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LA CORRESPONSABILIDAD ÉTICA DE LOS VARONES FRENTE AL ABORTO Desacatos Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-ISSN:1405-9274 MÉXICO

La Corresponsabilidad

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La Corresponsabilidad. Ética de los varones frente al aborto.

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  • LA CORRESPONSABILIDADTICA DE LOS VARONES

    FRENTE AL ABORTO

    DesacatosCentro de Investigaciones y Estudios Superiores

    en Antropologa Social-ISSN:1405-9274

    MXICO

  • DesacatosCentro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa [email protected] (Versin impresa): 1405-9274MXICO

    2005Elsa S. Guevara Ruiseor

    LA CORRESPONSABILIDAD TICA DE LOS VARONES FRENTE AL ABORTO Desacatos, enero-abril, nmero 017

    Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social Distrito Federal, Mxico

    pp. 33-56

  • En Mxico el aborto clandestino sigue siendo un importante problema de salud pblica y diver-sos estudios muestran que los hombres son corresponsables en la ocurrencia de embarazos nodeseados, en la decisin misma de abortar y en los riesgos a la salud de las mujeres. Conside-rando que los procesos de razonamiento moral son un eje central de legitimacin social en elplano de las responsabilidades, se consider necesario explorar estos procesos en el presenteestudio. Para ello se aplic una entrevista semiestructurada a 14 hombres residentes en la ciu-dad de Mxico, que haban vivido cuando menos un aborto inducido de su pareja. Los resultadosmostraron que la responsabilidad de los hombres ante el aborto se expresa en un abanico muyamplio de comportamientos y sentimientos que van desde la ms absoluta indiferencia y una res-ponsabilidad entendida slo como aporte econmico, hasta la ms completa solidaridad y unaresponsabilidad asumida como apoyo fsico, emocional y moral.

    PALABRAS CLAVES: aborto, masculinidad, tica, responsabilidad, derechos reproductivos.

    Clandestine abortion in Mexico is still an important problem of public health and several stu-dies show that men are equally responsible for undesired pregnancies, for the decision to abort andfor the risks to womens health. Given that the processes of moral reasoning are the central axisof social legitimation regarding responsibilities, in this study it was considered necessary to explorethese processes.To do so a semi-structured interview was applied to 14 men residing in MexicoCity who had experienced at least one induced abortion of their couple.The results showed thatmens responsability in abortion is expressed in a very wide spectrum of behavior and feelings thatrange from the most absolute indifference and a responsibility understood only as an economiccontribution, to the most complete solidarity and responsibility assumed as physical, emotionaland moral support.

    KEY WORDS: abortion, masculinity, ethics, responsability, reproductive rights.

    La corresponsabilidad tica de los varonesfrente al aborto

    Elsa S. Guevara Ruiseor

    elsa s. guevara ruiseor: Facultad de Estudios Superiores-Zaragoza, Universidad Nacional Autnoma de [email protected]

    Desacatos, nm. 17, enero-abril 2005, pp. 33-56.Recepcin: 14 de agosto de 2002 / Aceptacin: 2 de febrero de 2004

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    Una sociedad que silencia la responsabili-dad de los varones y slo culpabiliza a lasmujeres, que no respeta sus cuerpos y su his-toria, es una sociedad excluyente, sexista yabortiva.

    ivone gebara, religiosa brasilea

    INTRODUCCIN

    E n la ltima dcada, la responsabilidad de los hom-bres en el mbito de la sexualidad y la reproduc-cin se ha colocado en primer plano en el debatenacional e internacional. En la Conferencia Internacio-nal sobre Poblacin y Desarrollo, realizada en 1994, en ElCairo, se enfatiz la necesidad de impulsar la participa-cin responsable de los hombres en todas las reas de lasalud sexual y reproductiva. De acuerdo con documen-

    tos de la Organizacin de las Naciones Unidas, la partici-pacin masculina vinculada a la salud reproductiva es untrmino sombrilla para abarcar los diferentes caminosen los cuales los hombres se relacionan con los problemasy los programas de salud reproductiva. Se considerandos aspectos centrales: 1) la forma en que los hombresaceptan y brindan apoyo a las necesidades, elecciones yderechos en salud reproductiva de sus compaeras, y 2)el comportamiento sexual y reproductivo propio de loshombres (FASyDR-FNUAP, 1998). Con ello se pretendedisminuir los riesgos en la salud de las mujeres, aumen-tar la participacin de los varones en el cuidado de supropia salud y promover relaciones ms equitativas ysolidarias entre unos y otras.

    Las actitudes y comportamientos de los hombres, es-pecialmente en la esfera sexual, tienen con frecuencia unimpacto negativo en la salud y el bienestar general de lasmujeres, porque no toman en cuenta las necesidades delas mujeres, las ponen en riesgo de contraer enfermeda-des sexualmente transmitidas, embarazos no deseadosy delegan en ellas los costos fsicos y emocionales del cui-dado y atencin de la prole. A menudo, esta conductaimplica la violencia fsica, sexual y emocional expresadaabiertamente o mediante prcticas ms sutiles de controlo dominio. Por el contrario, cuando los varones recono-cen su responsabilidad para transformar las relacionesde gnero, apoyan la presencia de las mujeres en los es-pacios pblicos y privados y se esfuerzan por facilitar elejercicio de sus derechos, con lo que la salud fsica, emo-cional, sexual y reproductiva de las mujeres tiende a me-jorar. La responsabilidad compartida fortalece as a lasociedad en su conjunto (HERA, 1998).

    Identificar las barreras y los medios para una partici-pacin responsable de los hombres en la salud sexual yreproductiva ha sido uno de los objetivos de la investiga-cin social sobre gnero y masculinidad. En estas inves-tigaciones se destaca que no son los factores biolgicosni de personalidad los determinantes de las condicionesde privilegio que viven los hombres, ms bien stas sur-gen como consecuencia del sistema de relaciones genri-cas que los coloca en una posicin de poder con respectoa las mujeres en su conjunto. El poder que ellos deten-tan no es producto de sus atributos personales, sino del

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    conjunto de prcticas y discursos sociales construidos entorno a los modelos dominantes de masculinidad. Si bienlas diferencias biolgicas de los cuerpos son la base paraconstruir las asimetras sociales entre hombres y mu-jeres, son los significados culturales de la masculinidad-feminidad lo que permite a los varones desatenderse delas consecuencias de sus prcticas sexuales y delegar en lasmujeres los mayores costos y responsabilidades.

    Esta situacin se reproduce mediante un orden mate-rial y simblico que define el lugar y el papel de los hom-bres en la sociedad as como las formas de relacin au-torizadas con las mujeres y con los otros hombres. Serhombre es una condicin social que facilita el ejerciciodel poder sobre las mujeres, al mismo tiempo que limitalas posibilidades de los varones para vivir la responsabili-dad compartida de manera equitativa y gozosa. Muchosde los esfuerzos dirigidos a la investigacin y el trabajocon varones destacan las ventajas que representa parahombres y mujeres generar formas de relacin ms jus-tas y equitativas. No obstante, existen enormes dificulta-des para modificar un sistema de poderes y privilegiosasimtricos que se encuentra socialmente legitimado ala vez que ejerce un gran poder de coaccin en los indi-viduos.

    Por ello, esta transformacin no depende slo de lavoluntad personal, sino que requiere identificar culesson los mecanismos que mantienen este orden social quese encuentra objetivado en instituciones, universos sim-blicos y estructuras normativas que funcionan comomedios de control y reproduccin de ese sistema de g-nero. Esta reproduccin implica el uso de esquemas in-terpretativos de la realidad integrados por reglas semn-ticas y morales que permiten a los individuos explicarsus formas de actuar y relacionarse. Es decir, que el or-den institucional necesita de un reconocimiento subje-tivo que permita a las personas apropiarse de ese orden yreproducirlo cotidianamente (Berger y Luckman, 1995).En el caso de las relaciones de gnero, la apropiacin sub-jetiva permite a hombres y mujeres aceptar como na-tural ese sistema de relaciones y reproducirlo casi demanera automtica en todas sus prcticas, en tanto queello constituye su mundo de vida y les otorga seguridady reconocimiento social.

    Sin embargo, la internalizacin no es un proceso auto-mtico. Toda apropiacin subjetiva requiere formas delegitimacin, o sea, modos de explicar y justificar esa rea-lidad, que permitan aceptarla y obtener una visin co-herente del mundo. Uno de los mecanismos fundamen-tales de legitimacin social se establece en el terreno dela moral y de la tica. Los valores, las normas y las res-ponsabilidades se ubican en un deber ser que expresanel conjunto de significaciones de una sociedad. Sin em-bargo, la moral no slo tiene un carcter normativo, esadems explicativo, le indica al individuo por qu deberealizar una accin y no otra, tambin le indica por qulas cosas son lo que parecen ser y cules son los com-portamientos esperados para cada persona en funcindel lugar que ocupa cada uno(a) dentro de la estructurasocial (Berger y Luckman, 1995).

    El proceso subjetivo por el cual las personas se apro-pian de ciertos parmetros morales ha sido estudiado porla psicologa bajo el concepto de razonamiento moral.El razonamiento moral se refiere a un proceso de pensa-miento mediante el cual se establece la valoracin de unacto en trminos de justicia o bondad. Tambin por me-dio del juicio moral se establece una conciencia del deber,del bien o del cumplimiento de la norma. Los estudiospioneros de Piaget (1932) o de Freud (1914) se encargaronde estudiar la forma en que las prcticas sociales comoel juego o las relaciones emocionalmente significativaspermiten al individuo el desarrollo de la conciencia mo-ral. Pero son los estudios de Gilligan (1985) los que se en-cargan de evidenciar el papel del gnero en los procesosde razonamiento moral.

    Gilligan empieza por cuestionar la concepcin de unmodelo nico de juicio moral que sea aplicable a varo-nes y mujeres. Ella afirma que unos y otras desarrollanmodelos distintos de pensamiento moral. Los resultadosde sus investigaciones muestran que cuando las mujeresse enfrentan ante un conflicto moral tienden a enfocar suanlisis en las relaciones y buscan soluciones innovado-ras que protejan los intereses de todos los participantesas como la relacin misma. En general, las mujeres seesfuerzan por evitar propuestas que puedan debilitar lasrelaciones de las personas involucradas. Por el contrario,los varones tratan de identificar las reglas apropiadas que

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    gobiernan esa situacin y buscan la solucin de acuerdocon las condiciones que impone la regla, an si los intere-ses de alguien deben ser sacrificados a las consideracionesde justicia. Ambos se preocupan por evitar el dao, peromientras las mujeres tienden a modificar las reglas parasalvar las relaciones, los hombres lo hacen aplicando lasreglas aun a costa de las relaciones. Gilligan llama a la pri-mera forma de juicio moral, tica de la responsabilidado del cuidado, y a la ltima la designa tica de la justicia.

