José Arthur Giannotti, Orígenes de la dialéctica del trabajo (Fragmentos)

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    Nmero 4 / mayo 2016

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    *1

    PREFACIO

    Jos Arthur Giannotti.

    Para el hombre atento a la realidad y a las ideas de nuestros das se le ha vuelto casiimposible escapar a un ajuste de cuentas con la dialctica. Es difcil resistir a la fascinacin deun concepto tan usado y, por eso mismo, fuente de tantas ambigedades y de tantos malosentendidos. Pero detrs de ese abuso no se esconde un intrincado problema, merecedor demayor atencin? Si el pensamiento dialctico est cada vez ms fuera de moda en las cienciasnaturales, en las ciencias del hombre, al contrario, encuentra su ambiente natural, dondeconstituye unprecioso recurso contra la reduccin positivista del hecho humano a una cosa oal comportamiento fragmentado. El fenmeno social no posee la exterioridad del objetonatural; despierta en el observador simpata o rechazo, exige de l la comprensin de sus

    motivos y de sus fines hasta que en un momento dado percibe la condicin de ser sujeto yobjeto de anlisis. Esto quiere decir que en la base del conocimiento de los fenmenos socialesse encuentra una relacin amistosa vivida entre individuos posibles o reales, una relacinintersubjetiva que les imprime un sentido. Cul es el papel de tales vivencias en la constitucinde las ciencias del hombre? Deben ser extirpadas para dar lugar a determinaciones puramenteintelectuales, objetivas y exteriores, o debe integrarse en el conocimiento del objeto, en lamedida en que la objetividad del hombre comprendiera una interioridad inmanente, imposiblede desestimar?

    Decimos, en general, que un objeto tiene sentido cuando sus partes fueron integradasgracias a una finalidad interna, cuando existen en tanto rganos en funcin de un todo,contribuyendo de este modo a la conservacin de la vida. Si una de estas partes fuera separada,

    el todo podra persistir en su entereza; as, slo perecer si se desintegra su principio animador.De esta manera el objeto constituye una totalidad, se provee de una universalidad, de unaforma, aunque diferente de la estructura de tipo matemtico donde las partes, aun estandointerrelacionadas de manera muy ntima, no se colocan como rganos cuya funcin sea aquellade mantener la existencia del todo. Las estructuras de tipo matemtico o de los objetosenteramente explicables por ellas, no poseen vida propia y no se reproducen. Frente a estassignificaciones objetivas podemos imaginar tres posiciones extremas. Si el cientista adopta laprimera, har todo lo posible para sustituir el sentido por un conjunto de determinacionesobjetivas, que tarde o temprano sern expresadas en trminos formales. Nada le impide

    *Texto aparecido enTeoria ePrtica, n. 3, 1967. Traduccin de Blas Estevez (UNLP), revisin tcnica de Pedro

    Karczmarczyk (IdIHCS-UNLP-Conicet, Argentina.1La tesis de 1965, tituladaAlienao do Trabalho Subjetivo, fue publicada en libro al ao siguiente con el ttulo Origensda dialtica do trabalho. (So Paulo: Editora DifusoEuropeia do Livro, 1966). El presente texto se basa en lasegunda edicin del libro, a la cual el autor adicion un subttulo Estudo sobrea lgica do jovemMarx y un prefacioen el cual responde a sus crticos. La seleccin de fragmentos que se ponen a disposicin enDemarcacionescorresponde a esta ltima edicin (de 1984), disponible (desde 2010) en el sitio:http:/ / books.scielo.org/ id/n22qp/pdf/ giannotti-9788579820441-00.pdf. Como el texto de Joo Quartim deMoraes responde a la 1 edicin, se opt por presentar slo el prefacio de sta. Las pginas correspondientes a laseleccin realizada son: Prefacio (p. X-XIII); Introduccin: En Busca del Sujeto Vivo (p. XIV-XXVII);Conclusin. La Dialctica Redentora (p. 193-204).

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    reconocer el papel desempeado por tales significaciones en el desarrollo de las ciencias, ni deutilizarlas alguna vez, pero siempre las considerar como un expediente a ser eliminado enprimera mano. Al formalismo de esta posicin se le contrapone el intuicionismo de la segunda.El problema consiste entonces en escoger algunas significaciones inmediatamente dadas quepuedan determinar las regiones y los niveles en que se configura la realidad humana.

    Establecidas por la intuicin de las categoras fundamentales de cada modalidad del ser social,la eficacia del pensamiento formal quedara circunscripta al mbito de las esencias materialesintuidas. Si la primera perspectiva resuelve el problema del sentido de los fenmenos humanosreducindolo a un paso necesario de la evolucin psicolgica o histrica de la ciencia, el cualdebera desaparecer del sistema terminado, la segunda subordina la explicacin sistemtica a laaprehensin intuitiva de ciertos hechos dados inmediatamente a la consciencia individual. Porello ubica a la investigacin cientfica en una triste dependencia respecto a la lecturafenomenolgica, la cual difcilmente pueda escapar del psicologismo o del relativismo de lapersona, ya que cada uno de nosotros siempre est propenso a aceptar como evidentes lospreconceptos ms arraigados de nuestra poca. El simple hecho de que la filosofa modernapresente diferentes lecturas del cogito, donde todas ellas pretenden haber logrado un criterioabsoluto de certeza, ya nos debera hacer desconfiar de la tentativa de someter a investigacinde los principios de la ciencia a la intuicin inmediata de las vivencias individuales. Finalmentepodemos unir en una tercera posicin a todos aquellos que buscan conservar las ventajas de losdos mtodos. Esta postura deber introducir en el cuerpo de las ciencias una serie designificados e intenciones vividas, reelaboradas de manera tal que puedan ser verificablesobjetivamente por todos. Sin embargo, cmo es posible conciliar el trabajo de formalizacin yreduccin de lo inmediato, desarrollado por medio del entendimiento, con una descripcin deciertas esencias que se presentan (sedo) como ncleos racionales?

    Es sabido que el mtodo dialctico nace en el marco de la confrontacin de estosproblemas. Intentando renovar la nocin de forma, su primera preocupacin es abandonar lainterpretacin que la convierte en una envoltura vaca a ser llenada por ste o aqul contenido,como sucede con las estructuras matemticas siempre indiferentes a las mltiples

    interpretaciones que comportan. Seguidamente, busca destacar en esta forma el contenidodesarrollado y puesto por su propio movimiento, intentando vivificar el concepto a travs deldescubrimiento de una materia inherente a l que, aunque no se deje captar por el anlisis delas determinaciones implcitas de su definicin, emerge cuando interrogamos los significadoscontradictorios establecidos por la propia aceptacin de ese mismo concepto. No obstante, elempleo del mtodo dialctico principalmente en las ciencias humanas, en general se realizbajo la condicin de separarlo de la totalidad del sistema hegeliano, considerado ste comoirremediablemente corrompido por su idealismo. Frecuentemente omos que corresponde aMarx retirar el contenido reaccionario del mtodo revolucionario e invertir el procedimiento deHegel, poniendo a la materia en el lugar del espritu. No obstante, basta tener en cuenta losproblemas para los cuales la dialctica fue desarrollada, para admitir la enorme dificultad de

    esta tentativa. Cmo es posible pensar una forma de investigacin independiente de sucontenido cuando se observa la confluencia de ambos? Si la separacin equivale a un retrocesoal dualismo entre la forma y el contenido, entre el mtodo y la ontologa, se vuelve evidenteque la famosa inversin de la dialctica no se realizar sin una entera reforma de su significado.Es nuestro propsito investigar la posibilidad de tal inversin. En funcin de ello es que eneste trabajo nos proponemos investigar la dialctica de Feuerbach y del joven Marx, por serellas las que inauguran, por decirlo as, la primera versin del materialismo dialctico. Muy adesgano hacemos una concesin a la moda y nos dedicamos exclusivamente a los textos de la

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    juventud de este ltimo autor. Nuestro primer proyecto comprenda un balance general de ladialctica marxista y fue slo en el curso de nuestro estudio donde nos convencimos de laradical oposicin epistemolgica entre los textos de la juventud y los de la madurez; alldecidimos investigar la dialctica primitiva, preparando el terreno para un libro posterior. Sijuntsemos en un mismo escrito la discusin de los dos procedimientos, en todo momento

    recorreramos universos de discurso diferentes creando con ello una confusin indescifrable.Aunque nuestra intencin sea la de realizar un anlisis histrico no renunciamos al estudiosistemtico de la cuestin. Si pasamos por la historia, es porque estamos convencidos de queantes de lanzarnos a una discusin abstracta o antes de postular al marxismo en tanto filosofaviva de nuestro tiempo y salir, de este modo, a la bsqueda de la legitimacin terica de suprctica, antes de todo ello cabe establecer con toda precisin cmo Marx, en el inicio de suactividad cientfica, encamin el problema. Quin sabe si muchas de las cuestiones en que sedebate la dialctica contempornea no nacen de un conocimiento insuficiente de la dialcticamarxista que, vinculada a las pasiones ideolgicas, ha dado origen a toda suerte demalentendidos? Por eso es que nos proponemos estudiarla exentos de cualquier preconcepto.Si la verdad de tal exencin no agota el significado de una obra, la cual no cesa de interrogarse,debemos convenir que no hay ciencia posible si la objetividad no consiste en la meta subjetivade nuestras investigaciones. Hasta dnde lleguemos, slo el tiempo podr decirlo.

