Karl Lowith_ Tiempo Divino y Tiempo Profano

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    lwith, KARl,Historia del mundo y salvacin: los pre supues-tos teolgicos de la losofa de la historia, Buenos Aires,Katz Editores, 2007.

    Tiempo divino y tiempo profano. Los lmites

    de la losofa de la historia

    No cualquier opinin sobre la historia es una losofa de la historia.

    Una losofa de la historia consiste en una comprensin totalizadora

    de la historia de los hombres, articulada por un eje que vincula

    acontecimientos y que los reere a un sentido ltimo. Tampoco lalosofa de la historia es, como se cree a menudo, un producto de

    la modernidad. Lo propiamente moderno de la moderna losofa

    de la historia es su carcter secular. Por ello, Lwith se opone a la

    visin que supone que el autntico pensamiento histrico comenz

    en el siglo xviii, desestimando as el inters losco por 14 siglos

    de pensamiento sobre la losofa de la historia.

    El libro de Karl Lwith fue publicado originalmente en los Es-

    tados Unidos en 1949, con el ttulo Meaning in History. La versin

    alemana, hecha por Hanno Kesting cuatro aos ms tarde, y revisada

    por Lwith, lleva el nombre de Weltgeschichte und Heilsgeschehen.

    Die teologischen Voraussetzungen der Geschichtsphilosophie. La ver-

    sin espaola fue publicada el ao pasado. A partir del anlisis del

    proceso de secularizacin de las categoras occidentales sobre la

    historia, este libro casi sexagenario es, para muchos, uno de los aportes

    ms valiosos que este lsofo ha brindado a la losofa poltica.

    Sus planteamientos tienen la misma vigencia y el mismo alcance

    que los ms recientes de Koselleck, Foucault o Esposito, entre otros,

    acerca de los presupuestos teolgicos de todo pensamiento que le

    adjudique a la historia un principio rector, un origen y un n (en

    el sentido de acabamiento o completamiento). Presupuestos que,

    tal como reconoce el pensamiento contemporneo, sea ste ateo o

    creyente, atraviesan toda losofa moderna de la historia que se pre-

    cie de tal.La indagacin acerca del origen bblico, principalmente neotes-

    tamentario, de los conceptos de la moderna losofa de la historia,

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    hace explotar las anbologas de esta ltima. Lwith seala, conagudeza, la imposibilidad de que la moderna losofa de la historia

    deje de ser una versin secularizada de la escatologa judeocristiana

    si no se libera de categoras heredadas tales como progreso, sujeto

    y, sobre todo, sentido histrico. Ms an, Lwith se pregunta: es

    factible pensar una historia universal del mundo, bajo un principio

    rector, sin dejar de lado los presupuestos de la historia de la salva-

    cin cristiana?

    La losofa de la historia, para decirlo un poco esquemticamente,

    es en su origen el resultado de la interpretacin, apropiacin e in-

    versin del concepto pagano de historia desde un punto de vista

    creacionista y, como consecuencia, de la redenicin de la tempora-

    lidad de lo propiamente histrico.

    Para los historiadores antiguos, como Herdoto y Tucdides, la

    historia relataba acontecimientos polticos y blicos ya consumados,

    pasados. Sabemos bien, por otra parte, que, segn la losofa clsica,

    lo divino era sinnimo de eterno (sempiterno, para ser ms precisos)

    e inmutable. La losofa griega, entonces, se daba como tarea la

    reexin acerca del orden (kosmos) de las cosas y de su ley (dike o

    logos). Lo propio de la losofa era todo aquello que, incorruptible,

    permaneca siempre en el mbito de la identidad. Lapolis, en cambio,

    constitua el mbito del cambio y lo perecedero. La teologa griega

    del eterno retorno de lo mismo no hubiera podido vincular, de modo

    alguno, un pensamiento de lo inmutable con un pensamiento queslo se ocupa de los ciclos de lo mudable. La idea de una losofa

    de la historia, para un antiguo, slo hubiera podido causarle una

    risa losca. La losofa griega, as como la potica (en su sentido

    ms amplio), versaban sobre el logos del kosmos y sobre la physis.

    El pensamiento histrico antiguo, por otra parte, lejos de admitir un

    acontecimiento singular que cambiara de una vez y para siempre el

    sentido universal de la historia, era cclico. No hay sentido ltimo

    ni primero, ya que nada extraordinario puede suceder. La naturaleza

    humana es, fue y ser siempre la misma; por lo tanto, la historia tan

    slo puede ser historia poltica. Resulta evidente, entonces, que la

    historia segn la concepcin clsica es ontolgicamente inferior a

    la losofa y a la poesa. O, en otras palabras, podramos decir que lahistoria no calica ontolgicamente para ser proferida en tanto logos.

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    Si la historia clsica era asunto de hombres de Estado, para elmonotesmo es asunto de profetas y predicadores. Segn Lwith,

    la historia, para judos y cristianos, es historia de la salvacin. El

    verbo griego historein, como veamos, estaba ntimamente vincu-

    lado con el pasado; en la Biblia, en cambio, se conjuga enfuturo.

    La historia judeocristiana es, por lo tanto, una preparacin para un

    acontecimiento futuro.

    La interpretacin de la historia busca el sentido del obrar y del

    padecer de los hombres. El elemento originario de la interpretacin

    de la historia surge en la experiencia del mal y del sufrimiento,

    ocasionados por la accin en la historia. Segn Lwith, las dos

    respuestas principales de la cultura occidental al sufrimiento de

    los hombres en la historia son el mito de Prometeo y la fe en el

    Crucicado: Ni el paganismo ni el cristianismo se entregaron a

    la moderna ilusin de que la historia es una evolucin progresiva,

    en la que el problema del mal y el sufrimiento se resuelve por su

    paulatina superacin.

