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Palau de les Arts Reina Sofía. Fundació de la Comunitat Valenciana del Sa6 197 58 00 ax (+34) 96 395 22 01 La conquista de México Estreno: 9 de octubre de 2013 20.00 horas Wolfgang Rihm

La conquista de México - teatro-real.com · La conquista de México 2 LA CONQUISTA DE MÉXICO Wolfgang Rihm (1952) Música teatral en cuatro partes (1992) Libreto de compositor,

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Palau de les Arts Reina Sofía. Fundació de la Comunitat Valenciana

del Sa6 197 58 00

ax (+34) 96 395 22 01

La conquista

de México

Estreno: 9 de octubre de 2013

20.00 horas

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La conquista de México

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DIE EROBERUNG VON MEXICO LA CONQUISTA DE MÉXICO Textos extraídos del programa de mano:

Páginas 2-3 Ficha artística

Páginas 3-4 El compositor y la obra

Páginas 5-6 Argumento

Páginas 5-10 La conquista de México, o el canto de la crueldad, de Stefano Russomanno

Páginas 11-14 Biografías (selección)

La conquista de México

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LA CONQUISTA DE MÉXICO

Wolfgang Rihm (1952)

Música teatral en cuatro partes (1992) Libreto de compositor, basado en textos de Antonin Artaud y de Octavio Paz Nueva producción del Teatro Real

Director musical Alejo Pérez Director de escena Pierre Audi Escenógrafo Alexander Polzin Figurinista Wojciech Dziedzic Iluminador Urs Schönebaum Vídeo Claudia Rohrmoser Dramaturgo Klaus Bertisch Director del coro Andrés Máspero

Asistente del director musical Pedro-Pablo Prudencio Asistentes del director de escena Didier Kersten, Marcelo Buscaino Asistente del escenógrafo Nicola Minssen Asistente del figurinista Tiziana Magris Diseñadora de maquillaje corporal Sylvie Imbert Maestros repetidores Ricardo Bini, Mack Sawyer Directores de sonido Florian Bogner, Peter Böhm

Reparto Montezuma Nadja Michael (9, 11, 13, 15, 17, 19)

Ausrine Stundyte (12, 18) Cortez Georg Nigl (9, 11, 13, 15, 17, 19)

Holger Falk (12, 18) Un hombre que grita Graham Valentine Malinche Ryoko Aoki Soprano Caroline Stein Mezzosoprano Katarina Bradić Primer actor Stephan Rehm Segundo actor Peter Pruchniewitz

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

(Coro Intermezzo y Orquesta Sinfónica de Madrid) Actores Joaquín Abella, Magdalena Aizpurúa, Miguel Ángel Amor, Laura Barba, Mariu Bárcena, Sebi Bastida, Martín Bravo, Jorge Calderón, Moi Camacho, Ricardo Castro, Paco Celdrán, Mirko Corchia, Lorena Díaz, Joseba Gómez, María González, Michel Guevara, Victor Herzog, Ismael de la Hoz, Susana Lara, Silvina Mañanes, Oriol Marín, Javier Martínez, Manu Mencía, Tamara Moyo, Gabi Nicolás, Haridián Nube, José Luis Oliván, Alejandro Pantany, José Ignacio Prada, Juan Renedo, Nacho Rodríguez, Merche Romero, Diana Samper, Fernando Sánchez, Yolanda Serrano “Cuca”, Beatriz Silva, Paloma Tejero, Alexandro Valeiras, Jorge Varandela, Alvar Zarco

La conquista de México

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Edición musical Die Eroberung von Mexico, de Wolfgang Rihm Universal Edition (Viena)

Duración aproximada 110 minutos (sin pausa)

Fechas 9, 11, 12, 13, 15, 17, 18, 19 de octubre de 2013 20.00 horas; domingos, 18.00 horas

EL COMPOSITOR Y LA OBRA Jan Vandenhouwe

Wolfgang Rihm causó una conmoción en 1974 con el estreno de Morphonie/Sektor 4, una gran obra de orquesta que

se caracteriza por una energía expresionista y una mezcla de gestos mahlerianos, explosiones violentas y acordes

tradicionales tonales así como un eco tardorromántico. A partir de aquel momento, muchos críticos describieron el

estilo de Rihm como neorromántico. Pero el compositor alemán siempre se ha resistido a esta etiqueta. El término

implica un regreso reaccionario al pasado que no indaga, y este no es el objetivo de Rihm. En su música, lo que

pretende es romper con el purismo y la rigidez del serialismo de la postguerra. Sin embargo, el método de

composición abstracto y matemático que compositores como Pierre Boulez y Karlheinz Stockhausen desarrollaron en

los años 1950, corría el peligro de convertirse en algo académico y estéril ya en la década de 1970. En su nueva

música, Rihm ha reclamado el derecho a hacer referencias a diversos estilos musicales de distintos periodos, sin caer

por ello en una técnica barata de citas y collage. La obra de Rihm no solo muestra un enorme conocimiento de la

técnica de composición y la historia de la música desde la Antigüedad hasta hoy, sino también un gran conocimiento

de la literatura, la filosofía, la arquitectura y las bellas artes. El compositor se ha inspirado en autores como Homero,

Büchner, Hölderlin, Goethe, Rilke, Nietzsche, Artaud, Heidegger, Botho Strauss o Durs Grünbein. En 1978 escribió su

primera ópera, Jakob Lenz, basada en textos de Georg Büchner. Desde aquel momento, este género adquirió un

papel central en su carrera.

