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La Critica a La Moral Moderna de Jean Jacques Rousseau

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Jean Jacques Rousseau – Crítica a la moral moderna

El Propósito de este ensayo es exponer los principales aspectos de la crítica Rousseauniana a la moral moderna, sobre el trasfondo de su concepción moral, a partir del análisis de la crítica al teatro en su Carta a D´Alembert.

El citado texto constituye una profundización de su crítica a la moral moderna, aportando nuevos elementos de relevancia, sobre todo por la inexistencia de un tratado sistemático sobre la moral, como si los hay en otros temas como la educación o su pensamiento político. Para Rousseau, la moral moderna no es la moral propiamente humana, sino que ciertos elementos han apartado al hombre de ella, y las ciencias y las artes constituyen su acicate.

Para fines analíticos de la investigación, enfocaremos el estudio en algunos textos que consideramos importantes para comprender el pensamiento moral del ginebrino, sin perjuicio del reconocimiento que le cabe a sus otras obras. Estos textos son: Cartas a Sofía, Discurso sobre las Ciencias y las Artes, Discurso sobre el Origen y las Causas de la Desigualdad entre los Hombres y la Carta a D´Alembert.

La Moral ModernaPara Rousseau, el hombre es bueno por naturaleza. En su obra más cercana

a lo que sería una sistematización de su pensamiento moral, sus Cartas a Sofía escribe: “(...) por tanto, en el fondo de todas las almas se encuentra un principio innato de justicia y de verdad moral anterior a todos los prejuicios nacionales y a todas las máximas de la educación”1

Para Rousseau la bondad moral es conforme a nuestra naturaleza; el hombre sólo está sano y bien constituido en cuanto es bueno.

Queda claro a lo largo de la obra de Rousseau que la causa de los vicios del hombre se constituyen como consecuencia de la propiedad2; su institución socavó de manera definitiva la bondad natural para la que el hombre habia nacido, y en la que había permanecido en el estado de naturaleza. Citó para esto a Locke con su frase “No puede existir agravio donde no hay propiedad”. Es ésta una importante diferencia que hace el autor de sus contemporáneos y de sus antepasados.

La salida del hombre del estado de naturaleza, conllevó el comienzo de la desigualdad y el establecimiento de una nueva moral, criticada ampliamente por Rousseau.

Durante la Ilustración se estableció la idea que por la razón, se puede llegar a ser mejor, de manera que se requiere más razón y más educación; y es ésta la idea que rebate Rousseau; para él, esta idea por sí misma es parte de la distorsión de la moralidad y un signo más de decadencia.

La Cultura de las AparienciasCuando los hombres se comenzaron a agrupar en familias, la convivencia

comenzó a darles tiempo de ociosidad, que, según el autor, usaron para procurarse comodidades nuevas, que constituyeron su primera fuente de males, pues su posesión no significa la felicidad, en cambio, se crearían nuevas

1 Cartas A Sofía / Quinta carta moral. Jean Jacques Rousseau. Alicia Villar E. Alianza Editorial. Madrid 1999 Pag 1232 Discurso sobre el origen y las causas de la desigualdad entre los hombres. J-J Rousseau. Pag 5

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necesidades ficticias que traerían consigo desigualdad y desdicha para la clase que no tuviera acceso a ellas; siendo para Rousseau, una felicidad “bárbara”, porque se obtiene de la privación de los demás.3,4 En cierto modo, para Rousseau, cuando en un pueblo nacen las ciencias y las artes, comienza la corrupción de la moral, y comienza el fin de la supremacía de estos pueblos, otrora los más poderosos. El autor enumera muchos ejemplos históricos que buscan dar fundamento a esta suposición.5 El progreso de las ciencias y las artes, es sin duda la causa de esto porque debilitaría la moral y la virtud.

La forma en que las ciencias y las artes contribuirían a debilitar la moral se constituye en la introducción de una nueva moral, alejada de los preceptos propiamente humanos, cual es la voz de la naturaleza; la moral del hombre, situada para Rousseau en aquellas leyes naturales conocidas por todos, es reemplazada por esta nueva concepción, esta nueva moral fundada junto con el nacimiento de los Estados, y afianzada por las ciencias y las artes, extiende en los pueblos “guirnaldas de flores sobre las cadenas de hierro que los agobian”6.

