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1) ¿Cuál fue/es su relación con los miembros del grupo Diáspora(s)? Por favor, mencione cualquier recuerdo o anécdota que describa el entorno o el ambiente donde los conoció/trató. La relación que establecí con el grupo Diáspora(s), en un primer momento, fue directa, vital, poética, luego fue crítica y contextual. La primera vez que conocí a algunos de los poetas del grupo fue a principios de los años noventa, todavía no como miembros del grupo sino como integrantes de una antología de la llamada generación de los ochenta. Asistí al lanzamiento de Doce poetas a las puertas de la ciudad (1992), donde leí por primera vez a Pedro L. Marqués de Armas, Ismael González Castañer, Carlos Alberto Aguilera, Ricardo Alberto Pérez, Rogelio Saunders y Rolando Sánchez Mejías, junto a otros tres poetas que con el tiempo terminarían escribiendo una poesía muy cercana a la poética general del grupo, Rito Ramón Aroche, Juan Carlos Flores y Víctor Fowler, pero también junto a otro poeta decisivo en esa generación, Antonio José Ponte, quien escribió el prólogo poético de esa compilación. De un verso de ese prólogo se tomó el

Jorge Luis Arcos, Diáspora, Entrevista y Fragmentos de Ensayos

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Sobre Diáspora(s)

