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1. La vida oculta. Entronques familiares. Patrimonio escaso. Influenciasimportantes (1744-1767)En su Inventario de un jovellanista (1901), Julio Somoza se extiende en proclamar que

la ascendencia de Jove Llanos no puede ser más ilustre, ni de más notorioabolengo [...]. Su parentesco era tal y tan dilatado, que casi todos los indi-viduos de la nobleza del país de Asturias se titulaban deudores suyos engrado más o menos cercano. Y, por de contado, lo eran en totalidad los jefesde las casas solariegas de Gijón, que timbraban sus blasones con el preciadoescudo de los Lasso de la Vega, conmemorativo de la hazañosa empresa delcerco de Algeciras [reinado de Alfonso XI de Castilla, año 1340]...

La mayoría de los datos de Somoza es exacta, menos uno, quizás el más impor-tante, como es el de la pretendida descendencia de los Lasso de la Vega, punto dearranque de la genealogía de Jovellanos que presenta Somoza. Y que ello es así loprueban las palabras del mismo Somoza en otra obra posterior —Gijón, en la His-toria General de Asturias, 1908—: «de los Garcilassos no hay que hablar, que bienconocido es su abolengo en la montaña cántabra; y en lo tocante a ser tronco de lasfamilias nobiliarias de Gijón, demostrada queda su falsedad». Y acaba entonandoSomoza el siguiente mea culpa, «como no nos duelen prendas, y hemos intervenidoen la realización de algunos escudos y árboles, diremos que desde Juan García de Joveen adelante los entronques y enlaces son más claros; pero en los de sus predeceso-res, todo es turbio, confuso y amañado». Sobre este extremo arroja luz MargaritaCuartas Rivero, que da cuenta de la existencia de una importante burguesía mer-cantil asturiana, los hidalgos comerciantes: los Jove forman una oligarquía comer-cial con barcos, tierras, serrerías, molinos y casas.

El mismo Gaspar de Jovellanos, en sus Memorias familiares, tras afirmar que«mi familia era contada entre las nobles y distinguidas de la villa de Gijón desde losfines del siglo XV», puntualiza a continuación «que vivía entonces en esta villa JuanGarcía de Jove, que se puede mirar como su fundador, porque edificó allí su casasolar». Es decir, que no saca a relucir antepasados anteriores, pues su existencia erasólo una fantasía. Estos ricos del siglo XVI derivan pronto a buscarse genealogías

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Jovellanos: entorno familiar y vida públicaManuel Álvarez-Valdés y Valdés. Real Academia de la Historia (c.)

[pág. 22]

Árbol genealógico y blasón dela casa de Jove Llanos

Hacia 1780

Museo Nacional de ArtesDecorativas. Madrid

Depositado en el Museo CasaNatal de Jovellanos. Gijón

Probablemente fue realizadocon motivo de las pruebas deingreso de Jovellanos en laOrden militar de Alcántara.Jovellanos se halla a la derechade su hermano Francisco dePaula: número 15.

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guerreras, que eran las que primaban entonces y que eran inalcanzables por ellos,para dejar de ser comerciantes marítimos, crear mayorazgos y ocupar puestos en elregimiento gijonés. Pensaron que eran incompatibles el comercio y el transportemarítimos con la nobleza y los cargos públicos, y abandonaron las actividades mer-cantiles para pasar a vivir de las rentas que producían las tierras que habían com-prado con las ganancias mercantiles.

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Joaquín Inza García

Retrato de Josefa de Jovellanosy Jove Ramírez (1745-1807)

Anterior a 1774

Colección Agustinas Recoletas.Gijón

La hermana pequeña deJovellanos fue asidua de latertulia de Campomanes enMadrid, poeta en lenguaasturiana y fundadora de unaescuela de huérfanas en Gijón.En 1794 profesó como monjaagustina recoleta, con grandisgusto de su hermano.

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Como consecuencia de la división en dos mayorazgos, de Jove y de Jove-Ramírez, el capital inicial se redujo, y si a eso se une la devaluación de lamoneda, los rentistas que no acrecentaron sus patrimonios —rama de losJovellanos— tuvieron que vivir en la estrechez, lo que no ocurrió con la otrarama, de los Jove-Ramírez, que lo incrementó, especialmente mediante matri-monios ventajosos.

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Ángel Pérez Díaz

Retrato de Francisco de Paulade Jovellanos y Ramírez (1743-1798)

Hacia 1794-1798

Colección particular

Pachín, el hermano predilectode Jovellanos. Como alférezmayor de la villa de Gijón, fueel impulsor de las propuestasque Jovellanos planteó para laciudad; por su profesión —fuecapitán de navío al servicio dela Armada—, se le designóprimer director del RealInstituto Asturiano de Náutica yMineralogía y profesor dematemáticas. Al morir sindescendencia, el mayorazgorecayó en Jovellanos.

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Dejando aparte lo dicho, es preciso referirse a que, a pesar de la importancia delresto de esos enlaces familiares que reseña Somoza y del hecho de que la familia deJove primero y de Jovellanos después ostentase los títulos hereditarios de alférezmayor de Gijón y regidor perpetuo de la villa, comprados cuando Felipe II enajenócargos concejiles, su situación económica era apurada, como él mismo reconoce endichas Memorias, al hablar «de lo reducido del mayorazgo familiar y de las estreche-ces que tuvieron que soportar su abuelo don Andrés y su padre don Francisco Gre-gorio». Se convino el matrimonio de éste con una hija de los marqueses de SanEsteban, doña Francisca Apolinaria de Jove-Ramírez de Miranda, «señora de grandehermosura, virtud y dulzura de carácter, [...]. Amó tanto [él] a su mujer y era de unaimaginación tan viva, que hacia los años de 1746 padeció una verdadera enfermedadde celos [...], a pesar de la virtud y recogimiento de su digna esposa [...], que le hizopadecer por espacio de algunos meses terribles fiebres, fuertes hipocondrías y otrosextraordinarios síntomas; pero vuelto luego en sí refería con singular chiste los pasa-jes de esta temporada». Aun así, «los últimos años de la vida de don Francisco Gre-gorio fueron muy amargos».

Estas circunstancias tuvieron que pesar en la niñez y adolescencia del jovenGaspar, que seguro que se daba cuenta de las singularidades por las que pasaba lavida familiar cotidiana. Este matrimonio tuvo numerosos hijos. De los que sobre-vivieron, el primero, llamado Miguel, murió de mal de amores, al enamorarse deuna criada de singular belleza que había en la casa, llamada La encantadora y, aldarse cuenta de que era un amor imposible, «una terrible pasión de ánimo le con-dujo al sepulcro en la flor de los años». Se ve que los transportes amorosos se die-ron con alguna frecuencia dentro de los muros de su casa.

Le siguió otro hijo, llamado Alonso, marino de guerra, que murió joven, delvómito negro. Tras él venía Francisco de Paula, que fue el hermano al que más quisoGaspar. Ascendido a capitán de fragata, se convino su matrimonio «con doña MaríaGertrudis del Busto y Miranda, señora de ilustre nacimiento, que acababa de here-dar en la villa de Pravia un decente mayorazgo».

