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E E l l e e s s t t u u d d i i a a n n t t e e d d e e S S a a l l a a m m a a n n c c a a José de Espronceda Poesías de don José de Espronceda 1840 cotejada con la edición crítica de Benito Varela Jácome, Madrid, Cátedra, 1979.

Jose de Espronceda - El Estudiante de Salamanca

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  • EEll eessttuuddiiaannttee ddee SSaallaammaannccaa

    Jos de Espronceda

    Poesas de don Jos de

    Espronceda

    1840

    cotejada con la edicin

    crtica de Benito Varela

    Jcome, Madrid, Ctedra,

    1979.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Parte primera

    Sus fueros, sus bros, sus premticas, su voluntad. Quijote.- Parte primera.

    Era ms de media noche,

    antiguas historias cuentan,

    cuando en sueo y en silencio

    lbrego envuelta la tierra,

    los vivos muertos parecen, 5

    los muertos la tumba dejan.

    Era la hora en que acaso

    temerosas voces suenan

    informes, en que se escuchan

    tcitas pisadas huecas, 10

    y pavorosas fantasmas

    entre las densas tinieblas

    vagan, y allan los perros

    amedrentados al verlas:

    En que tal vez la campana 15

    de alguna arruinada iglesia

    da misteriosos sonidos

    de maldicin y anatema,

    que los sbados convoca

    a las brujas a su fiesta. 20

    El cielo estaba sombro,

    no vislumbraba una estrella,

    silbaba lgubre el viento,

    y all en el aire, cual negras

    fantasmas, se dibujaban 25

    las torres de las iglesias,

    y del gtico castillo

    las altsimas almenas,

    donde canta o reza acaso

    temeroso el centinela. 30

    Todo en fin a media noche

    reposaba, y tumba era

    de sus dormidos vivientes

    la antigua ciudad que riega

    el Tormes, fecundo ro, 35

    nombrado de los poetas,

    la famosa Salamanca,

    insigne en armas y letras,

    patria de ilustres varones,

    noble archivo de las ciencias. 40

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Sbito rumor de espadas

    cruje y un ay! se escuch;

    un ay moribundo, un ay

    que penetra el corazn,

    que hasta los tutanos hiela 45

    y da al que lo oy temblor.

    Un ay! de alguno que al mundo

    pronuncia el ltimo adis.

    El ruido

    ces, 50

    un hombre

    pas

    embozado,

    y el sombrero

    recatado 55

    a los ojos

    se cal.

    Se desliza

    y atraviesa

    junto al muro 60

    de una iglesia

    y en la sombra

    se perdi.

    Una calle estrecha y alta,

    la calle del Atad 65

    cual si de negro crespn

    lbrego eterno capuz

    la vistiera, siempre oscura

    y de noche sin ms luz

    que la lmpara que alumbra 70

    una imagen de Jess,

    atraviesa el embozado

    la espada en la mano an,

    que lanz vivo reflejo

    al pasar frente a la cruz. 75

    Cual suele la luna tras lbrega nube

    con franjas de plata bordarla en redor,

    y luego si el viento la agita, la sube

    disuelta a los aires en blanco vapor:

    As vaga sombra de luz y de nieblas, 80

    mstica y area dudosa visin,

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    ya brilla, o la esconden las densas tinieblas

    cual dulce esperanza, cual vana ilusin.

    La calle sombra, la noche ya entrada,

    la lmpara triste ya pronta a expirar, 85

    que a veces alumbra la imagen sagrada

    y a veces se esconde la sombra a aumentar.

    El vago fantasma que acaso aparece,

    y acaso se acerca con rpido pie,

    y acaso en las sombras tal vez desparece, 90

    cual nima en pena del hombre que fue,

    al ms temerario corazn de acero

    recelo inspirara, pusiera pavor;

    al ms maldiciente feroz bandolero

    el rezo a los labios trajera el temor. 95

    Mas no al embozado, que an sangre su espada

    destila, el fantasma terror infundi,

    y, el arma en la mano con fuerza empuada,

    osado a su encuentro despacio avanz.

    Segundo don Juan Tenorio, 100

    alma fiera e insolente,

    irreligioso y valiente,

    altanero y reidor:

    Siempre el insulto en los ojos,

    en los labios la irona, 105

    nada teme y toda fa

    de su espada y su valor.

    Corazn gastado, mofa

    de la mujer que corteja,

    y, hoy desprecindola, deja 110

    la que ayer se le rindi.

    Ni el porvenir temi nunca,

    ni recuerda en lo pasado

    la mujer que ha abandonado,

    ni el dinero que perdi. 115

    Ni vio el fantasma entre sueos

    del que mat en desafo,

    ni turb jams su bro

    recelosa previsin.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Siempre en lances y en amores, 120

    siempre en bquicas orgas,

    mezcla en palabras impas

    un chiste y una maldicin.

    En Salamanca famoso

    por su vida y buen talante, 125

    al atrevido estudiante

    le sealan entre mil;

    fuero le da su osada,

    le disculpa su riqueza,

    su generosa nobleza, 130

    su hermosura varonil.

    Que en su arrogancia y sus vicios,

    caballeresca apostura,

    agilidad y bravura

    ninguno alcanza a igualar: 135

    Que hasta en sus crmenes mismos,

    en su impiedad y altiveza,

    pone un sello de grandeza

    don Flix de Montemar.

    Bella y ms segura que el azul del cielo 140

    con dulces ojos lnguidos y hermosos,

    donde acaso el amor brill entre el velo

    del pudor que los cubre candorosos;

    tmida estrella que refleja al suelo

    rayos de luz brillantes y dudosos, 145

    ngel puro de amor que amor inspira,

    fue la inocente y desdichada Elvira.

    Elvira, amor del estudiante un da,

    tierna y feliz y de su amante ufana,

    cuando al placer su corazn se abra, 150

    como el rayo del sol rosa temprana;

    del fingido amador que la menta,

    la miel falaz que de sus labios mana

    bebe en su ardiente sed, el pecho ajeno

    de que oculto en la miel hierve el veneno. 155

    Que no descansa de su madre en brazos

    ms descuidado el candoroso infante,

    que ella en los falsos lisonjeros lazos

    que teje astuto el seductor amante:

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Dulces caricias, lnguidos abrazos, 160

    placeres ay! que duran un instante,

    que habrn de ser eternos imagina

    la triste Elvira en su ilusin divina.

    Que el alma virgen que halag un encanto

    con nacarado sueo en su pureza, 165

    todo lo juzga verdadero y santo,

    presta a todo virtud, presta belleza.

    Del cielo azul al tachonado manto,

    del sol radiante a la inmortal riqueza,

    al aire, al campo, a las fragantes flores, 170

    ella aade esplendor, vida y colores.

    Cifr en don Flix la infeliz doncella

    toda su dicha, de su amor perdida;

    fueron sus ojos a los ojos de ella

    astros de gloria, manantial de vida. 175

    Cuando sus labios con sus labios sella

    cuando su voz escucha embebida,

    embriagada del dios que la enamora,

    dulce le mira, exttica le adora.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Parte segunda

    ...Except the hollow sea's. Mourns o'er the beauty of the Cyclades. Byron.- Don Juan, canto 4. LXXII.

    Est la noche serena 180

    de luceros coronada,

    terso el azul de los cielos

    como transparente gasa.

    Melanclica la luna

    va trasmontando la espalda 185

    del otero: su alba frente

    tmida apenas levanta,

    y el horizonte ilumina,

    pura virgen solitaria,

    y en su blanca luz save 190

    el cielo y la tierra baa.

    Deslzase el arroyuelo,

    flgida cinta de plata

    al resplandor de la luna,

    entre franjas de esmeraldas. 195

    Argentadas chispas brillan

    entre las espesas ramas,

    y en el seno de las flores

    tal vez se aduermen las auras.

    Tal vez despiertas susurran, 200

    y al desplegarse sus alas,

    mecen el blanco azahar,

    mueven la aromosa acacia,

    y agitan ramas y flores

    y en perfumes se embalsaman: 205

    Tal era pura esta noche,

    como aquella en que sus alas

    los ngeles desplegaron

    sobre la primera llama

    que amor encendi en el mundo, 210

    del Edn en la morada.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Una mujer! Es acaso

    blanca silfa solitaria,

    que entre el rayo de la luna

    tal vez misteriosa vaga? 215

    Blanco es su vestido, ondea

    suelto el cabello a la espalda.

    Hoja tras hoja las flores

    que lleva en su mano, arranca.

    Es su paso incierto y tardo, 220

    inquietas son sus miradas,

    mgico ensueo parece

    que halaga engaoso el alma.

