevidentequeesalgosinigualporsuintensidad.Hayunpunto
desangreacumuladaaquí,yotroaquí.Hayindicacionessimilaresenelotromoretóndeaquíabajo.¿Quépuedensignificar?
—Notengoidea.¿Ustedlatiene?—Quizássí.Quizásno.Prontoestarédispuestoacomentarmás.Cualquiercosa
definiráquehacer,esaseñalnosbrindaráunlargocaminohaciaelcriminal.—Es, por supuesto, una idea absurda—dijo el oficial—, pero si una caliente
malla de cable ha sido dispuesta sobre su espalda, entonces esos puntosmarcadosrepresentaríanellugardondeunamallasecruzaconlaotra.
—Unamuyingeniosacomparación.¿Odeberíamosdecirunaredconpequeñosydurosnudossobreél?
—PorDios,señorHolmes,creoquehadadoenelclavo.—También podría obedecer, señor Bradle, a una causa totalmente distinta. En
todocaso,suspruebassonmuydébilesparaprocederaunadetención.Y,finalmente,tenemosaquellasúltimaspalabrasquepronunció:«lamelenadeleón».
—YoestabapensandositalvezIan…—Sí,yahepensadoenello.Silasegundapalabrahubiesesonadoalgoparecidoa
Murdoch;peronofueasí.Lapronunciódandocasiunchillido,yestoysegurodequedijo«melena».
—¿Notienealgunaalternativa,señorHolmes?—Quizásí;peronodeseohablardeellohastaquetengaunabasemássólidade
discusión.—¿Ycuándoserá?—Dentrodeunahora,oquizámenos.Elinspectorserascólabarbillaymemiróconexpresióndeduda.—SeñorHolmes,ojalápudieraadivinar loqueusted tieneen lacabeza.Quizás
estápensandoenaquellaslanchasdepesca.—No,no,nopiensoenellas,porqueestabandemasiadolejos.—Entonces, ¿será enBellamyyenelgigantede suhijo?No le teníangrandes
simpatíasalseñorMcPherson.¿Nohabránsidoelloscapacesdehacerlajugada?—Noyno;nolograrátirarmedelalenguahastaqueyoestéencondiciones—le
dije,sonriendo—.Yahora,inspector,cadacualtenemosnuestratarea.Quizásiusted
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vieneavermealmediodía…Aesepuntohabíamosllegadocuandosobrevinounaterroríficainterrupciónque
constituyóelprincipiodelfin.Seabriódegolpelapuertadelacasa,seoyeronpasostambaleantesenelpasillo,
y entró en la habitación dando tumbos Ian Murdoch, pálido, despeinado, con lasropasenunespantosodesorden,aferrándoseconsusmanoshuesudasalosmueblesparanocaeralsuelo.
—¡Aguardiente! ¡Aguardiente!—jadeó, y cayó lanzando gemidos encima delsofá.Noveníasolo.LoseguíaStackhurstsinsombreroyjadeante,casitandistrait,tan
fueradesí,comosucompañero.—¡Sí, sí, aguardiente! —gritó—. Este hombre está que se muere. He hecho
cuantopudeportraerlohastaaquí.Semedesmayódosvecesenelcamino.Mediovasodealcoholpuroprodujouncambiomaravilloso.Se irguiósobreun
brazo,ysearrancólachaquetadeloshombrosgritando:—¡PoramordeDios! ¡Aceite,opio,morfina! ¡Cualquiercosaquemealiviede
estatorturainfernal!El inspector y yo lanzamos un grito al ver aquello. Allí, entrecruzado en el
hombro desnudo de aquel hombre, se veía el mismo extraño dibujo reticulado decolor rojo, de líneas inflamadas, que había constituido el sello mortal de FitzroyMcPherson.
El dolor era evidentemente terrible y más que local, porque el paciente sequedabadeprontosinaliento,seleennegrecíalacaraysellevabalamanoalcorazóncon ruidosos jadeos, mientras de su frente caían gruesas gotas de sudor. Podíamorírsenos en cualquier momento. Fuimos vertiendo por su garganta nuevascantidadesdeaguardienteyacadanuevadosisparecíarevivir.Leaplicamosalgodónenramaempapadoenaceitedeolivayesteremedioparecióamortiguarlatorturadeaquellasextrañasheridas.Hastaquedejócaerpesadamentelacabezaencimadeunalmohadón. La naturaleza agotada se había refugiado en su última reserva devitalidad. Aquello era mitad amodorramiento y mitad desmayo, pero al menos lealiviabaeldolor.
Era imposible hacerle preguntas, pero en el instante mismo en que noscercioramosdesuestado,Stackhurstsevolvióhaciamíexclamando:
—¡SantoDios!¿Dequésetrata,Holmes,dequésetrata?—¿Adóndeloencontróusted?—Allá,enlaplaya,yexactamenteenellugarenqueelpobreMcPhersonhallósu
muerte.Dehaberpadecidoestehombredelcorazón,comoleocurríaaMcPherson,noseencontraríaaquí.Másdeunavezcreí,mientraslotraía,queerayacadáver.LosGabletesquedandemasiadolejos,yporesovineasucasa.
—¿Lovioenlaplaya?—Mepaseabapor loaltodelacantiladocuandooíelgritoque lanzó.Estabaal
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borde del agua, dando vueltas como un borracho. Bajé corriendo, lo cubrí conalgunasropasylotrajesenderoarriba.PoramordeDios,Holmes,pongadesupartetodo cuanto pueda y no ahorre trabajos para librar de semejante maldición a estepueblo, porque se nos está haciendo la vida intolerable. ¿No puede, con toda sureputaciónmundial,hacernadapornosotros?
—Creo que sí, Stackhurst. Acompáñeme. Usted también, inspector, venga connosotros.Vamosaversipodemosponeralasesinoensusmanos.
Dejandoalhombredesmayadoal cuidadodemiamade llaves,marchamos lostreshacialalagunamaldita.Habíaenlagravillaunmontoncitodetoallasyderopasabandonadasallíporelhombreagredido.Fuicaminandolentamenteporelbordedelagua,siguiéndomemiscamaradasenfilaindia.Lamayorpartedeaquellalagunaeramuy poco profunda, pero en la base del acantilado, donde la playa formaba unahondonada,llegabaametroymedioodosmetrosdeprofundidad.Eranaturalquelosnadadoressedirigiesenhaciaallí,porqueformabaunahermosapiscinadeaguaverdetraslúcida,tanclaracomoelcristal.Enlabasedelacantiladoyporencimadelaguahabíaunahileraderocas.Avancésiguiéndola,sindejardemiraransiosamentehaciael agua profunda que tenía debajo.Había llegado al punto en que el agua eramásprofunda y estaba más en calma, cuando mis ojos descubrieron lo que veníanbuscando.Lancéunruidosoalaridodetriunfo,yexclamé:
—¡Cyanea!¡Ahítienen«lamelenadeleón»!Enefecto, el extrañoobjetohacia el queyoapuntabaproducía la impresiónde
unamasaenmarañadadecabellosarrancadadelamelenadeunleón.Estabaasentadaencimadeunescalónderoca,aunosnoventacentímetrospordebajodelagua;eraunanimalrarísimoqueondulaba,vibrabacomounacabellerapresentandorayasdeplataentreveradasconsustrenzasamarillentas.Sedilatabaysecontraía,pesadamente,conritmolento.
—Ya ha hecho bastante daño. ¡Le ha llegado su hora! —grité—. ¡Ayúdame,Stackhurst!Vamosamatarparasiemprealasesino.
Justamenteencimadelescalóndepiedrahabíaunpeñascodegruesotamaño,yloempujamoshastaquecayódentrodelagualevantandograndessalpicaduras.Cuandosedisipóelpequeñooleaje,pudimosobservarquehabíaquedadoasentadosobreelescalón de piedra.Un extremodemembrana amarilla quemanoteaba nos hizo verquenuestravíctimahabíaquedadobajoelpeñasco.Deabajodelapiedrasubíaunaespesaespumaaceitosa,quemanchótodoalrededordelasaguas,alsubirlentamentehacialasuperficie.
—¡Bueno,sinoloveo,nolocreo!—exclamóelinspector—.¿QuéeraesoseñorHolmes?Yohenacidoymehecriadoenestaregión,perojamásvicosasemejante.EsonoperteneceaSussex.
—TantomejorparaSussex—dijeyo—.Quizáfuelaborrascadelsudoestelaquelo empujó hasta aquí. Volvamos los tres a mi casa, y les haré conocer la terribleexperiencia de una persona que tenía buenas razones para recordar su propio
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encuentroconestemismopeligrodelosmares.Cuando llegamos a mi despacho, nos encontramos con queMurdoch se había
rehechohastaelpuntodepodersentarse.Estabaconelcerebrocomoembotado,ydecuando en cuando se sentía acometido de un paroxismo de dolor. Nos explicó enfrases entrecortadas que no tenía idea de lo que le había ocurrido, fuera de queaquellos terroríficos dolores le habían penetrado súbitamente todo el cuerpo y quenecesitódetodasuenergíaparallegarhastalaorilla.
—Heaquí un libro—dije yo, echandomano al pequeñovolumenquepuso enclaroloquequizáhabríaquedadoparasiempreoscuro—.SetitulaOutofdoors,porelcélebreviajeroJ.G.Wood.Este señorestuvoapuntodepereceraconsecuenciadelcontactoconeseanimalinmundo,yporesoescribióconplenoconocimientodecausa.ElnombrecompletodeestesermalvadoeseldeCyaneaCapillata,ypuedeser muy peligroso para la vida, y sepan que su acción es más dolorosa que lamordeduradelacobra.Permítanmequelesofrezcaunbreveresumen:
«Si el bañista distingue unamasa, como redonda y suelta, demembranas y defibrascolorleonado,algocomounosgrandesmanojosdemelenadeleónydecolorplateado,quesepongaenguardia,porquesetratadelterribleanimalllamadoCyaneaCapillata».
—¿Esposibledescribirconmayorclaridadanuestrosiniestroconocido?»Luegopasaacontarnossuencuentroconunodeesosanimalescuandonadaba
frentealacostadeKent.Pudodarsecuentadequeeseanimalirradiabafilamentoscasi invisibleshastaunadistanciadequincemetros,yque todoservivientequeseencontrabaaesadistanciadelmortíferocentrodelacircunferenciacorríapeligrodemuerte. Aun de lejos, los efectos sobre Wood fueron casi mortales. “Losnumerosísimoshilosprodujeronligeraslíneascolorescarlataenlapiel;examinadasmás detenidamente resultaron ser puntos minúsculos o pústulas, encerrando cadapuntitoalgoasícomounaagujaalrojovivoquetraspasalosnervios”.
»Explicaluegoqueeldolorenlaparteafectadasuperficialmenteerasecundarioen aquella tortura refinada. “Sentí dolores queme atravesaban el pecho y quemehacían caer como si hubiese sido herido por otros tantos balazos. El pulso seinterrumpía, y de pronto daba el corazón seis o siete saltos como si quisiera saltarfueradelpecho”.
»Aquello estuvo a punto dematarlo, aunque sólo había estado en contacto conaquelserenmediodelagitadoocéanoynoenlasaguassomerasytranquilasdeunacharcadeaguademar.Aseguraqueapenasseconocióasímismomástarde,porquesu cara estaba blanca, contraída y arrugada. Se bebió de golpe una botella deaguardiente,yparecequeestolesalvólavida.
—Ahítieneel libro, inspector.Selopresto,ynopodrádudardela tragediadelpobreMcPherson.
—Explicaciónque,depaso,melibradetodasospecha—comentóIanMurdochconagriasonrisa—.Nolocensuro,inspector,nitampocoausted,señorHolmes.Sus
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sospechaserannaturales.Meestápareciendoqueyomismomehelimpiadodetodasospechacuandoyaestabaenvísperasdeserdetenido,ylohelogradocompartiendoladesgraciademipobreamigo.
—No, señorMurdoch, yo estaba ya sobre la pista, y de haber salido a la horatemprana que me había propuesto, quizá lo habría salvado de su terroríficaexperiencia.
—¿Ycómolodescubrió,señorHolmes?—Yo soy un lector omnívoro y que tiene una memoria extraordinariamente
retentiva para las cosas insignificantes. Esa frase «la melena de león» me teníaobsesionado. Estaba seguro de haberla leído en alguna parte y en un contextoinesperado.Yahanvistoustedesquetalfrasevieneaserladescripcióndelanimal.NomecabedudadequecuandoelseñorMcPhersonlovioestabaflotandosobrelasaguas,yquefuelaúnicamaneraqueseleocurrióparaponemosenguardiacontraelserquelohabíaatacado.
—Yo,por lomenos, estoy absuelto—dijoMurdoch, poniéndose lentamentedepie—.Meagradaríadaralgunasfrasesdeexplicación,porqueséenquédirecciónsehanencaminadosuspesquisas.Esciertoqueyoamabaaesajoven,perodesdeeldíaenqueellasedecidiópormiamigoMcPherson,notuvemásdeseoquecontribuirasu felicidad.Me contenté con hacerme a un lado, actuando de enlace entre ellos.Llevéconfrecuenciasusmensajes,yporqueyoestabaensuintimidadyesamujermeeratanquerida,meapresuréacomunicarlelamuertedemiamigo,antesdequealguiensemeadelantaseyselacomunicasedemaneramásrepentinaydespiadada.Ella nada le dijo, señor, acerca de nuestras relaciones, por si las encontrabamal yredundabaenperjuiciomío.Peroconpermisodeustedes,voya intentarel regresohastaLosGabletes,porqueelcuerpomeestápidiendocama.
Stackhurstletendiólamano,diciendo:—Nuestros nervios han vibrado demasiado alto —dijo—. Olvide lo pasado,
Murdoch.Enelporvenirnoscomprenderemosmejor.Salieron juntos y agarrados del brazo amistosamente. Aún se quedó allí el
inspector,contemplándomeensilencioconsusojosbovinos.Hastaqueexclamó:—¡Lo ha hecho muy bien! Yo había leído cosas acerca de usted, pero nunca
lleguéacreerlas.¡Esmaravilloso!Notuvemásremedioquedarleunapretóndemanos.Aceptarunaalabanzacomo
aquéllaerarebajarelniveldelaspropiasnormas.—Alprincipiomemostrétardío;culpablementelento.Dehaberseencontradoel
cadáverenelagua,esdifícilquelacosasemehubieseescapado.Loquemedespistófuelatoalla.Elpobrehombrenopensósiquieraensecarse,yyocreíqueélnohabíallegado a entrar en el agua. ¿Por qué, entonces, iba a surgir enmí la idea de quehubiesesidoatacadoporalgúnanimalmarino?Ahíesdondeyoperdíelrumbo.Bien,bien, inspector, muchas vecesme he arriesgado a bromear a costa de ustedes, loscaballerosde lapolicíaoficial,perolaCyaneaCapillatahaestadomuyapuntode
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vengaraScotlandYard.
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S
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RETIRADO
herlockHolmes estaba aquellamañana de humormelancólico y filosófico.Sunaturaleza,siempredespiertaypráctica,sehallabasujetaaestaclasedereacciones.
—¿Levioustedaesehombre?—mepreguntó.—¿Serefierealancianoqueacabadesalir?—Aesemismo.—Sí,mecrucéconélenlapuerta.—¿Quéimpresiónleprodujo?—Ladeunhombrepatético,fútil,vencido.—Exactamente,Watson.Patéticoyfútil.Pero¿noeslavidaunacosapatéticay
fútil? ¿No es su historia un microcosmos de la historia toda? Alcanzamos.Apresamos.¿Yquéquedaalfinalennuestrasmanos?Unasombra.O,peoraúnqueunasombra;eldolor.
