Jesus y El Reino de Dios

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Jesus y El Reino de Dios

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  • Estudios bblicos

    B: La iglesia

    07.- Jess y el Reino de Dios

    01/10/12

    Para comentarios y dudas: www.unanimes.org/foro/

  • Estudios Bblicos

    B.07.- Jess y el Reino de Dios

    1. El anuncio del reino en los evangelios por nuestro Seor Qu asombrosa y extraordinaria impresin dej nuestro Seor en sus oyentes cuando, ha-biendo regresado a Galilea del primer ao de ministerio en Judea y Jerusaln, empez a predicar: Mateo 4:17 Desde entonces comenz Jess a predicar y a decir: Arrepentos, porque el reino de los cielos se ha acercado! Mateo 4:23 Y recorri Jess toda Galilea, enseando en las sinagogas de ellos, y predicando el evan-gelio del reino. Jess vino, en verdad, predicando las buenas nuevas del reino. No sorprende que los judos lo escucharan con alegra. En las lecturas del Antiguo Testamento que se realizaban cada servicio del sbado en la sinagoga, ellos oan esta realidad divinamente prometida. Ellos oan lo que Moiss y David, lo que Ams y Miqueas, lo que Isaas, Jeremas, Daniel y el resto haban predicho siglos antes.

    2. El anunciador del Rey Juan el Bautista haba sido enviado por Dios como el precursor, el heraldo para preparar el camino delante del Seor como el Mesas y Rey tan esperado. l lo hizo fielmente, an cuando no entendi completamente la gloria del mensaje que trajo. Marcos empieza su registro sorprendentemente: Marcos 1:4-8 Bautizaba Juan en el desierto y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdn de

    pecados. Acuda a l toda la provincia de Judea y todos los de Jerusaln, y eran bautizados por l en el ro Jordn, confesando sus pecados. Juan estaba vestido de pelo de camello, tena un cinto de cuero alre-dedor de su cintura, y coma langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: Viene tras m el que es ms poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, agachado, la correa de su calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua, pero l os bautizar con Es-pritu Santo

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    Tan significativo era este ministerio de Juan que los cuatro evangelistas lo registran con detalle. No; este predicador del desierto no habl directamente acerca del reino de Dios. Ese no era el foco central de su misin y mensaje. Ms bien, su ministerio era el solemne privilegio de anunciar que pronto aparecera Jess de Nazaret. El Rey. Pero para ese fin, para que ellos puedan estar preparados, sus oyentes fueron llamados a un cambio de cora-zn, mente y vida (arrepentimiento). Por medio de tales palabras Juan buscaba alejar al pueblo de sus sueos extravagantes de conquista. Rompi el paradigma judo de salvacin por pertenencia y les expuso que no todos los descendientes fsicos de Abraham entraran al reino; solamente aquellos que oan, se arrepentan y crean. Resonaban en verdad, las profecas y promesas del Antiguo Testamento pero siempre con un desafo intensamente personal y existencial para todos los que oan. Resumamos brevemente el ministerio de Juan al preparar la entrada real del reino con to-dos sus poderes celestiales en la persona y obra de nuestro Seor Jess: a. El nuevo da ha llegado; ya est amaneciendo sobre el horizonte de la historia de Israel.

    El lugar de Israel en la historia redentora difcilmente puede ser exagerado. b. Este nuevo orden ser instaurado por el Rey y este demanda que el pueblo debe confe-

    sar y arrepentirse de sus pecados. c. Tambin requiere mirar ms all de Juan a Jess de Nazaret. l es tanto Salvador y Rey.

    Todos los que se vuelven a l sern bautizados con el Espritu Santo y fuego. d. Es por ello que todos sin excepcin sern probados. La descendencia de Abraham no es

    garanta de entrar a este reino. e. La venida de ese reino son ciertamente, buenas noticias. Pero est incompleto sin la se-

    vera advertencia de huir de la ira venidera (la justicia retributiva de Dios). Como Rey, l purgar a Israel y echar a los incrdulos e impenitentes al fuego. De esta manera, l har separacin entre aquellos que oyen su voz y los que no.

