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Prefacio de sir Edmund Hillary FOTOGRAFÍAS ORIGINALES DE LA PRIMERA ASCENSIÓN LEGENDARIA LA CONQUISTA DEL EVEREST GEORGE LOWE HUW LEWIS-JONES

La conquista del Everest

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La conquista del Everest

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Page 1: La conquista del Everest

Prefacio de sir Edmund Hillary

F O T O G R A F Í A S O R I G I N A L E S D E L A

P R I M E R A A S C E N S I Ó N L E G E N D A R I A

L A C O N Q U I S T A D E L

EVEREST

GEORGE LOWE

HUW LEWIS-JONES

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S I R C H R I S B O N I N G T O N

K E N T O N C O O L

S I R E D M U N D H I L L A R Y

P E T E R H I L L A R Y

T O M H O R N B E I N

R E I N H O L D M E S S N E R

C O L I N M O N T E A T H

J A N M O R R I S

N O R B U T E N Z I N G N O R G A Y

D O U G S C O T T

S T E P H E N V E N A B L E S

C O N R E F L E X I O N E S P E R S O N A L E S D E

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PÁGINAS 2/3 Nuestras primeras tiendas en el Campamento II en 1953 estaban situadas en una posición precaria, aproximadamente a mitad de camino hacia la cascada de hielo de Khumbu. Cuando regresamos desde las alturas superiores, este antiguo sitio era un mar de grietas y hielo roto. No quedaban huellas de que hubiéramos estado nunca allí.

PÁGINA 4 Ed Hillary examina la empinada pared de hielo del Nup La durante nuestra ascensión secreta al Tíbet en 1952.

DERECHA Nuestro equipo del Everest realizó también la primera ascensión a una montaña muy atractiva, de 6.189 m, en el centro del valle Imja. Recibió el nombre de Island Peak y, en la actualidad, se realizan allí más ascensiones que en cualquier otra montaña de Khumbu. Esta fotografía es de nuestro campamento en la arista, desde donde, mirando hacia el oeste, se ven cimas cubiertas de nieve hasta donde alcanza la vista.

PÁGINAS 8/9 Viejos amigos y compañeros de escalada: Ed Hillary a la derecha y yo a la izquierda, fotografi ados durante la expedición al Everest. Nuestras vidas aventureras nos llevaron a lo más profundo del Himalaya.

PÁGINAS 10/11 Unas nubecillas descienden de la formidable pirámide rocosa del monte Everest. Desde este ángulo, a unos 24 kilómetros hacia el sudoeste, el Everest se alza como un reto inexpugnable, medio escondido tras las paredes recubiertas de hielo del Nuptse.

PÁGINAS 12/13 Encordados. Ed y Tenzing avanzan por el glaciar cubierto de nieve del Cwm Occidental (llamado también Valle del Silencio). Poco a poco avanzamos hacia la cumbre.

PÁGINA 14 Son las 11:30 a. m. del 29 de mayo de 1953. Tenzing está sobre la cima del Everest y ondea su piolet con las banderas del Reino Unido, Nepal, las Naciones Unidas e India. Al llegar a aquel lugar sagrado, Tenzing depositó un paquete de galletas, un poco de chocolate y un puñado de piruletas en un agujero en la nieve como ofrenda a los dioses que habitan en la cima.

PÁGINA 16 Tras las imponentes murallas de la cascada de hielo se halla el Lho La, que marca la gran división entre Nepal y Tíbet. Más allá se encuentra la cima de Changtse (Pico del Norte en tibetano), en tanto que el Everest se alza a la derecha, fuera del encuadre.

DEDICATORIA A los hombres de la expedición al Everest de 1953 que eligieron exteriorizar sus sueños a la luz del día, y a sus compañeros sherpas cuya participación resultó decisiva para su éxito.

