José L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    JOSE L. SICRE

    LOS PROFETAS

    DE ISRAEL

    Y SU MENSAJE

    Antologa

    de textos

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    PROLOGO

    Los libros profticos constituyen uno de los bloques ms importantes del Antiguo

    Testamento. Para la Iglesia primitiva fueron de sumo inters. En nuestro tiempo, los

    profetas estn de moda. Nada de esto debe extraarnos, porque los profetas ejercieronun influjo decisivo en la religin israel.

    Pero estos libros tan interesantes resultan tambin de los ms difciles para un

    lector moderno. Ante todo, porque los profetas se expresan a menudo en lenguaje

    potico, y todos sabemos que la poesa es ms densa que la prosa, menos atractiva para

    gran nmero de personas. Por otra parte, el mensaje de los profetas hace referencias

    continuas a las circunstancias histricas, polticas, econmicas, culturales y religiosas de

    su tiempo. Numerosas alusiones, evidentes para sus contemporneos, resultan

    enigmticas para el hombre actual.

    Cuando se dan charlas o conferencias sobre los profetas es fcil superar estasbarreras. he podido experimentarlo en los ambientes ms distintos, desde el

    estrictamente universitario de Espaa hasta el ms sencillo de los campesinos y obreros

    salvadoreos.

    Despus de esas charlas, ocurra con frecuencias que personas interesadas en

    conocer ms a fondo a los profetas me preguntaban qu textos deban leer, o por qu

    libro empezaban. Nunca consegua dar una respuesta satisfactoria, porque enseguida me

    venan a la mente el cmulo de dificultades que encontraran al ponerse en contacto

    directo con el texto. Por otra parte, los numerosos estudios tcnicos, o de poner en

    contacto con sus ideas ms que con sus palabras. Al final, el lector quiz sepa lo que

    pensaba Isaas o Ams sobre un punto concreto, pero es probable que no haya ledo ni

    uno slo de sus poemas.

    Surgi de este modo la conviccin de que convena hacer una antologa de los

    principales textos profticos, pero agrupndolos por temas, para que el mensaje resultase

    ms claro y la exposicin ms pedaggica. Este proyecto lo fui relegando, en parte por

    el deseo de escribir una obra seria y extensa sobre la justicia social en los profetas, que

    titul Con los pobres de la tierra. Una vez publicada, y cuando ocupaciones de tipo

    burocrtico me impiden dedicarme a estudios demasiado tcnicos, cre llegado el

    momento de abordar este antiguo proyecto.

    La seleccin de los textos se orienta en torno a los dos grandes polos del mensaje

    proftico: la denuncia y el anuncio. Me baso para ello en el relato de la vocacin de

    Jeremas, al que Dios llama para arrancar y arrasar, edificar y plantar. Estas

    imgenes, tomadas del mundo de la agricultura (arrancar, plantar) y de la construccin

    (arrasar, edificar), expresan muy bien el doble aspecto de la predicacin proftica y son

    de suma actualidad. A muchas personas slo les atrae la primera tctica: se inclinaba

    por la crtica dura, radical, cerrada casi a la esperanza. Otras, quiz con ingenuo

    optimismo, slo piensan en una labor constructiva, edificante, como si la crtica fuese

    un elemento pernicioso para la Iglesia. La vocacin de Jeremas nos indica que ambas

    actitudes son necesarias en los planes de Dios. Y el mensaje proftico, tomado en su

    conjunto, sigue esta doble pauta.

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    La extensin de los comentarios es algo que me preocupaba. No deban ser muy

    amplios, porque lo importante es el contacto directo con el texto. Pero tampoco tan

    breves que dejasen al lector en la misma oscuridad del comienzo. La lnea adoptada

    supone algo intermedio. Ms que detenerme en el comentario, he procurado situar el

    texto dentro de la problemtica correspondiente y de la poca en que surge. Esto lo

    ilumina suficientemente, al menos como punto de partida. En los dos volmenes sobreProfetas, que L. Alonso Schkel y yo publicamos hace pocos aos en Ediciones

    Cristiandad, puede encontrar el lector un comentario ms amplio a cada pasaje. Aqu he

    recogido algunos de esos materiales, pero casi todo es nuevo.

    Al tratarse de un libro de divulgacin he suprimido sistemticamente todo tipo de

    notas filolgicas y de discusiones tcnicas. El especialista sabe que este procedimiento

    es peligroso; puede provocar en el lector la impresin de que las cosas son sencillas.

    Pero conviene correr este riesgo. Los textos profticos, como cualquier produccin

    artstica, se pueden entender a distintos niveles. A veces he comparado este fenmeno

    con los niveles de comprensin de una sinfona o de una pelcula. Amadeus, de Milos

    Forman, ha sido un xito reciente, que atrajo a gran cantidad de pblico. En principio,supongo que todos los espectadores la entendieron. Pero el conocedor de la msica de

    Mozart, que identifica inmediatamente un pasaje de Don Giovanni, o advierte hacia el

    final el paso reiterado del Requiem a La flauta mgica, capta sugerencias y matices

    que pasan desapercibidos a la mayora de los espectadores. Igual ocurre con los textos

    profticos. El especialista notar que quedan muchas cosas sin comentar. Pero no

    escribo para ellos, sino para ese gran pblico que desea conocer algo la personalidad y el

    mensaje de los profetas. Si este libro les anima a un contacto ms profundo con los

    textos y sus autores, habr cumplido su misin.

    Es normal que una antologa literaria vaya precedida de un estudio sobre el autor o

    los autores recopilados. Tambin en este caso me pareci necesario incluir unaintroduccin sobre el fenmeno proftico y los principales problemas que plantea al

    hombre de hoy. Quiz extrae a alguno la relativa amplitud con que he tratado los

    gneros literarios, en comparacin con el nmero de pginas dedicadas a otras

    cuestiones. el motivo es sencillo. Los otros puntos se encuentran fcilmente

    desarrollados en cualquier introduccin a la Biblia. sin embargo, los valores literarios

    quedan con frecuencia en la penumbra. Y es una lstima, porque muchos de los profetas

    son autnticos genios de la literatura universal. Los datos que aporto no significan un

    estudio estilstico serio, pero espero que despierten en el lector una mayor sensibilidad

    hacia la forma externa del mensaje proftico.

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    1 PARTE

    QU ES UN PROFETA?Los problemas planteados por los profetas y los libros profticos a la ciencia

    bblica han sido objeto de numerosos estudios, que reflejan el inters y la complejidad

    de dichas cuestiones. Muchas de ellas preocupan tambin al cristiano sin especial

    formacin teolgica. Otras lo desbordan, y tratarlas aqu slo contribuira a aumentar

    esa dosis de aburrimiento que, como escriba Kierkegaard, fue invadiendo el mundo

    desde el momento de la creacin. Limitar, pues, estas pginas introductorias a plantear

    y responder de forma muy sencillas las preguntas que con ms frecuencia me han

    surgido al hablar de estos temas.

    1. Qu es un profeta?

    Para la mayora de la gente, el profeta es un hombre que predice el futuro, una

    especie de adivino. Esta concepcin tan difundida tiene dos fundamentos: uno, errneo,

    de tipo etimolgico; otro, parcialmente justificado, de carcter histrico. Prescindo del

    primero para no cansar al lector con cuestiones filolgicas. En cuanto al segundo, no

    cabe duda de que ciertos relatos bblicos presentan al profeta como un hombre

    capacitado para conocer cosas ocultas y adivinar el futuro: Samuel puede encontrar las

    asnas que se le han perdido al padre de Sal (1 Sm 9, 6-7.20); Ajas, ya ciego, sabe que

    la mujer que acude a visitarlo disfrazada es la esposa del rey Jerobon, y predice el

    futuro de su hijo enfermo (1 Re 14, 1-16); Elas presiente la pronta muerte de Ocozas (2

    Re 1, 16-17); Eliseo sabe que su criado, Guejaz, ha aceptado ocultamente dinero del

    ministro sirio Naamn (2 Re 5, 20-27), sabe dnde est el campamento arameo (2 Re 6,

    8s), que el rey ha decidido matarlo (2 Re 6, 30s), etc. Incluso en tiempos del Nuevo

    Testamento segua en vigor esta idea, como lo demuestra el dilogo entre Jess y la

    samaritana; cuando l le dice que ha tenido cinco maridos, y que el actual no es el suyo,

    la mujer reacciona espontneamente: Seor, veo que eres un profeta. Y en la novela

    deJosyAsenet, escrita probablemente en el siglo I, se dice: Lev advirti el propsito

    de Simen, pues era profeta y vea con anterioridad todo lo que iba a suceder (23, 8);

    cf. Apcrifos del Antiguo Testamento III (Ed. Cristiandad, Madrid 1982) 189-238, cita

    en p. 231.

    Esta mentalidad se encuentra tambin difundida en ambientes cultos. El autor del

    Eclesistico escribe a propsito de Isaas: Con espritu poderoso previ el futuro y

    consol a los afligidos de Sin; anunci el futuro hasta el final y los secretos antes de

    que sucediesen (48, 24-25). Y el gran historiador judo del siglo I, Flavio Josefo,

    hablando de Juan Hircano dice que posey las tres cosas que hacen ms felices: la

    realeza, el sacerdocio y la profeca. Este ltimo don lo explica del modo siguiente:

    Efectivamente, la divinidad tena tanta familiaridad con l que no ignoraba ninguna de

    las cosas futuras; incluso previ y profetiz que sus dos hijos mayores permaneceran al

    frente del gobierno (Guerra juda, 1, 2, 8).

    Se trata, pues, de una concepcin muy divulgada, con cierto fundamento, pero que

    debemos superar. Los ejemplos citados de Samuel, Ajas, Elas, Eliseo, nos sitan en laprimera poca del profetismo israel, anterior al siglo VIII a.C. Leyendo los libros de

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    Ams, Isaas, Oseas, Jeremas, etc., advertimos que el profeta no es un adivino, sino un

    hombre llamado por Dios para transmitir su palabra, para orientar a sus contemporneos

    e indicarles el camino recto. A finales del siglo VI a.C., Zacaras sintetizaba la

    predicacin de sus predecesores con esta exigencia: Convertos de vuestra mala

    conducta y de vuestras malas acciones (1,4). Esta exhortacin a convertirse va

    acompaada con frecuencia de referencias al futuro, prediciendo el castigo oprometiendo la salvacin. En determinados momentos, los profetas son conscientes de

    revelar cosas ocultas. Pero su misin principal es iluminar el presente, con todos sus

    problemas concretos: injusticias sociales, poltica interior y exterior, corrupcin

    religiosa, desesperanza y escepticismo.

    En el Antiguo Testamento aparecen como profetas personajes muy distintos. Esto

    ha sido objeto de diversos estudios sobre la sociologa del movimiento proftico.

