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Monografía presentada en la Cátedra Transformaciones Culturales, de la FHAyCS de la UADER (unidad académica Gualeguaychú)
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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ENTRE RIOS
FACULTAD DE HUMANIDADES, ARTES Y CIENCIAS SOCIALES
PROFESORADO SUPERIOR EN PEDAGOGÍA (COMPLEMENTO CURRICULAR)
TRANSFORMACIONES CULTURALES
Monografía
Juan L. Ortiz. Palabras a la intemperie.
Por
Silvina Carraud
Profesora en Matemática
Gualeguaychú
Febrero de 2008
Monografía presentada por Silvina Carraud en cumplimiento de los requisitos
exigidos por la Cátedra: Transformaciones Culturales.
Profesor: Ricardo Tonini
Tribunal:
…………………………………………………………………………………………………………Presidente Primer vocal Segundo vocal
Calificación definitiva: ………………………………………………………………………………
Observaciones:
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………
Fecha: ……………………………………………………………………………………………….
2
Juan L. Ortiz. Palabras a la intemperie.
3
Introducción
La experiencia de un acercamiento a Juan Laurentino Ortiz, entrañablemente
entrerriano y absolutamente universal, y a su singular lenguaje poético, nos convoca a
pensar y a interrogarnos sobre el mundo de la vida, que es el suelo donde se manifiesta
la totalidad de la cultura. En la poesía de Ortiz el paisaje ocupa un lugar eminente; el río
es una metáfora de su misma obra.
Este trabajo se plantea como una tentativa para explorar, en confrontación con la
lírica y el estilo de vida orticianos, algunos de los cambios culturales que afectan o
impactan en nuestra existencia, en tiempos de globalización o mundialización de la
cultura. Pretendemos ofrecer consideraciones acerca de las construcciones de las
maneras de vivir juntos, en esa tensión resultante entre la continuidad de las tradiciones
heredadas y la ruptura producida por las innovaciones.
Nos proponemos confirmar, en correspondencia con Juan L. Ortiz y su poética,
que en nuestra sociedad, coexisten lo tradicional y lo moderno, y que ciertas cuestiones
como la cultura consumista, la problemática ecológica y la utilización de las nuevas
tecnologías, en la época presente, caracterizada como de globalización, no impiden la
subsistencia de la poesía, como testimonio de la realidad, y como expresión
comprometida para que sea posible un mundo más humano.
Primero haremos una breve referencia a los enfoques de dos investigadores,
Néstor García Canclini y Renato Ortiz, ambos latinoamericanos, sobre la globalización y
la mundialización de la cultura. Desde la antropología filosófica, abordaremos el
pensamiento de Ernst Cassirer, para explicar las formas de la vida cultural humana. Y, en
cuanto a la vida y la obra de Juan L. Ortiz, tendremos en cuenta, fundamentalmente, el
ensayo escrito por Alfredo Veiravé.
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Seguidamente, nos acercaremos a Ortiz y su lírica, a su estilo, su aproximación y
su diferencia con los simbolistas, y lo que constituye la esencia de este trabajo, la
concepción de la poesía como intemperie sin fin. Pasaremos luego a contrastar, en base
al análisis sociológico sobre la vida actual de Zygmunt Bauman, el legado de Ortiz: su
compromiso con la construcción de un mundo más auténtico, solidario y fraterno.
A continuación, describiremos el acento manifestado en el paisaje y los seres de la
naturaleza, y el lugar central del río, en la obra orticiana, como metáfora, incluso de su
propia poética. Para considerar después, la problemática actual de la protección del
medio ambiente, coincidiendo con el análisis de Riechmann y, como visión cristiana, con
el discurso pronunciado por Juan Pablo II, en el año 1987, en la Universidad Católica de
Lublín.
Posteriormente, rescataremos algunos momentos de la vida de Ortiz, sus afectos, y
su incesante relación con los libros, a partir de una entrevista realizada a la escritora
Emma Barrandeguy. Por último, confrontaremos la tradición del libro con los formatos y
canales que las nuevas tecnologías ofrecen, subrayando la transformación producida en
las condiciones de inmutabilidad de las obras culturales, sobre la base del estudio de
Adolfo Estalella, en el ámbito de la cibercultura.