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1) Cul fue/es su relacin con los miembros del grupo Dispora(s)? Por favor, mencione cualquier recuerdo o ancdota que describa el entorno o el ambiente donde los conoci/trat.La relacin que establec con el grupo Dispora(s), en un primer momento, fue directa, vital, potica, luego fue crtica y contextual. La primera vez que conoc a algunos de los poetas del grupo fue a principios de los aos noventa, todava no como miembros del grupo sino como integrantes de una antologa de la llamada generacin de los ochenta. Asist al lanzamiento de Doce poetas a las puertas de la ciudad (1992), donde le por primera vez a Pedro L. Marqus de Armas, Ismael Gonzlez Castaer, Carlos Alberto Aguilera, Ricardo Alberto Prez, Rogelio Saunders y Rolando Snchez Mejas, junto a otros tres poetas que con el tiempo terminaran escribiendo una poesa muy cercana a la potica general del grupo, Rito Ramn Aroche, Juan Carlos Flores y Vctor Fowler, pero tambin junto a otro poeta decisivo en esa generacin, Antonio Jos Ponte, quien escribi el prlogo potico de esa compilacin. De un verso de ese prlogo se tom el ttulo, En las puertas de la ciudad Extraamente, de otro memorable verso suyo, Ahora que estamos muertos conversamos mejor, pudo sobrevenir con el tiempo, simblicamente, el de una antologa ya definitoria de ese grupo, Memorias de la clase muerta. Poesa cubana 1988-2001 (2002), compilada y epilogada por Carlos A. Aguilera, pero prologada por Lorenzo Garca Vega -acabo de escribir un libro sobre este ltimo escritor, Kaleidoscopio. La potica de Lorenzo Garca Vega (Madrid, Editorial Colibr, 2012), y en l aventuro algunas valoraciones generales en torno a su relacin, a nivel de potica y cosmovisin, con el grupo, a las que me referir despus-. En la compilacin de Carlos A. Aguilera ya aparece Rito Ramn Aroche como parte de la potica del grupo, junto a Omar Prez, cuyo primer libro publicado Algo de lo sagrado sobre el que escrib un largo ensayo en 1995-, tambin guarda con ste algunas afinidades generales. De las infinitas antologas que se perpetraron de aquella mtica generacin, conserv fsicamente slo tres: las dos mencionadas y Mapa imaginario. Dossier. 26 nuevos poetas cubanos (1995), con prlogo y edicin de Rolando Snchez Mejas. Al salir de Cuba en 2004 hacia un definitivo exilio tuve que escoger entre muchas, algunas, y eleg esas tres. La primera, porque me sent muy vinculado aquella inolvidable tarde en que escuch la presentacin de Antn Arrufat- a ese nacimiento. Quiero decir: yo no tuve un nacimiento potico generacional. Escriba, como un rprobo, una poesa clandestina, porque no me reconoca en el conversacionalismo abominable de mi generacin, que pudo ser la llamada tercera de la Revolucin, la de los negros, humeantes aos setenta. Por eso, aquella tarde, ntima, silenciosa y simblicamente, sent que asista a mi propio nacimiento generacional. No por gusto mi primer poemario, Conversacin con un rostro nevado, Premio Luis Rogelio Nogueras 1991, se public en el mismo ao de Doce poetas, 1992, y por la misma editorial, Ediciones Extramuros, y editada, diseada y corregida por las mismas personas: Jos Antonio Michelena, Roberto Artemio y Caridad Ramn Significativamente, otros poetas de mi generacin, terminaron tambin vinculados cosmovisivamente a la llamada poesa de la generacin de los aos ochenta: Reina Mara Rodrguez, ngel Escobar, Soleida Ros, Jorge Yglesias, Efran Rodrguez Del ttulo de la segunda, Mapa imaginario, part para titular un ensayo sobre esta generacin Otro mapa del pas?, que publiqu en los aos noventa. Con la tercera guardo tambin una relacin afectiva muy profunda, pues la dedicatoria que me regal Carlos A. Aguilera, dice proftica y exactamente: A Jorge Luis Arcos, que de alguna manera tambin pertenece a la clase muerta, Con un abrazo, C. A. Aguilera, Bonn, Enero, 2002. Un ao despus, yo tambin me disolva en la llamada dispora insular. Al llegar a Madrid, en 2004, le escrib enseguida a Lorenzo Garca Vega que acababa de estrenar mi condicin fantasmal, y l me respondi enseguida: Qu bueno es estar bien acompaado. A partir de 1995, cuando me estren como director de la revista Unin, intent cubrir lo ms constante y profundamente que poda los avatares de la nueva poesa cubana. All publiqu mi ensayo ya referido sobre Algo de lo sagrado, tambin otro comentario sobre Pramos, de Reina Mara Rodrguez cuyo poema Violent Island, fue como un arquetipo simblico para esta generacin Anim a Idalia Morejn Arnaiz, quien entonces trabajaba junto conmigo en la revista, a publicar all su polmico ensayo sobre el mencionado boom de las antologas poticas cubanas. Idalia, adems, es acaso la mejor conocedora de la potica del grupo Dispora(s) y de la poesa cubana en general de esos aos. A travs de ella conoc a Carlos Alfonso, a Omar Prez y a otros poetas. Junto a ella conceb la idea de publicar un dossier sobre el grupo en la revista. Cuando ya tenamos numerosos textos previstos recuerdo un extenso ensayo de Vctor Fowler, un largusimo poema de Richard (Ricardo Alberto Prez), entre otros-, le coment nuestra idea al entonces presidente de la UNEAC, el despus ministro de Cultura, Abel E. Prieto, quien se neg a que publicara dicho dossier en la revista de la institucin que l presida. Poda publicar a estos poetas individualmente, pero no reconocer pblica, oficialmente, la existencia de un grupo cuya revista circulaba clandestinamente. Como estaba implcito en el ttulo de aquella antologa En las puertas de la ciudad, estaban condenados a la marginalidad, a la periferia-como rezan aquellos versos mticos de un poema de Ismael Gonzlez Castaer incluidos en Doce poetas: No vayas por la periferia, ve por la ciudadela furtiva / Nunca entres a la ciudadela acechante, cruza por la periferia. Poco tiempo despus, asistira, en la misma sede de la UNEAC, a una mesa redonda sobre la poesa cubana, donde participaban Rolando Snchez Mejas, Pedro Marqus de Armas y Carlos A. Aguilera. Ese da supe algo de una manera radical y definitiva: que no poda hacerme ilusiones con la revista que yo diriga, que la pretendida y romntica poltica secreta ma (no hacer poltica de ningn tipo, slo publicar textos literarios de calidad) era, cuando menos, una ingenuidad, porque de esa manera estaba sin quererlo hacindole el juego a la ominosa cultura oficial. En esa mesa redonda, en cuanto alguno de los escritores participantes mencion la palabra poltica, el entonces presidente de la Brigada Hermanos Sanz, Fernando Rojas (ahora mismo Vicepresidente de Cultura), les advirti que ellos estaban all para hablar de poesa, no de poltica. Qu paradoja terrible y profunda, qu sntoma revelador!, revel sin querer aquel gris funcionario. Quienes como yo- nos habamos formado y deformado- en un tiempo donde el arte era un arma de la Revolucin, etc., etc., ahora constatbamos pasmados que al poder ya no le convena ese maridaje, que ahora tcitamente peda una suerte de remedo de poesa pura. Quienes fuimos enseados a desarrollar un pensamiento crtico marxista y revolucionario, constatbamos cmo ya era peligroso ejercerlo. Era evidente, por lo menos, que la llamada Revolucin (como la nombra Rolando Snchez Mejas en el prlogo a Mapa imaginario), se haba situado en sus propias antpodas. Es decir, poda ya hablarse de una poca post revolucin. Todava recuerdo una ancdota ms, ya a principios del siglo XXI, cuando el ensayista y profesor Daniel Balderston visit la UNEAC y pidi asistir a un breve intercambio de ideas sobre la resurreccin de revistas culturales cubanas. Asistimos los dos directores de las revistas de la UNEAC, La Gaceta de Cuba y Unin, ms Francisco Lpez Sacha, como presidente de los escritores. Estaban presentes Pedro Marqus de Armas y Carlos A. Aguilera, pero estaban confinados al pblico, no podan hablar a nombre de la revista Dispora(s), pues cmo hablar de una revista que no existe? Yo, sin embargo, habl de ella y de su importancia. Al final, Pedrito y Carlos me agradecieron mi gesto y me revelaron que les haban impedido participar como expositores Sin comentarios. Finalmente, cuando compil Las palabras son islas. Panorama de la poesa cubana del siglo XX (1999), profundic las ideas vertidas en mi ensayo Otro mapa del pas?, y le confer un importante lugar cannico a la poesa cubana de los aos ochenta y noventa, como exponentes de un radical cambio cosmovisivo con toda la poesa anterior, y antologu, junto a Vctor Fowler, Juan Carlos Flores, Pedro Llanes, Sigfredo Ariel, Emilio Garca Montiel, Alberto Rodrguez Tosca, Reinaldo Garca Blanco, Carlos Augusto Alfonso, Omar Prez, Antonio Jos Ponte, Heriberto Hernndez, Damaris Caldern, Mara Elena Hernndez, Alessandra Molina y Norge Espinosa, a Rolando Snchez Mejas, Ismael Gonzlez Castaer y Pedro Marqus de Armas, y en la introduccin adverta que otros poetas como Ricardo Alberto Prez y Carlos A. Aguilera no haban podido estar representados por poemas debido a la enorme extensin de sus poemas ms significativos Tanto en Otro mapa el pas?, como en esta introduccin, como en un libro de ensayos publicado en Madrid, Desde el lgamo. Ensayos sobre pensamiento potico (Madrid, Editorial Colibr, 2007), me refiero a la importancia de este grupo dentro de la literatura cubana contempornea. Asimismo, en mi reciente libro sobre Lorenzo Garca Vega, le dedico un acpite en el captulo final.En fin, mi relacin personal con varios de los integrantes del grupo Dispora(s), exactamente con Ricardo Alberto Prez, Rolando Snchez Mejas, Ismael Gonzlez Castaer y Pedro Marqus de Armas, fue de amistad, adems de cmo crtico, como poeta o como lector de poesa, y, como ya se ha visto, contextual.

