Iraiz Tecuatzin Caballero llk

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formacion humana

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Universidad SalesianaLicenciatura en Psicologa

Asignatura: Formacin HumanaProf.: Iras Tecuatzin Caballero Presenta: Mariano Isaac Ramrez Jurez

Archivo Casasola

Foto 1. Llanto

Foto 2. DespedidaLos momentos de la revolucin, ilustrados en las fotografas en blanco y negro del Archivo Casasola, son tan pictricas, de una gama de colores y contrastes sociales amplia; se muestran sucesos diarios del devenir de una nacin en guerra, con sus problemticas especficas, las alegras de saberse mexicano, y las tristezas y amarguras de reconocer sus miserias, la situacin de guerra, las prdidas de vidas de familiares cercanos y las separaciones de miembros de familia tras la obligacin forzosa impuesta por uno u otro bando.

Es el caso de las fotos presentes, dos fotos en torno al movimiento revolucionario que sin pertenecer al mismo contexto social quiz ni siquiera en la misma localizacin geogrfica , se pueden unir en una temtica de fondo, temtica que podemos ubicar relacionada no con el movimiento revolucionario como primer instancia, sino el signo de la mujer, especialmente en el caso de la mujer que ejerce el papel materno.

Madre ma! Qu ha pasado?(Foto 1)Textualmente se lee en la fotografa a tres mujeres de provincia, con cuerpos robustos; dos de ellas con la mirada perdida en el horizonte, y puede afirmarse al menos de una de ellas que es de una edad media cerca de los 30 aos o menos, la otra, quiz del mismo rango de edad; la tercera mujer, la ms grafica en la fotografa, es una mujer de mayor edad, se nota en sus manos que cubren su rostro, pues al parecer llora. La fotografa al parecer fue tomada desde el interior de los muros, al menos, desde los arcos de aquellos edificios coloniales, construidos con piedra labrada y un portn de madera tallada, pesada, de roble quiz. Las noticias que llegan son desgarradoras, al grado de tener a las dos jvenes estuperfactas y a la tercera en trrido llanto.

A la tarde te encuentro entre los dinteles del tempoT llantas sin consuelo, la decisin de este tiempo.Corriges tu rostro con un pao franelo;Mas no hay nmero de ellos que sequen tu duelo.

Ya la comadre se acerca, sus palabras te son mudas de alientoTu hijo se fue al camino con el general, tras el viento.Cuarenta das despus viene tu general de victoria sediento;Y tu amado hijo en el campo, no hay ms de l en el campamento.

Sabr la tierra que pisas que eres tu la madre de aquel muertoque yace en el campo humedecido desangre de inocentes,nios del batalln sin pinta ninguna de cadetes.

Tragedia de la maana, obscuridad en tu pecho, de nochey no es para menos que a Dios lances reproche,pues de ideales de libertad y de grandeza lo cobijaste,hoy su cobija es el cielo y su lecho polvo y tierra del suelo.

A dnde iras madre rota y desamparada? A la bsqueda de mi hijo nico, mi amado.Encontrarlo queris sin saber dnde ha quedado? Es el corazn de madre, una brjula encadenada.

La despedida(foto2)

- cabrones, ya lleg la leva!, hijos de la chingada, mocosos de la calle, viejas jijas, saquen a sus muchachos, ya llego la leva! y hay de aquel que se raje, hoy mismo se va al cielo. Fueron las palabras que pregonaba un soldado de Huerta, tras haber llegado a la ciudad de Veracruz. Madres y nios, todos corren, unos por su vida y otros por su muerte.

La costumbre con la leva era aguantar, no importando si estbamos a favor o en contra, slo haba que aguantar. Los gritos de los soldados se oan ms de cerca y en casa mi madre corra de un lado al otro de la casa, sacaba cosas del bal, entraba en su habitacin, sala a la cocina y preparaba algn itacate; al final me llam: -Romn! Ponte esto por favor, ya es tarde!, ya vienen! Como pude me he puesto el overol de pana negra y la chaqueta verde marino que apenas hace unos das vi que mi madre reconfeccionaba hacindola de mi tamao, pues haba pertenecido a mi padre. Al final el sombrero; caramba! Me queda grande, mi pap lo portaba tan bien y a m no me queda, apenas bien me veo de militar, sin las confecciones de mi madre parecera un tonto.

Tonto gorro! - De nuevo se me cae, se menea mucho por mi cabeza, apenas si me deja ver mientras bajo las escaleras de casa; mi madre me coloca mi morral cruzado, es mi itacate, un par de huevos cocidos, por si hace falta, un pan de avena y medio plato de frijoles, todo un manjar para el camino.

A la salida de la casa me ha dicho Romn, s que no eres muy grande y s es mucho lo que te pido hacer apenas en unos das, sin embargo, honra el nombre de tu padre, honra a los Beltrn y a toda su descendencia, vete y lucha tan fieramente como lo hizo tu padre, se un hroe que todo el mundo recuerde a Romn Beltrn como ahora reconocen a Jess Romn Beltrn, el teniente, tu padre hazme sentir orgullosa! fueron las palabras que rezumbaron fuerte y claro en mi cabeza.

Ya nos suban al ferrova, jvenes y nios, pequeos cadetes sin pinta ni estilo, apenas peleles que no saben empuar el fusil, ni menos an salvar su vida. Hazme sentir orgullosa!, madre mira mi cara de preocupacin por tu orgullo, mira mi cara de miedo tras la posibilidad de perder la vida como mi padre, y pasar a la historia como seiscientos mil ms que annimos entre las cordilleras cantaremos en el mar de los deseos, el panten de los olvidados.

Grficamente aparecen en la imagen, en la parte central una madre e hijo, que caminan cerca y a travs de oficiales militares, el mismo nio porta ya vestimenta militar, o al menos el sombrero. Las facciones de la mujer es de cierta alegra, no obstante, las del nio son de preocupacin. Atrs de ellos, oficiales, oficiales y ms oficiales, dentro del vagn del tren, ms oficiales; y frente al camargrafo, mirndolo con asecho mientras se fuma un cigarrillo, un oficial de alto rango, como deseando dar la instruccin de subir ya a todos los pasajeros. Sin duda es una ciudad, una ciudad que empezaba a prosperar con el rgimen de Daz, haba ya puesto el tranva, slo nos faltaba la felicidad.