    Ora, vedla, mira al cielo,

    ora suspira, y se para: 225

    Una lgrima sus ojos

    brotan acaso y abrasa

    su mejilla; es una ola

    del mar que en fiera borrasca

    el viento de las pasiones 230

    ha alborotado en su alma.

    Tal vez se sienta, tal vez

    azorada se levanta;

    el jardn recorre ansiosa,

    tal vez a escuchar se para. 235

    Es el susurro del viento

    es el murmullo del agua,

    no es su voz, no es el sonido

    melanclico del arpa.

    Son ilusiones que fueron: 240

    Recuerdos ay! que te engaan,

    sombras del bien que pas...

    Ya te olvid el que t amas.

    Esa noche y esa luna

    las mismas son que miraran 245

    indiferentes tu dicha,

    cual ora ven tu desgracia.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Ah! llora s, pobre Elvira!

    Triste amante abandonada!

    Esas hojas de esas flores 250

    que distrada t arrancas,

    sabes adnde, infeliz,

    el viento las arrebata?

    Donde fueron tus amores,

    tu ilusin y tu esperanza; 255

    deshojadas y marchitas,

    pobres flores de tu alma!

    Blanca nube de la aurora,

    teida de palo y grana,

    naciente luz te colora, 260

    refulgente precursora

    de la cndida maana.

    Mas ay! que se disip

    tu pureza virginal,

    tu encanto el aire llev 265

    cual la aventura ideal

    que el amor te prometi.

    Hojas del rbol cadas

    juguetes del viento son:

    Las ilusiones perdidas 270

    ay! son hojas desprendidas

    del rbol del corazn.

    El corazn sin amor!

    Triste pramo cubierto

    con la lava del dolor, 275

    oscuro inmenso desierto

    donde no nace una flor!

    Distante un bosque sombro,

    el sol cayendo en la mar,

    en la playa un aduar, 280

    y a los lejos un navo

    viento en popa navegar;

    ptico vidrio presenta

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    en fantstica ilusin,

    y al ojo encantado ostenta 285

    gratas visiones, que aumenta

    rica la imaginacin.

    T eres, mujer, un fanal

    transparente de hermosura:

    Ay de ti! si por tu mal 290

    rompe el hombre en su locura

    tu misterioso cristal.

    Mas ay! dichosa t, Elvira,

    en tu misma desventura,

    que aun deleites te procura, 295

    cuando tu pecho suspira,

    tu misteriosa locura:

    Que es la razn un tormento,

    y vale ms delirar

    sin juicio, que el sentimiento 300

    cuerdamente analizar,

    fijo en l el pensamiento.

    Vedla, all va que suea en su locura,

    presente el bien que para siempre huy.

    Dulces palabras con amor murmura: 305

    Piensa que escucha al prfido que am.

    Vedla, postrada su piedad implora

    cual si presente la mirara all:

    Vedla, que sola se contempla y llora,

    miradla delirante sonrer. 310

    Y su frente en revuelto remolino

    ha enturbiado su loco pensamiento,

    como nublo que en negro torbellino

    encubre el cielo y amontona el viento.

    Y vedla cuidadosa escoger flores, 315

    y las lleva mezcladas en la falda,

    y, corona nupcial de sus amores,

    se entretiene en tejer una guirnalda.

    Y en medio de su dulce desvaro

    triste recuerdo el alma le importuna 320

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    y al margen va del argentado ro,

    y all las flores echa de una en una;

    y las sigue su vista en la corriente,

    una tras otras rpidas pasar,

    y confusos sus ojos y su mente 325

    se siente con sus lgrimas ahogar:

    Y de amor canta, y en su tierna queja

    entona melanclica cancin,

    cancin que el alma desgarrada deja,

    lamento ay! que llaga el corazn. 330

    Qu me valen tu calma y tu terneza,

    tranquila noche, solitaria luna,

    si no calmis del hado la crudeza,

    ni me dais esperanza de fortuna?

    Qu me valen la gracia y la belleza, 335

    y amar como jams am ninguna,

    si la pasin que el alma me devora,

    la desconoce aquel que me enamora?

    Lgrimas interrumpen su lamento,

    inclinan sobre el pecho su semblante, 340

    y de ella en derredor susurra el viento

    sus ltimas palabras, sollozante.

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Muri de amor la desdichada Elvira,

    cndida rosa que agost el dolor,

    save aroma que el viajero aspira 345

    y en sus alas el aura arrebat.

    Vaso de bendicin, ricos colores

    reflej en su cristal la luz del da,

    mas la tierra empa sus resplandores,

    y el hombre lo rompi con mano impa. 350

    Una ilusin acarici su mente:

    Alma celeste para amar nacida,

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    era el amor de su vivir la fuente,

    estaba junto a su ilusin su vida.

    Amada del Seor, flor venturosa, 355

    llena de amor muri y de juventud:

    Despert alegre una alborada hermosa,

    y a la tarde durmi en el atad.

    Mas despert tambin de su locura

    al trmino postrero de su vida, 360

    y al abrirse a sus pies la sepultura,

    volvi a su mente la razn perdida.

    La razn fra! La verdad amarga!

    El bien pasado y el dolor presente!...

    Ella feliz! que de tan dura carga 365

    sinti el peso al morir nicamente!

    Y conociendo ya su fin cercano,

    su mejilla una lgrima abras;

    y as al infiel con temblorosa mano,

    moribunda su vctima escribi: 370

    Voy a morir: perdona si mi acento

    vuela importuno a molestar tu odo:

    l es, don Flix, el postrer lamento

    de la mujer que tanto te ha querido.

    La mano helada de la muerte siento... 375

    Adis: ni amor ni compasin te pido...

    Oye y perdona si al dejar el mundo,

    arranca un ay! su angustia al moribundo.

    Ah! para siempre adis. Por ti mi vida

    dichosa un tiempo resbalar sent, 380

    y la palabra de tu boca oda,

    xtasis celestial fue para m.

    Mi mente an goza la ilusin querida

    que para siempre msera! perd...

    Ya todo huy, desapareci contigo! 385

    Dulces horas de amor, yo las bendigo!

    Yo las bendigo, s, felices horas,

    presentes siempre en la memoria ma,

    imgenes de amor encantadoras,

    que an vienen a halagarme en mi agona. 390

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Mas ay! volad, huid, engaadoras

    sombras, por siempre; mi postrero da

    ha llegado: perdn, perdn, Dios mo!,

    si an gozo en recordar mi desvaro.

    Y t, don Flix, si te causa enojos 395

    que te recuerde yo mi desventura;

    piensa estn hartos de llorar mis ojos

    lgrimas silenciosas de amargura,

    y hoy, al tragar la tumba mis despojos,

    concede este consuelo a mi tristura; 400

    estos renglones compasivo mira;

    y olvida luego para siempre a Elvira.

    Y jams turbe mi infeliz memoria

    con amargos recuerdos tus placeres;

    goces te d el vivir, triunfos la gloria, 405

    dichas el mundo, amor otras mujeres:

    Y si tal vez mi lamentable historia

    a tu memoria con dolor trajeres,

    llrame, s; pero palpite exento

    tu pecho de roedor remordimiento. 410

    Adis por siempre, adis: un breve instante

    siento de vida, y en mi pecho el fuego

    an arde de mi amor; mi vista errante

    vaga desvanecida... calma luego,

    oh muerte, mi inquietud!... Sola... expirante!... 415

    mame: no, perdona: intil ruego!

    Adis! adis! tu corazn perd!

    -Todo acab en el mundo para m!

    As escribi su triste despedida

    momentos antes de morir, y al pecho 420

    se estrech de su madre dolorida,

    que en tanto inunda en lgrimas su lecho.

    Y exhal luego su postrer aliento,

    y a su madre sus brazos se apretaron

    con nervioso y convulso movimiento, 425

    y sus labios un nombre murmuraron.

    Y huy su alma a la mansin dichosa,

    do los ngeles moran... Tristes flores

    brota la tierra en torno de su losa,

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    el cfiro lamenta sus amores. 430

    Sobre ella un sauce su ramaje inclina,

    sombra le presta en lnguido desmayo,

    y all en la tarde, cuando el sol declina,

    baa su tumba en paz su ltimo rayo...

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Parte tercera

    CUADRO DRAMTICO Sarg. Tenis ms que parar? Franco. Paro los ojos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los ojos si, los ojos: que descreo Del que los hizo para tal empleo. Moreto. San Franco de Sena.