Título original:Th e Conquest of Everest

Diseño: Liz House

Traducción:Alfonso Rodríguez Arias

Coordinación de la edición en lengua española:Cristina Rodríguez Fischer

Primera edición en lengua española 2013

© 2013 Art Blume, S. L.Av. Mare de Déu de Lorda, 2008034 BarcelonaTel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41e-mail : [email protected]© 2013 Th ames & Hudson Ltd., Londres.Fotografías © 2013 George Lowe, salvo otra indicación expresa

I.S.B.N.: 978-84-9801-691-8 Impreso en Singapur

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor.

Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques de gestión responsable. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso sostenible de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados, y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros.

Todas las imágenes proceden del interior del libro:Páginas 4-5, 6-7, 14-15, 144-145, 218-219: imágenes © Th e George Lowe CollectionPáginas 112-113: imágenes © Th e Royal Geographical Society, Londres

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C O N T E N I D OP R Ó L O G O

NOTA DEL EDITOR Huw Lewis-Jones

P R E F A C I O

UN VIEJO AMIGO Sir Edmund Hillary

I N T R O D U C C I Ó N

EL RIESGO DE LO DESCONOCIDO Reinhold Messner

C A P Í T U L O 1

PORQUE ESTÁ AHÍ

C A P Í T U L O 2

CÁMARA EN EL EVEREST

C A P Í T U L O 3

MÁS ALLÁ DE LA CUMBRE

C A P Í T U L O 4

REFLEXIONESSir Chris Bonington 190 | Norbu Tenzing Norgay 194 Kenton Cool 198 | Peter Hillary 200 Colin Monteath 204 | Tom Hornbein 207 Stephen Venables 210 | Doug Scott 214E P Í L O G O

TRES IMÁGENES EN ESPECIAL Jan Morris

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Diagrama de la ascensión al Everest 226 Sugerencias a los fotógrafos 228

Biografías 234, Bibliografía 238, Índice 239 Créditos de las fotografías 240, Agradecimientos 240

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IZQUIERDA Nuestros porteadores sherpas se colocan los crampones ante un día de duro trabajo en el que debemos transportar grandes cargas por la cascada de hielo.

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PÁGINAS 142 Y 143 IZQUIERDA El 26 de mayo, en el primer asalto a la Cima Sur, Hunt fotografía a Evans y Bourdillon sobre las rocas que conducen a la arista a 8.290 metros.

PÁGINAS 142 Y 143 DERECHA El campamento VIII estaba situado en el sombrío yermo que es el Collado Sur. Debe de ser uno de los lugares más desagradables del mundo. En él se combinan la altura, el viento y el frío en una mezcla insoportable. Las piedras y el brillante hielo azul están siempre barridos por el vendaval del Everest.

IZQUIERDA Dos pequeños puntos salen de la sombra al pie del corredor; Evans y Bourdillon regresan de su intento de hacer cumbre, siguiendo con evidentes muestras de cansancio el camino de hielo barrido por el viento del Collado Sur. ¿Habían alcanzado la cima? No había manera de saberlo hasta que llegaran.

SUPERIOR Hunt recibe a los exhaustos Evans y Bourdillon a su regreso al campamento VIII. Nunca había visto a nadie tan cansado. Lo habían dado absolutamente todo, ascendiendo más de 900 metros en un día para alcanzar la Cima Sur. Tan solo a 90 metros más arriba, la cumbre fi nal parecía tentadoramente cercana, pero estaban demasiado agotados y escasos de oxígeno para seguir. Si lo hubieran hecho, es seguro que habrían muerto.

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sherpa Sundare quien sacrifi có los dedos de las manos y los pies para rescatar a Hannelore Schmatz en la cima Sur del Everest. Se podrían contar muchas más historias como estas.

Parece como si los sherpas estuvieran en cierto modo más en contacto con su humanidad básica: su conciencia no está ofus-cada por la ambición. Saben que es mejor ser cooperativo que competitivo, y aprenden a muy temprana edad esta lección que tan a menudo se confi rma como su herramienta fundamental para sobrevivir en un entorno que es muy hostil.

