Jardín de altares violáceos, de Jan Gržinić

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    JARDN DE ALTARES VIOLCEOS

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    Jardn de altares violceos / Jan Griznic1a ed. Buenos Aires, 2009.

    ISBN 978-987-1586-00-4

    Por la presente edicin

    HUESOS DE JIBIAPer 544 7 28(1068)[email protected]

    Foto Irene: Manuel HerediaFoto Facundo: Ignacio CavinaDiseo grfico: Nat Filippini(natfilippini.com.ar / estudioalmacen.com)Hecho el depsito que indica la ley 11.723Impreso en Argentina

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    JAN GRIZNICJardn de altares violceos

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    A mi sangre,

    la heredada y la elegida.

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    Mi padre

    All en el ocano,flotaba mi padre boca arriba,sobre las salinas del mar.

    ena los ojos cerrados,en una calma unida al cielo,al celeste que se perpetuaba desafiando la parcela de nubes.

    Su vientre se expanda sobre el agua y brotaban los trazos,los puntos quirrgicos en lneas torpes cruzando los pelos.

    Se alejaba con su quietud humilde de la costa,como en dcadas atrslo hizo de su tierra natal de ros,de anguilas y desertores europeos.

    Se alejaba de Dios y de sus hijos,para olvidar entregarles sus besos en la frente.Se alejaba de su esposa y de su madre.

    Nadie jams lo oy cuando se despidi de estas tierras.

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    Ave de paso

    Soy slo un ave de paso,de trnsito pesado, plumas agitadas.

    Y el viento, nadie sabe quin lo sopla.

    Marco el ritmo y la pausa con el picoengullendo el manjar del ro,el sol en el buche,un atardecer sobre los cipreses.

    Despus, la ciudad,la mquina y las alas.

    El anonimato del ave y su paso vacilante.El eje roto y los ojos color grana,las patas arqueadas al estilo rococy un ojo piantado en el reloj de la 9 de julio.Las plumas, desplegadas, mojadas.

    Planeo sobre la incansable fuente de conocimiento,el ocano colmado de atn fresco

    y el sabor ocre del cielodesparramado en todas direcciones.

    Un ojo levantado hacia el estey en el peregrinajeregresodonde alguien cante quin sabe qu pieza.

    Y alguna otra ave que se cruza en el cielo raso

    que absorbe,absorbe,absorbehasta mascarme del todo el nombre.

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    Ah nado

    Ah nadaba.Despus venan las tas junto al abuelo.

    Hablaban largo y yo los escuchaba.En realidad, haca de cuenta que los escuchaba.Me encantaba el comedor en silencio,apenas el canto de los grillos en el patio.En los viajes, les deca que cuando era grandehaba tenido un caballoparecido al que pastaba en el baldo del Club Mitre.En ese entonces, era un nio.

    Era ms blando.La pelopincho como un inodoro de gran tamao.

    Ah nadaba, no tan mal.Hasta tocaba el fondo con los ojos cerrados,con las manos arrugadas como viejo.Llegando la nochecita, se me helaba todo el cuerpo.Me quedaba mirando fijo la terraza de baldosas gastadas,bien quieto.

    No saben el gallinazo de piel que me pegaba.

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    Vspera de la primavera

    Premonicinde ver al muerto,

    fijamente fro en una camilla.Eso sucede en primavera,en los inicios de los brotesy la imagen popular de semblante margarita.El muerto tieso tiene un nombre,ms de un hijo y una casa,tambin una gran mojarra.

    Premonicinde ver la casa del muerto.El duelo es an tan extenso.

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    Gutirrez

    La luz intermitente de las lucirnagas cubriendo el vasto parque,el pino majestuoso acaparando toda la oscuridad de la noche

    temprana con su obesidad botnica,luego los sapos nadando por doquier entre el roco del pasto.Las ligustrinas cual murallas y la lentitud de la jaura que velapor los hombres en las calles de tierra que vuelven de su trabajo.Ms lejos, el pueblo de dos calles, con la modestia en cada puerta.

    Y el almacn, espina dorsal de los aldeanos.Luego, algunos focos de luz y el vrtigo del cielo cayendosobre los campos con propietarios annimos.

    En la mitad del camino, entre el pueblo y las quintas ms grandes,el arroyo, custodiado por la sombra del bosque de dos metros de espesor.El arco pintoresco olvidado en la ruta,y as todo.

    Sin olvidar las cabalgatas llenas de vitalidad,los molinos y los campos de maz hasta el horizonte,y un poco ms.

