412
PIOTR KROPOTKIN BIBLIOTECA BÁSICA DEL PENSAMIENTO REVOLUCIONARIO La ayuda mutua Prólogo MIGUEL GUAGLIANONE Prefacio P. KROPOTKIN Introducción KENT BROMLEY Traducción, recopilación y tutoría editorial EDUARDO GASCA

La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

  • Upload
    ngodien

  • View
    221

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

PIOTR KROPOTKIN

BIBLIOTECA BÁSICADEL PENSAMIENTO REVOLUCIONARIO

La ayuda mutua

PrólogoMIGUEL GUAGLIANONE

PrefacioP. KROPOTKIN

IntroducciónKENT BROMLEY

Traducción, recopilación y tutoría editorial

EDUARDO GASCA

Page 2: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

COMITÉ ASESOR DE LA BIBLIOTECA BÁSICA

DEL PENSAMIENTO REVOLUCIONARIO

Carolina Álvarez ArochaDomingo Fuentes

Miguel GuaglianoneRamón Losada Aldana

Carlos Noguera Miguel Ángel Pérez Pirela Mario Sanoja Obediente

Carlos Suárez Carolus Wimmer

1ª edi ción en Biblioteca Básica del Pensamiento Revolucionario, 2009

DI SE ÑO DE CO LEC CIÓN

Equipo Editorial y de Producción de MAELCA

©MON TE ÁVI LA EDI TO RES LA TI NOAME RI CA NA, C.A., 2009Apar ta do pos tal 70712, Ca ra cas, Ve ne zue la

Te le fax (58-212) 263.8508

www.monteavila.gob.ve

He cho el De pó si to de Ley

De pó si to Le gal No lf 50020098003068

ISBN 978-980-01-1738-5

Page 3: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

BIBLIOTECA BÁSICA

DEL PENSAMIENTO REVOLUCIONARIO

La construcción de una sociedad más justa ha ocupado laatención de numerosos pensadores y pensadoras a lo lar-go de la historia. Conscientes de la necesidad de retomareste recorrido y como un aporte más para esta indagacióndentro del profundo proceso de cambios que hoy vivenuestro país, Monte Ávila Editores presenta la BibliotecaBásica del Pensamiento Revolucionario. Un acopio de obrasmaestras que sólo tendrá sentido en la medida en que suslectores y lectoras discutan los distintos puntos de vista y,al lado de la práctica, contribuyan al impulso de una ver-dadera conciencia revolucionaria.

La Biblioteca consta de cinco series. La primera, des-tinada a libros clásicos con el objeto de dar a conocer allector las fuentes originales del pensamiento crítico, sinintermediarios y haciendo una selección cuidadosa de lastraducciones. Otras tres series están destinadas a la ediciónde autores y autoras latinoamericanos, venezolanos y per-sonajes contemporáneos que ofrecen nuevas propuestas ointerpretaciones actuales de la utopía revolucionaria. Fi -nalmente presentaremos una quinta serie de carácter divul-gativo que ofrecerá, entre otros temas, biografías, guíasprácticas y comentarios explicativos sobre conceptos bási-cos de historia, política, sociología y comunicación.

Page 4: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 5: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Prólogo

Agregamos hoy La ayuda mutua, de Piotr Kropotkin, a laserie Clásicos de la Biblioteca Básica del PensamientoRevolucionario de Monte Ávila Editores.

Esta obra constituyó en la fecha de su primera publi-cación (1902) un aporte al debate sobre la Teoría de laevolución de Charles Darwin. Siendo una seria investi-gación científica de su época, representa también unaposición ideológica frente al mundo. Kropotkin es uno delos más destacados intelectuales que, a finales del sigloXIX y principios del XX, sostuvo con su obra y militanciasocial la ideología anarquista.

EL CONTEXTO SOCIAL

Cuando a mediados del siglo XIX el capitalismo industrialse expandía exponencialmente, incorporando la máquina ala producción y dejando como efecto colateral el naci-miento y progresiva expansión de una clase obrera semi-esclava, condenada a horarios y jornadas extenuantes detrabajo y a condiciones de vida marginales, aparecen enla historia como respuesta a esta situación los movimien-tos sociales y el pensamiento revolucionario que se enfren-tan a las propuestas alienantes impuestas por el sistema.

Page 6: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

X

Los precursores de este pensamiento, los que fueron lla-mados «socialistas utópicos», entre los que se encuentranWilliam Godwin, Robert Owen y Charles Fourier, veníanproponiendo ya desde el siglo XVIII, alternativas para crearuna nueva sociedad que fuera capaz de enfrentar y tras-cender el sistema capitalista de explotación triunfante entoda Europa, y principalmente en Inglaterra.

Desde 1864 hasta 1876 se reúne en Londres la Asocia-ción Internacional de Trabajadores o Primera Inter na cional,que agrupa inicialmente a las corrientes contestatarias,sin dicalistas ingleses, anarquistas y socialistas franceses,e italianos republicanos. En el proceso de discusión, conacuerdos y desacuerdos, se consolidan tres corrientes re -vo lucionarias que tendrán en adelante una profunda inci-dencia en los movimientos sociales en Europa, como tam-bién en el resto de los continentes, y que se constituirán enmo vimientos políticos e ideológicos: el marxismo, el so -cia lismo obrero y el anarquismo. De esta última corrienteserá Kropotkin uno de los representantes más destacados.

EL AUTOR

Piotr Alexéievich Kropotkin nació en Moscú en diciembrede 1842. Vino al mundo con el título de «príncipe», que enRusia, a diferencia de Europa, no designa a los sucesores dela corona sino a aquel que pertenece a una familia aristo-crática, normalmente emparentada con la familia real.

Estudió en San Petersburgo y sirvió al ejército rusoentre 1862 y 1867. En este período dirigió dos expedicio nesa la Siberia rusa y a Manchuria. Allí conoció los escritos

Page 7: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XI

de Bakunin y otros pensadores revolucionarios. En 1867fue designado geógrafo oficial de la Sociedad Geo grá -fica Rusa y exploró, en nombre de ella, glaciares en Sue -cia y Finlandia. Mientras realizaba estas expedicionesestudió teoría política y fue progresivamente solidarizán-dose e identificándose con las desventuras de obreros ycampesinos.

En 1872 se incorpora a la Primera Internacional, y sibien en un principio lo hace como simpatizante de lasideas marxistas, su relación con Mijaíl Bakunin y los pro-pios sucesos dentro de la asociación, lo llevan a abrazarlas concepciones anarquistas y a convertirse en uno de susprincipales ideólogos y defensores hasta el fin de sus días.

Sus escritos, condensados en artículos de prensa ylibros, proporcionaron al anarquismo naciente, que sur-gía de las ideas de los socialistas precursores y de Bakunin,Guillaume, Proudhom y otros, una consistencia ideológi-ca que lo convertiría en una de las visiones revoluciona-rias más importantes de fines del siglo XIX y principiosdel XX.

Además del libro que estamos presentando, algunosde sus más importantes trabajos son: Palabras de unrebelde (1885), Las prisiones (1887), La conquista delpan (1888), Campos, fábricas y talleres (1899), Memoriasde un revolucionario (1899), La ciencia moderna y el anar-quismo (1903), La literatura rusa (1905), El terror en Rusia(1909), La Gran Revolución (Historia de la RevoluciónFrancesa, 1789-1793) (1909), Ética, origen y evolución(1924), entre otros. En estos libros fue desarrollandoideas para el pensamiento anarquista en procura de unanueva sociedad.

Page 8: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XII

En 1874 regresa a Rusia luego de su periplo europeo,y es arrestado por propagar y difundir la ideología anar-quista. Logra escapar tras dos años de cautiverio y serefugia en Francia, hasta que es encarcelado nuevamentepor tres años. Gracias a la presión de algunos intelectualescontemporáneos logra su liberación y se traslada a Inglaterra,donde reside y trabaja durante treinta años.

Luego de la revolución bolchevique de 1917, vuelve aRusia, donde ya mayor, prosigue su actividad política,aunque sin cargo oficial alguno. Muere en febrero de1921 en Dimitrov, localidad cercana a Moscú. En esteúltimo período y desde esa misma localidad, escribe susfamosas cartas a Lenin, donde le plantea los problemasde la revolución soviética y sus puntos de vista críticos.

LA OBRA

La ayuda mutua surge, según lo explica el propio autor enla introducción, como una respuesta a algunos seguidoresde Charles Darwin y a su interpretación de la Teoría de laevolución. La obra nace en principio de la intención decontestar un artículo publicado en 1888 por ThomasHenry Huxley, destacado biólogo de la época, que segúnKropotkin «pintaba la vida de los animales como unalucha desesperada de uno contra todos». Estimulado porel propio editor de la revista científica en la cual se reali-zaran las publicaciones, no sólo desarrolla una contesta-ción a ese artículo, sino que amplía su investigaciónhasta plasmarla en el libro que fuera editado por pri-mera vez en 1902.

Page 9: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XIII

Thomas Henry Huxley fue el primero de los darwinis-tas que, contemporánea y posteriormente, interpretaronlos planteamientos del libro El origen de las especies,publicado en 1859 en forma particular. A pesar de que elpropio Darwin planteara que la evolución estaba alimen-tada, entre otras variables, por la supervivencia del másapto, muchos de sus seguidores, fieles a la visión positi-vista y causalista de la ciencia de la época, no sólo llega-ron a considerarla como causa principal de la evolución,sino que llegaron a transformar la supervivencia del másapto en la supervivencia del más fuerte.

Esta visión no era gratuita, coincidía con la visión euro-centrista y racista que de alguna forma encontraba en estainterpretación la justificación «científica» de la historiade depredación y devastación que los sucesivos imperiosexpansionistas europeos realizaran en otras tierras allendesus mares, sobre poblaciones menos «aptas».

La investigación de Kropotkin como científico se apoyasobre todo en sus observaciones personales como naturalis-ta y geógrafo y recurre además a observaciones de otrosnaturalistas y teóricos contemporáneos. Deja de lado expre-samente observaciones hechas por misioneros y viajerosocasionales del siglo XVIII y principios del XIX por conside-rarlas fuentes sesgadas o no confiables.

El objetivo de su investigación es mostrar cómo laayuda mutua ha significado una variable importante enla evolución de las especies y de las sociedades huma-nas, tan significativa como la lucha feroz e individual porla existencia.

Desarrolla la investigación con una estructura queconsidera sucesivamente la ayuda mutua entre los anima-les, la ayuda mutua entre los salvajes, la ayuda mutua

Page 10: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XIV

entre los bárbaros, la ayuda mutua en la ciudad medievaly la ayuda mutua en la sociedad moderna, finalizandocon un capítulo de conclusiones. Categorías socio-histó-ricas éstas, que de alguna manera reflejaban las concep-ciones de la época, en las cuales la cultura europea erala cúspide de una evolución social lineal que partía des-de las tribus primitivas y llegaba a la civilización másdesarrollada en la historia de la Humanidad, que ellosrepresentaban.

VALIDEZ CIENTÍFICA DE LA OBRA DE KROPOTKIN

Para considerar la validez científica de este trabajo,antes debemos recordar algunas cosas. En primer lugar,que nos encontramos, en lo que respecta a la ciencia, en uncruce de aguas. La ciencia contemporánea está enfrentadaa un cambio radical de paradigmas. La validez de la cien-cia tradicional positivista y determinista está en entredi-cho desde la década de 1920, cuando los científicos cuánti-cos plantean por primera vez el principio de la indetermi-nación, y el rol del observador como parte integrante de los

fenómenos a estudiar1.En segundo término, es necesario recordar que a pesar

del cambio de paradigmas que está realizándose, existe enla sociedad una inercia (y también un ocultamiento casualy/o premeditado) que presenta al lego y a las grandesmasas de población (incluyendo a aquellos intelectualesque desconocen estos procesos) una visión de la cienciacomo portadora de verdades absolutas y un universo orde-nado por leyes generales inmutables, a las cuales sólo esnecesario descubrir, regido por un sistema de causa-efec-

Page 11: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XV

to y con una realidad objetiva. Concepciones bastantelejanas al conocimiento que maneja la comunidad cien-tífica actualmente, que reconoce el carácter sistémico, dered y caótico del mundo y, sobre todo, de los procesosreferentes a los seres vivos. Modelos actuales de conoci-miento, como la Teoría de las Estructuras Disipativas, laTeoría del Caos, el teorema de la Incomple-titud de Gödel,los nuevos conceptos manejados por la neurofisiología, olas investigaciones de Humberto Maturana, por ejemplo,son prácticamente desconocidos fuera de los círculos espe-cializados, a pesar de ser la base de los conocimientos cien-tíficos actuales.

Por lo tanto, es muy difícil realizar una discusión rigu-rosa de la validez científica de una investigación, ya que lospropios criterios de rigurosidad, objetividad y precisión,están en abierta discusión. De todas formas, para atenernosa la honestidad intelectual, enumeraremos tanto los facto-res que pueden constituir una crítica al rigor científico deesta obra, como aquellos que pueden avalar su vigencia.

A la obra de Kropotkin puede achacársele primero quees producto de un modelo de ciencia positivista, mecanicis-ta y determinista, que en su época era de absoluta validezy que hoy ha perdido vigencia. Las ciencias sociales y bio-lógicas manejan hoy visiones más complejas y abiertas quevan más allá de la supuesta linealidad de los procesos.

Igualmente, la obra que consideramos no puede incluiren el modelo que plantea el descubrimiento posterior dehechos tales como las mutaciones genéticas, o los avancesrealizados en el último cuarto del siglo XX en la biogenéti-ca (ADN yARN, etc.), que han permitido llevar la teoría dela evolución planteada por Darwin a lo que hoy se conocecomo la Teoría Sintética (aún en discusión) que incorpora

Page 12: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XVI

los modelos de Mendel y Wallace, y considera la evolu-ción como un cambio en los patrones genéticos, debido amúltiples factores interrelacionados e interactuantes,tales como la selección natural, la mutación, la derivagenética y la migración (flujo genético).

En lo concreto, y aun desde la ciencia positivista, lainvestigación de Kropotkin puede ser cuestionada por lafiabilidad de algunas de sus fuentes, o por la extrapola-ción de sus investigaciones evolutivas biológicas, haciala evolución social de la humanidad.

A su favor, y desde la visión científica contemporánea, pode-mos registrar que así como Darwin o Humboldt, Kropotkin per-tenece a una generación de investigadores de campo que porla fuerza de los hechos eran transdisciplinarios (condiciónque la ciencia actual está exigiendo), ya que se desempeñabana la vez como geógrafos, naturalistas, antropólogos y regis-tradores históricos (y a veces hasta como dibujantes).

Otro de los factores positivos es la observación de pri-mera mano empleada en esta investigación, que si biencorre el riesgo de ser malinterpretada por quien la reali-za, tiene el mérito de no ser deformada por sucesivasinterpretaciones. La etnografía tiene hoy una importan-cia trascendente como herramienta en la investigación delas ciencias sociales.

Considerando lo expuesto en líneas anteriores, podría-mos afirmar que se corre el riego de cometer una necedadal postular la absoluta validez científica de la investigaciónque este libro presenta. Creemos que las razones que hacennecesaria hoy su publicación son las del sedimento quetoda investigación deja cuando realiza un nuevo aporte alconocimiento.

Page 13: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XVII

Pensar que el sistema solar que propuso Copérnico secorresponde con la realidad conocida hoy, es un error.Sin embargo, la esencia de su modelo, el sol como centrodel sistema, sigue siendo tan válida como cuando la pro-puso, y a partir de ella se han desarrollado las posterio-res teorías al respecto. Igualmente sucede con esta obrade Kropotkin. Es posible discutir la exactitud precisa desus investigaciones, pero su descubrimiento esencial, quela ayuda mutua significa un factor fundamental en el des-arrollo de la evolución biológica y social, mantiene suvigencia. Tiene además otro valor que plantearemos másadelante, en el plano de los principios éticos y la concepcióndel mundo, que trasciende absolutamente el rigor científico,y que constituye un aporte esencial para la perspectivatransformadora del mundo en que vivimos.

LOS VALORES PERDURABLES

En definitiva, ¿por qué consideramos que hoy, a inicios delsiglo XXI, es necesaria la publicación de esta obra? Porquecreemos que en ella existen elementos importantes para lacomprensión de nuestro entorno y para la generación depropuestas que sean capaces de trascenderlo.

Mostrar, como lo hizo Kropotkin, que la ayuda mutua,la acción comunitaria, el esfuerzo mancomunado de losindividuos constituye un elemento cotidiano de la natu-raleza, que existe y actúa tanto en el ámbito animal comoen el humano, y que ese accionar conjunto produce resul-tados siempre positivos al grupo, significó, tal como diji-mos antes, una respuesta a la visión racista y eurocen-trista, que encontraba en la versión sesgada de la Teoría

Page 14: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

de la evolución una justificación dada por la ciencia a lasuperioridad del hombre blanco europeo sobre los otrosconglomerados humanos.

Pero esta enseñanza va más allá de la respuesta a esesolo planteamiento. De alguna manera el desarrollo ace-lerado del capitalismo que hoy vivimos fue aupado desdesiempre por la concepción individualista, donde cada unolucha por sí y para sí y el éxito corresponde sólo a losmejores. Y nuevamente en este caso los mejores son losmás fuertes, los más «aptos». Es la concepción del win-ner, el ganador, el que trepa hasta la cima porque en suesfuerzo ha derrotado a todos los demás y lo ha logradosobre todo como self made man, haciéndolo por sus esfuer-zos propios, sin la ayuda de nadie. Es vox populi que «elmundo es de los más fuertes», «los débiles están conde-nados al fracaso» y que sólo el esfuerzo individual mere-ce la pena. La ética puritana ha agregado a la lógicaeurocentrista sus propios elementos para conformarparte de un sistema de valores que es repetido hasta elcansancio (en forma expresa u oculta) por la red de losmedios de comunicación en forma cotidiana, y que vaimpregnando a los dominados de la forma de ser y hacerde los dominadores. No existe un método más eficaz depersuasión que lograr que los primeros lleguen a pensary sentir como los segundos. Y detrás de estas concepcionespersiste esta visión de la «evolución» que se ha mantenidoen el imaginario colectivo hasta nuestros días, que hace«natural» que las cosas sean de esa manera.

De esta forma, cuando algo o alguien, como lo haceeste libro, nos muestra que sí existe y que sí es importan-te en la naturaleza y el mundo el hacer colectivo, el quelos hombres y mujeres del común pueden ser capaces de

XVIII

Page 15: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XIX

realizar en conjunto, como iguales, cualquier acción,está dando una respuesta contundente a estos antivaloresdescritos. Está plantando la semilla para crear o paravolver a encontrar un nuevo sistema de valores donde lasolidaridad, el hacer común y el grupo como motor socialsean parte de la vida cotidiana.

Para nosotros los latinoamericanos, que estamos inmer-sos en profundos procesos de cambio, la reseña y estudio deideas y experiencias ya realizadas durante un siglo y mediode luchas por una sociedad mejor, se constituye en unanecesidad. No para copiar esas ideas y experiencias ointentar aplicarlas directamente, sino como elementos cla-rificadores en la discusión y el entendimiento que nos per-mitan orientar nuestros rumbos.

En el caso venezolano, como protagonistas de la Revolu-ción Bolivariana, creemos que la difusión y discusión de libroscomo éste, es indispensable como un elemento más para laconstrucción del socialismo del siglo XXI que estamos inten-tando. Si podemos aportar conocimientos y propuestas quecolaboren en la dura tarea de lograr una sociedad nueva,nuestra y original, sobre todo en casos como el que nosocupa, de conocimientos de profundo contenido y que pordiferentes razones no tienen la divulgación que merecen,estaremos cumpliendo con parte de nuestra contribución alograr la sociedad más justa y más sana a la que aspiramos.

Y aunque contamos con la certeza de que este es elaporte fundamental de la obra de Kropotkin, existen sinembargo en su exposición algunos otros elementos quepueden parecer menores y que sin embargo vale la penadestacar.

Page 16: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XX

Resulta interesante que a lo largo de su lectura vayansurgiendo dos concepciones que tienen plena vigencia ennuestros días. Una de ellas es que a partir de la maneracómo el autor muestra a la ayuda mutua como un ele-mento tan importante para llegar a la selección natural apartir del más apto, y va desarrollando la interacciónentre ambos factores, nos va dando una óptica generalque percibe a la naturaleza como un sistema complejo, enel cual los distintos factores que actúan se interrelacio-nan y se influyen para determinar el estado y la direcciónde ese sistema. Nada más ni nada menos que la visiónsistémica u holística que la ciencia contemporánea vienedesarrollando.

Y a partir de este modelo que se nos va mostrando, se vadecantando una faceta que hoy llamaríamos ecologista ypara la cual Kropotkin no contaba con una palabra ade-cuada, por la cual todo ese sistema mantiene un equili-brio inestable y en constante cambio, una cierta armoníaen la que todos sus elementos son parte de una sinfoníageneral.

Es curioso como estas percepciones trascienden la for-mación racionalista y positivista del autor y nos muestranuna vez más cómo la intuición constituye una forma degenerar conocimiento nuevo, que es capaz de ir más alláde la mera deducción o inducción racional. Estas grandesintuiciones parecen haber sido comunes a tan importantespensadores revolucionarios de la época. Carlos Marx pudoasí prever la acumulación de capital corporativo en laetapa tardía del capitalismo, para cuya concepción nodisponía de los elementos concretos en su época. MijaílBakunin logró, aunque tampoco disponía de elementos con-cretos en los cuales apoyarse, enfrentar la concepción de

Page 17: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

XXI

«dictadura del proletariado» del propio Marx, explican-do cómo esa dictadura del proletariado iba a ser en loshechos una dictadura de algunos proletarios, que seconstituirían en una nueva clase social que se burocrati-zaría y fracasaría en sus objetivos, previendo los proble-mas que afectaron al denominado socialismo real casiciento cincuenta años más tarde.

Finalmente, la forma como está escrito este libro, y cree-mos que la traducción de Monte Ávila conserva esa condición,es absolutamente afín con su contenido. Al leerlo nos encon-tramos frente a una prosa tersa, fluidísima, cristalina, de unritmo excelente que nos sumerge profundamente en el tema.

Así, esperamos que proporcione a los lectores no sóloherramientas para el cambio, sino además el disfrute parti-cular de su lectura.

Miguel guaglianone

Mayo de 2008

NOTAS

1. Ver El paradigma emergente, Miguel Martínez Mígueles, editorialTrillas, México, 1993

Page 18: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 19: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

PREFACIO

A LA EDICIÓN DE 1914

Cuando comenzó la actual guerra, que ha involucrado acasi toda Europa en una contienda terrible, y esta con-tienda asumió, en las regiones de Bélgica y Francia quefueron invadidas por los alemanes, un carácter jamásconocido antes de destrucción general de la vida entre losno combatientes y el pillaje de los medios de subsistenciade la población civil, «la lucha por la existencia» se con-virtió en la explicación favorita de quienes tratan dehallarles una excusa a esos horrores.

Una protesta en contra de semejante abuso de la ter-minología de Darwin apareció entonces en una cartapublicada en el Times. En dicha carta se decía que talexplicación era «poco más que una aplicación a la filoso-fía y la política de ideas tomadas de burdas malinterpre-taciones populares de la teoría darwiniana (de «la luchapor la existencia» y «la voluntad de poder», «la supervi-vencia de los más aptos» y «el superhombre», etc.); peroque sin embargo existía una obra en inglés «que interpre-ta el progreso biológico y social no en términos de fuer-za bruta y astucia preponderantes, sino en términos demutua cooperación».

Doce años han transcurrido desde que fue publicada laprimera edición de esta obra, y puede decirse que su

Page 20: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

2

idea fundamental —la idea de que la ayuda mutua repre-senta un importante elemento progresista en la evolu-ción— empieza a ser reconocida por los biólogos. En lamayoría de las principales obras sobre la evolución quehan aparecido recientemente en el continente, ya se indi-caba que había que distinguir dos aspectos diferentes dela lucha por la vida: la guerra exterior de las especies encontra de las condiciones naturales adversas y las espe-cies rivales, y la guerra interna por los medios de subsis-tencia entre las especies. También se admitía que tanto elalcance como la importancia de esta última en la evoluciónhabían sido exageradas, en gran medida incluso contravi-niendo al propio Darwin, en tanto que la importancia de lasociabilidad y el instinto social en los animales para elbienestar de la especie, contrariamente a la enseñanzas deDarwin, se había subestimado.

No obstante, si bien la importancia de la ayuda mutua yel apoyo entre los animales comienza a ganar reconoci-miento entre los pensadores modernos, éste todavía no es elcaso para la segunda parte de mi tesis: la importancia deesos dos factores en la historia del hombre, para el creci-miento de sus instituciones sociales progresistas.

Los líderes del pensamiento contemporáneo se inclinantodavía a sostener que a las masas les interesa poco la evo-lución de las instituciones sociales del hombre, y que todoel progreso logrado en esa dirección se debe a los líderesintelectuales, políticos y militares de las masas inertes.

La guerra actual, que ha puesto en estrecho contacto ala mayoría de las naciones civilizadas de Europa no sólocon las realidades de la guerra, sino además con milesde sus efectos colaterales en la vida diaria, seguramentecontribuirá a alterar las enseñanzas tradicionales. Mos tra -

Page 21: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

3

rá lo mucho que se necesita el genio creador y constructivodel pueblo cuando una nación tiene que vivir un momentodifícil en su historia.

No fueron las masas de las naciones europeas las quehicieron los preparativos para la presente calamidad béli-ca y quienes elaboraron sus bárbaros métodos: lo hicieronsus gobernantes, sus líderes intelectuales. En ningunaparte tuvieron voz las masas del pueblo en la preparaciónde la actual carnicería, y menos aún en la elaboración delos métodos de guerra modernos, que representan la totalignorancia de lo que considerábamos la mejor herencia dela civilización.

Y si la ruina de esa herencia no se completa de untodo, si no obstante los crímenes cometidos durante estaguerra «civilizada» pudiésemos todavía estar seguros deque las enseñanzas y las tradiciones de la solidaridadhumana saldrán, después de todo, intactas del presentedesastre, será así porque al lado del exterminio organiza-do desde arriba vemos miles de esas manifestaciones dela ayuda mutua espontánea de la que hablo en este libroen los capítulos dedicados al hombre.

Las mujeres campesinas que al ver a los exhaustos pri-sioneros de guerra alemanes y austriacos caminar trabajosa-mente por las calles de Kiev, les ponen en las manos pan,manzanas y ocasionalmente una moneda de cobre; los milesde mujeres y hombres que asisten a los heridos, sin hacerdistinción alguna entre amigo y enemigo, oficial o solda-do; los campesinos franceses y rusos —los ancianos y lasmujeres dejados atrás en sus aldeas— que deciden en susasambleas arar y sembrar los campos de los que están«allá», bajo el fuego enemigo; las cocinas cooperativas ylas popottes communistes que afloraron por toda Francia;

Page 22: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

4

la ayuda espontánea a la nación belga que viene de In gla -terra y Estados Unidos, y la que le envía el pueblo ruso a laPolonia devastada —empresas ambas que implican tanenor me cantidad de trabajo voluntario libremente organiza-do y energía que en ellas se pierde todo carácter de «cari-dad», y se convierten en mera colaboración de los veci-nos— todos esos actos y muchos otros similares son lassemillas de nuevas formas de vida. Conducirán a nuevasinstituciones, al igual que la ayuda mutua en las etapas pri-mitivas de la humanidad dio origen más tarde a las mejoresinstituciones progresistas de la sociedad civilizada.

Quisiera ahora atraer especialmente la atención dellector hacia los capítulos de este libro que se ocupan delas formas primitivas y medievales de ayuda mutua.

Lo hago en la sincera esperanza de que, en medio dela desdicha y la agonía que esta guerra ha arrojado sobreel mundo, todavía hay cabida para la creencia en las fuer-zas constructivas de los hombres que, a pesar de todosiguen trabajando, y cuya acción tenderá a promover unamejor comprensión entre los seres humanos y, a la larga,entre las naciones.

P. KroPoTKin

Brighton, 24 de noviembre de 1914

Page 23: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

INTRODUCCIÓN

Dos aspectos de la vida animal me impresionaron sobre-manera durante los viajes que hice en mi juventud por laSiberia Oriental y el norte de Manchuria. Uno de ellos fuela extrema severidad de la lucha por la existencia quela mayoría de las especies lleva a cabo en contra de unanaturaleza inclemente; la enorme destrucción de la vidaque resulta periódicamente de los factores naturales; yla consiguiente precariedad de la vida en todo el vastoterritorio que me tocó observar. Y el otro fue que, inclusoen los pocos parajes donde la vida animal proliferaba, nopude hallar —aunque la busqué afanosamente— la cruentalucha por los medios de subsistencia, entre animales perte-necientes a la misma especie que la mayoría de los dar-winistas (aunque no siempre el propio Darwin) conside-ran la característica dominante de la lucha por la vida, yel factor principal de la evolución.

Las terribles tormentas de nieve que barren la regiónseptentrional de Eurasia durante el final del invierno, y laglacial helada que a menudo las sigue; las heladas y lastormentas de nieve que regresan cada año en la segundamitad de mayo, cuando los árboles están ya en pleno flore-cer y la vida insectil bulle por doquiera; las heladas tempra-nas y, ocasionalmente, las fuertes nevadas en julio y agosto,que repentinamente destruyen miríadas de insectos, al igual

Page 24: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

6

que las segundas nidadas de las aves en las praderas; laslluvias torrenciales, debidas a los monzones, que caensobre las regiones más templadas en agosto y septiembre,para culminar en inundaciones de una magnitud sóloconocida en América y el este de Asia, y en los altiplanosvolviendo pantanos áreas tan extensas como algunos estadoseuropeos; y, finalmente, las fuertes nevadas a principiosde octubre, que eventualmente convierten a un territoriodel tamaño de Francia y Alemania en absolutamente inhós-pito para los rumiantes, y los destruyen por millares: fueronesas las condiciones bajo las cuales vi a la vida animalluchar en el Asia del Norte. Me hicieron dar cuenta desdebien temprano de la enorme importancia en la naturalezade lo que Darwin describía como «los controles naturalessobre la multiplicación excesiva», en comparación con lalucha entre los individuos de la misma especie por losmedios de subsistencia, que puede darse de vez en cuan-do y con limitado alcance, y nunca adquiere la importan-cia de aquéllos. Siendo la precariedad de la vida, la sub-población —y no la sobrepoblación— el rasgo distintivode esa inmensa parte del mundo que llamamos el Asia delNorte, concebí a partir de entonces serias dudas —que elestudio subsiguiente no ha hecho más que confirmar—en cuanto a la realidad de esa terrible competencia por elalimento y la vida dentro de cada especie, que para lamayoría de los darwinistas constituye un artículo de fe y,en consecuencia, en cuanto al papel dominante que esaclase de competencia se supone que juega en la evoluciónde las nuevas especies.

Por otra parte, donde quiera que observé vida animalen abundancia, como por ejemplo en los lagos dondecientos de especies y millones de individuos se reúnen

Page 25: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

7

para generar su progenie; en las colonias de roedores; enlas migraciones de aves en una magnitud verdaderamen-te americana que tenían lugar en aquel momento a lolargo del Usuri; y especialmente en una migración degamos que presencié en el Amur, durante la cual cientosde miles de esos inteligentes animales vinieron a juntarsedesde un inmenso territorio, escapando de la nieve que seaproximaba, a fin de vadear el Amur donde se estrechamás: en todas esas escenas que pasaron ante mi vista vi laayuda mutua y el apoyo mutuo llevados a un grado tal queme hizo sospechar en ello una peculiaridad de la máximaimportancia para el mantenimiento de la vida, la preser-vación de cada especie y su ulterior evolución.

Y finalmente, vi entre el ganado y los caballos semisalva-jes en Transbaikalia, entre los rumiantes salvajes de todos loslugares, las ardillas y tantos otros, que cuando los animalestienen que luchar contra la escasez de comida, como conse-cuencia de alguna de las causas ya mencionadas, la totalidadde esa parte de la especie que se ve afectada por la calamidadsale del desastre tan menguada en vigor y en salud que nin-guna evolución progresiva de la especie podría basarse enesos períodos de fuerte competencia.

En consecuencia, cuando más tarde me atrajeron la aten-ción las relaciones entre el darwinismo y la sociología, nopude estar de acuerdo con ninguno de los libros y folletosque se habían escrito acerca de ese importante tema. Todosse empeñaban en probar que el hombre, llevado por su inte-ligencia y conocimiento superiores, podríamitigar la cruel-dad de la lucha por la vida entre los hombres; mas todosreconocían al mismo tiempo que la lucha por los medios deexistencia de cada animal en contra de todos sus congéne-res, y de cada hombre contra todos los demás hombres,

Page 26: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

8

constituía «una ley de la naturaleza». No obstante, esa opi-nión yo no la podía aceptar, porque estaba convencido deque admitir una despiadada guerra interna por la vida den-tro de cada especie, y ver en esa guerra una condición delprogreso, era admitir algo que no solamente no había sidoprobado todavía, sino además carecía de confirmación porobservación directa.

Por el contrario, una conferencia «Acerca de la ley de laayuda mutua» que fue dictada en un congreso de naturalis-tas rusos en enero de 1880 por el profesor Kessler, célebrezoólogo y en ese entonces rector de la Universidad de SanPetersburgo, me impactó al arrojar nueva luz sobre todoeste tema. La idea de Kessler era que, además de la ley dela lucha mutua existe en la naturaleza la ley de la ayudamutua, que es mucho más importante que la ley del enfren-tamiento mutuo para el éxito de la lucha por la vida, y espe-cialmente para la evolución progresista de la especie. Esasugerencia —que no era, en realidad, más que un mayordesarrollo de las ideas expresadas por el propio Darwin enEl origen del hombre— me pareció tan correcta y de tangran importancia, que desde que tuve conocimiento de ella(en 1883) empecé a recolectar materiales para darle unmayor desarrollo a la idea que Kessler había apenas esbo-zado superficialmente en su conferencia pero no alcanzó avivir para desarrollarla. Murió en 1881.

Salvo por un punto yo suscribiría en todo las opinionesde Kessler. Él aludía al «sentimiento de parentesco» y a laprotección de la progenie (ver el Capítulo I más adelante)como la fuente de las mutuas inclinaciones en los animales.Sin embargo, determinar hasta dónde esos dos sentimientoshan estado realmente operando en la evolución de los ins-tintos sociales, y hasta dónde otros instintos han estado

Page 27: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

9

operando en la misma dirección, me parece una cuestióntotalmente distinta y muy amplia, que difícilmente poda-mos analizar todavía. Será sólo después de que hayamosestablecido correctamente los hechos de la ayuda mutua endiferentes clases de animales, y su importancia para la evo-lución, que estaremos en capacidad de estudiar qué es loque les corresponde a los sentimientos de parentesco en laevolución de los sentimientos sociales, y qué a la sociabi-lidad propiamente dicha; esta última originada evidente-mente en las etapas más primitivas de la evolución delmundo animal, quizás incluso en las «etapas coloniales».En consecuencia dirigí mi atención principal a establecer,primero que nada, la importancia del factor ayuda mutuaen la evolución, dejando para posterior investigación el ori-gen del instinto de ayuda mutua en la naturaleza.

La importancia del factor ayuda mutua —«si tan sólose pudiese demostrar su generalidad»— no se le escapó algenio naturalista tan manifiesto en Goethe. CuandoEckermann le contó una vez a Goethe —eso fue en1827— que se le habían escapado dos pichoncitos dereyezuelo, a los que encontró al día siguiente en un nidode petirrojos (Rothkehlchen), que estaban alimentando alos pequeñuelos junto con su propia cría, tal hecho exci-tó mucho a Goethe. Vio en él una confirmación de susideas panteístas, y dijo: «Si es cierto que ese acto de ali-mentar a un extraño es algo que se da en toda la naturale-za con carácter de ley general, entonces más de un enig-ma será resuelto». Volvió al asunto al día siguiente, y conmucho ahínco le pidió a Eckermann (quien era, como essabido, zoólogo) que realizara un estudio especial deltema, añadiendo que seguramente llegaría a «un tesoroinvalorable de resultados» (Gespräche, edición de 1848,

Page 28: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

10

vol. III. pp. 219, 221). Desafortunadamente, el estudio ja-más se hizo, aunque es muy posible que Brehm, que haacumulado en sus obras tanta riqueza de materiales relati-vos a la ayuda mutua entre los animales, haya podido ins-pirarse en la observación de Goethe.

En los años 1872-1876 se publicaron varias obras deimportancia que se ocupaban de la inteligencia y la vidamental de los animales (se mencionan en una nota al pieen el Capítulo I de este libro), y tres de ellas lo hacían conespecial énfasis en el tema que estamos considerando; asaber: Les Societés animales, de Espinas (París, 1877); LaLutte pour l’existence et l’association pour la lutte, unaconferencia de J.L. Lanessan (abril de 1881); y el libro deLouis Büchner Liebe und Liebes-Leben in der Thierwelt,del cual la primera edición apareció en 1882 o 1883, yuna segunda, muy ampliada, en 1885. Pero por excelen-tes que puedan ser esas tres obras, dejan amplio espaciopara un trabajo que considere a la ayuda mutua, no sólocomo un argumento a favor de un origen prehumano delos instintos morales, sino también como una ley de lanaturaleza y un factor de la evolución. Espinas le dedicasu principal atención a las sociedades animales (las hor-migas y las abejas) establecidas sobre la base de una divi-sión fisiológica del trabajo, y, aunque su obra está llenade admirable información en todas las direcciones posi-bles, fue escrita en una época en la que la evolución de lassociedades humanas todavía no podía ser tratada con elconocimiento que hoy se posee. La conferencia de Lanessantiene más el carácter de plan general de una obra brillante-mente expuesto, que se ocuparía de los animales y los hom-bres luego de comenzar por las rocas en el mar y pasar revis-ta por el mundo de las plantas. En cuanto a la obra de

Page 29: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

11

Büchner, a pesar de lo sugerente y abundante en hechosreales, no puedo estar de acuerdo con su idea central. Ellibro comienza con un himno al amor, y casi todos susejemplos tienen la intención de probar la existencia delamor y la simpatía entre los animales. Sin embargo, redu-cir la sociabilidad al amor y la simpatía significa reducirsu generalidad y su importancia, al igual que la éticahumana basada en el amor y la simpatía entre las perso-nas sólo ha contribuido a hacer más estrecha la compren-sión del sentimiento moral en su conjunto. No es mi amorpor el vecino —a quien a menudo ni siquiera conozco—lo que me induce a tomar un balde de agua y correr a sucasa cuando veo que ésta se quema; es un sentimiento oinstinto de solidaridad y sociabilidad humana mucho másamplio, aunque también mucho más vago, lo que memueve. Y ocurre lo mismo con los animales. No es elamor, y ni siquiera la simpatía (entendida en su sentidoapropiado), lo que induce a un rebaño de rumiantes o decaballos a formar un anillo a fin de resistir el ataque delos lobos; ni el amor lo que induce a los lobos a formaruna manada para cazar; ni al amor lo que induce a jugara los gatitos o los corderos, o a una docena de especies dejóvenes aves a pasar juntos los días del otoño; y tampocoson ni el amor ni la simpatía entre las personas lo queinduce a muchos miles de gamos desperdigados a loancho de un territorio tan grande como el de Francia aformarse en cientos de rebaños por separado, y marchartodos en dirección a un paraje determinado, con la fina-lidad de cruzar desde allí un río. Es un sentimiento infi-nitamente más amplio que el amor o la simpatía entre laspersonas: un instinto que ha sido desarrollado lentamen-te entre los animales al igual que entre los hombres en el

Page 30: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

12

transcurso de una evolución extremadamente prolongada,y que les ha enseñado a los animales al igual que a loshombres la fuerza que pueden extraer de la práctica de laayuda y el apoyo mutuos, y el disfrute que pueden hallaren la vida social.

El estudioso de la psicología animal, y más aún el deética humana, apreciará con facilidad la importancia de esadistinción. El amor, la simpatía y el autosacrificio cierta-mente juegan un papel enorme en el desarrollo progresistade nuestros sentimientos morales. Pero no es sobre el amor,y ni siquiera la simpatía, aquello sobre lo cual está basadala sociedad en la humanidad. Es la conciencia —aunqueesté apenas en etapa de instinto— de la solidaridad huma-na. Es el reconocimiento inconciente de la fuerza que cadahombre extrae de la práctica de la ayuda mutua; de la estre-cha dependencia de la felicidad de cada quien de la felici-dad de todos; y del sentido de justicia, de equidad, que llevaal individuo a considerar que los derechos de cada uno delos demás individuos son iguales a los propios. Sobre estaamplia y necesaria base se desarrollan los sentimientosmorales aún más elevados. Pero ese tema queda por fuerade la cobertura del presente libro, y sólo señalaré aquí unaconferencia, «Justicia y moralidad», que dicté en respuestaa la Ética de Huxley, en la que el tema ha sido tratado concierta extensión.

En consecuencia pensé que un libro escrito acerca deLa ayuda mutua como una ley de la naturaleza y un fac-tor de la evolución podría llenar un importante vacío.Cuando Huxley publicó, en 1888, su manifiesto «Lalucha por la vida» (La lucha por la existencia y su pesosobre el hombre), que según mi apreciación era una repre-sentación sumamente incorrecta de los hechos de la natu-

Page 31: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

13

raleza, como uno los ve entre las breñas y en los bosques,me comuniqué con el editor de Siglo XIX pidiéndole me con-cediera la hospitalidad de su revista para una documentadarespuesta a las opiniones de uno de los más prominentesdarwinistas, y el señor James Knowles acogió la propuestacon toda simpatía. Le hablé también de ello a W. Bates. «Sí,ciertamente; eso es darwinismo puro», fue su respuesta. «Eshorrible lo que ‘ellos’ han hecho con Darwin. Escriba esosartículos, y cuando estén publicados yo le escribiré unacarta para que la publique». Desafortunadamente, me tomócasi siete años escribirlos, y cuando se publicó el últimoBates ya no estaba vivo.

Después de haber estudiado la importancia de la ayudamutua en varias clases de animales, estaba evidentemen-te encauzado a estudiar la importancia de ese mismo fac-tor en la evolución del hombre. Esto cobraba una mayorimportancia por cuanto existe una cantidad de evolucio-nistas que pueden no negarse a admitir la importancia dela ayuda mutua entre los animales pero, como HerbertSpencer, se negarán a admitirla para el hombre. Para elhombre primitivo —sostienen ellos— la ley de la vida es laguerra de cada uno contra todos. En los capítulos dedicadosa los salvajes y los bárbaros, discutiremos hasta dónde esaaseveración, que ha sido tan diligentemente repetida sinla suficiente consideración crítica desde los tiempos deHobbes, está sustentada por lo que sabemos acerca de lasetapas primitivas del desarrollo humano.

El número y la importancia de las instituciones deayuda mutua que fueron desarrolladas por el genio crea-tivo de las masas salvajes y semisalvajes, durante el pri-mitivo período clánico de la humanidad y más aún duran-te el período siguiente de la comunidad aldeana, y la

Page 32: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

14

enorme influencia que esas instituciones primitivas hanejercido sobre el subsiguiente desarrollo de la humanidadhasta llegar a los tiempos presentes, me indujeron aampliar mis investigaciones también hasta los períodosrecientes; especialmente a estudiar aquel período tan inte-resante, las ciudades-repúblicas libres medievales, cuyauniversalidad e influencia sobre nuestra civilizaciónmoderna no ha sido debidamente apreciada aún. Y final-mente, he tratado de indicar de manera concisa la enormeimportancia que los instintos de apoyo mutuo, heredadospor la humanidad de su evolución extremadamente pro-longada, tienen incluso hoy día en nuestra sociedad moder-na, que se supone descansa sobre el principio «cada quienpara sí y el Estado para todos» pero que jamás ha logradocumplirlo ni nunca logrará realizarlo.

Se le podría objetar a este libro que los animales y loshombres están representados en él bajo un aspecto dema-siado favorable; que se insiste en sus cualidades socialesmientras sus instintos antisociales y autoafirmativos apenasse tocan. No obstante, eso era inevitable. Recientementehemos escuchado hablar tanto de la «lucha cruenta y des-piadada por la vida» que, se dice, libra cada animal en con-tra de todos los otros animales, cada «salvaje» en contra detodos los otros «salvajes», y cada hombre civilizado en con-tra de todos sus conciudadanos —y esas afirmaciones sehan convertido tanto en artículo de fe— que era necesario,antes que nada, oponerles una vasta serie de hechos quemuestran a la vida animal y humana bajo un aspecto muydiferente. Era necesario indicar la enorme importancia quetienen los hábitos sociales en la naturaleza y en la evoluciónprogresiva de las especies animales y los seres humanos:demostrar que ellos les aseguran a los animales una mejor

Page 33: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

15

protección de sus enemigos, muy a menudo facilidadespara la obtención de comida (aprovisionamiento de invier-no, migraciones, etcétera), longevidad, y por consiguienteuna mayor facilidad para el desarrollo de las facultadesintelectuales; y que les han dado a los hombres, además deesas mismas ventajas, la posibilidad de crear las institucio-nes que le han permitido a la humanidad sobrevivir en sudura lucha contra la naturaleza, y progresar, a pesar de todaslas vicisitudes de su historia. Es un libro acerca de la ley dela ayuda mutua, vista como uno de los principales factoresde la evolución —no acerca de todos los factores de la evo-lución— y sus respectivos valores; y este primer libro teníaque ser escrito antes de que fuese posible escribir ese otro.

Sería yo ciertamente el último en menospreciar el papelque ha jugado la autoafirmación del individuo en la evolu-ción de la humanidad. Sin embargo, ese tema requiere, creoyo, de un tratamiento mucho más profundo que el que hastael momento ha recibido. En la historia de la humanidad, laautoafirmación individual ha sido a menudo, y lo continúasiendo, algo muy diferente, y mucho mayor y más profun-do, que la mezquina intolerancia irreflexiva que para grancantidad de autores significan «individualismo» y «autoa-firmación». Ni tampoco los individuos hacedores de la his-toria han sido nada más aquellos que los historiadoresrepresentan como héroes. Mi intención, en consecuencia,es, si las circunstancias lo permiten, considerar aparte elpapel desempeñado por la autoafirmación del individuo enla evolución progresista de la humanidad. Acá sólo puedohacer la siguiente observación general: cuando las insti-tuciones de ayuda mutua —la tribu, la comunidad dealdea, los gremios, la ciudad medieval— comenzaron enel transcurso de la historia a perder su carácter primitivo, a

Page 34: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

16

dejarse invadir por crecimientos parasitarios y con ello aconvertirse en trabas para el progreso, la rebelión de los indi-viduos en contra de esas instituciones asumió siempre dosaspectos diferentes. Parte de los que se levantaron pugnabanpor purificar las viejas instituciones: creando o bien unaforma de mancomunidad superior basada en los mismosprincipios de ayuda mutua, y trataron, por ejemplo, de intro-ducir el principio de «compensación», en vez de la lex talio-nis, y llegar hasta el perdón de las ofensas, o bien un idealaún más elevado de igualdad ante la conciencia humana, inlieu de la «compensación» según el valor clasista. Pero almismo tiempo otra parte de los mismos individuos rebeldesse empeñaron en echar abajo las protectoras institucionesdel apoyo mutuo, sin otra intención que incrementar su pro-pia riqueza y sus propios poderes. En esa confrontación detres contendientes, las dos clases de individuos en rebeldía yla de los defensores de lo existente, reside la tragedia real dela historia. Pero delinear esa confrontación, y estudiar acabalidad el papel desempeñado en la evolución de la huma-nidad por cada una de las tres fuerzas, se tomaría al menosla misma cantidad de años que empleé en escribir este libro.

De las obras que se ocupan de prácticamente el mismotema y han sido editadas desde la publicación de mis artícu-los sobre la ayuda mutua entre los animales, debo men-cionar The Lowell Lectures on the Ascent of Man, deHenry Drummond (Londres, 1894), y The Origin andGrowth of the Moral Instinct de A. Sutherland (Londres,1898). Ambas están construidas principalmente sobre loslineamientos del amor de Büchner, y en la segunda obra sele dedica cierta extensión al sentimiento de parentesco yfamilia como la única influencia en acción en el desarrollode los sentimientos morales. Un tercer libro que trata del

Page 35: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

17

hombre y está escrito siguiendo una línea parecida es ThePrinciples of Sociology, del profesor F.A. Giddings, publi-cado por primera vez en 1896 en Nueva York y Londres, ycuyas ideas centrales fueron esbozadas por el autor en folle-to en 1894. Sin embargo debo dejarles a los críticos litera-rios la tarea de estudiar los puntos de contacto, semejanza odivergencia entre esas obras y la mía.

Los diferentes capítulos de este libro fueron publicadosprimero en Nineteenth Century («La ayuda mutua entre losanimales», en septiembre y noviembre de 1890, «La ayudamutua entre los salvajes», en abril de 1891; «La ayuda mutuaentre los bárbaros», en enero de 1892; «La ayuda mutua enla ciudad medieval», en agosto y septiembre de 1894; y«La ayuda mutua entre los hombres modernos», en enero yjunio de 1896). Mi primera intención al presentarlos enforma de libro era incorporar en un apéndice la masa demateriales y además estudiar varios puntos secundarios quehubo que omitir en los artículos para la revista. Sin embar-go pareció que el apéndice doblaría el tamaño del libro, y mevi obligado a abandonar, o al menos posponer, su publica-ción. El presente apéndice incluye el estudio de tan sólo unoscuantos puntos que han sido materia de controversia científi-ca durante los años recientes; y en el texto introduje el mate-rial que era posible incluir sin alterar la estructura de la obra.

Aprovecho la oportunidad para expresarle mi mayoragradecimiento al editor de Nineteenth Century, el señorJames Knowles, tanto por la amable hospitalidad que lesofreció a estos trabajos en su revista en cuanto supo de laidea general como por la gentil autorización que me conce-dió para reeditarlos.

KENT BROMLEY, 1902

Page 36: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 37: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

CAPÍTULO I

AYUDA MUTUA ENTRE LOS ANIMALES

Lucha por la existencia. Ayuda mutua: ley de la naturaleza y prin-cipal factor de la evolución progresiva. Invertebrados. Hormigasy abejas. Aves: asociaciones para la caza y la pesca. Sociabilidad.Protección mutua entre aves pequeñas. Grullas; loros

La concepción de la lucha por la existencia como un fac-tor de la evolución, introducida en la ciencia por Darwiny Wallace, nos ha permitido abarcar un abanico de fenó-menos inmensamente amplio en una sola generalización,que pronto se convirtió en la base misma de nuestrasespeculaciones filosóficas, biológicas y sociológicas.Darwin incorporó en una concepción general única unainmensa variedad de hechos: las adaptaciones de la fun-ción y la estructura de los seres orgánicos a sus entornos;la evolución fisiológica y anatómica; el progreso intelec-tual y el propio desarrollo moral, a los que anteriormen-te solíamos explicar por tantas causas diferentes. Losentendíamos como esfuerzos continuados —como unalucha en contra de las circunstancias adversas— para undesarrollo tal de los individuos, las razas, las especiesy las sociedades que culminaría en la plenitud, variedade intensidad mayor posible de vida. Puede que en uncomienzo el propio Darwin no estuviese plenamente con-ciente de de la generalidad del factor que invocó paraexplicar primero una serie de hechos relativos a la acumula-ción de las variaciones individuales en especies incipientes.Pero sí previó que el término que estaba introduciendo en laciencia perdería su único y auténtico significado filosófico

Page 38: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

20

si sólo se le empleaba en su sentido estrecho: el de unalucha entre individuos por separado exclusivamente porlos medios de existencia. Y desde el inicio mismo de sumemorable obra insistió en que había que tomar el térmi-no en su «sentido lato y metafórico, incluida la depen-dencia entre los seres, e incluida también (y más impor-tante aún) no sólo la vida del individuo, sino el éxito endejar progenie»1.

Aunque él mismo empleaba el término principalmen-te en su sentido estrecho para su propio propósito espe-cial, les recomendaba a sus seguidores que no cometiesenel error (que él parecía haber cometido) de sobrevalorarsu sentido estrecho. En El origen del hombre le dedicóvarias vigorosas páginas a ilustrar su sentido apropiado,el amplio. Señaló cómo, en innumerables sociedades ani-males, la lucha entre los individuos por separado por losmedios de existencia desaparece, cómo la lucha es reem-plazada por la cooperación, y cómo esa cooperación cul-mina en el desarrollo de facultades intelectuales y mora-les que le aseguran a la especie las mejores condicionespara la supervivencia. Afirmó que en esos casos los másaptos no son los físicamente más fuertes, ni los más astu-tos, sino los que aprenden a asociarse para apoyarse unosa otros, fuertes y débiles por igual, en beneficio de lacomunidad. «Esas comunidades», escribió, «que inclu-yen el mayor número de miembros altamente solidariosflorecerá más y procreará el mayor número de descen-dientes». El término, que tuvo su origen en la estrechaconcepción maltusiana de competencia de uno contratodos y todos contra uno, perdió así su estrechez en lamente de alguien que sí conocía a la naturaleza.

Page 39: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

21

Desafortunadamente, esos señalamientos, que pudie-ron haberse convertido en la base de investigacionesmuy fructíferas, se vieron eclipsados por la cuantía delos hechos registrados con el propósito de ilustrar lasconsecuencias de una competencia real por la vida.Además, Darwin nunca trató de someter a una investi-gación más estricta la importancia relativa de los dosaspectos bajo los cuales se presenta la lucha por la exis-tencia en el mundo animal, y nunca escribió la obra quese propuso escribir acerca de los controles naturales dela multiplicación excesiva, aunque esa obra hubieseconstituido la prueba crucial para la apreciación delsentido real de la lucha individual. Peor aún, en las mis-mas páginas que acabamos de mencionar, en medio delos datos que desaprueban la estrecha concepción maltu-siana de la lucha, reaparece la vieja cepa maltusiana: asaber, los señalamientos de Darwin en cuanto a los pre-suntos inconvenientes de mantener a los «débiles de mentey de cuerpo» en nuestras sociedades civilizadas (cap. V).Como si los miles de poetas, científicos, inventores, yreformadores débiles de cuerpo y de carácter, junto conotros miles de los llamados «necios» y «mentecatos entu-siastas», no fuesen el armamento más preciado de lahumanidad en la lucha por la existencia con las armas inte-lectuales y morales, que el propio Darwin enfatizó en esosmismos capítulos de El origen del hombre.

Sucedió con la teoría de Darwin lo que sucede siem-pre con las teorías que tienen algo que ver con las rela-ciones humanas. En vez de ampliarlas de acuerdo con suspropias indicaciones, sus seguidores las hacen aún másestrechas. Y mientras Herbert Spencer, partiendo de líne-as independientes pero muy vinculadas, trató de ampliar

Page 40: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

22

la investigación con aquella gran pregunta: «¿quiénes sonlos más aptos?», especialmente en el apéndice de la terceraedición de Los principios de la ética, los incontables segui-dores de Darwin redujeron la noción de lucha por la exis-tencia a sus límites más estrechos. Llegaron a concebir elmundo animal como un mundo de lucha perpetua entreindividuos medio muertos de hambre, sedientos de la san-gre del otro. Hicieron resonar a la literatura moderna con elgrito de guerra de ¡ay de los vencidos!, como si fuese la últi-ma palabra de la biología moderna. Elevaron la lucha«inmisericorde» por ventajas personales a la atura de unprincipio biológico al que también debe someterse el hom-bre, bajo la amenaza de que de otra manera sucumbiría enun mundo basado en el exterminio mutuo. Dejando a unlado a los economistas, que de ciencias naturales no cono-cen más que unas pocas palabras prestadas de vulgarizado-res de segunda mano, tenemos que reconocer que hasta losexponentes más autorizados de las opiniones de Darwinhicieron lo posible para mantener esas ideas falsas. En efec-to, si tomamos a Huxley, quien ciertamente es consideradocomo uno de los exponentes más capacitados de la teoría dela evolución, es precisamente él quien nos dice, en un tra-bajo acerca de «La lucha por la existencia y su influencia enel hombre», que

desde el punto de vista del moralista, el mundo animalestá casi al mismo nivel que el espectáculo de los gladia-dores. Las criaturas reciben buen trato, y se les pone apelear; allí los más fuertes, los más ágiles y los más astu-tos salen con vida para volver a pelear al día siguiente. Elespectador no tiene necesidad de señalar con el pulgarhacia abajo, y no se da cuartel.

Page 41: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

23

O, más adelante en el mismo artículo, es él precisa-mente quien nos dice que entre los animales, como entrelos hombres primitivos,

los más débiles y los más estúpidos perecían, mientras losmás recios y los más sagaces, los más aptos para habérse-las con las circunstancias, mas no los mejores en otrosaspectos, sobrevivían. La vida era una continua luchalibre, y más allá de las relaciones limitadas y temporalesde la familia, la guerra a lo Hobbes de todos contra todosera el estado de existencia normal2.

En qué medida esa visión de la naturaleza estaba apoya-da por los hechos lo veremos a partir de la evidencia que lepresentaremos al lector, en lo que respecta al mundo animaly al hombre primitivo. Pero habría que señalar de partidaque la visión de la naturaleza de Huxley tiene tan escasoderecho a ser tomada como deducción científica como lavisión opuesta de Rousseau, que no veía en la naturalezamás que amor, paz y armonía destruidas por la interven-ción del hombre. De hecho, el primer paseo por el bos-que, la primera observación de la sociedad animal, oincluso la lectura cuidadosa de cualquier obra seria que seocupe de la vida animal (la de D’Orbigny, la de Audubon,la de Le Vaillant, no importa cuál de ellas) no puede másque dejar sentado en el pensamiento naturalista el papeljugado por la vida social en la vida de los animales, e impe-dir que vea en la naturaleza solamente el terreno de la car-nicería, al igual que le impediría ver en la naturaleza sola-mente armonía y paz. Rousseau cometió el error de excluirla pelea con picos y garras de sus pensamientos; y Huxleycometió el error opuesto. Pero ni el optimismo de Rousseau

Page 42: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

24

ni el pesimismo de Huxley pueden ser aceptados comointerpretaciones imparciales de la naturaleza.

Al estudiar a los animales —no solamente en laborato-rios y museos, sino en la selva y la pradera, en la estepa y enlas montañas— percibimos de inmediato que aunque existeuna enorme cantidad de guerra y exterminio en marchaentre varias especies, y especialmente entre varias clases deanimales, hay, al mismo tiempo, la misma cantidad, o qui-zás hasta más, de apoyo mutuo, ayuda mutua y defensamutua entre animales pertenecientes a la misma especie o,al menos, a la misma sociedad. La sociabilidad es tan ley dela naturaleza como la lucha mutua. Por supuesto que seríaextremadamente difícil estimar, no importa cuán a grossomodo, la relativa importancia numérica de ambas series deactos. Pero si recurrimos a una prueba indirecta, y le pre-guntamos a la naturaleza: «¿quiénes resultan más aptos: losque están constantemente en guerra contra los demás, o loque se apoyan entre ellos?», vemos de inmediato que losanimales que adquieren hábitos de ayuda mutua son indu-dablemente los más aptos. Tienen más oportunidades desobrevivir, y alcanzan, en sus respectivas clases, el más altodesarrollo de inteligencia y organización corporal. Si losinnumerables hechos que podemos sacar a colación enapoyo de esta opinión son tomados en cuenta, podemosdecir con seguridad que la ayuda mutua es tan ley de la vidaanimal como la lucha mutua, pero que, como factor de evo-lución, probablemente tenga una importancia mucho mayor,por cuanto favorece el desarrollo de tales hábitos y caracte-res a fin de asegurar la conservación y el ulterior desarrollode la especie, junto con la mayor cantidad de bienestar ygoce de la vida con el menor gasto de energía posible.

Page 43: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

25

De los científicos seguidores de Darwin, el primero, queyo sepa, en entender la significación cabal de la ayudamutua como una ley de la naturaleza y el factor principalde la evolución fue un conocido zoólogo ruso, el pofesorKessler, desaparecido rector de la Universidad de SanPetersburgo. Desarrolló sus ideas en una intervención hechaen enero de 1880, pocos meses antes de morir, ante un con-greso de naturalistas rusos. Pero, como suele ocurrir contantas cosas buenas publicadas solamente en ruso, esanotable intervención sigue siendo casi por completo des-conocida. «Como zoólogo de vieja data», se sintió en laobligación de protestar contra el abuso de un término —lalucha por la existencia— prestado de la biología. O almenos contra una sobrevaloración de su importancia. Lazoología, dijo, y las ciencias que se ocupan del hombre,insisten continuamente en lo que ellas llaman la ley inmi-sericorde de la lucha por la existencia. Pero olvidan laexistencia de otra ley que puede ser descrita como la leyde la ayuda mutua que, al menos para los animales, resul-ta más esencial que aquélla. Señaló cómo la necesidad dedejar descendencia junta necesariamente a los animales, y«mientras más se mantienen juntos los individuos, más seapoyan mutuamente unos a otros, y mayores son las opor-tunidades de supervivencia para la especie, así como las deseguir avanzando en su desarrollo intelectual». «Toda clasede animales», prosiguió, «y especialmente los más eleva-dos, practican la ayuda mutua», e ilustró su idea con ejem-plos tomados de la vida de los escarabajos enterradores y lavida social de las aves y algunos mamíferos. Los ejemploseran pocos, como cabía esperar de una intervención inicialbreve, pero el punto principal estaba claramente planteado;y, luego de mencionar que en la evolución de la humanidad

Page 44: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

26

la ayuda mutua había jugado un papel muy prominente, elprofesor Kessler concluyó de la manera siguiente:

Obviamente no niego la lucha por la existencia, pero símantengo que el desarrollo progresivo del reino animal,y en especial de la humanidad, se vio mucho más favo-recido por el apoyo mutuo que por la lucha mutua. (…)Todos los seres orgánicos tienen dos necesidades esen-ciales: la de la nutrición y la de la propagación de laespecie. La primera los lleva a la lucha y al exterminiomutuo, mientras la necesidad de conservar la especie losllevan a aproximarse y apoyarse unos a otros. Pero meinclino a pensar que en la evolución del mundo orgáni-co —en la modificación progresiva de los seres orgáni-cos— el apoyo mutuo entre los individuos juega unpapel mucho más importante que su lucha mutua3.

Lo acertado de esas opiniones impactó a la mayoría delos zoólogos rusos presentes, y Syevertsoff, cuya obra esbien conocida por los ornitólogos y los geógrafos, las apoyóy las ilustró con algunos ejemplos más. Mencionó variasespecies de halcones que poseen «una organización casiideal para predar», y sin embargo están en decadencia, entanto que otras especies de halcones, que practican el auxi-lio mutuo, sí van en crecimiento. «Tomemos, por otra parte,al pato», dijo; tiene una organización pobre en su conjunto,pero practica el apoyo mutuo, y casi invade la tierra, comocabría juzgar por sus innumerables variedades y especies».

La buena disposición de los zoólogos rusos para aceptarlas tesis de Kessler parece muy natural, porque casi todosellos han tenido oportunidades de estudiar el mundo animalen las vastas regiones deshabitadas de Asia del Norte y la

Page 45: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

27

Rusia Oriental; y es imposible estudiar regiones así sinllegar a las mismas ideas. Me acuerdo de la impresión queme produjo el mundo animal de Siberia cuando exploré laregión del Vitim, en compañía de un zoólogo tan recono-cido como mi amigo Polyakoff. Ambos estábamos bajo laimpresión reciente de El origen de las especies, pero bus-cábamos en vano la fuerte competencia entre animales dela misma especie a la que nos había preparado para esperarla lectura de la obra de Darwin, aún teniendo en cuenta lasanotaciones del tercer capítulo. Veíamos gran cantidad deadaptaciones para la lucha, muchas veces en común, contralas circunstancias adversas del clima, o contra los variosenemigos, y Polyakoff escribió más de una buena páginasobre la mutua dependencia de los carnívoros, losrumiantes y los roedores en su distribución geográfica;fuimos testigos de cantidades de hechos de apoyo mutuo,especialmente durante las migraciones de aves y rumian-tes; pero incluso en las regiones del Amur y el Usuri,donde la vida animal bulle en abundancia, los hechos decompetencia y lucha reales entre animales superiores de lamisma especie rara vez se dieron en mi presencia, aunqueyo los buscaba con avidez. La misma impresión aparece enlas obras de la mayoría de los zoólogos rusos, y ello proba-blemente explica por qué las ideas de Kessler tuvieron tanbuena acogida por parte de los darwinistas rusos, mientrasideas similares no están en boga entre los seguidores deDarwin en la Europa Occidental.

Lo primero que llama nuestra atención tan prontocomo comenzamos a estudiar la lucha por la existenciabajo sus dos aspectos —el directo y el metafórico— es laabundancia de hechos de ayuda mutua, no sólo para elcuido de la progenie, como lo reconoce la mayoría de los

Page 46: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

28

evolucionistas, sino también para la seguridad del indivi-duo, y para proporcionarle el alimento necesario. Laayuda mutua constituye la regla respecto a muchas gran-des divisiones del reino animal. Se da incluso entre losanimales más inferiores, y debemos estar preparados paraenterarnos algún día, gracias a los estudiosos de la vidamicroscópica en las charcas, de hechos de apoyo mutuoinconciente incluso de la vida de los microorganismos.Por supuesto, nuestro conocimiento de la vida de losinvertebrados, salvo por las termitas, las hormigas y lasabejas, es extremadamente limitado; y no obstante, aunen lo que respecta a los animales inferiores, podemosespigar unos cuantos hechos de cooperación bien docu-mentados. Las innumerables asociaciones de langostas,vanessae, cicindelae, cicadae, y demás, están práctica-mente sin explorar; pero el hecho mismo de su existenciaindica que deben estar compuestas sobre la base de más omenos los mismos principios de las asociaciones tempo-rales de las hormigas o las abejas para los propósitos dela migración4. En cuanto a los escarabajos, tenemoshechos de ayuda mutua muy bien observados entre losenterradores (necróphorus). Deben tener alguna materiaorgánica en descomposición para poner sus huevos enella, y así proporcionarles alimento a sus larvas; pero esamateria no debe terminar de descomponerse de maneraacelerada. Así que suelen enterrar los cadáveres de todaclase de pequeños animales que encuentran ocasional-mente en sus correrías. Por lo general llevan una vida ais-lada, pero cuando uno de ellos encuentra el cadáver de unratón o un pájaro, que difícilmente podría arreglárselas porsí solo para enterrarlo, llama a otros cuatro, seis o diezescarabajos para ejecutar la operación con esfuerzo con-

Page 47: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

29

junto; si es necesario, trasportan el cadáver al suelo blandoadecuado, y entonces lo entierran del modo más conside-rado, sin pelearse por cuál de ellos disfrutará del privilegiode poner sus huevos en el cadáver enterrado. Y cuandoGledistsch ataba un pájaro muerto a una cruz construidacon dos palitos, o colgaba una rana a un palito plantado enel suelo, los pequeños escarabajos combinarían sus inteli-gencias de la misma manera amistosa para derrotar el arti-ficio del hombre. Esa misma combinación de esfuerzos hasido presenciada entre los escarabajos estercoleros.

Hasta en los animales ubicados en una escala de organi-zación un tanto más baja podemos hallar ejemplos parecidos.Algunos cangrejos terrestres de las Indias Occidentales yNorteamérica se asocian en grandes multitudes a fin de via-jar hasta el mar y depositar en él sus huevos; y cada una deesas migraciones implica concierto, cooperación y apoyomutuo. Y en lo que atañe al gran cangrejo de las Malucas(limulus) me sorprendió (en 1882, en el acuario de Brighton)el grado de asistencia mutua que son capaces de brindarleestos desmañados animales a un camarada en caso de nece-sidad. Uno de ellos había caído sobre su espalda en un rin-cón del estanque, y su pesado carapacho, que recuerdauna cazuela, le impedía regresar a su posición natural, ypara empeorar aún más las cosas en el rincón se atravesabauna barra de hierro. Sus camaradas acudieron al rescate,y durante una hora observé cómo se esforzaban para ayudara su semejante aprisionado. Al comienzo llegaron dos, queempujaban a su amigo desde atrás, y después de arduosesfuerzos lograban alzarlo; pero entonces la barra de hierroles impedía completar la labor de rescate, y el cangrejo vol-vía a caer pesadamente sobre su espalda. Después de muchosintentos, uno de los socorristas se fue hasta el fondo del

Page 48: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

estanque y se trajo otros dos cangrejos, que reiniciaron connuevas fuerzas la misma labor de empuje y alzamiento desu desvalido camarada. Nos estuvimos en el acuario pormás de dos horas, y cuando ya nos íbamos regresamos adarle un vistazo al estanque: ¡la labor de rescate continua-ba! Puesto que vi aquello no puedo negarle crédito a laobservación que cita el doctor Erasmus Darwin, a saber,que «durante la temporada de muda, el cangrejo comúnestaciona como centinela a un individuo que no haya muda-do todavía, y, por lo tanto, tenga su caparazón dura, para evi-tar que los enemigos marinos lastimen a los individuos queya mudaron en su estado de desprotección»5.

Los hechos que ilustran la ayuda mutua entre las termi-tas, las hormigas y las abejas resultan tan conocidos para ellector corriente, especialmente gracias a las obras deRomanes, L. Büchner y sir John Lubbock, que limitaré misobservaciones a unas pocas, referencias. Si tomamos unnido de hormigas, no sólo veremos que cada faceta del tra-bajo —cuidado de la progenie, forrajeo, construcción,cuido de los áfidos, y demás— es ejecutada de acuerdo conlos principios de la ayuda mutua; debemos reconocer tam-bién, con Forel, que el rasgo principal, fundamental, de lavida de muchas especies de hormigas es el hecho y la obli-gación de que cada hormiga comparta su comida, ya traga-da y parcialmente digerida, con cualquier miembro de lacomunidad que pueda necesitarla. Cuando se encuentrenocasionalmente dos hormigas pertenecientes a especiesdiferentes o a nidos hostiles, se evitarán. Pero dos hormi-gas pertenecientes al mismo nido o a la misma colonia denidos se acercarán la una a la otra, intercambiarán unospocos movimientos con las antenas, y «si una de ellas tienehambre o sed, y especialmente si la otra va llena de aco-

30

Page 49: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

31

pio (…) inmediatamente le pedirá comida». El individuoal que se le solicita tal cosa nunca se niega; abre sus man-díbulas, toma la posición apropiada y regurgita una gotade fluido transparente que la hormiga hambrienta sorbe.La regurgitación de comida para las otras hormigas cons-tituye un rasgo tan prominente en la vida de las hormigas(en libertad), y se recorre con tanta frecuencia a ella paraalimentar tanto a camaradas hambrientas como a las lar-vas, que Forel considera que el tubo digestivo de las hor-migas consta de dos partes diferentes, una de las cuales,la posterior, es para el uso especial del individuo, y la otra,la anterior, es principalmente para el uso de la comunidad.Si una hormiga que lleva su acopio completo ha sido lobastante egoísta como para negarse a alimentar a unacamarada, será tratada como enemiga, o algo peor. Si lanegativa se ha producido mientras sus congéneres estabancombatiendo con alguna otra especie, caerán sobre el indi-viduo avariento con mayor vehemencia incluso que lapuesta en contra de los propios enemigos. Y si una hormi-ga no se ha rehusado a alimentar a otra perteneciente a unaespecie enemiga, será tratada por los congéneres de éstacomo una amiga. Todo esto está confirmado por la obser-vación más estricta y por experimentos decisivos 6.

En esa inmensa división del reino animal que incorporamás de mil especies, y es tan numerosa que los brasileñospretenden que Brasil les pertenece a las hormigas y no a loshombres, no existe la competencia entre los miembros delmismo nido, o la colonia de nidos. Por terribles que resul-ten las guerras entre especies diferentes, y fueren cualesfueren las atrocidades cometidas en tiempos de guerra, laayuda mutua dentro de la comunidad, la autoentrega con-vertida en hábito y muy a menudo el autosacrificio por el

Page 50: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

bienestar de la comunidad, constituyen la regla. Las hor-migas y las termitas han renunciado a la «guerra hobbe-siana», y se vieron favorecidas con ello. Sus nidos mara-villosos, sus edificaciones superiores en tamaño relativoa las de los hombres; sus vías pavimentadas y sus galeríasabovedadas; sus salas espaciosas y sus graneros; sus triga-les, y la recolección y «malteado» de granos; sus métodosracionales de cuidar de los huevos y las larvas, y de cons-truir nidos especiales para el cuidado de los áfidos, a los queLineo describió pintorescamente como «las vacas de lashormigas»; y, finalmente, su valentía, su resolución y suinteligencia superior: todo ello el resultado natural de laayuda mutua que ellas practican en todas las etapas de susatareadas y laboriosas vidas. Y ese modo de vida incidiótambién en el desarrollo de otro rasgo esencial de la vida delas hormigas: el inmenso desarrollo de la iniciativa indivi-dual que, a su vez, condujo evidentemente al desarrollo deesa elevada y variada inteligencia que no puede menos queimpresionar al observador humano7.

Si no conociésemos otros hechos de la vida animalaparte de lo que sabemos acerca de las hormigas y las ter-mitas, ya hubiésemos podido concluir sin riesgo de equi-vocarnos que la ayuda mutua (que conduce a la confianzamutua, la primera condición para la valentía) y la iniciati-va individual (la primera condición para el progreso inte-lectual) son dos factores infinitamente más importantesque la lucha mutua en la evolución del reino animal. Enefecto, la hormiga prospera sin tener a su disposición nin-guno de los atributos «protectores» indispensables para losanimales que llevan una vida aislada. Su color hace que seaclaramente visible para sus enemigos, y los nidos desco-llantes de muchas especies resaltan conspicuos en las pra-

32

Page 51: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

deras y las selvas. No está protegida por un caparazónduro, y su mecanismo de picadura, aunque peligrosocuando se clavan cientos de aguijones en la carne dealgún animal, no resulta de gran valor para la defensaindividual, mientras que los huevos y las larvas de lashormigas son una delicia para gran número de los habi-tantes de las selvas. Y sin embargo las hormigas, en susmillares, no resultan muy destruidas por las aves, nisiquiera por las que se alimentan de ellas, y en cambioson temidas por insectos mucho más fuertes que ellas.Cuando Forel vaciaba una bolsa de hormigas en una pra-dera, veía que «los grillos huían, abandonando sus agujerosal saqueo de las hormigas; los saltamontes y los grillosescapaban en todas direcciones; las arañas y los escara-bajos abandonaban sus presas para no convertirse ellosmismos en presas»; hasta los nidos de las avispas erantomados por las hormigas, luego de una batalla durante lacual muchas hormigas perecían por la seguridad de lamancomunidad. Incluso los insectos más ágiles no logra-ban escapar, y Forel vio muchas mariposas, mosquitos,moscas y demás sorprendidos y matados por las hormi-gas. Su fuerza radica en el apoyo y la confianza mutuos.Y si la hormiga —dejando a un lado a las termitas, másaltamente desarrolladas aún— están ubicadas en la cimade toda la clase de los insectos por sus capacidades inte-lectuales; si su valentía es igualada tan sólo por los ver-tebrados más valientes; y si su cerebro —para emplear laspalabras de Darwin— «es uno de los átomos de materiamás maravillosos del mundo, quizá más que el del cere-bro del hombre» ¿todo eso no es debido al hecho de quela ayuda mutua ha asumido por entero el lugar de la luchamutua en las comunidades de hormigas?

33

Page 52: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

34

Lo mismo es válido en lo que respecta a las abejas. Esospequeños insectos que con mucha facilidad se conviertenen presas de tantas aves, y cuya miel tantos admiradorestiene en toda clase de animales, desde el escarabajo hastael oso, tampoco posee ninguno de los atributos protectivosprovenientes del mimetismo o cosas por el estilo, sin loscuales un insecto de vida solitaria difícilmente podría esca-par a la destrucción total; y sin embargo, deudoras de laayuda mutua en sus prácticas, han obtenido la vasta difu-sión que les conocemos y la inteligencia que les admira-mos. Al trabajar en comunidad multiplican sus fuerzasindividuales; y al recurrir a una división del trabajo tem-poral, combinada con la capacidad de cada abeja de ejecu-tar cualquier tipo de trabajo cuando es necesario, alcanzanun grado tal de bienestar y seguridad que ningún animalaislado podría nunca esperar lograr por fuerte o bien arma-do que estuviese. En sus asociaciones les va a menudomucho mejor que al hombre, cuando éste se niega a apro-vechar las ventajas de una asistencia mutua bien planifica-da. Así, cuando un nuevo enjambre de abejas va a dejar lacolmena en busca de una morada nueva, un número de ellashará una exploración preliminar por los alrededores, y sidescubren una residencia conveniente —digamos una cestavieja, o cualquier cosa por el estilo— tomarán posesión deella, la asearán, y la guardarán, a veces durante un semanaentera, hasta que el enjambre llegue a instalarse allí. ¡Perocuántos colonizadores humanos habrán de perecer en nue-vos países, simplemente por no haber entendido la necesi-dad de asociar sus esfuerzos! Al combinar sus inteligenciasindividuales logran adaptarse a las circunstancias adversas,aún las no previstas en absoluto y las inusuales, como aque-llas abejas de la Exposición de París que fijaron con su pro-

Page 53: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

35

póleos resinoso la rejilla a una placa de vidrio encajada enla pared de su colmena. Además, no exhibieron ninguna delas propensiones sanguinarias ni el amor por las peleasinútiles que muchos escritores les achacan con tanta gratui-dad a los animales. Las centinelas que guardaban la entra-da de la colmena les daban muerte sin misericordia a lasabejas ladronas que intentaban entrar en la colmena, perolas extrañas que llegaban por equivocación no eran moles-tadas, especialmente si venían cargadas de polen, o se tra-taba de individuos jóvenes que se habían extraviado. Nohabía más guerra de la estrictamente necesaria.

La sociabilidad de las abejas resulta más instructivatodavía, por cuanto los instintos predadores y la perezasiguen existiendo también entre ellas, y reaparecen cadavez que su crecimiento se ve favorecido por algunas cir-cunstancias. Es bien conocido que siempre hay un núme-ro de abejas que prefieren vivir del robo a la laboriosavida de una obrera; y que tanto los períodos de escasezcomo los de acopios de comida inusualmente ricos llevana un aumento de la clase ladrona. Cuando llega la épocade la cosecha y ya queda poco por recoger en nuestrosprados y campos, la presencia de abejas ladronas se hacemás frecuente; en tanto que, por otra parte, en torno a lasplantaciones de caña de las Indias Occidentales y las refi-nerías de azúcar de Europa, el robo, la pereza y a menu-do la borrachera se convierten en algo bastante común enlas abejas. Vemos así que los instintos antisociales conti-núan presentes también entre las abejas; pero la selecciónnatural deberá eliminarlos, porque a la larga la práctica dela solidaridad demuestra ser mucho más ventajosa para laespecie que el desarrollo de los individuos con inclinacio-nes predadoras. Los más arteros y los más aprovechados

Page 54: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

36

son eliminados a favor de los que comprenden las venta-jas de la vida social y el apoyo mutuo.

Ciertamente, no se concibe que la solidaridad de lashormigas, las abejas y ni siquiera las termitas, pueda con-siderarse entre las más elevadas de todas las especies. Enese respecto evidentemente no han alcanzado un grado dedesarrollo que no encontremos entre nuestros líderespolíticos, científicos y religiosos. Sus instintos sociales aduras penas sobrepasan los límites de la colmena o elnido. Sin embargo, Forel ha descrito colonias de nomenos de doscientos nidos pertenecientes a dos especiesdiferentes (Formica exsecta y F. pressilabris) en MountTendre y Mount Salève; y él sostiene que cada miembrode esas colonias reconoce a cada uno de los demás miem-bros, y todos toman parte en la defensa común; mientrasen Pennsylvania el señor McCrook vio una nación enterade entre 1600 y 1700 nidos de hormigas agricultoras,conviviendo todas en perfecto entendimiento. Y el señorBates ha descrito montículos de termitas cubriendo gran-des superficies en los «campos» [en español en el origi-nal, N. del T.], con algunos de los nidos sirviendo de refu-gio de dos o tres especies diferentes, y la mayoría de ellosconectados por galerías abovedadas o arcadas. Así queincluso entre los animales invertebrados se han dadoalgunos pasos hacia la fusión de grandes divisiones deespecies para los fines de la protección mutua.

Ascendiendo ahora a animales más elevados, encon-traremos muchos más ejemplos de ayuda mutua induda-blemente conciente para todos los propósitos posibles,aunque tenemos que reconocer de entrada que nuestroconocimiento de la vida de los animales superioressigue siendo muy imperfecto. Excelentes observadores han

Page 55: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

37

acumulado una gran cantidad de hechos, pero existendivisiones enteras del reino animal de las que no sabemoscasi nada. La información confiable acerca de los peces esextremadamente escasa, por una lado, debido a las dificul-tades de la observación, y, por otro lado, porque no se le haprestado la apropiada atención al tema. En cuanto a losmamíferos, Kessler ya ha señalado lo poco que sabemosacerca de sus modos de vida. Muchos de ellos son de hábi-tos nocturnos; otros se ocultan bajo tierra; y los rumian-tes cuya vida social y sus migraciones ofrecen el interésmayor no permiten que el hombre se acerque a sus reba-ños. Es principalmente sobre las aves que tenemos el aba-nico de información más amplio, y no obstante nuestroconocimiento de la vida social de muchas especies siguesiendo muy imperfecto. Y con todo, no necesitamos que-jarnos de la falta de hechos bien comprobados, comoveremos a continuación.

No es necesario hacer hincapié en las asociaciones demachos y hembras en el cuidado de sus crías, para pro-veerlas de comida durante sus primeros pasos en la vida,o para cazar en comunidad, aunque podría mencionarsede pasada que dichas asociaciones son la regla inclusopara los carnívoros menos sociables y las aves de rapiña,lo cual genera un interés especial, pues constituye el terre-no en el que se desarrollan los sentimientos más tiernoshasta para los animales que en cuanto a todo lo demás sonlos más crueles. Cabe añadir también que la rareza de lasasociaciones que sobrepasan la de la familia entre los car-nívoros y las aves de rapiña, aunque en lo fundamentalson el resultado de sus modos de alimentación mismos,también se pueden explicar en cierta medida como unaconsecuencia del cambio producido en el mundo animal

Page 56: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

38

por el rápido incremento del género humano. En todocaso vale la pena anotar que hay especies que llevan unavida muy aislada en las regiones densamente pobladas,mientras esas mismas especies, o sus congéneres muycercanos, son gregarias en territorios deshabitados. Loslobos, los zorros y varias aves de rapiña podrían ser men-cionados como ejemplos puntuales.

Sin embargo, las asociaciones que no se extiendenmás allá de los lazos familiares son de importancia rela-tivamente pequeña en nuestro caso, más aún cuandoconocemos de cantidades de asociaciones para propósitosmás generales, como la caza, la protección mutua y hastael simple disfrute de la vida. Audubon ya mencionó quelas águilas se asocian ocasionalmente para cazar, y sudescripción de las dos águilas calvas, macho y hembra,cazando en el Mississippi, es bien conocida por su fuerzagráfica. Pero una de las observaciones de este tipo másconcluyentes pertenece a Syeverstoff. Mientras estudiabala fauna de las estepas rusas vio una vez a un águila per-teneciente a una especie totalmente gregraria (el águilade cola blanca, Haliaetos albicilla) elevarse muy alto enel aire; durante media hora estuvo describiendo susamplios círculos en silencio, hasta que de pronto dejó oírsu penetrante voz. Muy pronto su grito fue respondidopor otra águila que se acercaba, seguido de una tercera,una cuarta, y así hasta se juntaron nueve o diez águilas yrápidamente desaparecieron. Por la tarde Syeverstoff fueal lugar hacia el que vio a las águilas volar; oculto poruna de esas ondulaciones de la estepa se aproximó a ellas,y descubrió que estaban reunidas alrededor del cadáverde un caballo. Las más viejas, que como regla inician elfestín —pues esas son sus normas de propiedad— ya

Page 57: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

39

estaban posadas sobre los montones de paja en los alre-dedores, y se mantenían vigilantes mientras las más jóve-nes continuaban comiendo, rodeadas de bandadas decuervos. A partir de estas y otras observaciones pareci-das, Syeverstoff concluyó que las águilas de cola blancase asocian para cazar; cuando todas se han elevado hastauna gran altura están en capacidad, si se trata de diez, devigilar un área de al menos cuarenta kilómetros cuadra-dos; y tan pronto como una descubre algo les advierte alas demás. Por supuesto, podría argumentarse que unsimple grito instintivo de la primera águila, o incluso susmovimientos, hubiesen producido el mismo efecto deatraer a varias águilas sobre la presa, pero en este casoexiste fuerte evidencia a favor de la mutua advertencia,porque las diez águilas se reunieron antes de caer sobre lapresa, y más adelante Syeverstoff tuvo varias oportunida-des de constatar que las águilas de cola blanca siempre secongregan para devorar un cadáver; y que algunas deellas (en primer término las más jóvenes) cada vez man-tienen la vigilancia mientras las otras comen. De hecho eláguila de cola blanca —uno de los mejores y más valero-sos cazadores— es un ave completamente gregaria, yBrehm dice que cuando se la mantiene en cautiverio muypronto cobra apego por sus captores.

La sociabilidad constituye un rasgo común a muchasotras aves de rapiña. El milano brasilero, una de las rapa-ces más «atrevidas», es sin embargo un ave sumamentesociable. Sus asociaciones para la cacería han sido des-critas por Darwin y otros naturalistas, y es un hecho quecuando ha capturado una presa demasiado grande llama acinco o seis amigos para que lo ayuden a llevársela.Después de un día atareado, cuando esas aves se retiran

Page 58: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

40

para su reposo nocturno a un árbol o entre la maleza,siempre se reúnen en bandadas, acudiendo a reunirsedesde distancias de quince kilómetros o más, a menudoseguidos por varios carroñeros, especialmente los perc-nópteros, «sus verdaderos amigos», dice D’Orbigny. Enotro continente, en los desiertos transcaspianos, tienen,según Zarudnyi, el mismo hábito de anidar juntos. Elcarroñero sociable, uno de los carroñeros más fuertes, harecibido ese nombre por su amor a la vida en sociedad.Viven en bandadas numerosas, y decididamente disfrutanla sociedad; se reúnen en cantidades en sus elevados vue-los por juego. «Viven en muy buena amistad», dice LeVaillant, «y en una misma cueva encontraba a veces hastatres nidos muy cercanos»8. Los carroñeros urubú delBrasil son tan sociables, o quizás hasta más, que los gra-jos. Los carroñeros pequeños egipcios viven en estrechaamistad. Juegan en bandadas en el aire, se juntan para pasarla noche, y en la mañana se marchan juntos para buscartodos su comida, y jamás surge la más mínima pelea entreellos. Tal es el testimonio de Brehm, que ha tenido múlti-ples oportunidades de observar su vida. El halcón de gar-ganta roja también se reúne en bandadas numerosas enlas selvas del Brasil, y el cernícalo (Tinnunculus cench-ris), cuando ha abandonado Europa y llega en el inviernoa las praderas y selvas del Asia, se congrega en numero-sas sociedades. En las estepas del sur de Rusia es (o másbien era) tan sociable que Nordmann los vio en bandadasnumerosas, con otros halcones (Falco tinnunculus, F. oesu-lon, F. subbuteo), acudiendo a reunirse todas las tardes pro-picias alrededor de las cuatro, y disfrutando sus juegoshasta tarde en la noche. Echaban a volar, todos a la vez, enlínea muy recta hacia algún punto determinado y, al llegar

Page 59: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

41

a él, devolverse de inmediato sobre la misma línea, pararepetir el mismo vuelo9.

