Juan L. Ortiz - Revista Xul N° 12

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Revista Xul N° 12

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  • SIGNO VIEJO Y NUEVOREVISTA DE LITERA TURA

    12

    $ 8

    LOS PO EMAS PERDIDOS DE JUAN L. ORTIZPOEMAS, DIBUJOS, TRADUCCIONES Y COMENTARIOS DE JUAN L . ORTIZ - TESTIMONIOSDE EVAR ORTIZ, BARRANDGUY, GASPARIN, GROSSO, MANAUTA, OSMAN , ZELARAYNENSAYOS DE CIGNONI, GARCA, JITRIK, PEREDNIK, PICCOLI, RETAMOSO

  • EDITORIALEn algn momento de su juventud J

    .L .Ortiz arma una suerte de folleto manuscrito eilustrado del poema de Edgar Allan Poe "Leonni", traducido por Rafael Barret ; una edi-cin de un solo ejemplar . (Hubo otras ediciones con otros textos? Alguna ms habr sobrevivido?) El colofn completa el folleto con las siguientes palabras : "Esta versi ncastellana de LEONENI fu hecha por rafael barrel . El poema fue salvado del robo y de lolvido, el ao de 1904, para MAYOR GLORIA DE EDGAR POE .' Presumiblemente 190 4fue el ao en que Rafael Barret hizo o dio a conocer la traduccin, no la fecha en que fu epublicada la plaqueta, como suele indicar el colofn, pues entonces Ortiz slo tena 8aos y cursaba la escuela primaria en Villaguay . La intencin de salvar del olvido u nescrito es una de las fuerzas que escriben la historia de la literatura, pero salvar de lrobo? Hacer una versin o publicar para salvar del robo una obra -robo en un sentidoliterario, no jurdico indica que tal vez otras versiones u otras publicaciones podra nhaberlo cometido

    . En todo caso esta edicin, sin pretender salvar nada, quisiera al menos colaborar a que lo publicado, los poemas de Ortiz, los dibujos, los materiales que

    tocaron su vida, los testimonios de sus amigos, los ensayos de algunos de sus lectores ,no sean ganados por el olvido ni por la desidia . Se hace esta publicacin con un nimoquiz parecido al de Ortiz cuando edit la plaqueta Leonni, simplemente par simpata yadmiracin tanto literarias como personales ; cuidando evitar que se recupere a un auto rpara un grupo, para una causa o para una potica ; lejos del espectculo ; e intentandoganar el respeto para su obra que fuera opacado por el respeto a un mito .

    Se incluyen en este nmero poemas de sus aos iniciales de escritor, entre ellos e lprimero que recuerda haber escrito : poemas posteriores a la publicacin de los tres to-mos de "En el aura del sauce", nunca publicados hasta boy, que formaron parte de s uanunciado proyecto para un cuarto tomo de aquella obra ; dibujos, documentos, manus-critos, como as tambin comentarios del autor sabre sus propios poemas ; testimonio sde sus amigos y conocidos de Entre Ros, haciendo notar que los testimonios sobre Jua nL Ortiz hasta la fecha haban sido conformados primordialmente por escritores y perio-distas de Santa Fe y Buenos Aires, mientras que quienes realmente convivieron con lson los que aqu tienen la palabra ; una "cronologoga " en la que el logos, la palabra de lautor, como l hubiera querido, cobra ms importancia que lo biogrfico ; y finalment eensayos de otros escritores sobre sus poemas que aportan diferentes perspectivas .

    El ttulo "Los poemas perdidos" alude a la idea no de que los poemas hayan sid oencontrados, sino de que cualquier poema nunca puede ser hallado definitivamente, qu esu naturaleza es estar perdido . extraviarse una y otra vez en cada lectura . En este senti-do, la presente edicin est lejos de pretender completar algo ; la prdida vuelve la ide ade completud inconsistente . renegadora de la condicin de incompletud del poema com opresencia plena y estable, y aun de la voluntad de incompletud que el mismo Ortiz enun-ciara y practicara para su obra .

    Finalmente se quiere consignar que el amor y la dedicacin a J .L .Ortiz de un apersona, Sergio Gasparin, tambin de Paran . tambin escritor, hizo posible, en un alabor de ms de dos dcadas, juntar este material para los otros, y ahora ofrecerlo . El espara este nmero sobre Ortiz lo que Barret fue para el Leonni" de Poe .

    INDIC E

    Editorial 2J .L .Ortiz, La plaqueta Leonni 3J .L .Ortiz, Los primeros poemas 5J .L .Ortiz, Los ltimos poemas 8J .L .Ortiz, Traducciones chinas 3 3J .L .Ortiz, Comentario de sus poemas 34Testimonios entrerrianos (E .Ortiz, E .

    Barrandguy, E .Osman, L .S .Grosso ,JJ .Manauta, R .Zelarayn, S .Gasparin) 37

    R .Cignoni, Cronologoga 43R . Garca, Escribir el tiempo 55N .Jitrik, El lugar en el que caen

    todas las ausencias 5 6J .S . Perednik, Juanete y Ortiz 5 8H .Piccoli y R .Retamoso, Juanete :

    del aura hacia la linde 6 7

    Consejo Editor : R . Cignoni y J . S . Perednik .Diseo : J .S .P .Foto de tapa : Silv a

    Se agradece la colaboracin de Adolfo Berro, Lilian Es-cobar . Vanesa Gonzlez, Matto, Viviana Da Re, Gusta-vo Ribicic, Gabriel Rissole, y a Marrn por las dibujos ,detalles de los cuales se publican .Se agradece especialmente por la cesin de materialesde y sabre Juan L . Ortiz a : Nora Baldi y personal de l aBiblioteca de Gualeguay . Emma Barrandguy, Bibliote -ca Nacional . Sergio Bourdin y flia . . Osvaldo Gasparin yflia . . Eise Osman y flia ., Tefila N . Ruiz, Luis Sadi Gross oy flia ., Ricardo Sbresso, Nadia Ursini, Polo Valentinuz yflia . y Pocho Vrgala .Se agradece muy especialmente a Evar Ortiz y familia,por la cesin de materiales, testimonios personales y lagenerosa autorizacin para publicar esta edicin.

    Impreso en los talleres grficos Edigraf, Delgado 834 ,en octubre de 1997

    . R . P . I . en trmite . Hecho el dep -sito que marca la ley 11 .723 . Prohibida toda reproduc -cin no autorizada de cualquier material de esta revista ,por cualquier medio

    . Se agradece el enva de colabora -ciones, que en ningn caso sern devueltas . Corres -pondencia a nombre de Jorge Santiago Perednik / Jun n558, 9 "905" / (1026) Buenos Aires / Argentina . Tel .Fax 552-9953 .

    1997, Editorial Tres Haches .

    2

  • Juan L. Ortiz (editor) ,LA PLAQUETA LEONNI

    Juan L.Ortiz edit esta publicacin . A la pluma, con tinta negra, escrbi el poema, ilustr la tapa y la portada, e inscribi en el colofn el propsito d e"salvar del robo y del olvido" el poema de Poe en la traduccin hecha por s uadmirado Rafael Barret en 1904 . La plaqueta consta de un cuadernillo d eseis hojas, escritas slo en el anverso, la primera en blanco, la segunda co nla ilustracin que se reproduce abajo, las tercera, cuarta y quinta con elpoema, y la sexta con el colofn. La tapa, de cartulina, de 25,5 cms . de altopor 18,5 cms . de ancho (y un poco ms de 1 cm . por cada lado mayor que elpapel), se reproduce abajo a la izquierda

    .La contratapa est en blanco . La

    encuadernacin fue cosida a mano .

    3

  • 4

  • Juan L. Orti zPRIMEROS POEMA S

    Nota 1 : J .L .Ortiz afirma, en la misma grabacin hecha por Sergio Gasparin donde recita e lpoema, que ste es el "Primer Soneto que escribi . Lamentablemente la cinta tiene zona sborradas . Nota 2 : Poema tomado de la grabacin citada

    . Ortiz ya habra leido "AIsadoraDuncan" en casa de Manuel Ugarte, en Buenos Aires, hacia 1915 . "Desparecido': sic .

    [Primer Soneto, escrito a los 15 aos, fragmento ]

    . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .

    la noche curvada en el tango y en el ritmo

    y sufriendo de tu melancola

    el mismo anhelo sent, mi vid a

    lleno de tu presencia repentinaMs vale sentirte ( . . .)me apena mis anhelos silenciart e

    pero no puedo mi pasin divina

    descender a la magia de tu nada

    y con trazos vulgares galanteart e

    A Isadora Duncan

    El violn extenda por las sala s

    el invisible rasgo de tu angusti a

    cuando embebido de tu magia en ala s

    vi tu escultura de improviso mustia

    Era que el esplendor desparecido cual te evocab a

    plena de infinito te dejabainfundiendo un aterido calor a tu perfil

    .

    Con exquisito lazo el misterio entonce s

    uni el alma de tus cuerdas y el alma de tus carne s

    en la armona de un dolor sombreado

    y gustar pude en una enferma calm a

    la inquietud de las ramas .

    Alma, recuerdo de msica y de niev e

    abrumada por nostalgias .

    5

  • Aquel Atardecer [Gualeguay, 1924] .

    La calle estaba tristeen la tarde nublada

    .

    Volva melanclico d eciudad vanidosa, per obajo la lmparade pantalla rosad ase abri como una flortu acogida amorosa .

    Ohl la dicha del nido tibiocon tu sonrisa !Esa penumbra suaveque de rosa es apena sen torno del dorado crculoen que se iris atu cabellera en dulc erefulgencia serena :

    La lectura de libro sde extraa fantasa ,el silencio hacendos osobre la tela blanc ay la cuartilla blancade tu alma y de la m a

    Mirndonos a vece s

    y el azul humodel cigarrilloque de un rub arranca

    y se abre luego en lento sarabescos de tul .

    Nota 3 . "Aquel atardecer" : Dictado por J .L.Ortiz a su esposa Gerarda y copiado por ella -s ereproduce el manuscrito. En el 4 verso la palabra "pero" estara sobreaadida y en el 5 ,"Debajo" tiene tachado "De"; se quit la preposicin "de" entendiendo que ello completara l acorreccin . Otras posibilidades : "pero / bajo de la lmpara", o "Debajo de la lmpara" .

    6

  • Nota 4 . "Para la fraternidad" fue publicado en la revista "Orqudeas. . .", Ao Ill, N 19, Junio

    de 1952, bajo el titulo "Cuatro poetas en un soneto". El epgrafe de la nota dice : "hecho 'a

    cuatro manos' -como lo llamara Rubn Daro-, en el saln de La Fraternidad, en Concepci ndel Uruguay, durante el almuerzo de fraternales, y que en esta forma se han reunido cuatr ocalificados poetas : Crdova Iturburu (C), Luis Alberto Ruiz (RI, Juan Laurentino Ortiz (O) yDelia Panizza (P) . Fue ledo por Delio Panizza ante la emocin inenarrable de lo sconcurrentes " . Nota 5. 'A los caudillos" fue tomado de la grabacin citada en nota 1

    .

    Para la Fraternida d

    C.

    La casa del recuerdo nos conv oc aR .

    para evocar la dulce adolescenciaO. y de ella reencontrar toda l a escenciaP. en la flor, en el aire yen la roca

    C.

    Qu espectro del pasado ste que toc aR .

    el alma que ha sufrido tanta ausencia?0 .

    y aora en lo profundo la querenci aP que a los ensueos y al cantar provoca

    C.

    Predilecta de nuestros corazonesR.

    Guardas, como en un haz, las emocione sO.

    del Octubre perdido y de sus rosa s

    P y en recnditas fibras de hidalgu aC.

    alumbras nuestra tarde como un daR.

    que no apaga ni el mundo ni las cosas.