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Capítulo 1: Marco teórico
La cultura puede ser entendida como un espacio de ambivalencia: entre creación y
regulación normativa, entre invención y tradición; tanto un modelo a seguir, como libertad
de elegir otro modelo. Esta condición paradójica de la idea de cultura es expresada por
Bauman:
La cultura se refiere tanto a la invención como a la preservación, a la discontinuidad como a
la continuidad, a la novedad como a la tradición, a la rutina como a la ruptura de modelos, al
seguimiento de las normas como a su superación, a lo único como a lo corriente, al cambio
como a la monotonía de la reproducción, a lo inesperado como a lo predecible. (Bauman,
2002, p.21)
El sociólogo brasileño Renato Ortiz hace notar que, a finales del siglo XX, se
manifiesta un conjunto de fenómenos económicos, políticos, culturales, que trascienden
las naciones y los pueblos, y que les da una nueva configuración. Esos fenómenos
permiten hablar de la globalización de las sociedades y de mundialización de la cultura.
(R. Ortiz, 2005. En http://www.felafacs.org/dialogos-41)
Dada la profusa cantidad de estudios existente en la actualidad sobre el fenómeno
de la globalización, y en lo que nos concierne, aquellos que abordan tanto la
problemática de la estandarización u homogeneización de la cultura (con el riesgo de la
desaparición de “lo local”) como, asimismo, la mundialización como fenómeno fomentador
de la diversidad y de la mezcla de culturas; es que en este trabajo nos basaremos en los
enfoques de dos investigadores latinoamericanos: Néstor García Canclini y Renato Ortiz,
ya citado, uno de los primeros en plantear la llamada sociedad global, en sus libros
Mundialización y cultura y Otro territorio, pensándola de forma diferenciada desde la
globalización y la mundialización.
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En cuanto a la diversidad de las formas que abarca la vida cultural humana,
expondremos el pensamiento de Ernst Cassirer, y en relación con la poesía de Juan
Laurentino Ortiz, nos apoyaremos principalmente en las reflexiones de Alfredo Veiravé.
Para Néstor García Canclini (1998, p.10), la globalización no es un paradigma
político ni cultural, ya que no constituye el único modo posible de desarrollo. Tampoco es
un único proceso, sino el resultado de múltiples movimientos, en parte contradictorios, con
resultados abiertos, que implican diversas conexiones local-global y local-local. Examinar
lo global requiere ir más allá de dos posiciones: la que hace de la globalización un
paradigma único e irreversible, y la que sostiene que no importa que no sea coherente ni
integre a todos.
La globalización es tanto un conjunto de procesos de homogeneización como de
fraccionamiento del mundo, que reordenan las diferencias y las desigualdades sin
suprimirlas. (…) No sólo se desarrolla en pedazos, sino que los articula en forma paradójica
o ambivalente. (García Canclini, 1998, p.11)
Desde la perspectiva de Renato Ortiz, la mundialización de la cultura se plasma en
dos niveles. Primero, es la manifestación del proceso de globalización de las sociedades,
que se enraízan en un tipo específico de organización social; la modernidad es su base
material. Segundo, es una Weltanschauung, una concepción del mundo, un universo
simbólico que inevitablemente coexiste con otras formas de entendimiento (político o
religioso). Vivimos en un espacio transglósico, en el cual diferentes lenguas y culturas
cohabitan e interactúan entre sí. Una cultura mundializada no representa la
homogeneización de los gustos y de los hábitos culturales, como si todo el planeta viviese
una realidad unidimensional; sino que atraviesa las realidades de los diversos países de
modo diferenciado. (R. Ortiz, 2005. En http://www.felafacs.org/dialogos-41)
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Las formas de la vida cultural humana, en toda su riqueza y diversidad, afirma
Cassirer, son simbólicas. Esas formas lingüísticas, imágenes artísticas, símbolos míticos
o ritos religiosos conforman el universo simbólico en el que vive el hombre, definido no ya
como un animal racional sino como un animal simbólico. Es así que el lenguaje, el mito,
el arte y la religión constituyen partes de este universo y crean los hilos que tejen la red
simbólica, la urdimbre compleja de la existencia humana.(Cassirer, 2006, p.47)
Siguiendo a Cassirer, el lenguaje, identificado con la razón, no sólo es racional,
pues junto al lenguaje conceptual tenemos un lenguaje emotivo; junto al lenguaje lógico o
científico, el lenguaje de la imaginación poética. (Cassirer, 2006, p.48)
En términos de Daniel Teobaldi, a través del logos poético el Poeta instituye un
mundo simbólico, que es lo genuinamente real, pero desde una perspectiva mucho más
abarcadora, porque el Poeta se asoma a los umbrales del Todo e interviene en él. Percibe
la realidad como una totalidad, entonces, la realidad pasa a ser una experiencia superior,
de la que todos participan. (Teobaldi, 1998. En http://ucm.es/OTROS/especulo/numero8/
borg_teo.htm).