—¿Esesehombreclientesuyo?—Sí,meimaginoquepuedodarleesecalificativo.MelohanenviadodeScotland
Yard.Delamismamaneraquelosmédicosenvíanavecesasusenfermosincurablesauncurandero.Dicenqueellosyanadapuedenhaceryque,ocurraloqueocurra,noesposiblequeelenfermoseencuentrepeor.
—¿Yquélepasaaése?Holmesechómanoaunatarjetabastantegrasientaquehabíaencimadelamesa:—«JosiahAmberley».Dicequeeselsociomásrecientede lafirmaBrickfally
Amberley, fabricante demateriales artísticos. Puede usted ver esos nombres en lascajasdecolores.Reuniósupatrimonio,seretiródelosnegociosalaedaddesesentayunaños,compróunacasaenLewishamyseasentóallíparadescansardespuésdeunavidadeincesanteajetreo.Cualquierapensaríaquedeesemodoteníaelporvenirtolerablementeseguro.
—Enefecto.Holmesechóunvistazoaalgunasnotasquéhabíagarrapateadoenelreversode
unsobre.—Se retiró del negocio el año mil ochocientos noventa y seis, Watson. A
principiosdemilochocientosnoventaysietesecasóconunamujerveinteañosmásjoven que él y, además, bien parecida, si la fotografía no la favorece. Una rentasuficienteparavivircondesahogo,unamujer,ningunaobligaciónde trabajar; todo
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elloparecíabrindaruncaminorectoasuvida.Y,sinembargo,seconvierteenmenosde dos años en un pobre ser vencido y miserable, tanto como el más vencido ymiserablequereptabajoelsol.
—Pero¿quéhaocurrido?Lahistoriadesiempre,Watson.Unamigodeslealyunamujercasquivana.Según
parece, Amberley tiene una afición en la vida: el ajedrez. En Lewisham, vive unmédicojovenqueestambiénaficionadoajugaralajedrez.Tengoanotadosunombre:eldoctorRayErnest.Ernestvisitabalacasaconfrecuencia,ylaconsecuencianaturalfuequesurgieseunaintimidadentreélylaseñoraAmberley,porquetendráustedquereconocerquenuestroinfortunadoclienteposeepocasgraciasexteriores,porgrandesquepuedanserlasdotesdesualma.Laparejaaquéllasefugólasemanapasada,condirección desconocida, y lo que es más, la infiel esposa se llevó la caja dedocumentosdelviejo,encalidaddeequipajepersonal,yconunabuenapartedelosahorrosquehabíahechoensuvida,dentrodelacaja.¿Podemosdarconelparaderodelamujer?¿Podemosrecuperareldinero?Comoustedve,elproblemaeshastaaquídelomásvulgar,aunquedeimportanciavitalparamísterJosiahAmberley.
—¿Yquépiensaustedhaceralrespecto?—Dalacasualidad,queridoWatson,que laprimerapreguntaesestaotra:¿Qué
vaahacerusted?Siesquetieneustedlabondaddehacersecargodemipapel.Sabequemeencuentropreocupadoenelcasodelospatriarcascoptos,quehoyharácrisis.LaverdadesquenotengotiempoparadesplazarmeaLewisham;y,sinembargo,lasobservacionesquesehaganenellugarmismotienenunvalorespecial.Elviejoeseinsistió mucho en que fuese yo, pero ya le expliqué la imposibilidad en que meencontraba.Está,pues,dispuestoaacogeraunrepresentantemío.
—Sea como usted quiere—le contesté—. Reconozco que no voy a servir demuchoperoharécuantoestédemiparte.
Y así fue comouna tarde veraniegamepuseencaminoparaLewisham,muyajenoapensarqueantesdeunasemanase hablaría anhelosamente en todaInglaterradelasuntoalquemelanzaba.
Era ya tarde aquella noche cuandoregreséaBakerStreetyrendícuentademimisión.Holmes,consuenjutocuerporepantigadoenelhondosillón,ylapipadejandoescaparlentasespiralesdeagriohumo de tabaco, tenía los párpadosentornados tan perezosamente, que casi parecía dormido, de no ser porque loslevantabaencuantoyomedeteníaenminarraciónollevabaenellaaalgúnpasajediscutible,yentoncesmetraspasabaconlamiradainterrogadoradesusojosgrises,tanbrillantesyafiladoscomodosestoques.
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—La casa demíster JosiahAmberley se llama «El refugio»—dije yo—.Creoque le interesaría, Holmes. Se parece a uno de esos patricios pobres que se venobligados a alternar con sus inferiores. Ya conoce usted las características de esebarrio:lasmonótonascallesdeladrillo,lasfatigosascarreterassuburbanas.Enmediomismodetodoeso,unaislitadelaculturaycomodidaddeantaño;estaantiguacasa,rodeadadeunelevadomuro,bañadoporelsol,moteadodelíquenesycoronadodemusgo,laclasedemuroque…
—Suprimapoesía,Watson—dijoHolmesconseveridad—.Anoto:unmuroaltodeladrillo.
—Exactamente.Yonohabríasabidocuáldeaquellascasasera«Elrefugio».Deno habérselo preguntado a un ocioso que estaba fumando en la calle. Tengo razónparamencionarleaesteindividuo.Eraalto,moreno,degrandesbigotes,yaparienciademilitar.Contestó ami pregunta conunmovimientode cabezaymedirigióunamiradacuriosamenteinterrogadora,delaquemeacordéalgomástarde.
Apenas traspasé la puerta exterior, vi a míster Amberley que avanzaba por elcaminodecarruajes.Estamañana,cuandoestuvoaquí,sólopudeecharleunaojeada,y aún con esome produjo la impresión de un individuo raro; pero cuando le vi aplenaluzdeldía,suaspectomeresultótodavíamásanormal.
—Comocomprenderá,Watson,yoheestudiadoaesehombreyaperoagradaríaconocerlaimpresiónqueaustedleprodujo—dijoHolmes.
—La que me dio fue la de un hombre doblado por la preocupación. Tiene laespalda encorvada, como si llevase sobre ella un gran peso. Pero no es, comomeimaginéalprincipio,unapocacosadehombre,yaquesushombrosysupechosonlosdeungigante,aunquesucuerposevayaahusandohaciaabajohastaterminarenzanquilargo.
—Elzapatoizquierdoconarrugas;elderecho,liso.—Nomefijéenesedetalle.—Ustedno;peroyoyadescubríqueteníaunmiembroartificial.Prosiga.—Me sorprendieron losmechones blancuzcos de cabello gris que le salían por
debajo del sombrero de paja, la expresión violenta, vehemente de su cara y lofuertementeacusadodelosrasgosdeésta.
—Muybien,Watson.¿Yquédijo?—Empezóasoltarmelahistoriadesusagravios.Fuimoscaminandoporeljardín
y,comoesnatural,yomefijéentodo.Nuncahevistofincapeorcuidada.Lasplantasdeljardínestabantodascrecidasyaltas,dándomelaimpresióndeltotalabandonoenqueselashabíadejadoparaquesiguiesenlastendenciasdelanaturaleza,másbienque las del arte. No comprendo cómo unamujer que se respeta ha podido tolerarsemejante estado de cosas. También la casa estaba en el último grado de desaseo,pero,porlovisto,aquelpobrehombresedabacuentadeelloeintentabaremediarlo.Lodigoporqueenelcentrodelvestíbuloseveíaungrantarrodepinturaverde,yél,por su parte, empuñaba en la mano izquierda una gruesa brocha. Había estado
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pintandolaobrademadera.Meintrodujoenlasuciahabitaciónreservadaycharlamoslargoytendido.Como
esnatural,ledesilusionóelqueustednohubieseido,ydijo:«Nomeesperaba,claroestá, que un individuo tan humilde como yo, especialmente después de las gravespérdidas financieras que acabo de sufrir, lograse que un hombre tan célebre comomísterSherlockHolmeslededicasetodasuatención».
Le di la seguridad de que para nada había intervenido en eso su situaciónfinanciera,yélmecontestó:«Sí,yaséqueeseseñorsededicaalarteporelarte;peroquizáhubieseencontradoaquíalgodignodeestudio,aunquesólosefijaseenelladoartístico del crimen. ¡Cómo es la naturaleza humana, doctorWatson, y qué negraingratitudlaquesedescubreenestecaso!¿Cuándoleneguéyoaellanadadeloquemepidió?¿Cuándohubounamujertanmimada?Encuantoaesejoven,letratécomosihubiesesidounhijomío.Entrabaysalíapormicasacomosihubieseestadoenlasuya. ¡Y, sin embargo, vea el trato queme han dado! ¡Es unmundo espantoso elnuestro,doctorWatson,unmundoespantoso!».
Ésafuesucantineladuranteunahoraomás.Segúnparece,noabrigabaningunasospechadeaquellaintrigaamorosa.Elmatrimoniovivíasoloenlacasa,salvounamujerquevatodaslastardesalasseisyseretiraunavezterminadosutrabajo.Enlanoche en cuestión, el anciano Amberley, deseando obsequiar a su esposa, habíasacadodosasientosdeparaísoparaelteatrodeHaymarket.Aúltimahora,lamujersequejo de dolor de cabeza y se negó a ir.Amberleymarchó solo.No parece haberdudasaesterespecto,porqueélmeenseñóelbilleteparasuesposa.
—Esto que me dice es notable, muy notable —dijo Holmes, que parecía irtomandocadavezmayorinterésenelcaso—.Prosiga,porfavor,Watson.Surelatomeestáresultandomuydignodeinterés.¿Examinóustedconsuspropiosojosaquelbillete?¿Notomó,porcasualidad,elnúmerodeasiento?
—Puesdalacasualidaddequelotomé—lecontestéyoconalgodeorgullo—.Semequedóenlamemoria,porquedabatambiénlacasualidaddequeelnumeroqueyoteníaenlaescuelaeraeltreintayuno.
—¡Magnifico,Watson!Entoncesesqueelasientodeesehombreeraeltreintaoeltreintaydos.
—Enefecto—lecontesté,algointrigado—.YlafilaeralaB.—Tambiénesedetalleresultamuysatisfactorio.¿Quéotracosaledijoél?—Meenseñóloqueélllamabasucuartoblindado.Esrealmenteuncuartocomo
lacámaradeunbanco,con lapuertay lapersianadehierro;apruebade ladrones,segúnmedijo.Sinembargo,lamujerdisponía,porlovistodeunallaveduplicada,yentre ella y su amante se llevaron unas siete mil libras en dinero y en papel delEstado.
—¡EnpapeldelEstado!¿Ycómovanavenderlo?—MedijoquehabíaentregadolalistadelostítulosalaPolicía,yqueconfiaba
enquelesresultaríaimposiblesuventa.Regresódelteatroaesodelamedianochey
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se encontró con la casa saqueada, la puerta y laventanaabiertasylosfugitivosyalejosdeallí.Noledejaronnicartanimensaje.Tampocohavueltoa saberde ellosuna solapalabradesdeentonces.InmediatamentealertóalaPolicía.
—Holmes se quedó meditando durantealgunosminutosyluegomepregunto:
—Diceustedqueél estabapintando. ¿Quéesloquepintaba?
—Veráusted,loquerealmenteestabapintandoeraelpasillo,perohabíapintadoyalapuertaylaobradecarpinteríadeesecuartoblindadodequelehehablado.
—¿No le parece a usted que ésa es unaocupación algo extraña en las circunstancias porlasqueatraviesa?
—«Nohaymás remedioqueocuparseenalgoparaaliviarel corazóndolorido.Ésa fue la explicaciónque élmismomedio.Es, sin duda, una excentricidad, peroestamosanteunhombreatodaslucesexcéntrico.Hizoañicosenpresenciamíaunafotografía de su esposa. La hizo añicos en un arrebato furioso, lleno de ira. “Noquierovolveraversucondenadacara”».
—¿Nadamás,Watson?—Sí;hayalgoquemellamólaatenciónmásquetodoloquehedicho.Mehabía
hechoconducirencochehastalaestacióndeBlackheathyhabíasubidoyaaltren.Enelinstantemismodearrancaréste,viqueunhombresemetíacomounaflechaenelvagón próximo al mío. Ya sabe usted, Holmes, que a mí me quedan rápidamentegrabadaslascarasyfiguras.Estehombredelvagónera,sinduda,elmismoindividuoaltoymorenoalqueyohabíadirigidolapalabraenlacalle.LevinuevamenteenelPuentedeLondres, y luegomeperdió entre lamultitud.Pero estoy convencidodequemeveníasiguiendo.
—¡Claroquesí,claroquesí!—exclamóHolmes—.Unhombrealto,detupidosbigotes,diceusted.¿Verdadquellevabagafasoscurascontraelsol?
—Holmes,esustedbrujo.Yonolohabíadicho,perosíquellevabagafasoscurascontraelsol.
—¿Yunalfilerdecorbatamasónico?—¡Holmes!—Esmuysencillo,miqueridoWatson.Perovamosahoraalopráctico.Notengo
másremedioqueconfesarlequeestecaso,quemepareciódeunasencillezabsurdaeindignodequeyomeocupasedeél,estáadquiriendorápidamenteunaspectomuydistinto.Laverdadesque,apesardequeusteddurantesumisiónhadejadopasarporaltotodoslosdetallesdeimportancia,bastanlascosasqueselehanmetidoporlos
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ojosparadarenquépensarseriamente.—¿Quéesloquesemehapasadoporalto?—Noseofenda,miqueridocompañero.Yasabeustedqueyohabloentérminos
generales.Nadie lo hubiera hechomejor.Algunaspersonasno lo habríanhechonisiquieratanbiencomousted.Peroesevidentequeselehanescapadoalgunospuntosesenciales.¿QuéopinióntienendemísterAmberleyydesuesposalosconvecinos?Eso tenía, sin duda, importancia. ¿Y el doctor Ernest? ¿Era este señor el alegreLotario que su conducta da a entender?Watson, con su buena presencia, cualquiermujerseconvertiríaencolaboradoraycómplicesuya.¿Quélehandicholaempleadade Correos o la mujer del verdulero? Yo me lo imagino a usted sin dificultadcuchicheándoletiernasnaderíasalajovendelataberna«ElAnclaazul»yrecibiendoacambioalgunasrealidadesconcretas.Nadadeesohizousted.
—Aúnestoyatiempo.—Yahahabidoquienlohahecho.GraciasalteléfonoyalaayudadeScotland
Yard,sueloconseguirlosdatosesencialessinsalirdeestahabitación.Adecirverdad,losinformesqueherecibidoconfirmanelrelatodeesehombre.Tienefamaenaquelbarriodeseruntacañoytambiénunmaridobrutalyexigente.Tambiénesciertoqueguardabauna importante sumadedinero en su cámara fuerte.E igualmenteque eljoven doctor Ernest, hombre soltero, jugaba al ajedrez con Amberley, y hacía,probablemente,eltontoconlamujerdeéste.Todasesascosasparecenclaras,yunosesientetentadoapensarqueyanohaynadamásdecir,¡ysinembargo!
—¿Dóndeveustedlasdificultades?—Quizásóloestánenmiimaginación.Bien,Watson,dejémosloahí.Escapemos
de este fatigosomundo de la rutina diaria por la puerta lateral de lamúsica. Estanoche cantaCarina en elAlbertHall, y disponemos aún de tiempo para vestirnos,cenarydisfrutar.
Me levanté por la mañana temprano, pero algunas migajas de tostada y doscascarasvacíasdehuevomeanunciaronquemicompañerohabíamadrugadotodavíamásqueyo.
Encimadelamesaencontréestaslíneas:
«Querido Watson: Deseo establecer uno o dos puntos de contacto conmísterJosiahAmberley.Cuandolohayahechopondremosdeladoestecaso,oloseguiremos.Loúnicoquelepidoesqueestéustedamanoaesodelastresdelatarde,porquebienpudieraserqueyolenecesitase.
S.H».
No volví a ver a Holmes hasta esa hora, en que regresó serio, preocupado yensimismado.Enmomentosasíerapreferibledejarleabandonadoasímismo.