    A los caudillos (Trptico del viento . Moreno)

    Cmo el Sur por la quinta luna de las neblina s

    diera en alas de fuego contra el sueo del da

    que en las vigilias l quera sin esquina s

    para la lnea sa que su celeste urga ?

    Cmo se alz el arcngel con todas las resina s

    a fin de hacer el aire que ala Nia deba

    paliarle en un azul corno de muselina s

    esa cota que, cierto, el caduceo arda ?

    Cmo se hizo de rfagas que quemara n

    a los grumos del fro y esa rfaga

    y esos filos para abrir el camino de la hor a

    que era ya una vara de li s

    muriendo as de Mayo antes del mar y del sin o

    antes de que lloviese sobre la Nia el triste fr o

    para desarrugar el sol, crisantemo de cera ?

    7

  • Juan L. OrtizLTIMOS POEMAS (Los poemas perdidos )

    El nio y el perro

    El nio se acerc al perro despacit o

    y le acarici muy suavemente la cabeza . Y unas lucecilla s

    un poco hmedas lo miraro n

    desde el fondo de una confusin y de una timidez que an no crean . . .

    Cmo los dos en una noche cada

    repentinamente de estrellita s

    cuando los dedos ya se atrevan

    entre un misterio de guedejas en el cual aquellas chispa spalidecan y avivaban un llanto de preguntas devenida s

    desde cundo? llagas que escurran y a la vez reabsorban lo que era un pedid o

    de cualquier respuesta de hilas . . .

    El nio desapareci y trajo algo enseguidaque el otro recibi en modo de atravesrsele en la pris a

    de su bulimia . . .

    Y luego fue el agua cayndosele, casi, de la sed .

    Y la afliccin de la criatura al comprobar que el animal arrastraba, literalmente, todav a

    una sombra de quejido, y justo, detenindoseen esa encrucijada de los blidos todos en subidas

    y bajadas a definitivamente decidirde los destinos

    hasta de los confiados, segn se viera, a las banqunas :

    afliccin que no poda menos de suceder a los gemidos y d e adherles

    al querer levantarse o echarse el infeliz . . .

    8

  • y a esas splica s

    abiertas ya, presumiblemente, hacia el chico ,

    y renovadas al da siguiente, medio sentado aqul contra el cerco vecino ,

    en adelgazamientos que tena n

    no se saba qu nostalgia de cierto clorcill o

    que deber a

    a los que lo abandonaran finalmente a su descaderamiento sobre el filo

    de su vereda, tras el auto. . .

    y los que, bajo unos gritos, es cierto, a pelarles eI retiro ,hubieron, rpidamente, de hacerlos transferir

    a otros de por ah ,

    con el resultado de que a travs de una ruidosa pesadill a

    fuese arrojado a sta que reuna ,bajo la licencia del escape, el libertinaje aun en frenes

    de las ruedas y las gaidos

    de los ejes, en alucinaciones a no cortarse nunca, de ayes todavaIancinantemente caninos . . .

    No dejaba, no, en consecuencia, el niode ser penetrado por imploraciones que no iban todas dirigidas

    a 1, y de tal modo que llegaban a traspasarle hasta el olvid o

    a que intentaba jugar con la regaderit afloreciendo lloviznas

    sobre los ptalos que llamaban, correspondientemente, as ,

    a los otros con alas, seguido s

    de los relampaguitos en lnea que quebraban los viso s

    de los mainnunbes:

    jugando, al acostarse a la nada de nieve de la sbana corrid asobre los prpados corrido s

    a su vez sobre el descendimiento en el hueco de la almohada, el cual no parec a

    tocar fondo. . .

    Pero a los pacos das

    9

  • vio que dos hombres rojos como contra el cenitenlazaban al perro y lo suban

    a un camin . Alcanz a distinguir los ojos del desafortunado revolvindose hacia el ciel oen una apelacin que jams viera en agona

    de animal . Nunca hasta all

    tal terror de mirada, se hubiera dicho, con filo s

    de yeso ante la veladur a

    que empezaba a anegarla, de qu abajo o de qu arriba?ay, de silencio . . .

    Mas el nio no podia saber si la telill aera la del jams . . .

    Y no pudo por ello deshacerse de la visin de su amiguit o

    a merced de una oscuridad que recortaba linde s

    de cosmogona

    bajo una sordera de estrellas que solamente devolvalems difciles e hiladas, si posible ,

    sus lstima s

    y sin esos "chicho" "chicho" con que una hechura de la sombra o la penumbra, segn fuese su sitio ,

    requeralo, ritualmente, aqu ,

    y la que aun le alargaba lo separado del almuerzo o de la cen a

    media a escondidas . . .

    Y la criatura no atin a salir

    de un silencio que llegara a quemarle los residuo s

    de su disimulo,

    tanto que la madre, algo advertida, es verdad, por una suerte de febri l

    halo, ya, de su hijo ,hubo de encontrarse ante un espanto casi al blanco trasluciendo en una cera por irse

    la inminencia que una . . .

    Hasta que una maana el espanto la fijara a ella mism aen un lampo como de estearin a

    10

  • frente al aleteo del pequeo corazn que apenas si expir los "chicho" "chicho . . . "

    de ese llamamiento que deb a

    slo ella de, verdaderamente, or

    desde su identificacin repentina con la soledad de un amor que por su part e tocarale

    a continuacin asumir,

    al desprendrsele la que se dirigiera a una presencia, acaso, del deliri o

    o fantasma, ah, pero solo en el enigm a

    de una espera, por qu no? de ese lado o de ste de los lindes . . .

    la espera de algn sign o

    de la piedad que se le abriese en los ltimos minuto s

    hasta el espasmo de la lamparilla . . .

    o le tendiese al fi n

    tanto las venas que stas estallaran fatalmente sobre s

    o bajo la presin de lo desconocido . . .:espera que sin saber cmo y a travs del propio llanto, de improvis o

    lo intuyera la mujer, ya, es cierto, repentin ae intuitivamente, tambin, impuesta aun de las mnima s

    peripecias de la "pasin" y ataid a

    entonces por eso que a la "historia" revelada de la otra sombra haci a

    espera que lagrimeaba su vigilia

    sobre las dimensiones o desde la piedra y los azares del cubil ,

    por los milenios, es verdad, de lo sufrid a

    en la guardia o en el servicio

    del dolo . . . :

    espera de los que son capaces de doblarlo hasta cuando su proyeccin no le haga compai a

    bajo el azufre, su mism atras-sombra sobre las riberas del Aqueronte, todava . . .

    Pero esa espera ahora en ruego, lejos se consolaba de algn modo de las pistasdel podero. . .

    o de las cita s

    de la desaprensin por lo ganado a los reflejos del desv oen trofeos extendido s

    11

  • sobre su trascendencia, en ocasiones, en tanto las narice s

    frunciranse ante la sola perspectiva

    de pelambres en acedia . . .

    Lejos, a la vez, de la aprensin que temporariamente pone el grit o

    en el municipi o

    por nada ms que el horizonte de unos incisivo s

    a hacer "rabiar" el aire, se creera. . .

    el aire que enrarecen, es cierto, pero civilizadoramente, y de continuo,

    las libertades de la gasolina

    o las libertades, al fin y al cabo, de unos intestino s

    solo que de las fieras que autoriza el "dernier cri"

    de los glitodontes aadido s

    a los que se fuerza, en verdad, bajo la gravitacin de lo qu e

    nutre a la invencin de consumir y consumir,

    a esos alivio s

    por el acceso en cuesta, en cuyo mbito, por lo dems, deben, modernamente, de expedirs eal jazmn

    para las pituitarias al da . . .

    Y las manos de esta "dolorosa" presas o a medid a

    de los sarcasmos e irona s

    que la armaban a su pesar aunque del centro de la angustia, con un ritm o

    en que no se reconoca,

    las manos . . .las manos . . .fueron a un tiempo sangrando digita l

    para, en metal contra los muros de aqu

    y del all, dar en el quejidoen que de uno u otro se responda a la suplicacin lanzada al ignotado en cierto modo, mas partcip e

    dolorosamente, ya, de su cario :

    por Dios, dime

    si por ventura pudo hablarte mi hijo ,mi hij o

    detrs de esta luz, o si estis Ios dos en sta, aunque no en la misma lnea . . .

    y con esa voz, l, que no me llegar a

    12

  • ni an desde el ahilo

    de la invocacin bordeando ya el vaco : chicho . . .chicho . . .

    Y entonces unos airecillo s

    slo que, separadamente, luego, ira n

    librando las olas hasta que, dentro del pecho, deban stas refluir

    sobre la otra orilla . . . ?

    O no nos esforzaramos, ms bien, para hacer que estos suspiro s

    sean retenidos

    al mximo, de modo que, vueltos de lo ntimo, tras la mayor concentracin se alcen todos a blandi r

    las siete rfagas del grit o

    frente a las Jeric que se amurallan en la ruta del amor que no conoce lmite s

    de especie ni de vida . . .

    que viene desde los principio s

    y est dispuesto ante aqullas a hacer sonar tambin su poder o

    para los espacios a abri r

    volvindoles en bronce, si fuera menester, a esas mismas ,

    los hlitos del suicidio. . .

    Y ella no supo, cmo, entonces, tuvo algo que ver con el arcngel que ib a

    a plantar, sobre los cspedes, el da . . .

    Y de nuevo se irgui misteriosamente por sobre los siglo s

    del sufrimiento, pero en seguida

    result como encielada, menudamente, en el roc o

    de los ojos, y aspoco menos que en la trama de una ternura que mulla,

    suspensamente, la lluvia ,

    la deshizo

    en un impulso sobre quizs la sbita ilusin de algn escalofr o

    en la yacente figulina

    de arenilla

    que solamente, ay, absorba

    la eternidad . . .

    13

  • Yo quena . . .

    Yo quera

    agasajar, abuelamente, con florecillasde la barranca, a la nia . . .

    y me puse, entonces, sobre las hierbezuelas, a reunirle ,

    en un hacecillo ,

    y en su propia presencia, los iris ,

    todos los iris ,

    o poco menos, que les amanecieran luego de las arpas que lloviesen hasta el fi n

    de su noche, y asimismo

    les tocaran esa epifana . . .

    Oh qu pena, en verdad, cortar tos vnculo s

    con los misterios, que tal vez, bisbiseaban sus minuto s

    desde las raicilla s

    en una accin de gracias por el descendimiento se que a su sueo le hab a

    aun promovid o

    el enjoyamiento y la uncin, aunque en lo apenas perceptibl ede tos pies de la brisa . . .

    Y de qu sangre de hadas, es cierto, reo me sent a

    con los signo s

    del desgarramiento en las yemas que rodeaban los tallitos . . .

    Pero el ramillete iba

    -Io creyera yo- a suspender ante unas nias los cambiantes de otras nia s

    en visita,

    con todo, de serafines . . .

    y yo viera, tambin, consecuentemente, unas manitas

    en la duda del destino

    de lo que en su confusin retenan :

    si ofrecerlo a la divinidad que presintiesen al travs con las pupila s

    ahora, por su cenit,

    14

  • o ms accesiblemente retribursel o

    sobre ese altar que fluye y pierde, es verdad, la trama de las chispa s

    que le traslucen los silfos . . .

    Y si lo dedicaran, mejor, a la sonris aque la esperaba a ella, a la vuelta, desde la vecindad de la abuelita ?

    Pero los dedillo s

    no bien asieron el presente empezaron aplicadamente a dividirlo ,

    tirso por tirso

    en trance stos de quebrar unas eses de equilibri o

    debajo de unas mariposiIlasa su vez por secar del todo lo que fuera ya un principi o

    de vuelo, aunque es cierto, con tal sino .

    Y a continuacin aqullos se dieron a reintegrar todo, pero exactamente al siti o

    ya, ay, para m

    en olvido ,

    con la esperanza, al parecer, de redimir

    eso en lo cual desde la oscuridad tambin se hilaran, de regreso, las misma s

    digitaciones de la lluvia para, arrib a

    dar ptalos al sonido

    en las brocaderas

    de los gnomos sobre las fugas del matiz . . .

