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10.18800/educacion.202002.009
Artículo
La cuaternidad de los estilos de aprendizaje y el código Phisca-
tawa en el sistema educativo inca
The quaternity of learning styles and the Phisca-tawa code in the
Inca educational system
A quaternidade de estilos de aprendizagem e o código Phisca-
tawa no sistema educacional inca
Carlos Quintanilla Rauch1 , 0000-0002-2225-2888
1Universidad Peruana Los Andes – Perú , [email protected]
RESUMEN
La teoría educativa de los estilos de aprendizaje busca desarrollar un aprendizaje
significativo en los estudiantes para alcanzar adecuadas competencias
profesionales, siendo una visión pedagógica relevante en el campo educativo
actual. Por otra parte, las investigaciones actuales están redescubriendo la
cosmovisión de los incas, y permiten la teorización de un sistema de buen
aprendizaje llamado en quechua allinta, basado en un código de principios
valorativos que permitió formar especialistas en diversos campos del conocimiento,
conocidos como kamayoq. Este estudio permite analizar el posible paralelismo de
los estilos de aprendizaje actual con la ancestral cosmovisión educativa de los incas,
porque a pesar de referirse a diferentes contextos educativos, permitieron el logro
de las capacidades técnicas del kamayoq inca, similares a las competencias del
profesional actual.
Palabras clave: estilos de aprendizaje, cosmovisión inca, código Phisca-tawa,
sistema educativo inca.
ABSTRACT
The educational theory of learning styles seeks to develop meaningful learning in
students in order to provide them with adequate professional skills, for which it is a
relevant pedagogical vision in the current educational field. From another standpoint,
current research is rediscovering the Inca worldview and allowing the theorizing of a
good learning system called in Quechua allinta, based on a code of evaluative
principles that allowed the training of the kamayoq, who were the specialists in
various fields of knowledge. This study allows us to analyze the possible parallelism
of current learning styles with the ancient educational worldview of the Incas,
because despite referring to different educational contexts, they allowed the
achievement of the technical abilities of the Inca kamayoq, which is similar to the
skills of the current professional.
Keywords: learning styles, Inca worldview, Phisca-Tawa code, Inca educational
system.
RESUMO
A teoria educacional dos estilos de aprendizagem busca desenvolver uma
aprendizagem significativa nos alunos, para alcançar habilidades profissionais
adequadas, sendo uma visão pedagógica relevante no atual campo educacional.
Por outro lado, a pesquisa atual está redescobrindo a visão de mundo inca e
permitindo a teorização de um bom sistema de aprendizado chamado em quíchua
allinta, baseado em um código de princípios avaliativos que permitia a formação de
especialistas em diversas áreas do conhecimento, conhecido como kamayoq. Este
estudo nos permite analisar o possível paralelismo dos estilos atuais de
aprendizagem com a antiga visão educacional do mundo dos incas, porque, apesar
de se referirem a diferentes contextos educacionais, permitiram o alcance das
capacidades técnicas do kamayoq inca, semelhantes às habilidades do profissional
atual.
Palavras-chave: estilos de aprendizagem, visão de mundo Inca, código Phisca-
Tawa, sistema educacional inca.
1. INTRODUCCIÓN
El estudio de los estilos de aprendizaje, relacionado con el enfoque pedagógico del
constructivismo, busca la construcción de aprendizajes significativos, pero sus
orígenes se pueden encontrar en el concepto de cuaternidad de los tipos
psicológicos de Jung (1985) que luego se llevan al campo educativo por los Kolb
(2005) con el nombre de estilos de aprendizaje, descritos en un proceso circular y
enmarcados en cuatro fases, que se ordenan y desarrollan en forma progresiva para
el logro último de las capacidades y habilidades de cada estudiante, siendo una
herramienta innovadora para los docentes en el campo educativo actual.
De los incas se reconoce actualmente sus grandes logros en campos como la
astronomía, la textilería, el manejo de semillas, de productos agrícolas como la papa
o el maíz, las técnicas hidráulicas, la arquitectura y grandes construcciones que
para nuestro tiempo son difíciles de igualar; pero no se ha tomado conciencia que
debieron estar lógicamente fundamentados en una estructura educativa que se
puede rescatar a través de documentos o crónicas registrados en tiempos de la
colonia, muchas veces contradictorios por la interpretación subjetiva y por la
dificultad en las traducciones orales, como sustenta Guerreira (2004), y mediante
las abundantes investigaciones actuales sobre una cosmovisión sustentada en un
sistema de cuatro etapas llamado código tawa, como lo describen Urton (1981) o
Salazar (2014), que les permitió ordenar todos sus procesos productivos y debió
influir profundamente en su concepción educativa.
