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Innovaciones nacidas de la desgracia: ellegado que cada epidemia nos dejóAdemás de muerte y devastación, las crisis sanitarias dejan huellas
culturales. Muchas de las miles de pandemias que han ocurrido a lo largo de
la historia humana derrumbaron imperios y barrieron sistemas económicos,
pero también trajeron grandes avances científicos y tecnológicos, e
instalaron hábitos y prácticas cuyos orígenes hemos olvidado.
Federico Kukso 8/9/2020 08:00 CEST
La pandemia de la covid-19 no es la primera del siglo XXI y, seguramente, no
será la última. De hecho, se trata de la segunda. En 2009, la pandemia de
influenza H1N1, o gripe porcina, dejó a su paso 284.000 muertes, según un
recuento reciente de los Centros para el Control y Prevención de
Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.
La respuesta a aquella crisis sanitaria, por muchos ya olvidada, fue bastante
distinta a la actual. Los brotes de SARS en 2003, de gripe aviar entre 2004 y
2006 y de ébola en 2007 y 2008 habían sido una llamada de atención sobre
Manchuria (China) en 1911. La Tercera Pandemia de Peste golpeó el mundo entre 1894 y 1959.
Fue la primera en ser fotografiada. Institut Pasteur / Archivos Henri Mollaret
SOCIEDAD
la vulnerabilidad de las sociedades modernas. Así que cuando la nueva cepa
de la llamada gripe porcina empezó a esparcirse por el planeta en enero de
2009, varias naciones se encontraban bien preparadas.
Según señalaba Sylvie Briand, directora del departamento de Enfermedades
Epidémicas y Pandémicas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en
un webinar en el que participó SINC, “la mayor parte de los países europeos
ya habían almacenado mascarillas. Y tenían listos planes de emergencia
para recibir pacientes en hospitales”.
La manera en que los gobiernos manejaron la crisis sanitaria de 2009, sin
embargo, tuvo efectos negativos al largo plazo. “Tras aquella pandemia,
hubo una especie de fatiga en la preparación para pandemias ”, destacaba
Briand. “Al no colapsar sus economías, muchos países pensaron que las
pandemias en el siglo XXI no eran tan terribles como las del pasado y
después de 2010 no actualizaron sus planes ni reabastecieron su reserva de
mascarillas”.
El gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, desfinanció el Proyecto Predict,
un programa de alerta temprana en el que docenas de científicos y analistas
trabajaban para identificar posibles pandemias en países de todo el mundo,
incluida China, en septiembre de 2019.
Entonces, en febrero de 2020 golpeó el coronavirus y tomó al mundo por
sorpresa.
Para bien o para mal, las pandemias dejan cicatrices, legados duraderos. Lo
recuerda el historiador Frank Snowden en su libro Epidemics and Society:From the Black Death to the Present: “Son tan importantes para comprender
Las pandemias dejan cicatrices
y legados duraderos. “Son tan importantes para
comprender el desarrollo social como las crisis
económicas, las guerras, las revoluciones y los
cambios demográficos”, dice el historiador Frank
Snowden
SOCIEDAD
el desarrollo social como las crisis económicas, las guerras, las revoluciones
y los cambios demográficos”.
Alteraciones profundas de la sociedad
Si bien difieren en sus orígenes, virulencia y duración, sus efectos se
extienden más allá de los momentos en que ocurren. Las enfermedades
infecciosas no solo modifican el organismo de los individuos. También
alteran a las sociedades de una manera profunda.
“A veces las enfermedades infecciosas aceleran la historia o revelan hacia
dónde se dirige una sociedad, mientras que otras cambian
fundamentalmente su trayectoria”, advierte el historiador Kyle Harper. En su
libro El destino de Roma: clima, enfermedad y el fin de un imperio , este
investigador de la Universidad de Oklahoma señala que las frecuentes
epidemias –como la Peste Antonina, de 165 a 180– interactuaron con las
fluctuaciones climáticas para provocar el declive del Imperio Romano.
La historia la escriben no solo hombres y mujeres sino también virus,
bacterias, parásitos. “Los microbios son agentes de cambio", asegura el
microbiólogo Joshua S. Loomis, autor de Epidemics: The Impact of Germsand Their Power Over Humanity. “La expansión de la peste en Europa en
1347 produjo una reducción tan profunda y rápida del tamaño de la
población que la economía de la mayor parte del continente cambió
drásticamente en unos pocos años. Significó el fin del feudalismo”.
Las transformaciones, sin embargo, no han sido solo políticas o
económicas. Además de instalar silenciosamente nuevos hábitos y
prácticas, los virus y las miles de epidemias que han ocurrido a lo largo de la
historia humana han impulsado innovaciones científicas y médicas cuyos
orígenes hemos olvidado.