    En la elaboracin de este trabajo contamos con la valiosa ayuda de Fernando Novaes,Fernando Henrique Cardoso, Octavio Ianni, Paulo Singer y Sebastio A. Cunha, con quiendurante aos hemos discutido muchos de los problemas expuestos aqu de manera sistemtica.Si logramos delinear los contornos del pensamiento del joven Marx ser gracias a laconvivencia con estos colegas, la cual nos proporcion una visin general del marxismo quedifcilmente hubiramosalcanzado trabajando solos. Leyeron y revisaron los manuscritos: LupeCotrim Garaude, Violanda Lomba Guimares Corra, Rubens Rodrigues Trres Filho.Roberto Schwarz nos ayud en la traduccin de los pasajes ms difciles. En el curso de livre-docncia, los profesores Joo Cruz Costa, Lvio Teixeira, Arthur Versiani Veloso, Arnold vonBuggenhagen e Grard Lebrun sealaron los tramos ambiguos a ser redefinidos. Debo a todos

    mi profundo agradecimiento y en particular a este ltimo, por la polmica que trab en tornoal pensamiento dialctico en general.

    Universidad de de So Paulo, julio de 1965

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    INTRODUCCIN: En busca del sujeto vivo

    Jos Arthur Giannotti

    En la consciencia cotidiana penetr profundamente la idea de que la vida espiritual seasienta en slidas bases materiales. Por todas partes omos que la literatura expresa lascondiciones de la lucha de clases de una poca, que movimientos e ideas polticas se vinculandirectamente a causas socioeconmicas, en fin, que la infraestructura determina a lasuperestructura. Comparada a esta ideologa nada resulta ms extrao que la filosofa hegeliana.Se tiene la impresin de que el sistema est totalmente fuera de moda; sus frases suenan comouna oracin incomprensible y los pasos de su argumentacin parecen un ritual msticoeternamente repetido. Si no fuese por el inters que el materialismo demuestra por la dialcticaque le dio origen, sin duda la filosofa de Hegel compartira la triste suerte de los sistemasolvidados de la historia de la filosofa.

    Sin embargo, nada est ms vivo y presente que el idealismo. Si muri el sistema comotal, su mtodo lgico de explicacin prospera aun cuando en virtud de la reiterada profesin defe materialista, era de esperar su puesta fuera de combate. Adems, su tesis fundamental, la quehace del espritu la realidad absoluta, encuentra confirmacin inmediata en la aparienciaflagrante de los acontecimientos cotidianos. En la sociedad moderna cada accin humana tienesu legalidad estipulada rigurosamente por los principios morales, por la honra de la familia ydel grupo, por los preceptos jurdicos. Esta legalidad, sin embargo, no es slo impuesta por lavida social, sino que antes de todo es deseada, procurada y confirmada en tanto condicinimprescindible de la libertad. Adems, el derecho a la propiedad constituye la ms inmediatamanifestacin de la personalidad que se exterioriza, siendo la propiedad efectiva la libertad

    realizada. En la esfera de la sociedad civil1

    , donde los hombres trabajan y producen para

    1 La sociedad civil designaba, hasta el siglo XVIII, la trama de relaciones que los ciudadanos, personalidadespolticas, mantenan entre s. La nocin sobretodo tena en vista diferenciar las relaciones del ciudadano con la leyde las relaciones naturales entre hombre y hombre. Naciendo de las relaciones jurdicas, era natural que fueseexplicada a partir del contrato y, finalmente, abarcase todo el estado en calidad de cuerpo poltico (civitas). Hegel,por su parte, ve en ella una comunidad originada por la accin de personas abstractas y separadas en funcin deconstituir nicamente un estado exterior, donde cada uno, al perseguir sus intereses egostas, teje una sociabilidadque no fue asumida desde el inicio (Grundlinien der Philosophiedes Rechts 183, p. 187). Constituye, en suma, la esferade la vida social en que las personalidades jurdicas caen cuando son movidas por intereses econmicos. Puestoque cada categora hegeliana tiene su tiempo, el pleno desarrollo de la sociedad civil corresponder al predominiode la burguesa, aunque siempre ser posible sealar en cualquier estado histricamente dado un momento que larepresente. Fue en ese sentido que el joven Marx utiliz la palabra, como lo confirma el siguiente texto: La

    sociedad civil abarca la totalidad del intercambio comercial de los individuos en una etapa determinada deldesarrollo de las fuerzas productivas. Abarca la totalidad de la vida comercial e industrial de una poca y va msall del estado y la nacin, aunque respecto al exterior deba hacerse valer como nacionalidad y, respecto al interior,debe organizarse como estado. La palabra sociedad civil (brgerlischeGesselschaft)proviene del siglo XVIII cuandolas relaciones de propiedad ya lograban librarse de la comunidad antigua o medieval. La sociedad civil como talslo se desarroll con la burguesa (Bourgeoisie); la organizacin social que desarrolla inmediatamente laproduccin y la circulacin, que en todos los tiempos forma la base del estado y de las dems superestructurasidealistas, fue constantemente designada con el mismo nombre. (DI. (cf. Bibliografa) p. 33, Cf HF. P. 130). Enla medida en que Marx se distancia del derecho y se sumerge en las relaciones concretas entre hombre y hombre,la sociedad civil va ganando su dimensin sociolgica hasta pasar finalmente a designar la sociedad burguesa.

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    satisfacer sus necesidades, la planificacin gana terreno cada da, de modo que el pensamientoy la voluntad penetran el mundo de las relaciones humanas llevndolos (trazendo-os) hacia launiversalidad. Y, por fin, tanto sobre la legalidad moral y jurdica y como sobre la racionalidadformal de la sociedad civil, se encuentra el estado, cuya omnipotencia es tal que las esferasanteriores de la vida social aparecen como momentos de su desarrollo dialctico. En efecto,

    aunque la legalidad ya estaba presente en las costumbres, slo gana plena racionalidad polticay, por consiguiente, existencia determinada y concreta, al ser formulada por las instituciones Ode qu vale la posesin efectiva de la tierra si no fue reconocida en un certificado? De igualforma, el determinismo econmico, en la medida en que constituye la condicin sinequa nondetoda planificacin, se convierte en un instrumento a travs del cual el estado realiza su polticaeconmica, en una forma de libertad, aunque sea la negacin de la voluntad estatal. La familia,la industria y el comercio reivindican en verdad una autonoma frente al estado, de modo quesus intereses particulares, en muchas ocasiones, entran en conflicto con los intereses de lacolectividad. Esa radical contradiccin entre el hombre privado y el ciudadano, entre losnegocios particulares y los pblicos, caracterstica fundamental de la sociedad contempornea,no niega al estado su carcter de totalidad superior donde se resuelven todos los conflictossociales? Muy por el contrario, segn Hegel, es justamente de esta tensin de la que proviene elestado como procesoy como organismo real. Nuestra sociedad no posee la bella unidad de laciudad griega, donde la repblicase confunda con los intereses de cada uno. El principio deldesarrollo pleno de la personalidad, incorporado a la historia por el Cristianismo, trajo a laAntigedad un desequilibrio que ese perodo fue incapaz de soportar. El ciudadano de laantigua Roma fue obligado, entonces, a abandonar la vida pblica, a aferrarse a la propiedadprivada y a alejarse del estado como de un poder extrao. La sociedad moderna, sin embargo,se encuentra en una situacin totalmente diferente. Hoy es imposible suprimir los derechos dela subjetividad y volver por la fuerza a una unidad inmediata que, para nosotros, aunque nosresulte un ideal estticamente vlido, perdi todo sentido como forma de organizacin poltica.Adems, el estado moderno, es lo suficientemente fuerte como para mantener, en situacionesnormales, una individualidad plena junto a una vida colectiva. El principio de los estados

    modernos tiene la fuerza y la profundidad inauditas de dejar el principio de la subjetividadllegar al extremo autnomode la particularidad personal, al mismo tiempo que lo retomaen unaunidad substancial manteniendo, de este modo, esta unidad en este mismo principio1. Enotras palabras: la organizacin de los estados modernos es en s misma una totalidad existenteque se alimenta de la contradiccin entre lo pblico y lo privado, pues la vida privada, negacinde la vida pblica, tiene su origen y reconocimiento al interior del estado. De hecho, slo l esgarante y mantiene la libertad de la persona, la misma libertad que ella invoca al luchar contralo que considera excesos del poder estatal; slo l, en fin, suprime la libertad otorgada en casosde calamidad pblica. La nacin, a su vez, presenta ciertos principios que son la imagenatenuada de la comunidad estatal: la familia, donde los individuos se encuentran naturalmentelimitados por las obligaciones de parentesco; la unidad del trabajo, donde cada uno al luchar

    por sus intereses se inserta en la sociedad segn sus talentos y su honra. De este modo, elestado entendido como un proceso racional y real, o en trminos hegelianos, concebido comouna idea, slo gana existencia determinada por intermedio de la familia y de la sociedad civil,formas asociativas que lo realizan en la medida en que niegan su principio: el estado es unasustancia tica autoconsciente realizando la unin dialctica de la familia y la sociedad civilorganizada corporativamente. En trminos ms simples, el Estado moderno, en vez deconsistir en una unidad indiferenciada de personas pblicas como en el caso de la Grecia

    1 Hegel:idem 260, p. 251

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    antigua, resulta de la sntesis viva de lo pblico y lo privado, de la superacin de un conflictoque slo en apariencia no se resuelve, ya que por estado slo se entiende un proceso vitalproveniente de la continua realizacin de esa radical contradiccin.

    Dar esa solucin no equivale, sin embargo, a resolver en el pensamiento un conflictoestrictamente real? Antes de pasar a la crtica de esa mstica que se degenera en mistificacin

    tal como deca Marx, es preciso desarrollar un poco ms esta doctrina hegeliana del estado.Estudiemos el concepto de soberana interna. Siendo, como el propio Hegel resalta1, de difcilcomprensin para el pensamiento formal, nos proporcionar, por eso mismo, un ejemplomagnfico y sucinto del procedimiento de la dialctica idealista.

