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Reflexión Política ISSN: 0124-0781 [email protected] Universidad Autónoma de Bucaramanga Colombia Zuluaga Nieto, Jaime La solución política negociada: una oportunidad para la democratización de la sociedad Reflexión Política, vol. 3, núm. 5, enero-juni, 2001 Universidad Autónoma de Bucaramanga Bucaramanga, Colombia Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11000507 How to cite Complete issue More information about this article Journal's homepage in redalyc.org Scientific Information System Network of Scientific Journals from Latin America, the Caribbean, Spain and Portugal Non-profit academic project, developed under the open access initiative

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Reflexión Política

ISSN: 0124-0781

[email protected]

Universidad Autónoma de Bucaramanga

Colombia

Zuluaga Nieto, Jaime

La solución política negociada: una oportunidad para la democratización de la sociedad

Reflexión Política, vol. 3, núm. 5, enero-juni, 2001

Universidad Autónoma de Bucaramanga

Bucaramanga, Colombia

Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11000507

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Colombia es un país en guerra. Y como todas las guerras, lanuestra tiene elementos comunes con otras y, a la vez,especificidades. El estudio de sus características se justificadesde una doble perspectiva: la académica, para aportar a lacomprensión de un fenómeno que está influyendo de manera

decisiva en el curso de nuestra historia; la política, porque resultaindispensable conocerlo en sus complejidades y dinámicas para poderdiseñar las políticas adecuadas que permitan su resolución.

La guerra interna es un elemento nodal en la actual situación nacional.Cómo se afronte y supere va a definir el curso de nuestra historia inmediata.Si se opta por una solución política negociada de la guerra que conduzca ala adopción de un nuevo contrato social que consagre reformasdemocráticas, habremos logrado ‘hacer del vicio virtud’ y avanzar en lahasta ahora pospuesta democratización; si se opta por la solución militarpodemos derivar en el establecimiento de un régimen con fuertes rasgosautoritarios que perpetúe las estructuras de exclusión e inequidad,justificado en la necesidad de derrotar militarmente a la insurgencia yacabar con el crimen organizado.

En este momento convergen varios procesos que le confieren a la situaciónactual una particular complejidad y, a la vez, una potencialidad de cambiosignificativa. Se trata de la expansión, intensificación y degradación de laguerra interna en la que participan las Fuerzas Armadas y los gruposparamilitares de un lado, y las organizaciones guerrilleras del otro; de lacrisis humanitaria; de la expansión de la economía del narcotráfico y delclima de violencia generalizada, caracterizado por la presencia de múltiples

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formas de violencia, desde una violenciasocial difusa hasta la que producen elcrimen organizado y el narcotráfico. Entretanto, avanza el proceso de paz con lasFuerzas Armadas Revolucionarias deColombia-Ejército del Pueblo, FARC-EP,en medio de fuertes controversias sobresu conducción por parte del gobierno ydel escepticismo cada vez mayor acerca desu viabilidad, y se intenta iniciar lasnegociaciones con el Ejército de LiberaciónNacional, ELN. Se trata también de losefectos de los cambios que se dieron al finaldel Siglo XX en el modelo de desarrollo yen el sistema político, que han alterado lasrelaciones entre los diferentes sectores delas élites económicas y políticas y abiertonuevos espacios para la participación y laacción política. A todo ello se suma el hechode que la economía atraviesa por la másfuerte recesión de los últimos setenta años.Esta convergencia de procesos, quepareciera conducir a un callejón sin salida,ha servido para activar y generar fuerzassociales y políticas que controvierten entorno al modelo de sociedad que se aspira atener y que intentan definir el papel que enello les corresponde jugar. Pocas vecescomo antes en nuestro pasado inmediato sehabía dado un ambiente tan politizado comoel actual. Sin duda, nos encontramos enuna ‘coyuntura de cambio’ que puedemarcar una inflexión en el curso de nuestrahistoria.

En este ensayo me detengo en el análisis dealgunos de los rasgos de la guerra interna, eltejido de intereses que se mueven en torno aella y las perspectivas de la política de paz.

Algunos rasgos de la guerra en Colombia

Las naciones latinoamericanas han sido elescenario de muchas guerras civiles einternacionales. Pero la guerra internacolombiana es una de las más complejas quecualquier nación americana haya conocido enlos últimos cincuenta años. Su origen remotoes el conflicto armado planteado por lasguerrillas que surgieron en los años sesenta yque se propusieron, desde entonces, lasustitución del Estado para la construcción deun nuevo orden sociopolítico. Guerrillas quenacieron, al igual que otras en muchos paíseslatinoamericanos, bajo el influjo del triunfoinsurgente en Cuba en 1959, del ascenso de lasluchas de liberación nacional en Asia y África yde la división del Movimiento ComunistaInternacional1 . En la mayoría de los paísesfueron un fenómeno episódico, pero en Colombiano desaparecieron: sobrevivieron durante añosa la marginalidad política y a los revesesmilitares, y algunas de ellas entraron, desde losaños ochenta, en un proceso de consolidacióny crecimiento.

Aunque la violencia política ha estado presentedesde mediados del siglo, no es dable presumirque haya continuidad entre la violencia de loscuarenta, el conflicto armado de los añossesenta y setenta y la guerra de hoy. Hay variosmomentos de ruptura; uno de ellos se produjoen la década de los ochenta y en él se perfilaronvarios de los rasgos relevantes de la actualguerra interna. Los factores determinantes deesa ruptura fueron los procesos de pazdesarrollados a partir de 1982, la consolidaciónde la economía del narcotráfico, el derrumbecatastrófico del llamado campo socialista que

1 Para efectos del análisis distingo las guerrillas posviolencia partidista, de las que se dieron en el período anterior y que estuvieron asociadas a la pugnaliberal-conservadora para efectos de rotación en el poder pero no para la sustitución de éste por un nuevo poder popular o revolucionario. Las quesurgieron a partir de los sesenta luchan para sustituir al Estado. Incluyo las FARC-EP, que aunque tuvieron su origen inmediato en un movimientocampesino de autodefensa, estaban inscritas en la estrategia del Partido Comunista para la “conquista del poder” mediante la combinación de todas lasformas de lucha. Nacieron en los sesenta las hoy Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) en 1964, en el sur delpaís; el Ejército de Liberación Nacional (ELN) apareció públicamente en 1965 en el nororiente; el Ejército Popular de Liberación (EPL) en el sur de la CostaAtlántica, en 1967. Todas estas guerrillas son tributarias de la izquierda marxista y se alinderaron, en su orden, en torno a las posiciones de los gobiernosde la URSS, Cuba y China. A partir de los setenta se dio un proceso de mayor diversificación con el nacimiento de las guerrillas urbanas: el Movimiento 19de Abril (M19) que reivindica la democracia, y el efímero movimiento de Autodefensa Obrera (ADO). En los ochenta, el espectro guerrillero se amplió conel Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL), de carácter indigenista y presencia regional; fruto de las divisiones de las FARC-EP, el EPL y el ELNexistieron desde esta década otras guerrillas: el grupo Ricardo Franco, el Partido Revolucionario Socialista (PRS) y la Corriente de Renovación Socialista(CRS), respectivamente. El M19, EPL, MAQL, PRS y CRS suscribieron sendos acuerdos de paz entre 1990 y 1994, abandonaron las armas y se incorporarona la lucha política legal.

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puso fin a la Guerra Fría y la expansión delfenómeno paramilitar2.

La guerra: un síntoma de la carencia deinstitucionalidad democrática

Si las guerrillas se consolidaron y fortalecieronen Colombia fue porque encontraron un mediopropicio para ello3 . La guerra no es simplementeel resultado de la voluntad política de unoscuantos actores que, a pesar del derrumbe delmodelo socialista, persisten tercamente en elpropósito de sustituir al Estado y construir unnuevo orden mediante el recurso de las armas.En su origen, las guerrillas tuvieron raícessociales relacionadas fundamentalmente con elproblema agrario no resuelto a lo largo denuestra historia 4 . No es del caso en estaoportunidad detenernos en el análisis de esteaspecto, pero baste señalar que la guerra enColombia “es un síntoma de la carencia de unainstitucionalidad democrática”, de la ausenciade procesos reformistas que posibilitaran elacceso de los sectores populares a los beneficiosdel crecimiento económico y de la ciudadanía,a los elevados niveles de inequidad y exclusión,a la existencia de un Estado incapaz de regularlos conflictos sociales, a la presencia de un

sistema político que ha bloqueado el desarrollode una democracia moderna y a la carencia dereferentes que permitieran la construcción dela unidad simbólica de la nación5 . No se trataaquí, como lo formulara el presidente Betancur,de “causas objetivas” de la existencia de lainsurgencia6 sino de las condiciones que hanalimentado la guerra y le han permitidoreproducirse. Especialmente la inequidad7 , quecuando es percibida no como una fatalidad dela historia sino como la expresión de unainjusticia, alimenta el espíritu de rebeldía, talcomo lo señala Hannah Arendt8.

