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UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA EVOLUTIVA Y DE LA EDUCACIÓN
TESIS DOCTORAL
LA COMPRENSIÓN DE SENTIDOS NO LITERALES EN NIÑOS Y ADOLESCENTES: UN ESTUDIO COMPARATIVO CON OYENTES, SORDOS CON IMPLANTE COCLEAR Y
SORDOS NO IMPLANTADOS
Autora
MARÍA JOSÉ LINERO ZAMORANO
Directora
Dra. Dª Antonia Mercedes González Cuenca
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad de Málaga
(España)
Málaga, 2015
AUTOR: María José Linero Zamorano
http://orcid.org/0000-0001-9947-8554 EDITA: Publicaciones y Divulgación Científica. Universidad de Málaga
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional: Cualquier parte de esta obra se puede reproducir sin autorización pero con el reconocimiento y atribución de los autores. No se puede hacer uso comercial de la obra y no se puede alterar, transformar o hacer obras derivadas. http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/legalcode Esta Tesis Doctoral está depositada en el Repositorio Institucional de la Universidad de Málaga (RIUMA): riuma.uma.es
Dedico este trabajo a todos los niños, sordos y oyentes, que me han regalado su
tiempo y atención, aun cuando apenas entendían por qué les contaba unos cuentos
tan raros y les preguntaba por unas palabras tan difíciles
Lo dedico también a sus maestros y educadores, porque siempre me han facilitado el
acceso a los alumnos y apenas me han puesto impedimentos cuando tenía que utilizar
espacios y tiempos reglados por el centro escolar
Se lo dedico también a mis compañeras y compañeros de trabajo, de los cuales no dejo
de aprender continuamente
También se la dedico a mi directora de tesis, por su inestimable ayuda y haber
confiado en que, por fin, la acabaría
Por último, dedico un pequeño recuerdo a Kenneth Kaye (La vida mental y social del
bebé), por la razón que tenía cuando en su libro confesaba que, si algo había salido
mal, la culpa era solamente suya
ÍNDICE
PRESENTACIÓN ……………………………………………………………………………………………… 1
MARCO TEÓRICO
CAPÍTULO 1. TEORÍAS PRAGMÁTICAS SOBRE LA COMPRENSIÓN DE
SENTIDOS NO LITERALES ……………………………………………………………………………….
5
1.1. Teoría de los actos de habla ……………………………………………………………… 15
1.2. Grice y el principio de cooperación …………………………………………………… 18
1.3. La teoría de la relevancia ………………………………………………………………….. 25
CAPÍTULO 2. METÁFORA, IRONÍA Y MENTIRA. VARIABLES QUE
INTERVIENEN EN SU COMPRENSIÓN …………………………………………………………….
39
2.1. La comprensión de la metáfora, la ironía y la mentira ………………………. 42
2.2. Variables que influyen en la comprensión de los sentidos no literales. 53
CAPÍTULO 3. LENGUAJE, TEORÍA DE LA MENTE Y COMPRENSIÓN DE
SENTIDOS NO LITERALES EN LA POBLACIÓN SORDA ……………………………………..
71
3.1. El desarrollo comunicativo y lingüístico del niño sordo oralista ………… 73
3.2. El desarrollo de la teoría de la mente ……………………………………………….. 85
3.2.1. El papel de la experiencia comunicativa: estudios con
participantes sordos signantes nativos y signantes tardíos ………..
88
3.2.2. Estudios con niños sordos implantados ……………………………………. 92
3.2.3. Teoría de la mente básica y avanzada. Estudios con
participantes sordos no implantados, implantados y oyentes ……
94
II Índice
ESTUDIO EMPÍRICO
CAPÍTULO 4. OBJETIVOS E HIPÓTESIS ……………………………………………………………… 109
CAPÍTULO 5. MÉTODO …………………………………………………………………..................... 115
5.1. Participantes ………………………………………………………………………………………. 117
5.2. Instrumentos ……………………………………………………………………………………… 130
5.2.1. Cuestionario sobre Características Personales ……………………….... 130
5.2.2. Test Breve de Inteligencia No Verbal de Stoelting, S-BIT …………… 132
5.2.3. Test de Vocabulario en Imágenes Peabody, PPVT …………………….. 134
5.2.4. Tareas de Falsa Creencia ………………………………………………………….. 136
5.2.5. Tareas de Sentidos no literales del lenguaje …………………………….. 144
5.3. Procedimiento ……………………………………………………………………………………. 148
CAPÍTULO 6. RESULTADOS ………………………………………………………………………………. 153
6.1. Rendimiento en la comprensión de sentidos no literales de los
participantes sordos no implantados, sordos implantados y oyentes ….
156
6.1.1. Diferencias en el rendimiento global en la comprensión de
sentidos no literales entre participantes sordos no implantados,
sordos implantados y oyentes ……………………………………………………
156
6.1.2. Diferencias en la comprensión de las distintas tareas de
sentidos no literales entre los tres grupos de participantes ……….
159
6.1.3. Análisis de la dificultad que presenta cada tarea de cada sentido
no literal para cada grupo de participantes del estudio ……………..
164
6.2. Valor explicativo de las variables estudiadas sobre el rendimiento de
la comprensión de los sentidos no literales y sobre el rendimiento en
la teoría de la mente básica y avanzada para cada grupo de
participantes sordos ……………………………………………………………………………
170
6.2.1. Descriptivos de las variables edad cronológica, edad lingüística,
teoría de la mente y sentidos no literales en cada grupo de
participante sordos ……………………………………………………………………
171
6.2.2. Análisis de las relaciones entre edad cronológica, edad
lingüística, teoría de la mente y sentidos no literales …………………
174
6.2.3. Análisis del efecto de la edad cronológica, edad lingüística y
rendimiento en teoría de la mente sobre la comprensión de
sentidos no literales en los dos grupos de participantes sordos …
177
6.2.4. Análisis del efecto de las variables edad cronológica y edad
lingüística sobre el rendimiento en teoría de la mente (básica y
avanzada) en niños y adolescentes sordos no implantados e
implantados ………………………………………………………………………………
181
Índice III
CAPÍTULO 7. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES …………………………………………………….. 187
7.1. Primer objetivo general: conocer si existen diferencias en la
comprensión de sentidos no literales entre los niños y adolescentes
participantes del estudio en función de si son sordos no implantados,
sordos implantados u oyentes …………………………………………………………….
189
7.2. Segundo objetivo general: indagar acerca de qué variables influyen
tanto en el rendimiento en las tareas con las que se evalúa la
comprensión de los sentidos no literales como en la atribución de
estados mentales en general, tanto en el caso de los sordos no
implantados como en el de los sordos implantados ……………………………
196
7.3. Conclusiones, limitaciones y líneas futuras de investigación ………………. 204
REFERENCIAS …………………………………………………………………………………………………… 209
APÉNDICE. INSTRUMENTOS ……………………………………………………………………………. 229
PRESENTACIÓN
El trabajo de investigación llevado a cabo en esta tesis doctoral es reflejo de
una trayectoria en el estudio del desarrollo de la comunicación y el lenguaje de los
niños sordos. Inicialmente participé en un estudio sobre la interacción comunicativa
desarrollada entre los niños sordos y sus madres oyentes. Esta temática fue derivando
paulatinamente hacia la consideración del desarrollo en la población sorda infantil de
las habilidades de inferencia mentalista implicadas en la adquisición de la denominada
teoría de la mente, base sobre la que se asienta la comunicación y la cognición social
humana. El análisis de estas capacidades en los niños y adolescentes sordos me ha
llevado a interesarme por los problemas que estos presentan en la comprensión de los
sentidos no literales del lenguaje en comparación con sus iguales oyentes.
Las dificultades que presenta la población sorda en general para interpretar
correctamente los sentidos no literales han suscitado un interés reciente en los últimos
años, y se han realizado bastantes estudios al respecto, aunque hay que señalar que
todavía pocos de estos han cubierto un rango amplio de edad hasta llegar a considerar
edades de adolescencia tardía. Asimismo, todavía son pocos los estudios que han
investigado el efecto que el empleo del implante coclear tiene en el desarrollo de las
habilidades de inferencia mentalista implicadas en habilidades complejas de teoría de
la mente y en edades posteriores a la adolescencia. En este sentido, el estudio que se
presenta introduce dos aspectos importantes: la inclusión de participantes sordos de
un rango de edad amplio, llegando incluso a los años de adolescencia muy tardía, y la
consideración de niños y adolescentes tanto no implantados como usuarios de
implante coclear.
El presente estudio se centra, por una parte, en el análisis comparativo de las
dificultades que tienen los niños y adolescentes sordos no implantados, los sordos
implantados y los oyentes a la hora de comprender determinados tipos de enunciados
deliberadamente falsos o sentidos no literales, concretamente la metáfora, la mentira
y la ironía. Asimismo, el segundo gran centro de interés lo representa la identificación
de las variables que explican el diferente nivel de rendimiento en la interpretación de
4 La comprensión de sentidos no literales
estos sentidos en cada uno de los grupos de niños y adolescentes sordos considerados
en esta investigación.
Esta tesis consta de dos grandes bloques:
‐ Marco teórico
En esta parte se realiza la exposición de las principales teorías pragmáticas
que han ofrecido explicación de qué son y cómo se interpretan los sentidos
no literales del lenguaje, y se hace una descripción de las variables que dan
cuenta de su correcta comprensión. Asimismo, se hace una revisión de
trabajos de investigación realizados con población sorda que han
encontrado relaciones entre las habilidades de lenguaje, teoría de la mente
y comprensión de los sentidos no literales del lenguaje. El marco teórico
finaliza con el planteamiento de los objetivos e hipótesis derivadas de los
mismos sobre los que se basado el estudio empírico que se ha llevado a
cabo.
‐ Estudios empírico
En esta parte se presentan, en primer lugar, las características de los
participantes que han sido incluidos en el estudio (niños y adolescentes
sordos no implantados, implantados y oyentes), así como los instrumentos
de evaluación utilizados y el procedimiento de aplicación de las distintas
pruebas y tareas. A continuación, se exponen los resultados obtenidos tras
el análisis estadístico de los datos, y se incluyen la discusión y las
conclusiones a las que conduce la reflexión sobre dichos resultados.
Asimismo, se ha realizado un comentario acerca de las limitaciones que
presenta el estudio, junto con algunas posibles líneas futuras de interés
propuestas con el objetivo de poder seguir ampliando la información que
existe acerca del tema tratado. Finalmente, se ofrece un capítulo de
referencias bibliográficas, y un apartado de apéndice en el que se pueden
consultar las distintas pruebas y tareas que han sido empleados durante el
proceso de recogida de datos sobre las distintas variables estudiadas y
consideradas en la presente investigación.
CAPÍTULO 1
TEORÍAS PRAGMÁTICAS SOBRE LA
COMPRENSIÓN DE LOS SENTIDOS NO
LITERALES DEL LENGUAJE
El presente estudio se centra en el análisis del hecho lingüístico desde el
enfoque de la pragmática. La pragmática es una rama relativamente joven de la
lingüística. Fue a principios de la década de 1970 cuando los lingüistas comenzaron a
prestar cada vez más atención a este campo, y durante las tres o cuatro décadas
siguientes se ha ido incrementando el número de asociaciones, revistas y manuales
especializados en este área (Jucker, 2012). Ejemplos de ellos son la International
Pragmatics Association, fundada en 1985; la revista Pragmatics and Cognition,
aparecida en 1993; y los manuales especializados de Moeschler y Reboul (1999), Horn
y Ward (2004) y Cummings (2005, 2009). En la actualidad se puede afirmar que la
pragmática se ha convertido en una disciplina de pleno derecho dentro de la
lingüística.
La introducción del término pragmática es atribuida al matemático y filósofo
Peirce (1931-1958), pero fue el también filósofo Morris (1938) quien integró este
concepto de Peirce en su teoría de los signos o semiótica. Morris diferenció tres ramas
de la semiótica: sintaxis, semántica y pragmática, definiendo esta última como el
estudio de los signos en relación con sus usuarios en términos biológicos, psicológicos
y sociológicos. La propuesta de Morris no provocó excesivas reacciones de interés
hacia el uso del lenguaje en la comunidad científica, sino que este surgió más adelante.
Los filósofos del lenguaje Austin (1962), Searle (1969) y Grice (1957)
profundizaron en el estudio de la pragmática durante las décadas de 1950 y 1960.
Estos filósofos tuvieron una gran influencia en el desarrollo inicial de la pragmática y
continúan teniéndola en la pragmática actual. Precisamente muchas de las cuestiones
de las que se ocupa en la actualidad la pragmática provienen de la década de 1960,
cuando los investigadores centrados en la gramática consideraron que ciertos aspectos
estudiados quedaban fuera de su objeto de estudio.
Según Reyes, Baena y Urios (2000), la pragmática surgió como un añadido o
complemento de la lingüística, como un intento de analizar sistemáticamente la
8 La comprensión de sentidos no literales
variabilidad y adaptabilidad de los signos, es decir, el significado completo que
adquieren durante su funcionamiento, el cual depende tanto del lenguaje como de los
principios que explican las interacciones entre hablantes. Precisamente la pragmática
adquirió estatus de disciplina lingüística cuando se tuvo que admitir que era
imprescindible explicar dimensiones del significado que quedaban fuera del alcance de
la gramática.
Durante las décadas de 1970 y 1980 se produjo un interés profundo por el
campo de la pragmática por parte de los lingüistas. En estas décadas se comenzó a
considerar la pragmática como una subdisciplina independiente dentro de la lingüística
y diversificada en varias subdisciplinas surgidas a raíz de algunos cambios
paradigmáticos que afectaron tanto al desarrollo de la lingüística como al de la
pragmática: el cambio desde el interés por la competencia lingüística al uso del
lenguaje; el cambio desde el análisis de datos introspectivos a investigaciones
empíricas con datos contextualizados; el cambio desde la consideración del lenguaje
como un sistema homogéneo a un sistema heterogéno, sujeto a variaciones; y el
cambio desde la concepción sincrónica en el estudio del lenguaje a una concepción
diacrónica (Jucker, 2012).
La investigación pragmática de la primera década del siglo XXI se ha
caracterizado por una diversificación sin precedente de subcampos de la pragmática.
Esto es inevitable, puesto que si se considera la pragmática como una perspectiva,
como un modo particular de hacer lingüística en general, no es sorprendente que
comience a colonizar cada vez más los subcampos de la lingüística. La pragmática
amplió su ámbito para abarcar cuestiones de investigación y métodos de investigación
que habían sido usados antes por otros campos de la lingüística. En muchos casos el
trabajo relevante de la pragmática en estos campos comenzó en las últimas décadas
del siglo pasado, pero ha sido en el siglo XXI cuando los campos se han constituido de
un modo reconocible y coherente.
A lo largo de todas estas décadas se ha producido una evolución en el objeto de
estudio de la pragmática (Jaszczolt & Allan, 2012). En primer lugar, el interés por la
unidad de análisis se ha ido modificando, ha variado desde el interés inicial por el
enunciado lingüístico hasta la consideración del discurso como unidad de estudio. En
segundo lugar, se ha producido un cambio desde las primeras observaciones realizadas
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 9
por Austin, Searle y otros estudiosos de los actos comunicativos acerca de que los
actos asertivos no son el centro de la pragmática; de hecho, en la actualidad, el interés
está centrado en un análisis sofisticado de los actos no asertivos de comunicación. Y,
en tercer lugar, la teoría pragmática se ha ido introduciendo paulatinamente dentro de
la lingüística como un nivel de análisis del lenguaje legítimo y potencialmente
formalizable.
Respecto a los nuevos intereses en pragmática, aunque sea difícil extrapolar
cómo será el desarrollo futuro a partir de los desarrollos de las dos últimas décadas, lo
cierto es que los ordenadores personales, internet y los dispositivos móviles han
cambiado radicalmente la forma de comunicarnos. Estas innovaciones técnicas han
traído nuevas formas de comunicación oral y escrita, en correos electrónicos, mensajes
cortos de texto, y conversaciones escritas en chat, twitter, blogs, y varias formas de
comunicación en mundos virtuales y redes sociales a través de internet. Todo esto
hace esperar que el número de análisis pragmáticos de estas nuevas formas de
comunicación se incremente aceleradamente.
Considerando este amplio panorama, muchos investigadores reconocen que la
pragmática es una disciplina de naturaleza multidisciplinar. Cummings (2005) señala
sus dos rasgos característicos. El primer rasgo es que la pragmática recibe influencias
conceptuales desde otras disciplinas. Desde sus comienzos, la pragmática ha estado
relacionada con otras disciplinas, como la lingüística, la filosofía y las disciplinas de las
ciencias cognitivas. La filosofía, por ejemplo, ha contribuido en gran medida a
establecer las bases conceptuales de la pragmática. Y en la actualidad la pragmática se
encuentra inmersa en un proceso de cambio, abriéndose a las influencias de la
filosofía, la psicología, la patología del lenguaje y la inteligencia artificial. Y el segundo
rasgo es que, al mismo tiempo, la pragmática contribuye al desarrollo conceptual de
esas otras disciplinas y tiene gran influencia en ellas.
En la actualidad, considerada como subdisciplina lingüística y desde una
perspectiva general, parece existir unanimidad en la comunidad científica a la hora de
realizar dos afirmaciones: que la pragmática ha surgido como respuesta a la necesidad
de encontrar explicaciones para determinados fenómenos a los que la lingüística no
podía dar respuesta, y que la pragmática se concibe como la perspectiva de estudio de
10 La comprensión de sentidos no literales
una lengua, o del lenguaje en general, que se ocupa de la relación entre las distintas
formas lingüísticas y su uso (Portolés, 2004).
Siguiendo a Escandell (1996), el objetivo central de la teoría pragmática es el
estudio de los principios que regulan el uso del lenguaje en la comunicación, es decir,
la explicitación de las condiciones que explican el empleo que hace un hablante de un
enunciado concreto en una situación comunicativa concreta y la interpretación que
hace el destinatario de dicho enunciado. La pragmática toma en consideración factores
denominados extralingüísticos, como son el emisor de un enunciado, el destinatario
del mismo, la intención comunicativa, el contexto verbal, y la situación o conocimiento
del mundo, entre otros. Por ejemplo, conocer la identidad del emisor o del
destinatario y conocer las circunstancias de lugar y tiempo de emisión son requisitos
imprescindibles para conseguir la interpretación plena de un enunciado. Dichos
factores determinan el uso del lenguaje y no son incluidos en un análisis únicamente
gramatical, por lo que su exclusión hace imposible explicar muchos aspectos
relevantes del acto comunicativo.
Las tres grandes líneas de estudio que han servido para justificar la necesidad
de incluir los factores extralingüísticos en el análisis del acto comunicativo han estado
marcadas por el reconocimiento de la dificultad que tienen los niveles de análisis
lingüístico a la hora de explicar totalmente el acto comunicativo. Concretamente, la
pragmática ha tenido que dar respuesta, entre otros, a los problemas que plantea la
identificación de referentes en la comunicación, la adecuación de la estructura
sintáctica al contexto y a la situación, y el problema del significado lingüístico no
convencional.
Centrándose en ese último aspecto, Reyes, Baena y Urios (2000) afirman que
las palabras, frases y oraciones que usamos durante la comunicación no retienen
necesariamente los significados que se encuentran en el diccionario, sino que
adquieren nuevos significados en sus contextos de uso que sirven a su vez de contexto
para nuevos significados. El lenguaje no es, por lo tanto, un código en el que a cada
signo le corresponde un significado fijo, sino un código en el que los signos pueden
tener muchos significados dependiendo del contexto. Esta característica de
inestabilidad de significado del lenguaje es la que permite a los seres humanos
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 11
emplear los signos lingüísticos en cantidades y combinaciones variables con el objetivo
de adaptar el lenguaje a las necesidades comunicativas.
En el análisis del significado lingüístico, las teorías clásicas más importantes en
semántica han resultado ser insuficientes para esclarecer ciertos aspectos que son
mejor explicados si se tienen en cuenta los principios de uso del lenguaje o principios
pragmáticos.
En el estudio del significado lingüístico es necesario distinguir el significado
semántico o veritativo y el significado del hablante o significado pragmático. El análisis
del significado semántico se establece a partir de la denominada Teoría de las
condiciones de verdad, según la cual conocer el significado de una oración es conocer
las condiciones bajo las cuales lo que la oración afirma es verdadero o falso. El
significado pragmático no puede determinarse por dicha teoría, y no puede estudiarse
por lo tanto desde una perspectiva semántica. Este sería el caso de dos oraciones que,
aun presentando las mismas condiciones de verdad y siendo por tanto
semánticamente equivalentes, no significan exactamente lo mismo. Y esto se explica
por la presencia de expresiones y construcciones que tienen un significado
extraveritativo que depende de las inferencias que hacemos los usuarios de una
lengua. Todas estas ideas se resumen en la conclusión de que para explicar realmente
el significado lingüístico, a la teoría de las condiciones veritativas, la más importante en
semántica, hay que añadir los principios de uso del lenguaje, es decir, principios
pragmáticos (Reyes, Baena y Urios, 2000).
Por otra parte, la idea de que la comunicación es un proceso de codificación y
descodificación es una interpretación reduccionista de la comunicación. La
consideración de que la lengua en la comunicación funciona como un código en el que
se emparejan signos y mensajes y en el que a cada representación fonológica le
corresponde de forma biunívoca un contenido semántico que se desea transmitir es
totalmente inadecuada. En el intercambio comunicativo, junto al significado o
contenido semántico, que es la información codificada en la expresión lingüística y está
determinado por las reglas del sistema lingüístico, encontramos la interpretación de la
expresión, que se realiza a partir de la información pragmática que posee el
destinatario (sus creencias, ideas, conocimiento sobre el emisor, etc.).
12 La comprensión de sentidos no literales
De esta forma, mientras el contenido semántico o significado de los signos
lingüísticos está establecido de forma convencional y arbitraria, y se rige por reglas
explícitas y explicaciones formales, el significado pragmático se basa en la relación
entre el significado gramatical, el emisor, el destinatario y la situación, e implica la
articulación de leyes y principios empíricos y explicaciones funcionales.
Con el objetivo de explicar la contribución de cada uno de los elementos que
están implicados en el uso del lenguaje en la comunicación, Escandell (1996) distingue
entre componentes “materiales” o de naturaleza física (emisor, destinatario,
enunciado, entorno), y componentes relacionales o de naturaleza inmaterial, que
surgen de las relaciones que se establecen entre los primeros. Entre esos componentes
relacionales, destacan por su importancia la información pragmática que poseen
tanto el emisor como el destinatario, la intencionalidad comunicativa del emisor y los
procesos inferenciales e interpretativos que despliega el destinatario.
Puesto que el análisis semántico es insuficiente para interpretar
adecuadamente un enunciado en una situación concreta y se hace necesaria la
intervención de elementos extralingüísticos, tanto emisor como destinatario deben
recurrir a los datos que les proporciona su información pragmática. Por información
pragmática se entiende el conjunto de creencias, opiniones, conocimientos,
sentimientos, etc. que posee un participante del intercambio comunicativo. Los
interlocutores poseen información sobre el mundo y las demás personas, y albergan
una “teoría” relativa a la información pragmática del otro interlocutor y de lo que
comparten, especialmente la suposición de que siempre hay una intención
comunicativa detrás de lo que se dice. Esta hipótesis del conocimiento mutuo sería la
que explica que el conjunto de conocimientos y creencias de los interlocutores hagan
posible la comunicación y que los interlocutores seleccionen determinados contenidos
y formas lingüísticas para sus enunciados. Según Portolés (2004), los hablantes poseen
un conocimiento metapragmático, una conciencia de cómo se usa su lengua, que les
permite elegir las formulaciones lingüísticas que consideran más oportunas en cada
momento.
El segundo componente, la intencionalidad del emisor, representa el principio
regulador de la conducta comunicativa. Los seres humanos emplean especialmente el
lenguaje para reflejar una determinada actitud ante el entorno y como instrumento
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 13
para conseguir ciertos fines y objetivos relativos al entorno físico y a las personas. El
emisor emplea el lenguaje para impedir que se produzcan modificaciones en el
entorno o para provocarlas, utilizando los instrumentos lingüísticos más idóneos para
conseguir su propósito de forma consciente y voluntaria.
Se puede afirmar, por lo tanto, que el empleo del lenguaje por parte de un
hablante siempre responde a una determinada intención, y que el análisis de los
enunciados en la comunicación debe incluir necesariamente la identificación de la
intencionalidad que tiene el emisor cuando dice lo que dice y de determinada manera.
En esto consiste la verdadera interpretación de lo que el otro dice, en llegar a
reconocer su intención comunicativa, que es mucho más que reconocer el significado
de sus palabras (Reyes, Baena y Urios, 2000). Precisamente este principio es el que
explica que la comunicación lingüística, que no se basa en significados fijos, no sea
caótica o conduzca al malentendido, sino que sea exitosa y posibilite llevar a cabo los
objetivos propuestos por el que se expresa. Y es que los seres humanos estamos
atentos no solo a las palabras, sino a quien las usa, e intentamos adivinar sus
intenciones interpretando no solamente sus palabras, sino lo que nos quieren decir
con ellas.
Y puesto que a veces existe distancia entre lo que literalmente dice el emisor y
lo que realmente quiere decir, y el verdadero objetivo del emisor es que su
interlocutor reconozca su intención y no solo el significado literal de lo que expresa, el
destinatario del mensaje debe tratar de identificar dicha intención valorando el
contexto verbal y no verbal y recurriendo a su información pragmática para obtener
información complementaria. Los seres humanos han llegado a desarrollar sofisticados
mecanismos de inferencia que les permiten llegar a identificar los propósitos con los
que los otros emiten afirmaciones y enunciados. La existencia de dichos procesos de
interpretación es la prueba irrefutable de que el conocimiento de las reglas
gramaticales por parte de los usuarios de una lengua no les garantiza el uso efectivo
del lenguaje en la comunicación, incluso en el caso de que se tratara de un sencillo
diálogo (Reyes, 2000).
El estudio de cómo los hablantes infieren el significado implícito de las
emisiones ha derivado en la formulación de teorías muy representativas en
pragmática, denominadas teorías pragmáticas inferenciales. Las más representativas
14 La comprensión de sentidos no literales
son la teoría de los Actos de Habla (Austin, 1962; Searle, 1969), la teoría de Grice
(1957) y la de Sperber y Wilson (1986, 1995). Estas teorías estudian la relación entre lo
dicho y lo comunicado por implicación, sus objetivos comunes son ofrecer una
explicación de cómo se producen las interpretaciones implícitas cuando el receptor
reconoce una intención comunicativa determinada en el emisor. Las tres teorías
proponen principios para explicar cómo se extraen las inferencias pragmáticas a partir
del mensaje lingüísticamente codificado del hablante, aunque las teorías se diferencian
en el número de principios y de interpretaciones pragmáticas que los investigadores
señalan (Ariel, 2012).
Las teorías pragmáticas inferenciales se fundamentan en que la especie
humana, antes de desarrollar la facultad del lenguaje, había desarrollado una
capacidad inferencial anterior a la capacidad codificadora lingüística. Las
investigaciones que han confirmado la presencia de capacidades de inferencia en
algunos primates que, sin embargo, carecen de un código lingüístico, corroboran la
necesidad de estudiar el uso del lenguaje suponiendo el desarrollo de una capacidad
inferencial previa gracias a la cual la comunicación humana es mucho más rica y fluida.
Se puede afirmar, por lo tanto, que en la comunicación humana existe una parte
codificada y otra parte cuyo significado se logra a través de un proceso inferencial.
En esta concepción inferencial de la comunicación el contexto tiene una
importancia fundamental, tanto que no se puede explicar dicha concepción si no se le
tiene en cuenta. Se trata de un contexto de naturaleza mental y está formado por un
conjunto de informaciones y suposiciones que posibilitan la comprensión plena de un
enunciado. Estas suposiciones, o bien se encuentran instaladas en nuestro
conocimiento y en el contenido de nuestra memoria a largo plazo, o bien se generan
en nuestra mente en el mismo momento en el que se produce el intercambio
comunicativo con nuestro interlocutor.
Cada una de las teorías inferenciales ha elaborado una listado de los
componentes de ese contexto mental general, y también de cómo llega a convertirse
en un contexto pertinente en cada acto de comunicación particular. Asimismo, cada
teoría ha confeccionado un planteamiento acerca de uno de los elementos principales
que componen el contexto, el del conjunto de expectativas que albergamos acerca de
la conducta lingüística y comunicativa de nuestro interlocutor, puesto que las
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 15
empleamos continuamente para llegar a otorgar el significado concreto de lo que
realmente este nos quiere decir. Cada una de las propuestas teóricas difiere en la
importancia otorgada a los distintos elementos y en la complejidad con que estos
dependen y se relacionan entre sí, y aunque es cierto que se trata de teorías “en
competencia”, todas coinciden en el reconocimiento del papel crucial de la inferencia
para que el mensaje intencionado del hablante sea eficientemente transmitido a lo
largo del intercambio comunicativo (Portolés, 2004).
1.1 Teoría de los actos de habla
Los lingüistas que en la década de 1960 intentaron dar explicaciones
pragmáticas a fenómenos gramaticales encontraron que los actos de habla habían sido
ya analizados desde la filosofía del lenguaje. Entre estos filósofos destacó Austin
(1962), considerado el iniciador de la pragmática moderna, y su discípulo Searle
(1969), quien perfiló y reafirmó sus planteamientos. La teoría de los actos de habla
tuvo gran repercusión en la lingüística, puesto que a partir de ella se empezó a
considerar el lenguaje como hablar para algo, como acción, y no simplemente como la
correspondencia entre formas y significados.
Austin estableció las bases de la teoría de los actos de habla cuando analizó los
usos del lenguaje corriente y postuló la idea de que el lenguaje sirve tanto para
describir como para hacer cosas. Así, distinguió entre enunciados de naturaleza
descriptiva, llamados asertivos o constatativos, y aquellos en los que se hace lo que se
dice, llamados performativos. Los primeros se analizan en función de sus valores
veritativos (verdaderos o falsos) y los segundos en función de su condición de
“fortuna” (afortunados o desafortunados). En cada idioma existe un conjunto de
performativos explícitos, que nombran la acción al mismo tiempo que se realiza lo que
se nombra, y evidencian cómo los hablantes de una lengua categorizan los actos de
habla. Esta distinción original fue rectificada posteriormente por Austin cuando señaló
que los actos constatativos son también performativos, puesto que también “hacen”
algo aunque no contengan performativos explícitos. Los actos performativos de Austin
son actos institucionalizados para los que hay expresiones lingüísticas convencionales y
16 La comprensión de sentidos no literales
procedimientos establecidos: determinada gente debe decir ciertas cosas en ciertos
contextos.
Asimismo, Austin también distinguió entre significado de fuerza (lo que el
enunciado dice) y la fuerza de la enunciación (lo que el enunciado hace), con lo que la
distinción inicial entre constatativo y performativo fue posteriormente reemplazada
por una clasificación de actos que una persona lleva a cabo cuando habla: actos
locutivos, ilocutivos y perlocutivos. De acuerdo con Austin, un acto locutivo es
equivalente al “significado” en el sentido tradicional. Sin embargo, al producir un acto
locutivo también se produce un acto ilocutivo, “se hace” algo usando palabras, como
informar, ordenar, avisar, prometer, etc. Para Austin, el propósito del emisor cuando
habla no es simplemente producir oraciones que tengan cierto sentido y referencia,
sino que más bien es producir tales oraciones con la idea de contribuir a un tipo
particular de interacción para la comunicación. Finalmente, los hablantes despliegan
los denominados actos perlocutivos, por los que quieren producir efectos en el
interlocutor diciendo algo, como persuadirlo, sorprenderlo, engañarlo, etc. (Portolés,
2004).
Searle (1969) asumió y completó el planteamiento de Austin proponiendo una
clasificación de los actos ilocutivos en cinco categorías: actos representativos (en los
que el hablante se compromete con la verdad de la proposición que expresa); actos
directivos (en los que el hablante intenta conseguir que el oyente actúe de un modo
concreto); actos compromisivos (en los que el hablante se compromete a comportarse
de una manera determinada); actos expresivos (en los que el hablante expresa sus
actitudes y sentimientos); y actos declarativos (por los que el hablante produce efectos
o modifica un estado de cosas establecido).
Según Searle, el empleo de los actos de habla o unidades de la comunicación
lingüística se produce a partir de un conjunto de condiciones necesarias y suficientes
que permiten la realización acertada de cada acto lingüístico. Entre estas condiciones
encontramos unas de tipo general (las que hacen posible la comunicación, las
condiciones de tipo proposicional), la condición de sinceridad (la que determina que el
hablante verdaderamente desea que el oyente haga lo que le pide) y la condición
esencial (la que estipula que un acto lingüístico sea ese y no otro).
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 17
A partir de las condiciones que permiten la realización de los distintos actos de
habla, Searle extrajo un conjunto de reglas semánticas constitutivas correlativas de
estas que permiten distinguir unos actos de habla de otros (Reyes, 2000). Estas reglas
son constitutivas porque crean o definen una determinada forma de comportamiento
para los usuarios de una lengua, puesto que determinan con qué tipo de emisión
lingüística y bajo qué circunstancias se lleva a cabo determinado acto de habla. De este
modo, el hablante de una lengua se debe atener continuamente a las reglas
constitutivas que determinan la emisión de ciertas formas lingüísticas y las condiciones
necesarias para que un acto de habla sea considerado como tal. Por ejemplo, la regla
constitutiva del acto de habla de pedir que se extrae de la condición esencial de dicho
acto es que en la forma lingüística emitida por el hablante se refleje el intento que
hace de que el oyente actúe de determinada forma.
Dado que Searle indica que existe correspondencia entre el acto de habla y la
forma lingüística emitida, en el caso del lenguaje usado literalmente el hablante elegirá
formas declarativas para realizar afirmaciones, formas interrogativas para hacer
preguntas, etc. Pero un caso distinto es el del lenguaje empleado de forma no literal,
concretamente el de los actos de habla indirectos. En la expresión “Quiero que llegues
pronto a casa”, mientras que se está ejecutando el acto ilocutivo de afirmar, se está
ejecutando adicionalmente el acto ilocutivo de pedir. Al hacer eso, está funcionando
como un acto de habla indirecto, una fórmula lingüística particular que es usada
convencionalmente para ejecutar un acto ilocutivo. La explicación que ofrece Searle
acerca de los componentes de estos actos de habla y de cómo se interpretan es la
siguiente: en un acto de habla indirecto encontramos dos actos de habla superpuestos,
un acto de habla no literal y otro literal. El oyente interpreta el “verdadero” acto de
habla, el no literal, gracias a dos elementos: el conocimiento que posee acerca del
contexto en el que se realiza el acto de habla y a su capacidad para poder reconocer la
intención del hablante cuando lo realiza según el llamado principio de cooperación de
Grice (1957), un principio general que respetan los participantes en la conversación. En
conclusión, según Searle, para que el oyente llegue a reconocer el significado
intencionado del hablante, como opuesto al significado literal de la frase, es necesario
apelar a factores tales como el contexto y las intenciones del propio oyente.
La teoría de los actos de habla de Searle influyó mucho en corrientes
posteriores de la lingüística que empezaban a considerar el lenguaje no solamente
18 La comprensión de sentidos no literales
como la asociación de unos sonidos y unos significados, sino como acción. Uno de sus
puntos deficitarios es que no analiza suficientemente el papel del contexto, pero
reconoce que las condiciones y reglas de los actos de habla solo se cumplen en
determinados contextos, tanto institucionales como particulares, y que en el caso de
los actos de habla no literales la importancia del contexto supera a la de las reglas
semánticas constitutivas, puesto que es el contexto el que permite que el oyente
pueda atribuir el significado adecuado a las formas lingüísticas que emplea el hablante.
Finalmente, una de las consideraciones críticas más importantes que ha
recibido esta teoría es que la correlación sistemática que establece entre clase de
oración y fuerza ilocutiva plantea muchos problemas de orden teórico, y esto está
relacionado con el hecho de que las ideas de Searle se sitúan en un terreno fronterizo
entre la gramática y la pragmática.
1.2 Grice y el principio de cooperación
Con la emergencia de las ideas de Grice (1957) sobre la comunicación, y
particularmente su principio cooperativo de comunicación, la explicación de los actos
de habla basada en la convencionalidad que ofrecían las posiciones teóricas
anteriormente comentadas dio paso a una explicación basada en el razonamiento y las
intenciones comunicativas (Cummings, 2005).
El planteamiento del filósofo del lenguaje Grice se incluye dentro de la parcela
de la pragmática, puesto que no se ocupa de las relaciones entre la estructura
gramatical y la fuerza ilocutiva, sino que se centra en los principios que regulan el
intercambio comunicativo y explican la interpretación de los enunciados, en cómo los
participantes de la conversación llegan a obtener lo que se denomina el “significado
añadido”. Su teoría representa las bases de la idea de pragmática que ha estado más
extendida y sigue estando en la actualidad.
En sus planteamientos iniciales, Grice (1957) mostró especial atención a las
intenciones en la comunicación y diferenció entre signos naturales, con un significado
natural, y signos no naturales, con un significado no natural. Según Grice, los signos no
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 19
naturales contienen intención comunicativa, debido a que el emisor intenta a través
de una acción intencional que el receptor identifique dicho estado mental. Esta
intención se denomina significado del hablante.
Cuando hablamos comunicamos más de lo que decimos. Lo que un hablante
dice está determinado por las condiciones de verdad del enunciado, mientras que lo
que comunica, lo que está implicado, depende del contenido de lo dicho y de otros
factores. El más importante de esos factores es el denominado principio de
cooperación, y es el que explica que si un oyente puede llegar a hacer una
interpretación intencionada de la expresión de un emisor es porque asume que este
está siendo cooperativo en el intercambio comunicativo.
El principio de cooperación es considerado por Grice un principio general del
comportamiento humano observado en la conversación y en otras actividades
humanas, es un principio regulador de racionalidad en general. Este principio es el que
rige la conversación y, gracias a que los hablantes consideran que está siempre
vigente, se hace posible que estos extraigan significados que no dependen siempre del
significado convencional de las palabras emitidas. Para referirse a estos significados
Grice acuñó el término implicaturas, las cuales se originan a partir de lo dicho por un
hablante en relación con un contexto determinado.
Portolés (2004) señala que aunque un participante puede extraer muchas
implicaturas, en un contexto determinado y a partir de un mismo enunciado, solemos
realizar inferencias muy parecidas en número y contenido. Y la razón de que esto
suceda así es que debe existir un principio común por el que los seres humanos nos
guiamos en la conversación que nos lleva a obtener resultados similares. Este
principio, que Grice denominó principio de cooperación, lo siguen todos los
participantes implicados en una conversación.
Según Grice, los participantes en una conversación están realizando
continuamente un esfuerzo por colaborar para alcanzar un objetivo común implícito.
Aunque nuestro interlocutor sea un desconocido, damos por hecho que va a intentar
siempre comprendernos porque suponemos que también él se guía por este
propósito. El principio de cooperación es el que explica que las conversaciones no sean
20 La comprensión de sentidos no literales
una suma de intervenciones inconexas y que la tarea de comunicarse sea casi siempre
fructífera para los interlocutores.
La expectativa de colaboración de los participantes es tan fuerte que si uno de
ellos da muestras de no cumplir con el principio de cooperación, el oyente tiende a
pensar que el hablante ha querido decir otra cosa, y esa otra cosa es la implicatura, un
significado añadido a lo que el hablante dice que es comunicado por este y debe ser
inferido por el oyente. Este mecanismo se produce continuamente en los procesos
comunicativos humanos siempre que sus participantes presupongan que se guían por
el citado principio.
Grice desglosa el principio de cooperación en máximas y submáximas
específicas que en realidad son principios o guías de comportamiento racional en la
conversación. Estas son:
Máxima de cantidad: se refiere a la cantidad de información que debe ofrecerse en
la conversación.
1. Que su contribución sea todo lo informativa que requiera el objetivo de la
conversación.
2. Que su contribución no sea más informativa de lo necesario.
Máxima de cualidad: relativa a que el participante debe intentar que su
contribución sea verdadera.
1. No afirme algo que crea falso.
2. No afirme algo para lo que carezca de pruebas.
Máxima de relación: se refiere a que los participantes deben hacer intervenciones
relevantes, que lo que digan se relacione con aquello de lo que se habla.
Máxima de manera: relativa al modo de decir las cosas. La máxima es “sea claro”.
1. Evite la oscuridad de expresión.
2. Evite la ambigüedad.
3. Sea breve (evite la prolijidad innecesaria).
4. Sea ordenado.
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 21
Estas máximas indican lo que los participantes deben hacer para conversar de una
forma eficiente y cooperativa. Lo más interesante de las mismas no es su
cumplimiento, sino el que los interlocutores dan este por sentado. Sin esta suposición
por parte de los hablantes no se derivarían implicaturas y probablemente sería
imposible el desarrollo de una conversación. Pero estas máximas son incumplidas
continuamente durante la conversación produciendo una serie de efectos y resultados.
Existen dos grandes tipos de implicaturas: las convencionales y las no
convencionales. Las implicaturas convencionales se derivan directamente del
significado de las palabras, y no de factores contextuales o situacionales. Estas
implicaturas van ligadas a ciertas expresiones lingüísticas y no dependen del principio
de cooperación, se trata de un significado adicional que viene adherido al contenido de
determinadas expresiones. Además, dichas implicaturas no ejercen ninguna influencia
sobre el valor de verdad de la oración en la que aparecen, son implicaturas que están
guiadas por el significado convencional de diversos elementos de una lengua y que
añaden significados implícitos que son independientes del valor veritativo de la
oración.
En cambio, las implicaturas no convencionales se producen por la intervención de
otros principios. Si estos principios son los que regulan la conversación, es decir, el
principio de cooperación y sus máximas, las implicaturas se denominan
conversacionales, mientras que si los principios que intervienen son de naturaleza
social, moral o estética, las implicaturas se denominan no conversacionales.
Las implicaturas conversacionales se analizan en función de los principios que
regulan la conversación. Se producen cuando el hablante interviene en un contexto
concreto y compartido por interlocutores que dan por sentado que se expresa guiado
por el principio de cooperación. De aquí que se afirme que en la teoría de Grice el
contexto juega un papel esencial en la aparición de los efectos comunicativos. Estas
implicaturas fueron las más analizadas por Grice y las más estudiadas por la
pragmática, puesto que no forman parte del significado convencional de las
expresiones lingüísticas.
Las implicaturas conversacionales pueden ser falsas, aunque el enunciado sea
verdadero, a diferencia de las deducciones lógicas, en las que la verdad que se extrae
22 La comprensión de sentidos no literales
en las conclusiones deriva de la interpretación lógica de las premisas y de la verdad de
las premisas se llega a la verdad de la conclusión (Portolés, 2004). De esta
característica se deduce que las implicaturas conversacionales no son propiedades
lógicamente deducibles en términos lógicos. Y otra diferencia es que las implicaturas
conversacionales pueden ser indeterminadas, mientras que en las deducciones lógicas
las conclusiones a las que se llega están determinadas obligatoriamente por las
premisas antecedentes.
A su vez, las implicaturas conversacionales pueden ser generalizadas y
particularizadas, dependiendo de cuál sea el grado en el que dependan del contexto.
Las generalizadas no dependen directamente del contexto específico de emisión, y
surgen de la asociación entre una expresión y todos los posibles contextos en los que
esta puede emitirse. Dichas implicaturas se producen con independencia de cuál sea
el contexto en el que se emiten, y puesto que dependen del significado de las palabras,
pueden ser confundidas con las implicaturas convencionales.
Las implicaturas conversacionales generalizadas surgen sistemáticamente y por
defecto a partir de diversas formas lingüísticas y pueden ser eliminables si se dan las
circunstancias adecuadas. Han sido ampliamente estudiadas por una corriente
pragmatista denominada neogriceana, cuyo exponente más conocido ha sido Levinson
(2000), quien las considera una clase de significados que se obtiene siguiendo un
método heurístico de interpretación que funciona siempre que no aparezca algún dato
en el contexto que lo impida.
Las implicaturas conversacionales particularizadas sí que dependen directamente
de un contexto específico, se puede decir que están fuertemente condicionadas por el
contexto, pues se producen por el hecho de decir algo en un contexto determinado y
no en otro. Estas implicaturas suelen depender de la máxima de relación (los
participantes deben hacer intervenciones relevantes, que lo que digan se relaciones
con aquello de lo que se habla) puesto que actúan sobre los conocimientos
contextuales compartidos por los participantes.
En la generación de una implicatura conversacional intervienen tres clases de
componentes: la información que contiene el enunciado, los elementos que
conforman el contexto y la situación en la que se produce la emisión, y los principios
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 23
conversacionales (principio de cooperación y máximas o principios de comportamiento
en la conversación). Precisamente en función de la observación que el hablante haga
de las máximas o principios de comportamiento se originaran diversos contenidos
implícitos que el oyente considera necesarios para reconstruir el verdadero contenido
que el hablante ha tratado de comunicar.
Así, según el respeto o el incumplimiento de las máximas o principios de
comportamiento en la conversación, se pueden producir distintos ejemplos de
implicaturas conversacionales:
1. Cuando el hablante respeta las máximas: se producen implicaturas que
requieren escaso cálculo por parte del interlocutor. Sería el caso de
implicaturas conversacionales de tipo generalizado. Un ejemplo es un hablante
que dice “Juan se ha comprado tres casas”, y el oyente entiende que tiene
exactamente tres casas, no una, dos o cuatro.
2. Cuando el hablante parece transgredir las máximas pero realmente no lo hace:
la aparente violación de las máximas puede dar lugar a implicaturas, puesto
que el oyente supone que el hablante obedece las máximas o respeta el
principio de cooperación.
3. Cuando se produce un conflicto entre máximas: el hablante debe transgredir
una máxima para no transgredir otra considerada más importante. Un ejemplo
típico es el del hablante que ofrece al oyente una información aproximada
(trangrediendo la máxima de cantidad) por no mentir y quebrantar así la
máxima de cualidad (intentar realizar contribuciones verdaderas).
4. Cuando el hablante transgrede una máxima de forma ostentosa y deliberada: el
oyente extrae implicaturas en el caso de que considere que el oyente está
transgrediendo una máxima abiertamente. Un ejemplo de este caso es el de un
oyente que quebranta la segunda submáxima de la máxima de cualidad (No
diga algo de lo que no tenga pruebas suficientes) y produce un tipo de
implicatura denominada insinuación.
En resumen, los hablantes consideran que estas máximas y el principio de
cooperación están siendo obedecidos siempre por todos los participantes en el
diálogo. Pero cuando en principio parece que esto no es así, aunque se trate solo del
incumplimiento de una máxima por parte del hablante, el oyente debe reinterpretar lo
dicho por este y es entonces cuando extrae implicaturas conversacionales, que en
24 La comprensión de sentidos no literales
realidad son nuevos significados de lo dicho por el hablante que no entran en
contradicción con el principio de cooperación.
Estas máximas y el principio de cooperación propuestos por Grice son una
propuesta clásica en la teoría pragmática y suponen la descripción de los mecanismos
lógicos que actúan y regulan la conversación. La teoría de Grice es un punto de
referencia necesario porque constituye la base de enfoques posteriores que bien han
modificado o bien han simplificado los principios conceptuales originales, por ejemplo,
reduciendo el número de máximas, como es el caso de la propuesta teórica que
revisaremos en el siguiente apartado (Sperber & Wilson, 1986, 1995).
Las ideas de Grice supusieron un giro desde una concepción tradicional de la
comunicación esencialmente codificadora por parte del emisor y descodificadora por
parte de receptor. Su aportación principal ha sido la consideración de que lo codificado
es solo una parte de lo comunicado, y que los participantes en el intercambio
comunicativo están continuamente extrayendo conclusiones a partir de lo dicho por
los demás gracias a los mecanismos inferenciales y al papel del contexto.
Y también, como cualquier posición teórica, las ideas de Grice han recibido algunas
consideraciones críticas. Una de ellas es que a partir de sus principios se describe el
comportamiento comunicativo como un proceso efectivo y exitoso en cualquier caso,
como si el fin último de la comunicación fuese el seguimiento de las máximas de una
manera estricta con un resultado asegurado. Con este objetivo, el hablante debe
actuar siempre de forma mecánica y establecida, ofreciendo siempre información
necesaria, verdadera, sin ambigüedades, y en cantidad adecuada.
Otra consideración es que en esta teoría no se presta demasiada atención a las
relaciones que se establecen entre los participantes en el intercambio comunicativo, a
cómo a través de las expresiones lingüísticas los hablantes intentan producir
determinados efectos en los otros y en el contexto, y a cómo, en definitiva, los
hablantes pretenden influir en los demás como medio para conseguir determinados
objetivos. Podríamos decir que la propuesta de Grice pone el énfasis en el papel del
oyente como reconocedor de la intencionalidad comunicativa del hablante, y relega a
un segundo plano de importancia la figura de este último cuando al no analizar
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 25
suficientemente los mecanismos que le llevan a elegir determinada expresión
lingüística en función de los elementos del contexto y sus motivaciones.
1.3 La teoría de la relevancia
Modelo de comunicación humana
Según el modelo propuesto por la teoría de la relevancia (Sperber & Wilson,
1986, 1995; Wilson & Sperber, 2004, 2012), la comunicación humana despliega dos
mecanismos diferentes. El primer mecanismo se corresponde con los procesos de
codificación y descodificación, es de naturaleza convencional y se basa en la existencia
de correspondencias establecidas entre señales y mensajes. El segundo mecanismo se
corresponde con la ostensión y la inferencia, es de naturaleza no convencional y se
basa en atraer la atención del interlocutor acerca de un hecho a partir del que debe
inferir el contenido que es comunicado. Aunque en principio se trata de mecanismos
independientes, normalmente funcionan conjuntamente para dinamizar y optimizar la
comunicación.
El segundo de los mecanismos es clave en la teoría de la relevancia. En la
comunicación ostensivo-inferencial el emisor produce un estímulo ostensivo que hace
manifiesta a su interlocutor la intención de hacer manifiesto algo. Para que la
comunicación sea exitosa, el interlocutor debe reconocer que es un estímulo
intencional, que va dirigido a él y que ha sido producido para atraer su atención hacia
algún elemento o hecho del entorno. Por lo tanto, la comunicación ostensiva consiste
en dar muestras o evidencias que atraigan la atención del interlocutor sobre un hecho
para comunicar que algo es de una determinada manera, con la intención de que el
otro infiera a qué realidad hace referencia y con qué objetivo (Escandell, 1996).
Aunque la información señalada y su carácter intencional pueden darse de forma
independiente, los seres humanos reconocemos con facilidad que detrás de un
comportamiento ostensivo subyace una intención comunicativa que es necesario
considerar para que la interpretación del mismo sea correcta. Como contrapartida, no
26 La comprensión de sentidos no literales
reparamos en aquellos comportamientos o estímulos en los que no reconocemos
intención comunicativa y a los que no atribuimos significado alguno.
