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A ~Z I)oeta 'EeZJisroe TIl-'OGHAI"IA AHCO:-';VAR 1930 BANCO DE LA REPUBLICA J1&lIOUCA LUIS- ANGel ARAl'l"~~J

Julio Flórez a Rafael Uribe. El Poeta y El Héroe

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Julio Flórez a Rafael Uribe.

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Page 1: Julio Flórez a Rafael Uribe. El Poeta y El Héroe

A

~Z I)oeta 'EeZJisroeTIl-'OGHAI"IA AHCO:-';VAR

1930

BANCO DE LA REPUBLICAJ1&lIOUCA LUIS- ANGel ARAl'l"~~J

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General Refael Uribe Uribe

I~II

"

/J'lidoS al pie de nuestra

gloriosa banoera, marc~emos

a la conquista del derec~o,

por que a pesar de tooo, nués-

tro es el porvenir.(Proclama de Rlofrlo - Otbre. de 190'))

Yo puedo esperar, y espero(Discurso de la Cámara de Repre-

sentantes - 1909.),

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PROPIEDAD REGISTRADA

SE PROHIBE LA REPRODUCCION

1 n:~ OTIPOGRAFIA ARCONVAR - 7310

BOGOTA

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Alfonso Dávila, gentil amigo e intelectual de claras -jccutorias. me pide unas cuantas páginas-lo más ligeras yanecdóticas posibles-acerca del poeta de LA ARAÑA Y deLAS GOTAS DE AJENJO.

Allá, van, pues, escritas a vuelapluma. Y el lector per-done lo que hay en ellas de desilvanado e inconexo.

Mi primer recuerdo, en relación con Julio Flórez, dataàe mis dias infantiles. Remontando la corriente de los años,a la recherche du temps perdu, como el personaje prous-tiano. mt' veo niño, y sentado entre los mias, en el comedorde una vasta casona aldeana. ::'1 avemarfa acaba de sonaren la espadaña de la iglesita parroquia!. Y como afuera, enlas callejuelas retorcidas, sopla el cierzo inclemente de lasregiones paramunas, mi familia se ha congregado, en buscade calor y de grata intimidad, en torno de la sopera quehumea sobre la mesa, pobre pero bien abastesida. Un hom-bre se de:;taca ~úbitamente en el marco de la puerta. Es el

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cartero. Viene de la ciudad lejana y trae unas cartas y unfajo de periódicos que, para llegar a la aldea, han tenidoque hacer un viaje de ••lUchas dias. Mi padre se enteré! pri-mero de las cartas, cuidadosamente, y en seguida abre elfajo de periódicos. En uno de ellos, abarcando casi la mitadde la primera página, veo, entre una orla negra, el retratode un hombre de pura frente de mármol y de luenga y oscurabarba nazarena. AI pié se lee un nombre: José Asunci<in Sil-va Pero este nombre, desconocido para mi, nada me dice nisu~uiere. Lo que si encanta y llena de músicas mi a~ma dechiquillo precozmente soñador e imaginativo son los versosque campean al pié del retrato, y que mi padre lee con su vozbellamente timbrada. Que dicen aquellos versos? Son unrugido prometeico, un clamor de reto lanzado a los cielos,un grito blasfemo contra la vida, algo que al propio tiempome aterra y me fascina. El poeta absuelve el suicidio, y loglorifica como una liberación del mal de vivir, del dolor depensar y de amar.

-Bellos versosl murmura mi hermano mayor, que lee apa-sionadamente a los poetas y que ha logrado formar un grue-so album de recortes.

-De quién son?

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- De Julio Florez, responde mi padre.Julio Flórez I Es la primera vez que este nombre re-

suena en mis oldos. Pero ya desde ese instante, el poetaque lo lleva es para mI el objeto de un apasionado cultopueril.

Ese culto, lo comparto con la señorita telegrafista dela aldea, una mucha.;ha pálida y romántica, de hermososbucles negros y anillados que, en sus ratos de soledad,cantaba al són de una vieja guitarra los versos del poeta.No recuerdo cómo se llamaba. Marla? Matilde? Elvira?Pero aún tengo en la memoria muchos retazos y fragmentosde los cantos que 01 en sus labios, en la minúscula sala dela casita donde estaba instalada la telegrafia del pueblo.

