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Calidad, Quality, Venezuela
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La Calidad en el ámbito estatal y social en Venezuela.
Por: Ing. Tirso Mundarain
Maestría en Gerencia de Mantenimiento
Convenio Institucional UDO- UNEFA
Normalmente, cuando se habla de calidad se introducen términos relativos a
todas aquellas actividades que dentro del contorno empresarial, ayudan a una
corporación, bien sea de manufactura o servicios, a lograr la excelencia de sus
procesos, satisfacer las necesidades de sus clientes y a colocar sus productos o
servicios en una posición privilegiada dentro de un mercado cada ves más
competitivo.
En realidad el término calidad va mas allá de eso, la calidad debe verse como un
valor universal que trasciende las barreras de la empresa, pasa por la economía,
las relaciones familiares y las consideraciones sobre nosotros mismos; está en lo
que somos y lo que hacemos. Definitivamente la calidad también involucra al
factor humano dentro de la sociedad y la relación del gobierno con sus
ciudadanos.
En lo referente al Estado, éste tiene el deber de ofrecer a sus ciudadanos servicios
básicos de calidad que le garanticen, no solo a la mayoría, sino a la totalidad de
sus habitantes, la mejor calidad de vida posible. El Estado no es más que el
proveedor del servicio y nosotros, los ciudadanos, los clientes. Esta relación está
explícita en la carta magna de la República Bolivariana de Venezuela en sus
artículos 3, 84, 103 y 117; el Estado es copartícipe en el ordenamiento territorial
y jurídico de la nación, garante de la calidad de los bienes y servicios percibidos
por sus ciudadanos; es además, el responsable de proveer un servicio de salud
digno, protección de la integridad física y educación gratuita y de calidad para
todos los venezolanos. La calidad de la gestión del estado se ve reflejada en
indicadores como el índice de desarrollo humano, donde Venezuela había
alcanzado para 2008 un nivel medio (0.79), ubicándose en el puesto 74 entre 177
países, la tasa de alfabetismo alcanzó el 81%, lo que demuestra que Venezuela
ha venido dando avances lentos pero sostenidos en este sentido .
Cuando se habla de calidad en la sociedad, puede referirse más explícitamente al
capital social. El capital social representa cómo nosotros los ciudadanos nos
desenvolvemos con nuestros semejantes; a diferencia del carácter estatal de la
calidad, nosotros mismos a través de nuestra propia conciencia cívica
determinamos como queremos percibir la calidad en nuestro entorno y ser
percibidos por los demás. Utilizamos el cúmulo de valores y principios con los
que hemos sido educados para vivir en la sociedad, nos involucramos en las
acciones de interés colectivo y público, en la necesidad de cooperativismo y el
trabajo en equipo para lograr los intereses comunes.
Los planteamientos anteriores escapan en gran medida de la realidad imperante
en América Latina en general y particularmente en nuestra nación. Luego de la
reinstauración de la democracia, hacia los años cincuenta del siglo pasado, hemos
desarrollado un sistema de estado débil, donde se implementan políticas públicas
ineficaces que sistemáticamente deslegitiman el estado de derecho. Si bien es
cierto que en los últimos años se han logrado avances significativos en cuanto a
la legislación y a las oportunidades que ahora tienen las minorías históricamente
desfavorecidas; el esfuerzo no ha dado los resultados esperados y el grupo
dominante progresivamente margina y segrega, empleando todos los medios
posibles, a los grupos adversos a sus ideales. Sociedades como la nuestra
desaprovechan la riqueza y la creatividad que surge de las relaciones interétnicas
armoniosas y peor aún, son incapaces de aprovechar oportunidades de desarrollo
económico, debido a que recursos, aún en épocas de bonanza se asignan
ineficientemente a mantener el estatus quo en lugar de invertir en proyectos de
nación.
Los gobiernos pueden y deben estar integrados por ciudadanos electos pero se
debe fomentar la cultura de rendición de cuentas al pueblo, quienes en primera
instancia los colocaron en funciones; esto para garantizar la transparencia y
controles en todos los niveles. Los servidores públicos deben conducirse con
honestidad, imparcialidad y objetividad.
Pero, ¿como se logra un gobierno de calidad, eficiente, equitativo y justo?, ¿hay
una formula para lograrlo? Así como lo determinó Joseph Jurán, identificar al
cliente es parte fundamental del proceso de la calidad; el Estado debe identificar
las necesidades de cada uno de los grupos que conforman la sociedad y procurar
satisfacerlos de manera equitativa. Manejando el concepto de conjunto sin
desfavorecer a unos para favorecer a otros.
Se debe desarrollar la cultura de la innovación, dándole oportunidades a las
nuevas generaciones y valor a las ideas emergentes. Debe dársele el papel
preponderante a la educación, a la persona multidimensional, a la construcción de
un mundo sustentable, contextualizada en la realidad social, económica y
ambiental. Finalmente, se debe pensar en el comercio internacional y la
globalización como elementos que, administrados de manera adecuada, pueden
rendir frutos impresionantes.
Por otro lado, ¿somos nosotros partícipes activos de este modelo de
transformación?, o ¿simplemente espectadores concientes? Además del Estado,
el ciudadano común debe preocuparse por su entorno, exigir sus derechos y
cumplir sus deberes, respetando siempre el espacio del prójimo. Debemos ser una
sociedad activa con la calidad siempre en mente y que trabaja búsqueda del
mejoramiento continuo. Debemos olvidar las diferencias y luchar por un fin
común para encaminarnos definitivamente hacia el desarrollo.