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JAZMINES EN EL LÍDICE De Karin Valecillos Sobre la base de los testimonios de las madres del proyecto Esperanza Venezuela Personajes Meche (57 años) Anabel (37 años) Dayana (34 años) Yoli (34 años) Aída (57 años) Sandra (36 años) ESCENA I Una ventana a través de la cual entra la luz que ilumina una cocina de una casa sencilla en el barrio El Lídice, Caracas. Año 2013. En medio de la penumbra del amanecer, Meche, en ropa de casa, prepara en un gran envase la masa de las arepas. Viene del cuarto Dayana, en bata de dormir. Mira a Meche unos segundos, se acerca por detrás. Dayana: ¿Otra vez ese poco’e masa, mamá? Hace rato que solo somos las dos. Meche: Se dice “Buenos días, mamá…”

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obra teatral 2013

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JAZMINES EN EL LÍDICE

De Karin Valecillos

Sobre la base de los testimonios de las madres del proyecto Esperanza Venezuela

Personajes

Meche (57 años)

Anabel (37 años)

Dayana (34 años)

Yoli (34 años)

Aída (57 años)

Sandra (36 años)

ESCENA I

Una ventana a través de la cual entra la luz que ilumina una cocina de una

casa sencilla en el barrio El Lídice, Caracas. Año 2013. En medio de la

penumbra del amanecer, Meche, en ropa de casa, prepara en un gran envase

la masa de las arepas. Viene del cuarto Dayana, en bata de dormir. Mira a

Meche unos segundos, se acerca por detrás.

Dayana:  ¿Otra  vez  ese  poco’e  masa,  mamá? Hace rato que solo somos las dos.

Meche:  Se  dice  “Buenos  días,  mamá…”

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Dayana: Después esa masa fría de nevera…  Le  duelen  a  uno  los  dedos  tratando  

de aflojarla otra vez.

Meche:  “Cómo  amaneciste…”

Dayana:  Y  las  arepas  no  quedan  igual…

Meche:  “La  bendición…”

Dayana: Buenos días, mamá.

Meche: Sabes que no son buenos.

Dayana: ¿Cómo amaneciste?

Meche: Como hace seis años.

Dayana: ¿Será que sí le pido la bendición…?

Meche:  Que  Dios  te  bendiga…

Dayana se queda unos segundos mirando por la ventana.

Dayana: ¿Y esa moto?

Meche: ¿Cuál moto?

Dayana:  Esa…  la  que  está  en  la  platabanda…

Meche se fija en lo que le muestra Dayana.

Meche:  Coño’e  su  madre…  esos  desgraciados  no  tienen  a  otra  a  quién  joder… y

justo en los jazmines, es que son una mierda.

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Dayana se le atraviesa en el camino.

Dayana:  No  salga,  mamá.  No  le  pare…  

Meche: ¿Ah   no…? Dejo   esa   moto   ahí…   que   después   venga   la   policía…   o   el  

malandro al que se la robaron…

Dayana: ¡No salga, mamá!

Meche:  ¡Quítate,  Dayana…  quítate!

Dayana:  Mamá,  por  favor…  ya  en  el  barrio  la  llaman  la  loca  y  con  razón.

Meche: Loca estoy, así que…  

Dayana se aparta y Meche sale.

ESCENA II

Dayana sola, mirando la masa, mete los dedos, trata de sacar una parte para

echarla a la basura. Cuando entra Anabel, que viene de la calle.

Anabel: ¿Y mi mamá?

Dayana:  Concho,  Anabel,  ponte  una  campana  en  el  cogote…   ¿No la viste? Por

ahí  salió  como  un  peñonazo  a  buscar  al  que  dejó  esa  moto…  o   la  policía…  o  al  

diablo…

Anabel le entrega un regalo.

Dayana: ¿Y eso?

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Anabel:  Es  tu  cumpleaños…

Dayana: ¿De verdad? Ya ni de eso me acuerdo.

Anabel:  Si  solo  recuerdan  lo  malo…

Dayana:  Lo  malo  no  se  recuerda,  no  se  olvida…  Gracias…  

Anabel: ¿No lo abres?

Dayana abre el regalo, es un cd de éxitos de Merengue.

Anabel: Con este enseñamos a bailar a Raúl.

Dayana lo guarda de nuevo en el papel.

Anabel: ¿Le dijiste?

Dayana:  No…  

Anabel: ¿Cómo no le vas a decir, Dayana?

Dayana:  Me  da  miedo  como  se  ponga…  Lo  que  haga…

Anabel:  Irse…  eso  es  lo  que  tiene  que  hacer…

Dayana: No sé.

Anabel: Tú me diste la razón.

Dayana:  Porque  tienes  razón…  pero  yo  no  le  voy  a  decir. Porque capaz hace al

revés…  ¿No  ves  que  ella  está  así?  Uno  cree  que  va  a   llorar  y  se   ríe,  uno  hace  

algo para que se alegre  y  se  molesta…  Capaz  le  dices…  y  va  y  lo  busca.

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Anabel: Vienen mañana, para ver cuánto vale la casa…

Dayana: ¿Y vale algo?

Anabel:  Todo  vale…  ¿Y  esos  porones?

Dayana: Jazmines.

Anabel: ¿Jazmines?

Dayana:  Jazmines…  una  flor  chiquitica  así…  una  flor.

Anabel: Yo sé que es una flor, tonta.

Dayana: Ah, yo pensé que creías que era la novia de Aladín.

Anabel: Sabes que es por su bien.

Dayana:  No  lo  sé,  porque  cuando  ella  habla  con  las  otras  mamás  la  ve  contenta…  

bueno, contenta dentro de lo que se puede.

Anabel:  A  lo  mejor  ni  va  a  poder  salir…  

Dayana: Ella  es  esta  casa,  Anabel…  

Anabel: ¿Y tú? ¿No será por ti?

Dayana:  También…  Yo no soy como mi mamá, no tengo todas sus cosas, porque

eso  sí  me  ponía  mal,  ver  su  pelota,  sus  cuadernos…  esa  letra  choreta,  por eso los

regalé…  a  los  de  la  escuelita  esa  de  abajo…  No  estoy  todo  el  tiempo  pensando  en  

él, pero a veces por las tardes llega un olor como a Toddy y creo que es José. ¿Y

si nos vamos y no huele más a Toddy, Anabel?

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Anabel:  Mi  mamá  los  denunció…  

Dayana: Y  yo  también…

Anabel:  Y  lo  soltaron…  ayer  lo  soltaron.

Dayana: Lo agarrarán otra vez.

Anabel: ¿De verdad lo crees, Dayana?

Dayana: No lo creo, pero me hago la que lo cree porque si no, entonces lo que

queda es morirse.

Justo en ese momento entra Meche, se hace un silencio. Se miran las tres.

ESCENA III

Meche solo habla con Dayana, ignora por completo la presencia de Anabel

Meche: La moto la puso Guircho ahí, ya le dije, que la saque, que la saque porque

si no, voy a la PTJ.

Dayana: El CICPC.

Meche: Es la misma  mierda…

Dayana:  No  se  meta  con  esa  gente…

Meche: Ya lo que nos tenían que quitar, nos lo quitaron. Así que si quieren, que

vengan y le caigan a tiros a la casa. ¿Qué le hiciste a la masa?

Dayana: Boté un poco, mamá.

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Meche: ¿Cómo la vas a botar? La comida es sagrada.

Dayana:  Igual  la  botamos  después…   Mamá…  hoy  es  mi  cumpleaños.

Meche:  Yo  sé…  ¿No  te  parí?

Dayana:  Me  hubieras  acordado…  Anabel  me  trajo  un  regalo.