Juan Laurentino Ortiz es un poeta auténtico, y según sus propias palabras:
En la poesía auténtica el lugar en que vive el poeta, el paisaje circundante, lo profundo o la
presencia inefable de este paisaje, su radiación, diríamos, el cuerpo astral del que hablan
los teósofos, no puede dejar de estar presente. (Ortiz, 2005, p.1072)
El poeta Alfredo Veiravé, crítico literario y autor de numerosos ensayos sobre
escritores latinoamericanos, puntualiza que la poesía de Ortiz es animismo que convoca
las profundas corrientes de la Naturaleza y es, al mismo tiempo, la faz de un humanismo
solidario, pues aquel rostro se revela entre los rostros de los hombres convertidos en una
comunidad de amigos. Se reconoce, entonces, en su obra poética, una cosmovisión
atravesada por dos ejes: el animismo y el humanismo. (Veiravé, 1984, p.18)
8
El lugar tan descollante que ocupa el paisaje no resulta de un determinismo
geográfico o regional, dice Juan José Saer, sino de una proyección de su percepción del
mundo y de su concepción de la poesía; el paisaje es belleza y misterio, una porción del
cosmos por el que la palabra avanza delicada y tenue. (Ortiz, 2005, p.13)
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Capítulo 2: Juan Laurentino Ortiz: Intemperie sin fin
Puede atestiguar Veiravé, por el conocimiento que alcanza en virtud de la relación
dialógica, entre creadores, que mantuvieron, enriquecedora y fraternal, que Ortiz encarna
al poeta del que habla Rilke, en él la vida y la poesía son una misma experiencia. El
hombre y la obra se separaron en 1978 pero en sus obras completas aquel espíritu de un diálogo de
márgenes incita a permanecer o morar en algunas poesías que siguen hablando desde su plenitud sin
decirlo todo (…). (Veiravé, 1984, p.17)
En palabras de Proust, el estilo, para el escritor, así como el color para el pintor, es
una cuestión no de técnica, sino de visión. (Proust, M. Citado por García Ascot. En
http://www.ejournal.unam.mx/uni/016/UNI01605.pdf )
El estilo, según Veiravé, surge de la fusión entre lo heredado (la cultura y el
idioma) y lo propio y singular que cada persona contiene en su ser único. Es lo original,
una inmanencia que nace de un ser y de un hacer en pugna permanente con multitudes
de propuestas ajenas existentes en la red ineludible del tiempo histórico del artista que
es, asimismo, un tiempo cultural que incluye todos los tiempos. (Veiravé, 1984, p.19)
Hablar de Ortiz y de su lírica es hablar de autonomía, inocencia, profundidad,
piedad, mística. Austero, casi un asceta, con una concepción de vida orientalista; resultan
vanos los intentos por emparentarlo con otros, es inclasificable. En los poemas de El
junco y la corriente quedan testimonios de su viaje a China, como En el Yan-Tsé (Ortiz,
2005, p.567):
Y me doblo como un sauce…
Y sigue lloviendo en mi corazón y sigue lloviendo, lloviendo, lloviendo…
Lloviendo sobre el Yan-Tsé…
Lector atento y profundo, conocedor de poetas como Rilke, Ungaretti, Valéry, Pedro
Salinas; con un ajustado manejo de los textos de James Joyce, Theilard de Chardin,
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Tolstoi, Reverdy, Éluard; interesado desde joven por la poesía china; Juan L. se
manifiesta admirador de Mallarmé.
Calero Heras (1999, p.177) considera que Stéphane Mallarmé es uno de los
célebres representantes del Simbolismo, movimiento poético que abre las puertas de la
literatura a la modernidad.
Los simbolistas, en oposición declarada al realismo, al positivismo y al espíritu
científico, buscaron despertar emociones, a partir de elementos como colores, perfumes,
sonidos. En términos de C.M. Bowra,
(…) intentaron manifestar una experiencia sobrenatural en el lenguaje de las cosas visibles,
y en los que casi cada palabra es un símbolo, ya que está utilizada no según su uso
corriente, sino por la asociación que evoca con una realidad más allá de los sentidos.
(Bowra, 1972. Citado por Miralles. En http://descargas.cervantesvirtual.com/
servlet/SirveObras/sibid/01159741108928420780035/028323.pdf?incr=1)
Juan L. coincide con los simbolistas, sostiene Pedrazzoli (1987, p.42), en algunos
de sus principales aspectos: el arraigo a la tierra, cierto tono de nostalgia, un alejamiento
inquebrantable de lo estridente, la búsqueda de la soledad. Asimismo, como los
simbolistas, concuerda Veiravé (1984, p.132), habla desde las profundidades, a través de
las interjecciones, las exclamaciones, las partículas celebratorias del verso del goce o del
dolor.
