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Jueves 1 de marzo de 2018 H. Cristian Gutiérrez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Creo, Señor que me escuchas, me ves y me hablas en este rato de oración. Sé que quieres
estar conmigo en este momento de intimidad. Eres mi Dios, el sentido de mi vida, el motivo
de mi existir. Me confío en tus manos que nunca me abandonan y siempre me brindan lo
mejor. Te amo, pero quiero corresponder con más fidelidad a tu amor. Ayúdame a ser un
buen apóstol tuyo y a seguir preparándome bien para esta Semana Santa que se acerca.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y
telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a
la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la
mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham.
Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de
tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces grito: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua
la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham
le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por
eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y
nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa,
pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este
lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’.
Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se
arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni
aunque resucite un muerto’ ”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Levantar la mirada.
Cielo. Tal vez me quieres recordar en este Evangelio esta palabra tan olvidada hoy. A veces
vivo mi vida sin pensar que me llamas al cielo, a la felicidad eterna, a estar para siempre a tu
lado.
Me puede pasar como el rico de esta parábola que vive sumergido en las cosas de este
mundo. Vivía para banquetear, vestir a la moda, salir de fiestas todos los fines de semana,
comprar en exceso, desperdiciar lo que se tiene, olvidando otras prioridades y no
compartiendo con el necesitado. Estaba tan metido y ocupado en sus asuntos y descansos,
que nunca se detuvo a mirar al que estaba a su lado y que parecía menos afortunado que él.
Quizá, yo también sólo tengo mi mirada en este plano horizontal. ¿Cuántas veces
miro el cielo? ¿Qué pienso cuando lo veo? ¿Me lleva a imaginarme allí, contigo, en la
eternidad, feliz para siempre?
Alzar la vista de las cosas de este mundo es la idea que tal vez me quieras mostrar.
No todo es vestir, comer, disfrutar, comprar, gastar, descansar… hay un más allá que me
espera, al que me invitas. No estoy creado sólo para este mundo.
A veces cuando leo este pasaje, más que pensar en el cielo, pienso en el infierno. Pero
es que tampoco para el infierno he sido creado. Ese sí que menos. El más allá no es sólo el
infierno. Tú no me intimidas, me amas. No me amenazas, me orientas. Ayúdame a descubrir
que me pensaste feliz, en tu casa celestial, y me enseñaste cómo llegar allá desde este mundo.
Las pistas son claras: el amor a Ti, el amor a los demás, y el amor correcto a mí mismo.
Ayúdame en este tiempo de Cuaresma a levantar la mirada, a creer que sí existe el
más allá donde me esperas, donde te veré tal cual eres. Ayúdame a seguir tus pistas para que,
recorriendo el camino de este mundo, me oriente hacia mi patria, hacia la casa celestial donde
seré feliz por la eternidad.
«Sintonizar con Dios, para ver lo que él ve: Él no se queda en las apariencias, sino que pone sus
ojos “en el humilde y abatido”, en tantos pobres Lázaros de hoy. Cuánto mal nos hace fingir que no
nos damos cuenta de Lázaro que es excluido y rechazado. Es darle la espalda a Dios. ¡Es darle la
espalda a Dios! Cuando el interés se centra en las cosas que hay que producir, en lugar de las
personas que hay que amar, estamos ante un síntoma de esclerosis espiritual.»
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, en algún momento del día, me detendré a mirar el cielo por un instante para descubrir
qué suscita en mí esta experiencia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Viernes 2 de marzo de 2018
H. Javier Castellanos, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) «¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor, busquen constantemente su rostro; recuerden las maravillas que Él obró,
sus portentos y los juicios de su boca!» (Del Salmo 105)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43. 45-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola:
“Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar
en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de
viaje.
Llegando el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los
frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a
otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los
primeros, y los trataron del mismo modo.
Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero
cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Éste es el heredero. Vamos a matarlo
y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?
Ellos le respondieron: Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros
viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”.
Entonces Jesús les dijo: ¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que
desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un
prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios
y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos.
Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las
decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido
por un profeta.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cristo al centro.
Jesús «era tenido por un profeta». Sus palabras no sólo llevaban autoridad y sabiduría; hay
algo en ellas que abre los ojos a un horizonte «profético». Nos habla de los proyectos de
Dios.
Miremos por un momento desde la perspectiva de Dios: Él es el viñador que sueña
con una tierra fecunda. Trabaja día tras día, con sudor, con calores, con cansancios para
preparar el campo. Siembra con gran ilusión cada una de las vides, las protege de plagas, les
proporciona el agua que necesitan, y espera algún día verlas llenas de vida y de frutos.
Pero esta parábola tiene también un lado trágico. Los trabajadores, por un lado, tienen
un corazón encerrado en sí mismos. Ellos sólo buscan una buena ganancia, llevarse algo de
la vendimia, y si pueden, incluso la herencia de aquel viñador. Por otro lado, vemos también
a los fariseos y sumos sacerdotes que no reconocen en estas palabras el mensaje de lo que
Dios ve en sus elegidos. Su corazón está cerrado por el odio, y ya no distingue ni siquiera
una historia de amor.
Jesús, sin embargo, era aún más que un profeta. Él es el heredero de la viña, aquél
que murió en manos de los que tenían un corazón cerrado. Más aún; en la realidad, Él mismo
ofrece su vida justamente por los de corazón duro: «No he venido a llamar a los justos, sino
a los pecadores». Para conquistarnos, Él lo da todo. Todo. No pensó siquiera en salvar su
vida; ¿cómo podremos pagar un amor tan grande? Pero esto sólo lo ven quienes tienen el
corazón abierto.
«Hay solo un impedimento frente a la voluntad tenaz y tierna de Dios: nuestra
arrogancia y nuestra presunción, ¡que se convierte en ocasiones en violencia! Frente a estas
actitudes y donde no se producen frutos, la palabra de Dios conserva todo su poder de
reproche y advertencia: “se os quitará el reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda
sus frutos”. La urgencia de responder con frutos de bien a la llamada del Señor, que nos
llama a convertirnos en su viña, nos ayuda a entender qué hay de nuevo y de original en la
fe cristiana. Esta no es tanto la suma de preceptos y de normas morales como, ante todo,
una propuesta de amor que Dios, a través de Jesús hizo y continúa haciendo a la
humanidad. Es una invitación a entrar en esta historia de amor, convirtiéndose en una viña
vivaz y abierta, rica de frutos y de esperanza para todos.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 8 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy visitaré alguna capilla, orando algunos minutos en acción de gracias por lo que Cristo
hizo por mí en la cruz.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sábado 3 de marzo de 2018
H. César Yali Molina Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, concédeme poder levantarme después de cada caída y volver a Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo
cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con
ellos”.
Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos
le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los
bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y
allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo,
sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue
a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos.
Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las
comiera.
Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre
tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi
padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo
tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’
Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su
padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello,
lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no
merezco llamarme hijo tuyo’.
Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela;
pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo.
Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida,
estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.
El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y
los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó:
‘Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado
sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.
Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que
te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para
comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con
malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.
El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a
la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios te espera, siempre.
El Evangelio del día, el hijo pródigo como se le conoce, te invita a que veas al Padre que te
pide vuelvas a casa.
Muchas veces en tu vida escuchaste, y tal vez aún sigues escuchando, a tu mamá o
papá decirte: ten cuidado, vuelve temprano, etc. Y tu actitud ha sido pensar o decir «que me
deje en paz, quiero ser libre para hacer lo que quiero», o «ya tengo familia propia, no me
traten como un niño (a), sé lo que hago». O si en los estudios, el trabajo, en una relación
afectiva dices: «sé lo que hago»; todos estos pensamientos o actitudes son el mismo
comportamiento del hijo que pide su herencia. Es prácticamente decirle a tu papá o mamá
«muérete»; como hija (o) no puedes decirle esto pues es imposible pedirle a un padre o
madre que te deje de amar, aunque tengan 90 años no dejarás de ser su niña(o).
Por otro lado, cuántas veces te has dado golpes fuertes en la vida, tan fuertes que te
han llevado a pensar que tu vida no tiene sentido, que no vale la pena vivir; tal vez porque
te preocupas por el «qué dirán», pues sientes que te juzgan o rechazan, porque tus estudios
no son un éxito, porque no tienes trabajo, porque algo anda mal en tu trabajo, porque algún
proyecto falló, porque saliste embarazada o embarazaste a una chica, o incluso asesinaste o
insististe para que alguien lo hiciera – con el llamado aborto -, etc. En fin, te has caído,
ahora es tiempo que te levantes; reconoce que Dios te da las fuerzas para salir adelante, - si
eres católica (o) – en este periodo de Cuaresma busca un confesor y reconoce tus fallas
como el hijo pródigo. Dios te absuelve de antemano y te espera con los brazos abiertos; si
no eres católica (o) reconoce que te has equivocado y que es necesario enderezar tu camino
reconociendo tu dignidad de persona. Aunque tú no creas también Dios te espera con los
brazos abiertos.
Observa a un niño cuando se cae, mira cómo se levanta y llorando vuelve a los
brazos de su mamá o papá en busca de consuelo; ellos esperan a sus hijos con los brazos
abiertos y curan sus heridas; pues de la misma forma Dios te espera. Reconoce tus
debilidades y vuelve a la casa del Padre que te dice: «Hija(o) vuelve a casa que te espero
con los brazos abiertos». Cuando veas un crucifijo, mira que Cristo está con los brazos
abiertos en espera a que vuelvas a Él, recuerda que con ese gesto siempre te dice:
«Levántate y vuelve a casa.»
«El abrazo de la reconciliación entre el Padre y toda la humanidad pecadora se dio en el
Calvario. Que el crucifijo, signo del amor de Cristo que se inmoló por nuestra salvación,
suscite en el corazón de cada hombre y de cada mujer de nuestro tiempo la misma
confianza que impulsó al hijo pródigo a decir: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré:
Padre, he pecado”. Recibió como don el perdón y la alegría.»
(San Juan Pablo II, Audiencia, 17 de febrero de 1999).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. El día de hoy agradece a tu mamá o papá el gran amor que tienen, o tuvieron, por ti.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Domingo 4 de marzo de 2018
H. Rogelio Suárez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, te pido la gracia de que en esta Cuaresma pueda prepararme bien para vivir junto a Ti, tu
pasión, muerte y resurrección.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 2, 13-25
Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo
a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados con sus mesas.
Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; y
a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían
palomas les dijo: "Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre".
En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: El celo de tu casa
me devora.
Después intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué señal nos das de que tienes
autoridad para obrar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo
reconstruiré". Replicaron los judíos: "Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del
templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?"
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso cuando resucitó Jesús de entre los
muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y
en las palabras que Jesús había dicho.
Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él, al
ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no
necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el
hombre.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La intención del corazón.
En este día la liturgia nos presenta el Evangelio en el que Jesús expulsa a los vendedores
del templo, no queriendo que convirtieran la casa de su Padre en una cueva de ladrones. En
los siguientes versículos vemos el diálogo que tiene con los judíos donde revela su pasión,
muerte y resurrección. Y en la última parte del evangelio, vienen unas palabras en las que
me quiero detener para meditar y prepararnos bien en esta Cuaresma.
«Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en Él, al
ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no
necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque Él sabía lo que hay en el
hombre». «Pero Jesús no se fiaba de ellos.» ¿Por qué? Porque conocía las intenciones de
sus corazones. Él sabía que no lo buscaban por quién era, sino por lo que hacía. No lo
buscaban a Él por ser Dios, sino por las cosas que hacía.
Muchas veces en nuestra vida podemos caer en este error, buscar a Dios sólo por
conveniencia y necesidad en momentos difíciles, pero cuando todo va bien no nos
acordamos de Él. Buscar a Dios en todo momento, en las buenas y en las malas; y cada vez
que nos acerquemos a Él preguntarnos: ¿Qué es lo que busco en Cristo? ¿Busco sólo lo que
Dios me da o busco a Dios mismo? ¿Quiero lo que Dios quiere o lo que yo más quiero?
Ahora nos puede surgir esta pregunta: ¿Jesús se fía de mí? La respuesta es obvia,
claro que se fía, tanto que decidió quedarse en la Eucaristía. Lo que Él busca de nosotros es
que nuestras intenciones siempre sean buenas. Este tiempo de Cuaresma, es excelente para
corregir las intenciones de mi corazón si están desviadas, pues mis intenciones siempre
deben de ir al unísono de la voluntad de Dios.
«La Iglesia nos llama a tener y promover una vida litúrgica auténtica, a fin de que pueda haber
sintonía entre lo que la liturgia celebra y lo que nosotros vivimos en nuestra existencia. Se trata de
expresar en la vida lo que hemos recibido mediante la fe y lo que hemos celebrado. El discípulo de
Jesús no va a la iglesia sólo para cumplir un precepto, para sentirse bien con un Dios que luego no
tiene que “molestar” demasiado. “Pero yo, Señor, voy todos los domingos, cumplo..., tú no te metas
en mi vida, no me molestes”. Esta es la actitud de muchos católicos, muchos. El discípulo de Jesús
va a la iglesia para encontrarse con el Señor y encontrar en su gracia, operante en los sacramentos,
la fuerza para pensar y obrar según el Evangelio.»