    La idea de dos ticas distintas que pudieran ser exclu-yentes ha sido cuestionada por algunas tericas feministasquienes sealan que su planteamiento poda ser interpre-tado como una postura inmanentista y ahistrica queuniversaliza las categoras y las relaciones entre hombresy mujeres, que no explica sus resultados en funcin de lasposiciones asimtricas de unas y otros en el sistema derelaciones de gnero y tampoco avanza en la explicacinde las diferencias en funcin de la edad, la clase o la per-tenencia a un grupo subordinado. Sin embargo, la apor-tacin ms importante de Gilligan fue incorporar la ideade una moral centrada en las relaciones y una moral cen-trada en las reglas como dos formas distintas de juzgarlo justo, lo bueno o lo correcto y evidenciar el sesgo degnero en la teora utilizada hasta ese momento. Adems,su propuesta permite vincular las experiencias de vida dehombres y mujeres, en tanto que sujetos sexuados, a lasconcepciones ticas que detentan.

    As, los procesos de razonamiento moral no son neu-tros, sino producto de las experiencias que viven las per-sonas en el marco de un orden de gnero y pueden ex-plicar mucho del comportamiento de los varones en elmbito de la sexualidad y la reproduccin. Por una par-te, mediante diversas prcticas sociales, los hombres cons-truyen una visin del mundo donde las relaciones huma-nas se encuentran mediadas por reglas, que se suponeson lgicas, neutras y universales. Estas reglas las aplicantanto en su relacin con los otros hombres como con lasmujeres, tanto en los asuntos pblicos como en los as-pectos ms ntimos de su vida privada. As, desde la for-macin de identidades masculinas y las normas socialesque guan su forma de actuar, se promueve una tica queoculta en la neutralidad la asimetra de poderes. Desdeesa ptica, el amor, el erotismo y la reproduccin parecen

    espacios equilibrados basados en la libertad y decisionesindividuales, no se reconocen como mbitos de poder ysubordinacin ni se reconocen las distintas condicionessociales que lleva a hombres y mujeres a aceptar la desi-gualdad como natural. Adems, los procesos de cons-truccin de la identidad masculina conducen a muchoshombres a identificar los sentimientos de cuidado y aten-cin con la vulnerabilidad y los vnculos con la falta deindependencia, por ello, las reglas se convierten en el me-canismo ms seguro para construir relaciones armonio-sas, para evitar el dao o para atenuar la incertidumbre.

    Como destacan diversas corrientes psicoanalticas, laadquisicin de las identidades masculinas pasa por unproceso de separacin de los objetos amorosos prima-rios que le permite a los individuos alcanzar la madurezemocional; la separacin es entonces una condicin paratener acceso a la etapa adulta y para alcanzar la autono-ma. El resultado, dice Gilligan, es la visin de un mun-do formado por seres independientes que requieren deun sistema de reglas para definir sus formas de relacin.En sus investigaciones, Gilligan encuentra que los hom-bres muestran un gran temor a la intimidad, identificanla separacin como la norma deseable y viven los vnculosntimos con las mujeres de manera amenazante. En esecontexto, privilegiar las reglas les permite identificar me-canismos claros para dirimir conflictos entre seres inde-pendientes y disminuir la incertidumbre que les generanlas relaciones cercanas. Adems, esto les permite asegu-rar la posicin de privilegio que la sociedad les confiereen tanto que las reglas las hacen ellos de acuerdo con susintereses y necesidades. A su vez, la identificacin entremasculinidad dominante y razn que, de acuerdo conSeidler (1995), desempea un papel decisivo en la no-cin de superioridad masculina, refuerza el modelo dejuicio moral centrado en la razn, en la idea de que losderechos, las obligaciones y las responsabilidades se ge-neran en espacios equitativos entre seres racionales y li-bres. La concepcin de una ley moral que debe estar porencima de las consideraciones personales y de los senti-mientos es el modelo de razonamiento moral que se pro-mueve en los hombres. Se considera que los sentimientosdesvan la razn y por ello se constituyen en un estorbopara el pensamiento moral maduro y para la aplicacin

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    neutral de la norma. Sin embargo, como seala Gilligan,el razonamiento moral se sita no slo en el plano de losprocesos cognoscitivos y racionales sino en el terreno dela sensibilidad moral. Es decir, todo razonamiento mo-ral implica un conjunto de emociones y sentimientosasociados a la evaluacin moral de un acto.

    En el caso de las decisiones reproductivas, los hombressuelen utilizar los mismos principios de razonamientomoral que utilizan para otros asuntos, es decir, parten deun principio moral universal aplicable para hombres ymujeres basado en reglas que suponen neutras, bajo unprincipio de igualdad que borra las asimetras de gneroy omite el hecho de que los procesos reproductivos ocu-rren en el cuerpo de las mujeres. En el aborto, tal vez msque en ningn evento reproductivo, estas asimetras sonms acentuadas e incluso pasan desapercibidas para loshombres y para las mujeres, por ello se hace necesariodestacar la forma en que funcionan estas formas de ra-zonamiento moral, porque mediante ellas se legitimandistintas formas de ejercicio del poder que, sustentadasahora en el discurso de los derechos reproductivos de lasmujeres, han permitido reproducir las inequidades de g-nero bajo nuevas modalidades.

    RESPONSABILIDAD DE LOS HOMBRES ANTE EL ABORTO

    En Mxico, el aborto clandestino sigue siendo un im-portante problema de salud pblica y justicia social. Estasituacin se genera, en gran medida, por la falta de con-diciones adecuadas para que las mujeres decidan sobresus cuerpos y su proyecto de vida. Pese a que nuestra le-gislacin acepta formalmente los derechos reproducti-vos para todas las mujeres, en la prctica, el aborto no sereconoce como parte de esos derechos. En este panora-ma, los hombres desempean un papel determinanteporque las mujeres no se embarazan solas. Reconocer suintervencin en este proceso es una prioridad para lo-grar una participacin responsable y contribuir signifi-cativamente al cambio de este escenario.

    Los estudios sobre el comportamiento de los hombresante el aborto inducido son francamente escasos en la

    investigacin sobre masculinidad y salud reproductiva.Pero los pocos que existen revelan dos aspectos funda-mentales: 1) los varones son corresponsables en los em-barazos no deseados, en la decisin misma de abortar yen las condiciones en que muchas mujeres recurren a es-ta prctica,1 y 2) los varones son parte central del engra-naje social que desconoce a las mujeres como agentesmorales capaces de decidir sobre sus cuerpos y sus vi-das.2 Es decir, los varones son partcipes, voluntaria oinvoluntariamente, en los riesgos a la salud y la vida delas mujeres. Adems, al no reconocer el derecho y la ca-pacidad de decisin de ellas, contribuyen al manteni-miento de un orden social que las limita para ejercerderechos sobre su cuerpo y su proyecto de vida

    A diferencia de otras reas de la sexualidad y la repro-duccin, la responsabilidad de los hombres en el casodel aborto resulta ms compleja por diversas razones: enprimer lugar, porque en este mbito los hombres hansido invisibles tanto para las polticas pblicas como pa-ra la sociedad en su conjunto y con frecuencia no quedaclaro el alcance de sus responsabilidades, ni siquiera paralas mujeres mismas. En segundo lugar, el debate moralalrededor del aborto basado en un discurso que lo cri-minaliza, se traduce en sanciones jurdicas y sociales quemuchos hombres no estn dispuestos a compartir, porlo que dejan solas a las mujeres ante una moral pblicaque las condena sin siquiera escucharlas. En tercer lugar,el hecho de que el aborto es un acontecimiento que re-corre exclusivamente el espacio corporal de las mujeres,tanto en el plano material como en el simblico, crea undesbalance de poder en cuanto a los costos y las respon-sabilidades de cada uno(a) y hace difcil lograr acuerdoscuando no existen sentimientos de empata o vnculosde solidaridad. Ante un embarazo no deseado, no haymanera de actuar que no tenga consecuencia para lasmujeres, no as para los hombres.

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    1 Tolbert, Eherenfeld y Lamas (1996) sealan que en Amrica Latina lafalta de apoyo o abandono de la pareja son determinantes en primeroy segundo orden en la decisin de abortar y que, como en las demsdecisiones en la vida reproductiva de las mujeres, el hombre ejerce ungran poder en esta decisin.2 Leal y Fachel (1995) muestran que en Brasil los hombres manifiestanuna postura discursiva ms liberal en cuanto a la sexualidad, pero sonms conservadores respecto al aborto como un derecho de las mujeres.

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    El aborto, no podemos olvidarlo, es un hecho polticodelimitado por el sistema de relaciones sociales a nivelinstitucional, normativo y simblico, pero tambin cons-tituye un hecho poltico en el marco de la relacin per-sonal, ntima, ertica o afectiva entre dos personas quecomparten una misma experiencia desde posicionesdistintas. Si bien contamos con anlisis serios y ms omenos extensos sobre lo que ocurre a nivel macro, pocoo casi nada se ha investigado en el espacio ntimo y per-sonal de las llamadas relaciones de pareja. La idea de quela reproduccin ocurre en el marco de la pareja en susentido formal e institucional, ha dejado fuera la formaen que se juegan las decisiones reproductivas en lasparejas no formales, en las prcticas sexuales ocasionalesy en las relaciones amorosas de los y las jvenes donde lareproduccin es en su mayora un accidente no deseado.Ms an en el caso de los varones, quienes difcilmenteresponden a la visin institucionalizada de la pareja co-

    mo heterosexual, formal, monogmica y paritaria. La rea-lidad es mucho ms compleja.

    Por una parte, nos encontramos con que en nuestrasociedad la mayora de los hombres que tienen vida se-xual con mujeres ejerce su sexualidad en una diversidadde relaciones de las cuales slo una mnima parte sonformales y, dada la poca frecuencia en el uso de medidasanticonceptivas, es frecuente que est presente el riesgode embarazos no deseados, con las mltiples consecuen-cias que de ello se derivan. En segundo lugar, hablar dela pareja como un espacio idealizado se convierte en unaverdadera cortina de humo sobre las complejas dinmi-cas de poder que se generan en las diversas relacionesertico-afectivas que los hombres establecen con las mu-jeres, pues con frecuencia no se contemplan todas aque-llas que ocurren fuera del noviazgo o del matrimonio ycon ello se descarta del anlisis a las otras mujeres conlas cuales los hombres se vinculan en el mbito de la se-

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    Mujeres a favor del aborto protestan en Oaxaca por la falta de sensibilidad de las autoridades judiciales y del sector salud en casos de aborto.Foto: Ezequiel Leyva / La Jornada.

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    xualidad y la reproduccin. Finalmente es necesariodestacarlo, la relacin amorosa es un espacio sui gene-ris para el ejercicio del poder, ah las necesidades afecti-vas, la identidad subjetiva, la intimidad y el deseo, tejencon hilos muy finos las asimetras y diversas formas dedominio, legitimadas social y subjetivamente.

