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a teoria social, hoy Anthony Giddens, Jonathan Turner y otros version espanola: Jesus LOS NOVENTA pone al alcance de los lectores una coleccion con los mas variados CORuia Nacional ternas de las ciencias sociales. Mediante la publicacion de un libro U par.la AlianzA Cul'ur, y las Aries £DITORLU semanal, esta serie proporciona un amplio espectro del pensarnien- to critico de nuestro tiernpo. MEXICO. D. F.

Jeffrey Alexander_La Centralidad de Los Clasicos_La Teoria Social Hoy

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hoy Anthony Giddens,

Jonathan Turner y otros

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LOS NOVENTA

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LA TEORiA SOCIAL, HOY

Titulo original en ingles: Social Theory Today

Primera edicion: 1987

Primera edicion en idioma espanol: 1990. Alianza editorial, S.A., Madrid

© 1987, Polity Press

© Ed. cast: 1990, Alianza Editorial, S.A., Madrid

D.R. © 1991. Editorial Patria, S.A. de c.v . bajo el sello de Alianza Editorial San Lorenzo 160, lzt apalapa Mexico, D.F., CP 09860

Primera edicion en la coleccion Los Noverua

Coedicion: Direccion General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/ Editorial Patria , S.A. de C. Y.

La presentacion y disposicion en conjuruo y de cad a pagina de LA TEORiA SOCIAL, HOY, son propiedad del editor. Queda est rictarneru e prohibida la reproduccion parcial 0 total de esra obra por cualquier sistema 0 rnerodo electronico, incluso el fotocopiado. sin autorizacion escrit a del editor.

ISBN 968·39·0450-5

l\lPRESO EN ,1E"deo

!, INDICE

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!r·

I Introduccion, por Anthony Giddens y Jonathan H. Turner.

La centralidad de los clasicos, por Jeffrey c. Alexander ....

El conductisrno y despues del conductismo, por George C. Homans .

I • Interaccionismo sirnbolico, por Hans Joas .

Teoria parsoniana actual: en busca de una nueva sinresis, por Richard M linch .

Teorizar analitico, por Jonathan H. Turner ..

El estructuralisrno, el post-estructuralisrno y la produccion de la cultura, por Anthony Giddens .

Etnometodologia, por John C. Heritage ..

Teoria de la esrructuracion y Praxis social, por Ira J. Cohen

Analisis de los sistemas mundiales, por Immanuel Wallers­tein .

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8 La teo ria social, hoy

J Analisis de clases, por Ralph Miliband . 418 INTRODUCCION

j, Teoria critica, por Axel Honneth .. 445 Anthony Giddens y Jonathan H. Turner (0.,

La sociologia y el rnetodo maternatico, por Thomas P. Wil­son . .. 489

Indice analitico __ 515

Este libro ofrece una guia sistematica de las tradiciones y ten­dencias mas importantes en historia social. No consideramos que la teoria social sea propiedad de una disciplina concreta, pues las cues­tiones relativas a 13. vida social y a los productos culturales de la accion social se extienden a todas las disciplinas cientificas y hurna­nisticas. Entre otros problemas, los teoricos de la sociedad abordan los siguientes temas: el status de las ciencias sociales, especialmente en relacion a la logica de las ciencias naturales; la naturaleza de las leyes y generalizaciones que pueden establecerse; la interpretacion de la agencia hurnana y el modo de distinguirla de los objetos y acontecimientos naturales; y el caracter 0 forma de las instituciones humanas. Naturalrnente, un bosquejo tan escueto encubre multitud de problemas y temas mas especificos; toda definicion de la teoria social esta abocada a suscitar controversias. Por tanto, el lector que busque un consenso acerca de las rnetas de la teoria social se sentira decepcionado. Pues est a falta de consenso, como implican muchas de las contribuciones a este libro, puede ser inherente a la naturaleza de la ciencia social. En ultimo extremo, la cuestion de si puede haber un marco unificado para la teo ria social, 0 siquiera un acucrdo sobre sus intereses basicos, esta ella misma sujeta a discusion.

Uno de los motivos que nos han Ilevado a publicar este volumen es que cada vez somos mas conscientes de los irnportantes cam bios que se han venido produciendo en la teoria social en aiios recientes.

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10 La teo ria social, hoy Inrroduccion 11

EI analisis teo rico en las ciencias sociales siempre ha sido una em­presa diversificada, pero en un determinado momento posterior a la II Guerra Mundial cierto conjunto de puntos de vista tendieron a prevalecer sobre el resto, imponiendo cierto grado de aceptacion general. Estes puntos de vista generalmente estaban influidos por el empirismo logico-filosMlco. Diversos autores a los que suele asociar­se con esta pe-rspedivadesarrollaron determinadas interpretaciones del caracter de la ciencia que, a pesar de la imprecision de esa eti­queta, tenian algunos elementos comunes: todos ellos sospechaban de la metafisica, deseaban definir con nitidez que era 10 que habia que considerar cientifico, insisuan en la verificabilidad de los con­ceptos y proposiciones, y ten ian cierra inclinacion a construir teorias de corte hipotetico-deductivo.

Formaba parte esencial de esta perspectiva la idea de 10 que Neu­rath denominaba «ciencia unificada»; de acuerdo con dicha idea, no habia diferencias logicas fundamentales entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. Este punto de vista contribuy6 a fomentar cierta falta de disposicion a observar de forma directa la logica de las pro­pias ciencias sociales. Pues si la ciencia en general se guia por un unico cuerpo de principios, los cientfficos sociales no tienen mas que examinar los fundamentos logicos de la ciencia natural para explicar la naturaleza de su propia empresa. Considerandol., asi, no es sor­prendente que muchos de quienes trabajaban en las ciencias sociales adoptaran acriticamente la filosofia de la ciencia natural relacionada con el empirismo logico para c1arificar sus propias tareas, Por 10 general, el empirisrno logico no era considerado una particular filo­sofia de la ciencia con hipotesis potencialmente cuestionables, sino un modele incontrovertible de la ciencia. Las cuestiones relativas a la «interpretacion» se reprimieron en dos aspectos. Por un lado, la ciencia natural no se consideraba una empresa interpretativa en nin­gun sentido fundamental, pues se suponia que su obJetivo primordial era la formulacion de leyes 0 sistemas de leyes; por otro, el signifi­cado de las teorias y conceptos se consideraba directamenr- vincu­lado a las observaciones empiricas. Desde este punro de vista " las ciencias sociales eran esencialmente no interpretativss, incluso f aunque'su objero gire en torno a procesos interpretativos de la cultura y la comunicacioj-, En consecuencia, la nocion de Verstehen -comprension del significado- recibio escasa atencion, tanto por parte de autores que escribian con una inspiracion c1aramente filosOfica Como parte de la mayorfa de los cientificos socia1es. En los casos en que se consideraba relevante eI Verstehen, solo 10 era en la medida en que se utilizaba para generar teodas 0

hip6tesis contrastables. La comprension empatica de los PUntos de vista 0 sentimientos de los demas, se pensaba, puede ayudar a1

observador sociologico a explicar sus conductas, pero estas explica­ciones siempre tenian que formularse en rerminos «operacionales», o al menos en terrninos de descripciones de rasgos observables de. conductas contrastables..: £1 Verstehen se entendia simplemente como un fenorneno «psicologico» que depende de una compren­sion necesariamente inruitiva y no fiable de la conciencia de los demas,

Sin embargo, a 10 largo de las ultirnas dos decadas ha tenido lugar i

I

un carnbio espectacular. Dentro de la filosofia de la ciencia natural, 'i el dominio del empirismo logico ha declinado ante los ataques de i escritores tales como Kuhn, Toulmin, Lakatos y Hesse. En su lugari .. hasurgido una «nueva filosofia de la ciencia- que desecha muchos I~-supuestos de los puntos de vista precedentes. Resumiendo decidida­! mente esta nueva concepcion, en ella se rechaza la idea de que puedeI haber observaciones teoricarnente neutrales; ya no se canonizan como

ideal supremo de la investigacion cientifica los sistemas de leyes c.o.­nectadas de forma deductiva: pero 10 mas importante es que la cienJ

I cia Sf considera una _empresa interpretanva, de modo que los pro:" I~ I blem-as· de -significado,comunicacion y traduccion adquieren una re­I levancia inmediata para las teorias cientificas. Estos desarrollos de la ! filosofia de la ciencia natural han influido inevitablernente en eI pen­

sarniento de la ciencia social, al tiempo que han acentuado el ere­ciente desencanto respecto a las teorias dorninanres en la «corriente principal» de la ciencia social.

EI resultado de tales cambios ha sido la proliferacion de enfoques del pensamiento teorico. Tradiciones de pensamiento anteriorrnente ignoradas 0 mal conocidas han adquirido mucha mayor importancia: la fenomenologia, en particular la relacionada con los escritos de Alfred Schutz; la herrneneutica, tal como se ha desarrollado en la obra de autores como Gadamer y Ricoeur; y la teoria critica, repre­sentada recienternente por las obras de Habermas. Adernas, se han revitalizado y examinado con renovado in teres tradiciones de pen­sarniento anteriores, como el interaccionismo sirnbolico en los Esta­

I' dos Unidos y eI esrructuralisrno 0 post-estructuralismo en Europa.i

A estas hay que aiiadir npos de pensamiento de desarrollo mas re­cienre, entre los que se cuentan la etnometodologia, la teoria de la

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estructuracion y la «teoria de la praxis», relacionada, sobre todo, con Bordieu. Aunque esta diversidad de tradiciones y escuelas de pen­: samiento surgida en la teoria social parezca asombrosa, sigue habien­do algo semejante a una «corriente principal», aunque' ya no sea tan pujante. EI funcionalismo estructural parsoniano, por ejemplo, con­tinua ejerciendo un poderoso atractivo y, de hecho, ha recibido re­cientemente un considerable relanzamiento en los escritos de Luh­mann, Munch, Alexander. Hayes y otros. Vemos, pues, que la teoria

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12 La teoria social, hoy

social ha llegado a comprender una gam a de enfoques variada y, con [recuencia, confusa.

Han sido diversas las respuestas a esta variedad de enfoques. En un extrerno, para muchos de quienes estan fundamentalmente inte­resados en la investigacion ernpfrica, el espectro de escuelas y tradi­ciones en disputa representa una confirrnacion de 10 que siempre habian creido: los debates teoricos son de escaso interes 0 relevancia para los que realizan un trabajo empirico. Si los teoricos sociales no pueden ponerse de acuerdo entre sf acerca de las cuestiones mas basicas, (que relevancia pueden tener las cuestiones referentes a la teoria social para quienes se ocupan sobre todo de la investigacion empfrica? En consecuencia, se ha originado una division bastante considerable entre «investigadores», que a menudo contimian con­siderandose -positivistas», y teoricos, que ahora se consideran de formas muy diversas. EI desaliento de los investigadores, sin embar­go, no es compartido por todos. En el otro extremo, muchos han acogido con entusiasrno la diversificacion de la teoria social, en la opinion de que la competencia entre tradiciones de pensamiento es sumamente deseable. Desde este punto de vista, en ocasiones influ i­do por la filosoffa de la ciencia natural de Feyerabend, la prolifera­cion de tradiciones teoricas es una forma de evitar el dogmatismo fomentado por e1 cornprorniso dominante con un solo marco de pensamiento, A veces se sefiala tam bien que el estudio de la con­ducta humana es necesariamente un asunto controvertido; solo den­tro de una sociedad totalitaria existiria un unico marco incuestiona­ble para e1 analisis de la conducta social humana.

Es probable que sea cierto que la mayoria de quienes trabajan en las ciencias sociales se encuentran en algun punto situado entre am­bos extremos".Comominimo, la mayoria afirmaria que la eleccion entre las diversas propuestas hechasjor diversas tradiciones teoricas no es en modo alguno una activida esteril; tal es sin duda la posi­cion de los editores de este volumen, incluso aunque sus opiniones difieren respecto a cual es el mejor modo de llevar a cabo una ten­tativa sernejante. Seiialariamos tarnbien que la aparente explosion de versiones rivales de la teoria social oculta una mayor coherencia e integracion entre esos puntos de vista divergentes de 10 que puede parecer a primera vista. Consideramos necesario aclarar este extremo.

En primer lugar, puede haber un mayor solapamiento entre me­todos diferentes de 10 que se suele pensar. EI desarrollo de la etno­metodologfa nos proporciona un buen ejernplo. En las primeras fa­ses de su Iormacion, detractores y criticos de la etnometodologfa consideraban que esta discrepaba de forma radical de otros paradig­mas de pensamiento de la ciencia social, y hasta hace poco no se ha puesto de manifiesto que los escritos de los partidarios de la etno-

IJIntroducci6n

metodologia tienen algo que aportar a problemas que ocupan prac­ticamente a todos los que trabajan en la teoria social. Tambien se ha evidenciado que hay afinidades estrechas entre los problemas con que se enfrenta la etnometodologia y los que examinan otras tradi­ciones teoricas, Asi, por ejemplo, el enfasis en la naturaleza «meto­dologica» del uso del lenguaje en el contexte de la vida social puede muy bien considerarse relevante con respecto a cuestiones que tienen un amplio alcance enla teoria social.

EI!..segundo lugar, se han destacado a 10 largo de las ultimas decadas ciertas lineas de desarrollo comunes compartidas por un amplio conjunto de enfoques teoricos. Ha existido la preocupacion, pongamos por caso, por reconceptualizar la naturaleza de la accion, En efecto, numerosos enfoques han mostrado tal inclinacion a con­centrarse en esta cuestion que en cierto momento parecia que una oleada de subjetivismo estaba a punto de anegar las ciencias sociales. Sin embargo, ahora, podemos ver que una reelaboracion de cuestio­nes relativas a la accion humana no tiene necesariamente que llevar­nos a enfatizar de forma exagerada la subjetividad, sino que, al con­trario, puede vincular una elaborada «teoria del sujeto» a analisis de tipo mas «insritucional-.

En tercer lugar, seria dificil negar que ha existido algun tipo de progreso' en la resolucion de cuestiones que previamente parecian inabordables 0 no se' analizaban de forma directa, Asi, durante largo tiernpo existio una division entre los metodos naturalistas y aquellos .que destacaban la importancia del Verstehen, no obstante el predo­minio que los primeros tenian sobre estos ultirnos. Como conse­

'cuenci-a de desarrollos convergentes en un conjunto de tradiciones de pensamiento, se ha evidenciado que la division entre Erkldren (0 explicacion en Iuncion de leyes causales) y Verstehen respondia a un planteamiento erroneo. El Verstehen no es primariamente, como sub­rayan los ernpiristas logicos, una cuestion -psicologica»; antes bien, el Verstehen forma parte constitutiva de todas las cuestiones relativas a la interpretacion del significado, y esta implicado en todas ellas. En la literatura reciente estas cuestiones se han investigado con am­plitud, tanto en el ambito de la ciencia natural como cn el de la ciencia social; como consecuencia, se han clarificado de forma defi­nitiva problemas que antes eran bastante oscuros.

En este libro hemos tratado de abarcar una gran variedad de plantearnientos, aunque no sehan podido evitar algunas omisiones. No obstante, creemos que el presente volumen trata mas 0 menos

'sisrematicarnente la mayoria de las tradiciones influyentes de la teo­ria social actual. En una breve introduccion seria imposible analizar con detalle los puntos Iuertes 0 las debilidades de todos los enfo­ques. En lugar de esto, sefialarernos algunos de los temas y preten­

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14 15t. teoria ,,,,,I, hoy1Introducci6n

siones mas destacados de varios autores para dar una Idea de la! diversidad y vitalidad de la teo ria social.

(Cual es la naturaleza de la ciencia social?

La practica totalidad de los capitulos que siguen abordan esta l cuestion. Como se pondra de manifiesto, hay un extendido desa­cuerdo acerca de que clase de ciencia, si es que 10 es, es y puede ser li.~ ciencia social. ,.£1 examen de «El conductismoy despues del con­ducrisrno», de George Homans, eI enfoque de Jonathan Turner en, «Teorizar analitico» y, siquiera de forma irnplicita, el analisis de «Teoria parsoniana actual», de Richard Munch, defienderren un sen­tido u otro el «positivismo logico-. 'Como Homans ha mantenido elocuente y vigorosarnente durante mas de dos decadas, la sociologia puede ser una ciencia comprometida con la elaboracion de -Ieyes de subsuncion» y sistemas axiomaticos deductivos. Turner 'comparte esta visio'n deia sociologia como conjunto de «Ieyesde subsuncion», pero rechaza la posibilidad de que exista una teo ria verdaderamente axiomatica. En lugar de esto, la sociologia deberia elaborar leyes abstractas y usarlas en esquemas deductivos laxos. Adernas, en la concepcion de Turner es necesario complementar las leyes abstractas con modelos analiticos que especifiquen de forma detallada. los pro­cesos causales que conectan las variables de una ley abstracta. Munch sostiene que la teoria de la accion parsoniana puede usarse para ge­nerar un «marco general de referencia» capaz de organizar una va­riedad de enfoques teoricos y metodologicos. Desde el punto de vista de la rnetodologia, Munch considera que los tipos ideales, la idiografia, las hiporesis nornologicas y los modelos constructivistas pueden ser entendidos y quiza reconciliados entre si dentro de un marco de referencia relative a un tipo de accion mas general. De modo similar, eI marco de referencia de la acccion puede servir para ordenar modos diferentes de explicar los fenornenos: teleonornicos, causales, normativos y racionales, Asi, Munch propugna el eclecti­cisrno, pero un eclecticismo que, segun parece, esta comprometido con una vision positivista de la sociologia: se trata de generar y concrastar teorias de forma sistematica.

naturaleza pragmatica,.situ.a,cional. y cons~n~ida d~ la interaccion (y, par tanto, de' la orgaruzacion SOCial) haria imposibles las -Ieyes- y «generalizaciones» atemporales del positivismo. Por otra parte, sin embargo, muchos interaccionistas --entre los que quiza podriamos contar al propio Mead- han tratado de descubrir las propiedades bisicas de la interacci6n y de desarrollar leyes universales acerca de su forma de operar.

En su lucido analisis de Garfinkel y la emometodologia, John Heritage procuraevitar la.cuestion de la «ciencia» en la ciencia so­

, cial. Pues iii la accion es indexica, contextual y reflexiva, <puede la ernometodologia desarrollar leyes. y. generalizaciones acerca de eIla? La"i:tnometodologia no responde a esa pregunta de forma unanirne ; y, en efecroj' los autores relacionados con dicha corriente no se ocu­pan de esas rnaterias tan explicirarnente como la mayoria de los que trabajan en otras rradiciones. Los emometodologos, por 10 general, son partidarios de describir en detalle los procesos empiricos, dejan­do a un lado aquello que, en apariencia, constituiria la «explicacion»: y tarnbien evitan la cuestion de la «cientificidad» de las descripciones.

Mucho menos ambivalentes respecto a la cuestion de si puede haber 0 no una ciencia natural de la sociedad son Thomas Wilson, Ira Cohen, Jeffrey Alexander y Anthony Giddens. Con diferencias

:.~entte"ellos, todos estos auto res mantienen que la ciencia social es "'fiiildamentilimente diferente de la ciencia natural. Alexander no re­

thaz,Lde plano la idea de que puedan descubrirse leyes de la vida .s.Qci<tl. pero afirma categoricamente que nUflc~podra"alcanzarseun consensoacerca-de estas leyes,\ yque lanatl1r:~leza de los datos de Jf~e:!}'9i~=·n.at~r~1 nopuede nurica 'conferi:le~ caracfEr" definitivo. El anahsls~9clal; sosnene, siernpre conllevara discursos y debates acer­ca de los supuestos de las teorias y de la relevancia de los datos para contrastar estas teorias,

..~ilson formula un argumento ontologico todavia mas fuerte. Dado quela ciencia social tiene que tratar de lasemociones, propo­sitos, actitudes y disposiciones subjetivilT,4e los actores, los enun­ciados teoricos y empiricos seran «inten'Mnales», y los analistas so­ciales se veran obligados a realizar interpretaciones del significado. Es posible elaborar proyectos teoricos basados en los metodos «ex­

" rensionales» de las ciencias naturales, pero ha de admitirse que solo Par otro lado, tenemos una serie de argumentos que, en su rna, .f tienen una utilidad heuristica. En el mejor de los casos, el uso de

yor parte, giran en torno al supuesto de que el objeto de la ciencia J las matemacicas puede «ordenar las relaciones de nuestros datos ysocial impide adaptar una orientacion tipica de la ciencia natural. 'I c1arificar nuestras ideas acerca de como una teo ria se relaciona con Pero incluso aqui se manciene una cierta ambivalcncia. Por ejemplo,

1 mra en un casu particular». Giddens y Cohen defienden una tesis

destaca a este respecto la revision que lIeva a cabo Hans Joas de las similar en sus respectivas descripciones del «estructuralismo» y de raices pragmaticas del inceraccionismo y de la elaborJcion del ;nte­ la «teoria de la estructuracion». Giddens declara "muertos» el es­raccionismo por parte de la «Escuela de Chicago». Por un lado, la tructuralismo y el post-estructuralismo, aduciendo que su fracaso

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17 16 La teoria social, hoy

para tratar la «agencia- humana y el proceso mediante el cual dicha «agencia,. actua para producir, reproducir y cambiar estructuras re­presenta una deficiencia fundamental del analisis estructural, pues en la nocion de agencia reside la capacidad para cambiar el universo . social, obviando en consecuencia las leyes cientfficas que describen ese universo.

A.l yresent~r una descripcion detallada de ~~ teorla de la estruc­turacion de Giddens, especlalmente de. ~u nocion d~ PraXIS, Cohen extrae todas las implicaciones de la nocion de «agencla». En el rnejor de los cases, la teoria solo puede destacar las «potencialidades cons­titutivas de la vida social» que los actores utilizan para producir y reproducir modelos sociales. Estas potencialidades se utilizan de modo contextual e historico, 10 que determina que las leyes y gene- . ralizaciones sean transformables mediante los actos de los agentes. , Por tanto, no es posible que la ciencia social sea como las ciencias : naturales, ya que sus agentes pueden carnbiar la misma naturaleza ~ de su objeto: las pautas de organizaci6n social. i

Los capitulos redactados por Immanuel Wallerstein y Ralph Mi- ;

Introducci6n

(Cual es el objeto basico de la teorta social?

Los .desacuerdos acerca de 10 que es y puede ser la teo ria social se reflejan en las disputas sobre su objeto basico, sea cual sea la form~ en que .se conciba, El... punto central de los debates se refiere a v~nas cu~stlones interrelacionadas: ~Que ocurre en el universo s?clal? (Cu,a~e.s son las propiedades fundamentalzs del mundo? (Que tJEo de analisis de estas propiedades es. poslble. y/o apropiado? Al kantear estas preg~nt~s resurgen annguas cuesnones filosoficas, ta­es como ~I ~~ducclOmsmo. el realismo y el nominalismo. Si acepta­~os la OptnJ<;>O de Jeffrey Alexander, esto ocurrira siempre que va­nos ~utores lOvoq~en el apoyo de los -clasicos- para defender su propio ra unto de VIsta.

