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EEll eessttuuddiiaannttee ddee SSaallaammaannccaa
Jos de Espronceda
Poesas de don Jos de
Espronceda
1840
cotejada con la edicin
crtica de Benito Varela
Jcome, Madrid, Ctedra,
1979.
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Parte primera
Sus fueros, sus bros, sus premticas, su voluntad. Quijote.- Parte primera.
Era ms de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueo y en silencio
lbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen, 5
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tcitas pisadas huecas, 10
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y allan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana 15
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldicin y anatema,
que los sbados convoca
a las brujas a su fiesta. 20
El cielo estaba sombro,
no vislumbraba una estrella,
silbaba lgubre el viento,
y all en el aire, cual negras
fantasmas, se dibujaban 25
las torres de las iglesias,
y del gtico castillo
las altsimas almenas,
donde canta o reza acaso
temeroso el centinela. 30
Todo en fin a media noche
reposaba, y tumba era
de sus dormidos vivientes
la antigua ciudad que riega
el Tormes, fecundo ro, 35
nombrado de los poetas,
la famosa Salamanca,
insigne en armas y letras,
patria de ilustres varones,
noble archivo de las ciencias. 40
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Sbito rumor de espadas
cruje y un ay! se escuch;
un ay moribundo, un ay
que penetra el corazn,
que hasta los tutanos hiela 45
y da al que lo oy temblor.
Un ay! de alguno que al mundo
pronuncia el ltimo adis.
El ruido
ces, 50
un hombre
pas
embozado,
y el sombrero
recatado 55
a los ojos
se cal.
Se desliza
y atraviesa
junto al muro 60
de una iglesia
y en la sombra
se perdi.
Una calle estrecha y alta,
la calle del Atad 65
cual si de negro crespn
lbrego eterno capuz
la vistiera, siempre oscura
y de noche sin ms luz
que la lmpara que alumbra 70
una imagen de Jess,
atraviesa el embozado
la espada en la mano an,
que lanz vivo reflejo
al pasar frente a la cruz. 75
Cual suele la luna tras lbrega nube
con franjas de plata bordarla en redor,
y luego si el viento la agita, la sube
disuelta a los aires en blanco vapor:
As vaga sombra de luz y de nieblas, 80
mstica y area dudosa visin,
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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ya brilla, o la esconden las densas tinieblas
cual dulce esperanza, cual vana ilusin.
La calle sombra, la noche ya entrada,
la lmpara triste ya pronta a expirar, 85
que a veces alumbra la imagen sagrada
y a veces se esconde la sombra a aumentar.
El vago fantasma que acaso aparece,
y acaso se acerca con rpido pie,
y acaso en las sombras tal vez desparece, 90
cual nima en pena del hombre que fue,
al ms temerario corazn de acero
recelo inspirara, pusiera pavor;
al ms maldiciente feroz bandolero
el rezo a los labios trajera el temor. 95
Mas no al embozado, que an sangre su espada
destila, el fantasma terror infundi,
y, el arma en la mano con fuerza empuada,
osado a su encuentro despacio avanz.
Segundo don Juan Tenorio, 100
alma fiera e insolente,
irreligioso y valiente,
altanero y reidor:
Siempre el insulto en los ojos,
en los labios la irona, 105
nada teme y toda fa
de su espada y su valor.
Corazn gastado, mofa
de la mujer que corteja,
y, hoy desprecindola, deja 110
la que ayer se le rindi.
Ni el porvenir temi nunca,
ni recuerda en lo pasado
la mujer que ha abandonado,
ni el dinero que perdi. 115
Ni vio el fantasma entre sueos
del que mat en desafo,
ni turb jams su bro
recelosa previsin.
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Siempre en lances y en amores, 120
siempre en bquicas orgas,
mezcla en palabras impas
un chiste y una maldicin.
En Salamanca famoso
por su vida y buen talante, 125
al atrevido estudiante
le sealan entre mil;
fuero le da su osada,
le disculpa su riqueza,
su generosa nobleza, 130
su hermosura varonil.
Que en su arrogancia y sus vicios,
caballeresca apostura,
agilidad y bravura
ninguno alcanza a igualar: 135
Que hasta en sus crmenes mismos,
en su impiedad y altiveza,
pone un sello de grandeza
don Flix de Montemar.
Bella y ms segura que el azul del cielo 140
con dulces ojos lnguidos y hermosos,
donde acaso el amor brill entre el velo
del pudor que los cubre candorosos;
tmida estrella que refleja al suelo
rayos de luz brillantes y dudosos, 145
ngel puro de amor que amor inspira,
fue la inocente y desdichada Elvira.
Elvira, amor del estudiante un da,
tierna y feliz y de su amante ufana,
cuando al placer su corazn se abra, 150
como el rayo del sol rosa temprana;
del fingido amador que la menta,
la miel falaz que de sus labios mana
bebe en su ardiente sed, el pecho ajeno
de que oculto en la miel hierve el veneno. 155
Que no descansa de su madre en brazos
ms descuidado el candoroso infante,
que ella en los falsos lisonjeros lazos
que teje astuto el seductor amante:
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Dulces caricias, lnguidos abrazos, 160
placeres ay! que duran un instante,
que habrn de ser eternos imagina
la triste Elvira en su ilusin divina.
Que el alma virgen que halag un encanto
con nacarado sueo en su pureza, 165
todo lo juzga verdadero y santo,
presta a todo virtud, presta belleza.
Del cielo azul al tachonado manto,
del sol radiante a la inmortal riqueza,
al aire, al campo, a las fragantes flores, 170
ella aade esplendor, vida y colores.
Cifr en don Flix la infeliz doncella
toda su dicha, de su amor perdida;
fueron sus ojos a los ojos de ella
astros de gloria, manantial de vida. 175
Cuando sus labios con sus labios sella
cuando su voz escucha embebida,
embriagada del dios que la enamora,
dulce le mira, exttica le adora.
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Parte segunda
...Except the hollow sea's. Mourns o'er the beauty of the Cyclades. Byron.- Don Juan, canto 4. LXXII.
Est la noche serena 180
de luceros coronada,
terso el azul de los cielos
como transparente gasa.
Melanclica la luna
va trasmontando la espalda 185
del otero: su alba frente
tmida apenas levanta,
y el horizonte ilumina,
pura virgen solitaria,
y en su blanca luz save 190
el cielo y la tierra baa.
Deslzase el arroyuelo,
flgida cinta de plata
al resplandor de la luna,
entre franjas de esmeraldas. 195
Argentadas chispas brillan
entre las espesas ramas,
y en el seno de las flores
tal vez se aduermen las auras.
Tal vez despiertas susurran, 200
y al desplegarse sus alas,
mecen el blanco azahar,
mueven la aromosa acacia,
y agitan ramas y flores
y en perfumes se embalsaman: 205
Tal era pura esta noche,
como aquella en que sus alas
los ngeles desplegaron
sobre la primera llama
que amor encendi en el mundo, 210
del Edn en la morada.
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Una mujer! Es acaso
blanca silfa solitaria,
que entre el rayo de la luna
tal vez misteriosa vaga? 215
Blanco es su vestido, ondea
suelto el cabello a la espalda.
Hoja tras hoja las flores
que lleva en su mano, arranca.
Es su paso incierto y tardo, 220
inquietas son sus miradas,
mgico ensueo parece
que halaga engaoso el alma.
Ora, vedla, mira al cielo,
ora suspira, y se para: 225
Una lgrima sus ojos
brotan acaso y abrasa
su mejilla; es una ola
del mar que en fiera borrasca
el viento de las pasiones 230
ha alborotado en su alma.
Tal vez se sienta, tal vez
azorada se levanta;
el jardn recorre ansiosa,
tal vez a escuchar se para. 235
Es el susurro del viento
es el murmullo del agua,
no es su voz, no es el sonido
melanclico del arpa.
Son ilusiones que fueron: 240
Recuerdos ay! que te engaan,
sombras del bien que pas...
Ya te olvid el que t amas.