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de marzo de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Haré una visita al Santísimo, pidiéndole la gracia del pleno conocimiento de las intenciones
de mi corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lunes 05 de marzo de 2018
H. Michael Vargas, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, ayúdame por favor a experimentar tu amor en cada instante de mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30
En aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo: "Yo les aseguro
que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos
de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo
el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en
Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin
embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria".
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo
sacaron de la ciudad y lo llevaron hacia un precipicio de la montaña donde estaba construida
la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
La experiencia del amor de Dios.
En la vida, es bueno aprender a tener certezas, fundamentos; una roca firme en la cual nos
podemos sentir seguros, afianzarnos, sin que cambie nuestra manera de amar, o sin dejarnos
abatir por las dificultades o inconvenientes que van surgiendo día a día.
Teniendo en cuenta este fundamento en nuestra vida, notaremos que pocas cosas
cambiarán. Sí cambiarán las circunstancias, los lugares, los momentos, incluso las personas,
pero no cambia el hecho de que somos amados por Dios, pues la mayor certeza y fundamento
que podemos tener en la vida, es el experimentar y gozar de este amor que no sólo es
temporal, sino que se vive para toda la eternidad.
Al experimentarlo, como lo experimentaron la viuda y el leproso del Evangelio de
hoy, vemos que en primer lugar, no es un amor en multitud, ya que no somos un número más
en el mundo, al contrario, es un amor personal, de un padre que vela, que ama a cada uno de
sus hijos y que sale al encuentro de aquél que se siente necesitado. Otro aspecto que podemos
descubrir es el hecho de que es un amor sin medida, pues Dios se dona a nosotros aun en los
momentos en que experimentamos la fragilidad humana. Para experimentarlo debemos dejar
abierta la puerta de nuestro corazón, recogernos interiormente e intentar escuchar la dulce y
suave voz de Dios, que susurra, ¡te amo!, en cada momento de la vida.
«Dios no nos ama porque nosotros tengamos ninguna razón que suscite amor. Dios
nos ama porque Él mismo es amor, y el amor tiende, por su naturaleza, a difundirse, a
entregarse. Dios tampoco vincula su benevolencia a nuestra conversión, más bien es una
consecuencia del amor de Dios.»
(Catequesis del Papa Francisco, 14 de junio de 2017)
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Demostraré mi amor a Dios viviendo con alegría ante las dificultades e imprevistos que
surjan en la vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Martes 6 de marzo de marzo
H. Adrián Olvera, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de hacer una experiencia…, una experiencia real de tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas
veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contestó: “No sólo hasta siete,
sino hasta setenta veces siete”.
Entonces Jesús les dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar
cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como
no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas
sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba,
diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor,
lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que
le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le
decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia
conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la
cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey
lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella
deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu
compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los
verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón
a su hermano”.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hacer del Amor una realidad.
El ejemplo de Cristo no simplemente es algo que debemos admirar, que debemos
contemplar o que debemos conocer. Su ejemplo no es como una pintura, un libro o una
canción que, por su hermosura, por su originalidad o su musicalidad nos hace decir: ¡Qué
hermoso…! ¡Qué interesante!
Es verdad que debemos hacer todas estas cosas, admirarlo, contemplarlo, conocerlo;
pero si hay un verdadero encuentro con Aquél que admiramos, con Aquél que
contemplamos, con Aquél que conocemos, vamos a querer plasmar todo aquello de lo que
hemos sido testigos en nuestra vida.
Admirar su paciencia es saber que Dios es paciente con cada uno de nosotros.
Contemplar su misericordia es experimentar que Dios nos perdona. Conocer su amor es
sabernos amado por Él.
Todo inicia con un verdadero encuentro. No con la imagen de Dios, o con la idea
que tenemos de Él pues, cuando es así, el ser paciente o el perdonar depende de la mayor o
menor intensidad de la imagen que tengamos de Él. Sin embargo, cuando verdaderamente
hemos tenido un encuentro con su Amor, con su paciencia y misericordia; cuando hemos
sido nosotros los que hemos sido perdonados, los que han sido amado, es ahí cuando nos
damos cuenta que no simplemente podemos decir: ¡Qué interesante! Nos sentimos
llamados a hacer de ese amor una realidad.
«Como el rey de la parábola, Dios se apiada, prueba un sentimiento de piedad junto con el de la
ternura: es una expresión para indicar su misericordia para con nosotros. Nuestro Padre se apiada
siempre cuando estamos arrepentidos, y nos manda a casa con el corazón tranquilo y sereno,
diciéndonos que nos ha liberado y perdonado todo. El perdón de Dios no conoce límites; va más
allá de nuestra imaginación y alcanza a quien reconoce, en el íntimo del corazón, haberse
equivocado y quiere volver a él. Dios mira el corazón que pide ser perdonado. El problema,
desgraciadamente, surge cuando nosotros nos ponemos a confrontarnos con nuestro hermano que
nos ha hecho una pequeña injusticia.»
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Miércoles 7 de marzo de 2018 H. Rubén Tornero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, una vez más vengo a rendirme a tus pies. Te agradezco todos los beneficios que de tu
mano he recibido y te alabo porque eres simplemente maravilloso.
Aumenta mi fe, ayúdame a creer con firmeza que Tú me amas y que tu amor es más
grande que cualquier pecado o falta que yo pudiera cometer.
Aumenta mi confianza, que no tenga nunca miedo de acercarme a Ti con un corazón
de niño, que no tiene ni miedo ni vergüenza de abandonarse en los brazos de su Papá.
Te amo, pero ayúdame a darme cuenta de que tu amor por mí es mucho más grande
del que puedo si quiera imaginar, y que no depende de lo que ya haga o deje de hacer, pues
me amas por lo que soy y no por lo que hago o dejo de hacer.
Gracias, Jesús, ayúdame a saber escuchar tu voz en esta oración y a acoger de todo
corazón tu palabra. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley a los
profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán
el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. ”Por lo
tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el
menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino
de los cielos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Has venido a darme plenitud.
Jesús, hoy en el Evangelio me dices que no has venido a abolir ni la ley ni los profetas, sino
que has venido para darles plenitud. ¿Cuál es esa plenitud? La del amor.
Tú sabes perfectamente que no existe una norma más grande para el ser humano que
el amor. «Ama y has lo que quieras» decía san Agustín. Una mamá que ama a su hijo no lo
hace caminar por un precipicio para ver hasta dónde puede llegar. Si verdaderamente lo
ama, le mostrará que no lo deja acercarse al precipicio, no porque quiere fastidiarle la vida,
sino porque lo ama y sabe que su vida corre peligro.
Así eres Tú, Jesús, cuando me dices que no has venido a abolir la ley, sino a darle
plenitud. No quieres amargarme la vida, sino que quieres que tenga vida, que sea verdadera
vida y que la tenga en abundancia.
Ayúdame, amado Jesús, a entender que todo lo que me pides, lo haces únicamente
porque me amas y sólo quieres lo mejor para mí. Gracias, porque a veces te preocupas más
por mi vida, por mi verdadera felicidad, de lo que yo mismo me ocupo.
Dame la gracia de aprender a ver todo lo que me mandas y pides como una
expresión concreta de tu amor, y que mi corazón se ensanche de forma que no sea capaz de
negarte nada y, aunque lo haga por mi debilidad, que sea consciente que en tus brazos
siempre podré encontrar a quien me ama y me perdona y me quiere dar la plenitud y
felicidad que tanto anhelo.
«Dentro de nosotros y en la creación —porque vamos juntos hacia la gloria— hay una fuerza que se
desencadena: está el Espíritu Santo. Que nos da la esperanza. Y vivir en esperanza es dejar que
estas fuerzas del Espíritu vayan adelante y nos ayuden a crecer hacia esta plenitud que nos espera en
la gloria.»
(Homilía de S.S. Francisco, 31 de octubre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy haré una visita a Jesús Eucaristía para agradecerle la plenitud que Él ha venido a
traerme.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Jueves 8 de Marzo de 2018
H. José Romero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de poder estar contigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló
el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: “Éste expulsa a los demonios
con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían
una señal milagrosa.
Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: “Todo reino dividido por
luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido
contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con
el poder de Belzebú. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan lo hijos de ustedes? Por
eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso
significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros;
pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y
después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge
conmigo, desparrama”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cristo, mi mentor.
Hace unos años atrás un hermano en la Legión me estaba enseñando a soldar. Todo era
sencillo cuando él estaba allí, los metales se unían y mis ojos quedaban bien, pero cuando me
quedaba solo, era imposible para mí soldar los metales y mis ojos me ardían mucho. Jesús
nos dice que quién no esté con Él en la recolecta desparrama la cosecha. Esto me recuerda
como yo necesitaba al hermano para poder soldar bien, yo necesitaba a mi mentor.
Cristo es mi mentor y mis soldaduras son mis obras cristianas, porque yo no puedo
hacer obras de caridad sin Cristo, jamás las podré hacer si mi corazón está alejado de Dios.
Hay una verdad que me debe de llenar de confianza y es que Cristo, mi mentor, nunca me
abandonará, que Cristo siempre estará conmigo, y esta consciencia me ayudará que no
desparrame en la cosecha, que no falle en el amar.
No ese amor como el de los fariseos que se creían capaces de hacer todo por Dios sin
necesidad de Él. Por eso ellos no pudieron ver a Dios, no pudieron ver a Jesús como lo que
es, el mentor del amor, mi Dios, nuestro Dios. Seamos unos que caminan con Él, que aman
con Él, que somos cristianos solamente con Él
Que en esta Cuaresma dejemos que nuestro corazón se prepare para Dios con la
ayuda de su compañía, que sea Él y sólo Él quien nos enseñe a amar con nuestras obras
cristianas. Dejemos que el mentor del amor transforme nuestro corazón.
«Jesús estaba cerca de la gente, estaba en medio de la gente y la misma gente, no le dejaba que se
fuera. El Señor no tenía alergia a la gente: tocar a los leprosos, los enfermos no le daban repulsión.
Y este ser cercano a la gente, da autoridad. La comparación con los doctores, escribas y sacerdotes
es evidente: estos se alejaban de la gente, en su corazón despreciaban a la gente, la pobre gente,
ignorante, amaban distinguirse, paseando «n las plazas bien vestidos, con la túnica de lujo. Ellos
tenían una psicología clerical: enseñaban con una autoridad clerical. Jesús en cambio estaba
cerquísima de la gente y eso le daba autoridad.»
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de enero de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy haré una obra de caridad con la consciencia de que Cristo está junto a mí.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Viernes 9 de marzo de 2018
H. Jesús Salazar, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ven, Señor, a mi vida para que Tú seas el centro y pueda amar con un corazón como el
tuyo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de
todos los mandamientos?”. Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor,
nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”.
El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es
único y que no hay otro fuera de Él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas
las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y
sacrificios”.
Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de
Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Actitudes para vivir el amor al prójimo.
Es frecuente ver en el Evangelio, como en la vida cotidiana, escenas donde la gente quiere
poner a prueba a Jesús. Hoy meditamos un episodio muy peculiar porque el escriba se está
acercando a Jesús con una actitud humilde, como la de aquél que quiere buscar a Dios con
todas sus fuerzas.
El escriba, como persona conocedora de la fe de Israel, sabía clarísimamente cuál
era el primer mandato de la ley; sin embargo, no basta saber las cosas «de memoria», la
Palabra de Dios se aprende viviéndola. ¿Qué podemos hacer, entonces, en nuestra vida
cotidiana para que amar al Señor y al prójimo sea nuestro motor?
La primera actitud es la escucha humilde de lo que Dios nos pide. El escriba llegó
con esta actitud porque sabía que Jesús tenía para su vida una respuesta diferente;
objetivamente la respuesta fue muy simple, pero las palabras de Jesús iban cargadas de un
mensaje personal para él. Es común que cuando escuchamos a Dios en la Palabra o en
nuestra conciencia, queramos hacernos los sordos, no obstante, no podemos apagar la voz
de Dios que trae lo que más necesitamos.
La segunda actitud es dejar a Dios ser Dios. ¿Qué lugar real ocupa Dios en nuestra
vida? ¿Un lugar marginal, donde nos acordamos de él por tradición, porque «tenemos
que»? ¿O realmente buscamos estar con él aunque sea unos minutos en medio de las
carreras cotidianas. La amistad con Dios es lo más alto a lo que el hombre puede aspirar en
esta vida, y Él nos la ofrece gratis, sin prejuicios, en la confesión y la Eucaristía. Él puede
actuar donde nadie más cree en las posibilidades.
La tercera actitud es la más sencilla de llevar a cabo, pero la que, a su vez, requiere
que pongamos un poco de nuestra parte. Amar al prójimo como a sí mismo implica
renuncia a nuestro ego y ampliar nuestra mirada hacia el que tenemos a la par, no para
criticarlo ni pasarle por encima, sino para ver en él el reflejo vivo de Dios y tratarlo así.
Esta renuncia nos hará sentirnos más ligeros de peso, con más alegría y paz interior. Jesús
no nos pide cosas que Él mismo no haya hecho antes.
Finalmente, pidamos a Dios la gracia de vivir según este amor, para que sea Él
quien reine en nuestros corazones y sea la bondad y el amor de Jesús lo que los otros vean
en nuestros rostros. «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con
todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo».
