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¿Símbolo de Cristo?
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Inspirado por el Espíritu Santo, el
Apóstol Pablo escribía a los cristianos de
la ciudad de Filipos: “en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla,
sintamos una misma cosa” (Fil. 3:16).
Y es que de unos pocos años para acá,
lenta pero inflexiblemente, estamos viendo dentro de las Asambleas de Hermanos
como después de tantos años siguiendo fielmente la instrucción dada por el
Apóstol estamos llegando a la situación
vivida por el pueblo de Israel en el tiempo de los jueces donde: “cada uno hacia lo
que bien le parecía” (Jue 17:6). Como muestra de lo anterior, baste leer lo que la
Coordinadora de Asambleas de Hermanos
en España expresa en su página de internet (http://www.asambleasdehermanos.org.es/quienes_somos.htm) :
Fue el mismo Señor, en su oración de
intercesión “por los que han de creer” (Juan 17), que por tres veces insiste en la
unidad que habrían de mostrar los miembros de la Iglesia en su vivir diario
de Cristo: “que sean uno”. Por lo tanto, es
4
nuestra responsabilidad el conocer sobre
este asunto del uso, o no, de la cruz como
un objeto, símbolo o recordatorio de la Obra de salvación para el mundo llevada a
cabo en aquel monte Calvario por el Señor Jesús. También se hace necesario retomar
el ejemplo dejado por aquellos de Berea
(Hech 17:11), para tratar de concluir si el símbolo de la cruz en nuestras asambleas
es una utilización correcta (emanada de las Escrituras), o por el contrario, otra forma
más de identificarnos con el cristianismo
profesante de la actualidad. ¿Vamos a seguir “la corriente de este mundo” o
vamos a “ceñir los lomos de nuestro entendimiento” a fin de comprobar””lo
que es agradable al Señor”? (Efe 5:17).
El símbolo de la cruz ha sido representativo del cristianismo por muchos
siglos y entre los grupos o tendencias
cristianas, sean católicas o evangélicas, la gran mayoría tienen en común acuerdo que
la cruz representa el símbolo del cristianismo. No obstante, a fin de
aproximarnos con la menor carga posible
de prejuicio sobre el tema en cuestión, hemos de hacernos, entre otras legítimas y
posibles preguntas, las siguientes: ¿Utilizó Jesús el símbolo de la cruz? ¿Debemos los
cristianos usar una cruz como símbolo,
5
emblema u objeto? ¿Enseña la Biblia que
el cristiano tiene algún símbolo que deba
obligatoriamente utilizar?
Amigo lector, deseo que el presente trabajo sirva para afianzar en ti el único
propósito de seguir lo que las Escrituras, y
no los hombres, enseñan.
7
La cruz … ¿Símbolo de Cristo?
A lo largo de más de trescientas
profecías del Antiguo Testamento (muchas de ellas cumplidas ya durante su primera
venida), jamás vemos al Señor Jesús portando distintivo, figura u objeto alguno
relacionado con ellos durante el período de
su ministerio publico antes del oprobio de la cruz. Distintivos, figuras u objetos que
bien podrían reflejar o representar algo de aquello que los profetas declararon sobre
su función, persona o procedencia. Por
ejemplo:
Sumo sacerdote según el orden de Melquisedec
Gen 14:18 Heb 6:20
Cordero para el holocausto Gen 22:8 Jua 1:29
Que vendría de Siloh Gen 49:10 Jua 17:3
La piedra espiritual
Exo 17:6 1Co10:4 La serpiente de bronce sobre un palo
Num 21:9 Jua 3:14 Estrella de Jacob
Num 24:17-19 Mat 2:2
Profeta de en medio de ti Deu 18:15 Jua 6:14
Descendiente de Rey
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2 Sam 7:12 Mat 1:1
La Roca 2 Sam 23:2-4 1Cor 10:4
Luz de la mañana 2 Sam 23:2-4 Apo 22:16
El buen pastor
Sal 21:1 Jua 10:11 Hijo de David
Sal 110:1 Mat 22:43 Su ministerio comenzara en Galilea
Isa 9:1,2 Mat 4:12-17
Cabalgando sobre un asno Zac 9:9 Mat 21:6-9
etc., etc.
