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LA APARIENCIA DEL BUEN DERECHO Mario Salgado Urióstegui Sección 47 5º. Grado. La Suprema Corte en una honesta intención de hacer lo justo y de dar la suspensión del acto reclamado a quien sí realmente se le hayan violentado sus garantías y no causar daño a quien no lo merezca, se sumerge superficialmente al asunto planteado, acto seguido aplicando un criterio muy agudo, emite un juicio de probabilidad y verosimilitud del derecho del pretensor de tal medida, procurando la certeza de obtener primeramente la Suspensión Provisional y en su momento la resolución definitiva. La apariencia del buen derecho adquiere vida cuando el juzgador ejercita un poder de equidad, esto es, que no le es suficiente el ordenamiento jurídico preexistente para emitir resoluciones justas, sino que va más allá de la apariencia justiciera de la ley. La apariencia del buen derecho obliga a revisar someramente pero a conciencia lo que expone el quejoso, y en consecuencia a conocer realmente el interés del peticionario de garantías. Aunque en algunos casos es necesario que el juzgador se vaya al fondo del asunto planteado para estar en posibilidad de otorgar la suspensión del acto reclamado.

La Apariencia Del Buen Derecho

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LA APARIENCIA DEL BUEN DERECHO

Mario Salgado Urióstegui

Sección 47

5º. Grado.

La Suprema Corte en una honesta intención de hacer lo justo y de dar la suspensión del acto reclamado a quien sí realmente se le hayan violentado sus garantías y no causar daño a quien no lo merezca, se sumerge superficialmente al asunto planteado, acto seguido aplicando un criterio muy agudo, emite un juicio de probabilidad y verosimilitud del derecho del pretensor de tal medida, procurando la certeza de obtener primeramente la Suspensión Provisional y en su momento la resolución definitiva.

La apariencia del buen derecho adquiere vida cuando el juzgador ejercita un poder de equidad, esto es, que no le es suficiente el ordenamiento jurídico preexistente para emitir resoluciones justas, sino que va más allá de la apariencia justiciera de la ley.

La apariencia del buen derecho obliga a revisar someramente pero a conciencia lo que expone el quejoso, y en consecuencia a conocer realmente el interés del peticionario de garantías. Aunque en algunos casos es necesario que el juzgador se vaya al fondo del asunto planteado para estar en posibilidad de otorgar la suspensión del acto reclamado.

Se debe captar inmediatamente, el derecho aparente invocado que tenga rasgos creíbles al leerlo por primera vez, antes de someter al quejoso a una serie de actos procesales y acabar con su pretendido derecho.

Durante años se consideró que las cláusulas definitivas eran insuspendibles ya que se consideraban actos consumados, ahora se considera que el tiempo necesario para obtener la razón, no debe causar perjuicio al que tiene la razón en la tesis apariencia del buen derecho y peligro en la demora.

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La apariencia del buen derecho no es otra cosa más que una apariencia y no la certeza del derecho, es decir, es la valoración que el juez debe realizar, es el estudio, análisis de los antecedentes del hecho, de los fundamentos de derecho y de las pretensiones de las partes intervinientes en el juicio procesal.

La apariencia del buen derecho, puede ser un factor para que persista el interés de que puede dar lugar a la procedencia de la suspensión, pero sólo si existe la concurrencia de daños o perjuicios por quien solicita la suspensión.

La apariencia del buen derecho hace referencia a la existencia de credibilidad, objetiva, cierta, razonada, que no dé lugar a cuestionamientos ni dudas, lo cual se logra mediante un conocimiento superficial, encaminado a que se logre una decisión de probabilidad respecto de la existencia del derecho, es decir, que una decisión de fondo favorezca al actor.

La apariencia del buen derecho tiene su base en un conocimiento superficial encaminado a lograr una decisión de probabilidad en relación a la existencia del derecho discutido en el proceso.