    PERSONAS

    D. FLIX DE MONTEMAR

    D. DIEGO DE PASTRANA

    SEIS JUGADORES

    En derredor de una mesa 435

    hasta seis hombres estn,

    fija la vista en los naipes,

    mientras juegan al parar;

    y en sus semblantes se pintan

    el despecho y el afn: 440

    Por perder desesperados,

    avarientos por ganar.

    Reina profundo silencio,

    sin que lo rompa jams

    otro ruido que el del oro, 445

    o una voz para jurar.

    Plida lmpara alumbra

    con trmula claridad,

    negras de humo las paredes

    de aquella estancia infernal. 450

    Y el misterioso bramido

    se escucha del huracn,

    que azota los vidrios frgiles

    con sus alas al pasar.

    Escena I

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    JUGADOR 1 El caballo an no ha salido. 455

    JUGADOR 2 Qu carta vino?

    JUGADOR 1 La sota.

    JUGADOR 2 Pues por poco se alborota.

    JUGADOR 1 Un caudal llevo perdido:

    Voto a Cristo!

    JUGADOR 2 No juris,

    que an no estis en la agona.

    JUGADOR 1 No hay suerte como la ma.

    JUGADOR 2 Y como cunto perdis?

    JUGADOR 1 Mil escudos y el dinero

    que don Flix me entreg.

    JUGADOR 2 Dnde anda?

    JUGADOR 1 Qu s yo! 465

    No tardar.

    JUGADOR 3 Envido.

    JUGADOR 1 Quiero.

    Escena II

    Galn de talle gentil,

    la mano izquierda apoyada

    en el pomo de la espada,

    y el aspecto varonil: 470

    Alta el ala del sombrero

    porque descubra la frente,

    con airoso continente

    entr luego un caballero.

    JUGADOR 1 (Al que entra.)

    Don Flix, a buena hora

    habis llegado.

    D. FLIX Perdisteis?

    JUGADOR 1 El dinero que me disteis

    y esta bolsa pecadora.

    JUGADOR 2 Don Flix de Montemar

    debe perder. El amor 480

    le negara su favor

    cuando le viera ganar.

    D. FLIX (Con desdn.) Necesito ahora dinero

    y estoy hastiado de amores.

    (Al corro, con altivez.)

    Dos mil ducados, seores, 485

    por esta cadena quiero.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

    Pgina 17 de 50

    (Qutase una cadena que lleva al pecho.)

    JUGADOR 3 Alta ponis la tarifa.

    D. FLIX (Con altivez.) La pongo en lo que merece.

    Si otra duda se os ofrece,

    decid.

    (Al corro.)

    Se vende y se rifa. 490

    JUGADOR 4 (Aparte.)

    Y hay quin sufra tal afrenta?

    D. FLIX Entre cinco estn hallados.

    A cuatrocientos ducados

    os toca, segn mi cuenta.

    Al as de oros. All va. 495

    (Va echando cartas, que toman los jugadores en silencio.)

    Uno, dos...

    (Al perdidoso.)

    Con vos no cuento.

    JUGADOR 1 Por el motivo lo siento.

    JUGADOR 3 El as! El as! Aqu est.

    JUGADOR 1 Ya gan.

    D. FLIX Suerte tenis.

    A un solo golpe de dados 500

    tiro los dos mil ducados.

    JUGADOR 3 En un golpe?

    JUGADO 1 (A D. FLIX.)

    Los perdis.

    D. FLIX Perdida tengo yo el alma,

    y no me importa un ardite.

    JUGADOR 3 Tirad.

    D. FLIX Al primer embite. 505

    JUGADOR 3 Tirad pronto.

    D. FLIX Tened calma:

    Que os juego ms todava,

    y en cien onzas hago el trato,

    y os llevis este retrato

    con marco de pedrera. 510

    JUGADOR 3 En cien onzas?

    D. FLIX Qu dudis?

    JUGADO 1 (Tomando el retrato.)

    Hermosa mujer!

    JUGADOR 4 No es caro:

    D. FLIX Queris pararlas?

    JUGADOR 3 Las paro.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Ms ganar.

    D. FLIX Si ganis (Se registra todo.)

    No tengo otra joya aqu. 515

    JUGADOR 1 (Mirando el retrato.)

    Si esta imagen respira...

    D. FLIX A estar aqu la jugara

    a ella, al retrato y a m.

    JUGADOR 3 Vengan los dados.

    D. FLIX Tirad.

    JUGADOR 2 Por don Flix, cien ducados.

    JUGADOR 4 En contra van apostados.

    JUGADOR 5 Cincuenta ms. Esperad,

    no tiris.

    JUGADOR 2 Van los cincuenta.

    JUGADOR 1 Yo, sin blanca, a Dios le ruego

    por don Flix.

    JUGADOR 5 Hecho el juego.

    JUGADOR 3 Tiro?

    D. FLIX Tirad con sesenta

    de a caballo.

    (Todos se agrupan con ansiedad alrededor de la mesa. El TERCER JUGADOR tira

    los dados.)

    JUGADOR 4 Qu ha salido?

    JUGADOR 2 Mil demonios, que a los dos

    nos lleven!

    D. FLIX (Con calma al PRIMERO.)

    Bien, vive Dios!

    Vuestros ruegos me han valido. 530

    Encomendadme otra vez,

    don Juan, al diablo; no sea

    que si os oye Dios, me vea

    cautivo y esclavo en Fez.

    JUGADOR 3 Don Flix, habis perdido

    slo el marco, no el retrato,

    que entrar la dama en el trato

    vuestra intencin no habr sido.

    D. FLIX Cunto dierais por la dama?

    JUGADOR 3 Yo, la vida.

    D. FLIX No la quiero.

    Mirad si me dais dinero,

    y os la llevis.

    JUGADOR 3 Buena fama

    lograris entre las bellas

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    cuando descubran altivas,

    que vos las hacis cautivas, 545

    para en seguida vendellas!

    D. FLIX Eso a vos no importa nada.

    Queris la dama? Os la vendo.

    JUGADOR 3 Yo de pinturas no entiendo.

    D. FLIX (Con clera.) Vos hablis con demasiada

    altivez e irreverencia

    de una mujer... y si no!...

    JUGADOR 3 De la pintura habl yo.

    TODOS Vamos, paz; no haya pendencia.

    D. FLIX (Sosegado.) Sobre mi palabra os juego

    mil escudos.

    JUGADOR 3 Van tirados.

    D. FLIX A otra suerte de esos dados;

    y al diablo les prenda fuego.

    Escena III

    Plido el rostro, cejijunto el ceo,

    y torva la mirada, aunque afligida, 560

    y en ella un firme y decidido empeo

    de dar la muerte o de perder la vida,

    un hombre entr embozado hasta los ojos,

    sobre las juntas cejas el sombrero:

    Vbrale el rostro al corazn enojos, 565

    el paso firme, el nimo altanero.

    Encubierta fatdica figura.-

    sed de sangre su espritu sec,

    emponzo su alma la amargura,

    la venganza irrit su corazn. 570

    Junto a don Flix llega- y desatento

    no habla a ninguno, ni aun la frente inclina;

    y en pie delante de l y el ojo atento,

    con iracundo rostro le examina.

    Mir tambin don Flix al sombro 575

    husped que en l los ojos enclav,

    y con sarcasmo desdeoso y fro

    fijos en l los suyos, sonri.

    D. FLIX Buen hombre, de qu tapiz

    se ha escapado, -el que se tapa- 580

    que entre el sombrero y la capa

    se os ve apenas la nariz?

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    D. DIEGO Bien, don Flix, cuadra en vos

    esa insolencia importuna.

    D. FLIX (Al TERCER JUGADOR sin hacer caso de D. DIEGO.)

    Perdisteis.

    JUGADOR 3 S. La fortuna

    se troc: tiro y van dos.

    (Vuelve a tirar.)

    D. FLIX Gan otra vez.

    (Al embozado.) No he entendido

    qu dijisteis, ni hice aprecio

    de si hablasteis blando o recio

    cuando me habis respondido. 590

    D. DIEGO A solas hablar querra.

    D. FLIX Podis, si os place, empezar,

    que por vos no he de dejar

    tan honrosa compaa.

    Y si Dios aqu os enva 595

    para hacer mi conversin,

    no despreciis la ocasin

    de convertir tanta gente,

    mientras que yo humildemente

    aguardo mi absolucin. 600

    D. DIEGO (Desembozndose con ira.)

    Don Flix, no conocis

    a don Diego de Pastrana?

    D. FLIX A vos no, mas s a una hermana

    que imagino que tenis.

    D. DIEGO Y no sabis que muri?

    D. FLIX Tngala Dios en su gloria.

    D. DIEGO Pienso que sabis su historia,

    y quin fue quien la mat.