Pasan los años. Y un dIa, ya en la capital, mi adoles-cencia recibe una sorpresa que no habrá de olvidar nunca.Al pasar, con mi padre, por la caUe 12, frente a la Librerlade Roa, instalada ya en el mismo local que hoy ocupa, mipadre me dijo:- No querIas conocer a Julio Florez? Mlralo. Ahl sale deesa librerfa.

Emocionadamente, fijos mis ojos ávidos en el autor de

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LA ARAÑA Y de LAS GOTAS DE AJENJO. Flórcz tenl;:una je esas figuras que revelan inconfundiblemente al poe-ta, al nefelibata, al b,~bedQr de azul. En su faz de traz%finos y de una oliveña palidez moruna, los ojos. ne~os yrasgados. brillaban plenos de pasión y de melan'~olfa, \bajl' el fino bigote, cuidadosamente retorcido, la hoca secontraía a veces en un rictus desdeñoso y amargo~,. El diaque lo conoel iba toci1ào con su eterno sombrero dt fieltro,flojo, y llevaba puesto un largo sobretodo gris.

Era el instante en que estaba en el apogeo de su glo··ria o, si quereis, de su popularidad. Una popularidad deque probablemente no ha gozado, en grado igual, ningúnotro de l1uestr,.s grandes cantores nacionales. Se podriadecir que Flórez fue objeto de un culto casi idnlátrico.Sus estrnfas estaban en todas las bocas, resonando en la;;serenatas callejeras, a la luz de la luna, y endulzando eloldo de las enamora;hs. Y los que entonces tenbmos d~catorce a veinte años, nos embriagábamos hasta el deliriocon el absintio amargo que pródigamente nos brindaba enla copa de sus cantos.

La~ mujeres lo adoraban, al través de sus versos. Ysi Flórez hubiera sido un recitador de salón; si a su por-

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tentoso don castalia hubiera unido el de saber llevar ele-gantemente el frac poligonal y la corbata blanca de losdandis, habrla podido mirar rendida en sus brazos más de

una linajuda dama de la hil¿h life bogotana. Pero Flórez

era un asocial, un bohemio impenitente al que sólo agrada-

ba la compañIa de esplritus fraternos, comprensivos, y que

solo se sentia a gusto junto a la mesa de una cantina, entre

el humo de los cigarriJlos y el tintinear de los vasos y bote-

Jlas. Sus grandes amores, - como los de todos los grandes

cantores románticos de la época - buscaron de preferencia,

piadosamente, a la mujer calda y pisoteada, a las pobres

Frinés y Aspasias capitalinas que sablan comprender susversos y que lloraban al escucharlos. En la memoria guardoun soneto inédito que Flórez escribió en loor de una de

aquellas heteras y sacerdotisas de la Venus Pandemos. Sellamaba Ester y tenIa una bella faz perfecta de medalla

griega y una caudalosa cabellera magdalénica, digna de

flotar, como un manto de oro, sobre los hombros de una

reina. Lo trascribo para deleite de los lectores sin prejui-

cios, no sin recomendarles a los pudibundos que pasen por

encima de él, sin leerlo:

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Cuando se destrenzó tu cabelleracomo un manojo de áspides sombriosy entre tus labios húmedos y frioshundf la boca por la vez primera,senU, de pronto, renacer la hogerade mis viejos, ardientes, desvaríos,y al recordar de pronto tus desvfosolvidé tus infamias de ramera.AI roce de tu carne sonrosadacrespa saltó la Rangre entre mis venascon el cálido hervor de una cascada.y en horas de dolor y éxtasis llenasal fulgor de tu límpida miradavi deshojarse el árbol de mis penas.

