Jacques Rancière, El Dinamitador de Muros

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Corradini, Luisa. "Jacques Rancière, el dinamitador de muros", en Diario La Nación [versión electrónica], Buenos Aires, Argentina a 5 de octubre de 2012 [Consultado el 8 de julio de 2015] Disponible en http://www.lanacion.com.ar/1514070-jacques-rancire-el-dinamitador-de-muros

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Jacques Rancire, el dinamitador de muros

Formado en el marxismo, el filsofo francs, que pronto visitar el pas, explica su idea de la emancipacin en el campo de la poltica, del saber y de la esttica, y hace una reflexin crtica sobre el populismo y la democracia en Amrica Latina

Por Luisa Corradini | LA NACION

Ms que como filsofo, Jacques Rancire podra ser definido como dinamitador de muros. De esos muros que, desde Platn, separan a los hombres entre los que saben y los que ignoran, los que dirigen y los que obedecen, los que dan lecciones y los que escuchan. En pocas palabras, Jacques Rancire es un empecinado emancipador.

Hace casi cuatro dcadas que ese hombre sereno y tmido, que naci en Argel en 1940, polmico pensador y dueo de una notable agudeza intelectual, se destaca en la escena filosfica contempornea. Durante casi 40 aos y a lo largo de ms de 30 libros repite que -ya sea en el terreno poltico, esttico o educativo- "los incapaces son capaces". Y que slo basta "desplazar la mirada" para descubrir sus capacidades y sus competencias. Todos los hombres pueden filosofar, pensar y dar nacimiento a otros mundos posibles. La poltica comienza incluso cuando "la igualdad de cualquiera se inscribe en la libertad del pueblo", escribi en La Msentente (1995).

Confrontado a la filosofa desde su juventud a travs de la literatura, representante de la juventud marxista formada en el estructuralismo, el psicoanlisis y la antropologa, Rancire se alej de esa corriente despus de Mayo del 68 para dedicarse a estudiar la historia del pensamiento obrero del siglo XIX. Desde que rompi con el marxismo cientfico -que practic cuando era alumno de Louis Althusser en la clebre Ecole Normale Suprieure (ENS) de Pars-, se dedic a borrar las tradicionales jerarquas de su disciplina. Al insistir en la igualdad intelectual de los ciudadanos ante el poder y el saber, su objetivo es dinamitar las bases del dogma del filsofo-rey o del intelectual que pretende practicar la verdad ante la sociedad en nombre de la ciencia todopoderosa.

Mientras espera el momento de viajar a Buenos Aires, donde dar un ciclo de conferencias en la Universidad Nacional de San Martn entre el 15 y el 20 de octubre y recibir el ttulo de Doctor Honoris Causa, Jacques Rancire recibi a adn cultura en su casa del distrito IX de Pars.

Profesor emrito de poltica y de esttica en la Universidad de Pars VIII y en la European Graduate School, con sede en Suiza, el filsofo reconoce la importancia de su paso por la ctedra de Althusser. "En el althusserismo haba una apertura, una integracin de las invenciones realizadas en otros terrenos como la etnologa, la historia o el psicoanlisis y, al mismo tiempo, una fe ciega en la necesidad de la ciencia para hacer avanzar la prctica e iluminar a la gente que -decamos- viva en la ilusin. Althusser haba escrito un texto muy violento contra el movimiento estudiantil para explicar que esos jvenes activistas no saban nada de ciencia y nadaban en la ideologa: slo la ciencia divulgada por los maestros de la filosofa y los dirigentes comunistas poda armar las masas frente a la burguesa. Yo me haba amoldado a ese discurso ventajoso que nos haca aparecer como representantes de la verdad ante los estudiantes desorientados. Pero Mayo de 68 fue un brutal despertar: ese discurso cientfico de la pretendida liberacin me pareci el del orden dominante", relata.

