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Resumen sobre la crisis del año XX - historia política argentina
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La crisis del año xx:
"Una palabra pasada de boca en boca, y que cuadraba a las miras de los caudillos de imperar en sus respectivos territorios; una bandera desnaturalizada por los extravíos de unos, por el prematuro desenvolvimiento que se empeñaron en darla los otros, y por la poca o ninguna preparación que tenia los más para asegurarla un día en la práctica, bastó a esa reacción para dar en tierra con la autoridad del Directorio y del congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Ese símbolo, esa palabra, esa bandera, fue la Federación."1 Adolfo Saldías:
Los protagonistas:
Los pueblos Libres:
Nutría sus fuerzas en el instinto de las masas, y luchaban a través de sus caudillos por ver fundidas la armadura política del país en los moldes que representaban las ideas de “República y Federación”.
Las ideas del constitucionalismo norteamericano se hicieron carne en los pueblos libres rioplatenses.Reconocían como Jefe a José Artigas a cuyo lado crecieron otros caudillos como Francisco Ramírez en Entre
Ríos y Estanislao López en Santa Fe.Artigas, quien bregó desde el inicio del proceso por mantener la unidad espiritual, política y territorial del
estado que representaba a una nación preexistente a 1810, propugnaba un nuevo orden social e institucional en la medida que lo permitían la época y el escenario.
Los caudillos sostenían que existía una alianza militar ente el Director y el gobierno lusitano para acabar con la existencia republicana federal. Que también se hacía gestiones ante las potencias europeas con el firme propósito de coronar un monarca en el plata y que se gobernaba despóticamente desde Buenos Airea al resto de las Provincias.
Señala René Orsi que:En la misma línea de pensamiento sobresalen otros contemporáneos que encarnaron como el caudillo
federal, aunque en diferente escala, la acendrada vocación transformadora, el sentido de una ejecutoria nacida al calor del ideario geopolítico que había impulsado a los españoles a establecer el virreinato de Buenos Aires. Ellos sobre todo son José Moldes, Manuel Dorrego, Francisco Antonio Cadioti, José Antonio Cabrera, Eduardo Pérez Bulnes, Miguel Calixto del Corro. Miguel Barreiro, Vicente Pazos Kanki, Manuel Luis Oliden, Joaquín Suárez, Domingo French, Juan Agustín Maza, Manuel Moreno y Andrés Guacurari.2.
Los Directoriales:
La logia Lautaro había dirigido desde Buenos Aires los años iniciales de la Revolución de Mayo.
Fueron ellos los que crearon los ejércitos libertadores y declararon la independencia en Tucumán.
Consustanciados con las ideas europeas donde muchos de ellos habían sido educados, vivían funcionales a la
cambiante situación de una Europa en transición. Sus distintos emisarios iban sugiriendo la política exterior.
Así que se negaron a declarar la independencia en el XIII, como la reclamaban las masas populares, por ser
contraria a la política británica de garantizar la integridad de la monarquía española en su lucha contra Napoleón.
Buscaron un testa noble para coronarla en el Plata: el Príncipe Francisco de Paula y los franceses Luis Felipe
de Orleans y Carlos Luis Borbón príncipe de Luca.
1 SALDÍAS, Adolfo, Buenos Aires en Centenario, Hyspamérica, Buenos Aires 1988, t.1p.27.2 ORSI, René, Historia de la Disgregación Rioplatense, ,Peña Lillo, Bs. Aires, 1969, p. 8.
El vasallaje lusitano, que también fue objeto de especulaciones, no sólo le aseguraba la línea dinástica sino la
eliminación de la resistencia de los pueblos libres. El congreso de Tucumán, principalmente los miembros de la
comisión de Relaciones Exteriores, fueron los que acompañaron la política pro-portuguesa.
Terminaron en fracasos en parte por los mismos sucesos de Europa que trataban de corresponder y,
principalmente, por la reacción de los pueblos libres liderados por Artigas.
René Orsi, en acertada síntesis, afirma que:
Los hombres que formaron el partido centralista, advertidos de la imposibilidad de contener el desenvolvimiento dialéctico de la insurgencia generalizada, decidieron retrogradar al pasado cuanto antes, ya fuere a través de un commonwealth a la española conforme a las gestiones de Sarratea y Rivadavia cerca de los ministros de Fernando VII o haciendo jugar preferentemente el proyecto de integración constitucional con el reino del Brasil, estructurado y convenido en secreto por Manuel José García, Nicolás Herrera, Gregorio Tagle e Ignacio Álvarez Thomas, y llevado adelante eliminando obstáculos durante el gobierno de Pueyrredón.3
Los estancieros:
Rosas expresaba mejor que nadie el nuevo estadio de la economía bonaerense en los fines de los años X: la
estancia. Es decir el establecimiento que en forma permanente, debido a la extinción del cimarrón, hubo que
establecer en el desierto a fin de criar y comercializar el ganado. La clase de los ganaderos tenía intereses
diferentes a la tradicional burguesía comercial de carácter importadora-exportadora de Buenos Aires que se
beneficiaba con la preponderancia del puerto único.
La actividad de esa clase social era una de las causas de las guerras civiles pues los productos de importación
arruinaban las producciones regionales.
Para los estancieros la guerra civil y los malones indios eran sus peores enemigos pues arrasaban con el
ganado y diezmaban la población de la campaña.
Al constituirse la provincia de Buenos Aires, en el año XX, la campaña bonaerense reclama la representación
institucional que le corresponde en la misma. Las designaciones de los gobernadores en el cabildo de Luján
expresan esta voluntad de la campaña que Buenos Aires se resiste a aceptar, acostumbrada, desde la
administración española, a no compartir el poder.
Rosas es la figura que al decir de Ricardo Levene :
Encarna el concepto de la unidad de la campaña y la ciudad4 .
De allí la importancia que el joven estanciero cobrará en la crisis del XX donde comienza su vida pública.
Los aspectos militares:
La desaparición de los ejércitos nacionales:
3 Ib., p 8.4 LEVENE, Ricardo, La anarquía del año XX, UDEL, Buenos .Aires, 1954, p 26,
El régimen directorial basaba su poder militar en dos ejércitos nacionales: el de los Andes creado por San
Martín y el conocido como Ejército del Norte cuya dirección fue permanentemente fluctuando de jefes. Este último
se subleva en la posta de Arequito en razón de que estaba formado en la mística de la lucha con el español y no
quería volver las armas contra sus compatriotas.
El jefe de la sublevación, el coronel Juan Bautista Bustos, declaró su neutralidad en la lucha que sostenían el
Directorio y los representantes de Artigas, aunque daba por hecho la caída del gobierno de Buenos Aires.
Como bien lo expresa Joaquín Pérez:
Conjuntamente con la determinación de San Martín de no intervenir con su ejército en la guerra se aclaraba el horizonte militar para los caudillos federales, perdía vigencia el plan de expectación ordenado por Artigas y quedaba el camino libre para marchar sobre Buenos Aires donde Rondeau, que sucedió a Pueyrredón, apresuradamente trababa de organizar un nuevo ejército.
En el campo directorial, la Logia Lautaro quedó en el desconcierto y anarquizada frente a la difícil posición en que la había dejado la pérdida de aquellos dos ejércitos. Tenían la sensación que políticamente habían sido superados por otro mundo de ideas, que dejando de lado las capas superiores había llegado al fondo mismo del sentimiento de las masas, reavivando su provincialismo y fervorizando un ideal republicano que volvió el destino de la revolución al cauce de Mayo.5
El ejército de Rondeau:
Tomó Rondeau el mando del ejército de observación al mando de Viamonte compuesto de veteranos, mal
adiestrados y esclavos comprados a último momento y sin instrucción. No pasan de 1500 hombres6.
El ejército de Juan Ramón Balcarse:
Estaba formado por la infantería del ejército de Rondeau que se salvó casi intacta de la derrota de Cepeda al
mando de Balcarse quien la condujo hasta San Nicolás. Apoyaba al partido directorial
El ejercito de Soler
Durante el breve interregno del Director sustituto D. Juan Pedro Aguirre se crearon dos ejércitos uno
“Exterior” al mando del general Miguel E. Soler, y otro “Interior” bajo las órdenes de José Viamonte. Apoyaba al
partido federal.
“Los colorados del Monte”:
En su primera memoria de Rosas de febrero de 1819 propone la creación de la "sociedad de Labradores y
Hacendados", para actuar conjuntamente con la policía del campo".
5 PEREZ, Joaquín, Los primeros gobernadores de la Provincia de Buenos Aires, el año XX desde el punto de vista político-social, Archivo Histórico de la Pcia de Bs. Aires, Digital Gráfica SRL, ,La Plata, 2002, p.116 ROSA, José M., Historia Argentina, Oriente, Bs. Aires, 1972, t. 3 p 248.
Rosas no era partidario de las expediciones militares contra el indio, pero sí de una colonización de tipo
militar.7
Por 1820 Rosas escribió su segunda Memoria:
“la campaña de Buenos Aires necesitaba disfrutar de la felicidad de la paz”.
