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PERIODO CUARTO Tercera parte Desde Alejandro Severo hasta Justiniano Destino del derecho romano después de Justiniano. SUMARIO En Occidente. Renovación del derecho romano en el siglo XII. Renacimiento del derecho romano en el siglo XVI. Notas. Aunque los libros del derecho de Justiniano se compusieron en Oriente y principalmente, al menos, para el Oriente, el porvenir les reservaba la más notable acogida en la Europa occidental. En Oriente, en efecto, como sólo se usaba de la lengua griega, no se tardó en traducir los textos latinos del Digesto y del Código, y estas versiones contribuyeron mucho a hacer olvidar los originales. A este primer inconveniente vinieron a agregarse otros. Los sucesores de Justiniano publicaron gran número de novelas para modificar una legislación aún muy remota de los hábitos de sus, pueblos, y los jurisconsultos de Constantinopla y de Berito, no teniendo en cuenta la prohibición hecha por Justiniano de comentar estas colecciones, escribieron en griego multitud de paráfrasis y de comentarios (1), a los cuales se hizo rererencia en la práctica, con preferencia a los textos abandonados. Este estado de cosas necesitó una revisión

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PERIODO CUARTOTercera parteDesde Alejandro Severo hasta JustinianoDestino del derecho romano despus de Justiniano.

SUMARIOEn Occidente.Renovacin del derecho romano en el siglo XII.Renacimiento del derecho romano en el siglo XVI.Notas.

Aunque los libros del derecho de Justiniano se compusieron en Oriente y principalmente, al menos, para el Oriente, el porvenir les reservaba la ms notable acogida en la Europa occidental.En Oriente, en efecto, como slo se usaba de la lengua griega, no se tard en traducir los textos latinos del Digesto y del Cdigo, y estas versiones contribuyeron mucho a hacer olvidar los originales. A este primer inconveniente vinieron a agregarse otros. Los sucesores de Justiniano publicaron gran nmero de novelas para modificar una legislacin an muy remota de los hbitos de sus, pueblos, y los jurisconsultos de Constantinopla y de Berito, no teniendo en cuenta la prohibicin hecha por Justiniano de comentar estas colecciones, escribieron en griego multitud de parfrasis y de comentarios (1), a los cuales se hizo rererencia en la prctica, con preferencia a los textos abandonados. Este estado de cosas necesit una revisin general del cuerpo del derecho, y su publicacin autntica en la lengua usual. Este trabajo, emprendido por orden de Basilio Macedonio (2) y acabado en tiempo de su hijo Len el Filsofo, se public hacia el ao 890, con el ttulo de Basilicas), e hizo caer en desuso las colecciones de Justiniano. Cerca de cincuenta aos despus de la promulgacin de este cdigo griego, el emperador Constantino Porphirogneto hizo publicar una nueva edicin, revisada y aumentada: Basilicae repetitae praelectionis. Esta segunda edicin es la nica que ha llegado hasta nosotros, y aun de un modo incompleto (3). Las Baslicas, modificadas por numerosas rdenes dadas por los sucesores de Basilio, de Len y de Constantino, permanecieron como la base del derecho comn en Occidente hasta la toma de Constantinopla (1435). En esta poca dejaron los turcos a los griegos el uso de su antigua legislacin, como habian hecho antiguamente los germanos con los romanos de Occidente. Pero auuque se hayan considerado siempre las Baslicas por los griegos modernos como la fuente terica de su jurisprudencia, un compendio del derecho, compuesto por Harmenpulo, jurisconsulto, que muri en Constantinopla en 1382, con el ttulo de Promptuarium juris, obtuvo desde luego entre ellos tal autoridad, que todas las cuestiones del derecho civil en la Grecia otomana se han decidido hasta nuestros das segn las doctrinas de este manual. (V. Themis, tit. 1, 201).