Esa noche y esa luna
las mismas son que miraran 245
indiferentes tu dicha,
cual ora ven tu desgracia.
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Ah! llora s, pobre Elvira!
Triste amante abandonada!
Esas hojas de esas flores 250
que distrada t arrancas,
sabes adnde, infeliz,
el viento las arrebata?
Donde fueron tus amores,
tu ilusin y tu esperanza; 255
deshojadas y marchitas,
pobres flores de tu alma!
Blanca nube de la aurora,
teida de palo y grana,
naciente luz te colora, 260
refulgente precursora
de la cndida maana.
Mas ay! que se disip
tu pureza virginal,
tu encanto el aire llev 265
cual la aventura ideal
que el amor te prometi.
Hojas del rbol cadas
juguetes del viento son:
Las ilusiones perdidas 270
ay! son hojas desprendidas
del rbol del corazn.
El corazn sin amor!
Triste pramo cubierto
con la lava del dolor, 275
oscuro inmenso desierto
donde no nace una flor!
Distante un bosque sombro,
el sol cayendo en la mar,
en la playa un aduar, 280
y a los lejos un navo
viento en popa navegar;
ptico vidrio presenta
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en fantstica ilusin,
y al ojo encantado ostenta 285
gratas visiones, que aumenta
rica la imaginacin.
T eres, mujer, un fanal
transparente de hermosura:
Ay de ti! si por tu mal 290
rompe el hombre en su locura
tu misterioso cristal.
Mas ay! dichosa t, Elvira,
en tu misma desventura,
que aun deleites te procura, 295
cuando tu pecho suspira,
tu misteriosa locura:
Que es la razn un tormento,
y vale ms delirar
sin juicio, que el sentimiento 300
cuerdamente analizar,
fijo en l el pensamiento.
Vedla, all va que suea en su locura,
presente el bien que para siempre huy.
Dulces palabras con amor murmura: 305
Piensa que escucha al prfido que am.
Vedla, postrada su piedad implora
cual si presente la mirara all:
Vedla, que sola se contempla y llora,
miradla delirante sonrer. 310
Y su frente en revuelto remolino
ha enturbiado su loco pensamiento,
como nublo que en negro torbellino
encubre el cielo y amontona el viento.
Y vedla cuidadosa escoger flores, 315
y las lleva mezcladas en la falda,
y, corona nupcial de sus amores,
se entretiene en tejer una guirnalda.
Y en medio de su dulce desvaro
triste recuerdo el alma le importuna 320
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y al margen va del argentado ro,
y all las flores echa de una en una;
y las sigue su vista en la corriente,
una tras otras rpidas pasar,
y confusos sus ojos y su mente 325
se siente con sus lgrimas ahogar:
Y de amor canta, y en su tierna queja
entona melanclica cancin,
cancin que el alma desgarrada deja,
lamento ay! que llaga el corazn. 330
Qu me valen tu calma y tu terneza,
tranquila noche, solitaria luna,
si no calmis del hado la crudeza,
ni me dais esperanza de fortuna?
Qu me valen la gracia y la belleza, 335
y amar como jams am ninguna,
si la pasin que el alma me devora,
la desconoce aquel que me enamora?
Lgrimas interrumpen su lamento,
inclinan sobre el pecho su semblante, 340
y de ella en derredor susurra el viento
sus ltimas palabras, sollozante.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Muri de amor la desdichada Elvira,
cndida rosa que agost el dolor,
save aroma que el viajero aspira 345
y en sus alas el aura arrebat.
Vaso de bendicin, ricos colores
reflej en su cristal la luz del da,
mas la tierra empa sus resplandores,
y el hombre lo rompi con mano impa. 350
Una ilusin acarici su mente:
Alma celeste para amar nacida,
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era el amor de su vivir la fuente,
estaba junto a su ilusin su vida.
Amada del Seor, flor venturosa, 355
llena de amor muri y de juventud:
Despert alegre una alborada hermosa,
y a la tarde durmi en el atad.
Mas despert tambin de su locura
al trmino postrero de su vida, 360
y al abrirse a sus pies la sepultura,
volvi a su mente la razn perdida.
La razn fra! La verdad amarga!
El bien pasado y el dolor presente!...
Ella feliz! que de tan dura carga 365
sinti el peso al morir nicamente!
Y conociendo ya su fin cercano,
su mejilla una lgrima abras;
y as al infiel con temblorosa mano,
moribunda su vctima escribi: 370
Voy a morir: perdona si mi acento
vuela importuno a molestar tu odo:
l es, don Flix, el postrer lamento
de la mujer que tanto te ha querido.
La mano helada de la muerte siento... 375
Adis: ni amor ni compasin te pido...
Oye y perdona si al dejar el mundo,
arranca un ay! su angustia al moribundo.
Ah! para siempre adis. Por ti mi vida
dichosa un tiempo resbalar sent, 380
y la palabra de tu boca oda,
xtasis celestial fue para m.
Mi mente an goza la ilusin querida
que para siempre msera! perd...
Ya todo huy, desapareci contigo! 385
Dulces horas de amor, yo las bendigo!
Yo las bendigo, s, felices horas,
presentes siempre en la memoria ma,
imgenes de amor encantadoras,
que an vienen a halagarme en mi agona. 390
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Mas ay! volad, huid, engaadoras
sombras, por siempre; mi postrero da
ha llegado: perdn, perdn, Dios mo!,
si an gozo en recordar mi desvaro.
Y t, don Flix, si te causa enojos 395
que te recuerde yo mi desventura;
piensa estn hartos de llorar mis ojos
lgrimas silenciosas de amargura,
y hoy, al tragar la tumba mis despojos,
concede este consuelo a mi tristura; 400
estos renglones compasivo mira;
y olvida luego para siempre a Elvira.
Y jams turbe mi infeliz memoria
con amargos recuerdos tus placeres;
goces te d el vivir, triunfos la gloria, 405
dichas el mundo, amor otras mujeres:
Y si tal vez mi lamentable historia
a tu memoria con dolor trajeres,
llrame, s; pero palpite exento
tu pecho de roedor remordimiento. 410
Adis por siempre, adis: un breve instante
siento de vida, y en mi pecho el fuego
an arde de mi amor; mi vista errante
vaga desvanecida... calma luego,
oh muerte, mi inquietud!... Sola... expirante!... 415
mame: no, perdona: intil ruego!
Adis! adis! tu corazn perd!
-Todo acab en el mundo para m!
As escribi su triste despedida
momentos antes de morir, y al pecho 420
se estrech de su madre dolorida,
que en tanto inunda en lgrimas su lecho.
Y exhal luego su postrer aliento,
y a su madre sus brazos se apretaron
con nervioso y convulso movimiento, 425
y sus labios un nombre murmuraron.
Y huy su alma a la mansin dichosa,
do los ngeles moran... Tristes flores
brota la tierra en torno de su losa,
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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el cfiro lamenta sus amores. 430
Sobre ella un sauce su ramaje inclina,
sombra le presta en lnguido desmayo,
y all en la tarde, cuando el sol declina,
baa su tumba en paz su ltimo rayo...
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Parte tercera
CUADRO DRAMTICO Sarg. Tenis ms que parar? Franco. Paro los ojos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los ojos si, los ojos: que descreo Del que los hizo para tal empleo. Moreto. San Franco de Sena.
PERSONAS
D. FLIX DE MONTEMAR
D. DIEGO DE PASTRANA
SEIS JUGADORES
En derredor de una mesa 435
hasta seis hombres estn,
fija la vista en los naipes,
mientras juegan al parar;
y en sus semblantes se pintan
el despecho y el afn: 440
Por perder desesperados,
avarientos por ganar.
Reina profundo silencio,
sin que lo rompa jams
otro ruido que el del oro, 445
o una voz para jurar.
Plida lmpara alumbra
con trmula claridad,
negras de humo las paredes
de aquella estancia infernal. 450
Y el misterioso bramido
se escucha del huracn,
que azota los vidrios frgiles
con sus alas al pasar.