Notamos, pues, como nada nos dicen
los escritores sagrados sobre estas figuras, objetos o símbolos de sacerdote, cordero,
realeza, piedra, etc., que Jesús pudiese
llevar tanto en lugar visible como oculto. Por tanto, comprobamos que ningún
adorno mostró en sus vestidos, ni colgante alguno llevó puesto en su cuello o manos,
incluso a pesar de la propia referencia que
El mismo hizo al hecho acaecido durante los días de Moisés y el castigo que sufrió
el pueblo de Israel con aquellas serpientes venenosas: como Dios le manda hacer una
serpiente de bronce y colgarla en un asta
(madero).
9
Quizás alguno podría señalar que
después de resucitado el Señor muestra las
señales de la crucifixión tanto a los dos de Emaus como después a los del aposento
alto (Tomás y al resto de los discípulos). Y es cierto que así fue, pero no menos cierto
es que jamás vemos ni la cruz ni su
símbolo siendo manifestada o expresado por el Señor Jesús. Lo único que se nos
narra del resucitado son las secuelas dejadas por la cruz (secuelas de las cuales
cada uno en particular somos responsables
directos). Pero, aún con ello, y en el cumplimiento exacto de la profecía de
David en el Salmo 22:16 “horadaron mis manos y mis pies” no vemos en lugar
alguno referencia o cita de figura, objeto o
símbolo de la cruz siendo llevada por Jesús.
Si a esto añadimos lo que la propia
Escritura declara: “hecho maldición por
nosotros”, en clara alusión no a su humanidad si no a la forma de muerte que
sufriría: “maldito el que es colgado en un madero” (Gal 3:14), se concluye, por
tanto, que a la luz de las Escrituras la cruz
no es símbolo de Jesús. Al contrario; es un símbolo ajeno a su doctrina, no siendo
elemento central, o secundario, en ninguna de sus parábolas.
10
En su referencia a la cruz en los casos
tanto del joven rico (“sígueme, tomando tu
cruz” (Marcos 10:21), como el de sus discípulos (“si alguno quiere venir en pos
de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23), resulta
evidente que la referencia no es a
elemento, figura o símbolo físico alguno. La referencia, inequívoca, es a lo que
significaba el ser llevado a morir en una cruz, pues todos los de aquel entonces
entendían muy bien acerca de tal horror,
no solo por el castigo y dolor que llevaba consigo si no, también, el vituperio al que
se hallaba expuesto el reo tanto por la exhibición pública de su castigo como de
sus intimidades corporales. Era el
significado del resultado de la cruz (la manera de aplicarla a fin de conseguir la
muerte del reo), antes que la composición u origen de los materiales que la
compusiesen, lo que el Señor relata en sus
alusiones a ella.
11
La cruz … ¿símbolo del cristiano?
Como otros muchos pasajes de las
Escrituras, el conocido como el de “la gran comisión” sufre, también, su particular
suerte de división a la hora de ser citado, y practicado, entre el mundo cristiano de la
actualidad. Así, de estas palabras del Señor
Jesús, recogidas en el evangelio de Mateo 28:19-20, prácticamente todo grupo o
denominación cita la primera parte del mismo: “id por todo el mundo y predicad
el evangelio” mientras que la expresión
intermedia: “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo” ya solo es citada por una significativa mayoría.