Volar en bandadas por el mero placer del vuelo es algobastante común entre toda clase de aves. «En el distritode Humber especialmente», escribe Ch. Dixon, «a fina-les de agosto a menudo grandes bandadas de correlimosaparecen volando sobre las llanuras pantanosas, y perma-necen hasta el invierno. (…) Los movimientos de estasaves resultan sumamente interesantes, ya que una granbandada hace giros y abre o cierra la formación con laprecisión de tropas bien adiestradas. Diseminados entreellos vuelan aislados muchos aguzanieves, chorlitos ychorlitejos grandes.

Resultaría por demás imposible enumerar aquí lasvarias asociaciones para cazar de las aves; pero vale lapena señalar las asociaciones para pescar de los pelíca-nos, por la notable inteligencia y orden exhibido por estasdesmañadas aves. Siempre van de pesca en bandadasnumerosas, y luego de haber elegido una ensenada apro-piada, forman un amplio semicírculo de cara a la costa, ylo van estrechando a medida que avanzan remando rui-dosamente, para atrapar a cuanto pez haya quedado ence-rrado en el círculo. En los ríos y canales estrechos puedenhasta dividirse en dos partidas, cada una de las cualesforma un semicírculo, y ambas reman chapaleando alunísono hasta juntarse, igual que lo harían dos partidas dehombres que se aproximan arrastrando grandes redespara capturar a todos los peces atrapados entre ambasredes al reunirse. Al llegar la noche vuelan a sus lugaresde descanso —siempre el mismo para cada bandada—y nadie los ha visto jamás pelearse ni por la ensenada nipor el lugar de descanso. En Suramérica se juntan en

Page 60: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

42

bandadas de aproximadamente cuarenta y cincuenta indi-viduos parte de los cuales disfrutan del sueño mientrasotros montan guardia, y el resto vuelve a pescar. Y, final-mente, estaría cometiendo una injusticia con los muycalumniados gorriones comunes si no menciono con cuán-ta lealtad comparte cada uno de ellos cualquier comidaque descubra con todos los miembros de la sociedad a laque pertenece. El hecho era conocido por los griegos, yha sido trasmitido a la posteridad cómo uno de sus ora-dores exclamó una vez (cito de memoria): «Mientras leshablo un gorrión ha venido a contarles a los demásgorriones que a un esclavo se le acaba de caer en el pisoun saco de trigo, y todos se dirigen allá a comerse los gra-nos». Más aún, nos complace ver confirmada esa antiguaafirmación en un libro reciente del señor Gurney, quienno duda que el gorrión común siempre le informa a todoslos demás dónde hay algo de comida que robar; dice«Cuando se terminaba de trillar la mies en la era ya losgorriones habían de ese sembrado habían hecho su aco-pio»10. En verdad, los gorriones ponen un celo extrema-do en mantener sus dominios libres de las invasiones deextraños; los del Jardin du Luxembourg combaten fiera-mente a todos los otros gorriones que puedan venir a dis-frutar de su espacio en el jardín, y de sus visitantes. Perodentro de sus propias comunidades practican a plenitud elmutuo apoyo, si bien ocasionalmente habrá por supuestouna que otra pelea, incluso entre los mejores amigos.

Cazar y comer en comunidad constituye en tal grado elhábito en el mundo plumífero que difícilmente harán faltamás referencias: hay que considerarlo como un hecho esta-blecido. En cuanto a la fuerza que se deriva de esas aso-ciaciones, es patente. Las aves de rapiña más fuertes resul-

Page 61: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

43

tan impotentes ante las asociaciones de nuestros amorosospájaros de menor tamaño. Hasta las águilas —incluida lapoderosa y terrible águila calzada, y el águila marcial, quees lo bastante fuerte como para llevarse una liebre o unantílope joven en las garras— se ven obligadas a abando-nar su presa a las bandadas de esas rapaces llamadasmilanos, que acosan sin cesar a un águila en cuanto la venen posesión de una buena presa. Los milanos les darán cazatambién a los veloces halcones pescadores, y les robarán lospeces que han capturado; pero nadie ha visto jamás a losmilanos pelearse por la posesión de la presa robada. En laisla Kerguelen, el doctor Couës vio al Buphagus —la galli-na de mar de los cazadores de focas— perseguir gaviotashasta hacerlas regurgitar su comida, mientras por otra partelas gaviotas y las golondrinas marinas se asociaban paraalejar a la gallina de mar en cuanto ésta se acercaba a los pre-dios de aquéllas, en especial en la temporada de anidar. Lospequeños pero sumamente veloces frailecillos (Vanellus cris-tatus) atacan osadamente a las aves de rapiña.

Verlos atacar a un buitre, un milano, un cuervo o un águi-la es uno de los espectáculos más divertidos. Uno sienteque están seguros de su victoria y nota la ira del ave derapiña. En esas circunstancias se apoyan unos a otros a laperfección, y su valentía aumenta con el número11.

El frailecillo tiene bien merecido el nombre de «buenamadre» que le dieron los griegos, porque nunca deja de pro-teger a otras aves acuáticas de los ataques de sus enemigos.Pero incluso las pequeñas lavanderas (Motacilla alba), muyconocidas en nuestros jardines y cuyo tamaño alcanza ape-nas los veinte centímetros, obliga al gavilán a abandonar su

Page 62: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

44

cacería. «A menudo admiré su valentía y agilidad», escri-bió el viejo Brehm, «y estoy convencido de que el únicoque podría capturar uno de ellos es el halcón. (…) Cuandouna bandada de lavanderas ha obligado a retirarse a un avede rapiña, hacen que en el aire resuenen sus gritos de triun-fo y entonces se separan». Por consiguiente ellas se juntanpara el propósito especial de acosar a su enemigo, tal ycomo hemos visto cuando la población entera de las aves dela selva se amotina ante la noticia de que un ave nocturnaha hecho su aparición durante el día, y todos juntos —avesde rapiña y pequeñas canoras inofensivas— se lanzan alacoso del extraño y lo hacen regresar a su escondite.

¡Qué diferencia tan enorme entre la fuerza de un mila-no, un buitre o un águila y la de aves tan pequeñas comola lavandera de las praderas; y sin embargo esos pajaritos,gracias a su acción en común y su valentía, demuestransu superioridad ante las rapaces de alas y armas podero-sas! En Europa las lavanderas no sólo acosan a las avesde rapiña que podrían ser peligrosas para ellas, sino aco-san además al águila pescadora, «más por diversión quepor causarle algún daño»; en tanto que en la India, segúnel testimonio del doctor Jerdon, las cornejas acosan almilano gowinda «por simple asunto de distracción». Elpríncipe Wied vio al águila brasileña urubitinga rodeadade innumerables bandadas de tucanes y caciques (un aveemparentada de cerca con nuestro grajo) que se burlabande ella. Entonces añade: «El águila generalmente soportaesos insultos muy pacientemente, pero de vez en cuandoatrapará a alguno de los burladores». En todos esos casoslos pequeños pájaros, aunque muy inferiores en fuerza alave de rapiña, probaron ser superiores a ella gracias a suacción en común12.

Page 63: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

45

Sin embargo, los efectos más sorprendentes de la vidaen comunidad para la seguridad del individuo, para su dis-frute de la vida y para el desarrollo de sus capacidades inte-lectuales, se ven en dos grandes familias de aves, las grullasy los loros. Las grullas son extremadamente sociables yviven en excelentes relaciones, no sólo con sus congéneressino además con la mayoría de las aves acuáticas. Su pru-dencia es realmente pasmosa, como lo es también su inteli-gencia; captan las condiciones nuevas en un instante y ac-túan en concordancia. Sus centinelas siempre mantienen lavigilancia sobre la bandada mientras ésta come o descansa,y los cazadores saben lo difícil que resulta acercarse aellas. Si el hombre ha logrado sorprenderlas, jamás vol-verán al mismo lugar sin haber enviado antes una explo-radora solitaria, y una pequeña partida de otras explora-doras detrás; y cuando la partida de reconocimientoregresa y reporta que no hay peligro se envía un segundogrupo de exploradoras para verificar el primer reporte,antes de que la bandada entera se movilice. Con las espe-cies afines las grullas contraen una amistad real; y encautiverio no existe ave, salvo el también sociable e inte-ligente loro, que entre en amistad tan real con el hombre.«Ve en el hombre no un amo sino un amigo, y se esfuer-za por manifestarlo», concluye Brehm a partir de unavasta experiencia personal. La grulla está en continuaactividad desde temprano por la mañana hasta tarde porla noche; pero le dedica solamente unas pocas horas de lamañana a la tarea de buscar su alimento, principalmentevegetal. Todo el resto del día está dedicado a la vida ensociedad. «Recoge trocitos de madera o piedras pequeñasque lanza al aire y trata de atraparlos; dobla el cuello, abrelas alas, danza, salta, corre en círculos y trata de manifestar

Page 64: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

46

por todos los medios su buena disposición mental, y semantiene siempre grácil y hermosa»13. Como vive ensociedad casi no tiene enemigos, y aunque Brehm vio oca-sionalmente a un cocodrilo capturar a alguna de ellas, escri-bió que excepto por los cocodrilos no les conocía enemigosa las grullas. Con su proverbial prudencia los evita a todos,y, por lo general alcanza una edad muy avanzada. No es deextrañar que la grulla no necesite procrear una prole nume-rosa; usualmente sólo pone dos huevos. En cuanto a su inte-ligencia superior, baste decir que hay unanimidad en losobservadores en el reconocimiento de que sus capacidadesintelectuales nos recuerdan mucho las del hombre.

La otra ave extremadamente sociable es el loro, y estácolocado, como se sabe, en la cúspide misma del mundode los plumíferos. Brehm ha resumido tan admirablemen-te los hábitos de vida del loro que lo mejor que puedohacer es traducir el siguiente pasaje:

Excepto en la temporada de apareamiento, viven ensociedades o bandadas muy numerosas. Eligen un lugaren el bosque para permanecer en él, y desde allí partentodas las mañanas a sus expediciones de búsqueda. Losmiembros de cada bandada se mantienen fielmente liga-dos entre sí, y comparten en común la buena y la malafortuna. En la mañana se dirigen todos juntos hacia unterreno, o un jardín, o un árbol, a alimentarse de frutas.Apostan centinelas para que cuiden de la seguridad detoda la bandada, y están atentos a sus advertencias. Encaso de peligro, todos emprenden el vuelo, apoyándosemutuamente unos a otros, para regresar también todossimultáneamente a su lugar de descanso. En una pala-bra, viven estrechamente unidos.

Page 65: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

47

También disfrutan de la sociedad con otros pájaros. Enla India los grajos y los cuervos se reúnen desde muchasmillas a la redonda para venir a pasar la noche en com-pañía de los loros en las espesuras de bambú. Cuando losloros empiezan la búsqueda exhiben la más maravillosainteligencia, prudencia y capacidad de resolver dificulta-des. Tomemos por caso una bandada de cacatúas blancasen Australia. Antes de comenzar a saquear un maizalenvían primero una partida de reconocimiento que seubica en los árboles más altos en la vecindad del sembra-do, mientras otros exploradores se colocan en los árbolesque median entre el sembrado y la selva y transmiten susseñales. Si el reporte dice «Todo bien» un grupo de caca-túas se separará de la masa de la bandada, se elevará a loalto y luego volará hacia los árboles más próximos al sem-brado. Ellas también escrutarán los alrededores durantelargo rato, y sólo entonces darán la señal para el avancegeneral, con la que la bandada completa procede a saquearel sembrado en un santiamén. A los colonos australianosles ha costado muchísimo trabajo engatusar la prudenciade los loros; pero si el hombre con todos sus artificios ysus armas ha logrado matar algunos de ellos, las cacatú-as se han vuelto tan prudentes y tan alertas que hastaahora han frustrado todas las estratagemas.

No cabe la menor duda de que la práctica de la vidaen sociedad es lo que les permite a los loros alcanzar esealto nivel de inteligencia y esos sentimientos casi huma-nos que les conocemos. Su alta inteligencia ha inducidoa los mejores naturalistas a describir algunas especies,por ejemplo al loro gris, como «el pájaro hombre». Encuanto a su apego mutuo, es sabido que cuando un loroha sido muerto por un cazador, los otros vuelan sobre el

Page 66: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

48

cadáver de su compañero emitiendo chillidos de lamen-tación «y caen ellos mismos víctimas de su amistad»,como dijo Audubon. Y cuando dos loros en cautiveriocontraen mutuamente amistad aun perteneciendo a dife-rentes especies, a veces la muerte accidental de uno delos dos amigos es seguida de la muerte de dolor y triste-za del otro. Y no es menos evidente que en sus socieda-des hallan infinitamente más protección de la que posi-blemente podrían hallar en cualquier desarrollo ideal delpico y las garras. Muy pocas aves de rapiña o mamíferosse atreven atacar a especies de loros que no sean de losmás pequeños, y Brehm tiene toda la razón cuando dicede los loros, como dice también de las grullas y los mo -nos sociables, que difícilmente tengan enemigos apartedel hombre; y agrega: «Es más probable que los lorosgrandes mueran de viejos que entre las garras de sus ene-migos». Sólo el hombre, debido a su inteligencia y armasaun superiores, provenientes también de la asociación,logre destruirlos parcialmente. Su longevidad misma, en -tonces, parece el resultado de su vida social. ¿No po dría -mos decir lo mismo en lo que respecta a su memoriamaravillosa, que también tiene que haberse visto favore-cida en su desarrollo por la vida en sociedad y por la lon-gevidad acompañada del pleno disfrute de las facultadescorporales y mentales, hasta una edad muy avanzada?

Como ya hemos visto, la guerra de uno contra todos noes la ley de la naturaleza. La ayuda mutua es tan ley de lanaturaleza como la lucha mutua, y esa ley se hace máspatente aún cuando hemos analizado algunas otras asocia-ciones de las aves y las de los mamíferos. Ya hemos dado enlas páginas predecentes algunos indicios de la importanciade la ley de la ayuda mutua para la evolución del reino ani-

Page 67: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

49

mal; pero su significación será más evidente todavía cuan-do la presentación de unos cuantos ejemplos ilustradoresmás nos permita sacar de ellos nuestras conclusiones.

NOTAS

1. El origen de las especies, cap. III.2. Nineteenth Century, febrero de 1888, p. 165.3. Memoirs (Trudy) of the St. Petersburg Society of Naturalists, vol. XI,

1880.4. Ver el Apéndice I.5. George J. Romanes, Animal Intelligence, 1ª ed., p. 233.6. Ver el Apéndice II.7. Este segundo principio no fue reconocido de buenas a primeras. Los

primeros observadores hablaban a menudo de reyes, reinas, adminis-tradores y cosas así; pero desde que Huber y Forel publicaron sus minu-ciosas observaciones, ya no es posible dudar del campo libre que se lesdeja a las iniciativas individuales en todo cuanto hacen las hormigas,incluidas sus guerras.

8. A. Brehm, Life of Animals, III. 477; todas las citas provienen de laedición francesa.

9. Durante sus migraciones las aves de rapiña se asocian a menudo. Unabandada que H. Seebohm vio cruzar los Pirineos ofrecía el curioso con-junto de «ocho milanos, una grulla y un halcón peregrino» (The Birdsof Liberia, 1901, p. 417).

10. G.H. Gurney, The House-Sparrow (Londres, 1885), p. 5.11. Brehm, I. 567.12. En lo que atañe a los gorriones comunes, un observador de Nueva

Zelanda, el señor T.W. Kirk, describió como sigue el taque de esos«atrevidos» pájaros contra una «infortunada» águila: «Escuchó un díaun ruido totalmente desacostumbrado, como si todos los pájaros de laregión se hubiesen enfrascado en una gran pelea. Al mirar a lo alto vioa un gran águila (C. gouldi, una carroñera) a la que apabullaba una ban-dada de gorriones. Se arrojaban sobre ella de a montón, y desde todoslos puntos a la vez. La infortunada águila lucía completamente impo-tente. Por último, al aproximarse a un matorral, se lanzó dentro de él yallí permaneció, mientras los gorriones se congregaban en grupos entorno al matorral, en medio de una gran algarabía». (Ponencia leídaante el Instituto de Nueva Zelandia: Nature, 10 de octubre de 1891).

13. Brehm, IV. 671 seq.

Page 68: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 69: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

CAPÍTULO II

AYUDA MUTUA ENTRE LOS ANIMALES

(continuación)

Migraciones de las aves. Asociaciones para reproducción. Socie-dades otoñales. Mamíferos: pequeño número de especies insocia-les. Asociaciones para la caza de lobos, leones, etc. Sociedades deroedores; de rumiantes; de monos. Ayuda mutua en la lucha por lavida. Argumentos de Darwin en demostración de la lucha por lavida dentro de las especies. Controles naturales a la multiplicaciónexcesiva. Supuesto exterminio de vínculos intermedios. Elimi-nación de la competencia en la naturaleza.

Tan pronto como la primavera regresa a la zona templa-da, miríadas y miríadas de aves que están diseminadaspor las regiones más cálidas del Sur se reúnen en innu-merables bandadas y, llenas de vigor y entusiasmo, selanzan hacia el Norte a sacar sus crías. Cada uno de nues-tros setos, cada bosquecillo, cada risco sobre el mar ycada uno de los lagos y estanques de los que está dotadoel Norte de América, de Europa y de Asia, nos echa enesa época del año el cuento de lo que significa la ayudamutua para las aves; la fuerza, la energía y la protecciónque le confiere a todo ser viviente, por débil e indefensoque pueda resultar en otras circunstancias. Tomemos, porejemplo, uno de los innumerables lagos de las estepas deRusia y de Siberia. Sus costas están pobladas de miríadasde aves acuáticas, pertenecientes por lo menos a un cen-tenar de especies diferentes, todas viviendo en perfectapaz, todas protegiéndose unas a otras.

Page 70: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

52

Hasta a varios cientos de metros de la costa el aire estálleno de gaviotas y golondrinas de mar, como copos denieve en un día de invierno. Miles de alcaravanes y ave-frías corren por la playa en busca de comida, piando ysimplemente disfrutando de la vida. Mar adentro, sobrecasi cada ola se balancea un pato, y en lo alto notamoslas bandadas de patos tarro blanco. La exuberante vidabulle por doquiera1.

Y he aquí las rapaces: las más fuertes, las más arteras, las«organizadas idealmente para la rapacería». Y escuchamossus gritos ávidos, airados, funestos, mientras durante horasseguidas vigilan la oportunidad de arrebatar de esa masa deseres vivientes un solo individuo desprotegido. Pero encuanto se acercan su presencia es señalada por docenasde centinelas voluntarios, y cientos de gaviotas y alcarava-nes se dan a la caza de la rapaz. Enloquecida por el hambre,la rapaz abandona pronto sus precauciones de costumbre: searroja de repente entre la masa viviente; pero, atacada portodos los flancos, se ve obligada de nuevo a retroceder.Presa de la desesperación se lanza sobre los patos salvajes;pero esas aves sociales e inteligentes rápidamente se juntanen bandada y se alejan volando si la rapaz es un águila mari-na; se zambullen en el agua si es un halcón, o hacen que selevante una nube de agua rociada que desconcierta al asal-tante si se trata de un milano. Y mientras la vida continúabullendo sobre el lago, la rapaz se marcha volando con gri-tos furiosos, en busca de carroña, o de un pichón, o un ratónde campo que todavía no estén acostumbrados a obedecer atiempo las advertencias de sus camaradas. Ante una vidaexuberante la rapaz con armas ideales tiene que contentar-se con los despojos de esa vida.

Page 71: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

53

Más al norte, en los archipiélagos del Ártico, se puedenavegar bordeando la costa durante muchas millas y vertodos los rebordes, todos los acantilados y los rinconesde las laderas, hasta una altura entre los sesenta y losciento cincuenta metros, cubiertos literalmente de avesmarinas cuyos blancos pechos se recortan contra lasrocas oscuras como si éstas estuviesen densamente sal-picadas de manchitas de tiza. El aire, en toda su exten-sión, por así decirlo, repleto de aves2.

Cada una de esas «montañas de pájaros» constituye unejemplo viviente de la ayuda mutua, así como de la infi-nita variedad de caracteres, individuales y específicos,resultantes de la vida social. El ostrero tiene fama por supresteza para atacar a las aves de rapiña. El arga es cono-cida por su carácter vigilante, y se convierte con facilidaden el líder de aves más apacibles. El volteapiedras, cuan-do está rodeado de camaradas pertenecientes a especiesmás enérgicas es un ave más bien tímida; pero si lo ro-dean pájaros más pequeños, entonces se dedica a la vigi-lancia por la seguridad de la mancomunidad. Y ahí tene-mos a los dominantes cisnes; allá a las extremadamentesociables alguazules, entre las cuales las querellas sonraras y duran poco; las simpáticas alcas polares, queconstantemente se están acariciando; la egoísta gansa,que ha repudiado a los huérfanos de una camarada muer-ta, y a su lado otra hembra que adopta todos los huérfa-nos de las demás, y ahora nada rodeada de cincuenta osesenta polluelos, a los que conduce y cuida como sitodos fueran de su propia nidada. Codo a codo con los pin-güinos, que se roban los huevos los unos a los otros, tene-mos a las calandrias marinas, cuyas relaciones familiares

Page 72: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

54

son tan «encantadoras y conmovedoras» que hasta loscazadores más apasionados desisten de dispararle a unahembra rodeada de sus polluelos; o los patos de flojel,entre los cuales (como lo patos de vellón, o los coroyasde las sabanas) varias hembras se echan juntas en unmismo nido; o las kairas, que empollan por turnos unanidada en común. La naturaleza es la variedad en sí misma,y ofrece toda la variedad de caracteres posible, desde losmás ruines a los más elevados: por eso no es posible des-cribirla de un solo plumazo. Y menos aún juzgarla desdeun punto de vista moralista, porque las opiniones del mora-lista son ellas mismas el resultado —mayormente incon-ciente— de la observación de la naturaleza3.

Juntarse durante la época de la anidación resulta tancomún para con la mayoría de las aves que no hacen faltamuchos ejemplos más. Nuestros árboles están coronadospor grupos de nidos de cuervos; nuestros rebordes estánrepletos de nidos de pájaros más pequeños; nuestras gran-jas le dan abrigo a colonias de golondrinas; nuestras viejastorres son el refugio de cientos de aves nocturnas; y sepodrían llenar páginas con las descripciones más encanta-doras de la paz y la armonía que prevalecen en casi todasesas asociaciones para anidar. En cuanto a la protecciónque obtienen las aves más débiles de sus uniones, resultaevidente. Por ejemplo, el excelente observador que es eldoctor Couës vio a las pequeñas golondrinas montañerasanidar en las inmediaciones del halcón de las praderas(falco polyargus). El halcón tenía su nido en la cima deuno de los minaretes de arcilla tan comunes en los caño-nes del Colorado, en tanto que una colonia de golondri-nas anidaba justo debajo. Los apacibles pajaritos no letenían ningún miedo a su rapaz vecino; nunca lo dejaban

Page 73: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

55

acercar a su colonia. Inmediatamente lo rodeaban y loacosaban, de manera que tenía que largarse de una vez4.

La vida en sociedades no cesa cuando el período de ani-dación ha terminado; comienza entonces de una nuevaforma. Las nidadas de polluelos se reúnen en sociedadesde jóvenes, que por lo general incluyen varias especies. Enesa época la vida social es practicada fundamentalmentepor interés propio: en parte por seguridad, pero principal-mente por el placer que se deriva de ella. Así vemos ennuestros bosques las sociedades formadas por los jóvenespicamaderos (Sitta caesia), junto con herrerillos, pinzo-nes, reyezuelos, trepatroncos, o algunos carpinteros. EnEspaña se encuentra a la golondrina acompañada de mo -chetes, atrapamoscas y hasta palomas. En el Lejano Oes tede Norteamérica las calandrias copetudas jóvenes vivenen grandes sociedades junto a otras calandrias (la deSprague), la alondra, el gorrión sabanero y varias espe-cies de verderones y hortelanos. De hecho, resultaría mu -cho más fácil describir las especies que viven aisladasque simplemente nombrar las que conforman las socie-dades otoñales de aves jóvenes, no con propósitos decacería o anidación, sino simplemente para disfrutar de lavida en sociedad y emplear el tiempo en juegos y diver-siones, luego de haberle dedicado unas horas de cada díaa hallar el alimento diario.

Y, finalmente, tenemos ese inmenso despliegue de ayudamutua entre las aves —sus migraciones— en el que ni meatrevo siquiera a entrar aquí. Baste decir que las aves quehan convivido durante meses en bandadas pequeñas dise-minadas por un vasto territorio se reúnen por miles; se vanconcentrando en un lugar determinado, por varios díasseguidos, antes de partir, y evidentemente examinan los

Page 74: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

56

particulares del viaje. Algunas especies se permiten cadatarde efectuar vuelos preparatorios para el largo trayecto.Todos esperan a sus congéneres retrasados, y finalmenteemprenden el vuelo en una dirección bien escogida —frutode una experiencia colectiva acumulada— las más fuertes ala cabeza de la bandada, y relevándose unas a otras en esadifícil tarea. Cruzan los mares en grandes bandadas consti-tuidas por aves tanto grandes como pequeñas, y cuandoregresan a la siguiente primavera acuden al mismo lugar y,en la mayoría de los casos cada una de ellas toma posesiónexactamente del mismo nido que tuvo que construir o repa-rar el año anterior5.

El tema es tan vasto, y sin embargo tan imperfectamen-te estudiado; ofrece tal cantidad de sorprendentes ejemplosde hábitos de ayuda mutua, subsidiarios del hecho centralde la migración —cada uno de los cuales, sin embargo,requeriría de un estudio especial— que debo contenermede entrar aquí en mayores detalles. Sólo puedo referirme depasada a las numerosas y animadas reuniones de aves quetienen lugar, siempre en el mismo lugar, antes de que ini-cien sus largos viajes al Norte o al Sur, y también a los quese ven en el Norte, luego de que las aves han arribado a suslugares de cría en el Yenisei o en las comarcas norteñas deInglaterra. Durante muchos días seguidos —a veces hastaun mes— se juntarán cada mañana por una hora, antes devolar en busca de comida, quizá discutiendo el punto en elque van a construir sus nidos. Y si, durante la migración,sus columnas se ven azotadas por una tormenta, el infortu-nio en común hará reunir aves de las especies más disí-miles. Las aves que no son exactamente migratorias sinoque se desplazan ligeramente hacia el Norte o el Sur conlas estaciones, también realizan esas peregrinaciones en

Page 75: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

57

bandadas. Lejos de emigrar aisladamente, con el fin degarantizarle a cada individuo por separado las ventajas delmejor alimento o refugio que se hallarían en el siguienteterritorio, siempre se esperan unas a otras, y se juntan enbandadas antes de movilizarse hacia el Norte o el Sur, deacuerdo con la estación6.

Pasando ahora a los mamíferos, lo primero que llamanuestra atención es el abrumador predominio numéricode especies sociales por sobre los pocos carnívoros queno se asocian. En las altiplanicies, las zonas alpinas y lasestepas del Viejo y el Nuevo Mundo abundan los rebañosde ciervos, antílopes, gacelas, gamos, búfalos, cabras sal-vajes y ovejas, todos los cuales son animales sociales.Cuando los europeos fueron a establecerse en América, lahallaron tan densamente poblada de búfalos que los pio-neros tenían que detener su avance cuando sucedía unacolumna de esos animales se les atravesaba en el caminoque seguían; el paso del desfile de la gruesa columnaduraba a veces hasta dos o tres días. Y cuando los rusostomaron posesión de Siberia la hallaron tan densamentepoblada de ciervos, antílopes, ardillas y otros animalessociales que la conquista misma del territorio no fue másque una expedición de caza que se prolongó por doscien-tos años; mientras tanto, las planicies cubiertas de hierbadel África Oriental están todavía llenas de rebaños mez-clados de cebras, alcelafos y otros antílopes.

Hasta no hace mucho los arroyos de América del Nortey Siberia del Norte estaban poblados por colonias de cas-tores, y para el siglo XVIII colonias parecidas pululaban enel la Rusia del Norte. Las tierras llanas de los cuatro gran-des continentes están cubiertas todavía con incontablescolonias de ratones, ardillas terrestres, marmotas y otros

Page 76: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

58

roedores. En las latitudes inferiores de Asia y África lasselvas aún constituyen la morada de numerosas familiasde elefantes, rinocerontes, e innumerables sociedades demonos. En el lejano norte el reno se aglomera en rebañosinmensos; y más al norte aún hallamos los rebaños detoros almizcleños e incontables manadas de zorros pola-res. A las costas del océano las animan las bandadas defocas y de morsas, y a sus aguas los cardúmenes de cetá-ceos sociales; y hasta en las profundidades de la granmeseta del Asia Central encontramos rebaños de caballossalvajes, asnos salvajes, camellos salvajes y ovejas salva-jes. Todos esos mamíferos viven en sociedades y nacionesque a veces cuentan centenares de miles de individuos, aun-que hoy, después de tres siglos de civilización de la pólvo-ra, apenas hallamos los restos de las enormes aglomeracio-nes de antaño. ¡Cuán insignificantes, en comparación conellos, resultan las cantidades de carnívoros! ¡Y cuán falsaresulta entonces la visión de quienes hablan del mundo ani-mal como si en él no hubiese otra cosa que ver sino leones yhienas clavando los dientes goteantes de sangre en la carne desus víctimas! Cabría imaginarse también que toda la vida lahumana no es más que una sucesión de masacres de guerra.

Asociación y ayuda mutua constituyen la regla en elcaso de los mamíferos. Hallamos hábitos sociales inclu-so entre los carnívoros, y podemos nombrar solamente ala familia de los gatos (leones, tigres, leopardos, etc.)como una división cuyos miembros prefieren decidida-mente el aislamiento a la sociedad, y rara vez juntan, aun engrupos pequeños. Y no obstante, hasta entre los leones «esuna práctica muy común cazar en compañía»7. Las familiasde las civetas (Viverridae) y los hurones (Mustelidae)podrían ser caracterizados también por su vida aislada,

Page 77: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

59

pero es un hecho que hace un siglo el hurón común eramás sociable de lo que es ahora; en ese entonces se leveía en grupos mayores en Escocia y en el cantón deUnterwalden de Suiza. En cuanto a la gran familia de losperros, ésta es altamente sociable, y la asociación parapropósitos de caza puede considerarse como eminente-mente característica de sus numerosas especies. Dehecho, es bien sabido que los lobos se reúnen en manadaspara cazar, y Tschudi dejó una excelente descripción decómo se forman en semicírculo, rodean a una vaca queestá pastando sobre una loma y entonces, apareciéndoserepentinamente entre fuertes ladridos, la hacen rodar alabismo. Audubon, en la década de los 30, vio también alos lobos del Labrador cazar en manadas, y a una mana-da seguir a un hombre hasta su cabaña y matar sus perros.Durante los inviernos severos las manadas de lobos sehacen tan numerosas que se convierten en un peligro paralos asentamientos humanos, como fue el caso en Franciahará unos cuarenta y cinco años. En las estepas rusasnunca atacan a los caballos si no andan en manadas; yaún así tienen que sostener feroces combates durante loscuales los caballos (según el testimonio de Kohl) a vecesasumen ofensivas bélicas, y en esos casos, si los lobos noemprenden veloz retirada corren el riesgo de verse ro-deados por los caballos y muertos a coces. Se sabe quelos lobos de las praderas (Canis latrans) se asocian enbandadas de entre veinte y treinta individuos cuando ledan caza a un búfalo ocasionalmente separado de su reba-ño. Los chacales, que son sumamente valerosos y puedenser considerados como unos de los más inteligentes repre-sentantes de la familia de los perros, siempre cazan enmanadas; así unidos no les tienen temor a los carnívoros de

Page 78: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

60

mayor tamaño. En cuanto a los perros salvajes asiáticos(los kholzunes, o dholes) Williamson vio a sus grandesmanadas atacar a todo animal grande, excepto elefantes yrinocerontes, y vencer a los osos y los tigres. Las hienassiempre viven en sociedades y cazan en manadas, yCumming elogió altamente las asociaciones para la cace-ría de los licaones. Más aún, hasta los zorros que, por logeneral viven aislados en nuestros países civilizados, hansido vistos asociándose para propósitos de caza. En cuan-to al zorro polar, es —o más bien lo era en tiempos deSteller— uno de los animales más sociables; y cuandouno lee la descripción de Steller de la guerra que libró lainfortunada tripulación de Behringen contra de esospequeños animales inteligentes no sabe de qué asombrar-se más: si de la extraordinaria inteligencia de los zorros yla ayuda mutua que desplegaron al desenterrar la comidaoculta bajo los hitos de piedra o guardada sobre un poste(un zorro se trepaba hasta el tope y les lanzaba la comidaa sus camaradas abajo); o de la crueldad del hombre, lle-vado a la exasperación por las numerosas manadas dezorros. Hasta ciertos osos viven en sociedades cuando elhombre no los molesta. Así, Steller vio al oso negro deKamchatka en manadas numerosas, y a los osos polaresocasionalmente se les encuentra en pequeños grupos.Incluso los nada inteligentes insectívoros no siempre des-deñan la asociación8.

Sin embargo, es especialmente en los roedores, losungulados y los rumiantes donde hallamos una prácticaaltamente desarrollada de la ayuda mutua. Las ardillas sonindividualistas en grado sumo. Cada una de ellas constru-ye su propio nido confortable y acumula su propia provi-sión. Sus inclinaciones son hacia la vida familiar, y Brehm

Page 79: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

61

encontró que una familia de ardillas nunca es tan felizcomo cuando las dos camadas del mismo año se puedenreunir con sus padres en un remoto rincón del bosque. Ysin embargo mantienen relaciones sociales. Los habitan-tes de los nidos por separado se mantienen en estrechainterrelación, y cuando las piñas de pino escasean en elbosque en que habitan emigran en bandadas. En cuanto alas ardillas negras del Lejano Oeste, son eminentementesociables. Aparte de las pocas horas que le dedican al díaal acopio, se pasan la vida jugando entre ellas. Y cuandose multiplican a demasiada velocidad en una región, sereúnen en bandadas, tan numerosas como las langostas, yse marchan al Sur devastando los bosques, los campos ylos jardines; mientras los zorros, los turones, los halconesy las aves de rapiña nocturnas van siguiendo sus gruesascolumnas y viviendo de los individuos que se van que-dando rezagados. La ardilla terrestre —un género estre-chamente afín— es más sociable aún. Es dada a atesorarcomida, y almacena en sus galerías subterráneas grandescantidades de raíces comestibles y nueces, que el hombresuele saquearle en otoño. De acuerdo con algunos obser-vadores, debe conocer algo del disfrute de los avaros. Ycon todo sigue siendo sociable. Siempre vive en grandesaldeas y Audubon, que abrió algunas madrigueras deardilla listada en invierno halló varios individuos dentrode una misma recámara; deben haberla apertrechado conesfuerzo en común.

La gran familia de las marmotas, que incluye los géne-ros Arctomys, Cynomis y Spermophilus, es más sociablee inteligente aún. Prefieren también tener cada una su pro-pia madriguera, pero viven en grandes aldeas. El terribleenemigo de las cosechas de la Rusia del Sur —el suslik—

Page 80: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

62

del que cada año son eliminados unos diez millones nadamás por mano del hombre, vive en innumerables colo-nias; y mientras las asambleas provinciales rusas discutenseriamente los medios de librarse de ese enemigo de lasociedad, éste disfruta por millares de la vida de la mane-ra más alegre. Sus juegos son tan encantadores que noexiste observador que pueda resistirse a rendirles tributode elogio, y a mencionar los melodiosos conciertos quenacen de los agudos pitidos de los machos y los melan-cólicos de las hembras, antes de comenzar —regresandode repente a sus deberes ciudadanos— a idear los mediosmás diabólicos para exterminar a los pequeños saqueado-res. Comprobada la inutilidad de la utilización de toda clasede aves rapaces y animales de presa, ¡la última palabra dela ciencia en esta guerra es la inoculación de cólera! Lasaldeas de los perritos de las pradera en Norteaméricaconstituyen una de las vistas más adorables. Hasta dondepueda abarcar la vista en la pradera se verán montoncitos detierra, y sobre cada uno de ellos está de pie un perrito, meti-do en una vivaz conversación con sus vecinos mediantecortos ladridos. En cuanto se emiten señales de que seaproxima un hombre se zambullen en un instante dentrode sus madrigueras; todos desaparecen como por encanto.Pero en cuanto ha pasado el peligro las pequeñas criaturasreaparecen. Familias completas salen de sus galerías y secomplacen en jugar. Los jóvenes se rascan unos a otros, sepreocupan por los demás, y exhiben su carácter graciosocuando están erguidos, mientras los viejos vigilan. Se hacenvisitas, y los trillados pasadizos que conectan todos susmontículos testifican la frecuencia de esas visitas. En resu-men, los más preclaros naturalistas han escrito algunas desus mejores páginas para describir las asociaciones de los

Page 81: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

63

perritos de la pradera de Norteamérica, las marmotas delViejo Mundo y las marmotas polares de las regiones alpi-nas. Sin embargo debo hacer, respecto a las marmotas, lamisma acotación que hice cuando hablaba de las abejas.Han conservado sus instintos agresivos, y esos instintosreaparecen en cautiverio. Pero en sus grandes asociaciones,de cara a la libre naturaleza, los instintos insociables no tie-nen oportunidad de desarrollarse, y el resultado general esla paz y la armonía.

Hasta animales tan rudos como las ratas, que peleanconstantemente en nuestros sótanos, son lo bastante inteli-gentes como para no querellarse cuando saquean nuestrasdespensas, sino que se ayudan unas a otras en sus expedi-ciones de pillaje y sus migraciones, y hasta alimentan a susinválidos. En lo que respecta a la rata castor, o almizclera,del Canadá, son extremadamente sociables. Audubon nopodía más que admirar «sus apacibles comunidades, quesólo necesitan que se les deje en paz para que disfrutende su felicidad». Como todos los animales sociables, sonvivaces y juguetones, se mezclan fácilmente con otrasespecies, y han alcanzado un grado de desarrollo intelec-tual muy elevado. En sus aldeas, siempre ubicadas en lascostas de los lagos y las riberas de los ríos, tienen en cuen-ta los cambios de nivel de las aguas; sus casas en forma dedomo, que están construidas de arcilla batida entretejidacon tallos de cañas, poseen rincones aparte para los des-echos orgánicos, y sus aposentos están bien tapizados eninvierno; son cálidos y no obstante bien ventilados. Encuanto a los castores, que están dotados, como se sabe, deun carácter sumamente simpático, sus asombrosos diquesy aldeas, en las que viven y mueren generaciones enterassin conocer de enemigo alguno que no sea la nutria y el

Page 82: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

64

hombre, ilustran tan maravillosamente lo que puede lograrla ayuda mutua para la seguridad de la especie, el desarro-llo de hábitos sociales y la evolución de la inteligencia, queson muy conocidos por todos los interesados en la vidaanimal. Permítaseme tan sólo destacar que con los casto-res, las ratas almizcleras y otros roedores, encontramos yael rasgo que será también distintivo de las comunidadeshumanas: es decir, el trabajo en común.

Pasaré en silencio ante las dos grandes familias queincluyen al jerbo, la chinchilla, la vizcacha y el tushkan oliebre subterránea del sur de Rusia, aunque todos esospequeños roedores podrían ser tomados como excelentesejemplos de los placeres que los animales derivan de lavida social9. Los placeres, precisamente. Porque resultaextremadamente difícil decir qué es lo que hace que losanimales se unan: si las necesidades de protección mutuao simplemente el placer de sentirse rodeados de sus con-géneres. En todo caso, nuestras liebres comunes, que nose juntan en sociedades para hacer vida en común, y nisiquiera están dotadas de sentimientos de parentescointensos, no pueden vivir sin reunirse a jugar. Dietrich deWinckell, quien está considerado como uno de los másinformados acerca de los hábitos de las liebres, las des-cribe como jugadoras apasionadas, que se apegan tanto ajugar que hasta se sabe de una liebre que tomó a un zorroque se le aproximaba por un compañero de juegos. En cuan-to al conejo, éste vive en sociedades, y su vida familiar estáenteramente construida sobre la imagen de la antigua fami-lia patriarcal. Los jóvenes son mantenidos bajo absolutaobediencia al padre, e incluso al abuelo. Y aquí tenemos elejemplo de dos especies tan estrechamente unidas que no sesoportan la una a la otra, no porque se alimenten casi de lo

Page 83: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

65

mismo, como sucede con otros casos parecidos tantas vecesexplicados, sino más probablemente a causa de que las apa-sionadas y eminentemente individualistas liebres no puedenhacerse amigas de esa criatura apacible, tranquila y sumisa,el conejo. Sus temperamentos son tan amplios y distintoscomo para no constituirse en obstáculo para la amistad.

La vida en sociedades vuelve a ser la regla en el caso dela gran familia de los equinos, que incluye a los caballos yasnos salvajes del Asia, las cebras, los mustangs, los cima-rrones de las Pampas, y los caballos semisalvajes deMongolia y Siberia. Todos viven en asociaciones numero-sas constituidas por muchos grupos, cada uno integradopor cierto número de yeguas bajo el liderazgo de unmacho. Esos incontables habitantes del Viejo y el NuevoMundo, en conjunto bastante mal organizados para resistircontra sus numerosos enemigos y las adversas condicionesclimáticas, habrían desaparecido pronto de la superficieterrestre de no ser por su espíritu sociable. Cuando unabestia de presa se les acerca se unen varios grupos al uní-sono; repelen a la bestia y en ocasiones la persiguen: y niel lobo ni el oso, ni siquiera el león, pueden capturar a uncaballo, o incluso a una cebra, si no se ha separado delrebaño. Cuando la sequía reseca el pasto en las praderas,se juntan en rebaños de a veces hasta los 10.000 indivi-duos y emigran. Y cuando una tormenta de nieve azotalas estepas, cada grupo se apretuja y se refugia en unahondonada protegida. Pero si desaparece la confianza, o elpánico cunde en el grupo y se dispersa, los caballos sucum-ben y los sobrevivientes son hallados después de la tor-menta medio muertos de fatiga. La unión constituye suarma principal en la lucha por la vida, y el hombre es suprincipal enemigo. Ante el número creciente de éste, los

Page 84: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

66

antecesores de nuestro caballo doméstico (que Polyakoffbautizó como el Equus Przewlalski) prefirieron retirarse alas más inhóspitas y menos accesibles altiplanicies en lasfronteras del Tibet, donde continúan viviendo, rodeados decarnívoros, bajo un clima tan malo como el de las regionesárticas, pero en una región inaccesible para el hombre10.

La vida de los renos aporta muchos impactantes ejem-plos de vida social, y en especial de esa gran división de losrumiantes que podría incluir a los corzos, los gamos, losantílopes, las gacelas, el íbice, y, de hecho, las tres numero-sas familias de las antilópidos, los caprinos y los bovinos.Su celo por la seguridad de sus rebaños contra los ataquesde los carnívoros; la ansiedad exhibida por los individuosde un rebaño de gamuzas ante el hecho de que no todashabían terminado de salvar un difícil paso por sobre acanti-lados rocosos; la adopción de huérfanos; la desesperaciónde la gacela cuyo macho, o hasta simple camarada delmismo sexo, ha sido muerto; los juegos de los más jóvenes,y muchos otros rasgos, se podrían mencionar. Pero quizáel más impactante ejemplo del apoyo mutuo lo propor-cionan las migraciones ocasionales de los gamos, de lascuales vi una vez una en el Amur. Cuando crucé la altameseta y su reborde exterior, el Gran Khingan, en mi rutade la Transbaikalia a Merghen, y más adelante viajé porlas altas praderas rumbo al Amur, pude constatar lo escasa-mente pobladas de gamos que están esas regiones casi des-habitadas11. Dos años más tarde viajaba yo río Amur arriba,y a finales de octubre llegué al borde inferior de esa pintores-ca garganta que el Amur perfora en el Dousse-alin (PequeñoKhingan) antes de entrar en las tierras bajas donde se une alSungari. Encontré presas de una enorme excitación a los cosa-cos de las aldeas de esa garganta, porque miles y miles de

Page 85: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

67

gamos estaban cruzando el Amur donde se hacía másangosto, a fin de llegar a las tierras bajas. Durante variosdías seguidos, y a lo largo de unos sesenta kilómetros ríoarriba, los cosacos estuvieron matando gamos mientraséstos cruzaban el Amur, en el que ya había flotando unarespetable cantidad de hielo. Cada día había muertos amillares, y no obstante el éxodo continuaba. Jamás sevieron migraciones parecidas, ni antes ni después, y éstadebió haber sido ocasionada por una fuerte nevada pre-matura en el Gran Khingan, que obligó a los gamos aefectuar un intento desesperado por alcanzar las tierrasbajas al este de los montes Dousse. Ciertamente, pocosdías más tarde también el Dousse-alin estaba enterradobajo un manto de nieve de más de un metro de espesor.Ahora bien, cuando uno se imagina el inmenso territorio(casi tan grande como el de Inglaterra) en el que los dis-persos grupos de gamos tuvieron que irse reuniendo parauna migración que fue emprendida bajo la presión de cir-cunstancias excepcionales, y se da cuenta de las dificul-tades que debieron vencer antes de que todos los gamosllegaran a la idea en común de cruzar el Amur mucho másal sur, donde es más angosto, no puede hacer otra cosaque admirar profundamente la cuantía de la sociabilidadexhibida por esos inteligentes animales. El hecho noresulta menos impactante si recordamos que los búfalosde Norteamérica exhibían la misma capacidad de asocia-ción. Uno los veía pastar en grandes números en las llanu-ras, pero esos números eran la suma de una infinidadde pequeños grupos que nunca se entremezclaban. Y sinembargo, cuando surgió la necesidad todos los grupos, aun-que estaban diseminados a lo ancho de un inmenso territo-rio, se juntaron y conformaron esas columnas enormes, que

Page 86: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

68

contaban cientos de miles de individuos, como acabo demencionar.

Debería decir también al menos unas pocas palabrasacerca de las «familias compuestas» de los elefantes, sumutuo apego, la manera como deliberadamente apostancentinelas, y los sentimientos de compañerismo desarrolla-dos por esa vida de estrecho apoyo mutuo12. Podría men-cionar los sentimientos sociables de esas desacreditadascriaturas, los jabalíes, y hallar alguna palabra de elogio parasus capacidades de asociación en caso de un ataque por unabestia de presa13. Los hipopótamos y los rinocerontes tam-bién ocuparían un lugar en un libro dedicado a la sociabili-dad animal. Se le podrían conceder varias páginas sorpren-dentes a la sociabilidad y al mutuo afecto de las focas y lasmorsas; y finalmente cabría mencionar los tan excelentessentimientos que existen entre los sociables cetáceos. Peroaún tengo que decir unas pocas palabras acerca de las socie-dades de los monos, que adquieren un interés particular portratarse del vínculo que nos conducirá a las sociedades delos hombres primitivos.

Difícilmente hará falta decir que esos mamíferos, queestán ubicados en la propia cima del mundo animal y muypróximos al hombre por su estructura e inteligencia, son emi-nentemente sociables. Evidentemente debemos estar prepa-rados para encontrarnos con todas las variedades de carác-ter y hábitos en una división tan grande del reino animal,que incluye cientos de especies. Pero, considerándolo todo,se hace necesario decir que la sociabilidad, la acción encomún, la protección mutua y un elevado desarrollo deesos sentimientos que son el resultado obligatorio de lavida social, son característicos de muchos monos y simios.Desde las especies más pequeñas a las de mayor tamaño,

Page 87: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

69

la sociabilidad constituye una regla a la que sólo le cono-cemos muy pocas excepciones. Los monos nocturnosprefieren vivir aislados; los capuchinos (Cebus capuci-nus), los monos [en español en el original. N. del T] y losaulladores viven sólo en pequeñas familias; y los orangu-tanes jamás han sido vistos de otra forma que en solitarioo en grupos muy pequeños de tres o cuatro individuos, entanto que los gorilas al parecer nunca se juntan en manadas.Pero todo el resto de la familia de los monos —los chim-pancés, los sajous, los sakis, los mandriles, los babuinosy demás— son sociables en el más alto grado. Viven engrandes bandadas, y hasta se juntan con especies que noson la suya. La mayoría de ellos se vuelven totalmenteinfelices cuando están en solitario. Los chillidos de aflic-ción de cada uno de la bandada inmediatamente convo-can a la totalidad, y rechazan osadamente los ataques dela mayoría de los carnívoros y aves de rapiña. Ni las águi-las se atreven a atacarlos. Saquean los campos siempre enbandadas, con los adultos asumiendo el cuidado de laseguridad de la mancomunidad. Los pequeños titíes, cuyosdulces rostros infantiles impresionaron tanto a Humboldt,se abrazan y protegen los unos a los otros cuando llueve,enrollando sus colas sobre los cuellos de sus temblorososcamaradas. Varias especies muestran la mayor de las soli-citudes para con sus heridos, y no abandonan a un cama-rada herido durante una retirada hasta no tener la certezade que ha muerto y ellos ya no pueden devolverle la vida.En el caso que James Forbes narró en sus Memorias orien-tales acerca de la insistencia con la que el resto de la ban-dada le reclamaba a su partida caza el cuerpo del cuerpo sinvida de una hembra, se comprende cabalmente por qué «lostestigos de esa extraordinaria escena resolvieron no volver

Page 88: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

70

jamás a dispararle a un mono»14. En algunas especiesvarios individuos se asociarán para voltear una piedra afin de buscar los huevos de hormiga que están debajo.Los papiones no solamente apostan centinelas, sino quehan sido vistos haciendo una cadena para ir pasando elbotín hasta lugar seguro; y su valor es bien conocido. Ladescripción de Brehm de la lucha continua que debió sos-tener su caravana antes de que los papiones les dejaranreanudar su viaje por el valle del Mensa, en Abisinia, seha convertido en un clásico15. La naturaleza juguetona delos simios con cola y el mutuo afecto que reina en las fami-lias de los chimpancés también le son familiares al lectorcomún. Y si entre los simios más encumbrados encontra-mos dos especies, el orangután y el gorila, que no sonsociables, debemos recordar que ambos —confinadoscomo lo están en áreas muy pequeñas, uno en el corazóndel África y el otro en las islas de Borneo y Sumatra—tienen toda la apariencia de constituir los últimos restos deespecies anteriormente mucho más numerosas. Al menos elgorila parece haber sido sociable en tiempos antiguos, si lossimios mencionados en el Periplo eran realmente gorilas.

Hemos visto, entonces, incluso a través de un resumentan breve, que la vida en sociedades no constituye ningunaexcepción en el mundo animal; es la regla, la ley de la natu-raleza, y alcanza su más pleno desarrollo con los vertebra-dos superiores. Las especies que viven en solitario, o tansólo en familias pequeñas, son relativamente pocas y susnúmeros limitados. Más aún, parece muy probable que,aparte de contadas excepciones, las aves y mamíferos queno son gregarios en la actualidad vivían en sociedades antesde que el hombre se multiplicase sobre la tierra y librase unaguerra permanente en su contra, o destruyese las fuentes de

Page 89: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

71

las que anteriormente obtenían el alimento. «On ne s’as-socie pour mourir» señaló acertadamente Espinas; yHouzeau, que conoció el mundo animal de varias partesde América cuando todavía no habían sido afectadas porel hombre, escribió en la misma tónica.

Encontramos la asociación en el mundo animal en todoslos grados de evolución; y, según la idea genial de HerbertSpencer, tan brillantemente desarrollada por Perrier enColonies Animales, las colonias están en el origen mismode la evolución en el reino animal. Pero en proporción, amedida que ascendemos en la escala de la evoluciónvemos cómo la asociación se va haciendo cada vez másconciente. Pierde su carácter puramente físico, deja deser simplemente instintiva, se vuelve razonada. En losvertebrados superiores es periódica, o se recurre a ellapara la satisfacción de una necesidad dada: propagaciónde la especie, migración, caza o defensa mutua. Hastallega a ser ocasional, cuando las aves se asocian contrauna rapaz, o los mamíferos se juntan bajo la presión decircunstancias excepcionales, para emigrar. En este casoresulta ser una desviación voluntaria de las actitudes devida habituales. La asociación aparece a veces en dos omás grados: primero la familia, después el grupo, y final-mente la reunión de grupos, habitualmente dispersos peroque se unen en caso de necesidad, como lo vimos en losbisontes y otros rumiantes. Asume también formas máselevadas, que le garantizan mayor independencia al indivi-duo sin privarlo de los beneficios de la vida social. En lamayoría de los roedores el individuo posee su propia gua-rida, a la que puede retirarse cuando prefiere estar a solas;pero las guaridas están ubicadas en aldeas y ciudades, paragarantizarles a todos los habitantes los beneficios y los

Page 90: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

72

disfrutes de la vida social. Y finalmente, en varias espe-cies, como ratas, marmotas, liebres, etc., la vida sociablese mantiene a pesar de las inclinaciones pendencieras o sino egoístas del individuo aislado. De manera que no esimpuesta, como es el caso con las hormigas y las abejas,por la propia estructura fisiológica de los individuos; es cul-tivada en beneficio de la ayuda mutua, o en aras de sus pla-ceres. Y eso, por supuesto, aparece con todas las gradacio-nes posibles y con la mayor variedad de caracteres indivi-duales y específicos: la variedad misma de los aspectos asu-midos por la vida social resulta ser una consecuencia, ypara nosotros una prueba definitiva, de su generalidad16.

La sociabilidad —es decir, la necesidad del animal deasociarse con su semejante— el amor a la sociedad porla sociedad misma, en combinación con la «alegría devivir», sólo ahora comienza a recibir la debida atenciónde parte de los zoólogos. Sabemos en el presente quetodos los animales, comenzando por las hormigas, pasan-do por las aves y terminando en los mamíferos superio-res, son aficionados a los juegos, a la lucha cuerpo acuerpo, a correr tras el otro, a tratar de atraparlo, a moles-tarlo, y demás. Y aunque muchos juegos son, por asídecirlo, una escuela para el comportamiento adecuadodel joven en la vida de adulto, existen otros que, aparte desus propósitos utilitarios son, junto con la danza yel canto, meras manifestaciones de un exceso de fuerza—«la alegría de vivir», y un deseo de comunicarse de unau otra forma con los demás individuos de la misma u otraespecie—, en resumen, una manifestación de sociabilidadpropiamente dicha, que constituye un rasgo distintivo delmundo animal17. Trátese de que el sentimiento sea el miedoexperimentado ante la presencia de un ave de rapiña, o «un

Page 91: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

73

arranque de alegría» que estalla cuando los animalesestán sanos y especialmente si son jóvenes, o meramenteel deseo de darle rienda suelta a un exceso de impresio-nes y de fuerza vital, la necesidad de comunicar impre-siones, de jugar, de conversar, o simplemente sentir laproximidad de otros semejantes con vida impregna a lanaturaleza entera, y ha sido observado a cabalidad por losmejores naturalistas, incluido Pierre Huber, incluso entrelas hormigas, y es evidentemente el mismo instinto queconvoca a las grandes columnas de mariposas a las queya nos hemos referido antes.

El hábito de congregarse para danzar y para decorarlos lugares donde las aves ejecutan habitualmente susdanzas es, por supuesto, bien conocido por las páginasque Darwin le dedicó al tema en El origen del hombre(cap. XIII). Los visitantes del Jardín Zoológico deLondres conocen también la glorieta del ave del paraíso.Pero ese hábito de la danza parece estar difundido conmayor vastedad de lo que antes se creía, y el señor W. H.Hudson da en su obra maestra sobre el río de La Plata ladescripción sumamente interesante, que debe ser leídaen el original, de complicadas danzas ejecutadas por unnúmero bastante grande de aves: codornices, jacanas,avefrías, y tantas otras.

El hábito del canto concertado, que existe en variasespecies de aves, pertenece a la misma categoría de losinstintos sociales. Está asombrosamente desarrollado enel chajá (Chauna chavarria), al que los ingleses le handado el sobrenombre tan poco imaginativo de «copetonachillona». Esos pájaros a veces se congregan en inmensasbandadas, y en tales casos frecuentemente cantan en con-cierto. W.H. Hudson los encontró en enormes cantidades,

Page 92: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

74

cubriendo los alrededores de un lago pampeano en banda-das bien definidas, cada una de 500 ejemplares aproxima-damente. Entonces escribe:

En ese momento, cerca de mí empezó a cantar una banda-da, y continuó su poderoso canto durante tres o cuatrominutos; cuando callaron la bandada a su lado retomó lamelodía, y la prosiguió la siguiente, y así sucesivamentehasta que una vez más las notas de las bandadas de la costade enfrente llegaron flotando claras y fuertes por sobre lasaguas, y se alejaron, cada vez más débiles, hasta que denuevo el sonido se me acercó de regreso, otra vez desdemi costado.

En otra ocasión el mismo autor vio una llanura enteracubierta por innumerables bandadas de chajás, no enorden cerrado, sino dispersas en parejas y grupos peque-ños. Cerca de las nueve de la noche,

repentinamente la entera multitud de pájaros que cubrí-an la ciénega por kilómetros a la redonda arrancó conuna tremenda canción nocturna. (…) Fue un conciertopor el que bien valió la pena haber cabalgado más deciento cincuenta kilómetros para escucharlo.

Cabría agregar que como todos los animales sociables,el chajá es fácilmente domesticable y se vuelve muy ape-gado al hombre. «Son pájaros de carácter muy manso, yrara vez pelean» —se nos dice— aunque bien provistosde armas formidables. La vida en sociedad ha convertidoen inútiles a esas armas.

Page 93: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

75

Que la vida en sociedades es el arma más poderosa en lalucha por la vida, tomada en su sentido más amplio, ha que-dado ilustrado mediante varios ejemplos en las páginas pre-cedentes, y si fuese necesaria existe todavía un cúmulomayor de evidencia. La vida en sociedades capacita a losinsectos, aves y mamíferos más débiles para resistir a, oprotegerse de, las más terribles aves y bestias de presa; per-mite la longevidad, capacita a la especie para criar su prolecon el mínimo gasto de energía y mantener el número deindividuos aún cuando la tasa de nacimientos sea muy baja;capacita a los animales gregarios para emigrar en busca denuevos sitios de residencia. Por consiguiente, si bien admi-timos que la fuerza, la agilidad, los colores protectores, laastucia y la resistencia al hambre y al frío, mencionadospor Darwin y Wallace, son cualidades que convierten alindividuo o la especie en más aptos bajo determinadas cir-cunstancias, nosotros mantenemos que bajo todas las cir-cunstancias la sociabilidad constituye la mayor de las ven-tajas en la lucha por la vida. Las especies que voluntaria oinvoluntariamente la abandonan están condenadas a ladecadencia; en tanto que los animales que saben asociar-se mejor tienen las mayores oportunidades de sobreviviry de seguir evolucionando, aunque sean inferiores encada una de las facultades enumeradas por Darwin yWallace excepto la facultad intelectual. Los vertebradossuperiores, y en especial el ser humano, son la mejorprueba de esta afirmación. En cuanto a la facultad inte-lectual, aunque todo darwinista estará de acuerdo conDarwin en que constituye el arma más poderosa en lalucha por la vida, y el factor más poderoso para seguiravanzando en la evolución, admitirá también que la inteli-gencia es una facultad eminentemente social. El lenguaje,

Page 94: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

76

la imitación y la experiencia acumulada son todos ele-mentos incrementadores de la inteligencia de los queestán privados los animales insociables. Por eso encon-tramos en la cima de toda clase de animales a las hormi-gas, los loros y los monos, que combinan los tres lamayor sociabilidad con el más alto desarrollo de la inte-ligencia. Así, los mejor adaptados son los animales mássociables, y la sociabilidad se presenta como el factorprincipal de la evolución, tanto directamente, al asegurarel bienestar de la especie disminuyendo el despilfarro deenergía, como indirectamente, al favorecer el desarrollode la inteligencia.

Además, resulta evidente que la vida en sociedadessería absolutamente imposible sin el correspondiente des-arrollo de sentimientos sociales y, en especial, de ciertosentido de justicia colectivo que va en aumento hasta conver-tirse en hábito. Si cada individuo estuviese abusando cons-tantemente de sus ventajas personales sin que los demásinterfiriesen a favor de los perjudicados, no sería posibleninguna vida en sociedad. Y los sentimientos de justiciase desarrollan, en mayor o menor grado, en todos los ani-males gregarios. Fuere cual fuere la distancia de dondevinieron las golondrinas o las grullas, cada una regresa alnido que construyó o reparó el año anterior. Si un gorriónholgazán intenta apropiarse del nido que está construyen-do un camarada, o hasta si se roba de él unas cuantasbriznas de paja, el grupo interfiere en contra del holga-zán; y es evidente que si esa interferencia no constituye-se la regla no podrían existir las asociaciones de aves paraanidar. Los grupos de pingüinos por separado poseenlugares de reposo y puntos de pesca por separado, y nopelean por ellos. Las vacadas de Australia tienen sitios

Page 95: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

77

particulares a los que cada grupo va a descansar, y de loscuales nunca se apartan; y así sucesivamente. Tenemoscualquier cantidad de observaciones de la paz que preva-lece en las asociaciones de nidos de las aves, las aldeas delos roedores y los rebaños de los herbívoros; en tanto que,por otra parte, sabemos de pocos animales sociales quepeleen tanto como lo hacen las ratas en nuestros sótanos,o como las morsas, que combaten por la posesión de unlugar soleado en la costa. Por ende, la sociabilidad lepone límite a la lucha física, y le abre espacio al desarro-llo de mejores sentimientos morales. El alto desarrollodel amor parental en toda clase de animales, incluso leo-nes y tigres, es de conocimiento común. En cuanto a lasaves y mamíferos jóvenes a los que vemos constante-mente asociarse, es el compañerismo —y no el amor— laque obtiene un desarrollo mayor en sus asociaciones.Dejando a un lado los hechos realmente conmovedoresdel afecto y la compasión mutuos que han sido registra-dos respecto a animales domesticados y en cautiverio,tenemos una cantidad de hechos bien certificados de com-pasión entre animales salvajes en libertad. Max Perty y L.Büchner han aportado un buen número de dichos actos18.El relato de J.C. Wood de una comadreja que acudió a reco-ger y llevarse a una camarada herida goza de bien mereci-da popularidad. También está la observación del capitánStansbury durante su viaje a Utah, que Darwin cita. Vio aun pelícano ciego que era alimentado, y bien alimentado,por otros pelícanos con peces que tenían que traer desde unoscincuenta kilómetros de distancia. Y como en más de unaocasión lo viera H. A. Weddell durante su viaje a Bolivia yPerú, cuando un rebaño de vicuñas era perseguido feroz-mente por los cazadores, los machos más fuertes cubrían

Page 96: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

78

la retirada quedándose a la zaga para proteger mejor. Encuanto a los actos de compasión con camaradas heridos, con-tinuamente son mencionados por todos los zoólogos decampo. Tales actos son totalmente naturales. La compasiónes un resultado obligado de la vida social. Pero la compasióntambién significa un avance considerable en la inteligencia yla sensibilidad en general. Constituye el primer paso hacia eldesarrollo de sentimientos morales más elevados. Y es, a suvez, un poderoso factor de una mayor evolución.

Si las visiones desarrolladas en las páginas preceden-tes son correctas, necesariamente surgirá la pregunta¿hasta qué punto son coherentes con la teoría de la luchapor la vida tal y como ésta ha sido desarrollada por Dar -win, Wallace y sus seguidores? Y ahora le daré una breverespuesta. Primero que todo, ningún naturalista dudará deque la idea de la lucha por la vida conducida a lo largo dela naturaleza orgánica es la mayor generalización denuestra época. La vida es lucha; y en esa lucha sobrevivenlos más aptos. Pero las respuestas a las preguntas «¿concuáles armas es conducida principalmente esa lucha?» y«¿quiénes son los más aptos en ella?» diferirán grande-mente según la importancia que se les conceda a los dosdiferentes aspectos de la lucha: la directa, entre individuospor separado por la comida y la seguridad, y la que Darwindescribía como «metafórica»: la lucha, muchas vecescolectiva, contra las circunstancias adversas. Nadie negaráque dentro de cada especie existe en alguna proporción lacompetencia real por el alimento, en ciertos períodos almenos. Pero la cuestión está en si la competencia es lleva-da a cabo en la medida que admitió Darwin, o inclusoWallace; y si esa competencia ha jugado el papel que se leasigna en la evolución del reino animal.

Page 97: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

79

La idea que satura la obra de Darwin es ciertamente lade la competencia real llevada adelante dentro de cadagrupo animal por la comida, la seguridad y la posibilidadde dejar descendencia. A menudo habla de regiones ates-tadas de vida animal hasta el tope de su capacidad, y deese atiborramiento infiere la necesidad de la competen-cia. Pero cuando buscamos en su obra las pruebas realesde esa competencia tenemos que confesar que no lashallamos lo suficientemente convincentes. Si nos referi-mos al capítulo titulado «La lucha por la vida entre indi-viduos y variedades de la misma especie es sumamentedura», en él no encontramos nada de la abundancia depruebas y ejemplos que acostumbramos hallar en todocuanto Darwin escribió. Bajo dicho título no hay ni unsolo caso que ilustre la lucha entre los individuos de lamisma especie: ésta se da por descontada. Y de la com-petencia entre especies animales estrechamente afinessolamente pone cinco ejemplos, de los cuales al menosuno (el relativo a las dos especies de zorzales) hoy día seha comprobado que es dudoso19. Pero cuando buscamosmás detalles a fin de cerciorarnos de hasta qué grado ladisminución de una especie fue ocasionada realmente porel aumento de otra, Darwin, con su acostumbrada rectitudnos dice:

Podemos conjeturar apenas por qué la competencia debeser sumamente dura entre formas afines que ocupan casiel mismo lugar en la naturaleza; pero probablemente enningún caso podríamos decir exactamente por qué unaespecie ha obtenido la victoria sobre otra en la granbatalla de la vida.

Page 98: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

80

En cuanto a Wallace, que cita los mismos hechos bajoun titular ligeramente modificado («La lucha por la vidaentre animales y plantas estrechamente emparentados esa menudo sumamente dura»), formula la observaciónsiguiente (las cursivas son mías), que les confiere uncariz muy distinto a los hechos ya citados:

En algunos casos, sin duda, se produce una verdaderaguerra entre los dos, en la que el más fuerte mata al másdébil; pero de ningún modo ello tiene necesariamenteque ser así, y pueden darse casos en los que la especiefísicamente más débil logre prevalecer gracias a quepuede multiplicarse a una mayor velocidad, a su mejorresistencia a las vicisitudes del clima o a su mayor astu-cia para escapar a los ataques de los enemigos comunes.

En esos casos lo que se describe como competenciabien podría resultar que no lo fuese en absoluto. Una espe-cie sucumbe no porque es exterminada, o hecha morirde hambre por la otra especie, sino porque no supo adap-tarse a las nuevas condiciones, cosa que la otra sí hace. Eltérmino «lucha por la vida» es empleado de nuevo en susentido metafórico, y no puede tener otro. En lo que atañea la competencia real entre individuos de la misma especie,el ejemplo que se pone en otro lugar del ganado deSuramérica durante un período de sequía, se ve menosca-bado en su valor por haber sido tomado de animales domés-ticos. En circunstancias similares los bisontes emigran paraevitar la competencia. Por muy severa que resulte la compe-tencia entre las plantas —y ello está suficientemente com-probado— no podemos más que repetir la observación deWallace de que «las plantas viven donde pueden», mientras

Page 99: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

que los animales tienen, en gran medida, la potestad deescoger su morada. Así que volvemos a preguntarnos ¿hastaqué grado existe realmente la competencia dentro de cadaespecie animal? ¿Sobre qué está basada esa suposición?

La misma observación se debe hacer en lo que respec-ta al argumento indirecto a favor de una dura competen-cia y lucha por la vida dentro de cada especie, que podríaderivarse del «exterminio de las variedades transiciona-les» tan a menudo mencionado por Darwin. Es sabidoque durante mucho tiempo Darwin estuvo preocupadopor la dificultad que vio en la ausencia de una larga cade-na de formas intermedias entre especies estrechamentevinculadas, y que encontró la solución de esa dificultaden el supuesto exterminio de esas formas intermedias20.Sin embargo, una lectura atenta de los diferentes capítulosen los que Darwin y Wallace hablan de ese tema rápida-mente nos lleva a la conclusión de que la palabra «exter-minio» no significa exterminio real, que a esa palabra le esaplicable también la observación de Darwin acerca de suexpresión «lucha por la subsistencia». De ninguna manerapuede entenderse en su sentido directo, sino tiene que sertomada «en su sentido metafórico».

Si partimos de la suposición de que un área dada estárepleta de animales hasta el tope de su capacidad, y en con-secuencia entre todos sus habitantes se está librando unafuerte competencia por los medios de subsistencia indis-pensables —con cada animal obligado a luchar contra todossus congéneres a fin de obtener su alimento diario—entonces la aparición de una especie nueva y exitosa cier-tamente significaría en muchos casos (aunque no siempre)la aparición de individuos que están en capacidad de tomarpara sí más de lo justo de esos medios de subsistencia; y el

81

Page 100: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

82

resultado sería que esos individuos matarían de hambretanto a la forma parental que no posee la nueva variacióncomo a las formas intermedias que no la poseen en elmismo grado. Puede ser que desde un comienzo Darwinhaya entendido la aparición de nuevas especies bajo eseaspecto; al menos el frecuente empleo de la palabra «exter-minio» deja esa impresión. Pero tanto él como Wallaceconocen lo bastante bien a la naturaleza como para no per-cibir que no es ese, en modo alguno, el único curso de losacontecimientos posible y obligatorio.

Si las condiciones físicas y biológicas de un área deter-minada, la extensión del área ocupada por una especiedada, y los hábitos de todos los miembros de esta últimapermanecen invariables, entonces la aparición repentina deuna variedad nueva puede significar la inanición y el exter-minio de todos los individuos no dotados en suficientegrado con el nuevo rasgo que caracteriza a la nueva varie-dad. Pero esa combinación de condiciones es precisa-mente lo que no vemos en la naturaleza. Cada especietiende continuamente a agrandar su morada; la emigra-ción a nuevas moradas constituye la regla para con ellento caracol y el ave veloz; los cambios físicos se estánproduciendo constantemente en cada área determinada; ylas nuevas variedades entre los animales consisten en uninmenso número de casos —quizás en la mayoría— noen la aparición de nuevas armas para arrancarles la comi-da de la boca a sus congéneres —el alimento constituyetan sólo una de los varios cientos de condiciones de la exis-tencia— sino, como el propio Wallace lo muestra en unencantador capítulo sobre la «divergencia de caracteres»(Darwinism, p. 107), en formar hábitos nuevos, mudarsea moradas nuevas, y recurrir a nuevos tipos de comida.

Page 101: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

83

En ninguno de esos casos habrá exterminio, ni siquieracompetencia: la nueva adaptación es un respiro de la com-petencia, si ésta existió alguna vez; pero tal como sucedebajo la hipótesis del exterminio de la forma parental, sí seproducirá, después de cierto tiempo, una ausencia de vín-culos intermedios, pero como consecuencia de la merasupervivencia de los que están mejor adaptados para lasnuevas condiciones. No hace falta agregar que si admiti-mos, con Spencer, todos los lamarckianos y el propioDarwin, la influencia modificadora del ambiente sobre laespecie, será menos necesaria aún la necesidad del exter-minio de las formas intermedias.

El mismo Darwin reconoció la importancia de la migra-ción y el consiguiente aislamiento de grupos de animalespara el surgimiento de nuevas variedades y, en última ins-tancia, de nuevas especies, que había sido señalada porMoritz Wagner. Las investigaciones subsiguientes no hanhecho más que acentuar la importancia de ese factor, yhan mostrado cómo la extensión del área ocupada por unaespecie determinada —que Darwin consideraba, con todarazón, de suma importancia para la aparición de nuevasvariedades— se puede combinar con el aislamiento departe de la especie como consecuencia de cambios geoló-gicos o de barreras locales. Resultaría imposible entraraquí en el estudio detenido de una cuestión tan amplia,pero unas cuantas observaciones bastarán para ilustrar laacción combinada de esos agentes. Se sabe que a menu-do sectores de una especie determinada recurren a unnuevo tipo de comida. Las ardillas, por ejemplo, cuandohay escasez de piñones en los bosques de alerces se mudana los bosques de abetos, y ese cambio de alimentación enverdad ha ejercido en ellas ciertos cambios fisiológicos

Page 102: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

84

bien conocidos. Si ese cambio de hábitos no perdura —sial año siguiente los piñones vuelven a abundar en losumbrosos bosques de alerces— evidentemente no surgirápor esa causa ninguna variedad nueva de ardillas. Pero siparte de la vasta área ocupada por las ardillas comienza aver alteradas sus características físicas —como conse-cuencia, pongamos, de un clima más moderado o de lasequía, que ocasionen un incremento de las selvas de pinosen proporción a los bosques de alerces— y si concurriesenotras condiciones que indujesen a las ardillas a alojarse enlas fronteras de la región que padece la sequía, tendría-mos entonces una variedad nueva, es decir, una incipien-te especie nueva de ardillas, sin que hubiese ocurrido nadaque pudiera merecer el nombre de exterminio entre ellas.Cada año sobreviviría una proporción cada vez mayor deardillas de la especie nueva, mejor adaptada, y los vínculosintermedios morirían con el transcurso del tiempo, sin quelos hayan hecho perecer de hambre sus competidores maltu-sianos. Es exactamente eso lo que vemos pasar durante losgrandes cambios físicos que están sucediendo en extensasáreas del Asia Central, debido a la sequía que ha venidooperando allí desde el período glacial.

Para poner otro ejemplo, los geólogos han comproba-do que el caballo salvaje actual (Equus Przewalski) havenido evolucionando lentamente durante la parte finaldel período terciario y el cuaternario, pero durante esasucesión de épocas sus ancestros no estuvieron confina-dos en una sola área establecida y limitada del globo.Anduvieron errantes por el Viejo y el Nuevo Mundo para,con toda probabilidad, regresar después de algún tiempoa los pastizales que habían abandonado con anterioridaden el curso de sus migraciones21. En consecuencia, si hoy

Page 103: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

no encontramos en Asia todos los vínculos intermediosentre el caballo salvaje actual y sus ancestros postercia-rios asiáticos, eso no significa en lo absoluto que esosvínculos intermedios han sido exterminados. Tal extermi-nio jamás tuvo lugar. Ni siquiera podría haber ocurridoalguna mortalidad excepcional entre las especies ancestra-les: los individuos que pertenecían a las variedades y espe-cies intermedias murieron en el curso normal de los even-tos, muchas veces en medio de abundante alimento, y susrestos están enterrados en toda la extensión del globo.

En resumen, si consideramos detenidamente el asunto,y releemos cuidadosamente lo que el propio Darwin escri-bió sobre la materia, vemos que si la palabra «exterminio»va a ser empleada definitivamente en conexión con lasvariedades transicionales, deberá serlo en su sentido meta-fórico. En lo tocante a «competencia», Darwin tambiénemplea continuamente esa expresión (ver, por ejemplo, elcapítulo «Acerca de la extinción») como una imagen, ocomo un recurso de lenguaje, y no con la intención detrasmitir la idea de una real competencia entre dos secto-res de la misma especie por los medios de subsistencia.En todo caso, la ausencia de formas intermedias no cons-tituye ningún argumento a favor de ello.

En realidad, el principal argumento a favor de una inten-sa competencia por los medios de subsistencia que se esta-ría dando continuamente dentro de cada especie animal es—para emplear la expresión del profesor Geddes— unpréstamo de Maltus.

Pero dicho argumento nada prueba. Igual podríamostomar cierto número de aldeas del Sureste de Rusia, cuyoshabitantes disfrutan de abundante alimentación, pero care-cen por completo de servicios sanitarios; y al observar que

85

Page 104: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

86

durante los últimos ochenta años el índice de natalidad hasido del 6 por ciento en tanto que la población es hoy lamisma que hace ochenta años, podríamos concluir que hahabido una terrible competencia entre los habitantes.Pero la verdad es que año tras año la población se hamantenido estacionaria, por la simple razón de que untercio de los recién nacidos murieron antes de llegar alsexto mes de vida; la mitad murió dentro de los cuatroaños siguientes, y de cada ochocientos nacimientos llega-ron a la edad de veinte años no más de diecisiete. Losrecién venidos se marcharon antes de haber crecido losuficiente como para ser competidores. Es evidente quesi ese es el caso para con los hombres, lo es más aún paracon los animales. En el mundo de las aves la destrucción delos huevos se mantiene en una escala pavorosa, porquelos huevos son el alimento principal de varias especies acomienzos del verano; por no hablar de las tormentas, lasinundaciones que destruyen millones de huevos en América,y los repentinos cambios del clima que resultan fatales paralos mamíferos jóvenes. Cada tormenta, cada inundación,cada visita de una rata al nido de un ave, cada cambio repen-tino de la temperatura se lleva consigo a esos competidoresque tan terribles se ven en teoría.

En cuanto a los hechos de un incremento extremada-mente rápido de la cantidad de caballos y ganado vacunoen América, y en Nueva Zelanda de cerdos y conejos yhasta de animales salvajes importados de Europa (dondeel hombre y no la competencia han disminuido su número),más bien parecen contradecir la teoría de la sobrepoblación.Si los caballos y el ganado vacuno se han podido multipli-car tan rápidamente en América, ello constituyó simple-mente la prueba de que por enormes que fueran en su

Page 105: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

87

momento las cantidades de búfalos y otros rumiantes enel Nuevo Mundo, su población de herbívoros estaba muypor debajo de los que las praderas estaban en capacidadde mantener. Si millones de intrusos han hallado comidaen abundancia sin hacer perecer de inanición a la pobla-ción original de las praderas, debemos más bien concluirque los europeos se encontraron no con exceso sino confalta de herbívoros en América. Y tenemos buenas razo-nes para creer que la falta de población animal es el esta-do de cosas natural en todo el mundo, con unas pocasexcepciones temporales a la regla. Las cantidades realesde animales en una región dada están determinadas nopor que esa región tenga una capacidad de alimentaciónmás elevada, sino por lo que ella ofrece cada año en las con-diciones más desfavorables. De manera que, nada más poresa razón, difícilmente la competencia sea una condiciónnormal, y más bien intervienen además otras causas en lareducción de la población animal a niveles incluso pordebajo de lo normal. Si tomamos a los caballos y el gana-do que ha estado pastando a lo largo de todo el inviernoen las estepas de la Transbaikalia, a éste último lo encon-traremos muy flaco y extenuado al final de la estación.Pero las reses quedan extenuadas no porque no hayabuena comida suficiente para todas ellas —el pasto ente-rrado bajo una capa delgada de nieve abunda por doquie-ra— sino a causa de la dificultad de llegar a él bajo lanieve. Y los caballos se enfrentan a esa misma dificultad.Aparte de eso, los días de escarcha son comunes a comien-zos de primavera, y si se presentan varios días así seguidoslos caballos quedarán más extenuados todavía. Pero enton-ces se presenta una tormenta de nieve, que obliga a los yadebilitados animales a permanecer sin alimento alguno

Page 106: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

88

durante varios días, y muere un gran número de ellos. Laspérdidas durante la primavera son tan elevadas que si laestación ha sido más inclemente de lo normal ni siquieraserán reparadas por los nuevos nacimientos, y, peor aún,por cuanto todos los caballos están extenuados y lospotrillos han nacido débiles. Así, la cantidad de caballosy ganado se mantiene siempre por debajo de lo que seríasi las condiciones fuesen otras. Durante todo el año hayalimento como para un número de cinco a diez veces másgrande, y no obstante su población aumenta con extremalentitud. Pero tan pronto como el buriato propietario delos caballos y el ganado consigue hacer una insignifican-te provisión de heno en la estepa y la pone a disposicióndurante los días de escarcha o de nevadas más fuertes,inmediatamente ve aumentar su rebaño. Casi todos losanimales herbívoros libres y muchos roedores del Asia yAmérica pasan por situaciones muy similares, y podemosdecir con seguridad que no es la competencia lo que man-tiene en bajo número sus poblaciones; que no hay épocadel año en que tengan que luchar por la comida, y que sinunca se aproximan siquiera a algo parecido a la sobre-población la causa no es la competencia, sino el clima.

La importancia de los controles naturales de la multipli-cación excesiva, y en especial el peso que tiene en la hipó-tesis de la competencia parecen no haber recibido nunca ladebida atención. Los controles, o más bien algunos de ellos,son mencionados, pero su acción rara vez es estudiada endetalle. Sin embargo, si comparamos la acción de los con-troles naturales con la de la competencia, debemos recono-cer de inmediato que la de de esta última resulta comparati-vamente muy inferior a la de los primeros. Así, el señorBates menciona las cantidades verdaderamente pasmosas

Page 107: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

89

de hormigas aludas que son destruidas durante su éxodo.Los cuerpos muertos o medio muertos de la hormiga defuego (Myrmica saevissima) arrastrados hasta la orilladel río durante una tormenta «quedaron amontonadosformando una hilera de entre tres y cinco centímetros dealto y ancho, que continuaba sin interrupción a lo largode varios kilómetros al borde del agua»22. Así, miríadasde hormigas son destruidas en el seno de una naturalezaque podría sostener un número cien veces mayor de lasvivientes en la actualidad. El doctor Altum, un silvicultoralemán que escribió un libro muy interesante sobre losanimales dañinos para nuestros bosques, también propor-ciona muchos datos que muestran la importancia de loscontroles naturales. Dice que una sucesión de tormentas oel clima frío y húmedo durante el éxodo de la palomilla delpino (Bómbix pini) las destruyen en cantidades increíbles,y durante la primavera de 1871 todas esas palomillas des-aparecieron de golpe, probablemente muertas en unasucesión de noches frías23. Se podrían citar muchosejemplos parecidos relativos a otros varios insectos dediferentes partes de Europa. El doctor Altum tambiénmenciona a los pájaros enemigos de la palomilla del pino,y la inmensa cantidad de sus huevos destruidos por loszorros; pero agrega que los hongos parásitos que la infec-tan periódicamente constituyen un enemigo mucho másterrible que cualquier pájaro, porque la destruyen de golpey en áreas muy extensas. En lo que atañe a varias especiesde ratones (Mus sylvaticus, Arvicola arvalis y A. agrestis),el mismo autor proporciona una larga lista de sus enemigos,pero señala: «Sin embargo, los enemigos más terribles delos ratones no son los demás animales sino los cambios deltiempo repentinos que se presentan casi todos los años».

Page 108: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

90

Las alternancias de heladas y tiempo cálido los destruyenen cantidades innumerables; «un simple cambio bruscopuede reducir a miles de ratones a unos cuantos indivi-duos». Por otra parte, un invierno cálido o uno que avan-ce paulatinamente los multiplica en proporciones amena-zadoras, sin que importen los enemigos, como sucedió en1876 y 187724. La competencia, en el caso de los ratonesaparece así como un factor insignificante en comparacióncon el clima. Se reportan otros hechos de parecido tenorcon respecto a las ardillas.

En canto a las aves, sabemos bien cuánto padecen conlos cambios de clima bruscos. Las tormentas de nieve tar-días resultan tan destructivas para la vida de las aves enlos páramos ingleses como lo son en Siberia; y Ch. Dixonvio a los lagópodos tan presionados por el frío durantealgunos inviernos excepcionalmente crudos que abando-naban esos parajes en grandes cantidades, «y sabemos decasos de que eran cogidos en las calles de Sheffield». «Lahumedad persistente», agrega, «es casi fatal para ellos».

Por otra parte, las enfermedades contagiosas que afec-tan continuamente a la mayoría de las especies animaleslas destruyen en tales cantidades que a menudo las pérdi-das no pueden ser repuestas en muchos años, incluso paralos animales que se reproducen a mayor velocidad. Así,hará unos sesenta años, los suslikis desaparecieron repen-tinamente de los alrededores de Sarepta, en la Rusia Sur -oriental, como consecuencia de una epidemia; y duranteaños no se vio a ningún suslikis en esas vecindades. Pasa -ron muchos años para que volvieran a ser tan numerososcomo antes. Sería posible presentar cantidades de hechossimilares, todos tendentes a reducir la importancia con-cedida a la competencia25. Por supuesto que se podría re -

Page 109: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

91

plicar, en palabras de Darwin, que no obstante cada serorgánico «en algún período de su vida, durante algunaestación del año, durante cada generación o a intervalos,tiene que luchar por la vida y sufrir gran destrucción», yque durante esos períodos de dura lucha por la vidasobreviven los más aptos. Pero si la evolución del mundoanimal estuviese basada exclusivamente, o al menos prin-cipalmente, en la supervivencia de los más aptos durantelos períodos de calamidades; si la selección natural estu-viese limitada en su acción a los períodos de sequía ex -cepcional, o bruscos cambios de temperatura, o inunda-ciones, la regla del mundo animal sería la regresión. Losque sobreviven a una hambruna, o una severa epidemia decólera, o viruelas, o difteria, como los hemos visto en paí-ses incivilizados, no son ni los más fuertes, ni los más salu-dables, ni los más inteligentes. Ningún progreso podríaestar basado en esas supervivencias, y menos aún por cuan-to todos los sobrevivientes salen del terrible trance con que-brantos de salud, como los caballos de Transbaikalia yamencionados, o las tripulaciones de los barcos en el Árti-co, o la guarnición de una fortaleza que se ha visto obli-gada a vivir a medias raciones durante meses, y sale deesa experiencia con la salud destrozada, y en consecuen-cia muestra una mortalidad anormal. Lo único que puedehacer la selección natural en épocas de calamidades esperdonar a los individuos dotados de una mayor resisten-cia para toda clase de privaciones. Así lo hace con loscaballos y el ganado de Siberia. Ellos son resistentes; encaso de necesidad pueden alimentarse del abedul polar;aguantan el hambre y el frío. Pero ningún caballos sibe-riano es capaz de cargar la mitad del peso que un caballoeuropeo carga con facilidad; ninguna vaca siberiana da la

Page 110: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

92

mitad de la leche que da una vaca Jersey, y ningún nativode un país incivilizado soporta la comparación con loseuropeos. Puede que soporte mejor el hambre y el frío,pero su fuerza física está muy por debajo de la de uneuropeo bien alimentado, y su progreso intelectual resul-ta desesperantemente lento. «Lo malo no puede engen-drar lo bueno», como escribió Chernichevski en un nota-ble ensayo acerca del darwinismo.

Por fortuna, la competencia no constituye la regla nien el mundo animal ni para la humanidad. En los anima-les está limitada a períodos excepcionales, y la selecciónnatural encuentra mejores espacios para su actividad. Laeliminación de la competencia crea mejores condicionespor medio de la ayuda mutua y el apoyo mutuo26. En lagran contienda por la vida —por la mayor plenitud e inten-sidad de vida con el mínimo gasto de energía posible—la selección natural busca siempre las vías de evitar en loposible, precisamente, la competencia. Las hormigas seasocian en nidos y naciones; acopian provisiones, críansu ganado, y evitan así la competencia; y la selecciónnatural elije de la familia de las hormigas las especies quemejor saben cómo evitar competir, con sus consecuenciasineludiblemente perniciosas. La mayoría de nuestras avesse trasladan lentamente al Sur a medida que se acerca elinvierno, o se reúnen en sociedades innumerables paraemprender largos viajes, y evitan así la competencia. Mu -chos roedores se echan a dormir cuando llega el momen-to en que debería establecerse la competencia, mientrasque otros roedores almacenan comida para el invierno, yse reúnen en grandes aldeas para obtener la protecciónnecesaria mientras trabajan. Cuando se secan los líquenesen el interior del continente el reno emigra hacia el mar.

