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UNIVERSITÀ DEGLI STUDI DI SALERNO - ITALIA - UNIVERSIDAD
CATÓLICA DE COLOMBIA
“Israel y Palestina: Entre la existencia y la resistencia”
TESIS DE MAESTRÍA
Presentada por:
Juan Carlos Caita Moreno
Dirigida por:
Dra. Carmen Scocozza
Bogotá, D.C., 23 de Junio de 2016
2
3
Dedicatoria
* En justa retribución, agradecimiento y obediencia, dedico la presente Tesis de Maestría a
mi pequeño hijo Yohanán Itzyak, pues Hashem me bendijo aquél 11 de mayo de 2015.
Gracias porque trajiste todo el amor y la felicidad a mi hogar, mi más preciado tesoro.
* A mi amada esposa Ruth (Mahanaim), mujer virtuosa, por su incansable amor, esmero y
dedicación. “Un hombre puede ser pobre en términos de posesiones materiales, pero si
Hashem lo ha bendecido con una buena mujer, no se sentirá carente de nada” (Menorat
HaMeor).
* A mi querida madre Susana, por haberme dado la vida, por su amor, comprensión y
paciencia.
4
Agradecimientos
Mis más sinceros agradecimientos a:
El Eterno de Israel: Hashem Avinu Melejam lagim.
* Mi Directora de tesis: Dra. Carmen Scocozza, gracias por su valiosa orientación y amistad,
sus indicaciones y consejos supieron darle a nuestra tesis no solo la rigurosidad científica del
caso, sino también, la mayor imparcialidad y objetividad posible.
Los docentes que dejaron huella en mí:
* Dr. Antonio Scocozza, orgullo del pueblo napolitano, la ringrazio molto per i suoi
insegnamenti, gracias por comprender y defender a ultranza el verdadero significado de la
Shoah. Jamás había escuchado hablar a alguien no judío con tal respeto, reverencia y pasión
frente a la mayor atrocidad de la humanidad cometida en contra del Pueblo Judío.
* Dra. Lucia Picarella, siempre dispuesta a ayudar, siempre elegante y alegre, gracias porque
el esfuerzo académico fue grande y exigente.
* Dr. Víctor Rafael Martín Fiorino, el filósofo de la negociación, gracias por permitirme
concebir de manera distinta el concepto de conflicto, a su lado aprendí la práctica noción
aristotélica de “frónesis”.
…la pace sia con tutti in nome di Hashem….
5
“El antisemitismo es un espejo donde se reflejan los defectos
de los individuos, de las estructuras sociales y de los
sistemas estatales. Dime de qué acusas a un judío y te diré
de qué eres culpable”.
(Vasili Grossman: Periodista, escritor y corresponsal de
guerra ruso).
“La paz llegará, cuando los árabes amen a sus hijos más de
lo que nos odian a nosotros”.
"Nosotros los judíos tenemos un arma secreta en nuestra
lucha contra los árabes; no tenemos otro lugar a donde ir.”
(Golda Meir: Política, diplomática y estadista israelí).
“Israel no fue creado con el fin de desaparecer -Israel
perdurará y florecerá. Es el hijo de la esperanza y el hogar
de los valientes. No puede ser roto por la adversidad, ni
desmoralizado por el éxito. Lleva el escudo de la democracia
y la honra de la espada de la libertad”.
(John Fitzgerald Kennedy: Trigésimo quinto presidente de
los Estados Unidos).
6
Tabla de contenido
Portada
Dedicatoria
Agradecimientos
Frases alusivas
Introducción 9
Capítulo I 13
1. Diseño metodológico 13
1.1. Tipo de investigación 13
1.2. Contexto de investigación 13
1.3. Instrumentos de investigación 13
1.4. Proceso de análisis de la información 15
1.5. Variables de análisis 15
1.6. Fases de investigación 17
Capítulo II 18
2. Orígenes, causas y efectos del conflicto entre Israel y Palestina 18
2.1. Orígenes del conflicto 19
2.2. Sionismo judío 25
2.3. Nacionalismo árabe 30
7
2.4. Efectos y consecuencias 32
2.5. El terrorismo como efecto central del conflicto 35
2.6. Cinco Aspectos que condicionan los efectos del conflicto 39
Capítulo III 47
3. La narrativa israelí versus la narrativa palestina 47
3.1 El nacionalismo dentro del conflicto 47
3.2. La izquierda y la derecha en Palestina 47
3.3. La intervención internacional en el desarrollo del conflicto 48
3.4. Fraccionamiento y medios de ataque entre los bandos 55
3.5. Posibles salidas al conflicto 55
Capítulo IV 58
4. Sionismo y Estado judío 58
4.1. Orígenes del sionismo 58
4.2. Generalidades del sionismo judío 60
4.3. Objetivos del sionismo 67
4.4. Concepción actual del sionismo en el mundo 79
Capítulo V 79
5. Geopolítica y geoestrategia de Israel y participación de Estados Unidos 79
5.1. Las fronteras del Estado de Israel 80
5.2. Los recursos naturales 83
5.3. La Franja de Gaza 86
8
5.4. El terrorismo como medio para mantener la hegemonía en la región 88
5.5. El papel de Israel en el contexto actual de inseguridad en la región 89
5.6. Relación entre Estados Unidos e Israel 90
Capítulo VI 99
6. Resurgimiento y auge del antisemitismo mundial 99
6.1. Tipología e historia del antisemitismo 100
6.2. El antiisraelismo: la nueva cara del antisemitismo 103
6.3. Posibles soluciones al conflicto 116
Conclusiones 125
Bibliografía 129
9
Índice de tablas
Tabla 1. Variables de investigación .................................................................................... 15
Tabla 2. Fases y descripción ............................................................................................... 17
Tabla 3. Percepciones en torno a las fronteras de Israel ..................................................... 87
10
Introducción
El conflicto entre Israel y Palestina se caracteriza por sus múltiples dimensiones, sus
justificaciones morales y éticas y sus componentes de tipo religioso, social, económico y
geopolítico, que en conjunto han establecido las bases de una larga guerra en la que se utilizan
sistemáticamente diferentes formas para hacer daño y debilitar al enemigo.
En este conflicto, existen dos movimientos nacionales que han construido su historia a partir
de sus propias vivencias, de su lógica interna y de sus valoraciones sociales y religiosas sobre
la vida y el territorio. Estas historias se encuentran entrelazadas en el conflicto, hasta el punto
en que hoy en día son inseparables y definen la trama de una guerra que pareciera no tener
final.
La guerra entre Israel y Palestina se considera como uno de los conflictos más complejos,
largos y devastadores que han existido a escala mundial. Desde sus comienzos, hace más de
seis décadas, se ha convertido en la disputa más emblemática de Oriente Medio y ha generado
frecuentes episodios de violencia en la región.
Las dinámicas de la disputa por un territorio se han caracterizado por una enorme
complejidad, en la que frecuentemente cambian y se modifican las fronteras y se establecen
zonas de autonomía ilimitada. En los ámbitos político e internacional se han hecho intentos
que en vano han tratado de alcanzar la paz entre ambos pueblos y se han promovido
conferencias y fechas para establecer nuevos acuerdos que nunca se concretan ante las
emergencias de la guerra y del terror.
Sin duda alguna, las dificultades para terminar el conflicto se derivan de la multiplicidad de
factores que lo caracterizan y de la variedad de componentes etnológicos y etiológicos que
han suscitado diferencias irreconciliables entre los pueblos, ante las cuales ha resultado muy
difícil encontrar soluciones.
Particularmente, uno de los fenómenos que ha caracterizado el origen y el desarrollo del
conflicto entre Israel y Palestina es la fuerte defensa del sionismo, por parte del Estado de
Israel, como un movimiento político que propugna por fundar y establecer un Estado propio,
11
legítimo y soberano para los judíos, en contra de un creciente desarrollo del antisionismo del
pueblo palestino.
En el antisionismo se recogen los principios de antiguos modelos históricos antisemitas,
basados en la segregación y en la discriminación, que se incluyen en las dinámicas propias
de la guerra y forjan un rechazo mundial hacia los objetivos políticos e ideológicos de Israel,
marcado por un fuerte sentimiento racista.
Por tanto, el fenómeno del antisemitismo, justificado en contra del desarrollo de los
principios sionistas en Israel, es clave en el análisis de las causas, la etnología y la etiología
del conflicto entre Israel y Palestina. Es importante examinar las fuentes que han dado origen
a los sentimientos antisemitas en contra de la ideología israelí y que se han extendido y
popularizado internacionalmente, propagando la idea de que el origen del conflicto es el
pueblo Israel, debido a sus pretensiones imperialistas y dominantes que deslegitiman, en
suma, la intención primordial de formar un Estado judío libre, autónomo y soberano.
De acuerdo con la problemática planteada, el objetivo central de la investigación es analizar
el contenido etnológico y etiológico del conflicto entre Palestina e Israel y determinar las
causas y las razones de una disputa que sigue teniendo grandes repercusiones internacionales,
mediante una perspectiva en la que se incluyan los aspectos relacionados con la raza, la
tradición, la religión y la historia.
Para ello, es preciso analizar si las acciones de defensa desplegadas por Israel en contra de
Palestina son desproporcionadas y examinar las razones y argumentos internacionales, que
han desencadenado y creado un rechazo general a la causa de Israel, sentimientos que han
rebasado el límite de la incompatibilidad ideológica y política y que se han convertido en una
nueva expresión histórica del racismo y del antisemitismo.
Igualmente, se tendrá en cuenta la noción según la cual el sionismo no es una ideología que
responda de manera adecuada a las pretensiones ideológicas y religiosas del judaísmo, para
determinar de esta manera las diferencias entre el antisionismo y el antisemitismo, cuyo
12
análisis permitirá comprender de una manera más adecuada los fundamentos y el desarrollo
del conflicto, así como las razones que tiene Palestina para atacar al pueblo israelí.
Para cumplir con el objetivo de la investigación, se debe caracterizar la historia del conflicto
entre Israel y Palestina, precisar sus orígenes, principios, etnología y etiología. También es
relevante analizar los esfuerzos, políticas e ideologías que Israel ha promovido en cada una
de las guerras libradas contra Palestina y determinar si existe algún escenario político y social
en el que ambas naciones tengan la posibilidad de coexistir pacíficamente.
Por medio de este análisis, finalmente, es posible examinar la ponderación entre el derecho
legítimo de Israel a defenderse y una eventual desproporción en las acciones de defensa
desarrolladas contra Palestina.
El estudio se divide en seis capítulos. En el primero se presenta la metodología y el proceso
que se utiliza para obtener y analizar la información, a partir de una detallada y cuidadosa
revisión de literatura. En el segundo se analizan las causas, orígenes y efectos del conflicto
árabe-israelí, para ofrecer un panorama completo que permita contextualizar las
problemáticas en torno a la guerra. Posteriormente, en el tercer capítulo se examinan las
motivaciones de las causas israelí y palestina, teniendo en cuenta la percepción de la
comunidad internacional. Adicionalmente, se examina el sionismo judío como elemento
fundamental del conflicto, teniendo en cuenta sus orígenes, preceptos y las críticas que ha
recibido a lo largo de los años. En el cuarto capítulo se realiza el mismo análisis con el
nacionalismo árabe, que ha entrado en pugna con el sionismo judío, en medio de una lucha
impregnada de elementos religiosos, políticos y culturales que en gran medida sirven para
explicar las dimensiones y dinámicas del conflicto.
En el quinto capítulo se hace un análisis sobre la geopolítica de la guerra, teniendo en cuenta
que, en última instancia, los actores disputan un territorio en concreto, que ambos se
atribuyen como propio. En relación con la geopolítica, también se examina la relación de
Estados Unidos con Israel, que también ha sido determinante para el desarrollo de los eventos
más recientes en este sentido. Finalmente, en el sexto capítulo se elabora y se argumenta la
hipótesis central del estudio, según la cual el antisemitismo es un componente clave que
13
impide llegar a una salida negociada para la paz, en la medida en que es un sentimiento lleno
de prejuicios, rencores y odios hacia el pueblo judío y la causa israelí, que trata de impedirle
a toda costa la conformación de un Estado libre y soberano en Israel.
14
Capítulo I
1. Diseño metodológico
1.1. Tipo de investigación
La investigación se define como un estudio documental, de tipo cualitativo, con enfoque
descriptivo, involucrando métodos de recolección de datos. El objetivo principal, desde el
punto de vista metodológico, es desarrollar un análisis, a partir de unos instrumentos
concretos y de una investigación teórica previa, en torno al conflicto entre Israel y Palestina,
establecer sus orígenes, causas, etnología, etiología y analizar los esfuerzos, políticas e
ideologías que Israel ha promovido en cada una de las guerras libradas contra Palestina.
1.2. Contexto de investigación
El estudio documental se enfoca en analizar el contenido etnológico y etiológico del conflicto
entre Palestina e Israel, determinando las causas y las razones de un conflicto que sigue
teniendo grandes repercusiones internacionales, mediante una perspectiva que incluya los
aspectos relacionados con la raza, la tradición, la religión y la historia.
El largo conflicto entre las dos naciones se ha caracterizado por una enorme complejidad, en
la que frecuentemente cambian y se modifican las fronteras, se establecen zonas de
autonomía ilimitada, se hacen intentos políticos e internacionales que en vano tratan de
alcanzar la paz y se definen conferencias y fechas para establecer nuevos acuerdos que nunca
se concretan ante las emergencias de la guerra y del terror.
1.3. Instrumentos de investigación
Un estudio documental debe realizarse de manera sistemática, por medio del registro de la
información y de las fuentes consultadas. En este sentido, las fuentes primarias para obtener
la información son estudios teóricos en los que se analizan las casusas y el desarrollo del
conflicto entre Palestina e Israel, con el fin de examinar la ponderación entre el derecho
15
legítimo de Israel a defenderse y una eventual desproporción en las acciones de defensa
desarrolladas contra Palestina.
1.4. Proceso de análisis de la información
Para cumplir con los objetivos de la investigación, se siguen algunos puntos que facilitan la
organización del estudio. Se realiza un seguimiento teórico que orienta los intereses y permite
la adquisición de conocimientos básicos y facilita la construcción de objetivos y categorías
que enfocarán el desarrollo del estudio. Luego se consultan estructuras, contenidos y
tendencias de referencias existentes que aportan y mejoran el contenido de la investigación,
con el fin de analizar las causas y las razones del conflicto entre Palestina e Israel, en los
campos histórico y conceptual.
Posteriormente, se define el instrumento que se va a utilizar, que consiste en una ficha de
recolección de datos, en la que se registra la información bibliográfica de cada referencia
consultada. Una vez se cuente con el registro sistematizado de las fuentes de información, se
procede a realizar el análisis del contenido y a presentar los resultados del estudio
documental, de acuerdo con los objetivos y con las variables de análisis que se definen a
continuación.
1.5. Variables de análisis
A continuación, en la tabla No. 1 se muestran las variables de análisis de la investigación,
con su respectiva descripción y definición.
Tabla 1. Variables de análisis
Variable Descripción Función
Antecedentes y causas del
conflicto árabe-israelí.
Analizar la posición que
sostenían los actores antes
Por medio de esta categoría
es posible analizar, de una
16
de iniciar el conflicto, es
vital para establecer las
causas y los antecedentes
que abrieron el camino para
la primera confrontación
directa.
manera objetiva, las
distintas motivaciones que
han tenido cada uno de los
actores para participar en el
conflicto, lo cual es
fundamental para analizar su
desarrollo y las distintas
razones que se involucran en
él y que responden a los
planos político, económico,
social, cultural y religioso.
Componentes religioso y
cultural del conflicto.
Una de las principales bases
del desarrollo de las
confrontaciones entre
Palestina e Israel es una
incompatibilidad religiosa,
cargada de un excesivo
fundamentalismo, en medio
de la cual se han producido
diferentes confrontaciones
de tipo armado en las
últimas décadas.
Permite reconocer que,
aunque el pueblo de Israel
ha utilizado medios
violentos y terroristas que no
son compatibles con sus
pretensiones y principios
religiosos es importante
entender la legitimidad de su
cultura y de su religión.
Política y gobierno de los
Estados en conflicto.
Explicar la manera como
operan las instituciones
políticas en Palestina e
Israel, mediante el análisis
de la ideología, la
Esta variable tiene la
función de explorar el
desarrollo institucional y el
comportamiento de las
políticas sociales, religiosas,
17
constitución, el Gobierno
parlamentar, la división
política, los intereses y la
maquinaria gubernamental.
económicas y culturales de
ambos Estados a lo largo del
conflicto.
1.6. Fases de investigación
La investigación se desarrollará a partir de cuatro fases, como se muestra en la tabla No. 2.
Tabla 2. Fases y descripción
Fases Descripción
Recopilación y análisis de
documentación teórica.
Esta fase inicial parte de una investigación
teórica sobre el conflicto entre Israel y
Palestina, que busca determinar sus
orígenes, causas, etnología y etiología.
Aplicación de instrumentos. En la segunda fase, se aplican los
instrumentos útiles para recolectar y
registrar la información.
Análisis de resultados. En esta fase se analizará la información a la
luz de las variables previamente
desarrolladas y se presentarán los resultados
que se obtuvieron a partir del análisis
documental.
18
Capítulo II
2. Orígenes, causas y efectos del conflicto entre Israel y Palestina
Israel y Palestina han sufrido por más de cincuenta años los efectos de un conflicto armado,
manifestado en un tipo de violencia de intensidad variable, caracterizado principalmente por
sus diversas modalidades, dimensiones, rostros, formas de infundir el terror, maneras de
expresar los ideales, de presionar al Estado y de imponer la autoridad en las respectivas
regiones de cada país.1 Las transformaciones ideológicas y políticas de los bandos, la
diversidad de los actores y sectores políticos, religiosos y sociales que hacen parte del
conflicto, además de las estrategias y formas de conducir la guerra, han contribuido al
desarrollo de las diferentes facetas de la violencia, representadas por innumerables
perpetraciones que han generado graves consecuencias para la estabilidad y seguridad en la
región.
Por otro lado, las distintas manifestaciones del conflicto, implican ante todo un desafío para
las organizaciones de derechos humanos y para la comunidad internacional, que deben
entender su complejidad y su carácter multidimensional, rastrear sus orígenes y analizar su
desarrollo, con el fin de diseñar acciones y políticas efectivas que ayuden principalmente a
reducir los efectos de la violencia sobre la población civil.
En cada una de las fases del conflicto en Medio Oriente, se han producido reacciones en los
países árabes e islámicos que han conducido a actos violentos en contra de los judíos o a
intensas manifestaciones de violencia verbal que deslegitiman al judaísmo, de tal manera que
se ha establecido una conjugación entre los argumentos que existen en contra del judaísmo,
del sionismo y del Estado de Israel.2 Según lo anterior, el fenómeno del antisemitismo,
generado en contra del desarrollo de los principios sionistas en Israel, es clave en el análisis
de las causas, la etnología y la etiología del conflicto entre Israel y Palestina.
1 Véase K. Christison, “Perceptions of Palestine: Their Influence on U.S. Middle East Policy”, en University of
California Press, 2, 2011, pp. 56-67. 2 M. Tessler, “A History of the Israeli-Palestinian Conflict”, en Arab and Islamic studies, 4, 1994, p. 19.
19
Para Weinstock3 a lo largo de diferentes lugares y en diversos momentos históricos se han
planteado soluciones para finalizar el conflicto, acudiendo a simples llamados para que los
palestinos detengan las acciones de terror, para que los israelíes finalicen con la creación y
expansión de sus colonias en territorio palestino y para reiniciar la cooperación en seguridad
o establecer un periodo de enfriamiento y de cese al fuego. Sin embargo, dichas peticiones
no son soluciones efectivas y lo único que han conseguido es alargar y recrudecer el
problema.
La solución, por tanto, no debe partir de analizar qué Estado tiene la culpa, cuál tiene más
derechos y cuál debe ceder, sino que debe generarse a partir de un análisis que permita tocar
los grandes problemas de fondo y los orígenes y consecuencias del conflicto, partiendo de
los siguientes escenarios: la creación del Estado palestino, el estatus de Jerusalén y el tema
de los refugiados y de las colonias judías.
De esta forma, es importante examinar las causas de los sentimientos antisemitas en contra
de la ideología israelí, que se han extendido y popularizado en el contexto internacional y
que propagan la idea según la cual el problema del conflicto es el pueblo de Israel, debido a
sus pretensiones imperialistas y dominantes que deslegitiman, en suma, la intención
primordial de formar un Estado judío libre, autónomo y soberano.
Teniendo en cuenta lo anterior, a continuación se analizan los orígenes, causas y efectos del
conflicto, con lo cual se podrá generar un conocimiento apropiado en torno a las razones de
tipo social, político, cultural y religioso que han motivado el largo desarrollo de las
confrontaciones y que permitirán concretar los objetivos de la investigación.
2.1. Orígenes del conflicto
Existen diferentes interpretaciones en torno al origen específico del conflicto entre Palestina
e Israel, que lo sitúan en diferentes momentos históricos. Algunas interpretaciones aluden a
la expulsión de población judía del territorio de Palestina a manos del Imperio romano en los
3 N. Weinstock, El sionismo contra Israel. Una historia crítica del sionismo, Editorial Fontanella, Barcelona,
1970.
20
comienzos de la Era cristiana.4 Otras hacen referencia al fenómeno de la inmigración judía a
Palestina, a finales del siglo XIX, cuando el control del Imperio otomano comienza a
incrementarse en la zona. Finalmente, existen otros análisis que ubican el origen del conflicto
a principios del siglo XX, tras el establecimiento del mandato británico en Palestina después
de la Primera Guerra Mundial y como consecuencia de un esquema colonial.
Sin embargo, a pesar de las diversas interpretaciones que existen al respecto, el inicio del
conflicto suele situarse en 1947, cuando la Resolución 181 de la Asamblea General de
Naciones Unidas recomendó la división del mandato británico en dos Estados: uno el Estado
de Israel, que se estableció dos meses después y otro el Estado de Palestina, que hasta el
momento no se ha podido hacer realidad.5 Desde entonces, se han sucedido continuamente
episodios de lucha armada en la zona, incrementados durante décadas por las dinámicas
particulares de la Guerra Fría.
La principal motivación de Israel es, precisamente, fundar un Estado judío en el territorio, lo
cual no solo es esencial para cumplir con los principios sionistas, que propugnan por fundar
y establecer un Estado propio, legítimo y soberano para el pueblo judío y también para
terminar con la persecución que han sufrido a lo largo de la historia.6
Desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, muchos judíos comenzaron a llegar
a Palestina con la intención de fundar su propio Estado, en una tierra que, según ellos, les
pertenecía por un derecho divino. A pesar de los intentos de los pueblos árabes por resistir la
llegada de nuevos judíos al territorio que habitaban, en 1948 nació el Estado de Israel, que
les otorgó una nueva identidad ciudadana, luego de lo cual pasaron a ser conocidos como
judíos israelíes.
4 Véase L. Bosemberg, “Estados Unidos y el medio oriente: moderación, rivalidad y hegemonía”, en
Universidad de los Andes, 3, 2012, pp. 56-89. 5 H. Ben-Yehuda & S. Sandler, The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic
Crises. SUNY series in Global Politics, Washington, 2002. 6 R. Margolies, The Path to Mass Rebellion: An Analysis of Two Intifadas, Lexington Books, Estados Unidos,
2004.
21
Para empezar el proyecto de infiltración en el territorio palestino, los judíos fundaron el banco
judío, con la finalidad de financiar y comprar las tierras a terratenientes árabes, con lo cual
fueron conformando los primeros kibutz, definidos como asentamientos judíos en Palestina.7
Petakh-Tikva, la primera colonia sionista, es el ejemplo más claro del proceso de cómo fue
copado el campesinado en Palestina. Los terrenos originales de esta colonia cercana a la
ciudad de Jaffa, pertenecían a campesinos de los pueblos de Yahudiya y Um Labes. Cuando
el Imperio otomano aumentó los impuestos, la población no pudo pagar y las tierras acabaron
en manos de las autoridades otomanas, las cuales las vendieron a efendis de Jaffa, quienes a
su vez las revendieron a colonos sionistas de Jerusalén en 1878.
Durante todo este proceso los campesinos continuaron cultivando las tierras, incluso cuando
se estableció la primera colonia, que fracasó debido a la resistencia del pueblo colonizado.
Sin embargo, en 1882 llegaron nuevos colonos con la primera gran oleada inmigratoria desde
Europa del Este y cuatro años más tarde expulsaron a los campesinos que cultivaban sus
tierras, en virtud de una incipiente política de trabajo judío, que provocó las primeras
tensiones entre la población palestina y los colonos sionistas.8
Un aspecto notable que se estableció a lo largo de este proceso de colonización, fue poner las
tierras compradas a nombre del Fondo Nacional Judío, que tenía la doble intención de
protegerlas de cualquier intento que hicieran los árabes por recuperarlas y mantenerlas como
propiedad inalienable del pueblo judío.9
El Fondo Nacional Judío fue creado en 1901 por decisión del quinto Congreso Sionista con
el objetivo de comprar tierra en Palestina para su colonización. Su actividad fue limitada
mientras las organizaciones sionistas tuvieron poca capacidad de conseguir capital. En 1920,
en la Conferencia Sionista celebrada en Londres, se creó el Keren Hayesod, un fondo para la
inmigración y la colonización en Palestina, que debía ser la institución central de recaudación
para el movimiento sionista. La intención de este fondo era establecer una tasa anual para la
7 J. Bollo-Muro, El sionismo, una forma del imperialismo, Akal, Madrid, 1982. 8 M. Benny, Righteous Victims. A History of the Zionist-Arab Conflict, 1881-2001, Vintage Books, Nueva York,
2001. 9 M. Tessler, “A History of the Israeli-Palestinian Conflict”, Op. cit., p. 35.
22
población judía, aunque no fuera sionista. De esta forma, los dirigentes que controlaban la
Organización Sionista Mundial adquirían un nuevo instrumento de acumulación de capital,
que tendría una enorme importancia en el futuro.10
La instauración del Keren Hayesod le dio un gran impulso al Fondo Nacional Judío, pues el
20 % del capital recaudado se destinaba a la compra de tierras. No obstante, todavía más
importante fue el cambio de la administración militar británica en Palestina a la
administración civil. Su primer jefe fue Sir Herbert Samuel, un judío y sionista que hizo todo
lo posible por facilitar la adquisición de suelo para el Fondo, declarándolo de utilidad pública.
Así, las propiedades del Fondo pasaron de 22.363 dunams en 1920, a 278.627 en 1930,
515.950 en 1940 y 936.000 en mayo de 1948. En la fecha de la creación del Estado, el Fondo
poseía el 54 % del suelo de propiedad judía y en sus tierras se asentaba el 85 % de las
colonias.11
La función básica del Fondo Nacional Judío no era solo la compra de tierra, sino asegurar
que la población árabe no la pudiera trabajar. Para ello, se estableció la etnización de los
recursos adquiridos y la obligatoriedad del trabajo judío en las explotaciones.
El proceso de adquisición de las tierras acostumbraba a ser largo, con sobornos y cooperación
de las autoridades y, para evitar problemas con los campesinos, los sionistas acostumbraban
a exigir que la tierra se les entregara vacía de habitantes. Al principio se pagaba a notables,
intermediarios, autoridades y a todos aquellos que pudieran facilitar la venta.
Los pagos al propietario se hacían en distintos plazos, que se procuraba que fueran largos,
para asegurar que los fellahin (trabajadores agrícolas) desocuparan la tierra. Así, los
latifundistas y notables palestinos se responsabilizaban de expulsar a los campesinos y de
evitar su regreso. Los británicos establecieron dos órdenes para limitar la expulsión de los
10 Véase J. Tortosa, Palestina: tiempo de justicia, tiempo de paz, Cáritas Española Editores, Madrid, 2012, pp.
13-99. 11 M. Tessler, “A History of the Israeli-Palestinian Conflict”, Op. cit., p. 202.
23
campesinos, pero estas se mostraron inefectivas debido a la facilidad con que se podían
sortear y a la poca voluntad para aplicarlas.
Un aspecto interesante es que las instituciones sionistas procuraban simplificar las compras
abarcando el máximo territorio posible. Las adquisiciones tenían repercusiones en un gran
número de familias y eran muy visibles, lo que aumentaba el malestar palestino.
De todo el proceso explicado nace lo que se conoció como el plan de partición que buscaba
una solución biestatal para Palestina, que consistía en:
1. La partición de la zona en dos Estados soberanos, uno judío y el otro árabe; junto con
el área del Gran Jerusalén, Belén incluida, que debía quedar bajo la administración
de Naciones Unidas. Las fronteras de estos Estados se definieron según criterios de
concentración de población árabe y judía, aunque el entrevero de las dos comunidades
hacía imposible la creación de Estados homogéneos.