    Pero, en lneas generales, los rasgos ms llamativos de la personalidad proftica me

    parecen los siguientes:

    a) El profeta es un hombre inspirado, en el sentido ms estricto de la palabra.Nadie en Israel tuvo una conciencia tan clara de que era Dios quien le hablaba y de serportavoz del Seor como el profeta. Y esta inspiracin le viene de un contacto personal

    con l, que comienza en el momento de la vocacin. Por eso, cuando habla o escribe, el

    profeta no acude a archivos y documentos, como los historiadores; tampoco se basa

    generalmente en la experiencia humana general, como los sabios de Israel. Su nico

    punto de apoyo, su fuerza y su debilidad, es la palabra que el Seor le comunica

    personalmente, cuando quiere, sin que l pueda negarse a proclamarla. Palabra que a

    veces se asemeja al rugido del len, como indica Ams (1, 2), y en ocasiones es gozo y

    alegra ntima (Jr 15, 16). Palabra con frecuencia imprevista e inmediata, pero que en

    momentos cruciales se retrasa (Jr 42, 1-7). Palabra dura y exigente en muchos casos,

    pero que se convierte en un fuego ardiente e incontenible encerrado en los huesos,que es preciso seguir proclamando (Jr 20,9). Palabra de la que muchos desearan huir,

    como Jons, pero que termina imponindose y triunfando. Este primer rasgo resulta

    desconcertante a muchas personas. Por eso volver sobre l ms tarde, cuando

    terminemos este breve esbozo del profeta.

    b) El profeta es un hombre pblico. Su deber de transmitir la palabra de Dioslo pone en contacto con los dems. No puede retirarse a un lugar sosegado de estudio o

    reflexin, ni reducirse al limitado espacio del templo. Su lugar es la calle y la plaza

    pblica, el sitio donde la gente se rene, donde el mensaje es ms necesario y la

    problemtica ms acuciante. El profeta se halla en contacto directo con el mundo que lo

    rodea: conoce las maquinaciones de los polticos, las intenciones del rey, el descontentode los campesinos pobres, el lujo de los poderosos, la despreocupacin de muchos

    sacerdotes. Ningn sector le resulta indiferente, porque nada es indiferente para Dios.

    c) El profeta es un hombre amenazado. En ocasiones slo le ocurrir lo quedice Dios a Ezequiel: Acuden a ti en tropel y mi pueblo se sienta delante de ti;

    escuchan tus palabras, pero no las practican (...). Eres para ellos coplero de amoros, de

    bonita voz y buen taedor. Escuchan tus palabras, pero no las practican (Ez 33,30-33).

    Es la amenaza del fracaso apostlico, de gastarse en una actitud que no encuentra

    respuesta en los oyentes. Pero esto es lo ms suave que puede ocurrirle. A veces se

    enfrentan a situaciones ms duras. A Oseas lo tachan de loco y necio; a Jeremas

    de traidor a la patria. Y se llega incluso a la persecucin, la crcel y la muerte. Elasdebe huir del rey en muchas ocasiones; Miqueas ben Yiml termina en la crcel; Ams

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    es expulsado del Reino Norte; Jeremas pasa en prisin varios meses de su vida; igual le

    ocurre a Janan. Zacaras es apedreado en los atrios del templo (2 Cr 24, 17-22); Uras

    es acuchillado y tirado a la fosa comn (Jr 26, 20-23). Esta persecucin no es slo de

    los reyes y de los poderosos; tambin intervienen en ella los sacerdotes y los falsos

    profetas. E incluso el pueblo se vuelve contra ellos, los crtica, desprecia y persigue. En

    el destino de los profetas queda prefigurado el de Jess de Nazaret.

    Silenciaramos un detalle importante, si no dijsemos que la amenaza le viene

    tambin de Dios. Le cambia la orientacin de su vida, lo arranca de su actividad

    normal, como le ocurre a Ams (7, 14s) o a Eliseo (1 Re 19, 19-21); le encomienda a

    veces un mensaje muy duro, casi inhumano, teniendo en cuenta la edad o las

    circunstancias en que se encuentra.

    Aclarar este punto con dos ejemplos muy distintos. El primero, tomado de las

    tradiciones sobre Samuel, quiz tenga un fondo ms legendario que histrico, pero

    ayuda a hacerse una idea de las tremendas exigencias de Dios:

    "El nio Samuel oficiaba ante el Seor con El. La palabra del Seor era

    rara en aquel tiempo y no abundaban las visiones. Un da El estaba acostado en

    su habitacin. Sus ojos empezaban a apagarse y no poda ver. An no se haba

    apagado la lmpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el santuario del Seor,

    donde estaba el arca de Dios. El Seor llam:

    Samuel, Samuel!

    Y ste respondi:

    Aqu estoy!

    Fue corriendo a donde estaba El y le dijo:

    Aqu estoy, vengo porque me has llamado.El respondi:

    No te he llamado, vuelve a acostarte

    Samuel fue a acostarse, y el Seor lo llam otra vez. Samuel se levant, fue

    a donde estaba El, y le dijo:

    Aqu estoy, vengo porque me has llamado.

    El respondi:

    No te he llamado, hijo; vuelve a acostarte.

    (Samuel no conoca todava al Seor; an no se le haba revelado la palabra

    del Seor).

    El Seor volvi a llamar por tercera vez. Samuel fue a donde estaba El, y le

    dijo:Aqu estoy, vengo porque me has llamado.

    El comprendi entonces que era el Seor quien llamaba al nio, y le dijo:

    Anda, acustate. Y si te llama alguien, dices: Habla, Seor, que tu siervo

    escucha.

    Samuel fue y se acost en su sitio. El Seor se present y lo llam como

    antes:

    Samuel, Samuel!

    Samuel respondi:

    Habla, Seor que tu siervo escucha" (1 Sam 3,1-10).

    Este es el relato de la vocacin de Samuel, conocido quiz por la mayora de loslectores. Pero se olvida con frecuencia lo que sigue:

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    El Seor le dijo:

    Mira, voy a hacer una cosa en Israel, que a los que la oigan les retumbarn los

    odos. Aquel da ejecutar contra El y su familia todo lo que he anunciado sin que

    falte nada. Comuncale que condeno a su familia definitivamente, porque l saba

    que sus hijos maldecan a Dios y no les reprendi. Por eso juro a la familia de El

    que jams se expiar su pecado, ni con sacrificios ni con ofrendas" (1 Sm3, 11-14).

    Muchos autores ponen en duda la historicidad del relato y de la comunicacin de

    Dios a Samuel nio. Pero este detalle es secundario para nosotros. Nos interesa el

    concepto que refleja este texto sobre la misin del profeta. Samuel es un nio, educado

    desde pequeo con el sacerdote El, que lo trata como un padre. Sin embargo, recibe de

    Dios el encargo ms duro: transmitirle su propia condena y la de sus hijos. Con razn

    aade el autor que, a la maana siguiente, Samuel no se atreva a contarle a El la

    visin (v. 16), y si lo hace es forzado por el mismo El.

    El segundo ejemplo est tomado de Ezequiel. Dios le anuncia un acontecimientosumamente doloroso: la muerte de su esposa. Pero, incluso entonces, no podr dejarse

    dominar por la pena ni cumplir los ritos fnebres habituales. La existencia del profeta

    est en todo momento al servicio de Dios, y tambin este hecho ser punto de partida

    para transmitir su mensaje:

    " Me vino esta palabra del Seor:

    Hijo de Adn, voy a arrebatarte repentinamente

    el encanto de tus ojos;

    no llores ni hagas duelo ni derrames lgrimas;

    lamntate en silencio como un muerto,sin hacer duelo;

    late el turbante y clzate las sandalias;

    no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.

    Por la maana yo hablaba a la gente,

    por la tarde se muri mi mujer

    y a la maana siguiente hice lo que se me haba mandado.

    Entonces me dijo la gente:

    Quieres explicarnos qu nos anuncia

    lo que ests haciendo?

    Les respond: Me vino esta palabra del Seor:

    Dile a la casa de Israel: Esto dice el Seor:Mira, voy a profanar mi santuario,

    vuestro soberbio baluarte,

    el encanto de vuestros ojos, el tesoro de vuestras almas.

    Los hijos e hijas que dejasteis caern a espada.

    Entonces haris lo que yo he hecho:

    no os embozaris la cara ni comeris el pan del duelo;

    seguiris con el turbante en la cabeza

    y las sandalias en los pies,

    no lloraris ni haris duelo;

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    os consumiris por vuestra culpa

    y os lamentaris unos con otros.

    Ezequiel os servir de seal:

    haris lo mismo que l ha hecho" (Ez 24, 15-24).

    Estos ejemplos, que podran multiplicarse, bastan para demostrar que la existenciadel profeta no slo est amenazada por sus contemporneos, sino tambin por el mismo

    Dios. No es extrao que alguno de ellos, como Jeremas, llegar a rebelarse en ciertos

    momentos contra esta coaccin (Jr 20, 7-9.14-20), si bien se trat de crisis pasajeras.

    d) Por ltimo, conviene recordar que la profeca es un carisma. Como tal,rompe todas las barreras. La barrera del sexo, porque en Israel existen profetisas, como

    Dbora (Jue 4) o Hulda (2 Re 22). La barrera de la cultura, porque no hacen falta

    estudios especiales para transmitir la palabra del Seor. La barrera de las clases, porque

    personas vinculadas a la corte, como Isaas, pequeos propietarios, como Ams, o

    simples campesinos, como Miqueas, pueden ser llamados por Dios. Las barreras

    religiosas, porque no es preciso ser sacerdote para ser profeta; ms an, podemosafirmar que gran nmero de profetas eran seglares. La barrera de la edad, porque Dios

    encomienda su palabra lo mismo a adultos que a jvenes.

    2. Breve nota sobre la inspiracin proftica

    En el esbozo anterior hemos puesto como primer rasgo el hecho de la inspiracin.

    Es algo que judos y cristianos aplicamos a todos los autores bblicos, pero que en los

    profetas adquiere especial relieve. As dice el Seor, esto me comunic el Seor,

    esto me hizo ver el Seor, orculo del Seor, son frmulas que se repiten hasta la

    saciedad en este bloque de libros. Mucha gente se pregunta cmo debemos entender

    estas afirmaciones. No pretendo resolver en pocas lneas un problema tan complejo.

    Quien desee profundizar en el tema puede leer la densa obra de L. Alonso Schkel, La

    Palabra Inspirada (publicada recientemente en 3. ed. por Ediciones Cristiandad), o el

    excelente artculo de Karl Rahner, Inspiracin, en Conceptos fundamentales de la

    Teologa II (Ed. Cristiandad 1979) 781-790. Por mi parte, me limito a sugerencias muy

    sencillas que puedan esclarecer la cuestin.

    Como punto de partida es til referirse a un campo ms conocido para nosotros y

    al que aplicamos frecuentemente el concepto de inspiracin: La creacin artstica.

    En ella, la inspiracin aparece como un hecho real, constatable e indiscutible, pero

    difcil de definir y precisar. Una poesa, una obra de teatro, una sinfona o una escultura

    estn inspiradas. Pero, en qu consiste esa inspiracin de su autor? En lneas

    generales podramos decir que en la fusin perfecta de la tcnica propia de un artista con

    el espritu que lo alienta. De estos dos elementos, el ms importante es el segundo, el

    espritu. La tcnica, fundamental en el arte, no lo es todo; incluso puede provocar una

    obra tan fra que, a pesar de ser perfecta, nos deje la sensacin de no estar inspirada.