    3. El anuncio de Jess

    Este fue tambin el mensaje del reino trado por nuestro Seor. Esto ya es evidente en sus tratos con Nicodemo. A ese lder que vino a l de noche, nuestro Seor le habl acerca del reino. A l, que pareca versado en la religin juda, le dijo: Juan 3:3 De cierto, de cierto te digo, que el que no naciera de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Cuando Nicodemo levanta objeciones a Jess, l le dice:

    Juan 3:5-6 De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espritu, espritu es.

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    Este texto es absolutamente crucial para un correcto entendimiento de la salvacin como nuestra nueva vida en Cristo, un texto que no da lugar para el caracterstico creer fcil de algunos crculos religiosos. La fe siempre produce buenas obras. La justificacin de Dios como un don gratuito para todo aquel que cree, no puede ser ni por un momento aislada de su obra de gracia en la santificacin. Ya desde esta etapa temprana en el ministerio de nuestro Seor, cualquier nocin de ese reino apareciendo repentinamente y de una forma externa y gloriosa es eliminada. De acuerdo al plan y propsitos eternos de Dios, de quien es el reino, los ciudadanos tienen que ser hecho aptos para ese reino. Estos son los que oyen y creen sus palabras. El reino no vendr hasta que el Hijo del hombre sea alzado en la cruz y entonces dar inicio el pro-ceso que culminar con Su segunda venida. Los hombres y las mujeres entran al reino de Dios solamente por medio de la obra del Espritu que produce un nuevo nacimiento y da la fe con todos sus componentes. Todo el resto de la enseanza de Jess fue un desarrollo, un embellecer si as lo quieren, de este tema del reino de Dios.

    4. Los ciudadanos del reino

    En ese gran mensaje predicado en la ladera de Galilea, usualmente llamado El Sermn del Monte hallamos el cuadro del reino y sus ciudadanos. Su estructu-ra cuidadosa, sus varias partes y su reto para aquellos que oan, mere-ce atencin. El Sermn llama a los discpulos de Jess a ser diferen-tes, a hacer contracultura, a no parecerse al mundo que deseamos in-fluenciar y cambiar. Unnimes ha puesto a disposicin una serie de estudios donde se analiza con detalle el Sermn del Monte. El Ser-

    mn: a. Empieza con la designacin de cualidades o caractersticas de aquellos que son sus

    ciudadanos (Las bienaventuranzas). b. Anuncia su responsabilidad en este mundo como sal y luz sobre un monte. De aqu que

    el reino no es una realidad mstica escondida en lo profundo de las almas de las perso-nas. Sus ciudadanos son ordenados a permitir que la nueva luz dentro de ellos brille fuertemente para la alabanza de su Padre que est en los cielos (Mateo 5:13-16).

    c. Est ntimamente relacionado con la Ley, la cual nuestro Seor nunca hizo de lado en ningn momento. Sin embargo, es de un orden ms alto y conlleva un carcter espiri-tual muy profundo. Por lo tanto, l aade: Mateo 5:20 ...Pero yo os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fari-seos, no entraris en el reino de los cielos.

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    d. Despus continua a declarar cmo la voluntad de Dios debe ser buscada y practicada en la cotidianidad por sus ciudadanos. Todos estos ejemplos enfatizan un rendimiento total espiritual del corazn. De esta manera, tambin, ellos no sern perdonados, a me-nos que orando de corazn perdonen a los dems.

    e. Esa justicia del reino tiene que ser la meta suprema en sus vidas. De aqu que ellos no deben buscar las cosas de la tierra sino haceos tesoros en el cielo; no para ganar m-ritos sino ms bien para demostrar la sinceridad de su respuesta al evangelio. Ni tam-poco deben preocuparse acerca de sus necesidades terrenales. Mateo: 6-33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y toda estas cosas os sern aadidas.

    f. Concluye con un desafo dado por nuestro Seor en varias formas. Siempre tienen que preguntar, buscar y tocar. Ellos deben escoger la puerta angosta que solamente lleva a la vida. En contra de los falsos profetas y maestros ellos tienen que estar en guardia. Tambin ellos deben examinarse porque no todo aquel que dice Seor, Seor entrar al reino de los cielos. Y el sermn termina con la parbola sorprendente de Los ci-mientos de los Constructores Sabios y Negligentes (Mateo 7:7-27).

