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  • La contradiccin corpuscular-ondulatoria en la mecnica cuntica

    Fragmento del libro Problemas filosficos de las ciencias contemporneas Escrito por nuestros camaradas presos en la crcel de Soria inmediatamente antes de la dispersin Publicado en 1989 por la Editorial Contracanto

    Desde los comienzos de la fsica clsica -especialmente de la mecnica-, y ms an durante los dos ltimos siglos, se pudo comprobar la importancia de las leyes de la mecnica para el desarrollo de casi toda la teora y la prctica fsicas. Pero a fines del siglo XIX estall la crisis de la fsica, teniendo como resultado el rechazo del determinismo clsico -mecnico- y la adopcin del concepto de causalidad -en su forma estadstica- como imprescindible a la ciencia e inherente al hecho fsico. Pero muchos fsicos -en general, ajenos a las aportaciones de la dialctica hegeliana y, ms an, del materialismo dialctico- interpretaron estos hechos creyendo que se derrumbaba toda objetividad, que en el mundo reinaba la anarqua y que las cosas no obedecan a ninguna ley.

    A la creacin de este estado psicolgico de enfervorizado subjetivismo contribuy sobremanera el denominado principio de indeterminacin de Heisenberg, con el que se puso en entredicho el principio de causalidad, esencial para toda la ciencia (aunque no es justo decir que de este embate de incertidumbre saliera derrotada la causalidad, pues comparando sta, en su estado actual, con la visin que antiguamente se tena de ella observamos sin duda progresos evidentes).

    De todas maneras, y pese a que se nos quiere hacer creer lo contrario, no ha sido la incertidumbre la principal aportacin terica y prctica de la mecnica cuntica a la fsica moderna, sino en todo caso, el concepto de discontinuidad, que apareca arrumbado desde los tiempos de Newton y a pesar de su teora de las partculas de la luz.

    Fue Max Planck quien defendi la idea de los cuantos energticos, manteniendo que la energa emitida en la radiacin del cuerpo negro era discontinua, lo que permiti formular la ley de la radiacin que explicaba la catstrofe ultravioleta. Posteriormente, y basado en el postulado de Planck, Einstein dio solucin al problema fotoelctrico. De este modo, la antigua idea filosfica abandonada por la fsica -la discontinuidad- volva a entrar por la puerta grande en el campo de las Ciencias Naturales.

    Esto supuso un duro golpe para las teoras de la luz que destacaban nicamente el aspecto ondulatorio o continuo (excluyendo el corpuscular). Ahora bien, el carcter ondulatorio de la luz -antiguamente demostrado- acababa de ser refrendado por el electromagnetismo de Maxwell. Se haca necesario, por lo tanto, lograr una concepcin nica que incluyera estos dos aspectos contradictorios. No obstante, todo esto resultaba muy chocante con los conceptos predominantes por entonces, cuando haca estragos entre los hombres de ciencia la novsima concepcin positivista con sus diversas variantes, de manera que las contradicciones que se planteaban no slo no eran resueltas, sino que se complicaban en grado sumo. La dialctica pugnaba, as, por abrirse paso -una vez ms- en la fsica.

  • En estas circunstancias Bohr dio un paso adelante, combinando las ideas cunticas de Planck con el modelo atmico de Rutherford, lo que le permiti aproximarse a una determinacin ms precisa de la estructura atmica. La teora de Bohr, basada en el cuanto de Planck y en la teora de los fotones de Einstein, permita explicar las principales leyes de la radiacin trmica y la espectroscopia. Con estos xitos, la naturaleza cuntica de la luz y el carcter cuntico de los procesos que tienen lugar en los tomos, se volvieron incontestables: las propiedades de todo lo que nos rodea se manifiestan de forma discontinua, es decir, en cuantos o cantidades discretas. Pero esta discontinuidad, que es slo un aspecto de la realidad, no debemos absolutizarla. De ah que el modelo de Bohr slo fuera verdad en parte, ya que no tena en cuenta las propiedades ondulatorias de las partculas atmicas, resultado de su propio movimiento e interrelaciones.

    A principios de la dcada de los veinte, cuando comenz a despuntar la teora de la mecnica cuntica, De Broglie planteaba que todos los cuerpos emiten en su movimiento ondas de materia, las cuales no necesitan, para propagarse, de ningn medio como el ya olvidado ter. Y aunque estas ondas de materia se mostraban ciertas para los el electrones, aos ms tarde los fsicos postularon la doble esencia corpuscular-ondulatoria para todas las micropartculas. Se comprob en la prctica que el electrn se comporta tanto como onda, que como partcula. Esta evidencia invalid hasta cierto punto el modelo atmico de Bohr, pues el carcter ondulatorio del electrn impeda representarlo por rbitas sencillas y planetarias.

    La dialctica entraba de nuevo en la fsica por la va de los hechos; pero los fsicos an mantenan un batiburrillo de concepciones idealistas en sus cabezas. El resultado fue una gran confusin y el resurgimiento de las ms absurdas teoras positivistas.

    Era, pues, necesario unificar en la misma teora la hiptesis de Planck sobre los cuantos y la de De Broglie sobre las ondas de materia, si es que se quera reflejar los dos aspectos opuestos del mundo de las micropartculas.

    Schrdinger y Heisenberg, por separado y de distinta manera, coincidieron en aportar una nueva visin de la fsica de las micropartculas, naciendo, as, la teora cuntica. En realidad, no haban hecho otra cosa que continuar por el camino que De Broglie haba abierto tratando de modificar la ecuacin clsica de la partcula, de tal manera que reflejara, adems de las propiedades corpusculares, las ondulatorias.

    De la ecuacin de Schrdinger se deduce que los electrones slo se pueden hallar en el tomo en los estados de energa permitida (nubes de probabilidades), estados donde la probabilidad de encontrar el electrn es muy diferente de cero. Por lo tanto, cuando un electrn salta de una rbita a otra, su energa no cambia arbitrariamente, sino en una magnitud exactamente determinada, igual a la diferencia energtica que existe entre los dos niveles en que tiene lugar el salto.

    Es a partir de este momento cuando comienza realmente el debate en torno a los distintos conceptos que se van acuando. Es la partcula un corpsculo o se trata de una onda? A esta pregunta respondan de diferentes maneras. Para unos, los dos aspectos contradictorios se excluan mutuamente, de manera que slo podan tratarse por separado. Para otros, no se trataba ni de una onda ni de una partcula, sino de una tercera cosa: su sntesis. Por ltimo, tambin los hay para quienes la partcula desaparece por completo y slo queda la onda. Nos encontramos incluso con exposiciones verdaderamente graciosas, como el caso del electrn que incide sobre un vidrio

  • azogado al 50 por cien; la pregunta que se plantea a ese supuesto es la siguiente: se ir el corpsculo por un lado y la onda por otro?

    No resulta inslito que se den interpretaciones de este tipo, cuando se elevaron a la categora de principios ideas como las de complementariedad, de tan triste memoria. O que otros, al tener que enfrentar los dos aspectos de la contradiccin, recurran al arte de la prestidigitacin para hacer aparecer esa tercera cosa. No debemos perder de vista que la mecnica cuntica, tal como hoy da se la conoce, es la teora de las leyes de interaccin de las partculas que conforman los tomos y, por extensin, de las molculas y los cristales, aunque aclara muy pocas de las caractersticas del ncleo atmico, donde se revela muy dbil. La razn de esta debilidad estriba en que la teora cuntica no considera para nada la naturaleza contradictoria interna de las partculas elementales (como electrones y protones), su rgimen de movimiento caracterstico, sus leyes, etc., sino nicamente las manifestaciones exteriores de aquellos procesos internos (la carga elctrica, la masa gravitatoria, el espn, los tiempos de desintegracin, etc.). O sea, que las regularidades exteriores de los procesos innatos y caractersticos de las partculas elementales en sus manifestaciones recprocas, junto al rasgo cuntico-discontinuo de estos procesos, es la base natural objetiva que permite levantar el edificio terico de la mecnica cuntica.

    A pesar de ello, la mecnica cuntica supone un avance de extraordinaria importancia en el conocimiento humano de la naturaleza, ya que explica, en lo esencial, los procesos del movimiento atmico y molecular. Se puede decir que la mecnica cuntica es la qumica de las partculas elementales: ha aclarado el carcter electrnico cuntico de la valencia qumica, la periodicidad del movimiento atmico, la naturaleza de las fuerzas que originan y conforman los tomos y las molculas, el movimiento semilibre de los electrones en las estructuras cristalizadas de los metales... Pero no lo explica todo. La fsica est a punto de dar a luz una nueva teora que ser a la mecnica cuntica lo que sta es a la qumica. Esta teora explicar, sin duda, el carcter y la naturaleza interior de los procesos innatos subyacentes a las partculas elementales que, en su desarrollo, posibilitan sus mltiples transformaciones cualitativas y las propiedades exteriores de interaccin que la mecnica cuntica describe.

    La objetividad cuntica

    Dice M. Ferrero, sobre el ncleo irreductible fsico-filosfico de Bohr, Heisenberg, etc., que el precio a pagar para poder declarar a la mecnica cuntica teora plenamente satisfactoria es simplemente renunciar a una explicacin objetiva (porque incluye una referencia a nosotros mismos) y causal (porque aunque la propagacin de la ecuacin de Schrdinger es causal los resultados no se pueden explicar causalmente) de los fenmenos observados; es renunciar a la nocin de realidad de la fsica clsica (de la cual participan, sin embargo, la mayor parte de los cientficos) y relegarla a un segundo plano colocando en el primero el conjunto de nuestras observaciones, de nuestros actos (1).

    Es cierto que la mayora de los cientficos y naturalistas aceptan la objetividad del mundo como algo independiente de nuestros actos, de nuestra voluntad. No obstante, cuando se considera la teora cuntica en versin de la Escuela de Copenhague, todo aparece confuso y oscuro, pues no se sabe bien dnde termina la objetividad y dnde comienza la subjetividad. La imposibilidad terica de la fsica cuntica de explicar totalmente los procesos reales que transcurren en las micropartculas conduce a los afiliados al idealismo cuntico de Copenhague a negar la causalidad, la objetividad, la trayectoria de las partculas, etc., ofreciendo a cambio indeterminaciones (que no dejan de estar bien determinadas, cosa paradjica), complementariedades (que en su creencia

  • enfervorizada aplican tambin a las artes y las letras) y escurridizos observables que dejan confusa a cualquier persona de sano espritu.