2. Tanto árabes como judíos se convertían en ciudadanos del Estado en el que residían,
con libertad para elegir la ciudadanía fuera del Estado de residencia y para disfrutar
de plenos derechos civiles y políticos; además, se prohibía la expropiación del suelo
excepto por necesidades públicas y con total compensación. Tampoco estaba
permitida la emigración árabe al Estado judío ni la judía al Estado árabe durante el
periodo de transición.12
En síntesis, desde los orígenes del conflicto, las estrategias utilizadas por el pueblo judío para
apropiarse del territorio palestino han sido las siguientes:
1. Compra de tierras: el Fondo Nacional Judío, creado en 1901, tenía un Departamento
de Tierras que se encargaba precisamente de la adquisición y distribución de
territorios entre los habitantes judíos en Palestina. Muchas de estas tierras fueron
entregadas bajo la modalidad de kibutzim, en la cual se producía también trabajo para
los inmigrantes, que sembraban y cosechaban las tierras obtenidas.
12 R. Margolies, The Path to Mass Rebellion: An Analysis of Two Intifadas, Op. cit., p. 42.
24
2. Ocupaciones militares: principalmente, entre 1948 y 1967, se produjeron
asentamientos por la fuerza y confiscaciones de las tierras. También se desarrollaron
organizaciones militares semiclandestinas cuyo fin era expropiar a los árabes de sus
tierras, utilizando las amenazas y la violencia.
3. Acciones económicas: por medio de este tipo de acciones se bloqueó el retorno de
los habitantes árabes a las tierras confiscadas y se implementaron estrategias de apoyo
a la inmigración judía sobre la base de que cualquier hijo de madre judía, sin importar
su procedencia, tenía derecho a la ciudadanía en Israel. Por otro lado, se establecieron
acciones para bombardear y destruir las industrias y centros de servicios públicos de
los palestinos para apropiarse de los recursos e imponer un bloqueo comercial a los
árabes.13
Estas estrategias dieron origen a enfrentamientos violentos por medio de los cuales los judíos
se anexaban una mayor cantidad de tierras. Citando a Durán:
Todos los judíos israelíes saben (aunque la mayoría prefieren ignorarlo y sobre todo que
se ignore) que su «Estado judío» se construyó sobre las ruinas de una Palestina
mayoritariamente no judía, que las ciudades, pueblos y kibutzim se establecieron sobre
ciudades y aldeas palestinas destruidas, cuyos habitantes fueron expulsados o huyeron
aterrorizados en una limpieza étnica llevada a cabo en 1948.14
Además de la creación del banco judío y del desarrollo de las estrategias mencionadas para
apropiarse de la tierra, el pueblo de Israel también buscó apoyo político por medio de
organizaciones internacionales que apoyaran su causa y que consideraran relevantes los
principios promovidos por el sionismo.
Principalmente, encontraron el apoyo en potencias mundiales como Estados Unidos y Gran
Bretaña, con lo cual el movimiento y la causa judía en Palestina adquirieron mayores
13 Véase G. Mahler, “The Rise of Israel: A History of a Revolutionary State”, Cass series-Israeli history,
politics, and society, 5, 2008, pp. 56-90. 14 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Pról. de A. Arce. Bósforo Libros, Madrid,
2009, p. 138.
25
dimensiones, que iban más allá de la simple compra y adquisición de tierras en el territorio
árabe, contando con una representación y maquinara política más fuerte.
Sin duda alguna, el desarrollo de la migración judía hacia el territorio de Palestina fue
posibilitado en gran medida por la ayuda internacional, que como se ha visto, buscaba
promover los ideales sionistas. De hecho, en cambio de ofrecer un apoyo desinteresado para
que los judíos pudieran establecer su Estado soberano, pretendían, ante todo, controlar el
territorio palestino, lograr aliados estratégicos en las guerras y apropiarse de los recursos de
los árabes. El apoyo internacional a la causa sionista, motivado por la ambición de
homogeneizar el territorio, agravó considerablemente el desarrollo del conflicto entre árabes
e israelíes y es causante, en gran parte, de que todavía hoy, no se hayan alcanzado soluciones
para finalizarlo.15
Por esta razón, entender los orígenes del conflicto árabe-israelí, solo es posible si se
comprenden con profundidad los ideales que se oponen y que producen las confrontaciones.
Entre estos: el sionismo judío, en sus pretensiones de fundamentar un Estado soberano y
legítimo para el pueblo judío.
El nacionalismo árabe se ha visto impregnado, con el tiempo, de un fuerte antisionismo, en
el que se recogen los principios de antiguos modelos históricos antisemitas basados en la
segregación y en la discriminación, incluidos en las dinámicas propias de la guerra. A
continuación, se explican ambos ideales o movimientos, en la medida en que permiten
develar las causas y orígenes de la confrontación entre árabes y judíos.
2.2. Sionismo judío
El sionismo judío es una ideología de carácter nacionalista, desarrollada a partir de los
planteamientos de Herzl,16 quien comprendió que la esencia del problema judío no era de
15 D. Neff, Fallen pillars: U. S. policy towards Palestine and Israel since 1945, Institute for Palestine Studies,
Estados Unidos, 1995. 16 Véase T. Herzl, El Estado judío, Riopiedras, México, 2007, en part. pp. 13-69.
26
tipo individual sino nacional y que, en su opinión, los judíos solo podían mejorar su situación
si su condición era transformada positivamente por medio del establecimiento de un Estado
judío legítimo y soberano, que gozara de la aceptación y del respeto de toda la comunidad
internacional.
Aunque desde un comienzo la idea de la colonización judía en Palestina era la más atractiva,
se plantearon otras posibilidades y territorios en donde se podía fundar el Estado judío, como
en las proximidades de Palestina, en Uganda y hasta en América. Sin embargo, la mayoría
de los dirigentes sionistas rechazó estas posibilidades, pues consideraba que el territorio de
Palestina les correspondía por derecho divino.
La principal tragedia del sionismo fue el hecho de haber surgido cuando ya no existían
territorios disponibles en el mundo. Sin embargo, esta apreciación no es del todo correcta,
pues, aunque sí existían territorios disponibles, lo que ya no existía era la posibilidad de crear
tales espacios, en la medida en que el exterminio había dejado de ser una posibilidad de
conquista.17
En todo caso, a mediados del siglo XIX, el sionismo entró en contacto con las grandes
corrientes del pensamiento en Europa, como el liberalismo, el socialismo y el nacionalismo.
Por tanto, la idea de Herzl18 partía de una consideración histórica, según la cual el
antisemitismo era un factor estable e inmutable en la sociedad humana y que la única manera
de sobrepasarlo era mediante la creación de un Estado judío. En otras palabras:
Lo original del sionismo es la pretensión de crear un Estado judío en un país
mayoritariamente no judío, haciendo llegar a los judíos de todo el mundo para desplazar
a la población no judía del país, todo ello en nombre de una presencia judía hace dos mil
años o en virtud de un supuesto derecho divino.19
En general, se puede afirmar que el sionismo surgió en un momento clave para la historia
judía, como un intento de integrar las condiciones tradicionales de los judíos europeos que
se encontraban en rápida desintegración. En este sentido, el sionismo vinculaba los intereses
17 Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Vallejo, California, 1988, en part. pp. 24-65. 18 Véase T. Herzl, El Estado judío, Op. cit., en part. pp. 13-69. 19 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 295.
27
y la voluntad de todos los judíos, que sentían la necesidad de unirse y de luchar por un mismo
fin, condición necesaria para fundar un Estado soberano en Palestina.20
En particular, el movimiento sionista posee los siguientes elementos constitutivos:
1. Una visión según la cual el pueblo judío es diferente y posee unas condiciones y
creencias totalmente opuestas a las europeas, por lo que debía abandonar tal territorio.
2. Una reacción al creciente antisemitismo que se desarrollaba en Europa, por medio de
la unión de las diferentes etnias judías con el fin de fundar un Estado soberano.
3. El desarrollo de sentimientos nacionalistas que los llevó a buscar, a toda costa, la
implementación y la creación de su propio Estado.
4. La expansión colonial, que podía además servir de base operativa para la hegemonía
de las potencias mundiales que los apoyaran. De ahí el prosionismo de Francia, Gran
Bretaña y Estados Unidos.
5. El apoyo de la burguesía judía europea, que no respaldaba el sionismo como una
manera de reivindicar los derechos judíos, mediante la creación de un Estado justo y
soberano para todos, sino como un proyecto nacionalista en un territorio con un gran
valor económico y estratégico.
Otro aspecto clave que se debe mencionar en torno a la consolidación y a los orígenes del
sionismo, es que con este movimiento los judíos buscaban acabar con la imagen del judío
tradicional, imitando las características y maneras de proceder de los europeos, con
movimientos como el militarismo, la colonización y el nacionalismo.
Como ejemplo de ello están las conquistas y la limpieza étnica de 1947 y 1948, que dieron
mayor oportunidad para la expulsión de la población palestina y para la apropiación de sus
bienes. Otras acciones derivadas de esto tienen que ver con que la tierra quedó en manos de
una Development Authority (autoridad de desarrollo) que podía venderla, pero solo al Estado,
al Fondo Nacional Judío, a los municipios o a una “institución para el asentamiento de los
árabes sin tierra”, que nunca llegó a crearse.
20 I. Deutscher, El judío no sionista y otros ensayos, Editorial Ayuso, Madrid, 1971.
28
Por otro lado, cabe aclarar que dentro del pueblo judío hubo una notable resistencia al
sionismo, pues muchos (especialmente los judíos tradicionales) lo consideraban como un
movimiento impío, ya que en que los sentimientos nacionalistas exacerbados podían llevar
al hombre al uso de la violencia y al desarrollo de la guerra.21
Otros preferían optar por el asimilacionismo, movimiento que propugna porque los judíos
gocen de los mismos beneficios de todas las personas que componen una sociedad
determinada, tengan la posibilidad de integrarse sin ningún tipo de resistencia y mantengan
el judaísmo como religión, pero practicando las mismas costumbres que sus compatriotas.
Ahora bien, el movimiento nacional judío era liderado por una idea socialista, o sea, un
socialsionismo que se caracterizaba por su pragmatismo y, al mismo tiempo, por su búsqueda
de la máxima ventaja territorial; a diferencia del revisionismo sionista que, mucho más
ideologizado, continuaría reclamando la totalidad del territorio palestino.
En esta corriente del socialsionismo coexistían diversos estilos en cuanto a los árabes y a la
política que se debía seguir en las relaciones con ellos. La principal y mayoritaria, era el
bengurionismo, que defendía la normalización de relaciones desde una posición de fuerza
israelí y sin concesiones importantes.
La segunda, el weizmannismo, liderada por Moshe Sharett, quien fue ministro de Asuntos
Exteriores con Ben Gurión y posteriormente primer ministro, impulsaba la búsqueda de
soluciones ligeramente más moderadas, haciendo algunas concesiones para negociar con los
árabes, sobre todo por las repercusiones que podía tener la intransigencia ante Estados Unidos
y la comunidad internacional.
La tercera, el buberismo, claramente minoritaria, aislada en el ala izquierda del
socialsionismo y apartada de las responsabilidades de gobierno, daba un mayor peso a la paz,
aunque hubiera que ceder más.
21 Véase R. Téllez, “Conflicto árabe-israelí y terrorismo: el islam en la política internacional”, Op. cit., en part.
pp. 165-186.
29
En realidad, el movimiento sionista no tuvo una gran mayoría de adeptos hasta finales de la
Segunda Guerra Mundial, luego del holocausto nazi, que fortaleció los sentimientos
nacionalistas del pueblo judío sobreviviente, que debía reaccionar de una manera distinta,
más fuerte y estratégica, para evitar las persecuciones que venía sufriendo. De esta manera,
la primera opción era precisamente fundar un Estado propio, en el que pudieran gozar de los
principios absolutos de legitimidad y soberanía.22
Además, tras el Holocausto nazi, la mayoría de los judíos del este de Europa fueron
exterminados, desaparecieron la mayoría de los judíos ortodoxos. Los que sobrevivieron eran
en su mayoría refugiados que emigraron a Israel o a países occidentales y que apoyaron
fervientemente el movimiento sionista.23
Por otro lado, Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos principales potencias mundiales
luego de la Segunda Guerra Mundial, decidieron apoyar el movimiento sionista, en la medida
en que sus gobiernos pensaban que con ellos podrían frenar los ideales imperialistas de los
pueblos árabes. En efecto, la victoria de los judíos en la primera guerra árabe-israelí de 1948
no habría sido posible sin el armamento facilitado por el Gobierno soviético y sin el dinero
aportado por los judíos prosionistas de Estados Unidos.24
Por otro lado, y a diferencia de los otros nacionalismos, el sionismo no tuvo que enfrentarse
a los enemigos liberales y marxistas en su propia casa, ya que los emigrantes judíos a
Palestina y los ciudadanos del futuro Israel creían en esta ideología de forma
abrumadoramente mayoritaria. Si emigraban a Palestina era precisamente por su sionismo
militante, y los que nacían en la tierra conquistada eran socializados desde la infancia en esta
ideología nacionalista. Es más, el sionismo triunfó allí donde los otros nacionalismos étnicos
habían fracasado: la creación del nuevo hombre en el marco colectivo de la nación.
Sternhell25 sostiene que el individuo sionista sufrió una completa transformación porque
emigró a una tierra lejana, adoptó una nueva lengua, en muchas ocasiones cambió de oficio,
22 Véase D. Jacobs, Israel y Palestina. Ediciones B, Barcelona, 1999. 23 Véase M. Tessler, “A History of the Israeli-Palestinian Conflict”, Op. cit. 24 Véase R. Margolies, The Path to Mass Rebellion: An Analysis of Two Intifadas, Op. cit. 25 Z. Sternhell, Los orígenes del Israel, entre el nacionalismo y el socialismo, Fayard, París, 1996.
30
incluso de nombre y siempre transformó su modo de vida, todo por el bien del proyecto
nacional.
En síntesis, el sionismo judío vincula elementos que corresponden a la etnia, la religión y a
la reivindicación nacional. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el pueblo judío se
convirtió al nacionalismo y se unió, principalmente, por la religión, pero también por la
necesidad de legitimar su soberanía ante los ataques y persecuciones sufridas. “El sionismo,
de facto, lo que hacía era «nacionalizar» una judaidad cuyo fundamento durante más de dos
mil años había sido la religión judía, el judaísmo”.26
Sin embargo, desde el mismo momento en que se intentó poner en práctica los principios
culturales y políticos del sionismo, se inició una campaña de deslegitimación, aludiendo a
dimensiones y mecanismos ideológicos que señalaba que los objetivos del sionismo eran
incompatibles con el sistema de creencias y valores de la comunidad internacional.
En esta medida, el Estado de Israel ha sido fuertemente cuestionado y se le ha tratado de
negar a toda costa la posibilidad de convertirse en una entidad política con derecho a la
existencia. Principalmente, el sionismo ha encontrado su máximo opositor en el nacionalismo
árabe, generando así un conflicto de intereses, al que también se vinculan elementos
religiosos, ideológicos y políticos, que se han mantenido hasta la actualidad.
2.3. Nacionalismo árabe
Al igual que el sionismo judío, el nacionalismo árabe aboga por conseguir la unión política
y el desarrollo de un Estado unitario. Sin embargo, las condiciones históricas de este tipo de
nacionalismo son distintas a las que posibilitaron el desarrollo del sionismo. Para empezar,
los nacionalistas árabes, si bien aspiran a la unidad de la nación, no pretenden la creación de
«la nación árabe», pues la existencia se da por descontada. En cambio, el sionismo sí
promueve la idea de la creación de un Estado judío.
Oriente Medio ha estado habitado por personas que profesan múltiples religiones y sectas,
pero gracias a la llegada de las primeras oleadas de inmigrantes judíos, que comenzaron a
26 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 132.
31
amenazar su existencia y a agotar los recursos de los árabes, se necesitaba de una unidad
ideológica que permitiera establecer organizaciones antisionistas, para frenar la llegada de
nuevos inmigrantes y eliminar a aquellos que ya se habían asentado en el territorio
palestino.27 De hecho, esta unidad se promovió gracias al nacionalismo árabe, a partir del
cual se planteó la cuestión básica sobre qué tipo de Estado nacional debía surgir y con base
en qué criterios.
El principal fundamento del nacionalismo árabe es de tipo religioso, por medio del islam y
de su libro sagrado, El Corán. En este contexto, se desarrollan dos ideas políticas:
1. Panislamismo: entendido como una idea política que aboga por la unidad de todos
los musulmanes en un Estado islámico.
2. Panarabismo: propone que, sin exclusión, todos los pueblos árabes , tanto de Asia
como de África, conformen una única nación y una misma unidad política.
Sin embargo, con esto no se quiere decir que todas las sectas y etnias que hacen parte del
territorio árabe deban unirse en un solo nacionalismo a partir del islam. Más allá de ello,
Borelli y Saborido28 explican que se gestaron tres enfoques fundamentales en torno a la
relación entre el nacionalismo árabe y el islam. Ellos son:
1. Un nacionalismo árabe secularista, que propone la generación de una nación árabe
completamente laica. Es de los panarabistas pertenecientes a las minorías no
musulmanas sunníes o a sectores minoritarios abiertamente secularizados de origen
musulmán sunní.
2. Un nacionalismo árabe que parte del islam y del Corán como su principal
componente. Es el de la mayoría de los árabes sunníes y de una gran parte de los
nacionalistas no sunníes.
3. Un nacionalismo árabe extremo, que solo concibe el panarabismo como una etapa
hacia el panislamismo.
27 M. Borrelli & M. Saborido, El fundamentalismo islámico, Dastini Editores, Madrid, 2006. 28 Ivi, pp. 25-29.
32
Desde la perspectiva ideológica, a lo anterior se le debe sumar la fragmentación del pueblo
palestino que, como fruto de la guerra de 1948, quedó disgregado y sus habitantes se
convirtieron en refugiados, unos dentro del Estado de Israel, Cisjordania y Gaza, otros fuera
de Palestina, en Transjordania, Siria y Líbano.
Como consecuencia de esa disgregación palestina y como respuesta organizada al avance
sionista, en 1964 se forma la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que captó
la mayoría de los refugiados, no solo por su objetivo político de devolverles su patria, sino
porque les proporcionó un mejor sistema asistencial, sanitario y educativo hasta el punto de
que el nivel educativo de los palestinos llegó a ser uno de los más altos del mundo árabe. La
OLP dotó a los palestinos de una organización que representaba su causa ante el mundo y
defendía sus intereses.
De este modo, la OLP también supuso un giro de la causa palestina, que pasó del
nacionalismo árabe a un nacionalismo más específicamente palestino. Esto se debió a varias
razones: el interés de los dirigentes de la facción dominante en la OLP, el Fatah, por dotarse
de un estado palestino bajo su dominio, más que en integrar la Palestina liberada en una
entidad árabe mayor en la que esos dirigentes no serían los gobernantes, el declive en picada
del panarabismo a partir de la derrota de 1967 y la muerte de Nasser en 1970. El panarabismo
ya no podía proporcionar a los palestinos un horizonte de liberación de Palestina por medio
de una acción mancomunada panárabe.29
En medio de este contexto, el sionismo, despojado de sus elementos culturales, históricos y
nacionalistas, ha sido contemplado por los países árabes e islámicos como un movimiento
político de tipo expansionista y colonialista, como una doctrina desarrollada en medio de
motivos étnicos, en la que se conjuga un fanatismo religioso con un nacionalismo excluyente
y racista.30 Dentro del conflicto entre Palestina e Israel se pasado del antisionismo al
antisemitismo, en el que se descalifica al pueblo judío porque carece de una identidad propia
y se deslegitima la ideología política de los israelíes y sus acciones en contra de los palestinos.
29 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit. 30 J. Bokser, “El antisemitismo: recurrencias y cambios históricos”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas
y Sociales, 44, 2001, pp. 101-132.
33
En todo caso, el nacionalismo árabe se opone drásticamente al sionismo judío, que
continuamente se ha catalogado como un movimiento opresor, soberbio y pretencioso,
calificativos con los que en gran medida se ha querido dar un carácter ilegal a las
presunciones políticas del pueblo judío, justificando en cambio las del nacionalismo árabe,
que se consideraban justas.31
Esta lucha, que proviene de ideologías incompatibles, como el sionismo judío y el
nacionalismo árabe, y de la guerra interminable por la apropiación del territorio de
Palestina, se ha intensificado de diversos modos y manifestado de forma violenta, puesto
que los israelíes no quieren personas que no sean judías en el territorio y porque, a su vez,
los árabes que permanecen en Palestina desean expulsar a los judíos del territorio.
En este sentido, el conflicto persiste hasta la actualidad porque no se han podido establecer
acuerdos por la vía política que permitan definir qué parte del territorio le corresponde a cada
pueblo y porque no existe disposición al diálogo, debido principalmente al fuerte extremismo
y al fundamentalismo, para acabar de una vez con los actos violentos que sacuden
cotidianamente a las poblaciones árabe y judía.
2.4. Efectos y consecuencias
Es difícil determinar de manera exacta las consecuencias de un conflicto en el que ambos
bandos se concentran más en desprestigiar al rival, con el fin de hacerlo ver en la comunidad
internacional como violento, arbitrario y beligerante, que en establecer una posición política
e ideológica clara y abierta al diálogo. Israel, por ejemplo, ha tratado de ocultar las
actividades que han propagado el terror en contra de los palestinos y se ha mostrado como la
víctima de un conflicto originado por el antisionismo y por el rechazo a sus creencias.32
31 Véase E. Said, Palestina: paz sin territorios, Txalaparta, Tafalla, 2002, en part. pp. 13-16. 32 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 28.
34
La historia, efectos y consecuencias de esta reyerta, presentan una elasticidad conveniente,
pues estos factores cambian dramáticamente dependiendo de quién cuente la historia y desde
qué punto empiece a contarla.33
Por tanto, se advierte una enorme contrariedad que dificulta el análisis y el estudio del
conflicto: por un lado, se encuentra la concepción según la cual Israel, en su formulación
actual, no tiene derecho a existir, pues es una entidad colonial y beligerante, que mantiene
un régimen de segregación y discriminación que la asimilaría con un Estado de tipo fascista;
y, por otro lado, la concepción que ubica al pueblo de Israel como la víctima de una serie de
prejuicios de sesgo cultural y religioso, promovidos por unos sentimientos antisemitas
utilizados para deslegitimar la ideología y legitimidad política de los israelíes.34
El nacionalismo árabe, por medio del cual se ha abierto paso un fuerte antisemitismo que
condena y rechaza las pretensiones del pueblo judío por fundamentar su Estado soberano en
el territorio de Palestina, ha hecho que se enturbie aún más la visión del sionismo.
En medio de esta situación, en los escenarios internacionales se confunde la lucha antisionista
con una judeofobia, porque se integra el rechazo a cualquier desarrollo de un Estado judío,
con un fanatismo religioso que ha dejado una serie de consecuencias negativas para el mundo
árabe. Dentro de ellas se destacan:
1. Pérdida progresiva de las comunidades judías-árabes que habitan el territorio árabe,
lo cual implica el empobrecimiento del mundo árabe, que pierde una parte valiosa y
significativa de sus miembros.
2. Con el desarrollo de un antisemitismo exacerbado se ha facilitado el hecho de que los
judíos presenten a los árabes como fanáticos violentos que son capaces de llegar hasta
las últimas consecuencias con el objetivo de desterrar a los sionistas de Palestina.
33 Véase K. Christison, “Perceptions of Palestine: Their Influence on U.S. Middle East Policy”, Op. cit., en part.
pp. 56-67. 34 Véase E. Said, Palestina: paz sin territorios, en part. pp. 13-16.
35
3. Distorsión de los objetivos y de la dinámica del conflicto, al convertir una lucha de
tipo anticolonialista en una guerra fanática en contra de los judíos, en los ámbitos
religioso, étnico e ideológico.
4. Degeneración del nacionalismo árabe a partir del desarrollo de un pensamiento
considerablemente antisemita, que ha debilitado los principios ideológicos que
orientaban las consignas nacionalistas de los árabes.
5. A raíz de las pretensiones sionistas sobre Palestina, el mundo árabe e islámico se han
convertido en un campo fértil para la difusión de la propaganda antisemita, por lo que
se ha enfocado más en desprestigiar por todos los medios al enemigo, que en
fortalecer sus políticas y sus orientaciones ideológicas.
El desarrollo continuo de los ataques terroristas en contra de Palestina, las crueldades que
han llegado a cometer en contra de los árabes que mantienen en cautiverio, especialmente en
la Franja de Gaza y la perpetración atroz de la violencia en el Líbano, les ha hecho perder a
los judíos, la simpatía mundial que habían ganado después del Holocausto.35
2.5. El terrorismo como efecto central del conflicto
Una de las principales consecuencias del conflicto árabe-israelí es el desarrollo y la
perpetración continua de actos terroristas.36 En efecto, el uso sistemático del terrorismo y de
las acciones bélicas dentro del conflicto se ha establecido conforme a una serie de
necesidades sociales, políticas y económicas, en lugar de responder a una lucha ideológica
que se base en un conjunto de principios y creencias religiosas.
En palabras de Weinstock,37 las razones por las que ambos Estados utilizan el terror se
relacionan con cuestiones geopolíticas, pues los dos buscan alcanzar la hegemonía y ejercer
el liderazgo en la región. Gracias al largo y continuo desarrollo de la dinámica de la guerra,
los grupos armados se han fortalecido en los campos técnico y tecnológico, para contar con
35 Véase R. Schoenman, Op. cit. en part. pp. 24-65. 36 Ben-Yehuda & S. Sandler, The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic
Crises, Op. cit. 37 N. Weinstock, El sionismo contra Israel. Una historia crítica del sionismo, Op. cit.
36
una mayor capacidad destructiva, con armas cada vez más letales y con sofisticadas
maniobras militares. Por esta razón, las consecuencias de los ataques bélicos son cada vez
más perjudiciales para la población civil. A medida que los efectos de las armas de
destrucción se incrementan, los daños colaterales del conflicto crecen de manera sostenida
durante los últimos años y aumentan la exposición de la población civil.
En general, este enfrentamiento es un claro ejemplo de cómo los líderes de Estado se ven
impulsados a soportar y a financiar agrupaciones terroristas que trabajen en contra de sus
enemigos. Además de la seguridad nacional, en virtud de la compatibilidad ideológica y de
la religión, a este conflicto se han sumado el patrocinio estatal de los crímenes terroristas.
Por tanto, el caso de Israel y Palestina demuestran que, más allá de la ideología, de los
principios sociales y de la religión, el apoyo a organizaciones terroristas se asocia más con el
desarrollo de estrategias geopolíticas que pretenden consolidar mayor poder y hegemonía
mundial, mediante la perpetración continua y sistemática de la violencia y del terror.
El conflicto ha generado una nueva manera de sembrar el terror entre la población, derivado
de un fuerte fanatismo y extremismo religioso que no contempla límites. El terrorismo
generado por los árabes parte de considerar a sus enemigos como infieles, por esta razón
cometen continuamente actos de suma violencia, especialmente cuando conforman
comandos suicidas, a quienes no les importa perder la vida con tal de infligir daño a su
enemigo. Un terrorismo xenofóbico, que no mide consecuencias, que se logra con la
preparación minuciosa y sistemática en adiestramiento, sabotaje, activación de explosivos y
elaboración de bombas.
Un factor añadido del conflicto es la desproporción con la que uno y otro bando se atacan
mutuamente. A medida que Israel ha ido desarrollando una capacidad militar más amplia
y los países musulmanes han reconocido su imposibilidad de llegar a buen puerto, por
medio de la lucha armada, las acciones de Israel, llamadas “represalias”, contra los
palestinos han ido tomando una envergadura desmesurada.38
38 S. García, “El conflicto palestino-israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Instituto General
Gutiérrez Mellado, Madrid, 2011, p. 11, en http://iugm.es/publicaciones/. Consultado el 11 de Febrero de 2016.
37
Este tipo de terrorismo xenófobo, auspiciado por los Estados, ha demostrado la evolución de
una estructura organizada, con un importante aleccionamiento militar y mayor poder
destructivo para generar daños en la seguridad y en la estabilidad del enemigo. Los Estados
de Israel y Palestina no apoyan los crímenes terroristas en aras de un horizonte ulterior de
armonía y paz, luego de haber derrotado al enemigo, sino que lo implementan con el fin de
mejorar la efectividad y el poder de las organizaciones financiadas y el Estado que apoya el
terror.39
En este contexto, el terrorismo y las modalidades de violencia particulares son las principales
consecuencias del conflicto, pues han producido resultados adversos para la seguridad y la
estabilidad mundial.
Esto se debe no solo al hecho de que las organizaciones terroristas tienen cada vez una mayor
efectividad y poder destructivo, que se evidencia en las miles de muertes causadas a civiles
por medio de atentados de distintos tipos, sino porque también representa la imagen de un
mundo en el que el fin justifica los medios y en donde los Estados han utilizado el crimen, la
violencia y el terror para disminuir a sus enemigos, proteger a toda costa la seguridad
nacional y alcanzar un mayor poder y hegemonía en la región.
Para poner un ejemplo de cómo las organizaciones terroristas han asumido el control y el
destino del conflicto, vale la pena mencionar las características de la agrupación de
resistencia islámica Harakat al-Muqawama al-Islamiyya, conocida popularmente como
Hamás, que tuvo su origen en Palestina durante la década de 1980. Dicha organización se
concentra en atacar mediante el uso continuo y sistemático de la violencia a Israel, con el fin
de establecer un Estado palestino-islámico. Desde 1993, esta agrupación ha tenido como
blanco principal de sus ataques a la población civil judía, utilizando especialmente bombas
suicidas, con lo que ha cobrado la vida de miles de personas.
