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esencia de Dios
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LA COGNOCIBILIDAD DE LA ESENCIA DE DIOS
OSCAR ORLANDO AREVALO GUERRERO 1
SEMINARIO MAYOR SAN JOSÉ
Zipaquirá, 22 de setiembre de 2014
El punto de partida de la cognoscibilidad de la esencia de Dios es el término de las vías que
demuestran su existencia, ya que se conoce que lago existe, que da todavía por saber que
es, demostrar la existencia de Dios procede preguntarse por su esencia, y lo que se nos
refiere en ese punto final de cada una de las vías es Dios como absolutamente trascendente,
de ahí nace precisamente la incompresibilidad de Dios, es decir en cuanto que es conocido
por la misma medida en que es cognoscible, pero de Dios al menos podemos conocer que
es primera causa de las cosas.
La incompresibilidad de Dios es trascendencia respecto al conocimiento creado, la suprema
existencia de Dios, su trascendencia lleva emparejada la imposibilidad de que nuestro
conocimiento pueda alcanzar lo que es Dios, no obstante el conocimiento de Dios que
puede suministrar la mente humana no supera el género de conocimiento que parte de las
cosas sensibles, ya que por este camino sino se puede conocer a Dios desde una manera
más elevada que la de conocer la causa por el efecto, el entendimiento creado tiene su
origen en los sentidos, y por ello solo puede alcanzar hasta donde pueda llevarlo lo
sensible, que a partir del conocimiento de los sensible no puede conocerse todo el poder de
Dios, ni por tanto ver su esencia. El objeto adecuado del entendimiento, se refiere a cosas
que tienen forma en materia, y no al ser subsistente. La cognoscibilidad o inteligibilidad de
unas cosas radica en su actualidad, algo es cognoscible en cuanto que está en acto,
precisamente por eso Dios es el acto infinito, Dios es infinitamente cognoscible y si
embargo solo es comprensible, para una inteligencia infinita, para poder ver la naturaleza
de Dios es necesaria que el entendimiento creado sea provisto por una luz, es imposible que
nadie conozca a infinitamente a Dios y por lo tanto que lo comprenda.
La cognoscibilidad de lo que Dios es, el hombre puede tener un conocimiento verdadero
sobre Dios, porque de Dios podemos conocer solo aquello que en las criaturas sensibles nos
manifiesten, la incomprensibilidad de Dios, para el hombre no supone que Dios sea
incognoscible, sino que por el contrario es incomprensible como ha sido señalado por ser
infinitamente inteligible o cognoscible, no es posible conocer a Dios por su forma propia,
en ninguna de las modalidades que esta puede concebirse, el conocimiento de
Dios debe ser por la forma de las criaturas en cantos son efectos de la causa primera que es
Dios, por la inteligencia humana se puede también conocer de Dios en relación a las
criaturas, pues él es la causa de todas ellas, es conveniente resaltar que aunque en la
realidad no conocemos lo que es Dios, sin embargo la cognoscibilidad de la esencia divina
por pate del entendimiento humano resulta algo positivo, para Plotino Dios es tan
trascendente que absolutamente nada puede predicarse de él, pues Dios está más allá que
todo, por eso es incompresible y absolutamente inefable, ya que su realidad está por encima
de todo lo que existe. Para Nicolás de cusa Dios es la coincidencia o la síntesis de los
opuestos en un ser absolutamente infinito, Dios es ese ser infinito, esto lleva a que un
entendimiento finito o pueda abarcarlo, el único acceso del hombre a la inaccesibilidad de
la trascendencia divina es el sapiente no saber, es decir la docta ignorancia.
La analogía es el intermedio entre la univocidad y la equivocidad, la predicación de algo
respecto de diversos sujetos puede hacerse de tres modos: cuando la atribución o
predicación de algo a varias cosas según una razón completamente la misma, cuando se
atribuye una misma razón universal se llama equivocidad, cuando se atribuye un nombre
común a varios sujetos se da la analogía. Con todo esto puede verse fácilmente que la
analogía es un modo de atribución intermedia entre la univocidad y la equivocidad. Nuestro
conocimiento de Dios tiene un carácter analógico, porque hay una analogía entre las
criaturas y Dios, hay una semejanza entre Dios y las criaturas y al mismo tiempo una
desemejanza, pero esta semejanza es parcial, pero la criatura no es en parte parecida a Dios
y en parte distinta de Dios, ya que aquello por lo que es semejante, es aquello por lo que es
desemejante, y respecto a la relación entre Dios y las criaturas no conviene olvidar, que es
más conveniente decir que la criatura es semejante a Dios que lo contrario, y así la criatura
tiene lo que es de Dios, por eso se dice que es semejante a Él, es imposible afirmar con
rectitud que Dios es semejante a la criatura, como tampoco decimos que el hombre es
semejante al su imagen, sino que decimos más bien que es la imagen la que asemeja al
hombre.