Las primeras formas de salud pública institucionalizada,
es decir, las cuarentenas, se implementaron como
respuestas a la peste negra
SOCIEDAD
Las primeras formas de salud pública institucionalizada, es decir, las
cuarentenas, se implementaron como respuestas a la peste negra. Durante
uno de estos brotes, en el siglo XV, los venecianos erigieron lazarettos, o
salas de aislamiento, en las islas periféricas, donde obligaron a los barcos
que llegaban a atracar.
Con los años, estas medidas se desplegaron de una manera más
sistemática por el continente. En 1666, Carlos II de Inglaterra estableció una
orden según la cual “si una persona se infecta se trasladará inmediatamente
a una 'casa de plagas' durante 40 días: se pintará una cruz roja y en
mayúsculas la frase: Señor, ten piedad de nosotros en la puerta".
Figura anatómica de marfil, Alemania, 1601. Museo de ciencia de Londres
Mejora del conocimiento médico y planes urbanísticos
“Ni los médicos ni los remedios eran efectivos. Ya sea porque estas
enfermedades eran desconocidas o porque los médicos no las habían
estudiado previamente”, registró el cronista florentino Baldassarre Bonaiut
en Cronaca fiorentina di Marchionne di Coppo Stefani (1348). “No parecía
haber cura. Había tanto miedo que nadie parecía saber qué hacer”.
SOCIEDAD
El fracaso de los médicos medievales para detener la propagación de la
peste negra provocó cambios drásticos en la profesión: incitó la necesidad
de una mejor capacitación y de una regulación más estricta.
La medicina en los años anteriores a la peste negra era más filosófica que
práctica”, recuerda Loomis, investigador de la East Stroudsburg University of
Pennsylvania. “En lugar de obtener un conocimiento detallado de la anatomía
y fisiología humana a través de disecciones o exámenes de datos clínicos, la
mayoría de los médicos se basaban en ideas de hacía mil años sobre la
enfermedad que no estaban respaldadas por ningún tipo de evidencia
experimental”.
Después de la segunda pandemia de peste de 1347, las escuelas de
medicina comenzaron a integrar más disecciones en sus planes de estudio.
Publicaron libros nuevos y actualizados. La plaga llevó también a que los
médicos compartieran lo que aprendían durante el tratamiento de sus
pacientes en tratados, predecesores de los actuales papers.
Los efectos de las pandemias se detectan también en el cuerpo urbano:
enfermedades como la fiebre amarilla en el siglo XVIII y el cólera y la viruela
en el siglo XIX condujeron a la limpieza de las grandes ciudades, la
eliminación regular de basura, trajeron amplios bulevares a París y mejoraron
los sistemas de agua en Londres, después de que médicos como el inglés
John Snow descubriera en 1855 que el cólera no se transmitía a través del
aire como se pensaba sino del agua contaminada.
Desde entonces, los médicos –en concreto, o los higienistas– fueron claves
en la reorganización de las ciudades. En Alemania, el patólogo Rudolf
Virchow, por ejemplo, fue el encargado de diseñar un nuevo sistema
de alcantarillado para Berlín.
Después de la segunda pandemia de peste, las
escuelas de medicina comenzaron a integrar más
disecciones en sus planes de estudio
SOCIEDAD
En 1816, el médico francés René Laennec inventó el estetoscopio para diagnosticar a personas
con tuberculosis. / Wikimedia Commons
Lavado de manos y nuevos instrumentos médicos
Las epidemias cambian la forma en que pensamos acerca de la enfermedad,
así como reconfiguran hábitos instalados. Por ejemplo, durante y después
del brote de fiebre amarilla en Filadelfia en agosto 1793, las personas
cambiaron la forma de saludarse. La gente desconocía que los mosquitos
transmiten la enfermedad y por prudencia mantuvieran distancia de
conocidos y desconocidos. “La vieja costumbre de dar la mano cayó en
desuso tan general, que muchos se ofendían incluso con la oferta de la
mano”, señaló por entonces el editor Mathew Carey, autor de Un breverelato de la fiebre maligna.
En otros casos, los brotes propiciaron el desarrollo de nuevas herramientas
SOCIEDAD
de diagnóstico. Como el estetoscopio que fue inventado por el médico Rene
Laënnec en el Hospital Necker de París en 1816 para auscultar los pulmones
y el corazón de personas con tuberculosis, en lugar de colocar la oreja en el
pecho del paciente como se habituaba. Irónicamente, Laënnec murió de
tuberculosis solo 10 años después de inventar el instrumento que se utilizó
para diagnosticar la enfermedad.