El problema de fondo es el de atacar en susraíces la guerra social subyacente a la guerraentre las guerrillas y el Estado mediante laconstrucción democrática de la sociedad9 . Y laguerra es un obstáculo para ello, en la medidaen que niega las posibilidades de convivenciapacífica requeridas para poder avanzar en losacuerdos que permitan el desbloqueo de lademocracia, implantar la justicia distributivade la propiedad, de la riqueza y de los bienespúblicos que posibiliten superar las condicionesde inequidad imperantes y la situación demarginalidad cultural, social y política delcampesinado y de los pobres que habitan en

2 Utilizo el concepto de guerra para referirme al estado actual de la confrontación armada. Si la diferencia entre conflicto armado y guerra es de magnitude intensidad, lo que hubo en los sesenta y setenta fue conflicto armado y lo que hay ahora es una guerra. El tránsito del conflicto a la guerra se produjodurante la pasada década. Como todas las guerras, tiene sus especificidades y a la vez comparte elementos comunes a otras de las que se han dadodesde la segunda mitad del Siglo XX. La diferencia analítica entre conflicto y guerra se puede encontrar en David, Charles-Philippe, La guerre et la paix.La guerre et la paix.Approche contemporaines de la secur i té et de la stratégieApproche contemporaines de la secur i té et de la stratégie, Paris, Presses de Sciences Po, 2000. Un análisis comparado de las guerras civiles seencuentra en Waldamann, Peter y Reinares, Fernando (compiladores), Sociedades en Guerra Civi l . Conf l ictos violentos de Europa y América Lat inaSociedades en Guerra Civi l . Conf l ictos violentos de Europa y América Lat ina ,Barcelona, Paidós, 1999.3 Un análisis de los factores que hicieron posible la consolidación y expansión de las guerrillas en Colombia se encuentra en Pizarro, Eduardo, I nsu rgenc iaInsu rgenc iasin revoluciónsin revolución , Bogotá, TM Editores-IEPRI UN, 1996.4 Las FARC-EP se originan en el ataque militar a las zonas de “autodefensas campesinas” que se habían formado a mediados del siglo XX para defenderlas tierras apropiadas por los campesinos como resultado de sus luchas. El ELN fue el fruto de una decisión política, adoptada por un grupo integrado ensu mayoría por estudiantes universitarios, de replicar en Colombia la experiencia del “foco insurgente” de la Revolución Cubana. En la II Declaración de LaHabana se sostenía que no era necesario esperar a que se dieran las condiciones objetivas, que el “foco” podía crearlas, tesis que animó el voluntarismoguerrillero de la época. El EPL es también producto de una decisión adoptada por el Partido Comunista – Marxista- Leninista de crear un núcleo guerrillerorural para el desarrollo de la guerra popular. Pero a diferencia del ELN, que no buscó articular los movimientos campesinos a la lucha guerrillera, el EPLintentó organizar los colonos en Córdoba a partir de sus reivindicaciones y movilizarlos en la acción insurgente armada. Pero ni el ELN ni el EPL nacieronde un movimiento social. Dos narraciones ilustran este aserto: E l g u e r r i l l e r o i n v i s i b l eE l g u e r r i l l e r o i n v i s i b l e, de Broderick, Walter, Círculo de Lectores, Bogotá, 2000 y P a r aP a r areconstru i r los sueños (Una histor ia del EPL)reconstru i r los sueños (Una histor ia del EPL) de Villarraga, Alvaro y Plazas, Nelson, Fondo Editorial para la Paz, Bogotá, 1994. Para el estudio delnacimiento de las FARC-EP consultar Pizarro, Eduardo, Las FARC (1949-1966). De la autodefensa a la combinación de todas las formas de lucha, Las FARC (1949-1966). De la autodefensa a la combinación de todas las formas de lucha, TMEditores – IEPRI(UN), Bogotá 1991.5 Marco Palacios considera que “el principal problema político de Colombia no es encontrar la paz sino construir la democracia”, por lo que es necesariorealizar reformas políticas, sociales y económicas como contenido de un acuerdo nacional para poder consolidar una “paz positiva”. Palacios, Marco,“Agenda para la democracia y negociación con las guerrillas” en Leal B., Francisco, (Editor) Los laber intos de la guerra, utopías e incert idumbres sobreLos laber intos de la guerra, utopías e incert idumbres sobrela paz,la paz, TM Editores-Uniandes, Bogotá, 1999.6 El presidente Belisario Betancur (1982-1986) propuso una audaz política de paz fundada en el reconocimiento de las “condiciones objetivas” quejustificaban la existencia de la insurgencia armada, y en la aceptación de las guerrillas como interlocutores en la definición del corpus de reformas que eranecesario adelantar para acabar con la guerra.7 Alfredo Sarmiento encontró una correlación positiva entre inequidad y violencia. “Dada la existencia de la violencia el factor más importante paraincrementarla en los años noventas ha sido la inequidad”. Ver Sarmiento, Alfredo, “Violencia y equidad” en P l a n e a c i ó n & D e s a r r o l l oP l a n e a c i ó n & D e s a r r o l l o, DepartamentoNacional de Planeación, Vol. XXX, No. 3, Bogotá, 1999, Pág. 618 Arendt , , Hannah, Sobre la v io lencia Sobre la v io lencia, Taurus, Madrid.9 En una conferencia dictada por el autor a oficiales de las Fuerzas Armadas en 1999, uno de ellos manifestaba: “aún si lográramos derrotar a las guerrillasnada sacaríamos con ello. En diez años habría otras guerrillas tanto o más fuertes que éstas si no se transforman las condiciones de vida en el campo”.

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las ciudades, legitimar e institucionalizar elEstado en su condición de representante delbien común. La guerra contribuye aldebilitamiento de los actores sociales y políticosen la medida en que dificulta su organización einterfiere en muchos casos su acción. Además,cuando existe una débil identificación de lapoblación con los actores armados como la quese presenta en Colombia, estos la someten a susdictados por la vía de la intimidación o el terror10 .

La cuestión, pues, no es tanto poner fin a laguerra como a las condiciones que la hanalimentado, para lo cual se requiere un acuerdode paz que haga viable la convivencia pacífica yun nuevo contrato social para lademocratización de la sociedad. Tal el caminohacia una “paz positiva”11 en la que losdiferentes proyectos de sociedad se confrontenpolíticamente y los conflictos se tramiten ytransformen por procedimientos civilistas.

Guerrillas autónomas

A diferencia de otros movimientos guerrillerosque existieron en el continente, como el FrenteFarabundo Martí para la Liberación Nacional(FMLN) y la Unión Revolucionaria Guatemalteca(URNG), que dependieron estrechamente devariables y apoyos internacionales, la guerrillacolombiana es bastante autónoma respecto deestos, como lo ilustra su crecimiento posterioral derrumbe catastrófico del llamado ‘camposocialista’ y de la crisis económica de Cuba. Sibien es cierto que guerrillas como el ELN y elEPL contaron en sus primeras etapas con elapoyo político y financiero de Cuba y laRepública Popular de China respectivamente,éste nunca fue decisivo y ya hace tiempo dejó

de existir. Esta autonomía las ha hecho pocopermeables a presiones internacionales, factorque dificulta la colaboración de la comunidadinternacional en la búsqueda de la paz.

Desde los años ochenta las guerril lasdesarrollaron nuevos mecanismos definanciamiento que les permitieron unincremento significativo de sus recursos,aumentar el número de combatientes ymodernizar y homogenizar su armamento. Estosrecursos provienen, en orden de importancia,de la apropiación de excedentes del narcotráfico,la extorsión, el secuestro de civiles, el desvío derecursos de los municipios y los rendimientosde sus propias inversiones12 . Es muy difícilcuantificar sus ingresos, pero su magnitud esalta, lo que las ha relevado de la necesidad quetiene toda guerrilla de ganarse el apoyo de lapoblación. En contraste, ha posibilitado uncrecimiento militar que excede el de susrespaldos políticos. De esta manera su fuerzamilitar es su gran debilidad. La necesidad desostener y reproducir el aparato militar las haconducido a llevar la práctica de los secuestrosa límites nunca conocidos por otras guerrillas13

y a la extorsión en gran escala, con lo que minansu precaria legitimidad y debilitan aún más sucapacidad de ganar el apoyo de amplios sectoresde la población14 .

