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LA CIUDAD Y LA UNIVERSIDAD En la Edad Media sobre todo a partir del siglo XI se produce una intensa urbanización. En la Edad Media las ciudades de origen romano son las que llamamos civitas. Fueron a veces sede de un soberano, o sede de un obispo.Pero más importante que este crecimiento es el hecho de que aparecen nuevas ciudades pequeñas y medianas. Algunas regiones importantes de ciudades existentes entonces fueron la que se desarrolló a lo largo del Rin, la zona septentrional del Mediterráneo y el área que bordea el mar del norte y el mar báltico. Este proceso de urbanización tiene unas consecuencias importantísimas para Occidente. Las ciudades son sitios donde la gente compra y vende. Se trata de una incipiente economía capitalista. Todas las ciudades tienen señor, pero de alguna manera los habitantes del burgo logran hacerse oír y respetar. Todo ello comporta también un cambio cultural. Todos los habitantes de la ciudad compran y venden: se dedican a un negocio. Su oficio es hacer dinero, buscan el lucro. Se mueven por el amor al dinero, lo cual es una contraposición a lo que pasaba con los caballeros, que se movían por el amor a la guerra. Hay una nueva forma de riqueza. El caballero o el noble eran ricos si tenían tierras. Los «hombres de la bolsa» (como se llamaba a los habitantes del burgo aludiendo de forma simbólica a la bolsa de cuero donde guardaban las monedas) son ricos al tener más monedas de cobre, de oro o de plata. También usan la riqueza de forma distinta. Los caballeros, que la ganaban del saqueo, la empleaban en regalos a la dama. Todo ello implica un nuevo comportamiento, una nueva cultura, un nuevo saber. Es un saber profano. A ese hombre de la ciudad se le piden unas habilidades paganas, el mercader no puede confiar solo en Dios para tener éxito, así que las necesita, necesita una serie de conocimientos e instrucciones paganos como la geografía, la aritmética, etc. (Por ejemplo, en Italia aparecen hasta escuelas dedicadas a uno de estos conocimientos en concreto, como las escuelas de Aritmética.) Es un uso del saber racional, científico, al servicio de los negocios, pero existente y nuevo. Estamos hablando de una época en la que se inventa el reloj y se introducen las horas. Se introduce también una moral profana, que no pone a Dios en primer término, aunque sigan creyendo en él. Según esta moral, es bueno aspirar al lucro, evitar el despilfarro, y cada uno considera los intereses propios en primer término. El caballero, en cambio, cuanto más gasta, mejor; y busca a los amigos. Aparece el «hombre de la bolsa» y el amor al dinero con su virtud particular y su moral particular y entonces se produce una especie de choque entre esta cultura nueva y las que ya existían, tanto con la cultura cortés como con la cultura clerical. También hay un choque de economías, entre la economía del retener, incipiente, y la tradicional

LA CIUDAD Y LA UNIVERSIDAD en La Edad Media Sobre Todo a Partir Del Siglo XI Se Produce Una Intensa Urbanización

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Como era la ciudad, la importancia y el origen de la universidad

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LA CIUDAD Y LA UNIVERSIDAD En la Edad Media sobre todo a partir del siglo XI se produce una intensa urbanizacin. En la Edad Media las ciudades de origen romano son las que llamamos civitas. Fueron a veces sede de un soberano, o sede de un obispo.Pero ms importante que este crecimiento es el hecho de que aparecen nuevas ciudades pequeas y medianas. Algunas regiones importantes de ciudades existentes entonces fueron la que se desarroll a lo largo del Rin, la zona septentrional del Mediterrneo y el rea que bordea el mar del norte y el mar bltico.Este proceso de urbanizacin tiene unas consecuencias importantsimas para Occidente. Las ciudades son sitios donde la gente compra y vende. Se trata de una incipiente economa capitalista. Todas las ciudades tienen seor, pero de alguna manera los habitantes del burgo logran hacerse or y respetar. Todo ello comporta tambin un cambio cultural.Todos los habitantes de la ciudad compran y venden: se dedican a un negocio. Su oficio es hacer dinero, buscan el lucro. Se mueven por el amor al dinero, lo cual es una contraposicin a lo que pasaba con los caballeros, que se movan por el amor a la guerra.Hay una nueva forma de riqueza. El caballero o el noble eran ricos si tenan tierras. Los hombres de la bolsa (como se llamaba a los habitantes del burgo aludiendo de forma simblica a la bolsa de cuero donde guardaban las monedas) son ricos al tener ms monedas de cobre, de oro o de plata. Tambin usan la riqueza de forma distinta. Los caballeros, que la ganaban del saqueo, la empleaban en regalos a la dama. Todo ello implica un nuevo comportamiento, una nueva cultura, un nuevo saber.Es un saber profano. A ese hombre de la ciudad se le piden unas habilidades paganas, el mercader no puede confiar solo en Dios para tener xito, as que las necesita, necesita una serie de conocimientos e instrucciones paganos como la geografa, la aritmtica, etc. (Por ejemplo, en Italia aparecen hasta escuelas dedicadas a uno de estos conocimientos en concreto, como las escuelas de Aritmtica.) Es un uso del saber racional, cientfico, al servicio de los negocios, pero existente y nuevo.Estamos hablando de una poca en la que se inventa el reloj y se introducen las horas. Se introduce tambin una moral profana, que no pone a Dios en primer trmino, aunque sigan creyendo en l. Segn esta moral, es bueno aspirar al lucro, evitar el despilfarro, y cada uno considera los intereses propios en primer trmino. El caballero, en cambio, cuanto ms gasta, mejor; y busca a los amigos.Aparece el hombre de la bolsa y el amor al dinero con su virtud particular y su moral particular y entonces se produce una especie de choque entre esta cultura nueva y las que ya existan, tanto con la cultura corts como con la cultura clerical. Tambin hay un choque de economas, entre la economa del retener, incipiente, y la tradicional economa del dar (de los cleros, al pobre; de los caballeros, a los amigos).Tambin se observa un choque de culturas. Hay una no aceptacin, desprecio y condena de esta nueva cultura burgus por parte de los representantes de las culturas tradicionales. Esta condena se materializa como rechazo de la ciudad (como un lugar de artificio; como lugar de diversidad, lo cual es motivo de sospecha; como lugar de corrupcin y vicio; como lugar de peligro; como lugar del dominio del sucio dinero, sucio en trminos morales; etc.) En definitiva, se asocia la cultura de la ciudad a los pecados de avaricia y de codicia. No se concede la capacidad de salvarse al hombre de la bolsa. En el derecho cannico queda claro que el burgus ser condenado: en su propia profesin est su condena.Los hombres de la ciudad no encajan con la cultura clerical que no les acepta. La cultura tradicional tiene una doble incapacidad: la incapacidad de aceptar la nueva cultura y la incapacidad de dar alternativas. Nadie ensea cmo vivir cristianamente en las ciudades en un primer momento.Ello es el reflejo de una impotencia real. La asimilacin de todo esto es un reto real importante.En esos tiempos la capacidad de leer y escribir (la literacidad) en latn, que era la lengua culta, est en manos de un cierto colectivo: el de los hombres de la iglesia. Se aprende en la Escolae, de las cuales se distinguen dos tipos: Monsticas (vinculadas a un monasterio) o catedralicias (vinculadas a una catedral).Se ensea religin o, tcnicamente, la lectio divina, la palabra de Dios, que es la de la Biblia, y es a tal efecto que se ensea a los monjes y sacerdotes a leer y escribir.Es un saber religioso, un saber latino.Se ensean sobre todo las dos primeras asignaturas de lo que se llama trivium. El curriculum de un romano culto eran las artes liberales. Se dividan en 2 grupos: el trivium (gramtica, retrica, lgica) y el quadrivium (aritmtica, geometra, astronoma y msica). Ahora bien, en las escuelas monsticas y catedralicias se ensean sobre todo las dos primeras del trivium (es decir, gramtica y retrica) y el resto del trivium y el quadrivium a penas se ensea o no se ensea en absoluto.Se trata sobre todo de transmitir, es traditio. Transmitir la Biblia y lo dicho por los Padres de la Iglesia, principalmente por San Agustn de Hipona. Sin innovar: de hecho, se rechaza la novitas.Todo este panorama va a cambiar mucho a partir del siglo XI y sobre todo del XII. Las escuelas monsticas quedan muy estancadas mientras que las catedralicias avanzan. Esto es porque las catedralicias se sitan en el mbito de la ciudad. Los profesores cambian y los estudiantes tambin: van buscando una buena formacin, no necesariamente para formar parte del clero, estn dispuestos a ir cambiando de ciudad en su bsqueda de una formacin completa o para seguir a un profesor. Se amplan los temas.Pedro Abelardo reivindica el uso de la razn y expone que es necesario entender algo para poder explicarlo. Para entender el mundo, hay que usar la razn. Este cambio de mentalidad posibilita que los maestros estn abiertos a la razn pero tambin abiertos a la doctrina de los antiguos, y ya no solo a la de los Padres de la Iglesia y otras pocas autoridades.Se multiplica el nmero de alumnos y eso fuerza la creacin de una institucin para dar respuesta a tanta demanda: la Universidad. Es una institucin normalmente con cierto control eclesistico, pero con autonoma de gobierno al frente del cual hay un rector. Empez habiendo 3 universidades y a finales del siglo XV ya haba ms de 60. Eso implica un espectacular aumento de poblacin letrada.Se aplica el mtodo escolstico: a travs del dilogo, el maestro propone una pregunta, expone distintos puntos de vista, tiene lugar un debate y finalmente de nuevo el maestro interviene para exponer las conclusiones.Los nuevos maestros, sobre todo del siglo XIII, ensean muchos saberes distintos pero sobre todo muchos saberes nuevos. Nuevos pero, claro esa, no han salido de la nada: han recibido la enseanza de los griegos (Hipcrates, Heurpides, Pitgoras, Platn y Tolomeo fundamentalmente, pero no solo) y sobre todo de Aristteles. Y adems, de los maestros musulmanes y judos de los siglos X, XI y XII que tambin haban aprendido de los griegos, cuya doctrina haban comentado.Los cristianos no leen a Aristteles en griego, sino en rabe, idioma del que se traduce al latn a los griegos y tambin todos los comentarios.Posteriormente se intentar comprender mediante la razn lo que ya se comprende mediante la fe. Por otra parte, para explicar el mundo ya no basta Dios y los pecados, sino que es necesario algo ms.El hombre es un ser que est en natura, microcosmos que vive en una entidad ms amplia: el macrocosmos. Macrocosmos y microcosmos interactan. Pero para descubrir esta naturaleza necesitamos entender, la razn, la ciencia. Eso ensean los griegos. A la cristiandad lo que llega es una nueva forma de ver el mundo a travs de los griegos. El descubrimiento de Aristteles es el descubrimiento de natura, en cierta medida opuesto a un mundo solo regido por Dios.