Tan recomendada en nuestra época de la covid-19, la costumbre de lavarse
las manos para evitar la propagación de una enfermedad no tiene más de
130 años, recuerda la bióloga Miryam Z. Wahrman en The Hand Book:Surviving in a Germ-Filled World.
En 1840, los médicos pasaban de diseccionar cadáveres en la morgue a
ayudar a dar a luz a un bebé en la sala de maternidad sin higienizarse o
cambiarse la ropa. En una época en la que los gérmenes aún no se habían
descubierto y se creía que la enfermedad era causada por miasmas u olores
pútridos, el obstetra Ignaz Semmelweis planteó en el Hospital General de
Viena la hipótesis de que las partículas cadavéricas eran las causantes de
tantas muertes durante el parto.
Según este médico húngaro, las mujeres que daban a luz con parteras o
hasta en la calle tenían más posibilidades de sobrevivir que las que parían en
hospitales llenos de gente, donde los médicos trabajaban sin guantes y
vestían los mismos delantales ensangrentados durante todo el día.
El consejo de lavarse las manos, sin embargo, no fue aceptado de inmediato
por sus colegas: significaba aceptar que ellos estaban causando las
infecciones. Semmelweis perdió su trabajo y luego de un colapso murió en
una institución psiquiátrica a los 47 años.
Los cirujanos comenzaron a lavarse las manos en serio a parir de 1876,
Tan recomendada en nuestra época de la covid-19, la
costumbre de lavarse las manos para evitar la
propagación de una enfermedad no tiene más de 130
años
SOCIEDAD
décadas después de que Louis Pasteur descubriera que las enfermedades
eran causadas por microorganismos o microbios. En esto, ayudó bastante el
cirujano británico Joseph Lister, quien a mediados del siglo XIX impulsó el
uso de sustancias antisépticas para evitar infecciones, así como la
esterilización de instrumentos quirúrgicos.
Para entonces, otra costumbre arraigada comenzó también a ser mal vista:
escupir. En 1890, el Departamento de Salud de Nueva York lanzó una
campaña masiva para educar al público y reducir la transmisión de la
tuberculosis. Se desalentó el uso compartido de tazas y botellas y llevó a los
estados a prohibir escupir tanto dentro de edificios públicos como en las
aceras.
Uno de los descubrimientos más importantes del siglo XX, la penicilina, derivó de la pandemia de
influenza de 1919. / Wellcome Collection
La campaña de salud pública Guerra contra la Tuberculosis en EE UU contó
con la ayuda de Thomas Edison quien en 1910 produjo los primeros
cortometrajes educativos. Estos cortos de 15 minutos se proyectaron en
áreas rurales y fueron también las primeras películas, de cualquier tipo, que
algunos espectadores hubieran visto y se piensa que ayudó a fomentar el
por entonces nuevo tipo de entretenimiento, el cine.
SOCIEDAD
Publicidad de un desinfectante para destruir
microbios que representan enfermedades
infecciosas. 1910. / Wellcome Collection
Antibióticos, vacunas y UCIS
Menos recordada que la ‘muerte negra’, la llamada tercera pandemia de
peste (1894-1959) –que provocó 12 millones de muertes– fue la primera
capturada por la fotografía. “Cambió la ciencia y nuestro entendimiento de
las enfermedades zoonóticas", indica el antropólogo médico Christos
Lynteris, coautor de Sulphuric Utopias: A History of Maritime Fumigation. “Se
impulsaron fumigaciones basadas en una competencia científica por ver
cuál era el gas más efectivo para matar ratas. Esto derivó en la invención del
Zyklon B, un pesticida a base de cianuro desarrollado en Alemania en la
década de 1920 que terminaría siendo usado en los campos de exterminio
nazi”.
Las muertes masivas no son el único
producto de las pandemias. Los
hallazgos más importantes en la
historia de la medicina están
íntimamente conectados con ellas.
La primera vacuna exitosa –la de la
viruela– fue desarrollada por el
médico rural inglés Edward Jenner
en 1796, en medio de los continuos
brotes y apariciones de esta
enfermedad también conocida por
entonces como el ‘monstruo
moteado’, que afectaba a todos los
niveles de la sociedad.