Escena I
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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JUGADOR 1 El caballo an no ha salido. 455
JUGADOR 2 Qu carta vino?
JUGADOR 1 La sota.
JUGADOR 2 Pues por poco se alborota.
JUGADOR 1 Un caudal llevo perdido:
Voto a Cristo!
JUGADOR 2 No juris,
que an no estis en la agona.
JUGADOR 1 No hay suerte como la ma.
JUGADOR 2 Y como cunto perdis?
JUGADOR 1 Mil escudos y el dinero
que don Flix me entreg.
JUGADOR 2 Dnde anda?
JUGADOR 1 Qu s yo! 465
No tardar.
JUGADOR 3 Envido.
JUGADOR 1 Quiero.
Escena II
Galn de talle gentil,
la mano izquierda apoyada
en el pomo de la espada,
y el aspecto varonil: 470
Alta el ala del sombrero
porque descubra la frente,
con airoso continente
entr luego un caballero.
JUGADOR 1 (Al que entra.)
Don Flix, a buena hora
habis llegado.
D. FLIX Perdisteis?
JUGADOR 1 El dinero que me disteis
y esta bolsa pecadora.
JUGADOR 2 Don Flix de Montemar
debe perder. El amor 480
le negara su favor
cuando le viera ganar.
D. FLIX (Con desdn.) Necesito ahora dinero
y estoy hastiado de amores.
(Al corro, con altivez.)
Dos mil ducados, seores, 485
por esta cadena quiero.
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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(Qutase una cadena que lleva al pecho.)
JUGADOR 3 Alta ponis la tarifa.
D. FLIX (Con altivez.) La pongo en lo que merece.
Si otra duda se os ofrece,
decid.
(Al corro.)
Se vende y se rifa. 490
JUGADOR 4 (Aparte.)
Y hay quin sufra tal afrenta?
D. FLIX Entre cinco estn hallados.
A cuatrocientos ducados
os toca, segn mi cuenta.
Al as de oros. All va. 495
(Va echando cartas, que toman los jugadores en silencio.)
Uno, dos...
(Al perdidoso.)
Con vos no cuento.
JUGADOR 1 Por el motivo lo siento.
JUGADOR 3 El as! El as! Aqu est.
JUGADOR 1 Ya gan.
D. FLIX Suerte tenis.
A un solo golpe de dados 500
tiro los dos mil ducados.
JUGADOR 3 En un golpe?
JUGADO 1 (A D. FLIX.)
Los perdis.
D. FLIX Perdida tengo yo el alma,
y no me importa un ardite.
JUGADOR 3 Tirad.
D. FLIX Al primer embite. 505
JUGADOR 3 Tirad pronto.
D. FLIX Tened calma:
Que os juego ms todava,
y en cien onzas hago el trato,
y os llevis este retrato
con marco de pedrera. 510
JUGADOR 3 En cien onzas?
D. FLIX Qu dudis?
JUGADO 1 (Tomando el retrato.)
Hermosa mujer!
JUGADOR 4 No es caro:
D. FLIX Queris pararlas?
JUGADOR 3 Las paro.
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Ms ganar.
D. FLIX Si ganis (Se registra todo.)
No tengo otra joya aqu. 515
JUGADOR 1 (Mirando el retrato.)
Si esta imagen respira...
D. FLIX A estar aqu la jugara
a ella, al retrato y a m.
JUGADOR 3 Vengan los dados.
D. FLIX Tirad.
JUGADOR 2 Por don Flix, cien ducados.
JUGADOR 4 En contra van apostados.
JUGADOR 5 Cincuenta ms. Esperad,
no tiris.
JUGADOR 2 Van los cincuenta.
JUGADOR 1 Yo, sin blanca, a Dios le ruego
por don Flix.
JUGADOR 5 Hecho el juego.
JUGADOR 3 Tiro?
D. FLIX Tirad con sesenta
de a caballo.
(Todos se agrupan con ansiedad alrededor de la mesa. El TERCER JUGADOR tira
los dados.)
JUGADOR 4 Qu ha salido?
JUGADOR 2 Mil demonios, que a los dos
nos lleven!
D. FLIX (Con calma al PRIMERO.)
Bien, vive Dios!
Vuestros ruegos me han valido. 530
Encomendadme otra vez,
don Juan, al diablo; no sea
que si os oye Dios, me vea
cautivo y esclavo en Fez.
JUGADOR 3 Don Flix, habis perdido
slo el marco, no el retrato,
que entrar la dama en el trato
vuestra intencin no habr sido.
D. FLIX Cunto dierais por la dama?
JUGADOR 3 Yo, la vida.
D. FLIX No la quiero.
Mirad si me dais dinero,
y os la llevis.
JUGADOR 3 Buena fama
lograris entre las bellas
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cuando descubran altivas,
que vos las hacis cautivas, 545
para en seguida vendellas!
D. FLIX Eso a vos no importa nada.
Queris la dama? Os la vendo.
JUGADOR 3 Yo de pinturas no entiendo.
D. FLIX (Con clera.) Vos hablis con demasiada
altivez e irreverencia
de una mujer... y si no!...
JUGADOR 3 De la pintura habl yo.
TODOS Vamos, paz; no haya pendencia.
D. FLIX (Sosegado.) Sobre mi palabra os juego
mil escudos.
JUGADOR 3 Van tirados.
D. FLIX A otra suerte de esos dados;
y al diablo les prenda fuego.
Escena III
Plido el rostro, cejijunto el ceo,
y torva la mirada, aunque afligida, 560
y en ella un firme y decidido empeo
de dar la muerte o de perder la vida,
un hombre entr embozado hasta los ojos,
sobre las juntas cejas el sombrero:
Vbrale el rostro al corazn enojos, 565
el paso firme, el nimo altanero.
Encubierta fatdica figura.-
sed de sangre su espritu sec,
emponzo su alma la amargura,
la venganza irrit su corazn. 570
Junto a don Flix llega- y desatento
no habla a ninguno, ni aun la frente inclina;
y en pie delante de l y el ojo atento,
con iracundo rostro le examina.
Mir tambin don Flix al sombro 575
husped que en l los ojos enclav,
y con sarcasmo desdeoso y fro
fijos en l los suyos, sonri.
D. FLIX Buen hombre, de qu tapiz
se ha escapado, -el que se tapa- 580
que entre el sombrero y la capa
se os ve apenas la nariz?
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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D. DIEGO Bien, don Flix, cuadra en vos
esa insolencia importuna.
D. FLIX (Al TERCER JUGADOR sin hacer caso de D. DIEGO.)
Perdisteis.
JUGADOR 3 S. La fortuna
se troc: tiro y van dos.
(Vuelve a tirar.)
D. FLIX Gan otra vez.
(Al embozado.) No he entendido
qu dijisteis, ni hice aprecio
de si hablasteis blando o recio
cuando me habis respondido. 590
D. DIEGO A solas hablar querra.
D. FLIX Podis, si os place, empezar,
que por vos no he de dejar
tan honrosa compaa.
Y si Dios aqu os enva 595
para hacer mi conversin,
no despreciis la ocasin
de convertir tanta gente,
mientras que yo humildemente
aguardo mi absolucin. 600
D. DIEGO (Desembozndose con ira.)
Don Flix, no conocis
a don Diego de Pastrana?
D. FLIX A vos no, mas s a una hermana
que imagino que tenis.
D. DIEGO Y no sabis que muri?
D. FLIX Tngala Dios en su gloria.
D. DIEGO Pienso que sabis su historia,
y quin fue quien la mat.
D. FLIX (Con sarcasmo.)
Quiz alguna calentura!
D. DIEGO Ments vos!
D. FLIX Calma, don Diego,
que si vos os mors luego, 610
es tanta mi desventura,
que an me lo habrn de achacar,
y es en vano ese despecho,
si se muri, a lo hecho, pecho,
ya no ha de resucitar. 615
D. DIEGO Os estoy mirando y dudo
si habr de manchar mi espada
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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con esa sangre malvada,
o echaros al cuello un nudo
con mis manos, y con mengua, 620
en vez de desafiaros,
el corazn arrancaros
y patearos la lengua.
