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Juan L. Ortiz Obra Completa 290 La noche pálida tiembla La noche pálida tiembla con una inquietud secreta. Tanto jazmín, no obstante, y azahares tantos, en la luna un poco alejada por los focos eléctricos, en la sensible soledad del arrabal —oh, los tapiales viejos, oh, las veredas rotas, noche en que nuestros pasos parecen pisar un corazón inquieto y delicado. Alma de los tapiales y de las veredas, quizás? Allá, hacia el hervor plateado del río, será otro el sentimiento? —soledad de azucenas hacia el vapor celeste de las islas—. Otra será la emoción de las quintas cercanas que descienden hacia el alba a destiempo de las costas entre una nieve tímida de flores? Sobre la arena de los patios de los ranchos, tan blanca, ah, tan blanca, 10 una memoria, acaso, de rondas sobre el hambre? Más allá del jazmín, más allá del azahar, más allá de los tapiales viejos, más allá de la luna de las islas, más allá de la luna de las quintas, más allá de la luna de las arenas que alumbró los juegos pobres, la noche pálida tiembla con una inquietud secreta. Un viento vago, un vago viento. Un viento fuerte por momentos, y profundo. En la dirección del viento todo se inclina y huye. No hay paz perfecta en ninguna noche, no hay luna con jazmín íntimamente pura. Un hondo estremecimiento que luego se alza y deshace, hecho ráfaga, la noche. 20 El viento de la angustia de los niños lejanos, de las mujeres lejanas, bajo la muerte brutalmente alada. El viento más lento, terriblemente lento, y como circular, de la desesperación cercana. Alma mía, sobre el viento y la noche, mira, mira el bosque de brazos que sostendrá el día puro.

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Juan L. Ortiz Obra Completa 290

La noche pálida tiembla

La noche pálida tiembla con una inquietud secreta.

Tanto jazmín, no obstante, y azahares tantos, en la luna un poco alejada por los focos eléctricos,

en la sensible soledad del arrabal —oh, los tapiales viejos, oh, las veredas rotas, noche

en que nuestros pasos parecen pisar un corazón inquieto y delicado.

Alma de los tapiales y de las veredas, quizás?

Allá, hacia el hervor plateado del río, será otro el sentimiento?

—soledad de azucenas hacia el vapor celeste de las islas—.

Otra será la emoción de las quintas cercanas que descienden hacia el alba a destiempo de las costas

entre una nieve tímida de flores?

Sobre la arena de los patios de los ranchos, tan blanca, ah, tan blanca, 10

una memoria, acaso, de rondas sobre el hambre?

Más allá del jazmín, más allá del azahar, más allá de los tapiales viejos,

más allá de la luna de las islas, más allá de la luna de las quintas,

más allá de la luna de las arenas que alumbró los juegos pobres,

la noche pálida tiembla con una inquietud secreta.

Un viento vago, un vago viento.

Un viento fuerte por momentos, y profundo.

En la dirección del viento todo se inclina y huye.

No hay paz perfecta en ninguna noche, no hay luna con jazmín íntimamente pura.

Un hondo estremecimiento que luego se alza y deshace, hecho ráfaga, la noche. 20

El viento de la angustia de los niños lejanos, de las mujeres lejanas, bajo la muerte brutalmente alada.

El viento más lento, terriblemente lento, y como circular, de la desesperación cercana.

Alma mía, sobre el viento y la noche, mira, mira el bosque de brazos que sostendrá el día puro.