Aunque la geografía de las guerrillas es la de lacolonización –también lo es la del contrabando,de los cultivos de uso i l ícito y de losparamilitares-, el crecimiento de las guerrillasno está asociado directamente al crecimientode la conflictualidad social y no hay relacionesestrechas entre las acciones guerrilleras y losconflictos y luchas populares o, incluso, de las

10 Para un análisis del recurso al terror en la situación colombiana se puede consultar el trabajo de Lair , Eric, “El terror, recurso estratégico de los actoresarmados: reflexiones en torno al conflicto colombiano”, en Aná l i s i s Po l í t i coAná l i s i s Po l í t i co , Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la UniversidadNacional, No. 37, Bogotá, 1999.11 Bobbio distingue entre paz negativa y paz positiva y entiende ésta como el resultado de un acuerdo que pone fin a la confrontación y posibilita el trámitepacífico de los conflictos a partir de las normas convenidas. Bobbio, Norberto, “Paz: el problema de la definición” en A n t o l o g í aA n t o l o g í a, FCE, México 1996.12 Un estudio del Departamento Nacional de Planeación estima que los ingresos de las guerrillas entre 1991-1996 fueron de “3.6 billones de 1995 o el 5.3%del PIB. Las participaciones en su orden son: 45% narcotráfico, seguido de extorsión con un 27% y el secuestro 22% de sus ingresos. Los 7.3% restantes(sic) fueron obtenidos mediante el desvío de recursos, rendimientos de las inversiones y otros.” Departamento Nacional de Planeación, La paz, e l desaf íoLa paz, e l desaf íopara e l desar ro l lopara e l desarro l lo, DNP-TM Editores, Bogotá, 1998, Pág. 76.13 De los cerca de 3.000 secuestros anuales, las guerrillas son responsables de aproximadamente el 40% de ellos.14 En una conversación del autor con Carlos Pizarro en el campamento de Santo Domingo, el entonces comandante del M19 le expresaba que uno de losfactores que lo llevaban a abandonar la guerra era “su resistencia a financiarse de los secuestros y del ‘tubo’”. Entrevista con Carlos Pizarro, SantoDomingo, Cauca, 1989.

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reivindicaciones de las poblaciones de las zonasen las que opera15 . El mapa de las luchassociales no es el de la presencia guerrillera. Yen zonas en las que la población está polarizadalo es como resultado de la guerra y no comocondición previa de ésta. A diferencia de otrasguerras civiles que sacuden otros países, lanuestra no se articula con antagonismosidentitarios, sean étnicos, regionales oculturales, ni es la mutación de luchas socialesen procesos insurreccionales, como ocurrió enlos orígenes de las FARC-EP.

La fortaleza militar de la guerrilla está másasociada a la apropiación de los excedentes dela economía del narcotráfico y a los recursosprovenientes de la extorsión y el secuestro deciviles, que al crecimiento de sus apoyospolíticos. Sin duda, la guerrilla también alimentasus fuerzas con la debilidad del Estado y ladesorganización social, sobre todo laprevaleciente en las zonas de frontera agrícola.

Guerras regionales

Las guerrillas han planteado siempre suvocación de lucha por la conquista del podercentral y en ese sentido su guerra contra elEstado es nacional, aunque en la práctica éstasiempre ha tenido contornos regionales16

determinados por la diversidad de conflictossubyacentes a la confrontación armada17 , porla relación entre los poderes regionales y el podercentral, entre las élites regionales y nacionales.Más que de la guerra se trata de un conjunto de

guerras regionales. No es lo mismo la guerra enel suroriente del país que en la región urabaense,en el Magdalena Medio o en Arauca. En elsuroriente hay latifundio ganadero ycolonización de frontera, gran cantidad decultivos de uso ilícito y presencia tradicional delas guerrillas de las FARC-EP. La ‘economíapolítica’ de la guerra se basa en la apropiaciónde parte de los excedentes del narcotráfico y enla regulación del mercado de la materia primapor parte de la guerrilla, lo que se traduce enuna cooperación de facto entre guerrilla ynarcotráfico que hace posible el funcionamientode la narcoeconomía. Esta cooperación explicala ausencia de paramilitarismo en algunaslocalidades de la región. En contraste, en Urabáel paramilitarismo es fuerte y está asociado alnarcolatifundio18 y al comercio de la droga. Losparamilitares convirtieron esta región en‘laboratorio para la práctica del terror’ comomedio para debilitar la base social de la guerrilla.Las masacres, el desplazamiento forzado y lacoacción le permitieron controlar partes delterritorio antes dominado por las FARC-EP, paralo cual contaron con la complicidad activa opasiva de las Fuerzas Armadas19 . La disputapor este territorio tiene que ver con laimportancia estratégica del golfo como puertade salida al mercado negro de armas del Caribe,la exportación de droga y la entrada decontrabando.

El carácter regionalizado de la guerra importapara efectos de la solución política negociada.Si bien la negociación debe ser nacional, como

15 En éste, como en muchos otros aspectos de la guerra en Colombia, hay que cuidarse de las generalizaciones. La tendencia es al distanciamiento, perono significa que no exista en absoluto relación alguna entre las luchas sociales y las guerrillas y sus acciones. Baste recordar el papel jugado por el ELNen los paros cívicos del nororiente del país en la década de los ochenta, o de las FARC-EP en las marchas campesinas de los cultivadores de coca en1996.16 En una interesante reflexión sobre los procesos de descentralización, Darío I. Restrepo sostiene que “la guerra en Colombia nunca ha sido nacional,siempre ha sido territorial” orientada al control de territorios que permitan después entrar a negociar el equilibrio de fuerzas en el orden nacional. VerRestrepo, Darío I., “Colombia entre la guerra y la paz: descentralización o desintegración del Estado” en Mandato Ciudadano por la paz, la Vida y laLibertad, Conversaciones de Paz, Las c laves terr i tor ia les de la guerra y la pazLas c laves terr i tor ia les de la guerra y la paz , Bogotá, 2000.17 Se reconoce la importancia que en el curso de la guerra en algunas regiones han tenido los conflictos entre las comunidades y los macroproyectos dedesarrollo. Son los casos de la Represa de Urrá, en el noroccidente, de las exploraciones petroleras en el nororiente, entre otros. Una aproximación a estadimensión se encuentra en la obra ya citada Las c laves terr i tor ia les de la guerra y la pazLas c laves terr i tor ia les de la guerra y la paz , en particular en los artículos de Libardo Sarmiento, Darío I.Restrepo y Darío Fajardo.18 Cerca de cuatro millones de hectáreas son de propiedad de los narcotraficantes. Las implicaciones son múltiples, entre ellas el relevo de élites y cambiosen las relaciones de poder local y regional. Los narcolatifundistas financian el paramilitarismo y aceleran el proceso de privatización de la seguridad y dedesinstitucionalización del Estado. El crecimiento del narcolatifundio se puede consultar en Reyes, Alejandro, “La compra de tierras por narcotraficantes enColombia”, en Thuomi, Francisco (compilador) Drogas i l íc i tas en Colombia: su impacto económico, pol í t ico y socialDrogas i l íc i tas en Colombia: su impacto económico, pol í t ico y social , DNE y UNDCP, Ariel, Bogotá,1997.19 Un análisis detallado de las dimensiones regionales del conflicto se encuentra en Vargas M., Ricardo, Drogas, máscaras y juegos. Narco t rá f i co yDrogas, máscaras y juegos. Narco t rá f i co yconf l icto armado en Colombiaconf l icto armado en Colombia, TM Editores –TNI Acción Andina, Bogotá, 1999. Un estudio de caso para analizar la relación élites locales-narcotraficantes-paramilitares se encuentra en Romero, Mauricio, “Córdoba, latifundio y narcotráfico”, en Anál is is Documentos Ocasionales,Anál is is Documentos Ocasionales, CINEP, Bogotá, 1989

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quiera que los actores que en ella participanson nacionales, no se pueden dejar de lado lasespecificidades regionales si se aspira adesactivar la lógica de la guerra. Eso significaque la negociación política debe articular lanegociación de orden nacional con las regionales.

La guerra y la economía e intereses delnarcotráfico

La expansión y consolidación de la economíadel narcotráfico alteró el contexto nacional. Elpoder corruptor del narcotráfico penetró lasinstituciones del Estado, los partidos políticosy se enquistó en organizaciones de la sociedad.Con ello ha aumentado la tradicionaldesconfianza de la sociedad hacia el Estado,debilitado las fronteras entre lo legal y lo ilegaly potenciado el complejo de violencias presentesen la sociedad20 . Probablemente el efecto másduradero y perverso de la expansión yconsolidación de la economía del narcotráficoes la mutación de valores que ha inducido: elenriquecimiento fácil, el ascenso socialpor medio de actividades il ícitas, lacontemporización con la ilegalidad y ladesvalorización de la vida.

Los intereses de la economía del narcotráficoinciden en la naturaleza y dinámica de la guerrainterna. La presencia de la economía de la drogahace que la guerra tenga inevitablemente unadimensión internacional, que ha inducido unamayor injerencia de los Estados Unidos21 . Dehecho, el Plan Colombia, el más ambiciosoprograma de ‘ayuda’ militar norteamericana enAmérica Latina después de su intervención enel conflicto centroamericano, se presenta antetodo como una estrategia antinarcóticos. Peroademás, la economía de la droga ha favorecidola agudización de la guerra de dos maneras.Una, mediante el debilitamiento de lasinstituciones estatales como resultado de lacorrupción de las mismas o de la capacidad

intimidatoria de las organizaciones armadas alservicio del narcotráfico. Debilitamiento queamplía los espacios abiertos a la acción de losactores armados, así como a las transaccionesilegales o paralegales entre los particulares, todolo cual contribuye al escalamiento de lasviolencias, incluida la política. Otra, porque demanera directa los intereses del narcotráficojuegan en los dos polos de la confrontaciónarmada. En el polo estatal, apoyando a travésde sus organizaciones y de grupos paramilitaresla acción contrainsurgente de las FuerzasArmadas en algunas regiones del país. Los casosproverbiales son los de Urabá y el MagdalenaMedio, pero no se agotan en ellos. Apoyo que seexplica por la defensa de intereses inmediatosde los narcotraficantes, pero también en unaperspectiva de largo plazo, como quiera queélites económicas emergentes que aspiran aconsolidar sus capitales, reconocen en lasguerrillas un enemigo. Y en el polo insurgente,al contribuir al financiamiento de las guerrillasmediante el pago de ‘impuestos’22 en las zonasbajo el control de éstas para garantizar elfuncionamiento del negocio.