Que un alma, una vida, es
satisfaccin muy ligera, 625
y os diera mil si pudiera
y os las quitara despus.
Juego a mi labio han de dar
abiertas todas tus venas,
que toda su sangre apenas 630
basta mi sed a calmar.
Villano!
(Tira de la espada; todos los jugadores se interponen.)
TODOS Fuera de aqu
a armar quimera.
D. FLIX (Con calma, levantndose.)
Tened,
don Diego, la espada, y ved 635
que estoy yo muy sobre m,
y que me contengo mucho,
no s por qu, pues tan fro
en mi colrico bro
vuestras injurias escucho. 640
D. DIEGO (Con furor reconcentrado y con la espada desnuda.)
Salid de aqu; que a fe ma,
que estoy resulto a mataros,
y no alcanzara a libraros
la misma virgen Mara.
Y es tan cierta mi intencin, 645
tan resuelta est mi alma,
que hasta mi clera calma
mi firme resolucin.
Venid conmigo.
D. FLIX All voy;
pero si os mato, don Diego,
que no me venga otro luego 650
a pedirme cuenta. Soy
con vos al punto. Esperad
cuente el dinero... uno... dos...
(A D. DIEGO.)
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Son mis ganancias; por vos 655
pierdo aqu una cantidad
considerable de oro
que iba a ganar... y por qu?
Diez... quince... por no s qu
cuento de amor...un tesoro 660
perdido!... voy al momento.
Es un puro disparate
empearse en que yo os mate;
lo digo, como lo siento.
D. DIEGO Remiso andis y cobarde 665
y hablador en demasa.
D. FLIX Don Diego, ms sangre fra:
para reir nunca es tarde,
y si an fuera otro el asunto,
yo os perdonara la prisa: 670
pidierais vos una misa
por la difunta, y al punto...
D. DIEGO Mal caballero!
D. FLIX Don Diego,
mi delito no es gran cosa.
Era vuestra hermana hermosa: 675
la vi, me am, creci el fuego,
se muri, no es culpa ma;
y admiro vuestro candor,
que no se mueren de amor
las mujeres de hoy en da. 680
D. DIEGO Estis pronto?
D. FLIX Estn contados.
Vamos andando.
D. DIEGO Os res?
(Con voz solemne.)
Pensad que a morir vens.
(D. FLIX sale tras de l, embolsndose el dinero con indiferencia.)
Son mil trescientos ducados.
Escena IV
Los JUGADORES.
JUGADOR 1 Este don Diego Pastrana 685
es un hombre decidido.
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Desde Flandes ha venido
slo a vengar a su hermana.
JUGADOR 2 Pues no ha hecho mal disparate!
Me da el corazn su muerte. 690
JUGADOR 3 Quin sabe? Acaso la suerte...
JUGADOR 4 Me alegrar que lo mate.
El estudiante de Salamanca Jos de Espronceda
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Parte cuarta
Sali en fin de aquel estado, para caer en el dolor ms sombro, en la ms desalentada
desesperacin y en la mayor amargura y desconsuelo que pueden apoderarse de este pobre
corazn humano, que tan positivamente choca y se quebranta con los males, como con
vaguedad aspira en algunos momentos, casi siempre sin conseguirlo, a tocar los bienes
ligeramente y de pasada.
MIGUEL DE LOS SANTOS LVAREZ. La proteccin de un sastre.
Spiritus quidem promptus est; caro vero infirma.
(S. Marc. Evang.)
Vedle, don Flix es, espada en mano,
sereno el rostro, firme el corazn;
tambin de Elvira el vengativo hermano 695
sin piedad a sus pies muerto cay.
Y con tranquila audacia se adelanta
por la calle fatal del Atad;
y ni medrosa aparicin le espanta,
ni le turba la imagen de Jess. 700
La moribunda lmpara que arda
trmula lanza su postrer fulgor,
y en honda oscuridad, noche sombra
la misteriosa calle encapot.
Mueve los pies el Montemar osado 705
en las tinieblas con incierto giro,
cuando ya un trecho de la calle andado,
sbito junto a l oye un suspiro.
Resbalar por su faz sinti el aliento,
y a su pesar sus nervios se crisparon; 710
mas pasado el primero movimiento,
a su primera rigidez tornaron.
Quin va?, pregunta con la voz serena,
que ni finge valor, ni muestra miedo,
el alma de invencible vigor llena, 715
fiado en su tajante de Toledo.
Palpa en torno de s, y el impo jura,
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y a mover vuelve la atrevida planta,
cuando hacia l fatdica figura,
envuelta en blancas ropas, se adelanta. 720
Flotante y vaga, las espesas nieblas
ya disipa y se anima y va creciendo
con apagada luz, ya en las tinieblas
su argentino blancor va apareciendo.
Ya leve punto de luciente plata, 725
astro de clara lumbre sin mancilla,
el horizonte lbrego dilata
y all en la sombra en lontananza brilla.
Los ojos Montemar fijos en ella,
con ms asombro que temor la mira; 730
tal vez la juzga vagarosa estrella
que en el espacio de los cielos gira.
Tal vez engao de sus propios ojos,
forma falaz que en su ilusin cre,
o del vino ridculos antojos 735
que al fin su juicio a alborotar subi.
Mas el vapor del nctar jerezano
nunca su mente a trastornar bastara,
que ya mil veces embriagarse en vano
en frenticas rgias intentara. 740
Dios presume asustarme: ojal fuera,
-dijo entre s riendo- el diablo mismo!
que entonces, vive Dios, quin soy supiera
el cornudo monarca del abismo.
Al pronunciar tan insolente ultraje 745
la lmpara del Cristo se encendi:
y una mujer velada en blanco traje,
ante la imagen de rodillas vio.
Bienvenida la luz -dijo el impo-.
Gracias a Dios o al diablo; y con osada, 750
firme intencin y temerario bro,
el paso vuelve a la mujer tapada.
Mientras l anda, al parecer se alejan
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la luz, la imagen, la devota dama,
mas si l se para, de moverse dejan: 755
y lgrima tras lgrima, derrama
de sus ojos inmviles la imagen.
Mas sin que el miedo ni el dolor que inspira
su planta audaz, ni su impiedad atajen,
rostro a rostro a Jess, Montemar mira. 760
-La calle parece se mueve y camina,
faltarle la tierra sinti bajo el pie;
sus ojos la muerta mirada fascina
del Cristo, que intensa clavada est en l.
Y en medio el delirio que embarga su mente, 765
y achaca l al vino que al fin le embriag,
la lmpara alcanza con mano insolente
del ara do alumbra la imagen de Dios,
y al rostro la acerca, que el cndido lino
encubre, con nimo asaz descorts; 770
mas la luz apaga viento repentino,
y la blanca dama se puso de pie.
Empero un momento crey que vea
un rostro que vagos recuerdos quiz,
y alegres memorias confusas, traa 775
de tiempos mejores que pasaron ya.
Un rostro de un ngel que vio en un ensueo,
como un sentimiento que el alma halag,
que anubla la frente con rgido ceo,
sin que lo comprenda jams la razn. 780
Su forma gallarda dibuja en las sombras
el blanco ropaje que ondeante se ve,
y cual si pisara mullidas alfombras,
deslzase leve sin ruido su pie.
Tal vimos al rayo de la luna llena 785
fugitiva vela de lejos cruzar,
que ya la hinche en popa la brisa serena,
que ya la confunde la espuma del mar.
Tambin la esperanza blanca y vaporosa
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as ante nosotros pasa en ilusin, 790
y el alma conmueve con ansia medrosa
mientras la rechaza la adusta razn.
D. FLIX Qu! sin respuesta me deja?
No admits mi compaa?
Ser quiz alguna vieja 795
devota?... Chasco sera!
En vano, duea, es callar,
ni hacerme seas que no;
he resuelto que s yo,
y os tengo que acompaar. 800
Y he de saber dnde vais
y si sois hermosa o fea,
quin sois y cmo os llamis.