    Este panorama se encuentra fuertemente reforzadopor los marcos culturales asociados a los modelos domi-nantes de masculinidad, as como por las diversas formasen que los varones se apropian personalmente de los sig-nificados y las prcticas asociadas a la hombra y dondela relacin ertica con las mujeres ocupa un lugar central.Como seala Seidler (1989), la adquisicin de la identidadmasculina va acompaada de un proceso de fragmen-tacin que les permite (o les exige) a los hombres separarlos afectos del placer, la reproduccin del erotismo, el amordel deber y la responsabilidad del encuentro ertico. Esteproceso de fragmentacin no slo los lleva a desarrollaruna relacin dividida consigo mismos, sino tambin arelacionarse de manera fragmentada con las mujeres. Loshombres aprenden que hay mujeres para reproducirse,mujeres para tener placer, mujeres para enamorarse y mu-jeres para formar una familia. Estas formas de relacinson la fuente de su poder y una condicin para el con-trol que ejercen sobre los cuerpos y la reproduccin delas mujeres. No obstante, la forma en que se ha armadoese mundo de poder, puede causar dolor, aislamiento yalienacin tanto a las mujeres como a los hombres. Sibien la preeminencia social de los hombres es la fuentede su poder y privilegio individuales, esto mismo puedeconvertirse en una fuente de dolor y alienacin a nivelpersonal (Kauffman, 1995). Este es el teln de fondo enel cual los hombres ejercen su sexualidad y establecensus opciones reproductivas. Es el marco de definicin delos derechos y las responsabilidades frente al aborto.

    En el estudio que antecedi este trabajo (Guevara, 1998)se analizaron las formas de apoyo y participacin querealizan los hombres en la prevencin de embarazos y enel aborto, de acuerdo con distintas concepciones de re-lacin (esposa, novia, amante) y diferente grado de com-promiso emocional. Los resultados revelaron que enlas relaciones formales (esposa, novia) y cuando decanamarla mucho, la mayora de los varones participan ms

    responsablemente en la prevencin de embarazos no de-seados, respetan ms las elecciones de su compaera ybrindan distintos tipos de apoyo (econmico, mdico,afectivo) ante el aborto. En las otras relaciones (de aman-te/amiga o cuando no la queran) el apoyo que se brindfue principalmente econmico y hubo poca o nula res-ponsabilidad en la prevencin de embarazos no deseados.

    Aun cuando estos datos pueden parecer obvios,3 po-nen de relieve tres aspectos fundamentales: 1) las prcti-cas sexuales de los hombres en relaciones no formalescolocan a estas mujeres en una posicin de mayor des-ventaja para decidir sobre su cuerpo, para defender susderechos y para proteger su salud y su vida; 2) las for-mas de responsabilidad de los hombres no responden aatributos personales de comportamiento (responsable oirresponsable), puesto que un hombre puede participarapoyando los derechos de su compaera en una relacin yactuar de manera totalmente opuesta en otra. Es ms bienla posicin, cultural y biogrfica, que ocupan como va-rones lo que permite el uso de un capital simblico antecada situacin especfica de aborto, y 3) el ncleo para lacomprensin de responsabilidades no se encuentra en elindividuo o en una identidad masculina universalizada,sino en la posicin que tienen en el marco de la relacin4

    social ms amplia y en las posibilidades de ejercicio delpoder que sta ofrece. Es decir, la significacin social dela relacin amorosa as como las jerarquas que ocupanhombres y mujeres establecen un marco legitimador pa-ra el juego asimtrico de poderes y para una definicindiferenciada de responsabilidades segn cada caso.

    Por ello, no slo las mujeres que participan en una rela-cin de amante o amiga estn en desventaja. La existenciade una relacin formal o un vnculo amoroso tampocosignifica automticamente una participacin responsa-

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    3 El poder de lo obvio, dice Wieringa (1997) consiste precisamente envolver invisibles los desequilibrios de poder del gnero. Por qu pare-ce tan natural un hecho que expresa por s mismo una forma de dis-criminacin e injusticia?4 Me refiero al sistema de organizacin genrica en el sentido que le daRubin (1996: 36) cuando dice:Una mujer es una mujer. Slo se convier-te en domstica, esposa, mercanca, conejita de Playboy o prostituta,en determinadas relaciones. Separada de esas relaciones ya no es msla asistente del hombre.

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    ble. De hecho, la mayora de los hombres respondieronque participaron muy poco para prevenir embarazos nodeseados.5 Con frecuencia los entrevistados aceptaronque ejercieron distintos tipos de presin sobre su com-paera para que actuara como l pretenda (ya sea queabortara o que no lo hiciera) aun cuando dijeron querer-la mucho o que se tratara de su esposa o novia. Adems,casi todos ellos consideraron correcta su forma de ac-tuar independientemente de que hubiera representadoun apoyo o un obstculo a los derechos o las necesidadesde las mujeres.

    Los cdigos ticos forman parte de esta interseccinentre las relaciones sociales institucionalizadas y las rela-ciones micropolticas de la vida cotidiana y proporcio-nan el marco de legitimacin de la accin humana y desus consecuencias. La eficacia simblica de la tarea de le-gitimacin, dice Bourdieu (1999), consiste precisamenteen obtener el reconocimiento de ciertas relaciones de po-der a fin de imponerse de modo duradero. Los criterios derazonamiento moral que desarrollan los hombres con-densan sus visiones del mundo, su concepto de otredad,su forma de legitimar jerarquas y sus marcos cognitivo-emocionales de accin y relacin con las mujeres. La par-ticipacin responsable se nutre de esos referentes, de ahla importancia de su estudio.

    DISEO DE LA INVESTIGACIN

    Con el propsito de profundizar en los mecanismos quefacilitan u obstruyen una participacin responsable delos varones en el caso del aborto, se desarroll un diseode investigacin en el que se entrevistaron 14 varones quehaban vivido cuando menos un aborto inducido en al-gn momento de su vida. El objetivo consisti en iden-tificar las formas de responsabilidad asumidas ante estehecho, as como los criterios de razonamiento moral uti-lizados por ellos para explicar su forma de actuar. Todoslos entrevistados pertenecan a sectores medios de la ciu-

    dad de Mxico y haban alcanzado un nivel profesional deescolaridad (vase cuadro p. 39). Las entrevistas fuerongrabadas y se realizaron en todos los casos por una in-vestigadora.6 Dado que para Piaget (1932) el desarrollodel juicio moral se encuentra ntimamente relacionado aldesarrollo cognitivo, la escolaridad es fundamental paraque una persona construya criterios autnomos de ra-zonamiento moral, esa es la razn por la cual el nivel deescolaridad fue un criterio de seleccin para los varonesde este estudio. Todas las entrevistas se llevaron a caboentre agosto de 1997 y marzo de 1998.

    MUJERES DE SEGUNDA MUJERES DE PRIMERA

    De acuerdo con el anlisis de las entrevistas, uno de los cri-terios que utilizan los hombres para definir responsabi-lidades se encuentra en la posicin (social y personal) queocupan las mujeres con quienes comparten vida sexual.Sus reglas de relacin, implcitas o explcitas, establecenclaramente qu tipo de responsabilidad correspondea cada una. Viven las relaciones formales como partede una vida cotidiana que deben mantener y proteger.Las relaciones no formales son consideradas como algofuera de ellos, distante y marcadas por la separacin.Estas reglas se fijan simblicamente desde el momentomismo de nombrarlas: relacin casual (Daniel), pa-sional (Toms), amante (Humberto), noviazgo can-dente (Adrin), hasta incluso negarla como relacin:no haba relacin previa (Alfonso). El orden simblicodel lenguaje expresa muy bien el lugar que conceden alas mujeres y que les permite adems establecer los al-cances de sus responsabilidades.

    Daniel, de 37 aos, particip en tres abortos a los 23, 25y 26 aos. El primero y el tercer aborto ocurren con unamujer con la que dijo tener slo citas casuales y a la cual

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    5 43% de los entrevistados reconoci que no asuma ningn tipo deresponsabilidad para prevenir embarazos con las mujeres con quienesocurre el aborto.

    6 El hecho de que las entrevistas fueran realizadas en su totalidad pormujeres no interfiri de manera alguna con la disposicin de los va-rones para aceptar y responder a la entrevista, antes bien, una buenaparte de ellos manifest haberse sentido bien de poder hablar de unhecho que no haba podido comentar con nadie.

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    no amaba. En el primer aborto participa con apoyo eco-nmico, no la acompaa y slo se comunica con ella portelfono. Respecto a esta experiencia seala:

    En ese tiempo como los dos ramos estudiantes, no tena-

    mos posibilidades, digamos, de hacer un legrado Nos

    recomendaron unas inyecciones que se las puso una seo-

    ra, pero no funcionaron, despus de determinados das no

    vio resultados y utiliz un t, yerbas que venden en los mer-

    cados. Finalmente abort, la seora prepar los ts, todo fue

    en casa de la seora ya que la chica no poda realizarlo en su

    casa por su mam. Creo que al final, pasado el aborto, tuvo

    una infeccin porque me comunic que estaba enferma y

    tena una infeccin o algo as. De hecho le mandaron un

    medicamento y fui yo quien lo compr y se lo entregu

    Mi responsabilidad era la necesaria para ese momen-

    to No, no tena ninguna obligacin S, hice lo correcto

    porque tena novia y con esta chava era algo casual.

    Ao y medio despus, cuando an es estudiante ocurreotro embarazo no deseado; esta vez es su novia quien vi-ve la situacin y ambos deciden realizar un aborto. Enesta ocasin se lleva a cabo en un hospital, bajo las me-jores condiciones sanitarias. l consigue el dinero conamigos, investiga el lugar adecuado y la acompaa en to-do momento:

    Yo me volva loco, le ped a un amigo que me acompaaraal hospital porque no soportaba estar solo en la sala deespera Asum toda la responsabilidad, era mi novia y laamaba la amaba tanto que no me agrad que ella pa-sara por esta situacin Creo que hice lo correcto porquecomo ya te mencion ramos estudiantes y no era el mo-mento para casarnos, de todos modos despus lo haramos,pero en ese momento yo hice todo lo que pude por hacer-le menos difcil la situacin.

    Al siguiente ao ocurre el tercer embarazo con la mismapersona que tuvo el primer aborto. Daniel se encuentrahaciendo su tesis, trabaja y tiene un sueldo modesto. Elcosto del aborto se distribuye entre l y su compaera,aun as el aborto es practicado en condiciones insalu-bres, totalmente desventajosas para ella y muy distintasa las condiciones en que se dio el aborto de la novia:

    Se hizo en una casa condicionada, donde no haba ni cami-llas, muy feo. No tenan cuarto ni nada, cuando termin ellegrado la sacaron al patio en una silla y cuando se sintimejor la dejaron ir a su casa Debido a que era la segundavez que nos veamos en un aborto creo que lo poco que po-da hacer era apoyarla Yo no tena ninguna obligacin,porque ella no se cuid por segunda vez y yo tampocoHice lo que deba hacer, faltaba poco para casarme con minovia y ella tampoco lo quera tener, no quera ser madresoltera, creo que me port bien.