    Vimos que, tanto para quien se limita a registrar la apariencia de la vida cotidiana comopara Hegel, el Estado es la substancia y la matriz de la vida en sociedad. De esa manera laaccin poltica se convierte en el paradigma de la accin social, la ciudadana en la ms altadestinacin del hombre. De hecho, no hay fenmeno social que no traiga la marca de unainstitucin poltica. El Estado certifica el nacimiento de los nios, hacindolos nacersocialmente, l educa y mata a la comunidad en defensa de los ansiados intereses colectivos,reconoce la legitimidad jurdica de una firma y establece tanto la legitimidad como lailegitimidad de los negocios; en fin, es quien concretiza la voluntad de todos, la voluntaduniversalizada por el conocimiento y la razn. Consideremos ms de cerca esa voluntaduniversal2que los rganos estatales tienen la misin de cumplir. Nunca es propiamente singular,mera manifestacin de los deseos y de los impulsos personales. Para que pueda tener alcancecolectivo debe cumplir siempre los anhelos de un grupo cualquiera, tener audiencia junto a unpblico. Pero la voluntad universal bruta, en funcin de efectivizarse, necesita pasar por unproceso de racionalizacin que, en el fondo, es una toma de conciencia. Transformada, porejemplo, en un proyecto de ley, es encaminada hacia los rganos tcnicos encargados deestudiar su viabilidad y su significacin socioeconmica. Slo despus de obtener los juiciosfavorables indispensables es que se somete a la decisin de jefe del estado para ser aprobada ovetada. Si fue sancionada entonces dar origen a una serie de medidas (providncias) que secumplirn en un contexto ms amplio. Al llegar a la esfera de la decisin, la voluntad alcanz

    su ms alto grado de universalidad, consistiendo ahora en una voluntad que es conocimiento yque se quiere como voluntad, esto es, una voluntad que desea tanto un contenido determinadocomo la confirmacin de los procesos y las instituciones que la elevaran hasta la formaconsciente y generalizada. Esto significa que la voluntad universal slo se desarrolla y semantiene: 1- si fue articulada en un todo ms amplio, comprometida con cierta poltica;2- sise la vincula a un individuo que no se comporta como persona singular sino exclusivamentecomo representante de la idea en accin, esto es, como funcionario. Estas dosdeterminaciones: que los negocios y los poderes particulares del Estado no son ni para s ni sefijan independientemente de la voluntad particular de los individuos -aun teniendo su raz msprofunda en la unidad del Estado como un simple Yo mismo- constituyen la soberana delestado3. En otras palabras, la soberana consiste en organizar la voluntad de todos en un

    sistema y en una unidad semejante a un yo abstracto. A partir de ese universal concreto pasa1Idem, 279, p. 2852 Desconfiamos de la traduccin de allgemeiner Wille. Si tuvisemos en cuenta quees una reinterpretacin de unconcepto de Rousseau, deberamos traducirlo por voluntad general. Hegel sin embargo distingue la voluntaduniversal, manifestacin plena del espritu objetivo, lo racional en y para s de la voluntad y la voluntad comn quenace de la comunin de voluntades individuales (idem, 258, 243). La voluntad general de Rousseau configurapues, segn Hegel, la conjuncin de las voluntades individuales y abstractas; su concepto hace de esa conjuncinuna manifestacin superior del espritu universal que trasciende el nivel de las relaciones jurdicas.3Idem, 278, p. 283

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    Hegel a la persona del soberano, puesto que la soberana no es slo una unidad pensada, sinoque existe encarnada en una subjetividad, en una persona humana. El soberano es, en ltimainstancia, la persona que encarna la soberana de una nacin, un individuo que realiza lasubstancia divina concretizada en el espritu del pueblo.1

    La gran aventura de Feuerbach fue invertir ese proceso de constitucin de lo real e

    intentar que los predicados emergieran de las relaciones concretas entre los hombres. Pasar dela voluntad universal al concepto de soberana, de ste al de subjetividad, para, en seguida,desembocar en la figura del monarca, equivale a substancializar todos esos predicados con elfin de explicar al sujeto real, sus acciones y su realidad emprica por intermedio de lasrelaciones lgicas que los predicados mantienen entre s. Si a los predicados le fuera atribuidauna autonoma substancializada, si la soberana fuese independiente del soberano, resultanecesario (faz-semister) entonces, encontrar un nuevo sustrato donde el predicado pueda residir,una sustancia separada del individuo, abstracta y divina que en un movimiento deautodeterminacin resulte en los sujetos particulares. sa es la crtica del joven Marx, en unmomento en el que se dice discpulo de Feuerbach, contra el concepto hegeliano estudiado.Hegel substancializa (verselbstndigt) los predicados, los objetos, pero los substancializaseparados de su independencia efectiva, de su sujeto. El sujeto efectivo aparece, entonces,como resultado, cuando deberamos partir del sujeto efectivo y observar su objetivacin. Lasubstancia mstica se torna sujeto efectivo y el sujeto real aparece como otro, como unmomento de la substancia mstica. Precisamente porque Hegel, en vez de partir del ser real(hypokimenon, sujeto), parte de los predicados de la determinacin universal, es que le resultanecesario un soporte para esas determinaciones, la idea mstica vino a ser ese soporte. En estoconsiste el dualismo, pues Hegel o no considera el universal como la esencia efectiva del finito-real, esto es, de lo existente, lo determinado, o no considera el ser efectivo o verdadero sujetodelo infinito.

    As, la soberana, la esencia del Estado, es considerada primeramente como unaesencia autnoma, objetivada. Pero ese sujeto aparece entonces como una autoencarnacin dela soberana, en tanto que la soberana no es nada ms que el espritu objetivado de los

    sbditos del estado2. Si consideramos la voluntad del soberano en su cualidad de voluntaduniversal tenemos, como efecto, la ilusin de que es completamente autnoma y absoluta,determinante en relacin a la persona concreta que eventualmente venga a ocupar un cargo.Admitida, sin embargo, esa autonoma substancializada en su integridad y reconocida lanecesidad del universal de residir en un soporte cualquiera -ya que se busca evitar toda suertede platonismo- no queda otro camino sino que el de tomar la voluntad universal dada como lamanifestacin de una voluntad superior, la del Espritu divino que media (permeia) la historia,cuyas figuras son la autodeterminacin, segn las leyes formales, que se impone a s mismo. Deesa manera la soberana deja de ser propiedad de un sujeto real, prncipe o pueblo, para pasar aser considerada como predicado divino a encarnarse en un sujeto. El concreto infinito esconstituido por las sntesis de determinaciones abstractas y finitas, de suerte que su

    conocimiento no consiste en descubrir las leyes empricas que rigen su movimiento, sino en laprescripcin de las leyes lgicas, las nicas racionales, que gobiernan la produccin de lasdeterminaciones abstractas en su movimiento de concrecin. El modo por el cual un conceptose

    1 Es de notar que la voluntad, subordinada al movimiento ternario del concepto, implica una particularizacin y,por tanto, una encarnacin de la soberana en un soberano individual. Esa teora es opuesta a la de Rousseauquien hace de la soberana un ejercicio de la voluntad general y, por consiguiente, una actividad que nunca sedirigir a un contenido particular. Por eso la soberana es un atributo inalienable del pueblo, nico soberano.2 Marx:KHR. p. 225

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    determina se identifica al modo en que se efectiviza el ser. El verdadero inters, dice Marx, noreside en la filosofa del derecho, sino en la lgica. El trabajo filosfico no consiste en que elpensamiento tome cuerpo en concreciones polticas; son las concreciones polticas existentesquienes tienen que disolverse en pensamientos abstractos. No es la lgica de las cosas, sino lacausa de la Lgica lo especficamente filosfico. La lgica no se halla al servicio de la

    fundamentacin del Estado; el Estado es quien sirve para fundamentar la lgica

    1

    .El primer paso dado en la direccin de una dialctica materialista fue por lo tanto unavuelta al sujeto vivo y a lo concreto inmediato que Feuerbach, sin duda un precursor de lanueva filosofa, identificar a la naturaleza y en particular a la naturaleza humana. Frente a lasabstracciones de la filosofa hegeliana l opondr la riqueza de la vida, proceso teleolgico quese cumple a s mismo. De ese modo, las determinaciones lgicas debern ocupar una posicinsubsidiaria al emerger de los momentos cristalizados de la eterna inquietud de la vida. Sinembargo, cul es el alcance de esa crtica a la lgica hegeliana? Tomar a la vida como punto departida significa, en verdad, invertir por completo aquella lgica que parta de la oposicin delser y la nada. Pero esto no implica necesariamente liberarse por completo de los mecanismosexplicativos de Hegel, cuya fundamentacin estriba en el movimiento del concepto. Laliberacin slo ser alcanzada si, en efecto, encontramos un proceso vital anti-predicativocapaz de explicar que todo el movimiento no se reduce a un entrechoque mecnico departculas elementales. De este modo resulta necesario un fundamento anterior a la lgica, cuyodesarrollo elucidar tanto las determinaciones abstractas del pensamiento formal como losmovimientos de la naturaleza y la historia, inseparables de la categora de totalidad. Elconcepto de trabajo viene a responder esas dificultades. Interpretado como actividad materialorientada por un proyecto, parece cumplir a las mil maravillas la tarea que le concierne.Consiste, en primer lugar, en el esfuerzo de un individuo para superar la particularidad de susituacin de carencia y alcanzar la totalidad de la satisfaccin, de modo que realiza sin recursoalguno del pensamiento, el movimiento del concepto, la unin de lo particular y lo universal.Luego, al introducir en el mundo la universalidad del proyecto y con ella la negacin y latemporalidad, propicia un nuevo tipo de explicacin cientfica, diferente tanto del mecanismo

    clsico como de la antigua nocin de finalidad que, en ltima instancia, desembocaba en laconcepcin de Dios como arquitecto del universo. Por el trabajo podemos llegar a comprenderel sentidode una accin social, el alcance de sus consecuencias y su transitoriedad intrnseca, sinque sea preciso recurrir a la finalidad divina. De ah el constante empleo de la categora detrabajo por autores tan diversos como Feuerbach, Max Stirner, Marx, Sartre, etc. pues todos, alpretender oponerse a la lgica hegeliana sin abandonar la dialctica, y aunque cada uno hayainterpretado a su manera un mismo punto de partida, precisaron de un concepto, o mejor, deun proceso vital que vincule el sujeto a lo universal. No obstante, los dos trminos a servinculados no pueden ser completamente heterogneos. Por sujeto no se entender lo

    1Idem, p. 216. Ya que nuestro intento se resume en colocar el problema de la reduccin de las relaciones jurdico-

    polticas respecto las relaciones sociales, con el fin de investigar el sentido atribuido a estas ltimas por el jovenMarx, no pretendemos de modo alguno tener agotado el problema de la alienacin poltica en los textos de la

    juventud. Para un anlisis ms detallado cf. ver la obra citada de Pe. Calvez, p. 161 y ss. La primera crtica marxistase dirige, en efecto, contra la separacin y abstraccin del estado en tanto esfera autnoma de la vida social -cuyaindependencia deber ser superada en el momento en que todos participen de sus decisiones. Por tanto, noimporta denunciar la alienacin del estado, sino ms bien su grado, su naturaleza y sus funciones al interior de unmodo dado de produccin; en particular, en la sociedad capitalista. Tales cuestiones hubiesen sido tratadas porMarx de un modo sistemtico si el programa iniciado en el inicio de KP hubiese concluido. Consideramos queCalvez, al tomar slo la denuncia como la crtica marxista definitiva, limita sobremanera el aspecto sociolgico dela teora.

