Introducción Al Cristianismo III (Moral)

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    1. Nociones Generales

    La Teología Moral ayuda al hombre a guiar sus actos, por lo tanto, es una ciencia emi-nentemente práctica.

    1.1  DEFINICIÓN DE TEOLOGÍA MORALLa Teología Moral o simplemente Moral, es aquella parte de la Teología que estudia los

    actos humanos, considerándolos en orden a su fin sobrenatural.La Teología Moral ayuda al hombre a guiar sus actos y es, por tanto, una ciencia emi-

    nentemente práctica. En su vida terrena, que es un caminar hacia el cielo, el hombre necesitade esa orientación, con el fin de que su conducta se adecúe a una norma objetiva que le indi-que lo que debe hacer y lo que debe evitar para alcanzar el fin al que ha sido destinado.

    Analizando la definición de Teología Moral, encontramos los siguientes elementos:a)  Es parte de la Teología porque, como explica Santo Tomás de Aquino (cfr. S.Th., I,q. 2, prol.), se ocupa del movimiento de la criatura racional hacia Dios, siendo precisamentela Teología la ciencia que se dedica al estudio y conocimiento de Dios.

    b)  Que trata de los actos humanos, es decir, de aquellos actos que el hombre ejecutacon conocimiento y con libre voluntad y, por tanto, son los únicos a los que puede darse unavaloración moral. De esta manera se excluyen otro tipo de actos:

    Los que, aunque hechos por el hombre, son puramente naturales y en los queno se da control voluntario alguno: por ejemplo, la digestión o la respiración.

    -  Los que se realizan sin pleno conocimiento: por ejemplo, aquellos realizados

    por un demente, o la omisión de algo por un olvido inculpable.-  Los que se realizan sin plena voluntad: por ejemplo, una acción realizada bajoel influjo de una violencia irresistible.

    c) 

    En orden al fin sobrenatural. Esos actos humanos no son considerados en su meraesencia o constitutivo interno (lo que es propio de la psicología), ni en orden a una moralidadpuramente humana o natural (lo que corresponde a la ética o filosofía moral), sino en orden asu moralidad sobrenatural: es decir, en cuanto acercan o alejan al hombre de la consecucióndel fin sobrenatural eterno.

    De acuerdo con esto, podemos encontrar en la Moral cuatro elementos, que de algunamanera la constituyen:

    1) 

    El fundamento en que descansa, es decir, el motivo en el cual se apoya para prohi-bir o prescribir las acciones humanas. Se trata de un fundamento inmutable: la Voluntad san-ta de Dios, guiada por Su Sabiduría.

    2) 

    El fin que se propone con un mandato o con una prohibición: encaminar al hombrea la posesión eterna del bien infinito.

    3) 

    La obligación que impone, que es el vínculo moral que liga a la voluntad estricta-mente, para que actúe conforme al mandato divino.

    4)  La sanción con que remunera: el premio eterno que merece quien cumple la Vo-luntad de Dios, o el castigo también eterno a que se hace acreedor quien la quebranta.

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    1.2  LA MORAL COMO CIENCIA DE LA FELICIDADLa Teología Moral se presenta como la ciencia de la felicidad porque muestra los cami-

    nos que a ella conducen. Los preceptos que enseña tienen sentido precisamente por la pro-mesa de la bienaventuranza eterna que Dios ha hecho a quienes los cumplen.

    Todos los razonamientos sobre la conducta no son sino una respuesta a la pregunta so-bre la felicidad del hombre: "El hombre no tiene otra razón para filosofar más que su deseo de ser

     feliz", escribió San Agustín en la Ciudad de Dios (1. XIX, c. 1).Felicidad terrena y orientación al fin último son cuestiones paralelas: quien se encuen-tra orientado en la dirección correcta va teniendo ya aquí iniciada la felicidad que poseerluego en plenitud: "La felicidad en el cielo es para los que saben ser felices en la tierra"  (S.JosemaríaEscrivá de B., Forja, 1005).

    Y ya que el conocimiento y la práctica de las normas morales resulta la más importanterealidad en la vida del hombre, no se limitó Dios a imprimir en la naturaleza humana esa leymoral, sino que además la ha revelado explícitamente para que sea conocida por todos, demodo fácil, con firme certeza, y sin mezcla de error alguno (Catecismo, n. 38).

    A los auxilios extrínsecos de la Revelación, Dios añade la ayuda de la gracia divina, luz

    en la inteligencia y fuerza en la voluntad para la mejor comprensión y ejercicio de la vidamoral.Esta múltiple acción divina deja ver que la ciencia de la moral ha de ser rectora de to-

    dos los actos humanos, para que estén siempre conformes con su fin sobrenatural eterno.De lo anterior se deduce la importancia y la necesidad de conocer, del modo más com-

    pleto y perfecto posible, los postulados, desarrollos y conclusiones de la ciencia moral.

    1.3 FUENTES DE TEOLOGÍA MORALLas fuentes de la moral son todas las realidades en las que se basa esta ciencia, y de las

    que obtiene su fundamento. Tal fundamento es, como dijimos, la Inteligencia y la Voluntad

    divinas, manifestadas en:1.3.1 LA SAGRADA ESCRITURA. Que por ser la misma Palabra de Dios, es la prime-ra y principal fuente de la moral cristiana.

    Como dice San Agustín (In Ps. 90; PL 37, 1159), la Sagrada Escritura no es otra cosa queuna serie de cartas enviadas por Dios a los hombres para exhortarnos a vivir sanamente.

    Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios estableció prescripciones deorden moral, para que el hombre conociera con certeza y sin error las normas de su conduc-ta.

    No conviene olvidar, sin embargo, que muchos preceptos del Antiguo Testamento, me-ramente ceremoniales y jurídicos, fueron abrogados en el Nuevo Testamento, permanecien-

    do, en cambio, los preceptos morales que tienen su fundamento en la misma naturaleza hu-mana.Incluso en el Nuevo Testamento hay también algunas prescripciones que tuvieron una

    finalidad puramente circunstancial y temporal, y que no obligan ya: por ejemplo, la absten-ción de comer carne de animales ahogados (cfr. Hechos 15, 29).

    De lo anterior se sigue que la recta interpretación de la Sagrada Escritura no ha de de- jarse como quieren los protestantes a la libre subjetividad de cada uno, sino que exige el con-curso de las demás fuentes, de modo especial del juicio infalible del Magisterio de la Iglesia.

    1.3.2 LA TRADICIÓN CRISTIANA. Fuente complementaria de la Sagrada Escritura.Como es sabido, no todas las verdades reveladas por Dios están contenidas en la Biblia. Mu-

    chas de ellas fueron reveladas oralmente por el mismo Cristo o por medio de los Apóstoles,inspirados por el Espíritu Santo, y han llegado hasta nosotros transmitidas por la Tradición.

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    La Tradición se manifiesta de modos distintos, y es infalible sólo cuando está reconoci-da y sancionada por el Magisterio de la Iglesia. Los principales cauces a través de los cualesnos llega la Tradición son:

    -  Los Santos Padres: conjunto de escritores de los primeros siglos de la Iglesia, quepor su antigüedad, su doctrina, la santidad de la vida y la aprobación de la Iglesia merecenser considerados como auténticos testigos de la Revelación de Cristo. En materia de fe y cos-

    tumbres, no es lícito rechazar la enseñanza moralmente unánime de los Padres sobre unaverdad. Entre ellos destacan los llamados cuatro Padres orientales: San Atanasio, San Basilio,San Gregorio Nacianzeno y San Juan Crisóstomo; y los cuatro Padres latinos: San Ambrosio,San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio Magno.

    -  Los Teólogos: autores posteriores a la época patrística que se dedican al estudiocientífico y sistemático de las verdades relacionadas con la fe y las costumbres. Sobre todosellos destaca Santo Tomás de Aquino (1225-1274), declarado Doctor común y universal, ycuya doctrina la Iglesia ha hecho propia, prescribiéndola como base para la enseñanza de lafilosofía y de la teología (cfr. Dz. 2191-2192).

    -  La misma vida de la Iglesia, desde sus inicios, a través de la liturgia y del sentir del

    pueblo cristiano.1.3.3 EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Que por expresa disposición de Cristo cus-todia e interpreta legítimamente la Revelación divina, y tiene plena autoridad para imponerleyes a los hombres, con la misma fuerza que si vinieran directamente de Dios.

    Esta autoridad la tiene no sólo en el orden privado e individual, sino también en el pú-blico y social, interpretando el derecho natural y el derecho divino positivo, y dando su juiciodefinitivo e infalible en materia de fe y costumbres.

    Recientemente lo ha recordado el episcopado latinoamericano, cuando dice que en elMagisterio de la Iglesia encontramos la instancia de decisión y de interpretación auténtica yfiel de la doctrina de fe y de la ley moral (III Conferencia General del Episcopado Latinoame-

    ricano, Documento de Puebla, n. 374).La infalibilidad del Magisterio eclesiástico no se da sólo en cuestión de fe, sino tambiénen cuestiones de moral y, dentro de ésta, no exclusivamente en los principios generales, sinoque llega hasta las normas particulares y concretas.

    Aclaramos lo anterior ante el error de quienes afirman que las normas concretas de laley moral natural no pueden ser enseñadas infaliblemente por el Magisterio de la Iglesia y,por tanto, es posible disentir de sus enseñanzas cuando hay motivos justos.

    Sostienen estos autores que el Magisterio sólo puede enseñar de modo infalible lasnormas morales reveladas por Dios explícitamente como de valor permanente, o las deriva-das inmediatamente de ellas.

    El Concilio Vaticano II enseña, por el contrario, que el objeto posible de la enseñanzainfalible de la Iglesia no es sólo lo que se contiene en la Revelación explícita o implícitamente,sino también todo lo necesario para custodiar y exponer fielmente el depósito revelado. Asífue explicado oficialmente por la Comisión Teológica del Concilio en relación al n. 25 de laConst. Lumen gentium (cfr. Acta Synodalia Sacr. Oecum. Conc. Vat. II, II, III, 1, p. 251. Tam-bién la Decl. Mysterium Ecclesiae de la S. C. para la Doctrina de la Fe, del 24-VI-1973).

    Es indudable que hay algunas normas morales concretas contenidas en la Sagrada Es-critura y en la Tradición como permanentes y universales (especialmente el Decálogo), que elMagisterio de la Iglesia puede enseñar de modo infalible (cfr. CIC, c. 749).

    “Existen normas morales que tienen un preciso contenido, inmutable e incondicionado (...): por

    ejemplo, la norma que prohíbe la contracepción, o la que prohíbe la supresión directa de la vida de la persona inocente. Sólo podría negar que existan normas que tienen tal valor, quien negase que existauna verdad de la persona, una naturaleza inmutable del hombre, fundada en último término en la Sa-

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    biduría creadora que es la medida de toda realidad”  (Juan Pablo II, Discurso al Congreso Interna-cional de Teología Moral, 10-IV-1986, n. 4).

