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La Edad de la Inocencia Por Edith Wharton

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LaEdaddelaInocencia

Por

EdithWharton

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1

Eraunatardedeenerodecomienzosdelosañossetenta.ChristineNilssoncantabaFaustoenelteatrodelaAcademiadeMúsicadeNuevaYork.

Aunque ya había rumores acerca de la construcción —a distanciasmetropolitanas bastante remotas, "más allá de la calle Cuarenta"— de unnuevoTeatrodelaOperaquecompetiríaensuntuosidadyesplendorconlosdelasgrandescapitaleseuropeas,alpúblicoeleganteaúnlebastabaconllenartodos los inviernos los raídos palcos color rojo y dorado de la vieja yacogedoraAcademia.Losmástradicionalesleteníancariñoprecisamenteporserpequeñaeincómoda,loquealejabaalos"nuevosricos"aquienesNuevaYork empezaba a temer, aunque, al mismo tiempo, le simpatizaban. Por suparte, los sentimentales se aferraban a la Academia por sus reminiscenciashistóricas, y a su vez losmelómanos la adoraban por su excelente acústica,unacualidadtanproblemáticaensalasconstruidasparaescucharmúsica.

Madame Nilsson debutaba allí ese invierno, y lo que la prensaacostumbraba a llamar "un público excepcionalmente conocedor" habíaacudidoaescucharla,atravesandolascallesresbaladizasyllenasdenieveenberlinas particulares, espaciosos landós familiares, o en el humilde peropráctico coupé Brown. Ir a la ópera en este último vehículo era casi tandecorosocomohacerloencarruajepropio;yretirarsedeigualmanerateníalainmensa ventaja de permitir (con una alusión jocosa a los principiosdemocráticos) trepar en el primer transporte Brown de la fila, en vez deesperarhastaqueaparecieralanarizcongeladaporelfríoycongestionadaporelalcoholdelcocheroparticularreluciendobajoelpórticodelTeatro.Unadelas mejores intuiciones del cochero de alquiler fue descubrir que losnorteamericanosdeseanalejarsede susdiversiones aúnconmayorprontitudquellegaraellas.

CuandoNewlandArcherabriólapuertadelpalcodelclub,reciénsubíalacortina en la escena del jardín. No había ningún motivo para que el jovenllegaratarde,puescenóalassiete,soloconsumadreysuhermana,ydespuésse quedó un rato fumando un cigarro en la biblioteca gótica con estanteríasbarnizadas en nogal negro y sillas coronadas de florones, que era la únicahabitación de la casa donde Mrs. Archer permitía que se fumara. Pero, enprimerlugar,NuevaYorkeraunametrópolisperfectamenteconscientedequeenlasgrandescapitalesnoera"bienvisto"llegartempranoalaópera;yloqueera o no era "bienvisto" jugabaun rol tan importante en laNuevaYorkdeNewland Archer como los inescrutables y ancestrales seres terroríficos quehabíandominadoeldestinodesusantepasadosmilesdeañosatrás.

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La segunda razón de su atraso fue de carácter personal. Se le pasó eltiempofumandosucigarroporqueenelfondoeraungozador,ypensarenunplacerfuturoledabaunasatisfacciónmássutilquesurealización,enespecialcuando se trataba de un placer delicado, como lo eran la mayoría de susplaceres.Enestaoportunidadelmomentoqueanhelabaeradetanexcepcionaly exquisita calidad que incluso si hubiera cronometrado su llegada con eldirectorde escenanopodríahaber entradoenel teatro enunmomentomásculminante que cuando la primadonna comenzaba a cantar: "Mequiere, nomequiere,¡mequiere!",dejandocaerlospétalosdeunamargaritaentrenotastandiáfanascomoelrocío.

Ella decía, por supuesto "¡Mama!" y no "me quiere", ya que una leyinalterable e incuestionable del mundo de la música ordenaba que el textoalemándelasóperasfrancesas,cantadasporartistassuecas,debíatraducirsealitalianoparamejorcomprensióndelpúblicoanglo—parlante.EstoleparecíamuynaturalaNewlandArcher, igualque todas lasdemásconvencionesquemoldeabansuvida,comotenerqueusardosescobillasconmangodeplataysumonograma esmaltado en azul para hacer la raya de su cabello, y la dejamás aparecer en sociedad sin una flor en el ojal (de preferencia unagardenia).

"Mama... non mama..." cantaba la prima donna, y "¡Mama!" con unestallidofinaldeamortriunfante,entantoapretabaensuslabiosladeshojadamargarita y levantaba sus ojos hacia el sofisticado semblante del pequeñoymorenoFausto-Capoul,quetratabaenvano,enfundadoensuestrechacasacade terciopelopúrpuray con su sombrero emplumado, deparecer tanpuroyverdaderocomosuingenuavíctima.

NewlandArcher,apoyadocontralapareddelfondodesupalco,quitósusojosdelescenarioyexaminóelotroladodelteatro.Justofrenteaélestabaelpalco de la anciana Mrs. Manson Mingott, cuya monstruosa obesidad laimposibilitaba, desde hacía tiempo, de asistir a la ópera, pero que en lasnochesdegalaestabasiemprerepresentadaporlosmiembrosmásjóvenesdela familia.En esa ocasión, el palco estaba ocupado, en primer lugar, por sunuera,Mrs.LovellMingott,ysuhija,Mrs.Welland;detrás,yuntantoretiradade aquellas matronas vestidas de brocado, se sentaba una joven con trajeblanco,quemirabaextasiadaalosamantesdelescenario.Cuandoel"¡mama!"deMadameNilssonhizovibrarelteatrosilencioso(enlospalcossiempresedejabadehablarduranteelariadelamargarita),uncálidocolorrosatiñólasmejillasdelajoven,queseruborizóhastalasraícesdesusrubiastrenzas;elruborseextendióporlajuvenilcurvadesupechohastadondesejuntabaconunsencilloescotedetuladornadoconunasolagardenia.Bajólosojoshaciaelinmenso ramode lirios silvestresque tenía en su regazo,yNewlandArchervio que las yemas de sus dedos, cubiertos por blancos guantes, tocaban

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suavemente las flores. Sintiendo su vanidad satisfecha, Archer suspiró yvolviólosojosalescenario.

No se había ahorrado gastos en la escenografía, que fue calificada debellísimaaunporquienescompartíanconArchersufamiliaridadconlaOperadeParísydeViena.Elprimerplano,hastalascandilejas,estabacubiertoconunatelaverdeesmeralda.Amediadistancia,algunosmontículossimétricosdeun verdemusgo de lana cercado por argollas de croquet hacía de base paraarbustosqueparecíannaranjosyestabansalpicadosdeenormesrosasrosadasy rojas. Gigantescos pensamientos,muchísimomás grandes que las rosas ymuy parecidos a los limpiaplumas florales que hacían las señoras de laparroquiaparalosclérigoselegantes,sobresalíandelmusgobajolosrosales;yaquí y allá una margarita injertada en una rama de rosa florecía con laexuberanciaproféticadelosremotosprodigiosdeMr.LutherBurbank.

Enmediodeestejardínencantado,MadameNilsson,vestidadecachemirblancoconincrustacionesdesatínazulpálido,unpequeñobolsoquecolgabade un cinturón azul y gruesas trenzas amarillas colocadas cuidadosamente acadaladodesublusademuselina,escuchabaconojosbajoslosapasionadosgalanteos deMr.Capoul, y asumía un aire de ingenua incomprensión a suspropósitoscuandoéste,conpalabrasogestos,indicabapersuasivolaventanadelprimerpisode lapulcracasade ladrilloquesobresalíaen formaoblicuadesdeelaladerecha.

"¡Quéadorable!"—pensóNewlandArcher,cuyamiradahabíavueltoalajovende los lirios silvestres—. "No tiene ideadequé se trata todo esto".Ycontempló su absorto rostro juvenil con un estremecimiento de posesión enque semezclaba el orgullo de su propia iniciaciónmasculina con un tiernorespetoporlainfinitapurezadelajoven."LeeremosFaustojuntos...aorillasdeloslagositalianos...",pensó,confundiendoenunanebulosaellugardesuplaneada luna de miel con las obras maestras de la literatura que sería suprivilegiovaronilenseñarasunovia.FuereciénesatardequeMayWellandledejó entenderquea ella "le importaba" (la consagrada fraseneoyorquinadeaceptaciónquediceuna joven soltera), yya su imaginación, pasandopor elanillodecompromiso,elbesoenlafiestaylamarchanupcialdeLohengrin,laponíaasuladoenalgúnescenarioembrujadodelaviejaEuropa.

Nodeseabaporningúnmotivoque la futuraMrs.NewlandArcher fuerauna inocentona. Quería que ella (gracias a su esclarecedora compañía)adquirieratactosocialyuningeniorápidoquelepermitieranhacerfrentealasmujerescasadasmásadmiradasdel"mundojoven",enelqueseacostumbrabaatraer el homenajemasculino y rechazarlo enmedio de bromas. Si hubieraescudriñadohastaelfondodesuvanidad(comocasilohacíaalgunasveces),habríadescubierto el deseodeque su esposa fuera tan avezadaen las cosasmundanas y tan ansiosa de complacer, como aquella dama casada cuyos

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encantos dominaron su fantasía durante dos años bastante agitados; porsupuestoquesinunapizcadelafragilidadquecasiechóaperder lavidadeeseserinfeliz,yquetrastornósuspropiosplanesdurantetodouninvierno.

Cómocrearaquelmilagrodefuegoyhieloyqueperduraraenunmundotancruel,eraalgoquenuncasedioeltiempodepensar;perosealegrabademantenerestepuntodevistasinanalizarlo,yaquesabíaqueeraelde todosaquellos caballeros cuidadosamente peinados, de chaleco blanco, flor en elojal, que se sucedían en el palco del club, que intercambiaban amistosossaludos con él y volvían sus anteojos de teatro para mirar críticamente elcírculo de damas. En asuntos intelectuales y artísticos, Newland Archer sesentía claramente superior entre esos escogidos especímenes de la antiguaaristocracia neoyorquina; probablemente había leído más, pensado más, eincluso visto mucho más del mundo que cualquiera de los hombres delnumeroso grupo. Por separado, éstos dejaban traslucir su inferioridad, peroagrupadosrepresentabanaNuevaYork,yelhábitodesolidaridadmasculinahacíaqueArcheraceptarasudoctrinaentodoslosaspectosllamadosmorales.Instintivamentesentíaquealrespectoseríafastidioso—yhastademalgusto—correrconcolorespropios.

—¡Vaya, no puedo creerlo! —exclamó Lawrence Lefferts apartandoabruptamentedelescenariosusanteojosdeteatro.

LawrenceLeffertsera,porsobretodo,lamáximaautoridadencuestionesde"formalidades"de todaNuevaYork.Probablementededicabamás tiempoque nadie al estudio de esta intrincada y fascinante materia; pero el soloestudionoexplicaríasuabsolutamaestríayfacilidad.Bastaba,mirarlodesdelaampliafrenteylacurvadesuhermosobigoterubiohastaloslargoszapatosdecharol alotro extremode su esbeltay elegante silueta,para sentirqueelconocimientodelas"formalidades"debíasercongénitoenalguienquesabíausar ropa tan buena con tanta soltura y lucir tal estatura con una gracia tanlánguida.Comodijo unavezun joven admirador suyo: "Si hay alguienquepueda decirle a otro cuándo debe usar corbata negra con traje de etiqueta ycuándono,eseesLarryLefferts."YenlacontroversiaquehuboentreelusodeescarpinesyzapatosOxforddecharol,suautoridadjamásfuediscutida.

—¡Dios mío! —suspiró, y en silencio le pasó los anteojos al ancianoSillerton Jackson.NewlandArcher, siguiendo lamiradadeLafferts, vio consorpresa que su exclamación era ocasionada por la entrada de una nuevapersonaalpalcodeMrs.Mingott.Eraunamujerjovenydelgada,unpocomásbaja que MayWelland, de cabello castaño peinado en rizos pegados a lassienesysujetoporunafinabandadediamantes.Elestilodesupeinado,queledabaloqueentoncessellamaba"estiloJosefina",serepetíaenelcortedesutrajede terciopeloazuloscuroqueseceñíaen formabastante teatralbajoelbustoconuncintoadornadoconunaenormeyanticuadahebilla.Lamujerque

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llevaba este inusual vestido, y que parecía absolutamente inconsciente de laatenciónqueatraía,sequedóparadaunmomentoenmediodelpalcohablandoconMrs.Wellandsobrelaconvenienciadetomarunlugarenelrincónfrontaldeladerecha;luegorenuncióconunasutilsonrisaysesentójuntoalacuñadadeMrs.Welland,Mrs.LovellMingott,instaladaalotroextremodelpalco.

Mr. Sillerton Jackson había devuelto los anteojos a Lawrence Lefferts.Todos losmiembros del grupo se volvieron instintivamente a él, esperandoescuchar loqueelancianodiría,puesMr.Jacksonera todaunaautoridaden"familias", así como Lawrence Lefferts lo era en "formalidades". Conocíatodas las ramificaciones de los parentescos neoyorquinos, y no sólo podíaesclarecer cuestiones tan complicadas como los lazos entre losMingott (porlosThorley)conlosDallasdeCarolinadelSur,ylarelacióndelaramamayorde los Thorley de Filadelfia con los Chivers de Albany (que jamás debenconfundirsecon losMansonChiversdeUniversityPlace), sinoque tambiénpodía enumerar las características principales de cada familia, como, porejemplo, la fabulosa mezquindad de los descendientes más jóvenes de losLefferts (los de Long Island); o la fatal tendencia de los Rushworth a losmatrimonios disparatados; o la locura recurrente que sufrían cada dosgeneracioneslosChiversdeAlbany,conloscualessusprimosdeNuevaYorksiempre rehusaron casarse, con la desastrosa excepción de la pobreMedoraManson,quien,comotodossaben...,bueno,perosumadreeraunaRushworth.

Además de esta selva de árboles genealógicos, Mr. Sillerton Jacksonmanteníaentresusestrechasycóncavassienes,ybajolasuavepelusadesuscanas, un registro de lamayoría de los escándalos ymisterios que ardieronbajo la superficie inalterablede la sociedadneoyorquinadurante losúltimoscincuentaaños.

Realmente,suinformacióneratanampliaysumemoriatanperfectamenteretentiva, que pasaba por ser el único hombre que podía decir quién erarealmenteJuliusBeaufort,elbanquero,yquéfuedeldistinguidoBobSpicer,padrede la ancianaMrs.MansonMingott, quedesapareciómisteriosamente(conunagruesacantidaddedineroenfideicomiso)apenasunañodespuésdesumatrimonio, elmismodíaqueunahermosabailarinaespañola,quehabíadeleitadoainmensasmultitudesenelviejoTeatrodelaOperaenBattery,seembarcaba rumbo a Cuba. Pero tales misterios, así como muchos otros,permanecíanguardadosbajollaveenelpechodeMr.Jackson;puesnosólosualto sentidodelhonor leprohibía repetir cosas tanprivadas, sinoqueestabaperfectamente consciente de que la reputación de su discreción le dabamayoresoportunidadesdeenterarsedeloquequeríasaber.

Por eso, el grupo del palco esperaba con visible suspenso mientrasMr.SillertonJacksondevolvíalosanteojosdeteatroaLawrenceLefferts.Porunsegundoescrutóalatentogrupoconsusdiáfanosojosazulescasitapadospor

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los párpados venosos; luego, retorciendo cuidadosamente su bigote, dijosimplemente:

Jamáspenséque losMingott seatrevieranapretenderhacernos tragarelanzuelo.

2

Duranteestebreve incidente,NewlandArchercayóenuncuriosoestadodeturbación.EramuyincómodoqueelpalcoqueatraíalacompactaatenciónmasculinadeNuevaYorkfuerajustoaquelenquesesentabasunoviaentresumadre y su tía. Además, hasta ahora no identificaba a la dama del trajeImperio,nimenospodíaimaginarporquésupresenciacreabatalconmociónentre los miembros del club. De pronto lo comprendió todo, y sintió unamomentáneaacometidade indignación.No, realmente,nadiehabríapensadoque losMingottpretendieranhacerlos tragarelanzuelo.Pero lohicieron;nohabíalamenordudadequelohicieron,puesloscomentariosenvozbajaquese hacían a su espalda le dieron la certidumbre de que aquella joven era laprimadeMayWelland,alaquelafamiliasiempresereferíacomola"pobreEllen Olenska". Archer sabía que había llegado sorpresivamente de Europahacíaunpardedías;oyódecirinclusoaMissWelland(ynolodesaprobaba)que había ido a visitar a la pobre Ellen, que estaba alojada en casa de laanciana Mrs. Mingott. Archer aplaudió de corazón aquella solidaridadfamiliar, y una de las cualidades que más admiraba en los Mingott era suresueltacampañaenfavordelaspocasovejasnegrasquesuintachablelinajehabíaproducido.Nohabíaunagotademezquindadniavariciaenelcorazóndel jovenysealegrabadequesu futuraesposanosesintiera impedida,porfalsas prudencias, de ser bondadosa (en privado) con su desgraciada prima;perorecibiralacondesaOlenskaenelcírculofamiliareraalgomuydiferenteapresentarlaenpúblico,nadamenosqueenlaOpera,yenelmismopalcoconla joven cuyo compromiso con él,NewlandArcher, se anunciaría dentro depocassemanas.

No, sintió lomismoqueelviejoSillerton Jackson: ¡jamáspensóque losMingott se atrevieran a pretender hacerlos tragar el anzuelo! Sabía, porsupuesto,queMrs.MansonMingott,lamatriarcadelafamilia,teníalaosadíadelvarónmásatrevido(dentrodeloslímitesdelaQuintaAvenida).Siempreadmiró a esa anciana arrogante que, a pesar de haber sido sólo CatherineSpicer de Staten Island, con un padre misteriosamente desprestigiado y sindineroniposición suficientepara lograrque lagente loolvidara, seunióenmatrimonioconquieneralacabezadelaacaudaladafamiliaMingott,casóa

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dosdesushijascon"extranjeros"(unmarquésitalianoyunbanqueroinglés),y coronó sus audacias construyendouna enormecasadepiedra color cremapálido(cuandoelpardoarenaparecíaserelúnicocolorquesepodíausar,aligual que la levita por la tarde) en una inaccesible tierra virgen cercana aCentralPark.

Las hijas extranjeras de Mrs. Mingott se convirtieron en una leyenda.Nuncavolvieronavisitarasumadre,ycomoellaera—aligualquemuchaspersonasdominantesydementeactiva—corpulentaydehábitossedentarios,con gran filosofía se quedó en su casa. Pero la casa color crema(supuestamentecopiadademansionesprivadasdelaaristocraciaparisina)eraunapruebavisiblede suvalentíamoral;y enella reinó,plácidamente, entremueblesdeantesdelaRevoluciónyrecuerdosdelasTulleríasdetiemposdeLuisNapoleón(dondebrillaraensuedadmadura)comosinohubieranadadepeculiar en vivirmás allá de laCalleTreinta yCuatro, o en tener ventanasfrancesas que se abrían como puertas en lugar de las que se abrían haciaarriba.

Todos (incluso Mr. Sillerton Jackson) coincidían en que la ancianaCatherinenuncafueunabeldad,undonqueaojosdeNuevaYorkjustificabacualquieréxitoyexcusabaalgunosdefectos.Lagentemenoscondescendientedecía que, como su tocaya imperial, había ganado su camino al éxito confuerza de voluntad y dureza de corazón, y con una especie de altanerainsolencia que en cierta medida se justificaba por la extremada decencia ydignidaddesuvidaprivada.Mr.MansonMingottmuriócuandoellateníasóloveintiocho años, y tuvo "amarrado" el dinero con la cautela nacida de ladesconfianza general que provocaban los Spicer. Pero su intrépida viudasiguiósucaminosinvacilar,semezclólibrementeconlasociedadextranjera,casóasushijasenDiossabequécírculoscorruptosymundanos,secodeóconduques y embajadores, se asoció familiarmente con papistas, recibió acantantes de ópera, y fue íntima amiga de Mme. Taglioni. Y sin embargo(SillertonJacksonfueelprimeroenproclamarlo)jamáshuboelmenorrumorsobre su reputación; el único aspecto, agregaba siempre Jackson, en quediferíadelaanteriorCatherine.Mrs.MansonMingotthacíatiempoquehabíalogrado"desamarrar"lafortunadesumarido,yvivióenlaopulenciadurantemediosiglo.Noobstante,elrecuerdodesuspasadaspenuriaseconómicaslavolvieronexcesivamenteahorrativay,aunquecuandocomprabaunvestidooun mueble procuraba que fuera de la mejor calidad, no se permitía gastarmuchoenlostransitoriosplaceresdelamesa.Enconsecuencia,yporrazonestotalmentediferentes,sucomidaeratanpobrecomoladeMrs.Archer,ysusvinosdejabanmuchoquedesear.Susamistadesconsiderabanque lapenuriade su mesa desacreditaba el nombre de los Mingott, que siempre estuvoasociado con el buen vivir; pero la gente seguía visitándola a pesar de losplatos tan poco atractivos y del pésimo champagne. En respuesta a las

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reprimendas de su hijo Lovell (que trataba de recuperar el honor familiarcontratandoalmejorchefdeNuevaYork),acostumbrabadecirle,riendo:"¿Dequésirvetenerdosbuenoscocinerosparaunasolafamilia,cuandoyacaséalasniñasynopuedocomersalsas?"

Mientras reflexionaba en estas cosas,NewlandArchervolvióotravez lamirada al palco de los Mingott. Advirtió que Mrs. Welland y su cuñadaenfrentaban su semicírculo de críticos con el aplomo Mingottiano queCatherine inculcara a su tribu.Notó que sóloMayWelland dejaba entrever,porunintensocolorensusmejillas(talvezdebidoalaconcienciadequeéllaestabaobservando), que resentía la gravedadde la situación.En cuanto a lacausante de la conmoción, estaba sentada graciosamente en el rincón delpalco, con los ojos fijos en el escenario, y mostraba al inclinarse haciaadelanteunpocomásdehombroypechoqueloqueNuevaYorksolíaver,almenos en damas que tenían razones para desear pasar inadvertidas. Pocascosas importaban tantoaNewlandArchercomounaofensaal"buengusto",aquella distante divinidad de la que las "formalidades" eran merosrepresentantes y delegados visibles. El semblante pálido y serio demadameOlenska llamó su atención y le pareció adecuado a la ocasión y a su tristesituación,perolechocóyloperturbóbastantequesutraje(deamplioescote)dejara ver sus hombros. Le molestaba profundamente que May Wellandestuvieraexpuestaalainfluenciadeunamujerquenoacatabalosdictadosdelbuengusto.

—Pero después de todo—oyó decir a uno de los jóvenes que estabandetrásdeél(todoelmundoconversabadurantelasescenasdeMefistófelesyMarta)—,¿quéfueexactamenteloquesucedió?

—Bueno,ellaloabandonó,nadiepretendenegarlo.

—Él es una bestia espantosa, ¿no es así? — continuó el joven de laspreguntas,unThorleycándidoqueevidentementeseaprestabaaengrosarlasfilasdelosdefensoresdeladama.

—El peor animal; lo conocí en Niza —dijo Lawrence Lefferts con laautoridad del conocedor—. Un tipo casi paralítico, canoso y burlesco, bienparecido,conojosde tupidaspestañas.Lesdiré laclasedehombrequeera:cuandonoestabaconmujeres,coleccionabaporcelana.Pagabaelprecioquefueraporcualquieradelasdos,segúndicen.

Hubounacarcajadageneral,yeljovenpaladínpreguntó:

—¿Yquépasóentonces?

—Entonces,ellaseescapóconsusecretario.

—Ah,entiendo—dijoeljoven,demudado.

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—Pero tampoco durómucho; supe pocosmeses después que ella estabaviviendo sola enVenecia.Creo queLovellMingott fue a buscarla; dijo quesufría mucho. Eso está muy bien, pero exhibirla en la ópera es cosa muydiferente.

—Talvezestabademasiadodesconsoladaparadejarlasola—seatrevióainsistirThorley.

Suargumentorecibióunairreverenterisotada.

El joven se ruborizó intensamente y trató de hacer creer que habíapretendidoinsinuarloquelagenteinstruidallamadoubleentendre.

—Bueno, en todo caso es raro que hayan traído aMissWelland—dijoalguienenvozbaja,lanzandounamiradadesoslayoaArcher.

—Oh, esoespartede la campaña; sinduda sonórdenesde la abuela—repusoriendoLefferts—.Cuandolaancianahacealgo,lohacealaperfección.

El acto terminaba y se produjo un alboroto generalizado en el palco.Newland Archer se sintió súbitamente impulsado a actuar con decisión. Eldeseode ser elprimeroenentrar alpalcodeMrs.Mingott, deproclamar almundo expectante su compromiso conMayWelland, y de acompañarla encualquieradificultadenquelaanómalasituacióndesuprimalapusiera,fueelimpulsoqueborróenformaabruptatodossusescrúpulosyvacilacionesylohizoprecipitarseporlosrojospasilloshastaelotroextremodelteatro.

Alentraralpalco,sumiradasecruzóconladeMissWellandysupoqueellahabíacomprendidoalinstantelosmotivosquelohicieronirallá,aunqueladignidadfamiliar,queambosconsiderabanlamayorvirtud,nolepermitieradecírselo. La gente de su mundo vivía en una atmósfera de vagascomplicidades y tenues susceptibilidades, y el hecho de que ellos seentendieransinpalabrasleparecióaljovenquelosacercabamejorquelamásclaradelasexplicaciones.LosojosdeMayWellanddecían:"Yavesporquémamámehizovenir".Y los deArcher contestaron: "Por nada en elmundohabríaevitadoyoquevinieras".

—¿Conoce ami sobrina, la condesaOlenska? preguntóMrs.Welland alsaludar a su futuro yerno.Archer se inclinó sin extender lamano, como seacostumbraba al ser presentado a una dama. Y Ellen Olenska inclinóligeramente su cabeza, apretando entre las manos enguantadas su enormeabanicodeplumasdeáguila.DespuésdesaludaraMrs.LovellMingott,unarobustarubiavestidadecrujienteraso,sesentóalladodesuprometida,yledijoenvozbaja:

—¿LedijisteamadameOlenskaqueestamoscomprometidos?Quieroquetodoelmundolosepa.Megustaríaquemepermitierasanunciarloestanoche

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enelbaile.

ElrostrodeMissWellandsesonrojócomounaaurora,ylomiróconojosradiantes.

—Silograspersuadiramamá—dijo—.Pero,¿porquécambiarloqueestáyafijado?

Elrespondiósóloconlosojos,yellaagregó,conunasonrisaconfiada:

—Dilo tú mismo a mi prima, te doy permiso. Dice que jugaba contigocuandoeranniños.

Le hizo lugar retirando hacia atrás su silla, y de inmediato y con ciertaostentación, deseandoque todo el teatro viera lo que hacía,Archer se sentójuntoalacondesaOlenska.

—¿Teacuerdasquejugábamosjuntos?—preguntóellavolviendohaciaélsusojosserios—.Erasunniñoespantoso,yunavezmebesastedetrásdeunapuerta.PeroyoestabaenamoradadetuprimoVandieNewland,quenuncamemiró—sumirada recorrió la herradura de palcos—. ¡Cuántos recuerdosmetraetodoesto!Losveoatodosdepantalóncortolosniñosycalzoneslargoslas niñas —murmuró con su acento arrastrado y ligeramente extranjero,mientrassusojosvolvíanaposarseenlacaradeArcher.

Por muy agradable que fuera la expresión de aquellos ojos, el joven seescandalizó de que reflejaran una imagen tan impropia del augusto tribunalante el cual, en esemismomomento, se juzgaba su caso.Nohabía nadadepeor gusto que la impertinencia fuera de lugar. Respondió en tono bastanteseco:

—Asíes,hasestadoausentemuchotiempo.Siglosysiglos; tantotiempo— dijo ella —que me parece estar muerta y enterrada y que este viejo yqueridoteatroeselcielo.