Sin embargo, se diferencia de éstos, pues no es hermético, con oscuros
laberintos. Esto se aprecia en el poema Canta la calandria… (Ortiz, 2005, p.816):
Canta la calandria…canta
Toda criatura canta, no es cierto? canta para “ser” aún en el “misterio”
en el extrañamiento de sí…
Para Octavio Paz (1986, p.43), si el poema está escrito en lo que llaman el lenguaje de todos,
estamos ante un arte de madurez. Arte claro es arte grande. Arte oscuro y para pocos decadente. En los
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años de su madurez expresiva, Ortiz se sale de la poesía del acontecimiento y nos dice
de ella cómo es. La poesía, manifiesta Ortiz, en Ah, mis amigos, habláis de rimas… (Ortiz,
2005, p.533) es intemperie sin fin:
No olvidéis que la poesía,
si la pura sensitiva o la ineludible sensitiva,
es asimismo, o acaso sobre todo, la intemperie sin fin,
cruzada o crucificada, si queréis, por los llamados sin fin
y tendida humildemente, humildemente, para el invento del amor…
Es precisamente, explica Veiravé, donde podemos situar el lugar de la obra
orticiana,
(…) en esa intemperie cuyos límites son la precariedad de una sabiduría hecha de
meditaciones a cielo abierto. Intemperie de la palabra ligada a gestos abiertos. Intemperie
de la vida de donde surge un canto comunitario. La solidaridad y la sabiduría, dos formas
de relación con lo más profundo de la vida, nacen de la negación de toda seguridad
material, de toda traba o techo que impida ver en las visiones perdurables del espíritu.
(Veiravé, 1984, p.20)
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Capítulo 3: De la intemperie a la cultura consumista
Dice el poeta y sociólogo español Jorge Riechmann que el poema importa poco
como documento de la subjetividad de su autor; interesa como conjetura acerca del
mundo: como metáfora que apunta hacia el mundo, como posición de realidad y como
propuesta de comunicación. Es esencial que los poetas hablen desde su vida, pero no de
su vida. (Riechmann, 1990. En http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=
21565&portal=188)
A cielo descubierto, sin techo ni reparo alguno; distante de los lugares centrales de
la cultura, Ortiz construye, auténticamente, vida y poesía. Así, su existencia y esa lengua
poética propia, que no se entronca con ninguna tradición, manifiestan, al unísono,
fraternidad hacia el hombre, piedad hacia todos los seres de la naturaleza y sensibilidad
y compromiso frente al dolor del mundo.
En la actualidad, tal como lo ha señalado el sociólogo Zygmunt Bauman, lo flexible,
lo fluctuante, lo líquido, que distinguen a la modernidad líquida, han impuesto un profundo
cambio a la condición humana: el fin de la era del compromiso mutuo. Este nuevo modo
de concebir los vínculos sociales, sean éstos de parentesco, pareja o relaciones, tienen
como características la fragilidad y transitoriedad de los mismos. Su lugar ha sido
ocupado por las conexiones y las redes, que implican el descompromiso; en una red
conectarse y desconectarse son elecciones igualmente justificadas; las conexiones son
relaciones virtuales, de fácil acceso y salida. (Bauman, 2005)
Asimismo, examina Bauman, los seres humanos convertidos en consumidores, son
a la vez, objetos en venta. El síndrome de la cultura consumista se asienta mayormente
en una enfática negación de las virtudes de la procrastinación y de las bondades y
beneficios de la demora de la gratificación, los dos valores que sostenía su predecesor
síndrome productivista. La sociedad consumista desvaloriza la durabilidad, jerarquiza la
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transitoriedad y realza lo novedoso por encima de lo perdurable. Identifica lo viejo con lo
anticuado, lo inútil y condenado a la basura. (Bauman, 2007)
En su Historia de Gualeguay, el profesor Humberto P.Vico (2005, p.36) relata que,
cuando en mayo de 1942, Ortiz se aleja de Gualeguay para radicarse en Paraná, sus
amigos y admiradores le ofrecen un homenaje que Juan L. agradece emocionado,
expresando en un párrafo de su mensaje:
(…) la solidaridad de los hermanos y los intereses del espíritu, que son también los del
hombre verdadero, deben unirnos aquí y en todas partes por encima de todas las
diferencias ideológicas, religiosas y sociales como en este instante del afecto y la amistad.