—¿HavenidoporaquíAmberley?—No.
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—¡Ah!Esloqueestoyesperando.No seviodefraudado,porqueelviejo llegóen esemomento, conexpresiónde
contrariedadydesconciertoensucarasevera.—MísterHolmes,herecibidountelegrama,ynoséquépensardelmismo.SeloalargóaHolmes,yésteleyóenvozalta:
«Venga en seguida y sin falta. Puedo darle información acerca de supérdidareciente.
ELMAN,LaVicaría».
—EnviadoalasdosydiezminutosenLittlePurlington—dijoHolmes—.LittlePurlingtonestáenEssex,segúncreo,nolejosdeFrinton.Comoesnatural,sepondráen camino en seguida, ya que esto procede claramente de una persona deresponsabilidad,elvicariodellugar.¿DóndeestámiCrockford?Sí,aquílotenemos,C.Elman,M.A.,queviveenMossmoor,cercadeLittlePurlington.Mireelhorariodetrenes,Watson.
—HayunoquesaledeLiverpoolStreetalascincoyveinte…—Magnífico,Watson,usteddeberíairconél,porquequizánecesitedesuayudao
desuconsejo.Esevidentequehemosllegadoenesteasuntoaunacrisis.Peronuestroclienteparecíamuyreacioaeseviaje,ydijo:—MísterHolmes,esoescompletamenteabsurdo.¿Quépuedesabereseindividuo
deloquehaocurrido?Esmalgastartiempoydinero.—Nolehabríatelegrafiadosinohubiesesabidoalgo.Telegrafíeenseguidaque
ustedseponeencamino.—Nocreoquevayaair.Holmesadoptósuactitudmássevera.—Produciría lapeordelasimpresionesa laPolicíayamí,místerAmberley,el
que, al surgir una pista tan evidente, se negase usted a seguirla.Nos produciría lasensacióndequeustednosetomaenserioestaspesquisas.
Nuestroclienteparecióhorrorizadoanteaquellaperspectiva,ydijo:—Desdeluegoqueiré,siustedmiralascosasdeesamanera.Así,aprimeravista,
resultaabsurdoelsuponerqueestecurasepanada,perosiustedcree…—Creo, en efecto —contestó Holmes con énfasis, y de ese modo nos vimos
lanzadosanuestraexcursión.Holmesmellamóaparteantesdequesaliéramosdelahabitaciónymediounas
frasesdeconsejoquedemostrabanqueleparecíaaquélunasuntodeimportancia.—Hagaustedloquehiciere,cuidesobretododequeesehombresalgadeviaje
—medijo—.Si él se apartase de usted o regresase, vayaustedhasta la oficina deteléfonosmáspróximayenvíemeun telefonemaquediga simplemente:«Fugado».Yodejarétodoarregladoparaquellegueamismanosdondequieraquemeencuentre.
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NoesLittlePurlington lugaralquese llegafácilmente,porqueseencuentraenuna línea secundaria. No es aquél enmis recuerdos un viaje agradable, porque eltiempoeracaluroso,eltrenlentoymiacompañantehurañoycallado.Apenashabló,salvo para hacer en ocasiones alguna observación referente a lo fútil de nuestrospasos. Llegados, por fin a la pequeña estación, aún nos quedaba una excursión encochepara llegara lavicaría,dondenos recibióen sudespachounclérigogrueso,solemne,bastantepomposo.Teníadelantenuestroeltelegrama,ynospreguntó:
—Bien,caballeros;¿enquépuedoservirles?—Hemosvenidoencontestaciónasutelegrama—leexpliquéyo.—¡Amitelegrama!Yonoleshepuestoningúntelegrama.—QuierodeciraltelegramaqueustedenvióamísterJosiahAmberleyacercade
sumujerydesudinero.—Señor,siestoesunabroma,esdeungustomuydiscutible—exclamóirritado
elvicario—.Jamásheoídoelnombredeesecaballerodelqueustedmehablaynoenviéanadieningúntelegrama.
Nuestroclienteyyonosmiramosatónitos.—Quizásetratedealgúnerror.¿Nohabráporaquídosvicarías?Aquítieneusted
eltelegramamismo,firmadoElmanyfechadoenlavicaría.—Caballero, vicaría no haymás que ésta, y no haymás vicario que yo. Este
telegramaesunaescandalosafalsedad,yyaseencargarálaPolicíadeinvestigarsuorigen.Mientrastanto,noveofinalidadalgunaparaprolongarestaentrevista.
YasífuecomomísterAmberleyyyonosvimosenlacarretera,enunaaldeaquemepareciólamásprimitivadeInglaterra.NosdirigimosalaoficinadeTelégrafos,pero ya estaba cerrada. Sin embargo, en la taberna de «El Escudo Ferroviario»encontramosunteléfono,ygraciasalmismoestablecícontactoconHolmes,quesemostróasombradodelresultadodenuestroviaje.
—¡Extraordinario!—dijo la voz lejana—. ¡Por demás extraordinario! QueridoWatson, mucho me temo que no tenga un tren para regresar esta noche. Le hecondenado a usted, sin darme cuenta, a los horrores de un mesón de aldea. Sinembargo,Watson, usted dispone siempre del recurso de la naturaleza y de JosiahAmberley.Manténgaseenestrechocontactoconambos—leoígorgoritearsecamenteenelinstanteenquecortabalacomunicación.
Prontopudeconvencermedequelafamadetacañodemiacompañanteerabienmerecida.Había refunfuñadopor locostosode laexcursión,había insistidoenqueviajáramos en tercera clase y ahora protestó ruidosamente por la factura delhospedaje.Alamañanasiguiente,cuandollegamosaLondres,eradifícildecircuáldenosotrosseencontrabadepeorhumor.
—LomejorquepodríaustedhaceresquedarseenBakerStreetcuandopasemosporallí—dije—.QuizámísterHolmestenganuevasinstrucciones.
—Si no valenmás que las últimas, me van a servir demuy poca cosa—dijoAmberleyconexpresiónmaligna.
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Sinembargomeacompañó.Yo teníaavisadoaHolmespor telegramaa lahoraquellegaríamos,peromeencontréconunmensajeenelquedecíaquenosesperabaenLewisham.Esto constituyóuna sorpresa, pero aún lo fuemayor el encontrarmeconqueHolmesnoestabasoloenlasaladenuestrocliente.Juntoaélseencontrabaunhombremoreno,derostroseveroeimpasible,degafasconcristalesoscurosyunvoluminosoalfilermasónicomuyalavistaensucorbata.Holmesdijo:
—EsteseñoresmiamigoBarker.Tambiénélestaba interesado en su caso, míster JosiahAmberley, aunque ambos trabajábamos de unamanera independiente. Sin embargo, los dostenemosquehacerlelamismapregunta.
MísterAmberleydejose caerpesadamente enun asiento.Barruntó peligro inminente.Yo lo leíen sus ojos de mirada tensa y en sus rasgoscontraídos.
—¿Cuálesesapregunta,místerHolmes?—Únicamente ésta: ¿qué ha hecho usted de
loscadáveres?Mi acompañante se puso en pie lanzando un
áspero chillido. Se aferró con sus dos manoshuesudas al aire. Tenía la boca abierta y duranteun instanteparecióunahorrible avedepresa.Senos presentó súbitamente el verdadero Josiah Amberley, demonio deforme con elalma tan retorcida como su cuerpo. Al caer de espaldas en su silla se llevó conestrépitounamanoa laboca,comoparaahogar la tos.Holmessaltóa sugargantacomountigreyletorciólacarahaciaabajo.Deentresuslabiosjadeantescayóunapíldorablanca.
—Nadadeatajos,JosiahAmberley;lascosastendránquehacersecondignidadyensuordendebido.¿Quémediceusted,Barker?
—Tengoalapuertauncoche—contestónuestrotaciturnocompañero.—Lacomisaría sólodistadeaquíalgunoscentenaresdemetros. Iremos juntos.
Usted,Watson,puedequedarseaquí.Estarédevueltadentrodemediahora.Elviejofabricantedecoloresteníalafuerzadeunleónensutroncogigantesco,
peroseencontróperdidoen lasmanosdedosexpertosmanipuladoresdehombres.Forcejeandoyretorciéndose,fuearrastradohastaelcochequeesperaba,yyoquedéenmisolitariavigiliadentrodeaquellacasademalagüero.Holmesregresóantesdeloquehabíadicho,acompañadoporunjoveneinteligenteinspectordePolicía.
—He dejado a Barker para que cuide de las formalidades —dijo Holmes—.Usted, Watson, ya conocía a Barker. Fue mi odiado rival en la playa de Surrey.Cuandoustedmehablódeunhombrealtoymoreno,nomefuedifícilcompletarelretrato.Esunhombrequetieneasucréditovarioscasosmuybuenos,¿verdadquesí,
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inspector?—Desdeluegoquesehaentrometidoenvariasocasiones—contestóelinspector
conreserva.—Susmétodos son, sin duda, irregulares, al igual que los míos. Pero ya sabe
ustedquehayocasionesenquelosirregularesresultanútiles.Usted,porejemplo,consu obligada advertencia de que cualquier cosa que declare podrá ser empleada encontrasuya,nohabríalogrado,valiéndosedeunfarol,queesegranujahicieseloquevirtualmenteconstituyeunaconfesión.
—Quizáno.Sin embargo,místerHolmes, conseguimos salirnos con lanuestra.Noseimaginequenosotrosnohabíamosformadoyacriterioacercadeestecaso,yque no habríamos echado el guante a nuestro hombre Ya perdonará que nosmostremos resentidos cuando usted se mete de golpe, valiéndose de métodos quenosotros no podemos emplear, y despojándonos de ese modo de la fama que nospertenece.
—Nohabrá tal despojo,Mackimmon.Le aseguro que de ahora en adelante yodesaparezcoyque, en cuanto aBarker, nohahechootra cosaque loqueyo lehedicho.
Elinspectorparecíaconsiderablementealiviado.—Míster Holmes, esa conducta suya es espléndida. A usted han de importarle
pocolasalabanzasolascensuras,peroelcasonuestroesmuydiferentecuandolosperiódicosempiezanahacerpreguntas.
—Deacuerdo.Puedeestarsegurodequeenestaocasiónleharánpreguntas,demodoquenoestaríademáselquetuviesepreparadaslasrespuestas.¿Quévaustedadecir, por ejemplo, si un informador inteligente y activo le pregunta cuáles fueronconcretamente los detalles que despertaron sus sospechas y que, por último, seconvirtieronenabsolutoconvencimientodelaverdaddeloshechos?
Elinspectorpareciódesconcertado.—MísterHolmes,yocreoquehasta ahorano tenemosningunodeesoshechos
concretos. Usted dice que el preso, en presencia de tres testigos, hizo algo queequivaleaunaconfesión,intentandosuicidarse,porque,habíaasesinadoasuesposayalamantedeésta.¿Quéotroshechostieneusted?
—¿Dioordenyadequeseregistrelacasa?—EstánapuntodellegarconeseobjetotresagentesdePolicía.—Puesenestecaso,notardaráustedendisponerdelmásevidentedetodoslos
hechos.Noesposiblequeloscadáveresesténlejosdeaquí.Busqueenlasbodegasyeneljardín.Nodebesertarealargaladeexcavarloslugaresprobables.Estacasaesmás antigua que la instalación del agua corriente.Debe, pues, de haber en algunaparteunpozoqueyanoseemplea.Pruebeenélsusuerte.
—Pero¿cómoloaveriguóustedydequémanerasecometióelcrimen?—Leenseñaréprimerodequémanerasecometióydespuésledarélaexplicación
queustedsemerece,yquesemerecetodavíamásesteamigomíoquelaesperadesde
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hacemuchoyquehasidodeunvalorinapreciabledurantetodoelcaso.Peroquieroempezarporhacerleverlamentalidaddeestehombre.Esunamentalidadmuyfuerade lo corriente; tanto, que yo creo que esmás probable que vaya a parar aBroadMoorquealpatíbulo.
»Posee en el más alto grado la clase de inteligencia que uno supone en eltemperamento italiano medieval, más bien que en un hombre de la Inglaterramoderna. Era un tacaño miserable que traía a su mujer tan a mal traer con susprocedimientos ruines,queerapor ellopresa fácilde cualquier aventurero.Éste sepresentóenlapersonadeldoctorquejugabaalajedrez.
»Amberleysobresalíaenestejuego.Fíjese,Watson,enqueéseesunindiciodeunainteligenciamaquinadora.Comotodoslosavaros,erahombreceloso,ysuscelostrocáronse enmanía frenética.Con razóno sin ella, sospechóuna intriga amorosa;decidióvengarseyloplaneóconhabilidaddiabólica…¡Venga!
»Holmesnosllevóporunpasilloconlamismaseguridadquesihubiesevividoenlacasaysedetuvodelantedelapuertaabiertadelacámarafuerte.
—¡Puf!¡Quéantipáticoolordepintura!—exclamóelinspector.—Ésta fue nuestra primera pista —dijo Holmes—. Puede agradecérsela a la
observación del doctorWatson, aunque éste no supo sacar la consecuencia. Fui yoquienpusoelpieenelrastro.¿Porquéllenabaesteindividuolacasa,enunaocasiónasí,defuertesolores?Evidentemente,paraocultarconellosotrosolores.Algúnolorculpable que podría despertar sospechas. Luego se presentó la idea de una cámaracomoéstaqueveustedaquí,quetienelapuertaylospostigosdehierro;esdecir,unahabitación herméticamente cerrada. Junte usted esos dos hechos, ¿a dónde llevan?Sóloexaminando la casapormímismopodíayoaveriguarlo.Estabayo segurodeque se trataba de un caso grave, porque había examinado la hora del billetaje delteatrodeHaymarket, otra de las dianasdel doctorWatson, comprobandoqueni elnúmerotreintanieltreintaydosdelafilaBdelparaísohabíansidovendidasaquellanoche. Por consiguiente, la coartada deAmberley se venía abajo, porque no habíaentradoenelteatro.Cometióungraveresbalónaldejarquemiastutoamigovieseelnúmero de asiento que había comprado para su esposa. El problema que ahora sepresentabaeraeldeencontrarlamaneradeexaminarlacasa.Enviéaunagentemíohasta lamás absurda de las aldeas en que seme ocurrió pensar y le hice ir amihombre a una hora que le imposibilitase el regresar aquella noche. Para evitar queAmberleynosburlase,hicequeleacompañaraeldoctorWatson.Elapellidodelbuenvicariolosaqué,comoesnatural,demiCrockford.¿Meexplicoconclaridad?
—Estupendamente—dijoelinspectorconvozreverente.—Sinpeligroyadequenadiemeinterrumpieseenmitarea,procedíalestudiode
la casa. La profesión de salteador de casas ha constituido siempre una posiblealternativaalaprofesiónqueejerzo.Nomecabedudadequesimehubiesedecididoporaquéllahabríadestacado.Fíjenseenlosdescubrimientosquehice.Veanlatuberíadel gas que viene por aquí, a todo lo largo de la cenefa.Al llegar al ángulo de la
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pared,siguehaciaarriba,yaquí,enel rincón,hayuna llave.La tuberíaentraen lacámarafuerteyvaaterminarenesterosetóndeyesoquehayenelcentrodelcieloraso,dondequedadisimuladaporlosadornosdecorativos.Eltuboestáabiertodeparenpar.Encualquiermomentoyconsoloabrirlallaveexterior,sepodríainundardegaslacámara.Conlapuertaylospostigosdelaventanacerrados,noledaríayodosminutos de conservar el conocimiento a la persona encerrada en la pequeñahabitación. Ignoro de que endiablada añagaza se valió para que él y ella entrasen,perounavezdentroylapuertacerrada,estabanamercedsuya.