«El amor al prójimo corresponde al mandato y al ejemplo de Cristo si se funda sobre un verdadero
amor hacia Dios. Es así posible para el cristiano, a través de su dedicación, que haga experimentar a
los demás la ternura procedente del Padre celestial. Para dar amor a los hermanos, hace falta, en
cambio, sacarlo del horno de la caridad divina, mediante la oración, la escucha de la Palabra de
Dios y el sustento de la santa Eucaristía. Con estas referencias espirituales, es posible obrar en la
lógica de la gratuidad y del servicio.»
(Discurso de S.S. Francisco, 25 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy procuraré hablar siempre bien de los demás y, si es posible, tendré un gesto de bondad
con alguien.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sábado 10 de marzo de 2018
H. David Mauricio Sánchez Mejía, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por tu amor por mí, porque me permites cada día levantarme, ver la luz del
sol y la sonrisa en el rostro de aquellos que amo. Aumenta mi fe para descubrirte en todo lo
que me sucede. Aumenta mi esperanza para confiar en Ti en los momentos difíciles. Aumenta
mi amor para ser tu testigo fiel ante mis hermanos, los hombres.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por buenos y
despreciaban a los demás:
"Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El
fariseo, erguido, oraba así en su interior: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los
demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos
veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias'.
El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo
único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: 'Dios mío, apiádate de mí, que soy un
pecador'.
Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo
el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador.
Jesús no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Quiere ayudarlo a
regresar a la gracia y a la comunión con Dios y sus hermanos los hombres. Al final de la
parábola, sin embargo, hay uno justificado y otro no.
Dios desea ardientemente envolvernos en su misericordia y restaurar aquello que
hemos perdido por culpa del pecado. Sólo basta con decir como el publicano: «Dios mío,
apiádate de mí, que soy un pecador», para que el Señor nos tienda la mano y comience a
guiarnos en nuestro caminar.
Su amor llega al punto de dar la vida por nosotros, por cada uno de nosotros, y
quiere que lo aceptemos libremente, reconociendo que tenemos necesidad de Él.
A este punto se borra la diferencia entre el justo y el pecador. Todos, todos,
necesitamos a Dios, su amor y su misericordia.
«Considero necesario dar un paso importante: no podemos analizar, reflexionar, y menos todavía
rezar, sobre la realidad como si nosotros estuviésemos en orillas o senderos diversos, como si
estuviésemos fuera de la historia. Todos tenemos necesidad de convertirnos, todos tenemos
necesidad de ponernos delante del Señor y renovar siempre de nuevo la alianza con Él y decir junto
con el publicano: Dios mío, ten piedad de mí que soy pecador. Con este punto de partida, quedamos
incluidos en la misma “parte” —no separados, incluidos en la misma parte— y nos ponemos ante el
Señor con una actitud de humildad y de escucha.
Justamente, mirar a nuestras familias con la delicadeza con la que las mira Dios nos ayuda a poner
nuestra conciencia en su misma dirección.»
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hablaré con Dios sobre aquel pecado que me cuesta reconocer o me impide acercarme a Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Domingo 11 de marzo de 2018
H. José Torres, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor que, al contemplarte en la cruz, vea con los ojos de mi corazón un signo de amor, de
perdón, de liberación. Dame la gracia de contemplarte como lo hizo tu Madre santísima allí
al pie de la cruz; que sea fuerte y que pueda acompañarla, que la pueda consolar, que pueda
ser otro san Juan que no tenga miedo a la cruz, que sea perseverante hasta el final. Amén
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 3, 14-21
En aquel tiempo, Jesús digo a Nicodemo: ¨Así como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga
vida eterna. ¨Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo
el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo
para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será
condenado; pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de
Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres
prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal,
aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que
obra el bien conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están
hechas según Dios¨.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Contemplar, abrir el corazón a la Luz.
«Así ha de ser elevado el Hijo del Hombre, para quien crea en él tenga vida eterna» y es así
como lo contemplamos. Muchos israelitas en el desierto, con sólo mirar a la serpiente
elevada, fueron curados; pero para nosotros es muy diferente porque no nos basta con
mirar, sino que debemos contemplar. La diferencia radica en que lo que veían los israelitas
fue hecho por las manos del hombre, pero lo que nosotros contemplamos es a Dios, a
Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Para nosotros no basta ver, hay que creer, dice
Jesús en este Evangelio, por eso hay que pedirle que aumente nuestra fe.
Jesucristo no ha venido a juzgar sino a perdonar y si queremos imitarle debemos
pedirle que nos enseñe a ser misericordiosos; que por medio de nuestros gestos y nuestras
palabras, podamos llevar amor, perdón, esperanza a quienes más lo necesita. Y que en este
tiempo de Cuaresma nos permita experimentar su misericordia y nos deje cubrirnos por ese
manto suave, ligero, perfumado de amor, que no se cansa de limpiarnos, que está siempre
esperándonos.
Por último pidamos a María Santísima que nos ayude a ser luz para los demás; que
nuestros actos, nuestros trabajos de la vida cotidiana, sean verdaderas lámparas que
iluminen y acerquen a los demás al amor de Dios.
«Quien ha encontrado a Jesús ha experimentado el milagro de la luz que rasga las tinieblas y conoce
esta luz que ilumina y aclara. Querría, con mucho respeto, invitar a todos a no tener miedo de esta
luz y a abrirse al Señor. Sobre todo querría decir a quien ha perdido la fuerza de buscar, está
cansado, a quien, superado por las oscuridades de la vida, ha apagado el deseo: “¡Levántate, ánimo,
la luz de Jesús sabe vencer las tinieblas más oscuras; levántate, ánimo!”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, al contemplar una imagen de Cristo crucificado reconoceré el gran amor que Dios me
tiene y se lo agradeceré.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lunes 12 de marzo de 2018
H. Jorge Alberto Leaños García, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor Jesús, vengo a encontrarme contigo al inicio del día, para escuchar lo que quieres de
mí. Enséñame a creerte y a seguirte para experimentar tu Palabra que salva.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54
En aquel tiempo, Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo había declarado que
a ningún profeta se le honra en su propia patria. Cuando llegó, los galileos lo recibieron bien,
porque habían visto todo lo que él había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también
ellos habían estado allí.
Volvió entonces a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había
allí un funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír que Jesús había
venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera a curar a su hijo, que se estaba
muriendo. Jesús le dijo: "Si no ven ustedes señales y prodigios, no creen". Pero el funcionario
del rey insistió: "Señor, ven antes de que mi muchachito muera". Jesús le contestó: "Vete, tu
hijo ya está a sano".
Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Cuando iba llegando,
sus criados le salieron al encuentro para decirle que su hijo ya estaba sano. Él les pregunto a
qué hora había empezado la mejoría. Le contestaron: "Ayer, a la una de la tarde, se le quitó
la fiebre". El padre reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: 'Tu hijo ya está
sano', y creyó con todos los de su casa.
Éste fue el segundo signo que hizo Jesús al volver de Judea a Galilea.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La bondad de Dios.
Cuando nos acercamos a Dios infinitamente bondadoso y generoso, ¿qué es lo que
buscamos? La historia del funcionario real puede parecer un espejo que refleja cada una de
nuestras vidas cuando nos hemos acercado a Jesús buscando tan sólo lo que nos puede dar.
Nos podremos haber dirigido a Él pidiendo un milagro con una actitud tal vez egoísta, con
una fe que pudo haberse fundado sobre intereses pasajeros.
Hay una gran dificultad para todas aquellas personas que han recibido abundantes
cosas de parte de este Dios compasivo y misericordioso. Se trata del peligro de confiar en
los milagros que se nos donan y, de este modo, olvidarnos del autor de los milagros.
Los dones personales, los sorprendentes milagros, toda la creación, los podemos ver
como la seguridad sobre la cual fundamos nuestra vida católica.
Detengámonos un momento y examinemos nuestra actitud hacia las cosas de Dios y
hacia Dios. Regresemos a lo que nos narra el evangelio y descubriremos que, al final de
todo, el funcionario y los suyos creyeron. En un inicio puedo haber tenido una fe
convencional pero después de la gracia de Dios esta confianza maduró.
Al final, la fe es creer en Dios por lo que es y no por lo que recibimos de Él. Es un
trabajo de toda la vida… Es difícil.., es complicado… pero busquemos a Dios y todo lo
demás se nos dará por añadidura.
«Antes del alba del día siguiente, Él sale sin que le vean por la puerta de la ciudad y se retira a un
lugar apartado a rezar. Jesús reza. De esta manera quita su persona y su misión de una visión
triunfalista, que malinterpreta el sentido de los milagros y de su poder carismático. Los milagros, de
hecho, son «signos», que invitan a la respuesta de la fe; signos que siempre están acompañados de
palabras, que las iluminan; y juntos, signos y palabras, provocan la fe y la conversión por la fuerza
divina de la gracia de Cristo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2018).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy examinaré mi actitud hacia las cosas de Dios; qué tanto creo en Dios y le pediré
perdón por las veces que lo he buscado sólo para solucionarme mis problemas.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Martes 13 de marzo del 2018
H. Rodrigo Marín, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Señor, aumenta mi esperanza! Ayúdame a confiar que todo lo que me sucede siempre es
para mi bien y a aceptar siempre tu Voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 5, 1-16
En un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a
la puerta de las ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo las
cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban la agitación
del agua. Porque el ángel del Señor descendía de vez en cuando a la piscina, agitaba el agua
y, el primero que entraba en la piscina, después de que el agua se agitaba, quedaba curado
de cualquier enfermedad que tuviera. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho
años enfermo.
Al verlo ahí tendido, y sabiendo que llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo:
"¿Quieres curarte?" Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la
piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo". Jesús
le dijo: "Levántate, toma tu camilla y anda". Y al momento el hombre quedó curado, tomó
su camilla y se puso a andar.
Aquel día era sábado, por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: "No te
es lícito cargar tu camilla". Pero él contestó: "El que me curó me dijo: "Toma tu camilla y
anda". Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te dijo: "Toma tu camilla y anda?". Pero el
que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre.
Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: "Mira, ya quedaste sano. No peques más,
no sea que te vaya a suceder algo peor". Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que
lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en
sábado.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El médico al revés.
Cristo es un médico que hace las cosas al revés. Normalmente, cuando alguien está enfermo
va en busca de un médico o de una cura. Si nos duele la cabeza vamos por una aspirina; si
nos caemos, vamos a que nos enyesen la mano o el pie. Pero nunca viene la medicina ni el
médico hacia nosotros.
Cristo le dijo al hombre del evangelio: ¿Quieres curarte? En esta Semana Santa Cristo,
una vez más, sale a nuestro encuentro. Él sabe más que nosotros mismos de qué estamos
enfermos, pero debemos aceptar nuestras enfermedades.
Dejarnos sumergir en el océano de la misericordia de Dios es la cura de nuestros
males.
Pidámosle a María que nos siga acompañando en estos días previos a la Semana
Santa.
«Jesús tenía autoridad porque se acercaba a la gente. Él “entendía” los problemas de la gente,
entendía los dolores de la gente, entendía los pecados de la gente. Por ejemplo, Jesús entendió bien
que aquel paralítico en la piscina de Betsaida era un pecador y después de haberlo sanado, ¿qué le
dijo? “No peques más”. Lo mismo dijo a la adúltera. El Señor podía decir estas palabras porque era
cercano, entendía, acogía, curaba y enseñaba con cercanía». (Homilía del Papa Francisco, 9 de enero de 2018, en santa Marta)
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. En una visita a Jesús le pediré que sea Él el único que alimente mi alma y que me ayude a
curarme de aquello que me aleja de su amor.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Miércoles 14 de marzo de 2018
H. Cristian Gutiérrez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Gracias, Señor, por todos los dones y bendiciones que día tras día me das. Gracias por tu
misericordia que siempre está cuando más lo necesito. No me abandones nunca de tu mano.
Permíteme conocerte hoy un poco más, experimentar tu amor por mí y buscar corresponderte
de la mejor manera. Enséñame a orar como enseñaste a tus discípulos. María, madre mía,
acompáñame en este rato de oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado):
"Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo". Por eso los judíos buscaban con mayor
empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios,
igualándose así con Dios.
Entonces Jesús les habló en estos términos: "Yo les aseguro: el Hijo no puede hacer
nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo
hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras
todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos
y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a
nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran
al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.
Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida
eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.
Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del hijo
de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo,
también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque
es el Hijo del hombre.
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba
oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para
la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio
es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuatro pistas para acompañar a Jesús.
«Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna
y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida». Quiero detenerme
a meditar esta frase que puede decir mucho a mi vida.
Escuchar tu palabra. Es la primera indicación que me das. Es necesario en este
tiempo de Cuaresma entrar en contacto directo contigo a través de la Escritura. Es allí donde
escucho tu voz, oigo lo que quieres para mí. Basta con un poco de fe y atención para descubrir
los susurros que me das por medio de tu Evangelio.
Creer en el que me envió. La cuaresma es también tiempo de fe. Me invitas a creer
en el Padre que te ha enviado para salvarme. No basta con escuchar, es necesario dar el paso
y creer. Si la Escritura muestra el camino a seguir, la fe es la respuesta, la disposición firme
a ir por esa vía marcada.