LA CIUDAD MEDIEVAL Las cites[footnoteRef:1][1] y los burgos Existieron cites en medio de una civilizacin esencialmente agrcola como fue la de Europa Occidental durante el siglo IX? La respuesta a esta pregunta depende del sentido que se le d a la palabra cit. Si se llama de esta manera a una localidad cuya poblacin, en lugar de vivir del trabajo de la tierra, se consagra al ejercicio del comercio y de la industria, habr que contestar que no. Ocurrir tambin otro tanto si se entiende por cit una comunidad dotada de personalidad jurdica y que goza de un derecho y unas instituciones propias. Por el contrario, si se considera la cit como un centro de administracin y como una fortaleza, se aceptar sin inconvenientes que la poca carolingia conoci, poco ms o menos, tantas cites como habran de conocer los siglos siguientes. Lo cual supone que las susodichas cites carecan de dos de los atributos fundamentales de las ciudades de la Edad Media y de los tiempos modernos, una poblacin burguesa y una organizacin municipal. Por primitiva que sea, toda sociedad sedentaria manifiesta la necesidad de proporcionar a sus miembros centros de reunin o, si se quiere, lugares de encuentro. La celebracin del culto, la existencia de mercados, las asambleas polticas y judiciales imponen necesariamente la designacin de emplazamientos destinados a recibir a los hombres que quieran o deban participar en los mismos. Las necesidades militares se manifiestan an con mayor fuerza en este sentido. En caso de invasin, hace falta que el pueblo disponga de refugios donde encontrar una proteccin momentnea contra el enemigo. La guerra es tan antigua como la humanidad y la construccin de fortificaciones casi tan antigua como la guerra. Las primeras edificaciones construidas por el hombre parece que fueron recintos de proteccin. En la actualidad no hay apenas tribus brbaras en las que no se encuentren y, por ms al pasado que nos remontemos, el espectculo no dejar de ser el mismo. Las acrpolis de los griegos, las oppida de los etruscos,. los latinos y los galos, las burgen de los germanos, las gorods de los eslavos no fueron en un principio, al igual que los krals de los negros de frica del Sur, nada ms que lugares de reunin, pero fundamentalmente refugios. Su planta y su construccin dependen naturalmente de la configuracin del suelo y de los materiales empleados, pero el dispositivo general es en todas partes el mismo. Consiste en un espacio en forma cuadrada o circular, rodeado de defensas hechas con troncos de rboles, de tierra o de bloques de roca, protegido por un foso y flanqueado por puertas. En suma, un cercado. Y podremos notar inmediatamente que las palabras que en ingls moderno ( town) o en ruso moderno (gorod) significan cit, primitivamente significaron cercado. En pocas normales estos cercados permanecan vados. La poblacin no se congregaba all sino a propsito de ceremonias religiosas o civiles o cuando la guerra la obligaba a refugiarse en ellos con sus rebaos. Pero el progreso de la civilizacin transform paulatinamente su animacin intermitente en una animacin continua. En sus lmites se levantaron templos; primero los magistrados o los jefes del pueblo establecieron all su residencia y posteriormente comerciantes y artesanos. Lo que en un principio no haba sido nada ms que un centro ocasional de reunin se convirti en una cit, centro administrativo, religioso, poltico y econmico de todo el territorio de la tribu, cuyo nombre tomaba frecuentemente. Esto explica cmo, en muchas sociedades y especialmente en las de la antigedad clsica, la vida poltica de las cites no se restringa al recinto de sus murallas. La cit , en efecto, haba sido construida por la tribu y todos sus hombres, habitaran a un lado u otro de los muros, eran igualmente ciudadanos. Ni Grecia ni Roma conocieron nada parecido a la burguesa estrictamente local y particularista de la Edad Media. La vida urbana se confunda all con la vida nacional. El derecho de la c i t era, como la propia religin de la cit, comn a todo el pueblo del que era la capital y con el que constitua una sola y misma repblica. El sistema municipal, por consiguiente, se identifica en la antigedad con el sistema constitucional. Y cuando Roma hubo extendido su dominio por todo el mundo mediterrneo, este sistema se convirti en la base del aparato administrativo de su Imperio. Este sistema, en Europa Occidental, sobrevivi a las invasiones germnicas. Se pueden encontrar claramente sus huellas en la Galia, Espaa, frica e Italia bastante tiempo despus del siglo v. Sin embargo, la decadencia de la organizacin social borr lentamente la mayor parte de estas huellas. No se pueden encontrar, en el siglo VIII, ni los Decuriones, ni las Gesta municipalia, ni el Defensor civitatis. Al mismo tiempo, la presencia del Islam en el Mediterrneo, al hacer imposible el comercio que hasta entonces haba mantenido an cierta actividad en las cites, las conden a una irremisible decadencia. Pero no las condena a muerte. Por disminuidas y dbiles que estn, subsisten. Dentro de la sociedad agrcola de aquel tiempo, conservan, a pesar de todo, una importancia primordial. Resulta indispensable darse cuenta del papel que jugaron si se quiere comprender el que les ser asignado ms tarde. Ya se ha visto cmo la Iglesia haba establecido sus circunscripciones diocesanas sobre las cites romanas. Respetadas stas por los brbaros, continuaron manteniendo, despus de su establecimiento en las provincias del Imperio, el sistema municipal sobre el que se haban fundado. La desaparicin del comercio y el xodo de los mercaderes no tuvieron ninguna influencia en la organizacin eclesistica. Las cites donde habitaban los obispos fueron m pobres y menos pobladas, sin que por ello los obispos se vieran perjudicados. Por el contrario, cuanto ms declin la riqueza general, se fueron afirmando cada vez ms su poder y su influencia. Rodeados de un prestigio tanto mayor cuanto que el Estado haba desaparecido, colmados de donaciones por los fieles, asociados por los carolingios al gobierno de la sociedad, consiguieron imponerse a la vez por su autoridad moral, su potencia econmica y su accin poltica. Cuando se hundi el Imperio de Carlomagno, su situacin, lejos de tambalearse, se afianz an ms. Los prncipes feudales, que haban arruinado el poder real, no se inmiscuyeron en el de la Iglesia. Su origen divino la pona al resguardo de sus pretensiones. Teman a los obispos que podan lanzar sobre ellos el arma terrible de la excomunin y les veneraban como los guardianes sobrenaturales del orden y la justicia. En medio de la anarqua de los siglos ix y x, el prestigio de la Iglesia permaneca, pues, intacto, mostrndose adems digna de ello. Para combatir el azote de las guerras privadas que la realeza no era ya capaz de reprimir, los obispos organizaron en sus dicesis la institucin de la Paz de Dios. Esta preeminencia de los obispos conferir naturalmente a sus residencias, es decir, a las antiguas cites romanas, una cierta importancia, salvndolas de la ruina, dado que en el sistema econmico del siglo IX no tenan ninguna razn para existir. Al dejar de ser stas los centros comerciales, no hay duda de que perdieron la mayor parte de su poblacin. Con los mercaderes desapareci el carcter urbano que haban conservado aun en la poca merovingia. Para la sociedad laica carecan de la menor utilidad. A su alrededor, los grandes dominios subsistan por sus propios recursos. Y no hay razn de ningn tipo para que el Estado, constituido tambin l sobre una base puramente agrcola, se fuera a interesar por su suerte. Resulta bastante significativo constatar que los palacios (palatia) de los prncipes carolingios no se encuentren en las cites. Se sitan sin excepcin en el campo, en los dominios de la dinasta: en Herstal, en Juple, en el Valle del Mosa, en Ingelheim, en el del Rhin, en Attigny, en Quiercy, en el del Sena, etc. La fama de Aquisgrn no debe crearnos una falsa ilusin sobre el carcter de esta localidad. El esplendor que consigui momentneamente con Carlomagno. No fue debido nada ms que a su carcter de residencia favorita del emperador. Al final del reinado de Luis el Piadoso, vuelve a caer en la insignificancia, y no se convertir en una cit sino cuatro siglos ms tarde. La administracin no poda contribuir para nada a la supervivencia de las cites romanas. Los condados, que constituan las provincias del Imperio franco, estaban tan desprovistos de una capital como lo estaba el propio Imperio. Los condes, a quienes estaba confiada su direccin, no estaban instalados en ellas de manera permanente. Recorran constantemente su circunscripcin a fin de presidir las asambleas judiciales, cobrar el impuesto y reclutar tropas. El centro de la administracin no era su residencia, sino su persona. Importaba, por consiguiente, bastante poco el que tuvieran o no su domicilio en una cit. Elegidos entre los grandes propietarios de la regin, habitaban, por lo dems, la mayor parte del tiempo en sus propias tierras. Sus castillos, al igual que los palacios de los emperadores, se encontraban habitualmente en el campo. [1: ]

Por el contrario, el sedentarismo a que estaban obligados los obispos por la disciplina eclesistica, les vinculaba de manera permanente a la cit donde se encontraba la sede de su dicesis. Convertidas en intiles para la administracin civil, las cits no perdieron de ninguna manera su carcter de centros de la administracin religiosa. Cada dicesis permaneci agrupada alrededor de las cites donde se hallaba su catedral. El cambio de sentido de la palabra civitas, a partir del siglo IX, evidencia claramente este hecho. Se convierte en sinnimo de obispado y de cit episcopal. Se dice civitas Parisienas para designar, al mismo tiempo, la dicesis de Pars y la propia cit de Pars, donde reside el obispo. Y bajo esta doble acepcin se conserva el recuerdo del sistema municipal antiguo, adoptado por la Iglesia para sus propios fines. En suma, lo que ocurri en las cites carolingias empobrecidas y despobladas recuerda de manera sorprendente lo que, en un escenario bastante ms considerable, ocurri en la propia Roma cuando, en el curso del siglo IV, la cit eterna dej de Ser la capital del mundo. Al ser sustituida por Rvena y ms tarde por Constantinopla, los emperadores la entregaron al papa. Lo que ya no fue ms para el gobierno del estado, lo sigui siendo para el gobierno de la Iglesia. La cit imperial se convirti en cit pontificia. Su prestigio histrico realz el del sucesor de San Pedro. Aislado, dio sensacin de mayor grandeza y, al mismo tiempo, lleg a ser ms poderoso. Slo a l se le prest atencin y slo a l, en ausencia de los antiguos jefes, se le obedeci. Al seguir habitando en Roma, sta se hizo su Roma, como cada obispo hizo de la cit en la que viva su cit. Durante los ltimos tiempos del Bajo Imperio, y an ms en la poca merovingia, el poder de los obispos sobre la poblacin de las cites no dej de aumentar. Aprovecharon la desorganizacin creciente de la sociedad civil para aceptar o para arrogarse una autoridad que los habitantes no pusieron en duda y que el estado no tena ningn inters, y ningn medio, para prohibir. Los privilegios que el clero comienza a disfrutar desde el siglo IV, en materia de jurisdiccin y de impuestos, favorecieron an ms su situacin, que result, si cabe, ms eminente por la concesin de los documentos de inmunidad que los reyes francos prodigaron en su favor. En efecto, por ellos los obispos se vieron eximidos de la intervencin de los condes en los dominios de sus