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    absolutamente individual, cerrado sobre s mismo, pues de ese modo nunca llegar a formar launiversalidad concreta de la organizacin,donde cada parte hace y se coloca en relacin al todo.Como mximo formara un agregadocuyas partes estaran unidas por una fuerza exterior. Demodo que un sujeto desde el inicio ser organizado, tendr una universalidad bsica potencialque le permitir sobrepasar el aislamiento de la individualidad inmediata.

    Feuerbach y el joven Marx interpretan ese sujeto como el hombre en tanto ser genrico(Gattungswesen), especie natural que funda, desde luego, una comunidad originaria. Pero qusignifica, sin embargo, esa sociabilidad natural? Feuerbach lo toma como un hecho (dado)primitivo, constatado por la misma percepcin que observa en la especie animal en tantoconjunto indefinido de individuos semejantes. Gracias al entendimiento, el hombre, encualidad de ser vivo, se representa todo el universo; en particular, toma consciencia de sussemejantes con quienes naturalmente mantiene una serie de relaciones concretas. Si estainterpretacin es suficiente para un autor que, como veremos, se interesa muy poco por lahistoria, no podra, por cierto, satisfacer a Marx por mucho tiempo, ya que desdeel inicio de sucarrera debata problemas de orden poltico. La necesidad de dar cuenta de la historicidad de lanaturaleza humana y, por consiguiente, de introducir en la especie el progreso y elenriquecimiento acumulativo, lo alejar cada vez ms de Feuerbach. Examinaremos ms tardelos puntos esenciales de esa ruptura, por ahora slo nos importa destacar que ambos autorescomienzan a considerar al sujeto vivo como el punto de partida de la nueva dialctica.

    El hombre como ser genrico, por tanto, no es perceptible como una cosa, ni suuniversalidad es constatada a cada momento. Al contrario, se observa de inmediato la lucha deuno frente a todos en la ms completa negacin de la sociabilidad originaria. Cul es elsentido, pues, de recurrir a una universalidad primitiva incapaz (invisvel) de explicar elantagonismo que se presenta empricamente? A dems de que la ciencia no consiste en lareproduccin intelectual de los hechos inmediatos. Si la esencia estuviese en el rostro delfenmeno, sera innecesario el esfuerzo de la investigacin cientfica, pues de un solo golpetendramos la comprensin de la realidad presente. No hay ciencia sin el trabajo de triturar lassignificaciones vividas y, de esa manera, transportarlas hacia el nivel mediato del concepto.

    Ahora bien, desde luego el joven Marx percibe que la dialctica hegeliana, aun con elextraordinario desarrollo de sus mediaciones conceptuales, redunda en su adaptacin(acomodao) poltica. Al transformar un hecho en un momento de la evolucin del universal,Hegel le concede una nueva dimensin que lo transfigura en un paso necesario del concepto,en un momento doloroso pero inevitable de su realizacin. As, las contradicciones reales quedesgarran a nuestra poca, por el hecho de resolverse en el movimiento del infinito, acabaranpor dejar de exigir una solucin concreta que las erradique del mundo. EnLa Filosofa delDerecho, por ejemplo, Hegel estudia cmo el espritu al dividirse en sus propias esferas reales -familia y sociedad civil- en tanto sus aspectos finitos, tiende a salir de su idealidad para s yrealizar su infinitud, procediendo para tal fin a una distribucin de los individuos en talesesferas. Si la distribucin parece enteramente arbitraria, en el fondo obedece la necesidad del

    concepto1

    . Marx comenta esa parte de la siguiente manera: La relacin realconsiste en que lareparticin del material del estado es, en los individuos, mediada por las circunstancias, por ellibre arbitrio y por el propio destino escogido . La especulacin anuncia ese hecho, esa relacinreal, como una manifestacin, como un fenmeno. Esas circunstancias, ese libre arbitrio, esaeleccin del destino, esa mediacin real,slo son la manifestacin deuna mediacinque la idea realejecuta consigo misma y que pasa detrs de escena. La realidad no se expresa en tanto tal, sinocomo otra realidad. La empiria habitual no tiene como ley su propio espritu sino ms bien un

    1 Hegel:Idem, 262, p. 254.

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    espritu ajeno, en tanto idea real no tiene su existencia en la realidad desarrollada a partir de esaidea sino ms bien en la empiria habitual.1 La realidad concreta, transformada en un momentodel absoluto, pasa a ser regida por una necesidad oculta la cual unifica los momentosaparentemente dispersos. Pero lo aparente no es desmitificado, de modo que la doctrina esslo una mezcla de especulacin abstracta y de empirismo banal. Ms an, la realidad de la que

    se parte es considerada como un resultado mstico. La especulacin abstracta desemboca enuna justificacin del formalismo y del laicismo del estado contemporneo, con la consecuenteglorificacin de una presunta neutralidad que asume frente a los conflictos de la sociedad civil.Poniendo fin al movimiento de renovacin iniciado por la filosofa alemana, esta doctrinarealiza en la esfera del pensamiento la revolucin concreta de los franceses, tal comoFeuerbach y Marx no se cansaron de repetir. El empirismo, por su parte, describe y justifica elstatus quo, transcribiendo en lo absoluto contradicciones meramente de poca. No se debecensurar a Hegel porque describe la esencia del estado moderno tal cual es, sino ms bienporque toma lo que es como la esencia del estado. Que lo racional sea real se prueba encontradiccin con la realidad irracionalque es, justamente, lo contrario de lo que expresa y expresa locontrario de lo que es2. Hegel llega a una descripcin correcta del estado burgus comofenmeno poltico, pero no observa que la apariencia descripta correctamente es irracional yno corresponde a la verdad del fenmeno. Ahora bien, esa crtica equivale a reclamarle a Hegelque renuncie a su lgica abstracta para adoptar otra que, segn Marx, expresara el movimientointerno del objeto. Cul es, por tanto, la viabilidad de que esa lgica se mantenga fiel alpensamiento dialctico? Por ms anti-hegeliano que sea su principio, nunca deber romperenteramente con la matriz antigua, pues es preciso conservar al menos el movimiento ternariodel concepto y la teora de la contradiccin. Basta, sin embargo, una breve consideracin derespuesta hegeliana a tales problemas para convencernos del que el ncleo racional delmtodo no se dejar separar tan fcilmente del contexto.

    Tomemos como punto de partida la oposicin entre el sujeto y el objeto actuante en laconsciencia individual. Conocer la verdad absoluta de ese objeto implica establecer unaidentificacin entre l y el pensamiento, una apropiacin tanto del momento intelectual de la

    cosa como del momento objetivo de la consciencia. Para Hegel el conocimiento perfecto noconsiste en la representacin de una objetividad distante y siempre ajena, sino que demanda,por un lado, la supresin de las limitaciones de la consciencia individual y por otro lado, laanulacin de las particularidades del objeto, transformndolo en un momento de lo universal.El conocer acabado, presupone as, la superacin de la contradiccin entre el sujeto y el objetoe instalarse en una racionalidad absoluta, muy por encima de nuestras limitaciones psicolgicas.De all que lo conceptual se instaure a partir de la reunin de lo en s y lo para s, y en nuestrocaso, de lo en s de la cosa y lo para s de la consciencia; no puede consistir en una merauniversalidad abstracta como la que posee, por ejemplo, la representacin de un tringulo, perodebe ser animado por una contradiccin, gracias a la tensin de lo en s y lo para s, entre launiversalidad inicial y la particularidad negadora. El conocimiento no busca (nao visa) construir

    un modelo reducido de la cosa, sino que busca, por el contrario, sorprender el movimientovivo de su ser as, sus condicionamientos y su destinacin.Veamos en qu condiciones se realiza la unidad ternaria de ese concepto. En primer

    lugar, como totalizacin de la universalidad y de la particularidad, como traspaso de un trminoa otro de la contradiccin, conservar en lo inmediato la oposicin que le dio origen. Lasingularidad totalizante no suprime ni la particularidad ni la universalidad, sino que se nutre de