Elinspectorexaminócongraninteréslatuberíaydijo:—Unodenuestrosfuncionarioshablódeolor
a gas; pero la puerta y la ventana estabanentoncesabiertasyyahabíanprocedidoapintarpor lo menos una parte. Según Amberley nosdijo,habíaempezadoesatareaeldíaanterior.¿Yquémás,místerHolmes?
—Pues entonces ocurrió un incidentebastanteinesperadoparamí.Empezabaaclareareldíayyoestabacolándomeporlaventanadeladespensa cuando sentí que una mano meagarraba por el cuello de la ropa, y oí una vozque me dijo: «¡Eh, granuja!, ¿qué haces aquídentro?». Cuando pude doblar la cabeza, meencontré frente a los cristales ahumados de miamigo y rival, el señor Barker. Lo curioso deaquel encuentro inesperado nos hizo sonreír a los dos. Por lo visto, la familia deldoctorRayErnestlehabíaencargadoaelquellevaseacaboalgunasinvestigaciones,y tambiénhabía llegadoa la conclusióndequeallí sehabía jugado sucio.Llevabavigilandolacasavariosdías,ysehabíafijadoeneldoctorWatsoncomoenunodelos personajes evidentemente sospechosos que habían ido de visita. No podía enmodo alguno proceder a la detención deWatson, pero cuando vio a un individuoescabullirsefueraporlaventanadeladespensa,nopudoyacontenerse.Leexpliquécómoestabanlascosasyproseguimosjuntoslasinvestigaciones.
—¿Porquéconélsíyconnosotrosno?—Porque pensaba ya someter a Amberley a esa pequeña prueba que tan
admirablementeharesultado.Temíquequizásustedesnoquisiesen llevar lascosastanadelante.
Elinspectorsesonrió.—Enefecto,quizánohubiésemosquerido.Demodo,místerHolmes,quetengo
su palabra de que usted se hace desde este momento a un lado y nos entrega elresultadodesusinvestigaciones.
—Asílohehechosiempre.
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—Bien.Seloagradezcoennombredelcuerpo.Talcomoustedlohaexplicado,elcaso se presenta claro, y no creo que haya una gran dificultad para dar con loscadáveres.
—Yahoralevoyamostrarunapequeñapruebaalgomacabra—dijoHolmes—.Estoy seguro de que ni el mismoAmberley se fijó nunca en ella. Si quiere ustedconseguirbuenosresultados,inspector,colóquesesiempreenellugardelosdemásypiense lo que usted haría en su caso. Exige imaginación, pero compensa siempre.Puesbien,supongamosqueustedsevieseencerradoenestapequeñahabitación,quesólolequedasendosminutosdevidayquisiesequedaramanoconelcriminal,queprobablemente estaba en ese instantemofándose de usted desde el otro lado de lapuerta.¿Quéharíausted?
—Escribiríaunmensaje.—Exactamente.Querríaustedinformara losdemásdecómomoría.Denadale
serviríaescribirenunpapel,porqueéllodescubriría…Perosiescribieseustedenlapared,quizáloviesealguien.Yahora,¡veanustedesaquí!Encimamismodelzócalohayalgoescritoconlápizdetintaencarnada:«Nosas…».Ynadamás.
—¿Yquesacaustedenconsecuencia?—Elescritoestáatreintacentímetrosdealturadelsuelo.Cuandoloescribió,el
pobrehombreestabacaídoenelsueloymoribundo.Perdióelsentidoantesdequepudieraterminarlafrase.
—Sí;élqueríaescribir:«Nosasesina».—Asíloveoyo,ysiustedesencuentranencimadelcadáverunlápizdetint…—Puede usted estar seguro de que lo buscaremos. Pero ¿y los valores? Es
evidente que no hubo tal robo. Y él, eso sí, poseía esos valores. Lo hemoscomprobado.
—Tenga la seguridad de que los tiene ocultos en lugar seguro.Cuando toda lahistoriadelafugahubiesepasadoalolvido,élloshabríadescubiertodepronto,bienanunciandoquelaparejaculpablesehabíaarrepentidoylehabíadevueltoelbotínoquelohabíaperdido.
—Veo que usted ha encontrado respuesta a todas las dificultades —dijo elinspector—.Desde luego,anosotros teníaquevenirparadarnosparte,peronomeexplicoelquesehayadirigidotambiénausted.
—Unpurorefinamiento—contestóHolmes—.Teníaconcienciadesuhabilidad,yestabatansegurodesímismoquesecreíaasalvodetodos.Deesamanerapodíadecir,sillegabaelcaso,acualquiervecinoreceloso:«Fíjeseentodoslospasosquehedado.NosóloheconsultadoalaPolicía,sinoquelohehechotambiénalmismoSherlockHolmes».
Elinspectorseechóareír,ydijo:—MísterHolmes,notenemosmásremedioqueperdonarleesode«lohehecho
tambiénalmismo»,porquesu trabajoenestaocasiónhasido tanperfectocomoelmejordelosqueyorecuerdo.
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Unpardedíasdespués,micompañeromeechódesdedondeélestabasentadounejemplar del bisemanario North Surrey Observer. Bajo una serie de titularesdeslumbrantes que empezaban con lo de «El terrible crimen de “El refugio”» yterminaba con el de «Brillantes pesquisas de la Policía», había el primer relatocompletodelasunto.Elpárrafofinaleraunamuestratípicadelconjunto.Decíaasí:
«LaextraordinariasagacidadconqueelinspectorMackinnondedujodelolordepintura,quequizáconelloseocultaseotroolor,porejemploeldegas;laaudazhipótesisdequequizálacámarafuertefuesetambiénlacámaradelamuerte, y la investigación subsiguiente que llevó a descubrir los cadáveresdentrodeunpozoquenoseusaba,ycuyabocaestabahábilmenteocultaporla caseta del perro, quedarán en la historia del crimen como ejemplodestacadodelainteligenciadenuestrosdetectivesoficiales…».
—¡Vaya, vaya! EsteMackinnon es un buenmuchacho—exclamóHolmes consonrisa bonachona—. Páselo a nuestros archivos, Watson. Quizá pueda contarsealgúndíatodalaverdad.
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S
LAAVENTURADELAINQUILINADELVELO
i sepiensaenqueHolmespermanecióejerciendoactivamente suprofesiónporespaciodeveinteaños,yquedurantediecisietedeellossemepermitiócooperarconélyllevarelregistrodesushazañas,secomprenderáfácilmente
quedispongodeunagranmasadematerial.Miproblemahaconsistidosiempreenelegir,noendescubrir.Aquítengolalargahileradeagendasanualesqueocupanunestante, y ahí tengo también las cajas llenas de documentos que constituyen unaverdaderacanteraparaquienquieradedicarseaestudiarnosólohechoscriminales,sinolosescándalossocialesygubernamentalesdelaúltimaetapadelaeravictoriana.Apropósitodeestosúltimos,quierodecira losquemeescribencartasangustiosas,suplicándomequenotoqueelhonordesusfamiliasoelbuennombredesuscélebresantepasados, que no tienen nada que temer.La discreción y el elevado sentido delhonorprofesionalquesiempredistinguieronamiamigosiguenactuandosobremíenlatareadeseleccionarestasmemorias,yjamásserátraicionadaningunaconfidencia.He de protestar, sin embargo, de la manera más enérgica contra los intentos queúltimamentesehanvenidohaciendoparaapoderarsedeestosdocumentosconánimodedestruirlos.Conocemoslafuentedequeprocedenestosintentosdelictivos.SiserepitenestoyyoautorizadoporHolmesparaanunciarquesedarápublicidadatodalahistoria referenteaciertopolítico,al faroyal cuervomarinoamaestrado.Estoquedigoloentenderáporlomenosunlector.
No es razonable creer que todos esos casos de que hablo dieron a Holmesoportunidad de poner en evidencia las extraordinarias dotes de instinto y deobservaciónqueyomeheesforzadoporponerderelieveenestasmemorias.Habíaveces en que tenía que recoger el fruto tras largos esfuerzos; otras se le veníafácilmente al regazo. Pero con frecuencia, en esos casos quemenos oportunidadespersonales le ofrecían, se hallaban implicadas lasmás terribles tragedias humanas.Unodeelloseselqueahoradeseoreferir.Hemodificadoligeramentelosnombresdepersonasydelugares,pero,fueradeeso,loshechossontalycomoyolosrefiero.
Recibíciertamañana(afinalesde1896)unanotaapresuradadeHolmesenlaquesolicitabamipresencia.Alllegarasucasa,meloencontrésentadoyenvueltoenunaatmósferacargadadehumodetabaco.Enlasillafrenteaélhabíaunaseñoraancianaymaternal,deltiporollizodelasdueñasdecasasdepensión.
—Le presento a la señora Merrilow, de South Brixton —dijo mi amigo,indicándomela con un ademán de la mano—. La Señora Merrilow no tieneinconvenienteenquesefume,Watson.Selodigoporsiquiereentregarseaesasucia
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debilidad suya. La SeñoraMerrilow tiene una historia interesante que contar. Esahistoriapuedetraernovedadesenlasqueseríaútillapresenciadeusted.
—Todoloqueyopuedahacer…—Comprenderá usted, señora Merrilow, que si yo me presento a la señora
Ronder,preferiríahacerloconuntestigo.Déseloustedaentenderantesquenosotroslleguemos.
—¡Bendito seaDios,místerHolmes!—contestó nuestra visitante—. Ella tienetalesansiasdehablarconusted,queloharáaunquesehagaustedseguirdetodosloshabitantesdelaparroquia.
—Iremos, téngalo presente, a primera hora de la tarde. Es, pues, preciso que,antes de ponernos en camino, conozcamos con exactitud todos los hechos. Si lesdamosunrepasoahora,eldoctorWatsonpodráponersealcorrientedelasituación.UstedmehadichoquedesdehacesieteañostienedeinquilinaalaseñoraRonder,yqueentodoesetiemposólounavezlehavistolacara.
—¡YpluguieraaDiosquenoselahubiesevisto!—exclamólaseñoraMerrilow.—Tengoentendidoquelatieneterriblementemutilada.—Tanto,místerHolmes,quenicaraparece.Ésafuelaimpresiónquemeprodujo.
Nuestrolecherolavioenciertaocasiónnadamásqueunsegundo,cuandoellaestabacurioseandoporlaventanadelpisosuperior,ycuálnoseríasuimpresión,quedejócaer la vasija de la leche y ésta, corrió por todo el jardincillo delantero. Ahí veráustedquéclasedecaraeslasuya.Enlaocasiónenqueyolavilapillédesprevenida,yselatapórápidamente,yluegodijo:«Yasabeusted,porfin,larazóndequeyonomelevantenuncaelvelo».
—¿Sabeustedalgoacercadesuvidaanterior?—Absolutamentenada.—¿Dioalgunareferenciacuandosepresentóensucasa?—No, señor, pero dio dinero contante y sonante y en mucha cantidad. Puso
encimadelamesaelimportedeuntrimestreadelantado,ynodiscutióprecios.Unamujerpobrecomoyo,nopuedepermitirseenestostiemposrechazarunaoportunidadcomoésa.
—¿Alegóalgunarazónparadarlapreferenciaasucasa?—Micasaestámuyretiradadelacarreterayesmásrecogidaqueotrasmuchas.
Además,yosólotengounainquilinaysoymujersinfamiliapropia.Meimaginoquehabíavisitadootrascasasyquelamíaleresultódemayorconvenienciasuya.Loqueellabuscaesviviroculta,yestádispuestaapagarlo.
—Hadichoustedquejamásesaseñoradejóversucara,salvoenesaocasiónyporcasualidad.Puessí,eslasuyaunahistoriaextraordinaria,muyextraordinaria,ynomesorprendequedeseehacerluzenella.
—No,místerHolmes,yonolodeseo.Medoyporsatisfechaconcobrarmirenta.Noesposibleconseguirunainquilinamástranquilaniquedémenostrabajo.
—¿Yquéhaocurridoentoncesparaquesehayalanzadoadarestepaso?
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—Susalud,místerHolmes.Medalaimpresióndequeseestáacabando.Además,algoespantosohayenaquellacabeza.«¡Asesino!»—grita—«¡Asesino!».Yotravezla oí: «¡Fiera! ¡Monstruo!».Eradenoche, y sus gritos resonabanpor toda la casa,dándomeescalofríos.Poresofuiaverlaporlamañana,yledije:«SeñoraRonder,sitieneustedalgúnsecretoqueconturbasualma,paraesoestánelcleroy laPolicía.Entreunosyotrosleproporcionaríanalgunaayuda».Ellaexclamó:«NadadePolicía,por amor de Dios. Y en cuanto al clero, no es posible cambiar el pasado. Y, sinembargo,mequitaríaunpesodelalmaquealguienseenterasedelaverdad,antesqueyomemuera». «Pues bien—le dije yo—; si no quiere usted nada con la Policía,tenemosaesedetectivedelquetantoleemos»,consuperdón,místerHolmes.Ellaseagarróaesaideainmediatamente,ydijo:«Éseeselhombrequenecesito.¿Cómonosemeocurriójamásacudiraél?Tráigalo,señoraMerrilow,ysiponeinconvenientesavenir,dígalequeyosoylamujerdelacoleccióndefierasdeRonder.Dígaleesoycíteleelnombrede“AbbasParva”.Aquíestácomoellaloescribió:“AbbasParva”.“Esoleharávenirsiélestalycomoyomeloimagino”».
—Me hará ir, en efecto —comentó Holmes—. Muy bien, señora Merrilow.DesearíatenerunabreveconversaciónconeldoctorWatson.Esonosllevaráhastalahoradelalmuerzo.PuedecontarconquellegaremosasucasadeBrixtonaesodelastres.
Apenassínuestravisitantehabíasalidodelahabitaciónconsusandaresmenudosybamboleantesdeánade,cuandoyaSherlockHolmessehabíalanzadoconfuriosaenergíasobreunapiladelibrosvulgaresquehabíaenunrincón.Escuchósedurantealgunosminutosunconstanterocedehojasydeprontoungruñidodesatisfacción,porquehabíadadoconloquebuscaba.Eratalsuexcitaciónquenoselevantó,sinoquepermaneciósentadoenelsuelo,lomismoqueunBudaextraño,conlaspiernascruzadas, rodeadodegruesosvolúmenes, y conunode ellos abierto encimade lasrodillas.
—Watson,ésteesuncasoqueensutiempometrajopreocupado.Fíjeseenmisnotas marginales que lo demuestran. Reconozco que no logré explicármelo. Sinembargo,estabaconvencidodequeeljuezdeinvestigaciónestabaequivocado.¿NorecuerdaustedlatragediadeAbbasParva?
—Enabsoluto,Holmes.—Sin embargo, por aquel entoncesvivía usted conmigo.Desde luego, también
misimpresionesdelcasoeranmuysuperficiales,porquenodisponíadedatosenqueapoyarme,yporqueningunadelasdosparteshabíasolicitadomisservicios.Quizáleintereseleerlosperiódicos.
—¿Nopodríaseñalarmeustedmismolosdetallessobresalientes?—Es cosa muy fácil de hacer. Ya verá cómo los recuerda conforme yo vaya
hablando. El nombre de Ronder era, desde luego, conocidísimo. Era el rival deWombwellydeSanger.Unodelosmásgrandesempresariosdecircodesutiempo.Hay, sin embargo, pruebas de que se entregó a la bebida y de que al ocurrir la
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tragediasehallabantantoélcomosucircoambulanteendecadencia.Lacaravanasehabíadetenidoparapasar lanocheenAbbasParva,pueblopequeñodelBerkshire,que fuedondeocurrióestehechohorrendo. IbancaminodeWimbledonyviajabanporcarretera.Se limitaron,pues,aacampar,sinhacerexhibiciónalguna,porquesetratabadeunlugartanpequeñoquenoleshabríacompensadoeltrabajo.