Ricardo Levene afirma que:
En el desorden de ese medio social de la campaña de 1820 "que hoy lloramos", nacieron los conceptos enunciados de Juan Manuel de Rosas sobre la necesidad del orden y las garantías a la propiedad, la conquista del campo vacío entre las estancias y las tolderías, la formación de una milicia regular, el trato pacífico con los indios y el procedimiento ejecutivo, con facultades extraordinarias, delegadas en favor de los hacendados y labradores.8
El Director Supremo Martín de Pueyrredón dictó el 30 de abril de 1819 una resolución que autorizaba a los
hacendados a “levantar y costear” a sus expensas una fuerza veterana, a disposición de ellos, para cubrir la línea de
fronteras, situándola en localidades avanzadas a la nueva demarcación, teniendo en cuenta lo aconsejado en la
“memoria” de Rosas.
Esto fue el origen de los “colorados del Monte”9 fuerzas veteranas que Rosas supo organizar y disciplinar y
que aumentó notablemente su poder en la campaña, y que, como se verá, ante la desaparición de los ejércitos
nacionales, gravitaría en forma decisiva en los conflictos del año XX.10
El ejército de Pagola:
Estaba formado por las tropas de infantería salvadas de la derrota de Soler en Cañada de la Cruz. Contaba
aproximadamente con 600 hombres. Apoyaba al partido federal.
La batalla de Cepeda:
El primero de febrero de 1820 Ramírez y López atacan el campamento de Rondeau en la cañada de Cepeda.
Una sola carga basta para desmoronar a los directoriales en lo que Diego Luis Molinari denominó “la batalla del
minuto y la definición del siglo”. Solo la infantería al mando de Balcarse logró escapar a San Nicolás y salvarse del
desastre.
Aún cuando Artigas no tomara personalmente la dirección de la campaña sobre Buenos Aires, ocupado como
estaba entonces en la jefatura de su invasión al propio territorio de los lusitanos, y sobre quienes acababa de
7 LEVENE, Ricardo, op.cit., p. 20.8 Ib., p. 25..9 El jefe del 5° tercio de milicias, conocido como los colorados del Monte, era el general Martín Rodriguez, Rosas estaba enrollado en él y era jefe de un escuadrón y segundo comandante. Conf. José M. Rosa, op.cit. , t°3, p. 256.10 LEVENE, Ricardo, op.cit, p. 21.
obtener el triunfo de Guirapuitá, no por eso dejaba de ser el comandante supremo de la campaña.
Ramírez, que actuaba en calidad de jefe militar de las fuerzas triunfantes en Cepeda, reconocía su
dependencia de Artigas y seguía sus órdenes, según él mismo específicamente lo declaraba y lo hacia constar en
diversos documentos.
Así, en el cambio de oficios que precedió a la batalla, Ramírez y López expresaban al Director Rondeau el 13
de noviembre de 1819:
S. E. el general Artigas por el clamor de los pueblos nos manda exigir del Directorio, antes de entrar en
avenimiento alguno, la declaratoria de guerra contra los portugueses que ocupan la Banda Oriental, y el
establecimiento de su gobierno elegido por la voluntad de las provincias, que administre por base el sistema
de la Federación, por el que han suspirado todos los pueblos desde el principio de la revolución.
A esta muestra de aquella subordinación a las órdenes de Artigas, podemos añadir otra más contundente.
Refiriéndose a las tentativas de paz que propició Rondeau poco antes de Cepeda, le escribe Ramírez a Artigas, el 27
de diciembre de 1819:
Ciertamente que Rondeau solo quiso salir de los apuros en que lo ponía mi aproximación a Luján, cuando me propuso la entrevista que acepté porque estaba en nuestros intereses como insinué a V. E. en mis anteriores; entonces y siempre no admitiré otra paz que la que tenga por base la declaración de guerra contra el rey don Juan, como V.E. quiere y manifiesta en su oficio último.
Estas palabras de Ramírez no dejan un asomo de duda respecto de su dependencia de Artigas y de las
instrucciones terminantes que tenía de exigir la declaración de guerra a los portugueses para recuperar la Banda
Oriental.11
López les hizo saber a los dirigentes porteños en forma clara y terminante el pensamiento federal:
Nuestras pretensiones son justas, y sin ellas no hay libertad: desaparezca de entre nosotros el Congreso y Directorio de Buenos Aires para que libre aquel pueblo benemérito de la horrorosa opresión a que se halla reducido, elija un gobierno que poniéndolo a cubierto de los males que lo devoran pueda acordar con los de las otras provincias cuando conduzca al bien de todas…En vano será que se hagan reformas por la administración, que se anulen constituciones, que se admita un sistema federal; todo es inútil si no es la obra del pueblo en completa libertad.
También proclamaron a la provincia, en forma que daba en tierra con toda aquella propaganda que los
presentaba como semibárbaros, que no entrarían a saquear Buenos Aires:
Marchamos sobre la capital, no para talar vuestra campaña, multar vuestras personas, ni para mezclarnos en vuestras deliberaciones, sí para castigar a los tiranos cuando fuesen tan necios, que os hagan pretender el mando con que casi os han vuelto a la esclavitud. Apenas nos anunciéis, que os gobernáis libremente, nos retiraremos a nuestras provincias a celebrar los triunfos de la nación, y a tocar los resortes de nuestro poder para que no se dilate el día grande en que reunidos los pueblos bajo la dirección de un
11 PEREZ, Joaquín, op.cit., p.50.
gobierno paternal establecido por la voluntad general, podamos asegurar que hemos concluido la difícil obra de nuestra generación política. 12
El nacimiento de la Provincia de Buenos Aires:
La imposición de los vencedores de Cepeda de terminar con la administración directorial determinaron la
disolución del “Congreso de la independencia, que había manchado su gloria de julio de 1816 con sus hechos
posteriores”13 como, asimismo, la renuncia del Director Supremo Rondeau.
Los caudillos no aceptaron la autoridad del director sustituto Juan Pedro Aguirre ni la comisión pro-paz
designada por el Cabildo.
Decía Ramirez:
Hoy hé recibido la muy estimable comunicación de V. S. S. de 10 del corriente y aunque me complacería en que V. S. S. llegasen a este Cuartel General a poner en ejecución los encargos del Exmo. Cabildo, debo advertir a V. S. S., para evitarles las incomodidades de una marcha infructuosa, que mientras sus poderes no emanen de la autoridad que el pueblo de Buenos Aires elija en completa libertad, no escucharé proposición alguna de avenimiento.
El cabildo cediendo la presión de los federales convoca a un cabildo abierto que elige a los componentes de la
nueva legislatura. Nacía la Provincia de Buenos Aires.
Inmediatamente se llevó a cabo la votación, al término de la cual resultaron electos como representantes del
pueblo de la ciudad los ciudadanos siguientes: Juan José Anchorena, Juan Pedro Aguirre, Vicente López, Victoria
García de Zúñiga, Tomás Anchorena, Juan José Paso, Antonio José Escalada, Manuel Obligado, Vicente Anastasio
Echeverría, Sebastián Lezica. Manuel Luis Oliden y Manuel Sarratea. Los más votados, Juan José Anchorena y
Vicente Anastasio Echeverría, reunieron, 50 votos cada uno, y Manuel Obligado, al totalizar 9 votos, quedó
también consagrado como representante de una ciudad de 60.000 habitantes, sin que ello fuera óbice para que el
Cabildo y el editor de la "Gaceta", extremasen los términos al ponderar aquella elección "popular".
Advierte Pérez que:
Estos doce representantes electos, salvo Sarratea y OIiden, pertenecían a las filas del partido directorial,
aunque en su mayor número a la parte más moderada del mismo.
Dice Levene:
Tal Junta de Representantes se había constituido consultado la voluntad de una parte del pueblo de la
Capital, sin intervención alguna de la campaña. Así es que en su primera sesión- la madrugada del día 17- en
seguida de nombraron presidente de la misma a un hombre representativo de la Revolución de Mayo Juan
12 Ib., p.19.13 ROSA, José María, op.cit., t. 3 p 253.
José Paso, se eligió gobernador provisional a Manuel de Sarratea hasta que pudiera reunirse el voto de la
campaña. Este nombramiento fue bien recibido, aunque debe admitirse que se desplegaron para realizarlo
influencias eficaces del lado de los vencedores.14
El gobierno de Sarratea:
El 18 de febrero era designado por la Junta como gobernador don Manuel de Sarratea, que era un ex
miembro del partido directorial, ex triunviro y agente diplomático en Río de Janeiro, Londres, y Madrid. Debía su
nombramiento al espaldarazo de López y Ramírez y no al hecho que tuviera ascendencia política o militar en la
Provincia.
La designación de Sarratea, con el aval de López y Ramírez, era una probación directa a Artigas.
En efecto, Sarratea cuando estaba al mando del ejército porteño que sitiaba Montevideo en 1813 le envía al
su gobierno que Artigas estaba en comunicación con Vigodet, el jefe realista, al que le hacía llegar víveres con el
objeto de prolongar la existencia de los sitiados.