Y aun cuando imposible sea,
y fuerais vos Satans, 805
con sus llamas y sus cuernos,
hasta en los mismos infiernos,
vos delante y yo detrs,
hemos de entrar, vive Dios!
Y aunque lo estorbara el cielo, 810
que yo he de cumplir mi anhelo
aun a despecho de vos:
y perdonadme, seora,
si hay en mi empeo osada,
mas fuera descortesa 815
dejaros sola a esta hora:
y me va en ello mi fama,
que juro a Dios no quisiera
que por temor se creyera
que no he seguido a una dama. 820
Del hondo del pecho profundo gemido,
crujido del vaso que estalla al dolor,
que apenas medroso lastima el odo,
pero que punzante rasga el corazn;
gemido de amargo recuerdo pasado, 825
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de pena presente, de incierto pesar,
mortfero aliento, veneno exhalado
del que encubre el alma ponzooso mar;
Gemido de muerte lanz y silenciosa
la blanca figura su pie resbal, 830
cual mueve sus alas slfide amorosa
que apenas las aguas del lago riz.
Ay el que vio acaso perdida en un da
la dicha que eterna crey el corazn,
y en noche de nieblas, y en honda agona 835
en un mar sin playas muriendo qued!...
Y solo y llevando consigo en su pecho,
compaero eterno su dolor crel,
el mgico encanto del alma deshecho,
su pena, su amigo y amante ms fiel 840
mir sus suspiros llevarlos el viento,
sus lgrimas tristes perderse en el mar,
sin nadie que acuda ni entienda su acento,
el cielo y el mundo a su mal...
Y ha visto la luna brillar en el cielo 845
serena y en calma mientras l llor,
y ha visto los hombres pasar en el suelo
y nadie a sus quejas los ojos volvi,
y l mismo, la befa del mundo temblando,
su pena en su pecho profunda escondi, 850
y dentro en su alma su llanto tragando
con falsa sonrisa su labio visti!!!...
Ay! quien ha contado las horas que fueron,
horas otro tiempo que abrevi el placer,
y hoy solo y llorando piensa cmo huyeron 855
con ellas por siempre las dichas de ayer;
y aquellos placeres, que el triste ha perdido,
no huyeron del mundo, que en el mundo estn,
y l vive en el mundo do siempre ha vivido,
y aquellos placeres para l no son ya!! 860
Ay! del que descubre por fin la mentira,
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Ay! del que la triste realidad palp,
del que el esqueleto de este mundo mira,
y sus falsas galas loco le arranc...
Ay! de aquel que vive solo en lo pasado...! 865
Ay! del que su alma nutre en su pesar,
las horas que huyeron llamara angustiado,
las horas que huyeron jams tornarn...
Quien haya sufrido tan brbaro duelo,
quien noches enteras cont sin dormir 870
en lecho de espinas, maldiciendo al cielo,
horas sempiternas de ansiedad sin fin;
quien haya sentido quererse del pecho
saltar a pedazos roto el corazn;
crecer su delirio, crecer su despecho; 875
al cuello cien nudos echarle el dolor;
ponzooso lago de punzante hielo,
sus lgrimas tristes, que cuaj el pesar,
reventando ahogarle, sin hallar consuelo,
ni esperanza nunca, ni tregua en su afn. 880
Aquel, de la blanca fantasma el gemido,
nica respuesta que a don Flix dio,
hubiera, y su inmenso dolor, comprendido,
hubiera pesado su inmenso valor.
D. FLIX Si buscis algn ingrato, 885
yo me ofrezco agradecido;
pero o miente ese recato,
o vos sufrs el mal trato
de algn celoso marido.
Acert? Necia mana! 890
Es para volverme loco,
si insists en tal porfa;
con los mudos, reina ma,
yo hago mucho y hablo poco.
Segunda vez importunada en tanto, 895
una voz de save meloda
el estudiante oy que pareca
eco lejano de armonioso canto:
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De amante pecho lnguido latido,
sentimiento inefable de ternura, 900
suspiro fiel de amor correspondido,
el primer s de la mujer an pura.
Para m los amores acabaron:
todo en el mundo para m acab:
los lazos que a la tierra me ligaron, 905
el cielo para siempre desat,
dijo su acento misterioso y tierno,
que de otros mundos la ilusin traa,
eco de los que ya reposo eterno
gozan en paz bajo la tumba fra. 910
Montemar, atento slo a su aventura,
que es bella la dama y aun fcil juzg,
y la hora, la calle y la noche oscura
nuevos incentivos a su pecho son.
-Hay riesgo en seguirme. -Mirad qu reparo! 915
-Quiz luego os pese. -Puede que por vos.
-Ofendis al cielo. -Del diablo me amparo.
-Idos, caballero, no tentis a Dios!
-Siento me enamora ms vuestro despego,
y si Dios se enoja, pardiez que har mal: 920
vame en vuestros brazos y mteme luego.
-Vuestra ltima hora quiz esta ser!...
Dejad ya, don Flix, delirios mundanos.
-Hola, me conoce! -Ay! Temblad por vos!
Temblad, no se truequen deleites livianos 925
en penas eternas! -Basta de sermn,
que yo para orlos la cuaresma espero;
y hablemos de amores, que es ms dulce hablar;
dejad ese tono solemne y severo,
que os juro, seora, que os sienta muy mal; 930
la vida es la vida: cuando ella se acaba,
acaba con ella tambin el placer.
De inciertos pesares por qu hacerla esclava?
Para m no hay nunca maana ni ayer.
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Si maana muero, que sea en mal hora 935
o en buena, cual dicen, qu me importa a m?
Goce yo el presente, disfrute yo ahora,
y el diablo me lleve si quiere al morir.
-Cmplase en fin tu voluntad, Dios mo!-,
la figura fatdica exclam: 940
Y en tanto al pecho redoblar su bro
siente don Flix y camina en pos.
Cruzan tristes calles,
plazas solitarias,
arruinados muros, 945
donde sus plegarias
y falsos conjuros,
en la misteriosa
noche borrascosa,
maldecida bruja 950
con ronca voz canta,
y de los sepulcros
los muertos levanta.
Y suenan los ecos
de sus pasos huecos 955
en la soledad;
mientras en silencio
yace la ciudad,
y en lgubre son
arrulla su sueo 960
bramando Aquiln.
Y una calle y otra cruzan,
y ms all y ms all:
ni tiene trmino el viaje,
ni nunca dejan de andar, 965
y atraviesan, pasan, vuelven,
cien calles quedando atrs,
y paso tras paso siguen,
y siempre adelante van;
y a confundirse ya empieza 970
y a perderse Montemar,
que ni sabe a d camina,
ni acierta ya dnde est;
y otras calles, otras plazas
recorre y otra ciudad, 975
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y ve fantsticas torres
de su eterno pedestal
arrancarse, y sus macizas
negras masas caminar,
apoyndose en sus ngulos 980
que en la tierra, en desigual,
perezoso tronco fijan;
y a su montono andar,
las campanas sacudidas
misteriosos dobles dan; 985
mientras en danzas grotescas
y al estruendo funeral
en derredor cien espectros
danzan con torpe comps:
y las veletas sus frentes 990
bajan ante l al pasar,
los espectros le saludan,
y en cien lenguas de metal,
oye su nombre en los ecos
de las campanas sonar. 995
Mas luego cesa el estrpito,
y en silencio, en muda paz
todo queda, y desaparece
de sbito la ciudad:
palacios, templos, se cambian 1000
en campos de soledad,
y en un yermo y silencioso
melanclico arenal,
sin luz, sin aire, sin cielo,
perdido en la inmensidad, 1005
tal vez piensa que camina,
sin poder parar jams,
de extrao empuje llevado
con precipitado afn;
entretanto que su gua 1010
delante de l sin hablar,
sigue misterioso, y sigue
con paso rpido, y ya
se remonta ante sus ojos
en alas del huracn, 1015
visin sublime, y su frente
ve fosfrica brillar,
entre lvidos relmpagos
en la densa oscuridad,
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sierpes de luz, luminosos 1020
engendros del vendaval;
y cuando duda si duerme,
si tal vez suea o est
loco, si es tanto prodigio,
tanto delirio verdad, 1025
otra vez en Salamanca
sbito vulvese a hallar,
distingue los edificios,
reconoce en dnde est,
y en su delirante vrtigo 1030
al vino vuelve a culpar,
y jura, y siguen andando
ella delante, l detrs.