    Y de este modo fue entonces como una criaturit a

    que no haba

    dado vuelta, no, a las veinte y cuatro lunas, todava, todava ,

    intentara restituir,

    por qu justicia, y por Dios, ejemplarmente_ . . o por qu, por cul "instinto"de la sacralidad de la vida ,

    lo que en obsequio de sus ojos, el enceguecimiento de los mo shiriera de muerte, en un deicidi o

    que se agravara al afectar sacrlegamente, hasta las briznas ,

    disminuyndoles esas sacerdotisas

    15

  • en el oficio

    de los hlitos sos en que el paso del Dios a unas abre y ritualmente la s humilla

    en palidez de abanicos ,

    en tanto que a las otras pliega y despliega en las medida s

    de un homenaje de danzarina so en los viso s

    que las confunden en un culto ya de posedas . . . :

    y ello cuando no accede l a lo visible

    y a todas les comunica

    los secretos que lo hacen, fugitiva y tornasoladamente, re inscribirla s

    en su noviciado, por las linea s

    del propio aire en zizs con que los aguacile s

    escriben . . .

    La nia, pues, esta niita ,

    repito ,

    se propuso devolver, para la edificacin? y el orden de ese cielo que a los pie s

    nos estrella otro infinito

    de clices que labran diminutamente el ter antes de rendirl o

    en reflejos a los espritu sque por l los evocara de una nada, abajo, de jardine s

    para los coros de aqu

    a nivel de unas hierbas en cuyo silencio aun apenas si gravita n

    sobre vocecilla s

    a su vez solamente sostenidas

    por hilos . . .

    o por escalas tambin para lo precioso que destllales desde lo mni mo

    de los enigmas ,

    y ni siquiera los escalofra . .

    Y consecuentemente en ese gesto de la pequeit a

    que por s

    16

  • ya nos inclinara, se esbozar a

    ms que un smbolo :

    una suerte de aproximacin, igual que de sonmbulo, al pa s

    de los armnicos en que se miran ,

    transfigurndose, esos intercambios que en todo el universo son los que permiten

    al yan y al yin

    tramar, incesantemente, la meloda . . .

    Manuscrito de Juan L.Ortiz con un fragmento de poema en homenaje a Jos Portogalo (indito) .

    17

  • He visto . . .

    He vista ayer a las colinas

    soadas, ya, por la miel de setiembre en un trasluz, dirase ,

    de la lejanasi es que no la soaban, ellas, desde esas celdilla s

    que la espectran al infinito ,

    y a las que, nosotros, en un modo del limbo,

    dimo s

    por entre los morados que ensordecen al entretejer la anochecida ,cuando no por las race s

    de las tinieblas, selladas al jams por no sabamo squ Proserpina

    del fro . . . :

    nosotros, a merced de los giro s

    del tiempo del "yo" y del tiempo de ese "otro" sin cifra

    y desangrndose por ah . . . :

    nosotros, pues, en esos tiempos que no logrbamos ritmar ni an con el latid o

    ofrendado al torbellino

    en que ellos llegaban, intermitentemente, a confundi r

    nuestras agona s

    con las que, por qu no? nos requerira n

    desde la crux de los meteorito s

    y hasta de so que de lo intolerable los hubiese despedido . . . :

    pero nosotros, ala vez ,

    sin bajar el acecho de ese sbito de labios que pudiera absorbernos por siquiera una nadill ade solucin en el continu o

    de las laceraciones en vrtigo, o si cabe, en una espira

    sin abajo ni arriba,que nos llagaban el silencio en imposible

    de fibras

    hasta bajo las vigilias

    18

  • en desolladuras a los rayos de solamente unos signos . . . :

    nosotros, as,

    sin fe casi en la luz que se inventase, y menos sobre el filo

    de la media-tarde, unas linfa s

    de camoat,

    y por apariciones en danza y eon una manera de ultra-ritm o

    en transparencia de vrgenes . . .

    He vista, ayer, adems, a las doncellas en la transminacin a creerse por la alquimi a

    de su xtasis, y justo cuando queran ,se hubiera dicho ,

    hacernos de l copartcipes ,

    y a la par como destacndose en las propias albricia s

    de una asuncin, por otra parte, en esprit u

    de primula s

    que de las profundidades de la esencia y a travs del confi n

    aun se nos destilaba, lo sentamos ,

    en un modo de animarnos, delicadamente, a vivir

    de nuevo toda vez que al incorporarnos lo incorporsemos de veras pujando por abri rlas hojas, al menos, de la pesadilla

    sobre todo en el momento en que daba en atraernos, a un da

    de la lluvia, en una manera de inmortalidad en trance de melar, difanamente, una verdina

    de epifana . ..

    He visto, por ltimo, ayer, a las danzarinas ,

    ms que por encima

    de se su movimiento o sas sus mudanzas: allende hasta lo ntim o

    del crcul o

    en la irradiacin de una dulzura en el Ofi r

    del ter de los abismos,

    al revelar la perennidad de la brisa

    o ese siempre de la esperanza, si se quiere, que niega la ceniza

    19

  • de los nunca, sin haberles cedido

    nunca, nunca, nunca consecuentemente, el doming o

    a que salen sus hijo sde todos los mundos, an de aqullos que ni siquiera se adivininan ,

    para multiplicarle, desde el sigil o

    de s

    los espacios de la vibracin, en las pascuas de lo inodo

    y de lo ahora inoble ,

    en que ella ir perdiendo, con la propia flor del aire, todo peso y medida ,

    hacia el cristal, sin cristal, a que aspira ,

    hasta hacernos pasar por sus espejos en iluminacin, y decirno sotra vez, la permanencia de la huida

    del r o

    -hacia su cielo o su limo?-

    perdindonos la conjuncin de lo que sin cesar se nos deslizade nuestra extremidad misma ,

    pero en una inminencia, entonces, a vivirse ,

    y con ello la profeca

    de la integracin o de la reintegracn en unas nupcia s

    en que ella habr de asumir ,

    aunque insensiblemente, su parte en el deslizamiento de las furias

    por las que hubimos

    de desarraigarnos, casi, de la noche, secndosenos, por poco, al volvernos de esos ojos que nos miran :los que nos abrieran los milenio s

    y que an nos los roca n

    y cuya rplica estrellada por las margarita s

    en el aqu

    de la evidencia, apenas si dejamos el despetalamiento de unas nia sen mal de acertijo ,

    cuando no tambin al desvo :

    bien es cierto que a las Eumnides aqullas nos fuera dado slo asir

    con las que nos laten, mas en un "cling"

    20

  • que puede terminar en un abrazo para luego ellas repartirse

    el cadver de nuestro destino

    si no vamos intentando desatar la trama sta con la mira

    de que el d a

    la ramee ms y ms, y melodiosamente, la libre ,

    por los trinos,

    en el azul, an, de los mismos. . .

    Retrato hecho a lpiz por Juan L .Ortiz de la poeta Ana Teresa Fabani, fallecida muy joven de tuberculosis

    21

  • Recuerda, Ral ? . . .

    Recuerda, Ral, la noche aqulla y no hace mucho- cuand o bamos

    a lo de Mario ? . . .Vrgenes

    y ms vrgene s

    incensaban, no le pareci ? el plenilunio por all . . .

    Es que las "vivorinas" ,

    las "vivorinas" en revelacin, se lo explic tambin Ud? las "vivorinas "

    por todo el lugar albeaban y rendan

    su hlit o

    suspendindolo al suspenderse, ellas, sobre el tapi z

    de ncares, por igual, en equilibria . . .

    O no era simplemente el alma de las gramillas

    en la visible

    de su respiracin en perlin a

    hacia una oblea, ahora en ascensin, para el rito

    de la eucarista . .

    Ello es que plidamente sentimos ,

    sin decrnoslo ,

    que aqullas anhelaban que alguien pudiese en el momento intervenir

    cerca de la "tela " , as

    negndose en una poco menos que inmanencia o pesadill a

    de sombras y ruido s

    al asi r

    hasta el sueo de lejos de las ciudades y de las villa scon, acaso, el de las geniecillo s

    de abajo y de arriba . . . :intervenir

    para que se advierta del sagrado, se, que las flotaba y daba an en cernirlas

    por encima

    de la adoracin y que sum a

    a la vez a las dems adoraciones, sin nmero, y por su parte, perdiendo su ra z

    22

  • en el silencio de una tierra por irse

    de su lado, o mejor, hubiera que decir : ya ida . . .celeste mente ya ida . . .

    Recuerda Ral, pues, ese instante de hija sde la luna o de jazmine s

    sin tallo y bajo un hipnotism oen trance como de comulgar yen una como tensin hacia un esprit u

    que les restituyese el respiro

    de no se sabe qu espera a responder, cundo? de improviso ,

    el soplo de una "visita" . . .

    o de recuperar, tras el misterio de ese cielo en herbazal que era el pas ,

    casi sobre el vac o

    unas brizna s

    de eternidad, siquiera, unas brizna s

    para el estremecimiento o la humedad de qu o quin -podra

    alguien, Ral, decrnoslo,

    podra ?

    Dedicatoria de Jorge Luis Borges en la portada de su libro Los Kenningar.

    Ortiz, con la total amistad de Borges, 1933, Buenos Aires . "

    23

  • Es cierto . . . ?

    Es cierto que en algunas gamas del " aqu "

    la luz canta? Dmelo . . .

    canta . . .o deshace, ms bien, la duracin en una ruina

    de hebrillas . . .

    Canta, paradjicamente, as . . .y canta, ala vez, desde unas cifra s

    de debajo las cifra so del mnimun

    de unos litros, por lo dems, en husos de lo ubicuo . . .

    pero sube y sube en andute s

    que, se dijera, no concluye de reduci rni con las slfide s

    aunque alguna de stas, en el vrtigo, acaso, lo abandonan por ah

    a la corriente del nadi e

    o para unos odo s

    de que, probablemente, no saban . . .

    mientras que de la trama de ella con un algo de bris a

    como en el vaco

    resultar a

    ese misterio en filigrana de variaciones de tal vidri o

    que ni los pjaros deshilan . . .ni ellos . . . bien que, al cabo, se avengan, pamente, a surti r

    para una sed que ha de atairnos

    lo que el celeste de la siesta, por su parte, les habr transparecido

    hasta l mismo ,

    y lo que en reflejos apenas de frasecilla sir an palideciendo y perdindose al igual que ella -la luz- en los abismo s

    por abri r

    de sus espacios adonde la eternidad o la tarde no ha de faltar, para aspirarlo, a la cit a

    con su sino . . .

    24

  • Y en la circunstancia, desapareciera en la asfixi a

    el cisne?

    -Habr de transponerse, slo, el canto, en dreccin a la penumbra de un zumbido . . .

    a nuestro nivel, as,

    ala vez que por las alas, alrededor de los follajes, parecer despedirs een un abatimiento d e slabas

    yen un lagunar, luego, de silencios en amarillo

    suspendindose entre las rima s

    por palpitarse ms en plata, an, del lucerill o

    y de la ranita . . .

    Adems, ahora, -Octubre- es por unos ardimientos en sordina

    de nieve, cmo lo diramo s

    despus, al "glissar" l por los tallos, secretamente, hacia los viso s

    de las irdeas

    sobre el puntilleo en piansimo

    de los baldos . . .

    pero de ningn modo termina

    all . ..

    y ese coro que gorjea, estrelladamente, el flax, sobre los soplos, alternndose, a qu hito sde los quiebros y de los mutismos,

    y ello a travs de las "veladas" que miden ,

    desde qu metal y de qu perchas, de cules? unos pico s

    hasta sa que suspende apenas si unas vocecilla s

    - a un aliento de serafine s

    al que aqullos, luego, le sangrarn la epifan a

    en las ambivalencias del timbr e

    eon el estallid o

    al cabo, de las correspondencias, o si quieres, de las analogas . . . ?