    D. FLIX (Con sarcasmo.)

    Quiz alguna calentura!

    D. DIEGO Ments vos!

    D. FLIX Calma, don Diego,

    que si vos os mors luego, 610

    es tanta mi desventura,

    que an me lo habrn de achacar,

    y es en vano ese despecho,

    si se muri, a lo hecho, pecho,

    ya no ha de resucitar. 615

    D. DIEGO Os estoy mirando y dudo

    si habr de manchar mi espada

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    con esa sangre malvada,

    o echaros al cuello un nudo

    con mis manos, y con mengua, 620

    en vez de desafiaros,

    el corazn arrancaros

    y patearos la lengua.

    Que un alma, una vida, es

    satisfaccin muy ligera, 625

    y os diera mil si pudiera

    y os las quitara despus.

    Juego a mi labio han de dar

    abiertas todas tus venas,

    que toda su sangre apenas 630

    basta mi sed a calmar.

    Villano!

    (Tira de la espada; todos los jugadores se interponen.)

    TODOS Fuera de aqu

    a armar quimera.

    D. FLIX (Con calma, levantndose.)

    Tened,

    don Diego, la espada, y ved 635

    que estoy yo muy sobre m,

    y que me contengo mucho,

    no s por qu, pues tan fro

    en mi colrico bro

    vuestras injurias escucho. 640

    D. DIEGO (Con furor reconcentrado y con la espada desnuda.)

    Salid de aqu; que a fe ma,

    que estoy resulto a mataros,

    y no alcanzara a libraros

    la misma virgen Mara.

    Y es tan cierta mi intencin, 645

    tan resuelta est mi alma,

    que hasta mi clera calma

    mi firme resolucin.

    Venid conmigo.

    D. FLIX All voy;

    pero si os mato, don Diego,

    que no me venga otro luego 650

    a pedirme cuenta. Soy

    con vos al punto. Esperad

    cuente el dinero... uno... dos...

    (A D. DIEGO.)

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    Son mis ganancias; por vos 655

    pierdo aqu una cantidad

    considerable de oro

    que iba a ganar... y por qu?

    Diez... quince... por no s qu

    cuento de amor...un tesoro 660

    perdido!... voy al momento.

    Es un puro disparate

    empearse en que yo os mate;

    lo digo, como lo siento.

    D. DIEGO Remiso andis y cobarde 665

    y hablador en demasa.

    D. FLIX Don Diego, ms sangre fra:

    para reir nunca es tarde,

    y si an fuera otro el asunto,

    yo os perdonara la prisa: 670

    pidierais vos una misa

    por la difunta, y al punto...

    D. DIEGO Mal caballero!

    D. FLIX Don Diego,

    mi delito no es gran cosa.

    Era vuestra hermana hermosa: 675

    la vi, me am, creci el fuego,

    se muri, no es culpa ma;

    y admiro vuestro candor,

    que no se mueren de amor

    las mujeres de hoy en da. 680

    D. DIEGO Estis pronto?

    D. FLIX Estn contados.

    Vamos andando.

    D. DIEGO Os res?

    (Con voz solemne.)

    Pensad que a morir vens.

    (D. FLIX sale tras de l, embolsndose el dinero con indiferencia.)

    Son mil trescientos ducados.

    Escena IV

    Los JUGADORES.

    JUGADOR 1 Este don Diego Pastrana 685

    es un hombre decidido.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Desde Flandes ha venido

    slo a vengar a su hermana.

    JUGADOR 2 Pues no ha hecho mal disparate!

    Me da el corazn su muerte. 690

    JUGADOR 3 Quin sabe? Acaso la suerte...

    JUGADOR 4 Me alegrar que lo mate.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Parte cuarta

    Sali en fin de aquel estado, para caer en el dolor ms sombro, en la ms desalentada

    desesperacin y en la mayor amargura y desconsuelo que pueden apoderarse de este pobre

    corazn humano, que tan positivamente choca y se quebranta con los males, como con

    vaguedad aspira en algunos momentos, casi siempre sin conseguirlo, a tocar los bienes

    ligeramente y de pasada.

    MIGUEL DE LOS SANTOS LVAREZ. La proteccin de un sastre.

    Spiritus quidem promptus est; caro vero infirma.

    (S. Marc. Evang.)

    Vedle, don Flix es, espada en mano,

    sereno el rostro, firme el corazn;

    tambin de Elvira el vengativo hermano 695

    sin piedad a sus pies muerto cay.

    Y con tranquila audacia se adelanta

    por la calle fatal del Atad;

    y ni medrosa aparicin le espanta,

    ni le turba la imagen de Jess. 700

    La moribunda lmpara que arda

    trmula lanza su postrer fulgor,

    y en honda oscuridad, noche sombra

    la misteriosa calle encapot.

    Mueve los pies el Montemar osado 705

    en las tinieblas con incierto giro,

    cuando ya un trecho de la calle andado,

    sbito junto a l oye un suspiro.

    Resbalar por su faz sinti el aliento,

    y a su pesar sus nervios se crisparon; 710

    mas pasado el primero movimiento,

    a su primera rigidez tornaron.

    Quin va?, pregunta con la voz serena,

    que ni finge valor, ni muestra miedo,

    el alma de invencible vigor llena, 715

    fiado en su tajante de Toledo.

    Palpa en torno de s, y el impo jura,

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    y a mover vuelve la atrevida planta,

    cuando hacia l fatdica figura,

    envuelta en blancas ropas, se adelanta. 720

    Flotante y vaga, las espesas nieblas

    ya disipa y se anima y va creciendo

    con apagada luz, ya en las tinieblas

    su argentino blancor va apareciendo.

    Ya leve punto de luciente plata, 725

    astro de clara lumbre sin mancilla,

    el horizonte lbrego dilata

    y all en la sombra en lontananza brilla.

    Los ojos Montemar fijos en ella,

    con ms asombro que temor la mira; 730

    tal vez la juzga vagarosa estrella

    que en el espacio de los cielos gira.

    Tal vez engao de sus propios ojos,

    forma falaz que en su ilusin cre,

    o del vino ridculos antojos 735

    que al fin su juicio a alborotar subi.

    Mas el vapor del nctar jerezano

    nunca su mente a trastornar bastara,

    que ya mil veces embriagarse en vano

    en frenticas rgias intentara. 740

    Dios presume asustarme: ojal fuera,

    -dijo entre s riendo- el diablo mismo!

    que entonces, vive Dios, quin soy supiera

    el cornudo monarca del abismo.

    Al pronunciar tan insolente ultraje 745

    la lmpara del Cristo se encendi:

    y una mujer velada en blanco traje,

    ante la imagen de rodillas vio.

    Bienvenida la luz -dijo el impo-.

    Gracias a Dios o al diablo; y con osada, 750

    firme intencin y temerario bro,

    el paso vuelve a la mujer tapada.

    Mientras l anda, al parecer se alejan

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    la luz, la imagen, la devota dama,

    mas si l se para, de moverse dejan: 755

    y lgrima tras lgrima, derrama

    de sus ojos inmviles la imagen.

    Mas sin que el miedo ni el dolor que inspira

    su planta audaz, ni su impiedad atajen,

    rostro a rostro a Jess, Montemar mira. 760

    -La calle parece se mueve y camina,

    faltarle la tierra sinti bajo el pie;

    sus ojos la muerta mirada fascina

    del Cristo, que intensa clavada est en l.

    Y en medio el delirio que embarga su mente, 765

    y achaca l al vino que al fin le embriag,

    la lmpara alcanza con mano insolente

    del ara do alumbra la imagen de Dios,

    y al rostro la acerca, que el cndido lino

    encubre, con nimo asaz descorts; 770

    mas la luz apaga viento repentino,

    y la blanca dama se puso de pie.

    Empero un momento crey que vea

    un rostro que vagos recuerdos quiz,

    y alegres memorias confusas, traa 775

    de tiempos mejores que pasaron ya.

    Un rostro de un ngel que vio en un ensueo,

    como un sentimiento que el alma halag,

    que anubla la frente con rgido ceo,

    sin que lo comprenda jams la razn. 780

    Su forma gallarda dibuja en las sombras

    el blanco ropaje que ondeante se ve,

    y cual si pisara mullidas alfombras,

    deslzase leve sin ruido su pie.

    Tal vimos al rayo de la luna llena 785

    fugitiva vela de lejos cruzar,

    que ya la hinche en popa la brisa serena,

    que ya la confunde la espuma del mar.

    Tambin la esperanza blanca y vaporosa

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    as ante nosotros pasa en ilusin, 790

    y el alma conmueve con ansia medrosa

    mientras la rechaza la adusta razn.

