(la biografía) F - puntobiz.com.ar · Le impresionó el dibujo. Un dibujo casi publicitario, estético, como alargado. En Satiricón hizo una adaptación à la Fontanarrosa —argumentos

el negro Fontanarrosa

fontanarrosa

(la biografía)inalmente, se publica la esperada biografía oficial de Roberto Fontanarrosa, cuando se cumplen 70 años de su nacimiento, escrita por el periodista de Página/12, Horacio Vargas.

Fontanarrosa trascendió todos los límites de Rosario, su ciudad natal. El hijo pródigo se convirtió en un verdadero ícono cultural de Argentina, América y España. Humorista, histo-rietista y escritor, fue una figura talentosa y noble. Un narra-dor que contaba con el dibujo, a veces con el texto y otras con las dos cosas.

Su vida está narrada en este libro, el negro Fontanarrosa, como firmaba sus cartas, mails y dedicatorias, como todo el mundo lo llamaba. Se trata de una biografía oficial cuya producción periodística demandó más de un año, con entre-vistas a Joan Manuel Serrat, Crist, Daniel Divinsky, Daniel Rabinovich, Daniel Samper, Jorge Valdano y la Mesa de los Galanes, entre tantos otros.

Además incluye un histórico diálogo con el escritor Osvaldo Soriano sobre fútbol y literatura, la charla con Eduardo Galeano en el Teatro Broadway de Rosario en 2004, sus inigualables discursos con motivo de premios recibidos y una recopilación de sus columnas “Desde El Cairo”, publicadas en el diario Rosario/12. El libro incluye también un dossier con exclusivo material gráfico, fotográfico y cartas del archivo personal de Fontanarrosa, cedidos especialmente para su publicación por su hijo Franco y la madre de este, Liliana Tinivella, y su segunda esposa, Gabriela Mahy. Entre ellos un fragmento de una de las primeras historietas que hizo en su infancia con su amigo Fernando Gutiérrez. Esta biografía puede leerse como el homenaje a una personalidad que se ganó el cariño y el respeto de los argenti-nos. Tal vez por eso el negro Fontanarrosa, el libro, está destinado a perdurar. Esta biografía también puede leerse como el homenaje de una ciudad a una personalidad que se ganó el cariño y el respeto de los rosarinos. Tal vez por eso el negro, el libro, está destinado a perdurar.

ANTICIPO

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De las 296 páginas del libro, 75 contienen fotos, viñetas, historietas, dibujos,cartas y manuscritos,más de 120 imágenesa color y en blanco y negro.

Formato: 24 x 17 cm.

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PRÓLOGO

o, yo no fui uno de los tantos “amigos” que tenía en Rosario. Lo conocí en la redacción de la revista Risario hace más de 30 años, cuando uno recién empezaba en el periodismo y se rodeaba

de Gigantes del Humor Rosarino. Lo volví a ver en Arroyito cuando sufría(mos) por un equipo errante guiado por figuras toscas cuyos apellidos se perdieron en el tiempo.

Después lo entrevisté varias veces para distintos medios. Estuve varias veces en su estudio y en su casa de Alberdi. Una vez le llevé un artículo que había escrito sobre la historia de la prostitución en Rosario para publicar en la revista Sex Humor. El editor me pidió que se lo diera a leer a él para que lo ilustrara. Lo leyó rápidamente y se despidió con “dame unos días”. Un mes después salió la nota en la revista con sus dibujos sobre prostitutas. Hubo más encuentros en Rosario/12, con la excusa de su columna semanal que tanto disfrutába(mos).

Después apareció Franco, con su música, su talento. Me consta que él y Liliana estaban emocionados de verlo crecer. Un día de semana sonó el portero del segundo piso del diario en calle San Lorenzo. Era primavera. Alguien entró, abrió la puerta del ascensor y marcó el segundo piso. Uno de los periodistas vino a mi oficina y avisó: “Te bus-can”. Y allí estaba él, parado en la puerta de ingreso a la redacción, en jogging. “Me dijo que te entregue esto en manos”, señaló con una timi-dez sorprendente, y extendió un cd dentro de un sobre blanco.

—¿Nene, es bueno el pibe, no? —preguntó como un padre que inte-rroga a un profesor—. Te aclaro que a mí me gusta Goyeneche —dijo

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8 el negro Fontanarrosa (La biografía)

y giró el cuerpo, volvió a abrir la puerta del ascensor, cerró la puerta y se despidió con una sonrisa, con la alegría del deber cumplido. Hubo otros encuentros después, más esporádicos, en El Cairo, en La Sede o en la calle. Y una despedida, inevitablemente triste, el día de su muerte.