    Naturalmente es tentador decir que el electrn debe haber estado en algn lugar entre las dos observaciones -dice Heisenberg- y que... debe haber descrito algn tipo de trayectoria... An en el caso de que resulte imposible llegar a conocerlas... esto sera un abuso del lenguaje que no est justificado (2). Abuso del lenguaje -la trayectoria- que resume grficamente las cualidades ms elementales del movimiento: el desplazamiento mecnico. Claro que Heisenberg no nos dice nada de la burla del lenguaje que entraa su interpretacin de las relaciones de indeterminacin que l mismo acu y tradujo a filosofa, y que, presuntuosamente, no justifican aquella trayectoria. Porque si bien reducir el movimiento a una trayectoria no deja de ser, en su abstraccin, un abuso, pues se desconsideran otras mil cualidades -y slo en este sentido-, realmente s que es una verdadera burla del propio significado de las palabras decir, como hace Landau a tono con Heisenberg, que una partcula no puede encontrarse en un punto determinado del espacio y poseer al mismo tiempo un impulso determinado (3); o, a modo de Dirac: cuando una de las variables q o p est completamente determinada, la otra estar completamente indeterminada (4) (esta ltima expresin de Dirac es desde luego ms prudente que la de Landau). Y si adems admitiesen que esa indeterminacin es una imposibilidad inherente a la teora cuntica, no a la realidad, al objeto, entonces no tendramos mucho que objetar. Pero no es esto lo que hacen Heisenberg, Landau y Dirac, quienes concibiendo esa indeterminacin no como una limitacin propia de la teora sino como una cualidad propia de los objetos, introducen, desde sus cabezas, el subjetivismo en la fsica.

    La trayectoria, como expresin concentrada del desplazamiento mecnico de los cuerpos fsicos, existe objetivamente, independientemente de que podamos o no describirla y de que sea recta o sinuosa. Negarla supondra contradecir los principios universales de conservacin de la fsica (momento, energa, etc.), sin excusa por la forma que stos adopten en el movimiento concreto de una partcula. Si por el mero hecho de no poder observarla en determinados fenmenos adujramos que no tiene existencia real, estaramos obligados a recurrir al mundo de los espritus para justificar su aparicin en cada una de sus observaciones, o, en su defecto, negar la misma existencia de ella. Y no es otra cosa lo que hacen los de Copenhague: se hace una primera observacin y sabemos perfectamente dnde se encuentra el electrn; no se hacen observaciones y nadie sabe dnde est, pues podra estar en cualquier lugar; se vuelve a realizar una nueva observacin y nadie duda dnde se encuentra. Parece como si el electrn se materializara gracias a nuestra intervencin voluntaria, para luego desmaterializarse y difuminarse por el espacio en sus ondas gracias a su libre albedro. En cada observacin, las ondas se dan cita en un punto y aparecen como una partcula superconcentrada; cuando se las deja de observar se derraman en todas direcciones como los hijos de la torre de Babel. Esto es realmente poco serio. Y es que no se puede salir airosos de la prueba cientfica cuando nicamente admitimos la existencia de lo observable sensorialmente. Son tantas las cualidades objetivas -tales como espacio, tiempo, movimiento de la luz, etc., etc.- que el hombre no puede experimentar por medio de los sentidos -de aqu la necesidad de la abstraccin racional para percatarse de su existencia- que, si despojsemos a nuestro mundo de ellas, ste perdera todo sentido.

    El principio de indeterminacin de Heisenberg es en s contradictorio, pero no en el sentido de que refleja las propiedades cinemticas del movimiento de la partcula, sino por su imposibilidad en lograrlo. Es decir, no se trata de una contradiccin inherente al movimiento natural de la partcula, sino una contradiccin que est imposibilitada para describir tal movimiento. Y no porque tal movimiento sea indescriptible; al contrario. En tanto la misma teora cuntica no niega la determinacin de los parmetros o variables del movimiento de la partcula (aunque considerndolos por separado, de manera excluyente o no conmutativa), est admitiendo su

  • existencia objetiva, independiente del aparato con que las midamos.

    Si debemos encontrar una explicacin al por qu dentro de la teora cuntica tal movimiento resulta indescriptible, debemos fijarnos, no en la interpretacin subjetiva que de esta situacin da el idealismo copenhaguiano -que mutila a la Naturaleza de las propiedades objetivas ms elementales-, sino en la hiptesis de puntualidad de la partcula, admitida en la teora cuntica, y que combinada con la hiptesis de discontinuidad de la accin (h) son insuficientes -en el contexto de la causalidad de Schrdinger- para poder penetrar la cualidad contradictoria de aquel movimiento.

    En este sentido, tales relaciones de indeterminacin, precisamente determinadas como x p ~ h, no son ms que una expresin negativa, y por tanto insuficiente, de las caractersticas del movimiento de cada partcula. Estas caractersticas se harn presumiblemente transparentes a nuestro conocimiento cuando se rompa con la hiptesis del carcter puntual de la partcula. Para ello es necesario considerar a la partcula, dentro de la teora cuntica o bien dentro de una teora ms amplia, en su totalidad contradictoria interna -camino por el que se avanza actualmente-, y no slo en su discontinuidad y en su conexin con los dems fenmenos y partculas. Estamos, pues, ante una frontera del conocimiento delimitada por los postulados de partida de la mecnica cuntica, pero no por la materialidad de los microobjetos, porque stos no imponen ningn lmite al conocimiento humano, ya que el nico lmite que ste tiene es el del carcter histrico de su desarrollo. Para la fsica clsica resultaba imposible explicar la ley de la radiacin porque en ella no tena cabida la hiptesis de los cuantos de accin; hoy es imposible describir cabalmente la cinemtica de la partcula porque no se ha desvelado an la naturaleza de los procesos internos inherentes a ella -a lo que tanto se opona Heisenberg-. El principio de indeterminacin es, pues, una aproximacin burda y muy interesada a la realidad objetiva, ya que no slo ignora hechos fundamentales sino que, en cuanto se le presenta como una panacea universal, se los esconde.

    Al llegar a este punto es preciso apreciar que no solamente se esconden unos hechos que se ignoran, cosa cierta, sino que tambin se les desconsidera y hasta niega. Y todo para introducir desde fuera las concepciones del idealismo. Veamos: Heisenberg, entonces ayudante mo -dice M. Born-, puso sbitamente fin a este perodo. Cort el nudo gordiano con un principio filosfico y sustituy el mtodo de adivinacin por reglas matemticas. Este principio dice que los conceptos e ideas que no corresponden a hechos fsicamente observables, no deben ser utilizados en las descripciones tericas (5). Y como las rbitas electrnicas del tomo eran inobservables, simplemente se las desech de la teora. El nudo, en realidad no se cort: se le desech. Cuntas cosas ms debieron desechar Heisenberg y Born por inobservables! Pero no, ellos slo desterraron del mundo unos cuantos estorbos metafsicos, como trayectoria, determinacin, causalidad, objeto, etc., y se quedaron agarrados a la tabla de los observables, las experiencias y el conocimiento; realmente, muy poco para salvarse.

    Pero dejamos que el mismo Born nos lo explique ms claramente: La filosofa subyacente a mi teora la he revisado todava durante aos y la expuse de forma muy breve en el escrito conmemorativo del sesenta aniversario de Heisenberg. Viene a afirmar que las predicciones cientficas no se refieren directamente a la realidad, sino a nuestro conocimiento de la realidad (6). Como vemos, M. Born, derrotado por las limitaciones de la teora cuntica -que pudieron ms que su fe materialista-, termin abrazando llanamente el idealismo, refugindose en Mach. S, porque, qu ciencia es esa si no trata directamente de la realidad objetiva? Con ese conocimiento de la realidad Born est encubriendo su empirismo, al considerar nicamente los datos que nos ofrece la realidad objetiva por medio de los aparatos, no la propia realidad objetiva que es lo que realmente

  • interesa a la ciencia. En definitiva, la ciencia debe ocuparse de las sensaciones que nos produce el mundo o, en palabras de Born, las predicciones cientficas se refieren a nuestro conocimiento de la realidad. Pero, qu son las predicciones sino una forma de conocimiento que tiene por base las regularidades existentes en el mundo objetivo, no las regularidades de nuestro conocimiento de la realidad? Esto, desde luego, es idealismo subjetivo, ms cuando se dice que toda experiencia... ha de poder comunicarse por los medios humanos de expresin y que es sobre esta base como podremos aproximarnos a la cuestin de la unidad del conocimiento (7), como afirma por su parte N. Bohr. Vieja cantinela idealista que Engels critic a Dhring en su Anti-Dhring y Lenin a Mach en su Materialismo y empiriocriticismo y que slo admite una contestacin materialista para todo aquel que no ponga en duda la objetividad del mundo: la unidad del conocimiento es el reflejo de la unidad del mundo, que se basa en su materialidad. La frase de Bohr de los medios humanos de expresin no nos aclara nada, pues la pregunta pendiente seguira en pie: Consideran estos medios humanos de expresin que lo primero es el mundo exterior, la materia -como hace el materialismo- o, por contra, que es el conocimiento, como hacen Born, Bohr y el idealismo?

    Tampoco es cierto que nuestro conocimiento objetivo dependa para nada de los medios que hemos utilizado para obtenerlo. El conocimiento objetivo, en cuanto se le obtiene como tal, no depende de ningn instrumento, porque entonces no sera objetivo, ni tendra ningn sentido buscarlo; el conocimiento, si se admite esa suposicin, sera meramente experiencia y la experiencia de cada uno no tendra nada que ver con la de los dems; es ms, mi anterior experiencia no servira para nada ante cada nueva experiencia y la ciencia no tendra objeto. Esta es la posicin de Bohr cuando nos sirve en bandeja de plata la fsica terica.

    El hecho de que en la fsica atmica -dice N. Bohr-, donde nos encontramos con regularidades de la mayor exactitud [!], slo pueda alcanzarse una descripcin objetiva gracias a incluir en la explicacin de los fenmenos una referencia explcita a las condiciones experimentales, subraya de forma nueva la inseparabilidad que existe entre el conocimiento y nuestras posibilidades de inquirirlo (8). Posibilidades de inquirir el conocimiento nunca le han faltado al hombre, es cierto; cada forma concreta de materia siempre nos ha requerido una determinada prctica experimental, unos aparatos, conscientes de que no es lo mismo una reaccin qumica de esterificacin que la fisin nuclear. Pero tanto en un caso como en el otro somos conscientes de que el conocimiento adquirido, por su contenido objetivo, es independiente y por lo tanto separable del instrumento, que esterificaciones tenemos no slo en nuestros tubos de ensayo sino tambin de distintas maneras en los seres vivos, y que fisiones nucleares tenemos no slo en las bombas atmicas sino tambin en las estrellas. Y all no hay aparatos. El nico aparato -si se pudiese hablar as- sera que una parte de la materia condiciona los procesos de la otra parte de la materia.