    1 Marx:KHR.P. 2062 Marx:KHR.P. 206

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    la contradiccin, ella misma es una aparente quietud de un crculo en intenso movimiento. Nohay duda de que la lbil identidad olvida las etapas (trmites) de su vida pasada, deja de lado launilateralidad de la primera oposicin con el fin de presentarse (sepr) como inmediatez. Aunaceptando no suprimir el empleo de la contradiccin en s misma, siempre supone el pasaje delo universal a lo particular y de ste a lo singular, en donde se recupera de manera ms rica el

    punto de partida. De ah que el concepto no exista sino a partir de su traspaso por latriplicidad.En segundo lugar implica una concepcin muy particular de finitud. A primera vista

    una cosa aparece como un conjunto de propiedades, de cualidades ligadas entre s, pero cadadeterminacin es una negacin, un afirmarse contra un otro, un eliminarse recproco. El sermesa excluye a los otros objetos de la sala; su primera positividad equivale a una primeranegacin.1 Hegel, sin embargo, no se contenta con la simple oposicin entre el ser-en-s y elser-otro. Si cada objeto finito posee una positividad irreductible, contendra unaincondicionalidad que lo transformara en una substancia e incluso en una infinitud al lado detantas otras. Tocamos as uno de los puntos nucleares de esta filosofa: la reflexin en torno alestatuto de lo finito frente al infinito.2 Ella pone en jaque precisamente la idea de que lo finitoest frente a lo infinito como si estuviesen uno junto a otro, como si entre ambos se infiltraseuna cesura que delineando el lmite de lo infinito nos sealase el de la finitud. En laconvivencia continua de lo finito y de lo infinito, el primero se caracteriza slo como unmomento del segundo, en el cual ste se delimita y se confirma; lo finito consiste en una faseimperturbable de la violencia contradictoria de la infinitud. Adems, el infinito no sedefine porla mera negacin de lo finito, como puede suceder con el infinito matemtico. Tratndose deuna substancia infinita y no de una simple forma, no puede la infinitud resumirse en unacorporificacin de lo que aparece en frente, una determinacin obtenida por medio de lareiteracin del mismo operador, pues de esa manera estaramos poniendo a lo finito y loinfinito uno al lado del otro y, por consiguiente, separndolos, teniendo como resultado unadisolucin de ste en aqul. Cmo configurar, sin embargo, la infinitud absoluta en suconversin en lo finito? Cmo conciliar al mismo tiempoy sin caer en el recurso de la diversidad

    de perspectivas (el objeto es finito desde este punto de vista e infinito desde aquel otro) lasdeterminaciones opuestas?Hegel pretende llevar hasta las ltimas consecuencias el carcter mvil, precario y

    perecedero de la finitud.3 Tomemos, como ejemplo, un huevo sobre la mesa en su cualidad deobjeto inanimado. Se manifiesta (da-se) como un conjunto de propiedades inmediatamenteseparadas de otras, esto es, una positividad frente a una negatividad. Consideremos nicamenteel lado ms abstracto de esa oposicin concreta: la tensin entre ser-en-s y ser-otro. En tantooscilemos entre ambos trminos, considerando negativo ora un lado ora otro de lacontradiccin, nunca nos liberaremos de la unilateralidad del proceso; como mximo lollevaremos al punto lmite, alcanzando apenas la falsa (m) infinitud de la Yuxtaposicin. Sinembargo, cuando tenemos en cuenta el hecho de que el ser-en-s est determinado por el ser-

    otro, de que existe gracias a la presencia del otro, visualizamos la insercin del ser-otro en elcuerpo del ser-en-s. En cuanto sigamos oscilando entre el huevo y el no ser huevo (todos losotros objetos inanimados) seguiremos pasando de un trmino a otro, sin conseguir descubrir elcarcter parcial de la proposicin: el ser-en-s no es el ser-otro. Ambas proposicionesespeculativas son verdaderas al mismo tiempo y desde la misma perspectiva, de modo que la

    1 Hegel:Wissenschaft der Logik,I, p. 1022 Grard Lebrun: primer captulo del libro indito sobre Hegel.3 Hegel:WL. P. 118 y ss.

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    exclusin de una reducira la verdad de la otra. Pero si el ser-otro forma parte del ser-en-s, stese transforma en una privacin a ser salvada (preenchida) y aqul en el deber-ser del proceso. Ennuestro ejemplo el huevo pierde as su cualidad de ser-ah, sin interioridad alguna, comn atodos los objetos en-s, para ganar la nueva dimensin de ser un objeto destinado a llegar a serun animal, una interioridad viva que deber desdoblarse. En trminos abstractos la

    determinacin se transforma en una limitacin a la que se opone un deber-ser inscripto en lapropia cosa. En ese proceso de superacin de la imperturbabilidad del ser-en-s por medio delser-otro, surge el infinito como la interioridad que se afirma (sepe) a s misma, gracias alcontinuo suprimir de los aspectos parciales de cada momento del desdoblamiento del objeto yde su conocimiento. Por tanto, sea cual fuera el objeto del que partimos, si exploramos susdeterminaciones contradictorias, si descubrimos el trazado de su muerte, desembocaremosirremediablemente en el absoluto. Desde all comprenderemos la radical oposicin entre Hegely Spinoza. Ambos parten de la substancia infinita, pero mientras el ltimo entiende lo finitocomo afecciones de esa substancia que no pueden subsistir ni ser concebidas por s mismas,esto es, apenas en cualidad de un ser-en-s delimitado por el ser-otro; Hegel, adems de aceptaresa contradiccin, tambin afirma su identidad, haciendo de lo finito un momento que poseeen s la destinacin de la infinitud. En resumen Hegel no se detiene en la primera negacin, enla determinacin que el ser-en-s requiere del ser-otro, sino que todava considera en ella unasegunda negacin, la negacin de la negacin, que eleva inmediatamente lo positivo y finito a lainfinitud de lo absoluto.

    Debemos por fin mencionar la nueva nocin de singularidad postulada por elhegelianismo. En tanto la cosa permanece rasgada entre su condicionamiento y su resultante,en la tensin de ser-en-s y ser-otro, no lograr la autonoma y la unicidad propia de lo singular.ste slo se constituye cuando el objeto se pone a s mismo, reflexiona, retoma lo propiointerior que dej salir de s, alcanza, en fin, a la espiritualidad, a la infinitud y a la determinacindel para-s. De este modo, la autoconsciencia nos brinda el ejemplo ms prximo desingularidad,1sin poseer, no obstante, algn privilegio tanto en el orden del ser como en el delconocer; pues lo importante es, por as decir, la estructura ternaria de la consciencia, su

    determinacin abstracta de conciliar la universalidad del proyecto y la particularidad de susituacin. En la medida en que toda la objetividad plena configura la trinidad conceptual, sloes real y verdadero lo espiritual, el continuo producto de la negacin de la negacin.

    Cabe destacar las siguientes condiciones para una dialctica en sentido hegeliano.Primero, no hay propiamente una deduccin que brinde algo diferente de lo que yaencontramos en las condiciones iniciales.2 Todo ya est dado desde el inicio, de modo que elanlisis se limita a encontrar la mediacin de ese inmediato ocasional, a suprimir launilateralidad de las primeras determinaciones. En segundo lugar, lo finito surge desagarradopor determinaciones contradictorias que actan concomitantemente, marcado con la seal de sumuerte, como solucin precaria de una oposicin radical. En cuanto producto de laconciliacin de inconciliables, resulta necesariamente de una doble negacin, consiste por ello

    en una idealidad y en una espiritualidad. Es, en suma, el propio infinito en el modo de suautodeterminacin. De ah que resulte imposible separar el movimiento ternario del concepto,la infinidad de la substancia y el carcter innovador de la negacin de la negacin. Slo lasingularidad espiritual conjuga el universal y lo particular. De otra forma, si la doble negacinoperase entre positivos, estaramos siempre al interior de la misma positividad inerte, ya que elltimo trmino tendra las mismas caractersticas que el primero.

    1 Hegel:WL. p. 1482 Hegel:WL. p. 56

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    Teniendo en vista tales requisitos cmo es posible imaginar una dialctica materialista?Si partimos de la naturaleza y de lo positivo, cmo tendr la doble negacin su imprescindiblefuncin innovadora? En qu medida podremos conservar el movimiento ternario universal-particular-singular sin referirlo al momento intelectual de la cosa, al concepto, y sin que esacosa sea fundamentalmente una espiritualidad? La mera posibilidad de plantear estas preguntas

    nos muestra que la nocin de dialctica materialista crea innumerables dificultades, cuyadiscusin infelizmente aun no ha sido llevada a cabo. Es nuestra tarea examinar cmoFeuerbach y el joven Marx intentarn resolverlas.

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    CONCLUSIN: La dialctica redentora

    Jos Arthur Giannotti.

    Durante el desarrollo de nuestro estudio el hombre, en tanto especie, mantuvo laposicin de principio fundamental de la primera versin del materialismo dialctico. Configurade este modo la totalidad inicial auto-determinante que fija las etapas (trmites) a ser seguidaspor el movimiento ternario de las categoras; instala una finalidad vuelta sobre s misma, un serque existe por intermedio de sus propios recursos, un objeto natural que, en virtud de sureflexin determinante, se revela esencialmente como sujeto. La especie no es vista como unconcepto elaborado por el entendimiento en funcin de ordenar la multiplicidad de lo sensibleen totalidades fenomnicas colocadas como fines naturales; constituye, al contrario, un hecho

    dado pre-intelectual, una formacin de la naturaleza que, a pesar de ser negada a cada instantepor el egosmo de los individuos, est siempre delineando los lmites dentro de los cuales tienesentido la guerra histrica de unos contra otros. En tanto totalidad vital reflexionante suponeuna objetividad antepuesta que, aunque se le contraponga, le proporciona el material necesariopara nutrirse y desarrollarse. No se trata evidentemente de que la especie humana y la realidadexterior sean dos objetividades separadas de manera radical, sino ms bien que son dosmomentos contradictorios de un mismo real, una objetividad-sujeto, que durante elmovimiento de autodeterminacin se diferencia y separa en dos polos antagnicos: hombre ynaturaleza, prometiendo en breve la pausa de la reconciliacin. En suma, el inicio esconstituido por medio del universal naturaleza o, en otros casos, por medio del universalhombre, que se particulariza en dos polos contradictorios.