    La no aceptación práctica de esas normas o de esa enseñanza por parte de un elevadonúmero de fieles, no puede aducirse para contradecir el Magisterio moral de la Iglesia (cfr.Ibid., n. 5).

    Cabe, además, recordar que aunque las enseñanzas del Magisterio acerca de la fe y de

    las costumbres no sean propuestas como infalibles, se les debe prestar un asentimiento reli-gioso del entendimiento y de la voluntad (CIC, c. 752).1.3.4 OTRAS FUENTES SUBSIDIARIAS. Puede hablarse también de otras fuentes,

    entre las que ocupa un lugar preeminente la razón natural, que puede y debe prestar granservicio a la Teología Moral, destacando la maravillosa armonía entre las normas de la moralsobrenatural contenidas en la divina Revelación, y las que propugna el orden ético puramen-te natural.

    La Iglesia enseña que la Revelación y la razón nunca pueden contradecirse y que la ra-zón ha de prestar valiosa ayuda en la inteligencia de los misterios de la fe (cfr. Catecismo nn.156-159; 153.155).

    En este quehacer racional destacan los filósofos paganos (Sócrates, Platón, Aristóteles,Séneca, etc.) que, careciendo de las luces de la fe, construyeron admirables sistemas éticosque apenas necesitan otra reforma que su traslado y elevación al orden sobrenatural.

    1.4 FALSAS CONCEPCIONES SOBRE LA MORALBuscando la concepción recta de la ciencia moral, resulta útil señalar desviaciones indi-

    cativas de excesos en sentidos diversos. Sería un error pensar, por ejemplo, que el mensajeque Cristo nos trajo es el cambio de sentido de la moralidad, haciéndonos pasar del legalis-mo de la Ley Antigua a la disposición interior que es lo importante en la época evangélica.La moralidad no estaría, por tanto, en un orden moral objetivo, sino en la interior disposición

    del hombre ante Dios. De esta concepción errónea surgen tanto en el orden especulativo co-mo en el práctico las corrientes conocidas como moral de actitudes, moral de situación, la"nueva moral", etc.

    1.4.1 MORAL DE ACTITUDES. Esta desviación señala que “lo importante es la act i-tud que habitualmente el hombre mantiene ante Dios, y no sus actos aislados”. 

    Para los autores que la postulan, lo realmente necesario es que el hombre adopte unaopción fundamental de compromiso de fe y de amor por Dios. “Los actos singulares no tie-nen relevancia, y no hay ya distinción entre pecado mortal y pecado venial. El cristianismono es una moral, sino una doctrina de salvación”. Por tanto, “si la opción fundamental es porCristo, no se ha de dar importancia a las obras concretas que se realicen”. 

    Es verdad que Dios quiere ante todo la opción por Él, la intención recta, pero quiereademás las buenas obras (cfr. Sant. 3, 17-18).El error base de esta doctrina es olvidar que la libertad del hombre es la libertad limi-

    tada de una criatura herida por el pecado original y que, además, se encuentra inmersa en eltiempo y en el espacio. Por eso, realmente no se decide por Dios en un sólo acto y opcióncomo los ángeles, sino a lo largo de toda la vida, con muchos actos que van enderezando suvoluntad hacia el Señor, de manera que su decisión de amarlo y de servirlo debe ser mante-nida mediante una continua fidelidad. Es, por tanto, posible, que el hombre cometa pecadosmortales no sólo porque directamente se opone a Dios, sino también por debilidad.

    S.S. Juan Pablo II desautoriza expresamente este planteamiento cuando aclara: se deber

    evitar reducir el pecado mortal a un acto de opción fundamental como hoy se suele decircontra Dios, entendiendo con ello un desprecio explícito y formal de Dios o del prójimo. Secomete, en efecto, un pecado mortal también, cuando el hombre, sabiendo y queriendo elige,

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    por cualquier razón, algo gravemente desordenado (Exh. Ap. Reconciliación y Penitencia, 2-XII-84, n. 17).

    1.4.2 MORAL DE SITUACIÓN. “La bondad o malicia de la acción no viene dada poruna ley universal e inmutable, sino que se determina por la situación en que el individuo sehalle”. Del estado anímico o circunstancial se quiere hacer depender la moralidad de la ac-ción.

    Se cae en este error con expresiones como "para ti, ahora, esto no es pecado", siendoaquello que se pretende justificar un precepto inmutable de la ley de Dios que no admitedispensa en ninguna circunstancia.

    Contra esta desviación, la doctrina católica enseña desde siempre que la primera razónde la moralidad viene dada por la acción misma; que hay acciones intrínsecamente graves eilícitas, al margen de situaciones límite de cualquier tipo. Aún más, puede haber circunstan-cias en las que el hombre tenga obligación de sacrificarlo todo, incluso la propia vida, porsalvar el alma.

    Recordando la enseñanza del Concilio de Trento (ses. VI, cap. XV) el Papa Juan Pablo IIsale al paso de este error: existen actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las

    circunstancias, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto. Estos actos, si se rea-lizan con el suficiente conocimiento y libertad, son siempre culpa grave (Id., n. 18).Así, siendo consecuentes con esta clara doctrina, diremos que nunca es lícito abortar,

    perjurar, blasfemar, etc., sean cuales fueren las circunstancias alrededor del individuo.1.4.3 LA NUEVA MORAL. Algunos autores consideran que la moral tiene como fin “la

    realización del hombre” y parecen olvidar o no tener en cuenta que tal realización sólo es po-sible en la plena y libre identificación de su voluntad, por amor, con la Voluntad divina. Paraellos el hombre sólo existiría en su desarrollo histórico, esto es, en evolución continua. Poreso niegan la ley natural -es decir, objetiva-, a la que califican de moral cerrada, y le contra-ponen una moral abierta que depende de la psicología, la sociología, la biología, etc. Por con-

    siguiente, esta nueva moral ha de fabricar sus normas concretas según las circunstancias delugar y de tiempo: si un precepto impide, en un caso concreto, la felicidad del hombre, y suincumplimiento no produce daño a nadie, prescindir de esa norma no sólo no sería pecado,sino un acto virtuoso. Esto sucedería, por ejemplo, con algunos pecados contra el sexto y no-veno mandamientos; en concreto, es ésta la argumentación que aducen los defensores de lahomosexualidad.

    Este tipo de planteamientos niegan en su raíz la naturaleza humana, pues no son capa-ces de encontrarle una esencia inmutable, creada por Dios con características propias desdeel primer hombre hasta el último. Por eso afirman que la ley natural es variable, porque lanaturaleza del hombre es histórica y, en consecuencia, mudable.

    Al error anterior se añade otro: la consideración de las normas morales como obstácu-los que impiden al hombre el ejercicio de la libertad, cuando en realidad sucede lo contrario:esas normas son los medios que el Creador ha dado para que fácilmente y sin error alcance elhombre el fin para el que fue creado, y por eso son una manifestación más del inmenso amorde Dios.

    1.4.4 MORAL CONSECUENCIALISTA. Es una postura moral que afirma que: “labondad o maldad de los actos depende de las consecuencias que de ellos se sigan”. En esta concepcióndel obrar ‚ no se asigna valor a la acción en sí misma, sino a sus resultados. Si la derivaciónfinal de una o muchas acciones ilícitas es buena, tal bondad final justifica, para los conse-cuencialistas, toda la posible ilicitud anterior. La moral consecuencialista no considera la

    realidad de actos intrínsecamente malos, es decir, aquellos que por sí y en sí, independien-temente de sus efectos posteriores, son contrarios al desarrollo en plenitud de la naturalezahumana. En definitiva, defiende el falso principio de que “el fin justifica los medios”. Esta pos-

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    tura se ha dado en llamar “moral o ética del mercado”, ya que sus principales planteamientos secentran en lograr los mayores beneficios en la economía del mercado. Por ejemplo, si unapublicidad inmoral alcanza enormes niveles de incidencia en el público consumidor, no ha-bría nada que objetarle, ya que los beneficios que reporta son óptimos.

    Veamos las razones por las cuales es inaceptable el consecuencialismo ético.PRIMERA: El hombre ha de saber que actúa bien o mal al comienzo de su acción, y no

    al final, cuando ésta ya fue realizada y es irremediable. Las consecuencias se dan al términode la acción y, en el mejor de los casos, podemos saber a posteriori, a partir de ellas, si la ac-ción fue buena o no. Pero este conocimiento se da cuando menos interesa saberlo: sería útilsólo como experiencia para una actuación futura, pero no para el momento en que se emite el

     juicio.SEGUNDA: La bondad o maldad de una acción basada sólo en sus futuras consecuen-

    cias no puede constituirse en criterio de moralidad ya que en toda acción voluntaria y librelas consecuencias no ocurren infaliblemente: se suponen como meras hipótesis que puedendarse o no. Una ciencia de la moral no puede sustentarse en solas posibilidades.

    TERCERA: Las consecuencias que resultan de una acción están necesariamente inte-

    gradas dentro de la totalidad de ocurrencias del universo entero. Una consecuencia es a suvez causa de una nueva consecuencia, y ésta a su vez de otra, y así sucesivamente. El hombrecargaría sobre sí la responsabilidad de todo el universo; no sólo de su ámbito económico ypolítico, sino del universo entero, lo cual no puede hacer válidamente, ya que no es Dios. Pa-ra que el hombre se aventurase a cargar con tal peso requeriría al menos dos condiciones:que el número de consecuencias fuese finito, y que todas las consecuencias fuesen conocidas.Cualquier hombre sabe que ello es imposible, y que quien lo ha intentado se ha visto condu-cido al fracaso, por ejemplo, en la pretendida ilusión de gobernar todo a base de un totalita-rismo centralista.

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    2. Los actos humanos 

    2.1 DEFINICION DEL ACTO HUMANOLos actos humanos son aquellos que proceden de la voluntad deliberada del hombre;

    es decir, los que realiza con conocimiento y libre voluntad (cfr. S.Th., I-II, q.1, a.1,c.) En ellosinterviene primero el entendimiento, porque no se puede querer o desear lo que no se cono-ce: con el entendimiento el hombre advierte el objeto y delibera si puede y debe tender a él, ono. Una vez conocido el objeto, la voluntad se inclina hacia ‚l porque lo desea, o se aparta deél, rechazándolo.

    Sólo en este caso cuando intervienen entendimiento y voluntad el hombre es dueño desus actos, y por tanto, plenamente responsable de ellos. Y sólo en los actos humanos puededarse valoración moral.