    Del hecho de que en la fsica atmica las condiciones experimentales -el aparato- deba considerarse por su influencia en lo que se experimenta -las micropartculas-, cuando tal influencia realmente existe (en la fsica clsica esta consideracin es por regla general innecesaria), se desprenden tanto las regularidades de la mayor exactitud de los tomos y partculas, como las regularidades de las condiciones experimentales, pero en ningn momento es lcito concluir que el conocimiento objetivo adquirido de las micropartculas dependa por su inseparabilidad de la medicin, o del aparato, sino todo lo contrario. Prueba de ello es la existencia misma de las leyes de la mecnica cuntica, extensibles a todos los microobjetos -en sus aspectos de discontinuidad, interaccin, etc.- que permiten predecir y obtener las regularidades y azares de los fenmenos atmicos en las condiciones del experimento que se quieran -en principio-; o sea, extensibles tambin, y sobre todo, a los fenmenos atmicos en su medio natural, sin aparatos, tales como el movimiento electrnico de los tomos, molculas, cristales, etc. Dicho de otra manera: la influencia del aparato impone nicamente determinadas condiciones al movimiento natural de las partculas, que estn sujetas a

  • ley y que, si bien son inseparables del fenmeno global en s, son totalmente ajenas a las leyes inherentes a las partculas en su contenido universal.

    Es cierto, pues, que el conocimiento objetivo se logra siempre mediante determinadas prcticas cientficas; pero estas prcticas no son propiamente el conocimiento objetivo como tal, sino el medio para lograrlo. Cuando el medio influye en el proceso natural objeto de nuestro inters, esto no impide que por multitud de experimentaciones logremos separar -por medio del pensamiento-, de lo que no son ms que condiciones digamos artificiales, la naturaleza y las leyes objetivas del proceso que nos interesa, contrariamente a lo que pretenden Bohr, Heisenberg y otros. Salirse de este estricto terreno es caer en los galimatas copenhaguianos que impiden avanzar siquiera un tomo en el esclarecimiento de las dificultades a que se enfrenta la fsica, de las debilidades de sus planteamientos.

    Lo chocante es que, desde pretendidas posiciones del marxismo, un autor sovitico, Omelianovski, haga tal mezcolanza de sujeto y objeto, a la luz de la antorcha copenhaguiana, que luego ambos nos resulten irreconocibles. Si se tiene presente que los medios de observacin, o los aparatos son peculiares continuaciones de nuestros rganos de los sentidos [as nos regala los odos Omelianovski] y, al mismo tiempo, como hemos visto al investigar los objetos atmicos, pertenecen en determinado plano al sistema fsico observado [sic], todo eso significa que entre lo objetivo y lo subjetivo en una investigacin experimental no puede trazarse una delimitacin marcada, que no se puede ver la diferencia absoluta entre el objeto cognoscible y el sujeto cognoscente, entre el sistema observado y el aparato. La diferencia entre lo objetivo y lo subjetivo en el proceso del experimento (observacin, medicin, experimentacin) no es absoluta, excesiva, sino relativa, mutable [sic] a su manera (9). Si no malentendemos las palabras de este fsico-filsofo, resulta que lo que ahora y aqu -en el curso de la investigacin (con su aadido de experimental no nos salimos para nada de la gnoseologa, de la relacin que guardan sujeto y objeto en la teora del conocimiento)- es sujeto, se convierte despus y all en objeto, a su manera. Precisamente en la teora del conocimiento, como l mismo aclara: En el proceso del conocimiento de la naturaleza, lo objetivo y lo subjetivo no deben contraponerse uno u otro, ni divorciarse uno de otro (10).

    Esta sentencia, aunque se quiera hacer desde debajo de la capa protectora del marxismo, no es sino una flagrante tergiversacin de sus postulados ms fundamentales, y de todo materialismo. Lenin, compatriota de Omelianovski y reconocido materialista, repite hasta la saciedad -recogiendo los argumentos de los clsicos como Diderot, Feuerbach, Marx y Engels, entre otros, y aportando otros nuevos-, en su obra Materialismo y empiriocriticismo, que confundir el sujeto con el objeto significa, en todo caso, impedir que se avance por el camino del conocimiento, ya que es precisamente en el proceso del conocimiento (de la prctica del hombre y la experimentacin en general a la teora, y a la inversa), donde la diferencia entre ambos conceptos es absoluta, y que negar esta diferencia -como mantiene Omelianovski- es pasarse descaradamente al campo del agnosticismo y del machismo.

    nicamente comprendiendo el profundo significado de la separacin, la contraposicin y la independencia entre lo subjetivo y lo objetivo se podr avanzar en el conocimiento. Cuando partimos de este requisito fundamental, podemos dilucidar la importancia que tiene la prctica en el proceso del conocimiento, la forma como nos permite elevarnos desde posiciones inferiores a otras superiores, desde la ignorancia hasta el conocimiento, logrando al final de este proceso la unidad entre el contenido de lo subjetivo y la esencia de lo objetivo. Lo objetivo -como lo verdaderamente independiente- va a determinar siempre, desde el principio hasta el fin, el carcter del contenido del conocimiento humano. La unidad slo se alcanza cuando, por medio de la prctica, el contenido

  • que expresa al sujeto refleja correctamente lo objetivo!

    La medicin, ese concepto mimado del idealismo fsico, es la entelequia gnoseolgica de la teora cuntica copenhaguiana y, por esto mismo, un concepto vaco sin ninguna realidad. La medicin, que se admite como postulado bsico de la teora cuntica pese a que luego no se le usa para nada salvo para hacer disquisiciones sin fundamento con ella, no trastoca al sujeto como tal en objeto, ni adultera la subjetividad de las microleyes, ni prepara el estado de los procesos de las partculas... Simplemente encubre y sirve de justificacin de la incapacidad crnica de la teora cuntica de predecir y explicar determinados fenmenos objetivos y que, por esto mismo, reniega de ellos.

    Actualmente y frecuentemente no sabemos cmo son, en su totalidad, determinados fenmenos atmicos objetivos; no lo sabemos en el mismo sentido que 2 x 2 = 4 o que los cuerpos se atraen segn una ley inversa de los cuadrados. Es tarea del conocimiento aprender a calcular con magnitudes conocidas de manera incompleta, que en ciertos aspectos realiza la teora cuntica, y ayudar a superar los conocimientos defectuosas pero, en ningn caso, no es tarea suya ignorarlos.

    La causalidad cuntica

    Existe causalidad en los fenmenos que describe la mecnica cuntica? Desde luego, pues desde el momento que admitimos y reconocemos su objetividad, estamos admitiendo la existencia de relaciones, regularidades y determinaciones ajenas a nuestro proceder, que se encuentran al margen y fuera de nuestra actividad voluntaria y son, por tanto, propias de la naturaleza de las micropartculas.

    Muchas son las caractersticas objetivas de las micropartculas que considera la teora cuntica. Sin embargo, es necesario sacar de entre ellas las fundamentales, las que aparecen palmariamente, de una manera u otra, en todos los fenmenos, y pueden ser consideradas por esta condicin como universales. A nuestro modo de entender, y siempre dentro de lo que considera la teora cuntica, las podemos resumir en las tres siguientes: 1) El principio de la conservacin de la energa; 2) los cuantos de discontinuidad de Planck, y 3) la interaccin entre las partculas.

    Estos son los rasgos fundamentales que debemos analizar en primer lugar, pues es mediante ellos como se logra describir y predecir todo tipo de fenmenos atmicos y situaciones particulares como, por ejemplo, las colisiones.

    De estos rasgos universales sabemos que es el segundo, el postulado de Planck, el que da sentido a la teora cuntica, pues incluso los otros dos estn limitados o, mejor condicionados en sus transformaciones por ste: el cuanto de accin de Planck (h) impregna toda la mecnica cuntica llenndola del contenido de discontinuidad. Ahora bien, el primero, la indestructibilidad del movimiento, es la ley universal que asegura el lazo o nexo entre lo anterior y posterior en esta teora. Esta conexin, como relacin de conservacin que es, determina lo que se conserva en cada transformacin, establecindose por medio de ella el lazo de continuidad del fenmeno, como causalidad, y por lo tanto, en el sentido rgido de este trmino, es decir, determinista y predecible. Realmente es esto lo ms importante que se dice por medio de la ecuacin de onda o por la de Schrdinger. Por eso no se equivocan los fsicos que mantienen que es en estas ecuaciones donde se encuentra la causalidad en la mecnica cuntica, como reflejo que son de la realidad objetiva de las micropartculas.

  • De todas maneras, el concepto que permite expresar la relacin que existe entre lo anterior y lo posterior en el movimiento de las micropartculas, y que las ecuaciones sealadas anteriormente contiene, es el concepto de funcin de onda . En l estn, pues, impresos tanto los factores universales que se conservan -tales como, por ejemplo, la inercia (m), el cuanto (h), la constante de interaccin electromagntica u otra, etc.- como los que cambian espacial y temporalmente. La funcin de onda describe, pues, en rasgos generales, el discurrir de los cambios y transformaciones que se operan en un sistema fsico de micropartculas en sus aspectos espacial y temporal. Quiere esto decir que en la funcin de onda se sintetizan en cada momento tanto el ritmo de esos cambios, originados por la interaccin de las partculas en movimiento -digamos, el carcter ondulatorio del movimiento-, como la distribucin espacial de sus efectos, que abarca tanto al carcter corpuscular de las partculas como a la forma momentnea de sus lazos en un determinado momento o, si es ste el caso, a la forma estacionaria que adquieren en determinadas condiciones, cuales son sus estados de equilibrio relativo.

    Hay quien afirma que la funcin de onda carece en absoluto de sentido fsico directo (Sachkov), cuando en realidad no es as. No podemos decir, es cierto, que la funcin de onda admita una definicin tal como la de peso o carga elctrica, pero esto no es bice para que se le niegue su sentido fsico directo. Quitarle este sentido es abrir la puerta a la especulacin subjetivista y negar el carcter plenamente objetivo de las relaciones causales de la mecnica cuntica.

    Dice Landau: La funcin de onda determina completamente el estado de un sistema fsico en mecnica cuntica. Esto significa que dar esta funcin para un cierto instante no slo define todas las propiedades del sistema en el mismo, sino que determina tambin su comportamiento en los instantes futuros -tan slo, claro est, hasta el grado de definicin que permite en general la mecnica cuntica (11). Qu concepto que no tenga un sentido fsico directo y pleno puede determinar completamente el estado de un sistema fsico, aun dentro de las limitaciones de la propia teora? Est claro que si la funcin de onda est imposibilitada de precisar ms, de determinar todos los aspectos del movimiento de las partculas, es porque los postulados de partida de la teora cuntica se lo impiden; de que si bien estos postulados son suficientes para precisar lo que ya se predice, son en cambio insuficientes para determinarlo todo; que, de lo que carece, no lo necesita para determinar ya hasta el grado en que lo hace, aunque s para poder precisar el resto de aspectos que se desconsideran. Esta es la nica crtica vlida que admite la funcin de onda , por lo dems llena de contenido fsico como vimos ms arriba.