    A primera vista el principio parece obedecer a uno de los requisitos estipulados porHegel para el funcionamiento del mtodo dialctico: partir de la universalidad indeterminada einmediata que se afirma (sepe) en tanto tendencia a la particularizacin1. Pero el movimientoen Hegel se daba exclusivamente en el nivel de las determinaciones intelectuales. Aunquereconozca que los seres vivos y otras instituciones sociales poseen aquel impulso en el nivel delo concreto, su inters siempre se est dirigido hacia la forma que les confiere actividad. Larazn es la nica fuente de actuacin, todo se determina por la forma. De ah que la vida sea laprimera manifestacin de la idea. An es preciso distinguir la vida de la forma de la vidanatural. La primera, concepto adecuado a su objetividad, es slo una idea abstracta que nace dela verdad del ser y de la esencia, por medio de un proceso deductivo. Partiendo depresupuestos lgicos, referidos a categoras ms abstractas, llegamos a otra categora ms rica,la vida, inmediatamente adecuada a la objetividad puesta por ella misma. La segunda, alcontrario, tanto en su dimensin biolgica como en la espiritual, tiene presupuestos concretosy proviene de la interiorizacin de la naturaleza inorgnica. En suma, se trata de distinguir unacategora, una forma, un principio racional, de un proceso concreto inserto en el contexto de la

    1 Hegel:WL, p. 499

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    naturaleza o del espritu objetivo que, sin embargo, tiene en aquella forma el impulso de sudeterminacin.1

    As, al ser diferentes las deducciones, al moverse en niveles absolutamente distintos,tambin se diferencian las consecuencias, aun cuando las determinaciones biolgicas tenganpor principio lejano las determinaciones categoriales. Es importante recordar que la idea devida se fija en un proceso vital, ella, a pesar de su fundamental adecuacin, no se coloca comoun alma individual frente a una objetividad que le aparece como antagnica. El sujeto surgecomo totalidad totalizante, organismo, medio e instrumento de sus propios fines. Sus partesson rganos en funcin de un todo que, sin embargo, se empea en reducir la realidad exterior.El individuo se vuelve contra el mundo presupuesto, pero se afirma como fin en s mismo; nodeja de lanzarse hacia la conquista del objeto, aun estando convencido de su nulidad.

    El proceso vital comienza en la carencia (carecimiento), en ella el ser vivo se niega y sereporta a la objetividad, indiferente en s. Sin embargo, la prdida de s es paralela a laconservacin (manuteno) de la identidad de s: el individuo no se disuelve en el mundo exteriorcomo una de sus partes, sino ms bien se contrapone a l con todo vigor. Para resolver esacontradiccin fundamental debe trabajar el mundo, moldear (ferir) el objeto con instrumentos

    mecnicos, dirigir contra l todas las fuerzas de su ser. Sin embargo, en un determinado punto,el fin externo se interioriza, se interrumpe el proceso mecnico que acta en el objeto para,ahora, determinar al propio sujeto: la finalidad externa se vuelve interna. La finalidad externa,que primeramente es producida por la actividad del sujeto en un objeto indiferente, essuperada y, por consiguiente, el concepto no slo puede convertirse en una forma exterior deese objeto sino tambin debe presentarse (pr se) como su esencia y como su determinacininmanente y penetrante, adecuada a la identidad primitiva2. En otras palabras, ya que laobjetividad contra la que el individuo se enfrenta es, en ltima instancia, puesta por el propioconcepto, el proceso vital que se realiza en el trabajo segn los moldes de la finalidad externapuede superarse a s mismo, traspasando el mundo para afirmarse como fin en y por s. Lanica garanta de que el proceso vital, basado en la carencia, agote la realidad levantada contra

    l, reside en el carcter conceptual de esa misma realidad. Si no fuese una objetividadvinculada alconcepto, si se presentase como mera exterioridad fenomnica, el proceso nunca tendra fin,de modo que la cosa en s, escondida tras los fenmenos, postulara ipso factouna reiteracinindefinida del trabajo. Sin embargo, gracias a la inteligibilidad de los objetos, el individuotraspasa la realidad antagnica, colocndose como fin en s absoluto, realizando la idea que,naciendo ahora de la objetividad, seproducea s misma.3

    A ese proceso lgico, donde cada figura representa una determinacin abstracta, dondepor ejemplo la carencia (carecimiento) es ms una categora racional, un impulso de la razn, queun comportamiento efectivo, Feuerbach y el joven Marx pretenden otorgarle una concretidad(concretidade) originaria, vitalista y anti-predicativa. Para eso, lo que Hegel distinguacuidadosamente (el orden de las determinaciones categoriales y el orden de las determinacionesnaturales) debe confluir en un mismo proceso. La naturaleza aparece en el lugar de la idea, elprocedimiento concreto del ser vivo naturalmentehabr de determinarse segn la triplicidadhegeliana del concepto. Sin embargo en qu condiciones se establece esa identificacin? Enprimer lugar, la naturaleza no podr ser concebida slo como totalidad, como un conjunto derganos que cumplen una misma funcin, sino que deber poseer el carcter de un todo

    1Idem,p. 4152Idem, p. 4253Idem,p. 426-7

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    reflexionante capaz de auto-producirse y auto-diferenciarse, provisto a su vez, de un impulsovital que le permita particularizarse en especies inferiores. Vimos que el joven Marxconsideraba obvio que el ser vivo tome objetos reales como medios de su autoproduccin1,pero por detrs de esa simple evidencia percibimos la ingenuidad que implica concebir a lanaturaleza como un universal, con todas las determinaciones conceptuales que le compete, sin

    tener que reconocerse por ello en tanto desarrollo categorial. De esta manera, la naturalezaposeera la capacidad natural de determinarse en la jerarqua de los gneros y las especies, en unorden y en una pureza que solamente el concepto podra admitir. En otras ocasiones, tal vezpresintiendo esa dificultad, el joven Marx imprime otro rumbo a su investigacin, haciendocargar a la especie humana con toda la responsabilidad respecto lo universal. Veremos enseguida que esta hiptesis tampoco ser viable.

    Supongamos que es realizada la identificacin de la naturaleza con la universalidad eimaginemos a esta universalidad en tanto emanacin intelectual o psicolgica de aquellanaturaleza. Ni an as desaparecen las dificultades. Al imbricar los dos rdenes dedeterminacin, las figuras concretas pasan a mantener entre s relaciones de una nitidez y unadeterminabilidad solamente compatibles con las propiedades del concepto. Hegel cuidaba, porejemplo, la distincin entre los presupuestos de la idea de gnero y los presupuestos del gnerobiolgico, de manera que se garantizaran las diferencias en la particularizacin de ambos. Lacategora gnero confirma su naturaleza lgica en la capacidad de particularizarse en dosmomentos que, en s mismos, conservan por entero la universalidad genrica inicial. Sinembargo, teniendo en vista que la naturaleza se caracteriza por obliterar el movimiento delconcepto y que lo concreto, al originarse de la conjuncin de muchas determinacionesabstractas, nunca realiza ninguna de ellas en su pureza, queda patente la imposibilidad de lasespecies naturales de mantener una contradiccin inmediatamente dialctica. Cada gneroposee ms de dos especies que, a su vez, no conservan en s la universalidad originaria en elmodo de la negacin.2 Sin embargo, Feuerbach y el joven Marx al hacer del gnero unadeterminacin natural, continan pensndolo con la misma estructura de la categora gnero,aceptan la misma oposicin de las especies con el fin de colocar en ella la triplicidad del

    concepto.Identificar los dos rdenes de determinacin implica, adems, una dificultad an mayorpara el pensamiento que pretende ser dialctico y materialista. Es sabido que Hegel niega lalectura aristotlica del movimiento de una manera mucha ms drstica que los fsicos delRenacimiento. Pretende comprender cmo un mvil puede ser afectado concomitantementepordeterminaciones contradictorias: estar al mismo tiempo aqu y all, existir en s y en otro, y assucesivamente. La solucin tradicional supone un tercer trmino substancial que oficia desustrato de los opuestos, de modo que son considerados o bien en cualidad de determinacionesprocedentes de perspectivas diferentes, o bien en cualidad de determinaciones que se sucedenen el tiempo. Para Hegel, al contrario, toda contradiccin (por ejemplo, A es infinito) no debeser resuelta gracias a diferencias en los puntos de vista (A es finito desde la ptica humana pero

    es infinito desde la divina) ni gracias a la accin conciliadora del tiempo (A es finito ahora peroluego ser infinito). El anlisis hegeliano pretende encontrar una vinculacin multilateral yconcomitantede los opuestos que, por eso mismo, afectar por entero al sustrato substancial.3Desde el momento en que se ocupa de oposiciones inmediatas que se resuelvenexclusivamente en el plano lgico y conceptual, la dialctica hegeliana no puede concebir la

    1 Cf. Cap. III, 22 Hegel,WL,II.3 Hegel:WL,p. 157,191,299,352.

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    temporalidad como un parmetro exterior de las cosas; al contrario, deber hacerla nacer delmovimiento del propio objeto que, en su exteriorizacin, encontrar un tiempo y un espacioadecuados al nivel de concrecin que lo Absoluto se concedi. As, el tiempo se aadir aldesarrollo meramente categorial como una dimensin que la lgica, fuente de cualquieractividad, desconoce.

    Haciendo confluir el orden de las determinaciones lgicas y el orden de lasdeterminaciones naturales, haciendo perdurar la sustancia inmvil frente a los fenmenoscontradictorios, no hay manera de no expulsar la temporalidad del seno de la substancia; eltiempo adquiere el estatuto de coordenada. Y con ello queda irremediablemente imposibilitadala conciliacin concomitante de los contrarios. Feuerbach, en la lucha contra Hegel, no vacilaen dar dos pasos fundamentales: 1) niega la posibilidad de suprimir la sustancia en tantofundamento de lo mvil: La unidad inmediata delas determinaciones opuestasslo esvlidayposibleen laabstraccin. En la realidad losopuestosslo estn unidos a travs de un trmino medio. Esetrmino medio es el objeto, el sujeto de la oposicin1.2)Aparece el tiempo como nicoconciliador. El medio que renedeterminaciones opuestas o contrariasen un solo y mismo ser, deuna manera tal que correspondan a la realidad, es el tiempo2. Poco le importa a Feuerbachtener el cuidado de restringirle al hombre esa forma de conciliacin. La nocin decontradiccin dialctica qued irremediablemente comprometida; la substancia se sustrae de laradical oposicin, el objeto finito pasa a poseer una determinacin en s, a saber, un ncleoperdurable en cualidad de sustrato de las determinaciones, de suerte que no hay lugar en suinterior para la infinitud. Los contrarios, en suma, son radicalmente separados, el no ser deja dehabitar todos los recesos del ser y la ontologa vuelve a seguir los caminos de Parmnides.