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    Caractersticas sociodemogrficas de los entrevistadosNombre* Edad Estado civil Nmero de hijos Ocupacin Religin Nmero de abortos

    Humberto 32 casado una funcionario no tiene 2

    Daniel 37 casado dos acadmico no tiene 3

    Alfonso 19 soltero ninguno estudiante catlico 1

    Javier 25 soltero ninguno ejecutivo no tiene 1

    Esteban 42 separado ninguno periodista no tiene 5

    Andrs 29 soltero una empleado catlico 1

    Adrin 44 separado tres acadmico no tiene 3

    Carlos 46 unin libre una empleado no tiene 1

    Toms 45 casado tres abogado catlico 3

    Csar 26 soltero ninguno empleado no tiene 1

    Vctor 27 soltero ninguno empleado no tiene 2

    Luis 33 casado dos acadmico no tiene 2

    Arturo 32 casado ninguno mdico catlico 1

    Fabio 24 soltero ninguno diseo grfico no tiene 1

    * Se utilizan nombres ficticios para cada uno de los casos.

  • saberes y razones Desacatos enero-abril 2005

    Es decir, pudo conseguir dinero y procurar condicionesdignas y seguras slo para su novia, no as para la otra per-sona.7 La forma en que l justifica este hecho es apelandoprecisamente al tipo de relacin con cada una, relacinque se define no solo por los afectos, sino por las diferen-tes posiciones que ocupan estas mujeres en los espaciossimblicos. Las novias ocupan el espacio simblico demadre-esposa, por esto en ellas la sexualidad ertica esuna posibilidad asociada a la reproduccin; son las po-sibles madres de sus hijos, el aborto slo posterga la posi-bilidad de reproduccin para un momento ms oportuno,as que cuidarla y protegerla es parte de sus responsabi-lidades como hombre. En el caso de la amante o la amiga,la situacin es totalmente distinta pues culturalmente laamante es un ser intermedio entre la esposa y la puta; suterritorio y espacio de vida es en todo caso la sexualidadertica, no la maternidad (Lagarde, 1990: 429). Aqu elaborto es una exigencia, el embarazo es un accidente quedesva totalmente la ruta de la relacin, la responsabili-dad, si es que la hay, es fundamentalmente econmica,pues el intercambio con ella es puramente ertico, y seno incluye el espacio reproductivo. Su relacin por esopuede ser despersonalizada, sin intimidad personal y sinafecto. La falta de compromiso de los hombres ante unevento reproductivo con una mujer a la que slo los uneel deseo se explica en trminos de las reglas del juego queellos imponen y cuando stas no se cumplen eso generainconformidad y enojo, pero tambin el hecho mismo deque el aborto tenga que realizarse en condiciones de clan-destinidad y donde con frecuencia se ven obligados aaportar econmicamente, tambin les genera gran ten-sin. Sus malestares surgen as en dos frentes, los que serelacionan con las instituciones que hacen del aborto unevento clandestino, y con las mujeres con quienes com-parten vida sexual donde un embarazo no deseado obli-ga siempre a replantear la ruta de la relacin y dondedeben negociar o imponerse.

    Aun en los casos donde las relaciones con la amanteno son despersonalizadas o sin afecto, la crisis que ge-nera un embarazo no deseado muestra siempre el lugarque tiene esta mujer en su vida, y hace patente que elvnculo amoroso resulte insuficiente en estas situacionesde crisis. En estos casos, los deberes institucionales (co-mo la esposa o el trabajo) suelen estar por delante de loscompromisos con su compaera. Humberto, un hombrecasado, de 32 aos, quien vivi dos abortos con la mismapersona a quien l consideraba amar, pero con la quemantena una relacin de amasiato, coloca al aborto anteun conflicto de responsabilidades al que responde de lamisma manera en que si no la amara, es decir, privile-giando el aporte econmico y dejando que ella enfrentesola el proceso. Adems, la clandestinidad de estas rela-ciones le facilita no asumir mayores compromisos anteuna situacin as:

    Acordamos que ninguno de los dos hablara al respectocon gente de la oficina ya que es bien sabido que si lo sabeuna gente, lo saben todos y podra llegar a odos de miesposa y bueno aunque los afectos no se comparan por-que me cas [con una sonrisa sarcstica pregunta y se res-ponde] cmo dicen por ah? sin amor. Pero creo que locorrecto es que si acept eso no tengo por qu darle disgus-tos y menos de esa magnitud No, no la acompa, leped a una compaera de trabajo [de su entera confianza]que investigara el lugar y fuera con ella el da del legradoporque yo tena una junta con los directivos de la empre-sa ese da La responsabilidad que asum fue la que todobuen amante asumira, la de apoyar moralmente a mi pa-reja y contribuir en lo econmico Mi obligacin era, ade-ms de solventar los gastos, tomar la precaucin de que nofuera en cualquier lugar. A la nica obligacin que falt esque no estuve con ella Yo hice lo correcto, pues como temencion anteriormente, no le poda garantizar nada porel hecho de estar casado.

    La responsabilidad para los hombres, dice Gilligan, co-rresponde a una visin jerarquizada de las relaciones, lacual define la primaca de sus obligaciones. Al momentode establecer sus responsabilidades, ellos tratan de identi-ficar qu va primero. Pero difcilmente reparan en aque-llo que se queda al margen, lo que excluyen al momentode decidir. No existe un conflicto moral porque aquelloque excluyen ni siquiera es visible. Existen reglas de rela-

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    7 Esta situacin se parece mucho a lo que encuentra Mara del CarmenEl (comunicacin personal) en sus autopsias verbales. Cuando ellapregunta por qu no pidieron dinero para atender a una mujer antesde que muriera a causa de un aborto y s lo pidieron para el funeral, elviudo responde que para eso no se pide dinero. Al parecer aqu ocu-rre lo mismo. Para estas mujeres no se pide dinero.

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    cin con las mujeres que los hombres aprenden desdenios: hay de mujeres a mujeres, mujeres de primera ymujeres de segunda. Son esas reglas las que definen susformas de responsabilidad. Incluso, cuando un hombrequiere cambiar su relacin con una mujer, no modifica laregla, sino que modifica material y simblicamente el lu-gar de esa mujer para dar lugar a nuevas reglas y replan-tear as la relacin.

    LAS DECISIONES DE LAS MUJERES,LOS DESEOS DE LOS HOMBRES

    En otras ocasiones, son los hombres quienes desean con-tinuar el embarazo mientras que las mujeres son quie-nes estn interesadas en interrumpirlo. En estos casos, lesresulta ms difcil asumir responsabilidades compartidas,pero aun as algunos aceptan esta decisin y apoyan a sucompaera. Estas formas de participacin tienen muchosmatices, van desde el apoyo irrestricto hasta un respaldoaparente que se traduce en diversas formas de violenciaemocional, porque las mujeres mismas entran en una di-nmica de culpas que su pareja suele reforzar, aun sinquererlo. Es decir, cuando es ella quien plantea la opcindel aborto y ellos lo aceptan, entran en una dinmica dehaber hecho algo que no queran y delegan en ellas el pe-so de sus propias contradicciones, en tanto que le pasanla factura a su compaera de sus propios conflictos mo-rales. Esto ltimo ocurre especialmente cuando los hom-bres estn imbuidos de la condena social hacia el aborto ycuando se contrapone a sus principios religiosos. Andrs,un hombre catlico que particip en un solo aborto a los27 aos con su novia de 19 aos, a quien amaba, afirmaque respald la decisin de su compaera a pesar de quel deseaba continuar el embarazo. Sin embargo, una vezque se realiza el aborto, descarga en ella todos sus conflic-tos mediante diversas formas de violencia emocional:

    Mmh pues me desubiqu bastante, trat de apoyar perome senta culpable, sin embargo siempre estuve a su ladoy tambin como que me entr el remordimiento y resen-timiento hacia ella. Si ella no lo hubiera mencionado yotampoco Mi responsabilidad fue apoyar, es que est di-fcil apoyar, cuidar, consultar, valorar en cierta forma la

    situacin, salvaguardar mi ahora s que mi pellejo, no,este mi persona, protegindome y protegindola por sialgo fallara, dndoselo a conocer a mi padre y a mi to

    Qu tipo de obligacin tenas?Completamente toda, en cuanto a paternidad, de pareja ysobre todo a mi obligacin como hombre.

    A qu te refieres?O sea, de responder acertadamente, de apoyar, apoyar emo-cionalmente, en lo econmico, buscar que se canalizara lasituacin moral de los dos, lo que es la culpabilidad, el re-mordimiento, buscar ayuda para sanar psicolgicamente,mantener esto como parte del pasado para que no estu-viera hiriendo, pero siempre el asunto volva Yo hice locorrecto, puesto que nunca le corr a la responsabilidad,al contrario, me gust afrontarla, aunque me hubieragustado que fuera de manera ms idnea, es decir, comopap. aunque creo que no fui muy justo, no completa-mente, porque en ocasiones la her. Por el resentimientoque senta hacia ella la haca sentir culpable por no quererafrontar su maternidad. Le reprochaba en ocasiones y ellase molestaba, se enojaba, lloraba y pelebamos Ella sesenta bastante culpable, arrepentida, se senta muy mal encuanto a su persona, se odiaba a s misma, se de hecho,se martirizaba, sobre todo al no tener contacto sexual yno permitir, no aceptar que estuviramos juntos, casi noquera verme, pero aun as no la dej sola Despus delaborto, la relacin se fue deteriorando En el aspecto de lacomunicacin, hubo muchos conflictos y prcticamentese desintegr.

    En otras ocasiones, apoyar la decisin de su compaeraen contra de sus deseos les representa un alto costo emo-cional porque lo interpretan como una forma de eludirun compromiso ms serio entre ellos. Esto es, en el ima-ginario colectivo, el deseo del hijo es parte de la entregaamorosa de las mujeres, de manera que esta idea lleva amuchos hombres a pensar que cuando una mujer deseainterrumpir un embarazo es porque no lo ama lo suficien-te. Carlos, un hombre de 46 aos, particip en un abor-to a los 30 aos con su novia a quien amaba. Ella decideabortar y l la apoya a pesar de que deseaba continuar elembarazo, pero el hecho lo vive con dolor e impotencia:

    Yo s quera, pero ella no as que respet su decisin. Nola poda dejar sola, era mi pareja [sus ojos comenzaron aponerse rojos] Estaba muy preocupado por ella, me preo-cupaba mucho su salud, en fin, la amaba, pero me di cuen-ta que no remediara nada preocupndome y mucho menos

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  • saberes y razones Desacatos enero-abril 2005

    la hara cambiar de opinin [comenz a llorar, se le pregun-t si deseaba interrumpir la entrevista, l dijo que no, peroque le diera unos minutos]

    Cmo fue practicado?Se realiz en un hospital, la acompa, estaba muy nervio-so pero todo sali bien Considero que muy a mi pesarhice lo que deba porque tena que respetar su cuerpo y sudecisin Yo intent evitar el aborto por todos los me-dios, pero ella no quera, as que no se puede atentar con-tra la libertad de una persona.