Rihm es uno de los más productivos compositores de nuestro tiempo. Su catálogo contiene más de 400 títulos

actualmente. Su obra forma siempre un cosmos en expansión en el cual cada pieza formula una respuesta a una

pregunta planteada en una pieza anterior. Así surgen ciclos como Chiffre (1982-1988), las cinco piezas sinfónicas Vers

une symphonie-fleuve (1992-2001) o Séraphin (1992-2011), que se construyen tanto con música de cámara como con

obras de gran escala para orquesta y teatro musical.

La conquista de México

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A menudo el autor valora sus obras como algo incompleto: a cada una de ellas se le podría añadir siempre una nueva

capa. No considera una partitura como el resultado final de un proceso de composición, sino más bien como “el

camino hacia un devenir”. La forma de sus composiciones no es estática o previsible, sino que, por el contrario, se

encuentra en un movimiento perpetuo. “Tenemos que aprender a entender la ausencia de un objetivo como un

enriquecimiento de nuestras posibilidades artísticas”, afirma Rihm. “La ausencia de un objetivo es una situación seria

y se necesita una imaginación extrema para valorarla del modo justo.”

La conquista de México (1992) es una de las óperas más representadas actualmente. En el núcleo de la acción

musical se sitúa un evento histórico: el encuentro del conquistador español Hernán Cortés con Montezuma, el

caudillo de los aztecas. En la obra, su cruce deviene una alegoría sobre el encuentro entre dos distintas culturas, dos

mundos que chocan. La relación entre Cortés y Montezuma es una mezcla de fuerzas de atracción, malentendidos,

miedo y dependencia. El compositor alemán evoca este episodio de la tragedia colonial de una manera poética. Los

horrores de un genocidio colonial no son centrales en la obra, sino su visión poliédrica sobre la condición humana.

El fin de la ópera no nos lleva a una reconciliación o utopía. Rihm lo ha descrito como un adiós sumido en “un silencio

tempestuoso, eterno, sin forma”, un dúo de amor que es un réquiem de y por la Edad Moderna. Rihm ha basado su

ópera en cuatro fuentes distintas. Primero se encuentra el texto teatral en prosa de Antonin Artaud La Conquête du

Mexique, del que el compositor ha extraído la estructura en cuatro partes: “Los presagios”, “Declaración”, “Los

cambios”, “La abdicación”. Además, Rihm ha utilizado extractos del escrito poético-teórico Le théâtre de Séraphin,

también de Artaud. Después ha colocado las cuatro estrofas de un poema del ciclo Raíz del hombre de Octavio Paz a

modo de ecos de las cuatro partes que conforman la estructura de la obra. Finalmente, en la tercera y cuarta parte

de La conquista de México también se pueden escuchar fragmentos de Cantares mexicanos, tres poemas anónimos

indios que probablemente proceden de 1523. Rihm crea varias situaciones independientes: desde los preliminares

de la decadencia hasta la abdicación de Montezuma y la guerra entre los pueblos. El compositor alemán da a

Montezuma una “imagen femenina del sonido” con tres voces de mujeres –él mismo habla de una “escultura de voz”

–, mientras que a Cortés lo representa un ambiente masculino. 47 músicos interpretan la partitura repartidos en

distintos grupos por el espacio del teatro. La conquista de México es una obra de teatro musical y espacial fascinante,

de constelaciones en permanente transformación.

La conquista de México

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ARGUMENTO

I. Lo presagios Raíz del hombre (1ª estrofa)

Esta primera parte constituye un fresco del México tenso y expectante ante la amenaza de la invasión. Un cuadro

que retrata el país a través de sus ciudades, pueblos, campos, bosques, cuevas, monumentos y ruinas, sus

apariencias y apariciones. Los objetos sirven para evocar, a gran escala, exvotos españoles y los extraordinarios

paisajes reflejados en las botellas o las campanas de cristal, a través del relieve, sombras, brillos y claroscuros. Todo

ello desde un enfoque sensorial y lumínico. El sentido musical y pictórico de la narración se construye en el espíritu

de una melodía secreta, invisible al espectador, cargada de momentos sugestivos. Cuando dicha iluminación brilla en

su máxima intensidad, aparecen las mudas, absortas y deprimidas confrontaciones entre Montezuma y sus

sacerdotes, reunidos en asamblea, con sus signos del zodíaco, cuyas conversaciones y disputas representan los ecos

del populacho.

II. Declaración Raíz del hombre (2ª estrofa)

Esta segunda parte corresponde a la visión de Cortez del país a conquistar. El militar invasor aparece rodeado de

guerreros y carabelas, cuyas dimensiones son superiores a las del resto y cuya estabilidad es sólida como una roca. El

silencio, una melodía densa y pesada, desciende súbitamente sobre el conflicto secreto, el aparente estancamiento

de la magia que envuelve todo el espectáculo precedente, que vuela sobre los muros que rodean las ciudades.

