István Mészáros la_crisis estructural del capital

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    La crisis estructural del capitalIstvn Mszros

    Ministerio del Poder Poder Popular para la Comunicacin y l a Inormacin;Av. Universidad, esq. El Chorro, Torre Ministerial, pisos 9 y 10.Caracas-Venezuela

    www.minci.gob.ve / [email protected]

    Directorio

    Ministra del Poder Popular para la Comunicacin y la InformacinBlanca Eekhout

    Viceministro de Estrategia ComunicacionalGabriel GilDirector General de Difusin y PublicidadCarlos NezDirector de Publicaciones

    Gabriel Gonzlez

    Coordinacin y diseo

    Ingrid RodrguezPortada

    Kael Abello

    Edicin

    Carmen Bohrquez

    Traduccin

    Eduardo Gasca

    Piero Arria (Captulo 5 y Contraportada)

    Milton Morales (Introduccin)

    Agosto, 2009. Impreso en la Repblica Bolivariana de Venezuela.Depsito Legal: l87120093303165ISBN: 978-980-227-087-3

    A DONATELLA

    Y a los compaeros del Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST).

    cuyas luchas de emancipacin ella admir y apoy.

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    Introduccin

    Ricardo Antunes

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    I

    La sustancia de la crisis 1

    Mucho se ha escrito sobre la crisis. Crisis de lossubprime, crisis

    especulativa, crisis bancaria, crisis nanciera, crisis global, rplica delas crisis de 1929, etc. Florece una enomenologa de la crisis, dondelo que ayer se dijo se vuelve hoy obsoleto. Los grandes peridicos,empezando por The Economist, hablan de crisis de conanza y la

    mxima se expande. La crisis se resume a un acto volitivo. Fiducia!diran los latinos. He ah la clave analtica.

    Los gobiernos de los pases en crisis, Estados Unidos, Europa y en

    otras partes del mundo, parecen redescubrir elestatismo todo priva-

    tizado como el recetario para eliminar la crisis de desconanza. Elremedio neokeynesiano, sepultado en las ltimas cuatro dcadas, con-siderado uno de los principales males de las crisis anteriores, resurge

    1. Este libro naci de una correspondencia que Istvn Mszros y yo intercambiamosen enero del 2009, cuando le envi un artculo que recin publicaba sobre la crisisactual. Buscaba indicar, entonces, de manera brevsima, la uerza, la densidad y laoriginalidad de su anlisis crtico, rente al completo desconocimiento de los msdistintos segmentos del capital intelectuales, gestores, gobiernos tras dcadas deuna apologtica deprimente que predicaba la eternizacin del capital sin percibirque se encontraba a la vspera de su derretimiento y licuacin. De ah naci la ideade publicar, bajo la orma de un pequeo libro, un conjunto de sus artculos y en-trevistas, desde sus primeros escritos hasta los ms recientes, que de algn modorescataran su anlisis e indicaran una lnea de continuidad decisiva para la compren-sin de los elementos determinativos ms esenciales de la crisis que dej huranos

    y asombrados a los idelogos del sistema, y a tantos otros que se haban conormadocon la mxima del n de la historia, que Mszros llam irnicamente como uku-

    yamizacin pseudo-hegeliana.

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    Indicaba que el sistema de capital (y en particular el capitalismo),

    tras experimentar la era de los ciclos, se adentraba en una nueva ase,indita, de crisis estructural, marcada por un continuum depresivoque hara que aquella ase cclica anterior se volviera historia. Aun-que pudiera haber alternancia en su epicentro, la crisis se muestra

    longeva y duradera, sistmica y estructural.

    Y ms an, demostraba la alencia de los dos ms osados sistemasestatales de control y regulacin del capital experimentados en elsiglo XX. El primero, de corte keynesiano, que estuvo en vigor es-

    pecialmente en las sociedades capitalistas marcadas por elwelare

    state. El segundo, de tipo sovitico (vigente, segn Mszros, enla URSS y en las dems sociedades post-capitalistas) que, aun-que uera resultado de una revolucin social que busc destruir

    el capital, ue por l absorbido. En ambos casos, el ente polticoregulador ue desregulado al nal de un largo periodo por el propiosistema de metabolismo social del capital3. Proceso similar pareceocurrir en China de nuestros das, laboratorio excepcional para la

    refexin crtica.

    rario, etc.), las ormas recientes de metabolismo socio-metablico permiten constatarla continuidad del capital incluso despus del capitalismo, a travs de la constitucinde aquello que Mszros denomina como sistema de capital post-capitalista, de loque ueron ejemplos la URSS y dems pases de Europa del Este. Estos pases post-capitalistas no consiguieron romper con el sistema de metabolismo social del capital

    y la identicacin conceptual entre capital y capitalismo hizo que, segn el autor,todas las experiencias revolucionarias vividas en este siglo se mostraran incapaces

    para superarel sistema de metabolismo social del capital(el complejo caracterizadopor la divisin jerrquica del trabajo, que subordina sus unciones vitales al capital).Ver, sobre la experiencia sovitica, especialmente el captulo XVII, tems 2/3/4 deMs All del Capital. Sobre las ms importantes dierencias entre el capitalismo y elsistema sovitico, ver especialmente la sntesis en las pginas 630 /1.3.El sistema de metabolismo socialdel capital tiene su ncleo central ormado porel trpode capital, trabajo asalariado y Estado, tres dimensiones undamentales ydirectamente interrelacionadas, lo que imposibilita la superacin del capital sin laeliminacin del conjunto de los tres elementos que comprenden este sistema. Noes suciente, por tanto, segn Mszros, eliminar uno o igual dos de los polos del

    sistema de m etabolismo social del capital, sino que es imperioso eliminar sus trespilares. Y esta tesis tiene una uerza explicativa que contrasta con la totalidad de loque se escribi hasta el presente, sobre el n de la URSS y de los pases del errnea-mente llamado bloque socialista.

    como salvacin para elverdadero camino de la servidumbre, o sea, lasujecin de la humanidad a los designios de la lgica destructiva del

    capitalismo y en particular de su polo hegemnico nanciero.

    Pero, ms all de esa enomenologa de la crisis, podramos recor-dar a varios autores crticos, dentro de la izquierda, que intentaron irms all de las apariencias y develar los undamentos estructurales y

    sistmicos del derretimiento y licuacin del sistema del capital.

    Robert Kurz, por ejemplo, ha venido alertando desde principiosde 1990, que la crisis que llev a la bancarrota a los pases del lla-

    mado socialismo real (con la URSS al rente), no sin antes haber

    devastado el Tercer Mundo, era expresin de una crisis delmodode produccin de mercancas que despus migrara en direccin alcorazn del sistema capitalista.

    Franois Chesnais apunt las complejas conexiones existentesentre produccin, nancierizacin (la orma ms etichizada de laacumulacin) y mundializacin del capital, enatizando que la eserananciera se nutre de la riqueza generada por la inversin y de la

    explotacin de la uerza de trabajo dotada de mltiples cualicacionesy amplitud global. Y es parte de esa riqueza, canalizada hacia la eserananciera, la que infa el fcido capital cticio.

    Pero ue Istvn Mszros quien, desde el nal de los aos 60,

    viene sistemticamente develando lacrisis que entonces comenzabaa asolar al sistema global del capital: alertaba que las rebeliones de1968, as como la cada de la tasa de ganancia y el inicio de la monu-

    mental reestructuracin productiva del capital, que se maniestabaen 1973, ya eran ambas expresiones del cambio substantivo que sediseaba, tanto en el sistema capitalista, como en el propio sistemaglobal del capital.2

    2. Es decisivo resaltar que, para Mszros, capitaly capitalismo son enmenos dis-tintos. El sistema de capital, segn el autor, antecede al capitalismo y tiene vigenciatambin en las sociedades post-capitalistas. El capitalismo es una de las ormas po-sibles de realizacin del capital, una de susvariantes histricas, presente en la asecaracterizada por la generalizacin de la subsuncin realdel trabajo al capital, queMarx denominaba como capitalismo pleno. As como exista capitalantes de la gene-ralizacin del capitalismo (de lo que son ejemplos el capital mercantil, el capital usu-

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    societarios vitales la produccin y el consumo superfuos terminan

    generando la corrosin del trabajo, con la consecuente precarizacindel trabajo y el desempleo estructural, adems de impulsar una des-truccin de la naturaleza a escala global jams vista anteriormente.

    Expansionistaen la bsqueda creciente y desmedida de plusvalor,

    destructivo en su procesualidad pautada por lo descartable y la su-perfuidad, el sistema de capital se vuelve, en el lmite,incontrolable. Todo esto, aqu resumido de manera breve, hace que, despus de unlargo perodo dominado por los ciclos, el sistema de capital venga

    asumiendo, siempre segn la ormulacin de Istvn Mszros, la

    orma de una crisis endmica, acumulativa, crnica y permanente;lo que replantea, como imperativo global de nuestros das, dado elespectro de destruccin global, la bsqueda de una alternativa socie-

    taria apuntando a la construccin de un nuevomodo de produccin yde un nuevomodo de vida cabal y rontalmente contrario a la lgicadestructiva del capital hoy dominante.

    Al contrario, por tanto, de los ciclos de expansin que conormanel capitalismo a lo largo de su historia, alternando perodos de ex-pansin y crisis, nos encontramos, desde nes de los aos de 1960e inicios de 1970, sumergidos en lo que Istvn Mszros denomina

    como depressed continuum que exhibe las caractersticas de unacrisis estructural.

    Su anlisis ya anticipaba que , al interior de los pases capitalistascentrales, los mecanismos de administracin de las crisis seran

    cada vez ms recurrentes y tambin cada vez ms insucientes una

    vez que la disyuncin radicalentre produccin para las necesidadessociales y auto-reproduccin del capital cambiaba la tnica del capi-

    talismo contemporneo de nuestros das, generando consecuencias

    devastadoras para la humanidad

    Dada la nuevaorma de serde la crisis, ingresamos entonces enuna nueva ase, sin intervalos cclicos entre expansin y recesin,pero presenciando la eclosin de precipitaciones cada vez msrecuentes y continuas. Tratndose, por tanto, de una crisis en lapropia realizacin del valor, la lgica destructiva que se acenta en

    II

    El libro que el lector tiene en sus manos es la condensacin de unconjunto de artculos y entrevistas que presentan las principalestesis y ormulaciones presentes en la analtica de Istvn Mszros,escritos a lo largo de ms de tres dcadas y que son ahora publicados

    en un nico volumen, condensando algunas de sus ormulacionesms uertes, en un momento decisivo de este siglo XXI, dondetodolo que pareca slido se desvanece, encontrndose el capitalismo en

    uerte proceso de licuacin.