En resumen -confiesa- para la visin marxista de la ideologa, los dominados y los explotados estn sometidos a la ignorancia por falta de conocimiento, por ignorancia de su situacin dentro del sistema. Pero, al mismo tiempo, supone que su situacin dentro del sistema produce necesariamente el desconocimiento de esa situacin. Vale decir: son dominados porque son ignorantes y son ignorantes porque estn dominados. "Esa visin progresista me pareci una repeticin de la teora platnica de la caverna: una forma de poner a cada uno en su lugar y entregar el poder a los que saben. Sin embargo, desde que comenc a trabajar en la historia del pensamiento obrero, se me hizo evidente que nunca fue necesario explicar a un trabajador lo que era la plusvala o la explotacin. Para ellos, el problema no era tomar conciencia de la explotacin sino, por el contrario, poder ignorarla, poder deshacerse de la identidad que esa situacin les otorgaba y ser capaces de pensarse viviendo en un mundo sin explotacin", explica. Eso es, para Rancire, lo que quiere decir la palabra emancipacin.

Sensible a las desigualdades sociales, desde entonces denuncia la dominacin, fustiga la usurpacin del saber de los maestros ante los ignorantes (por ejemplo, en El maestro ignorante , sobre el cual adn cultura lo entrevist en abril de 2008) y practica una crtica de la democracia, que es una fuerza activa originada no en el consenso sino en el disenso, es decir, en la redistribucin de sitios e identidades que permitan a los desposedos transformarse en habitantes de un espacio comn. En ese proceso de emancipacin, el filsofo sita la articulacin entre poltica y esttica. Desde entonces, su inters por el arte y la esttica es inseparable de la poltica y de un zcalo marxista. Sin embargo, contra aquellos que ven en ella una denegacin social o una instrumentacin abusiva de las obras, la esttica es para l un rgimen de pensamiento liberador dentro del cual son cuestionadas las jerarquas establecidas: comprensin y sensibilidad, imagen y palabra, abstraccin y representacin, arte y vida.

-Dentro de su sistema de pensamiento, qu es la poltica? Qu la distingue de esa categora provisoria que usted llama polica?

-La polica es la organizacin de la sociedad en un todo divisible en partes. Cada una de ellas corresponde a sitios, funciones, competencias y maneras de ser bien definidas. Es la concepcin del gobierno como la gestin de ese equilibrio por parte de aquellos que estn calificados para hacerlo. Podra tratarse de la antigua divisin de la sociedad en sacerdotes, guerreros y trabajadores, pero tambin de la encuesta moderna, que nos indica qu grupo social y qu segmento de edad comparten una opinin. En el mundo moderno, esta prctica asume la caracterstica del consenso que, en vez del acuerdo entre individuos, es ms bien una forma de fijar los lmites de una posibilidad. Por el contrario, la poltica supone que los datos son siempre cuestionables, que la comunidad supera siempre toda clasificacin de sectores e intereses sociales y que ningn grupo posee la calificacin necesaria para gobernar. La poltica se identifica con la parte de los que no tienen parte. Esto no quiere decir con la parte de los excluidos, sino con la igual capacidad de todos.

-Usted afirma tambin que poltica y democracia estn ntimamente ligadas?

-Toda una tradicin identifica la poltica con la ciencia y el ejercicio del poder. Existe una infinidad de formas de poder: en la empresa, la escuela, la religin o la familia. Pero ese poder no es verdaderamente poltico pues hay una distribucin estatutaria de las posiciones. En la democracia, el poder poltico se otorga naturalmente como un poder donde las posiciones no estn predefinidas, como un poder ejercido en nombre de aquellos que no lo ejercen. Aristteles deca que el ciudadano es aquel que participa en el hecho de dirigir y ser dirigido. No hay poltica cuando el poder pertenece a los descendientes de los supuestos fundadores de la nacin o a los monarcas de derecho divino. La poltica para m comienza con la democracia porque la democracia es el poder de aquellos que no tienen ttulo particular para ejercer el poder. Es el reconocimiento del poder de cualquiera.