La ociosidad y el uso que se hace de ella es frecuentemente criticada por Rousseau, el entretenimiento constituye el recreo del espíritu7 pero es también culpable del relajamiento del trabajo, el aumento de los gastos, la disminución de la productividad, el establecimiento de impuestos y la introducción del lujo .8 Este último, que para Rousseau, se usa para medir el esplendor de un Estado, es puesto por el autor en oposición a la virtud; y ésta, como el fundamento y el pilar para la permanencia de los Estados. Rousseau, rechaza al teatro en parte porque para él cualquier distracción constituye ociosidad frívola e improductiva, podría extrapolarse este rechazo al teatro a cualquier espectáculo o cualquiera otra diversión, pero también el teatro encierra para Rousseau un trasfondo negativo y de menoscabo a la moral que es propio de él y al que nos referiremos más adelante. Como dijimos, para el autor, es la virtud lo que mide el esplendor de un estado, si se quiere, la fuerza física, el vigor y el amor a la patria, constituyen la esencia de tal virtud; innegable constituye tal distinción y su amor por la cultura espartana es fehaciente prueba de ello. Son estas virtudes las que para el autor se trastocarían, no sólo con la introducción del lujo por sí mísma, sino que a causa de las artes y todas las consecuencias a las que hacíamos mención.

Pero es su propia apariencia inofensiva, e incluso, beneficiosa9 lo que reviste su mayor peligro, porque facilitaría su introducción en los pueblos, corrompería el gusto y produciría que los artistas, para tener éxito, deban realizar obras que sean del gusto de la gente. O sea, que para Rousseau, esta nueva moral se expandiría con mayor facilidad por sí mísma; es una moral instalada en el gusto de la gente, que los artistas sólo deben ensalzar si quieren tener éxito, se retroalimentaría de esta manera bajo una noble apariencia; sin que pueda tener fin educativo en la moral.

3 “La privación de ellas, fue mucho más cruel que agradable su posesión, y, sin ser feliz poseyéndolas, perdiéndolas se era desgraciado”Ob. Cit. Pag 44 “La multiplicación de las comodidades de la vida para algunos ricos, fuerza a la mayoría a considerarse miserables, que bárbara felicidad aquella que se consigue a expensas de los demás” Cartas A Sofía / Segunda carta moral. Jean Jacques Rousseau. Alicia Villar E. Alianza Editorial. Madrid 1999 Pag 1235 Rousseau, Jean Jacques, Discurso Sobre las Ciencias y las Artes pag 76 Discurso sobre las ciencias y las artes JJ Rousseau. pag 37 Discurso sobre las ciencias y las artes. J-J Rousseau pag 38 Carta a D´Alembert pag 1469 “...en una palabra, la apariencia de todas las virtudes sin tener ninguna” Discurso sobre las ciencias y las artes JJ Rousseau

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La Cultura de las Apariencias

La cultura de las apariencias comenzaría a establecerse cuando la convivencia entre familias, reunidos delante de sus cabañas en cantos y bailes constituye su primera diversión. Ahí, “cada cual empezó a mirar a los demás y a querer ser mirado él mismo, y la estimación pública tuvo un precio”10 siendo el primer paso hacia la desigualdad y hacia los vicios porque, para Rousseau, la estimación pública se lograba mediante las diferencias, entre los miembros de una comunidad, conforme la posesión de las virtudes que daban aquella consideración; primero ésta dependía de tener tales virtudes, pero luego no tenerlas significaba el desprecio, por lo que para no contravenir el amor propio fue necesario fingirlas. En este momento habría nacido la diferencia entre el ser y el parecer.11