    Es pues, necesario admitir, si no se quiere caer en un galimatas subjetivo-instrumental, que en la nueva fsica existe, al igual que en la antigua, la determinacin como expresin de la relacin de causalidad. Si no fuera as no habra teora cuntica vlida, pues desde el momento que no se admitan esas relaciones de causalidad, no habra nada que determinar y la ciencia no tendra objeto.

    Sin embargo, las relaciones causa a efecto no se deben ver nicamente en sentido nico, es decir, en una sola direccin, ms cuando se consideren sistemas donde su unidad contradictoria es su principal cualidad, como por ejemplo el tomo. Veamos.

    Partiendo de la ley de interaccin entre ciertas partculas (digamos electrn y protn), consideradas sus inercias (sus masas) y habida cuenta de la discontinuidad de las acciones (cuantos) se determinan desde ah y por medio de la relacin de causalidad de Schrdinger, los niveles energticos del tomo de hidrgeno, los impulsos orbitales, etc. Es decir, stos estn determinados

  • por aqullos. Y se puede tambin decir que son causados, puesto que las mismas consideraciones anteriores permiten determinar, y por tanto predecir, los niveles energticos, etc., de otros tomos ms complejos. Fuera de este contexto no tiene sentido hablar de causas, porque aquellos niveles electrnicos son al mismo tiempo tanto efecto como causa de las caractersticas de las partculas. Lo contrario nos obligara a admitir que la discontinuidad cuntica (h), por ejemplo, se le impone desde fuera al electrn, cuando en realidad es una cualidad inherente a cada partcula: la discontinuidad no es solamente una caracterstica de la energa en general, sino que se trata de una de las caractersticas de la energa de las partculas y de su interaccin tambin. Luego, cul es la causa y cul es el efecto?

    La relacin causa a efecto carece de sentido cuando se la saca del reducido contexto de su aplicacin. As, cuando a determinado conjunto de partculas le imponemos, aparentemente desde fuera, el postulado de Planck o el principio de conservacin de la energa, en realidad lo que estamos haciendo es imponiendo a ellas otras caracterstica, que tambin son suyas, propias, inherentes, por las que cada partcula es no slo masa, sino tambin interaccin, discontinuidad, movimiento. Es decir, completamos aparentemente desde fuera el cuadro de lo que es cada cosa considerndola as en su globalidad (hasta cierto lmite). Y slo cuando se completa este cuadro aparece ante nuestra vista lo que estaba oculto para nosotros, lo que se ocultaba al pensamiento: unos factores como causas y otros como efectos. No se puede decir que los cuantos se introducen porque son una propiedad de la energa, tomada sta en abstracto y como separada de la materia, pues aquellos son una caracterstica de la materia en general ya que la energa lo es siempre de algo, y por tanto, es este algo quien posee aquella propiedad.

    Slo por esta razn es lcito decir, y dentro de este contexto de la teora cuntica, que las causas de la existencia de los diferentes estados atmicos (infinitos en potencia) son el carcter universal de la discontinuidad, la universalidad de la interaccin y el carcter puntual-inercial o corpuscular de la materia, pues ellos son suficientes, en general, para explicar los casos atmicos particulares. Podemos afirmar, por lo tanto, pero solamente en este contexto, que de unas leyes universales obtenemos, en base a la causalidad cuntica, las leyes particulares de los tomos, etc. Es decir, lo universal aparece como causa, lo particular como efecto. Y en la medida en que estos universales se desbrozan, para cada condicin concreta, en infinitos efectos particulares, aparece la probabilidad y la estadstica. Estas ltimas son, pues, necesarias, determinadas en general como leyes de distribucin, leyes que son los resmenes de aquellas determinaciones generales.

    El conjunto de todos estos efectos del movimiento atmico se podr estrechar ms, es decir, hacer ms precisas las rutas que van desde las causas universales a los efectos particulares, cuando sea posible precisar an ms las causas, concretarlas hasta el extremo de todas sus particularidades. Si la relacin de causalidad cuntica se logra establecer de causas particulares a efectos particulares por medio de sus leyes universales, entonces ser posible precisar cada estado estacionario no como una situacin lmite, sino como un proceso, el movimiento como una trayectoria, el salto cuntico en su desarrollo, etc. Todo esto no impedir que el fenmeno se pueda seguir explicando a la manera que lo hace la teora cuntica, mientras las condiciones de existencia y produccin de tal fenmeno en la prctica no se delimiten ms precisamente; ahora bien, se avanzar en cuanto a que cada evento se podr explicar simultneamente como un proceso dentro del proceso general del fenmeno. As, en la mecnica clsica, se trata de causas particulares completas que determinan efectos particulares en su totalidad sobre la base de determinadas leyes generales. De esta manera se predice el proceso mecnico en su continuidad.

    En la mecnica cuntica, en cambio, no se conocen los procesos en su totalidad, por lo que se

  • pueden predecir los estados estacionarios en general, pero no los motivos concretos que originan los diferentes procesos de transicin de unos estados a otros. Queremos decir que no se conoce el proceso como tal, con todas sus implicaciones mltiples y colaterales, sino nicamente los momentos de partida y llegada, permaneciendo todos los intermedios ignorados, de los que cuanto ms se puede sealar es que se ajustan a ciertos balances de energa, etc.

    La teora cuntica est, pues, imposibilitada de precisar ms, no porque la Naturaleza se lo imponga, sino porque hasta ahora pasan desapercibidos, se ignoran o desconsideran determinados rasgos peculiares de las micropartculas. A esto se resume toda la polmica sobre la indeterminacin, la falta de causalidad, etc.

    Estos rasgos peculiares se refieren a que las partculas actan de cierta manera independiente, pero no desligadas de las dems, sino dentro de ese nexo como individualidades. De aqu que aquellas causas fundamentales (universales) sean ms bien el reflejo exterior de lo que realmente sucede en el seno de cada micropartcula como un todo, por lo que los efectos exteriores aparecen de esta manera, en su diversidad, como azarosos; mientras ese seno no se vislumbre del todo, las consecuencias del movimiento se presentarn como una cuestin de libre arbitrio del electrn. Y efectivamente el electrn tiene libre arbitrio, pero no para hacer lo que imaginariamente le plazca, sino que en la situacin actual en que se encuentra nuestro conocimiento no podemos an comprender en qu consiste ese su verdadero arbitrio.

    No se trata, pues, de buscar causas y efectos en forma unilateral, fragmentaria e incompleta, sino de encontrar la universalidad y el carcter omnienvolvente de la interconexin del mundo (12). Podramos decir con Hegel, y como bien recoge Engels, que las verdaderas causas son la accin recproca. Claro que esta reciprocidad no se puede ver solamente desde fuera, es necesario al mismo tiempo verla desde dentro; es decir, apreciar sus aspectos tanto internos como externos. O sea, en la medida en que cada causa tomada aisladamente se realiza en su efecto, y ste, por contra, por su nexo y relacin -interaccin- acta sobre la primera, no estamos considerando ya necesidades y causalidades sino verdaderas contradicciones que en sus aspectos de unidad (la individualidad de la micropartcula o/y del sistema por ellas formado) y de lucha (el movimiento y los cambios que en ellas se operan) consideran al fenmeno en su totalidad.

    El principio de necesidad o causalidad se revela entonces por la existencia de contradicciones y nexos internos en los microprocesos, a travs de los cuales actan las causas externas (contradicciones externas). Si los microprocesos careciesen de estructura, las velocidades de interaccin tendran que transcurrir a velocidad infinita, que es lo mismo que decir que no transcurriran. Si no existiesen contradicciones y nexos internos, las partculas no podran transformarse las unas en las otras, ni absorber ni radiar ningn tipo de materia, con lo que, a la postre, tendramos que admitir que tampoco existiran los nexos externos. Pero esto contradice toda la prctica cientfica de la humanidad.

    Funcin de onda y causalidad

    Vimos antes que el concepto que una lo anterior a lo posterior en la fsica cuntica era el de funcin de onda , la cual determina el comportamiento del sistema en cada instante hasta donde lo permite, claro est, la teora cuntica, como bien deca Landau. Comprobamos tambin cmo esta determinacin se refiere a los rasgos ms generales del sistema, como la indestructibilidad del

  • movimiento, aunque ciertos rasgos particulares -pese a estar subsumidos en esa determinacin- slo era posible precisarlos dentro de ciertos lmites (como la trayectoria).

    Estos dos aspectos necesarios de la determinacin cuntica nos revelan las dos caractersticas contradictorias de la funcin de onda : una determinacin unvoca para los rasgos ms generales (estados estacionarios del sistema) y una determinacin mltiple para los rasgos ms particulares del movimiento (dentro y fuera de aquellos estados). De los primeros rasgos podemos decir que estn fijados en su unicidad y son por tanto predecibles en todo momento; de los segundos, en cuanto estn fijados en su multiplicidad, son predecibles en todo momento por esta cualidad, pero impredecibles para cada uno de los componentes de esa multiplicidad; o mejor, son predecibles en su distribucin espacial y temporal, y probables para cada caso particular espacial y temporal. Tenemos por lo tanto valores tanto fijos como azarosos, que vienen ambos de la mano de la funcin de onda y estn necesariamente determinados por las regularidades de las micropartculas, unas perfectamente conocidas y que ataen ms a sus aspectos externos, y otras menos conocidas y que ataen ms al ser ntimo de las partculas, a sus procesos internos. La casualidad es, pues, una propiedad objetiva de las micropartculas, independiente de si realizamos o no una medicin con aparatos artificiales, de si se trata de una o ms partculas y de la informacin que poseemos sobre los estados. Detengmonos ahora a analizar ms detenidamente estas cuestiones.

    Hoy est generalmente admitido que la funcin de onda que describe el estado de un sistema, es una amplitud de probabilidad. Por ejemplo, la funcin de onda espacial que describe el estado de un electrn es una funcin compleja, cuyo mdulo al cuadrado da la probabilidad de presencia del electrn en cualquier regin del espacio. Esto presupone que, segn la teora cuntica, no est fijada la posicin del electrn en cada instante, sino slo la probabilidad de cada una de sus posibles posiciones (13).