    No todos los actos que realiza el hombre son propiamente humanos, ya que como he-mos señalado antes, pueden ser también:

    1) meramente naturales: los que proceden de las potencias vegetativas y sensitivas, so-bre las que el hombre no tiene control voluntario alguno, y son comunes con los animales: p.ej., la nutrición, circulación de la sangre, respiración, la percepción visual o auditiva, el sentirdolor o placer, etc.;

    2) actos del hombre: los que proceden del hombre, pero faltando ya la advertencia (lo-cos, niños pequeños, distracción total), ya la voluntariedad (por coacción física, p. ej.), yaambas (p. ej., en el que duerme).

    2.2 DIVISION DEL ACTO HUMANOPor su relación con la moralidad, el acto humano puede ser:

    1) bueno o lícito, si está conforme con la ley moral (p. ej., el dar limosna);2) malo o ilícito, si le es contrario (p. ej., mentir);3) indiferente, cuando ni le es contrario ni conforme (p.ej., el caminar; cfr.2.6.1).Aunque ésta es la división más importante, interesa señalar también que, en razón de

    las facultades que lo perfeccionan, el acto puede ser:a) interno: el realizado a través de las facultades internas del hombre, entendimiento,

    memoria, imaginación..., p. ej., el recuerdo de una acción pasada, o el deseo de algo futuro;b) externo: cuando intervienen también los órganos y sentidos del cuerpo (p. ej., comer

    o leer).

    2.3 ELEMENTOS DEL ACTO HUMANOLA ADVERTENCIA Y EL CONSENTIMIENTOYa hemos dicho que el acto humano exige la intervención de las potencias racionales,

    inteligencia y voluntad, que determinan sus elementos constitutivos: la advertencia en la in-teligencia y el consentimiento en la voluntad.

    2.3.1 LA ADVERTENCIA. Por la advertencia el hombre percibe la acción que va a rea-lizar, o que ya está realizando. Esta advertencia puede ser plena o semiplena, según se ad-vierta la acción con toda perfección o sólo imperfectamente (p. ej., estando semi-dormido).

    Obviamente, todo acto humano requiere necesariamente de esa advertencia, de talmodo que un hombre que actúa a tal punto distraído que no advierte de ninguna manera lo

    que hace, no realizaría un acto humano.

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    No basta, sin embargo, que el acto sea advertido para que pueda ser imputado moral-mente: en este caso es necesaria, además, la advertencia de la relación que tiene el acto con lamoralidad (p. ej., el que advierte que está comiendo carne, pero no se da cuenta que es vigi-lia, realiza un acto humano que, sin embargo, no es imputable moralmente).

    La advertencia, pues, ha de ser doble: advertencia del acto en sí y advertencia de lamoralidad del acto.

    2.3.2 EL CONSENTIMIENTO. Lleva al hombre a querer realizar ese acto previamenteconocido, buscando con ello un fin. Como señala Santo Tomás (S. Th, I-II, q. 6, a. 1), acto vo-luntario o consentido es “el que procede de un principio intrínseco con conocimiento del fin”. 

    Ese acto voluntario –consentido- puede ser perfecto o imperfecto -según se realice conpleno o semipleno consentimiento- y directo o indirecto. Por la importancia que tiene en lapráctica, estudiaremos con más detenimiento lo que se entiende por acto voluntario indirectoy directo.

    2.4 EL ACTO VOLUNTARIO INDIRECTOEl acto voluntario indirecto se da cuando al realizar una acción, además del efecto que

    se persigue de modo directo con ella, se sigue otro efecto adicional, que no se pretende sinosólo se tolera por venir unido al primero (p. ej., el militar que bombardea una ciudad enemi-ga, a sabiendas de que morirán muchos inocentes: quiere directamente destruir al enemigo -voluntario directo-, y tolera la muerte de inocentes -voluntario indirecto-).

    Es un acto, por tanto, del que se sigue un efecto bueno y otro malo, y por eso se le lla-ma también voluntario de doble efecto.

    Es importante percatarse de que no es un acto hecho con doble fin (p. ej., robar al ricopara darle al pobre), sino un acto del que se siguen dos efectos: doble efecto, no doble fin.

    "Robín Hood" o "Chucho el Roto" realizan acciones con doble fin: el fin inmediato esrobar al rico: el fin mediato es darle ese dinero a los pobres. No es una acción de doble efecto,

    sino una acción con un fin propio y un fin ulterior.Hay casos en que es lícito realizar acciones en que, junto a un efecto bueno se seguiráotro malo. Para que sea lícito realizar una acción de la que se siguen dos efectos, bueno uno(voluntario directo) y malo el otro (voluntario indirecto), es necesario que se reúnan deter-minadas condiciones:

    1º. Que la acción sea buena en sí misma, o al menos indiferente.Así, nunca es lícito realizar acciones malas (p. ej., mentir, jurar en falso, etc.), aunque

    con ellas se alcanzaran óptimos efectos, ya que el fin nunca justifica los medios, y por tantono se puede hacer el mal para obtener un bien.

    Para saber si la acción es buena o indiferente habrá que atender, como se ver más ade-lante, a su objeto, fin y circunstancias.

    2º. Que el efecto inmediato o primero que se produce sea el bueno, y el malo sea sólo su con-secuencia necesaria.

    Es un principio que se deriva del anterior: es necesario que el buen efecto derive direc-tamente de la acción, y no del efecto malo (p. ej., no sería lícito que por salvar la fama de unamuchacha se procurara el aborto, pues el efecto primero es el aborto; no sería lícito matar aun inocente para después llegar hasta donde está el culpable, porque el efecto primero es lamuerte del inocente).

    3º. Que uno se proponga el fin bueno, es decir, el resultado del efecto bueno, y no el malo,que solamente se tolera.

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    Si se intentara el fin malo, aunque fuera a través del bueno, la acción sería inmoral, porla perversidad de la intención. El fin malo sólo se tolera, por ser imposible separarlo delbueno, con disgusto o desagrado.

    Ni siquiera es lícito intentar los dos efectos, sino únicamente el bueno, permitiendo elmalo solamente por su absoluta inseparabilidad del primero (p. ej., el empleado que amena-zado de muerte da el dinero a los asaltantes, ha de tener como fin salvar su vida, y no que le

    roben al patrón). Aun teniendo los dos fines a la vez, el acto sería inmoral.4º. Que haya un motivo proporcionado para permitir el efecto malo.

    Porque el efecto malo -aunque vaya junto con el bueno y se le permita sólo de modoindirecto- es siempre materialmente malo, y el pecado material -en el que no existe volunta-riedad de pecar- no se puede permitir sin causa proporcionada.

    No sería lícito, por ejemplo, que para conseguir un pequeño arsenal de municiones delejército enemigo haya que arrasar a todo un pueblo: el motivo no es proporcionado al efectomalo.

    2.5 OBSTACULOS AL ACTO HUMANOSe trata ahora de analizar algunos factores que afectan a los actos humanos, ya impi-diendo el debido conocimiento de la acción, ya la libre elección de la voluntad; es decir, lascausas que de alguna manera pueden modificar el acto humano en cuanto a su voluntarie-dad o a su advertencia y, por tanto, en relación con su moralidad.

    Algunas de esas causas afectan al elemento cognoscitivo del acto humano (la adverten-cia), y otras al elemento volitivo (el consentimiento).

    Estos obstáculos pueden incluso llegar a hacer que un “acto humano” pase a ser tan sólo“acto del hombre” (ver 2.1).

    2.5.1 OBSTACULO POR PARTE DEL CONOCIMIENTO: LA IGNORANCIA

     A. Noción de ignorancia. Por ignorancia se entiende falta de conocimiento de una obliga-ción.En Teología Moral suele definirse como la falta de la debida ciencia moral en un sujeto

    capaz; es decir, la ausencia de un conocimiento moral que se podría y debería tener. De estemodo podemos distinguirla de:

    la nesciencia, o falta de conocimientos no obligatorios (p. Ej., de la medicina en quienesno son médicos);

    la inadvertencia, o falta de atención actual a una cosa que se conoce habitualmente;el olvido, o privación –actual o habitual- de un conocimiento que se tuvo anteriormente.el error , o juicio equivocado sobre la verdad de una cosa.

    B. División de la ignorancia. La ignorancia puede ser vencible o invencible.a) Ignorancia vencible: es aquella que se podría y debería superar, si se pudiera un es-

    fuerzo razonable (p. Ej., consultando, estudiando, pensando, etc.). Se subdivide en:simplemente vencible; si se puso algún esfuerzo para vencerla, pero insuficiente e incom-

    pleto.crasa o supina; si no se hizo nada o casi nada por salir de ella y, por tanto, nace de un

    grave descuido en aprender las principales verdades de la fe y la moral, o los deberes pro-pios del estado y oficio.

    afectada; cuando no se quiere hacer nada para superarla con objeto de pecar con mayor

    libertad; es, pues, una ignorancia plenamente voluntaria.b) Ignorancia invencible; es aquella que no puede ser superada por el sujeto que la pade-ce, ya sea porque de ninguna manera la advierte (p. Ej., el aborígen que no advierte la ilicitud

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    de la venganza), o bien porque ha intentado en vano de salir de ella (preguntando o estu-diando).

    En ocasiones puede equipararse a la ignorancia invencible el olvido o la inadvertencia(p. Ej., el que come carne en el día de vigilia sin saberlo, de manera que no la comería si su-piera).

    La ignorancia invencible se da sobre todo en gente ruda e incivil. En una persona con

    preparación humana y escolar, la ignorancia en materia de fe y moral es casi siempre venci-ble.C. Principios morales sobre la ignorancia1º. La ignorancia invencible quita toda responsabilidad ante Dios, ya que es involunta-

    ria y por tanto inculpable ante quien conoce el fondo de nuestros corazones (p. Ej., no peca elniño pequeño que sin saber hace una cosa mala). Es fácil entender este principio moral si seconsidera el adagio escolástico nihil volitum nisi praecognitum (“nada es deseado si antes no esconocido” Ver Dz. 1292).

    2º. La ignorancia vencible es siempre culpable, en mayor o menor grado según la ne-gligencia en averiguar la verdad. Así, es mayor la responsabilidad de una mala acción reali-

    zada con ignorancia crasa, que con simplemente vencible. Consecuentemente, puede ser pe-cado mortal si nace de descuidos graves.3º. La ignorancia afectada, lejos de disminuir la responsabilidad, la aumenta, por la

    mayor malicia que supone.D. Deber de conocer la Ley Moral. Como ya quedó señalado, la ignorancia puede a veces

    eximir de culpa y, en consecuencia, de responsabilidad moral. Sin embargo, es convenienteañadir que existe el deber de conocer la ley moral, para ir adecuando a ella nuestras acciones.