    Consideras que hiciste lo correcto?S, porque respet lo que ella decidi Yo quera ese beb,yo quera tenerlo pero no poda obligarla [Hace el co-mentario] Cmo es la vida, ahora vivo con alguien y tengouna nia, yo no quera tenerla pero mi pareja decidi ques y tuve que asumir mi responsabilidad. Ahora soy muyfeliz con ella, pero en el otro caso, aunque yo la amaba, enel fondo siempre qued la espina de que ella no me ama-ba igual, si no hubiera aceptado tenerlo. Vivimos seis aosjuntos pero siempre me qued ese sentimiento de que ellano me amaba lo suficiente como para tenerlo.

    En otras ocasiones, los varones asumen que su respon-sabilidad consiste en ofrecer un apoyo irrestricto a lasnecesidades y derechos de su compaera, aun cuandono coincidan con ella. Lo que muchas veces falta es quelas mujeres sean capaces de hacer explcitas estas necesi-dades y que ellos puedan expresar las emociones o sen-timientos que un hecho as les despierta. Fabio, de 24aos, particip en un nico aborto a los 22 aos con sunovia, a la que amaba. Expone:

    Cuando nos dimos cuenta que estaba embarazada yo ledije que, pues s, yo quera tenerlo que yo me haca res-ponsable, no?, pero ella no quiso. Yo considero que esmayoritariamente es decisin de la mujer Buscamosun lugar apropiado, una clnica Pues yo, honestamenteestaba estaba nervioso, estaba preocupado, espantadoyo creo que ella ms todava, no? Yo pensando que todofuera a salir bien, que ella estuviera bien. Eso era lo msimportante, no? Pues realmente siento que la regu, por-que el mdico dijo que yo no poda pasar y no insist, mequed esperando afuera y ella fue la que pas cuando

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    deb haber estado con ella, deb haber estado Siento quenos falt un poco de comunicacin, ms que nada des-pus. No s como que ella se encerr mucho en s mis-ma. Ya hasta mucho despus me dijo que hubiera queridoque estuviera ah con ella. Ella me deca que estaba bien, quetodo estaba normal, pero hasta cierto punto quera olvi-darlo, entonces ya lo dejamos en paz, no?, entre comillas,porque despus ya con el tiempo sala Pero siento quefue falta de comunicacin Mi obligacin era apoyarla,en todo lo que ella decidiera Estar con ella, apoyarla entodos sentidos, esa era mi preocupacin No s si hice locorrecto, yo deb estar ms con ella, no? Deb haberlaapoyado ms todava, no?, platicar con ella, antes y des-pus, ms que nada despus Estar con ella en ese mo-mento, pero fue hasta despus cuando ya platicbamos queme deca que hubiera preferido que estuviera con ella ahen ese momento!, que hubiramos platicado ms, que hu-biramos tenido ms comunicacin

    Qu pas con la relacin despus de la experiencia del aborto?Pas algn tiempo en el que aparentemente estbamos co-mo si nada hubiera pasado, pero ya despus empezamos atener algunos problemas cuando tocbamos el tema y ellame reprochaba que no hubiera estado con ella y con mu-cha razn. Yo entend, pero desgraciadamente hasta des-pus. A lo mejor, te digo, por el miedo que yo senta o loque haya sido, no? Yo por lo regular cuando me siento asprefiero estar solo, o sea, no hablo con nadie y ella hacelo mismo, pero despus de tanto retenerlo, explota.

    Sigues con ella?No, la veo todava, somos amigos, compaeros slo eso.

    LOS CDIGOS DE INTERCAMBIO

    Uno de los puntos crticos en la reflexin que hacen loshombres sobre sus responsabilidades se asienta en los c-digos de intercambio que establecen con las mujeres. Ellosaceptan ciertas formas de responsabilidad a cambio deque sus compaeras acaten los trminos que ellos propo-nen. Los varones determinan el tipo de apoyo (econmi-co, proteccin o cuidados) de acuerdo con la apreciacinque hagan respecto a su propia responsabilidad (es moel hijo o no lo es) y a la responsabilidad que suponen elladebe asumir. Sus cdigos de intercambio se establecensobre la premisa del menor costo al mayor beneficio ybajo una de igualdad que no toma en cuenta el hecho deque las mujeres aportan su cuerpo, su salud y arriesgan

    su vida en la realizacin de un aborto clandestino. Alfon-so, de 19 aos, soltero y catlico, narra su experiencia enuna relacin ocasional con una mujer a quien no amaba:

    La conoc en una discoteca as que slo era una amiga,slo tuvimos relaciones esa misma noche en que la cono-c Estaba enojado con mi novia as que me fui a la dis-coteca y pasaron cosas que no debieron haber sido noutilizamos ningn tipo de proteccin yo no pensaba te-ner relaciones esa noche Adems, pienso que ella debicuidarse Ella estuvo buscndome durante un tiempo,pero yo regres con mi novia y no quera saber nada deella. Cuando me enter de que estaba embarazada nuncacre es ms, no creo que haya sido mo, pero sent quetena que ayudarla Pues yo le propuse un aborto. Unamigo haba pasado por una situacin igual, as que cono-ca la persona que poda hacerlo Ella tampoco queratenerlo, slo fue a buscarme porque quera que yo le ayu-dara a deshacerse de la panza La llev con una seoraque le dio yerbas y le dijo que se las tomara, pero no pasnada, as que fuimos con mi amigo y el le recet unainyeccin y eso fue todo Mi responsabilidad fue llevar-la, buscar cmo y pagar Yo pienso que no tena ningu-na obligacin ya que no estaba seguro que fuera mo,pero lo hice para que mi novia no se enterara.

    Consideras que hiciste lo correcto?Yo pienso que hice demasiado, ya que ella no tena ni lamenor idea de cmo hacer o qu hacer.

    En otros casos, acompaarla y apoyar la realizacin delaborto es una forma de garantizar el cumplimiento pun-tual de las reglas que ellos han establecido en la relacinde pareja. Incluso, pueden desarrollar argumentos quereinvindican al mismo tiempo el embarazo y el abortoen un esfuerzo por legitimar su forma de actuar. Esteban,de 42 aos, ha vivido cinco abortos. En su penltima ex-periencia, que ocurre a los 40 aos con una mujer a quienama, madre de cuatro hijos de un matrimonio anterior,establece sus criterios de razonamiento moral a partir dela autosuficiencia de ella como un argumento que lo exi-me de obligaciones:

    Mi responsabilidad era de no volverla a embarazar, por-que como ni la lastimaron ni le hizo mucho dao, enton-ces esos das estuvo como muy romntica y era que siella dudaba aunque fuera un poquito para dar marchaatrs a lo que ya habamos decidido [realizar el aborto], yo

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    me mantendra fijo en mi posicin. Mi posicin no eracon ella ni con que est embarazada, mi posicin es consu realidad concreta y de que yo no me haca responsablede cuatro hijos ms, no?, y porque exista la valoracin deque no pus noms vente a vivir, no? Y no es nomsvente a vivir, pues no!, o sea, vives con una mujer que tie-ne cuatro hijos, pues hay que ver las escuelas, hay que tra-tar a los hijos, hay que estar con ellos, no? Entonces, este,me queda muy claro que no quiero ser pap de cincoObligacin?, no tena, ella sola poda resolver todo elasunto, tanto fsica, como emocional, como econmica-mente A su edad y con su experiencia y todo, obligacinyo no tena. O sea, poda haber acuerdos, poda compartiry poda haber otras cosas, pero obligado? No, yo creo queno S, hice lo correcto, creo que ella se divirti muchode estar embarazada, s, tuvo sus ratos de disfrute de saberque estaba embarazada. Quizs una mujer a su edad quedijera chin, todava soy frtil, pero s porque nos la pasa-mos bien, o sea el clima entre nosotros era bueno.

    Aun cuando ser amante no siempre se traduce en situa-ciones de riesgo para la salud de las mujeres, es frecuenteque limite el ejercicio de ciertos derechos pues en estacondicin tienen pocas opciones para decidir, ms ancuando va acompaada de otras asimetras que facilitanel uso del poder, como el que el varn tenga bastante msedad, mayor experiencia y mantenga una posicin dejerarqua sobre ella, como ser su jefe o su maestro. As,acostumbrados a imponer los trminos de la relacin, pa-ra algunos hombres responsabilidad significa decidir.Adrin, un acadmico de 44 aos, quien particip en tresabortos, vive su segunda experiencia a los 34 aos con unade sus alumnas a quien no ama. Participa procurndolecondiciones seguras para realizar el aborto, no obstante,l impone todas las condiciones, desde la decisin mis-ma de abortar hasta la decisin de terminar la relacin:

    No hubo resistencia por parte de ella, sino que casi casi, puesella reciba como instrucciones las decisiones que yo toma-ba, las cosas que yo le deca y las predicciones que yo hacade la situacin. Como ella nunca hizo la menor insinuacina la posibilidad de tenerlo, todo fue como muy, muy flui-do, as que resistencia no hubo y yo decid qu hacer Miresponsabilidad fue hacerme cargo de toda la situacin,desde tomar la decisin, hasta hablar con los mdicos, estarah, hacerme cargo de los gastos, todo Mi obligacin eneste caso fue mucho mayor que en la primera, tal vez porla diferencia de edades, pero ms por la diferencia de expe-

    riencia. Adems porque era totalmente ocasional. Finalmen-te, cuando uno establece una relacin pues, pasional, conalguien de experiencia semejante hay muchas equidades,pero cuando hay una diferencia tan marcada de experiencia,hay que asumir que la mayor carga de responsabilidad le co-rresponde a uno Creo que todos los que somos machis-tas suponemos que la mayor carga de la responsabilidadcorre a cargo de nosotros. Si eres machista fuerte, no ponesni un quinto y si eres machista dbil te enfrentas a la bron-ca, supongo que soy machista dbil Uno no tiene queasumir con cargar toda la responsabilidad. Algunos cole-gas de gnero la evaden. Si yo hubiera tenido alguna limi-tacin [econmica] hubiera tomado la opcin del machis-ta fuerte, pero como no haba demasiadas carencias loenfrent

    Consideras que hiciste lo correcto?Claro que s, por estas razones que te di La relacin des-pus del aborto se interrumpi porque yo me alej.

    Ese alejamiento tuvo que ver con el aborto?S, claro, porque ahora que me lo preguntas empiezo apensar que s, pero creo que desde el principio era muycomplicada esa relacin y el aborto lo dej todo muy claro,de que no quera complicaciones.