iglesias. Se encontraron investidos desde entonces, es decir, desde fines del siglo VII, de una autntica autoridad sobre sus hombres y sobre sus tierras. A la jurisdiccin eclesistica que ejercan ya sobre el clero, se sum, pues, una jurisdiccin laica, que confiaron a un tribunal constituido por ellos mismos y cuya sede fue fijada naturalmente en la cit donde tena su residencia. Cuando la desaparicin del comercio, en el siglo IX, borr los ltimos vestigios de la vida urbana y acab con lo que quedaba an de poblacin municipal, la influencia de los obispos, ya de por s bastante amplia, no tuvo rival. Desde entonces tuvieron completamente sometidas a las cites. Y, en efecto, no se volvieron a encontrar en ellas nada ms que habitantes que dependan ms o menos directamente de la Iglesia. A pesar de carecer de datos muy precisos, sin embargo, es posible suponer la naturaleza de su poblacin. Se compona del clero de la Iglesia Catedral y de otras iglesias agrupadas en torno a ella, de los monjes de los monasterios que vinieron a establecerse, algunas veces e nmero considerable, en la sede de la dicesis, de maestros y estudiantes de las escuelas eclesisticas, de servidores y, por ltimo, de artesanos libres o no, que eran indispensables en funcin de las necesidades del culto y de la existencia cotidiana del clero. Casi siempre encontramos que tena lugar semanalmente en la cit un mercado al que los campesinos de los alrededores traan sus productos; a veces incluso se realizaba una feria anual (annaiis mercatus). En sus puertas se cobraba el telonio sobre todo lo que entraba o sala. En el interior de sus muros funcionaba un taller de moneda. All tambin se encontraban unas torres habitadas por los vasallos del obispo, por su procurador o por su alcaide. A todo esto hay que aadir finalmente los graneros y los almacenes, en donde se acumulaban las cosechas de los dominios episcopales y monacales, que eran transportadas, en pocas determinadas, por arrendatarios del exterior. En las fiestas sealadas del ao los fieles de la dicesis afluan a la cit y la animaban, durante algunos das, con un bullicio y un movimiento inusitados55. Todo este microcosmos reconoca por igual en el obispo a su jefe espiritual y a su jefe temporal. La autoridad religiosa y secular se una, o mejor dicho, se confundan en su persona. Ayudado por un consejo constituido por sacerdotes y cannigos, administraba la cit y la dicesis conforme a los preceptos de la moral cristiana. Su tribunal eclesistico, presidido por el arcediano, haba ampliado considerablemente su competencia, gracias a la impotencia y ms an al favor del Estado. No solamente los clrigos dependan de l para cualquier materia, sino tambin muchos asuntos concernientes a los laicos: asuntos de matrimonio, testamentos, estado civil, etc. Las atribuciones de su corte laica, de las que se encargaban el alcaide o el procurador, gozaban de anloga extensin. A partir del reinado de Luis el Piadoso, no cesaron de conseguir privilegios, lo que se explica y se justifica por el desorden cada vez ms flagrante de la administracin pblica. No solamente le estaban sometidos aquellos hombres que gozaban de inmunidad, sino que es bastante probable que, al menos en el recinto urbano, todo el mundo estaba dentro de su jurisdiccin y que sustitua de hecho a la que en teora posea an el conde sobre los hombres libres. Adems, el obispo ejerca un vago derecho del control, mediante el cual administraba el mercado, regulaba la percepcin del telonio, vigilaba la acuacin de monedas y se encargaba de la conservacin de las puertas, de los puentes y de las murallas. En resumen, no haba dominio en la administracin de la cit en el que, por derecho o por autoridad, no interviniese como guardin del orden, de la paz o del bien comn. Un rgimen teocrtico haba reemplazado completamente al rgimen municipal de la antigedad. La poblacin estaba gobernada por su obispo y no reivindicaba nada, puesto que no posea la menor participacin en tal gobierno. A veces ocurra que estallaba una revuelta en la cit. Algunos obispos fueron asaltados en sus palacios en ciertas ocasiones e incluso obligados a huir. Pero es imposible percibir en estos levantamientos la mnima huella de espritu municipal, ms bien se explica por intrigas o rivalidades personales. Sera un absoluto error considerarlos como los precursores del movimiento comunal del siglo xi y del XII. Por si fuera poco, se produjeron muy escasamente. Todo indica que la administracin episcopal fue, en general, beneficiosa y popularYa hemos dicho que esta administracin no se reduca al interior de la cit, sino que se extenda a todo el obispado. La cit era su sede, pero la dicesis era su objeto. La poblacin urbana en manera alguna gozaba de una situacin de privilegio. El rgimen bajo el cual viva era el de derecho comn. Los caballeros, los siervos y los hombres libres que all vivan no se distinguan de sus congneres del exterior nada ms que por su aglomeracin en un mismo lugar. An no se puede apreciar ningn antecedente del derecho especial y de la autonoma que iban a gozar los burgueses de la Edad Media. La palabra civis, mediante la cual los textos de la poca designan al habitante de la cit, no es sino una mera denominacin topogrfica y carece de significacin jurdica57. Las cites, al mismo tiempo que residencias episcopales, eran tambin fortalezas. Durante los ltimos tiempos del Imperio Romano fue necesario rodearlas de murallas para ponerlas al abrigo de los brbaros. Estas murallas subsistan an en casi todas partes y los obispos se ocuparon de mantenerlas o restaurarlas con tanto ms celo cuanto que las incursiones de los sarracenos y de los normandos demostraron, durante el siglo IX, cada vez de manera ms agobiante, la necesidad de proteccin. El viejo recinto romano continu, pues, protegiendo a las cites contra los nuevos peligros. Su planta permanece con Carlomagno tal y como haba sido con Constantino. Por lo general, se dispona en forma de un rectngulo, rodeado de murallas flanqueadas por torres, y se comunicaba con el exterior por puertas, habitualmente cuatro. El espacio cercado de esta manera era muy restringido: la longitud de sus lados raramente sobrepasaba los 400 500 metros58. Adems, era necesario bastante tiempo para que fuese totalmente construida; se podan encontrar, entre las casas, campos cultivados y jardines. En lo que se refiere a los arrabales(suburbio) que, en poca merovingia, todava se extendan fuera de las murallas, desaparecieron59. Gracias a sus defensas, las cites pudieron casi siempre resistir victoriosamente los asaltos de los invasores del norte y del sur. Bastar recordar aqu el famoso sitio de Pars llevado a cabo, en el 885, por los normandos. Naturalmente, las cites episcopales servan de refugio a las poblaciones de sus alrededores. All venan los monjes, incluso de zonas muy alejadas, para buscar asilo contra los normandos, como lo hicieron, por ejemplo, en Beauvais, los de Saint-Vaast en el 887 y en Laon, los de Saint-Quentin y los de Saint-Bavon de Gante, en el 881 y en el 88260. En medio de la inseguridad y de los desrdenes que impregnan de un carcter tan lgubre la segunda mitad del siglo IX, les toc, pues, a las cites cumplir una autntica misin protectora. Fueron, en la mejor acepcin del trmino, la salvaguarda de una sociedad invadida, saqueada y atemorizada. Por lo dems, muy pronto no fueron las nicas en jugar este papel.

ARMADURA Algunos historiadores han propuesto que los torneos produjeron cambios en las armaduras, sobre todo la incorporacin de placas de hierro o acero a la cota de malla y la subsiguiente aparicin de las armaduras completas. Indudablemente, aquellos que tomaban parte con frecuencia en torneos y en justas buscaban medios ms fuertes para protegerse.Sin embargo, la mayor parte de los cambios en las armaduras parecen haberse producido despus del apogeo de los torneos. En realidad, la aparicin de la armadura completa puede haber sido consecuencia de los avances tcnicos y tcticos producidos durante los siglos XIII y XIV en la guerra medieval. Los soldados del siglo XIV continuaron utilizando la cota de malla, pero en cuanto arcos y ballestas mas potentes comenzaron a poder atravesar los anillos y penetrar la armadura, se necesito una defensa mas fuerte. Esto termino llevando a la aparicin de la armadura completa, un cambio iniciado en el siglo XIII y comienzos del XIV y que perduro hasta bien entrado el siglo XVI. Hasta comienzos-mediados del siglo XIII no se poseen pruebas de las primeras armaduras completas. Las fuentes, tanto escritas como artsticas, mencionan la introduccin de la armadura completa por estas fechas. Por ejemplo, un cronista, Guillaume le Breton (circa 1225) relata una lucha entre el joven Ricardo Corazn de Len (por ese entonces solo conde de Poitou) y William de Barres. Guillaume describe a cada uno de los contendientes como vestidos con placas moldeadas de hierro como proteccin extra bajo la cota de malla hauberk. La armadura vestida por Ricardo y William de Barres no era la proteccin primaria sino la secundaria, pero nos sirve para ver la evolucin que produjo la primera armadura completa, donde la armadura se fabricaba con piezas de metal aadidas a la cota de malla o armadura de cuero como proteccin aadida. Un manifiesto escrito por el emperador alemn Federico II al rey Enrique III de Inglaterra en 1241 tambin menciona una armadura de cuero reforzada con placas de hierro cosidas a ella. Las fuentes artsticas aaden pruebas sobre placas de metal cosidas a otras partes de las ropas acorazadas de un soldado del siglo XIII. En torno al 1350, la cota de malla del torso fue reemplazada por un pectoral independiente. Este se fabricaba a partir de una slida pieza de metal que se moldeaba para cubrir en pecho, por detrs, por delante y por los lados hasta la parte superior del diafragma, mientras el resto del torso estomago, cintura y muslos- quedaba protegido por una flexible cota de malla cosida a una tela. A finales del siglo XIV, el pectoral independiente se haba convertido en la pieza principal de la armadura, y la utilizaban los jinetes y los infantes. Para proteger al jinete, a este pectoral se le hicieron dos aadidos que no hicieron sino aumentar su aceptacin popular. En primer lugar, en el lado derecho del pecho se le aadi un soporte metlico para descansar la lanza cuando se cargaba con ella. Segundo, un borde en forma de V justo debajo del cuello, con la intencin de evitar que las armas del enemigo resbalaran hacia arriba por la armadura hasta el cuello. Estas innovaciones se conocen como ristre y alpartaz, y se convirtieron en rasgos destacados del peto de los caballeros durante el siglo XV. A finales del siglo XIV, ya se haba desarrollado por completo la armadura que protega las extremidades: musiera, para los muslos; rodilleras, para las rodillas; esquinelas, para las espinillas; escarpes, para los pies; alpartaz, para el cuello; sobrecodales, para los codos; hombreras, para los hombros; guardabrazos, para los brazos, y guanteletes, para las manos. Una armadura completa inclua todas esas piezas juntas, adems de un yelmo y, al menos inicialmente, un escudo, que desaparecera a mediados del siglo XV.El peso de semejante armadura era inmenso. Se ha calculado que una armadura completa de batalla poda pesar entre 23 kg y 28 kg, mientras que las armaduras completas de justa, que tenan lugar en momentos y lugares concretos, al contrario que la incertidumbre de las batallas, era mucho mas pesada, entre 41 kg y 46 kg.