Garcilaso (2009) habla ampliamente sobre los centros de enseñanza inca llamados
yachay-wasi que define como casas de saber o casas de enseñanza, pero sin una
información específica sobre el proceso educativo que regía en estas instituciones
que debieron estar organizadas por contenidos y metodologías que buscaban la
formación técnica y el aprendizaje académico, como opina Guerreira (2004).
El propósito de la presente investigación es observar y analizar la relación existente
entre el proceso constructivo del aprendizaje en el sistema educativo actual y la
ancestral técnica educativa inca, que conceptualizaba el mundo como un proceso
de ordenamiento natural de cuatro elementos, en una estructura cíclica organizada
por un quinto elemento, para alcanzar las capacidades técnicas del kamayoq o
especialista inca.
2. DESARROLLO
2.1. La cuaternidad del aprendizaje
Jung (1985), figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis junto a Freud, y gran
investigador de antiguas culturas, corrientes filosóficas y conocimientos de
ancestrales civilizaciones, redescubre el concepto de «cuaternidad», arquetipo
universal o premisa lógica de todo juicio de totalidad que se basa en los postulados
filosóficos de Aristóteles que llega a la conclusión de que la naturaleza tiene en total
cuatro elementos o raíces: tierra, fuego, aire y agua; que se amplía con las teorías
del médico Hipócrates que relacionan estos elementos con cuatro humores internos
del cuerpo, los cuales determinan cuatro tipos de temperamentos en los seres
humanos.
Jung (1985) moderniza los antiguos conceptos sobre los cuatro temperamentos
hipocráticos convirtiéndolos en un sistema de tipologías psicológicas, como también
sustenta posteriormente Martínez-Abascal (2001): «los distintos tipos
constitucionales también determinaban aspectos psicológicos de las personas» (p.
412), cuatro tipos psicológicos que representan cuatro funciones básicas y
principales de consciencia conocidos como tipos psicológicos de Jung (2002),
cuatro formas de comprender e interpretar la realidad:
Por ello también hay cuatro aspectos psicológicos de la orientación
psíquica más allá de lo cual no puede ya decirse nada más
fundamentalmente. Debemos tener, como orientación, una función que
compruebe que hay algo (sensibilidad), una segunda que verifique qué es
esto (pensamiento), una tercera función que diga si esto se adecúa o no,
si se quiere admitir o no (sentimiento) y una cuarta que indique de dónde
viene y adónde va (intuición). (Jung, 2002, p. 474).
A través de la sensación el estudiante descubre o percibe el nuevo conocimiento, el
pensamiento le indica de qué trata ese conocimiento, el sentimiento le permite
otorgarle valor al conocimiento y la intuición le da el alcance de lo que puede hacer
con ese nuevo conocimiento siendo una función final procedimental, por tal razón si
no se atraviesa este proceso del conocimiento, no se logrará un desempeño
adecuado y tampoco el éxito deseado. Los dos primeros tipos son más receptivos
o pasivos y los dos últimos son más activos o de respuesta, de las cuatro existe el
predominio de un tipo o función principal que es superior por predisposición natural
conocida como carácter. Pero Jung (1985) refiere que se debe desarrollar todas las
funciones o tipos psicológicos en forma integrada, porque ninguna de ellas por sí
sola basta para alcanzar el conocimiento.
Los tipos psicológicos son posteriormente reformulados por los Kolb (2005) en un
modelo de aprendizaje teorizado como una rueda de cuatro etapas de «aprendizaje
experiencial» denominados estilos de aprendizaje, que comprenden la experiencia
concreta, la observación reflexiva, la conceptualización abstracta y la
experimentación activa, siendo los dos primeros más receptivos y creativos y
opuestos a los dos últimos que son más lógicos y ejecutivos. El proceso educativo
basado en los estilos de aprendizaje es confirmado por investigaciones sobre
neurociencia y función cerebral, como las del neurobiólogo Zull (2002) que afirma:
«la experiencia concreta viene a través de la corteza sensorial, la observación
reflexiva involucra la corteza integradora posterior, creando nuevos conceptos
abstractos que ocurren en la corteza integrativa frontal y las pruebas activas
involucran al cerebro motor» (pp. 18-19). De este modo, el ciclo del aprendizaje
surge naturalmente en la estructura interna del cerebro (Figura 1).
Fuente: The Art of changing the brain (Zull, 2002, p. 18).