    As pues, en el proyecto bblico, el mundo adquiere sentido en

    tanto creacin divina. La historia de la salvacin comprende al

    pasado como preparacin del futuro. Si la historia de la antigedad

    pagana era la historia de los grandes acontecimientos polticos,1 el

    n de la historia cristiana, su schaton, es independiente de los acon-

    tecimientos polticos de las naciones, porque se trata de la salvacin

    individual, del pecado y de la redencin. La historia del mundo esprofana y su sentido slo puede ser esclarecido por el principio tras-

    cendente de la providencia.

    El anlisis de Lwith rota sobre dos ejes fundamentales: por un

    lado, desbroza los conceptos teolgicos secularizados en las lo-

    sofas de la historia de los modernos Marx, Hegel, Comte, Voltaire

    y Vico, entre otros; adems, efecta una lcida lectura de la interpre-

    tacin cristiana de la historia, desde Orosio y Agustn, pasando por

    el pensamiento de Joaqun de Fiore e, incluso, de Bossuet. Lwith

    nos enfrenta al penoso esfuerzo de traduccin que la lengua lo-

    sca secular opera sobre los conceptos de la teologa cristiana.

    1 Michel Foucault, en su curso Il faut dfendre la socit distingue, a la luz deNietzsche, una historia jupiteriana, clsica, que relata los acontecimientos poltico-blicos que forjaron la grandeza de los pueblos, y la historia de estilo bblico, en lacual las intervenciones divinas articulan su sentido.

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    Penoso, porque la articulacin cristiana de la historia que hereda lamodernidad, an en los intentos ms radicalmente desteologizadores,

    es incompatible con un sentido que se pretenda a la vez mundano y

    trascendente.

    El segundo eje de anlisis deja de lado las cuestiones ms gen-

    ticas y se enfrenta de lleno con el proyecto moderno de una historia

    universal, formulando una serie de debates de gran vigencia. Ya

    desde el comienzo, Lwith nos aclara que no se trata de denunciar

    los presupuestos teolgicos de la losofa de la historia como lo

    irracional de sta para as desacreditarla, sino de profundizar las

    dicultades que plantea lo que podemos llamar el proceso de secu-

    larizacin del pensamiento occidental. Una de esas dicultades,

    la ms destacada y problemtica quiz, es la idea de una historia

    del mundo en tanto realizacin del hombre de forma progresiva o

    revolucionaria. La moderna losofa de la historia cae, as, presa

    de aquellos conceptos que crea poder hacer propios y que, sin em-

    bargo, se resisten a una domesticacin racional que no admita lo

    trascendente. El hombre moderno, nuevo Seor de la historia, ha

    pretendido reemplazar al fatum de la concepcin del eterno retorno

    de lo mismo y a laprovidencia divina por la realizacin progresiva de

    sus capacidades en el mundo histrico. En lugar de Dios, es el hom-

    bre quien realiza su propio destino.

    En el esquema heredado de la revelacin cristiana, la idea de un

    progreso carece de sentido sin una historia que suponga un origeny un n ltimo. Burckhardt fue consciente de esta dicultad, al

    sostener que la historia es un centro en constante movimiento del

    cual no conocemos ni su origen ni su n. Una losofa de la historia

    debe renunciar a la verdad en tanto adecuacin: la realizacin futura

    del hombre no es pasible de convertirse en intuicin racional. Y, si

    bien la losofa, al igual que la teologa y a diferencia de la ciencia,

    puede y debe formularse cuestiones sin respuestas empricas (pues,

    si las tuvieran, no seran problemas loscos), tambin debe ser

    consciente de que, en este caso, la losofa de la historia, en cuanto

    tal, ser siempre dependiente de su origen teolgico. En este sentido,

    la empresa de Hegel puede explicarse de dos maneras: como un

    ataque a la teologa cristiana o como su defensa mediante el lenguajelosco. La esencial ambivalencia de todos los intentos modernos

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    de realizar el espritu cristiano sin fe ni esperanza se mostr yacuando Hegel se dio a la tarea, por primera vez, de construir un

    sistema, aclarndose a s mismo qu puede signicar acercarse a

    Dios .

    De otro modo, deberamos renunciar a la pretensin de una -

    losofa de la historia sin Dios, junto con Burckhardt, o renovar,

    junto con Nietzsche, la concepcin cclica de los paganos con

    la pesada carga de un fatum inexorable que hace que todo avance

    sea, a la vez, un retroceso. A pesar de su tentativa de restaurar la

    concepcin pagana del tiempo, de erigirse en un anticristo y de

    decretar la muerte de dios, Nietzsche incurri en los poco paganos

    y muy cristianos anuncios de una losofa del futuro y de un

    nuevo hombre. La premisa nietzscheana de amar al destino es

    una tautologa. Si el destino es inexorable, resulta difcil entonces

    comprender el papel de la voluntad del hombre sin pensar en el

    Nuevo Testamento. Burckhardt, menos pagano y ms humilde,

    supo bien que una losofa que rechace la fe en una salvacin fu-

    tura debe, indefectiblemente, renunciar a una Filosofa de la Histo-

    ria. Y fue justamente esa certeza la que lo hizo desistir de seme-

    jante proyecto.

    Federico Donner