    La obra de arte se produce cuando el artista tiene algo que decir y sabe decirlo.

    El ejemplo del arte nos lleva a dos conclusiones: 1) el concepto de inspiracin es

    casi imposible de definir; 2) una obra puede estar inspirada aunque los recursos

    tcnicos del artista sean deficientes o elementales. El villancico Noche de Dios es de

    las composiciones ms inspiradas, aunque sus recursos armnicos son extremadamentesimples.

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    Aplicando estos criterios al terreno bblico, lo primero que debemos tener presente

    es que la inspiracin de un texto no depende de su mayor o menor tcnica literaria, sino

    de que el autor est alentado por un espritu y tenga algo que decir. En el enfoque

    tradicional de la inspiracin bblica, este problema est resuelto de antemano, porque el

    espritu que alienta al autor es el Espritu de Dios y lo que debe transmitir es palabra

    de Dios.

    Sin embargo, esta interpretacin, con todo lo que tiene de exacta, corre el peligro

    de resultar simplista, concediendo a todos los autores el mismo nivel de inspiracin y

    dando el mismo valor a afirmaciones de contenido muy distinto. De esta forma,

    terminamos siendo injustos con la palabra de Dios, incluso la ridiculizamos. El

    proverbio: Ms vale vivir en el rincn de la azotea que dentro de la casa con mujer

    pendenciera est perfectamente formulado, pero no es preciso recurrir a una especial

    revelacin divina para su autor. De igual modo, no podemos equiparar la inspiracin del

    autor del libro de Job, o del Deuteronomio, con la del autor que redacta el segundo libro

    de los Macabeos, limitndose a resumir los cinco libros de Jasn de Cirene.

    La teora oficial sobre la inspiracin olvida que muchos autores bblicos nunca

    reivindican este don. Este hecho es palpable en los historiadores y en los sabios.

    El eplogo del Eclesiasts, escrito por un discpulo, presenta la obra de su maestro de

    manera muy sencilla, sin recurrir a especial comunicacin de Dios: El Predicador,

    adems de ser un sabio, ense al pueblo lo que l saba. Estudi, invent y formul

    muchos proverbios; el Predicador procur un estilo atractivo y escribi la verdad con

    acierto (Ecl 12, 9-10). Y el traductor griego del libro del Eclesistico se expresa de

    forma parecida: Mi abuelo Jess, despus de dedicarse intensamente a leer la ley y los

    profetas y los restantes libros paternos, y de adquirir un buen dominio de ellos, se dedic

    a componer por su cuenta algo en la lnea de la sabidura e instruccin, para que los

    deseosos de aprender, familiarizndose tambin con ello, pudieran adelantar en una vidasegn la ley (Prlogo, letra c).

    Con ms modestia an se expresa el autor del segundo libro de los Macabeos:

    Jasn de Cirene dej escrita en cinco libros la historia de Judas Macabeo y sus

    hermanos (...). Nosotros vamos a intentar resumirlo en un solo volumen... procurando

    ofrecer entretenimiento a los que se contentan con una simple lectura, facilitar a los

    estudiosos el trabajo de retener datos de memoria y ser tiles a los lectores en general.

    Para quienes hemos emprendido la penosa tarea de hacer este resumen no ha sido un

    trabajo fcil, sino de sudores y vigilias, como no es fcil el trabajo del que organiza un

    banquete, que tiene que atender al gusto de los dems (2, 23-27).

    Es justo que ms tarde se reivindicase para estos autores una especial inspiracin

    de Dios? La Iglesia as lo ha decidido, pero los telogos estn obligados a repensar

    estos datos y formular nuestra fe tomndose en serio no slo al hombre de hoy, sino

    tambin, y sobre todo, al mismo Dios.

    Con los profetas no ocurre lo mismo que con historiadores y sabios. Ya hemos

    indicado la certeza e insistencia con que afirman transmitir la palabra de Dios. Sugieren

    una comunicacin directa, casi fsica, entre ellos y el Seor. Esto desconcierta al

    hombre moderno. Pero, si evitamos el literalismo, sus frmulas expresan una verdad

    profunda, bastante comprensible. Pensemos en las personas que podemos considerar

    profetas de nuestro tiempo: Martn Luter King, Oscar Romero, etc. Estos hombresestaban convencidos de que comunicaban la voluntad de Dios, de que decan lo que

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    Dios quera en ese momento histrico. Por eso no podan echarse atrs, aunque les

    costase la vida. Si hubisemos podido preguntarles: Es que Dios le ha hablado esta

    noche? Se le ha revelado en visin?, tendran que responder: Efectivamente, Dios me

    ha hablado; no en sueos ni visiones, pero s de forma indiscutible, a travs de los

    acontecimientos, de las personas que me rodean, del sufrimiento y la angustia de los

    hombres. Y esta palabra externa se convierte luego en palabra interior, encerrada enlos huesos, como dira Jeremas, que no se puede contener.

    El hombre corriente puede poner en duda la validez de este convencimiento del

    profeta. Lo atribuir a sus propios deseos y fantasas; el profeta sabe que no es as. Y

    acta de acuerdo con esa certeza.

    Naturalmente, cabe una pregunta posterior: No puede equivocarse el profeta?

    No puede, a pesar de su buena voluntad, transmitir como palabra de Dios lo que slo es

    palabra suya? Evidentemente, s. De esta forma surge el problema de los falsos

    profetas, a los que dedicaremos el siguiente apartado.

    3. Los falsos profetas

    Dentro del Antiguo Testamento se distinguen dos grupos: el de los profetas de

    divinidades extranjeras (como Baal) y el de los que pretenden hablar en nombre de

    Yahv. Al primero lo encontramos especialmente en tiempos de Elas (1 Re 18). Para

    la historia del profetismo carecen de importancia, a no ser por el influjo pernicioso que

    pudieron ejercer sobre el pueblo. Ms grave es el caso del segundo grupo, porque

    fundamentan sus falsas promesas en una pretendida revelacin del Dios verdadero.

    Segn Bright, los falsos profetas surgen con motivo de la persecucin de la reina

    Jezabel, durante el siglo IX a. C. En estos momentos difciles, no todos consiguieronresistir a la prueba y se pasaron al bando del rey. Los encontramos en 1 Re 22

    enfrentados a Miqueas ben Yiml. Y de ellos nos hablan Oseas (6, 5), Isaas (28,7),

    Miqueas (3,5.11), Jeremas (23, 9-40; 27-29), Ezequiel (13, 2s; 14, 9).

    Edmon Jacob indica cuatro causas de la proliferacin de los falsos profetas:

    - el peso sociolgico de la monarqua, que atrae en torno a ella personas dispuestas a

    defender sus intereses;

    - la importancia concedida a la tradicin, que los convierte en papagayos, repetidores

    de ideas antiguas, sin prestar atencin a Dios ni a los acontecimientos;

    - el deseo de agradar al pueblo y de no enfrentarse a l;

    - el deseo de triunfar y asegurarse una forma de vida.

    En el Deuteronomio, la pena asignada a los falsos profetas es la muerte (13,1-6).

    Sin embargo, si prescindimos de la matanza ordenada por Elas en el monte Carmelo

    contra los profetas de Baal (1 Re 18,19s), y de la realizada por Jeh, con carcter ms

    poltico que religioso (2 Re 9-10), el Antiguo Testamento no conoce ms casos de

    aplicacin de esta ley. Son precisamente los profetas verdaderos los que mueren

    (Zacaras, Miqueas, Juan Bautista, Jess).

  • 8/14/2019 Jos L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    El problema ms grave que plantean los falsos profetas no es el de su origen o el

    de la evolucin del movimiento, sino el de los criterios que ayudan a distinguirlos de los

    verdaderos.

    Es un tema de inters histrico y teolgico que preocup a muchos autores,

    especialmente a Jeremas. Pero es tambin de gran actualidad, ya que en la Iglesiaconviven opiniones muy diversas y muchos cristianos no saben a qu atenerse.

    a) Criterios internos.

    R. Chave indica nueve: inmoralidad (adulterio, borracheras, venalidad, mentira),

    impiedad, magia, sueos engaosos, optimismo, profesionalismo, xtasis, deseos de

    querer profetizar, no cumplimiento de sus profecas. Resultan demasiados criterios, y

    tomados uno a uno no prueban suficientemente. Por ejemplo, en qu consiste el

    optimismo? Se puede decir que los profetas verdaderos sean pesimistas? Qu es

    moral e inmoral? Por otra parte, resulta difcil encontrar todos estos defectos en una

    misma persona. Por eso, otros autores se han fijado en criterios distintos:

    El modo de revelacin: el verdadero profeta excluye los mtodos adivinatorios,incluyendo los sueos, las suertes, etc. Pero no resulta claro, porque los verdaderos

    profetas pueden tener sueos y los sacerdotes echan las suertes. Adems, hay falsos

    profetas que no usan procedimientos adivinitarios, como Ananas (ver Jr 28).

    La conciencia de haber sido enviado, de estar investido de una autoridad divina.Es muy subjetivo. Tambin los falsos profetas pueden tenerla.

    El criterio moral. Es muy relativo. Oseas se casa con una prostituta; Jeremas

    miente a los ministros del rey (38, 24-27). Pero debemos reconocer que los verdaderosprofetas tienen una conducta moral y una predicacin que falta en los otros.

    El espritu. Segn Mowinckel, los profetas de Jud anteriores al destierro semuestran reticentes con respecto al espritu; lo importante para ellos es el poder, la

    fuerza, el juicio. Este criterio es falso. Tambin en Jud se habla de la importancia del

    espritu antes del destierro (Miq 3, 8) y Ezequiel lo reivindica con frecuencia (3,12-14;

    8,3; 43,5). Por otra parte, este criterio no sirve para el Reino Norte, donde se estima

    grandemente el espritu como don de Dios.

    Orculo de condenacin-orculo de salvacin. Los primeros seran tpicos de

    los verdaderos profetas, los segundos de los falsos. Tampoco es cierto. Los verdaderosprofetas hablan de la salvacin. Sus discpulos as lo entendieron y acentuaron al

    redactar los libros.

    Cumplimiento-incumplimiento de las profecas. Dt 18,22 lo pone como criteriofundamental. Pero este criterio no se sigui estrictamente en Israel, porque es muy

    difcil. Cmo se cumplieron las promesas del Deuteroisaas sobre la vuelta del

    destierro? O las de Jeremas sobre la destruccin total? O las de Habacuc, pocos aos

    antes de la destruccin de Jerusaln? No parece conveniente utilizar este criterio como

    el fundamental; entre otras cosas, porque slo sirve a posteriori, no en el momento de la

    discusin. Por consiguiente, los criterios internos no aportan una claridad total al

    problema.

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    b) Criterios externos.

    Ramlot aduce los siguientes:

    - Criterio comunitario. El pueblo de Dios (en este caso Israel, y luego la Iglesia) hacanonizado a unos y rechazado a otros.

    - Criterio de las contrariedades, el sufrimiento y la muerte. Para Jeremas, porejemplo, la nica profeca autntica es la que constituye una carga impuesta desde

    fuera, algo que no se busca, sino que Dios impone. Esto lleva a encontrar oposicin

    por todas partes, persecucin, crcel, insultos, muerte.