    Ese conocimiento no debe limitarse a una determinada‚ poca de la vida la niñez o la ju-ventud, sino que ha de desarrollarse a lo largo de toda la existencia humana, haciendo unaespecial referencia al trabajo que cada uno desarrolla en la sociedad. De aquí se deriva el

    concepto de moral profesional, como una aplicación de los principios morales generales a lascircunstancias concretas de un ambiente determinado. Por lo tanto, el deber de salir de la ig-norancia adquiere especial obligatoriedad en todo lo que se refiere al campo profesional y alos deberes de estado de cada persona.

    2.5.2 OBSTACULOS POR PARTE DE LA VOLUNTAD. Los obstáculos que dificultanla libre elección de la voluntad son: el miedo, las pasiones, la violencia y los hábitos.

     A. El miedo. Es una vacilación del ánimo ante un mal presente o futuro que nos amena-za, y que influye en la voluntad del que actúa.

    En general, el miedo -aunque sea grande- no destruye el acto voluntario, a menos quesu intensidad haga perder el uso de razón.

    El miedo no es razón suficiente para cometer un acto malo, aunque el motivo sea con-siderable: salvar la propia vida, o la fama, etc. Sería ilícito, por ejemplo, renegar de la fe pormiedo al castigo o a la muerte, o emplear medios anticonceptivos por temor a consecuenciasgraves en la salud ante un nuevo embarazo, etc.

    Por el contrario, si a pesar del miedo el sujeto realiza la acción buena, es mayor el valormoral de esa acción.

    A lo largo de la historia de la Iglesia se han dado incontables casos de personas con unnatural más bien tímido y poco audaz que han superado el miedo para cumplir la voluntadde Dios. Es el caso, por ejemplo, de José de Arimatea que, siendo discípulo oculto de Cristo“por temor a los judíos” (Jn. 19, 38), sabe vencerse y dar la cara cuando otros huyen: reclama

    “audacter”, audazmente (Mc. 15, 43) de Pilato el cuerpo muerto del Señor.A veces, sin embargo, el miedo puede excusar del cumplimiento de leyes positivas (esdecir, de leyes puramente eclesiásticas) que mandan practicar un acto bueno, si causan gran

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    incomodidad, porque en estos casos se sobreentiende que el legislador no tiene intención deobligar. Sería el caso, p. ej., de la esposa que para evitar un grave conflicto familiar deja deayunar o de ir a Misa. Es una aplicación del principio que dice que las leyes positivas noobligan con grave incomodidad.

    Nótese que se trata sólo de leyes positivas o meramente eclesiásticas. El cumplimientode la ley divina -p.ej., amar a Dios sobre todas las cosas- obliga siempre, aun a costa de la

    propia vida (p. ej., los santos martirizados por negarse a incensar a los ídolos).B. Las pasiones.  Designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan aobrar o no obrar. Son componentes naturales del psiquismo humano, constituyen el lugar depaso entre la vida sensible y la vida del espíritu.

    Ejemplos de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza yla ira.

    Las pasiones son en sí mismas indiferentes, pero se convierten en buenas o malas se-gún el objeto al que tiendan. Por eso, deben ser dirigidas por la razón y regidas por la volun-tad, para que no conduzcan al mal.

    P. ej., la ira es santa si lleva a defender los bienes de Dios (es la ira de Jesucristo cuando

    expulsa a los vendedores del templo: cfr. Mc. 11, 15-19); el odio agrada a Dios si es odio alpecado; el placer es bueno si está regido por la recta razón. Si los objetos a que tienden laspasiones son malos, nos apartan del fin último: odio al prójimo, ira por motivos egoístas, pla-cer desordenado, etc.

    Si las pasiones se producen antes de que se realice la acción e influyen en ella, dismi-nuyen la libertad por el ofuscamiento que suponen para la razón; incluso en arrebatos muyviolentos, pueden llegar a destruir esa libertad (p. ej., el padre que llevado por la ira golpeamortalmente a su hijo pequeño).

    Si se producen como consecuencia de la acción y son directamente provocadas, aumen-tan la voluntariedad (p. ej., el que recuerda las ofensas recibidas para aumentar la ira y el de-

    seo de venganza).Cuando surge un movimiento pasional que nos inclina al mal, la voluntad puede ac-tuar de dos formas:

    - negativamente, no aceptándolo ni rechazándolo;- positivamente, aceptándolo o rechazándolo con un acto formal.Para luchar eficazmente contra las pasiones desordenadas no basta una resistencia ne-

    gativa, puesto que supone quedar expuesto al peligro de consentir en ellas. Es necesario re-chazarlas formalmente llevando el ánimo a otra cosa: es el medio más fácil y seguro, sobretodo para combatir los movimientos de sensualidad y de ira.

    El naturalismo es la falsa doctrina que invita a no poner ninguna traba a las pasiones

    humanas, bajo pretextos pseudo-psicológicos (dar origen a traumas, p. ej.). Cae en el errorbase de olvidar que el hombre tiene, como consecuencia del pecado original, las pasionesdesordenadas y proclives al pecado. La recta razón, como potencia superior, iluminada y for-talecida por la gracia, ha de someter y regir esos movimientos en el hombre.

    C. La violencia. Es el impulso de un factor exterior que nos lleva a actuar en contra denuestra voluntad.

    Ese factor exterior puede ser físico (golpes, etc.) o moral (promesas, halagos, ruegos in-sistentes e inoportunos, etc.), que da lugar a la violencia física o moral.

    La violencia física absoluta -que se da cuando la persona violentada ha opuesto toda laresistencia posible, sin poder vencerla- destruye la voluntariedad, con tal de que se resista in-

    teriormente para no consentir el mal.La violencia moral nunca destruye la voluntariedad pues bajo ella el hombre permane-ce en todo momento dueño de su libertad.

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    La violencia física relativa disminuye la voluntariedad, en proporción a la resistenciaque se opuso.

    D. Los hábitos. Muy relacionados con el consentimiento están los hábitos o costumbrescontraídas por la repetición de actos, y que se definen como firme y constante tendencia a ac-tuar de una determinada forma. Esos hábitos pueden ser buenos y en ese caso los llamamosvirtudes o malos: estos últimos constituyen los vicios.

    El hábito de pecar -un vicio arraigado- disminuye la responsabilidad si hay esfuerzopor combatirlo, pero no de otra manera, ya que quien no lucha por desarraigar un hábito ma-lo contraído voluntariamente se hace responsable no sólo de los actos que comete con adver-tencia, sino también de los inadvertidos: cuando no se combate la causa, al querer la causa sequiere el efecto.

    Por el contrario, quien lucha contra sus vicios es responsable de los pecados que come-te con advertencia, pero no de los que comete inadvertidamente, porque ya no hay volunta-rio en causa.

    2.6 LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO

    El acto humano no es una estructura simple, sino integrada por elementos diversos.¿En cuáles de ellos estriba la moralidad de la acción? La pregunta anterior, clave para el es-tudio de la ciencia moral, se responde diciendo que, en el juicio sobre la bondad o maldad deun acto, es preciso considerar:

    a) el objeto del acto en sí mismo,b) las circunstancias que lo rodean, yc) la finalidad que el sujeto se propone con ese acto.Para dictaminar la moralidad de cualquier acción, hay que reflexionar antes sobre estos

    tres aspectos.2.6.1 EL OBJETO. El objeto constituye el dato fundamental: es la acción misma del su-

     jeto, pero tomada bajo su consideración moral.Nótese que el objeto no es el acto sin más, sino que es el acto de acuerdo a su calificati-vo moral. Un mismo acto físico puede tener objetos muy diversos, como se aprecia en losejemplos siguientes:

    ACTO OBJETOS DIVERSOSmatar Asesinato

    Defensa propiaAbortoPena de muerte

    hablar MentirRezarInsultarAdularBendecirDifamar

     JurarBlasfemar

    La moralidad de un acto depende principalmente del objeto: si el objeto es malo, el acto

    será necesariamente malo; si el objeto es bueno, el acto será bueno si lo son las circunstanciasy la finalidad.

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    Por ejemplo, nunca es lícito blasfemar, perjurar, calumniar, etc., por más que las cir-cunstancias o la finalidad sean muy buenas.

    Si el objeto del acto no tiene en sí mismo moralidad alguna (p. ej., pasear), la recibe dela finalidad que se intente (p. ej., para descansar y conservar la salud), o de las circunstanciasque lo acompañan (p. ej., con una mala compañía).

    La Teología Moral enseña que, aun cuando pueden darse objetos morales indiferentes

    en sí mismos ni buenos ni malos, sin embargo, en la práctica no existen acciones indiferentes(su calificativo moral procede en este caso del fin o de las circunstancias). De ahí que en con-creto toda acción o es buena o es mala.

    2.6.2 LAS CIRCUNSTANCIAS. Las circunstancias (circum-stare = hallarse alrededor ) son di-versos factores o modificaciones que afectan al acto humano. Se pueden considerar en con-creto las siguientes (cfr. S. Th. I-II, q. 7, a. 3):

    1) quién realiza la acción (p. ej., peca más gravemente quien teniendo autoridad da malejemplo);

    2) las consecuencias o efectos que se siguen de la acción (un leve descuido del médico

    puede ocasionar la muerte del paciente);3) qué cosa: designa la cualidad de un objeto (p. ej., el robo de una cosa sagrada) o sucantidad (p. ej., el monto de lo robado);

    4) dónde: el lugar donde se realiza la acción (p. ej., un pecado cometido en público esmás grave, por el escándalo que supone);

    5) con qué medios se realizó la acción (p. ej., si hubo fraude o engaño, o si se utilizó laviolencia);

    6) el modo como se realizó el acto (p. ej., rezar con atención o distraídamente, castigar alos hijos con exceso de crueldad);

    7) cuándo se realizó la acción, ya que en ocasiones el tiempo influye en la moralidad (p.

    ej., comer carne en día de vigilia).Influjo de las circunstancias en la moralidad. Hay circunstancias que atenúan la moralidad delacto, circunstancias que la agravan y, finalmente, circunstancias que añaden otras connota-ciones morales a ese acto. Por ejemplo, actuar a impulso de una pasión puede -según los ca-sos- atenuar o agravar la culpabilidad. Insultar es siempre malo: pero insultar a un semejantees mucho menos grave que insultar a una persona enferma.

    Es claro que en el examen de los actos morales sólo deben tenerse en cuenta aquellascircunstancias que posean un influjo moral. Así, p. ej., en el caso del robo, da lo mismo quehaya sido en martes o en jueves, etc.