Por razones que no logró definir, a Newland Archer le chocaron estaspalabras; le parecieron un modo aún más irrespetuoso de describir a lasociedadneoyorquina.

3

Siempreeraigual.

Lanochedesubaileanual,Mrs.JuliusBeaufortjamásdejabadeasistiralaópera.Enrealidad,dabasubaileenunanochedeóperaparademostrarqueestaba absolutamente por encima de las preocupaciones domésticas, y que

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poseíaunequipodesirvientescompetentesqueatendíantodoslosdetallesensuausencia.LacasadelosBeauforteraunadelaspocasenNuevaYorkqueteníaunsalóndebaile(anteriorinclusoaladeMrs.MansonMingottyaladelosHeadlyChivers).Yenunaépocaenquesecomenzabaapensarqueeradeprovincianosponeruntapeteprotectorencimadelpisodelsalónyllevartodoslosmueblesalpisoalto,elhechodetenerunasaladebailequeseusaraparaesesolopropósitoyquepasaralosrestantestrescientossesentaycuatrodíasdelañocerradoenlaoscuridad,consussillasdoradasapiladasenunrincónyla araña de luces cubierta por una bolsa, daba a losBeaufort una indudablesuperioridadquecompensabacualquierasituacióndeplorableensupasado.

AMrs.Archer le gustaba vaciar su filosofía social en axiomas.Una vezdijo:"Todos tenemosnuestrospreferidosen laclasebaja",yaunque lafraseeraatrevida,suveracidadfuesecretamenteadmitidaenelfondodelcorazónporgranpartedelomásdistinguidodelasociedad.PerolosBeaufortnoeranexactamenteclasebaja;algunosdecíanqueeranbastantepeor.Mrs.BeaufortpertenecíarealmenteaunadelasfamiliasmásconsideradasdeNorteamérica.DesolterafuelaencantadoraReginaDallas(delaramadeCarolinadelSur),unabeldadsinuncentavopresentadaalasociedadneoyorquinaporsuprima,la desatinada Medora Manson, que siempre hacía lo indebido con buenasintenciones. Cuando alguien está emparentado con los Manson y losRushworthtieneundroitdecitéenlasociedadneoyorquina(comodecíaMr.Sillerton Jackson, que había frecuentado las Tullerías); pero, ¿no pierde elderechoalcasarseconunJuliusBeaufort?Habíaunproblema:¿quiéneraMr.Beaufort? Se le tenía por inglés, era agradable, bien parecido, cascarrabias,sociable e ingenioso. Llegó a Estados Unidos premunido de cartas derecomendacióndelbanqueroinglésyernodelaancianaMrs.MansonMingott,yconrapidezsehizounabuenaposiciónenelmundodelosnegocios;perosus costumbres eran libertinas, su lengua mordaz, sus antecedentesmisteriosos, y cuandoMedoraManson anunció el compromiso de su primaconél,parecióserunanuevalocuraenlalargalistadedesatinosdelapobreMedora.

Pero con el tiempo el producto de la locura es a menudo consideradosabiduría,ydosañosdespuésdelmatrimoniodelajovenMrs.Beaufort,todosadmitían que su casa era la más distinguida de Nueva York. Nadie sabíaexactamentecómosehabíaoperadoelmilagro.Ellaeraindolente,pasiva,loscáusticoslaconsiderabaninclusoaburrida.Perovestidacomounídolo,llenade collares de perlas, viéndose cada año más joven, más rubia y hermosa,reinabaenelrecargadopalaciodepiedracolorpardodeMr.Beaufort,yatraíaa su alrededor a todo el mundo sinmover su enjoyado dedomeñique. Losperspicaces decían que eraMr. Beaufort quien entrenaba a la servidumbre,enseñabanuevosplatosalchef,decíaaljardineroquéfloresdebíacultivarenelinvernaderoparaadornarlamesadelcomedorylossalones,seleccionabaa

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losinvitados,preparabaelponcheparadespuésdelacena,ydictabalasnotasquesuesposaescribíaasusamigos.Sí,eraverdadquelohacía.Cumplíaestasactividades domésticas en privado y ante el mundo aparentaba ser unmillonario despreocupado y amable paseándose por sus salones con laindiferenciadeuninvitadomás,ydecía:

—¿Noesciertoquelasgloxíneasdemimujersonunamaravilla?CreoquelastraedeKew.

TodoscoincidíanenqueelsecretodeMr.Beauforteralamaneradellevartanbienlascosas.Quéimportabaqueserumorearaquehabíasido"ayudado"a salir de Inglaterra por la institución bancaria donde trabajaba; llevaba acuestaseserumorconlamismafacilidadquemuchosotros,apesardequelaconciencianeoyorquinaencuantoalosnegociosnoeramenossensiblequesucódigomoral. Vencía todos los obstáculos, tenía a todoNuevaYork en sussalones,ypormásdeveinteaños lagentedecíaque ibadonde losBeaufortconlamismatranquilidadquesidijeraqueibadondeMrs.MansonMingott,yademáscon la satisfaccióndesaberquecomeríapatosilvestreybebería losmejores vinos, en vez del Veuve Clicquot tibio de menos de un año ycroquetasdeFiladelfiarecalentadas.

Como de costumbre,Mrs. Beaufort apareció en su palco justo antes delariadelasjoyas;ycuando,tambiénsegúnsucostumbre,selevantóalfinalizarel tercer acto, se puso su capa de noche alrededor de sus lindos hombros ydesapareció,NuevaYorksupoqueesosignificabaquedentrodemediahoramáscomenzaríaelbaile.

La casa de losBeaufort era la que los neoyorquinos se enorgullecían demostraralosextranjeros,especialmentelanochedelbaileanual.Ellosfueronde losprimerosen tenersupropiaalfombrade terciopelo rojoysuspropioslacayosparacolocarla,bajosupropiotoldoenvezdealquilarlojuntoconlacenaylassillasdelsalóndebaile.Tambiéniniciaronlacostumbredepermitirquelasdamassequitaranlascapasenelvestíbulo,enlugardequesubieranarrastrándolas hasta el dormitorio de la dueña de casa y se encresparan elcabelloconayudadelmecherodegas.SerumoreabaqueBeauforthabíadichoque él suponía que todas las amigas de su mujer tenían doncellas que sepreocupabandequesalierandecasaadecuadamentecoiffées.

Portantolacasaenterafuediseñadaaudazmenteconunasaladebailedemodo que, en vez de apretujarse a través de un estrecho pasillo de acceso(comoencasadelosChivers)secaminarahaciaaquéllacontodacomodidadentreunadoblehilerade salones (elverdemar, el carmesíy elboutond'or,desdedondesevislumbrabaaladistanciaelresplandordelaslucesdelaarañadenumerosasvelasreflejadoenelpulidoparquet,ymásallálapenumbradeunjardíndeinviernodondelascameliasyloshelechosarqueabansusuntuoso

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follajesobrebancosdebambúnegroydorado.

NewlandArcher,comoconveníaaunjovendesuposición,hizosuentradaalgotarde.

Dejó su abrigo con el lacayo de medias de seda (una de las pocasnecedadesdeBeaufort),seentretuvounratoenlabibliotecatapizadaencueroespañol y amueblada con Buhl y malaquita, donde algunos caballeroscharlabanmientrasseponíanlosguantesdebaile;finalmenteseunióalafiladeinvitadosqueMrs.Beaufortrecibíaenelumbraldelsalóncarmesí.Archerestabanotoriamentenervioso.Nohabíavueltoasuclubdespuésdelaópera(comosolíanhacerlolosjóveneselegantescomoél)sinoque,comohacíaunahermosanoche,habíacaminadobastantescuadrasporlaQuintaAvenidaantesdedirigirseacasade losBeaufort.LaverdaderaquetemíaquelosMingottfueran demasiado lejos, y que, en realidad, hubieran recibido orden de laabuelaMingottdellevaralacondesaOlenskaalbaile.Poreltonousadoenelpalcodelclubsedabacuentadelgraveerrorqueesosería;y,aunqueestabamás decidido que nunca a "ir hasta el final", ya no se sentía tanquijotescamenteansiosopordeclararsedefensordelaprimadesuprometidacomoantesdesubreveconversaciónenlaópera.

Paseando por el salón "bouton d'or" (donde Beaufort tuvo la osadía decolgar el discutido desnudo de Bouguereau llamado "Amor victorioso"),ArcherseencontróconMrs.Wellandysuhijacercadelapuertadelsalóndebaile.Ya había parejas bailando en la pista; la luz de las velas de cera caíasobre faldas de tul que revoloteaban, sobre cabezas juveniles adornadas consimplescapullosdeflores,sobrevistososaigrettesyadornosenlascoiffuresdelasjóvenescasadas,ysobreelbrillodepecherasperfectamenteplanchadasyguantesreciénalmidonados.

MissWelland,sindudaansiosaporunirsealosbailarines,permanecíaenelumbral,consusliriossilvestresenlamano(nollevabaotroramo),elrostroalgopálido,losojosbrillantesdeingenuaemoción.Larodeabaunnumerosogrupo de jóvenes y muchachas, y se escuchaban muchos aplausos, risas ybromasqueMrs.Welland,ligeramenteapartadadeellos,aprobabaocultandoun destello de alegría. Era evidente que Miss Welland anunciaba en esemomentosucompromiso,mientras sumadreadoptaba laactituddepaternaloposiciónqueseconsiderabaapropiadaaesemomento.Archersedetuvo.Erasuexpresodeseoquesehicieraelanuncio,ysinembargonoeraeseelmodoenquehubieraqueridoquesedieraaconocersudicha.Proclamarlaenmediodelcaloryruidodeunrepletosalóndebaileerarestarleladelicadafrescuradelaprivacidadquedebeenmarcarlosasuntossentimentales.Sufelicidaderatan profunda que estamancha superficial no tocó su esencia; pero le habríagustado mantener la superficie igualmente pura. Fue una gran satisfacciónparaélcomprobarqueMayWellandcompartíasussentimientos.Losojosde

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lajovenvolaronsuplicantesenbuscadelossuyos,conunamiradaqueparecíadecir:"Recuerdaquehacemosestoporqueesloquehayquehacer".

Ningún otro mensaje hubiera tenido una respuesta más inmediata en elcorazón deArcher; pero prefería que elmotivo de su decisión hubiera sidoinspirado por alguna razón sublime y no simplemente por la pobre EllenOlenska.ElgrupoquerodeabaaMissWellandleabriócaminoenmediodesonrisasmaliciosasydespuésderecibirsucuotadefelicitaciones,condujoasunoviaalmediodelsalóndebaileylatomóporlacintura.

—Ahoranotendremosquehablar—dijoconunasonrisaquesereflejabaen los ingenuos ojos de May, mientras bailaban entre las suaves olas delDanubioAzul.

Ella no contestó. Sus labios temblaron al sonreír, pero sus ojospermanecieron distantes y graves, como si contemplaran una visiónmaravillosa.

"Querida",susurróArcher,estrechándolacontrasupecho.Comprendióquelasprimerashorasdelcompromiso,aunquesevivieranenunsalóndebaile,teníanalgomuysolemneysacramental.¡Quénuevavidaseabríaasusojos,conaquellapureza,resplandor,bondadasulado!

Al terminar la pieza, como verdaderos novios, se fueron a pasear alinvernadero.Sentados trasunaltoabanicodehelechosycamelias,NewlandbesólaenguantadamanodeMissWelland.

—Yavesquehiceloquemepediste—dijoella.

—Sí, ya no podía esperar —respondió él sonriendo, y al cabo de uninstanteagregó—:Peromehabríagustadoquenotuvieraqueserenunbaile.

—Yasé—dijoMayconunamiradacomprensiva—.Perodespuésdetodo,aquípodemosestarjuntosysolos,¿noescierto?

—¡Sí,queridamía,parasiempre!—gritóArcher.

Estabaclaroqueellasiempreloentendería;siemprediríalocorrecto.Estedescubrimientorebalsólacopadesudicha,yañadióalegremente:

—Lopeordetodoesquequierobesarteynopuedo.

Mientrasdecíaestolanzóunarápidamiradaporelinvernadero,seaseguródesumomentáneaintimidad,yacercándolaaélpusounfugitivobesoensuslabios. Para contrapesar la audacia de su proceder la condujo a un sofá debambú situado en una parte menos apartada del jardín de invierno, y alsentarse a su lado rompió uno de los lirios de su ramo. Ella se quedó ensilencio,yelmundosetendióalospiesdelosnovioscomounvallesoleado.

—¿Se lo dijiste a mi prima Ellen? —preguntó ella de pronto, como si

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hablaraensueños.

El pareció despertar, y recordó que no lo había hecho. La invenciblerepugnanciaquesentíaantelaideadedecírseloalaextrañadesconocidahabíafrenadolaspalabrasensuboca.

—No, no tuve ocasión de hacerlo —dijo, inventando rápidamente unamentira.

—Ah—May estaba desilusionada, pero resuelta a salir con la suya delmodomásdulce—.Entoncestienesquehacerlo,porqueyotampocoselodije.Ynomegustaríaqueellapensara...

—Claro que no. Pero, ¿no eres tú más bien la persona adecuada paradecírselo?

Ellareflexionó.

—Si lo hubiera hechode inmediato, sí; pero ahora que han pasadounashoras,creoqueerestúquiendebeexplicarlequetepedíqueselodijerasenlaópera,antesdequelosupieranadiemás.Deotraformapodríapensarquemeolvidédeella.Loquepasaesqueellaespartede la familiaperohaestadoausentetantotiempoqueestáunpoco...sensible.

Archerlamiródeslumbrado.

—¡Ángel mío adorado! Por supuesto que se lo diré —miró con ciertaaprensión hacia el atestado salón de baile—. Pero todavía no la he visto.¿Habrávenido?

—No,aúltimominutodecidiónovenir.

—¿Aúltimominuto?—repitióélcomoenuneco,traicionandosusorpresadequeMaypensaraquepodíavenir.

—Sí.Aellaleencantabailar—contestólajovenconsencillez—.Perodesúbitodecidióquesuvestidonoeralosuficientementeeleganteparaunbaile,aunquetodosopinamosqueeraprecioso,yentoncesmitíatuvoquellevarladevueltaacasa.

—Entonces...—dijoArcherconindiferencia,peromuycomplacido.

Nada le gustabamás en su novia que su resuelta determinación a llevarhasta su límite aquel ritual en que ambos habían sido educados: ignorar lo"desagradable".

"Ellasabetanbiencomoyo—reflexionóparasí—laverdaderarazóndelaausenciadesuprima;perojamáslemostraréelmenorsignodequeestoyperfectamenteconscientedequehayunasombrademanchaenlareputacióndelapobreEllenOlenska."

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4

Al día siguiente se intercambiaron las acostumbradas visitas decompromiso.EnNuevaYorkelritualeraprecisoeinflexibleendichamateria.Por tanto,NewlandArcher fue primero con sumadre y hermana a visitar aMrs.Welland,despuésdelocualélyMrs.WellandyMaysedirigieronacasade la anciana Mrs. Manson Mingott para recibir la bendición de aquelvenerable miembro de la familia. A Newland le resultaba siempre muyentretenidovisitaraMrs.MansonMingott.Lacasaensíyaeraundocumentohistórico,aunquenotanvenerable,porsupuesto,comoalgunasotrasantiguascasasfamiliaresenUniversityPlaceyenlapartebajadelaQuintaAvenida.Aquellas eran del más puro estilo 1830, con la severa armonía de lasalfombrasbordadasconguirnaldasyrosetonesdecoles,consolasdepaloderosa,chimeneasdearcoredondeadoconrepisasdemármolnegro,einmensasy lustrosas estanterías de caoba. En cambio, la anciana Mrs. Mingott, queconstruyósucasamástarde,eliminóenteramentelospesadosmueblesdesujuventud y mezcló las reliquias heredadas por los Mingott con la frívolatapiceríadelSegundoImperio.

Acostumbraba sentarse frente a la ventana de su salita del primer piso,comosiesperaraplácidamentequelavidaylamodafluyeranhaciaelnorte,hacia sus puertas solitarias. Parecía no tener prisa de que llegaran, pues supaciencia igualaba a su confianza. Estaba segura de que dentro de poco lascercas divisorias, las canteras, las cantinas de un piso, los invernaderos demadera en jardines mal cuidados, y las rocas desde las cuales las cabrasinspeccionan el panorama, desaparecerían ante el avance de residencias tanmajestuosas como la suya; tal vez (era una mujer imparcial) incluso másmajestuosas.Y pensaba que los adoquines sobre los cuales corrían ruidososlosviejosbusesseríanreemplazadosporunsuaveasfalto,comomuchagentedecía haber visto enParís. Por ahora, como todos los que ella quería ver lavisitaban(ypodíallenarsussalonesconlamismafacilidadquelosBeaufort,ysin tener que añadir un solo elemento al menú de la cena), no sufría enabsolutoporsuaislamientogeográfico.

Ensumadurez,eldescomunalaumentodecarnesquelaarrollabacomounríode lava sobreunaciudadcondenada, lahizocambiaryde serunagordaactivaconpieytobillobientorneadossetransformóenunacosatanenormeeimponente como un fenómeno natural. Aceptó este aluvión con la mismafilosofía conque enfrentóotraspruebas, y ahora, en su extremaancianidad,recibíaelpremiodepresentaralespejounaextensióncasisinarrugasdecarnefirme,sonrosadayblanca,enmediodelacualsobrevivíanlashuellasdeuna

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cara pequeña que parecía esperar la excavación. Una cascada de blandaspapadascaíaen las tambaleantesprofundidadesdeunpecho todavíablanco,velado por albas muselinas que sujetaba una miniatura con el retrato deldifuntoMr.Mingott;y, tantoasualrededorcomobajoella,olastrasolasdeseda negra rebasaban los bordes de un amplio sillón, a la vez que dospequeñasmanosblancasseposabancomogaviotasenlasuperficiedeloleaje.

HacíatiempoqueelpesodelacarneimpedíaaMrs.MansonMingottsubirybajarescaleras,porlocual,consucaracterísticaindependencia,habilitóenelpisoaltosussalasderecepciónyellaseinstalóenelpisobajodelacasa(enflagrante violación a los cánones sociales neoyorquinos). Por esta razón, siunosesentabaconellajuntoalaventanadesusalita,podíagozar(atravésdeuna puerta permanentemente abierta y de una cortina de damasco amarillosujeta por una lazada) del inesperado espectáculo que ofrecía un dormitoriocon una inmensa cama baja tapizada como un sofá, y unamesa de tocadoradornada con frívolos volantes de encaje y un espejo enmarco dorado. Susvisitantes se sorprendían y a la vez se fascinaban con lo exótico de estadecoración, que les recordaba escenas de novelas francesas e inmoralesincentivos arquitectónicos que los ingenuos norteamericanos jamás soñaron.Era la forma en que vivían las mujeres con sus amantes en las antiguassociedades pervertidas, en departamentos con todas las habitaciones en unpiso, y con todas las indecentes promiscuidades que se describían en susnovelas.NewlandArcher(queensuinteriorsituabalasescenasamorosasdeMonsieurdeCamorseneldormitoriodeMrs.Mingott)sedivertíapensandocómo transcurría su intachablevida en aquel escenariode adulterio; pero sedecía, con gran admiración, que si algún amante hubiera sido lo que ellaaspiraba,laintrépidamujernohabríadudadoenaceptarlo.

Paraaliviodetodos,lacondesaOlenskanosepresentóenelsalóndesuabueladurantelavisitadelosnovios.Mrs.Mingottdijoquehabíasalido, locualenundíademuchosolya la"horade lascompras"parecíaalgopocorecomendableparaunamujerdediscutidareputación.Comofuera,lesevitóeldesagrado de su presencia y ahuyentó la leve sombra que su triste pasadopudiera hacer caer en el radiante futuro de la pareja. La visita fue muyagradable,comoeradeesperarse.Mrs.Mingottestabaencantadaconelfuturomatrimonio que, previsto hacía largo tiempo por los parientes másobservadores, había sido cuidadosamente discutido en consejo de familia.También el anillo de compromiso, un enorme y grueso zafiro engastado engarfiosinvisibles,leprodujounaprofundaadmiración.

—Es un engaste moderno —explicó Mrs. Welland, con una indulgentemirada de soslayo hacia su futuro yerno—. Es cierto que realzamaravillosamente la piedra, pero puede parecer un tanto desnuda a los ojosacostumbradosalosanillospasadosdemoda.

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—¿Pasadosdemoda?Esperoqueno te referirása losmíos,querida.Meencantantodaslasnovedades—exclamólaanciana,acercandolapiedraasuspequeñas pupilas brillantes, que ningún lente había afeado—. Preciosa —añadió, devolviendo la joya—,magnífica. Enmi época nos bastaba con uncamafeorodeadodeperlas.Peroeslamanolaqueembelleceelanillo,¿noesasí, mi queridoMr. Archer?—e hizo un ademán con una de sus pequeñasmanosdeuñaspuntiagudasyrollosdegrasaquelaedadcolocararodeandolamuñecacualbrazaletesdemarfil—.ElmíofuemodeladoenRomaporelgranFerrigiani.DeberíaencomendarleeldeMay;sindudaselohará,querido.Minieta tiene lamano grande por esos deportes que ensanchan las coyunturas,pero su piel es blanca. Y, ¿cuándo es la boda? —dijo abruptamente,interrumpiéndoseyfijandolosojosenelrostrodeArcher.

—Oh...—murmuróMrs.Welland.

Peroeljoven,dedicandounasonrisaasunovia,respondió:

—Lomásprontoposible,siustedmeapoya,Mrs.Mingott.

—Debemos darles tiempopara que se conozcan un pocomás,mamá—intercalóMrs.Welland,fingiendoladebidaoposición.

—¿Conocersemás?—repitiólaanciana—.¡Quétontería!EnNuevaYorktodosnosconocemosdesdesiempre.Dejaqueestejovenhagalascosasasumanera, querida; no esperen hasta que el vino pierda sus burbujas. Que secasenantesdeCuaresma;cualquierinviernomepescounaneumonía,yquieroofrecerleseldesayunodebodas.

Los sucesivos argumentos fueron recibidos con discretas expresiones dehilaridad,incredulidadyagradecimiento.Lavisitaconcluíaenunambientedesuave alegría cuando se abrió la puertaparadar paso a la condesaOlenska,que entró con sombrero y capa, seguida de la inesperada figura de JuliusBeaufort.Hubounmurmullode alborozo entre lasmujeres, yMrs.MingottextendióelmodelodeFerrigianihaciaelbanquero.

—¡Ah, Beaufort, éste es un acontecimiento único! Seguía la curiosacostumbreextranjeradetrataraloshombresporsusapellidos.

—Gracias.Megustaríaquesucedieramásamenudo—dijoelvisitanteconsu arrogante aire de sencillez—.Estoy tanocupadopor lo general; peromeencontréconlacondesaEllenenMadisonSquareyella tuvolagentilezadepermitirmeacompañarlaensucaminoacasa.

—¡EsperoquelacasaseamásalegreahoraqueEllenestáaquí!—exclamóMrs. Mingott con increíble desfachatez—. Siéntese, siéntese, Beaufort,acerqueelsillónamarillo.Ahoraquelotengoaquí,quieroquemecuentelosúltimos chismes. Supe que su baile fue magnífico, y escuché que había

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invitado aMrs. Lemuel Struthers. Tengo una gran curiosidad por ver a esamujerconmispropiosojos.

Se había olvidado de sus parientes, que salían al vestíbulo guiados porEllenOlenska.La ancianaMrs.Mingott siempre profesó gran admiración aJuliusBeaufort,yhabíaunaespeciedesimilitudenelfríotonodominantedeambos y en su manera de salirse de las convenciones por cualquier atajo.AhoramoríadecuriosidaddesaberquéimpulsóalosBeaufortainvitar(porprimera vez) a Mrs. Lemuel Struthers, la viuda del "Betún Struthers", quehabíaregresadoelañoanteriordeunlargoviajedeiniciaciónporEuropaparaponersitioalacerradaypequeñaciudadeladeNuevaYork.

—Claroque si ustedyRegina la invitan, se da por terminado el asunto.Bien, necesitamos sangre nueva y dinero nuevo, y se dice que ella siguesiempremuyhermosa—declarólaimplacableanciana.

Enelvestíbulo,mientrasMrs.WellandyMaysecolocabansusabrigosdepiel,ArchernotóquelacondesaOlenskalomirabaconunasonrisauntantoinquisitiva.

—YaveoquesabesacercadeMayyyo—dijorespondiendoasumiradaconunasonrisatímida—.Mereprendiópornohabertedadolanoticiaanocheen la ópera; tenía órdenes suyas de contarte que estábamos comprometidos,peronopudehacerloenmediodelgentío.

LasonrisadelacondesaOlenskapasódesusojosasuslabios, loquelahizoversemásjoven,másparecidaalaaudazymorenaEllenMingottdesuinfancia.

—Sí, ya lo sé, yme alegromucho. Pero, claro, uno no da tales noticiasentretantagente.—Tendiólamanoalasdosmujeresparadasenelumbral.—Adiós, vengan a verme uno de estos días—dijo, con los ojos clavados enArcher.

En el carruaje, mientras bajaba por la Quinta Avenida, conversaron conentusiasmo acerca de Mrs. Mingott, de su edad, su ánimo y todos susmaravillososatributos.NadiehizoalusiónaEllenOlenska;peroArchersabíaloqueMrs.Wellandestabapensando:"EsunerrorqueEllensemuestrealdíasiguiente de su llegada, paseándose por la Quinta Avenida, a la hora másconcurrida, y en compañía de Julius Beaufort". Y el joven agregabamentalmente por su parte: "Y debería saber que un hombre que acaba decomprometersenogastasutiempoenvisitaramujerescasadas.Perosabemosque en el medio en que ha vivido todos lo hacen, más bien no hacen otracosa".

Y a pesar de que se enorgullecía tanto de sus opiniones cosmopolitas,Archerdiograciasalcielodeserneoyorkino,ydeestarapuntodeunirsea

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alguiendesusmismasideas.

5

Lanochesiguiente,Mr.SillertonJacksonfueacenarconlosArcher.

Mrs.Archereraunamujertímidaquevivíaapartadadelasociedad,perolegustabaestarenteradadetodoloquepasaba.SuviejoamigoSillertonJacksondedicaba al afán de investigar los asuntos de sus amigos la paciencia de uncoleccionista y la ciencia de un naturalista; y su hermana, Miss SophyJackson,quevivíaconélyeraagasajadaportodoslosquenopodíanlograrlapresencia de su demasiado solicitado hermano, aportaba algunos chismesmenos importantesquecompletabanespléndidamente losvacíosdel informedeSillerton.

Entonces, cuando sucedía algo queMrs. Archer quería saber, invitaba aMr.Jacksonacenar;ycomofavorecíaamuypocagenteconsusinvitacionesycomoellaysuhijaJaneyeranunexcelenteauditorio,Mr.Jacksonconcurríaporlogeneralenpersonaenlugardeenviarasuhermana.Sihubierapodidoponersuscondiciones,elegiríalasnochesenqueNewlandnoestabaencasa;nopornocongeniar conel joven (teníanunamagnífica relaciónenel club)sinoporqueelancianoreseñadordeanécdotasintuíaavecesenNewlandunatendenciaadudardesusdatos,loquelasmujeresdelafamiliajamáshacían.

Si fuera posible alcanzar la perfección en la tierra,Mr. Jackson tambiénpediríaque lacomidaqueofrecíaMrs.Archer fueraunpoquitomejor.PeroNuevaYork, hasta donde lamente de un hombre podía recordar, se dividíaentrelosdosgrandesgruposfundamentalesdelosMingottylosMansonysusclanes aficionados a comer y vestir bien y a tener dinero, y la tribu de losArcher-Newland-van-der-Luyden,queamabanlosviajes,lahorticulturaylasbuenasnovelas,peroquedespreciabanlosdemásplaceresvulgares.