Tiene vida eterna. El camino que me muestras es el camino de la salvación. Es un
camino estrecho y difícil, pero de nuevo, no estoy solo: contigo lo puedo recorrer. Como
cristiano no puedo olvidar jamás que me has creado para la vida eterna, y todo lo que hago
en esta vida está en dirección a esa meta.
Pasar de la muerte a la vida. Allí donde se abría un abismo, Tú has tendido un puente
con tu cruz. Pasar de la muerte a la vida era algo que sólo podías hacer Tú. Gracias, Señor,
por la redención con la que me has abierto el paso a la vida de salvación. Gracias, porque
esto es lo que reviviré en esta Semana Santa que se acerca.
Que estas cuatro ideas me sigan ayudando a acompañarte camino de Jerusalén.
«Nuestro tiempo personal alcanzará su plenitud en el encuentro con Jesucristo, el Dios hecho
hombre. Sin embargo, este misterio contrasta siempre con la dramática experiencia histórica. Cada
día, aunque deseamos vernos sostenidos por los signos de la presencia de Dios, nos encontramos
con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer que él está ausente. La plenitud de los tiempos
parece desmoronarse ante la multitud de formas de injusticia y de violencia que golpean cada día a
la humanidad. […] Este río en crecida nada puede contra el océano de misericordia que inunda
nuestro mundo. Todos estamos llamados a sumergirnos en este océano, a dejarnos regenerar para
vencer la indiferencia que impide la solidaridad y salir de la falsa neutralidad que obstaculiza el
compartir. La gracia de Cristo, que lleva a su cumplimiento la esperanza de la salvación, nos
empuja a cooperar con él en la construcción de un mundo más justo y fraterno.»
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy haré algún acto de caridad como respuesta al inmenso amor que Jesús me ha tenido.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Jueves 15 de marzo de 2018
H. Javier Castellanos, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«¡Restáuranos, Dios de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados!
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha; devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
¡Restáuranos, Señor, Dios de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados!» (Del
Salmo 80)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 5, 31-47
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Si yo diera testimonio de mí, mi testimonio no
tendría valor; otro es el que da testimonio de mí y yo bien sé que ese testimonio que da de
mí, es válido.
Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No
es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes
se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante
con su luz. Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha
concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como
enviado del Padre.
El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su
voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes, porque no le creen al que él ha
enviado.
Ustedes estudian las escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues bien,
ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren venir a mí para tener vida! Yo
no busco la gloria que viene de los hombres; es que los conozco y sé que el amor de Dios no
está en ellos. Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro
viniera en nombre propio, a ése sí lo recibirían. ¿Cómo va a ser posible que crean ustedes,
que aspiran a recibir gloria los unos de los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa:
Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés, me creerían a mí,
porque él escribió acerca de mí. Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis
palabras?".
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Reproches y testigos.
Las palabras en el Evangelio de hoy son duras de asimilar. Cristo asume una actitud severa,
casi de enfado y reproche ante aquellos que no lograban abrirse a creer en Él. No deja de
insistir en su anuncio de conversión. ¡Él de verdad quiere que todos los hombres y mujeres
se salven!
Si somos honestos, vemos también en nosotros mismos que hay aspectos que todavía
no agradan a Jesús del todo. Tal vez son cosas pequeñas, detalles; pero para el corazón que
ama ningún detalle es demasiado pequeño. Tal vez son hábitos ya consolidados; pero para el
corazón que ama nunca es tarde, nunca nada es demasiado duro. Y quién sabe si ésta será la
Cuaresma en que hemos podido crecer un poco más en el amor…
El Señor reprocha sin reservas. No lo hace por una especie de amor propio herido; lo
hace porque viene a hablarnos del amor del Padre; lo hace porque viene a darnos lo que en
el fondo del alma tanto ansiamos… ¡Ojalá escuchemos hoy su voz! ¡Ojalá su reproche no sea
en vano!
Éstos son los testigos del reproche: un Padre que ama infinitamente, y un alma –
¡nuestra propia alma! – que tiene sed de vida eterna. El reproche es duro, y pensar en ello nos
incomoda, sin duda. Pero sabemos que en la corrección hay esperanza de cambio, y que
Cristo es el primer interesado en nosotros. ¡Acudamos a Él para tener Vida!
«El testimonio: éste es la gran misionariedad heroica de la Iglesia. ¡Anunciar a
Jesucristo con la propia vida! Me dirijo a los jóvenes: piensa qué quieres hacer con tu vida.
Es el momento de pensar y pedir al Señor que te haga sentir su voluntad. Pero sin excluir,
por favor, esta posibilidad de llegar a ser misionero, para llevar el amor, la humanidad y la
fe a otros países. No para hacer proselitismo, no. Eso lo hacen quienes persiguen otra cosa.
La fe se predica antes con el testimonio y después con la palabra. Lentamente.»
(Audiencia de S.S. Francisco, 2 de diciembre de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy trabajaré por corregir un defecto en mi manera de tratar a los demás (palabras,
actitudes…).
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Viernes 16 de marzo de 2018
H. César Yali Molina Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Concédeme, Señor, poder actuar con prudencia en cada momento.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30
En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos
trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos.
Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó
también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como incógnito. Algunos, que eran de
Jerusalén, se decían: "¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no
le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros
sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde
viene".
Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó: "Con que me conocen
a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el
que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él
me ha enviado". Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque
todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Prudencia y libertad.
El Evangelio del día te invita a ser prudente. Jesús mismo da ejemplo pues, sabiendo que «los
judíos trataban de matarlo», salió hacia Jerusalén para las fiestas y, como dice la Escritura,
«lo hizo sin que la gente se diera cuenta, como incógnito.» Y este modo de actuar no le
impidió hablar con libertad.
El actuar con libertad va de la mano con la prudencia. Cuántas veces te has expuesto
al peligro por falta de reflexión, solamente por satisfacer tus caprichos, por ejemplo: salir a
un evento – fiesta, reunión, concierto, etc., y has regresado a casa a horas poco convenientes.
Puedes notar que Jesús salió a celebrar la fiesta de los campamentos, pero lo hizo con
prudencia; a ti te invita a disfrutar de la vida saliendo con tus amigos y personas de confianza
o realizando cualquier actividad que sea de provecho en todos los ámbitos de tu vida, pero
actuando con prudencia.
Aprende a cuidar tu relación, sea matrimonial o de noviazgo o amistad. Si eres padre
y madre, cuida a tus hijos, conversa con ellos, muéstrales y dales amor más que tecnologías
y cosas superficiales; recuerda que los hijos necesitan el calor de sus papas, más que la
compañía de las institutrices – nanas –, necesitan de tus palabras no de tus mensajes de texto.
Si eres hija(o) y sientes la lejanía de tus padres, comprende que probablemente ellos no lo
hacen por mal, simplemente no saben cómo acercarse a ti y, en el fondo, llevan heridas que
deben de sanar. Jesús cuidó a su familia y a sus discípulos, dejó que ellos fuesen antes y luego
llegó para seguir enseñando.
Tal vez te preguntas qué tiene que ver el cuidar a tu familia con la prudencia en tu
forma de actuar. La respuesta es simple, nuestro comportamiento es un reflejo de lo que
vivimos en nuestro círculo familiar y, cuanto más fuerte sea el lazo familiar, el
comportamiento con los amigos, en el colegio o universidad – si eres joven -, en el trabajo o
proyectos que realices – si eres soltera(o) o casada(o) –, será el de una persona prudente que
sabe vivir la vida siendo libre en su actuar.
«La libertad no es poder hacer siempre lo que se quiere: esto nos vuelve cerrados, distantes y nos
impide ser amigos abiertos y sinceros; no es verdad que cuando estoy bien todo vaya bien. No, no
es verdad. En cambio, la libertad es el don de poder elegir el bien: esto es libertad.»
(S.S. FRANCISCO, Homilía, 24 de abril de 2016)
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Analizaré en qué circunstancias tengo que actuar con más prudencia y procuraré hacerlo.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sábado 17 de marzo
H. Rogelio Suárez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, te pido la gracia de que en esta Cuaresma pueda abrir mi corazón a tu amor.
Cámbiame desde dentro para que con mis obras manifieste tu gran amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 7, 40-53
En aquel tiempo, algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: "Este es
verdaderamente el profeta". Otros afirmaban: "Este es el Mesías". Otros, en cambio, decían:
"¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la
familia de David, y de Belén, el pueblo de David?". Así surgió entre la gente una división
por causa de Jesús. Algunos querían apoderarse de él, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús, volvieron a
donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: "¿Por qué no lo han
traído?". Ellos respondieron: "Nadie ha hablado nunca como ese hombre". Los fariseos les
replicaron: "¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar por él? ¿Acaso ha creído en él
alguno de los jefes o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está maldita.
Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y que era fariseo, les
dijo: "¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha
hecho?". Ellos le replicaron: "¿También tú eres galileo? Estudia las escrituras y verás que de
Galilea no ha salido ningún profeta". Y después de esto, cada uno de ellos se fue a su propia
casa.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dejar que Cristo, su Palabra y la Eucaristía, actúen.
«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble
filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón...» (Hb 4, 12-13)
En este día me quiero centrar en la actitud de los guardias y la actitud de los
fariseos. Los guardias abrieron su corazón a la palabra de Dios y, en cambio, los fariseos
siguieron siendo duros de corazón, no queriendo abrirse.
Los guardias sólo observaron a Cristo, abrieron su corazón a su palabra y cambiaron
de idea. No fueron necesarios los milagros o curaciones, sólo el observar y escuchar. «Me
sedujiste y me dejé seducir» (Jr 20,7) Esta actitud la debemos de tener todos cuando nos
acercamos a Cristo en los momento de oración. Nuestra oración solo debe de consistir en
mirar a Cristo y escuchar su palabra. Debemos de dejar que su palabra penetre en nosotros
hasta los más profundo de nuestro ser y nos cambie. La palabra de Dios nunca es estéril,
siempre fructifica. No perdamos el tiempo delante de Cristo, cuestionándolo sin escuchar y
observar, pues sólo estamos cerrándonos más a su palabra.
Por otro lado, tenemos a los fariseos, que cerraron su corazón y no quisieron creer.
Pero no son sólo los fariseos los que han cerrado sus corazones, también algunos de los que
siguen de cerca a Cristo. La dureza de corazón nos impide conocer plenamente quién es
Cristo y, sobre todo, el no ver lo que Él está haciendo en nuestras vidas. Para poder abrir
nuestro corazón, debemos de tener ese encuentro frecuente con Cristo en la Eucaristía.
Ponernos delante y hacer lo mismo que los guardias, verlo y escucharlo, para que su
palabra me cambie.
«Cuando los corazones se abren al Evangelio, el mundo comienza a cambiar y la humanidad
resucita. Si acogemos y vivimos cada día la Palabra de Jesús, resucitamos con Él.
La Cuaresma que estamos viviendo hace resonar en la Iglesia este mensaje, mientras caminamos
hacia la Pascua: en todo el pueblo de Dios se vuelve a encender la esperanza de resucitar con Cristo,
nuestro Salvador. Que no venga en vano la gracia de esta Pascua, para el pueblo de Dios de esta
ciudad.»
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de marzo de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Haré una visita al Santísimo, para observar y escuchar atentamente lo que Dios quiere decir
a mi corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Domingo 18 de marzo de 2018
H. Michael Vargas, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor Jesús, por favor ilumina mis pasos para conocerte y poder amarte cada día más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 12, 20-33
Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había
algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le pidieron:
"Señor, quisiéramos ver a Jesús".
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y el les
respondió: "Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que
si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá
mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este
mundo, se guardará para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor;
el que me sirve, será honrado por mi Padre.
Ahora que tengo miedo, ¿Le voy a decir a mi Padre: 'Padre, líbrame de esta hora?'
No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre". Se oyó
entonces una voz que decía: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo".
De entre los que estaban allí presentes y oyeron aquella voz; unos decían que había
sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: "Esa voz no ha
venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado
el Príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí".
Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Pasos para conocer a Jesús.
Si queremos avanzar correctamente en el camino de la vida, es necesario tener en cuenta que,
ir dando pasos no será fácil; posiblemente haya momentos de angustia o cansancio, caídas;
incluso se presentarán caminos más sencillos, pero no necesariamente son los mejores o son
caminos que no tienen salida. A imagen de este caminar por la vida, vamos a descubrir bajo
la luz del Espíritu Santo, cuáles son los pasos que debemos dar para avanzar en el camino del
conocimiento de Jesús, el cual, si es bien recorrido, nos hará fecundos y traerá alegría a
nuestra vida, pues con cada paso que demos, se inflamará nuestro corazón de amor por Él.
A ejemplo de estos griegos que habían llegado a Jerusalén, debemos de dar el primer
paso, el de querer conocerlo y decirle: «Señor, queremos verte, queremos conocerte, pues
nadie ama lo desconocido», como nos enseña san Agustín. Por otra parte, para que se dé un
verdadero conocimiento, basta con dar el paso de la renuncia, es él más difícil pues implica
morir a nosotros mismos, a nuestros prejuicios, ideas, opiniones, creencias de lo que es Dios,
y dejar que realmente sea Dios quien toque nuestra vida, no según nuestros esquemas, sino
según su santa voluntad. Hay que pedir, recordando que a aquél que pide se le dará y a aquél
que busca encontrará (Mateo 7, 8)
Finalmente, para conocer a Jesús después de haber dado el paso de la búsqueda, del
querer conocerlo y el de renunciar a uno mismo, hay que dar el paso de la fe, reconociendo
que Jesucristo, ha venido al mundo y ha muerto por amor a cada uno de sus hijos.