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    En cuerpo

    Las paredes escriben por s mismas las condenascon puos de sangre extinta.-S qu hacer; vivir y morir-

    Un cuerpo repleto de escrituras, es casade la sagrada comunin de los pueblos.Los pasillos, grietas de la exgesis de las grandes autoridades.Ciertas personas han cado en ellosy se han aferrado a sus andamios de huesos.Es tan eterno sentir ese fro como el amor fraterno.

    Pero de pronto todos pasean con sus gndolas

    baadas en hierro puro.Recorren la sangre del cuerpohospitalario hasta sus confines de fibra esculpida.Sin prticos que den la espalda a los comulgantes.

    Y un ojo, que ya todo lo ha visto.

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    Alicia y su perodo violeta

    Alicia slo habla de flores.Ciertas veces, de madrigueras y criaturas.

    Y su vagina huele a hermosa savia violeta.

    Invita a que los extraos la beban.Algn incauto lo hizo.Despert del sueo con su boca pintada de rojo.

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    Sueos de corts

    Bebo de la fuente posando mis labios en la base de losa,donde la comisura se enjuaga junto con el musgo.No hay pueblerinos en las calles

    ni se salpican mis botas del hedor de las cinagas del bosque.

    Lloran las garzas en la entrada a la ciudad.Y se elevanentre sus plumas ms gastadas,tejiendo nubes de polvo.

    Corro hacia el aljibe, con gestos de inocencia.

    Me bao en la fuente, con gestos de inocencia.Caen sobre m las manos de forasteros,en mi cuerpo virgen al tacto,y apualan mi hedonismo cuajando mi sueo en tres:Elisa, Angustia y Malena.

    En el impulso animal ms salvajeextraigo mi daga del pantaln.

    Defiendo la cosecha de mi descansoy entorpezco al ms valiente ante el filo iracundo.

    Degello el maz para las tripas del caballo.Rpido cae el primero tras el golpe cruzado;duerme en mi regazo el noble ms ancho.Se desvanece en el desconcierto el ltimo malevoy con despecho escupe su nombre en el suelo.

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    En el cuerpo del arma,mi fiel muletilla de combate,caen los peregrinos enterrados por el sueo que vive por joven.

    Contina el silencio de las cigarras en el reflejo de la fuente

    donde los ancianos pierden sus monedasen el ldico impulso de quebrar la ruinay yo quebranto el caos de las imgenes violentas,en el difunto deseo de ser corts en mis sueos.

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    Perro

    OlfateaViernes encantadorOlores que recuerdan personas, momentos

    Amores

    BotellasRon secoVasco viejoEstircol desconocido

    Dos pramos, un alce

    tres mojones y una fronteraEl pueblo de nieveen el fuego se pierden mis huellas

    Vastas tierras, orillas de personaspiernas prendidas de calorhogares nmades que se pierden ante mis ojos

    BostezoRelincho como caballos de Varela

    Bebo

    Duermo

    Corro, hacia el sol

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    Ciego

    Entre lminas grisesCorazones opacos

    Amantes racionales

    Rompo mis patas contra la tierraPrfugo de mis sentimientosEscondido en las bragas de la pueblerina ms casta

    Ya no quiero

    Corro

    Relincho

    Como caballo

    Quiero esprragos

    Cenar solitario sin culpas de carne

    Allo esta tarde,y dejo de ser un perroSoy un lobo nrdicoy ya no deseo refugio.

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    Estampa de Pasco

    Quisiera ver tus estampasnio de Pasco.A qu miras desafiante?

    No hay ciegos en tus ojosni mendigos en tus manos.Dame tus estampas,nio de Pasco.

    Oye los pasos,se acerca el desfile del clero.

    Deja de mirar donde nada pasa.

    No hablas hace meses.Nada bueno que decir?Por qu hoy no miras tus estampas?

    All caminas, nio.No te puedo seguir

    tu rumbo es de estampas de Pasco.

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    La cada del imperio

    Si aquel da abandono mi hogar, en calidad de refugiado en miconocimiento astral. Dejo el llamado de mis seres amados, elmanto de mi cama.

    Arribar a las costas de mi tierra natal. Lejana a donde vi eltemprano destello de luz. All ver partirse la realidad que mecondena como madreselva.

    Donde los sepelios arden en llamas. Yo ser la llama que pierda lalucidez entre el calor de mi verdad sepulta. ras ojos, tras brillosdel tiempo.

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    Legado al viento

    I

    Versailles, Destino de quin?

    Del otoo fresco que gira sin sus hijas.Mas yo sigo aqu, lejos de todo reino.

    Al amparo de los abusos de la razn.No siempre se pierde la cabeza a manos de la guillotina.