Perodesgraciadamentenosepuede tener todo.Si secenaencasade losLovellMingott habrá pato y tortugamarina y vinos de buenas cosechas; encasa de Adeline Archer se hablará del paisaje alpino y de "El Fauno deMármol";y,consuerte,suMadeiraalcanzaráparatodos.Porlotanto,cuandorecibíaunaamableinvitacióndeMrs.Archer,Mr.Jackson,queerarealmenteecléctico,decíaasuhermana:

—LaúltimacomidaencasadelosLovellMingottmehadejadobastantegotoso,meharámuchobienayunardondeAdeline.

Mrs.ArchereraviudadesdehacíamuchosañosyvivíaconsuhijoysuhijaenlacalleVeintiochoOeste.ElpisoaltoeraocupadoporNewland,ylas

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dosmujeresseapretujabanenlasestrechashabitacionesdelaplantabaja.Enmedio de una serena armonía de gustos e intereses,madre e hija cultivabanhelechos en macetas, hacían encaje macramé y bordados de lana en lino,coleccionaban lozavidriadade la épocade la revoluciónamericana, estabansuscritasaGoodWords,yleíanlasnovelasdeOuidaporsuambienteitaliano.(Preferíanaquellassobrelavidacampesina,porsusdescripcionesdelpaisajeylacalidaddelossentimientos,aunquegeneralmentelesgustabanlasnovelasacercadelagentedesociedad,cuyasmotivacionesycostumbresleseranmáscomprensibles; criticabanseveramenteaDickens,que"nuncadescribióauncaballero",yconsiderabanqueThackerayestabafueradesuelementoentreelgranmundoencomparaciónconBulwer,aquien,sinembargo,seempezabaaconsiderarpasadodemoda.)

Mrs.Archerysuhijaeranamantesdelpaisaje.Eraloquemásbuscabanyadmirabanensusocasionalesviajesalextranjero;considerabanlaarquitecturay la pintura más apropiadas para hombres, especialmente para personasletradas que leían a Ruskin. El apellido de soltera de Mrs. Archer eraNewland,ymadreehija,queparecíanhermanas,eran,comodecía lagente,"verdaderas Newland": altas, pálidas, de hombros ligeramente encorvados,nariz larga, sonrisa dulce y una cierta distinción lánguida como en algunosdescoloridos retratos de Reynolds. El parecido físico sería completo si nofueraquelaembonpointpropiodelaedadquehacíaestirarseelbrocadonegrodeMrs.Archer,mientrasquelaspopelinascaféypúrpuracolgabancadavezconmayorsolturadelcuerpovirginaldeMissArcheramedidaquepasabanlosaños.

PeroNewlandestabaconvencidodeque,mentalmente, la similitudentreambaseramenordeloqueamenudosusidénticosamaneramientospermitíancreer.El largohábitodevivir juntasenunaintimidaddemutuadependenciales dio el mismo vocabulario y la misma costumbre de empezar las frasesdiciendo: "mamápiensa" o "Janey piensa", según una u otra quería dar unaopiniónpropia.Peroenrealidad,en tantoque laserenafaltade imaginacióndeMrs.Archer se atenía con facilidad a lo aceptable y conocido, Janey erapropensa a sobresaltos y extravíos de la fantasía que surgía de fuentes dereprimidoromanticismo.Madreehijaseadorabanentreellasyvenerabanasuhijoyhermano.YArcherlasamabaconunaternuraincondicionalyllenaderemordimientos a causa de la exagerada admiración de ellas, y de la íntimasatisfacciónqueéstalehacíasentir.Despuésdetodo,pensabaqueerabuenopara un hombre que su autoridad fuera respetada en su propia casa, auncuando a veces su sentido del humor le hacía cuestionarse la fuerza de talautoridad.Enestaoportunidad,el jovenestabatotalmentesegurodequeMr.Jackson prefería que él cenara fuera; pero tenía buenos motivos para nohacerlo.

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Naturalmente, Jackson quería hablar de Ellen Olenska, y naturalmenteMrs.ArcheryJaneyqueríanescucharloqueibaadecir.Lostressesentíanunpocomolestos por la presencia deNewland, ahora que se conocía su futurarelaciónconelclanMingott;yel jovenesperaba,concuriosidadyganasdedivertirse, ver cómo soslayarían la dificultad.Empezaron en forma indirectahablandodeMrs.LemuelStruthers.

—Fue una lástima que losBeaufort la invitaran—dijo suavementeMrs.Archer—.LomaloesqueReginahacesiempreloqueéldice;yBeaufort...

—A Beaufort se le escapan algunos nuances —dijo Mr. Jackson,inspeccionandocautelosamenteelsábaloalaparrilla,mientrassepreguntabapor enésima vez por qué el cocinero deMrs. Archer siempre quemaba loshuevos de pescado en las cenizas. (Newland, que compartía por años estaincógnita,pudodetectarlaenlamelancólicadesaprobaciónqueseretratabaenelrostrodelanciano.)

—Cierto,nohaydudadequeBeaufortesunhombrevulgar—dijoMrs.Archer—. Mi abuelo Newland siempre le decía a mi madre: "Por ningúnmotivopermitasquelepresentenaesetalBeaufortalasniñas."Peroalmenosha tenido la suertedeasociarseconcaballeros;en Inglaterra también,dicen.Todoesmuymisterioso.

MiróaJaneyehizounapausa.AmbasconocíanhastaelúltimoresquiciodelmisterioBeaufort,peroenpúblicoMrs.Archerseguíaaparentandoqueeltemanoeraconvenienteparaunasoltera.

—PeroestaMrs.Struthers—prosiguióMrs.Archer—,¿quédijoustedqueera,Sillerton?

—Salió de una mina, o más bien de la cantina cercana a la cantera.Despuéshizoun tourporNueva Inglaterraconunespectáculode figurasdeceraenvivo.Cuandolapolicíaacabóconeso,dicenquevivió...

Mr. Jackson miró a su vez a Janey, cuyos ojos parecían saltar bajo susprominentespárpados.TodavíahabíasorpresasparaellaenelpasadodeMrs.Struthers.

—Luego—continuóMr. Jackson (yArcher supo que se preguntaba porquénadiedijoalmayordomoquenocortara lospepinosconuncuchillodeacero) —, apareció Lemuel Struthers. Dicen que su publicista utilizaba lacabeza de la joven para la propaganda del betún de zapatos, por su pelointensamentenegro,comoustedessaben,alestiloegipcio.Lociertoesque...,finalmente...,secasóconella.

Había una fuerte insinuación maliciosa en esa manera de espaciar lapalabra"finalmente",recalcandolaimportanciadecadasílaba.

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—Bueno,peroalpasoquevamoshoydía,esoyanoimporta—dijoMrs.Archercontonoindiferente.

AlasdamasnolesinteresabaenrealidadMrs.Struthers;eltemadeEllenOlenskaerademasiadonovedosoydemasiadoabsorbenteparaellas.Adecirverdad, Mrs. Archer mencionó el nombre de Mrs. Struthers sólo parapermitirsedecir:

—¿Y la nueva prima deNewland, la condesaOlenska? ¿También fue albaile?

Había un leve toque de sarcasmo en la referencia a su hijo, yArcher loadvirtió,yloesperaba.HastaMrs.Archer,queraravezseinteresabagrancosaen loseventoshumanos,sehabíaalegradoenormementeconelcompromisode su hijo. ("Sobre todo después del estúpido asunto conMrs. Rushworth",había comentado con Janey, aludiendo a lo que fuera para Newland unatragediadelacualcreyóquesualmaguardaríaporsiemprelascicatrices.)Nohabíamejor partido enNuevaYork queMayWelland, desde todo punto devista.Por supuestoque talmatrimonioera loque semerecíaNewland,perolos jóvenes son tan tontos e impredecibles—y algunasmujeres tienden tanbiensustrampasysontaninescrupulosas—queeracasiunmilagroverasuúnicohijopasarsinsucumbirfrentealaIsladelasSirenaseinstalarseenelparaíso de una inocente vida doméstica.Era lo que sentíaMrs.Archer y suhijo lo sabía; pero también sabía que estaba perturbada por el apresuradoanunciodesucompromiso,omásbienporsucausa;yporesemotivo—puesenelfondoeraunamotiernoeindulgente—sequedóencasaesanoche.

—NoesquedesapruebeelespritdecorpsdelosMingott,peronoentiendoporquéelcompromisodeNewlandtienequemezclarseconlasidasyvenidasdelaOlenska—refunfuñóaloídodeJaney,únicotestigodeesaslevescaídasensuperfectadulzura.Sehabíacomportadoalaperfección—yencuantoabuencomportamientonadielasobrepasaba—durantelavisitaaMrs.Welland;peroNewland sabía (y su novia sin duda lo adivinaba) que durante toda lavisita ella y Janey estuvieron nerviosas temiendo una posible intrusión demadameOlenska.Ycuandosalierondelacasa,sepermitiódecirasuhijo:

—MealegrodequeAugustaWellandnoshayarecibidoasolas.

Estos indiciosde trastornos internos influyeronmásaúnparaqueArchertambién pensara que losMingott habían ido un tanto demasiado lejos. Perocomo atentaba contra todas las reglas del código familiar quemadre e hijohicieranalusiónasusmásíntimospensamientos,sóloreplicó:

—Bueno,siemprecuandounosecomprometehayquepasarporunaseriedereunionesfamiliares,ycuantomásprontosehaga,mejor.

Aloquesumadrerespondióconunsimplefruncimientodelabiosbajoel

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velodeencajequecaíadesusombrerodeterciopelogrisbordeadodefrutasartificiales.

Archerpresintióqueaquellanoche lavenganzadesumadre, su legítimavenganza, sería "arrastrar" aMr. Jackson al tema de la condesaOlenska.Y,comoyahabía cumplidopúblicamente sudeberde futuromiembrodel clanMingott, el jovenno tuvoobjeción aque sehablarade ladamaenprivado,aunqueeltemayacomenzabaaaburrirlo.

Mr.Jacksonsehabíaservidounarebanadadelfiletetibioquelepresentarael taciturno mayordomo con una mirada tan escéptica como la suya, perorechazó la salsa de callampas después de olerla en forma imperceptible. Sesentía frustradoyhambriento,yArcherpensóqueprobablemente terminaríaporcomerseaEllenOlenska.

Mr.Jacksonseechóatrásensusilla,ymiróhacialosArcher,NewlandyVanderLuyden iluminadosporcandelabrosquecolgabandentrodeoscurosmarcossobrelasoscurasparedes.

—¡Cuánto le gustaba la buena comida a tu abuelo Archer, mi queridoNewland!—dijofijandolosojosenelretratodeunhombrejovenyregordetede alzacuello y chaqueta azul, frente a una casa de campo con columnasblancas—. ¡Vaya, vaya, vaya, me pregunto qué habría dicho de estosmatrimoniosconextranjeros!

Mrs.Archerpasóporalto laalusióna laancestralcuisineyMr. Jacksoncontinuó,enfatizandosuspalabras:

—No,ellanoestabaenelbaile.

—Ah—murmuróMrs.Archer,enuntonoquequeríadecir:"Porlomenostuvoladecenciadenoir".

—Tal vez los Beaufort no la conocen— sugirió Janey, con su ingenuamalicia.

Mr.Jacksonhizounvagoademándebeber,comosiprobarauninvisibleMadeira.

—PuedequeReginano—dijo—,peroBeaufortsílaconoce,porquetodaNuevaYorklavioestatardepaseandoconélporlaQuintaAvenida.

—¡Dios mío! —gimió Mrs. Archer, que evidentemente percibía lainutilidadde tratardeatribuiraunsentidodedelicadeza lasactitudesde losextranjeros.

—Nosésiusasombreroocapotaporlatarde—especulóJaney—.Séquea laópera fuede terciopeloazuloscuro, totalmentesimpley liso,comounacamisadedormir.

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—¡Janey! —exclamó su madre ruborizada y, tratando de adoptar unaactituddeaudacia,agregó—:Entodocaso,fuedemejorgustonoiralbaile.

Unespírituperversoindujoasuhijoareplicar:

—Nocreoquehayasidocuestióndebuengustodesuparte.Maydijoquepensaba ir, pero después decidió que su vestido no era lo suficientementeelegante.

Mrs.Archeracogióconunasonrisaestaconfirmacióndesusdeducciones.

—PobreEllen—dijo con sencillez, y agregó compasiva—:No debemosolvidar la excéntrica educación que le dioMedoraManson. ¿Qué se puedeesperardeunamuchachaa laque sepermiteusar rasonegroen subailedeestrenoensociedad?

—¡Ah,novoyarecordarlaconesevestido!—dijoMr.Jackson,yagregó—: ¡Pobrecita! —en el tono de quien, disfrutando con el recuerdo, en sumomentohabíaentendidoperfectamenteloqueaquelespectáculoauguraba.

—Es raro—hizonotar Janey—quehaya conservadounnombre tan feocomoEllen.YolohabríacambiadoporElaine—recorriólamesaconlavistaparaverelefectodesuopinión.

—¿PorquéElaine?—preguntósuhermano,riendo.

—Nosé,suenamejor,máspolaco—repusoJaney,enrojeciendo.

—Suenamásllamativo,ynoesesoloqueelladesea—dijoMrs.Archerentonodistraído.

—¿Porquéno?—atacósuhijo,conunsúbitoimpulsodiscutidor—.¿Porqué no puede ser llamativa si quiere? ¿Por qué tiene que vivir ocultándosecomosifueraellalaquesedeshonró?Esla"pobreEllen",deacuerdo,porquetuvolamalasuertedehacerunmalmatrimonio;peronoveorazónparaqueescondalacabezacomosifueralaculpable.

—Supongoqueesaes la líneaquepiensantomarlosMingott—comentóMr.Jackson,pensativo.

Eljovensesonrojó.

—No tuve que esperar su veredicto, si es lo que quiere decir, señor.Madame Olenska ha tenido una vida desgraciada, lo que no la hace unadescastada.

—Hay rumores...—empezó a decirMr. Jackson, lanzando unamirada aJaney.

—Ya sé, el secretario —le interrumpió Archer—. Qué importa, madre,Janeyyaestágrande.Dicen,¿noescierto?—continuó—,queelsecretariola

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ayudó a escapar de aquella bestia de marido que la tenía prácticamenteprisionera.Bueno, ¿yqué importa que lo hiciera?Esperoquenohaya entrenosotrosunhombrequenohubierahecholomismoenesecaso.

Mr.Jacksonsedirigióalmayordomoporencimadelhombro:

—Despuésde todo, tomaría talvezunpocodeesasalsa,sólounpocoydespués de servirse, añadió—:Me dijeron que ella está buscando una casa.Entonces,sequedaaviviraquí.

—Yo escuché que piensa obtener el divorcio —dijo Janey con granaudacia.

—¡Esperoquelologre!—exclamóArcher.

La palabra cayó como una bomba en la pura y serena atmósfera delcomedordelosArcher.Mrs.Archerarqueósusfinascejasconeseparticularmovimiento que significa: "Está el mayordomo...". Y el joven, tambiénconsciente del mal gusto de discutir asuntos tan íntimos en público,rápidamentecambióeltemainiciandounrelatodesuvisitaalaancianaMrs.Mingott.

Acabada la cena, siguiendo una costumbre inmemorial, Mrs. Archer yJaneysubieronalsalónarrastrandosuslargosdrapeadosdeseda,y,mientrasloscaballerossequedabanfumandoenlaplantabaja,sesentaronjuntoaunalámparaCarcelconglobograbadoalburil,unafrenteaotraseparadasporunamesa de trabajo de palo de rosa, debajo de la cual había una bolsa de sedaverde, y comenzaron a bordar en ambos extremos de una tapicería floreadadestinada a adornar alguna "silla para casos de necesidad" en el salón de lajovenMrs.NewlandArcher.

Mientrasserealizabaesteritualarriba,ArcherinstalóaMr.Jacksonenunsillónjuntoalfuegoenlabibliotecagóticaylepasóuncigarro.Mr.Jacksonse hundió con satisfacción en el asiento, encendió su cigarro con todaconfianza (porque los había comprado Newland), y estirando sus viejos ydelgadostobilloshacialasbrasas,dijo:

—¿Dices que el secretario sólo la ayudó a escapar, querido muchacho?Bueno, entonces quiere decir que seguía ayudándola un año después, puesalguienseencontróconelloscuandovivíanjuntosenLausanne.

Newlandenrojeció.

—¿Vivían juntos? Bueno, ¿y por qué no? ¿Quién más que ella teníaderechoarehacersuvida?Estoyhartodelahipocresíaqueenterraríavivaaunamujerdesuedadsisumaridoprefierevivirconrameras.

Sedetuvoysevolviófuriosoaencendersucigarro.

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—Lasmujeresdebenserlibres,tanlibrescomolosomosnosotrosdeclaró,descubriendo que estaba demasiado irritado para medir sus terriblesconsecuencias.

Mr. Sillerton Jackson acercó más a las brasas sus piernas y emitió unsardónicosilbido.

—Bueno—dijodespuésdeunapausa—,aparentementeelcondeOlenskiera de tu misma opinión, pues jamás escuché que moviera un dedo parallevarseasumujerdevuelta.

6

Aquellanoche,unavezqueMr.Jacksonhubopartidoyquelasmujeresseretiraron a su dormitorio con cortinas de chinz, Newland Archer subiópensativo a su estudio. Una mano solícita había, como de costumbre,mantenido encendido el fuego y nivelada la mecha de la lámpara; y lahabitación,consushilerasehilerasdelibros,lasestatuillasdebronceyacerode"LosEspadachines"encimadelachimeneaylasnumerosasfotografíasdecuadrosfamosos,erasingularmenteagradableyacogedora.Alarrellanarseenel sillón junto al fuego, sus ojos se fijaron en una gran fotografía deMayWelland que la joven le regalara el primer día de su romance, y que habíadesplazado todos losdemás retratosde lamesa.Con renovada sensacióndeadmiración contempló la amplia frente, los ojos serios y la alegre bocainocente de la joven de cuya alma él iba a ser el guardián.Aquel aterradorproductodel sistema social al cualpertenecíay en el quecreía, la jovencitaque no sabía nada y lo esperaba todo, le devolvía la mirada de unadesconocidaenlasfaccionesfamiliares'deMayWelland;yunavezmástuvoque aceptar que elmatrimonio no era un anclaje en puerto seguro, como lehabíanenseñado,sinounviajepormaresquenofiguranenlosmapas.

ElcasodelacondesaOlenskaremovióviejasconviccionesestablecidasylasdejónavegandoaladerivaentresuspensamientos.Supropiaexclamación:"lasmujeresdebenserlibres, tanlibrescomonosotros", tocabalaraízdeunproblema que su propio mundo había decidido considerar inexistente. Unamujer "decente", aunque hubiera sido agraviada, jamás podría reclamar laclasedelibertaddequeélhablaba,yloshombresdecorazóngenerosocomoelsuyoestaríancaballerosamentedispuestos—enelcalordeladiscusión—aconcedérsela. Tales generosidades verbales no eran de hecho más que unengañoso disfraz de las inexorables convenciones que ataban una cosa conotrayencerrabanatodosdentrodelosviejosmoldes.Peroenestecasoseveíacomprometidoadefender,por laprimadesunovia,unaconductaque, si se

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trataradesupropiaesposa,loobligaríaainvocarcontraellatodoelrigordelaIglesiaydelestado.

Claroquesetratabadeundilemameramentehipotético;alnoserélnoeraunnoblepolacoysinvergüenza,eraabsurdoespecularacercadecuálesseríanlos derechos de su esposa, si lo hubiera sido. Pero Newland Archer teníademasiadaimaginacióncomoparanopensarque,enelcasosuyoconMay,lacuerdasecortaríapor razonesmuchísimomenosvulgaresyevidentes.¿Quépodíansaberunodelotro,sierasudeberdemuchacho"decente"ocultarlesupasado,yeldeella,comojovencasadera,notenerpasadoqueesconder?¿Quépasaríasi,porcualquieradelasrazonesmássutiles,secansabanunodelotro,nosecomprendíanoseirritabanmutuamente?Pasórevistaalosmatrimoniosde sus amigos—a los supuestamente más felices— y no vio ninguno querespondiera, ni remotamente, a la apasionada y tierna camaradería que élsoñabacomorelaciónpermanenteconMayWelland.Sedabacuentadequetalimagenpresuponíaenellalaexperiencia,versatilidad,libertaddejuicioquelaeducación recibida sehabíaempeñadocuidadosamenteennegarle;yconunescalofriantepresentimientoviosumatrimonio igualalde lamayoríade losque lo rodeaban:unamonótonaasociaciónde interesesmaterialesysocialesque semanteníapor la ignoranciadeunade laspartesy lahipocresíade laotra.

Le pareció que Lawrence Lefferts era el marido quemejor había hechorealidad este envidiable ideal. Como llegó a ser el sumo sacerdote de lasformalidades, formóasuesposa tanasuexclusivaconvenienciaque,en losmomentosmásevidentesdesus frecuentesamoríoscon lasesposasdeotroshombres, ella demostraba su sonriente ignorancia diciendo: "Lawrence estremendamenteestricto";y se lavio ruborizarse indignadaybajar lamiradacuandoalguienmencionabaen supresenciaelhechodeque JuliusBeaufort(comotodo"extranjero"deorigendudoso)tuvieraloquesellamóenNuevaYork"otraresidencia".

ArchertratódeconsolarsepensandoquenoeratandemasiadoneciocomoLarryLefferts,niMaytantontonacomolapobreGertrude;perofinalmenteladiferenciaerasólodeinteligenciaynodenormasmorales.Enrealidad,todosvivían en una especie demundo de acertijos, donde lo verdadero nunca sedecíanisehacíanisepensaba.Mrs.Welland,quesabíaperfectamenteporquéArcherlahabíapresionadoparaqueanunciaraelcompromisoconsuhijaenelbaile de los Beaufort (y en realidad esperaba que así lo hiciera), se sintióobligadanoobstanteasimulardesaprobaciónyafingirquelehabíantorcidolamano,talcomolanoviasalvajeesarrastradaentrealaridosdelatiendadesus padres en los libros sobre el hombre primitivo, que la gente de mayorculturayaempezabaaleerenesaépoca.

Naturalmente,elresultadodetodoestoeraquela jovenqueconstituíael

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centro de su elaborado sistema de mistificación, seguía siendo la másinescrutable por su misma franqueza y seguridad. La pobrecita era francaporquenoteníanadaqueesconder,yeraseguraporquenosabíaquehubieraalgoquelaamenazara;ysinotrapreparaciónibaasumergirsedelanochealamañanaenloquelagentellamabaentonovago"lascosasdelavida".

Archer estaba enamorado sinceramente, pero con gran placidez. Leencantaba la radiante belleza de su novia, su buena salud, sus dotes deequitadora, su gracia y viveza en los juegos, y el tímido interés en libros eideas que comenzaba a desarrollar guiada por él. (Había avanzado bastantecomo para ridiculizar juntos los Idilios del Rey, pero no tanto como paracaptarlabellezadeUlisesylosIndolentes.)Erasincera,lealyvaliente;teníasentidodelhumor(comoloprobabaalreírseconloschistesdesunovio).Eljovenentreveíaenlasprofundidadesdesualmacándidaunfervoremocionalqueseríaunadeliciadespertar.Peroaltérminodeestebreveexamensesintiódecepcionadopensandoquetantafranquezaeinocenciaeransólounproductoartificial. La inexperta naturaleza humana no era franca ni inocente; estaballenadedoblecesydefensasdeunainstintivaastucia.Sesintióoprimidoporestacreacióndepurezaficticia,elaboradacontantahabilidadpormadres,tías,abuelas y antepasadas enterradashacíamuchos años, porque se suponía queera lo que él deseaba y a lo que tenía derecho para que pudiera darse elseñorialgustodedestruirlacomoaunmuñecodenieve.

Había algode frivolidad en estas reflexiones, que eran lasque sehacíanhabitualmente los jóvenes al acercarse eldíade suboda.Perogeneralmenteiban acompañadas por un sentimiento de arrepentimiento y humillacióntotalmente desconocido para Newland Archer. No podía lamentarse (comohacían los héroes de Thackeray que tanto lo exasperaban) por no tener unapáginaenblancoqueofrecerasunoviaacambiodelahojainmaculadaqueella leentregaría.Noponíaendudaelhechodequesi lohubieraneducadocomoaellanoestaríanenmejorescondicionesparaencontrarsucaminocualHansel yGretel perdidos en el bosque.Tampoco encontraba—en todas susansiosasmeditaciones—ninguna razón legítima(ninguna,claroestá,quenoestuviera ligada a su propio placer momentáneo y la pasión de la vanidadmasculina)porlaquesunovianotuvieraderechoalamismalibertadqueélgozaba.Eralógicoqueensuinteriorsurgieranestetipodeinterrogantes;perotenía plena conciencia de que su incómoda persistencia y precisión erandebidas a la inoportuna llegada de la condesaOlenska.Allí estaba él, en elmomentomismo de su compromiso una instancia de pensamientos puros yesperanzas sin nubes envuelto en un bullado escándalo que hacía emergertodoslosproblemaspersonalesquehabríapreferidodejarenelolvido.

—¡Maldita Ellen Olenska! —gruñó apagando el fuego y comenzó adesvestirse.

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Noentendíaporquéeldestinodelacondesadebierateneralgunarelacióncon el suyo. Sin embargo, intuyó vagamente que recién ahora empezaba amedir los riesgos de la posiciónde paladín que su compromiso conMay loobligaraaasumir.

Pocosdíasmástardeestallólabomba.LosLovellMingotthabíanenviadoinvitaciones para lo que se conocía como una "cena formal" (o sea, tressirvientesmásdelonormal,dosplatosparacadaguisoy,entremedio,ponchealaromana),yencabezaronlastarjetasconlaspalabras:"ParapresentaralacondesaOlenska",segúnlausanzadehospitalidadnorteamericana,quetrataalos extranjeros como si fueran reyes, o al menos sus embajadores. Seseleccionó a los invitados con una osadía y discriminación en que losentendidos reconocieron lamano firme de Catherine la Grande. Al lado deaquellos con que siempre se contaba, como los Selfridge Merry que eraninvitadosatodaspartesporquesiemprelofueron,losBeaufort,quepodíanserconsideradosdelafamilia,yMr.SillertonJacksonysuhermanaSophy(queiba donde su hermano le ordenara), estaban algunos de losmás elegantes eincluso los más irreprochables dentro del destacado grupo de los "jóvenescasados": los Lawrence Lefferts, Mrs. Lefferts Rushworth (la encantadoraviuda),losHarryThorley,losReggieChiversyeljovenMorrisDagonetysumujer(queeraunaVanderLuyden).Losasistentesfueronperfectamentebienelegidos, ya que todos pertenecían al pequeño grupo íntimo que la largatemporada social neoyorquina obligaba a divertirse juntos día y noche,aparentementeconinalterableentusiasmo.

Cuarenta y ocho horas más tarde lo increíble había sucedido; todos,exceptolosBeaufortyMr.Jacksonysuhermana,rehusaronlainvitación.EsteintencionalactodedescortesíasevioenfatizadoporelhechodequehastalosReggieChivers,quepertenecíanalclanMingott,secontaranentrelosdemás,y que fuera exactamente igual la redacción de las notas, en las que todos"lamentabannopoder aceptar", sin agregar la típicadisculpaque lamínimaeducaciónprescribía:"porteneruncompromisoanterior".

La sociedadneoyorquina era en aquellos díasmuy reducida y nohabíantantos eventos como para que sus integrantes (incluidos los mozos de lacaballeriza,mayordomosy cocineros) no supieran conprecisión quénocheslibreshabía.Porlotanto,losinvitadosdeMrs.LovellMingottpudieron,congran crueldad, dejar en claro su determinación de no conocer a la condesaOlenska.

Elgolpefueinesperado,perolosMingott,comoerasuhábito,lotomaronconseñorío.Mrs.LovellMingotthablóenprivadoconMrs.Welland,queasuvez habló con Newland Archer, quien, indignado por el ultraje, apeló conapasionamientoyautoridadasumadre.Esta,despuésdeunpenosoprocesoderesistenciainternaydeunintentoexternoporcontemporizar,sucumbióantela

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insistencia de su hijo (como siempre), y, venciendo su previa vacilación,abrazó con redoblada energía su causa, se puso su sombrero de terciopeloverdeydijo:VoyaveraLouisavanderLuyden.