    La sumatoria de recursos, que se contabilizan en billones de dla-res, que enecieron en los ltimos meses, es por s slo contundente.La crisis del sistema nanciero global, la retraccin de la produccinindustrial, agrcola y de servicios, tambin son demasiado evidente s.

    Desde 1929, el capitalismo no presenciaba un proceso crtico tanproundo, aforando incluso en el propio discurso de los detentoresdel capital, sus gestores y principales gendarmes polticos. IstvnMszros ha sido, en las ltimas dcadas, uno de sus crticos ms

    densos, proundos, calicados y radicales, y este pequeo libro es unamuestra de esa contundencia y uerza, que se encuentra presente enel enorme y poderoso conjunto de su obra.

    Si pudiramos, en pocas pginas, condensar algunas de las prin-

    cipales tesis que conguran la actual crisis estructural del capital,

    comenzaramos diciendo que Mszros hace una crtica devastadoraa los engranajes que caracterizan su sistemasocio-metablico.

    Su aguda investigacin, indagando proundamente a lo largo detodo el siglo XX, lo lleva a constatar que el sistema de capital, pornotener lmites para su expansin, termina por convertirse en una proce-sualidad incontrolable y proundamentedestructiva. Conormada por

    lo que denomina, en la lnea de Marx, comomediaciones de segundo

    ordencuando todo pasa a ser controlado por la lgica de la valoriza-cin del capital, sin que se tome en cuenta los imperativos humano-

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    5% de la poblacin mundial (EEUU) consuma el 25% del total de

    los recursos energticos disponibles? Y, si el 95% restante viniera aadoptar el mismo patrn de consumo? La tragedia china actual, consu destruccin ambiental, es emblemtica.

    Esto acenta otra contradiccin vital en la que el mundo se su-

    mergi en este inicio de siglo: si las tasas de desempleo continanamplindose, aumentan explosivamente los niveles de degradaciny barbarie social oriunda del desempleo. Si, al contrario, el mundoproductivo retomara los niveles de crecimiento anteriores, aumen-

    tando la produccin y su modo de vida undado en la superfuidad

    y en el de sperdicio, tendramos una intensicacin an mayor dela destruccin de la naturaleza, ampliando la lgica destructiva hoydominante.

    Sin embargo, el cuadro decrisis estructural y sistmica tiene otrocomponente vital, dado por la corrosin del trabajo. Despus de laintensicacin del cuadro crtico en EEUU y dems pases capitalis-

    tas centrales, estamos presenciando proundas repercusiones en elmundo del trabajo a escala global. En medio del huracn de la crisisque ahora alcanza el corazn del sistema capitalista, vemos la erosindel trabajo relativamente contratado y reglamentado, heredero de la

    era taylorista y ordista, que ue dominante en el siglo XX resulta-do de una secular lucha obrera por los derechos sociales que estsiendo substituido por las diversas ormas de emprendedorismo,cooperativismo, trabajo voluntario, trabajo atpico; ormas que

    oscilan entre la superexplotacin del trabajo y la propia autoexplota-

    cin del trabajo, siempre caminando en direccin a una precarizacinestructural de la uerza de trabajo a escala global. Esto, sin hablarde la explosin del desempleo que alcanza enormes contingentes detrabajadores, sean hombres y mujeres, jos o precarizados, ormales o

    inormales, nativos o inmigrantes; siendo estos ltimos los primerosen ser uertemente penalizados.4

    4. Recientemente, en ebrero del 2009, en una maniestacin de trabajadores brit-nicos se mostraba un cartel con la siguiente rase: Put Brithsh Workers First- Em-

    pleen primero a los trabajadores b ritnicos. Esta maniestacin protestaba contrala contratacin de trabajadores inmigrantes italianos y portugueses con salarios

    nuestros das permiti a Mszros desarrollar otra tesis, central en

    su anlisis, de que el sistema de capital no puede ms desarrollarsesin recurrir a la tasa de utilizacin decreciente del valor de uso delas mercancas como mecanismo que le es intrnseco. Esto porqueel capital no considera elvalor de uso (que remite a la esera de las

    necesidades) y elvalor de cambio (esera de la valorizacin del valor)como separados, sino al contrario, subordinando radicalmente elprimero al segundo.

    Lo que signica, agrega el autor, que una mercanca puede variar

    de un extremo a otro, es decir, desde tener su valor de uso realizado

    inmediatamente o, en el otro extremo, jams ser utilizada, sin dejarde tener, para el capital, su utilidad esencial. Y, en la medida en que latendencia decreciente del valor de uso reduce drsticamente el tiempo

    de vida til de las mercancas condicinsine qua non del unciona-miento del proceso de valorizacin en su ciclo reproductivo ella seconvierte en uno de los principales mecanismos a travs del cual elcapital viene realizando su proceso de acumulacin por la va de la

    destruccin del tiempo de vida til de las mercancas y de la subordi-nacin de su valor de uso a los imperativos del valor de cambio.

    Al proundizar la disyuncin entre la produccin orientada genuina-

    mente hacia la atencin de las necesidades humanas y aquellas domi-nantes orientadas hacia la auto-reproduccin del capital, se intensicanlas consecuencias destructivas, de las cuales, las dos anteriormentereeridas ponen en riesgo el presente y el uturo de la humanidad: la

    precarizacin estructural del trabajo y la destruccin de la naturaleza.

    La conclusin de Mszros es uerte: aunque el 90% del material y delos recursos de trabajo necesarios para la produccin y distribucinde una dada mercanca comercializada un producto cosmtico, porejemplo uese directamente para el basurero y slo 10% eectivamente

    destinado al preparado del producto, buscando los benecios realeso imaginarios del consumidor, las prcticas obviamente devastadorasaqu envueltas seran plenamente justicadas, siempre que estuvieransintonizadas con los criterios de eciencia, racionalidad y economa

    capitalistas, en virtud de la rentabilidad comprobada de la mercancaen cuestin. Y agrega: qu ser de la humanidad cuando menos del

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    De manera que, dierencindose totalmente de los anlisis que

    circunscriben la crisis al universo de los bancos, a la crisis del sistemananciero, a la crisis de crditos, para Istvn Mszros la inmensaexpansin especulativa del aventurerismo nanciero sobre todo enlas ltimas tres o cuatro dcadas es naturalmente inseparable de laproundizacin de la crisis de las ramas productivas y de la indus-

    tria, as como de las resultantes perturbaciones que surgen con laabsoluta letrgica acumulacin de capital (en verdad, acumulacinracasada) en el campo productivo de la actividad econmica. Ahora,

    inevitablemente, tambin en el dominio de la produccin industrialla crisis se est poniendo mucho peor. Naturalmente, la consecuen-

    cia necesaria de una crisis que permanece proundizndose en lasramas productivas de la economa real () es el crecimiento del

    desempleo por todas partes en una escala que asusta, asociada ala miseria humana. Esperar una solucin eliz a esos problemas apartir de las operaciones de rescate del Estado capitalista sera unagran ilusin.

    Y agrega: () las recientes tentativas de contener los sntomasde la crisis que se intensican por la nacionalizacin camufadade orma cnica de grandezas astronmicas de la bancarrota ca-pitalista, por medio de recursos del Estado an a ser inventados,

    slo cumplen el papel de subrayar las determinaciones causalesantagnicas proundamente enraizadas de la destructividad delsistema capitalista. Pues lo que est undamentalmente en cursohoy no es apenas una crisis nanciera maciza, sino el potencial de

    autodestruccin de la humanidad en el actual momento del desarro-llo histrico, tanto militarmente como por medio de la destruccinen curso de la naturaleza.

    Si el neokeynesianismode estado todo privatizado es la respuesta

    encontrada por el capital para su crisis estructural, las respuestas delas uerzas sociales del trabajo deben ser radicales. Contra la alaciade la alternativa neokeynesiana, que siempre encuentra acogidaen varios sectores de la izquierda que actan en el universo del

    Orden alternativas condenadas al racaso, como demostr Ms-zros analizando el siglo XX, pues se inscriben enla lnea de menor

    La OIT, en un reciente inorme, con datos que son bastante

    moderados, proyect 50 millones de desempleados a lo largo del2009. Bastara que una de las grandes automotrices de los EEUUcerrase sus puertas y tendramos millones de nuevos desempleados.En Europa, los peridicos, diariamente, listan millares de nuevos

    trabajadores sin empleo.

    El mismo inorme de la OIT agrega que cerca de 1,5 mil millonesde trabajadores ueron (y ciertamente son) aectados por la uerteerosin salarial y la ampliacin del desempleo en ese mismo perodo

    (Inorme mundial sobre salarios, ebrero de 2009). Pero se sabe que

    la contabilizacin mundial del empleo no capta en proundidad eldesempleo oculto, recuentemente enmascarado en las estadsticasociales. Y, como advirti Mszros innumerables veces, si incluimos

    los datos reales del desempleo en China e India, estos nmeros semultiplicaran en muchas veces.

    Es importante destacar que, en China, 26 millones de ex tra-

    bajadores rurales que estaban trabajando en las industrias de lasciudades perdieron sus empleos en los ltimos meses del 2008 ylos primeros meses del 2009, y no encuentran trabajo disponibleen el campo, desencadenando una nueva ola de revueltas obreras

    en dicho pas. En Amrica Latina, la OIT agrega que, debido a lacrisis, hasta 2,4 millones de personas podrn entrar en las las deldesempleo regional en el 2009, sumndose a los casi 16 milloneshoy desempleados (Panorama Laboral para Amrica Latina y elCaribe, enero del 2009).

    En EEUU, Inglaterra y Japn los ndices de desempleo en losinicios del 2009 son los mayores de las ltimas dcadas. Es por esoque los empresarios presionan, en todas partes del mundo, para

    aumentar la fexibilidad en la legislacin laboral, con la alacia deque as preservan los empleos. Esa fexibilizacin ha sido intensa enEEUU, Inglaterra, Espaa y Argentina, para dar algunos ejemplos, yel desempleo slo ha venido aumentando.

    ineriores a los britnicos. Si la lucha por la igualdad salarial es justa y antigua, la ex-clusin de trabajadores inmigrantes tiene un evidente sentido xenobo. En Europa,Japn, EEUU y en otras p artes del mundo, se esparcen maniestaciones semejantes.