Además, desde el 2002 ha comenzado a arrojar cohetes a territorio israelí, logrando sembrar
el pánico entre la población. Estados Unidos y la Unión Europea califican a Hamás como
una agrupación terrorista, que se ha convertido en el grupo con mayor influencia en Israel
39 Véase L. Bosemberg, “Estados Unidos y el Medio Oriente: moderación, rivalidad y hegemonía”, en part. pp.
56-89.
38
debido a su gran tamaño y a su soporte popular. Irán apoya y financia a esta agrupación, para
derrotar a Israel e instaurar el Estado palestino-islámico.
Aunque en realidad no se sabe cuál es el monto total de dinero que ha sido entregado por el
Gobierno de Irán a Hamás, se estima que, de su presupuesto de 50 millones de dólares, ese
país ofrece el 6 %, a esta causa. Gracias a su financiación, Hamás ha brindado al Estado iraní
una poderosa protección, lo cual le ha permitido atacar frecuentemente al territorio de
Pakistán, influenciar el desarrollo de la guerra mucho más allá de sus fronteras e incluso
atacar a sus enemigos en Europa y en el Oriente Medio, tarea casi imposible para su ejército.40
Teniendo en cuenta el análisis que se ha planteado, es posible afirmar que las graves
consecuencias y efectos acumulados a lo largo de la evolución de esta contienda, impiden
que hoy se pueda solucionar una serie de incompatibilidades y desacuerdos para poner fin a
la guerra. Particularmente, lo concerniente al sostenimiento de la violencia, la perpetración
sistemática del terrorismo y la falta de escenarios de diálogo efectivos apoyados por las
comisiones internacionales, ha traído las siguientes consecuencias:
1. La imposibilidad de solucionar diferencias irreconciliables en torno a la capitalidad
de Jerusalén, ciudad que alberga sitios emblemáticos y religiosos tanto para los judíos
como para los musulmanes.
2. El desarrollo de diferencias en relación con la posibilidad de retorno de los
refugiados. Mientras los palestinos consideran el regreso como un derecho que se
encuentra respaldado por la ONU, el pueblo de Israel ve en ello una amenaza
potencial que podría recrudecer aún más el conflicto.
3. La delimitación de fronteras en el territorio que Israel ha tratado de consolidar en los
últimos años, por medio de la construcción de un muro de separación.
4. La ocupación de Israel en territorios palestinos, pues aunque el fin de dicha toma se
ha establecido como una condición indispensable para avanzar en el proceso de paz,
el gobierno israelí mantiene inalterable su posición de conservar estos territorios.
40 Véase A. Mafinezam & A. Mehrabi, “Iran and Its Place among Nations”, en Praeger Publishers, 2, 2008, pp.
79-98.
39
Por otro lado, a pesar del reciente crecimiento de la violencia y de los atentados terroristas,
el enfrentamiento ha cambiado considerablemente desde la década de los setenta y se ha
configurado como un conflicto organizado de regímenes que intentan establecer su
hegemonía en la región.41 La principal solución, para frenar las terribles consecuencias que
ha dejado la guerra a su paso, debe estar encaminada a resolver las profundas discrepancias
ideológicas y étnicas existentes entre ambos bandos, buscando la manera de que las dos
culturas y maneras de representar al mundo subsistan de manera legítima en la misma región.
En este sentido, se deben proponer cursos de acción alternativos que tiendan a acabar con el
conflicto, basándose en el hecho de que se ha mantenido una transformación constante y que
se debe encaminar de forma adecuada, para terminar con el fundamentalismo y con las
discrepancias étnicas y religiosas.
En conclusión, la consecuencia central del conflicto es que los judíos, efectivamente, han
ganado el territorio en disputa, se han apropiado de él por medio de una guerra y una batalla
de conquista. Sin embargo, lo que no han logrado ganar es la seguridad del territorio, pues
aún existe mucha resistencia en la zona, debido a la tenacidad del pueblo palestino, que ha
sido calificado en más de un escenario internacional como terrorista. Si bien los judíos han
conquistado el territorio, no han podido imponer sus condiciones, construyendo finalmente
el Estado soberano y legítimo promovido por un sionismo que se ha contaminado durante las
últimas décadas con la sangre, el terror y la violencia.42
2.6. Cinco aspectos que condicionan los efectos del conflicto
Considerar los efectos intrínsecos de este conflicto implica reconocer los aspectos y
motivaciones ideológicas particulares. De ellos se destacan:
1. Terrorismo de Estado: la presencia de amenazas inminentes a la seguridad nacional
hace que los líderes de Estado se vean obligados a soportar y a financiar agrupaciones
terroristas que trabajen en contra de sus enemigos. Además de este fenómeno,
41 H. Ben-Yehuda & S. Sandler, The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic
Crises. SUNY series in Global Politics, Washington, 2002. 42 Véase G. Chaliand, La resistencia palestina, Ediciones Acervo, Barcelona, 1971.
40
factores relacionados con la compatibilidad ideológica y con la religión se vinculan
comúnmente al patrocinio estatal de los crímenes terroristas. Por otro lado, casos
como el de Israel y Palestina demuestran que más allá de la ideología, de los
principios sociales y de la religión, el apoyo a organizaciones terroristas se asocia
más con el desarrollo de estrategias geopolíticas que persiguen un mayor poder y
hegemonía mundiales, mediante la perpetración continua y sistemática de la violencia
y del terror.
2. Extremismo: básicamente, implica ir en contra de la postura filosófica según la cual,
la virtud, la justicia y el bien siempre se encuentran en la mitad de los dos extremos.
Por tanto, el que practica una posición extremista se aleja del justo medio. En el
conflicto entre Israel y Palestina, el extremismo se ha desarrollado como una postura
radical, autoritaria, maximalista y dogmática, que utiliza métodos igualmente
extremos y arbitrarios para atentar de manera violenta contra quienes no compartan
el mismo nivel de extremismo o que tengan otro tipo de ideologías.
3. Integrismo: se ha desarrollado como una forma de oponerse al progreso, de mantener
la exclusividad del poder y de los dogmas que lo sostienen. En el caso particular de
Israel y Palestina, parte de rechazar cualquier tipo de adaptación religiosa, que
trasciende las esferas políticas e ideológicas.
4. Fundamentalismo: es importante tener en cuenta que el término se acuñó en los
Estados Unidos para denominar a grupos con ciertas características, especialmente a
los movimientos islámicos. Etimológicamente la palabra proviene del latín
fundamentum, que significa principio sobre el que se funda una cosa, razón con la
que se requiere afianzar y asegurar algo. A lo largo del conflicto, el fundamentalismo
se ha desarrollado como una actitud contraria al cambio, como la imposibilidad de
aceptar ideas o pensamientos distintos a los propios y como la práctica de dogmas y
principios inalterables. En gran medida el fuerte fundamentalismo que se ha
desarrollado a lo largo del conflicto impide que existan escenarios de diálogo para
llegar a un acuerdo y para acabar con la violencia.
41
5. La guerra como industria: Estados Unidos e Israel no solo comparten ideales de
tipo geopolítico, para garantizar la hegemonía en la región, apropiarse de los recursos
y disfrutar de la guerra, sino que además ambos son productores de armas. Durante
el conflicto ha creado una burocracia militar y política que promueve el mercado de
la guerra. De esta forma, se han gestado relaciones entre los productores de
armamentos y los dirigentes políticos, que han ayudado a incrementar los ataques
bélicos y a mantener la violencia en la región.
En síntesis, en el presente capítulo se han analizado los orígenes del conflicto entre Israel y
Palestina, revisando cómo la creación del Estado de Israel en 1948 afectó considerablemente
al pueblo árabe y generó un conflicto que se evidencia en diferentes modalidades, dinámicas,
y maneras de perpetrar el terror, en medio de enfrentamientos armados continuos que limitan
cada vez más las posibilidades de una salida dialogada del conflicto.
El conflicto se ha polarizado con el paso de los años, ha dado origen al radicalismo en ambos
bandos y ha servido para incrementar la violencia y el terror entre la población civil palestina
y judía.
Aunque la solución del conflicto solo depende de los involucrados y solo ellos pueden
generar las decisiones que permitan ponerle fin, es tarea de los demás países hacer lo mejor
que se pueda para ayudar a aliviar esta compleja situación.
El enfrentamiento ha dejado ya víctimas incontables y ha causado un considerable daño a los
principios humanos y religiosos que guían la conducta y la ética de los judíos y de los
musulmanes. El principio olvidado en medio de las urgencias de la guerra, según el cual
nadie debe hacerles a los otros lo que no quiere que le hagan, y que hace parte del credo de
ambas religiones, ha sido cambiado por un principio de acción violenta y sin límites que no
mide las consecuencias.
El amor de dios, que ambos pueblos proclaman, ha sido reemplazado por una cruda
indiferencia hacia el dolor y el sufrimiento humano, en medio de una contienda sangrienta
en donde se vulneran repetidamente los derechos básicos de la población civil. Aunque han
existido voces pacifistas de ambos bandos, que tratan de recordar los principios humanitarios
42
que orientan sus creencias, estas cada vez se escuchan menos, porque las silencian los sonidos
de las bombas que día a día acaban con más vidas en el territorio.
Teniendo en cuenta lo anterior, vale la pena plantear el siguiente análisis: las principales
consecuencias y efectos del enfrentamiento árabe-israelí los ha sufrido la población civil
durante más de medio siglo, a través de un conflicto armado prolongado, manifestado en un
tipo de violencia de variable intensidad, caracterizado principalmente por sus diversas
modalidades, dimensiones, rostros, formas de infundir el terror, maneras de expresar los
ideales, de presionar a los Estados y de imponer la autoridad en las regiones que componen
el territorio.
Las transformaciones ideológicas y políticas de las agrupaciones, la diversidad de los actores
y sectores políticos, económicos y sociales que hacen parte del conflicto, además de las
estrategias y formas de conducir la guerra, han contribuido al desarrollo de las diferentes
facetas de la violencia, representadas en innumerables perpetraciones que han dejado graves
consecuencias para la estabilidad y seguridad de la población.
43
Capítulo III
3. La narrativa israelí versus la narrativa palestina
Luego de revisar los orígenes, causas y efectos del conflicto entre Israel y Palestina es
necesario exponer las razones particulares que han tenido estos dos pueblos para sostener un
enfrentamiento que ajusta ya 95 años. Para ello, se describen los arquetipos que sustentan
estas lógicas y que giran en torno a un fuerte nacionalismo, que se desenvuelve en una serie
de círculos, cuyo quehacer político se acomoda a la conveniencia de sectores religiosos que
no permiten separar el Estado de la religión.
En principio, los dos comparten un origen histórico común alrededor de las tierras en disputa,
que para unos (judíos) fue una designación divina y para los otros (árabes) algo ganado
debido a su permanencia en este territorio. Alrededor de la disputa territorial, y con el
desarrollo de eventos históricos de ambos pueblos, surge la constitución de proyectos
nacionales que apuntan a una consolidación territorial con las respectivas características que
conllevan.
En este capítulo se analizan las diferencias entre las narrativas israelí y palestina. Para el
efecto, es importante centrarse en aspectos como el nacionalismo que ha tomado fuerza en
cada uno de los bandos y la propagación de movimientos palestinos de izquierda y de
derecha, que fragmentan y dividen los objetivos e ideales que persiguen. También se debe
estudiar la intervención extranjera, como un componente fundamental de su desarrollo,
además de los medios y formas de ataque de cada bando, que buscan debilitar al enemigo.
3.1 El nacionalismo dentro del conflicto
El nacionalismo es uno de los pilares que fundamenta las causas de ambos pueblos. Tiene
unas características propias y únicas, pues no solo gira en torno al espacio físico en disputa
sino que cuenta con elementos religiosos que, además de afianzar las posturas más radicales,
las justifica y alienta, sin que pareciera haber una posibilidad de detenerlas.
44
Para comprender el desarrollo particular del nacionalismo, es importante detenerse a
examinar los componentes históricos relevantes para la formación de los pueblos: los
israelitas marcharon de Egipto a Canaán y Palestina no existía. Israel tuvo reyes que
unificaron tribus que habitaban entre los ríos Jordán y Mediterráneo; el rey David fundó
Jerusalén y su hijo Salomón construyó el templo y amplió las murallas. La ciudad se dividió
en el Reino de Israel, al norte y el Reino de Judá, al sur; los asirios acabaron con el reino del
norte; pasaron por los Macabeo y conquistaron los romanos. En medio de todo este proceso,
Palestina aún no existía.43
En este breve compendio histórico, que excluye a Palestina de la historia territorial en esta
región, se funda una de las razones que sostiene el sionismo en su causa y se muestra uno de
los principales puntos de la táctica judía: desconocer históricamente a los palestinos. Ahora
bien, por otro lado, está la diáspora judía, como otro de los argumentos históricos para
fundamentar la causa sionista y la constitución del Estado judío, que permitió la unificación
de aquellos que se encontraban dispersos por el mundo al finalizar la Segunda Guerra
Mundial.
Adicionalmente, aparece la historia del pueblo árabe y su relación con el territorio, que al
igual que sucede con los judíos, aporta herramientas nacionalistas para el sostenimiento de
su causa. No obstante, se debe reconocer que la denominación palestino no aparece o se
reconoce hasta entrado el segundo siglo después de Cristo.44 Los árabes sí han ocupado esta
región al sur de Asia, a pesar de que su constitución histórica no ha sido homogénea desde la
perspectiva étnica.45
Esto determina el carácter de los pueblos que son considerados árabes, que son la reunión de
una serie de grupos étnicos y que, según la tradición religiosa, también hacen parte de la tribu
43 Véase M. Aguinis, Breve historia de Israel y Palestina, Madrid, El Medio ediciones, 2013. 44 Véase M. Rodinson, Los árabes, Madrid, Siglo XXI, 1991. 45 En el territorio considerado palestino se han instalado una multitud de reinos e imperios: los asirios en el año
720 A. de C; dominación persa en el año 537 A. de C.; conquista de Alejandro en el año 333, seguida de la
dominación romana y bizantina, después de un periodo cristiano, durante el cual la región se convirtió al
cristianismo; periodo Islámico desde 638 D. de C; comienzo de las cruzadas hacia el año 1100 D. de C; en 1260
la región es desbastada por los mongoles; en 1517, dominación del Imperio otomano sobre gran parte del Medio
Oriente.
45
de Abraham. Tanto árabes-musulmanes, como los judíos religiosos se consideran hijos de
Abraham, unos por parte de Isaac (judíos) y otros por parte de Ismael (beduinos).
La resistencia palestina surgió cuando los palestinos se percataron de cuáles eran las
pretensiones de los sionistas. Toda la historia del mandato británico en Palestina está cargada
de luchas en contra de los ideales propuestos por el sionismo, que fracasaron debido en gran
parte a que el movimiento nacional palestino estuvo dirigido principalmente por familias de
la oligarquía palestina, enfrentadas entre sí.46
A partir de entonces, se generan dos acciones en la evolución de la tensión previa al conflicto:
los judíos sionistas empiezan a comprar terrenos en Palestina a los árabes y se establece
oficialmente el apoyo británico en 1992.
Durante el siglo XX, las tres ideologías fundamentales del mundo árabe fueron el
nacionalismo, el socialismo y el confesionalismo. Sin embargo, muy pocas veces, estas se
plasmaban en algún movimiento de manera pura, pues normalmente se combinaban de una
manera más o menos expresa con una de las otras o con las dos.47
Del lado judío, el movimiento nacionalista, es decir, el sionismo, tenía la pretensión
inmediata de fundamentar un Estado legítimo para el pueblo judío, en donde los árabes no
podían tener ningún tipo de participación. Para la mayoría de sionistas, la judaidad
representaba algo más nacionalista que religioso, lo cual se oponía al pensamiento de la
mayoría de los judíos «orientales», para quienes su identidad judía era fundamentalmente
una identidad religiosa.48
En la práctica, los nacionalismos árabes constituyeron populismos en contra de la oligarquía
tradicional de terratenientes y burgueses compradores, aliados del colonialismo y del
neocolonialismo. Como respuesta a la negación judía de la existencia del pueblo palestino,
en la línea de los nacionalismos extremos, nace en 1983 la agrupación de resistencia islámica
Harakat al-Muqawama al-Islamiyya (Hamás). Con la aparición de este tipo de grupos se le
46 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica. Op. cit. 47 Ivi, p. 134. 48 Ivi, p. 135.
46
da fuerza a una visión desde la cual se contempla al enemigo nacional como piedra
fundamental y fundacional para el Estado:
El sionismo, por su proceder, es alentador del nacional-islamismo árabe y de los
enfrentamientos internos árabes. Además, resulta impulsor de prácticas que, aunque
perjudiquen a su propia población civil, logran incrementar su capacidad de expansión
y sostenimiento durante un par de décadas.49
En este sentido, la política sionista trata de impedir que las minorías confesionales del mundo
árabe sean un factor de secularización, ya que están interesadas en la separación de la religión
y la política. Además, busca que el Estado no sea confesional y propende por la igualdad
entre ciudadanos, a partir de la eliminación de la reducción ideológica del confesionalismo,
indispensable para el progreso del mundo árabe.
Para evitarlo, el sionismo se ha enfocado en convertir a las minorías en instrumentos de
división social, alentando a las tendencias secesionistas en un intento de taifización
colonialista. Al mismo tiempo, estas tendencias nacional-confesionalistas de las minorías
potencian el nacional-confesionalismo de la mayoría musulmana sunní. Todo ello, en
conjunto, contribuye al atraso, al oscurantismo y a las divisiones sectarias del mundo árabe,
que agravan más los problemas que han mantenido vivo el conflicto.50
En síntesis, el nacionalismo árabe o panarabismo, con sus dos tendencias (secularista y
nacional-islamista), tiene como rivales a los nacionalismos locales, que niegan la arabidad
como fundamento de la nacionalidad. En general, los nacionalistas árabes aspiran a la unidad
de la nación, pero no a la creación de la nación árabe, pues su existencia se da como un
hecho, independientemente de que haya o no un solo estado árabe, varios o ninguno.51
Por otro lado, la esencia del nacionalismo judío, plasmado en el sionismo, era completamente
incompatible con los derechos políticos de la población palestina; por tanto, el choque fue
inevitable. La victoria de 1948 asentó la idea en los sectores mayoritarios de la política israelí
49 Ivi, p. 232. 50 Ivi, p. 215. 51 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 224.
47
de que era posible conseguir los objetivos del sionismo, sobre todo el espacio palestino,
generando la base de las futuras guerras y obstaculizando hasta la actualidad los intentos de
llegar a una paz negociada.
Sin duda alguna, el nacionalismo que defienden los bandos ha sido un factor fundamental del
desarrollo del conflicto, que hace cada vez más difícil encontrar una salida concertada. En el
nacionalismo de ambos pueblos se mezclan sus tradiciones históricas, sus ideales políticos y
sociales, sus costumbres y sus objetivos territoriales. En suma, ambos ideales y maneras de
comprender la realidad, resultan totalmente excluyentes e incompatibles.
3.2. La izquierda y la derecha en Palestina
Es importante tener en cuenta que una de las principales características de la lucha palestina
es la combinación de formas de lucha o de ideales. Se puede observar, por ejemplo, que, en
los intentos para conformar una base sólida ideológica, la izquierda de la resistencia palestina
tomó como modelos las experiencias maoísta, castrista-guevarista y sobre todo vietnamita.
En el caso del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) estos modelos eran ante
todo de liberación nacional; y en el caso del Frente Democrático por la Liberación de
Palestina (FDLP) había también un interés de emancipación social.
En general, la izquierda palestina era laica. Hasta el estallido de la Intifada, la resistencia
palestina no tenía ninguna tendencia islamista y, en líneas generales, había sido hostil a los
islamistas, en quienes había visto colaboracionistas conscientes o inconscientes del
enemigo.52
En Jordania, la izquierda palestina jugó un papel importante en 1970 y si hubiera conseguido
derrocar al rey Husayn, quizás podría haber dado una orientación mucho más radical,
socialista incluso, a la resistencia palestina. Sin embargo, la derrota de Septiembre Negro
impidió una evolución en esa dirección. Desde entonces, la izquierda palestina fue una
corriente secundaria dentro de la OLP, sin grandes posibilidades de alterar esta situación.
52 Ivi, p. 155.
48
Del otro lado, desde la facción de derecha, cabe anotar que esta es otra de las causas de la
mayor división del proyecto de la nación palestina; de hecho, sin tener aún un establecimiento
institucional fuerte, se debate sobre las corrientes que deberían ser asumidas desde lo
ideológico para enfrentar una lucha armada atravesada por el componente religioso.
La derecha palestina, mayoritaria representada por Al Fatah, tenía como modelo al FLN
argelino, puramente nacionalista, sin contenido revolucionario. Al Fatah también era mucho
más nacionalista palestino que nacionalista árabe. Su objetivo era crear un Estado palestino,
en principio en todo lo que había sido la Palestina del mandato británico y donde convivirían
en igualdad los musulmanes, cristianos y judíos, incluyendo a los judíos israelíes que
abandonaran el sionismo.
Sin embargo, la Intifada dio un vuelco a la cuestión palestina y permitió a la dirección de la
OLP intentar relanzar, ahora abiertamente, su proyecto del mini-Estado palestino. La Intifada
jugó un papel decisivo para que Estados Unidos reconociera de facto a la OLP en 1988, lo
mismo que haría Israel en 1993.53
Ante este panorama, la pugna entre las facciones de izquierda, en caso reciente, Hamás, y las
de derecha, Al Fatah, impide una representación unánime de Palestina. Además, el apoyo
que Israel recibe de Estados Unidos, la instrumentalización de Palestina de otras facciones
árabes como el caso de Irán, que mantiene una política antisemita hacen parte de los
elementos que impiden la consolidación de estrategias para acabar con los enfrentamientos.
3.3. La intervención internacional en el desarrollo del conflicto
Es importante tener en cuenta que, cada una de las causas, ideologías, políticas y valoraciones
religiosas de los bandos en disputa han estado atravesadas por la intervención internacional,
que al mismo tiempo ha usado el conflicto para obtener beneficios.
En un inicio, el imperio británico sacó provecho de la ocupación y de la expansión del Estado
de Israel, así como recientemente lo ha hecho Estados Unidos. La región, además de contar
53 Ivi, p. 156.
49
con recursos inexplorados y un alto potencial de hidrocarburos, resulta ser un eje estratégico
para el manejo de la península arábiga. Por tanto, hablar tan solo de la causa judía o palestina
sería limitar o reducir el problema, teniendo en cuenta que cada facción ha estado
influenciada por diferentes tipos de intereses económicos y sociales a escala mundial.
Este tipo de influencias, que fortalecen y fomentan el nacionalismo de los bandos, promueve
circunstancias en las que los dictadores consideran a las riquezas naturales e industriales de
cada país como una fuente de explotación y como un medio para alcanzar una definitiva
expansión agresiva.54
En consecuencia, en el análisis sobre el conflicto entre árabes y palestinos es importante tener
en cuenta la participación e intervención de agentes extranjeros que, debido a intereses ajenos
al mismo conflicto, apoyan la consolidación y el alcance de los objetivos de un bando en
particular.
Por un lado, Israel se encuentra cada vez más firme en su posición de quedarse con todo el
territorio, para lo cual cuenta con el apoyo de los Estados Unidos. Por otro lado, el mundo
árabe mantiene su característica de desintegración ante las intenciones sionistas y es apoyado
por países que ven en la causa judía un intento de colonizar y asegurar un poder hegemónico
en Medio Oriente.
Particularmente, el apoyo internacional que recibieron los judíos y la causa sionista en sus
orígenes, se derivó de los siguientes hechos históricos:
1. 1917: en la Primera Guerra Mundial, con la “Declaración Balfour”, el banquero judío
Lord Balfour, Ministro de Exteriores del Gobierno británico, creó un “Hogar
Nacional Judío” en Palestina. La principal intención de los ingleses era contar con un
aliado en la región que le permitiera controlar y aprovechar la extracción de sus
recursos, principalmente el petróleo.
54 H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Editor: Harcourt Brace Jovanovich, Nueva York, Versión española
de Guillermo Solana, 1998.
50
2. 1920: con la “Declaración Balfour”, Gran Bretaña dirigió el desarrollo de una política
en el territorio de Palestina por medio de la cual se permitió la entrada de inmigrantes
judíos. Cabe aclarar que en un comienzo no hubo mayor oposición de los árabes, pues
sin conocer sus ideales sionistas de fundar un Estado propio y legítimo en Palestina,
acogían a los judíos pues pensaban que solo estaban huyendo de las persecuciones
que sufrían en Europa.
3. 1930: cuando los árabes se dieron cuenta de que los judíos inmigrantes amenazaban
su existencia, agotaban sus recursos y sus medios, se iniciaron las llamadas protestas
y revueltas árabes, ante las que los británicos reaccionaron con la creación de campos
de detección y la deportación de los líderes de las revueltas, con la intención de
disolver a las organizaciones árabes que se comenzaban a formar para sacar a los
judíos de su territorio.
4. 1939: en medio de las segundas revueltas árabes, entre 1936 y 1939, los dirigentes
sionistas lograron que Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, y el gobierno
británico, apoyaran la conformación de un Estado legítimo para los judíos en
Palestina. Con base en ello, y reconociendo las incompatibilidades ideológicas y
políticas que existían entre ambos pueblos, los británicos propusieron la creación del
primer Plan de Partición de Palestina: un Estado judío sin población árabe y un Estado
árabe que se fusionaría con Jordania.
5. 1942: en la Segunda Guerra Mundial, el gobierno soviético, liderado por Stalin,
apoyó fervientemente al movimiento sionista y le facilitó armas y recursos para luchar
contra los árabes, como parte de una estrategia para frenar el ataque imperialista que
gestaba el pueblo árabe.
6. 1942: el 11 de mayo de 1942 la Organización Sionista Norteamericana publicó el
texto conocido como el “Programa de Baltimore”, que reconoce a Palestina como
Estado soberano judío, admite la creación de un ejército y la formación de un
gobierno judíos. Con este hecho histórico, el eje de la política del sionismo se
desplazó de Inglaterra hacia los nuevos acuerdos con Estados Unidos.
51
7. 1967: la identificación de Estados Unidos con el Estado de Israel es total desde este
año. El gobierno estadounidense vio en el movimiento sionista un instrumento ideal
para garantizar su hegemonía en Medio Oriente.
8. La situación resultante de la primera guerra árabe-israelí tampoco respetó el plan de
partición en cuanto a la creación de una zona bajo la administración de las Naciones
Unidas y a la instauración de un Estado árabe palestino. Jerusalén Este, Cisjordania
y la Franja de Gaza las zonas que quedaron en manos de los árabes después de la
guerra pasaron a ser administradas directamente por Transjordania y Egipto, sin que
las débiles voces palestinas que defendían la fundación de un Estado propio fueran
escuchadas.55
3.4. Fraccionamiento y medios de ataque entre los bandos
A continuación se presenta un recuento de las agrupaciones creadas para combatir al Estado
de Israel desde su establecimiento, con la intención de revelar que la refriega resulta desigual.
En efecto, el apoyo extranjero a los judíos ha permitido la consolidación de una nación que
vive con temor, alrededor de instituciones que con el paso del tiempo se consolidan, mientras
que los palestinos no logran establecer una unidad y replican las mismas prácticas sectarias
de la Antigüedad.
1. El Fatah: liderado por Yâsir ´Arafât, que se convirtió de la OLP. Contaba con una
amplia mayoría dentro de la OLP y se encontraba a la derecha de los regímenes
nacionalistas de «socialismo árabe» (ba´tista o naserista) derrotados en 1967.
2. As-Sâ´iqa: era la facción ba´tista pro-Siria de la resistencia palestina, creada en el IX
congreso del Ba´t en 1966, aunque empezó a actuar tras la derrota de 1967. Era mucho
más panarabista e izquierdista que el Fatah.
3. El Frente de Liberación Árabe: se constituyó en 1969 como el equivalente ba´tista
proiraquí de la as-Sâ´iqa pro-Siria.
55 Véase R. Téllez, “Conflicto árabe-israelí y terrorismo: el islam en la política internacional”, en Espacios
Públicos, 13, 2010, pp. 165-186.
52
4. El Frente Popular para la Liberación de Palestina. El FPLP, liderado por George
Habash, surgió de una radicalización desesperada del MNA a raíz de la derrota de
1967.
5. El Frente Popular para la Liberación de Palestina. Comando General. Dirigido
por Ahmad Ÿibrîl, que se había formado en el ejército sirio y había sido dirigente del
grupo guerrillero Abtâl al-´Awda, una de las organizaciones que se unieron en 1967.
6. El Frente de Liberación de Palestina. Fue una escisión del FPLP-CG que se produjo
en 1976.