La economía e intereses del narcotráfico y estacompleja relación de cooperación-conflicto delnarcotráfico con sectores del Estado y con lasguerrillas es uno de los factores que más hacontribuido al surgimiento y fortalecimiento delparamilitarismo, a la desinstitucionalización delpaís y de la guerra.

El paramilitarismo: dos polos, tres actoresarmados

El paramilitarismo es una de las especificidadesde la guerra colombiana. Es cierto que en otrasguerras, como la que se libró en Guatemala,estuvo presente. Pero no tuvo las característicasni alcanzó la magnitud que tiene en Colombia.Sus raíces son variadas: grupos organizados porel narcotráfico para defender sus propiedades;

20 Sobre el impacto de la economía de la droga en sociedad colombiana se puede consultar a Pécaut, Daniel, “Colombie: une paix insaisissable”, enProblémes d’Amérique Lat ineProblémes d’Amérique Lat ine , No. 34, Paris, 1999.21 Ver a este respecto el trabajo de Thuomi, Francisco, “Las drogas ilegales y relaciones exteriores de Colombia: Una visión desde el exterior”, en L a sL a sdrogas: una guerra fa l l ida. Vis iones Crí t icasdrogas: una guerra fa l l ida. Vis iones Crí t icas , IPRI (UN)–TM Editores, Bogotá, 1999.22 Las guerrillas, en particular las FARC-EP, cobran a los narcotraficantes en sus zonas de influencia por el acceso al mercado de la materia prima para laproducción de la cocaína, por permitir el funcionamiento de laboratorios, la entrada y salida de aviones, etc. Este complejo ‘sistema tributario’ se haconvertido desde los años noventa en su más importante fuente de financiamiento.

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La solución política negociada: una oportunidad para la democratización de la sociedad

grupos articulados a, o integrados por, miembrosactivos de las Fuerzas Armadas para desarrollar‘operaciones encubiertas’ contrainsurgentes;grupos organizados por ganaderos, agricultoresy comerciantes para protegerse del asedio delas guerrillas y/o de la delincuencia común23 .Elemento común a todos ellos es su vocacióncontrainsurgente. El acelerado crecimiento delos últimos años, mayor que el experimentadopor las guerrillas, se explica por la complicidadactiva o pasiva de sectores de las FuerzasArmadas, por la impunidad de la que gozaronhasta hace poco, por los recursos que recibendel narcotráfico y de sectores de las élitesregionales, por la extensión del narcolatifundioy por los abusos de las guerrillas contra lapoblación24 .

Un sector de los paramilitares, liderado por lasAutodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá(ACCU), se ha agrupado en las AutodefensasUnidas de Colombia (AUC), intentado consolidaruna coordinación nacional, definido unaestrategia contrainsurgente y se ha dotado deun discurso político de defensa del Estado Socialde Derecho ante la incapacidad del Estado y desus Fuerzas Armadas para hacerlo y la amenazaque significa la expansión insurgente, segúnafirman en sus documentos 25 . Buscan elreconocimiento político y, en el evento de unanegociación de paz, exigen ser tratados en laforma en que lo sean las guerrillas. Su formade acción es el terror, ejercido mediantemasacres indiscriminadas de pobladores civiles–según ellos “guerrilleros vestidos de civil”- yasesinatos selectivos de dirigentes sociales y

políticos. No se trata de grupos rebeldes con unproyecto alternativo de sociedad, sino de unafuerza que se pretende complementaria de lasdel Estado. De hecho, en algunas zonas deconflicto se delegó en estos grupos la accióncontrainsurgente por parte de algunos sectoresde las Fuerzas Armadas. Los ejemplos son Urabáy el Magdalena Medio en los últimos años, endonde la pasividad de las Fuerzas Armadascontrastó con la agresividad de estasagrupaciones, que durante años pudieronactuar impunemente provocando un verdaderobaño de sangre que generó intensos procesosde desplazamiento, silenció a la población ydebilitó las bases sociales de la guerrilla26 . Lallamada “pacificación” de Urabá se convirtió enel paradigma de la acción paramilitar y de lacomplicidad de sectores de la sociedad y elEstado con el recurso del terror para “recuperar”zonas antes controladas por la insurgencia.

Los paramil i tares son los principalesresponsables de las masacres 27 y deldesplazamiento forzado de la población. Comolo hemos dicho, son un fenómenopredominantemente regional, heterogéneo, alservicio de intereses privados. Las guerrillaslos definen como un instrumento de laestrategia contrainsurgente del Estado, peroel fenómeno es más complejo; difícilmente sepuede sostener que dependen del Estado y queel gobierno podría dar la orden de su disolución.Es necesario volver sobre la tesis de que laguerra en Colombia es bipolar, entre el Estadoy las guerrillas. Son dos lados pero tres actoresarmados28 : en un lado están las Fuerzas

23 En 198 los narcotraficantes crearon el MAS (Muerte a Secuestradores) para enfrentar los secuestros de la guerrilla; A raíz de la amnistía decretada porel gobierno de Betancur (1982-1986) y de las treguas con las FARC, el M19 y el EPL sectores de las Fuerzas Militares y de la Policía apoyaron la formaciónde grupos paramilitares para enfrentar el crecimiento de la guerrilla. En Puerto Boyacá, desde 1983, el paramilitarismo fue una manera de enfrentar losabusos de las FARC con la población en una coalición de facto entre militares, ganaderos y narcotraficantes. El paramilitarismo también ha estadoasociado al control de la zona esmeraldífera en la que, desde siempre, se instauró una orden regulado por la violencia ejercida por grupos de particulares,tal fue el caso de las bandas del “Mejicano” Gonzalo Rodríguez Gacha y las de Víçtor Carranza. Ver a este respecto Pardo, Rafael ,, De pr imera mano,De pr imera mano,Colombia 1986-1994: entre confl ictos y esperanzas,Colombia 1986-1994: entre confl ictos y esperanzas, Editorial Norma, 1996, Págs. 39-68; Medina Gallegos , , Carlos, Autodefensas, paramil i tares yAutodefensas, paramil i tares ynarcotráf ico en Colombia, or igen desarrol lo y consol idaciónnarcotráf ico en Colombia, or igen desarrol lo y consol idación . El caso “Puerto Boyacá”,El caso “Puerto Boyacá”, Documentos Periodísticos, Bogotá, 1990.24 Sobre su crecimiento y articulaciones con sectores de las élites regionales y de las Fuerzas Armadas ver Cubides, Fernando, “Colombie: la violence desparamilitaires” en Problémes d’Amérique Lat ineProblémes d’Amérique Lat ine .....25 Ver Cubides, Fernando, “Los paramilitares y su estrategia” en Deas, Malcom y Llorente, Maria V. (compiladores), Reconocer la guerra para const ru i rReconocer la guerra para const ru i rla pazla paz , Ediciones Uniandes, Bogotá 1999.26 Mientras las acciones por iniciativa de las Fuerzas Armadas contra la guerrilla se incrementaron, apenas si se registraron enfrentamientos con losparamilitares a lo largo de la década de los noventas. En los dos últimos años la situación ha comenzado a cambiar. Ahora se registran enfrentamientoscon estos grupos, pero sin duda, éstos son aún insuficientes. Según el Ministerio de Defensa entre 1997 y octubre de 2000 habían sido abatidos 150paramilitares. Ver Ministerio de Defensa Nacional, Los grupos ilegales de Autodefensa en Colombia, Bogotá, diciembre 2000, Pág. 2427 Según la Defensoría del Pueblo son los autores del 77% de las masacres ocurridas en el año 2000.28 En el aludido informe del Ministerio de Defensa se sostiene que los efectivos de las “autodefensas” pasan de 8000, y que en “en los dos últimos años(crecieron) en un 81%” ....y.... “por su participación directa y continua en las hostilidades estos grupos deben ser considerados como parte del conflictoarmado interno”. Sostiene igualmente que “los grupos de autodefensa ilegales son perseguidos por el Estado.” Págs. 10 y 11.

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Armadas y los paramilitares; y en el otro, lasguerrillas. Sin desconocer los vínculosoriginarios y actuales con sectores de lasFuerzas Armadas, todo indica que elfortalecimiento de los paramilitares agrupadosen las AUC, sus logros en la luchacontrainsurgente y los apoyos de sectores delas elites políticas y económicas les ha permitidoganar autonomía. La comprensión de estosniveles de autonomía es esencial para entendersu lógica de acción y diseñar políticas adecuadaspara enfrentarlos.