Meche:  Qué  bueno…

Dayana: Anabel está aquí, mamá.

Dayana mira a Anabel. Meche ni voltea.

Meche: No llegaron a los porrones, menos mal, porque esa flor es más delicada...

Uno cree que es fácil, pero si le echas mucha agua se ahoga, si le da mucha luz

se   seca…   es   como   un   hijo,   uno   sabe   cuando   le   da   de   más,   cuando   le   da   de  

menos.

Meche por un segundo mira a Anabel, y sigue en sus labores, recogiendo la

casa.

Dayana: Mira, es un  cd…  

Meche: ¿A Anabel se le olvida que en esta casa estamos de luto? Que si ella no le

guarda  respeto  a  su  hijo…  yo  sí  al  mío.  Devuélveselo…  dile  que  en  esta  casa  no  

se oye música, no se celebra cumpleaños.

Anabel: Dímelo…  

Meche:  Dile  a  Anabel  que  gracias… pero que no necesitamos nada.

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Dayana:  Mamá  dice…

Anabel:  La  estoy  escuchando,  Dayana…  estoy  al  lado.

Dayana: (A Meche) Que ella te escucha, que está acá al lado.

Meche: Si me  escuchara,  se  hubiera  ido…  como  se  fue  hace  un  año.  Dile  eso…

Dayana:  Que  si  la  escucharas  ya  te  hubieras  ido…

Anabel: Dile que qué quería, ¿Qué me quedara de luto eterno? A mí también me

quitaron   un   hijo…   y   un   hermano…   y   un   sobrino…   ¿Para   qué   quería   que me

quedara…?  

Meche: Dile a Anabel que ella sabrá lo que hace.

Dayana:  Anabel,  tú  la  estás  escuchando…  ¿por  qué  mejor  no  vienes  otro  día?

Meche: Dile a Anabel que no venga, que aquí no hay nadie enfermo para que lo

visiten.

Anabel: ¿Crees que me duele menos?

Meche:   Dayana,   por   favor…   Anabel   que   sepa   que   aquí   hay   mucho   oficio   que  

hacer…

Dayana: Limpiamos esta mañana.

Meche: Volvemos a limpiar.

Anabel: No hay nadie que ensucie.

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Meche: Dile a tu hermana que no me lo merezco.

Dayana:  Ella  dice…

Anabel: Ya, Dayana…   Sabes   que   mi   mamá   me   escucha,   no   necesito   que   me  

traduzcan  porque  no  estoy  hablando  en  chino…

Meche: Dile a tu hermana que cada quien hace con su dolor lo que quiere.

Anabel:  Hablé  con  Dayana…  tienes  que  salir  de  aquí,  mamá.

Meche mira a Dayana.

Dayana: Ella fue la que dijo.

Meche: Pregúntale si adonde ella se fue le duele menos.

Anabel:  No  sufres  más  tú  porque  te  quedaste  aquí…  ni  Dayana…  

Meche: ¡Pregúntale! Porque si duele menos, me voy.

Dayana se voltea hacia Meche.

Anabel: ¡No se te ocurra preguntarme!

Dayana: ¡Vayan a volver loca al   co…   a otra las dos! Algún día tienen que

hablarse.

Anabel: Es ella la que ni siquiera me mira.

Tocan a la puerta. Dayana abre y es Aída con una torta de panadería, un

paraguas, un sombrero, un periódico.

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ESCENA IV

Aída:   Anabel   me   dijo   que   estabas   de   cumpleaños…   esta   es   una   tortica   de   las  

hermanas   Suárez,   de   allí   mismo   de   la   Pastora,   son   famosas…   no   sé   si   son  

buenas,  nunca  las  comí,  pero  famosas  son…  

Dayana mira a Meche pidiendo permiso para agarrar la torta. Meche solo le

da la espalda y comienza a limpiar frenéticamente.

Dayana:  Usted  sí  es  bien  brava,  venirse  pa’este  barrio.  La  van  a  venir  robando.

Aìda:   ¿Qué?   Ya   lo   intentaron…   no   les   quedaron   más   ganas.   Me   agarró   un  

muchachito allá abajo, y me lo comí, el muy malandro   va   y   me   dice:   “Musiua,  

dame  el  celular”,  no  me  arrechó   tanto  que  me  pidiera  el   teléfono,  como  que  me  

dijera   musiua…   le   dije   el   recontracoñodetumadre,   musiua   será   tu   mamá   en  

pantaletas,  porque  yo  nací  en  esta  vaina,  aquí  crecí…  estudié,  me  casé,  tuve un

hijo  hermoso…  No   joda,   trabajé  como  una  burra  por  él  y  por   tomar  una decisión

correcta en un tribunal me lo mataron como un perro cuando iba para el colegio. Y

soy tan venezolana, tan venezolana, que aunque me quitaron a mi único hijo sigo

viviendo en esta   mierda…   porque   es   mi   mierda…   Ojo,   todo   esto   ya   era   yo  

hablando sola, el muchacho apenas me escuchó la primera grosería salió

corriendo…  pero   yo   seguí   porque   bueno…  uno   anda tan cargado, que a veces

agradeces que te den una oportunidad así aunque sea para mentar la madre.

Meche: ¿Café?

Aída: Clarito, porque la gastritis me está matando. ¿Te gusta?

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Dayana:  Sí…  bueno…  hace  años  que  no  me  pican  una  torta. La  última  fue…

Meche:  Siete  años…

Dayana:   Tampoco   me   gustaba   así   mucho…   porque   además   el   condenado   de

Raúl, cuando yo iba a apagar la vela, chica, venía y me la soplaba.

Se hace un silencio, que rompe Meche que empieza a barrer.

Aída: Esas tortas tienen  historia…  eso  es  lo  que  me  gusta  de  venir  para  acá,  que  

todo   tiene   historia… como   este…   el   Lídice…   yo   decía de dónde sacaron ese

nombre…  y  lo  conseguí  en  internet.

Dayana: ¿El barrio sale en internet?

Aída:   Todo   sale   en   internet… y este barrio se llama Lídice porque durante la

Segunda Guerra Mundial los nazis invadieron un pueblo en Checoslovaquia

llamado Lídice…  y  mataron  a  todo  los  que  vivían  allí para vengarse porque los del

pueblo  mataron  a  un  soldado  nazi…  ¿Estás  viendo?  Mataron  a  todo  un  pueblo  por  

un  soldado…

Dayana: Esos alemanes eran bravos.

Anabel:  Ya,  mamá,   sí…  que  no  está  mal   que   se   le   pique  una   torta…  A  Raúl   le  

gustaba.

Meche sigue limpiando, barre de un lado a otro.

Dayana: ¿Y qué pito toca uno ahí?

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Aída: Nada…  que  ese  año  en  algunos  países del mundo les pusieron Lídice a un

lugar  en  honor  a  los  caídos…  

Dayana: ¿Viste, mamá?

Anabel: Mamá, ya…  quédate  quieta…

Meche: Yo quisiera saber a cuántos barrios en el mundo le ponen Caracas todos

los  fines  de  semana…

Entra Yoli con una botella de anís.

ESCENA V

Meche: ¿Eso es para la fiesta? ¿A quién más le dijo Anabel que estabas de

cumpleaños?

Yoli: Epa,  ¿qué  ven?  Esto  es  pa’los  santos…  

Meche: No te hagas la que no sabías.

Yoli:  ¿Saber  qué?  Yo…  Meche…  nada…  cuando  algo,  yo…  tranquila.

Aída:  A  mí  solo  me  dijeron  que  era  el  cumpleaños  de  Dayana…  por  eso   traje   la  

torta…   muy   famosas… (A Yoli) de las hermanas   Suárez… (A Meche) Meche,

ustedes dos tienen que hablar.