Capitán de navío, solicitó el retiro y pasó a vivir a Gijón. Aquí tomó posesióndel título de alférez mayor, y acometió una serie de obras públicas importantes quesu hermano Gaspar describe con detalle, y a las que éste no fue ajeno sino verda-dero inspirador, en su Plan General de Mejoras propuesto al Ayuntamiento de Gijón(1782). Fue nombrado Francisco de Paula primer director de la obra más queridade Gaspar, el Real Instituto Asturiano, cedió para su alojamiento mientras se llevabaa cabo la correspondiente edificación, su casa del Forno, enfrente de la suya en quevivía, y fue profesor de matemáticas de dicho centro.

A la vuelta de Jovellanos a Gijón, en el verano en 1790, en lo que constituía elque se llamaría «disimulado destierro», le acogió en la casa familiar, incluida en el

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Bartolomé Maura Montaner

Retrato de Juan Agustín CeánBermúdez (1749-1829)

1875

Grabado por Maura según eloriginal de Goya

Biblioteca Nacional de España

Paje, secretario, amigo yprimer biógrafo: todo esto fueCeán de Jovellanos desde losquince años. Pero en materiasartísticas, la autoridad de Ceánes determinante: autor de losocho volúmenes delDiccionario histórico de losmás ilustres profesores de lasBellas Artes en España, elprimer ensayo moderno de unahistoria del arte español, a éldebe en buena parte laformación de la colección dedibujos del Instituto.

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mayorazgo de Paula, quien «le destinó unas piezas decentes y capaces de la mismacasa en que había nacido, para su habitación y estudio; y en ellas colocó sus librosy papeles» —Ceán Bermúdez—. En esta casa se ofrecían con frecuencia, al atarde-cer, refrescos, consistentes en jícaras de chocolate, con agua helada, con esponjados

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Francisco de Goya

Retrato de Jovellanos, con elarenal de San Lorenzo al fondo

1780-1783

Museo Nacional Colegio de SanGregorio. Valladolid

Depositado en Museo de BellasArtes de Asturias

Se trata de uno de los primerosretratos de Goya en Madrid,encargado por Jovellanos conmotivo de su ingreso en elConsejo de las ÓrdenesMilitares. El retrato estuvo ensu casa familiar desde 1783hasta 1946 y funcionó comoimagen de referencia denuestro ilustrado hasta lasúltimas décadas, pues el de1797 se mantuvo en manosprivadas hasta 1974.

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(azucarillos) y dulces, para corresponder a otras invitaciones semejantes. Tambiénse daban, en ocasiones especiales, comidas muy concurridas, de hasta 60 personas,con una abundancia de platos, propia de la época, que hoy nos asombra.

Redactaba, Jovellanos, en la torre nueva, los informes que le encargaban oficial-mente sobre la Ley Agraria, las minas, la carretera de Castilla, etc., y despachaba un

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Francisco Bayeu (copia de A. R. Mengs)

Pedro Rodríguez deCampomanes, Conde deCampomanes (1723-1802)

1777

Real Academia de la Historia.Madrid

El presidente del Consejo deCastilla y director de laAcademia de la Historia fueimpulsor de la industria, laagricultura y las SociedadesEconómicas de Amigos delPaís, y protector de Jovellanosen Sevilla y Madrid: participóen su promoción académica ypolítica, hasta que sedistanciaron a raíz del casoCabarrús. Jovellanosdesilusionado escribe: «Lehemos visto, en una palabra,hecho el defensor de todos loserrores, como el satélite detodas las tiranías. ¡Infeliz...!»

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abundantísimo correo, que le mantenía informado de lo que ocurría en la corte,principalmente. Ceán Bermúdez nos lo pinta en aquellos años, de otoño de 1790 amarzo de 1801, con una lectura diaria de dos horas en libros que también extrac-taba, con una o dos estancias diarias en el Instituto —inaugurado en enero de1794—; recibía visitas, paseaba a larga distancia por los campos y arboledas, obser-vando la variedad y progresos de la naturaleza en las estaciones, cuidando de la con-servación de los árboles y preguntando a los aldeanos por los cultivos y las cosechaspara luego tomar nota en el Diario, en el que apuntaba también el estado meteoro-lógico de cada día; además, paseaba por el arenal de la playa de San Lorenzo, por elpuerto y por las calles de la villa.

Sus problemas con Gertrudis empezaron cuando, muerto Paula, tuvo queliquidar con ella la sucesión en el mayorazgo, que correspondía a Gaspar, y la fija-ción de una renta a la viuda. Pero en vida de Paula sí tuvo un problema mucho másdesagradable, derivado de que éste embarazó a la criada mayor de la casa, ManuelaGarcía Argüelles —siguen los amoríos, en este caso, puramente carnales— y paraque Gertrudis, que además no había tenido hijos, no se enterase, Gaspar dejó correrpor el pueblo la versión de que el hijo era suyo; hizo salir de la casa a la criada, deconformidad con la madre de ésta, a la que entregó dos monedas de oro, se ocupóde lo que llama la lactación y crianza de la criatura hasta el punto de que, bastantesaños después, en sus testamentos, ordena un legado para atender las necesidades deManuela y de su hijo.

Después de Gaspar nació Gregorio, que murió gloriosamente en el asedio deGibraltar en el año de 1780. De sus hermanas, la mayor era Benita Antonia, de laque Jovellanos dejó un retrato impagable, por su rara sinceridad: «cuanto agravióla naturaleza en su figura, que es a la verdad poco recomendable, la favoreció en lasdotes de su alma, que son las más sobresalientes». Casó con el quinto conde de Mar-cel de Peñalba, viudo ya dos veces. Joseph Townsend, en su Viaje a España hecho enlos años 1786 y 1787, cuenta el viaje que, desde Oviedo, hizo a Luanco con Rodrigo,hijo de anterior matrimonio, y cuya esposa aparece allí fumando un cigarro liadopor un hombre que estaba de visita, entre nubes de humo. Jovellanos pagaba unacantidad importante, precio del tabaco que consumía su otra hermana, monja, lamadre San Juan, en el convento; no parece que él fumase, pero sí que aspiraba rapéa la moda de la época. Él disfrutaba mucho con los juegos de manos que hacía Jua-nín, hijo de Rodrigo.

Del matrimonio, en 1758, de Benita Antonia con el conde de Marcel dePeñalba, fallecido en 1770, quedaron tres hijos y tres hijas. De los hijos, el mayor,Baltasar Ramón, sucedió a Jovellanos en el mayorazgo y fue su heredero universal—salvo legados— de los bienes libres; de él dice Jovellanos que «dedicado por suspadres a la carrera eclesiástica y nombrado canónigo dignidad de arcediano de

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Francisco de Goya

Retrato de fray Juan Fernándezde Rojas

1800-1815

Real Academia de la Historia.Madrid

Liseno, destacado poetaanacreóntico del gruposalmantino y notable escritorsatírico, autor de un viaje aCrotalópolis en que se critica apedantes, petimetres y falsoseruditos. Jovellanos le propusoel plan de una comedia pastorilque Rojas no llegó a realizar.