»EntrelasfierasqueexhibíanfigurabaunmagníficoejemplardeleóndeÁfrica.LellamabanelReydelSáhara,ytantoRondercomosumujerteníanporcostumbrerealizarexhibicionesdentrodesujaula.Ahítieneunafotodelaescena.Veráporellaque Ronder era un cerdo corpulento, y su esposa, una espléndida mujer. Alguientestimoniódurante la investigaciónqueel leónhabíaofrecido síntomasdeestardehumor peligroso, pero que, como de costumbre, la familiaridad engendra elmenosprecio,ynadiehizocaso.
»EracosacorrientequeRonderosuesposadiesendecomeralleónporlanoche.Unas veces lo hacía uno de ellos, otras, los dos juntos; pero nunca permitían quenadiemáslediesedecomer,creyendoquemientrasfuesenelloslosquelellevabanelalimento,elleónlosconsideraríacomobienhechoressuyosynolesharíaningúndaño. La noche del suceso habían entrado los dos a darle de comer, y entoncesocurrióunsucesohorrendo,perocuyosdetallesnuncaseconsiguióponerenclaro.
»Parecequeel campamento todo sedespertóhaciamedianochepor los rugidosdelanimaly loschillidosde lamujer.Todos loscuidadoresyempleadosacudierondesde sus tiendas corriendo, llevando linternas. A la luz de éstas vieron unespectáculo terrible. Ronder yacía en el suelo, con la parte posterior del cráneohundida y con señales de profundos zarpazos en el cuero cabelludo; a unos diezmetrosdedistanciadelajaula,queestabaabierta.CercadelapuertadelajaulayacíalaseñoraRonder,deespaldas,conlafieraacurrucadayenseñandolosdientesencima
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deella.Lehabíadestrozadolacaradetalmaneraquenosecreyóquesobreviviera.Variosdelosartistasdelcirco,encabezadosporelforzudoLeonardoyporelpayasoGriggs, acometieron a la fiera con pértigas, y el león dio un salto hacia atrás y semetióenlajaula,queaquéllosseapresuraronacerrar.
»Nadie supo cómo había quedado abierta. Se llegó a la suposición de que lapareja había intentado entrar en la jaula, pero que, en el instante en que fueroncorridos loscierresde lapuerta,elanimalse lanzósobreellosdeunsalto.Ningúnotrodetalledeinterésaparecióenlainvestigación,fueradequelamujer,eneldeliriode sus atroces dolores, no cesaba de gritar: “¡Cobarde! ¡Cobarde!”, cuando laconducían al carromato en que vivían. Transcurrieron seis meses antes que ellapudieraprestardeclaración,perosecumplierondebidamentetodoslostrámites,yelveredicto del jurado del juez de instrucción fue de muerte sobrevenida por unadesgracia.
—¿Cabíaotraalternativa?—preguntéyo.—Tieneustedrazóndehaceresapregunta.Sinembargo,habíaunpardedetalles
que trajeron desasosiego a Edmunds, de la Policía de Berkshire. ¡MagníficomuchachoeltalEdmunds!MásadelantelodestinaronaAllahabad.Graciasaélmepuseencontactoconelasunto,porquesedejócaerporaquíy fumamosunpardepipashablandodelmismo.
—¿Eraunindividuodelgadoydepelorubio?—Exactamente. Tenía la seguridad de que descubriría usted su pista
inmediatamente.—¿Yquéfueloquelepreocupaba?—La verdad es que nos preocupó a los dos. Resultaba endiabladamente difícil
reconstruirelhecho.Mírelodesdeelpuntodevistadel león.Seveen libertad.¿Yqué hace entonces? Damedia docena de saltos hacia delante para ir a caer sobreRonder.Éstesedamediavueltaparahuir,puestoquelasseñalesdeloszarpazoslasteníaenlaparteposteriordelacabeza;peroelleónlederriba.Entonces,envezdedar otro salto y escapar, se vuelve hacia lamujer, que estaba cerca de la jaula, laderribadeespaldasylemasticalacara.Porotrolado,losgritosdelamujerparecíandaraentenderqueelmaridolehabíafalladodeunauotramanera.¿Quépudohacerelpobrehombreparasocorrerla?¿Noveustedladificultad?
—Desdeluego.—Pero había algomás, que seme ocurre amí, ahora que vuelvo a repasar el
asunto.Algunasdelaspersonasdeclararonque,coincidiendoconlosrugidosdelleónyconloschillidosdelamujer,seoyerongritosdeterrorquedabaunhombre.
—SeríandeRonder,sinduda.—Difícilmentepodíagritarsiestabaconelcráneodestrozado.Dostestigos,por
lomenos,serefierenagritosdeunhombremezcladosconlosdeunamujer.—Yocreoqueparaentoncesestaríagritandoelcampamentoentero.Porloquese
refierealosdemáspuntos,creoquepodríaapuntarunasolución.
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—Latomarémuyagustoenconsideración.—Cuandoelleónsevioenlibertad,élyellaestabanjuntos,adiezmetrosdela
jaula. Ronder se dio media vuelta y fue derribado. La mujer concibió la idea demetersedentrodelajaulaydecerrarlapuerta.Eraaquélsuúnicorefugio.Selanzóaponerlaenpráctica,perocuandoyallegabaalapuerta,lafierasaltósobreellayladerribó. Lamujer, irritada contra sumarido, porque, al huir éste, la fiera se habíaenfurecido. Si ambos le hubiesen hecho frente, quizá la hubiesen obligado aretroceder.Deahísusestentóreosgritosde«¡Cobarde!».
—¡Magnífico,Watson!Subrillanteexposiciónnotienemásqueundefecto.—¿Quédefecto,Holmes?—Siambosestabanadiezpasosdedistanciadela jaula,¿cómollególafieraa
encontrarseconlapuertaabierta?—¿Noesposiblequetuviesenalgúnenemigoyqueéstelaabrió?—¿Yporquéhabíadeacometerlosdemaneratansalvajesiestabaacostumbrada
ajugarconellosyaexhibirconellossushabilidadesdentrodelajaula?—Quizásesemismoenemigohabíahechoalgoconelpropósitodeenfurecerlo.Holmespermaneciópensativoyensilenciodurantealgunosmomentos.—Bien, Watson, hay algo que decir en favor de su hipótesis. Ronder era un
hombrequeteníamuchosenemigos.Edmundsmedijoquecuandoestabametidoencopaseraespantoso.Hombrecorpulentoyfanfarrón,maltratabadepalabrayobraacuantosselecruzabanenelcamino.Yocreoqueaquellosgritosdemonstruo,delosque nos ha hablado nuestra visitante, son reminiscencias nocturnas del muertoquerido.Sinembargo,todoestonosonsinocábalasfútilesmientrasnoconozcamostodos los hechos. Tenemos en el aparador una perdiz fría y una botella deMontrachet.Renovemosnuestrasenergíasantesquetengamosqueexigirlesunnuevoesfuerzo.
CuandonuestrocochehamsonnosdejójuntoalacasadelaseñoraMerrilow,nosencontramosa la rollizaseñoracerrandoconsucuerpoelhuecode lapuertadesumoradahumilde,peroretirada.Eraevidentequesuprecauciónprincipaleraladenoperderunabuenainquilina,yantesdeconducirnosalpisosuperiornossuplicóquenodijésemosnihiciésemosnadaquepudieraprovocarunhechotanindeseable.Porfin,despuésdehaberledadotodaclasedeseguridades,noscondujoporlaescalera,estrechaymalalfombrada,hastalahabitacióndelamisteriosainquilina.
Erauncuartomalventilado, angosto,queolía a rancio, comonopodíamenos,puesto que la ocupante no salía de él apenas. Por algo que parecía justicia delDestino,aquellamujerque teníaencerradasa las fierasenuna jaulahabíaacabadosiendocomounafieradentrodeunajaula.Sehallabasentadaenunsillónroto,enelrincónmásoscurodelcuarto.Loslargosañosdeinactividadhabíanquitadoalgodeesbeltez a las líneas de su cuerpo, que debió de ser hermoso, y conservaba aún suplenitudyvoluptuosidad.Ungruesovelonegrolecubríaelrostro,peroelbordedelmismo terminaba justamente encimadel labio superior, dejando al descubierto una
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bocaperfectayunabarbillafinamenteredondeada.Yopenséque,enefecto,debiódeserunamujerextraordinaria.Tambiénsuvozeradetimbredelicadoyagradable.
—MísterHolmes, usted conoce yami nombre—explicó—.Pensé que bastaríaparaqueviniese.
—Así es, señora, aunque no acabo de comprender cómo sabe que yo estuveinteresadoenelcasosuyo.
—Lo supe cuando, recobrada yami salud, fui interrogada por el detective delcondado,místerEdmunds.Peroyolementí.Quizáshabíasidomásprudentedecirlelaverdad.
—Por logeneral, decir la verdad suele ser lomásprudente. ¿Yporquémintióusted?
—Porque de ello dependía la suerte de otra persona. Era un ser indigno pordemás.Yolosabía,peronoquisequesudestrucciónrecayesesobremiconciencia.¡Habíamosvividotancerca,tancerca!
—¿Hadesaparecidoyaeseimpedimento?—Sí,señor.Lapersonaaquealudohamuerto.—¿Porqué,entonces,nolecuentaustedahoraalaPolicíatodoloquesabe?—Porquehayquepensartambiénenotrapersona.Esaotrapersonasoyyo.Sería
incapaz de aguantar el escándalo y la publicidad que acarrearía el que la Policíatomaseensusmanoselasunto.Noesmucholoquemequedadevida,perodeseomorirsinsermolestada.Sinembargo,deseabadarconunapersonadebuencriterioalaquepoderconfiarmi terriblehistoria,demodoque,cuandoyomuera,puedasercomprendidocuantoocurrió.
—Esoesunelogioqueustedmehace,señora.Perosoy,además,unapersonaquetiene el sentimiento de su responsabilidad. No le prometo que, después que ustedhayahablado,nomecreaeneldeberdeponersucasoenconocimientodelaPolicía.
—Creoquenoloharáusted,místerHolmes.Conozcodemasiadobiensucaráctery susmétodos, porque vengo siguiendo su labor desde hace varios años. El únicoplacer que me ha dejado el Destino es el de la lectura, y pocas cosas de las queocurren por el mundo se me pasan inadvertidas. En todo caso, estoy dispuesta acorrerelriesgodelempleoqueustedpudierahacerdemitragedia.Mialmasentiráaliviocontándola.
—Tantomiamigocomoyo,nosalegraríamosdeoírla.Lamujerselevantóysacódeuncajónlafotografíadeunhombre.Saltabaala
vista que se trataba de un acróbata profesional, demagnífica conformación física.Estaba retratado con sus poderosos brazos cruzados delante del arqueado pecho, yconuna sonrisaque asomabapor entre sus tupidosbigotes; la sonrisa engreídadelhombreconquistadordemujeres.
—EsLeonardo—nosdijo.—¿Leonardo,elforzudoqueprestódeclaración?—Elmismo.Yesteotroes…mimarido.—Eraunacaraespantosa.Lacaradeun
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cerdo humano, o más bien de un jabalí formidable en su bestialidad. Era fácilimaginarse aquella boca repugnante, rechinando y echando espumarajos en susmomentosderabia,yaquellosojillosmalignosproyectandosusruindadessobretodoloquemiraban.Rufián,fanfarrón,bestia; todoesoestabaescritoenaquelrostrodegruesamandíbula—.Estosdos retratos les ayudarán, caballeros, a comprenderestahistoria. Cuando yo tenía diez años era ya unamuchacha de circo, educada en elaserríndelapistayquesaltabaporelaro.Cuandomeconvertíenmujer,seenamoródemí estehombre, si a su lascivia se lepuededar el nombrede amor.Enunmalmomentomecaséconél.Desdeesedíavivíenuninfierno,yélfueeldemonioquemeatormentó.Nohabíaunasolapersonaentodalacompañíaquenosupiesecómome trataba.Me abandonó para ir con otras. Si yome quejaba, solía atarme ymeazotabaconsufustademontar.Todosmecompadecíanytodosleodiaban,pero¿quépodíanhacer?Desdeelprimerohastaelúltimoletemían.Porqueeraterribleentodomomento,perollegabaasanguinariosiemprequeestababorracho.Unayotravezfuecondenado por agresión y por crueldades con los animales; pero tenía dineroabundante, y le importaban muy poco las multas. Los mejores artistas nosabandonaron,yelespectáculoempezóaircuestaabajo.ÚnicamenteLeonardoyyolo sosteníamos, con la ayuda del pequeño Jimmy Griggs, el payaso. Este pobrehombrenoteníamuchosmotivosparaestardebuenhumor,peroseesforzabacuantopodíaenevitarquetodosederrumbase.
»Leonardo entró entonces cada vezmás íntimamente enmi vida.Ya han vistoustedes cómoera físicamente.Ahora sé cuánpobre era el espíritu encerradoenuncuerpotanmagnífico,pero,comparadoconmimarido,parecíaalgoasícomoelángelGabriel.Me compadeció yme ayudó, hasta que nuestra intimidad sé convirtió enamor; un amor profundo, profundísimo, apasionado, con el que yo había soñadosiempre,peroquenuncaesperésentir.Mimaridolosospechó,peroyocreoqueteníatanto de cobarde como de bravucón, y que Leonardo era el único hombre al quetemía.Sevengóasumanera,atormentándomecadavezmás.UnanochemisgritostrajeronaLeonardohastalapuertadenuestrocarromato.Aquellavezbordeamoslatragedia,ymiamanteyyonotardamosencomprenderquenoeraposibleevitarla.Mimaridonoteníaderechoavivir.Planeamossumuerte.
»Leonardo era hombre de cerebro astuto y calculador. Fue él quien lo planeótodo.Nolodigoparacensurarle,porqueyoestabadispuestaaacompañarlehastalaúltimapulgadadelcamino.Peroyonohabríatenidojamáselingenionecesarioparatrazar aquel plan. Preparamos una clava, fue Leonardo quien la fabricó, y en lacabezadelamisma,hechadeplomo,aseguramoscincolargasuñasdeacero,conlaspuntas fuera y de lamisma anchura de la garra del león. Daríamos con ella amimarido el golpe demuerte, pero, por las señales que quedarían haríamos pensar atodosqueselahabíaproducidoelleón,alquedejaríamoslibre.
»Lanocheestabanegracomolapezcuandomimaridoyyomarchamos,segúneranuestracostumbre,adardecomeralafiera.Llevábamoslacarnecrudaenun
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cubodecinc.Leonardoestabaalacechodetrásdelaesquinadelgrancarromatojuntoalcualteníamosquepasarantesdellegaralajaula.
»Actuóconretraso;cruzamospordelantedeélsinquedescargaseelgolpe;peronossiguiódepuntillas,yyooíelcrujidoqueprodujolaclavaaldestrozarelcráneo.Fueunruidoquehizodarunvuelcodealegríaamicorazón.Corríhaciadelanteysoltéelcierrequesujetabalapuertadelagranjauladelleón.
»Yentoncesocurrióunacosa terrible.Quizás estéustedenteradode lo rápidosque sonestos animalespara recibir el rastrode la sangrehumana,y cómoésta losexcita.Algún instinto extraño debió de hacer barruntar al león que un ser humanohabíamuerto.Aldescorreryoelcerrojosaltóysemevinoencimaenunsegundo.Leonardo pudo salvarme. Si él se hubiese abalanzado sobre el león y le hubiesegolpeado con la maza, habría podido hacerle retroceder. Pero se acobardó. Le oígritaraterrorizadoylevidarsemediavueltayhuir.Enelmismoinstantesentíenmicarne losdientesdel león.Ya su aliento abrasadory suciomehabía envenenadoyapenas si experimenté sensaciónalgunadedolor. Intentéapartar con laspalmasdemis manos las tremendas fauces, manchadas de sangre y que lanzaban un vahohirvienteygritépidiendosocorro.Tuvelasensacióndequetodoelcampamentoseponíaenmovimientoyconservoelconfusorecuerdodequeungrupodehombres,compuestoporLeonardo,Griggsyotros,mesacarondedebajode laszarpasde lafiera.Ésefue,místerHolmes,porespaciodemuchosmesesfatigosos,elúltimodemis recuerdos.Cuando recobré la razónymevi enel espejomaldijeal león, ¡oh!,¡cómolomaldije!;noporquehabíadestrozadomihermosura,sinopornohabermearrancado la vida. Sólo un deseo tenía, míster Holmes, y contaba con dinerosuficiente para satisfacerlo. Este deseo era el de cubrirme el rostro demanera quenadie pudiera verlo, y vivir donde nadie de cuantos yo había conocido pudieranencontrarme.Esoeraloúnicoqueyamerestabaporhacer;yesoesloquehevenidohaciendo. Convertida en un pobre animal que se ha arrastrado hasta dentro de unagujeroparamorir;asíescómoacabasuvidaEugeniaRonder.