    D. FLIX Qu! sin respuesta me deja?

    No admits mi compaa?

    Ser quiz alguna vieja 795

    devota?... Chasco sera!

    En vano, duea, es callar,

    ni hacerme seas que no;

    he resuelto que s yo,

    y os tengo que acompaar. 800

    Y he de saber dnde vais

    y si sois hermosa o fea,

    quin sois y cmo os llamis.

    Y aun cuando imposible sea,

    y fuerais vos Satans, 805

    con sus llamas y sus cuernos,

    hasta en los mismos infiernos,

    vos delante y yo detrs,

    hemos de entrar, vive Dios!

    Y aunque lo estorbara el cielo, 810

    que yo he de cumplir mi anhelo

    aun a despecho de vos:

    y perdonadme, seora,

    si hay en mi empeo osada,

    mas fuera descortesa 815

    dejaros sola a esta hora:

    y me va en ello mi fama,

    que juro a Dios no quisiera

    que por temor se creyera

    que no he seguido a una dama. 820

    Del hondo del pecho profundo gemido,

    crujido del vaso que estalla al dolor,

    que apenas medroso lastima el odo,

    pero que punzante rasga el corazn;

    gemido de amargo recuerdo pasado, 825

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    de pena presente, de incierto pesar,

    mortfero aliento, veneno exhalado

    del que encubre el alma ponzooso mar;

    Gemido de muerte lanz y silenciosa

    la blanca figura su pie resbal, 830

    cual mueve sus alas slfide amorosa

    que apenas las aguas del lago riz.

    Ay el que vio acaso perdida en un da

    la dicha que eterna crey el corazn,

    y en noche de nieblas, y en honda agona 835

    en un mar sin playas muriendo qued!...

    Y solo y llevando consigo en su pecho,

    compaero eterno su dolor crel,

    el mgico encanto del alma deshecho,

    su pena, su amigo y amante ms fiel 840

    mir sus suspiros llevarlos el viento,

    sus lgrimas tristes perderse en el mar,

    sin nadie que acuda ni entienda su acento,

    el cielo y el mundo a su mal...

    Y ha visto la luna brillar en el cielo 845

    serena y en calma mientras l llor,

    y ha visto los hombres pasar en el suelo

    y nadie a sus quejas los ojos volvi,

    y l mismo, la befa del mundo temblando,

    su pena en su pecho profunda escondi, 850

    y dentro en su alma su llanto tragando

    con falsa sonrisa su labio visti!!!...

    Ay! quien ha contado las horas que fueron,

    horas otro tiempo que abrevi el placer,

    y hoy solo y llorando piensa cmo huyeron 855

    con ellas por siempre las dichas de ayer;

    y aquellos placeres, que el triste ha perdido,

    no huyeron del mundo, que en el mundo estn,

    y l vive en el mundo do siempre ha vivido,

    y aquellos placeres para l no son ya!! 860

    Ay! del que descubre por fin la mentira,

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Ay! del que la triste realidad palp,

    del que el esqueleto de este mundo mira,

    y sus falsas galas loco le arranc...

    Ay! de aquel que vive solo en lo pasado...! 865

    Ay! del que su alma nutre en su pesar,

    las horas que huyeron llamara angustiado,

    las horas que huyeron jams tornarn...

    Quien haya sufrido tan brbaro duelo,

    quien noches enteras cont sin dormir 870

    en lecho de espinas, maldiciendo al cielo,

    horas sempiternas de ansiedad sin fin;

    quien haya sentido quererse del pecho

    saltar a pedazos roto el corazn;

    crecer su delirio, crecer su despecho; 875

    al cuello cien nudos echarle el dolor;

    ponzooso lago de punzante hielo,

    sus lgrimas tristes, que cuaj el pesar,

    reventando ahogarle, sin hallar consuelo,

    ni esperanza nunca, ni tregua en su afn. 880

    Aquel, de la blanca fantasma el gemido,

    nica respuesta que a don Flix dio,

    hubiera, y su inmenso dolor, comprendido,

    hubiera pesado su inmenso valor.

    D. FLIX Si buscis algn ingrato, 885

    yo me ofrezco agradecido;

    pero o miente ese recato,

    o vos sufrs el mal trato

    de algn celoso marido.

    Acert? Necia mana! 890

    Es para volverme loco,

    si insists en tal porfa;

    con los mudos, reina ma,

    yo hago mucho y hablo poco.

    Segunda vez importunada en tanto, 895

    una voz de save meloda

    el estudiante oy que pareca

    eco lejano de armonioso canto:

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    De amante pecho lnguido latido,

    sentimiento inefable de ternura, 900

    suspiro fiel de amor correspondido,

    el primer s de la mujer an pura.

    Para m los amores acabaron:

    todo en el mundo para m acab:

    los lazos que a la tierra me ligaron, 905

    el cielo para siempre desat,

    dijo su acento misterioso y tierno,

    que de otros mundos la ilusin traa,

    eco de los que ya reposo eterno

    gozan en paz bajo la tumba fra. 910

    Montemar, atento slo a su aventura,

    que es bella la dama y aun fcil juzg,

    y la hora, la calle y la noche oscura

    nuevos incentivos a su pecho son.

    -Hay riesgo en seguirme. -Mirad qu reparo! 915

    -Quiz luego os pese. -Puede que por vos.

    -Ofendis al cielo. -Del diablo me amparo.

    -Idos, caballero, no tentis a Dios!

    -Siento me enamora ms vuestro despego,

    y si Dios se enoja, pardiez que har mal: 920

    vame en vuestros brazos y mteme luego.

    -Vuestra ltima hora quiz esta ser!...

    Dejad ya, don Flix, delirios mundanos.

    -Hola, me conoce! -Ay! Temblad por vos!

    Temblad, no se truequen deleites livianos 925

    en penas eternas! -Basta de sermn,

    que yo para orlos la cuaresma espero;

    y hablemos de amores, que es ms dulce hablar;

    dejad ese tono solemne y severo,

    que os juro, seora, que os sienta muy mal; 930

    la vida es la vida: cuando ella se acaba,

    acaba con ella tambin el placer.

    De inciertos pesares por qu hacerla esclava?

    Para m no hay nunca maana ni ayer.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Si maana muero, que sea en mal hora 935

    o en buena, cual dicen, qu me importa a m?

    Goce yo el presente, disfrute yo ahora,

    y el diablo me lleve si quiere al morir.

    -Cmplase en fin tu voluntad, Dios mo!-,

    la figura fatdica exclam: 940

    Y en tanto al pecho redoblar su bro

    siente don Flix y camina en pos.

    Cruzan tristes calles,

    plazas solitarias,

    arruinados muros, 945

    donde sus plegarias

    y falsos conjuros,

    en la misteriosa

    noche borrascosa,

    maldecida bruja 950

    con ronca voz canta,

    y de los sepulcros

    los muertos levanta.

    Y suenan los ecos

    de sus pasos huecos 955

    en la soledad;

    mientras en silencio

    yace la ciudad,

    y en lgubre son

    arrulla su sueo 960

    bramando Aquiln.

    Y una calle y otra cruzan,

    y ms all y ms all:

    ni tiene trmino el viaje,

    ni nunca dejan de andar, 965

    y atraviesan, pasan, vuelven,

    cien calles quedando atrs,

    y paso tras paso siguen,

    y siempre adelante van;

    y a confundirse ya empieza 970

    y a perderse Montemar,

    que ni sabe a d camina,

    ni acierta ya dnde est;

    y otras calles, otras plazas

    recorre y otra ciudad, 975

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    y ve fantsticas torres

    de su eterno pedestal

    arrancarse, y sus macizas

    negras masas caminar,

    apoyndose en sus ngulos 980

    que en la tierra, en desigual,

    perezoso tronco fijan;

    y a su montono andar,

    las campanas sacudidas

    misteriosos dobles dan; 985

    mientras en danzas grotescas

    y al estruendo funeral

    en derredor cien espectros

    danzan con torpe comps:

    y las veletas sus frentes 990

    bajan ante l al pasar,

    los espectros le saludan,

    y en cien lenguas de metal,

    oye su nombre en los ecos

    de las campanas sonar. 995

    Mas luego cesa el estrpito,

    y en silencio, en muda paz

    todo queda, y desaparece

    de sbito la ciudad:

    palacios, templos, se cambian 1000

    en campos de soledad,

    y en un yermo y silencioso

    melanclico arenal,

    sin luz, sin aire, sin cielo,

    perdido en la inmensidad, 1005

    tal vez piensa que camina,

    sin poder parar jams,

    de extrao empuje llevado

    con precipitado afn;

    entretanto que su gua 1010

    delante de l sin hablar,

    sigue misterioso, y sigue

    con paso rpido, y ya

    se remonta ante sus ojos

    en alas del huracn, 1015

    visin sublime, y su frente

    ve fosfrica brillar,

    entre lvidos relmpagos

    en la densa oscuridad,

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    sierpes de luz, luminosos 1020

    engendros del vendaval;

    y cuando duda si duerme,

    si tal vez suea o est

    loco, si es tanto prodigio,

    tanto delirio verdad, 1025

    otra vez en Salamanca

    sbito vulvese a hallar,

    distingue los edificios,

    reconoce en dnde est,

    y en su delirante vrtigo 1030

    al vino vuelve a culpar,

    y jura, y siguen andando

    ella delante, l detrs.