El paso del tiempo me llevó hasta su última morada. La puerta que abrió gentilmente su segunda esposa, Gabriela, me introdujo en el íntimo Mundo Fontanarrosa. Recorrí su departamento luminoso, su sala de estudio, donde sobresalen las fotos enmarcadas y apoyadas en una suerte de repisa, de Woody Allen, Serrat, el gato de Landrú, los lápices de colores atrapados en un frasco de vidrio, y al fondo un enorme archivo que atesora su vida.

Este libro —se advierte al lector— está escrito siguiendo las instruc-ciones de su Manual Ilustrado, los consejos insuperables a los lectores que fueron a escucharlo a la Feria del Libro de Rosario en 2006:

Primero y principal no tiene que ser un libro gordo. Un libro gordo me parece un abuso de confianza del autor hacia mi tiempo. Es como si aparece alguien y me dice: “Quisiera hablar con vos, ¿tenés dos semanas libres?” . ¿Cuál es el lazo de confianza que me une a ese escritor para que durante dos meses yo me vaya a la cama con él y su libro?

Segundo, y lo va a comprender la gente que ya tiene cierta edad, y no es por la madurez: tiene que tener letra grande. Hay escritores que escribían con letra muy chiquita, y ya a esta altura del campeonato ese esfuerzo es excesivo.

Otra cosa: tiene que tener espacios en blanco. Si abro un libro y veo un masacote negro, como si fuera un amontonamiento de hormigas, yo digo: ¿Por dónde entro al texto?

Otra alternativa: f íjese en capítulos cortos. Usted mismo se va a dar cuenta de la sabiduría del cuerpo humano, está leyendo un libro y de repente observa que sin darse cuenta su mano derecha va buscando las páginas hasta llegar a un capítulo.

Otra cosa que me interesa también es que tenga diálogos, porque a mí me gusta escuchar a los protagonistas. Antes pasaba en algunos diarios, porque ahora el género del reportaje es mucho más fluido, que hacían un reportaje y decían: “Estuvimos en la casa del afamado escultor fulano de tal, y nos dijo que está pensando en hacer una escul-tura que representa a un caballo comiendo una codorniz”. Yo digo: dejalo hablar al escritor, qué te metés en el medio. A mí con los libros


9Prólogo

me pasa eso. Y si están bien escritos mejor, pero siempre préstenle aten-ción a esas consideraciones.

Esta es —en definitiva— la historia de vida de un ícono de la cultura rosarina (y argentina), narrada desde su nacimiento hasta su muerte, escrita desde el inesperado lugar de biógrafo oficial. Luego de haber escrito las biograf ías de Fito Páez y Carlos Reute mann, volví a reincidir en el género. Que lo parió.

La culpa la tiene el biografiado, Roberto Fontanarrosa, ese negro que se hace querer.


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Capítulo 2Intrigas

a escuela pública N° 60 “Mariano Moreno” está ubicada en calle Paraguay, a ocho cuadras de su casa natal. Allí cursó la primaria, en el siglo pasado, una época en que había primero inferior y

primero superior. Rosita tuvo que enfrentar la rebelión escolar de su hijo cuando desde la cama advertía que estaba “enfermo”, no estaba en condiciones de asistir a clases. Armaba escándalos si no se lo con-sentía. Llamaba a su madre para que lo fuera a buscar urgente a la escuela por un dolor impredecible. “Era enfermo de timidez”, diagnos-ticó Rosita, quien con paciencia infinita iba hasta la escuela, lo con-vencía de que tenía que estar en clase y luego se quedaba un rato en el patio, ante el temor de que el ne-grito insistiera con escapar.

En rigor, Fontanarrosa resistía contra el orden establecido: la hora de ingreso a clase. ¿Por qué los chicos tienen que ir tan temprano a la escuela, a las 6.30, con esos inviernos largos y duros, en medio de un frío espantoso y de noche? No aceptaba ese estilo de vida… Mucho tiempo después se enteraría de que Carlos Gardel se levantaba a las ocho de la noche… y era Gardel. De ahí que todo lo emprendido en su

L“Calculé la distancia desdeel pupitre hasta la puerta.En la puerta estaban mi vieja,madres, muy emocionadastodas, y había maestras.Y… en un momento salícorriendo y me fui haciala puerta, y me atraparon.No tenía Plan B”.

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Capítulo 8En el humor, lo que más funciona

es el aquí y ahora

n el aviso gráfico se ve a Perón haciendo una larga fila ante un kiosco de revistas. ¡Satiricón, Satiricón, qué grande sos! ¡Sos el primer gran revistón!, anuncia el General. Era noviembre de

1972, a cuatro meses de elecciones presidenciales. Satiricón, como Hortensia, representaban el renacimiento del periodismo humorístico en Argentina. La revista fue creada por dos publicistas y dibujantes: Oskar Blotta y Andrés Cascioli, y los redactores principales eran Carlos Ulanovsky, quien venía de trabajar en el diario La Opinión, y Mario Mactas, que por entonces trabajaba en Gente.