2) Qu opinin le mereci la revista Dispora(s) en su momento (aspectos positivos y/o negativos)? (Sealar, en caso de que dicha valoracin haya cambiado con el tiempo).Conservo todava un ejemplar de la revista Dispora(s). En fin, adems de la importancia que le confera como crtico a la publicacin en ella de textos de escritores del grupo a los cuales admiraba, la revista misma era un extraordinario documento (as se llamaban sus nmeros) de una radical ruptura cosmovisiva con la literatura cubana (nacionalista) anterior. Recuerdo el extraordinario ensayo sobre la poesa de Jacques Derrida que le en sus pginas. La poesa dejaba de ser ese Gran Relato del Estado Nacional Totalitario, o expresin de lo Sublime, o canalizadora (kitsch) del Sentimiento. Ya en una divisin muy polmica de la poesa cubana contempornea en tres grandes zonas, pero muy sintomtica de la potica del grupo, en el prlogo de Mapa de pas, de Rolando Snchez Mejas, se aprecia la autocalificacin de la escritura de Dispora(s), como expresin del pensamiento, como algo distintivo frente a otras actitudes escriturales. Es cierto que en Dispora(s), hasta por su fuerte impronta neovanguardista, es muy preeminente la actitud intelectual, como algo previo incluso a la propia creacin o que la acompaa siempre como gesto ideolgico imposible de separar de la expresin textual. Pero, ms all de esta caracterstica propia de tanto arte de vanguardia, -y tan presente, por cierto, en la potica de Lorenzo Garca Vega, tan metapotica, tan metatextual-, la revista encarna una zona, la ensaystica, donde la expresin de diferencias estticas y cosmovisivas muy importantes (como las representadas por el ensayo aludido de Derrida, Qu cosa es la poesa) con respecto a la tradicin potica insular (pienso, por ejemplo, en los ejemplares ensayos de Rolando Snchez Mejas, Olvidar Orgenes-centro cosmovisivo de todo el proyecto ideoesttico del grupo Dispora(s)-, y de Pedro Marqus de Armas, Orgenes y los ochenta, ambos ledos en el Coloquio Internacional Cincuentenario de la Revista Orgenes en 1994 y que marcaron un antes y un despus) cede incluso en importancia a otra zona (la que ejemplifica algn texto de Rogelio Saunders, Acerca del lenguaje y el poder. Las palabras en el horizonte totalitario, o de Pedro Marqus de Armas, Literatura y totalitarismo (Notas sobre la experiencia Dispora(s)) donde la ruptura ideolgica es tan radical, algo inexistente en toda la historia de la cultura de la Revolucin cubana, que entonces uno comprende por qu esa revista tena que ser condenada al ostracismo interno. Pero tambin comprende que no otra cosa tenan que esperar (desear?) sus integrantes. Es decir, la marginalidad no era slo una consecuencia de una ostensible diferencia, era tambin una vocacin. Era una fatalidad, un destino (tragedia incluida) en algunos textos de Carlos Alberto Aguilera la tragedia se confunde con la tragicomedia (como sucede tambin en textos de Lorenzo Garca Vega o de Reinaldo Arenas). 3) Qu lugar merece ocupar, a su juicio, dicho proyecto dentro de las letras cubanas? Por qu?A continuacin (a la espera de algn da contar con un tiempo mayor para responder ms prolijamente esta pregunta en algn ensayo, pues creo que este grupo o proyecto no permite una rpida o escueta valoracin) me limito a transcribir algunos prrafos de mi libro Kaleidoscopio. La potica de Lorenzo Garca Vega:

Luego de transcribir una gran parte del ensayo Olvidar Orgenes, de Rolando Snchez Mejas, escribo:

Intensas, profundas y melanclicas si no trgicas palabras que, en un instante, arrostraron ya no a Orgenes sino a toda la literatura cubana frente a una problemtica que haba sido eludida o que haba quedado suspensa desde Cicln y Lunes de Revolucin: la relacin con la crtica de la modernidad y, consecuentemente, despus, con la posmodernidad. La coartada de que haba otra modernidad, que haba sido interrumpida por la modernidad occidental imperialista y que habra de realizarse con la Revolucin cubana haba diferido el enfrentamiento con la verdadera (o, al menos, real, no utpica o proftica) problemtica de la contemporaneidad. De repente, el gran relato de la Poesa (Orgenes) o de la Historia (Literatura de la Revolucin) se miraba desde una extraeza radical. Extraeza que tambin se manifest en la poesa de esta generacin llamada de los ochenta y noventa. Y no slo Dispora(s) que fue acaso su expresin ms radical, pues conjug una vocacin de ruptura neovanguardista con una acendrada ascesis intelectual-, sino incluso otros poetas, como Ponte, pudieron escribir: La poesa puede ser una experiencia atroz[footnoteRef:1]. La poesa insular regres entonces a mirar desde donde acaso nunca debi haber dejado de percibir la realidad: desde una radical intemperie de su ser. Ya no ms espejismos de ningn deber ser utpico o teleolgico. La Historia no poda ser el confn donde deba encarnar la Poesa, porque se convertira en su sierva o, en todo caso, la sustituira como una suerte de autocomplacencia sublime. Ni dolo ni demiurgo. Ni la apoteosis (encarnacin) esttica de la Historia ni de lo Lrico como compensacin esencialista de aquella. En todo caso, estos poetas apostaron por un nuevo principio, aunque ya no inocente, con una conciencia traspasada por la irona y por un visceral escepticismo. La poesa sera precisamente el territorio donde se manifestara una suerte de apora, de contradiccin irresoluble De la contradiccin de las contradicciones, / la contradiccin de la poesa, / borra las letras y despus respralas / al amanecer cuando la luz te borra, haba escrito Lezama, como grabando un tatuaje sobre el cuerpo de la poesa, en su ltimo libro, Fragmentos a su imn (1977)[footnoteRef:2]-, como si no pudiera ya avanzar hacia ningn umbral (histrico o trascendente), como si ella misma fuera su propio umbral El exceso de pensamiento crtico, el vrtigo de la autoconciencia, encuentran un correlato provisorio en un ludismo intelectual o en construcciones poemticas que crean una tensin, a veces incluso cnica, entre lo jovial y lo intelectual, que es la manera -tragicmica?- en que se manifiesta entonces la irona trgica. [1: Ponte, Antonio Jos: Con Ubaldo en casa de Ivn. Poesa (1982-1989). La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1991, p. 28.] [2: Lezama Lima, Jos: Discordias. Poesa completa. Ed. cit., p. 460.]