Vive Dios!, dice entre s,
o Satans se chancea, 1035
o no debo estar en m
o el mlaga que beb
en mi cabeza an humea.
Sombras, fantasmas, visiones...
Dale con tocar a muerto 1040
y en revueltas confusiones,
danzando estos torreones
al comps de tal concierto.
Y el juicio voy a perder
entre tantas maravillas, 1045
que estas torres llegu a ver,
como mulas de alquiler,
andando con campanillas.
Y esta mujer quin ser?
Mas si es el diablo en persona, 1050
a m qu diantre me da?
Y ms que el traje en que va
en esta ocasin, le abona.
Noble seora, imagino
que sois nueva en el lugar: 1055
andar as es desatino;
o habis perdido el camino,
o esto es andar por andar.
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Ha dado en no responder,
que es la ms rara locura 1060
que puede hallarse en mujer,
y en que yo la he de querer
por su paso de andadura.
En tanto don Flix a tientas segua,
delante camina la blanca visin, 1065
triplica su espanto la noche sombra,
sus hrridos gritos redobla Aquiln.
Rechinan girando las frreas veletas,
crujir de cadenas se escucha sonar,
las altas campanas, por el viento inquietas 1070
pausados sonidos en las torres dan.
Rido de pasos de gente que viene
a comps marchando con sordo rumor,
y de tiempo en tiempo su marcha detiene,
y rezar parece en confuso son. 1075
Lleg de don Flix luego a los odos,
y luego cien luces a lo lejos vio,
y luego en hileras largas divididos,
vio que murmurando con lgubre voz,
enlutados bultos andando venan; 1080
y luego ms cerca con asombro ve,
que un fretro en medio y en hombros traan
y dos cuerpos muertos tendidos en l.
Las luces, la hora, la noche, profundo,
infernal arcano parece encubrir. 1085
Cuando en hondo sueo yace muerto el mundo,
cuando todo anuncia que habr de morir
al hombre, que loco la recia tormenta
corri de la vida, del viento a merced,
cuando una voz triste las horas le cuenta, 1090
y en lodo sus pompas convertidas ve,
forzoso es que tenga de diamante el alma
quien no sienta el pecho de horror palpitar,
quien como don Flix, con serena calma
ni en Dios ni en el diablo se ponga a pensar. 1095
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As en tardos pasos, todos murmurando,
el lgubre entierro ya cerca lleg,
y la blanca dama devota rezando,
entrambas rodillas en tierra dobl.
Calado el sombrero y en pie, indiferente 1100
el fretro mira don Flix pasar,
y al paso pregunta con su aire insolente
los nombres de aquellos que al sepulcro van.
Mas cul su sorpresa, su asombro cul fuera,
cuando horrorizado con espanto ve 1105
que el uno don Diego de Pastrana era,
y el otro, Dios santo!, y el otro era l...!
l mismo, su imagen, su misma figura,
su mismo semblante, que l mismo era en fin:
y duda y se palpa y fra pavura 1110
un punto en sus venas sinti discurrir.
Al fin era hombre, y un punto temblaron
los nervios del hombre, y un punto temi;
mas pronto su antigua vigor recobraron,
pronto su fiereza volvi al corazn. 1115
-Lo que es, dijo, por Pastrana,
bien pensado est el entierro;
mas es diligencia vana
enterrarme a m, y maana
me he de quejar de este yerro. 1120
Diga, seor enlutado,
a quin llevan a enterrar?
-Al estudiante endiablado
don Flix de Montemar-,
respondi el encapuchado. 1125
-Mientes, truhn. -No por cierto.
-Pues decidme a m quin soy,
si gustis, porque no acierto
cmo a un mismo tiempo estoy
aqu vivo y all muerto. 1130
-Yo no os conozco. -Pardiez,
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que si me llego a enojar,
tus burlas te haga llorar
de tal modo, que otra vez
conozcas ya a Montemar. 1135
Villano!... mas esto es
ilusin de los sentidos,
el mundo que anda al revs,
los diablos entretenidos
en hacerme dar traspis. 1140
El fanfarrn de don Diego!
De sus mentiras reniego,
que cuando muerto cay,
al infierno se fue luego
contando que me mat. 1145
Diciendo as, solt una carcajada,
y las espaldas con desdn volvi:
se hizo el bigote, requiri la espada,
y a la devota dama se acerc.
Con que, en fin, dnde vivs?, 1150
que se hace tarde, seora.
-Tarde, an no; de aqu a una hora
lo ser. -Verdad decs,
ser ms tarde que ahora.
Esa voz con que hacis miedo, 1155
de vos me enamora ms:
yo me he echado el alma atrs;
juzgad si me dar un bledo
de Dios ni de Satans.
-Cada paso que avanzis 1160
lo adelantis a la muerte,
don Flix. Y no temblis,
y el corazn no os advierte
que a la muerte caminis?
Con eco melanclico y sombro 1165
dijo as la mujer, y el sordo acento,
sonando en torno del mancebo impo,
rugi en la voz del proceloso viento.
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Las piedras con las piedras se golpearon,
bajo sus pies la tierra retembl, 1170
las aves de la noche se juntaron,
y sus alas crujir sobre l sinti:
y en la sombra unos ojos fulgurantes
vio en el aire vagar que espanto inspiran,
siempre sobre l saltndose anhelantes: 1175
ojos de horror que sin cesar le miran.
Y los vio y no tembl: mano a la espada
puso y la sombra intrpido embisti,
y ni sombra encontr ni encontr nada;
slo fijos en l los ojos vio. 1180
Y alz los suyos impaciente al cielo,
y rechin los dientes y maldijo,
y en l creciendo el infernal anhelo,
con voz de enojo blasfemado dijo:
Seguid, seora, y adelante vamos: 1185
tanto mejor si sois el diablo mismo,
y Dios y el diablo y yo nos conozcamos,
y acbese por fin tanto embolismo.
Que de tanto sermn, de farsa tanta,
juro, pardiez, que fatigado estoy: 1190
nada mi firme voluntad quebranta,
sabed en fin que donde vayis voy.
Un trmino no ms tiene la vida:
trmino fijo; un paradero el alma;
ahora adelante. Dijo, y en seguida 1195
camina en pos con decidida calma.
Y la dama a una puerta se par,
y era una puerta altsima, y se abrieron
sus hojas en el punto en que llam,
que a un misterioso impulso obedecieron; 1200
y tras la dama el estudiante entr;
ni pajes ni doncellas acudieron;
y cruzan a la luz de unas bujas
fantsticas, desiertas galeras.
Y la visin como engaoso encanto, 1205
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por las losas deslizase sin ruido,
toda encubierta bajo el blanco manto
que barre el suelo en pliegues desprendido;
y por el largo corredor en tanto
sigue adelante y sguela atrevido, 1210
y su temeridad raya en locura,
resuelto Montemar a su aventura.
Las luces, como antorchas funerales,
lnguida luz y crdena esparcan,
y en torno en movimientos desiguales 1215
las sombras se alejaban o venan:
arcos aqu ruinosos, sepulcrales,
urnas all y estatuas se vean,
rotas columnas, patios mal seguros,
yerbosos, tristes, hmedos y oscuros. 1220
Todo vago, quimrico y sombro,
edificio sin base ni cimiento,
ondula cual fantstico navo
que anclado mueve borrascoso viento.
En un silencio aterrador y fro 1225
yace all todo: ni rumor, ni aliento
humano nunca se escuch; callado,
corre all el tiempo, en sueo sepultado.