Nueva York en los tiempos de Newland Archer era una pequeña yresbaladizapirámidealaque,hastaentonces,nuncaselehizounafisuraniselepusoelpieencima.SubaseeraelfirmecimientoqueMrs.Archerllamaba"lagentecomún",unahonorableperooscuramayoríadefamiliasrespetablesque(comoenelcasodelosSpicerodelosLeffertsodelosJackson)habíaelevadosusnivelesdeclasecasándoseconalguiendelasclasesdominantes.Lagente,decíasiempreMrs.Archer,yanoeratanexigentecomoantes;yconlaancianaCatherineSpicer reinandoenunextremode laQuintaAvenida,yJulius Beaufort en el otro, no se podía esperar que las viejas tradicionesduraranmuchomás.

Subiendo estrecha y firmemente desde su subestrato adinerado perodiscreto, se encontraba el grupo compacto y dominante representadoactivamenteporlosMingott,Newland,ChiversyManson.Muchoslosveíancomo el ápicemismode la pirámide; pero ellos (almenos la generación deMrs.Archer)teníanplenaconcienciadeque,aojosdelosgenealogistas,sólounpequeñísimonúmerodefamiliaspodíanapelarataldistinción.

—No me den —decía Mrs. Archer a sus hijos— esa basura de losperiódicosmodernos acerca de la aristocracia neoyorquina. Si existe, ni losMingott ni losMansonpertenecen a ella.No, ni siquiera losNewlando losChivers.Nuestrosabuelosybisabuelos fueron sólo respetablescomerciantesinglesesyholandesesvenidosde las colonias ahacer fortunay sequedaronporlobienquelesfue.UnodetusbisabuelosfirmólaDeclaración,yotrofuegeneral del Estado Mayor de Washington y recibió la espada del generalBurgoynedespuésdelabatalladeSaratoga.Soncosasquenosenorgullecen,perono tienennadaqueverconrangooclase.NuevaYorkhasidosiempreuna comunidad comercial, y no hay más de tres familias de origenaristocráticoenelverdaderosentidodelapalabra.

Mrs.Archerysushijos,comocualquieraenNuevaYork,sabíanquiéneseranesosseresprivilegiados:losDagonetdeWashingtonSquare,procedentesde una antigua familia de un condado inglés emparentada con losPitt y losFox;losLanning,quesecasaroncondescendientesdelcondedeGrasse,ylosVan der Luyden, descendientes directos del primer gobernador holandés deManhattan,yrelacionadosantesdelaRevolución,pormediodematrimonios,convariosmiembrosdelaaristocraciafrancesaybritánica.

Los Lanning sobrevivían en la persona de las dos Miss Lanning, muyancianas pero llenas de vivacidad, que vivían alegremente enmedio de susreminiscencias y rodeadas de los retratos de familia y los muebles

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Chippendale.LosDagonet eranun clanmuynumeroso, relacionado con losmejores nombres de Baltimore y Filadelfia. Pero los Van der Luyden, queestaban por encima de todos los demás, habían caído en una especie decrepúsculo subterrenal, del que emergían solamente dos figurasimpresionantes:lasdeMr.yMrs.HenryvanderLuyden.Mrs.HenryvanderLuyden se llamó de soltera LouisaDagonet, y sumadre fue la bisnieta delcoronelduLac,deunaantiguafamiliadeChannelIsland,quecombatióbajoCornwallis y se estableció enMaryland después de la guerra con su novia,LadyAngélicaTrevenna,quintahijadelcondedeSt.Austrey.EllazoentrelosDagonet, losduLacdeMaryland,ysuaristocráticaparentela, losTrevenna,fue siempre estrecho y cordial.Mr. yMrs. van derLuydenmás de una vezhicieron largas visitas a quien era en la actualidad la cabeza de la casaTrevenna,elduquedeSt.Austrey,ensupropiedadcampestreenCornwallyenSt.AustreyenGloucestershire.YsuGraciahabíaanunciadovariasvecessuintencióndedevolveralgúndíadichasvisitas(sinladuquesa,queletemíaalviajeporelAtlántico).

Mr.yMrs.vanderLuydenrepartíansutiempoentreTrevenna,sucasaenMaryland,ySkuytercliff,laenormepropiedadjuntoalHudsonquefueraunade las concesiones coloniales del gobierno holandés al famoso primergobernador, y del cual Mr. van der Luyden todavía era "Protector". Suelegante gran residencia en Madison Avenue se abría rara vez, y cuandollegabanalaciudadrecibíanallísóloasusamigosmásíntimos.

—Me gustaría que vinieras conmigo, Newland —dijo su madre,deteniéndose de pronto ante la puerta del coupéBrown—. Louisa te quieremucho.

Es por mi querida May que doy este paso, y también porque, si nopermanecemosunidos,noquedaránadadeloquellamamossociedad.

7

Mrs.vanderLuydenescuchóensilencioelrelatodesuprimaMrs.Archer.

Es conveniente recordar de antemano que Mrs. van der Luyden erasiempremuycallada,yque,aunquereservadapornaturalezayeducación,eramuy cariñosa con la gente que de veras le gustaba. Pero ni siquiera laexperienciapersonaldeestarealidaderasiempreunabuenaproteccióncontrael frío que parecía envolver al visitante en el salón de techo alto y paredesblancasdelamansióndeMadisonSquare,conlossillonestapizadosenpálidobrocadoqueobviamentehabíansidodesenfundadosparalaocasión,ylagasa

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que aún cubría los adornos de bronce dorado encima de la repisa de lachimenea y el hermoso antiguo marco tallado de "Lady Angélica du Lac"pintadoporGainsborough.

El retrato de Mrs. van der Luyden hecho por Huntington (vestida deterciopelonegroyencajeveneciano)estabacolocadofrentealdesuhermosaantepasada.Seleconsiderabageneralmente"tanexcelentecomounCabanel"y, aunque habían transcurrido veinte años desde su ejecución, todavía tenía"un parecido perfecto".En realidad, laMrs. van derLuyden que se sentabadebajodelretratoaescucharaMrs.Archerpodríaserlahermanagemeladelamujer de cabellos rubios y aire juvenil reclinada en lánguida postura en unsillóndoradojuntoaunacortinaderepsverde.Mrs.vanderLuydentodavíausabaterciopelonegroyencajevenecianocuandosalíaaalgúneventosocial,omásbien(yaquenuncacenabafuera)cuandoabríasuspuertaspararecibiramistades.Peinabasupelorubio,quesedescolorabasinencanecer,divididoendosmitadeslisasentrecruzadassobrelafrente;ylanarizrectaqueseparabasus ojos azul pálido tenía apenas unas pocas líneas más alrededor de losorificiosnasalesquecuandosepintóelretrato.ANewlandArchersiempreledaba la impresiónde alguienhorrendamente conservado en la atmósfera sinaire de una existencia perfectamente irreprochable, como los cadáveresatrapadosenlosglaciaresguardanporañosunasonrosadavida-en-la-muerte.

Comotodasufamilia,estimabayadmirabaaMrs.vanderLuyden,perosugentilysumisadulzuraleparecíamenosaccesiblequelaseveridaddealgunasde las viejas tías de su madre, solteronas rabiosas que decían no, comoprincipio, antes de saber qué se les iba a pedir. La actitud deMrs. van derLuydennoeranegativani afirmativa,pero siempreparecía inclinarsepor laclemenciahastaquesusfinoslabios,esbozandounasonrisavacilante,dabanlacasiinvariablerespuesta:Tendréquehablarconmimaridoprimero.

EratanexactamenteparecidaaMr.vanderLuydenqueArcheramenudoseadmirabadevercómo,despuésdecuarentaañosdeestrechavidaconyugal,dos identidades tan amalgamadas jamás disentían en algo tan controversialcomoeraladiscusióndeunasunto.Perocomoningunotomabaunadecisiónsinrealizarelmisteriosocónclave,Mrs.Archerysuhijo,habiendopresentadosucaso,esperaronresignadamentelafraseacostumbrada.

Sinembargo,Mrs.vanderLuyden,querarasvecessorprendíaaalguien,ahora los sorprendióa ellos al extender su largamanohacia el tiradorde lacampana.

—CreoquemegustaríaqueHenryescucharaloqueacabasdedecirme.

Aparecióunlacayo,alqueordenó:

—Si Mr. van der Luyden ha terminado de leer el periódico, por favor

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pídalequetengalabondaddevenir.

Dijo"leerelperiódico"enelmismotonoenquelaesposadeunministrodiría "presidir una reunión de gabinete", no por arrogancia sino porque elhábitodeunavidaylaactituddesusamistadesyrelacioneslehabíanllevadoaadjudicaralmásmínimogestodeMr.vanderLuydenunaimportanciacasisacerdotal. La rapidez de esta acción demostró que daba al caso la mismaurgencia que Mrs. Archer; pero, temiendo que se pensara que se habíacomprometido de antemano, agregó, con su mirada más dulce: A Henry leencantaverte,queridaAdeline;ytambiénquerráfelicitaraNewland.

Las puertas dobles se abrieron solemnemente y por ellas apareció Mr.HenryvanderLuyden,alto,parsimonioso,vistiendolevita,decabelloclaroydescolorido, nariz recta como la de su mujer y la misma mirada de fríagentilezaensusojosgrispálidoenlugardeazulpálido.SaludóaMrs.Archerconfamiliaridad,dioenvozbajasusfelicitacionesaNewland,expresadasenelmismolenguajedesumujer,ysesentóenunodelossillonesdebrocadoconlasencillezdeunsoberanoreinante.

—ReciénterminédeleerelTimes—dijo,uniendolasyemasdesuslargosdedos—. Mis mañanas son tan ocupadas en la ciudad que prefiero leer elperiódicodespuésdelalmuerzo.

—Haybuenosargumentosparaadoptaresesistema—replicóMrs.Archer—.Recuerdoquemitío

Egmont decía siempre que encontrabamás tranquilizante leer los diariosdelamañanadespuésdealmuerzo.

—Así es, mi padre aborrecía la prisa. Pero ahora vivimos en constantemovimiento —dijo Mr. van der Luyden en tono mesurado, mirando concomplacida lentitud la enorme y tenebrosa sala que a Archer le parecía laperfectaimagendesusdueños.

—Espero que ya habrás terminado tu lectura, Henry —interrumpió suesposa.

—Totalmente,totalmente—latranquilizósumarido.

—EntoncesmegustaríaqueAdelinetedijera...

—Oh,enrealidadescosadeNewland—dijolamadredeéstesonriendo;yprocedió a repetir el grotesco relato del oprobio infligido a Mrs. LovellMingott.

—Yporsupuesto—terminódiciendo—.AugustaWellandyMaryMingottpiensan,especialmenteteniendoencuentaelcompromisodeNewland,quetúyHenrydebíansaberlo.

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—Ah—dijoMr.vanderLuyden,exhalandounprofundosuspiro.

Hubounsilencioduranteelcualeltictacdelmonumentalrelojdebroncesobre la chimenea demármol resonó como una salva de cañonazos.Archercontempló con espanto las dos delgadas figuras descoloridas, sentadas unajunto a la otra con una especie de rigidez virreinal, portavoces de algunaremota autoridad ancestral que el destino los obligaba a ejercer, cuandopreferiríanmilvecesvivirensimplicidadyaislamiento,arrancandoinvisiblesmalezasenlosperfectoscéspedesdeSkuytercliff,yjugandosolitariosporlastardes.Mr.vanderLuydenfueelprimeroenhablar.

—¿Creesrealmentequeestosedebeaalguna... interferenciapersonaldeLawrenceLefferts?—preguntóvolviéndosehaciaArcher.

—Estoyseguro,señor.ALarryselehapasadolamanoúltimamente,conelperdóndeprimaLouisapormencionarelasunto,almantenerunarelaciónbastante seria con la esposa del administrador de correos en su pueblo, oalguien por el estilo. Y cada vez que la pobre Gertrude Lefferts empieza asospechar algo y él teme que haya problemas, suscita una alharaca de estaclase,parahacervercuán inmensamentemoralistaes,hablaavozencuelloacercade la impertinenciaquees invitara sumujercongentequenodeseaque ella conozca. Simplemente está usando a madame Olenska comopararrayos.Variasveceslohevistohacerlomismo.

—¡LosLefferts!—exclamóMrs.vanderLuyden.

—¡LosLefferts!—repitiócomounecoMrs.Archer—.¿QuéhabríadichoeltíoEgmontaloíraLawrenceLeffertsopinandosobrelaposiciónsocialdealguien?Estodemuestraaloquehallegadolasociedad.

—Esperemosquenohayallegadoatanto—dijoMr.vanderLuydenconfirmeza.

—¡Ah,sitúyLouisasalieranunpocomás!—suspiróMrs.Archer.

Peroalinstantesediocuentadesuerror.

Los Van der Luyden eran enfermizamente sensibles a cualquiera críticaque se hiciera a su enclaustrada existencia. Eran los árbitros de lamoda, eltribunal de última instancia, y ellos lo sabían, y se rendían a su sino, perocomoeranpersonastímidasyretraídasynosentíanunainclinaciónpersonaladesempeñar talpapel,vivíanelmayor tiempoposibleen lasilvestresoledadde Skuytercliff, y cuando se trasladaban a la ciudad, rechazaban todas lasinvitacionesconladisculpadelamalasaluddeMrs.vanderLuyden.

NewlandArcherfueenrescatedesumadre.

—En Nueva York todo el mundo sabe lo que usted y prima Louisarepresentan.PoresoaMrs.Mingott leparecióquenopodíadejarpasareste

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desairealacondesaOlenskasinconsultarconustedes.

Mrs.vanderLuydenmiróasumarido,quienlamiróasuvez.

—Loquemedesagradaeselprincipio—dijoMr.vanderLuyden—.Siunmiembrodeunaconocidafamiliaesrespaldadoporella,nohaynadamásquehablar.

—Yopienso lomismo—dijo suesposa, comosipropusieraunaopiniónnueva.

—Noteníaidea—continuóMr.vanderLuydendequelascosashubieranllegado a tal punto.—Hizo una pausa y volvió amirar a su esposa—.Meparece,querida,quelacondesaOlenskaesalgoparientenuestra,porelprimermaridodeMedoraManson.Detodasformas,loserácuandoNewlandsecase.—Sevolvióhaciaeljoven—.¿LeísteelTimesestamañana,Newland?

—Sí, señor—contestóArcher, que comúnmente devorabamedia docenadeperiódicosconsudesayuno.

Marido y mujer se miraron otra vez. Sus pálidos ojos mantuvieron lamirada como en una prolongada y seria consulta; luego una leve sonrisarevoloteó en el rostro de ella.Era evidente quehabía adivinadoy estabadeacuerdo.Mr.vanderLuydensedirigióaMrs.Archer.

—Me gustaría que le dijeras a Mrs. Lovell Mingott que, si la salud deLouisa lepermite cenar fuera, estaremosencantadosde... ocupar el lugardeLawrenceLeffertsensucomida.—Sedetuvounmomentoparaquelaironíacalaraprofundo—.Comoustedesbienlosaben,esoesimposible.

Mrs.Archerexpresósuasentimientoconunasonrisadecomprensión.

—PeroNewlandmedicequehaleídoelTimesestamañana;porlotantoesprobablequevieraqueunparientedeLouisa,elduquedeSt.Austrey,llegalapróximasemanaenelRusia.Vieneaparticiparconsunuevobalandro,elGuinevere, en la regata de la Copa Internacional del próximo verano; ytambiénacazaralgunospatos silvestresenTrevenna—Mr.vanderLuydenhizo una nueva pausa, y continuó con creciente benevolencia—: Antes dellevarloaMarylandhemosinvitadoaalgunosamigosareunirseconélaquí,una cena sencilla seguida de una recepción. Estoy seguro de que Louisatendría un gran placer, igual que yo, si la condesa Olenska nos permitieraincluirlaentrenuestrosinvitados.

Selevantódesuasiento,inclinóconfríaamabilidadsulargasiluetahaciasuprima,yagregó:—CreotenerlaautorizacióndeLouisaparadecirqueellamismallevarálainvitaciónalacenacuandosalgaenelcochedentrodepoco;con nuestras tarjetas, por supuesto, con nuestras tarjetas. Mrs. Archer, quecomprendiólainsinuacióndequeloscaballosdegranalzadaquenoestaban

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acostumbrados a esperar estaban ya a la puerta, se levantó a su vezmurmurandounasrápidaspalabrasdeagradecimiento.Mrs.vanderLuydenlesonrió con la sonrisa de Ester intercediendo ante Asuero; pero el maridolevantóunamanoenseñaldeprotesta.

—No tienes nada que agradecer, querida Adeline, absolutamente nada.EstaclasedecosasnodebensucederenNuevaYork;nosucederánmientrasyo pueda evitarlo —dijo con soberana gentileza acompañando a su primahastalapuerta.

Doshorasdespués,todoelmundosabíaqueelmullidoyenormebirlochoenqueMrs.vanderLuyden tomabaaire en todas las estaciones,había sidovisto frente a la puerta deMrs.Mingott, donde se entregó un ancho sobrecuadrado;yesanocheenlaópera,Mr.SillertonJacksonpudoafirmarqueelsobreconteníaunatarjetainvitandoalacondesaOlenskaaunacenaquelosvanderLuydenofrecíanlasemanavenideraenhonordesuprimo,elduquedeSt.Austrey.

Algunosde losmiembrosmás jóvenesdelpalcodel club intercambiaronsonrisas ante esta noticia, y miraron de reojo a Lawrence Lefferts, sentadonegligentemente en la primera fila del palco. Alisando su largo mostachorubio,ésteaprovechóunapausadelasopranoparacomentar,conel tonodeunaautoridadenlamateria:

—NadiemásquelaPattideberíaatreverseacantarLaSonámbula.

8

Toda Nueva York concordaba en que la condesa Olenska había perdidogranpartedesubelleza.Laprimeravezqueaparecióenlaciudad,durantelainfanciadeNewlandArcher, eraunapreciosaniñadenueveodiez añosdequien la gente decía que "debía pintársele un retrato". Sus padres habíanvagado por toda Europa continental y, después de una niñez errante, ellosmurieronyEllenquedóacargodesutía,MedoraManson,otragranviajera,quevolvíaaNuevaYorkpara"echarraíces".LapobreMedora,variasvecesviuda,siempreregresabapararadicarse(cadavezaunacasamáseconómica),acompañada de un nuevo marido o de un niño adoptado. Pero al cabo dealgunosmeses,abandonabainvariablementealmaridoosequerellabaconsupupiloy,deshaciéndosedelacasaconunaconsiderablepérdida,recomenzabasusvagabundeos.ComosumadrefueunaRushworthysuúltimomatrimoniola había relacionado con unode los locosChivers,NuevaYork tomaba conindulgencia todas sus excentricidades. Pero cuando volvió con su pequeña

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sobrinahuérfana,cuyospadresfueronmuyqueridosapesardesulamentableaficiónalosviajes,lagentesecondoliódequelalindaniñaestuvieraentalesmanos.

TodosestabandispuestosaserbondadososconlapequeñaEllenMingott,aunque sus sonrojadas mejillas morenas y sus apretados rizos le daban unaspectotanalegrequeparecíainapropiadoparaunaniñaquedebíallevarlutoporsuspadres.EstafueunadelasmuchaserradaspeculiaridadesdeMedora:semofódelasinalterablesleyesqueregulabaneldueloamericano;y,cuandodescendió del barco, su familia se escandalizó al ver que el velo negro queusabaporsuhermanoerasietepulgadasmáscortoquelosdesuscuñadas,entantolapequeñaEllenestabavestidadelanarojaadornadademostacillasdeámbar,comounagitanillaabandonada.

PerohacíatantotiempoqueNuevaYorksehabíaresignadoaMedora,quesóloalgunasseñorasdeedadmovieronlacabezaporlallamativavestimentadeEllen,mientraslosdemásparientesserendíananteelencantodesucolormoreno y su alegría. Era una niña intrépida y sencilla, que hacía preguntasdesconcertantesycomentariosprecoces,yque sabíacosas tanextravagantescomobailar ladanzaespañoladelmantónycantarcancionesnapolitanasdeamoracompañadadeunaguitarra.Dirigidaporsutía(cuyoverdaderonombreeraMrs.ThorleyChiversperoque,comorecibierauntítulopapal,retomóalapellidodesuprimermaridoysehacíallamarmarquesaManson,porqueenItalia lo podía transformar enManzoni) la niña recibió una educaciónmuycostosaperobastanteincoherente,queincluyó"dibujoconmodelovivo",algoque jamás se había soñado antes, y tocar el piano enquintetos conmúsicosprofesionales.

Esevidentequedeestonopodíasalirningúnbien;ycuandopocosañosdespuéselpobreChiversmuriófinalmenteenunasilodelocos,suviuda(enextraño ropajede luto)hizonuevamentesusmaletasypartióconEllen,quehabíacrecidoconvirtiéndoseenunaniñaaltayhuesudadepreciososojos.Nosesupodeellasdurantealgúntiempo.LuegollególanoticiadelmatrimoniodeEllenconunnoblepolacoinmensamentericoydelegendariorenombre,alque conoció en un baile en las Tullerías, y de quien se decía que teníaresidencias principescas en París, Niza y Florencia, un yate en Cowes, ymuchas millas cuadradas de terrenos de caza en Transilvania. Ellendesapareció en una especie de apoteosis infernal.Y cuandopocos añosmástarde Medora volvió otra vez a Nueva York, deprimida, empobrecida,vistiendolutoporuntercermarido,ybuscandounacasaaúnmáspequeña,lagenteseextrañódequesuadineradasobrinanohubierahechoalgoporella.Después llegaron noticias de que el matrimonio de Ellen también habíaterminadoenundesastre,yqueellaregresaríaigualmenteenbuscadereposoyolvidoentresusparientes.

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Todas estas cosas pasaban por lamente deNewlandArcher una semanamás tarde, mirando a la condesa Olenska entrar en el salón de los van derLuyden la noche de la trascendental cena. La ocasión era solemne, y sepreguntabaunpoconerviososiEllensaldríaairosa.Ellallegóunpocotarde,unamano todavía sin guante, y abrochando un brazalete en sumuñeca; sinembargo entró sin aparentar prisa ni turbación en un salón en que se habíareunidosumisamenteelgrupomásselectodeNuevaYork.

Sedetuvoenlamitaddelasala,miróasualrededorconlabocaseriaylosojos sonrientes; y en aquel instante Newland Archer rechazó el veredictogeneral acerca de su belleza. Era cierto que había perdido su esplendor deantaño. Las sonrosadasmejillas habían palidecido; estaba delgada, cansada,envejecidaparasuedad,unostreintaaños.Peroteníalamisteriosaautoridaddelabelleza,unaseguridadenlaposturadelacabezayelmovimientodelosojosque,sinserparanadateatral,lellamólaatenciónporserextremadamentediestro y consciente de su poder. Al mismo tiempo, sus modales eran mássencillosquelosdelamayoríadelasseñoraspresentes,ymuchagente(segúnleoyódecirdespuésaJaney)sedesilusionódequesuaparienciano tuvieramás"estilo"—pueselestiloeraloqueNuevaYorkmásvaloraba.Eraquizás,reflexionó Archer, porque había desaparecido su vivacidad de la infancia;porqueeratanserena,ensusmovimientos,enlastonalidadesdesuvozbaja.NuevaYorkesperabaalgomuchísimomásresonanteenunamujerjovenconsemejantehistoria.

Lacenafuealgoformidable.CenarconlosvanderLuydennoeraalgoquesepudieratomaralaligera,yademáscenarallíconunduque,suprimo,eracasiunasolemnidadreligiosa.Archerseentreteníapensandoquesólounviejoneoyorquino podía percibir la sutil diferencia (para Nueva York) entre sersimplemente un duque y ser el duque de los van der Luyden. Nueva Yorkaceptaba sin inmutarse a los nobles descarriados, e incluso (excepto en elgrupo de los Struthers) con cierta desconfiada hauteur, pero cuandopresentaban credenciales como éstas, los recibían con una cordialidad tanpasadademodaqueelloscometeríanungraveerrorsilaatribuíanúnicamentea su categoría social en Debrett. Justamente por estas distinciones, ArcheradorabasuviejaNuevaYork,aunqueserieradeella.

LosVanderLuydensehabíanesforzadopordarlamáximaimportanciaalaocasión.SalieronarelucirsusSévresdelosDuLacylavajillaGeorgeIIdelosTrevenna;tambiénelservicioLowestoftdelosVanderLuyden(EastIndiaCompany) y elCrownDerby de losDagonet.Mrs. van derLuyden parecíamásquenuncaunaCabanel,yMrs.Archer,luciendolasperlasyesmeraldasdesuabuela,lerecordóasuhijounaminiaturadeIsabey.Todaslasdamassehabíanpuestosusmejoresjoyas,peroeraunacaracterísticadelacasaydelaocasiónquedichasjoyasfueranensumayoríadeengastepesadoyanticuado.

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LaancianaMissLanning,aquienconvencieronparaqueasistiera,llevabaelcamafeodesumadreyunchaldeblondaespañol.

LacondesaOlenskaeralaúnicamujerjovenenesacena;sinembargo,alescudriñarArcherlassuavescarasrollizasdeaquellasdamasentradasenañosyadornadascongargantillasdediamanteseimponentesplumasdeavestruz,leparecieron curiosamente inmaduras en comparación con Ellen. Le asustópensarquéseríaloquehabíacausadoesaexpresiónensusojos.

El duque de St. Austrey, sentado a la derecha de la anfitriona, eranaturalmente la figuraprincipaldelevento.Perosi lacondesaOlenska lucíamenos llamativa de lo que se esperaba, el duque era casi invisible. Comohombre bien educado, no se presentó a la cena (como un reciente visitanteducal)entenidademontar;perosu trajedenocheera tanusado, lequedabatansueltoylollevabacontalairedecomodidad,que(juntoconsumaneradesentarse inclinado hacia adelante, y la larga barba que cubría su pechera)difícilmentesepodíadecirqueestabavestidodeetiqueta.Eradebajaestatura,encorvado de hombros, tostado por el sol, de nariz ancha, ojos pequeños ysonrisaamistosa;perohablabararasveces,ycuandohablabalohacíaentonotan bajo que, a pesar de los frecuentes silencios de expectación que seproducían en la mesa, sus vecinos eran los únicos que lograban oír suscomentarios.Cuandoloscaballerossereunieronconlasseñorasdespuésdelacena,elduquesedirigióenlínearectahacialacondesaOlenska,yambossesentaronenunrincónysesumergieronenunaanimadacharla.Ningunodelosdos pareció percatarse de que el duque debía primero haber presentado susrespetos aMrs. LovellMingott y aMrs. Headly Chivers y que la condesadebía haber conversado con aquel simpático hipocondríaco, Mr. UrbanDagonet de Washington Square, quien, por tener el placer de conocerla,rompiósureglafijadenocenarfueraentreeneroyabril.Conversaronduranteunos veinteminutos; luego la condesa se levantó y atravesó sola el ampliosalónparairasentarsejuntoaNewlandArcher.

NoseacostumbrabaenlossalonesdeNuevaYorkqueunadamasealejarade un caballero para buscar la compañía de otro. La etiqueta requería queesperara, inmóvil como un ídolo, a que se le acercaran los hombres quedeseabanconversarconella.Pero,alparecer,lacondesanosabíaqueestabaquebrantandounaregla.SesentótranquilamenteenunrincóndelsofáalladodeArcher,ylomirócongrancariño.

—QuieroquemehablesdeMay—dijo.

Enlugardecontestarle,élpreguntóasuvez:

—¿Conocíasalduquedeantes?

—Oh,sí,solíamosverlotodoslosinviernosenNiza.Esmuyaficionadoal

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juego,veníafrecuentementeacasa—dijodelamaneramássimple,comosihubieradichoqueleencantabanlasfloressilvestres;despuésdeunmomentoagregóconfranqueza—:Creoqueeselhombremásinsulsodelmundo.