    EL JUEGO DE PODERES

    Otro de los criterios que utilizan los hombres para defi-nir responsabilidades se encuentra en los distintos po-deres que pueden detentar para definir el curso de losacontecimientos y los poderes con que cuentan las mu-jeres para resistir o para negociar. La experiencia de unembarazo no deseado crea una situacin de crisis al in-terior de la pareja que obliga a redefinir el sentido de larelacin, el tipo de vnculos que la mantiene y el proyec-to de vida de cada uno en el futuro inmediato. Cuando nocoinciden los proyectos, se genera un clima de conflictoque coloca en primer plano la dinmica de poderes y con-trapoderes donde se diluyen los acuerdos y las presionesse intensifican. En las relaciones con mayores asimetras seimpone de manera abierta o soterrada la postura del msfuerte. En las relaciones ms equitativas, se negocia. Es-tos poderes dependen tanto de la posicin particular decada uno al interior de la relacin, como del contexto ex-terno en el que ambos se encuentran. Como seala Al-coff (1989), la situacin externa determina la posicin

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    relativa de una persona frente a otra, de la misma mane-ra que la posicin de un pen en un tablero de ajedrezse considera segura o peligrosa, dbil o poderosa, segnsu relacin con las otras piezas. La situacin de mayorasimetra ocurre, por supuesto, en las relaciones no for-males, donde las mujeres se encuentran en la posicinde mayor debilidad para negociar. En estos casos, los va-rones ni siquiera se preocupan por elaborar un discursoque le reconozca algn derecho a su compaera sexual.Dar dinero es el mayor esfuerzo que estn dispuestos ahacer y esto les permite justificar plenamente su actua-cin. Para ellos, esas son las reglas del juego, especialmen-te en los hombres casados. Toms, de 45 aos, casado ycatlico,8 quien ha vivido tres abortos relata su experien-cia en el tercer aborto cuando l tena 39 aos:

    El embarazo ocurri por bueno, porque supongo que ellano se cuid lo suficiente o no se cuid adecuadamenteLa responsabilidad era de ella la decisin del aborto tam-bin la tom ella, a mi no me convena que se enterara mifamilia, y si ella quera tenerlo era su problema, su respon-sabilidad

    Qu tipo de responsabilidad asumiste?Le di dinero

    Qu obligacin consideras que tenas?sa, dar el dinero

    Consideras que hiciste lo correcto?S, porque de otra manera mi familia hubiera salido lastima-da, era lo mejor para mi familia, para m y para ella Deuna u otra forma ya estaba preparado para algo as, perodesde el principio quedaron claras las reglas de la relaciny las soluciones a los problemas que se presentaran.

    En otros casos no es la posicin devaluada de la compa-era lo que justifica la falta de apoyo, sino la no coinciden-cia en cuanto a los proyectos de maternidad/paternidad,que muchos hombres no estn dispuestos a negociar.En algunos varones, el apoyo est condicionado a sentir-se partcipes del proceso, tomar una iniciativa que no los

    contemple puede ser una transgresin que no perdonan.Esteban, quien ha vivido cinco abortos, narra su terceraexperiencia cuando l tena 35 aos; ocurre con una mu-jer a la que amaba y con quien viva en unin conyugal:

    Ella tom la decisin, a m no me avis.

    Por qu?Porque supongo que ella quera asegurar la pareja enfuncin de un hijo. Y a la hora de que le queda claro deque un hijo es una cosa y de que una pareja es otra, este,creo que decidi que no.

    Hubo algn tipo de negociacin?Mmh, no por el aborto, sino en funcin de la posibilidaddel hijo. Ella quera que yo me hiciera cargo los primerosaos para no interrumpir su carrera y entonces ella me

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    8 Es notable que todos los entrevistados catlicos en los que el abortohaba ocurrido en una relacin no formal (ocasional o de amante)presentaron esta misma argumentacin del ms absoluto menospre-cio a los derechos de las mujeres. Si

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    mantena. Entonces yo decid que no, que no me mantena,que una cosa era el hijo y otra ella. Creo que ella queraobligar a la negociacin de que yo le comprara el hijo, entrminos de que ay, hazme el favor de tener un hijo yentonces yo me quedo contigo toda la vida, algo como esoera lo que quera que yo aceptara en la negociacin y yo ledije que no.

    Entonces fue cuando ella tom la decisin?Ni me enter de la decisin. No. Yo slo me enter hasta lahora que se levant y estaba vestida y baada y me dicevoy a que me lo hagan. Ah ching! Pues yo no saba.

    No es lo que t deseabas, que se hiciera un aborto?S, pero no as, sin avisarme A m me excluy, entoncesno tomo ninguna responsabilidad Yo no tena ningunaobligacin, no. Ah el que no saba nada era yo, porque nisiquiera me dijo que ya estaba consultando con un mdico.Me marca su territorio, entonces me sal de su territorio

    Consideras que hiciste lo correcto?Pues, no hice nada!, no poda hacer nada! Pero ahora pien-so que no, que deb haberla mandado a la chingada, perodursimo, no? De hecho, era una traicin a la relacin depareja, entonces no, no fue justo porque me qued conella y no deba de haberla aguantado. Si despus de todosmodos iba a tronar como tron

    Qu pas con la relacin despus del aborto?Que al menos de mi lado, que ella se puso en un plande que ahora hazte cargo de m, de mi tristeza por haberabortado, de mi sufrimiento como mujer, y no Yo mepuse en un plan de ya me marcaste territorio, pues cadaquien el suyo. Entonces, empezamos a dividir nuestras co-sas, sacbamos peleas de cosas tontas, encontrbamos pre-texto para no vernos, obligamos a los amigos comunes atomar partido, lo cual acab con una guerra sensacio-nal y tronamos.

    En otros casos, el embarazo no deseado hecha a andarlos fantasmas de la manipulacin femenina y apareceante ellos como una amenaza. El amor y la relacin mis-ma se cuestionan ante lo que ellos interpretan como unaestrategia de su compaera para atraparlo. Incapacesde resolver sus propias contradicciones, anteponen sus te-mores a sus deseos, se niegan otros espacios de vida y seapegan ciegamente a las reglas que ellos imponen. Csar,de 26 aos, quien tuvo un solo aborto con su novia aquien amaba, relata cmo la experiencia de un embarazono deseado da lugar a una dinmica donde l defiende susintereses y hecha mano de los recursos de poder de que

    dispone, ello da lugar a un aborto que ocurre cuatro aosantes de la entrevista, ste hecho modifica sustancial-mente sus sentimientos hacia su compaera y da lugar ala ruptura de la relacin:

    Ella tom la decisin del aborto porque no quise casarme.De antemano saba que yo no tena intenciones de casar-me, le dije que si quera tenerlo que lo tuviera, pero que yono me hara cargo Y ella dijo que iba a abortar

    Asumiste alguna responsabilidad?Claro, toda: de hecho, ella fue hombre 100%, mujer cero,porque supuestamente ella fue la que sufri y yo tena quepagar su sufrimiento. Para hacernos responsables deberaser 50 y 50. Uno no es el nico culpable, yo no le dije abrelas piernas y no te tomes las pastillas! Yo creo que no erami obligacin Ella pensaba que yo tena toda la respon-sabilidad y no! La responsabilidad era de los dos y no so-lamente ma A grandes rasgos, yo fui el que hizo todo,ella noms fue a la plancha y ya

    Cmo te sentiste?Ay [con un suspiro] consternado tena ganas de serpap, pero tambin de no cortar mi libertad por un enga-o as El asunto es de que s me senta a gusto con elhecho de que iba a ser padre, pero yo haba dicho algo deantemano y no se respet, adems no nada ms porquela seorita quiere te tienes que casar a fuerzas La rela-cin se fue deteriorando, ya no era tan confiable la relacin,ella segua siendo igual, pero mi sentimiento hacia ella eraya un poco hostil y yo propuse separarnos por el hecho deque ya no senta tanta confianza y cario como senta an-tes, porque la verdad una relacin as, ya no, y por la fuer-za menos! por eso hay tanto divorcio.

    Pero no slo los hombres cuentan con poderes para de-finir el curso de los acontecimientos. La experiencia delaborto tambin puede servir a las mujeres para replantearsu relacin y poner lmites a una situacin que las colocaen desventaja. Humberto, quien particip en dos abortosen una relacin de amante con la misma mujer, a quienama, relata el giro de su relacin en el segundo aborto,ocurrido apenas unos meses antes de la entrevista:

    Los dos tomamos la decisin de comn acuerdo porquepensamos que si no se dio en la otra ocasin, ahora mi po-sicin continuaba igual, mi hija ya tena dos aos, de algu-na manera ya se haban afianzado ms los lazos afectivoscon mi familia y no era posible que las cosas fueran dife-

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    rentes a lo que pensamos la vez anterior respecto a mi au-sencia o mi presencia junto a ella eso respecto a m.Respecto a ella, simplemente no quera arriesgarse a tenerun hijo bajo estas circunstancias La negociacin que hu-bo en esta ocasin fue que abortara. Ella sugiri que estavez quera aportar la mitad de lo que costara o de los gas-tos en general. Me solicit que la acompaara a lo cual ac-ced. Ella me dijo: posterior a esto t y yo vamos a teneruna cita, me dijo dnde, a qu hora y cundo. Como ellaya saba cmo era el movimiento en la clnica donde fue lavez pasada, deseaba que fuera ah mismo. Obviamente fue-ron muchas ms las cosas que ella propuso ahora a lo queyo acced Las condiciones en que se practic el abortofueron ptimas Yo me dejaba llevar, pues finalmenteella era la que saba cmo estaba el movimiento Estavez asum la responsabilidad moral que me correspondatomar: la de afrontar cualquier contingencia, la econmi-ca, en las condiciones que ella quiso y estar ah Misobligaciones considero que eran las mismas que la otra oca-

    sin: brindar apoyo moral y a nivel de afecto, brindar apo-yo econmico y servirle como respaldo a mi pareja antecualquier situacin que se le presente Pienso que hice locorrecto pues esta vez estuve con ella en todo momentopero me sent confundido. Primero, por lo que implicaba lasituacin y segundo, tambin desconcertado porque ellaactu de una manera muy diferente a la vez pasada, medio la impresin de que los papeles se invirtieron y ahoraella tom la sartn por el mango La relacin despus deesto, termin Para eso era la cita que haba planeadocon anticipacin y sostuvo que ya no iba a volver a pasareso, sin embargo, y respecto a nuestra relacin, dijo quehaba estado hasta ese tiempo bien conmigo, pero que ya metena bien checado en todos los aspectos. Se daba cuentade que lo nico que yo podra brindarle era vivir limitadapor nunca poda hacer lo que quisiera porque puede afec-tar a y a vivir siempre en funcin de m y de mi esposa.Pues con esto concluy nuestra relacin de aos Fuedifcil para m la separacin.