Un contexto de violencia generalizada

La guerra en Colombia se desenvuelve en uncontexto de violencia generalizada29 , en el quese manifiestan diversas formas de ésta: política,económica y social 30 . La violencia políticainteractúa con estas otras formas de violencia.Los efectos de esta situación son diversos. Laviolencia se ha banalizado, incorporado a laexistencia cotidiana y la capacidad de respuestay censura social se ha reducido. Se hanampliado los espacios abiertos para el ejerciciode la “justicia privada” y debilitado la confianzaen la capacidad del Estado para tramitarpacíficamente los conflictos, con lo cual se hafortalecido el “mercado de la violencia”31 . Lasinteracciones entre la violencia política y lasotras han debilitado al extremo las fronterasentre el delito político y el común hasta el puntode que en algunos casos resulta difícil establecerlas autorías de los secuestros o de los atentados:bien pueden de venir de organismos deseguridad, paramilitares, guerrillas odelincuentes comunes. Por último, labanalización de la violencia y la confusiónentre la violencia política y las otras sonfactores que han agravado el proceso de

desinstitucionalización de la sociedad y afectadola credibilidad en el proyecto ético-político delos insurgentes.

Además de la inquietante tasa de homicidios,una de las más altas del mundo, preocupa elhecho de que solamente entre el 15 y el 20% delos homicidios son atribuibles a la violenciapolítica: los restantes son producidos por laviolencia económica -crimen organizado ydelincuencia común- y la violencia social -conflictos interpersonales-, lo que denota unmuy elevado grado de desvalorización de la vida.El incremento de las víctimas de la llamada“limpieza social”, practicada sobre todo encentros urbanos para eliminar a las personasconsideradas “indeseables” o que son percibidascomo amenaza para las comunidades:indigentes, prostitutas, homosexuales, etc., esexpresión de los niveles de intolerancia einsolidaridad a los que se ha llegado, así comola profundidad del proceso dedesinstitucionalización. Los autores de estoscrímenes son grupos que generalmente cuentancon el apoyo tácito de las comunidades y en losque es frecuente encontrar miembros de lafuerza pública.

En el fondo, toda violencia tiene una dimensiónpolítica en tanto que rechazo o desconocimientodel Estado como espacio público para laregulación de los conflictos32. De allí que aunqueno se pueda afirmar que existan relaciones decausalidad entre la violencia política y las otrasformas, lo cierto es que se refuerzanmutuamente al debilitar la capacidad reguladoradel Estado y propiciar comportamientosindividuales y colectivos al margen de lanormatividad. A la vez la débil presencia delEstado y la inoperancia de la justicia alimenta

29 Una muestra de la magnitud de la violencia es el número de homicidios. En el 2000 hubo 38.320 muertes violentas, un 7% más que en l999. En losúltimos años la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes ha estado entre 67 y 70. La media regional para América Latina y el Caribe entre 1985-1995fue de 14. Ver Bourguignon, Francois, “Criminalidad, violencia y desarrollo inequitativo”, en Planeac ión & Desar ro l loP laneac ión & Desar ro l lo.... Pág. 20. Se destacan en segundoorden los delitos contra el patrimonio económico que representan el 80% de la criminalidad total. La criminalidad global fue en l995 de 4800 delitos por 100mil habitantes, igualmente elevada en relación con los estándares internacionales. Cfr. Rubio, Mauricio, Cr imen e impun idad. Prec is iones sobre laCr imen e impun idad. Prec is iones sobre laVio lencia,Vio lencia, TMEditores – CEDE, Bogotá, 1999.30 Estas categorías han sido recientemente propuestas en el estudio del Banco Mundial sobre Paz y Desarrollo. Cada una de ellas se define en función desu objetivo: “tomar o mantener, por la fuerza el poder político, económico o social”. Ver a este respecto Solimano Andrés; Sáez, Felipe; Moser, Caroline yLópez Cecilia (editores), Ensayos sobre Paz y Desarrol lo. El caso de Colombia y la experiencia internacionalEnsayos sobre Paz y Desarrol lo. El caso de Colombia y la experiencia internacional , TM Editores, Bogotá, 1999.31 Las elevadas tasas de impunidad tienen que ver con la ineficiencia del sistema de justicia y con la desconfianza de los pobladores, que se abstienen dedenunciar los hechos delictivos.32 Sobre esta perspectiva se puede consultar el trabajo de González, Fernán, “Espacio público y violencias privadas”, en Jimeno S., Myriam, C o n f l i c t o C o n f l i c t oSocial & Violencia, notas para una discusiónSocial & Violencia, notas para una discusión , ICAN-IFEA, Bogotá, 1993.

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estas expresiones violentas. La violencia políticaes el contexto en el que se reproducen las otrasformas de violencia33 , por lo que un acuerdo depaz que ponga fin a la confrontación armada esun elemento clave para avanzar en la reducciónde algunas de las otras expresiones violentas.

Guerra en una sociedad en cambio: ellaberinto nacional

Pese a las negociaciones de paz en curso conlas FARC-EP, nada permite colegir que losactores armados hayan renunciado a susestrategias de fortalecimiento. Por el contrario.Las guerrillas siguen reclutando jóvenes,atacando a las Fuerzas Armadas y ampliandosu radio de acción. Los paramilitares no hanrenunciado a su objetivo de penetrar bastionesguerrilleros y para hacerlo han recurrido alterror en una escala inimaginable. Las FuerzasArmadas están en proceso de reestructuración,el Ejército se está profesionalizando y harecuperado la iniciativa en la accióncontrainsurgente. Es además el principaldestinatario del Plan Colombia, que coloca alpaís como el tercer receptor de ayuda militarnorteamericana en el mundo. Paradójicamente,durante los dos años de negociación en mediodel conflicto son más visibles los avances en elcampo de la guerra que en el de la paz. Son loscostos inherentes al esquema de negociar enmedio de la confrontación.

Pero si los actores armados directamentecomprometidos en la guerra no cesan de crecer,lo propio ocurre con la economía de la droga ysus organizaciones criminales internacionales.Al desmantelamiento de las grandesorganizaciones de narcotraficantes en Medellíny Cali le ha sucedido una miríada deorganizaciones que animan y reproducen elnegocio y que por sus dimensiones ycaracterísticas son más difíciles de combatir.

El espacio que deja la desaparición de una deellas es de inmediato copado por otras. Hay unaintensa competencia en este mercado que parecehaberse “democratizado”, a partir de ladesaparición de los oligopolios de la droga. Entretanto crecen los excedentes que continúan afinanciar a las guerrillas y a los paramilitares ya corromper las agencias estatales, en esa lógicade cooperación-enfrentamiento que le permitesu omnipresencia entre los actores armados yque favorece ampliamente sus intereses. Endonde los narcotraficantes se volvieronlatifundistas recurren a los paramilitares paraexpulsar a la guerrilla; donde hay cultivos ilícitosy guerrilla, se “alían” con ella mediante latributación para garantizar la producción de laeconomía de la droga. La frontera amigo-enemigo no es unívoca, varía de acuerdo conlas condiciones regionales.

La expansión de la economía de la droga tambiénha favorecido la impunidad y contribuido alcrecimiento del crimen organizado, queencuentra en las condiciones colombianas uncaldo de cultivo en el cual desarrollarse. Losestudios de caso en diferentes países ilustranque este tipo de organizaciones crece ensociedades que son víctimas y a la vezbeneficiarias de la violencia y de los bienes yservicios que ésta provee34. La superposiciónde lógicas y espacios de la violencia hapotenciado al máximo el “mercado” de éstas.Bandas juveniles y sicarios ofrecen susservicios para realizar atentados, secuestros,chantajes a uno u otro actor, en una clara“mercantilización” de la violencia35 .

Una sociedad en transformación

Esta crítica situación se presenta en un país enel que nunca el Estado logró el control de lasociedad y del territorio y la modernización desus estructuras económicas y sociales no

33 Ver a este respecto Pécaut, Daniel , “Presente, pasado y futuro de la violencia” en A n á l i s i s P o l í t i c oA n á l i s i s P o l í t i c o , No. 30, IEPRI (UN), Bogotá 1997 y Sánchez,Gonzalo, “Violencias, contrainsurgencia y sociedad civil en la Colombia contemporánea” en Desafíos de la democracia en la región andinaDesafíos de la democracia en la región andina , ComisiónAndina de Juristas, Lima, 1998.34 Ver a este respecto Tokatlián, Juan, Global ización, narcotráf ico y v iolencia. Siete ensayos sobre ColombiaGlobal ización, narcotráf ico y v iolencia. Siete ensayos sobre Colombia, Norma, Bogotá 2000, págs. 55 a 90.35 Sobre la lógica de este proceso de privatización de la violencia en contextos de guerra civil ver el trabajo de Waldmann, Peter, “Dinámicas inherentes dela violencia política desatada”, en Waldmann, Peter y Reinares, Fernando (compiladores) Sociedades en guerra civ i l . Conf l ictos violentos en EuropaSociedades en guerra civ i l . Conf l ictos violentos en Europay América Latina,y América Latina, Paidós, Barcelona, 1999.