«Cada uno de nosotros está en camino. Pensemos en esto: los Apóstoles, los predicadores,
los primeros, tenían necesidad de hacer comprender que Dios ha amado, ha elegido, ha
amado a su pueblo en camino, siempre.»
(Papa Francisco, 11 de mayo de 2017)
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Me esforzaré por tener un verdadero diálogo con Dios y viviré en comunión con Él durante
mi día.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lunes 19 de marzo de 2018
San José, esposo de la Santísima Virgen María
H. Adrián Olvera, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) San José, intercede por mí para poder escuchar, conocer y amar a Dios, para responder con
amor ante aquello que Dios me pida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando
el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se
volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo
que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo,
regresaron a Jerusalén en su busca.
Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores,
escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia
y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: "Hijo mío,
¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de
angustia". Él les respondió: "¿Por qué me andaban buscando? ¿No saben que debo ocuparme
en las cosas de mi Padre?". Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió
con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es necesario callar para escuchar, conocer y amar a Dios.
No hay palabras, no hay reclamos, no hay discursos. No hay más que silencio y
contemplación. Es precisamente esto último lo que nos permite conocer de una manera
profunda a aquél que Dios quiso que fuera el padre de su Hijo en la tierra: san José.
José, al igual que María, no entendieron la respuesta que Jesús les dio. María, por su
parte, conservaba todas estas cosas en su corazón; José, decide callar, decide llevar aquello
que no entendía al silencio pues sabe perfectamente que muchas de las cosas que Dios
revela no se entienden en el momento. Se necesita espacio, se necesita tiempo..., se necesita
silencio.
San José nos enseña que es necesario callar para escuchar, conocer y amar a Dios.
Nos lo enseña con su historia y con sus actos ante la voluntad del Señor.
En su historia es posible que no escuchemos muchas palabras, pero vemos acciones.
Acciones que implican una confianza profunda ante aquello que Dios pide.
Nos muestra que muchas veces no es fácil seguir la voluntad de Dios, sin embargo,
con su silencio, nos revela que es precisamente ahí donde ha encontrado respuesta,
consuelo y esperanza ante lo que a primera vista no se entiende o parece no tener sentido.
Después de tan misteriosa respuesta, Jesús volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto
a su autoridad. Es decir, Jesús tuvo como Padre a san José. Un padre del cual Jesús
aprendió muchas cosas, un padre al que amó como tal. Esto es lo que Dios tenía pensado
para él: ser custodio; ser padre del Hijo de Dios.
Éste era el gran misterio que no era fácil de comprender. Sin embargo, José
contemplaba esta realidad en el silencio ahí donde Dios ilumina lo que la razón por sí
misma no puede alcanzar.
«¡Grande este carpintero! Callado, trabaja, custodia, lleva adelante las debilidades, es capaz de
soñar. Y a él yo quisiera pedir: nos dé a todos nosotros la capacidad de soñar porque cuando
soñamos cosas grandes, cosas bonitas, nos acercamos al sueño de Dios, las cosas que Dios sueña
para nosotros. Que dé a los jóvenes —porque él era joven— la capacidad de soñar, de arriesgar y
tomar las tareas difíciles que han visto en los sueños. Y a todos los cristianos done la fidelidad que
generalmente crece en una actitud adecuada, crece en el silencio y crece en la ternura que es capaz
de custodiar las propias debilidades y las de los otros.»
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de marzo de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Pedir a san José que nos alcance la gracia de poder conocer más profundamente a Jesús.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Martes 20 de marzo de 2018 H. Rubén Tornero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, te doy las gracias por esta oportunidad que me das para poder encontrarme contigo en
la intimidad de la oración. Has estado esperando ardientemente este momento, en que yo
viniera a abrirte mi corazón. Tú ya sabes cuáles son mis dificultades, mis anhelos, mis
sueños… pero te agrada escucharme, hacerme sentir que estás vivo y que quieres jugar un
papel importante en mi vida, si yo te dejo.
Ayúdame, amado Jesús, a abrir el corazón para recibir con amor y atención lo que
hoy quieres decirme. Dame la gracia de fundir mi voluntad con la tuya, y que toda mi vida
no sea sino un acto de alabanza y de agradecimiento por todo lo que Tú has hecho por mí…
pero sobre todo por ser quien eres. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán
en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Dijeron entonces los judíos:
“¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: 'A donde yo voy, ustedes no pueden
venir'?". Pero Jesús añadió: “Ustedes son de aquí abajo y Yo soy de allá arriba; ustedes son
de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados,
porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”.
Los judíos le preguntaron: “Entonces, ¿quién eres Tú?”. Jesús les respondió:
“Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y
mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo he oído decir a él es lo que
digo al mundo”. Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que
Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me
envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”.
Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Quién eres tú?
Muy amada alma:
Hoy has visto que mis palabras hacia los judíos son muy duras y que ellos me preguntan:
¿Quién eres tú?
Sé que muchas veces, sobre todo en los momentos difíciles de la vida, esta misma
pregunta ha brotado en tu alma. Quiero responderte.
Soy alguien que te ama, que solamente quiere tu felicidad. Soy alguien que sufre
contigo y por ti. Soy aquél que también ríe cuando estás alegre, pero también soy aquél que
te ama tanto que estoy dispuesto a sacarte de la esclavitud del pecado.
Muchas veces los que te aman son los que no te molestan, los que dejan que tu vida
siga igual…No. Yo no soy de esos, pues esa actitud se llama indiferencia y no amor.
Porque te amo y sólo quiero tu bien, tu felicidad, soy capaz de dirigirte fuertes
palabras como a los judíos…entiende que vale mil veces más el golpe de un amigo que te
detiene para que no caigas al precipicio, que las palmadas en la espalda de quien es
indiferente ante tu ruina.
¡TE AMO! Y lo hago tanto que estoy dispuesto a romper tu tranquilidad si ella te
llevará a la ruina.
Escuchaste que les dije a los judíos: «A donde yo voy, ustedes no pueden venir.»
¿Sabes a dónde fui? A dar mi vida por cada uno de ellos… ¡a morir por ti! Ellos no podían
venir porque solo mi amor por ti es tan grande que llega hasta el punto de dar mi vida por
ti. Dentro de pocos días, volveré a morir por ti, se renovará el sacrificio que hice y hago por
ti. A ti no te digo que no puedes venir, pues he arrancado tu vida del abismo para ponerla
de nuevo en tus manos. Puedes venir, pero ¿quieres hacerlo?
¿Quieres experimentar el amor tan grande que te tengo? ¿Me permitirías compartir
mi vida contigo?
Ése soy yo, el que te ama...quizá más de lo que tú mismo lo haces. ¿Me dejas
amarte hasta el extremo?
Atte. Jesús
«¿Quién eres tú para cerrar la puerta de tu corazón a un hombre, a una mujer que quiere mejorar,
volver al pueblo de Dios, porque el Espíritu Santo ha tocado su corazón? Que la Cuaresma ayude a
no cometer el error de quien desafió el amor de Jesús hacia el paralítico solo porque era contrario a
la ley. Hay que pedir al Señor por nosotros y por toda la Iglesia una conversión a Jesús, una
conversión a la misericordia de Jesús. Y así la ley será plenamente cumplida, porque la ley es amar
a Dios y al prójimo, como a nosotros mismos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 17 de marzo de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy intentaré hacer un acto de amor para hacer experimentar a los demás el amor que
Cristo les tiene.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Miércoles 21 de marzo de 2018
H. José Romero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme poder ver tu amor paternal.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en Él: “Si se mantienen fieles a mi
palabra, serán verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.
Ellos replicaron: “Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo
dices Tú: Serán libres?”.
Jesús les contestó: “Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo y el esclavo no se
queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad,
serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme,
porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes
hacen lo que han oído en casa de su padre”.
Ellos le respondieron: “Nuestro padre es Abraham”. Jesús les dijo: “Si fueran hijos de
Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la
verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre”. Le
respondieron: “Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a
Dios”.
Jesús les dijo entonces: “Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque Yo salí de Dios y
vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por Él”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La casa de Dios.
Mi mamá creó una mesa en mi casa con fotografías de la familia. Colocó a sus hijos, se
colocó ella con mi papá y finalmente a mi abuela. Al terminar ella pensaba que algo no
estaba bien o que algo faltaba, mi hermano llegó y le solucionó el problema, faltaba mi foto.
Mi mamá, apenada y adolorida, fue y colocó una fotografía mía en el centro de la mesa.
Hacía algunos años que no visitaba a mi mamá, y mi ausencia física la engañó, al
grado de olvidar colocar mi foto en la nueva mesa familiar; pero su amor de madre le decía
que algo estaba mal, que algo faltaba. Este amor es lo que representa la casa de Dios, más
que una cosa física es un hogar donde Dios nos ama y nos protege. Y así como un hijo jamás
se va de su hogar, del amor de la familia, un cristiano jamás se va de la casa de Dios, del
amor del Padre.
Pero todos nosotros sabemos que hay familias con problemas, donde el padre jamás
se ha portado como uno o donde el hijo solamente es un huésped, no un verdadero hijo. Dios,
en cambio, es un verdadero padre amoroso y fiel. Nosotros, en algunas ocasiones, no nos
comportamos como verdaderos cristianos; algunas veces queremos irnos de la casa de Dios.
Pero sabemos que nuestra felicidad está en que nuestra fotografía esté en la mesa, que nunca
nos vayamos del hogar familiar, que siempre estemos en el corazón de Dios.
Un hijo de verdad respeta a sus padres porque los ama. Un cristiano de verdad se
comporta como hijo de Dios cuando sólo desea hacer la voluntad de Dios; le obedece
porque sabe que Dios sólo desea lo mejor para él y basa todo en el amor que existe entre
Dios y él, entre el Padre y el hijo. Un hijo siempre confía en su papá porque sabe que lo
ama y ésta debe ser la confianza que debemos darle al amor que Dios nos tiene, una
confianza de hijo que se sabe amado.
Un verdadero hijo de Dios es completamente feliz porque es consciente del amor de
Dios, y es libre porque el pecado no es el camino que desea tomar. Pero, algunas veces, por
debilidad me voy de la casa, pero jamás me voy del hogar, jamás me voy de la casa de
Dios, quien jamás deja de amarme. Por ser su hijo, mi fotografía estará en la mesa familiar,
por ser cristiano habitaré por siempre en el corazón de Dios.
«Para consolidar nuestra relación de pertenencia al Señor Jesús, el Espíritu nos hace entrar en una
nueva dinámica de fraternidad. Por medio del Hermano universal, Jesús, podemos relacionarnos
con los demás de un modo nuevo, no como huérfanos, sino como hijos del mismo Padre bueno y
misericordioso. Y esto hace que todo cambie. Podemos mirarnos como hermanos, y nuestras
diferencias harán que se multiplique la alegría y la admiración de pertenecer a esta única paternidad
y fraternidad.»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de mayo de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Descubrir los detalles del amor paternal de Dios en mi vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Jueves 22 de marzo de 2018
H. Jesús Salazar, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Transforma mi vida, Señor, para que cada día pueda vivir más unido a Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 8, 51-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no
morirá para siempre".
Los judíos le dijeron: "Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque
Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: 'El que es fiel a mis palabras no
morirá para siempre'. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los
profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?".
Contestó Jesús: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que
me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: 'Es nuestro Dios', aunque no lo
conocen. Yo en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso
como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se
regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello". Los judíos le
replicaron: "No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?". Les respondió Jesús: "Yo
les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy". Entonces recogieron piedras
para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dejarse encontrar por Cristo.
Para quienes nos acercamos a la Palabra de Dios, en ocasiones puede ser un bálsamo, un
consuelo, un llamado, o una invitación a cambiar algo en nuestras vidas como espada de
doble filo (Hb 4:12), también puede ser un motivo de rechazo como le ocurrió a Jesús hoy
en el evangelio.
Jesús anuncia la Palabra sin miedo y con la verdad; Él es como esos médicos que
visitábamos de niños de los cuáles lo único que sabíamos era que nos iban a recetar una
inyección dolorosa o una amarga medicina. Obviamente los niños odian estas cosas, pero la
mamá los logra convencer de que eso les hará bien y efectivamente eso sucede. Las palabras
de Jesús enojaron mucho a los judíos que lo oían, pero para quienes verdaderamente
aceptaron el mensaje de Jesús, la medicina era una esperanza gigantesca. ¡Quien cumpla mi
palabra no morirá jamás!
En nuestra vida cotidiana, en ocasiones, vivimos como esta gente que escuchó al
Señor rechazándolo y le decimos, ¿quién pretendes ser tú? Pero la fuerza del amor contenida
en la persona de Jesús nos hace la misma promesa de vida eterna. ¿Qué significa entonces
cumplir la palabra de Dios? No se trata de vivir con miedo o hacer las cosas por
cumplimiento, cumplir la palabra de Dios es dejar que la gracia actúe en nosotros para que
seamos el rostro, las manos, la voz, la sonrisa visible de Cristo en la tierra; para que nuestros
hermanos que aún no han conocido a Dios o han conocido una idea equivocada de Dios, se
extrañen de la alegría que brota de un corazón que tiene a Cristo. Una relación profunda con
el Señor no es saberse mil cosas de Él de memoria, es dejarse transformar poco a poco. Somos
débiles y creemos que no avanzamos, pero cada oración salida del corazón, cada comunión,
cada acto de bondad nos va asemejando más a Jesús hasta que la unión sea tan profunda que
podamos decir «Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20), así
empezamos con pequeños pasos a vivir el cielo en la tierra.