Entre los recitadores de versos que yo he oldo, :lingu-no comparable con Flórez. Más de una vez, en nuestros tea-tros. lo vi realizar el milagro de mantener a un público treshoras seguidas, suspenso de sus labios como de lin hilomágico, sin que en aquellos recitales se entremezclase consus recitaciones ningún otro número diferente. Sabia poneren sus versos una emotividad tan honda, tan comunicativa,que habitualmente lograba ocultar sus deficiencias de forma,

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su pobreza de rima, la falta de novedad de las imágenes. Aml me ocurrió muchas veces no reconocer, leidos. los ver-sos escuchados de sus labios. Y al recorrerIas sobre la pá-gina me haclan pensar en la mariposa que el entomólogoclava sobre un cartón, y que. desmañadamente manoseada,no ostenta ya el azul tornasol y el polvo de oro de susalas.

Flórez vivia en una vasta casona cie dos pisos situadaa un lado de la Iglesia de la Capuchina. Alli fui a visitariaun dIa. El poeta ocupaba dos vastos salones del segundopiso, a dunde apenas iba por las noches, a dormir. Reinabaen ellos una pobreza franciscana. En materia de muebles,sólo se veian alII unas dos butacas de enea, una mesa des-nuda y un angosto lecho de colegial sobre el cual apareciaun cobertor de hilo blanco. Pero en cambio, se velan por to-das partes, coronas de laurel ya marchitas. Mi candorosajuventud buscó entre ellas la que debla darle asilo a laaraña del poema, al animal cie "patas peludas y de t~abezanegra •. reencarnación de una amada ingrata,! mucrta. Perono vi por ninguna parte a la fantástica alimaña, que podrlafigurar en el escudo lírico de Flórez, como el Cuervo en elde Poe y el cisne en el de Dario.

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Mas, años pasawn. Y un dla-corrian los tie~llpos delQuinquenio-se espiirció por Bogotá, fulminea, la nue\'ade que FIÚrez Y unos cuantos amigos hablan pene-trado. de noche, en el cementerio de Bogotá \' s:~ hablanentregado, all/, a UU;) orgIa macabra, escélnciandc· vino encalaveras y entonando canciones hlasfema. Qué habla decierto en ello? SeguraliP.nte hélYque hi:ict'rle su parI e, en a-qutlla~ e:;pecies é' Iii Irlaginación y a la f,,!iltasla I:1llpularesque todo lo exagf'ran y agrandan. Pero no "-e debe \Ilvidar.tampoco que en Flórez habh un necrofilismo romántico ca-pAz de más de una extrdvagiinr.ia. Sea lo que fuere, "I escán-dalo fuè enorme y el poeta tuvo que desterrarse del pols. Pa-ra bien suyo pués más allá ùe las fronteras patrhs logrÓrealizar una fértil cosech,( de lauros apolonianos.

Ya estabél de regreso en Colombia Y vivia en Usiacuri,-cerCd del m¡;r, uno de sus gr;¡ndes amores-cuando em ..pecé a publicar, en un peri(')dil.:o bogotano illgunas página~;s(\bre n CUf'rcJos ,'e juventud. En una de ellas evocaba la vi··sita que hiel' al pocta en su viviendil situada cerca d:~ la Iglt,sia ùe la Capurhina. Y .:on ingenuo humorismo, narraba lé!desilusión que me produjo el nt) hallar en la habitación deigran cantor la araña del poema famoso. Flórez tomó el rába··

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no por las hojas. Y en una entrevista concedida a un gaceti-llero de Barranquilla, arremetió contra mi en palabras airadas.Yo, por respeto y gratitud il aquella grande ildmiración de misaños mocerlles, me limité a responder al ataque del poetaen una ligera glosa, escrita burla burlando. Para qué for-jarle pleito sobre la existencia o no existencia real de la di-chosa araña? El punto no tenia import;¡ncia. Y sólo asombropodia producir, que el poeta se la diese tan grande.

Muchos años han pasado desde que, pIJr primera vez,01 versos del poeta, y muchas revaluilciones y rectificacio-nes he tenido que introducir en mis gustos y maneras depensar literarios de otros tiempos. Pero a pesar de eso, con-tinúo guardándole gratitud a Flórez, y continúo pensandoque, entre el enorme montón de broza que contiene su obra,hay diamantes de bril10 imperecedero. joyas que seràn siem-pre orgullo del parnaso colombiano. Entre ellos, aquel so-berbio soneto a su madre que termina con un grito digno deLeopardi:

Yo te adoro, te adoro sin medida,con un amor como ninguno grande,grande, a pesar de que me dió la vida.