    5. El reino y las parbolas

    En los evangelios sinpticos encontramos las parbolas dichas por Jess. Casi sin ninguna excepcin cada una sostiene una clara relacin con las buenas nuevas del reino. Mateo agrupa muchas de ellas; Marcos y Lucas usualmente las colocan en su escenario histrico. Pero cada una enfatiza al menos un aspecto bsico del reino de Dios; todas juntas proveen percepciones sobre el conocimiento del reino, un privilegio dado solamente a aquellos que como discpulos creen en su Palabra. Mateo 13:13-16 Por eso les hablo por parbolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profeca de Isaas, que dijo: "De odo oiris, y no entenderis; y viendo veris, y no percibiris, porque el corazn de este pueblo se ha entorpecido, y con los odos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los odos, ni con el corazn entiendan, ni se conviertan y yo los sane". Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros odos, porque oyen. Algunas caractersticas del Reino se reflejan en las parbolas: a. Los hombres tienen que estar listos para vender lo que poseen por causa del reino.

    Lucas 18:18-23 Un dignatario le pregunt, diciendo: --Maestro bueno, qu har para heredar la vida eterna? Jess le dijo:

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    --Por qu me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo Dios. Los mandamientos sabes: "No adulterars; no matars; no hurtars; no dirs falso

    testimonio; honra a tu padre y a tu madre". l dijo: --Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Al oir esto, Jess le dijo: --An te falta una cosa: vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrs tesoro en el cielo; y ven, sgueme.

    Entonces l, oyendo esto, se puso muy triste porque era muy rico.

    b. Aparece en un mundo donde el trigo y la cizaa crecen juntos hasta la final cosecha: Mateo 13:24-30 Les refiri otra parbola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre

    que sembr buena semilla en su campo; pero mientras dorman los hombres, vino su enemigo y sembr cizaa entre el trigo, y se fue. Cuando brot la hierba y dio fruto, entonces apareci tambin la ci-zaa. Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: "Se-or, no sembraste buena semilla en tu campo? Cmo, pues, tiene cizaa?" l les dijo: "Un enemigo ha hecho esto". Y los siervos le dijeron: "Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?"

    l les dijo: "No, no sea que al arrancar la cizaa arranquis tambin con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo dir a los segadores: Recoged primero la cizaa y atadla en manojos para quemarla; pe-ro recoged el trigo en mi granero ".

    c. En la tierra el reino en su comienzo es pequeo, mas como una semilla de mostaza cre-ce hasta llegar a ser un gran rbol arbusto:

    Mateo 13:31-32 Otra parbola les refiri, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tom y sembr en su campo. Esta es a la verdad la ms pequea de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y se hace rbol,

    de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.

    d. El escuchar el evangelio no garantiza la salvacin, es decir, entrar al reino. Lo que convierte al ser humano apto para el reino es la obra salvadora de Jess y su aceptacin en la vida del creyente. Eso, de forma instantnea, lo hace bueno, pues la santidad de Jess es trasladada al creyente, recibiendo Jess a cambio su pecado. En la parbola de

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    La Red son atrapados peces tanto buenos como malos. Pero al fin del mundo: sal-drn los ngeles, y apartarn a los malos de entre los justos,... Mateo 13:47-50 Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge to-da clase de peces. Cuando est llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo. As ser al fin del mundo: saldrn los ngeles y apartarn a los malos de entre los jus-tos, y los echarn en el horno de fuego; all ser el lloro y el crujir de dientes. El Apocalipsis est conectado con este principio. Vemos al final de los tiempos que los buenos son recogidos como mies madura y buena y los malos como uvas listas para ser echadas en el lagar de la ira de Dios: Apocalipsis 14:14-20 Mir, y vi una nube blanca. Sentado sobre la nube, uno semejante al Hijo del hombre, que llevaba en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz aguda. Y otro ngel sali del templo gritando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz y siega, porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra es-t madura! El que estaba sentado sobre la nube meti su hoz en la tierra y la tierra fue segada.