«Cada uno podría decir: Yo soy un buen cristiano, voy a misa el domingo, hago obras de
misericordia, recito las oraciones, educo bien a mis hijos, y esto está muy bien. Tú has hecho todo
esto: ¿pero has entrado en el misterio de Jesucristo?, eso que tú no puedes controlar. Un verdadero
testigo, uno que ha encontrado a Jesucristo y se ha dejado encontrar por Él y ha entrado en el
misterio de Jesucristo que nos amó, se entregó a la muerte por nosotros, que nos ha hecho justos
delante de Dios, que ha perdonado todos los pecados, también las raíces del pecado: entrar en el
misterio del Señor.»
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de octubre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Intentaré vivir esta semana de manera que cuantos traten conmigo, sientan la bondad de Dios.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Viernes 23 de marzo de 2018
H. David Mauricio Sánchez Mejía, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias por este día. Gracias porque permites que tenga este rato para estar contigo y
escuchar tu voz. En estos últimos días de la Cuaresma ayúdame a redoblar mis esfuerzos
para despegarme de todo aquello que me aleja de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo.
Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál
de ellas me quieren apedrear?”.
Le contestaron los judíos: “No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino
por blasfemo, porque Tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios”. Jesús les
replicó: “¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí
se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede
equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman
blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me
crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan
comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de
él, pero se les escapó de las manos.
Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en
un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: “Juan no hizo ningún signo;
pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”. Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Reconocer la obra de Dios.
«Aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre
está en mí y Yo en el Padre».
Los judíos tomaron a Jesús e intentaron apedrearlo. Vieron los milagros que hacía y
aun así no le creyeron. Cuántas veces nosotros también intentamos apedrear a Jesús. Lo
apedreamos cuando no confiamos en Él, cuando intentamos solucionar todo por nuestra
cuenta sin requerir su ayuda. "Es verdad, Señor, puedes hacerlo todo, pero esto..."
Hay días en los que estamos agradecidos por el don de la vida, por nuestra familia,
por nuestra salud; y tal vez, a través de una boda, un bautismo, o simplemente un abrazo,
una caricia, hemos contemplado brevemente la sonrisa de Dios que obra en nuestras vidas.
En estos momentos es fácil confiar en Dios.
Pero cuando llega el dolor a nuestra vida, la muerte de un ser querido, la herida de
una traición, las dificultades económicas, no es tan claro que Dios está ahí. Sin embargo, Él
sigue trabajando en nuestras vidas, ya que sabemos que «en todas las cosas interviene Dios
para bien de los que le aman.» (Rm 8,28)
Pidamos a Dios su gracia para abrir nuestros ojos y reconocer su obra en nuestras
vidas.
«La Palabra de Dios disgusta siempre a ciertos corazones. La Palabra de Dios fastidia cuando tienes
un corazón duro, cuando tienes un corazón de pagano. Porque la Palabra de Dios te interpela a ir
adelante, buscándote y quitándote el hambre con ese pan del que hablaba Jesús. En la historia de la
Revelación, tantos mártires han sido asesinados por fidelidad a la Palabra de Dios, a la Verdad de
Dios.»
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de abril de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Dialogar con Dios sobre aquello que me impide confiar en Él plenamente.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sábado 24 de marzo de 2018
H. José Torres, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Padre, yo sé que Tú siempre me estás cuidando y guiando. Pensar en tu Providencia llena
mi alma de paz, porque además de que me amas intensamente y con ternura, llevas las
riendas del universo y pones todo al servicio de ese amor. Señor, confío en Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 11, 45-56
En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que
Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los
fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: “¿Qué
será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así,
todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación”.
Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
“Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el
pueblo y no que toda la nación perezca”. Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que,
siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por
la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos.
Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.
Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a
la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron
a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían
unos a otros: “¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Transformar lo ordinario en extraordinario.
Con las palabras de Caifás se firma una sentencia, con esas palabras se comienza a ponerle
fin a la vida del Maestro, a la vida de nuestro redentor.
¿Cuántas veces Dios nos pedirá que nos ofrezcamos para salvar a otras almas?
Quizás eso no pase nunca, pero nosotros tenemos todos los días los medios y la posibilidad
de ayudar a Cristo en esto. Con nuestro trabajo cotidiano, con nuestra vida ordinaria, allí en
nuestros puestos de trabajo, en el hogar, es cuando Cristo nos pide que seamos fieles, que lo
ofrezcamos y lo hagamos de cara a Dios.
Las cosas pequeñas son los momentos para agradar a Dios, los detalles en el trato
con las personas que más me cuesta tratar, el servicio abnegado y desinteresado, sin esperar
nada a cambio. En ocasiones nuestros grandes sacrificios, nuestro sí a Dios va a ser solo
una sonrisa, sí algo así de simple. Dios no nos pide cosas extraordinarias, al contrario,
nuestro fin es transformar lo ordinario en extraordinario.
Cada vez que decimos venga tu reino, le pedimos que su reino se haga presente en
nuestra vida ordinaria para, de ese modo, transformarla; que nuestros trabajos ya no sean
una obligación más, porque, ¿qué diferencia tendría con la obligación o la responsabilidad
de alguien que lo hace sólo por el dinero, o por vanagloriarse de sus cualidades? La
diferencia es que nosotros queremos que el reino de Cristo se haga presente, que sea Cristo
el centro, nuestro motor y, desde allí, todo tendrá un color, un sabor especial.
«Invoquemos la intercesión de María, Madre de la Iglesia, que sufrió en primera persona la
marginación causada por las calumnias y el exilio, para que nos conceda el ser siervos fieles de
Dios. Ella, que es la Madre, nos enseñe a no tener miedo de acoger con ternura a los marginados; a
no tener miedo de la ternura. Cuántas veces tenemos miedo de la ternura. Que Ella nos enseñe a no
tener miedo de la ternura y de la compasión; nos revista de paciencia para acompañarlos en su
camino, sin buscar los resultados del éxito mundano; nos muestre a Jesús y nos haga caminar como
Él.»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy trataré con amabilidad a las personas que más me cuesta tratar.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Domingo 25 de marzo de 2018
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor
H. Jorge Alberto Leaños García, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) En este especial periodo de conversión ayúdame a transformar mi actitud para saber pedir
perdón por mis caídas y, al mismo tiempo, para tomar un renovado aliento en todo lo que
me pidas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 1-15,47
Andaban buscando apresar a Jesús a traición y darle muerte
Faltaban dos días para la fiesta de Pascua y de los panes Ázimos. Los sumos sacerdotes y los
escribas andaban buscando una manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero
decían: "No durante las fiestas, porque el pueblo podría amotinarse".
Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura
Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso, en Betania, llegó una mujer
con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y derramó el perfume
en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados: "¿A qué viene este derroche de
perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres".
Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó: "Déjenla, ¿por qué la molestan? Lo que ha hecho
conmigo está bien, porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos
cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que podía. Se ha
adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo les aseguro que en cualquier parte
del mundo donde se predique el Evangelio, se recordará también en su honor lo que ella ha
hecho conmigo".
Le prometieron dinero a Judas Iscariote
Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús.
Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero, él andaba buscando una buena ocasión para
entregarlo.
¿Dónde está la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le
preguntaron a Jesús sus discípulos: '¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de
Pascua?". Él les dijo a dos de ellos: "Vayan a la cuidad. Encontrarán a un hombre que lleva
un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: 'El Maestro manda
preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?'. Él
les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena".
Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y
prepararon la cena de Pascua.
Uno de ustedes, que está comiendo conmigo, me va a entregar
Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les dijo:
"Yo les aseguro que uno de ustedes, me va a entregar: uno que está comiendo conmigo, me
va a entregar". Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro: "¿Soy yo?"
Él respondió: "Uno de los Doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo. El Hijo
del hombre va a morir, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!
¡Más le valiera no haber nacido!".
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la nueva alianza
Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus
discípulos, diciendo: "Tomen: esto es mi cuerpo". Y tomando en sus manos una copa de vino,
pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo:
"Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no
volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".
Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres
Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo:
"Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está escrito: "Heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas; pero cuando resucite, iré por delante de ustedes a Galilea". Pedro
replicó: "Aunque todos se escandalicen, yo no". Jesús le contestó: "Te aseguro que tú hoy,
esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres". Pero él
insistía: "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré". Y los demás decían lo mismo.
Empezó a sentir terror y angustia
Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: "Siéntense aquí
mientras hago oración". Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó a sentir terror y
angustia, y les dijo: "Tengo el alma llena de una tristeza mortal. Quédense aquí, velando".
Se adelantó un poco, se postró en tierra y pedía que, si era posible, se alejara de él aquella
hora. Decía: "Padre, tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no se haga lo que yo
quiero, sino lo que tú quieres".
Volvió a donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
"Simón, ¿estás dormido? ¿No has podido velar ni una hora? Velen y oren, para que no caigan
en la tentación. El espíritu esta pronto, pero la carne es débil". De nuevo se retiró y se puso
a orar, repitiendo las mismas palabras. Volvió y otra vez los encontró dormidos, porque
tenían los ojos cargados de sueño; por eso no sabían qué contestarle. Él les dijo: "Ya pueden
dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora. Miren que el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor".
Deténganlo y llévenlo bien sujeto
Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él, gente con
espadas y palos, enviada por los sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había
dado una contraseña, diciéndoles: "Al que yo bese, ése es. Deténganlo y llévenselo bien
sujeto". Llegó, se acercó y le dijo: "Maestro", y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron.
Pero uno de los presentes desenvaino la espada y de un golpe le cortó la oreja a un criado del
sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo: "¿Salieron ustedes a prenderme con espadas
y palos, como si se tratara de un bandido? Todos los días he estaba entre ustedes enseñando
en el templo, y no me han apresado. Pero así tenía que ser para que se cumplieran las
Escrituras". Todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto nada
más con una sábana y lo detuvieron; pero él soltó la sabana y se les escapó desnudo.
¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote y se reunieron todos los pontífices, los
escribas y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo
sacerdote y se sentó con los criados, cerca de la lumbre, para calentarse.
Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban una acusación contra Jesús
para condenarlo a muerte y no lo encontraban.
Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones contra él, los testimonios no
concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y dijeron: "Nosotros lo hemos oído
S. "Nosotros le hemos oído decir: 'Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres
días construiré otro no, edificado por los hombres'". Pero ni aún en esto concordaba su
testimonio. Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús: "¿No tienes
nada que responder a todas esas acusaciones?". Pero él no le respondió nada. El sumo
sacerdote le volvió a preguntar: "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?". Jesús
contestó: "Sí lo soy. Y un día verán como el Hijo del hombre está sentado a la derecha del
Todopoderoso y como viene entre las nubes del cielo". El sumo sacerdote se rasgó las
vestiduras exclamando: "¿Qué falta hacen ya más testigos? Ustedes han oído la blasfemia.
¿Qué les parece?". Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y
tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían: "Adivina quién fue", y los criados también le
daban de bofetadas.
No conozco a este hombre del que ustedes hablan
Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Llegó una criada del sumo sacerdote, y al
ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y dijo: "Tú también andabas con Jesús
Nazareno". Él lo negó, diciendo: "Ni sé ni entiendo lo que quieres decir". Salió afuera hacia
el zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes: "Ése
es uno de ellos". Pero él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a
Pedro: "Claro que eres uno de ellos, porque eres galileo". Pero él se puso a echar maldiciones
y a jurar: "No conozco a ese hombre del que hablan". Enseguida cantó un gallo por segunda
vez. Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho Jesús: "Antes de que cante
el gallo dos veces, tú me habrás negado tres", y rompió a llorar.
¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?
Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el
sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste
le pregunto: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Él respondió: "Si lo soy". Los sumos sacerdotes
lo acusaban de muchas cosas. Pilato le pregunto de nuevo: "¿No contestas nada? Mira de
cuantas cosas te acusan". Jesús ya no le contesto nada, de modo que Pilato estaba muy
extrañado. Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos pidieran.
Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un
homicidio en un motín. Vino la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les
dijo: "¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?". Porque sabía que los sumos sacerdotes
se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que
pidieran la libertad de Barrabás. Pilato les volvió a preguntar: "¿Y qué voy a hacer con el que
llaman rey de los judíos?". Ellos gritaron: "¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Pues ¿qué mal ha
hecho?". Ellos gritaron más fuerte: "¡Crucifícalo!". Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les
soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.
Le pusieron una corona de espinas
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón.
Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían
trenzado, y comenzaron a burlarse de él, dirigiéndole este saludo: "¡Viva el rey de los
judíos!". Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se
postraban ante él. Terminadas las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le
pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.
Llevaron a Jesús al Gólgota.
Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo,
Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere
decir lugar de "la Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo aceptó. Lo
crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver que le tocaba a cada uno.