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    de la reerida base social inevitablemente tiende a denir la tarea

    inmediata en trminos de encontrar respuestas econmicas urgen-tes a nivel de las maniestaciones de la crisis, mientras son dejadasintactas sus causas sociales. Y aada: (...) apretar los cinturonesy aceptar los sacricios necesarios para crear empleos reales, in-

    yectar nuevos ondos de inversin, aumentar la productividad y lacompetitividad, etc., impone premisas sociales del orden establecido(en nombre de imperativos puramente econmicos) sobre la inicia-tiva poltica socialista (...), dentro del marco de las viejas premisas

    sociales y determinaciones estructurales, terminando, de ese modo,(...) por ayudar a la revitalizacin del capital.

    Es por eso que para Mszros, cualquier intento de superar estesistema de metabolismo social que siga lalnea de menor resistencia

    del capital, que se restrinja a la eserainstitucional y parlamentariaest condenado a la derrota. En contrapartida, solamente una polticaradical y extraparlamentaria que reoriente radicalmente la estructuraeconmica, podr ser capaz de destruir el sistema de dominio social

    del capital y su lgica destructiva.

    Crear unmodo de produccin y de vida proundamente distintodel actual es, por tanto, un desao vital lanzado por Mszros. La

    construccin de un modo de vida dotado de sentido replantea, eneste inicio del siglo XXI, la imperiosa necesidad de construccinde unnuevo sistema de metabolismo social, de un nuevomodo deproduccin basado en laactividad auto-determinada, en la accin

    de los individuos libremente asociados (Marx) y en valoresms all

    del capital. La actividad basada en eltiempo disponible para producirvalores de uso socialmente tiles y necesarios, contraria a la produc-cin basada en el tiempo excedente para la produccin exclusiva devalores de cambio para la reproduccin del capital se vuelve v ital.

    Durante la vigencia del capitalismo (y tambin del capital),el valorde uso de los bienes socialmente necesarios se subordin a su valor

    de cambio, que pas a comandar la lgica del sistema de produccin.

    Las unciones productivas y reproductivas bsicas ueron radical-mente separadas entre aquellos queproducen (los trabajadores) y

    resistencia del capital el desao ya estaba indicado en su artculoPoltica Radical y Transicin hacia el Socialismo (escrito en 1982

    y publicado en Brasil por la primera vez en 1983, y que se incluyeen este libro). All estaba presente tanto la distincin crucial entre lacrisis de tipoestructural y sistmicay las crisis cclicas coyunturalesdel pasado, as como la necesidad de unapoltica radical, al contrario

    de las alternativas (neo) keynesianas, a las cuales el capital recurreen sus momentos de crisis.

    Vale recordar aqu la recienteNota de los Editores de MonthlyReview, reerida a la decisiva contribucin de Istvn Mszros:

    Cmo la izquierda ir a reaccionar rente a la crisis econmica y alas tentativas de socializar las prdidas sobre la poblacin como untodo? Al depararnos con una depresin y crisis nanciera, debemosaceptar que las cargas recaigan sobre nuestros hombros, a travs de

    la implantacin de estrategias ligeramente ms benignas para salvarel sistema?

    Y agrega la Nota: En septiembre [de 2008] algunos sectores

    progresistas en Estados Unidos argumentaron que era necesarioapoyar el plan de Socorro a los Ricos de Paulson, para que nohubiera una depresin. Tres meses ms tarde tenemos billones enondos gubernamentales entregados a las personas ms ricas del

    planetay a la depresin. El punto crucial, a nuestro modo de ver,ue captado por Istvn Mszros en suMs all del Capital, dondeexplica que la poltica radical slo puede acelerar su propia renuncia(...) consintiendo en denir su propio objeto en trminos de blancos

    econmicos determinados, los cuales, de hecho, son necesariamentedictados por la estructura socioeconmica establecida en crisis(Monthly Review, Notes rom the Editors, vol. 60, No. 10, marzode 2009, p. 64).

    Una vez que las maniestaciones inmediatas de la crisis son eco-nmicas, dice ya Mszros en el artculo premonitorio de 1982, dela infacin al desempleo y de la bancarrota de empresas industrialesy comerciale s locales a la guerra comercial en general y al colapso

    potencial del sistema nanciero internacional, la presin que emana

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    aquellos que controlan (los capitalistas y sus gestores). Habiendo sidoel primermodo de produccin en crear una lgica que no toma en

    cuenta prioritariamente las reales necesidades societarias, el capitalinstaur, segn la aguda indicacin de Mszros, un sistema orien-tado a su auto-valorizacin, independiente de las reales necesidadesauto-reproductivas de la humanidad.

    En contrapartida, una nueva orma de sociedad solamente serdotada de sentido y eectivamente emancipada cuando sus uncio-nes vitales, controladoras de su sistema de metabolismo socialseaneectivamente ejercidas de manera autnoma por los productores

    libremente asociados y no por un cuerpo exterior extrao y contro-lador de estas unciones vitales.

    El develamiento ms proundo de los signicados de la crisisactual,su sentido global,estructural y sistmico, su carcter agu-damente destructivo, son la principal contribucin de este poderoso(pequeo) libro de Istvn Mszros. Y debe ser ledo por todos aquelloshombres y mujeres que, en las luchas sociales, en sus combates co-

    tidianos, arontan, de algn modo, el sistema de metabolismo socialhoy dominante y esencialmente destructivo para la humanidad y lanaturaleza. Su lectura ayudar a refexionar, imaginar y pensar otraorma de sociabilidad autnticamente socialista, capaz de rescatar

    el sentido social de la produccin y reproduccin de la vida humanay, de esta manera, auxiliar en la creacin de las condiciones crticasimprescindibles para el forecimiento de una nueva sociabilidadautntica y emancipada, lo que sera un gran avance en este siglo

    XXI que acaba de comenzar. Es ste el espritu de la incansableobra de Istvn Mszros en su ardorosa y apasionada deensa de lahumanidad.

    I

    La crisis en desarrolloy la pertinencia de Marx5

    5. Conerencia escrita para un encuentro realizado en Co nway Hall, Londres, el 21 deoctubre de 2008. En el Preacio a la edicin venezolana de esta conerencia, el Minis-tro del Poder Popular para la Educacin, Hctor Navarro escribi: Istvn Mszros,probablemente el lsoo poltico contemporneo de mayor relevancia, nos presentaen esta conerencia que creemos undamental, su interpretacin de lo que hoy semuestra como una crisis en desarrollo. Constituye un aporte muy consistente para elentendimiento del mundo actual, que hoy debemos prolundizar para orjar las trans-ormaciones que conduzcan a los necesarios equilibrios que harn sustentable la

    vida sobre el planeta en el uturo ms o menos cercano. Por ello, desde el Ministeriodel Poder Popular para la Educacin, nos comp lacemos en reproducir este materialde estudio y refexin que estamos seguros estimular en los lectores al menos lapreocupacin undamental: es el sistema del Capital el uturo, o para sobrevivircomo especie tendremos necesariamente que reemplazarlo?

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    Puede que algunos de ustedes hayan estado presentes en nuestroencuentro de mayo de este ao en este mismo edicio, cuandoyo recordaba lo que le dije a Lucien Goldman en Pars, pocosmeses antes del histrico mayo de 1968 rancs. En contraposicin

    con la perspectiva entonces prevaleciente del capitalismo organiza-do, que se supona haba de jado atrs exitosamente la etapa del capi-talismo en crisis una opinin notoriamente aseverada por Marcuse

    y compartida tambin por mi querido amigo Lucien Goldman yoinsista en que, comparada con la crisis a la que realmente nos en-caminbamos, la Gran Crisis Econmica Mundial de 1929-1933parecera la reunin para tomar el t en la casa parroquial.

    En estas ltimas semanas ustedes han estado saboreando unamuestra de lo que yo tena en mente. Pero apenas unamuestra,porque la crisis estructural del sistema del capital en su totalidad, quevenimos experimentando en nuestros tiempos en una escala epocal,

    est destinada a empeorar mucho ms. A su debido tiempo se harconsiderablemente ms prounda, en el sentido de que invadir noslo el mundo de la nanza global ms o menos parasitaria, sino cadauno de los campos de muestra vida social, econmica y cultural.

    La pregunta obvia que debemos ormular ahora atae a la natu-raleza de la crisis en desenvolvimiento global y las condiciones quese requieren para su actible solucin.

    1. Conanza y alta de conanza

    SI tratan de recordar lo que en estas ltimas dos semanas hanescuchado repetir incesantemente en torno a la crisis en curso, hay

    una palabra que destaca y eclipsa todo el resto de los pretendidos

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    ms de una vez en una entrevista tan corta, que hoy da no exista

    ningn problema serio, porque el mercado siempre se encargabade todo, aunque a veces se vena abajo inesperadamente. Pero msadelante volvera a subir. As lo hara tambin esta vez, e inalible-mente se levantara una vez tras otra en el uturo. No haba que

    exagerar la presente crisis, dijo, porque es mucho menos grave hoyda que la que surimos all por 1974. Porque en 1974 tuvimos enInglaterra [si no en todas partes] semanas de tres das de trabajo,y hoy no las tenemos, no es as? Y qu puede uno argumentar

    ante ese hecho irrebatible?

    2. Una trada pseudo hegeliana

    As, ahora tenemos la palabra mgica explicativa de todos nuestrosproblemas, que no se nos presenta como una hurana ineliz, solita-ria, sino como parte de algo que se parece a una triada seudohegelianaukuyamizada:conanza prdida de conanza exceso de conan-za. El nico constituyente que alta ahora en ese discurso mgicoexplicatorio es elundamento realde nuestro peligroso sistema debanca y seguros que opera sobre la base de tretas de conanza enbenecio propio, condenadas a ser descubiertas tarde o temprano

    (como ya lo han sido de vez en cuando).

    En cualquier caso, toda esta habladura acerca de las virtudesabsolutas de la conanza en la administracin econmica capitalistase parece mucho a la explicacin que nos da la mitologa hind acerca

    de la base de soporte del universo. Porque en esa antigua visin delmundo se dice que el universo es transportado, con plena seguridad,sobreellomo de cuatro eleantes. Y los eleantes obviamente pode-rosos?, bien podran preguntarse ustedes. Nadie considerara que eso

    constituya una dicultad. Porque los eleantes, ms conablementean, se apoyan sobre el lomo de la tortuga csmica. Pero y qude la tortuga csmica misma? No vayan a intentar esa pregunta,porque podran ser arrojados a los tigres de Bengala, antes de que

    se extingan.

    diagnsticos y sus correspondientes remedios. La palabra e sconan-za. Si nos diesen diez libras por cada vez que esa palabra mgica hasido orecida al consumo pblico en las ltimas dos semanas a todolo ancho del mundo, por no mencionar su continua rearmacindesde entonces, todos seramos millonarios. Nuestro nico problema

    resultara entonces qu hacer con nuestros millones adquiridos derepente. Porque ninguno de nuestros bancos, ni siquiera nuestrosbancos recin nacionalizados nacionalizados por una cantidad nomenor de los dos tercios de sus activos jos podra proporcionar

    la legendaria conanza requerida para realizar depsitos o inver-siones seguras.