    Otro ngel sali del templo que est en el cielo, llevando tambin una hoz aguda. Y sali del altar otro ngel, que tena poder sobre el fue-go, y llam a gran voz al que llevaba la hoz aguda, di-ciendo: Mete tu hoz aguda y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas estn maduras! El ngel meti su hoz en la tierra, vendimi la via de la

    tierra y ech las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.

    e. Nuestro Seor ense que el reino sera quitado de los judos a quienes fue primera-mente prometido, por causa de su incredulidad deliberada y su rechazo de l como el Mesas-Rey Mateo 21:33-43 Od otra parbola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plant una via, la ro-de con una cerca, cav en ella un lagar, edific una torre, y la arrend a unos labra-dores y se fue lejos. Cuando se acerc el tiempo de los frutos, envi sus siervos a los labradores para que recibieran sus frutos. Pero los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron y a otro apedrearon. Envi de nuevo otros siervos, ms que los primeros; e hicieron con ellos lo mismo.

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    Finalmente les envi su hijo, diciendo: "Tendrn respeto a mi hijo". Pero los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre s: "Este es el heredero; ve-nid, matmoslo y apodermonos de su heredad". Y tomndolo, lo echaron fuera de la via y lo mataron. Cuando venga, pues, el seor de la via, qu har a aquellos labradores? Le dijeron: --A los malos destruir sin misericordia, y arrendar su via a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo. Jess les pregunt: --Nunca lesteis en las Escrituras: "La piedra que desecharon los edificadores ha ve-nido a ser cabeza del ngulo. El Seor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?" Por tanto, os digo que el reino de Dios ser quitado de vosotros y ser dado a gente que produzca los frutos de l.

    Jess innegablemente proclam el reino de Dios tanto como una realidad presente, que fue cumplida en su persona y obra mientras estaba en la tierra, como una esperanza futura todava no consumada. Esta es la dimensin escatolgica que es asegurada por la Palabra de su poder mediador. As, tambin, ese reino irrumpe revolucionariamente en la historia humana en su venida, de tal manera que: Mateo 11:12 el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

    6. Relacin entre los milagros de nuestro Seor y el reino de Dios Los milagros son demostraciones de que el reino llega con los poderes del siglo venide-ro. No debe ser olvidado que la misma predicacin del evangelio para salvacin es un mi-lagro; de hecho, es el gran milagro del reino. De aqu que la parbola del Sembrador con su desafo de buscar almas encabeza la lista en el relato de Mateo: Mateo 13:1-23 Aquel da sali Jess de la casa y se sent junto al mar. Se le acerc mucha gente, as que l, entrando en la barca, se sent, y toda la gente estaba en la playa. Les habl muchas cosas por parbolas, diciendo: El sembrador sali a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cay junto al camino, y vinieron las aves y la co-mieron. Parte cay en pedregales, donde no haba mucha tierra, y brot pronto, porque no tena profundidad de tierra; pero cuando sali el sol, se quem y, como no tena raz, se sec. Parte cay entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero parte cay en buena tierra, y dio fruto, cul a ciento, cul a sesenta y cul a treinta por uno.

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    El que tiene odos para oir, oiga. Entonces, acercndose los discpulos, le preguntaron: --Por qu les hablas por parbolas? l, respondiendo, les dijo: --Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado, pues a cualquiera que tiene, se le dar y tendr ms; pero al que no tiene, aun

    lo que tiene le ser quitado. Por eso les hablo por parbolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profeca de Isaas, que dijo: "De odo oiris, y no entenderis; y viendo veris, y no per-cibiris, porque el corazn de este pueblo se ha entorpecido, y con los odos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los odos, ni con