La acusación de Sarratea, nunca verificada, dio lugar a que Posadas que acababa de ser elegido por influencia
de su sobrino Alvear, Director Supremo lo declara “infame, privado de su empleo , fuera de la ley y enemigo de la
Paria,; considera crimen de alta traición darle “cualquier auxilio y fija una recompensa de seis mil pesos al que
entregue su persona vivo o muerto.
Artigas envío en misión especial a Buenos Aires a Tomás García de Zuñiga para proponer el retiro de
Sarratea.15
El Tratado del Pilar:
Con los “plenos poderes” dados por la Junta de Representantes, el gobernador de Buenos Aires Manuel de
Sarratea llega al campamento de los federales. El 22 de febrero conjuntamente con Francisco Ramírez y Estnilao
López firma el Tratado de la Capilla del Pilar.
Las cláusulas más significativas del mismo las podemos condensar en las siguientes:
Artículo 1°: Que el voto de la nación y muy en particular en las provincias de su mando respecto al sistema de gobierno que deba regirlas, se ha pronunciado en favor de la federación...A este fin elegido que sea por cada provincia popularmente su respectivo representante, debe los tres reunirse en el convento de San Lorenzo de la provincia de Santa Fe a los sesenta días contados desde la ratificación de esta convención..."
Artículo 2°: Cesan las hostilidades, desde hoy retirándose las divisiones beligerantes de Santa Fe y Entre Ríos a sus respectivas provincias.
Artículo 3°: Los gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos recuerdan a la heroica provincia de Buenos Aires, cuna de la libertad de la nación el estado difícil y peligroso a que se ven reducidos aquellos pueblos
14 LEVENE, Ricardo, op.cit., p.57.
15 ESTRADA, Marcos de, Manuel de Sarratea, Prócer de la Revolución y de la Independencia, edit. Barreda, Buenos aires 1985,pp. 60/61.
hermanos por la invasión con que los amenaza una potencia extranjera que con respetables fuerza oprime la provincia aliada de la Banda Oriental.
“…Dejan a la reflexión de unos de los ciudadanos tan interesados en la independencia y felicidad nacional…y aguardan de su generosidad y patriotismo auxilios proporcionados a lo arduo de la empresa”.
Artículo 7°: La deposición de la antecedente administración ha sido la obra de la voluntad general por la repetición crímenes, con que comprometía la libertad de la nación...ella debe responder en juicio público ante el tribunal que al efecto se nombre.-
Artículo 10°: Las partes contratantes están convencidas de todo los artículos son conformes con los sentimientos y deseos del Exmo. Capital general de la Banda Oriental D. José Artigas ...han acordado remitirle copia de esta acta...."
Ramírez aparece firmando el tratado con el título de "Gobernador de la provincia de Entre Ríos", sin que
nunca hasta entonces, salvo en el armisticio celebrado con Soler algunos días antes, el 17, asumiera Ramírez tal
título y categoría. Siempre se le había conocido como "Comandante General del Arroyo de la China" y subordinado
de Artigas. Desde Buenos Aires, en los documentos de la época, se le denominaba generalmente "Representante
de S. E. el Jefe de los Orientales", o simplemente "General del Ejército Federal". Ahora aparecía en el tratado del
Pilar arrogándose por sí y ante sí, el título y jerarquía de "Gobernador de la Provincia de Entre Ríos".
Además de este nombramiento, se observa igualmente la sugestiva disminución de categoría con que se
designa a Artigas en el tratado. Ya no es el Jefe o "Supremo Protector de los Pueblos Libres", como le llamaban sus
adictos. Ahora simplemente se le confería el titulo de "Exmo. Sr. Capitán de la Banda Oriental", delimitando su
gobierno y derecho sobre este territorio que ya sabían ocupado por los portugueses, de modo que lo colocaban en
la innocua situación de no tener mando sobre nadie.
Se le daba la oportunidad de ratificar el tratado, expresándose que la incorporación de la Banda Oriental a las
demás provincias federadas "se miraría como un dichoso acontecimiento", pero si no lo ratificaba, las posiciones no
cambiaban desde que -repetimos- no le reconocían mando efectivo sobre ninguna Provincia.
Los territorios de Corrientes y Misiones, al no figurar mencionados en el tratado, ya entraban en los planes de
Ramírez para incorporarlas al mecanismo de la República de Entre Ríos, que proyectaba erigir después de ésta su
rápido encumbramiento.
Artigas, que había sido el organizador y jefe supremo de la guerra contra el Directorio, había sido relegado
totalmente en la hora del triunfo, según lo denunciaban vivamente el salto de categoría de Ramírez, el
incumplimiento de sus órdenes sobre la guerra a los portugueses, y la depreciada jerarquía con que se la designaba
en el tratado.
Artigas le escribe a Ramírez en abril con severos términos:
El objeto y fines de la Convención del Pilar celebrada por V.S. sin mi conocimiento y ni autorización no ha sido otro que confabularse con los enemigos de los Pueblos Libres para destruir su obra y atacar al Jefe Supremo….al ver este atentado….he corrido a salvar la provincia entrerriana de la influencia ominosa de V.S. y de la facción directorial entronizada en Buenos Aires, que ya destinan a entregarla también al yugo portugués…. No es menor crimen haber hecho el vil tratado del Pilar sin haber obligado a Buenos Aires que
declarase la guerra a Portugal, y entregase fuerzas suficientes y recursos bastantes para que el Jefe Supremo y Protector de los Pueblos Libres pudiese llevar a cabo esa guerra y arrojar del país al enemigo aborrecible que trata de conquistarlo. Esta es la peor y más horrorosa de las traiciones de V.S.
Al deliberadamente obliterarse las instrucciones de Artigas de declarar la guerra a Portugal es la prueba de
que en el Pilar se adoptó una política de paz con dicha potencia.
Todos sabían que Artigas no prestaría su asentimiento a tal tratado, por lo que allí mismo se acordó su
desplazamiento político, según lo denunciaba patentemente la letra del articulo 10.
Lucio Mansilla en sus memorias póstumas dejó escrito16 que:
En un momento de expansión y confianza con Ramírez, le dije que juzgaba que Artigas no ratificaría el tratado reservando la idea de que tampoco le daría un solo peso ni una tercerola. Ramírez me contesto que si Artigas no aceptaba lo hecho, lo pelearían; y si era de mi agrado me invitaba a la pelea. Conversé acerca de ello con el gobernador Sarratea y le manifesté la idea de acompañar a Ramírez con el fin de trabajar por el tratado, haciendo lo que conviniera según como el caso se presentase. Sarratea aceptó y me dio licencia temporal..17
El obvio rechazo de Artigas, trajo la guerra.
Al decir de René Orsi:
El sol de las campañas guerreras de Artigas se iba ocultando en el horizonte patrio y cayó una y diez veces bajo las tacuaras de sus propios discípulo.18
La derrota de Tacuarembó:
La causa de este eclipse político de Artigas, que se decretaba tan expresivamente en el tratado del Pilar,
hunde su raíz y toma fuerza en la completa derrota que sufriera el Supremo Protector en manos de los portugueses
en Tacuarembó, el 20 de enero de 1820 poco después de haber inaugurado auspiciosamente su campaña sobre los
mismos con el triunfo de Guirapuitá.
La derrota de los directoriales en Cepeda y el aniquilamiento de Artigas en Tacuarembó, fueron dos batallas
que separadas apenas por el transcurso de doce días, modificaron de cuajo el panorama político-militar en el Rio de
la Plata.
Joaquín Pérez entiende que:
No existe un renunciamiento o una traición a Artigas, como se dejan decir algunos historiadores, sino que en la actitud de Ramírez hay una reafirmación y concretamiento del ideario artiguista. En lo que difirieron -y ello llevaba implícita la ruptura y la guerra entre ambos- fué en el planteamiento de la solución al problema emergente de la ocupación portuguesa de la Banda Oriental”.
16 SALDÍAS, Adolfo, op.cit.,t. pp..41/42. 17 Mansilla seguiría a Ramírez, previo abandonarlo y tras su romántica muerte, conseguiría sucederle en el cargo de gobernador de Entre Ríos.18 ORSI, René, El ideario de Artigas,; separata del Boletín de la Biblioteca del Congreso de la Nación N° 98; marzo-abril de 1973, p. 62..
Empero, esta disensión no significa que con la firma del tratado Ramírez relegara del ideario artiguista o lo hubiera mutilado en su aspecto doctrinario. Todo lo contrario, en Pilar se afirmó la existencia de la nacionalidad y quedaron plasmados los principios de la organización institucional para el país que tomaba la forma Republicano-Federal, como inquebrantablemente lo había sostenido Artigas. Se preconizaba también la reunión de un Congreso en San Lorenzo, con diputados de todas las Provincias para tratar los problemas inherentes a la organizaci6n definitiva de la nación, como también había sido el pensamiento de Artigas. Si hasta parecía convertirse en realidad la quimera del año XIII.