    Pero, qu dice realmente tal probabilidad? Son variadas las respuestas que se han dado a esta pregunta que traemos ahora a colacin por su importancia filosfica; nos centraremos en las tres que consideramos ms sobresalientes: la de Copenhague, que podemos llamar instrumental; la de Einstein y otros o determinista, y la imperante en los crculos filosficos de la URSS o dual.

    Los seguidores de la Escuela de Copenhague, en la medida en que niegan la objetividad de las regularidades de las micropartculas, atribuyen todos los hechos al azar instrumental. N.Bohr dice que la interaccin electrn-aparato hace imperativo recurrir a un modo estadstico de descripcin (14) en lo que se refiere a la previsin individual de los efectos cunticos -por tanto, tambin a los colectivos-, estableciendo de esta manera que las propiedades estadsticas de las partculas no son propias de la interaccin de las partculas entre s, sino de esa interaccin partcula-aparato. Por otro lado, Max Born, que fue quien primero postul el carcter estadstico de las micropartculas, pensaba que los conocimientos estadsticos logrados por la teora cuntica eran los nicos que poda alcanzar el hombre, creyendo adems que ellos no se referan directamente a la realidad objetiva, sino, en todo caso, a nuestro conocimiento de la realidad. Esta separacin excluyente de la realidad, por un lado, de nuestro conocimiento de la realidad, por el otro, que N. Bohr acu como complementariedad, tiene -entre otras- la cualidad de atribuir al electrn (o a cualquier partcula) el privilegio del libre albedro. Como vemos, los copenhaguianos no niegan la existencia del azar o casualidad, pero no lo admiten como una cualidad objetiva inherente al mundo objetivo, sino que lo aceptan como obra del conocimiento instrumental del mundo, del aparato. De esta manera, su concepcin del azar es meramente contingente, fortuita, es un azar completamente accidental, pues han borrado de l todo rastro de necesidad, como si ambas cosas fueran mutuamente excluyentes, al igual que hacen con los dems conceptos formulados por ellos: relacin de indeterminacin, complementariedad, etc.

  • Junto a la idea de exclusin contenida en la ley de complementariedad, introduce N. Bohr la idea de irreversibilidad. Para l, la observacin de un fenmeno individual es irreversible, bien porque una nueva observacin producira un resultado diferente, o porque la misma observacin altera ya el movimiento de la partcula. Pero esto es esconder el rbol con una hoja: en su repeticin individual, los resultados obtenidos en la experimentacin se hacen reversibles, ya que las distribuciones estadsticas son siempre las mismas para idntico fenmeno. Por ejemplo, en el diagrama de difraccin obtenido por el impacto de electrones que atraviesan una rendija, cada electrn de por s que hace blanco en la placa se puede considerar como el resultado de un proceso azaroso que explica por s mismo las regularidades de la interaccin del electrn por separado con el diafragma; pero todo el fenmeno originar siempre la misma figura, prueba de que aquella interaccin est sujeta a ley determinada que adquiere la forma de azar determinado. El azar, para la dialctica, siempre ha sido la forma en que se presenta la necesidad.

    En la lnea de Bohr se encontraba tambin el fsico sovitico Fock. En mecnica cuntica -dice Fock- la funcin de onda no describe el estado en su sentido usual, sino ms bien la informacin sobre el estado (15). Con este galimatas subjetivista se pretenda ignorar cul era realmente la fuente originaria de esa informacin, de la que careceramos si no existiesen los tomos. Nikolski, en la polmica entablada entonces en la URSS en la dcada de los 30, se apercibi del trasfondo que haba en esta cuestin, del alcance que tena la interpretacin estadstica, y as, dando un giro completo al anterior enunciado de Fock, concibi la probabilidad como una cualidad inherente a la naturaleza, quedando al descubierto tras aquel debate las races machistas de la interpretacin de Copenhague.

    Como consecuencia, Fock corrigi sus ideas y reproch a Bohr la infravaloracin que haca del papel de la abstraccin en el conocimiento y que olvidase que el objeto de estudio en la mecnica cuntica son las propiedades del movimiento de las micropartculas, no las indicaciones de los instrumentos, que son simplemente la herramienta de trabajo.

    La postura de Nikolski fue generalmente aceptada por los fsicos de la URSS, aunque an segua en pie una pregunta: la estadstica, describe realmente las principales caractersticas del movimiento de la partcula individual o, por el contrario, del conjunto de partculas?

    La Escuela de Copenhague admita, desde el idealismo subjetivo de sus planteamientos, que la estadstica eran propiedades de las partculas individuales porque eran observables en el aparato. Einstein y otros como Blojintsev defendan, desde las posiciones del materialismo no dialctico, que la estadstica cuntica era, como en la antigua teora cintica de los gases, propiedades del conjunto de partculas porque se aferraban a la idea del determinismo mecanicista.

    Einstein, sobre todos, negaba la naturaleza objetiva del azar, atribuyendo su existencia en la cabeza del hombre a razones de ignorancia de los fenmenos. As, en carta a M. Born, escriba: Eso de la causalidad tambin me preocupa a m bastante. Podr llegarse a explicar algn da la absorcin y emisin de la luz por cuantos dentro de un postulado de causalidad total o quedar siempre un resto estadstico? Debo confesar que para ello me falta el valor de la conviccin. Renunciara de muy mala gana a la causalidad absoluta (16).

    Pese a lo que pensaba Einstein, la causalidad no se rie con el azar y la estadstica. La causalidad

  • absoluta no existe; la causalidad es siempre relativa, pues est constreida al momento o al instante de la contradiccin. Slo tiene sentido dentro de este estrecho marco; admitir la causalidad absoluta sera razonar al modo de Toms de Aquino, buscando una primera causa, o al modo de Laplace, que solamente presupone cambios cuantitativos en la Naturaleza e ignora los infinitos cambios cualitativos. Se hace imperativo comprender que casualidad y causalidad se dan la mano y viven juntas en las leyes del azar, y que de lo que se trata es de buscar estas leyes cuya expresin es el resumen de la multiplicidad de posibilidades de un determinado fenmeno.

    La versin de algunos filsofos soviticos est realmente ms prxima a la verdad. Azar y necesidad, dicen, tienen naturaleza objetiva. Pero debemos reprocharles que esa objetividad existe en la unidad que ambos mantienen, no en su separacin artificiosa. Sea porque estn encandilados por alguna variante positivista, sea porque no comprenden del todo el materialismo dialctico (aun adhirindose a l), hay que decir que contraponen ambos conceptos de manera metafsica. En este sentido, se puede decir que la posicin de algunos filsofos soviticos es el resumen ms avanzado de dualismo que existe en la actualidad.

    La Enciclopedia Sovitica atribuye al azar causas exclusivamente externas, de manera que los procesos de tipo determinista no tendran, en lo esencial, nada que ver con el azar. Esta es la posicin dual: de un lado colocan la necesidad y del otro al azar, resultando este ltimo un mero accidente innecesario. Yuri Sachkov critica esta posicin errnea y dice: La interpretacin de la casualidad como categora que define los rasgos exteriores y secundarios de los procesos en investigacin dista mucho de ser suficiente (17). Esta es la distancia que intenta salvar este mismo autor, ya que su inters se centra en atribuir causas internas al azar; pero su defensa del azar es desde luego muy dbil, pues argumenta ms con la fe que tiene puesta en la necesidad de la estadstica y las probabilidades, que con una concepcin dialctica del azar y la necesidad. Por esta razn, a mitad de camino tuerce la direccin inicial para terminar al final pidiendo socorro a la irracionalidad. Pero dejmonos guiar por sus disquisiciones.

    Comienza Y. Sachkov defendiendo en su artculo que, efectivamente: Las ideas y los mtodos probabilsticos de investigacin en la ciencia contempornea revisten carcter de principios, aduciendo para ello la influencia decisiva de la fsica estadstica, la teora cuntica, la gentica, la ciberntica y las investigaciones sociolgicas, pero no dando ninguna otra razn de peso que nos explique por qu esos mtodos son innatos a esas ciencias, salvo que, vlganos Dios, las representaciones probabilsticas hacen ms flexibles y movibles las formas tericas que expresan y reflejan los conocimientos. Como si por la aceptacin comn de los mtodos probabilsticos que, segn parece, flexibilizan y movilizan nuestro conocimiento, se demostrara su carcter de principio!

    Pero, aunque esperbamos que l nos diera esos argumentos de peso que demostraran ese carcter de principio de los mtodos probabilsticos (pues pensamos, como l mismo dice, que se trata de su relacin con la categora dialctica de casualidad cuya universalidad est archidemostrada), no acierta a pasar de generalidades como la de que la teora de probabilidades est en la va maestra del desarrollo de las ideas y representaciones generalizadoras de las ciencias naturales contemporneas, sin aclararnos tampoco en qu se fundamenta esa relacin de tanta importancia que guardan probabilidades y causalidad.

    Y. Sachkov, metido de lleno ya en el anlisis de la vieja concepcin estadstica que presupone la teora cintica de los gases, dice: Se denomina aleatorias a las relaciones entre objetos, acontecimientos o elementos del conjunto, cuando los nexos y dependencias directos, inmediatos,

  • entre los elementos, que se condicionan mutuamente, estn prcticamente ausentes [sic] y desempean insignificante papel. La independencia significa que el estado o el comportamiento del objeto de investigacin no depende y no se define por el estado y el comportamiento de otros objetos que le son afines o que lo rodean, aadiendo que esto se aplica a sistemas con gran nmero de objetos y que expresa determinada estructura aunque, termina diciendo, dependen de las condiciones de su existencia y origen. Cmo se puede entonces explicar la existencia en estos sistemas de una funcin de distribucin (que no es sino la ley objetiva macroscpica caracterstica de l), si no se hace sobre la base de esos nexos y dependencias mutuas de los objetos y de sus condiciones de existencia y origen?

    La definicin que da Y. Sachkov de aleatoriedad es un sofisma; es ms, un sofisma vaco. Llama aleatorias a las relaciones entre objetos, cuando los nexos entre los elementos estn ausentes. Es esto posible? Relaciones sin nexos: o relaciones sin relaciones. Realmente nos produce sonrojo or estos absurdos.

    No vamos aqu a detallar los nexos necesarios que condicionan mutuamente el movimiento de las molculas de un gas. Bstenos mencionar que la mera y elemental hiptesis de los choques elsticos ya establece la existencia de una relacin que se expresa por medio de la conservacin de la cantidad de movimiento de las partculas del gas. No es ste un nexo directo, inmediato e incondicional? Para Sachkov se ve que no.

    Pese a que luego corrija su desafortunada expresin de aleatoriedad afirmando que: Por medio de las distribuciones se describen los elementos, su interrelacin o los sistemas en conjunto, y aderece esta sentencia realista con juramentos de fe dialctica como que: Las distribuciones expresan la unidad de lo continuo y lo discontinuo, la sntesis de los aspectos integral y diferencial, etc., esto no evita que su concepcin de la categora de casualidad resulte, a todas vistas, insustancial.