    Hasta nuestro Primer Ministro, Gordon Brown, nos regal alrespecto, esta ltima semana, la memorable rase:La conanza es

    la cosa ms preciada. Conozco esa cancin como probablementela conocemos todos que nos dice que El amor es la cosa ms pre-ciada. Pero que la conanza en la banca capitalista sea la cosams preciada?! Esa sugerencia es bienperversa!

    Sin embargo, la propugnacin de ese remedio mgico parece seruniversal ahora. Se le repite con tal conviccin como si la conanzapudiera simplemente llover del cielo o crecer en gran abundancia en

    los rboles nancieros bien estercolados capitalistamente.

    Hace tres das (el 18 de octubre) el programa dominical estelarde entrevistas matutinas de la BBC el programa de Andrew Marrnos mostr a un anciano caballero muy distinguido, Sir Brian Pit-

    man, que ue presentado como el antiguo director de la institucin

    bancaria Lloyds. No se dijo cundo dirigi esa organizacin, perosu orma de hablar lo puso bien en claro muy pronto. Porque setransparent en sus respuestas, muy respetuosamente recibidas,

    que podra haber sido el director del banco Lloyd mucho antes dela Crisis Econmica Mundial de 1929-33. Como corresponde, paradarle nimo al pblico introdujo una gran innovacin conceptualen el discurso sobre la conanza, diciendo que todos nuestros pro-

    blemas se deban a ciertoexceso de conanza. E inmediatamentedemostr tambin el signicado de exceso de conanza, diciendo,

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    octubre que Esta semana vimos el primer destello de respuesta globalamplia a la brecha de la conanza. Ahora bien, aortunadamente,

    se espera que la brecha de la conanza, aunque reprochable en smisma, sea remediada gracias a una respuesta global amplia untanto misteriosa.

    Al mismo tiempo, ya colocado en el lado ms realista, el semanario

    londinense reconoce tambin en ese mismo editorial que El daoa la economa real se va haciendo palpable. En los Estados Unidosse est encogiendo el crdito a los consumidores, y alrededor de150.000 norteamericanos perdieron sus empleos en septiembre,

    la cira ms alta desde 2003. Algunas industrias estn heridas degravedad: las ventas de vehculos andan en su nivel ms bajo en 16aos, pues los posibles compradores no pueden obtener crdito. LaGeneral Motors ha cerrado temporalmente algunas de sus bricas

    en Europa. A todo lo ancho del mundo los indicadores previsores,como los estudios de los directores de compras, son horriblementesombros. Sin embargo, no dicen que la brecha de la conanzapueda haber tenido algo que ver con esos hechos.

    Por supuesto, la apologa del sistema tiene que prevalecer en todoartculo, aunque se le pueda presentar con e l trmino incuestionabledesabidura pragmtica. En ese sentido, salvar al sistema equivale

    para The Economist a la identicacin totalmente incondicional delperidico con, y la propugnacin indesaable de, la operacin derescate econmico ilimitada que de ninguna manera ser cumplidacon los recursos del mercado, por lo general gloricados del modo

    ms dogmtico a avor del convulsionado sistema capitalista. As,incluso las consignas propagandsticas ms preciadas y mejor inten-tadas (acerca de un libre mercado no slo hoy inexistente sino quejams existi en la realidad) pueden ahora ser echadas por la bordaen avor de la noble causa de salvar al sistema. Como corresponde,

    The Economist nos dice que

    La economa mundial est visiblemente en mal estado, pero

    se podra poner mucho peor. Es hora de poner a un lado los

    dogmas y la poltica y concentrarse en lasrespuestas prag-

    Por suerte, quizs (?), The Economist es un poquito ms realista

    en su evaluacin de la situacin.

    En el contexto de nuestro doloroso tema, la crisis econmica quehoy se reconoce empeora cada vez ms. Al respecto, voy a propor-cionarles citas exactas, incluidas algunas ciras probatorias de los

    racasos capitalistas que ya no se pueden seguir ocultando, tomadasprincipalmente de peridicos burgueses bien establecidos y conabierta conciencia de clase, comoThe Economisty The Sunday Ti-mes. Los citar meticulosamente palabra por palabra, no slo porque

    son prominentes en su campo sino tambin para prevenir cualquier

    acusacin de prejuicio y distorsin izquierdista.Marx sola decir que en las pginas de The Economist la clase

    dominante est hablando para ella misma. Las cosas han cambiadoun tanto desde aquellos das. Porque hoy hasta en el campo especia-lizado de la experticia econmica la clase dominante necesita deun rgano de propaganda con circulacin de masas, con el prop-

    sito de la misticacin general. En vida de Marx la clase dominantetena suciente conanza, y tambin una gran dosis de excesode conanza incondicional como para necesitar eso. Pero, bajo lascircunstancias presentes, menos arrogante, el semanario londinense

    con vasta distribucin de masas,The Economist el arisaico portavozdel Encuentro de Davos anual, dominado por los Estados Unidosacoge el buen consejo de reconocer que la crisis que hoy encaramostiene que ver con las dicultades para Salvar al sistema, segn el

    titular a toda pgina de su edicin del 11 de octubre de 2008.

    Podemos garantizar, por supuesto, que lo que est sobre el tape teen nuestros das resulta ser nada menos que salvar al sistema (o no),aunque la consideracin que haceThe Economist de ese problema

    sea por dems extraa y contradictoria. Porque con su acostumbradamanera de presentar su posicin altamente parcializada como unavisin equilibrada objetiva, empleando la rmula de por un ladotal cosa y por este otro tal otra,The Economist siempre logra llegar

    a la conclusin deseada a avor del orden establecido. As, tambin enesta ocasin,The Economist arma en su artculo editorial del 11 de

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    de sus pesadillas. Y si le aadimos a esa magnitud el hecho citado

    en la misma pgina del peridico de Londres, de que nada ms enel transcurso del ao pasado El ndice del precio de los alimentossalt en casi el 55 %,10 y El envin de los precios de los alimentos anales de 2007 y comienzos de 2008 ocasion disturbios por alta de

    comida en alrededor de 30 pases,11 en ese caso laporcin en cuestinse torna ms reveladora an acerca de la naturaleza del sistema queahora se encuentra en una crisis cada vez ms prounda.

    Pueden ustedes pensar en unamayor denuncia de un sistema

    de produccin econmica y reproduccin social pretendidamente

    insuperable que la de que ste en el punto ms alto de su poderproductivo est produciendo una crisis de alimentos mundialyel surimiento de incontables millones, inseparable de ella a todo

    lo ancho del mundo? Esa es la naturaleza del sistema que ahora seespera salvemos a toda costa, incluido el astronmico costo que yaestamos repartiendo.

    Cmo puede uno hacerse una idea tangible de todos esos tri-llones despilarrados? Puesto que estamos hablando de magnitudesastronmicas, le hice esa pregunta a un amigo cercano que es pro-esor de astrosica en la Universidad de Londres. Su respuesta ue

    que yo debera notar que nada ms un trilln es aproximadamentecien veces la edad de nuestro universo. Ahora bien, en la escala dela misma magnitud la cira ocial generalmente subestimada de ladeuda norteamericana en nuestros das asciende, por s sola, a ms

    de10 trillones. Es decir,mil veces la edad de nuestro universo.

    Pero permtanme citar un breve pasaje de una publicacin japo-nesa, que dice as:

    Cunto dinero especulativo se anda moviendo por el mundo?

    Segn un anlisis de Mitsubishi UFJ Securities, el tamao de

    la economa real global, en la que se producen y comercian

    bienes y servicios, est estimado en 48.1 trillones de dlares.

    Por otra parte, el tamao de la economa nanciera global,

    10.Ibid.11.Ibid., p. 6.

    mticas. Eso signicamayor intervencin gubernamental

    y cooperacin a corto plazo de las que normalmente les

    agradaran a loscontribuyentes, a los polticos o ciertamente

    a las publicaciones del libre mercado.6

    Ya el presidente Bush nos haba endilgado anteriormente ser-

    mones parecidos. Hace dos semanas le dijo a su pblico televidenteque l esnormal e instintivamente creyente y apasionado partidariodel libre mercado, pero bajo lascircunstancias excepcionales delpresente tiene quepensar de manera dierente. Debe empezar apensarbajo esas dicultades, punto nal. No pueden decir que no

    se les advirti.Las sumas involucradas en la solucin pragmtica recomen-

    dada, que propugna echar a un lado las inclinaciones normales de

    los contribuyentes y las publicaciones del libre mercado (es decir,la solucin actualmente propugnada signica, en verdad, tarde otemprano el necesario sometimiento de las grandes masas del puebloal aumento de las cargas tributarias) son literalmenteastronmicas.

    Para citar de nuevo aThe Economist, en poco ms de tres semanasel gobierno norteamericano, contndolo todo, expandi sus obliga-cionesbrutasen ms de un trilln de dlares casi el doble de lo queha costado hasta ahora la guerra de Irak.7 Los bancos norteameri-

    canos y europeos despacharn unos 10 trillones de dlares.8 Perola historia nos ensea que las grandes crisis bancarias se resuelvenen ltima instancia sirvindoles dinero pblico por porciones.9

    Decenas de trillones de dlares de dinero pblico inyectados,y justicados en nombre de la pretendida importante leccin dela historia, y por supuesto al servicio de la incuestionable y noblecausa de la salvacin del sistema, ciertamente resultan ser toda unaporcin. Ningn vendedor de helados de High Street podra soar

    siquiera con porciones as, tamao tsunami, ni siquiera en la peor

    6. Todas estas citas ueron tomadas del mismo editorial de The Economist, 11 deoctubre de 2008, p. 13.7. The Economist, 11 de octubre de 2008, seccin especial, p. 3.8.Ibid.9.Ibid., p.4.

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    sumamente emera la ilustr la semana pasada el encabezado de

    primera pgina: De Cero a Hroe. El artculo en cuestin sugeraque nuestro Primer Ministro realmente logr salvar el sistema.Fue as como se gan las grandes ovaciones.