Repentinamente, con un tono directo y punzante, cambia el ambiente y anuncia la entrada de Montezuma que

avanza hacia Cortez.

III. Los cambios Raíz del hombre (3ª estrofa)

La revolución se adueña de todos los niveles de la sociedad y la consciencia de Montezuma. Un paisaje de batalla

convulsiona el espíritu del monarca y disputa su destino: corta el espacio en dos, como la anatomía del sexo

femenino, para liberar lo invisible; una mágica puesta en escena de la evocación de los dioses. Todas las dudas de

Montezuma emergen del interior de su cuerpo hacia la colectividad. El zodíaco, milenario, vocifera con todas sus

bestias en la cabeza del rey azteca y se convierte en un asalto de pasiones humanas. El ejército se prepara para la

batalla. Un hombre emocionado, sabedor de que la ciudad está a punto de ser asediada, engulle su sopa. Cuando la

revuelta estalla, un mosaico de lamentos, gestos, rostros, armas y poderosas imágenes llena la escena.

La conquista de México

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IV. La abdicación Raíz del hombre (4ª estrofa)

La abdicación de Montezuma supone para ambas partes pérdidas y ganancias. La confusión se adueña de todos, aun

a pesar del descubrimiento de los tesoros guardados. Luces y sonidos se funden en el escenario. Extrañas parejas

aparecen, los hombres españoles y las mujeres indias, deformados, hinchados. Diversos Hernán Cortés entran en

escena al mismo tiempo, signo de que ya no existe un líder. Continúa la masacre. Cortez parece soñar en una estatua

cuya cabeza se ha convertido en música. Los actos de traición y las contradicciones internas resultan impunes. Con la

deposición de las armas, emergen las emociones intensas en múltiples modos de expresión. Una cascada de

caprichosas coloraturas inunda el espacio, son los ritos funerarios de Montezuma. Como una marejada, la violencia

se lleva a toda la multitud, sección por sección, mientras el cuerpo del rey azteca encalla como barco a la deriva

entre sus cabezas.

RAIZ DEL HOMBRE XV Bajo el desnudo y claro Amor que danza hay otro negro amor, callado y tenso, amor de oculta herida. No llegan las palabras a su inefable abismo, eterno Amor inmóvil y terrible. Bajo este Amor de soledad herida hay una dulce ira, un ciego amor de ira, torbellino sombrío donde tu nombre en sangre me devasta. Bajo este Amor de fieras agonías hay una sed inmóvil, un enlutado río, presencia de la muerte, donde canta el olvido nuestra muerte. Bajo esta muerte, Amor, dichoso y mudo, no hay venas, piel ni sangre, sino la muerte sola; frenéticos silencios, eternos, confundidos, inacabable Amor manando muerte.

Octavio Paz

La conquista de México

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LA CONQUISTA DE MÉXICO, O EL CANTO DE LA CRUELDAD

Stefano Russonanno

Merece la pena recorrer el proceso creativo de La conquista de México (1987-1991) para resaltar sus peculiaridades.

En un primer nivel, la de Wolfgang Rihm es una ópera sobre un hecho histórico: el encuentro entre Hernán Cortés y

Montezuma, es decir, entre la civilización cristiano-europea y la precolombina. Un encuentro que será el

desencadenante de una trágica retahíla de incomprensiones, vejaciones, conflictos y muertes. Paralelamente, en un

nivel más profundo, La conquista de México es una ópera sobre un autor, Antonin Artaud, y su novedoso concepto

de teatro: el denominado teatro de la crueldad.

Personalidad genial a la vez que visionaria y enfermiza, Artaud teorizó en los años veinte y treinta del siglo XX un

ideal de representación escénica encaminado a suprimir la centralidad de la palabra y de la psicología del personaje

(elementos que constituían los cimientos del teatro occidental) y a otorgar un revolucionario papel a la fisiología del

actor. En los propósitos de Artaud, el espectáculo teatral se convertía en una suerte de rito mágico donde la acción

sobre el escenario buscaba sumir al espectador en un horizonte violentamente anárquico e irracional, liberando las

fuerzas ocultas y oscuras que yacían en su subconsciente. “Una verdadera pieza de teatro perturba el reposo de los

sentidos, libera el inconsciente reprimido, incita a una especie de rebelión virtual”, escribía el dramaturgo francés,

cuyo teatro “invita al espíritu a un delirio que exalta sus energías, impulsa a los hombres a que se vean tal como son,

hace caer las máscaras, descubre la mentira”.

Artaud intentó dar forma concreta a sus teorías a través de iniciativas que en raras ocasiones llegaron a cuajar, bien

por falta de medios, bien por la incomprensión del público. Existe una serie de proyectos que el dramaturgo llegó a

elaborar con cierto grado de precisión, aunque nunca pudieron materializarse. Tal es el caso de La conquista de

México, que Artaud redactó en 1936 para su teatro de la crueldad, fruto de la fascinación que le produjo el contacto

con los indios tarahumaras tras una estancia en México. Al escoger como tema central el encuentro entre Cortés y

Montezuma, que tendría su luctuoso epílogo en la Noche Triste, Artaud pretendía desenmascarar la violencia del

colonialismo y al mismo tiempo resaltar la superioridad del paganismo de los indios (capaces de vivir en armonía con

el orden natural) con respecto al cristianismo opresor de los conquistadores.

