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    LA SEGUNDA GUERRA

    MUNDIALMito y Realidad

    OLEG A. RZHESHEVSKI

    1Oleg Rzheshevski, autor de este libro, es profesor, doctor en Cien-cias Histricas y jefe de sector del Instituto de Historia Universal dela Academia de Ciencias de la URSS. Naci en 1924 en Leningrado.Fue piloto militar durante la guerra. De 1967 a 1979 colabor en elInstituto de Historia Militar. Han salido de su pluma los libros La

    guerra y la historia (1976) yLas enseanzas de la segunda guerramundial 1939-1945; es coautor de los libros La victoria histricamundial del pueblo sovitico 1941-1945 (1971), Guerra, historia,ideologa (1974),La misin liberadora en el Oriente (1976) y otros.Bajo la redaccin de Oleg Rzheshevski han sido traducidos y edita-dos en ruso varios trabajos de autores extranjeros sobre la segundaguerra mundial. Se le deben tambin muchos artculos histricosmilitares, publicados en la URSS y otros pases.

    Editorial Progreso

    Editorial Ciencias Sociales

    1 Esta ficha sobre el autor, insertada aqu por el escaneador, apareceoriginalmente en la solapa de la sobrecubierta del libro.

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    1Traduccin del original en ruso: Mabel Santos AmigoEdicin Gladys Alonso GonzlezDiseo: Armando Millares BlancoRealizacin: Hayde Cceres Martnez

    Impreso en la URSS

    Estimado lector, le estaremos muy agradecidossi nos hace llegar su opinin, por escrito,acerca de este libro y de nuestras ediciones.

    Editorial de Ciencias Sociales, calle 14,no. 4104, Playa, Ciudad de La Habana, Cuba.

    , 1984 Traduccin al espaolEditorial de Ciencias Sociales, 1985

    85)01(0147260505030202

    1 La redaccin de la traduccin fue corregida por el escaneador. Lapaginacin no coincide con la original. Las notas, que originalmenteestaban al final del libro, se trasladaron a las pginas correspondientes, yse suprimi el ndice Onomstico.

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    INTRODUCCIN

    La Segunda Guerra Mundial incorpor a su rbita 61 Esta-dos, al 80 % de la poblacin del planeta, y tuvo una duracin deseis aos. Su torbellino de fuego, despus de abarcar inmensosespacios de Europa, Asia y frica, se apoder de los ocanosAtlntico y Pacfico y alcanz las costas de Australia. La con-tienda caus destrucciones colosales y se llev consigo decenasde millones de vidas. La pobreza y los sufrimientos que tuvieronque soportar los pueblos son inconmensurables.

    Decenas de miles de libros se han escrito sobre la SegundaGuerra Mundial; un inmenso nmero de artculos de peridicos yrevistas, de transmisiones radiales, de pelculas para el cine y latelevisin se han referido a ella. A pesar de haber transcurrido 40aos desde el final de la guerra, su historia contina atrayendo elinters de escritores, cientficos y especialistas militares, y losacontecimientos de aquellos das, preocupan y conmueven an

    hoy a las personas sencillas en el mundo entero.En los ltimos aos, la ciencia sovitica ha alcanzado no-

    tables resultados en el anlisis de la historia de la Segunda Gue-rra Mundial. Entre 1978 y 1980 se public la serie (6 tomos) derecopilacin de documentos, denominada La Unin Sovitica enlas conferencias internacionales del perodo de la Gran GuerraPatria; su redactor jefe fue A. A. Gromyko, vicepresidente delConsejo de Ministros de la URSS y ministro de Relaciones Exte-riores de la Unin Sovitica1. En 1982 culmin la edicin de laobra acadmica (12 tomos) Historia de la Segunda Guerra Mun-dial, 1939-1945, de cuya comisin de redaccin fue presidenteD. F. Ustnov, Mariscal de la Unin Sovitica. Estos trabajos noslo han sido objeto de una amplia atencin en la Unin Soviti-ca, sino tambin en el extranjero; pues enriquecen la cienciahistrica mundial con nuevas e importantes conclusiones y gene-

    ralizaciones, as como reafirman la verdad de la gran hazaa delpueblo sovitico, que salv al mundo de la amenaza de la escla-vitud fascista.

    1 En julio de 1985, A. Gromyko fue elegido Presidente del Presdiumdel Sviet Supremo de la URSS.

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    En 1984, cientficos de los pases de la comunidad socialistapublicaron un trabajo conjunto denominado La Segunda GuerraMundial. Breve historia, dirigido a las amplias masas de lectores.

    No menor es la atencin que se le presta al esclarecimientode la Segunda Guerra Mundial en los pases occidentales. LaSegunda Guerra Mundial atrae ms inters y provoca ms po-lmicas que ningn otro tpico, constata el destacado historia-dor ingls W. Laqueur.1

    Los acontecimientos de la pasada guerra continan ejer-ciendo una colosal influencia sobre la conciencia de las personas.

    La fuerza de su influencia ideolgica est dada por el vnculoorgnico entre el desarrollo de la situacin internacional y losresultados y las lecciones de la guerra, los destinos de la gente ylas conclusiones socio polticas que ofrece su historia para laactualidad.

    La Segunda Guerra Mundial madur cuando el capitalismoya no posea poder universal, cuando ya exista y se haba con-

    solidado el primer Estado socialista en la historia: la URSS. Laescisin del mundo en dos sistemas contrarios, como conse-cuencia del triunfo de la Gran Revolucin Socialista de Octubre,condujo a la aparicin de la principal contradiccin de la poca:entre el capitalismo y el socialismo. Adems, continuaron des-arrollndose las contradicciones entre las potencias imperialistas,se fueron conformando gradualmente dos coaliciones imperialis-tas opuestas: la germano talo japonesa y la anglo franco nortea-

    mericana.Una particularidad de la Segunda Guerra Mundial tambin

    consisti en que la contienda no slo se desarroll como la luchapor el reparto del mundo entre las potencias imperialistas. Una delas agrupacionesla germano talo japonesaera representantede regmenes fascistas que obraban como una manifiesta dictadu-ra terrorista de las fuerzas ms agresivas del capital monopolista.Est agrupacin se plante como objetivo, conquistar el mundo yestablecer el dominio de razas elegidas, exterminar pueblos ynaciones completas considerados inferiores, abolir su existen-1Walter Laqueur: Introduction, en Journal of Contemporary History,t. 16, N l, enero de 1961. Nmero especial. The Second World War,parte I, p. 1.

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    cia como Estados y su cultura multisecular. El fascismo pro-clam abiertamente que su objetivo fundamental consista enextirpar la ideologa marxista leninista, en destruir a sus defenso-

    reslos comunistasy en liquidar el baluarte de la revolucinsocialista: la Unin Sovitica. El bloque germano talo japonsamenaz con castigar a sus adversarios capitalistas de Europa yAsia, con aplastar a los Estados Unidos de Amrica, con supri-mir, incluso, las elementales libertades burguesas.

    La Gran Guerra Patria, en la cual se levantaron los pueblosde la URSS al sufrir el prfido ataque de la Alemania fascista y

    sus aliados, se convirti en el elemento componente ms impor-tante de la Segunda Guerra Mundial. Se desarroll el enfrenta-miento, sin precedentes en la historia, entre un Estado socialistaaliado a las fuerzas democrticas de muchos pases y el agresivobloque fascista. Este enfrentamiento signific un cambio cualita-tivo radical en el carcter sociopoltico, la escala, el transcurso ylas perspectivas de la guerra. Los pueblos del mundo hallaron unclaro programa de lucha por la derrota total de los agresores, por

    el aniquilamiento del fascismo; un programa de lucha por laindependencia nacional y la democracia.

    La Gran Guerra Patria fue la guerra del pas del socialismotriunfante contra las fuerzas de choque de la reaccin interna-cional, personificadas por el fascismo. Fue una lucha heroica queaun, de manera consecuente, el patriotismo y el interna-cionalismo proletario, en defensa de las conquistas revoluciona-rias de los trabajadores, por el progreso social y la civilizacinhumana. Los objetivos de la Gran Guerra Patria eran humanos yafines a los pueblos de todos los pases. Estos objetivos eransalvaguardar la Patria, aniquilar a los invasores, cumplir la granmisin de liberar a la Europa esclavizada incluida Alemaniade los fanticos fascistas y dar a los pueblos la posibilidad dedecidir por s mismos las cuestiones referentes a su sistema esta-tal y econmico.

    En la Segunda Guerra Mundial, el largo y difcil caminohacia la victoria sobre los agresores se planteaba, en primer lu-gar, a travs de la lucha armada en el frente sovitico alemn.

    Precisamente en este frente, el ms importante de la guerra,se desarrollaron las batallas y los combates de mayor envergadu-

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    ra y ms encarnizados, como resultado de los cuales el enemigofue desgastado y arrojado del territorio sovitico. El EjrcitoRojo liber, total o parcialmente, 13 pases de Europa y Asia con

    una poblacin de 200 millones de personas. El pueblo soviticono slo salvaguard sus conquistas socialistas, sino tambinsalv al mundo de la barbarie fascista.

    La lucha de la Unin Sovitica contra la Alemania nazi y susaliados, la encabez el Partido de Lenin: la vanguardia combativade la clase obrera y de todo el pueblo sovitico. El Comit Cen-tral del Partido, consciente de su responsabilidad histrica por los

    destinos del pueblo y el Estado, por la causa del socialismo, pusode manifiesto su sabidura y su ingente valor para superar lascolosales dificultades provocadas por la guerra; moviliz todaslas fuerzas materiales y espirituales de la sociedad; inspir yorganiz al pueblo sovitico para derrotar al enemigo y conquis-tar la victoria total. Las ventajas del sistema socialista, la co-hesin de todo el pueblo bajo la bandera del Partido Comunista,devinieron las fuentes ms importantes de la invencibilidad del

    Estado socialista, de la victoria que, con sus esfuerzos conjuntos,conquistaron en la Gran Guerra Patria la clase obrera, el campe-sinado cooperativista, la intelectualidad popular, todas las nacio-nes y las nacionalidades del Pas de los Soviets.

    Durante la Segunda Guerra Mundial, una coalicin anti-hitleriana se opuso al bloque fascista militarista. La coincidenciade intereses nacionales de varios Estados, fue la base sobre lacual se form, por primera vez en la historia, un frente interna-cional de diferentes fuerzas socio polticas. En la coalicin an-tihitleriana slo la Unin Sovitica y la Repblica Popular deMongolia eran Estados socialistas. Los pueblos y los ejrcitos deGran Bretaa, los Estados Unidos de Amrica, China, Canad yotros varios Estados, participaron en la lucha contra los agresoresgermano fascistas y los militaristas japoneses. Obreros y campe-sinos, personas de las ms diversas opiniones sociales y convic-

    ciones religiosas, combatieron activamente en esos ejrcitos.Entre las personalidades polticas y militares de los pases capita-listas aliados a la Unin Sovitica, junto a opositores rabiosos dela colaboracin con la URSS, hubo muchos que comprendieronla necesidad de unirse al Estado sovitico para aplastar la agre-sin fascista y luchar activamente contra el enemigo comn.