Lezama escribi que La poesa slo es el testigo del acto inocente nico que se conoce- de nacer[footnoteRef:3], pero tambin aludi al pecado sin culpa, eterna pena / que acompaa y desluce la amargura / de lo que cae, pero que nadie nombra[footnoteRef:4]. En ese vaivn entre un origen paradisaco y la gravedad sombra del pecado original, y la esperanza de la Resurreccin, se mueve toda su potica de la imagen. Pero estos poetas, como tambin Garca Vega, no ven a la imagen como espacio compensatorio de la historia de la cada, mucho menos creen que la imagen deba encarnar en la Historia, ni aguardan una Resurreccin. Porque la imagen, para ellos, es la historia misma, ahta de una furiosa inmanencia. Ningn Gran Relato puede suplir esa conciencia trgica que termina por resolverse en juego, en ludismo mental o en proliferacin incesante de la imagen al renunciar a cualquier trascendencia redentora. La imagen est confundida con el cuerpo, fugaz, perecedero Y ah, y slo ah, radica su trgica consumacin, no carente, por cierto, de vitalidad e intensidad. Se saben, pues, restos rpidos, ruinas, residuos, fulguraciones instantneas, soplos [3: Lezama Lima, Jos: Diario de Jos Lezama Lima. Revista de la Biblioteca Nacional Jos Mart. La Habana, (2), 1988, y en Lezama Lima, Jos: Diarios. 1939-1949 / 1956-1958. Ed. cit., p. 17.] [4: Lezama Lima, Jos: Invisible rumor. Poesa completa. Ed. cit., p. 61.]

Ms adelante, tambin:

El grupo Dispora(s) y otras relaciones con el neovanguardismo contemporneoAntes de finalizar este libro, es muy importante tomar en cuenta, as sea brevemente, la nueva mirada que se despleg sobre su obra por la llamada generacin de los aos ochenta y noventa[footnoteRef:5] tanto en Cuba como en el nutrido y renovado exilio o dispora insulares. Es como si toda su obra hubiera esperado ese momento para renacer. Como si lo que lleg a sentir como un anacronismo, y lo que tuvo que significar la prdida de su lector ideal producto del exilio y del ostracismo a que fue condenado, desaparecieran de repente, o se trasmutaran hacia una segunda vida. [5: Sobre Garca Vega han escrito textos Antonio Jos Ponte, Carlos A. Aguilera, Rogelio Saunders, Vctor Fowler, Pablo de Cuba Soria, Rafael Rojas, Duanel Daz, Jorge Luis Arcos, Enrique Sanz, Carlos Espinosa, Carlos Victoria, Jorge Domingo (vase Bibliografa), en primer lugar. Pero a l se han referido con significativa apreciacin numerosos escritores cubanos Rolando Snchez Mejas, Pedro Marqus de Armas, Reina Mara Rodrguez, Damaris Caldern, (vase Bibliografa), con las excepciones de Jos Prats Sariol y Eduardo Gonzlez (vase Bibliografa), y algunos juicios de Duanel Daz Significativamente, tambin Garca Vega ha escrito textos sobre Rolando Snchez Mejas, Pedro Marqus de Armas, Rogelio Saunders, Carlos A. Aguilera, Juan Carlos Flores, Alessandra Molina, Reina Mara Rodrguez, Soleida Ros, y Damaris Caldern, de la llamada generacin de los aos ochenta y del grupo Dispora(s). (vase Bibliografa)]

No es hasta esa generacin, o incluso hasta ese tiempo, que Garca Vega encuentra sus lectores naturales. Agotado ya el conversacionalismo[footnoteRef:6], hacia mediados de la dcada de los aos ochenta, como norma potica predominante, si no exclusiva, de la poesa cubana de la Revolucin, sta se abre entonces a la continuacin interrumpida con la rica tradicin potica anterior; a una suerte de postconversacionalismo (con una cosmovisin diferente, sobre todo, aunque conserve la retrica conversacional, y que es la tendencia mayoritaria); a algunas manifestaciones neo-origenistas o que incorporan algunas ganancias de la poesa pura inclusive, o a una poesa de difcil definicin, en muchos aspectos neovanguardista pero con un nfasis marcado en el pensamiento, con elementos de humor, incluso sarcasmo, cercana entonces tambin a la antipoesa parriana, y, en general, abierta a la experimentacin, con alguna aproximacin a la poesa concreta brasilea. Esta ltima tendencia, la neovanguardista, sin duda la ms novedosa, entre otras razones, por no tener una fuerte tradicin anterior, fue la que encarn el nico grupo literario bien definido de las ltimas tres dcadas de la poesa cubana: Dispora(s), con revista de igual nombre[footnoteRef:7]. Agrup a Rolando Snchez Mejas[footnoteRef:8], Carlos Alberto Aguilera, Rogelio Saunders, Ricardo Alberto Prez, Pedro Marqus de Armas, Ismael Gonzlez Castaer, entre otros escritores, aunque otros poetas se aproximan a menudo a su gesto en algunas vertientes de sus obras, como Carlos Augusto Alfonso, Vctor Fowler, Rito Ramn Aroche, el primer Omar Prez, el ltimo Juan Carlos Flores, Pablo de Cuba y Javier Marimn, entre otros. Otros escritores se han sentido tambin cerca de la cosmovisin, si no de la potica, de Garca Vega: Reina Mara Rodrguez, Efran Rodrguez, Damaris Caldern, Antonio Jos Ponte, Soleida Ros y otros. [6: Vase: Arcos, Jorge Luis: Las palabras son islas. Introduccin a la poesa cubana del siglo XX, en Las palabras son islas. Panorama de la poesa cubana. Siglo XX (1900-1998). Seleccin e introduccin de J. L. A. La Habana / Madrid, Editorial Letras Cubanas, 1999, y en su La palabra perdida. Ensayos sobre poesa y pensamiento potico. La Habana, Ediciones Unin, 2003; tambin: Morejn Arnaiz, Idalia: Eppure se move: Las transformaciones de la norma potica en Cuba, en VV.AA.: Cuba. Poesa, arte y sociedad. Seis ensayos. Madrid, Editorial Verbum, 2006: Arqueologa del no saber: intelectuales y poltica en Cuba, 1989-2005. Cubista Magazine, verano, 2006, y El grupo Dispora(s): nacionalismo, neovanguardia y experimentacin. Diario de Cuba. 27 de julio, 2011.] [7: Vase: Snchez Mejas, Rolando: Olvidar Orgenes y Marqus de Armas, Pedro: Orgenes y los ochenta. Dispora(a). Documentos 1. La Habana, septiembre, 1997. Tambin: Saunders, Rogelio: Zona Cero. Fogonero emergente (un) archivo. Revista digital, y Ponte, Jos Antonio: El libro perdido de los origenistas. Ob. cit.] [8: Vase: Garca Vega, Lorenzo: Un collage de clculo. Lateral. Revista de Cultura (114), junio, 2004.]