LA CIUDAD MEDIEVALSegn Jacques Heers la ciudad medieval no responde a un modelo nico, cada ciudad es distinta a las dems, tiene sus propias caractersticas fruto de "una personalidad continua, constantemente renovada y en definitiva nunca concluida". Es cierto que ni las motivaciones creadoras, ni el papel desempeado en los entornos donde se ubican, ni el desarrollo o crecimiento que alcanzan es similar para todas ellas. Sin embargo las ciudades por muy diferentes que sean entre s, tienen todas ellas elementos comunes que las definen como tales y las distinguen de otras realidades. En primer lugar el origen de su creacin suele ser un documento fundacional redactado por el monarca o seor del territorio en el que quedan establecidas las condiciones de la relacin que va a establecerse entre l y los pobladores del nuevo lugar. En segundo lugar se elige para su establecimiento un emplazamiento deshabitado en el que crean un habitat concentrado y cerrado en contraposicin con el sistema abierto y disperso del mundo rural.La combinacin de estos dos elementos genera una realidad espacial, jurdica y social totalmente diferente al entorno en el que se ubican. El desarrollo del documento fundacional que establece los privilegios del nuevo grupo social, crear una sociedad totalmente diferente: en cuanto a sus libertades personales; en cuanto a sus actividades econmicas, que dejan de ser exclusivamente agrcolas para poder decidarse a los trabajos artesanales y al comercio; y en cuanto a su autonoma, ya que tendrn la capacidad de autogobernarse por medio de la eleccin de sus cargos concejiles. No obstante estas desigualdades sustanciales, el nuevo grupo urbano siente la necesidad de acrecentar las diferencias dejando bien patente, desde el punto de vista fsico, y espacial, que quieren ser otra realidad. Para ello construyen sus viviendas agrupadas en un espacio que cercarn de inmediato para protegerse de los enemigos y tambin para diferenciarse y no confundirse con los no privilegiados. (INDICE)

PROCESO URBANIZADOR EN EL PAIS VASCOHasta mediados del siglo XII el territorio del Pas Vasco (Guipzcoa 1.997 Km 2 , Vizcaya 2.217 Km 2 , y Alava 3.047 Km 2 ), montaoso y boscoso estaba organizado en comunidades rurales agrupadas entre s en valles y universidades.

Pero a partir de 1140 con la fundacin de la villa Alavesa de Salinas de Aana por Alfonso VII, comenz un intenso proceso de urbanizacin que transform totalmente la organizacin general del espacio y la jerarqua de los ncleos de poblamiento en favor de las villas. En los doscientos cincuenta aos siguientes se crearon 21 villas en Vizcaya, 23 en Alava (incluyendo la primera) y 25 en Guipzcoa. Este proceso se enmarca en una poltica de promocin urbana, activa y programada por los reyes de Castilla en los primeros siglos, XII y XIII, aunque al final del proceso las nuevas fundaciones se realizaron, en su mayor parte, a peticin de los pobladores del territorio (1).El proceso urbanizador de Alava dur dos siglos. Comenz con la creacin por parte del monarca castellano Alfonso VII, de la villa de Salinas de Aana en 1140, para proseguir en una primera etapa, con la actuacin de los reyes navarros en la zona este de la provincia, que estaba bajo su dominio. Crearon villas con marcado carcter defensivo. Sancho VI el Sabio fund Laguardia (1164), Vitoria (1181), Antoana (1182), Bernedo (1182), La Puebla de Arganzn (1191), y Sancho VII Labraza (1196). Crearon estas villas para proteger la frontera navarra con la castellana y esta motivacin se refleja en el emplazamiento elegido, generalmente se sitan en un promontorio de fcil defensa.Pasado el territorio alavs al dominio de la corona de Castilla, en 1200, se produce un segundo impulso urbanizador por parte de los reyes castellanos, a quienes interesa fundamentalmente reforzar la frontera con el reino de Navarra y abrir vas de comunicacin transitables y seguras desde el centro de sus dominios hasta los puertos de la costa norte. Para defender la frontera se crean Salvatierra (1256), Corres (1256), Santa Cruz de Campezo (1256), Contrasta (1256) y Berantevilla (1299). La villa de Salvatierra sirve tambin de etapa en la ruta que comunica el territorio alavs con las villas guipuzcoanas que facilitarn el acceso a los puertos de San Sebastin y Guetaria. Y Arceniega (1272), creada por Alfonso X, tiene como finalidad ejercer de etapa en la ruta hacia los puertos de Laredo y Castro Urdiales.El tercer perodo urbanizador se produce en la primera mitad del siglo XIV. Parece que en este perodo los reyes procuran reorganizar el territorio y la poblacin bajo la nueva forma de poblamiento, creando villas en las que se agrupan varias aldeas existentes. Generalmente se producen estas nuevas fundaciones a peticin de los pobladores, que con ese rgimen jurdico se encuentran ms protegidos. San Vicente de Arana (1308-1319) es un claro ejemplo de fusin de dos pequeas aldeas. Pero no es esta la nica motivacin sino que se intenta articular el territorio haciendolo ms transitable, seguro y preparado para la actividad comercial. Por ello se crea Villarreal de Alava (1333), como encrucijada de caminos y tambin como etapa para el trnsito por la ruta hacia el puerto de Deva. Alegra y el Burgo (1337) estn situadas en la ruta entre Vitoria y Salvatierra. Y Monreal de Zuya (1338) es un punto intermedio en el camino entre Vitoria y Arceniega.En Guipzcoa el proceso es bastante similar aunque un poco ms tardo, tiene un retraso de cuarenta aos. Empieza en 1180 y finaliza en 1383. Al igual que en Alava son los reyes navarros quienes inician el proceso urbanizador. En 1180 el rey Sancho el Sabio funda la ciudad de San Sebastin para lograr con ello una salida de Navarra al mar, y un puerto por donde encauzar su actividad comercial. Pero este proyecto navarro se ver truncado veinte aos ms tarde, cuando en 1200 toda Guipzcoa pase a depender de Castilla.En una segunda etapa se crean los puertos de Fuenterraba (1203), Guetaria (1209), Motrico (1209) y Zarauz (1237). Posteriormente y coincidiendo con la segunda etapa del proceso alavs, el rey Alfonso X prosigue con la misma poltica de crear condiciones ptimas para el desarrollo de las rutas terrestres hasta los puertos de la mar. Para ello crea en Guipzcoa las siguientes etapas en la ruta: Tolosa (1256), Segura (1256), Ordizia (1256), Mondragn (1260) y Vergara (1268).Establecidos los puertos y puestas las bases para garantizar el acceso a ellos, cuarenta aos ms tarde se reinicia una tercera etapa (1310-1347), en la que se organiza la frontera oeste. Es el perodo de mayor nmero de fundaciones, diez en total. Al comprobar su localizacin en el mapa es fcil comprender cal ha sido su motivacin; salvo Rentera y Zumaya, las dems estn lindando con el Seoro de Vizcaya, en donde las quejas sobre ataques son abundantes. Los habitantes de Eibar y Azcoitia (guipuzcoanos) se quejan ante el rey de los ataques de las gentes de Vizcaya, y los de Marquina y Elorrio (vizcanos) protestan de los abusos a los que les someten los guipuzcoanos. Se crean: Azpeitia (1310), Rentera (1320), Azcoitia (1324), Salinas de Lniz (1331), Elgueta (1335), Deva (1343),Placencia (1343), Eibar (1346), Elgoibar (1346) y Zumaya (1347).Despues de un parn de aproximadamente treinta aos se inicia la ltima fase de creaciones urbanas de 1371 a 1383. Las nuevas poblaciones tienen caractersticas similares a las que se crean en el ltimo perodo alavs. Por lo general se otorgan las cartas de poblacin a comunidades rurales ya existentes con anterioridad, que solicitan de los monarcas el derecho a constituirse en comunidades urbanas. En su solicitud siempre esgrimen las mismas razones, alegan que vivirn ms seguros si viven agrupados y defendidos por una muralla, y de esta forma siempre podrn servir mejor al rey. Pero el enemigo no siempre proviene de otros reinos,sino que son los propios seores de la zona quienes perturban la paz y tranquilidad. En este perodo se crean Usrbil (1371), Orio (1379), Hernani (1380), Cestona (1383) y Villarreal de Urrechua (1383).El Seoro de Vizcaya sigue su propio ritmo un poco ms tardo incluso que el de Guipzcoa, y a diferencia de las otras dos provincias sus villas son fundadas por poderes seoriales y no reales, son los seores de Vizcaya quienes organizan la urbanizacin del territorio. Excepto la villa de Bermeo que se crea en 1236, parece que en una primera etapa interesa ms el afianzamiento de las rutas terrestres, crendose Valmaseda (1190), Ordua (1229), Ochandiano (1254) y Lanestosa (1287). Todas estas villas estn situadas en puntos estratgicos de los caminos y rutas que atraviesan el Seoro. A finales del s. XIII y comienzos del siglos XIV, en una segunda fase se crean slo villas costeras Plencia (1299), Bilbao (1300), Portugalete (1322), Lequeitio (1325) y Ondarroa (1327). En una tercera fase se cumplen dos objetivos, primeramente, al igual de lo que suceda en Guipzcoa, pero unos aos ms tarde, se fortalece la frontera con la provincia limtrofe, se crean Marquina (1355), Elorrio (1356), Ermua (1372) y Durango (1290-1372), que as mismo cumplen la funcin de articular el espacio y facilitar el trnsito hasta los puertos martimos anteriormente fundados. El segundo objetivo consiste, como en las otras dos provincias, en organizar el territorio, creando en su interior poblaciones urbanas de las que se esperaba un buen desarrollo posterior en sus actividades econmicas y artesanales. Dentro de este gupo podramos incluir las ltimas fundaciones Guernica (1366), Guerricaiz (1366), Miravalles (1375), Murgua (1376), Larrabeza (1376), y Rigoitia (1376). Estas ltimas villas no tienen los mismos privilegios que las fundadas en los primeros tiempos. Y a diferencia de lo que sucede en Alava y en Guipzcoa, que son las aldeas existentes o los parroquianos o concejos del lugar quienes solicitan las creaciones urbanas, parece que en Vizcaya se crean en espacios vacos, en mortuorios, y se anima a la poblacin del entorno para que acuda a poblar all, y se les dice que deben de rodearse de cercas y murallas, esto sucede en las villas de Marquina, Elorrio, Guerricaiz, Miravalles, Mungua, Larrabeza y Rigoitia. (INDICE)