Satiricón hizo uso de la sátira, entendida como la forma más agre-siva de lo cómico, para cuestionar legitimidades de figuras del espec-táculo y la política y remarcar los prejuicios de la clase media. “Contra toda forma de opresión”, era su slogan. Fontanarrosa, entre otros dibu-jantes, se sumó como colaborador. Cascioli lo conoció primero como lector de Hortensia. Le impresionó el dibujo. Un dibujo casi publicitario, estético, como alargado.

En Satiricón hizo una adaptación à la Fontanarrosa —argumentos deformados con citas al cancionero popular y sucesos de actualidad— de clásicas novelas de aventuras a pedido de Cascioli, como La Ilíada, La Odisea, Otelo, Moby Dick, La isla del tesoro. “Fontanarrosa es harto sensible a los giros coloquiales, a los clichés, a las jergas, a los refranes, para viciar, viñeta a viñeta, el aire sagrado o solemne que pudiera des-prenderse auráticamente de algunas de las historias de origen, que a veces parecen meros trampolines para lanzarse al disparate verbal”,

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TERCERA PARTE

Capítulo 10Los seres queridos

e conocieron en la casa de Crist, en el marco de la Bienal del Humor que se hizo en Córdoba en 1972. Fontanarrosa era uno de los invitados especiales a la fiesta de los dibujantes de todo

el país. Ester Felipe —de una peculiar belleza— estaba a cargo de la coordinación del encuentro.

—La historia es muy simple, entre los éxitos del negro estaban las minas. Se encachiló con la Ester, se enamoró, se venía de Rosario muchas veces a verla sólo a ella, era un amor medio platónico, la corte-jaba… y ella le dio bola —reme-mora Crist, celestino de la época.

“Sí, en aquellas épocas mi her-mana y el Fon fueron novios”, afirma Liliana Felipe, la notable cantante cordobesa radicada en el Distrito Federal de México.

Cuando empezaron a girar por ciudades de Córdoba a dar char-las, Ester los acompañaba junto a Pequeña, la mujer de Crist. Ester le confesó que estaba enloquecida por las cartas que le escribía el rosarino.

“He estado con Ester, ha estado más cariñosa que siempre, usted entiende”, decía una carta llegada desde Rosario para su amigo.

S“Vi a alguien corpulento que bajóde un auto con un cigarrilloen los labios, cerrando la puertacon violencia. Entró por el ladode la ochava como si el lugarfuera suyo. Llevaba saco abierto para que uno entreviese el bufo. Boogie y sus amigos decían queEl Cairo era una cueva de zurdosy seguramente él estaba allípara llenarnos de espanto”.

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CUARTA PARTE

Capítulo 12El fútbol es sagrado

ecuerdos del negro: La casa de sus tíos Paco y Celita, los domingos al atardecer, jugando debajo de una mesa con sus primos. La radio pren-

dida, a los lejos. Escuchaba el resumen de la jornada deportiva como un cantito, como música de fondo. Ponerse nervioso cuando escuchaba los partidos de Central porque no se ve lo que pasa y encima siempre parece que las jugadas son de peli-gro. Entonces, en el entretiempo, con los jugadores en los vestuarios, pasaba las estaciones en la radio y de golpe encontraba una trans-misión de fútbol que no esperaba. Le daba la tranquilidad que todo andaba bien en el mundo.

Los domingos a las siete de la tarde, yendo con su amigo Fernando hasta una casa de artículos del hogar, con frío o con lluvia, y desde la ve-reda, a través de la reja de metal, mirar (porque escuchar no se escuchaba) el programa de televisión “Deportes con opinión” con Dante Panzeri.

En la terraza del edificio Dominicis viendo llegar los tranvías desbor-dados de hinchas desde Arroyito, la gente colgada, saliendo por las ventanas, multitudes por calle Corrientes rumbo al sur.

El día que el padre lo llevó a la cancha de Central por primera vez, ante Tigre en 1954. Una goleada de otra época, 7 a 1, llovía, en un en-cuentro intrascendente.

R“Si hubiera que ponerlemúsica de fondo a mi vida,sería la transmisiónde los partidos de fútbol.”