    Contradicindose aqu y acull, pues ste es el sino permanente de su artculo, ora afirmando la interrelacin, otrora negndola, Sachkov degrada el concepto de casualidad a la categora de la nada. Si al menos se hubiese mantenido fiel a lo que deca en un artculo suyo anterior, donde mantena que las ideas de casualidad se usan para definir la relacin de las molculas entre s, es decir, para definir su estructura interna (18), el porvenir de su idea de casualidad hubiera sido, desde luego, otro muy diferente. En este caso, se hubiera aproximado a la concepcin dialctica de la casualidad, segn la cual, lo accidental tiene una causa porque es accidental, y de la misma manera carece de causa porque es accidental; que lo accidental es necesario, que la necesidad se determina como casualidad, y, por otro lado, que esta casualidad es ms bien necesidad absoluta (19), proposiciones a las que se suele hacer caso omiso por considerarlas juegos paradjicos o tonteras contradictorias.

    Con este embrollo de ideas sobre lo aleatorio aborda luego nuestro autor el problema de la estadstica cuntica. Pero, igual que antes, abunda en frases rimbombantes sobre los mtodos probabilsticos, carentes de contenido alguno, pues su enfoque del problema es idntico. Que si la funcin de onda no tiene sentido fsico alguno, que si nicamente su conexin con la probabilidad es lo que permiti comunicarle profundo sentido real, para terminar manteniendo -remedando a Mandelshtan- que para determinar la colectividad micromecnica a que se refiere la funcin basta sealar (fijar) los parmetros macroscpicos, con lo que acaba defendiendo lo que en un principio comenz criticando, la posicin de la Enciclopedia Sovitica de que las causas (contradicciones) externas, las condiciones, son el origen del azar. Mucho camino recorrido y mucho esfuerzo

  • derrochado para llegar al mismo lugar!

    En las interpretaciones de la teora cuntica, y relacionado con la probabilidad, se usa tambin la idea de posibilidad. Dice Fock: Esa distribucin de las probabilidades refleja posibilidades potenciales, objetivamente existentes en las condiciones dadas (20). Sachkov, que le cita sin entenderle, repone: El paso de la posibilidad a la realidad, en caso general, reviste ciertos grados de irracionalidad [sic], lo que en cierta medida es afn al paso entre dos puntos en el eje numrico. O sea, lo que segn Engels y todos los dialcticos es una contradiccin (el desplazamiento), es para Sachkov irracional. La contradiccin irracional! Media muy poco para que a continuacin se califique a la dialctica de mstica; y esto por un dialctico.

    Los mtodos probabilsticos no sirven solamente para describir las innumerables posibilidades que se le presentan a las micropartculas en su interaccin mutua, pues en ellas siempre hay determinadas regularidades con determinados valores de repeticin. Son estas regularidades, con sus distintas frecuencias de aparicin, la huella que delata, tras su aparicin accidental, la existencia de regularidades profundas en las partculas, que son al fin y al cabo quienes ocasionan las primeras.

    La anterior cita de Fock de las probabilidades como posibilidades potenciales (las posibilidades siempre son potenciales) objetivamente existentes centra la cuestin. No se trata, pues, de la posibilidad de lo que no existe objetivamente, sino de lo que ya es real. La funcin de onda o de distribucin de probabilidades, deducida de los postulados universales de la teora cuntica (discontinuidad, interaccin, etc.) y de las condiciones particulares del sistema concreto, seala todas las posibilidades objetivamente existentes para las micropartculas. El paso de la posibilidad a la realidad no reviste, como dira Sachkov, rasgos de irracionalidad, sino rasgos de desarrollo. Efectivamente, cada una de esas posibilidades no son sino momentos particulares diferentes del mismo sistema, que en su desarrollo completo multidireccional desbroza el conjunto de todas sus posibilidades. Lo que cae fuera de este conjunto es lo imposible, lo que no existe, y el conjunto en su totalidad lo realmente existente. La esencia del conocimiento dialctico de las micropartculas exige que el conjunto de los diferentes momentos de realidad tomados en su totalidad se despliegue por el desarrollo que resulta del movimiento de sus contradicciones tanto internas como externas. sta es la verdadera necesidad de las partculas, del sistema, mientras que cada uno de aquellos momentos es simplemente la probabilidad. Ambos conceptos son inseparables en su movimiento: la necesidad como el todo, la posibilidad o probabilidad como el instante. La profunda versatilidad de las transiciones atmicas, por ejemplo, revela la faceta multidireccional de los cambios atmicos, cmo una mera transicin electrnica slo se puede realizar -y comprender- en conexin con la situacin global del tomo, y cmo esa posibilidad ya realizada posibilita la realizacin de las dems, dejando a su paso la huella del azar, como expresin concentrada de la necesidad realizada.

    De aqu que la necesidad se determine por la casualidad y que el azar tenga unas causas. Es decir, en todo proceso coexisten a la vez necesidad y casualidad en contradiccin permanente. Ahora bien, all donde el azar es algo patente, ste no aparece siempre en la misma direccin, pues en este caso estaramos ante el determinismo puro. La presencia del azar acontece en direcciones opuestas de manera tal que un suceso acaecido en cierta direccin resulta siempre compensado por otro en direccin contraria, no sucediendo ste, necesariamente, inmediatamente despus de aqul. Esta es la dialctica propia del azar como tal. Y es esta misma la manera como se correlacionan azar y necesidad, como lo demuestran las leyes de distribucin estadstica y de los grandes nmeros que la prctica de las diversas ramas cientficas se ha encargado de comprobar.

  • El genuino sentido que adquieren las probabilidades en las diferentes ciencias viene de la mano de las leyes objetivas que las subyacen y explican. Sin esta condicin, las probabilidades tanto aclaran como oscurecen, ms cuando se consideran aisladamente y como si fueran lo esencial. De aqu que la metodologa estadstica por s misma no aporte nada sustancial al esclarecimiento de los problemas de principio de las ciencias. La prctica de la experimentacin cientfica es la fragua donde se decide si las hiptesis estadsticas formuladas en cada caso particular tienen visos de realidad o son una mera ficcin.

    Dualismo o contradiccin?

    La complementariedad de Bohr se usa, adems de para interpretar la relacin entre micro-objeto y aparato, segn la Escuela de Copenhague, para definir la relacin entre clases de conceptos complementarios que se excluyen recprocamente. As, coordenadas e impulsos, espacio-tiempo y causalidad, corpsculo y onda, etc., seran conceptos complementarios necesarios para describir el fenmeno, pero con la restriccin de que cada miembro de la pareja excluye al otro en la descripcin. O, como expresa Omelianovski, tenemos derecho a hacer dos afirmaciones que se excluyen recprocamente con referencia a un solo objeto atmico aisladamente considerado (21), aseverando que esta concepcin se basa en la dialctica. Mas, qu dialctica puede ser esa que excluye de manera absoluta diferentes aspectos de los objetos imposibilitando su conjugacin unitaria en un todo?

    Para justificar esta postura dualista aluden a la imposibilidad que existe, avalada por el principio de complementariedad, de obtener mediante una medicin todas las caractersticas objetivas de los microfenmenos. Lo que resulta un obstculo para el pensamiento, y por lo mismo un reto al conocimiento humano, cual es el lograr una descripcin total del fenmeno en su totalidad estableciendo las relaciones contradictorias que mantienen los diferentes aspectos del mismo, lo vadean separando a priori lo que aun estando unido en la realidad resulta dificultoso obtenerlo simultneamente en el aparato, por lo que optan por separarlo tambin en el objeto mediante el conocimiento. Esta combinacin mecnica y dual de cualidades contradictorias objetivamente existentes en las partculas no resuelve el problema de su conocimiento, sino que lo desva de su solucin correcta por el pensamiento. Desviacin que llev a Heisenberg a las posiciones del idealismo platnico ms vaco, negando incluso la existencia de estructura en las micropartculas, y a Bohr a convertir el principio de complementariedad en la herramienta heurstica del positivismo moderno.

    El fsico y filsofo sovitico Omelianovski expone de la siguiente manera la contradiccin (ya que, segn afirma, se trata de dialctica) corpuscular-ondulatoria de las partculas atmicas: Supongamos que un haz de electrones atraviesa un retculo cristalino que permite observar un cuadro difraccional formado por los electrones; respecto a este medio de observacin se manifiesta el aspecto ondulatorio del desplazamiento de electrones, o sea, al margen de esta relacin no tiene sentido el concepto de propiedades ondulatorias del electrn. Supongamos que en una placa fotogrfica se determinan... los lugares a que dan los electrones; en relacin a este medio de observacin se manifiesta el aspecto corpuscular del movimiento de electrones, o sea, al margen de esta relacin no tiene sentido el concepto de propiedades corpusculares del electrn (22).

    Como se ve, Omelianovski nos dice que cuando el electrn manifiesta propiedades ondulatorias es porque tiene propiedades ondulatorias, y que en esta relacin no tiene sentido el concepto de propiedades corpusculares, etc., y nos quiere presentar esta bagatela como expresin de la ms pura

  • dialctica. Sera, desde luego, ms sencillo y correcto decir que los electrones poseen tanto propiedades corpusculares como ondulatorias, y que cuando atraviesan un retculo cristalino se difractan debido a que ste interfiere con sus propiedades ondulatorias, desvindolos y determinando sus impactos, como corpsculos que son, en una placa fotogrfica. Ambas propiedades son inseparables de cada electrn, no slo del conjunto, y existen en l en todo momento, unas manifestando su individualidad concreta, las otras manifestando cierta cualidad de su interaccin. En ningn momento se puede presentar al electrn solamente como un corpsculo, porque su interaccin es una propiedad esencial de su existencia; ni tampoco se le puede presentar solamente como una onda, porque la onda es generada en todo momento desde el corpsculo y debe a l su existencia. En este sentido, el carcter corpuscular del electrn se destaca siempre como lo principal en esta contradiccin, pues la onda es la consecuencia necesaria de su movimiento como tal corpsculo. Y como el movimiento es una propiedad inherente a la naturaleza del electrn, ambos, corpsculo y onda, coexisten inseparables en su movimiento, uno como fundamento, el otro como expresin. El ejemplo de Omelianovski, ms que dialctica, parece el juego ftil de palabras con que se describe las andanzas de un fantasma de dos caras: si tiramos una moneda al aire y sale cara, observamos que se manifiesta la cara de la moneda, pero en este sentido no podemos hablar de su cruz, etc. O sea, la moneda tiene cara cuando sale cara, y cruz cuando sale cruz; idntica posicin a la del idealismo instrumental copenhaguiano: las propiedades del electrn slo existen cuando se las observa, y como resulta dificultoso observarlas simultneamente, aquellas propiedades slo existen separadas, de manera que cuando observamos unas es que las otras se han escurrido no se sabe bien a dnde.