Meche:  Ya  Anabel   sabe   lo  que  pienso…  pero  ella   insiste.  No   sé  a   quién   carajo  

salió tan terca.

Dayana:  Pues  a  quién  más…

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Meche mira severa a Dayana.

Aída:  ¿Anabel  habló  contigo…?

Anabel:  No  sabe…

Dayana: No le dije, me dio miedo.

Meche: ¿Se puede saber de qué habló todo el mundo? ¿Qué sabe medio país

menos yo?

Aída: Lo soltaron.

Se hace un silencio. Meche se aferra a la escoba.

Yoli:  Su  madre…

Aída:  Ayer  me  llamaron  de  la  fiscalía…  el  mismo  cuento  de siempre.

Dayana: ¿Viste? ¿Viste por qué no le quería decir?

Anabel: Mamá, ese tipo es peligroso.

Yoli:   Es   que   son…   no   saben…   en   lugar   de   meterlos…   porque   todo   el   mundo  

sabe…  si  declararon…  porque  en  el  barrio…  Raúl  era  querido…  ¿cómo  lo  sueltan,  

ah?

Aída: Es el código penal, las cárceles que no tienen espacio, la corrupción, el

país…  

Yoli:  Pero  yo  digo…  se  sabía…  se  sabía  porque  se  sabe…  los  que  fueron…  y  él  el  

que  más…

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Aída: Eso no importa. Yo sé perfectamente quienes mataron a mi hijo, y trabajo en

tribunales, y porque trabajo allí sé que nunca irán presos.

Yoli:   Bueno…   porque   el   tuyo   era   una   culebra…   bueno…   con   estos…   los  

uniformados…  allí…  allí  no  hay…  como  el  de  Anabel…  con  la  policía….  No…  

Aída: Se supone que no debería importar, que la ley es para todos.

Dayana:  Será  en  Checoslovaquia…  

Anabel:  Justo  o  no,    el  caso  es  que  está  suelto…  mamá,  está  suelto.  

Meche:  ¿Y  qué  puedo  hacer?  Vivir,  Anabel…  ¿Se  puede  intentar  otra  cosa,  Aída?

Aída:  Se  puede…  pero  deberías  irte  de  aquí…

Meche: Si él me quiere encontrar, lo hace.

Aída:  Pero  qué  cabeza  tiesa…  escucha  primero  a  Anabel,  después  decides.  

Yoli:  Musiua…  ni  lo  intente…  hay  situaciones…  que  mejor…  ¿me  captas?  Yo  una  

vez…  y  no  me  quedaron  ganas…

Aída: No me digas musiua, Yoli, porque no respondo.

Dayana: Suelta todas la groserías que se sabe.

Yoli: ¿En español?

Aída: ¿Qué coño idioma crees que hablo?

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Yoli:  Eh,  yo  solo…  pregunto…  nada  más…  porque  uno  tiene  que…  bueno…  pero  

nada  malo…

Dayana:  Mamá…  a  lo  mejor.

Meche la mira.

Dayana: ¿No escuchaste?

Meche: Ya escuché, desde que empezó a llegar toda esta gente lo único que hago

es  escuchar…  Y  vienen  con  la  torta,  con  la  música…  y  la  botella…  cuando  saben  

que  en  esta  casa  estamos  de  luto…

Yoli:  Que  es  pa’los  santos,  siempre  tan…  ¿ve cómo eres, Meche?

Meche. Así soy…  así  soy…  y  me conocen todas. Y sé por dónde vienen, y se los

digo bien claro, no me importa que lo suelten. Aída, tú me dices adonde hay que ir

ahora.

Anabel: ¡Son seis años!

Meche:  Son  seis  años…

Entra Sandra, viene con ropa de oficina, las mira.

ESCENA VI

Meche:   La  que   faltaba…  ya  me  extrañaba  que  no   te   hubieras   aparecido.  Como  

aquí les dio por armar un complot.

Dayana: Son cosas de ella, mamá.

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Anabel: Deja de echarme la culpa a mí que tú también piensas igual. No estamos

pidiendo permiso para ir a unos   quince   años…   queremos   vender   la casa,

queremos  sacarte  de  aquí,  antes  de  que  ese…  desgraciado  lo  haga.

Sandra: El señor de la carpintería está interesado.

Meche: Siempre tan pisapasito, ya hasta vendiéndome la casa.

Aída: Tú misma sabes que la cosa se   va   a   poner   difícil…  No   tienes   cinco   días  

viviendo en este barrio.

Yoli:   No…   si   peor…   yo   digo…   antes   era   como   bueno…   a   una   hora…   por   una  

zona…  un  sabía…   que   en   esa   esquina…  mosca…   pero   ahora…   son   todas   las  

esquinas…  y  a  toda  ahora…

Meche: Pero por eso uno no se va, es como cuando uno está casado y tiene

problemas,  no  por  eso  uno  sale  corriendo…  la  cosa  está  difícil  para  mí  desde  hace  

seis años cuando vi a mi muchacho salir vivo por esa puerta a comprar pan, y no

regresó. Y a mí no me vengan el cuento de irse…  ¿para  dónde?  Si   todo  el  país  

está  así…  ¿o  ustedes  no  leen  periódicos?

Dayana:  No  se  mueva,  mamá…

Meche: ¿Qué pasa?

Dayana:  Una  pestaña…  una  pestaña  para  pedir  deseos…

Meche:  Ay,  Dayana,  por  favor…

Dayana va de una en una tratando de pedir un deseo. Empieza por Meche.

Page 17: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Dayana:  Pide  un  deseo…

Meche: Mi único deseo es que me dejen en paz las dos.

Dayana:  No  lo  puedes  decir…  ¿Yoli?

Yoli: No…  si  eso…  que  va  a  hacer  nada…  yo  sé  que  la  cosa  es  fea  acá,  pero  si  

nos  vamos  todos…  porque  uno  junto  es  distinto.

Dayana: ¿Anabel?

Anabel: (La ignora) ¿Para qué? De nada sirve que mi mamá esté aquí esperando

que un día venga ese malandro amanezca atravesado y la mate.

Dayana: ¿Sandra? ¿Sandrita?

Sandra: Ya todo el mundo en el barrio comenta, y cuando aquí empieza el chisme,

mejor es hacerle caso, señora Meche.

Dayana: ¿Aída?

Aída: Eso es superstición, supuestamente es porque al diablo le gustan las

pestañas, y cuando uno las rescatas por eso puedes pedir un deseo.

Meche: Al diablo le gustan los hijos de uno.

Dayana: ¡Co….! Conchale…  vale  ¡Perdí la pestaña! ¿Es que ni siquiera uno puede

pedir un pedazo de deseo en esta casa? Yo sé que hay que estar triste, yo

debería  estar  triste,  pero  no…  porque  me  acuerdo  de  Joséito, y a él no le gustaba

que llorara, por nada, ni siquiera  cuando  nos  dejó  su  papá…  él  aprendió  lo  de  las  

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pestañas  en  el   kínder…     y   siempre  pedíamos  deseos,   siempre…  y  ahora  nadie  

pide  un  deseo  conmigo…  Estoy  cansada…  cansada.

Dayana se sienta en un rincón. Todas se miran. Se quedan en silencio.

Yoli: La próxima que se me caiga una pestaña.... Bueno... Te la guardo...

Todas se miran. Silencio.

Yoli: ¿Y la cosa es para irse? ¿Irse-irse?

Meche:  Ya  Anabel  se  fue…  ¿A  eso  vinieron  todas?  Ya saben que no me voy.