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QUINTA PARTE

Capítulo 15Fiebre en las gradas

ue testigo de la jugada que solo recuerdan los memoriosos. “¿Vos lo viste jugar a Menotti?”, le preguntó un hincha que compartía el sector de platea de la cancha de Central donde se instalaba el

negro. Era como si le hubiese preguntado si era vecino de Cornelio Saavedra. Todo porque un domingo, César Luis Menotti le hizo un gol histórico nada menos que a Amadeo Carrizo.

El tiempo, que altera considera-blemente las medidas de longitud, ha hecho decir a muchos hinchas canallas que el Flaco pateó desde 40 metros, luego desde 45 y en un par de años se dirá que marcó el gol desde un saque de meta. Lo cierto es que le habrá pegado desde 30 metros o un poco más. Menotti venía ar-mado con la pelota, desde la mitad de cancha, en posición de 9 retrasado y, como no le salía nadie, le pegó al arco como le pegaba Menotti, el tipo al que más fuerte he visto darle a una pelota. La pelota salió al rastrón y, cuando levantó la red del arco que estaba de espaldas a Regatas, a media altura, todavía venía subiendo. Es decir que aún traía potencia, no fue uno de esos tiros violentos y leja-nos que se elevan y caen de emboquillada junto al travesaño.

—Dentro de poco, alguno va a decir que lo hiciste de afuera de la cancha —le tiraba Fontanarrosa a Menotti, en esos asados compartidos, donde se hablaba de fútbol y tangos.

F“Yo, antes de quererparecerme a Hemingway,quise ser Ermindo Onega.Por eso llegue a la literatura por la puerta de atras,con los botines embarrados”.

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Capítulo 16Fontanarrosa-Soriano,

una charla de café

sí se llamó el programa de cable Tercer Ojo que emitía TyC Sports. Osvaldo Soriano, de camisa roja, sostiene con sus dedos un ha-bano apagado mientras Fontanarrosa —que luce una chomba

de color rojo también— juega con un rollito de papel del serville-tero. Hay solo un pocillo de café en la mesa del bar de 3 de Febrero y Entre Ríos. Soriano había llegado a Rosario en mayo de 1996 a pre-sentar su libro La hora sin sombra en librería Ross. El negro aparece, naturalmente, como el entrevista-dor, aunque luego los roles se van modificando. Tercer ojo se terminó convirtiendo en un mítico pro-grama, tanto como el diálogo entre el negro y el gordo que, por pri-mera vez, se reproduce completo en estas paginas.

Figuritas y camisetas

—Fontanarrosa: ¿Cómo arrancás vos en esto? ¿Cómo te llega la notificación del fútbol, de la pelota?

A“Cuando yo era pequeño,en mi casa, que no eracasa de intelectuales,había una pequeña biblioteca con una colección de libros. Recuerdo que eran chicos,de tapa dura, que supongo venían con la casa,porque nunca supe muy bien por qué estaban ahí.Lo que más me atraíaera mirar las figuritas.”

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SEXTA PARTE

Capítulo 17El oficio más viejo del mundo

os únicos libros que había en el departamento de calle Cata-marca, cuando era pequeño, estaban en un mueblecito en el ves-tíbulo. Suponía que eran casi como un adorno que habían reci-

bido sus viejos, porque los libros entraban justo en las estanterías. Era una colección de unos treinta libros finitos, de tapas duras, pe-queños, encuadernados en un papel grisáceo a cuadros chiqui-titos. Hubo dos que le llamaron la atención: “Médicos, magos y cu-randeros”, y otro con reproduc-ciones de las calaveras del graba-dor mexicano Guadalupe Posada.

Nunca fue la suya una casa de intelectuales. Su padre no leía, Rosita sí. Los libros que circulaban provendrían de préstamos entre su madre y sus amigas. Nunca la vio comprando un libro. Salvo los que compraría para él en su preado-lescencia, la colección Robin Hood, la de los libros de tapas amarillas, donde se publicaba El príncipe valiente de Harold Foster. Después llegarían Colmillo blanco de Jack London, Aventuras del Capitán Hateras de Julio Verne y Sandokán de Emilio Salgari. Para su madre la literatura era un placer y una distracción algo caótica y despareja.

L“Cuando escribo algoy me dicen que no esmuy bueno yo digo‘lo que ocurre es quesoy dibujante’, y cuandohago un dibujo y me dicenque es flojo, yo digo‘bueno, mi verdaderaprofesión es la de escritor’”.

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SÉPTIMA PARTE

Capítulo 19Se hace querer

“El negro logró superar a Roberto Carlos. No en la potenciadel remate, ni en la habilidad con la pelota o la velocidad.

Porque al que superó es al otro Roberto Carlos, el cantante,que quería tener un millón de amigos. El negro los tiene. Doy fe.