Estaopiniónagradótantoasucompañeroqueolvidóel ligerosobresaltoque leprodujera suanteriorcomentario.Nohabíadudadequeeraexcitanteencontrar a unamujer quepensara que el duquede losVanderLuyden eraaburrido,yqueseatrevieraadecirlo.Ansiabainterrogarla,sabermásdeesavidadelacual,consusdescuidadaspalabras,ellalehabíadadounluminosoatisbo;perotemíaremoverangustiososrecuerdos,yantesdequealcanzaraapensarenalgoquedecir,ellavolvióasutemadelcomienzo.

—May es encantadora; no he visto en Nueva York una muchacha tanbonitaytaninteligente.¿Estásmuyenamoradodeella?

NewlandArcherenrojecióyseechóareír.

—Comopuedeestarlounhombre.

Ellaseguíamirándolopensativa,comoparanoperderningúnmatizdesuspalabras.

—¿Piensas,entonces,quehayunlímite?

—¿Paraestarenamorado?¡Silohay,noloheencontrado!

Ellairradiócomprensión.

—Ah—dijo—,¿esrealyverdaderamenteunromance?

—¡Elmásrománticodelosromances!

—¡Quéencantador!¿Y lodescubrieronustedessolos?,¿no fuearregladopornadie?

Archerlamiróconincredulidad,ylepreguntósonriendo:

—¿Te olvidas de que en nuestro país no permitimos que nadie arreglenuestrosmatrimonios?

Unencendidoruborcubriólasmejillasdelacondesa,yArcherlamentóalinstantesuspalabras.

—Sí—repusoella—,lohabíaolvidado.Tienesqueperdonarmesiavecescometoestoserrores.Nosiempremeacuerdodequetodoloqueeramaloalládondevivía,aquíesbueno.

Bajólamiradaylafijóensuabanicovienésdeplumasdeáguila,yélvioquesuslabiostemblaban.

—Losiento—ledijoimpulsivamente—,peroahoraestásentreamigos,noolvideseso.

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—Sí, ya lo sé. Lo advierto en todas partes donde voy. Por eso regresé.Quieroolvidartodolodemás,serunaverdaderaamericanaotravez,comolosMingottylosWelland,ytúytuencantadoramadre,ytodaestagentecariñosaque veo aquí esta noche.Ah, allá vieneMay, y querrás correr a su lado—agregó,perosinmoverse;ysusojosseapartarondelapuertayseposaronenelrostrodeljoven.

Los salones comenzaban a llenarse con la llegada de los invitados a larecepcióndespuésdelacena;siguiendolamiradademadameOlenska,ArchervioentraraMayWellandconsumadre.Consuvestidoblancoplateado,conunacoronadecapullosplateadosenelpelo,laesbeltamuchachaparecíaunaDianaenelardordelacacería.

—Oh—dijoArcher—,tengodemasiadosrivales,yalatienenrodeada.Leestánpresentandoalduque.

—Entonces,quédateconmigounpoquitomás—dijomadameOlenskaentonobajo,rozandolarodilladeljovenconsuabanicodeplumas.Fueunrocemuyleve,peroloemocionócomosifueraunacaricia.

—Sí,permítemequedarme—respondióélenelmismotono,casisinsaberlo que decía. Pero justo en ese momento se acercó Mr. van der Luyden,seguidodeMr.UrbanDagonet.Lacondesalosacogióconsusonrisaseria,yArcher, sintiendo la mirada admonitoria de su anfitrión clavada en él, selevantó y cedió su asiento. Madame Olenska retuvo su mano como si sedespidieradeél.

—Mañana, entonces, después de la cinco, te estaré esperando—dijo, yluegosevolvióparahacerlugaraMr.Dagonet.

—Mañana —se oyó repetir Archer, aunque no había ninguna cita, ydurantelacharlaellanolediolamenormuestradequedeseabaverlootravez.AlretirarsevioaLawrenceLefferts,altoyresplandeciente,queconducíaasumujerparaserpresentados;yescuchóqueGertrudeLeffertsdecíaalacondesaconsusonrisainsensible:

—Pero creo que solíamos ir a clase de baile juntas cuando éramospequeñas.

Detrás de ella, esperando su turno para presentarse a la condesa,ArchervioavariasdelasparejasquedemaneramásrecalcitrantehabíandeclinadolainvitaciónaconocerlaencasadeMrs.LovellMingott.ComocomentóMrs.Archer, cuando los van der Luyden querían dar una lección, sabían cómohacerlo.Lalástimaeraqueestosucedíatanpocasveces.ArchersintióquelotomabandeunbrazoyvioaMrs.vanderLuydenasulado,consusencillotrajedeterciopelonegroadornadoconlosdiamantesdelafamilia.

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—Fuemuybondadosode tuparte,queridoNewland,dedicarte con tantagenerosidadamadameOlenska.LedijeatuprimoHenryquedebíarescatarte.

Le pareció haberle sonreído vagamente, y ella agregó, como sicomprendieralanaturaltimidezdeljoven:

—NuncaviaMaymásadorable.Elduquedicequees lamásbonitadelsalón.

9

La condesaOlenska había dicho "después de las cinco"; y a las cinco ymediaNewlandArcherllamabaalapuertadeunacasadeestucodescascaradocon una gigantesca glicina que invadía el débil balcón de hierro fundido,situadamuyabajoenlacalleVeintitrésOeste,queEllenhabíaarrendadoalavagabundaMedora.Eraenrealidadunbarriobastanteextrañoparainstalarseavivir. Modistillas, disecadores de pájaros y "gente que escribe" eran susvecinos más próximos; y un poco más allá de la descuidada calle, en unsendero pavimentado, Archer reconoció una ruinosa casa de madera dondesabía que vivía un escritor y periodista llamado Winsett, con quien solíaconversardevezencuando.Winsettno invitabaanadieasucasa;perounavez se la mostró a Archer durante un paseo nocturno. Al verla, se habíapreguntado, sintiendo escalofríos, si los seres humanos vivirían tanmiserablementeenotrascapitales.

LacasademadameOlenskasediferenciabadeesaviviendasóloporquelos marcos de las ventanas estaban mejor pintados. Y pasando revista a lamodesta fachada,Archersedijoqueelcondepolacodebíahaberle robadoaEllen toda su fortuna junto con sus ilusiones. El joven había tenido un díadesagradable.AlmorzóconlosWelland,conlaesperanzadellevardespuésaMayapasearporelparquepuesqueríaestarasolasconella,decirlelobonitaqueseveíalanocheanterioryloorgullosoquesesintiódeella,ypresionarlaparaapresurarsumatrimonio.PeroMrs.Wellandlerecordóconfirmezaquetodavía no terminaban la ronda de visitas a la familia y, cuando insinuóadelantar la fecha de la boda, levantó las cejas con aire de reproche y dijosuspirando:

—Docedocenasdetodo...bordadasamano...

Acomodadosestrechamenteenellandófamiliarrodarondeunumbraldelatribualotro,ycuandoterminóelrecorridodelatarde,Archersedespidióde su novia con la sensación de que lo habían exhibido como un animalsalvaje atrapado con gran destreza. Supuso que fueron sus lecturas de

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antropologíalasquelomotivaronparadarunpuntodevistatantruculentoaloque,porúltimo,erasólo lasimpleynaturaldemostracióndeunsentimientofamiliar.PeroalrecordarquelosWellandnoqueríanquelabodaserealizarahastaelpróximootoño,eimaginandoloqueseríasuvidahastaentonces,sesintióprofundamenteabatido.

—Mañana—gritóMrs.Wellandcuandosealejaba—haremoslosChiversylosDallas.

Advirtió que recorría las dos familias en orden alfabético, y que por lotanto se hallaban sólo en la cuarta parte de la lista. Tuvo la intención decontarle aMayde la invitaciónde la condesaOlenska—másbiendicho suorden— y que la visitaría esa tarde, pero en los breves momentos queestuvieronsolosteníacosasmuchomásurgentesquedecirle.Porlodemás,leparecióunpocoabsurdohaceralusiónalasunto.SabíaqueMaydeseabaquefueraamableconsuprima;¿nofueesedeseoloqueapresuróelanunciodesucompromiso?Sentíaunasensaciónraraalpensarquesinofueraporlallegadadelacondesaélsería,sinounhombretotalmentelibre,almenosunhombrenotanirrevocablementecomprometido.PeroMayloquisoasí,yéltambiénsesintióbastantedesligadoderesponsabilidadesyporlotantolibre,siprefería,devisitaralaprimadesunoviasindecírselo.

Mientras esperaba en el umbral de madame Olenska, el principalsentimientoque lo embargaba era la curiosidad.Le intrigaba el tono enqueellalohabíaconvocadoysacóporconclusiónqueeramenossimpledeloqueparecía.Leabriólapuertaunadoncelladetezmorena,aspectodeextranjeraypechoprominentebajounavistosapañoletaqueArcherasocióvagamenteconSicilia.Lediolabienvenidamostrandosusdientesblancosy,respondiendoasus preguntas con movimientos de cabeza que demostraban sudesconocimiento del idioma, lo condujo por el estrecho vestíbulo hasta unsalón de techo bajo donde ardía el fuego de una chimenea. La habitaciónestabavacíayladoncellalodejósolodurantelargotiemposinqueélpudierasabersihabíaidoabuscarasupatrona,osinohabíaentendidoporquéestabaallí,osipensótalvezqueveníaadarlecuerdaalosrelojes,apropósitodelocual advirtióqueelúnicoespécimenvisible sehabíadetenido.Archer sabíaque las razas sureñas se comunican entre ellas con el lenguaje de lapantomima, y se sentíamortificado ante sus ininteligibles encogimientos dehombros y sonrisas. Al rato regresó con una lámpara y Archer, que en elintervalohabíaconstruidounafrase tomadadeDanteyPetrarca, recibióporfinunarespuesta:

—Lasignoraéfuori,maverrásubito.

LoqueArchertradujocomo:

—Laseñorasalió,perolaverápronto.

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Loqueviopormientras,conlaayudadelalámpara,fueeldesvanecidoysombríoencantodeunahabitaciónmuydistintaatodaslasqueconocía.SabíaquelacondesaOlenskahabíaconservadoalgunasdesusposesiones—restosdel naufragio, las llamaba ella—, las que consistían, supuso, en algunaspequeñas mesas de madera oscura, un delicado bronce griego de formatopequeño sobre la chimenea, y un pedazo de damasco rojo clavado sobre eldescoloridopapel de la pareddetrásde algunos cuadros italianos enmarcosantiguos. Newland Archer se enorgullecía de sus conocimientos del arteitaliano.SuniñezestuvosaturadadeRuskin,yhabía leído todos losúltimoslibros:JohnAddingtonSymonds,elEuphoriondeVernonLee,losensayosdeP.G.Hamerton,yunmaravillosovolumennuevollamadoElRenacimientodeWalterPater.No teníaproblemasparahablardeBotticelli,yopinabadeFraAngélico con cierta condescendencia. Pero estos cuadros lo embrujaron,porquenoerancomolosqueestabaacostumbradoamirar(yportantocapazdever) cuandoviajabapor Italia;yquizás también supoderdeobservaciónresultaba perjudicado por el extravagante hecho de encontrarse en estararísima casa vacía, donde aparentemente nadie lo esperaba. Lamentaba nohaberle hablado aMayWelland de la solicitud de la condesaOlenska, y sesentíatambiénunpocoperturbadoalpensarquesunoviapudieravisitarasuprima en ese momento. ¿Qué pensaría si lo encontraba sentado allí, con laintimidadque implicaba el hechode esperar solo en la penumbra junto a lachimeneaencasadeunadama?Peroyaquehabíaido,esperaría;sehundióenun sillón y estiró un pie hacia los leños. Era muy raro convocarlo de esamanera, para luego olvidarse de él; pero Archer sentía más curiosidad queenfado.La atmósfera de la sala era tan diferente de cuantas había respiradoantesquelatimidezdejópasoalansiadeaventuras.Yahabíaestadoantesensalonesconcolgadurasdedamascorojo,concuadrosdela"escuelaitaliana";loquellamabasuatencióneralamaneraenqueladestartaladacasaarrendadaa Medora Manson, con su ruinoso ambiente de pasto de las pampas yestatuillas de Rogers, se hubiera, por el toque de una mano y la apropiadadistribución de algunos muebles, transformado en un lugar íntimo,"extranjero", con sutiles sugerencias de antiguas escenas y sentimientosrománticos.Tratódeanalizarel truco,dedescubrir laclaveen lamaneraenqueestabanagrupadasmesasysillas,enelhechodequeenelesbeltoflorerohabíasólodos rosas Jacqueminot (de lasquenadiecomprabamenosdeunadocena),yenelperfumequeimpregnabatodoyquenoeraelqueseponeenlospañuelossinomásbienelaromadealgúnbazarlejano,eloloracaféturco,aámbargrisyarosassecas.

Sumente empezóavagary apreguntarse aqué separecería el salóndeMay. Sabía queMr.Welland, que se estaba portando con gran generosidad,tenía vista una casa recién construida en la calle Treinta y Nueve Este. Elbarrioeraenrealidadbastantealejado,yenlaconstruccióndelacasasehabía

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utilizadoesa espantosapiedra amarillo—verdosaque los arquitectos jóvenescomenzabanaemplearenprotestacontralapiedrapardacuyomatizuniformerevestía la ciudad como una salsa fría de chocolate; pero la instalaciónsanitariaestabaperfecta.AArcherlehubieragustadoviajar,aplazarelasuntode la casa; pero, aunque losWelland aprobaban una larga luna de miel enEuropa(inclusohastauninviernoenEgipto),estabanfirmesenlanecesidaddeunacasaparaelregresodelapareja.Eljovensintióquesudestinoestabasellado: para el resto de su vida subiría cada noche entre las barandillas dehierro fundido de aquel umbral color amarillo verdoso, atravesaría unrecibidorpompeyanoyentraríaenelvestíbuloconzócalodemaderaamarillabarnizada. Pero su imaginación no podía irmás allá. Sabía que el salón dearriba tenía una ventana saliente, pero no podía imaginarse a Maydecorándolo.AceptabafelizelrasopúrpuraylasborlasamarillasdelsalóndelosWelland,suscopiasdemesasBuhlysusvitrinasdoradas llenasdeSaxemoderno.Noveíarazónalgunaparasuponerquequerríateneralgodistintoensupropiacasa,ysuúnicoalivioerapensarque,probablemente,ellalodejaríaarreglar la biblioteca a su gusto, que sería, por supuesto, con "verdaderos"mueblesEastlake,ysencillosestantesmodernos,sinpuertasdecristal.

La doncella de pecho voluminoso entró en la sala, corrió las cortinas,empujóuntronco,ydijoentonodeconsuelo:

—Verrà...verrà.

Cuando salió, Archer se levantó y comenzó a preguntarse qué hacer.¿Debíaseguiresperando?Susituaciónerabastanteridícula.TalvezentendiómalymadameOlenskanuncaloinvitóasucasa.

Por los adoquines de la tranquila calle resonó un ruido de cascos; sedetuvierondelantedelacasayescuchóqueseabríalapuertadeuncarruaje.Apartandolascortinas,miróatravésdelnacientecrepúsculo.Frenteaélhabíaunfarol,cuyaluziluminólacompactaberlinainglesadeJuliusBeauforttiradaporungrancaballo ruano.Elbanquerodescendióydio sumanoamadameOlenska para ayudarla a bajar.Beaufort permaneció a su lado, sombrero enmano,diciendoalgoquesucompañerapareciórechazar;sedieronlamanoyélsubióalcarruajemientrasellasedirigíaalaescala.Cuandoentróenlasala,nodemostrósorpresaalveraArcherallí;lasorpresaeraunaemociónalacualeramuypocoadicta.

—¿Tegustamicasa,laencuentrasdivertida?—lepreguntó—.Paramíeselparaíso.Alhablaribadesatandosupequeñogorrodeterciopelo,seloquitójuntoconlalargacapa,ysequedómirandoaArcherconojospensativos.

—Lahasarregladoconungustodelicioso—replicóeljoven,conscientede la futilidad de las palabras, pero aprisionado en lo convencional por suardientedeseodesersimpleperocapazdesorprenderla.

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—Oh,essólounacasita.Misamigosladesprecian.PerodetodasmanerasesmenoslóbregaqueladelosVanderLuyden.

Estaspalabraslehicieronelefectodeungolpeeléctrico,pueseranescasoslosespíritusrebeldesquesehubieranatrevidoallamarlóbregalamajestuosamansióndelosVanderLuyden.Aquellosqueteníanelprivilegiodevisitarlasentíanescalofríos,yladescribíancomo"unahermosura".Perodeprontosealegródequeellahubieraexpresadotanbieneseescalofríogeneralizado.

—Meencantaloquehashechoaquí—repitióArcher.

—Amímegustaestacasita—admitióella—;perosupongoqueloquemegustaeslafelicidaddeestaraquí,enmipropiopaísyenmipropiaciudad;ytambiéndeestarsolaaquí.

Habló tansuavementequeArcherapenasoyó laúltimafrase;peroensuturbación,noladejópasar.

—¿Tegustamuchoestarsola?

—Sí, siempre que tenga amigos que impidan queme sienta sola—dijoEllen;sesentójuntoalfuegoycontinuó—:Nastasianostraeráeltédentrodepoco—yleindicóquevolvieraasusillón,agregando—:Yaveoqueescogisteturincón.

Echándosehaciaatrás,cruzólosbrazosdetrásdelacabezaymiróelfuegoconlospárpadossemicerrados.

—Estaesmihorapreferida,¿tegustaatitambién?

Unadecuadosentidodesudignidadlomotivóacontestar:

—Metemoquehasolvidadolahoraquees.Beaufortdebehabersidomuyabsorbente.

Alparecerestoladivirtiómucho.

—¿Porqué?—dijo—.¿Esperastemuchorato?Mr.Beaufortmellevóaverunacantidaddecasas,yaqueparecequenosemepermitequedarmeenesta—parecióborrardesumentetantoaBeaufortcomoaArcher,yprosiguió—:Nuncaestuveenunaciudaddondehubieratantorechazoavivirenquartiersexcentriques ¿Qué importa dóndevivauno?Mehandichoque esta calle esrespetable.

—Peronoestádemoda.

—¡Demoda!¿Todosustedespiensantantoenlamoda?¿Porquénohacercada uno su propia moda? Pero supongo que yo he vivido con demasiadaindependencia; en todo caso, quiero hacer lo que hacen todos, quisierasentirmequeridaycuidada.

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Archer se emocionó, como la noche anterior cuando ella habló de sunecesidaddequelaaconsejaran.

—Esoes loque tusamigosquierenque sientas.NuevaYorkesun lugarespantosamenteseguro—agregóconundejodesarcasmo.

—Sí,¿noescierto?Yunolosiente—repusoella,sinentenderlaburla—.Estaraquíescomo...como...quetellevendevacacionesporquehassidounaniñabuenayporquehicistetodastustareas.

Laanalogíaeraacertada,peroaélnolegustódemasiado.NoleimportabahablardeNuevaYorkconimpertinencia,peronoleagradabaquelosdemásusaran el mismo tono. Se preguntaba si acaso ella no empezaba a ver quépoderosamáquinaeraesaciudad,ylocercaqueestuvodeaplastarla.Lacenade los LovellMingott, arreglada in extremis con toda clase de cachivachessociales,debióenseñarlelaestrechezdesuescapada;peroobiennuncasediocuentadequehabíabordeadoeldesastre,obienloolvidó,deslumbradaporeltriunfode lanocheencasade losVanderLuyden.Archer se inclinópor laprimera teoría; se imaginaba que para ella Nueva York todavía era algocompletamenteindiferenciado,yestaconjeturalediobastanterabia.

—Anoche—dijo—,NuevaYorksetedioentera.LosVanderLuydennohacen las cosas a medias. Así es, ¡qué cariñosos son! Fue una fiesta muysimpática.Meparecióquetodoslosestimanmucho.

Noeranlaspalabrasmásapropiadas;seadecuabanmásaladescripcióndeuntéencasadelaancianaMissLannings.

—Los Van der Luyden —dijo Archer, sintiendo que usaba un tonopomposoalhablar—,sonlamáspoderosainfluenciaenlasociedaddeNuevaYork. Desgraciadamente, debido a la mala salud de Mrs. van der Luyden,recibenenmuyrarasocasiones.

Ella descruzó los brazos detrás de su cabeza y lo miró con expresiónmeditativa.

—¿Noseráesalarazón?

—¿Larazón...?

—Desugraninfluencia;porquesehacentantoderogar.

Él se sonrojó un poco, lamiró con atención, y de pronto comprendió laprofundidaddesuobservación.DeungolpeEllendiounpicotazoa losVander Luyden y los hizo derrumbarse. Archer se rio, y los sacrificó. Nastasiallevóelté,entazasjaponesassinasasypequeñosplatillos,ycolocólabandejaenunamesabaja.

—Pero túmeexplicarásestascosas,medirás todo loquedebosaber—

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continuómadameOlenska,inclinándoseparadarlesutaza.

—Erestúlaquedebeenseñarmeamí,abrirmelosojosacosasqueestándelantedemídesdehacetantotiempoqueyanolasveo.

Ellen sacó una pequeña cigarrera de oro desde una de sus pulseras, leofrecióuncigarrilloytomóotroparaella.Enlachimeneahabíalargasastillasparaencenderlos.

—Bien,entoncespodemosayudamosmutuamente.Peroyoquieromuchaayuda.Tienesquedecirmeloquedebohacer.

Archertuvoenlapuntadelalengualarespuesta:"QuenoteveanporlascallespaseandoencocheconBeaufort",peroestabademasiadoatrapadoenlaatmósferadelahabitación,queeralaatmósferadeella,ydarleunconsejodeesaclaseeracomodecirleaalguienqueestáregateandoparacompraraceitederosasenSamarkandaquesiemprehayqueproveersedebotasdegomaparaelinviernoneoyorquino.NuevaYorkseencontrabamuylejosdeSamarkanda,ysidecidíanrealmenteayudarseunoalotro,ellayaaportabaloquepodríaserlaprimerapruebade su serviciomutuoalhacerlomirar suciudadnatal conobjetividad.Vistadeestemodo,comoporel revésdeun telescopio,parecíadesconcertantemente pequeña y distante; pero era normal, si se mira desdeSamarkanda.

Estalló una llamarada en los troncos y ella se inclinó hacia el fuego,acercandotantosusdelgadasmanosqueuntenuehalobrillóalrededordesusuñasovaladas.Laluzdiouncolorbermejoalosrizososcurosqueescapabandesustrenzas,yempalidecióaúnmássupálidorostro.

—Haymuchas personas que pueden decirte qué hacer—replicóArcher,sintiendounaoscuraenvidiadeellas.

—¿Mistías?¿Ymiqueridaabuela?—considerólaideaconimparcialidad—. Están un poco enojadas conmigo por haberme venido a vivir sola,especialmentemipobreabuela.Ellaquisoquemequedaraensucasa,peroyonecesitabalibertad.

Archer estaba impresionado con esa manera tan ligera de hablar de laformidableCatheriney,almismotiempo,compadecidoalimaginarloquelehabía causado a madame Olenska esta sed por la más solitaria clase delibertad.PeroelrecuerdodeBeaufortlotorturaba.

—Entiendo lo que sientes —dijo—. Sin embargo, tu familia puedeaconsejarte,explicartelasdiferencias,mostrarteelcamino.

Ellalevantósusdelgadascejasnegras.

—¿Entonces Nueva York es un verdadero laberinto? Me parecía tansencillayrecta,comolaQuintaAvenida.¡Ycontodaslascallestransversales

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numeradas!—Parecióentreverunalevedesaprobacióndesuparte,yagregó,con esa sonrisa poco común que iluminaba todo su rostro—: Si supierascuánto me gusta precisamente por eso, por lo vertical que es, y por esasenormesetiquetasquehonestamenteleponenatodo.

Vioanteélsuoportunidad.

—Puedequelascosasesténetiquetadasdijo—,peronoasílaspersonas.

—Puede ser. Tal vez yo simplifique demasiado, pero tú tienes queadvertirmecuandolohaga—sealejódelfuegoparamiraraArcher—.Aquíhaysólodospersonasquesientoquecomprenden loquequierodeciryquemepuedenexplicaralgunascosas:túyMr.Beaufort.

Archerpusomalacaraaloír losdosnombres juntos,pero luegoconunarápidavueltaalaserenidad,comprendió,confraternizóyseapiadó.

Ella debió vivir tan cerca de los poderes del demonio que aún respirabaconmayorlibertadenaquelaire.Peroyaquecreíaqueéltambiénlaentendía,suestrategiaconsistiríaenmostrarleaBeauforttalcomoera,contodoloquerepresentaba,yqueloaborreciera.Lecontestóamablemente:

—Comprendo, pero no te alejes de lasmanos de tus viejos amigos;merefieroalasmujeresmayores,tuabuelaMingott,Mrs.Welland,Mrs.vanderLuyden.Ellastequierenyteadmiran,ydeseanayudarte.

Ellamoviólacabezaysuspiró.

—Oh, ya lo sé, ya lo sé. Pero a condición de que no diga nada que lesdisguste.La tíaWellandme lodijoclaramentecuando traté... ¿Nadiequieresaber la verdad aquí,Mr.Archer? ¡La verdadera soledad es vivir entre estabondadosagentequesóloinvitaaalguienparalucirse!

Setomólacabezaconlasmanos,yArchervioquesusdelgadoshombrosseestremecíanenunsollozo.

—¡MadameOlenska!¡Nollores,Ellen!—gritó,saltandodesuasientoeinclinándosehaciaella.Desligóunadesusmanos,estrechándolayfrotándolacomo si fuera la de un niño, ymurmuró palabras tranquilizadoras. Pero desúbitoellaretirólamano,ylomiróconlosojoshúmedos.

—¿Nadielloraaquítampoco?Supongoquenolonecesitanenesteparaíso—dijoenderezandoentrerisassustrenzassueltas,yluegoseinclinóhacialatetera.AArcherledabamucharabiarecordarquelallamó"Ellen"dosvecesyqueellanosediocuenta.MuyalolejosvioeneltelescopioinvertidolatenuesiluetadeMayWelland,alláenNuevaYork.

DesúbitoAnastasiaasomólacabezaydijoalgoensusonoroitaliano.

Madame Olenska, llevando otra vez una mano a su pelo, profirió una

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exclamación de asentimiento, un vivo Giá, giá, y entró en la habitación elduquedeSt.Austrey,guiandoaunaenormedamadepelucanegrayplumasrojas,cubiertadedesbordantespieles.

—Querida condesa, he venido a verla con esta vieja amiga mía, Mrs.Struthers.Nofueinvitadaalafiestadeanocheydeseaconocerla.

El duque sonrió al grupo, y madame Olenska se acercó murmurandopalabras de bienvenida a la singular pareja. Parecía no tener idea de loabsolutamente diferentes que eran, ni de la libertad que se había tomado elduque al traer a tal compañera; y para hacerle justicia al duque, Archercomprendióqueéstetampocoparecíadarsecuenta.

—Por supuesto que quiero conocerla, querida—exclamóMrs. Struthersconunaredondavozvibrantequeseadecuabaasusatrevidasplumasyasudescarada peluca—. Quiero conocer a toda persona joven, interesante yencantadora.Yelduquemehadichoquelegustalamúsica.Espianista,¿noes así? Bien, ¿quiere venir a mi casa mañana en la noche a oír tocar aSarasate?Yadebe saber queorganizo algo todos los domingos en la noche,porqueeseldíacuandonadieenNuevaYorksabequéhacerconsigomismo,yentonces yo les digo: Vengan a entretenerse. Y el duque pensó que tal vezustedsetentaríaconSarasate.Seencontraráconvariosdesusamigos.

LacarademadameOlenskareluciódeplacer.

—¡Quéamable!¡Quécariñosodepartedelduquepensarenmí!—acercóun sillón a lamesa del té, dondeMrs. Struthers se zambulló con deleite—.Tendréelmayorplacerenasistir.