Yoli:   Yo   no…   te   juro,  Meche…  que   yo…   cómo   voy   a   querer…   si…   bueno…   yo  

necesito…  yo  entiendo,  yo  entiendo,  Anabelita…  pero  también  piensa…  piensa  en  

uno. No es fácil... Porque de repente en la tarde... O en la mañana... Me acuerdo y

me vengo para acá. No hablamos de eso... ¿Verdad, Meche? No hablamos de

eso... Pero nos entendemos. Y ella me da un jugo y yo sé que ella sabe que me

acordé. Y eso que no es igual, porque Raúl era bueno, Yendris no... Yendris...

No... El no era bueno... Pero duele igual o peor... Porque uno piensa que algo hizo

mal. Y eso que le caí a correazos la primera vez que supe que robó, a lo mejor

fue eso, que no tenía que pegarle, pero yo qué sé, así me enseñaron a mí y yo

hacía caso... Pero Yendris no... Él no.

Aída: Te estás metiendo en problemas, Meche.

Meche: Estoy ayudando. Hay gente  que  no  sabe  qué  hacer,  y  yo  les  digo…  que  

denuncien…  

Page 19: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Anabel:  Dile,  Aída… Explícale por favor, porque parece que no entiende.

Meche: Yo sí entiendo, soltaron al tipo que mató a mi hijo, que yo misma

denuncié, y que le vi la cara mil veces en tribunales, que vive tres casas más

arriba,   que   seguro   va   a   volver   y   nos   veremos…   en el abasto, en la parada del

jeep…      o  en  la  panadería  donde  le  dio  un  tiro  a  Raúl,  y  yo  voy  a  pedir  dos  canillas,  

cuatro acemitas, lo veré a los ojos, y le pasaré por al lado.

Yoli:   Ellos   no   juegan…  Meche…  se   lo   digo…  que  mi  Yendris…  bueno…  si  está  

donde  está…  es  porque…  porque  tampoco  jugaba…

Dayana: Por  eso  la  moto… no la pusieron ahí de gratis.

Anabel: ¿Cuál moto?

Aída: ¿Cuál moto, Meche?

Meche: Uno que se equivocó de estacionamiento.

Yoli: La marcaron. Tú  sabes…  eso  es  así…  un  mensaje.

Anabel:  Mamá,  no  hay  necesidad…  

Aída: Cuando te digo que el proceso  es  lento…

Meche:  Es  que  no  va  a  pasar  nada…  

Anabel: Mamá, ¿puedes mirarme?

Meche:   Dile   a   Anabel   que   ya   la   miré   bastante…   La   vi   irse   por   la   Calle   Real…  

como  vi  irse  a  Raúl…  el  día…  

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Sandra:  El  día  que  lo  mandé  a  comprar  pan…  

Meche: El día que lo mandaste a comprar pan.

Anabel:  Ya  comienza  la  cadena  de  las  culpas…  

Meche:  Nadie  le  está  echando  la  culpa  a  nadie…  

Anabel: Es como si yo te culpara por la muerte de Eduardo porque le gustaban

más  tus  empanadas  que  las  mías…  y  esa  tarde,  en  lugar  de  agarrar  para  la  casa,  

se  vino  solo…  y  bajándose  de  esa  camioneta…

Dayana:  Entonces  la  culpa  es  mía  porque  nunca  tuve  pa’comprarle  una  bicicleta a

José…  y  siempre  quiso  una…    

Sandra:   Ya   lo   que   pasó   no   lo   podemos   resolver…   pero   tal   vez…   en   otro   lugar  

pueda estar más tranquila.

Meche: ¿Qué sabes tú, Sandra?

Sandra:  No,  no  sé…  no  sé  nada,  yo  solo  las  veo  porque  estoy  afuera,  porque  soy  

la mujer de  Raúl…  y  no  lo  mamá,  y  tal  vez  no  entiendo  ni  lo  que  siente…  ni  lo  que  

sienten   ninguna… porque   no   tengo   hijos…   no   tengo   porque   me   mataron   a   mi  

marido.  Yo  sé  que  Aída  entiende,  que  Yoli  entiende…  y  me  siento  afuera  del  dolor  

de  todas  porque  no  soy  mamá…  porque tengo treinta y seis años y no sé si lo sea

algún día.

Meche: A lo mejor Dios te está evitando una tristeza.

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Sandra:  O  una  alegría.    Porque  yo  la  conocí  feliz…  feliz  cuando  Raúl  venía  por  las  

tardes  y  se  le  guindaba  de  la  cintura…  cuando  la  sacaba  a bailar y la distraía de la

cocinadera  y  la  planchadera…  ¿Por  qué  ahora  todo  tiene  que  ser  esta  tristeza…  si  

él no era así?

Meche:  Porque  no  es  un  muerto…  son  tres…   tres…  un  hijo,  dos  nietos…  en  un  

mismo  barrio.  Es  el  hijo  de  Yoli,  es  el  hijo  de  Aída…  y   la gente solo ve números…  

números…  y  dicen  y  eso  que  no  es  Irak…  Irán…  pero  solo  lo  dicen…  y  después  

siguen con su vida. Para las únicas que la tristeza no es un número es para

nosotras…  que  ese  número  tiene  nombre  y  apellido,  y  le  gustaban  las  arepas  y  las

empanadas…

Yoli:  Y  el  pollo  frito…  a  Yendris  le  gustaba  el  pollo  frito.

Meche:  La  gente  cuenta…  cuenta  los  que  entran  a  la  morgue  de  Bello  Monte…  yo  

también  sé  sacar  cuentas:  Dos…  dos  eran  las  arepas  que  se  comía  en  la  mañana.

Tres las horas de parto cuando   lo   parí… Siete los años que tardó en sacar la

universidad. Cuatro los hijos que quería tener. Y  puedo  seguir  contando…  

Dayana:  Mamá,  no  se  ponga  así…

Meche: ¿Y cómo quieres que me ponga? Yo solo quiero que un día dejemos de

sacar  cuentas…  se  murieron más  el  mes  pasado  que  este…  cuando  no  se   tiene  

que  morir   nadie…   así   de   sencillo…   nadie…   La   gente   se   escandaliza…  ¿y   qué  

más? Hay algunas mamás que la entrevistan por televisión, ¿y qué van a decir?

¿Qué era un malandro? No, que era su hijo, y así fuera el peor de todos no

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merecen   que   los   maten   así,   porque   para   eso   hay   leyes…   bueno,   de   eso   sabe  

mejor aquí Aída.

Aída:   Creí   que   sabía…  Cuando me llegó aquel caso, no podía pensar en nada

malo, estaba haciendo mi trabajo. La primera vez que me amenazaron por

teléfono quise creer que era como una pesadilla, pero que nada de lo que me

dijeron  pasaría…  y  pasó…  

Meche:   Imagínate  entonces,  Sandrita…    Y  yo  sé  que  él  era   feliz…  que  era   todo  

alegría. Él fue el que me llegó un día con esa idea se sembrar flores…  Vamos  a  

sembrar  estas  flores,  mamá…   jazmines, son  bien  bonitas…  y  huelen  sabroso.  Yo  

le  hacía  caso  en  todo,  en   todo…  y  allí  están…  sus   jazmines…  Tal  vez  sí,  soy  la  

loca   que   no   piensa,   la   loca   que   siembra   jazmines…   ¿Qué es lo que son los

jazmines, Aída?

Aída:  “Regalo  de  Dios…”  significa  “regalo  de  Dios”.

Meche:  Como  Raúl…  como  ustedes…  Y  no  hago  lo  que  otros  esperan…  No  sé,  

no  soy  así.  Prefiero  quedarme  y  verle  la  cara  al  que  me  lo  mató…  que  él  sepa  que  

yo  sé…  que  no  me  olvido.