    - Criterio de intercesin. Segn Jr 27, 18 y Ez 13, 5, es un criterio distintivo. Elverdadero profeta intercede por el pueblo ante Dios, pidiendo su perdn, mientras el

    falso profeta se despreocupa de ello, quiz porque no tiene conciencia del pecadodel pueblo.

    De estos tres criterios aducidos por Ramlot, los dos primeros son a posteriori.

    Slo el tercero, la intercesin, se puede valorar en el momento histrico. Pero la

    intercesin se da muchas veces a solas entre el profeta y Dios, con lo cual deja de servir

    de criterio perceptible por la gente. Adems, la intercesin falta en muchos profetas.

    Con respecto al Antiguo Testamento, no existe problemas para nosotros, porque la

    Iglesia nos indica qu profetas son los verdaderos. Las dudas surgen cuando pensamos

    en figuras contemporneas. El Sermn de la Montaa nos ofrece un criterio mucho ms

    clarificador de lo que puede parecer a primera vista: Cuidado con los falsos profetas,sos que se os acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus

    frutos los conoceris. A ver, se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos, As,

    los rboles sanos dan frutos buenos; los rboles daados dan frutos malos. Un rbol

    sano no puede dar frutos malos, ni un rbol daado dar frutos buenos, y todo rbol que

    no da fruto bueno se corta y se echa al fuego. Total, que por sus frutos los conoceris

    (Mt 7,15-20)

    Lo ms interesante de este texto es que recomienda una actitud de vigilancia y de

    espera. Y ninguna de estas cosas resulta agradable. Preferimos emitir un juicio rpido,

    apasionado a veces, en favor o en contra del personaje. Es el camino ms seguro para

    equivocarse. Dar tiempo al tiempo y analizar los frutos producidos por ese mensaje esla nica actitud segura. Por otra parte, esos frutos se deben considerar a la luz del

    evangelio. Por muy desagradable que nos resulte una persona o el contenido de sus

    palabras, si nos animan a mantenernos fieles al espritu de Jess, y esa enseanza la

    corrobora con su vida, estamos obligados a considerarlo un verdadero profeta. Al

    contrario, por agradable que nos resulte una persona, por mucho que sintonicemos con

    ella, si nos aleja del camino del evangelio, ser un lobo rapaz, disfrazado con piel de

    oveja.

    Con esto llegamos a un tema que slo puedo insinuar aqu. El desconcierto de

    muchos cristianos ante la diversidad de opiniones que escuchan slo se explica a causa

    de su pereza intelectual, que les impide buscar la luz en el evangelio. Quieren recetasrpidas, decisiones terminantes, sin esforzarse por tener criterios propios fundamentados

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    en la persona y el mensaje del nico que es el camino, la verdad y la vida.

    4. Los medios de comunicacin de los profetas:

    1) La palabra

    El medio ms habitual entre los profetas para transmitir el mensaje de Dios es,

    naturalmente, la palabra. Muchos podran pensar que ese mensaje lo comunican

    mediante un discurso o un sermn, que son los gneros ms habituales entre los

    oradores de nuestro tiempo. A veces lo hacen, pero generalmente emplean una gran

    variedad de gneros literarios, tomados de los mbitos ms distintos. A continuacin

    indicar diferentes ejemplos, para que el lector se haga una idea de la riqueza y vitalidad

    de la predicacin proftica.

    a) Gneros tomados de la sabidura tribal y familiar.

    Desde antiguo, la familia, el clan, la tribu, han empleado los recursos ms diversospara inculcar un recto comportamiento, hacer reflexionar sobre la realidad que rodea a

    nios y adultos: exhortacin, interrogacin, parbola, alegora, enigmas, bendiciones y

    maldiciones, comparaciones. De todos ellos encontramos ejemplos en los profetas.

    Comenzaremos con una de las parbolas ms famosas, la dirigida por Natn a David tras

    el adulterio con Bersab y el asesinato de su esposo, Uras. Natn no aborda el caso

    directamente, le tiende al rey una trampa:

    "Entr Natn ante el rey y le dijo:

    Haba dos hombres en un pueblo: uno rico y otro pobre. El rico tena muchos

    rebaos de ovejas y bueyes; el pobre slo tena una corderilla que habacomprado; la iba criando, y ella creca con l y con sus hijos, comiendo de su pan,

    bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Lleg una visita

    a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su

    husped, cogi la cordera del pobre y convid a su husped.

    David se puso furioso contra aquel hombre, y dijo a Natn:

    Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte! No quiso respetar lo del

    otro, pues pagar cuatro veces el valor de la cordera.

    Entonces Natn dijo a David:

    Ese hombre eres t!" (2 Sm 12, 1-7).

    En otro caso, el profeta Ezequiel quiere denunciar al rey de Jud porque, despus

    de prometer fidelidad al rey de Babilonia, viola el juramento y busca la ayuda de Egipto.

    Para llevar a cabo su denuncia recurre a una alegora:

    "El guila gigante, de gigantescas alas,

    de gran envergadura, el plumaje tupido,

    de color abigarrado, vol al Lbano;

    cogi el cogollo del cedro,arranc su pimpollo cimero

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    y se lo llev a un pas de mercaderes,

    plantndolo en una ciudad de traficantes.

    Despus cogi simiente de la tierra

    y la ech en terreno sembrado.

    La sembr riberea, junto a aguas abundantes,

    para que germinara y se hicieravid aparrada, achaparrada,

    para que orientara hacia ella sus sarmientos,

    y le sometiera las races.

    Y se hizo vid,

    y ech pmpanos y se puso frondosa.

    Vino despus otra guila gigante,

    de gigantescas alas y de espeso plumaje,

    y entonces nuestra vid,

    aunque estaba plantada en buen terreno,

    junto a aguas abundantes,

    sesg sus races hacia ellay orient hacia ella sus sarmientos, para recibir ms riego

    que en el bancal donde estaba plantada,

    y as echar ramas y dar fruto

    y hacerse vid esplndida.

    Esto dice el Seor: Se lograr?, o la desceparn

    y se malograr su fruto

    y se marchitarn sus renuevos?"

    (Ez 17, 1-9); el texto contina explicando la alegora).

    Al mbito sapiencial corresponde tambin la bendicin y maldicin, como stasque encontramos en Jr 17, 5-8:

    As dice el Seor:

    "Maldito quien confa en un hombre y busca apoyo en la carne,

    apartando su corazn del Seor!

    Ser cardo estepario que no llegar a ver la lluvia,

    habitar un desierto abrasado, tierra salobre e inhspita.

    Bendito quien confa en el Seor y busca en l su apoyo!

    Ser un rbol plantado junto al agua,

    arraigado junto a la corriente; cuando llegue el bochorno,no temer, su follaje seguir verde,

    en ao de sequa no se asusta, no deja de dar fruto."

    El pasaje anterior une la bendicin-maldicin con las comparaciones, otro gnero

    frecuentemente entre los sabios. Jr 17, 11 constituye un ejemplo ms:

    "Perdiz que empolla huevos que no puso

    es quien amasa riquezas injustas:

    a la mitad de la vida lo abandonan,

    y l termina hecho un necio."

    La pregunta es una forma de hacer reflexionar y de inculcar una conclusin

  • 8/14/2019 Jos L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    inevitable. Es lo que ocurre en Am 3,3-6, donde el profeta prepara paso a paso la

    cuestin final:

    "Caminan juntos dos que no se han citado?

    Ruge el len en la espesura sin tener presa?

    Grita el cachorro en la guarida sin haber cazado?Cae el pjaro al suelo si no hay una trampa?

    Salta la trampa del suelo sin haber atrapado?

    Suena la trompeta en la ciudad

    sin que el vecindario se alarme?

    Sucede una desgracia en la ciudad

    que no la mande el Seor?"

    b) Gneros tomados del culto.

    Podemos clasificar en este apartado himnos, oraciones, instrucciones y, quiz, los

    orculos de salvacin.

    En Ams tropezamos con un caso curioso; a lo largo del libro encontramos en

    diversos momentos lo que parecen fragmentos de un himno al poder de Dios:

    "El form las montaas, cre el viento,

    descubre al hombre sus pensamientos,

    hizo la aurora y el crepsculo

    y camina sobre el dorso de la tierra:

    se llama Seor, Dios de los ejrcitos (4,13).

    Cre las Plyades y Orin,

    convierte las sombras en aurora,el da en noche oscura;

    lanza la destruccin contra la fortaleza,

    y la destruccin alcanza a la plaza fuerte (5, 8-9).

    El Seor de los ejrcitos,

    que al tocar la tierra la zarandea,

    en un flujo y reflujo como el del Nilo,

    y hacen duelo sus habitantes;

    que construye en el cielo su escalinata

    y cimenta su bveda sobre la tierra;

    que convoca las aguas del mar

    y las derrama sobre la superficie de la tierra;se llama el Seor" (9, 5-6).

    Es posible que este himno (que plantea numerosos problemas de traduccin e

    interpretacin, de los que prescindo) no fuese compuesto por Ams, sino tomado por l

    y distribuido a lo largo del libro, en momentos claves, para subrayar la omnipotencia

    divina. En Isaas s encontramos un himno de primera mano, compuesto por el profeta o

    por el redactor del libro:

    "Te doy gracias, Seor,

    porque estabas airado contra m,

    pero ha cesado tu ira y me has consolado.El es mi Dios y salvador: confiar y no temer,

  • 8/14/2019 Jos L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    porque mi fuerza y mi poder es el Seor,

    l fue mi salvacin.

    Y sacaris agua con gozo

    de las fuentes de la salvacin.

    Aquel da diris:

    Dad gracias al Seor, invocad su nombre,contad a los pueblos sus hazaas,

    proclamad que su nombre es excelso.

    Taed para el Seor, que hizo proezas,

    anunciadlas a toda la tierra;

    gritad jubilosos, habitantes de Sin:

    Qu grande es en medio de ti

    el Santo de Israel" (Is 12).

    La instruccin (tor) es un gnero tpico del culto. Lo emplea el sacerdote cuando

    responde a alguno de los problemas concretos que le plantean. Los profetas tambin

    usan el gnero, aunque puede ocurrir, como en el caso de Ams, que sea con intencionesdistintas, en plan irnico:

    "Marchad a Betel a pecar, en Guilgal pecad de firme:

    ofreced por la maana vuestros sacrificios

    y a tercer da vuestros diezmos;

    ofreced zimos, pronunciad la accin de gracias,

    anunciad dones voluntarios,

    que eso es lo que os gusta, israelitas

    -orculo del Seor-" (Am 4, 4-5).