    el corazn entiendan, ni se conviertan y yo los sane". Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros odos, porque oyen. De cierto os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oir lo que os, y no lo oyeron. Od, pues, vosotros la parbola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazn. Este es el que fue sembrado junto al camino. El que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento la recibe con gozo, pero no tiene raz en s, sino que es de corta duracin, pues al venir la afliccin o la persecucin por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de es-te siglo y el engao de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Pero el que fue sembrado en buena tierra es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno. Pero una conexin ntima e inquebrantable existe entre su mensaje del reino y los podero-sos hechos y maravillas que hizo. Lucas 11:20 Pero si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros. l ejercita esa autoridad por medio de la cual fue enviado al mundo. El evangelio del reino, aunque es una realidad celestial y profundamente espiritual, transforma al hombre en la to-talidad de su existencia. Esto incluye el cuerpo con todas sus necesidades y carencias. As tambin, l demuestra su poder para la gloria de Dios al controlar la creacin y someter a

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    los espritus quienes por mucho tiempo ejercieron un poder esclavizante y demonaco en las vidas de muchos que vivieron en el da de Jess. Vemos a nuestro Seor, entonces: a. Cambiando el agua en vino en la boda de Can (Juan 2:1-11) b. Partiendo unos cuantos panes de cebada y pescados para saciar el hambre de las multi-

    tudes (Mateo 14:13-21; 15:29-39). c. Como Seor de los vientos y olas al calmar las tormentas (Marcos 4:35-41, 6:45-52). d. Sanando a los enfermos e. Abriendo los ojos de los ciegos f. Restaurando la fuerza de los miembros paralizados de los cojos. g. Limpiando a los leprosos y restaurndolos a una posicin til en la sociedad de Israel,

    de la cual, su enfermedad los haba excluido. h. Sanando a la mujer cuyo problema de la sangre la haba afligido por muchos aos. Un

    tocar con fe el dobladillo de su manto fue suficiente. i. Salvando al siervo del centurin de Capernam por medio de su palabra dicha desde le-

    jos (Lucas 7:1-10). j. Mostrando su poder de gracia y gloria sobre la muerte. El levant a la hija de Jairo con

    unas cuantas simples palabras (Marcos 5:21-24, 35-43); al hijo de la viuda de Nan me-ramente tocando su atad (Lucas 7:11-17); a Lzaro su amigo, ya tres das en la tumba, por la ordenanza, Ven fuera (Juan 11:38-44).

    l puede llamar legiones de ngeles cuando quiera, se rehus a hacerlo en obediencia a la voluntad del Padre cuando pudo frustrar la traicin de Judas y la violencia de los soldados que intentaban atraparlo en el jardn de Getseman. Mateo 26:53 Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que l no me dara ms de doce le-giones de ngeles? Incluso los ngeles del cielo estn a su entera disposicin. El es el Salvador-Rey que ple-namente personifica y ejerce todos los poderes de la nueva era en el Reino de Dios. Los milagros de Jess revelan la llegada del reino de Dios. Los milagros demuestran el tes-timonio de Dios de que Jess era su Hijo amado, Aquel en quien l estaba muy complaci-do y a travs de quien estaba inaugurando y estableciendo su reino en los corazones y vidas de los hombres. Eso lo haba profetizado Isaas y Jess precisamente menciona esta profe-ca en su primer sermn en la sinagoga: Lucas 4:16-21 Vino a Nazaret, donde se haba criado; y el sbado entr en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levant a leer. Se le dio el libro del profeta Isaas y, habiendo abierto el libro, hall el lugar donde est escrito: El Espritu del Seor est sobre m, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazn, a pregonar libertad a

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    los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el ao agradable del Seor. Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sent. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en l. Entonces comenz a decirles: --Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Y cuando Juan el Bautista duda y enva a sus discpulos a preguntar a Jess si l era quien haba de venir, Jess responde precisamente confirmando la profeca de Isaas y les dice: Lucas 7:20-23 Cuando, pues, los hombres vinieron a l, le dijeron: --Juan el Bautista nos ha enviado a ti para preguntarte: "Eres t el que haba de venir o esperaremos a otro?" En esa misma hora san a muchos de enfermedades, plagas y espritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Respondiendo Jess, les dijo: --Id, haced saber a Juan lo que habis visto y odo: los ciegos ven, los cojos andan, los le-prosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anun-ciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en m. Pedro resume esto admirablemente para la multitud juda en su sermn de Pentecosts y con eso el apstol llama al arrepentimiento y fe. Hechos 2:22, 36 Varones israelitas, od estas palabras: Jess nazareno, varn aprobado por Dios entre vo-sotros con las maravillas, prodigios y seales que Dios hizo entre vosotros por medio de l, como vosotros mismos sabis. Sepa, pues, ciertsimamente toda la casa de Israel, que a este Jess a quien vosotros cruci-ficasteis, Dios le ha hecho Seor [es decir, Rey] y Cristo [es decir, Mesas]