    Ms stas, por desdicha ,

    me empujan a su contrastacin con las dianas, ay, de aqu ,que va para -adelantarse- medio siglo ,

    nos cierran y nos cierran, pistoneadamente, el da . . .

    25

  • Y no digo

    de los alertas que aun nos techan como de sobre-anochecida s

    el miedo de los sobre avsos

    con escalofro s

    a correr, despus, los bronces de las generalas ante no importa qu grumos por ah

    indsposicin la misma

    pero que llega, siempre delegndose, a cargar en su cuenta yen la de la lencer a

    la palidez que sobre-vuela de alumini o

    unos lmite s

    en pasibilidad, los primeros, por encubri r

    la connivencia, en los misterios, de las drade s

    con aparecidos

    de capilaridades a mentir

    la manifestacin de las suyas y en ms, pues, que en un azar de mimetismo :

    "fantasmas" que recorren, esta vez, la Amerindi a

    y que pondrn en peligr o

    la adherencia a esa rosa de estuco que no deja de "zumar", argentinamente, como hij aque es tambin del "ro "

    y a la que que se arma, en consecuencia, ms de espinas,

    aunque se "clave", doblemente, el pas,

    y ello tras cada "desfile"

    que sanciona a hecho de orden el derecho de exprimirla . . .

    o slo por unos " cordoncillos"

    tras cada puesta al "bastn" entre el "filo" y el "olivo" cuando el "filo"

    madruga a la insignia . . . :

    o si lo admtes ,

    menos adelantadamente, en qu reloj? o con ms plata de cuartel, yen qu casino scon escudos an sin prisa . . . ?

    si lo admites,

    repito :

    en tal caso, a cada partid a

    bajo la ley de unos naipes en que, sin barajar, yen la penumbra, todo un tro

    26

  • de ases, literalmente, lamina, s, lamina

    un punto de palo, y como siempre, por sobre unas costilla s

    en condenacin a re r

    las ltimas, pero del modo que se sabe cuando, al ponerse ellas de pi e

    pongan tambin en dos pie s

    la "mesita"

    a que unas manos constituyndose las primeras, de por s ,

    las hubiera "de facto" retrotrad o

    al "cuadrupedarles" el servicio . . . :

    y entonces, entonces, bajo el "giorno" en resurreccin de las bombillas ,so habr de ocurrir

    en sincronismo

    o cas i

    con lo que estallase una como mutacin toda en voltile s

    en el retroceso de las silla s

    un ninguno trascendiendo, aladamente, a fino

    el deshojamiento del mazo entre astilla sde "baccarat" escarchando un tapi z

    poco menos que, mordoradamente, tendido

    de wisky . . .

    mas no olvides, no olvides, no, no olvide s

    que en todos estos "autos", aun en los que parecieran apurar la alegora ,

    sacramentalmente, es el "To "

    quien abrevia las escenas y les dict a

    a los "hroes " el patriotismo . . .

    aunque, por si acaso, con la espalda en un horizonte de "marines "

    y sus estrellas en lnea . . .

    -Pero el canto aqul, qu lejos de las ondas en que de tal manera lo declinas ,

    y las que al divertirs e

    y dejar de mecerte, te habranaproximado aun lugar en que los ecos jugando con unos geniecillo s

    no reconocen ya el nido :

    27

  • el canto aqul, de arcngeles, si quieres, mas, es cierto, a un imposibl e

    de esa compulsin que, desde luego, explica n

    unos cobres de pesadilla

    en alquimia s

    menos mal que por all, sobre el bosque, hasta el valor de las alvinas . .

    pero compulsin que a tu pesar, por ese mecanism o

    tambin, acaso, de un lenguaje que de ningn modo es el del canto, militarmente te oblig aa infligirte

    unos apremios que revierten, justo, en los que debes de sufri rde los corneteros en " suite "

    de sargenta s

    o de las laceraciones en llagas bajo un clim ade ocupacin en operativos . . . :

    aquel canto -prosigo--

    no es, quizs, y sobre todo por las aves, el nic o

    que nos es dable, siquiera, intuir?

    -Sin duda es el que responde menos difcilmente aun a los sentido s

    de esa espectacin que ha de tender lo ms sumido

    por ensordecer bajo las racesen un apenas a imaginar de titilaciones y latidos

    debajo hasta quizs los minerales de un silencio en inminencia de sellar el que divide ,aunque infinitesimalmente, la vigilia

    o el sueo de las arcilla s

    y de dnde so, por qu no? tambin anhelar a

    amanecer, otra vez, a s ,

    al presentir,

    gracias, acaso, a una nada de albricia

    atravesando el ter de los gnomos que avecin a

    la celebracin que por la misma

    enseguida

    habr de aspirarlo hacia la flauta en blanco en donde el canto sobre el caos del origen ,

    vuelve a inventar, innterrumpidamente, los hlitos y a fluir,

    28

  • sobre y debajo el respiro,esos ro s

    que no cesan de desnudar y desnudar las figuras slo de la huid a

    o los rostros, cuando ms, de lo desconocid o

    en una evidencia que escapase a su propio discurrir

    o a las zonas de su vrtigo, encima

    hasta de los espritu s

    de las combinaciones y el calor que nos pasaran unos signos ,

    por lo menos, de lindes . . . :

    y nuevamente las campanilla s

    por las que retornan a ampollar sus profundidades algunos, tal vez ya recuerdos de los iri s

    en que abrieran al equilibrio

    asimismo

    los surtidores en que ella, la que inspirar a

    tambin por los Krisnas,

    modulara toda en prima o toda en virgen

    las fuentes de los principios . . . :

    pero burbujas aqullas en que, de lo inmemorial, la duracin nos sigu etornasolando, por igual? las ceniza s

    de los minuto s

    al quemar y destacar, fosfricamente, un tiempo que ya ha sido ,

    y por centelleos en vilo . . .

    ello aun contra la fuga al otro lado del espejo, desde donde a lo sumo acceder aa guiarnos un mposible

    a veces, es verdad, seres incluido s

    sin poder interrumpirnos ,

    por una gracia que, adems suele preguntarnos, infinitamente, en los dibujos ,hasta perdernos, de inventivas :

    y es sta, la pursima ,

    la de antes y de despus, aun de los ultra e infra-prisma s

    que se deben a los jardinespara otras retinas . . .

    29

  • la algera que abrsase en aqulla, la duracin, mas con ella sobrevive . . .

    falena que nacera y nacera

    de las propias salamandras igual que de una ninfa . . .

    la que sale del ser y entra en un no-ser como la emanacin de un "chic "

    que comunic a

    con el flujo que los trasmin ay les espuma unos lirios. . .

    Esta en cuyo anhelo, anticipndosenos, llegamos a sentirno s

    asumido s

    desde una semill a

    en una manera de desprendernos en un hil o

    el tallo para taimo s

    el aire o los aires por los que ha de suspirar mas ay, con su suspir o

    la brevedad que en contradiccin, al parecer, con e lmnimo

    de un instante de copo, la olvida,

    y por el que, de otra parte, bajo la primavera, pasma, yen un juego de escondit econ las gramillas ,

    sus progresiones en lo inaudible ,

    al tocar adems, en las honduras de su infancia el ascenso, se que por sobre las ondinas ,

    le traba, simultneamente, su siempre, y as,

    en suspenso casi de fluidos . . .

    o en huspedes del espacio a cuyo sueo desde el suyo replica

    por revelaciones que, a nuestros pies, la fija nen galaxias de Liliput . . .:

    y hacia donde, a la vez, lo que a fuerza de presencia nos escapa a la vista y al odo :

    lo que muere y lo que calla, y lo que habla, al fin,

    en el canto se explica,

    aun con lo, que apenas si lo evoca en lo que fuera a lo sumo su matri z

    por las oquedades de l medioda

    o con lo que, al contrario, matinalmente, lo "descala" , al derramarlo de la "quinta"

    en el parto de los confines . . .

    pero donde los votos que no pudieran virginalmente consumi r

    30

  • lo annimo de su estearina,

    desapareciesen como Tales, o en algo al menos de los visos

    de la deidad misma ,

    al encontrar, dnde? la cera sin melar que las promesa s requeran

    arraigando literalmente y aflorando luego su vigili a

    sabre la sabanill a

    que la sacerdotisa de las diez, verdemente, a aqulla le ha tendido . . .

    y donde ellos sobrevive n

    en la mirada que los une, especularmente, a los indicio s

    que le queman, de detrs, todava ,

    supropia ausencia aun de linfa.. .

    Yesentonces cuando la divinidad, desnudndose hasta de todos esos signo s

    da en retirarse aun de s

    en un recuerdo ya de aguas enrarecerse todava

    para manifestar, de qu sima?

    las visiones o las inspiraciones del flautista ,

    y ello sin invertirla s

    yen un solo cielo, casi, o el que por poco aun sublim a

    los verdines ,

    flotndoles, de su orilla . . . :

    pues es l quien a travs de todas, todas las "ragas" y "ragines " ,

    y aun de lo indecible . . .

    dice . . .

    justo lo indecible de los xtasis en que ella, de improviso ,humildemente se ha ido. . .

    Y fue as

    como tambin, a favor -directamente- de unos ejercicio sde silencio, que se pasan de lmites ,

    de nuevo, yen qu nada? muriramos en ella, detrs, an, al de su partid a

    o de su translucidez misma

    en el eclipse

    31

  • a que se debe delante el tocador que es quien, se ha dicho, espira ,

    o mejor, abisma ,aunque sin soplo, esa secuencia de follajes y pastos en "lavis "

    sin solucin de beatitud en la sim a

    o cielo que por igual la contina en su equilibrio ,

    sin abajo ni arriba ,si aun tuviramos en el recuerdo algo de las lneas

    con que, de este lado, medimos . . .

    Libreta de apuntes personal de Juan L . Ortiz

    32

  • Juan L . Ortiz (traductor )POEMAS CHINO SLa nieve (Mao-Tse Tung )Todo el paisaje del norte es de cortinashasta casi dos millares de "lis" todos de cristale sy veinte mil millares de "lis" de nieve, como aspirados por el cielo . . .De un lado a otro de la gran muralla ,slo, slo, una locura de mar . . .Desde las orillas del ro Amarillo, aguas arriba y aguas abajo ,su tiempo, ay, no se ve . . .Serpientes de plata, bajo el espritu de una "ti-chi", las montaas . . .Elefantes de visas, sobre las llanuras, las colinas . . .Y si pusiramos frente a los cielos nuestra altura ?Cuando los das parecen mirars ey ser ya, se dira, unas ideas de flores ,la gracia de la tierra es el pudor que sorprende al alba mism aen su blancura de nia

    . . .

    Tal es el misterio de estas montaas y estos rosque llaman a los hroes a quemarse, cada cual ms puramente ,para que les devuelvan, con lo dems, esa nube . . .Los emperadores Chi Huang y Wou Ti, no podan abrir, casi, nuestros signos .. .Los emperadores Tai Tsung y Tsi Tsu nunca se estremecan .Gengis Khan era una arco, slo un arca, en una tensin contra las guilas . ..Ellos son el ayer. Y nicamente hoy ,en el aire de los llamados, hasta aqul que, se creera, an no es ,las briznas del corazn

    . . .

    En todo el cielo . . . (Emi-Siao )En todo el cielo aparecen estrellas . . . ms y ms . . .ms miro, ms estrellas aparecen . . .Ms pienso, tambin, en mi corazn, los pensamientos pesan m s

    Las estrellas pueden ilumina rel pasada, el presente y el futuro .

    Pero a quin le digo, a quin ,las quejas del alma, de mi alma, bajo el cielo de las lgrimas ?A quin ?

    La flor del ciruelo (Emi-Siao)En el umbral del nuevo a oadmirad la flor del cirueloCorl una rama del rbol, la traje a mi casa ,y la flor puse en un vaso .