Permanecimossentadosensilenciounrato,cuandoyaladesdichadamujerhabíaacabadoderelatarsuhistoria.Depronto,Holmesextendiósulargobrazoypalmeóenlamanoalamujerconunaexpresióndesimpatíacomoraravezyolehabíavistoexteriorizar.
—¡Pobremuchacha!¡Pobremuchacha!—decía—.LosmanejosdelDestinoson,enverdad,difícilesdecomprender.Sinoexistealgunacompensaciónenelmásallá,entonceselmundonoessinounabromacruel.¿YquéfuedeltalLeonardo?
—Jamás volví a verlo ni oír hablar de él. Quizá no tuve razón para llevarmianimosidadhastaesepunto.Quizásélhubieseamadoaestapobrecosaqueel leónhabíadejado,lomismoqueaunodeesosmonstruosdemujerqueexhibimosporelpaís.Peronosepuedehacer tanfácilmenteaun ladoelamordeunamujer.Aquelhombre me había dejado entre las garras de la fiera, me había abandonado en elmomento de peligro. Sin embargo, no pude decidirme a entregarlo a la horca.Mi
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suertemeteníasincuidado.¿Quépodíasermásangustiosoquemividaactual?PeromeinterpuseentreLeonardoysudestino.
—¿Yhamuertoya?—SeahogóelmespasadomientrassebañabacercadeMargate.Leísumuerteen
losperiódicos.—¿Yquéhizode su clavade cincogarras, detalle éste elmás extraordinario e
ingeniosodetodasuhistoria?—Nopuedodecírselo,místerHolmes.Cercadelcampamentohabíaunacantera
decalqueteníaensubaseunaprofundaciénagaverdosa.Quizásenelfondodelamisma…
—Bien, bien, la cosa tiene ya pocaimportancia.Elcasohaquedadoconcluso.—Noshabíamospuestoenpiepararetirarnos,peroalgoobservóHolmesen lavozde lamujerqueatrajosuatención.Volvióserápidamentehaciaella.
—Su vida no le pertenece —le dijo—. Noatentecontraella.
—¿Quéutilidadtieneparanadie?—¿Qué sabe usted? El sufrir con paciencia
constituye por sí mismo la más preciosa de laslecciones que se pueden dar a un mundoimpaciente.
Lacontestacióndelamujerfueespantosa.Selevantóelveloyavanzóhastaquelediolaluzdelleno,ydijo:
—¡Aversiesustedcapazdeaguantaresto!Eraunacosahorrible.Noexistenpalabrasparadescribirlaconformacióndeuna
cara,cuandoéstahadejadodesercara.Losdosojososcuros,hermososyllenosdevida,quemirabandesdeaquella ruinacartilaginosa, realzabanaúnmás lohorrendodesemejantevisión.Holmesalzólasmanosenademándecompasiónydeprotesta,ylosdosjuntosabandonamoselcuarto.
***
Dosdíasdespuésfuiavisitaramiamigo,yéstemeseñalóconciertoorgullounapequeñabotellaquehabíaencimadelarepisadelachimenea.Lacogíenlamano.Tenía una etiqueta roja, de veneno. Al abrirla, se esparció un agradable olor dealmendras.
—¿Ácidoprúsico?—lepregunté.—Exactamente.Me ha llegado por el correo. «Le envío a usted mi tentación.
Seguiré suconsejo».Esodecíaelmensaje.Creo,Watson,quepodemosadivinarel
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nombredelavalerosamujerquelohaenviado.
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S
LAAVENTURADESHOSCOMBEOLDPLACE
herlockHolmesllevabaunbuenratoinclinadosobresumicroscopiodebajapotencia.Entoncesseenderezóysevolvióamirarmetriunfalmente.
—Escola,Watson—dijo—.Indudablementeescola.¡Mireesosobjetosdispersosenelcampodevisión!
Meinclinéhaciaelocularyloenfoquéparamivista.—Esospelossonhilosdeunachaquetadefranela.Lasmasasgrises irregulares
sonpolvo.Hayescamasepitelialesalaizquierda.Esosbultospardosdelcentrosonindiscutiblementecola.
—Bueno—dije, riendo—, estoydispuesto a aceptar su palabra. ¿Hay algoquedependadeeso?
—Esunademostraciónmuybonita—respondió—.EnelcasoSt.Pancrasquizárecuerdequeseencontróunagorrajuntoalpolicíamuerto.Elacusadoniegaqueseasuya.Peroesunhombrequeconstruyemarcosyhabitualmentemanejacola.
—¿Esunodesuscasos?—No;miamigoMerivale,delaYard,mehapedidoqueexamineelcaso.Desde
quecacéaaquelfalsificadordemonedaporlasvirutasdezincycobreenlacosturadelpuño,hanempezadoadarse cuentade la importanciadelmicroscopio.—Mirócon impacienciael reloj—.Vieneavermeunnuevocliente,pero lleva retraso.Porcierto,Watson,¿sabeustedalgodecarrerasdecaballos?
—Deberíasaber.Laspagoconcasilamitaddemipensiónporheridasdeguerra.—Entonces leutilizarécomomi«GuíaFácilparaelHipódromo».¿Quéhayde
sirRobertNorberton?¿Ledicealgoesenombre?—Bueno, yo diría que sí. Vive en Shoscombe Old Place, y le conozco bien,
porqueenotrotiempoyosolíapasarallíelverano.Norbertonunavezestuvoapuntodecaerdentrodelajurisdiccióndeusted.
—¿Cómofueeso?—Fue cuando golpeó con el látigo a Sam Brewer, el famoso prestamista de
CurzonStreet,enNewmarketHeath.Casilomató.—¡Ah!,¡esopareceinteresante!¿Sepermitemuchasvecesesascosas?—Bueno, tiene fama de ser hombre peligroso. Es seguramente el jinete más
atrevidode Inglaterra, segundoenelGrandNational de hace unos pocos años.Esunode loshombresquehaperduradomásalláde suverdaderageneración.Habríasidounmodeloenlasociedaddelosdíasdelaregencia;boxeador,atleta,temerarioenlascarrerasdecaballos,cortejadordebellasdamasy,porloquedicen,tanmetido
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por el camino de la extravagancia que a lo mejor nunca encuentra el camino devuelta.
—Estupendo,Watson.Unesbozoenpocosrasgos.Meparecequeconozcoaesehombre.Bueno,¿puededarmeunaideadeShoscombeOldPlace?
—Sólo que está en el centro de Shoscombe Park, y que allí se encuentra lafamosacaballerizadeShoscombeysusterrenosdeentrenamiento.
—Y el principal entrenador —dijo Holmes— es John Mason. No tiene quesorprendersedemis conocimientos,Watson, porque esuna carta suya laque estoydesdoblando. Pero sepamosmás de Shoscombe. Parece que he dado con un buenfilón.
—EstánlosfamososperrosdeaguasShoscombe—dije—.Oiráhablardeellosentodaslasexposicionescaninas.LarazamásgenuinadeInglaterra.SonelorgullodelaseñoradeShoscombeOldPlace.
—LamujerdeRobertNorberton,imagino.—SirRobertnosehacasado.Másvale,considerandosusperspectivas.Vivecon
suhermana,viuda,ladyBeatriceFalder.—¿Quieredecirqueellaviveconél?—No. El hogar pertenecía a su difunto marido, sir James. Norberton no tiene
ningún derecho al hogar. Es sólo un derecho vitalicio y revierte al hermano delmarido.Entretantoellacobralarentatodoslosaños.
—¿YelhermanodeRobert,supongo,segastaesarenta?—Esmásomenos loquepasa.Esundemoniodehombrey lehace llevaruna
vidamuyincómoda.Peroheoídodecirqueellalequieremucho.Pero¿quéocurredemaloenShoscombe?
—Ah,esoesprecisamenteloquequierosaber.Yaquíespero,estáelhombrequenoslopuededecir.
Se abrió la puerta y el joven sirviente hizo entrar a un hombre alto,completamenteafeitado,conlaexpresiónfirmeyausteraquesóloseveenlosquetienenquedominarcaballosochicos.ElseñorMasonteníamuchosdeambasclasesensupoder,yparecíaalaalturadesutarea.SeinclinóconfríodominiodesímismoysesentóenlasillaqueleindicóHolmes.
—¿Recibiómicarta,señorHolmes?—Sí,peronoexplicabanada.—Es una cosa demasiado delicada para poner los detalles por escrito. Y
demasiadocomplicada.Sólopodíahacerlocaraacara.—Bueno,estamosasudisposición.—Antetodo,señorHolmes,creoquemijefe,sirRobert,sehavueltoloco.Holmeslevantólascejas.—Estonoesunhospitalparaalienados—dijo—.Pero¿porquélodice?—Bueno,señorHolmes,cuandounhombrehaceunacosarara,odoscosasraras,
puedequeellosignifiquealgo,perocuando todo loquehacees raro,entoncesuno
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empiezaahacersepreguntas.Creoqueel«Príncipe»deShoscombeyelDerbylehantrastornadolacabeza.
—¿Esunpotroqueustedhacecorrer?—Elmejor de Inglaterra, señorHolmes.Si alguien lo sabe, tendríaque ser yo.
Bueno,lesserésincero,puesséqueustedessoncaballerosdehonoryestonosaldrádeestecuarto.SirRoberttienequeganaresteDerby.Estáentrampadohastaelcuello,yessuúltimaoportunidad.Todoloquehapodidoreuniropedirprestadoseinvierteenel caballo, ¡conbuenospuntosdeventaja, además!Ahorapuedenconseguirlo acuarenta,peroestabacercadeciencuandoélempezóaapoyarlo.
—Pero¿cómoeseso,sielcaballoestanbueno?—Elpúbliconosabelobuenoquees.SirRoberthasidodemasiadolistoparalos
pronosticadores. Saca al medio hermano de «Príncipe» para exhibirlo. No se lespuededistinguir.Peroelunoaventajaalotroendoscuerposenunestadiocuandosetratadelgalope.Élnopiensamásqueenelcaballoyenlacarrera.Hadedicadotodasu vida a ello. Hasta entonces, puede mantener a raya a los judíos. Si le falla«Príncipe»estálisto.
—Pareceunajugadamásbiendesesperada,pero¿dóndeentralalocura?—Bueno,antetodo,nohaymásquemirarle.Creoquenoduermeporlasnoches.
Atodashorasbajaalascuadras.Tieneunosojosdeloco.Hasidodemasiadoparasusnervios.Yluego,¡ahíestásuconductaconladyBeatrice!
—¡Ah!¿Quéeseso?—Siemprehabíansidoinmejorablesamigos.Teníanamboslosmismosgustos,y
aellalegustabanloscaballostantocomoaél.Todoslosdíasalamismahora,ellaiba en coche a verlos; y, sobre todo, quería a «Príncipe». Éste aguzaba las orejascuandooíalasruedasporlagravaysalíatrotandotodaslasmañanashastaelcochepararecibirelterróndeazúcar.Peroahoraseacabó.
—¿Porqué?—Bueno, parece que ella ha perdido todo interés por los caballos. Hace una
semanaquepasadelargopordelantedelascuadrassindecirnibuenosdías.—¿Creequehahabidounariña?—Y,además,agria,salvaje,rencorosa.¿Porqué,sino,ibaélaregalarelperrode
aguas predilecto de ella, que lo quería como si fuera su hijo? Se lo dio hace unospocosdíasalviejoBarnes,quellevael«DragónVerde»,atresmillas,enCrendall.
—Ciertamente,fuealgoraro.—Claro,consucorazóndébilysuhidropesía,nosepodíaesperarqueellafuera
porahíconél,peroélpasabadoshorasconellatodaslasnochesensucuarto.Bienhacía en hacer todo lo que pudiera, pues ella se ha portado con él de un modoextraordinario.Peroesotambiénseacabó.Yellalotomamuyenserio.Estácavilosaymalhumorada,ybebe,señorHolmes,bebecomounpez.
—¿Bebíaantesdequesepelearan?—Bueno,tomabaalgúnvasito,peroahoramuchasvecesesunabotellaenteraen
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unanoche.EsomedijoStephens,elmayordomo.Todohacambiado,señorHolmes,yhayenesoalgocondenadamentepodrido.Pero,además,¿quéhaceelamobajandoporlanochealacriptadelaiglesiavieja?¿Yquiéneselhombreconelquesereúneallí?
Holmessefrotólasmanos.—Siga,señorMason.Cadavezseponemásinteresante.—Fueelmayordomoquienlovioir.Lasdocedelanocheylloviendofuerte.Así
quealanochesiguientemepresentéenlacasa,yclaro,elamohabíavueltoasalir.Stephensyyoleseguimos,peroeraunasuntodifícil,pueshabríasidounproblemasinos hubiera visto. Es un hombre terrible con los puños una vez que se pone enmarcha,ynorespetaanadie.Asíqueteníamosmiedodeacercarnosdemasiado;peroleseguimoslapistadetodosmodos.Eralacriptadelosfantasmasloquebuscaba,yallíhabíaunhombreesperándole.
—¿Quéesesacriptadelosfantasmas?—Bueno,señorHolmes,hayunaviejacapillaarruinadaenelparque.Estanvieja
que nadie puede datar su fecha. Y debajo tiene una cripta con mala fama entrenosotros.Dedía,esunsitiooscuro,húmedo,solitario,perosonpocosenelcondadolos que se atreverían a acercarse de noche. Pero el amono tienemiedo.Nunca hatenidomiedoensuvida.Pero¿quéhaceallíporlanoche?
—¡Espere un poco! —dijo Holmes—. Diceustedquehayotrohombreallí.Debeserunodesuspropios hombres de las cuadras, o alguien de lacasa. Seguro que no tienen más que localizarle ypreguntárselo.
—Noesnadiequeconozcayo.—¿Cómopuededecirlo?—Porque lo he visto, señor Holmes. Fue la
segundanoche,SirRobertsevolvióypasódelargoentre nosotros, Stephens y yo, temblando entre losmatorralescomodosconejitos,pueshabíaunpocode luna esa noche. Pero oímos al otro, que veníadetrás. No tuvimos miedo de él. Así que pasó sirRobert, salimos fuera y fingimos que dábamos unpaseo a la luz de la luna, demodo que salimos alencuentro, tan corrientes e inocentes comonos eraposible. «¡Hola, compadre! ¿Quién puede serusted?»,digoyo.Meparecequenonoshabíaoídovenir,asíquenosmiróporencimadelhombroconunacaracomosihubieravistoalmismodiablosaliendodelinfierno.Lanzóunaullidoysemarchótandeprisacomopudoenlaoscuridad.¡Síquecorría!Se lo aseguro. En un momento se perdió de vista y dejamos de oírle, y noaveriguamosquiéneraniquéera.
