2
Juan García de Quevedo - La muerte de Dios? Juan García de Quevedo Para Héctor Raúl Solís Gadea Un día Dios expulsó al hombre del paraíso por comer la fruta prohibida del conocimiento. Siglos después, el hombre expulsó a Dios de la Tierra por el conocimiento y la ciencia. La experiencia de lo sagrado permanece en el hombre como un recuerdo nostálgico y necesario. La experiencia de lo sagrado pertenece a la intimidad más íntima del ser. Dios fue expulsado de la Tierra y en los cielos se desentendió del hombre, lo dejó en el más absoluto abandono. El hombre buscó los grandes y graves trascendentes que lo orientan en esa brújula sin sentido. La ética prácticamente prescinde de Dios y logra formulaciones exactas para permitirle al hombre una convivencia civilizada consigo mismo y con los demás. Las mentes más brillantes de nuestro tiempo han buscado nuevos trascendentes, nuevos desafíos. El universo y lo que significa, el big bang y su microsegundo anterior. El hombre se conoce más a sí mismo y en la ciencia médica sólo le falta un conocimiento pleno del cerebro y las emociones. Gracias a ello se encontró con más libertad para decidirse ante las alternativas que se plantea en su búsqueda vagabunda por el mundo. Más libertad y menos Dios, libertad plena sin Dios. No creo en la muerte de Dios, creo en ese abandono mutuo, ese pacto de silencio. Los misterios del mundo hace tiempo que cayeron todos en tanto misterios, y los del universo están en plena revisión. El hombre ha hecho maravillas con su cabeza y casi logra una especie de omnipresencia con sus semejantes hasta llegar a traspasar límites inimaginables hace 50 años. La velocidad del conocimiento nos recuerda que el hombre carece de límites, de alguna manera su redención la lleva a cabo él mismo, sin otras luces que las de la Razón con grandes mayúsculas. Las figuras clásicas de la poesía son desterradas mediante medicamentos que significan todo un proceso de elaboración milagroso: la desdicha, la desesperación, la angustia, la soledad, etcétera, quedaron como temas literarios para quien quiera y necesite abordarlos. Pero sólo eso. Lo que queda pendiente es la felicidad plena y la muerte. La muerte es un hecho inevitable que sufriremos todos pero no logramos acostumbrarnos a pensar y sentir la muerte nuestra, siempre pensamos en la muerte del otro. La experiencia de la muerte nuestra no nos está permitida. La otra vida, ligada a Dios, no se nos permite imaginarla. La irracionalidad del mundo la contemplamos en términos éticos o morales sin otras luces que las de nuestra inteligencia o conocimiento. El hombre pocas veces logra ese estar consigo mismo porque está ese "consigo mismo" preñado por un pasado que todo lo estropea. La memoria de sí es lo que constituye nuestra identidad, nuestra unicidad, nuestro ser intransferible e irrepetible. Los límites de nuestra libertad nos los marcamos nosotros mismos, siempre precedidos de valores éticos o morales. El mundo no es el mejor mundo pero ahora sabemos por qué, sin embargo la tentación o la obligación de cambiarlo por el momento nos supera con

Juan García de Quevedo

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Artículo de un escritor jalisciense