    La flor no teme, ya, ni a la nieve ni a la helada .Para los invitados reunidos alrededor de la mes aprepar una garrafa de vino .Juntas bebemos el vino, enteramente a nuestro gusto .Y leemos poemas contemplando la flor del ciruelo ,la flor que en secreto se regocija y se burl ade sus hermanas infortunadas .En la primavera, cuando la nieve se derrite ,los frutos nacidos de sus hermanas curvan ya todas las ramas.Volved entonces la cabeza para mirar el vaso :la flor del ciruelo est completamente, completamente, muerta .

    El ao nuevo (Ai-Tchin )Caracoleando sobre el viento y sabre la nieve, he aqu que viene el ao nuevo ,y su gran camino es llevado por la tempestad de las risas . . .el ao nuevo irrumpe del frente bajo un velo de humo ,sale de los tneles cavados en la rocalla ,las pupilas enrojecidas de vigilias, las sienes profundamente aradas . . . `El enemigo vertiera toneladas y toneladas de acer opero nuestra frente no ha cedido .A cien "lis" de profundidad nuestra defens asaca su fuerza y extraemos nuestra fuerzade nuestras retaguardias del pueblo y de la patria de nuestros ascendientes . . .

    El ao nuevo tiene la sonrisa .Ah, djanos saltar al expreso del tiempo que inicia los carriles ,sabre nuestra tierra sin lmites bajo la nieve que no sabe ,sobre nuestra tierra tranquila, que espera, tranquilamente, Abril :el arado ha vuelto los barbechos ,la llanura va a fluir un infinito verde que dar en otro mar .Qu anchas, qu anchas nuestras rutas !Ellas nos llevan derecho a las ciudades an nias ,a las aldeas an nias ,en un pas donde la misma naturaleza cambia de semblante ,donde, por todo, una primavera de muros, sube ,y no espera ,donde el acero brota entre las mallas de la Gran Red como jugando . . .He aqu venir el ao nuevo y he aqu su nuevo obsequio :el obsequio de la esperanza tambi n nueva!Debemos mantener cada pulgada de nuestro frent ecomo aqullos que salvaron el Monte Shang-Kan .Nuestra voluntad es de granitopara ser, sobre el enemiga, la misma rfaga del fi nen la purificacin del paisaje .Nunca seriamos ingratos, nosotros, hacia la edad que ha comenzad oy que meciera a nuestros hroes .lndignos no seremos, jams, de la arcilla de los siglo sde donde hemos salido, bajo este fuego, para seguir las lineas del laure lY aunque vamos de victoria en victoria, nuestro paso es el del ro . . .

    33

  • El ruido de la batalla (Quo-mo-jo)

    El ruido de la batalla sub ey los latidos de nuestros corazones son las alas del crepsculo .Luego viene una palidez de ma rque nos deja en algn lugar del aire . . .El ruido de la batalla va y viene con las palabras de nuestro destino :vamos a vivir, al fin de cuenta, de rodillas ,o nos inclinaremos en nuestra casa slo para el amor o !a amistad ?

    De pie . Ni un segundo de hoja .El alma toda nuestra en una fila, en una sola fila ,para, de ningn modo, ceder .La vida no se merec esiendo un tallo que vuelve al suel oen una curva que no quiere y para una caricia que no quiere . . .

    La paz, siempre, oh, la paz .ha sido la nia de nuestros ojos,pero ahora sabemos que la paz no nacer asino del gran tumulto de esa fil aque no dejar de sangrar su no y no y no, hasta la gota del suspiro . .

    Algo que es un aparecido . . . (Sa-chin )

    Algo que es un aparecid ollevalas gavillas del trigo .

    El sol es una ausencia, casi ,para la campia, todava, no lo olvida . . .

    Alguien se queja, alguien, que se vacomo par un ro ?Es la carreta, ya, sin las espigas del ngel ,ms no sin sus ojos . . .

    Las gavillas pesan, pesan, largusimas.Y el pionero, tambin, ante su madre se lamenta :

    -Por qu no se las hizo ms pequeas?No puedo, ahora, traerlas sobre el hombro

    -No es el modo de atarlas, hijo, lo que las ha hecho as ,sino que, sencillamente, pesan ms .El ao pasado, yo, equilibraba cinco .Este ao, slo un par.

    -Es que la dicha, que se ha trado, madre, tambin nos doblara . . .o deberamos dividir el hijo. sobre los hombres del atardecer .

    hacia su propia cuna?

    -La felicidad, a veces, cae sobre el bamb ,mientras ajusta sus pasos . . .pero sus mieses, entonces, han de llegar, aun plumillas ,a una espera de millones . . .-La harina, de esta manera, ser por poco de aire ,para las miradas de mesas ?-Por el momento, sin duda, al querer distribuirsea semejanza del cielo ,entre todos los vacos . . .-Oh, que las espigas encintas inclinen as algunos todav asi ellas han de gravitar al dar a luz unas estrellasque por primera vez entraran madre ,madre tocarn ,de los inmortales . . .

    Desde el puerto Hu-son (Sa-Chin)

    Mar .El viento impulsa un levantamiento todo blancocontra el azul ,y las olas son de nubes ,lo mismo que las montaas Cuen-len y O-mien ,con copas en las alas, tambin .

    Los pesqueros flotan parecidos a flechas ;hincan, en un relmpago, las velas de caf ,y cruzan un cielo de mariposas . .

    Per la lejana es, de repente, una lnea de oro limn ,por perderse, con en un dios, en una paz que la excede ,mientras al grito de un vapor, por otro lado ,alza ramos de humo . . .

    En la colina del Nspero (Sa-Ou)

    Milenarias lmparas ,milenarios pares de ojos

    me cuentan la leyenda de mi ciudad nata lcon la voz del alma . . .

    Qu gracia, qu maravill ala de la voz . . .

    Dnde est, dnde, el par de ojos de ella ?En la ciudad est o est en el campo ?

    34

  • Bienvenidos (Sa-Ou )

    Vienen de lejos, atravesando los mares o las nubes de los mare slos amigos queridos . . .En el jardn nos encontramos ,Nunca olvidaremos, nunca, estas manos y estos ojos .Otra luz con otras lneas ,encendiendo y mojando, a la vez, el mismo aire?

    (1957-10-18 . Nanking )

    Paso por tres vados (Quo-mo-jo )

    Pas por aqu hace das aos.

    Iba a caer el cielo nublado . . .

    Como millares de murallas las cadenas de montaas . . .Cun difciles las sendas . .

    Hoy paso de nuevo . . . Y la cumbre que llama, parecida a una mujer ,es dulce de seda blancaen la cinta de las nubes . . .

    El "Yan Ts" es un dragn, loco de piel? rompiendo el muro de la sierr ahacia el mar . . . (1957-10-10 . Chun-King )

    Pjaro de paz (Die Chen )(Escrito a las11 de la noche del 7 de Octubre al or las seales )

    En el cielo alto, un pjaro sagrad oes la voz alegrede las nubes . . .

    Ouiere competir con las estrella slatiendo, continuamente, seales?

    Vuela alrededor del planeta, vuela hacia Pekn . . .luego de unos minuto ssonreir sabre Washington, a las miradas de Washington . . .

    Jbilo, te digo, pjaro de paz ,nueva estrella de los sovietspara saber de las sombrasy para, acaso, darles la mano, fraternalmente, a los astros ,y conversar con la luna . . .

    S, desearamos preguntar cosas a la luna . . .por qu su rbol de plat abajo los milenario scomo bajo otra nieve, todava, de mistero?

    No dejaramos, no, de hacer conocimiento con sus ramas . . .Y sus frutos para todos caeran .Pero primera hacia la Plaza Roja, no?o hacia la Puerta de la Paz celestial, no ?Mas, por qu "nuestro" orden, no es ciertamente, para los racimos de all .para el amor de all ?

    A Rafael Alberti (Chuen Chan)

    Se alejaba much ode su querida Espaa ,a pena, la pena, en el corazn de Rafael . . .

    Se alejaba much ole su querida Espaa . . .

    Est pensando, acaso, en su ciudad natal ,Rafael ?

    Es su pasin la de los claveles de Sevilla ,y est azul con el Golfo de Cdiz, Rafael ?

    C arde, l, con el trigo de Castill aGajo el cielo ?O languidece de las jazmines de Granada, l?O vuela, l, en la cruz de la saeta ?

    Quiz recuerda los limoneros coma cielos ,y el Guadalquivir, muy plido . . .y los olivares que hacen elctrico el atardecer . . .y los sauces que hacen i rlas orillas . . .

    Se alejaba muchode su querida Espaa . . .

    Est pensando, acaso, en su ciudad natal ,Rafael ?

    Memoria del 1o de Agosto ( Chu-t)El primer sobresalto de la ciudad de Na-Sha nhizo nacer las nuevas armas .

    Oh . los obreros y los campesinos, dando a luz, ellos mismos, sus milicias ,bajo las llamas de la banderaque les revelaba, en un relmpago, su da . . .el da de los campesinos y de los obreros, por fin . . .

    3 5

  • *En el monte Chien-Cha ,se saludan, como bambes, los fusiles de la revolucin . . .

    Quin se opondr a ese bosqu ebajo el espritu que lo lleva igual a un vient otodo de luz, ahora ?

    Por quinta vez la plaza ca ey se dira que el bosque tiene ya esas colinas para s . . .

    Despedida a Ortiz (Quo-Ing)

    Ud . ha atravesado el martrayndonos sus poemas como nubes que abren. . .Nos ha trado Ud .unos secretos, apenas de plata, de aquel ro ,con no sabemos qu figura de su pas entre los pliegues . . .

    Hoy vuelve con las flores y las hierbas y las mano sdel cario de una ciudaddividida en las montaas .por el mismo ro Yan Ts, hojeado por Tou-Fou ., .vuelv ehacia aquella ciudad, alta, asimismo, en sus noticias ,y seguramente clarsim ade sus ojos sobre las aguas y lejana, probablemente, alga lejan ade sus ojos sobre las islas . . .

    Oh : si sus poesas, Ortiz, fueran una manta, all, toda extendid asobre los leos de la profundida dy las lmparas de sus montes y campias ,para defenderlos de las uas que vienen todava en el mundo con lo svientos . . .

    Pero sus amigos estn alegresde que ellas sean, ya, lo mismo que piedrecillas que frotaran el cieloen el camino de esos humildes, tambin ,eI "paraso" de nacimiento para los dems frutos del azu len las encarnaciones sin fin . . .

    Adis, Ortiz . . .Ud, ser para siempre otr o latidodel corazn de esta ciudad, que sentimos, todos, verde . . .Y con Ud . se van, ala vez ,en una compaa sin tiempo, palpitando igualmente con Ud . ,sus hermanos de Chun-King ,o sus hermanos en el anhelo de ir hasta la florque tiembla aqu, o all, o ms all . en el espacio del "Tao", . .

    Notas de Juan L . Ortiz :

    [Para la presente edicin se tuvieron a la vista cuatro versiones de las traduccione schinas, que se llamarn aqu A, B, C y D . Las versiones A, B y C son copias carbnicas delmismo original, cada una ms legible que la siguiente ; de las nueve pginas numerada scero, doble cero, y del uno al siete, la versin A est completa, a !a B le fallan las pgina suno y cinco, mientras la C consta de una sola pgina, la cero . La versin B tiene mltiple scambios manuscritos, a veces con tinta azul, otras con negra y otras con rojo . Los cambio sde tinta azul tienen el propsito de aclarar correcciones o faltas de la mecanografa y tam -bin estn presentes en la versin A, mientras los otros, exclusivos de la versin B tienen elpropsito de introducir cambios respecto a las traducciones de la versin A . La versin D,por incluir casi todos los cambios manuscritos de las otras versiones, parece ser posterior alas otras y es la que se transcribi en esta publicacin .