(…) Permitidme que crea que este breve pensamiento, y sobre todo, si él es un principio de
acción, al significar un intento de cumplir nuestro ineludible deber de participar de alguna
manera en la decisión del futuro del mundo, justificará en cierto modo los excesos de
gentileza y consideración, que hacéis objeto aunque de ellos, es verdad, quedo para
siempre deudor reconocido. (Vico, 2005, p.36)
Carlos Mastronardi, su amigo, ante la imposibilidad de estar presente en esa
ocasión, escribe que Ortiz es: Corazón incansable en el afecto, pura voz de la tierra, espíritu regido
por un insobornable anhelo de humana fraternidad (…) (Vico, 2005, p.37)
De esta manera, se evidencian en Ortiz la antítesis del consumista; el intelectual
comprometido para que sean posibles la autenticidad, la justicia, la ética, la fraternidad; en
suma, el hombre comprometido con sus semejantes en la construcción de un mundo más
humano.
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Capítulo 4: Énfasis en el paisaje
El profesor Roberto Forns-Broggi observa que Ortiz comunica la vida del paisaje
fluvial con matices y ambigüedades, a la vez que conforma una utopía que busca la
armonía y la continuidad en el cambio sin excluir la conciencia del dolor y la injusticia
social. El eco-poema actúa como un mapa interno de ese paisaje y la forma de diálogo
funciona como un cauce de interrogaciones que evaden definiciones fijas. Además
expone otra faceta, que es la ética evolutiva del paisaje sobre la que se basa la
conciencia ecológica y un humanismo radical. (Forns-Broggi, 2004. En
http://www.invenia.es/oai:dialnet.unirioja.es: ART0000111266 ).
En el poema Sí, el nocturno en pleno día (Ortiz, 2005, pp. 277 y 278), el paisaje es
una zona armoniosa, musical, oculta en el silencio, pero frente a esto, está el dolor del
mundo:
Ah, cómo quisiéramos en el silencio de nuestro paisaje ver sólo los juegos de la luz y del agua.
Una impalpable presencia, casi una música, sobre las colinas olvidadas.
Cómo quisiéramos que el canto nuestro fuera el del pájaro, el del arroyo, acaso el del grillo en el
alba:
una perdida aspiración hacia una dicha que casi no es de este mundo o el cristal de esa dicha
ubicuo
[como el cielo.
Cómo quisiéramos, sí, contar con una breve seguridad en la noche de nosotros mismos o en la
[armonía de las cosas.
El animismo es la concepción que prevalece en la idea de Ortiz de la naturaleza,
precisa D.G. Helder (Ortiz, 2005, p.140): los cielos hablan y sonríen, las noches murmuran, el
horizonte hace preguntas, el agua y las ramas tienen voces, las rosas nos miran, las orillas tiemblan en la
mirada del río, los espinillos se muestran ensimismados.
Al mismo tiempo, la poesía de Juan L. nombra lo que la rodea y reclama, tomando
partido frente al devenir histórico de ese mundo que no deja de instigarla, meditando
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sobre el destino del hombre, acompañando al ser humano. El poema Jornada (Ortiz,
2005, p.261) concluye:
Tantas almas perdidas y tantos cuerpos sufrientes,
con tan preciosa fuerza ignorada!
La sombra fría que sube sobre el arrabal,
que invade las casas ¿las casas? y tanta criatura inocente, oh, hombres.
No amaré más el arrabal, con árboles y calles verdes, como le amaba antes.
Su silencio está lleno del silencio terrible de las almas ignoradas y de los cuerpos sufrientes.
Salud! ciudades radiosas y fraternales del mañana.
La poesía orticiana se revela como paradójica, analiza Roberto Retamoso, ya que,
por un lado, supone una insistencia invariable en hablar de su entorno, de las formas
locales del mundo con que se enfrenta el poema, por otro lado supone hacerlo
ubicándose en la tradición milenaria tanto de la poesía de Occidente, como de la poesía
oriental. Se trata de hablar siempre del mundo circundante, pero con la mirada y con el
lenguaje de una tradición auténticamente universal. (Retamoso, 1995. En
http://www.bibliele.com/CILHT/Hispamer/Roberto/ubicuo.html )
El poema La paz (Ortiz, 2005, p.627), expresa lo siguiente:
Para que el corazón
en la red infinita
palpite, y esta red
tiemble en la sangre una,
y todo sea lazos
e hilos delgadísimos
ganados a la sombra,
la paz.
El río está siempre próximo en el paisaje de la poética de Ortiz; es el eje vital, la
alegoría de su obra; cuando la luna de Pekín se mira en su río, o el Gualeguay con su
hondo corazón apacible y hasta el ignoto Paraná, del que nada sabe.