-Por eso usted ha dicho que "la democracia es un escndalo" ( El odio a la democracia , 2006)?

-El escndalo democrtico ya apareca en Platn. Para un ateniense bien nacido, era inadmisible la idea de que cualquiera tuviera capacidad para gobernar. Pero la democracia aparece tambin como un escndalo terico a travs de la figura del gobierno de la casualidad, de la ausencia de legitimidad del poder. Para quienes piensan as, la democracia es como un gigantesco burdel donde todo el mundo hace lo que quiere.

-Y por qu esa detestacin de la democracia resurge justo ahora?

-El derrumbe sovitico fue decisivo. Mientras se poda identificar al enemigo totalitario, era posible alimentar una visin consensual de la democracia como unidad de un sistema constitucional, de libre mercado y valores de libertad individual. Las oligarquas estatistas y financieras podan identificar su poder con la gestin de esa unidad. Tras el derrumbe del bloque sovitico, surgi rpidamente la contradiccin entre las exigencias de un poder oligrquico mundializado y la idea del poder de cualquiera. Pero, al mismo tiempo, muchos crticos marxistas se reciclaron en crticos de la democracia. As, autores venidos del marxismo se transformaron en crticos del mercado, la sociedad de consumo y el espectculo. Esos nuevos tericos representan al individuo democrtico como un consumista insaciable.

-En ese contexto, cul es la funcin de la filosofa?

-Estoy totalmente en contra de la idea de que el objetivo de la filosofa sera establecer los fundamentos del saber. Para m, es mucho ms una actividad de deconstruccin, de desclasificacin. La filosofa debe cuestionar la pretensin del discurso de las ciencias humanas de delimitar su territorio y sus mtodos, y de separar su discurso del de sus propios objetos. Las ciencias humanas y la filosofa estn constituidas por descripciones, argumentaciones, imgenes que dependen de la lengua y el pensamiento de todos. Para m, la palabra de los obreros, los pobres, los marginados siempre fue un sistema de pensamiento como cualquier otro.

- Y cul es el papel de los intelectuales?

-Desde Mayo del 68, los intelectuales se transformaron en "especialistas de los sntomas". En mdicos que hacen diagnsticos, que deploran y juegan al orculo pero no curan. Se los interroga, se los cita, pero se les pide que no propongan ningn remedio. En Francia, en particular, sirven para decir que la sociedad est enferma. Y repetirlo hasta el cansancio mediante lugares comunes a travs de los cuales las elites declaran la enfermedad de sus contemporneos.

-Efectivamente, la palabra de moda es "crisis". Todos los "diagnsticos" lo confirman. Habra que entender por el contrario que no hay crisis?

-No me gusta el discurso sobre la crisis. No slo se ha transformado en un concepto global (las democracias estn en crisis, el arte est en crisis, etc.) sino que interpreta toda situacin en forma clnica. Cuando se habla de "una crisis de los suburbios", se designa "un grupo con problemas", un objeto de temor y de estudio para una medicina intelectual y social. No hay crisis de la democracia sino dficit democrtico, no es lo mismo. Es necesario salir de ese tipo de explicacin y poner en valor las nuevas formas de convivencia que aparecen en esos terrenos.

-Frente a esa situacin, cul es el rol del filsofo contemporneo?

-El filsofo debera evitar hacer diagnsticos. La filosofa es una actividad que desplaza las competencias y las fronteras: que cuestiona el saber de los gobernantes, de los socilogos, de los periodistas e intenta atravesar terrenos cercados. El filsofo no debera darse aires de experto. Porque esas supuestas "competencias" son una forma de rechazar a aquellos que sern calificados de "incompetentes", cuando el filsofo busque justamente poner en evidencia la capacidad de pensar de cada uno. El objetivo de un filsofo es salir de esa vieja tradicin intelectual que consiste en explicar a "aquellos que no comprenden", en vez de valorizar las capacidades intelectuales que pertenecen a todos.