En Occidente.Las colecciones de Justiniano fueron introducidas y declaradas obligatorias en Italia, cuando las tropas de este emperador expulsaron de ella a los ostrogodos. Y aunque esta victoria haya sido de corta duracin, como no se destruy el Derecho romano en este pas, ni por los lombardos, ni ms adelante por los francos que se apoderaron de l, la obra jurdica de Justiniano no deba perder enteramente en l su autoridad. Ms an: es cierto que libros de Justiniano se propagaron en las Galias. M. de Savigny, y antes de l Caseneuve, han reunido sobre todo estos testimonios lrrecusables; pero en medio de la especie de retroceso que imprimi la conquista al antiguo mundo, en el seno de las tinieblas que cubren los primeros siglos de la Edad Media, el Derecho romano debi revivir, como todas las artes y todas las ciencias, con una vida obscura que slo ha dejado dbiles e inciertas seales. Los libros de derecho de Justiniano, aunque conocidos en Italia y en Francia, el cdigo Teodosiano y los demas monumentos de la antigua legislacin romana, apenas se hallaban al alcance de los entendimientos incultos que, fuera de los claustros, se hallaban en estado de entender las letras latinas, y se comprende que se haya preferido a ellos por largo tiempo en la prctica compendios como el Breviarium y frmulas como las que nos ha conservado Marculfo. Pero sera un error imperdonable en el estado actual de la ciencia histrica creer que el Derecho romano (y por l entendemos no solamente el derecho de Teodosio, sino tambin el de Justiniano), se haya jamas abandonado completamente. Numerosos documentos atestiguan lo contrario, entre otros, dos compendios del derecho de Justiniano, de que debemos decir aqui algunas palabras.El primero, conocido con el nombre de Petri exceptiones legum Romanarum, fue compuesto en el territorio de Valencia (en el Delfinado) a mediados del siglo XI. Es una exposicin metdica del derecho, para la cual el autor, de quien slo se conoce el nombre (Petrus), se ha valido de las Instituciones, de las Pandectas, del Cdigo y de las Novelas. M. de Savigny ha dado una nueva edicin de esta obra a continuacin de su Historia del Derecho romano en la Edad Media.El segundo, que, en us manuscrito de la biblioteca de Viena, lleva el ttulo de Summa novellarum constitutionum Justiniani imperatoris, pero que es conocido generalmente con el ttulo de Brachy-logus, ha sido compuesto, segn toda verosimilitud, en Lombarda, a principios del siglo XII.

Renovacin del Derecho romano en el siglo XII.- Los glosadores.Las obras que acabamos de mencionar y algunas otras, especialmente las Quaestiones ad monita, que se remontan al ao 1000, eran los preludios de la renovacin que se manifest con brillo en la ciencia del Derecho romano a principios del siglo XII. Seis siglos haban transcurrido, durante los cuales se haba operado la fusin de las dos razas germnica y romana y ese laborioso alumbramiento de las nuevas sociedades. La obra de la civilizacin moderna comenzaba. Las ciudades de la Europa meridional, y especialmente de la Lombardia, haban llegado a un alto grado de riqueza, de poblacin y de podero. La vida nueva que animaba su comercio y sus negocios exigan un derecho civil ms desarrollado que el que bastaba a las relaciones comprimidas de los primeros tiempos de la Edad Media. Este desarrollo no poda evidentemente pedirse a las legislaciones de las antiguas tribus germanicas; pero exista en los libros del Derecho romano, en las Pandectas particularmente, cuyo origen se refera a la buena edad de la jurisprudencia romana. Solo era preciso buscarlo en este derecho, y el estudio de estas fuentes fecundas ofreca con qu satisfacer plenamente todas las necesidades jurdicas de la poca. As se comprendi, y esto explica como se dirigi hacia el Derecho romano la mas grande actividad cientfica del siglo XII. A principios