Page 111: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Los búfalos cruzan un inmenso continente a fin de hallarcomida en abundancia. Y los castores, cuando alcanzan unnúmero demasiado grande en el río se dividen en dos par-tidas y se marchan, los viejos río abajo y los jóvenes ríoarriba, y evitan así la competencia. Y cuando los animalesno pueden ni echar a dormir, ni emigrar, ni aprovisionarse,ni cultivar ellos mismos su alimento, como las hormigas,hacen lo que el paro, y que Wallace (Dar wi nism, cap. V.)tan encantadoramente describe: recurrir a nuevos tipos dealimento, y, de nuevo, evitan así la competencia27.

«¡No compitas! ¡La competencia es siempre dañinapara la especie, y tienes muchos recursos para evitarla!»Es ésa la tendencia de la naturaleza, no siempre realizadaa plenitud, pero siempre presente. Es ésa la consigna quenos llega desde el matorral, desde la selva, desde el río,desde el océano. «¡Por eso, asóciate, practica la ayudamutua! Es ése el medio más seguro para brindarle a cadaquien y a todos la mayor de las seguridades, la mejor garan-tía para la existencia y el progreso corporal, intelectual ymoral». Eso es lo que la naturaleza nos enseña; y eso es loque han hecho todos lo animales que alcanzado la más altaposición en sus respectivas clases. También es lo que haestado haciendo el hombre, el más primitivo de los hom-bres. Y por eso ha alcanzado la posición en la que hoy esta-mos, como veremos en los siguientes capítulos, dedicadosa la ayuda mutua en las sociedades humanas.

93

Page 112: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

NOTAS

1. Syeverrtsoff, Periodical Phenomena, p. 251.2. The arctic Voyages of a.e. nordenskjöld, londres, 1879, p. 135.

Ver también la poderosa descripción de las islas del señor Dixon(citado por Seebohm) y casi todos los libros de viajes por el Ártico.

3. Ver el apéndice iii.4. entre las gaviotas (Llarus argentatus), Polyakoff vio en una ciénaga de

la rusia del norte que los territorios de anidación de un gran número deesas aves eran patrulladas siempre por un macho, que advertía a la colo-nia cuando se aproximaba un peligro. en ese caso las aves elevaban elvuelo y atacaban al enemigo con mucho vigor. las hembras, que teníancinco o seis nidos juntos en cada promontorio de la ciénega, guardabancierto orden para abandonar sus nidos en busca de comida. los pichones,que de lo contrario quedarían desprotegidos al extremo y se convertiríanfácilmente en presa de las aves de rapiña, nunca eran dejados solos.

5. Se ha dicho a menudo que las aves de mayor tamaño pueden transpor-tar ocasionalmente a algunas de las de menor tamaño cuando cruzanjuntas el Mediterráneo, pero el hecho sigue siendo dudoso. Por otraparte, sí es cierto que algunas aves pequeñas se unen a las grandes paraemigrar. el hecho ha sido notado varias veces, y fue confirmado recien-temente por l. Bauxman en raunheim. Vio varias bandadas de grullascon alondras que volaban en el centro y a ambos costados de suscolumnas migratorias (Der zoologische Garten, 1886, p. 133).

6. el hecho lo conocen bien todos los naturalistas de campo, y con refe-rencia a inglaterra se pueden encontrar varios ejemplos en Amongthe Birds in Northern Shires, de Charles Dixon. los pinzones llegandurante el invierno en grandes bandadas; y aproximadamente en lamisma época, es decir, en noviembre arriban bandadas de pinzonesreales; los tordos alirrojos también frecuentan los mismos lugares«en grandes bandadas similares», y demás (pp. 165, 166).

7. S.W. Baker, Wild Beasts, etc., vol.i. p. 316.8. Ver apéndice iV.9. Con respecto a la vizcacha es muy interesante anotar que estos

pequeños animales altamente sociables no sólo viven juntos en pazen cada aldea, sino que además aldeas enteras se visitan unas a otraspor las noches. Por consiguiente la sociabilidad se extiende a toda laespecie y no solamente a una sociedad dada, o a una nación, comolo vimos en las hormigas. Cuando el granjero destruye una madri-guera de vizcachas, y sepulta a los moradores bajo un montón de tie-rra —nos cuenta Hudson— «vienen desde lejos a desenterrar a lossepultados vivos» (l.c., p. 311). este es un hecho ampliamente cono-cido en la Plata, verificado por el autor.

94

Page 113: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

95

10. en conexión con los caballos vale la pena destacar que la cebra quag-ga, que nunca anda en compañía de la cebra dauw, sin embargo vive enexcelentes términos no solamente con los avestruces, que resultan sermuy buenos centinelas, sino también con las gacelas, varias especies deantílopes y los ñús. Tenemos así un caso de mutuo rechazo entre lasquaggas y las dauws que no puede ser explicado por competencia porla comida. el hecho en sí de que la quagga conviva con rumiantes quese alimentan del mismo pasto excluye esa hipótesis, y tenemos que bus-car más bien alguna incompatibilidad de carácter, como en el caso dela liebre y el conejo.

11. nuestro cazador tungo, que se iba a casar y por lo tanto lo acuciabael deseo de conseguir el mayor número posible de pieles, batíadurante todo el día las laderas de las montañas en busca de ciervos.Sus esfuerzos no se vieron recompensados ni siquiera con un gamomuerto diario; y eso que era un cazador excelente.

12. Según Samuel W. Baker, los elefantes se asocian en grupos másgrandes que la «familia compuesta». «He observado frecuentemen-te», escribió, «en la zona de Ceilán conocida como el País de Park,gran cantidad de huellas de elefantes que se trataban evidentementede rebaños considerables que se reunieron en una retirada general de unterritorio que consideraron inseguro» (Wild Beasts and their Ways, vol.i, p. 102).

13. los cerdos atacados por lobos hacen lo mismo (Hudson, l.c.)14. romanes, Animal Intelligence, p. 472.15. Brehm, i. 82; Darwin, El origen del hombre, cap. iii. la expedición

de Kozloff en 1899-1901 también tuvo que sostener una lucha simi-lar en el norte del Tibet.

16. Me produjo una gran extrañeza leer en el artículo de Huxley previa-mente mencionado la siguiente paráfrasis de una conocida frase derousseau: «los primeros hombres que sustituyeron la paz mutua porla guerra mutua —independientemente de los motivos que losimpulsaron a dar ese paso— crearon la sociedad» (nineteetnhCentury, febrero de 1888, p. 165). la sociedad no ha sido creada porel hombre; es anterior al hombre.

17. no sólo numerosas especies de aves poseen el hábito de congregar-se —en muchos casos siempre en un mismo lugar— para compla-cerse en ejecutar ceremonias y danzas, sino la experiencia de W.H.Hudson es que casi todos los mamíferos y aves («probablemente no

haya en realidad excepciones») se dedican con frecuencia a ejecu-ciones más o menos regulares o fijas con o sin sonido, o compuestasexclusivamente de sonido (p. 264).

18. Para citar unos pocos ejemplos, un tejón herido fue rescatado porotro que apareció súbitamente en escena; han sido vistas ratas ali-

Page 114: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

96

mentando a una pareja ciega (Seelenleben der Thiere, p. 64 seq). elpropio Brehm vio a dos cuervos alimentar en un árbol hueco a un ter-cer cuervo que estaba herido; la herida había sido ocasionada variassemanas atrás (Hausfreund, 1874, 715; Büchner, Liebe, 203). elseñor Blyth vio a unos cuervos de la india alimentar a dos o trescamaradas ciegos, y así.

19. De una especie de golondrina se dice que ha causado la disminuciónde otra especie de golondrina en norteamérica; el reciente aumentodel zorzal charlo en escocia ha causado la disminución del zorzalcomún; la rata parda ha ocupado el lugar de la rata negra en europa;en rusia la cucaracha pequeña se ha llevado por delante en todaspartes a su congénere de mayor tamaño; y en australia los enjambresde abejas importadas están exterminando rápidamente a las peque-ñas abejas sin aguijón. otros dos casos, pero relativos a animalesdomésticos, fueron mencionados en el parágrafo precedente. Cuandohace referencia a esos mismos hechos, a.r. Wallace señala en una notaal pie de página en relación con los zorzales escoceses: «el profesor a.newton me informa, sin embargo que esas especies no se interfieren dela forma que allí se dice» (Darwinism, p. 34). en cuanto a la rata parda,se conoce que debido a sus hábitos anfibios por lo general permaneceen las partes bajas de las viviendas humanas (sótanos, albañales, etc.),así como a orillas de los canales y los ríos; también emprende migra-ciones a grandes distancias en innumerables bandadas. la rata negra,por el contrario, prefiere permanecer en la vivienda propiamente dicha,bajo el piso, y también en nuestros graneros y establos. De ese modoestá más expuesta a ser exterminada por el hombre. Y no podemosmantener, con un mínimo de proximidad a la certeza, que sea la rataparda y no el hombre el que extermina o mata de hambre a la rata negra.

20. «Pero podría objetarse que cuando varias especies estrechamentevinculadas habitan el mismo territorio, seguramente deberíamosencontrar en el presente muchas formas transicionales. (…) Segúnmi teoría esas especies afines descienden de un ancestro común; ydurante el proceso de modificación cada una se adaptó a las condi-ciones de vida de su propia región, y suplantó y exterminó a su formaancestral original y a todas las variedades transicionales entre suestado presente y el pasado» (Origin of Species, 6ª ed. P. 134); tam-bién pp . 137, 296 (todo el capítulo «acerca de la extinción»).

21. Según madame Marie Pavloff, quien ha realizado un estudio especialdel tema, emigraron del asia al África, permanecieron allí por algúntiempo, para luego regresar al asia. Se confirme o no esa doblemigración, el hecho de una expansión anterior del ancestro de nues-tro caballo a todo lo ancho de asia, África y américa ha quedadoestablecido fuera de toda duda.

Page 115: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

97

22. The Naturalist on the River Amazons, ii. 85, 95.23. B. altum, Waldbeschä digungen durch Thiere und Gegenmittel (Berlín,

1889), pp. 207 seq.24. B. altum, ut supra, pp. 13 y 187.25. Ver el apéndice V.26. «uno de los modos más frecuentes de actuar la selección natural es

adaptando a algunos individuos de una especie a un modo de vida untanto diferente, y los capacita así para ocupar lugares desacostum-brados en la naturaleza» (Origin of Species, p. 145): en otras pala-bras, para evitar la competencia.

27. Ver el apéndice Vi.

Page 116: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 117: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

CAPÍTULO IIIAYUDA MUTUA ENTRE LOS SALVAJES

Supuesta guerra de todos contra todos. Origen tribal de la sociedadhumana. Aparición tardía de la familia por separado. Bosquimanosy hotentotes. Australianos, papúes. Esquimales, aleutas. Peculiari-dades de la vida salvaje de difícil comprensión para el europeo. Laconcepción de la justicia de los dayak. Ley común.

En los capítulos precedentes analizamos brevemente elenorme papel jugado por la ayuda mutua y el apoyomutuo en la evolución del mundo animal. Debemos ahoradarle una ojeada al papel jugado por ambos entes en laevolución de la humanidad. Vimos cuán pocas son lasespecies animales que llevan una vida aislada y lo innu-merables que resultan ser las que viven en sociedades, bienpara la defensa mutua, bien para cazar o para acopiar co -mida, o criar la prole o, simplemente, disfrutar de la vidaen común. Vimos también que aunque se libran abundan-tes guerras entre las diferentes clases de animales, o dife-rentes especies, o incluso diferentes familias de la mismaespecie, la paz y el apoyo mutuo constituyen la regla den-tro de la familia o la especie; y que las especies que mejorsaben cómo asociarse y evitar la competencia tienen lasmejores oportunidades de supervivencia y de un desarrolloprogresivo más acentuado. Ellas prosperan, en tanto quelas especies insociables decaen.

Es evidente que resultaría totalmente contradictoriocon lo que sabemos de la naturaleza si los hombres fue-sen la excepción de una regla tan general: si una criaturatan indefensa como lo era el hombre en sus comienzos

Page 118: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

hubiese hallado su protección y su camino al progreso noen el apoyo mutuo, como otros animales, sino en unacompetencia temeraria por las ventajas personales, sinningún miramiento con los intereses de la especie. Parauna mentalidad acostumbrada a la idea de la unidad en lanaturaleza, tal proposición se presenta como absoluta-mente indefendible. Y no obstante, por improbable y anti-filosófica que sea, nunca ha faltado quien la apoye.Siempre hubo escritores con una visión pesimista de lahumanidad. La asumieron, más o menos superficialmen-te, a través de su propia experiencia limitada; conocían dela historia lo que de ella decían los analistas siempre pen-dientes de las guerras, la crueldad y la opresión, y muypoco aparte de ello; y concluyeron que la humanidad noes más que un agregado sin mucha cohesión de seressiempre dispuestos a pelearse unos con otros, sólo impe-didos de hacerlo por la intervención de alguna autoridad.

Hobbes asumió esa posición; y mientras algunos desus colegas del siglo XVIII se esforzaban en demostrar queen ninguna época de su existencia —ni siquiera en sucondición más primitiva— la humanidad había vivido enestado de guerra perpetua; que los hombres habían sidosociables aun en «estado de naturaleza», y que fue lacarencia de conocimiento y no la mala inclinación natu-ral lo que condujo a la humanidad a todos los horrores desu vida histórica primitiva, su idea era, por el contrario, queel llamado «estado de naturaleza» no era otra cosa que unalucha permanente entre los individuos, agavillados acciden-talmente por mero capricho de su existencia bestial. En ver-dad la ciencia ha hecho ciertos progresos desde los tiemposde Hobbes, y tenemos terreno más firme donde pisar quelas especulaciones de éste y de Rousseau. Pero la filosofía

100

Page 119: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

hobbesiana tiene todavía muchos admiradores; y reciente-mente hemos tenido toda una escuela de autores que,habiéndose posesionado de la terminología de Darwin, masno de sus ideas rectoras, la han convertido en un argumen-to a favor de la visión de Hobbes del hombre primitivo, yhasta han logrado conferirle apariencia científica. Huxley,como se sabe, asumió el liderazgo de dicha escuela, y enun trabajo escrito en 1888 representó a los hombres pri-mitivos como una especie de tigres o leones, privados detoda concepción ética, que libraban a muerte su combatepor la existencia y vivían una vida de «lucha abierta con-tinua»; para citar sus propias palabras, «más allá de lasrelaciones familiares limitadas y temporales, la guerrahobbesiana de cada quien contra todos constituía el esta-do de existencia normal»1.

Se ha señalado más de una vez que el error principalde Hobbes, y de los filósofos del siglo XVIII por igual, fueimaginar que la humanidad inició su vida en forma depequeñas familias dispersas, algo semejante a las fami-lias «limitadas y temporales» de los grandes carnívoros,cuando en realidad se sabe positivamente que la cosa no fueasí. Por supuesto, no tenemos evidencia directa de losmodos de vida de los primeros seres homínidos. Ni siquie-ra nos hemos puesto de acuerdo en cuanto al momento enque aparecieron por vez primera; los geólogos se inclinanactualmente a rastrear su origen hasta los depósitos delplioceno, e incluso del mioceno, en el período Terciario.Pero poseemos un método indirecto que nos permite arro-jar alguna luz hasta sobre esa remota antigüedad. Durantelos últimos cuarenta años se ha venido llevando a cabouna investigación muy cuidadosa de las instituciones de lasrazas inferiores, y ha revelado entre las instituciones actuales

101

Page 120: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

de los pueblos primitivos algunas trazas de instituciones mu -cho más antiguas, que desaparecieron largo tiempo, pe ro sinembargo han dejado vestigios inconfundibles de su exis-tencia previa. Así, en las manos de Bachofen, Mac Len -nan, Morgan, Edwin Tylor, Maine, Post, Kova-levsky, Lub - bock y muchos otros, se ha desarrollado toda una cienciadedicada a la embriología de las instituciones humanas. Y esaciencia ha establecido fuera de toda duda que la humanidadno inició su vida en forma de pequeñas familias aisladas.

Lejos de constituir una forma de organización primiti-va, la familia es un producto muy tardío de la evoluciónhumana. En todo cuanto nos permite retroceder en eltiempo la paleoetnología de la humanidad encontramos alos hombres viviendo en sociedades, en tribus similares alas de los mamíferos superiores; e hizo falta una evolu-ción extremadamente lenta y prolongada para llevar aesas sociedades a la organización de gens, o de clanes,que a su vez debió experimentar otra evolución igual-mente muy prolongada antes de que pudieran aparecer losprimeros gérmenes de la familia, polígama o monógama.Sociedades, bandas o tribus —no familias— fueron, porconsiguiente, la forma de organización primitiva de lahumanidad y sus primeros ancestros. A esa conclusión hallegado la etnología luego de cuidadosas investigaciones. Yal hacerlo simplemente llegó a lo que ya habría podido vati-cinar el zoólogo. Ninguno de los mamíferos superiores,salvo por unos cuantos carnívoros y unas contadas especies,indudablemente en decadencia, de simios (orangutanes ygorilas), vive en familias pequeñas, aisladamente dispersasen la selva. Todos los demás viven en sociedades. Y Darwincomprendió tan bien que los simios que viven en aisla-miento nunca podrían haber evolucionado a seres homíni-

102

Page 121: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

dos, que se inclinó a considerar que el hombre descendía dealguna especie comparativamente débil, pero social, comoel chimpancé y no de una más fuerte pero insociable, co -mo el gorila. Así que la zoología y la paleoetnología estánacordes en considerar que la bandada, y no la familia, fue laforma inicial de la vida social. Las primeras sociedadeshumanas fueron simplemente un desarrollo ulterior de esassociedades que constituyen la esencia misma de la vida delos animales superiores2.

Si vamos ahora a la evidencia positiva, vemos que losprimeros indicios del hombre, que datan del período gla-cial o comienzos del posglacial, proporcionan pruebasinconfundibles de que incluso entonces el hombre vivíaen sociedades. Los hallazgos aislados de herramientas depiedra, incluso de la antigua edad de piedra son muy raros;por el contrario, cada vez que se descubre una herramientade pedernal es seguro que se encontrarán otros, en la mayo-ría de los casos en muy grandes cantidades. Para la épocaen la que el hombre vivía en cavernas, o bajo ocasionalessalientes rocosos, en compañía de otros mamíferos hoyextintos, y a duras penas lograba hacer hachas de peder-nal muy toscas, ya conocía las ventajas de la vida ensociedad. En los valles de los tributarios del Dordogne, lasuperficie de las rocas está enteramente cubierta en algunoslugares de cavernas que fueron habitadas por hombres delpaleolítico. A veces las cuevas habitadas se superponen enpisos, y en verdad recuerdan mucho más a las colonias deanidación de las golondrinas que a las madrigueras de loscarnívoros. En cuanto a las herramientas de pedernal des - cubiertas en esas cavernas, para emplear las palabras deLubbock, «se podría decir sin exageración que son incon-tables». Igual sucede con otros yacimientos del paleolítico.

103

Page 122: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Por las investigaciones de Lartet nos enteramos de que loshabitantes de la región de Aurignac, en el sur de Francia,tomaban parte en comidas tribales durante el entierro de susmuertos. De manera que los hombres vivían en sociedades,y ya estaba el germen del culto tribal, aún en una época tanextremadamente remota.

Eso mismo queda mucho mejor comprobado todavíaen lo que se refiere al período final de la edad de piedra.Los vestigios del hombre del neolítico han sido halladosen cantidades incalculables, de manera que podemosreconstruir en gran medida su modo de vivir. Cuando elmanto de hielo (que se debe haber extendido desde lasregiones polares hasta regiones tan al sur como el centrode Francia, Alemania y Rusia, y cubrió a Canadá y buenaparte de lo que hoy es Estados Unidos) comenzó a derre-tirse, las superficies libres de hielo quedaron cubiertas,primero, de pantanos y ciénegas, y más tarde de innume-rables lagos3. Los lagos llenaron todas las depresiones delos valles antes de que las aguas excavaran los canalespermanentes que, durante la época subsiguiente, se con-virtieron en nuestros ríos. Y dondequiera que explore-mos, en Europa, en Asia o en América, las costas de loslagos literalmente innumerables de ese período, cuyonombre apropiado sería el período Lacustre, hallaremosvestigios del hombre del neolítico. Son tan numerosasque no podemos más que asombrarnos ante la densidadrelativa de la población en aquella época. Los «yacimien-tos» del hombre del neolítico se suceden de cerca unos aotros sobre las terrazas que hoy marcan las costas de losantiguos lagos. Y cada uno de esos yacimientos las herra-mientas de piedra aparecen en tales cantidades que ya no

104

Page 123: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

queda duda posible en cuanto a la duración del tiempodurante el cual estuvieron habitados por tribus bastantenumerosas. Los arqueólogos han descubierto talleres ente-ros de herramientas de pedernal, que atestiguan la cantidadde obreros que solían reunirse.

En los concheros de Dinamarca se han encontrado ves-tigios de un período más avanzado, ya caracterizado porla utilización de alguna alfarería. Aparecen, como es sabi-do, en forma de montículos de metro y medio a tresmetros y medio de altura, cincuenta a cien de ancho y qui-nientos o más de largo, y son tan comunes a lo largo dealgunas zonas de la costa marina que durante largo tiem-po se consideró que se trataba de amontonamientos natu-rales. Y sin embargo «no contienen sino tan sólo lo quede una u otra manera estuvo al servicio del hombre», yestán tan repletos de productos de la industria humanaque durante una estadía de dos días en Milgaard Lubbockdesenterró nada menos que 191 piezas de herramientas depiedra y cuatro fragmentos de alfarería. Las dimensionesmismas de los concheros demuestran que generación trasgeneración las costas de Dinamarca fueron habitadas porcientos de pequeñas tribus que vivieron tan pacíficamen-te unidos como las tribus fueguinas hoy vivientes, quetambién acumulan concheros parecidos.

En cuanto a las viviendas lacustres de Suiza, que repre-sentan una civilización aún más avanzada, arrojan mejorevidencia todavía de la vida y el trabajo en sociedades. Essabido que durante la edad de piedra en las costas de loslagos suizos proliferaban las aldeas, cada una de las cualesconstaba de varias chozas, y estaba construida sobre unaplataforma soportada por innumerables pilares en el lago. Alo largo de las costas del Leman fueron descubiertas nada

105

Page 124: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

menos que veinticuatro, en su mayor parte aldeas de la edadde piedra; treinta y dos en el lago Constanza, cuarenta y seisen el de Neuchâtel, y así sucesivamente. Y cada una de ellastestifica la inmensa cantidad de trabajo en común emplea-do por la tribu, no por la familia. Se ha afirmado inclusoque la vida de los habitantes de los lagos tiene que haberestado notoriamente libre de guerras. Y es probable que loestuviese, especialmente si nos referimos a la vida de esospueblos primitivos que han vivido hasta el presente en aldeasparecidas construidas sobre pilares en las costas marinas.

Está visto entonces, aún partiendo de una rápida infor-mación como la anterior, que después de todo nuestroconocimiento del hombre primitivo no es tan reducido, yque por lo que sabemos es mucho más opuesto que favo-rable a las especulaciones hobbesianas. Más aún, podríacomplementársele en gran medida mediante la observa-ción directa de esas tribus primitivas que hoy permanecenen el mismo nivel de civilización que tenían los habitan-tes de Europa en los tiempos prehistóricos.

Que esas tribus primitivas que encontramos hoy no sonespecimenes degenerados de una humanidad que con ante-rioridad conoció una civilización superior, como se ha sos-tenido ocasionalmente, lo han demostrado fehacientemen-te Edwin Tylor y Lubbock. Sin embargo, a los argumentosya expuestos a la teoría de la degeneración podríamosagregarles el siguiente. Salvo por unas pocas tribus refu-giadas en las regiones montañosas más inaccesibles, los«salvajes» representan un cinturón que rodea a las nacio-nes más o menos civilizadas, y ocupan los extremos denuestros continentes, y en su mayoría han preservado toda-vía, o han adquirido recientemente, el carácter posglacialprimitivo. Tales son los esquimales y sus congéneres en

106

Page 125: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

107

Groenlandia, la América Ártica y el norte de Siberia; y, enel hemisferio sur, los australianos, los papúes, los fueguinosy parcialmente los bosquimanos; en tanto que en el interiordel área civilizada, solamente encontramos pueblos primiti-vos similares en los himalayas, las regiones montañosas deAustralasia y las planicies de Brasil. Ahora debemos teneren mente que la era glacial no terminó de una sola vez atodo lo ancho de la superficie de la tierra. Continúa todavíaen Groenlandia. Por consiguiente, en los tiempos en quelas regiones litorales del océano Índico, el Mediterráneoo el golfo de México ya disfrutaban de un clima más cáli-do y se convertían en los asientos de civilizaciones máselevadas, inmensos territorios en Europa central, Siberiay Norteamérica, así como en la Patagonia, Sudáfrica y elsur de Australasia permanecían en las primitivas condi-ciones posglaciales que se les hicieron inaccesibles a lasnaciones civilizadas de las zonas tórridas y subtórridas.Eran en aquel tiempo lo que son hoy los terribles urmansdel noroeste de Siberia, y su población, inaccesible eintocada por la civilización, conservaba las característi-cas del hombre posglacial primitivo. Más adelante, cuan-do la desecación volvió más apropiados para la agricul-tura a aquellos territorios, se poblaron de inmigrantes máscivilizados; y mientras parte de los anteriores habitanteseran asimilados por los nuevos pobladores, otra parte emi-gró más hacia el interior y se estableció donde ahora losencontramos. Los territorios que habitan en la actualidadtodavía están en la era subglacial, o acaban de entrar en ella,en lo que atañe a las características físicas; sus destrezas yherramientas son las de la era neolítica; e, independiente-mente de sus diferencias raciales y las distancias que losseparan, sus modos de vida y sus instituciones sociales

Page 126: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

108

guardan un parecido impresionante. Así que no podemosmás que considerarlos como fragmentos de la primitivapoblación posglacial del área hoy civilizada.

Lo primero que nos llama la atención en cuantocomenzamos a estudiar los pueblos primitivos es la com-plejidad de la organización de las relaciones matrimonia-les bajo las que viven. En la mayoría de ellos la familia,en el sentido que le atribuimos al término, apenas laencontramos en germen. Pero en modo alguno se trata decongregaciones poco cohesionadas de hombres y mujeresque se juntan de manera desordenada en conformidadcon sus caprichos momentáneos. Todas están bajo unacierta organización de gens o clanes4.

Para plantearlo de la manera más breve posible, haypocas dudas de que la humanidad haya pasado en suscomienzos a través de una etapa que podría ser descritacomo de «matrimonio comunal»; es decir, que toda latribu tenía esposos y esposas en común pero con pocorespeto por la consanguinidad. Mas también es cierto queen un período muy temprano se impusieron algunas res-tricciones a ese libre intercambio sexual. Pronto se prohi-bieron los matrimonios entre los hijos de una madre y lashermanas, abuelas y tías de ésta. Más adelante quedó pro-hibido también entre hijos e hijas de una misma madre, yno tardaron en seguirlas nuevas limitaciones. La idea deun gens, o clan, que incorporaba a todos los presuntosdescendientes de un mismo linaje (o más bien a todoscuantos se unían en un solo grupo) evolucionó, y elmatrimonio dentro del clan quedó totalmente prohibido.Continuó siendo «comunal», pero la esposa o el esposodebía ser tomada o tomado de otro clan. Y cuando ungens se volvía demasiado numeroso, y se subdividía en

Page 127: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

varios gens, cada uno de ellos estaba dividido en clases(por lo general cuatro), y sólo era permitido el matrimo-nio entre ciertas clases bien definidas. Esa es la etapa quehallamos hoy entre los australianos que hablan kamilaroi.En cuanto a la familia, sus primeros gérmenes aparecie-ron en medio de la organización de clanes. Al principiouna mujer capturada en una guerra contra algún otro clanpasaba a pertenecer a todo el gens, pero en un períodoposterior su captor ya pudo conservarla para él, bajo cier-tas obligaciones con la tribu. Se le permitía llevarla a unachoza aparte, pero sólo después de ella haberle pagadoalgún tributo al clan, y se constituía así una familia dis-tinta dentro del gens, cuya aparición evidentemente esta-ba abriendo una fase totalmente nueva de la civilización5.

Ahora bien, si tomamos en consideración que esacomplicada organización se desarrollaba entre hombresque estaban en el grado de desarrollo más bajo conocido,y que se mantenía en sociedades que no conocían ningúntipo de autoridad que no fuese la de la opinión pública,vemos de inmediato lo hondamente arraigados que debenhaber estado los instintos sociales en la naturaleza huma-na, aún en sus etapas inferiores. Un salvaje que es capazde vivir bajo una organización como esa, y de someterselibremente a las reglas que continuamente chocan con susdeseos personales, ciertamente no es una bestia carente deprincipios éticos y no conoce freno para sus pasiones. Peroel hecho se torna más impactante aún si consideramos laantigüedad de la organización de clanes. Ahora se sabe quelos semitas primitivos, los griegos de Homero, los romanosprehistóricos, los germanos de Tácito, los antiguos celtas ylos antiguos eslavos tuvieron todos su propio período deorganización de clanes, estrechamente semejante al de los

109

Page 128: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

110

australianos, los pieles rojas, los esquimales y otros habi-tantes del «cinturón salvaje». Por consiguiente tenemos queadmitir que o bien la evolución de las leyes matrimonialessiguió las mismas líneas en todas las razas humanas, o losrudimentos de las leyes del clan se desarrollaron entre algu-nos ancestros comunes de los semitas, los arios, los poline-sios, etcétera, antes de que tuviese lugar su diferenciaciónen razas, y que esas reglas fueron mantenidas, hasta hoy,entre razas que se separaron hace largo tiempo del troncocomún. Ambas alternativas implican, sin embargo, unatenacidad igualmente impactante de la institución: una tena-cidad a la que ninguna agresión individual pudo quebrantara través de los centenares de miles de años que ha tenido deexistencia. La persistencia misma de la organización de cla-nes muestra cuán totalmente falso resulta representar a lahumanidad como una desordenada aglomeración de indivi-duos, que sólo obedecen a sus pasiones individuales y seaprovechan de su fuerza y astucia personal en contra detodos los otros representantes de la especie. El individualis-mo desenfrenado es un desarrollo moderno, y no una carac-terística de la humanidad primitiva6.

Yendo ahora a los salvajes existentes, podemos comen-zar por los bosquimanos, que están en un nivel de des-arrollo muy bajo, ciertamente tan bajo que carecen deviviendas y duermen en agujeros excavados en el suelo,ocasionalmente protegidos por algunas pantallas. Es sabi-do que cuando los europeos se establecieron en su territorioy acabaron con los ciervos, los bosquimanos empezarona robarse el ganado de los colonos, por lo que se desatócontra ellos una guerra de exterminio demasiado horren-da para ser relatada aquí. Quinientos bosquimanos fueronmasacrados por la Alianza de Granjeros en 1774, tres mil

Page 129: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

111

en 1808 y 1809, y así. Fueron envenenados como ratas,muertos por cazadores que les tendían emboscadas anteel cadáver de algún animal, asesinados cada vez que setopaban con ellos. Así que nuestro conocimiento de losbosquimanos, proveniente principalmente de los mismosque los exterminaron, es necesariamente limitado. Peroaún así sabemos que cuando llegaron los europeos losbosquimanos vivían en pequeñas tribus (o clanes) que aveces se confederaban; que acostumbraban cazar encomunidad, y se dividían la presa sin pelearse; que nuncaabandonaban a sus heridos, y evidenciaban un fuerteafecto por sus camaradas. Liechtenstein tiene una histo-ria muy conmovedora acerca de un bosquimano casi aho-gado en un río que fue rescatado por sus compañeros. Sedespojaron de sus pieles para cubrirlo, y tiritaban de frío;lo secaron, lo frotaron ante la fogata, y le untaron el cuer-po con grasa calentada hasta volverlo a la vida. Y cuandoen Johan van der Walt hallaron a un hombre que los tra-taba bien, expresaron su agradecimiento mediante unaenternecedora fidelidad hacia él. Burchell y Moffat lospresentan como seres de buen corazón, desinteresados,leales y agradecidos, cualidades todas que sólo pudierondesarrollarse si se les practicó dentro de la tribu. En cuantoa su amor por los niños, baste decir que cuando un europeodesea asegurar como esclava a una mujer bosquimana leroba el hijo: es seguro que la madre aceptará la esclavitudpara compartir la suerte del muchacho.

Los mismos hábitos sociales caracterizan a los hoten-totes, que están más desarrollados apenas que los bosqui-manos. Lubbock los describe como «los animales másinmundos». E inmundos son, verdaderamente. Una pielcolgada al cuello y raída por el uso hasta caerse a pedazos

Page 130: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

constituye toda su vestimenta; sus chozas son unos cuan-tos palos ensamblados y cubiertos con esteras y ningunaclase de mobiliario dentro. Y aunque tienen bueyes y ove-jas, y parecen haber conocido el uso del hierro antes dehaber hecho contacto con los europeos, ocupan aún unode los grados más bajos en la escala humana. Y sin em -bargo quienes los han conocido alaban altamente su so -ciabilidad y su buena disposición para ayudarse los unosa los otros. Si se le da algo a un hotentote, de inmediatolo divide entre todos los presentes, un hábito que, comoes sabido, impactó mucho a Darwin cuando lo observó enlos fueguinos. El hotentote no puede comer solo, y aun-que esté hambriento llamará a todos los que pasen ante élpara compartir su comida. Y cuando Kolben les expresósu sorpresa ante ese proceder, la respuesta que recibiófue: «Esa es la costumbre hotentote». Pero no es la cos-tumbre solamente hotentote: se trata de un hábito casiuniversal entre los «salvajes». Kolben, que conocía muybien a los hotentotes y no dejaba pasar en silencio ningu-no de sus defectos, no podía ser más elogioso respecto asu moralidad tribal. Él escribió: «La palabra dada essagrada», también «No saben nada de la corrupción y lasmalas artes de Europa». «Viven en gran tranquilidad yrara vez guerrean contra sus vecinos». Son «todo amabi-lidad y bondad unos con otros. (…) Uno de los grandesplaceres de los hotentotes ciertamente consiste en hacer-se obsequios y favores entre ellos mismos». «La integri-dad de los hotentotes, su rigor y celeridad en el ejerciciode la justicia, y su pureza, son cosas en las que aventajana la mayoría de las naciones del mundo»7.

Tachart, Barrow y Moodie confirman a plenitud el tes-timonio de Kolben. Permítaseme solamente señalar que

112

Page 131: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

cuando Kolben escribió que «ellos son, ciertamente, elpueblo más amistoso, más liberal y más benevolente paracon el otro que haya aparecido jamás sobre la tierra» for-muló una frase que a partir de allí ha venido apareciendoconstantemente en las descripciones de los salvajes.Cuando se topaban por primera vez con razas primitivas,los europeos solían hacer una caricatura de sus vidas; perocuando un hombre inteligente ha permanecido entre ellospor un período más prolongado, generalmente los descri-be como la raza «más amable» o «más gentil» sobre la tie-rra. Exactamente esas mismas palabras les han sido apli-cadas a los ostyak, los samoyedos, los esquimales, losdayak, los aleutas, los papúes, y demás, por las celebrida-des más encumbradas. Recuerdo haberlas leído aplicadastambién a los tunguses, los tchuktchis, los sioux y variosotros. La frecuencia misma de ese alto encomio ya dicemuchísimo por sí sola.

Los nativos de Australia no están en un nivel de desarro-llo superior al de sus hermanos surafricanos. Sus chozastienen iguales características; muy a menudo la únicaprotección contra los fríos vientos la constituyen unas sim-ples pantallas. Son sumamente indiferentes para con lo quecomen: devoran cadáveres horriblemente putrefactos, yrecurren al canibalismo en tiempos de escasez. Cuando loseuropeos los descubrieron por primera vez sólo tenían herra-mientas de piedra o hueso, y del más tosco aspecto. Algunastribus ni siquiera tenían canoas y no conocían el trueque. Perocuando fueron estudiados concienzudamente sus modales ycostumbres se comprobó que vivían bajo la compleja organi-zación de clanes que mencioné en página precedente.

El territorio que habitan por lo general está distribui-do entre los gens o clanes diferentes; pero los territorios

113

Page 132: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

114

de caza y pesca de cada clan son tenidos en común, ytanto el producto como los implementos de la caza y lapesca le pertenecen a todo el clan. Las comidas se hacenen común. Como muchos otros salvajes, respetan ciertasregulaciones en cuanto las temporadas en que se puedenrecolectar ciertas gomas y yerbas. En cuanto a su morali-dad en general, lo mejor que podemos hacer es transcri-bir las respuestas que les diera Lumholtz, un misioneroque residió en North Queensland, a las preguntas de laSociedad Antropológica de París8:

El sentimiento de amistad es conocido entre ellos, y esfuerte. Por lo común apoyan a los débiles, y tambiénlos enfermos son bien atendidos, jamás los abandonan olos rematan. Esas tribus son caníbales, pero muy raravez se comen a miembros de su propia tribu (cuandoson inmolados por principios religiosos, supongo); sólose comen a los extraños. Los padres aman a sus hijos,juegan con ellos y los miman. El infanticidio recibe elrepudio general. Los ancianos son muy bien tratados, ynunca se les da muerte. Sin religión, ni ídolos, nada másel temor a la muerte. Matrimonio polígamo. Las quere-llas que se presentan dentro de la tribu son solventadasmediante duelos con escudos y espadas de madera. Sinesclavos; sin cultivos de ninguna especie; sin alfarería;sin vestimenta, salvo por un delantal que a veces llevanlas mujeres. El clan constituido por doscientos indivi-duos, divididos en cuatro clases de hombres y cuatro demujeres; matrimonio permitido solamente dentro de lasclases normales, y nunca dentro del gens.

Page 133: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

115

Sobre los papúes, estrechamente cercanos a los ante-riores, tenemos el testimonio de G.L. Bink, quien perma-neció en Nueva Guinea, principalmente en Geelwink Bay,desde 1871 hasta 1883. He aquí lo esencial de sus res-puestas al mismo cuestionario9:

Son sociables y joviales; se ríen mucho. Más retraídosque atrevidos. La amistad es relativamente fuerte entrepersonas pertenecientes a diferentes tribus, y más fuer-te aún dentro de la tribu. A menudo un amigo paga ladeuda del otro, y está estipulado que este último se larepondrá sin intereses a los hijos del que presta. Cuidande los enfermos y los ancianos; éstos nunca son aban-donados, y en ningún caso se les da muerte, salvo que setrate de un esclavo enfermo durante largo tiempo. Aveces se comen a los prisioneros de guerra. Los hijosson muy mimados y queridos. Matan a los prisionerosde guerra viejos o débiles; los demás son vendidoscomo esclavos. No tienen ni religión, ni dioses, ni ído-los, ni autoridad reconocida; el más anciano de la fami-lia es el juez. En caso de adulterio se paga una multa, yparte de lo cancelado va a la negoria (la comunidad). Latenencia de la tierra es comunal, pero la cosecha le per-tenece a quien sembró. Tienen alfarería y conocen eltrueque, y es costumbre que el tratante les entregue lamercancía, y entonces ellos regresan a sus casas pararegresar trayéndole la mercancía nativa que él exigió; sino es posible conseguir esta última la mercancía euro-pea es devuelta10. Son cazadores de cabezas, y cuandolo hacen ponen en marcha la venganza de sangre. «A veces»,dice Finsh, «el caso es remitido al rajá de Namototte, que locierra imponiendo una multa».

Page 134: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

116

Cuando se les trata bien, los papúes son muy amables.Miklukho-Maclay desembarcó en la costa oriental deNueva Guinea, seguido de un solo hombre, y permaneciópor dos años entre tribus reportadas como caníbales hastaque debió dejarles muy a su pesar. Regresó de nuevo parapermanecer otro año más entre ellos, y nunca tuvo unconflicto del cual quejarse. Lo cierto es que su regla fueno decir jamás —bajo ningún pretexto— nada que nofuese cierto, ni hacer ninguna promesa que no pudieracumplir. Esas pobres criaturas, que ni siquiera sabencómo encender fuego, y lo mantienen con sumo cuidadoen sus chozas, viven bajo su comunismo primitivo, sinjefe alguno; y dentro de sus aldeas no sostienen peleasque valga la pena comentar. Trabajan en común, justo lonecesario para conseguir el alimento del día; crían a susniños en común; y por las noches se engalanan lo más lla-mativamente que pueden, y danzan. Como todos los sal-vajes, les encanta la danza. Cada aldea tiene su barla, obalai —la «casa grande», longue maison o «grande mai-son» para los solteros, para los encuentros sociales y parala discusión de los asuntos comunes— de nuevo unacaracterística común para la mayoría de los habitantes delas islas del Pacífico, los esquimales, los pieles rojas, ydemás. Grupos enteros de aldeas están en términos amis-tosos, y se visitan las unas a las otras en bloc.

Lamentablemente, las venganzas de sangre entre lasaldeas no son raras. Pero no como consecuencia de «aba-rrotamiento del área» o «dura competencia» y parecidasinvenciones de un siglo mercantil, sino principalmentecomo consecuencia de la superstición. Tan pronto comoalguien cae enfermo, sus amigos y sus parientes se reú-nen y deliberan acerca de quién pudo ser el causante de

Page 135: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

la enfermedad. Toman en consideración a todos los posi-bles enemigos, cada uno expone sus disputas menudas, yfinalmente descubren la causa real. Un enemigo de laaldea vecina ha hecho el daño, y se decide efectuar unaincursión contra esa aldea. Por consiguiente, las incursio-nes por venganzas de sangre son bastante frecuentes,incluso entre las aldeas de la costa, ni qué decir entoncesde los montañeses caníbales que son considerados verda-deros brujos y enemigos, aunque, cuando se les conocede cerca resultan ser exactamente la misma clase de genteque sus vecinos de la costa11.

Se podrían escribir muchas páginas impactantes acer-ca de la armonía que prevalece en las aldeas de los habi-tantes polinesios de las islas del Pacífico. Pero ellas per-tenecen a una etapa más avanzada de la civilización. Asíque ahora deberemos tomar nuestros ejemplos del lejanonorte. Pero antes de abandonar el hemisferio sur debomencionar que hasta los fueguinos, que tan mala reputa-ción han tenido, aparecen bajo una luz mucho más posi-tiva cuando comenzamos a conocerlos mejor. Los conta-dos misioneros franceses que permanecen entre ellos «noconocen de ningún acto de violencia que denunciar». Ensus clanes, que están constituidos por 120 a 150 almas,practican el mismo comunismo primitivo que los papúes;lo comparten todo en común, y tratan muy bien a susancianos. La paz prevalece entre esas tribus.

En los esquimales y sus congéneres más afines, losthlinket, los kolosha y los aleutas, encontramos una de lasilustraciones más cercanas de lo que el hombre puedehaber sido durante la era glacial. Sus instrumentos apenasdifieren de los del hombre del paleolítico, y algunas desus tribus ni siquiera saben pescar: simplemente clavan al

117

Page 136: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

118

pescado con una especie de arpón. Conocen el uso delhierro, pero lo reciben de los europeos o lo sacan de lasembarcaciones naufragadas. Su organización social es deun tipo muy primitivo, aunque ya han salido de la etapadel «matrimonio comunal», si bien todavía con las res-tricciones de los gens. Viven en familia, pero los lazosfamiliares se rompen con frecuencia; a menudo se inter-cambian los esposos y las esposas12. No obstante, lasfamilias prosiguen unidas en clanes ¿y de qué otra forma,si no? ¿Cómo podrían sostener la dura lucha por la vidasi no asociaran estrechamente sus fuerzas? Eso hacen, ylos lazos tribales son más estrechos donde la lucha por lavida es más dura, a saber en el noreste de Groenlandia. La«casa grande» es su vivienda usual, y varias familias sealojan en ella, separadas unas de otras por pequeños tabi-ques de pieles desgarradas, con un pasadizo común en elfrente. A veces la casa tiene forma de cruz, y en ese casose mantiene un fuego encendido en el centro. La expedi-ción alemana que pasó un invierno en las proximidadesde una de esas «casas grandes» pudo constatar que «niuna sola pelea perturbó la paz, si surgió ninguna disputasobre la utilización de ese estrecho espacio» a lo largo detodo ese largo invierno. «Las reprimendas, o incluso laspalabras hirientes, son consideradas como conductasimpropias, si no se producen bajo la forma legal de unproceso, a saber, la ventilación del problema en forma decanto comunal»13. La cohabitación y la interdependenciaestrechas son suficientes para mantener siglo tras sigloese profundo respeto por los intereses de la comunidadque es característico de la vida de los esquimales. Inclusoen las grandes comunidades de esquimales, «la opiniónpública constituía el verdadero tribunal, y el castigo

Page 137: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

119

general consistía en avergonzar a los infractores a la vistade la gente»14.

La vida esquimal está basada en el comunismo. Loque se obtiene de la caza y la pesca le pertenece al clan.Pero en varias tribus, especialmente en el Oeste, bajo lainfluencia de los daneses, la propiedad privada ha pene-trado sus instituciones. Sin embargo, tienen un métodooriginal para obviar los inconvenientes que surgen de unaacumulación personal de la riqueza que pronto destruiríasu unidad tribal. Cuando un hombre se vuelve rico con-voca al pueblo de su clan a una gran festejo y, después demucho comer, distribuye toda su fortuna entre ellos. Enel río Yukon Dall vio a una familia aleonte distribuir deesa forma diez escopetas, diez trajes de piel enteros, 200collares de cuentas, numerosas mantas, diez pieles delobo, 200 castores y 500 martas. Después de eso se quitósu vestimenta de fiesta, la repartió, se puso sus viejas pie-les hechas jirones, y les dirigió unas palabras a susparientes diciéndoles que aunque ahora habían quedadomás pobres que cualquiera de los demás, se habían gana-do la amistad de todos ellos. Semejantes distribucionesde la riqueza parecen constituir un hábito regular en losesquimales, y se suceden en una estación determinada,siempre después de una exhibición de lo que se ha obte-nido durante el año15. En mi opinión esas distribucionesrevelan una institución muy antigua, contemporánea a laprimera aparición de la riqueza personal; deben haber sidoun medio para restablecer la igualdad entre los miembrosdel clan, luego de que ésta ha sido perturbada por el enri-quecimiento de unos pocos. La redistribución periódica dela tierra y el abandono periódico de todas las deudas que seha dado en los tiempos históricos en tantas razas diferentes

Page 138: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

120

(semitas, arios, etc.) debe haber sido una supervivencia deesa antigua costumbre. Y el hábito de enterrar junto con elmuerto todo cuanto le había pertenecido personalmente, ode destruirlo sobre su tumba —un hábito que encontramosentre todas las razas primitivas— debe haber tenido elmismo origen. De hecho, mientras todo lo que le perte-neció «personalmente» al difunto es quemado o destro-zado sobre su tumba, nada de lo que le pertenecía encomún con la tribu es destruido, como los botes o losimplementos de pesca comunales. La destrucción recaetan sólo sobre la propiedad no comunal. En una épocaposterior ese hábito se convierte en ceremonia religiosa:recibe una interpretación mística y es impuesto por lareligión, cuando la sola opinión pública resulta ser inca-paz de imponer su observancia general. Y, finalmente, essustituida o bien por la incineración de meros modelos delas propiedades del muerto (como en China), o simple-mente haciendo traer sus propiedades hasta la sepulturapara luego llevarlas de regreso a la casa, una vez termi-nada la ceremonia del entierro; un hábito que todavía pre-valece en los europeos en lo tocante a espadas, cruces yotros indicios de la distinción pública16.

Los elevados estándares de la moralidad tribal de losesquimales ha sido mencionada con frecuencia en la lite-ratura general. Sin embargo las observaciones siguientesacerca de las costumbres de los aleutas —muy afines a losesquimales— ilustrarán muy bien la moralidad salvajeen su conjunto. Fueron escritas después de una estanciade diez años entre los aleutas por un hombre sumamentenotable: el misionero ruso Veniaminoff. Las resumo, con-servando lo más posible sus propias palabras:

Page 139: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

121

El aguante (escribió) constituye su principal rasgo distin-tivo. Es simplemente colosal. No sólo se bañan todas lasmañanas en el mar helado, y permanecen desnudos en laplaya, inhalando el aire gélido, sino que su aguante, inclu-so para la faena dura con comida insuficiente, sobrepasatodo lo imaginable. Durante una escasez de comida pro-longada, el aleuta se preocupa primero por sus hijos; les datodo lo que consigue, mientras él se abstiene. Esto fuenotado hasta por los primeros inmigrantes rusos. Y no esque jamás roben; todo aleuta confesará haber robado algoalguna vez, pero se trata siempre de una nadería, una niña-da en el fondo. El apego de los padres por sus niños esconmovedor, aunque nunca es expresado con palabras omimos. Es difícil arrancarle una promesa a un aleuta, perouna vez que la hace la mantendrá pase lo que pase. (Unaleuta le hizo un regalo de pescado seco a Veniaminoff,que en la prisa de la partida éste dejó olvidado en la playa.Se lo llevó de vuelta a casa. La nueva ocasión para entre-gárselo al misionero era en enero; y en noviembre ydiciembre hubo gran escasez de comida en el campamen-to aleuta. Pero el pueblo hambriento nunca tocó el pesca-do, y en enero fue enviado a su destinatario). Su códigomoral es variado y severo. Se considera vergonzoso mos-trar temor ante la muerte inevitable; pedirle perdón a unenemigo; morir sin haber dado muerte alguna vez a unenemigo; ser convicto de robo; hacer zozobrar una embar-cación en puerto; tener miedo de salir al mar en tiempo detormenta; durante un largo viaje ser el primero de la par-tida en volverse inútil por la falta de comida; mostrar avi-dez durante el reparto del botín de caza, en cuyo caso cadauno le cede su propia parte para avergonzarlo; revelarle unsecreto público a la esposa; siendo dos personas en una

Page 140: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

122

expedición de caza, no ofrecerle la mejor pieza cobrada alcompañero; alardear de las hazañas propias, especialmen-te si son inventadas; increpar a alguien con desdén. Tam -bién mendigar; hacerle arrumacos a la esposa en pre-sencia de otras personas, y bailar con ella; regatear enpersona: las ventas se deben hacer siempre medianteuna tercera persona, que fija el precio. Para una mujer esuna vergüenza no saber coser, bailar y todos los tipos delabor femenina; mimar al marido y los hijos, o hastahablarle al marido en presencia de un extraño17.

Tal es la moralidad de los aleutas, que también podríaser ilustrada por sus cuentos y leyendas. Permítaseme agre-gar además que cuando Veniaminoff escribía los anteriores(en 1840), durante el último siglo en una población de60.000 personas, sólo se había cometido un asesinato, yque entre 1800 aleutas en cuarenta años no se había cono-cido ni una sola violación de la ley. Lo cual no ha de pare-cer extraño si observamos que la increpación, el menos-precio y el empleo de términos rudos son absolutamentedesconocidos en la vida de los aleutas. Incluso sus niñosjamás pelean, y nunca insultan de palabra a los demás. Lopeor que pueden decirse es «Tu madre no sabe coser», o«tu padre es ciego de un ojo»18.

Muchas características siguen siendo, sin embargo, unenigma para los europeos. El elevado desarrollo de la soli-daridad tribal y los buenos sentimientos para con los demásque animan a los pueblos primitivos podrían ilustrarse congran cantidad de testimonios confiables. Pero no esmenos cierto que esos mismos salvajes practican el infan-ticidio; y que en algunos casos abandonan a sus ancianos,y que obedecen ciegamente las reglas de la venganza de

Page 141: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

123

sangre. Debemos entonces explicar esa coexistencia dehechos que tan contradictorios con la mentalidad europease ven a primera vista. Acabo de mencionar cómo unpadre aleuta pasa hambre durante días y semanas, paracederle todo cuanto sea comestible a su hijo; y cómo unamadre bosquimana se convertirá en esclava para seguir asu niño; y podría llenar páginas enteras con ejemplos delas relaciones realmente tiernas que existen entre los sal-vajes y sus hijos. Los viajeros las mencionan continua-mente de manera incidental. Acá lee uno acerca del dulceamor de una madre; allá se ve a un padre correr desespe-radamente por la selva cargando sobre sus hombros alhijo picado por una culebra; o un misionero cuenta deldesespero de unos padres que han perdido al niño al queaños atrás habían salvado de ser inmolado al nacer; nosenteramos de que las madres «salvajes» por lo generalamamantan a sus hijos hasta los cuatro años, y que en lasNuevas Hébridas, ante la pérdida de un hijo amado espe-cialmente su madre, o una tía, se suicidará para cuidar deél en el otro mundo. Y así.

Encontramos hechos parecidos por centenares. Demanera que cuando vemos a esos mismos padres amoro-sos practicar el infanticidio estamos obligados a recono-cer que el hábito (cualesquiera puedan ser sus transfor-maciones ulteriores) tuvo su origen bajo la fuerte presiónde la necesidad, como una obligación con la tribu, y comoun medio de poder criar a los hijos ya en crecimiento.Lo normal es que los salvajes no se «multipliquen sinrestricciones», como algunos autores ingleses lo han plante-ado. Por el contrario, toman toda clase de medidas para dis-minuir el índice de natalidad. A tal efecto se imponen todauna serie de restricciones, que con certeza los europeos

Page 142: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

124

hallarían extravagantes, y son obedecidas estrictamente.No obstante ello, los pueblos primitivos no pueden criara todos sus niños. Sin embargo, se ha observado que tanpronto como logran aumentar sus medios de subsistenciaregulares, de inmediato comienzan a abandonar la prácti-ca del infanticidio. En general los padres son reacios aobedecer esa obligación, y en cuanto pueden permitírse-lo recurren a toda clase de compromisos para salvar lavida de los recién nacidos. Como muy bien lo ha señala-do mi amigo Elie Reclus, ellos inventaron los días debuena y mala suerte para los nacimientos, y exceptúan alos nacidos en los días de buena suerte; tratan de posponerla sentencia por algunas horas para entonces decir que si elniño ha vivido un día debería vivir su vida natural com-pleta. Escuchan los gritos de los pequeños que llegandesde la selva, y sostienen que escucharlos protege a latribu del infortunio; y como no poseen guarderías ni jardi-nes de infancia que se ocupen de los niños, todos seechan atrás ante la necesidad de ejecutar la cruel senten-cia; prefieren dejar abandonada a la criatura en el bosque,a arrancarle la vida con violencia. Es la ignorancia yno la crueldad la que mantiene el infanticidio: y, en vez demoralizar a los salvajes con sermones, los misioneros haríanmejor siguiendo el ejemplo de Veniaminoff, quien, a pesar desu avanzada edad, año tras año cruzaba el mar de Okhotsk enun miserable bote, o viajaba en trineos tirados por perrosentre sus tchuktchi, proporcionándoles pan e implementosde pesca. Así ha detenido realmente el infanticidio.

Lo mismo vale respecto a lo que los observadores super-ficiales describen como parricidio. Ahora vemos que elhábito de abandonar a los ancianos no está tan extendidocomo lo sostienen algunos autores. Ha sido exagerado al

Page 143: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

125

extremo, pero lo vemos ocasionalmente entre casi todos lossalvajes; y en esos casos tiene el mismo origen que el aban-dono de los hijos. Cuando un «salvaje» siente que constitu-ye una carga para la tribu; cuando cada mañana se le quitala ración de comida a un niño —y los pequeños no son tanestoicos como sus padres: ellos lloran cuando tienen ham-bre—, cuando cada día tiene que ser llevado cargado a lolargo de la playa cubierta de piedras, o por la selva virgen,sobre los hombros de los más jóvenes (no hay vehículospara los inválidos, ni indigentes que los empujen, en losterritorios salvajes), empieza a repetir lo que los campe-sinos rusos ancianos dicen todavía hoy: Tchujoi vek zaye-dayu, Pora na pokoi! («Vivo la vida de otro: ¡es hora deretirarse!»). Y se retira. Hace lo que el soldado en un casoparecido. Cuando la salvación de su destacamento depen-de de que se siga adelante, y él ya no puede moverse más,y sabe que morirá si lo dejan atrás, el soldado le pide a sumejor amigo que le haga el último favor antes de dejar elcampamento. Y el amigo, con temblorosas manos, des-carga su arma contra el cuerpo moribundo. Así hacen lossalvajes. El anciano pide morir, él mismo. Él mismoinsiste en cumplir ese último deber con la comunidad, yobtiene el consentimiento de la tribu; él cava su sepultu-ra; él invita a sus parientes a la última cena de despedida.Su padre lo hizo, ahora es su turno. Y se separa de susparientes con signos de afecto. El salvaje considera en talmedida que la muerte forma parte de sus deberes con lacomunidad, que no sólo se rehúsa a ser rescatado (comolo cuenta Moffat), sino que cuando una mujer que teníaque ser inmolada sobre la tumba de su esposo fue rescata-da por los misioneros y llevada a una isla, se escapó duran-te la noche, cruzó a nado un vasto brazo de mar y regresó

Page 144: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

126

a su tribu para morir sobre la tumba. Para ellos se ha vuel-to materia de religión. Pero los salvajes, por lo común, sontan reacios a quitarle la vida a otro si no es en combate, queninguno de ellos se dedicará a derramar sangre humana ytodos recurrirán a toda clase de estratagemas, que han sidotan erróneamente interpretadas. En la mayoría de los casosabandonan a los ancianos en el bosque, después de haber-le dejado una ración mayor de lo normal de la comida dela comunidad. Las expediciones al ártico han hecho lomismo cuando ya no pueden seguir cargando con sus cama-radas inválidos. «¡Vive unos cuantos días más! ¡Puede quevenga algún rescate inesperado!».

Cuando los hombres de ciencia de Europa Occidentalse tropiezan con casos como estos son absolutamente inca-paces de aceptarlos; no pueden vincularlos con un alto de-sarrollo de la moralidad tribal, y prefieren sembrar la dudaacerca de la exactitud de los observadores absolutamenteconfiables en lugar de tratar de explicar la existencia para-lela de los dos conjuntos de hechos: una alta moralidadtribal junto con el abandono de los padres y el infantici-dio. Pero si esos mismos europeos le contasen a un sal-vaje que personas extremadamente afables, amorosas consus propios hijos y tan impresionables que lloran cuandoven la simulación de un infortunio sobre el escenario,están viviendo en Europa a tiro de piedra de cuchitriles enlos que los niños mueren por mera falta de comida, el sal-vaje tampoco los entendería. Recuerdo cuánto intenté envano lograr que algunos de mis amigos tungu entendiesennuestra civilización del individualismo: no podían, y recu-rrieron a las sugerencias más fantásticas. El hecho es queun salvaje, criado en las ideas de una solidaridad tribal entodo, para bien y para mal, resulta tan incapaz de entender

Page 145: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

127

a un europeo «moral», que no sabe nada de esa solidaridad,como el europeo promedio es incapaz de entender al salva-je. Pero si nuestro científico ha vivido entre una tribu mediomuerta de hambre cuyos integrantes no poseen entre todosellos comida para un hombre en muchos días por delante,probablemente haya entendido sus motivos. Así también elsalvaje, de haber permanecido entre nosotros y recibidonuestra educación podría haber entendido la indiferencia delos europeos hacia nuestros vecinos, y nuestras ComisionesReales para la prevención del baby-farming [N.T. Términoutilizado a finales del siglo XIX en Inglaterra: encargarse dela crianza de un niño ajeno a cambio de dinero]. «Las casasde piedra dan corazones de piedra», dicen los campesinosrusos. Pero él tendría que haber vivido primero en unacasa de piedra.

Debemos hacer observaciones parecidas en lo que res-pecta al canibalismo. Tomando en cuenta todos los factoressacados a la luz durante una reciente controversia sobre esetema en la Sociedad Antropológica de París, y muchoscomentarios dispersos a todo lo largo de la literatura «desalvajes», estamos en la obligación de reconocer que esapráctica nació por pura necesidad, pero luego logra mayordesarrollo gracias a la superstición hasta alcanzar las pro-porciones de las islas Fiji o de México. Es un hecho que hastael día de hoy muchos salvajes se ven obligados a devorarcadáveres en el más avanzado estado de descomposición,y que en casos de escasez absoluta, algunos de ellos hantenido que desenterrar cadáveres humanos y alimentarsede ellos, incluso durante epidemias. Esos son hechos com-probados. Pero si nos transportamos a las condiciones queel hombre tuvo que encarar durante el período glacial, enun clima húmedo y frío, con poco alimento vegetal a su

Page 146: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

128

disposición; si tomamos en cuenta los terribles estragos queel escorbuto todavía hace entre los nativos subalimentados,y recordamos que la carne y la sangre fresca son los únicosrestaurativos que conoce, debemos admitir que el hombre,que anteriormente era un animal granívoro, aprendió acomer pescado durante el período glacial. En ese tiempoencontraba gran cantidad de ciervos, pero los ciervos emi-graban a menudo a las regiones árticas, y a veces abando-naban por entero a un territorio durante muchos años. Enesos casos sus últimos recursos desaparecían. Sometidos apruebas tan duras como esas, hasta los europeos han recu-rrido al canibalismo, y a él recurrieron los salvajes. En elpresente ocasionalmente devoran los cadáveres de sus pro-pios muertos: en aquel entonces deben haber devorado loscuerpos de los que tenían que morir. Los ancianos moríanconvencidos de que su muerte le prestaba un último servi-cio a la tribu. Por eso el canibalismo es representado poralgunos salvajes como de origen divino, como algo que lesfue ordenado por un mensajero proveniente del cielo. Peromás adelante perdió su carácter de necesidad, y sobreviviócomo una superstición. Había que comerse a los enemigospara heredar su valor; y, en una época más tardía aún, el ojoo el corazón del enemigo era comido con el mismo propó-sito; en tanto que en otras tribus, que ya tenían un cleronumeroso y una mitología desarrollada, se inventaron dio-ses del mal, sedientos de sangre humana, y los sacerdotesexigieron sacrificios humanos para apaciguarlos. En estafase religiosa de su existencia el canibalismo adquirió suscaracterísticas más repugnantes. México constituye un ejem-plo bien conocido. Y en Fiji, donde el rey podía comerse acualquiera de sus súbditos, también encontramos una enor-me casta de sacerdotes, una teología complicada, y un total

Page 147: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

129

desarrollo de la autocracia. Originado por la necesidad, elcanibalismo se convirtió en un período posterior en una ins-titución religiosa, y bajo esa forma sobrevivió hasta muchodespués de haber desaparecido entre las tribus que cierta-mente lo habían practicado en otros tiempos, pero no llega-ron a la etapa teocrática de la evolución. Se puede hacer lamisma observación en lo tocante al infanticidio y el aban-dono de los padres. En algunos casos también han sido con-servados como supervivencias de tiempos antiguos, comouna tradición del pasado que se guarda religiosamente.

Terminaré mis observaciones mencionado otra costum-bre que también es fuente de las más erróneas conclusiones.Me refiero a la práctica de la venganza de sangre. Todos lossalvajes están bajo la impresión de que la sangre derrama-da ha de ser vengada con sangre. Si alguien fue asesinadoel asesino debe morir; si alguien fue herido, la sangre delagresor debe ser derramada. No hay excepción para laregla, ni siquiera si se trata de animales. Así que la sangredel cazador es derramada a su regreso a la aldea cuando élha derramado la sangre de un animal. Esa es la concepciónde justicia de los salvajes, una concepción que todavía pre-valece en Europa Occidental en lo que atañe al asesinato.Ahora bien, cuando el agresor y el agredido pertenecen a lamisma tribu, la tribu y el agredido arreglan el asunto19. Perocuando el agresor pertenece a otra tribu, y por una u otrarazón esa tribu se niega a entregar una compensación,entonces la tribu agredida decide cobrar venganza porcuenta propia. Los pueblos primitivos consideran en tangran medida que los actos de cada quien constituyen asun-tos tribales, dependientes de la aprobación de la tribu, quefácilmente piensan que el clan es responsable por los actosde cada uno de ellos. Por consiguiente, la debida revancha

Page 148: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

130

puede ser cobrada en cualquier miembro del clan del ofen-sor, o entre su parentela20. Sin embargo, puede ocurrir confrecuencia que la retaliación va más allá de la ofensa.Tratando de infligir una herida, puede que maten al agresor,o herirlo más gravemente de lo que se quería, lo cual seconvierte en causa de una nueva venganza, así que los legis-ladores primitivos tuvieron mucho cuidado en exigir que laretaliación estuviese limitada al ojo por ojo, diente pordiente y sangre por sangre.

Es interesante, sin embargo, en la mayoría de los pue-blos primitivos enfrentamientos sangrientos como ésosson infinitamente menos comunes de lo que cabría espe-rar; aunque en algunos casos pueden alcanzar proporcio-nes anormales, especialmente entre los montañeses quehan sido desplazados a las tierras altas por invasores forá-neos, como los del Cáucaso, y en especial los de Borneo,los dayak. Con los dayak —se nos ha informado recien-temente— los enfrentamientos sangrientos han llegadotan lejos que un joven no puede ni casarse ni ser procla-mado adulto antes de haber cobrado la cabeza de un ene-migo. Esa práctica horrenda ha sido descrita al detalle enun libro inglés moderno21. Parece, no obstante, que esaafirmación constituye una flagrante exageración. Más aún,la «cacería de cabezas» de los dayak adquiere otro carizcuando nos enteramos de que el supuesto «cazador decabezas» no actúa en absoluto llevado por una pasión per-sonal. Actúa bajo lo que él considera una obligación moralhacia su tribu, al igual que el juez europeo, obedeciendo aese mismo principio de «sangre por sangre» evidente-mente erróneo, le entrega al verdugo el asesino condena-do. Tanto el dayak como el juez hasta podrían sentirremordimientos si el compañerismo los llevase a perdo-

Page 149: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

131

nar al asesino. Por eso los dayak, aparte de los asesinatosque cometen cuando actúan guiados por su propia con-cepción de la justicia, son descritos por todos los que losconocen como un pueblo sumamente simpático. Así, CarlBock, el mismo autor que nos ha dado tan terrible cuadrode la cacería de cabezas, escribe:

En cuanto a la moralidad, estoy obligado a asignarles a losdayak una elevada posición en la escala de la civilización.(…) Entre ellos son desconocidos el pillaje y el robo. Sonademás muy veraces. (…) Si no recibí siempre de ellos la«entera verdad», al menos sí recibí siempre únicamente laverdad. Me gustaría decir lo mismo de los malayos (pp.209 y 210).

Ida Pfeiffer corrobora plenamente el testimonio deBock. «Reconocí de un todo», escribió ella, «que deberíaestar aún más complacida de viajar entre ellos. Siemprelos hallé honestos, buenos y reservados. (…) mucho másque cualquier otra nación que yo haya conocido»22.Stoltze utiliza casi el mismo lenguaje cuando habla deellos. Por lo general los dayak tienen una sola esposa, yla tratan bien. Son muy sociables, y cada mañana el clanentero sale a pescar, cazar o recolectar, en grandes parti-das. Sus aldeas constan de grandes chozas, cada una habi-tada por una docena de familias, y a veces por varios cien-tos de personas que conviven pacíficamente. Muestran granrespeto por sus esposas, y son muy cariñosos con sus niños;y cuando alguno de ellos cae enfermo las mujeres los cui-dan por turnos. Por lo general son muy moderados en elcomer y el beber. Así es el kayak en su vida diaria real.

Page 150: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

132

Se volvería una repetición tediosa seguir dando másejemplos de la vida salvaje. Dondequiera que vayamosencontraremos los mismos hábitos sociables, el mismoespíritu de solidaridad. Y cuando nos esforzamos en pene-trar en la oscuridad de las eras pasadas encontramos lamisma vida tribal, las mismas asociaciones de los hom-bres, si bien primitivas, para el apoyo mutuo. Por consi-guiente, Darwin tenía toda la razón cuando vio en lascualidades sociales del hombre el principal factor de suevolución posterior, y sus vulgarizadores están completa-mente equivocados cuando sostienen lo contrario.

La escasa fuerza y velocidad del hombre, su carencia dearmas naturales, etc., quedan totalmente contrabalanceados,primero, por sus facultades intelectuales [que, como élseñalaba en otra página, han sido ganadas principal o inclu-so exclusivamente, para el beneficio de la comunidad]; y ensegundo término, por sus cualidades sociales, que lo llevana dar y recibir ayuda de sus compañeros23.

En el siglo anterior el «salvaje» y su «vida en estadonatural» habían sido idealizados. Pero ahora los hombresde ciencia se han ido al extremo opuesto, especialmenteporque algunos de ellos, ansiosos de demostrar el origenanimal del hombre, pero sin estar familiarizados con losaspectos sociales de la vida animal, comenzaron a cargaral salvaje de toda clase de rasgos «bestiales» imagina-bles. Es evidente, sin embargo, que tal exageración resul-ta hasta más acientífica que la idealización de Rousseau.El salvaje no es un ideal de virtud, mas tampoco un idealdel «salvajismo». Pero el hombre primitivo posee unacualidad, trabajada y mantenida por las necesidades mis-

Page 151: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

133

mas de su dura lucha por la vida: identifica su propiaexistencia con la de su tribu; y sin esa cualidad la huma-nidad nunca habría alcanzado el nivel que ha alcanzado.

Los pueblos primitivos, como ya hemos dicho, identi-fican hasta tal grado sus vidas con la de la tribu, que cadauno de sus actos, por insignificante que sea, es conside-rado un asunto tribal. Todo su comportamiento está nor-mado por una serie de reglas de propiedad no escritas queson el fruto de su experiencia en común de lo que esbueno o malo, es decir, beneficioso o perjudicial para supropia tribu. Por supuesto, los razonamientos sobre los queestán basadas esas reglas de propiedad resultan a vecesabsurdos al extremo. Muchos de ellos son originados en lasuperstición; y, en suma, en todo cuanto el salvaje hace, élno logra ver sino las consecuencias inmediatas de susactos; no puede prever sus consecuencias indirectas o ulte-riores, mas con ello simplemente exagera un defecto queBentham les reprochaba a los legisladores civilizados.Pero, absurdo o no, el salvaje obedece las prescripcionesde la ley común, por inconveniente que ella pueda ser. Lasobedece incluso más ciegamente de lo que el hombre civi-lizado obedece las prescripciones de la ley escrita. Su leycomún es su religión, su propia manera de vivir. En sumente siempre está presente la idea del clan, y la auto-rrestricción y el autosacrificio en interés del clan se pre-sentan a diario. Si el salvaje ha infringido una de las máspequeñas reglas tribales, su condena es la burla de lasmujeres. Si la infracción es grave, es torturado día ynoche por el temor de haber atraído una calamidad sobre sutribu. Si ha herido accidentalmente a alguien de su propioclan, y cometido así el peor de los crímenes, se siente abso-lutamente miserable; huye a la espesura y está listo para

Page 152: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

134

cometer suicidio, a menos que la tribu lo absuelva infligién-dole un dolor físico y derramando algo de su propia sangre.Dentro de la tribu todo es compartido en común; cada por-ción de comida se divide entre todos los presentes; y si elsalvaje está solo en la espesura no empieza a comer sinantes haber proferido dos o tres veces en alta voz unainvitación a compartir su comida para cualquiera quepudiese escucharla.

En resumen, dentro de la tribu el «uno para todos» es lanorma suprema, en la medida en que la familia por separa-do no haya roto aún la unidad tribal. Pero esa regla no seextiende a los clanes o tribus de la vecindad, ni siquieracuando se han aliado para protección mutua. Cada tribu oclan constituye una unidad por separado. Igual que entre losmamíferos y las aves, el territorio se halla repartido irregu-larmente entre tribus separadas y, excepto en tiempos deguerra, las fronteras se respetan. Al entrar en territorio delos vecinos se debe mostrar que no se traen malas intencio-nes. Mientras más ruidosamente se anuncie la llegadamayor confianza se gana. Y quien entra a una casa debedepositar su hacha en la entrada. Pero ninguna tribu está enla obligación de compartir su comida con las demás: puedehacerlo o no. Por consiguiente la vida del salvaje está divi-dida en dos conjuntos de acciones, y se presenta bajo dosaspectos éticos diferentes: las relaciones dentro de la tribu ylas relaciones con los foráneos. Y (al igual que nuestra legis-lación internacional) la ley «intertribal» difiere ampliamen-te de la ley común. Por consiguiente, en caso de guerra lascrueldades más repulsivas se pueden considerar comootros tantos intentos por conquistar la admiración de latribu. Esa doble concepción de la moralidad transcurre a lolargo de la evolución de la humanidad, y se mantiene hasta

Page 153: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

135

nuestros días. Los europeos hemos realizado algún progre-so —no inmenso, en todo caso en la erradicación de esadoble concepción de la épica; pero hay que decir tambiénque si bien hemos ampliado en cierta medida nuestrasideas acerca de la solidaridad —en teoría, al menos—hasta abarcar la nación, y en parte también a otras nacio-nes, hemos reducido los límites de la solidaridad dentrode nuestras propias naciones, y hasta dentro de nuestraspropias familias.

La aparición de una familia por separado dentro delclan necesariamente perturba la unidad establecida. Unafamilia por separado significa propiedad y acumulación deriqueza por separado. Vimos cómo los esquimales obvianesos inconvenientes; y constituye uno de los estudios demayor interés rastrear en el transcurrir de las épocas lasdiferentes instituciones (la comunidad de aldea, gremios,etc.) mediante las cuales las masas se esforzaron por man-tener la unidad tribal, a pesar de las fuerzas que actuabanpara romperla. Por otra parte, los primeros rudimentos delconocimiento que aparecieron en una época extremada-mente remota, cuando se les confundía con la brujería, tam-bién se convirtieron en un poder, en manos de un indivi-duo, que podía ser empleado en contra de la tribu. Fueronguardados cuidadosamente en secreto, y transmitidos tansólo a los iniciados, en las sociedades secretas de brujos,chamanes y sacerdotes que encontramos entre todos lossalvajes. En esa misma época las guerras y las invasionescrearon la autoridad militar, y también castas de guerre-ros, cuyas asociaciones o círculos adquirieron grandespoderes. Sin embargo, en ningún período de la vida delhombre las guerras fueron el estado de existencia normal.Mientras los guerreros se exterminaban entre sí, y los

Page 154: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

136

sacerdotes celebraban sus masacres, las masas continuabanviviendo la vida diaria, proseguían su faena cotidiana. Yseguirle el trazo a esa vida de las masas constituye uno delos estudios más interesantes; estudiar los medios gracias alos cuales mantuvieron su organización social propia, queestaba basada en sus propias concepciones de la equidad, laayuda y el apoyo mutuos; en una palabra, de la ley común,incluso cuando fueron sometidas a la teocracia más feroz ola autocracia del Estado.

NOTAS

1. Nineteenth Century, febrero de 1888, p. 165.2. los antropólogos que suscriben las opiniones anteriores respecto al

hombre sugieren, a veces, que los simios viven en familias políga-mas, bajo el liderazgo de un «macho fuerte y celoso». Yo no sé hastaqué punto esa afirmación está basada en observaciones concluyen-tes. Pero el pasaje de Vida de los animales, de Brehm, al que se hacereferencia a veces, difícilmente puede ser considerado como muyconclusivo. aparece en su descripción general de los monos, perosus descripciones más detalladas de especies por separado o lo con-tradicen o no lo confirman. incluso al referirse a los cercopitecos,Brehm es afirmativo cuando dice que ellos «casi siempre viven enbandadas, y rara vez en familias» (edición francesa, p. 59). en cuan-to a otras especies, el propio número de integrantes de sus bandadas,que contienen siempre muchos machos, hacen que la «familia polí-gama» resulte más que dudosa. evidentemente es necesaria mayorinformación.

3. esa extensión del manto de hielo es admitida por la mayoría de los geó-logos que han estudiado especialmente la era glacial. la investigacióngeológica rusa ya ha aceptado esa visión en lo que a rusia respecta, yla mayoría de los geólogos alemanes la sostienen en lo tocante aalemania. la glaciación de la mayor parte de la planicie central deFrancia no tardará en ser reconocida por los geólogos franceses,cuando le presten mayor atención a todos los sedimentos glaciales.

4. Bachofen, Das Mutterrecht, Stuttgart, 1861; lewis H. Morgan, AncientSociety, or Researches in the Lines of Human Progress from Savagerythrough Barbarism to Civilization, nueva York, 1877; J.F. Mac

Page 155: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

lennan, Studies in Ancient History, 1ª serie, nueva edición, 1886; l.Fison y a.W. Howitt, Kamilaroi and Kurnai, Melbourne. esos cua-tro escritores —como muy acertadamente ha observado giraudTeulon— partiendo de diferentes hechos y diferentes ideas genera-les, han llegado a una misma conclusión. a Bachofen le debemos lanoción de la familia materna y la sucesión materna; a Morgan el sis-tema de parentesco malayo y turano, y un esquema muy talentoso delas fases principales de la evolución humana; a Maclennan, la ley dela exogenia, y a Fison y Howitt, el cuadro o esquema de las socieda-des conyugales en australia. los cuatro terminan por establecer elmismo hecho del origen tribal de la familia. Cuando Bachofen atra-jo por primera vez la atención hacia la familia materna, en su obraepocal, y Morgan describió la organización de clan, y ambos coinci-dieron en la extensión casi general de esas formas y en sostener quelas leyes matrimoniales estaban en la base misma de los pasos con-secuenciales de la evolución humana, fueron acusados de exagera-ción. Sin embargo, las investigaciones más acuciosas proseguidasdesde entonces por una falange de estudiosos de leyes antiguas hancomprobado que todas las razas de la humanidad tienen vestigios dehaber pasado por similares etapas de desarrollo de las leyes matri-moniales, como las que vemos vigentes hoy entre ciertos salvajes.Ver las obras de Post, Dargun, Kovalevsky, lubbock, y sus numero-sos seguidores: lippert, Mucke, etc.

5. Ver el apéndice Vii.6. resultaría imposible entrar aquí en el estudio a fondo del origen de las

restricciones matrimoniales. Permítaseme señalar tan sólo que existe unadivisión en grupos, similar a la de los hawaianos de Morgan, entre lasaves; los polluelos viven juntos y por separado de sus padres.Posiblemente también sea posible trazar una división parecida entre algu-nos mamíferos. en cuanto a la prohibición de relaciones entre hermanosy hermanas es más posible que haya surgido, no por especulaciones acer-ca de los malos efectos de la consanguinidad, cuyas especulaciones real-mente no parecen probables, sino para evitar la precocidad excesivamen-te fácil de esos matrimonios. Debió convertirse en necesidad imperiosabajo esa estrecha cohabitación. Debo señalar también que al estudiar elorigen de las nuevas costumbres en su conjunto debemos tener en menteque los salvajes, lo mismo que nosotros, tienen sus «pensadores» y sussavants —brujos, doctores, profetas, etc.— cuyo conocimiento e ideasestán más adelantados que los de las masas. unidos como están en susuniones secretas (otra característica casi universal) son capaces en verdadde ejercer una poderosa influencia, y de imponer costumbres cuya utili-dad puede no ser reconocida por la mayoría de la tribu.

137

Page 156: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

138

7. P. Kolben, The Present State of the Cape of Good Hope, traducido del ale-mán por el señor Medley, londres, 1731, vol. i, pp.59, 71, 333, 336, etc.

8. Bulletin de la Socié té d’Anthropologie, 1888, vol. xi. p. 652.respuestas abreviadas por mí.

9. Ibid., p. 386. respuestas abreviadas por mí.10. la práctica es igual para con los papúes de Kaimani Bay, que tienen alta

reputación de honestos. «nunca ocurre que el papú incumpla su com-promiso», dice Finsch en Neuguinea und Seine Bewohner, Bremen,1865, p. 829.

11. Izvestia, de la Sociedad geográfica rusa, 1880. pp. 161 seq. Pocoslibros de viaje brindan una mejor penetración en los detalles menu-dos de la vida diaria de los salvajes que esos pasajes tomados de loscuadernos de notas de Maklay.

12. en australia se ha visto a clanes enteros intercambiarse todas lasesposas, a fin de conjurar una calamidad. Su antídoto contra las cala-midades es aumentar la hermandad.

13. H. rink, The Eskimo Tribes, p. 26 (Meddelelser om Grö nland, vol.xi, 1887).

14. rink, loc. Cit. p. 24. los europeos, criados en el respeto al derechoromano, rara vez son capaces de entender esa fuerza de de la autoridadtribal. «De hecho», escribe el doctor rink, «no constituye la excepción,sino la regla, que los blancos que han permanecido por diez o veinteaños entre los esquimales regresen sin ningún apego verdadero a suconocimiento de las ideas tradicionales sobre las que se basa su estadosocial. el hombre blanco, trátese de un misionero o de un traficante, seaferra a su opinión dogmática de que el más vulgar de los europeos esmejor que el más distinguido de los nativos». The Eskimo Tribes, p. 31.

15. Dall lo observó en alaska, Jacobsen en ignitok, en las proximidades delestrecho de Bering. gilbert Sproat lo menciona entre los indios deVancouver; y el doctor rink, quien describe las exhibiciones periódicasmencionadas arriba, agrega: «la principal utilización de la acumulaciónde riqueza personal es su distribución perió dica». Menciona también(loc. cit. p. 31) «la destrucción de propiedad para el mismo propósito»(de mantener la igualdad).

16. Ver el apéndice Viii.17. Veniaminoff, Memorias relativas al Distrito de Unalashka (en ruso), 3

vols. San Petersburgo, 1840. en Alaska, de Dall, se presentan extractosdel libro en inglés. en Nature, xlii, p. 639, hay una descripción pareci-da de la moralidad de los australianos.

18. es asombroso que varios autores (Middendorff, Schrenk, o. Finsch)describieran a los ostyaks y samoyedos en casi las mismas palabras.Hasta cuando están borrachos sus peleas resultan insignificantes. «encien años se ha cometido un solo asesinato en la tundra»; «sus niños

Page 157: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

139

nunca pelean», «se puede dejar cualquier cosa en la tundra, inclusocomida y ginebra, que nadie lo tocará», y así. gilbert Sproat dice delos indios aht de la isla de Vancouver: «jamás vi una pelea entre dosnativos sobrios». «Pelarse es algo raro también entre los niños». (rink,loc. Cit.). Y así.

19. es notorio, sin embargo, que en el caso de una sentencia a muerte, nadieasumirá el rol de ejecutor. Cada uno lanza su piedra, o hiere con suhacha, evitando cuidadosamente inferir el golpe mortal. en una épocamás tardía, el sacerdote apuñalará a la víctima con un cuchillo sagrado.Y más tarde aún será el rey, hasta que la civilización invente al verdugoa sueldo. una reminiscencia de ese hábito tribal, me dice el profesor e.nys, ha sobrevivido hasta nuestros tiempos en las ejecuciones militares.a mediados del siglo xix la costumbre era cargar los rifles de los docesoldados convocados para el fusilamiento del condenado con once car-tuchos cargados y uno sin carga. Como los soldados nunca sabían cuálde ellos tenía este último, cada quien podía consolar su conciencia ator-mentada pensando que él no había sido uno de los asesinos.

20. en África, y en todas partes, constituye un hábito vastamente extendi-do que si se ha cometido un robo, el clan más cercano tiene que resti-tuir el equivalente del objeto robado y después ellos mismo buscar alculpable.

21. Ver Carl Bock, The Head-Hunters of Borneo, londres, 1881. Sin em-bargo, sir Hugh law, quien fue durante largo tiempo gobernador deBorneo, que la «cacería de cabezas» descrita en ese libro está burda-mente exagerada. en resumen, mi informante habla de los dayak en losmismos términos favorables que ida Pffeifer. Permítaseme agregar queMary Kingsley habla en su libro sobre África occidental en iguales tér-minos favorables de los fans, que anteriormente habían sido represen-tados como los más «terribles caníbales».

22. ida Pfeiffer, Meine zweite Weltrieze, Viena, 1856, vol. i, pp. 116 seq.Ver también Müller y Temminch, Dutch Possesions in ArchipelagicIndia, citado por elisée reclus en Gé ographie Universelle, xiii.

23. Descent of Man, 2ª ed., pp. 63, 64.

Page 158: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 159: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

CAPÍTULO IV

AYUDA MUTUA ENTRE LOS BÁRBAROS

Las grandes migraciones. Se hace necesaria una nueva organiza-ción. La comunidad de aldea. Trabajo comunal. Procedimientojurídico. Ley intertribal. Ejemplos de la vida de nuestros contem-poráneos. Buryates. Cabilas. Montañeses del Cáucaso. Troncosafricanos. Las Américas.

No es posible estudiar la humanidad primitiva sin dejarseimpresionar profundamente por la sociabilidad que hademostrado desde sus primeros pasos en la vida. En losrestos de la edad de piedra más primitiva y los de la tar-día, se encuentran vestigios de las sociedades humanas, ycuando pasamos a observar a los salvajes cuyas formasde vida son todavía las del hombre del neolítico, losvemos estrechamente vinculados por una organización declan extremadamente antigua que les permite combinarsus fuerzas individualmente débiles, para disfrutar de lavida en común y progresar. El hombre no constituye unaexcepción en la naturaleza. También se sujeta al granprincipio de la ayuda mutua, que les garantiza las mejo-res oportunidades de sobrevivir a los que mejor se apoyenlos unos a los otros en la lucha por la vida. A esas con-clusiones llegamos en los capítulos precedentes.

Sin embargo, en cuanto entramos en una etapa de lacivilización más elevada, y nos encontramos ante una his-toria que ya tiene algo que referirnos acerca de esa etapa,nos dejan atónitos las luchas y conflictos que ella revela.Los antiguos nexos parecen haber sido rotos por completo.

Page 160: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

142

Vemos luchar troncos contra troncos, tribus contra tribus,individuos contra individuos, y en medio de esa contiendaentre fuerzas hostiles, a la humanidad dividida en castas,esclavizada por los déspotas, separada en Estados siem-pre dispuestos a librar la guerra entre ellos. Y, con esahistoria de la humanidad entre las manos, el filósofo pesi-mista concluye triunfante que la guerra y la opresiónconstituyen la esencia misma de la naturaleza humana;que los instintos belicosos y predadores del hombre sólopueden ser refrenados dentro de ciertos límites por unaautoridad fuerte que imponga la paz, y les conceda así alos contados más nobles una oportunidad para prepararleuna vida mejor a la humanidad en los tiempos por venir.