-Uno de los temas que desarrollar en su paso por Buenos Aires ser la relacin entre poltica, esttica y arte. Podemos hablar de esa relacin?

-La esttica no es una disciplina sino una forma de pensamiento del arte que naci en la Revolucin Francesa y opera a su manera un cuestionamiento del orden jerrquico. Esto concierne antes que nada el objetivo de una obra: antes de 1789, la obra de arte estaba destinada a ilustrar la fe religiosa, a celebrar las hazaas de los monarcas o a decorar residencias aristocrticas. Hoy, esas obras estn destinadas a cualquiera, a todos.

-En uno de sus ltimos ensayos, El espectador emancipado , usted afirma que la idea de la capacidad crtica del arte, as como su capacidad de movilizacin, prcticamente ha desaparecido. Cul es la explicacin?

-Hubo una poca en que el arte vehiculizaba claramente un mensaje poltico y la crtica trataba de develar ese mensaje en las obras. Por ejemplo, era la poca de Bertolt Brecht, cuyo teatro denunciaba explcitamente las contradicciones sociales y el poder del capital. O entre los aos 1960 y 1970, cuando se desarroll la denuncia de la sociedad del espectculo, con Guy Debord. Entonces se crea que mostrando ciertas imgenes del poder -como una montaa de mercadera o starlettes exhibindose en las playas de Cannes- se hara nacer en el espectador una conciencia del sistema de dominacin reinante y la aspiracin de combatirlo. Es esa tradicin del arte crtico la que est en vas de desaparicin desde hace 25 o 30 aos.

-En otras palabras, ya no basta mostrar lo que uno denuncia para hacer salir la gente a la calle?

-La verdad es que eso nunca bast. En los siglos XVII y XVIII se crea que mostrando el vicio y la virtud en el teatro se incitara a los hombres a evitar el mal y apegarse al bien. Sin embargo, desde el siglo XVIII Rousseau demostr que no era as: difcil imaginar que la gente se aleja del mal despus de ver una representacin. Poco a poco qued demostrado que no haba ningn efecto directo entre la intencin del artista y la forma de recibir del espectador. La obra no moviliza a menos que uno est ya convencido. De lo contrario, se tiene la impresin de estar ante una imagen de propaganda. La verdad es que, en la actualidad, las imgenes crticas estn omnipresentes en la sociedad. Pero no revelan nada: todos son conscientes de que vivimos en una sociedad hiperconsumista.

-Entonces ha desaparecido la posibilidad de todo arte crtico?

-No, a condicin de derrumbar los estereotipos y cambiar la distribucin de roles. En una frase muy provocadora, Jean-Luc Godard afirm que la epopeya estaba reservada a los israeles y el documental, a los palestinos. Lo que quiso decir es que la ficcin es un lujo, y que lo nico que queda a los pobres es mostrar su realidad, su miseria. Algunos artistas lo consiguen. El portugus Pedro Costa, por ejemplo, filma a los inmigrantes y los drogadictos en los suburbios de Lisboa, permitindoles construir una palabra a la altura de sus destinos.

-Ya que hablamos de imagen, usted rechaza el discurso actual, segn el cual el hombre contemporneo est sumergido en un ocano de imgenes, con frecuencia demasiado violentas y hasta intolerables?

-Cuando miro televisin, veo gente que habla y muy pocas imgenes de la realidad. Veo un desfile de expertos, gente que viene a decirnos qu hay que pensar de esas pocas imgenes que vemos. Qu dicen esos expertos? "Hay demasiadas imgenes intolerables. Les vamos a mostrar unas pocas y, sobre todo, se las vamos a explicar. Porque la desgracia de las vctimas es que ellas no comprenden muy bien lo que les sucede. Y la desgracia de ustedes, telespectadores, es que tampoco comprenden. Por suerte, estamos nosotros."

-Es verdad que, con frecuencia, la violencia de las imgenes lleva a los productores de televisin a pensar que ms vale hablar que mostrar.