La importancia de la estimación pública llevó a las primeras normas de la cortesía, porque todos pretendían tener el mismo derecho a la consideración. Sin embargo, para Rousseau, la cortesía es falsedad, ablanda a los hombres y los lleva a una “dulzura baja y pusilánime”, promueve el ataque solapado a aquellos que habrían sido atacados transparente y abiertamente.12 “¿Qué habéis ganado con ablandaros? Habéis sustituido los vicios que indican ánimo y vigor por los de las almas pequeñas.”13

Las ciencias y las artes promueven una moderación en las costumbres y una uniformización que dificulta el conocimiento real del otro, porque nadie se comporta como lo que es más que en situaciones extraordinarias, donde ya habría sido imprescindible conocerlo; “las costumbres de antes eran las naturales al hombre y esto les mantenía alejados de los vicios.”14

Se trastoca el objeto de la vida humana, cual es para Rousseau, la felicidad15, cuando su origen nace en la consideración de los demás y en la propiedad; para el autor, lo que antes era felicidad hoy es comodidad y lo que los modales de cortesía han derivado en educación, les ha quitado su condición de hombres. De la misma manera, el espíritu razonable ha cambiado por uno razonador. En el fondo, los placeres modernos estan fuera del hombre, y los del estado de naturaleza están dentro de él; comenzando así a deslizar una solución al problema moral mediante el volcamiento hacia el propio conocimiento de sí mismo y la reflexión en soledad.16

10 Discurso sobre el origen y las causas de la desigualdad entre los hombres. J-J Rousseau. Pag 511 “Fue necesario o tenerlas o fingirlas, por el propio interés, aparecer distinto de lo que en verdad se era. Ser y parecer fueron dos cosas por completo diferentes, y de esta diferencia nacieron la ostentación imponente, la astucia engañosa y todos los vicios que forman su séquito”Ob. Cit. pag 712 “Vuestra dulzura es baja y pusilánime, atormentáis sordamente y protegidos, a aquellos que hubiérais atacado abiertamente. Si sois menos sanguinarios no es por virtud, sino por debilidad” Cartas A Sofía / Segunda carta moral. Jean Jacques Rousseau. Alicia Villar E. Alianza Editorial. Madrid 1999. Pag 9713 Ob. Cit. 14 “Antes que el arte hubiera modelado nuestras maneras y enseñado un lenguaje afecto a nuestras pasiones, nuestras costumbres eran rústicas pero naturales; y la diferencia de procedimiento anunciaba a primera vista la diferencia de caracteres. La naturaleza humana, en el fondo no era mejor; pero los hombres encontraban seguridad en la facilidad de conocerse recíprocamente y esta ventaja, de cuyo precio no nos damos cuenta, les ahorraba bastantes vicios. Discurso sobre las ciencias y las artes. J.J. Rosseau pag 415 “El objeto de la vida humana es la felicidad del hombre.” Cartas A Sofía / Segunda carta moral. Jean Jacques Rousseau. Alicia Villar E. Alianza Editorial. Madrid 1999. Pag 92

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La Crítica al Teatro

El teatro constituye para Rousseau una comodidad inútil; escribe en su Carta a D’ Alembert: “Que éstos (los entretenimientos) no se permiten sino cuando son necesarios, y que todo entretenimiento inútil es un mal para un ser cuya vida es tan corta y su tiempo tan preciado”. Contribuye entonces a la ociosidad, que lleva al lujo, y a todos los vicios anteriormente citados.