Y sin embargo, en cuanto revisamos más de cerca lavida cotidiana del hombre durante ese período histórico—como lo han hecho recientemente muchos pacientesestudiosos de las instituciones más primitivas— se nosrevela de inmediato bajo un aspecto muy distinto. Dejandoa un lado las ideas preconcebidas de la mayoría de los histo-riadores y su pronunciada predilección por los aspectos dra-máticos de la historia, vemos que los propios documentosque ellos escudriñan habitualmente son los que exageran laparte de la vida humana dedicada a las luchas y subesti-man su disposición pacífica. Los días brillantes y solea-dos se pierden de vista ante los huracanes y las tormen-tas. Incluso en nuestros propios tiempos, los registrosnegativos que les preparamos a los futuros historiadores,en nuestra prensa diaria, nuestros tribunales, nuestros ofi-cios gubernamentales, y hasta en nuestras ficciones y poe-mas padecen de igual unilateralidad. Le entregan a la pos-teridad las descripciones más minuciosas de cada guerra,cada batalla y escaramuza, cada enfrentamiento y acto de

Page 161: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

143

violencia, cada tipo de padecimiento individual; perodifícilmente dejan alguna evidencia de los incontablesactos de apoyo mutuo y devoción que cada uno de nos-otros conoce por experiencia propia; difícilmente tomannota de lo que constituye la esencia misma de nuestravida diaria: nuestros instintos y costumbres sociales. Noes de extrañar, entonces, que los registros del pasado fue-sen tan imperfectos. Los analistas de antaño nunca deja-ban de hacer la crónica de las lamentables guerras y cala-midades que desolaban a sus contemporáneos; pero no leprestaban ninguna atención a la vida de las masas, aun-que las masas solían principalmente afanarse en trabajaren paz mientras los menos se dedicaban a la guerra. Lospoemas épicos, las inscripciones en los monumentos, lostratados de paz, casi todos los documentos históricoscomparten la misma característica: se ocupan de la rup-tura de la paz, no de la paz misma. Por lo tanto, el mejorintencionado de los historiadores pinta inconcientementeun cuadro distorsionado de los tiempos que se empeña endescribir; y para restaurar la proporción real entre el con-flicto y la unión estamos ahora obligados e entrar en unanálisis concienzudo de los miles de pequeños hechos yvagas indicaciones preservadas por accidente en los res-tos del pasado; a interpretarlos con el auxilio de la etno-logía comparada; y, después de haber escuchado tantoacerca de lo que solía dividir a los hombres, reconstruirpiedra por piedra las instituciones que solían unirlos.

Antes habrá que reescribir una larga historia sobre nue-vas líneas, que tome en cuenta esas dos corrientes de lavida humana y estime el papel jugado por cada una enla evolución. Pero mientras tanto, nos aprovecharemos delinmenso trabajo preparatorio hecho recientemente con

Page 162: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

144

miras a la restauración de las características predominan-tes de la segunda corriente, tan ignorada. Podemos tomarde los períodos mejor conocidos de la historia algunosejemplos de la vida de las masas, a fin de indicar el papeljugado por el apoyo mutuo durante esos períodos; y alhacerlo (en aras de la brevedad) dispensarnos de retroce-der hasta la antigüedad egipcia, e incluso la griega y laromana. Porque de hecho la evolución de la humanidadno ha tenido el carácter de una serie ininterrumpida. Envarias oportunidades la civilización llegó a su fin en unaregión dada, con una raza dada, para comenzar otra vezen cualquier otra parte y entre otras razas. Pero a cadanuevo inicio recomenzó con las mismas instituciones clá-nicas que hemos visto entre los salvajes. De manera quesi tomamos el último reinicio de nuestra propia civiliza-ción, cuando comenzó de nuevo en los primeros siglos denuestra era, entre aquellos a quienes los romanos llama-ron los «bárbaros», tendremos toda la escala de la evolu-ción, comenzando con los gens y terminando con las ins-tituciones de nuestra propia época. Las páginas quesiguen estarán dedicadas a esos ejemplos.

Los hombres de ciencia no se han puesto de acuerdoen torno a las causas que hace unos dos mil años atraje-ron hacia Europa naciones enteras del Asia, resultando engrandes migraciones de bárbaros que le pusieron fin alImperio Romano de Occidente. Sin embargo, al geógrafose le sugiere naturalmente una causa cuando contempla lasruinas de ciudades populosas en los desiertos de AsiaCentral, o sigue los viejos cauces de ríos hoy desaparecidosy el amplio contorno de lagos reducidos en la actualidad altamaño de meras lagunas. Es el desecamiento: un deseca-miento muy reciente, que aún continúa a una velocidad que

Page 163: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

145

antes no estábamos preparados para admitir1. Contra eso elhombre era impotente. Cuando los habitantes de MongoliaNoroccidental y el Turquestán Oriental notaron que el agualos abandonaba, no les quedó otro camino que bajar hastalos vastos valles que conducen a las tierras bajas, y despla-zar hacia el Oeste a los habitantes de las llanuras2. Troncosy troncos se arrojaron así hacia Europa, obligando a otrostroncos a desplazarse y redesplazarse al Este y al Oeste a lolargo de siglos, en busca de nuevos hábitats más o menospermanentes. Durante esas migraciones las razas se estu-vieron mezclando entre sí, aborígenes con emigrantes, arioscon ural-altayanos; y no habría de qué extrañarse si las ins-tituciones sociales que los habían mantenido unidos en suspaíses natales se hubiesen derrumbado por completo duran-te la estratificación de razas que tuvo lugar en Europa yen Asia. Pero no se derrumbaron: simplemente sufrieron lamodificación requerida por las nuevas condiciones de vida.

Los teutones, los celtas, los escandinavos, los eslavos ydemás, estaban en estado de organización social transicio-nal cuando comenzaron a hacer contacto con los romanos.Las uniones de clanes, basadas en un origen común real osupuesto, los había mantenido juntos durante miles de añosseguidos. Pero esas uniones podían responder a sus propó-sitos sólo en tanto que no se tratase de familias por separa-do dentro del gens o clan. Sin embargo, por causas yamencionadas dentro de los clanes se había ido desarro-llando, lenta pero perseverantemente, la familia patriarcalpor separado y a la larga ello significaba evidentementela acumulación individual de riqueza y poder, y la transmi-sión hereditaria de ambos. Las frecuentes migraciones delos bárbaros y las guerras consiguientes sólo aceleraron ladivisión de los gens en familias por separado, mientras la

Page 164: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

146

dispersión de los troncos y su fusión con extranjeros brin-daba singulares facilidades para la definitiva desintegraciónde las uniones que estuviesen basadas en el parentesco. Así,los bárbaros estuvieron en una posición en la que o veíancómo se disolvían sus clanes en agregaciones de familiaspoco cohesionadas, de las cuales las más ricas, especial-mente si con la riqueza combinaban funciones sacerdotaleso reputación militar, lograban imponerles su autoridad a lasdemás; o bien hallaban otra forma de organización nuevabasada en algún principio igualmente nuevo.

Muchos troncos no tuvieron la fuerza necesaria pararesistirse a la desintegración: se fragmentaron y se perdie-ron para la historia. Pero los más vigorosos no se desinte-graron. Salieron del desastre con una nueva organización—la comunidad de aldea— que los mantuvo unidos du rantelos siguientes mil quinientos años o más. Se elaboró laconcepción de un territorio común, bajo propiedad o pro-tección de los esfuerzos comunitarios, y ocupó el lugar delas concepciones del origen común en desaparición. Losdioses comunes perdieron gradualmente su carácter deancestros y se les dotó de un carácter territorial local. Seconvirtieron en los dioses o santos de una localidad dada;se identificó a «la tierra» con sus habitantes. En lugar dela consanguinidad de antaño se desarrollaron las unionesterritoriales, y esa nueva organización evidentementeofrecía muchas ventajas bajo las circunstancias que sedaban. Reconocía la independencia de la familia y hastala enfatizaba, y la comunidad de aldea declinaba todo dere-cho a interferir en lo que ocurría en el interior del entornofamiliar; le concedía mucha mayor libertad a la iniciativapersonal; en principio no era hostil a la unión entre perso-nas de distinta ascendencia, y al mismo tiempo mantenía

Page 165: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

147

la necesaria cohesión de acción y pensamiento, mientrasseguía siendo lo bastante fuerte como para oponerse a lastendencias de dominación de las minorías de magos,sacerdotes y guerreros profesionales o distinguidos. Enconsecuencia se convirtió en la célula primigenia de laorganización futura, y en muchas naciones la comunidadde la aldea ha conservado ese carácter hasta hoy.

Hoy se reconoce, y muy pocos intentan refutarlo, que lacomunidad de la aldea no constituyó un rasgo específico delos eslavos, ni siquiera de los antiguos teutones. Prevalecióen Inglaterra durante los tiempos tanto de los sajones comode los normandos, y sobrevivió parcialmente hasta el siglopasado3; estuvo en el fondo de la organización social deEscocia, Irlanda y Gales antiguas. En Francia la posesióncomunal y el reparto comunal de la tierra arable por laasamblea general de los aldeanos se mantuvo desde losprimeros siglos de nuestra era hasta los tiempos deTurgot, que halló demasiado «ruidosas» esas asambleas ypor eso las abolió. Sobrevivió al dominio romano enItalia, y revivió luego de la caída del imperio. Fue lanorma con los escandinavos, los eslavos, los fineses (enla pittäyä y, probablemente, también en la kihlakunta), loscoures y los lives. La comunidad de aldea en la India —delpasado y del presente, tanto en los arios como en los noarios)— es bien conocida gracias a las obras trascendenta-les de sir Henry Maine; y Elphinstone la ha descrito entrelos afganos. La encontramos también en el oulous mongol,el thaddart cabila, la dessa javanesa, la kota o tofa malaya,y bajo una variedad de nombres en Abisinia, el Sudán, enel interior de África, en nativos de ambas Américas, en todaslas grandes y pequeñas tribus de los archipiélagos delPacífico. En resumen, no sabemos de ninguna raza humana

Page 166: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

148

o nación que no haya tenido su período de comunidades dela aldea. Ese sólo hecho desmiente la teoría según la cual lacomunidad de aldea habría sido un desarrollo servil. Esanterior a la servidumbre, e incluso el sometimiento servilresultó impotente para romperla. Fue una fase universal dela evolución, un resultado natural de la organización clánicacon todos esos troncos, al menos, que han jugado, o juegantodavía, algún papel en la historia. Se trató de un creci-miento natural, por consiguiente no era posible una unifor-midad absoluta en su estructura. Por lo general, fue unaunión entre familias que se consideraba tenían un ascen-diente común y poseían determinado territorio en común.Pero en el caso de algunos troncos, y bajo ciertas circuns-tancias, las familias solían hacerse muy numerosas antes deque se desprendieran nuevos retoños en forma de nuevasfamilias; cinco, seis o siete generaciones continuaban vivien-do bajo el mismo techo, o dentro del mismo recinto, pose-yendo en común la vivienda mancomunada y el ganado, yrealizando sus comidas ante el hogar común. Mantenían enese caso lo que se conoce en etnología como la «familia indi-visa» o la «casa familiar indivisa», que todavía vemos en todaChina, en la India, en la zadruga del sur de Eslavonia, y halla-mos ocasionalmente en África, en América, en Dinamarca,en la Rusia del Norte y en el occidente de Francia4. En otrostroncos, o en otras circunstancias aún no bien especificadas,las familias no alcanzaron las mismas proporciones; los nie-tos, y ocasionalmente los hijos dejaban la casa familiar tanpronto como contraían matrimonio, y cada uno iniciaba unanueva célula por cuenta propia. Pero indivisas o no, agrupa-das o dispersas en los bosques, las familias se manteníanunidas en comunidades de la aldea; varias aldeas se agrupa-ban en tribus; y las tribus se unificaban en confederaciones.

Page 167: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

149

Tal fue la organización social que se desarrolló entre los lla-mados «bárbaros» cuando empezaron a establecerse más omenos permanentemente en Europa.

Fue necesaria una larga evolución antes de que losgens o clanes reconocieran la existencia por separado deuna familia patriarcal en una choza por separado; peroincluso aún después de que eso había sido reconocido elclan, por lo general, ignoraba cualquier herencia de pro-piedad personal. Las pocas cosas que hubieran podidopertenecerle personalmente al individuo o bien eran des-truidas sobre su tumba o bien enterradas con él. La comu-nidad de la aldea, por el contrario, reconocía a cabalidadla acumulación privada de riqueza dentro de la familia ysu transmisión hereditaria. Pero la riqueza se concebía tansólo en forma de bienes muebles, incluidos el ganado, losutensilios, las armas y la casa de habitación que —«comotodas las cosas que pueden ser destruidas por el fuego»—pertenecían a la misma categoría. En cuanto a la propiedadprivada de la tierra, la comunidad de la aldea no reconocíanada por el estilo, ni podía hacerlo, como por lo generaltampoco la reconoce hoy. La tierra era propiedad en comúnde la tribu, o del tronco en su conjunto, y la propia comu-nidad de la aldea poseía su parte del territorio tribal hastatanto la tribu no exigiese una redistribución de las parce-las de la aldea. El despejado de las zonas boscosas y eldesmonte de las tierras llanas era hecho en su mayor partepor las comunidades, o al menos por el trabajo mancomu-nado de varias familias —siempre con el consentimiento dela comunidad— y cada familia mantenía la parcela quehabía desbrozado por un término de cuatro, doce o veinteaños, y vencido ese término era tratada como parte de la tie-rra arable poseída en común. La propiedad privada, o la

Page 168: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

150

posesión «para siempre» resultaba tan incompatible conlos principios mismos y las concepciones religiosas de lacomunidad de la aldea como lo era con los principios delgens; así que se requirió de una prolongada influencia delderecho romano y la iglesia cristiana, que aceptó muypronto los principios romanos, para acostumbrar a los bár-baros a la idea de que la propiedad privada de la tierra eraposible5. Pero aunque dicha propiedad o posesión por untiempo ilimitado fuese reconocida, el dueño de un terrenopor separado seguía siendo copropietario de las tierras bal-días, las selvas y los pastizales. Además, como vemos con-tinuamente, en especial en la historia de Rusia, cuando unaspocas familias, actuando por separado, habían tomado pose-sión de alguna tierra perteneciente a tribus que eran tratadascomo extranjeras, muy pronto se unificaban y constituíanuna comunidad de aldea que en la tercera o cuarta genera-ción comenzaba a declarar su comunidad de origen.

Toda una serie de instituciones, heredadas en parte delperíodo clánico, se desarrollaron sobre esa base de la pro-piedad común de la tierra durante la larga sucesión desiglos que se necesitaron para poner a los bárbaros bajoel dominio de los estados organizados sobre el modeloromano o bizantino. La comunidad de aldea no era sola-mente una unión para garantizarle a cada quien su partejusta de la tierra comunal, sino también una unión para elcultivo comunal, para el apoyo mutuo en todas las formasposibles, para la protección contra la violencia, y para unmayor desarrollo del conocimiento, los nexos nacionalesy las concepciones morales; y cualquier cambio en losprocedimientos jurídicos, militares, educativos o econó-micos tenían que ser decididos en las asambleas de laaldea, la tribu o la confederación. Al constituir una pro-

Page 169: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

151

longación del gens, la comunidad heredó todas sus fun-ciones. Fue la universitas, la mir, un mundo en sí mismo.

Cazar en común, pescar en común y el cultivo encomún de los huertos o las plantaciones de árboles fruta-les era la regla en los antiguos gens. En las comunidadesde las aldeas de los bárbaros la agricultura en común seconvirtió en la regla. En verdad, el testimonio directo deese efecto es escaso, y en la literatura de la antigüedadsólo tenemos los testimonios de Diodoro y Julio César enrelación con los habitantes de las islas Lípari, uno de lastribus celtíberas y otro de los suavos. Pero no falta la evi-dencia que compruebe que algunas tribus teutonas, losfrancos y los antiguos escoceses, irlandeses y galesespracticaban la agricultura en común. En lo que se refierea las últimas supervivencias de la misma práctica, simple-mente resultan incontables. Incluso en la Francia perfecta-mente romanizada el cultivo en común era habitual haráunos veinticinco años en el Morbihan (Bretaña). El antiguocyvar galés, o arado en conjunto, así como el cultivo encomún de la tierra destinada al uso del santuario de la aldeaeran muy comunes entre las tribus del Cáucaso de menorcontacto con la civilización, y hechos similares son de ocu-rrencia diaria entre los campesinos rusos. Más aún, es bienconocido que muchas tribus de Brasil, Centroamérica yMéxico solían cultivar sus campos en común, y el mismohábito está ampliamente difundido entre algunos malayos,en Nueva Caledonia, en varios troncos negros, y así. Enresumen, la agricultura comunal es tan habitual en muchostroncos arios, ural-altayanos, mongoles, negros, pielesrojas, malayos y melanesios que podemos considerarla unaforma universal —aunque no la única posible— de agricul-tura primitiva.

Page 170: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

152

Sin embargo, el cultivo comunal no implica necesaria-mente el consumo comunal. Ya bajo la organización clá-nica vemos con frecuencia que cuando regresan a la aldealos botes cargados de frutos o peces, la comida que traenes dividida entre las cabañas y las «casas grandes» habi-tadas por varias familias o por los jóvenes, y es cocinadaaparte en cada hogar por separado. El hábito de comer enun círculo más reducido de parientes o asociados, preva-lece así en un período primitivo de la vida en clan. Y seconvirtió en la regla de la comunidad de aldea. Hasta lacomida criada o cultivada en común se dividía usualmen-te entre las viviendas, luego de que parte de ella habíasido reservada para el uso comunal. Sin embargo, la tra-dición de las comidas comunales se mantuvo religiosa-mente viva; en cada oportunidad que se presentara, comola conmemoración de los antepasados, las festividadesreligiosas, el inicio y el fin de la actividad agrícola, losnacimientos, matrimonios y funerales eran aprovechadospara reunir a la comunidad para una comida en común.Incluso en nuestros días ese hábito, tan conocido en nues-tro país como «la cena de la cosecha», será el último endesaparecer. Por otra parte, incluso ya hacía mucho tiem-po que los campos habían dejado de ararse y sembrarseen común, todavía quedaba, y continúa quedando, unavariedad de trabajo agrícola para ser ejecutado por lacomunidad. Parte de la tierra comunal se sigue cultivan-do en muchos casos en común, bien en provecho de losnecesitados, o para restituir las existencias de las reservascomunales, o para utilizar la producción en las festivida-des religiosas. Los canales de irrigación son excavadosy reparados en común. Los prados comunales son sega-dos por la comunidad; y la vista de una comunidad rusa

Page 171: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

153

segando un prado —los hombres rivalizando entre ellosen su avance con la hoz, mientras las mujeres vuelcan elpasto segado y van haciendo montones— constituye unode los espectáculos más inspiradores; muestra lo quepodría y debería ser el trabajo humano. El heno, de serese el caso, es dividido entre las viviendas por separado,y es evidente que nadie tiene derecho a tomar heno delalmiar de un vecino sin su permiso; pero la limitación deesta última regla entre los ossetes del Cáucaso es muyinteresante. Cuando canta el cuco para anunciar la llega-da de la primavera, y que pronto el pasto cubrirá de nuevolos prados, todo aquel que lo necesite tiene derecho atomar del almiar de un vecino el heno que quiera para suganado. Los antiguos derechos comunales son así reafir-mados, como para demostrar cuán contrario resulta a lanaturaleza humana el individualismo sin freno.

Cuando el viajero europeo desembarca en alguna peque-ña isla del Pacífico y al divisar a lo lejos un grupo de pal-meras camina en esa dirección, le asombra descubrir que laspequeñas aldeas están conectadas por caminos pavimenta-dos por grandes losas, muy confortables para los nativosdescalzos y bien parecidos a los «caminos viejos» de lasmontañas suizas. Los «bárbaros» trazaron caminos comoesos por toda Europa, y hay que haber viajado por paísesinhóspitos, escasamente poblados, muy lejos de las vías decomunicación principales, para darse cuenta a cabalidad delinmenso trabajo que tienen que haber realizado las comuni-dades de los bárbaros para poder conquistar el yermo bos-coso y pantanoso que era Europa hace unos dos mil años.Familias aisladas, desprovistas de utensilios, y débiles comoeran, no hubieran podido conquistarla. El yermo los hubie-se vencido. Sólo las comunidades de las aldeas, trabajando

Page 172: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

154

en común, pudieron dominar los bosques bravíos, las ciéna-gas hundidizas y las estepas interminables. Los caminosrudimentarios, los pontones, los puentes de madera arras-trados por el invierno y reconstruidos después de las inun-daciones primaverales, los cercados y las empalizadas de lasaldeas, las fortificaciones de tierra y las pequeñas torresdiseminados por el territorio: todo eso fue obra de las comu-nidades de los bárbaros. Y cuando una comunidad crecía ennúmero solía desprender un nuevo retoño. Surgía una nuevacomunidad a cierta distancia, y paso a paso los bosques y lasestepas iban cayendo bajo el dominio del hombre. Toda laconstrucción de las naciones europeas fue ese retoñar de lascomunidades de las aldeas. Aún en nuestros días los cam-pesinos rusos, si todavía no los han abatido por completolas penurias, emigran en comunidades, y aran el suelo yconstruyen las casas en común cuando se establecen sobrelas orillas del Amur, o en Manitoba. Y hasta los ingleses,cuando comenzaron a colonizar a Norteamérica, solíanregresar al viejo sistema: se agrupaban en comunidades delas aldeas.

La comunidad de aldea fue el arma principal de losbárbaros en su ardua lucha contra una naturaleza hostil.Fue también la traba que le opusieron a la opresión porlos más astutos y los más fuertes que se hubiese podidodesarrollar fácilmente durante esos tiempos tormentosos.El bárbaro imaginario —el hombre que pelea y mata a sumero capricho— tuvo una existencia tan real como la delsalvaje «sediento de sangre». El bárbaro real estuvoviviendo, por el contrario, bajo una serie de instituciones,imbuido de consideraciones acerca de qué pudiese ser útilo perjudicial para su tribu o confederación, y esas institu-ciones fueron siendo transmitidas fervorosamente de gene-

Page 173: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

155

ración en generación en versos y cantos, en triadas y pro-verbios, en aforismos y enseñanzas. Mientras más los estu-diamos más reconocemos los estrechos nexos que unifica-ban a los hombres en sus aldeas. Cada pelea surgida entredos individuos era tratada como asunto comunal, inclusolas palabras ofensivas que se pudiesen haber proferidodurante una riña eran consideradas como una ofensa contrala comunidad y sus ancestros. Tenían que ser reparadas conindemnizaciones tanto al individuo como a la comunidad.Y si un enfrentamiento terminaba en trifulca y heridas,aquél que sólo estuvo viendo y no se interpuso, era tratadocomo si él mismo hubiese sido el heridor6.

El procedimiento jurídico estaba imbuido del mismoespíritu. Toda disputa era llevada primero ante mediadoreso árbitros, y eso casi siempre le ponía fin, pues los árbitrosjugaban un papel muy importante en la sociedad bárbara.Pero si el caso era demasiado grave como para ser arregla-do de esa manera, se llevaba ante la asamblea general, queestaba obligada a «dar con la sentencia» y pronunciarla enforma condicional; es decir: «estará obligado a tal indem-nización, si se comprueba el agravio». Y el agravio teníaque ser comprobado o desestimado por seis o doce per-sonas que confirmaban o negaban el hecho bajo jura-mento. Se recurría a la ordalía en caso de contradicciónentre los dos cuerpos de jurados. Ese procedimiento, quese mantuvo en vigor por más de dos mil años seguidos,dice muchísimo por sí solo: muestra lo estrechos que eranlos nexos entre todos los miembros de la comunidad. Laúnica amenaza posible era que la comunidad pudiesedeclarar proscrito al que se negase a aceptar el veredicto,pero hasta tal amenaza era recíproca. El que quedase des-contento con la asamblea podía declarar que abandonaría

Page 174: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

156

la tribu para marcharse a otra, una amenaza definitivamen-te terrible, pues le traería toda clase de infortunios a la tribuque pudiese haber sido injusta con uno de sus miembros7.La rebelión contra una decisión justa del derecho consuetu-dinario era simplemente «inconcebible», como muy bien loha expresado Henry Maine, porque en aquellos tiempos«la ley, el precepto moral y el hecho» eran inseparables8. Laautoridad moral de la comunidad era tan grande que toda-vía en una época muy posterior, cuando las comunidades dela aldea se sometieron al señor feudal mantuvieron suspoderes jurídicos. Sólo le permitieron al señor, o su comi-sionado, «dar» con la sentencia condicionada que ya vimos,en concordancia con el derecho consuetudinario al que élhabía jurado apegarse y recaudar para sí la multa (la fred)que antes percibía la comunidad. Pero por mucho tiempo, siel propio señor seguía siendo copropietario del terreno bal-dío de la comunidad, en lo asuntos comunales se sometía alas decisiones de ésta. Noble o eclesiástico, tenía que some-terse a la asamblea. Wer daselbst Wasser und Weid genusst,muss gehorsan sein: «Quien aquí disfrute del derecho al aguay al pasto debe obedecer», era el antiguo dicho. Incluso cuan-do los campesinos se convirtieron en siervos del señor, ésteestaba en la obligación de comparecer ante la asamblea cuan-do ellos lo requerían9.

En sus concepciones de la justicia los bárbaros eviden-temente no diferían mucho de los salvajes. Mantenían tam-bién la idea de que un homicidio tenía que ser seguido porla muerte del homicida; que las heridas debían ser castiga-das con heridas equivalentes, y que la familia agraviadaestaba en la obligación de hacer que se cumpliese la sen-tencia del derecho consuetudinario. Se trataba de un debersagrado, un deber para con los antepasados, que había de

Page 175: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

157

ser cumplido a plena luz del día, nunca en secreto, y dadoa conocer a todos. Por eso los pasajes más inspirados detodas las sagas y la poesía épica son los que glorifican loque se suponía era justicia. Los dioses mismos participa-ban prestando ayuda. Sin embargo, el rasgo predominantede la justicia bárbara es, por una parte, la intención de limi-tar el número de personas que pudiesen involucrarse enuna venganza de sangre y, por otra, extirpar la idea de lasangre por sangre y herida por herida, sustituyéndola por elsistema de la indemnización. Los códigos bárbaros —queeran recopilaciones de normas del derecho consuetudinariopuestas por escrito para el uso de los jueces— «permitíanen principio, luego estimulaban y finalmente imponían»la indemnización en lugar de la venganza. Sin embargo, laindemnización ha sido totalmente malinterpretada porquienes la han representado como una multa, y como unaespecie de carte blanche concedida a los ricos para hacercuanto les viniera en gana. La indemnización monetaria(wergeld), que era totalmente diferente a la multa o fred10,resultaba habitualmente tan elevada para todo tipo de agra-vios activos que ciertamente disuadía de cometerlos. Encaso de homicidio, por lo general, excedía la totalidad de laposible fortuna del homicida. «Dieciocho veces dieciochoreses» es la indemnización para los ossetes, que no sabencontar más allá de dieciocho, mientras que para las tribusafricanas alcanza a las 800 reses o 100 camellos con suscrías, o 416 ovejas para las tribus más pobres. En la granmayoría de los casos no había forma de pagar la indemni-zación monetaria, de manera que el homicida no tenía másrecurso que solicitarle a la familia agravada, en arrepenti-miento, que lo adoptase. Todavía hoy, en el Cáucaso, cuan-do las venganzas de sangre llegan a su fin, el agraviante

Page 176: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

158

toca con sus labios el pecho de la mujer más vieja de latribu y se convierte en «hermano de leche» de todos loshombres de la familia agraviada11. En varias tribus afri-canas debe entregar en matrimonio a su hija, o a su her-mana, a alguien de la familia; en otras tribus se le conde-na a casarse con la mujer a la que ha hecho viuda; y entodos los casos se convierte en un miembro de la familiacuya opinión es tomada en cuenta en todos los asuntosfamiliares importantes12.

Lejos de actuar con indiferencia por la vida humana, losbárbaros, por el contrario, no sabían nada de los horrorososcastigos introducidos en una época posterior por el derecholaico y el canónico bajo la influencia romana y bizantina.Porque si el código sajón admitía la pena de muerte conbastante liberalidad, incluso para los incendiarios y los asal-tantes, los demás códigos bárbaros la sentenciaban exclusi-vamente en casos de traición a su propia gente y de sacrile-gio contra los dioses de la comunidad, como único mediode apaciguarlos.

Todo esto, como podemos ver, está muy lejos de lasupuesta «disipación moral» de los bárbaros. Por el contra-rio, no podemos más que admirar los principios profunda-mente morales elaborados dentro de las comunidades delas aldeas primitivas que hallaron su expresión en las tria-das galesas, en las leyendas sobre el rey Arturo, en loscomentarios de la ley brehon, en las leyendas antiguasalemanas y tantos otros, o encontrar su expresión todavíaen las máximas de los bárbaros modernos. En su intro-ducción a El relato de Burnt Njal, George Dasent resumeasí con toda propiedad las cualidades de un normando, taly como aparecen en las sagas:

Page 177: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

159

Cumplir con lo que se presente ante él abiertamente, comoun hombre, sin temor a los enemigos, las fieras, o la muer-te; (…) ser libre y valeroso en todos sus actos; ser gentil ygeneroso con sus amigos y parientes; ser estricto e in-flexible con sus enemigos [los que están bajo la lex talio-nis], pero comportarse incluso con ellos como es debido.(…) No ser el que rompe la tregua, ni el de las habladurí-as, ni el calumniador. No decir nada en contra de ningúnhombre que no se atrevería a decírselo en su propia cara. Nocerrarle la puerta a nadie que venga a tocarla en procura dealimento o de refugio, aunque se trate de un enemigo13.

Similares o hasta mejores principios impregnan la poe-sía épica y las triadas galesas. Actuar «de acuerdo con lanaturaleza benigna y los principios de la equidad» sinmirar si se trata de enemigos o de amigos, y «reparar eldaño» constituyen los deberes más elevados del hombre;«el mal es la muerte, el bien la vida» exclama el poetalegislador14. «El mundo se volvería un desastre si los con-venios hechos de palabra no se honrasen», dice la ley bre-hon. Y el apacible chamán mordoviano, luego de alabar lasmismas cualidades, agregará además en sus principios delderecho consuetudinario que «entre vecinos la vaca y elcubo de ordeñar se tienen en común»; que «la vaca hay queordeñarla para uno y para el que pudiese pedir leche»; «elcuerpo de un niño queda rojo de los azotes, pero el rostrodel que lo azota enrojece de vergüenza»15; y así sucesiva-mente. Se podrían llenar muchas páginas con principiosparecidos expresados y seguidos por los «bárbaros».

Hay otro rasgo de las comunidades de las aldeas que mere-ce atención especial es la ampliación gradual del círculo delos hombres integrado por los sentimientos de solidaridad.

Page 178: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

160

No solamente las tribus se unieron en troncos, sino que a suvez los troncos, aun siendo de diferente origen, se juntaronen confederaciones. Algunas uniones fueron tan estrechasque, la de los vándalos por ejemplo, después de que partede su confederación se marchó al Rin y más tarde pasó aEspaña y a África, respetó por cuarenta años seguidos lasdemarcaciones y las aldeas abandonadas de sus confedera-dos, y no tomaron posesión de ellas hasta que los enviadosno garantizaron que aquellos no tenían intención de retor-nar. En otros bárbaros el suelo era cultivado por una partedel tronco, mientras la otra parte combatía dentro o más alláde las fronteras del territorio común. En cuanto a las alian-zas entre varios troncos, fueron muy habituales. Los sicam-brios se unieron con los queruscos y los suevos, los cuadoscon los sármatas; los sármatas con los alanos, los carpios ylos hunos. Más adelante vemos también desarrollarsegradualmente en Europa la concepción de nación, muchoantes de que en cualquier parte del continente ocupadopor los bárbaros se hubiese originado algo parecido a unEstado. Sin embargo, a esas naciones —pues es imposi-ble negarle el nombre de nación a la Francia Merovingia,o a la Rusia de los siglos XI y XII— sólo las mantenía uni-das la comunidad de lengua y el acuerdo tácito entre laspequeñas repúblicas de tomar sus caudillos de entre unasola familia en especial.

Las guerras eran ciertamente inevitables; toda migra-ción significa guerra. Pero sir Henry Maine ya ha demos-trado a plenitud en su notable estudio del origen tribal delderecho internacional que «El hombre nunca ha sido tanferoz o tan estúpido como para someterse a un mal comola guerra sin algún tipo de esfuerzo para evitarla», y haexpuesto cuán abrumadoramente grande es «la cantidad

Page 179: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

161

de antiguas instituciones que muestran las huellas de unaintención de cerrarle el paso a la guerra, o de proporcio-nar alguna alternativa para ella»16. En realidad el hombreestá tan lejos del ser amante de la guerra que se suponesea, que una vez que los bárbaros se habían establecidoperdían tan rápidamente los propios hábitos bélicos quemuy pronto se veían obligados a depender de caudillosespecializados seguidos por scholae o bandas de guerre-ros, a fin de protegerse de posibles invasores. Preferíanlaborar en paz a hacer la guerra, y es el propio carácter apa-cible del hombre la causa de la especialización del oficio deguerrero, especialización que con el tiempo terminó en laservidumbre y en todas las guerras del «período estadal» enla historia humana.

La historia tiene grandes dificultades para devolver a lavida a las instituciones de los bárbaros. A cada paso el his-toriador se tropieza con algún vago indicio que él es inca-paz de explicar con la única ayuda de sus propios docu-mentos. Pero una potente luz ilumina al pasado en cuantonos referimos a las instituciones de las muy numerosas tri-bus que todavía viven bajo una organización social casiidéntica a la de nuestros ancestros bárbaros. Aquí simple-mente se nos presenta la dificultad de escoger, porque lasislas del Pacífico, las estepas de Asia y las llanuras de Áfri-ca constituyen verdaderos museos históricos que contienenespecímenes de todas las posibles etapas intermedias porlas que ha pasado la humanidad, al remontar desde los genssalvajes hasta la organización estadal. Examinemos, pues,unos cuantos de esos especímenes.

Si tomamos las comunidades de las aldeas de los bur-yates mongoles, en especial los de la estepa de Kudinsk enel Alto Lena que han evadido mejor la influencia rusa,

Page 180: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

162

tendremos una buena representación de los bárbaros enestado transicional entre la ganadería y la agricultura. Esosburyates viven aún en «familias indivisas»; es decir, queaunque cada hijo al casarse se va a vivir en una cabañaaparte, las cabañas de al menos tres generaciones permane-cen dentro del mismo recinto, y la familia indivisa trabajaen común en sus campos, y es dueña en común de suviviendas y ganado mancomunadas, así como de sus «tie-rras para becerros» (pequeños espacios cercados donde seconserva el pasto tierno para alimentar a los becerros). Porlo común las comidas se hacen por separado en cada caba-ña, pero cuando se asa carne, los veinte a sesenta miembrosde la casa indivisa participan del banquete juntos. Variascasas indivisas que viven agrupadas, así como varias fami-lias pequeñas establecidas en una sola aldea —mayormenterestos de casas indivisas que se desmembraron por acciden-te— integran el oulous, o comunidad de aldea. Varios ous-lous integran una tribu; y las cuarenta y seis tribus, oclanes, de la estepa de Kudinsk están unidas en unaconfederación. Cuando la necesidad obliga, varias tribusconforman una confederación más pequeña pero más estre-chamente unida. No conocen la propiedad privada de la tierra:ésta la posee en común el oulous, o más bien la confedera-ción, y de ser necesario el la asamblea de la tribu redistribu-ye el territorio entre los diferentes oulous, o la asamblea dela confederación lo hace entre las cuarenta y seis tribus. Valela pena destacar que la misma organización prevalece entrelos 250.000 buryates de Siberia Oriental, aunque ellos hanestado bajo el dominio ruso durante tres siglos y conocenbien las instituciones rusas.

Con todo y eso, las desigualdades de fortuna se desarro-llan velozmente entre los buryates, en especial desde que el

Page 181: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

163

gobierno ruso les comenzó a conceder exagerada impor-tancia a sus taishas (príncipes) electos, a los que consideraresponsables de la recaudación de impuestos y representantesde las confederaciones en sus relaciones administrativas yhasta comerciales con los rusos. Los canales para el enri-quecimiento de unos pocos se han multiplicado, de la manocon el empobrecimiento de la gran mayoría, gracias a laapropiación de las tierras buryates por los rusos. Pero cons-tituye un hábito de los buryates, sobre todo los de Kudinsk—y un hábito es más que una ley— que si una familia haperdido su ganado las familias más ricas les dan algunasreses y caballos para que puedan recuperarse. En cuantoal necesitado que no tiene familia, le toca comer en lascabañas de sus congéneres; entra en una cabaña, tomaasiento (por derecho propio, no por caridad) junto al fue-go, y recibe su ración de una comida que siempre es divi-dida escrupulosamente en partes iguales; dormirá dondehaya cenado. Así que los rusos que conquistaron Siberiaquedaron tan impactados por las prácticas comunistas delos buryates que les dieron el nombre de bratskiye —«losfraternales»— y reportaron a Moscú: «Con ellos todo esen común; todo cuanto poseen lo comparten en común».Todavía hoy, cuando los buryates del Lena venden su tri-go, o envían a vender algo de su ganado a un carniceroruso, las familias del oulous o la tribu reúnen su trigo y suganado y lo venden todo junto. Más aún, cada oulous tie-ne su granero para préstamos en caso de necesidad, su hor-no comunal (el tour banal de las antiguas comunidadesfrancesas) y su herrero que, al igual que el herrero de lascomunidades indias, aun siendo miembro de la comunidadjamás se le paga por su trabajo dentro de ella. Tiene quehacerlo de gratis, y si emplea su tiempo libre para fabricar

Page 182: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

164

los pequeños discos de hierro cincelado y con una capa deplata que se utilizan en la nación buryate para la decoraciónde sus trajes, ocasionalmente puede venderlos a una mujerde otro clan, pero a las de su propio clan les ofrece los ador-nos como regalo. Dentro de la comunidad no está permitidovender ni comprar, y la regla es tan severa que cuando unafamilia rica contrata a un trabajador, éste tiene que ser toma-do de otro clan o de entre los rusos. Tal hábito no es exclusi-vo de los buryates; está tan vastamente difundido entre losbárbaros modernos, arios y uralaltayanos, que debió ser uni-versal entre nuestros antepasados.

Los intereses de las tribus, sus asambleas y las festivi-dades que usualmente se celebran en conexión con ellas,mantienen con vida el sentimiento de unión dentro de laconfederación. Sin embargo ese mismo sentimiento esmantenido también por otra institución, el aba, o caceríaen común, reminiscencia de un pasado muy remoto. Cadaotoño, los cuarenta y seis clanes de Kudinsk se reúnenpara esa cacería, cuyo producto es dividido entre todas lasfamilias. Además, de tiempo en tiempo se convoca unabas nacional, para reafirmar la unidad de toda la naciónburyate. En esos casos todos los clanes que están disper-sos a lo largo de cientos de kilómetros al este y el oeste dellago Baikal están en obligación de enviar sus cazadoresdelegados. Se reúnen miles de hombres, cada uno apertre-chado con provisiones para todo un mes. Todas las racionestienen que ser iguales, y por consiguiente, antes de juntarseson pesados por un anciano elegido para ese fin (siempre«a mano»: la balanza sería una profanación de la viejacostumbre). Luego de eso los cazadores se dividen en par-tidas de veinte, y las partidas salen a cazar de acuerdo conun plan bien establecido. En esos abas la nación buryate

Page 183: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

165

revive sus tradiciones épicas de los tiempos en los quepermanecía unida en una poderosa alianza. Permítasemeagregar que tales cacerías comunales son muy comunesentre los pieles rojas y los chinos de las orillas del Usuri(los kada).

En los cabilas, cuyo modo de vida ha sido tan biendescrito por dos exploradores franceses, Hanoteau yLetourneux, tenemos bárbaros todavía más avanzados enagricultura. Sus campos irrigados y abonados están bienatendidos, y en los trozos escarpados cualquier pedazo detierra disponible es trabajado a azada. Los cabilas hanpasado por muchas vicisitudes en su historia; por algúntiempo se rigieron por la ley sobre la herencia musulma-na, pero no conformes con ella volvieron hace 150 añosa la ley consuetudinaria de antaño. De acuerdo con ella,su tenencia de la tierra es de carácter mixto, y la propie-dad privada de ella coexiste con su posesión comunal.Pero todavía la base de su organización presente es lacomunidad de aldea, el thaddart, que por lo general estáconstituido por varias familias indivisas (kharoubas), quedeclaran comunidad de origen, y también por familias deextranjeros menos numerosas. Varias aldeas se agrupanen clanes o tribus (ârch); varias tribus constituyen la con-federación (thak’ebilt) y varias confederaciones puedeningresar ocasionalmente en una coalición, principalmen-te con propósitos de defensa armada.

Los cabilas no conocen otra autoridad que no sea ladjemmâa, o asamblea de la comunidad de aldea. Todos loshombres con edad para ello toman parte en ella, a cieloabierto o en una edificación especial dotada con asientos depiedra, y las decisiones de la djemmâa son evidentementetomadas por unanimidad: es decir, las discusiones continúan

Page 184: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

166

hasta que todos los presentes están de acuerdo en aceptar,o someterse a alguna decisión. La no existencia en lacomunidad de aldea de ninguna autoridad que impongalas decisiones ha sido el sistema practicado por la huma-nidad cada vez que existieron esas comunidades, y es loque todavía hoy se practica donde quiera que continúenexistiendo, es decir, para varios cientos de millones de seresen todo el mundo. La djemmâa designa sus autoridades: elanciano principal, el escribano y el tesorero; fija sus propiosimpuestos y administra el reparto de las tierras comunales,así como toda clase de trabajos de utilidad pública. Granparte del trabajo es hecho en común: los caminos, las mez-quitas, las fuentes, los canales de riego, las torres erigidaspara protegerse de los asaltantes, las cercas y demás, losconstruye la comunidad de aldea; mientras que las grandescarreteras, las mezquitas de mayor tamaño y los grandesmercados son obra de toda la tribu. Siguen existiendomuchos vestigios del cultivo en comunidad, y todavía lascasas son construidas por, o con la ayuda de, todos los hom-bres y mujeres de la aldea. Por lo común, las «ayudas» ocu-rren a diario, y continuamente se les solicita para el cultivode los campos, la cosecha, y tareas por el estilo. En cuantoal trabajo especializado, cada comunidad tiene su herrero,que disfruta de parte de la tierra comunal y trabaja para lacomunidad; en la época del arado visita las casas una poruna y repara los implementos y los arados sin esperar pagaalguna, en tanto que la construcción de arados nuevos esconsiderada una buena acción que de ninguna manerapuede ser recompensada con dinero u otra forma de salario.

Puesto que los cabilas ya poseen propiedad privada, evi-dentemente tienen ricos y pobres entre ellos. Pero comotodo pueblo que vive estrechamente unido, y sabe dónde

Page 185: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

167

comienza la pobreza, consideran que ésta constituye unaccidente que le puede ocurrir a cualquiera. «No digasque nunca vestirás los andrajos del mendigo ni irás a pri-sión» es un proverbio de los campesinos rusos. Los cabi-las lo practican, y no es posible detectar alguna diferen-cia en el comportamiento externo de los ricos y lospobres. Cuando el pobre solicita una «ayuda» el rico letrabaja en su campo, tal y como el pobre hace recíproca-mente cuando le llega su turno17. Además, las djemmâasapartan determinados huertos y campos, a veces cultiva-dos en común, para el uso de los miembros más pobres.Continúan existiendo muchas costumbres parecidas. Puestoque las familias más pobres no estarían en posibilidad decomprar carne, ésta es adquirida regularmente con el dine-ro de las multas, o los regalos a la djemmâa, o lo pagos porla utilización de los depósitos comunales de aceite de oliva,y se distribuye en partes iguales entre los que no puedencostearse la adquisición de carne. Y cuando una familiamata una oveja o un buey para su propio consumo en undía que no sea de mercado, el hecho es anunciado en lascalles por el pregonero de la aldea, para que los enfermosy las mujeres encintas puedan tomar la que quieran. Elapoyo mutuo penetra la vida de los cabilas, y si duranteun viaje al extranjero uno de ellos se encuentra con otrocabila necesitado, está en la obligación de prestarleayuda, aun a costa de su propia fortuna y vida; y si no lohace así la djemmâa del afectado por esa desatenciónpuede presentar una queja, y la djemmâa del egoísta loindemnizará de inmediato. Nos tropezamos así con unacostumbre bien conocida por los estudiosos de los gre-mios de comerciantes medievales. Todo extranjero quellega a una aldea cabila tiene derecho a alojamiento en

Page 186: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

168

invierno, y sus caballos siempre pueden pastar en las tie-rras comunales por un día entero. Pero en caso de necesi-dad puede contar con un apoyo casi sin límites. Así,durante la hambruna de 1867-68, los cabilas recibieron yalimentaron a todos los que buscaron refugio en sus alde-as, sin distinción de origen. En el distrito de Dellys, nomenos de 12.000 personas que llegaron de todas partes deArgelia, y hasta de Marruecos, fueron alimentados de esamanera. Mientras la gente moría de hambre en todaArgelia, en suelo cabileño no se produjo ni una solamuerte por esa causa. Las djemmâas, privándose hasta delo necesario, organizaron el socorro sin siquiera pedirleayuda al gobierno, o expresar la más mínima queja; loconsideraban su deber natural. Y mientras los colonoseuropeos tomaban toda clase de medidas policiales paraprevenir los robos y los desórdenes resultantes de esaafluencia de extranjeros, en el territorio de los cabilas nohizo falta por el estilo: las djemmâas no necesitaban niayuda ni protección externa18.

Sólo puedo mencionar superficialmente otros dos ras-gos muy interesantes de la vida de los cabilas; a saber, laanaya, o protección que se les presta a pozos, canales deriego, mezquitas, mercados, algunas carreteras, y así, encaso de guerra, y los Çofs. En las anayas tenemos unaserie de instituciones tanto para disminuir los males de laguerra como para prevenir conflictos. Así, el mercado esanaya, especialmente si está ubicado en una frontera y a élacuden cabilas y extranjeros. Nadie se atreve a perturbar lapaz en el mercado, y si surge un disturbio los extranjerosque han acudido al poblado donde se ubica lo sofocaninmediatamente. El camino cuesta arriba que toman lasmujeres de la aldea para ir hasta la fuente también es anaya

Page 187: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

169

en caso de guerra. Y así. En cuanto al Çof, constituye unaforma de asociación ampliamente extendida, y tienealgunas características del Bürgschaften o Gegildenmedieval, así como de las sociedades de protección mu -tua y otros varios propósitos —intelectuales, políticos ymorales— que no pueden ser satisfechos por la organiza-ción territorial de la aldea, el clan y la confederación. ElÇof no conoce de límites territoriales; recluta sus miem-bros en varias aldeas, e incluso entre extranjeros; y losprotege en todas las eventualidades posibles de la vida.Además, constituye un intento de complementar la agru-pación territorial mediante una agrupación extraterrito-rial que intenta darle expresión a las mutuas afinidadesde toda clase allende las fronteras. La libre asociacióninternacional de las preferencias y las ideas individuales,que consideramos como uno de los mejores rasgos de nues -tra propia vida, ha tenido su origen, por consiguiente, enla antigüedad bárbara.

Los montañeses de Caucasia ofrecen otro campo paraejemplos del mismo tipo sumamente instructivo. Cuandoestudió las costumbres actuales de los ossetes —sus fami-lias y comunidades indivisas y sus concepciones jurídicas—el profesor Kovalevsky, en su obra notoria Las costumbresmodernas y la ley antigua pudo seguirle las huellas paso apaso a disposiciones similares de los antiguos códigos bár-baros e incluso estudiar los orígenes del feudalismo. En otrostroncos caucásicos podemos tener algún indicio ocasional delorigen de la comunidad de aldea, en los casos en los que enlugar de ser de procedencia tribal se originó de una uniónvoluntaria entre familias de distinto origen. Tal fue el casoreciente de algunas aldeas khevsoures, cuyos habitanteshicieron el juramento de «comunidad y fraternidad»19.

Page 188: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

170

En otra región del Cáucaso, el Dhagestán, vemos des-arrollarse las relaciones feudales entre dos tribus, mante-niendo ambas al mismo tiempo sus comunidades de lasaldeas (e incluso, vestigios de las «clases» de la organi-zación tribal), lo que nos proporciona un ejemplo vivien-te de las formas que asumió la conquista de Italia y laGalia por los bárbaros. La raza vencedora, los lezghines,que han conquistado varias aldeas georgianas y tártarasen el distrito Zakataly, no las sometieron a la dominaciónde familias por separado; constituyeron un clan feudalque hoy incluye 12.000 viviendas en tres aldeas, y ejercela posesión común de no menos de veinte aldeas georgia-nas y tártaras. Los conquistadores dividieron su propiatierra entre sus clanes, y los clanes la dividieron en par-tes iguales entre las familias, pero sin interferir con lasdjemmâas de sus tributarios, que aún practican el hábitoque mencionara Julio César; a saber, la djemmâa decidecada año qué parte del territorio comunal debe ser culti-vado, y esa tierra se divide en tantas partes como familiashaya, y cada parte se distribuye por parcelas. Vale la penadestacar que aunque entre los lezguines (que viven bajoun sistema de propiedad privada de la tierra, y tenenciade siervos en común20) los proletarios constituyen unapresencia acostumbrada, son raros entre sus siervos geor-gianos, que continúan teniendo la tierra en común. Encuanto al derecho consuetudinario de los montañesescaucasianos, se parece mucho al de los longobardos o losfrancos sálicos, y varias de sus disposiciones explican enbuena medida el procedimiento jurídico de los antiguosbárbaros. Por ser de un carácter muy impresionable,hacen todo lo posible por evitar que las riñas tengan undesenlace fatal; y en el caso de los khevsoures, cuando

Page 189: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

171

revienta una pelea, se desenvainan con presteza las espa-das, pero si una mujer acude a toda prisa y arroja entre loscontendientes el lienzo con que adorna su cabeza lasespadas vuelven a sus vainas de inmediato y vuelve a rei-nar la paz. En este caso el tocado femenino es anaya. Siuna riña no es detenida a tiempo y ha terminado en homi-cidio, la indemnización monetaria es tan considerableque el agresor queda arruinado de por vida, a menos quesea adoptado por la familia agraviada; y si ha recurrido asu espada en una querella insignificante y ha infligidoheridas, pierde para siempre la consideración de sus con-géneres. En todas las disputas los mediadores toman lasartén por el mango. Seleccionan a los jueces entre losmiembros del clan —seis para los asuntos de poca monta,y entre diez y quince si son palabras mayores— y losobservadores rusos testifican la absoluta incorruptibili-dad de los jueces. Un juramento tiente tanta significaciónque a los hombres que gozan de la estima general se lesexime de hacerlos: basta con su simple afirmación. Másaún por cuanto en los asuntos de gravedad el khevsour jamásvacila en reconocer su culpabilidad (me refiero, por supues-to, al khevsour que no ha sido tocado aún por la civilización).El juramento queda reservado principalmente para casos talescomo las disputas en torno a la propiedad, que requierenalgún tipo de apreciación además de la simple aseveraciónde los hechos; y en esos casos los hombres cuya afirma-ción será decisiva en la disputa actúan con la mayor cir-cunspección. Así que ciertamente no es la ausencia dehonestidad o de respeto a los derechos de los congéneres loque caracteriza a las sociedades bárbaras del Cáucaso.

Los troncos africanos ofrecen tal inmensa variedad desociedades extremadamente interesantes que permanecen

Page 190: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

172

en todas las etapas intermedias, de la comunidad de aldeaprimitiva hasta las monarquías despóticas bárbaras, quedebo abandonar la idea de dar aquí ni siquiera los principa-les resultados de un estudio comparativo de sus institu-ciones. Baste con decir que aún bajo el despotismo máshorroroso de los reyes las comunidades de las aldeas y suderecho consuetudinario siguen siendo soberanas en unabanico de asuntos muy amplio. La ley de Estado le permi-te al rey quitarle la vida a cualquiera por simple capricho, oincluso para satisfacer su voracidad; pero el derecho con-suetudinario del pueblo sigue manteniendo la misma red deinstituciones para el apoyo mutuo que existe entre otrosbárbaros o han emitido entre nuestros ancestros. Y en cuan-to a los troncos más favorecidos por la suerte (en Bornu,Uganda, Abisinia y especialmente los bogo), algunas dispo-siciones del derecho están inspiradas en sentimientos real-mente bondadosos y sensibles.

Las comunidades de las aldeas de los nativos de ambasAméricas tienen el mismo carácter. Los tupi del Brasil fue-ron hallados habitando en «casas grandes» ocupadas porclanes enteros que solían cultivar sus campos de maíz ymandioca en común. Los arani, mucho más avanzados encivilización, acostumbraban cultivar sus campos en común;y lo mismo hacían los ukagas, que bajo su sistema decomunismo primitivo y «casas grandes» habían aprendidoa construir buenos caminos y llevar adelante una variedadde industrias domésticas, en nada inferiores a las de lostiempos medievales primitivos en Europa. Todos ellos esta-ban viviendo también bajo el mismo derecho consuetudina-rio del que hemos estado poniendo ejemplos en las páginasprecedentes. En el otro extremo del mundo encontramos elfeudalismo malayo, pero éste no ha podido erradicar la

Page 191: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

negaria, o comunidad de aldea, con su propiedad comúnde al menos parte de la tierra, y la redistribución de la tie-rra entre las varias negarias de la tribu. En los alfurus deMinahasa tenemos la rotación comunal de las cosechas;en el tronco indio de los wyandot tenemos la redistribu-ción periódica de la tierra dentro de la tribu, y el cultivode la tierra por el clan; y en aquellas zonas de Sumatradonde las instituciones musulmanas todavía no han des-truido de un todo la organización antigua, encontramos lafamilia indivisa (suka) y la comunidad de aldea (kota),que mantiene su derecho sobre la tierra, aunque parte deella haya sido desbrozada sin su autorización. Mas deciresto es decir que todos los hábitos de protección mutua yprevención de venganzas sangrientas y guerras, quehemos señalado brevemente en las páginas anteriorescomo características de la comunidad de aldea, siguenexistiendo en estos ejemplos. Y más que eso: mientrasmás a plenitud se haya mantenido la posesión comunal dela tierra mejores y más afables son los hábitos. De Stuersafirma positivamente que en todos los lugares en los quela intromisión de los conquistadores en la institución dela comunidad de aldea ha sido de menor grado, menoreshan sido las desigualdades de las fortunas y menos crue-les son las prescripciones mismas de la lex talionis; mien-tras que, por el contrario, allí donde la comunidad dealdea se ha visto totalmente quebrantada, «los habitantessufren la opresión más insoportable por parte de susgobernantes despóticos»21. Ello es absolutamente natural.Y cuando Weitz hacía el señalamiento de que los troncosque han mantenido sus confederaciones tribales están enun nivel de desarrollo más elevado y poseen una literatu-ra más rica que aquellos que han roto los viejos lazos de

173

Page 192: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

174

unión, no hacía más que destacar lo que se hubiese podi-do prever anticipadamente.

Poner más ejemplos simplemente me haría entrar entediosas repeticiones: así de sorprendentemente semejan-tes son las sociedades bárbaras bajo todos los climas yentre todas las razas. La humanidad ha venido siguiendoun mismo proceso evolutivo, con una similaridad maravi-llosa. Cuando la organización en clanes comenzó aderrumbarse, atacada como fue desde dentro por la sepa-ración de las familias y desde afuera por el desmembra-miento de los clanes que emigraban y la necesidad deaceptar el ingreso de extranjeros de ascendencia diferen-te, nació la comunidad de aldea, basada en una concep-ción territorial. Esa nueva institución, que había brotadode manera natural de la precedente —el clan— les per-mitió a los bárbaros pasar a través de un período suma-mente turbulento de la historia sin desintegrarse en fami-lias aisladas que hubiesen sucumbido en la lucha por lavida. Bajo la nueva organización se desarrollaron nuevasformas de cultivar la tierra; la agricultura alcanzó unnivel tal que gran parte de la población mundial apenasha logrado superarlo; la industria doméstica ha alcanzadoun alto grado de perfeccionamiento. La selva fue conquis-tada, el despoblado se cubrió de caminos y se llenó depequeñas colmenas humanas provenientes de las comuni-dades matrices. Se erigieron mercados y centros fortifica-dos, así como lugares para la adoración pública de las divi-nidades. Poco a poco se fueron elaborando concepciones deuna unión más amplia, extendida a troncos enteros, o varia-dos y de diferentes orígenes. Las viejas concepciones de lajusticia, que eran meramente de venganza, sufrieron lenta-mente una modificación profunda: las indemnizaciones

Page 193: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

por los agravios cometidos desplazaron a la venganza.Bajo esa organización se elaboró el derecho consuetudi-nario, que todavía dicta la ley de la vida diaria para dostercios o más de la humanidad, y también un sistema dehábitos con intención de impedir la opresión de las masaspor parte de minorías cuyos poderes aumentaban en pro-porción con las facilidades cada vez mayores para una acu-mulación privada de la riqueza. Fue ésa la nueva forma asu-mida por la tendencia de las masas al apoyo mutuo. Y elprogreso —económico, intelectual y moral— que alcanzóla humanidad bajo esa nueva forma de organización popu-lar fue tan grande, que cuando posteriormente aparecieronlos Estados, simplemente tomaron posesión, en interés delas minorías, de todas las funciones que la comunidad dealdea ya había ejercido en el interés de todos.

NOTAS

1. Innumerables trazas de lagos del posplioceno, hoy desaparecidos, seencuentran en toda Asia Central, Occidental y Septentrional. Conchasde las mismas especies que hoy hallamos en el mar Caspio están dise-minadas por toda la superficie del suelo tan al este como a medio cami-no del lago Aral, y se encuentran en depósitos recientes tan al nortecomo Kazán. Marcas de golfos del mar Caspio, anteriormente toma-das como antiguos lechos del río Amu, cruzan el territorio turcoma-no. La deducción más segura es de que se trata de oscilacionestemporales, periódicas. Pero con todo y eso el desecamiento resulta evi-dente, y progresa a una velocidad anteriormente inesperada. Incluso enlas zonas relativamente húmedas de la Siberia Suroccidental, la suce-sión de estudios confiables publicados recientemente por Yadrintseffmuestran que las aldeas se han desarrollado sobre lo que hace ochentaaños era el fondo de uno de los lagos del grupo Tchany: en tanto que otroslagos del mismo grupo, que cubrían miles de kilómetros cuadrados haráunos cincuenta años, son hoy día meras lagunas. En resumen, eldesecamiento del Asia Noroccidental avanza a una velocidad que

175

Page 194: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

176

debe ser medida en siglos, en ligar de las unidades de tiempo geoló-gicas en las que estábamos acostumbrados a expresarnos.

2. Civilizaciones enteras han desaparecido así, como lo demuestran hoylos notables descubrimientos de Dmitri Clements en el Orkhon y ladepresión de Lukchun, en Mongolia.

3. Si me acojo a las opiniones de (para nombrar tan sólo especialistasmodernos) Nasse, Kovalevsky y Vinogradov, y no a las del señor See-bohm (al señor Denman Ross habría que nombrarlo nada más a título decomplemento), no es solamente a causa del profundo conocimiento y laconcordancia en las visiones de esos tres autores, sino también por moti-vo de ser además perfectos conocedores de la comunidad de aldea,conocimiento del que carece la obra del señor Seebohm, en todo lodemás notable. La misma observación vale, en grado aún mayor, paralos elegantes escritos de Fustel de Coulanges, cuyas opiniones y vehe-mentes interpretaciones de textos antiguos quedan restringidas para elpropio consumo del autor.

4. Varias autoridades se inclinan a considerar la casa familiar indivisacomo una etapa intermedia entre el clan y la comunidad de aldea; yno hay duda de que en muchos casos las comunidades de las aldeashan sido un desprendimiento de las familias indivisas. Sin embargoyo considero que la casa familiar indivisa constituye un hecho dediferente orden. La encontramos entre los gens; o, por otra parte, nopodemos afirmar que las familias indivisas hayan existido en algúnperíodo sin pertenecer o a un gens, o a una comunidad de aldea o aun gau. En mi concepción, las comunidades de las aldeas primitivasse originaron lentamente y en forma directa de los gens y consistían,según las circunstancias raciales y locales, o bien de varias familiasindivisas o bien de familias tanto indivisas como simples, o (en el casode los nuevos poblamientos) nada más de familias simples. Si esta opi-nión fuese correcta no tendríamos derecho a establecer la serie gens,familia compuesta, comunidad de aldea, pues el segundo miembro dela serie no tendría el mismo valor etnológico de los otros dos.

5. Los escasos vestigios de propiedad privada de la tierra el período dela barbarie primitiva los encontramos en los troncos (los batavios, losfrancos de las Galias) que permanecieron por algún tiempo bajo lainfluencia de la Roma Imperial.

6. Al menos esa es la ley de los calmucos, cuya legislación consuetu-dinaria guarda muy estrecha semejanza con las leyes de los teutones,los antiguos eslavos, etc.

7. El hábito sigue estando en vigor en muchas tribus africanas y deotras regiones.

8. Village Communities, pp. 65-68 y 199.

Page 195: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

177

9. Maurer (Gesch. Der Markverfassung, parag. 29, 97) es totalmentetajante en este aspecto. Sostiene que «Todos los miembros de la comu-nidad (…) y por igual los señores seglares y clericales, así como amenudo también los copropietarios parciales (Markberechtigte) y hastalos que quedaban por fuera de sus lindes» (p.312). Esa concepción per-maneció localmente en vigor hasta el siglo xv.

10. Königswarter ha mostrado que la fred se originó de una ofrenda quehabía que realizar para apaciguar a los ancestros. Más tarde se lepagaba a la comunidad, por haberse perturbado el orden público, ypor último al juez, al rey o al señor, cuando éstos se apropiaron delos derechos de la comunidad.

11. En los shakhseven de la estepa mugana, las venganzas de sangre ter-minan siempre en matrimonio entre los dos bandos hostiles (Markoff,en un apéndice al Zapiski de la Caucasian Geogr., Soc., XIV, I, 21).

12. Post da en Afrik. Jurisprudenz, una serie de datos que ilustran lasconcepciones de equidad arraigadas entre los bárbaros africanos. Lomismo puede decirse de todas las revisiones serias del derecho con-suetudinario de los bárbaros.

13. Introducción, p. xxxv.14. Das alte Wallis, pp. 343-350.15. Maynoff, «Sketches of the Judicial Practices of the Mordovians», en

el Zapiski etnográfico de la Sociedad Geográfica Rusa, 1885, pp.236, 257.

16. Henry Maine, International Law, Londres, 1888, pp. 11-13. E. Nys,Les origins du droit international, Bruselas, 1894.

17. Para solicitar una «ayuda» o bee hay que ofrecerle alguna clase decomida a la comunidad. Me dijo un amigo caucasiano que en Georgiacuando un pobre quiere una «ayuda» le pide prestadas una o dos ove-jas a un rico para poder preparar la comida, y la comunidad aporta, ade-más de su trabajo, tal cantidad de provisiones que el pobre puede resar-cir su deuda. Entre los mordovianos existe un hábito similar.

18. Hanoteau y Letorneux, La Kabylie, II. 58. Para los mongoles rige lamisma norma que para con los extranjeros. El mongol que le ha negadosu techo a un extranjero paga una indemnización en especie por lo queéste haya podido sufrir (Bastian, Der Mensch in der Geschichte, III. 231).

19. N. Khoudadoff, «Apuntes sobre los khevsoures», el el Zapiski de laSociedad Geográfica Caucasiana, XIV. I, Tiflis, 1890, p. 68. Tambiéntomaron el juramento de no casar a las muchachas de su propiaunión, exhibiendo así poco común retorno a las viejas reglas de laorganización tribal.

20. El «equipo indiviso» es tan común entre los lezguines como entre losossetes.

21. De Stuers, citado por Waitz, v. 141.

Page 196: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 197: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

CAPÍTULO V

AYUDA MUTUA EN LA CIUDAD MEDIEVAL

Crecimiento de la autoridad en la sociedad bárbara. Servidumbre enlas aldeas. Rebelión de los pueblos fortificados: su liberación, suscartas. El gremio. Doble origen de la ciudad medieval. Jurisdicciónpropia, autoadministración. Posición honorable del trabajo. Comer-cio del gremio y de la ciudad.

La sociabilidad y la necesidad de ayuda y apoyo mutuoson partes tan inherentes de la naturaleza humana que enninguna época de la historia podemos descubrir hombresque vivieran en pequeñas familias aisladas, luchandoentre ellos por los medios de subsistencia. Por el contra-rio las investigaciones modernas, como lo vimos en losdos capítulos precedentes, demuestra que desde el co -mienzo mismo de su vida prehistórica los hombres acos-tumbraban a congregarse en gens, clanes o tribus, consti-tuidos sobre la idea de la ascendencia común y la adora-ción de los ancestros comunes. Durante miles y miles deaños esa organización mantuvo unidos a los hombresaunque no hubiese ninguna autoridad que se los impusie-se. Ello marcó la impronta de todo el desarrollo subsi-guiente de la humanidad; y cuando los nexos de la ascen-dencia común se debilitaron por las migraciones a granescala, mientras el desarrollo de la familia por separadodentro del propio clan destruía la antigua unidad de éste,el ingenio social del hombre creó una nueva forma deunión, que en principio era territorial: la comunidad dealdea. Esa institución mantuvo ahora unidos a los hombres

Page 198: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

180

por muchos siglos y les permitió un mayor desarrollo desus instituciones, atravesar algunos de los períodos másoscuros de la historia sin disgregarse en conglomeradosde familias e individuos sin mayor cohesión, dar unnuevo paso en su evolución y dar origen a un buen núme-ro de instituciones sociales secundarias, varias de las cua-les han sobrevivido hasta el presente. Debemos seguirahora los siguientes desarrollos de la misma tendencia ala ayuda mutua siempre viva. Al tomar las comunidades delas aldeas de los llamados bárbaros en la época en la que ledaban un nuevo impulso a la civilización después de lacaída del imperio romano, debemos estudiar los nuevosaspectos que asumieron los requerimientos sociales de lasmasas en la edad media, y en especial los gremios medie-vales y la ciudad medieval.

Lejos de ser las bestias belicosas con las que tan amenudo se les compara, los bárbaros de los primeros siglosde nuestra era (igual que tantos mongoles, africanos, ára-bes y demás que todavía hoy continúan en esa misma etapade barbarie) invariablemente preferían la paz a la guerra.Con excepción de unas pocas tribus que fueron arrastradasdurante las grandes migraciones hasta los desiertos olas tierras altas improductivas, y se vieron así obligadas asaquear a sus vecinos mejor favorecidos por la suerte, lagran masa de teutones, sajones, celtas, eslavos y demás, tanpronto como lograban establecerse en sus tierras reciénconquistadas regresaban a sus azadas o a sus rebaños. Loscódigos bárbaros más primitivos ya nos muestran socie-dades integradas por comunidades agrarias pacíficas, yno hordas de hombres enfrentados en la guerra. Aquellosbárbaros cubrieron el territorio de aldeas y granjas1; des-montaron las selvas, construyeron puentes sobre los torren-

Page 199: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

181

tes y colonizaron el descampado antes totalmente desha-bitado; y les dejaron las inseguras ocupaciones de la guerraa las hermandades, scholae o «compañías» de hombresarmados que se congregaban en torno a jefes temporalesy deambulaban ofreciendo su espíritu aventurero, susarmas y sus conocimientos militares para la protección depoblaciones cuyo único anhelo era ser dejadas en paz.Las bandas de guerreros iban y venían, ocupadas en susvenganzas de sangre; pero las grandes masas continuabanarando la tierra, casi sin hacer caso de sus presuntos ada-lides, siempre y cuando no interfiriesen con la indepen-dencia de sus comunidades de las aldeas. Los nuevos ocu-pantes de Europa evolucionaron los sistemas de tenenciade la tierra y cultivo de los suelos que siguen estandovigentes para cientos de millones de seres humanos; ela-boraron sus sistemas de indemnización de los agravios ensustitución de las antiguas venganzas de sangre tribales;aprendieron los primeros rudimentos de la artesanía, y sibien fortificaron sus aldeas con empalizadas o erigierontorres y fortines de tierra con los cuales contar en caso deuna nueva invasión, pronto les dejaron la tarea de defen-der esas torres y fortines a quienes hacían de la guerra suespecialización.

De modo que fue el carácter apacible mismo de los bár-baros, y ciertamente no sus supuestos instintos belicosos,la causa de su consiguiente sometimiento a los caudillosmilitares. Resulta evidente que el propio modo de vida delas hermandades armadas les brindaba más facilidadespara el enriquecimiento de las que los labradores podíanhallar en sus comunidades agrarias. Aún hoy vemos a esoshombres en armas reunirse ocasionalmente para asesinarmatabeles y robarles sus rebaños, aunque los matabeles

Page 200: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

182

sólo quieren la paz y están dispuestos a pagar un alto pre-cio por ella. Las scholae de antaño en verdad no teníanmás escrúpulos que las de nuestros días. Rebaños, hierro(que era sumamente costoso en aquella época2) y escla-vos, eran expropiados de esa manera; y aunque la mayorparte de las ganancias se derrochaban en el sitio, en aque-llos gloriosos festines de los que la poesía épica ha teni-do tanto que decir, todavía quedaba parte de las riquezasrobadas para ser empleada en incrementar la riqueza.Había grandes extensiones de tierras baldías, mas tampo-co escaseaban los hombres dispuestos a trabajarlas, si tansólo lograban obtener el ganado y los implementos nece-sarios. Aldeas enteras, arruinadas por las pestes, las pla-gas, los incendios o las incursiones de nuevos inmigran-tes a menudo eran abandonadas por sus moradores, quese marchaban a cualquier parte en busca de nuevos luga-res para habitar. Todavía lo hacen en Rusia en circunstan-cias similares. Y si algunos capitanes de hermandadesarmadas les ofrecían a los campesinos algún ganado paracomenzar de nuevo, algo de hierro para construir un arado(si no el arado mismo), su protección ante nuevas incursio-nes y cierto número de años libres de toda obligación antesde comenzar a cancelar la deuda contraída, entonces aque-llos aceptaban establecerse en esas tierras. Y cuando des-pués de una ardua lucha contra las malas cosechas, lasinundaciones y las pestes, esos pioneros comenzaban aamortizar sus deudas, caían en obligaciones serviles paracon el protector del territorio. Indudablemente que de esamanera se acumulaba la riqueza, y el poder siempre vienetras la riqueza3. Y no obstante, mientras más nos adentra-mos en la vida de aquellos tiempos, los siglos VI y VII denuestra era, más vemos que además de la riqueza y la

Page 201: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

183

fuerza militar hacía falta otro elemento para constituir laautoridad de las minorías. Ese elemento era la ley y elderecho, el deseo de las masas de mantener la paz y esta-blecer lo que ellos consideraban como justicia, lo cual lesfue dando a los caudillos de las scholae —reyes, duques,knyazes y demás— la fuerza que adquirieron definitiva-mente dos o tres siglos más tarde. La misma idea de justi-cia, concebida como la debida venganza por el daño cau-sado desarrollada en la etapa tribal, pasaba como un hiloconductor a lo largo de la historia de las subsiguientes ins-tituciones y, muy por encima incluso de las causas milita-res o económicas, se convirtió en la base sobre la que seapoyaba la autoridad de los reyes y los señores feudales.

De hecho, una de las principales preocupaciones de lacomunidad de la aldea bárbara era, y lo sigue siendo en lade nuestros bárbaros contemporáneos, ponerles un finalexpedito a las venganzas de sangre que se originaban de laconcepción de la justicia vigente en ese entonces. Cuandose presentaba una riña la comunidad interfería de inme-diato, y luego de escuchar el caso la asamblea fijaba elmonto de la compensación (wergeld) a pagar a la perso-na agraviada o a su familia y también la fred, o multa porquebrantar la paz que había que pagarle a la comunidad. Laspeleas internas se apaciguaban fácilmente de esa manera.Pero cuando estallaban venganzas de sangre entre dos tribusdiferentes, o dos confederaciones de tribus, no obstantetodas las medidas tomadas para impedirlas, la dificultadestribaba en encontrar un árbitro o juez cuya decisiónfuese aceptada por ambas partes, tanto por su imparcialidadcomo por su conocimiento de la ley antigua. La dificultadse hacía mayor aún cuando existían discrepancias entrelos derechos consuetudinarios acerca de la indemnización

Page 202: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

184

debida en los distintos casos. Por lo tanto se hizo habitualtomar al juez de entre las familias o tribus que tuviesen lareputación de apegarse la ley antigua en su forma máspura; de ser versadas en las canciones, triadas, sagas,etcétera, mediante las cuales la ley era perpetuada en lamemoria; y conservar la ley de esa manera se convirtió enuna suerte de arte, un «misterio», cuidadosamente trans-mitido de generación en generación en determinadasfamilias. Así, en Islandia y otros territorios escandinavos,en cada Allthing, o asamblea nacional, un lövsögmathrsolía recitar de memoria toda la ley para ilustrar a la asam-blea: y, como se sabe, en Irlanda había una clase especialde hombres afamados por su conocimiento de las antiguastradiciones, que por consiguiente disfrutaban de una granautoridad como jueces. Entonces, cuando los anales rusosnos cuentan que algunos troncos de la Rusia del Noroeste,movidos por el creciente desorden que se originó cuando«los clanes se alzaron contra los clanes», les solicitaron alos varingiar normandos que actuasen como sus jueces ycomandasen sus scholae de guerreros; y cuando vemosque los knyases, o duques, elegidos durante doscientosaños seguidos siempre de entre la misma familia nor-manda, no podemos más que reconocer que los eslavosconfiaban en que los normandos conocían mejor que ellosla ley que los diferentes clanes eslavos aceptaban comobuena por igual. En ese caso la posesión de las runasempleadas para la transmisión de las antiguas costumbresconstituyó una ventaja decisiva a favor de los normandos;pero en otros casos hay leves indicios de que se recurrió ala rama «más antigua» del tronco, que se suponía era larama originaria, para que proporcionase los jueces, y lasdecisiones de éstos fueron tenidas como justas4; mientras

Page 203: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

185

que en una época posterior observamos una tendenciadistinta: tomar a los jueces de entre el clero cristiano, queen ese tiempo todavía estaba apegado al principio funda-mental del cristianismo, hoy olvidado, de que la retalia-ción no constituye un acto de justicia. En esa época elclero cristiano abría las iglesias como lugares de asilopara quienes huían de las venganzas de sangre, y actua-ban voluntariamente como árbitros en los casos de crí-menes, oponiéndose siempre al antiguo precepto tribal devida por vida y herida por herida. En resumen, mientrasmás hondo penetramos en la historia de las institucionesprimitivas menos hallamos fundamento para la teoríamilitar del origen de la autoridad. Incluso el poder quemás adelante se convirtió en una fuerza tan grande deopresión parece, por el contrario, haber tenido su origenen las inclinaciones pacíficas de las masas.

En todos estos casos la fred, que con frecuencia equi-valía a la mitad de la indemnización, iba a la asamblea, ydesde tiempo inmemorial se solía invertir en obras de uti-lidad común y en la defensa. Todavía tiene el mismo des-tino (la erección de torres) entre los cabilas y ciertos tron-cos mongoles; y tenemos evidencia directa de que variossiglos más tarde las multas judiciales, en Pskov y variasciudades francesas y alemanas, se siguieron empleandopara la reparación de las murallas de la ciudad5. Así, eramuy natural que las multas se cancelasen directamente aljuez, que estaba obligado en retribución a mantener a laschola de hombres armados a los que se le confiaba ladefensa del territorio y la ejecución de las sentencias. Estose convirtió en costumbre universal en los siglos VIII y IX,incluso cuando el juez era un obispo elegido. De ese modohizo su aparición el germen de una combinación que hoy

Page 204: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

186

podríamos denominar el poder judicial y el ejecutivo.Pero las funciones del duque o rey estaban estrictamentelimitadas a esas dos funciones. No era el que regía al pue-blo —el poder supremo todavía le pertenecía a la asam-blea— y ni siquiera el que comandaba la milicia popular:cuando el pueblo acudía a las armas marchaba bajo uncomandante por separado, también electo, que no erasubordinado del rey sino igual a él. El rey era el señorsolamente de sus dominios personales. En efecto, en len-gua bárbara la palabra konung, koning o cyning, sinóni-mas del latín rex, no tenían otro significado que el delíder temporal o caudillo de una partida de hombres. Elcomandante de una flotilla de embarcaciones, o hasta deuna sola embarcación pirata, era también un konung, yhasta el presente al que comanda la pesca en Noruega sele llama Not-kong: «el rey de las redes»6. Todavía no exis-tía la veneración que se le concedió más tarde a la personadel rey, y mientras la traición al clan se castigaba con lamuerte el asesinato de un rey se podía resarcir mediante elpago de una indemnización: simplemente el rey estabavalorado por encima de un hombre libre7. Y cuando el reyKnu (o Canuto) mató a un hombre de su propia schola, lasaga lo representa convocando a sus camaradas a una thingante la cual se puso de rodillas implorando perdón. Fue per-donado, pero no hasta que aceptó pagar nueve veces lacompensación normal, de la cual un tercio le correspondióa él mismo por la pérdida de uno de sus hombres, un tercioa los parientes del asesinado y el tercero (la fred) a la scho-la. En realidad, tuvo que darse un cambio total en las con-cepciones habituales, bajo la doble influencia de la iglesiay de los estudiosos del derecho romano, antes de que la ideade la santidad se empezara a aplicar a la persona del rey.

Page 205: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

187

Sin embargo, queda fuera de la cobertura de estos ensa-yos seguir el desarrollo gradual de la autoridad más alláde los elementos que acabamos de señalar. Historiadorescomo el señor y la señora Green para Inglaterra; AugustinThierry, Michelet y Lucaire para Francia; Kaufmann, Jan s -sen, W. Arnold e incluso Nitzsch, para Alemania; Leo yBotta para Italia; Byelaeff, Kostomaroff y sus seguidorespara Rusia, y muchos otros, han contado esa historia. Hanmostrado cómo las poblaciones, una vez libres y simple-mente habiendo acordado «darle alimento» a cierta parte desus protectores gradualmente se fueron convirtiendo ensiervos de esos protectores; cómo el «encomendamiento» ala iglesia, o a un señor, se convirtió en una necesidad cos-tosa para los hombres libres; cómo el castillo de cada señory cada obispo se convirtió en nido de ladrones —en unapalabra: cómo se impuso el feudalismo— y cómo las cru-zadas, al liberar a los siervos que portaban la cruz, le dio elprimer impulso a la emancipación popular. Aquí no esnecesario volver a contar todo eso, pues nuestro objetivoprincipal es seguir el genio constructivo de las masas en susasociaciones de ayuda mutua.

En un tiempo en el que los últimos vestigios de la liber-tad bárbara parecían desaparecer, y Europa caída bajo ladominación de miles de gobernantes mezquinos, marcha-ba rumbo a la constitución de las teocracias y los Estadosdespóticos que sucedieron a la etapa de la barbarie duran-te los inicios de la civilización, o de las monarquías bárba-ras tal y como las vemos hoy en África, la vida en Europatomó otra dirección. Prosiguió siguiendo líneas similares alas que una vez tomó en las ciudades de la antigua Grecia.Con una unanimidad que parece casi incomprensible, y quepor largo tiempo no fue entendida por los historiadores, las

Page 206: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

188

aglomeraciones urbanas, incluidos los burgos de menordimensión, comenzaron a sacudirse el yugo de sus seño-res mundanos y eclesiásticos. La aldea fortificada selevantó en contra del castillo del señor, desafiándolo pri-mero, atacándolo después y destruyéndolo finalmente. Elmovimiento se expandió de lugar en lugar, involucrandoa cada población sobre la superficie de Europa, y enmenos de cien años nacieron ciudades libres en las costasdel Mediterráneo, el Mar del Norte, el Báltico, el océanoAtlántico, hasta llegar a los fiordos de Escandinavia, el piede los Apeninos, los Alpes, la Selva Negra, los Grampianosy los Cárpatos; en las llanuras de Rusia, Hungría, Francia yEspaña. En todas partes estalló la misma revuelta, con lasmismas características y pasando por las mismas etapashasta llegar a los mismos resultados. Dondequiera que loshombres hallaban, o esperaban hallar, alguna proteccióntras sus propias murallas, instituían sus «conjuraciones»,sus «fraternidades», sus «amistades», unidas bajo unasola idea y marchaban audazmente hacia una nueva vidade apoyo mutuo y libertad. Y lograron hacerlo con tantoéxito que en tres o cuatrocientos años le habían cambia-do el rostro a Europa. Cubrieron el territorio de edifica-ciones hermosas y suntuosas, que expresaban el genio delas uniones libres de los hombres libres, y no han podidoser igualadas en su belleza y expresividad; y les legarona las generaciones venideras todas las artes, todas lasindustrias, de las cuales nuestra civilización actual contodos sus logros y promesas para el futuro, no es más queun desarrollo ulterior. Y cuando vemos hoy las fuerzas queprodujeron esos grandes resultados, las encontramos noen el genio de los héroes individuales, ni en la todopode-rosa organización de los enormes Estados o la capacidad

Page 207: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

189

política de sus gobernantes, sino en la mismísima corrien-te de la ayuda y el apoyo mutuos que vimos actuar en lacomunidad de aldea, y que fue avivada y fortalecida en laEdad Media por una nueva forma de uniones, inspiradaspor el mismo espíritu pero conformada sobre un nuevomodelo: los gremios.

Hoy día es bien sabido que el feudalismo no implicóuna disolución de la comunidad de aldea. Aunque el señorlogró imponerles el trabajo servil a los campesinos y apro-piarse de derechos que anteriormente sólo ejercía la comu-nidad de aldea (impuestos, manos muertas, aranceles sobrelas herencias y los matrimonios) los campesinos, sinembargo, habían conservado los dos derechos fundamen-tales de sus comunidades: la posesión común de la tierra yla jurisdicción propia. En los tiempos pasados, cuando unrey enviaba a su emisario a una aldea, los aldeanos lo reci-bían con flores en una mano y el arma en la otra, y le pre-guntaban cuál ley pretendía aplicar, ¿la que encontraría enel la aldea o la que traía consigo? Y en el primer caso leentregaban las flores y lo aceptaban; en tanto que en elsegundo caso se le enfrentaban. Ahora bien, aceptaban alenviado del rey o del señor que no podían rechazar, peroconservaban la jurisdicción de la asamblea, y ellos mismosdesignaban seis, siete o doce jueces que actuaban con eljuez del señor en presencia de la asamblea como árbitros ydictadores de sentencias. En la mayoría de los casos alenviado no le quedaba más que confirmar la sentencia yrecaudar la fred consuetudinaria. Ese preciado derecho dela jurisdicción propia, que en esa época significaba auto-administración y autolegislación, se ha mantenido a lolargo de todas las luchas; y ni los juristas de los que se hizorodear Carlos el Grande lo abolieron: estaban obligados

Page 208: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

a confirmarlo. Al mismo tiempo, en toda materia concer-niente al dominio de la comunidad la asamblea mantuvo susupremacía, y a menudo (como lo ha mostrado Maurer) leexigía al señor mismo que se le sometiese en los asuntos detenencia de la tierra. Ningún desarrollo del feudalismopudo quebrar esa resistencia; la comunidad de aldea se afe-rró a sus derechos; y cuando en los siglos IX y X las inva-siones de los normandos, los árabes y los ugrios demostra-ron que las scholae militares poco valían para proteger latierra, se inició en Europa un movimiento general para lafortificación de las aldeas con murallas y ciudadelas de pie-dra. Miles de centros fortificados se construyeron entoncesgracias a los esfuerzos de las comunidades de las aldeas; y,una vez construidas sus murallas, y una vez creado un inte-rés común dentro de ese nuevo santuario —las murallas depiedra— pronto comprendieron que de allí en adelante, asícomo podían resistirse a las invasiones de los extranjeros,igualmente podían hacerlo con las intrusiones de sus ene-migos internos, los señores. Dentro de los enclaves fortifi-cados empezó a desarrollarse una nueva vida de libertad.Había nacido la ciudad medieval8.

Ningún período de la historia podría ilustrar mejorlos poderes constructivos de las masas populares que lossiglos X y XI, cuando las aldeas y mercados fortificados,que representaban tantos «claros en medio de la selva feu-dal», empezaron a liberarse del yugo de sus señores, y fue-ron elaborando lentamente la futura organización de laciudad; pero lamentablemente se trata de un período histó-rico acerca del cual la información histórica resulta espe-cialmente escasa: conocemos los resultados, pero poco hallegado hasta nosotros acerca de los medios que permitieronlograrlos. Bajo la protección de sus muros las asambleas

190

Page 209: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

de las ciudades —bien totalmente independientes, bienliderizadas por el noble más importante o las principalesfamilias de comerciantes— conquistaron y mantuvieronel derecho a elegir al defensor y juez supremo de la pobla-ción, o al menos de escoger entre quienes pretendían ocu-par esa posición. En Italia las jóvenes comunidadescontinuamente expulsaban a sus defensores o domini, ycombatían a los que se negaban a marcharse. Lo mismoocurría en el Este. En Bohemia, ricos y pobres por igual(Bohemiae gentis magni et parvi) tomaban parte en la elec-ción; en tanto que las vyeches (asambleas) de las ciudadesrusas elegían regularmente a sus duques —siempre de lamisma familia Rurik— hacían convenios con ellos yechaban al knyaz si había provocado su descontento. Almismo tiempo, en la mayoría de las ciudades del oeste y elsur de Europa la norma era poner de defensor a un obispoal que la ciudad misma hubiese elegido; y hubo tantos deellos que se destacaron en la protección de las «inmunida-des» de sus localidades que al morir muchos fueron conside-rados santos y patronos de ellas. san Uthelred de Winchester,san Ulrico de Augsburgo, san Wolfgang de Ratisbona, sanHeriberto de Colonia, san Adalberto de Praga y otros,al igual que muchos abates y monjes se convirtieron ensantos de sus ciudades por haber actuado en defensa delos derechos populares. Y bajo los nuevos defensores, fue-sen laicos o eclesiásticos, los ciudadanos conquistaronplena jurisdicción propia y autoadministración para susasambleas9.

Todo el proceso de liberación progresaba gracias a unaserie de imperceptibles actos de dedicación a la causacomún, cumplidos por hombres salidos de las masas: héro-es desconocidos cuyos nombres no preservó la historia.

191

Page 210: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

192

El maravilloso movimiento de la Tregua de Dios (treugaDei), mediante el cual las masas populares se esforzaronpor ponerles un límite a las interminables guerras de ven-ganza entre las familias nobles, nació en las ciudadesjóvenes de obispos y ciudadanos que trataban de ampliarhasta los nobles la paz que habían establecido dentro desus propias murallas10.

Ya en ese período las ciudades comerciales de Italia, yespecialmente Amalfi (que elegía sus cónsules desde 844,y en el siglo X cambiaba frecuentemente sus dux) elaboróla legislación consuetudinaria marítima y comercial quemás adelante se convirtió en modelo para toda Europa;Ravena estableció su organización de artesanos, y Milán,que había hecho su primera revolución en 980, se convirtióen una gran centro comercial y su comercio gozó de inde-pendencia plena desde el siglo XI. Lo mismo ocurrió conBrujas y Gante, y varias ciudades de Francia en las que elMahl o forum se había convertido en una institución total-mente independiente. Y ya durante ese período comenzó eltrabajo de decoración artística de las poblaciones con obrasarquitectónicas que todavía admiramos y constituyen testi-monios elocuentes del movimiento intelectual de aquellostiempos. «En ese entonces fueron renovadas todas las basí-licas del universo», escribió Raoul Glaber en su crónica, yalgunos de los monumentos más hermosos de la arquitec-tura medieval datan de ese período: la maravillosa iglesiaantigua de Bremen se construyó en el siglo IX, San Marcosde Venecia fue terminado en 1071 y el hermoso domode Pisa en 1063. En efecto, el movimiento intelectual quefue descrito como el Renacimiento del siglo XII y elRacionalismo del siglo XII —precursor de la Reforma— datade ese período, muchas ciudades eran todavía meras aglo-

Page 211: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

193

meraciones de pequeñas comunidades de las aldeas ence-rradas entre murallas.