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Babia, hoy provincia de León, de la Iglesia Catedral de Oviedo, sintiòse repugnanteal sacerdocio, renunció a sus prebendas, permutándolas por un beneficio simple[no llevaba consigo cura de almas], que hoy es mi sucesor y vive conmigo». Estebuen señor reconoció a una hija suya —¿sacrílega?—, que usó el nombre y apelli-dos de Francisca Cienfuegos Jovellanos y Naval, era conocida por doña Paca, yparece que Somoza escribió una vida de ella, desaparecida. En cualquier caso, fuedueña, durante más de treinta años de los bienes de Jovellanos y, parece ser, culpa-ble en gran parte de la desaparición de muchos documentos del archivo de Jovella-nos, con el consiguiente perjuicio. No tuvo hijos.

El siguiente hijo de Benita Antonia fue José María Ignacio González de Cien-fuegos y Jovellanos. Capitán general de Cuba, fundó allí la ciudad de Cienfuegos. Eltercero fue Francisco Javier. Fue canónigo de Sevilla. Durante la década ominosa fuenombrado arzobispo de Sevilla en 1824, y cardenal el año siguiente. Otras herma-nas fueron Juana Jacinta, casada dos veces, la primera con un viejo rico, que le dejótoda su herencia no vinculada, y la segunda vez se casó a su gusto; murió joven; yCatalina de Siena, que lo hizo con un comerciante de Nava, con el que fue infeliz.La cuarta y última de los hermanas de Jovellanos fue Josefa, a la que dedica muchaslíneas de las Memorias familiares (1810), dada en matrimonio a don DomingoGonzález de Argandona, procurador general en Corte del Principado de Asturias.Era la poetisa en bable, la Argandona. Después de viuda, en Oviedo, se dedicaba aasistir y consolar a las mujeres que estaban reclusas en la cárcel y en la galera, a lasdolientes en el hospital, y lo hacía con toda discreción. Profesó, contra la voluntadde Gaspar, en el convento de las monjas agustinas recoletas, de Gijón. Su vida en élfue ejemplarísima.

A pesar de estar inmersos en esa incómoda situación, lo que no cabe duda esque las relaciones familiares, aunque los patrimonios fuesen pequeños, sí eran efi-caces. Es ahí donde el entorno familiar se relaciona con la vida pública de Jovella-nos. Pues el instrumento era la recomendación a través de las redes familiares. Asíobtuvo Jovellanos el beneficio simple diaconil de San Bartolomé de Nava, que nollevaba más obligaciones que las de recibir la primera tonsura, lo que tuvo lugarcuando tenía 13 años, y de rezar el oficio divino. Comenzó después el estudio de lasleyes y cánones en el palacio del obispo de Ávila, Romualdo Velarde y Cienfuegos,que se había convertido, como dice Gaspar Gómez de la Serna, en seminario deasturianos en el corazón de Castilla.

El venerable obispo, como le llama Ceán, además de que la estancia y estudiosde Jovellanos en Ávila fuesen gratuitos, le concedió la institución canónica del prés-tamo de Navalperal en 1761 y del beneficio simple de Horcajada en 1763; despuésde obtener los grados de bachiller y de licenciado en leyes y cánones en las Univer-sidades de Ávila y Osma, le trasladó a la Universidad de Alcalá de Henares, propor-

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cionándole una beca de canonista con voto en el insigne Colegio Mayor de SanIldelfonso, si bien tuvo que superar con éxito una oposición para ingresar, éxito queno obtuvo cuando optó a una cátedra de cánones.

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Antonio Carnicero

Retrato de Manuel Godoy y Álvarez de Faria, Príncipe de la Paz

Hacia 1795-1796

Real Academia de Bellas Artesde San Fernando. Madrid

El guardia de corps que llegó aSecretario del Despacho deEstado de Carlos IV eraconsiderado por Jovellanos laclave para conservar el proyectoreformista de Carlos III. Godoy nombró a Jovellanosministro; aunque también sele responsabiliza de suposterior desgracia, lo únicocierto es que nada hizo porliberarle de su encierro enBellver. Diferencias de peso enmateria de moralidadimpidieron una franca relaciónentre ambos. Este retrato seconsidera uno de los mejoresde Carnicero: formaba partede la propia colección deGodoy, y representa al jovenPrimer Ministro como Príncipede la Paz.

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Pasó luego a Madrid para pretender un destino, para lo que solicitó ser recibidopor el que Jovellanos llama «el tío sumiller» de Corps, José Fernández de MirandaPonce de León, duque de Losada, personaje muy importante en la corte de CarlosIII, que era primo carnal de la madre de Jovellanos; pero que no acaba de recibirle,quizás porque le considerase un pariente poco importante. Lo cierto es que segúncuenta Carlos González de Posada en sus Memorias para [la] biografía del señorJovellanos, la «marquesita de N.», cuya identidad se desconoce, eligió a Jovellanospara que fuera su pareja en las máscaras de Carnaval de aquel año 1767, y le llevabaen su coche a los paseos públicos, provocando, sin saberlo, los celos del duque deLosada, por este cortejo, hasta el punto de preguntarle él a ella, incomodado, por «elhopalandas que la acompañaba». Al aclararle que era sobrino de él, el duque le diceque «se vea conmigo y sepa yo lo que quiere». Pensó pedir la canonjía doctoral dela catedral de Tuy, pero acabó solicitando un puesto de magistrado, que alcanzó alsegundo intento por medio del duque de Losada y del conde de Aranda. Nos pre-guntamos hoy: ¿quién sería esa marquesita anónima que es imposible identificar?Ella contribuyó mucho a cambiar el rumbo de la vida de Jovellanos.

Termina así lo que cabría llamar vida oculta de Jovellanos, estudiante del mon-tón, en universidades de poca categoría, salvo la de Alcalá de Henares. Hasta enton-ces había sido un joven gris, vástago de una familia preocupada por mantener suspujos de grandeza, aunque estrecha de medios económicos, obediente al destino ecle-

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Anónimo

Retratos de Francisco Bernaldode Quirós, VI marqués deCamposagrado, y su esposaJacoba de Valdés Inclán

Copias de comienzos del s. XX

Colección particular

Camposagrado y Jovellanoscolaboraron estrechamente enAsturias en los años 90,cuando se encomendó almarqués el mando delRegimiento de Nobles y fuenombrado procurador general:«¡Cómo trabaja el pobremarqués! Pocos que leayuden». Ambos fueron luegovocales por la Junta General delPrincipado en la Junta Central(1808-1810).

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siástico que le marcara la vocación que habían elegido otros para él, pero dócil, conobservancia de las devociones obligatorias, estudiante de manera discontinua, pri-mero en centros poco prestigiosos, buscando una titulación fácil de obtener, para aca-bar en la Universidad Complutense, sin ganar en ella grado nuevo alguno, ni la cátedraque pretendió, con una preparación que él mismo calificó de pésima, abandonandocon la mayor facilidad su supuesta inclinación eclesiástica. Esto sirve para descubrir loendeble de ésta, que cambia por una carrera en la magistratura sin ninguna otra pre-paración ni ejercicio de adaptación, cuando una y otra exigen, para su fiel desempeño,sentirse llamado por una clara vocación; y todo ello basado en los privilegios del esta-mento al que pertenecía por su nacimiento. Nada llevaba a apostar por que llegase aalcanzar un futuro destacado, el que su amigo Posada nos pinta en Alcalá de Henarescomo autor de versos que cantaba con acompañamiento de guitarra.