Eduardo Castillo

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Rafael Uribe Uribe. pensador y guerrero, y Julio Flóre2:,el más poeta de los cantores colombianos. El melancóli-co grito de rebeldia de un pueblo que se resiste al ven-cimient;), y la acción puesta en marcha por braze. de re··cia envergadura.

Cuando en la emboscada obscura de la tragedia se fuede la vida el héroe Ilevàndose en las pupilas la visión df~los vencidos. su hermano, en el ~mor inmenso por la pa·tria, en nombre de ésta se irgió para el castigo. El ver-bo hecho estrofa incendió el último acto.

L. CUBEROS NIÑo.

Bogotá, Agosto 7 de 1930

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El cantor de Uribe Uribe no podía ser sino Julio Fló-rezo La espada y la palabra representativas de la más al-ta concepción polftica colombiana no podlan tener mejorapologista que el ruidoso gran poeta de Chiquinquirá.

El antioqueño Uribe Uribe interpretado por el Boya-cense FI6res es un slmbolo de la unidad espiritual entreel occidt:nte y el oriente de la república. Unidad que enbreve ha de ser también material, para ventura del pals.

c. ARANGO VÉLEZ.Bogotá, Agosto 7 de 1930

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Qué mucho que se junten nuevamente, en sacra recorda-ción, lil planta centelleante de Ulises con el punzón flamí-gero de Hornero?

Alguien extraña que, en alada trayectoria, siga el Tassolos éxodos marciales de apuestos caballeros que inyecta-dos de ideal, van al oriente en busca de conquista? Y siOlmedo dice, empinado, la gloria de Bolivar, como el pÜja-ro galo la opulenta del sol, ::)()rqué no memorar la del pile-ta, que, eamorado como el héroe de la diosa Libertadsuelta sobre el esfuerso nugotario del adalid en Jas tosta-dos mieses del parlamento o en la cárdena semblanza de lahecatombe su grito melancólico de desesperanza o de im-precación desolsdora?

En la tremenda orquestación de la humanidad como en lagrave de la selva, hacen solemne arpegio el rugido del ti-gre con el gorgeo del ruiseñor.

DOMINGO IRURITA.

Bogotá, Agosto 7 de 1930

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Entre el genio y el pOEta hay un vínculo poderoso: las fuer-z.as afectivas que s~ eX¡Jresan en la emoción. El Héroe no rea-lila transformacione'l, como podría afirmarse ¡'el e!'taclista quelabora con preem'nene;ê cerebral, y 110 llfectiva. El Héroe nocrea proezas. sino que las realiza. Es decir, necesita un am-biente apto a su vuelo ardoroso, a su ritmo volcánico, l\ la Im-oectuosa actividad que hi~nde el espacio histórico con clari-dades cintilantes. Y ese medio requiere su clima psicológico:aquel de preeminencia l'motiva, pllsional. Los héroes de Horne-ro perderían su garbo colocados en la trinchera taciturna, obs-cura y de espcctativa de Barbusse o de Rem'lrque. Estas trin-cheras las creó una psicolo~ía de técnicos, de virtuosos de latopografia, de los números, de la balistlca, para ser ocupadaspor el hombre multitud, llccesorio de un mecanismo, sometidoa un plan cerebral. El podrá dar el gesto heróico, pero núncaserá el Héroe. Hindemburg jamás será el Héroe, pero siemprese ofrecerá a III consideración de los hombres de ahora comoel hombre genial para la guerra. Quiere esto decir, en sínte-sis, que el Héroe un día obró por 105 conductos de la emo-ción pura Il los cuales servia la condición del medio externo

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en el cual actuó. Hoy ha desaparecido el Héroe-sin que e!.toquiera decir que sea imposible su reaparición cuando en reell-plazo de la técnica vuelva el sentimiento-para ser suplantadopor el hombre genial, ya que los caracteres predominantes d~nuestra cultura son de orden cerebral