No obstante, además del principio de la comunidad dealdea se requería otro elemento para darles a esos centrosde libertad e iluminación la unidad de pensamiento yacción, y los poderes de la iniciativa que se hicieron valeren los siglos XII y XIII. Con la creciente diversidad de lasocupaciones, las artes y los oficios, y con el crecientecomercio en lejanas tierras hacía falta alguna forma deunión nueva, y ese nuevo elemento necesario lo propor-cionaron los gremios. Se han escrito tomos y más tomosacerca de esas uniones que, bajo el nombre de gremios,hermandades, amistades y druzhestva, minne, artels enRusia, esnaifs en Servia y Turquía, amkari en Georgia, yasí, cobraron un desarrollo formidable en tiempos medie-vales y jugaron tan importante papel en la emancipaciónde las ciudades. Pero les tomó a los historiadores más desesenta años comprender la universalidad de esa institu-ción y sus verdaderas características. Sólo hoy, cuandohan sido publicados y estudiados cientos de estatutos degremios, y se conoce su relación con los collegiae roma-nos y las primitivas uniones en Grecia y la India, pode-mos sostener con plena confianza que esas hermandadesno eran más que un desarrollo ulterior de los mismosprincipios que vimos en acción en el gens y la comunidadde la aldea.

Nada ilustra mejor esas hermandades medievales quelos gremios temporales que se formaron a bordo de lasnaves. Cuando una nave de la Hansa había cumplido suprimer medio día de viaje después de zarpar del puerto,el capitán (Schiffer) reunía a toda la tripulación y los pasa-jeros sobre cubierta, y les dirigía el siguiente discurso,

Page 212: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

194

según el reporte de un contemporáneo: «Puesto que esta-mos ahora a merced de Dios y de las olas» decía,

todos somos iguales. Y como estamos rodeados de tor-mentas, grandes olas, piratas y otros peligros, tenemosque mantener un orden muy estricto para que podamosllegar a buen fin en nuestro viaje. Por eso diremos laplegaria por un buen viento y el buen éxito y, de acuer-do con la ley del mar nombraremos a los que van a ocu-par los asientos de los jueces [Schöffenstellen].

Al momento la tripulación elegía un Vogt y cuatro sca-bini, para que actuaran como jueces. Al final del viaje elVogt y los scabini abdicaban de sus funciones y le habla-ban así a la tripulación:

Lo que haya pasado a bordo de este barco debemos per-donárnoslo y considerar que ya está muerto (todt undabsein lassen). Hemos juzgado con rectitud y en interésde la justicia. Por eso les rogamos a todos, en nombre dela justicia recta, olvidar cualquier animosidad que al -guien pueda sentir contra otro y jurar sobre el pan y lasal que ya no pensará más en ello con rencor. Pero sialguien se considera agraviado deberá apelar al Vogt detierra y pedirle justicia antes de que el sol se ponga.

Al desembarcar, la bolsa con la recaudación de lasmultas (fred) se le entregaba al Vogt del puerto para serdistribuida entre los pobres11. Este sencillo relato describe,quizá mejor que cualquier otra cosa, el espíritu de los gre-mios medievales. Organizaciones parecidas nacían cadavez que un grupo de hombres —pescadores, cazadores,

Page 213: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

195

comerciantes viajeros, constructores o artesanos estable-cidos— se unían con un propósito en común. Así, en elbarco había la autoridad del capitán; pero para el éxitomismo de la empresa común, todos los hombres a bordo,ricos y pobres, propietarios y tripulación, capitán y mari-neros acordaban ser iguales en sus relaciones mutuas, sersimplemente hombres, con obligación de ayudarse unos aotros y zanjar sus posibles disputas ante jueces elegidospor todos ellos. Así también, cuando cierto número deartesanos —albañiles, carpinteros, picapedreros, etcéte-ra.— se reunían para construir, digamos, una catedral,todos pertenecían a una ciudad con organización políticapropia, y cada uno pertenecía además a su propia corpo-ración; pero además los unificaba su empresa en común,que ellos conocían mejor que nadie, y se juntaban en uncuerpo unido por lazos más estrechos, aunque tempora-les; fundaban el gremio para construir una catedral.Todavía hoy podemos ver eso mismo en el Çof cabila12:los cabilas tienen su comunidad de aldea, pero como esaunión no es suficiente para todas sus necesidades políti-cas, comerciales y personales se constituye el Çof.

En cuanto a las características sociales del gremiomedieval, cualquiera de sus estatutos serviría para ilustrar-las. Si tomamos, por ejemplo, la skraa de algún gremiodanés primitivo, leemos en ella, primero que nada, unaproclamación de los sentimientos fraternales que debenreinar en el gremio; de seguidas, las regulaciones referen-tes a la jurisdicción propia en caso de disputas entre doshermanos, o un hermano y un extraño; y por último se enu-meran los deberes sociales de la confraternidad. Si a unhermano se le quema la casa, o pierde su barco, o ha pade-cido durante una peregrinación, toda la confraternidad

Page 214: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

196

debe acudir en su auxilio. Si un hermano cae enfermo degravedad, dos miembros de la confraternidad deben velara un lado de su lecho hasta que esté fuera de peligro, y simuere la confraternidad tiene que enterrarlo —un com-promiso de real envergadura en aquella época de fre-cuentes epidemias— y acompañarlo hasta la iglesia y lasepultura. Después de su muerte debía ayudar a la manu-tención de sus hijos, si era necesario; muy a menudo laviuda pasaba a ser hermana del gremio.

Esos dos rasgos notorios aparecían en toda hermandadformada para cualquier propósito posible. En cada casolos miembros se llamaban entre sí hermanos y hermanas,y como tales se trataban13; y todos eran iguales ante elgremio. Poseían algunos bienes muebles o almacenablesen común (ganado, tierra, edificaciones, iglesias). Todoslos hermanos hacían el juramento de abandonar cualquiervenganza de sangre del pasado; y, sin imponerle a ningúnmiembro la obligación de no volver a querellarse jamás,acordaban que ninguna riña degeneraría en venganza desangre, o en demanda ante ninguna corte que no fuese eltribunal de los propios hermanos. Y si un hermano se veíainvolucrado en una riña con un extraño al gremio, acor-daban apoyarlo a toda costa; es decir, lo apoyarían tantosi era acusado injustamente de agresor como si en verdadlo era, y procurarían que se llegase a una solución pacífi-ca. Siempre y cuando no se tratase de una agresión secre-ta —en cuyo caso sería tratado como un proscrito— lahermandad lo apoyaría14. Si los parientes del agraviadoquerían vengar la ofensa de inmediato mediante una nuevaagresión, la hermandad le proporcionaba un caballo para lahuida, o un bote con un par de remos, un cuchillo y esla-bón para encender fuego con pedernal; si permanecía en la

Page 215: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

197

ciudad lo acompañarían doce hombres para protegerlomientras se tramitaba la conciliación. Acudirían al tribu-nal a apoyar bajo juramento la veracidad de sus declara-ciones, y si era hallado culpable no permitirían su ruinatotal y su conversión en esclavo por no poder pagar ladebida indemnización. La pagarían entre todos, al igualque lo hacía el gens en épocas más antiguas. Sólo cuan-do un hermano había faltado a la palabra dada a otra perso-na del gremio o también ajena, se le expulsaba de lahermandad «borrando hasta su nombre» (tha scal han ame-les af brödrescap met nidings nafn).

Tales eran las ideas guías de las hermandades que fueroncubriendo gradualmente la totalidad de la vida medieval.De hecho conocemos de la existencia de gremios de todaslas profesiones posibles: de siervos15, de hombres libres yde ambos en combinación; gremios que nacieron con pro-pósitos en especial: la caza, la pesca o las expedicionescomerciales y fueron disueltos cuando el propósito sehabía cumplido; y otros que perduraron por siglos endeterminado oficio o rama. Y así como la vida iba adqui-riendo un número cada vez mayor de propósitos, en igualproporción crecían los gremios. De manera que no sólovemos a los comerciantes, los artesanos, los cazadores ylos campesinos unirse en gremios; también los hay desacerdotes, pintores, maestros de escuela primaria y pro-fesores universitarios; gremios para actuar en representa-ciones dramáticas de la Pasión, para erigir una iglesia,para desarrollar el «misterio» de determinadas escuelasde artes u oficios, o para una diversión en especial; inclu-so gremios de mendigos, verdugos y mujeres de la vida,todos organizados sobre el mismo doble principio de lajurisdicción propia y el apoyo mutuo16. En lo tocante

Page 216: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

198

a Rusia tenemos evidencia positiva de que la verdadera«construcción de Rusia» fue tan obra de sus artels decazadores, pescadores y comerciantes como de la prolife-ración de sus comunidades de las aldeas, y todavía hoy elpaís está cubierto de artels.

Estos escasos señalamientos bastan para mostrar loequivocada que estaba la visión asumida por algunos delos primeros investigadores de los gremios que queríanver la esencia de la institución en su festividad anual. Enrealidad, el día de la comida en común era siempre el día,o su mañana, de la elección de los principales, de la dis-cusión de las alteraciones de los estatutos, y a menudotambién el día del juicio de las querellas surgidas dentrode la hermandad17, o el de la renovación del juramento defidelidad al gremio. La comida en común, como la festi-vidad en la antigua asamblea tribal: el mahl o malum, oel aba buryate, o el banquete parroquial y la cena de lacosecha, constituía simplemente una afirmación de lahermandad. Simbolizaba los tiempos en los que en elclan todo se tenía en común. Al menos ese día todo lespertenecía a todos. Todos se sentaban en la misma mesay participaban de la misma comida. Todavía mucho tiem-po después los internados en un asilo perteneciente a ungremio londinense se sientan ese día a la mesa, a la vera,del rico magistrado. En cuanto a la distinción que variosinvestigadores han tratado de establecer entre el antiguo«gremio de la paz» sajón y los llamados gremios «sociales»o «religiosos», todos fueron gremios de la paz en el sentidoantes mencionado, y todos fueron religiosos en el sentido deque una comunidad de aldea o una ciudad puesta bajo laprotección de un santo especial es social y es religiosa. Si lainstitución del gremio se ha extendido tan inmensamente en

Page 217: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

199

Asia, África y Europa, si ha vivido durante miles de años,reapareciendo una y otra vez cuando las condiciones simi-lares la hacen cobrar vida, ello es así porque se trataba demucho más que una asociación para comer, o una asocia-ción para acudir a la iglesia en determinado día, o para efec-tuar entierros. Respondía a una necesidad de la naturalezahumana hondamente arraigada, y encarnaba todos los atri-butos que más tarde el Estado se apropió para su burocra-cia y su policía, y mucho más que eso. Fue una asociaciónpara el apoyo mutuo en todas las circunstancias y en todoslos accidentes de la vida, «de hecho e intención», y fue unaorganización para el afianzamiento de la justicia, que sediferenciaba del Estado en que en lugar del elemento for-mal que constituye la característica esencial de la interfe-rencia de éste, introducía en todas esas ocasiones unelemento humano, fraternal. Hasta cuando comparecía anteel tribunal del gremio, el hermano agremiado estaba res-pondiendo frente a hombres que lo conocían bien y anteshabían estado a su lado en su trabajo diario, en la comida encomún, en el cumplimiento de los deberes de su herman-dad: hombres que eran sus iguales y hermanos en verdad,no teóricos del derecho ni defensores de los intereses dealguien más18.

Resulta evidente que una institución tan bien adaptadapara servir a la necesidad de la unión sin privar de su ini-ciativa al individuo no podía más que expandirse, crecery fortificarse. La única dificultad era encontrar unaforma que permitiese confederar a las uniones de los gre-mios sin interferir con las uniones de las comunidades delas aldeas, y luego confederarlo todo en un conjuntoarmonioso. Y cuando se halló esa forma de combinación,y una serie de circunstancias favorables les permitió a las

Page 218: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

200

ciudades afirmar su independencia, lo hicieron con unaunidad de pensamiento que tiene obligatoriamente quesuscitar nuestra admiración, aún en nuestro siglo deferrocarriles, telégrafos e imprentas. A nosotros han lle-gado cientos de Cartas en las que las ciudades inscribíansu liberación, y a lo largo de todas ellas —independien-temente de la infinita variedad de detalles dependientesde la mayor o menor plenitud de la emancipación— flu-yen las mismas ideas rectoras. La ciudad se organizabacomo una federación de gremios y pequeñas comunida-des de las aldeas. Así reza una carta entregada por Felipe,conde de Flandes, a los burgueses de Aire en 1188:

Todos aquellos pertenecientes a la amistad de la ciudadhan prometido y confirmado bajo fe de juramento quese ayudarán los unos a los otros como hermanos, entodo cuanto pueda ser útil y honesto. Que si algunocomete ofensa de palabra o de hecho en contra de otro,el que ha sufrido el agravio no cobrará venganza, ni porsu parte ni por la de su gente (…) presentará una quejay el agraviante responderá por su agravio, de acuerdocon lo que sea sentenciado por doce jueces elegidoscomo árbitros. Y si el agraviante o el agraviado, luegode haber sido advertidos por tres veces, no acatan ladecisión de los árbitros, será expulsado de la amistadcomo hombre vil y perjuro.

Cada uno de los miembros de la comunidad le guar-dará fidelidad a sus conjurados, y les prestará su ayuday consejo, según le dictare la justicia —rezan las cartasde Amiens y Abbeville—. Todos se ayudarán los unos alos otros, según sus posibilidades, dentro de los límitesde la comunidad, y no tolerarán que nadie tome nada de

Page 219: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

ninguno de ellos, ni les obligue a pagar alguna clase decontribución,

leemos en las cartas de Soissons, Compiègne, Senlis ymuchas otras por el estilo. E igual sucede en innumerablesvariaciones sobre el mismo tema.

Escribió Guilbert de Nogent:

La comuna es un juramento de ayuda mutua (mutui ajuto-rii conjuratio) (…) una palabra nueva y detestable. Graciasa ella los siervos quedan librados de toda servidumbre;gracias a ella sólo se les puede condenar al pago de deter-minada multa por quebrantar la ley; gracias a ella los sier-vos dejan de hacer los pagos que desde siempre estabanacostumbrados a hacer.

La misma onda emancipadora corría, en el siglo XII, atodo lo ancho del continente, envolviendo tanto a lasciudades ricas como a los villorrios más pobres. Y si escierto que podemos decir que por lo general las ciudadesitalianas fueron las primeras en liberarse, también loes que no podemos designar ningún centro a partir delcual pueda haberse iniciado. Muy a menudo algún peque-ño burgo de la Europa central asumía el liderazgo en suregión, y las grandes aglomeraciones humanas aceptabanla Carta del pueblito como modelo para las suyas. Así, laCarta de un pequeño pueblo, Lorris, fue adoptada porochenta y tres poblaciones del suroeste de Francia, y la deBeaumont se convirtió en modelo para más de quinientospueblos y ciudades en Bélgica y Francia. Las ciudadesmandaban enviados especiales a sus vecinas a obtener unacopia de sus cartas, y la constitución se iba armando de esa

201

Page 220: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

202

manera. Sin embargo, no se copiaban simplemente entre sí:armaban sus propias cartas de acuerdo con las concesionesque habían conseguido de sus señores; y el resultado fueque, como lo señala un historiador, las cartas de las comu-nas medievales presentaban igual variedad que la arquitec-tura gótica de sus iglesias y catedrales. Las mismas ideasrectoras en todas ellas —la catedral como símbolo de launión del barrio y el gremio en la ciudad— y la mismavariedad de detalles infinitamente rica.

La jurisdicción propia constituía el punto esencial, y lajurisdicción propia significaba autoadministración. Perola comuna no era simplemente una parte «autónoma» delEstado —tales palabras ambiguas no habían sido inven-tadas todavía para la época— era un Estado en sí misma.Tenía el derecho a hacer la guerra y la paz, de confede-rarse y aliarse con sus vecinas. Era soberana en sus pro-pios asuntos y no se inmiscuía en los ajenos. El supremopoder político podía radicar por entero en una asambleapopular democrática, como era el caso en Pskov, cuyovyeche enviaba y recibía embajadores, cerraba tratados,aceptaba y expulsaba príncipes, o prescindía de ellosdurante docenas de años; o radicaba en, o era usurpadopor, una aristocracia de comerciantes o hasta de nobles,como era el caso en cientos de ciudades italianas y cen-troeuropeas. El principio, sin embargo, continuaba sien-do el mismo. La ciudad constituía un Estado y —lo cualera quizá más sorprendente aún— cuando el poder erausurpado en ella por una aristocracia de comerciantes ohasta de nobles, la vida interna de la ciudad y el carácterdemocrático de su vida cotidiana no desaparecía: sedependía muy poco de lo que se podría llamar la formapolítica del Estado.

Page 221: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

203

El secreto de esa aparente anomalía radica en el hechode que una ciudad medieval no era un Estado centraliza-do. Durante los primeros siglos de su existencia difícil-mente se podía llamar Estado a la ciudad, en lo referentea su organización interna, porque la edad media ignorabamás acerca de la actual centralización de las funciones delo que sabía de la actual centralización territorial. Cadagrupo poseía una cuota de la soberanía. Por lo común, laciudad estaba dividida en cuatro distritos, o en cinco osiete sectores que irradiaban desde un centro, y cada dis-trito o sector se correspondía a grosso modo con ciertooficio o profesión que prevalecía en él, mas no obstantealbergaba habitantes de diferentes posiciones sociales yocupaciones: nobles, comerciantes, artesanos y hasta semi-siervos. Y cada sector o distrito constituía un conglomera-do totalmente independiente. En Venecia, cada isla era unacomunidad política con independencia. Tenía sus propiosoficios organizados, su propio comercio de sal, su juris-dicción y administración propias, su propia asambleapopular; y el nombramiento de un dux por parte de la ciu-dad en nada cambiaba la independencia interna de lascomunidades. En Colonia vemos a los habitantes dividi-dos en Geburschaften y Heimschaften (viciniae), es decir,gremios de vecinos, que datan del período franco. Cadauno tenía su juez (Burrichter) y los acostumbrados docesentenciadores elegidos (Schöffen), su Vogt, y su greve ocomandante de la milicia local. La historia del Londres pri-mitivo antes de la Conquista —dice el señor Green— es lade «una cantidad de pequeños grupos regados por aquí ypor allá sobre el área dentro de las murallas, cada uno cre-ciendo con sus propias vidas e instituciones, gremios, ofi-cinas de recaudación, edificaciones religiosas y demás, sólo

Page 222: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

juntándose poco a poco en una unión municipal». Y si hur-gamos en los anales de las ciudades rusas Novgorod yPskov, ambas relativamente ricas en detalles locales, halla-mos el sector (konets) constituido por calles independientes(ulitsa), cada una de las cuales, aunque habitada principal-mente por artesanos de determinado oficio, tenía tambiéncomerciantes y agricultores entre los moradores, y consti-tuía una comunidad por separado. Tenía la responsabilidadcomún de todos los miembros en caso de crimen, su juris-dicción y administración propias por los magistrados de lacalle (ulichnaskiye starosky), su sello propio y, en caso denecesidad, su propia asamblea popular; su milicia propia ytambién sus sacerdotes autodesignados y su propia vida yempresa colectiva.

La ciudad medieval aparece entonces como una doblefederación: de todos los cabezas de familia unidos enpequeñas uniones territoriales —la calle, el barrio, el sec-tor— y de los individuos unidos bajo juramento en gre-mios según sus profesiones; lo primero como productodel origen de comunidad de aldea de la ciudad, en tantoque lo segundo fue un desarrollo subsiguiente nacido delas nuevas condiciones.

El objetivo más importante de la ciudad medieval eragarantizar la libertad, la autoadministración y la paz; y sufundamento principal era el trabajo, como lo hemos esta-do viendo al hablar de los gremios de oficios. Pero la«producción» no era lo único que absorbía la atención deleconomista medieval. Con su mentalidad práctica, enten-día que había que garantizar el «consumo» si se queríaobtener producción; y por consiguiente el principio fun-damental en cada ciudad era satisfacer «las necesidadesprimarias comunes de comida y vivienda tanto de los

204

Page 223: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

pobres como de los ricos» (gemeine notdurft vnd gemacharmer vnd richer). Estaba totalmente prohibida la comprade alimentos y otros insumos de primera necesidad (car-bón, leña, etcétera) antes de que hubiesen llegado al mer-cado público o en condiciones especialmente favorablesde las que no todo el mundo pudiese aprovecharse, la pre-empcio en una palabra. Todo tenía que ir al mercado y serofrecido allí para que todos pudiesen hacer sus comprashasta que sonase la campana que anunciaba el cierre delmercado diario. Sólo entonces podía el minorista adqui-rir los productos sobrantes, y aún así su ganancia teníaque ser nada más una «ganancia honesta»19. Más aún, siun panadero mayorista compraba trigo después de haber-se cerrado el mercado, cualquier ciudadano tenía derechode reclamar parte del grano (alrededor de media arroba)para su propio uso a precio de mayorista, si lo hacía antesdel cierre definitivo de la venta; y, recíprocamente, cual-quier panadero podía reclamar su parte si el ciudadanoestaba comprando el grano para revenderlo. En el primercaso, para moler el grano sólo hacía falta llevarlo al moli-no de la ciudad, esperar su turno y cancelar el costo esta-blecido. Y el pan se podía ordenar en el horno comunal,el four banal20. En resumen, si la escasez se hacía pre-sente en la ciudad todos la sufrirían en mayor o menorgrado; pero aparte de las calamidades, mientras existie-ron las ciudades libres nadie murió de hambre en ella,como infelizmente resulta ser el caso en nuestro tiempo.

Sin embargo, todas esas regulaciones pertenecen a pe-ríodos posteriores de la vida de las ciudades, ya que en elinicio era la ciudad misma la que solía adquirir todo el abas-tecimiento de comida para el uso de los ciudadanos. Losdocumentos recientemente publicados por el señor Gross

205

Page 224: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

206

son muy positivos en este punto, y le dan pleno soporte a suconclusión de que los cargamentos de abastecimiento «erancomprados por ciertos funcionarios cívicos a nombre de laciudad, y luego distribuidos en cupos entre los comerciantesburgueses, sin que se le permitiese a nadie comprar mer-cancía desembarcada, a menos que las autoridades munici-pales manifestasen que no la comprarían». «Esa parecehaber sido», añade, «una práctica muy común en Inglaterra,Irlanda, Gales y Escocia»21. Todavía en el siglo XVI encon-tramos que las compras de trigo en común eran hechas para«bienestar y provecho en todo (…) de la ciudad y la cáma-ra de Londres, y de todos los ciudadanos y habitantes de ellaen todo lo que a nosotros atañe», como escribió el alcaldeen 1565. En Venecia, es bien conocido que la totalidad delcomercio de granos estaba en manos de la ciudad; en cuan-to la junta encargada de administrar las importaciones lesentregaba los cereales, los «distritos» estaban obligados aenviar a la casa de cada ciudadano la cantidad que le habíasido asignada. En Francia, la ciudad de Amiens acostum-braba comprar sal y distribuirla a todos los ciudadanos abajo precio22. Y todavía hoy se ven en muchas poblacionesde Francia los halles que anteriormente eran los dépôtsmunicipales para el trigo y la sal. En Rusia se acostumbra-ba a hacer igual en Novgorod y Pskov.

La importante materia relativa a las compras comunalespara uso de los ciudadanos, y la manera como solían hacer-se parece no haber recibido la debida atención por parte delos historiadores del período; pero aquí y allá afloran datosmuy interesantes que arrojan nueva luz sobre el hecho.Existe, entre los documentos del señor Gross, una ordenan-za de Kilkenny que se remonta al año 1367, gracias al cualnos enteramos de cómo se establecían los precios de los

Page 225: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

207

artículos. «Los comerciantes y los marinos», escribe elseñor Gross, «tenían que declarar bajo juramento el costoinicial de los artículos y los gastos de transporte. Entoncesel alcalde de la ciudad y dos ciudadanos de reconocida hon-radez ponían el precio al que sería vendida la mercancía».La misma norma valía para Thurso respecto a la mercancíaque entraba «por mar o tierra». Esa manera de «poner elprecio» daba respuesta tan cabal a las concepciones mismasdel comercio que tiene que haber sido universal. Tener elprecio establecido por un tercero constituía una antigua cos-tumbre. Y en verdad era un hábito muy difundido que paratodo intercambio dentro de la ciudad se dejase establecerlos precios a «ciudadanos de reconocida honradez» —esdecir, a terceros— y no al vendedor o el comprador. Pero talorden de cosas nos hace retroceder muy atrás en la historiadel comercio; a saber, hasta una época en la que la ciudadentera llevaba a cabo el comercio de productos de primeranecesidad, y los comerciantes no eran más que los comisio-nados, los apoderados de la ciudad para la venta de los pro-ductos que ella exportaba. Una ordenanza de Waterford,publicada también por el señor Gross, dice «que toda clasede mercancía, del género que ella fuese, (…) ha de seradquirida por el principal y sus ayudantes, nombrados com-pradores de la comunidad, y distribuida por igual entretodos los hombres libres de la ciudad (exceptuándose tansólo las que sean propias de los ciudadanos y habitanteslibres)». Esa ordenanza solamente es entendible admitiendoque todo el comercio exterior de la ciudad era llevado a cabopor sus apoderados. Más aún, tenemos evidencia directa deigual valía para Novgorod y Pskov. Eran la Novgorod yPskov soberanas las que enviaban sus caravanas de merca-deres a tierras lejanas.

Page 226: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

208

Sabemos también que en casi todas las ciudades deEuropa central y occidental los gremios de artesanosacostumbraban comprar, en corporación, la totalidad dela materia prima, y vendían el producto de su trabajo porintermedio de sus agentes, y sería muy raro que no se hicie-se igual con el comercio exterior, más aún cuando sabemosbien que hasta el siglo XIII no sólo todos los comerciantesde una ciudad dada eran considerados en el extranjerocomo responsables en conjunto de las deudas contraídaspor cada uno de ellos, sino que además la ciudad era igual-mente responsable de las deudas de cada uno de sus comer-ciantes. Sólo en los siglos XII y XIII las poblaciones a orillasdel Rin firmaron tratados especiales aboliendo esa respon-sabilidad. Y finalmente tenemos el interesantísimo docu-mento de Ipswich publicado por el señor Gross, a través decual nos enteramos de que el gremio de comerciantes deesa ciudad estaba constituido por todos los que disfrutabande la libertad en ella y aceptaban pagar su contribución(their hanse) al gremio, y la comunidad entera discutía tam-bién la mejor manera de apoyar al gremio de comerciantesy la concesión de ciertos privilegios. El gremio de comer-ciantes de Ipswich aparece así más como una corporaciónde apoderados de la ciudad que como un gremio privadocomún y corriente.

En resumen, mientras más empezamos a conocer la ciu-dad medieval, más vemos que no se trataba simplemente deuna organización política para la protección de determina-das libertades políticas. Constituía un intento de organizar,a una escala mucho mayor que en la comunidad de aldea,una estrecha unión para la ayuda y el apoyo mutuos, para elconsumo y la producción, y también para la vida social, sinimponerles a los hombres los grilletes del Estado sino

Page 227: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

209

antes bien concediéndole plena libertad de expresión algenio creador de cada grupo de individuos por separadoen el arte, la artesanía, la ciencia, el comercio y la orga-nización política. En el siguiente capítulo veremos mejorhasta dónde se logró cumplir esa intención, cuando haya-mos analizado la organización del trabajo en la ciudadmedieval y las relaciones de las ciudades con la pobla-ción campesina que las rodeaba.

NOTAS

1. W. Arnold mantiene incluso en su Wanderungen un Ansiedelungender deutschen Stämme, p. 431, que la mitad de la tierra hoy arable enAlemania Central debe haber sido convertida en utilizable entre lossiglos VI y IX. Nitzsch (Geschchte des deutschen Volkes, Leipzig,1883, vol. I) comparte la misma opinión.

2. La recompensa por el robo de un simple cuchillo era de 15 solidi, yla de las piezas de hierro de un molino de 45 solidi. (Acerca de estetema ver Wirtschaft und Rect. Der Franjen, de Lamprecht, en Rau -mer, Historisches Taschenbuch, 1883, p. 52). De acuerdo con la leyribereña, la espada, la lanza y la armadura de hierro de un guerrerollegaban a tener el valor de al menos veinticinco reses o dos años detrabajo de un hombre libre. Una simple coraza estaba valorada en laley sálica en nada menos que treinta y seis bushels de trigo (Des -michels, citado por Michelet).

3. Durante mucho tiempo la principal riqueza de los caudillos estuvo ensus dominios personales poblados en parte con prisioneros esclavos,pero mayormente de la manera descrita.

4. Resulta permisible pensar que esa concepción (relacionada con laconcepción de la tanistry: la sucesión por un miembro anteriormen-te elegido de la familia real) desempeñó un papel importante en lavida de ese período; pero todavía la investigación no ha sido condu-cida en ese sentido.

5. Quedó claramente establecido en la Carta de San Quintín del año1002 que el monto del rescate de las casas que habían de ser demo-lidas por crímenes iría a parar a las murallas de la ciudad. El mismodestino se le daba al Ungeld en las ciudades alemanas. En Pskov la

Page 228: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

210

catedral era el banco de las multas, y de ese fondo se tomaba el dine-ro para las murallas.

6. Ver las excelentes observaciones sobre este tema en Augustin Thierry,Lettres sur l’histoire de France, 7ª carta. Las traducciones bárbaras departes de la Biblia son sumamente instructivas al respecto.

7. Treinta y seis veces más que un noble, según la ley anglosajona. Sinembargo, en el código de Rotario el asesinato de un rey es penadocon la muerte; pero (aparte de la influencia romana) esa nueva dis-posición fue introducida (en 646) en la ley lombarda —como loseñalan Leo y Botta— para proteger al rey de la venganza de sangre.Siendo en ese tiempo el rey el ejecutor de sus propias sentencias(como antes la tribu lo era de las suyas) tenía que estar protegido poruna disposición especial, mucho más por cuanto antes de Rotariovarios reyes lombardos habían sido asesinados en serie.

8. Si sigo aquí las opiniones defendidas desde hace mucho tiempo porMaurer (Geschichte der Städteverfassung in Deutschland, Erlangen,1869) es porque él ha comprobado plenamente la evolución ininte-rrumpida de la comunidad de aldea a la ciudad medieval, y esas opi-niones explican por sí solas la universalidad del movimiento comunal.Savigny y Eichorn y sus seguidores han demostrado ciertamente quelas tradiciones de los municipio romanos jamás desaparecieron total-mente. Pero no tomaron en cuenta el período de la comunidad dealdea por el que pasaron los bárbaros antes de que tuviesen algunaciudad. El hecho es que cada vez que la humanidad le ha dado inicioa una nueva civilización, en Grecia, Roma o en Europa central, hapasado por las mismas etapas —la tribu, la comunidad de aldea, laciudad libre, el Estado— cada una evolucionando de la precedente.Por supuesto, la experiencia de cada civilización precedente jamás seperdía. Grecia (ella misma influida por las civilizaciones orientales)influenció en Roma, y Roma influenció en nuestra civilización; perocada una tuvo el mismo comienzo: la tribu. Y así como no podemos decirque nuestros Estados son continuaciones del Estado romano, tampocopodemos decir que las ciudades medievales de Europa (incluidasEscandinavia y Rusia) fueron una continuación de las ciudades romanas.Ellas fueron una continuación de la comunidad de aldea bárbara, influen-ciadas en alguna medida por las tradiciones de las poblaciones romanas.

9. Cabe señalar, sin embargo, que en las ciudades reales la asambleanunca alcanzó la independencia que consiguió en el resto de ellas. Ytambién es cierto que Moscú y París fueron escogidas por los reyesy la iglesia como las cunas de la futura autoridad real en el Estado,porque no poseían la tradición de las asambleas populares acostum-bradas a actuar como soberanas en todas las materias.

10. En realidad, la treuga Dei, al igual que la liga iniciada bajo Luis elGordo para la defensa tanto en contra de las rapacerías de los nobles

Page 229: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

211

como de las invasiones normandas, fue un movimiento absoluta-mente popular. El único historiador que menciona a esa última liga—es decir, Vitalis— la describe como una «comuna popular».

11. J.D. Wunderer, «Reisebericht», en Fichard, Frankfurter Archiv, II.245; citado por Janseen, Geschichte des Deutschen Volkes, I. 355.

12. Ver el capítulo anterior.13. Uno de los estatutos de Cambridge del año 1503 es bien positivo en

la cláusula siguiente: «Este estatuto está hecho con el común asenti-miento de los hermanos y hermanas del gremio».

14. En la época medieval sólo las agresiones secretas eran tratadas comoasesinatos. La venganza de sangre a plena luz del día se considerabaacto de justicia; y matar en una pelea no constituía asesinato si elagresor mostraba voluntad de arrepentimiento e intención de repararel crimen cometido. Todavía subsisten vestigios de esa distinción enla legislación criminal moderna, especialmente en Rusia.

15. Los gremios desempeñaron un papel importante en las rebeliones delos siervos, y por consiguiente fueron proscritos varias veces segui-das durante la segunda mitad del siglo IX. Por supuesto, las prohibi-ciones reales fueron siempre letra muerta.

16. Los pintores italianos medievales también estaban organizados engremios, que en época posterior se transformaron en academias dearte. El que el arte italiano de aquellos tiempos tuviese la improntade la individualidad que aún hoy nos permite distinguir entre lasdiferentes escuelas de Padua, Bassano, Treviso, Verona, etc., aunquetodas esas ciudades estaban bajo el dominio de Venecia, se debió alhecho —señala J. Paul Richter— de que los pintores de cada ciudadpertenecían a un gremio por separado, bien avenido con los gremiosde las otras, pero que llevaban existencia aparte. El estatuto de gre-mio más antiguo que se conoce es el de Verona, que data de 1303,pero está copiado evidentemente de un estatuto mucho más antiguotodavía. Entre las obligaciones de sus miembros figuraban «ayudafraternal en caso de cualquier necesidad», «hospitalidad con losextranjeros cuando pasen por la ciudad, y así podremos obtenerinformación acerca de cosas que queremos saber», y «obligación deofrecer aliento en caso de debilidad». (Nineteetnh Century, noviem-bre de 1890 y agosto de 1892).

17. Ver, por ejemplo, los textos de los gremios de Cambridge presentadospor Toulmin Smith (English Guilds, Londres, 1870, pp. 274-276), enlos que se evidencia que «el día general y principal» era «el día deelecciones»; o The Early History of the Guiad of the Merchant Taylors,Londres, 1888, I. 45, por el capitán M. Clode; y tantos otros. Para larenovación del juramento, ver la saga Jómsviking. Mencionada enPap penheim, Altdänische Schutzgilden, Breslau, 1885, p. 67). Parece

Page 230: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

212

muy probable que cuando los gremios comenzaron a ser persegui-dos muchos de ellos inscribían en sus estatutos nada más la comidadel día, o los deberes religiosos, y apenas alu-dían a la función judi-cial del gremio en términos vagos; pero dicha función no desapa-reció hasta mucho tiempo después. La pregunta «¿quién será mijuez?» carece hoy de significado, puesto que el Estado se apropióde la administración de la justicia para su burocracia; pero en la eramedieval resultaba de primordial importancia, y más aún por cuan-to la jurisdicción propia significaba autoadministración. Hay queseñalar también que la traducción del sajón «guild-bretheren» o eldanés «brodrae» al latín convivii debe haber contribuido también aesa confusión.

18. Ver el Apéndice x.19. Cuando una lancha llevaba un cargamento de carbón hasta Würzburg,

durante los primeros ocho días, ese carbón sólo podía ser vendido aldetal, y no estaba permitida la compra de más de cincuenta canastadaspor familia. El sobrante se podía vender al por mayor, pero al minoris-ta sólo se le permitía una ganancia zittlicher [«honesta»]. La gananciaunzittlicher [«deshonesta»] estaba absolutamente prohibida. Igual pasa-ba en Londres y, de hecho, en todas partes.

20. Resulta casi innecesario decir que la regulación sobre el pan, igualque la de la cerveza, fue fijada después de cuidadosos experimentosen cuanto a la cantidad de pan y de cerveza que se podía obtener apartir de determinada cantidad de grano.

21. Ch. Gross, The Guiad Merchant, Oxford, 1890, I. 135. Sus documentosmuestran que dicha práctica existió en Liverpool (II. 148-150), y tam-bién en Waterford, Irlanda, en Neath, Gales y Linlithgow y Thurso,Escocia. Los textos del señor Gross muestran además que las com-pras se hacían por distribución, no sólo entre los comerciantes bur-gueses, sino también entre «los ciudadanos todos y la comunidad»(p. 136, nota) o, como reza la ordenanza del siglo XVII de Thurso, «seles ofrece a los comerciantes, artesanos y habitantes del dicho burgo,de modo que todos tengan su parte del mismo, de acuerdo con susnecesidades y capacidades».

22. En 1485 la ciudad permitió la exportación a Amberes de una ciertacantidad de trigo, pues, «los habitantes de Amberes están dispuestossiempre a ser amables con los comerciantes y burgueses de Amiens».

Page 231: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

CAPÍTULO VI

AYUDA MUTUA EN LA CIUDAD MEDIEVAL

(CONTINUACIÓN)

Semejanza y diversidad entre las ciudades medievales. Losgremios de artesanos: atributos estatales en cada uno de ellos;intentos por liberarlos. Los señores. Resultados alcanzados porla ciudad medieval; en artes, en aprendizaje. Causas de ladecadencia.

Las ciudades medievales no estaban organizadas sobrealgún plan preconcebido en obediencia a la voluntad deun legislador foráneo. Cada una de ellas constituyó undesarrollo natural en todo el sentido de la palabra: elresultado siempre variable de la lucha entre diferentesfuerzas que se ajustaban y reajustaban en conformidadcon sus energías relativas, las contingencias de sus con-flictos y el apoyo que pudiesen hallar en sus contornos.Por consiguiente, no existen dos ciudades cuya organiza-ción interna y suerte corrida hayan sido idénticas. Cadauna, tomada por separado, varía de siglo en siglo. Pero sile damos un rápido vistazo a todas las ciudades de Eu -ropa, las desemejanzas locales y nacionales desaparecen,y nos impacta encontrar entre todas ellas un asombrosoparecido, aunque cada una se ha desarrollado por sucuenta, con independencia de las demás y en condicionesdiferentes. Un pueblito en el norte de Escocia, con supoblación de toscos trabajadores y pescadores; una ricaciudad de Flandes, con su comercio a nivel mundial, sulujo y su amor por las diversiones y la vida animada; unaciudad italiana enriquecida por sus tratos comerciales con

Page 232: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

el Oriente y alimentando dentro de sus murallas un gustoartístico y una civilización refinados; y un poblado pobre,fundamentalmente agrícola en la región de ciénegas ylagos de Rusia parecieran tener poco en común.Y no obs-tante, las líneas rectoras de su organización, y el espírituque las anima, están imbuidas de una fuerte semejanzafamiliar. Por todas partes vemos las mismas confedera-ciones de pequeñas comunidades y gremios, los mismos«suburbios» en torno a la ciudad matriz, la misma asam-blea, y las mismas insignias de su independencia. El de -fensor de la ciudad, bajo diferentes nombres y bajo ropa-jes diferentes, representa igual autoridad e intereses; elabastecimiento de víveres, el trabajo y el comercio estánorganizados sobre líneas muy semejantes; las luchas in -ternas y externas se libran con ambiciones parecidas; másaún, son idénticas las fórmulas mismas empleadas en lasluchas y también en los anales, las ordenanzas y docu-mentos; y los monumentos arquitectónicos, sean de estilogótico, románico o bizantino, expresan las mismas aspira-ciones e ideales, y están concebidos y construidos de lamis ma manera. Muchas desemejanzas no son más quediferencias de época, y las disparidades reales existentesentre ciudades hermanas se repiten en diferentes partes deEuropa. La unidad de la idea rectora y la identidad de ori-gen allanan las diferencias de clima, situación geográfica,riqueza, lengua y religión. Por eso podemos hablar de laciu dad medieval como de una fase bien definida de la civi-lización; y aunque toda investigación que insista en lasdiferencias locales e individuales es del todo bienvenida,todavía podemos señalar las principales líneas de desarro-llo que resultan comunes a todas las ciudades.

No hay duda de que la protección que se solía acordarpara el mercado desde los tiempos bárbaros más primitivos

214

Page 233: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

jugó un papel importante, mas no exclusivo, en la eman-cipación de la ciudad medieval. Los antiguos bárbaros nocomerciaban en el interior de sus comunidades de laaldea; lo hacían solamente con extraños, en determinadoslugares definidos y en ciertos días. Y, con la finalidad deque el extraño pudiese acudir al punto de trueque sin ries-go de ser muerto a causa de alguna venganza de sangreque pudiese estar en marcha entre dos familias, al merca-do se le colocaba siempre bajo la protección de todas lasfamilias. Era inviolable, como el lugar de adoración bajocuya sombra se acostumbraba organizarlo. Entre los cabi-las sigue siendo anaya, como lo es el sendero por el que lasmujeres traen el agua desde el pozo. Ni siquiera durante lasguerras tribales a ninguno de los dos se podía ir armado.En la época medieval el mercado disfrutaba universal-mente de la misma protección1. No se podía llevar a caboninguna venganza de sangre en el sitio donde la genteacudía a hacer transacciones comerciales, ni tampocodentro de determinado radio en torno. Y si surgía una dis-puta en la abigarrada multitud de compradores y vende-dores, debía ser llevada ante aquellos bajo quienes sehabía puesto la protección del mercado: el tribunal de lacomunidad, o el juez designado por el obispo, el señor oel rey. Un extraño que había venido a comerciar era unhuésped, y así se le consideraba. Hasta el señor que notenía escrúpulos en asaltar a un comerciante en plena carre-tera respetaba el Weichbild, es decir, el poste que se levan-taba en el mercado y tenía sobre él las armas del rey, o unguante, o la imagen del santo local o simplemente una cruz,dependiendo de que el mercado estuviese bajo la protec-ción del rey, el señor, la iglesia local o la asamblea popular,la vyeche2.

215

Page 234: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

216

Resulta fácil comprender cómo la jurisdicción propiade la ciudad pudo desarrollarse a partir de la jurisdicciónespecial del mercado, cuando a la propia ciudad se leconcedió ese derecho. Y tal origen de las libertades de laciudad, cuya huella es posible rastrear en muchos casos,necesariamente dejó marcada su impronta en el desarro-llo subsiguiente. Le concedía el predominio al sector dela comunidad dedicado al comercio. Los burgueses queen aquellos tiempos eran propietarios de una casa en laciudad, y eran copropietarios de las tierras comunales,constituían a menudo un gremio de comerciantes quetenía en sus manos el comercio de la localidad; y aunqueal comienzo cualquier burgués, rico o pobre, podía for-mar parte del gremio de los comerciantes, y el comerciomismo parece haber operado en toda la ciudad por cuen-ta de sus apoderados, el gremio se fue convirtiendo gra-dualmente en un ente privilegiado. Impedía celosamenteel ingreso a los gremios de los forasteros que pronto co -menzaron a afluir a las ciudades libres, y les reservaba lasprebendas provenientes del comercio a las contadas «fa -milias» que eran burguesas para el momento de la eman-cipación. Evidentemente existía el peligro de que de esemodo se constituyera una oligarquía mercantil. Pero yaen el siglo x, y más aún en los dos siguientes, los artesa-nos principales, organizados también en gremios, fueronlo bastante poderosos como para controlar las tendenciasoligárquicas de los comerciantes.

En aquel entonces el gremio de artesanos por lo generalvendía por su propia cuenta sus productos y compraba direc-tamente la materia prima, y de él formaban parte al mismotiempo los comerciantes y los trabajadores manuales. Poreso la preponderancia asumida por los antiguos gremios de

Page 235: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

217

artesanos desde el comienzo mismo de la vida de la ciudadlibre le garantizó al trabajo manual la elevada posición queen adelante ocupó en la localidad3. De hecho, en una ciu-dad medieval el trabajo manual no constituía signo de infe-rioridad; por el contrario heredó vestigios del alto respetoque mereció en la comunidad de aldea. En el «misterio»se consideraba que el trabajo manual era un deber sagra-do hacia los ciudadanos: una función pública (Amt) tanhonorable como cualquier otra. La producción y el inter-cambio estaban impregnados de una idea de «justicia»respecto a la comunidad, y de «rectitud» tanto en el pro-ductor como en el consumidor que hoy parecería hastaextravagante. El trabajo del curtidor, el tonelero, el zapa-tero debía ser «justo», honesto, quedó sentado por escri-to en aquellos tiempos. La madera, el cuero o el tejidoempleados por los artesanos tenían que ser «buenos»; elpan debía ser horneado «con conciencia», y así sucesiva-mente. Traslademos esas expresiones a nuestra vida pre-sente y parecerá afectado y artificial, pero en aquelentonces resultaban naturales y libres de afectación, por-que el artesano medieval no producía para un compradoranónimo, o para lanzar sus artículos en un mercado des-conocido. Producía, primero, para su gremio; para unahermandad de seres que se conocían bien, se sabían lastécnicas del oficio y, al enterarse del precio señalado acada producto estaban en capacidad de apreciar la destre-za empleada en su fabricación o el esfuerzo puesto enello. Entonces el gremio, y no el productor por separado,ofrecía los artículos para la venta a la comunidad, y ésta,a su vez, le ofrecía a la hermandad de comunidades alia-das aquellos artículos que eran para exportar, asumiendola responsabilidad por su calidad. Con una organización

Page 236: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

218

así, la ambición de cualquier artesano no era ofrecer artí-culos de inferior calidad, y los defectos o adulteracionestécnicas se convertían en materia de preocupación paratoda la comunidad, porque, como dice una ordenanza,«destruirían la confianza del público». Puesto que laproducción era un deber social, colocado bajo el controlde la amitas entera, mientras la ciudad libre tuviese vi -da, el trabajo manual no podía caer en la posición degra-dada que hoy ocupa.

Desde los propios inicios, en las ciudades medievalesexistió una diferencia entre patrón y aprendiz, o entrepatrón y trabajador manual (compayne, Geselle), pero departida no pasaba de ser una diferencia de edad y destre-za, no de riqueza y poder. Luego de siete años de apren-dizaje, y después de haber demostrado sus conocimientosy capacidades haciendo una pieza de arte, el aprendiz seconvertía en patrón. Y sólo mucho más tarde, en el sigloXVI, cuando ya el poder del rey había destruido la ciudady la organización de los artesanos, se hizo posible llegara patrón en virtud de la mera herencia o de la riqueza.Pero esos fueron también los tiempos de la decadenciageneral de las industrias y el arte medieval.

En el floreciente período inicial de las ciudadesmedievales no había demasiado espacio para el trabajobajo contrato, y menos aún para el alquiler individual. Eltrabajo de los tejedores, armeros, herreros, panaderos ydemás, lo ejecutaban los gremios y la ciudad; y cuando secontrataba mano de obra para oficios de construcción, loscontratados trabajaban como corporaciones temporales(como todavía hoy lo hacen en los artéls rusos) cuyo traba-jo era pagado en bloc. Más tarde comenzó a multiplicarseel trabajo para los patronos, pero hasta en ese caso el traba-

Page 237: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

219

jador era mejor pagado de lo que es hoy en Inglaterra ymucho mejor de lo que solía ser en toda Europa durante laprimera mitad del presente siglo. Thorold Rogers ha fami-liarizado a los lectores ingleses con esta idea; pero es igual-mente válido para el continente entero, como lo muestranlas investigaciones de Falke y Schönberg, y muchas indica-ciones ocasionales. Aún en el siglo XV un albañil, un car-pintero o un herrero podía ganar cuatro sols diarios enAmiens, lo que correspondía a 24 kilos de pan, o a la octa-va parte de un buey pequeño (bouvard). En Sajonia, el sala-rio del Geselle en el ramo de la construcción era tal que, porponerlo en palabras de Falke, que él podría comprarse conun salario de seis días, tres ovejas y un par de zapatos. Lasdonaciones que hacían los trabajadores a las catedrales tam-bién atestiguan su relativo bienestar, por no hablar de lasextraordinarias donaciones de algunos gremios de artesa-nos ni de lo que acostumbraban gastar en festividades yespectáculos públicos4. De hecho, mientras más conoce-mos de la ciudad medieval más nos convencemos de que enninguna época ha disfrutado el trabajo de mejores condi-ciones de prosperidad y respeto que cuando la vida de laciudad estuvo en su punto más alto.

Y más aún, no sólo muchas aspiraciones de nuestrosradicales modernos ya se habían cumplido en la edadmedia, sino que gran parte de lo que hoy es descrito comouna utopía en esa época se daba por descontado. La gentese ríe de nosotros cuando decimos que el trabajo debe serplacentero, pero una ordenanza medieval de Kuttenbergdice que «todo el mundo debe sentirse complacido con sutrabajo» y que «nadie que no haya estado haciendo nada(mit nichs thun) deberá apropiarse de lo que los demáshan producido con su aplicación y su trabajo, porque las

Page 238: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

220

leyes tienen que ser una defensa de la aplicación y del tra-bajo». Y entre tanto de lo que hoy hablamos acerca de unajornada de trabajo de ocho horas, no estaría de más recor-dar una ordenanza de Fernando I relativa a las minas decarbón imperiales, que establecía la jornada de ochohoras para los mineros, «como se acostumbraba desdeantaño» (wie vor Alters herkommen), y prohibía que setrabajase los sábados por la tarde. Era raro que se esta-bleciese una jornada con mayor número de horas, segúnnos dice Janssen, en tanto que lo más común era quefuese menor. En Inglaterra, dice Rogers, durante el sigloxv los trabajadores laboraban solamente 48 horas a lasemana»5. El medio asueto sabatino, que consideramosuna conquista moderna, también fue en realidad una anti-gua institución medieval; era el momento de darse unbaño para gran parte de la comunidad, mientras que latarde del miércoles lo era para el Geselle6. Y aunque noexistían los comedores escolares —probablemente por-que no había niños que fuesen a la escuela con hambre—en varios lugares se acostumbraba la distribución de unaerogación para el baño de los niños cuyos padres tuviesendificultad para costearlo. En cuanto a los congresos detrabajadores, también éstos se producían con frecuenciaen la edad media. En algunas partes de Alemania los arte-sanos del mismo ramo pertenecientes a comunas diferen-tes solían reunirse todos los años, para discutir asuntosrelativos a su oficio, la duración del aprendizaje, los añosde pasantía en distintos talleres, los salarios, y cuestionespor el estilo. Y en 1572 las localidades de la Hansa recono-cieron formalmente el derecho de los artesanos a reunirse encongresos periódicos y tomar toda clase de resolucionesen torno a la calidad de sus productos, siempre y cuando

Page 239: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

221

no fuesen contrarias a las ordenanzas de las ciudades. Sesabe que en dichos congresos de los trabajadores, en parteinternacionales como la propia Hansa, tomaban parte pana-deros, fundidores, herreros, curtidores, armeros y toneleros.

La organización de los artesanos requería, por supuesto,de una estrecha supervisión por parte del gremio, y cons-tantemente se designaban jurados especiales para ese pro-pósito. Pero lo más notable es que mientras las ciudadesdisfrutaron de su vida en libertad no se escucharon quejasen contra de la supervisión, mientras que en cuanto se pro-dujo la intervención del Estado, confiscando la propiedadde los gremios y liquidando su independencia a favor de supropia burocracia, las quejas se hicieron sencillamenteincontables7. Por otra parte, la inmensidad del progreso rea-lizado en todas las artes bajo el sistema gremial medievalconstituye la mejor prueba de que el sistema no le poníaninguna traba a la iniciativa individual8. El hecho es que elgremio medieval, como el barrio, la «calle» o el «distrito»no era una corporación de ciudadanos puesta bajo el con-trol de los funcionarios del Estado; se trataba de una uniónde todos los hombres conectados por el desempeño de unoficio dado: compradores de materia prima certificados,vendedores de productos manufacturados y artesanos: patro-nos, «compaynes» y aprendices. Para la organización inter-na del ramo su asamblea era soberana, hasta tanto nointerfiriera con los otros gremios, en cuyo caso el asuntose llevaba ante el gremio de gremios: la ciudad. Pero enun aspecto era algo más que eso. Tenía su jurisdicciónpropia, su propia fuerza militar, sus propias asambleasgenerales, sus propias tradiciones de luchas, glorias eindependencia, sus propias relaciones con otros gremiosdel mismo ramo en otras ciudades; tenía, en una palabra,

Page 240: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

una vida orgánica plena que sólo podía resultar del carác-ter integral de las funciones vitales. Cuando la ciudad erallamada a las armas, el gremio se presentaba como unacompañía por separado (Schaar), con armamento propio(o, en época posterior, con sus propios cañones, primoro-samente decorados por el gremio) y bajo las órdenes delos comandantes que ellos mismos elegían. Se trataba, enuna palabra, de un componente de la federación tan inde-pendiente como lo eran hace cincuenta años la Repúblicade Uri o Ginebra dentro de la Confederación Suiza. Demanera que compararlo con un sindicato moderno, des-pojado de todos los atributos de la soberanía del Estado yreducido a un par de funciones de importancia secundaria,resulta tan poco razonable como comparar a Florencia oBrujas con una aldea francesa vegetando bajo el códigonapoleónico, o con un pueblo ruso sometido a la ley muni-cipal de Catalina II. Ambos tienen un alcalde electo, y ésteúltimo posee también sus corporaciones de artesanos; perola diferencia es la misma que existe entre Florencia yFontenay-les-Oies o Tsarevokokshaisk, o entre un dux ve -neciano y un alcalde moderno que se inclina ante el escri-biente del sous-préfet.

Los gremios medievales eran capaces de mantener suindependencia; y, más adelante, especialmente en el sigloXIV, cuando como consecuencia de diversas causas queya señalaremos, la antigua vida municipal sufrió una pro-funda modificación, los oficios más nuevos demostrarontener la suficiente fuerza como para conquistar su debidacuota en la administración de los asuntos de la ciudad.Las masas, organizadas en oficios «menores», se rebela-ron para arrancarle el poder de las manos a una crecienteoligarquía, y en gran medida tuvieron éxito, para abrir

222

Page 241: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

otra vez una nueva era de prosperidad. Es cierto que enalgunas ciudades el levantamiento fue sofocado de mane-ra sangrienta, y fue seguido de la decapitación en masa delos trabajadores, como ocurrió en París en 1306 y enColonia en 1371. En tales casos las libertades de la ciu-dad cayeron rápidamente en decadencia, y la ciudad fuesometida de manera gradual por la autoridad central. Perola mayoría de las localidades había conservado suficien-te vitalidad como para salir de la turbulencia con vida yvigor renovados9. Su recompensa fue un nuevo período derejuvenecimiento. Se les infundió nueva vida, que halló suexpresión en espléndidos monumentos arquitectónicos, enun nuevo período de prosperidad, en un progreso aceleradode las técnicas y la invención, y en un nuevo movimientointelectual que condujo al Renacimiento y la Reforma.

La vida de una ciudad medieval era una sucesión deduras batallas para conquistar la libertad y mantenerla. Escierto que durante esas feroces contiendas se desarrollóuna fuerte y tenaz estirpe de burgueses; pero también loes que de esas luchas nació el amor y la veneración por laciudad materna, y que los grandes logros alcanzados porlas comunidades medievales fueron el resultado directode ese amor. Mas los sacrificios que tuvieron que realizarlas comunas en la batalla por la libertad fueron sinembargo crueles, y dejaron también profundas marcas dedivisión en su vida interna. Muy pocas ciudades lograronobtener la libertad de un solo golpe, bajo la concurrenciade circunstancias favorables, y esas pocas en su mayorparte la perdieron con igual facilidad; en tanto que la granmayoría tuvo que luchar cincuenta o cien años seguidos,y a veces hasta más, antes de que fuesen reconocidos susderechos a una vida libre, y aún otros cien años para

223

Page 242: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

224

afianzar su libertad sobre una base firme. Las Cartas delsiglo XII no fueron más que el primer escalón para alcan-zarla10. En realidad la ciudad medieval era un oasis forti-ficado en medio de un país hundido en el sometimientofeudal, y tenía que abrirse espacio por la fuerza de lasarmas. Como consecuencia de las causas a las que aludi-mos brevemente en el capítulo anterior, cada comunidadde aldea había caído gradualmente bajo el yugo de algúnseñor clerical o laico. Éste había agrandado su casa hastallevarla a castillo, y sus hermanos de armas eran ahorauna escoria de aventureros, siempre dispuestos a despojara los campesinos. En adición a los tres días semanalesque los campesinos tenían que trabajarle al señor, debíanademás soportar toda clase de exacciones por el derechoa sembrar y cosechar, a estar alegres o tristes, vivir, casar-se o morir. Y, lo peor de todo, continuamente eran saquea-dos por los asaltantes armados de algún señor vecino, quelos veían como parientes del señor de sus tierras y cobra-ban en ellos, y en su ganado y sus cosechas, la venganzade sangre que libraban en su contra. Todo prado, todocampo, todo río y todo ser humano sobre la tierra estabaen poder de algún señor.

El odio de los burgueses por los grandes señores feu-dales encontró su expresión más característica en laredacción de las diferentes cartas que les obligaron a firmar.A Enrique V se le hizo firmar en la Carta concedida aSpeier en 1111 que él libraba a los burgueses de «la horri-ble y execrable ley de manos muertas, por cuya causa laciudad se había visto hundida en la pobreza más honda»(von dem scheusslichen und nichtwürdigen Gesetze, wel-ches gemein Budel gennant wird, Kallsen, I. 307). La cou-tume de Bayona, escrita hacia 1273, contiene pasajes como

Page 243: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

225

éste: «El pueblo es anterior a los señores. Es el pueblo, lamayoría por sobre todos los demás, el que deseoso de pazcreó a los señores para que les pusieran freno e hicieranarrodillar a los poderosos», y proseguía en la misma tónica(Giry, Établissements de Rouen, I. 117, citado por Luchaire,p. 24). Una Carta presentada al rey Roberto para su firmaguarda las mismas características. Se le hace decir en ella:

No robaré bueyes ni otros animales. No incautaré a ningúncomerciante, ni tomaré su dinero ni le impondré rescates.desde la anunciación hasta el día de todos los santos noincautaré ningún caballo, ni yegua ni potros o potrancasen los prados. no incendiaré los molinos ni robaré la harina(…). No les brindaré protección a los ladrones, el (pfisterha publicado ese documento, reproducido por luchaire).

La Carta «otorgada» por el arzobispo Hughes, de Be-sanÇon, en la se le obliga a enumerar todos los perjuiciosocasionados por sus derechos de mano muerta resulta igual-mente característica. Y siguen las evidencias.

En ese entorno era imposible conservar la libertad, ylas ciudades se vieron obligadas a hacer la guerra fuerade sus murallas. Los burgueses enviaban emisarios a diri-gir la rebelión en las aldeas, recibían a los aldeanos en suscorporaciones y entre todos libraban la guerra directa encontra de los nobles. En Italia, donde la tierra estaba den-samente poblada de castillos feudales, la guerra asumióproporciones heroicas, y ambos bandos combatieron contenaz ferocidad. Florencia sostuvo durante setenta y sieteaños una sucesión de guerras sangrientas, a fin de liberarde los nobles a su contado, pero cuando ya había logradoesa conquista (en 1181) se vio obligada a recomenzar de

Page 244: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

226

nuevo. Los nobles contraatacaron: constituyeron sus pro-pias ligas para oponerse a las ligas de las ciudades ycomo recibieron nuevos apoyos del Emperador y el Papapudieron mantener la guerra por otros 130 años. Igualocurrió en Roma, en la Lombardía, en Italia entera.

Los ciudadanos hicieron prodigios de valor, audacia ytenacidad en esas guerras. Pero los arcos y las hachuelas delas artes y oficios no siempre llevaron la mejor parte en susencuentros con los caballeros de armadura, y muchos cas-tillos resistían a la perseverancia de los ciudadanos y lasingeniosas maquinarias diseñadas para sitiarlos. Algunasciudades, como Florencia, Bolonia y muchas poblacionesen Francia, Alemania y Bohemia, lograron emancipar alas aldeas de sus alrededores, y vieron recompensados susesfuerzos con una paz y una prosperidad extraordinarias.Pero incluso allí, y más aún en las localidades más o menospujantes, los comerciantes y los artesanos, exhaustos por laguerra y malinterpretando sus propios intereses, entregaronlas cabezas de los campesinos. Obligaron al señor a jurarlelealtad a la ciudad, le desmantelaron su castillo campestre ylo hicieron construir una casa para residir en la ciudad, conlo que se convirtió en conciudadano (com-bourgeois, con-cittadino); pero en retribución se le mantuvieron la mayoríade sus derechos sobre los campesinos, que sólo obtuvie-ron un alivio parcial de sus cargas abusivas. El burguésno pudo entender que debía concederle iguales derechosde ciudadanía al campesino de cuyo aprovisionamientode alimentos dependía, y abrió así un profundo abismoentre la ciudad y la aldea. En algunos casos los campesi-nos simplemente cambiaron de dueños, pues la ciudad lescompró los derechos a los grandes señores y se los ven-dió por partes a sus propios ciudadanos11. Se mantuvo la

Page 245: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

227

servidumbre, y sólo fue mucho más tarde, hacia finalesdel siglo XIII cuando la revolución de los oficios le pusofin y abolió la servidumbre personal, pero al mismo tiem-po despojó a los siervos de la tierra que poseían12. Bastaañadir que los fatales resultados de esa política pronto lospadecieron las propias ciudades: el campo se convirtió enenemigo de la ciudad.

La guerra contra los castillos tuvo otro efecto negati-vo. Envolvió a las ciudades en una larga sucesión de gue-rras entre ellas mismas que dio origen a la teoría, demoda hasta hace poco, de que perdieron su independen-cia gracias a sus rivalidades y sus peleas. Los historiado-res imperialistas le han brindado especial apoyo a esa teo-ría a la que, sin embargo, la investigación moderna hadebilitado muchísimo. Es bien cierto que en Italia las ciu-dades se combatieron unas a otras con empecinada ani-mosidad, pero en ninguna otra parte esos enfrentamientosalcanzaron las mismas proporciones. Y en la propia Italialas guerras entre las ciudades, especialmente las del pe-ríodo inicial, tuvieron sus causas especiales. Fueron (comoya lo han mostrado Sismondi y Ferrari) una mera conti-nuación de la guerra contra los castillos: el principio dela libertad municipal y federativa entrando en feroz con-tienda con el feudalismo, el imperialismo y el papado.Muchas localidades que sólo se habían sacudido parcial-mente el yugo del obispo, el señor o el Emperador, fue-ron lanzadas en contra de las ciudades libres por losnobles, el Emperador o la Iglesia, cuya política era divi-dir las ciudades y enfrentarlas entre sí. Esas circunstan-cias especiales (que se reflejaron parcialmente tambiénen Alemania) explican por qué las ciudades italianas,algunas de las cuales buscaron el apoyo del Emperador

Page 246: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

228

para combatir al Papa, en tanto que otras buscaban elapoyo de la Iglesia para hacerle frente al Emperador,pronto se dividieron en dos bandos, los güelfos y los gi -belinos, y por qué esa misma división apareció en cadaciudad por separado.

El inmenso progreso económico realizados por la mayo-ría de las ciudades italianas precisamente en los tiempos enlos que dichas guerras alcanzaban su punto álgido13, y contanta facilidad se cerraban alianzas entre ellas caracterizamucho mejor esas luchas y termina de debilitar la teoríaanterior. Ya en los años 1130-1150 entraron en existencialigas poderosas, y poco más tarde, cuando FedericoBarbarroja invadió Italia y marchó contra Milán con elapoyo de los nobles y algunas ciudades retardatarias, lospredicadores populares despertaron el entusiasmo del pue-blo en muchas localidades. Cremona, Piacenza, Brescia,Tortona, etcétera, acudieron al rescate; los estandartes delos gremios de Verona, Padua, Vicenza y Treviso ondeabanjuntos en las ciudades frente a los del Emperador y losnobles. Al año siguiente nació la Liga Lombarda y sesentaaños después la vimos reforzada por muchas otras ciudadespara conformar una organización duradera que guardaba lamitad de sus arcas en Génova y la otra en Venecia. En laToscana Florencia encabezaba otra poderosa liga, a la quepertenecían Lucca, Bolonia, Pistoia, etcétera, y que des-empeñó un papel importante en la derrota de los nobles enItalia central, donde abundaban las ligas de menor tamaño.Por lo tanto es cierto que aunque indudablemente existíanlas rivalidades mezquinas y era fácil sembrar la discordia,ello no impidió que las ciudades se unieran en la defensa encomún de su libertad. Sólo más tarde, cuando las ciudadespor separado se convirtieron en pequeños Estados, estalla-

Page 247: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

229

ron las guerras entre ellas, como ha de ser siempre el casocuando los Estados luchan por la supremacía o se disputansus colonias. En Alemania se formaron ligas con el mismopropósito. Cuando bajo los sucesores de Conrado la tierrase convirtió en el botín de guerra de las interminables ven-ganzas entre los nobles, las localidades de la Westfalia ins-tauraron una liga contra los caballeros, una de cuyas cláu-sulas era no prestarle dinero jamás a un caballero quesiguiese ocultando bienes robados. Cuando «los caballerosy los nobles vivían del pillaje, y mataban a quienes se lesantojaba», como se queja el Wormser Zorn, las ciudades aorillas del Rin (Mainz, Colonia, Speier, Estrasburgo yBasilea) tomaron la iniciativa de una liga que pronto contócon sesenta localidades aliadas, reprimió a los asaltantes ymantuvo la paz. Más tarde, la liga de las ciudades de Suabia,divididas en tres «distritos de paz» (Augsburgo, Constanzay Ulm) tuvo el mismo propósito. Y aun cuando esas ligas serompieron14, vivieron lo bastante como para demostrar quemientras los presuntos pacificadores —los reyes, los empe-radores y la Iglesia— fomentaban la discordia y por sí mis-mos resultaban impotentes ante los caballeros ladrones, fuede las ciudades de donde provino el impulso para restable-cer la paz y la unión. Las ciudades —no los emperadores—fueron las verdaderas constructoras de la unidad nacional.

Entre las aldeas pequeñas se organizaron confederacio-nes similares para el mismo propósito, y ahora que Lu -chaire ha atraído la atención hacia este tema podemosesperar que pronto sabremos mucho más acerca de ellas.Las aldeas se unieron en pequeñas federaciones en el con-tado de Florencia, así como también en las dependenciasde Novgorod y Pskov. En lo que atañe a Francia, existeevidencia positiva de una confederación de diecisiete

Page 248: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

230

aldeas campesinas que existieron en el Laonnais durantecasi un siglo (hasta 1256) y tuvo que luchar arduamentepor su independencia. Otras tres repúblicas campesinas,que juraron Cartas similares a las de Soissons y Laon,existieron en las vecindades de esta última localidad, ydado que sus territorios eran contiguos se apoyaron mu -tua mente en sus guerras de liberación. Además, Luchairees de la opinión que en Francia tienen que haber surgidomuchas confederaciones como esas en los siglos XII yXIII, pero la documentación al respecto se ha perdido ensu mayor parte. Por supuesto, al carecer de la protecciónde las murallas podían ser destruidas fácilmente por losreyes y los señores; pero en ciertas circunstancias favora-bles, cuando encontraron apoyo en una liga de ciudades yprotección en sus montañas, esas repúblicas campesinasse convirtieron en integrantes independientes de laConfederación Suiza.

En cuanto a las uniones entre ciudades para propósitospacíficos, se produjeron con gran frecuencia. La interco-nexión que se estableció durante el período de liberaciónno se interrumpió después. A veces, cuando los scabinide una localidad alemana, teniendo que emitir un vere-dicto en un caso nuevo o complicado, declaraban que nose sabían la sentencia (des Urtheiles nicht weise zu sein),enviaban delegados a otra ciudad para enterarse. Lo mismosucedía también en Francia; en tanto que se conoce queForli y Rávena habían naturalizado mutuamente a sus habi-tantes y les reconocían plenos derechos en ambas ciudades.Remitir una disputa surgida entre dos localidades, o dentrode una ciudad, a otra comuna a la que se invitaba a parti-cipar como árbitro estaba también dentro del espíritu deaquellos tiempos15. En cuanto a los tratados comerciales

Page 249: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

231

entre ciudades, eran muy habituales. Las uniones para regu-lar la producción y los tamaños de los toneles empleados enel comercio del vino, las «uniones del arenque», y demásfueron meras precursoras de las grandes federaciones dela Hansa flamenca, cuya sola historia podría contribuircon páginas y páginas de descripción del espíritu federa-tivo que animaba a los hombres de aquella época. Resultacasi innecesario agregar que gracias a las uniones hanseáti-cas las ciudades medievales contribuyeron más para el des-arrollo de la interconexión internacional, la navegación ylos descubrimientos marítimos que todos los Estados de losprimeros diecisiete siglos de nuestra era.

En una palabra, las confederaciones entre pequeñosentes territoriales, así como entre hombres unidos por finescomunes dentro de sus respectivos gremios, y las que seconstruyeron entre ciudades y grupos de ciudades constitu-yeron la esencia misma de la vida y el pensamiento duran-te ese período. Podemos describir entonces los primeroscinco de la segunda decena de siglos de nuestra era comoun enorme intento de asegurar la ayuda y el apoyo mutuosen gran escala, mediante los principios de la federación yasociación puestos en práctica a través de todas las mani-festaciones de la vida humana y en todos los grados posibles.Tal intento fue completado con éxito en buena medida.Unió a hombres antes divididos; les aseguró una considera-ble libertad y ésta les duplicó las fuerzas. En una época enla que tantos agentes alimentaban el individualismo, y lascausas de la discordia y la rivalidad debieron ser tan nume-rosas, resulta gratificante ver que las ciudades dispersas atodo lo ancho de un vasto continente encontraron tanto encomún, y estuvieron tan dispuestas a confederarse parala consecución de tantos objetivos comunes. A la larga

Page 250: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

232

sucumbieron ante enemigos poderosos; al no comprendercon la amplitud suficiente el principio de la ayuda mutuaellas mismas cometieron faltas mortales; pero no pere-cieron a causa de sus propias rivalidades y sus errores nofueron por carencia de espíritu federativo.

Los resultados de ese nuevo rumbo tomado por la huma-nidad en la ciudad medieval fueron enormes. A comienzosdel siglo XI las ciudades de Europa eran pequeños conglo-merados de chozas miserables, tan sólo adornados por capi-llas bajas y mal construidas cuyos constructores apenassabían cómo levantar un arco; las artes, que consistían fun-damentalmente en hacer algún tejido y forjar metales, esta-ban en su primera infancia; sólo se daba la educación enunos pocos monasterios. Trescientos cincuenta años mástarde el rostro mismo de Europa había cambiado. El espa-cio estaba inundado de ciudades ricas, rodeadas de inmen-sas y gruesas murallas adornadas con torres y portales, cadacual una obra de arte en sí misma. Las catedrales, concebi-das con grandiosidad y profusamente decoradas, elevabanal cielo sus campanarios y exhibían una pureza de forma yuna audacia de la imaginación que hoy nos empeñamosen vano en alcanzar. Los oficios y las artes habían logra-do un grado de perfección que difícilmente podemosalardear hoy de haber superado en muchos sentidos, sivaloramos más la capacidad de inventiva del trabajador yel acabado superior que la rapidez en la fabricación. Lasflotas de las ciudades libres surcaban en todas direccio-nes el norte y el sur del Mediterráneo; un esfuerzo más ycruzarían los océanos. A lo largo de grandes territorios elbienestar había ocupado el lugar de la miseria; la educa-ción había crecido y se expandía. Se habían elaboradométodos científicos; se habían echado las bases de la

Page 251: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

233

filosofía natural; y se había pavimentado el camino paralas invenciones mecánicas de las que nuestros propiostiempos están tan orgullosos. Tales fueron los mágicoscambios cumplidos en Europa en menos de cuatrocientosaños. Y las pérdidas sufridas por Europa con la caída desus ciudades libres sólo se pueden apreciar comparandoal siglo XVII con el XIV o el XIII. La prosperidad que enaquel entonces caracterizaba a Escocia, Alemania, las lla-nuras italianas, se había ido. Los caminos se habían dete-riorado hasta un estado deplorable, las ciudades estabandespobladas, los trabajadores esclavizados, el arte desva-necido, el comercio mismo en decadencia.

Aun si las ciudades medievales no nos hubiesen lega-do ningún documento escrito que testificara su esplendory tan sólo nos hubiesen dejado los monumentos del artede la construcción que vemos hoy en toda Europa, desdeEscocia hasta Italia, y desde Gerona en España hastaBreslau en territorio eslavo, todavía podríamos concluirque los tiempos de la vida de las ciudades independientesfueron la época del mayor desarrollo del intelecto huma-no durante la era cristiana hasta finales del siglo XVIII. Almirar, por ejemplo, un cuadro medieval que representa aNuremberg con sus numerosísimas torres y elevadas agu-jas, cada una de las cuales muestra la impronta del artecreador libre, nos cuesta mucho imaginarnos que tres-cientos años antes la ciudad no era más que un montón debarracas miserables. Y nuestra admiración crece cuandoentramos en los detalles de la arquitectura y las decora-ciones de cada una de las innumerables iglesias, campana-rios, portales y casas comunales dispersas sobre la superfi-cie de Europa, tan al este como Bohemia y las ciudades hoymuertas de la Galitzia polaca. No solamente Italia, esa

Page 252: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

234

madre de las artes, sino toda Europa está llena de esosmonumentos. El hecho mismo de que de todas las arteshaya sido la arquitectura —que es sobre todo un artesocial— la que alcanzase el desarrollo más elevado resul-ta en sí mismo significativo. Para llegar a donde llegótiene que haberse originado a partir de una vida eminen-temente social.

La arquitectura medieval alcanzó esa grandiosidad nosólo porque era un desarrollo natural de la destrezamanual; no sólo porque cada edificación, cada decora-ción arquitectónica, había sido diseñada por hombres queconocían a través de la experiencia de sus propias manoslos efectos artísticos que se pueden obtener de la piedra,el hierro, el bronce y hasta de una simple viga de made-ra y la argamasa; no sólo porque cada monumento era elresultado de la experiencia colectiva, acumulada en cada«misterio» u oficio16: era grandiosa porque había nacidode una gran idea. Como el arte griego, surgió de una con-cepción de la hermandad y la unidad propiciada por laciudad. Poseía una audacia que sólo podía haber sidoconquistada gracias a audaces luchas y victorias; teníaesa expresión vigorosa porque el vigor permeaba toda lavida de la ciudad. Una catedral o una casa comunal sim-bolizaban la grandiosidad de un organismo del que cadaalbañil y cada picapedrero era el constructor, y una edifi-cación medieval aparece no como un esfuerzo en solita-rio al cual hubiesen contribuido miles de esclavos con lacuota que les asignara la imaginación de un solo hombre:toda la ciudad contribuía para erigirla. El elevado campa-nario se alzaba por sobre una estructura en sí mismagrandiosa en la que palpitaba la vida de la ciudad; nosobre un armatoste carente de significado como esa torre

Page 253: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

235

de hierro de París, ni tampoco como una estructura pos-tiza hecha de piedra para ocultar la fealdad de una arma-zón de hierro, como se hizo en el Tower Bridge. Como laAcrópolis de Atenas, la catedral de una ciudad medievaltenía la intención de glorificar la grandiosidad de la ciu-dad victoriosa, de simbolizar la unión de sus oficios, deexpresar la gloria de cada ciudadano en una ciudad de supropia creación. Después de una revolución de los oficiosla ciudad iniciaba con frecuencia la construcción de unanueva catedral para expresar la nueva unión, más ampliay profunda, que acababa de nacer.

Los medios a la mano para esas grandes empresas erandesproporcionadamente pequeños. La catedral de Coloniafue comenzada con un desembolso anual de apenas 500marcos; un regalo de 100 marcos fue anotado como grandonativo; y todavía para el momento en que la obra se acer-caba a su terminación y los donativos llovían en proporción,el desembolso anual se mantenía en los 5000 marcos yjamás excedió los 14.000. La catedral de Basilea fue cons-truida con medios igualmente pequeños. Pero cada corpo-ración aportaba su parte de piedras, trabajo e ingenio deco-rativo para su monumento común. Cada gremio expresabaen él sus concepciones políticas, y contaba en piedra o enbronce la historia de la ciudad, glorificando los principiosde «libertad, igualdad y fraternidad»17, elogiando a los alia-dos de la ciudad y enviando al fuego eterno a sus enemi-gos. Y cada gremio depositaba su amor en el monumen-to comunal decorándolo ricamente con vitrales, pinturas,«puertas, dignas de ser las puertas del Paraíso», comodijo Miguel Ángel, o decoraciones en piedra en el másmínimo rincón del edificio18. Las ciudades pequeñas, in -cluso las parroquias menores, rivalizaban con las grandes

Page 254: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

236

aglomeraciones urbanas en esos trabajos, y las catedralesde Laon y Saint Ouen nada tienen que envidiarles a las deReims, o a la Casa Comunal de Bremen, o al campanariode la asamblea popular de Breslau. «La comuna no ha dedarle inicio a obra alguna que no esté concebida en res-puesta al gran corazón de la comuna, compuesto a su vezde los corazones de todos los ciudadanos unidos en unavoluntad común», tales fueron las palabras del Concejo deFlorencia; y ese espíritu se muestra en todas las obrascomunales de utilidad común, como los canales, terrazas,viñedos y jardines frutales que rodeaban a Florencia, o loscanales de riego que se entrecruzan en las llanuras de laLombardía, o el puerto y el acueducto de Génova, o, dehecho, cualesquiera obras del mismo tipo realizadas porcasi todas las ciudades19.

Todas las artes progresaron en la misma medida en lasciudades medievales, y las nuestras de hoy no son másque una continuación de las que se desarrollaron en aque-llos tiempos. La prosperidad de las ciudades flamencasestaba basada en los finos tejidos de lana que fabricaban. Acomienzos del siglo XIV, antes de la peste negra, Florenciafabricaba entre 70.000 y 100.000 panni de tejidos de lanavalorados en 1.200.000 florines de oro20. El cincelado demetales preciosos, el arte de la fundición, la forja artísticadel hierro, fueron creaciones de los «misterios» medievales,que lograron hacer en sus propios campos todo cuantopodía realizarse a mano, sin el empleo de un potente motormecánico. A mano y mediante el ingenio. Para decirlo enpalabras de Whewell:

Page 255: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

237

El pergamino y el papel, la impresión y el grabado, elvidrio mejorado y el acero, la pólvora, los relojes, lostelescopios, el compás de navegación, el calendario refor-mado, la numeración decimal; el álgebra, la trigonometría,la química, el contrapunto (una invención equivalente a lanueva creación de la música); son todas posesiones queheredamos de lo que tan disparatadamente hemos dado enllamar el Período de Estancamiento. (History of InductiveSciences, I. 252).

Es cierto que, como dijo Whewell, esos descubrimien-tos no se tradujeron en ningún principio nuevo, pero laciencia medieval hizo algo más que el actual descubri-miento de nuevos principios. Preparó el descubrimientode todos los nuevos principios que hoy día conocemos enlas ciencias mecánicas: acostumbró al investigador aobservar los hechos y razonar a partir de ellos. Era unaciencia inductiva, aunque no captó a plenitud la impor-tancia y los poderes de la inducción; y sentó las basestanto de la mecánica como de la filosofía natural. FrancisBacon, Galileo y Copérnico fueron descendientes direc-tos de un Roge Bacon y un Michael Scot, al igual que lamáquina de vapor fue el producto directo de las investi-gaciones llevadas a cabo en las universidades italianasacerca del peso de la atmósfera y el aprendizaje de lasmatemáticas y la técnica que caracterizó a Nuremberg.

¿Pero para qué molestarnos en insistir sobre el avance dela ciencia y el arte en la ciudad medieval? ¿No basta conseñalar las catedrales en el campo de las destrezas, y al idio-ma italiano y el poema del Dante en el campo del pensa-miento, para dar de inmediato la medida de lo creado por laciudad medieval durante sus cuatro siglos de vida?

Page 256: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Indudablemente las ciudades medievales le prestaron unenorme servicio a la civilización europea. Evitaron quefuese arrastrada a las teocracias y los estados despóticos deantaño; le proporcionaron la variedad, la confianza en símisma, la fuerza de iniciativa, y las inmensas energías inte-lectuales y materiales que hoy posee, que constituyen lamejor garantía de que está en capacidad de poder resistircualquier nueva invasión proveniente del Este. ¿Pero porqué esos centros de civilización, que intentaban darles res-puesta a necesidades de la naturaleza humana hondamentearraigadas, y estaban tan llenos de vida, no continuaron convida? ¿Por qué los atrapó la debilidad senil en el siglo XVI?¿y, luego de haber repelido tantos asaltos desde el exterior yde haber salido cada vez más vigorosos de sus luchas inter-nas, por qué finalmente sucumbieron ante ambos?

Varias causas contribuyeron a ese efecto, algunas delas cuales tienen sus raíces en el pasado remoto, en tantoque otras se originaron en los errores cometidos por laspropias ciudades. Hacia finales del siglo XV ya comenza-ban a surgir Estados todopoderosos reconstruidos sobreel antiguo modelo romano. En cada país y región algúnseñor feudal más astuto, más dado a la acumulación deriquezas y a menudo menos escrupuloso que sus vecinos,logró apropiarse de territorios más ricos y tuvo mayornúmero de campesinos en sus tierras, más caballeros ensu séquito, más tesoros en sus arcas. Escogió como asien-to algún grupo de aldeas felizmente ubicadas y no acos-tumbradas a la vida municipal libre —París, Madrid oMoscú— y con el trabajo de sus siervos las convirtió enciudades reales fortificadas, hacia las que atrajo bandasde guerreros, a los que repartió aldeas a discreción, ycomerciantes a cuya actividad ofreció protección. Quedó

238

Page 257: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

así sembrado el germen de un Estado que en el futuroabsorbería otros centros similares. Hacia dichos centrosafluyeron juristas versados en el estudio del derechoromano; entre los burgueses se levantó una raza de hom-bres tenaces y ambiciosos que odiaban por igual los abusosde los señores y lo que ellos llamaban la anarquía de loscampesinos. Las formas mismas de la comunidad de aldea,que su código desconocía, y los propios principios del fede-ralismo les resultaban repulsivos, porque los considerabanherencias «bárbaras». El cesarismo, apoyado por la ficcióndel consentimiento popular y la fuerza de las armas, seconstituyó en su ideal, y se esforzaron celosamente a favorde quienes les prometían realizarlo21.

La iglesia cristiana, antes en rebeldía frente al derechoromano y ahora su aliada, trabajaba en la misma dirección.Habiendo fracasado el intento de instituir el Imperio teo-crático de Europa, los obispos más inteligentes y ambiciososahora les brindaban apoyo a quienes consideraban aptospara reconstituir el poder de los reyes de Israel o los empe-radores de Constantinopla. La Iglesia invistió de su santidada los gobernantes que surgían, los coronó como represen-tantes de Dios en la tierra, puso a su servicio el conoci-miento y la habilidad como estadistas de sus ministros, susbendiciones y maldiciones, sus riquezas y las simpatías quehabía despertado en los pobres. Los campesinos, a los quelas ciudades no les habían sabido dar o les habían nega-do la libertad, viendo la impotencia de los burgueses paraponerles fin a las interminables guerras entre los caballe-ros —por las que ellos debían pagar un alto costo— ahoradepositaron sus esperanzas en el rey, el emperador o el granpríncipe; y al ayudarlos a destruir a los todopoderosos seño-res feudales los ayudaron también a constituir el Estado

239

Page 258: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

240

centralizado. Y finalmente las invasiones de los mongo-les y los turcos, la guerra sagrada contra los moros enEspaña, y las terribles guerras que pronto estallaron entrelos centros de soberanía en crecimiento —Ile de France yBorgoña, Escocia e Inglaterra, Inglaterra y Francia, Li -tuania y Polonia, Moscú y Tver, y así sucesivamente— con-tribuyeron con el mismo fin. Hicieron su aparición losEstados todopoderosos, y ahora las ciudades tuvieron queresistir no sólo a las confederaciones poco cohesivas de losseñores sino además a centros sólidamente organizados,que contaban con ejércitos de siervos a su disposición.

Lo peor era que las crecientes autocracias hallaban apo -yo en las divisiones que cada vez se hacían mayores dentrode las propias ciudades. La idea fundamental de la ciudadmedieval era grandiosa, pero no lo bastante amplia. Laayuda y el apoyo mutuos no puede estar limitada a la aso-ciación en pequeño; debe extenderse a su entorno, o el en -torno absorberá a la asociación. Y en este respecto el ciu-dadano medieval cometió de partida una formidable equi -vocación. En lugar de considerar a los campesinos y losartesanos que se acogían a la protección de sus murallascomo aliados que aportarían su ayuda para la construc-ción de la ciudad —como en realidad hicieron— trazaronuna nítida línea divisoria entre las «familias» de los anti-guos burgueses y los recién llegados. Aquéllas se reser-varon todos los beneficios del comercio y las tierras comu-nales y a éstos les dejaron nada más el derecho a utilizarlibremente la destreza de sus propias manos. La ciudadquedó así dividida en «los burgueses» o «los comuneros» ylos «residentes»22. El comercio, que antes había sido comu-nal, se volvió ahora privilegio de las «familias» de comer-ciantes y artesanos, y el próximo paso —convertirse en

Page 259: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

241

individual o en privilegio de empresarios opresores—resultaba inevitable.

La misma división ocurrió entre la ciudad propiamen-te dicha y las aldeas circunvecinas. La comuna habíahecho lo posible por liberar a los campesinos, pero susguerras contra los señores se convirtieron, como ya diji-mos, en guerras por la liberación de la ciudad misma y nopor la de aquellos. Les dejó a los señores sus derechossobre los aldeanos, a condición de no molestar más a laciudad y convertirse en conciudadanos. Pero los nobles«adoptados» por la ciudad, y que ahora residían bajo laprotección de sus murallas, simplemente prosiguieron laantigua guerra dentro de los propios lindes de la ciudad.No les gustaba someterse a un tribunal de simples artesa-nos y mercaderes y cobraban sus venganzas de sangre enlas calles. Cada ciudad tenía ahora sus Colonnas y susOrsinis, sus Overstolzes y sus Wises. Como percibían gran-des ingresos de las propiedades agrarias que aún conserva-ban, se rodeaban de numerosos clientes y feudalizaron lascostumbres y los hábitos de la ciudad misma. Y cuandocomenzó a cundir el descontento en las clases artesanas dela ciudad, ofrecían su espada y la de sus seguidores parazanjar las diferencias en combate libre, en vez de permitirque el descontento hallase los canales pacíficos que siem-pre funcionaron en los viejos tiempos.