E~ os dermis capitulos de este volumen se puede encontrar una amI;'ha gam.a de ~plOlones acerca de cuales deberian ser las preocu­pacI~n~s primordiales de ~a. reoria social. Algunos sostienen que debe consrsnr en un. mlcroanal~sls del componamiento y de la interaccion en con,textos situados, mientras que otros se pronuncian por meto­

liband parecen, a primera vista, simpatizar con esta concepcion de i _.d_o~ mas .compre~enslvos que se ocupen de estructuras emergentes; la age~cia. En efect~, la confrontacion con !as formas de d?,!!,inacion r- estan ~~I.enes. defienden la reco~~i!iacion del microa?aljs~s y el rna­a traves de la Praxis es, por supuesto, el rnicleode la tradicion mar- • croana ISIS, rruentras que, e"! opinion de otros, tales srntesrs son con­xi~ta. Pero en su «Analisis de los sistemas mundiales», ~allers~ein i traproducentes y, en el rnejor ~e .los casos, prernaturas. Repasemos afirrna que ya se ha malgastado bastante energia debatiendo Sl la I brevemente este. espectro de opiruones, teoria social ha de tener un caracter particularista 0 universalists. . Wallerstein considera tales debates «arnpulosos»; como alternat iva, propone que la teo ria social utilice «marcos 'de referencia- como los I

del analisis de los sistemas mundiales, marcos que abarquen el tiern­po y espacio suficientes para observar las logicas 0 dinarnicas basicas de los procesos sociales. Estas 16gicas no deben considerarse eternas, puesto que la naturaleza de la organizaci6n social cambia a largo plazo. La posicion de Miliband es menos clara en 10 que toca a la cuesti6n de la ciencia. Por una parte, considera los procesos de do­minacion como una propiedad invariante de la organizacion social que es objeto del «analisis de clases .. pero, por otra, da a entender que esta propiedad puede ser suprimida, 10 que alterarfa por tanto: el mismo analisis de clases empleado para examinarla.

Tal es el espectro de opiniones. Esta claro que el rechazo crltico del «positivismo logico .. ha llegado a predominar en la teoria social -a pesar de las protestas de uno de los editores de este volumen-. Aunque la concepci6n de la sociologia como «ciencia natural,. tiene todavla muchos defensores, en la actualidad constituyen una minoria'

len la teoria social en sentido amplio, tal como la entendemos en este ivolumen. Sin embargo, el debate no ha concluido, como puede verse' en la diversidad de posiciones defendidas en los capitulos que siguen. .

H?!,"ans,defle?d~ el reduccionismo en la que tal vez sea la de­claracion mas et:terglca que ha formulado hasta el momento. Las lOstltu~lO~e~ sociales «pueden reducirse, sin residuo, a las conductas ~e los lOdlvld~,os", Hace algun tiernpo era posible interpretar serne­J~n~e declaracion de Homans como un simple plantearniento estra­teglco: !as leyes d~ la estru~tura .e instituc:iones de la sociedad se deduclran, en un sIstema aXlOmatlCO, de las de la psicologia. Pero ahora parece ha~er. una maror carga metaffsica en el planteamiento ~e I:I0":lans: en ultImo termmo, toda realidad social es conducta; las InStituclones no son m~s que la suma de estas conductas constitutivas.

, .Como pone de reheve el capItulo sobre el ..interaccionismo sim­bohco,. de J~a.s! h~y una considerable diversidad de opiniones dentro de ,esta tradlclon mtelectual por 10 que se refiere a la cuesti6n de due. es 10 f~n~ament~l e~ .el mu:ndo social. Las rakes pragmaticas

el mteraCCIOOlsmo slmbohco aftrman la importancia de la agencia h.umana cuando los actores construyen modos de conducta en situa­c~ones concreta~, .pero la cuesti6n de que es 10 «construido.. sigue slendo probl~matlca. G: H. Mead enfatlzaba la reproducci6n de es­tructuras soclales a traves de l~s facultades conductuales de la mente, del ..yo,. [selj) y de la adopclon de roles, pero los interaccionistas modemos se encuentran polarizados en tomo a la cuesti6n de si

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18 19 La teo ria social, hoy

debe concederse la prioridad teorica a la «estructura» per se 0 a los procesos que producen y reproducen tal estructura. Pues si bien Mead consideraba que estas eran la dos caras de la misma moneda conceptual, los teoricos conternporaneos estan divididos sobre la cuestion de hasta que punto la estructura limita la accion y viceversa.

Como pone de manifiesto el examen de la ..Emometodologia-, de Heritage, en esa corriente tal ambivalencia aparece por doquier. Heritage y los partidarios de la ernometodologia no formularfan el asunto en estos terrninos, pero el mensaje de la etnornetodologia es claro: hay que estudiar aquellos procesos interactivos, en especial los que giran en torno al habla y la conversacion, mediante los cuales los actores elaboran explicaciones rconstruyen el sentido del mundo externo, factico. La realidad socia por excelencia ---creen algunos­es la interpretacion contextual e indexica de los signos y simbolos entre actores situados,

El desarrollo del funcionalismo parsoniano de Munch contrasta con este enfasis, Pues a pesar de que terminos como "significado» y ..accion» ocupan un lugar destacado, 1.'1 autentico objeto de la teoria funcional son los sistemas complejos de acciones interrelacionadas. Para Munch y otros parsonianos la realidad' existe en diferentes ni­veles sisternaticos que abarcan virtualmente todas las eta pas de la tealidad; sin embargo, en ultima instancia el analisis teorico de la accion casi siernpre se centra en la estructura y funciones de los sistemas y subsisternas, en su uso de diversos medios simbolicos, en sus modos de integracion y en sus medios de adaptacion a entornos diversos, La conducta que llevan a cabo los individuos en situaciones concretas esta subordinada a una concepcion de un majestuoso uni­verso social de cuatro sistemas de accion integrados en un universo orginico, telico y fisico-quimico.

La descripcion que hace Cohen de la teoria de la estructuracion de Giddens intenta mediar entre visiones tan dispares del universo social. Giddens postula una «dualidad de estructura» en la que la estructura proporciona las normas y recursos irnplicados en la agen­cia, que a su vez reproduce las propiedades estructurales de las ins­tituciones sociales, La estructura es a la vez el medio y el resultado de la conducta cotidiana que desarrollan los actores, Para la teoria de la estructuracion, por 10 tanto, los agentes, la accion y la inte­raccion se encuentran limitados por la dimension estructural de la realidad social, pero son aquellos mismos agentes quienes la generan.

El capitulo ..Teorizar analitico» de Jonathan Turner es algo me­nos optimista respecto a las posibilidades de integrar conceprualrnen­te los analisis institucionales e interpersonales. En lugar de esto, I··.

propone un analisis eclectico de la rnicrodinarnica, analisis que in­corpora puntos de vista del interaccionismo simbolico, la etnome- .

[ntroducci6n

todologia, 1.'1 conductivismo y otras perspectivas, pero al mismo tiern­po defiende la ccoceptualizacicn independienre de macroprocesos que no solo sinreticen las concepciones de la teo ria funcional, sino tambien las de otros enfoques estructurales. En opinion de Turner, los intentos de superar la escisron que media entre la interaccion individual y las estructuras ernergentes son prernaturos. Ambos ni­veles SOn igualmente ..reales- pero, de momenta, cada uno de ellos requiere sus propios conceptos, proposiciones y modelos,

Otros teoricos con una orientacion mas critica asisten a muchos de estos debates con impaciencia 0, quiza, con sospechas, Para estos autores, la realidad mas importante es la que limita las opciones y potencialidades humanas mediante la dominacion y la opresion, En este senrido, Miliband insiste en que la dorninacion de clase y la lucha de clases generan la dinarnica central de la organizacion hu­mana. Por tal motivo, la principal preocupacion de la teoria social tiene que ver con 1.'1 analisis de la capacidad de controlar los medios deproducclon, administracion, cornunicacion y coercion en una so­ciedad. El enfoque de los sistemas mundiales de Wallerstein defiende una idea similar, pero, a diferencia del planteamiento del analisis de c1ases de Miliband, las formaciones sociales y eI est ado no son las unidades de analisis mas irnportantes. Antes bien, el objeto central de los analisis de la teoria social serian los «sistemas historicos», que se extienden en el tiernpo y en el espacio adoptando formas diversas, desde los mini-sistemas a los imperios y economias mundiales. Para Walletstein, eI poder de los imperios y sistemas economicos rnun­diales para constrenir y dominar la accion de los individuos, corpo­raciones y "mini-sistemas» es la realidad por excelencia del universo social.

£1 desarrollo ulterior de la teo ria social

Los carninos y procedirnientos para desarrollar la teo ria social se siguen en gran medida del compromiso con un particular objeto de estudio y con una filosofla concreta de la ciencia social. Es posible observar todo un espectro de trayectorias de desarrollo convergentes y divergentes a este respecto. Por ejemplo, aunque la teoria de la estructuracion de Giddens y la version de la teoria de 1:1 accion parsoniana de Munch parecen tener poco en cormin, arnbas defien­den irnplicitamente una estrategia de elaboracion reorica similar: am­bos construyen un marco conceptual que puede emplearse para in­terpretar casos ernpiricos especificos. Sus marcos interprerarivos di­fieren en 10 tocante a las propiedades sustantivas del mundo al que se refieren, y respecto al tipo de explicacj6n que cada uno de ellos

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21 La reoria social, hoy 20

cree posible. Sin embargo, ambos estan interesados en elaborar una «teoria basada en una ontologia», citando la descripci6n que propo­ne Cohen del enfoque de Giddens. Para ellos, la teo ria sirve para captar los rasgos primordiales de la agencia humana y de los mode­los institucionales,

Wallerstein parece defender el mismo rnetodo, aunque referido a un objeto de estudio diferente. Si bien rechaza la distincion no­morerico-idiografico, sostiene basicamente que la «ciencia hist6rica tiene que partir de 10 abstracto y dirigirse a 10 concreto». Como en el caso de Giddens y Munch, se trata de usar un marco amplio y abstracto para interpretar sucesos hist6ricos y empiricos concretos.

Wilson consideraria que tales marcos interpretativos, incluso los expresados en terminos matematicos, son, como mucho, recursos . heuristicos. Adernas, nunca podran constituir un sistema a partir del I

cual se formulen deducciones de sucesos empiricos, fundamental­mente porque tales deducciones estarian llenas de contenido inter­pretativo. Sin embargo, como todos los teoricos, Wilson reconoce que no puede abandonarse enteramente la metafora de construcci6n de modelos de la ciencia natural, siempre que se reconozcan las limitaciones de esa metafora.

Alexander aiiadiria que el uso de tales marcos interpretativos y modelos heuristicos estara inevitablemente sornetido a debate y con­troversia. Ademas, siempre estaran subdeterminados por los datos. Por tanto, la teo ria se construira a partir del dialogo, recurriendo de forma caracteristica a los clasicos en busca de inspiracion y legiti­maci6n. Por consiguiente, la teoria se desarrollara mas en el plano del discurso que en el plano de la confirmaci6n empirica.

EI capitulo de Joas sobre el «Interaccionismo simbolico- y la : descripci6n de la -Emometodologia- de Heritage son los mas cer­canos al inductivismo, incluso aunque te6ricos pertenecientes a estas tradiciones puedan rechazar descripcion tan categ6rica. Pero, en 10 esencial, sostienen <J.ue la teo ria debe desarrollarse a partir de las observaciones de la interaccion de las personas en los contextos de la vida real. Sea cual sea la naturaleza de la teo ria que se desarrolle a partir de esas observaciones, tiene que denotar 10 que las personas hacen realmente en contextos situados. Es decir, conceptos, genera­lizaciones y marcos de referencia han de estar empiricamente fun­dados en procesos observables de individuos en interaccion.

Turner y Homans comparten una perspectiva comun en ciertos aspectos. Homans insiste en que la teo ria ha de referirse a la con­ducta observable y no a entidades reificadas, tales como la estructu­ra, pero semejante teoria tiene que ser formal y deductiva, Sea me­diante induccion, deducci6n, abducci6n 0 inspiracion divina, su fi­nalidad es desarrollar axiom as abstractos que puedan servir como

Introduccion

leyes subsuntivas de un espectro de sucesos empiricos tan amplio como sea posible. Estas leyes no deben ser vagos marcos de refe­rencia, sino proposiciones especificas sobre relaciones entre varia­bles. Turner comparte esta posicion, pero admite la posibilidad de que no exista una teoria cientifica axiomatica plenamente desarrolla­da, dado que es imposible imponer controles experimentales. Sin embargo, esta de acuerdo con Homans en que los marcos de refe­rencia amplios son demasiado imprecisos y poco rigurosos para cons­tituir la finalidad de la actividad te6rica. Propone una interaccion creativa entre leyes abstractas y modelos analiticos que representan esquernaticamente complejos de relaciones causales entre clases ge­nericas de variables. Sf' trata de traducir los modelos analiticos en proposiciones abstractas susceptibles de ser contrastadas, rechazadas o revisadas a la luz de pruebas sisternaticas.

Conclusion

La teoria social es una empresa sumamente variada. Existen de­sacuerdos acerca de algunas de sus cuestiones mas basicas: acerca de que tipo de ciencia social es posible, acerca de cual deberia ser su objeto, y acerca de que metodos debe sancionar. En los capitulos que siguen podra encontrarse una panoramica representativa de las posiciones acerca de estos problemas. Hemos seleccionado cuidado­samente autores y temas para ofrecer una guia sistematica, tanto de las tradiciones de pensamiento mas destacadas de la teoria social como de los cam bios que se han producido durante las dos ultimas decadas, La teoria social se encuentra en estado de fermentaci6n intelectual. Algunos consideran que esto no es sorprendente, ni si­

. quiera objetable, mientras 9ue otros opinan que engendra confusi6n y estancamiento. Como editores, sin embargo, nuestra finalidad ha sido la de representar la diversidad de puntos de vista existences, y proporcionar un foro en el que algunos de sus representantes mas destacados puedan explicar sus ideas. Confiamos en que el lector encuentre en La teoria social, hoy una guia y una obra de referencia util para orientarse en la situacion actual de la ciencia social.

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LA CENTRALIDAD DE LOS CLASICOS Jeffrey c. Alexander

La relaci6n entre la ciencia social ~~isos es una cuestion que plantea los problemas mas profundos, no solo en la teoria social, sino en los estudios culturales en general. En el ensayo que sigue sostengo que los clasicos ocupan un lugar central en la ciencia social conternporanea. Esra posici6n es discutida desde 10 que, a primera vista, parecen dos campos enteramente diferentes. Entre los cienti­

/ ficos sociales, por supuesto, siempre ha existido escepticismo hacia i1,1.<los clasicos-. En efecto, para los partidarios del positivisrno la cues­LY tion misma de la relaci6n entre la ciencia social y los clasicos lIeva

de inmediato a otra, a saber, la de si debe existir alguna relaci6n en absoluto. (Por que habrian de recurrir a textos de autores muertos hace tiernpo disciplinas que afirman estar orientadas hacia el mundo ernpirico y hacia la acumulaci6n de conocimiento objetivo acerca ese mundo empirico? Segun los canones del ernpirisrno, cualquier aspec­to cientificarnente relevante de dichos textos deberia estar verificado e incorporado a la teo ria contemporanea 0 falsado y arrojado al cubo de basura de la hisroria.

Sin embargo, no son solo los positivisras «duros» quienes argu­mentan en contra de la interrelacion entre la interpretacion de los

'~ dasicos y la ciencia social contemporanea ; rarnbien se oponen a ella .: ,los hurnanistas. Recientemente se ha planteado un poderoso argu­

/ mento'eil-coiitra de la introduccion de problemas contemporaneos en la consideraci6n de los tcxtos clasicos. Los textos clasicos, se

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La centralidad de los clasicos 23

afirma (p, ej., Skinner: 1969), h,!n de considerarse enteramente desde " ~n punto de vista historico. Esta posicion historicista respecto a los( ( clasicos converge con la empirista en la medida en que ambas se ) oponen a que los problemas de la ciencia social contemporanea se) rnezclen con la discusi6n de los textos historicos.

Por tanto, para responder a las .preguntas queconciernen a la~~.( r~l!lcjo!l:,J;",g.t,',re Iaciencia social y los clasicos debemos considerar cual i

~es exac~aJU~m~Ja naturaleza de la ciencia social empirica y que re- ; ~Jaci6n-guarda con]a:s~iet1~ias-hatur~!~,~:-Debemos considerar as! mii'::;'

rno ~ue significa analizar los clasicos, y que relacion puede tener esta actividad, supuestamente historica, con los intereses del conocimien­to cientifico conrernporaneo.

Pero antes de continuar con estas cuestiones quiero proponer una definicion clara de 10 que es un clasico. Los clasicos son pro­ductos de la investigacion a los que se les concede un rango privi­Iegiado frente a las investigaciones contemporaneas del mismo cam­po. EI concepto de ran go privilegiado significa que los cientificos contemporaneos dedicados a esa disciplina creen que entendiendo dichas obras anteriores pueden aprender de su campo de investiga­cion tanto como puedan aprender de la obra de sus propios con­ternporaneos, La atribuci6n de sernejante rango privilegiado implica, ademas, que en el trabajo cotidiano del cientifico medio esta distin­ci6n se concede sin demostracion previa; se da por supuesto que, en calidad de clasica, tal obra establece criterios fundamentales en ese campo particular. Es por razon de esta posicion privilegiada por 10 que la exegesis y reinterpretacion de los clasicos --dentro 0 fuera de un contexto historico->- llega a constituir corrientes destacadas en varias disciplinas, pues 10 que se considera el «verdadero significado» de una obra clasica tiene una amplia influencia. Los teologos occi­dentales han tornado la Biblia como texto clasico, como 10 han he­cho quienes ejercen las disciplinas religiosas judeo-cristianas. Para los estudiosos de la literatura inglesa, Shakespeare es indudablemente el autor cuya obra encarna los canones de su campo. Durante qui­nientos afios, a Platon y Aristoteles se les otorgo el ran go de clasicos de la teoria politica.

La critica empirista a la centralidad de los clasicos

1') Las razones par las que la ciencia social rechaza la centralidad ~ 'de los clasicos son evidentes. Tal como he definido el termino, en

las ciencias naturales no existen en la actualidad «clasicos-. White­head (1974, p. l ' 5), sin duda uno de los mas sutiles fil6sofos de la ciencia de cste siglo, escribi6 que «una ciencia que vacila en olvidar

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24 La teoria social, hoy

a sus fundadores esta perdida», Esta afirrnacion parece innegable­mente cierta, al menos en la medida en que ciencia se toma en su sentido anglo-americano, como equivalente de Naturwissenschaft. Un historiador de la ciencia observe que «cualquier estudiante univer­sitario de primer afio sabe mas fisica que Galileo, a quien corres­ponde en mayor grado el honor de haber fundado la ciencia rnoder­na, y mas tambien de la que sabia Newton, la mente mas poderosa de todas cuantas se han aplicado al estudio de la naturaleza- (Gi­llispie: 1960, p. 8).

El hecho es innegable. El problema es: (que significa este hecho? Para los partidarios de la tendencia positivista, significa que, a largo plazo, tambien la ciencia social debera prescindir de los clasicos; a corto plazo, tendra que limitar muy estrictarnente la atencion que se les preste. Solo habra de recurrirse a ellos en busca de informacion empirica. La exegesis y el cornentario --que son caracteristicas dis­tintivas de este status privilegiado- no tienen lugar en las ciencias sociales, Estas conclusiones se basan en dos supuestos. El primero es que .Ia. ausencia de .textos clasicos en la ciencia natural iI!.dica el

___ st~tus-puramente~mpirico_de_ estas"';__f:L§~gun~Q_!~g~_eJa_ ciencia naturaly-la ciencia social. son basicamente identicas. Mas adelante sostendre que ninguno de estos supuestos es cierto. Pero antes de hacerlo exarninare de forma mas sistematica el argumento empirista inspirado en ellos.

En un influyente ensayo que se publico por vez primera hace cuarenta afios, Merton (1947, reimpreso en 1967, pp. 1-38) criticaba 10 que llamaba la rnezcla de historia y sistematica de la teo ria socio­logica. Su modelo de teo ria sistematica eran las cienciss naturales, y consistia, segun parece, en codificar el conocimiento empirico y cons­truir leyes de subsuncion, La teo ria cientifica es sistematica porque contrasta leyes de subsuncion mediante procedimientos experimen­tales, acumulando continuamente de esta forma conocimiento ver­dadero. En la medida en que se de esta acurnulacion no hay necesi­dad de textos clasicos. «La prueba mas convincente del conocimien­to verdaderamente acumulativo», afirma Merton, «es que inteligen­cias del menton pueden resolver hoy problemas que, tiempo arras, grandes inteligencias no podian siquiera cornenzar a resolver». En una verdadera ciencia, por tanto, cia conrnemoracion de los que en el pasado hicieron grandes aportaciones esta esencialmente reservada ala historia de la disciplina» (Merton: 1967a, pp. 27-8). La investi­gacion sobre figuras anteriores es una actividad que nada tiene que ver con el trabajo cientifico. Tal investigacion es tarea de historia­dores, no de cientificos sociales. Merton contrasts vividamente esta distinci6n radical entre ciencia e historia con la situacion que reina en las humanidades, donde «en contraste manifiesto, toda obra cla-

La centralidad de los clasicos 2S

sica -todo poema, drama, novela, ensayo u obra historica-s- suele seguir formando parte de la experiencia de generaciones subsiguien­tes- (p. 28).

Aunque Merton reconoce que los sociologos «estan en una si­tuacion intermedia entre los fisicos y biologos y los humanistas», recomienda con toda claridad un mayor acercamiento a las ciencias naturales. Invoca la confiada afirrnacion de Weber de que «en la ciencia, todos nosotros sabemos que nuestros logros quedaran anti­cuados en diez, veinte, cincuenta arios», y su insistencia en que «toda [contribucion] cientifica invita a que se la "supere" y deje anticuada­(Merton: 1967a, pp. 28-9). Que cincuenta anos despues de la muerte de Weber ni sus teorias sociologicas ni sus afirmaciones sobre la ciencia hayan sido en realidad superadas es una ironia que Merton parece pasar por alto; al contrario, insiste en que si bien es posible que la sociologia ocupe de hecho una situacion interrnedia entre las ciencias y las humanidades, esta situacion no debe considerarse nor­mativa, «Los intentos de mantener una posicion intermedia entre orientaciones humanistas y cientificas suelen tener como resultado la fusion de la sistematica de la teoria sociologies con su historia», una mezcla que, para Merton, equivale a hacer imposible la acumu­lacion de conocimiento empirico. Desde eI punto de vista de Mer­ton, eI problema es que los sociologos estan sometidos a presiones opuestas, una posicion estructural que suele producir una desviacion de las lineas de conducta legitimas. La mayoria de los sociologos sucurnben a estas presiones y desarrollan lineas de conducta desvia­das. «Oscilan» entre la ciencia social y las humanidades; solo unos pocos pueden «adaptarse a estas presiones desarrollando una linea de conducta enteramente cientffica- (Merton: 1967a, p. 29).

Es esta desviacion (el terrnino es mio, no de Merton) de la linea de conducta cientifica 10 que produce- 10 que Merton denomina «ten­dencias intelectualmente degenerativas», tendencias que mezclan la vertiente sistematica con la historica. £1 intento de elaborar 10 que pod ria llamarse «sistematica historica- es degenerativo porque pri­vilegia -precisamente en eI sentido que he definido un -clasico--c­las obras anteriores. Encontramos «reverencia- por «ilustres antece­sores» y un enfasis en la «exegesis» (1967a, p. 30). Pero 10 peor es que se da preferencia a la «erudicion frente a la originalidad», ya que aquella es importante para comprender el significado de obras ante­riores, con frecuencia dificiles. Merton no caracteriza como inter­pretacion la investigacion erudita de los textos clasicos. Hacerlo su­pondria, pienso, que tal investigacion contiene un elemento teorico «creative» (en oposicion a «degenerativo») en el sentido -cientifico contemporaneo. La «generatividad» contradiria esa actitud servil ha­cia obras anteriores que Merton cree inherente a la investigacion

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26 27 La teo ria social, hoy

historica de los textos clasicos, pues piensa que en estas actitudes se da una «reverencia acritica» y no simple reverencia 1. La interpreta­cion y creatividad que implica contradirian tambien la episternologia mecanicista en que se basan sus argurnentos. Para Merton, 10 unico que hace la sistematica historica es ofrecer a los conternporaneos espejos en los que se reflejan los textos anteriores, Estes son «resii­menes criticos», «mero comentario», «exegesis totalmente esteriles», «conjunto]s] de sinopsis criticas de doctrinas cronologicamente or­denada]s]» (1967a, pp. 2, 4, 30, 35; cfr. p. 9).