    1) Circunstancias que añaden connotación moral al pecado, haciendo que en un soloacto se cometan dos o más pecados específicamente distintos (p. ej., el que roba un cáliz ben-decido comete dos pecados: hurto y sacrilegio). La circunstancia que añade nueva connota-ción moral es la circunstancia “qué cosa”, en este caso la cualidad del cáliz, que estaba consa-grado (de robo se muda en robo y en sacrilegio).

    2) Circunstancias que cambian la especie teológica del pecado haciendo que un pecadopase de mortal a venial o al contrario (p. ej., el monto de lo robado indica si un pecado es ve-nial o mortal).

    3) Circunstancias que agravan o disminuyen el pecado sin cambiar su especie (p. ej., esmás grave dar mal ejemplo a los niños que a los adultos; es menos grave la ofensa que pro-

    cede de un brote repentino de ira al hacer deporte, etc.).

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    2.6.3 LA FINALIDAD. La finalidad es la intención que tiene el hombre al realizar unacto, y puede coincidir o no con el objeto de la acción.

    No coincide, p. ej., cuando camino por el campo (objeto) para recuperar la salud (fin).Sí coincide, en cambio, en aquel que se emborracha (objeto) con el deseo de emborracharse(fin).

    En relación a la moralidad, el fin del que actúa puede influir de modos diversos:

    a) si el fin es bueno, agrega al acto bueno una nueva bondad (p. ej., oír Misa -objetobueno- en reparación por los pecados -fin bueno-);b) si el fin es malo, vicia por completo la bondad de un acto (p. ej., ir a Misa -objeto

    bueno- sólo para criticar a los asistentes -fin malo-);c) cuando el acto es de suyo indiferente el fin lo convierte en bueno o en malo (p. ej.,

    pasear frente al banco -objeto indiferente- para preparar el próximo robo -fin malo-);d) si el fin es malo, agrega una nueva malicia a un acto de suyo malo (p. ej., robar -

    objeto malo- para después embriagarse -fin malo-);e) el fin bueno del que actúa nunca puede convertir en buena una acción de suyo mala.

    Dice San Pablo: no deben hacerse cosas malas para que resulten bienes (cfr. Rom. 8,3); (p. ej.,

    no se puede jurar en falso -objeto malo- para salvar a un inocente -fin bueno-, o dar muerte aalguien para liberarlo de sus dolores, o robar al rico para dar a los pobres, etc.).

    2.6.4 DETERMINACION DE LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO. El principiobásico para juzgar la moralidad es el siguiente:

    Para que una acción sea buena, es necesario que lo sean sus tres elementos: objetobueno, fin bueno y circunstancias buenas; para que el acto sea malo, basta que lo sea cual-quiera de sus elementos (“bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu”: el biennace de la rectitud total; el mal nace de un sólo defecto; S. Th., I-II, q. 18, a. 4, ad. 3).

    La razón es clara: estos tres elementos forman una unidad indisoluble en el acto hu-

    mano, y aunque uno solo de ellos sea contrario a la ley divina, si la voluntad obra a pesar deesta oposición, el acto es moralmente malo.2.6.5 LA ILICITUD DE OBRAR SOLO POR PLACER. La ilicitud de obrar sólo por

    placer es un principio moral que tiene en la vida práctica muchas consecuencias. Las premi-sas son las siguientes:

    a) Dios ha querido que algunas acciones vayan acompañadas por el placer, dada la im-portancia para la conservación del individuo o de la especie.

    b) Por eso mismo, el placer no tiene en sí razón de fin, sino que es sólo un medio quefacilita la práctica de esos actos: “Delectatio est propter operationem et non et converso” (Ladelectación es para la operación y no al contrario: C.G., 3, c. 26).

    c) Poner el deleite como fin de un acto implica trastocar el orden de las cosas señaladopor Dios, y esa acción queda corrompida más o menos gravemente. Por ello, nunca es lícitoobrar solamente por placer (p. ej., comer y beber por el solo placer es pecado; igualmente rea-lizar el acto conyugal exclusivamente por el deleite que lo acompaña; cfr. Dz. 1158 y 1159).

    d) Se puede actuar con placer, pero no siendo el deleite la realidad pretendida en símisma (p. ej., es lícito el placer conyugal en orden a los fines del matrimonio, pero no cuandose busca como única finalidad. Lo mismo puede decirse de aquel que busca divertirse pordivertirse).

    e) Para que los actos tengan rectitud es siempre bueno referirlos a Dios, fin último delhombre, al menos de manera implícita: “Ya comáis ya bebáis, hacedlo por la gloria de Dios”  (I

    Cor. 10, 31). Si se excluye en algún acto la intención de agradar a Dios, sería pecaminoso,aunque esta exclusión de la voluntad de agradar a Dios hace el acto pecaminoso si se efectúade modo directo, no si se omite por inadvertencia.

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    2.7 LA RECTA COMPRENSION DE LA LIBERTAD.Una de las notas propias de la persona -entre todos los seres visibles que habitan la tie-

    rra sólo el hombre es persona- es la libertad. Con ella, el hombre escapa del reino de la nece-sidad y es capaz de amar y lograr méritos. La libertad caracteriza los actos propiamente hu-manos: sólo en la libertad el hombre es “padre” de sus actos.

    En ocasiones puede considerarse la libertad como la capacidad de hacer lo que se quie-ra sin norma ni freno. Eso sería una especie de corrupción de la libertad, como el tumor can-cerígeno lo es en un cuerpo. La libertad verdadera tiene un sentido y una orientación:

    La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar,de hacer esto o aquello, de ejecutar por sí mismo acciones deliberadas (Catecismo de la Igle-sia Católica, n. 1731).

    La libertad es posterior a la inteligencia y a la voluntad, radica en ellas, es decir, en elser espiritual del hombre. Por tanto, la libertad ha de obedecer al modo de ser propio delhombre, siendo en el una fuerza de crecimiento y maduración en la verdad y la bondad. Enotras palabras, alcanza su perfección cuando se ordena a Dios.

    “Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último que es Dios, la libertadimplica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por tanto de crecer en perfección o de flaquear y pecar. Se convierte en fuente de alabanza o de reproche, de mérito o de demérito”  (Catecismo de laIglesia Católica, n. 1732).

    A la libertad que engrandece se llama libertad de calidad. Esa libertad engrandece alhombre, por ser sequi naturam, es decir, en conformidad con la naturaleza, que no debemosentender como una inclinación de orden biológico, pues concierne principalmente a la natu-raleza racional, caracterizada por la apertura a la Verdad y al Bien y a la comunicación conlos demás hombres. En otras palabras, la libertad de calidad es posterior a la razón, se apoyaen ella y de ella extrae sus principios. Exactamente al revés del concepto erróneo de libertad

    como libertad de indiferencia, en que la libertad está antes de la razón, y puede ir impune-mente contra ella. Es la libertad que no está sujeta a norma ni a freno, aquella que postula laautonomía de la indeterminación. Un libertinaje ilusorio e inabarcable, pero destructivo delhombre y su felicidad.

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    3. La Ley Moral 

    3.1 EXISTENCIA DE LA LEY MORAL.Ha quedado dicho que un acto determinado es bueno o es malo si su objeto, su finali-

    dad y sus circunstancias son buenos o malos. De ordinario, sin embargo, viene de inmediatoa la cabeza la pregunta: buenos o malos, ¿en relación a qué?; ¿cuál es la norma o el criteriopara señalar la bondad o la malicia de un acto? Y con la pregunta, surge también la respues-ta: la ley moral, que es la que regula y mide los actos humanos en orden a su fin último.

    En este capítulo y en el siguiente estudiaremos cómo la rectitud de un acto nos vienedada por dos elementos: uno exterior al hombre, que es la ley, y otro interior, que es la con-ciencia; de esta manera, la bondad o la malicia ser la conformidad o disconformidad de unacto con la ley y con la conciencia.

    La conformidad o disconformidad de un acto con la ley moral constituye la bondad ola malicia material; y en relación a la conciencia, la bondad o la malicia formal. De acuerdo

    con esto, un acto puede ser:a) materialmente y formalmente bueno: cuando hay conformidad con la ley y la conciencia

    (p. ej., cuando ayudo al prójimo ley de la caridad teniendo en la conciencia la certeza de estaractuando bien);

    b) material y formalmente malo: cuando hay disconformidad con la ley y la conciencia (p.ej., si odio a alguien oposición a la ley de la caridad sabiendo en conciencia que est mal);

    c) materialmente bueno y formalmente malo: cuando uno cree mala una acción que la leyno prohíbe (p. ej., comer carne los lunes);

    d) materialmente malo y formalmente bueno: cuando uno cree buena una acción prohibidapor la ley (p. ej., robar para dar limosna).

    Vamos ahora a tratar, con detenimiento, de esas dos normas la ley y la conciencia, sinlas cuales no cabría siquiera hablar de moral.

    3.1.1 DEFINICION Y NATURALEZA DE LA LEY MORAL. Por ley moral se entiendeel conjunto de preceptos que Dios ha promulgado para que, con su cumplimiento, la criaturaracional alcance su fin último sobrenatural.

    Analizando la definición, encontramos los siguientes elementos:1) La ley moral es un conjunto de preceptos. No es tan sólo una actitud o una genérica

    decisión de actuar de acuerdo a la opción de preferir a Cristo, sino de cumplir en la prácticapreceptos concretos, si bien derivados del precepto fundamental del amor a Dios.

    2) Ha sido promulgada por Dios. La ley moral es dada al hombre por una autoridaddistinta de él mismo; no es el hombre creador de la ley moral sino que ésta es objetiva, y suautor es Dios.

    3) El objeto propio de la ley moral es mostrar al hombre el camino para lograr su finsobrenatural eterno. No pretende indicar metas temporales o finalidades terrenas.

    Una vez aclarada la definición, podemos anotar los siguientes considerandos:Es obvio que sólo puede existir un código de moralidad objetivo. (cfr. Documento de

    Puebla, n. 335), porque de lo contrario cada hombre podría decidir o cambiar, a su gusto ycapricho, que es bueno o es malo y, consecuentemente, nada en realidad sería bueno ni malo.Podrían los hombres realizar impunemente cualquier acto que les viniera en gana. Esto, co-mo es lógico, acabaría con la vida social y convertiría al individuo en un pequeño tirano quedicta su propia ley.

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    Si, como algunos pretenden, la ley moral es algo cambiante, que varía con los tiempos,que depende de las diversas circunstancias de cada, época, que resulta de un acuerdo entrelos hombres, cualquier acto inmoral que fuera considerado así en conformidad con las cos-tumbres de una época determinada se consideraría lícito. Según este relativismo, los actos se-rían buenos cuando se les considerara como buenos, y al revés.