2. Empieza la vida pública. Alcalde y oidor de la Audiencia de Sevilla (1768-1778)Pero ese joven, de cuya adolescencia y juventud sabemos poco, seguramente porquelo anodino de su existencia hasta entonces daba poco que contar, llevaba dentro desí, como un fuego interior, un fondo personal que maduraría enseguida bajo losardores del sol sevillano. Empieza entonces la vida pública de Jovellanos, que sor-prenderá por su brillantez y su ejemplaridad. Todos los biógrafos de Jovellanos sedetienen aquí a recoger la conocida anécdota, en la que, al ir a despedirse Jovellanosdel conde de Aranda, Presidente del Consejo de Castilla, le ordenó que no usase lapeluca de magistrado y dejase su pelo a la vista. Ceán lo describe así:

Era, pues, de estatura proporcionada, más alto que bajo, cuerpo airoso,cabeza erguida, blanco y rojo [rubio], ojos vivos, piernas y brazos bienhechos, pies y manos como de dama y pisaba firme y decorosamente pornaturaleza, aunque algunos creían que por afectación. Era limpio y aseado enel vestir, sobrio en el comer y beber y atento y comedido en el trato familiar,al que arrastraba con voz agradable y bien modulada, y con una elegantepersuasiva [sic] de todas las personas de ambos sexos que le procuraban; ysi alguna vez se distinguía con el bello, era con las de lustre, talento y educa-ción, pero jamás con las necias y de mala conducta. Sobre todo, era gene-roso, magnífico y aun pródigo en sus cortas facultades; religioso sinpreocupación, ingenuo y sencillo, amante de la verdad, del orden y de la jus-ticia; firme en sus resoluciones, pero siempre suave y benigno con los des-validos; constante en la amistad, agradecido a sus bienhechores, incansableen el estudio y duro y fuerte en el trabajo. Éstas eran la figura y prendas deljoven don Gaspar cuando partió conmigo de Madrid para Sevilla el 18 demarzo de aquel año [1768].

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Pronto se quejó a Campomanes, fiscal del Consejo de Castilla, de que le paga-ban, al principio, la mitad del sueldo que le correspondía, con lo que no podía man-tenerse, problema que pronto se resolvió por sí solo. Pero, por otra parte, dejó depercibir, por su voluntad, porque él no los aprobaba, otros derechos que le pertene-cían según práctica de los juzgados, lo que causó malestar y quejas de sus compañe-ros, que quedaban en mal lugar. Confiesa, con sinceridad, en su Discurso de recepciónen la Real Academia de la Historia, sobre la necesidad de unir al estudio de la legisla-ción el de nuestra historia y antigüedades: «entré a la jurisprudencia sin más prepara-ción que una lógica bárbara y una metafísica estéril y confusa, en las cuales creíaentonces tener una llave maestra para penetrar al santuario de las ciencias»; por loque, «para instruirse don Gaspar en la práctica forense y en el sistema de la Audien-cia, se valió del respetable marqués de San Bartolomé [del Monte], ministro antiguoen ella» —Ceán.

Francisco Aguilar Piñal, por su parte, ha publicado el Yndice de los libros y Ms.que posee don Gaspar de Jovellanos y Ramirez, del Consejo de S.M. y su alcalde de Casay Corte. Hecho en Sevilla a 28 de septiembre de 1778, en el que se nos revela, a sus 34años, como un exquisito bibliófilo, pues contenía las más importantes obras dejurisprudencia, economía, historia y bellas artes, de autores españoles y extranjerosentonces conocidos. Fruto de su interés por la economía fueron sus intervencionesen la Sociedad Patriótica de Amigos del País de Sevilla, de la que fue socio fundadoren 1775, y nombrado secretario de la Comisión de Industria, Comercio y Navega-ción. Tomó parte activa en el establecimiento de Escuelas Patrióticas para enseñar elhilado del lino, lana y algodón a niñas pobres, y de un hospicio, y fue autor de unaproposición para el establecimiento de otra Sociedad Económica en Cádiz.

En el sonoro proceso que siguió la Inquisición contra Pablo de Olavide, asistentede Sevilla, Jovellanos, que era amigo suyo y miembro de su tertulia, contestó congran habilidad como testigo, para no perjudicarle, sin faltar a la verdad. Que Jove-llanos ya no estaba conforme con la Inquisición y sus métodos lo demuestra unacarta que le dirigió, en un tono del que se deduce que los dos pensaban igual, desdeSevilla a Madrid el 25 de agosto de 1781, un misterioso F. Miguel (creo que era frayMiguel de Miras, Mireo) en la que éste le cuenta con crudeza un auto de fe celebradoallí el día anterior, en el que se le dio garrote y después se quemó el cadáver de unabeata, perseguida por iluminada o alumbrada.

Aparte de poesía, especialmente amorosa, y a veces apasionada, sin que se sepaquiénes eran sus destinatarias —«¡descífrenlo los eruditos sevillanos!», escribióSomoza—, Jovellanos escribió teatro en Sevilla: El delincuente honrado —comedialacrimosa—, fruto de un concurso celebrado en la tertulia de Olavide, y que tuvo ungran éxito durante sus primeros treinta años aproximadamente; y La muerte deMunuza o Pelayo. En mayo de 2007 se dio a conocer el hallazgo, en la biblioteca del

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[1]

Francisco de Goya

Retrato de Francisco de Cabarrús (1752-1810)

1788

Colección Banco de España

La amistad de Jovellanos y elpromotor del Banco Nacionalde San Carlos comenzó en latertulia de Campomanes.Acusado de mala gestión, cayóen desgracia, y con élJovellanos, que defendió suinocencia. Su amistad sólo serompió cuando Cabarrús aceptóla cartera de Hacienda conJosé I: «desde que dejó de seramigo de mi patria, dejó deserlo mío».

[2]

Ángel Pérez Díaz

Retrato de José Antonio Sampily Labiades (1756-1829)

Hacia 1798-1801

Museo de Bellas Artes deAsturias. Oviedo

El capellán y mayordomo de lacasa de Jovellanos era unpresbítero ilustradocomprometido con la vida delcampesinado; se le representaaquí con sus traducciones deRozier El jardinero instruido yel Nuevo plan de colmenas(1798). Su intercesión anteCarlos IV con motivo del arrestode Jovellanos le costó cuatromeses de encierro y el destierroen su villa natal, Mieres delCamino.

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monasterio de San Millán de Yuso (La Rioja), de un manuscrito con una traducción dela tragedia Iphigenia, de Racine, hecha por Jovellanos en Sevilla. A mediados de agostode 1778, se le nombraba a Jovellanos alcalde de Casa y Corte. Según Ceán, «arrancó deSevilla bañado en lágrimas, dejando en igual situación a sus compañeros».

3. Jovellanos en la corte. Alcalde de Casa y Corte, consejero de Órdenes, etc. (1778-1790)A pesar del recibimiento efusivo que tuvo Jovellanos en Madrid por parte de susparientes —los Valdecarzana y los Casa-Tremañes— y amigos —como Campo-manes, que le atrajo enseguida a su importante tertulia—, de que ya antes de dejarSevilla había sido designado individuo de mérito por la Sociedad Económica Matri-tense de Amigos del País, y de que Campomanes obtuvo enseguida de la Real Acade-

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mia de la Historia su nombramiento de individuo supernumerario, las funcionesdel cargo de alcalde de Casa y Corte le molestaban mucho.