Es cierto que no se estipulaba la declaraci6n de guerra a los portugueses para conseguir la restitución de la Banda Oriental, pero tampoco se echaba al olvido este territorio. Se la denominaba "provincia aliada", oprimida por una potencia extranjera, y se le invitaba a Artigas a suscribir el tratado, se le reconocía con derecho a nombrar un diputado al Congreso de San Lorenzo. Su incorporación a las demás provincias federadas, dice el artículo 10° "se miraría como un dichoso acontecimiento.
Pero esto no es todo. Recordemos que en el artículo 3° a la par que no se alude a una declaración de guerra a los portugueses, se piden auxilios para defenderse de una posible invasión de los mismos.
Joaquín Pérez se pregunta si existía la posibilidad de que Portugal invada el litoral argentino:
Por cierto que sí. Debemos recordar que la propia invasión a la Banda Oriental en 1816 había sido ordenada con la connivencia del gobierno directorial y que la historiografía de ambas orillas del Plata ha probado fehacientemente este aspecto de la desgraciada política exterior del Directorio. Podríamos hacer un esquema documental sobre el tema hasta llegar el oficio del Director Rondeau dirigido a su representante en Río de Janeiro, con fecha 31 de octubre de 1819, ordenándole gestionar de esa corte la invasión y ocupación temporaria del territorio del país hasta la 1ínea del Paraná, vale decir, que se pedía. a los portugueses la ocupación temporaria de Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
Con fecha 14 de julio de 1818, el general Lecor, jefe de las fuerzas portuguesas de ocupación de la Banda
Oriental, escribía a Pueyrredón, entonces Director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
anunciándole que Artigas había ordenado a Ramírez la recluta del mayor número posible de tropa para destinarlas
a sus futuras operaciones. Con el objeto de impedir su realización, por el peligro que ello implicaba el general
portugués le proponía a Pueyrredón el siguiente plan:
Se sirva enviar en esta coyuntura para Entre Ríos algunas fuerzas de su ejército, con el objeto de ocupar aquel territorio, y de impedir las violentas reuniones, con que son vejados aquellos Pueblos, cortando así a D. José Artigas la esperanza de tales socorros. Si con todo VE no halla inconveniente adherir a este mi arbitrio, será necesario, que yo mande pasar parte de mis tropas a la margen derecha del Uruguay, para que allí operen en combinación con las que persiguen a Artigas en la margen izquierda y traten de remover los auxilios que Ramírez pueda proporcionarle. La naturalidad de esta medida excluye por sí sola toda sospecha desagradable; pero, esto no obstante, quiero cortar con esta contestación cualquier equívoco y siniestra aplicación que se le quiera atribuir.
El 17 de setiembre del mismo año, Pueyrredón contestaba este oficio de Lecor aceptando en un todo su
propuesta. Empezaba por decir:
Conducido por los mismos principios que expone VE en su nota oficial del 14 de julio último, he despachado tropas con destino al Entre Ríos, que se hallan estacionadas en el Rosario esperando una oportunidad para dirigirse a los puntos donde más convenga…Sin embargo como el interés recíproco de ambos gobiernos demanda imperiosamente que Artigas sea perseguido hasta el caso de quitarle toda esperanza de obrar el mal a que lo inclina su carácter; acepto gustoso el arbitrio que propone VE y convengo desde luego en que pasen a la margen derecha del Uruguay las tropas al mando de VE que quiera destinar al expresado objeto.
Pueyrredón exigía algunas condiciones como ser la de que los portugueses no se mezclaran en al administración de la zona a ocupar, la que debía ser evacuada en el término de seis meses.19
Puede observarse que en nada se detenía el Directorio con tal de acabar con aquel azote bíblico, como
llamaban a Artigas.
Sostiene Joaquín Pérez:
Desde antiguo que los portugueses deseaban una oportunidad semejante a la que les brindaba esta invitación de Rondeau, y vista su victoria en Tacuarembó, las perspectivas se les presentaban por demás promisorias. Si se detuvieron en la línea del Uruguay sin pasar a Entre Ríos, fue porque conocieron la derrota de Rondeau en Cepeda y su enorme repercusión política, como que significó el triunfo de las ideas de Artigas en el Río de la Plata y la caída de todos los hombres que manejaron la política de contradanza de la Logia Lautaro. Cruzar en estas nuevas circunstancias el Uruguay hubiera significado una operación militar de resultados imprevisibles. Por ello, prefirieron optar por una política de expectativa.20
No obstante, este peligro de la invasión de los portugueses seguía existiendo y latía en el ambiente. Ramírez no podía saber al momento de la firma del tratado la actitud que asumiría el general Lecor después de haber vencido a Artigas, y por eso este temor impregna la redacción del artículo 3° pidiendo armas a Buenos Aires.21
El 4 de marzo Sarratea entregó a Ramírez 25 quintales de pólvora, otros tantos de plomo, 800 fusiles y 800
sables.
El acta de sesión de la Junta de Representantes, ratificatoria del tratado del Pilar, no se ha hallado, por lo cual
no hay constancia expresa que Buenos Aires se hubiese comprometido en secreto a la entrega de armas, pólvoras,
municiones y dinero a los federales.
Uno de los documentos que refieren a este aspecto es el acta del Cabildo del 15 de marzo de 1820, en la que
consta la presencia de algunos miembros de la Junta de Representantes para tratar un oficio de Ramírez en el que
pide nuevos auxilios económicos, y en cierto pasaje dice:
Que cuando los tres Gobiernos de esta Ciudad Santa Fe y Entre Ríos firmaron el tratado de paz el veinte y tres de febrero último se había acordado secretamente por separado, para no inspirar alarma al gobierno portugués, que se daría al de Entre Ríos por remuneración de sus servicios e indemnización de gastos, por los auxilios que había prestado para deponer la facción realista opresora del País "500 fusiles, 500 sables, 25 quintales de pólvora, 50 de plomo" y que se repetirá según las necesidades de que el ejercito; considerando en tal suplemento el interés de esta ciudad y las demás Provincias de la Federación en sostener la libertad de Entre Ríos.
De tal documento se esclarece que la Junta de representantes no trató ningún pacto secreto del Pilar; pero
sus miembros estaban informados por el gobernador que el contenido del articulo 3° del Tratado público votado
por la Junta obligaba a Buenos Aires a dar auxilios a Entre Ríos y Santa Fe, que se especificaron, como lo pedían los
jefes del ejercito federal, para evitar alarmas en el gobierno de Brasil.22
19 PÉREZ, Joaquín: El proceso por alta traición a la Patria incoado a los miembros del Directorio y Congreso en 1820; Revista HUMANIDADES T°XXXII,; Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad Nacional de La Plata, 1950,pp. 214/21620 PEREZ, Joaquín, Los primeros gobernadores de la Pronvia de Buenos aires. p.53.21 Ib.; p.55.22 LEVENE, Ricardo, op.cit., p.46.
Días después y ante el pedido de Ramírez, el Cabildo y la Junta le autorizaron una nueva entrega del doble de
armas y municiones.23
La importancia institucional del Pacto Del Pilar:
Adolfo Saldías sostiene que el tratado:
Más que un pacto de circunstancias para terminar el estado de guerra, es un tratado que echa la primera base de la futura organización nacional. Y esa base se robustece con el consenso nacional, perdura en el tiempo, se asienta definitivamente, y tanto que la Convención del Pilar es la inicial del famoso pacto Federal del año 1831, el cual es, a su vez, el punto de arranque de la Constitución federal-nacional que rige actualmente a la República Argentina.24
Ricardo Levene afirma que:
En el tratado de Pilar, ratificado por la Junta de Representantes, algunos artículos no reflejaban únicamente el problema político que se sintetizaba en la protesta de las partes contratantes de que el voto de la nación respecto al sistema de gobierno que debía regular era en favor de la federación. El problema económico, también estaba en discusión y se resolvía por el nuevo principio de la libre navegación de los ríos Uruguay y Paraná para las Provincias amigas, la cual abría el litoral al comercio interior y exterior.25
El Dr. Fernando Barba, sostiene que no obstante la innegable importancia del Pacto del Pilar, los caudillos
signatarios no hacen referencia al tema, crucial en las guerras civiles, de las rentas de aduana de Buenos Aires.
No encuentro otra explicación de que los vencedores de Cepeda pensaban nacionalizar la aduana en el seno
del congreso federativo a reunirse en San Lorenzo, a jugar por el documento que López envía al Cabildo de Santa Fe
de fecha cercana al inicio de la nueva invasión a Buenos Aires (5 de junio de 1820):
“Por qué no ha venido el diputado [porteño] a San Lorenzo? Por no dejarnos el poder que hemos adquirido a fuerza de fatigas, para que nuestro comercio no destruya el monopolio de Buenos Aires”.