Uno de los descubrimientos más
importantes del siglo XX, la
penicilina, derivó de la pandemia de
influenza de 1918. Hasta que se
aisló el virus de la gripe en 1933,
muchos científicos –como el biólogo
alemán Richard Pfeiffer– pensaban que esta enfermedad era causada por
una bacteria. En 1928, el bacteriólogo escocés Alexander Fleming del
Hospital St. Mary de Londres era uno de los tantos que intentaba aislar esa
bacteria, conocida como el bacilo de Pfeiffer (hoy denominado Haemophilus
SOCIEDAD
influenzae). Fue entonces cuando descubrió accidentalmente el primer
antibiótico, una sustancia que podía matar las bacterias patógenas y que
empezaría a usarse diez años después.
Según el hematólogo y biógrafo británico Gwyn Macfarlane, el
descubrimiento de la penicilina fue el resultado “una serie de eventos
fortuitos de improbabilidad casi increíble”. Desde entonces, salvó la vida de
millones de personas.
La epidemia de poliomielitis de 1952 en Dinamarca llevó a que el
anestesiólogo Bjørn Ibsen estableciera la primera unidad de cuidados
intensivos en el Hospital Blegdams en Copenhague y el uso de ventilación
mecánica fuera del quirófano.
Al día ingresaban 50 personas infectadas y cada día, entre 6 y 12 personas
desarrollaban insuficiencia respiratoria. Para tratarlas, Ibsen propuso usar
ventilación con presión positiva para salvar vidas. Encargó a estudiantes de
medicina que durante horas ventilasen manualmente a los niños con
parálisis debido a la polio. Así lo hicieron durante meses, en turnos de seis
horas, apretaban una bolsa conectada al tubo de traqueotomía, forzando el
aire hacia los pulmones. En los meses siguientes, la mortalidad disminuyó
notablemente a aproximadamente el 25 %. Se estima que este enfoque salvó
a 120 personas.
Pronto se hizo evidente que no era práctico tratar a pacientes con
insuficiencia respiratoria en todas las salas del hospital. Así nació el
concepto de unidad de cuidados intensivos (UCI): cuando los pacientes se
concentraron en tres salas especialmente designadas, cada una de 35
camas, la calidad y la eficiencia del tratamiento de la insuficiencia
respiratoria y la inestabilidad circulatoria mejoraron.
La epidemia de poliomielitis de 1952 en
Dinamarca llevó a que el anestesiólogo Bjørn
Ibsen estableciera la primera UCI y el uso
de ventilación mecánica fuera del quirófano
SOCIEDAD
Ventilador portátil (1955). Destinada a pacientes de hospital cuyos pulmones estaban
paralizados, esta máquina se introdujo a raíz de la epidemia de polio de 1952 en Copenhague,
Dinamarca. / Wellcome Collection
Cambios sociales, culturales y en la investigación
“Las enfermedades necesariamente reflejan y dejan al descubierto cada
aspecto de la cultura en la que ocurren”, comenta el historiador Charles
Rosenberg. Sucede con la covid-19 y también con la pandemia del VIH.
Declarada como tal en 1981, en las próximas décadas reestructuró actitudes
culturales y comportamientos sociales, así como prácticas de investigación.
“En particular, la epidemia del sida ha proporcionado la base para una
La covid-19 dejará lecciones, innovaciones,
descubrimientos. ¿Nacerá una nueva ciencia, más rápida,
más abierta y más alineada con las necesidades
públicas?
SOCIEDAD
La pandemia de VIH/sida forjó nuevas formas
de activismo que aceleró procesos
regulatorios de tratamientos. Campaña
Juventud Socialista de Andalucía.
revolución que cambió los enfoques tradicionales de la salud internacional,
reemplazándolos por enfoques globales innovadores para la enfermedad”,
señala Allan M. Brandt, historiador de la ciencia de la Universidad de
Harvard. “De hecho, la epidemia del VIH y las respuestas que generó han
sido fuerzas cruciales para inventar la nueva salud global”, destaca.
Esta enfermedad infecciosa, además,
forjó nuevas formas de activismo,
que aceleró procesos regulatorios de
tratamientos antiretrovirales. El VIH
estimuló aumentos sustanciales en
la financiación de fuentes como el
Banco Mundial, así como el
establecimiento del Fondo Mundial
de Lucha contra el SIDA, la
Tuberculosis y la Malaria de las
Naciones Unidas. Y, en especial,
propulsó nuevas alianzas público-
privadas que se han convertido en un
modelo para la financiación de la
investigación científica actual.
Con seguridad, la pandemia de la
covid-19 dejará lecciones,
innovaciones, descubrimientos.
¿Nacerá una nueva ciencia, más
rápida, más abierta y más alineada
con las necesidades públicas? ¿El
acceso abierto a la investigación y los datos creará una ciencia más
equitativa y efectiva? Los historiadores de la ciencia nos lo dirán en las
próximas décadas.
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