Uno de sus primeros desgarros lo sufrió cuando, no sé por quérara coincidencia o epidemia, sus mejores amigos emigraron

en masa, muy jóvenes, a España: unos tipos macanudosque conocí en Barcelona. Tal vez a partir de eso,

se dio a la tarea de juntar nuevos amigos, muchos,para que la posibilidad de que algunos

se quedaran en Rosario fuera más grande.Y por si acaso, agregó a la lista gente

de otras ciudades, del país y del extranjero.”Caloi

esde que se conocieron, Fontanarrosa y Samper se trataron de “usted”, como en ciertos lugares de Colombia donde los amigos queridos no se tutean.

—Pensé que usted me trataba de usted por respeto, Samper, no por afecto, que éramos Borges y Bioy Casares… —fingió Fontanarrosa en uno de los tantos diálogos que sostenían arriba de un escenario.

—Negro, me perdonará que no lo bese, pero mi admiración por usted es puramente espiritual.

—No se preocupe, Samper. Sé que usted es un varón tímido, pero también sé que acabará besándome.

Dentro de esa falsa solemnidad zumbona se desarrolló una relación cuyo más firme terreno fueron la risa, el fútbol, los autores predilectos, las anécdotas y las ocurrencias repentinas.

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Capítulo 20¿Y a este porrón quién lo pidió?

elmondo vive en Rosario. En una de las casas más antiguas de la aldea, a metros del Monumento a la Bandera, la Catedral y la intendencia. No se anima a arriesgar cuántos años tiene esa pro-

piedad por calle San Lorenzo, lindante con el Museo de Arte Decora-tivo “Firma y Odilo Estévez”. “Tiene la medianera más vieja de la ciudad”, advierte el Chelo Molina desde su condición de arquitecto. Es el primero en llegar a la reunión de la llamada Línea Fundacional de la Mesa de los Galanes. Belmondo, en rigor Rodolfo Perassi, artista plástico, el anfitrión, ha preparado unas vi-tuallas que se despliegan sobre la gran mesa de su estudio para el resto de los muchachos —Ricardo Negro Centurión, Chiquito Mar-torell y el Turco Galli—, que irán llegando a la hora señalada.

La Mesa de los Galanes, como Rosario, no tiene fecha de funda-ción. “Nos fuimos acoplando ideológicamente. En el caso mío la rela-ción con el negro era futbolística”, aclara Chiquito. “Después, mientras algunos se iban yendo, empezamos a caer nosotros en distintas etapas, hasta que se conforma una mesa singular con 12, 13 tipos —recuerda Martorell—. Si venía Carlitos, por decir un nombre, y no pegaba, el tipo terminaba yéndose solo”.

B“El Cairo es un nombrebárbaro para un bar,un hábito fantásticodonde se juntan los amigosa hablar pelotudecesrelajadamente”.

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Capítulo 28Un negro en el paraíso

ara Franco no fue una muerte apacible: “Hubiera estado bueno que se muriera dormido. Él vivió su muerte, me lo contó Luisito, quien vivió las peores cosas y salió muy golpeado, como todos nosotros”.

Estaba en la ciudad de San Nicolás, a 60 kilómetros de Rosario, en la casa del músico Alexis Perepelycia cuando recibió un llamado teléfonico. Su amigo lo subió al auto y lo dejó en la puerta del sanato-rio. Cuando llegó se arrojó sobre el cuerpo de su padre, y lo despidió a los gritos, llorando, con un “Te quiero, Pelón, te quiero”, mientras Chiquito y Centurión forcejeaban con él para desprenderlo del negro y sacarlo de la habitación del sana-torio ante la mirada impasible de los empleados de la casa mortuoria.

Estaba como ausente, recuerdo, a propósito del día del funeral.—¡Tenía 23 años, se acababa de morir mi viejo, llegué al velorio y

me entran a sacar fotos! “Es el hijo, es el hijo”, decían. Casi me empujan hasta donde estaba el cuerpo de mi papá, que tenía camisetas de Cen-tral, cartitas, muñequitos, pedazo de la platea donde se sentaba para ver los partidos. Y todo el mundo juzgándome, si lloraba… si sufría…

Si hubiese sido por él, se habría quedado en su casa tocando el bajo —acaso “Moon River” de Henry Mancini, una canción que tanto le gus-taba al negro— como una forma de representarlo a través de la música, lejos de la prensa y los curiosos.

P–¿Si existiera Dios, qué le gustaría

que le dijera al llegaral paraíso?

–¡Llegaste, negro!

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“Lo que tendrían que decir, sin dudar, en todas sus biograf ías, es que demostró —a los muchos que se fueron de la ciudad— que no hacía falta irse para triunfar. Solo había/ hay que tener talento. El negro ha sido, sin dudar, un talento 100 por ciento rosarino. Con una genero-sidad que no era natural de la ciudad”.