Las muertas horas a las muertas horas
siguen en el reloj de aquella vida, 1230
sombras de horror girando aterradoras,
que all aparecen en medrosa huida;
ellas solas y tristes moradoras
de aquella negra, funeral guarida,
cual soada fantstica quimera, 1235
vienen a ver al que su paz altera.
Y en l enclavan los hundidos ojos
del fondo de la larga galera,
que brillan lejos, cual carbones rojos,
y espantaran la misma valenta: 1240
y muestran en su rostro sus enojos
al ver hollada su mansin sombra,
y ora en grupos delante se aparecen,
ora en la sombra all se desvanecen.
Grandiosa, satnica figura, 1245
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alta la frente, Montemar camina,
espritu sublime en su locura,
provocando la clera divina:
fbrica frgil de materia impura,
el alma que la alienta y la ilumina, 1250
con Dios le iguala, y con osado vuelo
se alza a su trono y le provoca a duelo.
Segundo Lucifer que se levanta
del rayo vengador la frente herida,
alma rebelde que el temor no espanta, 1255
hollada s, pero jams vencida:
el hombre en fin que en su ansiedad quebranta
su lmite a la crcel de la vida,
y a Dios llama ante l a darle cuenta,
y descubrir su inmensidad intenta. 1260
Y un bquico cantar tarareando,
cruza aquella quimrica morada,
con atrevida indiferencia andando,
mofa en los labios, y la vista osada;
y el rumor que sus pasos van formando, 1265
y el golpe que al andar le da la espada,
tristes ecos, siguindole detrs,
repiten con montono comps.
Y aquel extrao y nico rido
que de aquella mansin los ecos llena, 1270
en el suelo y los techos repetido,
en su profunda soledad resuena;
y expira all cual funeral gemido
que lanza en su dolor la nima en pena,
que al fin del corredor largo y oscuro 1275
salir parece de entre el roto muro.
Y en aquel otro mundo, y otra vida,
mundo de sombras, vida que es un sueo,
vida, que con la muerte confundida,
cie sus sienes con letal beleo; 1280
mundo, vaga ilusin descolorida
de nuestro mundo y vaporoso ensueo,
son aquel ruido y su locura insana,
la sola imagen de la vida humana.
Que all su blanca misteriosa gua 1285
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de la alma dicha la ilusin parece,
que ora acaricia la esperanza impa,
ora al tocarla ya se desvanece:
blanca, flotante nube, que en la umbra
noche, en alas del cfiro se mece; 1290
su airosa ropa, desplegada al viento,
semeja en su callado movimiento:
humo save de quemado aroma
que al aire en ondas a perderse asciende,
rayo de luna que en la parda loma, 1295
cual un broche su cima al ter prende;
silfa que con el alba envuelta asoma
y al nebuloso azul sus alas tiende,
de negras sombras y de luz teidas,
entre el alba y la noche confundidas. 1300
Y gil, veloz, area y vaporosa,
que apenas toca con los pies el suelo,
cruza aquella morada tenebrosa
la mgica visin del blanco velo:
imagen fiel de la ilusin dichosa 1305
que acaso el hombre encontrar en el cielo.
Pensamiento sin frmula y sin nombre,
que hace rezar y blasfemar al hombre.
Y al fin del largo corredor llegando,
Montemar sigue su callada gua, 1310
y una de mrmol negro va bajando
de caracol torcida gradera,
larga, estrecha y revuelta, y que girando
en torno de l y sin cesar vea
suspendida en el aire y con violento, 1315
veloz, vertiginoso movimiento.
Y en eterna espiral y en remolino
infinito prolngase y se extiende,
y el juicio pone en loco desatino
a Montemar que en tumbos mil desciende. 1320
Y, envuelto en el violento torbellino,
al aire se imagina, y se desprende,
y sin que el raudo movimiento ceda,
mil vueltas dando, a los abismos rueda:
y de escaln en escaln cayendo, 1325
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blasfema y jura con lenguaje inmundo,
y su furioso vrtigo creciendo,
y despeado rpido al profundo,
los silbos ya del huracn oyendo,
ya ante l pasando en confusin el mundo, 1330
ya oyendo gritos, voces y palmadas,
y aplausos y brutales carcajadas;
llantos y ayes, quejas y gemidos,
mofas, sarcasmos, risas y denuestos,
y en mil grupos ac y all reunidos, 1335
viendo debajo de l, sobre l enhiestos,
hombres, mujeres, todos confundidos,
con sandia pena, con alegres gestos,
que con asombro estpido le miran
y en el perpetuo remolino giran. 1340
Siente, por fin, que de repente para,
y un punto sin sentido se qued;
mas luego valeroso se repara,
abri los ojos y de pie se alz;
y fue el primer objeto en que pensara 1345
la blanca dama, y alrededor mir,
y al pie de un triste monumento hallla,
sentada en medio de la estancia, sola.
Era un negro solemne monumento
que en medio de la estancia se elevaba, 1350
y a un tiempo a Montemar, raro portento!,
una tumba y un lecho semejaba:
ya imagin su loco pensamiento
que abierta aquella tumba le aguardaba;
ya imagin tambin que el lecho era 1355
tlamo blando que al esposo espera.
Y pronto, recobrada su osada,
y a terminar resuelto su aventura,
al cielo y al infierno desafa
con firme pecho y decisin segura: 1360
a la blanca visin su planta gua,
y a descubrirse el rostro la conjura,
y a sus pies Montemar tomando asiento,
as la habl con animoso acento:
Diablo, mujer o visin, 1365
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que, a juzgar por el camino
que conduce a esta mansin,
eres puro desatino
o diablica invencin:
Siquier de parte de Dios, 1370
siquier de parte del diablo,
quin nos trajo aqu a los dos?
Decidme, en fin, quin sois vos?
y sepa yo con quin hablo:
Que ms que nunca palpita 1375
resuelto mi corazn,
cuando en tanta confusin,
y en tanto arcano que irrita,
me descubre mi razn.
Que un poder aqu supremo, 1380
invisible se ha mezclado,
poder que siento y no temo,
a llevar determinado
esta aventura al extremo.
Fnebre 1385
llanto
de amor,
yese
en tanto
en son 1390
flbil, blando,
cual quejido
dolorido
que del alma
se arranc; 1395
cual profundo
ay! que exhala
moribundo
corazn.
Msica triste, 1400
lnguida y vaga,
que a par lastima
y el alma halaga;
dulce armona
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que inspira al pecho 1405
melancola,
como el murmullo
de algn recuerdo
de antiguo amor,
a un tiempo arrullo 1410
y amarga pena
del corazn.
Mgico embeleso,
cntico ideal,
que en los aires vaga 1415
y en sonoras rfagas
aumentando va:
sublime y oscuro,
rumor prodigioso,
sordo acento lgubre, 1420
eco sepulcral,
msicas lejanas,
de enlutado parche
redoble montono,
cercano huracn, 1425
que apenas la copa
del rbol menea
y bramando est:
olas alteradas
de la mar brava, 1430
en noche sombra
los vientos en paz,
y cuyo rugido
se mezcla al gemido
del muro que trmulo 1435
las siente llegar:
pavoroso estrpito,
infalible prsago
de la tempestad.
Y en rpido crescendo, 1440
los lgubres sonidos
ms cerca vanse oyendo
y en ronco rebramar;
cual trueno en las montaas
que retumbando va,
cual rujen las entraas
de horrsono volcn.
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Y algazara y gritera,
crujir de afilados huesos,
rechinamiento de dientes 1450
y retemblar los cimientos,
y en pavoroso estallido
las losas del pavimento
separando sus junturas
irse poco a poco abriendo, 1455
siente Montemar, y el ruido
ms cerca crece, y a un tiempo
escucha chocarse crneos,
ya descarnados y secos,
temblar en torno la tierra, 1460
bramar combatidos vientos,
rugir las airadas olas,
estallar el ronco trueno,
exhalar tristes quejidos
y prorrumpir en lamentos: 1465
todo en furiosa armona,
todo en frentico estruendo,
todo en confuso trastorno,
todo mezclado y diverso.