7. El Frente de Lucha Popular Palestina. Fue una escisión proFatah del FPLP en
1967. De 1971 a 1973 el FLPP se unió al Fatah.
8. El Frente Democrático para la Liberación de Palestina. Se constituyó en 1969
como el ala izquierda escindida del FPLP.56
Como se puede ver, el fraccionamiento es una de las principales características del pueblo
árabe. Por el contrario, el pueblo judío, a pesar de presentar ciertas divisiones en cuanto al
quehacer político y al establecimiento y sostenimiento del Estado de Israel, se ha mantenido
más sólido.
También se puede apreciar que la resistencia del pueblo palestino contra el colonialismo
sionista ha abrazado diversas ideologías, confesionales y laicas, nacionalistas y
supranacionalistas. Los palestinos, confesionalmente, eran en su gran mayoría musulmanes
sunníes, con una minoría mayor de cristianos y minorías menores de drusos, judíos y
samaritanos.
Por su parte, el sionismo se presentó como nacionalismo/colonialismo judío, lo que no dejó
de tener repercusiones, pues los musulmanes y los cristianos se oponían radicalmente al
sionismo, mientras que los sionistas consiguieron ganarse una pequeña minoría de adeptos.
Debe resaltarse que la OLP fue un movimiento de carácter nacionalista sin mucha relevancia
en el plano religioso, que logró ubicar a Yasser Arafat como titular de un gobierno autónomo
56 G. Chaliand, La resistencia palestina, Ediciones Acervo, Barcelona, 1971.
53
(la Autoridad Nacional Palestina), que inicialmente solo tenía poder sobre Gaza y Jericó
(aunque después se iría extendiendo al resto de Cisjordania), revelando una mayor capacidad
de maniobra política. Sin embargo, con la aparición del Hamás se han perdido las
posibilidades para la resolución del conflicto.57
A partir de la consolidación del Hamás, que ha logrado captar el sentimiento de fieles
musulmanes que pretenden “depurar” las prácticas del islam, aplicando de forma estricta la
ley islámica, han ido apareciendo otros movimientos que, si bien no están en Palestina, se
han alineado con la causa; entre estos, Hermanos Musulmanes, que lucha por la necesidad
de tomar el poder en los países islámicos “contaminados por culpa de sus políticos, del
individualismo y del materialismo occidental”.58
El 30 de agosto de 1965, Gamal Abdel Nasser acusó oficialmente a los Hermanos
Musulmanes de conspirar para dar un golpe de Estado, que terminó con la captura de su líder
Sayyib Qutb, quien posteriormente fue ejecutado, en 1966, por traición. Lo anterior permite
ver que, al igual que Israel, en Palestina se han ido consolidando una serie de alianzas
violentas para detener lo que ellos llaman el avance colonialista de los judíos. Todo con el
respaldo de facciones que creen que la única forma de terminar con el conflicto es por medio
del exterminio judío, pues desde su cosmovisión el pueblo israelí es un problema.
Debe recordarse que, desde su creación, Hamás ha perpetrado miles de ataques con la
intención de matar, herir y aterrorizar a la población israelí, destruir propiedades e impedir
cualquier intento de alcanzar un acuerdo negociado entre Israel y los palestinos. Los
ciudadanos israelíes han sufrido numerosos ataques suicidas de Hamás, fuego de misiles y
morteros e incursiones en territorio israelí, mediante túneles subterráneos transfronterizos.
Los ataques terroristas de Hamás y de otras organizaciones desde el 2000 han dejado, por lo
menos, 1.265 israelíes muertos, herido a muchos más y aterrorizado a toda la población por
medio de perpetraciones sistemáticas del terror. En años recientes, Hamás ha expandido su
57 S. García, “El conflicto palestino israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. 58 Ivi, p. 15.
54
arsenal terrorista con armas cada vez más letales y con una amplia red de túneles de asalto
transfronterizo con salidas camufladas en territorio israelí, como lo muestra el informe del
Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, del 7 de julio del 2014.
Ante estos ataques, la respuesta del Estado judío ha sido el fortalecimiento de su capacidad
militar y las llamadas “represalias” de su ejército que, en la mayoría de los casos, han sido
desproporcionadas. En efecto, la comunidad internacional declara actualmente que el actuar
del ejército de Israel es desaforado y considera que, aunque no se equipara a los ataques
terroristas de las facciones extremistas palestinas, de todas formas, tienen un alto potencial
desestabilizador.
Desde otra perspectiva, luego de tantos años de conflicto, otra de las formas de lucha que con
el paso de los años ha ido dando fruto, es el fortalecimiento del antisemitismo por medio de
las acciones de las fuerzas israelíes, junto con una fuerte campaña política internacional que
se respalda en la victimización del pueblo palestino.59
En este contexto, el Estado de Israel ha sido cuestionado como entidad política con derecho
a la existencia. Este proceso, a su vez, se ha proyectado de un modo complejo sobre la vida
de las comunidades judías de la diáspora.
Los dirigentes palestinos han enviado mensajes ambiguos con el fin de desarmar,
desmoralizar y engañar a sus enemigos, al tiempo que logran el apoyo de terceros.60 En su
radicalización, el antisionismo creó nuevos enunciados, estableció una compleja dialéctica
de recuperación de viejos referentes antisemitas, lo que derivó en prejuicios en contra del
pueblo judío. Las relaciones entre antisionismo y antisemitismo son multifacéticas y
refuerzan la tesis de los modelos cambiantes de este último concepto. Las nuevas formas de
construir la violencia simbólica, la discriminación y el odio contra los judíos, se vincula con
la tradición histórica de los pueblos y con las perspectivas internacionales sobre el conflicto.61
59 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit. 60 M. Widlanski, Battle for our Minds: Western Elites and the Terror Threat, Threshold Editions, Nueva York,
2014. 61 Véase J. Bokser, “El antisemitismo: recurrencias y cambios históricos”, Op. cit., en part. 101-132.
55
Por otro lado, el antisemitismo no es solo parte de la historia sino también un ingrediente
relevante de la cultura europea. La historia antisemita es larga en Europa y está llena de
difamación, discriminación, expulsiones y otras persecuciones que hoy en día, debido a las
recientes campañas de desprestigio, ha tomado una nueva fuerza.
El Estado de Israel es el único de tipo racista que queda en el mundo, tras la desaparición del
apartheid en Suráfrica. Se justifica, paradójicamente, por el racismo que sufrió el pueblo
judío a manos de los nazis y que ha propagado distintas manifestaciones violentas en la
región, amparado en la potestad que le asiste de reivindicar sus propios derechos.62
El sionismo y la colonización de Palestina solo eran posibles si utilizaban las mismas
políticas discriminatorias que los nacionalistas étnicos europeos habían usado contra los
judíos en Europa central y oriental. A pesar de ello, el sionismo siempre ha utilizado el
argumento del antisemitismo y de las persecuciones históricas, de las que ha sido víctima,
para justificar sus acciones.63
3.5. Posibles salidas al conflicto
Muchas voces internacionales apoyan una resolución del conflicto árabe-israelí basada en la
creación de dos Estados viables, a partir de las fronteras de 1967, con pequeños cambios
acordados por ambas partes y con Jerusalén como capital compartida.
Desde el ámbito internacional todavía no se ha encontrado un sistema con la suficiente
legitimidad y representatividad que pueda velar por la aplicación de la justicia en el campo
interestatal. Principalmente, este ha de ser un foco de atención para aquellos comprometidos
con los procesos que conduzcan a un orden internacional justo y armonioso. Las Naciones
Unidas son la semilla que debe nutrirse para que adquiera la envergadura necesaria para
poder liderar y regular las acciones internacionales.64
62 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit. 63 P. Johnson, La historia de los judíos, Ediciones B, Madrid, 2010. 64 Véase S. García, “El conflicto palestino-israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit.
56
Para encontrar soluciones a las diferencias entre ambos bandos es importante también
analizar la magnitud del factor económico, que constituye uno de los fundamentos centrales
del conflicto y se relaciona con las posturas sociopolíticas que cada bando ha decidido
adoptar para su sostenimiento.
Uno de los motivos centrales por los que la balanza del conflicto se inclina a favor de Israel
es el desequilibrio social y económico entre ambas partes. Por un lado, el ejército de Israel
es considerado uno de los mejores dotados del mundo: su servicio de inteligencia está entre
los primeros en la escala mundial y sus mecanismos de control ponen en total desventaja al
pueblo palestino, que usa equipos arcaicos, de fabricación casera en muchas ocasiones y que
no cuenta con recursos suficientes para asegurar el funcionamiento adecuado de sus
instituciones.65
Debe anotarse que parte del actuar del pueblo judío está fundamentado en la persecución
histórica que ha sufrido. Este hecho lo mantiene a la defensiva y su actitud se refleja en la
perpetración de actos violentos, es decir, que si se siente amenazado, siempre tendrá la
tendencia a responder en los mismos términos.
Por tanto, las posibilidades que hay para cada uno de los bandos en disputa, están atravesadas
por la capacidad que tengan de hacer a un lado sus ambiciones nacionalistas extremas, lograr
posibilidades de gobierno laicos y comprender que tendrán que compartir el territorio, sea
bajo las condiciones de alguno de los dos o por la intervención de un tercero que pueda
regular la convivencia.
Por un lado, Palestina debe aceptar que su proyecto nacionalista es imposible. La idea de
destruir el Estado de Israel con las solas fuerzas guerrilleras era y es ilusoria. El margen de
maniobra de los dirigentes nacionalistas palestinos, incluyendo el de la burguesía nacionalista
palestina, más proclive a un mini-Estado palestino, más que mínimo es nulo. Israel les ofrece
a los dirigentes palestinos la posibilidad de convertirse en alcaldes de un campo de
65 Ibídem.
57
concentración y los dirigentes palestinos saben que si aceptan, su futuro será que los reclusos
terminen linchándolos.66
Y del otro lado está la imposibilidad de los judíos de construir un Estado nacionalista que
contemple la viabilidad de un proyecto sionista. Esto se debe, principalmente, a la concepción
bajo la que se ha generado el ideal de este tipo de Estado, que no concibe la convivencia
binacional igualitaria entre los judíos inmigrantes y la población autóctona palestina no judía.
En todo caso, para analizar lo que sucede a la luz de los hechos, se debe primero tomar en
cuenta las necesidades de cada pueblo, sus sentimientos, su historia y sus tradiciones, a partir
de un estudio detallado sobre las motivaciones y objetivos de cada una de las ideologías que
determinan su devenir: el sionismo judío y el nacionalismo árabe.
66 Véase J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit.
58
Capítulo IV
4. Sionismo y Estado judío
Para el desarrollo de este capítulo, en primer lugar se analizan los orígenes del sionismo y el
contexto en el que vivía Europa a finales del siglo XIX, cuando se definieron los ideales del
proyecto sionista, a cargo de su fundador ideológico Theodor Herzl. En segundo lugar se
describen las características generales del sionismo, enfatizando en el hecho de que más allá
de ser un movimiento que pretende garantizar la seguridad y la libertad para el pueblo judío,
sus verdaderas intenciones son convertir a Israel en una potencia hegemónica en la región
del Medio Oriente y a escala mundial.
Posteriormente, se analizan los verdaderos objetivos del sionismo, considerando el desarrollo
del proceso de colonización sobre los árabes y su marcada aversión a otro tipo de
comunidades judías que desde un comienzo han rechazado las prácticas bélicas y violentas
del sionismo. Finalmente, se examina la situación actual del sionismo y las percepciones
generales de la comunidad internacional a propósito de este movimiento en particular.
4.1. Orígenes del sionismo
Antes de iniciar el análisis sobre los orígenes del sionismo, se debe especificar la diferencia
entre el judaísmo y el sionismo, con el fin de no caer en errores que impidan comprender de
manera acertada este movimiento. Básicamente, los judíos son un pueblo que posee un
conjunto de tradiciones y de hábitos culturales, en el que la religión es un componente
relevante, pero no indispensable. Por otro lado, el sionismo se entiende como un movimiento
político, cuya principal finalidad ha sido conformar una nación que integre al pueblo judío,
disperso desde hace mucho tiempo en diferentes lugares del mundo, fundando un Estado
legítimo y soberano desde el cual puedan disfrutar de la libertad y de la plena realización de
sus derechos.
59
El sionismo judío se estableció como movimiento político en Europa a finales del siglo XIX,
y tomó su nombre de la colina ubicada en Jerusalén llamada Sion, donde se edificó el templo
de Salomón. Principalmente, se le ha catalogado como un nacionalismo étnico, porque la
religión cumple un papel fundamental, pues es aquello que unifica e integra a toda la
población judía. En efecto, a diferencia de los otros pueblos de la región, los judíos no
compartían una lengua específica ni un territorio particular. Incluso, su cultura, sus
costumbres y maneras de expresar creencias cambiaban significativamente entre las distintas
sectas y comunidades.67
Por tanto, la característica principal que unificó desde un principio a los judíos fue su religión,
asociada a la referencia de una patria sagrada, a un Estado legítimo y soberano en el que no
solo podrían garantizarse a sí mismos la seguridad necesaria para evitar la discriminación y
la opresión que habían sufrido en Europa, sino en el que también podrían expresar con toda
libertad sus creencias, prácticas e ideología y convertirse progresivamente en una potencia
mundial digna de ser respetada.68
De esta manera, el objetivo sionista de fundar un Estado legítimo y propio, lo cual no solo
era necesario en virtud de la difícil situación política y social que enfrentaban, sino también
representaba el fin de un designio divino que los llamaba a unirse, permitió movilizar a los
distintos colectivos judíos e integrarlos en una misma causa, sin importar las diferencias de
idioma, de territorio o de costumbres.
Sin embargo, no se debe ver en el sionismo un movimiento con una sola cara o un solo matiz,
ya que posee diferentes corrientes. De ellas, se destaca el sionismo político, debido a sus
enormes pretensiones y a los métodos que ha utilizado para cumplir con sus objetivos, que
han sido llevados hasta el extremo de la violencia, la colonización y la represión, a partir de
67 J. Bollo-Muro, El sionismo, una forma del imperialismo, Op. cit. 68 Desde el comienzo, este Estado tenía que encontrar una localización concreta: Palestina.
60
la idea de reunificación del pueblo judío en un territorio, para crear allí un Estado que sea
fundamentalmente judío.
En este sentido, los precedentes del sionismo son mesiánicos y místicos, en la medida en que
la fundación de un Estado propio implicaría la salvación definitiva de los judíos, la seguridad
e independencia que buscaban y la culminación de los tiempos, la llegada del mesías y su
reinado definitivo sobre la humanidad.
Además de la unión de todas las comunidades y colectivos judíos, el sionismo judío pasó de
la teoría a la práctica con suma rapidez gracias a los siguientes fenómenos:
1. Dentro de la elite judía occidental existían poderosos financistas que tenían acceso a
los Gobiernos centrales, integrados a la causa sionista.
2. El proyecto sionista se fusionó de manera acelerada con los intereses de las potencias
imperialistas, especialmente Gran Bretaña.69
De esta manera, en el origen del sionismo se involucran razones y motivaciones de tipo
religioso, cultural, político y económico, en un proceso en el que las potencias mundiales
entraron a jugar un papel fundamental y en el que aspectos como el nacionalismo y el
imperialismo se convirtieron en elementos fundamentales desde los cuales se fortalece el
ideal de fundar un Estado propio y legítimo de los judíos. Esto se verá con más detalle a
continuación, cuando se hable del enfoque ideológico del sionismo judío.
4.2. Generalidades del sionismo judío
El sionismo judío es una ideología de carácter nacionalista, desarrollada a partir de los
planteamientos de Herzl,70 quien rescata la importancia del asimilacionismo, es decir, la
posibilidad de que los judíos gozaran de los mismos beneficios de todas las personas y que
69 Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., en part. 24-65. 70 Véase T. Herzl, El Estado judío, Op. cit. en part. 13-69.
61
tuvieran la posibilidad de integrarse sin ningún tipo de resistencia, manteniendo al judaísmo
como religión, conservando las mismas costumbres que sus compatriotas, pero que había
fracasado debido a la enorme discriminación a la que fueron sometidos.
Para Herzl, la esencia del problema judío no era de tipo individual sino nacional y por tanto
los judíos solo podían mejorar su situación si su condición era transformada positivamente
por medio del establecimiento de un Estado legítimo y soberano, que gozara de la aceptación
y del respeto de toda la comunidad internacional. A mediados del siglo XIX, el sionismo
entró en contacto con las grandes corrientes del pensamiento en Europa, como el liberalismo,
el socialismo y el nacionalismo. Por tanto, la idea de Herzl71 partió de una consideración
histórica según la cual el antisemitismo es un factor estable e inmutable en la sociedad
humana y que la única manera de sobrepasarlo es mediante la creación de un Estado judío.
El sionismo se entiende, ante todo, como un intento de integrar las condiciones tradicionales
de los judíos europeos que se encontraban en rápida desintegración. En este sentido, el
sionismo vinculó los intereses y la voluntad de todos los judíos, que sentían la necesidad de
unirse y de luchar por un mismo fin. En particular, la lucha se estableció como una condición
necesaria para cumplir con el objetivo de fundar un Estado soberano en Palestina.72
La visión del sionismo se centra en su creencia de que el pueblo judío es diferente a todos
los demás, en la medida en que posee unas condiciones y creencias totalmente opuestas a las
europeas. Sus diferencias culturales y religiosas, los obligaban a abandonar Europa, territorio
con el que no eran compatibles ideológicamente y a buscar un Estado legítimo y soberano en
el que pudieran practicar sus creencias, ritos y costumbres únicas, sin temor a ser juzgados,
rechazados o vulnerados.
En este sentido, el sionismo representa una reacción al creciente antisemitismo europeo, por
medio de la unión de las diferentes etnias judías con el fin de fundar un Estado soberano.
71 Ibídem. 72 I. Deutscher, El judío no sionista y otros ensayos, Op. cit., p. 34.
62
Otro rasgo general del sionismo judío es el desarrollo continuo de sentimientos nacionalistas
que los ha llevado a buscar, más allá de reivindicar el sufrimiento y el dolor de aquellos que
murieron por el atropello y la discriminación en el pasado, la posibilidad de convertirse en
una potencia mundial con la implementación y el desarrollo de su propio Estado.73
En relación con la política internacional, Izquierdo74 manifiesta que con el desarrollo del
sionismo se ha establecido un proceso continuo de expansión colonial, que ha dado origen al
prosionismo de potencias mundiales como Francia y Estados Unidos, porque los territorios
conquistados por Israel se podían establecer al tiempo como centros estratégicos para servir
de base operativa y mantener la hegemonía de esas potencias.
Un aspecto interesante es que a pesar de que los judíos buscaban un nuevo territorio, no se
sentían identificados con la ideología ni con las costumbres europeas. En el proceso que los
ha llevado a alcanzar su Estado legítimo e independiente, han utilizado el mismo proceder y
las mismas estrategias de los europeos cuando, históricamente, han querido apropiarse de
nuevos territorios utilizando estrategias como el militarismo, la colonización, el nacionalismo
y el destierro de las poblaciones.
El sionismo hacía hincapié en aspectos no religiosos de la judaidad y concebía a los
judíos como nación, a la que aspiraba a dotar de su propio Estado-nación judaico, idea
ajena tanto al judaísmo ortodoxo como al judaísmo reformado. La resurrección política
de Israel y de la lengua hebrea como lengua de uso no religiosa era, para la mayoría de
los judíos ortodoxos una herejía y una blasfemia y para los judíos reformistas un
disparate.75
Generalmente, los sionistas presentan su ideología como la gran salvación para el pueblo
judío, pues la fundación de un Estado legítimo y soberano es el único camino posible que
tienen para evitar el antisemitismo, la discriminación y el racismo. Sin embargo, en realidad
73 Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., en part. pp. 24-65. 74 F. Izquierdo Brichs, “El movimiento sionista ante la partición de Palestina”, Scripta Nova en Revista
electrónica de geografía y ciencias sociales, Barcelona, Universidad de Barcelona, 2003, vol. VII, núm. 144. 75 R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., p. 130.
63
el sionismo judío no trata tanto de liberar a los judíos de la opresión, de las amenazas y del
miedo, sino más bien de utilizar ese miedo y esas amenazas para desterrar a los árabes y
rechazar sus creencias y para que de esta manera puedan emigrar hacia al destino deseado,
donde se ha ensañado un conflicto que genera aún más discriminación.76
En síntesis, el sionismo judío vincula elementos que corresponden a la etnia, a la religión y
a la reivindicación nacional. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el pueblo judío se
convirtió al nacionalismo y su población se unió principalmente por su religión, pero también
por la necesidad de legitimar su soberanía ante los ataques y persecuciones sufridas. “El
sionismo, de facto, lo que hacía era nacionalizar una judaidad cuyo fundamento durante más
de dos mil años había sido la religión judía, el judaísmo”.77
Por otro lado, desde sus mismos orígenes, la formulación y desarrollo del sionismo ha tenido
tres componentes fundamentales, formulados por el propio Herzl en los albores del
movimiento:
1. Componente nacionalista: dadas las circunstancias que atravesaba Europa a finales
del siglo XIX, en donde se manifestaba un creciente antisemitismo por gran parte de
los sectores de la sociedad, el principal ideal del sionismo fue reclamar un territorio
y constituir un Estado. Esto no significaba otra cosa que, ante la situación de
discriminación vivida por los judíos, debían fundar un Estado propio, pero no con el
objetivo de ser diferentes a los demás pueblos y de vivir completamente aislados del
resto del mundo sino como un medio necesario para garantizar su desarrollo en medio
de un entorno seguro, sin discriminación, opresión ni desprecio.
2. Componente imperialista: cabe tener en cuenta que a finales del siglo XIX el
imperialismo era un tema bastante popular entre las potencias europeas, que les había
permitido obtener enormes riquezas y ventajas territoriales amén de posicionarse cada
76 N. Weinstock, El sionismo contra Israel. Una historia crítica del sionismo, Op. cit. 77 J. Durán, El conflicto árabe-israelí, Op. cit., p. 132.
64
vez más, a escala económica, en el mundo. El desarrollo del colonialismo en África
provocaba entusiasmo en Occidente y se entendía que el imperialismo era un camino
efectivo para alcanzar los objetivos relacionados con el crecimiento y la
consolidación financiera. Precisamente en medio de este contexto social nace el
sionismo, que entiende que el imperialismo es el medio perfecto para desarrollar el
nacionalismo y para materializar la idea de fundar un Estado soberano para los judíos.
3. Principalmente, la colonización de Palestina seguiría el modelo colonial británico,
para lo que fue necesario constituir una sociedad judía, establecer organismos de
planificación política y promover instituciones que financiaran las campañas
imperialistas. Desde un comienzo, explica Turrent,78 Gran Bretaña jugó un papel
preponderante en el proyecto sionista, no solo como un modelo para imitar, sino como
una carta de colaboración, una potencia que apoyaba estratégica y financieramente
los ideales judíos.
4. Articulación: se refiere a la unión e integración de las diferentes comunidades judías
en un mismo ideal y objetivo: la fundación de un Estado legítimo y soberano. Con el
tiempo, las propuestas de Herzl fueron respaldadas por los judíos que habitaban
Europa central y oriental, con lo cual se fortaleció la articulación entre las distintas
fuerzas que se encontraban disgregadas, estableciendo así las bases de un movimiento
de alcance mundial.79
Lo original del sionismo es la pretensión de crear un Estado judío en un país
mayoritariamente no judío, haciendo llegar a los judíos de todo el mundo para
desplazar a la población no judía del país, todo ello en nombre de una presencia judía
hace dos mil años o en virtud de un supuesto derecho divino.80
78 Véase I. Turrent, “Entre Israel y Palestina”, en Revista Letras Libres, año 8, núm. 86, México, 2006, p. 132. 79 Véase O. Seliktar, Nuevo sionismo y sistema de políticas exteriores de Israel, New York: Southern Illinois
University Press, 1987, en part. pp. 2-25. 80 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 295.
65
Por tanto, la articulación fue vital en el proyecto sionista, ya que congregaba a las distintas
comunidades judías, que de otra manera habrían permanecido dispersas y no hubieran tenido
la oportunidad de luchar por una idea que desde un comienzo se convirtió en el principio
central que les permitiría garantizar su salvación, su seguridad y su libre desarrollo.
Sin embargo, cabe aclarar que el pueblo judío se resistió al sionismo porque, en sus
comienzos, este distaba de ser un movimiento que congregara a las masas y, al contrario, se
evidenciaban distintas posturas contrarias. Dentro de ellas se destacan:
1. Aquellos que pensaban que el sionismo era un movimiento impío, en la medida en
que los sentimientos nacionalistas exacerbados podían llevar al hombre al uso de la
violencia y al desarrollo de la guerra.
2. Los que consideraban que los judíos debían integrarse a las naciones a las que
pertenecían.
3. Los que a pesar de que estaban a favor del nacionalismo, pensaban que los judíos
podían continuar como una nacionalidad dispersa, que sería identificable por su
religión y sus creencias, pero no por poseer un mismo territorio.
4. Finalmente, los ortodoxos religiosos, que opinaban que el regreso de los judíos a
Israel solo podría efectuarse por medio de una orientación divina y que en tal medida
iniciar este proyecto representaba una herejía que sería fuertemente castigada.
En general, las principales razones expuestas de manera inicial por los judíos que no querían
adherirse a la causa sionista eran, para empezar, que el concepto mismo del sionismo
representaba una refutación de la creencia tradicional de la Torah en el exilio como castigo
y redención.81 Además de ello, el sionismo parecía un movimiento totalmente indiferente a
81 D. Jacobs, Israel y Palestina, Op. cit., p. 22.
66
las necesidades y derechos de los no judíos, en la medida en que se desconocían las libertades
del pueblo palestino que habitaba el territorio desde hacía una gran cantidad de años.
Otro de los argumentos en contra del sionismo era que aplicaba una política opresiva que
solamente causaría más dolor, más víctimas, sufrimiento, sangre y discriminación y que
provocaría conflictos innecesarios de carácter mundial: situación que, en efecto, ha ocurrido.
Finalmente, se pensaba que el sionismo llevaría a los judíos a ser desleales con los gobiernos
bajo cuya protección vivían en el exilio y esto generaría mayores conflictos que debían
evitarse.
En sus inicios, por tanto, los sionistas eran una minoría. Incluso aquellos judíos no ortodoxos
veían en el sionismo un camino más que seguro para el desastre. No obstante, a pesar de las
marcadas diferencias que tuvo el sionismo en sus comienzos, de las críticas y del rechazo de
gran parte de las comunidades judías, la situación dio un giro considerable después de la
Segunda Guerra Mundial. Particularmente, la articulación solo pudo generarse luego del
Holocausto nazi, que fortaleció los sentimientos nacionalistas del pueblo judío sobreviviente,
que debía reaccionar de una manera distinta, más fuerte y estratégica, para evitar las
persecuciones que venía sufriendo.82
En general, el movimiento sionista no solo construyó una verdad, no solo trazó un objetivo
y una meta particular que congregó, después de no poca resistencia, a la comunidad judía,
sino que a la vez tuvo la posibilidad de desarrollar las estrategias que le permitieron
consolidar un discurso político y social, desde el cual fue posible legitimar los hechos
violentos y colonialistas que caracterizaron al movimiento. A partir de este discurso, los
palestinos se convirtieron en seres inexistentes, en los enemigos a los que no se les podía
conceder ningún derecho.
82 Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., en part. pp. 24-65.
67
Para Herzl, Palestina representaba la patria histórica del pueblo judío, la tierra prometida ante
la cual debían reclamar sus derechos ancestrales, sin importar los medios que tuvieron que
emplear para ello. Siguiendo las palabras de De Los Ríos:
Lo que el sionismo recupera del judaísmo es la idea del “retorno a Sion”. Para asentar
una nación era necesario un territorio y en Palestina podían, valiéndose de la Biblia,
reclamar los derechos sobre esa tierra. El problema es que Palestina no era una “tierra
sin pueblo”. Cualquier conocedor, por mediocre que sea, sabe que los pueblos árabes la
habitaron desde siempre. Por lo que la solución que optaron los sionistas fue expulsarlos,
expropiarlos de su tierra, negarles su existencia.83
En síntesis, el sionismo judío vincula elementos que corresponden a la etnia, a la religión y
a la reivindicación nacional. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el
nacionalismo de una población unida principalmente por su religión, pero también por la
necesidad de legitimar su soberanía ante los ataques y persecuciones sufridas. “El sionismo,
de facto, lo que hacía era «nacionalizar» una judaidad cuyo fundamento durante más de dos
mil años había sido la religión judía, el judaísmo”.84 Para entender mejor el proceso
colonialista que emprendió el sionismo, a continuación se analizan los objetivos que han
guiado y orientado su proceder a lo largo de los años.
4.3. Objetivos del sionismo
El principal objetivo del sionismo no ha sido simplemente colonizar Palestina y fundar allí
un estado legítimo y soberano. Aunque la colonización ha sido un aspecto clave que no solo
define la intención del pueblo judío, sino que resume en gran medida el conflicto generado
con los árabes, más interesante que la colonización por sí misma son las características
específicas del proceso colonizador, que determina una relación particular entre los colonos
y el pueblo por conquistar.85
83 E. De Los Ríos, “El Movimiento sionista y sus repercusiones en Palestina”, Observatorio de conflictos,
Buenos Aires, 2008, p. 8.