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—Pero¿levieronclaramentealaluzdelaluna?—Sí, juraría por su cara amarilla, unmal bicho, diría yo. ¿Qué podía tener en
comúnconsirRobert?Holmessequedóunratoperdidoencavilaciones.—¿QuiénacompañaaladyBeatriceFalder?—preguntóporfin.—Estásudoncella,CarrieEvans.Llevacincoañosconella.—Ylaquiere,sinduda.ElseñorMasonserevolvióincómodo.—Estámuyenamorada—respondióporfin—.Peronodirédequién.—¡Ah!—dijoHolmes.—Nopuedocontarchismes.—Leentiendo,señorMason.Porsupuesto,lasituaciónestábastanteclara.Porla
descripcióndesirRobertdadaporeldoctorWatson,medoycuentadequenohaymujerquesesalvedeél.¿Nocreequelariñaentrehermanoyhermanapuederadicareneso?
—Bueno,hacemuchotiempoqueelescándaloestábastanteclaro.—Peroalomejorellanolohabíavistoantes.Supongamosquelohadescubierto
de repente.Quiere quitarse de encima a esamujer. Su hermano no lo permite. Lainválida,consucorazónenfermoysuincapacidadparaandarporahí,nopuedehacercumplirsuvoluntad.Laodiadadoncellasigueatadaaella.Laseñorarehúsahablar,seponedemalhumor,sedaalabebida.SirRobert,ensucólera,lequitasuperrodeaguaspredilecto.¿Noeslógicotodoeso?
—Bueno,podríaserlo…hastaesepunto.—¡Exactamente! Hasta ese punto. ¿Cómo concordaría todo eso con las visitas
nocturnasalaviejacripta?Nopodemosencajaresoennuestroplan.—No, señor, y hay algomás que no puede encajar. ¿Por qué sir Robert iba a
quererdesenterraruncadáver?Holmesseincorporóbruscamente.—Lodescubrimosayermismo,despuésdequeleescribíausted.AyersirRobert
sehabíaidoaLondres,demodoqueStephensyyobajamosalacripta.Estabatodoenorden,señorHolmes,salvoqueenunrincónhabíaunesqueletohumano.
—Informóustedalapolicía,supongo.Nuestrovisitantesonriósombríamente.—Bueno, señorHolmes, creo que apenas les interesaría.Eran sólo la cabeza y
unos pocos huesos de una momia. Podía tener mil años. Pero no estaba antes; lojuraríayoy tambiénStephens.Lahabíanechadoaun ladoenunrincón, tapándolaconunatabla,peroeserincónsiemprehabíaestadovacío.
—¿Quéhizoustedconello?—Bueno,lodejamosallí.—Muysensato.DicequesirRobertsemarchóayer.¿Havuelto?—Leesperamoshoy.
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—¿CuándoregalósirRobertelperrodesuhermana?—Hoyhaceunasemana.Elanimalaullabadetrásdelviejocobertizodelpozo,y
sirRobertestabaesamañanaenunodesusaccesosdemalhumor.Locogióycreíqueloibaamatar.LuegoselodioaSandyBain,eljockey,yledijoqueselollevaraalviejoBarnesenel«DragónVerde»,puesnoqueríavolverloaver.
Holmessequedóunratocalladomeditando.Habíaencendidolamásviejaysuciadesuspipas.
—Todavía no acabo de entender qué quiere usted que haga yo en este asunto,señorMason—dijoporfin—.¿Nopuedeexplicármelomejor?
—Quizáestoloaclarará,señorHolmes—dijonuestrovisitante.Sacó un papel del bolsillo, y desdoblándolo con cuidado, mostró un trozo de
huesochamuscado.Holmesloexaminóconinterés.—¿Dedóndelohasacado?—Hayunacalderadecalefaccióncentralenelsótanodebajodelcuartode lady
Beatrice.Llevaalgúntiemposinutilizarse,perosirRobertsequejódelfríoylahizoponerenmarchadenuevo.LallevaHarvey;esunodemismozos.Estamañanavinoa verme con esto, lo había encontrado removiendo las cenizas. No le gustó suaspecto.
—Tampocoamímegusta—dijoHolmes—.¿Quéleparece,Watson?Estaba quemado hasta reducirse a un tizón negro, pero no había duda de su
significadoanatómico.—Eselcóndilosuperiordeunfémurhumano—dije.—¡Exactamente!—Holmessehabíapuestomuyserio—.¿Cuándoseocupaese
muchachodelacaldera?—Laponeenmarchatodaslasmañanasyluegoladeja.—Entonces,¿cualquierapodríavisitarlaporlanoche?—Sí,señor.—¿Sepuedeentrardesdefuera?—Hayunapuertaexterior.Hayotraqueconducearribaporunaescalerahastael
pasilloquellevahastaelcuartodeladyBeatrice.—Aquíhayaguasprofundas,señorWatson:profundasymásbiensucias.¿Dice
ustedquesirRobertnoestuvoencasaanoche?—No,señor.—Entonces,fueraquienfueseelquequemóloshuesos,nofueél.—Escierto,señorHolmes.—¿Cómosellamalaposadadequehablaba?—El«DragónVerde».—¿HaybuenapescaporesapartedeBerkshire?Elhonradoentrenadornosdioaentenderconsucaraqueestabaconvencidode
queotrolocosehabíametidoensuapuradavida.
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—Bueno,señorHolmes,heoídodecirquehaytruchasenlacorrientedelmolinoyluciosenellagodeHall.
—Esobasta.Watsonyyosomosunospescadoresfamosos,¿verdad,Watson?Enlosucesivo,puedeirabuscarnosal«DragónVerde».Deberíamosllegarestanoche.Nonecesitodecirquenoesquenoqueramosverle,señorMason,perounacartanosbasta,y,sinduda,yolepodríaencontrarsilenecesito.Cuandohayamosavanzadounpocomásenelasuntoleharésabermimeditadaopinión.
AsífuecomounclaroatardecerdemayoHolmesyyonosencontrábamossolosen un vagón de primera, en dirección a la pequeña «parada a petición» deShoscombe. La redecilla del departamento estaba llena de un temible arsenal decañas,sedalesycestos.Alllegaranuestrodestino,unpequeñotrayectoencochenosllevóaunaposadaalaantigua,dondeunjovialhotelero,JosiahBarnes,sehizocargoávidamentedenuestrosplanesparalaextincióndelospecesdelacomarca.
—¿YquéhaydellagoHallylaposibilidaddelucios?—dijoHolmes.Elrostrodelhotelerosenubló.—Noserviría,señor.EllagoseencuentracercadelosterrenosdesirRobertyen
la actualidad, él está terriblemente celoso de los pronosticadores de carreras. Siustedes dos, siendo forasteros, se encontraran tan cerca de sus terrenos deentrenamiento, les perseguirían, tan seguro como la muerte. Sir Robert no quierecorrerriesgosdeningúntipo.
—HeoídodecirquetieneuncaballoinscritoparaelDerby.—Sí,ymuybueno,además.Sellevatodonuestrodineroalacarrera,ytodoelde
sirRobert,porañadidura.Porcierto—nosmiróconlosojospensativos—,supongoqueustedesnoestarántambiénenlascarreras.
—No,desdeluego.NadamásquedosfatigadoslondinensesmuynecesitadosdelairesaludabledeBerkshire.
—Bueno,estánenelsitioapropiadoparaello.Haymuchoqueverporahí.Perono olviden lo que he dicho de sir Robert. Es de los que pegan primero y hablandespués.Noseacerquenalparque.
—¡Por supuesto, señorBarnes!Así loharemos.Porcierto,québonitoperrodeaguaselqueladrabaenelvestíbulo.
—Sí que lo es. Ésa es la verdadera raza Shoscombe. No la hay mejor enInglaterra.
—A mí también me gustan los perros —dijo Holmes—. Bueno, si se puedepreguntar,¿cuántocostaríaunperroasí?
—Másdeloqueyopodríapagar,señor.FueelmismosirRobertquienmelodio.Por eso tengo que tenerlo atado. Semarcharía a lamansión en unmomento si losoltara.
—Vamosteniendoalgunascartasenlamano,Watson—dijoHolmes,cuandonosdejónuestropatrono—.Noesfáciljugar,peroquizádentrodeundíaodosveremoscuálesnuestrocamino.Porcierto,sirRobertsigueenLondres,heoídodecir.Quizá
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podríamos entrar en el sagrado dominio sin miedo a un ataque personal. Hay unpuntoodosenlosquequerríaestarseguro.
—¿Tienealgunateoría,Holmes?—Sólo esto, Watson: que hace cerca de una semana ocurrió algo que afectó
profundamente a la vida de la casa Shoscombe. ¿Qué fue eso? Sólo podemossuponerlo por sus efectos. Parecen de carácter curiosamente heterogéneo. Pero esosin duda nos ayudaría. Sólo los casos sin color ni sucesos son los desesperados.Vamosaconsiderarnuestrosdatos.Elhermanodejadevisitaralahermanainválida.Regalaelperrofavoritodeella.¡Superro,Watson!¿Nolesugierenada?
—Nadamásqueelrencordelhermano.—Bueno, podría ser así. O no…, bueno, hay una alternativa. Ahora sigamos
nuestrorepasodelasituacióndesdeelmomentoenqueseprodujoesariña,sihubounariña.Laseñorasequedaensucuarto,cambiadecostumbres,noselavecuandosale en coche con su doncella, rehúsa detenerse en las cuadras para saludar a sucaballofavorito,yalparecersedaalabebida.Conesoestálistoelcaso,¿no?
—Salvoporelasuntodelacripta.—Éstaesotralíneadepensamiento.Haydos,yleruegoquenolasconfunda.La
líneaA,queserefierealadyBeatrice,tieneunsaborvagamentesiniestro,¿verdad?—Nopuedosacarnadadeella.—Bueno, entonces, tomemos la línea B, que se refiere a sir Robert. Está
empeñado como un loco en ganar el Derby. Está en manos de los judíos y encualquiermomento le pueden poner en venta, pasando sus cuadras a poder de susacreedores. Es un hombre atrevido y desesperado. Obtiene sus ingresos de suhermana.Ladoncellade suhermanaes su instrumentodócil.Hastaahíparecequeestamosenterrenoseguro,¿no?
—Pero¿ylacripta?—¡Ah,sí,lacripta!Supongamos,Watson—essólounasuposiciónescandalosa,
una hipótesis presentada sólo para discutir— que sir Robert haya liquidado a suhermana.
—MiqueridoHolmes,esoniseplantea.—Muyposiblemente,Watson.SirRobertesdefamiliahonorable.Perodevezen
cuandoseencuentrauncuervoentrelaságuilas.Discutamosunmomentosobreesesupuesto.Nopodríahuirdelpaísmientrasnohubieralogradosufortunayesafortunasólo se puede conseguir logrando el golpe con el «Príncipe» de Shoscombe. Portanto,tienequeseguirensuterreno.Paraesotendríaqueencontraraalguienquelasustituyeraimitándola.Conladoncellacomoconfidente,esonosería imposible.Elcadáverdelamujerpodríallevarsealacripta,queesunlugarraramentevisitado,ypodría destruirse secretamente por la noche en la caldera, dejando detrás algúnindiciocomoelqueyahemosvisto,¿Quélediceesto,Watson?
—Bueno,todoesposiblesiseadmitelamonstruosasuposiciónoriginal.—Creo que hay un pequeño experimento que debemos hacermañana,Watson,
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para arrojar algo de luz sobre el asunto. Mientras, si queremos mantener nuestracaracterización, sugieroqueconvidemosanuestroanfitriónaunvasodesuvinoyentremosenunaelevadaconversaciónsobreanguilasyalbures,quepareceelcaminodirecto para lograr ese afecto. Quizá podríamos encontrar algún cotilleo local útilduranteelproceso.
Por lamañanaHolmesdescubrióquehabíamos llegado sin cucharillas de ceboparaloslucios,loquenosexcusódepescarduranteesedía.Hacialasoncefuimosadarunpaseo,yobtuvepermisoparasacarelperrodeaguasnegroconnosotros.
—Ése es el sitio—dijo, cuando llegamos ante dos altas verjas del parque, conunosgrifonesheráldicosdestacándoseencima—.Haciaelmediodía,me informaelseñor Barnes, la vieja señora sale a pasear en coche, y el carruaje debe esperarmientrasseabrenlasverjas.Cuandopaseyantesdequetomevelocidad,quieroqueusted,Watson,detengaalcocheroconalgunapregunta.Noseocupedemí.Yomeesconderédetrásdeesamatadeaceboyveréloquepueda.
Nofueunavigilanciamuyprolongada.Alcabodeuncuartodehora,vimoselgran barouche abierto, amarillo, bajando por la larga avenida, tirado por dosespléndidoscaballosgrisesdegranalzada.Holmesseacurrucódetrásdesumataconelperro.Unguardasaliócorriendoyabriólasverjasdeparenpar.
Elcarruajesehabríarefrenadohastairalpasoypudemirarasusocupantes.Unajovenmuycolorada,depelolindoyojosdesvergonzados,ibasentadaalaizquierda.Asuderechaibaunapersonaancianadeespaldaredondeadayunmontóndechalesentornoalacarayloshombros,queproclamabanqueeraunainválida.Cuandoloscaballosestabanapuntodellegaralacarretera,levantélamanocongestoautoritarioy,cuandoelcocherofrenó,preguntésiestabasirRobertenShoscombeOldPlace.
EnesemomentosalióHolmesysoltóelperro.Éste,conungritoalegre,selanzóhaciaelcocheysubióalestribo.Luego,sólounmomentodespués,suansiososaludosemudóenfuriaylanzóunmordiscoalafaldanegraqueteníaencima.
—¡Siga,cochero,siga!—chillounavozáspera.Elcocherodiounlatigazoaloscaballosynosquedamosplantadosenlacarretera.
—Bueno,Watson,yaestá—dijoHolmes,sujetandolacorreadelexcitadoperrodeaguas—.Creyóqueerasuamayvioqueeraunadesconocida.Losperrosnoseequivocan.
—Pero¡eralavozdeunhombre!—grité.—¡Exactamente!Hemos añadidootra carta a nuestro juego,Watson, perohay
quejugarconcuidado,detodosmodos.Micompañeronoparecíatenermásplanesparaeldíayusamosporfinnuestros
aparejosdepescaenlacorrientedelmolino,conelresultadodequecomimostruchasenlacena.SólodespuésdecenarmostróHolmesseñalesderenovadaactividad.Unavezmásnosencontramosenelmismocaminoqueporlamañana,quenosllevóalaverja del parque. Una figura alta y oscura nos esperaba allí, y resultó ser nuestroconocidodeLondres,elseñorJohnMason,elentrenador.
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—Buenasnoches,caballeros—dijo—.Recibísunota,señorHolmes.SirRobertnohavueltotodavía,peroheoídodecirqueseleesperaestanoche.
—¿Quétanlejosestálacriptadelacasa?—preguntóHolmes.—Aunbuencuartodemilla.—Entoncescreoquepodemosprescindirdeélporcompleto.—Yonomepuedopermitir tal cosa, señorHolmes.En elmomentoque llegue
querrávermeparasaberlasúltimasnoticiasdel«Príncipe»deShoscombe.—¡Ya veo! En ese caso debemos trabajar sin usted, señor Mason. Puede
enseñarnoslacriptaydejarnosluego.Estaba completamente oscuro y sin luna, pero
Masonnosllevóporterrenosconhierbahastaqueuna masa oscura se destacó frente a nosotros,resultando ser la vieja capilla. Entramos por labrechaabiertaquehabíasidoelpórtico,ynuestroguía, tropezando entre montones de mamposteríasuelta,hallósucaminohastalaesquinadeledificio,donde una abrupta escalera bajaba a la cripta.Encendiendo una cerilla, iluminó el melancólicolugar, funesto ymaloliente, con viejas paredes depiedra toscamente tallada y derrumbándose, ymontones de ataúdes, unos de plomo y otros depiedra, extendiéndose por un lado hasta el techoabovedadoenformade ingle,queseperdíaen lassombras de nuestras cabezas. Holmes habíaencendido su linterna, que proyectaba un delgadotúneldevivaluzamarillasobreelfúnebreescenario.Susrayossereflejabanenlasplacas de los ataúdes,muchas de ellas adornadas con el grifón y la corona de esaviejafamiliaquellevabasushonoreshastalaspuertasdelaMuerte.