Nuevamente aparecen las recomendaciones de parientes y amigos, «que nopodían tolerar que siguiera por más tiempo en aquella plaza, y solicitaban quecuanto antes se le trasladase a otra del Consejo de Órdenes, lo que en efecto consi-guieron al año y medio de ser alcalde». Se comprende el enojo de Jovellanos,cuando, en el desempeño de esa alcaldía tuvo que emitir informes dirigidos al Con-sejo de Castilla sobre la distribución de la sopa boba en los conventos y sobre elabasto de huevos en Madrid, por ejemplo. Jovellanos fue designado ministro deConsejo de las Órdenes Militares el 25 de abril de 1780. En 1783, fue designadomiembro de la Real Junta de Comercio, Moneda y Minas, para la que emitió diver-sos informes. En la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, llegó a serdirector de la misma, y en ésta, con independencia del Informe sobre la ley Agraria,posterior, entre 1783 y 1790 redactó informes sobre el uso de abonos, el proyectode montepío de hidalgos de la corte, la libertad de comercio de granos, la oportu-nidad de publicar una gaceta económica, las causas de la decadencia de las socieda-des económicas, de cuya misión era un entusiasta propagandista; redactó el Elogiode Carlos III, el Elogio de don Ventura Rodríguez, el Elogio del marqués de los Llanosde Alguazas; el dictamen sobre la admisión y participación de damas en la Sociedad—favorable—, etc.

Su labor en la Real Academia de la Historia, aparte del contenido de su discursode ingreso, fue abundante: los informes sobre las sepulturas, la censura de muchoslibros remitidos por el Consejo de Castilla y su participación en el Diccionario Geo-gráfico de España. En 1790 presenta la primera versión del Informe sobre juegos,espectáculos y diversiones públicas. Ingresó en la Real Academia Española con unDiscurso sobre la necesidad del estudio de la lengua para comprender el espíritu de lalegislación, y vivió un incidente con razón de la Felicitación de la Academia al señordon Carlos III con motivo del nacimiento de sus nietos don Carlos y don Felipe, en elque fue objeto de una desconsideración, que le afectó y le alejó de las sesiones de laAcademia. En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando pronunció su Elo-gio de las Bellas Artes, que es en realidad una historia del desarrollo de éstas enEspaña, en la que muestra una notable admiración por el arte gótico, que le colocacomo precursor de las ideas que triunfarían con el Romanticismo en esa materia.También perteneció a las Reales Academias de Cánones, Liturgia, Historia y Disci-plina Eclesiástica, y de Derecho Público y Patrio.

Fue este decenio, entre 1780 y 1790, una época feliz para Jovellanos, que ocu-paba un papel destacado en la corte por los cargos que desempeñaba con eficien-cia, lo que no le impedía intervenir también en polémicas literarias, ser miembrode las Reales Academias citadas y acudir a tertulias de personas muy importantes,

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Francisco de Goya

Retrato de Juan MeléndezValdés

1797

Colección Banesto

Batilo y Jovino, ambosilustrados, magistrados ypoetas, compartieron en ladistancia afanes reformistas,aficiones literarias e inclusodestierro, hasta que se situaranen bandos opuestos durante laguerra de independencia.Según Quintana, el másemblemático poeta del siglo«pertenece a esa clase dehombres respetables queesperan del adelantamiento dela razón la mejora de la especiehumana». Falleció exiliado enMontpellier en 1817.

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como la de Campomanes, con el que había llegado a alcanzar gran predicamentocomo colaborador suyo en la Academia de la Historia, y donde conoció a FranciscoCabarrús; y la de la condesa del Montijo, frecuentada por personas de muchorelieve —Antonio Tavira, Antonio Palafox, Estanislao de Lugo, marido secreto dedicha condesa, Juan Meléndez Valdés, José de Vargas Ponce, Martín Fernández deNavarrete, Mariano Luís de Urquijo...

La publicación de sus Sátiras contribuyó, según Ángel del Río, a la incubaciónde un ambiente desfavorable a Jovellanos en algunas esferas de poder, que acabópor explotar con ocasión del inicio de las persecuciones del que, para él, era suamigo, por excelencia, el financiero francés al servicio de España, conde de Caba-rrús. Jovellanos, que en agosto de 1790 se encontraba en Salamanca, al enterarse dela persecución que sufría Cabarrús en la corte, regresa a allí y con el pretexto injus-tificado de que lo había hecho sin permiso —lo que no era cierto, porque él se habíapreocupado de obtenerlo—, acompaña a Cabarrús en su desgracia y trata de obte-ner su libertad, y aunque no fue como éste, encarcelado, se le ordenó que saliese enseguida de la corte para terminar los asuntos que tenía pendientes en Salamanca, yque pasase inmediatamente a Asturias a cumplir la comisión que tenía encomen-dada sobre las minas de carbón de piedra.

Durante este incidente sufrió una de las mayores decepciones de su vida, al noconseguir que le recibiera Campomanes para que éste intercediera por Cabarrús.Esto le produjo un disgusto tan grande, que le alejó, prácticamente para siempre,de quien había sido su protector durante muchos años, que perdió para siempre elaprecio y agradecimiento que le debía y le venía prestando.

4. El destierro disimulado (1790-1797)Estos años de 1790 a 1797 han sido calificados por algunos biógrafos de Jovellanoscomo «los felices años de Gijón», pintándolo como muy contento desempeñandolas comisiones que había recibido, alejado de la corte y dichoso con la creación delReal Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, inaugurado en Gijón en 1794.No comparto esta opinión, pues de la lectura de su epistolario y del Diario se des-prende que necesitaba imperiosamente una prueba de haber recuperado el realaprecio, que, visiblemente ante el público y ante sí mismo, había perdido al sufrirlo que se ha llamado un destierro disimulado; y esa prueba no podía ser sólo hono-rífica, sino efectiva, con traslado a Madrid, pues cuando le conceden en diciembrede 1794 «los honores y antigüedad del Consejo de Castilla», su disgusto se incre-menta y escribe: «¡Brava cosa! Avergonzaríame de haberlo pretendido. ¿No pudehaber tenido plaza en aquel Consejo diez años ha?» Lo cierto es que, no muchotiempo antes, se había interesado por una plaza, precisamente, de consejero de Cas-tilla. Esto se ve con claridad en las cartas que escribe a sus amigos: a Arias de Saa-

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José María Galván

Retrato de Leandro Fernándezde Moratín (1760-1828)

Hacia 1868

Calcografía Nacional. RealAcademia de Bellas Artes deSan Fernando. Madrid

El más relevante dramaturgodel siglo inició sus frecuentesviajes por las cortes europeasque tanto contribuirían a suformación intelectual comosecretario de Cabarrús, graciasa la recomendación deJovellanos. Inarco transformó laescena nacional con unainnovadora comedia neoclásicaque vehiculaba la nuevamentalidad ilustrada. Su obrade referencia, el afamado sí delas niñas.