    Cmo hizo Feuerbach para pasar por un pensador dialctico, asociado al universo delhegelianismo? nicamente porque continu pensando el movimiento encuadrado en latriplicidad del concepto y a la substancia del hombre como la relacin objetiva con todo lo quelo rodea: proceso donde se llega a ser otro gracias al completo agotamiento de s mismo.Analicemos esa pretendida solucin ms pormenorizadamente.

    Constantemente insiste en el carcter indeterminado y sensible del ser, en oposicin a

    las abstracciones de la lgica hegeliana. No obstante, lo sensible tiene para l dossignificaciones bien distintas: por un lado es un individuo inmediato presente en la intuicinsensible; por otro lado la especie concreta aprehendida por una intuicin purificada por mediodel entendimiento. Si la individualidad en el fondo es un error psicolgico, lo sensibleespecfico posee en s mismo sentido y razn, por tanto, una universalidad originaria, unafuerza genrica ms ac (aqum) del intelecto, capaz de reflexin natural. Sabemos que laespecie es un sujeto vivo que tiene en la consciencia el paradigma de su objetividad. En unevidente retorno a Leibniz, todos los seres del universo adquieren vida, pero en vez depulverizarlos en una infinidad de mnadas cerradas sobre s mismas, Feuerbach los entiendeengranados en una jerarqua natural de especies. El principio de especificacin resiste en elmundo, la razn se identifica con la realidad exterior que, por eso mismo, se ve dotada de un

    movimiento de interiorizacin. Dentro de cada especie las determinaciones estn en constanterelacin entre s, realizando las potencialidades iniciales. Todo objeto es, en suma, sujetoreflexionanteespecificado, lo que hace posible subordinar las relaciones de reflexin pura (comola causalidad) a relaciones intersubjetivas del tipo de la atraccin (simpata) que se ejerce entrelos astros. En palabras ms llanas, la exacta comprensin de los fenmenos implica unaaprehensin de las relaciones vitales que los objetos mantienen entre s, de forma consciente o

    1 Feuerbach:Gr. 462Idem, 47.

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    no. Nada ms fcil, por tanto, que conceder al gnero la capacidad de determinarse, departicularizarse y de llegar as al individuo separado, que a su vez es motivado a superar talseparacin.

    Los objetos no slo estn distribuidos en especies estancas, tambin entre ellos siempreest operando un sistema de dominacin, pues cada gnero incluye en el radio de susactividades, esto es, en el crculo de su objetividad realizada, a otras especies de las cuales sealimenta. La especie es una totalidad que engloba otras totalidades parciales. En el todo de estajerarqua y de este festn vital se encuentra el intelecto, gnero de los gneros, que consume atodos los seres, al menos en intencin. Comoser, el entendimiento es el sujeto absoluto que seafirma (sepe) a s mismo. Sin embargo es parte de la naturaleza, de modo que su carcterabsoluto debe ser efectuado dentro de las condiciones estipuladas por las limitaciones de laespecie humana. Sin embargo, en qu medida abarca y consume la totalidad del universo?

    El consumo, en esta altura, puede tener dos sentidos: o bien significa slo laaprehensin intelectual de las relaciones vitales existentes, o bien expresa de hecho la actividadconcreta de la absorcin del objeto por el sujeto, acompaado por los cambios energticosrespectivos. No hay duda de que Feuerbach recorre el primer camino. Para l, en el fondo, la

    praxisse amolda al conocer y la dialctica opera como una praxisimaginaria. Es significativo elhecho de postular el amor a la humanidad como la forma de praxis por excelencia,dedicndose, sin embargo, a combatir la especulacin filosfica y religiosa. Se limita adenunciar la praxis fantstica inherente a ese tipo de actividad intelectual, pero no secompromete en una lucha poltica ni desarrolla actividad revolucionaria alguna. Todo su intersest orientado en torno a la bsqueda, tanto en la religin como en la filosofa, de lasmanifestaciones de la alienacin humana, intentando descubrir en la patologa espiritual lasraces del hombre autntico. Ya que, en ltimo trmino, el fundamento de la alienacin espsicolgico, la nica advertencia que manifiesta su filosofa se dirige contra las perversiones delconocimiento. Lo que importa descubrir es, sobre todo, las virtudes regeneradoras de la vidacomunitaria, traer a los hombres hacia esa luz, con el fin de que todos disfruten de las delicias

    del colectivismo postulado por la especie.Movindose al interior de las determinaciones del entendimiento, Feuerbach, pese a suvitalismo irracionalista, puede finalmente obviar la negatividad hegeliana. Al tener fijas yseparadas las determinaciones, la triplicidad del concepto le sirve slo para describir unproceso que, en el fondo, podra haber sido descripto en otros trminos. El retorno de laalienacin respecto a la verdad del gnero humano no instaura una objetividad radicalmentediferente. Su dialctica se desarrolla en el plano del dilogo y de la ambigedad en unaconstante alternancia del ser-en-s y del ser-otro, sin desembocar en una sntesis propiamentesuperior. Excluida, por tanto, la negatividad como la supresin de los contrarios qu es lo queresta de la dialctica hegeliana, adems del vago movimiento de prdida y recuperacin, cosaque la dialctica cristiana del pecado original ya haba explorado?

    El pensamiento metodolgico del joven Marx no disea sus contornos con tantaprecisin y nitidez; tal vez por eso mismo sea ms rico y sugestivo. En la segunda acepcinmencionada, el consumo, evidentemente pretende substituir el impulso inherente a la ideaabsoluta, matriz de toda actividad y determinacin, por medio del trabajo definido en elcontexto artesanal. No obstante, al intentar liberarse de los impasses de la dialcticaFeuerbachiana, se enreda en dificultades todava mayores.

    Nos quedamos sin saber, en primer lugar, cul es de hecho el punto de partida de lasdeterminaciones dialcticas. En ciertos textos, la naturaleza es concebida como una objetividadindependiente y auto determinante, sujeto capaz de especificacin. En el desdoblamiento de

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    este proceso nace el gnero humano: punto final de una larga serie de transformaciones ycomienzo de otras tantas. Por cierto, la autodeterminacin no puede aparecer comoautoproduccin, por tanto una vez eliminada la idea de un trabajador trascendente por lapropia ubicacin del problema, la idea de un trabajador inmanente a la naturaleza no sera nimaterialista, pues introducira subrepticiamente un principio espiritual que trabaja la materia, ni

    dialctica, ya que se movera en un dualismo entre materia y espritu. No obstante dndeencontrar la naturaleza el principio de su especificacin, la universalidad originaria y motor delproceso dialctico? Es evidente que la naturaleza no se presenta (da) inmediatamente comouniversal; sin embargo, en varios momentos de los anlisis del joven Marx, somos llevados acreer que la fuerza determinante del gnero humano proviene de una fuerza ascendente,perdida en la sucesin de las especies. As, desde el inicio, el hombre y la naturaleza tendran unmismo principio fundante, el espritu germinara de la naturaleza y las instituciones sociales,como el estado y el partido, compartiran un linaje comn con las piedras (filiarams pedras poruma linhagemdirecta).

    En otros textos el principio de todo es el hombre y la naturaleza pasa apenas por uncuerpo inorgnico, por el ser otro en el cual deber encontrar la realizacin de susvirtualidades. Sabemos que la negatividad, en sentido hegeliano, demanda un pasaje del ser-en-s al ser-otro, sumergindose en la exterioridad, agotndose en ella; y al mismo tiempo tiene lacerteza de que el otro no es otra cosa que el ser (a certeza dequeo outro no nada almdo ser): esel otro del primero, el negativo delo inmediatoque, por tanto, est determinado como mediatoy engeneral contiene en s la determinacin del primero1. En la aplicacin de este esquema de lasrelaciones de la especie humana en tanto naturaleza, la dialctica del joven Marx tropieza condos dificultades simtricas.

    La primera es en torno al carcter concreto que le atribuye a la universalidad de laespecie. En el momento preciso en que se vuelve materialista, al transformar el trabajo en lamanifestacin de una forma primitiva, establece un cambio entre los trminos de lacontradiccin, una asimilacin mutua que vicia el proceso dialctico, pues la unidad de losopuestos no es obtenida a travs de la supresin de los trminos contrarios. Para Hegel, la

    unidad configura la identidad entre la identidad y la diferencia; el momento en que se revelaque el ser-otro no es nada ms que la negacin del ser-en-s, o mejor, el mismo ser-en-sdeterminado. De esta manera, el proceso dialctico implica, al mismo tiempo, el pasaje integraldeun trmino a su opuesto y la certeza de que ese trmino, al pasar al otro, se conserva a smismo. El joven Marx conserva la identidad de los opuestos: entre el agente y el objeto decambio media (permeia) una unidad de asimilacin -sistema de accin recproco- pero con elloqueda suprimido el momento en que el ser-en-s desaparece en el ser-otro, se hace otroagotndose en l, pues esa accin recproca implica mantener la dualidad de los trminos. Porms que el hombre trabaje la naturaleza, por ms que ambos se alteren en ese proceso, elhombre se obstinar en no ser naturaleza yvice-versa.Entonces, cmo evitar que las relacionesentre gnero y especie caigan bajo el mecanismo de la causalidad? Hegel esquivaba el problema

    colocndolas al interior de la universalidad del concepto presupuesto desde el inicio. Marx notendr otra solucin que apelar a la misma universalidad, atribuyndole un carcter natural ybiolgico. Pero esa intervencin del concepto, en cualidad deDeus ex machinano comprometeen ltima instancia la pureza de su materialismo?