PROBLEMAS Y FUENTES DE INFORMACIN PARA EL ESTUDIO DEL URBANISMO MEDIEVALEn la documentacin fundacional se nos informa por lo general de las motivaciones que estimulan las creaciones urbanas, si son por voluntad del creador, o si son como resultado de la peticin de los pobladores de la zona y las condiciones jurdicas que se les imponen. Respecto a la forma de construir estas villas nada o muy poco dejan entrever las cartas de poblacin. Todo ello debe deducirse del anlisis posterior de sus documentos y de la ciudad misma.Las fuentes de informacin histrica que debemos emplear para recuperar el conocimiento y la imagen de la ciudad medieval son de cracter indirecto, en ellas se reflejar la imagen de la ciudad, pero casi nunca el objetivo de estas fuentes de informacin, cuando se realizaron, fue el de iluminar a las sociedad futura sobre la forma urbana. Debemos sealar que las fuentes de informacin indirectas: textos de poca, iconografa histrica y cartografa primitiva, tampoco son frecuentes para cada una de las ciudades, sin embargo es imprescindible realizar una bsqueda exhaustiva de estas materias informativas y saber interpretarlas correctamente para aprovechar la informacin veraz que en ellas se contiene y no confundirnos con los elementos ficticios o fantsticos que puedan presentarnos, sobre todo las fuentes grficas.El paisaje urbano ha podido ser conocido, aunque con dificultad, a travs de descripciones textuales. Para la historiografa tradicional ha sido la forma ms usual de acercarse al espacio fsico, por no decir la nica. Ello ha implicado un conocimiento escaso, parcial y deformado de la realidad fsica de la ciudad histrica. Sin embargo hoy da, todava, buena parte de los historiadores no conceden al espacio fsico, construido por una sociedad determinada y en el cual van a desarrollar sus actividades econmicas, sociales y polticas, la atencin debida. Esto se produce, en parte, porque su fuente de informacin sigue siendo la textual, y esta no es generosa a la hora de ofrecer datos urbansticos.Si analizamos pormenorizadamente la documentacin urbana medieval pocas noticias harn referencia al aspecto fsico de la ciudad. Se mencionan los nombres de las calles, pero poco o nada se dice sobre su trazado, dimensiones, u ocupacin. Se habla de plazas, y hasta en las villas ms pequeas hay varias plazas, sin embargo sabemos que no pueden tener la concepcin urbanstica moderna, ya que no habra espacio intramuros para todas ellas, deben ser poco ms que encrucijadas entre varias calles en la mayor parte de los casos. Podemos tener noticia de la construccin de una casa por un vecino, pero en este caso tampoco se nos informar de sus dimensiones, ni de los huecos a la calle que se abrirn en sus muros, ni del nmero de pisos que pueda tener, ni los materiales constructivos que va a emplear. Con estas informaciones es muy difcil llegar a conocer realmente cmo se construy la ciudad y las viviendas urbanas, como qued constituido el paisaje urbano y cmo se fue transformando.Ciertamente entresacarle este tipo de informacin a los textos urbanos medievales es muy difcil, pero no imposible, aunque requiere un gran esfuerzo y la aplicacin de una metodologa minuciosa. En primer lugar hay que revisar un gran volumen de documentacin. Y en segundo lugar debemos tener presente un cuestionario exhaustivo en relacin al urbanismo y a la arquitectura urbana, en el que nos planteemos todo tipo de preguntas, an suponiendo que muchas de ellas quedarn, posiblemente, sin respuesta. De esta forma aunque no existan gran nmero de documentos que nos hablen directamente del diseo urbano de la ciudad medieval, ni de sus formas constructivas, a partir de pequeas informaciones que podamos encontrar escondidas en otros temas podremos hacernos una idea de cmo fue la ciudad medieval y la percepcin que de ella tuvieron sus habitantes. En tercer lugar es imprescindible realizar un anlisis comparado de los diversos ncleos urbanos de la regin porque, siendo los paisajes urbanos regionales bastante similares, las informaciones de unas y otras villas pueden ser complementarias en esta materia. De esta manera se podr completar nuestro conocimiento de la ciudad medieval, aunque la sociedad que la cre no fuera consciente del inters que este tema pudiera suscitar a sus sucesores en la ocupacin del espacio urbano (2).La iconografa histrica es otra posibilidad informativa a la que debemos recurrir siempre que sea posible.En general podemos decir que hasta el s. XIV la representacin urbana en el mundo Occidental no es ms que un ideograma, un signo convencional que combina dos elementos: el continente representado por un recinto flanqueado por torres y el contenido, que siempre es el mismo, torres de castillos, o iglesias. En la Alta Edad Media el recinto se representa como una forma estereotipada, como un hexgono regular con torres en los ngulos, para dar paso poco a poco a un octgono y luego a un crculo. En esta poca sacudida por las invasiones, la ciudad se senta como un elemento protector, como un refugio para el individuo necesitado de seguridad, por ello se representa como un crculo torreado. Sin embargo nicamente se representan las estructuras ptreas ms patentes, no contienen ninguna informacin de la vida que puede discurrir en su interior (3). Todas estas imgenes urbanas responden al arquetipo de ciudad ideal que sigue siendo la Jerusalen Celestial del Apocalipsis.A finales de la Edad Media, durante la segunda mitad del s. XIV y el s. XV el tipo de representacin urbana cambiar sustancialmente. Las "vistas" de ciudades sern ms reales, ms abundantes y ms variadas. Los artistas eligirn para sus representaciones ciudades ms prximas a sus entornos, y por tanto contendrn elementos ms veraces que los ofrecidos en las pinturas de ciudades lejanas. Las causas de este cambio pueden estar, por una parte, en el desarrollo del mundo urbano, la ciudad es algo cada vez ms familiar para la sociedad medieval y por tanto se representa en ms ocasiones. Por otra parte hay que sealar que las tcnicas de representacin espacial avanzan espectacularmente con el conocimiento y desarrollo de las leyes de la perspectiva, que busca la manera correcta de dibujar sobre un plano de dos dimensiones estructuras y objetos de tres dimensiones. Pero la exactitud en la representacin paisajista no podr lograrse hasta que no se utilice de forma metdica la cmara oscura o cmara negra de Leonardo da Vinci, que era conocida desde 1510. Este sistema de representacin comenzar a emplearse de forma sistemtica a partir de la segunda mitad del s. XVI y sobre todo en el s. XVII, puesto que se perfecciona con una lente biconvexa, pasando a llamarse cmara negra de revelado de Jean Baptista Porta. Con esta cmara se obtendrn imgenes ms luminosas y definidas que con la de Leonardo. A lo largo del s. XVII la escuela de paisajistas holandeses obtendrn paisajes exactos, paisajes por tanto histricamente objetivos. Posteriormente debemos esperar hasta la llegada de la fotografa para mejorar esta escuela paisajstica (4).La forma ms frecuente en la que se representan las ciudades en el s. XV y XVI y la que mayor informacin ofrece es la vista oblicua, o en perspectiva, llamada tambin "vista de pjaro", y que puede equivaler en la actualidad a la foto-area. Son los dibujos sobre tema urbano que mayor informacin nos aportan sin duda. Realizaron un extraordinario esfuerzo por incluir los elementos externos de la ciudad, los entornos en los que sta estaba situada, los recintos amurallados, y todo aquello que quedaba expresado en las vistas horizontales y panormicas. Adems de sto dibujan el interior de la ciudad, con sus grandes edificios, sus viviendas urbanas emplazadas en el plano, a lo largo de las calles, y sus espacios verdes o vacos. Se trata de una construccin conceptual en el que se trata de ofrecer una imagen completa de la ciudad. Y por primera vez estos dibujos de ciudades no son el acompaamiento de otro tipo de representaciones sino que son ejecutados por s mismos, el objeto de la representacin es la ciudad en s misma.Habr que esperar hasta la segunda mitad del s. XVI para poder disponer de autnticas colecciones de planos urbanos realizados de forma rigurosa. La mejor obra, la ms conocida, es la dirigida por Braun, la "Civitatis Orbis Terrarum", que comienza a editarse en 1572, se compone de seis volmenes y 530 "vistas" de ciudades y se prolonga su edicin durante cuarenta y cinco aos. Destaca en esta obra la calidad y la fiabilidad de las representaciones as como la informacin adicional que aporta con la ambientacin de la ciudad en su entorno. Se trata de una obra excepcional ya que participaron en su realizacin los mejores cartgrafos y grabadores holandeses: Frans Hogenberg, Simon van der Neuvel, Joris Hoefnagel y el dans Heinrich von Rantzau que se encarg de la descripcin de las ciudades del norte de Europa. Pero muchas de las "vistas" fueron realizadas a partir de grabados ya existentes por autores annimos, tambin se sabe que se emplearon los antiguos grabados de madera de Sebastian Mnster, y los referidos a las ciudades de los Paises Bajos de Jacob Roelofs. Por tanto, aunque se compuso la obra en la segunda mitad del s. XVI, no todas las "vistas" son de este perodo, hay muchas que estan tomadas del natural, bastantes aos antes de su edicin.Otra de la caractersticas de esta obra, que la hace an ms valiosa es el intento de representar cada ciudad tal y como era en un perodo amplio de tiempo. No aparecen ciudades debastadas o destruidas despus de un incendio o un asedio. Tratan de ofrecer una imagen real de la ciudad, y no una situacin concreta por la que sta pasa. Por esa misma razn las "vistas" urbanas estn situadas en medio del paisaje que rodea la ciudad y en medio de las actividades econmicas que desarrolla cada una de las ciudades, as mismo suelen estar presentes ciertos personajes que se supone que son vecinos, vestidos segn la moda de cada regin y realizando las actividades caractersticas de la zona (5).En la obra de Braun se han recogido las "vistas" o planos de las villas de Bilbao y San Sebastin. Se representan ambas como villas portuarias. Bilbao con intenso trfico comercial, representado por los numerosos barcos que navegan por su ra, y los muelles en piedra dispuestos a facilitar la carga y descarga de mercancas. San Sebastin se representa ms como una plaza fuerte que como puerto comercial. Hay que sealar que el verdadero puerto comercial de San Sebastin era el de Pasajes. Las dos son vistas oblicuas, en el caso de Bilbao se percibe mejor el trazado urbano, y el entorno. San Sebastin refleja con claridad que se trata de una villa militar costera, con un castillo defensivo en la cima del monte que adems se representa disparando sus caones.Los mapas y planos antiguos son un instrumento inigualable para conocer las imgenes conceptuales antiguas de nuestros territorios. Cuando hablamos de cartografa histrica nos estamos refiriendo a la documentacin cartogrfica creada por motivos militares, o conflictos de intereses entre diversas comunidades o cualquier otra motivacin. El mtodo cartogrfico es un mtodo de investigacin que consiste en aclarar los fenmenos histricos por medio de su inscripcin en los mapas y planos. Los planos representan la historia de la ciudad, una secuencia de planos de las diferentes ciudades a lo largo de la historia nos informan sobre el desarrollo histrico de estas ciudades y normalmente justifica la historia urbana presente.La representacin cartogrfica ha ido evolucionando con el tiempo, y esta evolucin se ha desarrollado en sentido inverso a la realidad del objeto representado, ha aumentado el nivel de abstraccin, se han adoptado cdigos de representacin cada vez ms complicados y distantes de las formas reales de lo representado. En la actualidad es imposible traducir la informacin que un plano nos ofrece sin el conocimiento exacto del cdigo representativo utilizado. Pero a diferencia de tiempos anteriores, en la actualidad, se tiende a homogeneizar los cdigos de representacin, y esto es algo que facilita la comprensin de un mapa o un plano actual.En relacin con los mapas actuales los mapas antiguos y medievales, presentan ciertas diferencias, no suelen tener un carcter informativo general, son temticos, con informaciones parciales, segn el inters del tema que representan. Son mapas y planos selectivos que aportan gran riqueza informativa, a los que hay que aplicarles una crtica rigurosa, como a cualquiera otra fuente documental textual. Pero el problema fundamental a la hora de utilizar estos documentos es saber decodificar el carcter hermtico de los signos y claves empleados, sobre todo teniendo en cuenta que los signos eran propios de cada autor. Cada plano, como cada dibujante tiene una personalidad propia y as se refleja en su obra, adems tendramos que preguntarnos cal es el objetivo que se pretende a la hora de la plasmacin grfica de un territorio o de una ciudad. El plano no es un documento muerto, sino que tiene vida, tiene sus propias leyes. Cada uno de los planos deber ser analizado en funcin de las propias leyes de confeccin a las cuales ha sido sometido. De todas formas no es una dificultad insalvable puesto que el estudio sistemtico de estos mapas puede llegar a ofrecernos glosarios grficos que nos permitan acceder a las claves representativas y en definitiva al contenido expresado en forma grfica.Aunque a partir de la segunda mitad del s. XVI, es cuando se establecen, conocen y generalizan