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Sistema Comunitario Europeo “Integración Europea en tiempos de crisis: Un continente que se desgarra” Maria Sierra de las Heras Nuria de la Cruz Estecha Grado C.C.P.P (UCM) Grupo 3.1

"Integración Europea en tiempos de crisis: Un continente que se desgarra"

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El presente texto es un trabajo realizado para la asignatura de Sistema Comunitario Europeo y en él intentamos plasmar una visión crítica con respecto a la Unión Europea, desde sus inicios hasta la actualidad. Mostrando las consecuencias de la crisis actual dentro de la eurozona, ya que ha enfrentado los intereses democráticos nacionales y a la propia ciudadanía contra el liderazgo de la Unión Europea.

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Sistema Comunitario Europeo

“Integración Europea en tiempos de crisis: Un continente que se desgarra”

Maria Sierra de las HerasNuria de la Cruz Estecha

Grado C.C.P.P (UCM)Grupo 3.1

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INDICE

1.Introducción

2. Estado de la situación actual

3. Actores internos: Estrategias y alianzas

4. Actores externos: Estrategias y alianzas

5.Conclusiones

6.Anexo:

Comportamiento de la ciudadanía en la génesis de la crisis Posturas de los Estados miembros (gráficos)

7.Bibliografía

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INTRODUCCIÓN

El siguiente trabajo abarca un tema de gran relevancia, cuyo interés principal reside en las consecuencias de la crisis actual dentro de la eurozona, ya que ha enfrentado los intereses democráticos nacionales contra el liderazgo de la Unión Europea.

El hilo conductor de nuestro trabajo es el problema del desequilibrio estructural, dejando clara la ausencia de unión política. El proceso de integración comunitario ha generado una intensa actividad doctrinal sobre su naturaleza, porque las comunidades europeas poseen una estructura económica, política y jurídica que no se corresponden con ningún modelo. Para entenderlo mejor, hemos recogido unas definiciones del concepto “integración”:

• Desde un punto de vista económico, según Balassa “es un proceso de cosas por el cual diferentes nacionales deciden formar grupo regional” con el objetivo de abolir la discriminación entre unidades económicas pertenecientes a distintos Estados nacionales. Pero hay una diferencia tanto cualitativa como cuantitativa entre ‘integración’ y ‘cooperación’, ahora lo vemos.

• Desde un punto de vista político según Pérez Vera “constituye la realización conjunta y progresiva, con tendencia a institucionalizarse de un desarrollo integral con base en la voluntad política común de sus miembros”, lo que supone la transformación de la soberanía estatal, y la búsqueda de realizaciones funcionales institucionales superiores.

• Por último, desde un punto de vista jurídico Renter y Sobrino Heredia distinguen entre integración y cooperación en función del reparto de competencias entre la organización internacional y sus miembros.

Examinamos nuestro trabajo desde el marco de la teoría de la integración como fenómeno jurídico-político, la Federalista. Esta teoría se inscribe en el paradigma de la cooperación intergubernamental: que reduce la integración europea a una cooperación a largo plazo, pero que no está destinada a concluir con la eclosión de un nuevo sistema político, “el paradigma de la institución supranacional”. Pero centrémonos en la teoría.

La teoría federalista está ligada con las ideas que surgieron a finales de la Segunda Guerra Mundial de crear unos “EEUU de Europa”. La teoría federalista trata de explicar cómo crear una federación. La organización del Estado federal se caracteriza por la coexistencia de dos órdenes jurídicos distintos; el federal propiamente dicho y el local. Así el federalismo realiza un fenómeno de unión y no de unidad.

El federalismo hace referencia a diversas partes que se unen, que se vinculan entre sí, que antes se encontraban dispersas entre sí y que por virtud de un pacto o de una convención esas partes se ligan y se integran al mismo tiempo, en un cuerpo mayor que las contiene a todas, pero sin que cada una pierda su individualidad y conserve algunas de las características que le eran propias, en tanto que otras de esas características las pierde al trasladarlas de manera irrevocable al cuerpo mayor.

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Esta distribución de facultades entre los dos órdenes (llamado el uno federal por antonomasia y el otro regional o local) es en sí misma de trascendencia para la vida del país, pues esa distribución debe resolver el problema de la conveniencia de que cada una de las facultades ingrese a una u otra de las jurisdicciones.