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vedra, a Cabarrús, a Llaguno; y hasta a Godoy, ascendido a la total privanza real des-pués de la marcha de Madrid de Jovellanos, y al que le ofrece sus servicios. Además,Jovellanos presentó, sin éxito, el 3 de junio de 1792, su candidatura a la direcciónde los Reales Estudios de San Isidro, de Madrid. O sea que Jovellanos deseabaentonces, sin género de dudas, regresar a la corte, dígase lo que se quiera.

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Francisco de Goya

Retrato de Leandro Fernándezde Moratín

1799

Real Academia de Bellas Artesde San Fernando

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Mientras tanto siguió trabajando en sus Informes mineros. El Instituto Astu-riano se inauguró en 1794, y constituye el triunfo de sus ideas de implantación deunas enseñanzas prácticas que, alejadas de las teorías del escolasticismo decadenteque prosperaba en las universidades, dotasen de conocimientos prácticos para quesus alumnos obtuviesen la preparación precisa para desarrollar con acierto las pro-fesiones para las que fue creado: la explotación racional de las minas y el transportemarítimo. En estos años, como subdelegado de caminos en Asturias, Jovellanos tra-bajó intensamente en el trazado de la carretera de Oviedo a León, a través delpuerto de Pajares, hasta con un auténtico esfuerzo físico, soportando los rigores delinvierno más crudo, para fijar personalmente la línea que debía llevar la carreteradesde Pajares hasta Oviedo.

Lo que realmente constituyó su obra de gran empeño fue la redacción, en nom-bre de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, del Informe en el expe-diente de Ley Agraria. En ella, censura la amortización, tanto la eclesiástica como lacivil. En cuanto a la primera, sugiere al rey que encargue a los prelados que promue-van la enajenación de sus propiedades territoriales. Estas medidas tan inocentes,porque no eran coactivas, fueron las que originaron, básicamente, que Jovellanosfuese presentado como enemigo de la Iglesia, hasta producir dos consecuencias queél nunca había deseado: la inclusión de este Informe en el Índice de libros prohibi-dos por la Iglesia en 1825, después de su muerte, del que no saldría hasta los añosde 1940, y la presentación de Jovellanos como impío, enemigo de la Iglesia y hastamasón —esto por iniciativa de los propios masones, que trataron de apropiár-selo—, hecho totalmente falso, imposible de demostrar.

5. Jovellanos, embajador y ministro (1797-1798)Jovellanos regresaba a Gijón y se había retirado a descansar en Pola de Lena el 16de octubre de 1797, cuando recibe el nombramiento de embajador de España enRusia, que le sorprendió mucho y le desagradó por el enorme trastorno que supo-nía en su vida.

Cuando llega a Gijón todo son enhorabuenas, pero, de tener que marchar de suvilla natal, habría preferido otro destino más próximo y más adecuado a sus cono-cimientos. Así las cosas, el 13 de noviembre le llega otra noticia inesperada, el nom-bramiento de secretario de Estado y del despacho de Gracia y Justicia, que letrastorna de nuevo y le hace escribir en su Diario:

[...] voy a entrar en una carrera difícil, turbulenta, peligrosa [...], mi consueloes la esperanza de comprar con ella la restauración del dulce retiro, en queescribo esto. Haré el bien, evitaré el mal que pueda. ¡Dichoso si conservo elamor y opinión del público que pude ganar en la vida oscura y privada!

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Francisco de Goya

Retrato de José Vargas Ponce

1805

Real Academia de la Historia.Madrid

Polifacético ilustrado, marino,poeta, dramaturgo, director dela Academia de la Historia,autor de la Descripción de lasislas Pithiusas y Baleares, unPlan de educación para lanobleza y de La instrucciónpública, único y seguro mediode la prosperidad del Estado.Su querido y admiradoJovellanos, quien le ayudó conel plan de su Disertación contralas corridas de toros, decía deVargas que era de «corazónsensible e imaginaciónardiente».

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El 15 de noviembre, de madrugada, salió de Gijón, y llegó al puerto de Guada-rrama a los seis días, a las 9 de la noche, donde, al poco tiempo, aparece su amigoCabarrús, que había salido a su encuentro, después de estar más de siete años sinverse. Dice Ceán: «¡Cuál sería la sorpresa y la ternura de aquella entrevista! ¡Y cuálel horror y abatimiento de don Gaspar con la pintura que le hizo el conde del estadoen que se hallaba la corte! Toda la noche pasaron sin dormir». El 22 de noviembreescribe en el Diario:

[...] sin vestir, a la casa del Ministerio; no se puede evitar el ver algunas gen-tes; me apura la indecencia del traje. Conversación con C[abarrús] y S[aave-dra]; todo amenaza una ruina próxima que nos envuelva a todos; crece miconfusión y aflicción de espíritu. El príncipe [de la Paz, Godoy] nos llama acomer a su casa. A su lado derecho, la princesa [su esposa, la condesa de Chin-chón]; al lado izquierdo, en el costado, la Pepita Tudó [la amante de Godoy][...]. Este espectáculo acabó mi desconcierto; mi alma no puede sufrirle; nicomí, ni hablé, ni pude sosegar mi espíritu; huí de allí...

Aquí el Diario se interrumpe durante todo el período del Ministerio, hasta des-pués del cese, el 15 de agosto de 1798. Dice entonces: «escribo con anteojos que ¡tal seha degradado mi vista en este intermedio! ¡Qué de cosas no han pasado en él! Peroserán omitidas o dichas separadamente». Al final, fueron omitidas, por lo que se per-dió un testimonio importantísimo de lo que pasó en aquellos nueve meses escasos.

Tan corto espacio de tiempo en el Ministerio no permitió que se cumpliesen lasesperanzas que estaban puestas en Jovellanos, a lo que se unieron las asechanzas deque fue víctima en ese período. No obstante, como huellas importantes de su actua-ción ministerial deben mencionarse las que se refieren a un informe sobre lo que erael Tribunal de la Inquisición, a la que dedica las más duras críticas. Jovellanos trató,durante su estancia en el Ministerio, de abordar una reforma de los estudios uni-versitarios, que se hallaban sumidos en gran decadencia: sólo se estudiaba, y enlatín, la filosofía aristotélica, la teología y el derecho canónico, muy poco de dere-cho español vigente y una medicina anticuada; se negaba la entrada a las cienciasexperimentales y a los avances científicos de los últimos siglos, aunque había tam-bién una minoría ilustrada de docentes, que deseaba profundamente las reformas.

Jovellanos fue encargado por Godoy de abordar estos problemas, y, para ello,teniendo en cuenta que la Universidad de Salamanca era de fundación pontificia,por lo que dependía del obispo de aquella diócesis, aprovechó que ésta estabavacante en la primavera de 1798, para promover a ella a su amigo el obispo de Osma,Antonio Tariva, de espíritu reformista. Dijo de él: «es nuestro Bossuet y debe ser elreformador de nuestra Sorbona». Igualmente, por el cese de Jovellanos en el Minis-

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terio, antes incluso de que Tariva tomase posesión del obispado de Salamanca, nadase pudo hacer por la enemiga del sucesor de Jovellanos, el marqués Caballero, a cual-quier intento de reforma de la Universidad. Por otra parte, Jovellanos ordenó, el 16de junio de 1798, que se enseñase en los Reales Estudios de San Isidro de Madrid, la

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Andrés de la Calleja

Retrato de doña MaríaFrancisca de SalesPortocarrero, condesa delMontijo

1767

Colección Duquesa de Alba.Madrid

Esta ilustrada presidía laconocida tertulia madrileñadonde Jovellanos entró encontacto con el círculo llamadojansenista. Allí acudíanMeléndez, Llaguno, Estala oUrquijo. Fue secretaria de laJunta de Damas de la SociedadEconómica Matritense, cuyaincorporación apoyópúblicamente Jovellanos. Tuvoproblemas con la Inquisición yfue desterrada por Godoy enLogroño. A su muerte escribirá:«murió la mejor mujer queconoció España».