84 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 132. 85 R. Margolies, The Path to Mass Rebellion: An Analysis of Two Intifadas, Op. cit., p. 93.
68
El movimiento sionista busca explotar al pueblo palestino, sacarlo de sus tierras, dispersarlo
y desposeerlo, a partir de una sustitución no solo de la población, sino de las actividades
productivas, de la fuerza de trabajo, de las costumbres y expresiones culturales y de todos
aquellos elementos que hacen parte integral de la sociedad.86 Esta misión fue delegada al
Fondo Nacional Judío, cuya función:
… era recuperar la tierra de Palestina como la posesión inalienable del pueblo judío.
... Ya en 1891, el dirigente sionista Ahad Ha'am escribió que los árabes comprendían
muy bien lo que estábamos haciendo y cuál era nuestro objetivo. ... Theodore Herzl, el
fundador del sionismo, declaró: trataremos de hacer desaparecer a la población [árabe]
pobre a través de la frontera, obteniéndole trabajo en países de tránsito, mientras le
negamos trabajo en nuestro propio país. ... Tanto el proceso de expropiación y el
traslado de los pobres deben ser realizados con discreción y circunspección.87
Mediante el proceso de colonización, los agricultores árabes se negaban a abandonar la tierra
que el Fondo judío había adquirido pagando a los terratenientes absentistas, por lo cual fueron
expulsados gracias a la mediación de las autoridades turcas.
Ante esta situación, la comunidad árabe trataba de oponerse al aumento de la inmigración y
de las compras de tierra judías, en la medida en que representaban un peligro real para la
existencia misma de la sociedad árabe en Palestina. Debido a la fuerza y a la violencia que
encontraron los judíos en esta oposición, el proyecto sionista jamás se hubiera podido realizar
sin el respaldo militar de los británicos. En todo caso, un aspecto relevante que se debe señalar
es que el sionismo judío no encontró resistencia en el pueblo árabe debido al antisemitismo,
sino porque representaba una visión colonialista e imperialista que amenazaba con acabar los
cimientos de la misma sociedad árabe.
En todo caso, la campaña de colonización hizo que gran parte del mundo y de la comunidad
internacional consideraran al sionismo como un programa, porque negaba los derechos
86 D. Neff, Fallen pillars: U. S. policy towards Palestine and Israel since 1945, Op. cit. 87 J. Quigley, Palestina e Israel: un desafío a la justicia, Routerland, Nueva York, 2010, p. 15.
69
políticos de la mayoría y porque no aceptaba la posibilidad de que los indígenas nativos
ejercieran sus derechos políticos. Particularmente, la colonización emprendida por el
sionismo tenía fines diversos, como lograr que la mayoría de árabes se transformara en una
minoría controlable y manipulable; que la población judía se hiciera al control de las mejores
tierras y que se trajeran capitales para invertir en industrias que hicieran a los judíos
poderosos y a los árabes dependientes.88
Todos los judíos israelíes saben (aunque la mayoría prefieren ignorarlo y sobre todo que
se ignore) que su «Estado judío» se construyó sobre las ruinas de una Palestina
mayoritariamente no judía, que las ciudades, pueblos y kibutzim se establecieron sobre
ciudades y aldeas palestinas destruidas, cuyos habitantes fueron expulsados o huyeron
aterrorizados en una limpieza étnica llevada a cabo en 1948.89
Se puede decir que el colonialismo que ha sido gestado por el sionismo en Palestina ha
pretendido eliminar a los árabes de palestina y erradicarlos de la historia, a partir de un
proceso invasivo sistemático por medio del cual se niegan y se rechazan sus creencias e
ideologías. Para cumplir con este propósito, como se ha visto, los judíos han utilizado
diversas estrategias, dentro de las que se incluyen la compra de tierras, por medio del Fondo
Nacional Judío, creado en el año 1901, cuya función es adquirir y distribuir territorios entre
los habitantes judíos en Palestina.
Las palabras de Buber expresan con detalle los atropellos de los que ha sido víctima la
población árabe a raíz de la causa sionista:
Solo una revolución interna puede tener el poder necesario para curar a nuestro pueblo
de la enfermedad asesina del odio sin causa. ... Nos va a traer la ruina total. Solo
entonces comprenderán los viejos y los jóvenes de nuestro país cuán grande fue nuestra
responsabilidad en el devenir de esos desgraciados refugiados árabes en cuyas
poblaciones hemos asentado judíos traídos desde bien lejos, hemos heredado sus
88 Véase E. De Los Ríos, El Movimiento sionista y sus repercusiones en Palestina, Op. cit., en part. pp. 7-78. 89 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 138.
70
hogares, ahora sembramos y cosechamos sus campos; recogemos los frutos de sus
jardines, huertos y viñedos; y en las ciudades, que les hemos robado, instalamos casas
de educación, caridad y culto, mientras parloteamos y deliramos diciendo que somos el
Pueblo de la Biblia y la “ luz de las naciones”.90
Por otro lado, una de las mayores estrategias para lograr su cometido, han sido las
ocupaciones militares, mediante asentamientos por la fuerza, confiscación de las tierras y
creación de organizaciones militares semiclandestinas, cuya finalidad es expropiar a los
árabes, con amenazas y violencia.
Finalmente, se encuentran las acciones de tipo económico, que pretenden bloquear el retorno
de los habitantes árabes a las tierras confiscadas y apoyar la inmigración sobre la base de que
cualquier hijo de madre judía, sin importar su procedencia, tiene derecho a la ciudadanía en
Israel. Por otro lado, se bombardean y destruyen las industrias y centros de servicios públicos
de los palestinos, se apropian de los recursos y se impone un bloqueo comercial a los árabes.91
El sionismo judío siempre ha estado en una posición media entre excluir a los indígenas no
judíos o dejarlos permanecer para explotarlos. Pero más allá de sus objetivos colonizadores
e imperialistas en Palestina, el sentido y la ideología del sionismo se entiende a la luz de su
relación con otro tipo de comunidades judías.
El sionismo se ha establecido a partir de un odio y una aversión hacia otro tipo de judíos,
como se explica a continuación:
1. Existe un desprecio hacia los judíos asimilados de Europa, que emigraron al Estado
de Israel a raíz del Holocausto, en contra de su voluntad, solo porque las
90 Orígenes del Conflicto Palestino-Israelí. Disponible en <
https://issuu.com/guillermoenriquevidalonsirlupu/docs/el_conflicto_palestino-israel__> “Consultado el 11 de
Febrero de 2016”. 91 F. Izquierdo Brichs, “El movimiento sionista ante la partición de Palestina”, Scripta Nova en Revista
electrónica de geografía y ciencias sociales, Barcelona, Universidad de Barcelona, 2003, vol. VII, núm. 144.
71
circunstancias lo exigían así, y de no haber ocurrido lo que pasó en la Segunda Guerra
Mundial, hubieran permanecido cómodamente en Europa.
2. Aversión hacia los judíos ortodoxos, que trataban de evitar a toda costa
enfrentamientos bélicos en razón a sus creencias y a la idea de que solo la orientación
divina los podría hacer regresar a Israel.
3. Odio a los judíos orientales, es decir, aquellos que no procedían de Europa y que en
su mayoría llegaban de los países árabes.92
Por otro lado, además de sus orígenes y creencias, los sionistas también han juzgado y
utilizado a las demás comunidades dependiendo de sus riquezas y posesiones: en primer
lugar, se encuentran los judíos con fortuna y poder, que sin importar si fueran ortodoxos o si
no provenían de Europa, les interesaban para que participaran en el proyecto y necesitaban
su patrocinio económico de cara a la colonización. En cambio, los judíos de condición social
humilde, le servían al sionismo solo como colonos y como medio para masificar al
movimiento.93
Por último, se encuentran los judíos que poseían riquezas en sus países de origen y que por
tanto no se traducían en poder y fortuna para el sionismo. A este tipo de comunidades solo
las usaban como emigrantes a Israel, incluso si eso suponía su empobrecimiento al dejar
abandonadas sus posesiones en Europa.
Como se puede apreciar en este análisis, el desarrollo de los objetivos del sionismo ha
cambiado considerablemente al judaísmo, en el sentido en que se ha tratado de abolir y
rechazar la ortodoxia religiosa y establecer además una especie de la clasificación entre los
mismos judíos para determinar quién es útil y quién no, en el proceso de colonización. Por
tanto, el sionismo ha transformado considerablemente las bases y el desarrollo del judaísmo,
92 N. Weinstock, El sionismo contra Israel. Una historia crítica del sionismo, Op. cit., p. 46. 93 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit.
72
que más allá de una religión y una forma de expresar una fe particular, se ha convertido en
un movimiento político e instigador, cuyos principales medios para alcanzar sus objetivos
son la violencia y la perpetración sistemática de los territorios por colonizar.
En este punto resulta relevante realizar una síntesis de los orígenes, objetivos y desarrollo del
sionismo, partiendo de la argumentación de Barnavi,94 quien plantea que, a nivel general, se
pueden establecer cinco proposiciones en torno al sionismo, que explican sus fundamentos.
Ellas son:
1. El sionismo fue una necesidad histórica
Esta idea hace referencia al hecho de que el sionismo surgió en un momento histórico
determinado, cuando Europa se organizaba en Estados-naciones y resultaba inevitable que
ciertas personas concibieran la necesidad de fundar un Estado judío, que representaba la
única solución a la eterna cuestión judía. De esta manera, en el sionismo se concretaron las
posibilidades de reivindicar los derechos y la legitimidad del pueblo judío y alcanzar las
pretensiones antiguas y religiosas de Sion.
2. El sionismo es un nombre de familia
A pesar de la resistencia que tuvo el sionismo en sus comienzos a manos del pueblo judío y
de que hubo muchas interpretaciones distintas en torno a sus verdaderos objetivos, el
sionismo, en particular, congregó a todos los judíos en el complimiento de una única meta:
la fundación de un Estado soberano y legítimo en el que pudieran reivindicarse de los
atropellos padecidos y en el que pudieran gozar de la libertad que les había sido negada a lo
largo de la historia.
94 Véase E. Barnavi, Cinco proposiciones sobre la historia del sionismo político, Monográfico, Israel a los 60
años de su fundación, Madrid, 2008, en part. pp. 20-52.
73
Precisamente fue gracias a la diversidad de opiniones en torno al sionismo, que este pudo
capturar toda la historia judía y las diferentes interpretaciones y costumbres que la integran.
En virtud de ello, el sionismo se convirtió, con el tiempo, y no sin superar una fuerte
resistencia dogmática, política, social y económica, en el baluarte principal de toda la
familia judía.
3. El sionismo es un logro histórico objetivo
El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión proclamaba el nacimiento de Israel, y a pesar de
que muchos pensaban que estaba condenado a desaparecer rápidamente, Israel ha resistido
los embates y los ataques de sus contendores, ya sea por la vía diplomática o bélica, durante
todos estos años. Incluso, con el tiempo, Israel no solo ha resistido victoriosamente los
ataques, sino que se ha consolidado como una nación firme y poderosa, en la que crece un
pueblo antes disperso y disgregado y una nación moderna. Además de ello, con la fundación
del Israel, el sionismo ha logrado:
Unir en un solo objetivo a una cultura dinámica, fundada en una lengua resucitada.
Acoger los restos de las comunidades diezmadas en Europa.
Alcanzar sus objetivos en medio de un ambiente dramático, sobrepasando la
resistencia de sus enemigos.
4. El sionismo es un logro objetivamente incompleto
Jamás se desarrolló por completo una ideología, pues las circunstancias históricas del origen
y la evolución del sionismo impidieron que el Estado judío cumpliera con el proyecto de
normalizar la existencia judía entre las naciones. En parte por la presión de los enemigos, el
sionismo ha abandonado poco a poco su ideología nacionalista y religiosa, para convertirse
en un poder político que utiliza la guerra y el terror para defenderse y para cumplir con el
74
objetivo final. Así, el sionismo ha perdido sus cimientos y las bases ideológicas que lo
sustentaron en sus comienzos.
5. El sionismo ha agotado ampliamente su tarea histórica
En parte también por las circunstancias históricas, el sionismo judío ha perdido su horizonte,
y con la excusa de fundar un Estado legítimo, en el que se alcance la anhelada libertad para
el pueblo judío, han surgido nuevos objetivos que tienen que ver con detentar mayor poder
en la zona y convertirse en una potencia mundial.
Por tanto:
Sea lo que fuere, el sionismo político ha agotado su tarea histórica originaria. Si es cierto
que las ideologías no mueren jamás, sino que cambian simplemente de contenido en
función de las circunstancias históricas y de las pasiones de los hombres, entonces el
sionismo no es ya hoy más que la expresión de los vínculos entre el centro nacional
israelí y la periferia de la diáspora. Con otras palabras: la expresión ideológica moderna
de una realidad tan antigua como el pueblo judío.95
La lección más importante que se deriva de la génesis y del desarrollo del sionismo, es que
los nacionalismos pueden convertirse muy fácilmente en imperialismos y que a partir de un
discurso político pueden emplear métodos de violencia y represión para alcanzar sus
objetivos. El sionismo se ha establecido históricamente como ruta de tránsito entre las
persecuciones sufridas por los judíos a las agresiones en contra del Estado de Israel, pasando
de ser perseguidos a ser perseguidores. Por otro lado, el proyecto sionista demuestra también
que la opresión sufrida por un pueblo es inseparable de su lucha contra la explotación de la
clase trabajadora. En tal medida, los judíos han tenido que transformarse poco a poco como
cultura, como pueblo y como sociedad, porque hoy no son los que sufren las consecuencias
de la represión sino los que la ejercen en contra de un pueblo distinto.
95 Ivi, p. 98.
75
Una vez analizados los orígenes, características y objetivos centrales del sionismo judío es
importante finalizar este capítulo con el estudio sobre la situación actual de este movimiento
y la percepción de la comunidad internacional, en el marco del conflicto entre Israel y
Palestina.
4.4. Concepción actual del sionismo en el mundo
En el mundo ha surgido una animosidad y una concepción errada en torno a los sionistas,
debido principalmente al hecho de la enorme diferencia que existe entre el sionismo oficial,
y la práctica bélica, represiva y colonial de las últimas décadas, en medio del conflicto contra
los árabes.96
En este contexto, el sionismo ha sido observado por los países árabes e islámicos y, en
general, por la comunidad internacional, como un movimiento político expansionista y
colonialista, como una doctrina enmarcada en motivos étnicos, que conjuga un fanatismo
religioso con un nacionalismo excluyente y racista.
En esta medida, el Estado de Israel ha sido fuertemente cuestionado y se le ha tratado de
negar a toda costa la posibilidad de convertirse en una entidad política con derecho a la
existencia. Sin embargo, más allá de proponer un proceso de deslegitimación en las
dimensiones ideológicas y simbólicas de la causa israelí, el antisionismo ha rebasado los
límites de cada una de ellas y se ha radicalizado, a tal extremo, que ha logado recuperar
progresivamente los viejos referentes racistas y antisemitas, fortalecidos por la
discriminación y los prejuicios.
El sionismo en Palestina ha sido catalogado como un movimiento opresor, soberbio y
pretencioso. Con estos calificativos se han querido tachar de ilegales las pretensiones
políticas del Estado de Israel. Para el efecto, la influencia de Estados Unidos en la región ha
96 Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit.
76
jugado un papel determinante, que ha derivado en una creciente descalificación de Israel
como punto neurálgico del imperialismo.97
El antisemitismo, entendido generalmente como una forma de discriminación en contra del
pueblo judío, caracterizado por unos mecanismos de estigmatización, exclusión y
persecución, posee una singularidad particular, que deviene de su permanencia histórica
mediante modelos y dinámicas cambiantes.98
Por otro lado, explica Schoenman,99 hoy existen cuatro mitos desde los cuales el mundo
explica el sionismo y que, en su conjunto tergiversan sus verdaderos sentidos, objetivos e
ideales políticos y sociales:
1. Una tierra sin pueblo para un pueblo sin nadie: en el imaginario colectivo se ha
creído que Palestina era un lugar remoto, solitario y despoblado, que esperaba ser
ocupado. Este pensamiento ha sido reforzado por los mismos judíos, que han tratado
de negar el hecho de que en Palestina existe ya una identidad, una nacionalidad y
unos títulos legítimos de los árabes.
2. Democracia israelí: existe el pensamiento general, especialmente entre las grandes
potencias de Occidente, de que la única democracia que existe en Oriente Medio es
la de Israel. Sin embargo, aceptar esto sería olvidar el hecho de que en ese país, a
aquellos que no comparten las mismas creencias religiosas ni las mismas prácticas
culturales, se les niegan las libertades cívicas y se irrespetan sus derechos.
3. La seguridad es el principal objetivo del pueblo judío: el tercer mito hace
referencia al hecho de que, al contar con un Estado propio, los judíos buscan ante
todo contar con la seguridad que les permita evitar los abusos y atropellos que han
97 Véase K. Christison, “Perceptions of Palestine: Their Influence on U. S. Middle East Policy”, Op. cit., en
part. pp. 56-67. 98 Véase J. Bokser, “El antisemitismo: recurrencias y cambios históricos”, en part. pp. 101-132. 99 Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., p. 972.
77
sufrido históricamente. Sin embargo, más allá de la seguridad, la verdadera intención
de la creación del Estado único y soberano es establecerse como una potencia
mundial, líder en la región y con la capacidad de controlar política, social y
económicamente el desarrollo en Medio Oriente.
4. El sionismo es el heredero moral de las víctimas del Holocausto: este es el mito
más difundido entre la sociedad actual, por el cual se ve con buenos ojos el hecho de
que los sionistas luchen por sus ideales y objetivos políticos, en la medida en que
tratan de reivindicar todo el dolor padecido por los judíos en el Holocausto. Sin
embargo, esto es un mito porque incluso desde sus comienzos el sionismo mantuvo
una activa colusión con el nazismo.
Dado que el Estado sionista es al mismo tiempo una especie de dominio de clase
capitalista y una extensión del poder imperialista de Estados Unidos en la región, la
lucha contra el sionismo se convierte, programáticamente, en una disputa por una
Palestina socialista, y así como la aurora aparece después de la larga noche, una lucha
por un Oriente Árabe-Socialista, desde el Mediterráneo hasta el Golfo.100
Podría decirse que en la actualidad hay opiniones contrarias en torno al sionismo judío. Por
un lado, están aquellos que lo consideran como la manera de sintetizar y materializar en la
práctica los objetivos centrales del nacionalismo, que son la liberación y la unidad y que en
conjunto aspiran a defender a los judíos del dominio extraño, hostil y opresor y a restablecer
la unidad judía; este es un derecho legítimo. Por otro lado, están aquellos que juzgan los
medios optados por el sionismo, como la perpetración del terror, la violencia, el destierro, la
discriminación y el racismo. Parece que aplicaran contra el pueblo árabe los mismos medios
de represión de los cuales se han declarado víctimas en episodios pasados de la historia.
100 Ibídem.
78
En todo caso, a lo largo de los siglos, sea cual sea el contexto, el deseo de restaurar el pueblo
judío en la Tierra de Israel se ha establecido como un lazo que mantiene unido al pueblo
judío. Hoy, debido a las enormes dimensiones que ha adquirido el conflicto, a la cantidad de
personas que han muerto y sufrido por una misma causa, la gran mayoría de judíos en todo
el mundo acepta el sionismo como un principio fundamental del judaísmo y apoya la
fundación libre y soberana del Estado de Israel como la realización básica del movimiento.
79
Capítulo V
5. Geopolítica y geoestrategia de Israel y participación de Estados Unidos
Todos los conflictos requieren de un análisis geopolítico para su correcta comprensión, más
aún en el árabe-israelí, que ha ocasionado una guerra de dimensiones transnacionales que
convoca la atención del mundo entero y que ha dado origen a diferentes bandos que se unen
en torno a una serie de ideales políticos, sociales o económicos.
Por otro lado, es importante considerar que, en un espacio geopolítico, entendido como el
área geográfica en donde interactúan diversos factores geográficos y políticos, los conflictos
se producen de manera inevitable y se registran unos acontecimientos que delimitan y
orientan su desarrollo.101
Particularmente, toda contienda presenta unos antecedentes históricos que definen las
relaciones entre los combatientes, además de los métodos utilizados para ganar la guerra y
derrotar al enemigo. En ellos se encuentran las claves que facilitan su comprensión y camino
para la solución.102 Como se ha visto en capítulos anteriores, el conflicto entre Israel y
Palestina responde al desarrollo de un conjunto de acontecimientos históricos particulares, a
la oposición radical entre una serie de creencias y de ideologías y a una lucha por un territorio
que ambos se atribuyen como propio.
Los territorios se forman en el espacio geográfico a partir de diferentes relaciones sociales,
que establecen los sistemas de acciones y de objetos. De esta forma se producen espacios
fragmentados, divididos, únicos y singulares. Así, el territorio posee como rasgo esencial las
relaciones sociales que lo transforman y lo definen y que generan procesos geográficos
mediante su materialización y reproducción.
101 P. Taylor & C. Flint, Geografía política. Economía-mundo, Estado-nación y localidad, Trama, Madrid,
2002. 102 M. Warschawski, En la frontera. Israel-Palestina: testimonio de una lucha por la paz, Gedisa Editorial,
Barcelona, 2004.
80
Las relaciones sociales que se construyen determinan la identidad territorial, pues ante todo
en un conflicto, explica Cohen,103 el poder ejercido por el Estado se basa en el control y la
regulación de un espacio determinado. Pero cuando se habla de territorio, no solo se hace
referencia a su parte física y a sus fronteras, sino a sus accidentes, recursos, individuos,
relaciones sociales, particularidades y problemas.
En esta medida, es importante tener en cuenta las distintas variables relacionadas con el
concepto de territorio para establecer un análisis geopolítico en torno al desarrollo de un
conflicto particular. Por tanto, en este capítulo se tendrán en cuentan temas como el control
de las fronteras, los recursos naturales, las estrategias utilizadas para debilitar al enemigo a
partir de la dominación del territorio y la participación de la comunidad internacional.
El espacio se transforma en territorio únicamente gracias a la mediación del hombre, que
altera el medio físico que lo rodea, con la intención de satisfacer sus necesidades vitales,
sociales, culturales y productivas. El proceso de adaptación genera una serie de
configuraciones que definen el desarrollo del territorio, que no se puede entender como un
espacio vacío, pues es el resultado de un largo proceso de adaptación y transformación en el
que la comunidad juega un papel protagónico.104 En este sentido, en el conflicto entre Israel
y Palestina, se han registrado una serie de apropiaciones territoriales, en razón a un conjunto
de estrategias geopolíticas, que se analizan en el presente capítulo.
5.1. Las fronteras del Estado de Israel
Según las palabras de Puerto,105 las relaciones entre Israel y sus Estados vecinos responden
al concepto de horizontalidad, en la medida en que comparten una misma escala geográfica,
se encuentran en la misma región del planeta y en la misma región geopolítica. La principal
conclusión a la que llega este autor, luego de una disertación que lo lleva a analizar las
103 Véase S. Cohen, “Geopolitical realities and United States foreign policy”, en Political Geography, 22, 2003,
pp. 33-87. 104 O. Fals Borda, Acción y espacio: autonomías en la nueva república, Tercer Mundo Editores, Barcelona,
2000. 105 Véase J. Puerto, “El papel de las fronteras en la geopolítica: el caso de Israel y Palestina en un análisis
multiescalar”, en Revista de la Universidad de Barcelona, Op. cit., pp. 15-67.
81
relaciones entre el Estado de Israel con sus vecinos, sus enemigos y sus aliados, es que sus
fronteras tienen una función geopolítica característica que las hace diferir del resto de
fronteras del mundo. Las razones que lo llevan a realizar esta afirmación son las siguientes:
1. Las fronteras del Estado de Israel se dividen claramente en tres tipos: aquellas que
hacen parte del propio Estado, las de los territorios ocupados y controlados
militarmente y las de los Estados árabes vecinos con los que Israel ha estado en
guerra. Esta división particular le da un carácter de unicidad a sus fronteras.
2. En el terreno geopolítico, los límites de las fronteras estudiadas suponen un conflicto
entre israelíes y palestinos, que ha dejado miles de muertos en el territorio.
3. El control de las fronteras ha dado origen a relaciones hostiles con los Estados árabes
vecinos de Israel.
4. Las fronteras pertenecen a un Estado judío, situado en una región predominantemente
árabe y musulmana, origen de gran parte de los conflictos y razón del mantenimiento
de la guerra.
5. También se destaca la acción de la comunidad internacional en las fronteras, que las
han convertido en un foco central de atención mundial.
Particularmente, existen tres percepciones o escalas distintas desde las que se analiza y se
observa el papel que cumplen las fronteras en el territorio de Israel:
1. La escala interna: hace referencia a la visión del Estado de Israel y de sus territorios
ocupados. Básicamente, desde esta escala las fronteras se perciben como líneas
divisorias, que tienen la función de separar mundos totalmente diferentes y que tienen
un papel completamente opuesto en el conflicto: el territorio ocupado del territorio
del ocupante. Por otro lado, para este Estado las fronteras tienen la función de
proteger al pueblo judío de ataques e invasiones y de garantizar la posibilidad de
mantener un Estado soberano.
82
2. La escala regional: es la visión de los países vecinos del Estado de Israel, que
comparten la misma región, pero no los mismos ideales ni la misma política. En este
caso, la frontera es una línea hermética, que impide el paso y cierra toda posibilidad
de contacto con Israel. Las fronteras, por tanto, presentan un carácter negativo, pues
no solo están cercadas en su totalidad, sino que además existen muy pocos pasos
divisorios.
3. La escala internacional: tiene que ver con las percepciones de los Estados
internacionales que han representado un parte activa en el conflicto o que han
intervenido de alguna manera. Desde esta posición, la frontera tiene una percepción
de línea divisoria entre el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina.
Sin embargo, al contrario de las percepciones interna y regional, para la comunidad
internacional la frontera no tiene mayor relevancia, ya que su enfoque para resolver
el conflicto es administrativo y no territorial y, en consecuencia, no afecta ni
condiciona las negociaciones hechas para alcanzar la paz.
Para complementar este análisis, en la tabla No. 3 se muestra una clasificación de las
percepciones internas, regionales e internacionales en torno a las fronteras del Estado de
Israel.
Tabla 3. Percepciones en torno a las fronteras de Israel
Paradigma Percepción de
Israel
Percepción
regional
Percepción
internacional
¿Cómo son las
fronteras?
Son una línea
divisoria,
determinante de la
nacionalidad, de los
Son una línea
hermética, pues se
ha establecido a
partir de un sistema
que evita el
Son una línea
divisoria, de
demarcación
notable, pero no
relevante a la hora
83
grupos étnicos y del
estatus territorial.
traspaso de las
fronteras, que se
encuentran
cercadas en su
totalidad.
de la negociación
entre las
organizaciones
internacionales.
¿Cuál es el papel de
las fronteras?
Muy importantes,
como barrera ante
amenazas, defensa
de la soberanía y
función
desintegradora.
Importantes, ya que
tienen una función
defensiva como
barrera entre Israel
y sus Estados
vecinos.
No son importantes
para las
negociaciones
internacionales.
¿Cuáles son sus
características?
Sirven para
construir un muro
de separación,
asentamientos
judíos, control
militar sobre los
territorios ocupados
y control de sus
recursos.
Son útiles para
ejercer control
sobre las fronteras
mediante barreras
físicas y escasos
pasos fronterizos,
que pueden abrirse
o cerrarse a
voluntad.
Debido a la escala,
las fronteras no son
relevantes en cuanto
a las negociaciones
internacionales para
lograr la paz en la
región.
Fuente: J. Puerto. “El papel de las fronteras en la geopolítica: el caso de Israel y Palestina en
un análisis multiescalar”, en Revista de la Universidad de Barcelona, 12, 2013, pp. 15-67.
Este análisis demuestra que existen diferentes visiones en torno a las fronteras de Israel, lo
cual también les da un carácter de unicidad. Las fronteras se interpretan y se perciben de una
manera distinta según desde donde se les mire y los objetivos que se persiguen. Por ejemplo,
internamente son vitales para garantizar la hegemonía de Israel y la protección del pueblo
84
judío, pero son irrelevantes para la comunidad internacional, en la medida en que no
representan una herramienta valiosa para darle fin al conflicto.
Sin lugar a dudas, el tema de las fronteras es trascendental para encontrar soluciones que
permitan darle fin a la guerra contra Palestina, pues de su control se derivan las tensiones que
se han presentado de manera continua entre los países de la región. Como se verá a
continuación, el control de los recursos naturales también tiene que ver con la dominación
del territorio en un contexto geopolítico y ha sido determinante para el desarrollo del
conflicto.
5.2. Los recursos naturales
Un tema relevante en torno a la geopolítica de un conflicto es el control que ejerce el Estado
dominante y ocupante sobre los recursos naturales del territorio.106 Especialmente, el agua
merece atención, en la medida en que no solo es fundamental para mantener la vida humana,
sino que es clave para asegurar el desarrollo de la agricultura, de la productividad y del
desarrollo social.