las leyes de la perspectiva en la representancin de las "vistas" urbanas, tendremos que esperar hasta el s. XVIII para disponer de buenos planos,rigurosos, minuciosos y generales de las principales ciudades espaolas y europeas. Aunque tambin estos debern ser sometidos a anlisis crticos para poder emplear la informacin que nos ofrecen con la certeza de que es un documento veraz y no un dibujo ms o menos bello u orientativo (6).Tambin hoy da estamos en condiciones de crear cartografa para la historia, que con el paso del tiempo pasar a llamarse cartografa histrica y en muchos casos ser la nica huella que quede de nuestra realidad actual, por tanto en la realizacin de los planos, mapas o atlas actuales debemos de ser exquisitamente rigurosos y estar ampliamente documentados para expresar de la mejor manera posible los contenidos temticos de forma grfica. El mapa en historia, las cartas topogrficas o los atlas no deben ser considerados como un mero balance de datos e informaciones que se representan de forma grfica, sino que pueden ser en s mismos un medio de investigacin e interpretacin.Adems de la informacin obtenida de forma indirecta a travs de textos, iconografa y cartografa histrica, la observacin directa del espacio urbano, todava hoy, nos puede pro-porcionar una informacin inigualable y generalmente complementaria a la obtenida a travs de los textos. En la observacin directa del espacio urbano histrico han destacado recientemente los urbanistas y los arquelogos.Los urbanistas han tenido el mrito de rescatar una fuente de informacin preciosa como son las permanencias arquitectnicas y urbansticas, a las que si les aplicamos mtodos correctos de investigacin nos ofrecern informaciones que el historiador nunca podra obtener a travs de los textos. Por ejemplo, si carecemos de informacin textual sobre una ciudad medieval, podremos llegar a saber con cierta precisin si se trata de la creacin de una ciudad nueva o no, aunque carezcamos de una carta de franquicia o de un acta fundacional. En caso de que se trate de una villa nueva, analizando la planta se podr percibir un trazado regular, en forma de damero, ms o menos perfecta segn la topografa del terreno en la que est implantada. Tambin podremos llegar a saber cmo se concibi la ciudad estudiando el parcelario actual, porque en la mayor parte de los casos se mantienen las lotizaciones medievales, as como las dimensiones de las redes viarias internas de la villa. Las redes viarias son unas verdaderas permanencias, son sin duda los primeros elementos constitutivos de la villa, y a lo largo de ellas se estructuran las construcciones urbanas. Tambin los recintos amurallados nos proporcionan innumerables informaciones sobre la importancia de la villa, y sobre sus posibilidades demogrficas. La riqueza y disponibilidad econmica de esa sociedad pueden apreciarse con nitidez a travs de los edificios pblicos que en ella se crean. Analizando el paisaje urbano creado por una sociedad, que ha permanecido "muda" a lo largo del tiempo, o que ha visto desaparecer sus testimonios escritos, podemos llegar a obtener importantes informaciones del grupo social que se estableci en ella.Siempre que estudiemos la ciudad como objeto fsico, ser de gran utilidad emplear como instrumento de la investigacin histrica los planos parcelarios histricos o actuales que podamos encontrar. La razn estriba en que la unidad bsica de la construccin urbana es la parcela, y en numerossimos casos se mantiene inalterable a lo largo de los tiempos. Es en base a esta unidad espacial y a la vez familiar como la construccin adquiere sentido explicativo. Realmente el punto de partida de toda investigacin sobre la construccin, sobre las estructuras emergentes reside en la parcela, que estructura y organiza la red viaria y todo el diseo urbanstico en la historia de las ciudades.En el caso de la Pennsula Ibrica la elaboracin de los planes parcelarios urbanos ha sido una empresa tarda. Se realizan entre los aos 60 y 75 para todas las ciudades espaolas por encargo del Ministerio de Hacienda. Su escala nica es de 1/1.000 y se registra con exactitud la delimitacin del casco urbano, la propiedad pblica de la privada, la fragmentacin parcelaria y lo edificado en dichas parcelas.Desde la elaboracin de los planes parcelarios la informacin grfica que poseemos sobre la realidad de nuestras ciudades supera a todos los levantamientos planimtricos anteriores en exactitud y en homogeneidad. Tambin posibilita gracias a la escala nica y a los mismos cdigos de representacin, los estudios urbanos comparativos que nos permitirn hallar leyes constructivas aplicables a la mayor parte de los conjuntos urbanos. Pero los actuales cdigos de representacin bidimensional son menos expresivos que otras representaciones con perspectivas oblicuas a las que nos tenan acostumbrados los planos antiguos. Adems los mtodos de representacin actuales son ms codificados y complejos haciendo que estos planos contengan cada vez ms informacin, pero menos incomprensible para la generalidad de los usuarios. El perfeccionamiento del mtodo de representacin grfica nos ha conducido a una situacin de alejamiento de la representacin con respecto a lo representado. Se representan todas las parcelas, ofreciendonos una informacin cuantitativa, sin embargo no se diferencian de ninguna manera, excepto por la planta o las dimensiones, los edificios de valor artstico, poltico o militar, del resto de las edificaciones urbanas, no nos ofrece el parcelario una informacin cualitativa de lo representado.El plano urbano, cuyos elementos bsicos son la red viaria pblica y la parcela, persiste a lo largo del tiempo, desde la primera fundacin con mayor o menor fortuna. Podemos compararlo a los pergaminos que son reutilizados, reescritos. Parece que hoy da est totalmente aceptada la Ley de la Persistencia del Plano, puesto que las edificaciones son sustituidas a travs de los tiempos, pero las parcelas y las redes viarias permanecen.A travs de un buen plano urbano, (o de un parcelario actual) se puede conocer an, sin documentos escritos que lo avalen, si el suelo en el que se asent la ciudad medieval era de propiedad fragmentaria (como en el caso de la ciudad islmica o de la ciudad actual), o si por el contrario perteneca a un slo propietario, el rey o un seor, (como es el caso de la ciudad medieval). En todos aquellos casos en que el suelo pertenezca a un slo propietario se percibe una planificacin. La planificacin parcelaria de la ciudad en la mayor parte de los casos no se realiza por escrito sino que se realiza sobre el terreno por hombres especializados, que partirn la tierra en lotes iguales, si en las cartas fundacionales se pretende crear una poblacin homogenea, o duplicando el tamao de algunas parcelas, en caso de que la poblacin estuviera compuesta por una doble categora social (7).Tradicionalmente la construccin que se encontraba por encima del asfalto perteneca al campo de la historia del arte, de la arquitectura o del urbanismo, y lo que estaba debajo a la arqueologa. A los arquelogos les ha hecho falta veinte aos para darse cuenta que la memoria registrada en la construccin civil ordinaria mereca estudio y proteccin. El concepto de la arqueologa de lo construido nace a partir de la mirada que realizan los arquelogos generalistas sobre los edificios cotidianos que permanecen en pie. Se define en principio por negacin: no es arqueologa monumental, no es historia del arte, no es anlisis arquitectnico y no es arqueologa sedimentaria. Este cambio de visin se produce por dos causas. La primera reside fuera del campo de la arqueologa, han sido algunos medievalistas los que, interesados por la construccin y el urbanismo han organizado la reflexin, o el mtodo de trabajo, no en trminos estticos o de arquitectura, sino de historia y de cultura material y tecnolgica. La segunda proviene de la drstica reduccin de los presupuestos oficiales para la realizacin de excavaciones tradicionales, por tanto el campo de la arqueologa ha visto amenazada su supervivencia en el caso de mantener dentro del concepto de arqueologa el asfalto como frontera.El anlisis de lo construido requiere un mtodo regresivo de observacin, de registro de los datos, sin interpretacin previa, sin ideas preconcebidas. Todo debe ser registrado y tenido en cuenta. Este anlisis requiere una reflexin tecnolgica sobre el modo de construccin, los materiales utilizados y su diseo constructivo. Lo construido es un objeto fabricado susceptible de mostrarnos los modos de fabricacin y su evolucin, los modos de vida y las habilidades de sus habitantes. La construccin urbana aparece como un objeto estratigrafiado que testimonia de forma ms o menos correcta las diferentes etapas histrico arquitectnicas de la ciudad.Lo construido supone una especie de "stock" potencial de objetos donde su valor cultu-ral no est establecido a priori. En trminos de patrimonio cultural, todo edificio puede constituir un documento de archivos materiales que puede esconder un monumento, este es el caso de las casas antiguas con una estructura tipo, que hoy da estn en trance de desaparecer. Desde el punto de vista cultural la decisin de conservar, destruir o transformar una fachada constituye un objetivo especfico para la evolucin de la forma urbana. La fachada de la vivienda urbana puede ser percibida como el lmite de la parcela privada o como el lmite del espacio pblico, en el primer caso la responsabilidad de su conservacin residir en sus propietarios y en el segundo ser la colectividad quien tendr derecho a intervenir, o controlar su evolucin para que no desaparezca la imagen del conjunto urbano.La arqueologa de lo construido o de los restos emergentes, discurre con dificultades, puesto que los arquelogos que lo han iniciado se ven en graves dificultades ya que les resulta imprescindible recurrir a la ayuda de otras disciplinas. En primer lugar es necesario analizar y ayudarse de las fuentes tradicionales, archivos, catastros y la memoria topogrfica de la villa. Este anlisis fecundo, pero limitado les conduce a analizar en el paisaje urbano contemporneo los puntos fundamentales de la morfologa de la villa desde sus orgenes (8).Evolucin, destruccin y conservacin del documento histrico llamado CiudadA travs de los estudios realizados en todos los paises europeos percibimos una constante. Aunque todas las ciudades desde su creacin hasta los aos 50 y 60 de nuestro siglos han ido evolucionando, transformndose, las destrucciones sufridas, las nuevas construcciones y en definitiva las modificaciones sufridas, han sido "suaves". El paisaje urbano ha sido sutilmente modificado, se ha actualizado, pero no se ha intervenido estructuralmente, por tanto hasta mediados del siglo XX era relativamente fcil reconstituir el paisaje urbano medieval. Prueba de ello es la vigencia que hasta esas fechas tuvieron los antiguos planos medievales o modernos existentes.El rpido crecimiento de la poblacin urbana a partir de los aos 50 y 60, debido al xodo rural ha influido de forma fundamental y sin precedentes a lo largo de la historia. Como consecuencia de este proceso se produjo un crecimiento incontrolado de la ciudad y una profunda transformacin de los centros histricos.Este fenmeno general en casi todos los centros urbanos inquieta tanto a los historiadores como a los estudiosos de la arquitectura, urbanismo y arquelogos, porque se produce una ruptura en el proceso evolutivo de la ciudad. La rapidez y amplitud de los cambios que se producen no tienen precedentes en la historia de la humanidad, se planifican obras, edificaciones a gran escala, grandes supermercados, grandes edificios tecnolgicos, aparcamientos subterraneos, metros etc, etc. y la nueva imagen urbana no tiene nada que ver con el concepto anterior ni con la lenta evolucin de la topografa histrica a travs de los siglos. La inmediata consecuencia es que calles, barrios y centros histricos han sido eficazmente destruidos, reemplazndose el propio estilo de la ciudad por una construccin y organizacin espacial que no tiene porqu tener relacin con las formas constructivas tradicionales de la regin. Se tiende a una construccin y planificacin urbana similar en todos los casos, se tiende a una cultura planetaria.Ante tanta transformacin y destruccin slo logran permanecer los grandes conjuntos arquitectnicos, aquellas obras que por su incalculable valor artstico, la sociedad en su conjunto decide unnimemente salvarlas de la transformacin o destruccin, pero nos econtramos en una situacin realmente difcil para todo lo que podramos calificarlo de patrimonio menor. El patrimonio menor no alcanza a tener un gran valor artstico, y por ello perece en cada una de las transformaciones y actualizaciones urbanas, sin embargo tiene un valor histrico incalculable. Por patrimonio menor entendemos todas aquellas construcciones caractersticas de una poca determinada, que nos han llegado a travs del tiempo, realizadas con materiales propios de la regin, que no necesariamente tienen por qu tener una calidad extraordinaria, con formas arquitectnicas empleadas por la inmensa mayora de la poblacin, y por tanto simples en su concepcin, pero que nos informan sobre el tipo de vida de la mayor parte de la sociedad urbana medieval (9). Las catedrales, iglesias, castillos palacios y fortificaciones, an siendo de la poca histrica que nos interesa, son el reflejos de lo "extraordinario", sin embargo la vivienda urbana, los almacenes, las tiendas de artesanos, los hornos, las fraguas, calles, pequeos puentes etc. son la manifestacin de lo ordinario, de lo cotidiano de la inmensa mayora de la sociedad. Por tanto tratar de salvaguardar nicamente lo extraordinario, puede falsear totalmente la verdadera imagen de lo que fue el marco fsico en el que se desenvolvi la sociedad medieval. Y los historiadores, historiadores del arte, arquelogos y polticos seremos los culpables de transmitir a nuestra sociedad y a las venideras una imagen falseada de la realidad medieval.Si admitimos que la ciudad es un lugar vivo donde han ido incorporndose las nuevas formas de vida, tendremos que pensar que no tiene mucho sentido tratar de preservar edificios aislados, construcciones significativas descontextualizadas. Cuando hablo de salvaguardar el patrimonio menor, no quiero decir que debe recibir el mismo tratamiento de las obras de arte, ni que nada pueda ser tocado en una ciudad. Conviene aclarar que se entiende por salvaguardar el patrimonio menor. Como se ha dicho al principio las ciudades pertenecen a las sociedades que las habitan por tanto es ridculo cristalizarlas en el tiempo e impedir su evolucin. En los casos en que la ciudad pueda y considere que debe expansionarse fuera de los lmites de los cascos histricos, podrn preservarse tambin los ejemplos de patrimonio menor, como una muestra para la posteridad de los ejemplos histricos. En los casos en que la ciudad siga evolucionando sobre la planta original de hace 500 aos la situacin se complica, porque tampoco puede obligarse a la sociedad actual a vivir en las mismas condiciones de los siglos pasados. Si la adaptacin a las nuevas condiciones de vida exige una evolucin de las formas constructivas, o una transformacin sustancial del habitat, tampoco debemos alarmarnos. En tales casos procede realizar estudios serios del tipo de habitat que se emple en otros tiempos en esos ncleos urbanos y mantenerlos en la memoria. No todo va a salvaguardarse fsicamente, pero ello no quiere decir que la destruccin actual suponga el olvido maana. Hay otra forma de salvaguardar el patrimonio urbanstico menor, y es mantenerlo vivo en la memoria, por medio de fotos, dibujos de planta y alzados, descripciones de los materiales utilizados etc. Lo que proponemos es obtener una informacin precisa sobre la ciudad, que pueda llegar a los urbanistas, restauradores y arquitectos y que convenza a las autoridades nacionales, regionales y locales de que es peligroso para una comunidad ignorar y destruir la experiencia colectiva de su pasado. La nica manera de detener la destruccin de los ncleos histricos es ofertando estudios documentados sobre el paisaje urbano, que permitan conocer la realidad histrica y su relativo valor, y que estos estudios se conviertan en instrumentos de actuacin en sus manos.

PERMANENCIAS URBANISTICAS EN LAS VILLAS VASCASEmplazamientosLos lugares elegidos para la implantacin de las villas estn en relacin directa con las motivaciones fundacionales.Buena parte de las villas alavesas estn situadas sobre cerros o mesetas, en lugares elevados, puesto que fueron creadas para defender fronteras. En un territorio fundamentalmente llano, se buscarn lugares adecuados para lograr el propsito de vigilancia y defensa. Con estas caractersticas se fundaron Laguardia, Vitoria, Labraza, Labastida, Salvatierra, Santa Cruz de Campezo, Villarreal de Alava, Alegra y Peacerrada. El resto de las villas alavesas se sitan o bien en laderas de pequea pendiente o en tierras totalmente llanas como La Puebla de Arganzn, Armin, Berantevilla o Salinillas de Buradn.En Vizcaya y Guipzcoa, por las caractersticas geogrficas, los emplazamientos son bastante similares. Salvo las villas costeras que se sitan en espigones que se alzan sobre el mar como Bermeo, Plencia, Guetaria y Orio, o en arenales protegidos por la sombra de una montaa, como el caso de San Sebastin o Zarauz. El resto busca su emplazamiento en los terrenos llanos de los estrechos valles, que a la vez son las rutas naturales de comunicacin. Este tipo de emplazamiento, en fondos de valle es muy frecuente en Guipzcoa. En el valle del Deva se sitan: Deva, Elgoibar, Eibar, Placencia, Vergara y Mondragn. En el valle del Urola: Zumaya, Cestona, Azpeitia, Azcoitia y Villarreal. En el valle del Oria: Orio, Usrbil, Hernani, Tolosa, Villafranca y Segura. Generalmente se emplazan a orillas del ro, aprovechando ste como defensa natural.En Vizcaya tambin tenemos ejemplos de villas creadas en llano abierto, donde nunca podr decirse que el espacio fsico elegido ha condicionado su posterior expansin, como se ha podido ver en otros casos. Nos referimos a la villa de Durango y a la de Ochandiano. An teniendo las mismas condiciones de suelo, se ha podido comprobar que histricamente han desarrollado procesos urbansticos e histricos desiguales. Ochandiano no se ha desarrollado como cabra esperarse, siendo una villa estratgica en la ruta entre Alava y Vizcaya.Parece que independientemente del desarrollo histrico posterior que han tenido las villas vascas, los emplazamientos elegidos fueron realizados con buen criterio. En Guipzcoa tenemos algunos ejemplos en los que se modifica su ubicacin en los primeros aos fundacionales. Solamente cuatro variaron su emplazamiento: Azcoitia, Iciar-Deva, Segura y Usrbil.La primitiva villa de Azcoitia se fund en 1324 en el lugar de San Martn de Iraurgui, en la ladera de un pequeo monte en la margen derecha del ro Urola, exactamente en el lugar donde se hallaba situada la ermita de esa misma advocacin. Pero parece que la experiencia de los vecinos a lo largo de siete aos no result satisfactoria ya que en 1331 a instancias de toda la comunidad, el rey les concedi otra carta de poblacin para hacer una nueva fundacin en Miranda de Iraurgui, actual emplazamiento de la villa de Azcoitia. Los pobladores consideran que este segundo lugar elegido por ellos y comprado por el concejo reuna las caractersticas ideales para el establecimiento definitivo.Los vecinos del lugar de Iciar, fundada como villa con el nombre de Monreal en 1294, vivieron en este emplazamiento durante 49 aos. A lo largo de los cuales parece que la vida no les result tan fcil, ni se cumplieron sus expectativas de que iban a ser "ms ricos y mejor guardados". El traslado de la villa se concede a peticin de los vecinos. En 1343 y como consecuencia de las reiteradas quejas y splicas el rey accede a otorgar un nuevo documento fundacional. Al igual que en el caso de Azcoitia el concejo haba elegido ya el lugar donde asentar el nuevo ncleo, en un lugar llano a orillas del mar en la margen derecha del ro Deva, dentro de los trminos concedidos a la primera fundacin.Para la villa de Segura carecemos de datos tan precisos como en los casos anteriores. Sin embargo Gorosabel afirma que la primitiva poblacin no se hallaba situada en el actual emplazamiento, sino en una zona prxima, en el lugar que ocupaba la ermita de San Andrs. Arrasada esta primera villa por un incendio, nos cuenta Gorosabel, que Alfonso X mand en el ao 1256 fundar otra nueva en el punto en el que ahora se halla, por ser ms propio para fortificarlo (10).En el caso de Usrbil el traslado de poblacin es un tema ms complejo. No hay un traslado de poblacin legalmente constituido, no obstante si hay un "movimiento" de vecinos. Los propios vecinos de la "colacin" de San Salvador de Usrbil solicitaron la creacin de una villa cercada. Su solicitud est basada en el deseo de abandonar el poblamiento disperso y vivir en un habitat concentrado urbano porque tal tipo de vida les ofreca mayores garantas de seguridad. El rey accede a tal peticin, les deja a su libre eleccin el emplazamiento pero ste deber estar dentro de los trminos de la propia "colacin". Sorprende la eleccin que realizan los vecinos, ya que eligen un lugar un tanto alejado del centro de la colacin, del camino, del ro y de la iglesia parroquial. El motivo de esta decisin no consta en la documentacin, sin embargo en opinin de algunos estudiosos del tema, la razn podra residir en el deseo de esos hombres a verse libres de la influencia de la casa solar de Achega. Es muy posible que los vecinos tratando de escapar de la presin de los seores de Achega eligieron un paraje alejado del "palacio" y de la iglesia, imposibilitando de este modo la integracin de esta familia en el ncleo urbano.No cabe duda que desde esta ptica fue un xito la creacin de la villa en tal lugar, ms hay que reconocer que histricamente se demostr muy pronto lo poco prctico del lugar. Dicho emplazamiento desde un punto de vista funcional no era el ms acertado. La villa no consigui atraer vecinos suficientes como para ocupar sus solares, y adems con el tiempo los vecinos fueron abandonando dicho lugar para construir sus viviendas en las proximidades de la iglesia, por resultar un emplazamiento ms cmodo.Morfologa urbanaPrcticamente todas las villas vascas podemos encuadrarlas dentro del grupo de villas nuevas, de fundaciones planificadas, y por lo general esto significa que el plano tiene un cierto racionalismo en su concepcin, que no se trata de una construccin arbitraria ni caprichosa, sino que responde a un concepto preestablecido. El problema que se nos plantea en el Pas Vasco y tambin en otras zonas es que no existen documentos escritos contemporneos a los procesos de fundacin que nos expliquen las teoras de planificacin urbana, por tanto no cabe otra solucin que realizar estudios comparativos y retrospectivos del fenmeno de planificacin urbana.El conjunto de planos urbanos medievales podemos agruparlos en tres tipos segn las diferencias morfolgicas que presentan: Villas con un plano regular similar a un campamento militar. Los ejemplos ms sealados son los de las villas costeras de San Sebastin, Fuenterraba, Guetaria, Guernica y Plencia, aunque hay villas en el interior que tambin pertenecen a este grupo, aunque los us plantas no sean tan perfectas o sean de menores dimensiones, como Elgueta, Usurbil o Durango. Todas estas villas se caracterizan por tener un plano geomtrico rectangular, sus manzanas de casas son rectas y estn cortadas por calles o cantones en ngulo recto, dando la impresin de un