Los espectáculos tienen como fin, proporcionar placer; el autor no se aleja por completo de la idea de asignarle alguna utilidad, pero de tenerla, la relega a un papel secundario. Como adelantábamos, rebate la tesis de D’ Alembert cuando éste le asigna un rol formador de la virtud porque para el autor, es inverosímil que, siendo la bondad, característica natural del hombre; las artes, y específicamente el teatro, tenga un rol en su reafirmación; sino que las artes se valdrían de estos buenos sentimientos para llegar al corazón de los espectadores. En palabras de Rousseau: “El origen del interés que nos ata a lo que es honesto y nos inspira aversión por el mal, está en nosotros y no en las obras teatrales. No hay arte que pueda producir este interés sino para prevalerse de él”17. No son para Rousseau sino, medios que exaltan las pasiones preexistentes de los espectadores, que las siguen y fortifican, dependiendo de ello el éxito de la obra teatral. Por esta razón, son los artistas los que se ponen al servicio de la moral de su tiempo, porque no pueden despreciar la primera ley del arte, que es la de tener éxito; y, allí donde existe un gusto corrompido, el artista “rebajará su genio al nivel de su siglo y preferirá componer obras comunes”. De ser así, D’Alembert le habría atribuido una utilidad al teatro sólo en el marco de enaltecer la cultura de las apariencias, como los modales de cortesía, virtudes que no constituyen para Rousseau la verdadera moral del hombre. Como tiene un efecto intensificador de las pasiones, para el autor, parecería ser que la comedia tiene un efecto positivo en los pueblos virtuosos y negativo en aquellos dominados por los vicios, aunque Rousseau se hace la pregunta de si las pasiones muy estimuladas acaso podrían degenerar en vicios.

El odio a los vicios y el amor a la virtud que inspira una obra teatral no son más que una extensión de la natural bondad del hombre y la natural aversión al mal, y por lo tanto no constituiría mérito alguno, pues en inexistencia de intereses involucrados, el hombre siempre actuará bien.18Pero el llorar o enternecerse de males fingidos serviría para purgar los derechos de la humanidad, en vez de darse a la tarea de su real obtención; donde sí se presentarían conflictos con los propios intereses. La tragedia produce una piedad “pasajera y vana que no dura más que la ilusión que la produjo”19, de ser así, esta piedad ensalzada como virtud, constituye sólo una apariencia, que no obstante enorgullece a quien la siente; por

16 “Es cierto, tenéis la comodidad, pero ellos tenían la felicidad; vosotros sóis razonadores, ellos eran razonables. Vosotros sóis educados, ellos eran humanos; todos vuestros placeres están fuera de vosotros mismos, los suyos estaban sobre sí mismos. Ob Cit 9617 Carta a D´Alembert. J-J Rousseau. Eduardo Rinesi y Emilio Bernini. Arcis-LOM. Santiago. 1996. Pag 9718 “El amor por lo bello es un sentimiento tan natural al corazón humano como el amor por uno mismo; no nace de un arreglo de las escenas; el autor no lo lleva a la obra sino que lo encuentra en lla, y de ese sentimiento puro que el autor halaga, surgen las dulces lágrimas que nos hace verter” Ob. Cit. Pag 9719 Ob. Cit. Pag 98

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creer que homenajea la virtud, pero no induce a su práctica, porque sitúa la virtud en un ambiente por completo ficticio.20

Rousseau va más lejos y expone que el teatro muestra a la virtud como un juego del teatro, y sólo en él tiene cabida; la virtud es buena en cuanto divierta al público;21pero le mantiene alejada de la práctica en la sociedad.

La comedia se valdría de la virtud para divertir mediante el ridículo; así se podría llegar a admirar al malvado por su capacidad de sacar provecho de las virtudes de los demás.

El teatro, para Rousseau, tiene nuevas máximas morales y la virtud, como dijimos, es ridiculizada. Estas nuevas máximas morales que impone el teatro se ven en lo que Rousseau se refiere como el hombre de mundo, un hombre con retórica, que mide con distinta vara los males del mundo, son hombres moderados y honestos, pero que no se inmutan de los males de los otros, o los atribuyen a penosos azares, a menos que éstos les causen algún perjuicio a sus propios intereses; y, sitúa en contraposición, al hombre que odia los vicios, nacido de su amor a la virtud; el que es presentado como un personaje impertinente, colérico y ridículo. Para Rousseau, es precisamente ese ridículo, el arma que en manos de autores poco virtuosos, lleva al engaño y esconde la verdadera naturaleza de ambos personajes de comedia. Con frecuencia produce risa aquel que odia los vicios y cierta complicidad el hombre de mundo.22 Rousseau nos define el efecto que tiene la introducción de estas nuevas máximas morales en el teatro en la frase: ”El hombre de mundo hace consistir la sensatez en un cierto medio entre el vicio y la virtud. Cuando alivia a los espectadores, los persuade de que para ser honestos sólo basta con no ser verdaderos malvados.”23