Figura 1. El ciclo del aprendizaje experiencial y las regiones de la corteza cerebral
Renés y Martínez (2015) indican que la visión de estilos de aprendizaje iniciada por
los Kolb (2005) se basa en enfoques cognitivos del aprendizaje, y representa un
modelo educativo experimental de cuatro etapas luego transformado por Alonso,
Gallego y Honey (2012) a un instrumento en idioma castellano, más detallado que
el de los Kolb (2005), por estar basada en las acciones que desarrolla el estudiante.
Alonso et al. (2012) indican que los estilos de aprendizaje forman parte de enfoques
pedagógicos contemporáneos que buscan el aprender a aprender, y definen cada
estilo de la siguiente manera: estilo activo (experiencia concreta de los Kolb), estilo
reflexivo (observación reflexiva de los Kolb), estilo teórico (conceptualización
abstracta de los Kolb) y estilo pragmático (experimentación activa de los Kolb), por
tanto cada estudiante debe desarrollar secuencialmente cada uno de los cuatro
estilos de aprendizaje para culminar en forma exitosa todo el proceso de enseñanza
y para que cada estudiante pueda construir un aprendizaje significativo para su vida
profesional.
2.2. El aprendizaje inca de cuatro valores
Los incas interpretaron su entorno natural y cultural en una cosmovisión expresada
mediante su lengua materna quechua o mejor llamado qheswa simi , relacionando
el orden de los cielos y de las estrellas con el entorno geográfico de la tierra llamada
Pachamama. Por eso las cuatro estrellas de la constelación de Orión, llamada Hatun
Chakana en quechua, señalan a cada uno de los cuatro suyos, como lo ha probado
Salazar (2014), ordenando el entorno geográfico del Tawantinsuyo que fue fundado
por cuatro hermanos llamados Ayar; una cosmovisión de cuatripartición simbólica y
funcional que Jung (1985) interpretaba como un arquetipo de cuaternidad, y que era
conocida por los incas con el concepto quechua de tawa.
El investigador Urton (1981) descubrió a través de las tradiciones orales el «universo
quechua de las constelaciones oscuras» de los incas, que distinguían manchas
oscuras contra el fondo claro de la Vía Láctea que era el gran río cósmico (Figura
2), describiendo siluetas de animales que se elevan a lo largo del río celeste
destacando cuatro de ellas que rodean a la Cruz del Sur y que emergen
cíclicamente acompasando el ciclo agrícola, como fueron descritas por Cáceres
(2007) y Urton (1981): a la derecha la rana o sapo celestial llamada hanp’atu o
atarway, llamada también pachawawa en quechua por ser hijo espiritual de la tierra,
que se observa en los cielos nocturnos en el mes de agosto anticipando el tiempo
de siembra; más a la derecha, la silueta de yacumama, amaru o mach’aqway que
es la gran serpiente de agua que se observa al inicio de la temporada primaveral de
lluvias en la sierra; a la izquierda de la Cruz del Sur se encuentra la constelación
con forma de ave llamada yutu o lluthu en la nebulosa oscura llamada saco de
carbón, que se observa en el tiempo de lluvias y fructificación de diciembre,
reflejándose en tierra con la figura de un gran ave descubierta por Salazar (2014)
entre los andenes del complejo arqueológico de P’isaq; finalmente, hacia el noroeste
se encuentra la gigantesca figura de una llama cuyos ojos brillantes lo forman las
estrellas Alfa y Beta Centauri, conocida como yacana o katachillay que se observa
en el tiempo seco de otoño cuando culminan las cosechas de abril y mayo, reflejada
en la figura de una llama descubierta por los hermanos Elorrieta (2008) en los
andenes de la ciudadela inca de Ollantaytambo. Las cuatro constelaciones se
pueden relacionar con los cuatro elementos descritos en la mayoría de las
cosmogonías de civilizaciones antiguas.
Fuente: Animals and Astronomy in the Quechua Universe (Urton, 1981, p. 112).
Figura 2. Constelaciones oscuras
Estas cuatro constelaciones están rodeando a la Cruz del Sur, que representa la
máxima sacralidad inca y simboliza el ordenamiento natural basado en el principio
tawa o de los cuatro principios valorativos, culturales y educativos que conocían los
incas, siendo un pueblo «que marcaba el paso de sus vidas con la celebración de
rituales adecuados a cada circunstancia» (Guerreira, 2004, p. 411). Así lo muestran
los Arsuwinakas o mandamientos aimaras rescatados mediante el código ético
k’inthu, descrito en una publicación del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Bolivia (2009). Los Arsuwinakas representan cuatro principios: akhamaña, que
significa vivir; yatiña, que es el saber; amuyaña, que es sentir, y luraña, que significa
construir o hacer. Los incas, por su parte, tenían el código tawa nombrado por
Laurencich (2003), que también describía cuatro valores: kawsay que es vivir o
existir, yachay que es aprender, munay que es querer y llank’ay que es laborar,
valores que ordenaban todas sus actividades siendo los dos primeros de tipo
receptivo, pasivo o femenino relacionadas con celebraciones a la germinación con
las diosas Pachamama o madre tierra y Yacumama o madre agua; y los dos últimos
de carácter activo, productivo o masculino con celebraciones a los dioses Kon que
era el dios del viento y Pachakamaq que era el dios del fuego terrestre.