ESCENA VII

Meche: No se puede olvidar ese  día…

Aída:  Cuando  el  dolor  es  tan  grande  o  Lo  olvidas  todo…  o  lo  recuerdas  todo.

Dayana: Se acerca, me dice: ¿puedo montar la bicicleta de Carlos?

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Anabel: Recibo la llamada: Voy para casa de la abuela.

Yoli:  “Déjame  tranquilo…  yo  sé  lo  que  hago…”

Meche:  Sandra  dice  "no  hay  pan  para  el  almuerzo…  y  él  “Yo  lo  compro"

Aída:  “Tengo  examen…  deséame  suerte”…  Suerte…

Dayana: Y lo veo cruzar la puerta.

Meche: Me pide la bendición.

Dayana: Dios te bendiga.

Anabel:  Se  corta  la  llamada  antes  que  le  pueda  decir…

Yoli: Cuídate.

Aída: Cuídate.

Meche: Cuídate.

Aída:  Mamá,  tú  sí  tienes  cosas…

Dayana:  Y  sonríe…

Anabel:  Sé  que  sonríe…  no  lo  veo,  pero  sé  que  sonríe.

Yoli:  Ya  no  sonríe…  desde  que  anda  con  esa  gente  no  sonríe.

Meche:  Y  entonces  el  tiempo…

Aída: No te imaginas qué pasa cuando no lo ves.

Page 24: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Anabel: Le mando un mensaje y no responde.

Dayana:  Siempre  viene  para  la  merienda…

Yoli:  No  llega…  

Meche: Demasiado para  comprar  un  pan…

Anabel: Se baja de la camionetica, un policía le da la voz de alto.

Aída: Alguien lo llama por su nombre.

Yoli: No voltea.

Meche: Le piden dinero...

Anabel: No sabe que es con él.

Yoli: Sabe que es con él.

Dayana: Le gritan.

Aída: No escucha, tiene los audífonos puestos.

Meche: Un disparo.

Dayana: Un disparo.

Aída: Dos disparos.

Anabel: Tres disparos.

Yoli: Once... Once... Disparos.

Page 25: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Aída: Entonces suena el teléfono.

Anabel: ¿Hola?

Dayana: Tocan a la puerta.

Yoli: Es la policía.

Meche: Una vecina.

Aída: Un funcionario.

Dayana: Un niño.

Anabel: Mi mamá.

Aída:  Algo  le  pasó…  a  su  hijo.

Dayana: ¿Mi hijo?

Meche:  ¿Mi  hijo?  Pero  si  hace  un  segundo  estaba…

Yoli:  Aquí…  estaba  aquí….

Anabel:  Mi  hijo…  ¿estás  segura?

Dayana:  Es  otro…

Aída: No es él.

Meche: No puede ser él.

Yoli: Sí, es él.

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Meche:  Y  uno  solo  quiere  retroceder  el  tiempo…  a  ese  minuto…  y  decirle: espera.

Aída: No vayas.

Yoli: No salgas.

Dayana: Quédate conmigo.

Anabel: Para siempre.

ESCENA VIII

Las seis se miran, se escucha el sonido de varias motos, las luces entran

por la ventana. Es un sonido ensordecedor, las seis se alertan. Meche va

hacia la puerta.

Meche: ¡Los jazmines, estos desgraciados me van a joder los jazmines!

Anabel se le atraviesa.

Anabel: No vas a salir.

Meche la ignora. Anabel la toma de los brazos.

Anabel:  Me  miras…  me  miras  y  me  escuchas.  No  vas  a  salir.

Meche:  ¡Estoy  cansada…!  ¡No  puede  ser  que  vengan  hasta  acá…  se  metan  en  la  

casa…  nos  quiten  a  nuestros  hijos  y  nadie  hace  nada!   ¡Coño,  nadie  hace  nada!  

¡Verga   qué   arrecho…!   ¡No   puedes   llamar   a   un   policía,   no   puedes   ir   a   una  

jefatura…!   No   hay   nadie   que   salga   y   les   diga   basta…   ¡Basta! ¡Ya, basta!

¡Déjennos  vivir!  ¡Hasta  cuándo…!  No  puede  ser  que  no  haya  nadie  que  se  apiada  

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de  nosotros…  que  entienda  que  nuestros hijos valen…  que   los  parimos,  que   los  

queremos   ver   crecer,   no   joda…  que   son  ellos   los   que   tienen  que  enterrarnos…  

esa es la  ley  de  la  vida…  así  debe  ser….

Aída:  Quédate  quieta,  Meche…

Meche:  A  veces  quisiera  agarrarlos  con  mis  manos  y  decirles…  ¿por  qué?  ¿Por  

qué?

Meche intenta salir de nuevo.

Yoli: Meche, que esos no comen cuento.

Meche:  Entonces  que  me  maten,  pero  ya…  ya…  

Dayana:  Mamá,  por  favor…

Meche:  Déjenme  salir…  son  los  jazmines  de  Raúl.

Anabel:  Raúl  ya  no  está…  nosotras  sí…  Mírame,  mamá…

Meche:  Son  los  jazmines  de  Raúl…  ya  me  lo  quitaron  a  él…  ya  me  lo  quitaron  a  

él…

Anabel: ¿Quieres lo jazmines? ¿Eso es lo único que te importa?

Meche:  mis  jazmines,  mis  jazmines,  sus  jazmines…    

Anabel: ¿Eso es lo único que te importa?

Anabel sale.

Page 28: Jazmines en El Lidice Texto Completo

ESCENA IX

Dayana:  ¡Anabel…!  ¡Anabel!

Yoli:  Loca…  así…  como  la  Meche…

El sonido de las motos es cada vez más fuerte.

Sandra: ¡Anabel!

Aída:  (Echa  a  Sandra  al  suelo)  Al  suelo…  al  suelo…  no  sea  que  disparen…

Las cinco se colocan en cuclillas, juntas, esperando que pase lo peor.

Dayana: ¿Ves lo que hiciste, mamá? Nosotras existimos, nosotras estamos aquí,

vivas…   y   yo   sé   lo   que   es   perder   un   hijo, tú por lo menos lo viste crecer,

graduarse…   yo   ni   siquiera   eso…   pero   estamos   vivas,   y   te   necesitamos,   yo   te  

necesito…  a  veces  quiero  llorar  y  me  da  pena…  a  veces  quiero  salir  corriendo  y  

me   da   pena…   porque   tú   eres   fuerte,   porque   tú   eras   la   loca   del   Lídice, la que

denuncia…  la  que  se  pelea  con  los  malandros  que  mataron  a  Raúl,  yo  soy  la  que  

se  sienta  en  la  entrada  a  ver  si  un  día…  se  asoma  la  bicicleta  de  Carlos,  y  viene  

José…  Tú sales y peleas, yo soy la que se sienta y espera.

Meche se acerca a la puerta. Siguen las luces, los ruidos de las motos que se

alejan.

Meche:  (A  la  puerta)  ¡Anabel…!  ¡Hija…!    ¡Anabel!

ESCENA X

Page 29: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Cesa el sonido de las motos. Entra Anabel con un porrón en la mano. Se lo

da a Meche.

Anabel: Aquí tienes. Tú dices que nadie te entiende…  ¿y  quién  me  entiende  a  mí?  

¿A   Dayana?   Quieres   que   seamos   como   tú   y   no   podemos…   No   somos   así   de  

fuertes…  o  de   locas,   no   sé.    Sé que hay mucha rabia, pero debería haber otra

cosa…  ¿no?

Meche:  Si  lo  consigues…

Anabel: ¿Por qué no buscar juntas?

Anabel se sienta en una esquina. Las seis sentadas en el piso.