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condujo a la construcción de una democraciamoderna. Dos partidos, el Liberal y elConservador, controlan el gobierno desdemediados del siglo pasado y las éliteseconómicas y políticas no se vieron obligadasa abrir los espacios del poder a la participaciónde las clases subalternas. No ha conocido nireformismos, ni populismos como los que sedieron en otros países del subcontinente36 . Laexclusión y la inequidad han sido una constantede los sistemas político y económico, y con ella,la existencia de unas élites profundamenteretardatarias que no han tenido que renunciara privilegios para conservar su hegemonía.

En la década de los noventas se produjeroncambios en el modelo de desarrollo y en elsistema polít ico, sin que se alteraransustancialmente las condiciones de inequidady exclusión. La globalización condujo a laapertura internacional dejando atrás elantiguo modelo sustitutivo de importacionescon protección estatal. Los resultados de estaapertura han sido, hasta ahora, más negativosque positivos37 . Por otra parte, en 1991 seadoptó una nueva Constitución Política queconsagró el Estado Social de Derecho y lademocracia participativa. Pero el cambioinstitucional no bastó para poner fin a laguerra interna y desbloquear la democracia,aunque abrió nuevos espacios departicipación. Sin embargo, estas dos reformasconsagraron un conflicto estructural entre elmodelo de desarrollo que demanda menosEstado y el sistema político que demanda másEstado.

Las élites fracturadas

Una consecuencia de estos cambios fue lafractura de las élites económicas y políticas, quedesde el Frente Nacional habían ejercido sudominación sobre la base de acuerdos tanto

sobre el modelo de desarrollo como sobre elsistema político. Esos acuerdos no existen más,y hay una clara oposición de intereses entrefracciones de las élites, lo que agrega otroelemento de complejidad a las difícilescondiciones de gobernabilidad existentes. En lassociedades en cambio las instituciones son másvulnerables, porque perviven las prácticasantiguas y aún no se consolidan las nuevas. Elpotencial transformador de todo proceso decambio se articula inevitablemente con lafragilidad institucional, factor determinante dela vulnerabilidad de los procesos. En el caso deColombia esta vulnerabilidad es mayor dadaslas tradicionales condiciones de debilidadinstitucional.

Este es el telón de fondo sobre el cual se hanconfigurado nuevos equilibrios políticos,económicos y sociales en las regiones. La listasería larga de enunciar pero los casos másvisibles son el Urabá antioqueño, Córdoba,Sucre, el Magdalena Medio, Casanare, Caquetá,Putumayo entre otros. También se hanproducido cambios significativos en lasrelaciones entre las élites políticas y económicasregionales y nacionales. Algunas de aquellasno se sienten interpretadas por las nacionalesen aspectos tan cruciales en la coyuntura comola política de paz. Expresiones como la de “nostraicionaron”, refiriéndose a la política de pazdel actual gobierno, denotan mucho más queun desencanto: un conflicto profundo deintereses entre una mirada que privilegiael interés nacional y otra que no va más alláde lo regional. Y desde luego, hay una “economíade guerra” que tiene que ver con losdesplazamientos forzados, con la apropiaciónde tierras valorizables, en fin, no es azaroso queen los últimos años se haya producido unacontrarreforma agraria por la adquisición detierras por parte de narcotraficantes y de otrosempresarios38 .

36 Ver Pécaut, Daniel, “La Colombie pris en otage”, en SPRITSPRIT , Paris, décembre 2000.37 Según la Misión Rural “la brecha urbano-rural se ha incrementado y la desigualdad es abrumadora, el 10% más rico del campo recibe 30 veces másingreso que el 10% más pobre”. Ver Echeverri P., Rafael, Colombia en transic ión. De la cr is is a la convivencia: una vis ión desde lo rural Colombia en transic ión. De la cr is is a la convivencia: una vis ión desde lo rural , IICA-TMEditores, Colombia 1998, Pág. 5. El 72% de la población es pobre y el 1.3% de los propietarios poseen el 48% de las tierras.38 Deberían investigarse los cambios en la estructura de la tenencia de la tierra en las zonas de conflicto. Así como se tienen indicios de la expansión del“narcolatifundio” convendría conocer lo que haya sucedido con compras de tierras por otras personas no vinculadas al narcotráfico. Igualmente convendríaexplorar lo que ha sucedido con la propiedad rural en zonas de megaproyectos de desarrollo y conflicto armado. Todo ello contribuiría a tener una visiónmás precisa de los intereses en juego a nivel local y regional.

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Los intereses en juego y la fragil idadinstitucional se manifiestan en los críticosniveles de corrupción. Esta ha sido favorecidapor la hegemonía bipartidista durante siglo ymedio, la ausencia de una eficaz oposición y lainexistencia de una ética de lo público. El Estadoha sido mucho más un botín de la políticapartidista que espacio de representación de losintereses comunes. La corrupción se ha vistoagravada por la influencia de la economía de ladroga, pero no es solamente un problema ligadoa la preeminencia del narcotráfico en lasociedad. Tal vez no sea exagerado afirmar quetiene mucho más que ver con las prácticaspolíticas y los rasgos del sistema político quehan permitido, por ejemplo, que los procesosde privatización impulsados por el cambio demodelo de desarrollo se hayan convertido en otracantera prácticamente inagotable de prácticascorruptas. Uno de los resultados de estasituación es el fortalecimiento de la tradicionaldesconfianza hacia el Estado.

Guerreros y población civil

Todas estas circunstancias, agravadas en elmomento actual por la profundidad de larecesión económica, constituyen un medioambiente favorable a la reproducción ycrecimiento de los grupos armados ilegales detodo tipo. No es sorprendente la facilidad conque centenares de jóvenes en las zonas ruralesse enrolan en las filas de uno u otro grupo, quea sus ojos aparecen como verdaderos ejércitosprofesionales que ofrecen una alternativa desubsistencia. Las posiciones políticas eideológicas cuentan cada vez menos: de hecholos paramilitares pagan sueldo a susintegrantes. Y las guerrillas hace tiempo quedejaron de incorporar combatientes previosprocesos de formación política. Se entiende portanto la facilidad con que se pasa de un bandoa otro, sobre todo de la guerrilla alparamilitarismo39 . Reproducción y crecimiento

de los grupos que han implicado cambios en laforma de relacionarse con la población. Másque a través de la persuasión el “apoyo” loconquistan a través de la coacción. Lospobladores se ven obligados a aceptar al grupoarmado, a colaborar con él so pena de sertratados como objetivo militar. Es una relaciónperversa, porque con la movilidad relativamentealta de las hegemonías locales ejercidas porestos grupos los pobladores tienen queingeniárselas para colaborar con todos,desarrollando un comportamiento oportunistaque no tiene nada que ver con proyectospolíticos pero sí con un aspecto vital: conservarla vida. Poco a poco se les ha arrebatado lalibertad y la palabra; en medio del fuegocruzado el silencio y la sumisión son laposibilidad de sobrevivir.. al menos mientras otrogrupo no desplace al que hoy ejerce la hegemonía.

El escenario de la guerra es rural, pero ya no esmarginal. Se ha acercado a las ciudades, y enno pocas de ellas operan milicias. Desde haceaños las guerrillas le pasan la cuenta de cobroa las multinacionales y a las élites, mediante el“boleteo” y el secuestro. En los últimos añosampliaron su “base tributaria” y hoy “boletean”y secuestran a sectores de clases medias en laciudad y el campo. Las llamadas “pescasmilagrosas”40 “democratizaron” la práctica delsecuestro: cualquiera puede ser objeto de él. Porsu parte los paramilitares golpean con suscrímenes selectivos en las ciudades a líderessindicales, dirigentes sociales, académicos eintelectuales. Los paramilitares, en la medidaen que han crecido, también “boletean” ysecuestran a los pobladores y, en particular aaquellos que se ven obligados a “contribuir”financieramente con la guerrilla. La sensaciónde inseguridad y la incapacidad del Estado paracontrolar la situación alimenta una peligrosatendencia a la polarización de la población y haestimulado las posiciones de quienes se inclinanpor una salida militar.

39 Son muchos los casos conocidos de guerrilleros que desertan y se pasan al bando contrario. El caso más fuerte fue el de un frente del EPL que seentregó colectivamente y se enlistó en las filas de las ACCU.40 Las “pescas milagrosas” fueron inventadas por las FARC-EP y hoy las practican todos los grupos insurgentes. Mediante retenes en las carreteras, o enlas ciudades, secuestran indiscriminadamente y luego cobran rescate en función de los ingresos de los secuestrados. Esta práctica ha generado unfenómeno de “auto secuestro colectivo” en algunas ciudades ante el temor de los habitantes de salir de ellas por vía terrestre.