Es muy difícil saber si el teatro es bueno o es malo, ya sea por la naturaleza de la obra teatral y por el carácter de los espectadores; Rousseau sí reconoce que su valor para corregir las costumbres es nulo; pero sí puede alterarlas. Para Rousseau, dar un teatro a un pueblo es como apartar a los hombres de sus caminos naturales, dejarles sin la conducción segura que el hombre tiene por naturaleza, nacido de su bondad natural y por la ley natural; conocida por todos mediante la conciencia. La moral moderna, representada en el teatro, constituiría parte del ruido que impide que escuchemos la voz natural de la conciencia y que la fuerza a callarse. El hombre moderno se “desensibilizaría” de ella para librarse de su peso, y con ello perdería también el gusto por los placeres naturales24, y, no estando el hombre cómodo consigo mismo, necesitaría de estas nuevas distracciones.25

Una vez producido cualquier efecto dañido en la sociedad en donde se instala un espectáculo, las leyes no bastarían para devolver al hombre a la senda moral. Para Rousseau las leyes nacen de las costumbres, que a su vez nacen de

20 Ob Cit Pag 10021 “He aquí, pues, mas o menos, para qué sirven todos estos grandes sentimientos y todas estas brillantes máximas de las que se vanaglorian con tanto énfasis: para relegarlas para siempre a la escena, y para mostrarnos a la virtud como un juego de teatro, bueno para divertir al público, pero que sería una locura querer transportarla seriamente a la sociedad.” Ob Cit. Pág. 10022 Ob Cit. Pag 11623 Ob Cit pag 12324 Rousseau Jean Jacques, Quinta Carta en Cartas a Sofia Pág.12625 “No me gusta que se necesite cautivar incesantemente el corazón en la escena teatral como si se estuviera incómodo dentro nuestro.” Rousseau Jean Jacques, Carta a D´Alembert, Pág 88

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la opinión, que en condiciones naturales se originan de la introspección en soledad del hombre; o sea, no existe fuerza ni leyes que tengan valor de cambiar las costumbres, sino que las leyes obtienen su fuerza de ellas, pero si para Rousseau “las leyes nunca cambian la naturaleza de las cosas, sólo las siguen y a ella atañen”26, no serían las costumbres las que la harían nacer, sino su verdad natural intrínseca. Nacidas en concordancia con las costumbres, las leyes nacerían para ser amadas; y sin esta conjunción, los estados estarían destinados a su destrucción, por esto Rousseau rechaza la vida en un estado de reciente institución, aunque posea buenas leyes.27

El teatro para Rousseau, tiene la capacidad de cambiar las costumbres; los hábitos en la sociedad, nacen en una opinión general, pública, que mide lo bueno y lo malo. Esta opinión pública, que las leyes y la fuerza no pueden gobernar, son para Rousseau muy móviles y dóciles a la influencia del teatro, sin embargo, como hemos dicho anteriormente, como éste no tiene función formadora, sino de diversión; maneja la opinión pública de manera impredecible, con ello las costumbres, que una vez degeneradas, no podrían ser corregidas por las leyes; porque se habría perdido la conjunción antes dicha y los hombres serían incapaces de amar las leyes.

El cambio en las costumbres que producen los espectáculos, es entendido por Rousseau como la pérdida de los círculos sociales donde los hombres se divierten y comparten actividades de distracción que, como tema reiterado en Rousseau, está involucrado el vigor físico. El hombre, para Rousseau, se ha debilitado, ha perdido sus cualidades distintivas que lo hacían más apropiado para formar una república. El amor, por ser materia de control femenino, por el papel que les compete en él28 y por su introducción como tema en el teatro, ha encerrado al hombre en una de subyugación del al sexo.