El interregno de Balcarse:
El partido directorial, momentáneamente excluido del poder, había reaparecido su influencia a través de la
Junta de Representantes y esperaba la columna que Juan Ramón Balcarce había salvado de Cepeda para tener una
fuerza que sirviera de base a sus nuevas especulaciones políticas. El 1° de marzo Balcarse y su tropa entran a
Buenos Aires. El 6 estalla la revolución y al decir de Levene:
Balcarce, impuesto momentáneamente por una pueblada de elementos jóvenes y representativos -directoriales o partidarios de la unidad de régimen- fue Gobernador con facultades omnímodas, conferidas directamente por aquella exaltada multitud. Este sector del pueblo era la parte labrada de la sociedad y hacía ahora un dictador para que procediera sin consultar con nadie, como antes se había gestionado la venida de un monarca para concluir con la anarquía”.26
23 ROSA, José María, op.cit., t. 3 p 266.24 SALDÍAS, Adolfo: op.cit, t. I p. 40. 25 LEVENE, Ricardo, op.cit., p. 44.26 Ib., p. 49.
Ante la irreductible posición de Ramírez que no abandonaría la provincia ni suspenderían sus armas mientras
no sean repuestos Soler y Sarratea, en la noche del 11 de mayo, abandonado de todos y pasadas sus tropas al
ejército de Soler, Balcarce se embarcó hacia Montevideo, acompañado de una raleada comitiva. Alvear, que en
calidad de amigo personal le había acompañado en todos estos sucesos, se ocultó en la ciudad.
El breve interregno de Juan Ramón Balcarse sirvió para que, como se verá enseguida, funcionarios de la
administración derrocada en Cepeda se incautasen de la documentación más comprometedora a la misma en
relación a su connivencia con los portugueses.
Joaquín Pérez señala:
Así acabó la contrarrevolución directorial. No se necesitó lucha armada porque les faltó apoyo popular y fuerza de voluntad para llegar a tanto. Sin embargo, esta contrarrevolución abortada era un síntoma elocuente de la reacción de aquella clase homogénea, que volvería nuevamente al ataque en la primera oportunidad. Desecha por la fuerza de la opinión pública, se reharía con nuevas figuras y volvería al ataque sin apearse de sus pretensiones de dirigir los destinos nacionales. Más que la fuerza de las ideas, la fuerza de las cosas del país la vencería más tarde.27
Final del gobierno de Sarratea:
Sarratea tomó medidas para reconocer los ganados existentes en varios puntos, devolviéndolos a sus dueños
y repartiéndose proporcionalmente a los quebrantos de cada uno. Inauguraba un procedimiento de gobierno que
constituiría más tarde la base económica de dominación de Rosas.
El 14 de abril el Gobernador mandaba a incoar, a los miembros del Congreso y Directorio caídos, el juicio
público que exigía el artículo séptimo del Tratado del Pilar. Daba un Manifiesto explicativo y el auto cabeza del
proceso que arrojaba los tremendos cargos de haber propiciado la ocupación portuguesa de la Banda Oriental, y de
haber trabajado secretamente por la coronación de un monarca europeo en nuestras provincias.
Abierto el proceso y designado el Dr. Juan Bautista Villegas como fiscal, se buscaron afanosamente los papeles
que sirvieran para documentar los cargos, aunque no se lograron los resultados que se esperaban. Se había llegado
tarde, muchos de los documentos habían desaparecido.
El 17 de abril el ministro de gobierno y hacienda, Manuel Luis Oliden, informaba al Gobernador que mucha
correspondencia faltaba de los archivos secretos de su secretaría y de la del Congreso, y “es excusado detenerse a
dudar, ni por un momento que todo debió ser traspuesto por el Oficial Mayor de relaciones exteriores D. Justo
Núñez: al menos él y su Secretario debería dar razón de su existencia y ambos están prófugos.
Dice Pérez:
Este misterio de los papeles desaparecidos lo aclaró el portero del ministerio, al declarar que Justo Núñez acompañado de los ofíciales Garrigó y Varela, todos cesantes en sus puestos con anterioridad, en uno de los días del gobierno de Balcarse se habían introducido en la Secretaría de Gobierno, en el despacho que
27 PEREZ, Joaquín, op.cit., p. 81.
había sido de Núñez, que era donde también se guardaba el archivo de relaciones exteriores, y había estado toda una mañana en él. De aquí puede deducirse el destino que tuvieron los papeles más comprometedores.28
El 29 de abril Tomás de Anchorena publicó una violenta excusación contra Sarratea donde aclara su
inculpabilidad en el “alta traición” y a la vez acusa al gobernador por la tentativa monárquica del infante Francisco
de Paula en 1815 cuando Sarratea se desempeñaba como representante del Directorio en Londres. Se constituye la
Junta aprobando las actas de todos los presentes pese al veto del gobernador. El 1° de mayo ordena a Sarratea que
entregue las causas, pues se debe procesar, no solamente a los participantes en la negociación del príncipe de Luca,
sino a “todos los complicados en intrigas monárquicas”.
El día 2 de mayo Sarratea envía las causas pedidas por la Junta. El cuaderno 1° era el proceso formado a los
congresales y directores por el crimen de haber negociado un Rey y fundado "una dinastía clandestinamente", el
"tenebroso proyecto". El segundo cuaderno era continuación del anterior. El tercero comprendía demandas contra
Juan Pedro Aguirre relacionadas con el embarco de Pueyrredón. El cuarto trataba otras demandas contra
Pueyrredón y su secretario Vicente López por la expatriación de los coroneles Domingo French y Manuel Pagola. El
cuaderno quinto y ultimo, reservado, era la indagación abierta para descubrir la existencia y acuerdos de la logia de
Caballeros de América e individuos que la componían.
El mismo día Saratea renuncia “por la decadencia de su salud”. Poco después escapará a Entre Ríos, según
José M. Rosa, para librarse de Soler y Anchorena.
El gobierno de Ramos Mejia:
La Junta acordó reemplazar a Sarratea, el 2 de mayo, por el presidente de la misma don Ildefonso Ramos
Mejía, sin mayores antecedentes hasta entonces, para desempeñar el cargo a la espera de la oportunidad de
nombrarse el gobernador propietario
Con el nombramiento de Ramos Mejía en el cargo de Gobernador interino, el partido directorial se apoderó
firmemente del mando político de la Provincia. Su próximo objetivo sería quitarle a los federales la jefatura del
ejército.
El día 4 de mayo ordenó poner en libertad a los directoriales presos; esta primera resolución que firmaba
Ramos Mejía más que su primer acto era su mejor definición. También fue reconocido Miguel Zañartu -notorio
enemigo de los federales- en el carácter de representante diplomático por Chile.
También la Junta resolvió que no tenía facultades para juzgar a los miembros de la anterior administración.
Dice el acta del 4 de mayo, hasta "que algún día se lograra la creación de una autoridad nacional suprema" que lo
tratase.
28 Ib., p.89.
El día 10 se resolvió fijar sesión par designar el diputado al congreso de San Lorenzo, según lo acordado en el
Tratado del Pilar. Recayó la representación en Matías Patrón, nombrándose a Juan José de Anchorena y Victorio
García de Zuñiga para que redactasen las instrucciones. Al indagar a la junta éste último sobre los alcances del tipo
de federación no consiguió definición alguna.
En el manifiesto que la nueva Sala dirigió a las provincias en septiembre de 1820 se manifestó en favor de la
unidad de régimen y no por la federación.29
La primera constitución provincial
Nicolás de Anchorena presentó un reglamento de siete artículos, en el que se establecían las restricciones a la
autoridad del Gobernador que fue tratado en varias sesiones. Era asunto de proyecciones institucionales:
cualquiera fuera su carácter, un cuerpo orgánico de leyes o un reglamento circunstancial.
Por el articulo primero el Gobernador no ejercería jurisdicción alguna, civil ni criminal de oficio, ni a petición
de parte, no pudiendo alterar el sistema de la administración de justicia, pero podía hacer detener a las personas
sospechosas de perturbar el orden, habiendo opinado algunos miembros que “esa especie de supresión de
seguridad individual” fuera aplicada por el gobernador con acuerdo del Consejo.
Por el artículo segundo se estatuía que en los momentos de conflicto o inmediatos de una alarma, el
gobernador podría hacer empréstitos sin tasa ni medida con acuerdo del Consejo, pero no fuera de este caso,
aprobándose una observación según la cual, durante el tiempo de la delegación, que era de ocho meses, podrá
contratarlos solamente hasta 200.000 pesos. Por la misma disposición carecía de facultades para imponer pechos,
contribuciones, ni aumentos de derechos de ninguna clase, directa ni indirectamente.
Por el artículo tercero no podrá emitir más papel que el se le había fijado, pero estaba autorizado a
destinar, con acuerdo del Consejo, para gastos ejecutivos de la defensa de la provincia, los 60.000 pesos aplicados
al pago de créditos pendientes. Por el artículo no podía crear nuevos empleos, ni promover grados de coronel
mayor, ni prebendas eclesiásticas, ni aumento de sueldos.