    De un sacerdote del antiguo Israel cabe esperar una exaltacin del culto, lainvitacin a frecuentar los grandes santuarios, cumpliendo todos los ritos prescritos o

    aconsejados. Ams indica que todo eso responde slo al capricho de los hombres ( eso

    es lo que os gusta, israelitas), no a la voluntad de Dios. La lleva a cabo, y despus de

    firmar el contrato ora al Seor, pidindole al final la explicacin de este misterio:

    "Ay, mi Seor! T hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, con brazo

    extendido, nada es imposible para ti. T eres leal por mil generaciones, pero

    castigas el pecado de los padres en los hijos que les suceden. Dios grande y

    esforzado, cuyo nombre es Seor de los ejrcitos. Grande en ideas, poderoso en

    acciones, cuyos ojos estn abiertos sobre los pasos de los hombres, para pagar a

    cada uno su conducta, lo que merecen sus acciones. T hiciste signos y prodigiosen Egipto un da como hoy, en Israel y entre todos los hombres, y te has ganado

    fama que dura hasta hoy. Sacaste de Egipto a tu pueblo, Israel, con prodigios y

    portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con gran terror. Les diste esta

    tierra, que habas jurado a sus padres darles, tierra que mana leche y miel, y

    entraron a poseerla. Pero ellos no te obedecieron, no procedieron segn tu ley,

    no hicieron lo que les habas mandado hacer; por eso les enviaste todas estas

    desgracias. Mira, los taludes llegan hasta la ciudad para conquistarla, la ciudad

    est entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y

    la peste. Sucede lo que anunciaste, y lo ests viendo. Y t, Seor, me dices:

    'Cmprate el campo con dinero, ante testigos', mientras la ciudad cae en manos

    de los caldeos" (Jr 32,16-25).

  • 8/14/2019 Jos L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    La respuesta a esta oracin viene poco despus, cuando Dios comunica al profeta

    que la compra del campo contiene un mensaje de esperanza: a pesar de las

    circunstancias actuales, se comprarn campos en esta tierra, de la que deca: 'Est

    desolada, sin hombres ni ganados, y cae en manos de los caldeos' (32, 43).

    Ms discutible es que el orculo de salvacin pertenezca al mbito del culto.Quiz su contexto primitivo fuese el de la guerra, cuando un sacerdote o profeta

    anunciaba la victoria en nombre de Dios y animaba no tener miedo. Este gnero es muy

    utilizado por Deuteroisaas, del que entresaco un ejemplo:

    "T, Israel, siervo mo; Jacob, mi elegido;

    estirpe de Abrahn, mi amigo.

    T, a quien cog de los confines del orbe,

    a quien llam de sus extremos,

    a quien dije: T eres mi siervo,

    te he elegido y no te he rechazado.

    No temas, que yo estoy contigo;no te angusties, que yo soy tu Dios:

    te fortalezco, te auxilio,

    te sostengo con mi diestra victoriosa.

    Mira, se avergonzarn derrotados

    los que se enardecen contra ti;

    sern aniquilados y perecern

    los que pleitean contra ti;

    los buscars sin encontrarlos

    a los que pelean contra ti;

    sern aniquilados, dejarn de existir

    los que guerrean contra ti.Por que yo, el Seor, tu Dios,

    te agarro de la diestra,

    y te digo: No temas, yo mismo te auxilio.

    No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel,

    yo mismo te auxilio -orculo del Seor-,

    tu redentor es el Santo de Israel.

    Mira, te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado:

    trillars los montes y los triturars,

    hars paja de las colinas;

    los aventars, y el viento los arrebatar,

    el vendaval los dispersar;

    y t te alegrars con el Seor,

    te gloriars del Santo de Israel" (Is 41, 8-16).

    c) Gneros tomados del mbito judicial.

    A veces se emplea el discurso acusatorio, la requisitoria, la formulacin casustica,

    o algunos elementos de estos gneros para insertarlos en un contexto ms amplio. Por

    ejemplo, el discurso de Ez 22,1-16:

    "Y t, hijo de Adn, juzga,

    juzga a la ciudad sanguinaria,denuncindole todas sus abominaciones,

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    diciendo: Esto dice el Seor:

    Ciudad que derrama sangre dentro de s,

    acelerando su trmino,

    y que se ha contaminado fabricndose dolos (...).

    Mira, prncipes de Israel hay en ti

    que actan a su arbitrio hasta derramar sangre.Al padre y a la madre desprecian en ti,

    al forastero lo oprimen en ti,

    al hurfano y a la viuda los explotan en ti (...).

    Hay en ti gente que calumnia hasta derramar sangre (...).

    En ti se practica el soborno hasta derramar sangre."

    Son las acusaciones tpicas de un fiscal en un proceso.

    En este contexto se sita tambin lo que llama Schulz declaracin jurdico-

    sacral, esencial en Ezequiel: la enumeracin de una serie de comportamientos justos

    termina con la declaracin de que esa persona merece vivir (en contra del discurso

    acusatorio, que implica, al menos en ciertos casos, la condena a muerte):

    "El hombre que es justo,

    que observa el derecho y la justicia,

    que no come en los montes

    y no levanta sus ojos a los dolos

    de la casa de Israel;

    que no profana a la mujer de su prjimo

    ni se llega a la mujer en su regla;

    que no explota a nadie,

    devuelve la prenda empeada,

    no roba,

    da su pan al hambriento y viste al desnudo;

    que no presta con usura ni acumula intereses;

    que aparta su mano de la iniquidad

    y juzga imparcialmente los delitos,

    que camina segn mis preceptos

    y guarda mis mandamientos, cumplindolos fielmente,

    ese hombre es justo. Vivir -orculo del Seor-" (Ez 18, 5-9).

    Este mismo espritu jurdico, tan acentuado en algunos textos de Ezequiel, es el

    que le lleva a una serie de formulaciones casusticas. El texto que acabamos de citar

    contina:

    "Si ste engendra un hijo criminal y homicida,

    que quebranta algunas de estas prohibiciones

    o no cumple todos estos mandatos (...)

    morir ciertamente

    y ser responsable de sus crmenes.

    Y si ste engendra un hijo,

    que a pesar de haber visto

    los pecados de su padre no los imita ()

    ese hombre no morir por la culpa de su padre."

    Entre los gneros tomados del mbito judicial uno de los que ms ha interesado a

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    los comentaristas es el de la requisitoria proftica (rb). En pginas posteriores

    incluiremos Miq 6, 1-8, ejemplo tpico de este gnero.

    d) Gneros tomados de la vida diaria.

    Incluyo en este apartado una serie de cantos que surgen en las ms diversassituaciones de la vida: el amor, el trabajo, la muerte, etc. La famosa cancin de la

    via de Isaas es presentada por el profeta como una cancin de amor:

    "Voy a cantar en nombre de mi amigo

    un canto de amor a su via:

    Mi amigo tena una via en frtil collado.

    La entrecav, la descant y plant buenas cepas;

    construy en medio una atalaya y cav un lagar.

    Y esper que diese uvas, pero dio agrazones.

    Pues ahora, habitantes de Jerusaln,

    hombres de Jud,por favor, sed jueces entre m y mi via.

    Qu ms caba hacer por mi via

    que yo no lo haya hecho?

    Por qu, esperando que diera uvas, dio agrazones?

    Pues ahora os dir a vosotros

    lo que voy a hacer con mi via:

    quitar su valla para que sirva de pasto,

    derruir su cerca para que la pisoteen.

    La dejar arrasada:

    no la podarn ni la escardarn,

    crecern zarzas y cardos;prohibir a las nubes que lluevan sobre ella.

    La via del Seor de los ejrcitos

    es la casa de Israel,

    son los hombres de Jud su plantel preferido.

    Esper de ellos derecho,

    y ah tenis: asesinatos;

    esper justicia, y ah tenis: lamentos" (Is 5, 1-7).

    Ezequiel nos ofrece un ejemplo de cancin de trabajo domstico, realizado por

    un ama de casa, que le servir para aplicarla al futuro de Jerusaln:

    Pon la olla, ponla, echa en ella agua;

    echa en ella tajadas,

    las mejores tajadas, pernil y espaldilla;

    llnala de huesos escogidos.

    Coge lo mejor del rebao;

    luego apila debajo la lea,

    cuece las tajadas en la olla

    y hierve los huesos ()

    Ay, ciudad sanguinaria!

    Yo mismo agrando la pira,

    arrimo ms lea, enciendo la hoguera,consumo la carne, saco el caldo

  • 8/14/2019 Jos L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    y los huesos se queman" (Ez 24,3-5.9-10).

    En otra ocasin encontramos un canto a la espada:

    "Espada, espada afilada y adems bruida!Afilada para degollar, bruida para fulgurar.

    La llevaron a bruir antes de empuarla;

    ya est afilada la espada, ya est bruida

    para ponerla en manos del sicario.()

    Que se duplique la espada, que se triplique;

    la espada de los acribillados,

    la espada grande acribilla,

    que los tiene acorralados ()

    Da estocadas a diestra y tajos a siniestra;

    donde tu hoja sea requerida" (Ez 21,13-21).

    Entre estos cantos que surgen en distintos momentos de la vida, el ms importante

    y frecuente es la elega, entonada con motivo de la muerte de un ser querido, que los

    profetas utilizan para presentar la trgica situacin de su pueblo en el presente o en el

    futuro. La ms antigua y concisa la encontramos en Ams:

    "Cay para no levantarse la doncella de Israel,

    est arrojada en el suelo y nadie la levanta.

    Pues as dice el Seor a la casa de Israel:

    La ciudad de donde partieron mil se quedar con cien;

    de donde partieron cien, se quedar con diez" (Am 5,2-3).

    Elementos elegacos y alegricos se unen en este otro texto de Ezequiel para

    describir la situacin de los ltimos reyes judos:

    "Entona esta elega por los prncipes de Israel:

    Qu leona tu madre en medio de leones!

    Tumbada entre leoncillos amamantaba a sus cachorros.

    Cri a uno de sus cachorros, que se hizo leoncillo

    y aprendi a desgarrar la presa, devorando hombres.

    Reclutaron gente contra l, lo atraparon en la fosa,

    y con ganchos se lo llevaron a la tierra de Egipto.Y viendo desvanecida y burlada su esperanza,

    tom otro de sus cachorros y lo hizo leoncillo.

    Merodeaba entre los leones hecho ya un leoncillo;

    haca estragos en los palacios y arrasaba las ciudadelas;

    tena el pas y sus moradores amedrentados con sus rugidos.

    Cargaron contra l los pueblos y lo atraparon en la fosa.

    Con clera y con ganchos lo llevaron al rey de Babilonia;

    enjaulado se lo llevaron para que no volviera a orse su rugido

    en las montaas de Israel" (Ez 19,1-9).

    Muy relacionados con el mbito vital de la elega se encuentran los ayes. Ayay, es uno de los gritos entonados por las plaideras cuando acompaan el cortejo

  • 8/14/2019 Jos L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    fnebre. Los profetas utilizan este gnero para indicar que determinadas personas (ms

    bien grupos) se encuentran a las puertas de la muerte por sus pecados:

    "Ay de los que aaden casas a casas

    y juntan campos con campos,

    hasta no dejar sitio,y vivir ellos solos en medio del pas!

    Lo ha jurado el Seor de los ejrcitos:

    Sus muchas casas sern arrasadas,

    sus palacios magnficos quedarn deshabitados,

    diez yugadas de via darn slo un tonel,

    una carga de simiente dar una canasta (Is 5,7-10).

    Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal,

    que tienen las tinieblas por luz

    y la luz por tinieblas,

    que tienen lo amargo por dulcey lo dulce por amargo! (Is 5,20).