Más que un guión definido en todos sus detalles, La conquista de México de Artaud es una suma de indicaciones,

sugerencias y evocaciones que conciernen al desarrollo de la acción, la caracterización de los personajes y las

modalidades de la puesta en escena. Alrededor de este torso recolecta Rihm otra serie de materiales literarios que

confluirán posteriormente en el libreto de su ópera. Se trata en primer lugar de otro trabajo de Artaud (este

La conquista de México

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puramente teórico), El teatro de Séraphin, al que vienen a añadirse el poema Raíz del hombre (1936) de Octavio Paz

y unos Cantares mexicanos anónimos del siglo XVI.

Ahora bien, el procedimiento seguido por Rihm invierte el utilizado habitualmente. En la ópera tradicional, la

elaboración del plano dramático de la obra pasa previamente por su formalización literaria a través del libreto. Rihm

hace lo contrario. En vez de articular la diversificada maraña de referencias textuales en un esquema previo a la

música, deja que sea el proceso de composición el que establezca las pautas en las que la materia verbal ha de

distribuirse: “Aunque el texto parece haber precedido la composición y haberle servido de base, no hay nada de eso.

El texto se formó durante la composición. Yo había encontrado a grandes rasgos los diferentes pasajes, fuentes y

fragmentos, pero la forma global del texto, su imbricación característica, aún estaba por inventar. Ello no podía sino

empezar a partir de mi trabajo sobre la música”. Una cosa tenía clara el compositor: retomar el plano en cuatro

partes del proyecto de Artaud. A partir de ahí, los textos encontrarán gradualmente acomodo en la estructura global.

Por ejemplo, las estrofas de Raíz del hombre confluirían al final de cada una de las cuatro partes interviniendo, en

palabras de Rihm, “a modo de comentario, madrigal que tiene como tema un amor muy sensual, muy actual”.

En cuanto a la música, se trató primero de encontrar una sonoridad de base y elaborar “la escultura de esta

sonoridad que buscaba, escultura a partir de la cual el sonido se articularía con sus propios medios”. No es casual

que el compositor hable en términos tridimensionales utilizando el término “escultura”, pues en La conquista de

México la disposición espacial de los instrumentos tiene un papel relevante. La orquesta está dividida en tres grupos.

Los dos primeros están situados enfrente del público: el primero, más amplio, está colocado a un nivel más profundo

(básicamente, el foso orquestal), mientras que el segundo se encuentra más elevado. El tercer grupo, en cambio,

está diseminado por la sala (a modo de “islas aisladas, nidos”), rodeando al público. También en la distribución de los

papeles vocales asistimos a un proceso similar de división/multiplicación espacial: el personaje de Cortés corre a

cargo de un barítono y dos voces recitantes, mientras que el de Montezuma es encomendado a tres voces

femeninas: soprano dramática, soprano “aguda” y contralto (las dos últimas se sientan en la orquesta como para

prolongar la voz en el escenario en una suerte de “canto dentro del canto”).

La distribución de los papeles de Cortés y Montezuma impone otra consideración. El choque de civilizaciones que

constituye el motivo conductor de La conquista de México es planteado por Rihm en términos de contraposición

entre un principio masculino y otro femenino. Una dialéctica que se traslada también al coro: las voces masculinas

encarnan a los españoles, mientras que las femeninas representan a los indígenas. De acuerdo con la visión de

Artaud, y más allá de su concreción de figuras históricas, Cortés y Montezuma representan “la armonización de

determinadas fuerzas”, opuestas y complementarias, cuyo encuentro tiene como único resultado posible la recíproca

aniquilación, la muerte. No en vano, las voces femeninas y masculinas del coro se mezclan en una sola ocasión, hacia

el final de la ópera, en el episodio correspondiente a la Noche Triste. De manera similar, la única intervención de

La conquista de México

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Cortés y Montezuma que puede considerarse un dúo también se produce en la última parte, poco antes de la

aniquilación final.

La conquista de México adquiere así los rasgos de un fresco violento y pesimista, donde el encuentro con el otro está

destinado a generar incomprensiones y enfrentamientos. Desde el punto de vista vocal, ese dualismo no podría ser

más acusado. El personaje de Cortés se expresa de una manera abrupta y agresiva, a la que proporcionan una caja de

resonancia las “respiraciones” introducidas por los dos recitantes. En cambio, Montezuma se inclina por una mayor

dulzura, una línea de canto más continua, que parece casi diluir la palabra en una sonoridad pura. Como elemento de

mediación, Rihm introduce la figura histórica de Malinche (ausente en el texto de Artaud), la nativa que actúa de

intérprete entre los españoles y los indios. Aun así, el compositor no asigna a Malinche palabra alguna. La mujer solo

se expresa por medio de la música: es un personaje mudo que, en palabras de Rihm, “habla por medio del cuerpo…

baila una suerte de lenguaje”.