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traducción al español de la Lógica de Baldinotti, así como que se procurase ir ense-ñando también en nuestra lengua los demás estudios que se desarrollasen allí.

Dice Ceán Bermúdez en sus Memorias:

Comenzaron [los ministros, Jovellanos y Saavedra] a manifestar al rey enlos despachos el estado en que se hallaba la España, y la necesidad de supronto remedio con razones tan enérgicas y poderosas que jamás habíaoído, y que le causaban admiración y espanto [...].

La reina cuando nota que el rey principia a conocer la ignorancia yabsurdos de Godoy, le llama, le instruye de todo lo que pasa, y determinan laperdición de los dos ministros. Se ignoran los medios; pero lo cierto es que,desde entonces y antes de salir Jovellanos del Escorial [donde estaba la corte,diciembre de 1797] para Madrid, fue acometido de cólicos que jamás habíapadecido; aquí le prosiguieron sin haberle dejado salir cuando el rey paraAranjuez; en este real sitio llegaron a ser convulsivos, y el médico Sobral, sos-pechoso de la causa de su enfermedad, le obligó a beber todos los días gran-des porciones de aceite de olivas, con lo que logró algún alivio; Saavedra[ministro de Hacienda] llegó hasta los umbrales del sepulcro en San Idel-fonso, esperándose por momentos los últimos días de su vida.

Este asunto, tan apasionante, se analiza en detalle en Noticia de Jovellanos y suentorno junto con el Dictamen del Instituto de Medicina Legal de Asturias dondese recoge:

Que don Gaspar de Jovellanos sufrió una serie de síntomas y signos clíni-cos, y que básicamente consistieron en: la aparición repentina de cólicosque llegan a ser convulsivos, polineuritis (afectación de varios nervios) conpérdida de la movilidad de antebrazo y mano dominante, estreñimientopertinaz y disminución de la visión por afectación neurológica (oftalmo-plejía periférica). Que, en base a lo anteriormente expuesto, se puede con-cluir fácilmente que don Gaspar de Jovellanos sufrió un cuadro desaturnismo (intoxicación por plomo).

En cuanto al autor material, sabemos por Ramón María Cañedo que fue unlacayo de Jovellanos, sobornado con diez onzas de oro, «según averiguó de él mismopoco después; y tuvo la grandeza de alma de no perseguirlo por este atentado, con-tentándose con echarle de casa». Queda por averiguar quién fue o quiénes fueron elinductor o inductores. Con los elementos de juicio de que disponemos no cabe dudade que Jovellanos fue, efectivamente, víctima de una tentativa de asesinato por enve-

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Mariano Salvador Maella

Retrato de Antonio de Valdés Fernández de Bazán(1744-1816)

1794

Colección particular

El ministro de Marina fueimpulsor de la minería delcarbón y del Real InstitutoAsturiano. Por ello, un retratodel bailío presidió este centroy luego el Instituto Jovellanosdesde 1795 hasta 1936.

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Anónimo

Retrato de Francisco de Saavedra y Sangronís(1746-1819)

Museo del Prado. En depósitoen la Academia de la Historia.

Ministro de Hacienda a la parque Jovellanos lo fue deGracia y Justicia, ambossufrieron la misma suerte,incluidos sendos intentos deenvenenamiento. La sintoníaentre ambos ministros fue talque Jovellanos encargó aGoya dos retratos en 1798: elsuyo y un retrato de Saavedra,que colocó en el estrado desu casa.

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nenamiento. Entiendo que los indicios apuntan a persona o personas muy elevadas—la Reina y Godoy—, como se deduce claramente del silencio y pasividad de Jove-llanos que, conocedor de quién era el autor material del intento, convicto y confeso,y de la existencia e importe del soborno, no lo persiguió ante la Justicia —pues nocabría esperar otra cosa de un magistrado tan estricto como él—, contentándosecon echarle de su casa, sin llegar a denunciar nada por escrito.

6. El cese en el Ministerio y el regreso a Gijón (1798-1801)El 15 de agosto de 1798 Jovellanos fue exonerado de su cargo. Existen diversas hipó-tesis sobre las causas de su cese. Para Ceán, fueron las acusaciones de sus enemigos,«de ateísta, hereje y enemigo declarado de la Inquisición». Para Caso, se produjo laconcurrencia de una conjura de los enemigos de Jovellanos, junto con el temor de élmismo de perder la vida si seguía de ministro, extremo éste ya apuntado por

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Somoza. Después de tomar las aguas en Trillo (Guadalajara) regresó a Gijón, endonde había fallecido a primeros de agosto de 1798 su hermano Francisco de Paula,al que quería entrañablemente, y al que sucede en el mayorazgo de la familia.

En el período que media entre su regreso a Gijón y su detención, poco más de dosaños después, Jovellanos se dedica a impulsar el Real Instituto Asturiano, especialmentelas obras del nuevo edificio, proyectado por Juan de Villanueva, autor del Museo delPrado, para lo que tropezó con dificultades económicas, que trató de paliar mediantela solicitud de ayudas. En el Instituto pronunció en abril de 1799 la Oración sobre elestudio de las ciencias naturales, y el 16 de febrero de 1800 escribe en el Diario, «que laconcurrencia fue tan poca que yo determiné suprimir un Discurso que había trabajadopara dar idea de las ventajas que puede producir el estudio de la geografía». Iguales ausen-cias registra en sus antes concurridas tertulias diarias, que tenían lugar en la sala de latorre nueva de su casa, de Gijón, y, en los oscureceres fríos, al calor de la chimenea, quehabía hecho instalar, y en las que se tenía conversación o se jugaba a las cartas. Tambiénescasea entonces el número de los alumnos del Instituto. Algunas fechas después dejade llevar el Diario hasta el 20 de noviembre de 1800 y a continuación hasta el 1 de enerode 1801, en que, abrumado e impotente, pero resignado, escribe:

[...] abrimos el siglo XIX ¿Con bueno o mal agüero? Pero al hombre le tocaobrar bien y confiar en la Providencia de su grande y piadoso Creador [...]¿Quién podrá parar los golpes que la calumnia y la envidia dan en la oscu-ridad? La Providencia, que vela siempre sobre los derechos de la justicia; siella permite la ruina, veneremos sus altos juicios.