Podemos interpretar de lo anterior que la actividad educativa del aprendizaje inca,
desarrollado en los Yachay wasi, Yachana wasi o Hatun Yachay Wasi, equivalente
a la universidad actual , se desarrollaba mediante un ordenamiento similar,
impartiéndose la formación técnica y la preparación especializada a los príncipes
incas y a los hijos de los hombres principales de los pueblos conquistados con un
lengua secreto desconocido hoy en día y un sistema de quipus nemotécnicos que
representaban conceptos abstractos que asombraban a los conquistadores;
conocimientos superiores enseñados a través de maestros llamados Yachachiq o
Yachayniyoq, en un nivel de educación superior, como lo sustenta Guerreira (2004),
que también comenta: «no puede negársele el perfeccionamiento de las técnicas
por la preparación especializada en cada una de ellas, que confiaron a los más
hábiles» (p. 412).
Se trataba de conocimientos muy específicos y prácticos que «no surgen de la
simple intuición, ni de la sensibilidad o capacidad de observación de un individuo, y
responden a un sistema de reglas o modos y que proporciona los medios para darle
una utilidad práctica» (Guerreira, 2004, p. 414), y que estaban sustentados en el
concepto allin o allinta que significa bueno, espléndido o magnífico, según el
diccionario de la Academia Mayor de la Lengua Quechua (2013) , que representaba
el compromiso de hacer bien las cosas.
2.3. El estilo activo del allin kawsay
Kawsay significa vivir y kawsay pacha o kaypacha es la tierra en que vivimos, y la
Pachamama, Sachamama o Hachamama, la tierra fértil en que nacemos, existimos
y venimos a aprender. Allpacamasca en los mitos andinos es llamada por Garcilaso
(2009) tierra animada, y Hallp’a en quechua significa tierra cultivable, tierra con
energía creadora latente que llevada al nivel humano representa la capacidad
creativa, la inventiva y la capacidad de desarrollar su erudición. Kawsay es: «vida
en realización permanente, dinámica y cambiante... interacción de la totalidad de
existencia en movimiento, la vida entendida desde lo integral, es la esencia de todo
ser vital» (Macas, 2010, p. 23).
El tiempo de siembra de la tierra es el Tarpuy mit’a (Figura 3), que era el tiempo de
arar la tierra y sembrar la semilla: «este mes entran a trabajar, aran y rompen tierras
simples para sembrar maíz» (Poma, 1980a, p. 175).
Fuente: Nueva corónica y Buen gobierno. Tomo II. (Poma, 1980b, p. 468).
Figura 3. Zara Tarpuy Mit’a (tiempo de sembrar el maíz)
Es la tierra donde se inicia el ciclo agrícola cuando se sale del invierno al tiempo
primaveral. Este periodo comienza con la purificación de la tierra en la ceremonia
del Situwa o Sitwa Raymi, que simboliza la purificación de la madre tierra
Pachamama y la pachawawa seca y enferma por el frío invernal para recuperar su
Kamaq o Kawsa, ceremonia celebrada en julio cuando se pasaba de la sequía al
tiempo de lluvia, que en la actualidad se rememora con la fiesta del Apóstol
Santiago, llamado también Tayta Shanti o Apu Wamaní: «en el Cuzco comienza
temprano el mes de Santiago, y si yerra... se daña el maíz» (Poma, 1980b, p. 466).
Luego en setiembre se celebraba el Qoya Raymi: «la gran fiesta de la luna, es coya
y señora del sol... y así fue fiesta y pascua de la luna» (Poma, 1980a, p. 179),
celebración en honor a la esposa del inca, a la tierra y a lo femenino como elementos
de fecundidad para propiciar el inicio de la siembra agrícola.
En el inicio del aprendizaje el docente también actúa como un tarpuq o sembrador
que comienza a sembrar las semillas del conocimiento en el estudiante mediante
preguntas, diálogos, ideas, ejemplos y conceptos. El estudiante activo se
caracteriza por: «implicarse en experiencias, entregarse a la realización de
actividades novedosas... le gusta desempeñar un papel activo tanto en la
experiencia como en las relaciones personales» (Renés y Martínez, 2015, p. 167),
como la tierra fértil (allin kawsay) apta para implicarse en la experiencia educativa.