Merton insiste en que los textos anteriores no deberian ser con­siderados de esta forma tan «deplorablemente inutil», Ofrece dos alternativas, una desde la perspectiva sistematica, otra desde el punto de vista de la historia. Afirma que, desde la perspectiva de la ciencia . social, los textos anteriores no deben tratarse como clasicos, sino atendiendo a su utilidad, Es cierto que la situacion actual no es la ideal: no se ha dado el tipo de acurnulacion ernpirica que cabia es­perar en la ciencia social. Sin embargo, en vez de estancarse en esta situacion, 10 que hay que hacer es convertir los nuevos textos clasi­cos en simples fuentes de datos y/o teorias no constrastadas, es de­cir, hacer de elIos vehiculos de ulterior acurnulacion, Debemos tra­tarIos como fuentes de «informacion todavia no recuperada» que puede ser «provechosamente ernpleada como nuevo punto de parti­da». De este modo se puede lograr que los clasicos apunten hacia el futuro cientifico y no hacia el pasado humanistico; es. asi como pue­de convertirse en cientifico el estudio de los textos anteriores, «Si­guiendo y desarrolIando modelos teoricos-, este estudio puede de­dicarse a «recuperar conocimiento acurnulativo relevante... y a in­corporarIo a subsiguientes formulaciones» (1967a, pp. 30, 35).

Desde el punto de vista de la historia, la alternativa a la mezcla no es, de hecho, muy diferente. En lugar de utilizar los textos an-l teriores como fuentes de informacion no recuperada, estos pueden ' ser estudiados como documentos historicos en si mismos. Una vez mas, la cuestion es evitar la exegesis textual. «Una genuina bistoria de la teoria sociologica», escribe Merton, «tiene que ocuparse de la interaccion entre la teoria y cuestiones como los origenes sociales y

CiJDebe distinguirse tajanternente este tipo de actirud hacia los autores clasicos, ran servil y degradante -la cita cornpleta reza aSI: «una reverencia acritica hacia casi. cualquier afirm~ci6n.de antecesores ilustres- (Mert~n.: 1967, ~. 30)-- ~e .I~ ?eferencia' y del. status'pnvlle~lado que correspon.de a lo~ c1.aslcos segun l~ defl~lclon qu~ he ofrecido arriba. Mas adelante sostendre que, Sl bien la deferencia define la actitud formal, la critica continua y la reconstruccion constituyen la autentica esencia de la' «sistematica historica •. EI extremismo de Merton a este rcspecto es tlpico de quienes nicgan b relevan:ia de la investigaci6n ~e. los. :lasicos. ~n la ciencia social, pues pre­senta estas investigacIOnes a una luz ant,c,entlf,ca, acntlca.

La centralidad de los clasicos

la posicion social de sus partidarios, la cambiante organizacion social de la sociologia, las transformaciones que sufren las ideas con su difusion, y sus relaciones con la estructura social y cultural del en­torno» (p. 35). Es el entorno de las ideas y no las propias ideas 10 que debe estudiar un buen historiador de la ciencia social. Se supone que los objetivos del historiador son tan plenamente empiricos como los del sociologo, quien estudia los mismos textos con el Jin de obtener conocimiento acumulativo. Por consiguiente, el hecbo de que Merton rechace la fusion de ciencia e historia no se debe uni­camente a su exigencia de una sociologia ernpirica, sino tambien a su exigencia de una historia cientifica.

He mencionado antes dos supuestos de los que depende la critica ernpirista a la centralidad de los clasicos. EI primero es que Ii 'au­sencia de clasicos en la ciencia natural se deriva de su naturaleza empirica y acumulativa; el segundo es que las ciencias naturales y las ciencias sociales son basicarnente identicas a estos efectos. En el ensayo en que Merton (1967a) se manifiesta en contra de la fusi&n de historia y sistematica, la concepcion ernpirista de la ciencia natu­ral es un supuesto innato que se acepta tacitamente. Su idea de la ciencia natural es puramente progresiva. En vez de aplicar un trata­miento relativista e historico a los textos ciendficos anteriores (tra­tamiento que,' de acuerdo con el espiritu de la sensibilidad post-kuh­niana, subrayaria el poder formative de los paradigmas supracienti­ficos culturales e intelectuales), Merton considera esas obras como una serie de «anticipaciones», «prefiguraciones» y «predescubrimien­ros» de los conocimientos actuales (1967a, pp. 8-7). Sabemos ade­mas, gracias a sus protocolos sistematicos para la sociologia de la ciencia, que esta impresion no es erronea, Para Merton, los compro­misos disciplinarios y metodologicos son los unicos factores no em­piricos que afectan al trabajo cienufico, y no cree que ninguno de estos pueda influir de forma directa en el conocimiento cientifico del mundo objetivo

EI otro supuesto fundamental sobre el que descansa el argumento de Merton es que la ciencia natural se asemeja a la ciencia natural en su referente fundamentalmente ernpirico. Sin embargo, Menon tiene mayores dificultades para establecer estepunto. Sabemos por s~ ensayo sobre I~ teo ria de alcance m.edio (Merton:,1967b), inrnc­diatamente posterior -y no por casuahdad- a su articulo acerca de la fusion de la historia rla sistematica en su coleccion de ensayos Social Theory and Socia Structure, que Merton no considera que la .. . I d d d d' -'1'-'----"1.,'·, '--" -, d'" 'K h

._CI$n~la..s.?~,~~, epen. a e para _!~J?as ,ta _~.9!TI0, 9S.. entleQ.~... ,u. ,no ( Deb.td,o a ,que se orienta en funclOn de problemas y no en funclOn --ae paradigmas, la cie.ncia social se organiza por especialidades em­.,- piricas mas que por escuelas 0 tradiciones. Pero, (por que si los

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28 29 La teo ria social, hoy

sociologos no son empiristas ocupan una posicion intermedia entre la ciencia y las humanidades? ,Por que, adernas, mezclan la historia y la sistematica si no pretenden formar y mantener escuelas? Como he sugerido anteriorrnente, aunque Merton admite estos hechos in­negables, insiste en que son anomalias, no tendencias inherentes, subrayando que la «sociologia adopta la orientacion y la praxis de las ciencias fisicas», y afirma que la «investigacion [de la ciencia social] avanza a partir de las Ironteras alcanzadas por el trabajo acu­mulativo de generaciones anteriores- (Merton, 1967a, pp. 29-31).

En efecto; a pesar de la tendencia degenerativa a incurrir en 10 que he llamado sistematica historica, [Merton cree que nuestro co­nocimiento acerca de como estudiar la historia del pensamiento cien­tifico es el mismo cientifico y acumulativo! Merton emplea la ter­minologia de la ciencia progresiva --esbozo, predescubrimiento, an­ticipacion-e- para defender el tipo adecuado de historia cientifica pro:' gresiva. Criticando las historias progresivas que se basan unicarnente en las descripciones del trabajo cientifico ya publicadas, Merton su­giere (pp. 4-6) que tales visiones se fundamentan en una concepcion . de la historia que est a «extraordinariamenre retrasada con respecto I a realidades admitidas hace tiernpo». Bacon fue el primero en «ob­servar» que el proceso del descubrimiento objetivo es mas creativo e intuitive de 10 que sugiere la logic a formal de la contrastacion cientifica. Segun Merton, el que se haya llegado a este descubrimien­to por caminos independientes tiene que confirmarlo: «mentes re- ! ceptivas han llegado repetidas veces y, al parecer, independienternen- I te, al mismo tipo de observacion». La teoria cientifica que subsume I

o explica estas observaciones empiricas se ha desasrollado a su de- i bido tiempo: pensadores posteriores «han generalizado esta obser- i vacion». Como esta logica empirica ha mostrado su validez, Merton i confia en que la historia de la ciencia ha de progresar de forma I inevitable, pues «el fracaso de la sociologia para distinguir entre la t

historia y la sistematica de la teoria sera finalmente corregido» (Mer­ton: 1967a, pp. 4-6). Estos son los supuestos basicos del ar~mento "

,,_lish-ora_dasic()I)~deMerton en contra de la centralidad_dUgs clasi­__ .cos.-No obstante, parece que existe un tercer supuesto auxiliar, un

supuesto que no tiene entidad propia pero que viene implicado por I los dos supuestos centrales: la idea de que el significado de los textos ~ anteriores relevantes es obvio. He mostrado como al condenar la ' «sistematica historica» Merton afirmaba que sus unicos resultados ~ eran la produccion de sinopsis merarnente recapitulativas. He de- . mostrado tarnbien que la historia sociologica que Merton defiende se centraria el entorno de las teorias cientificas mas que en lar'

naturale- . ,Ie las pro~i~s ideas. Esta es. tambien, dicho sea de paso, la tencl _i~Cla de las cnucas a la centraiidad de los clasicos desde el

La centralidad de los cl:isicos

punto de vista humanista, tendencia que exarninare mas adelante. En la seccion inrnediata, sin embargo, discutire las criticas ernpiristas del caracter central de los clasicos y los dos supuestos basicos sobre los que descansa.

La vision post-positivista de la ciencia

~ La tesis contraria a la centralidad de los clasicos da por supuesto\, -.~._u-".a ciencia es acumulariva en tanto que es empirica, y que en

tanto que es acumulativa no creara clasicos. Sostendre, por el con­trario, que el hecho de que una disciplina posea clasicos no depende de su empirismo sino del consenso que exista dentro de esa disci­plina acerca de cuestiones no empiricas.

En Theorical Logic in Sociology (Alexander: 1982a, pp. 5-15) su­geria que la cor!'iente pos~ti~ista deJas. ciencias sociales se basa en cuatro postulados·fundamentales. EI pnmero es que existe una rup­tura episternologica radical entre las observaciones ernpiricas, que se consideran especificas y coneretas, y las proposiciones no ernpiricas, que se consideran generales y abstractas. EI segundo postulado pue­de sostenerse solo porque se da por sentado que existe esta ruptura: las cuestiones mas generales y abstractas -filosOficas 0 metafisicas­no tienen una importancia fundamental para la practica de una dis­ciplina de orientacion ernpirica. En tercer lugar, las cuestiones de indole general, abstracts y teoretica solo pueden ser evaluadas en relacion con observaciones empiricas. Esto indica que, siempre que sea posible, la teoria ha de ser formulada de forma proposicional y que, adernas, los conflicros teoricos se deciden a traves de contras­taciones ernpiricas y experimentos cruciales. Finalmente, como estos tres primeros postulados no constituyen una base para el debate cientifico estructurado, el cuarto seiiala que el desarrollo cientifico es «progresivo», es decir, lineal y acumulativo. Se supone, por tanto, que la diferenciacion de un campo cientifico es el producto de la especializacion en diferentes dominios ciennficos y no el resultado de un debate no ernpirico generalizado acerca de como explicar el mismo dominio empirico.

Si bien estos cuatro postulados todavia reflejan con exactitud la opinion cormin de la mayoria de los cientfficos sociales -especial­mente en Norteamerica-c., la nueva tendencia de la filosofia, historia y sociologia post-positivists de la ciencia natural surgida a 10 largo de las dos iilrimas decadas los ha criticado abiertarnente (Alexander: 1982a, pp. 18-33). Mientras que los postulados de la corriente po­sitivista reducen la teoria a los hechos, los de la corriente post­positivista rehab iiitan los aspectos teoricos.

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La teoria social, hoy

1) Los datos empfricos de_.lil. £i~!l~ia..e,'min..inspirados por la teo­.:f.ia...La dlStinci6n teoria/hechos no es epistemologica nJ·onto:­

logica, es decir, no es una distincion entre naturaleza y pen­sarnienro. Es una distincion analitica. Como escribio Lakatos (por ejernplo, 1969, p. 156), describir ciertas proposiciones como observaciones es una forma de hablar, no una referencia ontologica. La distincion analitica se refiere a observaciones inspiradas por aquellas teorias que consideramos que poseen mayor certeza.

2) ~romis.a.L\;.iwtificos ..no-ise..basan unicamenteceuIa •.. t:.YldenciiL.empirica. Como demuestra de forma convincente

Polanyi (p. ej., 1958, p. 92), el rechazar por principio la evi­dencia es el fundamento en el que descansa la continuidad de la ciencia.

3) La elaboracion general, teoricavesnormalmente horjzontaly .' dogIffifka;:y-:,no·'eseepticay:progresiva. Cuanto mas general es

la proposicion menos se cumpie el teorema de la falsacion popperiano. La formulacion teorica no sigue, como pretende Popper, la ley de la «mas encarnizada lucha por la supervi­vencia» (1959, p. 42). Al contrario: cuando una posicion teo­rica general se confronta con pruebas ernpiricas contradicto­rias que no pueden ignorarse, procede a desarrollar hipotesis ad hoc y categorias residuales (Lakatos: 1969, pp. 168-76). De esta manera, es posible «explicar» nuevos fenomenos sin re­nunciar a las formulaciones generales.

4)..~Q19...l.~..4in.J;.am.lJi<:l~ f.und..~.rp,~ntales en .las creenciascienjfficas cuando 19s cambiosempjricos van acornpafiados de la dispo:-. nibilidad de alternativas teoricas convincentes, Como estos c~mbios t~6ricos con frecuencia son carnbios de fondo, no son tan visibles para quienes estan inmersos en el trabajo cientifi ­co. Esto explica por que parece que los datos empiricos se obtienen por induccion, en vez de ser construidos analitica­mente. Pero como observa Holton, el enfrentarniento entre compromisos teoricos generales «es uno de los mas poderosos catalizadores de la investigacion ernpirica», y debe considerar­se que este es uno de los «cornponentes esenciales de las trans­formaciones fundamentales de las ciencias naturales» (1973, pp. 26, 190).

El primer supuesto de Merton (el relativo al caracter de la ciencia natural) es insostenible si las consideraciones no ernpiricas generales desernperian un papel tan decisivo. Tampoco creo que se sosrenga el segundo, pues en cicrtos aspectos cruciales la praxis de la ciencia natural y la de la ciencia social no se parecen gran cosa. Esta con-

La centralidad de los clasicos

elusion puede sorprender. Una vez establecida la dimensi6n no em­., pirica de la ciencia natural, podria parecer que el status de las obras

clasicas quedaria a salvo. Hemos de adrnitir, sin embargo, que la ciencia natural no recurre a los clasicos. Se trata ahora de explicar este hecho desde una perspectiva no empirista,

Por que no hay clasicos en la ciencia natural: una vision post-positivista

La epistemologia de la ciencia no determina los ternas particula­res a los que se aplica la actividad cientifica de una disciplina cien­tlfica dada 2. Sin embargo; es precisamente la aplicaci6n de esta ac­tividad 10 que deterrnina la relativa «sensibilidad» empirica de cual­quier disciplina. Asi, incluso anriempiristas declarados han recono­cido que 10 -que distingue a las ciencias naturales de las ciencias humanas es que aquellas centran explicitamente su atencion en pro­blemas empiricos. Por ejernplo, a pesar de que Holton ha demos­trado concienzudamente que la fisica moderna esta constituida por «tesis» supraempiricas, arbitrarias, el mismo insiste en que nunca ha sido su intencion defender la introducci6n de «discusiones ternati­cas... en la praxis misma de la ciencia». Manifiesra, en efecto, que «la ciencia comenz6 a crecer con rapidez solo cuando se excluyeron de los laboratorios tales cuestiones» (Holton: 1973, pp. 330- 1, el subrayado es nuestro). Incluso un fil6sofo tan claramente idealista

" como Collingwood, quien destaca que la practica cientifica descansa

I Mi disrincion entre ciencia natural y ciencia social solo puede rener, obviarnente, un caracter tipico-ideal. Mi proposito es articular condiciones generales, no explicar situaciones disciplinarias particulares. En general. no cabe duda de que es acertado afirmar que las condiciones en pro y en contra de la existencia de los clasicos en una disciplina se corresponden en un sentido amplio con la division entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias que se ocupan de las acciones de los seres hurnanos. El analisis especifico de cualquier disciplina particular requeriria que se especificaran las condiciones generales de cada caso. Asi, la ciencia natural se encuentra caracterisri­camenre desdoblada en ciencias fisicas y ciencias biologicas. Las ultirnas estan menos sujetas a maternatizacion, menos consensuadas, y es mas [recuente que sean sometidas a debate extraempirico explicito. En ciertos casos esto puede lIegar al punto de que el debate sobre los clasicos desernpene un papel perrnanerue en [a ciencia, como en el debate sobre Darwin de la biologia evolutiva. As! mismo, en los esrudios sobre el hombre las disciplinas no manifiestan en el mismo grado las condiciones que expon­dre en este articulo. En los Estados Unidos, por ejernplo, la econornia se encucntra menos vinculada a los clasicos que la sociologia y la antropologia, y la relacion de la historia con los c1asicos parcce fluctuar continuamente. La variaci6n en esros CasOS empiricos puede explicarse en [uncion de las condiciones teoricas que expongo mas

adelante.

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33 La teoria social. hoy

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en supuestos metafisicos, admite que «el asunto del cientifico no es proponerlos, sino solo presuponerlos> (Collingwood: 1940, p. 33). /' La actividad ciemifica se aplica a 10 que quienes se dedican a la ciencia consideran cientificamente problematico. Como en la moder­nidad suele existir un acuerdo entre los cientificos naturales sobre los problemas generales propios de su gremio, su atencion explicita se ha centrado normalmente en cuestiones de tipo emf,irico. Esto es, por supuesto, 10 que Ie perrnite a la «ciencia norma >0, en palabras de Kuhn (1970), dedicarse a la resolucion de rompecabezas y a so­lucionar problemas especificos. Urilizando la ciencia normal como referencia para caracterizar la ciencia natural como tal, tam bien Ha­bermas ha senalado que el consenso es aquello que diferencia la actividad «cientifica» de la «no cientitica».

iDenominamos cientifica a una informacion si y solo si puede obtenerse un consenso espontaneo y permanente respecto a su validez... EI verdadero logro de la ciencia mo?erna no con~l~te, Iundarnenralmente. en la produc­cion de verdad, es decir, de proposrciones correcras y convmcentes acerca de 10 que llamamos realidad.. ,La c~~~~~_~_?~e~~a se distinglJ.c:._.~~te­gorias tradicionales de conOClmlentO por un metodo para lleg~La..un__con­senso espontaneo y permanente acerca de nuestros puntos d_e..vl~ta. (Haber­

, , mas: 1972, p. 91). ,, i Solo si existe desacuerdo acerca de los supuestos de fondo de l una ciencia se discutiran de forma explicita estas cuestiones no em­

piricas. Kuhn llama a esto crisis del paradigma, rafirma que es en tales crisis cuando se «recurre a la filosofia y a debate de funda­

\ mentes» (Kuhn: 1970).I _______ArlJ.v:ienciil-l1~tur~I,.n5>_!t!.y~~I~:S.icosP?~ql1e fa at~n.~i~n, .normal­mente, .se ce,mr_a_en.~us dimensiones empmcas. Las dlmerislohes no ernpiricas estan enmascaradas, y parece .que las hipotesis especulati­vas pueden decidirse por referencia a datos sensibles reiativamente accesibles 0 por referencia a teorias cuya especificidad evidencia de modo inrnediato su relevancia con respecto a tales datos. Pero la existencia de clasicos implica que teorias anteriores disfrutan de una posicion privilegiada. En tal caso se considera que tienen rango ex­plicativo teorias anteriores, no solo las conternporaneas: ademas, es frecuente creer que los textos clasicos tam bien pueden ofrecer datos relevantes. Lo que yo sostengo es que la ciencia natural no es menos aprioristica que la ciencia social. Una postura no aprioristica, pura­mente empirica, no explica la «ausencia de c1asicos» en la ciencia natural. La explicacion hay que buscarla en la forma que adquiere la fusion de conocimiento aprioristico y contingente. .,/ Asi, en vez de c1asicos, la ciencia natural tiene 10 que Kuhn

;, (~lIamaba modelos ejemplares. Con este termino, Kuhn (1970, p. 182)

La centralidad de los clasicos

se refiere a ejemplos concretes de trabajo empirico exitoso: ejemplos de la capacidad para resolver problemas que define los campos pa­radigmaticos. Si bien los modelos ejernplares incorporan compromi­sos metafisicos y no empiricos de varios tipos, son en si mismos una pauta para la explicacion especifica del universo. Incluyen necesaria­mente definiciones y conceptos, pero orientan hacia cuestiones de operacionalizacion y tecnica a quienes los estudian. Sin embargo, a pesar de su especificidad, los mismos modelos ejemplares funcionan aprioristicamente. Seaprenden. en los libros de textos.yen Iqs)ab<>.: ratorios antes de ,que .los neofitos sean cap aces de examinar por si

:nrilmos si. son: 0 no realmente verdaderos. En otras palabras, son interiorizados por razon de su posicion de privilegio en eI proceso de socializacion mas que en virtud de su validez cientifica. Los pro­cesos de aprendizaje son identicos en la ciencia social; la diferencia estriba en que los cientificos sociales interiorizan clasicos adernas de modelos ejernplares,

La defensa post-positivista de los clasicos

La proporcion entre modelos y clasicos es tan diferente en la ciencia socia.Lp..<?r:queJa aplicaeion de.la.ciencia.ala. sociedad eng,~J.1:

::' c1ra un desacuerdo mucho mayor. A -causa de la existencia de un t""desacueiao persistente y extendido, los supuestos de fondo mas ge­

nerales que quedan implicitos y relativamente invisibles en la ciencia natural entran activamente en juego en la ciencia social J. Las con­diciones en que, de acuerdo con Kuhn, se produce la crisis de pa­radigmas en las ciencias naturales son habituales en las ciencias so­ciales. No estoy sugiriendo que no exista eI conocimiento «objetivo­en las ciencias sociales, ni que no haya posibilidad de formular con

) Mannheim expresa bien esta distinci6n: -nadie niega la posibilidad de la inves­tigaci6n empirica, ni nadie mantiene que los hechos no existan... nosotros tarnbien nos remitimos a los -hechos» para nuestra demostraci6n, pero la cuestion de la na­turaleza de los hechos es en si misma un problema considerable. Esros siempre existen para la mente en un contexte intelectual y social. EI hecho de que puedan ser enten­didos y fonnulados implica ya la existencia de un aparato conceptual. Y si este apa­rato conceptual es eI mismo para todos los miembros de un grupo. las presuposicio­nes (es decir, los posibles valores sociales e intelectuales) que subyacen a los conceptos individuales nunca se hacen 'perceptibles .... Sin embargo. una vez que se rompe la unanimidad, las categorias establecidas que se usaban para dar a la experiencla su fiabilidad y coherencia sufren una inevitable desintegraci6n. Surgen entonces modelos de pensamiento divergentes y en conflicto que (sin que 10 sepa el sujeto pensante) ordenan los mismos hechos de la experiencia en sistemas de pensamiento diferentes

c y hacen que tales .hechos sean percibidos a traves de categorias 16gicas diferentes» (Mannheim: 1936, pp. 102-3).