Raúl Acosta

“Extraño todo. Su humor, su amistad, su cariño, la solidaridad y el compañerismo. Todo”.

Daniel Rabinovich

“Extraño su humor, su buen corazón, sus historias… Sus amigos quedamos muy jodidos cuando se nos fue el negro”.

Daniel Samper

“Era un gran tipo, sensible, incapaz de hacer daño”. Perla Fontanarrosa

“Para mi fue el hombre más importante de mi vida; él era muy espe-cial, muy sensible, muy parco, muy querible; era el negro al que despertaba todas las mañanas”.

Liliana Tinivella

“Todo el final no impidió que sigamos teniendo el amor y la buena onda que tuvimos siempre, hasta último momento hubo esa sensa-ción de que era lo más estar juntos como padre e hijo, el arte nos unía desde otro lugar”.

Franco Fontanarrosa

“Lo recuerdo como una presencia muy fuerte en mi vida. Su mirada tan profunda y sus palabras, su sonrisa cómplice, la felicidad inmensa y las profundas tristezas compartidas. Lo recuerdo con admiración por su genialidad y su calidad humana, con ternura por su calidez y sus actitudes tan cariñosas y agradecidas. Fue una relación muy intensa que dejó huellas imborrables”.

Gabriela Mahy

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ANEXO 1

El conferencista bufo(los discursos)

“Sentado ante un auditorio, el negro expone ideas,elabora teorías loquísimas, relata experiencias o zahiere

a sus compañeros de mesa con la entusiasta tolerancia de estos.En el proceso, se convierte en inalterable actor que conserva

una actitud casi profesoral durante su exposición,mientras el auditorio revienta a carcajadas”.

Daniel Samper

La Municipalidad de Rosario organizó en el marco del Congreso dela Lengua una serie de charlas paralelas a las organizadas desde España por el Instituto Cervantes. Uno de los invitados fue el escritor uruguayo Eduardo Galeano. La única condición que puso fue la presencia desu amigo Fontanarrosa. El 11 de noviembre de 2004, dos mil personas colmaron el teatro Broadway y fueron cómplices de un encuentro único. Galeano la recuerda como una presentación sin guión, dos sillas yuna mesa sobre el escenario, dos vasos de agua, como si estuvieran charlando en un café, sin saber para dónde iban… El uruguayo comenzó leyendo unos textos cortos y la charla se extendió por dos horas.Y fue tan buena la experiencia, tan contentos estaban con la idea,que decidieron repetirla en otros ámbitos. Pero no se pudo repetir,por culpa de “la peste de mierda que acabó con él”,como la definió Galeano.

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199Anexo 1. El conferencista bufo (los discursos)

cuesta mucho hablar con voz propia. Pero una vez que eso se desen-cadena, que estos procesos crecen desde el pie, como quería Alfredo Zita-rrosa, no hay quien los pare.

Discurso de clausura del Congreso de la Lengua,el 19 de noviembre de 2004, al que llamó “Lección final”,tal vez menos conocido que su célebre exposiciónsobre las “malas palabras”.

Yo le decía, a veces, a mi hijo —refiriéndome a su vestimenta— que, si él se toma su tiempo para la vestimenta y el peinado, en lo que más se tiene que fijar es en su manera de hablar porque creo que es lo que mejor lo muestra y lo puede vestir y desvestir. Sigue teniendo prestigio, afortu-nadamente, hablar bien.

Esta palabras estaban destinadas, originariamente, a ser dichas por Juan José Saer. Lamentablemente por razones de salud Saer no lo puede hacer. Debido a eso, si se quiere lamentable circunstancia, me propone a mí estas palabras Víctor García (de la Concha), de la presidencia del congreso. El amigo Víctor. Me propuso decir unas palabras y, como la organización de esto es tan precisa, y afiatada, tuvimos unas divergen-cias respecto a la duración de este speech pero creo que no es el ámbito adecuado el discurso porque mi modelo de orador es Fidel Castro, y yo por menos de 7 u 8 horas de discurso ni siquiera me acerco a un micrófono. Pero en consideración a que hay mucha gente del exterior que querría estar con sus familias para estas fiestas vamos a hacer una cosa más acotada.

De repente, se terminó el Congreso. Tengo la sensación, aparte de que es después de cuatro años —como los campeonatos de fútbol—, que uno lo estaba esperando, hay una expectativa enorme, se habla de ello, se hacen conjeturas, etc., etc., se prepara, se trabaja mucho y, de repente, me veo intentando hacer unas palabras de cierre. También se supone que hay que sacar conclusiones. Primera conclusión, muy simple: Concluyó el Congreso.