2.4. El estilo reflexivo del allin yachay
Yachay es el conocimiento o sabiduría que entrega el yachachiq que es el maestro
o profesor, el yachayniqoq que se traduce como docto, erudito o catedrático que
instruye, educa o enseña lo que no sabe o ignora el estudiante.
Macas (2010) indica que yachay es: «generar pensamiento, un aprendizaje
permanente... una práctica de generación en generación, dentro de nuestras
comunidades» (p. 27). Por su parte Lajo (2006) lo relaciona con la cabeza «que
traduce el principio del saber o la sabiduría, zona del Hanan Pacha; el que lo cultiva
es un Yachayniyoq, un ser pensante, gran teórico descifrador de razones y palabras,
pero nada más» (p. 139). El Yachay estaba representado con el amaru, la serpiente
andina «que representa sabiduría y que encarna la trinidad vida-muerte-eternidad,
cuyo simbolismo se transforma con el correr de los tiempos y los contextos
culturales... agente transformador e impulsor de cambios estructurales para los
pueblos andinos» (García, 2017, p. 24). La serpiente también es símbolo de las
lluvias y la fertilidad según Tacca (2012), y para los incas era tótem y símbolo de
sapiencia, por tal razón los yachay wasi eran edificaciones adornadas con
abundantes relieves de serpientes, símbolo del aprendizaje y del pensamiento
racional, como lo atestigua la llamada actualmente «casa de las sierpes», el
principal Yachay wasi del Cusco en el Amaruqhata o ladera de la serpiente del barrio
inca de Pumacurcu, que significa columna del puma, a orillas del hoy canalizado río
Tullumayu o Tulumanya, que significa arco iris .
Las pacarinas, qochas o pukyus son las aguas subterráneas que originan la cultura
porque, según la cosmovisión inca y pre-inca, comunican el ukhupacha o mundo
interior oscuro de la tierra con el mundo exterior luminoso del kaypacha. El
ukhupacha por tanto es «de donde sale toda la energía, lo que fluye del interior del
tiempo y del espacio» (Lajo, 2006, p. 135). Según las leyendas orales, por estos
lugares salen los hombres que han desarrollado el pensamiento reflexivo y la razón
para desarrollar la cultura de los pueblos, como Manco Qapac y Mama Ocllo salen
por la gran pacarina del Titicaca llenos de sabiduría para fundar un imperio, o como
las pacarinas de Choclococha o Wariwillka que dan origen a las culturas Chanka y
Wanka respectivamente; por lo demás, Paqariq significa despertar, que se puede
traducir como el salir de la oscuridad de la ignorancia al amanecer del conocimiento
con el aprendizaje de los yachay wasi.
El tiempo primaveral del Qarpay mit’a (Figura 4) es descrito por Poma (1980b) como
«mes de regar las chacras con agua de pozos o de represas» (p. 471), el trabajo
agrícola de riego usando el agua de lagos, manantes o reservorios llamadas qochas
o pacarinas que con su humedad proporcionen el agua para la germinación de la
planta. En noviembre se celebraba el Ayamarcay: «es la fiesta de los difuntos, en
este mes sacan los difuntos de sus bóvedas que llaman pucullo, y le dan de comer
y beber, y le visten de sus vestidos ricos» (Poma, 1980a, p. 179), tiempo de momias
y de muertos como si fuera un tiempo de morir a los viejos conocimientos para
vestirse con el nuevo conocimiento impartido.
Es el momento en que el docente es el yachachiq o yachayniyoq, el erudito que
actúa como el reservorio o la fuente de nuevos conocimientos o saberes, y hace
brotar la reflexión y la comprensión en los estudiantes que, luego de ser semilla, se
transforman en el neófito o la nueva planta. El estudiante reflexivo destaca por «la
prudencia y la reflexión profunda a la hora de tomar decisiones y de actuar» (Renés
y Martínez, 2015, p. 168), es el que piensa bien (allin yachay), analizando y
reflexionando sobre la experiencia educativa desde diferentes perspectivas y
después de un minucioso análisis llega a la luz de la comprensión racional.
Fuente: Nueva corónica y Buen gobierno. Tomo II. (Poma, 1980b, p. 472)
Figura 4. Zara Qarpay Mit’a (tiempo de regar el maíz)
2.5. El estilo teórico del allin munay
Munay es voluntad, ánimo o deseo, y munayniyoq es la persona voluntariosa o con
poder de decisión. El munay, según Macas (2010) «tiene que ver con la voluntad,
la afectividad, con la necesidad de apasionarse, querer, la capacidad de entregarse,
el consentimiento, el compromiso y consecuencia con algo, los sueños y los
propósitos» (p. 28); representa por tanto procesos de compromiso y la búsqueda de
propósitos específicos u objetivos determinados encausados por la voluntad.