    Por lo dems esta ltima versin, que por su ordenamiento, con notas sobre los po etas parece haber sido preparada para alguna publicacin, no incluye algunos otros poema saqu publicados a partir de la versin B . Por lo que contaba Ortiz a quien quisiera escuchar -lo, estas traducciones fueron hechas durante su vicie a China con los mismos poetas chi -nos, aprovechando sus conocimientos del castellano o ms frecuentemente del francs, ytrabajadas despus

    .Las notas de Juan L .Ortiz que se ofrecen a continuacin son las inclui -

    das en la versin D. (Nota de J .S.P .) ]

    1. Emi Siao es miembro del Comit Nacional de la Federacin China de Escri-tores y Artistas . Ha publicado entre otros un volumen de poemas titulado "Elcamino de la paz" . Residi unos aos en Pars .2. Ai-Tchin forma parte del mismo Comit . Sus trabajos incluyen "Hacia el sal" ,"El Norte", "Gritos de alegra" . Su inspiracin, naturalmente, ha cambiado d etono en la actualidad .3. Adems de poeta Quo Mo Jo es historiador y figura destacada en el movi-miento de la paz . Forma parte del Consejo de Administracin de los Pueblo sCentrales y es asimismo Presidente de la Academia Snica . Su comedia hist-rica Chu Yan lo ha hecho clebre . Sus poemas ltimos, tambin, aparecen co nuna lnea ms serena .4. Chu-Te . Vicepresidente, segn se sabe, de la Repblica Popular . Hereder odirecto, por su origen, de la "vieja cultura no puede menos, como Mao, qu eseguir recurriendo al lengua de la poesa cuando sus recuerdos o los movi-mientos de su sensibilidad lo requieren . Su fantasa, en el momenta, n

    o responde tampoco, por cierto, a las responsabilidades de su nombre -Chu-te quier edecir : virtud raja- ni, consecuentemente . a las que su cargo hara suponer .5. Chou En-Lai, Se le atribuye este poema, escrito cuando tenia entre 20 y 2 1aos y estaba a la cabeza de sus compaeros de Universidad, en Tien-Tsin ,donde entonces lo encontr el movimiento del 4 de Mayo de 1919 . Descen-diente de mandarines, sera "tocado" desde muy joven por lo que hubo d ellevarlo a la crcel y a un destierro de cuatro aos en Francia y Alemania, per otambin por una gracia cuyas huellas "El Junco", como se la llama all, habr aquerido cubrir con la sombra de una flor, o, lo que es lo mismo, de su sonris ams intima . .6. Sa-Chin . Joven poeta, entre los 25 y los 30 aos . Colaborador de la revist a"Poesa" de Pekn . Asume y trasciende, ya, la "circunstancia" . Ensaya asimis-mo dar el movimiento del paisaje .7 Sa-Ou . No llega a los 30 aos . La gentileza de su poesa corresponde a lagentileza de su figura, muy bien en su papel de hacer siempre los honores al aintelectualidad ms joven de los dos Orientes Colabora en todas las revistasespecializadas de China .

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  • Juan L. OrtizCOMENTARIOSSOBRE SUS POEMAS

    1. ISADORA DUNCAN (Ver pag . 5 )Qu cosa tena Isadora Duncan! Cuando bailaba, no solamente

    era el cuerpo, era la expresin. . . En la cara se le notaban los estado s

    de espritu en una forma tal que pareca que esa mujer iba a morirse.

    En cierto momento, o ya se mora con un suspiro de nostalgia, o ya s emora en un estado de angustia

    . Era una cosa muy rara . No solament eyo lo sent, sino otros tambin, por cierto . Y lo sent entonces, cuandovino Isadora

    . La vi por setenta centavos en el Coln, en el " gallinero "del Coln

    . Haba ido con un muchacho, estaba sentado al lado mo, ycomentbamos esa cosa extraa, la cara de Isadora .

    2. ESPINILLO S

    Los espinillos, yo lo he sentido mucho, me parece que se con-densan en el campo, y esto no es mo, sino de los viajeros ingleses ,ellos dijeron : "Una tierra envuelta en una melancola de espinillos" .Parece mentira, en las notas, en las crnicas de unos viajeros ingle-ses, muy sensibles por cierto, que recoge el viejito Prez Colman en la"Historia de Entre Ros", de la Colonia, no me acuerdo en qu parte

    . . .

    Toda esa cosa del campo y ese intercambio con las cosas parece qu ese entablara ah, que de repente se condensara en los espinillos ; por-que los espinillos fueron como el sagrario, o los depositarios de tod oese misterio . Se hacen como densos . .

    . extraos . . . Eso yo la he senti-do mucho, iy no slo yo! Juan Jos Arribillaga, me acuerdo, me deca :-En Entre Ros se siente, usted lo habr sentido ,- Pero cmo no!- le dije . --Ye hasta tenga unos octoslabos blancosagrediendo a los espinillos

    . Cmo no !- Sabe usted que las espinillos de Entre Ros tienen otra expresin

    que los de por all, de Santa Fe, no s por qu razn, pero la cuesti nes que, bueno, ya ve, parece que no solamente Juan Jos, sino qu eesos viajeros ingleses, as, caminando, o andando por ah a caballo ,no en tren porque an no haba, sintieron eso : "una tierra envuelta e nuna melancola de espinillos" ,

    5.AQU ESTOY A TU LADO

    Vos Gerarda una noche de verano te tendiste all en la galer aen Gualeguay -sabs?- en ese "celoncho" que tenamos, de paja .Tenamos un "celoncho", yo lo compr en Buenos Aires, largo , ascomo ste, pero de paja tejida, muy lindo, y vos te quedaste tendid auna noche, te haba dado sueo y vos te quedaste dormida, entonce syo me qued quietito, y vena la luna . . .

    6. EL DOCTOR LARCH O

    Esto fue en Dominguez . Haban puesto en la primera fila a la schicos de la escuela, para que oyeran, len la primera fila! A la pucha !No haba ninguno de los oradores, gente que dijera cosas, que canta

    -

    ra . . . porque teman convertirse en objeto del comentario risueo d elos chicos

    . Los muchachos se rean de todo, a todo le detectaban l ocmico y lo grotesco y se rean ; las maestras se desesperaban par acontener a esos chicos y ya no se podia modificar el programa . . . A diablo!, diga ; cuando me toque a m . . . bueno, estoy listo . Pero ocurri una cosa tan graciosa que a todos sorprendi : yo dije ese poema aLarcho y quedaron todos mudos, literalmente mudos, como hechiz ados . No s si por mi figura espectral, o par la voz, o porque ya estaba ncansados de rerse, la cosa es que los muchachos quedaron embob ados

    . Para todos fue una sorpresa ; decan "pero qu cosa extraa' . . .Otra vez, en Villa Crespo, tambin se hizo con motivo de no s

    qu cosa, un acto. Ah fueron [Nez] Achard, [Tomat] Guido y actua -

    ron, como se dice . . . Estaba tambin toda la muchachada de la escue -la, con nimas de "celebrar el payaso" . A todo los muchachos le en-contraban algo

    . Caba el comentario risueo, a veces bastante indis-creto, y Guido estaba que no poda ms, se los hubiera comido a la schicos! Achard no, se rea, tena otro espritu

    . Entonces me toca a mi .Y, otro caso parecido, no chist ninguno y quedaron todos suspendi-dos ; me acuerdo que me deca la Carola Guido : "pero qu extrao, yocre que usted se iba a presentar y lo iban a embromar, como l

    o embromaron a Tomat, y sin embargo . . ." . Fjese qu curioso y no es qu efuese yo, sino que ciertas cosas influyen, no s si ser el fsico, lo sprimeros versos . . .

    37

  • 5 . GARIBALDI

    Garibaldi, "el hroe de los dos mundos", como le decan, era u ntipo magnfico . Cae all en Gualeguay, porque siempre andaba de pi -rata, no?, luchando donde haba que luchar, atacar alguna escuadr aportuguesa, en una goleta no ms, a veces lo acompaaban algunos ,otras no, l solo a veces le haca frente y se les escapaba . " Era unaventurero" deca Prez Colman . No, no tanto : era un hombre cons-ciente de todo lo que haca . Pero necesitaba jugarse, diremos as

    Bueno, tuvo un encuentro con una escuadra portuguesa, ah e nel Delta, y entonces -era muy gil para manejar la goletita esa quetena- escap entre los riachos a los portugueses y vino a dar al puer

    -

    to, a Puerto Ruiz, a Gualeguay. Entonces, claro, el gobierno deEchage, que responda a Rosas, recibi la orden enseguidita de apre -sarlo a Garibaldi (sera como en el 20, 30) . Lo toman preso, ah e nPuerto Ruiz, y le dan por residencia el pueblo, porque lo consideraba nen fin, un hombre de prestigio . Y Garibaldi iba a visitar todos los das aun tal Gallo, a su estancia, porque era italiano, y cantaban todos y . . .

    Una vez la gente quiso facilitarle la fuga, l se escap, volvi aPuerto Ruiz, y la polica lo volvi a tomar (la polica estab asobreavisada), y lo trajeron preso a Gualeguay . Y todos los das, erala pena, lo alzaban con unas sogas que tenan, para que declarar aquienes eran los cmplices, y lo tenan as, evitando que se ahorcara ,evitando apretarlo, con las piolas sas, para que no se ahorcara, s aera la tortura . Hasta que al fin vino la orden de Echage que haba qu eahorcarlo no ms, a Garibaldi . Y cuando lo iban a ahorcar (donde est [a plaza San Antonio), dos minutos antes que el jefe de polica pusier aen ejecucin la orden, una dama Andreu, muy linda mujer, y de much ainfluencia, gente rica, de la oligarqua, diremos, aldeana, influy tant osobre este gobierno de Echage, (al que le decan la gamuza '), quevino la orden de que Garibaldi fuera amnistiado, y entonces lo trae npreso a Paran . Y, de Paran, todava se escap, no s a quin en-contr para sobornar (l era muy listo para eso) .

    Las memorias de l consignan esto : 61 se acogi a esa hospita-lidad de esa familia Andreu, all en Gualeguay, en una casa por lo d eSolimano, por ah donde era la zapatera, en donde nosotros, lo qu eson las cosas, llegamos a vivir (un rancho largo, as) . Ah vivan lo sAndreu, y ah alojaron a Garibaldi y l se enamor de una de ellas, queera muy linda y de la cual naci un hijo . As que Garibaldi tuvo un hijoen Gualeguay .

    Y esto es lo ms curioso : en casa de los Andreu, encontr libro sde los utopistas, en francs -por cierto, lea francs-, aunque 61 n oera italiano, era nacido en Niza . Entonces Niza perteneca a los dos ,Italia y Francia . Y encontr libros de Babeuf, de Saint Simon, de todoslos utopistas, en Gualeguay, en la casa de esos Andreu . Parece men -

    tira, esa gente lea a los utopistas . Y l se asombra y dice : i pero cmo!estos libros, que busqu en Europa y no encontr, vengo a encontrar -los ac en Gualeguay. El lo consigna en las Memorias . Y despus lahija de l, Anita, tambin lo confirma ; s, l no dejaba de asombrars ede haber encontrado a los utopistas en Gualeguay en 1830, 31 32 .

    Bueno, tambin hay otras cosas muy graciosas de Garibaldi ,porque a l le gustaba, coma buen italiano, y ms de Niza, ir a canta ra la orilla del ro . Entonces, por la acstica del agua, o qu s yo, dice nque cuando Garibaldi se iba a cantar todo el pueblo (entonces tendr adiez o quince mil habitantes), todos lo oan, desde las casas ms al ejadas . Desde el centro, o de ms all, se oa la voz de Garibaldi cua ndo cantaba las romanzas, las canciones, las barcarolas que le gusta-ba cantar . Dicen que tena una voz muy linda . Yo lo digo tambin e nun poema, a todo esto lo recog, y Amaro tambin lo dice .

