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obra teatral 2013
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JAZMINES EN EL LÍDICE
De Karin Valecillos
Sobre la base de los testimonios de las madres del proyecto Esperanza Venezuela
Personajes
Meche (57 años)
Anabel (37 años)
Dayana (34 años)
Yoli (34 años)
Aída (57 años)
Sandra (36 años)
ESCENA I
Una ventana a través de la cual entra la luz que ilumina una cocina de una
casa sencilla en el barrio El Lídice, Caracas. Año 2013. En medio de la
penumbra del amanecer, Meche, en ropa de casa, prepara en un gran envase
la masa de las arepas. Viene del cuarto Dayana, en bata de dormir. Mira a
Meche unos segundos, se acerca por detrás.
Dayana: ¿Otra vez ese poco’e masa, mamá? Hace rato que solo somos las dos.
Meche: Se dice “Buenos días, mamá…”
Dayana: Después esa masa fría de nevera… Le duelen a uno los dedos tratando
de aflojarla otra vez.
Meche: “Cómo amaneciste…”
Dayana: Y las arepas no quedan igual…
Meche: “La bendición…”
Dayana: Buenos días, mamá.
Meche: Sabes que no son buenos.
Dayana: ¿Cómo amaneciste?
Meche: Como hace seis años.
Dayana: ¿Será que sí le pido la bendición…?
Meche: Que Dios te bendiga…
Dayana se queda unos segundos mirando por la ventana.
Dayana: ¿Y esa moto?
Meche: ¿Cuál moto?
Dayana: Esa… la que está en la platabanda…
Meche se fija en lo que le muestra Dayana.
Meche: Coño’e su madre… esos desgraciados no tienen a otra a quién joder… y
justo en los jazmines, es que son una mierda.
Dayana se le atraviesa en el camino.
Dayana: No salga, mamá. No le pare…
Meche: ¿Ah no…? Dejo esa moto ahí… que después venga la policía… o el
malandro al que se la robaron…
Dayana: ¡No salga, mamá!
Meche: ¡Quítate, Dayana… quítate!
Dayana: Mamá, por favor… ya en el barrio la llaman la loca y con razón.
Meche: Loca estoy, así que…
Dayana se aparta y Meche sale.
ESCENA II
Dayana sola, mirando la masa, mete los dedos, trata de sacar una parte para
echarla a la basura. Cuando entra Anabel, que viene de la calle.
Anabel: ¿Y mi mamá?
Dayana: Concho, Anabel, ponte una campana en el cogote… ¿No la viste? Por
ahí salió como un peñonazo a buscar al que dejó esa moto… o la policía… o al
diablo…
Anabel le entrega un regalo.
Dayana: ¿Y eso?
Anabel: Es tu cumpleaños…
Dayana: ¿De verdad? Ya ni de eso me acuerdo.
Anabel: Si solo recuerdan lo malo…
Dayana: Lo malo no se recuerda, no se olvida… Gracias…
Anabel: ¿No lo abres?
Dayana abre el regalo, es un cd de éxitos de Merengue.
Anabel: Con este enseñamos a bailar a Raúl.
Dayana lo guarda de nuevo en el papel.
Anabel: ¿Le dijiste?
Dayana: No…
Anabel: ¿Cómo no le vas a decir, Dayana?
Dayana: Me da miedo como se ponga… Lo que haga…
Anabel: Irse… eso es lo que tiene que hacer…
Dayana: No sé.
Anabel: Tú me diste la razón.
Dayana: Porque tienes razón… pero yo no le voy a decir. Porque capaz hace al
revés… ¿No ves que ella está así? Uno cree que va a llorar y se ríe, uno hace
algo para que se alegre y se molesta… Capaz le dices… y va y lo busca.
Anabel: Vienen mañana, para ver cuánto vale la casa…
Dayana: ¿Y vale algo?
Anabel: Todo vale… ¿Y esos porones?
Dayana: Jazmines.
Anabel: ¿Jazmines?
Dayana: Jazmines… una flor chiquitica así… una flor.
Anabel: Yo sé que es una flor, tonta.
Dayana: Ah, yo pensé que creías que era la novia de Aladín.
Anabel: Sabes que es por su bien.
Dayana: No lo sé, porque cuando ella habla con las otras mamás la ve contenta…
bueno, contenta dentro de lo que se puede.
Anabel: A lo mejor ni va a poder salir…
Dayana: Ella es esta casa, Anabel…
Anabel: ¿Y tú? ¿No será por ti?
Dayana: También… Yo no soy como mi mamá, no tengo todas sus cosas, porque
eso sí me ponía mal, ver su pelota, sus cuadernos… esa letra choreta, por eso los
regalé… a los de la escuelita esa de abajo… No estoy todo el tiempo pensando en
él, pero a veces por las tardes llega un olor como a Toddy y creo que es José. ¿Y
si nos vamos y no huele más a Toddy, Anabel?
Anabel: Mi mamá los denunció…
Dayana: Y yo también…
Anabel: Y lo soltaron… ayer lo soltaron.
Dayana: Lo agarrarán otra vez.
Anabel: ¿De verdad lo crees, Dayana?
Dayana: No lo creo, pero me hago la que lo cree porque si no, entonces lo que
queda es morirse.
Justo en ese momento entra Meche, se hace un silencio. Se miran las tres.
ESCENA III
Meche solo habla con Dayana, ignora por completo la presencia de Anabel
Meche: La moto la puso Guircho ahí, ya le dije, que la saque, que la saque porque
si no, voy a la PTJ.
Dayana: El CICPC.
Meche: Es la misma mierda…
Dayana: No se meta con esa gente…
Meche: Ya lo que nos tenían que quitar, nos lo quitaron. Así que si quieren, que
vengan y le caigan a tiros a la casa. ¿Qué le hiciste a la masa?
Dayana: Boté un poco, mamá.
Meche: ¿Cómo la vas a botar? La comida es sagrada.
Dayana: Igual la botamos después… Mamá… hoy es mi cumpleaños.
Meche: Yo sé… ¿No te parí?
Dayana: Me hubieras acordado… Anabel me trajo un regalo.
Meche: Qué bueno…
Dayana: Anabel está aquí, mamá.
Dayana mira a Anabel. Meche ni voltea.
Meche: No llegaron a los porrones, menos mal, porque esa flor es más delicada...