Citation preview

Juan Garca de Quevedo - La muerte de Dios?JuanGarcadeQuevedoPara Hctor Ral Sols GadeaUn da Dios expuls al hombre del paraso por comer la fruta prohibida del conocimiento. Siglos despus, el hombre expuls a Dios de la Tierra por el conocimiento y la ciencia. La experiencia de lo sagrado permanece en el hombre como un recuerdo nostlgico y necesario. La experiencia de lo sagrado pertenece a la intimidad ms ntima del ser.Dios fue expulsado de la Tierra y en los cielos se desentendi del hombre, lo dej en el ms absoluto abandono. El hombre busc los grandes y graves trascendentes que lo orientan en esa brjula sin sentido. La tica prcticamente prescinde de Dios y logra formulaciones exactas para permitirle al hombre una convivencia civilizada consigo mismo y con los dems. Las mentes ms brillantes de nuestro tiempo han buscado nuevos trascendentes, nuevos desafos. El universo y lo que significa, el big bang y su microsegundo anterior. El hombre se conoce ms a s mismo y en la ciencia mdica slo le falta un conocimiento pleno del cerebro y las emociones. Gracias a ello se encontr con ms libertad para decidirse ante las alternativas que se plantea en su bsqueda vagabunda por el mundo. Ms libertad y menos Dios, libertad plena sin Dios. No creo en la muerte de Dios, creo en ese abandono mutuo, ese pacto de silencio.Los misterios del mundo hace tiempo que cayeron todos en tanto misterios, y los del universo estn en plena revisin. El hombre ha hecho maravillas con su cabeza y casi logra una especie de omnipresencia con sus semejantes hasta llegar a traspasar lmites inimaginables hace 50 aos.La velocidad del conocimiento nos recuerda que el hombre carece de lmites, de alguna manera su redencin la lleva a cabo l mismo, sin otras luces que las de la Razn con grandes maysculas. Las figuras clsicas de la poesa son desterradas mediante medicamentos que significan todo un proceso de elaboracin milagroso: la desdicha, la desesperacin, la angustia, la soledad, etctera, quedaron como temas literarios para quien quiera y necesite abordarlos. Pero slo eso.Lo que queda pendiente es la felicidad plena y la muerte. La muerte es un hecho inevitable que sufriremos todos pero no logramos acostumbrarnos a pensar y sentir la muerte nuestra, siempre pensamos en la muerte del otro. La experiencia de la muerte nuestra no nos est permitida. La otra vida, ligada a Dios, no se nos permite imaginarla.La irracionalidad del mundo la contemplamos en trminos ticos o morales sin otras luces que las de nuestra inteligencia o conocimiento. El hombre pocas veces logra ese estar consigo mismo porque est ese "consigo mismo" preado por un pasado que todo lo estropea. La memoria de s es lo que constituye nuestra identidad, nuestra unicidad, nuestro ser intransferible e irrepetible. Los lmites de nuestra libertad nos los marcamos nosotros mismos, siempre precedidos de valores ticos o morales.El mundo no es el mejor mundo pero ahora sabemos por qu, sin embargo la tentacin o la obligacin de cambiarlo por el momento nos supera con mucho. As que tenemos por un lado la obligacin moral y tica de ser crticos ante lo existente pero sin nimos redentores.Por otra parte, la enfermedad nos rodea y cerca ms temprano que tarde. Disminuye nuestra voluntad y nos lleva a un campo de reflexin y contemplacin.Lo sagrado es una experiencia totalmente personal, entran las emociones y el vrtigo ante lo infinito, ese infinito que choca de forma brutal contra nuestra finitud, nuestra temporalidad. La profunda e implacable e inapelable realidad de la vejez, del cuerpo no siempre dispuesto a correr cualquier aventura, y luego el conocimiento que mientras ms se tiene, ms se sabe lo poco que se sabe.El artculo "La muerte de Dios Una oportunidad?" de Sols Gadea me llev a escribir estas lneas porque siempre me sorprende su pluma fcil y profunda. Debo sin embargo concluir que atrs del Misterio con maysculas est el misterio sin maysculas, algo as como la luz que ciega y nos lleva a abrir puertas que slo llevan al abismo.

Leer ms:http://busquedas.gruporeforma.com/mural/Documento/Impresa.aspx?id=5586258|InfodexTextos&url=http://hemerotecalibre.mural.com/20150413/interactiva/MPRI20150413-008.JPG&text=Juan+Garc%eda+de+Quevedo&tit=Juan+Garc%eda+de+Quevedo+%2f+%bfLa+muerte+de+Dios%3f#ixzz3Xg0QhepBFollow us:@muralcom on Twitter