En cuanto a la parte orquestal, donde la percusión tiene un papel destacado (especialmente sugestivo resulta a tal

respecto el comienzo de la ópera), nunca cumple una función de acompañamiento en el sentido tradicional. En este

sentido, el propio Rihm invita a escuchar La conquista de México como una obra en la que “todo –incluido el más

débil golpe de caja china– es canto… Cada acorde debe ser cantado como una melodía, incluso cuando está muy

acentuado o dura solo una fracción de segundo”. Es este un principio al que responden algunas de sus más

admirables creaciones instrumentales como el concierto para violín Gesungene Zeit (1991-92) o Sotto voce –

Notturno (1999) para piano y orquesta.

En el aspecto expresivo, la realización musical de La conquista de México parece hacer propias algunas de las

indicaciones de Artaud sobre la puesta en escena del teatro de la crueldad. “En todo espectáculo habrá un elemento

físico y objetivo, para todos perceptible. Gritos, quejas, apariciones, sorpresas, efectos teatrales de toda especie,

belleza mágica de los ropajes tomados de ciertos modelos rituales, …”. En cuanto al tratamiento del lenguaje en el

escenario, el dramaturgo sostenía que “no se trata de suprimir la palabra hablada, sino de dar aproximadamente a

las palabras la importancia que tienen en los sueños” y se decantaba por “excitadas trituraciones de ritmos y

sonidos” para manifestar la impotencia de la palabra. En esos mismos escritos manifestaba “una idea concreta de la

música, donde los sonidos intervienen como personajes” e invitaba a la utilización de “cualidades y vibraciones

sonoras absolutamente nuevas”, capaces de “producir sonidos o ruidos insoportables, lancinantes”.

Todas estas afirmaciones, contenidas en el primer manifiesto del teatro de la crueldad (1932), trazan un horizonte

que de alguna manera se encuentra reflejado en el universo sonoro de La conquista de México. Si bien la labor de

Rihm no puede ni debe leerse como una simple traslación de los principios de Artaud a la ópera, el compositor extrae

de Artaud la visión de un “teatro que procede del cuerpo del actor” y ahí encuentra un camino para renovar las

estructuras del lenguaje operístico y su dramaturgia. De acuerdo con las intenciones originales de Artaud, también La

La conquista de México

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conquista de México de Rihm es una ópera “de acontecimientos y no de hombres”; una ópera que renuncia al poder

aglutinador de la palabra (¡ay, la “palabra escénica” de Verdi!), del diálogo y del personaje en tanto que

representación unitaria de un carácter o una psicología.

Por otra parte, La conquista de México da muestra de un talento dramático genuino. Rihm sabe modular violencia y

dulzura sonora; es contundente y recurre a contrastes impactantes pero al mismo tiempo conoce el arte de la

transición gradual; sabe encontrar la coloración exacta para una determinada escena o momento dramático. La

conquista de México es una ópera marcada en ciertos aspectos por el soplo trágico de lo estruendoso. Sin embargo,

cuando nos esperaríamos un cierre apocalíptico, Rihm nos sorprende con un final íntimo y delicado, con las voces de

los protagonistas entrelazadas por primera y última vez en un dúo amoroso y la orquesta sumida en el silencio.

Imaginen Gotterdämmerung concluyendo como Tristan und Isolda.

Dentro de su generación, Rihm es uno de los pocos músicos adscritos a la llamada vanguardia que desde el primer

momento ha mantenido con la ópera una relación, por así decirlo, natural. Una relación no mediada por reservas

apriorísticas o ideológicas. En la segunda mitad del siglo XX, los exponentes de la Nueva Música han contemplado a

menudo la ópera como un género demasiado comprometido con el pasado, lastrado por una tradición sonora y

organizativa (y por qué no meter en el mismo saco también al público) que hacían casi inviable su renovación.

Parecía como si la ópera llevase en sí misma el estigma de un pecado original difícil de expiar.

En este sentido, la parábola de Rihm resulta doblemente peculiar no solo porque los frutos de su vocación dramática

son numerosos y han tenido continuidad en el tiempo, sino también porque han sido muy precoces. Fue

precisamente una ópera, Jakob Lenz (1977-78), la que dio reputación internacional al músico con tan sólo 25 años (y

ni siquiera fue este su primer acercamiento al género, pues en 1977 había estrenado Faust und Yorick). Antes de La

conquista de México, el catálogo operístico de Rihm se había enriquecido con otros dos títulos: Die Hamletmaschine

(1983-86) y Oedipus (1986-87). A estas creaciones se añadirían posteriormente Séraphin (1993-96), un nuevo

homenaje a Artaud, así como los monodramas Das Gehege (2004-05) y Penthesilea Monolog (2005), que más tarde

confluyen en Drei Frauen (2009). Otro monodrama, Proserpina (2008), y la “fantasía operística” Dionysos (2009-

2010), estrenada con éxito en el Festival de Salzburgo, cierran por el momento la lista.

La tan temprana conexión con la ópera es reveladora del temperamento del joven Rihm y de su escasa afinidad con

los ideales de extremada depuración estructural aún defendidos por los círculos de la vanguardia oficial de entonces.