Hé ahí el nunto de contacto entre el héroe y el poeta.Este no admira a aquel, admira y se estremece a virtud delefluvio pasional que el Héroe daspide. Es la linea afectiva a-quella que los liga, y no propiamente IJ labor que haya r£,a-Iizado el Héroe la que enamora al poeta. AsI podría decirseque el poeta no es al Héroe a quien canta, sino a determinadomeridiano sentimental en quien el Héroe produjO pasiones .. :.apoesia es la sin tesis de la psicologia de las pasiones socialesque otros han hecho extensa liometléndola al análisis inteh:c-tuai

Por eso el cabio de modo y de forma de la poesia. Elambiente ha ido intelectualizando las pasiones. O mejor dicho,en lo presente el órgano inmediato de contacto con la vidasentimental es el cerebro. Ya no recibimos la emoción dirE:c-tamente, sino a travès del pensamiento. Por eso todas las for-más actuales de la belleza son más estéticas que artistic •.s.Entre estos dos términos hay diferencia apreciable. El arte--como pasión -es anIl' todo fuerza subconsciente, impulso £,s-pontáneo del sentimiento, energia de reacción inmediata, pu-

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jante y sin limitación. Lo predominante a\ll es el Impulso yno el ritmo.

En sociologia podrlan, Igualmente, hacerse al respecto in-teresantes observaciones. Los pueblos artistas como valor sub-consciente, y por eso geniales, (como Italia) y los pueblos este-tas, como equillbrio cerebral de la emoción (como Francia). Elarte moderno ha intelectualizado - declamos - la emoción, y porello en él predomina la estética, es decir, no ya el Impulso, sinoel equilibrio, que desaloja lo Impetuoso. Y por ello busca for-mas de emoción cerebral. Son el pensamiento, los reductos pro-fundos de la psiquis a donde s610 el escalpelo cerebral alcanza,los que determinan la forma de su actuación. La objetividad,el tono, la luz, el movimiento, el impulso, características delarte-pasión, han sido reemplazadas por el hecho sutil, escondi-do, cerebralizado, que desdice de la emoción virgen.

Julio Flórez cantor de Rafael Uribe Uribe, es apenas unacomprobación de lo atrás insinuado. Uribe fue el tipo del Héroeque correspondla a un momento histórico de nuestra vida na-cional. Lo fue en toda su generosa plenitud. Sólo que él supoagregarle a esto sus condiciones de estadista, binomio de tandifícil afinidad que sólo es concedido a naturalezas privilegiadas.y Flórez tenia que ser su cantor llfortunado. Vivió el poeta díasen los cuales la emoción obraba por modo directo. y no cere-bral, sobre la psicologia. Aun no se habia intelectuallzado la

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emoción. Es por ello poco menoll que ingenuo, como algunoslo hacen, someter a la critica de las condiciones actuale:; lo quefue una poesla que correspondió, excelsamf'nte, a su tiempoolvidando el mimetismo de actuación que el medio impone atodas las formas del arte Uribe Uribe y flórez, el HéToJey elPoeta, símbolos admirables de una gloriosa época colombiana,de emoción pura y de fé, para los cuales, dolorosamente, pa-rece no haber llegado aun el reemplazo en la necesidad pre-sente de la emoción intelcctualizada.

JORGE EUECER GAJU"I.

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AI Gral. Rafael. Uribe Uribe.

No luches más;.... Es vana tu porfía.

No óyes cómo se pierde, sin un eco,

cual de una tumba en el oscuro hueco,tu voz en esa cámara sombríá?

Hablar alll de oprobio y tirania:tanto esp[ritu exótico y enteco

no podrá cornprenderte; el labio secocierra ante los parásitos del día.

y espera; ....Espera, como yo, la hora

en que más refulgente y más doradaque la del elelo surja nuestra aurora:

Pero ....sigue azotando la manada

con tu frase terrible y vengadora,ya que no con el cinto de tu espada.