Sin embargo, llegados a la tercera parte de lo señalado por el propio Señor
Jesús “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”, no resulta
difícil constatar tanto el escaso hincapié en
poner en obra este mandamiento como la supresión del adverbio “todas” a la hora de
rebajar la exigencia escritutaria hacia el cristiano. Para la Iglesia de hoy, como
para los Apóstoles en los días del Señor
Jesús, el mandamiento dado en aquel aposento alto la noche previa al Calvario,
12
permanece inmutable: “si me amáis,
guardad mis mandamientos” (Jua 14:15)
Por lo tanto, teniendo en cuenta que la
Iglesia es edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la
principal piedra del ángulo Jesucristo
mismo” (Efe 2:20), es en el Nuevo Testamento donde encontramos aquellos
mandamientos, ordenanzas y actos ceremoniales que los cristianos tenemos la
obligación de aceptar y poner en practica
en nuestra vida cotidiana a fin de proclamar “las virtudes de aquel” que nos
ha salvado (1 Ped 2:9), y de mantenernos en una vida de santidad “sin la cual nadie
verá al Señor” (Heb 12:14).
De entre todos estos mandamientos u
ordenanzas recibidos consideraremos, de manera muy breve, aquellos que en su
celebración o practica involucran
elementos, objetos o símbolos materiales diferentes a cualquier acto, sentimiento o
voluntad propios:
1.- Lavar los pies a otros
Juan 13:14 “si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros”.
13
Más allá del ceremonial de los
sacerdotes en los tiempos del tabernáculo
y del templo o a la costumbre ancestral del lavamiento como acto de hospitalidad
(como cuando vemos al Señor Jesús decirle a Simón, el fariseo: “entré en tu
casa, y no me diste agua para mis pies”
(Luc 7:44)), esta ordenanza hace referencia a la humildad, la igualdad y el servicio que
debe operar en cada cristiano en lugar del establecido egoísmo, orgullo y vanidad
que suelen imperar en el hombre carnal.
El hecho de que este mandamiento hoy esté prácticamente desaparecido en las
iglesias viene a demostrar cuanto nos hemos auto proclamado en juez y parte a
fin de decidir cual o tal mandamiento u
ordenanza tendremos por vigente y cual por caducado.
2.- Partir el pan y beber el vino
1 Cor. 11:24-25 “comed; esto es mi
cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí … Esta copa es el
nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en
memoria de mí”
Sin duda alguna, el momento de
mayor relevancia para el cristiano con
14
relación a las ordenanzas recibidas es el de
partir el pan y el beber del fruto de la vid
en memoria de Aquel que no solo nos pidió recordarlo así si no para no olvidar lo
que fue hecho por El a favor nuestro; cuanto ha costado nuestra salvación.
3.- El Bautismo
Mat 2:19 “haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”
La expresión publica de la fe en Cristo por parte del cristiano, por cuanto al
bautizarse expresa la voluntad de identificarse con la muerte y resurrección
de Jesús aceptando, así, su autoridad y
señorío sobre nuestras vidas.
4.- El velo
1Co 11:6, 10 “si la mujer no se cubre,
que se corte también el cabello”…“la
mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles”
Mucho más allá de costumbres o épocas, el hecho de que una mujer
cristiana coloque sobre su cabeza algo que la cubra es expresar a quien la mira (de
15
manera particular los ángeles), que ella
entiende y acepta el orden establecido por
Dios mismo: “Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer,
y Dios la cabeza de Cristo” (1 Cor. 11:3).
De todos los demás mandamientos u
ordenanzas recogidos en el Nuevo Testamento, salvo involuntario error de
omisión, el que conlleva un elemento material ajeno a nuestra persona, tal como
hemos visto hasta aquí, es el aceite citado
en el capitulo 5, versículo 14, de la epístola de Santiago. No obstante, vemos
que su referencia al aceite extraido de las aceitunas se haya vinculada más a sus
excelencias medicinales que a relación
espiritual alguna, máxime cuando se expresa, de forma inequívoca, que no el
aceite sino “la oración de fe” es la que “salvará al enfermo”(verso 15).
Por lo tanto, de lo que hemos visto hasta aquí (de manera tan breve como
sencilla, dado que no se pretende aquí un estudio en profundidad de los mismos),
podemos concluir que las figuras, objetos
o símbolos externos que conllevan la aplicación de estas ordenanzas o
mandamientos son: el agua, el pan, el vino y el velo. De todo lo que la Escritura nos
llama a realizar en nuestro “culto
racional” (Rom 12:1), no vemos, por
16
ningún lado, la figura, objeto o símbolo de
la cruz.