—Me alegro, querida. Y traiga con usted a su joven caballero —Mrs.Struthers extendió unamano cordial aArcher—.No logro ponerle nombre,peroestoyseguradeconocerlo,conozcoa todoelmundo,aquíoenParísoLondres.¿Esdiplomático?Todoslosdiplomáticosvienenamicasa.¿Legustalamúsicatambién?Duque,tienequeasegurarsedellevarlomañana.

Elduquedijo"sí,cómono"desdelasprofundidadesdesubarba,yArcherse retiró con una rígida reverencia circular que lo hizo sentirse tan ridículocomouncohibidoescolarentrelaindiferenciadegentemayorquenilomira.

Nolamentóeldénouementdesuvisita;únicamentesintióquenohubierasucedidoantesevitándoleciertodespilfarrodeemoción.Cuandoseadentrabaenlanocheinvernal,NuevaYorkvolvióaserparaélinmensaeinminente,yMayWellandlamujermásadorabledelaciudad.Sedirigiódondesufloristaparaencargar ladiariacajade lirios silvestresque,para suvergüenza,habíaolvidadomandaresamañana.

Mientras escribía unas líneas en la tarjeta y esperaba que envolvieran el

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ramo, lanzó una mirada alrededor de la tienda escondida entre las flores yramas, y susojosdescubrieronun ramilletede rosas amarillas.Nuncahabíavistounastandoradascomoelsol,ysuprimerimpulsofueenviárselasaMayenlugardeloslirios.Peronoseparecíanaella,teníanalgodemasiadovivo,demasiadofuerteensuardientebelleza.Enunsúbitocambiodehumor,ycasisinsaberloquehacía,leindicóalafloristaquepusieralasrosasenotracajalarga,ydeslizóadentrosu tarjetaenunsegundosobre,enelqueescribióelnombrede la condesaOlenska.Pero cuandoya se retiraba, sacó la tarjetaydejóelsobrevacíoenlacaja.

—¿Saldrándeinmediato?—preguntó,señalandolasrosas.

Lafloristaleaseguróquesí.

10

AldíasiguientepersuadióaMaydehacerunaescapadaalparqueparadarun paseo después de almuerzo.Como era costumbre en la anticuadaNuevaYorkepiscopal,ellasolíaacompañarasuspadresalaiglesialossábadosporlatarde;peroMrs.Wellandpermitióquehicieralacimarra,yaqueesamañanala había convencido de la necesidad de un noviazgo largo, con tiempo paraprepararuntrousseaubordadoamanoconelnúmeroapropiadodedocenas.

El día estaba delicioso. La bóveda de árboles desnudos a lo largo de laalamedaestabarevestidadelapislázuliyformabaunarcosobrelanievequebrillaba comoastillasde cristal.Era el tiempoquemás resaltaba la radiantebelleza deMay, que estaba encendida como un arce nuevo en la escarcha.Archer se enorgullecíade lasmiradasque sevolvíanhacia ella, y la simpledichadesersudueñodisipósusanterioresperplejidades.

—¡Es tan delicioso despertar cada mañana y aspirar el perfume de losliriossilvestresdentrodeldormitorio!—dijoMay.

—Ayerllegarontarde.Notuvetiempoenlamañana...

—Peroqueteacuerdescadadíadeenviarlasmehaceamarlasmuchomásque si hubieras ordenado mandarlas y que llegaran todas las mañanas a lamismahora,comoelprofesordemúsica;comosupequelepasabaaGertrudeLefferts,porejemplo,cuandoellayLawrenceestabandenovios.

—¡Ah,quétontería!—dijoArcherriendo,divertidoconsumordacidad.

Miró de soslayo sus mejillas frescas como una fruta y se sintiósuficientementecontentoysegurocomoparaagregar:

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—Cuandotemandétusliriosayerporlatarde,viunasmaravillosasrosasamarillasyselashiceenviaramadameOlenska.¿Hicebien?

—¡Quéadorableeres!Esaclasedecosasleencantan.Quéraroquenolohayamencionado; almorzó con nosotros y contó queMr. Beaufort le habíamandado unas fantásticas orquídeas, y el primoHenry van der Luyden unacesta enorme de claveles de Skuytercliff. Le sorprende tanto recibir flores.¿Loseuropeosnolohacen?Elladicequeesunalindacostumbre.

—Oh,bueno,noesraroquelasmíasfueraneclipsadasporlasdeBeaufort—dijoArcher,irritado.

Entoncesrecordóquenopusotarjetajuntoconlasflores,ysesintióvejadoporhaberhabladodeellas.Quisodecir:"Visitéatuprimaayer",perodudaba.Si madame Olenska no habló de su visita sería raro que él lo hiciera. Sinembargo,nohacerlo ledabaalasuntounairedemisterioquenolegustaba.Paracambiarsus ideas,empezóahablardesusplanes,desufuturo,yde lainsistenciadeMrs.Wellanddealargarelnoviazgo.

—¡Tú lo encuentras largo! Isabel Chivers y Reggie estuvieroncomprometidos durante dos años; Grace y Thorley casi año y medio. ¿Noestamosbientalcomoestamos?

Eralatradicionalpreguntafemenina,ysesintióavergonzadodesímismoporencontrarlasingularmenteinfantil.Nocabíadudadequeellasimplementehacía eco de lo que le dijeron; pero ya se acercaba su cumpleaños númeroveintidós, y Archer se preguntó a qué edad las mujeres "decentes"comenzaban a hablar por sí mismas. "Nunca, si no las dejamos, supongo"reflexionó,yrecordósulocoarrebatoanteMr.SillertonJackson:"Lasmujeresdebieransertanlibrescomonosotros".

Enelfuturoseríasutareaquitarlavendadelosojosdeesamuchacha,yhacerlamirarelmundodefrente.¿Perocómotantasgeneracionesdemujeresentre sus ancestros habían descendido vendadas a la cripta familiar? Seestremecióalrecordaralgunasdelasnuevasideasensuslibroscientíficos,yelejemplotancitadodelpezdelacavernadeKentuky,quedejódedesarrollarojosporquenolosusaba.¿QuépasaríasicuandoélordenaraaMayWellandqueabrieralossuyos,éstossolamentepudierandirigirunamiradavacíahacialanada?

—Seríamos mucho más felices. Estaríamos siempre juntos, podríamosviajar.

ElrostrodeMayseiluminó.

—Sería fantástico —admitió. Le encantaría viajar. Pero su madre noentenderíaquequisieranhacercosastandiferentes.

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—¡Comosielsolohechodeser"diferentes"nolasjustificara!—insistióelnovio.

—¡Newland,erestanoriginal!—exclamóella,alborozada.

Eljovensintióqueseleibaelalma,alospies,puesestabadiciendotodaslas cosas que los jóvenes en su situación debían decir, y ella daba lasrespuestasaprendidaspor instintoopor tradición,hastaelpuntode llamarlooriginal.

—¡Original!Somostodosigualescomoesasmuñecascortadasdelmismopapel doblado. Somos comomoldesmulticopiados y pegados en una pared.¿Nopodemostúyyotomarnuestrospropioscaminos,May?

Sedetuvoenplenaexcitacióndeladiscusiónylamiró.LosojosdeMayseguíanclavadosenélconunaradianteadmiraciónenquenohabíaunasolanube.

—PeroporDios...¿mepidesquenosescapemos?—dijoriendo.

—Siquieres...

—¡Entonces me amas de verdad, Newland! ¡Soy tan feliz! Y entonces,¿porquénosermásfelices?

—Peronopodemosconducirnoscomopersonajesdenovela,¿noescierto?

—¿Porquéno,porquéno,porquéno?

Parecióunpocomolestaconsuinsistencia.Sabíamuybienquenopodían,peroeracansadortenerqueelaborarunaexplicación.

—Nosoy losuficientemente inteligentecomoparadiscutircontigo.Peroeste tipode cosas sonalgo...vulgar, ¿nocrees?—sugirió, aliviadaporhaberdado con una palabra que, con toda seguridad, iba a dar por terminado elasunto.

—¿Tantomiedotienes,entonces,deservulgar?

Sesintióevidentementedesconcertadaporestapregunta.

—Naturalmente que me parece pésimo, igual que a ti —replicó, algoirritada.Elguardósilencio,golpeandonerviososubastóncontralapartealtadesubota.Ella,pensandoquehabíaencontradofinalmentelamaneracorrectadecerrarladiscusión,dijoalegremente:

—¿TecontéquelemostrémianilloaEllen?Dijoqueeraelengastemáshermosoquehabíavisto.NohaynadaparecidoenlaruedelaPaix,dijo.¡Teadoro,Newland,porsertanartista!

Al día siguiente en la tarde, antes de la cena, cuando Archer fumaba

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taciturnoensuestudio,Janeyllegóavisitarlo.El jovennopasóasuclubalregresardelaoficinadondeejercíalaprofesióndeabogadocontodalacalmaque correspondía a un acaudalado neoyorquino de su clase. Estabadesanimadoydemalgenio,yloacosabaelhorrordehacertodoslosdíaslomismoalamismahora.

—¡Monotonía, monotonía! —murmuró y la palabra recorría su mentecomo una melodía agobiadora mientras recordaba las familiares siluetas desombrero alto vagando perezosas detrás de la luna del espejo; y porquehabitualmentepasabaal clubaesahora, se fuea sucasaesa tarde.Nosólosabíalostemasacercadelosqueprobablementeconversarían,sinoelpartidoquecadacual tomaríaen ladiscusión.Elduquesería,por supuesto, el temaprincipal; aunque laapariciónen laQuintaAvenidadeunadamadecabellorubio dorado en una pequeña berlina color amarillo canario tirado por dospotrosnegros(deloquetodoelmundohacíaresponsableaBeaufort)seríasinduda ampliamente comentado. "Esas mujeres" (como se las llamaba) eranescasas en Nueva York, más aún las que conducían su propio carruaje, demodoquelaaparicióndeMissFannyRingenlaQuintaAvenidaalahorademoda había remecido profundamente a la sociedad. Sólo el día anterior sucarruaje había pasado por delante del de Mrs. Lovell Mingott, la que deinmediatohizosonarlacampanillaqueestabaalalcancedesumanoyordenóalcocheroque lacondujeraacasa."¿Quéhabríasucedidosiesto lehubierapasadoaMrs.vanderLuyden?",sepreguntabalagente,estremecida.Enesemismomomento,aArcherleparecíaoíraLawrenceLeffertsperorandoacercadeladesintegracióndelasociedad.

Levantó irritado la cabeza cuando su hermana Janey entró, y luego sesumergió en el libro que leía (Chastelard de Swinburne, recién publicado)comosinolahubieravisto.Ellamiróelescritoriorepletodelibros,abrióunvolumen de los Contes Drolatiques, hizo una mueca de disgusto ante elfrancésarcaico,ysuspiró:

—¡Quélibrostancultosleestú!

—¿Qué pasa? —preguntó al verla revolotear como Casandra a sualrededor.

—Mamáestáfuriosa.

—¿Furiosa?¿Conquién?¿Porquémotivo?

—Miss Sophy Jackson acaba de estar aquí. Nos dijo que su hermanovendrá después de comida; no pudo decir mucho porque él se lo prohibió;quieredarélpersonalmentetodoslosdetalles.AhoraestáconlaprimaLouisavanderLuyden.

—Por Dios santo, querida mía, empieza de nuevo. Sólo una deidad

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omniscienteentenderíadequéestáshablando.

—Noseasprofano,Newland.Mamáyasufrebastanteconquenovayasalaiglesia...

Conungruñido,Archervolvióasulibro.

—¡Newland! Escúchame. Tu amiga madame Olenska fue a la fiesta deMrs.LemuelStruthersanoche,conelduqueyMr.Beaufort.

Al oír las últimas palabras del informe, Archer sintió que una insensatarabiaestallabaensupecho.Parasofocarla,lanzóunarisotada.

—Bueno,¿yqué?Yosabíaqueellapensabair.

Janeypalidecióycasiselesalieronlosojos.

—¿Quieresdecirquesabías,ynoseloimpediste?¿Noseloadvertiste?

—¿Impedirle? ¿Advertirle?—se rio otra vez— ¡No estoy comprometidoparacasarmeconlacondesaOlenska!

Laspalabrasadquirieronunsonidofantásticoensuspropiosoídos.

—Tecasasconalguiendesufamilia

—¡Oh,lafamilia,lafamilia!—exclamóentonoburlón.

—Newland,¿noteimportalafamilia?

—Niuncomino.

—¿NiloquepuedapensarlaprimaLouisavanderLuyden?

—Nimediocomino,sipiensaestosdisparatesdeviejasolterona.

—Mamá no es una solterona—dijo su virginal hermana, con los labiosapretados.Tuvoganasdegritarle:"Sí,esunasolterona,igualquelosVanderLuyden,yquetodosnosotros,cuandoporcasualidadnosrozalapuntadelaladelaRealidad."Peroviosucaraalargadaydulcecontraerseenunsollozo,ysesintióavergonzadoporlainútilpenaqueleestabainfligiendo.

—¡Al diablo la condesa Olenska! No seas boba, Janey, yo no soy suguardián.

—No,pero lepedistea losWellandqueanunciaran tucompromisoantesparaquetuviéramosquedarlenuestrorespaldoaella.YsinohubierasidoporesolaprimaLouisanuncalahabríainvitadoalacenaenhonordelduque.

—Bueno,¿quémalhabíaen invitarla?Era lamáshermosadelcomedor;graciasaellaesacenafueunpocomenosfúnebredeloqueacostumbranserlosbanquetesdelosvanderLuyden.

—Sabes de más que el primo Henry la invitó por hacerte un favor; él

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convenció a la prima Louisa. Y ahora están tan enfadados que decidieronregresaraSkuytercliffmañana.Creo,Newland,queesmejorquebajesahora.Parecesnocomprenderloquesufremamá.

Newlandencontróasumadreenelsalón.Levantólavistadesucosturaylomiróconexpresióndepreocupación.

—¿Janeytelodijo?—preguntó.

—Sí—Newlandtratóquesutonofueratanmesuradocomoeldeella—.Peronomelopuedotomartanenserio.

—¿No tomasenserioelhechodehaberofendidoa laprimaLouisayalprimoHenry?

—Notomoenserioelhechodequeellosseofendanporalgo tan trivialcomoquelacondesaOlenskavayaalacasadeunamujerqueellosconsideranvulgar.

—¡Consideran!

—Bueno, que es vulgar; pero que tiene buena música y entretiene a lagente en las noches del domingo, cuando toda Nueva York se muere deaburrimiento.

—¿Buenamúsica?LoqueyoséesqueunamujersesubióarribadeunamesaycantólascancionesquecantanenloslugaresquetúvisitasenParís.Ysefumabaysebebíachampagne.

—Bueno, esas cosas pasan en otros lugares también, y el mundo siguegirando.

—Supongo, querido, que no estarás realmente defendiendo el domingofrancés. Te he oído mil veces, mamá, quejarte del domingo inglés cuandoestábamosenLondres.

—NuevaYorknoesniParísniLondres.

—¡Oh,no,noloes!—gimiósuhijo.¿Quieresdecirqueaquílasociedadnoestanbrillante?Puedequetengasrazón;peropertenecemosaestemedio,ylagentedeberíarespetarnuestrascostumbrescuandovieneacá.EspecialmenteEllenOlenska.Ellahavueltoparaalejarsedeesaclasedevidaque lagentellevaenlassociedadesbrillantes.

Newlandnolecontestó,ypasadounmomentosumadreseatrevióadecir:

—Iba justo a ponerme el sombrero y pedirte queme llevaras a ver a laprimaLouisaunosminutosantesdelacena.

Elfruncióelceñoyellacontinuó:

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—Penséquepodríasexplicarleloquemeacabasdedecir:quelasociedades diferente en el extranjero, que allá no es tan exigente, y que madameOlenskatalveznoconocenuestraopiniónanteciertascosas.Túcomprendes,querido —añadió haciéndose la inocente—, que lo harías por el bien demadameOlenska.

—Madre querida, no entiendo qué tenemos que ver nosotros en esteasunto.FueelduquequienllevóamadameOlenskaacasadeMrs.Struthers;en realidad, él fue a su casa con Mrs. Struthers a invitarla. Yo estaba allícuando llegaron. Si los Van der Luyden quieren pelear con alguien, elverdaderoculpableestábajosupropiotecho.

—¿Pelear? Newland, ¿alguna vez supiste que el primo Henry se hayapeleado con alguien? Por otra parte, el duque es su huésped; y además esextranjero. Los extranjeros no discriminan, ¿cómo podrían discriminar? LacondesaOlenskaesneoyorquina,ydeberíarespetarelsentirdeNuevaYork.

—Bueno, si quieren una víctima, tienesmi autorización para lanzarles amadameOlenska—exclamósuhijo,exasperado—.Nomeveoamímismo,niatitampoco,ofreciéndonosparaexpiarsuscrímenes.

—Oh,claroquetúvessóloelladoMingott—repusosumadre,eneltonodolidoqueerasumejorarmaenmomentosdeira.

Elpálidomayordomoabriólamamparadelasaladeestaryanunció:

—Elhechoes—continuóMr.vanderLuydenacariciandosulargapiernagrisconunamanoexangüedobladabajoelpesodelenormeanillodesellodelprotectoradoholandés—quepaséavisitarlaparaagradecerlelahermosanotaqueme escribió por las flores; y también (pero esto es entre nosotros nadamás, por supuesto) para advertirle amigablemente que no permita al duquellevarlaconélaciertasfiestas.Nosésiustedessaben...

Mrs.Archerlededicóunasonrisaindulgente.

—¿Elduquelahallevadoaalgunasfiestas?—dijo.

—Túsabes loquesonestosnobles ingleses.Son todos iguales.Louisayyoqueremosmuchoanuestroprimo,peroesinútilesperarquegentequeestáacostumbrada a las cortes europeas se preocupe de nuestras pequeñasdistincionesrepublicanas.Elduquevaadondeseentretiene.—Mr. van derLuydenhizounapausa,peronadiehabló—.Sí,parecequelallevóanocheacasadeMrs.LemuelStruthers.Sillerton Jacksonacabadevenir a contamosestatontahistoria,yLouisaseperturbómuchísimo.Demodoquepenséquelomáscortoera irderechamentedonde lacondesaOlenksayexplicarle, comounamera insinuación, por supuesto, lo que pensamos enNuevaYork sobreciertascosas.Penséquepodríahacerlo,contodadelicadeza,porquelanoche

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quecenóconnosotrosellasugirió,másbienmedejóentreverqueagradeceríaquelaaconsejáramosunpoco.Ymeloagradeció.

Lamirada deMr. van der Luyden recorrió la habitación con lo que, enfacciones menos desprovistas de las vulgares pasiones, podría ser una gransatisfacción personal; en su cara se convirtió en una ligera expresión debenevolencia,quesereflejóamablementeenelsemblantedeMrs.Archer.

—¡Qué gentiles son siempre ustedes, querido Henry! Newland lesagradeceráenelalmaloquehanhechopornuestraqueridaMayysufamilia.

Lanzóunamiradadeadvertenciaasuhijo,quemurmuró:

—Estoy inmensamente agradecido, señor. Pero estaba seguro de que legustaríamadameOlenska.Mr.vanderLuydenlomiróconextremabondad.

—Nunca invitoamicasa,miqueridoNewland—dijo—anadiequemedisguste.YasíselodijereciénaSillertonJackson.

Conunamiradaalreloj,selevantóyañadió:

—Louisaestáesperándome.Vamosacenartempranoparallevaralduquealaópera.

Una vez que la mampara se cerró solemnemente tras el visitante, elsilenciocayósobrelafamiliaArcher.

—¡PorDios,quéromántico!—explotóporfinJaney,comounabombadetiempo. Nadie supo qué fue exactamente lo que inspiró sus elípticoscomentarios,yhacíamuchotiempoquesufamiliahabíadesistidodetratardeinterpretarlos.

Mrs.Archermoviólacabezasuspirando.

—Siemprequetodosalgaparabien—dijo,coneltonodealguienqueestáseguro de que no será así—. Newland, tienes que quedarte para cuandoSillertonJacksonvengaestanoche:temoqueyonosabríaquédecirle.

—¡Pobremamá!Peronovendrá—dijosuhijo,inclinándoseabesarlaparasuavizarsuceñoadusto.

11

Unas dos semanas después, Newland Archer se hallaba sentado enabstracta ociosidad en su despacho privado de la oficina de los abogadosLetterblair,LamsonyLow,cuandofueconvocadoporeldirectordelafirma.ElancianoMr.Letterblair,acreditadoasesorjurídicodetresgeneracionesde

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laaristocracianeoyorquina,estabaentronizadotrassuescritoriodecaoba,enevidenteestadodeperplejidad.Cuandoacariciósusblancosbigotesrecortadosypasósumanoporlosdespeinadosmechonesgrisesquecaíansobresufrenteabombada,suirrespetuosoyjovencolegapensóqueseparecíaalmédicodefamiliaenojadoconunpacientecuyossíntomasnopuedeclasificar.

—Miqueridoseñor—siempre sedirigíaaArcher llamándolo"señor"—,lomandéllamarparatratarunpequeñoasuntoconusted;unasuntoque,porelmomento,prefieronomencionarniaMr.SkipworthniaMr.Redwood.

Los caballeros de que hablaba eran otros socios mayores de la firma;porque, como sucedía siempre en el caso de sociedades jurídicas de grancategoríaenNuevaYork, todos lossociosquedabansunombrea laoficinahabían muerto hacía mucho tiempo; y Mr. Letterblair, por ejemplo, era,profesionalmentehablando,supropionieto.

Sereclinóensusillaconelceñofruncido.

—Porrazonesfamiliares...—continuó.Archerlevantólosojos.

—LafamiliaMingott—dijoMr.Letterblair,conunasonrisaexplicativayuna reverencia—.Mrs.MansonMingottmecitóayera sucasa.Sunieta, lacondesaOlenska,deseaentablarjuiciodedivorciocontrasumarido.Mehanentregado algunos documentos—. Hizo una pausa y tamborileó sobre elescritorio—. En vista de su proyectada alianza con la familia, quisieraconsultarconusted,estudiarelcasojuntos,antesdedarnuevospasos.

Archer sintió que la sangre se agolpaba a sus sienes. Había visto a lacondesaOlenskaunasolavezdespuésdesuvisita,yluegoenlaópera,enelpalco de los Mingott. En ese intervalo, su imagen fue menos vívida eimportuna,retirándosedelprimerplanoqueéllediera,mientrasMayWellandrecuperaba su legítimo lugar.Nooyóhablarde sudivorciodesde la alusiónhecha al azar por Janey, y había descartado el tema como un chisme sinfundamento.Enteoría,laideadeundivorcioeracasidetanmalgustoparaélcomoparasumadre,y lemolestabaqueMr.Letterblair (sindudaempujadoporlaancianaCatherineMingott)planearademaneratanevidenteobligarloaentrar en el juicio. Después de todo había muchos hombres de apellidoMingott para tales menesteres, y todavía él no era Mingott ni siquiera porlazosmatrimoniales.

Esperóqueelsociomayoritariocontinuara.

Mr.Letterblairabrióuncajónconllaveysacóunpaquete.

—Leagradecerédarunamiradaaestospapeles.

Archerfruncióelceño.

—Perdóneme, señor, pero precisamente por la futura relación, preferiría

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queustedconsultaraelcasoconMr.SkipworthoconMr.Redwood.

Mr. Letterblair pareció sorprendido y ligeramente ofendido. No erahabitual que un profesional nuevo rechazara una oportunidad semejante.Inclinólacabezaydijo:

—Respetosusescrúpulos,señor;peroenestecasocreoque laverdaderadelicadezarequierequehagaloquelepido.EnrealidadlasolicitudnoesmíasinodeMrs.MansonMingottydesuhijo.HehabladoconLovellMingott,ytambiénconMr.Wellandytodosellosmehandadosunombre.

Archersintióqueaumentabasurabia.Durantelaúltimaquincenaloúnicoquehabíahechoeradejarse llevarpor losacontecimientos,ypermitirque labellezadeMayysuradiantenaturalidadsuavizaranlamolestapresióndelaspeticionesdelosMingott.PeroestemandatodelaviejaMrs.Mingottlehizoverclaramenteloqueelclancreíaqueteníaelderechodeexigirasufuturoyerno;ytalrolleprodujounaprofundairritación.

—Sustíosdebenencargarsedeesto—dijo.

—Ya lo hicieron. El asunto ha sido examinado por la familia. Ellos seoponenalaideadelacondesa;peroellaestáfirmeeinsisteentenerasesoríajurídica.

El joven guardó silencio. No había abierto el paquete que tenía en susmanos.

—¿Deseavolveracasarse?

—Creoquelohansugerido,peroellaloniega.

—Entonces...

—¿Me haría el favor, Mr. Archer, de mirar primero esos documentos?Después,cuandohayamosdiscutidoelcaso,ledarémiopinión.

Archer se retiró demala gana con los indeseados documentos.Desde suúltimoencuentrohabíainconscientementecolaboradoconlosacontecimientospara liberarsede lacargaque representaba lacondesaOlenska.Lahoraquepasó solo con ella junto al fuego los había colocado en una momentáneaintimidad que fue providencialmente rota por la intrusión del duque de St.Austrey conMrs. Lemuel Struthers, y la alegre acogida que la condesa lestributara.Dos días despuésArcher asistió a la comedia de su rehabilitaciónrespaldadaporlosvanderLuyden,ysehabíadicho,conuntoquedeacritud,que una dama que sabía, con tan buenos resultados, agradecer un ramo deflores a influyentes caballeros de edadmadura, no necesitaba los consuelosprivadosoelquijotismopúblicodeunjoventaninsignificantecomoél.Mirarlas cosasdesde esepuntodevista simplificaba supropio casoy, demanerasorprendente,sacabalustreatodaslasopacadasvirtudesdomésticas.Nopodía

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imaginarse a May Welland, en cualquier emergencia, pregonando susproblemaspersonalesniprodigandosusconfidenciasahombresdesconocidos;ynuncalepareciómásfinanimáshermosaqueenesosdías.Hastaserindióasudeseodetenerunnoviazgomáslargo,porqueellaopusoasupeticióndeadelantarlabodalaúnicarazónquelopodíadesarmar.

—Túsabesque,llegadoelcaso,tuspadressiempretedanelgusto,desdeque eras una niña pequeña —había argumentado. Y ella le respondió,mirándoloconsusojoslímpidos:

—Sí, y por esome es tan difícil rehusarles la última cosa quemepidencomosuhija.

Esa era la marca de la vieja Nueva York; era la clase de respuesta quesiemprequisieraestarsegurodeescucharleasumujer.Siunoestáhabituadoarespirar el aire de Nueva York, a veces parece que cualquier otro menoscristalinosehacesofocante.

Lospapelesquellevaraparaleerenrealidadnoledijeronmucho;perolosumergieron en una atmósfera que lo hizo sentirse asfixiado y atragantado.ConsistíanprincipalmenteenunintercambiodecartasentrelosabogadosdelcondeOlenskiyunafirmajurídicafrancesaaquienlacondesaacudieraparaaclararsusituaciónfinanciera.Tambiénhabíaunacortacartadelcondeasuesposa; después de leerla, Newland Archer se levantó de su asiento, pusodesordenadamentelosdocumentosdentrodesusobre,yvolvióaentrarenlaoficinadeMr.Letterblair.

—Aquítienelascartas,señor.Silodesea,hablaréconmadameOlenksa—dijoconvozforzada.

—Gracias,muchasgracias,Mr.Archer.Vengaacenarconmigoestanochesiestá libre,ydespuésexaminaremoselasunto,encasoquequieravisitaranuestraclientemañana.

EsatardeNewlandArchersefueotravezdirectamenteasucasa.Eraunatardecer invernalde transparenteclaridad,conuna inocente lunanuevaqueasomabaporencimadelostejados.Queríallenarlospulmonesdesualmaconese puro resplandor, y no hablar con nadie hasta que se encerrara conMr.Letterblairdespuésdelacena.Nopodíahabertomadootradecisión:debíaveramadameOlenskaparaevitarquerevelarasussecretosaotrosojos.Unaoladecompasiónbarriósuindiferenciaysuimpaciencia;laveíaanteélcomounafigura desprotegida y digna de lástima, a la que debería salvar a cualquiercosto para que no siguiera hiriéndose a símisma en sus desatinadas luchascontraeldestino.