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Formas de resistencia civil

En medio de la guerra, y en parte comorespuesta a su expansión y degradación, se hanproducido diversas formas de resistencia de lapoblación civil. Han surgido centenares deorganizaciones de desplazados, que tratan deafrontar el desarraigo y la pérdida de susreferentes de manera colectiva. Decenas decomunidades han recurrido a la acción colectivapara demandar a todos los grupos en armas elrespeto a sus tierras y a sus poblados y elderecho a no comprometerse con ninguno delos bandos. “Comunidades de paz” reivindicanla territorialidad para sustraerla a los efectosde la confrontación armada. Otras incluso sehan enfrentado con “armas” rudimentarias a susagresores para evitar la ocupación de sus aldeas.Los indígenas, se resisten a aceptar los órdenesque en aras de la guerra pretenden imponerles.Es alta la cuota de sacrificio en vidas humanasque han debido pagar para defender losprincipios de multietnicidad y multiculturalidad,hoy vueltos mandato constitucional. Es unalucha desigual, que frecuentemente termina entragedias colectivas; pero es una lucha que nocesa y que se expande también, aunque a unritmo inferior al de la guerra. Son expresionesde “toma de palabra”, de toma de posesión denuevos espacios de la política que se conviertenen escenarios de confrontación ante la dialécticade la guerra que busca destruir lo que no logradominar.

La expansión de la guerra y la progresivaafectación de la población civil han sido decisivospara la emergencia de un movimiento ciudadanoque propugna por la solución negociada, el ceseal fuego y el respeto del derecho internacionalhumanitario. En él convergen las iglesias,organizaciones empresariales, sindicales,académicas, sociales, de diverso tipo. Mas alláde estos puntos de convergencia, el movimientociudadano por la paz está atravesado por unaserie de conflictos que se sintetizan en el tipo

de paz que se quiere alcanzar. Para unossectores, se trata del silenciamiento de losfusiles, de la entrega de armas y de ladesmovilización de los guerrilleros que pasaríana actuar en la legalidad política; para otros lapaz es mucho más que eso: es la transformaciónde las estructuras sociales, económicas ypolíticas que permitan poner fin a una historiade exclusión e inequidad, única forma de sentarlas bases de una paz sostenible. Asociado a estosaspectos está el del papel de la llamada sociedadcivil en la negociación. Para unos la sociedadno tiene cabida en ella y ésta debe estar enmanos del gobierno y los alzados en armas,acorde con la concepción de que la paz essimplemente la ausencia de guerra; para otros,la sociedad debe participar proponiendo ydecidiendo sobre el contenido de las reformaspor adoptar. Este nuevo campo de expresiónpolítica ofrece la ventaja de haber propiciado elacercamiento entre sectores que hasta hace pocono era imaginable que se pudieran encontrarcompartiendo espacios y objetivos. En esesentido ha sido una escuela de democracia enmedio de la guerra, y una manera de respondercon la movilización masiva al terror y a laintimidación propias de toda guerra. Son tomasde palabra que testimonian la resistencia de unasociedad que no se resigna a dejarse derrotarpor la fuerza de las armas.

Es en medio de estos intereses, de fuerzas yprocesos en acción donde es necesario encontrarlos rumbos que le permitan a la sociedadencontrar la salida al laberinto nacional.

Entre la negociación y la guerra: perspectivasde los procesos de paz

El presidente Pastrana abrió, en 1998, unanueva etapa en el ya largo recorrido de lasnegociaciones de paz41 , al establecer la zona dedistensión en el suroriente del país paraadelantar las negociaciones con las FARC-EP.Dos años después los resultados son

41 El primer proceso de paz se dio durante la administración Betancur (1982-1986) que condujo a una precaria tregua armada con las FARC-EP, el M19 yel EPL. El presidente Barco (1986-1990) retomó el camino de las negociaciones con el M19 en 1988 y lo llevó hasta la desmovilización de esta agrupación.En 1991 se desmovilizaron el EPL, MAQL y el PRT y en 1994 la Corriente de Renovación Socialista (CRS) durante la administración de César Gaviria.Desde entonces no habían vuelto a darse negociaciones de paz. Un análisis de estos procesos se encuentra en Zuluaga, Jaime, “Antecedentes yperspectivas de la política de paz”, en Saúl Franco (compilador), Colombia ContemporáneaColombia Contemporánea , ECOE – IEPRI(UN), Bogotá, 1996

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inquietantes. Más allá de la Agenda Común poruna Nueva Colombia que abrió la negociaciónen una perspectiva de reformas políticas,económicas y sociales, y el haber mantenido lamesa a pesar de los múltiples obstáculos, espoco lo avanzado. El escepticismo ciudadano entorno al proceso es grande, así como las críticasal comportamiento de las FARC-EP en la zonade distensión y al gobierno por la forma comoha conducido su política de paz.

Las perspectivas de la negociación con el ELNson inciertas. Tan sólo a fines del 2000, con lacolaboración de la Comisión Facilitadora Civil yel Grupo de Países Amigos42 , fue posible llegara un preacuerdo entre el gobierno y el ELN paraestablecer una zona de encuentro en la que sedesarrollaría la Convención Nacional por la Pazy la mesa de negociación con el gobierno, zonasujeta a una minuciosa reglamentación y a laveeduría nacional e internacional. Sin embargo,la oposición de sectores de la población de losmunicipios comprendidos, alentada yrespaldada por los paramilitares, ha impedidosu concreción.

La cuestión que se plantea es ¿cuáles son lasperspectivas del proceso de paz? La respuestano es fácil y no depende solamente de actores yvariables nacionales.

¿Internacionalización de la guerra o de lapaz?

Los Estados Unidos han estado presentes en laguerra interna, lo que no es ninguna novedad.En los últimos años la ayuda militarnorteamericana se destinó a la lucha contra elnarcotráfico y se la otorgó a la Policía y no alEjército, al que consideran responsable de

violaciones a los derechos Humanos y devínculos con los paramilitares. La situación hacambiado con la aprobación del Plan Colombiaque compromete mil trescientos millones dedólares, la mayor parte de los cuales paraorganizar batallones militares antinarcóticos,camino por el cual se ligan la lucha contra ladroga y la lucha contrainsurgente, y se asignanrecursos a un Ejército que sigue cuestionadopor sus vínculos con los paramilitares43 . EstePlan ha provocado el rechazo de las guerrillas yde los sectores vinculados a los movimientos depaz, que lo consideran un instrumento para elescalamiento de la guerra44 .

El Plan Colombia mezcla la lucha contra ladroga, la lucha contrainsurgente y el desarrollosocial. Plantea un tratamiento militar aproblemas socioeconómicos, y se apoya enun instrumento ya fracasado durante diezaños: las fumigaciones45 . Su aplicación yaha llevado a las FARC-EP a endurecer susposiciones. Es más, puede ofrecerle a lasguerrillas la oportunidad para ganar unalegitimidad que no tienen al enarbolarbanderas de defensa de la soberanía nacional.El paro armado que por casi dos mesesrealizaron las FARC-EP en el Putumayo a finesdel 2000, es un anticipo del efecto deescalamiento de la guerra como resultado de laejecución del Plan. El más grave riesgo que secorre es el de acentuar la polarización de lapoblación, lo que podría conducir a lageneralización de la guerra.

Últimamente la guerra interna es percibidapor los Estados Unidos como una amenazapara la estabilidad de los países de la región,algunos de los cuales afrontan graves crisis degobernabilidad. Esta percepción y la

42 La Comisión Facilitadora fue iniciativa de sectores civiles y políticos; la de Países Amigos fue acordada entre el gobierno y el ELN y la integran Francia,Suiza, Suecia, España y Cuba.43 El Subsecretario de Estado para los Derechos Humanos, Harold Koh, ha insistido en la necesidad de que las Fuerzas Armadas respeten los DerechosHumanos y el Ejército rompa los vínculos con los paramilitares. La Oficina de la Alta Comisionada de Las NNUU para los DDHH ha señalado reiteradamentela responsabilidad estatal por acción u omisión en la crisis humanitaria..44 La oposición al Plan contribuyó a gestar Paz Colombia, convergencia de las organizaciones paz y de organizaciones sociales y políticas que respaldanla solución política negociada. Paz Colombia considera al Plan Colombia como un plan de guerra, ineficaz para la lucha contra el narcotráfico, que puedeimprimirle una nueva dinámica de escalamiento a la guerra interna. Propone la concertación de un nuevo Plan que enfatice en soluciones sociales alproblema económico y social de los cultivos de uso ilícito y que se diseñe en concertación con las comunidades.45 Las fumigaciones han fracasado como arma para combatir la producción: desplaza los cultivos, acentúa su atomización e incentiva la deforestaciónademás de provocar el desplazamiento de la población afectada. Diez años de fumigaciones en Colombia no han impedido que el área cultivada setriplique. En el 92 había aproximadamente 42.000 hectáreas cultivadas, se estima que hoy son aproximadamente 120.000. Ver Vargas, Ricardo, D r o g a s ,D r o g a s ,máscaras y juegos. ,máscaras y juegos. , Págs. 99-123.

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profundidad de la crisis humanitaria46, quellevó a las Naciones Unidas a abrir una Oficinade Derechos Humanos en Colombia hace yacuatro años, el desbordamiento de lasviolencias47 , el fortalecimiento de la economíade la droga y la incapacidad del Estado paracontrolar esta situación, que se asemeja cadavez más a la de algunas naciones africanas quese desangran en un conflicto sin sentido y sinfin, hacen que el riesgo de una “intervenciónhumanitaria” en el mediano plazo no seadescartable. Sin duda, Colombia está en el ojodel huracán de la comunidad internacional. Entodos los puntos prioritarios de la agendainternacional ocupa un sitio destacado:narcotráfico, derechos humanos, medioambiente, corrupción, etc.