    3. La nacionalizacin de la bancarrota capitalista

    La razn por la que se aclam a Brown de ese modo, como a unhroe, ue porque invent una nueva variedad denacionalizacin dela bancarrota capitalista, que poda ser adoptada tranquilamente,con conciencia de libre mercado, tambin por otros pases. Esohizo que hasta George W. Bush se sintiese menos culpable por haberactuado en contra de su proclamado instinto apasionado, cuando

    nacionaliz una enorme porcin de la quiebra capitalista norte-americana de la que un solo tem las obligaciones de las grandescompaas hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac ascenda a5.4trillonesde dlares (es decir, la cantidad requerida para conducir por

    11 aos la guerra de Irak).

    La novedad pragmtica en contraposicin a los dogmas y lapoltica, en palabras deThe Economist de la reciente nacionaliza-cin de la bancarrota capitalista por parte del nuevo laborismo es

    que a los contribuyentes no les tocaabsolutamente nada (en otraspalabras, cero-cero-cero todas las veces que se quiera escribir, hastadiecisiete veces) de las inmensas sumas de dinero invertidas en ha-beres capitalistas racasados, incluidos nuestros bancos britnicos

    nacionalizados en sus dos tercios. Ese tipo de nacionalizacin dela bancarrota capitalista resulta un tanto dierente de las versionesanteriores, instituidas despus de la Segunda Guerra Mundial,cuando la Clusula 4 del Partido Laborista que propugnaba el

    control pblico de los medios de produccin todava ormaba partede su Constitucin. Porque en 1945 los sectores nacionalizados dela economa capitalista en bancarrota ueron transeridos al controlestatal, hasta tanto pudiesen ser engordados de nuevo, gracias a la

    tributacin general, con el propsito de privatizarlos apropiada-mente en el debido momento. Incluso la nacionalizacin en 1971 de

    el monto total de los ttulos, los valores y los depsitos llega

    a 151.8 trillones de dlares. La economa nanciera se ha

    devorado hasta ms de tres veces el tamao de la economa

    real, y crecido de modo especialmente rpido durante las

    ltimas dos dcadas. La brecha es nada menos que de 100

    trillones de dlares. Un analista participante en esa estima-

    cin dijo que apenas alrededor de la mitad del monto, 50

    trillones de dlares, resultan necesarios para la economa

    real. Cincuenta trillones de dlares valen mucho ms de

    5.000 trillones de yens, una cira demasiado grande como

    para que yo la comprenda realmente.12

    Resulta en verdad muy dicil comprender, por no decir justicar,

    como lo hacen nuestros polticos y banqueros deensores a ultranzadel capital, las sumas astronmicas de especulacin parasitaria acu-muladas en una magnitud correspondiente a 500.000 veces la edadde nuestro universo. Si quieren tener otra medida de la magnitud

    involucrada, imagnense nada ms a un desaortunado contador dela poca de Roma, a quien se le pidiese tan slo escribir con tiza ensu pizarrn la cira 5.000 trillones de yens en nmeros romanos.Caera en la desesperacin absoluta. Simplemente no podra hacerlo.

    Y aunque tuviese a su disposicin nmeros arbigos, que no podratenerlos, aun as necesitara nada menos que 17 ce ros tras el nmero5 para escribir la cantidad en cuestin. El problema es, sin embargo,que nuestros polticos y banqueros, bien apertrechados de dinero,

    parecen pensar solamente en los ceros, y no en sus vnculos sustan-

    tivos, cuando presentan esos problemas al consumo pblico. Y esimposible que esa manera de abordarlos uncione indenidamente.Porque se necesita mucho ms que ceros para salir del agujero del

    endeudamiento global a que nos conden el sistema que ahora ellosquieren salvar a toda costa.

    De hecho, la popularidad de reciente data de Gordon Brown tie-ne mucho que ver con ceros en ms de una manera. Su asombrosa

    nueva popularidad que, pensndolo bien, hasta podra resultar

    12. Shii Kazuo enJapan Press Weekly, nmero especial, octubre de 2008, p. 20.

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    tado dinero en tal magnitud para la operacin de rescate requerida

    con ese propsito? Y cules seran las obligadas consecuenciasinfacionarias de repartir las porciones de la operacin de rescate,verdaderamente gigantesca, simplemente imprimiendo la monedarequerida, en ausencia de otras soluciones?

    Ms an, el peligroso estado del sector nanciero no agota, de nin-guna manera, los problemas. Porque, todava ms inmanejablemente,tambin lossectores productivos de la industria capitalista estn enserios problemas, independientemente de lo altamente desarrollados

    y a vorecidos que puedan verse por su posicin competitivamente

    ventajosa en el orden jerrquico global del capital transnacional.Debido a nuestras limitaciones de tiempo, debo restringirme de nuevoa un solo ejemplo, pero muy signicativo. Concierne a la industria

    automotriz de los Estados Unidos, grandemente humillada en losaos recientes, a pesar de todos los subsidios recibidos del Estadocapitalista ms poderoso en el pasado, los que se cuentan por muchosbillones de dlares norteamericanos.

    Permtanme citar un artculo publicado enThe Sunday Times, en1994,acerca de la Ford Corporation y sus antasas globalizadoras.Nuestros distinguidos periodistas de nanzas pintaban de esta manera

    el cuadro color rosa de aquellos das:

    Las multinacionales estn intentando la globalizacin total

    () Denitivamente, se es el beb querido de Trotman,

    dijo una uente estadounidense. l tiene una visin del u-

    turo que dice que para ser un triunador global, la Ford tieneque ser una corporacin realmente global. Segn le dijo

    Trotman a The Sunday Times en octubre de 1993, A medida

    que nos acercamos al prximo siglo y que la competencia

    automotriz se vuelve ms global, la presin para encontrar

    economas de escala se ir haciendo cada vez mayor. Si, en

    lugar de hacer dos motores de 500.000 unidades cada uno,

    puede uno hacer un milln de unidades, entonces los costos

    sern mucho ms bajos. Al nal habr un grupito de jugado-

    res globales, y el resto, o ya no estar all o andar averigun-

    doselas por ah. Trotman y sus colegas concluyeron que la

    la compaa Rolls Royce en quiebra, por parte del Primer Ministro

    conservador Edward Heath, sigui el mismo patrn, admitido abier-tamente, de la nacionalizacin bajo control del Estado. En nuestrosdas, sin embargo, la belleza de la solucin de Gordon Brown esten que elimina la vergenza al multiplicar por muchas veces los

    billones despilarrados que se invierten en la bancarrota capitalista.Sin duda que eso merece a cabalidad su promocin De Cero a H-roe, as como el elevadsimo ttulo de Salvador del Mundo que leconrieron algunos otros peridicos, a cuenta de esa gran modes-

    tia suya de darse por satisecho con un cero absoluto a cambio denuestros y nosus billones generosamente otorgados. Pero puede

    ese tipo de remedio gubernamental ser considerado una solucinpermanente para nuestros problemas, incluso a corto plazo, por no

    mencionar su requerida sustentabilidad a largo plazo? Habra queser tonto para creerlo.

    En verdad, las recientes medidas adoptadas por nuestras auto-ridades polticas y nancieras slo han atendido a un aspecto de

    la crisis actual: la liquidez de los bancos y de las compaas hipo-tecarias y de seguros. Y eso, incluso, en grado muy limitado. Enrealidad, las enormes porciones servidas no representan otra cosaque el pago del depsito nicamente, por as decirlo. Se requerir

    mucho ms tambin en el uturo en ese respecto, como lo siguensubrayando incluso las perturbaciones en desarrollo de las bolsasde valores del mundo.

    Sin embargo, mucho ms all del problema de la liquidez, otra

    dimensin de la crisis nada ms nanciera, atae a la casi catastrcainsolvencia de los bancos y de las compaas de seguros. El hechoqueda en claro una vez que lasobligaciones asumidas especulativa

    e irresponsablemente, mas no por ello menos existentes, han sidotomadas realmente en cuenta. Para darles nada ms un ejemplo, dosde nuestros grandes bancos en Gran Bretaa tienen obligaciones porun monto de 2.4 trillones de dlares cada uno, adquiridas sobre lasuposicin aventurada de que no habran de ser cumplidas nunca.

    Puede el Estado capitalista salir de ador por una obligacin desemejante tamao? Dnde le sera posible al Estado obtener pres-

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    el trato [en cuestin] signica que las compaas abricantes

    de automviles bajo la bendicin de la garanta del go-

    bierno obtendran emprstitos con una tasa de inters de

    alrededor del 5%, y no del 15% que arontaran en el mercado

    abierto en las condiciones presentes.14

    Sin embargo, no hay monto de subsidio de ningn tipo que sepueda considerar lo bastante satisactorio, porque las Tres Grandescompaas la General Motors, la Ford y la Chrysler estn al bordede la quiebra, a pesar del hecho de que el beb soado de Trotsman

    se ha convertido ya en un completo adolescente. As,The Economist

    tiene que admitir que

    Una vez que subsidios como ste empiezan a correr, se hace

    dicil detenerlos. Un reciente estudio del Cato Institute, un

    think-tank de derecha, hall que el gobierno ederal gast

    cerca de 92 billones de dlares subsidiando empresas nada

    ms en 2006. A los agricultores les llegaron solamente 21

    de esos millones; gran parte del resto ue a parar a rmas

    como Boeing, IBM y General Electric, en orma de ayuda para

    crditos de exportacin y varios subsidios de investigacin.

    Las Tres Grandes ya se estn quejando de que les tomar

    demasiado tiempo disponer del dinero [del Estado], y quieren

    que el proceso se acelere. Tambin quieren 25 billones ms,

    posiblemente anexados a la segunda versin de la ley de

    rescate. La lgica de sacar de apuros a Wall Street es que la s

    nanzas lo apuntalan todo. Detroit no puede empezar a hacer

    ese reclamo todava, pero, dados sus xitos en el lobbying,pasar mucho tiempo antes de que las aerolneas aqueja-

    das y los comerciantes minoristas en peligro de quiebra se

    pongan en la cola? 15

    La inmensa expansin especulativa del aventurerismo nanciero,especialmente en las tres o cuatro ltimas dcadas es, por supuesto,

    14. A bail-out that p assed. In the slipstream o Wall Streets woes, the Big Threeland a huge subsidy. The Economist, October 4th, 2008, p. 82.15.Ibid., p. 83.

    globalizacin total es la va para batir a competidores como

    los japoneses, y, en Europa, a la General Motors, la archirrival

    de la Ford, que mantiene una ventaja en los costos sobre la

    Ford. La Ford tambin cree que necesita la globalizacin para

    capitalizar los mercados que estn surgiendo rpidamente

    en el Lejano Oriente y en Amrica Latina. 13

    As, la nica cosa que Alex Trotman el presidente de origeningls de la Ford Corporation para el momento olvid considerar,a pesar de sus impecables habilidades aritmticas para conocer ladierencia entre 500.000 y 1.000.000, ue sta: lo que pasa cuando

    no se puede venderel milln (y muchas veces ms) de motoresde automviles, a pesar de la ventaja en los costos previstos enla compaa y disrutada estratgicamente. En el caso de la FordCorporation, incluso la enorme tasa de explotacin dierencial

    que la compaa pudo imponer en todo el mundo como gigantescacompaa transnacional es decir, pagndoles, por ejemplo, porexactamente el mismo trabajo 25 veces menos a los trabajadoresde la Ford Philippines Corporation, que a su mano de obra en los

    Estados Unidos de Norteamrica incluso esa cuestionable ventaja,no se poda considerar suciente para asegurar una salida de talundamental contradiccin.