    El conocido Diccionario de Filosofa de M.M. Rosenthal y P. F. Iudin define el dualismo como la tentativa de conciliar materialismo e idealismo, concluyendo que la separacin dualista de materia y conciencia conduce en ltima instancia al idealismo. El materialismo dialctico resolvi el problema de la relacin entre materia y conciencia demostrando que la separacin dialctica entre ambas slo tiene significado dentro del estrecho marco de la teora del conocimiento, y que fuera de ella la relatividad de esa separacin no admite discusin, pues todo lo existente queda englobado en el concepto de materia y como tal debe considerarse la conciencia.

    Refirindose al dualismo corpuscular-ondulatorio, el mismo Diccionario dice: La interpretacin consecuentemente materialista del dualismo corpuscular-ondulatorio, tal como la han formulado Langevin, Vavilov y otros hombres de ciencia, considera que la micropartcula no es un corpsculo ni una onda, sino una tercera cosa, su sntesis, para la cual carecemos an de representaciones evidentes si bien ya empiezan a proporcionarlas las nuevas teoras sobre las partculas elementales (pg.128). La crtica acertada que el Diccionario hace del dualismo no resulta merecida cuando considera el carcter corpuscular-ondulatorio de las micropartculas. Recurrir a una tercera cosa, o a su sntesis, no resuelve el problema de la relacin contradictoria corpuscular-ondulatoria, que es de lo que se trata. No es que no sea ni una onda ni un corpsculo, sino que, en cuanto corpsculo con propiedades ondulatorias, y en tanto onda, de una onda con propiedades corpusculares (centrales). Es pues un corpsculo y una onda, y cada uno de estos aspectos es -en s mismo- esta unidad, y slo lo es (empleando una expresin de Hegel) como superacin de s mismo, en la que ninguno tiene respecto del otro la ventaja del ser en s y de la existencia independiente de su contrario.

    El concepto de ondas de materia, debido a De Broglie, plantea la cuestin en trminos bastante justos. La pregunta, de dnde surgen las propiedades ondulatorias del electrn?, debe ser contestada atenindonos a las propiedades de interaccin de las partculas. Cada partcula, tenga o no carga elctrica (electrn, neutrn, etc.), debe -en su movimiento relativo respecto de las otras partculas- modificar necesariamente la forma que adquiere el flujo y reflujo de su materia de interaccin en su desplazamiento que, por lo que se sabe, se mueve a la velocidad de la luz. Qu

  • otra cosa que no fuese materia podra transmitir las influencias recprocas entre las diversas partculas? Las ondas, desde esta perspectiva, se presentan fundamentalmente como la disposicin que adopta el movimiento de la materia de interaccin. Las ondas siempre representan las caractersticas peridicas del movimiento de algo, incluso en el caso lmite de los fotones. De aqu que sea lcito extender las ondas de De Broglie al movimiento de todo tipo de materia, pues stas se encuentran en interaccin. As, las ondas de materia seran una caracterstica no slo de las micropartculas cargadas o neutras, como est demostrado, sino adems de todos los cuerpos u objetos mayores como, por ejemplo, los astros. En este sentido, su extensin a la interaccin gravitatoria est ms que justificada e incluso para el caso de partculas sin carga que interaccionen entre s, como los neutrones. Y esta suposicin nos revela de nuevo que, en tanto la materia de interaccin electromagntica (fotones) est tambin sujeta a esta norma, la gravitacin es ms elemental que el electromagnetismo, estando obligada por ello a sealarle el cauce de su movimiento.

    De todo lo expuesto hasta aqu, se desprende que el rasgo ms profundo de la relacin corpuscular-ondulatoria no se encuentra en su separabilidad complementaria, sino en su unidad contradictoria, no en una tercera cosa, sino ms bien en la contradiccin mantenida entre ambos aspectos, entre la materia de interaccin y la sustancia corpuscular; o, para ser ms precisos, entre los procesos in situ que discurren en el interior de los corpsculos y la necesaria interaccin que los conecta recprocamente. La diferencia ms destacada entre estos dos tipos de materia reside en que la materia corpuscular como tal, en su individualidad organizada, jams alcanzar la velocidad absoluta, mientras que esta ltima es la esencia del movimiento de la materia de interaccin. Estos dos contrarios polares presentes en cada partcula slo existen en su unidad y luchan permanentemente entre s, pero nicamente a travs de los contrarios polares de las dems partculas. Slo de esta manera se puede concebir su contradiccin. Resulta evidente que el centro de esta lucha solamente se puede encontrar en cada corpsculo, el cual resulta transformado tanto al absorber como al emitir materia de interaccin, provocando, entre otras cosas, la atraccin o la repulsin. La asimilacin neta de materia de campo o interaccin (en esta consideracin son indiferentes los productos externos que esto pueda ocasionar) no se realiza sin ton ni son, sino de acuerdo a las reglas que rigen el proceso de cada partcula.

    As, la partcula aumenta de masa, pero no por esto pierde su identidad (su espn, etc.); al ser consideradas en su discontinuidad se observa en ellas una lucha por mantener su individualidad. Slo al sobrepasarse ciertos lmites resulta transformada.

    Parece como si se realizara la visin de Epicuro sobre la declinacin de los tomos, quien deca que sin ella la naturaleza nunca hubiera creado nada (23). Marx, comentando el papel de la declinacin en la filosofa epicureana, deca que la desviacin es ese algo en su interior (del tomo) que puede luchar y resistir (24). Y as es.

    Dialctica de las micropartculas

    F. Engels deca que la esfera en que la ley de la naturaleza de la transformacin de la cantidad en calidad, y a la inversa, descubierta por Hegel, celebra sus triunfos ms importantes, es la de la qumica. Explicaba cmo la modificacin de la composicin cuantitativa de los tomos de una molcula tena por consecuencia los cambios cualitativos; por ejemplo, cmo los tomos libres del oxgeno naciente podan lograr con facilidad lo que estaba vedado a los tomos del oxgeno atmosfrico unidos en la molcula. O cmo la adicin de grupos CH2 a cada hidrocarburo, de

  • frmula general CnH2n+2, ocasionaba un cuerpo cualitativamente distinto del procedente, etc. Aada que esta ley hegeliana vale no slo para las sustancias compuestas, sino tambin para los propios elementos qumicos, pues las propiedades qumicas de los elementos son una funcin peridica de sus pesos atmicos, por lo que su calidad la determina la cantidad de su peso atmico. Por ltimo, terminaba diciendo que con la aplicacin inconsciente de la ley de Hegel, Mendeleiev realiz una hazaa cientfica comparable a la de Leverrier, que calcul la rbita de Neptuno, hasta entonces desconocido; y que, si quienes hasta entonces tachaban la transformacin de cantidad en calidad de misticismo y transcendentalismo incomprensible declarasen que se trataba de algo trivial y vulgar, puesto que ya la venan utilizando desde hace tiempo aunque sin saber ciertamente lo que hacan, tendran que consolarse, como Monsieur Jourdain de Molire, quien hizo prosa durante toda su vida sin tener la menor noticia de ello.

    Recordamos todo esto porque an hay gente que se resiste a admitir la universalidad de la ley hegeliana, o simplemente la tachan de mstica, pese a que el avance de las ciencias ha deparado interminables ejemplos a su favor. Queremos, no obstante, observar que esta ley hegeliana no agota las leyes dialcticas de la naturaleza, aunque algunos antidialcticos como Bunge se vean obligados a admitirla dentro de su esquema filosfico, cierto que de una manera muy peculiar. Para completarlas, es necesaria la otra ley hegeliana de negacin de la negacin, ms importante y profunda que la anterior, y que la encontramos tambin en la periodicidad de las propiedades qumicas de los tomos, que la fsica atmica ha explicado en detalle.

    No poda ser de otra manera, pues la ley de la transformacin de la cantidad en calidad, y a la inversa, es la forma ms importante que adquiere la negacin dialctica, ya que, en cuanto aparecen nuevas cualidades, es porque se estn negando las antiguas; y, en tanto este proceso se repite, volvemos posteriormente -a otro nivel- a las primeras. Para alcanzar este nivel superior es necesario que previamente se hayan negado una a una, mediante esos saltos cualitativos parciales de la primera ley de Hegel, todas las cualidades originarias del movimiento que se considere, hasta lograr alcanzar la cualidad plenamente opuesta a la primera. A partir de entonces, cada cambio cualitativo slo puede significar un regreso a la cualidad originaria, dentro de este movimiento, o la aparicin de un nuevo movimiento si las posibilidades contradictorias del antiguo se han agotado del todo, para lo que son necesarias determinadas condiciones. Esto es lo que sucede con el sistema peridico de los elementos de Mendeleiev, y que la mecnica cuntica ha explicado detalladamente.

    La contradiccin fundamental que da existencia a los tomos est entablada entre el ncleo y la corteza de electrones. De estos dos aspectos, es el ncleo el principal, pues segn sean sus caractersticas as ser el nmero de electrones capturados, la composicin de las cortezas electrnicas, la absorcin y emisin de radiacin, la relativa libertad de movimientos interatmicos de los electrones, etc. El desarrollo de esta contradiccin fundamental, teniendo en cuenta el carcter de la discontinuidad cuntica, origina todo el movimiento atmico, desde el benjamn de la tabla peridica -el hidrgeno- hasta los gigantes inestables ltimamente descubiertos.

    El hidrgeno tiene por ncleo un protn y como corteza un electrn. En las condiciones extraordinariamente ricas en gravitacin y radiacin electromagntica de las estrellas, el ncleo del hidrgeno capta neutrones, dando lugar a los conocidos istopos del hidrgeno, deuterio y tritio. Pero si en vez de slo neutrones aquel ncleo capta adems un protn, se produce la aparicin de los tomos de helio. Sin embargo, la corteza del helio est saturada, pues sus dos electrones completan su capa, por lo que su actividad qumica es muy reducida, contrariamente a lo que le ocurre al hidrgeno, cuya tendencia a completar su capa electrnica le reporta una destacada afinidad qumica. Entre el hidrgeno y el helio existe, pues, una diferencia cualitativa radical, en lo que a su actividad qumica se refiere: el helio es ms bien un opuesto qumico del hidrgeno, su

  • negacin dialctica. Al igual que ocurra con los hidrocarburos, tenemos ahora que la modificacin cuantitativa de neutrones produce los istopos del hidrgeno, mientras que su modificacin de protones origina los tomos de helio; en el primer caso, objetos fsicamente diferentes, y en el segundo, tambin qumicamente diferentes. De aqu que sea el protn, dentro del ncleo, su factor esencial, y los neutrones slo condiciones necesarias.