7. La vida cautiva (1801-1808)El 20 de enero de 1801 escribe: «poco sueño, nubes; frío». El Diario se cierra. En lamadrugada del 17 de marzo se produce su detención. Empieza a padecer una prisiónque, del mismo modo que llamé vida oculta a la que va desde su nacimiento hasta quesale destinado para Sevilla en 1768, y vida pública desde entonces en adelante hasta1801, ésta que va a empezar merece el nefasto nombre de vida carcelaria o cautiva, que,sin formación de causa ni imputación alguna, y a pesar de sus dos representaciones deprotesta dirigidas a Carlos IV, se prolongaría hasta marzo de 1808, en que le llega lalibertad de la mano del llamado, con desacierto, deseado Fernando VII, nuevo rey deEspaña, después del motín de Aranjuez. Esta prisión escandalizó a Europa, como lodemuestra la carta que el almirante Nelson escribió al amigo de Jovellanos, lordHolland, cuando éste le pidió que fuese a liberarlo, con la escuadra inglesa, a su cárcelde Bellver, liberación que Jovellanos no habría admitido, si hubiese llegado a produ-cirse, según le escribió a lord Holland, por estar entonces España en guerra con Ingla-terra, y no admitir él ser liberado por quien era formalmente un enemigo.

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Superada esa etapa interminable, con graves padecimientos físicos y morales,llega el 1 de junio de 1808 a Jadraque, a la casa de su papá, Juan José Arias de Saave-dra, para tratar de restablecerse; está en tan malas condiciones que, además de unrégimen médico de vida, se impone a sí mismo una «dieta de la mente»: no quiereni pensar, ni tiene fuerzas para ello. Allí sufre las mayores tentaciones de sus amigosafrancesados, y hasta de los Bonaparte, Napoleón y José, pues éste le designa minis-tro de Interior. Algunos han dudado del patriotismo de Jovellanos en aquellos días,pero analizada su conducta, junto con las anotaciones del Diario y las cartas querecibe y las que escribe entonces, se puede afirmar que no aparecen pruebas de que,en algún momento, haya pensado en unirse a los franceses, a pesar de sus halagos, yde que anunciaban que venían a España a implantar ideas que él profesaba. Esto, apesar de lo escrito por Gaspar Gómez de la Serna y por Juan Velarde, con quien pole-micé en la prensa con este motivo.

8. Jovellanos en la Junta Central (1808-1810)Incorporado a la Junta Central, creada para hacer frente a la invasión napoleónica,en septiembre de 1808, por elección de sus paisanos de Asturias, desarrolló allí unalabor intensa, recogida en su Memoria en defensa de la Junta Central, en dondeexpresa su pensamiento político, basado en la existencia de una Constitución histó-rica, que debería ser reformada sólo en lo necesario. No estuvo conforme con algu-

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Francisco de Goya

Retrato de José AntonioCaballero, Marqués deCaballero (1770-1821)

1807

Fundación Lázaro Galdiano

Caballero sucedió a Jovellanoscomo secretario de Gracia yJusticia, habiéndose levantadola sospecha de que tuvo parteactiva en la caída del gijonés eincluso en su encierro enMallorca. Defensor de lasposiciones ultramontanas ypartidario de la Inquisición, sesumó al partido de los«afrancesados», actuandocomo consejero del gobiernode José I.

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nos puntos de la Constitución de Cádiz —que se aprobó definitivamente despuésde su muerte—, pues no admitía que la soberanía radicase en la nación, sino en elrey, censuró que no se implantasen dos cámaras —una, para los representantes delpueblo y otra para los de la nobleza y el alto clero—, así como la prisa en implantarla libertad de imprenta, entre otros extremos. En dicha obra sienta que el poderlegislativo lo comparte el rey con el pueblo, mediante sus representantes en Cortes.

9. Jovellanos en Galicia. Regreso a Gijón y muerte (1810-1811)Desengañado y calumniado como miembro de la Junta Central, había salido deCádiz rumbo a Asturias, pero una fuerte tormenta obligó al bergantín Nuestra Señorade Covadonga, a hacer una arribada forzosa en Muros (Galicia), sin poder llegar aAsturias en los 16 meses siguientes, hasta agosto de 1811, para buscar un puchero de

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Anónimo

Retrato de Juan AntonioArmada y Guerra, VI Marquésde Santa Cruz de Rivadulla

Comienzos del s. XIX

Colección particular

Juanito, primogénito de losmarqueses de Santa Cruz deRivadulla, en cuyo pazo serefugió Jovellanos durante laguerra de la independencia: «latemporada más deliciosa quehe gozado en mi vida».

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fabes en su casa, en los que escribió y gestionó la publicación de su Memoria endefensa de la Junta Central, citada, en la que, además de este extremo, recoge su pen-samiento político, a la vista de la situación creada por la invasión napoleónica.

Había pasado una larga temporada (abril-junio de 1811) en el pazo de losmarqueses de Santa Cruz de Rivadulla, cerca de Santiago de Compostela, que cali-ficó como la época más feliz de su vida, invitado por la marquesa —el esposo deésta estaba en la Guerra de la Independencia—, a la que escribió desde Muros 18cartas que sirven para profundizar en la psicología de Jovellanos y en la compleji-dad de su carácter.

La vida de Jovellanos se extingue, durante un angustioso delirio febril, en Puertode Vega (Navia), adonde había llegado huyendo, por mar, de las tropas francesas, el28 de noviembre de 1811, fecha discutida. En medio de la calentura se le oye balbu-cear palabras que concretan sus preocupaciones hasta, incluso, en ese momento tandramático: su familia —«mí sobrino...»— y su vida pública —«Junta Central... LaFrancia... Nación sin cabeza...»—; para terminar: «¡Desdichado de mí!»

La rectitud de su conducta hizo que Marañón escribiese en su prólogo a Losafrancesados, de Miguel Artola. «No sabemos lo que cualquiera de nosotros hubierahecho de haber vivido entonces. Yo, sin embargo, creo que sí lo sé: yo no hubierasido ni patriota absolutista, ni liberal de los de Cádiz, ni afrancesado; yo hubiera sidojovellanista».

bibliografía

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Partida de defunción.Conservada en el Archivo de la Iglesia de Santa Marina

1811.

Arzobispado de Asturias.Depositado en la Iglesia deSanta Marina–Puerto de Vega(Navia)

Ceán Bermúdez daba comofecha de la muerte deJovellanos el 27 de noviembrede 2011, y muchos la hanseguido a partir de su biografía.Pero en la partida de defunciónse lee: «En 29 de noviembre de1811, yo, el infrascrito, curapropio de Santa Marina dePuerto de Vega, di sepulturaeclesiástica al cadáver delExcmo. Sr. D. Melchor Gasparde Jovellanos, soltero, naturalde Gijón; murió en el díaanterior».

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Ángel Monasterio

Busto de Jovellanos

Real Academia de la Historia.Madrid

El último retrato que se lehiciera en vida se realizó enSevilla por encargo de LordHolland durante la guerra deindependencia, y fue enviadoa Londres desde Cádiz en1809. Plenamenteneoclásico, este busto demármol representa alciudadano como un nuevoCicerón, de un modo realistay sin atributos civiles otemporales y parece imitar unbusto romano, incluso en lamutilación de la orejaderecha, que ya se encuentraen el boceto.

Antonio Porta

Compás del bergantín Volante

Hacia 1800, Ferrol.

Museo Marítimo de Asturias.Luanco

Ante la llegada de los francesesa Gijón, Jovellanos y PedroManuel de Valdés-Llanoszarpan en el bergantín Volante.La galerna les obliga a buscarrefugio en Puerto de Vega,donde ambos fallecerían.