A la entrada de todos los monasterios budistas hay un mural de la rueda de la vida. Muestra a Yama, dios de la muerte, horrible e intransigente, que mira al visitante. En la mano sostiene un espejo, en el que todos se pueden ver. Con su simbolismo, la rueda de la vida es un recordatorio de las causas de los problemas humanos. En el eje se halla una explicación de las raíces de nuestros sufrimien-tos y nuestros fracasos. Hay un cerdo que representa la ignorancia, un gallo que simboliza el egoísmo y una serpiente que personifi ca la ira, el miedo y la agresión, y cada fi gura muerde la cola a la que tiene enfrente. En nuestra ignorancia, nos vemos atados a nuestros deseos de fama, fortuna y poder sobre los demás. Tan pronto como se cumple alguno de esos deseos, buscamos que se cumplan los otros y aquel o aquello que se interpone para lograrlo incita nuestra maldad. Entender este ciclo de la debilidad humana ayuda a los budistas de las colinas del Himalaya, y también a todos nosotros, a intentar superar esos obstáculos.

Volviendo la vista atrás, veo que la ascensión al Everest fue una experiencia que cambió mi vida: regresé a casa con más confi anza y consideración hacia los demás. Mi espíritu se sentía más elevado

y con mis ideas puestas en orden. También volví más humilde, sabiendo que fui uno de los afortunados que sobrevivieron.

En ese nivel básico que requiere ganarse la vida, las cosas se han vuelto más fáciles una vez se supo que fui el primer inglés en la cima del Everest y el primero en escalar la cara sudoccidental. Esto se puso en evidencia inmediatamente después de mi retorno de muy distintas maneras. Como pequeño ejemplo, decidí per-mitirme el lujo de comprarme una radio nueva para mi Ford Cortina. Después de tanta publicidad, el vendedor me reconoció y dijo: «¡No podemos permitir que nuestros héroes del Everest paguen el precio normal!». No se lo pude rebatir.

Respecto a mi futuro en la escalada, el hecho de ascender tres veces por la cara sudoccidental del Everest me dio la oportuni-dad de aprender a manejarme en el aire tenue y frío. En la última ocasión, en 1975, Dougal Haston y yo completamos la ruta a la cima, pero no llegamos hasta las 6:00 p. m. y nos quedamos allí durante más de una hora. En el descenso por el escalón de Hillary, las linternas de los cascos fallaron y no nos quedó otro remedio que vivaquear a 8.748 metros. Logramos sobrevivir nueve horas en un hueco que excavamos en la nieve, sin sacos de dormir, sin oxígeno y sin congelarnos. Esta experiencia amplió sin duda el campo de qué y cómo escalaría en el futuro. La lección que aprendí en el Everest fue que, si yo había podido sobrevivir una noche allí sin haberlo planeado, podía arriesgarme a hacerlo en cualquier lugar, siempre que hubiera nieve sufi ciente para cavar un pequeño hoyo.

Esta fue, pues, la revelación que tuve en el Everest; no un gran momento al despertar, pero sí un regalo para llevarlo conmigo. Pude escalar muchas otras montañas después del Everest gracias a aquel «santuario» en que se convirtió aquel sencillo hoyo en la nieve. Mi experiencia en el Everest no fue ningún momento heroico de la conquista de una montaña, sino algo más útil.

DERECHA Una de las fotografías favoritas de George Lowe de Ed Hillary en el Everest: simplemente un día típico en la cascada de hielo. No hay ninguna fotografía de Hillary en la cima. Tenzing no sabía cómo utilizar una cámara y, como bromeó Ed, no parecía el

lugar más adecuado para enseñarle.Comentó: «Sabes, George, creo que soy probablemente el único escalador en el mundo que ha subido al Everest y no tiene una gran fotografía suya en la cumbre, encima de la chimenea; pero no me preocupa en lo más mínimo».

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Con reflexiones personales de

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N O R B U T E N Z I N G N O R G A Y

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S T E P H E N V E N A B L E S

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Preservamos el medio ambiente

9 7 8 8 4 9 8 0 1 6 9 1 8

ISBN 978-84-9801-691-8