El munayniyoq, según Lajo (2006), «hará magia con su capacidad y potencia para
sentir y proyectar la fuerza del munay, y hasta podrá volar en las alas de la pasión
organizada que procrea nuestra cultura» (p. 136), como el viento del dios costero
Kon Wiraqocha, con forma de ave, que gobierna los vientos que cuando pasaban a
las montañas propiciaban las abundantes lluvias en la sierra para la producción y
procreación agrícola y ganadera del verano.
Era el tiempo de verano con lluvias abundantes, propicias para la producción
agrícola, que Poma (1980b) describe como tiempo de aporque en el Hallmay mit’a
de enero: «el comienzo del gran aguacero, y llueve mucho... y tienen que trabajar
de limpiar chacras... estando ojeando el maíz y papas de los perdices, y de los
venados y de la zorrilla, en todo el reino» (p. 448), el trabajo aporcando o arrimando
tierra en la base de las plantas cultivadas con montículos o camellones para lograr
el drenaje del exceso de lluvia nocivo para los cultivos, eliminando malezas y yerbas
nocivas, y ahuyentando a las alimañas (Figura 5). Está la época del Pacha phukuy
en que «ya tienen qué comer... y en este mes cesan de hambre en el reino; así los
ganados están ya gordos, hay pasto de sobra» (Poma, 1980a, p. 171), porque el
viento que significa pokoy o el aliento que se dice samay traen las lluvias que
permiten el desarrollo a plenitud de los cultivos, el crecimiento de los pastos y del
ganado que empezaba a dar cría y engordar para dar alimento a los pobladores en
un tiempo florido y multicolor de exuberancia y belleza.
Es el momento en que el docente se desempeña como un munayniyoq, que
compromete y anima al estudiante a llevar el conocimiento ya reflexionado a una
etapa de mayor abstracción y de mayor síntesis teórica que le permita comprender
el propósito de su aprendizaje; y es también el consejero que le ayuda a interpretar
el conocimiento y a desechar la información innecesaria, las dudas o inquietudes
como se desecha la yerba o las alimañas nocivas. El estudiante teórico «tiene la
tendencia a analizar y sintetizar desde la racionalidad y desde la objetividad... sigue
procesos sistemáticos cuando aborda los problemas y valora lo metódico y lo
estructurado» (Renés y Martínez, 2015, p. 169); es por tanto el estudiante
voluntarioso, decidido y estructurado (allin munay) que ordena en forma coherente,
sistemática y lógica el conocimiento aprendido.
Fuente: Nueva corónica y Buen gobierno. Tomo II. (Poma, 1980b, p. 449).
Figura 5. Zara Hallmay Mit’a (tiempo de aporque de maíz y papa)
2.6. El estilo pragmático del allin llank’ay
Llank’ay o Ruway es trabajo, labor, tarea u ocupación que desarrolla el trabajador,
llamado llank’aq en quechua. Para el investigador Lajo (2006), «Llankay o Ruay...
es el hacer o laborar o más llanamente el principio del trabajo, que es la esfera del
Kay Pacha, que en el organismo humano lo ocupa la zona del estómago (ombligo)»
(p. 136), concepto confirmado científicamente al ser el sistema digestivo el
encargado de la absorción de nutrientes que luego el hígado utiliza para conseguir
la energía calórica necesaria para el trabajo. Para Macas (2010), «Ruray, se refiere
al hacer, experimentar, crear, promover, intervenir, potenciar; estos procesos son
colectivos y comunitarios...» (p. 27). El fuego es, por tanto, un elemento calórico que
impulsa procesos de creación, acción y producción a través de dioses del fuego
como el Huallallo Carhuincho de los huancas en la región central o Ychsma –
Pachacamac en la costa, que según Eeckhout (2004) expulsa al dios Kon como
símbolo de la transición del verano al otoño cálido y seco que promoverá la
maduración final de los frutos y el logro de la cosecha.