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    LA PARTICIPACIN RESPONSABLE

    Existen condiciones donde los intereses y deseos de lasmujeres forman parte de los de los hombres, de maneraque la decisin del aborto no desata una dinmica depoderes y resistencias entre ellos, sino que ambos actanconsiderando la mejor manera de resolver una situacinque afecta a los dos. Cuando hay coincidencias en la de-cisin del aborto, un slido vnculo afectivo y unas reglasque los hombres consideran vlidas es ms probable queocurra una participacin responsable de los varones, esdecir, que participen en acciones que garanticen la salud

    fsica y psicolgica de las mujeres, as como su derecho adecidir. Uno de los criterios de razonamiento que facili-ta este tipo de participacin es el reconocimiento de lasasimetras que representa el aborto para hombres y mu-jeres. Esteban, quien ya ha vivido cuatro abortos en losque por lo general ha impuesto sus intereses por sobrelos de su compaera, relata su ltima experiencia dondel participa proporcionando todo tipo de apoyo:

    Lo primero fue ir hablando con ella y que sintiera queno era su asunto sino era nuestro, no?, con esa direc-cin Ella tampoco quera entonces todas sus dudas, to-dos sus nervios, este, no tena problemas de compartirlosconmigo Fuimos con un mdico, es excelente gineclo-go, excelentes instalaciones, tiene equipo de apoyo, comouna psicloga, tiene enfermera, entonces no hubo ningnproblema, ninguno, ninguno El nico problema, bue-no, dos, eran sus condiciones de salud [la haban operadodos semanas antes] y el otro es que a mi cuerpo no le esta-ban haciendo nada. Y bueno, pues en su cuerpo era don-de estaba todo, no en el mo S, es nuestro proble-ma dnde est el nivel de coparticipacin si todo es ensu organismo? Por ms que yo quiera a m no me puedenhacer nada.

    Qu tipo responsabilidad asumiste?De ella todo mi problema era ella una mujer muy fr-gil, muy adorable, entonces no quieres que salga enfermade esto, no? Entonces mi responsabilidad era ella, que sa-liera bien de esto, no? Porque pues era asunto de los dos.O sea, ni ella lo pidi ni yo, pero los dos estuvimos en esto,no? La nica obligacin que tena era mi relacin conella No poda haber hecho ms hubiera sido conve-niente pasar ms tiempo juntos, pero su mam me lo im-pidi Si fue equilibrado?, pues no!, porque todo es ensu cuerpo.

    Otro de los criterios de razonamiento moral que facilitauna participacin responsable consiste en la toma de con-ciencia sobre sus responsabilidades. Amarla, reconocerel derecho de ella a decidir y adems tener plena concien-cia de su responsabilidad, se traduce, en algunos casos,en una participacin solidaria y comprometida que hacesuyos los intereses y necesidades de su compaera. Vc-tor vive en unin conyugal y cuenta con 22 aos cuandoocurre su primera experiencia de aborto, l la apoya entodo lo que puede y relata:

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    Ella dijo que iba a abortar y creo que yo quera tener al cha-val, pero ms bien pienso que yo tampoco habl claro, noquera obligarla, aunque tampoco quera ser el obrero asa-lariado que mantiene una familia S, era su cuerpo, erasu decisin. Si ella quera tenerlo, yo quera tener al chaval.Si ella no quera, yo tampoco quera Yo quera lo que elladecidiera Asum toda la responsabilidad: investigar ellugar, el mdico, seguir las recomendaciones, cuidarla, es-tar con ella Yo tena toda la obligacin del mundo, la veamal tanto fsica como psicolgicamente me senta res-ponsable, hasta culpable. Ambos nos habamos metido enesto y ambos tenamos que salir. Yo tena la obligacin y laresponsabilidad de seguir adelante con lo que siguiera.

    Consideras que hiciste lo correcto?No s, yo me guo por mis sentimientos, hicimos lo que de-cidimos.

    CONCLUSIONES

    La primera conclusin que se puede extraer de los rela-tos expuestos por estos hombres es que un embarazo nodeseado que culmina en un aborto inducido instala alinterior de la relacin una dinmica muy conflictiva, quecuando no se enfrenta de manera compartida tiene altoscostos que recaen principalmente en las mujeres. La re-lacin misma se ve daada y difcilmente sobrevive des-pus de un evento as, en especial porque se trata de rela-ciones no formales que enfrentan a los varones a unasituacin desagradable que no desean volver a repetir. Es-tos eventos desatan en ellos un abanico muy amplio decomportamientos y sentimientos que van desde la msabsoluta indiferencia y una responsabilidad entendida s-lo como aporte econmico, hasta la ms completa solida-ridad y una responsabilidad asumida como apoyo fsico,emocional y moral. En este estudio se identifican cincocriterios de razonamiento moral que funcionan como ba-rreras para una participacin responsable:

    Una conciencia moral basada en reglas que legitimanla exclusin de los derechos de las mujeres.

    Una concepcin jerarquizada de la otredad (mujeresque valen, mujeres que no valen).

    Un concepto de responsabilidad basado en la impo-sicin.

    Desconocimiento de las mujeres como agentes mo-rales.

    Una concepcin de justicia basada en asimetras.

    A su vez destacan tres criterios de razonamiento moralque facilitan una participacin responsable:

    El reconocimiento de la compaera como sujeto dederechos.

    La conciencia de sus responsabilidades. El reconocimiento de las asimetras que representa el

    aborto para hombres y mujeres.

    Se puede decir que la participacin de los hombres anteel aborto se define en funcin del tipo de razonamientomoral y de la calidad del vnculo que establecen con lasmujeres con quienes tienen prcticas sexuales, que ade-ms se modifica de acuerdo con la posicin que tienenlos hombres respecto a sus parejas en cada relacin. Eneste estudio se pueden identificar cuatro niveles:

    1) Un primer nivel, caracterizado por una posicin de do-minio, donde la participacin se circunscribe a pro-porcionar algunos recursos materiales y definir supostura desde la separacin. La fragmentacin entreejercicio sexual y responsabilidad es absoluta. El razo-namiento moral se basa en reglas que legitiman lasasimetras con las mujeres y delega en ellas la respon-sabilidad de la prevencin y de resolver el embarazo nodeseado. En este nivel, prcticamente no existe vncu-lo de ningn tipo, ni amoroso, ni institucional ni soli-dario. La distancia marca definitivamente la forma departicipacin y el criterio de razonamiento moral.

    2) Un segundo nivel, definido por una posicin de poderdonde la participacin consiste en proporcionar apo-yos diversos, pero colocndose a distancia. Se brindaapoyo bajo la premisa de evitar problemas mayores.Los varones buscan eliminar las consecuencias de susprcticas sexuales con los menores costos para ellos oquitarse un peso de encima. La conexin es parcial yespordica. Ella ocupa espacios muy acotados de suexistencia, casi exclusivamente los asociados al pla-cer. El criterio de razonamiento moral se basa en una

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    tica de la justicia cuyas reglas le confieren a cada unoresponsabilidades asimtricas: a l, proporcionar losapoyos instrumentales; a ella, aceptar la falta de com-promiso, el no interferir en la vida de l, no crearcomplicaciones.

    3) En el tercer nivel los varones se encuentran en una po-sicin de autoridad y su participacin consiste en pro-porcionar diferentes tipos de apoyo; colocado desde launin, su participacin se orienta a protegerla, perotambin a imponer los trminos de la negociacin.El criterio de razonamiento moral se basa en una ticade la justicia cuyas reglas colocan en primer lugar elbienestar de ella, siempre y cuando acepte los trmi-nos que l propone. La conexin es extensa y profun-da porque ella forma parte de s mismo, pero en unavisin de la otredad que la subsume en s mismo y noacepta la divergencia.

    4) El cuarto nivel est situado ms en un plano de soli-daridad y relacin paritaria; la participacin aqu seorienta a brindar todo tipo de apoyo sin condiciones.El criterio de razonamiento moral se basa en una ti-ca de la responsabilidad y del cuidado sustentada en elreconocimiento expreso de los derechos de su com-paera y en la aceptacin plena de sus decisiones, auncuando no coincidan con las de l. La conexin es amo-rosa, solidaria y profunda. Desde la unin se acepta ladiversidad, se reconoce la otredad en la diferencia y setrata de equilibrar los costos para ambos.

    De estos resultados se puede concluir que la participacinresponsable de los varones para proporcionar condicio-nes seguras en la realizacin de un aborto depende enmucho de la calidad de los vnculos con sus compaerassexuales y de que esto modifique las posiciones que am-bos guardan en el espacio de la intimidad. Las formas deejercicio del poder pueden ser muy variadas e incluso pue-den vestirse con los ms nobles sentimientos de afecto,proteccin y cuidado. Al parecer, los hombres de sectoresmedios urbanos de alta escolaridad se encuentran en unacoyuntura de cambio respecto a reconocer a las mujeresderechos fundamentales en las decisiones reproductivas,sin embargo, los cambios de fondo son todava muy pocos.Por una parte, muchos de ellos aceptan mayores mrge-

    nes de negociacin con sus compaeras, han extendidosus concepciones sobre la responsabilidad que les corres-ponde y reconocen las desigualdades encarnadas en losprocesos reproductivos. Pero por otro lado, no han modi-ficado sus prcticas sexuales y continan teniendo re-laciones extramaritales o casuales en una lgica bastanteutilitarista que coloca a estas mujeres en franca desven-taja, adems, persisten las inercias y las dificultades paracompartir el poder en los espacios de la intimidad deuna manera que permita negociar y llegar a acuerdos.

    LAS RESPONSABILIDADES DE LOS HOMBRES,ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES9

    Toda reflexin en el mbito de los derechos y las respon-sabilidades, necesariamente lleva a la forma en que se pro-cesa el reconocimiento de la otredad. La responsabilidad,en su sentido ms llano, se refiere al hecho de afrontar lasconsecuencias de los propios actos. Al juzgar sus decisio-nes y acciones, las personas se ven obligadas a conside-rar no slo la forma en que ellas se vern afectadas, sinotambin las consecuencias que tendrn sus acciones ydecisiones en otra u otras personas (Snchez Vzquez,1996). Este principio tico universal se define dentro delcontexto de las relaciones y la experiencia poltica del g-nero. Esto es, por la forma en que se vinculan los princi-pios ticos con las estructuras de dominio y subordina-cin basadas en la diferencia sexual.

    Para Stoltenberg (1990), la definicin de los lmites ti-cos de lo que es correcto o incorrecto, comporta un fuer-te sesgo de gnero tendiente a legitimar cualquier actode los hombres cuando ste sea una expresin de hom-bra. La estructura tica permite juzgar como correctasacciones de abierto dominio, como en el caso de la viola-cin, porque representan una afirmacin de virilidad.La tica del violador, dice Stoltenberg, hace responsablesa las mujeres del acto que sufren bajo el argumento de queel violador responde a su identidad sexual, a su natura-

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    9 Estoy en deuda con Guillermo Nez por su participacin en el Se-minario de Investigacin en Salud Reproductiva (PUEG, 1998); sus es-critos y las lecturas recomendadas fueron muy tiles.

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    leza, de manera que a las mujeres les toca cuidarse por-que los hombres son hombres. Esta moral social se ex-tiende a todos los actos de los hombres que comprome-ten de alguna manera su identidad masculina. En el casodel aborto, una buena cantidad de las reflexiones quehacen los varones sobre su responsabilidad se sostieneen el mismo criterio de razonamiento moral: las muje-res son responsables de lo que les pasa porque el sexo estarea de hombres, mientras que la reproduccin es tareade mujeres, as que a ellas les corresponde cuidarse.