—Hablaba usted de unos huesos, señorMason. ¿Podría enseñármelos antes demarcharse?
—Están ahí, en el rincón.—El entrenador cruzó al otro lado y luego se quedóparado,mientrasnuestraluzsedirigíaaaquellugar—.Handesaparecido—dijo.
—Loesperaba—dijoHolmes,conunarisita—.Supongoquesuscenizaspodríanencontrarseahoramismoenesehornoqueyahaconsumidounaparte.
—Pero¿porquéquerríaalguienquemarloshuesosdeunhombrequellevamilañosmuerto?—preguntóJohnMason.
—Estamosaquípara averiguarlo—dijoHolmes—.Puede representaruna largabúsquedaynotenemosqueentretenerle.Meimaginoquetendremosnuestrasoluciónantesdelamañana.
CuandonosdejóJohnMason,Holmessepusoatrabajarhaciendouncuidadosoexamen de las tumbas, empezando por unamuy antigua, que parecía sajona, en el
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medio,atravésdeunalargafiladeHugosyOdosnormandos,hastaquellegamosasirWilliamysirDenisFalder,delsigloXVIII.Alcabodeunahoraomás,Holmesllegóaunataúddeplomoqueestabapuestodepiea laentradade lacripta.Oísupequeñogritodesatisfacción,ymedicuenta,porsusmovimientosapresuradosperocon un objetivo, de que había alcanzado unameta. Entonces sacó del bolsillo unacortapalanqueta, quemetió enuna rendija, hasta levantar toda la parte dedelante,queparecíaestarsujetasóloporunpardecierres.Hubounruidodesgarradoryderoturaalceder,peroapenasteníagoznesymostróparcialmentesucontenidoantesdequetuviéramosunainterrupciónintempestiva.
Alguienandabaporlacapilladearriba.Eraelpasofirmeyrápidodequienveníaconunpropósitodefinidoyconocíamuybienelsueloquepisaba.Unaluzbajóporlasescalerasy,unmomentodespués,elhombrequelallevabaquedóenmarcadoenelarcogótico.Eraunaterriblefigura,deestaturaenormeyferozaspecto.Unagranlinternacuadradaquesosteníadelantedeéliluminabahaciaarribaunafuertecaradegrandesbigotesyojoscoléricos,quefulguraronentornosuyoportodoslosrinconesdelacripta,deteniéndosealfinconmortalfijezaenmicompañeroyyo.
—¿Quiénesdiablossonustedes?—atronó—.¿Yquéhacenenmispropiedades?Luego, comoHolmes no respondiera, avanzó unos pasos hacia él y levantó el
pesadobastónquellevaba.—¿Meoye?—gritó—.¿Quiénessonustedes?¿Quéhacenaquí?Suestacavibrabaenelaire.Peroenvezdeencogerse,Holmesavanzóasuencuentro.—Yo también tengo una pregunta que hacerle, sir Robert—dijo con tonomás
quesevero—.¿Quiéneséste?¿Yquéhaceaquí?Sevolvióy,deuntirón,arrancólatapadelataúdqueteníadetrás.Alfulgordela
linterna, vi un cadáver envuelto tododepies a cabeza enuna sábana, con terriblesrasgos de bruja, nariz y barbilla salientes por un extremo, con los ojosmuertos yheladosmirandodesdeunacaradescoloridaquesedesmigajaba.
Elbaronetretrocediótambaleándoseconungritoyseapoyóenunsarcófagodepiedra.
—¿Cómo ha podido saberlo? —gritó. Y luego, recuperando sus manerasamenazadoras—.¿Austedquéleimportaeso?
—Me llamo Sherlock Holmes —dijo mi compañero—. Quizá conozca minombre. En todo caso,me importa lo que le importa a cualquier buen ciudadano:defenderlajusticia.Meparecequetieneustedmuchoqueresponder.
SirRobertlanzóduranteunmomentounamiradafulgurante,perolatranquilavozdeHolmesysusmanerasfríasysegurastuvieronsuefecto.
—DelantedeDios,señorHolmes,todoestábien—dijo—.Lasaparienciasestánencontramía,loreconozco,peronopudeactuardeotromodo.
—Megustaría creerlo, perome temoque sus explicaciones debe darlas ante lapolicía.
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SirRobertencogiósusanchoshombros.—Bueno,sitienequeser,tienequeser.Suban
alacasaypodránjuzgarporsímismoscómoestáelasunto.
Uncuartodehoradespuésnosencontramosenlo quemepareció, por la fila de pulidos cañonestrascapasdecristal,queeraelcuartodearmasdela vieja casa. Estaba cómodamente amueblado, yallínosdejóunosmomentossirRobert.Alvolver,traía dos acompañantes consigo: uno, la floridajovenqueyahabíamosvisto enel coche; elotro,un hombrecillo con cara de rata y modalesdesagradablementefurtivos.Losdosteníanunairede absoluto desconcierto, revelador de que elbaronet no había tenido tiempo todavía deexplicarles el giro que habían tomado losacontecimientos.
—Aquítiene—dijosirRobert,haciendoungestoconlamano—.Elseñorylaseñora Norlett. La señora Norlett, bajo su nombre de soltera Evans, ha sido ladoncelladeconfianzademihermanadurantevariosaños.Leshetraídoaquíporquemeparecequelomejorquepuedohaceresexplicarleslaverdaderasituación,yellossondospersonasquepuedenconfirmarloquediga.
—¿Esnecesario,sirRobert?¿Hapensadoloquehace?—exclamólamujer.—Encuantoamí,rehúsotodaresponsabilidad—dijosumarido.SirRobertlelanzóunamiradadedesprecio.—Yo asumiré toda la responsabilidad—dijo—.Ahora, señorHolmes, escuche
unasencillaexplicacióndeloshechos.Estáclaroqueustedsehametidoafondoenmis asuntos, pues si no, no le habría encontrado donde le encontré. Por tanto, contoda probabilidad, ya sabe que voy a hacer correr un caballo poco conocido en elDerbyyquetododependedemiéxito.Sigano,todoseráfácil.Sipierdo…,bueno,¡nomeatrevoapensarlo!
—Comprendosusituación—dijoHolmes.—Dependoparatododemihermana, ladyBeatrice.Peroesbiensabidoquesu
usufructo de estas propiedades vale sólo durante su vida. En cuanto a mí, estoyatrapadoenmanosdelosjudíos.Siemprehesabidoquesimurieramihermana,misacreedores caerían sobre mis propiedades como una bandada de cuervos. Seapoderarían de todo: mis cuadras, mis caballos, todo. Bueno, señor Holmes, mihermana,enefecto,murióhaceunasemana.
—¡Yustednoselodijoanadie!—¿Qué podía hacer? Me amenazaba la ruina absoluta. Si pudiera aplazar las
cosasdurantetressemanas,todoiríabien.Elmaridodesudoncella,estehombre,es
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actor.Senosocurrió,semeocurrió,queélpodíarepresentarelpapeldemihermanaduranteunbreveperíodo.Setratabasólodeaparecertodoslosdíasenelcoche,puesnohacíafaltaqueentraraensucuartonadiemásquesudoncella.Nofuedifícildearreglar.Mihermanamuriódelahidropesíaquepadecíadesdehacíatiempo.
—Esolodecidiráelforense.—Sumédicocertificaráquehacíamesesquesussíntomaspresagiabanesefinal.—Bueno,¿quéhizousted?—Elcadávernopodía seguir aquí.Laprimeranoche,Norlettyyo lo llevamos
fuera,alaviejacasadelpozo,queahoranoseusanunca.Sinembargo,nosseguíasuperrodeaguaspreferido,queladrabacontinuamentealamuerta,demodoquepenséquehacíafaltaunlugarmásseguro.Medesembaracédelperroyllevamoselcadáveralacriptadelaiglesia.Nohuboindignidadniirreverencia,señorHolmes.Nocreoquehayainjuriadoaunamuerta.
—Suconductamepareceinexcusable.Elbaronetsacudiólacabezaconimpaciencia.—Esfácilpredicar—dijo—.Quizálehabríaparecidootracosasihubieraestado
enmisituación.Unonopuedevertodassusesperanzasysusplanesdestrozadosenelúltimomomentosinhacerunesfuerzoparasalvarlos.Meparecióquenoseríaunlugar indigno de ella si la poníamos por elmomento en uno de los ataúdes de losantepasadosdesumarido,yaciendoenunatierraquesiguesiendosagrada.Abrimosunodeesosataúdes,sacamoselcontenidoylapusimoscomoyahavisto.Encuantoa las viejas reliquias que sacamos, no podíamos dejarlas en el suelo de la cripta.Norlett y yo las quitamos de allí y él bajo por la noche y las quemó en el hornocentral.Éstaesmihistoria,señorHolmes,aunquenocomprendocómoustedmehaobligadoacontársela.
Holmessequedóunratocavilando.—Hayundefectoensunarración—dijoporfin—.Susapuestasenlacarrera,y
por tanto sus esperanzas en el futuro, seguirían valiendo aunque sus acreedores seapoderarandesuspropiedades.
—Elcaballoseríapartedelaspropiedades.¿Quémeimportanamímisapuestas?Probablemente,ellosnoledejaríancorrer.Miprincipalacreedores,pordesgracia,untipodesvergonzado,SamBrewer,aquienunavezmeviobligadoadarledelatigazos.¿Suponeustedqueéltrataríadesalvarme?
—Bueno, sir Robert—dijo Holmes, levantándose—, este asunto, desde luego,debecomunicarsealapolicía.Midebererasacaralaluzloshechosyahítengoquedejarlo.Encuantoalamoralidadoaladecenciadesuconducta,nometocaexpresarmi opinión. Es casi medianoche, Watson, y creo que podemos volver a nuestrahumilderesidencia.
TodoelmundosabeahoraqueestesingularepisodioacabódeunmodomásfelizdeloquemerecíanlasaccionesdesirRobert.El«Príncipe»deShoscombeganóelDerby, el propietario se embolsó ochenta mil libras en apuestas y los acreedores
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permanecierontranquiloshastaqueseterminólacarrera,yentoncesselespagóporcompleto, quedando lo suficiente para restablecer a sir Robert en una decenteposición en la vida. Tanto la policía como el forense vieron con benevolencia loocurridoy,salvoporunalevecensuraporlatardanzaenregistrarelfallecimientodelaseñora,elfelizpropietariosaliósintachadeeseextrañoincidenteenunacarreraqueahorahasobrevividoasussombrasyprometeacabarenunavejezhonorable.
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RELACIÓNDEILUSTRADORES
LAAVENTURADELAPIEDRADEMAZARINO
AlfredGilbert
ELPROBLEMADELPUENTEDETHOR
AlfredGilbert
LAAVENTURADELHOMBREQUEREPTABA
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ELVAMPIRODESUSSEX
HowardK.Elcock
LAAVENTURADELOSTRESGARRIDEBS
HowardK.Elcock
LAAVENTURADELCLIENTEILUSTRE
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LAAVENTURADELOSTRESGABLETES
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LAAVENTURADELSOLDADODELAPIELDECOLORADA
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LAAVENTURADELAMELENADELEÓN
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LAAVENTURADELFABRICANTEDECOLORESRETIRADO
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LAAVENTURADELAINQUILINADELVELO
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LAAVENTURADESHOSCOMBEOLDPLACE
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APÉNDICES
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Historiayprimerasilustraciones
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Apéndice1
CubiertadeTheCase-BookofSherlockHolmes(ElArchivodeSherlockHolmes),edicióndeJohn
Murrayde1927.
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Apéndice2
IlustracióndeJacquiOakley.TheCompleteSherlockHolmes;Thomas&Mercer;Boxedition,vol.4,6denoviembrede2012.LaAventuradelClienteIlustre.
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Apéndice3
Curiosidades
RetratoalóleodeArthurConanDoyle,pintadoporelilustradorSidneyPageten1897.DoylesentíaunaprecioespecialporelartedePaget:durantelas
negociacionesparalapublicacióndeElsabuesodelosBaskervilleenTheStrandMagazine,elescritor
exigióquefueraésteelilustradordelaobra.
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Apéndice4
Curiosidades
Emisiónfilatélicabritánicadeoctubrede1993.Eljuegodesellostraíatruco:encadaunadelas
estampillasestáocultaunadelasletrasqueformanelapellidodelescritor.
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Apéndice1
SeleccióndeportadasdeTheStrandMagazine,dondesepublicaron,respectivamente,LaAventuradelosTresGabletes,LaAventuradelSoldadodelaPielDecoloradayLaAventuradeShoscombeOld
Place.
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Apéndice2
SeleccióndeilustracionesdeJacquiOakley.TheCompleteSherlockHolmes;Thomas&Mercer;Boxedition,vol.4,6denoviembrede2012.LaAventuradelSoldadodelaPielDecolorada,LaAventuradelaMelenadeLeónyLaAventuradelaInquilinadel
Velo.
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Apéndice3
Curiosidades
1.TresfotografíasdeArthurConanDoylecondedicatoria.
2.Dr.ConanDoyle.AcuareladeMortimerMenpes,WarImpressions,1901.Fotografíarealizadadurante
elperíodoenquesepintólaacuarela.
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ARTHUR CONAN DOYLE. Médico, novelista y escritor de novelas policiacas,creadordel inolvidablemaestrodedetectivesSherlockHolmes.ConanDoylenacióel22demayode1859enEdimburgoyestudióenlasuniversidadesdeStonyhurstydeEdimburgo.De1882a1890ejerciólamedicinaenSouthsea(Inglaterra).EstudioenEscarlata, el primero de los 68 relatos en los que apareceSherlockHolmes, sepublicóen1887.Elautorsebasóenunprofesorqueconocióenlauniversidadparacrear al personaje de Holmes con su ingeniosa habilidad para el razonamientodeductivo. Igualmente brillantes son las creaciones de los personajes que leacompañan:suamigobondadosoytorpe,eldoctorWatson,queeselnarradordeloscuentos, y el archicriminal profesor Moriarty. Conan Doyle tuvo tanto éxito alprincipiodesucarreraliterariaqueencincoañosabandonólaprácticadelamedicinaysededicóporenteroaescribir.LosmejoresrelatosdeHolmessonElsignodeloscuatro(1890),LasaventurasdeSherlockHolmes(1892),ElsabuesodeBaskerville(1902) y Su último saludo en el escenario (1917), gracias a los cuales se hizomundialmente famoso y popularizó el género de la novela policiaca. Surgió, ytodavía pervive, el culto al detective Holmes. Gracias a su versatilidad literaria,ConanDoyle tuvo elmismo éxito con sus novelas históricas, comoMicahClarke(1888),La compañía blanca (1890),Rodney Stone (1896) y Sir Nigel (1906), asícomo con su obra de teatroHistoriadeWaterloo (1894).Durante la guerra de losbóersfuemédicomilitaryasuregresoaInglaterraescribióLaguerradelosBóers(1900)yLaguerraenSuráfrica(1902),justificandolaparticipacióndesupaís.Porestas obras se le concedió el título de sir en 1902. Durante la I Guerra Mundial
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escribió La campaña británica en Francia y Flandes (6 volúmenes, 1916-1920) enhomenajealavalentíabritánica.Lamuerteenlaguerradesuhijomayorleconvirtióendefensordelespiritismo,dedicándoseadarconferenciasyaescribirampliamentesobreeltema.Suautobiografía,Memoriasyaventuras,sepublicóen1924.Murióel7dejuliode1930enCrowborough(Sussex).
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Notas
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[1]Billetedediezlibras.<<
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[2]Belladamadesgraciada.<<
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