Y luego el estrpito crece 1470
confuso y mezclado en un son,
que ronco en las bvedas hondas
tronando furioso zumb;
y un eco que agudo parece
del ngel del juicio la voz, 1475
en triple, punzante alarido,
medroso y sonoro se alz;
sinti, removidas las tumbas,
crujir a sus pies con fragor
chocar en las piedras los crneos 1480
con rabia y ahnco feroz,
romper intentando la losa,
y huir de su eterna mansin,
los muertos, de sbito oyendo
el alto mandato de Dios. 1485
Y de pronto en horrendo estampido
desquiciarse la estancia sinti,
y al tremendo tartreo rido
cien espectros alzarse mir:
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de sus ojos los huecos fijaron 1490
y sus dedos enjutos en l;
y despus entre s se miraron,
y a mostrarle tornaron despus;
y enlazadas las manos siniestras,
con dudoso, espantado ademn 1495
contemplando, y tendidas sus diestras
con asombro al osado mortal,
se acercaron despacio y la seca
calavera, mostrando temor,
con inmvil, irnica mueca
inclinaron, formando enredor.
Y entonces la visin del blanco velo
al fiero Montemar tendi una mano,
y era su tacto de crispante hielo,
y resistirlo audaz intent en vano: 1505
galvnica, cruel, nerviosa y fra,
histrica y horrible sensacin,
toda la sangre coagulada enva
agolpada y helada al corazn...
Y a su despecho y maldiciendo al cielo, 1510
de ella apart su mano Montemar,
y temerario alzndola a su velo,
tirando de l la descubri la faz.
Es su esposo!, los ecos retumbaron,
La esposa al fin que su consorte hall! 1515
Los espectros con jbilo gritaron:
Es el esposo de su eterno amor!
Y ella entonces grit: Mi esposo! Y era
(desengao fatal!, triste verdad!)
una srdida, horrible calavera, 1520
la blanca dama del gallardo andar...
Luego un caballero de espuela dorada,
airoso, aunque el rostro con mortal color,
traspasado el pecho de fiera estocada,
an brotando sangre de su corazn, 1525
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se acerca y le dice, su diestra tendida,
que impvido estrecha tambin Montemar:
-Al fin la palabra que disteis, cumplida;
doa Elvira, vedla, vuestra esposa es ya.
-Mi muerte os perdono. Por cierto, don Diego, 1530
repuso don Flix tranquilo a su vez,
me alegro de veros con tanto sosiego,
que a fe no esperaba volveros a ver.
En cuanto a ese espectro que decs mi esposa,
raro casamiento vensme a ofrecer: 1535
su faz no es por cierto ni amable ni hermosa,
mas no se os figure que os quiera ofender.
Por mujer la tomo, porque es cosa cierta,
y espero no salga fallido mi plan,
que en caso tan raro y mi esposa muerta, 1540
tanto como viva no me cansar.
Mas antes decidme si Dios o el demonio
me trajo a este sitio, que quisiera ver
al uno o al otro, y en mi matrimonio
tener por padrino siquiera a Luzbel: 1545
Cualquiera o entrambos con su corte toda,
estando estos nobles espectros aqu,
no perdiera mucho viniendo a mi boda...
Hermano don Diego, no pensis as?
Tal dijo don Flix con fruncido ceo, 1550
en torno arrojando con fiero ademn
miradas audaces de altivo desdeo,
al Dios por quien jura capaz de arrostrar.
El carado, lvido esqueleto,
los fros, largos y asquerosos brazos, 1555
le enreda en tanto en apretados lazos,
y vido le acaricia en su ansiedad:
y con su boca cavernosa busca
la boca a Montemar, y a su mejilla
la rida, descarnada y amarilla 1560
junta y refriega repugnante faz.
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Y l, envuelto en sus secas coyunturas,
an ms sus nudos que se aprieta siente,
baa un mar de sudor su ardida frente
y crece en su impotencia su furor; 1565
pugna con ansia a desasirse en vano,
y cuanto ms airado forcejea,
tanto ms se le junta y le desea
el rudo espectro que le inspira horror.
Y en furioso, veloz remolino, 1570
y en area fantstica danza,
que la mente del hombre no alcanza
en su rpido curso a seguir,
los espectros su ronda empezaron,
cual en crculos raudos el viento 1575
remolinos de polvo violento
y hojas secas agita sin fin.
Y elevando sus ridas manos,
resonando cual lgubre eco,
levantse con su cncavo hueco 1580
semejante a un aullido una voz:
pavorosa, montona, informe,
que pronuncia sin lengua su boca,
cual la voz que del spera roca
en los senos el viento form. 1585
Cantemos, dijeron sus gritos,
la gloria, el amor de la esposa,
que enlaza en sus brazos dichosa,
por siempre al esposo que am:
su boca a su boca se junte, 1590
y selle su eterna delicia,
suave, amorosa caricia
y lnguido beso de amor.
Y en mutuos abrazos unidos,
y en blando y eterno reposo, 1595
la esposa enlazada al esposo
por siempre descansen en paz:
y en fnebre luz ilumine
sus bodas fatdica tea,
es brinde deleites y sea 1600
a tumba su lecho nupcial.
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Mientras, la ronda frentica
que en raudo giro se agita,
ms cada vez precipita
su vrtigo sin ceder; 1605
ms cada vez se atropella,
ms cada vez se arrebata,
y en crculos se desata
violentos ms cada vez:
y escapa en rueda quimrica, 1610
y negro punto parece
que en torno se desvanece
a la fantstica luz,
y sus lgubres aullidos
que pavorosos se extienden, 1615
los aires rpidos hienden
ms prolongados an.
Y a tan continuo vrtigo,
a tan funesto encanto,
a tan horrible canto, 1620
a tan tremenda lid;
entre los brazos lbricos
que aprmianle sujeto,
del hrrido esqueleto,
entre caricias mil: 1625
Jams vencido el nimo,
su cuerpo ya rendido,
sinti desfallecido
faltarle, Montemar;
y a par que ms su espritu 1630
desmiente su miseria
la flaca, vil materia
comienza a desmayar.
Y siente un confuso,
loco devaneo, 1635
languidez, mareo
y angustioso afn:
y sombras y luces
la estancia que gira,
y espritus mira 1640
que vienen y van.
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Y luego a lo lejos,
flbil en su odo,
eco dolorido
lnguido son, 1645
cual la meloda
que el aura amorosa,
y el aura armoniosa
de noche form:
y siente luego 1650
su pecho ahogado
y desmayado,
turbios sus ojos,
sus graves prpados
flojos caer: 1655
la frente inclina
sobre su pecho,
y a su despecho,
siente sus brazos
lnguidos, dbiles, 1660
desfallecer.
Y vio luego
una llama
que se inflama
y muri; 1665
y perdido,
oy el eco
de un gemido
que expir.
Tal, dulce 1670
suspira
la lira
que hiri,
en blando
concepto, 1675
del viento
la voz,
leve,
breve
son. 1680
En tanto en nubes de carmn y grana
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su luz el alba arrebolada enva,
y alegre regocija y engalana
las altas torres al naciente da;
sereno el cielo, calma la maana, 1685
blanda la brisa, trasparente y fra,
vierte a la tierra el sol con su hermosura
rayos de paz y celestial ventura.
Y huy la noche y con la noche huan
sus sombras y quimricas mujeres, 1690
y a su silencio y calma sucedan
el bullicio y rumor de los talleres;
y a su trabajo y a su afn volvan
los hombres y a sus frvolos placeres,
algunos hoy volviendo a su faena 1695
de zozobra y temor el alma llena:
Que era pblica voz, que llanto arranca
del pecho pecador y empedernido,
que en forma de mujer y en una blanca
tnica misteriosa revestido, 1700
aquella noche el diablo a Salamanca
haba en fin por Montemar venido!...
Y si, lector, dijerdes ser comento,
como me lo contaron, te lo cuento.