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34 35 La teo ria social, hoy

exito predicciones 0 leyes de subsuncion. Segun creo, es posible obtener autentico conocimiento acumulativo acerca del mundo des­de e1 interior de puntos de vista diferentes Y rivales, eincluso sos­tener leyes de subsunci6n relativamente predictivas desde el interior de orientacio~e.s gener~es que difieren en aspecto~ sustanciales.. L0 , que estoy sugiriendo, S10 embargo, es que las condiciones de la cien- ' cia social hacen altamente improbable el acuerdo consistente acerci1 de la naturaleza exacta del conocirniento, y, con mayor motivo, el acuerdo sobre leyes subsuntivas explicativas. En la ciencia social, pori consiguiente, los debates sobre la verdad cientifica no se refierenl unicamente al nivel ernpirico. Estos debates estan presentes en toda la gama de compromises no empiricos que mantienen puntos dt vista rivales. ,/ "Existen razones cognoscitivas y valorativas que explican las gran· , des diferencias en el grade de consenso. Aqui rnencionare unicamen­

i: te las mas fundamentales.

1. En la medida en que los ob~!QLde una ciencia se encuentr situados en un mundo [!sico extemo a la mente humana, su referentes empiricos pueden, en principio, ~~adQ£Sonl' mayor facilidad mediante la comunicacion interpersonal. .Ea

_ja_ciencias'p_ci~, dondeIos objetos son estados mentales 0t' condiciones en las que se incluyen estados mentales, la paSi;• bil,idad de confundir los estados mentales ~el observador ci,en.•',: rifico con los estados mentales de los sujetos observados e· endernica.. '

2. Las dificultades para alcanzar un simple acuerdo respecto If! los referentes ernpiricos tambien se deben a la naturaleza va·'

-lorativa.caracteristica'de la ciencia social. Existe'una reIaCH) simbi6tica entre descripcion y valoracion, Losdescubrimien ~ tos de la ciencia social a menudo conllevan implicaciones im portantes respecto al tipo de organizacicn y reorganizaci6 deseables de la vida social. Por el contrario, en la ciencia na \tural los «cam bios en el contenido de la ciencia generalment

.. ino.i!1!p!!can-c~~nl'~s esft:Uctu~as. sociales» .(Ha~stro. ___ C~:~ 1965, p. 285). Las.lmplicacionesideologicas de la ciencia SOCI

- redundan en las rnismas. descripciones de los propios.obieto de investigaci6n. La misma caracterizacion de estados menta les 0 instituciones -por ejernplo, el que la sociedad sea lla, mada «capitalista- 0 «industrial», el que haya habido «prol tarizacion-, «individualizacion- 0 «atomizaci6n»- refleja un•. estimacion de las consecuencias que la explicacion de un ft, . n6meno que aun no ha ocurrido tiene para los valores politi'. cos. Aunque Mannheim sobreestimara los supuestos valorati,

La centralidad de los clasicos

vos frente a los supuestos cognoscitivos, no cabe duda de que planteo este punto con acierto. Toda definicion, escribio, «de­pende necesariamente de la perspectiva de cada uno, es decir, contiene en si misma todo el sistema de pensamiento que re­presenta la posicion del pensador en cuestion y, especialmen­te, las valoraciones politicas que subyacen a su sistema de pensamiento», Su conclusion a este respecto parece exacta: «La misma forma en que un concepto es definido y el matiz con que se emplea ya prejuzgan hasta cierto punto el resulta­do de la cadena de ideas construida sobre el» (Mannheim: 1936, pp. 196-7).

3. No hace falta decir que cuanto mas dificil sea, por razones cognoscitivas y valorativas, obtener un consenso acerca de los meros referentes ernpiricos de la ciencia social, tanto mas di­fici! sera alcanzar ese consenso respecto a las abstracciones que se basan en tales referentes empiricos y <J,ue constituyen la esencia de la teoria social. Hagstrom suglere (1965, pp. 256-8) que las posibilidades ,de &r exista S,~l!S_~g:~~.Ei~.n!i!!~<?

_,,'j... d~pende!l_~_t!_Kr:.~gp..~lgmHcatlv(). ", e ,!',1~~,cuantiflcacI6n que · ~~i~~~Jq.LQ!>j~!ixos ,<ie, .la di$cipJina cie!ltifi(;~, ,En tanto que

los referentes empiricos no esten c1aros y las abstracciones esten sometidas a debate continuo, los esfuerzos por materna­tizar la ciencia sO~i.,!!",iOlo podran ser esfuerzos por encuEinr

o-deIender·puntos de vista concretes. 4. Mientras que no se produzca un acuerdo ni sobre los referen­

tes empiricos ni sobre las leyes subsuntivas, todos los elemen­tos no empiricos aiiadidos a la percepcion empirica seran ob­jeto de debate. Adernas, la 9.~ng!!.,~Q~iaLseencontrara inva­riablemente ..dividida en tradiciones (Shils : ..1970) y escuelas (Tiryakian: 1979) a causa de este desacuerdo endemico. Para la inayoria de los miembros de la comunidad de cientificos sociales es evidente que tales fen6menos culturales e institu­cionales «extra-cientfficos» no son meras manifestaciones de desacuerdo, sino las bases desde las que se promueven y sos­tienen los desacuerdos cientificos. La comprension de este he­cho, ademas, sensibiliza a los cientificos sociales respecto a las dimensiones no empiricas de su campo.

Por todas estas razones, el discurso -y no la mera explicacion-e­se convierte en una caracteristica esencial de la ciencia social. Por discurso entiendo formas de debate que son mas especulativas y estan mas consistentemente generalizadas que las discusiones cienti­ficas ordinarias. Estas ultimas se centran, mas disciplinadamente, en evidencias empiricas especificas, en la lo~ica inductiva y deductiva,

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36 La teoria social, hoy

en la explicacion mediante leyes subsuntivas y en los metodos que permiten verificar 0 falsar estas leyes. El discurso, por el contrario, es argumentativo. Se centra en el proceso de razonamiento mas que en los resultados de la experiencia inrnediata, y se hace relevante cuando no existe una verdad manifiesta y evidente. El discurso trata de persuadir mediante argumentos y no mediante predicciones. La capacidad de persuasion del discurso se basa en cualidades tales como su coherencia logica, amplitud de vision, perspicacia interpretativa, relevancia valorativa, fuerza rerorica, belleza y consistencia argumen­tativa.

.... Foucault 1973 d int:.laLp.raxis..intelectuales, cientificas LP?li­. ticas como.« _. iscursos» a fin de negar su status meramente empinco, inductive. De este modo, insiste en que las actividades practicas se han consrituido historicamente y estan configuradas por ideas me­tafisicas que pueden definir una epoca entera. La sociologia tambien es un ambito discursivo. Sin embargo, no se encuentra en ella la homogeneidad que Foucault atribuye a tales ambitos; eQ la cienEa social hay discursos, no un unico discurso. Estos discursos tam poco estan estrechamente hgados a lategit1riiiCion del poder, como Fou­cault defendia cada vez mas claramente en sus ultimas obras. Los discursos de la ciencia social tienen como objetivo la verdad, y siem­pre estan sujetos a estipulaciones racionales acerca de como debe llegarse a la verdad y en que debe consistir esta. Aqui recurro a Habermas (p. ej. 1984), que entiende el discurso como parte del esfuerzo que hacen los interlocutores para lograr una comunicacion no distorsionada. Aunque Habermas subestima las cualidades irra­cionales de la comunicacion, y no digamos de' la accion, no cabe duda de que ofrece una forma de conceptualizar sus aspiraciones racionales. Sus intentos sistematicos por identificar tipos de argu­mentos y criterios para alcanzar una justificacion mediante la per­suasion muestran como pueden combinarse los compromisos racio­nales y el reconocimiento de argumentos supraempiricos. El.ambito discursive de la ciencia social actual se encuentra en una dificilPO:­sicion: -~ntre eldis'cursoracionalizante-de'Habermas'y' el discurso arbitrario de Foucault. ..'.. - -,,' --'

Este caractercential del discurso es la causa de que la teo ria de las ciencias sociales sea tan polivalente, y tan desacertados los es­fuerzos .compulsivos (por ejemplo, Wallace 1971) por seguir la logics . de las crencias naturales. Los partidarios del positivismo perciben la tensi.o~ entre esta concepcion tan po~i,:alente y su punto de vista empmsta. Para resolverla tratan de privilegiar a la «teoria» frente a la «rnetateoria», sin duda para suprimir la teoria en favor de la «ex­plicacion» concebida de forma restringida. Asi, lamentando que «una parte excesrva de la teoria social consiste en historia de las ideas y i

I

t ! I ~

La centralidad de los clasicos

en el culto generalizado a figuras como las de Marx, Weber [y] Durkheim» , Turner defiende la idea de -trabajar en la teoria en tanto que actividad opuesta al... ofrecer un analisis metateorico mas de los maestros teoricos anteriores» <4 (Turner: 1986, p. 974). Y Stinchcom­be describe a Marx, Durkheim y Weber como «aquellos grandes analistas empiricos... que no trabajaron principalmente en 10 que hoy denominamos teoria», Stinchcombe insiste en que estos «elaboraron explicaciones del crecimiento del capitalismo, 0 del conflicto de cla­ses, 0 de la religion primitiva.» En vez de ocuparse de la teo ria discursiva, cree que «emplearon una gran variedad de metodos teo­ricos» (Stinchcombe: 1968, p. 3, el subrayado es nuestro).

Estas distinciones, sin embargo, parecen tentativas «utopicas- de escapar de la ciencia social mas que verdaderos intentos de enten­derla. El discurso general es esencial y la teoria es inherentemente polivalente. En efecto, el caracter central del dicurso y las condicio­nes que 10 producen contribuyen a la subdeterminacion por los he­chos. Dado que no hay ninguna referencia clara e indiscutible para los elementos que constituyen la ciencia social, tam poco hay una traducibilidad definida entre los distintos niveles de generalidad. Las foemulaciones de un nivel no se ramifican en vias claramente mar­cadas para los otros niveles del trabajo cientifico. Por ejemplo, aun­que en ocasiones pueden establecerse medidas empiricas exactas de dos correlaciones variables, raras veces es posible que tal correlacion confirme 0 niegue una proposicion referente a esta interrelacion que se formule en terminos mas generales. La razon de este hecho es que la existencia de: un desacuerdo empirico e ideologico permite que los cientificos sociales operacionalicen las proposiciones de varios mo­dos distintos,

Consideremos brevemente, por ejemplo, dos de los mejores in­tentos recientes por construir una teoria mas general partiendo de los hechos. Cuando Blau intenta contrastar su teoria estructural re­cientemente desarrollada, comienza con una proposicion que deno­mina el «teorema del volumen»: la idea consiste en que una variable

• Esta caracterizaci6n peyorativa de la metateorfa como culto a las grandes figuras rccuerda a la acusaci6n .de «reverencia acritica» de Merton (1967a, p. 30) discutida en la nota 1. EI servilismo es, por supuesto, el reverse del escepticismo ciennfico, y el fin ultimo de estas acusaciones es negar el papcl cienufico de las investigaciones sabre los clasicos. Por el contrario, parece obvio CJue 10 que antes denornine «siste­matica historica» consiste en la reconstrucci6n criuca de las teorias clasicas, Ir6nica­mente, los empirisw como Turner y Merton pueden legitimar en cierto modo sus acusaciones porque, de hecho, tales reconstrucciones muchas veces se hacen dentro de un marco que niega explicitamente cualquier pretension critica. En la secci6n siguiente tratare de examinar esta «actitud ingenua» de algunos de quienes toman parte en el debate sobre los c1isicos. ­

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.....

38 La teo ria social, hoy

estrictamente ecologies, el volumen del grupo, determina las relacio­nes extragrupales (Blau, Blum y Schwartz: 1982, p. 46). Partiendo de un conjunto de datos que establecen no solo el volumen de un grupo sino tambien su proporcion de endogamia, sostiene que una relacion entre la rasa de endogamia y el volumen del grupo verifica el teorema del volumen. (Por que? Porque los datos demuestran que «el volumen del grupo y la proporcion de exogamia estan inversa­mente relacionadas» (p. 47). Sin embargo, la exogamia es un dato que, de hecho, no operacionaliza «relaciones extragrupales». Es un upo de relacion extragrupal entre muchos otros, y como el mismo Blau reconoce en cierto punto, es un tipo de relacion en la que intervienen factores ajenos al volumen del grupo. En otras palabras, el concepto de relacion extragrupal no tiene un referente definido. Por esta razon, la correlacion entre el volumen del grupo y 10 que se considera su indicador no ruede verificar la proposicion general acerca de la relacion entre e volumen del grupo y las relaciones extragrupales. Los datos ernpiricos de Blau, por tanto, no estan ar­ticulados con su teoria a pesar de su intento por vertebrarlos de modo teoricamente decisivo.

En el ambicioso estudio de Lieberson (1980) sobre los inmigran­tes blancos y negros desde 1880 se plantean problemas similares. Lieberson comienza con la proposicion, formulada informalmente, de que «la herencia de la esclavitud» es la causa de los diferentes niveles alcanzados por los inmigrantes negros y europeos. Lieberson da dos pasos para operacionalizar esta proposicion. En primer lugar, no define esa herencia en funcion de facto res culturales, sino en funcion de la «falta de oportunidades» para los antiguos esclavos. En segundo lugar, define las oportunidades en funcion de los datos que ha desarrollado acerca de las proporciones variables de educa­cion y segregacion residencial. Ambas operaciones, sin embargo, son sumarnente discuribles. No solo es posible que otros cientificos so­ciales definan la «herencia de la esclavitud» en terminos muy dife­rentes, sino que tambien podemos concebir las oportunidades en funcion de factores distintos a la educacion y residencia. Como tam­poco aqui existe una relacion necesaria entre las proporciones defi­nidas por Lieberson Y las diferencias de oportunidades, no puede haber certeza acerca de la proposicion ~ue relaciona el nivel alcan­zado y la «herencia de la esclavitud», S. bien las correlaciones me­didas son independientes y constituyen una contribucion empirica importante, no pueden probar las teorias para las que se han ideado.

Es mucho mas fcicil encontrar ejemplos del problema contrario, la sobredererrninacion teorica de los «hechos» ernpiricos. Practica­mente en todo estudio amplio de corte teorico la seleccion de datos empiricos esta sujeta a discusion. En La etica protestante y el espiritu

Lacentralidad de los clssicos

del capitalismo la identificacion del espiritu del capitalismo con los ernpresarios ingleses de los siglos XVII y XVIII ha sido muy discutida (Weber: 1958). Si se considera que los capiralistas italianos de las primitivas ciudades estado modernas manifestaban el espiritu del ca­pitalisrno (p. ej. Trevor-Roper: 1965), la correlacion entre capitalis­tas y puritanos de Weber esta basada en una muestra restringida y no puede justificar su teoria. Si esto es cierto, los datos empiricos de Weber fueron sobre-seleccionados por su referencia teorica a la etica protestante.

En Social Change in the Industrial Revolution (1959), el celebre estudio de Smelser, puede encontrarse una distancia semejante entre la reoria general y el indicador empirico. La teoria de Smelser sos­tiene que los cambios en la division de papeles en la familia, y no los transtornos industriales per se, fueron la causa de las actividades de protesta radical que los trabajadores ingleses desarrollaron duran­te la segunda decada del siglo XIX. En su exposicion historico-cro­nologica Smelser describe los cambios fundamentales de la estructura familiar como si hubieran ocurrido en la secuencia que sugiere. Su presentacion de los datos de archivo propiamente dicha (Smelser: 1959, pp. 188-89) parece indicar, sin embargo, que estas perturba­ciones de la familia no se desarrollaron hasta una 0 dos decadas despues. La atencion teo rica que Smelser presta a la familia sobre­determina la presentacion de su historia cronologica (y los datos de archive, a su vez, subdeterminan su teoria) 5.

En el reciente intento de Skocpol (1979) por documentar su teo­ria historica y comparativa, una teo ria muy distinta produce el mis­rno tipo de sobredeterminacion, Skocpol (p. 18) propone adoptar un «punto de vista impersonal y no subjetivo» para el estudio de las revoluciones, segun el cual solo sedan causalmente relevantes «las situaciones y relaciones entre grupos determinadas por las institu­ciones-. Skocpol indaga los datos empiricos de la revolucion, y el unico elemento aprioristico que admite es su adhesion al metodo comparative (pp. 33-40). Sin embargo, cuando Skocpol reconoce que las tradiciones y derechos locales si desempeiian un papel (por ejem­plo, pp. 62, 138), Y que deben explicarse (aunque brevemente) el liderazgo e ideologia politicos (pp. 161-63), la sobredeterminacion te6rica de sus datos se hace evidente. Sus preocupaciones estructu-

S La escrupulosidad de Smelser como investigador historico queda demostrada por el hecho de que cH mismo aportd datos que, por asi decirlo, desbordaban su propia reoria (a este respecto, vid. Wallby: 1986). Esto no es 10 que sucede nonnal­mente, pues la sobredeterminacien de los datos por la teo ria suele tener como con­secuencra que los cientificos sociales, y muchas veces tam bien sus criticos, scan in­capaces de percibir los datos adversos.

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41 40 La teoria social, hoy

rales la han Ilevado a ignorar todo el contexto intelectual y cultural de la revolucion 6.

_j)""La_subdeterminacion empirica y la sobredeterminacigO-t!:.9rica --- '_ van_lJniE~.~. I?~as.pr~posiciQn~s _J:!las ~spe~ifica,?ente facti~as has­

tilas generalizaciones mas abstractas la ciencra social es esencialmen­te discu'tible. Toda conclusion esta abierta al debate por referencia a

- .consideraciones supraempiricas. Esta es la version de la ternatizacion especifica de la ciencia social, tematizacion que, como Habermas (1984) ha mostrado, subyace a todo intento de discusion racional. Toda proposicion de la ciencia social esta sujeta a la exigencia de justificacion por referencia a principios generales. En otras palabras, no es necesario -y la comunidad de cientificos sociales se niega a hacerlo-- que al formular una tesis opuesta a la de Blau me limite a demostrar empiricamente que los aspectos estructurales son solo unos pocos de los numerosos facto res que deterrninan la exogamia; puedo, en lugar de esto, demostrar que al manejar este tipo de cau­sacion estructural Blau se basa en supuestos acerca de la accion que tienen un caracter excesivamente racionalista. De modo similar, al considerar la obra de Lieberson puedo dejar a un lado la cuestion

\ empirica de la relacion entre la educacion y las oportunidades obje­. tivas, y utilizar un argumento discursivo para indicar que, al cen­

trarse de modo exclusivo en la influencia de la esclavitud, Lieberson refleja consideraciones ideologicas y un compromiso previa con mo­delos generados por la teo ria del conflicto. De la misma manera, la obra de Smelser puede criticarse desde el punto de vista de su ade­cuacion logica, pero tambien demostrando que su modelo funciona­lista primitivo adolece de un enfasis excesivo en la socializacion, Y podemos valorar negativamente el argumento de Skocpol sin ningu­na referencia al material empirico ~or considerar muy poco rlausible la limitacion de las «teorias intencionales.. que el defiende a modelo instrumental de racionalidad intencional que implica su teoria.

aborar tales argumentos -y el hecho mismo de iniciar el tipo j, I de discusion que acabo de comenzar- es entrar en el ambito del

discurso, no en el de la explicacion, Como Seidman (1986) ha su­orayado, el discurso no implica el abandono de las pretensiones de verdad. Despues de todo, las pretensiones de verdad no tienen R<.>r que limitarse al criterio de validez empirica contrastable (Habennas: 1984). Todo plano del discurso supraempirico incorpora criterios distintivos de verdad. Estos criterios van mas alia de la adecuacion empirica, y se refieren tambien a pretensiones relativas a la natura­leza y consecuencias de las presuposiciones, a la estipulacion y ade­

6 Sewell (1985) ha demostrado convincentemenle eSla laguna en los datos de Skoc­pol en 10 que se refiere al caso de Francia.

La centralidad de los clasicos

cuacion de los modelos, a las consecuencias de las ideologias, las metaimplicaciones de los modelos y las connotaciones de las defini ciones. En una palabra, en la medida en que se hagan explicitos son .esfuerzos por racionalizar y sisternatizar las complejidades del ami­lisis social y de la vida social captadas intuitivamente. Los debates actuales entre las metodologias interpretativas y causales, las concep­ciones de la accion utilitaristas y norrnativas, los modelos de soc ie­dad basados en el equilibrio y los basados en el conflicto de las sociedades, las teorias radicales y conservadoras del cambio... repre­sentan mas que debates empiricos. Reflejan los esfuerzos de los so­ciologos por articular criterios para evaluar la «verdad» de diferentes dominios no empiricos.

No es sorprendente que la respuesta de la disciplina a obras im­portantes guarde tan poca semejanza con las respuestas definidas y delimitadas que proponenlos partidarios de la «logica de la ciencia». La obra States and Social Revolutions de Skocpol, por ejernplo, ha sido evaluada en todos y cada uno de los niveles del continuum sociologico. Los supuestos dellibro, su ideologia, modelo, rnetodo, definiciones, conceptos, e incluso sus hechos han sido sucesivamente c1arificados, debatidos y elogiados. Se discuten los criterios de ver­dad que Skocpol ha empleado para justificar sus posiciones en cada uno de estos niveles. Muy pocas de las respuestas de la disciplina a su obra han conllevado la contrastacion controlada de sus hipotesis o un nuevo analisis de sus datos. Las decisiones acerca de la validez del metodo estructural empleado por Scokpol para abordar el estu­dio de la revolucion no se tornaran, ciertarnente, en virtud de estas razones 7. .

7 En esta seccion he ilustrado la sobredererminacion de la dencia social por la leona y su subdeterminacion por los hechos discutiendo algunas obras importantes. Tambien podrian ilustrarse examinando subcampos «emplricos» especificos. En la ciencia social, incluso los subcampos empiricos mas estrictarnente definidos estan sujetos a un tremendo debate discursivo. La reciente discusion en un simposio na­donal sobre el estado de la investigacion de catastrofes (Simposium on Social Struc­ture and Disaster: Conception and Measurement, College of William and Mary, Wi­lliamsburg, Virginia, mayo de 1986), por ejernplo, revela que en este campo tan concreto exine un vasto desacuerdo que afecta incluso al mero objeto de estudio. Los investigadores mas destacados del campo discuten y debaten la pregunta «(Que es una catastrofe?». Algunos defienden un crirerio definido en funcion de hechos obje­tivos y calculables, pero se muestran en desacuerdo acerca de si los costes deben ponerse en relacion con la extension geografica del suceso, el numero de personas afecladas 0 los costes financieros de la reconstruccion. Otros defienden criterios mas subjetivos, pero difieren acerca de si 10 decisive es que exista un amplio consenso en la sociedad sobre si se ha producido 0 no un problema social 0 si 10 decisivo es que asi 10 consideren las proplas v1ctimas. Dada la amplitud de un conflicto que, como este, tiene como objeto el mero referente empirico del campo, no es de extraiiar que exislan enconados debates discursivos en todos y 'cada uno de los niveles del conti­

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42 La teoria social, hoy

Al empezar esta secci6n sugeria que la proporcion entre autores clasicos y contemporaneos es mucho mayor en la ciencia social que en la ciencia natural debido a que el desacuerdo endernico hace mas explicitos los supuestos de fondo de la ciencia social. Esta caracte­ristica evidente de los supuestos de fondo es la que, a su vez~- hace del discurso una cualidad tan esencial del debate de la ciencia social. Tenemos que explicar ahora por que esta forma discursiva de argu­menracion recurre tan a menudo a los ..clasicos». La existencia de un desacuerdo no empirico generalizado no implica 16gicamente que las obras anteriores adquieran una posicion privilegiada. Las mismas condiciones que otorgan tal relevancia al discurso no tienen por que conferir una posicion central a los clasicos; esta centralidad se debe ados razones: la una funcional, la otra intelectual 0 cientifica.