    Ante eso nos encontramos hoy da; y no slo en el caso de la FordCorporation tan venida a menos, sino tambin de la General Motors, apesar de su ventaja en los costos, tan proundamente envidiada algunavez hasta por la Ford Corporation de los Estados Unidos.

    Hablando acerca de un trato de reciente institucin, que propor-ciona importantes subsidios por parte del Estado norteamericano a lascompaas automotrices gigantes del pas,The Economist describeas, en uno de sus ltimos nmeros, la ineliz situacin actual de la

    industria automotriz norteamericana:

    13. Ford prepares or global revolution, por Andrew Lorenz y Je Randall, TheSunday Times, 27 demarzo de 1994, Seccin 3, p. 1. Citado de Istvn Mszros,Beyond Capital, Londres, 1995, p. 165. En espaol,Ms all del Capital, p. 189.

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    la impenetrable jungla legislativa que el Estado proporciona alrespecto en el terreno nanciero.

    Laraudulencia, en una gran va riedad de sus ormas practicables,constituye la normalidad del capital. Sus maniestaciones extre-madamente destructivas no quedan en modo alguno restringidasal uncionamiento del complejo militar-industrial. Ahora el papel

    directo del Estado capitalista en el mundo parasitario de las nanzasno slo resulta de importancia undamental, en vista de su mag-nitud absolutamente invasora, como hemos venido a descubrir conimpactante claridad durante estas ltimas semanas, sino adems de

    importancia tambin potencialmente catastrca.El hecho vergonzoso en todo este asunto es que las compaas

    hipotecarias gigantes de los Estados Unidos, como Fannie Mae y

    Freddie Mac, ueron apoyadas de manera corrupta y provistas congenerosidad de garantas altamente rentables pero totalmenteinmerecidas, en primer lugar por parte de lajungla legislativa delEstado norteamericano, as como a travs de los servicios personales

    de la corrupcin poltica impune. Ciertamente, la jungla legislativacada vez ms densa del Estado capitalista resulta ser la legitimadorademocrtica de laraudulencia institucionalizada en nuestras so-ciedades. Los editores y periodistas deThe Economist estn, de hecho,

    bien enterados de las prcticas corruptas gracias a las cuales, en elcaso de las gigantes compaas hipotecarias norteamericanas, stasreciben de su Estado un tratamiento descaradamente preerencial[cito aqu a The Economist]:

    se le permiti a Fannie y Freddie operar con montos de

    capital mnimos. Los dos grupos tenan a nales de 2007 un

    capital bsico (como lo deni su regulador) de 83.2 billo-

    nes de dlares; eso respaldaba una deuda de5.2 trillones de

    dlares y sus garantas, un coeciente de endeudamiento de

    65 a 1. [!!!] Segn CreditSights, un grupo de investigacin,

    Fannie y Freddie ueron contrapartes en transacciones de-

    rivadaspor un valor de 2.3 trillones de dlares, relacionadas

    con susactividades de hedging. No hay manera de que a un

    inseparable de la crisis en proundizacin de las ramas productivasde la industria y los problemas consiguientes que surgen de la granlentitud de la acumulacin de capital (y ciertamente del racaso dela acumulacin) en ese campo productivo de la actividad econmica .Ahora, inevitablemente, la crisis empeora crecientemente tambin

    en el campo de la produccin industrial.

    Naturalmente, la obligada consecuencia de la crisis cada vez msprounda en las ramas productivas de la economa real, como estnempezando a llamarla ahora para contraponer la economa produc-

    tiva al aventurerismo nanciero especulativo, es el crecimiento del

    desempleo en una escala aterradora en todas partes, y la miseriahumana asociada a ste. Esperar que las operaciones de rescate delEstado capitalista les den una solucin eliz a esos problemas sera

    una antasa muy grande.

    se es el contexto en el que nuestros polticos deberan realmentecomenzar a prestarle atencin a la llamada leccin importante de la

    historia, en lugar de servir grandes porcionesde dinero pblicopretendiendo que esa es la leccin de la historia. Porque comoresultado del desarrollo histrico bajo el dominio del capital ensu crisis estructural, hemos llegado hoy al punto en que debemos

    someternos al impacto destructivo de unasimbiosis cada vez peor,entre el marco legislativo estatal de nuestra sociedad y la dimensin,tanto productiva material como nanciera, del orden reproductivosocial establecido.

    Naturalmente, esa relacin simbitica puede ser, y con recuen-

    cia tambin resulta ser as, administrada con prcticas totalmentecorruptas por las personicaciones privilegiadas del capital, tanto enlos negocios como en la poltica. Porque, sin importar lo corruptas

    que pudieran ser esas prcticas, ellas estn en plena sintona con loscontravalores institucionalizados del orden establecido. Y dentrodel marco de la simbiosis prevaleciente entre el campo econmico ylas prcticas polticas dominantes las mismas son absolutamente

    permisibles desde el punto de vista legal, gracias al papel acilitadorsumamente dudoso, y a menudo claramente antidemocrtico, de

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    4. El incumplimiento de los Estados Unidos notiene nada de inconcebible

    El gran problema para el sistema del capital global es, no obstan-te, que el incumplimiento de los Estados Unidos no tiene nada deinconcebible. Por el contrario, es y lo ha sido durante muy largotiempo una certeza que se avecina. Por eso escrib hace muchos

    aos (en 1995, para ser preciso) que:

    En un mundo de extremada inseguridadnanciera no hay

    cosa que le convenga ms a la prctica de apostar sumas

    astronmicas y criminalmente riesgosas en las bolsas de

    valores del mundo presagiando un sismo de magnitud 9

    10 en la escala de Richter nanciera que llamar Se-

    curities Management a las empresas que participan en esa

    apuesta, () En este punto del tiempo no es posible ver

    todava cundo y de qu ormas de las cuales puede darse

    ms de una variedad ms o menos brutal los Estados Unidos

    incumplirn su deuda astronmica. A este respecto, slo

    caben dos certezas. La primera es que la inevitabilidad del

    incumplimiento norteamericano nos aectar proundamente

    a todos en este planeta. Y la segunda, que la preponderante

    posicin de potencia hegemnica de los Estados Unidos se

    seguir haciendo valer en toda orma, para hacer que el resto

    del mundo siga pagando la deuda norteamericana mientras

    est en capacidad de hacerlo.20

    Por supuesto, la condicin agravante hoy da es que el resto

    del mundo incluso con la tan histricamente irnica contribu-cin masiva de China al balance general del Tesoro de los EstadosUnidos est cada vez en menor capacidad de rellenar el agujeronegro, producido en escala siempre creciente por el insaciable ape-

    tito norteamericano por el nanciamiento de las deudas, como lodemuestran las repercusiones globales de la reciente crisis hipotecaria

    20. La presente crisis, citado en la Parte IV deBeyond Capital(publicado en Lon-dres, 1995), pp. 962-3. En espaol,Ms all del Capital, Vadell Hermanos Editores,Caracas, 2001, pp. 111-2.

    banco privado se le permita tener un balance general tan

    altamente apalancado,16 ni calicara para una clasicacin

    de riesgo AAA. () Utilizaban sunanciamiento barato para

    compraractivos de ms alto rendimiento.17

    [An ms] Con tanto en juego, no es de extraar que las

    compaas hayan construido una maquinaria de lobbying

    ormidable. Se le dio empleo a ex polticos . Los crticos

    podan esperar el ltigo por respuesta. Las compaas no

    teman morder las manos que las alimentaban.18

    No temer morder las manos que las alimentaban se reere,

    claro est, al cuerpo legislativo estatal norteamericano. Pero,por qu deberan estar temerosos, si esas compaas gigantesconstituyen unasimbiosis totalcon el estado capitalista? Se trata

    de una relacin que se hace valer corruptamente en trminosdel personal involucrado, mediante el acto decontratar polticosque les sirvan preerencialmente, con un pasmoso coec iente deendeudamiento de 65 a 1 y la asociada clasicacin de riesgoAAA, de acuerdo incluso con la conesin de mal grado de The

    Economist .

    La gravedad de la situacin presente queda subrayada de modocaracterstico por la circunstancia reportada en estas palabras deTheEconomist: los que negocian en el mercado de los credit-deault

    swaps recientemente han hecho susapuestas por lo inconcebible:que Norteamrica podra dejar de cumplir con su deuda.19Natu-ralmente, esos negociantes reaccionan ante los hechos del carcter

    y la gravedad que experimentamos hoy, de la nica orma en quepueden: sacndoles provecho.

    16. Lehman Brothers, uno de los principales bancos privados, tena un coeciente deendeudamiento de 30 a 1. Eso es bastante malo!17. Fannie Mae and Freddie Mac: End o illusions, The Economist, 19-25 de juliode 2008, p. 84.18. A brie amily history: Toxic Fudge, The Economist, 19-25 de julio de 2008, p. 84.19. Fannie Mae and Freddie Mac: End o illusions. The Economist, 19-25 de juliode 2008, p. 85.

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    de nuestros problemas cada vez ms serios no es el rostro inaceptable

    del capitalismo no reglamentado, sino suesencia destructiva. Es esaesencia atropelladora la quetiene queresistir y anulartodos los esuer-zos que apunten a restringir aunque sea mnimamente al sistema delcapital, como en verdad lo logr hacer realmente tambin al metamor-

    osear al viejo laborismo socialdemcrata en el nuevo laborismoneoliberal. En consecuencia, la antasa renovada peridicamente dereglamentar el capitalismo de manera estructuralmente signicativaslo puede equivaler a tratar de echarle el lazo al viento.