Uno cree que es fácil, pero si le echas mucha agua se ahoga, si le da mucha luz
se seca… es como un hijo, uno sabe cuando le da de más, cuando le da de
menos.
Meche por un segundo mira a Anabel, y sigue en sus labores, recogiendo la
casa.
Dayana: Mira, es un cd…
Meche: ¿A Anabel se le olvida que en esta casa estamos de luto? Que si ella no le
guarda respeto a su hijo… yo sí al mío. Devuélveselo… dile que en esta casa no
se oye música, no se celebra cumpleaños.
Anabel: Dímelo…
Meche: Dile a Anabel que gracias… pero que no necesitamos nada.
Dayana: Mamá dice…
Anabel: La estoy escuchando, Dayana… estoy al lado.
Dayana: (A Meche) Que ella te escucha, que está acá al lado.
Meche: Si me escuchara, se hubiera ido… como se fue hace un año. Dile eso…
Dayana: Que si la escucharas ya te hubieras ido…
Anabel: Dile que qué quería, ¿Qué me quedara de luto eterno? A mí también me
quitaron un hijo… y un hermano… y un sobrino… ¿Para qué quería que me
quedara…?
Meche: Dile a Anabel que ella sabrá lo que hace.
Dayana: Anabel, tú la estás escuchando… ¿por qué mejor no vienes otro día?
Meche: Dile a Anabel que no venga, que aquí no hay nadie enfermo para que lo
visiten.
Anabel: ¿Crees que me duele menos?
Meche: Dayana, por favor… Anabel que sepa que aquí hay mucho oficio que
hacer…
Dayana: Limpiamos esta mañana.
Meche: Volvemos a limpiar.
Anabel: No hay nadie que ensucie.
Meche: Dile a tu hermana que no me lo merezco.
Dayana: Ella dice…
Anabel: Ya, Dayana… Sabes que mi mamá me escucha, no necesito que me
traduzcan porque no estoy hablando en chino…
Meche: Dile a tu hermana que cada quien hace con su dolor lo que quiere.
Anabel: Hablé con Dayana… tienes que salir de aquí, mamá.
Meche mira a Dayana.
Dayana: Ella fue la que dijo.
Meche: Pregúntale si adonde ella se fue le duele menos.
Anabel: No sufres más tú porque te quedaste aquí… ni Dayana…
Meche: ¡Pregúntale! Porque si duele menos, me voy.
Dayana se voltea hacia Meche.
Anabel: ¡No se te ocurra preguntarme!
Dayana: ¡Vayan a volver loca al co… a otra las dos! Algún día tienen que
hablarse.
Anabel: Es ella la que ni siquiera me mira.
Tocan a la puerta. Dayana abre y es Aída con una torta de panadería, un
paraguas, un sombrero, un periódico.
ESCENA IV
Aída: Anabel me dijo que estabas de cumpleaños… esta es una tortica de las
hermanas Suárez, de allí mismo de la Pastora, son famosas… no sé si son
buenas, nunca las comí, pero famosas son…
Dayana mira a Meche pidiendo permiso para agarrar la torta. Meche solo le
da la espalda y comienza a limpiar frenéticamente.
Dayana: Usted sí es bien brava, venirse pa’este barrio. La van a venir robando.
Aìda: ¿Qué? Ya lo intentaron… no les quedaron más ganas. Me agarró un
muchachito allá abajo, y me lo comí, el muy malandro va y me dice: “Musiua,
dame el celular”, no me arrechó tanto que me pidiera el teléfono, como que me
dijera musiua… le dije el recontracoñodetumadre, musiua será tu mamá en
pantaletas, porque yo nací en esta vaina, aquí crecí… estudié, me casé, tuve un
hijo hermoso… No joda, trabajé como una burra por él y por tomar una decisión
correcta en un tribunal me lo mataron como un perro cuando iba para el colegio. Y
soy tan venezolana, tan venezolana, que aunque me quitaron a mi único hijo sigo
viviendo en esta mierda… porque es mi mierda… Ojo, todo esto ya era yo
hablando sola, el muchacho apenas me escuchó la primera grosería salió
corriendo… pero yo seguí porque bueno… uno anda tan cargado, que a veces
agradeces que te den una oportunidad así aunque sea para mentar la madre.
Meche: ¿Café?
Aída: Clarito, porque la gastritis me está matando. ¿Te gusta?
Dayana: Sí… bueno… hace años que no me pican una torta. La última fue…
Meche: Siete años…
Dayana: Tampoco me gustaba así mucho… porque además el condenado de
Raúl, cuando yo iba a apagar la vela, chica, venía y me la soplaba.
Se hace un silencio, que rompe Meche que empieza a barrer.
Aída: Esas tortas tienen historia… eso es lo que me gusta de venir para acá, que
todo tiene historia… como este… el Lídice… yo decía de dónde sacaron ese
nombre… y lo conseguí en internet.
Dayana: ¿El barrio sale en internet?
Aída: Todo sale en internet… y este barrio se llama Lídice porque durante la
Segunda Guerra Mundial los nazis invadieron un pueblo en Checoslovaquia
llamado Lídice… y mataron a todo los que vivían allí para vengarse porque los del
pueblo mataron a un soldado nazi… ¿Estás viendo? Mataron a todo un pueblo por
un soldado…
Dayana: Esos alemanes eran bravos.
Anabel: Ya, mamá, sí… que no está mal que se le pique una torta… A Raúl le
gustaba.
Meche sigue limpiando, barre de un lado a otro.
Dayana: ¿Y qué pito toca uno ahí?
Aída: Nada… que ese año en algunos países del mundo les pusieron Lídice a un
lugar en honor a los caídos…
Dayana: ¿Viste, mamá?
Anabel: Mamá, ya… quédate quieta…
Meche: Yo quisiera saber a cuántos barrios en el mundo le ponen Caracas todos
los fines de semana…
Entra Yoli con una botella de anís.
ESCENA V
Meche: ¿Eso es para la fiesta? ¿A quién más le dijo Anabel que estabas de
cumpleaños?
Yoli: Epa, ¿qué ven? Esto es pa’los santos…
Meche: No te hagas la que no sabías.
Yoli: ¿Saber qué? Yo… Meche… nada… cuando algo, yo… tranquila.
Aída: A mí solo me dijeron que era el cumpleaños de Dayana… por eso traje la
torta… muy famosas… (A Yoli) de las hermanas Suárez… (A Meche) Meche,
ustedes dos tienen que hablar.
Meche: Ya Anabel sabe lo que pienso… pero ella insiste. No sé a quién carajo
salió tan terca.
Dayana: Pues a quién más…
Meche mira severa a Dayana.
Aída: ¿Anabel habló contigo…?
Anabel: No sabe…
Dayana: No le dije, me dio miedo.
Meche: ¿Se puede saber de qué habló todo el mundo? ¿Qué sabe medio país
menos yo?
Aída: Lo soltaron.
Se hace un silencio. Meche se aferra a la escoba.
Yoli: Su madre…
Aída: Ayer me llamaron de la fiscalía… el mismo cuento de siempre.
Dayana: ¿Viste? ¿Viste por qué no le quería decir?
Anabel: Mamá, ese tipo es peligroso.
Yoli: Es que son… no saben… en lugar de meterlos… porque todo el mundo
sabe… si declararon… porque en el barrio… Raúl era querido… ¿cómo lo sueltan,
ah?
Aída: Es el código penal, las cárceles que no tienen espacio, la corrupción, el
país…
Yoli: Pero yo digo… se sabía… se sabía porque se sabe… los que fueron… y él el
que más…
Aída: Eso no importa. Yo sé perfectamente quienes mataron a mi hijo, y trabajo en
tribunales, y porque trabajo allí sé que nunca irán presos.
Yoli: Bueno… porque el tuyo era una culebra… bueno… con estos… los
uniformados… allí… allí no hay… como el de Anabel… con la policía…. No…
Aída: Se supone que no debería importar, que la ley es para todos.
Dayana: Será en Checoslovaquia…
Anabel: Justo o no, el caso es que está suelto… mamá, está suelto.
Meche: ¿Y qué puedo hacer? Vivir, Anabel… ¿Se puede intentar otra cosa, Aída?
Aída: Se puede… pero deberías irte de aquí…
Meche: Si él me quiere encontrar, lo hace.
Aída: Pero qué cabeza tiesa… escucha primero a Anabel, después decides.
Yoli: Musiua… ni lo intente… hay situaciones… que mejor… ¿me captas? Yo una
vez… y no me quedaron ganas…
Aída: No me digas musiua, Yoli, porque no respondo.
Dayana: Suelta todas la groserías que se sabe.
Yoli: ¿En español?
Aída: ¿Qué coño idioma crees que hablo?
Yoli: Eh, yo solo… pregunto… nada más… porque uno tiene que… bueno… pero
nada malo…
Dayana: Mamá… a lo mejor.
Meche la mira.
Dayana: ¿No escuchaste?
Meche: Ya escuché, desde que empezó a llegar toda esta gente lo único que hago
es escuchar… Y vienen con la torta, con la música… y la botella… cuando saben
que en esta casa estamos de luto…
Yoli: Que es pa’los santos, siempre tan… ¿ve cómo eres, Meche?
Meche. Así soy… así soy… y me conocen todas. Y sé por dónde vienen, y se los
digo bien claro, no me importa que lo suelten. Aída, tú me dices adonde hay que ir
ahora.
Anabel: ¡Son seis años!
Meche: Son seis años…
Entra Sandra, viene con ropa de oficina, las mira.
ESCENA VI
Meche: La que faltaba… ya me extrañaba que no te hubieras aparecido. Como
aquí les dio por armar un complot.
Dayana: Son cosas de ella, mamá.
Anabel: Deja de echarme la culpa a mí que tú también piensas igual. No estamos
pidiendo permiso para ir a unos quince años… queremos vender la casa,
queremos sacarte de aquí, antes de que ese… desgraciado lo haga.
Sandra: El señor de la carpintería está interesado.
Meche: Siempre tan pisapasito, ya hasta vendiéndome la casa.
Aída: Tú misma sabes que la cosa se va a poner difícil… No tienes cinco días
viviendo en este barrio.
Yoli: No… si peor… yo digo… antes era como bueno… a una hora… por una
zona… un sabía… que en esa esquina… mosca… pero ahora… son todas las
esquinas… y a toda ahora…
Meche: Pero por eso uno no se va, es como cuando uno está casado y tiene
problemas, no por eso uno sale corriendo… la cosa está difícil para mí desde hace
seis años cuando vi a mi muchacho salir vivo por esa puerta a comprar pan, y no
regresó. Y a mí no me vengan el cuento de irse… ¿para dónde? Si todo el país
está así… ¿o ustedes no leen periódicos?
Dayana: No se mueva, mamá…
Meche: ¿Qué pasa?
Dayana: Una pestaña… una pestaña para pedir deseos…
Meche: Ay, Dayana, por favor…
Dayana va de una en una tratando de pedir un deseo. Empieza por Meche.
Dayana: Pide un deseo…
Meche: Mi único deseo es que me dejen en paz las dos.
Dayana: No lo puedes decir… ¿Yoli?
Yoli: No… si eso… que va a hacer nada… yo sé que la cosa es fea acá, pero si
nos vamos todos… porque uno junto es distinto.
Dayana: ¿Anabel?
Anabel: (La ignora) ¿Para qué? De nada sirve que mi mamá esté aquí esperando
que un día venga ese malandro amanezca atravesado y la mate.
Dayana: ¿Sandra? ¿Sandrita?
Sandra: Ya todo el mundo en el barrio comenta, y cuando aquí empieza el chisme,
mejor es hacerle caso, señora Meche.
Dayana: ¿Aída?
Aída: Eso es superstición, supuestamente es porque al diablo le gustan las
pestañas, y cuando uno las rescatas por eso puedes pedir un deseo.
Meche: Al diablo le gustan los hijos de uno.
Dayana: ¡Co….! Conchale… vale ¡Perdí la pestaña! ¿Es que ni siquiera uno puede
pedir un pedazo de deseo en esta casa? Yo sé que hay que estar triste, yo
debería estar triste, pero no… porque me acuerdo de Joséito, y a él no le gustaba
que llorara, por nada, ni siquiera cuando nos dejó su papá… él aprendió lo de las
pestañas en el kínder… y siempre pedíamos deseos, siempre… y ahora nadie
pide un deseo conmigo… Estoy cansada… cansada.
Dayana se sienta en un rincón. Todas se miran. Se quedan en silencio.
Yoli: La próxima que se me caiga una pestaña.... Bueno... Te la guardo...
Todas se miran. Silencio.
Yoli: ¿Y la cosa es para irse? ¿Irse-irse?
Meche: Ya Anabel se fue… ¿A eso vinieron todas? Ya saben que no me voy.
Yoli: Yo no… te juro, Meche… que yo… cómo voy a querer… si… bueno… yo
necesito… yo entiendo, yo entiendo, Anabelita… pero también piensa… piensa en
uno. No es fácil... Porque de repente en la tarde... O en la mañana... Me acuerdo y
me vengo para acá. No hablamos de eso... ¿Verdad, Meche? No hablamos de
eso... Pero nos entendemos. Y ella me da un jugo y yo sé que ella sabe que me
acordé. Y eso que no es igual, porque Raúl era bueno, Yendris no... Yendris...
No... El no era bueno... Pero duele igual o peor... Porque uno piensa que algo hizo
mal. Y eso que le caí a correazos la primera vez que supe que robó, a lo mejor
fue eso, que no tenía que pegarle, pero yo qué sé, así me enseñaron a mí y yo
hacía caso... Pero Yendris no... Él no.
Aída: Te estás metiendo en problemas, Meche.
Meche: Estoy ayudando. Hay gente que no sabe qué hacer, y yo les digo… que
denuncien…
Anabel: Dile, Aída… Explícale por favor, porque parece que no entiende.
Meche: Yo sí entiendo, soltaron al tipo que mató a mi hijo, que yo misma
denuncié, y que le vi la cara mil veces en tribunales, que vive tres casas más
arriba, que seguro va a volver y nos veremos… en el abasto, en la parada del
jeep… o en la panadería donde le dio un tiro a Raúl, y yo voy a pedir dos canillas,
cuatro acemitas, lo veré a los ojos, y le pasaré por al lado.
Yoli: Ellos no juegan… Meche… se lo digo… que mi Yendris… bueno… si está
donde está… es porque… porque tampoco jugaba…
Dayana: Por eso la moto… no la pusieron ahí de gratis.
Anabel: ¿Cuál moto?
Aída: ¿Cuál moto, Meche?
Meche: Uno que se equivocó de estacionamiento.
Yoli: La marcaron. Tú sabes… eso es así… un mensaje.
Anabel: Mamá, no hay necesidad…
Aída: Cuando te digo que el proceso es lento…
Meche: Es que no va a pasar nada…
Anabel: Mamá, ¿puedes mirarme?
Meche: Dile a Anabel que ya la miré bastante… La vi irse por la Calle Real…
como vi irse a Raúl… el día…
Sandra: El día que lo mandé a comprar pan…
Meche: El día que lo mandaste a comprar pan.
Anabel: Ya comienza la cadena de las culpas…
Meche: Nadie le está echando la culpa a nadie…
Anabel: Es como si yo te culpara por la muerte de Eduardo porque le gustaban
más tus empanadas que las mías… y esa tarde, en lugar de agarrar para la casa,
se vino solo… y bajándose de esa camioneta…
Dayana: Entonces la culpa es mía porque nunca tuve pa’comprarle una bicicleta a
José… y siempre quiso una…
Sandra: Ya lo que pasó no lo podemos resolver… pero tal vez… en otro lugar
pueda estar más tranquila.
Meche: ¿Qué sabes tú, Sandra?
Sandra: No, no sé… no sé nada, yo solo las veo porque estoy afuera, porque soy
la mujer de Raúl… y no lo mamá, y tal vez no entiendo ni lo que siente… ni lo que
sienten ninguna… porque no tengo hijos… no tengo porque me mataron a mi
marido. Yo sé que Aída entiende, que Yoli entiende… y me siento afuera del dolor
de todas porque no soy mamá… porque tengo treinta y seis años y no sé si lo sea
algún día.
Meche: A lo mejor Dios te está evitando una tristeza.
Sandra: O una alegría. Porque yo la conocí feliz… feliz cuando Raúl venía por las
tardes y se le guindaba de la cintura… cuando la sacaba a bailar y la distraía de la
cocinadera y la planchadera… ¿Por qué ahora todo tiene que ser esta tristeza… si
él no era así?
Meche: Porque no es un muerto… son tres… tres… un hijo, dos nietos… en un
mismo barrio. Es el hijo de Yoli, es el hijo de Aída… y la gente solo ve números…
números… y dicen y eso que no es Irak… Irán… pero solo lo dicen… y después
siguen con su vida. Para las únicas que la tristeza no es un número es para
nosotras… que ese número tiene nombre y apellido, y le gustaban las arepas y las
empanadas…
Yoli: Y el pollo frito… a Yendris le gustaba el pollo frito.
Meche: La gente cuenta… cuenta los que entran a la morgue de Bello Monte… yo
también sé sacar cuentas: Dos… dos eran las arepas que se comía en la mañana.
Tres las horas de parto cuando lo parí… Siete los años que tardó en sacar la
universidad. Cuatro los hijos que quería tener. Y puedo seguir contando…
Dayana: Mamá, no se ponga así…
Meche: ¿Y cómo quieres que me ponga? Yo solo quiero que un día dejemos de
sacar cuentas… se murieron más el mes pasado que este… cuando no se tiene
que morir nadie… así de sencillo… nadie… La gente se escandaliza… ¿y qué
más? Hay algunas mamás que la entrevistan por televisión, ¿y qué van a decir?
¿Qué era un malandro? No, que era su hijo, y así fuera el peor de todos no
merecen que los maten así, porque para eso hay leyes… bueno, de eso sabe
mejor aquí Aída.
Aída: Creí que sabía… Cuando me llegó aquel caso, no podía pensar en nada
malo, estaba haciendo mi trabajo. La primera vez que me amenazaron por
teléfono quise creer que era como una pesadilla, pero que nada de lo que me
dijeron pasaría… y pasó…
Meche: Imagínate entonces, Sandrita… Y yo sé que él era feliz… que era todo
alegría. Él fue el que me llegó un día con esa idea se sembrar flores… Vamos a
sembrar estas flores, mamá… jazmines, son bien bonitas… y huelen sabroso. Yo
le hacía caso en todo, en todo… y allí están… sus jazmines… Tal vez sí, soy la
loca que no piensa, la loca que siembra jazmines… ¿Qué es lo que son los
jazmines, Aída?
Aída: “Regalo de Dios…” significa “regalo de Dios”.
Meche: Como Raúl… como ustedes… Y no hago lo que otros esperan… No sé,
no soy así. Prefiero quedarme y verle la cara al que me lo mató… que él sepa que
yo sé… que no me olvido.
ESCENA VII
Meche: No se puede olvidar ese día…
Aída: Cuando el dolor es tan grande o Lo olvidas todo… o lo recuerdas todo.
Dayana: Se acerca, me dice: ¿puedo montar la bicicleta de Carlos?
Anabel: Recibo la llamada: Voy para casa de la abuela.
Yoli: “Déjame tranquilo… yo sé lo que hago…”
Meche: Sandra dice "no hay pan para el almuerzo… y él “Yo lo compro"
Aída: “Tengo examen… deséame suerte”… Suerte…
Dayana: Y lo veo cruzar la puerta.
Meche: Me pide la bendición.
Dayana: Dios te bendiga.
Anabel: Se corta la llamada antes que le pueda decir…
Yoli: Cuídate.
Aída: Cuídate.
Meche: Cuídate.
Aída: Mamá, tú sí tienes cosas…
Dayana: Y sonríe…
Anabel: Sé que sonríe… no lo veo, pero sé que sonríe.
Yoli: Ya no sonríe… desde que anda con esa gente no sonríe.
Meche: Y entonces el tiempo…
Aída: No te imaginas qué pasa cuando no lo ves.
Anabel: Le mando un mensaje y no responde.
Dayana: Siempre viene para la merienda…
Yoli: No llega…
Meche: Demasiado para comprar un pan…
Anabel: Se baja de la camionetica, un policía le da la voz de alto.
Aída: Alguien lo llama por su nombre.
Yoli: No voltea.
Meche: Le piden dinero...
Anabel: No sabe que es con él.
Yoli: Sabe que es con él.
Dayana: Le gritan.
Aída: No escucha, tiene los audífonos puestos.
Meche: Un disparo.
Dayana: Un disparo.
Aída: Dos disparos.
Anabel: Tres disparos.
Yoli: Once... Once... Disparos.
Aída: Entonces suena el teléfono.
Anabel: ¿Hola?
Dayana: Tocan a la puerta.
Yoli: Es la policía.
Meche: Una vecina.
Aída: Un funcionario.
Dayana: Un niño.
Anabel: Mi mamá.
Aída: Algo le pasó… a su hijo.
Dayana: ¿Mi hijo?
Meche: ¿Mi hijo? Pero si hace un segundo estaba…
Yoli: Aquí… estaba aquí….
Anabel: Mi hijo… ¿estás segura?
Dayana: Es otro…
Aída: No es él.
Meche: No puede ser él.
Yoli: Sí, es él.
Meche: Y uno solo quiere retroceder el tiempo… a ese minuto… y decirle: espera.
Aída: No vayas.
Yoli: No salgas.
Dayana: Quédate conmigo.
Anabel: Para siempre.
ESCENA VIII
Las seis se miran, se escucha el sonido de varias motos, las luces entran
por la ventana. Es un sonido ensordecedor, las seis se alertan. Meche va
hacia la puerta.
Meche: ¡Los jazmines, estos desgraciados me van a joder los jazmines!
Anabel se le atraviesa.
Anabel: No vas a salir.
Meche la ignora. Anabel la toma de los brazos.
Anabel: Me miras… me miras y me escuchas. No vas a salir.
Meche: ¡Estoy cansada…! ¡No puede ser que vengan hasta acá… se metan en la
casa… nos quiten a nuestros hijos y nadie hace nada! ¡Coño, nadie hace nada!
¡Verga qué arrecho…! ¡No puedes llamar a un policía, no puedes ir a una
jefatura…! No hay nadie que salga y les diga basta… ¡Basta! ¡Ya, basta!
¡Déjennos vivir! ¡Hasta cuándo…! No puede ser que no haya nadie que se apiada
de nosotros… que entienda que nuestros hijos valen… que los parimos, que los
queremos ver crecer, no joda… que son ellos los que tienen que enterrarnos…
esa es la ley de la vida… así debe ser….
Aída: Quédate quieta, Meche…
Meche: A veces quisiera agarrarlos con mis manos y decirles… ¿por qué? ¿Por
qué?
Meche intenta salir de nuevo.
Yoli: Meche, que esos no comen cuento.
Meche: Entonces que me maten, pero ya… ya…
Dayana: Mamá, por favor…
Meche: Déjenme salir… son los jazmines de Raúl.
Anabel: Raúl ya no está… nosotras sí… Mírame, mamá…
Meche: Son los jazmines de Raúl… ya me lo quitaron a él… ya me lo quitaron a
él…
Anabel: ¿Quieres lo jazmines? ¿Eso es lo único que te importa?
Meche: mis jazmines, mis jazmines, sus jazmines…
Anabel: ¿Eso es lo único que te importa?
Anabel sale.
ESCENA IX
Dayana: ¡Anabel…! ¡Anabel!
Yoli: Loca… así… como la Meche…
El sonido de las motos es cada vez más fuerte.
Sandra: ¡Anabel!
Aída: (Echa a Sandra al suelo) Al suelo… al suelo… no sea que disparen…
Las cinco se colocan en cuclillas, juntas, esperando que pase lo peor.
Dayana: ¿Ves lo que hiciste, mamá? Nosotras existimos, nosotras estamos aquí,
vivas… y yo sé lo que es perder un hijo, tú por lo menos lo viste crecer,
graduarse… yo ni siquiera eso… pero estamos vivas, y te necesitamos, yo te
necesito… a veces quiero llorar y me da pena… a veces quiero salir corriendo y
me da pena… porque tú eres fuerte, porque tú eras la loca del Lídice, la que
denuncia… la que se pelea con los malandros que mataron a Raúl, yo soy la que
se sienta en la entrada a ver si un día… se asoma la bicicleta de Carlos, y viene
José… Tú sales y peleas, yo soy la que se sienta y espera.
Meche se acerca a la puerta. Siguen las luces, los ruidos de las motos que se
alejan.
Meche: (A la puerta) ¡Anabel…! ¡Hija…! ¡Anabel!
ESCENA X
Cesa el sonido de las motos. Entra Anabel con un porrón en la mano. Se lo
da a Meche.
Anabel: Aquí tienes. Tú dices que nadie te entiende… ¿y quién me entiende a mí?
¿A Dayana? Quieres que seamos como tú y no podemos… No somos así de
fuertes… o de locas, no sé. Sé que hay mucha rabia, pero debería haber otra
cosa… ¿no?
Meche: Si lo consigues…
Anabel: ¿Por qué no buscar juntas?
Anabel se sienta en una esquina. Las seis sentadas en el piso.
Anabel: Esto no es vida, mamá… Y yo entiendo que quieras estar aquí porque
aquí vive él… y capaz la casa huele a su perfume… y yo soy al revés, no quiero
estar donde esté su recuerdo. No quiero. Ese camino de la parada del autobús
hasta la casa es una tortura, lo veo en cada esquina, pateando un cuartico de
jugo, con su uniforme de bachiller, diciéndome que pasa primero por donde la
abuela. Y un policía se equivoca, a él la da miedo y corre… y todo se termina.
Todo… mi matrimonio, mi vida. Y tú quieres que viva aquí… ¿cómo se vive?
¿Cómo lo haces, mamá?
Aída: Nadie sabe cómo lo haces… ni una misma, Anabel… Aquí estamos… nos
paramos en la mañana, y seguimos por alguna razón… quizás hacer justicia es
una… los otros hijos que no tienen la culpa… Mi esposo, mi esposo lo veo, y digo
me ama, tiene que amarme, porque hace rato que no sé lo que es arreglarme,
pintarme para que me vea bonita… Hay días que me veo en el espejo y yo misma
me espanto, y él sigue allí. Trata de entender… y creo que lo amo solo por eso.
Yoli: Tienes suerte, muisua… suerte…
Aída: Sí, suerte… igual siempre los pasos me traen a esta casa, al principio para
ayudar a Meche, las denuncias, los procedimientos… el papeleo… ir juntas a los
tribunales. Ahora creo que es el único lugar donde puedo respirar, mentar la
madre… porque los demás esperan que estés bien… te dicen: resignación…
resignación… como si fuera tan fácil resignarse… la gente de afuera te mira…
pero hasta allí, nadie se involucra… a nadie le gusta el dolor, le huyen… ¿Cómo
vamos a cambiar algo si no nos atrevemos a mirar el dolor? El dolor es un espejo
donde no hay belleza… pero qué se hace… No todo es bello… Por eso nos
buscamos, ¿no? Hablamos un mismo idioma… y ojalá los que están afuera nos
escucharan…
Sandra: Yo quiero escuchar… de verdad quiero…
Meche: ¿No estás aquí siempre? ¿Acaso no nos oyes?
Sandra: No es igual… no es igual… siempre siento que estar pidiendo perdón o
pidiendo permiso… como si yo no tuviera un dolor desde hace seis años… Señora
Meche, yo también lo busco en las noches, en su lado de la cama y no lo
encuentro. Imagínese todo lo que a uno le dicen, de buscar tu mitad, y yo la
encontré, y otra vez estoy incompleta… eso… incompleta… como una mesa que
le falta una pata, que se sostiene, sí… pero todos saben que ahí no se puede
poner nada… porque se tambalea… ¿y quién se apoya en esa mesa? ¿quién?
Dayana: Nadie dice que no te duela.
Sandra: No, pero siempre estoy afuera, mirándolas. ¿Y no se dan cuenta que
tengo todos estos años viniendo a esta casa? Y la señora Meche siempre me dice:
¿Se te perdió algo? Y sí, se me perdió… la vida… porque uno planifica… uno
espera… y pasa otra cosa… ¿y qué haces? Mi mamá me arma unos rollos
terribles: ¿Hasta cuándo vas a ir para el Lídice? No sé… no sé… ¿hasta que se
me pase será?
Aída: Entonces seguirás viniendo, el dolor no pasa, se disimula mejor.
Sandra: Es distinto cuando alguien se enferma y los médicos dicen que ya no
estará más a que de repente llegas a la casa… y no hay nadie esperándote. Lo
único que tengo de Raúl son ustedes… y el recuerdo cuando la primera vez que la
señora Meche me vio bonito.
Yoli: Uy… de esos pocos… Digo… no porque vea feo… es que nunca… bueno,
nunca una muchacha era suficiente… para el Raúl…
Meche: Lo hacías feliz…
Yoli: Eso es casi casi… un te quiero…
Meche mira a Yoli.
Yoli: Entendido, generala…
Sandra: Él también me hacía feliz… Yo no sé lo que es una guerra, pero a veces
mi mamá pone en volumen bajo CNN, o esos canales de documentales, veo esas
mujeres con esos trapos encima en medio del desierto… y cuando miro sus ojos
se parecen tanto a mí. No sé cómo se llaman, dónde viven pero sé que ellas
tenían un Raúl que las hacía feliz y ya no está.
Dayana: O un José… yo también vi una… ¿De dónde era, mamá? Era de un sitio
raro… la traducían… y decía que a su hijo lo mató una bala perdida… y yo
pensaba por qué hay tantas balas perdidas que se encuentran con nuestros hijos,
¿por qué no se pierden y ya?
Meche: Si nos ponemos a preguntar por qué, no nos levantamos más.
Aída: Pero nos levantamos…
Anabel: Porque estamos vivas.
Sandra: Porque hace sol.
Meche: Porque hay jazmines.
Dayana: Porque llueve y huele a tierra mojada.
Yoli: Porque hay jugo en la mañana y café en las tardes.
Aída: Porque sí… porque el coñísimodesumadre… porque sí.
Yoli: Eso es… cultura… musiua…
Sandra: Yo quisiera… Ay, yo quisiera tantas cosas… A veces hasta me arrecho
conmigo misma, ¿por qué tenía que gustarme el pan de la avenida? ¿Por qué?
Anabel: El problema no es el pan de la avenida… es que ya no es seguro comprar
pan… ese es el problema…
Sandra: Quisiera haberme callado ese día… quisiera… quisiera caminar… pero de
verdad… Ayer me di cuenta que cambiaron el negocio de los chinos por un Pare
de Sufrir…
Dayana: Eso fue hace años, Sandrita…
Sandra: Así me dijeron, pero no me di cuenta… no lo vi… no lo vi… porque uno
camina apurado, sin ver… yo no sé cómo es Caracas, sé cómo son mis pasos, la
distancia de la oficina al metro, del metro a la entrada del edificio… pero no sé de
qué color son, si hay rejas nuevas, no los ves, porque caminas pendiente de los
otros… y yo quisiera un día lanzarme por esas calles y caminar, caminar,
caminar… caminar distraída… Y quisiera hablar… hablar de otras cosas… pero no
como cuando hablas de otra cosa para no hablar de lo que duele, que es
distinto… que es como hablamos siempre… y te cortaste el cabello, y viste que
fulanita se casó, y aquella está más flaca… y nos reímos pero no nos reímos…
todo para no decir muerte, tristeza, llanto, ausencia, soledad… Quisiera hablar de
otras cosas de verdad… como en esos lugares donde no pasa nada y las noticias
son que un gato estuvo atrapado ocho horas en un ascensor y los vecinos
angustiadísimos… eso quisiera… Quisiera hablar de otra cosa pero hay que
hablar de esto… de los hijos, de nosotras… porque no se puede vivir con un grito
ahogado en la garganta… Tengo seis años así y ya no puedo más… No se
puede… Hay que gritar… hay que gritar… a ver si allá afuera alguien te escucha y
hace algo.
Se quedan en silencio.
Anabel: A veces intento recordarlo bonito, cuando me lleno de rabia, me acuerdo
del día que venía emocionado porque Nancy nos había invitado para los
quinceaños de la hija… y cuando agarra la invitación, se pone bravísimo…
Dayana: Ay, sí… se puso como loco, que como no lo invitaron…
Anabel: Y yo leo la tarjeta, claro que te invitaron… y él que no, que ahí decía:
Anabel y Flia… ¿Qué quién era Flia?
Dayana: Y Anabel: “familia… eso quiere decir familia…”
Anabel: Desde ese día, llegaba así súper galán y decía: Hola, Flia…
Dayana: En ese cumpleaños yo sí pasé pena con José, vale… se paró al lado de
la torta, y siempre lo conseguía comiendo… y yo regañándolo, y él que estaba
emparejando la torta…
Anabel: Y emparejándola se comió como la mitad.
Dayana: Yo con aquella pena, chica… y él con ese dolor de barriga después.
Anabel: Ese era su tema… emparejaba el quesillo, emparejaba las tortas… todo lo
emparejaba.
Dayana: Y le armaba esos rollos, y él: tranquila, Yayana… porque no me decía
mamá ni por equivocación… Yayana… le decía mamá a mi mamá, y a mí Yayana.
Yoli: A mí el Yendris iba y me decía: amamé… Epa, amamé… ¿cómo estás,
amamé? Porque yo siempre… bueno cuando estaba contenta… limpiaba…
limpiaba y ponía esa canción… esa la de “amamé…”
Aída: ¿Qué canción es esa, Yoli?
Yoli: ¿Cuál más? La que dice “amamé…” (Tararea como puede “Ámame” de
Marlene) Él era bueno… muy bueno… y no sé… un día ya no más… a veces me
provoca… pedir perdón… me da miedo… porque él hizo cosas pues… a lo mejor
por él…. Hay otras mamás sin hijos… cuando pienso que un Yendris… capaz…
mató a un José… un Raúl, digo menos mal… menos mal… pero tampoco…
porque a mí me hace falta… el que era bueno… el que me llamaba: “amamé”.
Dayana: Esa canción es viejísima…
Aída: Para ustedes todo lo de uno es viejo… Enzo siempre me fastidiaba porque
escuchaba canciones en italiano… y después no quieren que te llamen musiua…
pero un día le gustó una muchachita que hablaba italiano y lo descubrí escondido
en el cuarto, aprendiéndose frases de las canciones para decirle a la muchacha…
“Te voglio bene assai Ma tanto tanto bene sai”
Yoli: Ah… y que no… pero sí es musiua… eso… vamos a estar claro… español
nada.
Aída: Es italiano, Yoli… y solo significa te quiero mucho… mucho…
Yoli: ¿Cómo es que es…?
Aída: “Te voglio bene assai…”
Yoli: (Trata de repetirlo) Te voglio bene asai…
Aída: Ahí va… mejor que Enzo… Mi papá le peleaba… comía espagueti con
mayonesa… y salsa kétchup. Hace poco lo probé, y me gustó…
Yoli: ¿Qué…? Eso es lo mejor… bueno… con diablito… también. Venezolano
come espagueti con mayonesa… y baila…
Dayana: No, si Raúl tenía una muela en el oído. Mamá siempre le decía: Raúl,
menos mal que estás bueno porque bailas malísimo.
Sandra: ¿Qué? Si la primera vez que yo conocí a Raúl fue bailando.
Dayana: No sabes lo que nos costó…
Anabel: Un día Dayana abre la puerta y lo consigue con un discman, bailando con
la escoba…
Dayana corre busca la escoba.
Anabel: No te levantes…
Aída: Al suelo, Dayana…
Dayana: (No les hace caso) Salí corriendo a buscar a Anabel… y a mi mamá… las
tres nos paramos en la puerta y Raúl bailando con la escoba. Patulequísimo…
Dayana baila con la escoba.
Anabel: Bailaba rarísimo… Cuando se da media vuelta y nos ve allí…
Dayana: Patitas pa’que las quiero.
Anabel: No nos hablaba… porque a nosotros nos dio un ataque de risa.
Dayana: Y lo agarramos… ¿por qué después de viejo quieres bailar?
Anabel: Era por Sandra… porque y que tú decías que no te empatabas con un
hombre que no supiera bailar.
Dayana: Y aprendió… no era Chayanne, pero le ponía swing…
Anabel: Porque payaseaba… Hacía morisquetas, y a uno se le olvidaba que te
había metido un pisotón.
Sandra: Ese día fue tan bonito… Venía con una chaqueta azul marino… bailamos
toda la noche, y me dijo: quiero que seas la madre de mis hijos.
Meche se levanta repentina. Todas se quedan en silencio. Meche se va al
cuarto sin decir palabra.
ESCENA XI
Dayana: ¿Adónde vas, mamá?
Sandra: Fue por lo que dije, ¿verdad?
Anabel: Ya uno no sabe qué la pone bien, ni qué la pone mal.
Yoli: Mucho tiempo ya…
Aída: Déjala tranquila… cada quien lo lleva a su manera.
Yoli: Sé que no es mi asunto… pero bueno… quién sabe… mejor se van… digo
yo…
Aída: Y adónde vamos nosotras, Yoli…
Yoli: Adonde ellas… porque bueno… es así…
Dayana: Quisiera dejarla tranquila, pero se mete en demasiados problemas. No
puede escuchar que alguien le pasó algo porque para allá va.
Anabel: A veces me da miedo que un día venga y ella no esté.
ESCENA XII
Viene Meche con ropa de hombre, chaquetas, camisas.
Meche: Hay que llevarla a gente que le haga falta… Esta igual ya no lo quedaba,
estaba comiendo mucho… yo se lo dije. Mucho pan, mucho refresco.
Anabel: Mamá, no tienes que hacerlo.
Meche: (Le muestra a Sandra la chaqueta azul) Esta es… se la regaló su papá
cuando se graduó de ingeniero. Después era la nipa.
Dayana: No haga nada que no quiera, mamá.
Meche: Tengo que hacerlo… es mucho tiempo… mucho tiempo. A veces la gente
te dice que todo tiene un por qué, yo todavía no lo consigo… por qué pasa todo
esto… por qué no se llevaron la camioneta y lo dejaron tranquilo… por qué nos
odiamos tanto. Y no sé… no sé por qué.
Toma el cd. Lo coloca en un aparato de cds. Todas se miran sin entender.
Comienza a sonar: “El Africano”.
Yoli: Y diciendo que yo… No, Meche… eso es como de los dinosaurios…
Meche comienza a bailar tímidamente, y saca a bailar a Dayana. Dayana no
sabe qué hacer.
Meche: Vente, que a ti te gusta bailar…
Dayana acepta la invitación. Meche baila con Dayana.
Dayana: ¡Mamá, así no es!
Meche: Así se baila de verdad, no esos brincos que dan ahora. ¡Vamos, Aída,
demuestra que eres venezolana!
Meche levanta a Aída.
Aída: ¡Me canso!
Aída saca a Yoli.
Aída: Levántate, negra…
Yoli: Ahora sí… buno… tostadas todas…
Meche se acerca a Sandra, y la invita.
Meche: Vamos, Sandra… que por ti mi Raúl aprendió a bailar.
Sandra se levanta, Dayana baila con ella. Meche va hacia Anabel. Anabel la
ve venir, la abraza. Las dos bailan unidas.
Meche: No lloremos más, Anabel… no lloremos más.
Las seis bailan al ritmo de la canción, la tararean, la cantan.
Aída: ¡Ay, coño, tenía tanto tiempo que no bailaba!
Meche: ¡Hay que bailar más seguido!
Dayana: Pero más moderno…
Sandra: Una vuelta, una vuelta…
Yoli: Qué es, Dayana… así es la cosa…
Anabel: Van a pensar que estamos muy locas.
Meche: ¿Qué nos importa ya?
Las seis siguen bailando, hasta que la canción se termina, es un acto de
liberación para las seis.
ESCENA XIII
Las seis se miran agotadas.
Meche: Pensándolo bien, creo que sí estamos bien viejas.
Aída: Nosotras… estas están bien jóvenes todavía…
Dayana: ¿Y no vamos a probar la torta? Es de las hermanas famosas…
Yoli: ¿De quién eran, musiua?
Aída: Bien bueno con esta llamándome musiua… te voy a traer mi partida de
nacimiento.
Yoli: No les quiero… la fiesta, pero se empieza a poner oscuro… y ustedes
saben… yo solo digo… no por mal.
Aída: Llamo mañana… para ver… decidan lo que decidan, no dejen de
contarme…
Yoli: Yo acompaño a la musiua.
Aída: ¿Vas a seguir Abigail?
Yoli: Te volio bene…
Aída: Te voglio bene…
Meche: (Saca un cuchillo) Para picar la torta… y la emparejes.
Dayana: Ay, pero falta la vela…
Meche: Eso va a estar difícil.
Dayana empieza a buscar en todos lados.
Sandra: (A Meche) No me odie más, yo también me castigo todos los días por
haberlo mandado…
Meche: No me hagas caso, Sandrita… ¿No sabes cómo soy yo? Lo que tienes es
que buscarte un novio.
Sandra: No…
Meche: Claro que sí, uno que te quiera… eso sí, me lo traes, me lo presentas para
darle el visto bueno. Eres joven, no tienes por qué esperarlo, yo soy su mamá,
puedo esperarlo toda la vida.
Dayana: (Trae un velón) ¡Con esta será!
Aída: Ay, pero eso vale por todos los cumpleaños que no has cantado.
Dayana: ¿Un yesquero?
Sandra: En mi cartera…
Sandra se aleja, Meche mira a Anabel.
Meche: No me pidas que me vaya… y yo no te pido que te quedes.
Anabel: Pero me puedo quedar esta noche.
Meche: Y las que quieras. Anabel, no sé, a la gente le parecerá raro que me
quede en el barrio donde me mataron a mi hijo, a mis dos nietos… donde las
vecinas también pierden a sus hijos, pero creo que algún bien hago aquí, no será
mucho, pero es algo… La Yoli estaba contenta. Alguien nos mirará de afuera, y no
entenderá, o sí… ojalá entendieran. Por eso me gusta esta casa, me gusta el
jardín… me hace ilusión que un día pase alguien y se sorprenda: Mira, hay
jazmines en el Lídice… qué sé yo… Pueden nacer flores en la tierra donde
mataron a nuestros hijos.
Anabel le acaricia el rostro a su mamá, de repente la mira con detalle.
Meche: ¿Otra arruga?
Anabel: Una pestaña… ¡Dayana, una pestaña!
Dayana: La tienes que usar tú, porque la encontraste…
Dayana pone el velón en medio de la torta y lo enciende.
Anabel: Vamos a pedirlo tú y yo.
Meche: Umju… ya se te pegó la locura de Dayana.
Anabel: Anda… Cierra los ojos.
Meche: Ya…
Anabel: Mentira que no pediste nada.
Meche: Bueno… está bien…
Las dos cierran los ojos.
Anabel: Ya pedí el mío.
Meche: Yo también.
Anabel: Sopla.
Las dos soplan los dedos. Cuando se separan, ambas ven los pulgares.
Meche: Eso… se te va a cumplir el deseo.
Anabel: A las dos… pedí lo mismo que tú.
Las dos con las manos unidas.
Aída: Vengan pues…
Yoli: ¡Ay, qué noche tan preciosa…!
Dayana: No, eso es larguísimo…
Sandra: Rápido que se apaga…
Anabel y Meche se acercan. Rodean a Dayana con las demás.
Dayana: ¿Viste? Los deseos se cumplen.
Las seis cantan cumpleaños feliz.
Todas: “Cumpleaños feliz, te deseamos a ti, cumpleaños… Dayana…
cumpleaños… feliz”
Al terminar Dayana espera unos segundos y sopla. Oscuro.
FIN