Para Burdeau, el Estado federal es una asociación de Estados sometidos en parte a un poder único y que, en parte, conservan su independencia. Esta delicada conciliación se logra por el juego de dos principios: la ley de participación y la ley de autonomía. El principio de participación se concreta en que las colectividades asociadas colaborarán a la formación de las decisiones que valdrán para la Unión entera. Toda organización federativa supone la existencia de instituciones encargadas de gestionar los intereses comunes, y cualquiera que sea la amplitud de su competencia, sólo habrá federalismo cuando cada uno de los Estados asociados participe en la formación de las instituciones comunes y tenga en ellas voz y voto. El principio de autonomía consiste en que los Estados asociados conservan cierta independencia en la gestión de sus asuntos. Disponen de autonomía gubernamental, que se traduce en el hecho de que tengan su legislación, su gobierno y su sistema jurisdiccional propios. «Por eso siguen siendo Estados, porque el poder que les rige es solidario de una idea de Derecho que procede de ellos» . Sin embargo, conciliar esto en tiempos de crisis no es 1

fácil.

El federalismo europeo, en su forma moderna, empezó a gestarse a finales del siglo XIX, tomando fuerza hasta los 20 del siglo XX, después tuvo un período de decadencia (Gran depresión y Segunda guerra mundial), para después volver a renacer con fuerza y materializándose parcialmente en la constitución de la Unión Europea.

Sigue siendo actual el debate en torno al modelo futuro, y más con el apogeo de la globalización y la crisis de la eurozona que está enfrentando los intereses democráticos nacionales contra el liderazgo de la UE; lo que deja traslucir que no hay un consenso estatal acerca de su destino federal. No obstante, el Parlamento Europeo propugna esta vía federal para avanzar en la construcción de Europa.

F.JORGE GAXIOLA, Algunos Problema del Estado Federal, Editorial Cultura, México D.F. 1941, p.71.1

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SITUACIÓN ACTUAL EUROPEA

La revisión del debate teórico más reciente sobre: mayor cesión de soberanía que lleve a una Europa federalista o menor cesión de soberanía nacional para que la unión no tenga tanto poder. Esta dicotomía es la que nos encontramos en el panorama actual. Pero antes veamos el estado de cuestión en torno al debate del futuro de la Unión.

Altiero Spinelli es uno de los políticos federalistas incansables. Los escritos de este autor italiano sirvieron de programa al Movimiento Federalista Europeo, que se creó en 1943. Durante el resto de los años cuarenta y la década de 1950, Spinelli se convirtió en un firme defensor de la causa federalista para una Europa unida. En este periodo criticó la falta de progreso en los esfuerzos por alcanzar la integración europea.

El 14 de febrero de 1984, el Parlamento Europeo aprobó por aplastante mayoría el «Proyecto de Tratado por el que se establece la Unión Europea», el denominado «Plan Spinelli». Aunque finalmente los Parlamentos nacionales no apoyaron el tratado, el documento sirvió de base para el Acta Única Europea de 1986, que abrió las fronteras nacionales para el mercado común, y para el Tratado de Maastricht de 1992 por el que se creó la Unión Europea. El entusiasmo de Spinelli convenció al Presidente francés Mitterrand de que acabase con la hostilidad francesa hacia cualquier cosa que no fuese un enfoque intergubernamental de Europa. Esto dio a varios Gobiernos europeos el impulso que necesitaban para avanzar aún más con el proceso de integración europea. Sus ideas inspiraron numerosos cambios en la Unión Europea, en particular el considerable aumento de las competencias del Parlamento Europeo. En la actualidad, el Movimiento federalista sigue reuniéndose periódicamente

Por otro lado, nos fijamos en una personalidad relevante como Helmut Schmidt, que expresa que «la Unión no es un Estado. Por tanto, tampoco es un Estado federal, ni debería aspirar a serlo. Tampoco constituye una federación de Estados al estilo clásico». Como se ve, Schmidt dice lo que no es ni debe ser la Unión Europea, pero no dice exactamente lo que es y lo que debería ser. Por su parte otro eminente personaje del europeísmo Joschka Fischer , ministro alemán de asuntos exteriores, recientemente ha formulado un planteamiento y una propuesta centrados en la idea del tránsito desde la asociación de Estados que supone la actual Unión Europea hacia un sistema parlamentario pleno en el contexto de la Federación europea reclamada hace ya 50 años por R. Schuman y que puede hacerse hoy viable utilizando como motor nuclear la Federación de Estados nacionales planteada por J. Delors.