de este siglo fund Irnerio en Bolonia una escuela clebre, de donde irradi en breve sobre toda la Europa la ciencia rejuvenecida del Derecho romano. La fama de este jurisconsulto atrajo ms all de los Alpes multitud de jvenes que llevaron a su patria las doctrinas desarrolladas de la jurisprudencia clsica, y las difundieron, bien por medio de escritos, bien por la enseanza en escuelas formadas a imitacin de la de Bolonia, bien hacindolas pasar a la prctica como jueces o abogados. Los principales discpulos de Irnerio fueron Blgaro, Martino, Jacobo y Ugo, sus sucesores inmediatos, y despus Burgundio; Vacario, que fund una escuela en Inglaterra; Placentino, que profes el Derecho romano en Montpellier a fines del siglo XII; Azon y, finalmente, Acursio (Accursius), que cerr a mediados del siglo XII la serie de estos primeros y laboriosos intrpretes del Derecho Romano, que se han llamado glosadores, porque acostumbraban a redactar en notas o glosas interlineales o marginales sus trabajos sobre los textos del Digesto, de las Instituciones o del Cdigo (4), Acursio debe su gran celebridad a la compilacin conocida con el nombre de Glosa ordinaria o Glosa magna, en la cual coleccion las glosas de sus predecesores esparcidas en gran nmero de manuscritos, aadiendo a ella sus propias observaciones. Este trabajo tuvo un grande xito y adquiri tal autoridad, que en los tribunales se invoc por largo tiempo la glosa con preferencia a los mismos textos. Habiase llegado entonces a una de esas pocas de decadencia en que una compilacin cmoda es preferida a las obras del genio. En efecto, desde mediados del siglo XIII haba perdido el estudio del Derecho romano su carcter de originalidad y de fuerza (5). A la investigacin activa de las fuentes, a la exgesis viva y penetrante de los primeros glosadores, haba sucedido una ciega deferencia por las autoridades. En el siglo XIV, Bartolo (Bartholus, de saxo ferrato) di alguna vida a la jurisprudencia romana. Escribi tratados que han ejercido influencia por largo tiempo; pero que la falta de ciencia crtica, las sutilezas del mtodo filosfico-escolstico, el abuso de las divisiones y subdivisiones, ha debido desacreditar ms adelante.

Renacimiento del Derecho romano en el siglo XVI.En el siglo XVI, participando la ciencia del Derecho romano del movimiento intelectual de esta gran poca, vivificada por la historia y la filologa, brilla con un esplendor inaudito. Ya no es en Italia, como en el siglo XII: es en Francia donde se halla colocado el centro de esa actividad regeneradora. En 1529 pasa Alciato los Alpes para fundar en Bourges una escuela que han ilustrado Cujacio y Doneau, esas grandes lumbreras jurdicas del siglo XVI. Cujacio, a quien sus sabios contemporneos han llamado el Gran Cujacio, y que han merecido este ttulo por la admirable inteligencia con que, gracias a los auxilios que le suministraron la histona y las letras grigas y romanas, penetr en el fondo de las obscupdades del Digesto y del Cdigo, y resucit las dotrinas de Papiano y de los demas jurisconsultos de la poca clsica; Doneau, inferior a Cujacio bajo el respecto de los conocimientos histricos y filolgicos, pero que es superior a l por la filosofa y la lgica. Alrededor de estos gigantes de la ciencia honran multitud de eruditos el siglo XVI y nuestro pas, por el ardor de sus investigaciones y los resultados prcticos de sus trabajos. Nos contentaremos con citar, entre los precursores de Cujacio, a G. Budeo, Ant. Mureto, Ferreti, Amb. Bouchard, Duareno, Dutillet, editor de muchos textos contemporneos; Juan de Coras, Baron, Bauduin, Hottman, el Caton (Charondas), Du Ferrier (Ferrerius); entre sus discpulos, Pedro y Francisco Pithou, Ranchin, Dufaur de Saint-Jory (Faber Sanjorianus), y un poco ms tarde, Pacio (legum conciliatarum centuriae, 1596); Dionisio Godofredo, que ha dado a la ciencia la