Juan L. confiesa en el poema Me has sorprendido… (Ortiz, 2005, p.861):
16
Me has sorprendido, diciéndome, amigo,
que “mi poesía”
debe de parecerse al río que no terminaré nunca, nunca, de decir…
El Gualeguay es el poema más extenso de la obra orticiana, en él logra el mayor
grado de autonomía, constituyéndose en libro. Como lo explica Sergio Delgado (Ortiz,
2004, p.29), en un estudio exhaustivo y pormenorizado sobre esta obra, el río Gualeguay
es el río íntimo; desde su perspectiva se narra la historia entrerriana, el nacimiento del
territorio y de su comunidad, borrando el nombre de aquellos que la Historia identifica de
manera canónica. Y si bien, El Gualeguay tiene una base documental, se muestra
autobiográfico, ya que parte de la vivencia y el conocimiento personal del poeta de la
geografía y de la historia de la provincia. El Gualeguay (Ortiz, 2005, p.661), poema
central, en su primera estrofa, dice:
Qué dulce calor, allá
de la hondonada que dejara, cuándo? el mar,
subió en una nube de paloma?
O venía él
con el hálito, gris y blanco, del mar?
Y qué viento, qué viento, vino al encuentro de la nube
para que una hija que cayera, pálida,
o con todo el día en sus cintillos?:
Cómo fue aquella lluvia
de arpa ciega o de penumbra
o de juncos de vidrios que huían
o plantaba una hada brusca?
Y de qué mes, de cuál, sus cabellos o sus varas?
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Capítulo 5: Siempre habrá poesía
Hoy, de acuerdo con Jorge Riechmann, la destrucción y el agotamiento de los
recursos naturales, el sinsentido de modelos económicos que postulan un crecimiento
indefinido, el peso siempre creciente de la técnica científica en la configuración de las
sociedades humanas, son datos que indican que la humanidad se halla en una
encrucijada donde están en juego formas de convivencia y organización política que
impidan su propia aniquilación. (Riechmann, 1990. En http://www.cervantesvirtual.com/
FichaObra.html?Ref=21565&portal=188)
En una concepción de la naturaleza desde el enfoque cristiano, y tomando como
testimonio el discurso pronunciado por el Santo Padre Juan Pablo II, al mundo de la
cultura, en la Universidad Católica de Lublín, el 9 de junio de 1987, es factible enunciar
que el hombre es llamado desde el comienzo a someter la tierra (cf. Gén.1, 28), lo que
naturalmente constituye el fruto natural y, juntamente, la prolongación práctica del
conocimiento, es decir el dominio mediante la verdad sobre el resto de las creaturas. Aquí
se sientan las bases de la problemática actual de la protección del ambiente natural.
Dominar la tierra significa también respetar sus leyes, las leyes de la naturaleza. En este
campo, la ciencia y la tecnología mediante el esfuerzo de un sabio dominio sobre las
fuerzas de la naturaleza y de una cautelosa gestión de sus recursos, tienen ante sí una
gran tarea. (En http:// http://www.vatican.va/holy_father /john_paul_ii/speeches/ 1987/
june/documents/hf_jp-ii_spe_19870609_univ-lublino_sp.html )
No es tarea de la poesía reemplazar el análisis crítico de la realidad a que se
dedican las ciencias naturales y sociales, sin embargo, cabe siempre la posibilidad de que
la poesía se manifieste como simple presencia, en su piedad hacia todas las creaturas,
esencialmente hacia el hombre.
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Capítulo 6: Fragmentos de memoria
Después de cumplir la etapa indispensable de la bohemia en Buenos Aires, Juan
L. regresa a su pueblo. En el poema Gualeguay (Ortiz, 2005, p.457) lo evoca diciendo:
No había olvidado allá las noches de la ciudad estival
con muchachas como cirios en el rito de las retretas,
y jazmines en oscuras brisas estrelladas por los patios con aljibes…
Ortiz comparte tertulias, en Gualeguay, con Carlos Mastronardi, Amaro Villanueva,
Juan José Manauta, Alfredo Veiravé, Ernesto Hartkopf, Roberto Beracochea, entre otros
amigos y compañeros sencillos y simples. Así los nombra en Sentado entre vosotros…
(Ortiz, 2005, p.273):
Sentado entre vosotros, compañeros sencillos y simples,
pero fervientes de un amor que ahora se nombra con una palabra viril,
miro el otoño palidecer tras de la enredadera.