Según las palabras de Puerto:
Israel y sus territorios ocupados tienen importantes acuíferos, situados en el litoral (que
incluye la Franja de Gaza) y en Cisjordania. De hecho, Israel gestiona toda el agua de la
región, la del Estado de Israel y la de sus territorios ocupados. La mayor parte del agua
que consume Israel proviene del acuífero de Cisjordania y aunque esa agua provenga de
fuera del Estado es gestionada por la compañía de aguas estatal de Israel llamada
Mekorot.107
106 G. Rosales, Geopolítica y geoestrategia, liderazgo y poder, Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá
D.C, 2005, pp. 13-150. 107 J. Puerto, “El papel de las fronteras en la geopolítica: el caso de Israel y Palestina en un análisis multiescalar”,
en Revista de la Universidad de Barcelona, Op. cit., p. 48.
85
El control de los recursos naturales le ha permitido a Israel asegurar su poder hegemónico en
la región. En un análisis geopolítico es preciso considerar otros factores relacionados con el
control de los recursos naturales:
1. El Estado de Israel tiene hoy en día la posibilidad de bombear agua del subsuelo en
Cisjordania.
2. El pueblo de Palestina no tiene derecho a bombear agua en ningún territorio.
3. Los israelíes pagan el agua a un precio mucho menor que los palestinos, gracias al
control territorial que han ejercido en la zona y a que son dueños de los pocos pasos
fronterizos que existen.
4. Los israelíes controlan la ribera del Jordán, que se restringe para el uso del pueblo
judío.
5. Desde 1967, el Estado de Israel se adueñó, gracias a una invasión, de los Altos del
Golán, una región rica en agua y en todo tipo de recursos naturales.
Hoy, los habitantes de Cisjordania y de la Franja de Gaza atraviesan una grave problemática
de inseguridad alimentaria. Un elemento clave para entender el proceder de Israel en la región
y sus estrategias para debilitar al enemigo, es que a pesar de que hay una buena disponibilidad
de alimentos, el pueblo árabe no tiene acceso físico ni económico a ellos, debido al control
territorial de Israel en la zona.108 En palabras de Cadena:
Se pueden señalar como factores definitivos en el origen de la inseguridad alimentaria,
la falta de fuentes de trabajo, el agotamiento de los recursos naturales, la inexistencia de
estrategias de adaptación y la falta de planes de desarrollo sustentable.109
La preocupante situación que vive el pueblo árabe en relación con la seguridad alimentaria y
la escasez de recursos naturales, en una región en donde hay disponibilidad de alimentos y
108 S. García, “El conflicto palestino-israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. 109 J. Cadena, “Cultura, nacionalismo y geopolítica: elementos para entender el conflicto de Oriente Medio”, en
Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, 2, 2007, p. 168.
86
que además es rica en recursos, ha hecho que hoy se diga que la estrategia empleada por
Israel para acabar con su enemigo sea el exterminio por hambre. Este es un nuevo tipo de
terrorismo, que no utiliza las armas, el fuego y los ataques homicidas directos, sino que limita
y controla el acceso físico a los alimentos y a los recursos, para mantener debilitado al
enemigo.110 El terror ha representado la destrucción de un sistema y del medio ambiente, para
evitar que el pueblo árabe se fortalezca y resista de manera efectiva el ataque y la invasión
israelíes.
Para finalizar, enseguida se mencionan algunos de los hechos relacionados con el control de
los recursos naturales que Israel ha utilizado para doblegar a su enemigo:
1. El Estado de Israel ha incendiado zonas agrícolas, arrancado plantaciones, destruido
invernaderos y deteriorado considerablemente la calidad del suelo.
2. El Ejército israelí ha demolido más de 3.800 viviendas palestinas, talleres, fábricas
familiares y edificios.
3. Se ha restringido notablemente la libertad de circulación de los palestinos en la zona,
lo cual limita su acceso a los alimentos y a los recursos naturales.
Una estrategia basada en limitar el acceso físico a los recursos y en generar un exterminio
por hambre, se puede ejemplificar mediante el análisis de lo que ha sucedido en la Franja de
Gaza, que se ha convertido en un territorio estratégico para los dos bandos.
5.3. La Franja de Gaza
En la Franja de Gaza se encuentran resguardados, en su mayoría, ciudadanos palestinos en
calidad de refugiados. En este lugar, el control se ha ejercido mediante métodos militares que
han producido un rechazo continuo de los palestinos. Más de dos tercios de la población que
110 D. Jacobs, Israel y Palestina, Ediciones B, Barcelona, 1999.
87
habita en la Franja de Gaza vive por debajo del nivel de pobreza, con menos de dos dólares
diarios y depende en gran medida de la ayuda internacional y humanitaria.
Esta zona es motivo de atención mundial día tras día, debido a la gran cantidad de atentados
y confrontaciones bélicas que se registran. Específicamente, Israel ha insistido por todos los
medios en consolidar su poder y hegemonía en esta región, pero se ha encontrado con la
fuerte resistencia del pueblo palestino que acude a los ataques terroristas para evitar el control
israelí.111 En esta región Israel ha tratado de consolidar su hegemonía. Según Cadena:
Desde 1970 se han patrocinado asentamientos y ocupaciones por parte de colonos de
Israel en la Franja de Gaza que han generado un clima de zozobra y tensión. En este
conflictivo territorio, dos tercios de la población palestina ha vivido durante muchos
años en condiciones de miseria, como vecinos de 9.000 israelíes que residieron en
colonias de cómodas casas y lujosos autos.112
A pesar de que la Franja de Gaza no posee una importante extensión territorial, ni cuenta con
gran calidad de recursos naturales para ser explotados, se ha convertido en un eje fundamental
del conflicto entre Israel y Palestina, lo que ha causado un enorme problema para la
comunidad internacional que busca salidas y estrategias que permitan ponerle fin al conflicto.
Esto se debe a las siguientes razones:
1. La zona tiene 11 km de frontera con Egipto, 51 con Israel y 40 de costa sobre el mar
Mediterráneo, lo cual la convierte en una región estratégica fundamental.
2. Es el lugar estratégico para el asentamiento de diferentes tipos de colonos judíos.
3. Es una salida privilegiada al mar Mediterráneo.
En el contexto actual, la retirada de Israel de la Franja de Gaza es vital para terminar con el
conflicto. Sin embargo, todo parece indicar que ninguno de los dos Estados cederá en sus
111 M. Warschawski, En la frontera. Israel-Palestina: testimonio de una lucha por la paz, Op. cit. 112 J. Cadena, “Cultura, nacionalismo y geopolítica. Elementos para entender el conflicto”, Op. cit., p. 166.
88
pretensiones de conquistar este territorio, por lo cual el enfrentamiento seguirá vigente por
mucho tiempo más.113
Según Rosales,114 la Franja de Gaza es hoy un laboratorio de la geopolítica moderna, puesto
que allí confluyen casi todas las variables del conflicto, como la perpetración del terror, los
ataques homicidas, la resistencia, el control de los recursos, la pobreza, la inseguridad, el
miedo y la acción extranjera. En otras palabras, en un pequeño territorio como este, se reflejan
las dinámicas de las dimensiones históricas, sociales religiosas y económicas del conflicto,
de una manera cruda e intensa.
5.4. El terrorismo como medio para mantener la hegemonía en la región
De acuerdo con Ben-Yehuda y Sandler,115 el uso sistemático del terrorismo y de las acciones
bélicas surge en razón a una serie de necesidades sociales, políticas y económicas y no
responde a una lucha ideológica que se base en un conjunto de principios y creencias
religiosas. En este contexto, las razones del terror se relacionan con cuestiones geopolíticas,
pues los dos actores persiguen la hegemonía y el liderazgo en la región.
Aunque el Derecho Internacional Humanitario prohíbe estas acciones en conflictos armados
nacionales, los atentados terroristas producidos en el caso específico de la guerra entre
Palestina e Israel son una estrategia para generar mayor visibilidad pública en torno al
accionar militar de cada bando y para propagar entre la ciudadanía una alarmante percepción
de inseguridad e inestabilidad.
Las dinámicas particulares de este enfrentamiento han demostrado que el terrorismo no es
únicamente una herramienta utilizada por agrupaciones no estatales, como medio para
hacerse notar y generar presiones al Estado. Esta concepción absuelve a las organizaciones
113 Ibídem. 114 G. Rosales, Geopolítica y geoestrategia, liderazgo y poder, Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá D.
C., 2005, pp. 13-150. 115 H. Ben-Yehuda & S. Sandler, The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic
Crises, Op. cit.
89
estatales que participan activamente en la financiación y en el soporte militar, financiero,
estructural y económico de dichas agrupaciones.
El conflicto entre Palestina e Israel es un claro ejemplo de cómo los líderes de Estado se ven
impulsados a soportar y a financiar agrupaciones terroristas que trabajen en contra de sus
enemigos. Además de la seguridad nacional, motivos relacionados con la compatibilidad
ideológica y con la religión se han vinculado al patrocinio estatal de los crímenes
terroristas.116
En este sentido, el análisis convencional del terrorismo como un tipo de violencia asociada a
la participación de organizaciones no estatales, no solo impide comprender el rol y el
verdadero poder de los grupos terroristas alrededor del mundo, sino que además dificulta
reconocer las estrategias políticas y sociales que se deben aplicar para llegar a acuerdos de
paz que ayuden a generar la paz entre Israel y Palestina, las cuales deben partir por analizar
exhaustivamente el papel del Estado en el creciente desarrollo económico, en la efectividad
y en el inmenso poder destructivo de las agrupaciones terroristas.
5.5. El papel de Israel en el contexto actual de inseguridad en la región
Israel es una nación que aboga por una democracia occidental en una región inestable,
caracterizada por las guerras y por el establecimiento de Estados autoritarios y dictatoriales.
En medio de este contexto difícil, Israel ha tenido la necesidad de emplear los mismos
métodos violentos y terroristas propios de la región, con el fin de conseguir sus objetivos
políticos, sociales y económicos.
En este caso, por tanto, los ataques terroristas de Israel a sus enemigos provienen de unos
ideales políticos y sociales que se oponen a los rasgos característicos de la región, a una lucha
por el territorio y a las adversidades que ha tenido que enfrentar para fundamentar un Estado
legítimo y soberano que garantice la libertad y autonomía del pueblo judío.
116 Véase E. Said, Palestina: paz sin territorios, Op. cit., p. 33.
90
A pesar de que el pueblo de Israel ha tenido que sufrir de manera continua y sistemática los
ataques bélicos de Palestina, sus reacciones han causado enormes problemas de inseguridad
en la región. Según las apreciaciones de Téllez,117 el terrorismo de Israel, apoyado en gran
medida por la política de Occidente, es mucho más lesivo en la medida en que atiende a
intereses geocéntricos, que han dificultado la posibilidad real encontrar soluciones al
conflicto.
El aporte de Israel a la inseguridad de la región depende de su particularidad, en una zona
con unas características muy distintas a sus ideales políticos y sociales. Según las palabras
de Amado:
Israel es un país marcado por la excepcionalidad. Con esto quiero referirme a que su forma
de nacer, el contexto regional donde está ubicado y su propio desarrollo, han hecho de este
país un verdadero laboratorio social. El Estado hebreo se ha constituido desde el concepto
de judeidad y mediante la inmigración judía masiva, lo que ha hecho que en su seno se den
numerosas opciones identitarias. Todo ello casi en constantes guerras con sus vecinos árabes
y sufriendo el zarpazo del terrorismo. Esto ha hecho que en Israel aspectos como la
seguridad, el ejército y los derechos humanos hayan sido variables que este país ha tenido y
tiene que gestionar.118
En este sentido, la lucha de Israel es la lucha de un país atípico en un contexto hostil. Si bien
el concepto de seguridad en esta nación deviene de amenazas estratégicas clásicas, la llegada
del terrorismo al conflicto hizo que cambiaran las cuestiones cotidianas, las ideologías y las
formas de participar en la refriega. Hoy, gran parte de los israelíes entienden que, tras un
atentado terrorista, ha de haber una respuesta similar.
En los ideales democráticos, la seguridad y la protección de Israel resultan ser aspectos clave
de los cuales depende la posibilidad de conformar un Estado soberano. La seguridad se asocia
con la misma supervivencia del Estado y del pueblo judío y se percibe como un valor
117 Véase R. Téllez, “Conflicto árabe-israelí y terrorismo: el islam en la política internacional”, Op. cit., en
part. pp. 165-186. 118 V. Amado, “Israel: una sociedad en tensión constante”, en Norba Revista de Historia, 21, 2008, p. 152.
91
democrático que debe ser protegido, utilizando los mismos medios de terror y violencia
usados por sus enemigos.
5.6. Relación entre Estados Unidos e Israel
Para finalizar el análisis de la geopolítica de Israel en el contexto del conflicto que sostiene
con Palestina, es importante examinar la relación y la alianza que ha mantenido con la
principal potencia mundial. Particularmente, los Estados Unidos entraron a jugar un papel
activo en el conflicto debido a la presión ejercida por la comunidad judía ante el Gobierno
estadounidense, pues creían que era urgente la intervención de un agente mediador que
ayudara a resolver el conflicto y a garantizar la protección de los derechos del pueblo judío.
En Estados Unidos, explica Stetter,119 la comunidad judía es muy numerosa y ejerce una gran
influencia, por lo que el Gobierno no podía hacer oídos sordos a sus peticiones. Por otro lado,
la política estadounidense hacia el conflicto en Palestina se acercó a las posiciones sionistas,
sobre todo como consecuencia del Holocausto y de un sentimiento de solidaridad hacia los
sentimientos nacionalistas de un pueblo judío que buscaba reivindicar el maltrato sufrido.
De esta manera, los Estados Unidos ha mediado en las negociaciones Israel-Palestina. Sin
embargo, con el tiempo ha forjado una relación de amistad con Israel, basado en una
compatibilidad ideológica que ha comprometido enormemente su papel en la
confrontación.120
Por otro lado, existen tres fases históricas relevantes o temporalidades, desde las cuales se
han promovido las relaciones entre Israel y Estados Unidos.
1. La primera, de tímida presencia, desde el siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo
XX.
119 Véase S. Stetter, “Israeli-Palestinian relations and the prospects for conflict or peace”, en Soler Lecha,
Eduard y Hilali, Fadela, VII Seminario Internacional sobre Seguridad y Defensa en el Mediterráneo, Conflictos
regionales y estrategias de seguridad, Barcelona, 2008, pp. 117-121. 120 Véase R. González, “Turbulencias en la relación Israel-EEUU”, en Seguridad y Política Mundial, 63, 2010,
pp. 53-89.
92
2. La segunda, que va de la década de 1940 hasta finales de los ochenta, cuando se
definió una política cuyo fin contraponerse a la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS).
3. La tercera, que va de la caída de la Unión Soviética a la segunda guerra del Golfo,
que dio origen a un control militar directo y a una política ofensiva.
En todo caso, el papel de Estados Unidos en Oriente Medio ha sido fuente de diversas
interpretaciones que le otorgan un papel distinto. Las más recurrentes de ellas son las
siguientes:
1. Israel es el mejor aliado de Estados Unidos en Medio Oriente, si se pretende alcanzar
la paz en la región.
2. Estados Unidos se ha aliado con Israel debido a que comparten valores democráticos
similares en la lucha contra el terrorismo.
3. Israel es tan solo una herramienta que le sirve a los Estados Unidos para terminar
definitivamente con el nacionalismo árabe.
4. Más allá de cualquier pretensión de tipo político, Israel es clave para los Estados
Unidos en la medida en que le facilitaría el acceso a una región rica para explotar.121
Un aspecto interesante que se puede analizar a partir de estas interpretaciones, es que siempre
se considera la influencia que ejerce Estados Unidos sobre Israel, pero pocas veces se habla
de la manera como se ha transformado la política internacional del país del norte gracias a la
influencia del gobierno israelí.
Igualmente, hay un elemento notable en las relaciones entre estos dos países y es que la ayuda
ofrecida por los Estados Unidos a Israel proviene de diversas fuentes, como transferencias
de recursos financieros, de tecnología y armamentos modernos. Incluso, gracias a la alianza,
121 Véase J. Petras, Israel y Estados Unidos: una relación única, Laberinto, Madrid, 2013, en part. pp. 15-98.
93
Israel tiene un acceso privilegiado al mercado estadounidense, libre acceso de inmigrantes,
y compromiso total de Estados Unidos para apoyarlo en su lucha contra Palestina.122
Las relaciones entre Estados Unidos e Israel juegan un papel muy importante en la
política exterior del imperialismo estadounidense en Medio Oriente. Así, Estados
Unidos proporciona apoyo económico y garantías militares a Israel y alrededor de 3 mil
millones de dólares anualmente. Por tanto, el objetivo estadounidense es tener un aliado
o, mejor dicho, un satélite poderoso que puede asegurar los intereses vitales de Estados
Unidos en esta región y al mismo tiempo, mantener la presencia estadounidense en
Medio Oriente.123
En el ámbito geopolítico, esta relación es un caso único y singular en el mundo actual, pues
la potencia menor o regional (Israel), obtiene todos los privilegios de una mayor o mundial
(Estados Unidos). Esta situación se explica así: en primer lugar, por medio de su apoyo y sus
concesiones Estados Unidos persigue objetivos ocultos o disfrazados que le dejarían un
beneficio mayor; y en segundo lugar, que en ese país existe una gran influencia de la
comunidad judía en sectores estratégicos. Ellos apoyan de manera incondicional la causa
israelí.124
Los colonos judíos que viven en los Estados Unidos y que tienen un poder estratégico
preponderante, han sabido encontrar la manera de subordinar la política exterior
estadounidense a las necesidades de Israel. Sin importar los métodos utilizados por los judíos
para erradicar a los árabes, los Estados Unidos se han mantenido firmes y comprometidos en
el apoyo y han bloqueado cualquier iniciativa de la comunidad internacional respecto a una
mediación internacional.
Cabe recordar que durante mucho tiempo el Gobierno de los Estados Unidos trató de
solucionar el conflicto manteniendo alianzas con los dos Estados en disputa, actuando como
un mediador entre ambos y apoyando relaciones basadas en el diálogo y en un posible
122 Véase D. Hassan, Estados Unidos e Israel: Las violaciones de derechos humanos fundamentales del pueblo
palestino, Universidad de la Habana, Cuba, 2010. 123 Ivi, p. 3. 124 Véase J. Petras, Israel y Estados Unidos: una relación única, Op. cit.
94
entendimiento para encontrar soluciones compartidas para la paz. Sin embargo, poco a poco,
y por motivos que no estaban relacionados con el conflicto, sino por sus particulares
intereses, que se acentuaron luego de lo sucedido en el atentado del 11 de septiembre, la
alianza con Israel se fue solidificando hasta el punto de asistirlo económica, financiera,
militar y estratégicamente.125
En la actualidad, a pesar de las críticas que ha hecho Estados Unidos a los medios fundados
en el terror y en la violencia usados por Israel, la potencia del norte no solo se ha convertido
en un aliado estratégico que apoya su causa, sino que incluso ha hecho lo mismo en un
contexto de sangrienta y terrible represión, es decir, en un cómplice que en algún momento
dado deberá responder ante la comunidad internacional por sus actuaciones.126
Los Estados Unidos apoyan y protegen la seguridad política israelí, pero olvidan (o pretenden
olvidar), el fracaso de esa política, si se tiene en cuenta que todos los lugares que hacen parte
de la cotidianidad, como estaciones de buses, restaurantes, hoteles y demás espacios públicos,
han sido atacados y que diariamente mueren cantidades de judíos, mientras que muchos otros
prefieren huir ante las condiciones de inseguridad.
La cooperación militar y financiera de Estados Unidos a Israel ha jugado un papel
determinante en relación con la dominación del pueblo palestino. Incluso desde su creación,
Israel se ha visto enormemente favorecido por la intervención del país del norte, que los ha
asimilado como un aliado clave y estratégico para garantizar su hegemonía en la región y
para disfrutar de los beneficios de una zona que posee una enorme riqueza energética.
Finalmente, el apoyo a Israel también le ha permitido a los Estados Unidos impulsar
notablemente su economía en materia militar.
Uno de los aspectos más llamativos de esta colaboración, es que las agrupaciones militares
no solo han recibido apoyo y financiamiento, sino que hoy pueden contar con una mejor
estructura, aleccionamiento militar y, en tal medida, mayor poder destructivo para causar
125 Véase S. Stetter, “Israeli-Palestinian relations and the prospects for conflict or peace”, Op. cit. 126 Véase S. Cohen, “Geopolitical realities and United States foreign policy”, Op. cit., pp. 33-87.
95
daño, inseguridad e inestabilidad al pueblo árabe. Hoy, por tanto, Israel tiene una mayor
efectividad y poder destructivo, evidente en las miles de muertes causadas a civiles por medio
de atentados. Esto hubiera sido muy difícil de alcanzar sin la colaboración efectiva de los
Estados Unidos.127
Un factor considerable del conflicto y de la participación activa de Estados Unidos es la
desproporción con la que Israel y Palestina se atacan mutuamente. Con el tiempo, y gracias
al apoyo de la principal potencia mundial y al control territorial que ejerce en la zona, Israel
ha tenido la posibilidad de evolucionar y de desarrollar una capacidad militar más amplia.128
Por el contrario, el pueblo árabe sometido, que no cuenta con el control territorial ni con el
apoyo militar y económico de una potencia mundial, ha tenido que sufrir bastante para resistir
los ataques de su enemigo y ha debido pagar con la vida de sus habitantes, con la pobreza y
el destierro, la falta de recursos militares y de una potencia militar consolidada.
Adicionalmente, con el tiempo se fortalece la delimitación de fronteras en el territorio, por
medio de la edificación de muros de separación que acaban de manera irremediable con la
libertad del pueblo árabe para transitar y acceder a los recursos.
Sin embargo, es importante reconocer que Israel también ha vivido momentos de tensión con
los Estados Unidos, específicamente cuando anunció la construcción de nuevos
asentamientos en Jerusalén Este, en el 2010. Con esto se violaba lo que se había acordado en
la Hoja de Ruta, en la medida en que en esa región no había un acuerdo de paz. Estas
tensiones entre los dos Estados no eran imaginables, pero, según las consideraciones de
González,129 en un conflicto tan largo y agitado como el que existe entre Israel y Palestina,
no es de extrañar que incluso entre los mismos Estados aliados se produzcan tensiones que
alteran el desarrollo y el curso de las relaciones.
127 Véase R. González, “Turbulencias en la relación Israel-EEUU”, Op. cit., pp. 53-89. 128 Véase S. García, “El conflicto palestino-israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. 129 R. González, “Turbulencias en la relación Israel-EEUU”, Op. cit.
96
Los análisis para entender la relación que existe entre Estados Unidos e Israel, en un contexto
geopolítico, han sido erróneos porque no consideran los antecedentes históricos. Según sus
planteamientos, no se puede observar a los Estados Unidos desde la óptica de la inocencia,
como si hubieran sido obligados a apoyar la causa israelí debido a la naturaleza particular de
la contienda. Sin embargo, tampoco se puede acusar a Estados Unidos de maldad y asumir
que con el apoyo solo buscan beneficios económicos a partir de la explotación de la región.
Por otro lado, la enorme complejidad de las relaciones internacionales y del enfrentamiento
tampoco permite aceptar la idea de que Israel es una simple marioneta en la política
imperialista de los Estados Unidos. Así mismo, no hay argumentos suficientes para probar
que el gobierno estadounidense solo busca con su intervención el bien de la región y el fin
del conflicto y ni siquiera se puede afirmar que lo sucedido en Medio Oriente se deriva de
las acciones emprendidas por Washington.
En suma, lo que se sabe hasta el momento de la alianza entre Estados Unidos e Israel permite
inferir, de acuerdo con las afirmaciones de Bosemberg, lo siguiente: “la política exterior ha
estado enfocada en una serie de procesos tan diversos que por consiguiente sus resultados
han sido muy dispares. Se han cosechado triunfos, ha habido fracasos, se han cometido
errores”.130 Esto quiere decir que la alianza entre estos dos Estados ha estado determinada
por múltiples dimensiones, intenciones y objetivos que la han modificado con los años, los
acontecimientos y las necesidades particulares de cada nación.
Entender algo tan relevante en este contexto, como la relación entre Estados Unidos e Israel,
depende de un análisis de las dinámicas del conflicto, de los ideales que se oponen y que han
suscitado las confrontaciones; el sionismo en sus pretensiones de fundamentar un Estado
soberano y legítimo para el pueblo judío y el nacionalismo árabe que, a medida que avanza
el tiempo, gira en torno al antisemitismo.
En todo caso, el panorama actual demuestra que ambos Estados, por medio de su apoyo, han
conseguido objetivos fundamentales que en parte podrían explicar la naturaleza de su alianza:
130 L. Bosemberg, “Estados Unidos y el medio oriente: moderación, rivalidad y hegemonía”, Op. cit., p. 13.
97
la URSS desapareció completamente, Israel no solo ha sobrevivido a los ataques y a la
resistencia sino que además se ha erigido como la principal potencia regional; el
nacionalismo árabe fue derrotado y, finalmente, buena parte del petróleo se halla en manos
de sus países y en algunos casos es controlado directamente por los Estados Unidos.
El balance de los hechos permite comprobar la posición hegemónica de ambas potencias, y
en esta medida cabría plantearse la pregunta sobre si la participación de Estados Unidos
ayudará realmente a acabar con el conflicto o a mantener vivas las fuerzas opuestas que han
promovido la lucha, la guerra y la violencia durante todas estas décadas.
Lo cierto es que las tensiones entre ambos actores siguen aumentando constantemente y cada
vez es más difícil pensar en una solución dialogada al conflicto. Según Cadena:
Las tensiones aumentan en la región y los países vecinos se preparan para enfrentar
posibles ataques desde Israel. La geopolítica está en pleno apogeo y por ahora es difícil
creer que la paz llegará al Medio Oriente con la participación de la Unión Europea,
Estados Unidos, Rusia y otros interesados.131
Incluso la Hoja de Ruta, es decir, la estrategia diseñada por la comunidad internacional para
darle solución a la refriega árabe-israelí, pareciera ser una nueva imposición que los árabes
estarían forzados a aceptar de manera obligada: “como es fácil comprobar, afirma Cadena,
esta Hoja de Ruta, en buena parte de su contenido y sobre todo en el programa de aplicación,
responde a las propuestas de la derecha sionista tanto de Israel como de Estados Unidos”.132
A pesar de la dificultad que existe para interpretar el verdadero papel de los Estados Unidos
en la región, se debe aceptar que los grandes conflictos del Medio Oriente tan solo se pueden
solucionar, para bien o para mal, por medio de la acción de la potencia del norte. De todas
maneras, la solución va más allá de las pretensiones, participación y apoyo del país del norte
en la región.
131 J. Cadena, “Cultura, nacionalismo y geopolítica. Elementos para entender el conflicto de Oriente Medio”,
Op. cit., p. 84. 132 Ivi, p. 91.
98
Aunque, en estas circunstancias los Estados Unidos desempeñan un papel preponderante, es
importante analizar el tema desde la óptica de las dinámicas propias de esta confrontación,
no solo de cara a los intereses nacionalistas de cada país, sino también a partir de la
pluralidad, las tradiciones, esperanzas e ideales de sociedades que han tenido que
transformarse con el tiempo, independientemente de la política internacional de ese país.
99
Capítulo VI
6. Resurgimiento y auge del antisemitismo mundial
En Oriente Medio, el antisemitismo ha sido vital en el afán de deslegitimar a toda costa las
pretensiones políticas e ideológicas del Estado de Israel y de sancionar fuertemente las
acciones que emprende para defender su territorio y asegurar su autonomía. En medio del
desarrollo de estas dinámicas, la narrativa dominante en los medios de comunicación y entre
los políticos es que Palestina es un pueblo que resiste, en medio de una actitud de diálogo,
los injustos ataques del pueblo israelí, que ha sido señalado de opresor, que tiene un claro y
evidente objetivo de colonizar, desplazar y encarcelar a los palestinos, en virtud de una
ideología dominante e imperialista que no mide las consecuencias de sus actos.
Los prejuicios antijudíos se han convertido en el eje que articula un nuevo modelo de
antisemitismo, en el que los viejos estereotipos se renuevan a su propio y particular ritmo,
con el fin de sancionar de ilegal, pretenciosa y abusiva cualquier intención del pueblo de
Israel por reafirmar el derecho político que tiene el Estado judío de existir, de defenderse, de
proteger su autonomía y de repeler la agresión terrorista exterior. Por ello, una de las
concepciones internacionales más aceptadas es que Israel, en su formulación actual, no tiene
derecho de existir, pues es una entidad colonial y beligerante, que mantiene un régimen de
segregación y discriminación que la asimila con un Estado fascista en su máxima expresión.
Sin embargo, como se ha dicho, esta es tan solo la versión popularizada del conflicto, la que
ha gozado de mayor difusión político y social, pero que olvida el componente étnico y
etiológico del conflicto: el análisis en torno al desarrollo del antisemitismo, como
componente clave de la guerra, que en gran medida puede explicar las causas y el desarrollo
del conflicto actual.
En cada una de las fases de la refriega en Medio Oriente, se han producido reacciones en los
países árabes e islámicos que han conducido a actos violentos en contra de los judíos o a
intensas manifestaciones de intimidación verbal que deslegitiman al judaísmo y que se
100
conjugan con los argumentos que existen en contra del judaísmo, del sionismo y del Estado
de Israel.