-En resumen: la ventaja de la palabra es que pone distancia con el hecho descarnado. Creo, por el contrario, que en materia de horror, la imagen y la palabra deberan estar en el mismo plano. Si uno quiere evocar el exterminio de los judos europeos -se recurra a imgenes filmadas por los Sonderkommandos en Birkenau o a un relato de los guardias de ese campo de concentracin- el resultado ser el mismo: una representacin del horror. La palabra no es ms moral que la imagen. Tambin "hace ver" a su manera.

-Ya se trate de Amrica Latina o de Europa, cada vez con ms frecuencia se utiliza la palabra populismo. Se usa para calificar la forma de gobernar de Hugo Chvez en Venezuela, la xenofobia antiislmica de Marine Le Pen, la denuncia de las elites durante la campaa presidencial francesa por parte de Jean-Luc Mlenchon? Qu contiene el populismo que choca tanto a las democracias occidentales?

-Es raro, en efecto, el da en que alguien no denuncie algn riesgo de populismo en alguna parte del mundo. Pero no es nada fcil entender lo que se quiere designar a travs de esa palabra. La nocin de populismo evoca una imagen del pueblo elaborada a fines de siglo XIX por pensadores como Hippolyte Taine, Gustave Le Bon, aterrados por la Comuna de Pars y el crecimiento del movimiento obrero: una imagen de masas de ignorantes impresionados por los sonoros discursos de lderes carismticos y conducidos a la violencia extrema por la circulacin de rumores descontrolados y miedos contagiosos. Pero el concepto de populismo fue completamente reinventado durante los ltimos 20 aos.

-Desde la desaparicin del comunismo?

-Desde que Occidente dej de enfrentarse con el enemigo comunista, socialista, totalitario o como se lo quiera llamar. Cuando se plante la cuestin de cmo sera la democracia a partir de entonces, nuestros gobiernos y todo el sistema meditico-poltico que gravita en torno se esforzaron en crear un concepto global en el cual incluir todas las formas de resistencia o de rechazo a la lgica de confiscacin del pueblo por parte de las oligarquas. Se comenz entonces a llamar populismo a cosas tan dismiles como la reivindicacin de que el pueblo tenga la posibilidad de opinar o -como en el caso de Francia- que se oponga a la entrada de inmigrantes al pas. El objetivo final es la estigmatizacin de toda reivindicacin de poder por parte del pueblo.

-Pero no cree que en Amrica Latina el populismo tiene una raz ms antigua y otras manifestaciones?

-S, en efecto. En Amrica Latina hay una tradicin de identificacin reforzada entre el pueblo y su lder que define, en realidad, el populismo histrico. Se trata de una suerte de lazo directo, entre el pueblo y su jefe, que cortocircuita todas las formas de representacin colectiva. En esos casos, el lder es la encarnacin del pueblo. En el caso de Argentina es evidente que hay dos cosas que se mezclan: esa especie de encarnacin tan cara al pueblo representada por Cristina Kirchner y polticas de Estado que se oponen a la lgica neoliberal.

-Hay que entender entonces que usted aprueba las manifestaciones populistas en Amrica Latina?

-Por un lado, estoy resueltamente a favor de que se desmonte el concepto de populismo tal como funciona actualmente en nuestras sociedades. Pero eso no quiere decir, sin embargo, que validara el entusiasmo que manifiestan muchos por los gobernantes sudamericanos. Cuando veo que Hugo Chvez quiere ser presidente por tercera vez, me digo que est lejos de ser un demcrata. Un demcrata es aquel que crea las condiciones para que alguien lo suceda cuanto antes. Para que no haya precisamente necesidad de un jefe, de una encarnacin suprema de la nacin.

Corradini, Luisa. "Jacques Rancire, el dinamitador de muros", en Diario La Nacin [versin electrnica], Buenos Aires, Argentina a 5 de octubre de 2012 [Consultado el 8 de julio de 2015] Disponible en http://www.lanacion.com.ar/1514070-jacques-rancire-el-dinamitador-de-muros