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    II

    Las penumbras de estos tnelesy el combate:Lanzado a l!!

    Anclando mis manos en las de una nia de la primaria,intacto el dorado de sus crines. Caballo, cabalga conmigo.

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    III

    Feroces carencias que enfrento,Cundo hubo otro motivo por el que lamentarse?Olvido los nombres y las escrituras,

    vueltas muros rgidos, acabados.Sombrea la idea de la muerte en el sudor del cuerpoy se dilatan los hoyos del conocimiento.Cuntas carencias!Retornan los miedos a los poros del papel,tambin retornan al cuerpo dbil escrito.

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    IV

    Pelea, anciano guerrero.Que las tinieblas no te arrebaten el aliento.Slo sirves a una causa,

    no deseches tu amor en cualquier servicio.

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    Con parias y agotes hablamos en una cantina y oramos hasta el amanecer

    Amigos parias y agotes, bebamos conteniendo el aliento y bebamosdel mantel la sangre vuelta vino y bebamos siempre que contengamos el aliento/y no espiremos

    hasta no sentir a Dios colmar cada vaco de nuestros cuerpos/hasta que se irriten las ancianas delfro de nuestros cuerpos y la piedad est perdida en los caaverales/del sudeste perdamos la fe enla muerte y reguemos nuestros anhelos hasta los canales de Europa/pero contengamos el sudor yabracemos al viento.Si esta noche no ven a Dios en sus alientos cuando aparezca el sol,

    (me purgar del conocimiento, yadis, dir a todos adis.

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    Hombres de barro

    I

    Dactilares hmedos presionan la pielvistiendo de fango el cuerpo adormecido,cada poro esculpido en su material primitivo.

    ravistiendo la naturaleza corporal,cada centsimo, cada partculade clulas cubiertas de lodo vespertinoa merced del desierto clandestino.

    Vacila el cuerpo ilustradohecho ciego muralmoral oscura.

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    II

    Llueven trescientos ojos pardosatrapados por el viento.Slo caigo en la desesperacin

    mientras los cuento.

    Suprime la hostilidadabandono el cuerpo secularlos seres del pantano despojan los mitosavasallando al mal entre sus pulgares diminutos.

    Sensible a lo oscuro

    extinguindonos en puertosembarcados en nuestros cuerpos de fangoimpermeabilizndonos a la luz.

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    III

    Soy una fosa de Auschwitztumba de lodo y dolorsecndose a la tarde de Marruecos

    cicatrizada de recuerdos.

    Soy racimos de embatesdel cuerpo renaciendo en el color ms ruinen el rito sagrado bajo el lodo.

    Bailando y desmereciendo lo profanoen el amor a la tierra copulando con el agua

    en el bello aroma de salvacin del fango.Son los cultos de la tierra.

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    IV

    Divinidades, dejo el lavado de mi cuerpo.Lluvia, deslzate sobre mi spirit.

    Limpia el color impuro de la pielmanchas de muertes pasadas.Siento el pecho resquebrajarse con el barro.

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    V

    Y morimos como hombres de barroen la fuga de la tierra secaadormecida en nuestro cuerpo,

    aferrada cual parsitos.No hay lluvias que la quiten.

    Y morimos como hombres de barro.

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    Boda blgara

    Hoy sent mis piernas adormecidas,cadas sobre los barrios sureos.om mis manos y las sent:estaban demasiado fras,

    temblaban a causa del gento en una de las esquinas.

    Me empolv el rostro con hollny me un a una orquesta blgara.Perd mis odos en manos de nios.

    Eran tardos los soles que nos alumbraban,cubiertos por cenizas de olores frescos

    y lejos se oan caer vasos de cristalvolcados en las repisas.

    Cont con los dedos hasta siete y me levant.

    Creo haber olvidado parte del cuerpo,tal vez ni siquiera corrapero haba comido pan de azcar

    y s que mis labios saban dulces.

    Si estaba encerrado en una jaula de hierro,esculpido en una nube de tiempos turbioso en un ro repleto de caaduz seco,no lo s.

    Mis odos retuvieron en manos de nioslas risas de las gaitas,ejecutadas entre los novios y su fiesta.

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    Tempestad austral

    El origen de la tempestadfue en el seno de la estampida.Gacelas bajo el sonido del trueno

    que sepult las voces estivales.La pequea cra devolvi al cielolas gotas cadas al cuenco terrenal.

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    Impresin

    Dnde ests, hermano To?e he buscado en graneros y bolsillos de campesinos.Quiero que oigas mi rezo, amor del que radica mi fuerza miste-

    riosa.