    7. La Cena del Seor y su Reino La Cena estaba conectada con la conmemoracin de esa liberacin divina y gloriosa de Is-rael por Dios de la esclavitud egipcia. Varias veces la Pascua se menciona explcitamente: Lucas 22:7-15 Lleg el da de los Panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la Pascua. Entonces Jess envi a Pedro y a Juan, diciendo: --Id, preparadnos la Pascua para que la comamos. Ellos le preguntaron: --Dnde quieres que la preparemos? l les dijo:

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    --Al entrar en la ciudad os saldr al encuentro un hombre que lleva un cntaro de agua; seguidlo hasta la casa donde entre y decid al padre de familia de esa casa: "El Maestro te dice: Dnde est el aposento donde he de comer la Pascua con mis discpulos? ". Entonces l os mostrar un gran aposento alto, ya dispuesto; preparadla all. Fueron, pues, y hallaron como les haba dicho; y prepararon la Pascua. Cuando era la hora se sent a la mesa, y con l los apstoles. Y les dijo: --Cunto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca!, No le hacemos justicia al texto si ignoramos el nfasis de Jess sobre esta Pascua. Sera una Pascua diferente aun cuando est conectada con las otras Pascuas en las cuales l par-ticip durante toda su vida. En este relato, como tambin en los otros relatos, cada palabra merece la atencin ms estrecha posible. Aqu, como alguien ha notado correctamente, to-dos los hilos del evangelio de salvacin son tejidos y urdidos en una vestimenta de un solo pliego. En conexin con esto Jess habla tan claramente. Por qu, l con toda seriedad, desea comer esta Pascua con ellos y el fruto de la vid? Lucas 22:16 Porque os digo que no la comer ms, hasta que se cumpla en el reino de Dios Con nfasis repite esto mientras pasaba la copa: Lucas 22:17-18 Tomando la copa, dio gracias y dijo: --Tomad esto y repartidlo entre vosotros, porque os digo que no beber ms del fruto de la vid hasta que el reino de Dios venga. Leemos del fruto de la vid, tan frecuentemente mencionado en los profetas como parte del gozo en la venida del reino. La fertilidad del suelo y la abundancia de frutos eran parte de las bendiciones prometidas para los tiempos mesinicos. Zacaras 8:12 Porque habr simiente de paz: la vid dar su fruto, la tierra, su producto, y los cielos, su roco; y har que el resto de este pueblo posea todo esto. Jess tambin habla del nuevo pacto en mi sangre, recordndonos especialmente las pa-labras de Jeremas con su afirmacin segura de un nuevo pacto en el cual la ley de Dios es-tara escrita en los corazones de su pueblo. Este pacto auguraba la era mesinica: Jeremas 31:33 Pero este es el pacto que har con la casa de Israel despus de aquellos das, dice Jehov: Pondr mi ley en su mente y la escribir en su corazn; yo ser su Dios, y ellos sern mi pueblo.