La crisis del euro ha complicado la relación entre la democracia y el proyecto de integración europeo. Las democracias de los Estados miembros sufrían ya de un número de problemas bien conocidos, entre los que destaca el enfado de la poca representación y participación política. A ellos, la crisis que comenzó en 2008 ha añadido un problema específicamente europeo: el de cómo gobernar el euro de forma eficaz y a la vez democrática. Ahí reside la fuente de lo que podemos denominar el malestar democrático con la Unión Europea, en la sensación de que la democracia se ha evaporado del ámbito nacional pero no ha aparecido en una manifestación coherente en el ámbito europeo.

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El problema es que el campo de juego para la política se ha estrechado, en casa y en Europa. La crisis del euro ha alterado la configuración política de Europa y redibujado la política democrática de forma preocupante. En el ámbito nacional, asistimos a la fragmentación y polarización de la política en torno a la integración europea. Por primera vez en su historia democrática, muchos españoles han sentido que su capacidad de decidir no se acrecentaba al compartirla con sus socios europeos, sino que se reducía.

En el ámbito europeo, el equilibrio institucional tradicional se ha visto alterado, repartiendo el poder y los recursos entre las instituciones, existentes y nuevas, de una forma muy anómala: la Comisión ha perdido capacidad de impulso político, el Parlamento se ha visto marginalizado por unos Gobiernos que han preferido ignorarlo y confiar en su lugar en el Eurogrupo, la Troika o el Banco Central Europeo. En este sentido, la Unión Europea es también víctima, no sólo causante de este nuevo déficit democrático: a lo largo de la crisis, las instituciones europeas más representativas de la ciudadanía y de los intereses generales de la Unión también se han vaciado de capacidad decisiva y democrática.

Democracia y eficacia han estado y estarán siempre en tensión, máxime aún en sociedades técnicamente complejas e interdependientes entre ellas, y entre ellas y unos mercados globales. Si la interdependencia vacía la democracia, son posibles dos alternativas: una, reconstruir la democracia a una escala superior donde las decisiones representen y beneficien a una mayoría; dos, restaurar la democracia en el ámbito nacional, lo que supondría limitar al máximo la interdependencia y, por tanto, deshacer o limitar la integración europea. La primera opción es la sostenida por los federalistas: es hora, dicen, de abandonar ese viejo cascarón inútil en el que se ha convertido el Estado-nación.

La segunda opción es la de los populismos eurófobos, tan ejemplarmente representados por las fuerzas políticas que han aparecido por toda Europa al calor de las elecciones europeas y que, pese a sus divergencias, nos proponen un programa común: acabar con el euro, volver a la moneda nacional, recuperar la soberanía perdida, defender la identidad nacional y detener la inmigración. Son dos saltos al vacío paralelo, aunque en direcciones contrarias.

El primero nos lleva a un pasado que muchos añoran, pero es un pasado idealizado, muy problemático. El segundo, nos lleva a un futuro del cual desconocemos casi todo. Europa vive atrapada entre esos dos saltos: al pasado y al futuro.

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ACTORES INTERNOS: ESTRATEGIAS Y ALIANZAS

Los mayores defensores del federalismo europeo han sido Alemania, Italia, Bélgica y Luxemburgo, mientras que los históricamente más fuerte oposición han sido el Reino Unido y Francia, mientras que otros países que nunca han hecho campaña específicamente para un determinado medio de la gobernanza en Europa son considerados como federalistas. Algunos consideran que esto es el caso de estados como España, Portugal, Grecia y Hungría.

Pero, en la actualidad, la crisis económica y política de los Estados europeos está adoptando formas muy distintas en cada uno de sus miembros, que van desde la antipolítica hasta el nacionalismo xenófobo, pasando por el populismo.

• En Italia la antipolítica ha obtenido resultados impresionantes de la mano del Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo.

• En Grecia, un partido a la izquierda de la socialdemocracia ha alcanzado al poder.

• En España, Podemos amenaza el tradicional dominio de PP y PSOE. En Francia, el Frente Nacional aparece en primera posición en las encuestas.

• En el Reino Unido el Partido de la Independencia (UKIP) disputa la hegemonía a conservadores y laboristas.

Todos estos Estados tienen en común, sin primar las ideologías políticas, un reclamo de mayor soberanía nacional. Por ejemplo, esa demanda está presente en el discurso del Frente Nacional de Marine Le Pen y en el de Podemos.

El sur de Europa recibe de manera más profunda y marcada este “dolor”, pero este desequilibrio estructural acabará por dañar a las potencias del norte de Europa.