    Por otro lado, la responsabilidad tambin forma partede los atributos asociados a la hombra, pero sta tienesu razn de ser en el marco institucional de la familia o elmatrimonio, pues su valor social reside en que refuerzael lugar social de los hombres en estos espacios, de ah lafalta de inters en asumir responsabilidades en relacionesclandestinas o en actos sancionados moral y jurdicamen-te como el aborto. Las posiciones sociales y personalesque ocupan y los parmetros de conciencia moral quehayan desarrollado marcan los rangos de accin ante ca-da situacin concreta. Para los varones, afirma GuillermoNez (1999), sus concepciones de responsabilidad reve-lan una compleja mezcla de significados contextuales ysubjetivos que se van procesando continuamente. De-pendiendo del repertorio cultural, de su historia personaly de las condiciones especficas, ciertos valores y signifi-cados se vuelven centrales en la evaluacin moral quehacen de su propia actuacin.

    En ese marco, el reconocimiento de la otredad hacialas mujeres es una tarea difcil porque la asimetra de po-deres es invisible en virtud de la disputa cotidiana10 yporque la responsabilidad se encuentra estrechamenteasociada a la experiencia subjetiva de construccin de losvnculos. Los otros, las otras, se vuelven motivo de refle-xin moral cuando les reconocemos un espacio en nues-tra propia vida, puesto que la significacin moral de unhecho depende de los vnculos que unifican a las perso-nas en sus diversas relaciones (Sherwin, 1996). Para la

    mayora de los varones, la construccin de vnculos pa-ritarios con las mujeres representa una dificultad adi-cional porque establecen con ellas relaciones cotidianasdonde ellos ocupan una posicin jerrquica y porque lamasculinidad es un marcador de distancia social queadems da estatus y poder, aun cuando este poder no seatotal ni inocuo para quien lo detenta. En el plano perso-nal, la experiencia de ser hombre no supone un bloquehomogneo de atributos y expectativas, se vive con fisu-ras y contradicciones que pueden ser difciles o doloro-sas, pero les permite mantener privilegios y ejercer po-der. Con todo, la aceptacin de un orden cultural nuncaes absoluto, siempre existen espacios de resistencia. Losafectos, la sensibilidad personal, los esquemas de razo-namiento tico, las necesidades emocionales de los va-rones (incluso las no reconocidas) pueden desempearun papel determinante para romper inercias, reducir dis-tancias, abrir espacios para los otros/otras y reconfigurarlas formas de construccin de los vnculos.

    A diferencia de la paternidad, donde la relacin con elhijo(a) puede disociarse totalmente de los vnculos que te-na con la mujer, en el aborto esta situacin no es posible;la forma en que los hombres viven este hecho se encuen-tra indisolublemente ligada a los parmetros de la rela-cin con su compaera. En el ejercicio de sus prcticassexuales y sus consecuencias reproductivas, los hombresviven un proceso continuo de confirmacin o recons-truccin de su identidad mediante las diferentes formasde vinculacin con sus compaeras sexuales que suponeun proceso de incorporacin simblica de la otra a dis-tintos espacios de su vida, sean subterrneos o pblicos.Estas formas de vinculacin no estn mediadas slo porlos afectos o la institucionalidad, sino por la forma en queella entra a formar parte de su mundo en los mbitosde la intimidad. La conciencia moral de los varones sobresus responsabilidades en el mbito de la reproduccinse inscribe en el sentido de unidad/separacin que hayanlogrado con su compaera. Para los hombres, dice Gilli-gan, la relacin con las mujeres se construye sobre la pre-misa de una separacin primaria que debe ser superadapara afirmar un vnculo. Establecer una relacin erticasignifica definir los parmetros de esa conexin que re-quiere, adems, ser dosificada porque se percibe como

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    10 Como seala Kabeer (1998), los hombres, aun aquellos pertenecien-tes a los grupos de lite de sus sociedades, en general no viven en estre-cha relacin de poder con los pobres. Por esto pueden ser ms solida-rios con ellos que con las mujeres con quienes comparten vida sexual.

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    una amenaza a la independencia y como un sntoma devulnerabilidad.

    Una participacin responsable que considere los de-rechos, intereses y necesidades de las mujeres aparece enlos hombres slo en aquellas relaciones en que han lo-grado establecer conexiones profundas, superar el esque-ma de separatividad con su compaera y reconocerlacomo sujeto de derechos. El amor por s solo no alcan-za a borrar las asimetras porque en el orden genrico elamor se construye sobre relaciones de poder. Aun cuan-do amen a su compaera, finalmente son ellos quienesdeciden qu se negocia y qu no entra en la negociacin.Si bien la interrupcin de un embarazo puede ser un di-lema difcil para ambos, en el fondo se encuentra la in-capacidad de muchos hombres para compartir senti-mientos, para construir vnculos de solidaridad con lasmujeres y para sentir el dolor o las aspiraciones de lapersona con quien comparten su vida sexual. Todo ellocontribuye a reducir su visin de la otredad, a limitar sucapacidad de empata ante situaciones como el aborto ya legitimar su poca o nula participacin ante las conse-cuencias de sus prcticas sexuales.

    Con todo, existen ciertos procesos o mecanismos quepueden ayudar a modificar las posiciones y los des-balances de poder, a superar las contradicciones quesignifican para ellos los costos y los privilegios de serhombre y a construir relaciones ms equitativas y msgozosas para unos y otras. Las fracturas, desfases, con-flictos y contradicciones que se viven en el espacio de larelacin amorosa pueden ser un pivote para modificarlas posiciones, los capitales simblicos y las relacionescon las mujeres. Dice Giddens (1997) que en la actuali-dad ya nadie puede decir soy un hombre y los hombressomos as, ahora es preciso justificar conductas y ac-titudes cuando se demanda, lo que significa que es ne-cesario dar razones; y cuando es preciso dar razones, eldiferencial de poder comienza a disolverse, o, de maneraalternativa, el poder empieza a traducirse en autoritaris-mo. As, cuando las prcticas masculinas tradicionalmen-te percibidas como justas y correctas empiezan a versecuestionadas al interior mismo del ethos en que se mue-ven los varones, los mecanismos de legitimacin quesostienen las asimetras de gnero pueden empezar aperder efectividad.

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    Quedan muchas interrogantes con respecto a las im-plicaciones polticas de la participacin de los varonesen los mbitos de la salud sexual y las opciones repro-ductivas. Falta por debatir qu significa el derecho de loshombres para decidir en el caso del aborto y preguntar-nos sobre la forma en que el imaginario social sobre lapaternidad y las nuevas demandas de los hombres sobresus derechos reproductivos puede convertirse en un ver-dadero contrapeso a los derechos de las mujeres. Por elmomento, algunos partidos polticos de derecha ya em-piezan a plantear que una mujer no puede decidir sobreel aborto porque transgrede el derecho a la paternidadde quien la embaraz. Se dice que desde el momento enque la revista Life publica la primera fotografa de un fe-to en el vientre materno, se inicia el proceso de represen-tacin colectiva del feto como un ente independiente desu madre. Esto permite a los grupos conservadores re-clamar por los derechos del embrin como algo contra-puesto a los derechos reproductivos de la mujer, y porotro lado, abre la posibilidad de crear una lnea directa en-tre el varn y su descendencia donde las mujeres puedenser fcilmente omitidas.11 Las implicaciones de esto en elimaginario colectivo estn todava por investigarse.

    ALGUNAS PROPUESTAS PARA LA ACCIN

    Es necesario hacer nfasis sobre el hecho de que los fe-nmenos reproductivos ocurren en el cuerpo de lasmujeres y que esta situacin obliga a privilegiar susderechos con respecto a los de los hombres. Induda-blemente hay una asimetra en los costos fsicos yemocionales para unos y otras. En el aborto, son lasmujeres quienes arriesgan su salud y su vida y sonellas quienes sufren las sanciones jurdicas y morales.Tambin en la mayora de los casos las mujeres de-

    bern encargarse de la crianza si deciden continuarcon el embarazo. Esto no significa negar el derecho delos hombres a conciliar sus proyectos de vida y de pa-ternidad con sus compaeras sexuales, pero es nece-sario que contemplen siempre el efecto de sus propiosactos en la vida de las mujeres con quienes tienen vidasexual.

    Se requiere reconocer que la responsabilidad de loshombres no se circunscribe a prevenir embarazos nodeseados o a promover condiciones seguras en el abor-to. Una participacin responsable requiere modificarla relacin que los hombres establecen con todas lasmujeres con quienes ejercen su sexualidad, es decir, serequiere romper con la lgica de mujeres de primeray mujeres de segunda.

    Es importante que el aborto deje de considerarse comoun hecho femenino. Esta situacin impide identificarla forma en que los varones participan en este hecho,ya sea como obstculo o como apoyo a los derechos ynecesidades de las mujeres. Adems, impide verlos co-mo actores en las consecuencias que tiene el ejerciciode su sexualidad. Es necesario que los varones tomenconciencia de que cada relacin coital no protegidapuede tener un efecto reproductivo y es ah donde em-pieza su responsabilidad.

    Es necesario que los hombres se solidaricen con losesfuerzos para que el aborto seguro sea consagradojurdicamente. Las condiciones clandestinas en que sepractica atentan contra los ms elementales derechoshumanos. Proporcionar condiciones seguras y dignasa todas las mujeres que lo requieran es responsabilidaddel Estado y un derecho de los hombres que sus pare-jas reciban atencin de calidad. Su papel como aliadosy partcipes de estos movimientos es de enorme vala.

    Es inminente hacer programas integrales para que loshombres consideren, por una parte, la importancia deque todo derecho genera responsabilidades; y por laotra, estrategias de sensibilizacin que les permitanidentificar las ventajas que representa compartir lasdecisiones reproductivas en el mismo nivel de libertady respeto.

    Sera conveniente que en los programas de sensibili-zacin a varones, los talleres de sexualidad o paterni-

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    11 De hecho, seala Yanina vila (en conversacin personal) que se hainiciado ya en los medios de difusin masiva, especialmente en el cine,un proceso de reconfiguracin imaginaria de las identidades masculi-nas centradas en su papel de padres, que hace girar la trama de la vidapersonal ya no en su relacin con las mujeres, sino en su papel pater-no donde las mujeres estn fuera de la escena.

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    dad que se realizan con ellos y en los programas deeducacin sexual se incorporara una reflexin ticasobre el reconocimiento de las mujeres como agentesmorales. Es decir, como personas capaces de tomardecisiones sobre su cuerpo y su vida en un marco dereciprocidad y apoyo por parte de su compaero.

    Es necesario que las campaas y programas dirigidosa los hombres tomen en cuenta sus formas de razona-miento moral a fin de que puedan ser utilizadas parapromover relaciones paritarias con las mujeres. El jui-cio moral basado en reglas no significa que sea tica-mente inaceptable. Lo inaceptable es que estas reglaslegitimen formas de exclusin que limitan los dere-chos de las mujeres. Una tica basada en reglas con-sensuadas que incorpore el respeto y la so