    Ay del que acumula bien ajeno,

    por cunto tiempo?

    y amontona objetos empeados!

    De pronto se alzarn tus acreedores,

    despertarn y, sacudindote bien, te desvalijarn;

    porque saqueaste a tantas naciones,

    los dems pueblos te saquearn;

    por tus asesinatos y violencias

    en pases, ciudades y poblaciones" (Hab 2, 7-8).

    e) Gneros estrictamente profticos.

    Dos casos merecen especial atencin: el orculo de condena dirigido a un

    individuo y el orculo de condena contra una colectividad. Ambos constan de diversos

    elementos, pero son esenciales la denuncia del pecado y el anuncio del castigo. En las

    tradiciones de Elas encontramos ejemplos significativos. Cuando el rey Ajab se ha

    apoderado de la via de Nabot tras su asesinato, el profeta le sale al paso para

    interpretarlo:

    "Has asesinado y encima robas? Por eso, as dice el Seor: En el mismositio donde los perros han lamido la sangre de Nabot, tambin a ti los perros te

    lamern la sangre" (1 Re 21,17ss).

    En otra ocasin, el rey Ocozas, enfermo, enva a consultar a un dios pagano.

    Elas interviene de nuevo:

    "Es que no hay rey en Israel para que mandes a consultar a Belceb? Por

    eso, as dice el Seor: No te levantars de la cama donde te has acostado.

    Morirs sin remedio" (2 Re 1,3-4).

    Esta formulacin tan sucinta la encontramos tambin en Ams cuando se enfrentacon el sumo sacerdote de Betel, Amasas:

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    "Escucha la palabra del Seor. T dices: "No profetices". Pues, bien, as

    dice el Seor: Tu mujer ser deshonrada, tus hijos e hijas caern a espada; tu

    tierra ser repartida a cordel, t morirs en tierra pagana" (Am 7, 16-17).

    En estos tres casos, aunque las situaciones son muy distintas, se emplea siempre la

    misma estructura. Denuncia (asesinar y robar, consultar a Belceb, prohibirprofetizar) y anuncio del castigo (que es siempre la pena de muerte), precedido por la

    llamada frmula del mensajero (as dice el Seor).

    Como indica Wextermann, nos encontramos en un ambiente de juicio, con una

    falta, un juez y una sentencia. La falta denunciada consiste en la transgresin del

    antiguo derecho divino. El juez es siempre el mismo Dios, guardin del derecho, que

    puede actuar incluso contra el rey, su vasallo. La sentencia es en los tres casos la pena

    de muerte. Pero el mensajero (Elas o Ams) no posee poder ejecutivo y el efecto de la

    sentencia queda en suspenso (al contrario de lo que ocurre en la maldicin mgica, que

    se supone de efecto inmediato); tendr lugar ms tarde, dentro de un plazo relativamente

    breve.

    De lo anterior no debemos deducir que el profeta, al condenar a un individuo, se

    atenga siempre a este mismo esquema, sin poder modificarlo. A veces recurre a

    metforas para desarrollar el anuncio del castigo, como hace Isaas en su orculo contra

    el mayordomo de palacio, Sobna:

    "As dice el Seor de los ejrcitos:

    Anda, ve a ese mayordomo de palacio, a Sobna,

    que se labra en lo alto un sepulcro

    y excava en la piedra una morada:

    Qu tienes aqu, a quin tienes aqu,que te labras aqu un sepulcro?

    Mira: el Seor te aferrar con fuerza

    y te arrojar con violencia,

    te har dar vueltas y vueltas como un aro,

    sobre la llanura dilatada.

    All morirs, all pararn tu carroza de gala,

    baldn de la corte de tu seor" (Is 22, 15-18).

    El orculo de condenacin individual es breve, directo, se pronuncia en presencia

    del interesado, que escucha la sentencia. El orculo de condenacin colectiva se dirige a

    todo el pueblo, a un grupo o a las naciones extranjeras y aparece como un desarrollo delanterior, con un horizonte ms amplio.

    La acusacin abarca una multitud o una serie de faltas. Generalmente consta de

    dos miembros: el primero denuncia de forma general, el segundo ataca un pecado

    concreto. Por ejemplo:

    "A Damasco, por tres delitos

    y por cuatro, no le perdonar.

    Porque trill a Galaad

    con trillos de hierro (Am 1,3).

    A Gaza, por tres delitos

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    y por cuatro, no le perdonar.

    Porque hicieron prisioneros en masa

    y los vendieron a Edom" (Am 1,6).

    El anuncio del castigo tambin tiene dos partes: intervencin de Dios y

    consecuencias:

    "Romper los cerrojos de Damasco

    y aniquilar a los jefes de Valdelito

    y al que lleva cetro en Casa Delicias,

    y el pueblo sirio ir desterrado a Quir" (Am 1,5).

    El orculo individual es vivo, inmediato; el colectivo se vuelve ms literario y, con

    ello, ms libre y extenso. La creatividad del profeta le induce a introducir cambios en la

    estructura fundamental. Por ejemplo, no es raro que invierta el orden de los elementos,

    situando el anuncio de castigo antes de la acusacin, o las consecuencias antes de la

    intervencin de Dios. Esta misma creatividad hace que el profeta ample a veces elesquema primitivo, hasta el punto de que en Jeremas y Ezequiel resulta casi

    irreconocible.

    En tan pocas pginas no se puede describir la riqueza del lenguaje proftico. Por

    otra parte, nos hemos limitado a los gneros que emplean, sin descender a otros detalles

    estilsticos quiz ms importantes, pero que habra que analizar caso por caso. Un lector

    con sensibilidad literaria habr advertido en lo anterior numerosos detalles de inters y

    encontrar otros muchos en las pginas que siguen.

    5. Los medios de comunicacin:

    2) Las acciones simblicas

    Para transmitir su mensaje, los profetas no se limitan a la palabra. A veces la

    acompaan de gestos y acciones para darle ms fuerza. Partamos de un ejemplo

    concreto.

    "Un da sali Jerobon de Jerusaln y el profeta Ajas de Sil, envuelto en

    un manto nuevo, se lo encontr en el camino; estaban los dos solos, en

    descampado. Ajas agarr su manto nuevo, lo rasg en doce trozos y dijo a

    Jerobon: Cgete diez trozos, porque as dice el Seor, Dios de Israel: Voy a

    arrancarle el reino a Salomn y voy a darte a ti diez tribus" (1 Re 11,29-31).

    Para qu destrozar un manto nuevo? O descuartizar una pareja de bueyes (1 Sm

    11,6-7)? O tirar unas flechas por la ventana (2 Re 13, 14-19), cargar con un yugo al

    cuello (Jr 27, 1-3.12), o dibujar una ciudad en un ladrillo (Ez 4, 1-3)? Para una

    mentalidad prctica, la accin simblica parece una prdida absurda de tiempo, energas

    y dinero. Podra haberse transmitido el mismo mensaje sin necesidad de ese despilfarro.

    Sin embargo, no es as. Las palabras seran las mismas. Pero la fuerza expresiva,

    la capacidad de atraer la atencin del oyente, es mucho mayor en la accin simblica.

    Visualizan algo que las palabras slo pueden enunciar con frialdad. Se meten por los

    ojos.

  • 8/14/2019 Jos L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    Quiz por ello los profetas emplearon a veces este tipo de acciones, aunque

    tenemos la impresin de que estuvieron bastante condicionados por el gusto de la poca.

    Por ejemplo, entre los profetas del siglo VIII es difcil encontrarlas, mientras son

    frecuentes en Jeremas y Ezequiel, profetas de finales del siglo VII y comienzos del VI.

    Esto demuestra que la importancia de las acciones simblicas es relativa; juegan un

    papel secundario dentro del modo de expresarse de los profetas. A pesar de todo merecela pena conocerlas ms de cerca.

    En la mayora de los relatos sobre acciones simblicas podemos encontrar, segn

    Fohrer, seis elementos:

    La orden de ejecutarla; viene siempre de Dios y este mandato, introducido por lafrmula del mensajero (as dice el Seor), es para el profeta un elemento decisivo, que

    exige obediencia.

    El relato puede ser muy variado; en ms de la mitad de los casos no se cuenta la

    ejecucin de la accin simblica, se da por supuesta.

    La interpretacin se da mediante palabras que desvelan el sentido de lo realizado;este elemento es esencial, para evitar interpretaciones errneas.

    Los testigos oculares. Si exceptuamos ciertos casos de Jeremas y Ezequiel,aparecen mencionados con mucha frecuencia; cuando faltan es por buenas razones,

    como en la mudez de Ezequiel, que slo tiene sentido para el profeta.

    El compromiso de Dios a ejecutar lo simbolizado.

    El nexo entre la accin simblica y lo simbolizado.

    No siempre se dan todos los elementos. Pero esto es secundario. Lo importante es

    conocer algunos ejemplos concretos.

    El Seor me dijo: Vete a comprar una jarra de loza; acompaado de algunos

    concejales y sacerdotes, sal hacia al valle de Ben Hinnn, adonde la Puerta de los

    Cascotes, y proclama all lo que te dir. Rompe la jarra en presencia de tus

    acompaantes y diles: As dice el Seor de los ejrcitos: Del mismo modo

    romper yo a este pueblo y a esta ciudad; como se rompe un cacharro de loza y

    no se puede recomponer(Jr 19, 1-2.10-11).

    Se trata de un caso interesante, en el que todos los elementos quedan incluidosdentro de la orden de Dios; en ella se habla de la presencia de testigos, se interpreta el

    sentido de la accin, el Seor se compromete a cumplir lo simbolizado y existe relacin

    entre la accin simblica y el futuro anunciado (romper la jarra, romper a la ciudad).

    Slo falta el relato de la realizacin, que el profeta considera innecesario.

    A continuacin nos fijaremos en una cadena de acciones simblicas realizadas por

    Ezequiel, todas ellas relacionadas entre s, y que encuentran un final sorprendente en la

    interpretacin. El texto, que ha sufrido numerosos aadidos y comentarios, lo reduzco a

    su probable formulacin primitiva:

    "Y t, hijo de Adn, coge un adobe,pntelo delante y graba en l una ciudad,

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    ponle cerco, construye torres

    de asalto contra ella,

    y haz un terrapln contra ella;

    pon tropas contra ella

    y emplaza arietes a su alrededor(4,1-2).

    Y t, coge trigo y cebada,

    alubias y lentejas, mijo y escanda;

    chalo todo en una vasija

    y con ello hazte de comer.

    Comers tasado tu alimento:

    una racin diaria de ocho onzas (=250 gramos),

    a una hora fija la comers.

    Bebers el agua medida:

    la sexta parte de una cantarilla,

    a una hora fija la bebers (4,9-11).

    Y t, hijo de Adn, coge una cuchilla afilada,

    coge una navaja barbera

    y psatela por la cabeza y por la barba.

    Despus coge una balanza y haz porciones.

    Un tercio lo quemars en la lumbre

    en medio de la ciudad

    un tercio lo sacudirs con la espada,

    un tercio lo esparcirs al viento (5,1-2).