    Vive Dios!, dice entre s,

    o Satans se chancea, 1035

    o no debo estar en m

    o el mlaga que beb

    en mi cabeza an humea.

    Sombras, fantasmas, visiones...

    Dale con tocar a muerto 1040

    y en revueltas confusiones,

    danzando estos torreones

    al comps de tal concierto.

    Y el juicio voy a perder

    entre tantas maravillas, 1045

    que estas torres llegu a ver,

    como mulas de alquiler,

    andando con campanillas.

    Y esta mujer quin ser?

    Mas si es el diablo en persona, 1050

    a m qu diantre me da?

    Y ms que el traje en que va

    en esta ocasin, le abona.

    Noble seora, imagino

    que sois nueva en el lugar: 1055

    andar as es desatino;

    o habis perdido el camino,

    o esto es andar por andar.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Ha dado en no responder,

    que es la ms rara locura 1060

    que puede hallarse en mujer,

    y en que yo la he de querer

    por su paso de andadura.

    En tanto don Flix a tientas segua,

    delante camina la blanca visin, 1065

    triplica su espanto la noche sombra,

    sus hrridos gritos redobla Aquiln.

    Rechinan girando las frreas veletas,

    crujir de cadenas se escucha sonar,

    las altas campanas, por el viento inquietas 1070

    pausados sonidos en las torres dan.

    Rido de pasos de gente que viene

    a comps marchando con sordo rumor,

    y de tiempo en tiempo su marcha detiene,

    y rezar parece en confuso son. 1075

    Lleg de don Flix luego a los odos,

    y luego cien luces a lo lejos vio,

    y luego en hileras largas divididos,

    vio que murmurando con lgubre voz,

    enlutados bultos andando venan; 1080

    y luego ms cerca con asombro ve,

    que un fretro en medio y en hombros traan

    y dos cuerpos muertos tendidos en l.

    Las luces, la hora, la noche, profundo,

    infernal arcano parece encubrir. 1085

    Cuando en hondo sueo yace muerto el mundo,

    cuando todo anuncia que habr de morir

    al hombre, que loco la recia tormenta

    corri de la vida, del viento a merced,

    cuando una voz triste las horas le cuenta, 1090

    y en lodo sus pompas convertidas ve,

    forzoso es que tenga de diamante el alma

    quien no sienta el pecho de horror palpitar,

    quien como don Flix, con serena calma

    ni en Dios ni en el diablo se ponga a pensar. 1095

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    As en tardos pasos, todos murmurando,

    el lgubre entierro ya cerca lleg,

    y la blanca dama devota rezando,

    entrambas rodillas en tierra dobl.

    Calado el sombrero y en pie, indiferente 1100

    el fretro mira don Flix pasar,

    y al paso pregunta con su aire insolente

    los nombres de aquellos que al sepulcro van.

    Mas cul su sorpresa, su asombro cul fuera,

    cuando horrorizado con espanto ve 1105

    que el uno don Diego de Pastrana era,

    y el otro, Dios santo!, y el otro era l...!

    l mismo, su imagen, su misma figura,

    su mismo semblante, que l mismo era en fin:

    y duda y se palpa y fra pavura 1110

    un punto en sus venas sinti discurrir.

    Al fin era hombre, y un punto temblaron

    los nervios del hombre, y un punto temi;

    mas pronto su antigua vigor recobraron,

    pronto su fiereza volvi al corazn. 1115

    -Lo que es, dijo, por Pastrana,

    bien pensado est el entierro;

    mas es diligencia vana

    enterrarme a m, y maana

    me he de quejar de este yerro. 1120

    Diga, seor enlutado,

    a quin llevan a enterrar?

    -Al estudiante endiablado

    don Flix de Montemar-,

    respondi el encapuchado. 1125

    -Mientes, truhn. -No por cierto.

    -Pues decidme a m quin soy,

    si gustis, porque no acierto

    cmo a un mismo tiempo estoy

    aqu vivo y all muerto. 1130

    -Yo no os conozco. -Pardiez,

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    que si me llego a enojar,

    tus burlas te haga llorar

    de tal modo, que otra vez

    conozcas ya a Montemar. 1135

    Villano!... mas esto es

    ilusin de los sentidos,

    el mundo que anda al revs,

    los diablos entretenidos

    en hacerme dar traspis. 1140

    El fanfarrn de don Diego!

    De sus mentiras reniego,

    que cuando muerto cay,

    al infierno se fue luego

    contando que me mat. 1145

    Diciendo as, solt una carcajada,

    y las espaldas con desdn volvi:

    se hizo el bigote, requiri la espada,

    y a la devota dama se acerc.

    Con que, en fin, dnde vivs?, 1150

    que se hace tarde, seora.

    -Tarde, an no; de aqu a una hora

    lo ser. -Verdad decs,

    ser ms tarde que ahora.

    Esa voz con que hacis miedo, 1155

    de vos me enamora ms:

    yo me he echado el alma atrs;

    juzgad si me dar un bledo

    de Dios ni de Satans.

    -Cada paso que avanzis 1160

    lo adelantis a la muerte,

    don Flix. Y no temblis,

    y el corazn no os advierte

    que a la muerte caminis?

    Con eco melanclico y sombro 1165

    dijo as la mujer, y el sordo acento,

    sonando en torno del mancebo impo,

    rugi en la voz del proceloso viento.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Las piedras con las piedras se golpearon,

    bajo sus pies la tierra retembl, 1170

    las aves de la noche se juntaron,

    y sus alas crujir sobre l sinti:

    y en la sombra unos ojos fulgurantes

    vio en el aire vagar que espanto inspiran,

    siempre sobre l saltndose anhelantes: 1175

    ojos de horror que sin cesar le miran.

    Y los vio y no tembl: mano a la espada

    puso y la sombra intrpido embisti,

    y ni sombra encontr ni encontr nada;

    slo fijos en l los ojos vio. 1180

    Y alz los suyos impaciente al cielo,

    y rechin los dientes y maldijo,

    y en l creciendo el infernal anhelo,

    con voz de enojo blasfemado dijo:

    Seguid, seora, y adelante vamos: 1185

    tanto mejor si sois el diablo mismo,

    y Dios y el diablo y yo nos conozcamos,

    y acbese por fin tanto embolismo.

    Que de tanto sermn, de farsa tanta,

    juro, pardiez, que fatigado estoy: 1190

    nada mi firme voluntad quebranta,

    sabed en fin que donde vayis voy.

    Un trmino no ms tiene la vida:

    trmino fijo; un paradero el alma;

    ahora adelante. Dijo, y en seguida 1195

    camina en pos con decidida calma.

    Y la dama a una puerta se par,

    y era una puerta altsima, y se abrieron

    sus hojas en el punto en que llam,

    que a un misterioso impulso obedecieron; 1200

    y tras la dama el estudiante entr;

    ni pajes ni doncellas acudieron;

    y cruzan a la luz de unas bujas

    fantsticas, desiertas galeras.

    Y la visin como engaoso encanto, 1205

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    por las losas deslizase sin ruido,

    toda encubierta bajo el blanco manto

    que barre el suelo en pliegues desprendido;

    y por el largo corredor en tanto

    sigue adelante y sguela atrevido, 1210

    y su temeridad raya en locura,

    resuelto Montemar a su aventura.

    Las luces, como antorchas funerales,

    lnguida luz y crdena esparcan,

    y en torno en movimientos desiguales 1215

    las sombras se alejaban o venan:

    arcos aqu ruinosos, sepulcrales,

    urnas all y estatuas se vean,

    rotas columnas, patios mal seguros,

    yerbosos, tristes, hmedos y oscuros. 1220

    Todo vago, quimrico y sombro,

    edificio sin base ni cimiento,

    ondula cual fantstico navo

    que anclado mueve borrascoso viento.