Aunque hay una opinión extendida, por lo menos en nuestro país (España), con respecto al lugar principal que ocupa el Estado alemán como obtentor de las políticas de la Unión Europea, lo cierto es que esta cúpula de poder está compuesta principalmente por los componentes de la unión aduanera denominada como Benelux; es decir, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Como prueba de ello, queremos resaltar el hecho de que gran parte de los altos cargos de la UE los poseen altos cargos procedentes de los países mencionados (como por ejemplo, Jeroen Dijsselbloem, Ministro de Economía de Los Países Bajos y que presidió el eurogrupo en el primer semestre de este año).

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ACTORES EXTERNOS: ESTRATEGIAS Y ALIANZAS

Bien es cierto que esta problemática es de vital importancia para sus actores políticos internos, pero no se debe olvidar que es un debate que no se queda dentro de las fronteras europeas. En contadas ocasiones, por consecuencia directa de la globalización y la superpotencia estadounidense que la lidera, la Unión Europea se ha visto supeditada a este país, ya que la conjunción de países europeos no posee suficiente poder frente a la conjunción de Estados norteamericanos.

La falta de una constitución europea real no solo es un reclamo de la ciudadanía europea de cara a sus gobernantes y las diferentes políticas internas, sino un quejido hacia los poderes internacionales y las empresas multinacionales que se benefician de estos vacíos legales. Como ejemplificación del problema, es crucial resaltar el “Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión”, mediante el cual se modificará la legislación en materia de derechos laborales, sociales y en relación al medio ambiente, con el fin de favorecer los intereses económicos de las multinacionales (por ejemplo, la venta de carne tratada con hormonas y la práctica del “fracking”).

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CONCLUSIONES

Con este trabajo pretendemos resaltar el problema planteado de que los problemas estructurales de la eurozona requieren de una democracia europea transnacional y solidaria de conciudadanos que no existe entre las diferentes nacionalidades de la Eurozona. La democracia nacional ha perdido la capacidad de conformar las decisiones colectivas a partir de las preferencias ciudadanas: aunque los gobiernos sigan siendo elegidos mediante votación popular, las políticas que ponen en práctica vienen determinadas por instancias no representativas. La democracia nacional está así en creciente tensión con la integración europea. Se han centrado en crear una unión política y monetaria con la moneda común como símbolo de unión sin una unión fiscal o política que está dejando a Europa en riesgo de separación.

El problema estructural es que la zona monetaria es europea pero las políticas democráticas siguen siendo nacionales. La Democracia nacional somete a la integración europea a unas tensiones cada vez mayores, y que seguirán incrementando durante estos tiempos de crisis ya que la unión europea se va creando conforme surgen los nuevos dilemas a los que se tiene que enfrentar. A demás, parece que no existe una solidaridad democrática entre los países miembros. Así, nos debatimos entre: Política Nacional y la Política europea; mientras la unión monetaria, que debía integrar Europa, la desgarra…

¿Podrán los europeos generar la imaginación y voluntad política que las políticas actuales no saben despertar?

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ANEXO:

COMPORTAMIENTO DE LA CIUDADANÍA EN LA GÉNESIS DE LA CRISIS

En este apartado vamos a dejar los enlaces de acceso a diferentes entrevistas del CIS, ya que no hay gráficos que plasmen el resultado de tantas preguntas y variables, en los cuales podremos observar el comportamiento y las opiniones de la ciudadanía española con respecto a la Unión Europea. Posteriormente, mostraremos un gráfico donde podremos observar la evolución de dichas opiniones a lo largo de la crisis.

• Estudio 2566, Opinión Pública Ante la Unión Europea (2004)

http://www.cis.es/cis/opencm/ES/1_encuestas/estudios/ver.jsp?estudio=3974

• Estudio 2582, Actitudes y Opiniones Sobre la Constitución Europea (I) (2004)

http://www.cis.es/cis/opencm/ES/1_encuestas/estudios/ver.jsp?estudio=4317

• Estudio 2585, Actitudes y Opiniones Sobre la Constitución Europea (II) (2004)

http://www.cis.es/cis/opencm/ES/1_encuestas/estudios/ver.jsp?estudio=4375

POSTURAS DE LOS ESTADOS MIEMBROS

Así mismo, vamos a mostrar unos gráficos donde queda plasmado el debate y las diferentes posturas que se van adoptando en torno a este por parte de los Estados Miembros.

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BIBLIOGRAFÍA

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