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Si escuchas de los c/n/cos la mofao la protesta audaz de los malvados,es porque e/ hierro ardiente de mi estrofalos dejó bien marcados.

Sin arrugar el bronce de tu frentepasan los enemigos arrebatos.¡Mucho bien habrás hecho a mucha gente,cuando cuentas por miles los Ingratos I

y qué pequeflos ante ti resultantus detractores: no los compadeces?Tú, más te creces mientras más te insultan,y más te insultan mientras más te creces I

Tus detractores ....-torvas medlaniasávidas de apagar los resplandorescon que tú nos alumbras y nos gulas-

Con tu piedad de apóstol mortiflcalos ILo que menos importa a los condoreses la persecución de los cernlcalos I

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II

¡Tantas injurias y agresiones tantas

en el glorioso ascenso de tus dias!ISi tú fueras Poder, ya los verías

-pobres siervos-de hinojos a tus plantas I

Tal encono por qué?-porque tu mano,entre la tempestad fosca y siniestra,se alza como un fanal y en no lejano

confín la ansiada redención nos muestra I

Porque eres noble y grande y, sobre todo,

porque, altiva, sin máculas de lodo,hoy de la Libertad blandes la ensena ....

- I Relámpago de sangre que tremolasobre los alaridos de la olaque acabará por quebrantar la pena 1-

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III

Porque tú, sin cambiar el derrotero,

sin aleaciones, vas hacia adelante,

con el magno prestigio de tu acero

y tu limpia firmeza de diamante I

Porque nunca-en la paz como en la guerra-

descansas un instante en la porfía ....

¡No, ni descansarás en cuanto el día

del triunfo no fulgure en nuestra tierral

Por eso hoy, ante el cálido derroche

de tu labor en prensa y en tribuna,

los protervos te avientan su reproche;

y, con tenaz mentecatez perruna,

lo mismo que los canes en la noche,

ladran sus Impotencias ....a la luna I

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IV

A ti, todo bondad, valor, alteza,

te arroian el arpón de la diatriba:pero ese arpón no alcanza a tu cabeza.porque ese arpón no llega tan arribal

Seis lustros de tesón en fiera luchacontra el mal hecho abismo ....Ardua tarea!

y aún tu acento resonar se escucha,hoy; más alto, en la c1vica peleal

-Patriota nunca desmentido y sano-todo el vivo rencor que tu alma alientacontra el intruso, sublevóse ....en vano!

Porque en la sombra el pánico fermenta ....Si tú fueras Poder, el vil peruano

pagado hubiese la feroz afrenta!

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v

Cuando el r;ran latrocinio, sin embozo,

con ;,1 fraude impNaba en las alturas,

y eran la expatrición, el calabozo

y el vejamen ....las práctkas más purasl

Cuado el sólo penSar era un delito,

y era virtud la del<:ción y era

la altivez crimen, por la oscura esfera,

desgarrando la noche, cruzó un grito,

ante el cual, en la cima deshonrada,

aquel régimen de odio y estulticia

tembló como la fiera acorralada

que ante la voz del domador se aterra ....

Tú, ya cansado de ~rltar: ·Úusticial.

lanzaste el reto formidable: <¡Guarral.

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VI

Y, como tú no sabes lo que es miedo,

sordo al prejuicio y ciego ante la traba,confiado en la razón y en tu denuedote lanzaste en la lid sangrienta y brava.

Y-héroe sin par por tu sublime arroJo-la Muerte huyó de tu presencia, esquiva,pués en tu mano el estandarte rojo

quedó más rojo aún y hecho una cribal

Tres afios de fatigas y bataIlasen el peligro vléronte impasible.Por qué, pués, no triunfaste? Tú, te callas!