A ellos contraponía el compositor las razones de un subjetivismo que no rehúye la turgencia emotiva y que, en

última instancia, tiende un puente virtual hacia temas que ya fascinaron al romanticismo alemán como la sugestión

que ejerce lo irracional o el culto a las grandes figuras que no encajan en el orden social. No cabe duda de que las

aspiraciones y el lenguaje de Rihm encontraron desde muy pronto en la dimensión “impura” de la ópera un caldo de

cultivo ideal. Hasta el punto de concebir toda su música como un canto ininterrumpido.

La conquista de México

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BIOGRAFÍAS

Wolfgang Rihm | Compositor

Nació en Karlsruhe en 1952. Finalizó su formación y estudios de teoría musical y composición en 1972. Colaboró con

los compositores Karlheinz Stokhausen y Klaus Huber. En Friburgo estudió igualmente musicología con Hans-Heinrich

Eggebrecht. Recibió diferentes becas (en especial de la Villa Massimo de Roma) y galardones, como el Premio Rolf

Liebermann, el Premio Jacob Burckhardt de la Fundación Johann Wolfgang von Goethe, el Premio Bach de la Ciudad

de Hamburgo, la Cruz Federal del Mérito de la República Alemana y, en 2003, el Premio de la Fundación Ernst von

Siemens. Desde 1978 Rihm imparte clases en los Cursos de Verano de Darmstadt, y desde 1973 en Karlsruhe, donde

es profesor de composición desde 1985. Wolfgang Rihm es miembro de la Academia de Bellas Artes de Múnich y de

la Academia de las Artes de Berlín y Mannheim. Tras el estreno de su primer trabajo (Morphonie) en el Festival de

Donaueschingen en 1974, que dio en un fuerte impulso a su carrera como figura prominente en la nueva escena

musical europea, se ha consolidado como uno de los compositores más sobresalientes de la actualidad a nivel

mundial. En los últimos años de la década de los setenta y primeros años de los ochenta, su nombre estuvo asociado

al movimiento denominado Nueva Simplicidad. En la actualidad sus trabajos continúan explorando el terreno

expresionista, con cierta influencia de Helmut Lachenmann, Morton Feldman y Luigi Nono. El universo de su prolífica

obra (más de 400 composiciones hasta hoy), incluye 12 cuartetos de cuerda, más de 20 ciclos de canciones, oratorios

(Deus Passus), óperas (Jakob Lenz, Die Hamletmaschine, Die Eroberung von Mexico, Das Gehege, Proserpina,

Oedipus), piezas para orquesta de cámara (Jagden und Formen) y una serie de trabajos orquestales publicados bajo

el título Vers une symphonie fleuve. Ha sido compositor residente en los festivales de Salzburgo y Lucerna. Fue

nombrado, en 2001, Oficial de las Artes y las Letras en Francia. En la actualidad ostenta el cargo de Jefe del Instituto

de Música Moderna del Conservatorio de Karlsruhe. Su ópera Dionysos fue estrenada en el Festival de Salzburgo en

2010 y llevada al Festival de Holanda en 2011. Este año se ha estrenado en Stuttgart su composición Stille Feste para

coro y orquesta.

Alejo Pérez | Director musical

Nació en Buenos Aires y estudió composición, piano y dirección orquestal. Entre 2005 y 2007 asistió y trabajó

estrechamente con Christoph von Dohnányi y Michael Gielen de la Orquesta Sinfónica NDR de Hamburgo; su

presentación como director con esta orquesta tuvo lugar en 2006 durante la NDR Mozart-Nacht. Ha trabajado con la

Real Orquesta Filarmónica de Estocolmo, la Sinfónica Nacional de Chile, la Dresdner Philharmonie, la Orchestre

National de Line, el Ensemble musikFabrik, la Orchestre Philharmonique de Radio France, la Orquesta Sinfónica de

Taipei, y la Deutsches Symphonie-Orchester Berlin. Ha participado como director de proyecto del Ensemble Modern

en Into Istanbul con actuaciones en Fráncfort, Berlín, Viena, Essen y Estambul. Como asistente de Peter Eötvös

estrenó Angels in America y Lady Sarashina en París. Más tarde, dirigió la ópera de Eötvös Del amor y otros demonios

La conquista de México

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en la Ópera Nacional de Lituania. Ha dirigido L’Espace dernier de Pintscher en París, Pollicino de Henze en Lyon, Jakob

Lenz de Rihm en Amberes y Satyricon de Maderna en Buenos Aires. Fue director musical del Teatro Argentino de La

Plata entre 2009 y 2012, haciéndose cargo de Nabucco, La damnation de Faust y Lady Macbeth de Mtsensk. En la

temporada 2010-2011 ha dirigido la Radio Kamer Filharmonie en la Muziekgebouw Amsterdam y ha sido por primera

vez director invitado de la Gewandhausorchester Leipzig en la ópera de dicha ciudad. Ha trabajado con la Sinfónica

de la emisora SWR Baden-Baden y Friburgo y con el Ensemble Contrechamps de Ginebra. Recientemente ha dirigido

Le rossignol en Lyon y Das Rheingold en La Plata. En el Real ha participado en los conciertos en homenaje a Cristóbal

Halffter y Luis de Pablo, y en las óperas Rienzi, Ainadamar y Don Giovanni.