En los capítulos anteriores se han analizado las causas de la confrontación entre Palestina e
Israel, se han definido los antecedentes históricos y las razones de cada uno de los bandos en
disputa para formar parte de una lucha larga y con varias modalidades de violencia, ante la
cual han sido vanos los intentos de la comunidad internacional para acabarla. También se han
analizado los factores culturales, religiosos y étnicos relacionados con el conflicto, así como
las causas, ideales y políticas del movimiento sionista, en medio de sus pretensiones por
fundamentar un Estado propio, libre y soberano para el pueblo judío.
Igualmente, este enfrentamiento ha dado origen a una serie de sentimientos antisemitas, en
medio de los cuales se descalifica al pueblo judío porque carece de una identidad propia y
este hecho se utiliza política y culturalmente para deslegitimar la ideología política de los
israelíes y sus acciones en contra de los palestinos.
De esta manera, en el presente capítulo se pretende responder al problema de investigación
planteado, desarrollar el objetivo central, determinar las causas y las razones de una pugna
que sigue teniendo grandes repercusiones internacionales, mediante una perspectiva que
incluya aspectos relacionados con la raza, la tradición, la religión y la historia. Un elemento
fundamental para cumplir con este objetivo es analizar el actual antisemitismo en sus
esfuerzos por desprestigiar y deslegitimar el movimiento sionista amén de rechazar la idea
de que el pueblo judío pueda tener el derecho a fundamentar su propio Estado.
La idea que orienta la argumentación del presente capítulo es que en el antisionismo se
recogen los principios de antiguos modelos históricos antisemitas, basados en la segregación
y en la discriminación y que se incluyen en las dinámicas propias de la guerra, cuyo resultado
es el rechazo mundial a los objetivos políticos e ideológicos de Israel, en el marco de un
fuerte sentimiento racista contra la causa judía.
Por tanto, las pretensiones del pueblo de Israel por fundamentar un Estado judío autónomo,
libre y soberano, son un aspecto clave y fundamental en el marco del conflicto, que se
101
contraponen al desarrollo de fuertes sentimientos antisionistas en Palestina. A continuación
se presentan una serie de argumentos que permiten justificar esta idea, brindando una nueva
perspectiva que puede servir para diseñar estrategias de tipo político que permitan darle fin
a la guerra.
6.1. Tipología e historia del antisemitismo
Pretender igualar el antisemitismo con el antisionismo es, de hecho, un error, si se tiene en
cuenta que del mismo Estado de Israel han surgido movimientos e ideologías antisionistas.133
Bokser134 analiza la genealogía y el desarrollo de los sentimientos antisemitas de los
palestinos, que han servido para deslegitimar y sancionar cualquier tipo de pretensión política
de los israelíes. Plantea un cotejo histórico sobre la permanencia del antisemitismo como un
fenómeno al que se vinculan diversas formas de discriminación y exclusión, producto de la
Modernidad. El estudio parte de analizar los orígenes del antisemitismo desde la época
clásica hasta los tiempos actuales, empleando un método que permite caracterizar el
fenómeno, establecer su desarrollo histórico y determinar sus consecuencias, tomando para
ello el ejemplo concreto del conflicto entre Israel y Palestina.
Básicamente, los movimientos que rechazan el sionismo tanto en Israel como en Palestina,
sustentan sus ideas en el hecho de que las pretensiones políticas del Estado israelí por
convertirse en una nación libre y soberana para el pueblo judío, no se corresponden con las
aspiraciones espirituales y religiosas de la religión judía. De esta manera, el antisionismo de
Israel sanciona los medios violentos empleados para tratar de alcanzar la soberanía y rechaza
el hecho de que el Estado se atreva a apelar a la conciencia del pueblo sin importar las
pérdidas ocasionadas.
Aunque el término antisemitismo fue acuñado hacia finales de la década de 1870, como un
vocablo que hace referencia a todos los tipos de odio antijudío, es un fenómeno que viene de
tiempos remotos, pues está basado en la discriminación religiosa a manos de los cristianos,
133 Véase J. Bokser, Op. cit., en part. pp. 101-132. 134 Ibídem.
102
que sostienen que el pueblo judío es responsable de la crucifixión de Jesús y merece ser
castigado.
Como resultado de este tipo de discriminaciones y de odios motivados por la religión, a lo
largo de la historia los judíos fueron encasillados en diversos estereotipos, en virtud de los
cuales recibieron apelativos como sectarios, diabólicos, avaros y promiscuos.135 En la edad
moderna, cuando en Europa se fomentaban movimientos ideológicos, artísticos y culturales
como el humanismo y la Ilustración, que veían en el hombre y en sus conocimientos la clave
para el progreso social y económico, la discriminación contra el pueblo judío no terminó
sino que cambió de forma. Aunque si bien se les alcanzó a otorgar una importante igualdad
de derechos, en muchos países europeos se seguía cuestionando su lealtad con los países que
los acogían y siguieron siendo objeto de burlas y de una injustificada aversión de los
ciudadanos.
Posteriormente, en el siglo XIX, se incorporó el antisemitismo racial, basado en las nuevas
teorías de la evolución, que sirvieron para tildar a los judíos como una raza inferior, que de
manera natural se encontraba en un nivel más bajo de la escala evolutiva. La consecuencia
más grande de este tipo de antisemitismo, es que se creía que la inferioridad de los judíos
respondía a su genética particular y que por tanto poseían un problema que nunca podría ser
solucionado. De esta manera, el máximo logro que podría alcanzar un judío sería asimilar su
entorno social y adaptarse a las costumbres y tradiciones de los demás pueblos.
No puede haber una peor forma de discriminación que la que establece que la misma genética
de un pueblo es la causa de su supuesta inferioridad, para la cual no hay cura y que, por tanto,
su única misión en la tierra es asimilar y adaptarse, olvidando sus tradiciones y su historia.
Por otro lado, para el antisemitismo racial los grandes problemas mundiales se debían a los
judíos, debido a la inferioridad de su raza, lo cual llevó, en casos extremos, a la idea de que
era preciso erradicarlos, para que hubiera un mundo mejor para todos.136
135 Véase T. Tzvetan, Los abusos de la memoria, Paidós, Barcelona, 1995. 136 Véase A. Finkielkraut, En el nombre del Otro. Reflexiones sobre el antisemitismo que viene, Seix Barral,
Barcelona, 2003.
103
Ejemplo de ello es el movimiento nacionalista alemán, que se oponía particularmente a la
industrialización y al secularismo que acompañaban el proceso de modernización y opinaba
que incluir al pueblo judío en los asuntos económicos y políticos sería la causa de la
destrucción de la cultura tradicional alemana.
Capítulo aparte merecen los atentados y la persecución del Partido nazi contra el pueblo judío
en la Segunda Guerra Mundial, que instituían una legislación antijudía que los separaba del
resto de la sociedad y pretendía exterminarlos con métodos crueles por el hecho de considerar
que eran miembros de una raza inferior.137
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con la caída del nazismo, el antisemitismo perdió
mucha fuerza. Los judíos sobrevivientes al Holocausto fueron ayudados y se les dio asilo en
diferentes países. Incluso, muchas instituciones cristianas reconocieron su error al haber
incentivado el antisemitismo cristiano y muchos gobiernos rechazaron y castigaron la
implementación de políticas antisemitas. Sin embargo, esta paz aparente de la cual
disfrutaron los judíos, no duró mucho, pues el antisemitismo se revitalizó una vez más en la
guerra fría, por ejemplo, cuando en la Unión Stalin inició una persecución sistemática en
contra del pueblo judío.
A este nuevo tipo de antisemitismo, como se ha visto en capítulos anteriores, se le ha dado
el nombre del antisionismo y ha sido un eje fundamental del conflicto árabe-israelí, que en
gran medida ha servido para mantener viva la guerra y para evitar buscar una salida
concertada que permita alcanzar la paz.
El antisemitismo en las últimas tres décadas se ha venido acrecentando y renovando de
manera constante por medio del desarrollo de nuevos hechos puntuales, dentro de los cuales
se destacan:
137 Son numerosos los estudios e investigaciones que existen sobre el Holocausto sufrido por los judíos a manos
del partido nazi en la Segunda Guerra Mundial. No es el objetivo de este trabajo detallar los métodos de tortura
desarrollados para acabar con la raza judía en esta época, pues solo se quiere hacer un recuento histórico de
cómo el antisemitismo ha venido evolucionado y adquiriendo diferentes dimensiones. En el Holocausto,
mujeres, hombres y niños perdieron sus vidas solo por ser judíos. Fueron perseguidos, deportados, abusados,
torturados y despojados por completo de su dignidad humana.
104
1. El atentado de 1986 contra la sinagoga de Estambul.
2. El atentado de 1992 contra la embajada israelí en Buenos Aires.
3. El atentado de 1994, también en Buenos Aires, contra la sede central de la Comunidad
Judía, con cerca de cien víctimas y de autoría iraní.
4. En el año 2000, en el curso de los primeros enfrentamientos con los árabes, se filmó
la muerte de un niño palestino que había recibido un disparo.
5. En el 2001, las manifestaciones musulmanas en las ciudades europeas, en donde se
coreaba una y otra vez cosas como “¡Hitler tenía razón!”, o “Muerte a los judíos”.
6. En Francia se incrementó la violencia verbal y física contra los judíos: se incendiaron
sinagogas y colegios.
7. Gestos de violencia callejera en donde nuevamente se había vuelto peligroso ser o
parecer judío, a causa de jóvenes de origen árabe-musulmán.138
En general, estos hechos tuvieron lugar en razón a un nuevo tipo de antisemitismo, que se
inscribe dentro de la dinámica particular del conflicto contra los musulmanes y que será
analizado con detalle más adelante. Por ahora, basta decir que a lo largo de la historia el
pueblo judío ha sido víctima de una enorme discriminación, que se ha materializado hasta el
mismo punto de buscar su exterminio total de la tierra. El antisemitismo ha tenido diferentes
matices, pasando por lo religioso, lo racial y lo político, aunque en cada una de las
manifestaciones antisemitas se pueden encontrar variaciones de cada uno de estos factores.
Enseguida se plantea un análisis específico en torno a la nueva cara del antisemitismo: el
antiisraelismo, que se ha propagado gracias a los acontecimientos derivados de la
conflagración entre árabes y palestinos, y que es bastante útil para entender las actuales
dimensiones de la guerra.
6.2. El antiisraelismo: la nueva cara del antisemitismo
El conflicto ha dado origen a un nuevo matiz del antisemitismo, de características más
políticas y que combina principios de antiguos modelos antisemitas con el rechazo a los
objetivos particulares del sionismo, específicamente el establecimiento de un Estado legítimo
138 Véase S. Wahnon, “El nuevo antisemitismo”, Cuadernos de pensamiento político, Granada, 2005, pp. 1-78.
105
y soberano para el pueblo judío. De hecho, en el núcleo antiisraelí se encuentran los mismos
motivos de odio como en el antisemitismo religioso o nacionalista, que se fortalecen gracias
a las consecuencias y prácticas del conflicto actual.139
Según una investigación de la Liga Contra la Difamación, por cada persona de origen judío
hay 700 antisemitas en el mundo. Estos resultados evidencian que existe un enorme y
creciente antisemitismo en la opinión general, motivado sin duda alguna por las
manifestaciones de violencia del pueblo judío contra los árabes.
Una prueba más de que el antisemitismo se acrecienta de manera continua en el mundo, es
el fenómeno de la inmigración masiva y nada selectiva de los musulmanes hacia la Unión
Europea. Según las palabras de Gerstenfeld,140 este es el hecho más negativo que ha tenido
lugar después de la Segunda Guerra Mundial para la comunidad judía de Europa, pues al
introducir en algunos países europeos, de forma consciente y sin selectividad alguna, una
inmensa cantidad de personas que crecieron en países musulmanes racistas y antisemitas, se
ha desarrollado lo que el autor denomina antisemitismo estatal, auspiciado y propagado por
los mismos gobiernos nacionales.
Este tipo de antisemitismo estatal representa un atentado político y social en contra del pueblo
judío y evita la posibilidad de llegar a soluciones de paz, basadas en el diálogo.
En esta refriega se combinan tres tipos de antisemitismo, que rechazan las creencias,
ideologías y costumbres del pueblo judío. Ellos son:
1. Religioso: discrimina a los judíos por su fe y sus tradiciones.
2. Político: se niega a reconocer a los judíos la igualdad de derechos civiles; promueve
la asimilación social y cultural de los judíos y su desaparición como grupo
diferenciado.
139 Véase P. Taguieff, La nueva judeofobia, Gedisa, Barcelona, 2002. 140 M. Gerstenfekd, Behind the Humanitarian Mask: The Nordic Countries, Israel and the Jews, Jerusalem
Center for Public Affairs, Nueva York, 2008.
106
3. Racista: basa su odio en la existencia misma del judío; promueve su separación física
de la sociedad.141
A pesar de la atención de la comunidad internacional, de la colaboración y el apoyo extranjero
y del hecho de que los mismos dirigentes de los Estados en disputa saben que no es viable
continuar con el conflicto, cualquier pretexto en la región sigue siendo un motivo para
generar violencia. Esto puede deberse a que en el mundo continúan desarrollándose y
fortaleciéndose movimientos antisemitas que en muchas ocasiones tergiversan las causas del
conflicto y las verdaderas razones de lucha de los pueblos.
Según las palabras de Wahnon:
En los últimos años el antisemitismo ha dejado de caracterizar solo al neonazismo
europeo, para convertirse en un fenómeno muy extendido en el mundo arabomusulmán,
donde el rechazo a Israel va casi siempre acompañado del viejo tópico de la conspiración
judía, cuando no incluso de argumentos negacionistas. Ya en el mundo occidental, un
antisionismo de izquierdas muy radicalizado se ha extendido también de forma
espectacular, sobre todo entre la ciudadanía europea. Algo se mueve, pues, en relación
con Israel y los judíos y todo parece apuntar a que se trata de un nuevo antisemitismo o,
si se prefiere, de una nueva judeofobia.142
Los hechos que han sacudido al mundo en las tres últimas décadas, que evidencian una
creciente renovación de fuerzas del antisemitismo, como la quema de sinagogas y colegios
judíos, la discriminación en las calles a cargo de jóvenes musulmanes y las manifestaciones
en las que se tacha a los judíos de ser una raza maldita, son un elemento más de este conflicto.
Estos se pueden justificar con tres razones fundamentales:
1. Aquellos que son acusados de racistas, imperialistas y colonialistas ya no son los
sionistas, sino en general la comunidad judía, pues en el plano internacional
141 A. Finkielkraut, En el nombre del Otro. Reflexiones sobre el antisemitismo que viene. Seix Barral, Barcelona,
2003. 142 S. Wahnon, “El judío no sionista y otros ensayos”, Op. cit., p. 77.
107
prácticamente se ha borrado la línea divisoria entre la ideología y el pensamiento
judío con el sionista.
2. En el marco de este renovado antisionismo, se hacen continuas referencias al
poder judío, con el fin de deslegitimar sus pretensiones de fundar un Estado
soberano.
3. El hecho de que el antisionismo sea un elemento fundamental del conflicto explica
que se invoque constantemente a Hitler y a la necesidad de terminar la obra que el
nazismo dejó incompleta.
De esta manera, en los escenarios internacionales hace presencia una nueva cara del
antisemitismo: un matiz inédito que va de la mano del antisionismo y que califica de
absurdas, ilegítimas y abusivas las pretensiones del pueblo judío por fundamentar un Estado
La nueva judeofobia se entiende como una variante de la hostilidad contra los judíos,
elaborada con posterioridad a la creación del Estado de Israel y ya no se presenta con el
acompañante racial que la había caracterizado, especialmente durante la época de Hitler. “Sin
embargo, al mismo tiempo que se rechaza de plano el antisemitismo neonazi, se toleran, y a
veces hasta se alientan, otra clase de prejuicios que, aun siendo de otra naturaleza y
procediendo de otra parte, serían igualmente antijudíos”.143
En conjunto, los prejuicios contra el pueblo judío se han acrecentado después de la fundación
del Estado del Israel. Las nuevas formas de antisemitismo, fortalecidas y fundamentadas,
como se ha visto, por el antisionismo, han sido alentadas por el fundamentalismo islámico,
que ha elaborado un complejo sistema de pensamiento antijudío, motivado principalmente
por la existencia de Israel.
Israel no solo es un problema en la medida en que acaba con los sueños de unidad nacional
de los árabes, sino que además se relaciona con una cuestión de tipo religioso que no tiene
solución alguna. Desde las bases del pensamiento religioso y político árabe, los judíos tienen
143 S. Wahnon, El nuevo antisemitismo, Op. cit., p. 82.
108
que ser combatidos eternamente, debido a profundas e incuestionables razones, directamente
vinculadas con la identidad del islam.144
Para gran parte del pueblo árabe los judíos representan lo mismo que representaba para el
movimiento nazi décadas atrás: una amenaza que atenta contra la identidad y la supervivencia
del mundo musulmán. Al pueblo judío lo identifican con un conjunto de características
negativas recogidas de la tradición y de los antiguos modelos antisemitas, como el
materialismo, la avaricia, el ateísmo y el capitalismo. Por otro lado, los árabes sancionan a
los judíos por sus costumbres sociales o formas de vida occidentales.
En general, en el odio y aversión del pueblo árabe al pueblo judío se mezclan y se integran
las razones y prejuicios tradicionales que sustentan al antisemitismo, con las consecuencias
propias de las dinámicas de la guerra tras la fundación del Estado de Israel. En este nuevo
tipo de antijudaismo, mucho más fuerte y exacerbado en la medida en que es auspiciado por
el fuerte fundamentalismo musulmán, los judíos son aquellos que atentan contra la pureza
del mundo islámico, y que por tanto, una vez más, como en la Segunda Guerra Mundial, es
preciso exterminar.
De esta forma, el odio a los judíos, en el marco del conflicto, se ha convertido en algo
cotidiano, usual y habitual. Por ello, en los últimos años, se ha comenzado a evidenciar un
fenómeno en el que es cada vez más normal ofender o maltratar a un judío y en el que incluso
es cada vez más fácil esgrimir razones para justificar tales actos.145
Los insultos en contra de los judíos se reproducen en el mundo moderno de forma frecuente
en mezquitas y en diversos lugares de reunión de los musulmanes, gracias a la revolución
cultural del islam, que implica el retorno de los musulmanes a las fuentes primarias de su
cultura y su religión. Todos estos fenómenos se relacionan directamente con la violencia
perpetrada en el conflicto, con su larga duración y con el horizonte nublado que presenta.
144 M. Gerstenfeld, The abuse of holocaust memory distortions and responses, Jerusalem, Center for Public
Affairs, ADL, 2009. 145 A. Finkielkraut, En el nombre del Otro. Reflexiones sobre el antisemitismo que viene. Seix Barral, Barcelona,
2003.
109
Actualmente, en los discursos religiosos, en los artículos publicados por la prensa árabe y en
los debates políticos, el odio hacia el pueblo judío, las manifestaciones del antisemitismo
tradicional se mezclan de manera evidente con el antisionismo y el antiisraelismo, pues en
cada referencia a los judíos se alude a las confrontaciones y a los métodos de guerra
utilizados.
Un aspecto interesante sobre estas nuevas manifestaciones de odio hacia los judíos, es que
las formas tradicionales de antisemitismo se van agitando y lo único que motiva el odio y el
rencor hacia los judíos es precisamente su participación en el conflicto con los musulmanes,
y sus pretensiones de fundamentar un Estado legítimo y soberano en Israel.
Sin embargo, es evidente la presencia de un sincretismo que combina distintas formas de
rechazo al pueblo judío, agudiza la guerra y aleja la posibilidad de terminarla por medio del
diálogo o de la conformación de un pacto conjunto. Todo lo anterior habría desembocado en
la configuración de una nueva ideología mixta: la del nacional-islamismo, que hoy emplean
de forma violenta y sistemática agrupaciones terroristas como Hamás o Hezbollah. En medio
de esta situación, cuando se difunde cada vez más esta ideología alrededor del mundo, se
fortalece un totalitarismo islámico que no contempla, bajo ningún motivo, un compromiso o
un pacto con el enemigo judío al que, simplemente, hay que destruir.146
Así, el sionismo ha sido despojado de sus elementos culturales, históricos y nacionalistas y
es contemplado por los países árabes e islámicos como un movimiento político de tipo
expansionista y colonialista, como una doctrina desarrollada en medio de motivos étnicos,
en donde se conjuga un fanatismo religioso con un nacionalismo excluyente y racista. En
esta profunda contrariedad, la solución más sencilla sería preguntarse cuál de los bandos tiene
la razón, quién es la víctima y qué Estado ha promovido, en mayor medida, el uso del terror
para conseguir sus fines políticos.147
El panorama es cada vez más oscuro, si se advierte, además, la enorme propagación entre el
fundamentalismo islámico de escuelas de adoctrinamiento antijudío, donde los niños
146 Ibídem. 147 Véase G. Mahler, “The Rise of Israel: A History of a Revolutionary State, Op. cit., pp. 56-90.
110
entienden que lo más natural, debido a profundas razones que acaso ni son explicadas, es
odiar con todo el rencor y la vehemencia posibles a los judíos. En conjunto, la forma como
se difunde, o mejor, transforma el antisemitismo, impide encontrar salidas concertadas al
conflicto.
Sin embargo, explica Taguieff,148 lo más grave de este nuevo antisemitismo no es
precisamente el hecho de las expresiones de odio de la comunidad árabe que en todo caso
se manifestarían debido a que hay un territorio en disputa, lo cual va más allá de las
diferencias ideológicas, políticas y religiosas de ambos bandos, sino que el nuevo
antisemitismo no concierne únicamente a los árabes o a los musulmanes, sino a la versión
occidental del antisionismo, de tal manera que los nuevos modelos de aversión hacia el
pueblo judío se han extendido también hacia otros lugares del mundo.
Siguiendo las palabras de Wahnon:
Este tipo de antisionismo sería cada vez más pasional y menos intelectual. O, si se
prefiere, cada vez más poético y menos teórico. Cuando se trata de Israel y Palestina, lo
habitual es renunciar por completo a los cauces de la argumentación racional para seguir
las sendas, mucho más cómodas, de la retórica.149
El hecho de que el antisionismo sea cada vez menos intelectual y más pasional es un hecho
muy preocupante, pues importan menos las razones para sancionar, juzgar, reprochar e
incluso atacar a los judíos. El pensamiento antisemita, que al menos buscaba razones de tipo
histórico y cultural para manifestar una aversión que, como se ha visto, era igualmente
injustificada, se ha convertido en un sentimiento antisionista, en una pasión que ya no
escucha argumentos contrarios y que ha aprendido a ver con malos ojos cualquier intención,
idea o manifestación de los judíos.
Lo anterior demuestra que el antisemitismo es un componente fundamental del conflicto
árabe-israelí, que ha trascendido las fronteras y que ha convocado a Occidente a convertirse
148 Véase P. Taguieff, La nueva judeofobia, Op. cit. 149 S. Wahnon, “El nuevo antisemitismo”, Op. cit., p. 68.
111
en una parte importante de la guerra. Por otro lado, teniendo en cuenta que los sentimientos
no entienden ni escuchan razones, el antisionismo se ha transformado en un tipo de condena
a priori sobre cualquier tipo de decisión tomada por Israel.
Sin duda alguna, las estrategias violentas utilizadas por Israel para proteger su seguridad y
debilitar al enemigo también han generado críticas justificadas en la comunidad
internacional. Los dirigentes políticos y militares de Israel deben explicar su conducta y
asumir responsabilidades, en lugar de decir que todo es producto de la difamación palestina.
Si bien es cierto que el odio a los ideales sionistas se fundamenta en el antisemitismo
promovido en gran medida por el fundamentalismo árabe, Israel también tiene que responder
por las acciones desmedidas que ha promovido en contra de Palestina. En particular, los
obstáculos que encontraron los sionistas en el camino para fundar un Estado soberano han
sido tantos, que tuvieron que emprender una acción rápida y absorbente, denominada terror.
Desde Israel, el terrorismo ha sido considerado como un elemento inevitable de la guerra,
mientras que los árabes continúen oponiéndose a la fundación de un Estado judío en
Palestina. Incluso, desde los mismos comienzos de la colonización en Palestina, el terrorismo
fue aplicado y utilizado sistemáticamente, con dos objetivos particulares:
1. Reducir la mayoría árabe en Palestina, sobre todo en áreas proyectadas para la
fundación del Estado judío.
2. Deshacerse de tantos árabes como fuera posible, para iniciar el proceso de
colonización.
Es claro, por tanto, que Israel debe su existencia al terror. Los sionistas han explotado el tema
del sufrimiento judío al máximo, para ser vistos como víctimas que padecen los ataques y
atropellos de Palestina.
Sin embargo, en esta contienda se advierte la actuación de dos naciones que desean
desprestigiarse mutuamente, que buscan ganar la simpatía de la comunidad internacional por
medio de la insidia pero, en el fondo, utilizan los mismos métodos violentos y terroristas para
ganar la batalla.
112
El antisionismo es como un velo en los ojos de los enemigos del pueblo de Israel y de gran
parte de la comunidad internacional, que les impide por lo menos tratar de entender las
razones del pueblo judío para fundar un Estado legítimo, en el que puedan disfrutar de la
protección que necesitan tras tantos años de abusos.
Este sentimiento ha enseñado a los enemigos del pueblo judío a desconfiar instintivamente
de todos sus actos. Cualquiera sea la decisión que se tome en Israel, siempre se verán
segundas intenciones encubiertas y se verá también una amenaza latente para la estabilidad
y seguridad del pueblo musulmán. Es debido a este sentimiento y a estos prejuicios que
muchos países en el mundo ven en la idea sionista de fundar un Estado legítimo, soberano y
libre para el pueblo judío, el intento de asegurar la hegemonía en la región, de someter a otros
pueblos, ocupar sus territorios y exterminar su cultura y tradiciones.150
Según Durán,151 uno de los principales discursos a partir de los cuales se analiza este
conflicto, le otorga a Palestina un carácter pacifista, de diálogo y convivencia. Por otro lado,
el Estado de Israel es visto como una nación que a costa de lograr su soberanía y hegemonía
en la región ha emprendido un plan de colonización y desplazamiento del pueblo palestino,
con el uso sistemático del terror que poco a poco termina con su existencia. Aunque esta sea
una de las visiones más comunes y popularizadas de la conflagración, la opinión del autor es
que el supuesto carácter pacifista de Palestina esconde un lento y progresivo proceso de
limpieza étnica.
Schoenman152 complementa esta visión al plantear que los prejuicios antijudíos se han
convertido en el eje que articula un nuevo modelo de antisemitismo, en el que los viejos
estereotipos se renuevan mediante una dinámica propia y particular, que busca calificar de
ilegal, pretenciosa y abusiva cualquier intención del pueblo de Israel por reafirmar el derecho
político que tiene el Estado judío de existir, de defenderse, de proteger su autonomía y de
repeler la agresión terrorista que proviene del exterior.
150 Véase S. García, “El conflicto palestino israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. 151 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit. 152 Véase R. Schoenman, “La historia oculta del sionismo”, Op. cit., pp. 24-65.
113
Si en esencia y a priori el sionismo es condenado como un movimiento imperialista,
colonialista y racista, se entiende que nada positivo puede salir de él y, por tanto, es preciso
atacarlo por todos los medios para impedir su subsistencia. Lo que se tiene aquí es una fuerte
criminalización del sionismo, que lo condena y lo rechaza sin importar lo que haya detrás de
las decisiones y lo que realmente puede llegar a motivar sus necesidades particulares.
El velo que se ha puesto en los ojos de los enemigos del pueblo judío limita el reconocimiento
de las diferencias entre judíos, sionistas e israelíes; y sin importar las doctrinas e ideologías
particulares, todos son declarados enemigos, a raíz de la fuerza de un sentimiento y una
pasión que no conoce y no comprende razones.
Por ello, el antisionismo occidental se recrudece cada vez más y gran parte de la comunidad
europea ve en los judíos a los representantes de una entidad negativa, contradictoria, que
amenaza la seguridad mundial y que guarda segundas y malignas intenciones detrás de sus
pretensiones legítimas de fundar un Estado propio.153
Este recrudecimiento del odio hacia los judíos se puede explicar por tres razones:
1. La izquierda ha encontrado un enemigo ideal en el sionismo, en la medida en que un
Israel convertido, apoyado por los Estados Unidos, resulta perfecto para encauzar y
movilizar a rebeldes que luchan contra el poder que podría llegar a tener el país del
Norte en la región, gracias a su relación con Israel. Particularmente, gracias a la nueva
versión del antisemitismo, la izquierda ha cogido fuerza de nuevo y ha encontrado en
Israel la excusa perfecta para movilizarse y armarse, luego de la derrota sufrida con
la caída de la Unión Soviética.