    No podemos olvidar, sin embargo, que hay acciones que siempre y en todas partes han

    sido consideradas malas por la mayoría (p. ej., matar al inocente; robar lo ajeno), lo que quie-re decir que no son sino aplicaciones concretas de unos principios generales que no es posi-ble eludir: haz el bien y evita el mal; no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.Principios que estén en la base y son el origen de toda moralidad. Y son anteriores al consen-so de los hombres, es decir, proceden de una norma previa que Dios ha inscrito en el interiorde cada individuo.

    Con las solas fuerzas de su razón -y los testimonios en este sentido podrían multipli-carse- el hombre comprueba también que el origen de esa ley moral está en Dios, autor de lanaturaleza y que, a la vez, es accesible a su razón.

    Así se explican esas palabras de Platón (cfr. Las Leyes, 716 c.) contra los sofistas que de-

    fendían que la ética y la ley dependen de la simple conveniencia de los hombres: Dios es paranosotros, principalmente, la medida de todas las cosas, mucho más de lo que sea, como di-cen, el hombre.

    El hecho fáctico de que algunos o muchos hombres -en una u otra-‚ época no actúenasí, no quiere decir que la moral carezca de regla, de norma o ley objetiva:

    - porque la mayor parte de los que actúan así saben que están actuando mal;- porque podría darse el caso de individuos o grupos moralmente degenerados.

    3.1.2 LA LEY MORAL ES EXCLUSIVA DE LA CRIATURA RACIONAL. El hombrees el único entre todos los seres animados que puede gloriarse de haber sido digno de recibir

    de Dios una ley. “Animal dotado de razón, capaz de comprender y discernir, regular su conductadisponiendo de su libertad y de su razón, en la sumisión al que le ha entregado todo”. (Tertuliano,Marc 2, 4).

    a) La ley moral no aparece en el mundo físico inanimado, pues está completamentesometido a la necesidad física y en él no hay libertad;

    b) La ley moral tampoco se encuentra en el mundo animal irracional, por que los ani-males no son ni buenos ni malos: actúan naturalmente por instintos;

    c) La ley moral se descubre solamente en la criatura racional, al contemplarla dotada deinteligencia y voluntad libre. Por la ley moral sabe que no todo lo que se puede físicamentehacer, se debe hacer.

    La ley moral tiene en Cristo su plenitud y su unidad, ya que Jesucristo es en persona elcamino de la salvación.Además, Jesucristo es el fin de toda ley, porque El es a quien la cumple la justicia de

    Dios, la gracia y la bienaventuranza.Las expresiones de la ley moral son diversas, y todas están coordinadas entre sí:a) la ley eterna, fuente en Dios de todas las leyes,b) la ley natural,c) la ley revelada o divino-positiva y, finalmente,d) las leyes humanas (civiles y eclesiásticas).Antes de estudiar cada una de las expresiones de la ley moral, trataremos brevemente

    de conceptos generales sobre la ley.

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    3.2 DEFINICION Y DIVISION DE LA LEYLa ley, dice Santo Tomás de Aquino (S. Th. I-II, q. 90, a. 4) en una definición clásica, es

    la ordenación de la razón dirigida al bien común, promulgada por quien tiene autoridad.Desglosando, encontramos como elementos:

    a) ordenación (establecimiento de un orden de medios conducentes a un fin),

    b) de la razón (no fruto del capricho),c) dirigida al bien común (no al particular),d) promulgada (para que tenga fuerza obligatoria),e) por quien tiene autoridad (no por cualquiera).

    Para que la ley obligue a los hombres debe reunir algunas condiciones; en concreto de-be ser:

    1) posible, física y moralmente, para el común de los súbditos;2) honesta, sin oposición alguna a las normas superiores; en último término, concor-

    dando con la ley divina;

    3) útil, para el bien común, aunque perjudique a algunos particulares;4) justa, conforme a la justicia conmutativa y distributiva (sobre estos conceptos, ver13.5);

    5) promulgada, debe llegar a conocimiento de todos y cada uno de los súbditos.

    La división que más nos interesa de la ley, viene dada por el autor que la promulga:Si el autor es Dios se llama ley divina y puede ser:- Eterna (se encuentra en la mente de Dios)- Natural (ley divina impresa en el corazón de los hombres)- Positiva (ley divina contenida en la Revelación)

    Si el autor es el hombre, la ley es humana y puede ser:- Eclesiástica- CivilA continuación nos detendremos con más detalle en cada tipo de ley.

    3.3 LA LEY ETERNA. Contemplando las cosas creadas observamos que siguen unas leyes naturales: la tierra

    da vueltas alrededor del sol, las plantas dan flores en primavera, el hombre siente remordi-mientos cuando ha hecho algo mal, etc. Este ordenamiento a leyes naturales no se da por ca-

    sualidad, sino que está perfectamente pensado por la Sabiduría Divina. Dios ha ordenadotodas las cosas de modo que cada una cumpla su fin: los minerales, las plantas, los animalesy el hombre. Como ese orden está pensado y proyectado por Dios desde toda la eternidad, sellama ley eterna.

    3.3.1 DEFINICION DE LEY ETERNA. La ley eterna es definida por San Agustín (Con-tra Faustum 27, 27: PL 42, 418) como “la razón y voluntad divinas que mandan observar y prohíbenalterar el orden natural”; y por Santo Tomás (S. Th. I-II, q. 93, a. 1) como “el plan de la divina sa-biduría que dirige todas las acciones y movimientos de las criaturas en orden al bien común de todo eluniverso”. 

    “Eterna”, porque es anterior a la creación; porque es una ordenación normativa que ha-

    ce la inteligencia divina para el recto ser y obrar de todo lo que existe.Cuando explica su definición, Santo Tomás de Aquino dice que así como en la mentedel pintor preexiste el boceto que luego plasmará en el lienzo, así en el entendimiento divino

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    preexiste desde toda la eternidad el plan que dirigirá todas las acciones y los movimientos desus criaturas hasta el fin del mundo; este plan es la ley eterna.

    Es razonable pensar que Dios dirige a sus criaturas a un fin y que, además, las guía deun modo acorde a su propia naturaleza. Así, los seres inanimados son dirigidos por leyes fí-sicas con necesidad básica e ineludible; los animales irracionales por las leyes del instinto connecesidad también básica e ineludible; el hombre por la intimidación de una norma que, bri-

    llando en su razón y plegando su voluntad, lo conduce por la vía que le es propia.3.3.2 PROPIEDADES DE LA LEY ETERNA.  Las principales propiedades de la leyeterna son:

    1) es inmutable, y lo es por su identificación con el entendimiento y la voluntad de Dios,aunque su conocimiento sea mudable en el hombre porque no la conoce totalmente y en símisma como Dios y los bienaventurados en el cielo, sino por cierta participación en las cosascreadas;

    2) es la norma suprema de toda moralidad y, consecuentemente, todas las demás leyes loserán en cuanto la reflejan con fidelidad; es decir, ninguna otra ley puede ser justa ni racionalsi no está en conformidad con la ley eterna;

    3) es universal, pues todas las criaturas le están sujetas: unas de manera puramente ins-tintiva, en cuanto que están determinadas por su misma naturaleza a actuar de determinadomodo; y otras, las criaturas libres, por un sometimiento voluntario.

    3.4 LA LEY NATURALSe entiende por ley natural la misma ley eterna en cuanto se refiere a las criaturas ra-

    cionales.Los minerales, las plantas y los animales obedecen siempre a la ley de Dios, ya que es-

    tán guiados por leyes físicas y biológicas. Pero al hombre, Dios le ha dado la inteligencia paraconocer su ley, que descubre dentro de sí mismo. A esa ley grabada por Dios en el corazón

    del hombre, la llamamos ley natural, y obliga a todos los hombres de todos los tiempos.Por eso dice Santo Tomás de Aquino que la ley natural no es otra cosa que la participa-ción de la ley eterna en la criatura racional (cfr. S. Th., I-II, q. 91, a. 2).

    Al crear al hombre, Dios dota su naturaleza de una ordenación concreta que le posibili-te conseguir el fin para el cual fue creado.

    Por ejemplo, igual que hay unas normas de funcionamiento en la fabricación de un re-frigerador para conseguir que enfríe, así Dios imprime en toda naturaleza humana las nor-mas con las que ha de proceder para alcanzar su fin último.

    Por lo tanto, por el sólo hecho de nacer, el hombre es súbdito de esta ley, aunque lasheridas del pecado puedan oscurecer su conocimiento (p. ej., pueblos atrasados que permiten

    la poligamia, los sacrificios humanos, etc.).En su Epístola a los Romanos habla San Pablo con toda claridad de la ley natural: Enefecto, cuando los gentiles, que no tienen ley (se refiere a la ley mosaica, que les fue entrega-da sólo a los judíos), practican por naturaleza lo que manda la ley, son para sí mismos ley ymuestran que la realidad de la ley está escrita en su corazón, atestiguándolo su concienciacon los juicios contrapuestos que los acusan o los excusan (Rom. 2,14-15; ver también Rom. 1,20 ss.).

    3.4.1 CONTENIDO DE LA LEY NATURAL. Bajo el ámbito de la ley natural cae todolo que es necesario para conservar el orden natural de las cosas establecido por Dios, y quepuede ser conocido por la razón natural, independientemente de toda ley positiva. En otras

    palabras, la ley natural abarca todas aquellas normas de moralidad tan claras y elementalesque todos los hombres pueden conocer con su sola razón.

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    Sin embargo, a pesar de su simplicidad, podemos distinguir en la ley natural tres gra-dos o categorías de preceptos:

    a) preceptos primarios y universalísimos, cuya ignorancia es imposible a cualquierhombre con uso de razón. Se han expresado de diversas formas: “no hagas al otro lo que noquieras para ti” “da a cada quien lo suyo”, “vive conforme a la recta razón”, “cumple siempre tu de-ber”, “observa el orden del ser”, etc., pero pueden todos ellos reducirse a uno solo: Haz el bien y

    evita el mal (cfr. S.Th. I-II, q. 94, a. 2);b) principios secundarios o conclusiones próximas, que fluyen directa y claramente delos primeros principios y pueden ser conocidos por cualquier hombre casi sin esfuerzo o ra-ciocinio. A este grado pertenecen todos los preceptos del decálogo;

    c) conclusiones remotas, que se deducen de los principios primarios y secundarios lue-go de un raciocinio más elaborado (p. ej., la indisolubilidad del matrimonio, la ilicitud de lavenganza, etc.).

    3.4.2 PROPIEDADES DE LA LEY NATURAL. La ley natural tiene unas característicasque la distinguen claramente de otras leyes:

    A. Universalidad: quiere decir que la ley natural tiene vigencia en todo el mundo y para

    todas las gentes. Esta característica se explica diciendo que la naturaleza humana es esen-cialmente la misma en cualquier hombre; las variaciones étnicas, regionales, etc., son sólo ac-cidentales. Por eso, las leyes de su naturaleza son también comunes.