Anabel:  Esto   no  es   vida,  mamá…  Y  yo  entiendo  que  quieras   estar   aquí   porque  

aquí  vive  él…  y  capaz  la  casa  huele  a  su  perfume…  y  yo  soy  al  revés,  no  quiero  

estar donde esté su recuerdo. No quiero. Ese camino de la parada del autobús

hasta la casa es una tortura, lo veo en cada esquina, pateando un cuartico de

jugo, con su uniforme de bachiller, diciéndome que pasa primero por donde la

abuela.  Y  un  policía   se  equivoca,   a  él   la   da  miedo   y   corre…  y   todo   se   termina.

Todo…   mi   matrimonio,   mi   vida.   Y   tú   quieres   que   viva   aquí…   ¿cómo   se   vive?  

¿Cómo lo haces, mamá?

Aída:  Nadie  sabe  cómo   lo  haces…  ni  una  misma,  Anabel…  Aquí  estamos…  nos  

paramos  en   la  mañana,  y  seguimos  por  alguna   razón…  quizás  hacer   justicia  es  

una…  los otros  hijos  que  no  tienen  la  culpa…  Mi  esposo,  mi  esposo  lo  veo,  y  digo  

me ama, tiene que amarme, porque hace rato que no sé lo que es arreglarme,

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pintarme  para  que  me  vea  bonita…  Hay  días  que  me  veo  en  el  espejo  y  yo  misma  

me espanto, y él sigue allí. Trata  de  entender…  y  creo  que  lo  amo  solo  por  eso.  

Yoli:  Tienes  suerte,  muisua…  suerte…

Aída:  Sí,  suerte…  igual  siempre  los  pasos  me  traen  a  esta  casa,  al  principio  para  

ayudar  a  Meche,  las  denuncias,  los  procedimientos…  el  papeleo…  ir   juntas  a  los  

tribunales. Ahora creo que es el único lugar donde puedo respirar, mentar la

madre…   porque   los   demás   esperan   que   estés   bien…   te   dicen:   resignación…  

resignación…   como   si   fuera   tan   fácil   resignarse…   la   gente   de   afuera   te   mira…  

pero  hasta  allí,  nadie  se  involucra…  a  nadie  le  gusta  el  dolor,  le  huyen…  ¿Cómo  

vamos a cambiar algo si no nos atrevemos a mirar el dolor? El dolor es un espejo

donde   no   hay   belleza…   pero   qué   se   hace…   No   todo   es   bello… Por eso nos

buscamos,  ¿no?  Hablamos  un  mismo   idioma…  y  ojalá   los  que  están  afuera nos

escucharan…

Sandra:  Yo  quiero  escuchar…  de  verdad  quiero…

Meche: ¿No estás aquí siempre? ¿Acaso no nos oyes?

Sandra:  No  es   igual…  no  es   igual…  siempre  siento  que  estar  pidiendo  perdón  o  

pidiendo  permiso…  como  si  yo  no  tuviera  un  dolor  desde  hace  seis  años…  Señora  

Meche, yo también lo busco en las noches, en su lado de la cama y no lo

encuentro. Imagínese todo lo que a uno le dicen, de buscar tu mitad, y yo la

encontré,  y  otra  vez  estoy  incompleta…  eso…  incompleta…  como  una  mesa  que  

le falta una pata,   que   se   sostiene,   sí…  pero   todos   saben   que   ahí   no   se   puede  

poner  nada…  porque  se  tambalea…  ¿y  quién  se  apoya  en  esa  mesa?  ¿quién?  

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Dayana: Nadie dice que no te duela.

Sandra: No, pero siempre estoy afuera, mirándolas. ¿Y no se dan cuenta que

tengo todos estos años viniendo a esta casa? Y la señora Meche siempre me dice:

¿Se   te   perdió   algo?   Y   sí,   se  me   perdió…   la   vida…   porque   uno   planifica…   uno  

espera…   y   pasa   otra   cosa…   ¿y   qué   haces?   Mi   mamá   me   arma   unos   rollos  

terribles: ¿Hasta cuándo vas a ir para el Lídice?  No  sé…  no  sé…  ¿hasta  que  se  

me pase será?

Aída: Entonces seguirás viniendo, el dolor no pasa, se disimula mejor.

Sandra: Es distinto cuando alguien se enferma y los médicos dicen que ya no

estará  más  a  que  de  repente  llegas  a   la  casa…  y  no  hay  nadie  esperándote. Lo

único  que  tengo  de  Raúl  son  ustedes…  y  el  recuerdo  cuando  la  primera  vez  que  la  

señora Meche me vio bonito.

Yoli:  Uy…  de  esos  pocos…  Digo…  no  porque  vea  feo…  es  que  nunca…  bueno,  

nunca  una  muchacha  era  suficiente…  para  el  Raúl…

Meche: Lo hacías  feliz…  

Yoli:  Eso  es  casi  casi…  un  te  quiero…  

Meche mira a Yoli.

Yoli:  Entendido,  generala…

Sandra:  Él  también  me  hacía  feliz…  Yo no sé lo que es una guerra, pero a veces

mi mamá pone en volumen bajo CNN, o esos canales de documentales, veo esas

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mujeres  con  esos  trapos  encima  en  medio  del  desierto…  y  cuando  miro  sus  ojos  

se parecen tanto a mí. No sé cómo se llaman, dónde viven pero sé que ellas

tenían un Raúl que las hacía feliz y ya no está.

Dayana:  O  un  José…  yo  también  vi  una…  ¿De  dónde  era,  mamá? Era de un sitio

raro…   la   traducían…   y   decía   que   a   su   hijo   lo   mató   una   bala   perdida…   y   yo  

pensaba por qué hay tantas balas perdidas que se encuentran con nuestros hijos,

¿por qué no se pierden y ya?

Meche: Si nos ponemos a preguntar por qué, no nos levantamos más.

Aída:  Pero  nos  levantamos…

Anabel: Porque estamos vivas.

Sandra: Porque hace sol.

Meche: Porque hay jazmines.

Dayana: Porque llueve y huele a tierra mojada.

Yoli: Porque hay jugo en la mañana y café en las tardes.

Aída:  Porque  sí…  porque  el  coñísimodesumadre…  porque  sí.  

Yoli:  Eso  es…  cultura…  musiua…

Sandra:  Yo  quisiera…  Ay,  yo  quisiera   tantas  cosas…  A  veces  hasta  me  arrecho  

conmigo misma, ¿por qué tenía que gustarme el pan de la avenida? ¿Por qué?

Page 33: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Anabel:  El  problema  no  es  el  pan  de  la  avenida…  es que ya no es seguro comprar

pan…  ese  es  el  problema…

Sandra:  Quisiera  haberme  callado  ese  día…  quisiera…  quisiera  caminar…  pero  de  

verdad…  Ayer  me  di  cuenta  que  cambiaron  el  negocio  de  los  chinos  por  un  Pare  

de  Sufrir…

Dayana: Eso fue hace años, Sandrita…

Sandra:  Así  me  dijeron,  pero  no  me  di  cuenta…  no  lo  vi…  no  lo  vi…  porque uno

camina  apurado,  sin  ver…  yo  no  sé  cómo  es  Caracas,  sé  cómo  son  mis  pasos,  la  

distancia  de  la  oficina  al  metro,  del  metro  a  la  entrada  del  edificio…  pero  no  sé  de  

qué color son, si hay rejas nuevas, no los ves, porque caminas pendiente de los

otros…   y   yo   quisiera   un   día   lanzarme   por   esas   calles   y   caminar,   caminar,  

caminar…  caminar  distraída…  Y  quisiera  hablar…  hablar  de  otras  cosas…  pero  no  

como cuando hablas de otra cosa para no hablar de lo que duele, que es

distinto…  que  es  como  hablamos  siempre…  y   te  cortaste  el  cabello,   y  viste  que  

fulanita se casó, y  aquella  está  más   flaca…  y  nos   reímos  pero  no  nos   reímos…

todo  para  no  decir  muerte,  tristeza,  llanto,  ausencia,  soledad…  Quisiera hablar de

otras  cosas  de  verdad…  como  en  esos  lugares  donde  no  pasa  nada  y  las  noticias  

son que un gato estuvo atrapado ocho horas en un ascensor y los vecinos

angustiadísimos…     eso   quisiera…   Quisiera   hablar   de   otra   cosa   pero   hay   que  

hablar  de  esto…  de los  hijos,  de  nosotras… porque no se puede vivir con un grito

ahogado   en   la   garganta…   Tengo   seis   años   así   y   ya   no   puedo   más…   No   se  

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puede…  Hay  que  gritar…  hay  que  gritar…  a  ver  si  allá  afuera  alguien  te  escucha  y  

hace algo.