EI desacuerdo generalizad01tenrroaela"'reoiia SOCIaC provoca serios problemas de comprensi6n mutua. Sin embargo, la comuni­caci6n es imposible sin una base de entendimiento minima. Para que sea posible un desacuerdo coherente y consistente, y para que este desacuerdo no interrumpa la marcha de la ciencia, es necesario que exista cierta base para una relaci6n cultural, que solo se da si los que participan en un debate tienen una idea' aproximada de que es aque­110 de 10 que habla el otro.

Es aqu] donde.intervienen en el debate los clasicos, La necesidad _funcion;1I_.d_~ios cla-si~~; se origina en la necesidad de i~'t;-gra; el campo del discurso teorico. Por integraci6n no entieilclocoopera­ciony equilibrio,. sino el mantener una delimitacion, que es 10 que permite la existencia de sistemas (Luhmann: 1984). Es esta exigencia funcional 10 que explica que con frecuencia se fijen los limites entre disciplinas de un modo que, considerado desde una perspectiva in­telectual, muchas veces parece arbitrario. Estas disciplinas de la cien­cia social, y las escuelas y tradiciones que las constituyen, son las que poseen clasicos,

( EI hecho de que las divers as partes reconozcan un clasico supone "fijar un punto de referencia cormin a todas elias. Un clasico reduce /Ia complejidad (vid. Luhmann: 1979). Es un simbolo que condensa : -«representa»- divers as tradiciones generales. Creo que la conden­

~ \ sacion tiene al menos cuatro ventajas funcionales. I~

-1 nuum cientifico. Existen desacuerdos fundamentales en la cuestion de si el analisis debe centrarse en el nivel individual 0 en el nivel social, 0 en el problema de aspectos econ6micos 0 inrerprerarivos; existen enfrentamientos ideol6gicos acerca de si la in­vestigaci6n de los desastres debe ser guiada por las responsabilidades con respecto a la comunidad 0 por intereses profesionales mas restringidos; existen numerosos de­bates sobre definiciones, referentes, por ejernplo, a que es una -organizacion-, y discusiones sobre el valor de cuestionar definiciones y taxonomias. Vid. en Drabek 1986 y su libro de pr6xima aparici6n un buen resumen de estas discusiones.

. .., La centralidad de los clasicos (43

s (1n primer lugar, por sugJIDl.Q.~mplifica_LP.Q!:._t.en!.Q.fe~j!.!I~..i~_-,~si.2.~ te6.r.~£.a. Simplifica al permiur que un mirnero muy redu­

; ciao de ooris sustituyan --es decir, representen mediante un proce­~. so de estereotipaci6n 0 estandarizaci6n- la miriada de formulacio­~ nes matizadas que se producen en el curso de la vida inrelectual

contingente. Cuando discutimos por referencia a los clasicos las cues­tiones centrales que afectan a la ciencia social estamos sacrificando la capacidad de abarcar esta especificidad matizada. A cambio con­seguimos algo muy irnportante. Al hablar en los terminos de los clasicos podemos alberfar una relativa confianza en que nuestros interlocutores sabran a menos de que estamos hablando, incluso

.., aunque no reconozcan en nuestra discusi6n su propia posicion par­ticular y unica. A esto se debe el hecho de que si pretendemos hacer un analisis critico del capitalismo es mas que probable que recurra­mos a la obra de Marx. De forma parecida, si deseamos valorar los diversos analisis criticos del capitalismo existentes en la actualidad probablemenre los tipificaremos comparandolos con la obra de Marx. Solo asi estaremos mas 0 menos seguros de que otros pueden seguir nuestros juicios ideol6gicos y cognoscitivos, y quiza consigamos per­suadirles.

~a ,unda .Y..~!!.~'!ia..Jl!~£i?E.~I.~~~~i.st~_.e.fl.9~_eJosclasi<:C?s .~ace!l ~s.lqle sostener,compromlsos generalessm que sea necesano expli­

citar los criterios de idnesi6if 'a' esos compromises. Puesto que es i "'iiluy diffcil forrnulartales criferios,"yvirtualmen'te imposible obtener

un acuerdo sobre ellos, es muy importante esta funci6n de concre­tizaci6n. Es esto 10 que nos permite discutir sobre Parsons, sobre la "funcionalidad» relativa de sus primeras y ultimas obras, y sobre si su teoria (sea 10 que sea en concreto) puede explicar de verdad el conflicto en el mundo real, sin que sea preciso definir el equilibrio y la naturaleza de los sistemas. 0, en lugar de examinar explicita­mente las ventajas de una concepcion afectiva 0 normativa de la acci6n humana, se puede sostener que, de hecho, esta fue la pers­pectiva que Durkheim adopt6 en sus obras mas irnportantes.

La tercera ventaja funcional tiene un caracter ironico. Como se a por s~p~~:"ta Ja_~xistencia de un instrumento de cornuiiicacion

"clasico», es posiblerio rec6n'Ocei'eri "absoluto laexistencia de un .. discurso general. Asf, comose recorioce sindiscusion la irnportancia

de los clasicos, al cientffico social le resulta posible comenzar un estudio ernpirico --en sociologia industrial, por ejemplo- discutien­do el tratamiento del trabajo en los primeros escritos de Marx. Si bien seria ilegitimo que dicho cienrifico sugiriera que consideracio­nes no ernpiricas sobre la naturaleza humana, y no digamos especu­laciones ut6picas sobre las posibilidades humanas, constituyen el punto de referencia de la sociologia industrial, es precisamente eso

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44 La teoria social, hoy

10 que reconoce de forma implicita al referirse a la obra de Marx. Finalmente, la concretizacion que proporcionan los clasicos les otor­ga potencialidaoenanprlVilegi'ildas que eltomarlescorno -pUiitode

, referencia adquiere irnportancia por razones puramente estrategicas e insrrumentales. Cualquier cientitico social ambicioso y cualquier escuela en ascenso tiene un interes inmediato en legitimarse vis-a-vis de los fundadores clasicos, Y aun en el caso de que no exista un interes genuino por los clasicos, estos tienen que ser criticados, re­leidos 0 redescubiertos si se vuelven a poner en cuestion los criterios norrnativos de valoracion de la disciplina.

Estas son las razones fun cion ales 0 extrinsecas del status privile­giado que la ciencia social otorga a un grupo reducido y selecto de obras anteriores. Pero en mi opinion existen tambien razones intrin­secas, genuinamente intelectuales, Por.razones intelectuales entiendo

,que a ciertas obras se les concede elrango de clasicas Poi:9E~~acen una contribucion singular y permanente a la ciencia de l.'l_,sociedag~ Parto de la tesis de que cuanto mas general es una discusion cienti­fica men os acumulativa puede ser, (Por que? Porque si bien los compromisos generales estan sujetos a criterios de verdad, es impo­sible establecer estos criterios de forma inequfvoca. Las valoraciones generales no se basan tanto en cualidades del mundo objetivo -so­bre el que con frecuencia es posible alcanzar un acuerdo minimo­como en gustos y preferencias relativos de una comunidad cultural concreta. El discurso general, por tanto, descansa en cualidades pro­pias de la sensibilidad personal que no son progresivas: cualidades esteticas, interpretativas, filosoficas. En este sentido las variaciones de la ciencia social no reflejan una acumulacion lineal-una cuestion susceptible de ser calculada temporalmente--, sino la distribucion de la capacidad humana, esencialrnente aleatoria. La produccion de «gran- ciencia social es un don que, como la capacidad de crear «gran .. arte (cfr, Nisbet: 1976), varia transhistoricamente entre so­ciedades diferentes y seres humanos diferentes 8.

8 La razon que suele aducirse para explicar la centralidad de los clasicos en las artes es, como es bien sabido, la idiosincrasia de la capacidad creativa, Sin embargo, I en su escrito sobre la Iormacion de obras literarias canonicas, Kermode (1985) ha' mostrado que esta concepcion atribuye demasiada importancia a la informacion exaeu sobre una obra y demasiado poca a la opinion no mformada de un grupo r a los criterios valorativos «irracionales-. Por ejemplo, la eminencia artfstica de Botticelli se restablecio en circulos de finales del siglo XIX por motivos que posteriormente se han mostrado sumamente espureos. Sus dcfensores empleaban argumentos cuya vaguedad y confusion no podian haber justificado esteticamente su arte. En este sentido, Ker­mode sostiene que las obras ccanonicas. 10 son por razones funcionales. Segun este autor, «es dificil que las instituciones culturales ... puedan funcionar normalmente sin elias. (1985: p. 78). AI mismo tiempo, Kermode insine en que Sl hay alguna dimen­sion intrinseca que justifique esa canonizacion. ASI, aunque admite que ctodas las

La centralidad de los clasicos

Dilthey escribio que la «vida humana como punto de partida y contexto duradero proporciona el primer rasgo estructural basico de los estudios humanisticos; pues estos se basan en la experiencia, comprension y conocimiento de la vida» (1976, p.186). En otras palabras, la ciencia social no puede aprenderse mediante la rnera imitacion de una forma de resolver pro,blemas empiricos. Dado que tiene por objeto la vida, !.:l.fiencia social .depende de la capacidad ~e~ic):CieJt!~ficoparaelltender la vida; depende de las capacida­de~laiosincrasicas p~ra experirnentar, comprender y conocer. En mi opinion, este conocimiento individual tiene al menos tres caracteris­ticas distintivas:

1. La interpretacion de estados mentales

Toda generalizacion sobre la estructura 0 causas de un fen6meno social:::una'iiistifu~Cl6n7unmovimiento religiose 0 un suceso poli­tico...:.:.' depende de alguna concepcion de los motivos implicados, Pero "la -exacta cornprension de los motives requiere, sin embargo, unas capacidades de ernpatia, perspicacia e interpretacion muy desa­rrolladas. A igualdad de los demas Iactores, las obras de cientificos s~iales..q~~m~!!.i!i~stan tal~s,~aEa~!~ades.~ _grad~ sumo .se convier­ten.en clasicos a los que tienen que refenrse qmenes disponen de capacidades mas mediocres para comprender las inclinaciones sub­iiliy~..de la humanidad. El ,:igor de la «sociologia d~ la religion.. de lasiJltlmas obtardeU'urkhelm se debe en fran medida a su notable capacidad para intuir el significado cultura y la importancia psico­16gica del comportamiento ritual entre los aborigenes australianos, De modo similar, no es la herencia interaccionista de GoHman 0 sus metodos empiricos los que han convertido su teoria en un paradi~ma para el rnicroanalisis del compartimiento social, sino su extraordina­ria sensibilidad respecto a los matices del comportamiento humane, Pocos autores contemporaneos podran alcanzar jamas el nivel de

.perspicacia de GoHman. Sus obras son clasicas porque es preciso .recurrir a ellas para experimentar y comprender cual es la verdadera

;, naturaleza de la motivacion interaccional.

interpretacioncs son erroneas., sostiene que «no obstante, algunas de elias son buenas en relacion con su fin ultimo. (1985: p.91). (Por que? «Una interpretacion suficien­temente buena es la que estimula 0 posibilita determinadas formas necesarias de aten­

" cion, Lo q':!e i~p~rta ... e~ que es~s ma?e~as dc, in~ucir dichas formas de atencion " deben segulr eXIst1endo, mduso Sl en ultimo termmo todas elias depend en de la

opinion., La nocion de «suficientemente buena. sera historiografiada en mi posterior . dlscusion de los debates sociologicos sobre los dasicos,

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4746 La teoria social, hoyf Lacentralidad de los clasicos

2. La reconstruccion del mundo empirico palabra. Aun en eI caso de que esta referencia ideolo~ica fuerai~­. deseable --cosa que en mi opini~n no es-, ni siquiera la ~raxls

Como el desacuerdo sobre cuestiones de fondo abre a la duds ciennfica mas escrupulosa pod ria librarse de sus efectos. Una,1d~2­incluso los propios referentes ernpiricos objetivos de la ciencia so- ..' logia eficaz, adernas (Geenz: 1964), no depende solo de una sutil cial, no es posible reducir en ella la cornplejidad del mundo objetivo . "seitstl:5iHi:l'ad' social; 'sino tamDler(de'uria'capacidad estetica p~ra con­aplicando la rnatriz de controles disciplinarios consensuales. La ca- .. densar"y"anicular la ..realidad ideologies» mediante figuras retoricas pa~idad de cada cient.ifico para la seleccion y la reconstru~cion ad- ·a~rbpiad~S.·Las proposiciones ide?l?gicas, en ~t~as pa.labras, tam­qUlere una Il?pona:ncla acorde ~on este h~cho ..U.na.vez.":Ias encon- blenpueden alcanzar eI ~ango ..cl~slco». Las pagmas. finales .de L;a tramos el rmsrno npo de capacidad creanva e idiosincrasica para Ia· thea protestante no reflejan eI caracter de la modermdad racionali­representacion normalrnente asociada al arte. Como escribe Dawe reo firiendose a los clasicos, ..mediante el poder creative de su pensa­miento.... manifiestan la continuidad historica y humana que hacc su experiencia representativa de la nuestra» (1978, p. 366).

La cap~£idad_!k"representaci6ndepende no sol(ukkp~.r.:spi~a.cia sino tarnbien de ese .algo evanescente llamado ..capacidad intelec­rual». Deeste modo, los conternporaneos puedenenumerar las'cua., lidades tipicas-ideales de la vida urbana, pero pocos de ellos podran c?mprende~ 0 ~epresentarse ~I a~onimato y sus impli~acione~ con la nqueza 0 vivacidad del proplO Sirnmel. (Ha conseguido algun mar­xista ~esde Marx e~~ribir una histor~a politi~?-economica que poses la sutileza, cornplejidad y aparente integracion conceptual de El 18 Brumario de Luis Bonaparte? (Ha sido al.gun cieOl~fico social cap.az de expresar la natu~aleza de .Ias ..mercancias» .tan bien ~omo eI ~l~' mo Marx en eI primer capitulo de El Capital] (Cuantos analtslS conternporaneos de la sociedad feudal se acercan a la compleja Y sisteJ!latica descripcion de interrelaciones econornicas, religiosas Y

zada y carente de alma: 10 crean. Para entender la modernidad ra­cionalizada no podemos lirnitarnos a observarla: tenemos que releer esta obra temprana de Weber para volver a apreciarla y experimen­tarIa. De modo similar, puede que nunca se capte con mayor fuerza que en El hombre unidimensional de Marcuse eI caracter opresivo y sofocante de la modernidad.

Estas corisideraciones funcionales e intelectuales otorgan a los clasicos -no solo al discurso general per se- una importancia cen­tral para la praxis de la ci~ncia social. Estas consideraciones d~ter­minan que a estas obras annguas se les otorgue un status privilegiado y se las venere de tal modo que el significado qu~ s~ les at~ibur~ a menudo se considera equivalente al proplo conocirmento cientffico conremporaneo, EI discurso s??re una de est~ ob:~s priv~legiadas se convierte en una forma. le~l~lma de debate cientffico racional; la invesrigacion del ..nuevo significado- de tales textos se convierte en una forma legitima de reorientar eI trabajo cientifico. Lo que es tanto como decir que una vez que determinada RPr~adquiere"el,

politicas que e1abora Weber en los capitulos sobre patrimonialismo . rango.. declasica au-interpretacion se convierte en una clave-del de­y feudalismo en Economia y sociedad? Esto no quiere decir que en !"'Date cientifico, Y como los clasioor"St:Jl'f"esenciales para la ciencia aspectos importantes nuestro conocimiento de estos fenornenos no social, la interpretacion ha de considerarse una de las formas de haya superado el de Marx y Durkheim; pero si que, en ciertos as- ,debate teorico mas importantes. pectos decisivos, no 10 ha conseguido. En efecto, las ideas particu·. Merton tenia razon al afirmar que los cientificos sociales tienden lares que acabo de citar fueron tan inusuales que los contemporaneos;, a mezclar la historia y la sistematica en la teo ria social. Tambien de Marx y Weber no consiguieron emenderlas, y mucho men os va· 'estaba enteramente justificado al atribuir esta mezcla a los ..esfuerzos lorarlas 0 asimilarlas criticameme. Han sido necesarias generacionesi por armonizar orientaciones cientificas y humanist~s» (Merton: para reaprender poco a poco la estructura de sus argumentos, con • 1967a, p. 29). Sin embargo, estaba equivocado al aflrmar que es sus implicacio~es pretendidas y n~ preten~id.as. Exactamente 10 mis· patologlca esa mezcla 0 eI solaf~miento causaOl~ .de dicha mezcla. mo puede declrse de las obras estetlcas mas Importantes. t El propio Merton no fue 10 suficlentememe emplnco en este aspec­

3. La formulacion de valoraciones morales e ideologieas

Cuanto mas general sea una proposicion de la ciencia social tanto mas tendra que mover a reflex ion sobre el significado de la vida social. Esta es su funcion ideologica en el mas amplio sentido de la

to. Desde eI origen del estudio sisteJ!latico de I~ socied~d .en la an­tigua Grecia, la mezclaJ eI solapamlento han sldo endemlcas en la praxis de la ciencia soci . EI interpretar esta situacion como an<;>rmal refleja prejuicios especulativ~s .i~;ust.ifi.cad?~, no hechos empir~cos:

EI prim~ro de estos preJU!CIOS mlusttflcados es que la. ~lencla social constltuye una empresa Joves;t ~ m~a.dura en campa.raclon con la ciencia natural; al madurar, se Ira aSlmllando progreslvamente a

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La teoria social, hoy

las ciencias naturales. Yo sostengo, por el contrario, que hay razones endemicas insoslayables para que exista una divergencia entre la cien­cia natural y la ciencia social; ademas, la «rnadurez» de esta ultima, segun creo, se ha alcanzado hace ya bastante tiempo. Un segundo prejuicio es que la ciencia social-una vez mas, supuestamente iden­rica a la ciencia natural- es una disciplina puramente empirica que puede desprenderse de su forma discursiva y general. Mantengo, por el contrario, que nada indica que se vaya a alcanzar jamas esta con­dicion pristina. Sostengo que la propia ciencia natural que se utiliza como paradigma de tales esperanzas esta inevitablemente ligada a compromisos tan generales como los de la ciencia social, aunque tales compromisos queden disimulados en su caso.

Merton lamenta que «casi todos los sociologos se consideran cua­lificados para ensefiar y para escribir la 'historia' de la teoria socio­logic a, pues al fin y al cabo estan familiarizados con los escritos clasicos de epocas anteriores» (1967, p. 2). En mi opinion, este hecho es enteramente positivo. Si los sociologos no se consideran cualifi­cados en ese aspecto, no solo dada fin un tipo de historia de la sociologia «vulgarizada», sino la misma practica de la sociologia 9.

Ingenuidad fenomenologica: por que deben deconstruirse los debates clasicos

En las seccionesprecedentes he argumentado teoricarnente CJue no puede existir escision entre historia y sistematica. En la seccion que sigue pretendo mostrar empiricarnenre que no existe. Antes de hacerlo, sin embargo, ten go que reconocer que, despues de todo, hay un lugar en el que esa escision es muy real. Dicho lugar es la

, Debo admitir tambien que existen irnportantes ambigiiedades en eI ensayo de Merton, ambigiiedades que hacen posible interpretar su resis de rnaneras significati· vamente distintas, (Lo que, segun creo, pod ria decirse tam bien de su trabajo sobre Ia teoria de rango medio: vid. Alexander: 1982a, pp. 11-14). Por ejernplo, en la penul­tima pagina de su ensayo (1967a, p. 37) indica que los clasicos pueden tener la si­guiente -Iuncion- sistematica: «los cambios en el conocirniento sociol6gico actual y en los problemas y los centres de interes de la sociologia nos permiten encontrar nuevas ideas en una obra que ya habiarnos leido». Reconoce, adernas, que estol cambios pueden originarse en -desarrollos recientes de nuestra propia vida inrelec­tual-. Esto puede interpretarse como reconocirniento de la necesidad sistematica de que la sociologia actual haga referencia a los clasicos, es decir, como reconocimiento de ese tipo de «sistematica historica- en contra del cual Merton escribi6 1a pam principal de su ensayo. 'Quiza por tal raz6n Merton rnatiza inmediatamente esu afirrnacion con una nueva version de su resis ernpirista y acurnulacionista. La causa de que «en muchas obras anteriores se manifiesten cosas 'nuevas'» es que «cada nueva generaci6n acumula su propio repertorio de conocirnientos-.

La centralidad de los clasicos

mente de los propios cientfficos sociales. Dedicare la presente sec­cion a est a paradoja. ' . Aunque continuamente hacen de la obra de los clasicos el tema de su discurso, los cientfficos sociales --en conjunto-- no reconocen que proceden asi para elaborar argumentos cientificos, ni tam poco que efecnien actos de interpretacion como parte de ese discurso. Rara vez se aborda la cuestion de por que esran discutiendo los clasicos, En lugar de esto se da por supuesto que la discusion es eI tipo mas normal de actividad profesionalmente sancionada. Es in­frecuente que se piense en la posibilidad de que esta actividad tenga caracter teorico 0 interpretativo. Por 10 que concierne a los partici­pantes en eI debate, simplemente intentan ver a los clasicos como son «en realidad».

"' - Esta falta de conciencia de la propia actividad no es eI reflejo de un ingenuidad teorica. AI contrario, caracteriza alguna de las discu­siones interpretativas mas e1aboradas que ha producido la ciencia social.