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    Contra los agresores combatieron heroicamente los ejrcitospopulares de Yugoslavia, Grecia, Albania, Polonia, Checo-slovaquia y, en la etapa culminante de la guerra, los de Bulgaria

    y Rumana, y las fuerzas patriticas de Hungra. En los combatesse fortaleci su amistad combativa con el Ejrcito Sovitico.

    Los participantes en el movimiento de la Resistencia de-sarrollaron una audaz lucha contra el fascismo en Europa y Asia.Este movimiento abarc la retaguardia profunda de las fuerzas deocupacin y debilit, de manera considerable, las posibilidadescombativas de los agresores. En l participaron las fuerzas nacio-

    nales progresistas encabezadas por la clase obrera y su vanguar-dia: los partidos comunistas. En el Lejano Oriente e Indochinatambin se incorporaron a la lucha de liberacin nacional lospueblos de Corea, Vietnam y otros pases.

    La Segunda Guerra Mundial culmin con el total fracaso delos planes de conquista del dominio mundial planteados por elimperialismo de Alemania, Italia y Japn, al quedar demostra-do lo irrealizable de esos proyectos en las condiciones contem-

    porneas.

    La historia de la Segunda Guerra Mundial es un frente deaguda lucha cientfica e ideolgica entre el marxismo leninismo ylos sistemas burgueses en cuanto a las ideas filosficas, econ-micas y socio polticas.

    Entre los historiadores occidentales existen no pocos cien-tficos destacados que han hecho un notable aporte al estudio dela pasada guerra. Sus obras son de prestigio y se han editado enmuchos pases, incluida la Unin Sovitica1. Los autores de estas

    1 En la Unin Sovitica se han editado muchas obras de historiadores yautores de memorias de pases occidentales, dedicadas a la SegundaGuerra Mundial. Entre esas obras hay trabajos de historiadores oficia-les, como The Supreme Commandde F. Pogue, The Invasin of Franceand Germany de S. Morison, The Campaigns of the Pacific War, Com-

    mand Decisions (EUA); cinco tomos de Grand Strategy (Gran Bretaa);obras de C. de Gaulle y H. Michel (Francia), F. Halder y K. von Tip-pelskirch (RFA), H. Saburo y T. Hattori (Japn). Entre las obras publi-cadas en la dcada del 80 se encuentran las memorias de D. Eisenhower,tituladas Crusade in Europe, y la obra del historiador germanoccidentalK. Reinhardt Die Wende von Moskau. En dos ediciones (1957 y 1976)se ha publicado la Correspondencia del Presidente del Consejo de

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    obras investigan las causas de la guerra, aspiran a ser objetivosen la interpretacin de su desarrollo, sus resultados y lecciones, ycoadyuvan, de esta manera, a solucionar los problemas actuales

    de la polmica histrica de dos sistemas contrarios el socialis-mo y el capitalismosobre la base de la coexistencia pacfica.

    Otra lnea es la de los historiadores que interpretan los fe-nmenos y los acontecimientos de la guerra desde las posicionesdel anticomunismo. Su suspicacia tiene una tendencia bien de-terminada. Intentan, de cualquier manera, evadir la cuestin de laculpabilidad del imperialismo en la preparacin y el desen-

    cadenamiento del conflicto, justificar al fascismo, cargar a laURSS y a otras fuerzas progresistas del mundo la responsabilidadpor el surgimiento de la guerra; adjudican a los Estados Unidos ya Inglaterra el papel impropio de factor dominante en la con-tienda, con lo cual calculan reducir el aporte decisivo de la URSSen la derrota del bloque fascista militarista. Estos historiadorestergiversan de manera premeditada los resultados y las leccionesde la guerra, con el fin de resucitar y propalar, de una manera u

    otra, el mito acerca de la amenaza militar sovitica y justificarla carrera armamentista desarrollada por los Estados Unidos y susaliados de la OTAN.

    En las condiciones actuales, cuando la pugna entre las fuer-zas pacifistas y las guerreristas es el factor clave del desarrollointernacional contemporneo, la valoracin objetiva de los acon-tecimientos de la Segunda Guerra Mundial y el conocimiento desu experiencia y las lecciones que se desprenden de ella, adquie-ren un significado vitalmente importante para evitar una guerranuclear, an ms devastadora, que amenaza con la destruccin dela civilizacin mundial.

    Ministros de la URSS con los Presidentes de los Estados Unidos y losPrimeros Ministros de Gran Bretaa durante la Gran Guerra Patria,1941-1945 y varios otros materiales.

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    CAPTULO PRIMERO

    SE PODA HABER IMPEDIDO LA SEGUNDA GUERRAMUNDIAL?

    Al amanecer del 1o de septiembre de 1939, el buque de lneaalemn Schleswig-Hoilstein abri fuego inesperadamente so-bre la pennsula polaca de Westerplatte. De manera simultnea,la aviacin germano fascista atac los aeropuertos, los centros decomunicacin, administrativos y econmicos de Polonia; las

    tropas terrestres de la Wehrmacht irrumpieron en territorio pola-co. Hacia fines de 1941, la guerra abarcaba ya el mundo entero,aunque no de manera igual. Y, se poda haber prevenido estatragedia e impedido la Segunda Guerra Mundial? La respuesta aesta interrogante requiere determinados conocimientos tericosacerca de la guerra como fenmeno social, el anlisis de suscausas y una valoracin objetiva de los acontecimientos queprecedieron a la contienda.

    Acerca de las causas de la guerra

    La guerra: prolongacin de la poltica. En el transcurso de lahistoria de la humanidad ha ocurrido un gran nmero de guerrasy conflictos blicos. Se ha constatado que en los ltimos 5 500aos los pueblos han sufrido ms de 14 000 guerras.

    Las magnitudes de las guerras y su influencia sobre el destinode los pueblos se incrementaron de manera constante, y en lapoca imperialista las guerras adquirieron un carcter mundial.La humanidad ya ha tenido que soportar dos devastadoras gue-rras mundiales: la de 1914 a 1918 y la de 1939 a 1945.

    Por su contenido poltico, se acostumbra a dividir las guerrasen justas, de liberacin, cuyo objetivo consiste en defenderse de

    la agresin y la esclavitud externas, e injustas, de agresin, quese efectan con el fin de conquistar y esclavizar a otros pases ypueblos. La Segunda Guerra Mundial fue una guerra justa, deliberacin, por parte de los pueblos que lucharon contra la agre-sin fascista.

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    Las guerras son evitables. Hubo un tiempo en que las per-sonas no conocan la guerra, y llegar el momento en que sereliminada de la vida de la sociedad.

    La clave para descubrir el secreto de por qu surge una gue-rra, para comprender correctamente las causas de la SegundaGuerra Mundial, es la valoracin marxista leninista de la guerracomo prolongacin de la poltica de determinado Estado, dedeterminada clase, por medios violentos. Y tal ha sido siempreescribi V. I. Leninel punto de vista de Marx y Engels, queconsideraban toda guerra comoprolongacin de la poltica de las

    potencias dadas, interesadasy de las distintas clases en el senode estas ltimas, en un momento dado.1

    Los monopolios alemanes, la direccin nazi y el Estado Ma-yor General alemn desencadenaron la Segunda Guerra Mundial,pero la contienda se prepar mediante los esfuerzos conjuntos delimperialismo internacional, con el objetivo de aniquilar al primerEstado socialista del mundo: la Unin Sovitica. Cegados por elodio de clase, los imperialistas intentaron hacer realidad sus

    planes de destruccin de la Rusia Sovitica ya en 1918-1920,mediante el apoyo a las fuerzas contrarrevolucionarias internas,la intervencin abierta y el bloqueo; sin embargo, sufrieron unademoledora derrota. Todo el perodo siguiente de la historia, eltranscurrido entre las dos guerras mundiales, se caracteriza porinsistentes esfuerzos del imperialismo por organizar una nuevacampaa antisovitica.

    Los imperialistas anglo norteamericanos, quienes contabancon llevar a cabo la lucha contra la URSS mediante sus prin-cipales adversarios: Alemania y Japn, desempearon el papel deinspiradores de esta campaa. Los monopolistas de los EstadosUnidos e Inglaterra esperaban, de esta manera, aniquilar al Esta-do socialista y debilitar, adems, a sus competidores.

    El peligro de una guerra se increment en particular, cuandoel fascismo capitalista se apoder del poder en Alemania. En elVII Congreso de la Internacional Comunista (1935) se seal quela transicin de la burguesa a los mtodos fascistas de manteni-miento de su hegemona, se relacionaba directamente con la

    1 V. I. Lenin: Obras militares escogidas. Bib. El Oficial, La Habana,

    1970, p. 245.

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    preparacin de una nueva guerra mundial.

    De esta manera, las fuerzas imperialistas que participaron enla preparacin de la Segunda Guerra Mundial, experimentaronsobre s mismas la accin de las dos tendencias histricas opues-tas descubiertas por V. I. Lenin. Por una parte, los Estados impe-rialistas tendan a unirse, lo cual estaba provocado por su esenciaclasista explotadora comn. Esta tendencia condujo a la creacinde un frente nico de las potencias capitalistas contra el pas delsocialismo, al enfrentarniento armado de los dos sistemas sociopolticos. Por otra, se desarroll una tendencia a la profundiza-

    cin de las contradicciones entre los diferentes Estados capitalis-tas y sus coaliciones.

    La Unin Sovitica, con el apoyo de todas las fuerzas pro-gresistas del mundo, luch contra la guerra y el fascismo. Lahistoria de los aos de preguerra manifiesta el impresionantepanorama de los ilimitados esfuerzos desarrollados por el PartidoComunista y el Gobierno de la Unin Sovitica dirigidos a lacreacin de un sistema de seguridad colectiva y a la detencin de

    la agresin fascista; de acciones activas del Pas de los Soviets endefensa de los pueblos de Etiopa, Espaa, China, Austria y Che-coslovaquia; de la ms variada ayuda, incluida la militar, queprest la Unin Sovitica a muchos pases vctimas de la agre-sin.

    Un fenmeno cualitativamente nuevo de la situacin de pre-guerra radic en que en la mayora de los pases capitalistas ac-

    tuaban enrgicamente los partidos comunistas y obreros de tipoleninista, armados con los conocimientos de las leyes del desa-rrollo social y forjados en la lucha de clases. Los partidos comu-nistas representaban una potente fuerza social. Se manifestabancon valenta contra la preparacin de la guerra por los imperialis-tas; desenmascaraban la poltica de tolerancia a los agresores;luchaban con decisin contra el fascismo, el cual se desarrollabacomo un tumor maligno, y, ya durante la guerra, se convirtieron

    en los organizadores de la lucha por la recuperacin nacional delos pases esclavizados.