El error mayor y más fatal de la mayoría de las ciuda-des fue basar su riqueza en el comercio y la industria, endetrimento de la agricultura. Repitieron así el error come-tido antes por las ciudades de la antigua Grecia, y graciasa ello cayeron en los mismos crímenes23. El distancia-miento del campo por parte de tantas ciudades necesaria-mente las condujo a una política hostil para con el agro,

Page 260: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

242

que se fue haciendo cada vez más evidente en tiempos deEduardo III, las jackeries francesas, las guerras hussitas yla Guerra Campesina en Alemania. Por otra parte, la polí-tica comercial las involucró en empresas a distancia. Lasciudades italianas fundaron colonias en el Sureste, lasalemanas en el Este, las eslavas en el distante Noreste.Comenzó la formación de ejércitos mercenarios para li -brar guerras coloniales, y muy pronto también para ladefensa local. Se contrataron empréstitos de tal magnitudque desmoralizaron totalmente a los ciudadanos. Y losenfrentamientos internos empeoraron con cada elección,en las que entraba en juego la política colonial en interésde unas pocas familias. La división en ricos y pobres sehizo más honda y en el siglo XVI en cada ciudad la auto-ridad del rey encontró aliados y apoyo entre los pobres.

Y nos queda todavía considerar otra causa de la deca-dencia de las instituciones comunales, por encima y másprofunda que las anteriores. La historia de las ciudadesmedievales nos brinda uno de los ejemplos más impac-tantes del poder que ejercen las ideas y los principiossobre los destinos de la humanidad, y de los resultadostan opuestos que se tienen cuando ha tenido lugar unamodificación profunda de las ideas rectoras. Confianzaen las propias fuerzas y en el federalismo, la soberanía decada grupo y la construcción del cuerpo político de losimple a lo compuesto: fueron ésas las ideas rectoras enel siglo XXI. Pero a partir de allí las concepciones cam-biaron por completo. Los estudiosos del derecho romanoy los prelados de la iglesia, estrechamente vinculadosdesde los tiempos de Inocente III lograron paralizar laidea —la antigua idea griega— que constituía el funda-mento de la vida de las ciudades. Durante doscientos o

Page 261: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

243

trescientos años estuvieron enseñando desde el púlpito, lacátedra universitaria y el asiento de los jueces que la sal-vación había que buscarla en un Estado fuertemente cen-tralizado, puesto bajo una autoridad semidivina24; que unhombre podía y debía ser el salvador de la sociedad, y queen nombre de la salvación pública ese hombre podíacometer cualquier violencia: quemar hombres y mujeresen la hoguera, hacerlos morir bajo torturas indescripti-bles, sumir territorios enteros en la miseria más abyecta.Y se encargaron de dar lecciones objetivas en gran esca-la, y con una crueldad inaudita, acerca de ello allí dondepudiese llegar la espada del monarca o la hoguera de laiglesia, cuando no ambas a la vez. Gracias a esas enseñan-zas y esos ejemplos, constantemente repetidos e inculcadospor la fuerza en la conciencia pública, la mentalidad de losciudadanos fue conformada sobre un nuevo molde. Co-menzaron a aceptar que ninguna autoridad era demasiadogrande ni ninguna tortura a muerte demasiado cruel si setrataba de «salvar la seguridad pública». Y con esta nuevaorientación mental y esa nueva creencia en el poder de unsolo hombre el antiguo principio federalista se desvaneció,y el mismo genio creador de las masas pereció. La idearomana salió victoriosa, y bajo tales circunstancias elEstado centralizado hizo fácil presa de las ciudades.

La Florencia del siglo XV es típica de ese cambio. An -teriormente toda revolución popular era la señal de un nue -vo rumbo. Ahora cuando el pueblo, llevado por la de-ses-peración, insurgió, ya no tenía ideas constructivas; del mo -vimiento no surgió ninguna idea nueva. En lugar de 400, elConsejo Comunal quedó integrado por 1000 representan-tes; en lugar de 80, a la signoria ingresaron 100. Pero unarevolución numérica puede resultar inane. El descontento

Page 262: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

244

popular seguía creciendo y estallaron nuevas revueltas. Serecurrió a una figura salvadora: el «tirano». Masacró a losrebeldes, pero la desintegración del cuerpo comunal conti-nuó empeorando todavía más. Y cuando luego de una nuevarevuelta el pueblo de Florencia acudió al más popular desus hombres, Gieronimo Savonarola, en busca de consejo,la respuesta del monje fue: «¡Oh, pueblo mío, tú sabes queyo no me puedo meter en asuntos del Estado… purifica tualma, y si en tal disposición de espíritu reformas tu ciudad,entonces, pueblo de Florencia, tú habrás inaugurado lareforma en toda Italia!». Las máscaras del carnaval y loslibros pecaminosos fueron quemados, se aprobó una leyde caridad para con los pobres y otra en contra de los usu-reros… y la democracia de Florencia quedó tal comoestaba. El antiguo espíritu se había marchado. De tantoconfiar en el gobierno habían dejado de confiar en sí mis-mos: se habían vuelto incapaces de nuevas invenciones.El Estado sólo tuvo que dar el paso al frente y aplastar susúltimas libertades.

Y no obstante, la corriente de la ayuda y el apoyo mutuosno murió en las masas, continuó fluyendo aún después deesa derrota. Resurgió de nuevo con fuerza formidable en res-puesta a los llamados comunistas de los primeros propagan-distas de la reforma, y continuó existiendo incluso despuésde que las masas que no pudieron realizar la vida que espe-raban inaugurar bajo la inspiración de una religión reforma-da, cayeron bajo la dominación de un poder autocrático.Todavía hoy fluye, y busca la manera de hallar una nuevaexpresión que no sea el Estado, ni la ciudad medieval, ni lacomunidad de aldea de los bárbaros, ni el clan de los salva-jes, sino que proceda de todas ellas pero las supere en susconcepciones más amplias y más profundamente humanas.

Page 263: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

245

NOTAS

1. Kulischer, en un ensayo excelente sobre el comercio primitivo(Zeitschrift für Völkerpsychologie, Bd. X. 380) señala también que,según Herodoto, los argipeanos eran considerados inviolables, por-que el comercio entre los escitas y las tribus norteñas tenía lugar ensu territorio. En éste todo fugitivo era sagrado, y a ellos se les pedíaque actuasen como árbitros para sus vecinos. Ver Apéndice XI.

2. Recientemente ha habido alguna discusión acerca del Weichbild y la leydel Weichbild, que sigue pareciendo oscura. La explicación anteriorparece ser más probable, pero por supuesto que tiene que ser sometidaa nuevas pruebas. Resulta evidente también que, para emplear unaexpresión escocesa, que la «cruz del mercado» podría ser consideradaun emblema de la jurisdicción de la iglesia, pero la hallamos tanto enobispados como en localidades en las que la asamblea era soberana.

3. Si las consideraciones señaladas en el capítulo previo (según las cua-les el mercado fue en sus orígenes comunal) resultan ser acertadas,sería permisible sugerir como hipótesis probable que el gremio decomerciantes fue el ente al que se le confió el comercio en interés dela ciudad entera, y sólo gradualmente se fue convirtiendo en un gre-mio que comerciaba en interés propio, mientras que sería a los aven-tureros comerciantes de este país, los povolkini (colonos y comer-ciantes libres) de Novgorod y los mercati personati a quienes se lesdejó la empresa de abrir nuevos mercados y nuevas ramas de comer-cio. Además, cabe señalar que el origen de la ciudad medieval no sele puede atribuir a ningún agente por separado. Fue el resultado demuchas agencias en distintos grados.

4. Para citar tan sólo un ejemplo de los muchos que se encuentran en las obrasde Schönberg y Falke, los 16 trabajadores del calzado (Schusterknechte) dela población de Xanten, a orillas del Rin, donaron para la construcciónde un ventanal y un altar de la iglesia 75 guldens de colecta pública y 12de su propia caja, que según las mejores estimaciones valían diez veceslo que hoy.

5. The Economical Interpretation of History, Londres, 1891, p. 303.6. En París, la jornada de trabajo variaba de siete u ocho horas en

invierno a catorce en verano en determinados ramos, mientras que enotros iba de ocho o nueve horas en invierno a diez o doce en verano.Todo trabajo paraba todos los sábados, y aproximadamente en otrosveinticinco días del año (jours de commun de vile foire) a las cuatrode la tarde, en tanto que los domingos y otros treinta días festivos nose trabajaba en todo el día. La conclusión general es que el trabaja-dor medieval laboraba menos horas, en total, que el de la actualidad.

Page 264: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

246

7. Ver las sentidas observaciones de Toulmin Smith acerca de la expolia-ción de los gremios por el monarca en su Introducción a English Guilds.En Francia la misma expoliación real y abolición de la jurisdicción delos gremios se inició en 1306, y el golpe final les fue asestado en 1382.

8. Adam Smith y sus contemporáneos sabían muy bien lo que estabancondenando cuando escribían en contra de la interferencia del Estadoen el comercio y los monopolios comerciales de creación estatal.Desafortunadamente, sus seguidores, con imperdonable superficiali-dad, metieron en el mismo saco a los gremios medievales y la inter-vención estatal, sin hacer distinción entre un edicto de Versalles y laordenanza de un gremio. No hace falta decirlo, los economistas quehan estudiado con seriedad el tema, como Schönburg (el editor delfamoso curso de economía política) nunca han caído en semejanteerror. Pero hasta muy recientemente se daban profusas discusionesde ese tipo dentro de la «ciencia» económica.

9. En Florencia los siete oficios menores hicieron su revolución en 1270-82. En Lyon, por el contrario, donde el movimiento de los oficios meno-res tuvo lugar en 1402, éstos fueron derrotados y perdieron el derechoa nombrar sus propios jueces. Ambos bandos llegaron aparentemente aun acuerdo. En Rostock se produjo el mismo movimiento en 1313; enZurich en 1336; en Berna en 1363: en Braunschweig en 1374 y al añosiguiente en Hamburgo; en Lübeck en 1376-84, y así sucesivamente.

10. Para poner un solo ejemplo: Cambrai hizo su primera revolución en907 y, luego de otras tres o cuatro rebeliones obtuvo su Carta en1076. Esa carta fue revocada por dos veces (1107 y 1138) y dosveces vuelta a conquistar (en 1127 y 1180). En total 223 años deluchas antes de conquistar el derecho a la independencia. A Lyon letocó desde 1195 hasta 1320.

11. Este parece haber sido con frecuencia el caso en Italia. En Suiza,Berna hasta compró los poblados de Thun y Burgdorf.

12. Tal fue el caso por lo menos en las ciudades de la Toscana (Florencia,Lucca, Siena, Bolonia, etc.) de las que conocemos bien las relacio-nes entre ciudad y campesinos.

13. Sólo las ciudades que mantuvieron su terca adhesión a la causa de losgrandes señores de la tierra, como Pisa o Verona, salieron perdiendo conlas guerras. Para muchas ciudades que combatieron del lado de ellos laderrota resultó ser también el comienzo de la liberación y el progreso.

14. Para Aachen y Colonia tenemos testimonio directo de que los obis-pos de ambas ciudades —uno de ellos vendido al enemigo— lesabrieron las puertas a los sitiadores.

15. Dos ciudades importantes, como Mainz y Worms, zanjaron una disputapolítica mediante el arbitraje. Luego de que en 1231 estallase una guerracivil en Abbeville, Amiens actuó como árbitro (Luchaire, 149), y así.

Page 265: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

247

16. El señor John J. Ennett (Six Essays, Londres, 1891) tiene excelentespáginas sobre este aspecto de la arquitectura medieval. El señor Willis,en su apéndice a Whewell, History of Inductive Sciences (I. 261-262) haseñalado la belleza de las relaciones mecánicas en las edificacionesmedievales. «Maduró una nueva construcción decorativa», escribe, «queno contraría ni controla sino que armoniza con la construcción mecáni-ca y la apoya. Cada elemento, cada moldura, se convierte en sostenedordel peso; y ante la multiplicidad de sostenes que se apoyan entre sí y laconsiguiente subdivisión de la carga, al ojo lo satisface la estabilidad dela estructura a pesar del aspecto curiosamente esbelto de cada parte porseparado». No podría existir una mejor caracterización de un arte naci-do de la vida social de la ciudad.

17. Las tres estatuas figuran entre las decoraciones exteriores de NôtreDame de París.

18. El arte medieval, como el arte griego, no conoció de esas tiendas decuriosidades que nosotros llamamos galerías o museos nacionales. Sepintaba un cuadro, se esculpía una estatua, se vaciaba en bronce unadecoración, para que ocupase su lugar apropiado en un monumento dearte comunal. Allí cobraba vida, formaba parte de un todo y contribuíaa darle unidad a la impresión producida por el conjunto.

19. Sismondi, IV. 172; XVI. 356. El gran canal, Naviglio Grande, que traeel agua desde el Tesino, fue comenzado en 1179, es decir, después dela conquista de la independencia, y terminado en el siglo XIII. Acerca dela decadencia posterior, ver XVI, 355.

20. En 1336 tenía entre 8 y 10.000 niños y niñas en sus escuelas prima-rias, de 1000 a 1200 muchachos en siete instituciones de educaciónmedia y de 550 a 600 estudiantes en sus cuatro universidades. Los 30hospitales comunales albergaban más de 1000 camas para una pobla-ción de 90.000 habitantes (Capón, II. 249 seq.) Más de una vez hasido sugerido por autores reconocidos que la educación había alcan-zado un nivel mucho más alto de lo que generalmente se suponía. Yciertamente también en la democrática Nuremberg.

21. El odio popular contra esos «weise Doctoren und Beutelshneider desVolks» reventó con fuerza en los primeros años del siglo XVI en lossermones del inicio del movimiento de la Reforma.

22. Brentano comprendió a cabalidad los fatales efectos de la lucha entrelos «burgueses viejos» y los recién llegados. Miaskowski señaló lomismo en su obra acerca de las comunidades de la aldea de Suiza.

23. La trata de esclavos secuestrados en el Oriente nunca descontinuadaen las repúblicas italianas hasta el siglo xv. Alguna evidencia de lomismo encontramos en Alemania y en todas partes.

24. Ver las teorías expresadas por los jurisconsultos de Bolonia ya en elCongreso de Roncaglia en 1158.

Page 266: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 267: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

CAPÍTULO VII

AYUDA MUTUA ENTRE NOSOTROS

Revueltas populares en los comienzos del período del Estado.Instituciones de ayuda mutua del presente. La comunidad dealdea: sus luchas de resistencia a la abolición por parte delEstado. Hábitos derivados de la vida en la comunidad de aldeaque se conservan en nuestras aldeas modernas. Suiza, Francia,Alemania, Rusia.

La tendencia a la ayuda mutua en el hombre tiene un ori-gen tan remoto, y está tan profundamente entretejida contoda la evolución pasada de la raza humana, que la huma-nidad la ha conservado hasta el presente a pesar de todaslas vicisitudes de la historia. Ha evolucionado principal-mente durante períodos de paz y prosperidad, pero inclusocuando sobre los hombres caían las mayores calamidades—cuando países enteros eran asolados por las guerras, ypoblaciones completas eran diezmadas por la miseria ogemían bajo el yugo de la tiranía— la tendencia se man-tenía viva en las aldeas y entre las clases más pobres delas ciudades. Seguía manteniéndolo unidos, y a la largalograba reaccionar incluso contra las minorías dominan-tes, hostiles y devastadoras que la menospreciaban comotontería sentimental. Y cada vez que la humanidad tuvoque construir una organización social nueva, adaptada auna nueva fase del desarrollo, su genio constructivosiem pre extrajo los elementos y la inspiración para esenuevo derrotero de la misma tendencia siempre viva. Lasnuevas instituciones económicas y sociales, en tanto que

Page 268: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

250

creaciones de las masas, los nuevos sistemas éticos y lasnuevas religiones, se originaron todas de la misma fuente,y el progreso ético de nuestra raza, visto a grandes ras-gos, se presenta como una ampliación de los principiosde la ayuda mutua, de la tribu a aglomeraciones cada vezmayores, hasta abarcar finalmente a la humanidad entera,sin distinciones de lengua, creencia religiosa o raza.

Luego de pasar por la tribu salvaje, y de seguidas porla comunidad de aldea, los europeos llegaron a construiren la época medieval una forma de organización nueva,que tenía la ventaja de concederle un gran espacio a lainiciativa individual a la vez que respondía en gran medidaa la necesidad humana del apoyo mutuo. En las ciudadesmedievales se produjo una confederación de comunida-des de la aldea cubierta por una red de gremios y frater-nidades. Los enormes resultados alcanzados bajo esanueva forma de unión —en bienestar para todos, en in -dustrias, artes, ciencia y comercio— ya los consideramosen extenso en los dos capítulos precedentes, e hicimos unintento por mostrar también por qué, hacia finales delsiglo XV, las repúblicas medievales —rodeadas por losdominios de los señores feudales hostiles negados a libe-rar de la servidumbre a los campesinos, y gradualmentecorrompidas por las ideas del cesarismo romano— esta-ban condenadas a convertirse en presa de los crecientesestados militares.

Sin embargo, antes de someterse durante los tres siglosque siguieron a la omniabsorbente autoridad del Estado, lasmasas del pueblo realizaron un esfuerzo formidable porreconstruir la sociedad sobre la antigua base de la ayuda yel apoyo mutuos. Ahora sabemos bien que el gran movi-miento de la Reforma no fue una simple rebelión en contra

Page 269: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

251

de los abusos de la iglesia católica. Poseía también su idealconstructivo, y ese ideal era la vida en comunidades libresy fraternales. Los escritos y sermones de aquel períodoque hallaron mayor respuesta entre las masas estabanimbuidos de las ideas de la hermandad económica ysocial de la humanidad. Los «Doce Artículos» y profe-siones de fe similares, que circularon entre los campesi-nos y artesanos alemanes y suizos no sólo sostenían elderecho de todos a interpretar la Biblia de acuerdo con supropio entendimiento, sino también incluían la demandade que las tierras comunales les fueran devueltas a lascomunidades de las aldeas y se aboliese la servidumbrefeudal, y aludían siempre a la «verdadera» fe: una fe enla hermandad. Al mismo tiempo, centenares de miles dehombres y mujeres se unieron a las fraternidades comu-nistas de Moravia, cediéndoles toda su fortuna y mediosde subsistencia para vivir en numerosas y prósperas colo-nias construidas sobre los principios del comunismo.Sólo la masacre masiva de miles de seres pudo frenar esemovimiento popular de vasta extensión, y fue gracias a laespada, la hoguera y el potro de tormento, que los jóve-nes estados se aseguraron su primera y decisiva victoriasobre las masas del pueblo1. Durante los tres siglos siguien-tes los estados, tanto como en el continente como en lasislas, extirparon sistemáticamente todas las institucionesen las que la tendencia a la ayuda mutua había halladoexpresión. Las comunidades de la aldea fueron despoja-das de sus asambleas, sus tribunales y su administraciónindependiente; sus tierras les fueron confiscadas. Losgremios fueron expoliados de sus posesiones y libertadesy se les puso bajo el control, el capricho y el cohecho delos funcionarios del Estado. A las ciudades les quitaron

Page 270: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

252

su soberanía, y les aniquilaron las fuentes mismas de suvida interna: la asamblea popular, los personeros de lajusticia y la administración electos, la parroquia y el gre-mio soberanos. Los funcionarios del Estado tomaron pose-sión de cualquier vínculo del antiguo todo orgánico. Bajoesa política fatídica y las guerras que generó, regionesenteras una vez populosas y florecientes quedaron devas-tadas; ciudades ricas se convirtieron en poblados insignifi-cantes; las carreteras que las conectaban con otras ciudadesse volvieron impracticables. La industria, el arte y el cono-cimiento entraron en decadencia. La educación política,la ciencia y las leyes fueron puestas al servicio de la ideade la centralización del Estado. Se enseñaba en las uni-versidades y desde el púlpito, que las instituciones en lasque antes los hombres solían encarnar sus necesidades deapoyo mutuo ya no podían ser toleradas en un Estado orga-nizado apropiadamente; que sólo el Estado podía represen-tar los lazos de unión entre sus súbditos; que el federalismoy el «particularismo» eran enemigos del progreso y que elEstado era el único impulsador adecuado para cualquiernuevo desarrollo. Para finales del siglo pasado los reyes delcontinente, el parlamento en Inglaterra e Irlanda y la con-vención revolucionaria en Francia, aunque todos estabanen guerra unos con otros, se pusieron de acuerdo en ase-verar que dentro del Estado no debían existir uniones porseparado entre los ciudadanos; que el trabajo forzado y lamuerte eran las únicas penalidades adecuadas para aquellostrabajadores que se atreviesen a entrar en «coaliciones».«¡Ningún estado dentro del Estado!». Tan sólo el Estado, yla Iglesia del Estado, debían hacerse cargo de los asuntos deinterés general, mientras que los súbditos estarían repre-sentados por congregaciones poco cohesionadas de indi-

Page 271: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

253

viduos, a los que no los uniría ningún nexo en particular,condenados a recurrir al gobierno cada vez que sintiesenuna necesidad común. Hasta mediados del presente sigloera ésa la teoría y la práctica en Europa. Incluso las socie-dades comerciales e industriales eran vistas con sospecha.En cuanto a los trabajadores, sus uniones fueron tratadascomo fuera de la ley casi hasta nuestros propios días enInglaterra y en los últimos veinte años en el continente. Elsistema entero de la educación estatal consiguió que inclu-so en los tiempos actuales, y hasta en Inglaterra, una parteconsiderable de la sociedad considerase una medida revolu-cionaria la concesión de derechos que hace quinientos añosejercía todo el mundo, hombre libre o siervo, en la asambleade la aldea, el gremio, la parroquia y la ciudad.

La absorción de todas las funciones sociales por el Estadofavoreció necesariamente el desarrollo de un desenfrenadoindividualismo de mente cerrada. Proporcionalmente, en lamedida en que crecían en número sus obligaciones hacia elEstado a los ciudadanos se les dispensaba de sus obligacio-nes para con los demás. En el gremio —y en la época medie-val todo hombre pertenecía a algún gremio o fraternidad—se obligaba a dos «hermanos» a cuidar por turnos al her-mano que había caído enfermo. Hoy nos contentaríamoscon indicarle a nuestro vecino en desgracia la direccióndel hospital de beneficencia más cercano. En la sociedadbárbara, presenciar una disputa entre dos hombres quedegenerara en pelea y no evitar que tuviese un desenlacefatal significaba ser tratado uno mismo como homicida.Pero bajo la teoría del Estado todoprotector el espectadorno necesita inmiscuirse: es asunto de la policía interferiro no. Y mientras en tierra de salvajes, entre los hotento-tes, hubiese sido escandaloso comer sin haber preguntado

Page 272: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

254

en voz alta por tres veces si no había alguien que quisieracompartir la comida, todo lo que tiene que hacer hoy díaun ciudadano respetable es pagar el impuesto para lospobres y dejar morir de hambre al que se esté muriendode hambre. El resultado es que la teoría que sostiene quelos hombres pueden, y deben, procurar su propia felici-dad sin hacer caso de las carencias de los demás, es la quetriunfa por doquier: en el derecho, en la ciencia, en lareligión. Constituye la creencia del día, y dudar de su efi-cacia es ser un utopista peligroso. La ciencia proclama envoz alta que la lucha de todos contra todos es el principiorector de la naturaleza y de las sociedades humanas. Aesa lucha le atribuye la biología la evolución progresivadel mundo animal. La historia toma la misma línea deargumentación; y los economistas políticos, en su igno-rancia ingenua, consideran que todo el progreso de laindustria y la maquinaria modernas se debe a los efectos«maravillosos» de ese mismo principio. La religión delpúlpito misma es una religión de individualismo, mitiga-da apenas por algunas relaciones de mayor o menor bene-volencia con nuestro prójimo, principalmente los domin-gos. Hombres «prácticos» y teóricos, hombres de cienciay predicadores religiosos, juristas y políticos, todos estánde acuerdo en una cosa: que el individualismo puede sermás o menos suavizado en sus efectos más acerbos por lacaridad, pero que constituye la única base segura para elsostenimiento de la sociedad y su progreso ulterior.

Parecería tarea inútil, entonces, buscar instituciones yprácticas de ayuda mutua en la sociedad moderna. ¿Quépodría quedar aún de ellas? Y sin embargo, tan prontocomo tratamos de discernir cómo viven los millones deseres humanos y comenzamos a estudiar sus relaciones

Page 273: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

255

en la vida diaria nos impacta el enorme papel que todavíahoy desempeñan la ayuda y el apoyo mutuo en la vidahumana. Aunque la destrucción de las instituciones deayuda mutua durante los últimos tres o cuatrocientos añosha continuado en la práctica y en la teoría, cientos demillones de hombres siguen viviendo bajo ellas; las man-tienen religiosamente y se esfuerzan por reconstituirlasallí donde han dejado de existir. En nuestra relacionesmutuas cada uno de nosotros experimenta sus momentosde rebelión en contra del credo individualista en boga ennuestros días, y las acciones en las que los hombres songuiados por sus inclinaciones mutuas constituyen unaporción tan grande de nuestra interrelación cotidiana quesi fuese posible ponerle un freno a esas acciones se deten-dría de inmediato cualquier desarrollo ético posterior. Lapropia sociedad humana no se podría mantener muchomás allá de la vida de una generación. Entraremos ahoraen el análisis de esos hechos tan negados por los sociólo-gos y sin embargo de tanta importancia para la vida y laulterior elevación de la humanidad, empezando por lasinstituciones de apoyo mutuo que se mantienen en pie,para de seguidas pasar los actos de ayuda mutua que tie-nen su origen en simpatías personales o sociales.

Cuando le damos un rápido vistazo a la manera cómoestá constituida hoy la sociedad europea nos impacta deinmediato el hecho de que, a pesar de cuanto se ha hechopara desembarazarse de la comunidad de aldea, esa formade unión continúe existiendo hasta el grado en que la vemosen el presente, y los muchos esfuerzos que se hacen porreconstituirla de una u otra forma o de hallar algo que la sus-tituya. La teoría en boga respecto a la comunidad de aldeaes que en Europa murió de muerte natural, a causa de que

Page 274: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

256

la posesión comunal del suelo resultaba incompatible con losrequerimientos modernos de la agricultura. Pero la verdad esque en ninguna parte la comunidad de aldea desapareciópor consentimiento propio. Por el contrario, en todas partesa las clases dominantes les llevó varios siglos de esfuerzospersistentes mas no siempre exitosos por abolirla y confis-car las tierras comunales.

En Francia, las comunidades de la aldea empezaron averse privadas de su independencia, y sus tierras a ser expo-liadas, tan temprano como en el siglo XVI. Sin embargo,sólo fue en el siglo siguiente cuando las masas de campesi-nos fueron llevadas, gracias a las exacciones y las guerras,al estado de sometimiento y miseria que todos los historia-dores describen vívidamente, se facilitó y adquirió propor-ciones escandalosas el despojo de sus tierras. «Cada quienles ha venido arrebatando de acuerdo con su poderío. (…)Se han reclamado deudas imaginarias con intención de apo-derarse de sus tierras», leemos en un edicto promulgado porLuis XIV en 16672. Por supuesto que el remedio del Estadopara esos daños fue someter aún más a las comunas y expo-liarlas directamente él mismo. En efecto, dos años despuésel rey confiscó todo el ingreso monetario de las comunas.En cuanto a la apropiación de las tierras comunales, cadavez empeoró más y en el siglo siguiente los nobles y el cleroya habían entrado en posesión de inmensas extensiones detierra —la mitad del área cultivada, según algunos estima-dos— para en su mayor parte sacarla de la agricultura3.Pero los campesinos conservaron todavía sus institucionescomunales, y hasta el año 1787 las asambleas de la aldea,integradas por todos los jefes de familia acostumbraba reu-nirse bajo la sombra del campanario o de un árbol, para dis-tribuir y redistribuir lo que habían podido conservar de sus

Page 275: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

257

campos, fijar los impuestos y elegir a sus directivos, tal ycomo lo hace el mir ruso en el presente.

Sin embargo el gobierno halló «demasiado ruidosas»,demasiado desobedientes, a las asambleas populares, y en sulugar introdujo los consejos electos integrados por un alcal-de y dos o tres síndicos escogidos entre los campesinos másacomodados. Dos años más tarde la Asamblea ConstituyenteRevolucionaria, que en ese punto en particular coincidía entodo con el ancien régime le dio confirmación plena a esaley (el 14 de diciembre de 1789), y le tocó el turno de apro-piarse de las tierras comunales al bourgeois du village, locual se mantuvo así a lo largo de todo el período revoluciona-rio. Fue recién el 16 de agosto de 1792 cuando la Convención,bajo la presión de las insurrecciones campesinas, decidiódevolverles a las comunas las tierras confiscadas4; pero almismo tiempo ordenó que debían ser divididas en partes igua-les solamente entre los campesinos más acomodados, unamedida que provocó nuevas insurrecciones y fue derogada alaño siguiente, en 1793, cuando llegó la orden de dividir lastierras comunales entre los comuneros, ricos y pobres porigual, «activos» e «inactivos».

Esas dos leyes, sin embargo, iban tan en contra de lasconcepciones de los campesinos que no fueron obedecidas,y dondequiera que ellos retomaron la posesión de parte desus tierras se negaron a dividirlas. Pero entonces llegaronlos largos años de guerras, y el Estado simplemente confis-có las tierras (en 1794) como hipoteca por los empréstitosestatales, las puso en venta y a fin de cuentas se las arreba-tó. Luego se las devolvió de nuevo a las comunas para vol-vérselas a confiscar en 1813, y fue tan sólo en 1816 cuan-do a las comunidades de las aldeas les fueron devueltas loque quedaba de ellas, es decir alrededor de 15 millones de

Page 276: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

258

acres de la tierra menos productiva5. Y no obstante, eso nosignificó fin de los problemas de las comunas. Cada nuevorégime vio en las tierras comunales un medio de gratificara sus seguidores, y se aprobaron tres leyes (la primera en1837 y la última bajo Napoleón III) para inducir a las comu-nidades de la aldea a dividir las tierras comunales. Por tresveces hubo que derogar esas leyes, como consecuencia dela oposición que despertaron en las aldeas, pero en cadaoportunidad algo se logró arrebatar, y Napoleón III, bajo elpretexto de incentivar el perfeccionamiento de los métodosagrícolas, les concedió a sus protegidos grandes extensio-nes quitadas a las tierras comunales.

En cuanto a la autonomía de las comunidades de laaldea, ¿qué se podía haber conservado luego de tantos gol-pes? El alcalde y los síndicos eran vistos simplementecomo funcionarios sin sueldo de la maquinaria del Estado.Aún hoy, bajo la Tercera República, muy poco se puedehacer en una comunidad de aldea sin que se ponga en mar-cha la inmensa maquinaria estatal, incluido el préfet y losministros. Cuesta creerlo, pero es cierto, que cuando porejemplo un campesino intenta pagar con dinero su aportepara la reparación de una carretera comunal, en vez de picarél mismo la cantidad de piedra necesaria, tiene que solicitarla probación de no menos de doce funcionarios estatalesdiferentes, y por añadidura éstos deben redactar e inter-cambiarse cincuenta y dos documentos burocráticos dife-rentes antes de permitirle al campesino pagarle ese dineroal consejo comunal. Y todo lo que queda de la comunidadde aldea tiene ese mismo carácter6.

Lo que ocurrió en Francia ocurrió en todas partes enEuropa occidental y central. Hasta las fechas principales delos grandes asaltos contra las tierras de los campesinos son

Page 277: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

259

las mismas. En el caso de Inglaterra la única diferencia estri-ba en que la expoliación se fue cumpliendo en actos porseparado y no gracias a medidas arrolladoras generales, conmenos prisa pero más a fondo que en Francia. El despoja-miento de las tierras comunales por los señores tambiénempezó en el siglo XV, después de la derrota de la insurrec-ción campesina de 1380, como sabemos por la Historia deRossus y también por una estatua de Enrique VII, en la que sehabla de esos despojamientos bajo el rótulo de «enormidadesy tropelías que mucho daño hicieron (…) al bien común»7.Posteriormente, bajo Enrique VIII se dio inicio a la GreatInquest que pretendió detener la usurpación de las tierrascomunales, pero terminó otorgándole la sanción a lo que sehabía hecho. El despojo de las tierras comunales prosiguió,y los campesinos fueron sacados de sus tierras. Pero fueespecialmente a partir de mediados del siglo XVIII que, tantoen Inglaterra como en todas partes formó parte de una polí-tica sistemática simplemente borrar toda traza de la propie-dad comunal; y lo asombroso no es tanto que ella haya des-aparecido, sino más bien que haya podido mantenerse, enInglaterra incluso para llegar a ser «predominante hasta losabuelos de esta generación»8. El objeto mismo de las actas decercamiento, como lo demuestra el señor Seebohm, era eli-minar ese sistema9, y fue cumplido tan a cabalidad por lascasi cuatro mil actas aprobadas entre 1760 y 1844 que hoyquedan apenas tenues vestigios de él. Las tierras de las comu-nidades de la aldea fueron tomadas por los señores, y el par-lamento sancionó la apropiación en cada uno de los casos.

En Alemania, en Austria y en Bélgica la comunidad dealdea también fue destruida por el Estado. Los casos decomuneros que dividieron entre sí sus tierras fueron raros10,aunque en todas partes los Estados los presionaban para

Page 278: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

260

que lo hicieran, o simplemente propiciaban la apropiaciónprivada de ellas. El golpe final a la propiedad comunal enEuropa central también data de mediados del siglo XVIII.En Austria el gobierno empleó la fuerza bruta en 1768para obligar a las comunidades a dividir sus tierras, y dosaños después designó una comisión especial con ese pro-pósito. En Prusia Federico II recomendó al Justizcollegienen varias de sus ordenanzas (en 1752, 1763, 1765 y 1769)imponer la división. En Silesia se dictó una resoluciónespecial al servicio del mismo objetivo en 1771. Igualocurrió en Bélgica y, como las comunidades no obede-cieron, en 1847 se dictó una ley que le concedía derechoal gobierno a comprar prados comunales con la finalidadde venderlos por parcelas, y para realizar una venta for-zosa de la tierra comunal si hubiese un comprador.

En resumen, hablar de la muerte natural de las comuni-dades de la aldea en virtud de las leyes de la economía estan mal chiste como hablar de la muerte natural de los sol-dados ultimados en el campo de batalla. El hecho fue sim-plemente éste: las comunidades de la aldea habían vividopor más de mil años. Y donde y cuando los campesinos nose vieron arruinados por las guerras y las exacciones fueronmejorando sólidamente sus métodos de cultivo. Pero amedida que fue aumentando el valor de la tierra, como con-secuencia del crecimiento de las industrias, y la nobleza,adquirió bajo la organización del Estado un poder quejamás tuvo bajo el sistema feudal, ella tomó posesión de lasmejores partes de las tierras comunales, e hizo todo cuantopudo por destruir las instituciones comunales.

Sin embargo, las instituciones de la comunidad de aldearespondían tan bien a las necesidades y las concepciones delos agricultores, que a pesar de todo Europa todavía está,

Page 279: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

261

hasta la fecha, cubierta de muestras vivientes de ellas, y lavida rural europea está impregnada de usos y hábitos quedatan del período comunal. Aún en Inglaterra, no obstantetodas las drásticas medidas tomadas en contra del antiguoorden de cosas, prevaleció hasta fecha tan tardía comocomienzos del siglo XIX. El señor Gomme —uno de loscontados estudiosos ingleses que le ha prestado atención altema— muestra en su obra que en Escocia se encuentranmuchos vestigios de la posesión comunal del suelo, y latenencia colectiva runrig se mantuvo en Forfarshire hasta1830, mientras que en Inverness la costumbre era, hasta1801, arar la tierra para la comunidad entera sin trazar lin-des, y distribuirla después de concluido el arado. En Kil-morie la distribución y redistribución de los campos estuvoen vigor «hasta los últimos veinticinco años», y la Comisiónde Parcelamiento la encontró todavía vigente en algunasislas. En Irlanda el sistema prevaleció hasta la gran ham-bruna; y en lo que respecta a Inglaterra, las obras deMarshall, que pasaron sin ser notadas hasta que Nasse y sirHenry Maine llamaron la atención sobre ellas, no dejan nin-guna duda de que el sistema de comunidad de aldea esta-ba vastamente difundido en casi todos los condadosingleses a comienzos del siglo XIX11. No hace todavíaveinte años sir Henry Maine estaba «grandemente sor-prendido ante la cantidad de casos de derechos de pro-piedad anormales, que necesariamente implican la ante-rior existencia de la propiedad colectiva y el cultivo enconjunto», que una investigación relativamente breve lepusiera a la vista. Y habiendo persistido las institucionescomunales hasta fechas tan tardías, indudablemente enlas aldeas inglesas se descubrirían un gran número dehábitos y usos de ayuda mutua si los escritores de ese paístan sólo les prestaran alguna atención a la vida aldeana12.

Page 280: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

262

En cuanto al continente, encontramos totalmente vivas alas instituciones comunales en muchas partes de Francia,Suiza, Alemania, Italia, los países escandinavos y España,por no hablar de la Europa del Este; la vida aldeana en esospaíses está permeada de hábitos y usos comunales; y casitodos los años la literatura continental se ve enriquecida conobras serias que se ocupan de estos y otros temas en cone-xión. Por eso debo limitar mis ejemplos a los casos mástípicos. Suiza constituye indudablemente uno de ellos. Nosólo las cinco repúblicas de Uri, Schwytz, Appenzell,Glarus y Unterwalden mantienen sus tierras como pro-piedades sin dividir y son gobernadas por sus asambleaspopulares, sino en el resto de los cantones también lascomunidades de la aldea continúan en posesión de ungobierno autónomo amplio y poseen gran parte del terri-torio federal13. Dos tercios de todos los prados alpinos ydos tercios de todos los bosques de Suiza siguen siendohasta ahora territorio comunal; y un número considerablede campos, huertos, viñedos, turbales, canteras y demásson de propiedad común. En el Vaud, donde todos loscabezas de familia continúan tomando parte en las deli-beraciones de sus consejos comunales electos, el espíritucomunal está especialmente vivo. Hacia fines del invier-no todos los jóvenes de cada aldea van a pasarse unosdías en el bosque a tumbar árboles y hacerlos rodar mon-taña abajo como por un tobogán, y luego dividir la made-ra para construcción y la leña entre todos los moradoreso para la venta en provecho propio. Dichas excursionesson verdaderas fêtes de trabajo varonil. A orillas del lagoLeman parte del trabajo requerido para mantener debida-mente las terrazas de los viñedos todavía se hace en común;y en la primavera, cuando el termómetro amenaza con caer

Page 281: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

263

bajo cero antes de la salida del sol, el sereno nocturnodespierta a todos los jefes de familia para que enciendanlas fogatas de paja y bosta y protejan así a sus viñedos dela helada mediante una nube artificial. En casi todos loscantones las comunidades de la aldea poseen las llamadasBürgernutzen, es decir, tienen en común cierto número devacas a fin de surtir de mantequilla a todas las familias;o cultivan los campos o viñedos comunales, cuyo pro-ducto es dividido entre los burgueses; o arriendan sus tie-rras en beneficio de la comunidad.

Podría tomarse como regla que allí donde las comunashan conservado una amplia gama de funciones como paraconstituirse en partes vivientes del organismo nacional, ydonde no se han visto reducidas a la cruda miseria, ellassiempre cuidan sus tierras como es debido. En conse-cuencia, las propiedades comunales de Suiza contrastanabiertamente con la miserable propiedad de los commonsingleses. Los bosques comunales en el Vaud y en el Valaisestán admirablemente administrados, en conformidad conlas normas de la ingeniería forestal moderna. En todas par-tes las «franjas» de campos comunales que cambian depropietarios bajo el sistema de redistribución están muybien abonados, y en especial no les faltan prados ni ganado.Los prados altos están por lo general muy bien conserva-dos, y las carreteras rurales son excelentes. Y cuando admi-ramos el châlet suizo, la carretera de montaña, el ganado delos campesinos, las terrazas de los viñedos, o las escuelasde Suiza debemos tener en mente que sin la madera para elchâlet tomada de los bosques comunales y la piedra de lascanteras comunales, sin las vacas que pacen en los pradoscomunales y las carreteras y las escuelas construidas contrabajo comunal, quedaría muy poco que admirar.

Page 282: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

264

Resulta casi innecesario decir que un gran número dehábitos y usos de ayuda mutua siguen existiendo en lasaldeas suizas. Las reuniones al atardecer para descascararnueces, que se efectúan por turnos en cada casa de fami-lia; las reuniones festivas para coser el ajuar de la mucha-cha que va a contraer matrimonio; la petición de «ayudas»para la construcción de las casas y recoger las cosechas, asícomo cualquier tipo de trabajo que pueda requerir algunode los comuneros; la costumbre de intercambiar niños entredos cantones a fin de que puedan aprender ambos idiomas,el francés y el alemán, y tantos otros: todos ellos sontotalmente habituales14. Al mismo tiempo, por otra partese encaran necesidades modernas en el mismo espíritu.Así, en Glarus la mayoría de los prados alpinos fueronvendidos en tiempos de calamidad, pero las comunascontinúan comprando tierras labrantías, y luego de quelos campos recién comprados han sido puestos en manosde comuneros por separado durante diez, veinte o treintaaños, según el caso, vuelven al patrimonio común, que esredistribuido según las necesidades del colectivo. Se formaun gran número de asociaciones de menor tamaño para pro-ducir algunos rubros de primera necesidad —pan, queso yvino— trabajando en común, pero sólo en escala limita-da. Y la cooperación agrícola también se expande portoda Suiza con suma facilidad. Las asociaciones de entrediez y treinta campesinos que compran prados y camposlabrantíos en común y los cultivan como copropietariosson muy frecuentes; mientras que por todas partes seorganizan asociaciones para la venta de productos lácte-os. De hecho, Suiza fue la cuna de ese tipo de coopera-ción, que ofrece, además, un vastísimo campo para elestudio de toda clase de sociedades de cualquier tamaño

Page 283: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

265

formadas para la satisfacción de necesidades modernas.En ciertas regiones de Suiza encontramos en casi cadaaldea una cantidad de asociaciones: para protección con-tra los incendios, para la organización de paseos en bote,para el mantenimiento de los embarcaderos en las costasde un lago, para el aprovisionamiento de agua, y así suce-sivamente; y el país está cubierto de sociedades de arque-ros, tiradores, topógrafos, exploradores y otras por elestilo, originadas del militarismo moderno.

Sin embargo, en modo alguno, Suiza constituye la excep-ción en Europa, porque iguales instituciones y hábitos loshallamos en las aldeas de Francia, de Italia, de Alemania, deDinamarca, y así sucesivamente. Acabamos de ver todo loque hicieron los gobernantes de Francia para destruir lacomunidad de aldea y apoderarse de sus tierras; pero a pesarde ello una décima parte de todo el territorio apto para elcultivo, es decir 13 millones y medio de acres, incluyendo lamitad de los prados naturales y casi la quinta parte de losbosques del país continúan estando en posesión comunal.Los bosques proveen de leña a los comuneros, y la maderapara la construcción es cortada, con toda la regularidadnecesaria, principalmente mediante trabajo comunal; elacceso a las tierras de pasto es gratuito para el ganado de loscomuneros; y lo que queda de los campos comunales es dis-tribuido y redistribuido en ciertas regiones de Francia —asaber, en las Ardenas— de la manera usual15.

Esas fuentes suplementarias que ayudan a los campe-sinos pobres a sobrellevar un año de malas cosechas sinnecesidad de vender parte de sus pequeñas parcelasni solicitar préstamos impagables, tienen ciertamente suimportancia tanto para los trabajadores agrícolas como paralos casi tres millones de pequeños propietarios campesinos.

Page 284: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

266

Hasta cabría dudar de que la pequeña propiedad campe-sina se pudiese mantener sin esos recursos adicionales.Pero la importancia ética de las posesiones comunales,por pequeñas que éstas sean, es mayor aún que su valoreconómico. Mantienen en la vida aldeana un núcleo deusos y hábitos de ayuda mutua que indudablemente actúacomo un poderosísimo control del desarrollo del indivi-dualismo y la codicia desmedidas, en las que tan propen-sos son a caer los pequeños terratenientes. En todas lascircunstancias posibles de la vida aldeana, la ayudamutua forma parte de la rutina diaria en todas partes delpaís. Por doquiera nos encontramos, bajo diferentes nom-bres, con el charroi, es decir la ayuda libre de los vecinospara recoger una cosecha, para vendimiar o para construiruna casa; por doquiera encontramos las mismas reunionesal atardecer que recién mencionamos en el caso de Suiza, ypor doquiera los comuneros se asocian para toda especie detrabajo. Tales hábitos los mencionan casi todos los que hanescrito sobre la vida en las aldeas francesas. Pero quizá seamejor presentar aquí algunos fragmentos de cartas queacabo de recibir de un amigo al que le pedí me comunicarasus observaciones sobre el particular. Vienen de un ancianoque durante años ha sido el alcalde de su comuna en el surde Francia (en Ariége); los hechos que menciona los cono-ce de largos años de observación personal, y tienen la ven-taja de provenir de una sola localidad en lugar de ser reco-gidos en un área extensa. Algunos de ellos pueden parecertriviales, pero en conjunto describen el pequeño mundo deuna vida aldeana.

«En varias comunas del vecindario», escribe mi amigo,«la antigua costumbre de l’emprount sigue vigente. Cuandose necesitan muchas manos en una métairie para hacer algún

Page 285: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

trabajo con rapidez —sacar papas o segar el pasto— convo-camos a los jóvenes del vecindario; los muchachos y lasmuchachas acuden en cantidades y lo hacen alegremente yde gratis; y por la tarde, después de comer también conalegría, danzan».

«En las mismas comunas, cuando una muchacha se vaa casar, las del vecindario vienen a ayudar a coser el ajuar.En varias comunas las mujeres siguen hilando en cantidad.Cuando a una familia le toca devanar hilo, el trabajo sehace en una sola tarde: convocan a todos los amigos parala tarea. En muchas comunas del Ariège y otras partes delsuroeste el desgranamiento de las mazorcas también lohacen todos los vecinos. Se les obsequia castañas y vino ylos jóvenes danzan después de haber terminado el trabajo.Se practica la misma costumbre para hacer aceite de nuez ytriturar el cáñamo. En la comuna de L. se hace lo mismopara recoger la cosecha de trigo. Esos días de trabajo durose convierten en días de fête, pues el propietario se honra enservir buena comida. No se da ninguna remuneración;todos lo hacen por los demás»16.

«En la comuna de S. la dehesa comunal crece cada año,así que ahora casi toda la tierra de la comuna es de usocolectivo. Entre todos los propietarios del ganado, incluidaslas mujeres, eligen los pastores. Los toros son comunales.»

«En la comuna de M. los cuarenta o cincuenta peque-ños rebaños de ovejas de los comuneros son juntados yluego divididos en tres o cuatro rebaños antes de enviar-los a los prados altos. Cada propietario va hasta allá a ser-vir de pastor durante una semana.»

«En el villorrio de C. varios jefes de familia compra-ron en común una trilladora; entre todas las familiasaportarán las quince o veinte personas que se requieren

267

Page 286: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

268

para el servicio de la máquina. Fueron compradas otras trestrilladoras que sus propietarios alquilan, pero el trabajo loejecutan ayudantes foráneos, invitados de la manera usual.»

«En nuestra comuna de R. teníamos que levantar lapared del cementerio. La mitad del dinero que se necesi-taba para comprar cal y pagar los salarios de los obrerosespecializados la aportó el consejo del condado, y la otramitad entró por suscripción. En cuanto al trabajo de aca-rrear arena y agua, hacer la argamasa y asistir a los alba-ñiles, lo hicieron enteramente los voluntarios [igual quela djemmâa cabila, N. del A.]. Los caminos rurales fueronreparados de la misma manera, con días de trabajo volunta-rio cumplidos por los comuneros. Otras comunas han cons-truido así sus fuentes. La comuna administra con frecuen-cia el lagar y otras maquinarias menores.»

Dos residentes del mismo vecindario, respondiendo ala solicitud de mi amigo, agregaron lo siguiente:

«En O. hasta hace pocos años no había molino. La comu-na construyó uno imponiéndoles una contribución a loscomuneros. En cuanto al molinero, a fin de evitar fraudes yparcializaciones, decidieron que se le pagarían dos francospor cada consumidor de pan y molería el trigo de gratis.»

«En Saint G. hay pocos campesinos asegurados contraincendios. Cuando se produce uno —como ocurrió recien-temente— todos le donan algo a la familia afectada —uncaldero, una colcha, una silla, y así— y de esa manera sereconstruye una vivienda modesta. Todos los vecinos ayu-dan a levantarla, y mientras tanto los vecinos le brindan alo-jamiento gratuito a la familia.»

Esos hábitos de apoyo mutuo —de los cuales se po-drían dar muchos ejemplos más— indudablemente expli-can la facilidad con la que los campesinos franceses se

Page 287: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

269

asocian para utilizar por turnos el arado con su yunta decaballos, el lagar y la trilladora cuando estos implementosle pertenecen a uno solo de los aldeanos, y también pararealizar en común todo tipo de tarea rural. Desde tiemposinmemoriales las comunidades de las aldeas hicieron elmantenimiento de los canales de riego, despejaron losbosques, plantaron árboles y desecaron pantanos; y así sesigue haciendo. Muy recientemente las yermas colinas deLa Borne de Lozère fueron convertidas en feraces jardinesgracias al trabajo comunal. «La tierra fértil fue traída alomo de hombre; se hicieron terrazas y en ellas huertosen los que plantaron castaños y durazneros; el agua parael regadío se trajo por canales de unos tres a cinco kiló-metros de largo». Y acaban de excavar un nuevo canal,éste de más de quince kilómetros de longitud17.

A ese mismo espíritu hay que atribuirle también el noto-rio éxito obtenido recientemente por los syndicats agrico-les, o asociaciones de campesinos y granjeros. No fue hasta1894 que en Francia se permitieron esas asociaciones demás de diecinueve personas, y no tengo ni qué decir quecuando se cometió el atrevimiento de ese «peligroso expe-rimento» —como se le calificó en las cámaras del congre-so— hubo que tomar todas las debidas «precauciones» quepudieron inventar los funcionarios. Pero a pesar de todoFrancia comienza a cubrirse de sindicatos. Al comienzosólo se formaban para la compra de abono y semillas, a finde contrarrestar las dimensiones colosales que había alcan-zado la especulación en esos dos ramos18; pero gradual-mente fueron ampliando sus funciones en varias direcciones,incluida la venta de productos agrícolas y las mejoras per-manentes de la tierra. En el sur de Francia los estragos de lafiloxera hicieron nacer un gran número de asociaciones de

Page 288: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

270

viñateros. De diez a treinta viñateros forman un sindicato,compran una máquina a vapor para bombear el agua yhacen los arreglos necesarios para irrigar sus viñedos porturnos19. Continuamente se están formando nuevas asocia-ciones para proteger la tierra de las inundaciones, para pro-pósitos de regadío, y para el mantenimiento de los canalesde riego; y el requisito legal de la unanimidad de los cam-pesinos del vecindario nunca se convierte en obstáculo. Portodas partes aparecen fruitières, o asociaciones de produc-tores lácteos, en algunas de las cuales la totalidad de lamantequilla y el queso es dividida en partes iguales, inde-pendientemente de lo que rinda cada vaca. En Ariège en -contramos una asociación de ocho comunas por separadopara el cultivo en común de sus tierras, que ellos convirtieronen una sola; en 172 de las 337 comunas de ese departamentose formaron sindicatos para asistencia médica gratuita; sur-gen asociaciones de consumidores en conexión con los sindi-catos; y así sucesivamente20. «Se está dando toda una revolu-ción en nuestras aldeas», escribe Alfred Baudrillart, «a travésde esas asociaciones, que en cada región asume sus propiascaracterísticas especiales».

En gran medida es posible decir lo mismo respecto aAlemania. Dondequiera que los campesinos pudieron resistirel despojo de sus tierras las mantuvieron en propiedad comu-nal, que predomina ampliamente en Württemberg, Baden,Hohenzollern y en la provincia hessiana de Starkenberg21.Los bosques comunales se conservan por lo general en exce-lente estado, y en miles de comunas la madera y la leña sondivididas cada año entre todos los habitantes; incluso laantigua costumbre del Lesholztag está ampliamente difun-dida: al doblar de la campana de la iglesia todos se van albosque a sacar la mayor cantidad de leña que puedan aca-

Page 289: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

271

rrear. En Westfalia encontramos comunas en las que toda latierra es cultivada como una sola propiedad común y deacuerdo con todos los requerimientos de la agronomíamoderna. En cuanto a los antiguos hábitos y usos, siguen convida en la mayor parte de Alemania. Es bien sabido que enWestfalia, Hesse y Nassau la solicitud de ayudas, que sonverdaderas fêtes de trabajo, es muy habitual. En las regionesprofusamente pobladas de árboles la madera para las nuevascasas se saca normalmente del bosque comunal, y todos losvecinos se reúnen para participar en la construcción de lacasa. Hasta en los suburbios de Frankfurt constituye una cos-tumbre entre los jardineros que, en caso de que uno de ellosse enferme, todos acudirán el domingo a cultivarle el jardín.

En Alemania, como en Francia, tan pronto como losgobernantes del pueblo revocaron sus leyes contra las aso-ciaciones de campesinos —que fue recién en 1884-1888—esas uniones empezaron a desarrollarse con una rapidezasombrosa, sin importar todos los obstáculos legales que lespusieron en el camino, en forma de papeleo abrumador ysupervisión burocrática. Dice Buchenberger:

Es un hecho, que en miles de comunidades de la aldea enlas que nunca se conoció ningún tipo de abono químico oengorde planificado, ambos se hayan convertido en cosade uso diario y hasta un grado nunca visto antes, debido aesas asociaciones. A través de ellas se compran toda clasede implementos y maquinaria agrícola, que ahorran traba-jo, y mejores razas de ganado, y empiezan a introducirsevarios dispositivos para mejorar la calidad de los produc-tos. También se han formado uniones para la venta de losproductos agrícolas, así como para la mejora permanentede la tierra22.

Page 290: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

272

Desde el punto de vista de la economía social todos esosesfuerzos de los campesinos ciertamente tienen pocaimportancia. No pueden aliviar sustancialmente, y menosaún permanentemente, la miseria a la que están condenadostodos los labriegos en Europa. Pero desde el punto de vistaético, que es el que estamos considerando en este momen-to, no se puede menospreciar su importancia. Prueban queaun bajo el sistema de individualismo a ultranza que hoyprevalece las masas agricultoras mantienen religiosamentesu herencia de apoyo mutuo; y tan pronto como los Estadosflexibilizan las férreas leyes mediante las cuales han rototodos los lazos entre los hombres esos lazos se reconstituyende inmediato, sin que importen las múltiples dificultadespolíticas, económicas y sociales; y lo hacen de la maneraque mejor responda a los requerimientos de la producciónmoderna. Ellos indican en qué dirección y bajo cuál formacabe esperar un mayor progreso.

Podría multiplicar fácilmente esos ejemplos, sacándo-los de Italia, España, Dinamarca, etcétera, y destacandoalgunos rasgos interesantes característicos de esos paí-ses23. Habría que mencionar también a las poblacioneseslavas de Austria y la península de los Balcanes, entrelas cuales existe todavía la «familia compuesta» o «casafamiliar indivisa». Pero me urge pasar de una vez a Rusia,donde la misma tendencia al apoyo mutuo asume ciertasformas novedosas y nunca vistas. Además, ocuparnos dela comunidad de aldea en Rusia tiene la ventaja para no-sotros de estar en posesión de un enorme volumen demateriales, recogidos de la encuesta casa por casa hecharecientemente por varios zemstvos (consejos del conda-do) y que cubren una población de casi 20 millones decampesinos en diferentes partes del país.

Page 291: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

273

Del volumen de evidencias recogidas en las encuestasrusas se pueden sacar dos conclusiones importantes. EnRusia central, donde toda una tercera parte de los campe-sinos ha sido llevada a la ruina total (por la tributaciónexcesivas, la asignación de parcelas de tierra improducti-va, los arriendos exorbitantes y la implacable recauda-ción de impuestos después de la pérdida total de las cose-chas), se dio durante los primeros veinticinco años quesiguieron a la emancipación de la servidumbre una decidi-da tendencia hacia la constitución de la propiedad indivi-dual en la tierra incluida dentro de las comunidades de lasaldeas. Muchos campesinos «de a pie» empobrecidos aban-donaron sus parcelas asignadas y esas tierras se convirtie-ron a menudo en propiedad de los campesinos más ricosque obtenían ingresos adicionales del comercio, o bien decomerciantes foráneos que adquirían tierras principalmentepara cobrarles arriendos abusivos a los campesinos. Hayque agregar también que una omisión en la ley de rescatede tierras de 1861 permitió grandes facilidades para redimirlas tierras de los campesinos a costos muy bajos24, y que losfuncionarios estatales ejercían mayormente el peso de suinfluencia a favor de la propiedad individual y en contra dela comunal. Sin embargo, en estos últimos veinte años havuelto a soplar de nuevo a través de las aldeas de la Rusiacentral un fuerte viento en contra de la apropiación indivi-dual de la tierra, y la gran masa de campesinos que estánen la posición intermedia entre ricos y muy pobres hanestado haciendo tenaces esfuerzos por mantener en pie lacomunidad de aldea. En lo que respecta a las fértiles este-pas del Sur, que hoy día constituyen la región más populosay rica de Rusia europea, en su mayor parte fueron coloniza-das durante el presente siglo bajo el sistema de la propiedad

Page 292: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

274

u ocupación individual, sancionada de esa forma por elEstado. Pero desde que se introdujeron en la región méto-dos mejorados con la ayuda de maquinaria agrícola, loscampesinos propietarios han comenzado a transformar gra-dualmente su propiedad individual en posesión comunal, yhoy encontramos en ese granero de Rusia un gran númerode comunidades de la aldea de origen reciente formadasespontáneamente.

La Crimea y la región continental situada al norte de ella(la provincia de Taurida) de las cuales tenemos informacióndetallada, ofrecen un ejemplo excelente de ese movimiento.El territorio comenzó a ser colonizado luego de su anexiónen 1783 por emigrantes de la Gran Rusia, la Pequeña Rusiay la Rusia Blanca —cosacos, hombres libres y siervos fugi-tivos— que llegaron en forma individual o en grupospequeños de todos los rincones de la Rusia. Se dedicaronprimero a la cría de ganado, y cuando más tarde comen-zaron a arar la tierra cada uno aró todo lo que pudo. Perocon la continuación de la inmigración y la introducciónde arados perfeccionados se incrementó en alto grado lademanda de tierra y surgieron fuertes disputas entre loscolonos. Éstas se prolongaron por años, hasta que aque-llos hombres, entre los cuales no existía ningún nexoanterior, gradualmente se hicieron a la idea de que habíaque ponerles un alto a las disputas introduciendo la propie-dad de la comunidad de aldea. Tomaron la decisión de quela tierra que poseían individualmente debía pasar de allí enadelante a ser su propiedad en común, y comenzaron a dis-tribuirla y redistribuirla de acuerdo con las normas usualesde la comunidad de aldea. Ese movimiento fue cobrandogradualmente una gran extensión, y nada más en un territo-rio pequeño las estadísticas de Taurida muestran 161

Page 293: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

275

aldeas en las cuales los mismos propietarios campesinosintrodujeron la propiedad comunal in lieu de la individual,principalmente en los años 1855-1885. De ese mismomodo espontáneo los colonos han generado una gran varie-dad de tipos de comunidades de aldea25. Lo que hace másinteresante esa transformación es que tuvo lugar no sola-mente entre los venidos de la Gran Rusia, que estabanacostumbrados a la comunidad de aldea, sino tambiénentre los de la Pequeña Rusia, que bajo el dominio pola-co la habían olvidado hacía demasiados años, y entre losgriegos y los búlgaros, e incluso entre los alemanes quemucho tiempo atrás implementaron en sus prósperascolonias semindustriales en el Volga su propio tipo decomunidad de aldea. Es evidente que los tártaros musul-manes de Taurida ejercen la posesión de sus tierras segúnel derecho consuetudinario musulmán, que sólo permitela posesión personal limitada; pero incluso entre ellos enalgunos contados casos se ha introducido la comunidadde aldea europea. En lo que atañe a las demás nacionali-dades presentes en Taurida, la propiedad individual hasido abolida en seis aldeas estonias, dos griegas, dos búl-garas, una checa y una alemana.

Ese movimiento es característico de la totalidad de lafértil región esteparia del Sur. Pero en la Pequeña Rusiatambién se presentan casos aislados de él. Así, en una can-tidad de aldeas de la provincia de Chernigov los campesi-nos eran anteriormente propietarios individuales de susparcelas; tenían documentación legal por separado deellas y solían arrendar y vender sus tierras a voluntad.Pero en la década de los 50 del siglo XIX se inició entreellos un movimiento a favor de la posesión comunal, sien-do el principal argumento el creciente número de familias

Page 294: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

276

empobrecidas. La iniciativa de la reforma fue tomada enuna sola aldea, y de seguidas las demás siguieron el ejem-plo; el último caso registrado data de 1882. Por supuestoque hubo luchas entre los pobres, que por lo general exi-gen que la posesión sea comunal, y los ricos, que por logeneral prefieren la propiedad individual, y a menudo seprolongaban por años. En ciertos lugares resultó imposi-ble lograr la unanimidad exigida en ese entonces por laley, y la aldea se dividió en dos, una bajo propiedad indi-vidual y otra bajo propiedad comunal; y permanecían asíhasta que ambas se fusionaban en una sola comunidad, osi no continuaban divididas. En cuanto a la Rusia central,es un hecho que en 1882 en muchas aldeas que parecíanencaminadas a la propiedad individual se inició un movi-miento de masas a favor del restablecimiento de la comu-nidad de aldea. Incluso campesinos propietarios quehabían vivido durante años bajo el sistema individualistaregresaron en masse a las instituciones comunales. Así,hay un considerable número de ex siervos que han recibidosólo la cuarta parte de lo que les correspondía en la distribu-ción reglamentaria, pero la recibieron libre de redención y enpropiedad individual. Entre ellos se dio en 1890 un movi-miento de vasta extensión (en Kursk, Ryazan, Tambov,Orel, etcétera) que apuntaba a la reunión de las parcelasdistribuidas y la subsiguiente introducción de la comunidadde aldea. Los «agricultores libres» (volnyie khlebopashty),que fueron liberados de la servidumbre bajo la ley de 1803y compraron sus parcelas —cada familia por separado—están ahora casi todos bajo el sistema de comunidad dealdea introducido por ellos mismos. Todos esos movi-mientos son de origen reciente, y se les han unido tambiénlos no rusos. Así, los búlgaros en el distrito de Tiraspol,

Page 295: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

277

luego de haber permanecido durante sesenta años bajo elsistema de propiedad personal introdujeron la comunidadde aldea en el período 1876-1882. Los menonitas alemanesde Berdyansk luchaban en 1890 por introducir la comunidadde aldea, y los pequeños propietarios campesinos (Klein-wirthschaflichte) entre los baptistas alemanes agitaban ensus aldeas en igual sentido. Y un último caso: en la provin-cia de Samara el gobierno ruso creó en la década de los cua-renta del siglo XIX, a modo de experimento, 103 aldeassobre el sistema de propiedad individual. Cada jefe defamilia recibió una espléndida propiedad de 105 acres. En1890 los campesinos de 72 de las 103 aldeas ya habían noti-ficado su deseo de introducir la comunidad de aldea. Hetomado todos estos datos de la excelente obra de V.V. quepresenta de una manera sencilla y en forma clasificada lainformación recogida en la encuesta casa por casa antesmencionada.

Ese movimiento a favor de la posesión comunal contra-dice abiertamente las teorías económicas en boga, según lascuales el cultivo intensivo es incompatible con la comuni-dad de aldea. Pero lo más caritativo que puede decirse deesas teorías es que jamás han sido sometidas a la compro-bación experimental: pertenecen al campo de la metafísicapolítica. Los hechos que tenemos ante nosotros muestran,por el contrario, que dondequiera que los campesinos rusosson, debido a la concurrencia de circunstancias favorables,menos miserables que el promedio, y dondequiera que ellosencuentren hombres de conocimiento e iniciativa entre susvecinos, la comunidad de aldea resulta ser el auténticomedio de introducir varias mejoras tanto en la agriculturacomo en la vida aldeana. Aquí, como en todos los casos, laayuda mutua es una guía para el progreso mejor que la

Page 296: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

278

guerra de todos contra todos, como podremos ver en lossiguientes hechos comprobados.

Bajo el mandato de Nicolás I muchos funcionarios de lacorona y propietarios de siervos solían obligar a los campe-sinos a introducir el cultivo comunal en parcelas pequeñas delas tierras de la aldea, con la finalidad de volver a llenar losdepósitos comunales luego de haberles entregado grano encalidad de préstamo a los comuneros más pobres. Dichoscultivos, que en la mente de los campesinos estaban conec-tados con las peores reminiscencias de la servidumbre, jus-tamente habían sido abandonados tan pronto como ésta fueabolida. Pero ahora los campesinos empezaron a reintrodu-cirlos por su propia cuenta. En un distrito (Ostrogozhsk, enKursk) la iniciativa de una persona fue suficiente para regre-sarlos a la vida en una gran mayoría de las aldeas. Lo mismoaconteció en varias localidades más. Un día determinado loscomuneros salían, los más ricos con un arado o una carretay los más pobres con las manos vacías, y no se hacía ningúnintento por discriminar el aporte de cada quien al trabajo encomún. Después la cosecha se empleaba en préstamos a loscomuneros más necesitados, mayormente con carácter nodevolutivo, o en donativos para los huérfanos y las viudas, opara la iglesia de la aldea, la escuela, y también para el pagode alguna deuda comunal26.

Esos trabajos de toda índole que entran, por así decirlo,dentro de la rutina de la vida aldeana (reparación de carre-teras y puentes, embalses, drenaje, aprovisionamiento deagua para regadío, corte de madera, sembrado de árboles,etcétera), son hechos por la comuna entera, y que éstasarrienden la tierra y sieguen los prados —tareas que cum-plen viejos y jóvenes, hombres y mujeres, de la manera des-crita por Tolstoi— no es sino lo que cabría esperar de gente

Page 297: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

279

que vive bajo el sistema de la comunidad de aldea. Son deocurrencia cotidiana a todo lo ancho del país. Pero la comu-nidad de aldea no es adversa en modo alguno a las mejorasagrícolas modernas cuando puede afrontar sus costos ycuando su conocimiento, hasta la fecha reservado para losricos, se abre camino hasta la casa del campesino.

Acabamos de decir que los arados perfeccionados sedifundieron rápidamente en el sur de Rusia, y en muchoscasos las comunidades de las aldeas contribuyeron a esadifusión. La comunidad compraba un arado, lo probaba enuna extensión limitada de la tierra comunal y luego les indi-caba las mejoras necesarias a los fabricantes, a los que lascomunas con frecuencia ayudaban a iniciar la construcciónde arados baratos como industria de la aldea. En el distri-to de Moscú, donde los campesinos han comprado 1.560arados en los recientes cinco años, el impulso provino de lascomunas que arrendaban la tierra corporativamente con elespecial propósito de mejorar el cultivo.

En la región nororiental (Vyatka) pequeñas asociacionesde campesinos que viajan con sus aventadoras (fabricadascomo industria aldeana en uno de los distritos productoresde hierro) han difundido el empleo de esas máquinas entrelas dependencias vecinas. La vasta difusión de las trillado-ras en Samara, Saratov y Kherson se debe a las asociacio-nes campesinas, que pueden correr con el gasto de unamáquina costosa a diferencia del campesino individual. Ymientras leemos en casi todos los tratados de economía quela comunidad de aldea está destinada a desaparecer cuandoel sistema de las tres amelgas sea sustituido por el de larotación de los cultivos, vemos en Rusia cómo las comuni-dades de las aldeas acogen la iniciativa de introducir la rota-ción de los cultivos. Pero antes de aceptarla los campesinos

Page 298: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

280

por lo general reservan una parte de los campos comunalespara experimentar con la siembra artificial de los pastos,para lo cual la comuna compra las semillas27. Si el experi-mento resultaba no tenían ninguna dificultad en volver adividir sus campos, para adaptarse al sistema de las cinco oseis amelgas.

Ese sistema está hoy en uso en cientos de aldeas deMoscú, Tver, Smolensk, Vyatka y Pskov28. Y allí donde sele pueden permitir las comunidades le reservan tambiénalgún espacio a la siembra de árboles y plantas frutales.Finalmente, la repentina difusión que han tenido reciente-mente en Rusia las pequeñas granjas modelos, los huertos,los jardines de plantas de uso culinario, y los terrenos parala cría del gusano de seda —que tuvieron su inicio en lasescuelas de las aldeas, bajo la conducción de un maestro ode un aldeano voluntario— es debida también al apoyo queencontraron en las comunidades de las aldeas.

Más aún, abundan las mejoras permanentes tales comodrenaje y regadío. Por ejemplo, en tres distritos de la pro-vincia de Moscú —en gran medida industriales— los tra-bajos de drenaje se han venido cumpliendo en gran escaladurante los últimos diez años en no menos de 180 a 200aldeas diferentes, con los comuneros afanándose ellos mis-mos con el azadón. En el extremo opuesto de Rusia, en lasáridas estepas de Novouzen, las comunas construyeron másde mil embalses y excavaron cientos de estanques; entanto que en una próspera colonia alemana del Surestelos comuneros, hombres y mujeres por igual, trabajarondurante cinco semanas seguidas para levantar un dique detres kilómetros y medio de largo, con fines de regadío.¿Qué hubiese podido hacer un hombre en solitario en esalucha contra el clima seco? ¿Qué se hubiese logrado me -

Page 299: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

281

diante el esfuerzo individual cuando el sur de Rusia se vioazotado por la proliferación de marmotas, y toda la genteque vivía en el campo, ricos y pobres, comuneros e indivi-dualistas tuvieron que esforzarse con las manos para podercontrolar la plaga? Llamar a la policía hubiese sido inútil;el único remedio posible era asociarse.

Y ahora, después de haber dicho tanto acerca de la ayuday el apoyo mutuos practicados por los trabajadores delcampo en países «civilizados», veo que podría llenar untomo bastante voluminoso con ejemplos tomados de la vidade los cientos de millones de hombres que también vivenbajo la tutela de Estados más o menos centralizados peropermanecen fuera de contacto con la civilización e ideasmodernas. Podría describir la vida interna de una aldeaturca y su red de admirables usos y hábitos de ayuda mutua.Cuando hojeo mis apuntes llenos de ejemplos de la vidacampesina en el Cáucaso, me tropiezo con actos de apoyomutuo conmovedores. Encuentro las huellas de las mismascostumbres en la djemmâa árabe y la purra afgana, en lasaldeas de Persia, la India y Java, en la familia indivisa de loschinos, en los campamentos de los seminómadas de Asiacentral y los nómadas del lejano Norte. Consultando notassobre la literatura africana tomadas al azar, las encuentrorepletas de hechos similares —de convocatorias de ayudapara recoger la cosecha, de casas construidas por todos loshabitantes de la aldea, a veces para reparar los desastrescometidos por filibusteros civilizados— de personas que seayudan unas a otras en caso de accidente, que protegen alos viajeros, y así. Y cuando examino obras como el com-pendio de derecho consuetudinario africano que escribióPost comprendo por qué, a pesar de tanta tiranía, opresión,pillajes e incursiones, guerras tribales, reyes insaciables,

Page 300: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

282

brujos y sacerdotes impostores, cazadores de esclavos ygente por el estilo, esas poblaciones no se han extraviado enla selva; por qué han mantenido una cierta civilización yhan continuado siendo hombres en lugar de decaer hasta elnivel de las dispersas familias de los orangutanes decaden-tes. El hecho es que los cazadores de esclavos, los ladronesde marfil, los reyes agresores, los Matabele y los «héroes»de Madagascar pasan, dejando su rastro marcado de sangrey fuego. Pero el núcleo de instituciones, hábitos y usos dela ayuda mutua generado y desarrollado en la tribu y en lacomunidad de aldea permanece, y mantiene a los hombresunidos en sociedades, abiertos al progreso de la civilizacióny listos para recibirla cuando llegue el día de que recibancivilización y no balas.

Lo mismo vale para nuestro mundo civilizado. Las cala-midades naturales y sociales pasan. Poblaciones enterasquedan reducidas periódicamente a la miseria o la hambru-na; a millones de hombres reducidos a la indigencia en lasciudades les son destruidas las fuentes mismas de la vida;el entendimiento y los sentimientos de millones de seresestán viciados por las enseñanzas ideadas en interés de lasminorías. Todo esto es ciertamente parte de nuestra exis-tencia. Pero el núcleo de instituciones, usos y hábitos deapoyo mutuo sigue con vida en esos millones; los mantieneunidos. Y ellos prefieren aferrarse a sus costumbres, creen-cias y tradiciones a aceptar la doctrina de la guerra de todoscontra todos que les es ofrecida bajo el título de cienciapero nada tiene de científica.

Page 301: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

283

NOTAS

1. Pocos de nuestros contemporáneos se dan cuenta tanto de la exten-sión de ese movimiento como de los medios con los que fue aniqui-lado. Pero quienes escribieron inmediatamente después del cese dela gran guerra campesina estimaron entre 100 y 150.000 el númerode campesinos asesinados luego de su derrota en Alemania.

2. «Chacun s’en est acommodé selon sa bienséance (…) on les a parte-gés (…) pour dépouiller les comunes, on s’est servi de dettes simu-lées» (Edicto de 1667 de Luis XIV, citado por varios autores. Ochoaños antes de esa fecha las comunas habían sido puestas bajo admi-nistración del Estado).

3. «En la propiedad de un gran terrateniente, aunque sus ingresos resul-ten ser millonarios con toda seguridad hallaremos que la tierra estásin cultivar» (Arthur Young). «Una cuarta parte de la tierra fue saca-da de la agricultura»; «durante los últimos cien años la tierra haregresado a un estado salvaje»; «la Sologne ayer floreciente es hoyuna gran ciénega»; y así (Théron de Montaugé, citado por Taine enOrigines de la France Contemporaine, tomo I, p. 441).

4. En la Francia del este la ley no hizo más que confirmar lo que loscampesinos ya habían hecho por su cuenta; en otras regiones del paíspor lo general quedó en letra muerta.

5. Luego del triunfo de la reacción de la clase media las tierras comuna-les fueron declaradas (el 24 de agosto de 1794) del dominio del Estadoy, junto con las tierras confiscadas a la nobleza, fueron puestas en ventapara al final ser hurtadas por las bandes noires de la pequeña bour-geoisie. Es cierto que al año siguiente se le puso freno a ese hurto (leydel 2 Prarial, An v) y se derogó la ley anterior; pero para entonces yalas comunidades de las aldeas habían sido sencillamente anuladas y ensu lugar se introdujeron los consejos cantonales. Tan sólo siete añosmás tarde (9 Prairial, An XII), es decir en 1801, se reintrodujeron lascomunidades de la aldea, pero no sin antes verse despojadas de todossus derechos, ¡con el alcalde y los síndicos nombrados por el gobiernoen las 36.000 comunas de Francia! Ese sistema se mantuvo todavíahasta después de la revolución de 1830, cuando se reintrodujeron losconsejos comunales bajo la ley de 1787. En lo que respecta a las tierrascomunales, el Estado las volvió a expropiar en 1813 y sólo se las retor-nó parcialmente a las comunas en 1816.

6. Ese procedimiento resulta tan absurdo que uno no lo creería posible deno haber enumerado los cincuenta y dos documentos diferentes unescritor absolutamente autorizado del Journal des Economistes (abrilde 1893, p. 94), y existen varios ejemplos similares que ese autor nomenciona.

Page 302: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

284

7. Ochenkowski, Englands wirthschaftliche Entwickelung im Ausgangedes Mittelalters (Jena, 1879), pp. 35 seq, donde toda la cuestión es ana-lizada con pleno conocimiento de los textos.

8. Seebohm, The English Village Community, 3ª ed., 1884, pp. 13-15.9. «Un examen minucioso de un Acta de Cercamiento deja en claro el

punto de que el objeto de tales actas era suprimir el sistema antesdescrito [la propiedad comunal]» (Seebohm, l.c. p. 13). Y, más ade-lante, «Por lo general estaban redactadas de la misma forma, comen-zando con el discurso de que los campos abiertos y comunes estabandispersos en pequeños trozos, entremezclados unos con otros e incon-venientemente situados; que diversas personas poseían parte de ellos ytenían derechos en común sobre ellos (…), y que lo deseable es quepuedan estar divididas y cercadas, cediéndosele una parte específica ybien delimitada a cada propietario» (p. 14). El listado de Porter con-tiene 3867 de dichas actas, de las cuales las mayores cantidades corres-ponden a las décadas de 1770-1780 y 1800-1820, como en Francia.

10. En Suiza vemos una cantidad de comunas arruinadas por las guerrasque vendieron parte de sus tierras y ahora se esfuerzan en volverlasa adquirir.

11. «En casi todas partes del país, y en particular en los condados cen-trales y orientales, pero también en el Oeste —en Wiltshire, porejemplo— en el Sur, como en Surrey, en el Norte, como en Yorkshire,existen extensos campos comunales y abiertos. De las 316 parroquiasde Northampton 89 están en esa condición; más de 100 en Oxfordshire;cerca de 50.000 acres en Warwickshire; en la mitad de Berkshey; enmás de la mitad de Wiltsshire; en Huntingdonshire, de un área total de240.000 acres 130.000 eran prados, commons y campos comunales»(Marshall, citado en sir Henry Maine, Village Communities in the Eastand West, ed. de Nueva York, 1876, pp. 88, 89).

12. En una considerable cantidad de libros que se ocupan de la vida cam-pesina inglesa que he consultado se encuentran encantadoras des-cripciones del escenario rural, y cosas por el estilo, pero casi nada entorno a la vida diaria y las costumbres de los trabajadores del campo.

13. En Suiza también los campesinos en tierra abierta cayeron bajo eldominio de los señores, y éstos se apropiaron de gran parte de suspropiedades en los siglos XVI y XVII. Pero la guerra campesina enSuiza no terminó en derrota aplastante para los campesinos como lohizo en otras partes, y ellos pudieron conservar buena parte de losderechos y tierras comunales. El gobierno autónomo de las comunasconstituye, de hecho, el fundamento mismo de las libertades suizas.

14. Los regalos de boda, que en Inglaterra contribuyen sustancialmenteal confort de los hogares recién formados, constituyen evidentemen-te una reminiscencia de los hábitos comunales.

Page 303: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

285

15. Las comunas poseen 4.554.100 acres de bosques del total de 24.813que hay en el territorio, y 6.936 de los 11.394.000 acres de pradosnaturales en toda Francia. los 2.000.000 de acres restantes son cam-pos, huertos, etc.

16. En el Cáucaso los georgianos lo hacen incluso mejor. Dados los costos,un pobre no podía darse el lujo de ofrecer una comida, así que los mis-mos vecinos que acuden a ayudarlo en el trabajo compran una oveja.

17. Alfred Braudillart, en H. Braudillart, Les Populations Rurales de laFrance, 3ª serie (París, 1893). p. 479.

18. El Journal des Économistes (agosto de 1879, mayo y agosto de1893) ha dado recientemente algunos de los resultados de análisisrealizados en los laboratorios agrícolas en Ghent y París. La falsifi-cación ha llegado a extremos simplemente increíbles; también las tri-quiñuelas de los «honestos comerciantes». En algunas semillas depasto hay hasta un 32% de granos de arena, coloreados como paraengañar hasta al ojo más experto. Otras muestras contenían tan sóloentre un 52 y un 22% de semilla pura; el resto eran de malas hierbas.Semillas de arveja contenían un 11% de una hierba venenosa (nie-lle); una harina para el engorde del ganado contenía un 36% de sul-fatos; y así ad infinitum.

19. A. Baudrillart, l.c. p. 309. Originalmente un solo viñatero se encar-gaba del aprovisionamiento de agua, y otros varios se pondrían deacuerdo con él para usarla. «Lo que caracteriza en especial a esas aso-ciaciones, señala Baudrillart, es que no se cierra ningún tipo deacuerdo por escrito. Todo arreglo es de palabra.Y sin embargo, entrelas partes no ha surgido jamás ni un solo caso de dificultades».

20. A. Baudrillart, l.c. pp. 300, 341, etc. El señor Terssac, presidente delsindicato de St. Gironnais (Ariège) le escribió sucintamente a miamigo lo siguiente: «Para la exposición de Toulous nuestra asocia-ción agrupó a los dueños de las reses que nos pareció que merecíanser exhibidas. La sociedad se encargó de pagar la mitad de los gas-tos de viaje y exhibición; cada dueño pagó la cuarta parte, y el cuar-to restante los exhibidores que ganaron premios. El resultado fue queparticiparon en la exposición muchos que de no ser así no lo hubie-sen hecho. Los que obtuvieron los mejores premios (350 francos)contribuyeron con un 10% de éstos, en tanto que quienes no ganaronnada sólo tuvieron que gastar de 6 a 7 francos cada uno».

21. En Württenberg 1629 de las 1910 comunas tienen propiedad comu-nal. En 1863 poseían más de 1.000.000 de acres de tierra. En Badende las 1582 comunas 1256 tienen tierras comunales; en 1884-1888poseían 121.500 acres de campos en cultivo comunal y 675.000acres de bosques, es decir, el 46% del área total cubierta de árboles.En Sajonia el 39% del área total está bajo propiedad comunal

Page 304: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

286

(Schmoller, Jahrbuch, 1886, p. 359). En Hohenzollern casi 2/3 de laextensión total de los pastizales, y en Hohernzollern-Hechingen el41% de toda la propiedad de tierras, está en manos de las comuni-dades de las aldeas (Buchenberger, Agrarwesen, vol. I, p. 300).

22. Buchenberger, l.c. Bd. II. p. 510. La Unión General de CooperaciónAgrícola comprende una integración de 1679 sociedades. Reciente-mente en Silesia 32.000 acres de tierras inundadas integradas fuerondrenadas por 73 asociaciones; en Prusia 454.800 acres por 516 asocia-ciones; en Bavaria existen 1715 uniones para drenaje y regadío.

23. Ver Apéndice XII.24. La redención había de ser pagada en anualidades durante 49 años. A

medida que pasaban los años y se había cancelado la mayor parte deella se hacía cada vez más fácil redimir el monto restante progresi-vamente menor, y como cada parcela podía ser redimida individual-mente los comerciantes se aprovecharon de esa disposición y le com-praban la tierra por la mitad de su valor a los campesinos arruinados.Más tarde se aprobó una ley que le puso freno a tales ventas.

25. En algunos casos procedieron con gran cautela. En una aldea empe-zaron juntando todos los pastizales pero sólo una pequeña parte delos campos (unos cinco acres por cabeza) fue convertida en tierracomunal. El resto continuó siendo de propiedad individual. Más tarde,en 1862-1864, se amplió el sistema, pero no fue sino en 1884 que seintrodujo del todo la posesión comunal.

26. Se sabe de la existencia de tales cultivos comunales en 159 de las195 aldeas del distrito de Ostrogozhsk; en 150 de las 187 del deSlavyanoserbsk; en 107 comunidades de aldea en Alexandrovsk, 93en Nikolayevsk, 35 en Elisabethgrad. En una colonia alemana el cul-tivo comunal se hace para pagar una deuda comunal. Todos partici-pan en el trabajo, aunque la deuda la contrajeron 94 de los 155 jefesde familia.

27. En el distrito de Moscú el experimento se hacía por lo general en elcampo reservado para el cultivo comunal ya mencionado.

28. En el sur de Rusia comienzan a aparecer asociaciones de campesinos«de a pie». Otro hecho extremadamente interesante es el repentino de-sarrollo en la Siberia suroccidental de numerosísimas cooperativas parala elaboración de mantequilla. Hay cientos de ellas diseminadas enTobolsk y Tomsk, sin que nadie esté enterado de dónde provino la ini-ciativa del movimiento. Pues vino de los cooperativistas daneses, quesolían exportar su propia mantequilla de calidad superior y comprar unade calidad inferior para su propio consumo en Siberia. Después de unosaños de interrelación introdujeron mantequerías allí. De sus esfuerzosha nacido ahora un gran comercio de exportación.

Page 305: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

CaPíTulo ViiiaYuDa MuTua enTre noSoTroS

(ConTinuaCión)

Sindicatos nacidos después de la destrucción de los gremios porel Estado. Sus luchas. Ayuda mutua en las huelgas. Cooperación. Asociaciones libres con varios propósitos. Autosacrificio. Innu-merables sociedades para la acción combinada bajo todos losaspectos posibles. Ayuda mutua en la vida de los barrios pobres.Ayuda personal.

Cuando examinamos la vida cotidiana de las poblacionesrurales de Europa, hallamos que, independientemente detodo cuanto se ha hecho en los Estados modernos para des-truir la comunidad de aldea, la vida de los campesinos sigueestando impregnada de hábitos y usos de ayuda y apoyomutuos; que todavía se conservan importantes vestigios dela posesión comunal de los suelos; y que en cuanto se eli-minaron recientemente los obstáculos legales para la aso-ciación rural se esparció rápidamente entre los campesinosuna red de uniones libres para toda clase de propósitos eco-nómicos, y la tendencia de ese joven movimiento es a lareconstitución de algún tipo de unión similar a la comuni-dad de aldea de antaño. Habiéndose llegado a esas conclu-siones en el capítulo precedente, nos toca ahora considerarcuáles instituciones para el apoyo mutuo podemos encon-trar en el presente entre las poblaciones industriales.

Durante los últimos trescientos años las condicionespara el crecimiento de esas instituciones han sido tan des-favorables en las ciudades como lo son en las aldeas. Esbien sabido, en verdad, que cuando las ciudades medievales

Page 306: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

288

fueron sometidas en el siglo XVI por los Estados militares endesarrollo, todas las instituciones que mantenían unidosen gremios a los artesanos, los patronos y los comerciantesen los gremios y las ciudades fueron destruidas. El gobiernoautónomo y la jurisdicción propia del gremio y de la ciudadfueron abolidos; el juramento de lealtad entre los hermanosagremiados se convirtió en un acto criminal contra el Estado;las propiedades de los gremios fueron confiscadas de lamisma manera como se confiscaron las tierras de las comu-nidades de aldea; y la organización interna y técnica de cadaramo quedó en manos del Estado. Se aprobaron leyes cadavez más severas para impedir que los artesanos se asociarande alguna manera. Durante un tiempo se toleraron algunassombras de los antiguos gremios: a los de los comerciantesse les permitió existir bajo la condición de pagarles genero-sos tributos a los reyes, y ciertos gremios de artesanos conti-nuaron existiendo como órganos administrativos. Algunosde ellos siguen arrastrando su existencia sin significado.Pero lo que antiguamente constituía la fuerza vital de la viday la industria medieval, desapareció hace mucho tiempo bajoel peso aplastante del Estado centralizado.