EI ejernplo mas celebre es la presentacion que hace Parsons de su tesis de la convergencia en The Structure of Social Action (1937). Esta obra, un tour de force interpretative, sostiene que todas las principales teorias cientificas del periodo finisecular subrayaban el papel de los valores sociales en la integracion de la sociedad. Parsons defiende esta lectura mediante una conceptualizacion creativa y nu­merosas citas, pero es sorprendente que no reconozca en absoluto 9ue se trata de una interpretacion. Insiste en que ha lIevado a cabo una investigacion ernpirica que es «una cuestion de hecho como otra

l· cualquiera» (Parsons: 1937, p. 697). En efecto, eI nuevo analisis par­soniano de las obras de los clasicos es eI resultado de cam bios en eI inundo objetivo mas que la consecuencia de nuevas cuestiones plan­

. teadas por eI propio Parsons. Los clasicos descubrieron valores, y este descubrimiento es eI nuevo dato empirico para la obra cientifica de Parsons. Su analisis, por consiguiente, «se ha seguido [en gran

I parte] de sus nuevos descubrimientos ernpiricos- (Parsons: 1937, p. , 721). La mismadisyuncion de intencion teorica y praxis interpreta­

tiva puede observarse en las tesis contrarias a la posicion de Parsons. En eI prefacio a Capitalism and Modern Social Theory (1972), Gid­dens sostiene que su tesis neomarxista responde a desarrollos ernpi­ricos tales como «los resultados recientes de la investigacion- y al

i descubrimiento de nuevos textos marxistas. Roth (1978, pp. XXXIII­XC) sostiene que su lectura antiparsoniana de Weber resulta del acceso a secciones de la obra de Weber Economia y sociedad que no

, se habian traducido hasta hace poco, y Mitzman (1970) afirma que su interpretacion marcusiana de Weber procede del descubrimiento de nuevo material, biografico,

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50 51 La teo ria social, hoy

Por supuesto, a la luz de mi argumentacion anterior esta claro que tales <autointerpretacioness empiricas sirven para encubrir eI relativismo que implica la misma centralidad de los clasicos, Querria indicar, sin embargo, que el papel funcional de esta autointerpreta­cion consiste precisamente en proporcionar ese encubrimiento. Si los que participan en debates clasicos supieran que sus investigaciones -sean <interpretativass 0 «historicass-c-- son en realidad debates teo­ricos con otro nombre, tales debates no conseguirian reducir la com­plejidad. Se sentirian obligados a justificar sus posiciones mediante un discurso direcro y sistematico. Lo mismo puede decirse, por su­puesto, de las autointerpretaciones empiristas en general. Si quienes practican la ciencia fueran conscientes de hasta que punto su trabajo esta guiado por presuposiciones y por la necesidad de consolidar escuelas teoricas, seria mas dificil dedicarse al trabajo teorico [rue­tifero a largo plazo,

En otras palabras, los cientificos sociales tienen, ror definicion, que adoptar respecto a sus clasicos 10 que Husser (p, ej., 1977) denominaba <actitud ingenua», Inmersos en formulas clasicas y dis­ciplinados por 10 que ellos consideran su herencia intelectual, los cientificos sociales no pueden entender que son ellos mismos, a tra­ves de sus intereses e intenciones teoricos, quienes convierten los textos en clasicos y otorgan a cada texto clasico su significado con. ternporaneo, Al lamentar que el «concepro de historiade la teo ria. queimpregna la ciencia social «no es, de hecho, ni historia ni siste­matica, sino un hibrido escasamente elaborado», Merton, el mismo empirista, no ha sido -una vez mas- 10 suficientemente ernpirico, Este hibrido, que durante tanto tiempo le ha resultado esencial a la ciencia social, tiene por fuerza que estar escasamente elaborado. ~, He afirmado que los cientificos sociales necesitan clasicos porque estos expresan sus ambiciones sisternaticas mediante esas discusiones historicas, Es esta <intencion- cientifica , en el estricto sentido fe­nomenologico, la que crea la realidad de los clasicos para la vida de la ciencia social. Husserl mostro que la objetividad de la vida social -su -realidad» vis-a-vis el actor- se basa en la capacidad del actor para suspender, hacer invisible su propia conciencia,su creacion in­tencional de la objetividad, De modo similar, en la discusion de los clasicos la intencionalidad de los cientfficos sociales se haya oculta, no solo a las personas ajenas a la ciencia, sino, normalmente, incluso a los mismos actores. Las intenciones que convierten a los clasicos en 10 que son -intereses teo ricos y praxis interpretativas- estan fenomenologiceneme aisladas. De aqui se sigue que investigar estes intereses teoricos y estas praxis interpretativas supone ejercer 10 que Husserl llamaba «reduccion fenomenologica». En vez de acceder a la praxis ordinaria y aislar la intencion subjetiva, tenemos que adop-

La centralidad de los clasicos

tar la practica cientifica de aislar la «objetividad» de los mismos clasicos, Esto supone una reduccion porque trata de demostrar que,

.en cualquier momenta dado, los «clasicos- pueden ser entendidos como proyecciones de los intereses teoricos e interpretativos de los actores implicados. La escision entre la historia y la sistematica no

·existe porque -pueden ser sometidas a esta reduccion. Entre otrOS autores que parten de Husserl, Q~_rri.4!,:."ha sugerido

ue todo textoes una construccion intencional, no eIrenejode''tn111~' ~t'ffl1naaaYeafiaad:L.a·teoila (fef 'fifielo' "es'ti' (~;;aada 'en la ~0~i6~

de presenCIa, en la iaea de que un texto dado puede contener -pue­de hacer presentes- en si mismo los elementos esenciales de la rea­

.lidad a la que se refiere, en la idea de que hay una realidad que es ella misma ultimamente presente, Pero si se reconoce la intenciona­lidad, la ausencia determina la naturaleza de un texto dado tanto como la presencia. Toda descripcion de la realidad es selectiva; al dejar fuera ciertos elementos, tal descripcion no solo produce las '.presencias» de 10 que incluye, sino tambien las ausencias de 10 que excluye. El rnito del texto presente, sugiere Derrida, se convierte en

\ la ideologia del texto qua texto. Se considera que los textos son 'K. fegitimos porque puede confiarse en que son el reflejo de los hechos

o ideas que contienen. Sin embargo, si el texto se basa en ausencias no puede aceptarse por su significado literal. ~os textoLd~b;n ser ·dc&onstruiqQ~..e~~9.!1_e._~e_!>.~~!1_ J:ILa~en£i~~.:. c ...~deconstr.wr~J.~~ft:·:, ,IQsofia», escribe Derriaa en cierto mOmento, no es unicamente in­'j ve:rugarJa.lli.~.to~~:(Q<,s~f~2-rlceetos 'cl~y'~;)i~~'Wfubrrn~CIei~upi'~~r; ~~"..l.;l_~~•.P?~i.~iqn,,~externa~-£Ja..,propia, P9~.ICiofl. delautor, ..que

~ es,lo. que esta historia ha podido ocuJtaJ:_Q.J),rohibi[,q)l1.s!i,tu):~lldose ;~eU!l ,m.~sma en historia a traves de est~ ~~P!~si~n .e':11a "que,.esta.inte­"$t~,g~.,.'{Derrida: 1981, pp. 6:7, traduccion no literal).

Para demostrar el ' central de los clasicos es necesario ; deconstruir Ias . . cusiones~dC!'·wra:::-cienCii:soCiar:s:obr:e]o:t:;;l'a.sicQs. iSoTo .sT's~:.~!l~i~Ja.~sl-ltiLinterac~iofl .~.!1~re ausencia y presencia \pOdffapreciarse.la funcion .tl;ori<;a. de 10s~C1~sicOs,a.unq\le.. es mas i'diffcil apreciar la praxis interpretativa'"mediante la cual acnia este ': teorizar.

La interpretacion de los clasicos como argumento teorico: , Talcott Parsons y su critica del periodo de postguerra

· Es posible entender la teoria sociologica del periodo que se ex­, tiende aproximadamente desde la Segunda Guerra Mundial hasta co­

mienzos de la dec ada de los ochenta como una disciplina con una forma relativamente coherente (Alexander: 1986). El inicio de este periodo estuvo marcado por la aparicion de la teoria estructural-fun­- _.... .•_w. ____~ ~

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52 53 La teoria social, hoy ('

I,

cionalista, y al menos hasta finales de los afios sesenta este enfoque tuvo una relativa predominancia en el campo ciennfico. Sin embar­go, ya a finales de los afios cincuenta y principios de los sesenta se desarrollaron importantes criticas ala teoria funcionalista. Hacia me­diad os de los setenta la irnportancia del funcionalismo habia dismi­nuido, y se habian convertido en tendencias dorninantes las corrien­tes que anteriormente 10 criticaban. A comienzos de la decada de los ochenta estas orientaciones establecidas empezaron a ser revisa­das. En la actualidad es muy posible que este surgiendo un campo teorico enteramente nuevo; puede sin duda afirmarse que se esu viniendo abajo la antigua "forma coherence» de los ultimos cuarenta afios.

Aunque no voy a tratar de demostrar aqui (vid., p. ej., Alexander 1987a [en preparacionj) ese supuesto, todo 10 que sigue se basa en la idea de que este movimiento teoricoproporciona el marco con­ceptual en elque se ha'aesarfoll-ao'o la ciencia s'ocial·eriil5if!t"a~«~or. mal... Lo que quiero indicar es que este movimiento teorico siste­matico ha inspirado y ha sido a su vez inspirado por debates de gran a1cance sobre la naturaleza y el significado de obras clasicas de la so-

La centralidad de los clasicos

toridad de los textos clasicos. Parsons sostenia que los textos clasicos orientaban la actividad cientifica hacia el tipo de teoria sistematica que el habia concebido.

Cuando Parsons cornenzo su carrera teorica en los afios veinte, el mismo esraba vinculado a la rnixtura de pragmatismo, evolucio­nismo e institucionalismo que caracterizaba la tradicion americana (Wearne: 1985). Sin embargo, en la obra que marco el inicio del ascenso de la teoria funcionalista era notoria la ausencia de los cla­sicos relacionados con esa tradicion. En The Structure 0/Social Ac­tion (1937), Parsons pretendia definir los resultados mas importantes alcanzados por la anterior generacion de teoricos de la sociologia. Pero no solo estaban ausentes de ella los pragmatistas e institucio­nalistas americanos, sino tambien Simmel y Marx; y hasta muchos .afios despues seguirian ausentes de la teoria sociologies sistematica. I:~s_«presencias" en la reconstruccion de Parsonseran Marshall,..Pa­

~ r-~tQ, Durkheim y.Weber: Parsons sosteni~.9~JU.!r.o!l,.~110s 2r sobre todo Durkheim y Weber- quienes formaron la tradlcion:~Cla': ~ica <!eJa-que--~ebia partir-toda-sociologfa futura.

Esta seleccion de obras anteriores no fue la iinica razon por la ciologia.' que la obra de Parsons del afio 1937 adquirio tal importancia; tam-

Es sabido que a 10 largo del periodo de la Primera Guerra Mun­dialla teoria europea desempefio un papel dorninante. En el periodo de entreguerras diversas razones monvaron que el centro de la so­ciologia comenzara a desplazarse desde .Europa a los EstadC!s Uni-, dos. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la Escuela de Chicago Y; las teorias institucionalistas cuasi-marxistas eran las tendencias .m~ destacadas en los Estados Unidos. Estas teorias se l\entraban pnnci­palmente en la interaccion individual, en el conflicto de grupo~ yen el entorno ecologico-rnaterial, y los cla~ico~ e~ qu~ se inspiraban eran pragmaticos como Cooley y Mead, institucionalistas como Ve­blen y europ,eos como Sim~~l. El funcionalismo estructural surgi~ como reaccion a estas tradiciones. Este no se basaba solo en lot escritos de Parsons, sino tambien en las obras de un numero elev~d~ de investigadores con talento cuya obra ya habia comenzado a ejer

,Dien se debio a su interpretacion de los textos elegidos. Parsons .~ sostenia, .s,in duda co~ cierta ambigiiedad (Alexander: .t 983), 9ue ,estos sociologos enfatlz~~9..J9.s..xa.lQr.es~cqU:.J,U'ales. y la integracion

So ial, La ~~udeza de su lntui~~on conceptual y la densidad de su .targumentaclOn textual le perrruneron a Parsons defender esta inter­. preta~ion de forma extremadamente convincente. En otras palabras: ,.~l exItO de su tesis sobre los clasicos se debio a su praxis inte~e­"tativa, y no --como el propio Parsons ha sugerido (vid. supra a ' !.l.} naturaleza e~pir!ca de s_l!..~~~(;~.!?_r~mie'!t? Esta interpretacion, a ) su vez, estaba mspJradaPor intereses teorrcos. Solo retrospectiva­mente ha comprendido la ,comuni~ad sociol~~ica que incornpleta era a lectura de Parsons, y como su mterpretacion de esos autores cla­

:sieos ~staba concebida de forma tal que apoyara la tesis teo rica sis­lematlca que Parsons pretendio justificar posteriormente mediante

cer influencia en los afios treinta. Sin embargo, en las paginas questos textos. siguen voy a centrar~e en Parsons como)ider dCi:st~ jt~cio..!1. ". ~;,. E~ su crucial disc~sion de la primera gran obra de Durkheim,

Naturalmente, es clerto que razones soclales, extraclentlflCaS, .col\-por eJemplo, Parsons mterpretaba el capitulo quinto del libro pri ­tribuyeroJ.1 a la ~ue~a recepcion de la o.~~~~~()!.1~lista. Sin embar· ~ero de La division social del trabajo -la discusion, ahora celebre, go, ~n pnmer ter,mmo. est~ .obra se valoro yac,(ijffi)por 10.que sc 'pobre los elementos no contractuale.s del contrato-- como un argu­conslderaban motlvos clentlflcos. Como sostendria1a perspectlva em; . ento en favor del control normatlvo y cultural en la vida econo­piris.ta, ~ntre estos motivos se contaba la visi0!1 ~eorica '! .el podcr·· ica. Pero pue~e defe~,derse, por el ~ontario, (Alexander: 1982b, pp. expllcatlvo de la obra de Parsons. Pero no se. 11l1~~taban umca~e~,tc .J24-40)~ que la mtenclOn de ~urkhelm en este capitulo era subrayar a. est?~ pues P~rsons no solo fun~aba ~u. aspl~aclOn a ~,na POSIcion ) ?ecesldad d~ un e~tado relatlvamente ~utonomo y regulador. Ade­clentlflca dommante en su obra Sistematica, smo tamblen en la au' ,mas, Parsons Ignoro por completo el lIbro segundo de La division

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54 La teo ria social, hoyl' Lacentralidad de los clasicos 55

social del trabajo, en el que Durkheim presentaba un analisis ecole.­gico, incluso rnaterialisra, de las causas del cambio social. Parsons sugeria asi mismo que la ultima obra de Durkheim, Las fonnas ele­mentales de fa vida religiose, representaba una desviacion idealisn del tratamienro pluridimensional de la soiidaridad que habia formu­lado en su escrito precedente, Sin embargo, Parsons dificilmente es­taba en condiciones de extraer esta conclusion, dado que en realidad paso por alto partes importantes de su anterior escrito. Parece mu­cho mas probable que los ultimos escritos de Durkheim fueran co. herentes entre sf. En casu de que sea asi, ese idealismo que a Parsonsl Ie parecia una desviacion seria una caracteristica de la obra mas rna. dura de Durkheim. La precipitada lectura parsoniana de Durkheim tuvo como consecuencia que su insistencia unilateral en la norman­vidad de los ultimos veinte afios de Durkheim quedara, en buena­medida, a salvo de criticas. _

r La interpretacion parsoniana de Durkheim -no a pesar de su ( brillantez, sino a causa de esta- estaba, pues, inspirada en los inte­> reses teoricos que en el periodo posterior a la publicacion de L4 \ estructura de fa action social sirvieron para' establecer las lineas maes­

tras de la obra funcionalista; cos a que, con mayor rnotivo, cabe afirmar de su analisis de Weber. En primer lugar, Parsons ignore la tension irresuelta entre la teoria normativa e instrumental que im­pregna incluso la misma sociologia de la religion de Weber. Sin em. bargo, es todavia mas significativo que ni siquiera tuviera en cuenta la sociologia politica sustantiva que Weber desarrollo en Economu y sociedad: las discusiones historicas de la transicion des de la eco­nomia domestics patriarcal a los sistemas feudales y patrimoniales, discusiones que giran casi exc1usivamente en torno a consideraciones antinormativas. Parsons pudo defender una interpretacion de Weber basada en la idea de que la sociologia politica de dicho autor estabi centrada en el problema de la legitimidad moral y politica solo por. que ignore esta parte esencial de la obra weberiana.

En los afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial la se­leccion e interpretacion parsoniana de los clasicos llego a ser arnplia­mente aceptada. Su veneracion hacia estes autores clasicos era per­sonal y manifiesu, y contribuyo eficazmente a que sus Contempo­raneos sintieran del mismo modo. En cada nuevo paso de su poste­rior desarrollo teorico insitia en que la teoria funcionalista era una continuacion logica del camino que habian abierto estos antecesores. Y, en efecto, en cada nueva fase de su actividad teorica posterior Parsons -retornaba» a Weber y a Durkheim, y cada re1ectura II permitia comprender las promesas y los problemas de sus obra desde la perspectiva del nuevo paradigma funcional que estaba gestan. do.

En su larga introduccion a la traduccion colectiva de la obra de Weber Theory of Social and Economic Organization, Parsons (1947) consideraba que Weber habia subrayado con acierro e1 contexte va­lorativo de los mercados y el transfondo cultural de la autoridad, pero afirmaba que su teoria de la burocracia insistia excesivamente en eI papel de la jerarquia porque descuidaba la socializacion y las norm as profesionales. Es sabido que ambas cuestiones constituyeron el terna de The Social System (Parsons: 1951), que aparecio cuatro aries despues. De modo similar, Parsons investigo eI tratamiento de la integracion social en Durkheim en el seno de su propio analisis de la diferenciacion interna de los sistemas sociales (Parsons: 1967). Encontro que Durkheim se habia ocupado de la diferenciacion de objetivos, normas y valores mucho mas de 10 que el mismo habia pensado en su interpretacion de haciatreinta afios, Y cuando Par­sons ernprendio e1 trabajo de conceptualizar una teoria evolutiva del cambio social, dernostro en una extensa investigacion de la teoria de la religion de Weber que este tam bien tenia un enfoque evolutivo, cosa que Bellah (1959), uno de los discipulos mas cualificados de Weber, se habia encargado de demostrar respecto a Durkheim varios anos antes.

Finalmente, tenemos eI casu de un teorico cuyo status clasico Parsons solo reconocio posteriormente, y cuya anterior ausencia, por tanto, trato de corregir con urgencia. En la teo ria funcionalista madura de Parsons, que se presento por primera vez en 1951 con la publicacion de The Social System, la socializacion desernpefia un pa­pel principal, y eI Ienorneno se abordaba desde un punto de vista psiconalitico. En su prefacio a ediciones posteriores de The Structure of Social Action, Parsons lamentaba no haber incluido a Freud en aquella seleccion de autores clasicos. Ciertamente, el no hacerlo se habia convertido en los afios cincuenta en algo peligrosamente ano­malo. Dada la centralidad de los clasicos, e1 hecho de que Parsons omitiera una discusion autorizada de Freud dejo expuesto su fun­cionalismo psicoanalftico a serias criticas, Los freudianos antifuncio­nalistas podian aducir que la teo ria psicoanalftica no tenia nada que ver con la socializacion; que, al contrario, ponia de relieve la desor­ganizacion de la personalidad y su rebel ion frente a la civilizacion, A partir de 1952 Parsons (1964a; 1964b; 1955) dedico una serie de ensayos a dernostrar que Freud vela en la introyeccion objetiva la base del desarrollo de la personalidad; la introyeccion objetiva, por supuesto, no era mas que la interiorizacion de los valores con otro nombre.

Cuando a finales de los aries cincuenta surgio una corriente teo­rica y empirica opuesta al funcionalismo, la interpretacion parsonia­na de los clasico. se convirtio en uno de sus ternas principales. Tam­

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56 57 La teoria social, hoy

poco estas criticas constituian un intento consciente de deconstruc­cion, es decir, no se trataba de un movimiento que desvelaba los intereses teoricos subyacentes a la argurnentacion clasica en cuanto tal. Mas bien se trataba, sobre todo, de «poner en orden los hechos historicos•. Adernas, se atribuian exclusivamente al propio Parsons los iritereses teoricos y estrategias interpretativas, si es que llegaba a admitirse su existencia: por 10 que se refiere a sus propias investi­gaciones, los criticos de Parsons tenian, necesariamente, que conser­var intacta su actitud ingenua.

Da testimonio del poder de Parsons el hecho de que en las pri­meras etapas de este proceso las ausencias mas sorprendentes de su interpretacion de los clasicos fueran las que menos atencion atraje­ron. Hinkle (1963; 1980) defendia la legitimidad de la teoria ameri­cana anterior, tanto en su vertiente institucional como en su vertien­te pragmatica, sugiriendo que podia considerarse por derecho propio como un cuerpo de teo ria elaborada. Sin embargo, es posible ver que, en realidad, su tesis defiende la construccion teorica de Parsons apuntalando su propia concepcion de la historia, como indica el titulo del temprano articulo de Hinkle «Antecedents of the Action Orientation in American Sociology before 1935,.. En su tesis doc­toral sobre la teoria de conflictos en la sociologia americana anterior, Coser atacaba con mucha rnayoragresividad la seleccion de Parsons, criticando la orientacion de sus problemas y apoyandose en la teoria institucionalista. Sin embargo, solo se llego a imprimir un breve resumen de la tesis de Coser (Coser: 1956, pp. 15-31).

Levin comparaba a Simmer y Parsons en su tesis doctoral de' 1957, sugiriendo que, como minimo, existia cierto paralelismo entre Parsons y un irnportante autor anterior que habia ig~orado cornple-] tamente. Sin embargo, tampoco esta tesis se publico hasta pasados mas de veinte afios. Cuando finalmente salio a la luz --en una serie] impresa en offset dedicada a la edicion de libros agotados 0 de tesis' doctorales no publicadas- Levine (1980) hizo mas criticas y expli-] citas las implicaciones de su introduccion de Simmel. En una nueva' introduccion recalco la decision de Parsons de elirninar del manus­crito definitivo de The Structure of Social Action el capitulo que) habia redactado sobre Simmel. Esto demostraba, en opinion de Le­vine, que Parsons habia efectuado su seleccion de los clasicos para~ aroyar su «sesgado- interes t~orico aprioristico. Parsons excluyo a! Simrnel porque incluirlo hubiera supuesto extender una influencia antifuncionalista. Aunque no cabe duda de que esa critica de la au­sencia esta justificada, no 10 esta la interpretacion de Levine. Su tesis de que el mero hecho de incluir a Simmel hubiera significado pre­sentar una vision antifuncionalista se basa en el supuesto empirista de que la obra de Simmel tiene un significado inequivoco.

La centralidad de los clasicos

Sin embargo, la mas conspicua de las ausencias en la interpreta­cion de Parsons, la figura de Karl Marx, no recibio una atencion generalizada en esta primera fase. Mas adelante sugerire que Marx 'ernpezo a discutirse por primera vez s?lo a trav~s del debate origi­nado en el seno de la escuela parsoruana y bajo el aspecto de la «teoria del conflicto». Solo una vez que los funcionalistas habian sido sucedidos por sus criticos se elevo a Marx a la categoria de clasico de forma explicita. Cuando en 1968 Zeitlin desbarato la in­terpretacion de Parsons afirmando que los clasicos parsonianos eran conservadores cuya obra solo podia entenderse como reaccion a Marx, su tesis todavia desperto una arencion relativamente escasa 10.