Otra dimensión de la internacionalización dela situación colombiana se está perfilando.Las Naciones Unidas han fortalecido la presenciade sus agencias –PNUD, ACNUR- y tienencomisionados especiales en derechos Humanosy para el proceso de paz. La Unión Europease distanció del Plan Colombia y propusoalternativas de cooperación para elfortalecimiento de la democracia y eldesarrollo social, e invocó el principio decorresponsabilidad para enfrentar el problemade la economía de la droga con una políticadiferente a la norteamericana. En el proceso conel ELN por primera vez en la historia de losprocesos de paz una Comisión de Países Amigoscumple funciones. Centros de investigación,universidades y OONGG internacionales apoyanla búsqueda de la paz mediante la negociaciónpolítica y se acercan al estudio de la complejasituación colombiana. Hay en marcha unainternacionalización positiva de la búsqueda dela paz, que se inspira en la convicción de que loque necesita Colombia es respaldo político másque cooperación militar. Balance necesario

frente a la inevitable y necesaria presencianorteamericana en el proceso de paz.

Entre la guerra y la negociación

Como en todas las guerras de final del siglo XXla mayor parte de las víctimas son civiles48 y escada vez más degradada 49 . Este hecho haprovocado una polarización creciente entre losdefensores de la solución negociada y los de lasolución militar. Entre estos últimos haysectores que encuentran en el paramilitarismouna alternativa ante la incapacidad estatal paracontener el ascenso insurgente, y de nuevohacen llamados para armar a la población. Enel campo opuesto diversos sectores de lasociedad se organizan de múltiples formas parasostener la solución negociada. Pero lanegociación en medio de la guerra les generagrandes dificultades: acciones de las guerrillascomo la destrucción de poblados, el uso dearmas no convencionales y los secuestros,debilitan estas posiciones. Hasta el momentose ha logrado sostener la política de negociación,y en ello la posición del Presidente ha sidodecisiva. Sin embargo, las presiones de unaextrema derecha militarista, y de sectoresagobiados por la violencia vienen ganandoterreno con lo que el margen de maniobra delgobierno se reduce sensiblemente.

La solución negociada: la alternativa menoscostosa para la sociedad

La solución negociada es aún incierta en esteclima de polarización y de escalamiento de laguerra. Se puede optar por ella o por elescalamiento de la guerra buscando una rápidadefinición militar. Los costos de esta opción, enuna guerra como la colombiana tanprofundamente degradada y atravesada pormúltiples actores y formas de violencia, sería

46 Colombia es uno de los diez países del mundo con peor situación en los derechos humanos.47 En el 2000 hubo 28.000 homicidios, más de 500 masacres, 350.000 desplazados, 14 muertes diarias por la violencia sociopolítica, más de 3000secuestros; además desapariciones y ejecuciones extrajudiciales. Centenares de dirigentes políticos, defensores de derechos humanos, académicos,luchadores por la paz, fueron asesinados u obligados a abandonar el país.48 Según Charles-Philippe David una característica de las guerras civiles es la de que el mayor número de víctimas se producen entre la población civil. El“90% de las víctimas de las guerras de los años noventas han sido civiles”. Ver David, Charles-Philippe, op. cit. pág. 137.49 Sostiene Waldmann que “lo que hoy en día predomina es la tendencia a la descomposición y a la destrucción sin límites, el principio de anything goescomo método de guerra”, en “Guerra civil: aproximación a un concepto difícil de formular” en Waldmann, Peter y Reinares, Fernando (compiladores),Sociedades en guerraSociedades en guerra.. .…, Pág. 39.

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La solución política negociada: una oportunidad para la democratización de la sociedad

altamente costosa humana, social ypolíticamente. Y muy seguramente exigiría elrecurso de formas autoritarias.

En esta situación la solución política negociadano sólo es posible sino que es la menos costosapara la sociedad. Las guerrillas entienden queun proyecto socialista en el mundo globalizadode hoy es inviable, pero eso no significa quehayan renunciado a su aspiración de llegar alpoder. Están dispuestas a negociar, siempre queesa negociación les allane el camino paracompartir el poder50 y se aprueben reformaseconómicas, sociales y políticas. Lo importantees que, por primera vez, aceptan incluir estasreformas en un horizonte democrático51 . Hanseñalado que no negocian bajo el modelo de“reinserción” experimentado con el M19 y losotros grupos insurgentes52 ; ni con el de CentroAmérica, de acordar reformas para su aplicacióncon posterioridad a la dejación de las armas.

Llegar acuerdos en esta materia demanda quedel lado del “establecimiento” exista también ladisposición para entrar en una negociación deesa naturaleza. Es el camino de un pulsoprolongado, complejo y posible, pero que no sepuede limitar a la cúpula gubernamental yguerrillera. Una negociación cuyo horizonte esla transformación de la sociedad parademocratizarla carece de legitimidad si no hayparticipación ciudadana. El gran reto, y la mejorgarantía para avanzar por el camino de lasolución negociada, es la participación activade la sociedad con su diversidad de intereses yde proyectos.

La coyuntura: una oportunidad para construirla democracia

La gravedad de la situación y el peligro de quedesemboque en una dislocación de la sociedaden la que todos perdamos, obliga a pensar en

conjunto la forma de superar las carencias deinstitucionalidad democrática, abrir los espaciosde participación y crear las condiciones paraque todos los pobladores puedan acceder a losbeneficios del desarrollo y la ciudadanía. Tocavolver sobre los orígenes remotos de este recursopersistente a la violencia para dirimir lasdiferencias, a los fundamentos sociales ypolíticos invocados por los insurgentes hacetreinta años para justificar su apelación a lasarmas, y a los intereses en juego en el umbraldel cambio de milenio. Si queremos dar el saltodel siglo XIX al XXI, la agenda por trabajar esuna que contiene elementos de la guerra fría yde la posguerra fría.

Las dos agendas convenidas, la Común por unaNueva Colombia con las FARC-EP y la de laConvención Nacional por la Paz con el ELN,definen un amplio horizonte de reformaseconómicas, políticas y sociales. Pero no sonmás que enunciados generales sin que se hayanprecisado sus contenidos. Lo que sigue es lacreación de consensos entre los diversossectores de la sociedad sobre la necesidad detrabajar sobre el horizonte de las reformas,primero, y luego sobre los contenidosfundamentales de las mismas. Después habráque discutir la forma de legitimar esas reformasy las modalidades de su ejecución. Tareas queno son fáciles, mucho más en una sociedad deprecaria tradición democrática, con una historiade intolerancia que gravita pesadamente y conmuy poca experiencia en la concertación entrelas clases dirigentes y las clases subalternas.

La construcción de una paz positiva, duraderay sostenible pasa inevitablemente por esosmomentos que se constituyen en sí mismos enun ejercicio civilista y democrático. Y para eldesarrollo de este ejercicio habrá que acordarla forma de reducir la intensidad de la guerra yde establecer una tregua que posibilite la amplia

50 Para hacer viable una negociación de paz se requiere que los implicados perciban que con la negociación ganan algo o al menos no pierden, contar conlos actores relevantes y respetar sus intereses fundamentales. Es esto lo que se ha ido configurando en los últimos años en Colombia. A propósito de lascondiciones para la negociación de guerras civiles ver Krumwiede, Heinrich-W. . “Posibilidades de pacificación de las guerras civiles: preguntas e hipótesis”en Waldmann, Peter y Reinares, Fernando, Sociedades en GuerraCivi l . . . . .Sociedades en GuerraCivi l . . . . .51 Al igual que en otras guerras civiles contemporáneas en las que la solución política ha pasado por el camino de la democratización de las sociedades.Ver Krumwiede, op. Cit.52 Un análisis de las implicaciones de este proceso se puede consultar en Jaime Zuluaga, “De guerrillas a movimientos políticos (Análisis de la experienciacolombiana: el caso del M19)” en Ricardo Peñaranda y Javier Guerrero (Editores), De las armas a la pol í t icaDe las armas a la pol í t ica , TM Editores – IEPRI(UN), Bogotá, 1999.

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participación ciudadana en el proceso. Guerray democracia no son compatibles, así en elpasado, la democracia haya sido, en algunamedida precedida por la guerra. En esa tareaColombia necesita el apoyo de la comunidadinternacional sin la cual seguramente será difícilun alto al fuego que permita crear las

53 Amartya Sen, Un nouveau modéle économique. Développment, Justice, LibertéUn nouveau modéle économique. Développment, Justice, Liberté , Editions Odile Jacob, Paris 2000, pág 13.

condiciones requeridas para adelantar losdebates y alcanzar los acuerdos que nospermitan diseñar la sociedad que queremos, quemuy seguramente será una democraciamoderna fundada en un desarrollo consistenteen la expansión de las libertades reales de losindividuos53 , la equidad y la justicia social.