    Del helio se pasa posteriormente al litio, que posee tres electrones en su corteza y tres protones en su ncleo. En este tomo, la primera capa electrnica contina completa, como en el helio -con dos electrones-, estando el otro electrn en una capa que podra admitir, en ocho niveles distintos, otros tantos electrones, siendo por esta circunstancia el litio un elemento muy activo con propiedades de afinidad qumica muy semejantes a las del hidrgeno. El litio es, como el hidrgeno, opuesto al helio y repite a su modo, en un nivel superior, las peculiaridades del hidrgeno aadiendo adems otras nuevas, caractersticas de l.

    Del litio al nen existe toda una gama de elementos con sus capas parcialmente llenas -como el boro, carbono, etc.- que originan, en sus variadas contradicciones, peculiaridades diversas; la cuantificacin posibilita saltos cualitativos parciales, pequeas nuevas cualidades, distintas afinidades qumicas que se expresan por sus valencias y que son tanto ms radicales cuanto ms prximos estn los tomos a aquellos dos opuestos, al litio o al nen. Este ltimo vuelve a repetir las caractersticas fundamentales del helio.

    Este ciclo ascendente se contina ahora del sodio al argn, etc. El desarrollo se puede representar por una espiral que va aumentado de amplitud; cada negacin de la negacin significa una vuelta completa en la espiral. Por esto decimos que la ley de negacin de la negacin queda ampliamente evidenciada en la fsica atmica. El cloro y el sodio, que son simtricos respecto del nen, y por tanto opuestos en sus actividades qumicas (al sodio le sobra el electrn que le falta al cloro para completar su capa), se atraen mutuamente, unindose en la molcula de cloruro sdico. De esta manera, se equilibran en cuanto a las necesidades de sus capas electrnicas, pero se desequilibran en tanto a la relacin contradictoria existente entre sus respectivos electrones y ncleos. El resultado ms evidente es la continua fluctuacin de un electrn entre los dos tomos, siendo sta la caracterstica ms destacada de esa unidad molecular. Se trata de una contradiccin de orden superior originada por dos contradicciones ms elementales, para las que tambin es vlida la ley hegeliana de transformacin de la cantidad en calidad. Pero esto es ya el mismo ejemplo de Engels.

    La misma ley la encontramos de nuevo en la moderna fsica, en la cromodinmica cuntica. Si tomamos una partcula nuclear, como un protn o un neutrn, vemos que est constituida por quarks.

    As, un protn posee dos quarks u y un quark d, mientras que el neutrn posee dos quarks d y uno u. Y con los dems hadrones ocurre algo similar: las diferentes combinaciones de quarks (u, d, s, c, b, t) ocasiona los diferentes hadrones, en una especie de qumica de quarks. Los quarks interaccionan entre s mediante los gluones, intercambindose las cargas de color, que no slo preservan la unidad de cada partcula; ahora bien, la condicin para que esta unidad no se rompa requiere que, al mismo tiempo, los quarks transformen -en ese intercambio- su carga de color. La unidad nuclear resulta as ms profunda que la unidad atmica, que no requiere de cambios en las cargas elctricas del electrn o protn para subsistir.

  • La mecnica cuntica analizada bajo el enfoque materialista y dialctico hace comprensibles diversos hechos contradictorios que resultan un enigma a la metafsica. Para el pensamiento dialctico no es incmodo hablar de micropartculas (sabiendo que no slo es partcula) y de campo (sabiendo que no slo es campo). La dialctica, despojada del misticismo -dice Engels-, se convierte en una necesidad absoluta para las ciencias naturales, que abandonaron el terreno en que bastaban las categoras rgidas, que por decirlo as representan las matemticas inferiores de la lgica, sus armas cotidianas (25).

    Es reconfortante comprobar cmo ha sido la misma fsica experimental la que ha tirado por la borda las absurdas ideas de Heisenberg contra la divisibilidad de la materia y su composicin. Tambin es estimulante constatar cmo la insustancial idea de campo, nicamente continuo, se le sustituye por otros conceptos que materializan, en algn tipo de partcula, los agentes de la interaccin. Adems, la concepcin de la partcula como un proceso en desarrollo facilita -en gran medida- su estudio, la comprensin de sus mltiples transformaciones y la aparicin de partculas nuevas. Esta es una realidad que se va imponiendo, pese a que an perduren los viejos residuos metafsicos. As, Fritzsch dice: Los leptones son entes sin estructura, mientras que el protn est formado por tres quarks (26), aadiendo en otra parte: Esperamos poder construir una teora definitiva de la materia si leptones y quarks son entes realmente elementales (27). La misma evidencia empirista, que desech el errneo concepto de partcula elemental, se convierte ahora en ceguera, cuando se toma como definitivo lo que an hoy no es posible para la ciencia: romper el leptn y el quark. La nica concepcin admisible es la que admite que la materia es infinitamente divisible: tenemos primero la molcula, despus el tomo, a continuacin el electrn y el ncleo, luego las partculas nucleares, ahora los quarks. Dnde, pues, acaba este camino del que s sabemos que comenz en la boca de Leucipo? El camino no tiene fin; simplemente acaba de comenzar.

    Como vemos, la tentativa que pretende haber alcanzado el fondo absoluto de las cosas an no ha muerto. Los entes realmente elementales, conviene desengaarse, no existen. La partcula verdaderamente elemental y origen de las dems (esto es realmente de lo que se trata) no podra interactuar, porque carecera de contradicciones internas, siendo as imposible que pudiese originar nada nuevo. Para que esto ltimo ocurriese, la partcula elemental habra de cambiar. Y sabemos que el cambio es contrario, por principio, a toda homogeneidad absoluta: la partcula elemental se destruira a s misma, por lo que la idea de que los leptones son entes sin estructura es simplemente un tranquilizante de conciencias. Estamos increblemente lejos del fin de la fsica y nos alegramos por ello: las generaciones futuras no se aburrirn con teoras perfectas para siempre, legadas por sus antepasados.

    Tampoco se adelanta nada cuando se abordan los procesos de interaccin interpartculas como se hace hoy comnmente. Se sabe que los fotones electromagnticos son los agentes de dicha interaccin; sin embargo, no se considera el proceso en s -por lo menos en su definicin- sino nicamente los resultados globales del proceso, y ante la imposibilidad de saber lo que realmente sucede, se introduce lo virtual. Veamos: Ambos electrones se acercan el uno al otro y se intercambian quantums de fotones; en este caso especial fotones virtuales, que hay, que distinguir de los llamados fotones reales (los quantums, pongamos por caso, de la luz visible). Este intercambio de fotones virtuales lleva a la repulsin electromagntica de ambos electrones (28). Por qu no admitir sencillamente que tales fotones virtuales no son sino materia mutuamente absorbida y radiada durante el proceso de repulsin? Esto evitara la dificultad de andar buscando fantasmas virtuales, lo que facilitara, al menos en su planteamiento, la comprensin del proceso de la contradiccin electromagntica. Del hecho de que la materia de interaccin electromagntica que interviene en la repulsin de los electrones no sea como los fotones de la luz visible, no se extrae que sean virtuales (no reales como dice Fritzsch).

  • No abrigamos la mnima duda de que con el desarrollo de la fsica se terminar por desechar la escoria metafsica que an la atenaza. Claro que esto ocurrira con mayor rapidez y beneficio si la dialctica, que se aplica como M. Jourdain aplica la prosa, se aplicase conscientemente.

    Notas:

    (1) M. Ferrero: Actas del I Congreso de teora y metodologa de las ciencias, pg. 244.

    (2) Citado por M. Ferrero:Actas del I Congreso de teora y metodologa de las ciencias.

    (3) L.D. Landau y E.M. Lifshitz: Mecnica cuntica no-relativista, pg. 55.

    (4) P.A.M. Dirac: Principios de Mecnica Cuntica, pg. 110.

    (5) Max y Hedwing Born: Ciencia y conciencia en la era atmica, pg. 104.

    (6) Max y Hedwing Born: Ciencia y conciencia en la era atmica, pg. 136.

    (7) N. Bohr: Nuevos ensayos sobre fsica atmica y conocimiento humano, pg.19.

    (8) N. Bohr: Nuevos ensayos sobre fsica atmica y conocimiento humano, pg. 16.

    (9) M. Omelianovski: Lucha filosfica de las ideas en las ciencias naturales, en Problemas del Mundo Contemporneo, nm. 43, pg. 40.

    (10) M. Omelianovski: Lucha filosfica de las ideas en las ciencias naturales, pg. 44.

    (11) L.D. Landau y E.M. Lifshiz: Obra citada. pg. 30.

    (12) V.I. Lenin: Cuadernos filosficos, pg. 147.

    (13) M.G. Doncel: Actas del I Congreso de Teora y Metodologa de las Ciencias, pg. 356.

    (14) N. Bohr: Nuevos ensayos sobre fsica atmica y conocimiento humano, pg. 74.

    (15) V.A. Fock, citado por L.R. Graham en Ciencia y Filosofa en la Unin Sovitica, pg. 93.

    (16) M. y H. Born: Ciencia y conciencia en la era atmica, pg. 129.

    (17) Y. Sachkov: Filosofa y problemas conceptuales de las ciencias contemporneas, en Problemas del Mundo Contemporneo, nm. 60.

    (18) Y. Sachkov: Lucha filosfica de las ideas en las Ciencias Naturales, en Problemas del Mundo Contemporneo, nm. 43.

    (19) F. Engels: Dialctica de la Naturaleza, pg. 177.

    (20) Recogido por Y. Sachkov en el artculo citado.

    (21) M.E. Omelianovski: citado por L.R. Graham en Ciencia y filosofa en la Unin Sovitica, pg. 134.

    (22) M. Omelianovski: Lucha filosfica de las ideas en las Ciencias Naturales, en Problemas del Mundo Contemporneo, nm. 43.

    (23) P. Nizan: Los materialistas de la antigedad, pg. 76.

    (24) K. Marx: Diferencia de la filosofa de la naturaleza en Demcrito y en Epicuro, pg. 38.

    (25) F. Engels: Dialctica de la Naturaleza, pg. 164.

    (26) H. Fritzsch, Los quarks, la materia prima de nuestro universo, pg. 197.

    (27) H. Fritzsch, dem, pg. 258.

  • (28) H. Fritzsch, dem, pg. 49.

    La contradiccin corpuscular-ondulatoria en la mecnica cuntica