El tiempo otoñal era llamado por los incas Allay mit’a, y era el tiempo de participar
en las grandes cosechas «...y guardar la semilla de las papas y ocas, ollucos,
masua, quinua y es tiempo de segar trigo en todo el reino (Figura 6). Y de las demás
comidas y frutas se ponga en piruas (despensas) cullunas» (Poma, 1980b, p. 460);
y era tiempo de las grandes fiestas como el el Inca Raymi Quilla donde el Inca
convidaba por igual a los principales y a los pobres, y «cantaba el cantar de los
carneros – puca llama – y cantar de los ríos... este mes está la comida madura y
ansí comen y beben y se hartan la gente del reino a costa del Inga» (Poma, 1980a,
p. 171), o el Aymoray Quilla que se celebraba luego: «de recoger la comida y llevarlo
a casa o al depósito, para guardarse en las cullunas chauays pirua, que son barriles
hacen muy mucha fiesta y borrachera, cantan...» (Poma, 1980a, p. 171), un periodo
de bienestar y regocijo para todos los habitantes del Tawantinsuyo.
El docente cumple en esta etapa educativa la función final de llank’aq porque
promueve la maduración final del aprendizaje del estudiante potenciando sus
aptitudes, habilidades y destrezas para que pueda aplicar los conocimientos
aprendidos en forma práctica, e interviene evaluando comunitariamente el
desempeño de los estudiantes para así poder cosechar los logros académicos del
proceso de enseñanza y aprendizaje. Al estudiante pragmático le interesa «la
aplicación de las ideas, de las teorías y de las técnicas para comprobar su
funcionamiento... poner al instante en práctica las ideas, encontrar beneficios a los
que realiza y ver con naturalidad la practicidad de todas las actuaciones» (Renés y
Martínez, 2015, p. 170). Es por tanto el estudiante práctico que desempeña bien su
labor técnica (allin llank’ay) porque demuestra capacidad ejecutiva, trato agradable,
disciplina, autocrítica y capacidad de análisis para solucionar las eventualidades
que se puedan presentar durante su desempeño.
Fuente: Nueva corónica y Buen gobierno. Tomo II. (Poma, 1980b, p. 461).
Figura 6. Allay Mit’a (tiempo de maduración y cosecha)
2.7. La culminación del aprendizaje inca: el Kamayoq o
especialista
En la ceremonia del Inca Raymi Quilla (Figura 7) el Inca entonaba un harawi o yaraví
inca homenajeando a una puka llama o llama roja, probable referencia de la
constelación oscura con tonos rojizos de la yacana que a comienzos del mes de
mayo acompaña a la Cruz del Sur que también era conocida como chacana o
yakana: «al parecer es una palabra deformada y derivada de Llama Kamaq o el
animador espiritual... es decir, el jefe, el que dirige. En suma una illa celestial
oscura» (Salazar, 2014, p. 248). Era por tanto «uno de los indicadores más notables
de la manipulación de tales manifestaciones como emblema de poder» (Gudemos,
2005, p. 32). Kamay es crear, inventar, modelar o plasmar, y Kamaq es el creador
o inventor, siendo por tanto un símbolo espiritual creador y ordenador de la
naturaleza.
Ambas constelaciones se observan al final del ciclo agrícola, por tanto la relación
de la Cruz del Sur y los periodos de riego «han determinado que se le llame
Chakana agrícola (...) haya sido en la antigüedad la señal para el inicio de la
cosecha y con ella las celebraciones a esta constelación que luego sería
reemplazada por el signo cristiano» (Salazar, 2014, p. 208). Por eso en la actualidad
se celebra a la Cruz de mayo, Tayta mayo o Cruz Velacuy (velación de la cruz),
fiestas que cambian de denominación de acuerdo a la región, pero que
aparentemente celebran la culminación de un ciclo total de creación.
La investigadora Gudemos (2011) descubrió el código de medición phisca-tawa en
la música incaica, pero «lo que reviste mayor importancia es la posibilidad de utilizar
este sistema en todos los órdenes que requieran mediciones de precisión, puesto
que la matriz pichqa-tawa es adaptable a toda longitud que oportunamente se
considere para efectuar demarcaciones» (p. 242). Esto permite determinar que un
orden de cuatro elementos es complementario con un quinto elemento, como las
cuatro constelaciones incas (tawa) que complementan o rodean a la Cruz del Sur
que representaría el quinto elemento (phisca), como cuenta la leyenda de Huarochirí
descrita por De Ávila (2009) sobre el dios Pariaqaqa Wiraqocha, que es el dios solar
que nace de cinco huevos para desplazar al dios ctónico Huallallo como símbolo del
quinto elemento que en un proceso creador ordena los cuatro elementos
inicialmente caóticos de la naturaleza, como lo describe Mayta (2012): «cuando no
existía aún ni la nada y la Pachamama (Madre Tierra) aún humeaba; existió primero
Wira (Roca), Kocha (Agua), Kon (Fuego) y Tikse (Luz). De la unión de estos cinco
espíritus nació Apu Kon Tikse Wiraqocha Pachayachachiq» (p. 24), y también
Laurencich (2003), que indica: «el canto Pichca punchau (cinco días) nos deja
entrever trazos de cosmogonía quinaria (el maíz brota al quinto día, el Sol alumbra
al quinto día... el dios Pariacaca manda las cinco regiones del cielo)» (p. 5).