    Pero la ltima cosa que necesitamos hoy da es seguirle echando

    el lazo al viento, cuando tenemos que encarar la gravedad de lacri-sis estructuraldel capital, lo cual exige la institucin de uncambiosistmico radical. Resulta sumamente revelador acerca del carcter

    incorregible del sistema del capital el que incluso en una poca comosta, cuando la inmensa magnitud de la crisis en desenvolvimientoya no puede seguir siendo negada ni siquiera por los ms devotosapologistas ex ocio del sistema una crisis descrita hace pocos

    das, nada menos que por una gura como el director encargadodel Banco de Inglaterra, como la mayor de las crisis econmicas detoda la historia de la humanidad no sea posible contemplar nada,por no mencionar hacer algo, que pueda cambiar los deectos unda-

    mentales de un orden reproductivo social cada vez ms destructivo,por parte de quienes controlan las palancas econmicas y polticasde nuestra sociedad.

    En contraste con la reciente ilustracin de su propio encargado,

    el Director del Banco de Inglaterra, Mervyn King, no tena ningunaclase de reservas acerca de la solidez del tan apreciado sistema delcapital, ni tena la ms leve anticipacin de una crisis por llegar,cuando puso por los cielos con sus elogios al libro apologtico del

    capital de Martin Wol, con su ttulo autocomplaciente y perentoria-mente asertivo:Por qu la globalizacin unciona. King llam a eselibro una crtica intelectual devastadora de quienes se oponen a laglobalizacin, y una visincivilizada, sabia y optimista de nuestro

    y bancaria en ese pas. Tal circunstancia nos acerca mucho ms al

    obligado incumplimiento de los Estados Unidos, en alguna de susvariedades ms o menos brutales.

    La verdad de este punto inquietante es que no hay salida de estascontradicciones denitivamente suicidas, inseparables delimperativo

    de la expansin sin n del capital, sin que importen las consecuen-

    cias a la que se le conunde arbitraria y misticadoramente conel crecimiento como tal sin cambiar radicalmente nuestro modode reproduccin metablica social, adoptando las tan necesitadas

    prcticas responsables y racionales de la nica economa viable,21

    orientada por la necesidad humana, en lugar del lucro alienante,deshumanizador y degradante.

    Es aqu donde el abrumador impedimento de las interdetermina-ciones al servicio de s mismas del capital tiene que ser enrentado,sin importar cun dicil pueda resultar bajo las condiciones prevale-cientes. Porque la adopcin absolutamente necesaria y el desarrollo

    uturo apropiado de la nica economa viable es inconcebible sin latransormacin radical del propio orden socioeconmico y polticoestablecido.

    Gordon Brown maniest recientemente su desaprobacin delcapitalismo desenrenado, a nombre de una regulacinque dejtotalmente sin especicar. Ustedes podrn recordar que Gorbachovtambin quera un tipo de capitalismo regulado, bajo el nombre desocialismo de mercado, y tambin deben saber lo que le sucedi a

    l y a su grotesca ensoacin. Por otra parte, hace mucho tiempo que

    la expresin para el mismo pecado de capitalismo desenrenado delPrimer Ministro conservador ingls, Edward Heath, era el rostroinaceptable del capitalismo. Pero el capitalismo desenrenado, a

    pesar de su rostro inaceptable, continu siendo durante todas estasdcadas no solamente aceptable sino que en el transcurso de sudesarrollo posterior se volvi mucho peor. Porque la base de origen

    21. Ver al respecto: Crecimiento cualitativo en la utilizacin: la nica economaviable, Seccin 9.5 de mi libro,El desao y la carga del tiempo histrico , VadellHermanos Editores / CLACSO, Caracas, 2008, pp 271-91.

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    En ese sentido, los intentos recientes de contrarrestar los snto-

    mas de la crisis, que se intensican mediante la nacionalizacin cni-camente camufada de las magnitudes astronmicas de la bancarrotacapitalista, gracias a recursos del Estado an por inventar, no hacenms que realzar las determinaciones causales antagnicas hondamen-

    te arraigadas de la destructividad del sistema del capital. Porque lo queest undamentalmente en juego hoy no es simplemente una crisisnanciera masiva, sino la potencial autodestruccin de la humanidaden esta coyuntura del desarrollo histrico, tanto militarmente como

    mediante la destruccin en marcha de la naturaleza.

    A pesar de la manipulacin concertada de las tasas de inters y lasrecientes Cumbres inoperantes de los pases capitalistas dominantes,nada perdurable se ha logrado sirviendo gigantescas porciones de

    dinero en el agujero sin ondo del mercado nanciero global des-plomado. La respuesta global amplia a la brecha de conanzailusamente proyectada porThe Economisty sus amos, pertenece almundo de la (no tan pura) antasa. Porque uno de los ms grandes

    racasos histricos del capital, como modo de control metablicosocial establecido durante largo tiempo, es el prolongado dominiode los EstadosNacin ms agresivos, y la imposibilidad de instituirelEstado del sistema del capital como talsobre la base de los anta-

    gonismos estructuralmente aanzados de ese sistema.

    Imaginar que, dentro del marco de esas determinaciones causalesantagnicas, se pudiese hallar una solucin permanente armoniosa

    para la crisis estructural cada vez ms prounda de un orden de

    produccin e intercambio absolutamente inicuo hoy involucradoen la produccin de incluso una crisis alimentaria global, comoculminacin de todas sus otras contradicciones fagrantes, incluida

    la destruccin cada vez mayor de la naturaleza sin intentar siquieraremediar sus atroces iniquidades, constituye el peor tipo de ideasantasiosas, bordeando la total irracionalidad. Porque, en contra-diccin consigo misma, quiere conservar el orden existente a pesarde sus iniquidades y antagonismos obligadamente explosivos. Y la

    llamada integracin jurisdiccional de los demasiados Estados bajounos pocos autodesignados, o uno solo, como lo propugnan algunos

    uturo econmico y poltico.22 Ahora, sin embargo, todo el mundo seve obligado a tener al menos alguna preocupacin por la naturaleza

    real y las obligadas consecuencias destructivas de la globalizacin

    capitalista, dogmticamente aclamada.

    Naturalmente, mi propia actitud para con el libro de Wol eramuy dierente de la de Mervyn King y otros que comparten los mis-

    mos intereses creados. En el momento de su publicacin, en 2004,coment que

    el autor, que es el principal comentarista econmico del

    Finan cial Times de Londres, olvida hacer la pregunta

    realmente importante:para quin unciona? (si es que lo

    hace). Ciertamente unciona, por los momentos, y no tan

    bien que digamos, para quienes toman las decisiones del

    capital transnacional, pero no para la inmensa mayora de

    la humanidad, que debe surir las consecuencias. Y ninguna

    cantidad de la integracin jurisdiccionalpropugnada por el

    autor para decirlo sin rodeos, el estricto control directo de

    los deplorados demasiados Estados por parte de un pequeo

    grupo de potencias imperialistas, en especial la ms grande de

    ellas va a remediar la situacin. En realidad, la globalizacin

    capitalista no unciona ni puede uncionar. Porque no puede

    superar las contradicciones y los antagonismos inconcilia-

    bles, maniestos a travs de la crisis estructural global del

    sistema. La globalizacin capitalista en s misma constituye

    la maniestacin contradictoria de esa crisis, y trata de

    trastrocar la relacin causa/eecto en un vano intento por

    remediar algunos eectos negativos mediante otros eectosproyectados ilusamenteporque es incapaz estructuralmente

    de abordar sus causas.23

    22. Nota de respaldo de Mervyn King, en la contraportada del libro de Martin Wol,Why Globalization Works, Yale University Press, 2004.23. En Education Beyond Capital, conerencia de apertura dictada en elFrum

    Mundial de Educao, Porto Allegre, 28 de julio de 2004. Reeditado en espaol enLaeducacin ms all del capital,Siglo Veintiuno Editores /ClaCsoCoediCiones, BuenosAires, 2008. Ver tambin el captulo: Why Capitalist Globalization Cannot Work? enmi libro, The Challenge and Burden o Historical Time, Monthly Review Press, New

    York, 2008, pp. 380-398; edicin en espaol:El desao y la carga del tiempo histri-co, Vadell Hermanos Editores /ClaCso CoediCines, Caracas, 2008, pp. 371-389.

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    II

    La crisis actual24

    24. Escrito en agosto de 1987, publicado en la revista brasilea Ensaio, N 17-18,nmero especial, 1989, pp.159-71.

    connotados apologistas del capital, solamente puede sugerir la per-

    manencia igualmente contradictoria en s misma de la dominacinimperialista global potencialmente suicida.

    Es por eso que Marx tiene hoy mayor pertinencia que nunca.Porque slo un cambio sistmico radical puede orecer una esperanza

    y una solucin histricamente sustentables para el uturo.

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    Admisiones sorprendentes1.

    Como punto de partida, veamos tres declaraciones recientes,bastante sorprendentes, hechas por algunas guras pblicas inglesas

    bien conocidas. La primera armaba que:

    estamos al borde de una crisis econmica una crisis con con-

    secuencias econmicas y polticas que apenas comenzamos

    a percibir. [Estamos ante] la declinacin continua y a raz

    de ella, la decadencia social y poltica, y quiz hasta la lucha

    por la supervivencia de la democracia misma. 25

    La segunda haca la advertencia de que la inmensa cantidad dedinero que los Estados Unidos gastan anualmente en deensa creaba

    grandes problemas, y aada que:

    Es gastado mayormente dentro de un mercado, que es quizs

    el mercado ms protegido de la alianza por las regulaciones

    de la transerencia de tecnologa, por las leyes proteccionistas

    norteamericanas, por los controles extraterritoriales... coor-

    dinado a travs del Pentgono y protegido por el Congreso.

    Se le canaliza hacia las compaas de mayor tamao y msricas de la tierra. No se le puede hacer resistencia y si no

    se le controla ... ir comprando un sector tras otro de las

    tecnologas ms avanzadas del mundo. .. La manera como

    ha sido manejada la reconstruccin de la Westland PLC ha

    abierto proundas interrogantes acerca de los logros en la

    deensa y el uturo de Inglaterra como pas tecnolgicamente

    avanzado.26

    25. Computer Weekly, 19 de diciembre de 1985.26. Declaracin de renuncia de Michael Heseltine, 9 de enero de 1986.

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    deensa prohibitivamente costosos y corruptamente sobrepreciados

    haban sido deendidos con gran entusiasmo por muchos y apro-bados por Parlamentos y gobiernos en el pasado haba resultado noser ms que un mero desage.28

    Ciertamente, la situacin general es en realidad mucho ms

    grave de lo que podra sugerir por s misma la no materializacinde los prometidos benecios tecnolgicos colaterales del derrochemilitar. Hace casi dos dcadas argumentaba yo que el necesario re-sultado de las intervenciones del Estado independientemente de lo

    generosos que pudiesen ser sus ondos al servicio de la expansin

    del capital estaba destinado a ser:

    no slo el crecimiento canceroso de las ramas no producti-

    vas de la industria dentro del mar co total de la producci n

    del capital sino lo que es de igual importancia tambin la

    grave distorsin de toda la estructura de la contabilidad de

    costos capitalista bajo el impacto de los contratos llevados

    a cabo con la justicacin ideolgica de que son vitales

    para el inters nacional. Y como el capitalismo actual

    constituye un sist ema estrechamente intervinculado,

    los devastadores resultados de esa distorsin estructural

    pasan al primer plano en numerosos campos y ramas de

    la industria, no tan slo en la directamente involucrada

    en la ejecucin de los contratos de deensa. Los hechos

    bien conocidos de que los costos estimados por lo general

    experimentan escaladas desenrenadas, y que los comits

    designados por el gobierno para vigilarlos no dan resultado

    (es decir, un resultado que no sea el encubrimiento delas operaciones pasadas, aunado a la generosa justica-

    cin de los gastos uturos), hallan su explicacin en las

    necesidades inmanentes de esa estructura cambiada de la

    produccin y contabilidad capitalista, con implicaciones

    sumamente graves para el uturo.29

    28. Citado en Mary Kaldor, Towards a High-Tech Europe?, New Socialist , N 35,ebrero de 1986, p.10.29. Mszros, The Necessity o Social Control, p. 50.

    La tercera declaracin no era menos dramtica. Con reerencia

    a la llamada Iniciativa de la Deensa Estratgica (IDE), protestabaen contra de las implicaciones negativas de la IDE para la industriainglesa, declarando que:

    Nos estn tentando con migajas. Europa debera tener cuida-

    do de que la participacin en el programa de investigacin de

    Guerra de las Galaxias norteamericano no vaya a constituirse

    en un caballo de Troya.27

    Lo que resulta sorprendente en todo esto no es que se hayan

    hecho tales declaraciones, sino las anidades sociales y polticas dela gente que las hizo. Porque la primera advertencia provena deSir Edwin Nixon, Presidente de IBM en el Reino Unido. Ni tampoco

    la segunda admonicin ue pronunciada por ningn ogoso revo-lucionario, o siquiera por alguien comprometido con la causa dela izquierda blanda. Por el contrario, la hizo nada menos que elantiguo Secretario de Estado para la Deensa en Inglaterra, Michael

    Heseltine, del Partido Conservador, en un intento por explicar porqu tuvo que dimitir y crear un gran escndalo poltico por causade la pretendida neutralidad (y el apoyo real) del gobierno hacialas corporaciones transnacionales norteamericanas en contra del

    Consorcio Europeo. Y, nalmente, la tercera declaracin provena dePaddy Ashdown, miembro liberal del Parlamento por Yeovil: el mismohombre que deendi a viva voz la exitosa adquisicin por parte delos norteamericanos de la compaa de helicpteros Westland, contra

    la cual protest Heseltine.El asunto radica en que el capitalismo est experimentando hoy

    da una prounda crisis que ya no podra continuar siendo negada nisiquiera por sus propios voceros y beneciarios. Y tampoco cabra

    imaginar que el capital norteamericano se vea menos aectado porella que Inglaterra y Europa. El Vicepresidente de Investigaciones deIBM arm recientemente, con un uerte toque irnico, que el tanproetizadodespegue tecnolgicoen cuyo nombre los contratos de

    27. Computer Weekly, 13 de junio de 1985.

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    En otras palabras, la intervencin directa del Estado en el pro-

    ceso de reproduccin capitalista en denitiva yerra el tiro en variasdirecciones y constrie el curso del desarrollo econmico civil enmucho ms que en sus normas polticas/administrativas de carcterreservado. Produce, adems, grandes problemas en trminos econ-

    micos tangibles al generar especicaciones tcnicas absurdas (porejemplo, la poceta a prueba de explosiones nucleares que sobrevivea la incineracin de su usuario) y las correspondientes prcticas pro-ductivas/tcnicas comercialmente intiles. Al mismo tiempo, se nos

    conronta tambin con la extremada tecnologizacin de la cienciaque le pone una camisa de uerza a sus potencialidades creadoras,

    incluso en trminos de consumo econmico estrictamente capi-talistas, al ponerla al servicio de propsitos militares enteramente

    desperdiciadores.

    2. La armacin de la hegemona de los EstadosUnidos

    Las consecuencias negativas de ese empeoramiento de la compe-titividad son ineludibles. Resultan ya notorias en la intensicacin

    de las contradicciones presentes en las relaciones comerciales in-ternacionales y en las medidas adoptadas por el ms poderoso de lospases capitalistas para rearmar de un modo abiertamente agresivo,la dominacin por largo tiempo indesaada de los Estados Unidos

    dentro de la alianza occidental. Para mostrarlo, basta poner algunosejemplos de especial importancia:

    2.1. Extraterritorialidad

    Este tema sali a la luz en los debates en el Parlamento inglsdurante el verano de 1985. Como aectaba a varios sectores del capitalbritnico, poda ser abordado desde todos los matices del espectro de

    la opinin parlamentaria.

    El representante liberal Paddy Ashdown sostuvo que los inten-tos de los Estados Unidos por controlar la exportacin de sistemas

    Reportes recientes han conrmado ampliamente que en lugar de

    la tan promocionada bonanza comercial generada tecnolgicamente,lo que ha resultado de la distorsin con orientacin hacia lo militarde la contabilidad de costos capitalista tanto en Europa como enlos Estados Unidos, es un signicativo empeoramiento de la com-

    petitividad. Porque a medida en que la tecnologa militar se ha idovolviendo cada vez ms compleja, costosa, ingeniosa y secreta, se haido apartando de posibles aplicaciones civiles.30

    En conormidad, entre las principales desventajas que recalca un

    reporte reciente sobre la Investigacin y Desarrollo de la Tecnologa

    de la Inormacin (emitido por el Despacho de Evaluacin Tecnol-gica del Congreso de los Estados Unidos) encontramos: clasica-ciones de secretos de seguridad que tienden a desacelerar el avance

    tecnolgico; especicaciones tcnicas rgidas para adquisicionesmilitares que tienen limitada utilidad para aplicaciones comercia-les, y el consumo para propsitos militares de recursos cientcosy tcnicos limitados y valiosos, que pueden inhibir los desarrollos

    comerciales.31

    30. Mary Kaldor,Ibid. La autora da algunos ejemplos reveladores en su artculo:Resulta interesante observar las industrias elctricas, porque ese sector tiene mer-cados militares y comerciales. Es posible, por ejemplo, comparar la cuota de I&D[Investigacin y Desarrollo] (predominantemente relacionadas con la deensa, exceptoen Alemania) en las industrias elctricas en su conjunto, y la competitividad en ma-quinaria de ocina y computadoras, componentes electrnicos y maquinaria elctrica.

    Aparte de la maquinaria de ocina y las computadoras, donde el mercado militar de

    grandes dimensiones convierte en competitivo a los Estados Unidos, la relacin inversaentre I&D en deensa y competitividad es muy marcada. Otro ejemplo interesantees el de los productos qumicos. El nico sector de alta tecnologa en el que el ReinoUnido es muy competitivo, como lo dene la OCDE, es el de drogas y medicinas. staes un rea donde la I&D militar y su infuencia resulta insignicante.La preocupacin por la declinante competitividad en la abricacin ha promovido unaserie de inormes ociales tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. En Ingla-terra, dos inormes uno de la Comisin Designada para la Ciencia y la Tecnologa dela Cmara de los Lores, el otro de Sir Ieuan Maddocks, por la comisin del Consejo deDesarrollo Econmico Nacional argumentaban que el alto nivel d e I&D en la deensaconstituye una razn de peso para la incapacidad de Inglaterra de explotar la ciencia

    y la tecnologa de una manera lo sucientemente eectiva como para incrementar lacompetitividad de la abricacin inglesa.Ibid., p. 11.31.Ibid

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    2.2.La ventaja industrial del secreto militar

    En este particular resaltan dos aspectos. El primero tiene que vercon la imposicin, bajo la organizacin del COCOM donde imperael halcn del Pentgono Richard Pearl de severas restriccionesa pases de Europa Occidental, con claras ventajas para las rmas

    estadounidenses.

    El segundo sali a la luz ms recientemente, en conexin con lallamada Iniciativa de Deensa Estratgica (IDE). Muchos cientcosy expertos en computacin ingleses protestaron contra la iniciativa

    en su totalidad y la manera cmo la manejaba el gobierno. Richard

    Ennals, del Imperial College, anterior director de investigaciones delproyecto Alvey (bautizado en honor al autor de un inorme patroci-nado por el gobierno), ue el primer cientco ingls en ventilar el

    asunto: La IDE est absorbiendo tecnologa inglesa para la explota-cin industrial estadounidense.34As, no result muy sorprendenteque su libro en el que desarrollaba sus crticas in extenso uesedescartado antes de su publicacin por sus propios editores. (No es

    dicil adivinar la procedencia de la presin para suprimirlo).

    Ms an, la actitud hacia el IDE ue materia de seria preocupacinen algunos crculos gubernamentales europeos. Se ha reportadoque:

    La Comisin Europea le est advirtiendo a los gobiernos

    del Mercado Comn que la participacin europea en los

    programas de Guerra de las Galaxias norteamericanos

    podra resultar daina para la salud de los programas deinvestigacin paneuropeos, como el Esprit, y los programas

    locales, como el Alvey. La Comisin le ha enviado una carta

    condencial a los 10 gobiernos miembros con antelacin a

    la cumbre del Mercado Comn en Miln pautada para ms

    tarde este mes, con la advertencia de que la participacin en

    resultan bien ilustradas por el ttulo mismo de este editorial. Como si las acciones dela administracin norteamericana pudiesen ser separadas de, y contrapuestas a losintereses del comercio norteamericano.34.Ibid., 16 de enero de 1986.

    de alta tecnologa podran destruir la industria de la computacin

    inglesa. Sostuvo tambin que la Ordenanza de Control de Exporta-cin de Artculos de los Estados Unidos introducira una serie derestricciones a la exportacin potencialmente atales, impuestas ainstancias del Pentgono y sin adecuad