Fue contado entre los malhechores
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El
rey de los judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Así se cumplió la Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores
Ha salvado a otros y a sí mismo no se puede salvar
Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: "¡Anda! Tú que
destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz". Los
sumos sacerdotes se burlaban también de él y le decían: "Ha salvado a otros, pero a sí mismo
no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos
y creamos". Hasta los que estaban crucificados con él también lo insultaban.
Y dando un fuerte grito, Jesús expiró
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres,
Jesús gritó con voz potente: "Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?" (Que significa: Dios mío, Dios
mío, ¿porque me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Miren, está
llamando a Elías". Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se
la acercó para que bebiera, diciendo: "Vamos a ver si viene Elías a bajarlo". Pero Jesús, dando
un fuerte grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan y guardan silencio unos instantes.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El oficial romano que estaba
enfrente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: "De veras este hombre era Hijo de Dios".
Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde lejos; entre ellas,
María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José) y Salomé, que cuando
Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas otras muchas que habían
venido con él a Jerusalén.
José tapó con una piedra la entrada del sepulcro
Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea,
miembro distinguido del sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios. Se presentó con
valor ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto, y
llamando al oficial le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el
oficial, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana, bajó el cadáver, lo envolvió en
la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada
del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José se fijaron en dónde lo ponían.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Los pensamientos de Dios.
En este Domingo de Ramos el Evangelio nos puede meter en los pensamientos de Dios.
Veamos las circunstancias y con gran facilidad podemos darnos una idea de aquello que
habrá estado pensando.
Entra como rey a la gran Jerusalén, en donde calles, plazas y casas traen a la
memoria los sucesos que dentro de pocos días cambiarán la dignidad del hombre por el
precio de la sangre de Dios.
Al ir entrando a la ciudad pudo ver a lo lejos un segundo piso de una casa que
inmediatamente le habrá hecho pensar en aquella cena donde, con palabras que resonarían a
lo largo de los siglos, decidirá acompañar a cada nueva generación, a cada familia unida o
desunida, a cada alma abandonada en el amor. Habrá recordado este Jueves Santo en donde
nos dejará el don de su propia persona.
Entra aclamado por las calles sobre un burrito y, viendo a todo aquel que le rodeaba,
pudo haber pensado en los duros insultos de ese Viernes Santo… callado como manso
cordero seguirá caminando debajo de una cruz que le recordará el peso de nuestros
pecados.
Sigue avanzando y llega el momento en que ve levantarse el templo de Jerusalén;
pudo haber visto en su imaginación la tarde en la que sería levantado sobre la cruz.
Este domingo, este Evangelio nos prepara para esta Semana Santa. Nos pone a dar
un ágil vistazo sobre los sucesos que han cambiado el rumbo de la humanidad, han
cambiado cada una de nuestras vidas y sostendrán todas nuestras esperanzas.
«Esta celebración tiene como un doble sabor, dulce y amargo, es alegre y dolorosa, porque en ella
celebramos la entrada del Señor en Jerusalén, aclamado por sus discípulos como rey, al mismo
tiempo que se proclama solemnemente el relato del evangelio sobre su pasión. Por eso nuestro
corazón siente ese doloroso contraste y experimenta en cierta medida lo que Jesús sintió en su
corazón en ese día, el día en que se regocijó con sus amigos y lloró sobre Jerusalén.»
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de abril de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Después de mucho contemplar, analizaré cómo he recibido a Jesús en mi vida para de ahí
hacer un propósito sobre cómo voy a vivir la Semana Santa.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lunes 26 de marzo del 2018 Lunes Santo
H. Rodrigo Marín, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) ¡Señor, me has dado tanto! Hoy quiero pedirte que me ayudes a experimentar el dulce
perfume de tu presencia en mi vida. Déjame sentarme a tus pies y escuchar lo que me quieres
decir hoy. Enséñame a amarte cada día más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado
de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que
estaban con Él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy
costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó
con la fragancia del perfume.
Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó:
“¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”.
Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su
cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.
Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura;
porque a los pobres sostendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”.
Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió,
no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre
los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él,
muchos judíos se separaban y creían en Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Un buen perfume.
Estamos a una semana de la pasión del Señor. Jesús va a una casa donde es recibido por sus
amigos. Es María quien se tira a sus pies y derrama sobre ellos el perfume tan caro que
seguramente había adquirido con mucho esfuerzo.
¿Cuál es el perfume que tenemos nosotros, el que con tantos esfuerzos hemos
conseguido, el que nos ha costado sudor y sangre conseguirlo y que Cristo está deseoso de
que lo derramemos en sus pies?
Dios premia siempre la generosidad con la que actuamos en nuestra vida. Esta
Semana Santa que está comenzando es una semana para dar, para acompañar a Cristo, para
amarlo.
Pidámosle a María que nos de la gracia de darle todo lo que Dios quiere de nosotros.
«Pensemos en la pecadora en la casa de Simón: entraba allí, desesperada, lloraba,
despeinada, con el perfume en la mano. Y Simón la miró y dijo: “Descarada, ¡si este fuera
profeta y supiera quién es esta!”. Esa mujer corrió el riesgo de ser juzgada. Como la
samaritana arriesgó cuando empezó a discutir con Jesús: como adúltera que era, arriesgó y
encontró la salvación. Las mujeres arriesgan más que los hombres: es verdad, son más
buenas y esto debemos reconocerlo. Seguir a Jesús no es fácil pero es bonito y siempre se
arriesga, y muchas veces se convierte en ridículo. Pero se encuentra una cosa importante:
tus pecados son perdonados».
(Homilía del Papa Francisco, 13 de enero de 2017, en santa Marta)
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. En una visita a Jesús le pediré que sea Él el único perfume de mi vida. Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Martes 27 de marzo de 2018
Martes Santo
H. Jesús Salazar, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame un corazón agradecido que pueda amarte a pesar de mis muchos errores.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió
profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los
discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de
ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una
seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?”. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le
preguntó: “Señor, ¿quién es?”. Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan,
que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado,
entró en él Satanás.
Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno
de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su
cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a
los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre
y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará
en sí mismo y pronto lo glorificará.
“Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los
judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’ ”. Simón Pedro
le dijo: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó:
“¿Con que darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas
negado tres veces”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Encuentro, gratitud y compromiso.
Con el Evangelio que meditamos hoy, Jesús nos quiere preparar para que vivamos los días
que nos quedan de esta Semana Santa de una forma más intensa y en primera persona. Nos
encontramos en el momento más crucial de Jesús con sus discípulos -su último momento
juntos-.
Después de estar tres años con Él, sus discípulos se han acostumbrado a verlo; han
vencido dificultades juntos, se han divertido, han visto los milagros, pero en este último
momento, están solos con el Maestro. Éste es el momento donde entramos cada uno de
nosotros en el Evangelio. En él nos vemos reflejados todos sin excepción.
En primer lugar, ¿quién no ha rechazado a Cristo y lo ha vendido por obtener un «bien
aparente»? Judas Iscariote siempre aparece como el villano de la película, pero nosotros
también tenemos un papel en él. Cuando nos dejamos llevar por el mal, entran las tinieblas
en nosotros, nuestros ojos no brillan igual, buscamos escondernos de Dios, vemos nuestra
desnudez y queriendo cubrirla nos sentimos más vacíos. Pero lo peor no es esto, lo peor es
que no se dejó perdonar juzgándose él mismo.
La segunda actitud que encontramos es la del héroe. ¿Quién más que Juan acompañó
al Señor hasta su muerte? Esta actitud de valentía Juan no la logró solo, únicamente pudo
acompañar al Maestro hasta el final porque confió en Dios y le fue dada la gracia. Por sus
propias fuerzas era imposible que se hubiera mantenido al pie de la cruz con el temor a que
fuera él el próximo crucificado. La verdadera actitud heroica en este caso es el amar y sentirse
amado, ése es el motor del apóstol.
La tercera actitud es la actitud de la emoción. Pedro precipitadamente le dice a Jesús
que lo seguirá donde sea. Jesús, conociendo el corazón de Pedro, sabía que lo iba a negar,
que se iba a equivocar, pero Pedro seguía insistiendo que no. Llegada la hora, Jesús tuvo
razón. La traición de Judas y la de Pedro fueron exactamente iguales de dolorosas para Jesús.
¿Dónde está la diferencia? Pedro se dejó perdonar, y su emoción repentina se transformó en
fuerza para cambiar de vida. De ahora en adelante el centro de su vida sería Jesús, aquel
hombre que lo perdonó ya resucitado.
El encuentro personal con Jesús no nos puede dejar indiferentes, del encuentro brota
la gratitud del que se siente amado y perdonado y de la gratitud brota el compromiso ¿Qué
voy a hacer ahora que Cristo se cruzó en mi vida?
«La fe nos abre a tener un amor concreto, no de ideas, concreto, de obras, de manos tendidas, de
compasión; que sabe construir y reconstruir la esperanza cuando parece que todo se pierde. Así nos
volvemos partícipes de la acción divina, esa que nos describe el apóstol Juan cuando nos muestra a
Dios que enjuga las lágrimas de sus hijos. Y esta tarea divina Dios la hace con la misma ternura que
una madre busca secar las lágrimas de sus hijos. Qué linda pregunta la que nos puede hacer el Señor
a cada uno de nosotros al final del día: ¿cuántas lágrimas has secado hoy?»
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Buscaré encontrarme con el Señor y le preguntaré: qué quieres de mí. Y le responderé con
gratitud y compromiso, confiando en su gracia.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Miércoles 28 de marzo de 2018
Miércoles Santo
H. Jorge Alberto Leaños García, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
En este especial periodo de conversión, ayúdame, Señor, a transformar mi actitud para
saber pedir perdón por mis caídas y, al mismo tiempo, para tomar una renovado aliento en
todo lo que me pidas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes
y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?”. Ellos quedaron en darle treinta monedas
de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le
preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. Él respondió: “Vayan
a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar
la Pascua con mis discípulos en tu casa’”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y
prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro
que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a
preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?”. Él respondió: “El que moja su pan en el
mismo plato que Yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está
escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera
a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso
soy yo, Maestro?”. Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Acaso soy yo maestro?
Estamos por entrar al núcleo de la Semana Santa; el Evangelio nos pone sobre un importante
personaje que nos ayuda a meditar en los momentos que le hemos fallado a Dios. Pero más
aún, para pensar en aquellas caídas de las cuales no hemos querido levantarnos como Dios
lo hubiese deseado.
Judas dejó de creer. Cayó en la indiferencia después de haber visto lo que tantos
profetas y reyes añoraban contemplar. Comenzó a pensar con una mentalidad puramente
terrenal. Podemos decir que fue el discípulo que no quiso confiar, no quiso ver, no quiso…
y Dios respetó ese deseo, no se impuso, pues nos ha regalado, misteriosamente, la libertad
para elegir.
Aquel discípulo es el hombre con el que nos podemos comparar cuando no queremos
responder a la llamada de Dios. Es difícil hacer esta comparación, pues se trata de recordar
el «no» que le pudimos haber dado a Dios. Judas, tal vez un poco tarde, se dio cuenta de sus
actos. Y, sin querer ser guiado por el Espíritu Santo, hizo lo que sus impulsos le indujeron
hacer. Los malos sentimientos se apoderaron de él para actuar como lo hizo y no supo
levantarse.
En esta Semana Santa contemplemos y meditemos las llagas que fueron causa de cada
uno de nuestros pecados y busquemos la oportunidad de sanarlas.
«Para mí, la figura que más me hace pensar en la actitud del Señor con la oveja perdida es la actitud
del Señor con Judas. La oveja descarriada más perfecta en el Evangelio es Judas. Él es un hombre
que siempre, siempre tenía algo de amargura en el corazón, algo para criticar de los demás, siempre
distanciado: un hombre que no conocía la dulzura de la gratuidad de vivir con todos los demás. Y
dado que esta oveja no estaba satisfecha, escapaba. Judas escapaba porque era un ladrón, otros son
lujuriosos e igualmente escapan porque existe esa tiniebla en el corazón que les aleja del grey.
Estamos ante esa doble vida que existe en tantos cristianos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Meditar en la pasión de Nuestro Señor y pedirle perdón por las veces que le hemos
traicionado.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Jueves 29 de marzo de 2018 Jueves Santo, cena del Señor
H. César Yali Molina Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesucristo, concédeme aprender a despojarme de mí mismo y amar hasta el extremo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este
mundo al Padre habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo. En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas
Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto
en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó
de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina
y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?”.
Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más
tarde”. Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no
tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies,
sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse
más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”.
Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos están limpios”.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les
dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor,
y dicen bien, porque lo soy. Pues si Yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies,
también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo
que Yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ama hasta el extremo.
El Evangelio de hoy te invita a amar a los tuyos hasta el extremo, con conciencia que tú y los
tuyos vienen de Dios y al Él regresarán.
La pregunta que rápidamente viene a la mente es: ¿Cómo amar hasta el extremo? Y
el Evangelio dice que Jesús se levantó, se quitó la túnica, tomó una toalla y se la ciñó a la
cintura; ahora tú, ¿cómo harás? Primero levántate después de la caída – proyectos poco
exitosos (sean laborales o personales), estudios, relaciones sentimentales o familiares – es
decir, vuelve a empezar sabiendo que Dios te ama y te invita a amar. Segundo, quítate la
túnica, es decir despójate de lo que te impide crecer como persona – soberbia, orgullo,
vanidad – reconócete necesitado de la gracia de Dios y de la ayuda de los tuyos. En el
Evangelio, Pedro, sintiéndose necesitado de mucha gracia divina, le dice a Jesús que le lave
«no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza». Tercero, toma una toalla y cíñetela,
construye tu vida y valórala desde los pequeños detalles, ayudando a construir a los demás,
en especial a la familia. Jesús ve que hay algo que se debe hacer y actúa, aun cuando es un
gesto propio de la servidumbre.