Pierre Audi | Director de escena

Creció entre su ciudad natal (Beirut, Líbano) y París. Entre 1975 y 1979 estuvo en la Universidad de Oxford (Reino

Unido). En 1979 fundó el Teatro Almeida en Londres y el Festival de Música Contemporánea, del cual fue director

hasta 1989. Desde 1988 ha sido director artístico de la De Nederlandse Opera. Ha colaborado con artistas de

renombre internacional, como Karel Appel, Georg Baselitz, Anish Kapoor, Herzog & De Meuron, Jannis Kounellis y

Jonathan Meese. Muchas de las producciones de la De Nederlandse Opera, donde ha establecido un repertorio que

incluye obras de Händel, Mozart, Gluck, Berlioz, Rameu hasta las más populares obras de Puccini, han sido invitadas

a otros escenarios internacionales. También ha realizado una activa labor por la música contemporánea, llevando a

la escena obras de Harrison Birtwistle, Morton Feldman, Claude Vivier y estrenos mundiales de Theo Loevendie,

Hans Werner Henze, Tan Dun, Kaija Saariaho y Wolfgang Rihm. Como director de escena invitado, su trabajo se ha

visto en la Ópera Estatal de Baviera (Venus and Adonis), el Metropolitan de Nueva York (Attila), la Ópera Nacional de

París (La juive), La Monnaie/De Munt de Bruselas (Iphigénie en Aulide e Iphigénie en Táuride) y los festivales de

Salzburgo (Dionysos) y Drottningholm (Tamerlano, Alcina), entre otros importantes centros líricos. Por su labor ha

recibido numerosos reconocimientos internacionales, es miembro de la Orden Holandesa del León y Caballero de la

Legión de Honor. Desde 2004 es director artístico del Festival de Holanda. Recientemente ha dirigido Médée en

Lille, Guillaume Tell en Ámsterdam y Pelléas et Mélisande en Bruselas.

Alexander Polzin | Escenógrafo

Estudió en Berlín, su ciudad natal, y desde 1991 ha trabajado como escultor, pintor y escenógrafo. Ha sido artista

residente en varios países (Israel, Suiza, Estados Unidos). Ha impartido cursos en Zúrich y en la Universidad de

California en Santa Cruz. Su obra ha sido expuesta en el Getty Center de Los Ángeles, así como en museos y galerías

de Rumanía, Francia, Italia y Hungría. Ha diseñado escenografías para teatro, ópera y danza en producciones de

escenarios tan prestigiosos como la Staatsoper de Berlín y la Ópera Alemana del Rin en Dússeldorf. Entre los títulos

líricos en los que ha colaborado se encuentran Rigoletto, The Rape of Lucretia y Philémon et Baucis de Haydn.

Actualmente es artista residente del Institute for Advanced Studies en Bonn. En el Teatro Real ha diseñado la

escenografía de La página en blanco de Pilar Jurado.

La conquista de México

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Wojciech Dziedzic | Figurinista

Nació en Polonia en 1970. Tras graduarse en la Academia Guerrit Rietvel de Ámsterdam, realizó estudios de moda en

Arnhem (Holanda) y en la Central Saint Martins College de Londres, en donde se graduó en 2003. Durante sus

estudios participó, con gran éxito, en varios concursos de diseño de moda. Obtuvo el Smirnoff Fashion Award en

Polonia (1998), el premio especial del jurado en el Festival des Arts de la Mode (Francia, 2000) y finalista, ese mismo

año, en el Dutch Robijn Fashion Award. Ha sido asistente creativo en proyectos para marcas de gran prestigio

internacional (Jaguar, DNKY Parfums y Tommy Hilfiger) y ha trabajado como diseñador para las firmas Alberta

Ferretti y Jill Sander. En el campo de la ópera ha diseñado el vestuario, entre otros títulos, de Macbeth (Ópera de

Lyon), Król Roger (Ópera de Varsovia), La bohème (Ópera de Washington DC).En el Teatro Real ha diseñado los

figurines para Boris Godunov.

Nadja Michael, soprano | Montezuma

Considerada una de las más flexibles cantantes de nuestra década, estudió en Stuttgart y en la Universidad de

Bloomington (Indiana). Es invitada regular en importantes escenarios como el Metropolitan de Nueva York, el Covent

Garden de Londres, la Staatsoper de Berlín, el Teatro de La Scala de Milán, la Ópera Estatal de Viena y los festivales

de Glyndebourne y Salzburgo, donde ha cantado Tannhäuser (Venus/Elisabeth), Die tote Stadt (Marie/Marietta),

Iphigénie en Tauride (Iphigénie), Medea in Carinto (Medea) de Mayr y las protagonistas de Tosca y Salome. Ha

colaborado con destacados directores musicales (Barenboim, Metzmacher, Noseda, Rousset) y escénicos (Audi,