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    Este pasaje especifica la autntica novedad del pacto prometido para el futuro: la ley de Jehov ya no estar escrita en tablas de piedra sino en corazones humanos. Cmo lo ha-ra? Poniendo Su Espritu en el interior de los creyentes. Ezequiel 36:37 Pondr dentro de vosotros mi espritu, y har que andis en mis estatutos y que guardis mis preceptos y los pongis por obra. Esta profeca fue reafirmada con una promesa de Jess en la ltima cena: Juan 14:15-17 Si me amis, guardad mis mandamientos. Y yo rogar al Padre y os dar otro Consolador, para que est con vosotros para siempre: el Espritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pe-ro vosotros lo conocis, porque vive con vosotros y estar en vosotros. Y tuvo cumplimiento cuando vino el Espritu Santo sobre los creyentes en Pentecosts: Hechos 2:1-4 Cuando lleg el da de Pentecosts estaban todos unnimes juntos. De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llen toda la casa donde estaban; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asen-tndose sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, segn el Espritu les daba que hablaran. El Espritu podra venir a los creyentes a partir del sacrificio de Jess, el cual los haca ap-tos para recibirlo. De all que hay una relacin ntima entre la conmemoracin de su muerte y el reino, debido a que es precisamente el derramamiento de Su sangre el que nos hace ap-tos para ser ciudadanos del reino. La sangre de Jess simbolizada en la Cena, es derramada para la remisin de los peca-dos. Este es el primero y ms grande de todos los regalos que se aseguran para aquellos que pertenecen al reino de los cielos. Todos los otros dones y beneficios fluyen de esta fuente. Sin este don como el cimiento y fundamento de la salvacin, toda la enseanza acerca de las bendiciones del reino de Dios sera sin sentido. Aqu es evidente, ms all de toda duda, que nuestro Seor no esperaba que el reino viniera en su plenitud en su propio tiempo en la tierra. l miraba adelante hacia el futuro as como la obra redentora de Dios continuar hasta el fin del siglo. Herman Ridderbos escribi:

    La gran importancia de este punto de vista es obvia, sin duda est en primer lugar con respecto a Jess mismo. En ninguna parte ms impresionante que aqu aparece que l encar la muerte en la certitud de su exaltacin futura. En su despedida y muerte triun-

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    falmente espera el tiempo mesinico. Pero al mismo tiempo, y esto es significativo por la caracterizacin de la Cena del Seor, la comida de la que Jess participa con sus dis-cpulos asume un carcter prefigurativo. Lo que sucede en esta comida ser cumplido en el reino de Dios. Pero tambin a la inversa, lo que ser la plenitud del gozo en el reino de Dios tiene su comienzo y anticipacin en esta comida. La relacin entre la Ce-na y comer y beber en el reino venidero de Dios no es meramente aquella entre el sm-bolo y la realidad, sino aquella entre el comienzo y el cumplimiento. Eso es tambin porque la reunin de los discpulos a la mesa para el tiempo que viene no puede ser una forma accidental del lazo de unin que los abraza a todos ellos y que est fundado en su fe en Cristo.

    8. El Reino inaugurado

    En la gran alabanza al Cordero, los seres celestiales nos indican que a travs del sacrificio de Jess, se hizo para nuestro Dios un reino nuevo. Es evidente que cuando el Seor se presenta ante el trono como Cordero sacrificado, se hace el nico ser digno de tomar el li-bro donde estn detallados todos los eventos que ocurrirn, a partir de ese momento y hasta el fin. El reino es inaugurado y los seres humanos que seremos aptos para habitar en ese reino, gracias a Su sacrificio, poco a poco iremos entrando, conforme la historia se vaya desarrollando. Apocalipsis 5:8-10 Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se pos-traron delante del Cordero. Todos tenan arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantaban un cntico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque t fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo y nacin; nos has he-cho para nuestro Dios un reino y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

    9. En conclusin:

    Jess habl de su reino y luego lo inaugur. Su muerte nos hizo aptos para ser ciudadanos de ese reino. Su primera venida inaugura un reino a donde irn entrando los nuevos ciuda-danos conforme la historia se vaya desarrollando y quedar sellada en su segunda venida, cuando Jess venga en poder y gran gloria. En el siguiente estudio veremos que fue lo que los apstoles predicaron sobre este reino y sobre qu bases fue edificada la iglesia de Jesu-cristo.

    Basado parcialmente en el artculo publicado por Jrgen Moltmann llamado Primero el Reino de Dios y en la conferencia impartida por Peter Y. De Jong en el Seminario Juan Calvino, en la ciudad de Mxico.

    Las citas de las escrituras son tomadas de la Biblia Reina Valera rev. 1995