Hay una frase —siempre en los círculos literarios, las citas son ele-gantes y quedan bien—, hay una frase que dice: «Unidad es el equilibrio de las diversidades; uniformidad es la supresión de las diversidades». Confieso que la uniformidad me inquieta un poco, los latinoamericanos

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ANEXO 2

Desde El Cairo (textos publicados en Rosario/12)

omenzó a colaborar con el diario Rosario/12 en 1990 a partir de una gestión de su director, Pablo Feldman. Los viernes publi-caba una columna de autor que se llamaba Desde El Cairo. Todos

los miércoles, con una rigurosidad sorprendente, enviaba un fax a la redacción con el texto tipeado en su máquina de escribir eléctrica.

Me queda el saldo positivo de unos cuantos años publicando la columna (…) que me permitió un juego divertido de ficción, un rincón apropiado para la mentira y una linda ejercitación en el delirio. Al punto tal que dos o tres cuentos de mi próximo libro están inspirados en ideas brotadas de las columnas de Rosario/12.

Escritas hace casi 25 años, algunas de ellas han sido seleccionadas para este libro. Y, lo más importante, pueden leerse con el placer de ayer y de hoy.

La ciudad que no miramos

Rosario tiene características que la destacan entre todas las ciuda-des del mundo, eso es sabido. El índice de humedad, por ejemplo, que supera ampliamente al índice Merval e incluso al índice de Desocu-pación, rubros que sin embargo gozan de mayor publicidad. Podemos mencionar también el Monumento a la Bandera, el Laguito del Parque Independencia (único espejo de agua urbano con barro sulfuroso de increíbles propiedades curativas), la esquina de Moreno y Brown, que

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ANEXO 3

Archivo Fontanarrosa

Fragmento de una de las primeras historietas que hizo en su infancia con su amigo Fernando Gutiérrez.ARCHIVO FONTANARROSA.

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227Anexo 3. Archivo Fontanarrosa

Cuando se dice adiós

Primer episodio de Inodoro Pereyra, publicado en 1972 por la revista Hortensia.ARCHIVO FONTANARROSA.



A Crist



Original de un cuento, escrito a máquina, con correcciones del negro.ARCHIVO FONTANARROSA.


Diseño de la foto para la contratapa del libro Nada del otro mundo.COLECCIÓN DIVINSKY


258 EL NEGRO FONTANARROSA (LA BIOGRAFÍA)

2. El niño Roberto con autógrafo del fotógrafo Valenti.3. Con su hermana Perla y el abuelo postizo, en el campo. 4. Sus padres, Rosita y Berto, el día del casamiento. ARCHIVO FONTANARROSA.

1. La casa natal, en Catamarca y Corrientes, edificio Dominicis.COLECCIÓN H. VARGAS

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Su mirada, sus manos, su clásica barbay sus bigotes –a lo Inodoro–.

ARCHIVO FONTANARROSA.



El plantel de la revista Boom (Brescó, Ielpi, Etcheverry y Sven)con autógrafo de Carlitos Saldi (con el torso desnudo en la foto).

ARCHIVO FONTANARROSA.



Arriba a la izquierdaUn “picadito”, en algún lugarde veraneo.ARCHIVO FONTANARROSA.

Arriba a la derechaCon Valdano en Las Parejas,el día que hizo dos goles.ARCHIVO FONTANARROSA.

AbajoLa pelota con autógrafode Diego Maradona.ARCHIVO FONTANARROSA.



ArribaDocumento histórico que demuestraen dos secuencias la garra del negro futbolista.ARCHIVO FONTANARROSA.

AbajoCon la remera con un camello pisando la pelota que fuela camiseta oficial del equipo de fútbol del bar El Cairoy la ilustración de su columna en Rosario/12. ARCHIVO FONTANARROSA.



ArribaCon Galeano. Charla multitudinariaen el teatro Broadway de Rosario, en 2004. ARCHIVO FONTANARROSA.

AbajoCon Pitu Fernández y “Juan” Serratrecorriendo el río Paraná.ARCHIVO FONTANARROSA.



AbajoEn casa de Daniel Rabinovich, integrante de Les Luthiers, y su perro. COLECCIÓN RABINOVICH.

ArribaUna siesta con su gato.ARCHIVO FONTANARROSA.



ArribaDocumento exclusivo: ¡el negro con corbata!Con Daniel Samper.COLECCIÓN DIVINSKY.

AbajoSiguió siendo un gran disertante, a pesar de las limitacionesde su enfermedad.GENTILEZA ARCHIVO ROSARIO/12.



ArribaPresentando un libro del Gordo Soriano en Rosario.GENTILEZA ARCHIVO ROSARIO/12.