Podría argumentarse que la palabra
“cruz” es citada varias veces en el Nuevo Testamento. Y es cierto, pues exceptuando
los evangelios, hay más de doce
referencias a la palabra “cruz” desde Hechos a Apocalipsis. No obstante, una
atenta lectura de cada pasaje nos mostrará lo siguiente :
En Hechos, las referencias son del Apóstol Pedro: al hablar a los judíos de
Pentecostés (cap 2), al hablar ante las
autoridades religiosas (cap 5), y al hablar a gentiles en la casa de Cornelio (cap 10).
En estas tres ocasiones utiliza la expresión “una cruz” para referirse inequívocamente
a la forma en la que se es dado muerte a Jesús. En Filipenses (cap 2) el Apóstol
Pablo hace referencia a la forma en que el
propio Señor Jesús se entrega voluntariamente a morir, pues la Escritura
la señala como “muerte de cruz”.
Por otro lado, en Colosenses (cap 1),
al hablar sobre la preeminencia que Jesús tiene sobre todas las cosas, y en especial
sobre la Iglesia, el Apóstol Pablo utiliza la
expresión “su cruz”, donde el pronombre personal “su” se refiriere de forma clara,
exclusiva e inequívoca a la del Señor
17
Jesús. No hay resquicio alguno para que
sea otra cruz distinta a aquella donde el
Salvador del mundo fue clavado. El resto de los pasajes del Nuevo Testamento
incide en aquella misma cruz, dado que la expresión utilizada siempre es “la cruz”,
bien sea sola o acompañada de las
palabras: “de Cristo” o “de nuestro Señor Jesucristo”. Por tanto, bien sea que se
acompañe con estas expresiones bien sea que no esté acompañada, el articulo
determinado “la” no deja lugar a duda
alguna en cuanto a una concreta y específica cruz: aquella donde fue clavado
Jesús. Por lo cual, hemos de preguntarnos aquí: ¿es la cruz que se utiliza en el mundo
cristiano esa misma cruz que las Escrituras
señalan? Por supuesto que no. Tantas y variadas formas hay, pero: ¿en cual de
ellas fue clavado el Señor? Por supuesto,
18
la cruz donde fue clavado nuestro Salvador
no existe ya y es por ello que al día de hoy,
cuando queremos hablar sobre un objeto ó símbolo, no podemos hablar de “la” cruz
si no de “una” cruz.
Con relación a las palabras del
Apóstol Pablo a los de Galacia: “lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo” (Gal. 6:14), a fin de sostener el uso de la figura u objeto de la
cruz, a menudo se utiliza dicha expresión
para decir que allí se nos llama a gloriarnos en ella. Es evidente que las
palabras del Apóstol son inequívocas: “lejos esté de mi gloriarme”, es decir, ni
tenemos motivo alguno para hacerlo ni
debemos pretender hacerlo. Y si es que llega el caso de gloriarse en algo, lo único
que ha de ser motivo para tal hecho es, no cualquier forma o tipo de ells, como
siempre se nos dice, cercenando el pasaje
bíblico, si no “la cruz de nuestro Señor Jesucristo”, que es lo que el texto sagrado
recoge. ¿Dónde pues está esa cruz de nuestro Señor Jesucristo? ¿existe todavía
hoy para que podamos gloriarnos en ella?
¿Cuál, de entre tantas formas y tamaños, es la inequívoca y verdadera cruz de nuestro
Señor Jesucristo? Es evidente que no podemos dar respuesta a estas preguntas,
sencillamente, por que no existe tal cruz
19
hoy en día. Como tampoco existió ni se
utilizó por los primeros cristianos, al
menos, hasta finales del siglo II. A menos que aceptemos que no estamos
refiriéndonos a los dos maderos que formaron la cruz donde el Señor Jesús fue
clavado si no a la obra allí realizada por
Quien fue clavado en ella.