En homenaje a Juan L. Ortiz en el centenario de su nacimiento, se publica una
entrevista a la lúcida escritora Emma Barrandeguy (Bauer, H.W. Conversación con
Emma Barrandeguy, Junio de 1996, en suplemento revista El Arca Nº 21. El Arca S.A.),
quien relata que, alrededor de 1930, organizado por Hartkopf (librero), se forma el grupo
literario Claridad, ella era la más chica y la única mujer del grupo, en el cual Juan o Juancito, como
le decían, (Juan L. viene después); tenía la voz cantante en lo que era la poesía. En las
reuniones se lee, entre otros textos, El Capital de Marx, llegado en fascículos de España,
de la famosa editorial Maucci.
La poesía social de Ortiz no es propaganda, sino la manifestación de una profunda
sensibilidad, en Perdón ¡oh noches!... (Ortiz, 2005, p.211) se lee:
Noches, casas, mañanas, tardes,
crepúsculos:
cómo sustraerme al drama del hombre,
19
al drama del hombre que quiere crearse,
modificar el mundo,
cambiar la vida,
sí, cambiar la vida?
En la Biblioteca Popular, Ortiz y Mastronardi seleccionan libros y efectúan el pedido
de los mismos a la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares. Emma reflexiona: (…) ellos
elegían obras buenísimas. Pero está todo sumergido, lo único que interesa son los best-sellers.
Entre la diversidad de autores escogidos se encuentran Rilke y Brooke, como se
distingue en Sí, las rosas... (Ortiz, 2005, p. 193):
Sí, muchachas en la tarde,
niños en los jardines,
paisajes que suenan como melodías perfectas,
versos de Rilke o de Brooke, (…)
Relata Sergio Delgado que, en su dualidad de poeta y editor de sus propios libros,
Juan L. se permite, además de independencia creativa, suavizar las variantes y erratas
que se iban produciendo; el poema alcanza en un determinado momento cierta
cristalización, buscada por el poeta y custodiada por el editor. (Ortiz, 2005, p.20)
20
Capítulo 7: Nuevos formatos y canales
La Biblioteca como se reconoce comúnmente a la citada Biblioteca Popular Carlos
Mastronardi, mantiene su vigencia en Gualeguay: alumnos de distintos niveles de
escolarización acuden a ella para consultar información; la comunidad en general tiene
acceso a libros y material periodístico actualizado; y los socios obtienen, en préstamo,
libros de variados géneros literarios, desde los clásicos hasta las novedades editoriales;
contando con el apreciado asesoramiento brindado por los encargados de la misma.
Asimismo, es un espacio donde se auspician charlas, presentaciones de libros,
exposiciones, y otras manifestaciones culturales. Cuenta con una hemeroteca, donde se
conservan diarios y revistas que testimonian el rico pasado de la ciudad.
En este sentido, podemos atestiguar que, en un ambiente inigualable, poblado de
esa fragancia peculiar, mezcla de papel y de madera, y de ese silencio constitutivo de los
lugares sublimes, se continúa con la tradición de un encuentro tangible con el libro.
Este modo de relación con el libro, se contrapone hoy con el surgimiento de la
incesante digitalización de textos, que permite el acceso a un patrimonio bibliográfico
impresionante, en bibliotecas virtuales de todo el mundo.
La posibilidad de leer libros digitales o de obtener una versión impresa de ellos,
mediante la descarga a través de páginas en Internet, usualmente de forma gratuita,
constituye un avance, si se considera que la información que se lograba mediante la
utilización de los buscadores, pocos años atrás, era presentada en textos fragmentados o
descontextualizados.
Además, la adquisición de libros nuevos o usados en sitios de Internet, se ha
convertido en una opción conveniente para quienes no cuentan con librerías en sus
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lugares de residencia. Paradójicamente, Internet puede llegar a convertirse en un
instrumento de revitalización del mercado del libro.
Con la irrupción de los blogs en el ciberespacio, la divulgación poética adquiere
mayor accesibilidad: la poesía se traslada de las bibliotecas, de los recintos académicos,
para mudarse a estos sitios web, zonas virtuales, donde se mezclan con todo tipo de
obras.