    La Segunda Guerra Mundial comenz como un enfrenta-miento armado en el seno del campo imperialista. Las principalespotencias de las coaliciones anglo francesa y germano italiana no

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    lograron llegar a un acuerdo y aunar sus esfuerzos en la luchacontra la URSS. La poltica exterior leninista del PCUSla cualsupo aprovechar, con habilidad, las contradicciones existentes

    entre los pases burgueses en inters de la seguridad del socialis-moimpidi de manera activa que se llegara a un acuerdo anti-sovitico. La URSS no amenazaba a nadie, pero cortaba decidi-damente las provocaciones de los agresores; no les permiti quela arrastraran a una guerra mundial y, durante casi dos aos des-pus del inicio de la contienda, continu la construccin pacficay fortaleci la defensa. Ambas coaliciones opuestas seguan sien-do enemigas acrrimas del socialismo, de la Unin Sovitica. Sin

    perder de vista a su competidor capitalista, ambas apuntabanhacia el Estado sovitico, hacia la Patria del socialismo. La histo-ria le pedir cuentas eternamente al culpable de la guerra: alimperialismo.

    En el laberinto de las contradicciones. Para justificar al impe-rialismoque siempre ha sido, y seguir siendo, el causante delas guerras, los idelogos burgueses confunden y tergiversan lacuestin de las causas de las guerras, de su naturaleza y de laesencia social y clasista de stas. Estos idelogos analizan laguerra sin considerar las condiciones del desarrollo del capitalis-mo, las relaciones econmicas ni la poltica de las clases explota-doras, y ocultan a los verdaderos culpables de la agresin.

    Por lo general, los tericos burgueses proclaman que la gue-rra es un estado natural de la sociedad. Las guerras son eternas

    y se producirn mientras exista la humanidad: esa es la piedraangular de sus concepciones ms difundidas, sustentadas en ar-gumentos antropolgicos, teolgicos y de otros tipos.

    As, vemos que la terica norteamericana M. Mead analiza laguerra como un reconocido conflicto entre dos grupos, en elcual cada grupo pone un ejrcito para combatir y matar a losmiembros del ejrcito del otro grupo. Mead considera que la

    guerra es una invencin de la humanidad como escribir, elmatrimonio, cocinar los alimentos, el juicio por jurados o el en-tierro de los muertos, y as por el estilo.1

    1 Margaret Mead: Warfare is Only an Invention Not a BiologicalNecessity, enPeace and War. Editado por Charles R. Beitz y TheodoreHerman, W. H. Freeman and Company, San Francisco, 1973, p. 113.

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    J. G. Stoessinger, profesor de la Universidad de Nueva York,seala en su libro Por qu surgen las guerras entre las nacio-nes? [Why Nations Go to War]que todos los intentos de vincular

    las causas de las guerras con el militarismo, con los bloquesmilitares y con factores econmicos, le parecen tan slo abs-tracciones inexpresivas. Segn su opinin, las guerras tienen uncarcter cclico y son un desarrollo natural de los acon-tecimientos para cada generacin.1

    Muy difundidas estn las teoras teolgicas de todo tipo, deacuerdo con las cuales las guerras son enviadas y permitidas por

    Dios,

    2

    la paz justa slo podr encontrarse en el ms all

    3

    y lapaz en la tierra es imposible. Uno de los autores de semejantesrazonamientos, el filsofo germano occidental R. Koselleck con-sidera una confirmacin de su teora que a pesar de las pala-bras de F. Roosevelt, quien declar, antes de morir en abril de1945, su decisin de luchar por mantener la paz, el planetacontina envuelto en los ltimos aos, como lo estuvo antes, enguerras civiles, conflictos armados, etc.4 En su libro no existe el

    anlisis de la amenaza blica que emana del imperialismo. Almismo tiempo, el autor silencia que, como resultado del incre-mento de las fuerzas de la paz, la democracia y el socialismo,desde hace ya cerca de cuatro decenios ha sido posible impedir eldesencadenamiento de una tercera guerra mundial.

    Por lo general, los tericos burgueses encuentran las causasde las guerras en decisiones impulsivas de personalidades esta-tales, en una deficiente informacin de los servicios de inte-ligencia, o en otras circunstancias secundarias o casuales.

    El historiador norteamericano W. Root, al analizar la polticaexterior de los Estados Unidos en los aos de la preguerra, llega ala conclusin de que los resultados catastrficos de esta polticason consecuencia de una informacin incorrecta, de la miopa, lamezquindad y la inclinacin humana a la auto justificacin, la

    1 J. Stoessinger: Why Nations Go to War. St. Martin's Press, New York,1974, pp. III, IV.2 Reinhart Koselleck: Vergangene Zukunft. Zur Semantik geschichlicherZeiten. Suhrkamp Verlag, Francfort del Meno, 1979, p. 360.3 Ibd., p. 140.4 Ibd., p. 275.

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    cual oblig a los diplomticos norteamericanos, quienes en unmomento dado haban elegido un camino errneo, a continuarpor l antes que reconocer sus errores.1Transcurriran 25 aos, y

    J. Toland repetira, en esencia, lo mismo. Al explicar las causasde la incorporacin de Japn a la guerra contra los Estados Uni-dos, escribe: El problema consista en que tanto Amrica comoJapn eran como nios. Diplomticamente, ninguno era maduro.Y ahora los dos nios practicaban estpidos juegos de guerra.2

    En la literatura occidental est muy difundido el agnos-ticismo, los puntos de vista que niegan total o parcialmente la

    posibilidad de conocer las causas de la guerra, de explicarlas demanera clara. En este sentido resulta demostrativa la in-terpretacin del concepto guerra, adoptada conjuntamente porcientficos burgueses de varios pases en laEnciclopedia Univer-salde varios tomos y editada en Francia. En un voluminoso art-culo, que no es otra cosa que un conglomerado de concepcionescontradictorias, se plantea que la guerra es un hecho establecidouniversalmente. Por cierto es difcil se dice ms adelante

    fijar la transicin directa entre el enfrentamiento de dos sujetossingulares, o de dos familias y el de grupos ms importantes, quemerezca el nombre de guerra.3

    Las bsquedas de nuevas teoras. Sin embargo, al nivel del actualdesarrollo de la ciencia histrica mundial, en las condiciones enque el problema de la guerra y la paz atraen la atencin de losms amplios crculos sociales, razonamientos primitivos de este

    tipo estn muy lejos de satisfacer a nadie. A causa de ello, tam-bin muchos investigadores occidentales realizan intensasbsquedas de nuevas teoras acerca de la guerra, admisiblespara las clases explotadoras. En Francia, la RFA, Italia, Holanday otros pases se han creado instituciones o centros especiales depolemologa, que lanzan en abundancia la correspondiente pro-duccin impresa. En qu consiste la esencia de la polemologa?

    La polemologa considera que los orgenes de las guerras ra-1 Waverly Root: Secret History of the War, vol. II, New York, 1945, p.189.2 John Toland: The Rising Sun. Random House, New York, 1970, p.259.3Encyclopaedia Universalis, vol. 8, Pars, 1974, pp. 99-100.

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    dican en la alteracin del equilibrio de los diferentes grupos eta-rios en la sociedad humana. Si en algn pas se ha observado unincremento de las edades jvenes de la poblacin y se han creado

    condiciones socio econmicas en las cuales es imposible garanti-zar la completa ocupacin de los jvenes, entonces surge unasituacin demogrfica particular, a la cual los polemlo-gos de-nominan estructura explosiva o estructura demogrfica gue-rrerista.

    La estructura explosiva, aseguran los polemlogos, crea laspremisas para los disturbios sociales; predispone al surgimiento

    de impulsos belicosos en la sociedad, los cuales conducen por suparte, al desarrollo de la agresividad colectiva, a conmocionessociales y, por fin, a la necesidad de liquidar la parte ms activade la poblacin, es decir a entablar las guerras.

    La polemologa, al poner en primer plano las causas sociobiolgicas de la guerra y al apartarla de la economa y la poltica,exonera a las clases dominantes y a los gobiernos de los Estadoscapitalistas de la responsabilidad por el desencadenamiento de la

    guerra y, de hecho, justifica cualquier agresin. Los polemlogosafirman: Las grandes agresiones imperialistas de la historia noson otra cosa que erupciones demogrficas. Cada una de ellascorresponde al clmax de un desequilibrio interno, causado por lapltora de hombres jvenes.1 De los razonamientos de los po-lemlogos se deduce que la Alemania hitleriana y la Italia fascis-ta llevaron a cabo guerras de agresin, en primer lugar, porque enesos pases surgi una estructura demogrfica explosiva, ac-tuaban fuertes impulsos guerreristas y se acumul un poten-cial agresivo. En esencia, esta conclusin destruye por s mismalos razonamientos pseudocientficos de los polemlogos en loreferente a que su ciencia puede hallar un medio para salvar ala humanidad de la guerra.

    Junto a la poilemologa, se convierte en una tendencia muyestable en la explicacin de las causas de la guerra, en particular

    en los ltimos decenios, el enfoque interdisciplinario (integral)a la explicacin del fenmeno de la guerra, en el cual el lugarms importante lo ocupa el factor poltico visto como fue formu-

    1 Gaston Bouthoul: Biologie sociale. Presses Universitaires de France,Pars, 1964, p. 95.

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    lado por Clausewitz el siglo pasado. El terico militar alemnCarl von Clausewitz cuyos puntos de vista se conformaronbajo la influencia de las conmociones sociales y las guerras rela-

    cionadas con la Revolucin Francesa, como contrapeso a lasconstrucciones metafsicas an hoy vlidas en la ciencia burgue-saafirmaba que la guerra es una manifestacin particular delas relaciones sociales. El lugar central en la teora de Clause-witz acerca de la guerra lo ocupa la idea de su interrelacin conla poltica: La guerra no es otra cosa que la continuacin de lapoltica del Estado por otros medios.1 Consideraba que la guerraera imposible fuera de la poltica. La guerra en la sociedad

    humana guerra de naciones enteras, y particularmente de na-ciones civilizadassurge siempre de una situacin poltica, y seorigina slo por un motivo poltico.2

    V. I. Lenin, al analizar la formulacin de Clausewitz, plan-teaba que la guerra no es simplemente la continuacin de la po-ltica por otros medios; a saber, por medios violentos. En sudefinicin de la esencia de la guerra, V. I. Lenin introdujo el

    concepto de la guerra como prolongacin de la poltica de de-terminada clase en condiciones histricas concretas; es decir,plante lo ms importante, sin lo cual resulta imposible explicarlas causas y el carcter de una guerra en particular, y de las gue-rras en general.3 Los investigadores burgueses contemporneosse han visto obligados a reconocer que el marxismo leninismoposee la teora de la guerra ms cabalmente elaborada.4

    Los principios de la teora integral de la guerra en lacual, como sealan sus autores, no se sabe cundo se las van acomponerfueron planteados, a grandes rasgos, por el tericonorteamericano Q. Wright, ya en los aos de la Segunda GuerraMundial. Consideraba que la guerra tiene causas poltico tec-nolgicas, jurdico ideolgicas, socio religiosas y psicolgicas.5

    1 Karl von Clausewitz: Von Kriege. Verlag des Ministeriums fr Natio-

    nale Verteidigung, Berln, 1957, p. 6.2 Ibd., p. 33.3 V. I. Lenin: Obras militares escogidas,p. 245.4 K. Nelson, S. Olin: Why War?: Ideology, Theory and History. Uni-versity of California Press, Berkeley, 1979, p. 74.5 Quincy Wright: A Study of War, t. 11, The University of ChicagoPress, Chicago, 1942, p. 739.