    Tan gracioso fue: " el caballero de la libertad aprendi a anda ra caballo en Gualeguay, porque la verdad es sa, si, l lo dice tam-bin, no saba andar a caballo, andaba en la goleta esa . Hay que ver ,toda agujereada por las balas, las velas, todo, era terrible . El especu -laba con los asaltos, con los abordajes . Consegua gente adicta, o quesimpatizaba can l, entonces ipaf!, a un barco portugus, a un barc oespaol, al abordaje, a veces con cuchillos no ms . Una vez, tuviero nque pasar el ro Gualeguaych, ellos se haban desnudado para pasa rel ro, para no mojarse y aparecieron medio desnudos pero con e lcuchillo en la boca . Cuando los otros se acordaron stos, los ocho onueve criollos, los sorprendieron y tomaron el barco, portugus .

    Era la lucha entonces contra los tronos, contra la Santa Alianza ,contra la connivencia, diremos, de la iglesia y los tronos y los ejrcitosque los apoyaban, y Garibaldi era carbonario, como decan entonces ,de esa secta, que luchaba as, en forma de guerrillas, cuando poda nno?

    6 . FELISBERTO HERNNDE Z

    iAh, pero si Felisberto Hernndez estuvo all, en Gualeguay! ,te acords Gerarda? Jesualdo lo llev, porque entonces l actuab acomo pianista . Era tan simptico . . . tena cuentos, ch . . . Me acuerdocuando en el Club Social toc el piano, un repertorio muy de avanza -da, Stravinsky, Debussy, etc ., pero era conocido coma pianista, nad ams como pianista . Y haba otro que andaba con ellos cuyo nombreno recuerdo : fueron Felisberto, se hombre y Jesualdo, que iba a da runa conferencia . Pero fue Jesualdo quien nos propuso a Felisberto .Quin iba a creer, despus, el escritor !

    Me acuerdo que en lo de Roberto Beracochea , le pedimos qu ehiciera l (creamos que, en fin, como tocaba l, le corresponda, po r

    38

  • la acogida que haba tenido), la publicidad, en fin . . . todas esas maca -nas . . . en fin : "le corresponde a usted la presentacin", le decamos . Yl tuvo una vacilacin, y despus una dificultad para hacer esa nota ,una gacetillita . Yo deca : "pero este hombre tiene poca prctica, no?" ,claro, tena poca prctica, pero del periodismo, porque qu escrito rya eral Pero era casi incapaz de hacer una gacetilla ; eso yo lo conoz -co, de cierta gente, corno periodista, mir, nada . Yo he conocido : gente en Crtica a la que le toc aprender la maa del periodista, la ma asintctica, todas las costumbres del periodismo, porque eran escrito -res, y no podan, no estaban acostumbrados a expresarse de esa for -ma, y les toc, les toc . Yo recuerdo eso de Felisberto, porque m easombr : "pero cmo este hombre no puede hacer 7, 8, ms 10, 1 2lneas ." . "Yo no tengo, no puedo -deca- no soy periodista, no teng ocostumbre de escribir estas cosas" .

    Despus fue una sorpresa : cuando yo recib el primer libro de lqu escritor! Todava se estn haciendo estudios sobre l! Me pare-ce que lo veo contando cuentos andaluces, te acords Gerarda? ,qu graciosos sos cuentos espaoles, no terminaba nunca l, ten aun repertorio . . .

    Tena esa mujer, grande, te acords?, que iba a lo de do aLuisa, muy buena moza, yo me la encontr en un congreso de escrito -res en Mendoza, creo que fue ella, la ltima mujer de Felisberto . Erauna mujer muy buena, cmo se llamaba?, era uruguaya, ahora n ome acuerdo y vos tampoco . . .

    Y la primera literatura de l , los primeros cuentos que public ,una cosa apagada, as, intimista, llena de cosas misteriosas . . . peroqu escritor ha resultado! -- .para Uruguay una especie de Proust, dire-mos, en cierto modo, aunque, desde luego, eran cosas distintas . Peroellos estn estudiando siempre a Felisberto, y no slo los uruguayos ,sino en toda Amrica, un escritor de primera! Pero all fue como pia-nista . y toc, en el Club Social, a todos los que entonces estaban e n"el candelero" . . .

    7 . LENINGRADO[de un sobreviviente del "Aurora", acorazado que dispar e lprimer caonazo de la Marina sublevada en Rusia en 1917]

    . . .ese hombre decidi el movimiento, el momento de la insurrec -cin, con el caonazo que dio . Porque la Marina iba a dar ya la deci-sin del principio del ataque al Palacio de Invierno . Entonces se abrie -ron en abanico, y los grupos armados, esperando las balas, porque n ole iban a mezquinar, no?, all, despus del caonazo, ya con l aadhesin de la Marina . Y el viejo tena una voz, rozagante, me parec eque lo veo todava! Porque, por supuesto, viva todava, era un sobre -

    viviente, claro, si estuvimos en el Acorazado nosotros, claro, e nLeningrado !

    8. POEMA A LA ARGENTINA

    Te acords, Gerarda? Lo mand para un concurso que hicie-ron ac . Ya me lo iban a premiar! Si, un concurso que hubo . . . Ya m elo iban a premiar !

    9. A LOS CAUDILLOS (El trptico del viento )

    - . .uno era el pampero, es Moreno, claro . Y Moreno era todo encendidoy todo fuego, no? Moreno era el viento, el pampero no?, durante l aRevolucin, jacobina, pero en lugar de ser fro como es el pampero ,era clido. Despus, el Norte era Ramirez que vena de las palmas yqu se yo, las palmeras de Yatay . Y el Este, venia de all, de la arcilla,del otro lado, era Artigas .

    Cmo el Sur por la quinta luna de las neblina s

    (el maya, no?, el maya . Eran las neblinas, el otoo )

    diera en alas de fuego contra el sueo del d aque en las vigilias l quera sin esquinas

    (sin ngulos, el sur, el viento sur, el pampero )

    para la lnea sa que su celeste urga ?

    (porque el viento sur limpia sabe?, y queda un cielo, un celeste, clarito .Cuanto ms fuerte, ms limpio queda, casi blanco, un celeste blanco . )

    Cmo se alz el arcngel con todas las resina s

    (claro, el vengador, inflamado)a fin de hacer el aire que a la Nia deba

    (a !a Nia, a la Argentina )

    paliarle en un azul como de muselinaesa cota que, cierto, el caduceo arda ?

    (la cota de malla que deba ya estar . . . porque la Argentina deca Mo-reno, deba estar armada no? Pero es cierto que la primer

    a reivindicacin era la libertad de comercio, entiende?, para los comerciante s

    3 9

  • criollos, del monopolio espaol. La libertad, la Revolucin se hizo pri-

    mero bajo el signo de la libertad de los comerciantes )

    Cmo se hizo de rfagas que quemara na los grumos del fro y esa rfag ay esos filos para abrir el camino de la hor a

    (del momento, sabe?, por el hacha, Moreno, sin contemplaciones ,"fuslese sin piedad", con el alzamiento de Alzaga y de Liniers )

    que era ya una vara de lis

    ( . . .era corno una nia, como una azucena ya, era l mismo no?, sa sson palabras de l, de Moreno : "era yo una vara de lis " )

    muriendo as de Mayo antes del mar y del sin oantes de que lloviese sobre la Nia el triste fro

    (no? todo, la neblina, todo . . . As termina, ms o menos, no me acuer -do bien ahora . . . )

    para desarrugar el sol, un crisantemo de cera? "

    (porque el sol de la bandera, era Ramrez, no? : "un crisantemo d ecera" en medio de la bandera, el sol de la libertad era de cera . . .

    10 . GUALEGUAY (SONETO )

    Le explico esto, que Gualeguay, por ejemplo, que usted conoce ,es muy cuadrado, con las calles rectas, y est en una hondonada . . .visto desde ciertas alturas, yo lo he visto del hospital, as . . . una part ealta de Gualeguay, en determinadas horas la ciudad parece blanca . . .que el cielo estuviera adherido . Las cosas se difuman en ese resplan-dor blanco y parece que fuera como un ave, as, sobretodo por que e sclarito . Una mariposa sabe? Una gran mariposa que se ha ido . Aho-ra, a su vez, como toda mariposa que entra en la flor, la penetra . Uste dha visto, la mariposa penetra en la flor para . . .

    Buena, Gualeguay, a su vez, tiene cierto pudor, porque es as .medio escondidita, aparte de que est en una hondonada tambin . . . y ,a pesar de sus celebridades, es humilde, pero a su vez tiene una cos aun poco rara, esos lugares hmedos, donde hay muchos fuegos fa-tuos, fosforescencias, una cosa ligeramente fnebre . . . En las hondo -nadas esas, donde hay muchos fuegos fatuos, siempre hay una hu-medad casi flotante, fosforescencia, que parece alumbrar, coma l egente dice, con ninfa . . . Pero, a pesar del pudor, digo, siempre tuvo,

    fjese . . . fue capital de la provincia, lo tuvo a Rocamora, el hombre m savanzado de su poca . La primera rebelin contra el poder espaol ,contra las municipalidades, se realiz all, por otra parte . Fjese si te-na tradicin : all un tal Casares haba iniciado contra el poder espa -ol, en un pueblito como Gualeguay, la Revolucin . Porque Casare stenia relaciones con Artigas, y se reunan en los guaznales, escondi-dos . . . claro, esa gente pagaba muy bien la cabeza de Artigas, y si l opillaban con Casares, inevitablemente iban a ser fusilados los dos .Con todo, no pudo librarse Casares de que lo fusilaran . . . Pero Artiga sya haba desaparecido, lo digo en el poema "El Gualeguay" . Era u nindividuo muy gentil, delgadito . . . siempre que hablo de Casares m eacuerdo de Gabriel Peri . Gabriel Peri, que fue fusilado . . .

    Aparte de eso, como Gualeguay es una zona rica en humus ,quiz la ms rica, donde hay humus, mantillo, tierra vegetal coma se l allama, la prueba est en los pastos . . . Y tena ese circulo de chacras ,que eran una gloria . . . Pero los chacareros, tuvieron que vender la schacras . Especficamente, quedaron completamente deteriorados, Alos hijos, los mandaron a las universidad, a ser doctore s . , a ser tontosy pedantes . . . y las chacras fueron abandonadas

    Firma de Juan L . Orti z

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  • TESTIMONIOS ENTRERRIANOS

    EVAR ORTI Z

    Cuando mis abuelos se radicaron en Villaguay, por razones d etrabajo de mi abuelo, mi padre vivi un tiempo en el campo y debi ir ala escuela a caballo . Y para ayudar en las tareas sala al monte

    , tomando contacto directo con esa naturaleza que lo impresion vivamente. Y conoci profundamente aquella "selva " de Montiel, que tanto

    lo marc .Estuvimos como un ao y medio en la estacin Carb, al este d e

    Gualeguay, hasta que desarmamos la casa y nos fuimos al campo, ala estancia La Carmencita, llamada as por una hermana de mi padre ,casada con don Gregorio Beracochea . Mi padre hasta que se jubil viajaba en bicicleta todos los das dos leguas de ida y dos leguas d evuelta hasta el Registro Civil de Gualeguay, cuando todava no estab ala ruta pavimentada . Haba un parque que rodeaba la casona de fine sde siglo pasado ; en algn poema l la menciona como " la casa de lo spjaros", porque haba miles, millones de pjaros, que venan a la spalmeras, a los eucaliptos . Los pjaros eran un espectculo visual yauditivo, haba una cantidad enorme de especies que cantaban y can-taban ; inclusive cuando prendamos los faroles de noche, porque n ohaba luz elctica en la estancia, los pjaros enloquecan y empeza-ban a cantar . As que mi padre se sentaba debajo de las palmeras olos rboles a escuchar y deca que era como la continuacin de Mozar to de Bach o de Vivaldi ; un coro de miles y miles, sobre todo de tordosy barranqueros, y todos todos cantaban, verdaderamente algo mara-villoso .