Es esta ltima tendencia, la neovanguardista, la que produce la ruptura ms radical, ya no slo con el conversacionalismo sino con facetas muy importantes del origenismo, aunque tambin conserve algunos elementos de este. De alguna manera, por caminos diferentes en el tiempo, coincidieron, en muchos aspectos esenciales, la potica de Garca Vega y la de Dispora(s). Incluso, una de las antologas derivadas de Dispora(s), Memorias de la clase muerta (2002)[footnoteRef:9], fue prologada por Garca Vega, quien no pudo ocultar su entusiasmo al referirse a estos poetas que parecan detentar una semejante vocacin de marginalidad. [9: Garca Vega, Lorenzo: Prlogo sin credenciales, en Memorias de la clase muerta. Poesa cubana 1988-2001. Compilacin de Carlos A. Aguilera, Mxico, Editorial Aldus, 2002.]

Adems de los aspectos coincidentes (humor, juego, minimalismo, apertura hacia zonas culturales ajenas a la tradicin nacional, fuerte soporte filosfico en algunos, y vocacin experimental, entre otros), esta poesa encarn, con respecto a la tradicin potica inmediatamente anterior, y a algunas proyecciones del origenismo (teleologa insular, discurso lrico), una suerte de potica del reverso. Con una proyeccin, en la mayora de sus exponentes, subversiva con respecto a la poltica de la cultura oficial de la Revolucin, tanto poltica como filosficamente; con una fuerte revisin de todo mito nacionalista, y, en general, apartndose de toda expresin sentimental para poner el nfasis en el pensamiento, tena que ser afn con una zona importante de la cosmovisin y de la potica de Garca Vega, como tambin se sinti cercana a la ltima poesa de ngel Escobar, a la del otro disidente de Orgenes: Virgilio Piera, y a la de un Jos Kozer (sobre todo por su actitud ante la creacin). Muchos de estos poetas, adems, han terminado por tomar el camino del exilio o de la dispora, y otros se mantienen, dentro de Cuba, en una suerte de insilio o exilio interior, algo que, tambin, ha terminado por aproximarlos.Al final de El oficio de perder, quien se sinti exiliado en La Habana, con apenas diez aos (y de su infancia -como Rilke), y, ya para siempre, en cualquier realidad, se pregunta, citando a Jacques Vach: desertar dentro de s mismo (Vach). Ser un exiliado interior. Esto puedo sentirlo, pero slo a medias. Pues puedo sentir, a veces, dentro de m mismo, que deserto, pero lo que no puedo hacer es instalarme dentro de mi desgarrn[footnoteRef:10]. [10: Garca Vega, Lorenzo: El oficio de perder. Ed. cit., p. 570.]

Uno de los acercamientos crticos ms lcidos y originales sobre la ltima obra de Garca vega se debe a un ex integrante de Dispora(s): Rogelio Saunders[footnoteRef:11]. Otros, de Carlos A. Aguilera (tambin de Dispora(s)[footnoteRef:12]), de Vctor Fowler[footnoteRef:13], de Pablo de Cuba[footnoteRef:14] o varios de Antonio Jos Ponte[footnoteRef:15] iluminan una afinidad que, coincidente con una severa relectura del pasado y de la tradicin, y en un desajuste profundo con el presente, se proyecta hacia lo desconocido y creador de un futuro imprevisible. Y aqu la va negativa es preeminente: porque no sabemos cul ser la geografa coincidente del porvenir, pero lo qu s sabemos es lo que no van a hacer, con lo que no van a coincidir Por lo que el reverso, acaso por primera vez en la historia cultural insular, se ha vuelto ms potencialmente creador que toda la llamada cultura del s. [11: Saunders, Rogelio: Cuerdas para Lorenzo / La escritura en falta I / III: Escritura y falta. La Habana Elegante. Revista digital, (38), verano, 2007.] [12: Aguilera, Carlos Alberto: El ltimo de los origenistas. Revista Encuentro de la Cultura Cubana. Madrid, (21-22): 28-32, verano/otoo, 2001, La Patria Albina (entrevista). Cubaencuentro. Peridico digital, viernes 9 de septiembre, 2005, y La Devastacin. Conversacin con Lorenzo Garca Vega. Crtica. Puebla, junio, 2002.] [13: Fowler, Vctor: De un notario incmodo. Revista Encuentro de la Cultura Cubana. Madrid, (21-22), verano/otoo, 2001.] [14: Cuba Soria, Pablo de: El fro en que se penetra por secreta vocacin (Anotaciones sobre la poesa de Lorenzo Garca Vega). Unin. La Habana, octubre-diciembre, 2003, El triunfo meldico del fracaso (Internet), Lorenzo Garca Vega: preguntas a un escritor albino. El Nuevo Herald, noviembre 13, 2005.] [15: Ponte, Antonio Jos: Por los aos de Orgenes. Unin. La Habana, (18): 45-52, enero-marzo, 1995, El libro perdido de los origenistas. Mxico, D. F., Aldus, 2002, Prlogo, en Garca Vega, Lorenzo: El oficio de perder. Sevilla, Editorial Renacimiento, 2005, El ms exiliado de los exiliados. La Nacin, sbado 20 de octubre, 2007, Un cultivador del slapstick. Cubaencuentro. Peridico digital, 2008.]