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    La concepcin de Clausewitz y los diferentes puntos de vistateolgicos, antropolgicos y biolgicos, se transformaron enWright de la siguiente manera: Aunque el hombre tiene impul-

    sos originales que hacen posible la guerra escribi en su libroEstudio de la guerra [A Study of War], reeditado en mltiplesocasiones, esa posibilidad slo se ha realizado en condicionessociales y polticas apropiadas.1 Cmo impedir la guerra? Elautor no ofrece una respuesta clara a esta interrogante cardinal.

    En la interpretacin contempornea de las causas de la guerraes posible destacar igualmente dos escuelas burguesas: la del

    realismo poltico y la del idealismo poltico. En la his-toriografa y la teora de las relaciones internacionales, la de-nominacin de estas escuelas no refleja los conceptos del idea-lismo y del realismo en el sentido generalmente aceptado de lapalabra, sino tendencias concretas de poltica exterior. Los par-tidarios de la escuela del idealismo poltico afirman que lascausas de las acciones de poltica exterior de unas u otras nacio-nes capitalistas, han sido y son las aspiraciones elevadas, la

    lucha por los valores morales de la nacin y otros motivosidealistas semejantes. Los partidarios de la segunda escuela par-ten de que los pases slo se fan siempre de su fuerza, y utilizanlas condiciones morales nicamente para aplicarla.

    Con frecuencia, los autores burgueses combinan los puntosde vista de ambas escuelas. Por ejemplo, el conocido historiadory diplomtico norteamericano G. Kennan, al investigar las con-cepciones de la escuela del realismo poltico, escribi que elenfoque legalista a las relaciones internacionales es errneo.2 Almismo tiempo, en sus trabajos resulta evidente la influencia de laescuela del idealismo poltico, de las teoras de la casualidadmoral de las decisiones diplomticas y polticas del Gobierno delos Estados Unidos. Por ejemplo, Kennan explica las aspiracio-nes imperialistas de los Estados Unidos a fines del siglo XIXmediante tradiciones creadas; mediante el hecho de que a los

    norteamericanos desde hace mucho les resulta agradable el olordel imperio, les gustaba ver su bandera ondeando en lejanasislas tropicales y calentarse en el sol del reconocimiento como

    1 Q. Wright:A Study of War, t. I, p. 5.2 George F. Kennan: American Diplomacy 1900-1950, The Universityof Chicago Press, Chicago, 1952, p. 99.

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    una de las mayores potencias imperiales del mundo. La discu-sin entre los abogados del idealismo y los abogados delrealismo, contina an en nuestros das.1

    La diferencia de puntos de vista acerca de las causas de lasguerras, puede crear la impresin de que, en la interpretacin deeste problema, no existe en absoluto nada en comn entre lostericos y los historiadores occidentales. Tal impresin seraerrnea. Por muy lejos que estn de la verdadera ciencia y de laprctica histrica, por muy contradictorios que sean los puntos devista acerca de las causas de las guerrasy, entre ellas, de la

    Segunda Guerra Mundial, las diferentes escuelas y agru-paciones de historiadores y filsofos burgueses, estn aunadaspor la aspiracin de ocultar, de enmascarar a cualquier precio, laresponsabilidad del imperialismo como principal culpable de lasguerras mundiales.2

    Los mtodos empleados para conseguir este objetivo varanen dependencia de la orientacin poltica del investigador, de supotencial cientfico, del destino concreto de la publicacin que

    est preparando, de la situacin y otros factores.

    En su libro El enfoque americano a la poltica exterior [TheAmerican Approach to Foreign Policy], el profesor D. Perkinsplantea una interrogante: Existe un imperialismo americano?Al responderla, trata de convencer a los lectores de que el con-cepto imperialismo es un artificio de la propaganda rusa, quelos Estados Unidos no han sido nunca una nacin imperialista y

    no lo son hoy en da.3

    Como en los Estados Unidos no existeimperialismo, no hay tampoco argumentos para culpar a esteEstado de haber participado en el desencadenamiento de la Se-gunda Guerra Mundial.

    Entretanto, la historia de los Estados Unidos como Estadoimperialistalas mltiples guerras de rapia, la lucha cruenta y

    1

    Ver con ms detalles en O. Rzheshevski: La guerra y la historia.Mosc, 1976, pp. 109-111 (en ruso).2 Ver con ms detalles en E. I. Ribkin: Crtica a las teoras burguesasacerca de las causas y el papel de las guerras en la historia. Ensayohistrico filosfico. Mosc, 1979 (en ruso).3 Dexter Perkins: The American Approach to Foreign Policy, HarvardUniversity Press, Cambridge (Mass.), 1962, pp. 29, 98.

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    encarnizada del capital monopolista por la hegemona mundial, elsistema de explotacin de los trabajadores, las represiones almovimiento progresista de las masas populares y, finalmente, la

    orientacin de los crculos gubernamentales hacia la destruccindel primer Estado socialista del mundo, demuestra que el impe-rialismo norteamericano no es un artificio de la propagandarusa ni un fenmeno anticomunista, sino un fenmeno sociopoltico concreto, la fuerza rectora del imperialismo mundial.

    Slo aislados historiadores occidentales escriben acerca delimperialismo como el principal culpable de las guerras, aunque lo

    hacen de formas rigurosamente dosificadas, por lo general pa-rablicas. El imperialismo seala L. Farrar reflejaba elcriterio de que el sistema estatal era esencialmente competitivo, yese criterio prepar quizs a la gente para aceptar la guerra comoun resultado apropiado, de hecho necesario, de la poltica.1

    El fascismo es la guerra. El intento de ocultar la naturaleza agre-siva del imperialismo se evidencia con claridad en la inter-

    pretacin de la esencia del fascismo que desencaden la SegundaGuerra Mundial. El anlisis del fascismo (si existe) se reduce, porlo general, a intentos de enmascarar la esencia clasista de estefenmeno. En la mayora de los casos, el anlisis del fascismo sereemplaza por la enumeracin de los cambios que sucedieron enla poltica de los pases del Eje, cuando arribaron al poderHitler, Mussolini y la camarilla de militaristas japoneses. Hitlerlleg al poder y comenz el rearme de Alemania: esta tesis

    estereotipada vincula, de manera directa o indirecta, las causas dela Segunda Guerra Mundial con la culpabilidad tan slo deHitler, de su naturaleza psicpata. L. Lafore, en su libro El finde la gloria. Una interpretacin de los orgenes de la SegundaGuerra Mundial [The End of Glory. An lnterpretaiion of theOrigins of World War II], plantea la versin de que el fascismo,al comienzo de su surgimiento, proclam los programas msizquierdistas y revolucionarios de la poca: la abolicin de la

    monarqua y la nobleza, el anticlericalismo y el anticapitalismo,pero como resultado prevaleci en l el chovinismo y el estatis-mo. Semejante enfoque a la explicacin de la naturaleza del

    1War: A Historical, Political and Social Study. Editado por L. L. Farrar,ABC-Clio, Inc., Santa Brbara (Cal.), 1978, p. 116.

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    fascismo conduce al autor a la afirmacin de que el fascismoera, en una medida considerable, la obra de un burdo engaopoltico.1 R. Leckie, autor del libro Las guerras de Amrica

    [The Wars of America],vincula al fascismo en Alemania e Italiacon el nacionalismo autoritario, y su variedad de Japn, con elmilitarismo teocrtico. En ese laberinto de trminos, razona-mientos confusos e hiptesis, slo falta lo principal: el anlisisdel vnculo orgnico entre el imperialismo, el fascismo y la gue-rra.

    Es posible que donde mayor atencin se le preste al anlisis

    del fascismo sea en la literatura de la RFA. Una de las variantesms difundidas de explicacin de la naturaleza del fascismo radi-ca en los intentos de interpretar su surgimiento como el resultadode la accin de ciertos factores irracionales que engendraronuna personalidad demonaca, fatdica: Hitler. Al intentarrepresentar a Hitler como un superhombre, muchos historiado-res occidentales afirman que el nacional socialismo fue, endefinitiva, obra personal de Adolfo Hitler,2 que precisamente l,

    con grandiosa arbitrariedad, ha hecho historia.3

    Es conocido que ya durante el proceso de Nuremberg contra

    los principales criminales de guerra nazis, en Occidente exista laversin de la responsabilidad personal de Hitler por el desen-cadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. Como seal en-tonces W. Churchill, era en inters de las partes interesadas,despus de ser prisioneros de los aliados, hacer hincapi en susesfuerzos por las paz.4 Al unsono con los ex generales hitleria-nos y los monopolistas alemanes quienes, durante el proceso,afirmaron que haba sido imposible oponerse a la voluntad deHitler de hacer la guerra, muchos historiadores occidentales

    1 Laurence Lafore: The End of Glory. An nterpretation of the Origins ofWorld War II. J. B. Lippincott Company, Philadelphia, 1970, pp. 68-71.

    2

    Joseph Wulf:Aus dem Lexikon der Mrder. Sonderbehandlung undverwandte worte in nationalsozialistischen Dokumenten. Sigbert MohnVerlag, Gtersloh, 1963, p. 9.3 Joachim C. Fest: Hitler. Eine Biographie, t. 1, Verlag Ullstein, Franc-fort del Meno, 1976, p. 23.4 Winston S. Churchill: The Second World War, t. I, Cassel&Co. Ltd.,Londres, 1949, p. 280.

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    escriben, hasta el da de hoy, que la guerra ms grande de todoslos tiempos se haba originado de una manera no regular, esdecir, no haba sido consecuencia de la poltica de los crculos

    imperialistas, sino que haba sido desencadenada premeditada-mente, con un clculo fro, porel espritu del mal, por Hitler,cuya tarea consista en una gran destruccin.1

    En la historiografa burguesa, la lnea dirigida a exagerar el pa-pel de Hitler en el surgimiento del fascismo y la guerra, se trans-forma de manera gradual en una tendencia a humanizar a loscabecillas fascistas. Los libros del historiador germano occidental

    W. Maser pueden servir como ejemplo caracterstico de ello. Ensus publicaciones, no existe, a primera vista, una concepcinmanifiesta. El autor, dentro de lo posible, evita cualquier tipo deconclusiones y valoraciones propias. Por ejemplo, en el prlogo auno de los libros acerca de Hitler escribe: Debo confesar que losdocumentos y el trabajo en este libro me han deparado sorpresascon las cuales no haba contado.2 Qu sorpresas? El contenidodel libro est centrado en mostrar a Hitler no como el manaco y

    el tirano que todos conocen, sino como un hombre sentimental,incluso no carente de atractivo. Los comentarios del autor a losdiferentes documentos tienen un carcter objetivista. Tambinresulta evidente la prevencin de su polmica contra los partida-rios abiertos del Fhrer, a quien presenta como servidor deAlemania. Maser afirma que esto slo corresponde, en parte, ala realidad.3 Los investigadores soviticos subrayan, de maneracorrecta, que esas valoraciones no slo no se corresponden con la

    verdad, sino que son muy peligrosas y sirven a los fines de laglorificacin del fascismo y sus cabecillas.4

    Un rasgo caracterstico de la historiografa burguesa de laRFA es la tendencia a presentar el fascismo como un movimientosocial de la pequea burguesa, de la capa ms baja de la clase

    1 Michael Freund: Deutsche Geschichte. Bertelsmann Lexikon Verlag,

    Gtersloh, 1974, p. 1179; Weltgeschichte im Aufriss, t. 3 seccin I,Verlag Moritz Diesterweg, Francfort del Meno, p. 445.2 Werner Maser: Hitlers Briefe und Notizen. Sein Weltbild in hand-schriftlichen Dokumenten. Econ Verlag, Dsseldorf, 1973, p. 7.3 Ibd., pp. 376-377.4 D. Mellnikov y L. Chernaia: El criminal nmero uno. El rgimennazi y su Fhrer. Mosc, 1981, p. 36 (en ruso).

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    media, y dejar en la sombra el papel rector de las capas msreaccionarias de la burguesa monopolista en la instauracin de ladictadura fascista. As vemos que, segn opinin de H. Grebing,

    el fascismo fue engendrado por un movimiento de las capas me-dias no pertenecientes ni a la clase de los proletarios, ni a losexplotadores. Sobre esta base, la autora llega a la conclusin deque, de hecho, podra hablarse de la ausencia de clases del fas-cismo.1 Al solidarizarse con ella, R. Saage plantea la tesis de laformacin de una tercera clase a partir de las capas medias, lacual hizo del fascismo una fuerza decisiva.2

    La teora de la denominada sociedad de masas,

    3

    a la cualhacen propaganda ampliamente muchos filsofos e historiadoresde Occidente, sirve a estos mismos fines. Los partidarios de estateora, al afirmar que el presente siglo es el siglo de las masas,tratan de demostrar que la toma del poder por el nacional socia-lismo en 1933 represent una revolucin, la cual indic a lahumanidad la tercera va de desarrollo entre el capitalismo yel socialismo.4

    En realidad, el fascismo estaba inmediata y directamente en-caminado a aplastar el movimiento revolucionario de los pueblosy en primer lugar, a la clase obrera y su vanguardia: el movi-miento comunista internacional. El VII Congreso de la Inter-nacional Comunista, en 1935, sealaba: Alemania fascista estdemostrando con claridad a todo el mundo qu pueden esperarlas masas populares donde el fascismo resulte victorioso. El fu-ribundo gobierno fascista est aniquilando la flor de la claseobrera, a sus lderes y organizadores, en crceles y campos deconcentracin. Ha destruido los sindicatos, las sociedades coo-perativas, todas las organizaciones legales de los trabajadores, as

    1 Helga Grebing: Aktuelle Theorien ber Faschismus und Konser-watismus. Eine Kritik. Verlag W. Kohlhammer, Stuttgart, 1974, p. 104.2 Richard Saage: Faschismustheorien. Eine Einfhrung. Verlag

    C. H. Beck, Mnich, 1976, p. 118.3 Ver con ms detalles en V. S. Diakin: El siglo de las masas y la res-ponsabilidad de las clases. Crtica a la historiografa contemporneaburguesa. Compilacin de artculos, Leningrado, 1967, pp. 315-399; G.K. Ashin:La doctrina de la sociedad de masas. Mosc, 1971 (en ruso).4 Karl Dietrich Bracher: Europa in der Krise. Innengeschichte undWelpolitik seit 1917. Francfort del Meno, 1979, pp. 176-179.

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    como todas las dems organizaciones polticas y culturales nofascistas. Ha privado a los trabajadores del elemental derecho dedefender sus intereses. Ha convertido a un pas sumamente culto

    en un foco del oscurantismo, la barbarie y la guerra.1La instauracin de dictaduras fascistas en Alemania, Italia y

    en algunos otros pases capitalistas en la dcada de 1920 a 1930,fue el resultado de una ofensiva de las fuerzas reaccionarias delimperialismo contra los trabajadores. Se aprovecharon entoncesde la escisin que se haba producido en la clase obrera y quehaba tenido lugar, en primer trmino, por culpa de lderes

    oportunistas de derecha de la socialdemocracia, quienes propug-naban las ideas del compaerismo social y del anticomunismo;sin embargo, el fascismo no logr abrirse paso hacia el poder enlos pases donde se haban creado, a iniciativa de los comunistas,amplios frentes populares, como sucedi, por ejemplo, en Fran-cia. En Espaa, los fascistas lograron imponer su dictadura slocomo resultado del apoyo prestado por los regmenes fascistas deItalia y Alemania, los cuales realizaron una intervencin militar

    directa en ese pas entre 1936 y 1939.Los intereses egostas de las clases dominantes de los Estados

    capitalistas, que haban sumido al mundo en la Segunda guerraMundial, eran ajenos a las masas populares. Odiosos regmenesfascistas no slo amenazaban la libertad, sino tambin la existen-cia misma de naciones completas. Al combatir al fascismo, lasmasas populares, encabezadas por los comunistas, defendan suderecho a la vida y la libertad, su derecho a luchar por el progre-so social.

    Como un nuevo intento de explicacin de las causas de laSegunda Guerra Mundial puede considerarse la investigacinemprendida por un grupo de historiadores, encabezado por Man-fred Messerschmidt, pertenecientes a la Direccin de Investiga-cin Histrico Militar de la Bundeswehr, y publicada en el pri-mer tomo de la obra El imperio alemn y la Segunda Guerra

    Mundial [Das Deutsche Reich und der Zweite Weltkrieg]. Susautores se manifiestan con claridad en busca del liderazgo dentro

    1VII Congress of the Communist International. Abridged StenographicReport of Proceedings. Foreign Language Publishing House, Mosc,1939, p. 572.

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    de la interpretacin burguesa de la cuestin dada, al declararlanecesidad de una sntesis de los trabajos realizados hasta ahora,pero, ante todo, una informacin extensa para el lector interesado

    en historia.1En partes especiales, en el tomo se analizan en detalle los as-

    pectos ideolgicos, econmicos, militares y de poltica exteriorde la preparacin de Alemania para la guerra; se reconoce, aun-que con reservas, la agresividad tradicional del imperialismoalemn y, prcticamente, la culpabilidad del Reich fascista en eldesencadenamiento de la guerra. (El imperio alemn desempe

    el papel rector en el surgimiento y el desarrollo de la SegundaGuerra Mundial.)

    Los autores del tomo tocan algunos aspectos sociales de lascausas del rumbo de Alemania hacia la guerra. El miedo a larevolucinse seala en el libroera el trasfondo de la polticahitleriana.30 La responsabilidad por la poltica de Alemania se laadjudican a las capas nacional burguesas y a sus representantesen el Ministerio de Relaciones Exteriores, en las Fuerzas Arma-

    das, en la economa y en la ciencia, que encarnaban la continui-dad de la tradicin estatal nacional... stas haban saludado conjbilo el armamentismo... Su objetivo estribaba en un incrementode la posicin de gran potencia de Alemania, que iba ms all dela simple revisin del Tratado de Versalles y tena su vista fija enla Europa Oriental, en un Imperio del Este... La utilizacin delpodero militar era un factor lgico dentro de los marcos de esteclculo poltico.2

    Razonamientos de este tipo podran parecer un paso en elcamino hacia la verdad histrica, pero en realidad son una ma-niobra, cuyo objetivo consiste en convencer a los lectores de laculpabilidad, en primer trmino de Hitler, en el desencadena-miento de la guerra; convencerlos de los crmenes del fascismo yde la no participacin en ellos de las fuerzas del capital mo-nopolista de Alemania. Esto se evidencia, con claridad, en el

    ejemplo de los intentos de los autores de la obra por demostrarlo errneo de la valoracin que la Internacional Comunista

    1Das Deutsche Reich und der Zweite Weltkrieg, t. I (Prlogo), DeutscheVerlags-Anstalt, Stuttgart, 1979, p. 11.2 Ibd., p. 715.

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    hizo del fascismo, como la dictadura de los elementos chovinis-tas ms reaccionarios del capital financiero. Los autores despusde citar la definicin que hizo la Internacional Comunista del

    fascismo, escriben: A Hitler no se le puede ver como a un tte-re del capital financiero. En la Alemania de preguerra nadie,excepto l, influa sobre las masas. Esto se relaciona en especialcon el perodo despus de 1936 y durante la misma guerra. l fuequien determin el curso que tomara la guerra iniciada el 1 deseptiembre de 1939.1 En otras palabras, la nueva argumenta-cin de los historiadores germano occidentales est dirigida afortalecer el viejo mito de la responsabilidad personal de Hitler

    por la guerra, mito que justifica al imperialismo y al fascismo,aunque se vieron obligados a variar algunos puntos esenciales.

    Bajo la bandera del anticomunismo. Finalmente, lo comn de lasteoras burguesas acerca de la guerra se manifiesta en su antico-munismo. Los neofascistas y los conservadores moderados, losmaltusianos liberales y los eclcticos, los tericos de las doctrinasreligiosas, tratan, cada uno a su modo, de plantear sus razona-mientos de manera que les permita vincular las causas de la gue-rra con la lucha revolucionaria de los trabajadores y fundamentarla complicidad del rgimen social socialista en el desencadena-miento de la Segunda Guerra Mundial. La guerra, y no la paz, esel crisol del comunismo, difama el terico norteamericano L.Fischer.2

    Semejantes orientaciones pseudohistricas se estn difun-

    diendo de manera particularmente activa en los ltimos aos;estn al servicio de las aspiraciones agresivas del capital mono-polista y se manifiestan cada vez con ms claridad en la polticaexterior de los Estados Unidos, de sus aliados y sus satlites, lacual esta dirigida contra la URSS y contra todas las fuerzas revo-lucionarias de la actualidad.3 Las grandes cruzadas de nuestrapocaafirman los polernlogos, las predican los comisarios

    1 Ibd., p. 18.2 Louis Fischer:Russia's Road from Peace to War. Soviet Foreign Rela-tions 1917-1941. Harper and Row Publishers, New York, 1969, p. 5.

    3 Ver con ms detalles en S. A. Tiushkvich: La filosofa y la teora dela guerra. Mosc, 1975 (en ruso).

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    polticos que divulgan la nueva fe.1

    Al mismo tiempo, algunos tericos se manifiestan desde po-siciones de una valoracin ms realista de los acontecimientosinternacionales que precedieron a la Segunda Guerra Mundial. R.Garthoff (EE.UU.) escribi en su libroLa poltica militar soviti-ca. Anlisis histrico [Soviet Military Policy. A His-torical Ana-lysis] que, desde los primeros aos de existencia del Estado so-vitico, la aspiracin de evitar la guerra lleg a ser un axioma dela poltica sovitica. Los bolcheviques escribe el autorrenunciaron a todos los derechos econmicos, polticos y milita-

    res de la Rusia imperial... en el extranjero: en Turqua, Persia,Afganistn, Sinkiang, Tuva, Manchuria y China. Garthoff sea-la que la Unin Sovitica no utilizaba abiertamente la fuerzamilitar desde 1921. Los soviticos no haban deseado el con-flicto blico con Finlandia, y ms adelante: Despus de 1921,los rusos fueron los primeros en abogar por el desarme.2 A pesarde que R. Garthoff trata de utilizar, en el plano ideolgico, elcontenido de su libro en detrimento del socialismo, las valoracio-

    nes antes citadas acerca de la poltica exterior sovitica eviden-cian, una vez ms, la inconsistencia de las tesis antisoviticas dela historiografa reaccionaria.

    R. Barnet, tambin cientfico de los Estados Unidos, al inves-tigar la poltica exterior norteamericana, lleg a la conclusin deque el origen de la guerra debe buscarse en los propios Estadoscapitalistas. En su libro Las races de la guerra [The Roots ofWar] plantea una interrogante: Cules fueron los intereses na-cionales que trataba de alcanzar los Estados Unidos al propagarla muerte, el terror y la destruccin?3 Al dar respuesta a estapregunta, Barnet escribe: Segn cualquier definicin histrica,los Estados Unidos son un imperio. Desde el surgimiento de larepblica en 1776 hasta el estallido de la Segunda Guerra Mun-dial, el rea bajo el dominio de los Estados Unidos aument de

    1

    G. Bouthoul, Ren Carrre, Jean-Louis Annequin: Guerres et civilisa-tions (de la prhistoire l're nuclo-spatiale), en Les Cahiers de laFondation pour les tudes de Dfense Nationale. Cahier No. 14.Supplment au numro 4 (1979) de Strategique, Pars, 1979, p. 90.2 Raymond L. Carthoff: Soviet Military Policy. A Historical Analysis.Frederick A. Praeger Publishers, New York, 1966, pp. 10, 14, 123.3 Richard J. Barnet:Roots of War. Atheneum, New York, 1972, p. 5.

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    400 000 millas cuadradas a 3 738 393 millas cuadradas... En laSegunda Guerra Mundial, los Estados Unidos no se anexaronlegalmente ms territorio, pero asumieron el control total de te-

    rritorios estratgicos puestos bajo su tutela y otras bases, y conello aumentaron su dominio global.1

    Al hacer un pronstico de la perspectiva histrica, Barnetsubraya: La guerra es una institucin social; las permanentesguerras de Amrica pueden explicarse primordialmente al con-templar la sociedad americana: estas guerras slo cesarn si secambia esa sociedad.2 R. Barnet propone eliminar la guerra

    mediante diferentes tipos de reformas en la esfera de la poltica yla economa norteamericanas, mediante la limitacin del poderdel complejo militar industrial; renunciar a las ilimitadas preten-siones internacionales de los Estados Unidos. En este sentido, suenfoque contribuye tanto al esclarecimiento de las verdaderascausas de la guerra, como a las bsquedas de vas para el ulteriorsaneamiento de la situacin internacional. Sin embargo, las aspi-raciones de la mayora de los autores burgueses contemporneos

    son otras. Ellos responden a una interrogante totalmente diferen-te: Cmo pudo suceder que la guerra comenzara con el enfren-tamiento de coaliciones imperialistas? Por qu resultaron irrea-lizables las posibilidades de creacin de un frente nico de laspotencias imperialistas dirigido contra la URSS? Al manifestarsedesde posiciones particularmente pragmticas, tratan de extraerde este fatdico error lecciones para el futuro. Sus obras secaracterizan por el anlisis del sistema de tratados de Versalles,

    del rearme de la Alemania hitleriana, del fascismo, del curso delos agresores en la pacificacin, del fracaso de los planes decreacin de un sistema de seguridad colectiva en Europa; esdecir, formalmente por el anlisis de muchos de los factores conlos cuales se relaciona en realidad el origen de la Segunda GuerraMundial e investigados profundamente por la historiografamarxista; pero la interpretacin que hacen esos autores burguesesde los factores sealados es una interpretacin premeditadamente

    falsa, marcada y, por lo general, con un espritu antisovitico.Algunos tericos e historiadores burgueses afirman que la Se-gunda Guerra Mundial slo habra podido evitarse si en Europa

    1 Ibd., p. 17.2 Ibd., p. 5.

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    Occidental se hubieran estacionado permanentemente tropasamericanas,1 con lo cual ofrecen un claro ejemplo de cmo lasinvestigaciones reaccionarias se convierten en una apologa dire-

    cta del militarismo y los planes agresivos de la OTAN.El potente movimiento antiblico de masas que se ha desa-

    rrollado en Europa Occidental, demuestra que amplios crculosde la opinin pblica van comprendiendo, con mayor profundi-dad, las verdaderas magnitudes del peligro de guerra que traeconsigo el asentamiento de tropas de los Estados Unidos en terri-torios ajenos.

    Dos mundos, dos polticas

    Entre los investigadores burgueses, el anlisis de los acon-tecimientos que condujeron a la Segunda Guerra Mundial sereduce, por lo general, a la interpretacin de la historia de lapoltica exterior y de la actividad diplomtica de los diferentes

    Estados en el perodo entre las dos guerras. Con esto, los pro-blemas de la poltica interna se tocan de manera muy limitada;mientras que la economa y la ideologa, salvo raras excepciones,no se toman en cuenta en absoluto. Adems, si se divide el pero-do entre la Primera y la Segunda Guerras Mundiales en dos eta-pas la primera hasta el Pacto de Mnich (1919-1938) y la se-gunda despus de l (1938-1939), resulta que la mayor partede la literatura se dedica a la segunda etapa. Esta particularidad

    tambin es un reflejo de la tendencia a dejar fuera del marco de lainvestigacin histrica las races ms profundas de la guerra, delproceso de su maduracin.

    Analizaremos sucesivamente las valoraciones hechas por loshistoriadores burgueses de los acontecimientos entre las dosguerras y sobre los cuales han centrado su mayor atencin.

    El Tratado de Versalles. En la historiografa burguesa, el Tratadode Versalles se analiza, por lo general, de manera crtica. Elcarcter de esta crtica es muy curioso. El destacado historiadornorteamericano T. Taylor considera que las deficiencias del Tra-

    1 Ibd., p. 77.

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    tado de Versalles radican en que obstruy una saludable evolu-cin de la poltica franco britnica hacia Alemania y en queresult impotente para contrarrestar la fuerza del Tercer

    Reich.1

    Adems, considera que el Tratado de Versalles habrapodido desempear su papel si lo hubieran regulado en corres-pondencia con la cambiante situacin en Europa. Eso se hizo(anulacin de las reparaciones), seala T. Taylor, en el planoeconmico, pero en el militar y el territorial todo se mantuvoigual, lo cual condujo a las acciones unilaterales de Hitler.Francia, temerosa de las consecuencias de debilitarlas [las clu-sulas], perdi gradualmente la voluntad, y con posterioridad, la

    fuerza para hacerlas cumplir.2 En total, Taylor evita las valora-ciones del Tratado de Versalles.

    En la literatura reaccionaria de la RFA predominan las tesisque justifican la renuncia de Alemania a sus obligaciones delTratado de Versalles, su revisin por la fuerza y la poltica agre-siva de la Alemania fascista. H. Hrtle afirma que Alemaniarechaz el Tratado de Versalles, tom el camino de la remilitari-

    zacin, se vio obligada a fortalecer su capacidad defensiva y adefender sus fronteras como consecuencia de la amenaza queera, supuestamente, para ella el pacto ruso francs.3

    En todos los pases capitalistas participantes en la PrimeriaGuerra Mundial, y en particular en Francia, la RFA, Inglaterra ylos Estados Unidos, continan editndose obras acerca del Tra-tado de Versalles. Una tendencia caracterstica comn consiste enla aspiracin a demostrar que la paz de Versalles fue injusta,ante todo para Alemania. Qu se esconde tras esto?

    El 18 de enero de 1919 en Versalles, no lejos de Pars, tuvolugar la apertura solemne de la conferencia de los pases aliadospara elaborar las condiciones de la regularizacin pacfica des-pus de la guerra. En la conferencia estuvieron representados 27pases, los cuales haban participado en la guerra contra la coali-

    1 Telford Taylor: Munich. The Price of Peace. Doubleday&Company,Inc., Garden City, New York, 1979, p. 77.2 Ibd., p. 77.3 Heinrich Hrtle: Die Kriegsschuld der Sieger: Churchills, Rooseveltsund Stalins Verbrechen gegen den Weltfrieden. Verlag K. W. SchtzKG, Pr. Oldendorf, 1971, p. 117.

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    cin de las potencias centrales (Alemania, Austria-Hungra, Tur-qua y Bulgaria) o que haban roto relaciones diplomticas conAlemania. Sin embargo, los destinos de la futura paz los mane-

    jaban, de hecho, Inglaterra, Francia y los Estados Unidos. Alema-nia y sus aliados de guerra no fueron convocados a la conferen-cia. La Rusia Sovitica tampoco tuvo acceso a la conferencia, apesar de que fue Rusia precisamente la que soport el peso fun-damental de la guerra y salv en realidad de la derrota a Inglate-rra y Francia entre 1914 y 1916. Todo consista en que el lugarprimordial en el curso de las conversaciones lo ocupaba la deno-minada cuestin rusa: la organizacin de la lucha contra el

    joven Estado socialista. La misma conferencia de paz de Pars seconvirti, de hecho, en el estado mayor de la intervencin arma-da contra la Rusia Sovitica.1

    El 26 de junio de 1919 se firm el Tratado de Paz de Versa-lles, que puso fin, de manera formal, a la Primera Guerra Mun-dial. En el trabajo de la conferencia, el papel principal lo desem-pe el consejo de los cuatro: el presidente de los Estados

    Unidos, Wilson; el primer ministro de Francia, Clemenceau; elprimer ministro de Gran Bretaa, Lloyd George, y el primerministro de Italia, Orlando.

    El sistema de Versalles consolid jurdicamente la expolia-cin, la dependencia, la pobreza y el hambre de millones de per-sonas; la esclavitud, como seal V. I. Lenin, de 7/10 de lapoblacin mundial.2 La esencia del sistema de Versalles estabadeterminada por la aspiracin de los pases vencedores en laPrimera Guerra Mundial, de cambiar por completo el mapa deEuropa y obtener, a costa de la Alemania derrotada y de sus alia-dos, nuevos mercados y fuentes de materias primas, nuevos do-minios coloniales y esferas de influencia. El objetivo fun-damental del sistema de Versalles radicaba en la ambicin desustituir en Europa la hegemona alemana por la anglo francesa,en redistribuir el equilibrio de fuerzas a favor de Inglaterra, Fran-

    cia y los Estados Unidos. Adems, los vencedores dirigan susesfuerzos fundamentales hacia la conversin de Alemania en uninstrumento, con cuya ayuda fuera posible aplastar o debilitar de

    1Historia de la Primera Guerra Mundial de 1914-1918. Mosc, 1975,t. 2, pp. 534-535 (en ruso).2 V. I. Lenin: Obras completas, t. 41, p. 353 (en ruso).

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    manera considerable a la Rusia Sovitica. As, en los documentosde Versalles tambin se reflejaron las contradicciones fundamen-tales del perodo de la crisis general del capitalismo: las contra-

    dicciones entre los sistemas capitalista y socialista. Esto no espazescribi V. I. Lenin, sino condiciones dictadas por ban-doleros.1

    Toda la historia del Tratado de Paz de Versalles, desde elmomento de su firma hasta el comienzo de la Segunda GuerraMundial, represent la destruccin gradual del sistema de Versa-lles y la presin sobre Alemania, por parte de las potencias occi-

    dentales, para que agrediera a la URSS.

    La poltica de pacificacin. Esquema y realidad. En las con-cepciones de los autores burgueses ocupa un lugar notable lainterpretacin de los acontecimientos precedentes a la SegundaGuerra Mundial, como la usurpacin de la zona del Rin por Ale-mania, de Etiopa por Italia, la agresin japonesa en el LejanoOriente, y la guerra civil en Espaa; pero todos los acontecimien-

    tos del perodo entre las dos guerras mundiales se vinculan, porlo general, con la poltica de pacificacin, la cual llevaron acabo, segn sus palabras, Inglaterra y Francia en Europa y losEstados Unidos en el Lejano Oriente.

    Analicemos primero la interpretacin que hacen los histo-riadores burgueses del concepto mismo de pacificacin, puesesto resulta de primordial importancia para aclarar las causas dela Segunda Guerra Mundial.

    La pacificacinse seala en uno de los trabajos dedicadosa esta cuestines un mtodo de la diplomacia. Con un equili-brio de poder o una preponderancia del poder, la pacificacinpuede ajustar ambiciones y rivalidades, compensar cambios ymantener el equilibrio y la armona internacionales entre losEstados.2 La idea de que la poltica de pacificacin de la Ale-mania fascista fue supuestamente una poltica dirigida a for-

    talecer la paz, ocupa un lugar central en la historiografa bur-

    1 Ibd.2Appeasement of the Dictators. Crisis of Diplomacy? (Inlroduction).Editado por W. Laird Kieine-Ahlbrandt, Holt, Rinehart and Winston,New York, 1970, p. 1.

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    guesa. Se ha creado un esquema segn el cual Alemania se reco-noce como un Estado agresivo, injustamente menospreciado porel Tratado de Versalles; mientras que Inglaterra, Francia y los

    Estados Unidos se presentan como potencias que trataron delograr la paz y el equilibrio en Europa. A D. Lloyd George, pri-mer ministro de Gran Bretaa, se lo denomina el creador de lapoltica de pacificacin. Lloyd George esperaba que la paz du-rara mucho tiempo... y, por tanto, advirti contra un tratadohumillante para Alemania.1

    Esta interpretacin es curiosa porque reconoce la premedi-

    tacin del curso que tomaron las potencias occidentales, hacia elfortalecimiento del Reich alemn, pero al mismo tiempo porquedisfraza la tendencia contrarrevolucionaria, antisovitica, de esapoltica.

    El historiador norteamericano L. Lafore comienza su anlisiscapital de los acontecimientos entre las dos guerras a partir delPacto de Locarno en 1925, el primer acuerdo internacional de laspotencias imperialistas despus de Versalles y que abri el cami-

    no a Alemania para la agresin al Este.2 En contraposicin a loshechos generalmente conocidos, el historiador norteamericanoescribe que la aspiracin de los ingleses era extender el princi-pio de Locarno a cada frontera de Europa. Esta aspiracin no selogr, al parecer, porla suposicin errnea de que Hitler consi-deraba los tratados como lo haca Simon.3 En adelante, la histo-

    1

    Ibd.2 En correspondencia con el Pacto de Locarno, Alemania, Francia yBlgica se comprometan a mantener la inviolabilidad de las fronterasgermano francesa y germano belga, establecidas por el Tratado de Ver-salles. Inglaterra e Italia intervinieron como garantes del cumplimientode ese compromiso. El Pacto de Locarno no extendi las garantas a lasfronteras de Alemania con Polonia y Checoslovaquia, lo cual denotabala aspiracin de los especialistas anglo norteamericanos de dirigir lasmiras agresivas de Alemania hacia el Este, contra la URSS, as como

    contra Polonia y Checoslovaquia.3Tal suposicin no era errnea. El lder del ala derecha del PartidoLiberal, ministro de Asuntos Extranjeros de Inglaterra (1931-1935), J.Simon, realiz de manera consecuente una poltica de estmulo a losagresores fascistas; era un encarnizado enemigo de la URSS e intent,por todos los medios posibles, agudizar las relaciones anglo soviticas.En la Conferencia de Stresa (abril de 1935) se manifest en contra de la

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    ria no personificada promulgada por el autor, contina siendo,en lo fundamental, un conglomerado de los mismos motivos ypuntos de vista personificados. La ejecucin de la poltica de

    Barthou1

    cay ahora en manos menos competentes y menoshonestas. Su sucesor, Pierre Laval, era inescrupuloso y sospecha-ba profundamente de la Unin Sovitica.2 Desde posicionesalgo diferentes enfoca W. Kleine-Ahlbrandt el Pacto de Locarnoy sus consecuencias. Locarno fue una gran ilusinse lamentael historiador norteamericano. La seccin ms polmica delTratado de Versalles no fue solucionada. Locarno reconoca elderecho de revisin. Fue una victoria para Alemania. Gran Bre-

    taa y Francia no podan estar de acuerdo, como es lgico...Francia mantena una estricta interpretacin del Tratado de Ver-salles. Gran Bretaa mostraba deseos de ignorar a Europa Orien-tal corno una esfera de inters.3

    No es difcil darse cuenta que estos historiadores dominan elequilibrismo verbal. Los clculos de la agresin alemana contrala URSS adquieren en ellos la forma de rechazo de Gran Breta-

    a a sus intereses en Europa Oriental. Adems, es convenientedestacar un aspecto de la valoracin del Pacto de Locarno antescitada: el reconocimiento por parte del autor del hecho evidentede que el imperialismo britnico actu como propagandista de lapoltica de preparacin de la campaa alemana hacia el Oriente.

    Con especial cuidado se enmascara la responsabilidad de losmonopolios por la preparacin de la guerra, la actividad querealizaron en tal sentido los diferentes grupos financieros in-dustriales que dictaban los programas poltico militares. En con-traposicin a los hechos histricos, se afirma que el nombre

    aplicacin de cualquier tipo de sanciones a Alemania por la violacindel Tratado de Versalles que haba cometido esta nacin.1 Louis Barthou, ministro de Asuntos Extranjeros de Francia de 1933 a

    1934, partidario del establecimiento de un pacto sovitico francs deayuda mutua. Fue asesinado por terroristas croatas vinculados a Berln yRoma, el 9 de octubre de 1934.2 L. Lafore: The End of Glory. An nterpretation of the Origins of WorldWar II,p. 133.3Appeasement of the Dictators. Crisis of Diplomacy? (Introduction), p.2.

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    Cleveland Set era engaoso,1 que no existe la ms ligeraevidencia de tal conspiracin anglo alemana.2

    No obstante, existen mltiples documentos que refutan estatesis. Citaremos uno de ellos: un informe poco conocido del em-bajador alemn en Londres, el cual evidencia que la Alemaniahitleriana se apoyaba en Inglaterra como la principal fuerza in-ternacional en la realizacin de su preparacin para la guerra. Enmarzo de 1935, el embajador alemn comunic a Berln: Ahoraque la temeraria y clarividente poltica del Gobierno del Reich halogrado de facto igualdad de derechos para Alemania en la esfera

    de los armamentos terrestres, ser tarea de la poltica alemana...completar este gran logro... La clave para una solucin satisfacto-ria la posee Gran Bretaa.3

    Muchos historiadores occidentales que no hacen caso de esosdocumentos, no slo intentan rehabilitar la poltica de los paci-ficadores, sino tambin adjudicarle cierto sentido positivo. D.Lee (EE.UU.) asevera que al parecer esta poltica estaba arrai-gada en dos creencias: que Versalles haba sido injusto para los

    alemanes...4 H. A. Jacobsen (RFA) afirma que los ingleses ylos franceses trataban de mantener la paz a cualquier precio.5 K.Eubank (EE. UU.), quien se declara innovador en la interpreta-cin de las causas de la Segunda Guerra Mundial, considera quela actividad de Chamberlain no carece de mritos.6 A partir de

    1Cleveland: hacienda suburbana de la familia de los Astor, los banque-

    ros y las personalidades polticas ms importantes de Inglaterra en ladcada del 30. Constitua una especie de saln polt ico al cual acudanconstantemente dirigentes del Gobierno de los conservadores, entre ellosN. Chamberlain, los lores Halifax, Lothian y otros. Fue uno de los cen-tros de la propaganda profascista y antisovitica en Inglaterra y de losacuerdos polticos anglo alemanes basados en el antisovietismo.2 L. Lafore: The End of Glory. An Interpretation of the Origins of WorldWar II, p. 190.3Documents on German Foreign Policy 1918-1945. Serie C, t. III,

    United States Government Printing Office, Washington, 1959, p. 1018.4Munich. Blunder, Plot or Tragic Necessity? Editado por Dwight E.Lee, D. G. Heath and Company, Lexington (Mass.), 1970, p. VII.5 Hans-Adolf Jacobsen: Von der Strategie der Gewalt zur Politik derFriedenssicherung. Beitrge zur deutschen Geschichte in 20. Jahrhun-dert. Droste Verlag, Dsseldorf, 1977, p. 53.6 K. Eubank: The Origins of World War II, p. VIL

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    la tesis aciaga de la imposibilidad de evitar la guerra, K. Eu-bank plantea la versin de que los pacificadores no adoptaronsanciones militares contra Alemania, porque esta superioridad

    [sobre las fuerzas de Hitler] no era... obvia.1

    El autor no niegaque el principal conductor de la poltica de pacificacin eraInglaterra, pero asienta la justificacin de esa poltica sobre unabase sin clases, con lo cual escuda a los crculos gobernantes.Los ingleses afirma, quienes miraban con favor el sistemaeducacional alemn, el desarrollo industrial alemn y la legisla-cin social (!) alemana, llegaron a inclinarse hacia la pacifica-cin. No hay ningn hombre o grupo de hombres que puedan

    considerarse responsables de la pacificacin.2 As, este historia-dor norteamericano trata de descargar la culpa por la inaccin delos crculos gubernamentales ingleses y franceses ante los prime-ros actos de agresin de Alemania, sobre los pueblos ingls yfrancs, para los cuales, segn sus palabras, habra sido unatarea arduasi no imposibleincitar a librar una guerra contrasoldados alemanes que ocupaban territorio alemn. [Se refiere ala ocupacin de la zona del Rin.El autor.]3

    L. Lafore explica de una manera muy particular el siguienteacto de la poltica de pacificacin: el estmulo a la conquista deEtiopa por la Italia fascista en 1936. Sus intentos [de Mussoli-ni] de conquistar Etiopa escribe Lafore indujeron a losextranjeros (!) a calificarlo como un agresor. Este intento llev asu vez a un viraje en las relaciones germano italianas, el cualsocav todos los esfuerzos futuros por detener a Hitler.4 Los

    historiadores norteamericanos ponen en duda el derecho delpueblo etope a defender el territorio de su pas, al dar a entenderque la guerra surgi por un oasis, conquistado por los italianosvarios aos antes y situado en el terrible desierto.5

    G. Baer, H. Braddick (EE.UU.) y algunos otros historiadores

    1 Ibd., p. VIII.2

    Ibd., p. 73.3 Ibd., p. 57.4 L. Lafore: The End of Glory. An Interpretatioon of the Origins ofWorld War II, pp. 136-137.5Appeasement of the Dictators: Crisis of Diplomacy?, p. 138.El ataque de las tropas italianas a un destacamento militar etope en laregin del oasis Ual-Ual, se produjo en diciembre de 1934.