RecordabaloqueellaledijerasobrelasolicituddeMrs.Wellanddequeseeliminaratodoloquefuera"desagradable"ensuhistoria,ycontemorpensó

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quetalvezeraesaactitudmental laquemantenía tanpuroelairedeNuevaYork."¿Noseremosmásqueunosfariseos,alfinaldecuentas?"sepreguntó,desconcertadoensuesfuerzodereconciliarsuinstintivodisgustoporlavilezahumanaconsuigualmenteinstintivapiedadporlafragilidadhumana.

Porprimeravezsedabacuentadequesusprincipioshabíansidosiempremuyelementales.Aparentaba serun jovenqueno temíaarriesgarse,y sabíaque su secreto amorío con la pobre tontuela deMrs.ThorleyRushworth nohabía sido tan discreto como para no darle un cierto aire de aventura. PeroMrs.Rushwortherade"esaclasedemujeres",alocada,vana,aficionadapornaturalezaaloclandestino,ysesentíamuchomásatraídaporelsecretoyelpeligrode la relaciónamorosaquepor los encantosycualidadesdeArcher.Cuandolocomprendió,casiselerompióelcorazón,peroahoraleparecíaelfactorredentordelcaso.Larelación,enresumen,fueigualalaquetodoslosjóveneshanvividoaesaedad,ydelacualemergenconlaconcienciaenpazyunaserenacreenciaenlaabismaldistinciónentrelasmujeresqueunoamayrespetayaquellasdelascualesunodisfruta...ycompadece.Enestesentido,fuerondiligentementeincitados.porsusmadres,tíasyotrasmujeresmayoresdelafamilia,puestodascompartíanelconvencimientodeMrs.Archerdequecuando "tales cosas suceden", sin ninguna duda el hombre ha cometido unatontería,pero lamujersiemprehacometidouncrimen.Todas lasseñorasdeedad que Archer conocía consideraban que una mujer que se entrega conimprudencia al amor es necesariamente inescrupulosa y malintencionada, yqueesunpobreingenuoelhombrequecaeimpotenteensusgarras.Loúnicoquehabíaquehacerconunjoveneraconvencerlodequesecasara, loantesposible, conunaniñabuena aquien confiárseloparaque lo cuidara.Archerempezóaadivinarqueen lasantiguasycomplicadascomunidadeseuropeaslosproblemasamorososeranmenossimplesynotanfácilesdeclasificar.Lassociedades ricas, ociosas y ornamentales pueden producir muchas mássituaciones de esta índole; y posiblemente hay alguna donde una mujer denaturaleza sensitivay reservadapuede,por la fuerzade lascircunstancias,yporabsolutaindefensiónysoledad,seratraídaaunarelacióninaceptableparaloscriteriosconvencionales.

AlllegarasucasaescribióunanotaalacondesaOlenska,preguntándolequéhoradeldía siguientepodría recibirlo,y ladespachóconunmensajero,queretornóalpocoratoconunaslíneasenqueledecíaqueiríaaSkuyterclifflamañanasiguienteapasareldomingoconlosvanderLuyden,peroquelaencontraría sola esamisma tarde después de cenar. Escribió la nota en unamediahojadepapelbastantearrugada,sinfechanidirección,perosuescrituraerafirmeylibre.LedivirtiólaideadeaquelfindesemanaenlatotalsoledaddeSkuytercliff,perodeinmediatosintióqueallí,entretodosloslugares,ellaiba a sentir la frialdad de esas mentes rigurosamente ajenas a lo"desagradable".

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LlegóacasadeMr.Letterblairalassieteenpunto,contentodetenerunaexcusa para retirarse temprano después de la comida. Se había formado supropiaopiniónacercadelosdocumentosqueleconfiaran,ynoteníaespecialinterés en discutir el asunto con su superior. Mr. Letterblair era viudo, ycenaron solos, copiosa y lentamente, en una amplia habitación oscuradecorada con amarillentos grabados de "La muerte de Chatham" y "Lacoronación de Napoleón". Sobre el aparador, entre alargados estuches decuchilleríaSheraton,habíaunagarrafadeHautBrion,yotradelviejooportoLanning (obsequio de un cliente), que el despilfarrador TomLanning habíavendido en su totalidad un par de años antes de sumisteriosa y vergonzosamuerteenSanFrancisco,unincidentemenoshumillantepúblicamenteparasufamilia que la venta de la bodega. Luego de una suave sopa de ostras,ofrecieronsábaloconpepinos,seguidodeunpavotiernoalaparrillaconmaízfrito,ydeunpatosilvestrecongelatinadegrosellaymayonesaalapio.Mr.Letterblair, que sólo comía un sándwich al almuerzo y té, cenabapausadamenteyenabundancia,einsistióenquesuhuéspedhicieralomismo.Finalmente, una vez cumplidos los últimos ritos, se retiró el mantel, seencendieron los cigarros, y Mr. Letterblair, echándose atrás en su silla ydejandoasuladoeloporto,sintióensuespaldaelagradablecalordelcarbónenlachimenea.

—Todalafamiliaseoponealdivorcio—dijo—.Yyocreoquetienerazón.

Archersesituódeinmediatoalladoopuestodeladiscusión.

—¿Peroporqué,señor?Sialgunavezhubouncaso...

—Bueno,¿dequésirve?Ellaestáaquí,élestáallá;elAtlánticolossepara.Ellanorecuperarániundólarmásdesudineroqueloqueélyalehadevueltovoluntariamente: lasmalditas cláusulas paganas de sumatrimonio se cuidanbiendeello.Comovanlascosas,Olenskihaactuadocongenerosidad:podíahaberladejadosinuncentavo.

Eljovenlosabíayguardósilencio.

—Entiendo, sin embargo —continuó Mr. Letterblair—, que ella no daningunaimportanciaaldinero.Porlotanto,comodicelafamilia,¿porquénodejarlascosascomoestán?

ArcherllegóunahoraantesaesacasaplenamentedeacuerdoconelpuntodevistadeLetterblair;peroestaopiniónexpresadaporaquelancianoegoísta,bienalimentadoysupremamenteindiferentesetransformósúbitamenteenlavozfariseadeunasociedadtotalmenteabsortaendefendersecontraloquenoleagrada.

—Piensoqueesellaquiendebedecidir.

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—Mmmm,¿hapensadoenlasconsecuenciassidecidedivorciarse?

—¿Se refiere a la amenaza en la carta de sumarido? ¿Qué peso puedetener?Noesmásqueelvagodescargodeunsinvergüenzaenojado.

—Sí, pero daría pie a desagradables comentarios si él decide seriamentedefenderelpleito.

—¡Desagradables...!—explotóArcher.

Mr. Letterblair lo miró por debajo de sus inquisitivas cejas, y el joven,conscientedeloinútilqueeratratardeexplicarleloqueteníaensumente,seinclinóasintiendomientrassusuperiorproseguía:

—Eldivorcioessiempredesagradable.¿Noestádeacuerdoconmigo?—añadió,despuésdeesperarensilenciounarespuesta.

—Naturalmente—dijoArcher.

—Bien,¿entoncespuedocontarconusted,losMingottpuedencontarconusted,paraqueinfluyacontratalidea?

Archertitubeó.

—No puedo comprometerme antes de ver a la condesa Olenska—dijofinalmente.

—Mr. Archer, no lo entiendo. ¿Desea entrar por su matrimonio en unafamiliavinculadaaunescandalosoprocesodedivorcio?

—Nocreoqueesotenganadaqueverconelcaso.

Mr.Letterblairdejóenlamesasucopadeoportoyfijóensujovencolegaunamiradacautelosayaprensiva.Archercomprendióquecorríaelriesgodeque le retiraran el mandato, y por alguna oscura razón no le gustó laperspectiva.Ahoraquelehabíanasignadoelcaso,noseproponíarenunciaraél; y, para evitar dicha posibilidad, pensó que debía dar seguridad a eseancianofaltodeimaginaciónqueeralaconciencialegaldelosMingott.

—Puede estar seguro, señor, de que no me comprometeré antes deconsultarloconusted.

Lo que quería decir era que prefiero no opinar hasta escuchar lo quemadameOlenskatengaquedecir.Mr.Letterblairaprobóconlacabezaaquelexcesodecauteladignadelamejortradiciónneoyorquina,yeljoven,despuésde consultar su reloj, se excusó por tener que retirarse debido a uncompromisoanterior,ysemarchó.

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EnlaanticuadaNuevaYorksecenabaalassiete,ylacostumbredehacervisitasdespuésdecomida,aunqueenelcírculodeArcherse laridiculizaba,aún prevalecía. Mientras el joven subía caminando por la Quinta AvenidadesdeWaverleyPlace,lalargacalleseveíatotalmenteabandonada,salvoporungrupodecarruajesdetenidosfrentealacasadeReggieChivers(dondeseofrecíaunacenaenhonordelduque),ylasiluetaocasionaldealgúncaballeromayor de abrigo grueso y bufanda que subía una escalera de piedra colorpardoydesaparecíadentrodeunvestíbuloiluminadoconluzdegas.CuandocruzabaWashingtonSquare,ArcherdivisóalancianoMr.duLacquellegabaa visitar a sus primos los Dagonet, y doblando la esquina de la Calle DiezOestevioaMr.Skipworth,desumismafirma,queseguramenteibaavisitaraMissLannings.UnpocomásarribaporlaQuintaAvenidaaparecióBeaufortenelumbraldesucasaproyectandosusombracontraun resplandorde luz,subió en su berlina privada, y se alejó hacia un destino misterioso yprobablementeinnombrable.Noeraunanochedeópera,ynadieofrecíafiesta,de modo que la salida de Beaufort era sin lugar a dudas de naturalezaclandestina.ArcherlaasocióensumenteconunacasitamásalládeLexingtonAvenueenlaqueaparecieronrecientementejardinerasycortinasengalanadasconcintas en lasventanasydonde seveía con frecuencia estacionadoen lapuertalaberlinacolorcanariodeMissFannyRing.MásalládelapequeñayresbaladizapirámidequecomponíaelmundodeMrs.Archer,existíaunbarrioquecasinoestabaenlosplanos,habitadoporartistas,músicosy"gentequeescribe." Estos dispersos fragmentos de la humanidad nunca mostraron elmenor deseo de amalgamarse con la estructura social. A pesar de sus pocousualescostumbressedecíaqueeran,paralamayoría,muyrespetables;peropreferíanvivirasumanera.MedoraManson,ensusdíasdeprosperidad,habíainauguradoun"salón literario",queprontofracasódebidoaque los literatossemostraronrenuentesaacudiraél.

Otros hicieron lamisma tentativa, y hubo toda una familiaBlenker, unamadre intensa y voluble y tres hijas de aspecto desaliñado que la imitaban,dondesolíaverseaEdwinBoothyPattiyWilliamWinter,yalnuevoactorshakespearianoGeorgeRignold, y algunos editores de revistas y críticos demúsica y literatura. TantoMrs. Archer como sus amistades sentían algo detimidezrespectoaesaspersonas.Eranraras, inconstantes, teníanenelfondode sus vidas y de susmentes cosas que uno no conocía. En el círculo querodeabaaArcherexistíagranrespetoporelarteylaliteratura,yMrs.ArchersedabaeltrabajodeenseñarasushijosloinfinitamentemásagradableycultaquehabíasidolasociedadentiemposdepersonajescomoWashingtonIrving,Fitz-GreeneHalleckyelpoetadeTheCulpritFay.Losautoresmáscelebradosde aquella generación eran "caballeros"; quizás los desconocidos que lossucedieronteníansentimientoscaballerosos,perosuorigen,suapariencia,su

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cabello, su intimidad con el teatro y la ópera, no permitía aplicarles losantiguoscriteriosneoyorquinos.

—Cuandoyoeraniña—decíasiempreMrs.Archer—,conocíamosatodoel mundo entre la Battery y Canal Street; y sólo la gente conocida teníacarruaje.Erafacilísimoidentificaracualquierpersona;ahoraesimposible,yprefieronisiquieratratar.

SólolaancianaCatherineMingott,consufaltadeprejuiciosmoralesysuindiferencia casi advenediza ante las distinciones más sutiles, podía haberabiertounpuentealabismo;peronuncaabrióun libronimiróuncuadro,ysólolegustabalamúsicaquelerecordabasusnochesdegalaenLesItaliens,ensusdíastriunfalesenlasTullerías.ProbablementeBeaufort,quelaigualabaenosadía,habríalogradolafusión,perosuelegantemansiónysuscriadosenmediasdesedaeranunobstáculoalasociabilidadinformal.Además,erataniletrado comoMrs.Mingott, y consideraba a los "tipos que escriben" unossimples proveedores pagados de placeres para ricos; y jamás nadie losuficientementericocomoparainfluenciarsuopiniónselohabíadiscutido.

Newland Archer tuvo conciencia de todo esto desde sus primerosrecuerdos,ylosaceptócomopartedelaestructuradesuuniverso.Sabíaquehabíasociedadesdondepintoresypoetasynovelistasycientíficos,einclusograndesactores,erantansolicitadoscomolosduques;amenudoseplanteabacómo hubiera sido vivir en la intimidad de salones dominados por laconversacióndeMérimée (cuyo libroLettresúune inconnueeraunodesusinseparables), de Thackeray, Browning o William Morris. Pero tales cosaseraninconcebiblesenNuevaYork,yperturbabaelsolopensarenellas.Archerconocíaagranpartedelas"personasqueescriben",losmúsicosypintores;losconoció en el Century, o en los pequeños clubes musicales y teatrales queempezaban a aparecer. Se entretuvo con ellos allí, y se aburrió con ellos encasade lasBlenker,dondesemezclabanconmujeresardientesydesaseadasqueselospasabandemanoenmanocomocuriosidades;einclusodespuésdesusmás fascinantes conversaciones conNedWinsett, siempre se iba con lasensacióndequesisumundoerareducido,tambiénloeraeldeellos,yqueelúnicomododeampliarambosmundoseraalcanzarunniveldeculturadondepudieranfusionarseenformanatural.

Seacordódeestascosasaltratardeimaginarselasociedadenlacualhabíavivido y sufrido la condesa Olenska, y también, por qué no, probadomisteriososplaceres.RecordóconquéregocijolecontóquesuabuelaMingotty losWelland se opusieron a que viviera en un barrio bohemio entregado a"los que escriben". Lo que disgustaba a su familia no era el peligro sino lapobreza; pero ella no captaba esa sutileza, y suponía que considerabancomprometedoralaliteratura.

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Ellano le temía,y los librosesparcidospor susalón (un lugardentrodeunacasadondehabitualmentesesuponequeloslibrosestán"fueradesitio"),aunqueeranprincipalmenteobrasdeficción,habíandespertadoel interésdeArcherconnombrestannuevoscomoPaulBourget,Huysman,yloshermanosGoncourt.Rumiandoestoalacercarsealapuertadelacondesa,unavezmástuvoconcienciadelcuriosomodoconqueellarevertíasusvalores,ydequenecesitaba tener seguridad en sí mismo para enfrentar condicionesincreíblemente distintas a las que conocía si quería serle de utilidad en ladificultad que actualmente enfrentaba. Nastasia abrió la puerta, sonriendomisteriosamente.Sobreelbancodelvestíbuloviounabrigoforradoenmartacibelina, un sombrero de noche con las iniciales J.B. doradas en el forro deseda,yunabufandadesedablanca;nocabíalamenordudadequeaquellosartículospertenecíanaJuliusBeaufort.

Archersepusofurioso,tanfuriosoqueestuvoapuntodegarabatearunaspalabras en su tarjeta ymarcharse. Pero recordó que en su nota amadameOlenskahabíatenidoelexcesodediscrecióndenodecirlequedeseabaverlaen privado. Era absolutamente suya la culpa si ella recibía otros visitantes;entró,portanto,enelsalónconlatenazdeterminacióndehacerqueBeaufortsesintieraincómodo,yquedarsemástiempoqueél.

El banquero estaba de pie junto a la chimenea, cubierta por un antiguoencaje sujeto por candelabros de bronce con cirios de iglesia de ceraamarillenta. Sacaba pecho con los hombros apoyados en la repisa,descansandoelpesodelcuerpoensusgrandespiescalzadosconzapatosdecharol.AlentrarArchersonreíamirandoasuanfitriona,queestabasentadaenunsofáa laderechade lachimenea.Unamesaatiborradadeflores formabauna especie de pantalla detrás del sofá, y con ese marco de orquídeas yazaleas, en las que el joven reconoció una ofrenda de los invernaderos deBeaufort,madameOlenskasereclinabaconlacabezaapoyadaenunamanoylaampliamangamostrabaelbrazodesnudohastaelcodo.Eracostumbreentrelasseñorasquerecibíandenocheusarloquesellamabaun"sencillovestidode cena", que era una apretada armadura de seda color hueso de ballena,ligeramente rebajada en el cuello, con volantes de encaje que cubrían esepequeño escote, ymangas estrechas con elmismo adorno de volantes en laaberturaqueapenasdejabaverlamuñecaparamostrarunapulseraetruscadeoroounacintadeterciopelo.PeromadameOlenska,quehacíacasoomisodelastradiciones,llevabaunalargatúnicadeterciopelorojoadornadaalrededordelabarbillayabajoenelruedoconunabrillantepielnegra.Archerrecordóque en su última visita a París vio un retrato hecho por CarolusDuran, unnuevo pintor cuyos cuadros eran la sensación del Salón, en el cual la damausabaunadeesasatrevidastúnicasquesemejabanfundasyconesapielqueparecíaunnidodondeapoyarelmentón.Habíaalgoperversoyprovocadorenla ideadeusarpielesenlanochedentrodeunasalacalefaccionada,al igual

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queenlacombinacióndeuncuelloabrigadoybrazosdesnudos;sinembargo,elefectoera,sindudaalguna,muyagradable.

—¡Cielosanto, tresdíasenterosenSkuytercliff!—decíaBeaufortconsuvoz fuertey sarcástica enelmomentoenqueentrabaArcher—.Tendráquellevartodassuspieles,yunabotelladeaguacaliente.

—¿Porqué?¿Esmuyheladalacasa?—preguntóella,tendiendosumanoizquierdaaArcherconunademánquesugeríaencubiertamentequeesperabaqueselabesara.

—No, pero la dueña de la casa sí— respondió Beaufort, saludando aljovenconunaveniaindiferente.

—Pero a mí me pareció muy amable. Vino en persona a invitarme.Miabueladicequedeboir.

—Esloquedicesuabuela.PeroyodigoqueesunalástimaquesepierdalasopadeostraqueletengopreparadaenelDelmónicoelpróximodomingo,conCampaniniyScalchiyunnumerosogrupodegentealegre.

EllamirótitubeantealbanqueroyluegoaArcher.

—¡Ah, qué tentación! Fuera de esa noche donde Mrs. Struthers, no heconocidounsoloartistadesdequellegué.

—¿Qué clase de artistas? Conozco uno o dos pintores, muy buenosamigos,quepodríatraerlesimelopermite—intervinoArcher,desafiante.

—¿Pintores? ¿Hay pintores en Nueva York?—preguntó Beaufort en untonoque implicabaquenopodía haber ningunoya que él no compraba suscuadros.

—Me encantaría—dijomadameOlenska, dirigiendo una seria sonrisa aArcher—.Peroenrealidadestabapensandoenartistasdramáticos,cantantes,actores,músicos.Siempreacudíanmuchosalacasademimarido.

Ella dijo "mi marido" como si no existiera ninguna asociación siniestraentre ellos, en un tono que parecía añorar las perdidas delicias de su vidamatrimonial. Archer la miró perplejo, preguntándose si era por ligereza odisimuloquetocabademaneratanfácilunpasadoquejustoenesemomentotratabaderomperponiendoenriesgosureputación.

—Pienso—continuólacondesadirigiéndoseaambos—,queunimprévuayudaaladiversión.Talvezseaunerrorvertodoslosdíasalamismagente.

—Es lomás aburrido delmundo—se quejóBeaufort—;NuevaYork semuere de aburrimiento.Y cuando trato de darle un poco de vida, ustedmevuelve la espalda. ¡Vamos, piénselo bien! Este domingo es su últimaoportunidad,porqueCampanini semarcha lasemanapróximaaBaltimorey

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Filadelfia.Tengoreservadounsalónprivado,yunSteinway,ycantaránparamítodalanoche.

—¡Quémaravilla! ¿Puedo pensarlomás y enviarlemi respuestamañanatemprano?

Lodijoamablemente,aunqueconunamínima insinuaciónderechazoensuvoz.Evidentemente,Beaufort locaptóy,comonoestabaacostumbradoalosrechazos,lasiguiómirandofijoconunaexpresiónobstinadaensusojos.

—¿Porquénoahora?

—Esalgomuyserioparadecidirloaestashorasdelanoche.

—¿Leparecequeestarde?

Ellaledevolvióconfrialdadsumirada.

—Sí,porquetodavíatengoquehablarunratodenegociosconMr.Archer.

—¡Ah!—exclamóBeaufort,irritado.

Suvozyanorogaba;conunestremecimientorecobrósucompostura,tomólamanodelacondesa,labesócomohombreexperimentado,yagregódesdeelumbral:

—Newland, si la convence para que se quede en la ciudad, lo invitarétambiénalacomida.

Abandonólahabitaciónconsupesadopasoarrogante.

Poruninstante,ArcherpensóqueMr.Letterblairlahabíainformadodesuvenida, pero la irrelevancia de su siguiente comentario lo hizo cambiar deidea.

—¿Así que conoces a algunos pintores? ¿Vives en su milieu? —lepreguntóconojosrebosantesdeinterés.

—Bueno, no exactamente. No sabía que el arte tuviera un milieu aquí,ningunaformadearte;sonmásbienunamarginalidadapenasestablecida.

—Pero,¿eresaficionadoaesascosas?

—Muyaficionado.CuandovoyaParísoaLondresnomepierdoningunaexposición.Megustaestaraldía.

Lacondesamiró lapuntadesupequeñobotínderasoqueasomababajosuslargosropajes.

—Amímegustabamuchísimotambién,mividaestaballenadeesascosas.Peroahoraprefieronoinvolucrarmeenellas.

—¿Prefieresnoinvolucrarte?

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—Sí,quieroborrarmiantiguavida,serigualquecualquieraotraaquí.

Archerenrojeció.

—Nuncaserássemejanteacualquieraotrapersona.

Ellalevantóunpocosuscejasrectas.

—¡Nomelodigas!¡Supierasloqueodioserdiferente!

Su semblante se obscureció como unamáscara trágica. Se inclinó haciaadelante,abrazandolasrodillasconsusmanosdelgadas,ydesviólamiradaqueteníaposadaeneljovenparafijarlaenalgúnlugarremotoysombrío.

—Quierohuirdetodo—insistió.

Elesperóunmomento,yluegodijo,aclarandolavoz:

—Yalosé.MelodijoMr.Letterblair.

—¿Ah,sí?

—Por eso estoy aquí.Me pidió que..., bueno, tú sabes que trabajo en lafirma.

Ellaparecióuntantosorprendida,peroluegosusojosbrillaron.

—¿Quieresdecirquepuedesmanejartodoestopormí?¿QuepuedohablarcontigoenvezdeMr.Letterblair?¡Oh,serámuchomásfácil!

Eltonodesuvozloemocionó,ysuconfianzaacrecentósuconfianzaensímismo.

Comprendió que había mencionado un asunto de negocios simplementeparadeshacersedeBeaufort;yderrotaraBeaufortfueunverdaderotriunfo.

—Paraesoestoyaquí—repitió.

Ellasesentóensilencioyapoyólacabezaenelbrazoquedescansabaenlapartedeatrásdelsofá.Sucaraestabapálidayapagada,comodisminuidapor el fuerte color rojo de su traje. Archer se impresionó al verlarepentinamentecomounafigurapatéticayhastadignadecompasión.

"Ahora debemos enfrentamos a hechos dolorosos", pensó, consciente desentir la misma instintiva repugnancia que a menudo había criticado en sumadre y en sus contemporáneos. ¡Qué poca práctica tenía para tratarsituaciones tan inusuales!Hastasumismovocabulario leeradesconocido,yparecía pertenecer a la ficción y al escenario. Se sintió torpe y confundidocomounniñoanteloquevenía.

Luego de una pausa, madame Olenska estalló con inesperada violencia,exclamando:

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—¡Quieroserlibre,quierolimpiartodoelpasado!

—Locomprendo.

Surostrosealegró.

—¿Entoncesmevasaayudar?

—Primero—dijoélvacilando—talvezdebasaberalgomás.

Ellapareciósorprendida.

—¿Sabes demimarido, demi vida con él?—Archer hizo una señal deasentimiento.—Bueno,entonces,¿quémásquieres?¿Setoleranesascosasenestepaís?Soyprotestante,nuestraiglesianoprohíbeeldivorcioentalescasos.

—Porsupuestoqueno.

Ambosguardaronsilencionuevamente,yArchersintióqueelespectrodela carta del conde Olenski se interponía entre ellos haciendo espantosasmuecas.La carta constaba de una sola página, y era precisamente lo que eljovendescribióalhablardeellaconMr.Letterblair:lavagaacometidadeunsinvergüenzaposeídoporlaira.¿Peroquéhabíadeverdaddetrásdeella?SólolaesposadelcondeOlenskipodíadecirlo.

—EstuvehojeandolospapelesqueledisteaMr.Letterblair—dijoArcherfinalmente.

—¿Ycreesquepuedahaberalgomásabominable?

—No.

Ella varió ligeramente su postura, protegiendo sus ojos con lamanoqueteníalevantada.

—Sin duda sabes—continuó Archer— que si tu marido elige pelear elcaso,comoamenazahacerlo...

—¿Entonces?

—Puede decir cosas... cosas que puede ser des... que puede sermolestoparatiquesedijeranenpúblicoparaquesepropalaranportodoslados,yquetedañaraninclusosi...

—¿Inclusosi...?

—Quierodecirquetepuedendañarauncuandofueraninfundadas.

Ellapermaneciólargoratoensilencio;tanlargoratoque,comonoqueríafijarlosojosensucarasombría,eljoventuvotiempoparagrabarensumentelaformaexactadesuotramano,laqueestabasobrelarodilla,ycadadetalledelostresanillosdesusdedosanularymeñique,entreloscualesnotóqueno

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habíaningúnanillodematrimonio.

—¿Quédañomepodríanhaceraquí talesacusaciones,aunsi sehicieranpúblicamente?

Tuvo en la punta de la lengua exclamar: "¡Pobre inocente, mucho másdañoqueencualquierotraparte!"PeroenlugardeesorespondióconunavozqueasusoídossonóparecidaaladeMr.Letterblair:

—LasociedaddeNuevaYorkesunmundomuypequeñocomparadoconelmundoenquetúviviste.Yestágobernada,apesardelasapariencias,porunpequeñogrupodepersonasconideas...diremos,bastanteanticuadas.

Ellanodijonada,yélprosiguió.

—Nuestrasideasacercadelmatrimonioyeldivorciosonparticularmenteanticuadas.Nuestra legislación favorece el divorcio, pero las costumbres denuestrasociedadnoloaceptan.

—¿Enningúncaso?

—Bueno, no cuando la mujer, aunque haya sido ultrajada y porirreprochablequesea,tieneensucontralamínimaaparienciadeculpabilidadal haberse expuesto por alguna acción inconveniente a... a insinuacionesofensivas...

Ella inclinó un poco más la cabeza, y él esperó otra vez, con intensaesperanza, un estallido de indignación o, almenos, un grito de protesta.Nohuboningunodelosdos.Elzumbidodeunpequeñorelojdeviajemarcabalosminutosjuntoalcododelacondesa,yuntroncosepartióendosylanzóunalluviadechispas.TodoeseambientequietoymelancólicoparecíaesperarensilenciojuntoconArcher.

—Sí—murmuróellafinalmente—,esoesloquemedicemifamilia.