    Si suponemos una incorporacin del ser-en-s en el ser-otro operada por medio deltrabajo, nos encontramos con una dificultad simtrica. El pensamiento materialista debeobservar en la objetividad contrapuesta al gnero humano, una exterioridad nativa, imposible

    1 Hegel:WL. II,495

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    de ser considerada como un simple momento puesto por el sujeto. Esto es, por otra parte, elsello de la necesidad de la alienacin, por cuanto, como vimos, slo la capacidad de lasdeterminaciones naturales obligar al hombre a olvidar la transparencia de su universalidadprimitiva. La naturaleza se presenta como presupuesto concreto que ha de ser consumido porentero con el fin de que el hombre se reencuentre con su libre destinacin. Cul es, sin

    embargo, la garanta de que ser capaz de penetrarla hasta sus ms recnditos lugares? Qu eslo que nos asegura que el trabajo sea una actividad capaz de destruir toda y cualquier resistenciade la materia? Es bien posible que el conocimiento y la dominacin de la naturalezaconstituyan slo una idea reguladora en torno a una realidad imposible de alcanzar. En esecaso nuestro conocimiento siempre sera aproximativo y nuestro dominio sobre ella siempreincompleto, cayendo, por consiguiente, bajo la gida de lo que Hegel denominaba una falsa(m) infinitud. El hombre absorbera la naturaleza y el pretendido humanismo natural serevelara como una triste utopa.

    Vimos que para Hegel el problema no exista: la oposicin contra la cual el ser vivo seenfrenta es en ltima instancia establecida por el propio concepto, de modo que basta el meroreconocimiento de la base intelectual del objeto, as planteado, para que la exterioridad seilumine y se convierta en un momento del espritu. Obviamente el joven Marx estimposibilitado de seguir por ese camino. Para l, el hombre slo superar la contradiccinfundamental si domina a la naturaleza en su propia naturalidad, si la somete integralmente aldespotismo de sus fines. Sin embargo, cmo es posible una identificacin de este tipo? culesson las garantas de que el trabajo, en tanto exteriorizacin de la especie, tenga esa facultadextraordinaria? Si Marx pretende salvar el papel constituyente de la praxis,no podra pensar elobjeto sensible en trminos feuerbachianos, como si fuese una subjetividad oculta ydesgarrada. De este modo, la identificacin del hombre y la naturaleza en una nica realidadsuperior sera obtenida a costa del vaciamiento de la fuerza constitutiva del trabajo y gracias auna subrepticia espiritualizacin del objeto. Sin embargo, y por ms extrao que parezca,encontramos en los textos del joven Marx trazos de una reduccin de la materialidad de losobjetos, o, en trminos hegelianos, de la transformacin de la realidad concreta en una

    objetividad adecuada al concepto.Hay que notar, en primer lugar, la vivificacin del mundo. Todo se somete a relacionesvitales, hasta la misma atraccin entre los planetas. Dado esto, de igual manera que en Hegel, laobjetividad opuesta al ser vivo no se determina por medio de las categoras de la reflexin(causa y efecto, todo y parte, etc.) sino que slo es capaz de ser afectada por tales relaciones deuna forma subsidiaria. Entre el mundo del ser vivo y el mundo exterior existe una secretaconvivencia.

    El joven Marx avanza en esa direccin pero llega ms lejos que Feuerbach. De repente,aun sin aclarar el pasaje de la reflexin animal hacia la humana, provee a esta ltima de ladimensin de la consciencia que, desde una perspectiva naturalista, se expresa en el postuladode una sociabilidad originaria. Transformadas las relaciones entre los individuos,

    necesariamente se altera el sentido del comportamiento del hombre con respecto a lanaturaleza: en el fondo de la objetividad se encuentra el reflejo de la organizacin social. Yaobservamos que los objetos se definan a travs de la exteriorizacin de la sociabilidad, quetienen su trmino mediador en las cosas brutas. De esta manera, recuperar la objetividadalienada no implicara la supresin de la propia objetividad, cosa que Marx no se cansa desubrayar. Bastara introducir la relacin entre el hombre y la naturaleza en otro contexto social-operacin permitida por medio del extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas- paraque la alienacin situada en el principio de la historia, desapareciese por completo. Todo

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    quedara resumido en el enrome esfuerzo de la humanidad por reformular su propiaorganizacin y por vencer las resistencias que la naturaleza, desde el principio, opone alproyecto de pleno florecimiento (desabrochamento) de las potencialidades humanas. No obstante,el pasaje por el trabajo subjetivo, con el recurso necesario a la funcin fundamental de lafinalidad externa, vicia la posible solucin. Sea cual fuera la transparencia de la organizacin

    social y el dominio que los hombres ejercieran sobre la naturaleza y sobre s mismos, si enltima instancia todo fuera conformado por la relacin inmediata del trabajador con el objetode su trabajo, en suma, si el trabajo subjetivo continuara manteniendo su papel constitutivo,entonces la resistencia natural de los objetos a los designios humanos, su propia naturalidad,siempre impedir su cabal integracin en un mundo totalmente espiritualizado. La objetividadnatural levanta un obstculo insuperable al trabajo del individuo, el cual slo podr ser vencidocuando fuera superada la propia objetividad del producto. En tal contexto, la solucinhegeliana es inevitable. El individuo se enfrenta con el objeto exterior (su exterioridad escondicin de su materialidad), lo hiere (fere-o) con su fuerza mecnica; no obstante, la cosaresiste y se escapa, de modo que el proceso siempre supone una insuficiencia en elcumplimiento del proyecto, una imperfeccin en el producto y el condicionamiento deltrabajador respecto la situacin natural. Para que el movimiento dialctico supere la falsa (m)infinitud de la finalidad externa cmo no postular el aniquilamiento de la propia objetividadmaterial? Por lo tanto, cuando el joven Marx retoma los anlisis individualistas de laFenomenologa del Espritu, obligando al proceso de constitucin dialctica a enfocarse en larelacin entre el individuo y el objeto, no est recuperando slo las definiciones hegelianascomo la de propiedad y de valor, que dependen directamente de la objetivacin yexteriorizacin de la persona, sino ms bien est poniendo en la continuidad del movimientodialctico una dependencia del consumo integral del objeto, o mejor an, una transformacinde la finalidad externa en la interna. No obstante, si el objeto no se presenta previamente a latransparencia del concepto, tal metamorfosis se vuelve imposible.

    Pero con esta objecin estaramos sellando la suerte de la dialctica materialista? Notendramos otra alternativa a no ser la de retomar la locura hegeliana o desistir por completo de

    fundar la dialctica en una idea precisa de negatividad. Sealemos brevemente el nuevo caminorecorrido en la obra de madurez. El fundamento se desplaza de la relacin sujeto-objeto haciala de objetividad-sujeto: la mercanca. En la sociedad capitalista, industrial por excelencia, laactividad del individuo se define y se estructura en un contexto abstracto postulado por elintercambio (troca). El anlisis pasa a moverse en diferentes niveles de abstraccin ntidamentedemarcados. Se recuperan las hiptesis de la economa poltica, como la demanda efectiva y elintercambio de equivalentes (troca por equivalentes). Lo concreto es constituido por la trama dedeterminaciones esenciales. Reaparece la distincin entre la construccin categorial y elnacimiento histrico. Los contrarios pasan a anularse al mismo tiempo. Pero las definicioneshegelianas ligadas al proceso de exteriorizacin del individuo son expresamente ridiculizadas.Todo indica que penetramos en un nuevo universo de discurso. Ser vlida esta impresin?

    Marx, en la medida en que progresa en sus anlisis concretamente situados, deja cada vez msde lado las cuestiones metodolgicas. Sin embargo, nunca las abandona por completo puesanuncia su intento de escribir un trabajo en el cual examinara el ncleo racional de la dialcticahegeliana. Ese proyecto nunca fue llevado a cabo. Y por ello quedarn sin respuesta una seriede cuestiones fundamentales: 1) la superacin de las determinaciones contradictorias;2)elesquema de la temporalidad y de las relaciones entre el anlisis categorial y la historia; 3) lacompletitud y continuidad del movimiento dialctico;4)la dialctica de la naturaleza. Engelsintent abordar este ltimo problema, sin embargo no termin su investigacin y hoy sabemos

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    que el camino escogido por l difcilmente nos aportara una solucin convincente. Hasta eneste sector la cuestin contina abierta.

    Tal vez sea ms cmodo abandonar las incertidumbres y la especulacin de losfilsofos y lanzarse a la construccin de una nueva sociedad. Sin embargo, lo que importa noes la comodidad de esta o aquella posicin, pues quien se propone alcanzar la realidad racional

    lo hace porque est dispuesto a honrar la verdad. En su propia praxis germina la duda y lainterrogacin; cabe despertarlas.

    BIBLIOGRAFIA(citada en los fragmentos)

    FEUERBACH, Ludwig.Gr. Grundstzeder Philosophieder Zukunft vol. II.

    HEGEL, Georg Wilhem Friedrich. Wissenschaft der Logik 2 vol., Ed. Geotg Lanson, FelizMeiner, Leipzig, 1951; trad. Augusta e Rodolfo Mondolfo: Ciencia de la Logica, LibreriaHachette, B. Aires, 1956.

    ______. Grundlinien der Philosophie des Rechts, Ed. Johannes Hoffmeister, Felix Meiner,Hamburgo, 1955.

    MARX, Karl. Khr. Aus der Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie. Kritik des HegelschenStaatsrechts, Werke vol. I.

    ______.Hf. DieHeiligeFamilie, W. vol. 2.

    ______.K. Das Kapital, Kritik der politischekonomie, W. vol. 23, 24 e 25. Le Capital 1 vol. Ed.Sociales, Paris.