2. El antisemitismo se ha recrudecido en razón a la islamización del antisionismo. Con
mucho ingenio, el pueblo musulmán ha sabido interpretar y difundir una versión
particular del antisionismo, mezclado con la judeofobia, que se ha extendido a
Occidente. En esta versión islámica, los judíos son criminalizados, satanizados y
153 M. Gerstenfekd, Behind the Humanitarian Mask: The Nordic Countries, Israel and the Jews, Op. cit.
114
declarados como enemigos de la paz, que quieren imponer a toda costa su visión del
mundo, conquistando territorios y colonizando a los países que se opongan.
3. En oposición a lo anterior, la causa no sería tanto la islamización del antisionismo
sino las recientes conductas europeas que tienen que ver con el antirracismo y la
antixenofobia. Estas dos categorías hacen parte de la convivencia y de la cotidianidad
europeas actuales y favorecen la idea de que los judíos deben ser recibidos en el
territorio europeo, pues debido a la coyuntura mundial, es mejor darles asilo que
permitirles fundar su propio Estado.154
Lo más curioso de todo es que dentro del conflicto árabe-israelí y de las nuevas formas y
matices adoptadas por el antisemitismo, surge una paradoja histórica, que se resume así:
A partir de estos nuevos patrones culturales, lo que habría ocurrido sería lo siguiente:
tanto Israel, con su obstinación en seguir existiendo como Estado mayoritariamente
judío, como los judíos en general, con su empecinamiento en seguir siendo tales y,
además, en defender a Israel, se habrían situado a contracorriente de la nueva forma
judeo-europea de pensar, dando lugar así a una paradoja histórica: si en la Europa
anterior a Auschwitz se estigmatizó al judío por errante, apátrida, cosmopolita,
plurilingüe y pluricultural, ahora, en la Europa posterior a Auschwitz y projudía, se le
estigmatiza por todo lo contrario, es decir, por apegado a la tierra y a la sangre, por
nacionalista, por demasiado vinculado a una identidad nacional.155
Esto hace pensar que sin importar qué ideales, metas y objetivos tengan los judíos, cuáles
sean sus intenciones y movimientos políticos, siempre serán juzgados y atacados, por temor
o por prejuicios injustificados que crean el pensamiento común de que, a toda costa, es
preciso detener sus pretensiones de organizarse, de fundar un Estado propio y de evitar que
tengan la seguridad y libertad que por tantos años les ha sido negada.
Sin duda alguna, la paradoja que se ha presentado es una prueba contundente de que
independientemente de cuáles sean las pretensiones del pueblo judío, el antisemitismo
154 Véase S. Wahnon, “El nuevo antisemitismo”, Op. cit., en part. pp. 24-65. 155 Ivi, p. 89.
115
siempre ha estado presente, adquiriendo nuevos matices, razones y justificaciones que se
adaptan al contexto particular de cada época.156
Si bien antes los judíos fueron atacados porque no se quería que permanecieran en suelo
europeo, hoy se les ataca porque tampoco pueden conformar su propio Estado, fuera de
Europa, en un territorio que les pertenece por tradición religiosa. En todo caso, todas las
formas históricas de odio y aversión en contra de los judíos se han venido a encontrar en el
conflicto árabe-israelí, lo cual, vale la pena insistir una vez más, es un componente
fundamental que hace demasiado difícil por no decir imposible encontrar una salida
dialogada y concertada a la guerra.
En síntesis, no se puede hablar en realidad de la nueva cara del antisemitismo, pues su
característica principal es precisamente carecer de un solo rostro, de un solo matiz, de una
unidad que le brinde sentido. En lugar de ello, el antisemitismo se caracteriza por su falta de
unidad, por un híbrido de ideas, aversiones, tradiciones históricas, pensamientos
revolucionarios, racismos, xenofobias e islamismo, que no solo impide comprender la faceta
actual del odio a los judíos, sino que los deja en una posición bastante difícil, de la que
parecieran no tener salida.
Se tiene entonces un antisemitismo incoherente, lleno de múltiples razones y justificaciones
que se contradicen entre sí, que generan paradojas y que, por tanto, lo convierten en un
antisemitismo inválido, motivado más por pasiones y prejuicios que por un análisis real del
contexto y de la situación actual. La nueva judeofobia se construye a partir de una amalgama
de sentidos e interpretaciones que no guardan relación entre sí, en un proceso que no es para
nada estructurado, pero que sin duda alguna ha sido servido y ha cumplido su propósito de
arrojar sobre Israel y los judíos todas las culpas y los problemas de la humanidad.
156 P. Taguieff, La nueva judeofobia, Op. cit.
116
6.3. Posibles soluciones al conflicto
Solucionar el conflicto depende, en primer lugar, de no tergiversar sus verdaderas causas ni
el desarrollo de sus acontecimientos y de presentar ante el mundo las verdaderas razones que
motivan a cada uno de los bandos a luchar. El principal problema por el cual esta contienda
se ha extendido de manera irremediable, es precisamente el hecho de que todos creen saber
qué es, cuáles son sus razones y sus antecedentes, pero en realidad nadie tiene claridad sobre
lo que verdaderamente está pasando en Medio Oriente.157
Por tanto, la primera solución es analizar detenidamente la confrontación, sin dejarse llevar
por pasiones, sentimientos o prejuicios que en realidad lo único que hacen es nublar y
oscurecer el panorama. Especialmente los palestinos se han encargado de difundir falsas
nociones en torno a la cusa judía, que han servido para distorsionar las verdaderas
dimensiones de la guerra.
En gran medida, Israel ha perdido una batalla propagandística contra los árabes. Es claro que
los árabes han tenido más habilidades para difundir su punto de vista en los medios
internacionales. Hoy en día, más del 40 % de los europeos cree que, con su idea de fundar un
Estado propio en Israel, lo que se busca en realidad es exterminar a los palestinos. Sin
embargo, lo que no sabe la gente, es que la población palestina ha aumentado enormemente
desde el inicio del conflicto.
Otro razonamiento que Gerstenfeld158 considera absurdo es que algunas teorías sugieren que
el conflicto palestino-israelí es la mayor amenaza a la paz mundial, pues los fundamentalistas
musulmanes han sabido difundir la idea de que una vez que Israel acabe con Palestina,
seguirá atentando contra la seguridad mundial y expandiendo sus ataques a Europa. En este
contexto, la criminalidad palestina y los métodos terroristas que utilizan, son ignorados,
disminuidos o disimulados por muchos medios y corrientes políticas en el mundo.
157 Véase M. Gerstenfeld, “Cómo combatir de manera eficiente la propaganda antiisraelí”, en El medio, Nueva
York, 2015, en part. pp. 1-3. 158 Ivi, p. 1.
117
En algunos casos, la propaganda árabe puede representar una provocación para el pueblo
judío. Por ejemplo, hoy el mundo sanciona el simple hecho de que Israel construya viviendas
fuera de la Línea Verde, como si en realidad eso implicara una amenaza para la seguridad
mundial, pero en cambio olvida, o pretende olvidar y pasar por alto, las miles de masacres
que ocurren a manos de los musulmanes, muchas de ellas auspiciadas, patrocinadas y
ejercidas directamente por el mismo Gobierno.
Sin embargo, lo que se trata de desconocer es que Israel es un Estado pequeño, que tiene
muchos enemigos y que por tanto lo único que puede hacer para sobrevivir y no dejarse abatir
es ser más inteligente que ellos.
Para Gerstenfeld159 Israel está muy preparado para la guerra, en razón a la presencia de tres
dimensiones:
1. Militar: posee amplia tecnología y un muy buen armamento para enfrentar los ataques
de los musulmanes. Cuenta con las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que controlan
todo el campo de batalla y que han sabido, con el tiempo, generar nuevos métodos de
ataque para garantizar la seguridad de la población y para debilitar al enemigo.
2. Inteligencia: tiene tres agencias de inteligencia: la internacional (el Mosad), el
servicio de seguridad doméstico (Shabak) y la inteligencia militar (Aman). La acción
conjunta y eficaz de estas agencias le ha permitido mantener una buena estrategia,
conocer con anterioridad los ataques del enemigo y responder de manera efectiva a
las manifestaciones de violencia.
3. La guerra cibernética: se ha convertido en un nuevo campo de batalla, para el cual
Israel cuenta con una buena inversión para controlarla.
A pesar de que Israel tiene buenos elementos en cada una de estas dimensiones, la
propaganda, una cuarta y novedosa faceta de la guerra, le ha causado muchos problemas. De
159 Ivi, pp. 1-3.
118
hecho, este país no posee un instrumento eficaz para ello y no tiene ninguna organización
que supervise este campo, especialmente el hecho de ver su imagen y reputación dañadas
ante el mundo, debido a las versiones que los musulmanes divulgan continuamente sobre la
guerra.
No obstante, combatir en la guerra de la propaganda es una cuestión muy distinta: ahí
no se trata de los desinformados, sino que se lucha contra los enemigos. Las hostilidades
contra Israel proceden tanto de gobiernos como de otras fuentes en países musulmanes,
de los musulmanes de países occidentales, políticos de diversas nacionalidades, ONG,
académicos, sindicatos, líderes religiosos (sobre todo de denominaciones progresistas),
diversos partidos socialistas occidentales, extrema izquierda, extrema derecha, etc. Las
redes sociales son un nivel más de propaganda difusora del odio.160
En este sentido, un elemento fundamental para terminar el conflicto depende de la capacidad
que tenga Israel para contrarrestar la propaganda negativa y, en algunos casos, de difamación
que ha tenido a lo largo de los años, con el fin de que los musulmanes no sigan divulgando
mundialmente prejuicios y falsos conceptos.
No obstante, la razón del fracaso de las comunicaciones y de la estrategia propagandística de
Israel radica en que no hay un punto de vista israelí común, porque allí se presentan también
las diferencias entre sionistas y antisionistas y porque, a nivel general, en la comunidad judía
no hay un consenso sobre los objetivos e ideales que deben guiar la causa israelí. Por tanto,
para terminar con la guerra, los israelíes deben aprender a unificar sus ideales y a identificar
las verdaderas metas y técnicas de Palestina.
Para ello, es preciso que Israel diseñe y aplique mecanismos y estrategias que le permitan
poner al descubierto las mentiras y explorar con precisión el sistema utilizado para difamar
al pueblo judío.
160 Ivi, p. 1.
119
Se debe considerar que además de las calumnias, existen críticas legítimas sobre el accionar
militar de Israel. Por ello es importante replantear muchos aspectos relacionados con su
práctica militar y con sus ataques desmedidos a Palestina, para dar fin a las condenas sobre
su proceder. Esto ayudaría considerablemente a encontrar soluciones al conflicto.
En Israel debe existir, por tanto, un organismo de control y análisis de la información que
permita detectar a tiempo las calumnias del enemigo y presentar ante la comunidad
internacional los argumentos necesarios para que no se afecte su reputación mundial, a causa
de prejuicios injustificados.
La difamación y la tergiversación han engendrado odios, resentimientos y juicios de valor
que no tienen lugar. Por ejemplo, organizaciones mundiales como la ONU y la Organización
Mundial de la Salud (OMS) critican constantemente a Israel por atacar a la población civil y
la culpan además de dejar víctimas civiles en Gaza. Sin duda alguna, esta es una versión de
los árabes y las organizaciones internacionales parecen no tomar en debida consideración la
grave realidad sufrida por Israel.161
En este punto es importante citar las palabras de Gerstenfeld:
Los dirigentes palestinos han desarrollado mensajes ambiguos como armas estratégicas
para desarmar, desmoralizar y engañar a sus enemigos, al tiempo que logran el apoyo de
terceros. Realizan declaraciones con duplicidades, destinadas a diferentes audiencias, en
la tradición de la taqiyya (el arte del disimulo). Se trata de una estrategia aprobada por
el islam: el empleo de la mentira para derrotar a los enemigos.162
La guerra demuestra que una parte de los árabes no tiene ningún límite a la hora de difamar
a Israel, y aunque existen críticas legítimas, se ha tratado de hacerlos ver como los malos en
el combate. Este fenómeno consiste en exponer a la propia población palestina, usando en
161 Por ejemplo, de una serie de palestinos muertos, muchos son alcanzados por cohetes y proyectiles disparados
por Hamás, la organización terrorista auspiciada y patrocinada por el gobierno árabe. 162 M. Gerstenfeld, “Los consejeros voluntarios de Hamás”, en El medio, 2015, p. 1.
120
algunos casos a los civiles como escudos humanos y disparando desde zonas residenciales,
con el fin de disminuir el número de habitantes en su propio territorio. Esto hace pensar que
están siendo masacrados por Israel.
Es una estrategia de guerra bastante fuerte, pero que prueba que un aspecto clave para acabar
con ella es terminar contra ese tipo de propaganda difamatoria que quiere demostrar a todo
el mundo, sin importar las consecuencias, que Israel es el que usa la violencia, el que asesina,
el que no guarda el más mínimo respeto por los derechos humanos y el único que es capaz
de recurrir al terror como arma para dominar al enemigo.
Conectado con lo anterior, terminar con la guerra entre árabes e israelíes implica, entre otras
cosas, acabar con la fatídica relación que existe entre Gobierno y grupos terroristas. Como
se ha visto en capítulos anteriores, ha surgido una nueva modalidad de terrorismo: el
patrocinado por el Estado, en el que los gobiernos centrales no solo apoyan tecnológica y
económicamente este tipo de grupos sino que además les brindan entrenamiento militar para
que puedan atacar de manera constante y sistemática al enemigo.
Por tanto, hay que tomar en consideración el caso de Palestina, que tiene una especial
relevancia debido a la controversia en la comunidad política y académica mundial sobre los
motivos que impulsan a un sector específico del Gobierno árabe a apoyar y a financiar la
agrupación terrorista Hamás.
Las causas centrales del apoyo a esta organización son la compatibilidad ideológica, el
fundamentalismo religioso y la protección de la seguridad nacional. Sin embargo, más allá
de ello, el apoyo de una parte de Palestina a los crímenes terroristas de Hamás en el territorio
de Israel, responden a una estrategia geopolítica en la que los árabes buscan ganar la
hegemonía y el liderazgo en Medio Oriente.
Israel, por su parte, también presta apoyo a organizaciones terroristas. Es conocido que este
régimen brinda apoyo militar a grupos takfiríes como el EIIL, que operan contra el Gobierno
sirio. Además, Israel brinda apoyo financiero a Arabia Saudí y Qatar y suministra armas y
121
equipamiento bélico a los grupos extremistas del EIIL y al Frente Al-Nusra, rama de Al-
Qaeda en Siria.
La solución del conflicto exige finalizar lo más pronto posible el terrorismo soportado por el
Estado, que ha dejado graves consecuencias para la seguridad y la estabilidad mundial,
porque representa la imagen de una confrontación en la que el fin justifica los medios y en la
que se validan el crimen, la violencia y el terror para atacar a los enemigos.
Aunque la relación entre el Estado y los grupos terroristas puede traer ciertos beneficios para
ambos, pues mientras que las agrupaciones se fortalecen militar, estructural y
estratégicamente, los gobiernos tienen la posibilidad de enfrentar y debilitar a sus enemigos
de manera indirecta, este tipo de relaciones normalmente se desarrolla en un ambiente
complejo e inarmónico.163
Por ejemplo, la información compartida entre ambos agentes es asimétrica, pues
comúnmente las organizaciones terroristas tienen objetivos, principios y formas de proceder
ocultas, desconocidas por el Estado. Básicamente, explican los autores, al patrocinar y
soportar el terrorismo, el Estado nunca puede saber en quién está confiando y qué ideales son
los que verdaderamente está financiando.
Por otro lado, los ataques terroristas fracasan en muchas ocasiones, de tal forma que el Estado
debe decidir si fue mala suerte o si la falla estuvo relacionada con falta de compromiso o
incompetencia de la agrupación criminal. Por último, el mayor problema de este tipo de
relación es que las agrupaciones terroristas operan de manera encubierta, para no tener que
sufrir las posibles retaliaciones de sus actos.
Esta manera de actuar velada y totalmente oculta, le impide al Estado monitorear la
planeación, el desarrollo y la ejecución de los ataques que está financiando. La falta de
armonía y confiabilidad entre el Estado y las agrupaciones terroristas se intensifica
enormemente cuando ambos bandos no comparten una ideología ni una serie de principios
que motiven la unión, pues puede suceder que las organizaciones utilicen el dinero brindado
163 Ivi, pp. 33.
122
por el Estado para otro tipo de causas, ajenas a aquellas que inicialmente fueron promovidas
de acuerdo con los intereses estatales.
Debido a las dificultades que presentan las relaciones entre Estado y terrorismo, que solo
causan más muerte, más violencia y, por tanto, una guerra más cruel y más larga, una solución
fundamental es ponerles fin a dichas relaciones, lo cual solo es posible por medio de un
compromiso conjunto de ambos Estados y de una vigilancia internacional estricta que
sancione cualquier tipo de apoyo, económico, militar o tecnológico, a las agrupaciones
terroristas.
Ben-Yehuda y Sandler164 afirman que a pesar del reciente crecimiento de la violencia y de
los atentados terroristas, el enfrentamiento ha cambiado considerablemente desde la década
de los setenta y se ha configurado como un organizado conflicto de regímenes que intentan
establecer su hegemonía en la región, mediante el terror. En consecuencia, la principal
solución debe estar encaminada a resolver las profundas discrepancias ideológicas y étnicas
que existen entre ambos bandos, buscando la manera de que las dos culturas y sus maneras
de representar al mundo subsistan de manera legítima en la misma región.
Con todo, más allá de acabar con la tergiversación de las dinámicas del conflicto y de darle
fin a la relación entre Estado y terrorismo, acabar con la conflagración árabe-israelí
implicaría solucionar las diferencias en torno al territorio, atravesadas por principios
religiosos, étnicos y dogmáticos, difíciles de dirimir. Los intentos realizados para terminar
con esta larga contienda han fracasado porque no se han presentado medidas que ayuden a
dirimir los profundos desacuerdos y contradicciones entre las partes.
Siguiendo las palabras de Urrutia:
El examen de las distintas iniciativas que se han planteado en las últimas dos décadas
para enfrentar el conflicto palestino-israelí confirman que el proceso de paz no ha sido
exitoso, en la medida en que no ha conseguido reducir los niveles de violencia ni
164 H. Ben-Yehuda & S. Sandler, “The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic
Crises”, Op. cit.
123
incrementar la justicia social ni restaurar las relaciones entre las partes, en el marco de
una larga y desgastante disputa.165
Las soluciones propuestas deben ayudar a transformar las relaciones de poder, encontrar
maneras que permitan evitar el crecimiento de la asimetría entre los actores y generar
políticas que contribuyan a garantizar la protección de los derechos humanos en el territorio
en cuestión. Los hechos recientes que dan cuenta del aumento en el número de atentados
contra la población demuestran que los caminos de diálogo están bloqueados, que pareciera
que para ambos actores la única respuesta es la violencia y que cada vez es más difícil una
salida concertada basada en el diálogo.
Sin duda alguna, existe una difícil confluencia de factores y dinámicas locales, regionales e
internacionales, en donde se develan y se mezclan de una manera no estructurada las
creencias religiosas, los ideales políticos, los elementos relativos a las etnias, las costumbres
y las tradiciones, que hacen difícil avizorar un futuro positivo, en donde se pueden terminar
de una vez por todas las profundas diferencias que han motivado la guerra.
El contexto actual demuestra que aún se está muy lejos de encontrar una solución viable que
satisfaga a aquellos que se encuentran en guerra, pues los Estados no están en capacidad de
cumplir un conjunto de exigencias muy difíciles y existen también obstáculos que limitan los
logros de la comunidad internacional. Además, para finalizar este capítulo, se afirma que la
evolución de las relaciones entre Estados Unidos e Israel y el desarrollo continuo de intereses
opuestos a la paz en los grupos de presión estadounidenses, dificultan el camino hacia la paz.
Como se ha visto a lo largo del presente estudio, el largo y violento desarrollo del conflicto
entre palestinos e israelíes invita al pesimismo, a pensar que la única manera en que se podría
acabar con él es que uno de los bandos gane e imponga sus condiciones al enemigo derrotado.
Pero, sin duda alguna, el hecho de que haya un vencedor implica que debe haber muchas más
muertes y más violencia y que uno de los dos pueblos tendrá que abandonar el territorio o
165 P. Urrutia, “Conflicto palestino-israelí: ¿más proceso que paz? Veinte años de propuestas frustradas y claves
de la nueva encrucijada”, en Cuadernos de construcción de paz, 3, 2011, p. 46.
124
someterse a las condiciones del ganador, que sin dudarlo implicaría el fin de sus costumbres
y de la posibilidad de manifestar libremente sus creencias.
En todo caso, como afirma Urrutia:
Los acontecimientos futuros revelarán de qué manera encajan los elementos de esta
nueva encrucijada, si conducen a más violencia o si hay alguna posibilidad de que abran
el camino hacia una paz, hasta ahora tan esquiva, entre palestinos e israelíes.166
Por último, acabar con la disputa dependerá de una actitud de diálogo y concertación y de
hechos puntuales. La paz solo será posible en la medida en que se solucionen los conflictos
de tipo geopolítico originados en las fronteras y en los territorios estratégicos, especialmente
la Franja de Gaza. La paz será posible cuando retornen millones de refugiados palestinos a
sus casas y a sus tierras. En esta medida, la Hoja de Ruta, la colaboración de las Naciones
Unidas, de la Unión Europea y de los Estados Unidos será efectiva si se persiguen estos
objetivos y si no hay ningún interés de por medio que siga avivando ininterrumpidamente el
conflicto.
166 Ivi, p. 46.
125
Conclusiones
Una de las principales conclusiones del presente estudio es la suma importancia del contenido
etnológico y etiológico del conflicto entre Palestina e Israel, pues las diferencias, aunque se
centran en una disputa por el territorio, se relacionan con el desarrollo progresivo y
sistemático de prejuicios racistas que le impiden a cada uno de los actores tener la disposición
para el acuerdo y el diálogo.
En todo caso, las distintas manifestaciones de la guerra entre árabes e israelíes, dentro de las
que se incluyen el secuestro, el desplazamiento de la población, los ataques terroristas, las
confrontaciones directas y las amenazas constantes a la seguridad, representan un desafío
para la acción sostenida de las organizaciones internacionales, que deben entender la
complejidad y el carácter multidimensional de la conflagración entre estos países. Lo anterior
con el fin de rastrear sus orígenes y analizar su desarrollo progresivo y diseñar acciones y
estrategias efectivas que reparen de manera integral sus causas y que ayuden a reducir los
efectos de la violencia sobre la población.
Con la discusión y el análisis planteados queda, sin duda alguna, una sensación pesimista en
relación con una salida concertada hacia la paz, que le dé fin al largo conflicto armado entre
Israel y Palestina. Como se ha visto, existen profundas y marcadas diferencias e
incompatibilidades ideológicas, religiosas, culturales y políticas que hacen impensable la
posibilidad de que un proceso de diálogo pueda llegar a resultados positivos, que beneficien
a ambos actores y que les permitan tolerar y respetar las creencias, valores y pensamientos
del enemigo.
Si bien esta confrontación representa la lucha por un territorio en disputa, que ambos actores
se acreditan como propio, la situación es mucho más compleja, pues con la lucha estratégica,
política y militar, se mezclan todo tipo de elementos, desacuerdos ancestrales y prejuicios
que conforman un híbrido, en el que intervienen factores como la etnia, la raza, la tradición
y la cultura, que sirven para aumentar las tensiones y agrandar las diferencias. Esta mezcla
hace difícil entender los orígenes, causas y consecuencias del conflicto y, además, complica
126
demasiado el desarrollo de estrategias que permitan dar una solución integral a los problemas
entre ambos bandos.
Aunque, en efecto, existen varios elementos y desacuerdos que fomentan el terror y la
violencia en la región, el presente estudio ha hecho un énfasis especial en el antisemitismo,
que dejó de ser un pensamiento e ideología soportada en odios y prejuicios históricos, para
convertirse en un sentimiento, en una pasión que no escucha razones y que ha llegado al
límite de justificar el holocausto nazi sufrido por el pueblo judío durante la Segunda Guerra
Mundial.
En el estudio se ha explicado cómo el antisemitismo, en medio de la larga lista de
acontecimientos propios del conflicto, ha integrado elementos del antisionismo y del
antiisraelismo, sin atender a una estructura o a un orden particular y ha combinado elementos
que fomentan cada vez más el odio hacia los judíos, ya sea por su religión, por sus
costumbres, sus metas e ideales.
En particular, la nueva identidad del antisiosinimo aunque se podría decir que su
característica central es precisamente la de carecer de una identidad, en la medida en que se
compone de distintos elementos no relacionados entre ellos, ha servido para prejuzgar
cualquier aspiración o decisión que sea tomada y para ver intenciones encubiertas en las que
solo existe un anhelo justificado de soberanía y libertad.
En este nuevo antisemitismo, los prejuicios y la judeofobia se han convertido en la base de
un modelo en el que se renuevan los estereotipos históricos que califican a los judíos de
avaros, satánicos y promiscuos. Esto ha servido para sancionar como peligrosas las
intenciones del pueblo de Israel por existir y por proteger su autonomía de la agresión
externa.
El antisemitismo de hoy no escucha razones, criminaliza a los judíos y no les da la posibilidad
de explicarse. Este fuerte sentimiento racista impide llegar a una salida concertada al
conflicto, en la medida en que los enemigos del pueblo judío están cegados por los prejuicios,
y porque han extendido y difundido la versión sin fundamentos según la cual la existencia
127
libre y soberana de Israel representa una peligrosa amenaza para la estabilidad y la seguridad
mundiales.
El hecho principal que ha derivado en la difamación mundial de los objetivos de Israel, ha
sido la propagación de los prejuicios que hoy son pilares fundamentales del antisemitismo.
Esto se ha logrado en virtud de un proceso estratégico de algunos musulmanes, que utilizan
la propaganda para difundir su propia versión de la guerra. Efectivamente, si en algo han
superado los palestinos a los israelíes, es en la capacidad que tienen para hacerle creer al
mundo que el verdadero y único terrorista es Israel y que no detenerlo ahora implicaría
consecuencias bastante graves para todo el mundo.
Sin embargo, este estudio también ha demostrado que el surgimiento y desarrollo de Israel
ha sido posible gracias a la violencia y al terrorismo. A pesar de que la difamación ha sido
importante para deslegitimar al pueblo judío, los líderes políticos y militares de Israel
también deben responder por una serie de críticas justificadas, debido a los ataques
desmedidos que usan en contra de sus enemigos, agravando cada vez más la guerra.
Las versiones particulares del conflicto hacen que, por un lado, gran parte de la comunidad
internacional sancione cualquier acto o decisión de Israel, disimulando los graves atentados
terroristas de los palestinos, en los que incluso diariamente ponen a riesgo la vida de sus
propios ciudadanos. Pero, por otro lado, Israel ha tratado de justificar sus acciones violentas
con el sufrimiento judío y con la protección de su seguridad, cuando en realidad el terrorismo
perpetrado contra Palestina no siempre responde a una reacción necesaria sino al deseo de
exterminar al enemigo.
Por tanto, este análisis ha develado que una de las condiciones fundamentales para solucionar
el conflicto es terminar con las difamaciones y métodos propagandísticos utilizados por
ambos bandos en la guerra, con los que se manipula la verdad sobre los acontecimientos, se
tergiversa la información y se presenta al mundo una versión errónea de las dimensiones
reales de la confrontación.
128
A pesar de la atención de la comunidad internacional, de la colaboración y del apoyo
extranjero y del hecho de que los mismos dirigentes de los Estados en disputa reconocen que
no es viable para ninguno continuar con la contienda, cualquier pretexto en la región sigue
siendo un motivo para fomentar la violencia y cada día se agrava más la rivalidad, sin
importar los esfuerzos que se hagan, pues pareciera que por cada paso que se avanza en la
consecución de la paz, se retroceden dos más que llevan al dolor y al terror.
Finalmente, los objetivos planteados en el estudio han sido relevantes para ofrecer una mirada
alternativa en torno al tema, pues el discurso común muestra a Palestina como una nación
que resiste los injustos ataques de Israel: un pueblo dominado por la necesidad de oprimir y
de atacar, que desarrolla estrategias geopolíticas cuyo fin es brindarle un mayor poder y
hegemonía en la región, mediante la perpetración continua y sistemática de la violencia y del
pánico.
Sin embargo, al tener en cuenta un análisis detallado en torno a las causas y a los componentes
históricos que definen la etiología y la etnología del conflicto incluyendo la manera como
las negativas ideológicas y políticas a la causa israelí se han convertido progresivamente en
un antisemitismo que conjuga viejos principios de discriminación y segregación con las
nuevas dinámicas presentes en la disputa es preciso concluir que, en algunos casos, las
pretensiones de Israel por fundar un Estado judío han sido contaminadas por sus enemigos,
debido a la influencia de valoraciones negativas que provienen de sentimientos racistas y
antisemitas.
El largo desarrollo del conflicto ha evidenciado la incapacidad de la comunidad internacional,
especialmente de una potencia como Estados Unidos, para establecer procesos,
negociaciones y estrategias eficaces que ayuden a remediar o a reducir la crueldad en el
territorio. Los efectos de la guerra van más allá de las fronteras de Palestina, lo que hace más
urgente buscar una ayuda óptima para frenar las prácticas agresivas de ambos bandos.
129
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