    En un silencio aterrador y fro 1225

    yace all todo: ni rumor, ni aliento

    humano nunca se escuch; callado,

    corre all el tiempo, en sueo sepultado.

    Las muertas horas a las muertas horas

    siguen en el reloj de aquella vida, 1230

    sombras de horror girando aterradoras,

    que all aparecen en medrosa huida;

    ellas solas y tristes moradoras

    de aquella negra, funeral guarida,

    cual soada fantstica quimera, 1235

    vienen a ver al que su paz altera.

    Y en l enclavan los hundidos ojos

    del fondo de la larga galera,

    que brillan lejos, cual carbones rojos,

    y espantaran la misma valenta: 1240

    y muestran en su rostro sus enojos

    al ver hollada su mansin sombra,

    y ora en grupos delante se aparecen,

    ora en la sombra all se desvanecen.

    Grandiosa, satnica figura, 1245

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    alta la frente, Montemar camina,

    espritu sublime en su locura,

    provocando la clera divina:

    fbrica frgil de materia impura,

    el alma que la alienta y la ilumina, 1250

    con Dios le iguala, y con osado vuelo

    se alza a su trono y le provoca a duelo.

    Segundo Lucifer que se levanta

    del rayo vengador la frente herida,

    alma rebelde que el temor no espanta, 1255

    hollada s, pero jams vencida:

    el hombre en fin que en su ansiedad quebranta

    su lmite a la crcel de la vida,

    y a Dios llama ante l a darle cuenta,

    y descubrir su inmensidad intenta. 1260

    Y un bquico cantar tarareando,

    cruza aquella quimrica morada,

    con atrevida indiferencia andando,

    mofa en los labios, y la vista osada;

    y el rumor que sus pasos van formando, 1265

    y el golpe que al andar le da la espada,

    tristes ecos, siguindole detrs,

    repiten con montono comps.

    Y aquel extrao y nico rido

    que de aquella mansin los ecos llena, 1270

    en el suelo y los techos repetido,

    en su profunda soledad resuena;

    y expira all cual funeral gemido

    que lanza en su dolor la nima en pena,

    que al fin del corredor largo y oscuro 1275

    salir parece de entre el roto muro.

    Y en aquel otro mundo, y otra vida,

    mundo de sombras, vida que es un sueo,

    vida, que con la muerte confundida,

    cie sus sienes con letal beleo; 1280

    mundo, vaga ilusin descolorida

    de nuestro mundo y vaporoso ensueo,

    son aquel ruido y su locura insana,

    la sola imagen de la vida humana.

    Que all su blanca misteriosa gua 1285

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    de la alma dicha la ilusin parece,

    que ora acaricia la esperanza impa,

    ora al tocarla ya se desvanece:

    blanca, flotante nube, que en la umbra

    noche, en alas del cfiro se mece; 1290

    su airosa ropa, desplegada al viento,

    semeja en su callado movimiento:

    humo save de quemado aroma

    que al aire en ondas a perderse asciende,

    rayo de luna que en la parda loma, 1295

    cual un broche su cima al ter prende;

    silfa que con el alba envuelta asoma

    y al nebuloso azul sus alas tiende,

    de negras sombras y de luz teidas,

    entre el alba y la noche confundidas. 1300

    Y gil, veloz, area y vaporosa,

    que apenas toca con los pies el suelo,

    cruza aquella morada tenebrosa

    la mgica visin del blanco velo:

    imagen fiel de la ilusin dichosa 1305

    que acaso el hombre encontrar en el cielo.

    Pensamiento sin frmula y sin nombre,

    que hace rezar y blasfemar al hombre.

    Y al fin del largo corredor llegando,

    Montemar sigue su callada gua, 1310

    y una de mrmol negro va bajando

    de caracol torcida gradera,

    larga, estrecha y revuelta, y que girando

    en torno de l y sin cesar vea

    suspendida en el aire y con violento, 1315

    veloz, vertiginoso movimiento.

    Y en eterna espiral y en remolino

    infinito prolngase y se extiende,

    y el juicio pone en loco desatino

    a Montemar que en tumbos mil desciende. 1320

    Y, envuelto en el violento torbellino,

    al aire se imagina, y se desprende,

    y sin que el raudo movimiento ceda,

    mil vueltas dando, a los abismos rueda:

    y de escaln en escaln cayendo, 1325

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    blasfema y jura con lenguaje inmundo,

    y su furioso vrtigo creciendo,

    y despeado rpido al profundo,

    los silbos ya del huracn oyendo,

    ya ante l pasando en confusin el mundo, 1330

    ya oyendo gritos, voces y palmadas,

    y aplausos y brutales carcajadas;

    llantos y ayes, quejas y gemidos,

    mofas, sarcasmos, risas y denuestos,

    y en mil grupos ac y all reunidos, 1335

    viendo debajo de l, sobre l enhiestos,

    hombres, mujeres, todos confundidos,

    con sandia pena, con alegres gestos,

    que con asombro estpido le miran

    y en el perpetuo remolino giran. 1340

    Siente, por fin, que de repente para,

    y un punto sin sentido se qued;

    mas luego valeroso se repara,

    abri los ojos y de pie se alz;

    y fue el primer objeto en que pensara 1345

    la blanca dama, y alrededor mir,

    y al pie de un triste monumento hallla,

    sentada en medio de la estancia, sola.

    Era un negro solemne monumento

    que en medio de la estancia se elevaba, 1350

    y a un tiempo a Montemar, raro portento!,

    una tumba y un lecho semejaba:

    ya imagin su loco pensamiento

    que abierta aquella tumba le aguardaba;

    ya imagin tambin que el lecho era 1355

    tlamo blando que al esposo espera.

    Y pronto, recobrada su osada,

    y a terminar resuelto su aventura,

    al cielo y al infierno desafa

    con firme pecho y decisin segura: 1360

    a la blanca visin su planta gua,

    y a descubrirse el rostro la conjura,

    y a sus pies Montemar tomando asiento,

    as la habl con animoso acento:

    Diablo, mujer o visin, 1365

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    que, a juzgar por el camino

    que conduce a esta mansin,

    eres puro desatino

    o diablica invencin:

    Siquier de parte de Dios, 1370

    siquier de parte del diablo,

    quin nos trajo aqu a los dos?

    Decidme, en fin, quin sois vos?

    y sepa yo con quin hablo:

    Que ms que nunca palpita 1375

    resuelto mi corazn,

    cuando en tanta confusin,

    y en tanto arcano que irrita,

    me descubre mi razn.

    Que un poder aqu supremo, 1380

    invisible se ha mezclado,

    poder que siento y no temo,

    a llevar determinado

    esta aventura al extremo.

    Fnebre 1385

    llanto

    de amor,

    yese

    en tanto

    en son 1390

    flbil, blando,

    cual quejido

    dolorido

    que del alma

    se arranc; 1395

    cual profundo

    ay! que exhala

    moribundo

    corazn.

    Msica triste, 1400

    lnguida y vaga,

    que a par lastima

    y el alma halaga;

    dulce armona

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    que inspira al pecho 1405

    melancola,

    como el murmullo

    de algn recuerdo

    de antiguo amor,

    a un tiempo arrullo 1410

    y amarga pena

    del corazn.

    Mgico embeleso,

    cntico ideal,

    que en los aires vaga 1415

    y en sonoras rfagas

    aumentando va:

    sublime y oscuro,

    rumor prodigioso,

    sordo acento lgubre, 1420

    eco sepulcral,

    msicas lejanas,

    de enlutado parche

    redoble montono,

    cercano huracn, 1425

    que apenas la copa

    del rbol menea

    y bramando est:

    olas alteradas

    de la mar brava, 1430

    en noche sombra

    los vientos en paz,

    y cuyo rugido

    se mezcla al gemido

    del muro que trmulo 1435

    las siente llegar:

    pavoroso estrpito,

    infalible prsago

    de la tempestad.

    Y en rpido crescendo, 1440

    los lgubres sonidos

    ms cerca vanse oyendo

    y en ronco rebramar;

    cual trueno en las montaas

    que retumbando va,

    cual rujen las entraas

    de horrsono volcn.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Y algazara y gritera,

    crujir de afilados huesos,

    rechinamiento de dientes 1450

    y retemblar los cimientos,

    y en pavoroso estallido

    las losas del pavimento

    separando sus junturas

    irse poco a poco abriendo, 1455

    siente Montemar, y el ruido

    ms cerca crece, y a un tiempo

    escucha chocarse crneos,

    ya descarnados y secos,

    temblar en torno la tierra, 1460

    bramar combatidos vientos,

    rugir las airadas olas,

    estallar el ronco trueno,

    exhalar tristes quejidos

    y prorrumpir en lamentos: 1465

    todo en furiosa armona,

    todo en frentico estruendo,

    todo en confuso trastorno,

    todo mezclado y diverso.