    Despus de eso l se jubil y vinimos a Paran, compramos un acasa a tres cuadras de la actual y a media del ro ; luego comprarnos e lterreno y edificamos esta casa en ]a que l vivi hasta el ' 78, ao e nque falleci . La casa est sobre la barranca, o sea que el ParqueUrquiza era para l una especie de patio, y el espectculo era continuo :ro, barrancas, islas, todo . As que l siempre sigui vinculado al campo ,al monte, al ro Gualeguay, al ro Paran, a los pjaros, a los animales ,esa fue el entorno permanente de su vida .

    Cuando nosotros vinimos a vivir ac, en el ao 1960, a esta casa ,a Monseor Tortolo le llevaron "la carga" ; una familia vecina fue a de-cide : "iAy, Monseor, vio a quin tenemos de vecino, a un poeta co-munista" . Y To rtolo le dijo : "tengo ac los libros del poeta Ortiz, s

    i todos los comunistas escribieran coma l. . ." . Formalmente l nunca fu eun hombre religioso, nunca tuvo militancia religiosa, pero de ningun amanera se opona a alguna religin. Se cas por Iglesia, a m m ebautizaron, as que no haba ninguna clase de alergia hacia el tem areligioso . Por lo dems l siempre deca que todas las religiones tiene nalgo en comn y que el hombre justamente lo que busca es la armon aoculta en el universo, ese mensaje implcito que est en las cosa sms all de lo objetivo, de lo material . No s si para l dios era u nseor con barba sentado en un trono, rodeado de ngeles ; l siempr edeca que era una conciencia universal que cre las leyes, y rige, yque en cierta forma est presente en todo, porque es su obra . Esa erala idea, un paco pantesta, que l tena, aunque de ninguna manerafue un ateo recalcitrante . Lo que pasa es que en una poca en que e lmundo de las ideas enfrentaba distintas posiciones polticas yeconmicas, l tuvo siempre ideas socialistas, y en ese sentid oformalmente estuvo alejado de la Iglesia . Pero no opuesto, al contrario .Para l las figuras del Mahatma Gandhi, Jess, Krishnamurti, corn otantos revolucionarios de la historia, eran sumamente interesantes .

    A la civilizacin china y otras civilizaciones orientales ya la sconoca sobradamente antes de su viaje por sus lecturas : siempre fu eun tema que le inter, ms que nada por el refinamiento y la exquisite zde estas civilizaciones . Tambin l am profundamente a los animales ,que en algunas de estas culturas son sagrados, intocables ; y esa actitu dde amor, de reverencia, de cuidado hacia ellos, lo acerc enormemente .Adems estaban de los aspectos de la cultura : la sutileza de la pintura ,la poesa, las cosas sugeridas . As que cuando fue, l hizo unredescubrimiento : de China, de Tibet, de las zonas que visit . Estuv oen el limite con el Tibet, a una altura considerable, y cuando s easomaron para abajo all estaban las selvas inmensas de Nepal .

    En Rusia conoci a toda la elite de escritores msicos, artistas ,visit Mosc, Leningrado y otras ciudades ms . Lo que ms leimpresion fue el pueblo, su calidez, su espontaneidad, su vitalida ddesbordante . Cont que en una oportunidad en el sur, cerca de lo sUrales, tuvieron que hacer una visita y viajaron en colectivo unos 5 0kms . hasta otro pueblo ; era de madrugada, estaba oscuro, y los obrero sque iban a trabajar a una obra cantaban . El siempre deca que nadi ecanta coma los rusos, esa gente que sin estudio de canto ni de msic acanta en la iglesias, en los clubes ; en todas partes, y canta con un avoz estupenda .

    Ahora China es otra cosa . A travs de los escritores chinos y de lSindicato de Escritores visit muchos lugares, si no prohibidos ,

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  • especiales . Conoci personalmente, porque asisti una reunin, a quie nentonces era Canciller, Chou En Lai . Qued maravillado porque ademsde ser una persona que hablaba seis o siete idiomas tenia una cultur aamplsima, una riqueza espiritual y una capacidad impresionante . Yestando en un homenaje, al llevar una ofrenda floral con la delegaci nargentina, vieron a la distancia e inclusive estuvieron a dos metros d eMao Tse Tung ; el hombre que acompaaba la delegacin los hiz oacercar y Mao se mostr muy sobrio . Sin embargo los cit para dos otres das ms adelante en la Residencia, ah lo salud y le hizo entrega rmaterial, libros y unos poemas en chino, con esos caracteres, e npapeles largos ; y otros en francs, de l, que pap luego tradujo

    . Ma oera tambin escritor, un muy buen escritor . En una foto Mao est parado ,con gorra, la cara como una galleta, grandote, y con el Secretario, quele regal un sobretodo forrado en piel de tigre de Manchuria a pap

    .

    Un detalle de la finura de los chinos : cuando la delegacin se volva, acada uno de ellos le hicieron regalos, nadie se enter hasta qu ecambiaron de avin y vieron las cajas, todas escritas en chino ; fuero ntan delicados que directamente los mandaron al avin, para evitar hast ael agradecimiento .

    Despus que vino de Oriente dio una cantidad de conferencia ssobre los aspectos literarios y culturales de lo que conoci, no toc jams el aspecto poltico . Se trajo una cantidad de material en franc spara traducir y darlo a conocer ; poesa china, poesa hind, poesa d eAfganistn, incluso del Cercano Oriente, y sobre esto trabaj los ltimo saos de su vida, despus de su viaje a China. Con respecto a losltimos diez aos de su produccin potica sabemos que se estab apor imprimir en Rosario, en la Constancio C . Vigil . All hubo u nprocedimiento en la poca del Proceso y quemaron todo lo que haba ,todo, en un horno . No solamente lo de mi padre ; todo lo que estaba e nproceso de impresin : originales de una cantidad de escritores .traducciones, libros de psicologa, educacin ; una desgracia completa .

    EMMA BARRANDGUY

    Ortiz en Buenos Aires vena siempre a mi casa en Lavalle 357, yah tombamos grandes mateadas y me encargaba cosas, o que l evendiera esos vales para colocar anticipadamente sus libros ; yo tra-bajaba en Crtica, iba a la Redaccin, y : "cmpreme un vale " . iPer oquin conoce a ese poeta . dejte un poco de joder quers, a tu poet ano lo conoce nadie!", me decan . Rezongaban los muchachos, per oigual compraban . Y bueno, yo le mandaba la plata, y Juan me manda-ba otros vales, y as . . .

    El estaba suscripto a revistas francesas, en la ltima etapa a'`Lettres Franaises" . En la librera Fray Mocho, que todava existe ,en Sarmiento y Callao, haca yo las suscripciones, sera en 1940, m so menos . El iba por pocos das a Buenos Aires . Lo primero que quer aera tomar mate, y comer torta de ricota, le gustaba con locura, as quebamos a una de esas confiteras de Corrientes y comamos esa torta .

    Juan Ortiz y el Grupo Claridad(texto escrito por E .B . )

    Quiero agregar una lneas sobre la Agrupacin Claridad qu efundramos en Gualeguay con Juan y con Hartkopf para hacer efecti-va en 1932 una tendencia que, por cierto, nos una y responda a lo scnones de la poca : la inclinacin hacia una izquierda imprecisa peroque auguraba cambios importantes durante el siglo . Por supuesto qu ela Unin Sovitica estaba en sus comienzos y sobamos con un lu-gar sin fuerzas militares, sin matrimonio obligatorio para permanece ren e! rgimen legal y con adelantos educativos y una mejor distribu-cin de la riqueza, cosas todas que no dejaron de ser sueos .

    Estar contra la guerra quizs fuera lo ms lgico de todo, por es oClaridad organiza una exposicin sobre las vctimas de la guerradel 14, que cre inquietud en el mbito pueblerino donde comenzaro na atacarnos con encarnizamiento .

    Organizo, por ese entonces, la publicacin de mis primeras poe-sas que estn totalmente dedicadas a redimir al proletariado urban oy campesino .

    Ortiz est presente en todo y, como era imposible reunirse e nClaridad por mi condicin de nica mujer que no poda salir sola e nhoras nocturnas, las reuniones se hacan en casa, donde estudiba-mos El Capital de Carlos Marx, editado por Maucci de Barcelona yque desde all vena en fascculos . Quiero decir que, sin un gu

    a empapado en el asunto, el tema de la plusvala nos exceda, pero insis-tamos en conocerlo para organizar nuestros intentos de penetrar e nla literatura marxista .

    Sin descuidar la literatura misma, adherimos al grupo de Boed oque, por ese entonces editaba la revista Claridad, de tendencia so-cialista o izquierdista . Se hace notar, por los nombres de nuestra agru -pacin y de la revista, que nos inspirbamos en el grupo Clart ,dirigido en Francia por Henri Barbusse, militante del P .C .

    La actividad era intensa y los contactos semanales adonde nunca faltaba Juancito Ortiz con su bicicleta

    . Tenamos relacin con l aCapital gracias a un camarero del ferrocarril que nos visitaba peridi-camente y traa material fresco y revolucionario .

    Asimismo nos vinculamos con Ral Gonzlez Tun, que fue m imaestro, y lleg a venir de visita trado por la GAC (Gualeguay Agru -

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  • pacin Cultural) que diriga Roberto Beracocha, tambin miembro d enuestra Claridad, y constante cultor de temas literarios de izquierd aen esos momentos .

    Ortiz comenzaba as su militancia, que nunca desminti a pesa rde su espritu delicado y exquisito, que es lo que actualmente desta-can los comentaristas .

    Fueron momentos de audacia y compaerismo que templaro nmi espritu permitindome decir, como Juan Ortiz, sus inolvidable spalabras : Cundo, cundo, el amor no tendr fro?

    EISE OSMA N

    El Dr . Larcho conect a Juan con Gogol, con toda la literaturarusa, y esa literatura rusa fue como un caldo de cultivo de su af nintelectual . El le debe mucho a Larcho, y eso hay que rescatarlo, diga-mos que fue una figura central en su iniciacin . Juan lo equiparaba aTostoi, porque iba en el sulky . Juan deca : "yo conoc la literatura rus apor l, por Larcho" . Era un hombre intelectualmente extraordinario ,humanamente valiossimo . Adems un hombre progresista . Posible -mente ese contacto de alguien virgen de Villaguay, de Puerto Ruiz ,con un hombre de esa dimensin, fue el inicio de su inquietud poste -rior . Porque el ncleo donde uno se forma, digamos en la adolescen-cia, en las primeras lecturas, tiene mucha importancia . Y hay que ima -ginarse intelectualmente qu habrn sido Gualeguay, un pueblo ch

    iquito, y Villaguay, en aquella poca. Que venga alguien con las carac-tersticas de Larcho lo tiene que haber sorprendido enormemente, habr sido como un despertar .

    Gualeguay es un pueblo muy conservador y sin embargo da es encleo de gente, Mastronardi, Ortiz, a travs, pienso, de una reaccindialctica de oposicin . No surgi porque haba un ncleo cultural qu edio otro ncleo, no . Surgi en contra de todo ese conservadurism oque es Gualeguay, fue una reaccin . A veces las cosas culturales surgen ms por reaccin que por accin, por la contradiccin misma co nel medio, por una especie de acecho de la misma Gualeguay contr aellos . Hegel deca : "los conservadores son los mejores revoluciona-rios", claro, por la reaccin que provocan . La gente de izquierda siem-pre queda como figura pintoresca en los pueblos chicos, los ven com otipos dscolos, medio despistados, que no son malos, pero a los qu eno hay que darle mucho artculo . Estn fuera de contexto de las ape-tencias de la poblacin ; exceden lo que pueden pensar los dems, yesto los pone off-side . Es as : no participar de las apetencias d