El artículo sexto le impedía al gobernador celebrar tratados de paz o declarar la guerra sin aprobación de la
Junta y sólo en caso de invasión podría adoptar las medidas para la seguridad de la provincia. El último artículo
preveía que en caso de acefalía ejercería el cargo el Presidente del Consejo, debiendo darse cuenta a la Junta para
que resolviera lo conveniente.
La creación del Consejo con voto consultivo y resolutivo tenía un importante antecedente en el Consejo de
Estado, instituido por el estatuto de enero de 1814.
29 LEVENE, Ricardo, op.cit., p. 83.
El Consejo se integraría con tres miembros, pero se designaban también dos suplentes, pudiendo ser todos
ellos de la Junta o fuera de ella, y tendría voto resolutivo en la materia tratada en el Reglamento y en lo demás voto
consultivo.
Fueron designados Andrade, Tomás de Anchorena y Paso, eran miembros de la corporación, dispensándoles
de la asistencia diaria a sus sesiones en virtud de la preferente atención que deba darse a los negocios del Consejo,
pero quedaba al arbitrio de la Junta hacerlos concurrir.
Como bien señala Ricardo Levene:
Este reglamento dictado ente el 29 y 30 de mayo y las disposiciones adoptadas en sesiones siguientes, es la primera constitución escrita de la Provincia de Buenos Aires.30.
Se pensó que era inevitable la dictadura frente a la guerra civil y para "precaver males de mayor bulto y
trascendencia" la legalizaron, pero no por simple y absoluta delegación de facultades extraordinarias, sino
limitándola, señalándole atribuciones y aún rodeándola de un Consejo. A pesar de todo la Provincia tendrá que
pasar inevitablemente por aquellas etapas de la anarquía y la dictadura que se intentaba salvar31.
Comenta Levene que:
La dirección de los acontecimientos están en manos de Tomas de Anchorena o de Ildelfonso Ramos Mexía, que no se sobrepone a sus propias pasiones. Con inspiración patriótica combaten a los "anarquistas" más que a la anarquía proyectan una carta constitucional de la Provincia, pero no tiene la visión del horizonte político que es el presente y el porvenir de todas las provincias y lo que es más grave, no se desprenden de su pasado inmediato, se empeñan obcecadamente en volver al gobierno del círculo, o la minoría depuesta, no obstante sus reiteradas renuncias.32
Ramos Mejía nombró a Soler, inclinado a los federales, aquel mismo día del 24 de mayo: "General en Jefe del
Ejército Exterior".
Esta conducta del partido directorial era la expresión cabal de su debilidad en el terreno militar. Absorbió esta
vez la lección pero cuando meses más tarde se decida a recorrer un camino idéntico, lo hará tratando de
asegurarse previamente la preponderancia militar.
Soler no aceptó la designación del gobernador, pues subordinaba indirectamente al partido federal a sus
enemigos de siempre y prefirió derrotarlo mediante un golpe militar.
Los más altos jefes y oficiales del ejército de Soler, acantonado en Luján, suscribieron un petitorio al Cabildo
de la Villa en el que declaran:
A fin de precaver los graves males que indudablemente van a resultar a nuestra Provincia con el es -candaloso paso que ha dado el Gobierno de Buenos Aires, despojando sin justa causa al Sr. Brigadier Don Miguel Estanislao Soler de la autoridad que aquel pueblo y toda la Provincia le confió...es la voluntad general de la campaña que se reponga en el mando de Capitán General de las armas al expresado Brigadier Don Mi-guel E. Soler, y se le tenga y reconozca por el Gobernador de la Provincia con existencia personal en el centro
30 Ib., p. 89.31 Ib., p.49.32 Ib., p.90.
y a la cabeza de su ejército, pues sólo su infatigable celo es el capaz de ordenar, tranquilizar y poner en seguridad nuestra amable provincia.
Reunido ese mismo día, el Cabildo de Luján acordó: “Que siendo los votos de esta corporación unos mismos
con el Ejército que hace la presente comunicación, queda reconocido por este Ayuntamiento de Gobernador y
Capitán General el Brigadier General Don Miguel Estanislao Soler”.
Soler agradeció por oficio su designación y la confianza que le dispensaban, proclamó a la campaña jurando
“salvarlos o perecer con ellos” y acto seguido dirigió todos los documentos a la Junta de Representantes, a la que
encarecía "que a la mayor brevedad se resolviese lo más conveniente."
En consecuencia, los habitantes de la campaña reasumían el poder que delegaron en la Junta de
Representantes y lo designaban gobernador al General Soler, pedían la disolución del Consejo para asesorar al
Gobierno, reservándose el derecho de designar las personas que lo constituirían.
En la sesión del día 20 de junio la Junta de Representantes escuchó una diputación compuesta de un
representante del general Soler y otro del Cabildo de Luján, quienes hicieron una exposición de las causales que
motivaron el golpe militar, afirmando:
Que la campaña había adoptado esta medida en justa reparación del agravio inferido al Sr. Gral. Soler por este Gobierno, privándole del carácter de Gral de mar y tierra que antes le estaba declarado: y porque vela que la actual administración hacia revivir la facción de las anteriormente depuestas.
Acto seguido la Junta aceptó la renuncia del Gobernador Ramos Mejía.
El día de los tres gobernadores:
El 20 de junio es el día famoso de los tres gobernadores, en que otros tantos parecían disputarse
ansiosamente el mando, y sin embargo, los tres, el Gobernador titular, el Cabildo y el general Soler, no querían
hacerse cargo de él.
Como los directoriales no tenían fuerzas militares para oponerlas a Soler, la Junta de Representantes de
Buenos Aires aceptó la renuncia del Gobernador Ramos Mejía, a quien se le ordenó asimismo depositar el bastón
de mando en el Cabildo, y se previno a este cuerpo avisase al general Soler que “podía entrar en la ciudad seguro
de no encontrar la menor oposición”.
Igualmente acordaron:
Que en vista de todas las precedentes ocurrencias, especialmente de lo expuesto por la diputación del Sr. gral. Soler e ilustre Cabildo de Luján, de cuyo conjunto resulta desconocida, y nula la representación Provincial que hasta ahora ha investido esta H. J., por todos estos motivos y demás bien obvios que la premura del tiempo no da lugar a especificar, ha resuelto que de hoy día de la fecha, por unanimidad de sufragios, queda disuelta y ha expirado esta Corporación representativa de la Provincia.
Soler ofició al Cabildo diciendo que no entraría a Buenos Aires hasta que los representantes de ese pueblo no
manifiesten libremente la voluntad de sus representados hacia la persona del Gobernador y Capitán General que
deba ser de la provincia, extrañándose mucho que la Junta se hubiese disuelto.
El Cabildo empezó esa misma noche las citaciones y al día siguiente, 22 de junio, reunidos en la Sala del
Ayuntamiento los cabildantes con los siete miembros que se pudieron reunir de la disuelta Junta, acordaron
comunicar a Soler su designación como Gobernador.
En consecuencia el Cabildo dispuso que a las 10 de la mañana debían:
"reunirse las Corporaciones, Jefes políticos y Militares en la Sala Capitular del Exmo. Ayuntamiento,
para solemnizar como corresponde la recepción del Señor Brigadier General Don Miguel Estanislao Soler, del
cargo de Gobernador y Capitán General para que ha sido electo."
Al contrario de lo que afirma Mitre, la recepción de Soler se solemnizó debidamente.
El gobierno de Soler:
López inició la invasión a Buenos Aires el 5 de junio de 1820, con el fin de derrocar a los directoriales.
En esos días López envió al Cabildo de Santa Fe una explicación de los motivos que justificaban aquella
determinación:
Si el año pasado teníamos datos fundados para creer era entregada nuestra patria a príncipes extranjeros, al presente los tenemos evidentes y no ignoramos ninguna de las bases sobre que estriban aquellos inicuos tratados. Si entonces no conocíamos a los cómplices, ahora podemos señalarlos con el dedo y con el mayor dolor de los buenos americanos los vemos otra vez en el poder y disponiéndose para realizar sus proyectos. Las razones que resolvieron a V. V. S. S. a declarar la guerra contra el directorio de Buenos Aires son mucho más poderosos en el día al conocer que los tratados de febrero [Pilar], nos fueron acordados únicamente para salir de los momentos difíciles a que los condujo el heroísmo de nuestras tropas, cuya sangre derramada por sostener los derechos de los pueblos no debe ser infructuosa y despreciada por los que ni un instante perdieron la comodidad de sus casas ni las ventajas de sus especulaciones. Lean V. V. S. S. con detención los doce artículos de la Convención y verán que ninguno ha sido cumplido religiosamente, y que tratan de eludirlos todos, porque como dice el general Soler al coronel Vidal en carta particular que he leído, "la Provincia de Buenos Aires debe volver a ocupar el lugar preferente que por justicia le corresponde". ¿Por qué no ha venido el diputado a San Lorenzo? Por no dejarnos el poder que hemos adquirido a fuerza de fatigas, para que nuestro comercio no destruya el monopolio de Buenos Aires y para que no figuremos en la Nación y en el mando con aquella importancia que nos proporciona la localidad de nuestro territorio, su fertilidad y los esfuerzos admirables de nuestros conciudadanos. La intención es manifiesta, y si no ponemos remedio oportuno, la facción realista de Buenos Aires destruirá la parte sana de aquel benemérito pueblo, enterrará los liberales con quienes nos acordamos, jurándoles sostenerlos contra los opresores, y muy pronto las Provincias todas, irán arrastradas a besar la mano de ese extranjero que ya las ha comprado".