Fuente: Nueva corónica y Buen gobierno. Tomo I. (Poma, 1980a, p. 227).
Figura 7. Fiesta de los Ingas (Inga canta con su Puca llama).
El proceso educativo constructivista también es un proceso creador gradual y cíclico
como lo entiende Díaz (2010): «[Inicialmente] la información aprendida es concreta
y vinculada al contexto específico... [Posteriormente] se vuelve aplicable a otros
contextos...llega a ser más abstracto, es decir, menos dependiente del contexto
donde originalmente fue adquirido... [Finalmente] existe mayor énfasis sobre la
ejecución...» (pp. 45-47); es un proceso del aprendizaje significativo que une el
principio del kawsay con el final del llank’ay que Góngora (2015), denomina «Allin
Kawsay Ruhuay, hacer bien las cosas, era y es la conducta cotidiana del poblador
del mundo andino» (p. 184). Al completar su aprendizaje, el inca encarnaba el quinto
principio kamaq que es la capacidad creadora de modificar la realidad, volviéndose
un kamayoq que representa al perito o especialista con potestad o dominio sobre
alguna labor, lo que Yates (2015) relaciona con la forma dinámica del aprendizaje
del «aprender a hacer» del profesional actual como lo atestigua un largo listado que
elabora, del cual extraemos algunos ejemplos: Quipu kamayoq: contador,
matemático o astrólogo; Hampi kamayoq: médico o cirujano; Nina kamayoq: guía
espiritual o sabio; Hachakachi kamayoq: ganadero; Qolqa kamayoq: administrador
de qolqas o depósitos imperiales; Chakra kamayoq: labrador, agricultor; Q’umpi
kamayoq: tejedor; Qolqi kamayoq: orfebre o joyero; Rumi ch’iquq kamayoq:
constructor o arquitecto; Hochayca kamayoq: juez; Sañu kamayoq: alfarero, etc.
3. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Los estilos de aprendizaje tienen dos propósitos, según indican los Kolb (2005)-¿.
Son una herramienta para el logro del aprendizaje significativo en los estudiantes
que deben aprender a experimentar el proceso del aprendizaje activamente,
aprender a reflexionar y razonar sobre lo aprendido, aprender a teorizar y
comprender lo que se ha aprendido, y aprender a desempeñarse en forma práctica
y óptima, de modo que cada estudiante pueda alcanzar las capacidades y
competencias académicas. También son una herramienta para enseñar a los
estudiantes el método de investigación: aprender a observar activamente la realidad
para descubrir problemas, aprender a reflexionar para plantear preguntas y
objetivos, aprender a teorizar las hipótesis y aprender a experimentar para llegar a
conclusiones y resultados.
Respecto a la educación inca, Góngora (2015) comenta que el proceso de
enseñanza-aprendizaje inca «era eminentemente práctico, se educaba no para
conocer, sino para la práctica cotidiana, el que no conocía no podía entender su
realidad, ni trabajar... la educación nunca dejó de estar vinculada al trabajo y para
la vida real» (pp. 182-183); y como a todos los Hatun Runas se les enseñaba la
labor más importante que era la agrícola, pudo significar también un ordenamiento
educativo natural aplicado a todos los habitantes del reino para luego ser
complementado en los Hatun Yachay Wasi donde solo los privilegiados o los más
destacados se convertirían en los Kamayoq o especialistas que aprendían a generar
procesos o productos para desempeñarse espléndidamente en una determinada
labor, arte o actividad. Por tanto, la capacidad profesional de los actuales graduados
podría asemejarse a la especialidad técnica del kamayoq, que para los incas
reflejaba en la tierra la capacidad inventora y creadora que en los cielos era la
divinidad del Kamaq o principio creador de todo lo existente, conocido como
Wiraqocha Pachayachachiq o Pachakamaq, máxima deidad inca que la historiadora
Rostworowski (1992) redescubre en un mágico sincretismo religioso como el Cristo
de Pachakamillaq.
Por tanto, los estilos de aprendizaje que guardan relación con principios valorativos,
culturales y educativos deben ser potenciados para conciliar la sabiduría inca con
los conocimientos científicos actuales, en un sincretismo educativo, cultural y social
moderno, haciendo de este modo accesible dichos conocimientos a nivel global
porque permitirán sin duda contribuir a un mayor desarrollo y bienestar de nuestra
sociedad.
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Aceptado:02-06-2020