Decker, De Ana, Neunfels). Entre sus últimas interpretaciones destacan los personajes de Lady Macbeth (Macbeth)

en Múnich, Medea (Medée, de Cherubini) en París y Salome en Estambul. En el Teatro Real participó en Les contes

d’Hoffmann, Poppea e Nerone y Wozzeck. (www.nadja-michael.com)

Ausrine Stundyte, soprano | Montezuma

Nació en Vilna (Lituania) y estudió en la Academia de Música de Lituania y en la Escuela de Música y Teatro de

Leipzig. Esta soprano ha ganado varios premios internaciones y fue miembro del conjunto de artistas estables de la

Ópera de Colonia, donde cantó personajes como Nedda (Pagliacci), Ilia (Idomeneo), Cio-Cio-San (Madama Butterfly),

Fiordiligi (Così fan tutte), Mimì (La bohème) y Agathe (Der Freischütz), entre otros. Ha sido invitada a cantar en

diversos teatros como la Ópera Nacional de Lituania, la Ópera de Leipzig, la Ópera de Flandes, el Teatro São Carlos de

Lisboa, el Teatro Massimo de Palermo, la Ópera de Seattle, y el Festival de Martina Franca, donde ha interpretado a

Katerina Ismailova (Lady Macbeth de Mtsensk), Donna Elvira (Don Giovanni), Woglinde (Das Rheingold), Gerhilde (Die

Walküre) y el personaje protagonista de Tosca. Recientemente ha sido Marietta (Die tote Stadt) y Kundry (Parsifal)

en el Teatro de Lübeck. (www.ausrinestundyte.com).

La conquista de México

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Georg Nigl, barítono | Cortez

Tras formar parte del Coro de los Niños Cantores de Viena, este barítono ha desarrollado una importante carrera

como cantante profesional, siendo especialmente reconocido por sus interpretaciones de óperas del siglo XX. Se ha

presentado en importantes escenarios como el Teatro de La Scala de Milán, el Teatro Bolshoi de Moscú, el Teatro de

los Campos Elíseos de París, la Ópera Estatal de Baviera de Múnich, el Teatro La Monnaie/De Munt de Bruselas, y los

festivales de Salzburgo, Aix-en-Provence y Viena. Ha interpretando nuevos personajes creados para su voz en

numerosos estrenos mundiales en piezas compuestas por Pascal Dusapin, Friedrich Cerha, Salvatore Sciarrino,

Wolfgang Rihm y Peter Eötvös, entre otros. Recientes presentaciones suyas han tenido lugar en la Staatsoper de

Berlín, donde interpretó a Yoshio de la ópera japonesa Hanjo, y en Bruselas (Frosch en Die Fledermaus). En el Teatro

Real ha participado en Il prigioniero. (www.georgnigl.com)

Holger Falk, barítono | Cortez

Este barítono inició su carrera como cantante siendo un niño en el Coro de la Catedral de Ratisbona. Cursó sus

estudios en el Conservatorio de Wurzburgo y en Milán con los profesores Sigune von Osten, Franco Corelli y Neil

Semer. Sus compromisos operísticos le han llevado a escenarios como la Ópera Estatal de Baviera, La Monnaie/De

Munt de Bruselas, el Teatro de los Campos Elíseos de París, el Theater and der Wien, la Ópera de Fráncfort y la Ópera

Nacional de Varsovia, entre otros. Ha trabajado con reconocidos directores como Christopher Hogwood, Gabriel

Garrido, Franck Ollu, Stephen Stubbs y Jérémie Rhorer. Junto a los personajes de su cuerda del reportorio clásico, se

ha especializado en ópera contemporánea, cantando papeles principales en estrenos mundiales de obras

compuestas por Miroslav Srnka, Benoît Mernier, Steffen Schleiermacher, Jan Müller-Wieland, Hans Gefors y Vladimir

Tarnopolski. Recientemente ha protagonizado dos óperas de Rihm: Jakob Lenz en la Ópera de Varsovia y Dionysos en

el Teatro de Heidelberg. También ha preparado un disco con los ciclos de canciones de Rihm para MDG.

(www.holgerfalk.de)

Ryoko Aoki, bailarina | Malinche

Estudió bellas artes y música en la Universidad Nacional de Tokio y es maestra en Teatro Noh (drama musical

japonés) por la Escuela Kanze. En la actualidad trabaja en una tesis titulada Women and Noh, para su doctorado en la

Universidad de Londres. Además de realizar obras de teatro tradicional Noh, ha colaborado con compositores

contemporáneos como Peter Eötvös y Toshio Hosokawa, entre otros. Ha actuado en varias ciudades de Europa como

Berlín, durante la Semana de Asia y el Pacífico en el Radialsystem V; en Múnich, con la Münchener Kammerorchester

en el Teatro de Cámara; y en Roma, en la ópera Harakiri de Peter Eötvös; también se ha presentado en Nueva York,

donde bailó en un espectáculo sobre Xenakis y Japón. En 2012, interpretó piezas de John Cage y de Toshio Hosokawa

en su gira por Japón. En los últimos tres años ha organizado un ciclo de su proyecto Noh × Contemporary Music, en el

que se estrenan nuevas obras de compositores de su generación.