    Dirs a la casa de Israel:

    Esto dice el Seor:

    Se trata de Jerusaln:

    la puse en el centro de los pueblos,

    rodeada de pases,

    y se rebel contra mis leyes y mandatos

    pecando ms que otros pueblos,

    ms que los pases vecinos.

    Por eso, as dice el Seor:

    Aqu estoy contra ti para hacer justicia en ti

    a la vista de todos los pueblos.

    Por tus abominacioneshar en ti cosas que jams hice

    ni volver a hacer.

    Te har escombros a la vista de los que pasen.

    Sers escarnio y afrenta para los pueblos vecinos,

    cuando haga en ti justicia con castigos terribles.

    Yo, el Seor, lo he dicho" (5,5-6.8-9.14-15).

    Hay que colocarse en la situacin que presupone el libro. Ezequiel se encuentra

    deportado en Babilonia, junto con otros paisanos judos. Estos esperan que su trgica

    situacin pase pronto y puedan volver a la tierra prometida. Lo inimaginable es que

    Jerusaln pueda sufrir una nueva desgracia. En este ambiente, Ezequiel comienza suaccin cogiendo un ladrillo y grabando en l el escueto plano de una ciudad, que luego

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    asedia con torres, terraplenes y tropas. Como un nio que juega con sus ejrcitos de

    plstico. Los espectadores saben que no se trata de un juego de nios. Y piensan que

    esa ciudad sitiada debe ser su mortal enemiga, Babilonia. El profeta no dice nada.

    Sigue con una nueva accin relacionada con el asedio: el hambre. Y aade una tercera,

    que sugiere las terribles consecuencias de la cada de la ciudad: un tercio de la

    poblacin muere en el incendio, un tercio muere a espada, un tercio se dispersahuyendo. Los paisanos han comprendido la relacin entre las distintas acciones. Pero

    seguro que las han interpretado mal, depositando en ellas falsas esperanzas. Por eso es

    imprescindible la interpretacin, que evita los malentendidos: Se trata de Jerusaln.

    Las palabras siguientes no se detienen en explicar el sentido de las acciones, obvio para

    los espectadores, sino en justificar la actitud de Dios con la capital.

    En los pasajes anteriores predomina el elemento visual. A veces, el relato de la

    accin simblica adquiere un tinte ms literario u oratorio, con claro predominio de la

    palabra. Es lo que ocurre en este otro texto de Ez 21, 24-27:

    "Y t, hijo de Adn, traza dos rutas para la espada del rey de Babilonia; lasdos arrancarn del mismo pas. Pon una seal en el arranque de cada ruta para

    la espada: 'A Rabat de los amonitas; a Jud, que tiene en Jerusaln su plaza

    fuerte'. Ha hecho alto el rey de Babilonia en la bifurcacin de la calzada, donde

    se dividen las dos rutas, para consultar el vaticinio: baraja las flechas, pregunta a

    los dolos, inspecciona el hgado. Ya tiene en su mano derecha el vaticinio: A

    Jerusaln! A prorrumpir en alaridos y lanzar gritos de algazara, a emplazar

    arietes contra las puertas, a hacer un terrapln y construir torres de asalto!"

    De nuevo juega el profeta con el elemento sorpresa. El rey de Babilonia est a

    punto de comenzar su campaa anual. Y se le trazan dos posibilidades: contra los

    amonitas, contra los judos. Los espectadores esperan lo primero. En este momento, laaccin simblica se convierte en descripcin literaria, con tensin creciente. El lector

    contiene el aliento cuando el rey hace alto en la bifurcacin de la calzada. Es preciso

    leer el texto despacio, dando tiempo a la imaginacin para ver cmo se barajan las

    flechas, se consulta a los dolos, se inspecciona el hgado de un animal muerto. Hasta

    que, finalmente, se obtiene la respuesta, contraria a los deseos del espectador: A

    Jerusaln! Magnfico ejemplo de la libertad con que emplean los profetas las

    estructuras literarias habituales.

    En los ejemplos citados, se emplean elementos externos para simbolizar algo: un

    adobe, alimentos de diverso tipo, un cinturn de lino. Hay casos en que la misma

    persona del profeta se convierte en objeto central de la accin. Es lo que le ocurre aIsaas en el relato del captulo 20. Para entenderlo conviene cambiar el orden de los

    versos, restituyendo su orden cronolgico. Todo comienza con un mandato impensable

    de Dios: -Anda, destate el sayal de la cintura, qutate las sandalias de los pies. El lo

    hizo y anduvo desnudo y descalzo.

    Es difcil imaginar a un personaje como Isaas, tan sobrio y casi hiertico,

    paseando de esta forma por Jerusaln durante meses y meses. Qu quiere expresar con

    ello? La respuesta tiene lugar mucho ms tarde:

    El ao en que el general enviado por Sargn, rey de Asiria, lleg a Azoto, la atac

    y la conquist. Entonces el Seor habl por Isaas, hijo de Ams:

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    Como mi siervo Isaas ha caminado desnudo y descalzo durante tres aos, como

    signo y presagio contra Egipto y Cus [= Etiopa], as el rey de Asiria conducir a

    los cautivos de Egipto y a los deportados de Cus, jvenes y viejos, descalzos y

    desnudos. Sentirn miedo y vergenza por Cus, su confianza, y por Egipto, su

    orgullo. Y aquel da los habitantes de esta costa dirn: Ah tenis a los que eran

    nuestra confianza, a los que acudamos en busca de auxilio para que nos librarandel rey de Asiria; pues nosotros, cmo nos salvaremos?

    Nos encontramos en el ao 715 a.C. cuando Isaas comienza su accin simblica.

    Desde el 734, Jud est pagando tributo a Asiria. Polticos y pueblo desean liberarse de

    ese yugo. Cuentan con la ayuda de egipcios y etopes para levantarse contra sus

    dominadores. Pero Isaas desconfa de ellos y adopta la costumbre de marchar por

    Jerusaln desnudo y descalzo, igual que los prisioneros de guerra. El sentido queda

    claro dos aos ms tarde, 713, cuando las tropas asirias conquistan Azoto, demostrando

    con ello su superioridad. La rebelin es un locura, como ha estado sugiriendo Isaas

    desde el comienzo.

    Otras veces es la forma de vida del profeta, o ciertas actitudes concretas, las que se

    convierten en smbolo de un trgico futuro. Es lo que ocurre en la triple orden que

    recibe Jeremas de Dios (16, 1-9):

    Me vino la palabra del Seor:

    No te cases, no tengas hijos ni hijas en este lugar. Porque as dice el Seor a los

    hijos e hijas nacidos en este lugar, a las madres que los parieron, a los padres que

    los engendraron en esta tierra: Morirn de muerte cruel, ni sern llorados ni

    sepultados (...).

    As dice el Seor:

    No entres en casa donde haya luto,

    no vayas al duelo, no les des el psame,

    porque retiro de este pueblo -orculo del Seor-

    mi paz, misericordia y compasin.

    Morirn en esta tierra grandes y pequeos,

    no sern sepultados ni llorados,

    ni por ellos se harn incisiones

    o se raparn el pelo;

    no asistirn al banquete fnebrepara darle el psame por el difunto,

    ni les darn la copa del consuelo

    por su padre o su madre.

    No entres en la casa

    donde se celebra un banquete

    para comer y beber con los comensales;

    porque as dice el Seor de los ejrcitos,

    Dios de Israel:

    Yo har cesar en este lugar,

    en vuestros das, ante vosotros,

    la voz alegre, la voz gozosa,la voz del novio, la voz de la novia.

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    Para completar estas ideas sobre las acciones simblicas nos fijaremos en dos

    cuestiones:

    a) Se trata de acciones reales o de ficcin literaria?Algunos autores consideran de inters secundario esta pregunta. A principios de

    siglo escriba Tobac: Sea real o ficticia la accin simblica, el resultado desde el punto

    de vista de la enseanza es sensiblemente el mismo, y no perdemos mucho al no poder

    determinar siempre con exactitud su carcter. Van den Born tambin subraya que para

    el fin esencial simbolizar lo que Dios har no es imprescindible que se ejecute la

    accin. Es suficiente contarla. Sin embargo, otros comentaristas consideran muy

    probable que fuesen llevadas a cabo. Segn Fohrer, no existen motivos vlidos para

    dudar de la historicidad de los relatos y ofrece en favor de ella los siguientes

    argumentos:

    - el mandato divino es tan serio que se supone que el profeta lo cumplir; aunque en

    ms de la mitad de los casos no se cuente la ejecucin de la orden, esto no prueba

    que se trate de ficciones literarias;

    - el hecho de que los espectadores exijan a Ezequiel una interpretacin de sus acciones

    demuestra que stas son reales.

    - los relatos ofrecen pormenores de la vida diaria;

    - la accin simblica debe ser un signo para el pueblo, y esto requiere que sean

    llevadas a cabo;

    - muchas acciones se realizan en circunstancias histricas concretas y muy

    importantes.

    Estoy bsicamente de acuerdo con Fohrer, pero no tendra inconveniente en

    admitir que algunas de ellas son mera creacin literaria.

    b) Accin simblica y magia.

    Para algunos comentaristas, como Van de Born, las acciones simblicas de los

    profetas son los ltimos vestigios de las prcticas mgicas. Fohrer lo niega por los

    siguientes motivos:

    - El origen de la accin simblica es una orden de Dios y no el deseo del profeta ni la

    voluntad de otros hombres. Es raro que falte este mandato.

    - La interpretacin que da el profeta demuestra que la accin simblica no se asemeja

    a la magia, que opera por su propia fuerza. Ordinariamente, la accin mgica

    carece de interpretacin.

    - La garanta divina de que ejecutar lo simbolizado la diferencia an ms de la

    magia, donde nunca estamos seguros del resultado. En la accin simblica, el

    elemento mgico queda dominado, porque es el poder de Dios el que opera en larealidad humana.

  • 8/14/2019 Jos L. Sicre - Los Profetas de Israel

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    - Los profetas no deseaban las calamidades simbolizadas; en los magos ocurre lo

    contrario.

    - La magia procede generalmente con un ritual complicado, del que no encontramos

    huella en los profetas.

    - La accin mgica pretende modificar el curso del destino. La simblica, por el

    contrario, revelar los planes de Dios; no intenta modificarlos, sino que el hombre se

    someta a ellos.

    Entre la magia y el profetismo bblico existe todo el abismo que separa la

    voluntad o el deseo del hombre de la voluntad de Dios, a menudo incondicional. La

    religin bblica constituye probablemente la confrontacin ms decisiva con la magia

    que conoci la Antigedad. Representa la oposicin decidida a las recetas humanas para

    evadirse de la gracia divina, protectora y creadora de un mundo nuevo (Ramlot).

    * * *

    Nuestro conocimiento de los profetas de Israel se basa en dos clases de

    documentos: los relatos contenidos en los libros de Samuel, Reyes y Crnicas y los

    llamados libros profticos. Los problemas que plantean son muy distintos y conviene

    conocerlos aunque sea de forma somera.