Se quedan en silencio.

Anabel: A veces intento recordarlo bonito, cuando me lleno de rabia, me acuerdo

del día que venía emocionado porque Nancy nos había invitado para los

quinceaños  de  la  hija…  y  cuando  agarra  la  invitación,  se  pone  bravísimo…

Dayana:  Ay,  sí…  se  puso  como  loco,  que  como  no  lo  invitaron…

Anabel:   Y   yo   leo   la   tarjeta,   claro   que   te   invitaron…   y   él   que   no,   que   ahí   decía:  

Anabel  y  Flia…  ¿Qué  quién  era  Flia?  

Dayana: Y Anabel: “familia…  eso  quiere  decir  familia…”

Anabel: Desde ese día, llegaba así súper galán y decía: Hola, Flia…

Dayana:  En  ese  cumpleaños  yo  sí  pasé  pena  con  José,  vale…  se  paró  al  lado  de  

la   torta,   y   siempre   lo   conseguía   comiendo…   y   yo   regañándolo,   y   él   que   estaba  

emparejando  la  torta…  

Anabel: Y emparejándola se comió como la mitad.

Dayana: Yo con aquella pena,  chica…  y  él  con  ese  dolor  de  barriga  después.

Anabel:  Ese  era  su  tema…  emparejaba  el  quesillo,  emparejaba  las  tortas…  todo  lo  

emparejaba.

Dayana:  Y   le   armaba  esos   rollos,   y   él:   tranquila,  Yayana…  porque  no  me  decía  

mamá  ni  por  equivocación…  Yayana…  le  decía mamá a mi mamá, y a mí Yayana.

Page 35: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Yoli:   A   mí   el   Yendris   iba   y   me   decía:   amamé…   Epa,   amamé…   ¿cómo   estás,  

amamé?   Porque   yo   siempre…   bueno   cuando   estaba   contenta…   limpiaba…  

limpiaba  y  ponía  esa  canción…  esa  la  de  “amamé…”

Aída: ¿Qué canción es esa, Yoli?

Yoli:   ¿Cuál   más?   La   que   dice   “amamé…”   (Tararea   como   puede   “Ámame”   de  

Marlene) Él  era  bueno… muy  bueno… y  no  sé…  un  día  ya  no  más…  a  veces  me  

provoca…  pedir  perdón…  me  da  miedo…  porque  él  hizo  cosas  pues…  a  lo  mejor  

por  él….    Hay  otras  mamás  sin  hijos…  cuando  pienso  que  un  Yendris…  capaz…  

mató   a   un   José…   un   Raúl,   digo   menos   mal…   menos   mal…   pero   tampoco…  

porque  a  mí  me  hace  falta…  el  que  era  bueno…  el  que  me  llamaba:  “amamé”.

Dayana:  Esa  canción  es  viejísima…

Aída:  Para  ustedes  todo  lo  de  uno  es  viejo…  Enzo  siempre me fastidiaba porque

escuchaba  canciones  en  italiano…  y  después  no  quieren  que  te  llamen  musiua…  

pero un día le gustó una muchachita que hablaba italiano y lo descubrí escondido

en el cuarto, aprendiéndose frases de las canciones para decirle a la muchacha…

“Te voglio bene assai Ma tanto tanto bene sai”

Yoli:  Ah…  y  que  no…  pero  sí  es  musiua…  eso…  vamos  a  estar  claro…  español  

nada.

Aída:  Es  italiano,  Yoli…  y  solo  significa  te  quiero  mucho…  mucho…

Yoli:  ¿Cómo  es  que  es…?

Aída:  “Te  voglio  bene  assai…”

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Yoli:  (Trata  de  repetirlo)  Te  voglio  bene  asai…

Aída:  Ahí  va…  mejor  que  Enzo…  Mi  papá  le  peleaba…  comía  espagueti  con  

mayonesa…  y  salsa  kétchup.  Hace  poco  lo  probé,  y  me  gustó…  

Yoli:  ¿Qué…?  Eso  es  lo  mejor…  bueno…  con  diablito…  también.  Venezolano  

come espagueti  con  mayonesa…  y  baila…  

Dayana: No, si Raúl tenía una muela en el oído. Mamá siempre le decía: Raúl,

menos mal que estás bueno porque bailas malísimo.

Sandra: ¿Qué? Si la primera vez que yo conocí a Raúl fue bailando.

Dayana: No sabes lo que nos costó…

Anabel: Un día Dayana abre la puerta y lo consigue con un discman, bailando con

la  escoba…

Dayana corre busca la escoba.

Anabel:  No  te  levantes…

Aída:  Al  suelo,  Dayana…

Dayana: (No les hace caso) Salí  corriendo  a  buscar  a  Anabel…  y  a  mi  mamá…  las  

tres nos paramos en la puerta y Raúl bailando con la escoba. Patulequísimo…

Dayana baila con la escoba.

Anabel: Bailaba  rarísimo…  Cuando  se  da  media  vuelta  y  nos  ve  allí…

Dayana:  Patitas  pa’que  las  quiero.

Page 37: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Anabel:  No  nos  hablaba…  porque  a  nosotros  nos  dio  un  ataque de risa.

Dayana:  Y  lo  agarramos…  ¿por  qué  después  de  viejo  quieres  bailar?

Anabel:  Era   por  Sandra…  porque   y   que   tú  decías   que  no   te  empatabas   con  un  

hombre que no supiera bailar.

Dayana:  Y  aprendió…  no  era  Chayanne,  pero  le  ponía  swing…

Anabel: Porque   payaseaba…  Hacía  morisquetas,   y   a   uno   se   le   olvidaba   que   te  

había metido un pisotón.

Sandra:  Ese  día  fue  tan  bonito… Venía  con  una  chaqueta  azul  marino… bailamos

toda la noche, y me dijo: quiero que seas la madre de mis hijos.

Meche se levanta repentina. Todas se quedan en silencio. Meche se va al

cuarto sin decir palabra.

ESCENA XI

Dayana: ¿Adónde vas, mamá?

Sandra: Fue por lo que dije, ¿verdad?

Anabel: Ya uno no sabe qué la pone bien, ni qué la pone mal.

Yoli:  Mucho  tiempo  ya…  

Aída:  Déjala  tranquila…  cada quien lo lleva a su manera.

Yoli:  Sé  que  no  es  mi  asunto…  pero  bueno…  quién  sabe…  mejor  se  van…  digo  

yo…  

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Aída:  Y  adónde  vamos  nosotras,  Yoli…

Yoli:  Adonde  ellas…  porque  bueno…  es  así…  

Dayana: Quisiera dejarla tranquila, pero se mete en demasiados problemas. No

puede escuchar que alguien le pasó algo porque para allá va.