coleccin que ha llegado a ser clsica del Corpus juris; su hijo Jacobo, Juan de Lacosta (Janus a Costa).Algunos pases vecinos a Francia participaron, aunque en menor grado, de este gran movimiento hacia el estudio del Derecho romano. La Italia puede citar a Pablo Manucio (Antiquitates Romanae, 1557), Sigonio, clebre sobre todo por su historia De antiguo jure populi romani; Torelli, Scipion, profesor en Altorf; el presidente Fabre (Codex fabrianUs), honor de la Saboya.Espaa y Portugal pueden ofrecer tambin a Antonio Agustin (De nominibus proprii, 1579), Surez de Retes, Caldera, Altamirano y Velzquez, etc.En los siglos XVII y XVIII el movimiento se disminuye y se detiene en Francia. El centro de la actividad jurdica se ha dirigido a Blgica. La patria de Cujacio, que en el siglo XVII contaba an algunos continuadores de las obras del gran comentador. Fabrot Merille, Hauteserre, Domat, no puede ya citar en el siglo siguiente ms que a Pothler (6). La Blgica, que haba ya producido desde fines del siglo XVII a Pablo Merula (Van Verle), Gifanio (Van-Giffen), Vinio, el concienzudo comentador de las Instituciones; Grocio, el creador del derecho de gentes; Wissembach, Ruberto Vot, cuyos comentarios sobre las Pandectas han sido de un uso diario ante los tribunales; Gerardo Noot, etc., la Blgica es, en el siglo XVIII, el pas ms frtil en jurisconsultos; testigos Gronovio. Schulting, Bynkershoek, Brenchmann, Vieling, Otton de Reiz, Meermann los dos Cannegieter, Voorda, etc., etc.La Alemania, que estaba destinada a recoger en el siglo XIV las grandes tradiciones de la escuela de Cujacio y de Coneau, comienza en el siglo XVIII a seguir el movimiento de la Blgica; en este ltimo siglo cuenta con un gran nmero de nombres clebres: Henrique Coceyo, Tamasio, Scubart, los dos Bohemeros, Reinoldo, Everardo, Otton, Heinecio, Hoffman, Gebauer, Brunquell, Conradi, Mascow, Ritter, Ernesti, J. Aug. Bach, Spangenberg, J. Ch. Kock. etc.En el siglo XIX es en Alemania donde brilla ese foco de estudios activos que por una singularidad histrica hemos visto diseminarse de siglo en siglo. Sabido es el celo y la fortuna con que nuestros vecinos de ms all del Rhin han explotado y explotan los tesoros que el descubrimiento reciente de muchos textos, ignorados hasta nuestros das, ha puesto a disposicin de la ciencia. La Repblica de Cicern, los Fragmenta vaticana, el tratado de Lydo sobre los magistrados, los fragmentos de Symaco, de Dionisio Halicarnaso, del Cdigo Teodosiano, sobre todo las Instituciones de Gayo, todos estos restos preciosos de la antigedad, vueltos a encontrar en antiguas escrituras, exhumados por manos hbiles, examinados, estudiados profundamente, comparados con las riquezas recientemente adquiridas, han permitido a Niebuhr, a Savigny, a Hugo, a Haubold, a Schrader, a Zimmern, a Walter, a Schilling, etc., a toda esa falange de infatigables o inteligentes trabajadores, poner en relieve hechos o instituciones desconocidas o mal apreciadas, rectificar muchos errores acreditados por la tradicin, renovar, en una palabra, la ciencia del Derecho romano.En Francia se ha asociado lentamente a este movimiento de resurreccin del Derecho romano. Pero una vez dirigida la actividad de los entendimientos sobre este punto, no ha tardado en ocupar en l, como en otras materias, uno de los primeros lugares. Los trabajos de MM. Blondeau, Jourdan, Ducaurroy, han abierto una via a la que ha impulsado el gusto de los estudios histricos a gran nmero de inteligencias. Este impulso se ha dado por la Themis, coleccin peridica que ha prestado un gran servicio a la ciencia conduciendo a los entendimientos al estudio de los textos. A esta coleccin, que ha dejado de publicarse en 1830, han sucedido, modificando, no obstante, sus tendencias algo exclusivas, la Revista de legislacin, fundada en 1834 por MM. Wolowski, Tropplong, Giraud, etc., y