    Me he cansado de retratarme bajo la luz de velas.Ya las noches hieren mi conocimiento internoy desvanezco ante tus letras derretidas por el leo.

    Dnde ests, hermano To?

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    Viaje

    En otros tiemposmont un barco, enorme.

    Embarqu mi inquietuddos maletas, sin sueos.

    Part contra los mares.ras una pequea barcaza.Con salcontra el bullicio de las gaviotas.

    En otros tiempospart.

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    Los hombres sensibles, nostlgicos y melanclicos

    Los hombres sensiblesno tienen oportunidad en este mundo.Perduran puados de segundos, si el tiempo es generoso.

    Y las memorias, los olvidos, hacen lo suyo.

    Ay, qu pena, dijo Arturo,Y yo le creo, porque es cierto.

    Una gran pena, recalc Martn Desiremientras pasaba sus manos por las medias de lycra de Virginia.

    Y el vino eman hasta que irrumpi de nuevo.

    Los hombres sensibles, nostlgicos, todos esos,ya saben, son unos malnacidos.

    Cheers! Y brindaron por eso Arturo y Martn Desire.Virginia se baj la falda y esboz una sonrisa;l pleg su labio superior contra su copa y los mir.

    Los hombres sensibles Pobre de ellos!Malditos diablos.Que los Dioses se apiaden de ellos.

    Bravo! Seor, no se detenga jams.

    En otro cuarto, una mujer de origen desconocidose parta los sesos con un arma calibre 20

    que haba encontrado en el cajn de su padre,alguien, un tal Joo.

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    El incidente del corcel

    En la entrada del bosque del que olvid su nombre,cerca del cruce de automviles,lanza sus crines el corcel

    envuelto por el holln de las chimeneas.

    -Hay posibilidades de que llueva maana, vayamos a mi casa.

    Ms adentro, tras el follaje de los cipreses,bajo el nspero de noventa aos,l espera, cubierto por una manta y bebiendo whisky,el amanecer, bajo el peso de la neblina

    que acorrala a las aves en las copas de los rboles,mientras los coches comienzan a detenerse luego del accidente.

    -Despus. omemos algo caliente y descansemos un poco.e parece? engo fro.

    El corcel yace inmvil,rgido bajo las gomas de una camioneta en el sendero principal.

    En el bosque suena el eco intenso de las bocinasprecipitndose unas contra otras.

    l desespera.Se levanta moviendo sus piernas entumecidas;mira hacia la multitud de carros.

    A su encuentro sale la chica de mentiras tersas,tapada con un piloto azul.

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    -odos lamentamos la prdida del caballo. Sin embargo te voy aser sincero:haba dejado de amarlo y slo quera que huyera.

    El corcel se descompone en diversos elementos,

    diversas sustancias que el suelo rechaza,no reconoce, y slo son manjar para las calandrias nocturnasque insaciables acechan en la inmensidad.

    Los autos siguen detenidos en el crucey de la camioneta salen dos jvenes.Nadie comprende el por qu del embotellamiento.

    -Fue bendito conocerte. Pero tus pronsticos fueron bastantepoco acertados.Debo decirte que es un amanecer luminoso.

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    EUGENIO MONTALE,Huesos de jibia(traduccin de Ricardo H. Herrera)

    WALTER CASSARA,Mquina de trinar

    GUADALUPE MURO,Con quin dormas?

    GUSTAVO GOTTFRIED,Un rastrojero bajo el sol

    NURIT KAZSTELAN,Movimientos incorpreos

    OSVALDO BOSSI,Del coyote al correcaminos

    BEATRIZ VIGNOLI,

    Soliloquios

    GABRIEL CORTIAS,Brazadas

    ROXANA YBAEZ,Ro blanco

    NICOLS PINKUS,Ersatz

    MARIANA SUOZZO,Mark en el espacio

    SILVIA LPEZ,Cartografas

    GERMN ROSATI,Boca de tormenta

    GUILLERMO DVILA,El puente y otros poemas

    SILVANA PROTO,Hambre de estrellas

    MARTN SNCHEZ,Lluvia prpura

    OSAS STUTMAN,

    La vida galante

    WALLACE STEVENS,Las auroras de otoo(traduccin de Roberto Echavarren)

    LAURA PETRECCA,Pens que ya lo saba

    PABLO QUERALT,

    Late

    MAYRA MENDOZA TORRES,Tras el caracol

    DANIELA CAMOZZI,La felicidad ajena

    VIOLETA CANGGIANELLI,El hotel de la danza

    ENRIQUE CAMPOS,Las edades de un monstruo

    FACUNDO RUIZ / IRENE SOLA,Escorzos

    LEONARDO FLORES,Constelaciones