La situación había cambiado de golpe. Ya no eran los directoriales que habían determinado la invasión
quienes estaban en el poder; ahora estaba Soler, un federal como ellos.
Soler pensó que ésta era la razón suficiente para que López detuviese la invasión, y el mismo 22 de junio, día
anterior al de su juramento, le escribió diciéndole:
"Yo puedo arreglar todo y detener la facción que está formándose, y poner en práctica los tratados del Pilar, pero para ello no es necesario que entren fuerzas de López en mi Provincia, pues sería. alarmada y repetir excesos de sangre de que sería responsable". Pagola le escribió en el mismo sentido”.
Al día siguiente de posesionarse del mando y acorde con este pensamiento, Soler nombró una comisión para
entrevistar a López, compuesta por Bruno de Rivarola y Gabino Blanco, en cuyas instrucciones y decreto de
nombramiento se decía:
"Destruída como está la facción que los paralizaba los esfuerzos para un entendimiento con Santa Fe y Entre Ríos, no hay un principio que pueda deshermanar nuestros mutuos deseos; y al recibir el honor del mando, que no me ha sido posible rehusar, entra en mi primer deber extinguir partidos, que tienen en continua alarma a los Pueblos y asegurar de un modo estable y decoroso el tratado de paz estipulado con las Provincias federadas."
Pero ya era tarde para que López detuviese la invasión; pues aunque la había iniciado contra los directoriales,
llevaba entonces más de una semana en camino y se encontraba en las cercanías de San Antonio de Areco.
Además, producida la caída de los directoriales a consecuencia del putsch de Soler, la situación no había cambiado
mucho a juicio de López, si se considera que tenía su propio candidato a Gobernador y que Soler no podía inspirarle
mucha confianza, porque le sabía muy porteñista. También recibía los mejores augurios para la campaña, ya que
escribía, el 24 de junio, a Santa Fe diciendo que continuamente llegaban avisos de Buenos Aires para que avanzase
y que preferían a Alvear.
La circunstancia que Carlos María de Alvear, no solo integraba las filas de López sino que era su candidato a
gobernador de Buenos Aires, como la designación de Sarratea en febrero al mismo cargo, era una provocación a
Artigas, con quien Alvear tuvo graves desavenencias.
El 24 de junio de 1814 Alvear aniquiló al lugarteniente de Artigas Ortogués, sorprendiéndolo de noche y
causándole 200 bajas en sus tropas. Cuando fue Director Supremo lo calificó al Jefe de los Orientales de aventurero,
enemigo de la prosperidad pública, director de bandidos y le envió al secretario de guerra Viana a marchar contra
el gobierno de Córdoba enrolado en el protectorado artiguista.33
Soler resolvió dar batalla y delegar el mando político de la Capital en mano de una comisión del Cabildo, los
alcaldes y síndico procurador. El ayuntamiento no aceptó porque no era posible separar de su seno tres individuos,
pues los negocios se demorarían notablemente y el cuerpo quedaba desintegrado. Pero la razón fundamental de la
negativa consistía en la conveniencia de que el Cabildo permaneciera alejado de los asuntos para intervenir y
mediar en los casos que lo exigiera la salud publica. Soler repitió su decisión anterior pero el Cabildo por su parte
no admitió el mando.
La batalla se dio el 28 en la Cañada de la Cruz. El triunfo de la caballería de López fue rápido y decisivo. Al igual
que en Cepeda, se salvó la infantería a las Órdenes del coronel Manuel Pagola, llamado con su columna a seguir
una conducta semejante a la de Balcarce en aquella oportunidad pero de un sentido político diametralmente 33 ROSA, op.cit. t°3 p.127
opuesto.
Después de su derrota en la Cañada de la Cruz, Soler intentó organizar una resistencia e impartió órdenes
para reunir milicias que resguardaran la ciudad, evidenciando el propósito de reorganizar el ejército sobre el
puente de Márquez.
La noticia de la derrota en Buenos Aires dividió la opinión en dos bandos, el pensamiento del Cabildo por un
lado y el de Dorrego por el otro. Mientras éste, federal porteñista como era, opinaba por la resistencia activa y el
apoyo amplio a Soler; el Cabildo defensor como siempre de los intereses de propietarios y comerciantes, lo que
temía era una lucha cerca de la ciudad que pudiera traer la ruina y el saqueo, y aspiraba a una transacción con
López.
El día de los seis gobernadores:
Se pregunta José María Rosa:
¿Quien es el gobernador legal de Buenos Aires? ¿Soler embarcado sin renunciar? ¿ Dorrego, su delegado? ¿el cabildo que ha restituido a Soler y “reasumido el gobierno de la Provincia” ¿Marcos Balcarse el comandante de armas? ¿Alvear, elegido en Luján y que desde Santos Lugares –donde se trasladó- lanzaba proclamas preparando su entrada a la ciudad? ¿Pagola posesionado del Fuerte?
Al 20 de junio Mitre lo ha llamado el día de los tres gobernadores - aunque en realidad no hubo ninguno- pero el 1 de julio habrá seis”.34
Carlos María de Alvear gobernador provisorio:
El 1° de julio Alvear instala en Luján su Junta de Representantes y se hace elegir gobernador y capitán general.
De paso levanta “la injusta, inicua e ilegal proscripción” que pesaba sobre él desde 1815.35 Se trasladó a Santos
Lugares y comenzó a lanzar proclamas al pueblo preparando su entrada a Buenos Aires. Es derrotado por Dorrego
con la ayuda de Rosas y debe retirarse hacia donde estaba Estanislao López que terminó replegándose a su
provincia.
Pasaban las fuerzas invasoras, en retirada, por el camino de Luján, cuando la Junta de Diputados de la
Campaña dio el postrer grito de su existencia, replanteando el derecho de los pueblos de la campaña para asumir la
dirección política de la Provincia.
En un Memorial fechado el l0 de julio y dirigido al Cabildo de Buenos Aires, expresaba la Junta de Diputados
que aquél sería el "último paso conciliatorio" que daban en obsequio de la paz, recayendo en caso contrario toda la
responsabilidad sobre el cuerpo capitular. Señalaba que los pueblos de la campaña del norte, "viéndose acéfalos y
en orfandad política", habían elegido por voto uniforme al general Carlos Alvear como Gobernador provisorio de la
Provincia. Esta elección se justificaba ampliamente si se tenía presente que dado el "estrecho vínculo" que lo unía
con López y Carrera, "sólo aquél jefe puede sacar al país de la fluctuación en que se halla". Por eso fue de extrañar 34 ROSA, José María, op.cit., T° 3 p 283.35 ROSA, José María, op.cit., T° 3 p. 283.
que hecha la invitación al Cabildo de Buenos Aires para que concurriera con sus sufragios, hubiese denegado "la
base misma en que los Pueblos hacían estribar el edificio de la tranquilidad pública".
Señala el Memorial que:
"El Pueblo de Buenos Aires carece de elementos materiales y morales para reparar sus quiebras. Lo primero, porque sin el apoyo de la campaña no podría montar una fuerza respetable de caballería, y lo segundo, porque aunque reconocía en la ciudad de Buenos Aires "la cuna de la libertad Americana", la anarquía había penetrado hasta la misma ciudad. Ese pueblo -decía- que estuvo mucho tiempo en posesión de acriminar y pretender extinguir la anarquía de otros, se ve anarquizado a su turno".
Si la ciudad carecía de los elementos necesarios para consolidar un orden basado en la paz con las fuerzas
federales, entonces la campaña, en defensa de los intereses de la Provincia, debía tomar la iniciativa.
Proponía las siguientes bases para la conciliación: 1°) Que se reconociera a la campaña el derecho que había
tenido de darse provisoriamente el gobierno que había creído convenirles; 2°) Que el pueblo de Buenos Aires nom-
brase libremente sus diputados para que en consorcio de los de la campaña eligiesen al Gobernador propietario de
la Provincia; 3°) Que el pueblo de Buenos Aires no podía contrariar el voto de la mayoría de los demás pueblos; 4°)
Que la pluralidad haría sanción en las deliberaciones de la representación de la Provincia; 5°) "Los pueblos de toda
esta campaña, deben concurrir a este Congreso provincial, cada uno con su diputado, pues no hay razón para que
se les considere por el número de sus habitantes, sino como unos cuerpos morales, que en el actual estado de
cosas, tienen todas las ventajas sobre el solo pueblo de Buenos Aires"; 6°) Que la base que había propuesto el
Cabildo de exceptuar la candidatura de Alvear, era inadmisible; y 7°) Que no habiendo culpables en las guerras
civiles, sino vencedores y vencidos, se concediese una amnistía universal y efectivas garantías para el puntual
cumplimiento de lo que se sancionase.