De hecho, se convirtieron en el centro del incipiente movimiento antifuncionalista ausencias mas sutiles en la interpretacion parsonia­

) na de Durkheim, Weber y Freud. EI interes teorico principal con­, sistia en la restauracion de una teo ria sociologies mas orientada al

estudio del poder, mas .centrada en la econornia; existia un interes secundario por recuperar la importancia de la accion contingente Irente a 10 que se consideraba la insistencia parsoniana en el orden colectivo como tal. Asi, a mediados de los afios cincuenta Gouldner edito la primera traduccion inglesa de SociaLism and Saint-Simon, de Durkheim; una obra de su etapa media a la que Parsons nunca se habia referido. Gouldner sostenia que esta obra demostraba la exis­tencia de un Durkheim rnaterialista y radical enteramente opuesto al de la doctrina funcion,alista. EI que la praxis interpretativa de Gould­ner fuera grosera y mal fundamentada en cornparacion con la de

'Parsons explica, sin duda, el exito relativamente escaso del libro, ,pero 10 que importa son los intereses teoricos que subyacen a la tesis

:~de Gouldner. Giddens (1972) sostuvo la misma idea en un periodo . t, .mucho mas turbulento y mediante una interpretacion mucho mas

elaborada. Su tesis de que Durkheim, lejos de divergir de Marx a 't,este respecto, coincidia con el en su interes prioritario por las cues­':t.tiones economicas e institucionales -llegando a afirmar que Durk­!;heim jarnas se ocupo del «problema del orden- parsoniano- de­i, sempefio un importante papel en el rechazo de la teoria funcionalista \en aquel periodo posterior. De hecho, en el proceso de elaboracion ; del enfoque neo-ma~xista del anali,sis estructural en el que s~ ,encon­'I~traba trabajando, Giddens rechazo tajanternente la concepcion evo­',Iucionista parsoniana de la obra de Durkheim; invirtiendo el analisis 'de Parsons, degrade Las formas eLementaLes de La vida reLigiosa y

. '0 (Necesito subrayar que estoy hablando unicarnente de la discusi6n en la dis­ciplina sociologica definida en sentido estricto? En Francia y en Alernania, por su­puesto, Marx siempre ha sido el centro de un amplio debate intelectual. Piensese en Sartre y en la Escuela de Frankfurt,

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58 59 La teo ria social, hoy.

afirmo que La division del trabajo social constituia la obra mas irn­portante de Durkheim. Martindale (1960) y Bendix (1971) atacaron de forma distinta la interpretacion voluntarista de Parsons. Como weberianos interesados principalmente en las cuestiones del poder, de los movimientos politicos y de la contingencia, insistieron en que el planteamiento de Durkheim era en realidad organicista y antiin­dividualista,

Como es sabido, Bendix se dedic6 a demostrar que el «autenti­co» Weber no tenia practicamente nada en cormin con el retrato normativo que puede encontrarse en la obra de Parsons. Bendix sostenia que el Weber de Parsons se basaba en traducciones idealistas erroneas de terminos clave, como la caracterizacion parsoniana de Herrscbaft como «coordinacion irnperativa» y no como «domina­cion», que es 10 que corresponderia a una traduccion mas literal del aleman. Bendix rarnbien afirmaba que la interpretacion de Parsons suavizaba injustificadamente la sociologia politica de Weber y sus escritos sobre el control patrimonial. Para Bendix, esta forma de entender a Weber era simplernente la otra cara de su intento par construir una sociologia historica cornparada (p. ej., Bendix: 1978). Guenther Roth, discipulo de Bendix, ha trabajado durante toda su vida en demostrar este Weber alternative de forma mas documenta­da y detallada. El enfasis que pone Roth en la orientacion de la obra de Weber hacia el estudio del conflicto de grupos en su larga intro­duccion a Economia y sociedad dernuestra que hay una clara ambi­cion teorica detras de su documentada reconstruccion de esta obra, Aproximadamente al mismo tiernpo, un discipulo de Coser - Arthur Mitzman (1970}- sugeria que, lejos de encontrarse orientada hacia losvalores y la integraci6n, habia que considerar la obra de Weber como una lucha nietzschiana en contra de la dominacion de los va­lores racionales. Anteriorrnente Wrong (1961) habia hecho una re­vision mucho mas explicita del Freud parsoniano, Este autor sostuvo que Parsons subestimaba excesivarnente el enfasis en la represion de la concepcion freudiana del super-ego y la capacidad autonorna de rebelion antisocial que Freud atribuyo al id. .-

Pero el esfuerzo de base por acabar con la hegemonia de la teoria funcionalista no consistio solo en encontrar nuevas formas de inter­pretar los clasicos y en proponer nuevos clasicos. Tarnbien consists en desarrollar nuevas escuelas teoricas capaces de ofrecer una alter­nativa sistematica a 10 que se consideraban los enfasis caracteristicos del funcionalismo. De este modo surgieron la teo ria de conflictos, l~. t.e(>ria ...del .. io~~rcani~i9.;.·~ririteraccionisino simbolico; la~~~~9.Qme. rodologia, yunaforma..especificamente sociologica de 1a teod~U.Qcial humanista 0 radical. Estas escuelas tenian que definir sus propios d~sicos, y 10 hicieron: no solo en oposicion a las interpretaciones

La centralidad de los clasicos

de Parsons, sino rambien en oposici6n al propio Parsons. Pues en el transcurso del periodo de postguerra que marco la ascension de Parsons, su propia obra se habia convertido en un clasico contern­poraneo: hasta tal punto se habia envuelto en un carisrna numinoso que las afirmaciones de Parsons llegaron a ser veneradas por si mis­mas, a ser aceptadas no por su solidez teorica, sino porque eran suyas y solo suyas. En consecuencia, la interpretacion de la obra de Parsons pas6 a ser una tarea secundaria (vid. Alexander: 1983), pues probar que Parsons dijo 0 no dijo algo se convirtio en 10 mismo que formular una tesis teorica per se,

Por consiguiente, las escuelas que se desarrollaron a remolque de las criticas antifuncionalistas tenian una doble tarea interpretativa. Por una parte tenian que encontrar nuevos clasicos: por otra, tenian que desembarazarse de ese conternporaneo recienternente e1evado a la categoria de clasico. Podemos observar este doble aspecto en la Iundacion de roda escuela teorica nueva. Era preciso distinguir a Parsons de los clasicos mas antiguos. Esta tarea se curnplio en dos pasos: en primer lugar, sosteniendo que los clasicos no eran 10 que Parsons afirmaba que eran; en segundo lugar, sosteniendo que Par­sons no era 10 que se habia pretendido que era. Esta doble interpre­tacion se manifiesta con toda daridad en una serie de ensayos muy discuridos en los que Pope (1973) y sus colegas (Cohen, Hazel­r~gg y Pope: 1975) propugnaban la «deparsonificacion» de los cla­sicos.

Consideremos, por ejemplo, la aparici6n de la teorfa del conflic­to. Los textos clave de este movimiento fueron la obra de Rex Key Problems in Sociological Theory (1961), la de Dahrendorf Class and Class Conflict in Industrial Sociology (1959), y la de Coser The Func­tions of Social Conflict (1965). Para defender la idea de que la teoria sociologica sistematica debia centrarse en el conflicto, era preciso sostener que la teoria funcionalista se centraba en la estabilidad. Y en vez de limitarse a argumentar estas ideas en eI nivel de la teo ria sistematica 0 en eI trabajo ernplrico, todos ellos 10 hicieron interpre­tando el «significado» de la obra de Parsons. Por un lado, los inte­reses teoricos ~ue aportaron a esta tarea pusieron de manifiesto irn­portantes debihdades de la obra de Parsons; por otro, tales intereses teoricos se lirnitaron a producir un nuevo campo serniotico de au­sencias que vino a reemplazar al de Parsons.

Las lecturas de Parsons desde la teo ria del conflicto ignoraron, par ejernplo, toda la serie de ensayos «[uncionalistas« que este pu­blico entre 1938 y 1950, Y -10 que quiza sea mas significativo- eI heeho de que su teoria abord6 directamente el problema del cambio desde 13 publicaci6n de The Social System en 1951. Esta destrucci6n de Parsons estaba simbolicamente vinculada a la interpretacion de

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60 61 La leo ria social, hoy

Weber y Marx. Rex saludo a Marx como teorico del conflicto anti­superestructuralista; Dahrendorf presento un Weber exclusivamente interesado en una teoria del poder coercitivo. La interpretacion de los clasicos de Coser diferia, porque afirmaba que los maestros teo­ricos del conflicto y el cambio eran Simmel y Marx. Un aiio antes de la publicacion del libro de Coser, Bendix, eI critico de Parsons desde eI campo weberiano, habia sentado las bases de esta tesis en eI mundo angloparlante: en 1955 habia publicado una rraduccion del trabajo de Simmel Conflict and the Web of Group Affiliations. EI teorico sistematico mas importante de la escuela del conflicto, Co­llins (p. ej., 1968; 1975; 1986) ha continuado criticando la elevacion de Parsons a la categoria de clasico y reestructurando la antigua tradicion clasica de modo muy similar.

'La teoria del intercambio hizo su primera aparicion con la con­tribucion de Homans (1958) al nurnero del American- Journal of Sociology que conmemoraba eI nacimiento de Simmel. Despues de que Homans elaborara los aspectos sisternaticos de esa teoria en Social Behavior (1961), defendio su legitimidad reinterpretando eI clasico contemporaneo predominante en eI discurso que pronuncio como presidente de la Asociacion Americana de Sociologia tres aiios despues, Este discurso, «Bringing Men Back In» (Hornans: 1964),; presentaba una lectura de Parsons como «accion antihumana», y de: uno de los mejores discipulos de Parsons, Smelser, como secreta-: mente antiparsoniano. Esta lectura se convirti6 en la justificacion. polernica mas importante de la teoria individualista durante los anos. siguientes. Hasta pasados unos aiios no se llevo a cabo una funda-;) mentacion te6rica mas positiva de la reoria del interparnbio (p. ej., Lindenberg: 1983) en favor de la centralidad de la econornia politica: de Adam Smith. I

AI principio, la situacion interpretativa de la ecnometodologia fue' bastante diferente. Garfinkel (1963) intento introducir en un primer. momenta la obra de Schutz entre los clasicos, allado de la de Weber! y la de Parsons, tanto porque los axiomas basicos de Garfinkel eran meras parafrasis resumidas de obras [enomenologicas anterioref' --cosa que durante muchos aiios el mismo fue el primero en admii tir- como porque su ambicion teorica todavia no estaba 10 suficien: temente desarrollada en esa primera epoca. Sin embargo, cuand~ Garfinkel hizo explicita su intencion de crear la escuela etnometo~, dologica, su relacion con los clasicos se hizo mucho mas compleja.1 Ya no bastaba con hacer una lectura individualista de Schutz, lectun' que encubria la simpatia de Schutz por eI enfasis de Weber en 10 valores sociales. Las referencias a la obra de Schutz per se se hiciero~ escasas y espaciadas, pues la etnometodologia (Garfinkel: 1984) es~ taba en trance de presentarse como corriente surgida unicamente d~'

La centralidad de los clasicos

estudios empfricos. AI mismo tiempo, se invirtio la interpretacion de Parsons por parte de Garfinkel. Garfinkel necesitaba atacar eI status clasico de Parsons para sustentar una alternativa a la teoria parsoniana, De todos modos, se vio obligado a actuar asi, pues sus distintos intereses teoricos Ie hicieron contemplar a Parsons de for­ma diferente. Ahora Garfinkel insistia en que para Parsons los ac­teres eran «idiotas culturales» que se conformaban a las normas irre­f1exiva y acriticamente. Por tanto, quienes valoraban los elementos creativos y rebeldes de la accion humana se verian forzados a ela­borar trabajos fenomenologicos de corte «antiparsoniano».

La apenas velada polemics de Blumer (1969) contra la teorfa de Parsons, polemica que contribuyo recuperar a Mead como «patron» del interaccionismo simbolico (cfr. Strauss: 1964), tuvo eI mismo etecto. Casi al mismo tiempo, otros interaccionistas (Stone y Farber­man: 1967) afinnaban que la obra tardia de Durkheim, lejos de cons­tituir una legitirnacion del orden moral, en realidad constituia un acercamiento a los objetivos individualistas del pensamiento pragma­

. tieo. . La sociologia radicalgano terreno de forma muy similar, parti­

cularmente en los Estados Unidos. Los libros esenciales de esta co­mente, ambos publicados en 1970, fueron A Sociology of Sociology,

~ 'de Friedrich, y The Coming Crisis of Western Sociology, de Gould­'. nero Trabajando desde dentro del contexto liberal americano, ningu­xno de estes dos autores defendio directamente la centralidad del rteorico clasico que Parsons habia excluido, a saber, Marx. En lugar de esto, ambos discutieron la vigencia ideologica de Parsons. Si po­'dta demostrarse que Parsons estaba de parte del Establishment po­,.Utico, con ello quedarian legitimadas las posibilidades de una socio­1logia alternativa y radical. Asi, mientras que teoricos anteriores (p. ~j., Hacker: 1961) habian seiialado la tension entre las teorias su­'puestamente organicistas de Parsons y sus ideales liberales, reformis­tas, Friedrich trato de interprerar a Parsons como ideologo del es­udo burocratico-tecnocratico, y Gouldner 10 alineo con el capita­ismo individualists pre-burocratico, La reinterpretacion prepare el

ino para diez aiios de trabajo sistematico ernpirico e historiogra­leo de izquierdas, gran parte del cual aparecio en las paginas de la tevista de Gouldner Theory and Society, que trataba de -renovar» i sociologfa partiendo de losclasicos de la teoria del conflicto, la ~ometodologia y la teoria critica de Gouldner. Hasta finales de

te periodo, Gouldner (1980) no realize ningun intento ambicioso e situar a Marx ~ntre los chisicos. Constituye un fenomeno reve­".dor de la fntima relacion entre la historia y la sistematica eI hecho e que en la epoca en que compuso esta ultima obra -una epoca . la que sus intereses te6ricos e ideologicos habian tornado c1ara­

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62 La teoria social, hoy I: La centralidad de los clasicos 63

mente un cariz antiestalinista-e- Gouldner habia comenzado a inter­pretar las implicaciones de la obra de Parsons con respecto a la politica conternporanea mostrando mayores simpatias por el libera­lismo (Gouldner: 1979; 1980, pp. 355-73).

Parece coherente con este proceso el hecho de que en la fase final de la demolicion de la interpretacion parsoniana de los clasicos se produzca un ataque historicista a los fundamentos facticos de la obra

Ipublicada por Parsons en 1937. Se sostuvo que Parsons habia dis­, torsionado los clasicos al seguir un rnetodo «presentista-, es decir, I se Ie acusaba de que sus interpretaciones de textos anteriores estaban

«sesgadas» porque no dejaban a un lado los problemas teoricos con­temporaneos en favor de una descripcion verdaderarnente historica. Jones (1977) sostenia que Parsons ignoraba el ambiente intelectual de Durkheim, y sugerfa que la imagen que mostraba el conocirniento de ese ambiente no era la de un teorico interesado en cuestiones teoricas generales, sino en los deralles de la vida religiosa de los' aborigenes, Carnic (1979) y Levine (1980) apuntaron mas directa­mente al corazon teorico de La estructura de la acci6n social. Un examen del utilitarismo historicamente riguroso, afirmaban, revelarfa • que este no podia ser la teoria individualista e irracionalista que.] como sefialaba Parsons, atacaban con acierto las teorias valorativas de la sociologfa clasica. Dichos autores sostenian que el propio uti- , litarisrno habia sido una teoria de orientacion moral, y que por tal razon toda la reinterpretacion parsoniana de los «progresos- de la ' tradicion sociologies clasica era fundamentalmente erronea. Su criti­ca se desataba, tipicarnente, bajo la bandera de la objetividad his to­rica, y presentaban sus conclusiones como simples exposiciones ca-: rentes de presuposiciones teoricas. Como ya habia demostrado la influyente historia del pensarniento de Hirschman (1977, pp. 108-10),: es perfectamente posible que un observador igual de «objetivo» lea incluso la obra de Adam Smith sobre los sentimientos morales como precursora del individualismo racionalista del pensamiento utilitaris­

disputas sobre la obra de Durkheim, Lukes ornitio sin mas la inter­pretacion de Parsons.

Solo ahora, euando casi se habia acabado por completo con la hegemonia de Parsons, aparecio finalmente Marx como clasico por derecho propio, Para los teoricos europeos y para los jovenes teo­ricos americanos, Marx parecia el unico clasico al que tenia que recurrir la ciencia social. El juego de la ausencia y la presencia en las interpretaciones de Marx llego a tener una importancia funda­mental. Humanistas como Avineri (1969) y lukacksianos como OIl­man (1971) se mostraron partidarios del joven Marx, pero acab6 adquiriendo una amplia aceptacion la interpretacion de Althusser, mucho mas sistematica y exigente (Althusser: 1969; Althusser y Ba­libar: 1970), en la que se defendia la centralidad de la obra posterior

.. de Marx. Obras como los Grundrisse, el esbozo primitivo de EI capital, fueron traducidas e inrnediatamente debatidas -po ej., com­'parese Nicolaus (1973) con McClellan (1976) 11_ a la luz de sus ;lJtlplicaciones para esta discusion interpretativa. La cuestion de si la 'preeminencia correspondia a la obra del primer Marx 0 a la del Marx ''''maduro desempeno un papel crucial, para determinar el punto de treferencia empirico -formacion de las clases 0 superestructuras idea­cionales, procesos econornicos 0 alienacion, clases trabajadoras nue-

Ivas 0 annguas-« de una amplia vari d de investigaciones. ~)

; En Inglaterra, por ejemplo, !;uri io na importante corriente de ,trabajo empirico denominada «estu lOS culturales» (p, ej., Bennet et 41.: 1981; Clark et al.: 1979; Hall et al.: 1980). Centrandose en el estudio de los simbolos y su relacion con los conflictos de clase y

,1105 conflictos sociales, este movimiento se inspire (vid. Cohen: 1980; Hall: 1981) casi exclusivamenxe en autores pertenecientes a la tradi­"cion rnarxista, desde la version de Williams, caracteristicarnente bri­tinica, hasta la mas ortodoxa teoria althusseriana de los aparatos ideologicos del estado. Ni Durkheim, que en la interpretacion de

tao Igual que ocurria con los intentos mas sistematicos precedentes, -l'::-"-,-,-E-I-97-1 M CI 11 d f dl M is f I' . , . hi .. . d di d los i , . b" n ac e an, que e en ra un arx mas enomeno ogrco y sosterua estas tesis l~toncistas. epen Ian e os mtereses teoncos que ~u - ,que existia una continuidad entre sus primeros y sus ultimos escritos, publico una yacian a la interpretacion, no de una lectura neutral de la rmsrna ,traduccion de aproximadamente cien de las mas de ochocientas paginas de los Grun­literatura historica. ' drisse. En su introduccion (1971, p. 12) manifiesta la relevancia teorica del texto

Hacia mediados de los anos setenta las nuevas escuelas teoricas ,prologado: ~Ia continuidad entre !o~ ManusCT!tos res decir, los ManusCTitos econom~­11 lar el di . I' . 1 d d • ,cos y filosojicos de 1844, caracterrsncos del <Joven. Marx] y los Grundriue es eVI­. egaron a ~?ntro ar e !s.curso SOclO. ogico gen~ra con ayu a e su : denre... un aspecto en particular subraya esta continuidad: los Grundrisse son tan mterpretacion de los clasicos, Las reinterpretaciones de Parsons no, cran ya hegemonicas. Los clasicos ausentes de la obra parsoniana reaparecieron, y los presentes se «re-presenraron- en aspectos signi­f ' . k bl" bi fia i 1 dIC~tlVOS. En 1972.Lu es pu ICO u~a IOgra I~ mte ,ec~ual e Durk­

helm que fue acoglda como la obra mterpretatlva mas Importante de los ultimos tiempos. En su examen aparentemente minucioso de las

,hegelianos como los ManusCTitos de Paris [de 1844].• Aunque la .traduccion de N!­"c?!aus aparecio dos ailos despues, tenia la evid~~te virtud academics de ser una edi­

~' CI?~ anotada y completa. No obsta~te, es m,amf.esto desde la pnmera de las se~e!1.ta pagmas de su prefacio que este estudio es un mstrumento para demostrar su 0pOSIClOn

, le6rica a los escritos tempranos de Marx. En la primera pagina anuncia ~u.e eI ma­nuscrito que se presenta a continuacion <muestra las daves". de la demohc.6n de la

'filosofia hegelian a por parte de Marx. (Nicolaus: 1973, p. 1).

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65 64 La teoria social, hoy _,

Parsons era el padre de la teo ria sirnbolica, ni Weber, ni ciertamente e1 propio Parsons, tenian un status ejernplar en opinion de estos investigadores britanicos, Puede encontrarse un contraste alecciona­dor en el mov!miento americano de ana!i~i~ cultural, q.u~ ,hab~a .cris. talizado anteriormente en torno al analisis de la religion civil de Bellah (p. ej., Bellah y Hammond: 1980). Como habia sido derivado de Durkheirn y Parsons, diferia de la tradicion britanica en aspectos empiricos, ideologicos y teoricos fundamentales. Pocos contrastes ofrecen una prueba tan concluyente de la importancia deterrninante de las obras clasicas,

No solo se habian rechazado las interpretaciones de Parsons, sino que cada vez eran menos quienes le consideraban un clasico, En la microsociologia, los debates sobre Homans, Blumer, GoHman y Garfinkel reemplazaron a los debates sobre Parsons; las discusio­nes sobre el significado de la obra de estos autores eran las que ahora se consideraban equivalentes a la teoria sistematica. En la rnacroso­ciologia, Parsons habia sido tan abrumadoramente desplazado pot una amalgama de la teoria del conflicto y de la teo ria critica que 101 nuevos metodos «estructurales» pudieron negar los fundamentos no empiricos y clasicos (p. ej., Lieberson: 1980; Skocpol: 1979; Trei­man: 1977). Se alcanzo un hito en esta negacion de su rango clasico con la publicacion en 1976 de New Rules of Sociological Method, de Giddens, quien no solo manifestaba que las ideas de Parsons erae' perjudiciales para una buena reoria, sino, ademas, que los clasicos de Parsons -Durkheim y Weber- eran los mayores obstaculos ~ futuro progreso teorico. Giddens (1979; 1981) cornenzo a desarrollar un elenco de clasicos enteramente diferente, en el ~ue tampoco in; cluyo a Marx. [

En esta fase, sin embargo, parece que el esfuerzo por superar la interpretacion de Parsons deberia considerarse un movimiento pen' dular mas que una sucesion progresiva. Los primeros escritos que intentaron «detener la avalancha- desde la tradicion parsoniana -Ei­senstdat (1968) sobre Weber, Smelser (1973) sobre Marx, Belial! (1973) sobre Durkheim- fueron un fracaso. Sin embargo, intentos mas recientes de mantener no solo la centralidad de-los clasicos de+. Parsons, sino tambien su caracteristico interes por \1sJdimensiones culturales de las teorias de estos autores clasicos han tenido un exitd mayor (Alexander: 1982b; Habermas: 1984; Schliichter: 1981; Seid­

La centralidad de los clasicos

bio de posicion, Habermas ha afirmado que «en la actualidad, no eJ\ posible tomar en serio ninguna teoria social que, como minirno, no . clarifique su relacion con Parsons" (1981, p. 297). Mi propia obra (1983; 1985) sostiene puntos de vista muy parecidos, y sugiero que todavia es posible una tradicion «neofuncionalisras basada en una reconstruccion de Parsons y en los fundamentos clasicos de este

. autor, Finalmente, se estan explicando y criticando (Alexander: 1984;

. Sewell: 1985) las presuposiciones del «nuevo estructuralismos , cier­tos teoricos (por ejemplo, Alexander: [en preparacion], 1987b; Thompson: 1985) han comenzado a mantener que las ideas de Durk­heim sobre la estructura desempefian todavia un papel significarivo,

., tesis que tam bien comparten importantes analistas empiricos de esta 'f tradicion (p. ej., Fenton: 1984; Hunt: [en preparacion], 1987; O'Con­! nor: 1980; Traugott: 1984).