El proceso complementario a la ostensión es el de inferencia, por el que los
seres humanos estamos continuamente manejando supuestos o pensamientos que
aceptamos como verdaderos y consideramos como representaciones del mundo “real”
(representaciones de deseos, opiniones, creencias, etc.). La inferencia se define como
el proceso por el que damos un supuesto como verdadero basándonos en la verdad de
otro u otros supuestos, y es un mecanismo deductivo (no necesariamente ceñido a las
leyes de la lógica clásica) que progresa desde el significado literal hasta la
interpretación pragmática. En este proceso tienen más peso o se consideran más
verdaderos aquellos supuestos que se han derivado de la experiencia del sujeto, así
como los que han sido transmitidos por personas significativas para él, aunque la
fuerza de cada supuesto puede ir variando por efecto del tiempo y los hechos
acontecidos.
Principios generales de la teoría
En términos generales, la teoría de la relevancia es una explicación de la
cognición y la comunicación humana basada en la definición de relevancia y en dos
principios generales: el Principio Cognitivo de relevancia, que afirma que la cognición
humana tiende a estar orientada a la maximización de la relevancia, es decir, a lograr
los mayores efectos contextuales con el menor esfuerzo de procesamiento posible; y el
Principio Comunicativo de relevancia, que afirma que todo acto de comunicación
ostensiva comunica una presunción de su propia relevancia óptima, es decir, crea
expectativas de relevancia (Wilson & Sperber, 2012).
Del Principio Cognitivo de relevancia se deriva que la atención humana y los
recursos de procesamiento tienden a ser asignados a la información que parece lo
suficientemente relevante como para que merezca la pena ser procesada. Esto es así
debido a que los sistemas cognitivos humanos han evolucionado en una constante
búsqueda de la eficiencia: nuestros mecanismos perceptivos tienden automáticamente
a seleccionar estímulos potencialmente relevantes, nuestros mecanismos de memoria
tienden automáticamente a activar supuestos contextuales potencialmente
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 27
relevantes, y nuestros mecanismos inferenciales tienden espontáneamente a
procesarlos en el modo más productivo.
Esta tendencia cognitiva universal a maximizar la relevancia posibilita que
podamos predecir y manipular los estados mentales de los otros. Si un hablante sabe
que probablemente su interlocutor va a elegir los estímulos más relevantes de su
entorno y los va a procesar de modo que maximice su relevancia, puede producir un
estímulo que probablemente atraiga su atención, que provoque la recuperación de
determinados supuestos contextuales y que le dirija a una conclusión prevista. Por
ejemplo, el hecho de que un individuo saque la cartera en una reunión de amigos en
un bar puede hacer pensar a alguien que va a pagar las bebidas, pero realmente su
comportamiento no da evidencias de tener esa intención.
La comunicación manifiesta implica intención tanto informativa (la intención de
informar a la audiencia de algo) como comunicativa (la intención de informar a la
audiencia de la intención informativa que tiene uno). El emisor podría indicar a la
audiencia que está intentando comunicarse con ellos de un modo intencional o
manifiesto. Si de forma ostensiva señala a su cartera, o dice “Pago yo”, emplearía un
estímulo destinado a atraer la atención de la audiencia y a centrarla en el significado
de su comportamiento. Según el Principio Comunicativo de relevancia el uso de un
estímulo ostensivo, que origina expectativas de relevancia que no son provocadas por
acciones comunes, debe ser capaz de guiar por sí mismo a la audiencia hacia el
significado del hablante. De este principio y del concepto de relevancia óptima se
deriva que el emisor, por el hecho de dirigirse a alguien, comunica que su enunciado es
el más relevante y más compatible con sus habilidades y preferencias, y que al menos
es lo suficientemente relevante como para merecer los esfuerzos de procesamiento
que debe realizar el receptor.
Relevancia
Se considera que la relevancia es una propiedad de los inputs en los procesos
cognitivos y se analiza en términos de efectos cognitivos y esfuerzo de procesamiento.
Cuando un input, por ejemplo un enunciado, es procesado en un contexto en el que
existen muchos supuestos disponibles, puede producir algunos efectos cognitivos (por
28 La comprensión de sentidos no literales
ejemplo, confirmando dichos supuestos, contradiciéndolos y eliminándolos, o
combinándolos para producir implicaciones contextuales). Cuanto mayores sean los
efectos cognitivos que se produzcan, mayor será la relevancia del input para el
individuo que lo procesa. Por otra parte, el procesamiento del input y la derivación de
estos efectos conllevan algún trabajo mental, algún esfuerzo de percepción, memoria
e inferencia. Y de nuevo, cuanto menor sea el grado de esfuerzo requerido, mayor será
la relevancia del input para el individuo que lo procesa. En resumen, por tanto, la
relevancia se basa en una relación coste-beneficio, siendo el coste el esfuerzo mental
requerido, y los beneficios los efectos cognitivos conseguidos.
Según la teoría de la relevancia, la comprensión inferencial comienza con la
recuperación de un significado lingüísticamente codificado, el cual suele ser por lo
general bastante fragmentario e incompleto. El objetivo de la teoría es explicar cómo
el oyente, utilizando información contextual disponible, llega a elaborar una hipótesis
acerca del significado del hablante. El Principio Comunicativo de relevancia origina un
proceso de comprensión que, de acuerdo con la teoría de la relevancia, se aplica
automáticamente al procesamiento de los inputs verbales a los que se presta atención.
El oyente toma el significado lingüísticamente descodificado; siguiendo una secuencia
de mínimo esfuerzo, emplea la información contextual disponible para enriquecerlo a
nivel explícito y completarlo a nivel implícito hasta que la interpretación resultante
cumple su expectativa de relevancia; y en ese momento se podría parar el proceso.
El ajuste mutuo de contenido explícito e implicaturas, restringido por las
expectativas de relevancia, es la base central de la teoría pragmática de la relevancia
(Carston, 2002; Wilson & Sperber, 2002, 2004; Sperber & Wilson, 2002; Wilson, 2005).
El procedimiento de comprensión en esta teoría tiene el efecto de restringir el espacio
de decisiones. Los oyentes no necesitan tomar en consideración todas las posibles
interpretaciones: solo consideran la más accesible, y luego pasan a considerar la
siguiente solo en caso de que la primera no sea suficientemente relevante. En este
enfoque, la accesibilidad de las interpretaciones es lo que explica cómo se llega a una
interpretación. El proceso inferencial se detiene cuando una interpretación es
eventualmente aceptada por el oyente si satisface las expectativas de relevancia
provocadas por la expresión en sí misma.
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 29
En la teoría de la relevancia la construcción de una inferencia no es concebida
como el punto final del proceso. Sus teóricos han insistido (Carston, 2002; Wilson &
Sperber, 2002) en que el proceso inferencial pragmático no es exclusivamente un
proceso secuencial procediendo linealmente desde las premisas hasta las
conclusiones. Por el contrario, se pueden dar simultáneamente tanto inferencias hacia
adelante desde premisas hacia las conclusiones como inferencias hacia atrás desde un
tipo de conclusión esperada hacia un conjunto de premisas que podrían haber sido
utilizadas para derivarla (Wilson & Carston, 2006). Al calificar las conclusiones como
“esperadas”, la teoría quiere decir que están directamente sugeridas por el contexto.
Así, incluso si una conclusión racional se deriva por medio de una inferencia hacia
adelante desde premisas, este no es necesariamente el punto final del proceso: la
conclusión puede ser valorada en contra del contexto, con la posibilidad de que no sea
considerada contextualmente relevante, mientras una conclusión diferente puede
desencadenar una inferencia hacia atrás hacia diferentes premisas (Mazzone, 2015).
Vamos a considerar a continuación todos estos elementos con más detalle.
Explicaturas e implicaturas
En la teoría de la relevancia se distinguen tres niveles de significado: el
significado convencional de la oración, lo dicho (formado por el significado
convencional y el resultado de los mecanismos de asignación de referencias,
desambiguación y enriquecimiento o especificación de expresiones imprecisas) y lo
comunicado (resultado de los procesos anteriores y de inferencia de implicaturas
conversacionales). La teoría de Grice se centraba en la transición entre lo dicho y lo
comunicado, en el reconocimiento de significados implícitos, mientras que en la teoría
de la relevancia se explica además el paso del significado convencional a lo dicho,
también a partir de un sistema de inferencias desplegado por el destinatario.
La teoría de la relevancia plantea, por lo tanto, un análisis novedoso respecto a
la teoría de Grice, puesto que no se limita a explicar solo cómo recuperamos
implicaturas a partir de lo dicho sino también cómo llegamos a entender lo explícito. Y
en ambos casos el destinatario procedería guiado por el principio de relevancia. El
proceso sería el siguiente: cuando un destinatario recibe lo dicho por un hablante
elabora una proposición completa de lo expresado, lo que se denomina explicatura del
30 La comprensión de sentidos no literales
enunciado. El destinatario reconoce entonces que en lo dicho por el hablante existe un
significado que se presenta explícitamente y un significado que se deriva de la
aplicación de procesos inferenciales de la misma naturaleza que los aplicados en la
elaboración de implicaturas para construir lo comunicado. Así, para reconocer lo dicho
por un hablante el receptor debe desplegar, entre otros, un proceso de
desambiguación semántica que le lleva a elegir un significado entre los posibles de una
palabra en función de la situación y el entorno.
Estos procesos inferenciales de los que se derivan las implicaturas necesarias
para que el oyente llegue a elaborar la explicatura del enunciado o lo dicho se disparan
automáticamente, los oyentes no somos conscientes de los pasos que seguimos para
elegir los significados de las palabras incluidas en un enunciado, o de cómo llegamos a
reformular un enunciado que valoramos vago o incompleto. Dichos procesos están
regidos por el principio de relevancia, que señala que el receptor elige la opción que le
parece más coherente para el enunciado de un emisor relevante. Además, elegimos
instantáneamente la posibilidad que nos parece más evidente, y solo cuando esta no
encaja rectificamos y hacemos una decisión consciente.
Por otra parte, como ya se ha señalado y al igual que en la teoría de Grice, en la
teoría de la relevancia se considera cómo el oyente llega a recuperar implicaturas a
partir de lo dicho o la explicatura del enunciado. Pero aunque el término procede de la
teoría griceana, Sperber y Wilson lo reconceptualizan y lo definen como un supuesto o
representación del mundo “real” que el emisor intenta manifestar de forma ostensiva
al receptor sin tener que expresarlo de manera explícita (Escandell, 1996). Los datos
que el oyente considera para la determinación de dichas implicaturas proceden del
conocimiento almacenado en la memoria, del contexto, o son deducidos por
inferencias a partir de explicaturas y contexto.
Según la teoría, para que exista una conexión coherente y regida por el
principio de relevancia entre una pregunta y su respuesta, se debe dar una secuencia
deductiva que asegura que esta última sea un enunciado congruente. Siguiendo un
ejemplo, los pasos de esa secuencia serían los siguientes. Imaginemos que a la
pregunta “¿Estudiaste con María el viernes?” le sigue la respuesta “Yo no trabajo con
empollonas”. Lo primero que hará el receptor a partir de lo dicho en el enunciado
contenido en esta respuesta será extraer alguna o algunas premisas que no están
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 31
explícitas en el razonamiento pero que son necesarias para que este esté completo,
como por ejemplo “María es una empollona”. El siguiente paso supondrá la
combinación de esta premisa nueva, que es implicada, con el supuesto explícito “Yo no
trabajo con empollonas” de modo que se extraiga una conclusión congruente, por
ejemplo, “Yo no trabajo con María”. Y como último paso el receptor considerará todos
los supuestos anteriores para elaborar la conclusión implicada “No estudié con María
el viernes”.
Las premisas implicadas o supuestos que elabora el oyente para interpretar el
enunciado son extraídos del conjunto total de supuestos de su memoria o a partir de
esquemas deductivos, como en el ejemplo mostrado. En cualquier caso, dichas
premisas son necesarias porque hacen que el contenido explícitamente comunicado
produzca efectos contextuales sin apenas coste de procesamiento. Por otra parte, las
conclusiones implicadas, derivadas a partir de las explicaturas y las implicaturas
determinadas, se obtienen de manera necesaria como consecuencia del esquema
lógico deductivo aplicado y no deben ser aportadas por el receptor.
A partir del análisis global de este proceso y sus componentes se puede concluir
que las premisas y las conclusiones implicadas que elabora el receptor se podrían
considerar un reflejo de la hipótesis que el emisor se ha formado acerca de sus
conocimientos previos y de los supuestos y recursos que es capaz de manejar. En el
caso de que el emisor sobrevalore estos elementos se producirá un error de
interpretación que no será debido a que el oyente aplica una secuencia de
razonamiento equívoca, sino a que carece de la información necesaria para hacer un
cálculo correcto de las implicaturas necesarias.
Representación y metarrepresentación
Como se ha señalado anteriormente, el mecanismo ostensivo-referencial en
esta teoría implica que con lo dicho el emisor muestra la intención de hacer manifiesto
algo, y que lo dicho origina un proceso inferencial por parte del oyente. Si
consideramos lo que el emisor intenta comunicar ostensivamente tendremos en
cuenta el significado del hablante, y si examinamos la capacidad del oyente de
reconocer los estados mentales del interlocutor para identificar su intencionalidad
32 La comprensión de sentidos no literales
comunicativa, estamos reparando en el significado del oyente. Según la teoría, el
descubrimiento del significado del hablante por el oyente es posible gracias a la
habilidad humana para “leer la mente” de los otros (Portolés, 2004).
Los estados mentales intencionales, dirigidos a un objeto, no son más que
actitudes (creencias, dudas, deseos, etc.) hacia una proposición que es el contenido del
estado mental. Este contenido no es una representación de la realidad sino la
representación que tiene una persona de una situación, puesto que una persona
puede creer o desear algo que de hecho no existe. Al igual que los estados mentales
intencionales, los enunciados se dirigen hacia los estados de cosas. La teoría de la
relevancia considera que los pensamientos –un tipo de estados mentales
intencionales- y los enunciados poseen un contenido, porque representan estados de
cosas reales o imaginarios. Según esta teoría, cuando el hablante expresa un
enunciado que representa cierto estado de cosas invita al oyente a interpretar dicho
enunciado formando un pensamiento que también representa ese estado de cosas.
Así, en el caso de las representaciones públicas, se dice que el oyente elabora
representaciones mentales a partir de estímulos ostensivamente comunicados.
Partiendo pues de la hipótesis de que la mente humana procesa información en
forma de representaciones, la teoría de la relevancia señala que cuando una
representación existente, ya sea mental o pública, se convierte en el contenido de otra
representación, hablamos de metarrepresentación (Sperber, 2000). Un caso especial
de la aptitud metarrepresentacional en los seres humanos es la capacidad de una
teoría de la mente, la cual está en la base de la comunicación humana. Cuando un
oyente tiene que comprender los estados mentales de su interlocutor para llegar a
reconocer su intención comunicativa debe representarse, a partir de sus palabras,
tanto la posible representación que tiene de las cosas como las representaciones
mentales de representaciones mentales que ese interlocutor ha llegado a elaborar,
puesto que no debemos olvidar que las metarrepresentaciones que los seres humanos
realizamos constantemente y de modo recursivo son las representaciones mentales de
representaciones mentales.
La teoría de la relevancia propone un marco teórico en el que se podría
investigar y explicar la relación entre las habilidades pragmáticas y las habilidades de
lectura de la mente (Sperber, 1994; Wilson, 2005; Wilson & Sperber, 2012). Así, se han
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 33
planteado tres estrategias cada vez más sofisticadas que el oyente podría utilizar al
interpretar un enunciado, requiriendo cada una de ellas un nivel extra de habilidad en
lectura de la mente. La estrategia más simple es la del Optimista Ingenuo. Un oyente
Optimista Ingenuo busca una interpretación que parezca lo suficientemente relevante,
si encuentra una, asume que fue la intencionada y la considera como el significado del
hablante. Si no ocurre lo anterior, no posee más recursos, y la comunicación fracasará.
Un oyente Optimista Ingenuo asume que el hablante es tanto competente como
benevolente: lo suficientemente competente como para evitar malinterpretaciones, y
lo suficientemente benevolente como para evitar que se pierda. Un oyente Optimista
Ingenuo no tiene necesidad de pensar acerca de los estados mentales del hablante
para identificar el significado de su enunciado.
Una estrategia más compleja, que requiere un nivel extra de habilidad en
lectura de la mente, es la del Optimista Cauto. Un oyente Optimista Cauto asume que
el hablante está siendo benevolente, pero no necesariamente competente. En lugar de
tomar la primera interpretación que encuentra lo suficientemente relevante y
atribuirla como el significado del hablante, se puede preguntar a sí mismo qué
interpretación el hablante podría haber pensado que sería suficientemente relevante.
Este nivel extra de habilidad en lectura de la mente le permite evitar el malentendido
en dos tipos de casos en los que un oyente Optimista Ingenuo fracasaría.
El primer caso es el de la relevancia accidental. Un enunciado es
accidentalmente relevante cuando la primera interpretación que el oyente encuentra
suficientemente relevante no es la intencionada. Un oyente Optimista Cauto sería
capaz de considerar qué interpretación podría haber pensado el hablante que él
pensaría que era lo suficientemente relevante.
Un enunciado también puede ser accidentalmente irrelevante. Un caso obvio
es cuando alguien comete un lapsus al hablar, o cuenta por error algo que ya sabe su
interlocutor. Otro caso es cuando fracasa una referencia intencionada. Un Optimista
Ingenuo se ajustaría al significado codificado lingüísticamente, sería incapaz de
encontrar una interpretación aceptable, y la comunicación fracasaría. Adoptando una
estrategia de Optmista Cauto, un oyente que se representa el estado mental de
creencia falsa de un emisor que, por ejemplo, le pide que busque algo donde
realmente no está, puede acertar a la hora de identificar la interpretación
34 La comprensión de sentidos no literales
intencionada, a pesar de la creencia errónea del emisor. Claramente, la mayoría de los
oyentes son capaces de hacer esto.
Mientras que un oyente Optimista Cauto puede enfrentarse a la incompetencia
del hablante, su suposición de la benevolencia de este puede llevarle a que se
confunda. La estrategia de la Comprensión Sofisticada permite que los oyentes se
enfrenten con el hecho de que los hablantes son algunas veces mentirosos: pueden
intentar que una interpretación parezca lo suficientemente relevante sin que de hecho
lo sea. Usando la estrategia de Comprensión Sofisticada, el oyente puede ser capaz de
identificar el significado del hablante, incluso aunque sepa que está mintiendo,
preguntándose a sí mismo qué interpretación podría haber pensado el hablante que él
pensaría que era lo suficientemente relevante. Al identificar la interpretación
intencionada, el oyente por lo tanto tiene que representarse los pensamientos del
hablante acerca de sus pensamientos. La mayoría de los hablantes adultos son capaces
de esto.
Resumiendo, un oyente Optimista Ingenuo no necesita representarse los
estados mentales del hablante en absoluto para identificar el significado de este:
simplemente toma la primera interpretación que le parece lo suficientemente
relevante y la considera como la intencionada. Un oyente Optimista Cauto considera
qué interpretación el hablante podría haber pensado que sería suficientemente
relevante: puede enfrentarse con casos en los que el hablante intenta ser lo
suficientemente relevante, pero falla. Finalmente, un oyente que emplea la estrategia
de Comprensión Sofisticada, considera qué interpretación podría haber pensado el
hablante que él pensaría que era lo suficientemente relevante; este oyente puede
enfrentarse con casos de engaño en los cuales nada más que la apariencia de
relevancia es intentada o alcanzada.
Estas estrategias tienen implicaciones para el desarrollo de la comprensión
inferencial Un niño que comienza como un Optimista Ingenuo cometerá errores
característicos en comprensión (en la desambiguación, por ejemplo). En términos
generales, el paso del Optimista Ingenuo al Optimista Cauto coincide con la adquisición
de la habilidad de lectura de la mente de primer orden. Esto también coincide con la
edad a la que los niños no confían plenamente en lo que los adultos les dicen, y
sopesan la evidencia y controlan la veracidad de los hablantes antes de decidir lo que
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 35
creer. El análisis de la estrategia de Comprensión Sofisticada, con su relación con la
lectura de la mente de segundo orden y la habilidad para enfrentarse al engaño, podría
arrojar evidencia de cómo el mecanismo de comprensión de los enunciados se articula
con las habilidades de lectura de la mente.
Según la teoría de la relevancia, un enunciado expresa de forma explícita parte
de la información comunicada, pero sugiere de forma implícita aquella información
que debe ser inferida por el oyente. Y aunque pudiera parecer que toda la información
comunicada debería ser expresada explícitamente para no dar lugar a error de
interpretación, los seres humanos tendemos a comunicar más de lo que puede
expresar la conclusión implicada que obtiene nuestro interlocutor a partir de nuestro
enunciado. Esto es así porque para llegar a realizar una interpretación relevante, el
destinatario tiene que elaborar premisas que completan y enriquecen el contenido
comunicado y que son en el fondo supuestos del emisor de cuya génesis es
responsable.
Si además el oyente elabora por su cuenta premisas que consisten en la
explicitación de causas, consecuencias o extensiones de las implicaturas, estaremos
ante el caso de ciertos supuestos sugeridos o insinuaciones que no están
predeterminados y no son responsabilidad del emisor porque no los ha implicado, y
que tampoco se darían en una expresión de naturaleza explícita. Se deduce así que el
emisor no se hace “responsable” de que su interlocutor tome en consideración unos
supuestos que él no ha favorecido a crear, al contrario que en el caso de las premisas y
conclusiones implicadas.
A diferencia de la teoría de Grice, en la de Sperber y Wilson lo que importa es
ser relevante, no decir la verdad literal, y la razón es porque mediante la verdad literal
no se pueden obtener los efectos contextuales deseados, comunicar un conjunto de
implicaciones concretas. Y esto se consigue, según la teoría de la relevancia, mediante
el uso del loose talk o lenguaje aproximado, es decir, de enunciados que no contienen
la verdad literal precisamente para que los oyentes deban extraer las implicaturas
provocadas por el enunciado (Reyes, 2000).
Puesto que las implicaciones derivadas por un enunciado tienen diferente
fuerza y algunas se hacen más débiles cuanto más se alejan del propósito
36 La comprensión de sentidos no literales
comunicativo principal, se puede afirmar que los enunciados figurados son los que
requieren mayor demanda cognitiva de procesamiento y esfuerzo inferencial, y los
que, al mismo tiempo, originan una considerable ganancia cognoscitiva. Las ventajas
del empleo de este tipo de enunciados frente a su expresión literal se confirman
cuando se comprueba que obtenemos una interpretación mucho más rica y compleja
en el primer caso que en el segundo. Sin embargo, tanto en el caso de un enunciado
figurado como en el de una expresión literal se sigue el mismo proceso de
interpretación y ambos son explicados por el mismo principio, el principio de
relevancia.
Consideraciones críticas a la teoría de la relevancia
Como valoración positiva se puede señalar que, aunque en un principio no fue
muy bien recibida, la teoría de la relevancia ha llegado a ser muy influyente en el
ámbito de la pragmática. Frente a otras formulaciones, su principal aportación ha sido
la de indagar en cuáles son los mecanismos mentales que intervienen en la
interpretación de los enunciados. Pero un problema clave de la teoría es que no llega a
explicar cómo los oyentes, a la hora de recuperar el significado del hablante,
establecen el conjunto de proposiciones requeridas en un proceso de deducción
estricta (Cummings, 2005; Haugh & Jaszczolt, 2012). Es decir, la teoría de la relevancia
no ofrece una respuesta satisfactoria a la pregunta de cómo el oyente decide qué
premisas incluir en el proceso de razonamiento y cuáles dejar fuera. En cambio, ofrece
el argumento circular de que las premisas seleccionadas están determinadas por
cálculos de relevancia, el cual a su vez determina lo que el oyente comprende que ha
sido implicado por el hablante. La circularidad de este argumento reside en el hecho
de que los cálculos de la relevancia de las premisas contextuales están determinadas
por los cálculos por parte del oyente de la relevancia de lo que está implicado.
Junto a esta consideración, ha recibido otras también bastante negativas. Entre
ellas destaca la de que plantea un modelo reduccionista de los procesos
comunicativos, puesto que considera que la comunicación se basa en el intercambio
de información, y la mente humana sería un mecanismo de procesamiento de
información que busca continuamente ampliar y mejorar su conocimiento. Pero
puesto que los fines de la comunicación humana no son exclusivamente los de
Capítulo 1. Teorías pragmáticas 37
acumular información que mejoren nuestra representación del mundo, el objetivo
básico de la comunicación no sería, tal y como afirma la teoría de la relevancia, la
obtención y transmisión de información (Escandell, 1996).
Otra consideración negativa sería la de que esta teoría se centra
exclusivamente en la dimensión personal de la comunicación humana, mientras que
olvida su dimensión social. Así, centra sus esfuerzos en la descripción del
funcionamiento de los mecanismos cognitivos que permiten el procesamiento y la
transmisión de información, mientras que excluye por ejemplo la consideración del
papel que tienen las reglas convencionales de uso del lenguaje como elemento
regulador de los procesos de comunicación humana.
Un último aspecto a considerar sería el interés que tiene esta teoría en
describir y explicar exclusivamente la interpretación de los enunciados lingüísticos, es
decir, en dar cuenta de cuáles son los mecanismos que despliega el destinatario del
mensaje para ir construyendo los supuestos que le lleven al reconocimiento de la
motivación del hablante guiándose por el principio de relevancia. Como contrapartida,
la teoría no demuestra interés alguno por la descripción de los mecanismos que
despliega el emisor hasta llegar a producir determinado enunciado. Concretamente,
esta teoría no ofrece información de cómo el emisor procede desde su intención
comunicativa hasta la elección de determinada forma lingüística, ni de cómo los
elementos presentes en la situación comunicativa pueden llegar a influir en dicha
elección. Lo que la teoría indica en este sentido es que las inferencias que deba realizar
obligatoriamente el destinatario a la hora de interpretar de forma relevante un
enunciado serán reflejo de los supuestos que el emisor transmite a través de dicho
enunciado. Y de dichos supuestos el emisor se reconoce responsable porque obliga al
receptor a tener que tomarlos en consideración para poder realizar un procesamiento
correcto del enunciado. Se podría decir que las premisas y las conclusiones implicadas
que elabora el receptor han sido ya planificadas previamente por el emisor, este ya ha
previsto que deben ser esas premisas pero no otras las que receptor debe recuperar
para llegar a obtener unas conclusiones determinadas en lugar de otras.
CAPÍTULO 2
METÁFORA, IRONÍA Y MENTIRA
VARIABLES QUE INTERVIENEN EN SU
COMPRENSIÓN
Como se ha comentado en el capítulo anterior, el empleo de los sentidos no
literales del lenguaje no es la excepción sino la regla en el uso cotidiano del lenguaje, y
su estudio representa un elemento central de cualquier teoría pragmática que intente
explicar cómo y por qué los seres humanos transmitimos información de forma
implícita.
Según la teoría de la relevancia (Sperber & Wilson, 1995), la mayoría de los
enunciados que se producen en la comunicación humana son aproximativos, y en ese
“lenguaje aproximado” se observa que la correspondencia plena entre el enunciado o
la representación en forma proposicional de un pensamiento y el pensamiento que
este enunciado representa no es lo más común. Esto se debe a que los seres humanos
no somos ni pretendemos ser veraces en nuestra comunicación, y no esperamos que
lo codificado en los enunciados sea siempre exactamente verdadero o literal (Wilson &
Sperber, 2000), por eso no vigilamos que lo codificado en cada enunciado sea
exactamente semejante a nuestro pensamiento.
Siguiendo esta idea, el verdadero propósito de la comunicación es que el
oyente pueda extraer el mayor número de efectos cognoscitivos con el mínimo
esfuerzo a partir de lo que dice el hablante. El empleo de los sentidos no literales del
lenguaje persigue dejar implícito al interlocutor todo aquello de lo que el emisor está
seguro que puede suplir con un esfuerzo cognoscitivo menor que el que necesitaría
para procesar el mensaje si fuese expresado de modo explícito, y esto se logra
buscando la mayor relevancia. Los autores de la teoría afirman que la información que
se presenta en un contexto es relevante si consigue efectos cognoscitivos solo en ese
contexto, y que la relevancia de dicha información será mayor cuanto mayores sean
los efectos cognoscitivos suscitados.
Entre los tipos de lenguaje no literal se incluye el denominado lenguaje
figurado, al que pertenecen figuras o tropos tan conocidos y estudiados como la
metáfora, la ironía, el sarcasmo y las peticiones indirectas, entre otros. Según la teoría
42 La comprensión de sentidos no literales
de la relevancia, en las figuras no hay coincidencia entre el contenido codificado por el
emisor y el contenido que este trata de hacer manifiesto a su interlocutor. Algunas de
estas figuras por tanto representan casos extremos de divergencia entre el significado
literal y el que se pretende comunicar, y han sido estudiadas tradicionalmente desde la
retórica clásica y la literatura, aunque la realidad es que nuestro lenguaje cotidiano
está lleno de dichas figuras: metonimia, hipérbole, proverbios, repetición, modismos,
etc.
A diferencia de otras teorías acerca del lenguaje figurado, la teoría de la
relevancia no supone que haya nada particularmente especial en las figuras o tropos y
los considera incluidos dentro de un continuum junto con otros tipos de uso no
figurativo del lenguaje (Sperber & Wilson, 2008). De esta manera, los principios que
determinan la interpretación de las figuras son los mismos que participan en la
interpretación de los usos literales del lenguaje, no hay por tanto necesidad de
proponer la existencia de estrategias distintas en el caso del lenguaje figurado.
Según la teoría de la relevancia, como ocurre con el resto de los sentidos no
literales, las figuras son enunciados en los que el hablante expresa una creencia que
espera que no sea considerada literalmente verdadera por sus interlocutores. Pero a
diferencia de otros sentidos no literales, el lenguaje figurado requiere más esfuerzo
inferencial, aunque a cambio produce más efectos cognoscitivos. De acuerdo con los
principios de la teoría, la interpretación de las figuras se explica igualmente según el
principio de relevancia, por lo que no se diferencia en este sentido de la interpretación
del lenguaje literal. La diferencia reside en que el empleo de las figuras tiene como
objetivo principal la búsqueda de la mayor relevancia posible.
2.1. La comprensión de la metáfora, la ironía y la mentira
Metáfora
La teoría de la relevancia caracteriza la comprensión lingüística en términos de
facilidad de acceso a la información enciclopédica, lingüística y contextual, y guiada
por restricciones cognitivas y comunicativas. El análisis de los mecanismos y el proceso
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 43
de interpretación de la metáfora y la ironía desde esta perspectiva revela el modo en
que las múltiples fuentes de información disponibles limitan o constriñen las
interpretaciones que hace la gente de los diferentes tipos de sentidos figurados.
La metáfora es un ejemplo del carácter implícito de la comunicación humana,
puesto que la mayor parte de la información necesaria para su comprensión es
extraída por el oyente a partir de los elementos del contexto, esencialmente de su
conocimiento del mundo, y en términos generales se ha considerado que consiste en
la utilización de una palabra para designar una realidad diferente a la que esta
representa convencionalmente, o sea, como el empleo de un signo por otro.
Desde una perspectiva semántica, la consideración más tradicional de la
metáfora ha sido la de analizar los modos en que sus términos A (tópico) y B (vehículo)
se relacionan. Una visión muy extendida es que las metáforas son comprendidas
cuando se reconocen los aspectos en los que ambos términos se parecen. Sin
embargo, Glucksberg (2001) cuestionó dicha suposición y señaló que la comprensión
de una metáfora no requiere que el tópico y el vehículo deban compartir propiedades
o asociaciones, y que las metáforas presentan significados direccionales. Solo así se
explica que las expresiones “El cirujano es un carnicero” y “El carnicero es un cirujano”
no tengan un significado metafórico similar. Como alternativa, se han realizado dos
grandes propuestas acerca de los mecanismos cognitivos responsables de la
emergencia de significados durante la comprensión de la metáfora: los procesos de
comparación y los procesos de categorización.
Según la visión de los procesos de comparación la gente comienza a procesar
una metáfora nivelando primero las representaciones de tópico y vehículo, y luego
tiene lugar el establecimiento de inferencias proyectadas direccionalmente desde el
vehículo al tópico. Finalmente, aparecen nuevas inferencias en el interior del tópico
que reflejan aspectos relacionales de los procesos de comprensión de la metáfora, y
no solo aspectos referidos específicamente a rasgos. Existe evidencia experimental en
apoyo de esta perspectiva de comparación, puesto que se ha demostrado que cuando
la gente interpreta metáforas infiere significados relacionales en lugar de significados
basados en rasgos especifícos (Gentner, Bowdle, Wolff, & Boronat, 2001). Una prueba
de esto es que la gente prefiere los símiles a las metáforas cuando la relación entre los
44 La comprensión de sentidos no literales
términos implica la asociación de rasgos (ej. sol-naranja) y no cuando implica
asociaciones relacionales (ej. tallo de una planta-pajita).
Frente a la perspectiva comentada, la de los procesos de categorización plantea
que las metáforas son mejor comprendidas a través de procesos de inclusión en una
clase y no por comparación. Por ejemplo, en la metáfora “María es una máquina”
aplicado en un contexto en el que se aplica a una persona, consideramos que máquina
es el término que mejor ejemplifica la categoría abstracta de “cosas que son
eficientes”, de modo que el concepto que obtenemos de máquina es un concepto
pertinente en un contexto determinado. La suposición del despliegue de estos
procesos implica que a la hora de comprender una metáfora se crea una categoría
nueva, y no existe simplemente una comparación entre el tópico y el vehículo.
Siguiendo el planteamiento anterior, se ha considerado que los términos de la
metáfora no juegan el mismo papel en el proceso de comprensión. De hecho, parece
ser que cada uno de ellos tiene una función diferente e interactiva. Por ejemplo, la
palabra flan evoca diferentes significados en las oraciones Ese chico es un flan (el sabor
apetitoso del flan) y El avión era un flan (el movimiento del flan). Se dice en este
sentido que los tópicos de la metáfora (chico, avión) proporcionan las dimensiones
para el establecimiento de la atribución, mientras que los vehículos (flan, flan)
aportarían las propiedades o características que son atribuidas a los tópicos.
Una tercera propuesta para la interpretación de la metáfora es la representada
por la denominada teoría de la trayectoria de la metáfora (Gentner & Bowdle, 2008),
la cual viene a decir que a medida que las metáforas se hacen más convencionales se
produce un giro desde la aplicación de procesos de comparación a la de procesos de
categorización. Según esta idea, la interpretación de las metáforas nuevas requiere
procesos diferentes de los que requiere la comprensión de las metáforas familiares o
convencionales, las metáforas nuevas serían comprendidas como comparaciones,
mientras que las convencionales serían interpretadas tanto mediante procesos de
comparación como de categorización. Esta perspectiva se ve apoyada por los estudios
que han comparado la comprensión de los símiles, los cuales evocan procesos de
comparación, con la de las metáforas, que evocan procesos de categorización.
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 45
Como alternativa a estas propuestas psicológicas, dentro de las explicaciones
que ofrece la lingüística pragmática, la teoría de la relevancia considera que en la
comprensión de un enunciado metafórico se crean conceptos ad hoc relacionados con
las frases que constituyen su significado. Siguiendo el planteamiento de la teoría,
Carston (2002) considera que cuando se utiliza una metáfora como Adela es una
computadora, el concepto que derivamos de computadora, inteligente, es un concepto
ad hoc porque es pertinente en un contexto en el que se reconoce la inteligencia de
esa persona. Si contrastamos el contenido del enunciado con la realidad, este no es
verdad, Adela es una mujer inteligente y no una computadora u ordenador, pero al
emplearlo dejamos que nuestro interlocutor sea el que obtenga las explicaturas y las
implicaturas oportunas, y en este caso, la creación del concepto ad hoc de inteligente
es el que contribuye a la explicatura del enunciado. Igualmente, cuando decimos Adela
no es una computadora, lo que hacemos es excluir el concepto ad hoc de la
explicatura, queriendo comunicar que no es inteligente, y no que carece de teclado o
pantalla, por ejemplo. Se considera por lo tanto que un concepto ad hoc es el más
pertinente para la interpretación de una metáfora en un contexto dado y su creación
es posible gracias a que desaparecen elementos que son propios de la definición y de
la entrada lógica de la palabra o concepto codificado.
Por otra parte, la teoría de la relevancia considera que el significado literal de
las metáforas siempre es inapropiado, y que empleamos las metáforas en lugar de
expresiones literales porque crean una gama muy variada de implicaciones
contextuales relevantes en un contexto determinado que, aunque requieren mayor
esfuerzo inferencial, provocan mayores efectos contextuales. Las interpretaciones que
hace el oyente de los pensamientos del hablante están formadas por varias
proposiciones, y entre las distintas implicaturas que se originan la implicatura fuerte es
la más accesible en la búsqueda de la relevancia. Pero las implicaturas débiles, aunque
son menos accesibles, pueden llegar a adquirir el grado máximo de importancia si la
relevancia de un enunciado depende casi por completo de las implicaturas más
débiles. Wilson y Sperber (2012) denominan efectos poéticos al subconjunto de
efectos contextuales que consiguen los oyentes cuando expanden el contexto y
obtienen un conjunto de implicaturas débiles. Esta es la razón por la que las metáforas
no pueden parafrasearse sin que pierdan casi todo su sentido, porque se pierden los
46 La comprensión de sentidos no literales
efectos poéticos o implicaturas débiles, que son las más relevantes. Por ejemplo, no es
lo mismo decirle a una niña Eres una brujilla que Eres malvada, porque en el primer
caso además de la implicatura más fuerte, la de que la niña es perversa, también se
transmiten otras implicaturas débiles, entre ellas la de que no obstante el emisor
considera que es adorable. Cuando las implicaturas son tan demasiado débiles que ni
siquiera están totalmente presentes en la conciencia del emisor de la metáfora, se dice
entonces que el oyente es más responsable de ellas que el hablante mismo.
La teoría de la relevancia enfatiza, por lo tanto, que los oyentes se involucran
en complejos procesos inferenciales cuando comprenden las metáforas debido a los
efectos cognoscitivos adicionales que dichas expresiones pretenden comunicar, pero
ese esfuerzo de procesamiento añadido no es atribuido a que los oyentes deben
analizar primero y rechazar después el significado literal de la expresión metafórica, tal
y como planteaba la teoría griceana (Sperber & Wilson, 2002). La explicación sería que
el oyente procesa el enunciado del hablante considerando las implicaciones derivadas
en orden de accesibilidad, y el proceso se detiene cuando la expectativa de relevancia
se satisface, pero la teoría de la relevancia no predice que la interpretación de las
metáforas requiera mayor esfuerzo de procesamiento que los enunciados literales. De
hecho, desde esta perspectiva se espera que la interpretación metafórica de un
enunciado se derive con más facilidad que la literal.
Ironía
Al igual que la metáfora, la ironía verbal se ha analizado en la retórica clásica
como una figura o expresión con un significado figurativo que se desvía del significado
literal. Y tradicionalmente se ha considerado que la persona irónica expone lo
contrario de lo que intenta comunicar, que el oyente reconoce esa intención, se
percata de la incongruencia entre lo que dice y el contexto, y considera por tanto lo
contrario de lo que dice el emisor para comprender el enunciado irónico. La primera
objeción que tiene esta visión popular de la ironía es que muchas formas de ironía
verbal no presentan una forma declarativa, y que incluso siendo así en algunas ironías
no tiene sentido buscar el opuesto del enunciado literal, como cuando ante un vestido
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 47
horrible alguien dice Llevo años buscando un vestido así, una ironía que no se puede
explicar diciendo que el hablante quiere decir lo contrario de lo que expresa.
En la teoría griceana la ironía y la metáfora se han considerado unas figuras
transgresoras, eran analizadas como la implicatura conversacional que se produce
cuando generalmente se incumple la norma de la veracidad literal, la máxima de
cualidad (no digas lo que creas que es falso), y la implicatura o significado figurado se
separa del significado literal. Y en ambos casos, el oyente debía identificar y rechazar
primero el significado literal de una expresión antes de considerar su interpretación
figurada.
Algunas teorías contemporáneas afirman que la producción y comprensión de
los enunciados irónicos requieren razonamiento metarrepresentacional, la ironía sería
un caso especial de representación de otro. Una explicación es la de que la ironía
consigue sus efectos simplemente haciéndose eco o aludiendo a afirmaciones previas
o creencias asociadas a otros individuos o a normas sociales, contrastando estas con la
realidad (Kumon-Nakamura, Glucksberg, & Brown, 1995; Sperber & Wilson, 1995). Y
otra perspectiva propone que la ironía verbal surge a partir de la existencia de
contradicciones entre la realidad y las expectativas sobre ella (Utsumi, 2000).
La teoría de la relevancia explica los enunciados irónicos como un uso
interpretativo del lenguaje por el que se interpretan pensamientos, frente a los usos
descriptivos, que describen estados de cosas. Una verdadera ironía no se explica por
que entren en contradicción lo que dice el hablante y su intención comunicativa, sino
que el enunciado irónico alude de un modo indirecto a otro enunciado, que es lo que
se denomina eco. Esta teoría señala que en la ironía el hablante alude a una expresión
o pensamiento atribuido a otra persona, creando una representación de una
representación, es decir, una creencia de segundo orden. Por lo tanto, según Sperber y
Wilson (1995, 2002), la comprensión de las expresiones irónicas requiere que el oyente
reconozca la naturaleza de segundo orden que tienen las creencias del hablante para
conseguir inferir correctamente el significado intencionado de este.
Un caso de eco extremo es la repetición literal del enunciado de otro hablante,
pero también se considera eco cuando se mencionan los pensamientos reales o
imaginarios de otros, así como cuando se mencionan normas o expectativas conocidas
48 La comprensión de sentidos no literales
aunque no atribuidas a nadie en concreto, como cuando un hablante informa de que
llegará tarde a un acto y su interlocutor le expresa que Más vale tarde que nunca. El
caso más conocido de uso ecoico es aquél que transmite la actitud o reacción del
hablante hacia un pensamiento expresado abiertamente en un enunciado
inmediatamente precedente. En otros casos, las expresiones irónicas transmiten la
actitud del hablante hacia expresiones más distantes en el tiempo, o hacia
pensamientos atribuidos tácitamente y que no han sido expresados.
Además, la teoría de la relevancia define el uso ecoico como un subtipo de uso
atributivo del lenguaje en el que la principal intención del hablante no es realmente
proporcionar información acerca del contenido de un pensamiento atribuido, sino
transmitir una actitud o reacción hacia dicho pensamiento. La peculiaridad del
enunciado irónico se encuentra en que el hablante presenta una actitud de
distanciamiento y generalmente de desaprobación hacia lo que se presenta como eco.
A través de la ironía el hablante menciona un enunciado real o posible y expresa su
actitud negativa hacia ese enunciado. Algunos autores proponen que hay ironías
positivas, en las que se cita una proposición que expresa un contenido negativo para
afirmar irónicamente algo positivo. Un ejemplo sería decirle Estás feísima a una
adolescente muy guapa que se queja frecuentemente de su apariencia con la intención
de halagarla. El eco en este caso es la expresión que la adolescente normalmente dice
o el pensamiento que se le atribuye burlonamente, y que se contrapone con la
realidad. Aunque es cierto que estas ironías se producen, no son muy empleadas
porque hacer una afirmación literalmente negativa para indicar algo positivo conlleva
el riesgo de que el interlocutor considere la expresión literalmente y el hablante puede
quedar en mal lugar, por lo que no son ejemplos normales de ironía.
El eco o voz que el hablante adquiere en la ironía se contradice o contrasta con
el contexto de la comunicación o el contexto al que el enunciado irónico hace alusión,
por lo que la ironía conlleva una alusión a otras realidades o enunciados suponiendo
un rompimiento de expectativas. Por lo general, la comprensión irónica de un
enunciado se logra por medios contextuales, como cuando el hablante produce una
hipérbole o exageración, un énfasis o una exclamación que difícilmente se
corresponden con la realidad, por ejemplo como cuando alguien expresa Estaría
siempre mirando este cuadro o ¡Qué cuadro tan bonito! ante una pintura horrorosa. En
otras palabras, un enunciado irónico se caracteriza por expresar apetencias o
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 49
expectativas normales de la comunidad, más o menos contradichas por una situación
determinada, que queda así evaluada negativamente.
La teoría de la relevancia ofrece muchos detalles acerca de cómo el contexto
puede facilitar la comprensión del lenguaje figurado, y la ironía es un buen ejemplo de
ello. Una posibilidad es que cuanto más incompatible sea la proposición expresada con
la información contextual, más fácil será para el oyente inferir una interpretación
irónica (Yus, 2001). Entre los elementos del contexto que indican la existencia de
incompatibilidad podemos citar, entre otros, el conocimiento mutuo entre los
interlocutores, el entorno físico que los rodea, sus expresiones previas y las formas
lingüísticas empleadas por los mismos. El mecanismo sería que el oyente comprende
que el hablante se disocia de dicha proposición, e infiere así un significado irónico, y en
los casos en los que el número de elementos contextuales considerados no sea
suficiente como para que el enunciado resulte incompatible con la información
procedente del contexto, la ironía no llegará a ser comprendida o lo será muy
lentamente.
El papel del contexto en la comprensión de la ironía sería crucial, puesto que el
esfuerzo cognitivo necesario hasta llegar a determinar el significado irónico implícito
puede verse reducido significativamente si el oyente dispone de las suficientes fuentes
de información contextual, de modo que la cantidad de esfuerzo cognitivo necesario
dependerá del tipo de información manifiesta procedente de una o varias fuentes
activadas simultáneamente. Cuando la cantidad de información manifiesta disponible
sea insuficiente, los hablantes pueden incluso no darse cuenta del significado irónico
intencionado del hablante.
Otro aspecto importante estudiado en la interpretación del enunciado irónico
ha sido el papel de la prosodia. La investigación ha demostrado que en lugar de utilizar
un tono de voz irónico para guiar a los oyentes en la extracción de inferencias, los
hablantes tienden a contraponer los rasgos prosódicos de las expresión irónica con los
del mensaje inmediatamente precedente (Bryant, 2010). Por ejemplo, un hablante
podría bajar el tono, hablar más claro, y enlentecer su mensaje más de lo habitual, o
modificar las características vocálicas de manera que reflejen el contenido emocional
particular de su mensaje. De esto se deduce que aunque la prosodia no siempre es
necesaria para asegurar la comprensión de una ironía, puede servir para resaltar varios
50 La comprensión de sentidos no literales
aspectos de la intención comunicativa, como cuando se realiza un alargamiento y
apertura de las vocales en Mira qué bieeeeen.
Mentira
Otro sentido no literal que es ejemplo típico de transgresión de la máxima de
verdad en términos griceanos es la mentira, concebida como un modo de sacar
provecho de la capacidad del lenguaje para engañar. La mentira podría definirse como
la expresión lingüística del engaño o el uso lingüístico al servicio de este (Sotillo y
Rivière, 2001).
La mentira comparte con el resto de enunciados deliberadamente falsos, como
la metáfora y la ironía, que el significado intencionado del mensaje es diferente del
significado literal, pero en la mentira el hablante intenta crear un efecto particular en
el oyente, concretamente implantarle una falsa creencia. Para detectarla
correctamente es necesario por lo tanto considerar los estados mentales de los dos
participantes y darse cuenta de que las creencias pueden ser falsas. Se ha demostrado
la relación que existe entre la comprensión de la falsa creencia y la frecuencia y
sofisticación de las mentiras (Evans, Xu, & Lee, 2011). El conocimiento de que las
creencias pueden ser falsas puede considerarse un elemento necesario y suficiente
para la comprensión de las mentiras, así como para explicar la habilidad para poder
distinguir entre mentiras y errores (Wimmer, Gruber, & Perner, 1984), la diferencia
entre estos radica en la creencia del hablante acerca del enunciado.
La posibilidad de interpretar correctamente otros usos no literales y realizar
finas distinciones entre ellos requiere de procesos metarrepresentacionales muy
sofisticados y complejos (Sullivan, Winner, & Hopfield, 1995). Muchas bromas son
también enunciados deliberadamente falsos, al igual que las ironías. En todos ellos el
hablante emplea enunciados falsos pero se diferencian de la mentira en dos aspectos:
la creencia del hablante acerca del conocimiento del oyente y la intención del hablante
al producir ese enunciado. Así, en la mentira, el hablante cree que el oyente no conoce
la verdad, mientras que en la broma y en la ironía el hablante cree que el oyente la
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 51
conoce. Por otra parte, en la mentira la intención del hablante es que el oyente se crea
el enunciado, mientras que en la broma y en la ironía la intención es que no se lo crea.
La distinción entre tipos de mentiras implica reconocer que aunque todas las
mentiras tienen la intención de engañar, puede ser necesario tener en cuenta la
motivación que puede haber detrás de dicha intención. Un caso especial es la mentira
piadosa, en la que la motivación es de naturaleza positiva y consiste en la protección
de los sentimientos del receptor. La comprensión de este tipo de mentira implica
identificar la intención que tiene el emisor (A) de crear un falsa creencia en el receptor
(B) con la motivación de preservar su sensibilidad, y requiere complejos pero
frecuentes razonamientos de la vida diaria, por ejemplo, del tipo “si A dice que no le
gusta el horrible vestido nuevo de B, B va a saber que A piensa que su gusto por la
moda es vulgar” o “si A dice que se lo pasó muy bien en la aburrida fiesta de B, B va a
creer que A piensa que es una excelente anfitriona”. Se podría decir que el empleo y la
interpretación de la mentira piadosa como una herramienta prosocial evidenciaría un
comportamiento socializado en el ser humano utilizado en beneficio de la dinámica
social, y este es posible gracias a las capacidades humanas de metarrepresentación.
La teoría de la relevancia analiza cómo el despliegue de tales capacidades hace
posible la detección de la mentira y el engaño que subyace a esta. Desde esta
perspectiva, la comprensión de la mentira es posible gracias a la habilidad denominada
vigilancia epistémica (Mascaro & Sperber, 2009; Sperber et al., 2010), un conjunto de
mecanismos cognitivos que vigilan el riesgo de ser malinformados por otros. Desde un
punto de vista evolutivo, el hecho de que los humanos se impliquen en la
comunicación del modo en que lo hacen y esperen que los otros sean honestos en el
intercambio se explicaría por la siguiente consideración: los hablantes son
generalmente honestos porque se dirigen a una audiencia vigilante (Sperber, 2013).
Según la teoría, los hablantes competentes ejercen la vigilancia epistémica, es decir, la
habilidad dirigida a obviar la información errónea de los contenidos comunicados, y un
caso especial es la vigilancia hacia el engaño.
Siguiendo a Mascaro y Sperber (2009), los humanos generalmente cuentan con
dos dimensiones para caracterizar a los otros y predecir su conducta: benevolencia –
sus buenas o malas intenciones percibidas- y competencia –su habilidad percibida para
ejecutar dichas intenciones-. Ambas dimensiones son críticas a la hora de identificar a
52 La comprensión de sentidos no literales
aquellos que desean y son capaces de ayudar. En el caso de la comunicación, los
informantes competentes son aquellos capaces de proporcionar información
relevante, mientras que los informantes benevolentes son aquellos que desean
proporcionarla (Sperber, 1994). La incompetencia produce información errónea
accidental, errores, mientras que la malevolencia produce información errónea
intencional, engaños.
La mentira malvada es intencionalmente persuasiva y normalmente ventajosa
para el mentiroso y costosa para la audiencia. Desde el punto de vista del hablante, la
posibilidad de engañar a la audiencia y manipular sus creencias puede ser visto como
una parte integral de lo que conforma la comunicación ventajosa. Desde el punto de
vista de la audiencia, el riesgo de mentira pone en peligro el beneficio de la
comunicación, pero puesto que la comunicación se sigue produciendo, se infiere la
existencia de mecanismos que boicotean el engaño y hacen que la comunicación siga
siendo ventajosa. La vigilancia epistémica sería dicho mecanismo.
Los mentirosos tienen tres rasgos característicos. Son malévolos, o sea, desean
hacer daño a otros, hacen esto comunicando información falsa, y lo que les lleva a
hacer esto es la intención de engañar a su audiencia. La capacidad de estar vigilante
hacia la mentira debería presentar, por lo tanto, tres aspectos: un aspecto moral o
afectivo implicado en la atención a la malevolencia; un aspecto epistémico implicado
en la atención a la falsedad; y un aspecto de lectura de la mente implicado en la
atención a la intención del mentiroso. Sin embargo, la vigilancia epistémica puede
aplicarse solo al primero o a los dos primeros aspectos. Así, la vigilancia podría basarse
solamente en la preferencia por el testimonio de un informador benevolente frente a
uno malevolente, sin que exista comprensión de los rasgos epistémicos e intencionales
distintivos del engaño. Y también, de un modo menos rudimentario, la vigilancia
también podría implicar la habilidad para procesar el testimonio de un informador
malevolente como falso, sin comprender, sin embargo, la intención de engañar. Frente
a estas dos posibilidades, la vigilancia total hacia la mentira implica captar las
características moral, epistémica e intencional.
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 53
2.2. Variables que influyen en la comprensión de los sentidos no literales
El rendimiento en la interpretación de los enunciados no literales o
deliberadamente falsos no está explicado por un único proceso psicológico que
produce automáticamente los mismos significados para todas las personas y en todos
los contextos. Especialmente en el caso del lenguaje figurado, la variedad de
significados que la gente puede inferir y la cantidad de esfuerzo cognitivo que tiene
que invertir al hacerlo dependerá de un conjunto de factores que interactúan en un
complejo proceso. Entre los factores que explican la variabilidad interindividual
podríamos citar, entre otros: la edad, las habilidades cognitivas, el nivel de desarrollo
lingüístico, la experiencia comunicativa, el bagaje cultural, la personalidad, la
procedencia geográfica, el sexo, etc. En las siguientes páginas nos vamos a referir a los
datos que existen sobre el rendimiento en la interpretación de sentidos no literales y a
los factores que influyen en este, concretamente a los cuatro primeros debido a que
sus efectos han sido considerados y analizados en muchas investigaciones desde las
perspectivas lingüística y psicológica, y son los que mayor interés guardan para los
objetivos que se plantean en el presente estudio.
La evaluación del rendimiento en la comprensión de los sentidos no literales se
ha realizado tradicionalmente empleando tareas que fueron diseñadas en principio
para su aplicación en poblaciones especiales, concretamente para el estudio del
autismo. Entre las más conocidas se pueden citar: las Historias Extrañas (Happé, 1994),
las Historias de la vida diaria (Kaland et al., 2002), el test de las Meteduras de pata
(Faux Pas) (Baron-Cohen, O´Riordan, Stone, Jones, & Plaiste, 1999), y el test de los
Ojos (Eyes Test) (Baron-Cohen, Jolliffe, Mortimore, & Robinson, 1997).
En el caso de la Batería de Historias Extrañas, Happé partió de los resultados
obtenidos por los niños autistas en los estudios de Baron-Cohen, Leslie y Frith (1985) y
de la constatación de que presentaban dificultades en la realización de las tareas de
falsa creencia de primer y de segundo orden. Con el objetivo de comprobar si dichas
dificultades debían ser consideradas el reflejo de un retraso en el desarrollo o una
ausencia general de estas capacidades, su autora diseñó un conjunto de historias en
las que era necesario inferir estados mentales pero enmarcadas en contextos
naturales y significativos. Las historias plantean situaciones familiares en las que para
54 La comprensión de sentidos no literales
interpretar correctamente lo que dice uno de los personajes es necesario inferir el
motivo subyacente del emisor y el significado intencionado, por lo que se requiere la
aplicación de habilidades de razonamiento de segundo orden (el personaje A intenta
que el personaje B piense que…). A partir de la respuesta que el sujeto evaluado ofrece
a la pregunta de por qué el personaje expresa ese enunciado, se considera si infiere
correctamente la intención que subyace al mismo.
Los resultados de la aplicación de la Batería de Historia Extrañas en población
con desarrollo típico evidencian que los niños más pequeños evaluados, de 5 y 6 años,
tienen una comprensión limitada de los enunciados no literales evaluados, y que la
comprensión mejora con la edad y alcanza su nivel máximo cercano al techo en los
sujetos adolescentes (Adrián, Clemente y Villanueva, 2007; Henderson et al., 2009;
O´Hare, Bremner, Nash, Happé, & Pettigrew, 2009; Hayward & Homer, 2011).
Teoría de la mente
Algunos de los sentidos no literales incluidos en las Historias Extrañas han sido
estudiados en relación a las competencias de teoría de la mente que se requieren para
su comprensión, concretamente el rendimiento en las tareas estándar de falsa
creencia de primer y de segundo orden. La comprensión de que las creencias pueden
ser falsas es un logro que se evidencia a la edad de 4 ó 5 años (Wellman, Cross, &
Watson, 2001). Mientras existe mucho consenso hacia este dato, la edad de
adquisición de la comprensión de la falsa creencia de segundo orden no ha recibido
tanta unanimidad, también debido en parte a que el desarrollo de las habilidades de
inferencia mentalista más allá de los 5 años ha recibido menos atención. Perner y
Wimmer (1985) presentaron una tarea que posibilitaba valorar si un sujeto
comprendía que una persona podía albergar una creencia falsa acerca de la creencia
de otra persona (que alguien puede estar equivocado acerca de lo que cree otra
persona) y concluyeron que alrededor de los 7 u 8 años la mayoría de los niños eran ya
capaces de atribuir una falsa creencia de segundo orden.
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 55
Happé (1993) investigó la comprensión de la metáfora y de la ironía en niños de
desarrollo típico y jóvenes con autismo usando historias en las que se comprobaba la
comprensión de ambos sentidos. Los participantes también contestaron a pruebas
estandarizadas de falsa creencia de primer orden y de segundo orden, y halló una
correlación bastante interesante: los participantes que no pasaban ninguna prueba de
evaluación de la atribución de falsa creencia no comprendían ni los enunciados
metafóricos ni los irónicos; los participantes que solo resolvieron correctamente las
pruebas de atribución de falsa creencia de primer orden podían comprender las
metáforas, pero no las ironías; y los que resolvían tanto las pruebas de falsa creencia
de primer como de segundo orden comprendían correctamente tanto los enunciados
metafóricos como los irónicos. Por lo tanto, Happé concluyó que la comprensión de los
enunciados metafóricos correlacionaba con el éxito en las tareas de atribución de falsa
creencia de primer orden, y la comprensión de los enunciados irónicos con el éxito en
las tareas de atribución de falsa creencia de segundo orden.
La interpretación de Happé (1993) está relacionada con la suposición de que las
tareas estandarizadas de atribución de falsa creencia revelan grados de habilidad en
lectura de la mente, de lo que se deduce que la interpretación de la ironía requiere
una habilidad de orden superior a la que requiere la metáfora. Los resultados de esta
investigadora confirmaron la explicación que ofrece la teoría de la relevancia acerca de
la naturaleza de los enunciados figurados, puesto que define la metáfora como la
expresión de un pensamiento de acerca de un estado de cosas y la ironía como la
expresión de un pensamiento acerca de otro pensamiento, precisando por lo tanto de
habilidades metarrepresentacionales de orden superior. Y también estos hallazgos son
consistentes con la idea de que la comprensión de la metáfora y la ironía demandan
procesos diferentes, dada la importancia que tienen las habilidades de teoría de la
mente de segundo orden para la comprensión de la ironía (Winner & Gardner, 1993;
Colston & Gibbs, 2002).
Según la teoría de la relevancia en la comprensión de la metáfora, como en el
caso de cualquier enunciado no literal, un requisito mínimo es la comprensión de la
intención de primer orden, es decir, el interlocutor debe darse cuenta de que el
hablante intenta transmitir un significado que es diferente del transmitido por su
enunciado literal. Según Sperber y Wilson (1995) la metáfora es un comentario
descriptivo que solo requiere conocimiento de la intención del hablante de comunicar
56 La comprensión de sentidos no literales
un mensaje, mientras que la ironía es un comentario interpretativo que requiere darse
cuenta de que el emisor intenta compartir una opinión y por tanto influir en el estado
mental del otro que es quien capta la ironía.
Según Wilson (2013), el trabajo de Happé (1993) sobre la comprensión de la
ironía permitió considerar la naturaleza de la misma según el concepto de uso ecoico
de la teoría de la relevancia, puesto que Happé asumió que a través de la ironía el
hablante expresa un pensamiento acerca de un pensamiento. El planteamiento de
Happé apoya la perspectiva de uso ecoico acerca de que la ironía tiene la función de
informar al oyente acerca del contenido de ese pensamiento atribuido, y además la de
mostrar que el hablante tiene ese pensamiento en su mente y quiere transmitir al
oyente su propia actitud o reacción hacia el mismo.
La necesidad de desplegar habilidades de comprensión de segundo orden se
pone en evidencia en un modelo de interpretación de la ironía por el que un
observador debe darse cuenta de que A está intentando crear un estado mental
particular en B, y por lo tanto, debe reconocer la intención de segundo orden. Este
argumento se ve apoyado por los resultados obtenidos en algunos estudios en los que
se ha hallado una relación entre el reconocimiento correcto en la ironía y el
rendimiento en tareas de segundo orden (Filippova & Astington, 2008; Nilsen,
Glenwright, & Huyder, 2011).
La interpretación de la ironía se ha analizado considerando un proceso de
cuatro fases (Filippova & Astington, 2008). Para empezar, el observador debe darse
cuenta de que el enunciado es falso y de que es intencionalmente falso, es decir, que
el hablante no se está equivocando sino que está diciendo algo que no es verdad de
manera deliberada. Estas dos fases iniciales son necesarias pero no son suficientes.
Una tercera fase consiste en inferir la intención comunicativa que hay detrás del
enunciado, lo que el hablante está intentando lograr con el mensaje. El emisor de la
ironía intenta transmitir una opinión particular respecto a algo. Y, por último, en una
cuarta fase, el observador debe inferir la actitud del emisor, la cual será considerada
positiva en los casos en los que se emplee la ironía para hacer un cumplido en clave de
humor, y negativa o incluso crítica cuando se trate de reprobar.
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 57
Este modelo también se ha aplicado a la hora de explicar la interpretación de la
mentira. El observador que interpreta correctamente una mentira también debe
comenzar dándose cuenta de que el enunciado del emisor es falso y de que lo es de
manera deliberada, pero en la tercera fase los procesos se diferencian. En el caso de la
mentira, en la tercera fase, en la que el observador infiere la intención comunicativa
que subyace al enunciado, lo que el emisor está intentando lograr con el mensaje, este
infiere que el emisor intenta implantar una falsa creencia en el oyente. Por último, en
la cuarta fase el observador infiere la motivación que tiene el emisor de la mentira,
que generalmente será la de obtener un cambio en el contexto o estado de cosas con
el que obtiene determinados beneficios.
Desde la teoría de la relevancia, Mascaro y Sperber (2009) han descrito el curso
de la habilidad que se desarrolla para enfrentarse con el engaño intencional a través
de la mentira compuesto por dos subcomponentes: la habilidad epistémica que nos
posibilita reconocer enunciados falsos y extraer las inferencias apropiadas, y la
habilidad de lectura de la mente necesaria para reconocer que el emisor de la mentira
intenta ocultar que su enunciado es deliberadamente falso.
Las posibilidades de interpretación y de distinción entre diferentes tipos de
mentiras en sujetos que han alcanzado el razonamiento de segundo orden han sido
estudiadas considerando que aunque por definición todas las mentiras implican
intención de engañar, la motivación que hay detrás de dicha intención puede ser
distinta de una mentira a otra. En el caso de las mentiras piadosas o compasivas se da
por hecho que para su correcta interpretación se requiere razonamiento de segundo
orden, y algunos estudios han demostrado que existe una relación entre la
competencia en tareas que valoran creencias de segundo orden y el grado de
comprensión adecuada de dichos tipos de mentiras (Broomfield, Robinson, &
Robinson, 2002; Naito & Seki, 2009).
Por otra parte, la relación entre las habilidades cognitivas de segundo orden y
la interpretación de la mentira ha sido puesta en evidencia en estudios que han
manipulado los escenarios de falsa creencia de segundo orden introduciendo el
engaño como posible elemento facilitador para la superación exitosa de la tarea. Los
estudios de Sullivan, Zaitchik y Tager-Flusberg (1994) demostraron que la introducción
58 La comprensión de sentidos no literales
del engaño en la tarea de falsa creencia de segundo orden adaptada a partir de la de
Perner y Wimmer (1985) facilitaba su comprensión.
Miller (2013) también ha investigado el efecto de la introducción del engaño
expresado en una mentira en un escenario estándar de cambio de localización bajo un
enfoque en el que el niño evaluado es pasivo o receptor de una pequeña narración al
término de la cual debe contestar a las tradicionales preguntas de control de recuerdo
de los hechos de la historia y a preguntas experimentales que requieren explicación.
En el estudio de Miller, la modificación del escenario que consistía en que el personaje
cuya creencia debía ser juzgada por el niño evaluado intentaba engañar al otro
personaje acerca de la localización del objeto resultó ser efectiva frente al escenario
estándar en el que no se introduce la mentira, y el rendimiento en dicha tarea fue
superior al obtenido en la tarea estándar. En otras palabras, se obtuvieron mejores
resultados en la tarea en la que el personaje cuya creencia debía ser juzgada por el
niño evaluado expresaba explícitamente en una mentira la creencia que el niño
evaluado debía inferir. Una de las razones por las que la inclusión de la mentira en esta
tarea resulta efectiva podría ser que el contexto general de engaño ayude al niño
evaluado a darse cuenta de que una creencia puede ser falsa. Y otra razón quizá más
importante podría ser que el enunciado explícito de la creencia que un personaje está
intentando crear en el otro justo momentos antes de que al niño se le pida que juzgue
lo que este personaje cree acerca de la creencia del otro facilite la identificación de su
falsa creencia. En el estudio de Miller, el personaje Susi intenta engañar a Billy
diciéndole que el pastel está en el armario, y segundos después al niño se le pregunta
adónde cree Susi que irá Billy a buscar el pastel. Se podría decir pues que en una tarea
que requiere la atribución de una falsa creencia de segundo orden la expresión
explícita de la creencia que el niño está intentando inferir facilita dicha atribución.
Como consideración final acerca de los mecanismos y procesos que están
implicados en la comprensión de cada uno de los sentidos no literales comentados, es
interesante tener en cuenta las conclusiones del estudio de Bosco, Vallana y Bucciarelli
(2009). Las autoras partieron de la hipótesis de que la complejidad de las
representaciones mentales implicadas puede explicar la dificultad creciente que existe
en la comprensión de la misma expresión figurativa pero emitida con una intención de
sinceridad, de engaño o de ironía. En el experimento que realizaron, presentaron a un
grupo de 108 niños con edades entre 7 y 10 años breves historias grabadas en audio
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 59
en las que se empleaba una expresión figurativa en un contexto comunicativo
específico. Los resultados obtenidos indicaron que en el rendimiento de los niños a la
hora de interpretar las distintas expresiones oídas se refleja la tendencia en dificultad
predicha. Esta tendencia va desde más fácil a más difícil, desde la sinceridad, pasando
por el engaño, hasta la ironía.
Estos resultados confirman la existencia de distintas demandas cognitivas en los
distintos sentidos considerados: mientras que la comprensión de la metáfora (sincera)
no requiere una inferencia metarrepresentacional compleja, sino conciencia
metalingüística, la comprensión de la ironía requiere que el oyente extraiga inferencias
de segundo orden acerca del pensamiento del hablante, que considere creencias sobre
creencias. Por eso las metáforas se comprenden antes que las ironías. Siguiendo este
argumento, se podría decir a su vez que las expresiones irónicas son más difíciles de
comprender que las mentiras porque las primeras requieren representación mental de
segundo orden y las segundas solo representación mental de primer orden en algunos
casos de engaño. Además, las ironías requieren llegar a identificar la actitud del emisor
y si su comentario es humorístico o no, lo que puede ser algo difícil incluso para
muchos adultos en algunas ocasiones.
Edad
En cuanto al análisis del efecto de esta variable en la comprensión de los
sentidos no literales del lenguaje, algunos estudios han puesto en evidencia un mejor
rendimiento con la edad en el caso de la Batería de Historias Extrañas. La investigación
de Happé, Winner y Brownell (1998) comparó el rendimiento en este instrumento de
un grupo de adultos de 73 años de edad media con el de un grupo de sujetos jóvenes
con una edad media de 21 años. Los resultados obtenidos permitieron llegar a concluir
que la habilidad en Teoría de la mente se encontraba preservada e incluso era superior
en el grupo de los sujetos de mayor edad en comparación con los más jóvenes. La
explicación que ofrecieron los autores del estudio fue que en la edad adulta se
produce un incremento de la sensibilidad social que permite la interpretación de
situaciones sociales a partir del conocimiento de la naturaleza humana acumulado con
los años.
60 La comprensión de sentidos no literales
Los estudios que se han realizado posteriormente no han encontrado mejores
niveles de rendimiento en las historias de Happé en los sujetos mayores, sino niveles
de rendimiento equiparables a los de sujetos más jóvenes (Slessor, Phillips, & Bull,
2007). Otros estudios han encontrado evidencia de un descenso con la edad en el
rendimiento en estas tareas. Así, el estudio de Charlton, Barrick, Marcus y Morris
(2009) investigó entre otros aspectos si existían diferencias relacionadas con la edad
en tareas de teoría de la mente en las que se debieran realizar inferencias acerca de
los pensamientos o sentimientos de los protagonistas de una historia. Emplearon para
ello una selección de las historias de Happé aplicadas únicamente a un grupo de
adultos con una edad media de 69 años. Los resultados revelaron que la habilidad en
teoría de la mente implicada en estas tareas se reducía con el incremento de la edad:
las puntuaciones en las historias de Happé correlacionaron negativamente con esta
variable. Estos resultados, según los autores del estudio, indican que parece probable
que las habilidades en teoría de la mente se deterioren con la edad, como al menos se
demuestra cuando se emplean procedimientos controlados para medirlas.
En el caso de niños de desarrollo típico se ha demostrado que las habilidades
de comprensión del lenguaje no literal mejoran a lo largo de la infancia (Ryder &
Leinonen, 2003; Rundblad & Annaz, 2010). Sin embargo, los datos que se han derivado
de los estudios realizados sobre el tema no muestran demasiada consistencia en
cuanto a la edad a la que emerge la comprensión de los sentidos no literales durante el
desarrollo.
Esta controversia acerca de las edades de adquisición de la comprensión se ha
dado especialmente en el ámbito del lenguaje figurado, el cual ha sido considerado
clásicamente de una adquisición muy tardía y compleja, a veces ligado a edades
adultas. Sin embargo, el estudio de Le Sourn-Bissaoui, Caillies, Bernard, Deleau y Brule
(2012) evaluó las habilidades de comprensión de varios elementos de lenguaje
figurado complejo, como es el caso de las expresiones idiomáticas, en niños de entre 5
y 7 años, y concluyó que ya a la edad de 5 años los niños son capaces de derivar el
sentido figurado de estas expresiones a partir del significado de las palabras que
integraban el enunciado y a partir del contexto.
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 61
Se han desarrollado estudios acerca del desarrollo de la comprensión del
lenguaje figurado en niños y adolescentes con desarrollo típico, pero se han centrado
en su mayoría sobre la metáfora. Estos estudios han intentado arrojar luz a la
consideración tradicional de que la adquisición de la comprensión de las figuras de
metáfora e ironía verbal es tardía en estas edades, especialmente en el caso de la
última, la cual parece presentar una edad de adquisición posterior debido a que su
correcta interpretación requiere habilidades cognitivas muy sofisticadas.
Algunos trabajos pioneros señalaron que la comprensión de la metáfora es un
tipo de conducta clasificatoria y, como tal, está fuertemente relacionada con la
madurez de las operaciones cognitivas y con la edad (Billow, 1975). Este investigador
evaluó la comprensión de distintos tipos de metáforas en 50 niños de entre 5 y 13 años
y señaló que la comprensión de algunas estaba altamente relacionada con el logro de
las operaciones formales piagetianas, por lo que concluyó que la comprensión de la
metáfora no tiene lugar hasta la infancia tardía o la adolescencia temprana.
Algunos estudios han encontrado una comprensión precoz, contradiciendo lo
señalado por la mayoría de los trabajos iniciales sobre el tema. Varios trabajos
mostraron evidencia de que los niños de 4 años tienen ya alguna competencia
metafórica rudimentaria (Vosniadou & Ortony, 1983). Asimismo, estudios más
recientes han indicado que los niños de 5 años pueden razonar verbalmente acerca del
uso de las metáforas (Ozcaliskan, 2005), y que algunos niños de 3 años pueden
comprender el significado de una “metáfora primaria” basada en la experiencia
corporal como es el caso de “ver”, que los niños parecen comprender tanto como las
expresiones literales (Siquerra & Gibbs, 2007). El estudio más reciente de Rundblad y
Annaz (2010) evaluó las capacidades de comprensión de la metáfora en un grupo de
45 sujetos de entre 5 y 37 años que presentaba una media de edad de 17 años. Los
resultados indicaron que la comprensión de esta figura mejoró con el incremento de la
edad cronológica, así como con el de la edad mental verbal.
Los estudios realizados acerca de la comprensión de la ironía verbal en niños y
adolescentes han empleado a menudo la presentación de escenas o historias de la vida
diaria en las que se produce una conversación entre dos personajes que termina con la
expresión irónica de uno de ellos. Dependiendo de las edades, se ha recurrido al
62 La comprensión de sentidos no literales
empleo de marionetas, a grabaciones en audio o vídeo, y a historias con ilustraciones
que el sujeto observa para responder luego a preguntas.
Las investigaciones sobre la trayectoria de desarrollo de la comprensión de la
ironía verbal ha puesto en evidencia que los niños de alrededor de 4 años pueden
interpretar que las críticas irónicas son perversas y no afirman explícitamente que el
hablante no considera que su enunciado sea cierto. A la edad de 5 ó 6 años, ya los
niños son capaces de darse cuenta de que el emisor de un enunciado irónico no quiere
realmente decir lo que dice, y es a los 8 años cuando sin dificultad reconocen que el
enunciado irónico de un emisor tiene un significado no literal (Harris & Pexman, 2003;
Filippova & Astington, 2010).
Otro aspecto estudiado en la adquisición de la comprensión de la ironía verbal
ha sido su función social bajo la perspectiva de que la ironía se emplea sobre todo para
compartir el sentido del humor. Parece ser que la sensibilidad hacia la función
humorística de la ironía se incrementa con la edad desde la infancia hasta la
adolescencia temprana (Pexman, Glenwright, Krol, & James, 2005; Pexman &
Glenwright, 2007; Filippova & Astington, 2010). Así, los estudios han encontrado
evidencia de que los niños de entre 7 y 8 años perciben que las críticas irónicas son
algo serio, mientras que a los 9 ó 10 años empiezan a percibir las críticas irónicas como
divertidas. Estos datos apoyan la consideración de que la comprensión de la ironía
mejora con la edad y de que a diferencia de los adolescentes y adultos, los niños son
incapaces de apreciar la función humorística de las críticas irónicas y tienen, por lo
tanto, más probabilidad de interpretar una crítica irónica como algo serio y perverso.
El estudio de Pexman, Glenwright, Krol y James (2005) con niños de edades de
entre 7 y 9 años demostró que a esas edades los niños están empezando a percibir la
función social de la ironía verbal del modo en que lo hace un adulto. A los niños se les
mostraban parejas de marionetas que eran presentadas como amigos, extraños o
enemigos. Una de las marionetas hacía un comentario después de que la otra hubiera
tenido éxito o fracaso en una acción, como por ejemplo dar una voltereta. Los
comentarios eran literales (Eres muy torpe después de un fracaso, Eres muy hábil
después de un éxito) o irónicos (Eres muy hábil después de un fracaso, Eres muy torpe
después de un éxito). Los niños debían señalar la intención que tenía la marioneta
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 63
cuando empleaba alguna de estas expresiones y si el comentario les había parecido
divertido o no.
Los resultados del estudio llevaron a los autores a establecer dos conclusiones.
En primer lugar, que los comentarios literales eran mejor interpretados que los
irónicos, y entre estos, las críticas irónicas eran mejor comprendidas que los cumplidos
irónicos. Y, en segundo lugar, los niños parecían beneficiarse del conocimiento de la
relación que existía entre las marionetas solo en el caso de la comprensión de los
comentarios literales (por ejemplo, si sabían que las marionetas eran enemigas
esperaban comentarios críticos en vez de cumplidos), pero no cuando debían juzgar si
un comentario era humorístico o burlón.
De estos datos se deduce la importancia que la información sobre las
características del hablante tiene para la interpretación correcta de la ironía. Los niños
parecen ser menos certeros a la hora de percibir adecuadamente la intención del
emisor cuando sus características personales (divertido o serio, amable o perverso)
son incongruentes con lo que dice. Así, una crítica irónica es percibida en estas edades
como más amable si la emite un emisor amable a si la emite un emisor perverso.
La investigación de Filippova y Astington (2010) estudió también la
comprensión de la ironía en niños de entre 5 y 9 años y adultos. En este caso, las
historias terminaban con la expresión irónica de uno de los personajes, bien en forma
de un comentario contrafactual (en los que hay una acentuada discrepancia entre el
enunciado y el contexto) o bien en forma de hipérbole (exageración). Los sujetos
evaluados debían responder acerca de las intenciones y las creencias del emisor de la
ironía, así como a si el comentario les había parecido divertido, amable o malévolo.
Los resultados de este estudio permitieron establecer algunas aseveraciones.
En primer lugar, que para los niños resultó más fácil la comprensión de las ironías
contrafactuales que las hipérboles, debido a la mayor brecha existente en las primeras
entre el enunciado y el contexto. Y, en segundo lugar, que los niños mejoraban en sus
respuestas a medida que eran de mayor edad, pero que incluso a los 9 años no
llegaban a alcanzar la competencia del adulto a la hora de inferir los estados mentales
de los hablantes irónicos. Solo los sujetos entrados ya en la adolescencia serían
capaces de inferir correctamente la motivación y las creencias de un emisor cuando
64 La comprensión de sentidos no literales
emplea una ironía, lo que hace suponer que antes de esa edad los niños realizan una
interpretación pragmática de la ironía sin llegar a tener una interpretación correcta del
estado mental de quien produce dicha ironía.
En el caso de la mentira malvada o mentira que viola las reglas morales y se
dice para obtener beneficio a expensas de otros, se ha señalado que la mayoría de los
niños a partir de 3 años comprende que mentir para ocultar una falta propia es
inapropiado y que siempre se debe decir la verdad (Lyon & Dorado, 2008). La conducta
mentirosa es desalentada por cuidadores y educadores desde edades tempranas por
tratarse de una conducta de naturaleza antisocial, a los niños se les enseña desde muy
pronto, de forma explícita o implícita, las implicaciones morales negativas que están
asociadas a las mentiras antisociales.
Esta razón podría explicar, según algunos autores, que la comprensión de esta
clase de mentiras emerja tan pronto (Siegal & Peterson, 1998; Talwar, Lee, Bala, &
Lindsay, 2002). La investigación de Siegal y Peterson (1998) con niños de entre 3 a 5
años encontró pruebas de que la comprensión de la mentira surge en edades
tempranas. A los niños se les presentaban dos ositos que informaban de que un trozo
de pan se podía comer, y se les decía que solo uno de los ositos había visto que el
trozo de pan tenía moho. Los autores comprobaron que los niños podían diferenciar
entre el oso que era mentiroso y el que estaba equivocado o cometía un error.
En lo que se refiere a los juicios morales que hacen los niños sobre la mentira,
los estudios realizados ofrecen evidencia de que incluso los niños en edad preescolar
comprenden que las mentiras antisociales conllevan implicaciones morales negativas
(Bussey, 1992, 1999; Talwar, Lee, Bala, & Lindsay, 2002).
A estas edades tempranas, parece ser que los niños tienen una comprensión
realista del concepto mentir, es decir, basada en las consecuencias externas que se
derivan de la mentira, en lugar de en las intenciones del que miente. Wimmer, Gruber
y Perner (1984) analizaron cuándo los niños de 4 y 5 años consideran que un personaje
miente y si se merece un premio o un castigo. Para obtener esta información, los niños
debían observar y juzgar a un personaje que tenía una falsa creencia sobre la realidad,
y decía la verdad sin saberlo cuando quería mentir, y decía algo contrario a la realidad
cuando quería decir la verdad. La mayoría de los niños indicaba que el personaje
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 65
mentía siempre, independientemente de cuál fuese su intención, pues en cualquiera
de las situaciones decía algo que en realidad era falso.
La consideración de la intención de quien miente a la hora de comprender la
mentira ha sido encontrada en niños de 5 y 6 años (Peterson, 1995). Desde el enfoque
de la teoría de la relevancia, Mascaro y Sperber (2009) han señalado que la habilidad
epistémica para reconocer enunciados falsos y extraer las inferencias apropiadas, así
como la habilidad de lectura de la mente para reconocer que el emisor intenta ocultar
que una proposición es falsa, no están completamente desarrolladas hasta los 6 años
de edad.
La distinción entre diferentes clases de enunciados falsos se considera
verdaderamente un logro correspondiente a edades más avanzadas. Sullivan, Winner y
Hopfield (1995) comprobaron que los niños a las edades de entre 5 a 8 años eran
capaces de distinguir bromas de mentiras cuando podían realizar atribuciones de falsa
creencia de segundo orden, y esta habilidad para realizar dichas distinciones se
incrementa con la edad.
Otro tipo de mentira, la mentira piadosa o compasiva, es la que se dice con la
intención de ayudar y de no dañar al otro, y es prosocial por naturaleza. Aunque desde
las perspectivas teológica y filosófica pueden ser consideradas sancionables, lo cierto
es que en la vida diaria se emplean continuamente. Algunos estudiosos sobre el tema
han llegado a sugerir que en algunas situaciones no solo es que son socialmente
aceptables, sino que no deben ser consideradas mentiras en absoluto, y a la hora de
juzgarlas hay que tener en cuenta que en algunas culturas el proceso de socialización
lleva a primar el empleo de un tipo de mentiras en detrimento de otras.
Los niños de edad preescolar tienden a considerar negativamente las mentiras
piadosas que se dicen en situaciones en las que se requiere cortesía, aunque perciben
las mentiras piadosas como menos negativas que las maliciosas (Bussey, 1999). La
consideración negativa de las mentiras piadosas va cambiando paulatinamente desde
la niñez hasta la adolescencia, cuando ya son consideradas positivas. Los adolescentes
parecen ser más capaces que los niños de llegar a considerar las reglas contradictorias
que surgen en una situación de cortesía a la hora de evaluar las mentiras prosociales
(Lee, 2013).
66 La comprensión de sentidos no literales
Por otra parte, los niños que sí comprenden las razones prosociales que
subyacen a las mentiras piadosas muestran tendencia ellos mismos a contar mentiras
piadosas cuando se encuentran inmersos en una situación de cortesía, como la de
recibir un regalo no deseado. Estos cambios evolutivos sugieren que los niños se van
socializando progresivamente a las normas de la cortesía social y consiguientemente
se hacen más capaces de actuar en consonancia. Este hallazgo fue obtenido por Xu,
Bao, Fu, Talwar y Lee (2010) en un estudio en el que a cada sujeto de un grupo de
niños de 7, 9 y 11 años se les leía historias en las que los personajes se encontraban en
un escenario de cortesía. Los personajes producían enunciados sinceros o falsos, y a
los niños se les pedía que calificaran dichos enunciados como verdades o mentiras, así
como que valoraran los enunciados negativa o positivamente, y también que
justificaran sus puntuaciones.
Los resultados obtenidos en el estudio resultaron inesperados, contrarios a la
hipótesis de partida, puesto que no se encontraron diferencias con la edad: todos los
niños del estudio identificaron los enunciados falsos dichos con la intención de ayudar
al otro como mentiras. Este hallazgo sugiere que las respuestas que dieron estos niños
no apoyan el argumento de que los enunciados prosociales falsos no sean mentiras en
absoluto, puesto que todos los niños los consideraron mentiras. Sin embargo,
concluyen los autores, a medida que los niños se adentran en la adolescencia y la
adultez seguramente sus concepciones de las mentiras prosociales cambian.
Varios estudios han confirmado que los niños califican las mentiras piadosas
que se dicen para proteger los sentimientos de otra persona como más aceptables que
las mentiras sin un motivo prosocial (Heyman, Sweet, & Lee, 2009; Xu, Bao, Fu, Talwar,
& Lee, 2010), y que los niños de 7 a 11 años sí que consideran que revelar la
información verdadera tendría consecuencias reales y que la presencia de otros en ese
momento podría llegar a ser embarazosa (Ma, Xu, Heyman, & Lee, 2011). Un estudio
más reciente de Cheung, Siu y Chen (2015), también con una muestra de niños de 7, 9
y 11 años y adultos jóvenes, encontró que ya a la edad de 9 años los niños comienzan a
considerar que las mentiras prosociales son moralmente buenas cuando tienen el
objetivo de proteger los sentimientos del otro y ser educado.
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 67
Lenguaje y experiencia comunicativa
Muchos de los instrumentos que se emplean en la evaluación de habilidades
avanzadas de atribución de estados mentales, como es el caso de las Historias Extrañas
de Happé (1994), requieren un nivel de desarrollo lingüístico por parte del sujeto
evaluado que le posibilite la comprensión de un escenario verbal que a veces es
complejo y extenso, así como que pueda responder verbalmente a las cuestiones
planteadas. La mayoría de los estudios que han analizado la relación entre las
habilidades de inferencia mental y el nivel de desarrollo del lenguaje requerido han
utilizado medidas de habilidad lingüística general, bien a partir del vocabulario
receptivo o de subtests verbales de tests de C.I., y han encontrado una relación
positiva entre estas y las habilidades de teoría de la mente.
Aunque la utilización de medidas lingüísticas generales no ha hecho posible la
especificación de los aspectos lingüísticos que se consideran importantes, la mayoría
de los investigadores están de acuerdo en señalar que, en pruebas como las Historias
Extrañas, el lenguaje juega un papel expresivo con respecto al rendimiento muy
importante: porque cuanta mayor sea su habilidad lingüística, más acertadamente el
sujeto evaluado comprenderá la historia y la cuestión que debe juzgar, y también
cuanto mayor sea su habilidad lingüística más hábilmente podrá transformar su
razonamiento subyacente en las expresiones verbales necesarias con las que
responder a las preguntas de la prueba (Miller, 2012).
El papel del lenguaje en la comprensión de los sentidos no literales no ha
recibido tanta atención como el estudio de la relación entre las habilidades lingüísticas
y las habilidades de atribución de estados mentales de primer y segundo orden que
subyacen en todo proceso de interpretación de enunciados deliberadamente falsos.
Así, se ha estudiado muy ampliamente la relación entre el lenguaje y las habilidades de
inferencia mentalista de primer orden, evaluadas a través de las tares de falsa
creencia. Muchos estudios han encontrado que los niños con mejores niveles
lingüísticos presentan una teoría de la mente más avanzada (Milligan, Astington, &
Dack, 2007), y la relación sigue siendo significativa cuando son controladas otras
variables, como la edad cronológica. En cuanto a la dirección causal de esta relación,
68 La comprensión de sentidos no literales
en general se considera que el lenguaje es un elemento contribuyente de la teoría de
la mente (Astington & Jenkins, 1999).
Sin embargo, a pesar de los estudios realizados, no está claro aún si algunos
aspectos del lenguaje son más importantes que otros, puesto que ningún componente
ha demostrado ser crítico, sino que más bien las investigaciones han señalado que una
variedad de medidas han resultado ser predictivas del rendimiento en las tareas de
falsa creencia, concretamente el vocabulario, algunos aspectos del desarrollo
sintáctico, e índices de habilidad lingüística general.
En el caso del rendimiento en habilidades de inferencia mentalista de segundo
orden, algunos estudios han comprobado su relación con varios aspectos del lenguaje,
como es el caso del vocabulario (Filippova & Astington, 2008), la sintaxis (Hasselhorn,
Mahler, & Grube, 2005) y medidas de habilidad lingüística general (Astington, Pelletier,
& Homer, 2002). Además, se ha comprobado que la relación sigue siendo significativa
cuando se controla el efecto de la edad cronológica.
El aspecto específico del lenguaje que se ha considerado que tiene mayor peso
en el desarrollo de las habilidades de atribución de estados mentales ha sido la
sintaxis. Los estudios clásicos de de Villiers y de Villiers (2000) y de Villiers y Pyers
(2002) centraron la atención en el hecho de que los enunciados verbales acerca de
estados mentales tales como “pensar” y “saber” emplean una construcción sintáctica
relativamente específica: la cláusula completiva integrada en una cláusula principal
(Antonio pensó que Ana había comprado una tarta). Esta construcción permite que la
verdad de la cláusula completiva incrustada, que describe la creencia de Antonio, varíe
independientemente de la verdad de la oración completa. Así, esta oración completa
puede ser verdadera, a pesar del hecho de que la cláusula incrustada sea falsa (Ana no
había comprado ninguna tarta).
De Villiers y Pyers (2002) encontraron que el rendimiento infantil en una
prueba de complementos incrustados predecía el rendimiento en varios tests de falsa
creencia en un momento posterior, mientras que el rendimiento en falsa creencia no
siempre predecía el rendimiento en tareas de complementos incrustados en el futuro.
Esto sugiere que la comprensión infantil de la sintaxis completiva puede tener un papel
causal en el desarrollo de la comprensión de la creencia.
Capítulo 2. Metáfora, ironía y mentira. Variables influyentes 69
Otro aspecto específico del lenguaje estudiado ha sido el vocabulario, ya que se
ha considerado que el desarrollo infantil del vocabulario se relaciona
consistentemente con los niveles de comprensión en teoría de la mente. En los
estudios de teoría de la mente, ha sido muy común emplear un test de vocabulario
para controlar el efecto de la edad mental verbal. El Test de Vocabulario en Imágenes
Peabody (PPVT-III) es el test de edad mental verbal más popular en Gran Bretaña y
Estados Unidos. Happé (1995) encontró una fuerte relación entre las puntuaciones en
el test Peabody y el rendimiento en tareas de falsa creencia tanto en niños de
desarrollo típico como en niños con autismo. Los niños de desarrollo típico superaron
las tareas con una edad mental verbal de alrededor de cuatro años, y los niños con
autismo no las superaban hasta que su edad mental verbal era de alrededor de 9 años.
Además de ser un indicador de inteligencia general, pues, el desarrollo del vocabulario
puede tener una contribución específica al desarrollo de la teoría de la mente.
Junto con el lenguaje, también se ha considerado el papel de la experiencia
comunicativa en el desarrollo de las habilidades de atribución de estados mentales. Un
aspecto estudiado ha sido el efecto del número de hermanos, partiendo de la
suposición de que los niños con más hermanos tienen un desarrollo más acelerado de
las habilidades de teoría de la mente que aquellos niños que no tienen hermanos o
tienen solo uno. Aunque los estudios realizados han encontrado una relación débil
entre el número de hermanos y el rendimiento en atribuciones de primer orden
(Randell & Peterson, 2009), los investigadores han concluido que crecer con hermanos
debe proporcionar experiencias que facilitan a los niños reconocer los pensamientos y
los sentimientos propios y ajenos, a partir del juego simbólico, de la confrontación, el
engaño, etc. Una estudio más reciente (Miller, 2011) sobre el tema ha investigado
concretamente la relación entre la presencia de hermanos en la familia y el desarrollo
de la atribución de la falsa creencia de segundo orden. En este caso, no se ha
encontrado relación entre ambos aspectos.
Otro aspecto estudiado por su posible relación con el desarrollo infantil de las
habilidades de atribución de estados mentales ha sido el de la contribución de los
padres, concretamente el empleo de términos de estado mental cuando conversan
con sus hijos. La situación más analizada ha sido la de lectura de cuento, en la que la
madre tiene una amplia posibilidad de referirse a los estados mentales de los
70 La comprensión de sentidos no literales
personajes y relacionar estos con sus comportamientos y actitudes. El estudio de Doan
y Wang (2010), por ejemplo, muestra cómo la frecuencia con la que las madres
emplean términos de estado mental a sus hijos se relaciona con varios aspectos de la
teoría de la mente de los mismos.
Por último, entre los distintos aspectos de la experiencia social y comunicativa
que son importantes a la hora de explicar la comprensión de los usos del lenguaje
figurado, como es el caso de la metáfora y la ironía, debemos citar la diversidad de
experiencias en las que los niños pueden presenciar su empleo y la importancia del
contexto para la elaboración de su significado. Es importante señalar que los niños
necesitan tener la oportunidad de observar y experimentar cómo la gente usa, por
ejemplo, la ironía verbal en distintos contextos y con distintos objetivos como parte
importante del desarrollo de su comprensión. Algunos estudios han informado, por
ejemplo, de un uso diferencial de las expresiones irónicas por parte de padres y
madres: los padres tienden a usar la ironía verbal a modo de juego y durante
interacciones positivas y lúdicas, mientras que las madres emplean la ironía verbal de
una manera disciplinaria e instructiva (Recchia, Howe, Ross, & Alexander, 2010).
Además, hay que tener en cuenta es que el lenguaje figurado generalmente no
transmite significados únicos que puedan ser fácilmente especificados, sino que el
contexto determina críticamente tanto el esfuerzo como los efectos cognitivos que se
dan. Esto lleva a decir que lo que uno comprende con el lenguaje figurado es una
mezcla de significados asociados a la expresión lingüística y su mensaje pragmático en
un contexto determinado (Gibbs & Colston, 2012).
CAPÍTULO 3
LENGUAJE, TEORÍA DE LA MENTE Y
COMPRENSIÓN DE SENTIDOS NO
LITERALES EN LA POBLACIÓN SORDA
En este capítulo se ofrece información acerca del desarrollo comunicativo y
lingüístico oral de la población sorda, así como de la adquisición de las habilidades
cognitivas de atribución de estados mentales. Se ofrece una reflexión acerca del efecto
que las nuevas tecnologías auditivas han proporcionado a los niños sordos durante las
últimas décadas y de los niveles de desarrollo lingüístico alcanzados y sus dificultades.
Asimismo, se realiza una exposición de los enfoques y estudios que han analizado el
desarrollo de las habilidades de teoría de la mente básica y avanzada (comprensión de
sentidos no literales) en los niños sordos, y se considera tanto la importancia que la
experiencia comunicativa desempeña en dicho desarrollo como el papel que la
tecnología auditiva más reciente puede jugar en el despliegue de las habilidades de
atribución mentalista más tempranas, como es el caso del implante coclear.
3.1 El desarrollo comunicativo y lingüístico del niño sordo oralista
Hasta la década de 1990, los estudios sobre el desarrollo comunicativo y
lingüístico oral de la población sorda informaban de pobres niveles de adquisición. Las
investigaciones desarrolladas acerca del desarrollo gestual del niño sordo indicaban
que, aunque los recursos gestuales desplegados para comunicarse en la etapa
prelingüística eran sustancialmente los mismos que los que desarrollan los niños
oyentes (Bates, O´Connel, & Shore, 1987; Mohay, 1984), en el caso de niños sordos
expuestos exclusivamente a un entorno oralista el uso de dichos recursos
prelingüísticos se prolongaba en el tiempo, y su acceso al lenguaje oral mostraba un
retraso significativo en comparación con sus iguales oyentes. La escasez de refuerzos a
sus iniciativas comunicativas provocada por un habla ininteligible y el retraso en la
estimulación auditiva derivado de un diagnóstico tardío se consideran factores que
explican que los niños y adolescentes sordos alcanzaran niveles pobres de adquisición
lingüística y comunicativa.
74 La comprensión de sentidos no literales
Concretamente, la expresión lingüística de los niños sordos sordos presentaba
incorrecciones sintácticas, con numerosas omisiones e incluso alteraciones en el orden
de los elementos de la oración (agramaticalismos), y su habla estaba caracterizada por
deficiencias articulatorias y suprasegmentales. Por otra parte, el desarrollo de sus
habilidades comunicativas también se demostraba retrasado con respecto al del niño
oyente, mostrando un empleo muy tardío y dificultoso de las funciones declarativas
explicativas e interrogativas, así como un papel pasivo y responsivo en el intercambio
comunicativo con los adultos oyentes de su entorno (González, 1996; Torres,
Rodríguez, Santana y González, 1995). En general, los estudios realizados concluían
que solo un pequeño porcentaje de niños con pérdida severa o profunda adquirían con
éxito el lenguaje oral, y lo hacían basándose principalmente en la vía visual (Blamey et
al., 2001).
Durante las últimas décadas, el desarrollo cognitivo, lingüístico y comunicativo
de las personas sordas ha mostrado cambios beneficiosos gracias al efecto de los
avances producidos en el ámbito sanitario y tecnológico. En nuestro país, la Comisión
para la Detección Precoz de la Hipoacusia (C.O.D.E.P.E.H.) ha realizado una excelente
labor en pro de la implantación de los programas de cribado auditivo neonatal y del
tratamiento temprano de la hipoacusia congénita. Sus recomendaciones insisten en la
necesidad de un seguimiento continuado de la salud auditiva de la población infantil,
incluyendo algún tipo de re-cribado dirigido a niños que presenten factores de riesgo
de hipoacusia de aparición tardía o progresiva, así como cribado en etapas preescolar y
escolar (Núñez, Jáudenes, Sequí, Vivanco y Zubicaray, 2014).
La implantación masiva de los programas universales de detección precoz
auditiva en la década de 2000 tuvo lugar al mismo tiempo que surgían nuevos avances
en los dispositivos de amplificación auditiva, por lo que ha sido muy difícil separar los
efectos del diagnóstico precoz del de otras variables cuando se evalúa su impacto en el
desarrollo de la comunicación temprana.
Con el objetivo de determinar si los beneficios del cribado auditivo
comprobados en edades iniciales persisten en los años de educación secundaria, el
estudio de Pimperton et al. (2014) se centró en una muestra de 114 adolescentes con
edades de entre 13 y 19 años, de los cuales 76 presentaban una pérdida auditiva
mínima de 40 dB y 38 eran oyentes. En el grupo de sujetos sordos, 35 habían sido
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 75
sometidos a cribado auditivo neonatal y habían recibido confirmación de pérdida
auditiva antes de los 9 meses de vida, y 41 no habían sido sometidos a cribado auditivo
y la confirmación de la pérdida auditiva se había producido después de los 9 meses. En
ambos grupos, los niveles de habilidad lectora de cada sujeto habían sido valorados en
un estudio previo cuando tenían 8 años de edad. Los resultados del estudio señalan
que la confirmación temprana de la pérdida auditiva estaba asociada con beneficios
significativos en la comprensión lectora en los años de la adolescencia, y que dicho
beneficio se había ido incrementando desde las edades de 8 a 17 años. Según los
autores, este hallazgo reafirma la necesidad de extender la aplicación de los programas
para la confirmación precoz de la pérdida auditiva en la infancia.
En cuanto al avance que han experimentado las ayudas tecnológicas auditivas
hay que señalar el desarrollo de audífonos digitales e implantes cocleares desde la
década de 1990. En el caso de los audífonos, la investigación ha intentado solucionar
las dificultades que presenta la mayoría de las personas sordas para la audición de
sonidos de altas frecuencias. Esto ha tenido una importancia significativa en los niños,
ya que la audibilidad en las altas frecuencias está relacionada con el desarrollo de
habilidades de percepción y producción del habla (Calvo et al., 2011). La introducción
de nueva tecnología de procesamiento de la señal en los audífonos en 2007 ha hecho
posible que los audífonos de última generación favorezcan que los niños con pérdidas
auditivas de moderadas a profundas obtengan mejores niveles de detección, distinción
y reconocimiento de sonidos (especialmente de los sonidos verbales agudos) y de
comprensión verbal, así como que presenten mejoras significativas en entonación y
calidad de voz global.
En el estudio de Valero, Gou, Rubio y Smith (2012) se analizaron los cambios
observados en un grupo de jóvenes con sordera severa y profunda después de utilizar
la transposición frecuencial proporcionada por audífonos digitales. La muestra estaba
compuesta por 7 jóvenes con edades entre 13 y 25 años. Se evaluaron los niveles de
identificación y reconocimiento de fonemas y palabras a los 4, 8 y 12 semanas de
emplear los nuevos audífonos y se compararon con los obtenidos con los audífonos
anteriores. Los investigadores encontraron mejoras en los umbrales auditivos y en el
reconocimiento de diferentes parámetros del habla obtenidas con los nuevos
audífonos.
76 La comprensión de sentidos no literales
Por su parte, los implantes cocleares proporcionan a los niños con sordera
profunda mayor información auditiva que la que puede proporcionar el audífono,
sobre todo en las frecuencias agudas, y posibilita que muchos de ellos accedan al
lenguaje oral. Sus beneficios dependerán de factores como la edad de implantación, la
duración de la sordera, el estado del nervio auditivo, la presencia de otras patologías,
la implicación familiar, la metodología educativa, etc.
Por otra parte, en situaciones auditivas en las que el ruido de fondo supera los
60 dB o la persona que habla está a más de dos metros, la mayoría de las personas
sordas tiene serios problemas para comprender el habla, y esto supone una gran
dificultad para los alumnos en contexto escolar. En este sentido, el empleo conjunto
de los sistemas de FM personales junto con el audífono o el implante posibilita la
concentración en voces o sonidos en ambientes ruidosos y con interlocutores lejanos.
Uno de los primeros estudios que se realizó en España acerca de los niveles
lingüísticos de niños sordos que se estaban beneficiando de esta nueva tecnología es el
de Silvestre (2009) sobre la comunicación con sus madres oyentes de 57 participantes
sordos de 1 a 7 años que empleaban audífonos digitales o implante coclear. La
investigación aporta datos relativos a la ganancia auditiva y a su efecto en el nivel de
lenguaje oral, y los resultados mostraron que un 77.35% de los participantes producía
frases sencillas y, de ellos, un 20.37% mantenía una conversación fluida.
En general, los estudios sobre percepción del habla, producción, fonología,
morfología, sintaxis y vocabulario de los niños sordos tienden a mostrar una secuencia
normal de desarrollo con una tasa más lenta de lo normal, aunque existe una gran
proporción de niños que no alcanzan el nivel apropiado a su edad.
El estudio de Sarant, Holt, Dowell, Richards y Blamey (2009) analizó las
relaciones entre las habilidades lingüísticas orales y las variables de grado de pérdida,
habilidades cognitivas, edad de inicio de la intervención e implicación familiar de un
grupo de 57 niños sordos congénitos de edades de 1 a 6 años que empleaban audífono
digital, implante coclear o ambos. Los resultados mostraron que la mitad de los niños
tenían pobres resultados en lenguaje, a pesar de que casi para el 60% de ellos el
diagnóstico, la colocación de la prótesis y el comienzo de la intervención temprana se
dieron alrededor de la edad de 1 año. Para aproximadamente un tercio de los niños,
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 77
con edades de 1 a 3 años, el retraso de lenguaje era severo (puntuaciones más de dos
desviaciones por debajo de la media para los niños con normalidad auditiva), y solo un
28% de los niños demostraron habilidades receptivas y expresivas apropiadas a la
edad.
También el estudio de González, Silvestre, Linero, Barajas y Quintana (2015)
estudia el efecto del empleo de las nuevas tecnologías audioprotésicas en el desarrollo
lingüístico. Concretamente, se analizó el desarrollo gramatical de 32 niños de entre 3 y
7 años con pérdidas auditivas prelocutivas superiores a 70 dB que empleaban audífono
digital o implante coclear. Los resultados muestran que solo un 30% de los
participantes alcanza un desarrollo lingüístico normalizado. En la vertiente
comprensiva, los participantes mostraron dificultad en oraciones que relacionan más
de dos elementos, así como con las oraciones en voz pasiva y subordinadas. En la
vertiente expresiva, los resultados muestran que la gramática superior a 3 años
(oraciones con complementos directo e indirecto) es la que resulta más compleja a la
mayoría de los participantes.
Algunos estudios han encontrado una amplia variabilidad en las edades
lingüísticas para cada categoría de pérdida auditiva en cada edad, tanto en el caso de
sordos no implantados como implantados (Blamey & Sarant, 2011). Cuando se ha
analizado el efecto del uso del implante coclear en el desarrollo lingüístico infantil se
ha informado de resultados muy desiguales. Vamos a referirnos en primer lugar a los
estudios que han encontrado resultados positivos. En este sentido, el estudio de Most,
Levin y Sarsour (2008) sobre los niveles alcanzados por los niños sordos implantados
en percepción y producción de habla y rendimiento en lenguaje señala que estos son
semejantes a los que presentan los niños con sordera severa que emplean audífono.
Las funciones auditivas de comunicación, percepción e integración auditiva que
se despliegan después de la conexión del dispositivo son la base para el desarrollo del
habla posterior de un niño implantado. Algunos estudios han confirmado que dichas
funciones auditivas se desarrollan muy pronto, los primeros indicios de respuesta
auditiva tras la implantación aparecen entre los 6 y 12 meses tras la conexión (Gèrard
et al., 2010; Pisoni et al., 2008). Otros estudios han informado de resultados positivos
en este sentido, indicando que solo a los 12 meses después de la implantación los
78 La comprensión de sentidos no literales
padres informan de niveles máximos alcanzados por sus hijos en la escala de
integración auditva MAIS (Kuboa, Iwakib, & Sasakia, 2008; Waltzman & Roland, 2005).
Algunos estudios, por otra parte, han indicado que, por lo general, los niños
que usan implante despliegan habilidades más efectivas de percepción y producción
de habla que los niños que con una pérdida auditiva similar emplean audífono -aunque
existe una gran variabilidad en los niveles de desarrollo de estas habilidades (Dettman
& Dowell, 2010). Un ejemplo es que niños sordos profundos implantados pueden
discriminar entre los sonidos del habla poco tiempo después de la implantación,
mientras que los sordos profundos que emplean audífono no son capaces.
Una de las variables que se ha demostrado más influyente en el despliegue de
las habilidades de percepción del habla es la edad de implantación. Los estudios sobre
percepción del habla indican que los niños que reciben un implante temprano y de
tecnología avanzada muestran mejores habilidades de percepción que aquellos que
son implantados más tardíamente, incluso algunos investigadores llegan a afirmar que
estos niños muestran niveles semejantes a los de sus iguales con pérdidas auditivas
moderadas que emplean audífono.
El efecto beneficioso de la edad temprana de implantación en la percepción del
habla ha sido comprobado en estudios en los que se han estimado las habilidades de
percepción del niño mediante inventarios de observación. Kubo, Iwaki y Saaki (2008)
informaron de que un grupo de niños implantados entre los tres y cuatro años
consiguieron mejores niveles de percepción en los seis primeros meses después de la
implantación, y conseguían las máximas puntuaciones en estos inventarios al año de
haber recibido el implante.
Respecto a la producción de habla, los investigadores en general han
encontrado que, aunque las primeras fases del desarrollo prelingüístico de niños
sordos implantados que han recibido un diagnóstico temprano presentan retraso con
respecto al niño oyente, siguen una progresión similar al de este. El análisis de las
primeras producciones de niños implantados ha encontrado patrones de desarrollo
comparables a los de los niños oyentes al menos en etapas iniciales.
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 79
Por otra parte, el habla de los niños sordos profundos que empleaban audífono
ha sido calificado tradicionalmente de poco inteligible por adultos no familiarizados
con el niño. A diferencia de esto, el habla de los niños con implante, aun tratándose de
un implante tardío en edades preescolares, es considerada más inteligible, aunque no
llega a alcanzar el nivel de inteligibilidad del habla de los niños oyentes.
De nuevo para la producción del habla la variable de edad de implantación es
importante para explicar las posibles diferencias en los niveles de desarrollo que los
niños alcanzan, aunque los resultados de los estudios al respecto no presentan
demasiada coincidencia. Algunos trabajos han encontrado evidencia de que, en el caso
de niños que habían recibido su implante a la edad de 1 año, la tasa de desarrollo de
sus habilidades de producción de habla se llegaba a igualar a la de los niños oyentes.
En cambio, otros estudios han informado de que no existían diferencias en la
producción de habla cuando se comparaban niños sordos implantados antes de 1 año
y niños implantados entre 1 y 2 años (Dettman & Dowell, 2010; Holt & Svirsky, 2008).
Junto con la edad de implantación, el tiempo de experiencia con el implante ha
sido considerado otra variable potencialmente explicativa de la calidad de producción
vocal e inteligibilidad del habla que pueden llegar a alcanzar los niños implantados. A la
hora de realizar este análisis se comparan normalmente niños implantados que
presentan una edad de experiencia auditiva equivalente a la edad cronológica de niños
oyentes. El estudio de Tomblin, Peng, Spencer y Lu (2008) encontró que, aunque los
niños sordos implantados presentaban peores niveles de articulación que los niños
oyentes, después de un tiempo de uso del implante estos niveles tienden a ser
similares a los de estos, lo que quiere decir que los niveles de articulación mejoran a
medida que los niños tienen mayor experiencia con el dispositivo.
Con respecto a la consideración de los beneficios del implante coclear en las
habilidades lingüísticas, numerosos estudios han sugerido que el mayor acceso al
sonido que proporciona el implante puede ayudar a los niños sordos a desarrollar sus
habilidades de comprensión y producción lingüísticas. Pero, al igual que con respecto a
la percepción y producción del habla, también se ha informado frecuentemente de la
existencia de diferencias individuales significativas en el desarrollo del lenguaje de los
niños que reciben un implante coclear.
80 La comprensión de sentidos no literales
Los estudios de Geers (2004), Stacey, Fortnum, Barton y Summerfield (2006) y
Nicholas y Geers (2007) ya planteaban que las habilidades lingüísticas de los niños con
sordera profunda implantados en edades tempranas podrían llegar a ser similares a las
alcanzadas por los niños oyentes de la misma edad cronológica.
El estudio pionero de Svirsky, Robbins, Kirk, Pisoni y Miyamoto (2000) informó
de que el índice de desarrollo del lenguaje después de la implantación coclear
sobrepasaba al esperado para los sordos no implantados, y que además era similar al
que mostraban los niños con audición normal. Dentro del grupo de niños sordos, los
que presentaban mejores resultados eran aquellos que estaban expuestos solamente
al lenguaje oral y recibían estimulación auditiva a partir de la entrada auditiva que le
proporcionaba su implante exclusivamente.
En un estudio de 2009, Baldassari et al. encontraron que los niños con implante
coclear presentaban mejores niveles de comprensión lingüística que los niños sordos
que empleaban audífono, y que más de la mitad de los niños con implante
presentaban habilidades cercanas al promedio presentado por los niños oyentes.
En cuanto a la producción morfológica y sintáctica, los estudios han señalado
que, en general, el desarrollo de estos aspectos en los niños sordos con implante
coclear sigue una secuencia similar a la de los niños oyentes, aunque presenta un
ritmo más lento, y se ha indicado que el índice medio de desarrollo suele ser de
alrededor del 50% del índice normativo.
Respecto a la adquisición del vocabulario, estudios longitudinales han hallado
una tasa media de desarrollo para niños implantados entre el segundo y tercer año de
0.85 por año, muy cercana a la de esperada para los niños oyentes. Otros
investigadores han hallado curvas de crecimiento de la media de producción de
vocabulario en niños con implantación temprana que igualaban o incluso excedían a
las mostradas por los niños oyentes (Dettman & Dowell, 2010; Nittrouer, 2010).
Junto con los estudios que han informado de niveles mejorados de habla y
lenguaje para los niños sordos implantados, es necesario tener en consideración
aquellas otras investigaciones que han encontrado evidencia de que no todos los niños
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 81
con implantes cocleares parecen obtener niveles adecuados de audición funcional
significativa.
En nuestro país, el estudio de Jiménez (2014) con 116 niños y niñas españoles
de entre 2 y 16 años, con pérdida auditiva profunda bilateral y neurosensorial, analizó
los resultados postimplante en percepción, comprensión e integración auditiva. Los
resultados obtenidos muestran, en primer lugar, que un porcentaje considerable de
niños, el 73.3%, no logró la integración auditiva esperada y necesaria para la
consecución posterior del habla y el lenguaje, aunque la media de edad de conexión
del implante fue de dos años y nueve meses y habían utilizado el implante al menos
durante doce meses. Este estudio plantea la posibilidad de que todos los niños
implantados no consigan los hitos auditivos esperados en integración auditiva en los
que se basa la evolución posterior del habla, el lenguaje, el aprendizaje y la inserción
social de la persona sorda. No obstante, como dice Jiménez, estos resultados hay que
considerarlos teniendo en cuenta que los niños implantados de su estudio
presentaban una edad de implantación muy variada, pues fueron implantados entre 1
y 6 años de edad.
Los datos aportados por el estudio comentado anteriormente podrían suscitar
la duda de si los niveles mejorados de habla inteligible alcanzados por los niños
después de la implantación coclear, las habilidades aumentadas de percepción de
habla y los progresos léxicos que estos niños demuestran enmascaran los verdaderos
niveles lingüísticos que pueden llegar a conseguir.
Con respecto al desarrollo gramatical, algunos estudios han puesto en
evidencia que el desarrollo sintáctico de los niños sordos implantados presenta un
crecimiento en Longitud Media de Expresión más lento que el de los niños oyentes, y
que, además, la pérdida auditiva tiende a afectar más a la sintaxis que al vocabulario
(Edwards, Figueras, Mellanby, & Langdon, 2011). Este dato coincide con el obtenido en
el estudio de Geers y Nicholas (2013), en el que se analiza el desarrollo del lenguaje en
niños sordos con implantación precoz y se concluye que estos niños muestran más
dificultad en el desarrollo de las habilidades sintácticas que en el desarrollo del
vocabulario.
82 La comprensión de sentidos no literales
El estudio de Rinaldi, Baruffaldi, Burdo y Caselli (2013) evaluó el desarrollo
lingüístico de un grupo de 23 niños implantados, con edades entre 18 y 36 meses, hijos
de padres oyentes y con una experiencia de al menos 6 meses con el implante. Los
resultados indican que menos de la mitad de los niños presenta índices de producción
léxica y de uso de oraciones dentro del rango considerado normal y más de la tercera
parte de los niños presentaba puntuaciones por debajo del rango normal tanto para
las habilidades léxicas como gramaticales.
La conclusión que se extrae de este estudio es que los niños con implante
coclear muestran habilidades léxicas y morfosintácticas retrasadas con respecto a los
niños oyentes de la misma edad. Además, otros resultados obtenidos interesantes en
este estudio fueron que los niños produjeron menos oraciones de lo esperado según el
tamaño de su vocabulario, y que las oraciones que producían eran cortas y contenían
pocas palabras función, por lo que demuestran tener dificultades en morfología.
Teniendo en cuenta estos datos, los investigadores afirman que aunque el implante
coclear pueda favorecer el acceso a datos acústicos a los niños sordos, este acceso no
es completo, dando lugar a dificultades con ciertos elementos lingüísticos.
Un estudio realizado con niños de más edad es el de Ramírez, Odell, Archbold y
Nikolopoulos (2009). Los autores evaluaron el nivel de desarrollo gramatical expresivo
de un grupo de 45 niños sordos profundos con edades entre 4 y 6 años que habían
sido implantados alrededor de los 27 meses de edad y que llevaban 3 años empleando
el implante. Los resultados obtenidos indicaron que: solo 18 niños (40%) alcanzaban el
nivel de la prueba correspondiente a las estructuras producidas por niños oyentes a la
edad de 3 años, solo 8 niños (18%) superaban ese nivel, y los 19 niños restantes (42%)
puntuaba por debajo de él.
De estos datos se interpreta, por una parte, que la mayoría de los niños de este
grupo, el 82%, presenta un nivel de desarrollo gramatical propio de un niño de 3 años
o de edad inferior, y no produce estructuras compuestas de oraciones coordinadas y
subordinadas, y por otra parte, que el 42% de los niños ni siquiera alcanza el nivel de
producción de oraciones simples formadas por sujeto, verbo, objeto indirecto y objeto
directo (SVOO). Los autores concluyen que aunque el 58% de estos participantes de
entre 4 y 6 años habían adquirido el nivel de niños oyentes de 3 años o más después
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 83
de 3 años de uso del implante, parece indudable que el desarrollo gramatical expresivo
puede ser más difícil para los niños implantados de lo que se pensaba.
Las fuertes diferencias individuales entre los niños con implante coclear fueron
investigadas en un estudio sobre el vocabulario receptivo y expresivo y las habilidades
gramaticales de 27 niños de habla francesa que habían recibido un implante coclear
entre el primer y el segundo año de vida (Duchesne, Sutton, & Bergeron, 2009). Como
grupo, los niños mostraron niveles lingüísticos dentro de los límites normales en todas
las medidas estandarizadas. Sin embargo, el examen de los patrones individuales
reveló cuatro diferentes perfiles lingüísticos que oscilaban desde niveles lingüísticos
normales a retraso general de lenguaje. En tres de esos perfiles, la comprensión –en
particular, la comprensión de oraciones-, presentaba dificultades.
Como se deduce de los resultados obtenidos en los estudios comentados
anteriormente, las habilidades lingüísticas de los niños con implante muestran gran
variabilidad interindividual, puesto que dichas habilidades se pueden ver afectadas por
numerosas variables, como la edad de diagnóstico, la edad de implantación, la
experiencia auditiva preimplante, la duración de uso del implante, las capacidades
cognitivas, el estado del sistema auditivo, etc.
Entre todos los factores que inciden en el desarrollo lingüístico posterior a la
implantación en población infantil, la edad de colocación del dispositivo ha resultado
ser el factor mejor establecido, mientras que el resto de factores no son considerados
de forma unánime por la comunidad científica. La investigación ha demostrado que la
implantación coclear temprana conduce a mejores habilidades de audición, habla y
lenguaje. La implantación temprana conlleva menos tiempo de privación sensorial, y
por lo tanto, más de experiencia auditiva, así como exposición al sonido antes del final
del periodo sensible para el desarrollo del lenguaje.
La mayoría de los estudios sobre las habilidades lingüísticas alcanzadas por los
niños que habían recibido el implante antes de los dos años han encontrado que estos
niños tienen mejor comprensión que los niños con audífonos convencionales, y que
alrededor de la mitad de los mismos presentan habilidades de comprensión y
producción dentro del rango medio de los niños oyentes (Geers, Moog, Biedenstein,
Brenner, & Hayes, 2009). Algunos estudios han encontrado que los niños que
84 La comprensión de sentidos no literales
recibieron el implante a una edad más temprana tenían mejores habilidades en el
habla, percepción del sonido y en habilidades lingüísticas que los que lo habían
recibido más tarde (Holman et al., 2013).
También del estudio de Jiménez (2014), realizado con niños y niñas españoles,
se deriva que la edad en la que los niños recibieron el implante resultó ser el único
factor predictor para todas las variables consideradas (percepción auditiva,
comprensión auditiva, integración auditiva), de modo que aquellos que recibieron su
implante con menor edad fueron los que consiguieron puntuaciones adecuadas en
dichos aspectos evaluados.
Pero los resultados obtenidos en algunos estudios ponen en cuestión que la
implantación coclear temprana asegure por sí misma que un niño sordo tendrá
facilidad para desarrollar el lenguaje oral, y señalan que recibir un implante a la edad
de uno o dos años no asegura que las habilidades lingüísticas posteriores estén entre
los límites normales.
Así, el estudio de Duchesne et al. (2009) demostró que recibir un implante
coclear entre el primer y segundo año de vida no aseguraba que las habilidades
lingüísticas estuviesen dentro del rango normativo incluso después de hasta 6 años de
experiencia con el implante. Otro estudio longitudinal encontró que la edad de
implantación no estaba asociada significativamente al progreso lingüístico, y que el
desarrollo del lenguaje no difería entre niños que habían recibido el implante en el
primer año con respecto a los que lo habían recibido en el segundo año de vida
(Szagun, & Stumper, 2012).
Caselli, Rinaldi, Varuzza, Giuliani, y Burdo (2012) estudiaron el efecto del
implante coclear en la comprensión y producción lingüística de niños sordos que
habían recibido el dispositivo durante el segundo año de vida. Para ello, evaluaron las
habilidades léxicas y morfosintácticas, en comprensión y producción, de 17 niños
italianos sordos con una media de edad cronológica de cuatro años y cinco meses, y las
compararon con las de dos grupos control, uno emparejado por edad cronológica con
el grupo experimental, y otro con las edades cronológicas correspondientes a los años
de duración de la activación del implante de los participantes que formaban el grupo
experimental. Los resultados ofrecen evidencia de que la activación de un implante
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 85
coclear en el segundo año de vida puede llevar a la adquisición de muy buenas
habilidades lingüísticas, aunque la comprensión no llega a ser completamente la
esperada según la edad cronológica, y algunas limitaciones en habilidades fonológicas
y morfológicas continúan estando presentes tres años después de la implantación.
El efecto de la implantación temprana ha llevado incluso a comparar a niños
implantados en el primer y el segundo año de vida, presentando todos un tiempo de
uso del implante o edad auditiva similar. El estudio de Rinaldi et al. (2013) no ha
encontrado diferencias significativas en el tamaño de vocabulario expresivo o en las
habilidades gramaticales de cada grupo de niños, y otros estudios que controlaron el
efecto de otras variables (tipo de implante, método de rehabilitación, etc.) tampoco
encontraron diferencias significativas en el desarrollo del lenguaje cuando se compara
a niños implantados en el primer y el segundo año de vida.
3.2 El desarrollo de la teoría de la mente
El estudio de las habilidades de atribución mentalista en la población sorda
surge a finales del siglo pasado en un interés general hacia el desarrollo de estas
capacidades en poblaciones patológicas, concretamente hacia sujetos autistas, con
desórdenes intelectuales, perceptivos, lingüísticos y/o emocionales. Este interés
obedecía al doble objetivo de, por una parte, observar si en estas poblaciones la teoría
de la mente seguía el mismo desarrollo que en la población normal o se manifestaba
un retraso o un déficit de la misma, y, por otra parte, conocer cómo se relaciona la
teoría de la mente con las variables de cognición, lenguaje, comunicación e interacción
social.
Precisamente el interés por relacionar el desarrollo de la teoría de la mente con
la experiencia social, la comunicación interpersonal y el desarrollo de las diferentes
dimensiones del lenguaje llevó a algunos investigadores a centrarse en la población
sorda. Fueron Peterson y Siegal (1995) los que iniciaron el estudio de esta habilidad en
sujetos sordos partiendo de una hipótesis conversacional, es decir, asumiendo que los
niños llegan a construir representaciones de los estados mentales gracias a la
observación y participación en conversaciones y juegos con padres, hermanos y
86 La comprensión de sentidos no literales
amigos. El interés por el estudio de la teoría de la mente es especialmente interesante
en el caso de los niños sordos hijos de familias oyentes, puesto que para la mayoría de
ellos los intercambios comunicativos y sobre todo las conversaciones sobre aspectos
intangibles o hipotéticos en los primeros años de vida se van a ver restringidos y
postergados hasta que el niño alcance el nivel lingüístico necesario.
Los estudios sobre el desarrollo de la teoría de la mente en niños sordos han
adoptado dos enfoques principales: la hipótesis conversacional y la hipótesis
conversacional-lingüística. Desde la hipótesis conversacional, los estudios de Peterson
y Siegal (1995, 1998, 1999) concluyen que los niños y adolescentes sordos con familias
oyentes presentan un importante retraso en la resolución de tareas de falsa creencia
tomando como referencia la edad mental y cronológica a la que se adquiere esta
capacidad. Los autores señalan que es la deficiente interacción conversacional
temprana con sus familias la causante de estas dificultades, al verse restringidos los
intercambios conversacionales que versan sobre creencias y otros estados mentales.
Por otra parte, el hecho de que los niños sordos con algún familiar sordo desarrollen la
comprensión de la falsa creencia a la misma edad que los oyentes, se explica también
por la aceptación de un enfoque conversacional.
Desde la hipótesis conversacional-lingüística se concede un interés especial a la
relación entre lenguaje y ejecución en tareas de falsa creencia, relacionando también
modalidad lingüística y experiencia. La primera gran línea de investigación son los
estudios de Courtin y Melot (1998, 2003) y Courtin (2000), que analizan el beneficio
que produce para el desarrollo de la teoría de la mente el uso de la lengua de signos
propia de la población de niños sordos hijos de padres sordos. Sus resultados indican
que los niños sordos hijos de padres sordos obtienen mejores resultados que los niños
sordos hijos de padres oyentes, aunque estos últimos sean de mayor edad, y dentro
del grupo de sujetos sordos con padres oyentes, obtienen mejores resultados los
sordos signantes que los sordos oralistas.
Estos autores interpretan estos datos argumentando que la lengua de signos
favorece la adopción de perspectivas visuales y el entendimiento de la relatividad de
las perspectivas, fundamentales para la habilidad de atribuir falsa creencia. Además,
los niños sordos hijos de sordos comparten con sus padres un sistema de
comunicación que les posibilita recibir en sus hogares explicaciones acerca de las
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 87
emociones y de los motivos de sus acciones, lo que en principio tiene mucha influencia
en el desarrollo de la teoría de la mente. Un dato interesante es que cuando comparan
el rendimiento en tareas de falsa creencia entre sordos signantes nativos, signantes
tardíos y oralistas, son los signantes nativos los que presentan los mejores resultados,
y cuando comparan sordos signantes tardíos y oralistas, se observa mejor ejecución
por parte de los primeros.
La segunda gran línea de investigación son los trabajos de de Villiers y de
Villiers (1999), que plantean que los niños sordos oralistas no expuestos a la lengua de
signos tienen un lenguaje limitado, su vocabulario y su sintaxis a los 4 años es
insuficiente para apoyar un lenguaje mentalista elaborado, especialmente para
referirse a las creencias de otros. Estos autores señalan que el retraso del lenguaje en
los niños sordos puede tener un impacto significativo en el razonamiento sobre la falsa
creencia e intentan demostrar si el lenguaje de los niños sordos es una variable que
predice su rendimiento en tareas de falsa creencia. Con este objetivo, un grupo de
niños con sordera moderada o profunda, oralistas, de edades de entre 4 a 9 años,
fueron evaluados en edad mental verbal con la Prueba de Vocabulario en Imágenes
Peabody-R y en el tipo de construcciones sintácticas que producen a la hora de hacer
referencia a estados mentales cognitivos, así como en las pruebas estandarizadas de
falsa creencia de primer orden de cambio de localización y recipiente que contiene
otra cosa.
Los resultados obtenidos en este estudio indican que la producción de
oraciones complejas que incluyen verbos de estados mentales cognitivos es el mejor
predictor de los razonamientos que hacen los niños sobre falsa creencia en las pruebas
estándar verbales. Además, la relación entre la explicación de las acciones y el
razonamiento sobre falsa creencia permanece siendo significativa incluso cuando se
controla el efecto de otras variables tales como la edad, el grado de pérdida auditiva o
la puntuación en Peabody-R.
En un estudio posterior, Schick, de Villiers, de Villiers y Hoffmeister (2007)
estudiaron las habilidades en teoría de la mente de 176 niños con edades entre 3 y 8
años. Estos se distribuían en los siguientes grupos: niños sordos hijos de sordos que
empleaban el lenguaje de signos para comunicarse en el hogar, niños sordos hijos de
oyentes que empleaban también el lenguaje de signos, niños sordos hijos de oyentes
88 La comprensión de sentidos no literales
que empleaban el lenguaje oral y niños oyentes hijos de oyentes. Todos los niños
fueron evaluados en tareas de falsa creencia de cambio de localización, contenido
inesperado y acceso al conocimiento, presentando dichas tareas distintos niveles de
requerimiento de componente verbal, tanto al presentar la tarea como al ser
respondida por los niños. Los tres grupos de sordos fueron evaluados en vocabulario
(expresivo y receptivo) y en comprensión sintáctica. Los resultados indicaron que los
niños sordos hijos de sordos obtuvieron idénticas puntuaciones a los oyentes, y que
tanto el vocabulario como la comprensión de la sintaxis completiva eran predictores
significativos independientes del éxito en tareas de teoría de la mente verbales y de
bajo contenido verbal.
A partir de los datos extraídos de estos estudios, representativos de las dos
grandes hipótesis que intentan dar cuenta del desarrollo de la teoría de la mente en
los niños sordos, se puede concluir lo siguiente: los niños sordos hijos de oyentes
presentan un retraso generalizado en el desarrollo de la comprensión de la falsa
creencia, mientras que este retraso no lo presentan los niños sordos hijos de padres
sordos. La magnitud del retraso para los hijos de oyentes en los diferentes estudios es
variable, señalándose un retraso de dos años hasta un retraso medio de nueve años.
Estas diferencias parecen lógicas si tenemos en cuenta las importantes diferencias
interindividuales que se registran en la población sorda y el efecto que puede causar la
aplicación de adaptaciones o variaciones de las tareas clásicas de falsa creencia.
3.2.1. El papel de la experiencia comunicativa: estudios con participantes sordos
signantes nativos y signantes tardíos
En el caso de los niños sordos hijos de sordos, es presumible que la adquisición
natural de la lengua materna, el lenguaje de signos, posibilite que los niños puedan
participar en conversaciones e interacciones espontáneas con familia e iguales en las
que se haga referencia a los estados mentales de los demás. Estos niños presentan un
rendimiento superior a los niños sordos signantes tardíos o hijos de padres oyentes en
las tareas de falsa creencia.
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 89
Algunos investigadores han encontrado evidencia de que los niños sordos hijos
de sordos tienen mejor rendimiento en las tareas de teoría de la mente que los niños
sordos hijos de oyentes. Woolfe, Want y Siegal (2002) compararon: un grupo de niños
sordos signantes nativos (5 años aproximadamente), de sordos signantes tardíos (6
años aproximadamente) y de oyentes más pequeños (3 y 4 años). Todos fueron
evaluados en tareas de comprensión de falsa creencia de bajo contenido verbal, y las
habilidades lingüísticas de los niños sordos fueron evaluadas usando una prueba de
comprensión de sintaxis y morfología de lenguaje de signos. Los resultados mostraron
que el grupo de sordos signantes nativos obtuvo puntuaciones más altas que el de
signantes tardíos en las tareas de teoría de la mente. Además, cuando fueron
comparados solamente los grupos de sordos entre sí con el objetivo de determinar si
los niveles de lenguaje eran los responsables del rendimiento en teoría de la mente,
los autores comprobaron que, para un conjunto de niños de ambos grupos que
presentaban un nivel de puntuación en lenguaje de signos dentro del rango medio, los
niños signantes nativos tuvieron puntuaciones en teoría de la mente
significativamente más altas que los signantes tardíos. Estos resultados llevaron a los
autores a concluir que las diferencias en experiencias comunicativas tempranas y en la
participación en conversaciones tienen un papel importante en el desarrollo de la
teoría de la mente.
El trabajo de Meristo, Falkman, Hjelmquist, Tedoldi, Surian y Siegal (2007)
analizó la importancia de la modalidad comunicativa y comprobó que una educación
exclusivamente oralista puede limitar el desarrollo de la teoría de la mente en el caso
de los signantes nativos. Los autores compararon el rendimiento en falsa creencia
entre dos grupos de sordos signantes nativos que empleaban el lenguaje de signos en
conversaciones fluidas con miembros de la familia, y encontraron que los niños que
acudían a escuelas exclusivamente oralistas obtenían peores puntuaciones que los que
iban a escuelas con modalidad signada. Estos resultados llevan a pensar que la
privación para mantener conversaciones en signos con profesores e iguales en el
colegio podría ocasionar que los niños signantes nativos que solo signan en el hogar
presenten dificultades en la teoría de la mente.
Otras investigaciones han mostrado evidencia de similaridades o diferencias
entre los hijos de sordos y otros grupos, concretamente los sordos hijos de oyentes, los
niños oyentes con autismo y los niños oyentes con desarrollo típico (Peterson,
90 La comprensión de sentidos no literales
Wellman, & Liu, 2005). Todos los niños fueron evaluados en un conjunto de cinco
tareas de teoría de la mente: deseos distintos, creencias distintas, acceso al
conocimiento, falsa creencia y emociones escondidas. Cuando las puntuaciones totales
de teoría de la mente se compararon, los niños sordos hijos de sordos puntuaban
significativamente por encima de los niños sordos hijos de oyentes signantes tardíos.
Los niños oyentes con desarrollo típico y los niños oyentes con autismo tuvieron
puntuaciones medias entre las de los dos grupos de sordos. Para la correcta
interpretación de los datos, los autores matizan que, aunque los niños sordos hijos de
sordos signantes nativos rendían ligeramente mejor que los niños oyentes, estos niños
sordos eran significativamente más mayores que los niños oyentes. Otro estudio que
ha encontrado un nivel de rendimiento similar entre el grupo de niños sordos
signantes y el grupo de niños oyentes en tareas de falsa creencia es el de Schick et al.,
(2007), aunque los oyentes eran ligeramente de menor edad que los niños sordos
signantes.
En lo que se refiere al caso de los niños sordos hijos de padres oyentes, se
puede afirmar que muestran retraso y dificultades en el desarrollo de la teoría de la
mente cuando se les compara con niños oyentes y con niños sordos hijos de sordos.
Una de las posibles razones de dicho retraso es que sus padres les hacen menos
referencia a estados mentales en la conversación y les ofrecen menos explicaciones
basadas en estados cognitivos y emocionales acerca de hechos e interacciones
interpersonales importantes.
Lundy (2002) proporcionó información sobre los efectos de las experiencias
comunicativas tempranas en un estudio con 34 niños sordos con una pérdida auditiva
media, de entre 5 y 10 años y que procedían de familias oyentes. Diez de las familias
empleaban solamente lenguaje oral, y el resto empleaban con el niño lenguaje de
signos, pero con diferente nivel de dominio. La hipótesis de Lundy era que gracias al
empleo de signos por parte de los padres para términos relacionados con procesos
mentales o cognitivos, las habilidades cognitivas relacionadas con el logro de la teoría
de la mente de sus hijos sordos se verían fomentadas. Los niños fueron evaluados en
tareas de teoría de la mente (cambio de localización, apariencia-realidad, contenido
inesperado y dibujo engañoso) y en lenguaje, y los padres respondieron en un
cuestionario acerca de su habilidad para signar y emplear un conjunto de términos
mentales. El análisis estadístico mostró que no existía relación significativa entre la
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 91
puntuación de los padres en vocabulario signado mentalista y la de sus hijos en las
tareas de teoría de la mente. El hecho de que un porcentaje de padres (80%) que se
declaran signantes no sea capaz de signar apenas términos mentales lleva al autor a
concluir que es difícil que ellos puedan contribuir a que sus hijos puedan comprender
diferentes puntos de vista y a explicar motivaciones e intenciones de otros.
Los hallazgos de este estudio llevan a pensar que, a pesar de los grandes
esfuerzos que hagan los padres oyentes para aprender a signar, raramente llegan a
convertirse en expertos, y muy pocos serán los que puedan comunicarse
eficientemente con sus hijos acerca de los pensamientos, los deseos, las creencias y
otros estados mentales que no pueden ser fácilmente señalados o representados
gestualmente.
Por otra parte, la consideración de la exposición temprana al lenguaje como
promotor de la teoría de la mente llevó a Courtin (2000) a observar diferencias en
rendimiento en tareas de falsa creencia entre: niños sordos signantes nativos, niños
sordos signantes tardíos y niños sordos oralistas. El grupo de niños de su estudio lo
formaban 155 niños sordos de entre 5 y 8 años y un grupo de 39 niños oyentes de
entre 4 y 6 años, y todos fueron evaluados en las mismas tareas de falsa creencia. Los
resultados indicaron que los niños sordos oralistas presentaban peor ejecución que los
niños oyentes de menor edad, y cuando se compararon los grupos de sordos, los niños
sordos signantes nativos presentaban diferencias significativas tanto con los sordos
signantes tardíos como con los sordos oralistas. Como esperaba, Courtin no encontró
dificultad en las tareas de falsa creencia por parte de los niños sordos hijos de sordos, y
concluyó que el uso fluente de lenguaje de signos y la exposición a lenguaje de signos
desde el nacimiento aceleran el desarrollo de habilidades de teoría de la mente.
Algunos estudios han encontrado que el rendimiento en falsa creencia de los
niños sordos de padres oyentes correlaciona con el número de signos de verbos
cognitivos que sus padres conocen y emplean. El trabajo de Moeller y Schick (2006) se
centró en el análisis de la influencia potencial del uso por parte de las madres de
términos de estado mental. En el estudio participaron 22 niños sordos hijos de
oyentes, de entre 4 a 10 años, y 26 niños oyentes de padres oyentes, de entre 4 a 6
años. Los niños fueron evaluados en habilidades sintácticas expresivas y en tareas de
falsa creencia de contenido inesperado y cambio de localización. También se obtuvo
92 La comprensión de sentidos no literales
información sobre el lenguaje de estado mental de las madres, su conocimiento y
producción de signos para términos de estado mental y el empleo del lenguaje de
signos en el hogar. Los resultados indicaron que las madres de niños oyentes usaban
mayor diversidad de términos de estado mental, y que el empleo de estos estaba
asociado significativamente con las puntuaciones de los niños en sintaxis expresiva y
con las puntuaciones infantiles en teoría de la mente.
3.2.2. Estudios con niños sordos implantados
Todavía son pocos los estudios que han examinado la teoría de la mente en
niños sordos que han recibido un implante coclear, y los resultados de los mismos no
siempre son muy coincidentes. Aunque en las investigaciones iniciales sobre el tema
los resultados indicaran que los niños sordos implantados presentaban un nivel por
debajo del conseguido por los niños oyentes, debido a que el acceso tardío a la
implantación provocaba limitación al acceso espontáneo a la interacción y a la
conversación, la rebaja paulatina de la edad de implantación y la sofisticación del
dispositivo hacen que los logros obtenidos por los niños sordos implantados sean cada
vez más positivos.
Uno de los estudios pioneros fue el de Peterson (2004). En su estudio incluyó
cuatro grupos de niños: sordos con implante coclear, sordos con audífono, oyentes con
autismo y oyentes de desarrollo normativo. Las edades de los niños implantados
variaban entre 4 y 11 años, y sus edades de implantación oscilaban entre 2 y 5 años.
Los resultados indicaron que los niños sordos con implante, los sordos con audífono y
los autistas mostraron un retraso en teoría de la mente entre 3 y 5 años cuando se les
comparaba con los niños oyentes de desarrollo normativo, y la única diferencia
significativa que se dio era entre esos tres grupos de niños y los oyentes. La autora del
estudio sugirió entonces que una implantación temprana posibilitaría el acceso infantil
a la interacción y que por tanto el desarrollo de la teoría de la mente se vería
favorecido en estos niños sordos.
Entre los estudios que han analizado los efectos del empleo del implante
coclear en el desarrollo de la teoría de la mente encontramos el de Macaulay y Ford
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 93
(2006), quienes plantearon si la edad y la duración de uso del implante llevarían a
mejor rendimiento en teoría de la mente gracias a una habilidad lingüística
incrementada. Los participantes en el estudio tenían entre 4 y 11 años de edad, habían
estado utilizando sus implantes cocleares en torno a 4 años, y seguían un programa de
comunicación bimodal. Fueron evaluados en tareas clásicas de falsa creencia de
cambio de localización y contenido inesperado, así como en vocabulario receptivo. Los
resultados indicaron que los niveles de lenguaje correlacionaban significativamente
con el rendimiento en las tareas de teoría de la mente, y que, a pesar de sus implantes
cocleares, los niños mostraban un retraso significativo de 4 años en el desarrollo de la
teoría de la mente.
Otro estudio que ha estudiado el efecto del uso del implante coclear en el
desarrollo de la teoría de la mente es el de Remmel y Peters (2009), hallando datos
más positivos. Estos investigadores examinaron la relación entre el lenguaje y la teoría
de la mente en un grupo de 30 niños implantados y 30 niños oyentes. Los niños fueron
implantados en torno a 2.9 años y el rango de edad de este grupo era de 3 a 12 años
(media de 7.5 años). Se dividieron en dos grupos: pequeños (3 a 7 años) y mayores (8 a
12 años). Todos los padres de los niños implantados eran oyentes. La edad del grupo
de niños oyentes variaba de 4 a 6 años (media de 5.2 años). Para el grupo de
implantados, se examinaron cómo estaban asociadas las habilidades lingüísticas
generales, la sintaxis completiva, la edad de implantación y la duración de uso del
implante con el rendimiento en las tareas de teoría de la mente. Los resultados
indicaron que las puntuaciones de lenguaje obtenidas por los niños implantados eran
bastante altas, y que sus puntuaciones en teoría de la mente no diferían de las del
grupo de niños oyentes. Los investigadores concluyeron que los altos niveles de
lenguaje de los niños implantados eran responsables de este dato. Otro resultado
interesante fue que la edad cronológica y el tiempo de uso del implante estaban
asociados con el rendimiento en teoría de la mente, mientras que no se encontró
correlación entre esta y la comprensión de estructuras sintácticas completivas.
Un estudio más actual que ha comparado el rendimiento en tareas de falsa
creencia entre niños sordos con implante coclear con otros niños encontramos el de
Ziv, Most y Cohen (2013). Esta investigación analizó la comprensión de la emoción y la
falsa creencia de un grupo de 53 niños de entre 5 a 7 años. Estos se dividían en: dos
grupos de niños sordos, uno de niños implantados oralistas (implantados a los dos
94 La comprensión de sentidos no literales
años y medio) y otro de niños sordos signantes (hijos de sordos y usuarios de
audífonos), y un grupo de oyentes de desarrollo típico. Todos fueron evaluados en una
tarea de falsa creencia de cambio de localización, tres tareas de identificación y
comprensión de emociones y una prueba de vocabulario. En la tarea de falsa creencia,
los resultados indicaron que el nivel de rendimiento del grupo de sordos implantados
quedó entre los niveles obtenidos por el grupo de oyentes, el de mejor rendimiento, y
los niveles del grupo de sordos signantes, el de peor rendimiento. El porcentaje de
niños implantados que respondía correctamente a esta tarea fue del 70%, lo que
sugiere a los autores del estudio que el implante coclear temprano puede jugar un
importante papel en el desarrollo de la teoría de la mente.
3.2.3. Teoría de la mente básica y avanzada. Estudios con participantes sordos no
implantados, implantados y oyentes
El desarrollo de las habilidades de inferencia mentalista en los niños sordos ha
sido también abordado desde la consideración de la existencia de una secuencia
evolutiva. Wellman y Liu (2004) propusieron que la teoría de la mente se desarrolla en
etapas, y la primera incluye la comprensión de que diferentes personas quieren
diferentes cosas, lo cual es comprendido por los niños de alrededor de tres años de
edad. A esto le sigue la comprensión de que diferentes personas pueden tener
creencias diferentes acerca de la misma cosa, y por la comprensión de que diferentes
personas pueden tener diferente acceso al conocimiento que les ayude a comprender
una situación concreta. A la edad de 4 años el niño generalmente comprende que la
gente puede tener creencias falsas acerca de un hecho o un objeto (teoría de la mente
de primer orden). Un año más tarde, el niño reconoce correctamente emociones
diferentes y comprende su causa externa, y alrededor de los 7 años de edad el niño
comprende que diferentes creencias y deseos de otra persona evocarán diferentes
emociones, y estas emociones podrían desencadenar diferentes acciones. A la edad de
7 años el niño también comprende la teoría de la mente de segundo orden, lo que
significa que puede razonar acerca de lo que otra persona puede pensar acerca de los
pensamientos y sentimientos de una tercera persona. Las habilidades avanzadas de
teoría de la mente se desarrollarían alrededor de los 8 y 11 años de edad, como por
ejemplo la comprensión de la ironía y de las meteduras de pata.
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 95
Una secuencia evolutiva similar fue hallada en los niños sordos por el estudio
de Peterson et al., (2005), ya comentado anteriormente. El principal objetivo de este
estudio era evaluar el orden en el que las tareas de teoría de la mente eran superadas
por los cuatro grupos de niños: sordos hijos de sordos, sordos hijos de oyentes, niños
oyentes autistas y niños oyentes de desarrollo típico. Todos fueron evaluados en cinco
tareas: reconocimiento de deseos distintos, comprensión de creencias distintas,
diferencias en el acceso al conocimiento, falsa creencia y emociones escondidas, y los
resultados encontrados confirmaron que este orden evolutivo lo presentaban ambos
grupos de niños sordos, lo que indica que tanto los sordos signantes tardíos, hijos de
oyentes, como los signantes, hijos de sordos, desarrollan un patrón típico de la teoría
de la mente, a pesar de un retraso significativo en la edad de logro.
La escala de Wellman y Liu (2004) refleja los avances infantiles en la
comprensión de la subjetividad mental. La tarea de deseos distintos es más fácil de
comprender para los niños porque enfatiza el contraste interno-externo, mientras que
la de emociones escondidas se centra en la identificación de lo subjetivo, por lo que
solo con una comprensión profunda de la subjetividad mental los niños pueden
superar esta tarea. Además, los deseos son estados mentales explícitos claramente
expresados en el contexto de la historia, mientras que las emociones son estados
mentales implícitos que deben ser inferidos a partir del contexto. Por consiguiente, la
gran dificultad de la tarea de emociones escondidas se debe también, probablemente,
a la característica implícita de las emociones. De esto se deduce que la comprensión
creciente de los estados mentales implícitos es lo que caracteriza la progresión desde
la teoría de la mente básica a la teoría de la mente avanzada. La detección exitosa de
los estados mentales implícitos requiere mucho esfuerzo cognitivo y es alcanzada
plenamente en la vida adulta (Happé, 1994; White, Hill, Happé, & Frith, 2009).
En un estudio considerado crucial sobre el tema, Gregory, Bishop y Sheldon
(1995) entrevistaron a padres oyentes de adolescentes y jóvenes sordos que habían
crecido en contextos oralistas. Los padres informaban de que sus hijos seguían
teniendo dificultades para comprender el lenguaje no literal en general, y en especial
el humor irónico, aunque se comunicaban sin dificultad en su vida cotidiana, bien
mediante lenguaje oral o lenguaje de signos. Estas afirmaciones sugirieron que la
comprensión de expresiones irónicas podría representar un logro dificultoso y
96 La comprensión de sentidos no literales
problemático para los sordos en general, teniendo en cuenta que se trata de un
sentido no literal utilizado frecuentemente en la vida diaria y su comprensión posibilita
la interpretación adecuada de las situaciones sociales.
En el caso de la población sorda, se ha estudiado si la teoría de la mente
avanzada requiere de un nivel de desarrollo lingüístico necesario para el complejo
procesamiento de estados mentales que conlleva, o si la experiencia social fruto de la
interacción comunicativa que las personas sordas acumulan posibilita este
razonamiento sobre estados mentales complejos tanto como el lenguaje. Algunos
estudios han empleado tareas adicionales a las aplicadas para la evaluación de la
teoría de la mente básica con el objetivo de evaluar habilidades complejas de
atribución de estados mentales a través de tareas en las que es necesario interpretar
correctamente el contexto para inferir apropiadamente los estados mentales
implícitos de los personajes. Un ejemplo de este tipo de instrumentos son las tareas
que evalúan la comprensión de sentidos no literales de Happé (1994). Algunos de los
estudios que han seguido estas premisas son comentados a continuación.
El estudio de Peterson, Wellman y Slaughter (2012) estudia el desarrollo de la
teoría de la mente en 184 niños, de edades entre 3 y 12 años, agrupados en: niños con
desarrollo típico, niños sordos hijos de oyentes, niños autistas y niños con síndrome de
Asperger. Todos fueron evaluados con una versión de la escala de cinco ítems de
Wellman y Liu (2004), junto con una tarea de comprensión de ironía, y una prueba
estandarizada de habilidad lingüística expresiva y comprensiva (CELF-IV). La tarea de
ironía que se eligió se ajustaba al formato que presentan las otras cinco tareas de la
Escala de teoría de la mente. Se trata de una tarea extraída de la Batería de Historias
Extrañas (Happé, 1994), concretamente la tarea conocida como picnic. A las preguntas
originales de Happé en esta tarea (¿Es verdad lo que dice la niña?, ¿Por qué dijo la
niña: es un buen día para una excursión?) se le añadió una pregunta de control de la
comprensión (¿La niña estaba contenta con que lloviera?). Por lo tanto, la escala de
seis tareas era la siguiente: deseos distintos, creencias distintas, acceso al
conocimiento, falsa creencia, emociones escondidas e ironía.
Los resultados indicaron que para el grupo de desarrollo típico, la tarea de
ironía fue claramente más difícil, la superaron 12 de los 29 niños mayores (41%) y 21
niños (31%) del grupo total. Estos datos confirmaban que la nueva tarea añadía un
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 97
paso extra y exigente que permite trazar el progresivo crecimiento de la teoría de la
mente a través de un amplio rango de edad (3 a 11 años).
Para realizar las comparaciones de los resultados obtenidos en el grupo de
desarrollo típico con los del grupo de niños sordos, solo fueron considerados los niños
típicos de más edad. Los análisis estadísticos demostraron que los niños con desarrollo
típico obtuvieron puntuaciones más altas que los del grupo de sordos en la escala. Por
tanto, los niños sordos presentan retraso respecto a los niños con desarrollo típico
tanto en la escala original de cinco tareas como en la escala ampliada de seis. Y, lo que
es más importante, estos retrasos seguían siendo evidentes después de controlar
estadísticamente tanto la edad como la habilidad lingüística. Como para el grupo de
niños con desarrollo típico, las correlaciones entre la edad cronológica y la teoría de la
mente eran estadísticamente significativas para el grupo de niños sordos, y lo mismo
ocurría entre la teoría de la mente y la habilidad lingüística.
En cuanto a los resultados obtenidos sobre la progresión de la escala para el
grupo de niños sordos, los investigadores encontraron la misma secuencia que había
sido observada en el grupo de niños con desarrollo típico, observando que la
presentaban 29 de los 31 niños sordos (94%). También como los niños con desarrollo
típico, los niños sordos tuvieron peores resultados en la tarea de ironía.
Los autores del estudio concluyen que la evaluación del desarrollo de la teoría
de la mente con esta escala de seis pasos confirma la existencia de retraso para los
niños sordos hijos de padres oyentes, y corrobora los retrasos ya observados en esta
población. Este desarrollo contrasta con el que presentan los niños sordos signantes
hijos de padres sordos (Peterson & Siegal, 1999; Peterson et al., 2005; Woolfe et al.,
2002). Es probable, según los autores del estudio, que el acceso restringido a la
conversación para los hijos de oyentes explique su lenta trayectoria en el desarrollo de
la teoría de la mente.
Otra investigación que ha analizado el desarrollo de la teoría de la mente básica
y avanzada en niños y adolescentes sordos es la de O´Reilly, Peterson y Wellman
(2014), arrojando esta vez más información, puesto que divide al grupo de sordos
entre signantes nativos y signantes tardíos. Entre los sordos hay niños que usan
implante coclear, pero no se especifican resultados concretos para ellos. La
98 La comprensión de sentidos no literales
investigación contiene dos estudios, el primero con sujetos de 5 a 12 años, y el
segundo con sujetos de 18 a 69 años. Nos centraremos principalmente en el primero
de ellos, aunque los resultados del segundo estudio guardan también gran interés.
Los investigadores se plantearon responder a tres cuestiones: a) Si los niños
sordos hijos de oyentes muestran retraso en el desarrollo de la teoría de la mente
avanzada, al igual que lo están en la transición temprana hacia la comprensión de la
falsa creencia de primer orden; b) si los signantes nativos avanzan al ritmo de los
oyentes en la teoría de la mente avanzada; y c) si los sordos adultos que han crecido
en familias de oyentes siguen presentando en la adultez dificultades en la teoría de la
mente, aun después de décadas utilizando el lenguaje de signos de forma fluida e
incluso exclusivamente.
A la hora de interpretar los resultados, los autores indican que hay que tener en
cuenta que los estudios longitudinales del desarrollo de la teoría de la mente en
signantes tardíos desde la primera infancia a la infancia tardía (Peterson, 2009;
Wellman, Fang, & Peterson, 2011) revelan un patrón mixto: algunos niños llegan a
dominar la falsa creencia y otros conceptos de la teoría de la mente, pero otros no
realizan progresos en absoluto. Por otra parte, los estudios transversales sugieren que
los retrasos en el desarrollo de la teoría de la mente pueden continuar más allá de la
infancia, aunque no de forma generalizada. Como posibilidad optimista, se puede
hipotetizar que el progreso continúe para algunos durante la adolescencia y la adultez
temprana, y ese es el objetivo del segundo estudio.
En el primer estudio, los participantes están divididos entre: sordos signantes
nativos, sordos signantes tardíos, y oyentes, igualados en edad (5-12 años; media = 9
años). Los instrumentos aplicados fueron los siguientes: a) cuatro pruebas estándar de
falsa creencia (tres de primer orden, una de segundo orden); b) cuatro pruebas de
comprensión de ironía, y c) una prueba baremada de habilidad sintáctica y semántica.
Se utilizó una tarea de ironía adaptada a partir de la Batería de Historias Extrañas
(Happé, 1994), utilizada en Peterson et al., (2012), más otras tres tareas adicionales
con un formato similar a la primera.
Los resultados indicaron la existencia de diferencias significativas entre los tres
grupos en todos los índices de falsa creencia. El grupo de oyentes obtuvo mejores
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 99
resultados que el de signantes nativos y el de signantes tardíos, pero los dos grupos de
sordos no diferían significativamente. Y un patrón parecido se derivaba del análisis de
la comprensión de la ironía, los niños oyentes tuvieron mejores resultados que los
signantes tardíos, pero los signantes nativos quedaban en posición intermedia, no
difiriendo significativamente del grupo de signantes tardíos ni del grupo de oyentes.
En cuanto a los resultados acerca de la relación entre la comprensión de la falsa
creencia y la ironía, esta última se mostró más difícil. Los estudios de Filippova y
Astington (2008) y Peterson et al., (2012) encontraron correlación entre falsa creencia
e ironía, incluso después de controlar el efecto de la edad. Cuando se consideraron los
grupos de sordos por separado, esta correlación también era significativa, incluso
después de controlar el efecto de la edad y la edad cronológica más la habilidad
lingüística. Cuando se consideró si superar la falsa creencia aseguraba la superación de
la ironía, los investigadores encontraron que el 97% de los niños oyentes cumplía ese
criterio, el 70% de los signantes nativos, y el 44% de los tardíos. Los oyentes superaban
a los signantes nativos, pero estos no diferían de los tardíos.
En el segundo estudio, el grupo de participantes estaba compuesto por sordos
signantes nativos, signantes tardíos y oyentes, igualados en edad (18 a 69 años; media
= 40 años). Como en el primer estudio, todos respondieron a dos tareas estándar de
teoría de la mente (falsa creencia de primer y segundo orden), y a tareas de
comprensión de ironía. Este estudio fue diseñado para indagar en el recorrido de la
comprensión de la falsa creencia de segundo orden y la ironía en sordos adultos
signantes que habían crecido en familias oyentes con adultos signantes nativos hijos
de padres sordos.
Para este grupo del segundo estudio, se predecía que la ironía presentaría
dificultades para los signantes tardíos, dada la constatación de los problemas que
representan las expresiones irónicas para ellos, a pesar de la frecuencia con la que
surge este sentido no literal en las conversaciones espontáneas de los adultos. Por otra
parte, el pobre rendimiento en comprensión de la ironía de los signantes nativos en el
primer estudio lleva a predecir también pobre rendimiento en este segundo estudio,
aunque una posibilidad alternativa es que los signantes nativos igualen a los oyentes
en la etapa adulta. Los resultados obtenidos indican que estas predicciones se
100 La comprensión de sentidos no literales
cumplen, y mientras que los signantes tardíos no alcanzan el nivel de los oyentes en la
adultez, los signantes nativos sí lo consiguen.
A la vista de los resultados obtenidos en los dos estudios de esta investigación,
los autores concluyen que el desarrollo de la comprensión de la teoría de la mente es
un fenómeno de ciclo vital tanto para oyentes como para sordos. En el caso de los
signantes nativos, el desarrollo de la teoría de la mente también puede verse afectado,
sobre todo si nos referimos a los logros más sofisticados de la infancia tardía, la falsa
creencia de segundo orden y el lenguaje no literal. Sin embargo, alcanzan a sus iguales
oyentes en la vida adulta, incluso en estos aspectos más difíciles.
En el caso de los signantes tardíos, el dominio de la comprensión de la falsa
creencia de primer orden no parece garantizar que el posterior desarrollo de aspectos
más avanzados de la teoría de la mente tenga lugar sin dificultades, ya sea en la
infancia o la vida adulta.
Otro estudio que analiza la teoría de la mente avanzada en sordos adultos es el
de Hao, Su y Chan (2010), que plantea si es necesario un nivel de desarrollo lingüístico
adecuado para todos los aspectos de la teoría de la mente avanzada y si una rica
experiencia interpersonal como sustituta del lenguaje puede facilitar el desarrollo de la
teoría de la mente avanzada en los sordos adultos.
El grupo de participantes estaba compuesto por 53 estudiantes universitarios
chinos igualados con el grupo de oyentes en términos de experiencia educativa. El
grupo se dividía en cuatro grupos: 10 sordos postlocutivos bilingües de familias
oyentes; 15 sordos prelocutivos bilingües de familias oyentes; 20 sordos prelocutivos
signantes de familias oyentes; 8 sordos prelocutivos de familias sordas; y 32 adultos
oyentes.
De todos los participantes se obtuvieron medidas de habilidad lingüística y C.I.
no verbal. Fueron evaluados en tres aspectos de habilidad lingüística: a) la habilidad de
vocabulario mediante la escala Wechsler-R; b) el lenguaje de estado mental mediante
la producción de palabras de estado mental (número total de términos producidos); y
c) el uso de sintaxis completiva mediante la construcción de oraciones con palabras de
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 101
estado mental a partir de un conjunto de términos (número total de oraciones). Las
puntuaciones de C.I. no verbal fueron obtenidas a partir de la escala Wechsler-R.
Los instrumentos para la medida de la teoría de la mente avanzada fueron tres.
En primer lugar, una tarea de recuerdo de la historia: una tarea de falsa creencia fue
utilizada para examinar la comprensión de estado mental explícito, los estados
mentales de varios personajes eran claramente expresados, y las razones de dichos
estados mentales. Se calculaba el número de oraciones que incluían estado mental
correcto frente a incorrecto. En segundo lugar, tareas de comprensión de la historia:
ocho historias de comprensión de teoría de la mente –dos de ironía, dos de mentira
piadosa, dos de doble farol, una de error y una persuasión- fueron empleadas para
medir el razonamiento de estado mental implícito. La puntuación máxima obtenida
indicaba que los participantes habían hecho referencia a los estados mentales exactos,
que habían ofrecido razonamientos de estado mental implícito. En tercer lugar, una
tarea de comunicación referencial: una tarea en la que los participantes debían
considerar el estado mental del experimentador para resolverla correctamente a
medida que este les iba dando instrucciones.
Los resultados obtenidos indican diferencias entre los distintos grupos de
participantes. En primer lugar, se encontraron diferencias en el rendimiento en
lenguaje y C.I. no verbal: en vocabulario, los oyentes y los postlocutivos bilingües hijos
de oyentes rendían mejor, y en palabras de estado mental, todos los grupos de sordos
rendían peor que los oyentes. En el C.I. no verbal, las diferencias de grupo no fueron
significativas. En segundo lugar, se encontraron diferencias en las medidas de teoría de
la mente avanzada: en la tarea de recuerdo de la historia, todos los grupos de sordos
rendían peor que el grupo de oyentes en la comprensión de estado mental explícito.
Como todos los grupos de sordos tenían un lenguaje de estado mental limitado, se
podría decir que tener un lenguaje de estado mental suficiente sería necesario para la
comprensión del estado mental explícito. En la tarea de comprensión de la historia, los
resultados indicaron que con la habilidad de vocabulario o con la experiencia
interpersonal de los primeros años, los sordos postlocutivos bilingües de familias
oyentes y los sordos prelocutivos hijos de sordos no tenían problemas en el
razonamiento de estado mental implícito. En tercer lugar, en la tarea de comunicación
referencial todos los grupos rindieron mejor en preguntas de razonamiento de falsa
creencia que en preguntas de uso de falsa creencia.
102 La comprensión de sentidos no literales
Respecto a los predictores de la teoría de la mente avanzada, los resultados
indicaron que la comprensión de estado mental explícito requería habilidad lingüística
suficiente, especialmente de lenguaje de estado mental. Otro resultado fue que el
razonamiento de estado mental implícito requería habilidad de lenguaje o experiencia
interpersonal desde los primeros años que pudiera posibilitar la inferencia de estados
mentales implícitos.
Como conclusión, la investigación de Hao, Su y Chan (2010), muestra que los
sordos adultos con lenguaje limitado tienen problemas en la comprensión del estado
mental explícito, pero no tienen necesariamente dificultades en el razonamiento de
estado mental implícito. Por lo tanto, parece ser que una habilidad lingüística
suficiente no sería necesaria para todos los aspectos de la teoría de la mente
avanzada. Una rica experiencia interpersonal puede ser una vía alternativa a la teoría
de la mente avanzada para los adultos sordos.
Otro reciente estudio que ha analizado el desarrollo de la teoría de la mente
avanzada es el de Sundqvist, Lyxell, Jönsson y Heinmann (2014), esta vez para analizar
el efecto de la edad de implantación coclear. Concretamente, esta investigación
explora los efectos de la edad de implantación y, específicamente, cómo esta se
encuentra relacionada con el desarrollo de aspectos cognitivos y emocionales de la
teoría de la mente. El estudio investiga cómo la estimulación auditiva proporcionada
por implantes cocleares está asociada con el desarrollo de la teoría de la mente en
niños sordos severos y profundos hijos de padres oyentes.
El grupo de participantes sordos estaba formado por 16 niños con implante
coclear de entre 4 a 9 años de edad (edad media de 6.5 años), ocho niños habían sido
implantados antes de los 27 meses de edad (en torno a los 18 meses), y los otros ocho
después de los 27 meses (en torno a los 41 meses). La media de edad de implantación
era de 29 meses. Todos los niños procedían de familias oyentes. Ambos grupos
estaban igualados en edad, sexo, lenguaje y cognición al comenzar el estudio, y no
diferían significativamente en cuanto al tiempo vivido con el implante coclear.
Además, fue añadido un grupo de comparación formado por 18 niños oyentes con
desarrollo típico de la misma edad que los niños sordos.
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 103
Todos los niños fueron evaluados en medidas de teoría de la mente cognitiva y
emocional, así como en lenguaje y en cognición. Las pruebas de teoría de la mente
incluyeron la tarea de cambio de localización y una prueba de teoría de la mente socio-
emocional de reciente desarrollo. Las pruebas tenían como objetivo comprobar
aspectos tanto cognitivos como emocionales de la teoría de la mente, y fueron las
siguientes:
-Medida cognitiva de teoría de la mente (teoría de la mente básica): se aplicó la
tarea de cambio de localización (Baron-Cohen, Leslie, & Frith, 1985) para la evaluación
de la falsa creencia de primer orden y la versión de segundo orden de dicha tarea, en
la que el personaje que sale de la habitación mira a través de la cerradura.
-Medida emocional de teoría de la mente (teoría de la mente avanzada): se
aplicó una batería de tests compuesta de seis historias que presentaban situaciones
cotidianas para un niño. Estas historias evaluaban la capacidad infantil para atribuir
emociones y sentimientos a personajes de una historia mediante preguntas relativas a
la teoría de la mente de primer y de segundo orden. Todas estaban inspiradas en las de
Happé (1994) y tenían una composición similar: se trataba de una historia corta, con
estructuras lingüísticas simples, que eran leídas al niño e ilustradas con una imagen.
Tras esto, se le hacía al niño una pregunta de comprensión literal y otra de
comprensión inferencial acerca de la historia, y preguntas correspondientes a primer
orden (centrada en reconocer correctamente diferentes emociones de un personaje y
comprender la causa externa) y segundo orden (centrada en la comprensión de que las
creencias y deseos de otra persona evocarán diferentes emociones en una tercera
persona).
Respecto a los resultados obtenidos, hay que señalar que, comparado con el
grupo de oyentes, el grupo de implante coclear temprano no difería en la teoría de la
mente emocional, mientras que el grupo de implante coclear tardío sí que difería
significativamente del grupo de oyentes tanto en los tests de teoría de la mente
cognitiva como emocional. Estos resultados revelaron que los niños sordos con
implante coclear temprano resolvían las tareas de teoría de la mente
significativamente mejor que lo hacían los niños sordos con implante coclear tardío,
aunque los dos grupos de sordos no diferían en medidas lingüísticas o cognitivas al
comenzar el estudio. Estos datos sugieren que la implantación coclear temprana para
104 La comprensión de sentidos no literales
un niño sordo de familia oyente, junto con la estimulación social y comunicativa
temprana en una modalidad que es nativa para sus padres, la modalidad oral, puede
proporcionar la base para un desarrollo de la teoría de la mente más normalizado.
Siguiendo a Spencer (2010), de los resultados de los estudios acerca del
desarrollo de la teoría de la mente básica y avanzada que se han comentado se pueden
extraer algunas conclusiones y reflexiones:
En primer lugar, que la teoría de la mente parece desarrollarse en los niños
sordos como lo hace en los niños oyentes cuando se cumplen algunas condiciones
esenciales. Entre ellas estarían algunas que resultan cruciales. Por una parte, que el
niño sordo acceda desde los primeros años a un sistema lingüístico compartido con
padres, hermanos y otras personas cercanas, y que este sea empleado en
interacciones significativas. Y, por otra parte, que el niño sordo adquiera las
habilidades lingüísticas a un ritmo normativo. Desgraciadamente, estas condiciones no
aparecen frecuentemente cuando se trata de niños sordos hijos de familias oyentes.
Existe evidencia de que el empleo de lenguaje de signos por parte de los padres
oyentes no representa un elemento que facilite el desarrollo de las habilidades
mentalistas, puesto que se ha demostrado que las emergentes habilidades en signos
de los padres pueden limitar las interacciones comunicativas tempranas de su hijo
sordo. Y un pobre desarrollo gramatical la mayoría de las veces impide que el niño
sordo pueda beneficiarse del empleo de estructuras sintácticas completivas, que son
facilitadoras del desarrollo de las habilidades de teoría de la mente porque permiten
que el niño pueda informar sobre relaciones entre causa y efecto y sobre la verdad o
probabilidad de verdad de los hechos y actividades que observa en la realidad.
El hecho de que los niños sordos hijos de sordos no presenten tantas
dificultades como los sordos hijos de oyentes o signantes tardíos en el desarrollo de las
habilidades de teoría de la mente lleva a afirmar que la falta de audición por sí misma
no afecta inexorablemente al despliegue de estas capacidades tempranas si se
proporcionan experiencias de comunicación apropiadas. Se puede decir que es el
acceso a la experiencia comunicativa temprana y no la modalidad lingüística empleada
con el niño el resorte que dispara los mecanismos de adquisición de la teoría de la
mente en el desarrollo temprano.
Capítulo 3. Lenguaje, teoría de la mente y sentidos no literales en sordos 105
En el caso del niño sordo oralista, el retraso inicial en las capacidades de
atribución mentalista puede prolongarse en el tiempo, y cuanto más se prolongue este
retraso, más perjudiciales serán sus efectos porque impiden que el niño sordo
experimente interacciones comunicativas apropiadas a su edad y basadas en el tipo de
lenguaje que es la base para el logro de conceptos y habilidades de inferencia mental
cada vez más complejos y sofisticados.
En segundo lugar, algunos hallazgos encontrados cuando se ha estudiado el
efecto de la implantación temprana en el desarrollo de la teoría de la mente en niños
sordos lleva a pensar que de nuevo una interacción verbal ininterrumpida fluida y
temprana entre el niño sordo y los adultos cercanos puede establecer el marco
necesario para el desarrollo social cognitivo temprano. Se puede afirmar que, aunque
los niños sordos que se benefician de un implante coclear también presentan
problemas en el desarrollo de las habilidades de teoría de la mente, es cierto que la
implantación temprana está demostrando que provoca algunos beneficios en el
desarrollo de algunos aspectos de la teoría de la mente, concretamente en los
aspectos emocionales. Estos datos hacen pensar que el acceso temprano al lenguaje
de estado mental y a la interacción comunicativa que posibilita un implante precoz
explica el mejor rendimiento de estos niños frente a niños que reciben un implante
tardío en la actualidad.
En la edad adulta, las habilidades de inferencia mentalista parecen verse
afectadas de distinta forma en función de las dificultades y el retraso que haya tenido
el niño sordo para acceder a las habilidades iniciales de teoría de la mente. En el caso
de los adultos sordos signantes nativos, su alto grado de comparabilidad con el
rendimiento obtenido por los oyentes en las habilidades básicas de teoría de la mente
y un contexto comunicativo y lingüístico favorable durante la infancia, hacen esperar
que, aunque no alcancen los niveles de rendimiento de la población oyente en las
habilidades de teoría de la mente más complejas, tampoco presenten las dificultades
que tienen los sordos adultos signantes tardíos en las mismas.
Los sordos adultos oralistas y signantes tardíos que se educaron en hogares de
oyentes, parecen arrastar vestigios de su dominio retrasado en teoría de la mente en
la adultez madura, incluso después de décadas de uso continuado y fluente de
106 La comprensión de sentidos no literales
lenguaje de signos como única modalidad o modalidad predominante. Sería
interesante llegar a saber si, al igual que existe una secuencia evolutiva ascendente en
la infancia hasta llegar a dominar todos los aspectos básicos de las capacidades
iniciales de atribución mentalista, también existe en la vida adulta una trayectoria de
dominio continuo y prolongado de despliegue de habilidades en teoría de la mente.
Sería este un contexto de análisis idóneo para poder estudiar por separado los efectos
del lenguaje y la experiencia social hasta llegar a concretar cómo los sordos adultos
pueden llegar o no a compensar con experiencia comunicativa y la vivencia de
diversidad de situaciones sociales sus déficits lingüísticos a la hora de interpretar
correctamente los acontecimientos de su vida cotidiana.
CAPÍTULO 4
OBJETIVOS E HIPÓTESIS
El propósito final del trabajo que se presenta es conocer cómo los niños y
adolescentes sordos y oyentes comprenden los sentidos no literales del lenguaje. Este
propósito final se desglosa en dos objetivos generales que son los siguientes:
a) El primer objetivo general es conocer si existen diferencias en la comprensión
de sentidos no literales entre los niños y adolescentes participantes del estudio
en función de si son sordos no implantados, sordos implantados u oyentes.
b) El segundo objetivo general es indagar acerca de qué variables influyen tanto
en el rendimiento en las tareas con las que se evalúa la comprensión de los
sentidos no literales como en la atribución de estados mentales en general,
tanto en el caso de los sordos no implantados como en el de los sordos
implantados.
A fin de dejar lo más claro posible los pasos que han guiado esta investigación,
estos dos objetivos generales se concretan aún más en objetivos específicos, para los
cuales se han elaborado las correspondientes hipótesis, definidas en función del
conocimiento que existe acerca del aspecto estudiado.
A) PRIMER OBJETIVO GENERAL
OBJETIVO PRIMERO
Comprobar si existen diferencias de rendimiento en el conjunto de tareas de
comprensión de sentidos no literales entre participantes sordos no implantados,
sordos implantados y oyentes.
Hipótesis primera: basándonos en la escasa investigación existente al respecto,
se espera que el rendimiento en las tareas de comprensión de sentidos no literales de
112 La comprensión de sentidos no literales
los participantes oyentes sea superior al de los dos grupos de participantes sordos del
estudio.
Hipótesis segunda: basándonos en algunos datos sobre sordos implantados,
referidos fundamentalmente al desarrollo comunicativo y lingüístico, cabe pensar que
los participantes sordos implantados del estudio tendrán mejor rendimiento en estas
tareas que los participantes sordos no implantados.
OBJETIVO SEGUNDO
Analizar pormenorizadamente las diferencias en el rendimiento en cada tarea
empleada en la evaluación de los sentidos no literales entre los tres grupos de
participantes incluidos en el estudio.
Hipótesis tercera: basándonos en la escasa investigación existente al respecto,
se espera que el rendimiento en cada tarea de comprensión de sentidos no literales de
los participantes oyentes sea superior al rendimiento de los dos grupos de
participantes sordos.
Hipótesis cuarta: basándonos en algunos datos sobre sordos implantados, cabe
pensar que los participantes sordos implantados del estudio tendrán mejor
rendimiento en cada tarea de comprensión de sentidos no literales que los
participantes sordos no implantados.
OBJETIVO TERCERO
Analizar la dificultad que presenta cada tarea empleada en la evaluación de los
sentidos no literales para cada grupo de participantes.
Hipótesis quinta: cabe pensar que los grupos de participantes difieran en el
tipo de tareas de cada sentido no literal que les resultan más complejas, así como en el
tipo de respuesta incorrecta que producen cuando no superan la tarea.
Capítulo 4. Objetivos e hipótesis 113
B) SEGUNDO OBJETIVO GENERAL
OBJETIVO CUARTO
Valorar el efecto que tienen la edad de los participantes, su nivel lingüístico y su
rendimiento en tareas de teoría de la mente sobre el rendimiento en tareas de
comprensión de sentidos no literales en los dos grupos de participantes sordos del
estudio.
Hipótesis sexta: basándonos en la investigación existente relativa a las
relaciones entre estas variables en población sorda, cabe esperar que tanto la edad,
como el nivel lingüístico, y el rendimiento en teoría de la mente tengan efecto sobre el
rendimiento en la comprensión de sentidos no literales en cada grupo de participantes
sordos.
OBJETIVO QUINTO
Valorar el efecto que tienen la edad de los participantes y su nivel lingüístico
sobre el rendimiento en las tareas de teoría de la mente básica y avanzada en los dos
grupos de participantes sordos del estudio.
Hipótesis séptima: basándonos en la investigación existente relativa a las
relaciones entre estas variables en población sorda, cabe esperar que tanto la edad
como el nivel lingüístico tengan efecto sobre el rendimiento en las tareas de teoría de
la mente básica y avanzada en cada grupo de participantes sordos.
Hipótesis octava: dado que es probable que el nivel lingüístico de los
participantes sordos implantados sea superior al de los sordos no implantados, se
espera que la variable nivel lingüístico tenga más peso en el rendimiento en las tareas
de teoría de la mente básica y avanzada en el primer grupo que en el segundo.
CAPÍTULO 5
MÉTODO
Para dar cuenta de los objetivos anteriormente planteados, se ha diseñado una
investigación cuyo método se describe en estas páginas. Este capítulo de Método
consta de tres apartados. En el primero, se describen las características personales y
familiares de los participantes que se incluyen en la investigación llevada a cabo. En el
segundo apartado, se presentan los instrumentos y pruebas que se han aplicado para
la obtención de información acerca de las variables objeto de estudio. Y en el tercer
apartado, se expone el procedimiento llevado a cabo en los distintos momentos y
contextos en los que se ha realizado la aplicación de los instrumentos para la recogida
de datos.
5.1. Participantes
Los niveles de desarrollo psicológico de los niños y adolescentes con deficiencia
auditiva presentan un alto grado de heterogeneidad debido al gran número de
características que presenta, en general, la población sorda. Entre las variables que
pueden influir en dicho desarrollo se pueden mencionar tanto aquellas que originan
diferencias en la población oyente (edad, nivel sociocultural familiar, nivel de
inteligencia, etc.) como aquellas otras que añaden mayor variación y que son propias
de la población sorda (tipo y grado de déficit auditivo, momento de aparición de la
sordera, momento de diagnóstico, edad de protesización o implantación, estatus
auditivo familiar, tipo de modalidad comunicativa empleada en el hogar, etc.). Con el
propósito de adecuar las características de los participantes a los objetivos del
presente estudio se aplicaron unos requisitos concretos a la hora de seleccionarlos,
tanto en el caso de los participantes sordos como oyentes:
1. Las edades de los participantes debían oscilar entre los 10 y 20 años. Con este
amplio intervalo cronológico nos proponíamos incluir aquellas edades en las que los
niños oyentes llegan a ser competentes en tareas de falsa creencia de primer y
segundo orden y desarrollan, en general, una excelente interpretación de los sentidos
118 La comprensión de sentidos no literales
no literales del lenguaje empleados en la conversación. Según Perner y Wimmer
(1985), entre los 7 y 9 años la mayoría de los niños oyentes son capaces de
representarse y comprender creencias de segundo orden, llegándose al techo de
resolución de la prueba aplicada para su evaluación a los 10 años. Este amplio rango de
edad nos permitiría confirmar si esta habilidad se ha consolidado en el caso de los
niños sordos de nuestro estudio o si, por el contrario, todavía presenta ciertas
dificultades para algunos. Asimismo, dicho intervalo cronológico nos posibilitaría
observar a partir de qué edad la mayoría de los participantes sordos de nuestra
investigación domina la comprensión de situaciones sociales que implican el uso de
algunos sentidos no literales del lenguaje, y si en edades más avanzadas persisten
algunas dificultades para algunos de ellos. Según O´Hare et al., (2009) esta
comprensión es tardía, puesto que los sujetos oyentes de 12 años aún no alcanzan un
rendimiento pleno en su correcta interpretación.
2. Los participantes sordos del estudio debían presentar una sordera prelocutiva,
bilateral y con un grado de pérdida severo o profundo. Puesto que algunas de las
variables que pueden afectar de forma más determinante al desarrollo lingüístico y
comunicativo del niño sordo son, sin duda, el momento de aparición, el grado de
afectación y el grado de pérdida auditiva, hemos considerado interesante conocer
hasta qué punto estas características de la población sorda pueden comprometer el
desarrollo de las habilidades de comprensión de los sentidos no literales del lenguaje.
Debido a este objetivo, los sujetos seleccionados debían presentar una sordera
prelocutiva (anterior a los dos años de edad), bilateral (que afecta a los dos oídos) y
severa o profunda (con un grado de pérdida en el oído menos afectado de 70 dB o
superior, según la clasificación establecida por el Bureau International
d´Audiophonologie, B.I.A.P.).
3. Los participantes debían presentar normalidad cognitiva. Con el objetivo de
asegurarnos de que algún grado de deficiencia intelectual presente en alguno de los
niños y adolescentes sordos u oyentes pudiera sesgar los resultados, interfiriendo en
su capacidad para resolver alguna de las tareas propuestas en el estudio, hemos
aplicado el criterio de incluir en el estudio solo aquellos participantes que presentaran
niveles de desarrollo cognitivo comprendidos en el rango de la normalidad. Con dicho
propósito, se ha aplicado el Test Breve de Inteligencia No Verbal de Stoelting, S-BIT
Capítulo 5. Método 119
(Roid y Miller, 1999), con el objetivo de descartar aquellos niños y adolescentes sordos
cuyas puntuaciones son consideradas en el test como de retraso intelectual moderado
o grave. En el caso de los participantes oyentes, se ha considerado suficiente la
información incluida en el expediente académico que informaba de normalidad
cognitiva confirmada derivada de la evaluación psicopedagógica que habitualmente se
aplica por protocolo en los centros educativos públicos de Andalucía.
4. Los niveles de habilidad de comprensión a través de lenguaje oral o de lenguaje
de signos debían ser suficientes. Para poder garantizar niveles óptimos de
comprensión de las distintas tareas aplicadas en el estudio, otro de los requisitos que
deben cumplir los participantes del estudio es presentar un nivel adecuado de
interpretación de los mensajes en lenguaje oral a través de los mecanismos de lectura
labio-facial o en lenguaje de signos. Dicho nivel de comprensión se ha valorado a partir
de las respuestas a las preguntas de control incluidas en cada una de las distintas
tareas aplicadas.
Los participantes de este estudio son 96 niños y adolescentes de edades
comprendidas entre 128 meses y 239 meses (10 y 20 años, aproximadamente). Se
dividen en tres grupos: A) un grupo de 38 niños y adolescentes con sordera
prelocutiva, bilateral y con deficiencias auditivas severa o profunda de los cuales
ninguno había sido sometido a implantación coclear y, o bien eran usuarios de
audífono analógico, o no empleaban ningún dispositivo de amplificación; B) un grupo
de 20 niños y adolescentes con sordera prelocutiva, bilateral y con deficiencia auditiva
profunda, que eran todos usuarios de implante coclear unilateral y sin audífono
contralateral; y C) un grupo de 38 niños y adolescentes oyentes. Las edades
cronológicas de los integrantes de los tres grupos y el nivel sociocultural de las familias
de las que proceden son similares.
De forma detallada, las características de cada uno de los grupos son las
siguientes:
A) Grupo de 38 niños y adolescentes sordos no implantados
La selección de los participantes de este grupo se llevó a cabo en el colegio
específico para sordos ubicado en Málaga capital “La Purísima”. La orientación
120 La comprensión de sentidos no literales
educativa de dicho centro es oralista pero, debido a su condición de centro específico,
la mayoría de sus alumnos adquieren tardíamente niveles variados de dominio en
lenguaje de signos por contacto prolongado con sus iguales. Todos los componentes
del Grupo A son hijos de padres oyentes, aunque muchos de ellos tienen algún familiar
con deficiencia auditiva (hermano, primo, tío, etc.).
Los participantes reclutados fueron inicialmente 53 pero, a fin de cumplir con
los requisitos expuestos anteriormente, el grupo quedó finalmente compuesto por 38
alumnos. Los motivos para la exclusión de 15 de los participantes fueron los siguientes:
A. Pérdidas inferiores a 70 dB en el mejor oído: un participante de 174 meses
presentaba pérdida auditiva de carácter leve o ligero.
B. Puntuaciones excesivamente bajas en el Test Breve de Inteligencia No Verbal de
Stoelting, S-BIT: tres participantes, con edades comprendidas entre 168 y 215
meses, alcanzaron puntuaciones de C.I. inferiores a 55, es decir, tres desviaciones
típicas por debajo de la media.
C. Pérdida inferior a 70 dB en el mejor oído y puntuación de C.I. en el Test Breve de
Inteligencia No Verbal de Stoelting, S-BIT, inferior a 55: un participante con 215
meses cumplía ambas condiciones.
D. Dificultades en la comprensión de las tareas aplicadas: diez participantes, con
edades comprendidas entre 131 y 155 meses, no superaron las preguntas de
control de la comprensión incluidas en las Historias Extrañas (1994) utilizadas en la
evaluación. De ello se deduce que no llegaron a captar y a retener los elementos
esenciales que posibilitan la correcta interpretación de las mismas.
En la Tabla 5.1 se presentan algunas de las características personales de los 38
participantes que componen el Grupo A que se consideran relevantes para este
estudio: edad cronológica en meses, sexo, grado de pérdida auditiva, uso habitual de
audífono y nivel de C.I. no verbal.
Como puede observarse en la tabla, los 38 participantes que componen el
Grupo A se distribuyen en el intervalo de edad entre 130 y 239 meses (entre 10 y 20
años, aproximadamente), y la distribución de los componentes de este grupo respecto
al sexo ha resultado ser bastante equitativa: el 55,3% (21 participantes) son mujeres y
el 44,7% (17 participantes) son hombres.
Capítulo 5. Método 121
Tabla 5.1.
Características personales de los participantes del Grupo A
Siguiendo los requisitos que planteábamos para la selección de los
participantes de este estudio, todos los niños y adolescentes sordos que componen el
Grupo A presentan sordera prelocutiva y bilateral. En cuanto al grado de pérdida
auditiva, se observa que más de la mitad de ellos (57,9%) presenta sordera profunda
Sujeto Edad
cronológica en meses
Sexo
Grado de
pérdida auditiva
Uso de
audífono
Nivel C.I.
no verbal
1 130 Mujer Severa Sí Debajo de la media 2 133 Hombre Profunda Sí Bajo 3 148 Hombre Severa Sí Bajo 4 156 Mujer Severa Sí Debajo de la media 5 160 Hombre Severa Sí Media 6 160 Hombre Profunda Sí Media 7 162 Mujer Severa Sí Bajo 8 164 Mujer Severa Sí Debajo de la media 9 165 Mujer Profunda Sí Debajo de la media
10 166 Mujer Profunda Sí Media 11 169 Hombre Profunda No Debajo de la media 12 174 Hombre Severa No Bajo 13 176 Hombre Profunda Sí Debajo de la media 14 176 Hombre Profunda No Bajo 15 177 Mujer Profunda Sí Media 16 184 Mujer Profunda No Bajo 17 186 Hombre Severa No Debajo de la media 18 186 Hombre Profunda Sí Bajo 19 190 Hombre Profunda No Bajo 20 190 Mujer Profunda Sí Media 21 192 Hombre Severa No Media 22 194 Mujer Profunda Sí Bajo 23 195 Mujer Severa No Bajo 24 196 Hombre Severa No Media 25 199 Mujer Severa No Bajo 26 209 Mujer Severa Sí Media 27 210 Mujer Profunda Sí Bajo 28 211 Mujer Profunda No Media 29 213 Hombre Severa Sí Bajo 30 215 Mujer Profunda No Debajo de la media 31 217 Hombre Profunda No Debajo de la media 32 221 Hombre Severa No Media 33 222 Mujer Profunda No Bajo 34 228 Mujer Profunda No Bajo 35 229 Mujer Profunda No Media 36 235 Hombre Severa No Bajo 37 237 Mujer Profunda No Debajo de la media 38 239 Mujer Profunda No Debajo de la media
122 La comprensión de sentidos no literales
(pérdidas superiores a 90 dB), y el resto (42,1%) presenta sordera de grado severo
(pérdidas entre 70 y 90 dB).
Como puede observarse en la tabla, solamente algo más de la mitad de los
participantes que componen el Grupo A (52,6%) hace uso habitual del dispositivo de
amplificación, siendo este mayoritariamente el caso de los niños de menor edad (todos
los niños entre 130 y 166 meses utilizan audífono). El resto de los participantes (47,4%)
no emplea audífono habitualmente, siendo estos en su mayoría adolescentes muy
mayores que han dejado de utilizarlo con el tiempo (ninguno de los participantes entre
215 y 239 meses emplea audífono).
Por último, puesto que uno de los criterios para la selección de los participantes
de este estudio era que ninguno de ellos debía presentar deficiencia cognitiva, se ha
empleado el Test Breve de Inteligencia No Verbal de Stoelting, S-BIT, con el objetivo de
poder descartar aquellos niños y adolescentes cuyas puntuaciones son consideradas
por el test como de retraso moderado o retraso grave. En cuanto a los niveles de C.I.
no verbal que presentan los participantes que finalmente componen el Grupo A, se
puede observar que se encuentran comprendidos entre la zona de C.I. en torno a la
Media y la zona de C.I. Bajo. Concretamente, el 42,2% presenta un C.I. Bajo (16
participantes), el 28,9% presenta un C.I. por Debajo de la media (11 participantes), y el
28,9% restante presenta un C.I. en torno a la Media (11 participantes).
En la Tabla 5.2 se presentan algunas características del contexto familiar de los
38 participantes incluidos en el Grupo A que se consideran relevantes en este estudio:
existencia de algún familiar sordo, sistema comunicativo familiar empleado en el hogar
y nivel sociocultural familiar.
Como puede observarse en la tabla, aunque todos los participantes que
componen el Grupo A tienen padres oyentes, un grupo bastante importante de los
mismos tiene en su familia algún familiar sordo (hermano, primo, tío, etc.),
concretamente el 63,2% (14 participantes). El resto, el 36,8% (24 participantes), no
tiene ninguna persona con deficiencia auditiva en su familia.
En lo que se refiere al empleo habitual de un sistema de comunicación en el
hogar, algo más de la mitad de las familias de los componentes del Grupo A (21
Capítulo 5. Método 123
participantes, el 55,3%) utiliza tanto el lenguaje oral como el lenguaje de signos,
mientras que el 28,9% de las familias hace un uso prioritario del lenguaje de signos. Un
porcentaje más reducido de familias se comunica exclusivamente a través del lenguaje
oral (el 15,8%).
Tabla 5.2.
Características del contexto familiar de los participantes del Grupo A
Por último, en relación al nivel sociocultural de las familias de las que proceden
los participantes que componen el Grupo A, hay que señalar que algo más de la mitad
de las mismas presenta un nivel sociocultural bajo (el 52,6%) y un grupo bastante
Sujeto Algún
familiar sordo
Sistema comunicativo
familiar
Nivel sociocultural
familiar
1 No L. Oral Medio 2 Sí L. Oral y L. Signos Medio 3 No L. Oral y L. Signos Medio 4 No L. Oral y L. Signos Bajo 5 Sí L. Oral Alto 6 No L. Oral y L. Signos Medio 7 No L. Oral y L. Signos Bajo 8 No L. Oral y L. Signos Alto 9 No L. Oral Bajo
10 Sí L. Signos Bajo 11 Sí L. Oral y L. Signos Medio 12 Sí L. Oral y L. Signos Muy bajo 13 No L. Signos Medio 14 Sí L. Signos Bajo 15 Sí L. Signos Bajo 16 Sí L. Signos Bajo 17 No L. Oral y L. Signos Medio 18 No L. Signos Medio 19 No L. Oral y L. Signos Bajo 20 No L. Oral y L. Signos Alto 21 No L. Oral y L. Signos Bajo 22 Sí L. Oral y L. Signos Muy bajo 23 Sí L. Signos Bajo 24 No L. Oral y L. Signos Bajo 25 No L. Oral Muy bajo 26 No L. Oral y L. Signos Medio 27 No L. Oral y L. signos Bajo 28 No L. Oral Alto 29 No L. Oral Bajo 30 No L. Oral y L. Signos Bajo 31 No L. Signos Medio 32 No L. Oral y L. Signos Medio 33 Sí L. Oral y L. Signos Bajo 34 No L. Signos Muy bajo 35 Sí L. Signos Medio 36 No L. Oral y L. Signos Medio 37 Sí L. Oral y L. Signos Medio 38 Sí L. Signos Bajo
124 La comprensión de sentidos no literales
numeroso presenta un nivel medio (el 36,8%). Solamente un grupo reducido de
familias (el 10,5%) presenta un nivel sociocultural alto. Esto quiere decir que la gran
mayoría de los participantes componentes de este grupo procede de familias con un
nivel sociocultural medio o bajo (concretamente, el 89,4% de los mismos).
B) Grupo de 20 niños y adolescentes sordos implantados
Debido principalmente a la edad y a la condición de implantados de los
participantes de este grupo, solo ha sido posible reclutar a 20 alumnos que cumplieran
los requisitos de selección. El reclutamiento de los mismos debió realizarse en colegios
públicos ordinarios ubicados tanto en Málaga capital como en poblaciones distribuidas
por la provincia. Todos los participantes de este grupo acudían a aulas ordinarias
compuestas por alumnos oyentes en su mayoría, y seguían el currículum educativo
oficial con las debidas ayudas psicopedagógicas establecidas según la normativa
aplicada para los centros dependientes de la Junta de Andalucía. La mayoría de los
participantes procedía de familias compuestas por personas oyentes, aunque algunos
de ellos tenían algún familiar con deficiencia auditiva (padre, hermano, primo, tío,
etc.).
Los participantes reclutados fueron inicialmente 24 pero, a fin de cumplir con
los criterios de selección expuestos anteriormente, el grupo quedó finalmente
compuesto por 20 niños y adolescentes. Los motivos para la exclusión de esos cuatro
participantes fueron los siguientes:
A. Puntuaciones excesivamente bajas en el Test Breve de Inteligencia No Verbal, S-BIT:
dos participantes, con edades de 159 y 188 meses respectivamente, alcanzaron
puntuaciones de C.I. inferiores a 55, es decir, tres desviaciones típicas por debajo de
la media.
B. Dificultades en la comprensión de las tareas aplicadas: dos participantes, con
edades de 136 y 161 meses respectivamente, no superaron las preguntas de control
de comprensión incluidas en las Historias Extrañas utilizadas en la evaluación. De
ello se deduce que no llegaron a captar y a retener los elementos esenciales que
posibilitan la correcta interpretación de las mismas.
Capítulo 5. Método 125
A continuación, presentamos en la Tabla 5.3 algunas de las características
personales de los 20 participantes que componen el Grupo B que se consideran
relevantes en este estudio: edad cronológica en meses, sexo, grado de pérdida
auditiva, edad de implantación en meses y nivel de C.I. no verbal.
Como puede observarse en la tabla, los 20 participantes que componen el
Grupo B se distribuyen en un intervalo de edad entre 128 y 239 meses (10 y 20 años,
aproximadamente). En cuanto a la distribución de los participantes del grupo respecto
al sexo los porcentajes son bastante equitativos. En este grupo, el 60% (12
participantes) son mujeres y el 40% (8 participantes) son hombres.
Tabla 5.3. Características personales de los participantes del Grupo B
Siguiendo los requisitos que planteábamos para la selección de los
participantes de este estudio, todos los alumnos que componen el Grupo B presentan
sordera prelocutiva y bilateral, y en cuanto al grado de pérdida auditiva, se observa
que la totalidad de sus componentes presenta sordera profunda (pérdidas superiores a
90 dB).
Sujeto Edad
cronológica en meses
Sexo Grado
de pérdida auditiva
Edad de implantación
en meses
Nivel C.I.
no verbal
1 128 Hombre Profunda 42 Encima de la media 2 128 Mujer Profunda 48 Media 3 132 Mujer Profunda 31 Media 4 132 Mujer Profunda 42 Debajo de la media 5 144 Mujer Profunda 46 Bajo 6 149 Hombre Profunda 36 Bajo 7 156 Hombre Profunda 20 Bajo 8 163 Mujer Profunda 42 Bajo 9 178 Hombre Profunda 60 Bajo
10 178 Mujer Profunda 18 Bajo 11 184 Mujer Profunda 60 Media 12 189 Mujer Profunda 72 Bajo 13 194 Hombre Profunda 24 Media 14 196 Mujer Profunda 72 Media 15 204 Mujer Profunda 144 Alto 16 214 Hombre Profunda 84 Alto 17 219 Mujer Profunda 72 Encima de la media 18 227 Hombre Profunda 84 Media 19 238 Hombre Profunda 114 Media 20 239 Mujer Profunda 96 Debajo de la media
126 La comprensión de sentidos no literales
Respecto a las edades a las que los componentes del Grupo B recibieron el
implante coclear, podemos observar en la Tabla 5.3 los siguientes datos: solamente
tres participantes (15%) fueron implantados en su segundo año de vida, siete (35%)
recibieron el implante en su tercer o cuarto año de vida, y el resto, diez participantes
(50%), lo recibieron a partir de su quinto año de vida. Es necesario resaltar que entre
estos últimos participantes, dos recibieron el implante muy tardíamente, con 114
meses (9 años y 5 meses) y 144 meses (12 años), respectivamente.
Puesto que uno de los criterios para la selección de los participantes de este
estudio era que ninguno de los mismos debía presentar deficiencia cognitiva, se ha
empleado el Test Breve de Inteligencia No Verbal de Stoelting, S-BIT, con el objetivo de
poder descartar aquellos cuyas puntuaciones son consideradas por el test como de
retraso moderado o retraso grave. En cuanto a los niveles de C.I. no verbal que
presentan los participantes que finalmente componen el Grupo B, se puede observar
que se encuentran comprendidos entre la amplia zona que oscila entre el C.I. Alto y el
C.I. Bajo. Concretamente, la distribución es la siguiente: dos participantes presentan un
C.I. Alto (10%), dos presentan un C.I. por Encima de la media (10%), siete participantes
presentan un C.I. en torno a la Media (35%), dos presentan un C.I. Por debajo de la
media y, finalmente, otros siete participantes muestran un C.I. Bajo (35%).
A continuación, presentamos en la Tabla 5.4 algunas de las características del
contexto familiar de los 20 niños y adolescentes que componen el Grupo B que se
consideran relevantes en este estudio: existencia de algún familiar sordo, sistema
comunicativo familiar empleado en el hogar y nivel sociocultural familiar.
Respecto al dato de si los participantes integrantes del Grupo B tienen o no en
su familia algún familiar con deficiencia auditiva, puede observarse en la Tabla 5.4 que
solo un grupo reducido de ellos tiene algún familiar sordo. Concretamente, solo cuatro
participantes (20%) tienen algún progenitor, hermano, primo, etc. sordo, mientras que
el resto del grupo, 16 participantes (80%), no cuenta con ninguna persona con
deficiencia auditiva en la familia.
Capítulo 5. Método 127
Tabla 5.4. Características del contexto familiar de los participantes del Grupo B
En lo que se refiere al empleo habitual de un sistema de comunicación en la
familia, en la tabla se puede observar que en los hogares de una gran mayoría de
participantes que integran el Grupo B (16 sujetos, 80%) se emplea el lenguaje oral
como vehículo exclusivo de comunicación. En los hogares de los cuatro participantes
restantes (el 20%) se emplean tanto el lenguaje oral como el lenguaje de signos.
Por último, en relación al nivel sociocultural de las familias de las que proceden
los participantes que componen el Grupo B, hay que señalar que una buena mayoría,
15 participantes, procede de familias que presentan un nivel sociocultural bajo (lo que
representa el 75% del grupo) y el resto, cinco participantes, procede de familias con un
nivel sociocultural medio (lo que representa el 25% del grupo). En otras palabras, la
totalidad de los componentes de este grupo procede de familias con un nivel
sociocultural medio o bajo.
Sujeto Algún
familiar sordo
Sistema comunicativo
familiar
Nivel sociocultural
familiar
1 Sí L. Oral Bajo 2 No L. Oral Bajo 3 Sí L. Oral y L. Signos Bajo 4 No L. Oral Bajo 5 No L. Oral Bajo 6 Sí L. Oral y L. Signos Bajo 7 Sí L. Oral y L. Signos Medio 8 No L. Oral Bajo 9 No L. Oral Medio
10 No L. Oral Medio 11 No L. Oral Bajo 12 No L. Oral Bajo 13 No L. Oral Bajo 14 No L. Oral Bajo 15 No L. Oral Bajo 16 No L. Oral y L. Signos Bajo 17 No L. Oral Medio 18 No L. Oral Bajo 19 No L. Oral Bajo 20 No L. Oral Medio
128 La comprensión de sentidos no literales
C) Grupo de 38 niños y adolescentes oyentes
El reclutamiento de los niños y adolescentes que debían componer el Grupo C
se realizó en centros escolares públicos de Málaga capital. El grupo quedó compuesto
por el mismo número de participantes y de las mismas edades cronológicas que los
que forman el Grupo A, por lo que el Grupo C lo componen 38 niños y adolescentes
oyentes de entre 130 y 239 meses de edad (entre 10 y 20 años, aproximadamente).
Puesto que uno de los criterios para la selección de los participantes de este
estudio era que ninguno de los ellos debía presentar deficiencia cognitiva, para la
elección de estos alumnos se consideró suficiente la información incluida en sus
expedientes académicos que informaba de niveles cognitivos dentro de la normalidad.
No fue necesario, por tanto, descartar a ningún participante considerado candidato a
formar parte de este grupo por esta razón.
A continuación, presentamos en la Tabla 5.5 algunas características personales
y del contexto familiar de los 38 participantes que componen el Grupo C que se
consideran relevantes en este estudio: edad cronológica en meses, sexo y nivel
sociocultural familiar.
Como puede observarse en la tabla, al igual que los participantes que
componen los grupos A y B, los 38 niños y adolescentes que componen el Grupo C se
distribuyen en un intervalo de edad entre 130 y 239 meses (entre 10 y 20 años,
aproximadamente), y la distribución de los participantes de este grupo respecto al
sexo ha resultado ser muy equitativa: el 52,6 % (20 participantes) son hombres y el
47,4% (18 participantes) son mujeres.
Capítulo 5. Método 129
Tabla 5.5.
Características personales y del contexto familiar de los participantes del Grupo C
En cuanto al nivel sociocultural de las familias de las que proceden los
participantes oyentes que componen el Grupo C, hay que señalar que el 42,1% (16
participantes) procede de familias que presentan un nivel sociocultural medio, el
31,6% (12 participantes) procede de familias con un nivel sociocultural alto y el 26,3%
(10 participantes) procede de familias con un nivel sociocultural bajo. Esto quiere decir
que una parte significativa de este grupo, el 68,4% (26 participantes), procede de
familias con un nivel sociocultural medio o bajo. Estas cifras confirman que, en los tres
grupos de niños y adolescentes de este estudio, la totalidad o una buena mayoría de
los participantes que componen cada uno de los grupos procede de familias que
presentan un nivel sociocultural medio o bajo, mientras que la presencia de
participantes que proceden de familias de nivel sociocultural alto es inexistente o poco
significativa.
Sujeto
Edad cronológica en meses
Sexo
Nivel sociocultural
familiar Sujeto
Edad cronológica en meses
Sexo Nivel
sociocultural familiar
1 130 Mujer Medio 20 188 Mujer Alto 2 132 Mujer Bajo 21 192 Mujer Medio 3 148 Hombre Alto 22 193 Hombre Alto 4 156 Hombre Alto 23 199 Hombre Medio 5 157 Mujer Bajo 24 201 Mujer Medio 6 161 Mujer Alto 25 201 Mujer Medio 7 162 Hombre Alto 26 201 Hombre Alto 8 162 Hombre Bajo 27 210 Hombre Bajo 9 163 Hombre Bajo 28 211 Hombre Bajo
10 163 Hombre Medio 29 211 Hombre Alto 11 170 Hombre Medio 30 212 Mujer Medio 12 174 Mujer Medio 31 218 Hombre Medio 13 175 Hombre Medio 32 222 Mujer Bajo 14 176 Hombre Bajo 33 224 Mujer Bajo 15 176 Mujer Bajo 34 229 Mujer Medio 16 186 Mujer Medio 35 233 Hombre Medio 17 187 Hombre Alto 36 234 Mujer Alto 18 188 Mujer Medio 37 234 Mujer Medio 19 188 Hombre Alto 38 239 Hombre Alto
130 La comprensión de sentidos no literales
5.2. Instrumentos
A continuación se describen los instrumentos empleados en el proceso de
evaluación, el procedimiento que se siguió para la administración de cada una de las
pruebas y los criterios que se aplicaron para la corrección de los datos obtenidos. A
través de estos instrumentos se ha obtenido información acerca de:
- El nivel intelectual no verbal, mediante el Test Breve de Inteligencia No Verbal
de Stoelting, S-BIT (Roid y Miller, 1999).
- El nivel de competencia léxica, mediante el Test de Vocabulario en Imágenes
Peabody, PPVT-III (Dunn, Dunn y Arribas, 1997).
- La teoría de la mente (básica), a través de tareas que valoran la atribución de
falsa creencia de primer y segundo orden (Hogrefe, Wimmer y Perner, 1986;
Baron-Cohen, Leslie y Frith, 1985; Núñez, 1993).
- La teoría de la mente (avanzada), a través de tareas incluidas en la Batería de
Historias Extrañas (Happé, 1994), que valoran la comprensión de sentidos no
literales del lenguaje.
5.2.1. Cuestionario sobre Características Personales
La aplicación del Cuestionario Sobre Características Personales tenía un doble
objetivo. El primero era el de verificar que los alumnos propuestos por los educadores
del centro escolar para participar en el estudio cumplían los requisitos de selección de
la muestra, y el segundo era el de obtener datos descriptivos acerca del contexto
familiar y escolar que son importantes a la hora de interpretar los distintos niveles de
desarrollo cognitivo y lingüístico que presentan los niños y adolescentes sordos de este
estudio (Apéndice 1).
Capítulo 5. Método 131
Siguiendo estos objetivos, el Cuestionario recababa información acerca de los
siguientes aspectos:
1. Datos personales: nombre, sexo, edad y número de hermanos. En el caso de los
sujetos sordos, se solicitaba además información acerca del grado de pérdida
auditiva, el tipo de sordera según la localización del daño, el momento de
aparición, la causa de la sordera, la edad de diagnóstico, el momento de colocación
del audífono o implante coclear, el empleo habitual de la prótesis auditiva, la
modalidad de comunicación utilizada, la existencia de otros déficits asociados a la
sordera y la atención logopédica extraescolar recibida.
2. Datos sobre el contexto escolar: curso escolar y tiempo de permanencia en el
centro. En el caso de los sujetos sordos, se solicitaba además información acerca
del tipo de apoyo educativo recibido, la modalidad de comunicación empleada en
el colegio, las ayudas técnicas de amplificación en el aula y la atención logopédica
recibida.
3. Datos sobre el contexto familiar: grado de participación de la familia en el contexto
escolar, estudios de los padres y profesión desarrollada. Los datos acerca de la
profesión y estudios de los padres permitió establecer el nivel sociocultural de la
familia de cada sujeto utilizando el “Cuestionario de Índice de Características de
Estatus” (I.C.S.) de Martínez, Burgaleta y Fernández (Díaz-Aguado, 1996). En el caso
de los sujetos sordos, se solicitaba además información acerca del estatus auditivo
de los padres, la existencia de otros familiares sordos y la modalidad de
comunicación empleada habitualmente en el hogar.
De todos los aspectos recogidos en el Cuestionario sobre Características
Personales se han tenido en cuenta solamente aquellos que se han considerado
relevantes para los objetivos del presente estudio, concretamente: sexo, edad, nivel
sociocultural de la familia, y, en el caso de los sujetos sordos, grado de pérdida, edad
de implantación coclear, estatus auditivo familiar y sistema de comunicación familiar.
132 La comprensión de sentidos no literales
5.2.2. Test Breve de Inteligencia No Verbal de Stoelting, S-BIT (Roid y Miller, 1999)
El Test Breve de Inteligencia No Verbal de Stoelting (S-BIT) es una prueba de
aplicación individual diseñada para evaluar las funciones cognitivas en niños,
adolescentes y jóvenes con edades comprendidas entre 6 años, 0 meses y 20 años, 11
meses. Este test representa una alternativa a los tradicionales tests de inteligencia
porque proporciona una medida de la aptitud intelectual no verbal (evaluada con
dibujos, ilustraciones y símbolos codificados) para estimaciones breves del nivel de
aptitud general (Apéndice 2).
Una de las razones que motivó la elección de esta prueba es la ventaja que
ofrece su tiempo estimado de aplicación, que suele ser de unos 25 minutos en el caso
de un examinador experimentado, frente a otras pruebas tradicionales de evaluación
de C.I. Otra razón importante fue que el S-BIT está indicado para la evaluación rápida
de la aptitud cognitiva no verbal en sujetos con discapacidades auditivas, puesto que
fue especialmente desarrollado para grupos de individuos que presentan dificultades
significativas de comunicación. Esta prueba fue diseñada para ser un instrumento
completamente no verbal.
El S-BIT solicita respuestas que no exigen hablar o utilizar elementos verbales,
puesto que el sujeto puede responder colocando las tarjetas de respuesta cerca de la
lámina mostrada o señalando directamente en ella. Por otra parte, se aplica utilizando
instrucciones mímicas no verbales, como por ejemplo: captando la atención del
individuo hacia la tarea, señalando alternativamente las tarjetas de respuesta y el
dibujo, empleando expresiones faciales que reflejan duda, realizando gestos de
“reunir” o “juntar”, etc.
El S-BIT incluye cuatro subtests: Figura Oculta, Forma Completa, Orden Secuencial
y Modelos Repetidos. En la siguiente descripción se indica la principal aptitud que se
valora en cada uno de ellos.
1. Figura Oculta: el sujeto debe identificar figuras enmascaradas o detalles de
objetos presentados en una tarjeta en fondos que cada vez son más complejos
y pueden llegar a enmascararlos de forma que son irreconocibles a primera
vista. Se trata de una tarea de inferencia visual básica que exige destrezas de
exploración visual, estrategia efectiva de búsqueda y memoria visual a corto
plazo, puesto que el sujeto debe retener la imagen mental del elemento que
aparece en la tarjeta mientras lo busca en el dibujo o escena que lo oculta.
Capítulo 5. Método 133
2. Forma Completa: el sujeto debe reconocer un objeto completo a partir de una
presentación aleatoria de sus partes. Esta tarea implica flexibilidad, ya que el
sujeto debe atender alternativamente a las partes y al total para llegar a una
solución, y trabajar de memoria manteniendo simultáneamente en su mente
los estímulos y las posibles respuestas a medida que las imágenes son
construidas y desarmadas. Este subtest exige exploración perceptiva,
reconocimiento y percepción de partes fragmentadas de objetos en su
contexto natural.
3. Orden Secuencial: el sujeto debe seleccionar el estímulo que completa la
secuencia de progresiones lógicas de dibujos u objetos figurativos. Esta tarea
evalúa la aptitud del individuo para percibir modelos secuenciales y determinar
las reglas que rigen las relaciones entre los dibujos, aplicando la percepción de
modelos secuenciales y la aptitud para inducir conclusiones a partir de hechos
conocidos.
4. Modelos Repetidos: el sujeto debe indicar la parte ausente de un modelo o su
continuación en modelos de dibujos u objetos figurativos que están repetidos.
Este subtest exige del sujeto la generación de reglas y el desarrollo de hipótesis
a partir del estímulo presente en el modelo. Además, debe mantener el modelo
en su memoria mientras elige una tarjeta de respuesta que replique el modelo
o la secuencia de las secuencias.
La puntuación del C.I. se calcula a partir de la suma de las puntuaciones escaladas
en los cuatro subtests, que posteriormente se convierten a normalizadas,
puntuaciones de desviación típica (M=100; DT=15). La clasificación descriptiva según
los distintos niveles de puntuación del C.I. es la siguiente:
Muy alta/Superdotado: C.I. entre 130-170
Alta: C.I. entre 120-129
Por Encima de la Media: C.I. entre 110-119
Media: C.I. entre 90-109
Por Debajo de la Media: C.I. entre 80-89
Bajo: C.I. entre 70-79
Muy Bajo/Retraso Leve: C.I. entre 55-69
134 La comprensión de sentidos no literales
Retraso Moderado: C.I. entre 40-54
Retraso Grave: C.I. entre 30-39
Procedimiento de evaluación
El S-BIT fue administrado siguiendo las indicaciones que establece la prueba
para garantizar que su aplicación se desarrolle en un contexto no verbal de mímica y
gestos, tanto en lo referente a las consignas ofrecidas por la evaluadora como por las
respuestas emitidas por los sujetos examinados. La aplicación siguió el orden
propuesto por la prueba y en el que aparecen los materiales de los distintos subtests:
Figura Oculta, Forma Completa, Orden Secuencial y Modelos Repetidos.
Procedimiento de corrección
Una vez que se habían aplicado los cuatro subtests, la puntuación directa
obtenida en cada uno de ellos se convirtió en puntuación escalada en función de la
edad cronológica del sujeto, y la suma de estas puntuaciones escaladas da lugar al C.I.
Equivalente. El nivel de puntuación de C.I. obtenido por los sujetos sordos de este
estudio fue utilizado como criterio de selección de la muestra, puesto que quedaron
excluidos de la misma aquellos niños y adolescentes sordos cuya puntuación era de
Retraso Moderado (C.I. entre 40-54) o Retraso Grave (C.I. entre 30-39).
5.2.3. Test de Vocabulario en Imágenes Peabody, PPVT-III (Dunn et al., 1997)
El Test de Vocabulario en Imágenes Peabody ha sido utilizado para la
evaluación del nivel lingüístico de los sujetos sordos en investigaciones sobre el
desarrollo de la Teoría de la Mente (Jackson, 2001). En el presente estudio, ha sido
empleado para obtener el nivel de competencia léxica de los niños y adolescentes
sordos (Apéndice 3).
Capítulo 5. Método 135
En el contexto español, representa una de las pruebas estandarizadas más
idóneas para ser aplicada a la población sorda, puesto que no solicita necesariamente
una respuesta verbal por parte del sujeto evaluado y no requiere apenas instrucciones
verbales para ser comprendida. Esto es importante, puesto que existen escasos
instrumentos comercializados para la evaluación del nivel lingüístico de la población
sorda que estén adaptados a sus peculiaridades.
El test Peabody evalúa el nivel de vocabulario receptivo en un rango de edades
amplio que va desde los dos años y medio a los 90 años. Es una prueba de aplicación
individual en la que el sujeto examinado debe seleccionar una imagen de entre cuatro
presentadas que representa el significado de la palabra que el examinador le
pronuncia en voz alta y con claridad. La respuesta emitida puede ser verbal o no
verbal, señalando con el dedo o haciendo gestos.
La prueba contiene 192 ítems ordenados por dificultad, pero el sujeto solo es
evaluado en aquellos elementos que son de dificultad apropiada según su nivel de
aptitud y no se le administran aquellos ítems que son considerados demasiado fáciles
o difíciles. Aunque se trata de un test en el que al sujeto hay que concederle el tiempo
necesario para elegir la opción que considere más adecuada y el intervalo de
aplicación es variable, este suele ser breve, de entre 10 y 20 minutos por regla general.
Procedimiento de evaluación
Una vez que se han aplicado los ítems de entrenamiento el examinador debe
proceder a aplicar la prueba siguiendo la regla del conjunto completo, por la que una
vez que se comienza a aplicar un conjunto de elementos, se deben aplicar los 12
elementos del conjunto comenzando por el primero. Se comienza a aplicar la prueba
presentando al sujeto el primer ítem del conjunto de elementos que le corresponde
según su edad. Debe establecerse en primer lugar el denominado conjunto base o
conjunto de elementos aplicado con uno o ningún error, aplicando el test en orden
inverso por conjuntos si es necesario hasta encontrarlo. A continuación se sigue
aplicando la prueba, por conjuntos completos, hasta establecer el conjunto techo o
conjunto de elementos aplicado con ocho o más errores, y el sujeto deja de ser
evaluado. El elemento techo es el último ítem del conjunto techo.
136 La comprensión de sentidos no literales
Procedimiento de corrección
La puntuación directa se obtiene restando al número del elemento techo el
total de errores cometidos por el sujeto en el conjunto base, el conjunto techo y todos
los conjuntos de elementos intermedios. Esta puntuación directa puede ser
transformada en una puntuación desviación (puntuaciones C.I., percentiles y
eneatipos) y en una puntuación desarrollo (edad equivalente). En este estudio se ha
utilizado la edad equivalente calculada para los niños y adolescentes sordos por ser un
tipo de puntuación que traduce el rendimiento del sujeto en términos de edad y lo
sitúa en la curva de la evolución del vocabulario receptivo.
5.2.4. Tareas de Falsa Creencia (Baron-Cohen et al., 1985; Hogrefe et al., 1986;
Núñez, 1993)
Se han empleado tres tareas para la evaluación de la atribución de Falsa
Creencia. La Tarea de cambio de localización (Baron-Cohen et al., 1985) y la Tarea del
recipiente que contiene otra cosa o contenido inesperado (Hogrefe et al., 1986) están
destinadas a la valoración de la atribución de Falsa Creencia de primer orden, y la
Tarea o paradigma de la ventana (Núñez, 1993) valora la atribución de Falsa Creencia
de segundo orden (Apéndice 4).
Las tareas para la evaluación de primer orden fueron seleccionadas entre otras
por varias razones: la primera es la de que son fáciles de aplicar a sujetos sordos,
puesto que se pueden narrar con apoyo gráfico o representar utilizando muñecos y
objetos que son manipulados en presencia del sujeto examinado. La segunda razón es
la de que existen datos muy sólidos acerca de la evolución del proceso de adquisición
normativa de las habilidades de inferencia mentalista implicadas en estas tareas que se
han derivado de numerosas investigaciones. Y la tercera razón es la de que se trata de
tareas utilizadas en muchos estudios tanto iniciales como más actuales acerca del
desarrollo de la Teoría de la Mente en sujetos sordos (Peterson y Siegal, 1995, 1998,
1999; Steeds, Rower y Dowker, 1997; Russell et al., 1998; Courtin, 2000).
La tarea elegida para la evaluación de segundo orden, la Tarea o paradigma de
la ventana (Núñez, 1993), supone una modificación de la Tarea de cambio de
localización (Baron-Cohen et al., 1985) para convertirla en un contexto en el que el
sujeto evaluado debe representarse el estado mental de creencia falsa de un
Capítulo 5. Método 137
personaje sobre lo que otro personaje piensa. Se ha considerado que esta tarea es más
adecuada para ser aplicada a los sujetos sordos de este estudio que la tarea clásica
diseñada por Perner y Wimmer en 1985 denominada Tarea del carrito de los helados,
en la que el número de personajes y de escenarios la hacen demasiado compleja como
para ser comprendida sin dificultad por la población sorda. Al igual que las tareas de
primer orden, la Tarea o paradigma de la ventana era narrada con apoyo de dibujos o
era escenificada al sujeto.
Estas tareas de evaluación de la comprensión de la Falsa Creencia de primer y
segundo orden eran administradas por la investigadora con la ayuda, si la solicitaba el
sujeto, de una intérprete en lengua de signos o de un profesor de apoyo al alumnado
sordo del centro educativo. Solamente han sido aplicadas a los niños y adolescentes
sordos incluidos en la muestra de este estudio debido a que la normalidad cognitiva y
las edades de los sujetos oyentes (de 10 a 20 años) presuponían el logro de estas
habilidades. En la actualidad, disponemos de datos suficientes sobre la edad normativa
a la que se superan, por lo que no era necesaria la comparación con la norma.
A continuación se describen las tareas tal y cómo se diseñaron para este
estudio.
5.2.4.1. Descripción de las tareas de Falsa Creencia de primer orden
Las tareas que evalúan la comprensión de la Falsa Creencia de primer orden
han puesto en evidencia que alrededor de los 4 y 5 años se produce un salto
cualitativo en la comprensión de la mente de los otros. La superación de las mismas
indica que el sujeto puede diferenciar su propio conocimiento sobre la realidad del
conocimiento de otra persona o personaje de la historia narrada y atribuirles estados
mentales independientes de los suyos. Concretamente, el niño debe reconocer que
una persona o personaje de la historia narrada posee una creencia falsa sobre la
realidad que no se corresponde con esta y debe distinguirla de su propio conocimiento
sobre la misma. Además, se espera que el niño prediga la conducta de esa persona o
personaje en función de esa creencia falsa sobre la realidad que le atribuye. Las dos
tareas empleadas en este estudio han sido las siguientes:
138 La comprensión de sentidos no literales
Tarea de cambio de localización (Baron-Cohen et al., 1985)
Para representar esta tarea se construyó una habitación utilizando una caja de
cartón sin tapadera a la que se le eliminaba un lateral y se le abría una puerta en el
extremo opuesto. En su interior se colocaron una caja de madera y una cesta de
mimbre ambas con tapadera y del tamaño adecuado para que pudieran contener una
canica y cerrarse. También se colocaron una muñeca llamada María y un muñeco
llamado Paco en sustitución de los personajes de la tarea original, Sally y Anna. Este
cambio estuvo motivado por dos razones: porque se consideró más conveniente
utilizar nombres españoles muy usuales, y porque se estimó que una pareja formada
por hombre/mujer facilitaría a los sujetos sordos la identificación de los personajes de
la historia aunque olvidaran sus nombres más que una pareja formada por
mujer/mujer. Esta segunda razón fue la que motivó un cambio similar realizado por
Peterson y Siegal (1995) en su primer estudio.
Se le narraba al sujeto la historia y se le formulaban algunas preguntas
experimentales y otras preguntas control, tal y como se detalla a continuación.
Se realizaban dos preguntas experimentales: la primera, para evaluar la
competencia del sujeto en la Comprensión de la Falsa Creencia de primer orden, y la
segunda, denominada de Justificación, para conocer el tipo de razonamiento esgrimido
y juzgar si la respuesta a la primera pregunta fue ofrecida al azar.
Las Preguntas Experimentales son:
*Dime o señálame, ¿adónde va a buscar María su bola, a la cesta o a la caja?
(pregunta de Comprensión de Falsa Creencia de 1º Orden).
*¿Por qué irá a buscarla allí? (pregunta de Justificación).
Para la elaboración de las preguntas control se tomaron como modelo las
planteadas por Perner, Leekam y Wimmer (1987) en la tarea de Maxi y el chocolate. El
objetivo de las preguntas control es comprobar si el sujeto examinado ha comprendido
y ha retenido los elementos esenciales de la historia (que María sabe dónde dejó su
bola al principio y que no ha presenciado el cambio de lugar que ha hecho Paco). La
aplicación de este procedimiento avala que si el sujeto responde de forma incorrecta a
la Pregunta Experimental de Comprensión de Falsa Creencia de primer orden y
Capítulo 5. Método 139
responde correctamente a las Preguntas Control no lo hace porque no haya
comprendido o retenido los aspectos cruciales de la historia.
Las Preguntas Control son:
*Dime tú, ¿dónde está la bola ahora? (pregunta de Realidad).
*¿Dónde ha guardado Paco la bola? (pregunta de Memoria 1).
*¿Dónde estaba María cuando Paco la puso allí? (pregunta de Memoria 2).
*¿Ha visto María cómo Paco la guardaba allí? (pregunta de Memoria 3).
Tarea del recipiente que contiene otra cosa o contenido inesperado (Hogrefe et al.,
1986)
En esta tarea diseñada para la evaluación de la comprensión de la Falsa
Creencia de primer orden el sujeto examinado parte de una experiencia personal
previa sobre la creencia falsa que luego deberá atribuir a otra persona cuando se
enfrente a la misma situación. El sujeto elabora una creencia falsa acerca de un objeto
esperado que está claramente representado y es fácilmente identificable en un
recipiente que contiene un objeto inesperado.
En la tarea original se utilizaba una única combinación de recipiente y objeto
inesperado (tubo de Smarties y lápices) que era presentada a todos los sujetos
evaluados. En el presente estudio se han utilizado distintos recipientes y diferentes
contenidos inesperados, tal y como hicieron Gopnik y Astington (1988). Tanto los
recipientes como los objetos inesperados eran muy familiares para los sujetos, y se
iban combinando de forma aleatoria conforme se iba aplicando la tarea a los niños y
adolescentes sordos de la muestra con el objetivo de evitar que estos tuvieran
información sobre la resolución de la tarea que invalidara la interpretación y la
generalización de los resultados. Todos los recipientes tenían claramente
representados el objeto o contenido esperado.
Las combinaciones utilizadas de recipientes y contenidos inesperados han sido,
entre otras:
140 La comprensión de sentidos no literales
*Una caja de galletas que contenía un monedero.
*Una caja de pasta de dientes que contenía un lápiz.
*Una caja de bombillas que contenía un sacapuntas.
*Una caja de bombones que contenía llaves.
*Una caja de patatas fritas que contenía una goma.
Al igual que en la Tarea de cambio de localización, en esta también se
formularon Preguntas Experimentales, una de Comprensión de la Falsa Creencia de
primer orden y otra de Justificación para conocer el tipo de razonamiento que daba el
sujeto a lo que había respondido anteriormente y considerar si lo había hecho al azar.
Las Preguntas Experimentales son:
*¿Qué creerá X (nombre del compañero de clase) que hay dentro? (pregunta de
Comprensión de Falsa Creencia de primer orden).
*¿Por qué creerá eso? (pregunta de Justificación).
Igualmente, se incluyeron Preguntas Control con el propósito de comprobar
que el sujeto examinado había comprendido y había retenido los aspectos esenciales
de la historia (que la otra persona no ha visto lo que hay dentro de la caja y que él
creyó que dentro encontraría el objeto dibujado en el exterior de la caja) aunque
fallara al responder a las Preguntas Experimentales.
Las Preguntas Control son:
*¿Qué hay en realidad en la caja? (pregunta de Realidad).
*¿Ha visto X lo que hay aquí dentro? (pregunta de Memoria 1).
*Cuando yo te enseñé la caja antes, al principio, ¿qué dijiste tú que había
dentro?
Capítulo 5. Método 141
5.2.4.2. Descripción de la tarea de falsa creencia de segundo orden
Esta tarea evalúa la capacidad del sujeto de representarse la creencia falsa que
tiene un personaje sobre lo que otro personaje piensa acerca de una situación. Para
ser resuelta correctamente, este tipo de tareas exige un nivel más de recursividad que
las tareas de primer orden y son superadas por los niños en general aproximadamente
dos años más tarde que estas, entre los seis y siete años de edad cronológica. La tarea
empleada en este estudio ha sido la que se expone a continuación:
Tarea o paradigma de la ventana (Núñez, 1993)
Esta tarea se aplica con los mismos personajes (María y Paco) y los mismos
objetos de la tarea de primer orden (caja con tapadera, cesta con tapadera y canica)
pero en un escenario algo distinto: además de una puerta, en la habitación hay una
ventana desde la cual se puede observar todo lo que ocurre en el interior. La historia
que se narra es esencialmente la misma que la de primer orden, con la diferencia de
que en la de segundo orden el personaje que sale de la habitación, María, no se
marcha lejos, sino que se queda mirando a través de la ventana cómo el personaje que
se queda dentro, Paco, cambia la bola de lugar. Al ser elementos clave para la
comprensión correcta de la historia, en la escenificación María debe ser colocada por
fuera de la ventana de modo que pueda verlo todo sin que ningún obstáculo se lo
impida, y Paco debe estar de espaldas a la ventana de modo que no pueda percatarse
de que María lo está viendo todo.
Se ha aplicado esta tarea manteniendo la Pregunta Experimental que Núñez
incluyó en su diseño original pero, al igual que en las tareas de primer orden, se ha
añadido una pregunta de Justificación con el propósito de conocer el razonamiento
empleado por el sujeto examinado y considerar si la respuesta a la primera pregunta
fue ofrecida al azar por este.
Las Preguntas Experimentales son:
*¿Adónde cree Paco que irá María a buscar su bola, a la cesta o a la caja?
(pregunta de Comprensión de Falsa Creencia de segundo orden).
*¿Por qué cree eso Paco? (pregunta de Justificación).
142 La comprensión de sentidos no literales
Al igual que en las tareas de primer orden se han incluido Preguntas Control
que no son las que Núñez formuló originariamente pero que, a juicio de las
investigadoras, son útiles para comprobar si el sujeto evaluado ha comprendido y ha
retenido los hechos relevantes de la historia: que María ha visto desde la ventana
cómo Paco cambiaba la bola de lugar y que Paco no lo sabe. La aplicación de este
procedimiento avala que si el sujeto responde de forma incorrecta a la Pregunta
Experimental de Comprensión de Falsa Creencia de segundo orden y responde
correctamente a las Preguntas Control no lo hace porque no haya comprendido o
retenido los aspectos cruciales de la narración.
Las Preguntas Control son:
*¿Dónde cree María que está la bola? (pregunta de Realidad).
*¿Ha visto María que Paco ponía la bola en su cesta? (pregunta de Memoria 1).
*¿Ha visto Paco que María miraba por la ventana cuando él cambiaba la bola
de la caja a la cesta? (pregunta de Memoria 2).
5.2.4.3. Procedimiento de evaluación de las tareas de Falsa Creencia
Con el propósito de facilitar a los sujetos sordos la comprensión de la Pregunta
Experimental en la Tarea de cambio de localización y en la Tarea o paradigma de la
ventana, se añadieron a su estructura original (¿Adónde va a buscar María su bola? y
¿Adónde cree Paco que irá María a buscar su bola?, respectivamente) los dos lugares
(cesta y caja) e incluso la señalización de ambos. De ese modo, las preguntas originales
se modificaron y pasaron a ser ¿Adónde va a buscar María su bola, a la cesta o a la
caja? (señalando si era necesario) y ¿Adónde cree Paco que irá María a buscar su bola,
a la cesta o a la caja” (señalando si era necesario), tal como hizo Deleau (1996) en su
estudio.
El procedimiento seguido para aplicar las tareas descritas a los niños y
adolescentes sordos de la muestra ha sido el siguiente: primeramente se aplicaron las
tareas de Falsa Creencia de primer orden, en primer lugar la Tarea de cambio de
localización y en segundo lugar la Tarea del recipiente que contiene otra cosa o
contenido inesperado. Por último, se le administraba la tarea de Falsa Creencia de
segundo orden Tarea o paradigma de la ventana.
Capítulo 5. Método 143
Si al aplicar una tarea el sujeto fallaba al responder a la Pregunta Experimental
de Comprensión de la Falsa Creencia pero contestaba correctamente a las Preguntas
Control, se le volvía a formular la Pregunta Experimental para que pudiera rectificar su
respuesta. Este proceso se podía repetir dos o tres veces si era necesario, pero si el
sujeto insistía en dar una respuesta errónea, se daba por finalizada la tarea y se
procedía a aplicar la siguiente.
En todas las tareas utilizadas para evaluar la comprensión de la falsa creencia
podía ocurrir que, aunque la examinadora insistiera y contara varias veces la historia al
niño o adolescente sordo, este contestara de forma incorrecta a alguna o algunas de
las Preguntas Control. Cuando esto ocurría, y tal y como hicieron Peterson y Siegal
(1995) y Lundy (2002) en sus investigaciones, el sujeto era excluido de la muestra, ya
que la existencia de dificultades de comprensión y retención de la historia en un sujeto
ponía en duda la consideración de acierto o fracaso de su respuesta a la Pregunta
Experimental de Comprensión de la Falsa Creencia.
5.2.4.4. Procedimiento de corrección de las tareas de Falsa Creencia
El procedimiento seguido para la valoración de las respuestas a las preguntas
de todas las tareas de Falsa Creencia aplicadas, tanto las de primer orden como la de
segundo orden, ha sido el siguiente: se comenzaba considerando si el sujeto había
respondido correctamente a las Preguntas Control. Si las respuestas eran incorrectas
era automáticamente excluido de la muestra, y si las respuestas eran correctas se
analizaba a continuación la respuesta a la Pregunta Experimental de Comprensión y a
la Pregunta Experimental de Justificación.
Procedimiento de corrección de la tarea de cambio de localización (Baron-Cohen et
al., 1985)
Para analizar las respuestas a estas tareas nos basamos en las categorías que
propusieron Martí (1987) y Riviére y Núñez (1996) para evaluar la comprensión de la
Falsa Creencia de primer orden. Asimismo, se realizó la adaptación de algunas de las
categorías propuestas por Perner y Wimmer (1985) para analizar segundo orden, y
otras categorías fueron elaboradas por las investigadoras a partir de las respuestas
emitidas por los niños y adolescentes sordos evaluados.
144 La comprensión de sentidos no literales
Se ha considerado si la respuesta a la Pregunta Experimental de Comprensión
de la Falsa Creencia de primer orden en esta tarea (Dime o señálame, ¿adónde va a
buscar María su bola, a la cesta o a la caja?) era correcta o incorrecta, y para realizar
esta valoración se ha tenido en cuenta la respuesta a la Pregunta Experimental de
Justificación (¿Por qué irá a buscarla allí?). Si la respuesta era correcta (caja) recibía 1
punto, y si era incorrecta (cesta) recibía un 0.
Procedimiento de corrección de la tarea del recipiente que contiene otra cosa o
contenido inesperado (Hogrefe et al., 1986)
Al igual que en la tarea anterior, se ha considerado si la respuesta que el sujeto
ofrecía a la Pregunta Experimental de Comprensión de Falsa Creencia de primer orden
en esta tarea (¿Qué creerá X que hay dentro?) era correcta o incorrecta, teniendo en
cuenta para ello la respuesta a la Pregunta Experimental de Justificación (¿Por qué
creerá eso?). Si la respuesta era correcta (Lo que aparece dibujado en la caja) recibía 1
punto, y si era incorrecta (por ejemplo, Lo que realmente hay) recibía un 0.
Procedimiento de corrección de la tarea de la ventana (Núñez, 1993)
Al igual que en las dos tareas anteriores, se ha considerado si la respuesta a la
Pregunta Experimental de Comprensión de la Falsa Creencia de segundo orden en esta
tarea (¿Adónde cree Paco que irá María a buscar su bola, a la cesta o a la caja?) era
correcta o incorrecta teniendo en cuenta la respuesta dada a la Pregunta Experimental
de Justificación (¿Por qué creerá eso?). Si la respuesta era correcta (caja) recibía 1
punto, y si era incorrecta (cesta) recibía un 0.
5.2.5. Tareas de Sentidos no literales del lenguaje (Happé, 1994)
Para la evaluación de la comprensión de sentidos no literales del lenguaje en los
sujetos sordos y oyentes que componen la muestra de este estudio se han aplicado
algunas historias extraídas de la Batería de Historias Extrañas (Happé, 1994). Esta
batería está formada por 24 historias, dos por cada uno de los sentidos no literales
evaluados: Olvido, Emociones Contrarias, Ironía, Metáfora, Broma, Simulación,
Capítulo 5. Método 145
Mentira, Apariencia-Realidad, Doble Farol, Persuasión, Mentira Piadosa y
Malentendido (Apéndice 5).
Esta batería ha venido siendo utilizada tanto con niños y adolescentes oyentes
como sordos con el objetivo de conocer las dificultades de ambas poblaciones en la
interpretación de usos no literales del lenguaje mediante la utilización de narraciones
sencillas (O´Hare et al., 2009). Se trata de un conjunto de historias breves en las que un
personaje dice por un determinado motivo algo que no es literalmente cierto. La
identificación correcta del sentido de lo que dice este personaje solo es posible si se le
atribuye su verdadera intención comunicativa y se realiza una interpretación correcta
de los elementos contextuales que son cruciales en la historia (acontecimientos
ocurridos, personas a las que va dirigido el mensaje, contenido de este, etc.).
De esta batería se han escogido cinco historias que evalúan la comprensión de
los sentidos no literales que son objeto de estudio en esta investigación: la ironía, la
mentira y la metáfora. Se han aplicado una historia de metáfora, dos historias de
Mentira (una de persuasión y otra de mentira piadosa), y dos historias de ironía. Solo
se ha seleccionado una historia de metáfora debido a que en la segunda historia se
hace referencia a la percepción auditiva del sonido que hacen los grillos, y esto podría
ser difícil de comprender para los sujetos sordos del estudio.
En la tarea de metáfora tanto el tema o tópico (la habitación) como el vehículo
de la comparación (pocilga, casa de cerdos) son sustantivos concretos. En las historias
de mentira un personaje intenta convencer a otro de que es cierto algo falso que dice,
bien como modo de persuadir al otro para que actúe en su beneficio (Mentira 1,
mentira malvada de persuasión) o bien como forma de no herir los sentimientos del
otro (Mentira 2, mentira piadosa). En las historias de ironía un personaje expresa una
evaluación o actitud negativa hacia otro personaje mediante una ironía crítica,
emitiendo un mensaje en el que el significado literal es contrario al significado
pretendido.
Procedimiento de evaluación
Estas tareas fueron administradas sin límite de tiempo y adaptándose a las
dificultades que presentara el sujeto. Si era necesario se repetía varias veces la historia
y, en el caso de que el niño o adolescente sordo lo solicitara, se contó con la ayuda de
146 La comprensión de sentidos no literales
una intérprete en lenguaje de signos o de un profesor de apoyo al alumnado sordo que
explicaba los aspectos que no hubieran sido bien comprendidos en la presentación de
la historia mediante lenguaje oral por parte de la investigadora. Una vez que había sido
narrada la historia, se le formulaban al sujeto evaluado un conjunto de preguntas
sobre la misma cuyas respuestas eran registradas y posteriormente analizadas y
categorizadas.
En cada historia se han incluido cinco preguntas. Las dos primeras preguntas
(¿Es verdad lo que dice el personaje? y ¿Por qué dice eso?) son las que figuran en la
Batería de Happé (1994). Se ha considerado que estas dos preguntas eran insuficientes
y se han incluido otras tres preguntas a continuación: una para comprobar que el
sujeto ha comprendido y ha retenido el elemento esencial de la historia, otra para que
el sujeto pueda reconsiderar la interpretación literal de lo que dice el personaje, y otra
para que el sujeto pueda reconsiderar la verdadera motivación que tiene este al decir
lo que dice. De este modo, las preguntas quedaron dispuestas en el siguiente orden y
con los siguientes objetivos: la primera y la cuarta pregunta tienen como fin evaluar si
el sujeto examinado reconoce o no que lo que dice el protagonista de la historia no
puede ser interpretado de forma literal; la tercera pregunta tiene como objetivo
comprobar si el sujeto ha retenido o no información esencial para hacer una
interpretación correcta del sentido no literal expresado por el personaje; y la segunda
y quinta pregunta tienen como fin indagar sobre el verdadero motivo que lleva al
protagonista a decir lo que dice. Solamente los sujetos que respondieron
correctamente a la tercera pregunta fueron incluidos en la muestra del estudio, como
forma de garantizar que no era reclutado ningún niño o adolescente que no hubiera
llegado a comprender el elemento clave de una historia.
Procedimiento de corrección
Las respuestas a las cuatro preguntas restantes, las preguntas 1, 2, 4 y 5, se han
agrupado en distintas categorías, y estas a su vez se han clasificado como respuestas
correctas y respuestas incorrectas. Si la respuesta del sujeto era considerada
incorrecta, se le otorgaba 0 puntos. Si era considerada correcta, recibía 1 punto.
Capítulo 5. Método 147
Para la historia de Metáfora:
*Respuesta incorrecta:
a) No sabe o hace una interpretación literal.
*Respuestas correctas:
b) Interpreta la metáfora haciendo referencia a uno de los dos términos de la
comparación: el desorden, la suciedad, la necesidad de limpieza.
c) Interpreta la metáfora estableciendo explícitamente la comparación entre los
dos términos: compara al niño con un cerdo o la habitación con una pocilga.
Para las historias de Mentira:
*Respuestas incorrectas:
a) No sabe o no percibe la mentira.
b) Percibe la mentira, pero no explica el motivo del hablante.
c) Percibe la mentira, pero ofrece un motivo incorrecto.
*Respuesta correcta:
d) Percibe la mentira y ofrece un motivo correcto. En concreto, en la Mentira 1
(persuasión) el motivo debe hacer referencia a la intención de conseguir más
comida, mentir para conseguirla o querer causar pena para ello. En la Mentira 2
(mentira piadosa) el motivo debe hacer referencia a la intención del personaje
de no herir los sentimientos de sus padres.
Para las historias de Ironía:
*Respuestas incorrectas:
a) No sabe o no percibe la discrepancia entre lo que dice el protagonista y lo
que piensa.
b) Percibe la discrepancia, pero no explica el motivo del hablante.
148 La comprensión de sentidos no literales
c) Percibe la discrepancia, pero ofrece un motivo incorrecto.
*Respuesta correcta:
d) Percibe la discrepancia y ofrece un motivo correcto. En concreto, en la Ironía
1 el motivo debe hacer referencia a la intención de reprochar a la hija que no le
ha dado las gracias a la madre o que no tiene buena educación. Y en la Ironía 2
el motivo debe hacer referencia a la intención de reprochar al niño o de burlarse
de él por su error.
Con vistas al análisis estadístico de los datos obtenidos y basándonos en el
procedimiento aplicado por estudios recientes (Peterson et al., 2012; O´Reilly et al.,
2014; Sundqvist et al., 2014), se estableció una puntuación única conjunta calculada
sumando el número de tareas de Falsa Creencia de primer y segundo orden y el
número de Historias Extrañas superadas. De esa forma, a partir del resultado en las
tres tareas de Falsa Creencia aplicadas y en las cinco Historias Extrañas administradas,
los sujetos podían recibir una puntuación que variaba entre 1 y 8.
5.3. Procedimiento
Para la recogida de datos en el presente estudio se utilizaron dos
procedimientos.
Un procedimiento indirecto, que consistía en que los profesores de los centros
escolares cumplimentaran un Cuestionario Sobre Características Personales de cada
uno de los niños y adolescentes sordos y oyentes. A partir de la información obtenida,
se ha podido seleccionar la muestra del estudio y se han recogido los datos
descriptivos de cada uno de los grupos que componen la misma.
Un procedimiento directo, basado en la aplicación a cada participante tanto de
instrumentos de evaluación estandarizados como de tareas con preguntas cuyas
Capítulo 5. Método 149
respuestas eran posteriormente analizadas. A través de ellos se ha obtenido
información acerca de las variables que son objeto de estudio en la presente
investigación.
La fase de recogida de datos se ha desarrollado del siguiente modo:
En un primer momento, se realizó el contacto con los centros educativos en los
que se encontraban escolarizados niños y adolescentes sordos y oyentes que eran
posibles candidatos a formar parte de la muestra de este estudio. En una reunión con
el equipo docente de cada centro se explicó el objetivo de la investigación y el
procedimiento que se iba a seguir, y se entregó a la dirección y a la jefatura de
estudios un formulario con las características de los alumnos que podían incluirse en la
misma. Cada centro elaboró un listado de alumnos que cumplían los requisitos de
selección de la muestra e informó de la conformidad por parte de las familias de
dichos alumnos en que estos participaran en el estudio.
Posteriormente, se entregó a cada uno de los profesores-tutores de los sujetos
seleccionados un cuestionario sobre características personales del alumno que debía
ser entregado a la investigadora en el momento en que se procediera a realizar la
aplicación de las distintas pruebas a cada uno de ellos.
El proceso de evaluación fue el siguiente:
Los participantes eran evaluados por cursos, y se utilizaron una o dos sesiones
para cada uno de ellos. La aplicación de las pruebas se realizó en la biblioteca o en la
sala de estudio del centro, y durante la misma se encontraban presentes la
investigadora y el profesor-tutor en el caso de los alumnos más jóvenes, con el
objetivo de que se sintieran más seguros con su presencia. En el caso de la evaluación
de los participantes sordos también podían estar presentes una educadora del centro
que se encargaba de actividades extraescolares y era intérprete en lengua de signos, o
profesores de apoyo al alumnado signante.
En la primera sesión de evaluación se procedía a confirmar, primeramente,
todos los datos que los profesores-tutores habían proporcionado acerca del alumno. A
150 La comprensión de sentidos no literales
continuación se informaba a este del motivo de la presencia de los miembros del
equipo de investigación en el colegio y, en el caso del alumno sordo, se le ofrecía la
posibilidad de contar con la ayuda de la intérprete en lengua de signos o de un
profesor de apoyo para que le explicase mediante el lenguaje de signos cualquier
elemento de las tareas que no comprendiera cuando le era explicado en lenguaje oral.
Asimismo, y especialmente en el caso de los alumnos sordos, se informó a los alumnos
de que podían solicitar ayuda a la investigadora cuando no entendieran alguna
instrucción o pregunta en las distintas pruebas de evaluación.
A continuación, se procedía a comenzar la aplicación de las pruebas de
evaluación. En el caso de los sujetos sordos, en la primera sesión se evaluaban el Nivel
Intelectual No Verbal y la atribución de Falsa Creencia mediante la Tarea de cambio de
localización, la Tarea del recipiente que contiene otra cosa o contenido inesperado, y la
Tarea o paradigma de la ventana, y otro día, en una segunda sesión, se evaluaban el
Nivel de Competencia Léxica y la Comprensión de Sentidos no Literales del lenguaje.
En el caso de los sujetos oyentes, solo fue necesaria una sesión de evaluación, puesto
que solo fueron evaluados en la comprensión de sentidos no literales del lenguaje.
A modo de resumen, se indican las distintas pruebas y tareas que han sido
aplicadas en los distintos grupos de niños y adolescentes que componen la muestra de
este estudio:
1) En los Grupos A y B, compuestos por niños y adolescentes sordos no
implantados y niños y adolescentes sordos implantados respectivamente, se
han aplicado el Test Breve de Inteligencia No Verbal de Stoelting (S-BIT), el Test
de Vocabulario en Imágenes Peabody (PPVT-III), las Tareas de Falsa Creencia de
primer y segundo orden y las Historias Extrañas que evalúan sentidos no
literales de ironía, mentira y metáfora.
2) En el Grupo C, compuesto por niños y adolescentes oyentes, se han aplicado
solamente las Historias Extrañas que evalúan los sentidos no literales de
metáfora, mentira e ironía. Los tres instrumentos restantes, el Test Breve de
Inteligencia No Verbal de Stoelting (S-BIT), el Test de Vocabulario en Imágenes
Peabody (PPVT-III) y las Tareas de Falsa Creencia de primer y segundo orden no
han sido aplicados en este grupo debido a dos razones. En primer lugar, porque
Capítulo 5. Método 151
los centros escolares proporcionaron información acerca del desarrollo
normativo de las áreas cognitiva y lingüística de estos alumnos procedente de
la evaluación psicopedagógica realizada de forma protocolaria, y en segundo
lugar porque al tratarse de sujetos oyentes de entre 10 y 20 años se dio por
sentado el logro de las habilidades de inferencia mentalista requeridas en la
resolución de tareas de Falsa Creencia de primer y segundo orden. Así, no fue
necesaria la evaluación de estas habilidades en el grupo de participantes
oyentes, mientras que sí se consideró pertinente y necesaria la evaluación del
rendimiento en la comprensión de tareas de sentidos no literales, puesto que
existen pocos estudios que hayan ofrecido datos normativos de adquisición
(González, Linero y Barajas, 2009).
CAPÍTULO 6
RESULTADOS
Este capítulo, en el que se presentan los resultados que se han derivado del
tratamiento estadístico aplicado a los datos recogidos, intenta dar respuesta a los dos
principales objetivos planteados: conocer si existen diferencias en la comprensión de
los sentidos no literales entre los participantes en función de si son sordos no
implantados, sordos implantados u oyentes, e indagar acerca de qué variables
influyen en el rendimiento en las tareas con las que se evalúa la comprensión de
dichos sentidos no literales y en la atribución de estados mentales en general tanto en
el caso de los sordos no implantados como en el de los sordos implantados.
Para dar respuesta al primer objetivo, se ha realizado un Análisis de Varianza
para comprobar si las diferencias de rendimiento en la comprensión de los sentidos no
literales considerados en este estudio eran estadísticamente significativas y entre qué
grupos de participantes se daban estas diferencias. Además, se han analizado
pormenorizadamente las diferencias de rendimiento en la comprensión de cada tarea
de sentidos no literales entre los tres grupos de participantes: mediante la aplicación
de la prueba de Kruskal-Wallis se ha analizado si los tres grupos presentaban
diferencias entre sí, y se ha comprobado posteriormente si las diferencias eran
estadísticamente significativas mediante la prueba U de Mann-Whitney considerando
los grupos de dos en dos. Por último, también se ha obtenido información acerca de la
dificultad que presenta cada tarea para cada grupo de participantes de este estudio
aplicando la prueba de Signos, y se ha realizado un análisis detallado del tipo de
respuesta incorrecta que ofrecen los participantes de los distintos grupos en aquellas
tareas que no superan.
Para dar respuesta al segundo objetivo, en primer lugar se ha obtenido
información acerca de las relaciones que guardan entre sí las cuatro variables medidas
e incluidas en el estudio mediante un Análisis de correlaciones de Pearson en cada uno
de los grupos de participantes sordos. En segundo lugar, se ha llevado a cabo un
156 La comprensión de sentidos no literales
Análisis de Regresión Logística Binaria Múltiple (método introducir) para comprobar el
valor predictivo que tienen las variables edad cronológica, edad lingüística y teoría de
la mente en el rendimiento en la comprensión de sentidos no literales para cada uno
de los grupos de participantes sordos. Y, por último, se ha realizado un Análisis de
Regresión Logística Binaria Múltiple (método por pasos) con el propósito de comprobar
el valor predictivo de las variables edad cronológica y edad lingüística en el
rendimiento en la teoría de la mente básica y avanzada consideradas conjuntamente.
En cada uno de los siguientes apartados la información se expone de forma
estructurada con el propósito de ir respondiendo a cada una de las cuestiones
planteadas como objetivos dentro de los dos objetivos generales citados.
6.1. Rendimiento en la comprensión de sentidos no literales de los participantes
sordos no implantados, sordos implantados y oyentes
En este apartado se ofrecen los resultados relativos al primer objetivo general
planteado, el de conocer si existen diferencias de rendimiento en la comprensión de
sentidos no literales cuando se comparan niños y adolescentes sordos no implantados,
implantados y oyentes. En primer lugar, se presentarán los resultados obtenidos del
análisis de la comprensión global de los sentidos no literales.
6.1.1. Diferencias en el rendimiento global en la comprensión de sentidos no
literales entre participantes sordos no implantados, sordos implantados y oyentes
Como puede observarse en la Tabla 6.1, los porcentajes se distribuyen de forma
diferente en cada uno de los grupos estudiados.
Capítulo 6. Resultados 157
Tabla 6.1
Porcentajes de participantes que superan cada cantidad de tareas de
sentidos no literales en cada grupo
Número de tareas de sentidos no literales
superadas
Grupo de sordos no implantados
Grupo de sordos implantados
Grupo de oyentes
1 13.2% 10% 2 23.7% 25% 3 44.7% 20% 2.6% 4 18.4% 35% 23.7% 5 10% 73.7%
En el grupo de sordos no implantados, los porcentajes más cuantiosos se
disponen en torno a una cantidad intermedia de tareas, concretamente la gran
mayoría de los integrantes de este grupo, el 86,8%, supera 2, 3 ó 4 tareas, y solo el
18.4% supera cuatro, que es el número máximo de tareas que se superan en este
grupo. En el grupo de sordos implantados, el número máximo de tareas superadas es
de 5, superadas por el 10% del grupo, y casi la mitad de los participantes, el 45%,
supera 4 ó 5 tareas. La distribución de los porcentajes en el grupo de participantes
oyentes es muy diferente, puesto que casi la totalidad de los integrantes de este
grupo, el 97%, supera 4 ó 5 tareas, dándose el caso de que en este grupo ningún
participante superó solamente 1 ó 2 tareas.
La Figura 6.1 representa la media del número de tareas de sentidos no literales
superadas en cada grupo.
158 La comprensión de sentidos no literales
0
1
2
3
4
5
Tareas de sentidos no literales
No implantados
Implantados
Oyentes
Figura 6.1. Media del rendimiento en la comprensión de sentidos no literales
en cada grupo de participantes
De la observación de los descriptivos se observa que hay diferencias entre los
sordos y los oyentes en la media de tareas de sentidos no literales superadas. Los
oyentes presentan una media de tareas superadas más alta que los sordos
implantados y más aún que los no implantados. También se observan diferencias en el
rango de tareas superadas en cada grupo de participantes. En el caso de los oyentes la
cantidad mínima de tareas superadas es de tres, mientras que en los dos grupos de
sordos es de una tarea. Sin embargo, el grupo de sordos implantados se asemeja a los
oyentes en el rango máximo de tareas superadas, que son 5 (Tabla 6.2).
Tabla 6.2
Media, desviación típica y rango del rendimiento en la comprensión de sentidos no
literales en cada grupo de participantes
SORDOS NO IMPLANTADOS (N = 38)
SORDOS IMPLANTADOS (N = 20)
OYENTES (N = 38)
M (DT)
2.68 (0.93)
3.10 (1.21)
4.71 (0.515)
RANGO
1-4 1-5
3-5
Capítulo 6. Resultados 159
Otro dato interesante que se observa en esta tabla de descriptivos es la menor
desviación típica en el número de tareas superadas que presenta el grupo de oyentes,
frente a la mayor desviación que presentan los grupos de participantes sordos,
especialmente el grupo de implantados. Esto indicaría la existencia de menor grado de
variabilidad interindividual en el rendimiento en estas tareas por parte del grupo de
oyentes, frente a la mayor variación interindividual por parte de los participantes
sordos en general.
Un Análisis de Varianza indicó que las diferencias de medias entre los tres
grupos son estadísticamente significativas: F (2, 93) = 55,715, p = .000.
La prueba post-hoc de Tukey indica que hay diferencias estadísticamente
significativas entre el grupo de participantes oyentes y de sordos no implantados (p =
.000), así como entre el grupo de oyentes y el de sordos implantados (p = .000). Sin
embargo, no hay diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos de
participantes sordos, los sordos no implantados y los implantados (p = .197).
6.1.2. Diferencias en la comprensión de las distintas tareas de sentidos no literales
entre los tres grupos de participantes
Hasta ahora, en el apartado anterior, se ha realizado el análisis del rendimiento
en las distintas tareas de sentidos no literales incluidas en el presente estudio
considerando el rendimiento en todas las tareas conjuntamente. En el siguiente
apartado se reflejan los resultados de un análisis más pormenorizado del rendimiento
en la comprensión de cada una de las tareas incluidas en cada uno de los distintos
sentidos.
160 La comprensión de sentidos no literales
A continuación, se presentan los datos descriptivos en relación al porcentaje de
participantes de cada grupo que supera cada una de las tareas aplicadas en este
estudio. A partir de los mismos, se ha aplicado en primer lugar la prueba de Kruskal-
Wallis (Tabla 6.3) con el objetivo de comprobar si hay diferencias significativas entre
los tres grupos de participantes, y se ha realizado en segundo lugar la prueba U de
Mann-Whitney para conocer entre qué grupos se dan estas diferencias (Tabla 6.4).
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Metáfora Mentira 1 Mentira 2 Ironía 1 Ironía 2
No implantados
Implantados
Oyentes
Figura 6.2. Porcentajes de participantes de cada grupo que
superan cada una de las tareas
Como se puede observar en la Figura 6.2, los porcentajes de sujetos que
superan la metáfora en cada uno de los grupos son máximos, todos los componentes
de los tres grupos de participantes la superan. Así pues, los tres grupos no presentan
diferencias entre sí en el rendimiento en esta tarea.
Como se observa en la Figura 6.2, en el caso de la Mentira 1 también el grupo
de oyentes alcanza un rendimiento pleno, superándola la totalidad de sus
componentes, mientras que en el grupo de sordos implantados supera esta tarea el
80%, y en el grupo de sordos no implantados la supera el 74%. El análisis de las
diferencias del rendimiento de los tres grupos aplicando la prueba de Kruskal-Wallis
indica que los tres grupos presentan diferencias entre sí en esta tarea (Tabla 6.3).
Capítulo 6. Resultados 161
Tabla 6.3
Prueba de Kruskal-Wallis para la diferencia de rendimiento para cada tarea
en cada uno de los grupos
RANGO PROMEDIO
CHI-CUADRADO
SIGNIFICACIÓN ASINTÓTICA
METÁFORA
SORDOS NO IMPLANTADOS
48.50 .000
1.000 SORDOS
IMPLANTADOS 48.50
OYENTES
48.50
MENTIRA 1
SORDOS NO IMPLANTADOS
42.87 11.042
.004 SORDOS
IMPLANTADOS 45.90
OYENTES
55.50
MENTIRA 2
SORDOS NO IMPLANTADOS
31.34 38.241
.000 SORDOS
IMPLANTADOS 48.90
OYENTES 65.45
IRONÍA 1
SORDOS NO IMPLANTADOS
42.08 16.384
.000 SORDOS
IMPLANTADOS 41.70
OYENTES 58.50
IRONÍA 2
SORDOS NO IMPLANTADOS
35.05 48.671
.000 SORDOS
IMPLANTADOS 34.80
OYENTES 69.16
162 La comprensión de sentidos no literales
Con el propósito de comprobar si las diferencias en la tarea de Mentira 1 son
estadísticamente significativas se ha aplicado la prueba U de Mann-Whitney y se ha
comparado el rendimiento de los grupos tomándolos de dos en dos (Tabla 6.4). De los
resultados de este análisis se deriva que el rendimiento del grupo de oyentes difiere
significativamente del rendimiento del grupo de sordos implantados y del de sordos no
implantados en esta tarea, y que no hay diferencias significativas entre el grupo de
sordos implantados y el de sordos no implantados.
En el caso de la Mentira 2, los porcentajes que superan esta tarea en cada uno
de los tres grupos son más reducidos, pero presentan una dinámica similar a la
presentada en la tarea anterior. Así, como se puede observar, el 89% de los
componentes del grupo de oyentes supera esta tarea, mientras que en el grupo de
sordos implantados la supera el 55%, y en el grupo de sordos no implantados la supera
el 18%. El análisis de las diferencias del rendimiento de los tres grupos a partir de la
aplicación de la prueba de Kruskal-Wallis indica que los tres grupos presentan
diferencias entre sí en esta tarea. De los resultados de la prueba U de Mann-Whitney
se deriva que el rendimiento del grupo de oyentes difiere significativamente del
rendimiento del grupo de sordos implantados y del de sordos no implantados en esta
tarea, y que también hay diferencias significativas entre el grupo de sordos
implantados y el de sordos no implantados.
Con respecto a la Ionía 1, de nuevo la totalidad de los componentes del grupo
de oyentes supera esta tarea, mientras que el porcentaje de sujetos que la supera en
el grupo de sordos implantados es del 65%, y en el grupo de sordos no implantados es
del 66%. El análisis de las diferencias del rendimiento de los tres grupos a partir de la
aplicación de la prueba de Kruskal-Wallis indica que los tres grupos presentan
diferencias entre sí en esta tarea. De los resultados de la prueba U de Mann-Whitney
se deriva que el rendimiento del grupo de oyentes difiere significativamente del
rendimiento del grupo de sordos implantados y del de sordos no implantados en esta
tarea, y que no hay diferencias significativas entre el grupo de sordos implantados y el
de sordos no implantados.
Capítulo 6. Resultados 163
Tabla 6.4
Prueba U de Mann-Whitney para la diferencia de rendimiento para cada tarea entre
los distintos grupos de participantes dos a dos
TAREAS DE SENTIDOS NO
LITERALES
GRUPO DE OYENTES
GRUPO DE
SORDOS IMPLANTADOS
GRUPO DE SORDOS IMPLANTADOS
METÁFORA
1.000
---
MENTIRA 1
.005
---
MENTIRA 2
.003
---
IRONÍA 1
.000
---
IRONÍA 2
.000
---
GRUPO DE SORDOS NO IMPLANTADOS
METÁFORA
1.000
1.000
MENTIRA 1
.001
.596
MENTIRA 2
.000
.005
IRONÍA 1
.000
.952
IRONÍA 2
.000
.951
Con respecto a la Ironía 2, el porcentaje de sujetos en el grupo de oyentes que
la supera es del 82%, y los porcentajes de participantes que superan esta tarea en los
grupos de sordos implantados y de sordos no implantados es el mismo, en ambos
164 La comprensión de sentidos no literales
grupos es el 10%. El análisis de las diferencias del rendimiento de los tres grupos a
partir de la aplicación de la prueba de Kruskal-Wallis indica que los tres grupos
presentan diferencias entre sí en esta tarea. De los resultados de la prueba U de Mann-
Whitney se deriva que el rendimiento del grupo de oyentes difiere significativamente
del rendimiento del grupo de sordos implantados y del de sordos no implantados en
esta tarea, y que no hay diferencias significativas entre el grupo de sordos implantados
y el de sordos no implantados.
6.1.3. Análisis de la dificultad que presenta cada tarea de cada sentido no literal
para cada grupo de participantes del estudio
Con el propósito de conocer si las tareas empleadas para la evaluación de la
comprensión de los sentidos no literales considerados en este estudio presentan
diferente grado de dificultad para los distintos grupos de participantes se ha aplicado
la Prueba de signos. Puesto que la tarea de la metáfora es superada por la totalidad de
los sujetos de los tres grupos, solo se ha aplicado la Prueba de signos a los resultados
de rendimiento en las dos tareas que evalúan la comprensión de la mentira y a los
resultados de rendimiento en las dos tareas que evalúan la comprensión de la ironía
(ver Figura 6.2).
En el grupo de sordos no implantados se ha encontrado la existencia de
diferencias significativas entre las dos tareas de mentiras (p = .000), resultando que la
Mentira 1 presenta mayor facilidad de comprensión que la Mentira 2. En cuanto a las
dos tareas de ironías, también se ha encontrado la existencia de diferencias
significativas entre ambas (p = .000), resultando que la Ironía 1 presenta mayor
facilidad de comprensión que la Ironía 2.
En el grupo de participantes sordos implantados no se ha encontrado la
existencia de diferencias significativas entre las dos tareas de mentiras. En cuanto a las
dos tareas de ironías, sí se ha encontrado la existencia de diferencias significativas
entre ambas (p = .001), resultando que la Ironía 1 presenta mayor facilidad de
comprensión que la Ironía 2.
Capítulo 6. Resultados 165
Por último, en el grupo participantes oyentes tampoco se ha encontrado la
existencia de diferencias significativas entre las dos tareas de mentiras. En cuanto a las
dos tareas de ironías, sí se ha encontrado la existencia de diferencias significativas
entre ambas (p = .016), resultando que la Ironía 1 presenta mayor facilidad de
comprensión que la Ironía 2.
De estos datos se desprende que solo el grupo de sordos no implantados
encuentra diferente grado de dificultad en las tareas que evalúan la comprensión de la
mentira, siendo la tarea de la mentira en la que se emplea una estrategia de
persuasión (Mentira 1) más fácil de interpretar para este grupo que la mentira en la
que el hablante expresa una mentira piadosa (Mentira 2). Para el grupo de sordos
implantados y de oyentes las dos mentiras presentan el mismo grado de dificultad a la
hora de ser interpretadas.
En cuanto a las tareas que se utilizan para la evaluación del sentido de la ironía
hay que destacar que a partir de los datos derivados del análisis se puede concluir que,
para los tres grupos de participantes, la Ironía 1 resulta más fácil de interpretar que la
Ironía 2. Es decir, en los tres grupos resulta más fácil interpretar la expresión irónica en
la situación que se desarrolla entre una madre y su hija que en la situación que se
desarrolla entre dos amigos.
A continuación, se ofrece información relativa a un análisis más pormenorizado
de los tipos de respuestas incorrectas que ofrecen los participantes que no superan
cada una de las tareas, exceptuando el caso de la tarea de la metáfora, en la que no
hay errores. En las tareas que evalúan la comprensión de la mentira y la ironía, una
respuesta se considera incorrecta si el sujeto indica que “no sabe” o de su respuesta se
deduce que no percibe la mentira o la discrepancia entre lo que el hablante dice y la
realidad, o bien percibe la mentira o la discrepancia pero no ofrece ningún motivo que
lleva al personaje a decir lo que dice, o bien percibe la mentira o la discrepancia pero
ofrece un motivo incorrecto o inapropiado para explicar la motivación que tiene el
personaje para decir lo que dice. Este análisis tiene el objetivo de conocer en
profundidad en qué consiste la dificultad de los sujetos que no superan las tareas de
evaluación de la comprensión de tales sentidos. Dicha dificultad varía, pues, desde que
166 La comprensión de sentidos no literales
el participante no se dé cuenta de que el personaje expresa algo que no es
literalmente cierto hasta que reconozca que el personaje expresa algo que no es
literalmente cierto pero que infiera un motivo inadecuado o inapropiado para justificar
por qué el personaje expresa dicho sentido no literal.
A continuación se ofrece por cada grupo de participantes una figura en la que
se presenta la distribución de los tipos de respuestas incorrectas que ofrecen estos en
las dos tareas de mentiras y las dos tareas de ironías empleadas en el estudio.
0
20
40
60
80
100
Mentira 1 Mentira 2 Ironía 1 Ironía 2
No sabe/No percibe mentira odiscrepancia
Percibe mentira o discrepancia, noofrece motivo
Percibe mentira o discrepancia,ofrece motivo incorrecto
Figura 6.3. Distribución de tipos de respuestas incorrectas ofrecidas en
cada tarea por los sordos no implantados
En el grupo de los sordos no implantados (Figura 6.3) se observa que, en el caso
de las tareas de mentiras, existen patrones de respuestas incorrectas bastante
similares. Tanto en la Mentira 1 como en la Mentira 2, la mayoría de las respuestas
incorrectas corresponde a la categoría de Percibe mentira, ofrece motivo incorrecto, y
en porcentaje menor a la de Percibe mentira, no ofrece motivo. Se puede concluir,
pues, que la mayoría de las respuestas incorrectas en estas tareas son respuestas en
las que aunque se percibe la mentira que expresa el personaje y se indica un motivo de
por qué la dice, este motivo es inapropiado o inadecuado. Así, en la Mentira 1, muchos
niños sordos no implantados no llegan a detectar que con la mentira el niño pretende
conseguir un beneficio con respecto a los demás, y solo hacen referencia a la
Capítulo 6. Resultados 167
satisfacción del deseo de comer mucho. Y en la Mentira 2, en lugar de indicar que la
niña no quiere herir los sentimientos de sus padres, muchos niños no implantados
dicen que la niña miente para disimular sus propios sentimientos de decepción, o
simplemente, porque es una mentirosa.
En el caso de las tareas de ironías, se puede observar que existe un patrón de
distribución de respuestas incorrectas muy diferentes en la Ironía 1 y la Ironía 2. En la
Ironía 1, la totalidad de las respuestas incorrectas pertenecen a la categoría de Percibe
discrepancia, ofrece motivo incorrecto, por lo que se puede decir que la totalidad de
las respuestas incorrectas lo son porque aunque se evidencia que se percibe la
discrepancia, no se infiere un motivo apropiado para explicar por qué el personaje
expresa ese enunciado irónico. Así, por ejemplo, muchos participantes sordos no
implantados responden que la madre dice “A eso le llamo yo buena educación” porque
la niña no come, porque está viendo la televisión o porque no ha ayudado a poner la
mesa, en lugar de indicar que la madre está reprochando a la niña su falta de
educación con ella.
En la Ironía 2, las respuestas incorrectas pertenecen casi por igual a la categoría
de Percibe discrepancia, ofrece motivo incorrecto, como a la categoría de Percibe
discrepancia, no ofrece motivo. Se puede decir, por lo tanto, que el total de respuestas
incorrectas en esta tarea lo son porque aunque se evidencia que se percibe la
discrepancia, o no se ofrece motivo que explique lo que dice el personaje o, si se indica
un motivo, este es inapropiado o inadecuado. Así, muchos niños no implantados no se
refieren al reproche que la niña hace al niño, sino a la decepción que se lleva la niña,
aludiendo a que a la niña no le gusta que llueva, a que esperaba que iba a hacer buen
día, etc.
168 La comprensión de sentidos no literales
0
20
40
60
80
100
Mentira 1 Mentira 2 Ironía 1 Ironía 2
No sabe/No percibe mentira odiscrepancia
Percibe mentira o discrepancia, noofrece motivo
Percibe mentira o discrepancia,ofrece motivo incorrecto
Figura 6.4. Distribución de tipos de respuestas incorrectas ofrecidas en
cada tarea por los sordos implantados
En el grupo de los sordos implantados (Figura 6.4) se observa que, en el caso de
las tareas de mentiras, existen patrones de respuestas incorrectas diferentes. En la
Mentira 1 la mayoría de las respuestas incorrectas corresponde a la categoría de
Percibe discrepancia, ofrece motivo incorrecto, y un porcentaje mucho menor
corresponde a la de Percibe discrepancia, no ofrece motivo. Se puede decir, por lo
tanto, que la mayoría de las respuestas incorrectas en esta tarea lo son porque aunque
se evidencia que se percibe la mentira, si se indica un motivo de por qué la dice, este
es inapropiado o inadecuado. Por ejemplo, algunos niños implantados dicen que el
niño miente porque es muy agonioso o porque tiene mucha hambre. En la Mentira 2 la
distribución de las respuestas incorrectas en cada una de las categorías es equitativa,
dándose por lo tanto en esta tarea un reparto proporcionado de los diferentes tipos de
respuestas incorrectas. Esto quiere decir que una tercera parte de las respuestas
incorrectas evidencian que no se percibe la mentira que expresa el personaje.
Respecto a las tareas de ironías, se puede observar que la distribución de los
tipos de respuestas incorrectas es similar para las dos tareas empleadas. Así, es
destacable que la totalidad de las respuestas incorrectas corresponden a la categoría
de Percibe discrepancia, ofrece motivo incorrecto, tanto en la tarea de Ironía 1 como
en la tarea de Ironía 2. Es decir, la totalidad de las respuestas incorrectas en estas
tareas evidencian que aunque se percibe la discrepancia en lo expresado por el
personaje, no se acierta al elegir el motivo que lleva a este a decir lo que dice. Por
ejemplo, en la Ironía 1, varios niños implantados dicen que la madre le dice eso a la
Capítulo 6. Resultados 169
niña porque la niña no come, solamente mira la televisión o porque quiere que la niña
se vaya a la cocina a comer. En la Ironía 2, la mayoría de las respuestas incorrectas
hacen referencia a que la niña dice lo que dice porque se enfada cuando se les
estropea el plan en el campo y empieza a llover, pero varios niños sordos implantados
introducen razonamientos muy sofisticados en su respuesta incorrecta, como que el
niño engañó a la niña diciéndole que iba a hacer un día muy bueno.
0
20
40
60
80
100
Mentira 1 Mentira 2 Ironía 1 Ironía 2
No sabe/No percibe mentira odiscrepancia
Percibe mentira o discrepancia, noofrece motivo
Percibe mentira o discrepancia,ofrece motivo incorrecto
Figura 6.5. Distribución de tipos de respuestas incorrectas ofrecidas en cada tarea por
los oyentes
En el grupo de los oyentes (Figura 6.5) se observa que, en el caso de las
mentiras, de nuevo se puede afirmar que existen patrones distintos de distribución de
los tipos de respuestas incorrectas en la Mentira 1 y la Mentira 2. En la tarea de
Mentira 1 no existen respuestas incorrectas, y en la tarea de Mentira 2 la mayoría de
las respuestas incorrectas pertenece a la categoría de Percibe mentira, ofrece motivo
incorrecto, es decir, la mayoría de las respuestas incorrectas en esta tarea evidencian
que aunque se percibe la mentira en lo expresado por el personaje, no se acierta al
elegir el motivo que lleva a este a decir lo que dice.
170 La comprensión de sentidos no literales
En el caso de las ironías, también existen patrones distintos de distribución de
los tipos de respuestas incorrectas en la Ironía 1 y la Ironía 2. En la tarea de Ironía 1 no
existen respuestas incorrectas, y en la tarea de Ironía 2 la mayoría de las respuestas
incorrectas corresponden a la categoría de Percibe discrepancia, no ofrece motivo. Se
podría decir que la mayoría de las respuestas incorrectas en esta tarea lo son porque
aunque se evidencia que se percibe la discrepancia no se ofrece ningún motivo que
explique por qué el personaje dice lo que dice.
6.2. Valor explicativo de las variables estudiadas sobre el rendimiento de la
comprensión de los sentidos no literales y sobre el rendimiento en la teoría de la
mente básica y avanzada para cada grupo de participantes sordos
En el apartado anterior se ha mostrado evidencia de la existencia de diferencias
en la comprensión de sentidos no literales entre participantes sordos y oyentes, así
como de algunas diferencias entre participantes sordos no implantados e implantados.
En este apartado se va a tratar de analizar qué factores influyen en la comprensión de
los sentidos no literales, y si son los mismos o no para los dos grupos de participantes
sordos del estudio. Desde esta perspectiva, la teoría de la mente se ha tenido en
cuenta como una variable independiente más con un peso determinado en el
rendimiento en la comprensión de los sentidos no literales, junto con la edad
cronológica y la edad lingüística.
Pero la consideración de la comprensión de los sentidos no literales como un
aspecto más de la teoría de la mente, como un componente que implica el despliegue
de complejos mecanismos de inferencia en contextos sociales y que se consigue en
edades más avanzadas, requiere que se tengan en cuenta conjuntamente el
rendimiento en tareas de teoría de la mente considerada básica (falsa creencia de
primer y segundo orden) y el rendimiento en tareas de comprensión de sentidos no
literales. Por esta razón, se va a considerar también qué factores influyen en el
rendimiento en la teoría de la mente básica y avanzada, y si son los mismos para cada
uno de los grupos de participantes sordos del estudio. Desde esta perspectiva, se va a
Capítulo 6. Resultados 171
considerar qué peso predictivo tienen la edad cronológica y la edad lingüística en el
rendimiento en tareas que evalúan tanto las habilidades de atribución de falsa
creencia de primer y segundo orden como la comprensión de los sentidos no literales
del lenguaje.
En primer lugar, se presentan los estadísticos descriptivos de las distintas
variables estudiadas, así como las correlaciones que se establecen entre las mismas,
para cada uno de los grupos de participantes sordos en el estudio. En tercer lugar, se
analiza estadísticamente el efecto de la edad cronológica, la edad lingüística y la teoría
de la mente en el rendimiento en la comprensión de sentidos no literales. Y, por
último, siguiendo el planteamiento metodológico de algunos de los trabajos
comentados en el capítulo 3 (Peterson et al., 2012; O´Reilly et al., 2014; Sundqvist et
al., 2014), se considerarán conjuntamente como variable dependiente el rendimiento
en teoría de la mente básica y avanzada, y se analizará el efecto de la edad cronológica
y la edad lingüística sobre dicha variable en cada uno de los grupos de participantes
sordos.
6.2.1. Descriptivos de las variables edad cronológica, edad lingüística, teoría de la
mente y sentidos no literales en cada grupo de participantes sordos
A continuación, se presentan los estadísticos descriptivos de las distintas
variables incluidas en el estudio, la edad cronológica, la edad lingüística, la teoría de la
mente y los sentidos no literales, tanto para el grupo de sordos no implantados como
el de sordos implantados.
172 La comprensión de sentidos no literales
Tabla 6.5. Descriptivos de las variables en cada grupo de participantes sordos
Comentamos a continuación algunos datos interesantes de los descriptivos
para los dos grupos de participantes sordos (Tabla 6.5).
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
20
Edad Cronológica Edad Lingüística
Sordos no implantados
Sordos implantados
Figura 6.6. Media de edad cronológica y media de edad lingüística
SORDOS NO IMPLANTADOS
SORDOS IMPLANTADOS
EDAD CRONOLÓGICA
M 15.8 15
DT 2.4 3.1
RANGO 10.8-20 10.7-20
EDAD LINGÜÍSTICA
M 4.6 9.7
DT 1.4 4.3
RANGO 2.5-8.2 5.2-18
TEORÍA DE LA MENTE
M 2.32 2.25
DT 1.016 0.786
RANGO 0-3 1-3
SENTIDOS NO LITERALES
M 2.68 3.10
DT 0.933 1.210
RANGO 1-4 1-5
Capítulo 6. Resultados 173
Como se puede observar en la Figura 6.6, las medias de edad cronológica de los
dos grupos son muy similares, la del grupo de sordos no implantados es de 15.8 años,
mientras que la del grupo de sordos implantados es de 15 años. En cambio, existe una
gran diferencia entre sus edades lingüísticas, la media del grupo de no implantados es
de 4.6 años, mientras que la del grupo de implantados es de 9.7. Esto quiere decir que
para el grupo de sordos no implantados existe una gran diferencia entre las medias de
edad cronológica y edad lingüística, y la diferencia es de aproximadamente 11 años. En
cambio, para el grupo de sordos implantados la diferencia entre las medias es menor,
de aproximadamente cinco años.
0
0,5
1
1,5
2
2,5
3
Total Teoría de la Mente
Sordos no implantados
Sordos implantados
Figura 6.7. Media de tareas de teoría de la mente superadas
En la Figura 6.7 se observa la similitud entre las medias de tareas de Teoría de
la Mente superadas en ambos grupos, siendo de 2.32 para el grupo de sordos no
implantados y de 2.25 para el de implantados. En cuanto a la desviación típica, es
ligeramente superior en el grupo de sordos no implantados, concretamente de 1.016,
mientras que en el grupo de sordos implantados no es mayor de uno, concretamente
es de 0.786.
174 La comprensión de sentidos no literales
0
1
2
3
4
5
Total Tareas sentidos no literales
Sordos no implantados
Sordos implantados
Figura 6.8. Media de tareas de sentidos no literales superadas
Por último, en la Figura 6.8 se puede observar que existe una pequeña
diferencia entre las medias de ambos grupos en cuanto a las tareas de sentidos no
literales superadas. En el caso de los sordos no implantados la media es de 2.68,
mientras que en el de sordos implantados la media es de 3.10. En cuanto a la
desviación típica, es de 0.93 para los no implantados y algo ligeramente superior para
los implantados, concretamente 1.21.
6.2.2. Análisis de las relaciones entre edad cronológica, edad lingüística, teoría de la
mente y sentidos no literales
El propósito de estos análisis es llegar a conocer la relación que estas cuatro
variables guardan entre sí y mostrar la pertinencia de incluir algunas en un análisis
explicativo posterior que arroje información acerca del valor de las mismas a la hora de
explicar o predecir alguna de ellas.
A continuación, se presentan los resultados de los análisis de correlación
aplicados a cada uno de los grupos de participantes sordos (Tabla 6.6 y Tabla 6.7).
Capítulo 6. Resultados 175
Tabla 6.6
Análisis de correlación de Pearson para edad cronológica, edad lingüística, teoría de la
mente y sentidos no literales en el grupo de sordos no implantados
Edad Cronológica
Edad Lingüística
Teoría de la Mente
Edad Lingüística
.087
Teoría de la Mente
.568**
.246
Sentidos no literales
.443**
.249
.393*
*(p< .05) **(p< .01)
Como se puede observar en la Tabla 6.6, un dato que llama la atención es que
no existe correlación entre la variable edad cronológica y edad lingüística. La variable
edad cronológica sí que se encuentra fuertemente correlacionada con las variables
teoría de la mente y sentidos no literales, mientras que la variable edad lingüística no
correlaciona con ninguna de las otras tres variables. En cuanto a la variable teoría de la
mente, hay que señalar que también presenta correlación con la variable sentidos no
literales.
176 La comprensión de sentidos no literales
Tabla 6.7
Análisis de correlación de Pearson para edad cronológica, edad lingüística, teoría de la
mente y sentidos no literales en el grupo de sordos implantados
Edad Cronológica
Edad Lingüística
Teoría de la Mente
Edad Lingüística
.552*
Teoría de la Mente
.604**
.616**
Sentidos no literales
.230
.488*
.581**
*(p< .05) **(p< .01)
En lo que se refiere al resultado del análisis de correlación de Pearson para el
grupo de sordos implantados, en la Tabla 6.7 se puede observar que en este grupo de
sordos sí que se da correlación entre las variables edad cronológica y edad lingüística,
a diferencia de lo que ocurre en el grupo de sordos no implantados. En el grupo de
sordos implantados, la edad cronológica también correlaciona fuertemente con la
variable teoría de la mente, al igual que sucedía en el grupo de no implantados, pero
no correlaciona con la variable sentidos no literales.
Otro dato destacable que se desprende del análisis de correlación para el grupo
de sordos implantados es el de que la variable edad lingüística correlaciona también
con las variables teoría de la mente y sentidos no literales, a diferencia de lo que
ocurría en el grupo de sordos no implantados, en el que la variable edad lingüística no
mantenía correlación con ninguna de las otras tres variables. Por último, hay que
señalar que para el grupo de sordos implantados se indica correlación entre las
variables teoría de la mente y sentidos no literales, al igual que en el caso del grupo de
sordos no implantados.
Capítulo 6. Resultados 177
De la consideración de los datos que arrojan los análisis de correlación
comentados para cada uno de los grupos de sordos se concluye que la variable
sentidos no literales mantiene correlaciones con la edad cronológica, la edad
lingüística y la teoría de la mente en un grupo u otro de participantes, de modo que se
considera pertinente que las tres variables sean incluidas en un análisis de naturaleza
explicativa mediante el que se pueda llegar a determinar el peso que tiene cada una de
ellas a la hora de predecir el nivel de rendimiento de los sujetos en la comprensión de
los sentidos no literales en cada uno de los grupos de participantes sordos.
6.2.3. Análisis del efecto de la edad cronológica, edad lingüística y rendimiento en
teoría de la mente sobre la comprensión de sentidos no literales en los dos grupos de
participantes sordos
Para la realización del análisis de Regresión Logística Binaria se han establecido
dos niveles de rendimiento en comprensión de sentidos no literales en cada uno de los
grupos de participantes sordos. El nivel bajo de rendimiento supone la superación de
una o dos tareas de sentidos no literales, y el nivel alto de rendimiento supone la
superación de tres, cuatro o cinco tareas. La distribución de los participantes en cada
grupo en función del número de tareas de sentidos no literales superadas según los
niveles de bajo y alto rendimiento establecidos se refleja en la siguiente tabla de
descriptivos (Tabla 6.8).
178 La comprensión de sentidos no literales
Tabla 6.8
Descriptivos de la distribución de los participantes en cada grupo según dos niveles de
rendimiento en sentidos no literales
Número de tareas superadas organizadas
en dos niveles
N y porcentaje de sordos no implantados
N y porcentaje de sordos implantados
Superadas 1 ó 2 tareas
(bajo rendimiento)
14 (36.8)
7 (35)
Superadas 3, 4 ó 5 tareas
(alto rendimiento)
24 (63.2)
13 (65)
Total 38 (100%) Total 20 (100%)
Grupo de participantes sordos no implantados
Para estimar el valor de cada una de estas tres variables (edad cronológica,
edad lingüística y teoría de la mente) a la hora de predecir la pertenencia a uno u otro
grupo de comprensión de sentidos no literales (bajo/alto rendimiento), se realizó un
análisis de Regresión Logística Binaria Múltiple siguiendo el método introducir. Como
puede observarse en la Tabla 6.9, que presenta los parámetros del análisis de
regresión, de las tres variables introducidas en la ecuación solo la variable edad
cronológica muestra significación estadística a la hora de predecir la pertenencia a
uno u otro grupo de comprensión de sentidos no literales, pues el estadístico de Wald
asociado a cada una de las otras variables no es significativo en ninguno de los casos. El
porcentaje de varianza explicado por el modelo es del 43% (R cuadrado de
Nagelkerke), y atendiendo a los datos sobre el porcentaje de clasificación correcta, el
modelo muestra que la edad cronológica clasifica en el grupo de bajo rendimiento en
sentidos no literales al 64% de los participantes no implantados, y en el grupo de alto
rendimiento, al 92%.
Capítulo 6. Resultados 179
Tabla 6.9
Parámetros de la Regresión Logística Binaria Múltiple de edad cronológica, edad
lingüística y teoría de la mente sobre sentidos no literales para el grupo de sordos no
implantados
B
Error
estándar Wald gl Sig. Exp(B)
Edad cronológica .039 .020 3.874 1 .049 1.040
Edad lingüística .039 .029 1.728 1 .189 1.039
Teoría de la mente .438 .468 .876 1 .349 1.550
Constante -9.773 3.927 6.192 1 .013 .000
El valor predictivo de las distintas variables incluidas en la ecuación de
regresión para la variable sentidos no literales queda reflejado en la Figura 6.9. Como
se puede observar, tan solo la variable edad cronológica predice la pertenencia de los
participantes que forman el grupo de sordos no implantados a uno de los dos niveles
de rendimiento en la comprensión de sentidos no literales. El resto de variables
incluidas en la ecuación de regresión no tienen peso predictivo en este sentido.
.449 .049
.189
.3490.98
Figura 6.9. Valor predictivo de las distintas variables en la comprensión de sentidos no
literales para el grupo de sordos no implantados
Edad cronológica
Edad lingüística
Teoría de la mente
Comprensión de sentidos no literales
180 La comprensión de sentidos no literales
Grupo de participantes sordos implantados
Para estimar el valor de cada una de estas tres variables (edad cronológica,
edad lingüística y teoría de la mente) a la hora de predecir la pertenencia a uno u otro
grupo de comprensión de sentidos no literales (bajo/alto rendimiento), se realizó un
análisis de Regresión Logística Binaria Múltiple siguiendo el método introducir. Como
puede observarse en la Tabla 6.10, que presenta los parámetros del análisis de
regresión, ninguna de las tres variables introducidas en la ecuación muestra
significación estadística a la hora de predecir la pertenencia a uno u otro grupo de
comprensión de sentidos no literales, pues el estadístico de Wald asociado a cada una
de las variables no es significativo en ninguno de los casos.
Tabla 6.10
Parámetros de la Regresión Logística Binaria Múltiple de edad cronológica, edad
lingüística y teoría de la mente sobre sentidos no literales para el grupo de sordos
implantados
B
Error
estándar Wald gl Sig. Exp(B)
Edad cronológica - .017 .020 .747 1 .387 .983
Edad lingüística .029 .022 1.841 1 .175 1.030
Teoría de la mente .757 .967 .613 1 .434 2.131
Constante -1.003 2.565 .153 1 .696 .367
El valor predictivo de las distintas variables incluidas en la ecuación de
regresión para la variable sentidos no literales queda reflejado en la Figura 6.10. Como
se puede observar, ninguna de las variables predice la pertenencia de los participantes
que forman el grupo de sordos implantados a uno de los dos niveles de rendimiento en
la comprensión de sentidos no literales.
Capítulo 6. Resultados 181
.449 .449
.053
.093
Figura 6.10. Valor predictivo de las distintas variables en la comprensión de sentidos
no literales para el grupo de sordos implantados
6.2.4 Análisis del efecto de las variables edad cronológica y edad lingüística sobre el
rendimiento en teoría de la mente (básica y avanzada) en niños y adolescentes
sordos no implantados e implantados
Se ha establecido una medida conjunta de teoría de la mente (básica y
avanzada), considerando la suma del número de tareas de falsa creencia superadas y
de tareas de sentidos no literales superadas, basándonos en los estudios que han
elaborado escalas para la valoración de la habilidad de atribución de estados mentales.
El número máximo de tareas que un participante puede superar son 8, puesto que en
este estudio se han aplicado tres tareas de falsa creencia y cinco tareas de sentidos no
literales.
Para la realización del análisis de Regresión Logística Binaria se han establecido
dos niveles de rendimiento en la teoría de la mente básica y avanzada para cada uno
de los grupos de participantes sordos. El nivel de bajo rendimiento supone la
superación de hasta cinco tareas, y el nivel de alto rendimiento supone la superación
de más de cinco tareas. En la siguiente tabla de descriptivos (Tabla 6.11) se refleja la
Edad cronológica
Teoría de la mente
Comprensión de sentidos no literales Edad lingüística
182 La comprensión de sentidos no literales
distribución de los participantes de cada grupo en función del número de tareas
superadas según los niveles de bajo y alto rendimiento establecidos.
Tabla 6.11
Descriptivos de la distribución de los participantes en cada grupo según dos niveles de
rendimiento en teoría de la mente básica y avanzada
Número de tareas superadas organizadas en dos niveles
N y porcentaje de sordos no implantados
N y porcentaje de sordos implantados
Superadas hasta cinco tareas
(bajo rendimiento) 18 (47.4) 10 (50)
Superadas más de cinco tareas
(alto rendimiento) 20 (52.6) 10 (50)
Total 20 (100%) Total 38 (100%)
Grupo de participantes sordos no implantados
Para estimar el valor de las variables edad cronológica y edad lingüística a la
hora de predecir la pertenencia a uno u otro grupo de rendimiento en teoría de la
mente básica y avanzada (bajo/alto rendimiento), se realizó un análisis de Regresión
Logística Binaria Múltiple siguiendo el método por pasos. Como puede observarse en
la Tabla 6.12, solo el coeficiente Wald asociado a la variable edad cronológica fue
significativo. Es decir, de las dos variables introducidas en el modelo, edad cronológica
y edad lingüística, únicamente la edad cronológica entró en la ecuación.
Capítulo 6. Resultados 183
Tabla 6.12
Parámetros de la Regresión Logística Binaria Múltiple de edad cronológica y edad
lingüística sobre teoría de la mente básica y avanzada para el grupo de sordos no
implantados
B Error estándar
Wald gl Sig Exp(B)
Edad cronológica
Constante
.064
-11.989
.021
3.881
9.720
9.542
1
1
.002
.002
1.066
.000
Variables que no están en la ecuación
Puntuación gl Sig.
Edad
lingüística 1.648 1 .199
El porcentaje de varianza explicado por el modelo es del 48% (R cuadrado de
Nagelkerke). Atendiendo a los datos sobre el porcentaje de clasificación correcta, el
modelo muestra que la edad cronológica clasifica en el grupo de bajo rendimiento en
teoría de la mente básica y avanzada al 83.3% de los participantes no implantados, y
en el grupo de alto rendimiento al 85%.
A continuación, se representa en una figura el valor predictivo de las variables
edad cronológica y edad lingüística sobre la teoría de la mente básica y avanzada para
el grupo de sordos no implantados (Figura 6.11).
184 La comprensión de sentidos no literales
Figura 6.11. Valor predictivo de la edad cronológica y la edad lingüística en la teoría de
la mente básica y avanzada para el grupo de sordos no implantados
Como se puede observar en la Figura 6.11, solo la variable edad cronológica
tiene valor predictivo sobre la variable teoría de la mente básica y avanzada en el
grupo de sordos no implantados.
Grupo de participantes sordos implantados
Para estimar el valor de las variables edad cronológica y edad lingüística a la
hora de predecir la pertenencia a uno u otro grupo de rendimiento en teoría de la
mente básica y avanzada (bajo/alto rendimiento), se realizó un análisis de Regresión
Logística Binaria Múltiple siguiendo el método por pasos. Como puede observarse en
la Tabla 6.13, solo el coeficiente Wald asociado a la variable edad lingüística fue
significativo. Es decir, de las dos variables introducidas en el modelo, edad cronológica
y edad lingüística, únicamente la edad lingüística entró en la ecuación.
Teoría de la mente básica
y avanzada
Edad cronológica
Edad lingüística
Capítulo 6. Resultados 185
Tabla 6.13
Parámetros de la Regresión Logística Binaria Múltiple de edad cronológica y edad
lingüística sobre teoría de la mente básica y avanzada para el grupo de sordos
implantados
B Error estándar
Wald gl Sig Exp(B)
Edad lingüística
Constante
.057
-6.105
.024
2.494
5.680
5.992
1
1
.017
.014
1.058
.002
Variables que no están en la ecuación
Puntuación gl Sig.
Edad
cronológica .023 1 .879
El porcentaje de varianza explicado por el modelo es del 63% (R cuadrado de
Nagelkerke). Atendiendo a los datos sobre el porcentaje de clasificación correcta, el
modelo muestra que la edad lingüística clasifica en el grupo de bajo rendimiento en
teoría de la mente básica y avanzada al 90% de los participantes implantados, y en el
grupo de alto rendimiento al 80%.
A continuación, se representa en una figura el valor predictivo de las variables
edad cronológica y edad lingüística sobre la teoría de la mente básica y avanzada para
el grupo de sordos implantados (Figura 6.12).
186 La comprensión de sentidos no literales
Figura 6.12. Valor predictivo de la edad cronológica y la edad lingüística en la teoría de
la mente básica y avanzada para el grupo de sordos implantados
Como se puede observar en la Figura 6.12, solo la variable edad lingüística tiene
valor predictivo sobre la variable teoría de la mente básica y avanzada en el grupo de
sordos implantados.
Edad lingüística
Edad cronológica
Teoría de la mente básica
y avanzada
CAPÍTULO 7
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
En el presente capítulo se presenta la discusión de los resultados obtenidos en
esta investigación y se plantean una serie de conclusiones, limitaciones e implicaciones
futuras del estudio. El capítulo consta de tres apartados que han sido organizados de la
siguiente forma: los dos primeros hacen referencia a los dos objetivos generales
planteados en la investigación, y en cada uno de ellos se van a tratar los distintos
objetivos específicos formulados y la respuesta a las distintas hipótesis derivadas de
cada uno de ellos. Por último, en el tercer apartado se exponen el conjunto de
conclusiones, limitaciones y líneas futuras de investigación que resultan de los datos
obtenidos en el estudio.
7.1. Primer objetivo general: conocer si existen diferencias en la comprensión de
sentidos no literales entre los niños y adolescentes participantes del estudio en
función de si son sordos no implantados, sordos implantados u oyentes
Respecto al objetivo específico primero del presente estudio, el de comprobar si
existen diferencias de rendimiento en el conjunto de tareas de comprensión de
sentidos no literales entre participantes sordos no implantados, sordos implantados y
oyentes, hay que señalar que se confirma la primera hipótesis formulada, pero no se
confirma la segunda hipótesis.
La primera hipótesis, por la que se esperaba que el rendimiento en las tareas de
comprensión de sentidos no literales de los participantes oyentes sería superior al de
los dos grupos de participantes sordos, se confirma a partir de la constatación de que
el grupo de participantes oyentes alcanza mayor rendimiento en el conjunto de tareas
de comprensión de sentidos no literales que los dos grupos de participantes sordos del
estudio.
190 La comprensión de sentidos no literales
Unos resultados similares se han obtenido en investigaciones recientes. Así, el
estudio de Peterson et al. (2012) ha encontrado mejor rendimiento en el grupo de
niños y adolescentes con desarrollo típico que en los grupos de sordos, aunque solo
analizan un sentido no literal, la ironía. También los resultados del estudio de O´Reilly
et al. (2014) confirman el mayor rendimiento en la comprensión de la ironía por parte
de los participantes con desarrollo típico sobre los sordos, y la investigación de Hao et
al. (2010) añade más información a lo concluido por ambos estudios, puesto que sus
resultados indican que los participantes adolescentes y jóvenes con desarrollo típico
presentan mayor nivel de rendimiento en las tareas de comprensión de la ironía, la
mentira, el doble farol, el error y la persuasión.
La segunda hipótesis, que planteaba que los participantes sordos implantados
tendrían mejor rendimiento en las tareas de comprensión de los sentidos no literales
que los sordos no implantados, no queda confirmada, puesto que no se han
encontrado diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos de
participantes sordos. La imposibilidad de disponer de estudios en los que se hubiera
comprobado que el rendimiento en la comprensión de sentidos no literales de los
niños y adolescentes sordos implantados es superior al de los sordos no implantados
hacía que el planteamiento de esta hipótesis fuese arriesgada. Sin embargo, la
consideración de los niveles de rendimiento que los sordos implantados alcanzan en
las áreas de comunicación y lenguaje pueden conducir a esperar que el nivel de
rendimiento en la comprensión de enunciados deliberadamente falsos por parte de los
sordos con implante coclear sea superior al de los sordos que no se benefician de su
empleo.
Probablemente, uno de los motivos que explicarían que no se confirme la
hipótesis planteada sea la tardía edad de implantación de los niños y adolescentes
sordos del presente estudio. Como se indicaba en el capítulo de Método, el 50% de los
participantes del grupo de sordos implantados recibieron el dispositivo después de los
cinco años, y solo el 15% de los participantes fueron implantados en el segundo año de
vida. Si consideramos que, como indica Marschark (2012), en la actualidad un implante
coclear precoz se define como aquel que se realiza entre el primer y el segundo año de
vida, parece claro que los participantes implantados de este estudio se clasificarían
como de implante tardío. Estos datos llevan a pensar que probablemente el empleo de
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 191
un implante coclear no sea el factor decisivo a la hora de explicar los posibles distintos
niveles de rendimiento alcanzados en la comprensión de sentidos no literales por la
población implantada, sino la edad de implantación.
En cuanto al objetivo segundo, analizar pormenorizadamente las diferencias en
el rendimiento en cada tarea empleada en la evaluación de los sentidos no literales
entre los tres grupos de participantes incluidos en el estudio, similar al anterior pero
referido al rendimiento en cada una de las tareas, hay que señalar que se confirman
parcialmente las dos hipótesis derivadas del mismo.
Respecto a la hipótesis tercera, que predecía que el rendimiento de los
participantes oyentes en cada una de las tareas aplicadas sería superior al rendimiento
de los dos grupos de participantes sordos, hay que señalar que no se cumple lo
predicho si se tiene en cuenta que todos los participantes de los distintos grupos del
estudio han superado la tarea que se ha utilizado para la valoración de la comprensión
de la metáfora, por lo que se puede afirmar que no hay diferencia de rendimiento en
esta tarea entre los tres grupos de niños y adolescentes. Sin embargo, en el resto de
tareas, que evalúan la comprensión de los sentidos de mentira e ironía, sí que se
confirma esta hipótesis, es decir, el grupo de niños y adolescentes oyentes tiene mejor
rendimiento en las tareas que evalúan la comprensión de estos dos sentidos no
literales. La razón por la que tanto el grupo de participantes oyentes como los dos
grupos de participantes sordos del estudio en su totalidad han superado la tarea de
evaluación de la comprensión de la metáfora podemos encontrarla en la explicación
que ofrecen Bosco et al. (2009) cuando analizan la diferente naturaleza de la metáfora
frente a los sentidos de mentira e ironía. Estas autoras señalan que la comprensión de
la metáfora no requiere una inferencia metarrepresentacional compleja, sino
conciencia metalingüística, mientras que la comprensión de la mentira de y la ironía
requieren que el receptor realice inferencias de segundo orden acerca del
pensamiento del emisor.
Respecto a la hipótesis cuarta, que predecía que los participantes sordos
implantados del estudio tendrían mejor rendimiento en cada tarea de comprensión de
sentidos no literales que los participantes sordos no implantados, hay que señalar que
los datos obtenidos en el estudio solo la confirman en parte, respecto a una tarea, la
de la mentira piadosa. En las otras tareas, que evalúan la comprensión de la metáfora,
192 La comprensión de sentidos no literales
la mentira malvada (persuasión) y la ironía, no se constatan diferencias de rendimiento
entre los dos grupos de participantes sordos del estudio.
Si reflexionamos sobre el motivo que puede explicar que el grupo de sordos
implantados presente mejor rendimiento en la tarea de mentira piadosa que el grupo
de sordos no implantados, tendríamos que referirnos al efecto positivo que el empleo
del implante coclear puede representar para el desarrollo social del niño sordo. La
tecnología audioprotésica de los implantes cocleares viene proporcionando a los niños
sordos una discriminación de la palabra que favorece la comprensión del mensaje
hablado y posibilita su participación en contextos comunicativos. Es posible que esta
mayor probabilidad de los sordos implantados de observar e intervenir en situaciones
sociales variadas se traduzca en oportunidades en las que puedan presenciar e incluso
protagonizar escenas familiares cotidianas en las que se emplea la mentira como una
conducta prosocial, que es el caso de la mentira piadosa o compasiva (Lee, 2013;
Cheung et al., 2015). Cabe pensar, en definitiva, que los sordos implantados tienen
oportunidades de observar y participar en contextos en los que la mentira se usa con
el objetivo de provocar un beneficio emocional a la persona a la que se miente, y hay
que tener en cuenta que precisamente este tipo de mentiras son modeladas y
reforzadas socialmente por el entorno familiar desde los primeros años de vida del
niño en general.
Los datos obtenidos en el presente estudio, en los que se comprueba que el
rendimiento de los niños y adolescentes sordos implantados en las tareas de
comprensión de sentidos no literales apenas difiere del obtenido por el grupo de
sordos no implantados, deben ponerse en relación con los datos obtenidos en algunas
investigaciones que han analizado el efecto que el implante coclear tiene en distintas
áreas del desarrollo del niño sordo, como son la integración auditiva, el lenguaje y la
teoría de la mente. Según Jiménez (2014), no todos los niños sordos implantados
consiguen los logros auditivos esperados en integración auditiva, en la cual se basa la
evolución posterior del habla y el lenguaje. Y, por otra parte, los trabajos de Rinaldi et
al. (2013) y de Ramírez et al. (2009) muestran que los niños sordos con implante
coclear, incluso tratándose de implantes no muy tardíos, presentan retraso tanto en
habilidades léxicas como gramaticales respecto a los niños con desarrollo típico. En
relación con el desarrollo de las habilidades de teoría de la mente, el estudio de
Macaulay y Ford (2006) indica que los participantes sordos de su estudio, a pesar de
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 193
disponer de un implante coclear, mostraron un retraso significativo de 4 años en el
desarrollo de las capacidades de inferencia de estados mentales. El trabajo de
Peterson (2004) ya mostraba que los niños sordos con implante coclear de su estudio,
con edades de implantación de entre 2 y 5 años, no diferían de los sordos no
implantados en el rendimiento en tareas de teoría de la mente, y ambos grupos de
sordos presentaban retraso cuando se los comparaba con el grupo de participantes
oyentes. Asimismo, en el estudio más reciente de Sundqvist et al. (2014) se muestra el
efecto que puede tener el uso del implante en el desarrollo de la teoría de la mente.
Concretamente, los autores constataron el papel que tiene la precocidad de la
implantación coclear en relación al desarrollo de las habilidades mentalistas, puesto
que encontraron que los niños sordos implantados precozmente (en torno a los 18
meses) obtienen mejor rendimiento en tareas de teoría de la mente que los niños
sordos no implantados tardíamente (en torno a los 41 meses).
En lo que se refiere al objetivo tercero, el de analizar la dificultad que presenta
cada tarea empleada en la evaluación de los sentidos no literales para cada grupo de
participantes del estudio, hay que señalar que la hipótesis planteada solo se confirma
parcialmente. La hipótesis quinta plantea que los grupos de participantes del estudio
difieren en las tareas de cada sentido no literal que les resultan más complejas, así
como en el tipo de respuesta incorrecta que producen cuando no superan la tarea. En
primer lugar, en relación a la diferencia de rendimiento en las tareas de cada sentido
no literal evaluado, los resultados obtenidos muestran que el grupo de participantes
sordos implantados se asemeja al grupo de participantes oyentes en cuanto a que para
ambos grupos las dos tareas con las que se evalúa la comprensión del sentido no literal
de la mentira presentan similar nivel de dificultad, es decir, no difieren en el
rendimiento en la comprensión de la mentira malvada o antisocial y la mentira piadosa
o prosocial. Por otro lado, los tres grupos de participantes, es decir, el grupo de
participantes sordos no implantados, el de sordos implantados y el de oyentes, se
asemejan en cuanto a que encuentran una de las dos tareas de evaluación de la
comprensión de la ironía más fácil que la otra. Concretamente, los tres grupos
presentan mejor nivel de rendimiento en la tarea de Ironía 1, la que plantea una
situación en la que una madre reprocha a su hija su falta de educación en un contexto
cotidiano de interacción familiar. Esta tarea es superada por mayor número de
participantes en cada uno de los grupos, frente a la otra tarea de evaluación de la
ironía, la Ironía 2, la que presenta una escena de interacción entre iguales en un
194 La comprensión de sentidos no literales
contexto no demasiado cotidiano para todos los niños y adolescentes participantes del
presente estudio.
Además, hay que destacar otro dato interesante que se deduce de los
resultados obtenidos en el presente estudio, concretamente el referido a que tanto los
sordos no implantados como los sordos implantados tienen especial dificultad en la
tarea de comprensión de la Mentira 2, la mentira piadosa, y en la tarea de
comprensión de la Ironía 2, la ironía que tiene lugar en una situación de interacción
entre iguales. Y, si se compara el número de participantes que superan las tareas que
evalúan los distintos sentidos no literales, se constata que el grupo de participantes
sordos no implantados tiene un grado de dificultad semejante en la comprensión de la
tarea de mentira piadosa y la de la ironía entre iguales, mientras que el grupo de
participantes sordos implantados tiene menos dificultad en la comprensión de la
mentira piadosa que en la comprensión de la ironía entre iguales.
De estos datos se deduce que para los participantes del estudio, en general, la
comprensión del sentido de la ironía presenta mayor dificultad que la comprensión del
sentido de mentira, y también que, de las tareas con las que se evalúa la comprensión
de la mentira, resulta más difícil la de la comprensión de la mentira piadosa. La
dificultad que entraña la comprensión de la ironía para los participantes del estudio
hay que considerarla teniendo en cuenta que, como señalan Filippova y Astington
(2010), solo los niños de desarrollo típico ya entrados en la adolescencia son capaces
de inferir correctamente la motivación y las creencias que tiene un hablante cuando
emplea un enunciado irónico, lo que hace suponer que antes de esa edad los niños
realizan una interpretación pragmática de la ironía sin llegar a tener una comprensión
correcta del estado mental del que produce la ironía. Aunque las edades de los niños y
adolescentes sordos participantes del estudio, entre 10 y 20 años, harían esperar
mejor nivel de rendimiento en la comprensión de las tareas de ironía, hay que tener en
cuenta que el retraso que los niños sordos en general pueden presentar en las
habilidades cognitivas de inferencia mentalista podría explicar las dificultades que
tienen los dos grupos de participantes sordos del estudio para interpretar
correctamente las ironías que se les plantea.
A la hora de interpretar la dificultad que presenta, en general, la comprensión
de la mentira piadosa frente a la mentira malvada para los participantes sordos del
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 195
estudio, también hay que tener en cuenta que los niños con desarrollo típico se van
socializando progresivamente hacia las normas de cortesía social, y que los
adolescentes son más capaces que los niños de llegar a considerar las reglas
contradictorias que surgen en las situaciones denominadas de cortesía, en las que se
emplean las mentiras piadosas (Xu et al., 2010; Lee, 2013). Es posible que la dificultad
de los niños sordos para interpretar correctamente la razón por la que un hablante
emplea una mentira piadosa radique en su escaso conocimiento de las normas
sociales, que en ocasiones deben serles transmitidas de modo explícito y a través de
modelos de comportamiento.
En cuanto al segundo aspecto incluido en la hipótesis quinta, el de que los
grupos de participantes del estudio difieren en el tipo de respuesta incorrecta que
producen cuando no superan la tarea, los datos sobre el análisis del tipo de respuesta
incorrecta revelan que, en general, en todos los grupos del estudio, la mayoría de los
participantes reconoce que se trata de un sentido no literal. Así, los participantes
mayoritariamente responden que no es cierto lo que dice el personaje cuando expresa
una metáfora, una mentira o una ironía, y por lo tanto reconocen la distancia entre lo
que el personaje expresa y lo que verdaderamente quiere comunicar. En el caso del
grupo de participantes sordos no implantados, la mayoría de las respuestas incorrectas
que producen son aquellas en las que se muestran incapaces de identificar el motivo
correcto por el que el hablante expresa el sentido no literal, si bien en la tarea de
Ironía 2, la ironía que se desarrolla en un contexto entre iguales, se observa que las
respuestas incorrectas en las que no llegan ni siquiera a señalar un motivo por el que el
personaje dice lo que dice, son tan frecuentes como aquellas en las que el motivo
indicado es inapropiado. En el caso de los sordos implantados, el tipo de respuesta
incorrecta más frecuente es aquella en la que el motivo señalado para el hablante es
inapropiado o incorrecto, y respecto al grupo de oyentes, dado que su rendimiento es
casi pleno en todas las tareas aplicadas, la consideración de los tipos de respuestas
incorrectas no resulta de interés.
196 La comprensión de sentidos no literales
7.2. Segundo objetivo general: indagar acerca de qué variables influyen tanto en
el rendimiento en las tareas con las que se evalúa la comprensión de los sentidos no
literales como en la atribución de estados mentales en general, tanto en el caso de
los sordos no implantados como en el de los sordos implantados
En este apartado son tratados el resto de objetivos específicos formulados en
este estudio, correspondientes al segundo objetivo general, el de indagar acerca de
qué variables influyen tanto en el rendimiento en las tareas de comprensión de los
sentidos no literales como en la atribución de estados mentales en general, para el
caso de los sordos no implantados y de los sordos implantados. Hay que señalar que,
previamente a la exposición de los datos que confirman o no las hipótesis derivadas de
dichos objetivos específicos, es necesario comentar y tener en cuenta los resultados de
la evaluación de las variables consideradas y de las relaciones que se establecen entre
las mismas.
En relación a los datos descriptivos de la variable edad lingüística, hay que
señalar que las medias de ambos grupos de sordos quedan muy por debajo de su
media de edad cronológica, la cual gira en torno a los 15 años y medio. Pero la media
de edad lingüística en el grupo de niños y adolescentes sordos no implantados es
especialmente baja, de 4 años y medio aproximadamente, mientras que en el grupo de
implantados es de 9 años y medio aproximadamente, lo cual quiere decir que existe
mucha diferencia entre la edad lingüística de ambos grupos de participantes sordos.
Respecto a la media de tareas superadas en teoría de la mente, ambos grupos apenas
difieren, puesto que ambas medias son de algo superior a dos tareas. Ambos grupos
presentan un rendimiento por encima de la media aritmética de tareas, aunque
ninguno de los dos alcanza el rendimiento pleno en las tres tareas aplicadas. Por
último, la media de tareas superadas en la comprensión de sentidos no literales para el
grupo de sordos no implantados no supera las tres tareas, mientras que es algo más
favorable para el grupo de sordos implantados, ligeramente superior a tres. Se puede
decir, por tanto, que existe más diferencia entre los grupos de sordos en lo que se
refiere al rendimiento en sentidos no literales que en teoría de la mente. Y se puede
afirmar también que el rendimiento de ambos grupos en las tareas de sentidos no
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 197
literales se muestra con peores resultados que el rendimiento de ambos grupos en
tareas de teoría de la mente.
Uno de los datos expuestos guarda especial relevancia para el presente estudio,
el de que el grupo de sordos implantados presenta un nivel lingüístico muy superior al
que presenta el grupo de sordos no implantados, pero muy por debajo del esperado
por su edad cronológica. Y es que las investigaciones realizadas acerca del efecto del
uso del implante coclear en el desarrollo lingüístico infantil han informado de
resultados muy desiguales. Así, algunos estudios han mostrado que los niños con
implante coclear presentaron mejores niveles de comprensión lingüística que los niños
sordos que empleaban audífono, y que más de la mitad de los niños que empleaban
implante acabaron presentando habilidades cercanas al promedio que presentan los
niños oyentes (Baldassari et al., 2009). Y, concretamente, otras investigaciones han
informado de curvas de crecimiento de la media de producción de vocabulario en
niños con implante coclear que igualaban o incluso excedían a las mostradas por niños
oyentes (Dettman & Dowell, 2010). Pero junto con estos datos, hay que considerar los
aportados por otros estudios que muestran habilidades léxicas y morfosintácticas por
parte de los niños implantados retrasadas con respecto a los niños oyentes de la
misma edad (Edwards et al., 2011; Rinaldi et al., 2013), así como un alto grado de
variabilidad interindividual en los niveles de habilidad conseguidos por estos niños
(Duchesne et al., 2009).
Otro aspecto destacable de los datos descriptivos de las variables consideradas
en el presente estudio es el de la media de número de tareas de teoría de la mente
superadas por el grupo de participantes sordos implantados, la cual apenas difiere de
la media de tareas superadas por el grupo de sordos no implantados. También con
respecto al rendimiento en tareas de teoría de la mente, los datos obtenidos en los
estudios reflejan la variabilidad interindividual en este ámbito, fruto del efecto de
numerosas variables, como la edad de implantación y la experiencia comunicativa,
entre otras. Como ya se ha indicado, algunos estudios señalaron el retraso en el
desarrollo de la teoría de la mente en niños sordos con audífono y con implante
coclear con respecto a los niños oyentes (Peterson, 2004; Macaulay & Ford, 2006; Ziv
et al., 2013), pero también otros han encontrado niveles similares a los que obtuvieron
los niños oyentes (Remmel & Peters, 2009).
198 La comprensión de sentidos no literales
El análisis pormenorizado de las variables consideradas en este estudio, tanto
en el grupo de sordos no implantados como en el de sordos implantados, conduce a
esperar que entre las mismas se establezcan las relaciones que las investigaciones
sobre el tema que nos ocupa han encontrado en los distintos estudios realizados.
Está claro que la pérdida auditiva afecta significativamente al lenguaje oral, y
que este se incrementa con la edad, aunque las relaciones entre estas variables no son
tan simples. Algunos estudios han constatado una amplia variabilidad en las edades
lingüísticas equivalentes, tanto gramatical como léxica, relacionada con el grado de
pérdida y la edad cronológica, tanto en el caso de sordos no implantados como
implantados (Blamey & Sarant, 2011). Además, en el caso de niños implantados, junto
con la edad de implantación, el tiempo de experiencia con el implante ha sido
considerado otra variable explicativa de mejores niveles de producción (Spencer &
Tomblin, 2010). Como era de esperar debido a la diferencia en la media de edad
lingüística de cada uno de los grupos de participantes sordos del estudio, solo en el
grupo de participantes sordos implantados existe correlación entre su edad
cronológica y su edad lingüística.
También existe constatación de que la edad, como experiencia comunicativa y
oportunidades de interacción en contextos significativos para los niños sordos, se
encuentra relacionada con el desarrollo de habilidades cognitivas de teoría de la
mente (Peterson & Siegal, 1995, 1998, 1999; Woolfe et al., 2002; Peterson et al.,
2012), y en el caso de los sordos implantados, se ha comprobado que los niños que
reciben un implante coclear temprano resuelven las tareas de teoría de la mente
significativamente mejor que los que reciben un implante tardío, debido
probablemente a la estimulación social y comunicativa temprana que proporciona el
implante a niños implantados oralistas en un entorno familiar oyente (Sundqvist et al.,
2014). Tanto para el grupo de participantes sordos no implantados como para el grupo
de sordos implantados, la variable edad cronológica correlaciona con el rendimiento
en tareas de teoría de la mente, aun tratándose de niños implantados con una edad
tardía.
Por otra parte, la relación entre la edad cronológica y la experiencia
comunicativa con el rendimiento en la comprensión de los sentidos no literales del
lenguaje en niños sordos también ha sido encontrada en el caso de niños signantes
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 199
tardíos (tanto no implantados como implantados), encontrando dificultades en estos
para alcanzar el nivel de los oyentes en edades posteriores a la adolescencia (O´Reilly
et al., 2014). Solamente en el caso del grupo de sordos no implantados del estudio se
ha encontrado correlación entre estas dos variables estudiadas.
La relación entre las habilidades lingüísticas y el desarrollo de las capacidades
de inferencia mentalista en niños sordos ha quedado evidenciada en un conjunto de
investigaciones que han encontrado relación entre aspectos del desarrollo gramatical
de la sintaxis completiva y de la adquisición del léxico de estado mental (Courtin &
Melot, 2003; de Villiers et al., 2007; Moeller & Schick, 2006; Peterson et al., 2012) con
el desarrollo en teoría de la mente. En el caso especial de los niños sordos
implantados, el estudio de Macaulay y Ford (2006) también encontró relación entre el
lenguaje y el rendimiento en las tareas de teoría de la mente. Y respecto a la relación
entre el lenguaje y el nivel de rendimiento alcanzado por los niños y adolescentes
sordos en general, tanto no implantados como implantados, en la comprensión de
sentidos no literales, hay que señalar que algunos estudios han puesto en evidencia
que existe una relación entre dichas variables en el caso de los sordos hijos de oyentes
y signantes tardíos, quienes tienen dificultades para la comprensión de la ironía
(O´Reilly et al., 2014; Peterson et al., 2012), así como de otros sentidos no literales -
mentira piadosa, doble farol, error y persuasión (Hao et al., 2010). En cuanto a la
relación que la variable de edad lingüística mantiene con la variable de teoría de la
mente, así como con la variable de comprensión de sentidos no literales en cada uno
de los grupos de participantes sordos del estudio, es destacable señalar que se
constatan dichas correlaciones en el caso de los sordos implantados, y no se constatan
en el caso de los sordos no implantados, probablemente debido a la baja edad
lingüística de los participantes de ese grupo.
Por último, queda señalar que en los dos grupos de participantes sordos del
estudio se ha constatado la existencia de correlación entre las variables de teoría de la
mente y la comprensión de sentidos no literales. La relación entre el rendimiento de
los niños sordos en medidas de teoría de la mente básica y medidas en la comprensión
de tareas de sentidos no literales del lenguaje ha sido analizada por los estudios de
Filippova & Astington (2008) y Peterson et al. (2012), quienes encontraron correlación
entre el rendimiento en falsa creencia e ironía, incluso después de controlar el efecto
de la edad, encontrando en el grupo de signantes tardíos el porcentaje más bajo de
200 La comprensión de sentidos no literales
participantes para los que la atribución de la falsa creencia aseguraba la superación de
la ironía. Para el caso de niños y adolescentes sordos implantados, el estudio de
O´Reilly et al. (2014), en el que se estudia la relación entre estas variables en un grupo
de participantes tanto no implantados como implantados, arroja una conclusión
contundente: en el caso de los signantes tardíos, el dominio de la comprensión de la
falsa creencia de primer orden no parece garantizar que el posterior desarrollo de
aspectos más avanzados de la teoría de la mente tenga lugar sin dificultades, ya sea en
la infancia o la vida adulta.
Todos estos datos aportados por las investigaciones realizadas acerca de la
existencia de relaciones entre las variables de edad cronológica, edad lingüística,
rendimiento en teoría de la mente y rendimiento en comprensión de sentidos no
literales hacían prever la existencia de correlaciones entre ellas en los grupos de
sordos incluidos en el estudio. A partir de dicha constatación, se procedió a la posterior
obtención de datos con los que responder a las hipótesis de los objetivos específicos
correspondientes al segundo objetivo general.
Respecto al objetivo cuarto del presente estudio, el de valorar el efecto que
tienen la edad de los participantes, su nivel lingüístico y su rendimiento en tareas de
teoría de la mente sobre el rendimiento en tareas de comprensión de sentidos no
literales en los dos grupos de participantes sordos del estudio, hay que indicar que la
hipótesis planteada se confirma parcialmente. La hipótesis sexta planteaba que,
basándonos en la investigación existente relativa a las relaciones que se dan entre
estas variables en población sorda, cabía esperar que tanto la edad, como el nivel
lingüístico, y el rendimiento en teoría de la mente tuvieran efecto sobre el rendimiento
en la comprensión de sentidos no literales en cada grupo de sordos. Así, en el grupo
de sordos implantados del estudio, ninguna de las variables citadas explica
estadísticamente la diferencia en el rendimiento en la comprensión de sentidos no
literales, y en el grupo de sordos no implantados, solo la edad cronológica de los
participantes explica estadísticamente dicha diferencia, se puede decir que, a mayor
edad de los niños y adolescentes de dicho grupo, mejores puntuaciones se espera que
obtengan en las tareas que evalúan la comprensión de los sentidos no literales. Esto
conduce a pensar que para este grupo de participantes, es la edad cronológica, y el
cúmulo de experiencias comunicativas y de interacción social que esta conlleva, la
única variable que explica la variabilidad de niveles de rendimiento en sentidos no
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 201
literales. Estos resultados hacen pensar que para los niños y adolescentes sordos no
implantados, la experiencia y el conocimiento social acumulados tienen más peso que
el lenguaje a la hora de explicar los niveles alcanzados en comprensión de sentidos no
literales.
El importante papel de la experiencia en el desarrollo de la habilidades de
inferencia mentalista en población sorda ha sido destacado en el estudio de Hao et al.
(2010), en el que planteaba si es necesario un nivel de desarrollo lingüístico adecuado
para todos los aspectos de la teoría de la mente avanzada, y si una rica experiencia
interpersonal como sustituta del lenguaje puede facilitar el desarrollo de la teoría de la
mente avanzada en los sordos adultos. Podría ser interesante tener en cuenta que este
estudio concluye afirmando que los sordos adultos que alcanzan un nivel de desarrollo
lingüístico limitado no tienen necesariamente dificultades en el razonamiento de
estado mental implícito. A partir de estas palabras se podría concluir que una rica
experiencia interpersonal puede ser una vía alternativa para el desempeño de la teoría
de la mente en sordos adultos signantes tardíos y que han sido educados en entornos
oralistas, como es el caso de los sordos que componen el grupo de niños y
adolescentes no implantados del presente estudio.
Respecto al objetivo quinto de este estudio, el de valorar el efecto que tienen la
edad de los participantes y su nivel lingüístico sobre el rendimiento en las tareas de
teoría de la mente básica y avanzada en los dos grupos de participantes sordos del
estudio, hay que señalar que los datos obtenidos confirman parcialmente las dos
hipótesis que se derivan de este objetivo.
La hipótesis séptima, por la que basándonos en la investigación existente
relativa a las relaciones entre estas variables en población sorda cabía esperar que
tanto la edad como el nivel lingüístico tuvieran efecto sobre el rendimiento en las
tareas de teoría de la mente básica y avanzada en cada grupo de participantes sordos,
queda confirmada parcialmente. En el caso del grupo de participantes sordos no
implantados, la edad cronológica vuelve a ser la única variable que explica la
variabilidad de niveles de rendimiento de la teoría de la mente básica y avanzada, al
igual que era la única variable que explicaba la variabilidad de niveles de rendimiento
de comprensión de sentidos no literales. En el caso de los participantes sordos
202 La comprensión de sentidos no literales
implantados, es la variable edad lingüística la que explica la variabilidad de niveles de
rendimiento de la teoría de la mente básica y avanzada.
Y la hipótesis octava, por la que se esperaba que, dado que era probable que el
nivel lingüístico de los participantes sordos implantados fuese superior al de los sordos
no implantados, se esperaría que la variable nivel lingüístico tuviera más peso en el
rendimiento en las tareas de teoría de la mente básica y avanzada en el grupo de
sordos implantados, ha sido confirmada, ya que, como se ha comentado, dicha
variable explica la variabilidad de niveles de rendimiento en el grupo de sordos
implantados, pero no en el de sordos no implantados.
El peso de las variables de edad cronológica y nivel lingüístico ha sido
considerado cuando se ha analizado el rendimiento de los niños y adolescentes sordos
en el desarrollo de la teoría de la mente básica y avanzada. Así, el estudio de Peterson
et al. (2012) concluye que, aunque se había encontrado la misma secuencia de
adquisición para los niños sordos que la observada para los niños de desarrollo típico,
los niños sordos hijos de padres oyentes presentaban retraso. Según los autores del
estudio, la lenta trayectoria en el desarrollo de la teoría de la mente en estos niños y
adolescentes estaría explicada por un acceso restringido a la conversación para los
sordos hijos de oyentes en general, lo que plantea el peso que pueden tener en el
desarrollo de las habilidades de inferencia mentalista el acceso a la conversación y a la
interacción social con un nivel de lenguaje adecuado sobre el que construir
expresiones lingüísticas que contengan complejas inferencias de estados mentales.
Los resultados del presente estudio llevan a afirmar que la experiencia
comunicativa explica la variabilidad en el desarrollo global de capacidades de
inferencia mentalista en el grupo de niños y adolescentes sordos no implantados.
Probablemente la experiencia comunicativa compensa en estos casos el bajo nivel de
desarrollo lingüístico que llegan a alcanzar los niños sordos signantes tardíos y
educados en un entorno oralista cuando se enfrentan a situaciones en las que deben
realizar atribuciones de estado mental. En el caso de los participantes sordos
implantados, es el nivel lingüístico la única variable que explica la variabilidad en el
desarrollo global de capacidades de inferencia mentalista.
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 203
La consideración de las variables que resultan tener peso en los diferentes
niveles de rendimiento en la teoría de la mente básica y avanzada para los dos grupos
de participantes sordos del estudio llevaría a concluir que para conseguir alcanzar un
nivel de comprensión óptimo en este ámbito es necesario presentar un nivel de
desarrollo lingüístico normalizado o, en su defecto, mucha edad, lo que se traduce en
un cúmulo de experiencias comunicativas de interacción social.
Estos datos conducen a reflexionar sobre la importancia que tiene la
intervención en el ámbito de la comunicación y el lenguaje en el caso de los niños
sordos oralistas no implantados, puesto que se ha demostrado que la experiencia
comunicativa por sí sola no parece ser suficiente para alcanzar adecuados niveles de
desarrollo de teoría de la mente avanzada. Por ejemplo, en el estudio de O´Reilly et al.
(2014) se muestra evidencia de que los niños y adolescentes sordos oralistas y
signantes tardíos no consiguen alcanzar los niveles de desarrollo que presentan los
oyentes en teoría de la mente avanzada, y sin embargo, los signantes nativos, que han
adquirido con eficiencia un sistema lingüístico compartido con las personas de su
entorno, sí que llegan a alcanzar los niveles de los oyentes en la edad adulta.
En el caso de los niños y adolescentes sordos implantados, para los que el nivel
lingüístico podría llegar a ser la única variable explicativa de los niveles alcanzados en
teoría de la mente básica y avanzada, sería necesario reflexionar acerca del efecto de
la implantación coclear. Como ya se ha indicado, el estudio de Sundqvist el al. (2014)
demostró cómo los niños sordos con implante coclear temprano resolvían tareas de
teoría de la mente avanzada mejor que lo hacían los niños sordos con implante coclear
tardío, aunque los dos grupos de sordos no diferían en medidas lingüísticas al
comenzar el estudio. Este resultado pone en evidencia el papel que tienen la
estimulación social y comunicativa temprana para el desarrollo de una teoría de la
mente más normalizada. Pero junto con una deseable rebaja de las edades de
implantación para favorecer la interacción social temprana, es necesario seguir
considerando la necesidad de intervenir en el ámbito de la comunicación y el lenguaje
con los niños que reciben un implante coclear, puesto que se tiene constancia de que
no todos los niños implantados consiguen desarrollar un nivel adecuado de audición
funcional, y de que los niveles mejorados de habla inteligible, percepción de habla y
desarrollo léxico que proporciona el implante podrían enmascarar los verdaderos
niveles lingüísticos que estos niños sordos pueden llegar a conseguir.
204 La comprensión de sentidos no literales
7.3 Conclusiones, limitaciones y líneas futuras de investigación
Una de las conclusiones de este trabajo es que los niños y adolescentes sordos,
aun cuando empleen implante coclear, comparados con sus iguales oyentes, tienen
dificultades en la comprensión de sentidos no literales tales como la mentira y la
ironía, pero no en la comprensión de la metáfora. Parece que la comprensión de la
metáfora requiere habilidades diferentes a las de los otros sentidos no literales
mencionados. En esta línea, asumimos la posición de Sperber y Wilson (2008) cuando
consideran que la interpretación de las metáforas solo requiere el reconocimiento de
la intención del hablante de comunicar un mensaje, mientras que la ironía y la mentira
son comentarios interpretativos cuya comprensión requiere darse cuenta de que el
emisor intenta influir en el estado mental del otro a través de información
intencionalmente falsa o de la expresión de una opinión. También Happé (1993), al
valorar la relación entre las tareas estandarizadas de atribución de falsa creencia y las
de sentidos no literales, encuentra que la interpretación de la ironía requiere una
habilidad de orden superior a la que requiere la metáfora. Los resultados de esta
investigadora confirmaron la explicación que ofrece la teoría de la relevancia acerca de
la naturaleza de los enunciados figurados, puesto que define la metáfora como la
expresión de un pensamiento acerca de un estado de cosas, y la ironía como la
expresión de un pensamiento acerca de otro pensamiento, precisando por lo tanto de
habilidades metarrepresentacionales de orden superior.
Cuando analizamos en qué estriba la dificultad registrada en los participantes
sordos, observamos que estos no encuentran problemas en detectar que se trata de
un sentido no literal, es decir, comprenden que lo que el protagonista de la historia
dice no es cierto, y además, en muchos casos, consiguen atribuirle una motivación,
pero el problema radica principalmente en llegar a reconocer cuál es la motivación
correcta que tiene el personaje cuando dice lo que dice.
Si tenemos en cuenta las fases que proponen Filippova y Astington (2008) en el
proceso de interpretación de la ironía, en primer lugar el observador debe darse
cuenta de que el enunciado es falso y de que es intencionalmente falso. En segundo
lugar, debe comprender que el hablante no se está equivocando, sino que está
diciendo algo que no es verdad de manera deliberada. Podríamos afirmar que los
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 205
participantes sordos de este estudio superan estas dos fases. Pero, como indican las
autoras, estas dos fases iniciales son necesarias, pero no son suficientes para la
interpretación correcta de una ironía. Una tercera fase consiste en inferir la intención
comunicativa que hay detrás del enunciado, lo que el hablante está intentando lograr
con el mensaje. El emisor de la ironía intenta transmitir una opinión particular
respecto a algo. Y, por último, en una cuarta fase, el observador debe inferir la actitud
del emisor, la cual será considerada positiva en los casos en los que se emplee la ironía
para hacer un cumplido en clave de humor, y negativa o incluso crítica cuando se trate
de reprobar. Son estas dos últimas fases las que plantean dificultades en el proceso de
interpretación para la mayoría de los participantes sordos.
Este modelo también se ha aplicado a la hora de explicar la interpretación de la
mentira. El observador que interpreta correctamente una mentira también debe
comenzar dándose cuenta de que el enunciado del emisor es falso, y de que lo es de
manera deliberada, pero en la tercera fase los procesos se diferencian. En el caso de la
mentira, en la tercera fase, en la que el observador infiere la intención comunicativa
que subyace al enunciado, lo que el emisor está intentando lograr con el mensaje, este
infiere que el emisor intenta implantar una falsa creencia en el oyente. Por último, en
la cuarta fase, el observador infiere la motivación que tiene el emisor de la mentira,
que generalmente será la de obtener un cambio en el contexto o en el estado de cosas
con el que obtiene determinados beneficios. De nuevo, son estas dos últimas fases las
que plantean dificultades a los participantes sordos, especialmente la cuarta, y esto se
pone de manifiesto en los tipos de argumentos que estos ofrecen a la hora de
responder a las preguntas que valoran el reconocimiento del motivo por el que el
personaje de la historia miente.
Además de estas consideraciones respecto a las etapas del proceso de
interpretación de los sentidos no literales, tiene interés cuestionarse cómo se
comportan los participantes sordos al afrontar esas tareas. Siguiendo a Wilson y
Speber (2012), nos preguntamos si se comportan como optimistas ingenuos, como
optimistas cautos, o si llegan a emplear la comprensión sofisticada. Algunas respuestas
registradas nos llevan a pensar que se comportan como optimistas ingenuos, es decir,
no se representan los estados mentales del protagonista de la historia a la hora de
identificar el significado de lo que dice, sino que simplemente toman la primera
interpretación que les parece suficientemente relevante (emplean claves del contexto
206 La comprensión de sentidos no literales
para ello, pero no se sitúan en el punto de vista del hablante), y la consideran como la
motivación del personaje. En estos casos no estarían empleando las capacidades de
inferencia de la teoría de la mente. En otras respuestas parece que se comportan
como optimistas cautos que se preguntan qué interpretación pretende el hablante que
se haga, empleando la teoría de la mente de primer orden. Y es que la mayoría de los
participantes sordos no emplea la estrategia de comprensión sofisticada, que es la que
permite al observador identificar el significado de lo que dice el emisor preguntándose
a sí mismo qué interpretación podría haber pensado este que el otro personaje
pensaría que era la relevante, y esto requeriría el despliegue de habilidades de la
teoría de la mente de segundo orden. Esta relación entre la comprensión de sentidos
no literales y el empleo de la teoría de la mente de segundo orden se confirma en el
estudio de Happé (1993) que, como apuntábamos anteriormente, concluyó que la
comprensión de los enunciados metafóricos correlacionaba con el éxito en las tareas
de atribución de falsa creencia de primer orden, y la comprensión de los enunciados
irónicos con el éxito en las tareas de atribución de falsa creencia de segundo orden.
Otra de las principales conclusiones de este estudio es que los participantes
sordos implantados no presentan mejor rendimiento que los sordos no implantados en
la comprensión de las dos tareas de ironía y en la de la mentira malvada, únicamente
presentan mejor rendimiento en la tarea de comprensión de la mentira piadosa. Ya en
la discusión hemos aludido a la consideración de la mentira piadosa como una
herramienta prosocial, que evidenciaría un comportamiento socializado en beneficio
de la dinámica social, y esto es posible gracias a las capacidades humanas de
metarrepresentación. Por tanto, cabe pensar que los participantes sordos implantados
hayan desarrollado mejores habilidades sociales que los no implantados. Llegados a
este punto, es preciso tener en cuenta en qué aspectos de los que hemos considerado
se diferencian los participantes sordos implantados de los no implantados. La
respuesta es que únicamente en la edad lingüística alcanzada en la prueba de
comprensión léxica. La edad cronológica es una variable controlada, los participantes
sordos de los dos grupos tienen las mismas edades, el rendimiento en las tareas de
falsa creencia de primer y segundo orden no los diferencia, solo la edad lingüística del
grupo de sordos implantados es superior a la del grupo de sordos sin implante. Es
posible que una mayor competencia lingüística, sin duda provocada por un mejor
acceso al lenguaje debido al implante, pudiera conducir a una mejor interacción social
Capítulo 7. Discusión y conclusiones 207
y, por tanto, al desarrollo de habilidades prosociales como la comprensión de la
mentira piadosa.
Lo que parece claro es que los dos grupos de participantes sordos tienen en
común una carencia en el desarrollo de la teoría de la mente, muchos no alcanzan a
realizar atribuciones de segundo orden y eso les dificulta la tarea de comprender los
sentidos no literales de mentira e ironía. Estos datos llevaron a plantear la pertinencia
de considerar conjuntamente el rendimiento en teoría de la mente básica (tareas de
falsa creencia de primer orden) y avanzada (tareas de falsa creencia de segundo orden
y de sentidos no literales) con el objetivo de identificar cuáles son las variables que
explican los diferentes niveles de rendimiento en la atribución de inferencias
mentalistas en general. Unos participantes sordos tienen mejores rendimientos que
otros en las tareas de teoría de la mente básica y avanzada. En el caso de los
participantes sordos sin implante coclear, nuestros datos indican que son los que
tienen mayor edad cronológica, mientras que en el caso de los participantes sordos
implantados se trata de los que tienen mayor edad lingüística. Parece como si, aunque
no se haya desarrollado plenamente la habilidad para hacer atribuciones de segundo
orden, la edad, entendida como una mayor cantidad de experiencia comunicativa,
pudiese compensar esta carencia y contribuir a la comprensión de sentidos no literales
en el caso de los participantes sordos sin implante. Mientras que en el caso de los
sordos implantados, es la edad lingüística, también garantía de mayor experiencia
comunicativa, la que compensaría esta carencia.
Entre las limitaciones que esta investigación presenta, es necesario referirse al
reducido número de participantes sordos implantados que se han incluido en la
misma. La razón estriba en la dificultad para encontrar en la actualidad niños y
adolescentes implantados entre 10 y 20 años de edad cronológica en Málaga y
provincia que, al mismo tiempo, cumplan un conjunto de características deseadas.
Además, sus edades de implantación son tardías, teniendo en cuenta las edades
actuales de implantación. Hay que considerar que la implantación masiva comenzó en
nuestra comunidad autónoma hace aproximadamente unos diez o quince años, y que
la edad de implantación era muy alta en sus inicios, aunque durante los últimos años
se haya ido rebajando considerablemente.
208 La comprensión de sentidos no literales
Estas circunstancias han hecho que los participantes implantados estudiados
sean, por tanto, poco numerosos e implantados tardíos. Pero sus características
reflejan la verdadera realidad de la población sorda de esas edades en nuestro
entorno, y con ese espíritu fueron aceptadas desde el principio por las autoras de la
investigación. Por otra parte, también se ha asumido que el reducido número de
participantes implantados incluidos en el estudio ha condicionado, en cierta medida, el
tipo y la naturaleza de los análisis que se han aplicado a los resultados de medida de
las variables consideradas en los tres grupos de participantes del estudio.
Por último, solo queda apuntar algunas líneas futuras de estudio que se derivan
de las conclusiones obtenidas. Es evidente que, dada la importancia que el efecto que
la implantación coclear temprana parece conllevar para el desarrollo de la cognición, la
comunicación y el lenguaje de los niños sordos, sería necesario seguir investigando en
este ámbito incluyendo niños y adolescentes con una edad de implantación menor.
Esto permitiría valorar el efecto que el acceso al lenguaje y a la interacción
comunicativa que favorece el uso de un implante precoz tiene en el desarrollo de las
habilidades de inferencia mentalista en general, y concretamente, en el caso particular
de la comprensión de los sentidos no literales del lenguaje.
Junto con la consideración de edades menores de implantación, sería
interesante continuar la investigación sobre las dificultades que tiene la población
sorda en la comprensión de otros sentidos no literales distintos a los estudiados, así
como poder establecer comparaciones entre las dificultades que conlleva para los
sordos en general la comprensión de determinados sentidos no literales frente a las
dificultades que conlleva la comprensión de sus correspondientes expresiones
literales, tal y como se ha realizado en algunos estudios, por ejemplo, en el caso de la
ironía. Y también sería deseable, finalmente, el empleo de tareas de distinta naturaleza
para la valoración de la comprensión de un mismo sentido no literal, dado el desarrollo
de otros instrumentos ideados para la evaluación de estas habilidades y que todavía
no han sido aplicados en investigaciones controladas con participantes sordos y de
edades tan tardías como las incluidas en el presente estudio.
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APÉNDICE
Apéndice. Instrumentos 231
APÉNDICE 1
CUESTIONARIO SOBRE CARACTERÍSTICAS PERSONALES
1. DATOS DEL ALUMNO/A
Nombre y apellidos:
Sexo: Mujer Hombre
Fecha de nacimiento: Edad:
Número de hermanos: Lugar que ocupa entre ellos:
Centro escolar: Fecha de evaluación:
Causa de la sordera:
Momento aparición/detección:
Edad de diagnóstico:
Grado de pérdida auditiva: Oído
derecho
Oído izquierdo
Tipo de sordera según la localización del daño:
Edad de colocación de audífono/s o implante/s:
Oído derecho Oído izquierdo
Uso de audífonos previamente a la colocación del implante:
Cuánto tiempo los llevó: Oído derecho Oído izquierdo
Empleo habitual de la próstesis auditiva:
Modalidad de comunicación utilizada:
Existencia de otros déficits asociados a la sordera:
Atención logopédica extraescolar recibida:
232 La comprensión de sentidos no literales
2. DATOS REFERIDOS AL CONTEXTO ESCOLAR
Curso escolar:
Tiempo de permanencia en el centro:
Tipo de apoyo educativo recibido:
Modalidad de comunicación empleada en el colegio:
Empleo de ayudas técnicas de amplificación en el aula:
Atención logopédica recibida:
3. DATOS REFERIDOS AL CONTEXTO FAMILIAR
Nombre del padre: Edad:
Estudios: Profesión:
Nombre de la madre: Edad:
Estudios: Profesión:
Nombre de hermano/s: Edad:
Estudios: Profesión:
Grado de participación de la familia en el contexto escolar:
Estatus auditivo padre:
Estatus auditivo madre:
Estatus auditivo hermano/s (especificar cuántos y edades):
Existencia de otros familiares sordos (especificar parentesco):
Modalidad de comunicación empleada en el hogar:
Apéndice. Instrumentos 233
APÉNDICE 2
TEST BREVE DE INTELIGENCIA NO VERBAL DE STOELTING (S-BIT)
ESCALA DE EVALUACIÓN DEL EXAMINADOR
Subtest 1: Figura Oculta (FG)
Regla de Parada: Detener el examen después de 6 errores acumulados
Materiales: Libro Caballete; Tarjetas de FG
Puntuación: 1 punto por cada respuesta correcta
Ítem Descripción / Claves Tarjeta Puntuación
FG 1T Limón sobre la marca A
Camiseta de niño B
Dos limones sobre la mesa C
FG 2 Cepillo en el suelo A
Grifo B
Planta cogida por un hombre C
FG 3 Sonrisa de niño A
Zapato de niño afroamericano B
Lazo del pelo de niña rubia C
FG 4 Gorro rosa de payaso A
Delantal naranja de muñeca B
Camiseta con cuadros de payaso C
FG 5 Casa al revés en el libro A
Muñeca en lo alto de la cómoda B
Rueda de la pata de la cama C
FG 6 Hojas de planta A
Almohadilla de hombro para correa de guitarra
B
Pata de silla C
FG 7 Ola en el estanque A
Bañador de hombre B
Cuello de camisa de hombre C
FG 8 Barandilla en edificio rojo A
Puerta de camión rojo y blanco B
Abertura en cortinas naranja C
Puerta de camión naranja D
Fin de toldo E
Puntuación Directa en FG (Máx =26)
T = En este ítem está indicado el entrenamiento
234 La comprensión de sentidos no literales
Subtest 2: Forma Completa (FC)
Regla de Parada: Detener el examen después de 7 errores acumulados
Materiales: Libro Caballete; Tarjetas de FC
Puntuación: 1 punto por cada respuesta correcta
Ítem Descripción / Claves Tarjeta Puntuación
FG 1T Balón A
Sol B
Balón de playa C
FG 2 Oveja A
Vaca B
Caballo C
FG 3 Perro A
Hombre B
Regalo C
Ítem
Descripción / Claves
Rodee con un círculo la L del examinador R
1 2 3 4 5 6 7
FC 4 Cajas de cajas - B C A
FC 5 Flecha – arco – puntero - C B A
FC 6 3, 4 y 5 trozos B - A C
FC 7 4 formas – Parte A A B - - C
FC 8 4 formas – Parte B B C A - -
FC 9 “Mundos” de broma - A - C B
FC 10 Haciendo formas - - B A C
Puntuación Directa en FC (Máx =30)
T = En este ítem está indicado el entrenamiento
Apéndice. Instrumentos 235
Subtest 3: Orden Secuencial (SO)
Regla de Parada: Detener el examen después de 7 errores acumulados
Materiales: Libro Caballete; Tarjetas de SO
Puntuación: 1 punto por cada respuesta correcta
Ítem
Descripción / Claves
Rodee con un Círculo la Repuesta correcta
L del examinador R
Puntuación
1 2 3 4 5 6 7
SO 1 Gatito *[B] A - -
SO 2 Círculos A B - -
SO 3 Sombra en el cuadrado B A - - -
SO 4 Sol y Nube - B C A - - -
SO 5 Círculos concéntricos (E) - C A F B D -
SO 6 Resplandor (C) - F A B E D -
SO 7 Segmentos de círculo (B) - D F C E A -
SO 8 Laberinto (A) C E B D F - -
SO 9 Dos líneas – movimiento (D) B C A E F - -
SO 10 Cuadrados y Círculos (F) C D B E A - -
SO 11 Lados y Espacios (C) B F E A D - -
Puntuación Directa en SO (Máx =43)
T = En este ítem está indicado el entrenamiento *[ ] = las letras dentro de paréntesis indican las tarjetas de respuesta que son distractores para este ítem
236 La comprensión de sentidos no literales
Subtest 4: Modelos Repetidos (RP)
Regla de Parada: Detener el examen después de 6 errores acumulados
Materiales: Libro Caballete; Tarjetas de RP
Puntuación: 1 punto por cada respuesta correcta
Ítem
Descripción / Claves
Rodee con un círculo la Repuesta correcta
L del examinador R
Puntuación
1 2 3 4 5 6 7
RP 1 T Manzana Plátano *(C) A B - - - - -
RP 2 Modelo X O (B,D) C A - - - - -
RP 3 Coche Barco (B) C A - - - - -
RP 4 Modelo 0+- T+- (B,D) A C - - - - -
RP 5 Reloj, Diamantes (C,E) D B A - -
RP 6 Estrella, Asterisco,… (B) A D C E -
RP 7 Modelo S (A,B) C - D -
RP 8 Modelos +00+ (C,D) A - B -
Puntuación Directa en RP (Máx = 19)
Apéndice. Instrumentos 237
APÉNDICE 3
PPVT-III PEABODY
Hoja de anotación
Nombre y apellidos:
Sexo: Mujer Varón Ciudad:
Provincia:
Centro:
Idioma habitual: Castellano Otro: (especificar: extranjero o lengua española)
Profesor: Examinador:
Razón de la evaluación
Otras informaciones del examinando
CÁLCULO DE LA EDAD CRONOLÓGICA
Año Mes Día
Fecha de la
evaluación:
Fecha de
nacimiento:
Edad
cronológica:
NÚMERO DE ERRORES
Conjunto
1
Conjunto 5 Conjunto 9 Conjunto
13
Conjunto
2
Conjunto 6 Conjunto 10 Conjunto
14
Conjunto
3
Conjunto 7 Conjunto 11 Conjunto
15
Conjunto
4
Conjunto 8 Conjunto 12 Conjunto
16
Total de errores
Puntuación directa
Puntuaciones
transformadas
CI
Percentil
Eneatipo
Desarrollo
Edad equivalente
INTERVALOS DE
CONFIANZA
OPTATIVOS
68% =
+/- 5
90% =
+/-7
95% =
+/-9
CI de a
Percentil de a
Eneatipo de a
CÁLCULO DE LA PUNTUACIÓN DIRECTA
Anote el número del elemento techo, es decir, el número del
último elemento del conjunto techo. Reste a ese número el
número total de errores cometidos por el examinando desde el
conjunto base al conjunto techo. El resultado es la puntuación
directa.
Elemento techo Total errores Puntuación
directa
- =
238 La comprensión de sentidos no literales
1 2 años y medio – 3
años
4 6 – 7 años 7 10 – 11 años
1. Escoba 2 E 37.Tronco 2 E 73.Palmera 1 E
2.Avión 1 E 38.Enorme 3 E 74.Depredador 3 E
3.Beber 3 E 39.Paracaídas 3 E 75.Embudo 2 E
4.Pala 4 E 40.Entregar 1 E 76.Repostar 2 E
5.Columpiarse 4 E 41.Globo 2 E 77.Ajustable 2 E
6.Lámpara 4 E 42.Calculadora 2 E 78.Roedor 3 E
7.Dinero 3 E 43.Gotear 4 E 79.Colisionar 1 E
8.Helicóptero 2 E 44.Colmenar 1 E 80.Termo 1 E
9.Valla 3 E 45.Lijar 2 E 81.Ártico 2 E
10. Llave 4 E 46.Estatua 4 E 82.Calcular 1 E
11.Tambor 3 E 47.Aterrorizada 1 E 83.Trillizos 4 E
12.Subir 1 E 48.Rectángulo 1 E 84.Contaminar 3 E
Total errores Total errores Total errores
2 4 años 5 8
13.Vaca 1 E 49.Marco 1 E 85.Ramo 4 E
14.Nadar 1 E 50.Equipaje 2 E 86.Oleaje 2 E
15.Vacío 1 E 51.Escritura 1 E 87.Salir 4 E
16.Excavar 2 E 52.Animar 1 E 88.Vaina 3 E
17.Granjero 3 E 53.Vehículo 4 E 89.Clasificar 1 E
18.Accidente 2 E 54.Abrillantar 1 E 90.Parra 1 E
19.Nido 3 E 55.Apio 1 E 91.Diseccionar 2 E
20.Lanzar 4 E 56.Óvalo 1 E 92.Planeador 3 E
21.Sobre 2 E 57.Hortaliza 3 E 93.Suculento 1 E
22.Castillo 2 E 58.Peludo 4 E 94.Pelícano 1 E
23.Medir 4 E 59.Premiar 3 E 95.Yate 4 E
24.Canguro 2 E 60.Cerebro 2 E 96.Acoger 3 E
Total errores Total errores Total errores
3 5 años 6 8 – 9 años 9 12 – 16 años
25.Fruta 1 E 61.Molestar 1 E 97.Arquero 2 E
26.Cadena 2 E 62.Lima 2 E 98.Mamífero 2 E
27.Cactus 3 E 63.Isla 2 E 99.Compositor 2 E
28.Puercoespín 1 E 64.Seleccionar 1 E 100.Oasis 1 E
29.Bostezar 2 E 65.Par 3 E 101.Cítrico 2 E
30.Cabra 4 E 66.Ángulo 1 E 102.Lubricar 1 E
31.Decorado 4 E 67.Reptil 2 E 103.Velocímetro 3 E
32.Zorro 3 E 68.Mandíbula 4 E 104.Brebaje 1 E
33.Garras 1 E 69.Acantilado 1 E 105.Izar 1 E
34.Discutir 1 E 70.Terror 3 E 106.Reprimenda 1 E
35.Astronauta 3 E 71.Dirigir 2 E 107.Porcelana 2 E
36.Serrar 4 E 72.Morsa 3 E 108.Cuantioso 2 E
Total errores Total errores Total errores
Apéndice. Instrumentos 239
10 13 16
109.Barandilla 2 E 145.Hurtar 2 E 181.Friso 1 E
110.Brújula 3 E 146.Dromedario 2 E 182.Calibrador 4 E
111.Instruir 3 E 147.Encarcelar 1 E 183.Selénico 3 E
112.Carente 4 E 148.Bovino 2 E 184.Amarrida 2 E
113.Infinito 4 E 149.Estambre 3 E 185.Mielgo 1 E
114.Coreógrafo 1 E 150.Vestigio 2 E 186.Roturar 1 E
115.Confidencia 1 E 151.Preceptor 1 E 187.Conflagración 3 E
116.Cuña 3 E 152.Friccionar 2 E 188.Gravar 3 E
117.Équido 4 E 153.Mercantil 3 E 189.Nopal 2 E
118.Válvula 3 E 154.Ñu 1 E 190.Motilar 4 E
119.Cosechar 4 E 155.Zarpar 1 E 191.Bancal 3 E
120.Gemir 1 E 156.Amazona 3 E 192.Ósculo 2 E
Total errores Total errores Total errores
11 14
121.Bobina 4 E 157.Filtrar 1 E
122.Aislamiento 1 E 158.Pentágono 1 E ELEMENTOS DE
COMIENZO
123.Caballete 4 E 159.Avirozar 3 E 1 2 años y medio – 3 años
124.Reflexión 2 E 160.Dársena 4 E 13 4 años
125.Tapicería 4 E 161.Converger 1 E 25 5 años
126.Artefacto 1 E 162.Receptáculo 1 E 37 6 – 7 años
127.Acicalarse 2 E 163.Perforación 4 E 61 8 – 9 años
128.Erudito 4 E 164.Vítreo 3 E 73 10 – 11 años
129.Berlina 4 E 165.Remontar 3 E 97 12-16 años
130.Fachada 1 E 166.Caducifolio 4 E 133 71 o más años
131.Eslabones 4 E 167.Anegar 3 E
132.Ficticio 1 E 168.Abrasivo 1 E
Total errores Total errores
12 17 años o más 15
133.Esférico 2 E 169.Palmípedo 4 E
134.Primate 4 E 170.Cizalla 3 E
135.Sosegado 3 E 171.Marsupial 4 E
136.Reponer 3 E 172.Conífera 4 E
137.Península 4 E 173.Temeraria 2 E
138.Perpendicular 4 E 174.Entomólogo 2 E
139.Diario 2 E 175.Balaustre 4 E
140.Obelisco 4 E 176.Pecuniario 3 E
141.Cavilar 2 E 177.Inocular 1 E
142.Incandescente 4 E 178.Repujado 4 E
143.Incisivo 2 E 179.Yantar 3 E
144.Culinario 3 E 180.Paquidermo 1 E
Total errores Total errores
Apéndice. Instrumentos 241
APÉNDICE 4
TAREAS EMPLEADAS PARA EVALUAR
LA COMPRENSIÓN DE LA FALSA CREENCIA
1. TAREA DE CAMBIO DE LOCALIZACIÓN (BARON-COHEN, LESLIE y FRITH, 1985)
- Esta es María y este es Paco (se muestran).
- María tiene una caja (se coloca la caja delante de María) y Paco tiene una
cesta (ídem).
- María tiene una bola (se muestra) y la pone en su caja (se coloca). Paco no
tiene nada en su cesta (se muestra).
- María se va (sale por la puerta de la casa). Paco pone la bola en su cesta (se
coloca la bola en la cesta).
- Ahora vuelve María (entra por la puerta). María quiere su bola.
Preguntas experimentales:
1) Señálame, ¿adónde va a buscar María su bola, a la cesta o a la caja?
2) ¿Por qué irá a buscarla allí?
Preguntas control:
3) Ahora, dime tú, ¿dónde está la boda realmente?
4) ¿Dónde puso María su bola al principio?
5) ¿Dónde ha guardado Paco su bola?
6) ¿Dónde estaba María cuando Paco la puso allí?
7) ¿Vio María cómo Paco la guardaba allí?
242 La comprensión de sentidos no literales
2. TAREA DEL RECIPIENTE QUE CONTIENE OTRA COSA (HOGREFE, WIMMER Y
PERNER, 1986)
- Mira, aquí tengo una caja (le mostramos uno de los recipientes).
- ¿Qué crees tú que hay aquí dentro? (esperamos hasta que diga una
respuesta acorde con el envoltorio).
- Pues no, mira aquí hay …. (mostramos lo que realmente tiene el recipiente).
- Ahora vendrá X (el nombre de un compañero suyo), le enseñaré a X esta caja
(se vuelve a mostrar el mismo recipiente) y le preguntaré: “¿Qué hay aquí
dentro?”.
Preguntas experimentales:
1) ¿Qué creerá X (nombre del compañero) que hay dentro?
2) ¿Por qué creerá eso?
Preguntas control:
3) ¿Qué hay en realidad en la caja?
4) ¿Ha visto X lo que hay aquí dentro?
5) ¿Recuerdas qué creías tú que había aquí dentro cuando te enseñé la
caja?
Apéndice. Instrumentos 243
3. TAREA O PARADIGMA DE LA VENTANA (NÚÑEZ, 1993)
- Esta es María y este es Paco (se muestran).
- María tiene una caja (se coloca la caja delante de María) y Paco tiene una
cesta (ídem).
- María tiene una bola (se muestra) y la pone en su caja (se coloca). Paco no
tiene nada en la cesta (se muestra).
- María se va (sale por la puerta de la casa). Paco pone la bola en su cesta (se
coloca la bola en la cesta).
- María ve por la ventana cómo Paco cambia la bola de la caja a la cesta (se
asoma a María por la ventana mientras se cambia la bola de forma que Paco
no puede estar viendo a María), pero Paco no ve que María mira por la
ventana.
- Ahora vuelve María (entra por la puerta). María quiere su bola.
Preguntas experimentales:
1) ¿Dónde cree Paco que irá María a buscar su bola?, ¿a la cesta o a la
caja?
2) ¿Por qué cree eso Paco?
Preguntas control:
3) ¿Dónde cree María que está la bola?
4) ¿Ha visto María que Paco ponía la bola en su cesta?
5) ¿Ha visto Paco que María miraba por la ventana cuando él cambiaba la
bola de la caja a la cesta?
Apéndice. Instrumentos 245
APÉNDICE 5
TAREAS EMPLEADAS PARA EVALUAR
LA COMPRENSIÓN DE LOS SENTIDOS NO LITERALES
(HAPPÉ, 1994)
1. TAREA DE METÁFORA
Guillermo es un niño muy desordenado. Un día su madre entra en su habitación y está
más desordenada que nunca. Hay ropa, juguetes y tebeos por todas partes. La madre
de Guillermo le dice: “Esta habitación es una pocilga”.
Preguntas
1. ¿Es verdad lo que la madre de Guillermo dice?
2. ¿Por qué dice eso la madre de Guillermo?
3. ¿Cómo está la habitación de Guillermo?
4. ¿Es verdad que Guillermo tiene cerdos en su habitación?
5. Entonces, ¿por qué dice su madre que su habitación es una pocilga?
246 La comprensión de sentidos no literales
2. TAREA DE MENTIRA 1 (PERSUASIÓN)
Bruno siempre tiene hambre. Hoy en el colegio ponen su comida favorita: salchichas
con patatas. Es un niño muy agonioso y le gustaría que le pusieran más salchichas que
a los demás, aunque su madre le pondrá una comida estupenda cuando llegue a casa.
Pero solo hay dos salchichas para cada niño. Cuando le toca a Bruno que le sirvan, dice:
“!Oh, ¿podrían echarme cuatro salchichas?, porque no voy a tener nada que comer
cuando llegue a casa…”.
Preguntas
1. ¿Es verdad lo que Bruno dice?
2. ¿Por qué lo dice?
3. ¿Cuántas salchichas hay para cada niño?
4. ¿Es verdad que Bruno no va a tener nada para comer cuando llegue a su casa?
5. Entonces, por qué dice Bruno: “!Oh, ¿podrían echarme cuatro salchichas?, porque
no voy a tener nada que comer cuando llegue a casa…”.
Apéndice. Instrumentos 247
3. TAREA DE MENTIRA 2 (MENTIRA PIADOSA)
Elena había estado todo el año esperando a que llegara la Navidad porque sabía que
entonces podría pedirles a sus padres un conejito de regalo. Elena deseaba tener un
conejo más que nada en el mundo. Por fin llegó el día de Navidad y Elena fue corriendo
a desenvolver un gran paquete que le habían dado sus padres. Estaba segura de que
había un conejito dentro de su jaula. Pero cuando lo abrió, delante de toda la familia,
se encontró con que su regalo eran unos aburridos y viejos tomos de enciclopedia que
Elena no quería para nada. Aun así, cuando sus padres le preguntaron si le había
gustado el regalo, ella dijo: “Es maravilloso, gracias. Justo lo que yo quería”.
Preguntas
1. ¿Es verdad lo que dijo Elena?
2. ¿Por qué dijo eso a sus padres?
3. ¿Qué quería Elena para Navidad?
4. ¿Le gustó a Elena que le regalaran la enciclopedia?
5. Entonces, ¿por qué dijo: “Es maravilloso, gracias. Justo lo que yo quería”?
248 La comprensión de sentidos no literales
4. TAREA DE IRONÍA 1
La madre de Ana se ha pasado un buen rato preparando la comida favorita de la niña:
pescado con patatas fritas. Pero cuando se la lleva, Ana está viendo la tele y ni siquiera
la mira ni le da las gracias. La madre de Ana se enfada y dice: “¡Muy bien, muy bonito,
a eso le llamo yo buena educación!”.
Preguntas
1. ¿Es verdad lo que dice la madre de Ana?
2. ¿Por qué dice eso la madre de Ana?
3. ¿Qué hace Ana cuando su madre le lleva la comida?
4. ¿Es verdad que Ana tiene buena educación?
5. Entonces, ¿por qué dice la madre de Ana: “¡Muy bien, muy bonito, a eso le llamo yo
buena educación!”?
Apéndice. Instrumentos 249
5. TAREA DE IRONÍA 2
Sara y Tomás van a ir hoy de campo. Ha sido idea de Tomás, dice que hoy va a hacer un
día muy bueno para ir de campo. Pero justo cuando están sacando la comida empieza
a llover y al rato están los dos empapados. Sara está enfadada. Dice: “¡Oh, sí, muy
bien, un día muy bueno para ir de campo!”.
Preguntas
1. ¿Es verdad lo que dice Sara?
2. ¿Por qué dice eso?
3. ¿Qué ha pasado cuando los niños llegan al campo?
4. ¿Es verdad que hace un día muy bueno para ir de campo?
5. Entonces, ¿por qué dice Sara: “¡Oh, sí, muy bien, un día muy bueno para ir de
campo!”?