continuada con el mismo ttulo de Revista crtica de legislacin por MM. Marcad, Pont, etc.; La revista francesa y extranjera de legislacin, publicada por MM. Flix, Valette, Laferriere, etc., y poco despus la Revista histrica de derecho francs y extranjero, que tiene por directores a MM. Ginouilhac, Laboulaye, Dareste. etc. Al mismo tiempo que estas colecciones cientficas, cierto nmero de publicaciones, teniendo unas por objeto vulgarizar entre nosotros la ciencia alemana, como la traduccin del Tratado de las acciones, de Zuimern, por M. Etienne; la traduccin de la Historia del procedimiento civil de los romanos, de Walter, por M. Laboulaye, y otras ms originales, como la Introduccin histrica, de M. Giraud; la Historia del derecho de propiedad territorial, de M, Laboulaye; el Ensayo sobre las leyes criminales de los romanos, por el mismo autor; el ensayo sobre la Historia del derecho privado de los romanos por M. Guerard; la disertacin de M. Machelard sobre el derecho de acrecer, su estudio sobre las leyes Julia y Papia, su tratado de las obligaciones naturales en Derecho romano; un gran nmero de monografas publicadas por jvenes doctores, como la de M. Cateau sobre la Collatio, la de M. Lair sobre la compensacin, la de M. Tambour sobre las vas de ejecucin sobre los vicios; los bosquejos histricos con que M. Tropplong ha realzado sus escritos sobre el derecho francs; nuevos comentarios de las Instituciones de Justiniano, impregnados de un espritu de crtica y de una nteligencia histrica que contrasta con la sequedad de los antiguos compendios, y finalmente, otras publicaciones de carcter menos jurdico, como la Historia de las clases nobles, de M. Granier de Cassagnac, todo ese conjunto de trabajos atestigua que el Derecho romano, comprendido de hoy en ms como una necesidad por los historiadores, por los jurisconsultos y por los publicistas, ha tomado en Francia un nuevo aspecto, excitando un vivo inters (7). Notas(1) Tefilo, uno de los redactores de las Instituciones, abri en Constantinopla un curso para ensear, en lengua griega, los principios de este libro elemental. Sabido es que compuso en la misma lengua una parfrasis que ofrece un inters tanto ms precioso, cuanto que el autor pudo compulsar los libros originales que sirvieron para redactar las compilaciones justinianeas, ventaja de que han estado privados casi todos los que han escrito despus de l.(2) Esperando la confeccion de las Basilicas que deban comprender el conjunto de toda la legislacin, segn las colecciones traducidas de Justiniano y segn los comentarios que de ellas se haban hecho, public Basilio una especie de manual de derecho, compuesto de cuarenta libros, veintiocho de los cuales se han impreso en el Jus graeco romanum de Loewenklan.(3) La obra se divide en seis partes y en sesenta libros: bajo el concepto del orden general y del mtodo, es superior a las compilaciones justinianeas. Poseemos de ella treinta y seis libros enteros; siete se hallan incompletos, y de los otros diez y siete slo tenemos algunos fragmentos. La conservacin de lo que resta de las Baslicas lo debemos a Fabrot, que public en 1647 una bella edicin con una traduccin latina. En 1833, M. Heimbach ha hecho parecer en Leipzig una nueva edicin griega y latina que llen algunas de las lagunas que haba dejado Fabrot. El cotejo de las Basilicas con las compilaciones de Justiniano puede ofrecer recursos importantes, y ha permitido a Cujacio y a Leconte explicar o rectificar filolgicamente muchos pasajes del Cdigo y de las Pandectas.(4) Ya hemos visto cul fu el trabajo de los glosadores sobre las novelas. Aadamos que indicaron las innovaciones introducidas por las novelas por medio de sumarios puestos en el Cdigo a continuacin de las Constituciones abrogadas o modificadas. A la cabeza de estos extractos, que en las ediciones modernas se hallan impresos en letras itlicas, se cita la colacin o la novela de donde se han sacado, y respecto de las cuales se hace referencia a la vulgata o versin autntica. De aqu viene que se llamen estos extractos o sumarios las autnticas del Cdigo.