    Lo anterior no impide que algunos hombres no la cumplan, y esas transgresiones noperjudican la vigencia de la ley.

    B. Inmutabilidad: es característica de la ley natural que no cambie con los tiempos ni conlas condiciones históricas o culturales. La razón es clara: la naturaleza humana no cambia ensu esencia con el paso de los años.

    El evolucionismo ético postula que la moralidad está sujeta a un cambio constante, quealcanza también a sus fundamentos. No tiene en cuenta que la ley natural obra siempre se-

    gún el orden del ser y que, como el hombre y la naturaleza sólo cambian de modo accidental,las variaciones en la moral son también accidentales.C. No admite dispensa: indica que ningún legislador humano puede dispensar de la ob-

    servancia de la ley natural, pues es propio de la ley poder ser dispensada sólo por el legisla-dor, que en este caso es Dios.

    Esta característica se explica considerando que al ser Dios legislador sapientísimo, suley alcanza a prever todas las eventualidades: cualquiera que sea la situación límite en que elhombre se encuentra, debe cumplir la ley natural.

    Las aparentes excepciones de la ley que establece la moral en los casos de homicidio(ver 11.2.3.b) y hurto (ver 13.3.1.c) no son dispensas de la ley natural, sino auténticas inter-

    pretaciones que responden a la verdadera idea de la ley y no a su expresión más o menosacertada en preceptos escritos. La breve fórmula “no matarás”  (o “no hurtarás”) no expresa,por la conveniencia de su brevedad, el contenido total del mandato que más bien se deberíaexpresar: “no cometerás un homicidio (o un robo) injusto”.

    Cuando una legislación humana establece una norma o permite determinadas conduc-tas que contradicen la ley natural, emana sólo apariencia de ley y no hay obligación de se-guirla, sino m s bien de rechazarla o de oponerse a ella (p. ej., una legislación que aprobara elaborto).

    D. Evidencia: todos los hombres conocen la ley natural con sólo tener uso de razón, y supromulgación coincide con la adquisición de ese uso. Contra la evidencia parece que existen

    ciertas costumbres contrarias a la ley natural (p. ej., en pueblos de cultura inferior), pero esolo único que significa es que la evidencia de la razón puede ser obscurecida por el pecado ylas pasiones.

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    3.4.3 IGNORANCIA DE LA LEY NATURAL. Es imposible la ignorancia de los prime-ros principios en el hombre dotado de uso de razón.

    Podría equivocarse al apreciar lo que es bueno o lo que es malo, pero no puede menosde saber que lo bueno ha de hacerse y lo malo evitarse.

    Los principios secundarios o conclusiones próximas, que constituyen en gran parte lospreceptos del decálogo, pueden ser ignorados al menos durante algún tiempo.

    Aunque se deducen fácilmente con un simple raciocinio, el ambiente, la ignorancia, losvicios, etc., pueden inducir a que se desconozcan algunas consecuencias inmediatas de losprimeros principios de la ley natural (p. ej., la malicia de los actos meramente internos, de lamisma mentira oficiosa para evitarse algún disgusto, del perjurio para salvar la vida o la fa-ma, del aborto para salvar a la madre, de la masturbación, etc.).

    Sin embargo, esta ignorancia no puede prolongarse mucho tiempo sin que el hombresospeche -por sí mismo- o por otros la malicia de sus actos.

    Las conclusiones remotas, que suponen un razonamiento lento y difícil, pueden ser ig-noradas de buena fe, incluso por largo tiempo, sobre todo entre la gente inculta (p. ej., la ma-licia de la sospecha temeraria, o de la omisión de los deberes cívicos, etc.).

    3.5 LA LEY DIVINO-POSITIVAEs la ley que procediendo de la libre voluntad de Dios legislador, es comunicada al

    hombre por medio de una revelación divina.Su conveniencia se pone de manifiesto al considerar dos cosas:a) Todos los hombres tienen la ley natural impresa en sus corazones, de manera que

    pueden conocer con la razón sus principios m s básicos. Sin embargo, el pecado original y lospecados personales con frecuencia oscurecen su conocimiento, por lo que Dios ha queridorevelarnos su Voluntad, de modo que todos los hombres pudieran conocer lo que debían ha-cer para agradarle con mayor facilidad, con firme certeza y sin ningún error.

    Así, Dios no se contentó con grabar su ley en la naturaleza humana, sino que además lamanifestó al hombre claramente: en el Monte Sinaí, cuando ya el pueblo elegido había salidode Egipto, Dios reveló a Moisés los diez mandamientos (ver cap. 6). Los mandamientos nosseñalan de manera cierta y segura el camino de la felicidad en esta vida y la otra. En ellos nosdice Dios lo que es bueno y lo que es malo, lo que es verdadero y lo que es falso, lo que leagrada y lo que le desagrada.

    b) El hombre está destinado a un fin sobrenatural, y para dirigirse a él debe cumplirtambién -con ayuda de la gracia- otros preceptos, además de los naturales. Por eso Jesucristollevó a la perfección la ley que Dios dictó a Moisés en el Sinaí, al ponerse a Sí mismo comomodelo y camino para alcanzar ese fin al que nos llama.

    Esa perfección que Cristo ha traído a la tierra se contiene sobre todo en el mandamien-to nuevo del amor: en primer lugar, el amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma, contoda la mente y con todas las fuerzas; y en segundo término, el amor a los demás como Elnos ha amado.

    Vemos, por tanto, que de hecho Dios nos ha revelado leyes en tres periodos de la histo-ria:

    1) a los Patriarcas, desde Adán hasta Moisés;2) al pueblo elegido, con aquellas leyes recogidas en algunos libros del Antiguo Testa-

    mento;3) en el Nuevo Testamento, que contiene la ley evangélica.

    Algunas leyes positivas de los dos primeros periodos fueron después abolidas por elmismo Dios ya que eran meramente circunstanciales, mientras que la ley evangélica es defi-

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    nitiva, y aunque fue dada inmediatamente para los cristianos, incumbe de modo cierto a to-dos los hombres.

    Por ejemplo, las leyes judiciales y ceremoniales dadas a los israelitas durante su éxodonómada por el desierto eran prescripciones para ese pueblo en esas circunstancias. El precep-to de la caridad enseñado por Jesucristo, sin embargo, es para todo hombre de todo lugar yépoca.

    3.6 LAS LEYES HUMANASSon, como ya quedó dicho, las dictadas por la legítima autoridad -ya eclesiástica, ya ci-

    vil-, en el orden al bien común.Que la legítima autoridad tenga verdadera potestad dentro de su específica competen-

    cia para dar leyes que obliguen, no es posible ponerlo en duda: surge la misma naturaleza dela sociedad humana, que exige la dirección y el control de algunas leyes (cfr. Rom. 13, 1ss.;Hechos 5, 29).

    De suyo, pues, es obligatoria ante Dios toda ley humana legítima y justa; es decir, todaley que:

    a) se ordene al bien común;b) sea promulgada por la legítima autoridad y dentro de sus atribuciones;c) sea buena en sí misma y en sus circunstancias;d) se imponga a los súbditos obligados a ella en las debidas proporciones.Sin embargo, cuando la ley es injusta porque fallen algunas de estas condiciones, no

    obliga, y en ocasiones puede ser incluso obligatorio desobedecerla abiertamente.La ley injusta, al no tener la rectitud necesaria y esencial a toda ley, ya no es ley, porque

    contradice al bien divino. Es necesario, pues, distinguir entre legalidad y legitimidad. No essuficiente que una norma sea dictada dentro del legal establecido y por las autoridades com-petentes para que deba ser obedecida: es preciso que se acomode de una manera estricta a los

    principios de la ley natural y de la ley divino-positiva. Aquellas condiciones garantizan sulegalidad formal, pero esta última es la que proporciona la legitimidad intrínseca.Por tanto, si una ley civil se opone manifiestamente a la ley natural, o a la ley divino-

    positiva, o a la ley eclesiástica, no obliga, siendo en cambio obligatorio desobedecerla por tra-tarse de una ley injusta, que atenta al bien común.

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    4. La conciencia 

    4. LA CONCIENCIALa conciencia es una realidad de experiencia: todos los hombres juzgan, al actuar, si lo

    que hacen está bien o mal. Este conocimiento intelectual de nuestros propios actos es la con-

    ciencia.Es innegable que la inteligencia humana tiene un conocimiento de lo que con toda pro-

    piedad puede llamarse los primeros principios del actuar: hay que hacer el bien y evitar elmal, no podemos hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros. Iluminadapor esos principios de la ley natural ecos de la voz de Dios, la inteligencia (o, propiamente, laconciencia), juzga sobre los actos concretos; el acto de la conciencia es, por tanto, el juicio enque esos principios primeros o los deducidos de ellos se aplican a las acciones concretas. Unejemplo: se me presenta la oportunidad de asistir a un espectáculo inconveniente; sé que hayun precepto divino que manda la pureza del alma; la conciencia juzga y habla interiormente:no debes ir porque eso es contrario a un principio divino.

    La conciencia no es una potencia más unida a la inteligencia y a la voluntad. Se puededecir que es la misma inteligencia cuando juzga la moralidad de una acción. La base de ese

     juicio son los principios morales innatos a la naturaleza humana, ya mencionados al hablardel contenido de la ley natural (ver 3.4).

    4.1 NATURALEZA DE LA CONCIENCIA.  Desde el punto de vista psicológico, laconciencia es el conocimiento íntimo que el hombre tiene de sí mismo y de sus actos. En mo-ral, en cambio, la conciencia es la misma inteligencia que hace un juicio práctico sobre labondad o maldad de un acto:

    a) juicio: porque por la conciencia juzgamos acerca de la moralidad de nuestros actos;b) práctico: porque aplica en la práctica es decir, en cada caso particular y concreto lo

    que la ley dice;c) sobre la moralidad de un acto: es lo que la distingue de la conciencia psicológica; lo

    que le es propio es juzgar si una acción es buena, mala o indiferente.Este juicio de la conciencia es la norma próxima e inmediata –  subjetiva- de nuestras

    acciones, porque ninguna norma objetiva -la ley- puede ser regla de un acto si no es a travésde la aplicación que cada sujeto haga de ella al actuar.

    El acto de la conciencia -juicio práctico- sobre la moralidad de una acción puede inter-venir de una doble forma:

    a) antes de la acción nos hace ver su naturaleza moral y, en consecuencia, la permite, laordena o la prohíbe.

    b) 

    Actúa -aunque de modo espontáneo e inmediato- a modo de un silogismo, p. ej.:- la mentira es ilícita (principio de la ley natural),- lo que vas a responder es mentira (aplicación del principio al acto concreto),- luego, no puedes responder así (juicio de la conciencia propiamente dicha);

    c) 

    después de la acción el juicio de la conciencia aprueba el acto bueno llenándonos detranquilidad, o lo reprueba, si fue malo, con el remordimiento.