Al referirse a la "grande mayoridad de votos" en la elección de Alvear, que alegaba la Junta de Diputados de la
campaña, recordaba el cómputo que se había hecho por la Gaceta algunos días antes y del que resultaba que los 14
Diputados que componían la precitada Junta, correspondían a una parte de la campaña Norte, que sumaba de
catorce a quince mil habitantes, de lo que infería que cada Diputado representaba a mil habitantes. Con mismo
derecho entonces, la ciudad de Buenos Aires "debería nombrar setenta y ocho diputados, según el último censo,
para proceder con proporción, y entonces -se preguntaba el editor- ¿adónde a parar el nombramiento de Capitán
General?". De todo ello resultaba que la verdadera "mayoridad de votos" estaba en la ciudad, la campaña del sud y
la parte de la del Norte que había podido escapar a la dominación de la fuerza de López y sus aliados. En cuanto a lo
de la "mayoridad moral", era un simple subterfugio.36
Como bien advierte Levene:
Es preciso reconocer la importancia de estos episodios institucionales que llevaron a la proclamación de un gobernador de la Capital frente al de Luján y de una Junta de la Ciudad ante otra de la Campaña, que se trasladó de Luján a Santos Lugares. En ellos, además de la contienda sangrienta se advierte la lucha
36 PEREZ, Joaquín, op.cit. , pp. 161/164.
económica y política entre estas partes vitales, que integraban la autonomía de la nueva provincia.37
El gobierno de Dorrego:
El coronel Pagola, jefe federal que al frente de las fuerzas de infantería salvadas en Cañada de la Cruz, se
sintió heredero del partido de Soler se dirigió a la Capital donde llegó el 30 de junio con 600 hombres y tomó las
medidas para resistir a López. Afirma Joaquín Pérez que:
de hecho se convirtió en un dictador militar.38
La Junta Electoral se reunió el 4 de julio y eligieron para el cargo de Gobernador propietario al general
Rodríguez -que ya se perfilaba como el candidato de los estancieros y terratenientes de la Provincia- con-
siderándolo como el mejor defensor del orden contra el desorden continuo de ese año. La burguesía acomodada de
la ciudad no tenía razones para oponerse, sino que por el contrario, le consideraba también como el mejor
candidato, ya que por demasiado conocidos, no podía apoyar a uno de la anterior administración directorial. Sin
embargo, Rodríguez se apersonó a la Sala donde expuso "los graves motivos que le impedían la aceptación del
mando" y afirmó que sería más útil en la campaña. Hizo formal renuncia por escrito, e inmediatamente y por
unanimidad, la Junta designó a Dorrego como "Gobernador interino de la Ciudad". Mientras Dorrego permaneciera
en campaña, se eligió al coronel Marcos Balcarce como Gobernador sustituto.
El Cabildo, ante el movimiento de Pagola claro en el sentido de una resistencia activa a López, tenía que
nombrar un jefe acorde con este pensamiento, y prefirieron a Dorrego, que lo sabían respetuoso de las decisiones
de la institución antes que a aquél que les había llamado "traidores".
Dorrego vence , el 14 de agosto, en San Nicolás a las tropas de Alvear y Carrera.
La derrota de Dorrego en Gamonal:
Después del triunfo en San Nicolás sobre las tropas de Alvear y Carrera el 14 de agosto, Dorrego invitaba a
López a celebrar un armisticio, imponiendo como condición que Carrera saliera del país pues “él es la manzana de
la discordia”. López no aceptó la oferta.
En las victorias de Dorrego había prestado una decidida ayuda el capitán de milicias Juan Manuel de Rosas.
Éste, en el Manifiesto del 1° de octubre, dejó dicho que: “Los que dependían de mis inmediatas órdenes
acreditaron en los triunfos de San Nicolás y Pavón que íbamos a salvar no a destruir”.
Rosas y Rodríguez no estaban de acuerdo con seguir la guerra en la Provincia de Santa Fé. Esta actitud – en el
criterio de Joaquín Pérez- venia a ser la expresión del pensamiento pacifista de los propietarios de la campaña
bonaerense hartos de sufrir el saqueo de ejércitos amigos y enemigos39.
37 LEVENE, Ricardo, op.cit., p. 102.38 PEREZ, Joaquín, op.cit., p. 150.39 PEREZ, Joaquín, op.cit., p. 171.
Dorrego hizo regresar la infantería de San Nicolás y al frente de la caballería siguió la campaña, siendo
derrotado por López en la batalla de Gamonal. Después de este combate, el Gobernador de Buenos Aires repasó el
Arroyo del Medio y estableció su cuartel en San Antonio de Areco con la idea de proseguir la guerra contra López,
que no traspasó la frontera de Santa Fé con Buenos Aires.
Dorrego era partidario de proseguir la guerra, y todos los intereses, tanto los de Buenos Aires como los de las
demás Provincias, se oponían a ella.
Es decir que Dorrego era resistido abiertamente por el partido directorial en Buenos Aires y por el
Gobernador santafesino. No obstante, tenía el ejército de la Provincia bajo su mando, y como meses antes lo
hiciera Soler, podía ahora Dorrego hacer funcionar el Cabildo de Luján. Dado que no quería repetir el error de otras
veces, se explica que la Junta hipertrofiara sus facultades para evitar el licenciamiento de las milicias que reunían
aceleradamente Rodríguez y Rosas, porque éstas habrían de ser el punto de apoyo militar para sostener sus
decisiones políticas.
Cuando en la sesión del 26 de setiembre se procedió a elegir un nuevo Gobernador interino, el general
Rodríguez obtuvo 11 sufragios, contra 4 de Dorrego, 3 del coronel mayor Francisco Cruz, 1 de Marcos Balcarce y 1
de Manuel Obligado.
Sostiene Joaquín Perez que: Seducidos quizás por el papel que jugó después Rosas en la historia rioplatense, mucho se ha dicho
sobre la participación decisiva que habría tenido éste en la elección de Rodríguez como Gobernador. Saldías, basado más que nada en algunas referencias de familia, dice que antes de la elección Juan José Anchorena había conferenciado con Rosas respecto a la persona del futuro Gobernador de la Provincia y que don Juan Manuel se había decidido por Rodríguez. Que poco después volvió nuevamente de la ciudad Ancho rena, esta vez acompañado de García Zúñiga, Paso, Escalada y Tomás Anchorena, los que expresaron a Rosas votarían por Rodríguez y que así fue como se aseguró la elección de éste.
Esta afirmación de Saldías queda sin asidero si se cotejan con los sufragios emitidos por los representantes en el acuerdo del 26. En efecto se comprueba que Juan José Anchorena y Garcia Zúñiga vota-ron por el coronel Cruz; Paso votó por Dorrego y que Tomás Anchorena no fue electo representante, restando sólo Escalada, que fue el único de los citados que dio su voto por Rodríguez.
Cabe agregar que la parte de la campaña del sur, donde Rosas ejercía una influencia preponderante, no llegó con su voto a intervenir en esta elección, porque electo el mismo Rosas representante por la región de San Vicente de la Matanza, Fortín de Navarro, Remedios, Samborombón, Guardia del Monte, Guardia de los Ranchos y Guardia de Chascomús, se había excusado de admitir el cargo dada la proximidad de su salida a campaña, motivo por el que también se excusaron el alcalde José Hilarión Castro y el capitán Alegre que le seguían en el orden de votos, debiéndose aceptar finalmente en calidad de suplente a Mariano Fernández que recién se incorporó a la Junta el 7 de octubre de aquel año, cuando Rodríguez ya había sido designado Gobernador. También se debe agregar que Ignacio Correas, que representaba a Magdalena, Ensenada, Laguna del Sauce y Quilmes, votó por Balcarce, de modo que concluimos que toda la campaña del sud o no participó en la elección o votó en contra de Rodríguez, con lo que parece diluirse la influencia que pudo haber tenido Rosas en la elección del nuevo Gobernador interino.
Por otra parte, Dorrego tuvo el voto de la parte de la campaña del norte que estaba bajo la órbita de su ejército. Además del representante por San Isidro, donde Dorrego tenía su casa de campo, votaron por él, Rudecindo Linares que representaba a Arrecifes, Rojas, Salto, Pergamino y el Fortín de Areco, y Salvador Aguirre que representaba a la villa de Luján.
De los 11 votos que obtuvo Rodríguez, 4 eran de representantes de la campaña y los otros 7 de
representantes de la ciudad, aunque es preciso hacer notar en todo esto, que los intereses de una y otra parte estaban íntimamente vinculados y que, por lo común, los grandes propietarios y terratenientes de la campaña vivían en la ciudad, a través de los cuales quizá Rosas pudo ejercer esta influencia, aunque no se conocen datos fehacientes para asegurarla.40
40 Ib., p. 182.