Hemos de saber que los primeros cristianos eran, de forma mayoritaria,
judíos y, como tales, venían enseñados,
desde el Antiguo Testamento, en la prohibición a la utilización de imágenes,
figuras u objetos para uso personal (otra cosa son la figuras y objetos que Dios
mismo mandó crear para el tabernáculo y
el templo). De ahí que no encontramos ni en los anales escritos ni en los anales
gráficos la utilización del símbolo de la cruz, máxime cuando la Escritura misma
les recordaba: “El Mesías nos redimió de
la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero” (Gálatas 3:13).
Debemos remontarnos más allá del año 200 D.C. cuando el cartaginés
Tertuliano describe como algunos utilizaban el símbolo de la cruz sobre sus
frentes, algo que acarreó sobre ellos la
acusación de idolatría. En los años
20
sucesivos vemos como muchos de los que
usaban la cruz ya le asignaban un valor
mágico, como una forma de exorcismo para alejar espíritus malos (como
fantasmas o vampiros), llegando a marcar sus reses con la finalidad de protegerlas de
enfermedades, influenciados cada vez más
tanto por el misticismo como por otras formas de culto que gradualmente fueron
afianzándose entre los cristianos, y que apenas tuvieron parte significativa en la
Iglesia de los siglos I y II.
Aún con todo lo expuesto
anteriormente, no resulta difícil encontrar quienes señalan que la Biblia permite el
uso de figuras, imágenes y objetos por
cuanto las vemos en el tabernáculo y en el templo. Si bien es cierto esto último, pues
todos los materiales y componentes en el tabernáculo y en el templo representaban
elementos espirituales, no menos cierto es
que la Escritura es clara, contundente, rotunda y tajante cuando de todas aquellas
figuras, objetos o símbolos se dice: “conforme a todo lo que yo te muestre, el
diseño del tabernáculo, y el diseño de
todos sus utensilios, así lo haréis” (Exo 25:9). Por tanto, nada se dejó al deseo,
imaginación o voluntad ni de Moisés ni de aquellos que levantaron el tabernáculo en
el desierto. Al contrario, claramente se
21
nos dice que: “Moisés hizo conforme a
todo lo que Jehová le mandó” (Exo 40:16).
Vemos pues que ante el mandato
tajante, inequívoco, de hacer todo conforme a lo que Dios ordenaba según su
propio diseño, también a Moisés y a cada
ciudadano de Israel se le dice con la misma claridad y contundencia: “No te
harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la
tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”
(Exo 20:4), y también: “no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa” (Deu
4:23). Nótese que estos pronombres “te” (a ti mismo), y “os” (a vosotros mismos),
anulan cualquier acción de voluntad
personal de cualquiera de nosotros. Por tanto ¿Dónde está ese “permiso” del que
algunos hablan? ¿Acaso no suena conocido este estribillo del permiso a
aquel otro, ya antiguo, que decía: “¿con
que Dios os ha dicho?” (Gen 3:1)
Si nos fijamos en el rey David cuando expresa su voluntad de edificar el templo,
vemos como Dios mismo le dice: “bien
has hecho en tener tal deseo” (1 Rey 8:18), pero todos sabemos que sería su hijo
Salomón quien al final lo edificase. ¿Cómo lo edificó? ¿De donde salieron el
diseño y los planos? ¿Del rey David o sus
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ayudantes? ¿Acaso de Salomón y su
extensa sabiduría? Leamos lo que la
Escritura nos dice al respecto: “todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por
la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño” (1 Cro 28:19).
Otra vez vemos que no es el conocimiento
del hombre, ni su voluntad o intención (por buena que sea), si no por el mandato o
autorización divinas que debamos hacer las cosas. Nótense las frases: “todas estas
cosas” y “todas las obras del diseño”, no
hay resquicio alguno para la introducción de elementos u objetos por parte de los
hombres en el diseño de Dios.
Resulta sorprendente descubrir la
proporcionalidad existente en la utilización de los símbolos bíblicos y la utilización de
otros no bíblicos como el que nos ocupa en este estudio: la cruz. Cuanto menos se
utilizan los primeros más se utiliza el
segundo.