tablero de ajedrez, similar a las planificaciones de los campamentos militares. Villas con un plano regular en forma oval. El ejemplo ms paradigmtico es el de Vitoria, tanto por su perfeccin como por sus dimensiones (20 Ha.). Villafranca, Hernani, Mondragn Antoana y Valmaseda, pertenecen a este mismo grupo aunque sus superficies no alcancen ni la mitad que la de Vitoria. Generalmente est organizado el plano con tres calles longitudinales, la del centro recta, y las dos laterales paralelas en su mayor parte del trazado, curvndose en los extremos para dar la sensacin de que la villa se cierra en s misma. Las manzanas de casas interiores son dobles y las exteriores simples. Al adentrarnos en la villa da la sensacin de que entramos por una puerta, y que hay una sola calle. Una vez dentro se perciben las otras dos. Villas de plano regular con forma triangular. Esta forma la dicta generalmente el terreno en el que estn emplazadas, que no permite una forma rectangular u ovalada. En este tipo de villas las tres calles se llegan a juntar en una sla donde suele estar la puerta principal de la villa. Los ejemplos ms caractersticos son los de Ondarroa, Zumaya, Orio y Azpeitia. La parcela y su evolucin en la Edad MediaMs interesante an que la tipologa del plano, nos resulta la manera en que est orga-nizado el interior del recinto urbanstico. La forma de los contornos no nos dice gran cosa sobre lo que es en s la ciudad, o sobre las caractersticas del grupo humano que lo habita. Sin embargo la manera en que est organizado el espacio interior, nos dar una idea bastante clara de la concepcin que tuvo la sociedad que la gener sobre la composicin de su estructura social.Dentro del recinto intramuros el espacio parcelado para su utilizacin con fines privados constituye la mayor parte del suelo urbano.Todas las referencias sobre la forma de repartir los solares las encontramos en la documentacin perteneciente al s. XIV. En la carta puebla de Mungua de 1376 se dice que los labradores de la zona que acudan a poblar a la nueva villa compren los solares por "prescios combenibles segun que lo tasaren sobre jura de santos Evangelios los homes buenos que obieren de ordenar la cerca de dicha villa". Esta informacin nos revela que existan unos cuantos hombres elegidos, posiblemente, por la comunidad, que se encargaban de elegir el terreno en el cual se asentara la nueva villa, planificaban el trazado de la cerca y designaban los lotes de terreno para las parcelas familiares, a precios convenibles (11). En Guipzcoa no hemos encontrado referencia alguna a la compra de solares por parte de los pobladores, sin embargo si sabemos que se repartan solares iguales entre todos los pobladores, como se afirma en la carta puebla de Azpeitia de 1310. A finales del s. XIV, y en la fundacin de la ltima villa del perodo medieval, Villarreal de Urretxu, las disposiciones para la particin de los solares son muy precisas. Al igual que en el caso de Azpeitia y de Mungua se buscan "omes buenos" que hagan la particin de los solares.En Azpeitia los solares se dice que deben ser iguales para todos los vecinos, en cam-bio al final del proceso urbanizador, en la carta de fundacin de Villarreal se establecen dos modelos, uno mayor y otro menor. El solar propiamente dicho, o el ms caracterstico, era el de mayores dimensiones, puesto que el otro era simplemente un "medio solar". Otro dato importante que aporta la documentacin es el de asegurarnos que el solar mayor, el de seis por nueve brazadas (8m x12m), era el de uso general en toda Guipzcoa.La afirmacin de la similitud de los solares en todo el territorio de Guipzcoa no slo viene dada por esas escasas referencias documentales, sino por los resultados de la aplicacin del mtodo arqueolgico, que constata y confirma dicha hiptesis. Cuando nos hemos encontrado con casas-palacio o casas-torre, que son ms amplias que la casa comn hemos podido observar que se mantiene la proporcionalidad del solar primitivo. La casas palacio estn construidas sobre solar y medio (12m.x12m.) y las casas torre sobre dos solares (16m.x12m.). En aquellos lugares de gran densidad de poblacin nos encontramos con solares fragmentados, pero siempre de forma proporcional, por la mitad.En la parcela familiar hay que distinguir dos partes, el espacio edificado y el espacio abierto. En un principio la parcela no estaba construida en su totalidad, se reservaba una pequea parte al fondo para dedicarla a huerta o corral. Se construan los ocho metros de fachada a la calle por otros ocho de profundidad y se reservaban cuatro metros de fondo por los ocho de anchura de la parcela, para corral. A medida que la presin demogrfica se hizo sentir, los espacios libres fueron ocupados en su totalidad, y posteriormente divididos en forma longitudinal.La construccin urbanaLa presin demogrfica y la escasez de suelo urbano en muchas de las villas vascas hizo que desde fechas muy tempranas se densificara la construccin de las viviendas urbanas, teniendo como resultado el desbordamiento de la fachada sobre la calle pblica.Las fachadas de las casas avanzaban sobre la lnea de la calle gracias a los "voladizos", que sobresalan en cada piso, llegando con este sistema, a que los tejados de las casas enfrentadas, cubrieran la calle. Las ordenanzas de construccin de San Sebastin y Mondragn, redactadas despues de los incendios sufridos por ambas villas a finales del s. XV, trataron de controlar los abusos que los vecinos realizaron de forma sistemtica en contra del espacio pblico. En Mondragn no se permiti a los propietarios que avanzaran sobre el lmite de su parcela ms de medio codo en cada piso, y esto nicamente en dos pisos. En San Sebastin slo se permiti que el primer piso sobresaliera tres codos sobre la lnea de la calle.A travs de la documentacin se observa tambin la modificacin de las viviendas en altura. Las viviendas primitivas tenan dos pisos, una planta baja y un "sobrado". Estas dimensiones eran proporcionales al diseo urbano, ya que las cercas que construyeron los primeros pobladores, protegan a este conjunto urbano original. Sin embargo poco a poco las viviendas fueron modificndose, fueron elevndose. En 1485 en Elgoibar la altura de las viviendas era tal, tanto en el interior de la villa como en el arrabal, que las murallas quedaban ocultas entre las casas. Y no se trataba de un caso aislado, sino que fue general en aquellas villas que tubieron aceptacin. La tendencia a construir en altura no pudo detenerse, y a comienzos del s. XVI algunas villas legalizaron la construccin de tres pisos adems de la planta baja.En los pequeos recintos urbanos, las murallas o cercas entorpecieron la expansin urbana. La ocupacin del camino de ronda, y la utilizacin de la muralla como muro de la vivienda representa un ltimo modelo de ocupacin del espacio pblico. En los arrabales el ataque a las cercas y murallas es similar al que se produce en el interior, las viviendas de los arrabales se adosan sistemticamente a los muros. A partir de la segunda mitad del s. XV y debido a los grandes abusos de los ciudadanos, los concejos tratan de recuperar el espacio pblico perdido en torno a las murallas. Los argumentos utilizados fueron de dos tipos. En las villas del interior, como Azpeitia, Azcoitia, Mondragn o Elgoibar, los vecinos son obligados a abandonar los espacios ocupados argumentando que estos espacios vacos servan para evitar la propagacion de los incendios, y la muralla ejerca el papel de cortafuegos. En las villas fronterizas los argumentos utilizados fueron diferentes, los concejos recuerdan a los vecinos el peligro que estas construcciones adosadas a las murallas representan para la poblacin en caso de ataque del enemigo.LA RURALIZACION DURANTE LA TEMPRANA EDAD MEDIALa relativa unidad econmica del imperio desmembrado fue posible, mientras el mediterrneo continu abierto al comercio, hacia el interior de Europa, en cambio, la desorganizacin econmica y urbana fue mucho mayor.A partir del siglo VII la conexin y el comercio por el mar qued limitada y luego bloqueada, por la rpida expansin del Islam. Esta combinacin de circunstancias fue, ms que la sola invasin de los brbaros, la que determino la lenta descomposicin de la organizacin de los territorios romanos.Una nueva invasin de pueblos navegantes, los vikingos, que amenazaron las costas del mar del norte e Inglaterra, cort sensiblemente los restos de comercio martimo.La consecuencia inmediata de esa descomposicin, fue el decrecimiento y desaparicin de una parte de las ciudades fundadas por Roma, cuya poblacin, muy disminuida, se disemin por el rea rural dejando de estar agrupadas, esta situacin es de mayor importancia para comprender el fenmeno del feudalismo durante la edad media y verdaderamente esencial para entender el sentido del proceso urbano desarrollado en este prolongado periodo.El comienzo de la edad media europea se caracteriz, entonces, por la vuelta de una proporcin importante de la poblacin a los niveles ms rudimentarios de una sociedad agraria. Este fenmeno tuvo:- Expresin fsica: ocupacin intensa del espacio geogrfico con poblacin dispersa- Consecuencia poltica: cambio de la base del poder- Resultado econmico: reemplazo del modelo de produccin excedentaria que haba caracterizado a Roma, por un tipo de produccin de subsistencia.La iglesia cristiana fue uno de los pocos, sino el nico nexo que mantuvo la unidad de los antiguos territorios romanos ante el vaco dejado por la desaparicin del antiguo poder.EL FEUDALISMOEl rgimen seorial se instaur en toda Europa a partir del siglo V o VI se sostuvo, primero sobre una base fundamentalmente agraria y luego, sobre el renaciente sistema de ciudades, dando nacimiento al feudalismo, que se desarroll como la nueva forma de organizacin del territorio, sin embargo, los reinos romanizados se dividieron, tras un periodo de vacos de poder y luchas a nivel local, en unidades mas o menos independientes, en los que la autoridad del rey estuvo sostenida por el poder militar de la nobleza que a su vez, se sustent en la extensin, riqueza y poblacin de dominios habitados por campesinos, que podan ser reclutados para la guerra.En la cspide del poder del sistema el rey, dueo simblico del territorio, conceda la propiedad a las aristocracias guerreras, estructurando as la pirmide de su poder. En la base del sistema, entre los campesinos, predominaba la economa domestica con una produccin destinada al consumo propio. En el medio se ubican los seores feudales en el echo los propietarios de la tierra, gobernando con poderes absolutos y sometiendo a la poblacin campesina a una servidumbre completa de vida y haciendas, a cambio de una proteccin que consista mas que en una poltica de bien publico, en una direccin organizativa del conjunto.El carcter fundamentalmente agrario de la sociedad feudal humaniz el paisaje, con una ocupacin ms extensiva del territorio. Este cambio constituy una variacin importante respecto de la situacin anterior, en la que la actividad humana se haba centrado sensiblemente alrededor de las ciudades donde era fcil de controlar poltica, econmica y militarmente.EL PAPEL DE LA IGLESIAUn elemento importante de considerar cuando se analiza la ruralizacin sufrida por la poblacin europea despus de la cada de roma, es el rol que juega en la organizacin del territorio la iglesia cristiana bsicamente la catlica.El desarrollo de ordenes religiosos de vida monstica fue avanzando por todo el territorio europeo, en la medida que se desplomaban las ciudades, llegando a constituir los monasterios y conventos, verdaderas islas, enclaves de civilizacin, que no solo dieron origen a nuevas ciudades sino que, durante el periodo ms obscuro de la edad media cumplieron la funcin de archivos del saber.El monaterio constitua, en realidad, una nueva especie de polis, donde las perso