De esta manera, ms all de los esquemticos fatalismos generacionales, Lorenzo Garca Vega termin por hacer coincidir su peculiar vanguardismo transhistrico y su potica del reverso con una zona de la poesa cubana contempornea. Aunque no slo con sta. Desde hace aos, una suerte de neovanguardismo lateral, aunque con fuertes tradiciones en la literatura brasilea y argentina, ha ido cobrando fuerzas en Hispanoamrica, sobre todo ante la merma retrica de la antes central poesa conversacional iberoamericana. Desde su anacrnico vanguardismo- como alguna vez lo llam- Garca Vega termina por encontrar una tradicin que le es afn. Primero, se siente identificado con la poesa concreta brasilea como luego lo har Dispora(s) tambin-; o y sin pretender ser exhaustivo- con figuras aisladas, como los chilenos Juan Emar, sobre todo, o los clsicos Vicente Huidobro, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, y el ms joven Rosamel del Valle; los peruanos, Emilio Adolfo Westphalen, Csar Moro, y, entre los ms jvenes, Reynaldo Jimnez; los venezolanos, Jos Antonio Ramos Sucre, Rafael Pocaterra, y Juan Snchez Pelez; los brasileos Haroldo de Campos y Wilson Bueno; los colombianos Ral Henao y Fernando Charry Lara; el dominicano Len Flix Batista; el nicaragense Carlos Martnez Rivas; los espaoles Ramn Gmez de la Serna y Jos Miguel Ulln; el mexicano Jos Manuel Othon; los uruguayos Felisberto Hernndez, Roberto Echavarren, Ida Vitale y Eduardo Espina; el guatemalteco Sergio Chejfec; aparte de Dispora(s) y otros poetas mencionados, los cubanos exiliados Octavio Armand, Jos Kozer, Carlos M. Luis. Finalmente, hallar en Argentina con cuya tradicin anterior guardaba fuertes lazos a travs de figuras como Macedonio Fernndez, Roberto Arlt, Oliverio Girondo- un espacio pblico de reconocimiento editorial y crtico. Muchos son sus pariguales aqu: Olga Orozco, Norah Lange, Hctor Libertella, Tamara Kamenszain, Juan Salzano, Mercedes Roff, Na Kar Elliff, Rafael Cippolini, Daniel Samoilovich, Francisco Garamona, Liliana Garca Carril, Damian Tabarovsky, Mario Arteca, Hugo Savino, Francisco Prom, Edgardo Dobry, etctera. Y no estoy sealando slo a escritores que lo hayan influido directamente, como podran ser los casos de Macedonio Fernndez, Arlt, Huidobro, Gmez de la Serna, Felisberto Hernndez, Emar, Sucre, sino sealando, sobre todo, una suerte de afinidades electivas, un grupo afn[footnoteRef:16]. Incluso, entre los ms jvenes, hay algunos que, incluso, han recibido su influjo[footnoteRef:17]. Entonces, quien comenz dentro de una tradicin lateral, quien se sinti durante mucho tiempo como un escritor anacrnico, termin por situarse como un referente importante dentro de una de las tradiciones ms creadoras de la neovanguardia de las letras iberoamericanas. [16: Garca Vega ha escrito textos sobre Juan Snchez Pelez, Hctor Libertella, Emilio Adolfo Westphalen, Rosamel del Valle, Len Flix Batista, Mercedes Roff, Na Kar-Elliff, Csar Moro, Rafael Lpez Pedraza, Olga Orozco, Norah Lange, Daniel Samoilovich, Jos Miguel Ulln, Ida Vitale, Liliana Garca Carrill, Edgar Bayle, Manuel Jos Othon, Wilson Bueno, Ral Henao, Vicente Rojo, Juan Salzano, Francisco Garamona, y, tambin, sobre Silvia Plath, Felisberto Hernndez, Anais Nin, Alejandra Pizarnik, Clarise Lispector, Kurt Vonnegul, Baudrillard, Alain Robbe-Grillet, entre otros (vase Bibliografa).] [17: En la Bibliografa sobre Lorenzo Garca Vega puede apreciarse una gran cantidad de escritores jvenes que lo consideran un maestro o una lectura ineludible.]

Agrego tambin dos extensos pasajes de la Introduccin, Desde el lgamo y el eplogo, Notas pstumas sobre un canon futuro, de mi libro Desde el lgamo. Ensayos sobre pensamiento potico (Madrid, Ed. Coliobr, 2007):

De Desde el lgamo:

Toda la historia de Cuba se ha desenvuelto frente a un imposible poltico y ya casi ontolgico. El holocausto aborigen de la conquista y colonizacin por eso Plcido pudo intuir esa su compensacin o justicia potica: Hoy vagan como las hadas al resplandor de la luna-; la sordidez de la Colonia, que tanto afect la psiquis de Manzano, de Milans, de Zenea, de Juana Borrero, de Casal, aunque tambin propici el destino solar ms trgico de un cubano: Jos Mart; el vaco, la llamada frustracin de la Repblica, que tanto desvel a Villena, Tallet, Loveira, Poveda, Maach, Guilln, y frente a la cual surgi el grupo Orgenes, y finalmente esto que hemos padecido con la revolucin: la dictadura ms larga del mundo occidental. De nuevo el imposible, la frustracin, la dispora, la corrupcin moral, el absolutismo, el espejismo de la Historia, la idolizacin de una ideologa pragmtica y oportunista, el populismo de antigua estirpe fascista o comunista, las mediaciones externas del imperialismo y del comunismo, en fin, el horror de la Historia, esta vez con el agravante de una promesa utpica: lo que pudo haber sido la Revolucin cubana Porque ese ha sido sin duda el mayor horror: vivir sacrificialmente una utopa. Una suerte de Paraso escamoteado. Por eso despus de Orgenes slo es posible Dispora (s). El camino ciego: todo el eterno discurso de la cubanidad, de la identidad, de la Teleologa insular, de la nacin que nos falta desembocando en este espanto, acaso avizorado poticamente en La isla en peso de Virgilio Piera, el reverso del mito de Noche insular, jardines invisibles de Lezama, pero mito a la postre tambin. Somos los hijos sacrificados de una ensoacin mtica y utpica. Desde que Heredia constatara Las bellezas del fsico mundo, los horrores del mundo moral, hasta los versos tan virgilianos de Guilln: Mi patria es dulce por fuera, con su verde primavera, con su verde primavera, y un sol de hiel en el centro, o acaso hasta el barroco carcelario del Lezama de Fragmentos a su imn, o hasta la luna tantica, final suerte de Diosa Blanca-, de Antes que anochezca de Reinaldo Arenas, la Historia ha sido la obsesin y el desfiladero trgico de la literatura cubana. Claro que eso nos ha aportado una sospechosa y turbia singularidad y, sobre todo, nos ha dotado de una intensidad que ha devenido, en el reino de las transposiciones literarias, una extraa plenitud, un estado perenne de extraeza. Por cierto, cuando se quiera constatar el fro de ese destino, las consecuencias del imposible, bastara leer las pginas de un librito como La luz del imposible, de Cintio Vitier, para sopesarlo en profundidad. No es cuestin siquiera de estar de acuerdo o no con sus ideas, sino de sentir la intensidad, la temperatura de una lucidez siempre en vilo.