Cuando Rousseau se refiere al rol de la mujer en la sociedad en la carta a D’Alembert, pudorosas, dóciles; y el hombre, vigoroso y trabajador, nos está hablando desde lo que para él es la moral natural del hombre; moral que asegura para Rousseau, la verdadera felicidad. Cuando quiere convencer de la naturaleza de la relación entre hombres y mujeres y de la perversión de que ha sido objeto, nos refiere con frecuencia ejemplos de espartanos y de reconstrucciones históricas. Pero el amor - bastión femenino - se expande a causa del cambio en las máximas morales y de su representación reiterada en el teatro, a toda la sociedad, y le subyuga.

Esta subyugación a la mujer, para Rousseau, transforma a los hombres en mujeres, porque ya no son valoradas y carecen de utilidad las virtudes que muestran vigor físico y aquellas que, para, Rousseau aseguran el establecimiento seguro de la República.29Como decíamos anteriormente, el hombre según Rousseau se ha ablandado a fuerza de buenas palabras, encerrando un valor

26 Ob Cit pag 16527  “Yo no hubiera querido vivir en una república de reciente institución, por buenas que fuesen sus leyes, temiendo que, no conviniendo a los ciudadanos el gobierno, tal vez constituido de modo distinto al necesario por el momento, o no conviniendo los ciudadanos al nuevo gobierno, el Estado quedase sujeto a quebranto y destrucción casi desde su nacimiento” Rousseau Jean Jacques, Discurso sobre el origen y las causas de la desigualdad entre los hombres Pág 328 “El amor es el reino de las mujeres, son ellas quienes necesariamente establecen su ley, porque, según el orden de la naturaleza a ellas les pertenece la resistencia.” Rousseau Jean Jacques Carta a D’Alembert. Pág 12629 Carta a D’Alembert 193

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dudoso este adorno por sí sólo; tan dudoso como cualquier adorno a los que para él se hace culto inmerecido.

Para el autor, el hombre se ha vuelto solapado en sus ataques, soluciona sus problemas usando buenas palabras; en vez de defender con todas sus fuerzas su cuerpo y su espíritu; un hombre en estas circunstancias también debería tener razones más sólidas para discutir; y lo más importante, fortalecería su espíritu.

El placer que los espectáculos generan, como todos los placeres que, para Rousseau, están fuera del hombre, estimula un disfrutar de bienes nuevos y trae consigo nuevas penas derivadas de nuevas privaciones. El teatro para Rousseau es generador de desigualdad, pues la privación que genera obliga, al pobre a asistir a los espectáculos, y lo empobrece. El rico, al asistir, ahorra gastos mayores en los que habría tenido que incurrir antes del establecimiento del teatro, para procurarse diversión. La crítica a la moral moderna se entiende como una crítica a la concepción de la felicidad, o la ilusión de ella, mediante el goce de bienes, posesiones y placeres mundanos. Y, de la misma manera, Rousseau remarca la paradoja que se produce, cuando los conocimientos de la naturaleza avanzan a pasos agigantados, y el conocimiento de uno mismo, que es para el autor, origen de la felicidad; continúa tan inexplorado como siempre. La cultura razonadora a que hace mención, aprendería mejor a hablar de virtudes y de bondad, y no a concretarla.

La Carta a D’Alembert, escrita como una transición antes de lanzarse a sus obras mayores, desentraña en Rousseau la esencia de su crítica a la moral, nunca fue tan bien abordadas por el autor la ociosidad, la cultura de las apariencias y la moral natural del hombre, contrapuesta a la moral moderna. La crítica al teatro es una metáfora y es literal, es una crítica a todas las formas nacientes de diversión por su efecto empobrecedor e inútil; pero es también una crítica a una nueva cultura a la que el teatro contribuye en su alimentación, los sacrificios hechos a la necesidad de éxito, le quitan cualquier utilidad formadora y; peor aún, para Rousseau, cambian los estándares de bondad y maldad.

Esta Carta es una estación ineludible para quien desee estudiar la crítica a la moral moderna de Rousseu, aquellos puntos expuestos en sus escritos anteriores, son puestos en concordancia con el ejemplo del establecimiento de un teatro.