Si tienes una posición de autoridad, recuerda que quienes están bajo tu mando hacen
lo que, en teoría, tú debes de saber hacer. Jesús, siendo el Maestro, se puso a servir; tu servicio
consiste en ser cercano con tu familia y subalternos, en dar lo mejor de ti. Como hija(o)
aprende a pedir ayuda a tus padres y sirve de apoyo a tu familia. Aprende a construir y valorar
a las personas que tienes a tu alrededor y las cosas que haces.
Amar hasta el extremo es fácil si aprendes a construir desde los pequeños detalles,
aun cuando implique que no es fácil para ti; eso es amar hasta el extremo porque sales de ti
mismo y te superas en aquello que te cuesta. En fin, el Evangelio te lleva de la mano para
que ames hasta el extremo, desde y con los pequeños detalles, saliendo de ti misma (o) y
ciñéndote de la humildad y el servicio. Amar es fácil, basta que lo intentes.
«También hoy amar "hasta el extremo" quiere decir estar dispuestos a afrontar esfuerzos y
dificultades por Cristo.»
(San Juan Pablo II, Audiencia General, 11 de abril de 2001)
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy procuraré ser servicial y ayudar a quien lo necesite.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Viernes 30 de marzo de 2018
Viernes santo de la pasión del Señor
H. Rogelio Suárez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, te doy gracias por haber entregado tu vida por amor a mí y a mis hermanos los
hombres. Dame la gracia de experimentar tu gran amor en mi vida, para llegar a ser santo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19, 42
Apresaron a Jesús y lo ataron
En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había
un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque
Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.
Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de
los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo: "¿A quién buscan?".
Le contestaron: "A Jesús, el nazareno". Les dijo Jesús: "Yo soy". Estaba también con ellos
Judas, el traidor. Al decirles "Yo soy", retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a
preguntar: "¿A quién buscan?". Ellos dijeron: "A Jesús, el nazareno". Jesús contestó: "Les he
dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan". Así se cumplió lo que Jesús
había dicho: 'No he perdido a ninguno de los que me diste'.
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo
sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a
Pedro: "Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?".
Llevaron a Jesús primero ante Anás.
El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo
llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás
era el que había dado a los judíos este consejo: 'Conviene que muera un solo hombre por el
pueblo'.
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del
sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba
fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la
portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de
los discípulos de ese hombre?". Él dijo: "No lo soy". Los criados y los guardias habían
encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de
pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús
le contestó: "Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la
sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas.
¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado.
Ellos saben lo que he dicho".
Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole: "¿Así
contestas al sumo sacerdote?". Jesús le respondió: "Si he faltado al hablar, demuestra en qué
he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?". Entonces Anás lo envió
atado a Caifás, el sumo sacerdote.
¿No eres tú también uno de los discípulos? No lo soy.
Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus
discípulos?". Él lo negó diciendo: "No lo soy". Uno de los criados del sumo sacerdote,
pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: "¿Qué no te vi yo con él en
el huerto?". Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.
Mi Reino no es de este mundo.
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el
palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua.
Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo: "¿De qué acusan a este
hombre?". Le contestaron: "Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído". Pilato
les dijo: "Pues llévenselo y júzguenlo según su ley". Los judíos le respondieron: "No estamos
autorizados a dar muerte a nadie". Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué
muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres Tú el rey de los
judíos?". Jesús le contestó: "¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?". Pilato
le respondió: "¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí.
¿Qué es lo que has hecho?". Jesús le contestó: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino
fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los
judíos. Pero mi Reino no es de aquí". Pilato le dijo: "¿Con que tú eres rey?". Jesús le contestó:
"Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que
es de la verdad, escucha mi voz". Pilato le dijo: "¿Y qué es la verdad?".
Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: "No encuentro en él ninguna
culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que
les suelte al rey de los judíos?". Pero todos ellos gritaron: "¡No, a ése no! ¡A Barrabás!" (El
tal Barrabás era un bandido).
¡Viva el rey de los judíos!
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de
espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose
a él, le decían: "¡Viva el rey de los judíos!", y le daban de bofetadas.
Pilato salió otra vez y les dijo: "Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él
ninguna culpa". Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura.
Pilato les dijo: "Aquí está el hombre". Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores
gritaron: "¡Crucifícalo, crucifícalo!". Pilato les dijo: "Llévenselo ustedes y crucifíquenlo,
porque yo no encuentro culpa en él". Los judíos le contestaron: "Nosotros tenemos una ley y
según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios".
Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el
pretorio, dijo a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo
entonces: "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para
crucificarte?". Jesús le contestó: "No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran
dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor".
¡Fuera, fuera! Crucifícalo.
Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: "¡Si sueltas a ése, no
eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César". Al oír
estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado"
(en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo
Pilato a los judíos: "Aquí tienen a su rey". Ellos gritaron: "¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!". Pilato
les dijo: "¿A su rey voy a crucificar?". Contestaron los sumos sacerdotes: "No tenemos más
rey que el César". Entonces se los entregó para que lo crucificaran.
Crucificaron a Jesús y con él a otros dos.
Tomaron a Jesús y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado "la Calavera"
(que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado,
y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba
escrito: 'Jesús el nazareno, el rey de los judíos'. Leyeron el letrero muchos judíos, porque
estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los
judíos', sino: 'Este ha dicho: Soy rey de los judíos' ”. Pilato les contestó: "Lo escrito, escrito
está".
Se repartieron mi ropa.
Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para
cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de
arriba abajo. Por eso se dijeron: "No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le
toca". Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi
túnica. Y eso hicieron los soldados.
Ahí está tu hijo – Ahí está tu madre.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y
María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a
su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde
entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
Todo está cumplido.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera
la Escritura dijo: "Tengo sed". Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron
una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús
probó el vinagre y dijo: "Todo está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.
Inmediatamente salió sangre y agua.
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de
los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy
solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los
soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados
con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino
que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre
y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad,
para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura:
No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Vendaron el cuerpo de Jesús y lo perfumaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los
judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue
entonces y se llevó el cuerpo.
Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una
mezcla de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se
acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en
el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los
judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a
Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Ecce homo» sufre por mí.
En este Viernes Santo, me quisiera detener a meditar en las palabras que Pilato pronuncia
cuando presenta a Cristo después de ser flagelado, con una corona de espinas y un manto
color púrpura: «Aquí está el hombre».
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. En los Evangelios vemos que
Juan el Bautista lo reconoce como el cordero de Dios «Ecce agnus Dei», nos revela su
naturaleza divina; en cambio Pilato lo reconoce como verdadero hombre «Ecce homo», y
nos revela su naturaleza humana.
La pregunta que me surge en este momento es: ¿Por qué Pilato lo reconoce como
verdadero hombre bajo ese aspecto? Pues sabemos que Juan lo reconoció mientras estaba
bautizándolo.
Cristo, flagelado, es la imagen del hombre herido por el pecado. No tiene apariencia
humana, es una llaga de pies a cabeza y es una llaga de puro amor. Sabemos que toda
herida, toda llaga deja una marca difícil de borrar.
Cristo sufre por mí y me muestra las consecuencias del pecado en mi vida. Es el
hombre quien le causa semejante daño a Cristo, pero también es el hombre quien sufre.
Jesús conoce el sufrimiento de cada hombre y toma sobre sí todo el peso, todo el
sufrimiento sólo por amor. Dios no es indiferente ante el dolor del hombre, Él mismo
decide sufrir con nosotros y por nosotros. Sufrir por amor muestra la grandeza y veracidad
de ese amor. «No hay amor más grande, que aquel que da la vida por sus amigos.» (Jn
16,14)
Tomemos conciencia de que Jesús sufre por mí y me dice: «Esto es lo que hace el
pecado en tu alma y lo que me haces a mí, pero mira que todo esto lo acepto y lo sufro sólo
por amor a ti. Aunque me hayas ofendido y me sigas ofendiendo, nunca te dejaré de amar y
cada vez te amaré más.»
Yo sólo le puedo decir: «soy el culpable de este aspecto que tienes. Soy yo quien te
hirió, te escupió, quien se burló de Ti, quien te ofendió. Te pido perdón por lo que te he
hecho y te pido me ayudes a nunca más volverte a ofender».
«Señor, ¿quién es el hombre para que de él te acuerdes, para que te hagas semejante
a él?» (Salmo 8).
«¿Cuándo Jesús se ha revelado rey? ¡En el evento de la Cruz! Quien mira la Cruz de Cristo no
puede no ver la sorprendente gratuidad del amor. Alguno de vosotros puede decir: “Pero, ¡padre,
esto ha sido un fracaso!”. Es precisamente en el fracaso del pecado —el pecado es un fracaso—, en
el fracaso de la ambición humana, donde se encuentra el triunfo de la Cruz, ahí está la gratuidad del
amor. En el fracaso de la Cruz se ve el amor, este amor que es gratuito, que nos da Jesús. Hablar de
potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia de la Cruz y a la
fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que
aparece como la realización última de una vida dedicada a la total entrega de sí en favor de la
humanidad.»
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de noviembre de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Tomar conciencia durante el día (claro está que también durante toda mi vida) de lo que
Cristo hizo por amor a mí y vivir este día en clave de agradecimiento.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sábado 31 de marzo de 2018 Sábado santo Vigilia pascual en la noche santa
H. Michael Vargas, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, enséñanos a ser verdaderos testigos de tu grandeza.
El Sábado Santo la Iglesia se abstiene de celebrar el sacrificio de la Misa hasta
que, después de la Vigilia solemne se desborda la alegría pascual. Por eso hoy
incluimos como Evangelio del día el que se lee en la Vigilia Pascual.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 16, 1-7
Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron
perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del
sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: "¿Quién nos quitará la piedra de
la entrada del sepulcro?". Al llegar, vieron que la piedra estaba quitada, y eso que era muy grande.
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven vestido con una túnica blanca, sentado en el lado
derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: "No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que
fue crucificado. No está aquí. Ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto. Ahora vayan a
decirles a sus discípulos y a Pedro: 'Él irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como él les dijo'
".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Testigos de la grandeza de Dios.
Hay hechos que marcan nuestra existencia. Momentos o situaciones en los cuales, nos
encontramos de frente a una realidad que nos sobrepasa. Ante ello, nos maravillamos o nos
angustiamos, nos alegramos o nos entristecemos; haciendo cambiar espontáneamente nuestra
manera de pensar, nuestra manera de ver o incluso nuestra manera de actuar. Ante estos
hechos hay que comprender la realidad, la cual nos convierte en testigos o protagonistas de
una experiencia o un hecho vivido, un acontecimiento que nos ha marcado.
En el Evangelio de hoy nos encontramos ante este gran acontecimiento, la
resurrección de Jesucristo, lo cual nos convierte en testigos de la resurrección de aquél que
ha muerto y vuelto a la vida por cada uno de sus hijos. Es por ello que no podemos ser
indiferentes ante este hecho, sino que debe de marcar nuestras vidas, pues es aquí donde se
experimenta claramente la grandeza y la acción de Dios omnipotente.
Al experimentar esta grandeza, nos convertimos como María Magdalena, María (la
madre de Santiago) y Salomé, en testigos de la grandeza de Dios y más aún palpamos en el
fondo de nuestro corazón la resurrección de Jesucristo, pues aquél que es testigo, no está
llamado a tener una actitud pasiva, al contrario, está llamado a dar testimonio de aquello que
ha vivido, a compartir aquella experiencia que ha hecho y más aún a dejarse cambiar por la
mano bondadosa de un Dios, omnipotente, que ha revivido para estar presente en cada
instante de la vida. Está llamado a transmitir la alegría, a ser portador del gozo de haber
experimentado el amor de un Dios, que ha muerto, pero que hoy, más que nunca, ha
resucitado.
Quien hace esta experiencia se convierte en testigo de la Resurrección, porque en
cierto sentido ha resucitado él mismo, ha resucitado ella misma. Entonces es capaz de llevar
un «rayo» de la luz del Resucitado en las diversas situaciones: en las felices, haciéndolas más
bellas y preservándolas del egoísmo; y en las dolorosas, llevando serenidad y esperanza.
(Papa Francisco, 21 de abril de 2014)
«Las mujeres en el sepulcro. Fueron a encontrar a un muerto, su viaje parecía inútil. También
ustedes van por el mundo a contracorriente: la vida del mundo rechaza fácilmente la pobreza, la
castidad y la obediencia. Pero, al igual que aquellas mujeres, van adelante, a pesar de la
preocupación por las piedras pesadas que hay que remover. Y al igual que aquellas mujeres, las
primeras que encontraron al Señor resucitado y vivo, se abrazan a Él y lo anuncian inmediatamente
a los hermanos, con los ojos que brillan de alegría.»
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de febrero de 2018).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy dedicaré unos minutos para estar en compañía de aquél que ha resucitado y que está
siempre a nuestro lado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos.