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Taller bíblico, 22 de noviembre de 2015
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Interpretación
integral de textos
bíblicos para la
predicación y la
enseñanzaIGLESIA PRESBITERIANA AMMI-SHADDAY
TALLER BÍBLICO, 22 DE NOVIEMBRE DE 2015 Rembrandt, El bautismo del eunuco (1626)
El imperativo bíblico: predicar,
proclamar, evangelizar : II Timoteo 4.1-5
1 En presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de juzgar a vivos y muertos
cuando se manifieste como rey, te suplico encarecidamente2 que proclames [kerudson] el mensaje [logon] e insistas tanto si parece
oportuno como si no lo parece. Argumenta, reprende y exhorta echando
mano de toda tu paciencia y competencia en enseñar [didajé].3 Porque vendrán tiempos en que no se soportará la auténtica enseñanza
[didaskalías], sino que, para halagar el oído, quienes escuchan se
rodearán de maestros a la medida de sus propios antojos,4 se apartarán de la verdad y darán crédito a los mitos.5 Pero tú permanece siempre alerta, proclama [euangelistou] el mensaje
de salvación, desempeña con esmero el ministerio.
La Palabra (Hispanoamérica)
El imperativo bíblico: predicar,
proclamar, evangelizar : II Timoteo 4.1-5
1 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los
vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que
teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus
propias concupiscencias,4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.5 Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de
evangelista, cumple tu ministerio.Reina-Valera 1960
Parte I
Teología y práctica de la predicación
I. La predicación y sus problemas
1. ¿La predicación en crisis?
1.1. La formación del predicador
1.2. Teología y espiritualidad
1.3. Importancia del púlpito
1.4. Predicación como adoración
2. La cultura de la imagen frente a la palabra
2.1. Revalorización moderna de la palabra
3. La predicación en el plan de la salvación
1. La Palabra, con su capacidad de desvelarnos
aquello que en un principio nos está oculto, nos
ofrece una visión de la realidad de las cosas que se
nos escapa en una simple mirada natural, porque
la Palabra no fuerza la realidad de las cosas, sino
que responde a la naturaleza más profunda de las
mismas.
Siete afirmaciones
2. Por eso, el anuncio de la Palabra, la exposición
de la Escritura en la iglesia o mediante un sermón,
debe contribuir a revelar al congregante su papel
en la voluntad divina, y a iluminar la situación y
circunstancias en las que se encuentra para que
pueda encararlas con el espíritu divino.
3. La predicación ungida e inspirada por la Palabra debe
abrir canales de entendimiento y posibilidades de nuevas
experiencias de Dios en medio de los grandes momentos
transcendentales de cada cual, pero también en medio de
lo ordinario, que generalmente conforma la realidad de la
mayoría de la gente, en medio de la rutina de quehaceres
cotidianos ―trabajo, estudios, labores del hogar…—, de tal
modo que aprendan a implicarse en la vida de Dios desde
sus propias vidas, por más comunes y rutinarias que sean.
4. La predicación, en cuanto exposición solemne de la
Palabra revelada y reveladora, es uno de los medios
más poderosos para crear ese espacio sagrado donde
el lugar que uno ocupa y el tiempo concreto que vive
se convierten en pura y simple experiencia de
adoración, promesa de tantos cambios y maravillosas
transformaciones individuales y colectivas.
5. La historia no se gesta sólo en los despachos
presidenciales, sino también allí donde el pueblo
creyente se reúne en torno a la Palabra de Dios, en
cuanto Palabra de creación y recreación de un mundo
nuevo, el Reino de Dios, que arde sin consumirse, y cuyo
terreno es sagrado, aquello que hay que cuidar con
respeto y entrega incondicional. Es acogimiento de la
gracia, el perdón y la renovación que mueven el
mundo.
6. La Palabra, cuya “exposición alumbra” (Sal. 119:130),
hace del conocimiento de Dios una disciplina adorante
cuya meta es la renovación continua de la comunión
espiritual con Dios en un movimiento continuo de
aprendizaje, entrega y servicio.