La apariencia del buen derecho encuentra sustento legal en el artículo 124 de la Ley de Amparo y en el Artículo 107 de la Constitución, en la fracción X, en donde se establece que para el otorgamiento de la medida suspensional deberá tomarse en cuenta, entre otros factores la naturaleza de la violación alegada, lo que implica que debe atenderse al derecho que se dice violado.

En el artículo 107 Constitucional se establece que la suspensión del acto reclamado se debe realizar a través de un juicio de probabilidad y verosimilitud del derecho del quejoso, lo que comúnmente se conoce como la apariencia del buen derecho.

De acuerdo con la apariencia del buen derecho existe la posibilidad de conceder la suspensión del acto reclamado cuando es evidente que en relación con el fondo del asunto le asiste un derecho al quejoso y que hace posible anticipar con cierto grado de certeza

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que obtendrá la protección de la justicia federal. Es decir, la apariencia del buen derecho va encaminada hacia una credibilidad objetiva, seria, en donde se descarte una pretensión infundada o que se cuestione, lo cual se logra mediante el conocimiento superficial de probabilidad sobre la existencia del derecho.

La apariencia del buen derecho o fomus boni iuris, hace alusión a que el juzgador debe tener una idea preliminar de que el promovente, el que solicita la medida cautelar tiene razón en el juicio.

Es una apreciación provisional y en base a esa apreciación de que pudiera ganar el juicio puede existir un peligro en la demora de la obtención de la sentencia.

La apariencia del buen derecho mantiene vivo y fortalece el proceso de amparo. Evita que el acto que lo motivó al considerarse irreparable se convierta en un sueño guajiro. En tanto no se tenga a simple vista un sustento probable y verdadero del derecho que alega el quejoso se omitirá otorgarle la protección federal.

La apariencia del buen derecho se observa cuando el juez actúa con equidad, es decir, no le es suficiente el ordenamiento jurídico para emitir decisiones justas, va más allá de la apariencia justa de la ley. La apariencia del buen derecho obliga al juzgador a revisar minuciosamente lo que expone el quejoso y resuelve conforme a derecho.

La apariencia del buen derecho condiciona la admisibilidad de la demanda y está encaminada a una credibilidad objetiva y seria que descarte una pretensión manifiestamente infundada y temeraria o cuestionable, esto se puede lograr a través de un conocimiento superficial, encaminado a lograr una decisión de mera probabilidad respecto de la extensión del derecho discutido en el proceso. De manera que las medidas cautelares más que hacer justicia están encaminadas a dar tiempo a la justicia para cumplir eficazmente su obra.

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La medida cautelar exige un cálculo de probabilidad sobre el peligro en la demora, que no se puede separar del cálculo preventivo de probabilidad, que es el que se hace sobre la existencia del derecho cuya tutela se solicita en los tribunales, es decir, sobre la existencia de la apariencia del buen derecho. Cuando existe la presunción de que la demanda es fundada, el Juez la debe acoger provisionalmente, pues es suficiente, en tal supuesto, la invocación del derecho justificado en la demanda. Por tal razón si hubiese peligro en que se ejecute el acto reclamado con perjuicios para el quejoso, el Juez de Distrito, puede ordenar que las cosas se mantengan en el estado que guarden con la sola presentación de la demanda, hasta que se notifique a la autoridad responsable la resolución que se dicte sobre la sentencia definitiva.

Se da la apariencia del buen derecho del quejoso si existe un derecho jurídicamente tutelado. Cuando no se aplica el criterio del la “apariencia del buen derecho”, para conceder la suspensión de los actos reclamados, el quejoso puede sufrir la ejecución de actos absurdos. Por tal razón la negativa de la suspensión pone en riesgo la protección efectiva de la Justicia Federal, al dictar la sentencia de amparo que resolverá el asunto planteado, ya que la ejecución del acto reclamado puede ocasionar que la reparación sea difícil o en muchos casos imposible.