(5) De los glosadores proviene la impropia divisin del Digesto en vetus, infortiatum et novum, comprendiendo el vetus los 24 primeros libros; el infortiatum los 14 siguientes hasta el 38 inclusive, y el novum los 11 restantes.(6) Las Pandectas de Pothier, en las que este juicioso autor ha distribuido metdicamente los textos de las compilaciones justinianeas y establecido entre ellas correlaciones lgicas, manifestadas con frecuencia por una palabra o una simple analogia, son la obra ms propia para popularizar el Derecho romano.(7) Acerca del destino del Derecho romano en Espaa, y de su estudio y progresos, creemos oportuno anotar que durante la dominacin romana en la Pennsula se observ su legislacin, habindose formado del Cdigo Teodosiano y de las dems partes del Derecho romano, el Breviario de Aniano en 506. En el Fuero Juzgo, compuesto en el siglo VII, se prohibi bajo ciertas penas el uso y alegacin de las leyes romanas (C1. 8 y 9, tt. I, lib. II); igual prohibicin se repiti en el Fuero Real publicado en 1285. En el cdigo titulado Siete partidas se adoptaron, en gran parte, las disposiciones del derecho romano, y se incluyeron como leyes espaolas muchas de las romanas; mas este cdigo ocupa el ltimo lugar en el orden de autoridad respecto de las dems, segn la ley 1a. del tt. XXVIII del ordenamiento de Alcal, publicado en 1348, juntamente con las Partidas. Esta ley del Ordenamiento fue ampliada por la 1a. de las de Toro, dadas en 1505, y la de Toro inscrita en la Novsima Recopilacin, publicada en 1805. En el auto acordado de 4 de diciembre de 1713, se previene que las leyes civiles (o romanas) no son en Espaa leyes, ni deben llamarse as, sino sentencias de sabios que slo pueden seguirse en defecto de ley, y en cuanto se ayuden por el derecho natural y confirmen el real que propiamente es el derecho comn, y no el de los romanos, cuyas leyes, ni las dems extraas, no deben ser usadas ni guardadas, segn dice expresamente la ley 8, tt. X, lib. II del Fuero Juzgo. Sin embargo, en algunas legislaciones forales, como la de Catalua, suple el Derecho romano los claros que en ellas se notan. De todos modos, si bien el cuerpo del Derecho romano ha dejado de ser obligatorio en Espaa; si bien las Instituciones, el Digesto, el Cdigo y las Novelas son leyes muertas, como el Cdigo Teodosiano y la ley de las Doce Tablas; si bien no se busca en aquellas compilaciones legales la voluntad legislativa de su autor, contina buscndose, sin embargo, la sabidura de cada disposicin, pues la razn escrita, o hablando propiamente, la verdad de los principios, su pureza y su enlace, tienen en el arte de lo justo y de lo injusto una pureza de derecho y de doctrina que sobrevive a la ley.Respecto del cultivo del Derecho romano en nuestra patria, o de los estudios hechos en esta ciencia desde el siglo XVII, en qUe no menciona M. de Lagrange a ninguno de nuestros jurisconsultos romanistas, debemos designar en dicho siglo XVII al jurisconsulto Prez, que ense el derecho en Lovaina en 1672, a Fernndez de Retes (1678), a Ramos del Manzano (1683), entre otros; en el siglo XVIII, al clebre Mayans (1781), a D. Jos Finostres (1777), a Rives (1777) y Danvila (1779); en el siglo XIX, al clebre D. Juan Sala, que escribi unas Instituciones de Derecho Romano-hispano, compendio de su Vinio castigado, y el Digesto romano-hispano, ambas obras en latin, traducida la segunda por el Dr. Lpez Clars; al Sr. Marti Eixal, y finalmente al Sr. Gmez de Laserna, que ha escrito el Curso histrico exegico del Derecho romano comparado con el espaol, obra que desde su publicacin sirve de texto en las Universidades.