Bast con que se dejara a un lado la literatura utpica, la teatralizacin de las expectativas, el remedo insular del realismo socialista, para que a partir de finales de la dcada de los aos ochenta la literatura cubana comenzara a acercarse a su verdadero infierno con una intensidad pasmosa. Bastaron la literatura otra de Dispora(s), por un lado, y, concurrentemente, los poemas de Ramn Fernndez Larrea, Antonio Jos Ponte, Emilio Garca Montiel, Alberto Rodrguez Tosca, entre muchos otros, para volver a situarnos en un punto ciego, en otra encrucijada, acaso un nuevo principio. Dos poetas suicidas, inmediatamente anteriores, Ral Hernndez Novs y Angel Escobar, haban llevado hasta sus ltimas consecuencias y con una furiosa intensidad la enajenacin que se derivaba de aquellos dos extremos a los que me refera antes, simbolizados por los poemas aludidos de Lezama y Piera. Hay que decir que frente a esos dos extremos Dispora (s) parece encarnar otra salida posible, anticipada acaso por las singulares aventuras intelectuales de un Severo Sarduy, un Jos Kozer y un Lorenzo Garca Vega. Otro caso, sin duda singular, fue el de Alejo Carpentier. Ninguna vivencia literaria tanto de una historia utpica como de una historia fctica salvar a la literatura cubana. Frente a esos dos abismos o espejismos slo cabe aquella actitud lezamiana cuando evocaba al Perugino: la creacin de mundos imaginales, la fidelidad a una escritura, el eterno desnacer o volver a nacer, es lo mismo. De ah que la obra literaria o ensaystica de una Reina Mara Rodrguez, un Juan Carlos Flores, un Abilio Estvez, una Damaris Caldern, una Ena Luca Portela, un Rolando Snchez Mejas, un Antonio Jos Ponte, un Efran Rodrguez, un Carlos Augusto Alfonso, un Pedro Marqus de Armas, un Vctor Fowler, una Margarita Mateo, un Ernesto Santana, un Ernesto Hernndez Busto, una Alexandra Molina, un Ivn de la Nuez, un Rafael Rojas, un Luis Manuel Garca, un Norge Espinosa, un Nstor Daz de Villegas, entre otros muchos, encarnen una verdadera promesa de un futuro diferente para la expresin insular, que se site ms all de esos dualismos que tanto han mediado y maniatado su expresin. Lo que peda Lezama para la nueva novela en Mann o el fin de la grandeza: Grmenes, orgenes, plasmas nuevos tienen que ser descubiertos Mirar, sentir, percibir la realidad desde un lgamo reminiscente, dira yo. Porque de lo que se trata siempre es de ser capaz de revelar una percepcin desconocida de la realidad: singularidad, intensidad, extraeza. Qu es lo que hace Mart en su diario si no ofrecer una nueva percepcin de la realidad, con un lenguaje dirase que protoplasmtico? En fin, conocimiento de lo invisible, o percepcin desconocida de lo conocido. No hay otro camino, o s, aquellos ya conocidos y que nos han despeado en esa eterna noria de la que hablara Boti en su estremecedor poema El caf. Habr que descender al reino terrible de la Medusa, a la sede de un sentir originario, donde palpitan las criaturas an informes, como recreara Mara Zambrano en Claros del bosque o, en nuestro mbito, Lezama en Dador

De Notas pstumas sobre un canon futuro: ()Hay cierta perversidad en el caos. Pero la perversidad es un sntoma de culturas ya hechas. Acaso slo se pueda escribir sobre lo que se deshace. Habr que terminar por darle oblicuamente la razn a Lezama. S, en efecto, lo que tenemos ante nuestra vista, despus de casi medio siglo de literatura, es una suerte de era imaginaria al revs. Quiero decir, no aquella alba potica jubilosa -casi fascista- con que se so, ay, tan ingenua o equivocadamente, sino otra imprevista, que ha terminado por erigir una intensa literatura sobre la base de desviarse corrosivamente del mito nacional. Habra que re-escribir Lo cubano en la poesa, o escribir su eplogo, su vuelta de tuerca, su apasionado caos. Como siempre hasta ahora- son mayormente los poetas los que han ofrecido mejor ese testimonio. Si aconteciera un diluvio y hubiera que buscar entre las ruinas, los pecios, para reconstruir una civilizacin perdida, seran mayormente algunos fragmentos de poemas los que ofreceran las claves para esa recuperacin imaginaria. Espero que en esa bsqueda arqueolgica no se pierda La ronda de Zequeira o el Diario de Mart. Dador, de Lezama, sera nuestra fantasmal cosmogona. Y muchos poemas y fragmentos de contadas novelas (Villaverde, Meza, Novs Calvo, Carpentier, Lezama, Sarduy, Cabrera Infante, ciertas prosas -y algunos poemas- de Piera, o de Lorenzo Garca Vega y Reinaldo Arenas, algunos dilogos finales de Miguel Collazo... Prosas recientes de Snchez Mejas, Estvez, Ponte, Ena Luca).Y ejemplos selectos de la poesa de fines de los ochenta y de los noventa (adems de Hernndez Novs y Escobar, Kozer, Amando Fernndez, Reina Mara, Efran Rodrguez, Luis Lorente, Lina de Feria, Fernndez Larrea, Carlos Alfonso, Garca Montiel, Omar Prez, Ponte, Pedro Marqus, Dagmaris Caldern, C. A. Aguilera, Vctor Fowler, Gonzlez Castaer, Rito Ramn Aroche, Alessandra Molina, Juan Carlos Flores, Alberto Rodrguez Tosca, Sigfredo Ariel, Gonzlez Esteva, Rodolfo Hsler, Ricardo Alberto Prez, Nstor Daz de Villegas, y seguramente otros, porque como la poesa se ofrece en instantes, en versos, en fragmentos, ruinas?, rescoldos, se presta para elegir mejor que autores, textos). Algn da habr que hacer una historia de esta generacin o suprageneracin de fines del siglo XX y principios del XXI como la ms intensa, variada, significativa, al menos, dentro del mbito iberoamericano. Son los poetas de las ruinas, las catacumbas, la dispora, en fin, los supervivientes En un mundo donde la poesa tiene cada vez menos peso imaginario y editorial, por esa como singularidad csmica acaecida durante medio siglo insular, ese testimonio potico tan polifnico se alza como una de las ms esplndidas aventuras verbales poderosamente encarnada- de la literatura contempornea. S, ciertamente, slo la perversidad es estimulante.