    6. Las narraciones sobre profetas

    Nos ponen en contacto con numerosos personajes (reales o ficticios) de inters

    para los primeros siglos del profetismo y con otros posteriores que no dejaron obra

    escrita. Son los siguientes:

    Samuel (1 Sm 1-3; 7-13; 15-16; 28,3-5).

    Gad (1 Sm 22,5; 2 Sm 24).

    Natn (2 Sm 7; 12; 1 Re 1,11-48).

    Ajas de Sil (1 Re 11, 29-39; 14,1-8).

    Samayas (1 Re 12,21-24; 2 Cr 12,5-8).

    Un profeta annimo (1 Re 13).

    Jeh, hijo de Janan (1 Re 16,1-4; 2 Cr 19,1-3).

    Un profeta annimo (1 Re 20,13-28).

    Uno de la comunidad de profetas (1 Re 20, 35-43).

    Miqueas ben Yiml (1 Re 22).Elas (1 Re 17-19; 21; 2 Re 1)

    Eliseo (2 Re 2; 3,4-27; 4,1-8,15; 9,1-10; 13,14-21).

    Julda (2 Re 22,13-20).

    Azaras, hijo de Oded (2 Cr 15,1-8).

    Janan (2 Cr 16,7-10)

    Yajziel (2 Cr 20, 13-17)

    Azaras, hijo de Yehoyad (2 Cr 24,17-22)

    Un profeta annimo (2 Cr 25,5-10).

    Otro profeta annimo (2 Cr 25,5-10).

    Otro profeta annimo (2 Cr 25,14-16).

    Oded (2 Cr 28,9-13).

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    Una lectura rpida de estos textos bastara para advertir grandes diferencias entre

    ellos. A veces se trata de notas brevsimas; en otros se cuentan simples ancdotas;

    algunos presentan los hechos con sentido dramtico y profundidad religiosa. Cada vez

    existe menos unanimidad en la forma de clasificarlos. Pero, sin entrar en profundidades,al lector puede ayudarle la divisin en tres grupos propuesta por Jepsen:

    a) Un primer bloque de textos presenta a estos profetas a la luz de la historia,

    destacando su inters por la poltica exterior o interior; el profeta aparece como un

    hombre que aconseja al rey o le reprende, interviene en la guerra, fomenta la subida al

    trono de un personaje, etc. Por ejemplo, cuando el profeta Gad aconseja a David que

    abandone el refugio del desierto y se asiente en territorio de Jud (1 Sm 22,5), Natn

    condena a David por su adulterio y asesinato (2 Sm 12) y ms tarde interviene de

    manera decisiva en la subida al trono de Salomn (1 Re 1,15-48); o cuando Eliseo

    interviene de forma indirecta en la uncin de Jeh como rey (2 Re 9).

    b) El segundo abarca leyendas profticas, embellecidas por la tradicin oral y, en

    ciertos casos, inventadas por ella. En este segundo grupo tiene ms importancia el ideal

    del profeta que la realidad histrica. Aunque algunos de estos textos se fijan en

    intervenciones polticas de los profetas, su inters se centra en el aspecto humano,

    especialmente en sus numerosos milagros. Es tpico de muchos de estos relatos

    subrayar el poder proftico de adivinacin. Es conveniente advertir que estos relatos no

    siempre contienen datos histricos para evitar interpretaciones errneas. En su libro

    Por qu no soy cristiano? aduce Bertrand Russel la siguiente tradicin proftica:

    Subi Eliseo desde Jeric a Betel, y segn suba por el camino salieron del

    poblado unos chiquillos, que se burlaban de l:

    Sube, calvo! Sube, calvo!

    Eliseo se volvi, se les qued mirando y los maldijo invocando al Seor.

    Entonces salieron de la espesura dos osas que despedezaron a cuarenta y dos de

    aquellos nios (2 Re 2,23-24).

    Si se interpreta el relato al pie de la letra, como un hecho histrico, es para

    escandalizar a cualquiera y decidir, como Russel, no creer en ese Dios. Pero lo que

    tenemos ante nosotros es una simple leyenda que intenta inculcar respeto a la persona

    del profeta y subrayar el poder de su palabra. Desde luego, la leyenda es bastantedesafortunada; corresponde a una concepcin religiosa muy primitiva, nada semejante a

    la cristiana. Y tambin es de tremenda ingenuidad. Porque dos osas podrn matar a

    cuatro o cinco nios; los restantes habran huido inmediatamente. Quien invent la

    historia entenda muy poco de osas y mucho menos de nios. Y lo que es peor, tampoco

    conoca bien a Eliseo, ese personaje tan preocupado por la gente pobre y sencilla, a los

    que alimenta, cuida y protege. Habra sido incapaz de maldecir a unos nios porque se

    burlasen de l. Este ejemplo nos demuestra que las tradiciones de este grupo debemos

    leerlas con ciertas reservas desde el punto de vista histrico y no escandalizarnos ni

    entusiasmarnos demasiado con ellas.

    c) El tercer grupo est formado por discursos de profetas, que sintentizan en pocaspalabras su mensaje; quiz porque estos hombres slo tuvieron una o dos

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    intervenciones, quiz porque no se conserv nada ms de ellos. Pero tambin es posible

    que tales discursos fuesen creados por los historiadores posteriores, para ir dando una

    visin teolgica de los acontecimientos o para justificar en nombre de Dios

    determinados hechos posteriores. Un ejemplo tpico lo encontramos en 1 Sm 2,27-36:

    "Un profeta se present a El y le dijo:

    As dice el Seor: Yo me revel a la familia de tu padre cuando eran

    todava esclavos del Faran en Egipto. Entre todas las tribus de Israel me lo eleg

    para que fuera sacerdote, subiera a mi altar, quemara mi incieso y llevara el efod

    en mi presencia, y conced a la familia de tu padre participar en las oblaciones de

    los israelitas. Por qu habis tratado con desprecio mi altar y las ofrendas que

    mand hacer en mi templo? Por qu tienes ms respeto a tus hijos que a m,

    cebndolos con las primicias de mi pueblo, Israel, ante mis ojos?

    Por eso, orculo del Seor, Dios de Israel, aunque yo te promet que tu

    familia y la familia de tu padre estaran siempre en mi presencia, ahora orculodel Seorno ser as. Porque yo honro a los que me honran y sern humillados

    los que me desprecian. Mira, llegar un da en que arrancar tus brotes y los de

    la familia de tu padre, y nadie llegar a viejo en tu familia. Mirars con envidia

    todo el bien que voy a hacer; nadie llegar a viejo en tu familia. Y si dejo a

    alguno de los tuyos que sirva a mi altar, se le consumirn los ojos y se ir

    acabando; pero la mayor parte de tu familia morir a espada de hombres. Ser

    una seal para ti lo que les va a pasar a tus dos hijos, Jofn y Fines: los dos

    morirn el mismo da.

    Yo me nombrar un sacerdote fiel, que har lo que yo quiero y deseo; le

    dar una familia estable y vivir siempre en presencia de mi ungido. Y los quesobrevivan de tu familia vendrn a prosternarse ante l para mendigar algn

    dinero y una hogaza de pan, rogndole: 'Por favor, dame un empleo cualquiera

    como sacerdote para poder comer un pedazo de pan'."

    En principio podramos pensar que se trata de un discurso histrico pronunciado

    por un profeta desconocido. Nadie debe extraarse de que alguien se levante en nombre

    de Dios contra los pecados de la familia del sumo sacerdote El. Pero al final del

    discurso encontramos un dato sorprendente: se anuncia que la dinasta sacerdotal de El

    ser sustituida por otra que vivir siempre en presencia de mi ungido. Ya que el

    ungido es el rey, se habla de una familia sacerdotal al servicio de los monarcas. Pero en

    tiempos de El no existe monarqua ni se piensa todava en ella. Se trata, pues, de undiscurso creado posteriormente, cuando ya se saba que la familia de El haba pasado a

    segundo plano, siendo sustituda en importancia por la de Sadoc. Esto ocurri muchos

    aos ms tarde, cuando Salomn desterr al sacerdote Abiatar, descendiente de El, por

    haberse puesto en contra de su nombramiento como rey. El autor de la Historia

    deuteronomista (que abarca los libros de Josu, Jueces, Samuel y Reyes) ha creado la

    figura de este profeta annimo y le ha puesto un discurso en la boca para anticipar los

    acontecimientos y justificarlos como voluntad de Dios.

    Este ejemplo no debe provocar en el lector una sospecha absoluta con respecto a

    todos los discursos de profetas pertenecientes a este bloque (1 Sm 2,27-36; 13,10-14;

    15; 1 Re 11,29-39; 14,1-16; 16,1-4, etc.), pero s precaverle para valorarles rectamente.

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    Los grupos de textos que hemos considerado en este apartado son muy

    importantes para conocer la historia del profetismo en sus orgenes y primeros siglos de

    existencia. Pero la aportacin capital de los profetas se nos ha transmitido en los libros

    que analizaremos a continuacin.

    7. Los libros profticos: su formacinLa Biblia hebrea incluye en este bloque los libros de Isaas, Jeremas, Ezequiel y

    los Doce (Oseas, Joel, Ams, Abdas, Jons, Miqueas, Nahn, Habacuc, Sofonas,

    Ageo, Zacaras, Malaquas). La traduccin griega de los Setenta (LXX) realiza algunos

    cambios de orden dentro de los Doce (Oseas, Ams, Miqueas, Joel, Abdas, Jons, etc.),

    y los sita antes de Isaas. Por otra parte, despus de Jeremas introduce Baruc,

    Lamentaciones y la Carta de Jeremas (= captulo 6 de Baruc en muchas ediciones

    actuales). Estos aadidos resultan comprensibles: Baruc fue secretario de Jeremas; las

    Lamentaciones las atribuyen los LXX a este gran profeta. No es raro que ambas obras

    fuesen situadas despus de su libro. En realidad, el libro de Baruc no lo escribi el

    discpulo de Jeremas, y las Lamentaciones no son suyas. Pero estos detalles no se

    conocan en siglos pasados.

    Por ltimo, nuestras ediciones acostumbran incluir entre los libros profticos a

    Daniel, aunque los judos lo colocan entre los otros escritos (Ketubim). La decisin

    actual parece acertada ya que Daniel es, al menos en parte, el representante ms genuino

    de la literatura apocalptica, hija espiritual de la profeca.

    El principal problema que plantea esta serie de libros es el de su formacin. La

    cuestin es tan complicada que podramos dedicar muchas pginas a un solo libro. Nos

    contentaremos con unas ideas generales.

    Nosotros estamos acostumbrados a atribuir una obra literaria a un solo autor, sobre

    todo, si al principio nos da su nombre, como ocurre en los libros profticos. Pero en este

    caso no es cierto que todo el libro proceda de la misma persona. Podemos comenzar

    recordando el ejemplo ms sencillo: Abdas. Este profeta no escribi un libro ni un

    folleto; una sola pgina con veintin versos resume toda su predicacin. Sera normal

    atribuirle estas pocas lneas sin excepcin. No obstante, los comentaristas coinciden en

    que los versos 19-20, escritos en prosa, fueron aadidos posteriormente; el estilo y la

    temtica los diferencian de lo anterior. Quin insert estas palabras? No lo sabemos.

    Quiz un lector que vivi varios siglos