Es concluyente, por tanto, que la cruz no es figura, objeto o símbolo del
cristiano.
23
La cruz … ¿símbolo del cristianismo?
Asumiendo que el estimado lector
sabe distinguir perfectamente entre la Iglesia invisible (cristianos a quienes solo
el Señor conoce, (2 Tim 2:19)), y la iglesia
profesante (el cristianismo, en donde están todos los que el Señor conoce pero que no
conoce a todos los que en el están), analizaremos el momento en que se
empieza a utilizar en la historia del hombre
la figura, objeto o símbolo de la cruz, y cual tipo de cruz se utiliza.
De modo cierto, y reconocido por
prácticamente todas las denominaciones o
grupos que componen el mundo cristiano, el uso de la cruz en las iglesias parte más
allá del año 312 de nuestra era, cuando el emperador Constantino la introduce como
ornamento dentro del cristianismo y
establece éste como la religión oficial del imperio romano. De todos es conocido
como el propio Constantino relata el haber tenido una visión en la cual se le aparece
una cruz con las palabras “in hoc signus
vince” (por este señal vencerás), casi cincuenta años antes de que decidiese
hacerse a si mismo cristiano. Lo que pocos saben es que Constantino era
adorador del dios solar (solis invictus) y
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cuya imagen o
símbolo era un
circulo con dos diámetros, uno
vertical y otro horizontal,
formando una
cruz. Lo que muchos ignoran es que el siete de marzo del año 321 Constantino
establece el domingo (die solis), como día de descanso en los trabajos en todo el
imperio romano para dedicarse a la
adoración de este dios pagano.
No obstante, antes de adentrarnos en cuando se empieza a utilizar la imagen,
objeto o símbolo de la cruz veremos como
era la cruz en la que Jesús fue clavado, puesto que algunos, desde antes de la edad
media hasta el día de hoy, sostienen que fue en un poste vertical y no en una cruz
formada por un poste vertical y otro
horizontal. El hecho de que el Nuevo Testamento fuese escrito en griego y que
tan solo se utilizan dos palabras para designar la cruz: stauros (que señala la
forma: palo vertical, traviesa, estaca), y
xilon (que señala el material: de madera), les lleva a concluir que el Señor Jesús fue
clavado en un poste vertical, conforme se hacía desde los tiempos de sus inventores,
los asirios, pasando a ser utilizado
25
posteriormente por persas, griegos y
romanos. A esto añaden que la falta de
madera en el tiempo de la dominación romana en Israel, así como el hecho de que
el olivo, bajo y de tronco pequeño (era el árbol autóctono mayoritario), hacía casi
imposible que se utilizase más cantidad de
madera que el propio poste vertical.
A pesar de su mucha argumentación
a favor del uso de un
solo madero, lo cierto es que esta postura
deja a un lado las propias evidencias
bíblicas de que el
Señor fue clavado en una cruz formada por
un palo vertical hendido en la tierra
con un travesaño
horizontal en su parte superior (en latín llamado patíbulo). Si
Jesús fuese crucificado en un solo poste vertical, sus manos estarían clavadas
encima de su cabeza, pero lo realidad es
que un testigo directo de la crucifixión señala que: “pusieron sobre su cabeza su
causa escrita: este es Jesús, el rey de los judíos” (Mat 27:37). Es decir, si estuviese
en un solo poste vertical, el letrero estaría
26
puesto sobre sus manos y no sobre su
cabeza, como bien señala el evangelista.
También recogen las Escrituras el
testimonio de otro testigo directo de las secuelas que la crucifixión dejaron en el
cuerpo de Jesús: “Si no viere en sus
manos la señal de los clavos” (Juan 20:25). Tomás habla de clavos en plural,
por que fueron uno en cada mano y cada una de ellas extendidas en cruz. Y,
ciertamente, habla de ver sus manos y no
sus muñecas, como algunas veces se pretende señalar la posición de dichos
clavos. Sus manos fueron traspasadas entre los huesos grande y semilunar, capaces de
soportar más de cien kilos de peso.
Trescientos años antes de Jesús, ya
algunos historiadores señalan como al poste vertical (stipes en latín) de asirios,
persas, griegos y cartagineses los romanes
le añadieron el palo horizontal (patíbulo o furca en latín), para extender los brazos de
las victimas.
Plauto (254-184 A.C.) señala:
“Déjenlo que cargue el patíbulo a través de la ciudad; entonces que a él se le clave a la
crux”. (Carbonaria) ... “Yo sospecho que usted está condenado a morir fuera de las
puertas, en esa posición: Con las manos
27
extendidas y clavadas al patíbulo”. (Miles
Gloriosus)
Séneca (c. 4 A.C. al 65 D.C.) también
escribe: “De más allá yo veo las cruces, de hecho no de un solo tipo sino diferentes,
ideadas por personas diferentes; algunos
cuelgan sus víctimas con la cabeza hacia la tierra, unos empalan sus partes privadas,
otros estiran hacia afuera sus brazos en un patíbulo” (De Consolatione).
Pero más allá del tipo de crucifixión utilizado, lo cierto es que Jesús “se humilló
a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil 2:6-8). Lo
anunciado tanto por David: “horadaron
mis manos y mis pies” (Salmo 22: 16), como por Zacarías: “mirarán a mí, a
quien traspasaron” (Zacarías 12:10), anticipaban la forma en que el Señor iba a
entregar su vida por el mundo.
Con relación a
cuando se empieza a utilizar una cruz
como figura, objeto o
símbolo, ha de señalarse que no es el
mundo cristiano el primero en utilizarla.
Prácticamente en
28
todo pueblo o cultura remoto siempre ha
existido la cruz como elemento místico o
religioso, como este mosaico persa que acabamos de ver, el cual representa a
Tamúz.
Bien que fuese desde los tiempos de
Tamúz, el hijo de Nimrod (2500 años A.C.), adorado como el hijo de dios y de
donde deriva la cruz Tau, bien que fuese en el antiguo Egipto (2500 años A.C.) con
la adoración al dios solar Ra, donde el
“Ankh” es el símbolo de dicho dios egipcio, vemos ya el uso de una cruz como
figura, objeto o símbolo religioso.
También vemos el uso de la cruz
como símbolo sagrado en la India. Mientras al norte de esta nación la cruz se
usaba para marcar los jarrones de agua
sagrada que se extraen de los ríos Indus y
29
Ganges, en el sur se usó como un emblema
de los santos sin cuerpo. Los budistas y
otras numerosas sectas de la India marcaban a sus seguidores con la señal de
la cruz sobre sus cabezas.
Los reyes de Asiria, como demuestran
documentos antiguos igual al que vemos en la foto inferior, portaban una cruz
colgante en sus collares, al igual que algunos extranjeros que luchaban contra
los egipcios. Estos guerreros llevaban
puesta una pequeña cruz colgada de su cuello o de sus collares. Significativo,
también, ver como los persas portaban en sus escudos la forma de una cruz durante
sus batallas contra Alejandro Magno (año
335 a. C.).
En África, los indígenas de Abisinia sumergen cruces en el río Gitche y las
mujeres de Kabyle (norte de Argelia),
aunque son musulmanas, se hacen tatuajes
30
en forma de cruz entre los ojos. En
Wanyamwizi (centro de África), sus
habitantes decoraban sus paredes con cruces mientras que la tribu de los yaricks,
que establecieron una línea de reinos desde el Níger hasta el Nilo, llevaban pintada en
sus escudos la señal de la cruz.
En el continente americano, narra la
historia que cuando el conquistador español Herman Cortes y sus soldados
desembarcaron en México no podían
ocultar su sorpresa al ver la cruz erigida como objeto de adoración en los templos
de Anahuac. Los españoles no comprendían que la cruz era un símbolo de
adoración de gran antigüedad y era usado
por muchas naciones paganas en las cuales
31
la luz de la cristiandad no había brillado.