En el ámbito de la cibercultura, Adolfo Estalella, investigador doctoral interesado
por las formas de sociabilidad que se desarrollan a través de Internet y de las tecnologías
digitales y cuya tesis, en desarrollo, aborda desde una metodología etnográfica el estudio
de los blogs, explica que la emergencia del entorno digital ha provocado cambios
culturales en las condiciones de inmutabilidad de las obras culturales, las cuales, una vez
digitalizadas,
(…) pueden ser transformadas, modificadas, copiadas, alteradas... una imagen, una canción, una
novela, una obra audiovisual... Esta liberación de sus ataduras materiales transforma la
organización de la cultura. Subvierte los conceptos de objeto cultural, de autor, público...Al perder su
condición inmutable se rompe la distinción entre el creador y el público, el productor de contenidos
y el consumidor de ellos. Los ciudadanos se transforman en usuarios de la cultura al tener la
capacidad para modificarla y recrearla fácilmente gracias a las tecnologías digitales. Surge un
ejército de potenciales creadores que pueden participar en la construcción de la cultura, más allá de
su simple consumo. (Estalella, 2005. En http://www.estalella.es/)
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Conclusión
Este trabajo nos ha permitido circunscribir la noción de globalización a lo
económico y lo tecnológico, para aludir a los procesos de complejidad ascendente
surgidos en un mundo cada vez más interrelacionado, que abarcan dicotomías como
homogeneización-fraccionamiento, local-global, desarrollo económico-exclusión,
subordinación-autonomía. Comprender el concepto de transglosia como el escenario en
el cual la cultura mundializada debe coexistir con un conjunto de culturas diferenciadas;
conviviendo precisamente, la tendencia a la totalización y la individualización de los
particularismos. Entender la cultura como las maneras de vivir juntos, que integran tanto
lo nuevo como lo tradicional, la innovación y la originalidad, así como también la
continuidad y la conservación de lo recibido. Dentro de las formas de la vida cultural que
constituyen el universo simbólico del hombre: mito, arte, religión y lenguaje, nos hemos
acercado al lenguaje poético.
Los tiempos de la globalización, ¿son buenos tiempos para la poesía?
Sostenemos que la vida y la obra de Juan Laurentino Ortiz configuran el prototipo
con el cual contrastar determinados aspectos de nuestra vida cultural.
La poesía de Ortiz es animismo, dice simplemente todo está vivo, todo tiene un
alma, los seres de la naturaleza preguntan, sonríen, cantan, murmuran… Y es,
fundamentalmente, humanismo que expresa piedad, en su acepción más comprometida,
la honda sensibilidad hacia la realidad cruda del hombre, a su dolorosa historicidad.
Si bien el río es la metáfora de su poesía, se contrapone con lo fluido propio esta
modernidad líquida. Encontramos aquí un fuerte antagonismo, en el nuevo modo de
concebir las relaciones humanas, caracterizado por la transitoriedad y la fragilidad de los
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vínculos. En el mismo sentido, hoy, los seres humanos convertidos en objetos de
consumo, a la par que consumistas, soslayan los valores espirituales, en una vorágine, en
la cual lo novedoso está por encima de lo perdurable.
En la poética de Ortiz se enfatiza el paisaje, tanto en su dimensión histórica a la
que sirve de escenario como a la naturaleza que lo configura. En los últimos años, el
progreso de la civilización ha traído aparejado el deterioro de la naturaleza, del medio
ambiente.
Frente a la naturaleza y frente a los libros, Juan L. Ortiz, hallaba respuestas
sugerentes a sus interrogaciones, aproximaciones refinadas y vacilantes al conocimiento.
Lector incansable, escritor admirable, editor minucioso; su relación con el libro es
inquebrantable a lo largo de su existencia. La Biblioteca Popular de Gualeguay evoca su
figura, en un ámbito favorable para la continuidad de una tradición lectora material y
palpable. En oposición, la tecnología ofrece nuevos formatos y canales digitales que
engendran una transformación, no sólo en relación con los libros, sino, más ampliamente,
en las condiciones de inmutabilidad que ostentaban las obras culturales.
¿Son buenos tiempos para la poesía? Creemos que, tanto en la continuidad como
en la innovación de las maneras de vivir juntos, las palabras son constitutivas del ser
humano. Y, esencialmente, las palabras a la intemperie.
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Bibliografía
Libros
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http://www.ucm.es/OTROS/especulo/numero8/borg_teo.htm
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Índice
Introducción…………………………………………………………………………...pág. 4
Capítulo 1: Marco Teórico…………………………………………………………...pág. 6
Capítulo 2: Juan Laurentino Ortiz: Intemperie sin fin……………………………pág. 10
Capítulo 3: De la intemperie a la cultura consumista……………………………pág.13
Capítulo 4: Énfasis en el paisaje.......................................................................pág.15
Capítulo 5: Siempre habrá poesía.....................................................................pág.18
Capítulo 6: Fragmentos de memoria.................................................................pág.19
Capítulo 7: Nuevos formatos y canales…………………………………………...pág.21
Conclusión……………………………………………………………………………pág.23
Bibliografía……………………………………………………………………………pág.25
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