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La Composición Arquitectónica Biblioteca Digital - Ensayos Una forma de mirar Autor: Arquitecto Alfonso Ramírez Ponce “Componer es poner con.” ARPONCE AGOSTO DE 1999 http://www.colarquituc.org.ar/revistainstitucional/121-composicionarquitectonica RESUMEN Este texto es una aproximación al complejo tema de la composición arquitectónica. Parte de sus definiciones mostrando una selección de textos a lo ancho y largo de la historia. Expone conceptos sobre la actividad de componer y su ubicación dentro del proceso de producción de las obras arquitectónicas. Analiza en sus líneas generales el programa arquitectónico y culmina con una propuesta metodológica – no la mirada sino tan sólo una forma de mirar- sobre la posible enseñanza objetiva del proyecto en las escuelas de arquitectura. Está dirigido en general, a los arquitectos cuya práctica profesional es el proyecto y en especial, a aquéllos cuya práctica docente es sobre la composición y que se preocupan por hacerlo en forma clara y orientadora. COMPONER La palabra componer tiene en el lenguaje común, el sentido de arreglar y ordenar. Se tiene que arreglar algo, cuando no funciona, cuando –se dice- “está descompuesto”. Por tanto, componerlo es arreglarlo, ordenarlo, hacer que vuelva a funcionar, a ser útil, a servir. Arreglar, ordenar, funcionar, componer, resultan ser palabras con significados semejantes. De aquí que ordenación, composición, funcionalidad y utilidad resulten también términos cercanos, arquitectónicamente hablando. En su sentido histórico y etimológico, las palabras componer y composición nacen a principios del siglo XIII –1220, 1237-[1] y sus raíces vienen del latín ponere, que significa poner o colocar. Componer también presupone arreglar y ordenar. Si algo está ordenado, si es útil, si cumple con su función es que está debidamente compuesto. En otras palabras, este sentido del orden está ligado a la idea de lo útil, lo funcional, lo arreglado y compuesto. Esta visión privilegia la posición que considera más al arquitecto como un compositor, un ordenador y un delimitador del espacio, en vez del concepto más generalizado de creador.[2] Del nacimiento de las palabras componer y composición en el siglo XIII, deducimos que los arquitectos han tratado el tema en esos términos, a partir de esa fecha. Así que cuando, por ejemplo, sabemos que Vitruvio vivió en el siglo I de nuestra era, pensamos que difícilmente podía hablar de la “composición”, pues la palabra se inventó doce siglos después. Esto no impide que sus no muy fieles traductores pongan en su boca lo siguiente: “La disposición es una apta colocación y efecto elegante en la composición del edificio en orden a la calidad.”[3] Lo anterior nos lleva a discutir no sólo el uso de la palabra composición sino el sentido de la frase. Si disponer significa poner por separado y componer, como veremos líneas adelante, poner con; entonces son dos acciones opuestas y, por tanto, la primera no puede ser “una apta colocación y efecto elegante...” de la composición. Y al hablar de los traductores de Vitruvio surge una digresión inevitable, pues la equivocada definición de arquitectura que le han atribuido, ha sido una de las más conocidas y difundidas, desde la aparición del manuscrito “De architectura” a fines del siglo I a.C. hasta nuestros días.[4] El original en latín dice así: “Architecti est scientia pluribus disciplinis et variis eruditionibus ornata ...Opera es nascitur et fabrica et ratiocinatione.”[5] La mayoría de las traducciones dicen así: “Arquitectura es ciencia de múltiples disciplinas y adornada de variadas erudiciones... Nace de la construcción y la razón."[6] Otro ejemplo, uno de sus traductores escribe en francés antiguo: “L´Architecture eft une fcience qui droit eftre accompagnée d´une grande diverfité d´eftudes & de connoiffances...”[7] Y resulta que la palabra latina architecti no se refiere a la disciplina, a la arquitectura sino al arquitecto. El error ha consistido en que la frase “Architecti est scientia...” no intenta definir la arquitectura, sino trata del conjunto de conocimientos del arquitecto, es decir, del saber o de la ciencia del arquitecto. Esto coincide con el título del capítulo I del Libro I –donde se ubica la cita- que es la “Educación del arquitecto” y es de lo que habla Vitruvio. Es hasta el capítulo II cuando se refiere a la arquitectura. Quien desde principios de siglo tradujo fielmente el texto fue Morris Hicky Morgan quien escribió:

La Composición Arquitectónica

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La Composición Arquitectónica

Biblioteca Digital - Ensayos Una forma de mirarAutor: Arquitecto Alfonso Ramírez Ponce “Componer es poner con.”ARPONCE AGOSTO DE 1999http://www.colarquituc.org.ar/revistainstitucional/121-composicionarquitectonica

 RESUMENEste texto es una aproximación al complejo tema de la composición arquitectónica. Parte de sus definiciones mostrando una selección de textos a lo ancho y largo de la historia. Expone conceptos sobre la actividad de componer y su ubicación dentro del proceso de producción de las obras arquitectónicas. Analiza en sus líneas generales el programa arquitectónico y culmina con una propuesta metodológica – no la mirada sino tan sólo una forma de mirar- sobre la posible enseñanza objetiva del proyecto en las escuelas de arquitectura. Está dirigido en general, a los arquitectos cuya práctica profesional es el proyecto y en especial, a aquéllos cuya práctica docente es sobre la composición y que se preocupan por hacerlo en forma clara y orientadora.

COMPONERLa palabra componer tiene en el lenguaje común, el sentido de arreglar y ordenar. Se tiene que arreglar algo, cuando no funciona, cuando –se dice- “está descompuesto”. Por tanto, componerlo es arreglarlo, ordenarlo, hacer que vuelva a funcionar, a ser útil, a servir. Arreglar, ordenar, funcionar, componer, resultan ser palabras con significados semejantes. De aquí que ordenación, composición, funcionalidad y utilidad resulten también términos cercanos, arquitectónicamente hablando. En su sentido histórico y etimológico, las palabras componer y composición nacen a principios del siglo XIII –1220, 1237-[1] y sus raíces vienen del latín ponere, que significa poner o colocar. Componer también presupone arreglar y ordenar. Si algo está ordenado, si es útil, si cumple con su función es que está debidamente compuesto. En otras palabras, este sentido del orden está ligado a la idea de lo útil, lo funcional, lo arreglado y compuesto. Esta visión privilegia la posición que considera más al arquitecto como un compositor, un ordenador y un delimitador del espacio, en vez del concepto más generalizado de creador.[2]Del nacimiento de las palabras componer y composición en el siglo XIII, deducimos que los arquitectos han tratado el tema en esos términos, a partir de esa fecha. Así que cuando, por ejemplo, sabemos que Vitruvio vivió en el siglo I de nuestra era, pensamos que difícilmente podía hablar de la “composición”, pues la palabra se inventó doce siglos después. Esto no impide que sus no muy fieles traductores pongan en su boca lo siguiente:“La disposición es una apta colocación y efecto elegante en la composición del edificio en orden a la calidad.”[3]Lo anterior nos lleva a discutir no sólo el uso de la palabra composición sino el sentido de la frase. Si disponer significa poner por separado y componer, como veremos líneas adelante, poner con; entonces son dos acciones opuestas y, por tanto, la primera no puede ser “una apta colocación y efecto elegante...” de la composición.Y al hablar de los traductores de Vitruvio surge una digresión inevitable, pues la equivocada definición de arquitectura que le han atribuido, ha sido una de las más conocidas y difundidas, desde la aparición del manuscrito “De architectura” a fines del siglo I a.C. hasta nuestros días.[4] El original en latín dice así:“Architecti est scientia pluribus disciplinis et variis eruditionibus ornata ...Opera es nascitur et fabrica et ratiocinatione.”[5]La mayoría de las traducciones dicen así: “Arquitectura es ciencia de múltiples disciplinas y adornada de variadas erudiciones... Nace de la construcción y la razón."[6] Otro ejemplo, uno de sus traductores escribe en francés antiguo:“L´Architecture eft une fcience qui droit eftre accompagnée d´une grande diverfité d´eftudes & de connoiffances...”[7]Y resulta que la palabra latina architecti no se refiere a la disciplina, a la arquitectura sino al arquitecto. El error ha consistido en que la frase “Architecti est scientia...” no intenta definir la arquitectura, sino trata del conjunto de conocimientos del arquitecto, es decir, del saber o de la ciencia del arquitecto. Esto coincide con el título del capítulo I del Libro I –donde se ubica la cita- que es la “Educación del arquitecto ” y es de lo que habla Vitruvio. Es hasta el capítulo II cuando se refiere a la arquitectura. Quien desde principios de siglo tradujo fielmente el texto fue Morris Hicky Morgan quien escribió:"The architect should be equipped with knowledge of many branches of study and varied kinds of learning..."[8]Desaparece la confusión causada por los traductores-traidores, pues Morgan en la traducción correcta del texto, hace sujeto de la oración al arquitecto y no a la arquitectura.Terminando con la digresión; si Vitruvio no podía hablar de componer, pues la palabra no existía en su época, sí pudo hablar de la taxis griega, es decir, del orden. Palabra, que como hemos visto, podemos tomar como sinónima de componer:”El orden proporciona la debida medida a los miembros de una obra considerados por separado y un acuerdo simétrico con las proporciones del todo.”[9]El orden –o la composición- como el debido equilibrio entre las partes y el todo. Otro autor Blondel escribe:“La palabra orden significa el acondicionamiento regular de numerosas partes bellas, por medio de las cuales se llega a componer...”[10]El orden “regular” de las partes, además, bellas, como el contenido de la actividad de componer. En esta rápida revisión, no exhaustiva sino antológica, Jean Nicolas Louis Durand, (1760-1834) arquitecto francés escribió:"Todo edificio completo no es, y no puede ser, sino el resultado de ensamblar y reunir un mayor o menor número de partes."Y en el mismo sentido, posteriormente, otro arquitecto francés que nacía el mismo año de la muerte de Durand, Julien Guadet [1834-1908] escribe dos definiciones de la composición. La primera es bastante desafortunada por su ambigüedad y, por tanto, no precisa nada: “composer est faire emploi, ce qu'on sai."[11] y cuyo infortunio no necesita mayor comentario. Y la segunda realmente definitoria, se preguntaba y respondía:"¿Qué es componer?" Componer es; "Reunir, ensamblar, unir las partes de un todo."De aquí que el mismo Guadet hiciera una diferenciación entre las partes, los elementos de la composición, y lo que llamó, “los elementos de la arquitectura”. Los primeros son vestíbulos, estancias, dormitorios, etcétera; es decir, espacios con los que se hace la composición. En cambio, los muros, puertas, ventanas, columnas, cubiertas; son los elementos constructivos con los que se hace la arquitectura[12]. Entendida ésta –según Guadet- como las obras o los edificios[13]. Como podemos ver, tanto Durand como Guadet, consideraban que el componer consiste en reunir una serie de partes para formar una totalidad. La idea de la composición como el armado de un rompecabezas. El todo arquitectónico como la solución de un rompecabezas que hay que armar. En nuestra propuesta final retomaremos este concepto.Conviene mencionar que también en el lenguaje popular los diferentes espacios –baños, salas, recámaras- son conocidos como las “piezas”. ¿Cuántas “piezas” tiene tu casa? Es una pregunta común. La pieza entendida como espacio y parte del conjunto . La composición como la acción y el resultado de armar el "rompecabezas" arquitectónico.En el camino de la difícil definición y en la búsqueda de la elusiva brevedad, el Diccionario nos brinda en cinco palabras, en uno de sus más felices enunciados:"Componer es hacer de las partes, una."[14];Reiterando la idea de un todo formado por partes. Y ya en nuestros días, Reyner Banham [1965] nos dice que;" ... componer es en el sentido literal y derivado del término: poner juntos."[15]

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Dos palabras y cuatro sílabas; " poner juntos". Tomando en cuenta, el sentido etimológico de la palabra, - metafóricamente lo que la palabra componer quiere ser -, y siempre pensando que una buena definición debe lograr su objetivo con el menor número de palabras, y también en su sentido literal, propongo en un consecuente juego de palabras, la más sucinta –dos palabras, tres sílabas- de las definiciones:"Componer es poner con."No sé que les parezca a ustedes esta definición, lo que sí sé es que no podrán encontrar una más breve. Así como decimos que im-poner, es poner por encima; su-poner es poner por debajo y un siglo más tarde, dis-poner significó poner por separado, en nuestra definición:Componer es poner unos espacios con otros e imponerlos en un sitio.De aquí que toda composición arquitectónica, tenga dos acciones: poner e imponer y dos elementos: los espacios a ubicar y el sitio donde deberán ubicarse. Llamamos a los espacios prefigurados, espacios virtuales y al lugar o sitio, el espacio real. Dicho de otro modo, los espacios no existentes deben situarse en un espacio existente. Arquitectónicamente cuando componemos "colocamos" - es decir, ubicamos, situamos- espacios habitables en un terreno determinado. Según esto, sólo debemos hablar de componer, al relacionar los espacios dispuestos en el terreno concreto, donde deben ubicarse. Retomaremos algunas de estas ideas en la parte final de este escrito, al proponer una forma de enseñar la composición.Podemos inferir de lo anotado, que el elemento rector de toda composición arquitectónica es el lugar; el sitio donde se ubicarán los espacios prefigurados y proyectados. Se pueden conservar todos los otros elementos que entran en juego en la composición, pero basta con el cambio de alguna de las condiciones del sitio – orientación, geometría, topografía, entre otras- para que el proyecto se modifique necesariamente. Aunque se conserven los mismos espacios, al variar el sitio en el que debe ubicarse, el proyecto se ve en la necesidad de modificarse. Antes de proseguir, nos parece necesario ubicar y situar la actividad compositiva dentro del proceso proyectual y éste a su vez dentro del proceso productivo general de los objetos arquitectónicos.

EL PROCESO DE PRODUCCIÓN DE LAS OBRAS ARQUITECTÓNICAS“La producción - nos dice Heidegger- acontece cuando se desvela lo velado, cuando se des-oculta. En ese desocultar se funda todo producir”.[16] Para producir -"dar a luz" o "hacer salir"- una obra o edificio se tienen que cumplir varias etapas, dentro de lo que hemos llamado el proceso de producción de las obras arquitectónicas, el PPOA por sus siglas y que aquí presentamos reducidamente. Se parte de la realidad donde se ubica el Problema, entendido en un sentido amplio, como toda necesidad espacial insatisfecha. Se sigue con el Programa y el Proyecto, binomio que presentamos en estas reflexiones como una totalidad indisoluble. En otras palabras, un conjunto formado por los requisitos a satisfacer, así como por la respuesta o la imagen espacial satisfactoria. El proceso concluye con la materialización de dicha respuesta, la obra-producto o el objeto arquitectónico final. Un proceso compuesto y enunciado en forma didáctica por cuatro “pros”: el pro-blema; el pro-grama-pro-yecto y el pro-ducto. Para completar el ciclo se requiere de la observación de la obra para conocer sus aciertos y errores al pasar su prueba de fuego, es decir, su valoración al ser habitada. El proceso es cíclico pues parte de la realidad concreta con el Problema y vuelve a dicha realidad al ubicar en ella, la obra construida.Además de las etapas, existen en el proceso actividades propias del arquitecto que transforman una fase en otra. Para convertir el Problema en Programa se requiere investigar todas las condiciones que nos lleven a la realización del Programa. Para convertir el Programa en Proyecto necesitamos proyectar, que es la actividad que diferencia a nuestra profesión de las demás. Y para transformar un Proyecto en un Producto final, en una obra o edificio, tenemos que construir. Finalmente la obra construida requiere de la observación para valorar los aciertos o errores cometidos y así permitir la evolución de su programación y proyección. Investigar, proyectar, construir y valorar las actividades transformadoras del PPOA.La unidad Programa-Proyecto constituye así la fase rectora del proceso, la que, como hemos anotado, diferencia nuestra especialidad de las otras profesiones. Somos los únicos que proyectamos los espacios habitables. Actividad que da especificidad a nuestra profesión. Compartimos con otras disciplinas la investigación –como las ciencias sociales-; la construcción la compartimos con la ingeniería, pero solo nosotros proyectamos y por tanto, componemos.Recordemos que proyección es una palabra que nace en 1737, del latín projectio y que significa "acción de echar adelante o a lo lejos."[17] Tiene en parte el sentido de anticipar o prefigurar. Podemos decir que empezamos a proyectar cuando se inicia el programa, al analizar los aspectos cualitativos y cuantitativos del problema, continuamos proyectando en su parte medular –en la fase compositiva- al ubicar los espacios proyectados en el sitio específico y culminamos el proyecto durante el desarrollo de la etapa constructiva.Vista así nuestra actividad de proyectar tendría dos fases. Una fase analítica y una fase sintética.[Sacriste 1964]. La primera abarcaría la prefiguración contenida en el Programa; y la segunda sería la composición propiamente dicha. Para precisar:“...la composición arquitectónica como método técnico de proyectar está dividido en dos momentos consecutivos: la composición analítica y la composición sintética.”[18]Como parte final del proyecto encontramos la representación de los espacios prefigurados y compuestos. De aquí que proyecto y composición - o proyectar y componer- sean dos términos de distinto significado y de amplitudes diferentes. Pese a lo anterior, algunos connotados especialistas, los utilizan equivocadamente como sinónimos. Por ejemplo. Reyner Banham [1965] escribe: "Para Guadet el tema perenne era la composición."[19] Y hablando de la obra de Auguste Perret (1874-1954) y Tony Garnier (1869-1948)continúa:"...la orientación fundamental de su manera de proyectar edificios, - es decir, de componer- proviene de Guadet, cuyo curso siguieron y cuya influencia sufrieron..."[20]Componer y proyectar no son sinónimos, pues tienen extensiones diferentes. Además, la composición es una de las partes del proyecto - la parte rectora- pero no es el todo. El todo es el proyecto y está formado por tres partes, dos principales. La disposición arquitectónica, el analizar, el poner por separado, y la composición arquitectónica o el “poner con” o el “armar el rompecabezas” o sintetizar. Análisis y síntesis. Hay, además una tercera parte, muchas veces sobre valorada, - principalmente en las escuelas- que obedece a la necesidad de comunicar las ideas dispuestas y compuestas para re-presentarlas. La representación como la vuelta a presentar. En el disponer y componer el proyecto se “presenta” y se vuelve a presentar, se re-presenta, al dibujarse. Disposición, composición y representación, las tres partes del proyectar.Las palabras cambian o se sustituyen por otras, a lo largo del tiempo, pero los significados permanecen. Por ejemplo, para el arquitecto y filósofo mexicano Alberto T. Arai (1950) las partes del proceso productivo de los objetos arquitectónicos son dos: la distribución y la construcción."La obra arquitectónica es un objeto espacial de la cultura humana... un conjunto con un resultado... condicionado por dos factores; la construcción y la distribución."Y líneas adelante, un tanto crípticamente dice:"...el procedimiento de proyectar la distribución en los edificios futuros por medio de la composición arquitectónica." [21]La composición como una manera - un procedimiento- de proyectar la distribución. Si por distribuir entendemos dar a cada cosa su lugar, podríamos decir con otras palabras, que la composición es - según Arai- una manera de ubicar o situar el lugar preciso y justo de cada espacio.Esta complejísima actividad de componer tiene por lo mismo, distintos niveles o escalas que deben ser graduados –en función de su complejidad y de su concreción - para su enseñanza objetiva y para la mejor orientación de los alumnos. El desconocimiento de tan elemental argumento -por ignorancia o desinterés de los maestros- puede provocar la injusta frustración de muchos estudiantes. Injusta porque su fracaso se adjudica a su incapacidad y no a la verdadera razón: la falta de un sistema adecuado que guíe el proceso de aprendizaje y enseñanza de la composición.Estas escalas o niveles compositivos son en un inicial acercamiento los siguientes.

EL PROGRAMA

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El hombre en un medio natural agreste y hostil para sobrevivir se inventa una segunda piel. La razón histórica de esta invención es la supervivencia humana a través de la necesaria satisfacción de sus necesidades espaciales. Esta segunda piel es la Arquitectura por y para el hombre; cuya finalidad es brindarle comodidad, seguridad y deleite para la producción integral de su vida.Por tal razón, en la esencia de toda obra arquitectónica está la insoslayable satisfacción de condiciones o requisitos que son su origen y causa. Ninguna obra ni sus correspondientes proyectos son libres e indeterminados, ni están sujetos al capricho de los arquitectos. De lo anterior, se deriva el obligado carácter de servicio de nuestra profesión, pues ésta tiene como finalidad solucionar los problemas espaciales del hombre. Desde el campo de la Teoría, este conjunto de objetivos, requisitos y condiciones por satisfacer se ha agrupado bajo el nombre genérico de Programa arquitectónico.Hasta aquí pareciera que es obvio aceptar la existencia del programa arquitectónico. Pero no es así. Resulta que tanto profesional como académicamente existe una tendencia que ve en el programa, no una condición imprescindible para proyectar, sino un obstáculo. Esta corriente no es, como a simple vista pareciera, intrascendente e inocua. Hay algo más que está embozado tras la idea de la inexistencia del Programa y que por su peligrosidad es necesario desocultar. Al menos, éste es uno de los propósitos de este escrito, sobre todo, por la importancia que tiene el tema en la formación de los futuros arquitectos. Dicha actitud implícita tras la negación del programa tiene un aspecto general y otro particular. El primero lo plantearemos de la siguiente manera.Si se pretende que el arquitecto no cumpla con ninguna condición preestablecida en su actividad proyectual y constructiva y que sólo satisfaga sus objetivos personales, entonces lo que se está negando sin decirlo, en última instancia, es el carácter de servicio de nuestra profesión. Desde esta negación, las obras y sus proyectos son absolutos, - en el sentido aristotélico - es decir, indeterminados y sin condición alguna. Los arquitectos no tienen que preocuparse por proporcionar espacios dignos de ser habitados a quienes demandan sus servicios; ni tienen que procurar que sus obras sean congruentes con la realidad tecnológica de su país; ni tampoco proponer la racionalidad y la economía de sus proyectos, en particular de las obras públicas. Pareciera entonces que el único propósito de su hacer es satisfacer sus inquietudes “artísticas”. Deben tratar de “plasmar su espíritu en el cosmos” o darle “glamour a sus proyectos” –frases antológicas de algunos seudomaestros- o cuando menos “crear” monumentos a su imperecedera memoria.De aquí a proponer que una universidad pública como la nuestra cambie sus metas de,“formar profesionales útiles a la sociedad... y realizar investigaciones, principalmente acerca de las condiciones y problemas nacionales...”[22],Parece no haber más que un paso. La UNAM –según los actuales aprogramadores - debería formar profesionales e investigadores útiles sólo a sus personales intereses. Debería cambiar sus fines y principios y sumarse –como una posibilidad- a los propósitos de algunas otras universidades que buscan formar arquitectos promotores, empresarios, desarrolladores “exitosos” en el mundo neoliberal y globalizado que nos abruma y donde si algo importa no es servir sino lucrar.El otro aspecto más específico en torno a la negación del programa es el siguiente.Si el arquitecto no debe satisfacer condición alguna, entonces está autorizado a manipular ampliamente sus propuestas proyectuales. Sus limitaciones quedan disfrazadas tras sus habilidades de manejo y control de los proyectos. Manipulación que lo único que manifiesta es su incapacidad de resolver los problemas arquitectónicos satisfaciendo sus requisitos, dentro de una realidad concreta. Esta tendencia también se asoma bajo frases como; “los arquitectos son artistas, por tanto, lo más importante es su creatividad.”; “¡¡Cómo pretender que los arquitectos hagan lo que las personas quieren y necesitan, si la gente es ignorante y no sabe nada de arquitectura!!”; “Es imposible definir un programa por la diversidad de opiniones”. Y muchas más inabarcables en tan breve espacio.Con toda intención, para este escrito hemos escogido una cita de Oscar Niemeyer que se refiere al concepto del programa, mencionándolo con otras palabras. Como ustedes saben, de 22 arquitectos galardonados con el máximo premio mundial –el Pritzker-, solamente dos han sido latinoamericanos, Luis Barragán y Oscar Niemeyer. Aunque injustamente el premio de Niemeyer fue compartido, como si sólo mereciera la mitad del mismo. Pues bien, Niemeyer es uno de los grandes arquitectos del siglo y a quien nadie le refutaría su capacidad de expresión plástica, el ser un “dador de formas bellas”, su talento y creatividad arquitectónica. Y el gran arquitecto, el admirado artista nos dice:“...la arquitectura... exige con anticipación que el arquitecto se integre a los problemas tan variados del trabajo a realizar. La naturaleza del terreno, el ambiente en que esta inserta la construcción, el sentido económico que representa, la orientación... Y solamente después de enterarse de todo eso es que comienza a dibujar, haciendo croquis, en busca de la idea deseada”.El arquitecto debe “integrarse”, compenetrarse, fundirse con el problema a resolver. Investigar, tener la humildad necesaria para preguntar a quienes va a servir, a los habitantes; conocer; definir el conjunto de requisitos por satisfacer. Y solamente después de “todo eso” –dice Niemeyer- empezar a componer.Pues bien, nada más, ni nada menos, “TODO ESO” es el PROGRAMA.Y en qué consiste ¿“todo eso”? O al menos ¿Cómo se puede organizar “todo eso”?. Veamos algunas de las características del Programa.Este es un resumen de anteriores trabajos más extensos sobre el tema[23] del Programa arquitectónico. Delimitemos en primer término el sentido de la palabra programa, recurriendo a lo que la palabra “quiere ser”, es decir, a su etimología. Su raíz es griega: “prógramma”, derivado de prógrapho: “yo anuncio por escrito”; a la vez de grápho, “yo dibujo, escribo.”[24] “Yo anuncio, dibujo, escribo.” El programa como un anuncio escrito y dibujado. Su etimología, la estructura de la palabra nos descubre una definición posible:El programa es el anuncio, la anticipación, la prefiguración expresada en conceptos, textos e imágenes, de las condiciones a satisfacer por un proyecto arquitectónico.Definición coincidente con lo expresado hace 43 años por Alberto T. Arai:“...los programas de necesidades son las bases o puntos de partida para el estudio de la distribución arquitectónica.”[25]El programa está formado por factores inconmensurables y mensurables. Los primeros son conceptos que guían y orientan el proyecto a realizar. Son los objetivos a satisfacer en la definición de Enrique Yáñez[26] (1908-1990) y resultan imprescindibles en la realización de todo proyecto arquitectónico. Algunos de ellos son propios de todas las obras arquitectónicas y por esa razón podemos considerarlos como principios o categorías. Son los que llamamos requisitos cualitativos generales y que aquí sólo enunciaremos, dejando su argumentación para otra ocasión. Por ejemplo; la economía, la habitabilidad, la modernidad, la regionalidad, la unidad en la diversidad, entre otros. Al rubro de los requisitos cualitativos también pertenecen aquéllos que son propios de unas o algunas obras, pero no de todas, es decir, requisitos cualitativos particulares. Éstos suelen conocerse también como conceptos rectores o regentes. En cualquier proyecto estos conceptos se presentan en tres niveles diferentes. Al nivel del objeto en su totalidad; al nivel de los espacios que forman el objeto o elementos de la composición – en palabras de Julien Guadet- y al nivel de los elementos que conforman las obras arquitectónicas, es decir, muros, columnas, cubiertas, puertas, rampas, escaleras, entre otros.Ejemplificando el concepto a nivel del objeto en su totalidad, si se tratara del programa de un proyecto de una casa en Tepoztlán, Morelos, tendríamos el siguiente análisis. Conociendo el lugar y su impresionante paisaje y dadas sus condiciones climáticas y los modos de vida del lugar, tendríamos como guías para el proyecto dos conceptos. La necesidad de que los espacios fisonómicos de la casa tengan vista hacia las montañas y la imprescindible existencia de un espacio cubierto pero abierto, que se vive la mayor parte del día y donde se desarrollan la mayor parte de las actividades de los habitadores. Los conceptos podríamos enunciarlos como la Casa-paisaje y la Casa-terraza. De lo anterior, concluiríamos que una casa volcada hacia dentro y sin el espacio terraza, como espacio rector del proyecto sería un proyecto equivocado.Por otro lado, los requisitos cuantitativos se refieren a las características mensurables de los espacios. y aquí empieza nuestra esquema metodológico para la enseñanza del proyecto. Nuestra pretensión es poder explicar, ¿Cómo se puede hacer un proyecto arquitectónico? ¿Cuáles son los pasos a seguir para transformar un programa –requisitos, conceptos, objetivos, esquemas- en un proyecto arquitectónico?

LA PROPUESTA“Para crear, como para cualquier otra actividad humana, hay que tener un método o sistema, un proceder ordenado que hará que el trabajo sea eficiente y el tiempo mejor aprovechado.”[27] En este sentido, se ubica nuestra propuesta. Pretende mostrar una forma clara y objetiva –

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una forma de mirar- para guiar a los alumnos, sobre todo a los principiantes, en la dificilísima tarea de proyectar. Tarea imposible de agotar en un breve lapso académico. Esta propuesta trata, también de compensar y confrontar las innumerables vías esotéricas y desorientadoras, por infortunio aún vigentes en muchas escuelas de arquitectura.Las etapas que veremos a continuación, no son tajantes ni rígidas, pues tienen, como en todo proceso, superposiciones y traslapes que permiten su coherencia y continuidad. Corriendo el riesgo de la esquematización, veamos la propuesta.Primer paso, el conocimiento completo de los requisitos del espacio real o el terreno específico. Características como su geometría y dimensiones; sus orientaciones; sus accesos y colindancias; su topografía y elementos existentes; sus vistas desde y hacia el terreno, entre otras. Esto implica la recomendación de trabajar sobre terrenos reales no inventados, que los alumnos pueden visitar y levantar aplicando sus conocimientos topográficos.El segundo paso consiste en conocer los requisitos de los espacios a proyectar. Conocidas las actividades a contener, - entre otras vías- por el intercambio con los demandantes y futuros habitadores del futuro edificio, se procederá a la (2.1) definición de los espacios a proyectar. (2.2) Sus jerarquías compositivas –fisonómicos, distributivos y complementarios -; (2.3) Sus dimensiones y pre-formas, obtenidas mediante un análisis dimensional completo; - longitudes, áreas y volúmenes -. (2.4) Sus relaciones, dictadas por las actividades contenidas. (2.5) Sus posibilidades constructivas y expresivas, en función de los costos, las técnicas y materiales a utilizar.Estos dos primeros pasos constituyen la fase analítica del proyecto y están contenidos en el Programa. Esta fase también la hemos llamado la disposición arquitectónica, pues en ella los datos se analizan, es decir, se ponen por separado, que es el sentido de la palabra. Por eso decimos que en el Programa está el anuncio, la prefiguración, el inicio de la solución proyectual y a la vez es la fase analítica de la transformación del programa en proyecto. Los dos primeros pasos de la transformación del programa en proyecto están contenidos en la elaboración del programa.El tercer paso es propiamente dicho, la composición. Trata de colocar los espacios proyectados, respetando todas sus condiciones programáticas, en el terreno real. Es la etapa sintética, donde tenemos que reunir, juntar los datos. En otras palabras, el tema central de nuestro texto, la composición arquitectónica. El componer, es decir, poner-con. La etapa rectora de la actividad de proyectar. Reunir, ensamblar, componer el espacio real –el terreno- con los espacios virtuales, los espacios a construir. El emplazamiento –la puesta en plaza- de los espacios proyectados. Pero esto, como se advierte, rebasa propiamente al programa, pues inicia su transformación en un proyecto.Esta etapa es la más compleja y difícil de aprehender. Bajo el criterio de buscar el mejor de los proyectos posibles, encontramos que la ubicación de los espacios en el sitio o lugar específico, no es única. En otras palabras, existen en general, muchas posibles opciones de solución, es decir, de ubicación en el terreno de los espacios proyectados. Por tanto, se debe –como práctica académica reiterada- intentar proponer dichas opciones para que analizando sus ventajas y desventajas, se pueda llegar a seleccionar la mejor opción o la combinación de las mejores opciones. Esto no suele practicarse, incluso profesionalmente, pues la solución suele ser la primera y única propuesta espacial que se imagina. El cuarto y penúltimo paso intenta que el alumno “vea” el proyecto. Si mediante el programa, en los dos primeros pasos se pretende prefigurar la solución; en el tercero, emplazar y seleccionar la mejor de las composiciones posibles, en este cuarto paso de debe visualizar la solución en la mayor parte de sus detalles. ¿Cómo? Mediante croquis tridimensionales y maquetas de trabajo. En esta etapa se ubica el mayor aporte posible de las computadoras a la enseñanza del proyecto. Pueden ayudar a que los alumnos vean virtualmente los ángulos principales de sus propuestas.Y por último, el quinto paso que es el espacio donde se “descompone” la solución para representarla, es decir, para dibujarla en sus necesarias proyecciones geométricas, plantas, cortes, fachadas. Podemos decir que en el tercer y cuarto pasos el estudiante “presenta” su solución, para que en este quinto y último paso re-presente su solución.

ALGUNAS CONCLUSIONESEl proyectar es, no sólo la actividad más importante en la concepción de las obras arquitectónicas, sino que, además, es la actividad fisonómica que singulariza nuestra profesión y la diferencia de las demás. Como se sabe, el investigar lo compartimos con muchas otras disciplinas y el construir, con la ingeniería, pero el proyectar y componer espacios habitables, sólo es propio del arquitecto. De ahí, la necesidad de conocer y explicar con certeza en qué consisten actividades tan importantes como el proyectar y componer. En este trabajo hemos propuesto algunos criterios que nos parece necesario resumir.La búsqueda del MEJOR PROYECTO POSIBLE lleva implícita la necesidad del planteamiento de diversas opciones de solución, pues todo problema tiene distintas soluciones posibles.En nuestro país empobrecido por muchas circunstancias, las obras arquitectónicas, - en especial las públicas- deben tener el MENOR COSTO NECESARIO, lo que implica tener a la ECONOMÍA como una premisa insoslayable. En el aspecto compositivo se puede cumplir con esta condición mediante la CENTRALIZACIÓN y, por tanto, la reducción de los espacios distributivos.En toda composición existe en previedad, una jerarquía de los espacios a componer. A saber, los espacios fisonómicos o rectores; los distributivos y los complementarios. Esta voluntad compositiva, esta DESIGUALDAD espacial está implícita en todo problema a resolver y corresponde al arquitecto respetarla e interpretarla.Las actividades humanas son la expresión directa de toda cultura, entendida ésta en su sentido más amplio. Siendo todos los espacios habitables, contenedores de dichas actividades, deben ser también expresión de esa voluntad cultural y de su DIVERSIDAD. En el aspecto compositivo esta enorme diversidad se manifiesta con superficies y volúmenes distintos que al conjuntarse tienden –en forma natural- a constituir envolventes geométricos complejos que deben formar un todo unitario sin el sacrificio de la diversidad esencial de las partes.En cuanto al Programa, no es sólo un método o parte de una metodología acrítica, no es simplemente un instrumento, sino es una parte fundamental que caracteriza una actitud de servicio y, por tanto, una posición ética del arquitecto ante la sociedad y los demandantes de sus habilidades. Por otra parte, su elaboración no es una limitación o un obstáculo para el arquitecto transformador y delimitador de espacios, por lo contrario es la base o soporte de su verdadero talento y creatividad. La solución de los problemas parte de su conocimiento profundo y este conocimiento se alcanza en el planteamiento programático. Las proposiciones proyectuales fuera del cumplimiento de los requisitos y condiciones exigidas y contenidas en el programa, podrán tener un valor escultórico o escenográfico o simplemente edificatorio, pero no serán arquitectónicas. En cuanto a sus limitaciones, citemos las palabras de Enrique del Moral(1906-198?):Dicho de otra manera, el cumplimiento del Programa es el punto de partida, es la condición necesaria pero no suficiente, para alcanzar "una buena arquitectura"."Si bien es cierto que los arquitectos se apoyan en el programa, la función y por supuesto en la razón, lo que es conveniente y aún indispensable, no es suficiente para el logro de una buena arquitectura... la arquitectura debe superar la simple utilidad, pues su último y más digno objetivo es, por medio de la armonía de sus elementos y la equitativa proporción del espacio y volúmenes, despertar la emoción y lograr la belleza."Al programar se manejan dos niveles de condiciones: las cualitativas o conceptuales y las cuantitativas o mensurables. Ambas forman parte del Programa y son imprescindibles. Las primeras son el QUÉ, POR QUÉ Y PARA QUÉ del proyecto y las segundas el CÓMO, DÓNDE, CUÁNTO Y CUÁNDO.En lo relativo a la enseñanza, hasta hace algunas décadas, el espacio académico donde se aprendía a proyectar se llamaba el Taller de Composición. Actualmente dicho concepto ha caído en desuso y ha sido sustituido, acríticamente por el de Taller de "Diseño"; utilizado en muchas de las escuelas de arquitectura. No se analiza que el verbo "diseñar"[28] tiene tanto etimológica como históricamente, un sentido mucho más limitado que el verbo proyectar y otro significado distinto al de componer. En nuestro idioma la palabra tiene el sentido de dibujar, trazar, bocetar y aun en la visión más amplia de Alberti significa “el pre-ordenamiento de líneas y ángulos”, es decir, los bocetos preliminares que se realizan en el inicio de todo proyecto Pero más allá del nombre del Taller está la forma tradicional bajo la cual se pretende enseñar a proyectar y componer. Una forma académica que poco tiene que ver con la realidad, pues los ejercicios a desarrollar son dominantemente inventados. Como si los temas y las demandas reales de espacios habitables no existieran. O como si un médico para aprender a curar, lo hiciera con enfermos imaginarios y no con los reales que pueblan los hospitales.

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Esto que pareciera un contrasentido, se convierte en lo cotidiano, sobre todo en la enseñanza de la materia que nos ocupa, al pretender que los alumnos realicen ejercicios proyectuales inventados en sitios inexistentes, que no pasan de ser una temblorosa figura geométrica dibujada sobre el pizarrón. Y ya que tocamos el punto de la enseñanza de la composición mencionemos también los ejercicios llamados “repentinas”. Ejercicios que como su nombre indica, se hacen de repente –generalmente sin ninguna información previa- y que consisten en que los alumnos realicen en una jornada de trabajo un proyecto preliminar de un género de edificios. Se les da el tema y sus partes al iniciar la jornada, se les dibuja en el pizarrón el terreno y ya. Sin contemplar la existencia del proceso necesario para el adecuado aprendizaje de la composición.En el proceso de aprendizaje de la composición es necesario que los docentes muestren tanto la solución del problema, como su re-solución, es decir, el camino o los caminos posibles para llegar al resultado final.

CONCLUSIONESEl proyectar es, no sólo la actividad más importante en la concepción de las obras arquitectónicas, sino que, además, es la actividad fisonómica que singulariza nuestra profesión y la diferencia de las demás. Como se sabe, el investigar lo compartimos con muchas otras disciplinas y el construir, con la ingeniería, pero el proyectar y componer espacios habitables, sólo es propio del arquitecto. De ahí, la necesidad de conocer y explicar con certeza en qué consisten actividades tan importantes como el proyectar y componer. Hemos planteado algunos criterios que nos son necesarios y que debemos resumir.1. - La búsqueda del MEJOR PROYECTO POSIBLE lleva implícita la necesidad del planteamiento de diversas opciones de solución, pues todo problema tiene distintas soluciones posibles.2. - En nuestro país empobrecido por muchas circunstancias, las obras arquitectónicas, - en especial las públicas- deben tener el MENOR COSTO NECESARIO, lo que implica tener a la ECONOMÍA como una premisa insoslayable. En el aspecto compositivo se puede cumplir con esta condición mediante la CENTRALIZACIÓN y, por tanto, la reducción de los espacios distributivos.3. - En toda composición existe en previedad, una jerarquía de los espacios a componer. A saber, los espacios fisonómicos o rectores; los distributivos y los complementarios. Esta voluntad compositiva, esta DESIGUALDAD espacial está implícita en todo problema a resolver y corresponde al arquitecto respetarla e interpretarla.4. - Las actividades humanas son la expresión directa de toda cultura, entendida ésta en su sentido más amplio. Siendo todos los espacios habitables, contenedores de dichas actividades, deben ser también expresión de esa voluntad cultural y de su DIVERSIDAD. En el aspecto compositivo esta enorme diversidad se manifiesta con superficies y volúmenes distintos que al conjuntarse tienden –en forma natural- a constituir envolventes geométricos complejos que deben formar un todo unitario sin el sacrificio de la diversidad esencial de las partes.En cuanto al Programa, no es sólo un método o parte de una metodología acrítica, no es simplemente un instrumento, sino es una parte fundamental que caracteriza una actitud de servicio y, por tanto, una posición ética del arquitecto ante la sociedad y los demandantes de sus habilidades. Por otra parte, su elaboración no es una limitación o un obstáculo para el arquitecto transformador y delimitador de espacios, por lo contrario es la base o soporte de su verdadero talento y creatividad. La solución de los problemas parte de su conocimiento profundo y este conocimiento se alcanza en el planteamiento programático. Las proposiciones proyectuales fuera del cumplimiento de los requisitos y condiciones exigidas y contenidas en el programa, podrán tener un valor escultórico o escenográfico o simplemente edificatorio, pero no serán arquitectónicas. En cuanto a sus limitaciones, citemos las palabras de Enrique del Moral(1906-198?):"Si bien es cierto que los arquitectos se apoyan en el programa, la función y por supuesto en la razón, lo que es conveniente y aún indispensable, no es suficiente para el logro de una buena arquitectura... la arquitectura debe superar la simple utilidad, pues su último y más digno objetivo es, por medio de la armonía de sus elementos y la equitativa proporción del espacio y volúmenes, despertar la emoción y lograr la belleza."Dicho de otra manera, el cumplimiento del Programa es el punto de partida, es la condición necesaria pero no suficiente, para alcanzar "una buena arquitectura".En lo relativo a la enseñanza, hasta hace algunas décadas, el espacio académico donde se aprendía a proyectar se llamaba el Taller de Composición. Actualmente dicho concepto ha caido en desuso y ha sido sustituido, acríticamente por el de Taller de "Diseño"; utilizado en muchas de las escuelas de arquitectura. No se analiza que el verbo "diseñar"[29] tiene tanto etimológica como históricamente, un sentido mucho más limitado que el verbo proyectar y otro significado distinto al de componer. En nuestro idioma la palabra tiene el sentido de dibujar, trazar, bocetar y aun en la visión más amplia de Alberti significa “el pre-ordenamiento de líneas y ángulos”, es decir, los bocetos preliminares que realizan en el inicio de todo proyecto.Pero más allá del nombre del Taller está la forma tradicional bajo la cual se pretende enseñar a proyectar y componer. Una forma académica que poco tiene que ver con la realidad, pues los ejercicios a desarrollar son dominantemente inventados. Como si los temas y las demandas reales de espacios habitables no existieran. O como si un médico para aprender a curar, lo hiciera con enfermos imaginarios y no con los reales que pueblan los hospitales.Esto que pareciera un contrasentido, se convierte en lo cotidiano, sobre todo en la enseñanza de la materia que nos ocupa, al pretender que los alumnos realicen ejercicios proyectuales inventados en sitios inexistentes, que no pasan de ser una temblorosa figura geométrica dibujada sobre el pizarrón. Y ya que tocamos el punto de la enseñanza de la composición mencionemos también los ejercicios llamados “repentinas”. Ejercicios que como su nombre indica, se hacen de repente –generalmente sin ninguna información previa- y que consisten en que los alumnos realicen en una jornada de trabajo un proyecto preliminar de un género de edificios. Se les da el tema y sus partes al iniciar la jornada, se les dibuja en el pizarrón el terreno y ya. Sin contemplar la existencia del proceso necesario para el adecuado aprendizaje de la composición.En el proceso de aprendizaje de la composición es necesario que los docentes muestren tanto la solución del problema, como su re-solución, es decir, el camino o los caminos posibles para llegar al resultado final.De allí como hemos dicho, nuestro interés en mostrar, -metafóricamente- no LA mirada, sino UNA forma de mirar.[1] Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Corominas. Ed. Gredos. 3a. Edición. 3a. reimpresión. 1983.p.468. Componer viene de la palabra poner –siglo X- y las dos del latín “ponere”, colocar. Comparte la misma raíz con palabras como im-poner, re-poner, inter-poner, su-poner, dis-poner y otras. Los prefijos definen el significado y sentido de poner. Por ejemplo imponer es “poner encima”; interponer, poner entre y disponer, “poner por separado”.[2] Crear del latín creare que significa producir de la nada, de lo inexistente.[3] Los diez libros de arquitectura. Marco Vitruvio Pollión. Edición y traducción de José Ortiz y Sánz. Ed. Akal 1987. P 9[4] Para una historia detallada de su historia ver “El códice de Vitruvio hasta sus primeras versiones impresas” de Luis Cervera Vera. Ed Instituto de España. 1978. p.109 a 122[5] Definición citada por José Villagrán García en Teoría de la arquitectura. Ed UNAM 1988.p.152[6] Es la traducción del arquitecto mexicano Ignacio Díaz Morales. [6] Definición citada por José Villagrán García en Teoría de la arquitectura. Ed UNAM 1988.p.152 y 153.[7] Les dix livres d´Architecture de Vitruve. Versión de Claude Perrault. 1684. Editor Pierre Mardaga 1979.p.2"La arquitectura es una ciencia que debe estar acompañada de una gran diversidad de estudios y conocimientos...” ( traducción Arponce.)[8] The ten books on Architecture. Vitruvius. Dover publications 1960. First edition in Harvard University Press. 1914. Nuestra traducción es la siguiente: “El arquitecto deberá tener conocimientos de muchas disciplinas y variadas clases de aprendizajes...”[9] “Order gives due mesure to the members of a work considered separately and symmetrical agreement to the proportions of the whole.” The ten books on Architecture. Vitruvius. Dover publications 1960. First edition in Harvard University Press. 1914. p 13[10] Citado en “Del espacio arquitectónico”. (Sur l´espace architectural. Ed.Dunod 1971.). Philippe Boudon. Ed. Víctor Lerú.1980.p.23[11] "Componer es hacer uso de lo que se sabe." p.23

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[12] Dadas las distintas acepciones de la palabra arquitectura –ver Habitar...una quimera”- nos parece más preciso considerar a los elementos anotados como elementos de las obras arquitectónicas.[13] Sobre los distintos significados de la palabra Arquitectura, utilizados tanto por especialistas como por profanos, ver el texto “Pensar y habitar” publicado en el periódico EL DÍA, el 21 y 28 de septiembre de 1998. p.18[14] Diccionario Enciclopédico abreviado. Ed. UTEHA. Tomo II. p.[15] Teoría y diseño arquitectónico en la era de la máquina. Reyner Banham. ed. Nueva visión. 1965.p.24[16] “Una quimera sobre alas de papel”. Alfonso Ramírez Ponce. Revista TRAZO No. 28. Uruguay. 1996.p.59.[17] Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Corominas. Ed. Gredos. 3a. Edición. 3a. reimpresión. 1983.p.22[18] “La raíz humana de la distribución arquitectónica” Alberto. T. Arai. Ed. Mexicanas.1950. p.53[19] Teoría y diseño arquitectónico en la era de la máquina. Reyner Banham. Ed. Nueva visión. 1965.p.27[20] Teoría y diseño arquitectónico en la era de la máquina. Reyner Banham. Ed. Nueva visión. 1965.p.41[21] “La raíz humana de la distribución arquitectónica” Alberto. T. Arai. Ed. Mexicanas.1950.p.49[22] Legislación de la UNAM. Ley orgánica. Ediciones Andrade. 2ª. Edición 1969.p.223[23] Revista Arquitectura Mexicana no. 3. Ed. FA UNAM.[24] Diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Corominas. Ed. Gredos. 3ª. Edición. 1983.p.302[25] Introducción al estudio de la Arquitectura. Alberto T. Arai. Ed. ENA, UNAM 1956.p.21[26] “Los objetivos esenciales constituyen la razón de ser de la obra.” Arquitectura: teoría, diseño, contexto. Enrique Yáñez. Ed. Personal. 1983.p.104.