    Y luego el estrpito crece 1470

    confuso y mezclado en un son,

    que ronco en las bvedas hondas

    tronando furioso zumb;

    y un eco que agudo parece

    del ngel del juicio la voz, 1475

    en triple, punzante alarido,

    medroso y sonoro se alz;

    sinti, removidas las tumbas,

    crujir a sus pies con fragor

    chocar en las piedras los crneos 1480

    con rabia y ahnco feroz,

    romper intentando la losa,

    y huir de su eterna mansin,

    los muertos, de sbito oyendo

    el alto mandato de Dios. 1485

    Y de pronto en horrendo estampido

    desquiciarse la estancia sinti,

    y al tremendo tartreo rido

    cien espectros alzarse mir:

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    de sus ojos los huecos fijaron 1490

    y sus dedos enjutos en l;

    y despus entre s se miraron,

    y a mostrarle tornaron despus;

    y enlazadas las manos siniestras,

    con dudoso, espantado ademn 1495

    contemplando, y tendidas sus diestras

    con asombro al osado mortal,

    se acercaron despacio y la seca

    calavera, mostrando temor,

    con inmvil, irnica mueca

    inclinaron, formando enredor.

    Y entonces la visin del blanco velo

    al fiero Montemar tendi una mano,

    y era su tacto de crispante hielo,

    y resistirlo audaz intent en vano: 1505

    galvnica, cruel, nerviosa y fra,

    histrica y horrible sensacin,

    toda la sangre coagulada enva

    agolpada y helada al corazn...

    Y a su despecho y maldiciendo al cielo, 1510

    de ella apart su mano Montemar,

    y temerario alzndola a su velo,

    tirando de l la descubri la faz.

    Es su esposo!, los ecos retumbaron,

    La esposa al fin que su consorte hall! 1515

    Los espectros con jbilo gritaron:

    Es el esposo de su eterno amor!

    Y ella entonces grit: Mi esposo! Y era

    (desengao fatal!, triste verdad!)

    una srdida, horrible calavera, 1520

    la blanca dama del gallardo andar...

    Luego un caballero de espuela dorada,

    airoso, aunque el rostro con mortal color,

    traspasado el pecho de fiera estocada,

    an brotando sangre de su corazn, 1525

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    se acerca y le dice, su diestra tendida,

    que impvido estrecha tambin Montemar:

    -Al fin la palabra que disteis, cumplida;

    doa Elvira, vedla, vuestra esposa es ya.

    -Mi muerte os perdono. Por cierto, don Diego, 1530

    repuso don Flix tranquilo a su vez,

    me alegro de veros con tanto sosiego,

    que a fe no esperaba volveros a ver.

    En cuanto a ese espectro que decs mi esposa,

    raro casamiento vensme a ofrecer: 1535

    su faz no es por cierto ni amable ni hermosa,

    mas no se os figure que os quiera ofender.

    Por mujer la tomo, porque es cosa cierta,

    y espero no salga fallido mi plan,

    que en caso tan raro y mi esposa muerta, 1540

    tanto como viva no me cansar.

    Mas antes decidme si Dios o el demonio

    me trajo a este sitio, que quisiera ver

    al uno o al otro, y en mi matrimonio

    tener por padrino siquiera a Luzbel: 1545

    Cualquiera o entrambos con su corte toda,

    estando estos nobles espectros aqu,

    no perdiera mucho viniendo a mi boda...

    Hermano don Diego, no pensis as?

    Tal dijo don Flix con fruncido ceo, 1550

    en torno arrojando con fiero ademn

    miradas audaces de altivo desdeo,

    al Dios por quien jura capaz de arrostrar.

    El carado, lvido esqueleto,

    los fros, largos y asquerosos brazos, 1555

    le enreda en tanto en apretados lazos,

    y vido le acaricia en su ansiedad:

    y con su boca cavernosa busca

    la boca a Montemar, y a su mejilla

    la rida, descarnada y amarilla 1560

    junta y refriega repugnante faz.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Y l, envuelto en sus secas coyunturas,

    an ms sus nudos que se aprieta siente,

    baa un mar de sudor su ardida frente

    y crece en su impotencia su furor; 1565

    pugna con ansia a desasirse en vano,

    y cuanto ms airado forcejea,

    tanto ms se le junta y le desea

    el rudo espectro que le inspira horror.

    Y en furioso, veloz remolino, 1570

    y en area fantstica danza,

    que la mente del hombre no alcanza

    en su rpido curso a seguir,

    los espectros su ronda empezaron,

    cual en crculos raudos el viento 1575

    remolinos de polvo violento

    y hojas secas agita sin fin.

    Y elevando sus ridas manos,

    resonando cual lgubre eco,

    levantse con su cncavo hueco 1580

    semejante a un aullido una voz:

    pavorosa, montona, informe,

    que pronuncia sin lengua su boca,

    cual la voz que del spera roca

    en los senos el viento form. 1585

    Cantemos, dijeron sus gritos,

    la gloria, el amor de la esposa,

    que enlaza en sus brazos dichosa,

    por siempre al esposo que am:

    su boca a su boca se junte, 1590

    y selle su eterna delicia,

    suave, amorosa caricia

    y lnguido beso de amor.

    Y en mutuos abrazos unidos,

    y en blando y eterno reposo, 1595

    la esposa enlazada al esposo

    por siempre descansen en paz:

    y en fnebre luz ilumine

    sus bodas fatdica tea,

    es brinde deleites y sea 1600

    a tumba su lecho nupcial.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Mientras, la ronda frentica

    que en raudo giro se agita,

    ms cada vez precipita

    su vrtigo sin ceder; 1605

    ms cada vez se atropella,

    ms cada vez se arrebata,

    y en crculos se desata

    violentos ms cada vez:

    y escapa en rueda quimrica, 1610

    y negro punto parece

    que en torno se desvanece

    a la fantstica luz,

    y sus lgubres aullidos

    que pavorosos se extienden, 1615

    los aires rpidos hienden

    ms prolongados an.

    Y a tan continuo vrtigo,

    a tan funesto encanto,

    a tan horrible canto, 1620

    a tan tremenda lid;

    entre los brazos lbricos

    que aprmianle sujeto,

    del hrrido esqueleto,

    entre caricias mil: 1625

    Jams vencido el nimo,

    su cuerpo ya rendido,

    sinti desfallecido

    faltarle, Montemar;

    y a par que ms su espritu 1630

    desmiente su miseria

    la flaca, vil materia

    comienza a desmayar.

    Y siente un confuso,

    loco devaneo, 1635

    languidez, mareo

    y angustioso afn:

    y sombras y luces

    la estancia que gira,

    y espritus mira 1640

    que vienen y van.

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    Y luego a lo lejos,

    flbil en su odo,

    eco dolorido

    lnguido son, 1645

    cual la meloda

    que el aura amorosa,

    y el aura armoniosa

    de noche form:

    y siente luego 1650

    su pecho ahogado

    y desmayado,

    turbios sus ojos,

    sus graves prpados

    flojos caer: 1655

    la frente inclina

    sobre su pecho,

    y a su despecho,

    siente sus brazos

    lnguidos, dbiles, 1660

    desfallecer.

    Y vio luego

    una llama

    que se inflama

    y muri; 1665

    y perdido,

    oy el eco

    de un gemido

    que expir.

    Tal, dulce 1670

    suspira

    la lira

    que hiri,

    en blando

    concepto, 1675

    del viento

    la voz,

    leve,

    breve

    son. 1680

    En tanto en nubes de carmn y grana

  • El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda

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    su luz el alba arrebolada enva,

    y alegre regocija y engalana

    las altas torres al naciente da;

    sereno el cielo, calma la maana, 1685

    blanda la brisa, trasparente y fra,

    vierte a la tierra el sol con su hermosura

    rayos de paz y celestial ventura.

    Y huy la noche y con la noche huan

    sus sombras y quimricas mujeres, 1690

    y a su silencio y calma sucedan

    el bullicio y rumor de los talleres;

    y a su trabajo y a su afn volvan

    los hombres y a sus frvolos placeres,

    algunos hoy volviendo a su faena 1695

    de zozobra y temor el alma llena:

    Que era pblica voz, que llanto arranca

    del pecho pecador y empedernido,

    que en forma de mujer y en una blanca

    tnica misteriosa revestido, 1700

    aquella noche el diablo a Salamanca

    haba en fin por Montemar venido!...

    Y si, lector, dijerdes ser comento,

    como me lo contaron, te lo cuento.