4No se ha pensado que Cuba finalmente se ha hundido ya en el mar? La Cuba futura ser la negacin de todas las imaginadas con nimo de recuperacin retrospectiva. Sera muy interesante una novela que mezclara las diferentes memorias imaginarias de diversas generaciones. Como en un palimpsesto alucinante, asistiramos a una multitud simultnea de voces e imaginarios diferentes. Que deliciosa irona cuando todo niegue aquella otra Cuba que nos han impuesto durante medio siglo de farsa teatral. Pero incluso ese imaginario revolucionario, como farsa, puede tener un filn literario, con cierto sabor a poca pasada, muy interesante. Como si fuera nuestro verdadero surrealismo (y nuestro fascismo corriente). Incluso nuestra dispora. Porque todo crea su reverso a la postre, y la literatura termina por nutrirse ms de imposibles, de vacos, que de certidumbres o utopas impuestas. Ya se ve que vamos alcanzando en espesura histrica visin histrica, dira Lezama- a culturas ms antiguas. Esa psicologa social, esa percepcin de un perodo no por devastador menos intenso, nos confiere como una memoria de la decadencia, como la de los romanos actuales: los romanos del Caribe! Creo que Lorenzo Garca Vega -al que leo ahora mismo frenticamente- ser un referente ineludible en esa nueva percepcin. Algo perverso pero muy estimulante ser la memoria del superviviente de esa Atlntida imprevisible por desconocida.

5Trtese de imaginar simplemente cmo ser nuestro imaginario cuando todos los tiempos y espacios ahora en franca expansin y caos, se renan de nuevo en un solo mbito espacio-temporal. Ser nuestro big bang? Nuestro tokonoma? Emergeremos como a travs de un hueco negro hacia una dimensin desconocida? No lo sabemos. Tal vez sobrevenga un tiempo de aridez. Tiempo y espacio feos, rotos, ciertamente daados. Quizs no sepamos qu hacer de momento. La libertad aorada ser como una comarca ancha y ajena. Perplejos, ms extraados si cabe, tendremos que nadar hacia una costa, orilla, linde, confn de incierta definicin. Cados los muros, desaparecido el rey y su corte fantasmagrica, quedar un paisaje desolado pero ahto de significacin. Debajo de cada piedra, una voz, una imagen, una historia posible o imposible, qu ms da. Nos quedar ciertamente el rostro del histrin.

6No me complacen mucho las profecas, pero creo que hemos agotado nuestra cuota de nacionalismo pico y lrico. Al menos ese nacionalismo fuerte que nos ha avasallado tanto ltimamente nacionalismo fuerte y unilateral, en el sentido de supeditarse o circunscribirse, adems, a apoyar una opcin poltica determinada. Es preferible que haya grandes escritores antes que nacionalidades literarias. Carpentier sera un ejemplo paradigmtico hasta cierto punto. Tiene algn sentido perdurable enfatizar que Cioran sea rumano o Conrad polaco o Kundera checo? El propio Kafka es culturalmente ms judo, aunque fuera revulsivamente, que otra cosa. Y Beckett? Y Gombrovicz? Ms all de sus evidentes orgenes argentino y cubano, Borges (Fervor de Buenos Aires) o Eliseo Diego (En la Calzada de Jess del Monte), no terminaron por encarnar ms que una nacionalidad, una ms amplia visin cultural? La poesa de Gastn Baquero es otro ejemplo. Porque una visin cultural debe necesariamente ir ms all de todo estrecho nacionalismo. Por lo dems, ms all de todo imprevisible o previsible nfasis imperial que puede ser muy oprobioso, no lo discuto-, parece un suicidio aferrarse a veleidades nacionalistas en literatura. Una cosa es nutrirse culturalmente de singularidades nacionales o, incluso, regionales, y otra negar la inevitable tendencia hacia la globalizacin de la cultura. Esa globalizacin que tanto nos asusta, no sucedi ya en el imperio romano? Es curioso, pero despus de ese substrato imperial -la Romania-, se desarrollaron las lenguas romances y los estados nacionales. Pero algo qued en pie, y fue nada menos que eso que universalmente se reconoce como la cultura occidental. Es cierto que, por ejemplo, el cristianismo comenz siendo dentro del imperio romano una clandestina y perseguida suerte de escuela del resentimiento, pero slo prosper por su integracin posterior a un discurso ecumnico. Creo que el mundo si perdura- se orienta inevitablemente hacia una nueva organizacin y visin cultural. Cumplida para bien y para mal- la poca nacionalista, la literatura cubana, los escritores cubanos (sera mejor decir) se salvarn si se abren a ese promiscuo confn futuro, a ese mestizo ajiaco universal. La literatura, en ltima instancia no es contaminacin incesante? Claro que la injusticia que corroe al mundo es un caldo de cultivo para la proliferacin de las diversas escuelas de resentimiento, pero ninguna de esas escuelas, si persisten en su fanatismo, perdurar. Esas vas unilaterales son, adems que inevitables, hasta cierto punto necesarias, pero no para enfatizar su diferencia a ultranza, sino para indicar a la postre cules son los aspectos de la vida que quedan marginados y que deben ser integrados dentro de una visin cultural ms amplia. Si la literatura y los escritores cubanos pudieran liberarse de toda tentacin de resentimiento, tendran abierto el camino hacia la verdadera singularidad. En ltima instancia, es ciertamente ms fcil el camino del resentimiento, pero ms pobre, y ms difcil el camino agonstico de la singularidad universal, pero ms perdurable. En el caso cubano, se ha padecido el peligro de la tirana de una ideologa, pero tambin el de un nacionalismo populista, el adocenado mito de la identidad. Espero que algn da ese pasado sea eso, pasado, y nada ms.()

Jorge Luis Arcos,San Carlos de Bariloche, 17 de septiembre, 2012