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    se ocupan de aclarar las causas de por qu las potencias oc-cidentales no lograron llegar a un acuerdo amistoso con Italia aexpensas de Etiopa, antes de que Italia se lanzara a la inter-

    vencin militar. Segn palabras de G. Baer, la causa se escondeaqu en que Inglaterra mantena, al parecer, una poltica de ais-lacionismo defensivo.1 El gobierno britnico escribe el au-tor quera conservar la amistad de Italia... Simon no sentaningn amor especial por Etiopa, y no deseaba oponerse a Mus-solini. Tema que la resistencia britnica provocara la cada delDuce y dejara a Italia expuesta a los bolcheviques.2La versindel peligro rojo es uno de los estereotipos ms firmes de la

    historiografa burguesa. H. Braddick sostiene un punto de vistaalgo diferente. Al valorar el Acuerdo de Hore-Laval, que endiciembre de 1935 entreg Etiopa a los agresores italianos, re-conoce que ste [el acuerdo] otorgaba un premio a la agresinfascista en Etiopa.3 Remitindose a documentos y memorias,H. Braddick llega a la conclusin de que las causas de la agresinde Italia a Etiopa se esconden en la poltica de Inglaterra, la cualtena en sus manos a Etiopa a pesar del tratado de 1906, segnel cual este pas haba sido declarado dentro de la esfera de in-fluencia de Italia. Ya a fines de 1934escribe Braddick, lositalianos crean que la influencia britnica en el pas estaba sien-do tan poderosa que dentro de unos cuantos aos podran servirtualmente expulsados.4 Aunque tmidamente, el autorbuscael vnculo entre la poltica de pacificacin de la Italia fascista ylos intereses de los monopolios britnicos. La identidad de esos

    intereses seala con precaucin slo puede ser tema deespeculacin; pero puede sealarse que la International Petro-leum Cartel, que haba controlado casi el 75 % del mercado ita-liano desde 1928, estara sin duda recelosa de los efectos pertur-

    1 George W. Baer: The Coming of the Italian-Ethiopian War, HarvardUniversity Press, Cambridge (Mass.), 1961, p. 91.2

    Ibd., pp. 90, 91.3 Henderson B. Braddick: The Hore-Laval Plan, en Appeasementof the Dictators. Crisis of Diplomacy?, p. 33.4 Ibd., p. 34. Los puntos de vista de H. B. Braddick estn expresadosde manera ms completa en su libro: Germany, Czechoslovakia andthe Grand Alliance in the May Crisis, 1938. University of Denver,Denver, 1969.

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    badores de una sancin petrolera.1

    Alemania lanza un reto. El 7 de marzo de 1936, la Alemania

    hitleriana, violando los tratados de Versalles y de Locarno,irrumpi con sus tropas en la zona desmilitarizada del Rin. Unejrcito alemn de 30 000 hombres se apoder de ella, sin ningntipo de resistencia por parte de los aliados occidentales. ste fueel primer acto de agresin de la Alemania fascista, realizadomediante la utilizacin de la fuerza armada y directamente orien-tado contra Francia.

    Es posible que ni un solo historiador burgus haya pasadopor alto esta accin agresiva de los hitlerianos. La mayora de loshistoriadores occidentales (la excepcin la componen los neo-fascistas) condena, en una u otra medida, las acciones de Ale-mania. Los principales esfuerzos de la historiografa occidentalestn dirigidos a justificar la poltica de Inglaterra y Francia antela agresin alemana, a explicar su inaccin mediante la aspira-cin a preservar la paz y evitar la amenaza roja.

    En 1936, Hitler volvi a militarizar la regin del Rin seseala en la Encyclopedia Americana. Fue una empresa pe-ligrosa, pues Gran Bretaa y Francia pudieron haber superado aAlemania; pero, decididas a mantener la paz, no emprendieronaccin alguna.2 L. Lafore lo hace en forma de aquiescencia alos razonamientos de los ministros franceses del perodo de cri-sis. Ellos, segn las palabras de L. Lafore, consideraban que laresistencia armada por parte de Francia abrira las perspectivasde una guerra franco alemana y de una guerra civil alemana, locual conducira, quizs, a una dictadura militar o al comunis-mo.3

    Adems, conviene sealar que la cuestin de la correlacinde fuerzas en el perodo de la crisis del Rin es objeto de ra-zonamientos extremadamente prolijos. En contraposicin a losautores de la Encyclopedia Americana, L. Lafore afirma que el

    1 Ibd., p. 44.2The Encyclopedia Americana, International Edition, vol. 29, AmericanCorporation, New York, 1968, p. 364.3 L. Lafore: The End of Glory. An Interpretaon of the Origins of WorldWar II, p. 162.

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    jefe del Estado Mayor General francs, M. Gamelin, dispona dedatos segn los cuales Alemania tena sobre las armas a unmilln de hombres, de los cuales 1/3 haba sido movilizado a la

    zona del Rin.1

    El autor pone en duda, en general, la capacidad deInglaterra de llevar a cabo una guerra.2 En realidad, Inglaterra yFrancia sobrepasaban, de manera absoluta, en aquel momento aAlemania en fuerzas armadas; su utilizacin o inaccin depend-an de decisiones de carcter poltico.

    Un eterno recurso de los historiadores occidentales es que lasimputaciones van dirigidas a los pueblos de unos u otros pases, y

    no a sus gobiernos, los cuales tienen la responsabilidad por lacriminal poltica de estmulo a los agresores fascistas. ste serun recurso con el cual nos vamos a encontrar ms de una vez enel futuro. En el caso dado se utiliza contra los pueblos de Franciae Inglaterra, cuyos gobiernos hicieron concesiones porque lospueblos supuestamente no deseaban un conflicto con Alemania.La mayora de los ciudadanosescribe Laforeteman ms ala guerra que a cualquier otra cosa, y pensaban que la prudencia,

    la restriccin y las buenas intenciones podan conjurarla.3

    K.Eubank es an ms categrico. En su historia documental delsurgimiento de la Segunda Guerra Mundial, escribe: Los adver-sarios de la pacificacin plantearon el argumento de que la guerradeba haberse comenzado por las potencias occidentales al iniciode la poca de Hitler, cuando Alemania todava no estaba total-mente preparada; pero la poblacin de Gran Bretaa y de Franciasimplemente no hubiera apoyado ese conflicto. El pueblo estuvo

    renuente a librar una guerra hasta que Hitler se la impuso al ata-car a Polonia.4

    Pero la historia atestigua que los trabajadores de Inglaterra yFrancia se manifestaban activamente contra la guerra y exigan elenfrentamiento contra el agresor. Resulta suficiente recordar queel programa del Frente Popular de Francia planteado por lospartidos socialista republicano, radical, socialista y comunista y

    apoyado por la mayora de los trabajadores francesessealaba1 Ibd.2 Ibd., p. 167.3 Ibd., p. 162.4The Road to World War II. A Documentary History. Editado por KeithEubank, Thomas Y. Crowell Company, New York, 1973, p. 6.

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    como uno de los puntos ms importantes la firma de un acuerdode ayuda mutua entre los Estados en la lucha contra la agresin.1

    La mayora de los historiadores occidentales llega a la con-clusin de que la ocupacin de la zona del Rin por las tropasalemanas, fue un momento de vuelco en el camino hacia laSegunda Guerra Mundial. Al comentar la negativa de Inglaterra acumplir las obligaciones que le planteaban los tratados de Versa-lles y de Locarno, L. Lafore seala, ms o menos apro-batoriamente, que los crculos gubernamentales ingleses fueroncomprensivos con las inquietudes de Hitler en lo referente al

    cerco franco bolchevique.

    2

    Muchas incursiones de los historia-dores burgueses al pasado estn dirigidas, de manera evidente, asubordinar la interpretacin de la crisis del Rin a los objetivosde desacreditar la poltica de fortalecimiento de la paz, efectuadade manera consecuente por la Unin Sovitica. Construyen di-versas analogas histricas con el fin de empaar el proceso denormalizacin de las relaciones de la URSS con Francia, la RFAy otros Estados capitalistas europeos.

    En el conjunto de los acontecimientos precedentes a la Se-gunda Guerra Mundial, tambin se analiza el problema espaolla guerra civil de Espaa entre 1936 y 1939, pero no paradescubrir el vnculo orgnico existente entre el surgimiento desta y la preparacin de la Segunda Guerra Mundial por el impe-rialismo. Por lo general, los historiadores occidentales tratan dedisculpar la agresin fascista y justificar la poltica de no inter-vencin de las potencias occidentales. El punto de partida de laversin burguesa de los acontecimientos de Espaa, es el intentode atribuirles a los participantes en el golpe fascistaobjeti-vos que justifiquen sus acciones. Segn palabras de L. Lafore,trataron de salvar el orgulloso nombre de Espaa y la seguridadde las clases privilegiadas de la amenaza de una transformacinsocial.3 La agresin de la Italia y la Alemania fascistas la expli-can no mediante las aspiraciones contrarrevolucionarias y de

    rapia, ni por la poltica imperialista reaccionaria de estos Esta-dos poltica que toleraban los crculos gubernamentales de

    1 VerHistoria de la Segunda Guerra Mundial de 1939-1945, Mosc,1974, t. 2, pp. 226-227 (en ruso).2 L. Lafore: The End of Glory, p. 160.3 Ibd., p. 170.

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    Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, sino como con-secuencia de una mezcla de impetuosidad y cinismo que rebasa-ba, no pocas veces, en irrealidades a Mussolini.1

    El estmulo a la agresin fascista por parte de los crculos gu-bernamentales de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, estmotivadocomo en el caso de la toma de la zona del Rinporel intento de estos Estados de conservar la paz. El propio Blum[jefe del Gobierno francsEl autor.] compren-da, con bastan-te claridad, la naturaleza de los regmenes fascistas y nazi afirma L. Lafore. Sin embargo, opinaba que cualquier poltica

    de apoyo declarado a la Repblica Espaola bien podra causar...una guerra general en Europa.2

    A partir de los acontecimientos de Espaa, L. Lafore arriba ados conclusiones: en primer lugar, Italia y Alemania hicieronuna demostracin de abrumadora fuerza3 ante todo el mundo;en segundo lugar, despus de esos aco