Anabel: A veces me da miedo que un día venga y ella no esté.

ESCENA XII

Viene Meche con ropa de hombre, chaquetas, camisas.

Meche: Hay que llevarla a gente que  le  haga  falta…  Esta igual ya no lo quedaba,

estaba  comiendo  mucho…  yo  se  lo  dije. Mucho pan, mucho refresco.

Anabel: Mamá, no tienes que hacerlo.

Meche: (Le muestra a Sandra la chaqueta azul)  Esta  es…  se   la   regaló  su  papá  

cuando se graduó de ingeniero. Después era la nipa.

Dayana: No haga nada que no quiera, mamá.

Meche:  Tengo  que  hacerlo…  es  mucho  tiempo…  mucho  tiempo. A veces la gente

te  dice  que  todo  tiene  un  por  qué,  yo   todavía  no  lo  consigo…  por  qué  pasa  todo  

esto…  por  qué  no  se   llevaron   la  camioneta  y   lo  dejaron   tranquilo…   por qué nos

odiamos  tanto.  Y  no  sé…  no  sé  por  qué.  

Toma el cd. Lo coloca en un aparato de cds. Todas se miran sin entender.

Comienza  a  sonar:  “El Africano”.  

Page 39: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Yoli: Y  diciendo  que  yo…  No,  Meche… eso  es  como  de  los  dinosaurios…

Meche comienza a bailar tímidamente, y saca a bailar a Dayana. Dayana no

sabe qué hacer.

Meche:  Vente,  que  a  ti  te  gusta  bailar…

Dayana acepta la invitación. Meche baila con Dayana.

Dayana: ¡Mamá, así no es!

Meche: Así se baila de verdad, no esos brincos que dan ahora. ¡Vamos, Aída,

demuestra que eres venezolana!

Meche levanta a Aída.

Aída: ¡Me canso!

Aída saca a Yoli.

Aída:  Levántate,  negra…

Yoli:  Ahora  sí…  buno…  tostadas todas…  

Meche se acerca a Sandra, y la invita.

Meche:  Vamos,  Sandra…  que  por  ti  mi  Raúl  aprendió  a  bailar.

Sandra se levanta, Dayana baila con ella. Meche va hacia Anabel. Anabel la

ve venir, la abraza. Las dos bailan unidas.

Meche: No  lloremos  más,  Anabel…  no  lloremos  más.

Page 40: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Las seis bailan al ritmo de la canción, la tararean, la cantan.

Aída: ¡Ay, coño, tenía tanto tiempo que no bailaba!

Meche: ¡Hay que bailar más seguido!

Dayana:  Pero  más  moderno…

Sandra:  Una  vuelta,  una  vuelta…  

Yoli:  Qué  es,  Dayana…  así  es  la  cosa…  

Anabel: Van a pensar que estamos muy locas.

Meche: ¿Qué nos importa ya?

Las seis siguen bailando, hasta que la canción se termina, es un acto de

liberación para las seis.

ESCENA XIII

Las seis se miran agotadas.

Meche: Pensándolo bien, creo que sí estamos bien viejas.

Aída:  Nosotras…  estas  están  bien  jóvenes  todavía…

Dayana: ¿Y no vamos a probar la torta? Es  de  las  hermanas  famosas…

Yoli: ¿De quién eran, musiua?

Aída: Bien bueno con   esta   llamándome   musiua…   te   voy   a   traer   mi   partida   de  

nacimiento.

Page 41: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Yoli: No les   quiero… la fiesta, pero se empieza a poner oscuro…   y   ustedes  

saben…  yo  solo  digo…  no  por  mal.

Aída: Llamo   mañana…   para   ver…   decidan   lo   que   decidan,   no   dejen   de  

contarme…

Yoli: Yo acompaño a la musiua.

Aída: ¿Vas a seguir Abigail?

Yoli:  Te  volio  bene…

Aída:  Te  voglio  bene…

Meche:  (Saca  un  cuchillo)  Para  picar  la  torta…  y  la  emparejes.

Dayana: Ay, pero  falta  la  vela…  

Meche: Eso va a estar difícil.

Dayana empieza a buscar en todos lados.

Sandra: (A Meche) No me odie más, yo también me castigo todos los días por

haberlo  mandado…

Meche: No me hagas caso, Sandrita…  ¿No  sabes  cómo  soy  yo?  Lo  que  tienes  es  

que buscarte un novio.

Sandra:  No…

Page 42: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Meche:  Claro  que  sí,  uno  que  te  quiera…  eso  sí,  me  lo  traes,  me  lo  presentas  para  

darle el visto bueno. Eres joven, no tienes por qué esperarlo, yo soy su mamá,

puedo esperarlo toda la vida.

Dayana: (Trae un velón) ¡Con esta será!

Aída: Ay, pero eso vale por todos los cumpleaños que no has cantado.

Dayana: ¿Un yesquero?

Sandra:  En  mi  cartera…

Sandra se aleja, Meche mira a Anabel.

Meche:  No  me  pidas  que  me  vaya…  y  yo no te pido que te quedes.

Anabel: Pero me puedo quedar esta noche.

Meche: Y las que quieras. Anabel, no sé, a la gente le parecerá raro que me

quede   en   el   barrio   donde  me   mataron   a  mi   hijo,   a   mis   dos   nietos…   donde   las  

vecinas también pierden a sus hijos, pero creo que algún bien hago aquí, no será

mucho, pero es  algo…  La  Yoli  estaba  contenta.  Alguien  nos  mirará  de  afuera,  y  no  

entenderá,   o   sí…   ojalá   entendieran.   Por   eso   me   gusta   esta   casa,   me   gusta   el  

jardín…   me   hace   ilusión   que   un   día   pase   alguien   y   se   sorprenda:   Mira,   hay  

jazmines   en   el   Lídice…   qué   sé   yo…   Pueden nacer flores en la tierra donde

mataron a nuestros hijos.

Anabel le acaricia el rostro a su mamá, de repente la mira con detalle.

Meche: ¿Otra arruga?

Page 43: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Anabel: Una  pestaña…  ¡Dayana,  una  pestaña!

Dayana:  La  tienes  que  usar  tú,  porque  la  encontraste…  

Dayana pone el velón en medio de la torta y lo enciende.

Anabel: Vamos a pedirlo tú y yo.

Meche:  Umju…  ya se te pegó la locura de Dayana.

Anabel:  Anda…  Cierra  los  ojos.

Meche:  Ya…

Anabel: Mentira que no pediste nada.

Meche:  Bueno…  está  bien…

Las dos cierran los ojos.

Anabel: Ya pedí el mío.

Meche: Yo también.

Anabel: Sopla.

Las dos soplan los dedos. Cuando se separan, ambas ven los pulgares.

Meche:  Eso…  se  te  va  a  cumplir  el  deseo.

Anabel:  A  las  dos…  pedí  lo  mismo  que  tú.

Las dos con las manos unidas.

Page 44: Jazmines en El Lidice Texto Completo

Aída: Vengan  pues…

Yoli:  ¡Ay,  qué  noche  tan  preciosa…!

Dayana:  No,  eso  es  larguísimo…

Sandra:  Rápido  que  se  apaga…

Anabel y Meche se acercan. Rodean a Dayana con las demás.

Dayana: ¿Viste? Los deseos se cumplen.

Las seis cantan cumpleaños feliz.

Todas: “Cumpleaños   feliz,   te   deseamos   a   ti,   cumpleaños…   Dayana…  

cumpleaños…  feliz”

Al terminar Dayana espera unos segundos y sopla. Oscuro.

FIN