    Por eso señala San Agustín (cfr. De Gen. 12, 34: PL 34, 482) que la alegría de la buenaconciencia es como un anticipado paraíso.

    Conviene aclarar que cuando la conciencia actúa después de la acción no influye en sumoralidad, y si se diera el caso de que sólo después de realizado un acto el hombre se dieracuenta de su inmoralidad, no habría cometido pecado formal, a menos que hubiera habidoignorancia culpable. Sería una acción materialmente mala, pero no imputable.

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    4.2 REGLAS FUNDAMENTALES DE LA CONCIENCIA. Antes de analizar los diver-sos tipos de conciencia que pueden darse en el hombre, señalaremos brevemente las reglasgenerales por las que hay que regirse:

    4.2.1 NO ES LÍCITO ACTUAR EN CONTRA DE LA PROPIA CONCIENCIA Ya que eseco de la voz de Dios y, como hemos dicho, es la norma próxima de la moralidad de nuestrosactos.

    Actuar en contra de lo que dicta la conciencia es, en realidad, actuar en contra de unomismo, de las convicciones más profundas, y de los primeros principios del actuar moral.Y ¿qué pasa, podemos preguntarnos, con la conciencia errónea? Es decir, la conciencia

    que equivocadamente cree que un acto bueno es malo o que un acto malo es bueno. Siendoconsecuentes con la regla que acabamos de dar, diremos que hay obligación de seguirla,siempre que se trate de una ignorancia que el sujeto no puede superar, porque ni siquiera seda cuenta de que está en la ignorancia.

    Podemos aclarar esta idea con algunos ejemplos: Como consecuencia de una educacióndeficiente, alguien puede pensar que tomar bebidas alcohólicas aun moderadamente es ilíci-to. Si en una fiesta le ofrecen una copa y piensa que beberla es malo, al hacerlo comete peca-

    do, porque actuó en contra de lo que le dictaba la conciencia (el acto ser materialmentebueno, formalmente malo).También puede suceder lo contrario: por mala formación inculpable, pienso que tengo

    obligación de mentir para ayudar a una persona; en ese caso estoy obligado a mentir y pecosi no lo hago, aunque ese acto sea en sí mismo malo (materialmente malo; formalmentebueno, si la ignorancia era invencible).

    Es preciso señalar, sin embargo, que estos casos aunque puedan darse a veces no soncorrientes. Lo ordinario es que la conciencia errónea está basada en un error superable y, portanto, la conciencia misma obliga a salir de él, poniendo la diligencia razonable que ponenlas personas en los asuntos importantes.

    4.2.2 ACTUAR CON DUDA ES PECADO. Por lo que es necesario salir antes de la du-da. De otro modo, el sujeto se expone a cometer voluntariamente un pecado. Ver al respectoel inciso 4.3.3, in fine.

    4.2.3 OBLIGACION DE FORMAR LA CONCIENCIA. Ya que si la conciencia se equi-voca al juzgar los actos por descuidos voluntarios y culpables, el agente es responsable deese error (cfr. Lc. 11, 34-35). De la formación de la conciencia se trata en el inciso 4.4.

    Es oportuno insistir en que la conciencia no crea la norma moral, sólo la aplica. P. ej.,caería en el error -llamado subjetivismo moral- el que dijera: para mí no es malo blasfemar;como sería igualmente ridícula la postura de quien pensara que por opiniones personales sepuede cambiar la naturaleza de un metal, o que los ácidos se comporten como sales. Tan sólo

    se trata de aplicar, al caso concreto, normas objetivas.4.3 DIVISION DE LA CONCIENCIA.

    Buscando la mejor comprensión de los estados de la conciencia que pueden presentar-se, los teólogos han establecido tres divisiones fundamentales:

    a) por razón del objeto: verdadera  (juzga la acción en conformidad con los principiosobjetivosde la moralidad) y errónea (juzga la acción en desacuerdo con ellos).

    b) por razón del modo de juzgar: recta (juzga con fundamento y prudencia); falsa (juz-ga sin base ni prudencia. Puede ser: relajada, estrecha, escrupulosa, perpleja).

    c) por razón de la firmeza del juicio: cierta (juzga sin temor de errar); dudosa (juzga contemor de errar o ni siquiera se atreve a juzgar).

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    4.3.1 CONCIENCIA VERDADERA Y ERRONEA. Como es bien sabido, la verdad esla adecuación del entendimiento a la realidad de las cosas. Cuando esa adecuación falta, seproduce el error. Por consecuencia, la conciencia verdadera será aquella que juzga en con-formidad con los principios objetivos de la moral, aplicados concretamente al acto, y la con-ciencia errónea será la que juzga en desacuerdo con la verdad objetiva de las cosas.

    Actuaría con conciencia verdadera (juzga de acuerdo a la ley moral) el que dice, por

    ejemplo: “ya que cometí un pecado mortal, no debo comulgar”, “las faltas de respeto hacia tus padrescontrarían un precepto divino”. Serían afirmaciones procedentes de conciencia errónea las siguientes: “Por ser madre

    soltera le es lícito abortar”. “Como tiene dificultades cuando se embaraza, puede tomar píldoras anti-conceptivas”. 

    Como se ve, en los últimos casos, hay disconformidad entre lo que preceptúa la leymoral y lo que señala el juicio de la conciencia.

    La conciencia errónea puede serlo vencible o invenciblemente; en el primer caso laconciencia juzga mal por descuido o negligencia en informarse, y en el segundo no es posibledejar el error porque no se conoce, o porque se hizo lo posible por salir de él sin conseguirlo.

    Nótese que esta consideración de la conciencia es idéntica a aquella sobre la ignoran-cia vencible o invencible pues la conciencia, al fin y al cabo, es un acto de la inteligencia, lacual puede estar afectada por el obstáculo de la ignorancia.

    Tres principios que se deducen de lo anterior son:1º. Es necesario actuar siempre con conciencia verdadera, ya que la rectitud de nues-

    tros actos consiste en su conformidad con la ley moral.De aquí surge la obligación -de la que hablaremos más detenidamente después- de

    emplear todos los medios posibles para llegar a adquirir una conciencia verdadera: conoci-miento de las leyes morales, petición de consejo, oración a Dios pidiendo luces, remoción delos impedimentos que afectan a la serenidad del juicio, etc.

    2º. No es pecado actuar con una conciencia invenciblemente errónea porque, como yase explicó, la conciencia es la norma próxima del actuar y, en ese caso, no se está en el errorculpablemente.

    No se olvide, sin embargo, que aquí estamos hablando de error invencible, o porqueno vino al entendimiento del que actúa, ni siquiera confusamente, la menor duda sobre labondad del acto; o porque, aunque tuvo duda, hizo todo lo que pudo para salir de ella sinconseguirlo.

    Es posible, por ejemplo, que el campesino sin instrucción religiosa ni acceso a ella ig-nore invenciblemente alguno o algunos de los preceptos de la Iglesia (ver cap. 15). En el casode un universitario o de un profesionista católico, esa ignorancia sería vencible de alguna

    forma.3º. Es pecado actuar con conciencia venciblemente errónea, puesto que en este casohay culpabilidad personal.

    En la práctica se puede saber que el error era vencible si de algún modo se adivinó lailicitud del acto, o si la conciencia indicaba que era necesario preguntar, o si no se quiso con-sultar para evitar complicaciones, etc.

    4.3.2 CONCIENCIA RECTA Y FALSA. La conciencia es recta cuando juzga de labondad o malicia de un acto con fundamento y prudencia, a diferencia de la falsa, que juzgacon ligereza y sin fundamento serio.

    No debe confundirse la conciencia recta con la verdadera. Un sujeto actúa con con-

    ciencia recta cuando ha puesto empeño en actuar, independientemente de que acierte (con-ciencia verdadera) o se equivoque (conciencia errónea). Se puede juzgar con rectitud aunque

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    inculpablemente se esté en el error. Es decir, es compatible un juicio recto hecho con ponde-ración, estudio, etc. con el error invencible.

    Para ilustrar lo anterior con un ejemplo, sería el caso del adulto recién bautizado y aunsin completa instrucción que, después de cavilar concluye que es obligación confesarsesiempre antes de comulgar, aunque sólo tenga pecados veniales: juzga con aplomo conside-rando que los pecados veniales son incompatibles con la recepción del sacramento, aunque

    su juicio es erróneo invenciblemente, al menos de modo actual.Es claro que no puede darse conciencia recta en la conciencia venciblemente errónea,pues faltó ponderación, que es uno de los constitutivos del juicio recto.

    La conciencia falsa puede ser: A.  Conciencia relajada. Es la que, por superficialidad y sin razones serias, niega o dis-minuye el pecado donde lo hay. En la práctica es fácil que los hombres lleguen a eseestado tan lamentable de conciencia que indica una gran falta de fe y de amor, y unaculpable ceguera ante la realidad y gravedad del pecado. Son diversas las causas queconducen al alma a esa laxitud: la sensualidad en sus múltiples aspectos, el ambientefrívolo y superficial, el apegamiento a las cosas materiales, el descuido de la piedad

    personal, la falta de humildad para levantarse cuanto antes después de una caída, etc.Para salir de ella habrá que remover sus causas, procurar una sólida instrucción reli-giosa y fomentar el temor de Dios por medio de la oración y la frecuencia de sacra-mentos.B.  Conciencia estrecha. Es la que con cierta facilidad y sin razones serias ve o aumentael pecado donde no lo hay. Es necesario combatirla porque puede llevar a cometer pe-cados graves donde no existen, y conducir al escrúpulo. Para ello es conveniente laformación y el pedir consejo a quien nos puede ayudar a tener un criterio más rectosobre los propios actos. No debe confundirse con la conciencia delicada, que teme has-ta las faltas más pequeñas y procura evadirlas, pero sin ver pecado donde evidente-

    mente no lo hay.C.  Conciencia escrupulosa. Es una exageración de la conciencia estrecha que, sin moti-vo, llega a ver pecado en todo o casi todo lo que hace. Esta conciencia se manifiesta enuna continua inquietud por el temor de pecar en todo, principalmente en materia depureza, y en la duda asidua sobre la validez de las confesiones pasadas, con la conse-cuente obstinación en repetir la acusación de los pecados en las siguientes; en el temorpermanente de que el confesor no entienda la situación interior del alma y, por tanto,el deseo de repetir una y otra vez las mismas explicaciones, generalmente largas y mi-nuciosas; en terquedad en los puntos de vista propios ant