En Gran Bretaña, que se podría tomar como el mejorejemplo de la política industrial de los Estados modernos,vemos cómo el Parlamento da inicio a la destrucción delos gremios ya en el siglo XV, pero es en el siglo siguien-te cuando se toman las medidas decisivas. Enrique VIII nosólo arruinó la organización de los gremios sino ademásconfiscó sus propiedades, con menos excusas y mayor des-consideración, como escribió Toulmin Smith, que los queempleó para la confiscación de las propiedades de los monas-terios. Eduardo VI completó su obra1, y ya en la segundamitad del siglo XVI encontramos al Parlamento zanjando

Page 307: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

289

todas las disputas entre los artesanos y los comerciantes quecon anterioridad se resolvían en cada ciudad por separado.El Parlamento y el rey no solamente legislaban en todasesas desavenencias, sino que teniendo en cuenta los intere-ses de la corona en las exportaciones, pronto comenzaron adeterminar la cantidad de aprendices en cada oficio y areglamentar minuciosamente las propias técnicas de cadafabricación: los pesos de los materiales, el número de hilosen cada yarda de tela, y cosas por el estilo. Con poco éxito,hay que decirlo. Porque desavenencias y dificultades técni-cas que durante siglos ininterrumpidos fueron resueltasmediante acuerdos entre los gremios y las ciudades confe-deradas estrechamente interdependientes, quedaban ahorabajo el poder del Estado centralizado. La continua interfe-rencia de sus funcionarios paralizaba la actividad comer-cial, y en gran medida la hizo entrar en decadencia; y cuan-do los economistas del siglo XVIII se rebelaron en contra dela regulación de las industrias por parte del Estado no hicie-ron más que sacar a la luz un descontento profundamentesentido. La abolición de esa interferencia por la RevoluciónFrancesa fue saludada como un acto de liberación y el ejem-plo de Francia muy pronto fue seguido en muchas partes.

Al Estado no le fue mejor con la regulación de lossalarios. En el siglo XV, cuando la distinción entre patro-nos y aprendices o jornaleros se fue haciendo cada vezmás evidente en las ciudades medievales, las uniones deaprendices (Gesellenverbände), que ocasionalmente asu-mían un carácter internacional, se oponían a las unionesde patronos y comerciantes. Ahora era el Estado el que seencargaba de arreglar sus desavenencias, y bajo el estatu-to isabelino de 1563 los jueces de paz eran quienes fija-ban los salarios, a fin de garantizarles una subsistencia

Page 308: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

«conveniente» a los jornaleros y aprendices. Los jueces,sin embargo, demostraron ser incapaces de conciliar losintereses en conflicto, y más todavía de obligar a lospatronos a obedecer sus decisiones. La ley se fue convir-tiendo gradualmente en letra muerta y a finales del sigloXVIII fue derogada. Pero mientras abandonaba así la fun-ción de regulador de los salarios, el Estado continuabaprohibiendo severamente todas las asociaciones quepudiesen conformar los jornaleros y trabajadores a fin deelevar sus salarios o de mantenerlos en determinadonivel. Durante todo el siglo XVIII legisló en contra de lasuniones de los trabajadores, y en 1799 prohibió final-mente toda clase de asociaciones, bajo la amenaza deseveros castigos. De hecho el parlamento inglés no hizoen este caso más que seguir el ejemplo de la ConvenciónRevolucionaria francesa, que había implementado unaley draconiana en contra de las uniones de trabajadores: lasasociaciones de ciudadanos fueron consideradas como aten-tados en contra de la soberanía del Estado, que se suponíaera el encargado de proteger por igual a todos sus súbdi-tos. Se completó así la tarea de destruir las unionesmedievales. Tanto en la ciudad como en la aldea el Estadoreinaba sobre conglomerados de individuos poco cohe-sionados, y estaba dispuesto a evitar mediante las medi-das más rigurosas la reconstitución de cualquier tipo deuniones por separado entre ellos. Entonces, eran esas lascondiciones bajo las cuales la tendencia a la ayuda mutuatuvo que abrirse camino en el siglo XIX.

¿Será necesario acaso decir que esas medidas no pu -dieron destruir la tendencia? A todo lo largo del sigloXVIII las uniones de trabajadores se reconstituían conti-nuamente. Ni tampoco las detuvieron las crueles perse-

290

Page 309: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

cuciones que se desataron bajo las leyes de 1797 y 1799.Se aprovechó cada omisión de la supervisión, cada demo-ra de los patronos en la denuncia de las uniones. Bajo elencubrimiento de las sociedades de amigos, los clubes deentierros o las hermandades secretas, las uniones sedifundieron en las industrias textiles, entre los fabricantesde cuchillos de Sheffield y entre los mineros, y se forma-ron vigorosas organizaciones federales en apoyo a laslocales durante las huelgas y persecuciones2.

La derogación de las Leyes sobre Asociaciones (Com-bination Laws) en 1825 le dio un nuevo impulso al movi-miento. Se formaron uniones y federaciones nacionales entodos los oficios3; y cuando Robert Owen inició su GranUnión Nacional de los Oficios Consolidada logró congre-gar a medio millón de miembros en pocos meses. Pero eseperíodo de libertad relativa no duró mucho. En la décadade los 30 se reinició la persecución, y sobrevinieron lasfamosas feroces condenas de 1832-1844. La Gran UniónNacional fue disuelta, y en todo el país, tanto los emple-adores privados como el gobierno en sus propios lugares detrabajo, empezaron a obligar a los trabajadores a renunciara cualquier conexión con las uniones y a firmar «el Do-cumento» respectivo. Los unionistas fueron perseguidos enmasa bajo la Ley de Patronos y Servidores (Master andServant Act) y se comenzó a arrestar y condenar sumaria-mente a los trabajadores sobre la base de una simple denun-cia por mal comportamiento formulada por el patrón. Lashuelgas fueron reprimidas de manera autocrática, y se pro-dujeron las condenas más insólitas por simplemente haberanunciado una o actuado como delegado en ella; por nohablar de la represión militar de los desórdenes callejeros nide las condenas que siguieron a los frecuentes estallidos de

291

Page 310: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

292

actos de violencia. Practicar el apoyo mutuo bajo tales cir-cunstancias no era tarea nada fácil. Y no obstante, a pesarde todos los obstáculos, de los cuales nuestra propia gene-ración difícilmente pueda darse una idea, en 1841 revivie-ron de nuevo las uniones y a partir de entonces la asocia-ción de los trabajadores se ha mantenido con persistencia.Luego de una dura lucha, que se prolongó por más de cienaños, se conquistó el derecho a la asociación y en el pre-sente casi la cuarta parte de los trabajadores con empleoregular, es decir, alrededor del millón y medio, pertenece aalgún sindicato4.

En cuanto a los demás Estados europeos, baste decir quehasta fecha muy reciente se perseguía como conjuras a todaclase de asociaciones, y no obstante éstas existen en todaspartes aunque a menudo tengan que asumir la forma desociedades secretas; mientras que la extensión y la fuerza delas organizaciones laborales, y en especial la de los Caballe-ros del Trabajo en los Estados Unidos y Bélgica, ha queda-do suficientemente expuesta gracias a las huelgas de losaños 90 hay que tener en mente, sin embargo, que perse-cuciones aparte el simple hecho de pertenecer a un sindi-cato implica considerables sacrificios de dinero, tiempo ytrabajo sin remuneración, y el riesgo constante de perderel empleo por el mero hecho de ser sindicalista5. Está, ade-más, la huelga que el sindicalista tiene que encarar conti-nuamente; y la cruda realidad de una huelga es que una vezagotado el limitado crédito que el panadero y el prestamistale conceden a la familia del trabajador la paga provenientedel fondo huelgario ni siquiera alcanza para la comida ypronto aparece el hambre inscrito en el rostro de sus niños.Es fácil imaginar lo que significaba una huelga en Inglaterrahace cuarenta años, y lo sigue significando en casi la totali-

Page 311: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

293

dad en las regiones menos prósperas del continente. Con -tinuamente, incluso hoy día, las huelgas terminan con laruina total y la emigración forzosa de poblaciones enteras,mientras que el ametrallamiento de huelguistas a la menorprovocación, e incluso sin provocación alguna6, todavía estotalmente habitual en el continente.

Y no obstante todos los años se producen miles dehuelgas y despidos masivos en Europa y en América, ylos enfrentamientos más enconados y prolongados son,por lo general, las llamadas «huelgas en solidaridad» alas que se entra en apoyo a camaradas afectados por losdespidos masivos o para conservar los derechos de lossindicatos. Y mientras una parte de la prensa es propensaa calificar como «intimidatorias» a las huelgas, quieneshan convivido con huelguistas hablan con admiración dela ayuda y el apoyo mutuos que practican constantemen-te. Todos hemos escuchado acerca de la cantidad colosalde esfuerzo hecho por los trabajadores voluntarios paraorganizar el auxilio durante la huelga de los trabajadoresportuarios en Londres; de los mineros que, después dehaber estado en paro durante muchas semanas, abrieronuna contribución de cuatro chelines semanales para elfondo de conflicto en cuanto se reincorporaron al traba-jo; de la viuda del minero que durante la contienda labo-ral Yorkshire en 1894 le entregó al fondo de conflicto losahorros de toda su vida del marido difunto; de la últimahogaza de pan que siempre se comparte con los vecinos;de los mineros de Radstock, que poseían grandes sem-brados de hortalizas e invitaron a cuatrocientos mineroshuelguistas de Bristol a compartir su repollo y sus papas,y tantos otros casos. Durante la gran huelga de los mine-ros de Yorkshire en 1894, los corresponsales de prensa

Page 312: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

294

conocieron montones de actos como esos, pero no todospudieron reportar esos asuntos «sin importancia» a susrespectivos periódicos7.

El sindicalismo no constituye, sin embargo, la únicaforma en que halla su expresión la necesidad de apoyomutuo de los trabajadores. Existen además las asociacio-nes políticas, actividad que muchos trabajadores conside-ran más favorecedora del bienestar que los sindicatos,limitados como están éstos en sus propósitos actualmen-te. Por supuesto que el mero hecho de pertenecer a unorganismo político no puede ser tomado como manifes-tación de la tendencia a la ayuda mutua. Todos sabemosque la política es el terreno en el que los elementos pura-mente egoístas de la sociedad entran en las combinacio-nes más enmarañadas con las aspiraciones más altruistas.Pero todo político experimentado sabe que todos los gran-des movimientos políticos han sido luchas por asuntos degran trascendencia y a menudo distantes, y los más fuertesde ellos fueron los que provocaron el entusiasmo más des-interesado. Todos los grandes movimientos históricos tuvie-ron tal carácter, y para nuestra propia generación es el socia-lismo el que está en ese caso. «Agitadores pagados» resultaser, no cabe duda, la conseja favorita de los que nada sabenacerca de él. Sin embargo, la verdad es que —para hablartan sólo de lo que conozco personalmente— si yo hubiesellevado un diario de mis últimos veinticuatro años y escritoen él toda la entrega y el autosacrificio con que me he tro-pezado en el movimiento socialista, el lector de ese diariotendría constantemtente en sus labios la palabra «heroís-mo». Pero los hombres de los que hablo no eran héroes;eran seres normales inspirados por una gran idea. Todoperiódico socialista —y existen cientos de ellos nada más

Page 313: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

295

en Europa— narra la misma historia de años de sacrifi-cios sin ninguna esperanza de recompensa y, en la inmen-sa mayoría de los casos, incluso sin ninguna ambiciónpersonal. He visto familias viviendo sin saber qué come-rían al día siguiente, con el esposo boicoteado en todaslas posibilidades de trabajo en su pueblito por culpa delpapel desempeñado en el periódico, y la esposa mante-niendo a la familia con su costura, y aguantar duranteaños en esa situación, hasta que finalmente la familia seretira, sin una sola palabra de reproche, simplemente dicien-do: «¡Continúen ustedes; nosotros no podemos más!». Hevisto hombres muriéndose de consunción, y sabiéndolo,que a pesar de ello hacen caso omiso de la nieve o de laniebla y organizan mítines, y hablan en ellos pocas sema-nas antes de que se les presente la muerte, y sólo enton-ces se retiran al hospital con las palabras «Amigos, ya nodoy más. Los doctores dicen que sólo me quedan unassemanas de vida. Díganles a los camaradas que me senti-ré contento si van a visitarme». He visto hechos que ha -bría que describir como «idealizaciones» si los contaseaquí. Y los nombres mismos de esos hombres, difícil-mente conocidos fuera de un estrecho círculo de amigos,serán olvidados pronto, cuando los amigos también noshayan dejado. De hecho ni yo mismo sé qué admirar más,si la entrega sin límites de esos pocos, o la suma total depequeños actos de entrega de la gran mayoría. Cada resmade periódico de una sola hoja vendida, cada mitin, cada cen-tenar de votos alcanzado en una elección socialista, repre-sentan una cantidad de energía y sacrificios de la que nopuede hacerse la mínima idea el que ve desde afuera. Y loque hoy hacen los socialistas lo habían venido haciendoen el pasado todos los partidos populares y de avanzada,

Page 314: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

296

políticos y religiosos. Todo el progreso alcanzado en elpasado fue promovido por hombres parecidos y con unadevoción parecida.

La cooperación, especialmente en Inglaterra, ha sidodescrita a menudo como «individualismo corporativo»; ytal y como es hoy día indudablemente tiende a generar unegoísmo cooperativo, no sólo para con la comunidad ensu conjunto sino entre los propios cooperadores. Sinembargo es cierto que en su origen el movimiento teníaun carácter esencialmente de ayuda mutua. Incluso hoysus promotores más entusiastas están convencidos de quela cooperación conduce a la humanidad a una etapa máselevadamente armónica de las relaciones económicas, yno es posible permanecer en alguna de las plazas fuertesde la cooperación en el Norte sin notar que la gran mayo-ría de los cooperativistas del común son de la misma opi-nión. Muchos de ellos perderían todo interés en el movi-miento si esa fe desapareciese, y cabe señalar que en losaños recientes los más amplios ideales del bienestar gene-ral y la solidaridad de los productores han empezado aresultar habituales entre los cooperativistas. En la actuali-dad existe una indudable tendencia al establecimiento demejores relaciones entre los propietarios de los talleres detrabajo cooperativos y sus trabajadores.

La importancia de la cooperación en Inglaterra, enHolanda y en Dinamarca es bien conocida; en tanto queen Alemania, y especialmente en el Rin las sociedadescooperativistas ya constituyen un factor importante de lavida industrial8. Sin embargo, quizá sea Rusia la queofrezca el mejor campo para el estudio de la cooperaciónbajo una infinita variedad de aspectos. En ese país cons-tituye un desarrollo natural, herencia de la edad media; y

Page 315: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

297

si bien una sociedad cooperativa establecida formalmen-te hubiese tenido que afrontar muchas dificultades lega-les y la suspicacia oficial, la cooperación informal —elartél— conforma la esencia misma de la vida campesinarusa. La historia de «la construcción de Rusia» y la colo-nización de la Siberia es una historia de los artéls o gre-mios de cacería y comercio seguidos por las comunida-des de aldea, y en el presente hallamos el artél por todaspartes; entre cada grupo de diez a quince campesinos quellegan del mismo pueblo a trabajar en una fábrica, entodos los oficios de la construcción, entre pescadores ycazadores, entre convictos radicados en o rumbo a Si -beria, entre mozos de cuerda de los ferrocarriles, entremensajeros de la Bolsa, entre trabajadores de aduana, encualquier área de las industrias de la aldea, que les danocupación a siete millones de personas: de la cima a labase del mundo trabajador, con carácter permanente otemporal, para producción y para consumo bajo todos losaspectos posibles. Incluso hoy muchas de las áreas pes-queras en los tributarios del mar Caspio están bajo con-trol de inmensos artéls, y la totalidad del curso del Uralles pertenece a los cosacos, que distribuyen y redistribu-yen las áreas de pesca —quizá las más ricas del mundo—entre las aldeas, sin ninguna interferencia de las autorida-des centrales. En el Ural, el Volga y todos los lagos delnorte de Rusia la pesca la realizan siempre los artéls. Apartede esas organizaciones permanentes, están los artéls tem-porales simplemente incontables, constituidos para cadapropósito especial. Cuando diez o veinte campesinos lle-gan a una ciudad grande provenientes de alguna localidadpara trabajar como tejedores, carpinteros, albañiles, cons-tructores de embarcaciones, y demás, constituyen siempre

Page 316: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

298

un artél. Alquilan habitaciones, contratan un cocinero(muy a menudo la esposa de uno de ellos se ocupa de lacocina), eligen a un representante, y comen en comuni-dad; cada uno le paga al artél la parte que le correspondepor concepto de comida y alojamiento. Una partida deconvictos rumbo a Siberia hace siempre lo mismo, y elrepresentante electo es el intermediario reconocido ofi-cialmente entre los convictos y el jefe militar de la custo-dia. En las cárceles de trabajos forzados se da la mismaorganización. Los mozos de cuerda de los ferrocarriles,los mensajeros de la Bolsa, los trabajadores de la aduana,los mensajeros de las ciudades en las capitales, que sonresponsables colectivamente por cada miembro, disfrutande tal reputación que los comerciantes les conceden cré-ditos de pequeño o gran monto a cualquiera de ellos enparticular. En los oficios de la construcción se formanartéls de 10 a 200 miembros, y los contratistas de la cons-trucción y los ferrocarriles prefieren siempre acordar con unartél que con trabajadores contratados por separado. Lareciente tentativa del Ministerio de la Guerra de tratar di -rectamente con los artéls de producción, formados adhoc en los oficios locales, y encargarles partidas de botasy toda clase de artículos de bronce y hierro, han sido des-critos como altamente satisfactorios; y la entrega en arrien-do, hará cosa de siete u ocho años, de una fundición dehierro propiedad de la corona (Votkinsk) a un artél deobreros, ha sido un éxito rotundo.

Podemos así ver en Rusia cómo la antigua instituciónmedieval, que no ha sido interferida por el Estado (en susmanifestaciones informales) ha sobrevivido plenamentehasta nuestros días, y asume la mayor variedad de formasde acuerdo con los requerimientos de la industria y el

Page 317: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

299

comercio modernos. En lo que respecta a la península delos Balcanes, el Imperio Turco y el Cáucaso, allí los anti-guos gremios se mantienen a cabalidad. Los snafs deSerbia han preservado de un todo sus características delmedioevo; incluyen tanto patronos como jornaleros, regu-lan los tratos comerciales y son instituciones para el apoyomutuo en el trabajo y en la enfermedad; mientras que losamkari del Cáucaso, y especialmente en Tiflis les agre-gan a esas funciones una influencia considerable en lavida municipal.

En conexión con la cooperación, debería quizá mencio-nar también las sociedades de amigos, las logias de la ordende los Odd Fellows, los clubes de aldea y de ciudad organi-zados para sufragar los gastos médicos, para la vestimentay para los entierros, incluso lo más pequeños tan comunesentre las muchachas de las fábricas en los que ellas contri-buyen con un penique por semana hasta completar unalibra, que retiran y al menos constituye una suma que per-mite alguna compra sustancial, y así muchos otros ejem-plos. En todas esas sociedades y clubes está viva una canti-dad no despreciable de espíritu sociable o jovial, aunque sevigile celosamente el «crédito y deuda» de cada miembro.Pero también existen muchas asociaciones basadas en ladisposición a sacrificar tiempo, salud y la vida si es nece-sario, que pueden proporcionarnos cantidades de ejem-plos de las mejores formas del apoyo mutuo.

Debemos mencionar en primer término a la Asociaciónde Salvamento Marino Inglesa, e instituciones similares enel continente. Aquella dispone en la actualidad de más detrescientas embarcaciones a todo lo largo de las costas delas islas británicas, y tendría el doble si no fuese por lacarencia de recursos de los pescadores, que no pueden

Page 318: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

300

costearse la adquisición de botes salvavidas. Así que las tri-pulaciones las integran voluntarios, cuya disposición parasacrificar sus vidas en el rescate de personas a las que nisiquiera conocen es sometida a severa prueba todos losaños. Cada invierno la pérdida de varios de los más valien-tes de ellos establece un nuevo récord. Y si les pregunta-mos a esos hombres qué es lo que los mueve a arriesgarsus vidas, aun cuando no exista ninguna posibilidad razo-nable de éxito, su respuesta será siempre algo como loque se verá a continuación. Una terrible tormenta de nieveque barría el canal de La Mancha desataba su furia sobrela costa llana y arenosa de una diminuta aldea de Kent, yun pequeño queche cargado de naranjas encalló en losescollos en las cercanías. En esas aguas poco profundassólo puede operar un bote salvavidas de fondo plano y deltipo más sencillo, y echarlo al agua durante una tormentacomo ésa era encarar un desastre casi inevitable. Y sinembargo los hombres salieron al mar, lucharon durantehoras contra el viento y el bote se volcó por dos veces. Unhombre se ahogó y los demás fueron arrojados a tierra. Auno de ellos, hombre educado perteneciente al personal delresguardo marítimo, lo encontraron a la mañana siguientemuy lastimado y medio congelado sobre la nieve. Le pre-gunté por qué se habían decidido por esa salida tan deses-perada. Su respuesta fue:

Yo mismo ni lo sé. Ahí estaba ese naufragio; toda la gentede la aldea estaba en la playa y todos decían que sería unalocura salir al mar, que nunca podríamos con el oleaje.Pero nosotros veíamos a cinco o seis hombres colgados delmástil, que nos hacían señas desesperadas. Todos sentía-mos que algo debíamos hacer, ¿pero qué podíamos hacer?

Page 319: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

301

Pasó una hora, pasaron dos, y ahí estábamos todos parados.Nos sentíamos muy mal. Entonces, de repente nos parecióque hasta escuchábamos sus gritos a través de la tormenta:había un niño con ellos. No pudimos soportarlo por mástiempo. Dijimos todos a la vez: «¡Tenemos que ir!». Lasmujeres estuvieron de acuerdo; nos hubieran tratado decobardes si no hubiésemos ido, aunque al día siguiente dirí-an que habíamos sido unos locos al hacerlo. Como un solohombre arrancamos a correr hacia el bote y nos echamos almar. El bote se volcó, pero logramos volver a enderezarlo.Lo peor fue ver a ese pobre desdichado ahogándose cercadel bote y no poder hacer nada por salvarlo. Entonces llegóuna ola terrible, el bote volvió a volcar y el mar nos echó atierra. A los náufragos por fin los rescató el bote de D. y alnuestro lo recuperaron unas millas más allá. A mí meencontraron a la mañana siguiente tirado en la nieve.

El mismo sentimiento movió también a los mineros delRhonda Valley cuando se esforzaban por rescatar a suscamaradas de la mina inundada. Habían perforado a travésde 30 metros de carbón para llegar donde estaban sepulta-dos sus camaradas, pero cuando apenas les faltaba por per-forar poco menos de tres metros los envolvió el gas grisú.Los rescatadores apagaron las lámparas y se retiraron. Tra -bajar en esas condiciones significaba correr el riesgo devolar en cualquier momento. Pero los golpeteos de los mine-ros sepultados se seguían oyendo, lo que significaba que loshombres continuaban con vida y pedían auxilio, así quevarios mineros se ofrecieron como voluntarios para trabajara todo riesgo y bajaron a la mina seguidos por la miradahúmeda de lágrimas silenciosas de sus mujeres, que no dije-ron una sola palabra para detenerlos.

Page 320: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

302

Es ésa la verdadera esencia de la psicología humana.A menos que los hombres estén enloquecidos en elcampo de batalla, «no pueden soportar» oír gritos cla-mando por auxilio y no responder a ellos. El héroe acude,y lo que hace el héroe todos sentimos que debimos hacer-lo nosotros también. Las argumentaciones del entendi-miento no pueden resistir el sentimiento de la ayudamutua, porque ese sentimiento se ha venido nutriendo demiles de años de vida social humana y de cientos de milesde años de vida prehumana en sociedades.

«¿Pero, y qué de los hombres que se ahogaron en elSerpentine en presencia de una multitud, sin que nadiediera un paso para rescatarlos?», se me podría preguntar.«¿Y qué del niño que cayó en el canal del Regent’s Park—también en presencia de una multitud en asueto— ysólo lo salvó la presencia de ánimo de una sirvienta quemandó a rescatarlo a un perro de raza newfounland?». Larespuesta es bien sencilla. El hombre es el resultado tantode sus instintos heredados como de su educación. Entrelos mineros y los marinos sus ocupaciones comunes y elmutuo contacto cotidiano crean un sentimiento de solida-ridad, mientras los peligros circundantes sostienen lavalentía y el coraje. En las ciudades, por el contrario, laausencia de un interés común alimenta la indiferencia, entanto que la valentía y el coraje, a los que rara vez se lespresenta la oportunidad, desparecen o toman otra direc-ción. Además, la tradición del héroe de la mina y el marvive en las aldeas de los mineros y los pescadores, ador-nada de un halo poético. Pero, ¿cuáles son las tradicionesde una abigarrada multitud londinense? La única tradi-ción que pueden tener en común sería una creada por laliteratura, pero difícilmente exista una literatura que sea

Page 321: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

303

equivalente a la épica aldeana. Los clérigos están tanansiosos de demostrar que lo único que nace de la natu-raleza humana es el pecado y lo único bueno en el hom-bre tiene un origen sobrenatural, que ignoran todo actoque no se pueda presentar como ejemplo de una inspira-ción o gracia superior, venida desde arriba. Y en lo queatañe a los autores laicos, su atención está enfocada prin-cipalmente en determinado tipo de heroísmo, el heroísmoque promociona la idea del Estado. Por consiguiente admi-ran al héroe romano, o al soldado en la batalla, mientraspasan por alto el heroísmo del pescador, apenas le prestanatención. El poeta y el pintor se dejan atrapar, por supues-to, por la belleza del corazón humano en sí misma; perorara vez conocen la vida de las clases desposeídas, y si biencantan o pintan al héroe romano o militar en sus entornosconvencionales, no pueden cantar o pintar con grandiosidadal héroe que actúa en ese entorno modesto que ellos igno-ran. Si se aventuran a hacerlo, no producen más que unapieza de retórica9.

Las incontables sociedades, clubes y alianzas para el dis-frute de la vida, el estudio y la investigación, la educación,y así sucesivamente, que se han desarrollado recientementeen tales cantidades que haría falta años para simplementehacer el listado, constituyen otra manifestación de la mismatendencia indetenible a la asociación y el apoyo mutuo.Algunas de ellas, como las camadas de pichones de espe-cies diferentes que se reúnen en el otoño, están dadas porentero a compartir en común el goce de vivir. Cada aldea enInglaterra, en Suiza, en Alemania, etcétera, tiene sus clubesde cricket, fútbol, tenis, bolos, palomas mensajeras, músicay canto. Otras sociedades son mucho más numerosas, yalgunas de ellas, como la Alianza de los Ciclistas, han

Page 322: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

tenido un formidable desarrollo repentino. Aunque losmiembros de dicha alianza no tienen otra cosa en comúnque el amor por el ciclismo, ya existe entre ellos una espe-cie de masonería para el auxilio mutuo, especialmente enlos recodos y rincones más remotos en los que escasean losciclistas; ven al C.A.C. —el Club de la Alianza de losCiclistas— en cualquier aldea como su propio hogar; y enel Campamento de Ciclistas anual se ha establecido más deuna sólida amistad. El Kegelbrüder, Los Hermanos de losBolos, en Alemania, constituye una asociación similar. Asícomo las Sociedades de Gimnasia (300.000 miembros enAlemania), la hermandad informal de los remeros en Fran-cia, los clubes de regatas, y muchos otros. Tales asociacio-nes no alteran, es cierto, la estratificación económica de lasociedad pero, especialmente en las ciudades pequeñas,contribuyen a suavizar las diferencias sociales y, porcuanto se agrupan en grandes federaciones nacionales einternacionales, ciertamente ayudan al crecimiento delintercambio personal amistoso entre toda clase de hom-bres diseminados en diferentes partes del globo.

Los Clubes Alpinos, el Jagdschutzverein en Alemania,que tiene más de 100.000 miembros —cazadores, silvi-cultores y zoólogos especializados y simples amantes dela naturaleza— y la Sociedad Ornitológica Internacional,que incluye zoólogos, criadores y simples campesinos enAlemania, tienen el mismo carácter. No solamente hanhecho en pocos años una gran cantidad de trabajo muyútil, como sólo pueden realizarlo apropiadamente lasgrandes asociaciones (mapas, cabañas para refugio,caminos de montaña; estudios sobre la vida animal, losinsectos dañinos, las migraciones de las aves, etcétera)sino además han creado nuevos lazos entre los hombres.

304

Page 323: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Dos alpinistas de diferentes nacionalidades que se en -cuentran en una cabaña de refugio en el Cáucaso, o el pro -fesor y el campesino ornitólogos que llegan a la mismacasa, dejan de ser extraños entre sí. En tanto que laSociedad del Tío Toby en Newcastle, que ya ha enseñadoa más de 260.000 muchachos y muchachas a no destruirlos nidos de los pájaros y amar a todos los animales, cier-tamente ha hecho más por el desarrollo de los sentimien-tos humanos y el gusto por las ciencias naturales que mon-tones de moralistas y la gran mayoría de nuestras escuelas.

No podemos omitir, ni siquiera en una ojeada tan a laligera como ésta, las miles de sociedades científicas, litera-rias, artísticas y educativas. Hasta el sol de hoy las corpora-ciones científicas, celosamente controladas y a menudosubsidiadas por el Estado, se han movido por lo general enun círculo muy estrecho, y frecuentemente se les ve comomeras oportunidades para el ingreso a cargos del Estado,mientras la estrechez misma de sus círculos indudablemen-te alimenta los celos mezquinos. Pero dichas asociacionescontribuyen de hecho a suavizar hasta cierto grado las dife-rencias de cuna, de parcialidades políticas y de creenciasreligiosas. En las localidades más pequeñas y apartadas lassociedades científicas, geográficas o musicales, especial-mente aquellas que atraen a su seno un círculo más ampliode aficionados, se convierten en pequeños centros de vidaintelectual, especie de vínculo entre la pequeña localidad yel vasto mundo, y un lugar en el que hombres de muy dife-rentes condiciones se encuentran en posición de iguales.Para apreciar a cabalidad el valor de dichos centros habríaque conocerlos, pongamos, por ejemplo, en Siberia. En lotocante a las innumerables sociedades educativas que re -cién hoy comienzan a quebrantar el monopolio del Es ta do

305

Page 324: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

306

y la Iglesia en la educación, con toda seguridad se con-vertirán en poco tiempo en el poder predominante en eseramo. A la Asociación Froebel ya le debemos el sistemadel jardín de infancia, y a varias asociaciones educativasformales e informales les debemos el elevado nivel de laeducación de la mujer en Rusia, aunque esas sociedadesy grupos tienen que actuar en fuerte oposición a un go -bier no poderoso10. En cuanto a las varias sociedades pe -da gógicas en Alemania, es bien sabido que han jugado elpapel más importante en la elaboración de los métodosmodernos de enseñanza de la ciencia en las escuelas popula-res. En esas asociaciones los maestros encuentran su mejorapoyo. ¡En qué estado de miseria estaría sin su ayuda elmaestro aldeano explotado y mal pagado11.

Todas esas asociaciones, sociedades, hermandades,alianzas, institutos y demás, que nada más en Europa secuentan hoy cerca de los diez mil y cada una de las cua-les representa una enorme cantidad de trabajo voluntario,desinteresado y gratuito o mal pagado, ¿qué son si nootras tantas manifestaciones, bajo una infinita variedadde aspectos, de la misma eterna tendencia del hombre ala ayuda y el apoyo mutuos? Durante casi tres siglos a loshombres se les impidió juntar sus manos, incluso parapropósitos literarios, artísticos y educativos. Las sociedadesno podían formarse sino bajo la protección del Estado, o laIglesia, o como hermandades secretas como la masonería.Pero ahora que la resistencia ha sido rota, afloran en todasdirecciones, se expanden por todas las múltiples ramas dela actividad humana, se vuelven internacionales, e induda-blemente contribuyen, en un grado que todavía no puedeser apreciado a cabalidad, a echar abajo los tabiques levan-tados por los Estados entre las diferentes nacionalidades. A

Page 325: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

307

pesar de los celos que despierta la competencia comercial ylas provocaciones al odio voceadas por los fantasmas de unpasado decadente, existe una conciencia de la solidaridadinternacional que va creciendo entre los espíritus ducto-res del mundo y las masas de los trabajadores desde queéstos han conquistado también el derecho a los intercam-bios internacionales; y este espíritu ha jugado también unimportante papel en la prevención de una guerra europea eneste cuarto de siglo final.

Es necesario mencionar aquí a las asociaciones caritati-vas religiosas, que también representan todo un mundo. Nocabe la menor duda de que a la gran mayoría de sus miem-bros los mueven los mismos sentimientos de ayuda mutuacomunes a toda la humanidad. Desafortunadamente losmaestros de religión de los hombres prefieren atribuirles unorigen sobrenatural a esos sentimientos. Muchos de ellospretenden que el hombre no obedece concientemente a lainspiración de la ayuda mutua por cuanto no ha sido ilumi-nado por las enseñanzas de la religión especial que ellosrepresentan, y, con San Agustín, la mayoría no reconoceesos sentimientos en el «salvaje pagano». Más aún, si bienel cristianismo primitivo, como todas las demás religio-nes, constituía un llamado a los sentimientos abiertamen-te humanos de la ayuda y la compasión mutuas, la iglesiacristiana ha ayudado al Estado a hacer zozobrar todas lasinstituciones de ayuda y apoyo mutuos anteriores a ella, odesarrolladas fuera de ella, que quedaban en pie. Y enlugar de la ayuda mutua que todo salvaje considera sudeber para con el prójimo, ha predicado la caridad, quesignifica una inspiración que nos viene desde arriba y, enconsecuencia, implica una cierta superioridad del que darespecto al que recibe. Con esa limitante, y sin ninguna

Page 326: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

308

intención de ofender a quienes se consideran entre los ele-gidos cuando realizan actos simplemente humanos, cierta-mente podemos considerar el enorme número de asocia-ciones caritativas religiosas como un resultado de la mis -ma tendencia a la ayuda mutua.

Todos esos hechos demuestran que no es cierto que laúnica característica de la vida moderna sea una implaca-ble procura de la satisfacción de los intereses personales,haciendo caso omiso de las necesidades de los demás. Allado de esa corriente que pretende con tanto orgullo serla ductora de los asuntos de los hombres, percibimos lafuerte lucha sostenida por las poblaciones rurales e indus-triales a fin de reintroducir instituciones de ayuda y apo yomutuos estables. Y descubrimos, en toda clase de socie-dades, un movimiento ampliamente extendido hacia el es -tablecimiento de una variedad infinita de instituciones máso menos permanentes con el mismo propósito. Pero cuan-do pasamos de la vida pública a la vida privada del indivi-duo moderno, descubrimos otro mundo extremadamentevasto de ayuda y apoyo mutuos, que pasa sin ser no tado porla mayoría de los sociólogos sólo por estar limitado al estre-cho círculo de la familia y la amistad personal.

Bajo el presente sistema social todos los lazos de uniónentre los habitantes de una misma calle o vecindario hansido disueltos. En las zonas más ricas de las ciudades gran-des las personas viven sin saber quienes son los vecinos dela casa de al lado. Pero en las barriadas atestadas de gentetodo el mundo se conoce a la perfección y está en contactopersonal permanente. Por supuesto, en las barriadas, comoen todas partes, se producen pleitos por mezquindades; peroproliferan las agrupaciones de acuerdo con las afinidadespersonales, y dentro de cada círculo se practica la ayuda

Page 327: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

mutua en un grado del cual las clases más ricas no tienenidea. Si tomamos, por ejemplo, a los niños de un vecinda-rio pobre que juegan en una calle, o en el patio de algunaiglesia o en un solar notaremos de inmediato la estrechaunión que reina entre ellos, independientemente de laspeleas ocasionales, y que esa unión los protege de todaclase de infortunios. En el instante en que un chiquillo seagache a curiosear sobre el agujero de una cloaca se escu-chará el grito de otro: «¡Quítate de ahí, que te vas a enfer-mar!». Y en otros casos, «¡no te encarames sobre esemuro, si te caes te pisará el tren!», o «¡no te acerques tantoa esa zanja!», «¡no te comas esas fruticas rojas, son vene-no, te vas a morir!». Son las primeras lecciones que reci-ben los muchachos cuando se juntan con sus compañeritospuertas afuera. ¡Y cuántos de esos niños cuyos campos dejuegos son las aceras que circundan las «viviendas mode-lo para obreros», o las orillas y los puentes de los canales,morirían bajo las ruedas de las carretas o ahogados en lasaguas lodosas si no fuese por esa clase de apoyo mutuo! Ycuando a pesar de las advertencias un «Pedrito rubio» seresbala y cae dentro de una zanja desprotegida en la partede atrás del patio del lechero, o una «Juanita rubicunda»tropieza y va a dar al canal, el tropel de muchachitos ar -ma tal gritería que todo el vecindario se alarma y sale alrescate a la carrera.

Viene luego la alianza de las madres. Una doctora quevive en un vecindario pobre, recientemente me dijo:

Usted no se podrá imaginar lo mucho que se ayudan entreellas. Si una mujer no ha preparado nada, o no pudo hacer-lo, para el bebé que espera —¡y con cuánta frecuencia

309

Page 328: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

310

ocurre!— todas las vecinas le traerán algo al recién naci-do. Mientras la madre esté en cama una de ellas se encar-gará de cuidar a los niños y siempre habrá alguna otra quese dejará caer de vez en cuando a hacer las tareas del hogar.

Ese hábito es general. Lo mencionan todos los que hanvivido entre los pobres. De mil y una pequeñas maneras lasmadres se apoyan unas a otras y cuidan de los niños ajenos.Algún tipo de preparación —buena o mala, que eso lo deci-dan ellas mismas— ha de tener una dama de las clasespudientes que la capacite para pasar al lado de un niño ham-briento que tirita de frío en la calle e ignorarlo. Pero lasmadres de las clases necesitadas no tienen esa preparación.No pueden soportar la visión de un niño con hambre; tienenque darle comida. Y eso hacen. «Cuando los niños que van ala escuela piden pan, muy rara vez, o más bien nunca, reci-ben una negativa», me escribe una amiga que ha trabajadodurante años en Whitechapel en conexión con un club deobreros. Pero quizá sea mejor que transcriba algunos otrospasajes de su carta:

Entre las obreras es costumbre cuidar de los vecinos encasos de enfermedad sin ningún tipo de retribución.También, cuando una mujer tiene hijos pequeños y sale atrabajar siempre hay otra madre que se hace cargo de ellos.Si no se ayudasen unos a otros las clases trabajadoras nopodrían existir. Yo conozco familias que se ayudan cons-tantemente, con dinero, con comida, con combustible,criando los niños pequeños, en casos de enfermedad, encasos de muertes.

«Lo mío y lo tuyo» se observa con mucho menos rigi-dez entre los pobres que entre los ricos. Continuamente se

Page 329: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

311

prestan entre ellos zapatos, vestidos, sombreros y cosasasí —lo que se necesite en el momento— y tambiéntoda clase de útiles del hogar.

El invierno pasado los miembros del Club RadicalUnido recolectaron algún dinero, y antes de Navidadempezaron a repartir sopa y pan de gratis entre los niñosen edad escolar. Gradualmente llegaron a atender a 1800niños. El dinero provino de gente de afuera, pero todo eltrabajo lo hicieron los miembros del club. Algunos deellos, que no estaban trabajando, llegaban a las cuatro dela mañana a lavar y pelar los vegetales; cinco mujeres sepresentaban a las nueve o las diez (después de haber ter-minado sus propias tareas del hogar) a cocinar, y se que-daban hasta las seis o las siete para lavar los platos y loscubiertos. A la hora de la comida, entre las doce y la unay media, venían veinte o treinta obreros para ayudar a ser-vir la sopa, y cada uno se quedaba todo el tiempo quepudiese tomar de su propio horario de almuerzo. Esto duródos meses. Nadie recibió pago alguno.

Mi amiga también menciona varios casos individua-les, de los cuales resultan típicos los siguientes:

La madre de Annie W. la entregó en pensión a una ancia-na de la calle Wilmot. Cuando su madre murió la ancia-na, que era también muy pobre, siguió al cuidado de laniña sin percibir ni un penique por ello. Cuando laanciana también murió la niña tenía apenas cinco años.Durante la gravedad de su madre adoptiva quedó prácti-camente en el abandono, por supuesto, y estaba hara-pienta. Pero de inmediato la tomó bajo su cuidado laseñora S., que era esposa de un zapatero y ya tenía seis

Page 330: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

312

hijos. Más tarde se enfermó el marido y a todos les esca-seó la comida.

El otro día la señora M., madre de seis hijos, atendióa la señora M. durante su enfermedad, y les dio aloja-miento en su propia casa a los niños mayores… ¿Perousted necesita de casos como esos? Son muy comu-nes… También conocí a la señora D. (de Oval, HackneyRoad), que es dueña de una máquina de coser y conti-nuamente hace costuras para los demás, sin aceptar nin-guna remuneración, aunque tiene cinco niños y un mari-do que atender... y así.

A cualquiera que tenga alguna idea de cómo viven lasclases trabajadoras le resultará evidente que sin la prácti-ca en gran escala de la ayuda mutua entre ellos jamáspodrían sobrevivir a tantas dificultades. Sólo la casuali-dad le permitiría a la familia de un obrero poder vivirtoda la vida sin tener que encarar circunstancias como lacrisis descrita por el tejedor de cintas Joseph Gutteridgeen su autobiografía12. Y si en esos casos no se les vienetodo al suelo se lo deben a la ayuda mutua. En el caso deGutteridge fue una vieja nodriza, pobre hasta la miseriaella misma, que se presentó en el momento en que lafamilia resbalaba hacia la catástrofe final y les trajo algode pan, carbón y cobijas, que ella había adquirido a cré-dito. En los demás casos, serán otros quienes ayuden, olos vecinos darán los pasos necesarios para salvar a lafamilia. ¡Pero sin alguna ayuda de los otros pobres cuán-tos más no se verían arrastrados cada año a la ruina!13

El señor Plimsoll, después de haber vivido durante untiempo entre los pobres, con 7 chelines y 6 peniques a lasemana, se vio obligado a reconocer que los buenos sen-

Page 331: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

313

timientos que sentía por lo pobres cuando comenzó esavida «cambiaron a sincero respeto y admiración» encuanto vio cómo estaban impregnadas de ayuda y apoyomutuos las relaciones entre ellos, y se dio cuenta de lasmaneras tan sencillas como se da ese apoyo. Después demuchos años de experiencia su conclusión fue que «a finde cuentas la gran mayoría de las clases trabajadoras soncomo esos hombres»14. En cuanto a la crianza de huérfa-nos incluso por parte de las familias más pobres, consti-tuye un hábito tan extendido que se puede considerarcomo una regla; así, entre los mineros, luego de dosexplosiones en Warren Vale y Lund Hill, encontramosque «casi un tercio de los hombres que murieron, comolo pueden testificar los comités respectivos, mantenían aotros parientes aparte de su esposa e hijos». «¿Han pen-sado ustedes —agrega el señor Plimsoll— en lo que esosignifica? Los ricos, y hasta las personas que viven consolvencia, lo hacen, no lo dudo. Pero consideremos ladiferencia». Consideremos lo que significa la suma de unchelín, la contribución de cada trabajador para ayudar a laviuda de un camarada, o de 6 peniques para ayudar a uncompañero de trabajo a costear el gasto extra de un fune-ral, para alguien que gana 16 chelines semanales y tieneuna esposa y en algunos casos cinco o seis hijos que man-tener15. Pero esas contribuciones constituyen una prácticageneral entre los trabajadores de todas partes del mundo,incluso para casos mucho menos extraordinarios que el deuna muerte en la familia, ya que la ayuda en el trabajo es lacosa más común de su vida.

No se trata de que entre las clases más favorecidas nose den las mismas prácticas de ayuda y apoyo mutuos.Por supuesto, cuando pensamos en la crueldad con que

Page 332: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

314

los empleadores más ricos tratan a menudo a sus em-pleados, nos sentimos inclinados a tener la visión máspesimista de la naturaleza humana. Muchos deben recor-dar la indignación que se desató durante la gran huelga deYorkshire en 1894, cuando viejos mineros que habíansacado carbón de un pozo abandonado fueron enjuiciadospor los propietarios de la mina. Y aun si dejamos a unlado los horrores de los períodos de luchas y guerrassociales, como el ajusticiamiento de miles de trabajado-res prisioneros después de la caída de la Comuna deParís, ¿quién puede leer sin estremecerse, por ejemplo lasrevelaciones de la encuesta sobre la situación laboral enInglaterra en la década de los 40 del siglo XIX, o lo quelord Shaftesbury escribió acerca del «espantoso desper-dicio de vidas humanas en las fábricas, a las que envíanniños sacados de los hospicios o simplemente compradospor todo el país para luego ser vendidos como esclavos deesas fábricas?»16, ¿quién puede leer eso sin impresionar-se hondamente por el grado de bajeza a que puede llegarel hombre cuando entra en juego su codicia? Pero debe-mos decir también que no toda la culpa de tanta vilezahay que achacársela a la criminalidad de la naturalezahumana. ¿No nos enseñaban hasta hace poco los hombresde ciencia, e incluso buena parte del clero, a desconfiar,despreciar y hasta odiar a las clases más pobres? ¿No nosenseñaba la ciencia que a partir de la abolición de la ser-vidumbre sólo caíamos en la pobreza como consecuenciade nuestros propios vicios? ¡Y cuán pocos en la Iglesiatuvieron el valor de censurar a los asesinos de niños,mientras la gran mayoría predicaba que los sufrimientos delos pobres, y hasta la esclavitud de los negros, formabanparte del Plan Divino! ¿No fue el propio Protestantismo en

Page 333: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

gran medida una protesta popular en contra del cruel trata-miento de los pobres de la mano de la Iglesia establecida?

Con semejantes líderes espirituales los sentimientos delas clases privilegiadas necesariamente se convirtieron,como lo señala el señor Pimsoll, no tanto en insensibles sinomás bien en «estratificados». Rara vez se rebajan a atendera los pobres, tan diferentes de ellos en su modo de vidacuyos mejores aspectos desconocen. Pero entre ellos mis-mos —si no tomamos en consideración los efectos de supasión por la acumulación de riqueza y los gastos inútilesque les impone la riqueza misma— en los círculos familia-res y amistosos, los ricos practican igual ayuda y apoyomutuos que los pobres. El doctor Ihering y L. Dargun tie-nen toda la razón cuando dicen que si se pudiese llevar unregistro estadístico de todo el dinero que pasa de mano enmano en forma de préstamos y ayudas amistosos la sumatotal sería enorme, aun comparándola con las transaccionesdel comercio mundial. Y si pudiésemos, como ciertamentedeberíamos, agregarle lo que se gasta en hospitalidad, peque-ños servicios mutuos, solución de dificultades ajenas, regalosy obras benéficas, sin duda nos impactaría la importanciade esas transferencias en la economía nacional. Aun en unmundo dominado por el egoísmo comercial la expresión tancomún «esa compañía nos trató muy duramente» muestraque existe también el tratamiento amistoso, en contraposi-ción con el duro, es decir el estrictamente apegado a lo legal.Y todo el que está metido en el mundo de los negocios sabela cantidad de compañías que son salvadas anualmente delfracaso gracias al apoyo amistoso de otras firmas.

En cuanto a las obras benéficas y la cantidad de trabajoen pro del bienestar general que hacen voluntariamente tan-tas personas acomodadas, al igual que muchos trabajadores

315

Page 334: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

y en especial los profesionales, todos sabemos el papeljugado por esas dos categorías de la buena voluntad enla vida moderna. Si bien el deseo de adquirir notoriedad,poder político o distinción social a menudo contamina elverdadero carácter de ese tipo de buena voluntad, tampocoqueda ninguna duda que en la mayoría de los casos elimpulso proviene de los mismos sentimientos de ayudamutua. Con frecuencia quienes han adquirido riqueza noencuentran en ella la satisfacción esperada. Algunos co -mienzan a sentir que, independientemente de lo que puedandecir los economistas acerca de la riqueza como recompen-sa por la capacidad, la que están recibiendo resulta exagera-da. La conciencia de la solidaridad humana comienza a ma -nifestarse, y aunque la vida en sociedad ha sido dispuestapara sofocar ese sentimiento mediante miles de medios ar -teros, muchas veces sale victoriosa; y entonces tratan dedarle salida a esa necesidad profundamente humana dedi-cándole su fortuna, o sus fuerzas, a algo que en su opiniónpromoverá el bienestar general.

En resumen, ni el poder demoledor del Estado centra-lizado ni las lecciones de odio mutuo y lucha sin cuartelque nos dan, adornadas con los atributos de la ciencia,filósofos y sociólogos serviles, podrían erradicar el senti-miento de solidaridad humana, hondamente arraigado enla mente y el corazón de los hombres porque lo ha veni-do alentando toda nuestra evolución precedente. Lo queha sido resultado de la evolución desde sus etapas másprimitivas no puede ser aplastado por uno de los aspectosde esa misma evolución. Y la necesidad de ayuda y apoyomutuos que últimamente se había refugiado en el estrechocírculo de la familia o en los vecindarios de los barriospobres, en la aldea o en las uniones secretas de los traba-

316

Page 335: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

jadores, vuelve a hacerse valer, incluso en nuestra socie-dad moderna y reclama sus derechos de ser, como siem-pre lo ha sido, el motor principal del impulso hacia unma yor progreso. A esas conclusiones debemos llegar ne -cesariamente si sopesamos cuidadosamente cada grupode he chos brevemente enumerados en estos dos últimoscapítulos.

NOTAS

1. El decreto de Eduardo VI —el primero de su reinado— ordenabaentregarle a la corona «todas las fraternidades, hermandades y gre-mios que estén dentro de los dominios de Inglaterra y Gales y losdemás del rey; y todas las fincas, tierras, inmuebles y otros bienesque les pertenezcan a todos y cada uno de ellos» (Toulmin Smith,English Guilds, Londres, 1870, introd., p. XLIII).

2. Se dice que los artesanos de Londres nunca han estado mejor orga-nizados que en 1810-1820.

3. La Asociación Nacional para la Protección del trabajo incluía alre-dedor de 150 uniones por separado, que pagaban cuotas elevadas ycontaban con unos 100.000 miembros. La Unión de Constructores yla de Mineros eran también grandes organizaciones.

4. Desde la década de los 40 del siglo XIX han ocurrido grandes cam-bios en la actitud de las clases más pudientes hacia las uniones. Sinembargo, todavía en los años 60 los empleadores hicieron un formi-dable esfuerzo concertado por aplastarlas sometiendo al paro forzo-so a poblaciones enteras. Hasta 1869 el simple acuerdo de ir a lahuelga y su anuncio en pancartas, y mucho peor aún formar piquetes,frecuentemente se castigaba con fines intimidatorios. No fue hasta1875 que se derogó la Ley de Patronos y Servidores, se permitió la for-mación de piquetes pacíficos y la «violencia e intimidación» durantelas huelgas se convirtió en materia de derecho consuetudinario. Y sinembargo, durante la huelga de los trabajadores portuarios de 1887hubo que gastar dinero del destinado a la asistencia de los huelguistaspara pelear en los tribunales por el derecho a formar piquetes, y laspersecuciones en los años recientes amenazan una vez más con vol-ver mera ilusión los derechos conquistados.

317

Page 336: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

318

5. Una contribución semanal de 6 peniques por un salario de 18 cheli-nes, o de un chelín por un salario de 25 significa mucho más que 9libras por un ingreso de 300: se toma principalmente de lo destinadoa alimentación; y la contribución se duplica de inmediato cuando enun sindicato hermano se declara una huelga.

6. Ver los debates acerca de las huelgas de Falkenau en Austria antesdel Reichstag austríaco el 10 de mayo de 1894, en los cuales elgobierno y el propietario de la mina de carbón reconocieron plena-mente en hecho. Consultar igualmente la prensa inglesa de la época.

7. Muchos de esos hechos se pueden encontrar en el Daily Chronicle yen parte en el Daily News de octubre y noviembre de 1894.

8. Las 31.473 asociaciones de producción y consumo del Rin medio mos-traban alrededor de 1890 un desembolso anual de 18.437.500 libras;concedían préstamos por un monto de 3.675.000 libras al año.

9. Fugarse de una prisión francesa es extremadamente difícil. Sin embar-go un preso se escapó de una de las prisiones francesas en 1884 ó 1885.Hasta se las ingenió para mantenerse oculto durante todo el día, aunquese había dado la alarma y los campesinos de la vecindad se dieron a latarea de buscarlo. La mañana siguiente lo halló escondido en una zanja,en las cercanías de una pequeña aldea. Quizás intentó robar algo decomida, o alguna ropa para cambiarse el uniforme de la prisión.Mientras estaba tendido en la zanja estalló un incendio en la aldea. Vioa una mujer salir corriendo de una de las casas en llamas y oyó sus de-sesperados gritos en solicitud de ayuda para rescatar a un niño atrapa-do en el piso superior de la casa incendiada. Nadie se movió para hacer-lo. Entonces el prisionero fugado salió de su escondite, se abrió pasoentre las llamas y, con la cara escaldada y las ropas ardiendo sacó alniño del fuego y se lo entregó a la madre. Por supuesto que fue arresta-do en el sitio por el gendarme de la aldea, que hizo su aparición preci-samente en ese momento. Fue llevado de vuelta a la prisión. El hechofue reseñado en todos los periódicos franceses, pero ninguno de ellostomó la iniciativa de procurar su libertad. En cambio, si hubiese defen-dido a un carcelero del ataque de un camarada preso habrían hecho deél un héroe. Pero su acto fue simplemente humano, no promocionabael ideal del Estado; él mismo no lo atribuyó a una inspiración súbita dela gracia divina, y eso bastó para dejar caer al hombre en el olvido.Quizá la agregaron seis o doce meses a su sentencia por haber robado«propiedad del Estado»: el traje de preso.

10. La Academia de Medicina para Mujeres (que le ha dado a Rusia unaparte importante de sus 700 médicas graduadas), las cuatro universi-dades para la mujer (con alrededor de 1000 alumnas en 1887; cerra-das ese año y reabiertas en 1895), y la Escuela de Estudios Comercialespara Mujeres son, en su totalidad, obra de esas sociedades privadas.

Page 337: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

319

A esas mismas sociedades les debemos el alto nivel alcanzado por losgimnasios femeninos desde que fueron abiertas en la década de los 60.Los 100 gimnasios hoy distribuidos a todo lo ancho del Imperio (conmás de 70.000 pupilas) se corresponden con los institutos de educaciónmedia (High Schools) femeninos ingleses; además, todos los profeso-res son egresados universitarios.

11. El Verein für Verbreitung gemeinnützlicher Kenntnisse, aunque tieneapenas 5500 miembros, ha abierto ya más de 1000 bibliotecas públi-cas y escolares, organizado miles de conferencias y publicado loslibros más valiosos.

12. Light and Shadows in the Life of an Artisan [Luz y sombras en lavida de un artesano], Coventry, 1893.

13. Muchos ricos no logran entender cómo pueden los más pobres ayudar-se unos a otros, porque no se dan cuenta de las infinitesimales cantida-des de dinero o comida de las que pende la vida de un ser humano per-teneciente a las clases más desposeídas. Lord Shaftesbury demostróhaber entendido esa terrible verdad cuando abrió su Fondo para lasFlores y el Berro de las Muchachas, del que se podía solicitar présta-mos por el monto de una libra, y ocasionalmente hasta de dos, queles permitían a las muchachas adquirir para la venta una cesta de florescuando llegaba el invierno y apretaba la escasez. Los préstamos seles concedían a muchachas que «no tenían ni un centavo» pero siemprelograban que otro pobre les saliera de fiador. «De todos los movimien-tos con que he estado conectado alguna vez», escribió lord Shaftesbury,«considero que el más exitoso ha sido este movimiento de lasMuchachas del Berro (…). Se inició en 1872, hemos concedido entre800 y 1000 préstamos y no hemos perdido ni 50 libras en todo el pe-ríodo (…) Lo perdido —que dadas las circunstancias es bien poco— loha sido a causa de muerte o enfermedad, nunca por fraude» (EdwinHodder, The Life and Work of the Seventh Earl of Shaftesbury, Londres,1885-86, vol. III, p. 322).

14. Samuel Plimsoll, Our Seamen, edición popular, Londres, 1870., p.110.15. Our Seamen, p. 110. El señor Plimsoll agregó: «No quisiera menos-

preciar a los ricos, pero pienso que es razonable dudar de que enellos esas cualidades estén tan desarrolladas; porque si bien no pocosde ellos atienden las demandas, razonables o no, de sus parientespobres, esas cualidades no las ejercitan constantemente. Parecieraque en muchos casos la riqueza asfixia la humanidad de quienes laposeen y su capacidad de compasión se vuelve no tanto insensiblesino más bien —por así decirlo— estratificada: la reservan para lospadecimientos de los que pertenecen a su misma clase y tambiénpara los infortunios de quien están por encima de ellos. Rara vez serebajan a atender a los más pobres, y hay mucha más probabilidad de

Page 338: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

320

que admiren un acto de coraje (…) a que admiren la fortaleza deánimo y la ternura constantemente ejercidas que son las característi-cas cotidianas de la vida de un trabajador británico» … y también lade los trabajadores de todo el mundo.

16. Edwin Hodder, Life of the Seventh Earl of Shaftesbury, vol. I. pp.137-138.

Page 339: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

ConCluSión

Si consideramos ahora las enseñanzas que podemos sacardel análisis de la sociedad moderna, en conexión con elcuerpo de evidencias relativas a la importancia de la ayu -da mutua en la evolución del mundo animal y de la huma-nidad, podemos resumir como sigue el resultado de nues-tro examen.

En el mundo animal hemos visto que la vasta mayoríade las especies viven en sociedades, y que hallan en laasociación las mejores armas para su lucha por la vida,entendida ésta, por supuesto, en su sentido darwinianoamplio: no como una lucha únicamente por los medios desubsistencia, sino como una lucha contra todas las condi-ciones desfavorables para la especie. Las especies anima-les en las cuales la lucha individual ha sido reducida a suslímites más estrechos, y la práctica de la ayuda mutua haalcanzado el máximo desarrollo, resultan ser invariable-mente las más numerosas, las más florecientes y las másabiertas a un progreso mayor. La protección mutua obte-nida en ese caso, la posibilidad de llegar a una edad másavanzada y acumular experiencia, el desarrollo intelectualmás elevado y el mayor desarrollo de hábitos socialesaseguran la conservación de la especie, su ampliación ysu mayor evolución progresiva. Las especies insociables,por el contrario, están condenadas a la decadencia.

Page 340: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Pasando ahora al hombre, lo encontramos viviendo enclanes y tribus en el amanecer mismo de la edad de pie-dra; vimos una vasta serie de instituciones sociales de-sarrollarse ya en el estado salvaje más inferior, en el clany en la tribu; y hallamos que los usos y costumbres tribalesmás primitivos le otorgaron a la humanidad el embrión detodas las instituciones que más adelante se constituyeronen los aspectos ductores de un mayor progreso. De latribu salvaje nació la comunidad de aldea de los bárbaros;y un nuevo círculo, más amplio todavía, de usos, hábitose instituciones sociales se desarrolló bajo los principiosde la posesión en común de un territorio determinado y ladefensa del mismo, bajo la jurisdicción de la asamblea dela aldea y dentro de la confederación de aldeas que per-tenecían, o así se suponía, a un tronco. Y cuando hubonuevos requerimientos que indujeron a los hombres a unnuevo inicio, lo dieron en la ciudad, que representaba unadoble red de unidades territoriales (comunidades de aldea)en conexión con los gremios, surgidos estos últimos de laprocura en común de un arte u oficio dado, o de apoyo ydefensa mutuos.

Y, finalmente, en los dos últimos capítulos presenta-mos los hechos de manera de mostrar que aunque el de-sarrollo del Estado sobre el modelo de la Roma Imperialle puso un final violento a todas las instituciones para elapoyo mutuo medievales, ese nuevo aspecto de la civili-zación no podía perdurar para siempre. El Estado, que sebasa en conglomerados poco cohesivos de individuos eintenta constituirse en su único lazo de unión, no respon-dió a su propósito. La tendencia a la ayuda mutua final-mente se sacudió las cadenas; reapareció y se hizo valer enuna infinidad de asociaciones que hoy tienden a abarcar

322

Page 341: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

todos los aspectos de la vida y tomar posesión de todocuanto el hombre requiere para vivir y reproducir lo queva perdiendo a costa de vivir.

Probablemente se señalará que la ayuda mutua, si bienpuede representar uno de los factores de la evolución, nocubre sino un solo aspecto de las relaciones humanas; queal lado de esta corriente, por poderosa que ella pueda ser,existe, y siempre ha existido, la otra corriente: la autoafir-mación del individuo, no solamente en sus esfuerzos poralcanzar una superioridad personal o de casta, económica,política y espiritual, sino además en su función mucho másimportante aunque menos evidente de traspasar las limita-ciones, siempre propensas a mineralizarse, que la tribu, lacomunidad de aldea, la ciudad y el Estado le imponen alindividuo. En otras palabras, existe la autoafirmación delindividuo tomada como elemento de progreso.

Es evidente que ninguna revisión de la evolución esta-rá completa si no se analizan esas dos corrientes domi-nantes. Sin embargo, la autoafirmación del individuo o degrupos de individuos, sus luchas por conquistar la supe-rioridad y los conflictos que de allí se generan, ya hansido analizados, descritos y glorificados desde tiempo in -memorial. De hecho, hasta nuestro tiempo esa sola co -rriente ha recibido la atención del poeta épico, el analis-ta, el historiador y el sociólogo. La historia, tal y como seha escrito hasta ahora, es casi enteramente una descrip-ción de las vías y maneras mediante las cuales la teocra-cia, el poder militar, la autocracia y demás, promovieron,establecieron y mantuvieron el dominio de las clases másricas. Las luchas entre esas fuerzas constituye, de hecho,la esencia de la historia. Podemos así dar por descontadoel conocimiento del factor individual en la historia de la

323

Page 342: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

324

humanidad, aunque las líneas que recién aludimos dejanaún amplio espacio para un nuevo estudio del tema.Mientras, por otra parte el factor ayuda mutua ha sido man-tenido fuera de la vista hasta ahora; los escritores de la pre-sente y pasada generación simplemente lo negaban o inclu-so hacían burla de él. Por consiguiente se hizo necesariomostrar, primero que todo, el enorme papel que ese factorjuega en la evolución tanto del mundo animal como de lassociedades humanas. Sólo después de que ello haya sidoplenamente reconocido será posible proceder a una compa-ración entre los dos factores.

Hacer siquiera un estimado grosso modo de su im-portancia relativa siguiendo algún método más o menosestadístico resulta evidentemente imposible. Una solaguerra —como todos sabemos— puede generar más mal,inmediato y subsiguiente, que lo que cientos de años dela acción espontánea del principio de ayuda mutua podríanproducir de bien. Pero cuando vemos eso en el mundo ani-mal, el desarrollo progresivo y la ayuda mutua van de lamano, en tanto que la lucha interna dentro de la especiees concomitante con el desarrollo retrógrado; cuando nosdamos cuenta de que en el hombre incluso el éxito en lalucha y en la guerra es proporcional al desarrollo de la ayudamutua en cada una de las naciones, ciudades, parcialidadeso tribus en conflicto, y que en el proceso de la evoluciónincluso la guerra misma (en la medida que pueda mante-nerse así) depende de los fines del progreso en ayuda mutuadentro de la nación, la ciudad o el clan, ya logramos teneruna percepción de la influencia dominante del factor ayudamutua como elemento de progreso. Pero vemos tambiénque la práctica de la ayuda mutua y sus desarrollos sucesi-vos han creado las condiciones mismas de la vida en

Page 343: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

325

sociedad en la que al hombre se le posibilitó el desarro-llo de sus artes, conocimiento e inteligencia; y que losperíodos en que las instituciones basadas en la tendenciade la ayuda mutua alcanzaron su mayor desarrollo fuerontambién los períodos del mayor progreso en artes, indus-tria y ciencia. En efecto, el estudio de la vida interna dela ciudad medieval y de las antiguas ciudades griegasrevela el hecho de que la combinación de la ayuda mutua,como se la practicaba dentro del gremio y el clan griego,con una gran iniciativa que le era dejada a los individuosy al grupo gracias al principio federativo, le dio a lahumanidad los dos períodos más grandes de su historia:los períodos de la antigua ciudad griega y de la ciudadmedieval; mientras que la subsiguiente ruina de dichasinstituciones durante los períodos de la historia en los quese impuso el Estado se correspondió en ambos casos conuna rápida decadencia.

En cuanto al repentino progreso industrial alcanzadodurante nuestro propio siglo, y que generalmente se leatribuye al triunfo del individualismo y la competencia,con certeza tiene un origen más profundo que ése. Unavez que se hicieron los grandes descubrimientos del sigloXV, especialmente el de la presión de la atmósfera, conel apoyo de una serie de avances en la filosofía natural—y que fueron realizados bajo la organización de la ciu-dad medieval— necesariamente tenía que seguir la inven-ción de la máquina de vapor, y toda la revolución queimplicó la adquisición de una fuerza nueva. Si las ciudadesmedievales hubiesen vivido lo suficiente como para llegarhasta ese punto con sus descubrimientos, las consecuenciaséticas de la revolución generada por el vapor hubiesensido distintas; pero inevitablemente hubiese tenido lugar la

Page 344: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

326

misma revolución en la técnica y la ciencia. Sigue estan-do abierta, ciertamente, la interrogante de si la decaden-cia general de las industrias que siguió a la ruina de lasciudades libres, especialmente notoria en la primera partedel siglo XVIII no retardó considerablemente tanto la apa-rición de la máquina de vapor como la consiguiente revo-lución en las artes. Cuando consideramos la asombrosarapidez del progreso industrial entre los siglos XII y XV enla fabricación de telas, la metalurgia, la arquitectura y lanavegación, y sopesamos los descubrimientos científicosa los que ese progreso industrial llevó a fines del sigloXV, debemos preguntarnos si la humanidad no se retrasóa la hora de sacar plena ventaja de esas conquistas cuan-do en Europa se dio una depresión general de las artes ylas industrias luego de la decadencia de la civilizaciónmedieval. Con seguridad no fue la desaparición del artis-ta-artesano, ni la ruina de las grandes ciudades y la extin-ción del intercambio entre ellas algo que pudiese haberfavorecido la revolución industrial; y sabemos a cienciacierta que James Watt se pasó veinte o más años de suvida tratando de hacer que su invento tuviese utilidadpráctica, porque no podía hallar en el siglo pasado lo quefácilmente hubiese encontrado en la Florencia o Brujasmedievales, es decir, los artesanos capaces de realizar susdiseños en metal, y de darles el acabado artístico y la pre-cisión que requería su máquina de vapor.

Por consiguiente, atribuirle el progreso industrial denuestro siglo a la guerra de todos contra todos, como hasido proclamado, es razonar como el hombre que al desco-nocer las causas de la lluvia la atribuye a la víctima que hainmolado ante su ídolo de arcilla. Para el progreso indus-trial, al igual que para cualquier otra conquista sobre la

Page 345: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

327

naturaleza, la ayuda mutua y la estrecha interrelación hansido, y lo siguen siendo, mucho más ventajosas que lalucha mutua.

Sin embargo, es especialmente en el campo de la éticaque la importancia dominante de los principios de la ayudamutua aparece a plenitud. Resulta evidente que la ayudamutua constituye el fundamento real de nuestras concep-ciones éticas. Pero fueren cuales fueren las opiniones encuanto al origen primigenio del sentimiento o instinto deayuda mutua —independientemente de que se atribuya auna causa biológica o sobrenatural— debemos rastrear suexistencia tan atrás como los estadios más bajos del mundoanimal; y a partir de esos estadios podremos seguir su evo-lución ininterrumpida, en oposición a una cantidad de agen-tes contrarios, a lo largo de todos los grados del desarrollohumano, hasta los tiempos presentes. Incluso las nuevasreligiones que fueron naciendo de tiempo en tiempo—siempre en épocas en que la ayuda mutua estaba cayen-do en decadencia en las teocracias y los Estados despóticosdel Oriente, o en la declinación del Imperio Romano— nohan hecho otra cosa que reafirmar el mismo principio.Hallaron sus primeros seguidores entre los humildes, losestratos más preteridos y oprimidos de la sociedad, donde elprincipio de ayuda mutua constituye el necesario funda-mento de la vida cotidiana; y las nuevas formas de uniónque fueron introducidas en las comunidades budistas y cris-tianas primitivas, en las hermandades moravias y demás,asumió el carácter de un retorno a los mejores aspectos dela ayuda mutua en la primitiva vida tribal.

Sin embargo, cada vez que se hizo algún intento porretornar al antiguo principio se amplió su idea funda-mental misma. Porque el clan se expandió al tronco, éste

Page 346: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

328

a la confederación de troncos, y de ahí a la nación, hastafinalmente —al menos en el plano ideal— la humanidaden su totalidad. Y al mismo tiempo se perfeccionaba. Enel budismo primitivo, en el cristianismo primitivo, en losescritos de algunos maestros musulmanes, en los movi-mientos iniciales de la Reforma, y especialmente en losmovimientos éticos y filosóficos del siglo XVIII y denuestros tiempos, el total abandono de la idea de la ven-ganza, o de la «debida retribución» —del bien por bien,mal por mal— se afirmó cada vez con mayor vigor. Laconcepción más elevada de «no vengar los agravios», yde dar generosamente más de lo que se espera recibir delos vecinos fue proclamada como el verdadero principiode la moralidad: un principio superior a la mera equiva-lencia, equidad o justicia, y más conducente a la felici-dad. Y el hombre es llevado a dejarse guiar en sus actosno sólo por el amor, que es siempre personal, o en el me -jor de los casos tribal, sino por la percepción de su iden-tidad con cada otro ser humano. En la práctica de la ayu -da mutua, que podemos rastrear hasta los albores mismosde la evolución, podemos así hallar el origen positivo eindubitable de nuestras concepciones éticas, y podemosafirmar que en el progreso ético del hombre es el apoyomutuo y no la lucha mutua quien tiene el papel ductor. Ensu vasta expansión, incluso en los tiempos presentes,vemos también la mejor garantía de una evolución aúnmás elevada de nuestra raza.

Page 347: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

APÉNDICES

I. ENJAMBRES DE MARIPOSAS, LIBÉLULAS, ETC.[a la nota al pie nº 4 en el Capítulo I]

M.C. Piepers ha publicado en Natuurkunding Tijdschriftloor Neederlandsch Indië, 1891, Deel L. p. 198 (analizadoen Naturwissenschaftliche Rundschau, 1891, vol. VI, p.573) interesantes investigaciones sobre los vuelos en masade mariposas que ocurren en India Oriental Holandesa,aparentemente bajo la influencia de las grandes corrientesde aire ocasionadas por el monzón del oeste. Tales vuelosen masa por lo general tienen lugar en los primeros cincomeses luego del inicio del monzón, y se trata por lo comúnde individuos de ambos sexos de Catopsilia (Callydrias)crocale, Cr.,que se juntan para ello, pero ocasionalmente losenjambres están constituidos por individuos pertenecientesa tres especies diferentes del género Euphoea. La copula-ción parece ser también el propósito de dichos vuelos. Queéstos no sean el resultado de una acción concertada sinomás bien consecuencia de la imitación, o de un deseo deseguir a los demás es, por supuesto, bastante posible.

Bates vio en el Amazonas a las Callydras amarillas yanaranjadas «reunirse en masas muy apretadas, a vecesde dos a tres metros de circunferencia, todas con las alas

Page 348: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

330

hacia arriba, de modo que la playa se veía como decora-da con lechos de crocos». Sus columnas de migración,que cruzaban el río de norte a sur «pasaban sin interrup-ción desde temprano por la mañana hasta la puesta delsol» (Naturalist on the Amazon, p. 131).

Las libélulas se reúnen en cantidades enormes en suslargas migraciones a través de las pampas y sus inmensosenjambres contienen individuos que pertenecen a espe-cies diferentes (Hudson, Naturalist on the La Plata, pp.130 seq.).

Los saltamontes (Zoniopoda tarsata) también son emi-nentemente gregarios (Hudson, l.c. p. 125).

II. LAS HORMIGAS

[a la nota al pie nº 6 en el Capítulo I]

Les fourmis indigènes (Ginebra, 1810), de Pierre Huber,del que Cherbuliez hizo una édición económica en 1861, ydel que deberían circular ediciones económicas en todoslos idiomas, no sólo es la mejor obra sobre este tema sinotambién un modelo de investigación verdaderamente cien -tífica. Darwin tenía toda la razón cuando calificaba a Pie -rre Huber como un naturalista de mayor talla aún que supadre. Todo joven naturalista debería leer ese libro, nosolamente por los datos que contiene sino como una lec-ción sobre los métodos de investigación. La cría de hor-migas en nidos de vidrio artificiales y las pruebas expe-rimentales hechas por investigadores subsiguientes, inclui-do Lubbock, todo se encuentra en la admirable obrita deHuber. Los lectores de los libros de Forel y L ubbock estánenterados, por supuesto, de que tanto el profesor suizo

Page 349: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

331

como el autor inglés empezaron su obra con ánimo críti-co, con intención de rebatir las afirmaciones de Huberrespecto a los admirables instintos de ayuda mutua de lashormigas; pero después de una cuidadosa investigaciónno pudieron más que confirmarlas. Sin embargo, resultadesafortunadamente característico de la naturaleza huma-na creer alegremente cualquier afirmación acerca de que elhombre es capaz de cambiar a voluntad la acción de lasfuerzas de la naturaleza, pero a la vez negarse a admitirhechos científicos bien comprobados que tiendan a reducirla distancia entre el hombre y sus hermanos los animales.

El señor Sutherland (Origin and Growth of MoralInstinct) evidentemente comenzó su libro con la intenciónde demostrar que todos los sentimientos morales se habíanoriginado del cuidado parental y el amor familiar, y ambosaparecían solamente en los animales de sangre caliente; enconsecuencia trata de minimizar la importancia del compa-ñerismo y la cooperación entre las hormigas. Cita el librode Büchner, Mind in Animals, y está enterado de los expe-rimentos de Lubbock. En cuanto a las obras de Huber yForel las desecha en la frase siguiente:

pero todos ellos, o casi todos [los ejemplos de Büchner decompañerismo entre las hormigas] están contaminados decierto aire de sentimentalismo (…) que los hace servirmás como textos escolares que como obras científicasserias, y la misma observación vale [las cursivas son mías]para algunas de las anécdotas más conocidas de Huber yForel (vol. I. p. 298).

El señor Sutherland no especifica a cuáles «anécdotas»se refiere, y me parece que nunca tuvo la oportunidad de

Page 350: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

332

leer cuidadosamente las obras de Huber y Forel. Los natu-ralistas que conocen esas obras no encuentran «anécdotas»en ellas.

La reciente obra del profesor Gottfried Adlerz sobre lashormigas en Suecia (Myrmecologiska Studier: SvenskaMyror och des Lefnadsförhalanden, en Bihan till SvenskaAkademiens Handlingar, Bd. XI. nº 18, 1886) es mencio-nable aquí. No hace falta decir que todas las observacionesde Huber y Forel respecto a la vida de ayuda mutua de lashormigas, incluido el hecho de que comparten la comida,que quienes previamente no le habían prestado atención alasunto encuentran tan sorprendente, resultaron plenamen-te confirmadas por el profesor sueco (pp. 136-137).

El profesor G. Adlerz presenta también experimentosmuy interesantes para probar lo que ya Huber había obser-vado; a saber, que las hormigas de dos nidos diferentes nosiempre se atacan. Hizo uno de sus experimentos con lahor miga Tapinoma erraticum. Otro, con la común Rufa.Metió un nido entero en un saco y lo vació a una distanciade un metro ochenta de otro nido. No hubo combate, perolas hormigas del segundo nido empezaron a llevarse laslarvas de las primeras. Como norma, cuando el profesorAdlerz ponía juntas las obreras con sus larvas tomadas denidos diferentes no había combate; pero si las obreras esta-ban sin sus larvas sí lo había (pp. 185-186).

También completa las observaciones de Forel y Ma -cCook acerca de las «naciones» de hormigas integradaspor muchos nidos, y tomando en cuenta sus propios esti-mados, que lo llevan a calcular un promedio de 300.000hormigas Formica exsecta en cada nido, concluye queesas naciones puedan llegar a las decenas y quizá cente-nares de millones de habitantes.

Page 351: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

333

El libro admirablemente bien escrito de Materlinck so -bre las abejas, aunque no contiene observaciones nuevasresultaría más útil si estuviese tan contaminado con «pa -labras» metafísicas.

III. ASOCIACIONES PARA ANIDAR

[A la nota al pie nº 16 en el Capítulo II]

Los Diarios de Audubon (Audubon and his Journals, NuevaYork, 1898), especialmente los relacionados con su vida enlas costas del Labrador y el río San Lorenzo en la década delos 30 del siglo XIX, contiene excelentes descripciones delas asociaciones para anidar de las aves acuáticas. Hablandode The Rock, una de las islas del Magdalene o Amherst,escribió: «A las once podía distinguir la cumbre con todaclaridad desde la cubierta, si bien estaba cubierta de unacapa de nieve de varios metros de profundidad; y el mismoaspecto presentaba cada uno de los salientes en toda suextensión». Pero no era nieve: eran alcatraces atlánticos,todos echados sin moverse sobre sus huevos o polluelosrecién sacados, las cabezas vueltas a barlovento, casi tocán-dose unas con otras, y en hileras regulares. El aire sobreellas, a una altura de un centenar de metros y hasta ciertadistancia en torno a la roca, «estaba lleno de alcatracesatlánticos en vuelo, como si directamente sobre nosotros seprecipitase una fuerte nevada». Las gaviotas de cola hendi-da y las alcas bobas crían sobre la misma roca Journals, vol.I pp. 360-363).

A la vista de la isla Anticosti el mar «estaba literal-mente cubierto de alcas bobas y alcas tordas (Alca tor -va)». Más allá el aire estaba lleno de negrones. Sobre las

Page 352: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

334

rocas del golfo las gaviotas plateadas, las golondrinas demar (la grande, la ártica y probablemente la de Foster), laTringa pusilla, las gaviotas, las negretas, las alcas, las serre-tas, los gansos silvestres (Anser canadensis), los cormora-nes, etcétera., todos estaban criando. Las gaviotas eran extre-madamente abundantes allí; «eternamente están acosando alas demás aves, comiéndoles los huevos y devorándoles lospichones», «aquí hacen el papel de las águilas y los halcones».

En el Missouri, más arriba de San Luis, Audubon vioen 1843 buitres y águilas anidando en colonias. Así, men-cionó «largas líneas de costa alta, coronadas por formi-dables rocas de caliza, con muchos agujeros curiosos enellas, en los que vimos entrar buitres y águilas al anoche-cer». Es decir, zamuros de cabeza roja (Cathartes aura) yáguilas calvas (Haliaëtus leucocephalus), señala E. Couësen una nota al pie (vol. I. p. 458).

Una de las mejores zonas de cría a lo largo de las costasbritánicas son las islas Farne, y se encontrará una descripciónmuy gráfica de ellas en la obra de Charles Dixon, Among theBirds in Northern Shires. Allí se reúnen todos los años cente-nares de miles de gaviotas, golondrinas de mar, patos eíders,cormoranes, chorlitejos, ostreros, alcas bobas y frailecillos.

Cuando nos aproximamos a esas islas la primera impre-sión es que esa gaviota (la gaviota menor de lomo negro)monopoliza todo el territorio, con tal abundancia se pre-senta. El aire parece estar lleno de ellas, y el piso y lasro cas desnudas están repletos; y cuando nuestro botefinalmente se entierra en la arena de la playa escabrosa ysaltamos ansiosos a tierra todo se vuelve ruidosa excita-ción: una perfecta Babel de gritos de protesta se levahasta que abandonamos el lugar.

Page 353: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

335

IV. SOCIABILIDAD DE LOS ANIMALES

[a la nota al pie nº 21 en el Capítulo II]

Que la sociabilidad de los animales era mayor cuandolos hombres los cazaban menos, lo confirman muchosactos que muestran cómo esos animales que hoy vivenaislados en regiones habitadas por el hombre siguenviviendo en rebaños en los territorios deshabitados. Así enlas áridas mesetas desérticas del norte del Tibet Prjevalskyencontró osos viviendo en sociedades. Menciona numerosos«rebaños de yaks, khulans, antílopes, y hasta osos». Estosúltimos, dice, se alimentan de los pequeños roedores queabundan en extremo, y son tan numerosos que «los nati-vos me aseguraron que habían encontrado a cien o cientocincuenta de ellos durmiendo en una misma cueva» (Year -ly Report de la Sociedad Geográfica Rusa para 1885, p. II;en ruso). Las liebres (Lepus Lehmani) viven en grandessociedades en el territorio transcapiano (N. Za rudnyi, Re -cherches zoologiques dans la contrée Trans caspienne, enBull. Soc. Natur., Moscú, 1889, 4). El pequeño zorro cali-forniano, que según E.S. Holden vive en los alrededoresdel observatorio de Lick «alimentándose de una dieta com -binada de bayas manzanita y gallinas de los astrónomos»(Nature, 5 de noviembre de 1891), parece ser muy sociabletambién. C. J. Cornish (Animals at Work and Play, Lon dres,1896) ha proporcionado recientemente algunos ejemplosmuy interesantes del amor social entre animales. Todos losanimales, señala con propiedad, odian la soledad. Da tam-bién un divertido ejemplo del hábito de los perritos de laspraderas de poner centinelas. Es tan fuerte que siempre man-tienen un centinela en servicio, incluso en el Jardín Zoo -lógico de Londres y en el Jardin d’Acclimatation de París(p. 46).

Page 354: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

336

El profesor Kessler tenía toda la razón cuando hacíanotar que las camadas de polluelos contribuyen al de-sarrollo de los sentimientos de sociabilidad al mantener-se unidos en el otoño. El señor Cornish (Animals at Workand Play) ha dado varios ejemplos de los juegos de losmamíferos jóvenes, como por ejemplo que los corderosjuegan a «seguir al líder» o a «yo soy el rey del castillo»,y adoran las carreras de obstáculos; también que los cer-vatos juegan a una especie de «ahora te toco», el ligero topejuguetón dado con la nariz. También tenemos la excelenteobra de Katl Gross, The Play of Animals.

V. CONTROLES DE LA MULTIPLICACIÓN EXCESIVA

[a la nota al pie nº 38 en el Capítulo II]

Hudson, en su Naturalist on the La Plata (Capítulo III),hace un reporte muy interesante de un aumento repentinode una especie de ratón y de las consecuencias de esasúbita «oleada de vida».

«En el verano de 1872-73», escribe, «tuvimos muchosol, con lluvias frecuentes, así que los meses de calor no tra-jeron consigo la muerte de las flores silvestres, como en lamayoría de los años». La estación resultó muy favorablepara los ratones, y «esas prolíficas criaturas pronto se hicie-ron tan abundantes que los perros y los gatos subsistían casiexclusivamente a base de ellos. Los zorros, las comadrejasy las zarigüeyas se daban banquete; hasta los armadillos,que son insectívoros, se dedicaron a la cacería de ratones».Las aves se volvieron rapaces, «mientras los benteveos (Pi -tangus) y los güiras sólo atrapaban ratones». En el otoñoaparecieron incontables cantidades de cigüeñas y búhos

Page 355: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

337

campestres, que venían a incorporarse al festín general. Deseguidas se presentó un invierno de sequía continuada; elpasto seco fue comido o convertido en polvo. Y los ratones,privados de abrigo y alimento, comenzaron a extinguirse.Los gatos se regresaron subrepticiamente a sus casas; losbúhos campestres —una especie errante— se marcharon,en tanto que los pequeños mochuelos excavadores queda-ron tan reducidos que casi ni volaban, «y se la pasaban todoel día rondando las casas a la espera de algún bocado oca-sional». Ese mismo invierno perecieron una cantidad in-creíble de ovejas y ganado, durante el mes de frío que siguióa la sequía. En cuanto a los ratones, Hudson hace la obser-vación de que «después de la gran reacción quedaron unoscuantos sobrevivientes acosados, apenas suficientes parapreservar la especie».

Ese ejemplo tiene un interés especial, pues nos demues-tra cómo en las planicies y mesetas el aumento repentino deuna especie inmediatamente atrae enemigos de otras partesde las tierras llanas, y cómo las especies a las que no lasprotege su organización social necesariamente sucumbenante ellos.

El mismo autor nos aporta otro excelente ejemplo toma-do de la República Argentina. El coypú (Myiopotamuscoypú) es un roedor muy común, con forma de rata pero deltamaño de una nutria. Es de hábitos acuáticos y muy socia-ble. «En las tardes», escribe Hudson,

todos están nadando y jugando en el agua, conversandoentre ellos en extraños tonos, que suenan como los queji-dos y los gritos de llanto de los humanos heridos o sufrien-tes. El coypú, que debajo de la larga pelambre hirsutaesconde una piel fina, se exportaba mucho a Europa, pero

Page 356: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

338

hará unos sesenta años el dictador Rosas emitió un decre-to prohibiendo la caza de este animal. El resultado fue queel número de éstos aumentó y se multiplicó excesivamen-te; abandonaron sus hábitos acuáticos, se volvieron terres-tres y migratorios, y se esparcieron por todas partes enbusca de alimento. De pronto les cayó una enfermedadmisteriosa, de la cual comenzaron a morir rápidamente yquedaron casi en extinción (p, 12).

Por consiguiente los principales controles que mantie-nen a las especies en niveles adecuados son, por una parteel exterminio por parte del hombre y por la otra las enfer-medades contagiosas, y no la competencia por los mediosde subsistencia, que no existe en lo absoluto.

Se podrían presentar cantidades de evidencias de laexistencia de regiones que aun disfrutando de un climamucho más benévolo que el de Siberia están igualmentedespobladas. Pero en la muy bien conocida obra de Batespodemos hallar el mismo señalamiento incluso para lasriberas del río Amazonas.

Escribió Bates,

Existe, de hecho, una gran variedad de mamíferos, aves yreptiles, pero están demasiado dispersos y son excesiva-mente ariscos. La región es tan extensa y su superficie estátan parejamente cubierta de selva, que sólo tras largosintervalos es posible ver animales en abundancia, allídonde un espacio en particular resulta más atractivo que elresto (Naturalist on the Amazon, 6ª ed., p. 31).

Ese hecho resulta más sorprendente dado que la faunabrasileña, que es pobre en mamíferos no lo es en absoluto

Page 357: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

339

en aves, y las selvas del país las proveen de abundantecomida, como podemos ver en una cita acerca de las socie-dades de las aves dada en página precedente. Y no obs-tante las selvas del Brasil, como las de Asia y África, noestán superpobladas sino, por el contrario, subpobladas.Lo mismo vale en lo que respecta a las pampas surameri-canas, acerca de las cuales W.H. Hudson hace notar queresulta realmente asombroso que en esa inmensa áreacubierta de hierba, tan admirablemente idónea para los cua-drúpedos herbívoros, sólo se halle un pequeño rumiante.Millones de ovejas, ganado y caballos introducidos por elhombre pastan hoy, como es sabido, en apenas parte deesas praderas. Las aves no acuáticas, que deberían abun-dar en esas inmensas extensiones de tierra, también resul-tan ser escasas en especies y poblaciones.

VI. ADAPTACIONES PARA EVITAR LA COMPETENCIA

[a la nota al pie nº 40 en el Capítulo II]

En las obras de los naturalistas de campo se puedenencontrar numerosos ejemplos de esas adaptaciones. Unode ellos, muy interesante, podría ser el del quirquincho,del que W.H. Hudson dice que

se adapta a todo, y en consecuencia medra, mientras losdemás armadillos están desapareciendo rápidamente. Sualimentación es sumamente variada. Preda insectos detoda clase, y desentierra lombrices y larvas ocultasvarios centímetros bajo la superficie. Le encantan loshuevos y los pichones; es un buitre para la carroña; y sifalta el alimento animal subsiste con una dieta de vege-

Page 358: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

340

tales: trébol y hasta granos de maíz. Como consecuen-cia, mientras otros animales mueren de hambre el quir-quincho siempre está gordo y vigoroso (Naturalist onthe La Plata, p. 71).