Ahora bien las formas de los seres causados por Dios no llegan a imitar la virtud divina, por
que reciben, separada mente y en particular lo que en Dios es universal y simple, no hay
ningún termino que se aplique a Dios y al hombre en un sentido univoco, pero tampoco se
cae en la equivocidad, por la semejanza que hay entre todo efecto y causa, lo que se afirma
de Dios y de las criaturas se dice analógicamente, es decir según una semejanza o
proporción, que se fundamenta en la participación del Ser, en pocas palabras la que Dios le
concede al hombre.
El carácter análogo del conocimiento de Dios, lo tres modos analógicos del conocimiento
de Dios son indisociables, porque se aplican a la misma perfección que predicamos de
Dios, la doctrina de Dionisio afirma de Dios tres modos: Afirmativamente: que es sabio, se
afirma de Dios la perfección de las criaturas. Negativamente: Dios no es sabio, se niega su
realidad de modo limitado en que la perfección se encuentra en las criaturas.
Eminentemente: Dios es súper sabio, se afirma una determinada perfección en Dios según
su modo subsistente e infinito, propio de Dios, que lo atribuye como eminentemente sabio.
Nuestro conocimiento de Dios, es conocimiento, pero limitado, Dios no podría ser
nombrado con nombres sacados de las perfecciones que encontramos en las cosas, señala
Meistereckhart, que nada de lo que es en una criatura es en Dios, excepto como en su causa
y así en Dios no hay ser sino la pureza de ser.
La infinita trascendencia del ser divino y su consiguiente comprensibilidad, lleva consigo la
inefabilidad de Dios, ya que él es inexpresable e innombrable, las palabras son signos de
los conceptos, el nombre es la expresión de la realidad, que es lo que primeramente
conocemos, aunque difícilmente a Dios, por eso nombramos a Dios como lo conocemos,
según la experiencia que vivimos de él así podremos dar nombrarlo como lo que es, es
decir lo nombramos como Dios, porque así lo conocemos. Aunque en esta vida no podemos
ver a Dios por esencia, sin embargo podemos, conocerle a través de las criaturas y
nombrarle con nombres sacados de las cosas creadas, por consiguiente podemos nombrarle
por las criaturas, pero no en forma que el nombre que le signifique exprese la esencia
divina tal cual es, como el termino hombre expresa con su significado la esencia del
hombre tal como es, su definición expresa la esencia de ser hombre, esto lleva a decir que
Dios no es propiamente definible, pues no hay ningún nombre que se le aplique
sustancialmente a Dios, al aplicar nombres a Dios, es necesario distinguir entre lo que
significa el nombre y el modo de significar, atendiendo al significado, las perfecciones
puras se predican más propiamente de Dios que de las criaturas, pero atendiendo al modo
de significar es al revés, lo cual lleva a que el modo de significar es según el que compete a
las criaturas, en consecuencia la perfección hay que afirmarla de Dios en lo que significa, y
hay que negarla de Dios en el modo de significar para la inteligencia humana, pero esto no
supone que el hombre no pueda tener un conocimiento verdadero de Dios, precisamente
porque se toma de las criaturas, todo nombre a Dios es defectuoso, con frecuencia se
aplican a Dios nombre que no le competen, estos se llaman metafóricos, que propiamente y
en primer lugar convienen a las criaturas y a Dios solo metafóricamente, otros nombre en
cambio son relativos por su mismo significado, las criaturas tienen una relación real a Dios,
en cuanto que enteramente dependen de Él y a Él se ordenan, ya que sin El las criaturas n
existirían, esto lleva a que la única relación de Dios al mundo sea nicamente por medio de
la razón.
Todo atributo se identifica con la esencia de Dios, por ello entre los atributos y la esencia
divina no hay distinción real, en realidad ambos son idénticos. Los nombres o atributos
divinos, pueden dividirse en don grandes tipos: los entitativos y los operativos, según hagan
referencia al ser mismo de Dios o a las operaciones divinas, entre los innumerables
nombres con que podemos llamar a Dios, hay una privilegiado, que es el de ser, es decir
que él es el que es, con este mismo nombre se denominó a la pregunta realizada por
Moisés, este nombre o significa una forma determinada, sin el mismo ser, y puesto que el
ser de Dios es du misma esencia, pues lo seres toman nombre de su forma, en Dios en el
que no hay distinción alguna de esencia o mejor su esencia es precisamente ser, su nombre
se toma del acto de ser.
Lo más propio de Dios es ser, Dios es, por su universalidad en el modo de significar, ya que
el ser es el acto de todos los actos, la perfección absoluta omnicomprensiva de todas las
perfecciones, el ser no puede ser conocido más que vía reduclitionem, precisamente porque
el ser es una acto, ya que el ser de Dios no es por participación sino por esencia, es el ser en
el presente y en la eternidad, por eso no significa una perfección determinada, sino la
misma naturaleza divina en su ser.
A lo largo de la historia diferentes filósofos han colocado la esencia metafísica de Dios en
algún otro atributo, lo cual no sería así porque debe decirse de Dios que él es y si él es, es
porque posee su propio ser.