AbajoUna panorámica con el staff de Risario, donde colaboró.COLECCIÓN CHE CHE.


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AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a Franco Fontanarrosa, hijo del humorista y escritor Roberto Fontanarrosa, por la selección y desinteresada autorización del material de archivo utilizado en el presente libro.

Agradecemos a Gabriela Mahy, viuda del humorista y escri-tor Roberto Fontanarrosa, por la selección y desinteresada auto-rización del material de archivo utilizado en el presente libro.

A los entrevistados: Franco Fontanarrosa, Gabriela Mahy, Liliana Tinivella, Joan Manuel Serrat, Crist, Daniel Rabinovich, Daniel Divinsky, Daniel Samper, Elvio Gandolfo, Jorge Valdano, Fernando Gutiérrez, Colorado Vázquez, Pitufo Fernández, Ricardo Centurión, Belmondo, Chelo Molina, Turco Galli, Chiquito Martorell, Rafael Ielpi, Héctor Cardozo, Manuel Aranda, Sergio Kern, Judith Gociol, Liliana Felipe, Paula Mónaco Felipe, Perla Fontanarrosa, Susana y Luis Fornaso, Alberto Mirtuono, Marina Naranjo, Rubén Chivo González, Luisa Paván, Eduardo Saltzmam, Laura Borello, Félix Achenbach, Daniel Jairala y Gregorio Zeballos.

A los periodistas Ana Mariani, Helio Abaca, Gonzalo García, Osvaldo Aguirre y Diego Giordano, Alberto Gentilcore, Julio Leiva y Emiliano González Cortiñas, a Claudio Gelemur, al estudio Alvarez y Asociados, a la secretaría de Cultura y Edu-cación de Rosario.

A Perico Pérez, por editarlo.A mis hijos, Seba y Agus, los primeros lectores.

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ÍNDICE

Prólogo .............................................................................................................................................................................. 7

Primera parteCapítulo 1. El negrito .............................................................................................................................. 11Capítulo 2. Intrigas ..................................................................................................................................... 17Capítulo 3. Fontana .................................................................................................................................... 27

Segunda parteCapítulo 4. Compañero negroide ......................................................................................... 35Capítulo 5. Un regalo para usted ........................................................................................... 39Capítulo 6. Antihéroe en la pampa .................................................................................... 43Capítulo 7. El primer agente secreto ............................................................................... 47Capítulo 8. En el humor, lo que más funciona es el aquí y ahora .................................................................................................................................... 53Capítulo 9. Estos tipos me causan risa .......................................................................... 63

Tercera parteCapítulo 10. Los seres queridos .............................................................................................. 67Capítulo 11. El suizo ................................................................................................................................. 73

Cuarta parteCapítulo 12. El fútbol es sagrado ........................................................................................... 77Capítulo 13. La barra ............................................................................................................................... 87Capítulo 14. Enviado especial .................................................................................................... 91

Quinta parteCapítulo 15. Fiebre en las gradas ........................................................................................... 97Capítulo 16. Fontanarrosa-Soriano, una charla de café .................. 103


Sexta parteCapítulo 17. El oficio más viejo del mundo ....................................................... 111Capítulo 18. Una central eléctrica narrativa .................................................... 121

Séptima parteCapítulo 19. Se hace querer ....................................................................................................... 125Capítulo 20. ¿Y a este porrón quién lo pidió? ................................................. 135

Octava parteCapítulo 21. La chica de la agencia de turismo ............................................ 145Capítulo 22. Rosario, esa ciudad ........................................................................................ 149Capítulo 23. Bólido de acero y lona ............................................................................... 151Capítulo 24. ¿Cómo se dice dinero en inglés? ................................................ 155Capítulo 25. Pelón .................................................................................................................................... 159

Novena parteCapítulo 26. “Es sencillo: me gusta” .............................................................................. 165Capítulo 27. Cuando nosotros hayamos pasado ........................................ 173Capítulo 28. Un negro en el paraíso ............................................................................. 183Capítulo 29. ¿Cómo lo recuerdo? ..................................................................................... 187

Anexo 1El conferencista bufo (los discursos) ........................................................................... 193

Anexo 2Desde El Cairo (textos publicados en Rosario/12) ................................. 207

Anexo 3Archivo Fontanarrosa ........................................................................................................................ 213

Agradecimientos ............................................................................................................................................ 289

Bibliografía ........................................................................................................................................................... 291


Documents

(la biografía) F - puntobiz.com.ar · Le impresionó el dibujo. Un dibujo casi publicitario, estético, como alargado. En Satiricón hizo una adaptación à la Fontanarrosa —argumentos