Que respondan por tí mis labios trémulos:-porque hubo un enemigo más terrible

que el que saliste a combatir: ¡Tus émulos 1

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VII

Venció la fiera. El despotismo entonces

tronó, locuáz, con"tra la hazatla tuya;

y los templos cristianos con sus bronces:

·'I'II('lu]'al", cantaron, .¡'\Ieluyal.,

Hirvió el champaña al rededor del solio

presidencial; aullaron: "¡Alegría!.

los dueños del manchado Capitolio:

IToda la iniquidad hecha jauríal

Los que, validos de la azul divisa,

s~mbrando de cadáveres las rutas,

su agosto hicieron sín pisar la Iizal

Los que, para lograr su impuro anhelo,

sacrificaron treintamil reclutas

tras de vender-IOh, mengual-eI patrio suelo J

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VIII

¡Ah, pero ya comienza el edificiovetusto a derrumbarse. Los histrionesenvejecen. Saliendo van de quicio,a trancos, asesinos y ladrones!

La reforma se yergue. El tiempo pasa

con su ley inflexible y el progresosopla, como aquilón sobre la brasa,

mientras se descoyunta el retrocesol

Huye al antro el error, asustadizo,como al jaral enmaraftado, el ciervo,

como a su cueva lóbrega, el erizo!

Y, con las sacudidas de tus hombros,y con las explosiones de tu verbo,

va el mal quedando reducido a escombros!

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IX

¡Loor eterno a H, varón ilustre,que en pro de la República ultrajadapones todo el vigor y todo el lustrede tu voz, de tu péfiola y tu espadal

¡loor eterno a H que la bandera

de los libres, en campo de titanes,

izas en el azul como una hoguera

estremecida por los huracanes!

¡Loor eterno a ti que a la victoriamarchas, sin un segundo de desmayo,cual por entre un ciclón de furias lleno;

sin que te abrume el peso de la gloria,sin que te ciegue el zigzaguear del rayo

ni te ensordezca el atambor del truenol

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x

Desde la soledad de mi retiro,en donde hoy solo a laborar me entrego,

en una cumbre trágica te miro

radiar como un crepúsculo de fuegol

y oigo el desesperante voceríode 108 que hoIlando hasta su propio aprecio,

sueftan parar con la Invectiva el ríoque arrollándolos va con su despreclol

Yo, desde aqui, desde el crestón de un monte

que el mar azota, tiendo al horizonte

el arco de mi lira atormentada

y disparo la flecha de mis versos ....Ves? los ruines, los falsos, los perversos,

se retuercenl....¡La flecha está clavadal

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Quebranta sus cadenas Prometeo,

un grito asordador truena en su boca

y, dando un pisotón sobre la roca,

yérguese libre el formidable reo.

Oyóse un vigoroso forcegeo,

es que el gran mártir lél venganza toca,

es que su mano de titán ~ofoca

del buitre audaz e' último aletea.

La nieva hallando hasta la cima sube,

su colérica faz entra en la nube,

su puño amenazan:e asciende al astro.

y a~¡, terrible y gigantesco, entonce,

finge una estatua colosal de bronce

sobre un túmulo inmenso de Alabastro.

Page 32: Julio Flórez a Rafael Uribe. El Poeta y El Héroe

(A ,•• mu"rl" de' "rd RAfAf.L URlBr_ UI{1l',L)

Ya, cediendo su campo a las estrellas,todo sangriento el sol rueda al Caribe,y ósculo inmenso, al expirar, recibedel mar que lame el oro de sus hue\1as!

y el mar se incendia, y se alborota, y cantaun himno funeral, un miserere,que en los soplos etéreos se levantay envuelve al soL. mientras que el sol se muerel

El pallo negro de la noche bajasobre el difundo rey que en ígnea fosael mar con SIlS espumas amortaja;

en tanto que, desde el nul desierto,los astros, con su llama temblorosaalumbran las cenizas del gran muertol

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II

Así te desplomaste; así caíste-- sol de la democracia verdadera-en el brumoso mar de un pueblo tristeque hoy llora ante el rescoldo de tu hoguera!

Mas ....qué suceso anticipó tu ocaso?

qué poder infernal, qué torva guía

de hombres sin rey, tu luminoso paso

mandó parar ....en la mitad del día?

Némesis, ya, sobre los velos rojosde tu puesta triunfal, en las tupidassombras sepulta el rayo de tus ojosl

Mientras que, con rosas encendidas,colmadas de perdón, en sus despojos,

se desangra el rosal de tus herldasl