Este examen del debate sobre los clasicos en el periodo de post­\ guerra ha sido necesariarnenre parcial. Si el espacio 10 permitiera, se .hubiera investigado, por ejernplo, la forma en que las discusiones , sobre los clasicos ayudaron a estructurar los subcampos empiricos de la sociologia 12. Incluso dentro de los limites de mi discusion,

rtampoco he tenido la oportunidad de mostrar detalladamente como t toda discusion participa de la actividad teo rica sistematica, por no [hablar del trabajo ernpirico. A fesar ~e estasIirnitaciones, sin em­rbargo, creo que el punto centra de rm analisis ha quedado sustan­rcialmente documentado: en la discusion teorica «sistematica" mas .importante del periodo de postguerra, la discusion «historica» sobre '. el significado de las obras clasicas desernpeno una Iuncion decisiva.: ' Al establecer un nuevo elenco de autores clasicos para la discusion ~e6rica de postguerra~ l~ investigaci~n parsoniana teni~ motivaciones

:mtelectuales y estrategicas. Adentrandose en los escntos de Durk­~.h~im, Pareto y Weber, Parsons obtuvo intuiciones genuinamente "nuevas de la estructura y los procesos del mundo social. Al afirmar gue estos autores fueron los unicos fundadores autenticos de la so­Bologia, ademas, pudo socavar las bases de teorias que eI conside­~ba enteramente equivocadas. Su pretension de haber «descubierto» ;J6s clasicos estaba motivada por intereses teoricos; al mismo tiempo, :y dadas las necesarias condiciones generales, su praxis interpretativa '~ia 10 suficientemente solida como para convencer a la comunidad

man: 1983a; Traugott: 1985; Whimpster y Lash: 1986; Wiley: 1987)...---,.--­u

La descrircion de la teoria americana como una alternativa indivi- Wash a este respecto la prornetedora obra de Thompson. En «Rereading the Cladualista a colectivismo de los clasicos europeos tambien ha empe· d sues: T, ~ Case of Durkhelm. (1985; efr. Thompson: [en preparacion] Thompson'" (cf . 1 L' S' h . ernuestra como en el desarrollo de la sociologia industrial las interprenciones diver-d 1 dza 0 a ponerse en te a e JUICIO c r. en especia ewis y mit gentes de «La division social del trabajo de D khei h d . d

(1980), pero tam bien joas (1985». Cierta corriente trata incluso deesencial en debates especfficarnenre empiricos. Es~~y e~deud: c~~eb~~na <!. un ~apel 1, ' d 1 . P E bl de I rd d d Ie I" d Th ISCUSlon eorrcarestablecer e 1status c asico e proplO arsons. n un nota e cam- '. ~.centra .. a e os c asicos e ompson (1985), que en parte respondla

ta una

.versron anterior del presente ensayo.

I

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66 67 La teo ria social, hoyt

de cientificos sociales de que las posiciones de esos dasicos prefigu­raban su propia posicion.

EI nexo entre la sistematica historica y contemporanea era tan fuerte que la hegemonia teorica de Parsons solo podia ponerse en cuestion si tambien se atacaba su version de la historia clasica. La forrnulacion de una version alternativa se llevo a cabo tanto releyen­do los clasicos de Parsons como creando nuevos clasicos, Las razo­nes intelectuales son bastante claras: las teorias poderosas adrniten un amplio margen interpretative. Pero la aceptacion de clasicos co­munes tambien fue eficaz desde el punto de vista funcional, pues perrnitio que los teoricos post-parsonianos ·elaboraran sus tesis en terrninos mas 0 menos ampliamente entendidos. Ironicarnente, el que la obra de Parsons fuera elevada a la categoria de clasica hizo mas facil acabar con su teoria, pues creo un medio mas 0 menos compartido a traves del cual podian discutirse los rneritos de las ideas funcionalistas. Adernas, como la teoria post-parsoniana se ha construido en parte sobre Parsons, los intentos recientes de superarla han vuelto no solo a los textos clasicos anteriores, sino tarnbien a la obra de Parsons; y esto se debe tanto a razones intelectuales como a razones estrategicas.

Humanismo y clasicos: por que es erronea la critica historicista :

Defender energicarnente la centralidad de los clasicos supone maritener que existe una relacion inextricable entre los intereses teo­rices conternporaneos y las investigaciones sobre el significado de Iostextos hisroricos, En la primera parte de este ensayo he defen­dido esta posicion en la esfera de la teoria sociologica. En la seccion precedente he intentado justificar esa afirrnacion examinando como se desarrollan realmente las discusiones sociologicas sobre los clasi-, cos. Concluyendo, intentare justificar esta afirmacion frente las cri-' ticas a la centralidad de los clasicos surgidas desde las propias dis!, ciplinas humanisticas. Este es el enfoque historicista de la historir intelectual relacionado con la obra de Quentin Skinner, al que s( deben -a menudo en cornbinacion con sedicentes historias kuhnia-' nas de la ciencia- importantes incursiones en la discusion sociolo'; gica (p, ej., Jones: 1979; Peel: 1971; Stocking: 1965). •

La particular importancia de esta critica se debe al hecho de que la critica al reduccionismo ernpirista contemporaneo de la ciencia social generalmente se ha originado en las humanidades. Por 10 que, se refiere a los clasicos, tal como el propio Merton formulo la di­cotomia, han sido las disciplinas humanisticas quienes tradicional­mente han defendido el caracter unico y la importancia permaneme

La centralidad de los clasicos

de las contribuciones de los clasicos. ~~hum~oi4~cjes estan mas relacionadasconla-interpretacion que con .la_expjjq.G.iQn~;'.ae;pu"ls-:-a~" todo, esta mis!11'!Aistincion,se fQrmal!~oy planteo por vez primera desde las humanid,ades. Ademas, es en las disciplinas humanisticas --.:aesde!os es'iu(hos historicos decirnononicos sobre la religion hasta la teoria literaria contemporanea-s- donde se ha insistido en la me­todologia de la interpretacion y de la investigacion y reinvestigacion del significado de los textos clasicos, Finalmente, la negacion de la relevancia de la interpretacion textual para las ciencias sociales no subyace solo a la condena empirista de los clasicos, sino que es uno de los supuestos corminmente compartidos en las discusiones sobre estos,

Mientras que la condena de Merton a la mezcla de historia y sistematica trata de liberar a la sistematica de su carga historica, la teoria de Skinner critica esa mezcla con la finalidad de purificar la historia de la contaminacion de la sistematica. Se trata de transfor­mar la discusion de los textos anteriores en investigaciones libres de supuestos, puramente historicas, investigaciones que, ironicamenre, tendrian una forma mas explicativa que interpretativa. Aunque Skin­ner plantea el problema desde el angulo opuesto, su tesis tendria identico efecto. Si la his~oria puede ser at_eori-f~oria_p-yedeser ~a-:- Si los-cr§s puede..n~~mQI¥se_PJ:~~ci~~i~!l_d()E~ terpreracion,' ~~toD<:~LQ9 hay .. razon _par:l.J:l1ez.<:I~r.la..int~!"p~J~§Qil en la praxis de una ciencia social.libre de clasicos. Skinner ofrece el tipo de' historia ';nteIeculaf q~~ -:M~~to-~-~~~-e~rt'aba pero no pudo eneontrar 13. Me parece, sin embargo, que su teoria historica adolece del mismo caracter abstracto y antiernpirico que la de Merton: no

.' puede dar cuenta del papel central del debate interpretative en los ~ estudios culturales actuales. Y esto se debe al mismo motivo: cae en '. un empirismo que niega que las presuposiciones tienen un papel

central en el estudio de la vida social. Su teoria sostiene este punto . de vista en nombre de la defensa de la razon frente al relativisrno.

." U Notese bien que tanto Skinner como Merton condenan por igualla tradicional

-historia de las ideas» . Ambos, y no es extrano, critican que dicha historia es exce­sivamente «presentista•. En la primera seccion de este ensayo afirmaba que la pro­puesta de Merton para un enfoque alternativo de la historia inrelectual era prekuh­niana. Una vez mas, Skinner ofreceria precisamente la ahernativa a la sistematica histories que Merton no consiguio desarrollar adecuadamente. Lo que uno pod ria lIamar su particular «bistoria de las ideas. ---en conrrasre con la -historia de las ideas.- se ajusta perfectamente at esrereotipo que tienen los ciemificos sociales em­piristasde la investigacion de los clasicos, a 1aque consideran un ripo de investigacion puramente historico y por 10 rnismo irrelevante para los intereses reoricos concern­poraneos, Ya nos hemos referido a un ensayo de Turner en el que se critica la .metateoria» ; en dicho ensayo, Turner contrasta la .actividad reorica- con -la inves­[i~acion de la historia de las ideas. (1986, p. 974).

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69 La teoria social, hoy

68

En mi opinion, sin embargo, la razon solo puede poner en su sitio los intereses aprioristicos reconociendo su existencia.

EI historicismo detesta que se introduzcan de forma anacronica problemas contemponineos en la comprension de los textos anterio­res. Skinner lamenta que esta «prioridad de los paradigmas" solo puede producir «mitologias", pero no dar lugar al descubrimiento de los propios textos (Skinner: 1969, pp. 6-7). Es claro que seme­jante afirmacion se basa en el supuesto implicito de que el circulo hermeneutico puede romperse. Lo que sostiene al historicismo es la creencia de que el mundo verdadero, en su pristina y original gloria, puede revelarsele al investigador solo con que este sepa donde y como mirar. EI historicismo proporciona este conocimiento median­te su enfasis en el contexto y en la intencion. Los dos supuestos mas importantes del historicismo son la idea de que el contexte intelec­tual y la intencion del autor son inmediatamente accesibles a los estudios culturales. De estos se sigue un terq:r.supuesto, que, en tanto que irnplicito, bien podria ser el mas importante de todos: la, idea de que es posible leer y comprender sin especiales problemasj textos motivados e historicamente situados. Recorde,mos que este era; precisamente el suruesto laterite del ataque de Merton a los clasicos. en la ciencia socia. Defender la «dificultad» de los textos clasicos y su «autonomia relativa- frente a la intencion y el contexte supone, por consiguiente, defender la propia praxis de la interpretacion. En ultimo termino, es preciso Iundir historia y sistematica precisamentc' a causa de la importancia esencial de la interpretacion. Criticare se­guidamente los supuestos en los que se basa el historicismo. j .. ~;'

1. Contexto singular versus' contexte infinito

El historicismo afirma que las convenciones lingiiisticas de un periodo dado revelan el universo intelectual de cualquier obra his­torica deterrninada. -Se sigue de esto», afirma Skinner, «que la rne-: rodologla apropiada p~ra la historia de las ideas debe ocuparse, enl pnmer lugar, de definir todo 10 que haya podido comurucar con-i vencionalmente 10dicho en una ocasion determinada- (Skinner: 1969/ p. 49; efr. Jones: 1986, p. 14; Peel: 1971, p. 264; Stocking: 1965, p. 8). No se manifiesta ninguna reserva con respecto a la posibilidad de recuperar ese contexto. Por ejemplo, Jones afirma sin ningun reparo que es posible lograr «una comprension de todo el contexto sociohistorico del que han surgido las teorias sociologicas" (1977, p. 355). Creo, sin embargo, que debe cuestionarse esta capacidad de la historia para reflejar la sociedad. Si mantenemos el nominalismo de Skinner, tendria que registrarse y analizarse toda proposicion si~ni·

L.

La centralidad de los clasicos

ficativa de un periodo historico, una tarea cuya imposibilidad es manifiesta. El contexte sociohistorico total es una quimera. Si adop­tamos una posicion mas realists hernos de reconocer que las gene­ralizaciones son necesariamente selectivas. La seleccion, por supues­to, siempre implica una cornparacion con respecto a un estandar anterior. En una observacion anornala contenida en un escrito mas reciente, Skinner parece reconocer que la necesidad de seleccionar refuta la posicion contextualista que el mismo ha tratado de funda­mentar:

· Antes de poder identificar el contexte que ayuda a esclarecer el significado · de una obra dada ya hemos de haber alcanzado una interpretacion que indique que contextos es mas util investigar como ulteriores puntos de apo­

, yo para la interpretacion. La relacion entre un texto y su contexte adecuado ( es, dicho en pocas palabras, un caso de circulo herrneneutico. (Skinnner:

; i 1976, p. 227).

.:t. ',2. Intencion transparente versus intencion opaca

EI historicismo, sin embargo, no es una forma de determinismo · social; trata de tomar en consideracion la intencion del au tor. El ;'contexto un'ica~ente sinia el tex~o; solo las propias intenciones del i~autor pueden revelar las convenciones que trata de apoyar y superar ;~.con el. Pero esta pretension tarnbien se basa en una creencia empi­,,~'rista en la transparencia del universo social. Se considera que las '~intenciones son tan recuperables como los contextos. A Skinner no ,,'Ie preocupa el problema de descubrir la intencion; simplemente hay fque observar «10 que el propio autor trataba de decir» (1969, p. 22).

EI contraargumento de que «en realidad, es imposible recuperar los motivos e intenciones de un autor» es, insiste Skinner, «enterarnente

r!:falso" (1972, p. 400). Para encontrar intenciones y motivos no hay ~\ mas que recurrir a «hechos comunes pero [hasta ahora] sorprenden­"temente elusivos de la actividad de pensar» (Skinner: 1969, p. 30). t Sin embargo, es esta naturaleza cormin del pensar 10 que se ha ~:Sometido a un cuestionarniento radical a 10 largo de la mayor parte tdel siglo xx. EI psicoanalisis ha demostrado que ni siquiera los mis­:mos agentes conocen todo el alcance de sus propias intenciones; para 'que hablar de terceras personas que no les conocen bien. La mente frechaza el malestar emocional elaborando mecanismos de defensa 'que limitan drasticamente la cornprension consciente del agente

(Freud: 1950). Si bien las pretensiones pseudocientificas del psicoa­nalisis han sido criticadas con agudeza, su escepticismo hacia la au­

'1 tocomprension racional ha marcado la opinion intelectual por 10 que . se refiere a la interpretacion y al metodo literario. Por ejemplo, las , ideas psicoanaliticas inspiraron en buena medida el ataque de la «nue­

i

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71 70 La teo ria social, hoy

va critica•• a la interpretacion contextual e intencionalista. Como eI origen de las obras imaginativas mas poderosas es profundamentc ambiguo, sostiene Empson (1930), los textos estan llenos de contra­dicciones irresueltas y los lectores se yen obligados a inventar inter­pretaciones sobre el significado y la intencion del autor. Todo esto apunta inevitablemente hacia la autonomia del texto, pues pone de manifiesto que ni siquiera el propio autor 10 controla de forma cons­ciente. Mi obra acerca del caracter contradictorio de las grandes teo­rias sociales (Alexander: 1982b, pp. 301-6, 330-43) sugiere que eI «engafio inconsciente» es endernico en tales teorias; a la luz de esto, buscar el significado de una teoria a traves de la intencion consciente del autor es, seguramente, un intento del todo inutil.

Inspirados no solo en el psicoanalisis, sino tambien en la teoria cultural, el estructuralismo y la serniotica han manifestado el mismo punto de vista. Criticando el intencionalismo de Sartre, Levi-Strauss, insiste en que la lingiiistica estructural demuestra la existencia de una'

~~.~

«entidad totalizante» que esta «fuera (0 por debajo) de la concienciq y de la voluntad», y que tales formaciones lingiiisticas son arquef picas para todo texto cultural (Levi-Strauss: 1966, p. 252). Ricoeui sostiene un punto de vista similar. EI discurso escrito solo es posibici dice, porque disponemos de recursos simbolicos que trascienden J, especifidad situacional y la intencion inmediata, Mal pueden conoce la intencion inmediata de la cornposicion del texto aquellos que se enfrentan a los textos escritos ya redactados: «La trayectoria de uq texto escapa al horizonte finito que vivio su autor. Lo que el textc dice ahora importa mas que 10 que el autor quiso decir» (Ricoeuri 1971 J p. 534). La filosofia hermeneutica defiende esta conclusion desde el punto de vista del propio metodo historico. Gadamer afIC.' rna que es irrelevante el hecho de que la intencion del autor y significado textual coincidan 0 no, dado que es imposible quei historiador pueda recuperar la intencion. Haciendo virtud de la ne, cesidad, expone una perspectiva dialogica segun la cual los textoi solo puedan revelarse mediante la interlocucion en un contexto his ~or~co: «el verdadero significado .de un. tex~o cuan.~o este Ie habl.a~ mterprete no derende de la connngencia m de quien fue su destim] tario original. E significado del texto esta parcialmente determinado por la situacion historica del interprete y, por tanto, por la totalidad del curso objetivo de la historia- (Gadamer: 1975, P: 264). . ,

3. Textos explicitos versus textos multivalentes

La concentracion exclusiva del historicismo en el contexto y en la intencion esta motivada por el supuesto de que es innecesario

La centralidad de los clasicos

estudiar el sentido de un texto en si mismo, es decir, concentrarse .: en el texto qua texto. Subyace a este supuesto una teoria del signi­~ ficado pragmatics, anti-serniotica. Los historicistas afirman que el

usa de un texto cualquiera en una ocasion dada determina y agora su significado. La praxis, no el significado textual, deviene objeto de investigacion: en palabras de Skinner, «el uso de la proposicion re­levante por un agente concreto en una ocasion concreta y con una

: intencion concreta (su intencion) para hacer una afirmacion concre­ta» (1969, p. 50). Invirtiendo el punto de vista de Ricoeur, Skinner

. insiste en que «seria ingenuo intentar trascender la especificidad [del .texto] con respecto a su situacion». Los textos son instrumentos para laaccion intelectual: investigarlos supone averiguar «10 que pensaron los agentes historicos genuinos» (Skinner: 1969, p. 29).

:. Pero si el contexto no es en modo alguno definido, y si es im­, posible concretar la intencion, es preciso admitir que los textos tie­_nen una autonornia relativa, Deben ser estudiados como vehiculos : intelectuales por derecho propio. Esto no significa negar la intencion }del autor, pero SI afirmar que la intencion solo puede descubrirse en j' el texto mismo. Como observa Hirsch, «existe una diferencia entre ~el significado y la conciencia del ~ignificado» (1~67, p. 22). Los ar­;~gumentos en favor de la autonorma del texto denvan de estas creen­tcias sobre la naturaleza compleja y oculta de la intencion del autor, t;'pues las intenciones del autor inconsciente solo pueden desvelarse , mediante un examen independiente del propio texto. Para Ricoeur :'(1971) los textos tienen un «superavit de significado». Freud (1913) i;jnsiste en la «sobredeterminacion» del simbolismo onirico. Foucault ~:(1970) sostiene que discursos ocultos estructuran los documentos :~escritos de la historia. Un texto dado adquiere este significado «ex­I~tra" a causa de los principios organizativos inherentes a esa forma (,cultural particular. Ricoeur considera que ese superavit se debe al ,i'mito y a la rnetafora. Freud piensa que la sobredeterminacion se ;;encuentra en recursos de la construccion onirica, tales como el des­fplazamiento y la condensacion. Los discursos de Foucault se basan ren las modalidades gue establece la arqueologia del conocimiento.

Un texto es un sistema de sfrnbolos que determina el significado de un autor en la misma medida en que el autor Ie dota de signifi­

;i'cado. Por tanto, para estudiar los significados de un texto particular i debemos estudiar las reglas particulares de ese sistema. EI investiga­~dar debe conocer las reglas que gobiernan ese tipo peculiar de acti­

vidad imaginativa: como operan en los suenos el desplazamiento y la condensacion, como la forma narrativa apoya la logica estructural (Barthes: 1977). Estas reglas, que los teoricos de la literatura deno­minan «reglas del genero» (p. ej., Hirsch: 1967, pp. 74,80), forman parte de la conciencia de los autores, pero rara vez son inventadas

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por estos; los textos permiten la comunicacion interpersonal porque son reglas socialmente constituidas y transmitidas.

La finalidad del debate critico es explicitar estas reglas y mostrar como son estas presuposiciones y no otras las que producen el sig­nificado de los textos. Si el razonamiento cultural esta abocado a ser relativo, el intento de Skinner para defender la razon mediante su subterfurgio ernpirista esta condenado al fracaso desde el principio H,

Solo puede preservarse la razon explicitando los presupuestos y so­metiendolos a debate disciplinado. Los canones valorativos se pro­ponen, no se descubren; solo la persuasion puede llevar a los parti­cipantes en el discurso a aceptar la validez de tales canones. Por esu razon, la interpretacion y el debate teorico van unidos. «Admitir la imposibilidad de demostrar un sistema de axiomas» escribio Ray­mond Aaron en cierta ocasion, «no es un fracaso de la inteligencia, sino un recordatorio de sus limites» (1961, p. 106).

14 Precisarnente eI hecho de que el empirismo este condenado al fracaso explica la serie de declaraciones (a las que solo cabe calificar de retractaciones) con las qUI

Skinner y sus panidarios responden al debate critico sobre su obra. Skinner (1972~ por ejemplo, ha tratado de separar motive e intencion, sosteniendo que si bien no es posible conocer el motive, si es posible conocer la intencion. Esto manifestaba un reconocimiento implicito de la autonomia de los textos, pues ahora Skinner afirmabi que solo podia desvelarse la intencion comprendiendo la verdadera naturaleza de II escritura. Pero tambien esta observacion se ha marizado de modo ambiguo. Skinner "'......:

I

(1972, p. 405) afirma ljue el «solo se ha preocupado de que ... con independencia de que sea 10 que un escrrtor haga al escribir, 10 que escribe ha de ser relevante para II interpretacion»; no se trata de que la intencion del escritor tenga 'tJue ser la base dl la interpretacion per se. Skinner [irnita su pretension a la idea de que «entre las tareas del interprete ha de encontrarse la recuperacion de las intenciones del escritor II escribir 10 que escribe», pero indica que tam bien puede prescindirse de la intencion, ~unque .siempre sera peligroso... p.ara un critico ignorar .Ias manifestaciones expli. cuas del propio autor acerca de que es 10 que estaba haciendo en una obra dada." reconoce que «el propio escritor pudo haberse equivocado al reconocer sus intencio-] nes, 0 haberlas formulado de forma incompetente•. La obra reciente de Jones, eI mbJ importante seguidor de Skinner en la sociologia, tarnbien esta marcada por equlvocosj y retractaciones decisivas, Por ejernplo, este autor afirma ahora (Jones: 1986, p. 17M que .Ia disponibilidad (0 no disponibilidad) contextual de los terminos descriptivos: o clasificativos no es el criterio que determina que nuestras afirmaciones sobre uA. agente historico sean anacronicas 0 no •. Y parece aceptar el inevitable presentismol de la investigacion textual: • La praxis de la propia ciencia social (incluida la historis] no solo se beneficia, sino que much as veces requiere que apliquemos conceptos y categorias que les eran totalmente ajenos a los agenres cuyas creencias y conducu deseamos entender», Aunque Jones y Skinner siguen defendiendo la posicion hisro­ricista, si estas concesiones se tomaran en cuenta se resentiria la validez de la posicion historicists como tal. A este respecto estoy en deuda con la obra de Seidman (1983b; [en preparacion'[a: [en preparacionjb): en general, mi deuda con este autor se extiende al esclarecimiento de muchos problemas considerados en este ensayo.

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1CONDUCTISMO Y DESPUES DEL '@ONDUCTISMO

eorge C. Homans

'l'" Hubo un tiempo en el que el conductismo, tal como 10 formulara . or vez primera J. B. Watson y desarrolIara con mayor rigor B. F. kinner, fue tratado como el paria de la psicologia y el resto de las

':iencias sociales. Sigue siendo un paria en la medida en que Skinner a continuado manifestando pretensiones exageradas sobre las posi­ilidades que ofrece el conductisrno para crear una cultura mejor

:(Skinner: 1971). Pero la verdad de una ciencia y su aplicabilidad son $los cosas distintas; como verdad aceptada, el conductismo ha dejado 'de ser un paria: por el contrario, ahora forma parte de la corriente .~ntral de la psicologia y, por consiguiente, me referire a eI como :'psicologia conductista», Por otra parte, no toda la psicologia con­uctista moderna deriva directarnente de Skinner; pienso, en parti ­

lular, en las irnportantes contribuciones de Albert Bandura (1969; :973).

La intuicion fundamental del conductismo fue de tipo estrategi­0: en lugar de tratar de analizar la conciencia y los estados menta­es, los investigadores podrian hacer mayores progresos en psicolo­gia atendiendo a las acciones de hombres y mujeres y a los estados pbservables de los individuos y su entorno que es posible relacionar legalmente con tales acciones; este principio no solo es aplicable a hombres y mujeres, pues las proposiciones de la psicologia conduc­

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