En la localidad de Palenque, fundada por
Votan en el siglo IX A.C., hay un templo pagano conocido como “el templo de la
cruz”, en cuyo pedestal del altar hay una cruz inscrita, exactamente en el centro, la
cual mide dos metros, fue adorada siglos
antes de los españoles arribasen a las costas de México. Hemos de recordar
que, en los tiempos pasados, los mexicanos adoraban la cruz como Tota, es
decir: Padre de nosotros. Esta costumbre
de dirigirse a un madero bajo el título de “padre”, no debiese resultarnos extraño
por cuanto es mencionada en la Biblia cuando el pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento mezcló la idolatría con su
religión: “se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes,
sus sacerdotes y sus profetas, que dicen a un leño: Mi padre eres tú” (Jer 2:26-27) .
Los habitantes de la Patagonia se tatuaban sus frentes con cruces y en Perú
se han hallado utensilios antiguos
que están marcados
con una cruz.
En Europa, entre los pueblos
que habitaban la
32
península itálica, antes de que la gente
conociera las artes de la civilización,
creían en la cruz como un símbolo religioso. Aun en aquellos días la
consideraban como una protección y la ponían sobre sus tumbas, siendo usada
como un símbolo religioso hasta los días
del Imperio romano. Por el año 46 a. de C. aparecen monedas romanas mostrando el
símbolo de la cruz.
Vemos pues que al propagarse el
símbolo de la cruz por las antiguas civilizaciones ésta tomó diferentes formas
en los distintos lugares hasta que se multiplicaron las diversas formas de la
cruz. El cristianismo, adoptando la idea
pagana del culto a la cruz, también aceptó varias formas de la cruz. Por eso es
necesario preguntarnos que si el uso de la cruz en el cristianismo se originó con la
cruz de Cristo ¿Entonces por qué son
usadas tantas y tan variadas formas de cruces? Evidentemente, la cruz en la cual
Cristo fue colgado, solamente fue una. Si el culto a la cruz se originó con la cruz de
Cristo ¿no le parece que solamente una
forma de cruz debiera ser usada?
El caso es que el uso de la cruz no se originó con Cristo y toda la variedad de
formas de la cruz fueron símbolos paganos
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desde antes de la Era Cristiana. Además,
de las muchas variedades de cruces que
siguen vigentes como emblemas, símbolos u objetos (la de san Jorge, san Andrés, la
Maltesa, la Griega, la Latina, etc.), no hay una de entre todas ellas que no pueda ser
relacionada con la más remota antigüedad.
Se podría decir mucho más acerca de
los distintos usos de la cruz como símbolo u objeto religioso de adoración dentro de
los pueblos que nos precedieron pero lo
presentado hasta aquí debe servir para reconocer que la cruz era usada mucho
antes de la Era Cristiana. No obstante, alguno podría decir que ya que Cristo
murió en una cruz ¿no la convierte en un
símbolo cristiano? La respuesta debe ser siempre: ¡No! El hecho de que Jesús haya
muerto crucificado indica que su uso como medio de castigo y muerte ya estaba
establecido dentro del paganismo. Con
todo, para el cristiano no se trata ni el como murió el Salvador ni donde entregó
su vida. Lo verdaderamente importante es que con su muerte El nos da salvación y
vida eterna.
Dos últimas preguntas, a modo de
reflexión personal, con las que me gustaría finalizar el presente trabajo:
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¿Cuántas cruces se han visto en los
locales de las Asambleas de Hermanos
hasta los días de hoy?
De todos aquellos que gozan ya en la presencia del Señor ¿Cuántas lapidas
llevan el emblema, objeto o símbolo de la
cruz?
Para todos aquellos que aprueban o sostienen el uso de una cruz como
símbolo, objeto o recordatorio, dejo las
palabras escritas por el Apóstol Pablo a los cristianos de Corinto: “¿Acaso ha salido
de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?” (1ª Corintios 14:36)