La adaptabilidad de la avefría la convierte en unaespecie que cubre una vasta extensión. En Inglaterra «sesiente en casa tanto en tierras cultivables como en zonassilvestres». Ch. Dixon dice en su Birds of NorthernShires (p. 67): «La alimentación variada es más aún laregla en el caso de las aves rapaces». Así, por ejemplo,nos enteramos por el mismo autor que el aguilucho páli-do de los páramos de las islas británicas se alimenta nosólo de pequeñas aves, sino también de topos, ratones,lagartijas e insectos, en tanto que los gavilanes de menostamaño subsisten principalmente a base de insectos».

El muy sugerente capítulo que W.H. Hudson le dedica ala familia de los trepatroncos y carpinteros suramericanosconstituye otro excelente ejemplo de las maneras comogran parte de la población animal evita la competencia,mientras al mismo tiempo logran llegar a ser muy nume-rosos en una región determinada sin estar en posesión deninguna de las armas consideradas como esenciales enla lucha por la existencia. La familia mencionada cubreun inmenso territorio, desde el sur de México hasta laPatagonia, y de ella se conocen no menos de 290 espe-cies, referibles a unos 46 géneros, siendo la gran diversi-dad de hábitos de sus miembros su rasgo más sorpren-dente. No sólo los diferentes géneros y especies poseenhábitos peculiarmente propios, sino a menudo incluso seda el caso de que una misma especie difiere en su formade vivir en distintas localidades.

Page 359: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

341

Algunas especies de Xenops y Magarornis, como car-pinteros trepan verticalmente por los troncos en buscade insectos, pero también, como paros exploran las vari-tas y el follaje en las extremidades de las ramas; demanera que el árbol entero, desde la raíz hasta la hojamás alta es esculcado por ellos. El Sclerurus, aunque esun habitante de la oscuridad de la selva, y está dotado defuertes garras curvadas, nunca busca su alimento en losárboles sino exclusivamente en el suelo, entre las hojascaídas que se pudren pero, lo cual resulta harto curioso,cuando se alarma vuela hasta el tronco del árbol más cer-cano, se aferra a él en posición vertical y permanece inmó-vil y silencioso para pasar desapercibido con la ayuda desu oscuro color protector.

Y así. En sus hábitos de anidación también varíanmuchísimo. Así, en un solo género tres especies construyenun nido de barro en forma de horno, una cuarta lo hace convaritas en los árboles y todavía la quinta excava un túnel enuna barranca a la orilla del agua, como un martín pescador.

Ahora bien, esa familia extraordinariamente larga, de laque Hudson dice que «no hay parte del continente suda-mericano que no esté habitada por ellos; porque realmenteno existe clima, tipo de suelo o vegetación que no tenga laespecie apropiada para él, resulta ser», para emplear suspropias palabras «una de las aves más indefensas». Comolos patos que mencionaba Syevertsoff (ver en el texto) noexhiben ni pico ni garras poderosos; «son criaturas tími-das, que no ofrecen resistencia y carecen de fuerza o dearmas; sus movimientos son menos veloces y vigorososque los de otros tipos, y su vuelo es exageradamente ende-ble». Pero poseen —observan Hudson y Asara— «un emi-

Page 360: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

342

nente grado de disposición social», aunque «en ellos elhábito social se ve aminorado por las condiciones de unavida que hace que la soledad resulte necesaria». No pue-den realizar esas grandes asociaciones para la cría quevemos en las aves marinas porque ellos viven de losinsectos arborícolas y tienen que explorar meticulosa-mente por separado cada árbol, lo que hacen de la mane-ra más sistemática; pero en la espesura constantemente sellaman unos a otros, «conversando entre ellos desde lar-gas distancias»; y se asocian en esas «bandadas errantes»que la pintoresca descripción de Bates ha hecho famosas yhan llevado a Hudson a creer que «en todas partes deSuramérica los Dendrocolaptidae son los primeros en aso-ciarse para actuar concertadamente, y los pájaros de otrasfamilias los siguen y se asocian con ellos, sabiendo porexperiencia que seguramente podrán recolectar así una ricacosecha». Casi innecesario agregar que Hudson no escati-ma elogios respecto a su inteligencia. La sociabilidad y lainteligencia van siempre de la mano.

VII. EL ORIGEN DE LA FAMILIA

[a la nota al pie nº 45 en el Capítulo III]

Para el momento en que escribía el capítulo insertado enel texto, parecía hacerse llegado a cierto acuerdo entre losantropólogos respecto a la aparición relativamente tardíaen las instituciones humanas de la familia patriarcal, taly como la conocemos entre los hebreos o en la RomaImperial. Sin embargo, a partir de entonces han sido publi-cadas obras en las que las ideas promulgadas por Bachofeny MacLennan, sistematizadas especialmente por Morgan

Page 361: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

343

y ulteriormente desarrolladas y confirmadas por Post,Maxim Kovalevsky y Lubbock, fueron discutidas. Lasmás importantes de esas obras son las del profesor danésC.N. Starcke (La familia primitiva, 1889) y el profesor deHelsingfors Edward Westermarck (La historia del matri-monio humano, 1891). Con la cuestión de las institucio-nes matrimoniales primitivas ha ocurrido lo mismo quecon la de las instituciones de la propiedad de la tierra pri-mitiva. Cuando las ideas de Maurer y Nasse acerca de lacomunidad de aldea, desarrolladas por toda una escuelade talentosos investigadores, y las de todos los antropólo-gos modernos acerca de la constitución comunista primi-tiva del clan estaban a punto de conquistar la aceptacióngeneral, provocaron la aparición de obras como las deFustel de Coulanges en Francia, el profesor de OxfordSeebohm en Inglaterra y varias otras, en las que se hacíael intento de socavar —con más brillantez que verdaderaprofundidad investigativa— esas ideas y arrojar dudassobre las conclusiones a las que había llegado la investi-gación moderna (ver el Prefacio del profesor Vinogradova su notable obra La servidumbre en Inglaterra). De ma -nera similar, cuando las ideas acerca de la no existenciade la familia en la etapa tribal primitiva de la humanidadcomenzaron a ser aceptadas por la mayoría de los antro-pólogos y estudiosos del derecho antiguo, necesariamen-te obras como las de Starcke y Westermarck, en las quese representaba al hombre, de acuerdo con la tradiciónhebrea, iniciándose con la familia, evidentemente patriar-cal y sin haber pasado jamás por las etapas descritas porMacLennan, Bachofen o Morgan. Esas obras, de las cua-les la brillantemente escrita Historia del matrimoniohumano ha sido en especial ampliamente leída, en verdad

Page 362: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

344

han producido efecto: quienes no han tenido la oportuni-dad de leer los gruesos volúmenes relacionados con lacontroversia empiezan a vacilar; mientras algunos antro-pólogos que conocen bien la materia, como el profesorfrancés Durkheim asumen una actitud conciliadora, aun-que un tanto indefinida.

Para el propósito especial de una obra sobre la ayudamutua esa controversia podría resultar irrelevante. Elhecho de que los hombres han vivido en tribus desde lasetapas más primitivas de la humanidad no ha sido rebati-do, incluso por aquellos a quienes les resulta chocante laidea de que el hombre pueda haber pasado por una etapaen la que la familia, tal y como la conocemos, no existía.Sin embargo el tema tiene su propio interés y merece sermencionado, aunque haya que recalcar que para hacerleplena justicia se requeriría de todo un volumen.

Cuando nos esforzamos por descorrer el velo que nosoculta a las antiguas instituciones, y en especial a aque-llas que prevalecían en la primera aparición de seres deltipo humano, nos vemos obligados —ante la obligadaausencia de testimonios directos— a realizar el minuciosotrabajo de seguirle la pista en el pasado a cada institución,tomando nota cuidadosa de sus más borrosos vestigios enlos hábitos, los usos, las tradiciones, las canciones, el fol-clore, etcétera; y entonces, combinando los resultados porseparado de cada uno de los distintos estudios, reconstituirla sociedad que pudiera responder a la coexistencia deesas instituciones. Podemos entender en consecuencia quédespliegue de hechos formidable y qué vasto número deestudios minuciosos de puntos particulares se requierenpara llegar a alguna conclusión confiable. Es eso exacta-mente lo que uno encuentra en la obra monumental de

Page 363: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

345

Bachofen y sus seguidores mas no en la de la otra escuela.El volumen de hechos escudriñados por el profesorWestermarck es indudablemente lo bastante grande, y suobra es ciertamente muy valiosa en el plano crítico, perodifícilmente inducirá a cambiar sus opiniones y aceptar lateoría patriarcal a quienes conozcan las obras de Bachofen,Morgan, MacLennan, Post, Kovalevsky, etcétera, y esténfamiliarizados con la escuela de la comunidad de aldea.

Así los argumentos que Westermarck extrae de loshábitos familiares de los primates no tienen, me atrevo adecirlo, el valor que él les atribuye. Nuestro conocimien -to de las relaciones de familia entre las especies socia-bles de monos de la actualidad es extremadamente in -cierto, en tanto que las dos especies insociables, el oran-gután y el gorila, deben quedar fuera de discusión porcuanto ambos constituyen evidentemente, como ya loindiqué en el texto, especies en decadencia. Menos aúnsabemos acerca de las relaciones que existían entre losmachos y las hembras de los primates hacia finales delperíodo terciario. Las especies que vivían en aquel en -tonces probablemente estén hoy todas extinguidas, y notenemos ni la menor idea sobre cuál de ellas era la formaancestral de la cual se originó el hombre. Lo único quepodemos decir con alguna cercanía a la probabilidad esen las diferentes especies de simios, que eran extrema-damente numerosos en esa época, deben haber existidovarias relaciones familiares y tribales. Y que desde en -ton ces tienen que haber ocurrido grandes cambios en loshábitos de los primates, tal y como han tenido lugar cam-bios incluso en los dos últimos siglos en los hábitos demuchas otras especies de mamíferos.

Page 364: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

346

La discusión debemos limitarla, entonces, enteramen-te a las instituciones humanas; y en el análisis minuciosode cada vestigio por separado de cada institución primiti-va, en conexión con todo lo que sabemos acerca de cual-quier otra institución del mismo pueblo o tribu, residirá lafuerza principal de la argumentación de la escuela quesostiene que la familia patriarcal es una institución de ori-gen relativamente tardío.

Existe, de hecho, todo un ciclo de instituciones entrelos hombres primitivos que se vuelven cabalmente com-prensibles si aceptamos las ideas de Bachofen y Morganpero de lo contrario resultan absolutamente incomprensi-bles. Ellas son: la vida comunista del clan, en cuanto queno estaba dividido en familias paternales por separado; lavida en casas grandes, y en clases que ocupaban casasgrandes separadas de acuerdo con la edad y el estadio deiniciación de los jóvenes (M. Maclay, H. Schurz); las res-tricciones a la acumulación de la propiedad personal, delas que dimos varios ejemplos en el texto; el hecho de quelas mujeres tomadas de otras tribus le pertenecían a todala tribu antes de convertirse en propiedad privada; y mu -chas instituciones similares analizadas por Lubbock. Eseamplio ciclo de instituciones, que cayeron en decadencia yfinalmente desaparecieron en la fase de comunidad de al -dea del desarrollo humano está en plena conformidad conla teoría del «matrimonio tribal», pero pasa desapercibi-da para la casi totalidad de los seguidores de la escuela dela familia patriarcal. Esa no es ciertamente la manera apro-piada de discutir el problema. Los hombres primitivos notenían varias instituciones superpuestas o yuxtapuestascomo las tenemos hoy. No tenían más que una institución,el clan, que incorpora todas las relaciones mutuas de los

Page 365: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

347

miembros del clan. Las relaciones de matrimonio y las deposesión eran relaciones de clan. Y lo menos que podría-mos esperar de los defensores de la familia patriarcal,sería que nos mostraran cómo el ciclo de institucionesque recién mencionamos (y que desaparecen más adelan-te) pudieron haber existido en un conglomerado de hom-bres que vivían bajo un sistema contradictorio con dichasinstituciones: el sistema de las familias por separado go -ber nadas por el pater familias.

De nuevo, no es posible reconocerle valor científico a lamanera como los promotores de la teoría de la familiapatriarcal soslayan ciertas dificultades serias. Así, Morganha comprobado con un volumen de evidencia considerableque en muchas tribus primitivas existe un «sistema gru-pal clasificador» que se sigue estrictamente, y que todoslos individuos dentro una misma categoría se dirigen alos demás como si fuesen hermanos y hermanas, mien-tras los individuos pertenecientes a una categoría másjuvenil se dirigirán a sus tías como madres, y así. Decirque eso debe ser una simple faÇon de parler —una mane-ra de expresarse en relación con la edad— constituye sinduda una manera fácil de esquivar la dificultad de expli-car por qué ese modo especial de expresar respeto, y nootro, ha prevalecido entre tantos pueblos de origen dife-rente y sobrevivido en tantos de ellos hasta el presente.Podría admitirse, claro está, que ma y pa son las sílabasmás fáciles de pronunciar para un niño pequeño, pero lainterrogante es por qué esa parte del «lenguaje infantil»es utilizada por gente adulta y se le aplica a cierta cate-goría de personas estrictamente definida. ¿Por qué, entantas tribus en las que la madre y sus hermanas son lla-madas ma al padre se le llama tiatia (parecido a diadia:

Page 366: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

348

tío), dad, da o pa? ¿Por qué el apelativo de madre dado a lastías maternas es suplantado más adelante por un nombreaparte? Y así. Pero cuando nos enteramos de que en muchossalvajes la hermana de la madre desempeña un papel tan con-siderable en la crianza de un niño como el de la propia madre,y que si la muerte se lleva a una criatura amada la otra«madre» (la hermana de la madre) se autosacrifica paraacompañar al niño en su viaje al otro mundo, seguramenteveremos en esos nombres algo mucho más profundo que unamera faÇon de parler, o manera de evidenciar respeto. Mástodavía cuando nos enteramos de la existencia de todo unciclo de supervivencias (Lubbock, Kovalevsky y Post las hanestudiado a cabalidad) que apuntan en la misma dirección.Por supuesto que podría decirse que ese tipo de relación deparentesco es adscrita al lado materno «porque el niño pasamás tiempo con su madre», o podríamos explicar el hecho deque los hijos de un hombre en varias esposas de tribus dife-rentes les pertenecen a los clanes maternos, como conse-cuencia de la «ignorancia de la fisiología» por parte de lossalvajes, pero esos no son argumentos si siquiera aproxima-damente adecuados a la seriedad de los aspectos involucra-dos, en especial cuando se sabe que la obligación de llevar elnombre de la madre implica pertenecer al clan materno entodo respecto; es decir, implica el derecho a todas las perte-nencias de ese clan así como el de ser protegido por éste, anunca ser atacado por alguno de sus miembros y el deber devengar los agravios en contra del colectivo.

Aun si admitiésemos por un momento que tales expli-caciones son de carácter satisfactorio, pronto hallaríamosque cada categoría de los hechos mencionados necesitade explicación por separado, y son numerosos. Para men-cionar sólo unos cuantos: la división de los clanes en cla-

Page 367: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

349

ses en una época en que no existe división en los que res-pecta a la propiedad o la condición social; la exogamia ytodas las costumbres consiguientes enumeradas porLubbock; el convenio de sangre y una serie de costum-bres similares que tratan de garantizar la unidad de laascendencia; la aparición de dioses familiares que sobre-viene a la existencia de los dioses del clan; el intercam-bio de esposas que se da no sólo entre los esquimales entiempos de calamidad, sino que además está vastamentedifundido entre muchas otras tribus de origen muy dife-rente; la fuerza decreciente de los lazos matrimoniales amedida que vamos descendiendo en el grado de civiliza-ción; los matrimonios compuestos: varios hombres secasan con una misma mujer, que les pertenece por turnos;la abolición de las restricciones matrimoniales durantelas festividades, o a cada quinto o sexto día; la cohabita-ción de las familias en las «casas grandes»; la obligación decriar a los huérfanos, incluso hasta un período avanzado,que recae sobre el tío materno; la considerable cantidad deformas transitorias que muestran el tránsito gradual de laascendencia maternal a la paternal; la limitación del núme-ro de hijos por parte del clan —no de la familia— y la abo-lición de esa dura cláusula en tiempos de abundancia; lasrestricciones familiares que sobrevienen a las restriccionesdel clan; el sacrificio de los parientes viejos por la tribu; lalex talionis y muchos otros hábitos y usos que se conviertenen asunto familiar sólo cuando hallamos a la familia final-mente constituida en el sentido moderno del término; lasceremonias nupciales y prenupciales de las cuales podemosencontrar ejemplos sorprendentes en la obra de John Lub -bock y la de varios investigadores modernos rusos; la ausen-cia de solemnidades matrimoniales allí donde la línea de

Page 368: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

350

ascendencia es matriarcal, y la aparición de tales solemni-dades cuando las tribus siguen la línea de ascendenciapatriarcal; todos esos y muchas otros que muestran que,como observa Durckheim, el matrimonio propiamentedicho «sólo es tolerado y evitado en virtud de fuerzas anta-gónicas»; la destrucción de todas las pertenencias del indi-viduo al momento de su muerte; y finalmente todo el for-midable despliegue de supervivencias, mitos, (Bachofen ysus muchos seguidores), folclore, etcétera, manifestándosetodos en la misma dirección.

Por supuesto que todo eso no prueba que haya habido unperíodo en el que la mujer fue considerada superior al hom-bre, o que fuese la «cabeza» del clan; ese es ya un asuntomuy distinto, y mi opinión personal es que jamás existió unperíodo así; ni tampoco prueba que hubo un tiempo en elque no existía ninguna restricción tribal a la unión de lossexos: tal cosa hubiese sido absolutamente contraria a todala evidencia conocida. Pero cuando consideramos en sumutua dependencia todos los hechos puestos a la luz recien-temente, resulta imposible no reconocer que si en el clanprimitivo existieron alguna vez positivamente las parejasaisladas, con sus niños, esas familias incipientes sólo eranexcepciones toleradas, no la institución del momento.

VIII. DESTRUCCIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA

EN LA TUMBA

[a la nota al pie nº 56 en el Capítulo III]

En una obra notable, The Religious Systems of China,publicada en 1892-97 por J.M. de Groot en Leyden,

Page 369: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

351

encontramos la confirmación de esa idea. Hubo en China(como en todas partes) una época en la que todas las per-tenencias personales de una persona fallecida eran des-truidas sobre su tumba: sus bienes muebles, sus utensilios,sus esclavos y hasta amigos y vasallos, y por supuesto suviuda. Para ponerle fin a esta costumbre fue necesariauna fuerte reacción de parte de los moralistas. En In gla -terra la costumbre de destruir todas las pertenencias so -bre la tumba ha sobrevivido hasta el presente con los gita-nos. Toda la propiedad personal de la reina gitana muertahace pocos años fue destruida sobre su sepultura. Variosperiódicos reseñaron el hecho en su momento.

IX. EL ORIGEN DE LOS GREMIOS

[a la nota al pie nº 102 del Capítulo V]

El origen de los gremios ha sido tema de muchas contro-versias. No hay la menor duda de que los gremios de ofi-cios o «colegios» de artesanos ya existían en la antiguaRoma. Ciertamente, en un pasaje de Plutarco aparece queNuma legisló acerca de ellos. «Él dividió al pueblo», senos dice, «en oficios (…) les ordenó tener hermandades,festividades y reuniones, y les señaló la adoración quedebían cumplir ante los dioses, de acuerdo con el rangode cada oficio». Sin embargo, hay casi la certeza de queno fue el rey romano el que inventó, o instituyó, los cole-gios de oficios, que ya existieron en la antigua Grecia;con toda probabilidad él simplemente los sometió a la legis-lación real, al igual que quince siglos más tarde Philippe leBel [Felipe IV de Francia, apodado «El Hermoso», como

Page 370: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

352

más tarde lo sería su homónimo español, N. del T. ] some-tió a los oficios de Francia, muy en detrimento de éstos,a la supervisión y legislación real. De uno de los suceso-res de Numa, Servio Tulio, también se dice que promul-gó alguna legislación concerniente a los colegios1.

En consecuencia, era muy natural que los historiadoresse preguntasen si los gremios que tomaron tal desarrolloen el siglo XII, e incluso en el X y el XI, no constituyeronla vuelta a la vida de los antiguos «colegios» romanos,más aún cuando estos últimos, como vimos en la citaanterior, se correspondían casi exactamente con el gre-mio medieval2. Se sabe, en verdad, que en el sur de laGalia existieron hasta el siglo XII corporaciones del tipode las romanas. Además, una inscripción hallada duranteunas excavaciones en París muestra que bajo Tiberioexistió una corporación de nautae de Lutecia; y en laCarta concedida a los «comerciantes acuáticos» de Parísen 1170 se habla de que sus derechos existían ab antiquo(mismo autor, p. 51). Por consiguiente nada de extrañotendría que las corporaciones se hubiesen mantenido enla antigua Francia medieval aún después de las invasionesde los bárbaros.

Sin embargo, por mucho que se pueda conceder nohay razón para mantener que las corporaciones holande-sas, los gremios normandos, los artéls rusos, los amkarigeorgianos, y demás, necesariamente hayan tenido unorigen romano, y ni siquiera bizantino. Por supuesto, lainterrelación entre los normandos y la capital del ImperioRomano era intensa, y los eslavos (como lo han demos-trado los historiadores rusos, especialmente Rambaud)tomaban parte activa en esa interrelación. De manera quelos normandos y los rusos podrían haber importado la

Page 371: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

353

organización romana de las corporaciones de oficios asus respectivos países. Pero cuando vemos que el artél erala esencia misma de la vida cotidiana de todos los rusostan temprano como en el siglo X, y que ese artél, aunquehasta los tiempos modernos ningún tipo de legislaciónhaya regulado jamás su vida, tiene exactamente las mis-mas características que el colegio romano y el gremiooccidental, nos inclinamos todavía más a considerar queel gremio oriental tiene un origen aún más antiguo que elcolegio romano. En verdad los romanos sabían bien quesus sodalitia y sus collegia eran «lo que los griegos lla-maron hetairiai» (Martin-Saint-Lèon, p. 2), y por lo queconocemos de la historia del Oriente podemos concluircon poco margen de error que las grandes naciones delEste, al igual que Egipto, también poseían la misma orga-nización de gremios. Los rasgos esenciales de esa orga-nización continúan siendo los mismos dondequiera quepodamos encontrarlos. Se trata de una unión de hombresque desempeñan la misma profesión u oficio. Esa unión,como el clan primitivo, tiene sus propios dioses y su pro-pio culto, que contiene siempre algunos mismos miste-rios específicos para cada unión por separado; consideraa todos sus miembros como hermanos y hermanas, posi-blemente (en sus inicios) con todas las consecuenciasque ese tipo de relación implicaba en el gens o, al me -nos, con ceremonias que indicaban o simbolizaban lasrelaciones clánicas de hermano y hermana; y finalmentetodas las obligaciones de apoyo mutuo que existían en elclan existen en esa unión; a saber, la exclusión de laposibilidad misma de un homicidio dentro de la herman-dad, la responsabilidad del clan ante la justicia y la obli-gación, en caso de una disputa menor, de llevar el caso

Page 372: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

354

ante los jueces, o más bien los árbitros de la hermandadgremial. El gremio —podría decirse— está constituidoentonces sobre el modelo del clan.

En consecuencia, las mismas observaciones hechas enel texto en lo concerniente al origen de la comunidad dealdea valen igualmente, estoy inclinado a pensar, para elgremio, el artél y la hermandad del oficio o el vecindario.Cuando los nexos que anteriormente mantenían unidos alos hombres en sus clanes se distendieron como conse-cuencia de las migraciones, la aparición de la familiapaterna y una creciente diversidad de ocupaciones, lahumanidad forjó un nexo territorial nuevo bajo la formade la comunidad de aldea; y otro nexo —un nexo ocupa-cional— fue forjado en una hermandad imaginaria: elclan imaginario, representado cuando se trataba de dos oapenas unos pocos hombres por la hermandad de la«mezcla de sangres» (el probatimsvo eslavo), y cuando setrataba de un número mayor de hombres de diferente ori-gen, es decir, provenientes de clanes distintos que vivíanen la misma aldea o ciudad (y hasta en aldeas o ciudadesdiferentes), por la fratria, la hetairiai, el amkari, el artél,el gremio3.

En cuanto a la idea y la forma de dicha organización,sus elementos ya venían indicados desde el remoto pe-ríodo del salvajismo. Sabemos, ciertamente, que en losclanes de los salvajes existen organizaciones secretas porseparado: de guerreros, de brujos, de jóvenes, etcétera;misterios del oficio, en los que se transmiten conoci-mientos acerca de la caza o la guerra; en una palabra,«clubes», como los describe Mikulkho-Maclay. Esos«misterios» eran, con toda probabilidad, los prototipos delos futuros gremios4.

Page 373: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

355

Con respecto a la obra de E. Martin-Saint-Lèon quehemos estado mencionando, permítaseme agregar que con-tiene valiosa información en lo tocante a la organización delos oficios en París —tomada del Livre des métiers deBoileau— y un buen sumario de información relativa a lascomunas de diferentes partes de Francia, con todas las indi-caciones bibliográficas. Debemos recordar, sin embargo,que París era una «ciudad real» (como Moscú, o Westminster)y en consecuencia las instituciones de la ciudad medievallibre nunca alcanzaron en ella el desarrollo correspondien-te. Lejos de representar «la imagen de una corporación típi-ca», las corporaciones de París «nacieron y se desarrollaronbajo la tutela directa de la realeza», y por esa misma causa(que el autor considera de superioridad cuando en verdad loera de inferioridad: él mismo muestra claramente en dife-rentes partes de su obra cómo la interferencia del poderimperial en Roma y en Francia destruyó y paralizó la vidade los gremios de los oficios), nunca pudieron alcanzar elcrecimiento y la influencia maravillosos a que llegaron enla Francia nororiental, en Lyons, Montpellier, Nimes, etcé-tera, o en las ciudades libres de Italia, Flandes, Alemaniay demás.

X. EL MERCADO Y LA CIUDAD MEDIEVAL

[a la nota al pie nº 107 en el Capítulo VI]

En una obra sobre la ciudad medieval (Marka und Stadtin ihrem rechtlichen Verhältnis, Leipzig, 1896), Rietschelha desarrollado la idea de que el origen de las comunasalemanas medievales hay que buscarlo en el mercado.El mercado local, puesto bajo la protección de un obispo,

Page 374: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

356

un monasterio o un príncipe, congregaba a su alrededoruna población de comerciantes y artesanos, mas no deagricultores. Los distritos en los que, por lo general, sedividían las ciudades irradiando del mercado y poblándosecada uno con artesanos de oficios especializados consti-tuyen una prueba de ello: por lo general conformaban laCiudad Vieja, mientras que la Ciudad Nueva solía ser unaaldea rural perteneciente al príncipe o al rey. Las dos erangobernadas bajo leyes diferentes.

Con toda certeza el mercado jugó un papel importante enel desarrollo inicial de todas las ciudades medievales, contri-buyó a incrementar la riqueza de los ciudadanos y les insuflópensamientos de independencia; pero, como lo señalara CarlHegel, el conocido autor de una muy buena obra generalsobre las ciudades medievales alemanas (Die Entstehung desdeutschen Städtwesens, Leipzig, 1898), la ley citadina no esuna ley del mercado, y la conclusión de Hegel es (como unapoyo más a las opiniones emitidas en este libro) que la ciu-dad medieval tuvo un origen doble. Había en ella «dos pobla-ciones ubicadas una al lado de la otra: una rural y la otra pura-mente urbana»; la población rural, que anteriormente vivíabajo la organización de la Almende, o comunidad de aldea,fue incorporada a la ciudad.

En lo que atañe a los gremios de comerciantes, la obrade Herman van den Linden (Les Tildes merchantes dansles Pays-Bas au Moyen Age, Gand, 1896, en Recueil detravaux publiés par la Faculté de Philosophie et Lettres)merece especial mención. El autor sigue el desarrollogradual de su fuerza política y la autoridad que fueronadquiriendo gradualmente sobre la población industrial,especialmente sobre los pañeros, y describe la alianzaque formaron los artesanos para oponerse a su creciente

Page 375: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

357

poder. La idea desarrollada en este libro concerniente a laaparición del gremio de los comerciantes en un períodoposterior, que se corresponde con un período de declina-ción de las libertades de la ciudad, parece así hallar con-firmación en las investigaciones de H. van den Linden.

XI. DISPOSITIVOS DE AYUDA MUTUA EN LAS ALDEASHOLANDESAS DEL PRESENTE[a la nota al pie nº 153 en el Capítulo VII]

El Reporte de la Comisión de Agricultura de Holandacontiene muchos ejemplos relativos a este tema, y miamigo M. Cornelissen fue lo bastante gentil como paraescogerme los pasajes correspondientes en esos volumi-nosos tomos (Uitkomsten van het Onderzoek naar denToestand van den Landbouw in Nederland, 2 vols. 1890).

El hábito de tener una trilladora que va rotando pormuchas granjas, cada una alquilando su turno, está muydifundido y para el momento existe en casi todos los países.Pero uno se encuentra de vez en cuando una comuna queposee una trilladora para la comunidad (vol. I. XVIII. p. 31).

Los granjeros que no cuentan con el número de caba-llos necesarios para el arado se los piden prestados a susvecinos. El hábito de tener un buey o un semental comu-nal es muy común.

Cuando la aldea tiene que rellenar el terreno (en laszonas bajas) a fin de construir una escuela comunal, o unode los campesinos necesita hacerlo para edificar una casanueva, por lo general se convoca a un bede. Se hace lomismo en el caso de los granjeros que se mudan. El bede estambién una costumbre ampliamente difundida y nadie,pobre o rico, dejará de acudir con su caballo y su carreta.

Page 376: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

358

NOTAS

1. a Servio Tullio populus romanus relatus in censum, digestus in classes,curiis atque collegiis distributus (e. Martin-Saint-lèon, Histoire des cor-porations de mé tiers depuis leurs origines jusqu’à leur suppression en1791, etc., París, 1897).

2. la sodalitia romana, hasta donde podemos juzgar (mismo autor, p. 9) secorrespondía con los Çofs de los cabilas.

3. resulta sorprendente ver cuán claramente está expresada esa idea mismaen el famoso pasaje de Plutarco concerniente a la legislación de numade los colegios de oficios: «Y gracias a eso», escribió Plutarco, «fue elprimero en erradicar de la ciudad aquel espíritu que llevaba a la gente adecir: ‘soy un sabino’, o ‘soy un romano’, o ‘soy súbdito de Tacio’, y aotros ‘soy súbdito de rómulo’»: en otras palabras, el primero en erradi-car la idea de la ascendencia diferente.

4. la obra de H. Schurtz, dedicada a las «clases etarias» y las unionessecretas de los hombres durante las etapas de barbarie de la civilización(Altersklassen und Mä nnerverbä nde: eine Darstellung der Grund for -men der Gesellschaft, Berlín, 1902), que llega a mí cuando estoy revi-sando las pruebas de estas páginas, contiene cantidades de datos enapoyo de la hipótesis anterior concerniente al origen de los gremios. elarte de construir una gran casa comunal sin ofender a los espíritus de losárboles abatidos; el arte de forjar metales como conciliación de los espí-ritus hostiles; los secretos de la caza y los de las ceremonias y máscarasdanzantes que aseguran su éxito; el arte de enseñarles las artes salvajes alos muchachos; las maneras secretas de de mantener a raya de la bruje-ría a los enemigos y, por consiguiente el arte de la guerra; la construcciónde embarcaciones, de redes para la pesca, de trampas para los animalesy de señuelos para las aves, y finalmente las artes femeninas del tejido yel teñido: todas ellas fueron en el pasado remoto «artificios» y «oficios»que requerían del secreto para ser efectivos. en consecuencia, fuerontransmitidos desde tiempos inmemoriales en sociedades secretas, o«misterios», tan sólo a aquellos que habían pasado por una dolorosa ini-ciación. H. Schurz nos muestra hoy que la vida salvaje está saturada desociedades y «clubes» secretos (de cazadores, de guerreros) que tienenun origen tan ancestral como las «clases» matrimoniales en los clanes, yya contienen todos los elementos del futuro gremio: el secreto, la inde-pendencia respecto a la familia y a veces respecto al clan, la adoraciónen común de dioses especiales, las comidas comunales, la jurisdiccióndentro de la sociedad y la hermandad. la fragua y el cobertizo de lasembarcaciones son, de hecho, dependencias usuales en los clubes dehombres; y las «casas grandes» o las «casas del conciliábulo» son cons-truidas por artesanos especiales que saben cómo conjurar los espíritusde los árboles abatidos.

Page 377: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

En América

1842

1846

1848

Año Vida y obra de Piotr A. Kropotkin

En el mundo

Piotr AlexéievichKropotkin nace enMoscú el 9 de diciem-bre. Su madre,Yekaterina NikolaevnaSulima, fue una damade la aristocracia rusa.Su padre, AlekseiPetrovich Kropotkin,oficial del Ejército delZar y de familianoble.

China: Concluye la gue-rra del opio y es obliga-da a ceder Hong Kongy abrir sus puertos alcomercio mediante elTratado de Nanking.Darwin redacta una pri-mera versión de suTeoría de las especies.

Paraguay:Independencia.Colombia: Termina laguerra civil conmediación inglesa.Nicaragua: Inglaterrainvade y crea el reinode Mosquitia.Centroamérica: Pactode unión.México: Jones intentaapoderarse de la AltaCalifornia.

Muere su madre detuberculosis. Piotr ysus tres hermanos que-dan a cargo del estric-to padre.

España: Reprimida larebelión de Galicia.Estalla rebelión campesi-na en Cataluña.Charles Darwin escribesus Observaciones geo-lógicas sobre Américadel Sur.

Estados Unidos decla-ra guerra a México,Santa Anna dirige laresistencia.Venezuela: Se inicia lahegemonía de los her-manos Monagas.

Su padre vuelve acasarse, a partir de losrequerimientos de susoficiales superiores,con YelizavetaMar’kovna Korandino.

México se ve forzado afirmar los convenios deGuadalupe-Hidalgo,por los que cede a losEstados Unidos más dela mitad de su territorio.Cuba: Gobiernonorteamericano intentacomprar la isla por 100millones de dólares.Venezuela: alzamientode José Antonio Páez.

CRONOLOGÍA*

Page 378: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

360

1850

1853

1856

1857

Comienza sus estudiosen su propio hogar,dirigido por variostutores.

Austria y Prusia: Crecetensión por dominio deterritorio alemán.

Estados Unidos eInglaterra firman elTratado Bulwer-Clayton para estable-cer sus zonas deinfluencia en AméricaCentral. Panamá: Seenfrentan panameñosy norteamericanos.

Su hermano Nikolai(1834) abandona elhogar para cumplir elservicio militar en laGuerra de Crimea.

Rusia: Guerra deCrimea, expansionismoruso.Francia: Ocupación deNueva Caledonia.Joseph Gobineau escri-be Ensayo de desigual-dad de las razas.

Primera asociaciónobrera chilena, laSociedad Tipográfica,dirigida por el peruanoVíctor Laynez.Estados Unidos propo-ne a España la adquisi-ción de Puerto Rico yCuba. México: SantaAnna vende a EstadosUnidos parte del surde Arizona.

Su hermano Alexander(1841) se incorpora alCuerpo de Cadetes deMoscú. La ausenciade este hace que Piotrtrate de llenar esevacío con un acerca-miento a su tutorNikolai PavlovichSmirnov, quien se con-vierte en su mentor.

Colombia: Primeraintervención militarnorteamericana dePanamá.Nicaragua: Waltertoma el poder e instau-ra la esclavitud.

Ingresa al cuerpo depajes de la corte delZar. Tiene problemasde adaptación al grupo,cuyo autoritarismoidentifica con el de supadre. Se refugia en unintenso estudio, redacta cartas y publicaun periódico escolar.

India: Estalla la rebe-lión. Inglaterra pierdeIndia Central.China: Franceses eingleses en Cantón.

Ecuador: Entrega deEl Pailón y margenizquierda delAmazonas a acreedo-res ingleses.

Page 379: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

361

1861

1862

1866

Se rebela ante el auto-ritarismo de un nuevodirector del cuerpo depajes, lo que le valeun encarcelamiento devarias semanas en laprisión de Cropspi. Essu primera experienciacomo rebelde. Se de-silusiona del Zar y sugobierno al compararla vida de la aristocra-cia con las desventu-ras de los campesinos.

Plotino Rhodakanaty:Cartilla socialista, esdecir, catecismo ele-mental de la EscuelaSocialista de CharlesFourier.J.S. Mill: Sobre el uti-litarismo.P. Proudhon: Teoríadel impuesto.H. Spencer:Educación: Moral,intelectual, física.

México: Benito Juárezpresidente. Al suspen-der el pago de la deudaexterna, Inglaterra,España y Francia seunen para invadirMéxico. Venezuela:Desarrollo de laGuerra Federal, Páezes jefe militar y civil.Colombia: TomásCipriano Mosqueratoma la capital y sedeclara presidente.Estados Unidos:Guerra de secesión.Abraham Lincoln pre-sidente.

Se gradúa con lasmejores calificacionesy renuncia a un futuroen la academia deArtillería. Consigue ira Siberia bajo las órde-nes del general Krugel,a quien consideracapaz de promover loscambios necesarios enla sociedad rusa.

Amenazas e invasio-nes imperialistasinglesas, españolas yfrancesas en México,Uruguay y Brasil.Benjamín VicuñaMackenna organizadesde Chile la UniónAmericana.

Abandona el Ejército.Dos eventos lo deci-den: un viaje a lasminas de oro de Lena,donde descubre que lasituación de los mine-ros es peor que la queviven los trabajadoresde Amur; y la formaen que un intento defuga hacia China deun grupo de exiladosprovoca la interven-ción del Ejército, quereprime y mata avarios de ellos.

Suiza: Primer Congresode la AsociaciónInternacional deTrabajadores.España: Sublevacionesen Valladolid y Madrid.Eliminada la libertad deprensa. La Iglesia con-trola la educación.M. Bakunin: Catecismorevolucionario.

Se reanuda conflictobélico de Perú, con elapoyo de Chile.Cuba y Puerto Rico:Movimientos indepen-dentistas.Estados Unidos:Resurge el problemaracial. En Tennessee sefunda el Ku-Klux-Klan.

Prusia: triunfo electoralde los liberales y arre-metida conservadoramilitarista.

Page 380: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

362

1868

1871

1873

Ingresa a la universi-dad pero no completalos requisitos finan-cieros para continuar-la. Se sumerge com-pletamente en los tra-bajos como geógrafo.

Portugal: abolición deesclavitud en sus colonias.Suiza: Bakunin forma laAlianza Internacional dela Democracia Socialista.Inglaterra: Lucha por elvoto femenino.

Cuba: Guerra de inde-pendencia, grito deYara.

Muere su padre. LaSociedad GeográficaImperial le ofrece elcargo de secretario.Rechaza la oferta, másinteresado en el estu-dio de las asociacionesde trabajadores duran-te la guerra Franco-Prusiana y de la cober-tura para un periódicode los sucesos de laComuna de París.

J.B. Alberdi: Viajes yaventuras de la verdaden el Nuevo Mundo.José Martí es deporta-do a España.

Entre sus actividadesrevolucionarias, las cua-les realiza bajo el nom-bre de Borodin, escribeun ManifiestoRevolucionario que caeen manos de la policía.Está firmado con sunombre real, por lo quela policía lo considerael líder del movimientorevolucionario. Sinembargo, lo libera eltener el respaldo de laSociedad Geográfica.

España: Estallan rebelio-nes. El país es proclama-do como la Primera repú-blica con cuatro presi-dentes consecutivos.Francia: retiro de Prusia,Mac-Mahon presidentede la Tercera República.Prusia, Austria, Hungríay Rusia firman pactopara mantener la paz ycombatir los idealessocialistas y liberales.Crisis económica mun-dial. M. Bakunin: Losbakunisas en acción.Ch. Darwin: La expre-sión de las emociones enel hombre y en los ani-males.

Intervención norteameri-cana en las ciudades dePanamá y Colón entremotines y rebeliones.Guatemala, El Salvador,Honduras y Nicaraguafirman tratado para afir-mar principios liberalesen sus gobiernos.José Martí: La Repúblicaespañola ante laRevolución cubana.Antonio Zambrano: LaRepública de Cuba.

Surge la Comuna deParís, que promueveelecciones populares,toma medidas económi-cas, reconoce la uniónlibre, la igualdad de loshijos naturales y auto-nomías locales. Bajolas órdenes de Thiers,la milicia francesareprime a los subleva-dos. Ch. Darwin: Ladescendencia humana yla selección sexual.

Page 381: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

363

1874

1875

1876

Es arrestado, esta vezbajo su pseudónimoBorodin. Allanan sucasa y descubren todala literatura prohibida,su diario personal y susescritos revoluciona-rios. La presión de laSociedad Geográficalogra que sus carcelerosle permitan escribiralgunas horas diarias.De allí surgió un largoestudio sobre los perío-dos glaciales que sepublicara dos años mástarde.

España: Finaliza laPrimera República,Martínez Campos iniciala Restauración,Alfonso XII (-1885)asume el trono.Vaticano: Pío IX prohí-be participación políti-ca de católicos.

Venezuela: GuzmánBlanco clausura losconventos.

Recibe en su celda lavisita del PríncipeNicolai Nikolaevich,hermano del Zar, quientrata de entender cómoun noble y científicobrillante puede estarasociado al movimientorevolucionario. En dete-rioro físico constante,contrae reumatismo. Elministerio de Justicia lotraslada a la casa deDetención de S.Petersburg.

Alemania: fundado elPartido Socialista Obreroen Alemania luego delCongreso unificador deGotha.

Argentina: agitaciónanticlerical, estado desitio y persecución departidarios de laInternacional Obrera.Venezuela: ruptura derelaciones con Holanday Colombia.En Brasil se funda laSociedad para el Cultode la Difusión Positiva.Martí participa enMéxico en debates sobrematerialismo y espiritua-lismo.

Se fuga de la cárcel.A través de Sueciaviaja a Inglaterra.Se publica su trabajoA propòs de la ques-tion d’ Orient.

Inglaterra: la reinaVictoria se proclamaemperatriz del imperioinglés de la India.Rusia: surge el movi-miento «Tierra yLibertad».África: creada laAsociaciónInternacional Africana.Muerte de Bakunin.

México: Porfirio Díazen el poder.Ecuador: dictaduraanticlerical.Estados Unidos: fin dela PrimeraInternacional Marxistaluego de las sesionesdel Congreso reunidoen Filadelfia.

Page 382: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

364

1879

1880

1881

Funda y dirige elsemanario La Revolte.Escribe y publica TheAnarchist Idea fromthe Viewpoint of ItsPractical Realization.

Chile, Perú y Bolivia:Guerra del Pacífico porla explotación de salitrey guano en Antofagasta.Chile invade, Perú yBolivia se alían peroChile los supera con elapoyo inglés. EstadosUnidos se oponen a laconstrucción del Canalde Panamá por Francia.Martí pronuncia su pri-mer discurso en Cuba;es detenido y deportadoa España.

Publica artículos en losperiódicos ArbeitterZeitung, L’Avant-Garde,La Justice, además desu propio semanario.Publica también lossiguientes libros: LaSituation, LaDécomposition desEtats, La Commune deParis, La ProchaineRevolution, LesPendaisons en Russie,La Question agraire,Aux Jeunes Gens.

Irlanda: Carlos Parnellinicia lucha contraInglaterra.España: PartidoFusionista liberal,Primer CongresoCatalanista enBarcelona.Francia y Bélgica: seimponen políticas lai-cistas.

Cuba: abolida la escla-vitud gradualmente.Se inauguran trabajosde construcción delCanal de Panamá.J.B. Alberdi: La omni-potencia del Estado yla negación de lalibertad individual.Jorge Isaacs: La revo-lución liberal deAntioquia.H. Soler: El darwinis-mo ante la filosofía dela naturaleza.

Viaja a Londres paraparticipar en elCongreso InernacionalAnarquista, allí tiene unpapel destacado.Publica: L’Année 1880,Les Ennemis du peuple,La Situation en Russie,La Véritésur lesexécutions en Russie,L’Espirit de Révolté,Tous socialistes, LesMinoritésrévolutionnaires,L’Organisation ouvrière.

México: Albert Oweninstala la colonia utópi-ca de Topolobampo.Argentina: vendidos losterritorios conquistadosa la población indígena.Martí, en Caracas,funda la RevistaVenezolana y es profe-sor. Vuelve a discutir aEstados Unidos pordisgustar a GuzmánBlanco.

Page 383: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

365

1882

1886

1887

Es detenido en Lyon ycondenado a cinco añosde prisión.Publica The RussianRevolutionary Party, LaGuerre, Les Droitspolitiques, Théorie etpratique, La Loi del’autorité, LeGouvernement pendantla révolution, LesPréludes de larévolution, La Situationen France,L’Expropriation.

Perú: Ocupación porfuerzas chilenas.

Al retornar a Inglaterra,su salud ya no le permi-te participar activamen-te en los movimientossociales. Su esposaenferma de tifus. Suhermano Alejandro sesuicida en su exiliosiberiano y su cuñadava a vivir con ellos aInglaterra. PublicaL’Expropriation,Anarchy in SocialistEvolution, Comment ons’enrichit, La Pratiquede l’expropriation, LaGuerre sociale. LesAteliers nationaux.

Chile: Juan ManuelBalmaceda, presidente.Inicia luchanacionalista contra eldominio inglés.Estados Unidos: huelgageneral obrera enChicago en reclamo dela jornada laboral deocho horas; sus líderesarrestados y condena-dos a muerte.

Rusia: expulsados losjudíos. Italia: fundadoPartido Socialista.Egipto: protectoradoinglés. Nietzsche: Lagaya ciencia. Bakunin:Dios y el Estado.

Dedicado al trabajointelectual, además denumerosos artículos,publica tres libros:In Russian and FrenchPrisons, The ComingAnarchy, The ScientificBasis of Anarchy

Venezuela: paga indem-nización a Inglaterra araíz de apresamiento detres buques ingleses.

Page 384: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

366

1888

1889

18901900

Publica The IndustrialVillage of the Future,Le Salariat.

Brasil: eliminada laesclavitud negra.

Publica Le centenairede la révolution, Ce quectest qutune gréve,Brain Work and ManualWork.

Francia: creación de laII Internacional a partirde Congreso del movi-miento obrero y socia-lista; aprueban formarpartidos socialistas encada nación y celebra-ción del 1º de mayopara luchar por la jor-nada laboral de ochohoras. Rusia: atentadosy terrorismo.

Delegados obrerosargentinos asisten afundación de IIInternacional.

En 1897 es invitado aCanadá por laAsociación Británicapara el Avance de laCiencia. Prolonga suviaje hacia EstadosUnidos y visita NewYork y Boston. ElAtlantic Monthly lepropone publicar susmemorias. Librospublicados en esteperíodo: La Conquêtedu Pain,, Fields,Factories andWorkshops.

Cuba: Martí funda enEstados Unidos elPartido RevolucionarioCubano y Puertorriqueño.Muere en Dos Ríos.Argentina: Lugones pro-mueve huelgas estudian-tiles y funda primer cen-tro socialista en Córdoba.España pierde la guerracontra Estados Unidos ylos territorios de Cuba,Puerto Rico y Filipinas.Venezuela: Triunfa larevolución liberal conCipriano Castro.Estados Unidos eInglaterra firman conPanamá tratado parafabricar el canal.

España: PartidoSocialista ObreroEspañol y UniónGeneral deTrabajadores enBarcelona.

Inglaterra: anexionaBirmania. Conflictosentre Francia y Alemania.España: Barcelona, aten-tados y represión de losanarquistas. Primernúmero de la revista Vidaliteraria. Rusia: Nicolás IIasume el poder tras muer-te de Alejandro III.Rusia: Lenin es arrestado.Francia: se fundaConfederación Generaldel Trabajo.China: Rebelión de losboxers. Alemania:Finaliza huelga minera.Primer periódicoFeminista, La Fronda,publicado porMargueritte Durand.Sigmund Freud: La inter-pretación de los sueños.

Page 385: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

367

1901

1902

1904

1905

Visita nuevamenteEstados Unidos. Susalud se resiente con elviaje y escribe a suamigo Guillaume queno le queda muchotiempo de vida.Publica L’Organisationde la vindicte appelléeJustice, ModernScience and Anarchism,The Development ofTrade Unionism.

Enmienda Platt.Estados Unidos estable-ce protectorado sobreCuba y se asegura labase de Guantánamo.Reino Unido cede aEstados Unidos derechoexclusivo a construir elCanal de Panamá.Theodore Rooseveltdefine la política del«gran garrote».Venezuela: CiprianoCastro es nombrado ofi-cialmente presidente.

Publica Zapiski revo-lutsionera, The ethicalneeds of the presentday y Mutual Aid (LaAyuda Mutua).

Independencia de Cuba:Fin de la ocupaciónmilitar norteamericana.Fijación de límites entreChile y Argentina.Guerra entre Brasil yBolivia. Venezuela:Bloqueo naval por partede Alemania, Italia eInglaterra. Intervenciónde Estados Unidos paraacabar el bloqueo.

Fundación del PartidoRadical y RadicalSocialista francés.

Publica The ethicalneeds of the present day,Comment fut fondé LeRévolté, Maxím Górk.

Termina la guerraentre Brasil y Bolivia.Estados Unidos gana elcontrol de la Zona delCanal de Panamá.

Francia: jornada detrabajo de los minerosen nueve horas.España: se empleantropas para cobrarimpuestos.

Guerra Ruso-Japonesa.Manifestación de muje-res en Valladolid pidien-do «pan y trabajo».

Publica TheConstitutionalAgitation in Russia yBakunin, que a pesarde su alejamiento espublicado en el Khleb ivolia. Se imprime sulibro académico Idealsand realities in Russianliterature.

Los mineros británicosdel carbón, menores de 18años, obtienen la jornadadiaria de 8 horas.Revolución Rusa de 1905.Noruega se independizade Suecia. Alzamiento delacorazado Potemkin enRusia. Japón derrota aRusia.

Page 386: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

368

1906

1908

1909

1910

1911

1912

1913

Publica Nashe otnos-henie k kret’ianskim irabochim soiuzam yThe Conquest ofBread.

Se residencia enBrighton, de mejorclima que Londres.Viaja a Suiza e Italiapara alejarse del invier-no inglés que deteriorasu salud.

Turquía: Revolución delos Jóvenes Turcos.China: Kuomintang.Friedrich Nietzsche:Ecce Homo.

Venezuela: J.V. Gómezasume el poder.

Publica Anarchism: itsphilosophy and ideal,The Terror in Russia,The Great FrenchRevolution, 1789-1793y Anarchism: its philo-sophy and ideal.

Colombia reconoceindependencia dePanamá.

La situación de miseriase agrava día a día enEspaña. Gran Bretaqñainvade Egipto.

Serbia acepta el controlde Austria en Bosnia-Herzegovina.Lenin: Materialismo yempiriocriticismo.

Escribe para laEnciclopedia Británicael ensayo Anarchism ypublica Insurrection etrévolution.

Se crea UniónPanamericana.Inicio de la RevoluciónMexicana en Puebla.

Publica el libroThe State: Its HistoricRole.

Guerra Italo-Turca.Cae la dinastía Manchúen China. Día interna-cional de la mujer.

Descubrimiento de Machu Picchu.

Publica el Libro:Modern Science andAnarchism.

República Popular China.Asesinato del Presidentedel Gobierno español,José Canalejas.Tibet se declara indepen-diente.

Fundación del PartidoObrero Socialista deChile. Rebeldes mexi-canos toman CasasGrandes.

Convence a las autori-dades Suizas para quele permitan vivir en esepaís. Publica: LaCroisade la science deM. Bergson, TheComing War.

Mahatma Gandhi esarrestado en Sudáfrica.

Page 387: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

369

1914

1915

1916

1917

1918

Publica L’action anar-chiste dans la révolution.

Pancho Villa derrota aHuerta en Zacatecas.

Publica War! y Law andauthority; an anarchistessay.

Pancho Villa asumepoderes militares yciviles en México.

Asesinato delArchiduque FranciscoFernando en Sarajevo:Primera Guerra Mundial.Turcos matan dos millo-nes de griegos.

Se traslada inmediata-mente a Petrogrado,donde desarrolla múlti-ples actividades en elgobierno naciente.

Estados Unidos entraen la Gran Guerra.

Ejecución de los serbioscondenados por el aten-tado de Sarajevo.Comienza genocidioarmenio por el estadoTurco.

Revolución Rusa.Gobierno revolucionariobolchevique al mandode Lenin.

Abandona toda funciónde gobierno y se esta-blece en Dimitrov, con-vencido de que la revo-lución se ha detenido.

París bombardeado porprimera vez. Ejército británico tomaJericó (Palestina). Turcos incendian biblio-teca de Bagdad. Sultán Mehmed V subeal trono turco.Termina Primera GuerraMundial. Asesinato delZar y su familia.

Publica La NouvelleInternationale.

Primera GuerraMundial: Fuerzas aliadasse retiran de Gallipoli.Batalla de Verdún.Retirada Rusa.Hundimiento del Titanic.Inicio de la Guerra deIndependencia enIrlanda.

César Vallejo: Losheraldos negros.

Page 388: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

370

1919

1921

Escribe varias cartas aLenin, analizando losproblemas de la pobla-ción. Aprovecha sutiempo para terminarvarios libros que habíanquedado pendientes.Se publica DirectAction of Environmentand Evolution.

Asesinato de E Zapataen México.Detienen en EstadosUnidos a comunistas yanarquistas.Se crea la Sociedd delas Naciones.Semana trágica derevueltas en BuenosAires.

Alemania: RosaLuxemburgo, KarlLiebknecht y WilhelmPieck fundan el PartidoComunista.Se funda el partido queluego fuera Nacionalsocialista.Revolución espartaquistafracasada y RosaLuxemburgo es asesinada.Ejercito sovietico ocupaUcrania.Mussolini funda elPartido Fascista.Firma del Tratado deVersalles.

Fallece en febrero, enDimitrov. Aunque losanarquistas eran perse-guidos en toda Rusiaen ese momento, unaaprobación directa deLenin les permiteorganizar su funeral,al cual asisten nume-rosas personas.

Estados Unidos entraen la Gran Guerra.

Detenciones de comu-nistas en Francia.Gran Bretaña ocupaDublin. Rebelionesobreras en Petrogrado yMoscú. Se crea elPartido ComunistaEspañol.

* Como el autor escribió en por lo menos tres idiomas diferentes, hemos conser-vado los nombres de sus trabajos en la lengua original en que fueron escritos.

Page 389: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Anexo

Page 390: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora
Page 391: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

KROPOTKIN NO ESTABA TAN CHIFLADO

STEPHEN JAY GOULD

A finales de 1909, dos grandes hombres mantenían co -rres pondencia pasando por sobre océanos, religiones, ge -neraciones y razas. León Tolstoi, el sabio de la no violen -cia cristiana, en sus últimos años le escribió a MahatmaGandhi, el luchador por los derechos de los colonos hin-dúes en Sudáfrica:

Dios ayude a nuestros queridos hermanos y compañerostrabajadores en el Transvaal. La misma lucha de la ter-sura contra la aspereza, de la humildad y el amor contrael orgullo y la violencia, cada año se va haciendo sentircon mayor fuerza también entre nosotros.

Un año más tarde, cansado de los conflictos domésti-cos e incapaz de soportar la contradicción de vivir en lapobreza cristiana en una próspera heredad manejada conlos ingresos indeseados provenientes de sus grandesnovelas (escritas antes de su conversión religiosa y publi-cadas por su esposa), Tolstoi huyó en tren en busca deparajes desconocidos y un final más sencillo para sus díasde mengua. Le escribió a su esposa:

Mi partida te afligirá. Lo siento mucho, pero comprende ycréeme que no podía ser de otra manera. Mi posición en

Page 392: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

374

la casa se está volviendo, o ya se volvió, inaguantable.Aparte de todo lo demás, no puedo seguir viviendo enlas condiciones de suntuosidad en que lo he venidohaciendo. Hago lo que comúnmente hacen los viejos demi edad: dejar esta vida mundana para pasar los últimosdías de mi vida en paz y soledad.

Pero el último viaje de Tolstoi fue breve e infeliz.Menos de un mes más tarde, el frío y la fatiga por losnumerosos trayectos prolongados en los trenes rusos enlas cercanías del invierno, hicieron que contrajera neu-monía y murió a los ochenta y dos años en la casa deladministrador de la estación de Astapovo. Demasiado dé -bil para escribir, dictó su última carta el 1º de noviembrede 1910, dirigida a un hijo y una hija que no compartíansus opiniones acerca de la no violencia cristiana. Tolstoiofrecía en ella una última palabra de advertencia:

Las opiniones que ustedes se han formado acerca deldarwinismo, la evolución y la lucha por la existencia noles van a explicar el significado de sus vidas ni les pro-porcionarán una guía para sus acciones, y una vida sinexplicación de su significado y su importancia, y sin laguía infalible que de ella emana, es una existencia lasti-mosa. Piensen en ello. Se los digo probablemente alborde de la muerte, porque los amo.

La queja de Tolstoi ha sido la más común de todas lasdenuncias en contra de Darwin, desde la publicación deEl origen de las especies en 1859 hasta hoy. El darwinis-mo, argumenta la carta, socava la moralidad al pretenderque el éxito en la naturaleza sólo puede ser medido por la

Page 393: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

375

victoria en una batalla sangrienta —la «lucha por la exis-tencia» o la «supervivencia del mejor adaptado», paracitar los lemas escogidos por el propio Darwin—. Si que-remos que «la humildad y el amor» venzan a «el orgulloy la violencia» (como le escribió Tolstoi a Gandhi) enton-ces tenemos que repudiar la visión de Darwin del proce-der de la naturaleza, como lo planteó Tolstoi en la súpli-ca final a sus hijos descarriados.

Ese cargo contra Darwin es desleal por dos razones.Primero, la naturaleza (no importa cuán cruel en térmi-nos humanos) no proporciona ninguna base para nuestrosvalores morales. (La evolución debería, en todo caso, ayu -dar a explicar por qué tenemos sentimientos morales, pe rola naturaleza jamás puede decidir por nosotros si determi-nada acción particular es correcta o incorrecta). Se gundo,la «lucha por la existencia» de Darwin constituye unametáfora abstracta, no una declaración explícita acerca deuna batalla sangrienta. El éxito en la reproducción, el cri-terio de la selección natural, opera de muchas maneras: lavictoria en la batalla puede ser un camino, pero la coope-ración, la simbiosis y la ayuda mutua también aseguran eléxito en otros tiempos y contextos. En un pasaje famoso,Darwin explicó su concepto de lucha evolucionista:

Empleo ese término en su sentido lato y metafórico,incluida la dependencia entre los seres, e incluida tam-bién (y más importante aún) no sólo la vida del indivi-duo, sino el éxito en dejar progenie. Se puede decir conapego a la verdad que en tiempo de escasez de alimen-tos dos animales caninos lucharán entre ellos para con-seguir alimento y vida. Pero de una planta al borde del

Page 394: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

376

desierto se dice que lucha por la vida en contra de lasequía. (…) Dado que el muérdago es diseminado porlos pájaros, su existencia depende de éstos, y se puededecir metafóricamente que lucha con otras plantas quedan frutos, a fin de tentar a los pájaros a devorarlos ydiseminar así sus semillas y no las de otras plantas. Enesos varios sentidos, que se entrecruzan, empleo yo enaras de la conveniencia el término general de lucha porla existencia (Origin of Species, 1859, pp. 62-63).

No obstante, en otro sentido, la queja de Tolstoi no resul-ta del todo infundada. Darwin sí presentó una definición delucha abarcadora y metafórica, pero sus ejemplos realesciertamente se inclinaban a la batalla sangrienta: «La natu-raleza, con dientes y garras rojas», en un verso de Tennysontantas veces citado que pronto se convirtió en cliché auto-mático de su visión de la vida. Darwin basaba su teoría dela selección natural en la lamentable opinión de Malthus deque el crecimiento de la población tiene que agotar la exis-tencia de alimentos y conducir a una batalla campal por losrecursos en extinción. Más aún, Darwin mantuvo una limita-da pero controladora visión de la ecología como un mundorepleto de especies en competencia, tan equilibrado y tanabarrotado que la única forma como una nueva especiepodría llegar a entrar es literalmente echando afuera a algu-no de los antiguos habitantes. Darwin expresó esa opiniónen una metáfora más central aún para su visión general quela del concepto de lucha: la metáfora de la cuña. La natura-leza, escribe, es como una superficie con diez mil cuñas cla-vadas apretadamente que ocupan todo el espacio disponible.Una especie nueva (representada como una cuña) sólopodrá penetrar en una comunidad si se introduce por un

Page 395: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

377

mínimo resquicio y fuerza la salida de otra cuña. El éxito,en esa visión, nada más se puede lograr mediante la tomadirecta en abierta contienda.

A más de esto, el principal discípulo de Darwin,Thomas Henry Huxley, desarrolló esa visión «gladiado-ral» (el termino es suyo) de la selección natural en unaserie famosa de ensayos sobre ética. Huxley sostenía queel predominio de la batalla sangrienta definía el procederde la naturaleza como amoral (no explícitamente inmoral,pero sin duda incapacitada para ofrecerle alguna guía alcomportamiento moral).

Desde el punto de vista del moralista, el mundo animalestá casi en el nivel de un espectáculo de gladiadores. Lascriaturas son tratadas con bastante equidad, y puestas apelear. A partir de allí los más fuertes, los más prestos y losmás astutos sobrevivirán para volver a pelear al día siguien-te. El espectador no necesita mostrar el pulgar hacia abajo,pues no se da cuartel.

Pero Huxley va aún más allá. Toda sociedad humana eri-gida siguiendo esas líneas de la naturaleza caerá en laanarquía y la desdicha: el brutal mundo de bellum omniumcontra omnes de Hobbes (donde bellum significa «guerra»,no «belleza»), la guerra de todos contra todos. Por consi-guiente, el principal propósito de la sociedad tiene que serla mitigación de la lucha que define el sendero de la natu-raleza. Estudiemos la selección natural y hagamos lo con-trario en la sociedad humana.

Mas en la sociedad civilizada el resultado inevitable deesa obediencia [a la ley de la batalla sangrienta] es el resta-blecimiento, en toda su intensidad, de la lucha por la existen-cia —la guerra de todos contra todos— cuya mitigación oabolición constituía el fin principal de la organización social.

Page 396: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

378

Esa aparente discordancia entre el proceder natural ycualquier esperanza para la decencia social humana ha defi-nido el tema central del debate en torno a la ética y la evo-lución a partir de Darwin. La solución de Huxley ha con-quistado muchos partidarios: la naturaleza nada tiene deamable y no brinda ninguna guía para la moralidad, excep-to, quizá, como indicadora de lo que hay que evitar en lasociedad humana. Mi propia preferencia se inclina a unasolución diferente basada en la toma en serio de la visiónmetafórica de la lucha de Darwin (declaradamente a pesarde la preferencia de éste por los ejemplos de gladiadores):la naturaleza a veces nada tiene de amable, a veces lo es (enrealidad ninguna de ambas cosas, dado que los términoshumanos resultan tan inapropiados). Cuando presentamosejemplos de todos los comportamientos (bajo la rúbricametafórica de lucha), la naturaleza no favorece a ninguno yno ofrece directriz alguna. Los hechos de la naturaleza nopueden proporcionar guía moral en ningún caso.

Pero algunos pensadores han propugnado una tercerasolución que sí desea hallar una base para la moralidad enla naturaleza y en la evolución. Ya que podemos detectarmucho consuelo moral en la interpretación gladiadoral,esa tercera posición tiene que reformular el proceder dela naturaleza. Las palabras de Darwin acerca del caráctermetafórico de la lucha ofrecen un punto de partida pro-misorio. Podría argumentarse que se han sobrevaloradolos ejemplos de gladiadores y se les ha hecho pasar porpredominantes. Quizá la cooperación y la ayuda mutuasean los resultados más comunes de la lucha por la exis-tencia. Quizá la comunicación y no el combate conduzcaa un mayor éxito en la reproducción en la mayoría de lascircunstancias.

Page 397: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

379

La expresión más famosa de esa tercera solución po -demos hallarla en La ayuda mutua, publicada en 1902 porel revolucionario anarquista ruso Pyotr Kropotkin.(Debemos dejar a un lado el viejo estereotipo del anar-quista barbudo que coloca bombas y que merodea furti-vamente las calles durante la noche. Kropotkin fue unhombre genial, para algunos casi un santo, que promovióuna visión de pequeñas comunidades que fijan sus pro-pios patrones por consenso y en beneficio de todos, eli-minando así la necesidad de la mayoría de las funcionesde un gobierno central). Kropotkin, un noble ruso, vivióexiliado en Inglaterra por razones políticas. Escribió Laayuda mutua como respuesta directa al ensayo de Huxleyantes citado, «La lucha por la existencia en la sociedadhumana», publicado en The Nineteenth Century en febre-ro de 1888. Kropotkin le respondió a Huxley con unaserie de artículos, publicados también en el mismo diarioy recogidos finalmente en su totalidad con forma de libroen La ayuda mutua.

Como lo sugiere el título, Kropotkin argumenta, en supremisa fundamental que, como criterio principal deléxito en la evolución, la lucha por la existencia conducepor lo general a la ayuda mutua y no al combate. Por lotanto, la sociedad humana debe construir sobre nuestrasinclinaciones naturales (y no a la inversa de ellas, comosostenía Huxley) la formulación de un orden moral que letraerá tanto la paz como la prosperidad a nuestra especie.En una serie de capítulos, Kropotkin trata de ilustrar lalínea de continuidad que va desde la selección natural parala ayuda mutua entre los animales hasta la base del éxito enla organización social humana cada vez más progresista.Sus cinco capítulos secuenciales abordan la ayuda mutua

Page 398: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

380

entre los animales, entre los salvajes, entre los bárbaros,en la ciudad medieval y entre nosotros.

Confieso que siempre había visto a Kropotkin como eltípico deschavetado, aunque innegablemente bien inten-cionado. Así se le presenta en los cursos usuales de bio-logía evolucionista: como uno de esos pensadores depeluche que le permiten la entrada en el método de larigidez analítica a la esperanza y la sentimentalidad, dis-puestos a aceptar la naturaleza tal cual es, las verrugasincluidas. Después de todo, era un hombre de extrañascreencias políticas e ideales impracticables, retorcido porel contexto de su juventud, un extraño en tierra extraña.Más aún, el retrato que él se hizo de Darwin se ajustabatanto a sus ideales sociales (la ayuda mutua establecidanaturalmente como producto de la evolución, sin necesi-dad de una autoridad central) que se podría ver que en susplanteamientos priva la esperanza personal por sobre laprecisión científica. Kropotkin ha estado por largo tiem-po en mi lista de temas potenciales para un ensayo (por-que yo quería leer directamente su libro y no repetir a cie-gas la interpretación que venía en los textos), pero nuncaprocedí porque no pude encontrar un contexto que abar-case más allá del hombre mismo. Las mentes chifladasson interesantes como chismografía, a lo mejor como psi-cología, mas la idiosincrasia verdadera constituye la peorbase posible para la generalidad.

Pero esa situación cambió para mí repentinamentecuando leí un artículo muy bueno en el último número deIsis (nuestra destacada publicación profesional de histo-ria de la ciencia), escrito por Daniel P. Todes: «La metá-fora maltusiana de Darwin y el pensamiento evolucionis-ta ruso, 1859-1917». Me di cuenta de que la estrechez de

Page 399: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

381

miras había sido mía, en mi ignorancia del pensamientoevolucionista ruso, y no de Kropotkin en su aislamientoen Inglaterra. (Puedo leer ruso, pero a duras penas y conun diccionario… lo que significa, para todo efecto prácti-co, que de hecho no puedo leer en ese idioma). Sabía queDarwin se había convertido en un héroe para la intelli-gentsia rusa y había influido en la vida académica enRusia quizá más que en cualquier otro país. Pero virtual-mente nada de su obra en ruso ha sido traducida jamás oestudiado siquiera en la literatura en inglés. Las ideas desu escuela nos son desconocidas, ni siquiera reconoce-mos los nombres de los principales protagonistas. Yoconocía a Kropotkin porque él había publicado en inglésy vivió en Inglaterra, pero nunca comprendí que repre-sentaba un modelo, la muy desarrollada crítica de Darwinrusa, basada en razones interesantes y tradiciones nacio-nales coherentes. El artículo de Todes no hace que Kro -potkin resulte más correcto, pero sí ubica su escrito en uncontexto general que nos exige respeto y nos ilumina demanera sustancial. Kropotkin formaba parte de una corrien-te importante que fluía en una dirección que no conocíamos,no un riachuelo aislado.

Esa escuela de crítica darwinista rusa, argumentaTodes, basaba su premisa fundamental en un firme recha-zo de la pretensión de Malthus de que la competencia, ala manera de los gladiadores, tiene que dominar en unmundo cada vez más abarrotado, en el que la población,que crece geométricamente, inevitablemente agotará unabastecimiento de comida que sólo puede crecer aritmé-ticamente. Tolstoi, que hablaba en nombre de un consen-so de sus compatriotas, tildó a Malthus de «mediocremalicioso».

Page 400: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

382

Todes halla un diverso conjunto de razones tras la hos-tilidad rusa para con Malthus. Las objeciones políticas alcarácter «todo para mí, nada para ti» de la competenciaindustrial occidental surgen de ambos extremos delespectro ruso. Todes escribe:

Los radicales, que tenían la esperanza de construir unasociedad socialista, veían al maltusianismo como unacorriente reaccionaria en la economía política burguesa.Los conservadores, que tenían la esperanza de preservarlas virtudes comunales de la Rusia zarista, lo veíancomo una expresión del «tipo nacional británico».

Pero Todes identifica una razón muchísimo más inte-resante en la experiencia inmediata de la tierra y la histo-ria natural de Rusia. Todos tenemos la tendencia a hilva-nar teorías universales a partir de una esfera limitada decircunstancias periféricas. Muchos genetistas leen elmundo de la evolución entera en los confines de un fras-co de laboratorio lleno de moscas de la fruta. Mis dudascada vez mayores acerca de la adaptación universal nacenen gran parte, indiscutiblemente, del hecho de que yoestudio un caracol peculiar que varía mucho y muy capri-chosamente dentro de un medio ambiente aparentementeinvariable, y no un ave en vuelo o alguna otra maravilladel diseño natural.

Rusia es un país inmenso, subpoblado bajo cualquiermedición del siglo XIX de su potencial agrícola. Es también,en la mayor parte de su territorio, una tierra agreste, en laque es más probable que la competencia ponga antes al indi-viduo a pelear en contra de su entorno (como en la luchametafórica de Darwin de la planta al borde del desierto) que

Page 401: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

383

a un organismo en contra de otro organismo en enfrenta-miento directo y sangriento. ¿Cómo podía cualquier ruso,con un fuerte sentimiento por su propio entorno rural, veral principio de la sobrepoblación de Malthus como unbasamento para la teoría evolucionista? Todes escribe:

Les resultaba extraño a su experiencia porque, así desimple, la inmensa masa de tierra de Rusia minimizabasu dispersa población. Para que un ruso viese que unapoblación en aumento inexorable inevitablemente ago-taría la potencial existencia de comida y espacio serequería un enorme salto de la imaginación.

Si esos críticos rusos podían aunar su escepticismo per-sonal a la visión desde su propio traspatio, también estabanen capacidad de reconocer que el empeño de Darwin enplantear lo contrario podría estar evidenciando la estrechezde miras de su entorno distinto y no un conjunto de verda-des necesariamente universales. Malthus resulta muchomejor profeta en un país industrial superpoblado que profe-se un ideal de competencia abierta en el libre mercado. Esmás, muchas veces se ha afirmado que Darwin y AlfredRussel Wallace desarrollaron de manera independiente lateoría de la selección natural luego de una experiencia ini-cial con la historia natural en el trópico. Ambos declara-ron haberse inspirado en Malthus, de nuevo independien-temente, pero si es cierto que la fortuna favorece a lasmentes entrenadas, entonces su experiencia tropical lospredispuso a ambos a leer a Malthus con simpatía y apro-bación. Ninguna otra zona de la tierra está tan provista deespecies, y por lo tanto tan repleta de competencia cuer-po a cuerpo. Un inglés que haya conocido los procederes

Page 402: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

384

de la naturaleza en los trópicos estaba casi condenado aver la evolución de modo diferente a un ruso que se crióescuchando los cuentos de la tierra baldía siberiana.

Por ejemplo, N.I. Danilevsky, experto en pesquería ydinámica poblacional, publicó en 1885 una extensa críti-ca de Darwin en dos volúmenes. Identificaba la lucha porel lucro personal como el credo de un «tipo nacional»distintivamente británico, en contraste con los antiguosvalores eslavos del colectivismo. Un niño inglés, escribe,«boxea sólo con otro niño, no en grupo como nos gustahacerlo a los rusos». Danilevsky veía la competencia deDarwin como una «doctrina puramente inglesa» funda-mentada sobre una línea del pensamiento inglés quearranca de Hobbes y pasa por Adam Smith hasta llegar aMalthus. La selección natural, escribió, tiene sus raícesen «la guerra de todos contra todos, que hoy llaman lalucha por la existencia (la teoría de la política deHobbes), y en la competencia (la teoría económica deAdam Smith) (…) Malthus aplicó el mismo principio alproblema de la población (…) Darwin extendió tanto lateoría parcial de Malthus como la teoría general de loseconomistas políticos hasta el mundo orgánico» (las citasprovienen del artículo de Todes).

Cuando miramos La ayuda mutua de Kropotkin a laluz de los descubrimientos de Todes acerca del pensa-miento evolucionista ruso, tenemos que revertir la visióntradicional e interpretar su obra como vertiente principalde la crítica rusa, y no como chifladura personal. La lógi-ca central de la argumentación de Kropotkin es sencilla,directa y convincente en grado sumo.

Page 403: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

385

Kropotkin comienza por reconocer que la lucha juegaun papel central en las vidas de los organismos y tambiénproporciona los principales ímpetus para su evolución.Pero sostiene que la lucha no ha de ser vista como unfenómeno unitario. Tiene que ser dividida en dos formasfundamentalmente diferentes, con significados evolucio-nistas contrarios. Tenemos que reconocer, antes que nada,la lucha de organismo contra organismo por los recursoslimitados: el tema que Malthus le impartió a Darwin yque Huxley describe como gladiadoral. Esa forma delucha directa sí conduce a la competencia por el benefi-cio personal.

Pero una segunda forma de lucha —que Darwin llamómetafórica— pone a los organismos a pelear contra lainhospitabilidad de los ambientes físicos circundantes, noen contra de los demás miembros de la misma especie. Losorganismos tienen que luchar contra el frío, para sobrevivira los peligros repentinos del incendio y la tormenta, parapersistir a lo largo de duros períodos de sequía, nieve opeste. Esas formas de lucha entre los organismos y el medioambiente se libran mejor con la cooperación entre losmiembros de la misma especie a través de la ayuda mutua.Si la lucha por la existencia pone a pelear a dos leones poruna cebra, entonces asistiremos a una batalla felina y unacarnicería equina. Pero si los leones están luchando juntosen contra de lo inhóspito de un entorno inanimado, enton-ces pelear no eliminará a un enemigo común, sino que lacooperación podría vencer un peligro cuya superaciónescapa al poder de cualquier individuo aislado.

Kropotkin creó, entonces, una dicotomía dentro de lanoción general de lucha, dos formas con significacióndiferente: (1) organismo contra organismo de la misma

Page 404: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

386

especie por recursos limitados, que conduce a la compe-tencia; y (2) organismo contra medio ambiente, que con-duce a la cooperación.

Ningún naturalista pondrá en duda la idea de que lamayor generalización de nuestro siglo xx es la lucha porla vida llevada a cabo a través de la naturaleza orgánica.La vida es una lucha, y en esa lucha sobreviven los mejoresadaptados. Pero las respuestas a las preguntas «¿mediantecuáles armas es llevada principalmente esa lucha?» y«¿quiénes son los mejor adaptados en la lucha?» seránmuy distintas según la importancia que se les de a los dosdiferentes aspectos de la lucha: la directa, por la comiday el estar a salvo, que se libra entre los individuos porseparado, y la que Darwin describió como «metafórica»:la lucha, con mucha frecuencia colectiva, en contra de lascircunstancias adversas.

Darwin reconoció que ambas formas existían, pero sulealtad para con Malthus y su visión de la naturalezarebosante de especies lo llevó a enfatizar el aspecto com-petitivo. Luego, los devotos de Darwin menos sofistica-dos exaltaron la visión competitiva hasta casi la exclusi-vidad, y vaciaron en ella un significado social y moral.Llegaron a concebir el mundo animal como un mundo delucha perpetua entre individuos medio muertos de ham-bre, sedientos de sangre ajena. Hicieron retumbar a laliteratura moderna con el grito de guerra de «¡ay de losvencidos!», como si se tratase de la última palabra de labiología moderna. Elevaron la lucha «sin cuartel» por elprovecho personal a la altura de un principio biológico alque el hombre también tenía que someterse, bajo la ame-naza de que, de no ser así, sucumbiría en un mundo en elexterminio mutuo.

Page 405: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

387

Kropotkin no negaba la forma competitiva de la lucha,pero argumentaba que se le había restado importancia alestilo cooperativo, y que si se consideraba a la naturalezaen su conjunto había que señalar que existía un equilibrio,e incluso hasta el predominio de la cooperación sobre lacompetencia.

Hay una inmensa cantidad de guerra y exterminio enmarcha entre las diversas especies; al mismo tiempo haylo mismo, o quizá hasta más, de apoyo mutuo, ayudamutua y defensa mutua… La sociabilidad resulta ser tanley de la naturaleza como la lucha mutua.

A medida que Kropotkin hacia girar la manivela de susejemplos seleccionados y le daba arranque a sus propiaspreferencias, se iba convenciendo cada vez más de que elestilo cooperativo, que conducía a la ayuda mutua, no sólopredominaba en general, sino también caracterizaba a lascriaturas más avanzadas en las agrupaciones de hormigas,entre los insectos, y los mamíferos, entre los vertebrados.Por consiguiente, la ayuda mutua se convierte en un princi-pio más importante que la competencia y la matanza.

Pero si (…) le preguntamos a la naturaleza «¿quiénesresultan más aptos: los que están constantemente en gue-rra contra los demás, o los que se apoyan entre ellos?»,vemos de inmediato que los animales que adquieren hábi-tos de ayuda mutua son indudablemente los más aptos.Tienen más oportunidades de sobrevivir, y alcanzan, ensus respectivas clases, el más alto desarrollo de inteligen-cia y organización corporal.

Si preguntamos por qué Kropotkin favorecía la coopera-ción mientras la mayoría de los darwinistas del siglo XIX

Page 406: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

388

propugnaban que la competencia era el resultado predo-minante de la lucha en la naturaleza, saltan a la vista dosrazones principales. La primera parece menos interesan-te, pues resulta obvia bajo el principio levemente cínicopero sumamente realista de que los verdaderos creyentestienden a leer sus preferencias sociales en la naturaleza.Kropotkin, el anarquista que anhelaba reemplazar lasleyes del gobierno central por el consenso de las comuni-dades locales, ciertamente tenía la esperanza de localizaruna profunda preferencia por la ayuda mutua en la esen-cia más íntima de nuestro ser. Dejemos que la ayudamutua sature la naturaleza y la cooperación humana seconvertirá en mera instancia de la ley de la vida.

Ni el poder demoledor del Estado centralizado ni laenseñanza del odio mutuo y la lucha sin cuartel que nos lle-gaba, adornada con los atributos de la ciencia, de los filó-sofos y sociólogos serviciales, podían arrancar de raíz elsentimiento de solidaridad humana, alojado en lo más hon -do del entendimiento y el corazón de los seres humanos,porque lo había nutrido toda la evolución precedente.

Pero la segunda razón resulta más iluminadora, comograta percepción empírica proveniente de la propia expe-riencia del Kropotkin naturalista, y como afirmación dela fascinante tesis de Todes de que el curso normal de laideología a la interpretación de la naturaleza puede serinvertido a veces, y que el escenario natural puede influiren la preferencia social. De joven, mucho antes de suconversión al radicalismo político, Kropotkin pasó cincoaños en Siberia (1862-1866), poco después de que Dar -win publicase El origen de las especies. Iba como oficialdel ejército, pero esa comisión sirvió de convenientecobertura para su anhelo de estudiar la geología, la geo-

Page 407: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

389

grafía y la zoología del vasto interior de Rusia. Allí, en elpolo opuesto de las experiencias tropicales de Darwin,vivió en el entorno menos receptivo para la visión deMalthus. Observó un mundo escasamente poblado, aso-lado por frecuentes catástrofes que amenazaban a lasescasas especies capaces de hallar un lugar en semejantedesolación. Como potencial discípulo de Darwin, busca-ba la competencia, mas rara vez encontró alguna. Encambio, observaba continuamente los beneficios de laayuda mutua a la hora de vérselas con una inhospitalidadexterior que amenazaba a todos los seres por igual y nopodía ser vencida con analogías de la guerra o boxeo.

En resumen, Kropotkin tenía una razón personal yempírica para preferir ver a la cooperación como unafuerza natural. Eligió ese tema como párrafo inicial de Laayuda mutua:

Dos aspectos de la vida animal me impresionaron sobre-manera durante los viajes que hice en mi juventud por laSiberia Oriental y el norte de Manchuria. Uno de ellosfue la extrema severidad de la lucha por la existenciaque la mayoría de las especies lleva a cabo en contra deuna naturaleza inclemente; la enorme destrucción de lavida que resulta periódicamente de los factores natura-les; y la consiguiente precariedad de la vida en todo elvasto territorio que me tocó observar. Y el otro fue que,incluso en los pocos parajes donde la vida animal proli-feraba, no pude hallar —aunque la busqué afanosamen-te— la cruenta lucha por los medios de subsistencia,entre animales pertenecientes a la misma especie que lamayoría de los darwinistas (aunque no siempre el pro-pio Darwin) consideran la característica dominante de lalucha por la vida, y el factor principal de la evolución.

Page 408: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

390

¿Qué podemos hacer hoy con la argumentación deKropotkin, y con la de toda la escuela rusa que él represen-taba? ¿Fueron ellos simplemente víctimas de la esperanzacultural y el conservadurismo intelectual? No lo pienso así.De hecho, yo sostendría que la argumentación básica deKropotkin es correcta. La lucha sí se presenta con muchasmodalidades, y algunas conducen a la cooperación entre losmiembros de una especie como el mejor camino hacia elbeneficio de los individuos. Si Kropotkin exageró la impor-tancia de la ayuda mutua, la mayoría de los darwinianos enla Europa Occidental han exagerado con igual fuerza la dela competencia. Si la esperanza que Kropotkin puso en lareforma social partiendo de su concepto de naturaleza erainapropiada, otros darwinianos se han equivocado con lamisma firmeza (y por motivos que la mayoría de nosotroscondenaríamos hoy) al justificar la conquista imperial, elracismo y la opresión de los trabajadores industriales comoel acerbo resultado de la selección natural en la modalidadcompetitiva.

Yo diría que Kropotkin se equivocó en dos aspectos,uno técnico y el otro general. Sí cometió un error con-ceptual común al no saber reconocer que la selecciónnatural constituye un argumento favorable para los orga-nismos individuales, aunque quizá se produzca una luchaentre ellos. El resultado de la lucha por la existenciapuede que sea la cooperación y no la competencia, perola ayuda mutua tiene que beneficiar a los organismosindividuales en el mundo de la explicación de Darwin.Kropotkin habla a veces de la ayuda mutua como algoseleccionado para el beneficio de poblaciones o especiesenteras: un concepto extraño a la lógica darwiniana clási-ca (en la que los organismos trabajan, aunque inconcien-

Page 409: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

391

temente, para beneficio propio, en términos de genes quepasan a las generaciones futuras). Pero Kropotkin también(y a menudo) reconoció que la selección para la ayudamutua beneficia directamente a cada individuo en su propialucha por el éxito personal. Así, si Kropotkin no captótoda la implicación del argumento básico de Darwin, síincluyó la solución ortodoxa como su justificación pri-maria para la ayuda mutua.

Por lo general me gusta aplicar un método práctico untanto cínico a la hora de juzgar argumentos acerca de lanaturaleza que tengan también abiertas implicacionessociales: cuando tales pretensiones le confieren a la natu-raleza las propiedades que nos hacen sentir bien o satis-facen nuestros prejuicios, ser doblemente suspicaz. Soyespecialmente cauteloso con los argumentos que hallanbondad, mutualidad, sinergia, armonía —los mismos ele-mentos que nos esforzamos enormemente, y tan a menu-do sin lograrlo, por introducir en nuestras propias vidas—intrínsecamente en la naturaleza. No veo ninguna eviden-cia de la noosfera de Teilhard, del estilo California delholismo de Capra, de la resonancia mórfica de Sheldrake.Gaia me impacta como metáfora, no como mecanismo.(Las metáforas pueden ser liberadoras e iluminadoras,pero las teorías científicas nuevas tienen que aportar nue-vas presentaciones de la causalidad. Gaia, para mí, sóloparece reformular, en términos diferentes, las conclusio-nes básicas a las que llegaron hace mucho tiempo losargumentos clásicamente reduccionistas de la teoría delos ciclos biogeoquímicos.

No existen atajos para la percepción moral. La naturale-za no es intrínsecamente algo que pueda ofrecer confort osolaz en términos humanos: quizá porque nuestra especie

Page 410: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

392

resulta ser un insignificante recién llegado a un mundoque no fue construido para nosotros. Tanto mejor así. Lasrespuestas a los dilemas morales no están allá afuera, a laespera de ser descubiertas. Residen, como el reino deDios, dentro de nosotros: el punto más difícil e inaccesi-ble para cualquier descubrimiento o consenso.

NOTAS

1. Fuente: «Kropotkin was no crackpot», Natural History, Nº 106, junio12-21 de 1997. (Transcrito para marxists.org en mayo de 2002)

Page 411: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Índice

Prólogo IXMIGUEL GUAGLIANONE

Prefacioa la edición de 1914 1

PIOTR KROPOTKIN

Introducción 5KENT BROMLEY

Capítulo IAyuda mutua entre los animales 19

Capítulo IIAyuda mutua entre los animales (continuación) 51

Capítulo IIIAyuda mutua entre los salvajes 99

Capítulo IVAyuda mutua entre los bárbaros 141

Capítulo VAyuda mutua en la ciudad medieval 179

Capítulo VIAyuda mutua en la ciudad medieval (continuación) 213

Capítulo VIIAyuda mutua entre nosotros 249

Capítulo VIIIAyuda mutua entre nosotros (continuación) 287

CONCLUSIÓN 321

APÉNDICES 329

CRONOLOGÍA 359

ANEXO 371

Page 412: La ayuda mutua - rupturacolectiva.comrupturacolectiva.com/wp-content/.../Piotr-Kropoktin-El-Apoyo-Mutuo.pdf · que desconocen estos procesos) una visión de la ciencia como portadora

Este libro se terminó de imprimiren septiembre de 2009,

en los talleres de la FUNDACIÓNIMPRENTA DE LA CULTURA,

Caracas, Venezuela.Son 7.000 ejemplares,

impresos en papel Alternative 55,2 grs.