Élpusomalacara.

—Eslonatural...

—Nuestra familia —se corrigió ella, y Archer se ruborizó—. Porqueprontoserásmiprimo—agregóellasuavemente.

—Asíloespero.

—¿Yestásdeacuerdoconellos?

Anteestapregunta,élselevantó,sepaseóporlasala,miróconojosvacíosunodeloscuadroscolgadosenelviejodamascorojo,yvolvióindecisoasulado.¿Cómopodíadecirle:"Sí,si loquetumaridoinsinúaescierto,osinotienescómoprobarlocontrario"?

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—Sinceramente—dijoellacuandoélibaahablar.Archermiróelfuego.

—Sinceramente, entonces, ¿qué ganarías que compensara la posibilidad,másbienlacerteza,deunmontóndemurmuracionesasquerosas?

—Peromilibertad,¿novalenada?

CruzóporlamentedeArchereneseinstantelaideadequeloscargosenlacartaeranverdaderos,yqueellaqueríacasarseconsucompañerodedelito.¿Cómo podía decirle que, si realmente había urdido tal plan, las leyes delEstado le eran inexorablemente adversas? La sola sospecha de que tuvieraaquellaideaensumentelohizoendurecerseeimpacientarse.

—¿Peronoereslibrecomoelaire?—lereplicó—¿Quiéntepuedetocar?Mr.Letterblairmedijoquetusituaciónfinancierahabíasidoarreglada.

—Ah,sí—dijoellaconindiferencia.

—Bueno, entonces, ¿vale la pena arriesgarte a algo que puede serinfinitamente desagradable y doloroso? ¡Piensa en la prensa, en su villanía!Todoesestúpidoyestrechoeinjusto,peronopodemosrehacerlasociedad.

—No—admitióella.

Lo dijo en un tono tan apagado y desolado queArcher se arrepintió deinmediatodeladurezadesuspropiospensamientos.

—El individuo, en tales casos, es casi siempre sacrificado a lo que sesuponeserelinteréscolectivo;lagenteseapegaacualquierconvenciónquemantengaunidalafamilia,queproteja loshijos,si loshay—divagóArcher,dejandosalirentropeltodoelcaudaldefrasesqueseagolpabanasuslabiosensu intensodeseodecubrir la fea realidadquesu silencioparecíadejaraldesnudo.

Ya que ella no quería o no podía decir la única palabra que hubieralimpiado el aire, no deseaba que sintiera que él trataba de investigar sussecretos.Mejorquedarseenlasuperficie,alprudenteestiloneoyorquino,quearriesgarseaabrirunaheridaquenopudierasanar.

—Mideber,yasabes—prosiguió—,esayudarteaverestascosascomolasvelagentequemástequiere.LosMingott,losWelland,losVanderLuyden,todos tus amigosy conocidos.Si no temostrarahonestamente cómo juzganellostalescuestiones,noseríacorrectodemiparte,¿nocrees?

Habló con insistencia, casi suplicándole en sus ansias por llenar esesilencioabrumador.

—No;noseríacorrecto—dijoellalentamente.

Elfuegosehabíaidoreduciendoacenizasgrisáceas,yunadelaslámparas

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titilabacomounllamadodeatención.MadameOlenskaselevantó,laapagóyvolvió al lado del fuego, pero sin retomar su asiento. El quedarse de piesignificabaquenoquedabanadamásquedecir,yArchertambiénselevantódesusillón.

—Muy bien, haré lo que tú quieras que haga —dijo la condesaabruptamente.

LasangrecoloreóelrostrodeArchery,sorprendidoporlasúbitarendicióndelacondesa,tomótorpementesusmanosentrelassuyas.

—Loúnicoquequieroesayudarte—dijo.

Se inclinó y apoyó sus labios en las manos de ella, que estaban frías einertes.Lacondesalasretiró,yélsedirigióhacialapuerta,encontrósuabrigoy su sombrero a la mortecina luz de la lámpara de gas del vestíbulo, y sesumergióenlanocheinvernal,estallandoenlatardíaelocuenciadelosseresincapacesdeexpresarseenelmomentooportuno.

13

El teatro Wallack estaba repleto esa noche. Se daba la obra TheShaughraun,conDionBoucicaultcomoprotagonistayHarryMontagueyAdaDyas como los amantes. La popularidad de la excelente compañía inglesaestaba en su cúspide, yEl Shaughraun siempre llenaba la sala. Las galeríasexplotaban de entusiasmo; en la platea y en los palcos, la gente sonreíadiscretamentecon los trilladosdiálogosy las inverosímiles situaciones,perodisfrutabadelaobratantocomolagalería.

Había especialmente un episodio quemantenía en ascuas al público; eraaquelenqueHarryMontague,luegodeunatristeycasimonosilábicaescenadedespedidaconMissDyas,decíaadiósysevolvíahacialapuerta.Laactriz,queseencontrabadepiecercadelachimeneamirandohaciaelfuego,usabaun vestido de casimir gris sin los lazos ni adornos que estaban de moda,moldeadoasualtafigurayquecaíapesadamentehastasuspies.Alrededordelcuellollevabaunaestrechacintadeterciopelonegro,cuyaspuntaslecaíanporlaespalda.Cuandoelgalánsealejaba,ellaponíalosbrazossobrelarepisadela chimenea y escondía la cara entre sus manos. Al llegar al umbral, él sedetenía y se volvía para mirarla; luego regresaba en puntillas a su lado,levantaba una de las cintas de terciopelo negro, lo besaba, y abandonaba lahabitación sinqueella looyerani cambiaradepostura.Yenmediodeestasilenciosa despedida, caía la cortina. Era por esa escena en particular queNewlandArcheribasiempreaverTheShaughraun.Laescenadeladespedida

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deMontagueyAdaDyasleparecíamuysuperioralaquelevieraaCroisettey Bressant en París, o a Madge Robertson y Kendal en Londres; por sureticencia, por su mudo dolor, lo emocionaban más que las efusioneshistriónicasmásfamosas.

Esanoche la corta escena adquirióun efectomás conmovedorporque lerecordaba, no podía decir por qué, su despedida de madame Olenska altérmino de su conversación confidencial unos siete o diez días atrás. Seríaigualmente difícil descubrir alguna semejanza entre las dos situaciones y laapariencia física de los personajes. Newland Archer no podía pretenderacercarse a la romántica apostura del actor inglés, y Miss Dyas era unapelirrojaaltadefiguramonumentalcuyacarapálidaysimpáticamentefeaerapor completo diferente del expresivo semblante de EllenOlenska. TampocoeranArcherymadameOlenskadosamantesqueseseparabanenacongojadosilencio; ellos eran un abogado y su cliente que se despedían tras unaconversaciónquelehabíadadoalabogadolapeorimpresiónsobreelcasodesucliente.¿Dóndeestaba,entonces,lasemejanzaquehacíaqueelcorazóndeljoven latieraconunaespeciedeexcitación retrospectiva?Parecíaestaren lamisteriosa facultaddemadameOlenskapara sugerirposibilidades trágicasyemotivas,ajenasalaexperienciadeldiariovivir.

Nohabíadichounasolapalabraqueprodujeraaquellaimpresión,peroerapartedeella,unaproyeccióndel ambientemisteriosoyextravaganteenquevivió, o bien de algo dramático, apasionado y distinto inherente a supersonalidad.Archer generalmente se inclinaba a pensar que la suerte y lascircunstanciasjueganunpequeñopapelalmomentodemoldeareldestinodelagenteencomparaciónconsuinnatatendenciaapermitirquelepasencosas.EstatendencialaviodesdeunprincipioenmadameOlenska.Laserenaycasipasivajovenloimpresionóporserexactamentelaclasedepersonaaquienlepasabancosas,pormuchoqueellaseecharaatrásyseapartaradesucaminoparaevitarlas.Loapasionanteeraqueellahabíavividoenunaatmósferatancargada de dramatismo que su propia tendencia a provocarlo había pasadoinadvertida.EraprecisamentesuextrañafaltadecapacidaddeasombroloqueledabaaArcherlasensacióndequelahabíanarrancadodeuntorbellino:lascosasqueelladabaporsentadasproporcionabanlamedidadeaquéllascontralascualessehabíarebelado.

ArcherhabíasalidodesucasaconlaconviccióndequelaacusacióndelcondeOlenskinoerainfundada.Elmisteriososerquefigurabaenelpasadodesuesposacomo"elsecretario"probablementehabíasidorecompensadoporsucolaboración en la huida. Las condiciones de las que escapaba eranintolerables,increíbles,indescriptibles;ellaerajoven,estabaasustada,estabadesesperada,¿quécosamásnaturalqueagradecerleasusalvador?Lalástimaeraquesugratitudlahabíapuesto,antelosojosdelaleydelmundo,alapar

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con su abominable esposo. Archer se lo hizo entender, como era su deberhacerlo;tambiénlehizoentenderloquelabondadosaeingenuaNuevaYork,con cuya inagotable caridad ella parecía haber contado, era precisamente elsitiodondemenospodíaesperarindulgencia.

FueextremadamentedolorosoparaArchertenerquedejarestehechobienenclaroparaEllen,asícomosertestigodesuresignadaaceptación.Sesentíaatraídohaciaellaporoscurossentimientosdecelosycompasión,comosielerrorconfesadosinpalabraslahubierapuestoasumerced,humillándolaysinembargohaciéndoselamásquerida.Sealegrabadequelehubierareveladosusecreto a él y no ante el frío escrutiniodeMr.Letterblair, ni ante lamiradaavergonzada de su familia. Se impuso a sí mismo el deber inmediato deasegurar a ambos que Ellen abandonaba la idea del divorcio, basando sudecisiónenelhechodequehabíaentendidolainutilidaddetalprocedimiento;ytodos,coninfinitoalivio,volvieronlaespaldaa"aquellotandesagradable"quelacondesaacababadeevitarles.

—Estaba seguro de queNewland sabríamanejarlo—dijoMrs.Welland,orgullosadesufuturoyerno.

Y la ancianaMrs.Mingott, que lo había convocado para una entrevistaconfidencial,lofelicitóporsuhabilidad,yagregóconimpaciencia:

—¡Grandísima tonta! Yomisma le dije que era un disparate. ¡Pretendíafigurar comoEllenMingott y como solterona, cuando tiene la suerte de serunamujercasadayademáscondesa!

Estos comentarios recordaron a Archer con tal fuerza su últimaconversación con madame Olenska, que cuando cayó la cortina en ladespedida de los dos actores, sus ojos se llenaron de lágrimas, y se levantóparaabandonarelteatro.

Alhacerlo,sevolvióhaciael ladoopuestodelasala,yvioaladamaenquienpensabasentadaenunpalcoconlosBeaufort,LawrenceLefferts,yunpardecaballerosmás.Nohabíavueltoahablarconelladesdeaquellanocheque estuvieron juntos, y había evitado que lo vieran en su compañía; peroahorasusojosseencontraronycomotambiénloreconocíaMrs.Beaufortylehacíaunlánguidogestoparaqueseacercara,lefueimposiblenoentrarenelpalco. Beaufort y Lefferts le dejaron su asiento y, después de unas pocaspalabras conMrs. Beaufort, que siempre prefería ser hermosa y no hablar,Archer se sentó detrás de madame Olenska. No había nadie más que Mr.Sillerton Jackson en el palco, que le contaba a Mrs. Beaufort en tonoconfidencial acerca de la recepción ofrecida el último domingo por Mrs.LemuelStruthers(delacualalgunaspersonasinformaronquehubobaile).Alabrigo de esta narrativa circunstancial, queMrs. Beaufort escuchaba con susonrisaperfectaysucabezaenelánguloprecisoparaquelavierandeperfil

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desdelaplatea,madameOlenskasevolvióyhablóenvozbaja.

—¿Nocrees—lepreguntó,conunamiradahaciaelescenario—,queéllemandaráaellaunramoderosasamarillasmañanamuytemprano?

Archerenrojeció,ysusorprendidocorazóndiounvuelco.HabíavisitadosólodosvecesamadameOlenska,ycadavezlehabíaenviadounacajaconrosasamarillas,ysiempresinunanota.Nuncaanteshabíahechoalusiónalasflores,yélsuponíaquejamáspensóqueeraélquienlasenviaba.Estesúbitoreconocimientodelobsequio,ysuasociaciónconlatiernadespedidasobreelescenario,lollenódeemocionadoplacer.

—Yo tambiénpensabaeneso;memarchabadel teatropara llevarmeesaimagenconmigo—dijo.

Seasombródeverquesurostroseteñíaderubor,yqueseacentuabasinpoderlo remediar. Ellamiró los gemelos demadreperla que sostenía en sussuavesmanosenguantadasy,despuésdeunapausa,dijo:

—¿QuéhacescuandonoestáMay?

—Me dedico a mi trabajo—respondió Archer, un tanto molesto por lapregunta.

Respetando una costumbre establecida hacíamucho tiempo, losWellandhabían partido la semana anterior a St. Augustine, donde, por la supuestasusceptibilidaddelosbronquiosdeMr.Welland,seinstalabanapasarelfinaldel invierno.Mr.Wellanderaunhombrebondadosoycallado,queno teníagrandesopinionesperosímuchoshábitos,enlosquenadiepodíainterferir;yuno de ellos era exigir que su esposa y su hija lo acompañaran en su viajeanual al sur. Era imprescindible para su pazmental conservar una absolutadependencia doméstica, pues no sabía nunca dónde estaban sus cepillos, ocómocomprarestampillasparasuscartassinoestabaallíMrs.Wellandparadecírselo.

Archer no tenía posibilidad de discutir la necesidad de que Mayacompañara a su padre. La reputación del médico de la familiaMingott sebasaba especialmente en un ataque de neumonía que Mr. Welland jamássufrió; por lo tanto, su insistencia en St. Augustine era inflexible. En uncomienzo se decidió que el compromiso deMay no se anunciara hasta queregresara de Florida, y el hecho de que se hubiera adelantado no podía porningúnmotivoalterarlosplanesdeMr.Welland.AArcherlehubieragustadoacompañara losviajerosygozardeunaspocas semanasde solypaseosenbarco con su novia; pero estaba demasiado atado a las costumbres yconvenciones. Por livianos que fueran sus deberes profesionales, el clanMingott en masa lo habría culpado de frivolidad si hubiera sugerido tomarvacaciones amitad de invierno. Tuvo que aceptar la partida deMay con la

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resignaciónqueyaimaginabaseríaunodelosprincipalescomponentesdesuvidadecasado.

Estaba consciente de quemadameOlenska lomiraba por debajo de suspárpados.

—Hiceloquedeseabas,loquemeaconsejaste—dijoellaabruptamente.

—Ah,me alegro—respondióArcher, avergonzado de que ella tocara eltemaenunmomentocomoese.

—Comprendoquetienesrazón—prosiguióella,jadeandounpoco—;peroaveceslavidaestancomplicada...tanpococlara...

—Losé.

—Y quería decirte queme doy cuenta de que tenías razón, y que te loagradezco—terminó,llevandolosgemelosrápidamenteasusojosalinstanteenqueseabríalapuertadelpalcoyseescuchabadetrásdeelloslaresonantevozdeBeaufort.

Archerselevantódesuasiento,saliódelpalcoyabandonóelteatro.

EldíaantessolamentehabíarecibidounacartadeMayWellandenlaque,consucaracterísticocandor,lepedíaquefuera"amableconlaprimaEllen"ensu ausencia. "Le agradas y te admiramucho, y tú sabes que, aunque no lodemuestre,todavíaestámuysola.Nocreoquelaabuelalaentienda,nieltíoLovell Mingott; ellos la creen mucho más mundana y aficionada a la vidasocialdeloquerealmentees.YyoentiendoqueNuevaYorkdebeparecerlesumamente aburrida, a pesar de que la familia no lo admita. Creo que estáacostumbrada a muchas cosas que nosotros no tenemos: linda música, yespectáculos,ycelebridades,artistasyautoresytodaesagenteinteligentequetú admiras. La abuela no entiende que ella quiera otras cosas que no seanfiestasyvestidos,peroestoyseguradequetúereslaúnicapersonaenNuevaYorkquepuedehablarledeloquerealmenteleinteresa."

¡QuésabiaerasuMay,cuántolaamóporesacarta!Peronoteníalamenorintención de involucrarse en el asunto. Para comenzar, estaba demasiadoocupadoy,además,porestarcomprometido,noleinteresabarepresentarcondemasiado entusiasmoel papel dedefensor demadameOlenska.LeparecíaqueellasabíacuidarsesolamuchomejordeloquelaingenuaMayimaginaba.Tenía a Beaufort a sus pies, a Mr. van der Luyden rondándola como unadeidad protectora, y numerosos candidatos (entre ellos Lawrence Lefferts)esperando suoportunidad amediadistancia.Ynoobstante, cadavezque laveíaoconversabaconellasentíaque,despuésdetodo,laingenuidaddeMayeracasiundondeadivinación.EllenOlenskaestabasolaynoerafeliz.

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14

AlsaliralpasilloArcherseencontróconsuamigoNedWinsett,elúnicoentre los que Janey llamaba "su gente inteligente" con quien le interesabaconversartemasdemayorprofundidadquelastípicaschanzasenelclubyenlosrestaurantes.

Lohabíadivisado,alotro ladode lasala,consuespaldaencorvadaysutraje raído, y vio que en unmomento sus ojos se volvieron en dirección alpalco de los Beaufort. Ambos jóvenes se estrecharon la mano, y Winsettpropusoirabeberunacervezaaunpequeñorestaurantalemánalavueltadela esquina.ComoArcher no estaba de humor para la clase de conversaciónqueseguramente sostendríanallí,declinó la invitaciónpretextandoque teníatrabajoquehacerencasa.

—Bueno, yo también debo trabajar; entonces jugaré a ser un aprendizlaboriosocomotú.

Siguieroncaminandojuntos,ydeprontoWinsettdijo:

—Mira,loquemeinteresaeselnombredelaseñoramorenaqueestabaentu elegante palco, me pareció que con los Beaufort. Esa que tiene tanenamoradoatuamigoLefferts.

Archer,sinsaberporqué,sesintióunpocomolesto.¿ParaquédemoniosqueríaWinsettsaberelnombredeEllenOlenska?Yencimadetodo,¿porquélaemparejabaconLefferts?NoerapropiodeWinsettmanifestaresaclasedecuriosidad;pero,nohabíaqueolvidarqueeraperiodista.

—Esperoquenoseráparaentrevistarla—dijoriendo.

—Bueno, no para la prensa, sino paramí— replicóWinsett—.Loquepasaesqueesvecinamía,¡curiosobarrioparaquetalbellezavivaenél!,yhasido tremendamente cariñosa con mi hijo, que se cayó dentro de su sitiopersiguiendo a su gatito y se hizo una herida fea.Ella corrió ami casa, sinsombrero,llevandoalniñoenbrazosyconsurodillaperfectamentevendada.Semostrótancompasivayeratanhermosaquemiesposasedeslumbróynoatinóapreguntarlesunombre.

Un calor agradable dilató el corazón de Archer. No había nada deextraordinario en la historia; cualquiermujer habría hecho lomismo por elhijodelvecino.PeroleparecióqueeratanpropiodeEllenesodecorrerconlacabezadescubierta,llevandoalniñoensusbrazos,yeranaturalquelapobreMrs.Winsettsedeslumbrarayhubieraolvidadopreguntarlequiénera.

—EslacondesaOlenska,nietadelaancianaMrs.Mingott.

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—¡Pfuu, una condesa!—silbó NedWinsett—. Bueno, no sabía que lascondesaserantanbuenasvecinas.PorquelosMingottnosonnadadeamables.

—Seríanamables,silosdejas.

—Ah,bueno.

Erasuviejaeinterminablediscusiónsobrelaobstinadaresistenciadelos"inteligentes" a frecuentar a los elegantes, y ambos sabían que era inútilprolongarla.

—Quisierasaber—prorrumpióWinsett,porquéaunacondesaseleocurrevivirennuestrostugurios.

—Porque a ella no le importa ni un comino donde vive, ni ninguno denuestrospequeñoshitossociales—dijoArcher,conunsecretoorgulloporelcuadroquepintabadeella.

—Hmmm, habrá estado en lugares más grandes, supongo—comentó elotro—.Bueno,estaesmiesquina.

EchóaandarporBroadway,conloshombroscaídosyarrastrandolospies,yArchersequedóparadomirándoloyreflexionandoensusúltimaspalabras.

NedWinsettteníaesosrelumbronesdesagacidad;eranlomásinteresantede su personalidad, y siempre obligaban a Archer a preguntarse cómo lepermitieron aceptar el fracaso con tanta impasibilidad a una edad en que lamayoríadeloshombrestodavíaseesforzabaportriunfar.

ArchersabíaqueWinsett teníaesposayunhijo,perono losconocía.SeencontrabansiempreenelCentury,oenalgunaguaridadeperiodistasygentedeteatro,comoelrestaurantdondeWinsettlehabíapropuestoirabeberunacerveza.Lehabíadadoaentenderquesuesposaerainválida,loquepodíaserverdad,opodíasimplementesignificarquecarecíadelosdonessocialesodevestidosdenoche,odeambos.ElpropioWinsettsentíaunodiosalvajeporlasprácticassociales.Archer,quesecambiabatrajeparalanocheporquepensabaqueeramáslimpioycómodo,yquenuncasedetuvoapensarquelalimpiezay la comodidad eran dos de los más costosos gastos en un presupuestomodesto, consideraba la actituddeWinsett comopartede esa aburridaposebohemiaquehacíaquelagentedesociedad,quecambiaderopasinsiquieramencionarloyquenohablatodoeltiempodelacantidaddecriadosquetiene,parezcamuchomássencillaymenostímidaquelosdemás.

Como sea,Winsett siempre lo estimulaba, y dondequiera que divisara elmagrorostrobarbudoylosojosmelancólicosdelperiodista,lohacíasalirdesu rincón y se lo llevaba a otra parte para conversar con él durante largashoras.

Winsettnoeraperiodistaporsugusto.Erarealmenteunhombredeletras,

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nacido a destiempo en unmundo que no tenía necesidad de literatura; perodespués de publicar un volumen con breves y exquisitas apreciacionesliterarias,delquesevendieroncientoveinteejemplares,seregalarontreinta,yelrestofueseguramentedestruidoporloseditores(deacuerdoconelcontrato)paradejarespacioamaterialmáscomercial,abandonósuverdaderavocacióny aceptó un empleo como subeditor en un semanario femenino, donde losguisosdemodaylosmoldesdepapelalternabanconhistoriassentimentalesdeNuevaInglaterrayavisosdebebidassinalcohol.

Su aporte al Hearthfires (que era el nombre del periódico) erainagotablemente entretenido. Pero bajo sus bromas acechaba la estérilamarguradeunhombre,todavíajoven,queluchóysehabíadadoporvencido.SuconversaciónledabasiempreaArcherladimensióndesupropiavidaylohacíasentirlopocoquecontenía;peroelcontenidodeWinsettera,despuésdetodo, mucho menos, y a pesar de que el fondo común de sus interesesintelectualesysuscuriosidadeshacíaquesus largascharlas fueranalegresyleslevantaranelánimo,elintercambiodeopinioneshabitualmentepermanecíadentrodeloslímitesdeunameditacióndeaficionados.

—Loquepasaesquelavidanohasidojustaconningunodelosdos—dijo en una ocasión Winsett—. Yo estoy sin un centavo, y no lo puedoremediar.Tengounúnicoproductoqueofrecer,yaquínohaymercadoparaél,ynuncalohabrá.Perotúereslibreyeresrico.¿Porquénodaslapelea?Hayunsolocaminoparalograréxito:lapolítica.

Archer echó atrás la cabeza y se rio. Al instante se hizo notoria lainfranqueable diferencia entre hombres como Winsett y los de la clase deArcher.Enloscírculospolíticostodoelmundosabíaque,enEstadosUnidos,"uncaballeronopuedemeterseenpolítica".PerocomonopodíaexplicárseloaWinsettenesostérminos,lediounarespuestaevasiva.

—¡Miralacarreradeloshombreshonradosenlapolíticanorteamericana!Nonosquierenallí,Winsett.

—¿Quiénes son ellos? ¿Por qué no se unen todos ustedes y pasan a ser"ellos"?

La risa de Archer se convirtió en una sonrisa de condescendencia. Erainútil prolongar la discusión; todos conocían el triste destino de los pocoscaballerosquearriesgaronsubuennombreenlapolíticaestatalomunicipaldeNuevaYork.Habíapasadolaépocaenqueeraposiblehacertalescosas;enelpaíselpodererapara losdirigentesy losemigrantes, lagentedecentedebíaconformarseconlosdeportesolacultura.

—¡Cultura! ¡Sí, si la tuviéramos! Pero no hay más que unos pequeñosparches locales, muriéndose a nuestro alrededor por falta de... bueno, de

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cultivo y fecundación cruzada; son los restos que quedan de la antiguatradicióneuropeaque trajeron tus antepasados.Peroustedes sonunapenosaminoría;notienencentro,nicompetencia,niaudiencia.Soncomoloscuadroscolgadosenlasparedesdeunacasavacía:Elretratodeuncaballero.Nuncallegarán a ser algo que valga la pena, ninguno de ustedes, hasta que searremanguenlasmangasysemetanenlamugre.Eso,oemigrar...¡Diosmío!¡Siyopudieraemigrar!

Mentalmente Archer se encogió de hombros y retomó la conversaciónsobre libros, donde Winsett, aunque no supiera mucho, era siempreinteresante.¡Emigrar!¡Comosiuncaballeropudieraabandonarsupatria!Nopodía emigrar ni tampoco arremangarse las mangas y revolcarse en elestiércol.Uncaballerosencillamentesequedabaensucasayseabstenía.Perono se podía pretender que un hombre comoWinsett lo comprendiera.Y erapor eso que esa Nueva York de clubes literarios y restaurantes exóticos,aunquea laprimeramiradaparecierauncaleidoscopio,enel fondoeranadamás que una caja más pequeña y con dibujos más monótonos que lacongregacióndeátomosdelaQuintaAvenida.

Alamañanasiguiente,Archeraplanólascallesdelaciudadbuscandoenvano otro ramo de rosas amarillas. Por estemotivo llegó tarde a la oficina,comprobandoquesutardanzanoleimportabaunarditeanadie,yloinvadióunasúbitaexasperacióncontralacomplicadafutilidaddesuvida.¿Porquénopodía estar en esemomento tendido en la arena en St. Augustine conMayWelland? No engañó a nadie con su fingida actividad profesional. En lasanticuadas oficinas legales como la que presidía Mr. Letterblair, y que sededicabanprincipalmentealaadministracióndegrandescomplejosdebienesraíces con inversiones "conservadoras", siempre había dos o tres jóvenesadineradosysinambicionesprofesionalesque,durantealgunashorasaldíasesentabanensusescritoriosycumplíantareastriviales,osimplementeleíanlosperiódicos. Aunque se estimaba correcto que tuvieran un empleo, el crudohechodeganardineroaúnsemirabadespectivamente,ycomolasleyeseranuna profesión, se las consideraba una ocupación más apropiada que losnegociosparauncaballero.Peroningunodeestosjóvenesteníaesperanzasdeavanzarrealmenteensucarrera,nitampocounseriodeseodelograrlo;yyasepercibíaquesobrelamayoríadeellossecerníaelverdeespectrodelarutina.

Archer se estremeció al pensar que pudiera extenderse sobre él también.Tenía,naturalmente,otrosgustoseintereses;pasabasusvacacionesviajandoporEuropa,cultivabalaamistaddelos"inteligentes"comolosllamabaMay,ygeneralmente trataba de "mantenerse al día", como se lo dijera con ciertaañoranza a madame Olenska. Pero cuando se casara, ¿qué pasaría con esteestrechomargendevidaenquevivía sus reales experiencias?Habíavisto ademasiados jóvenes que soñaron el mismo sueño suyo, tal vez con menos

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ardor, yquegradualmente se sumergieron en lapláciday fastuosa rutinadesusmayores.

DesdelaoficinamandóunmensajeroconunanotaparamadameOlenska,preguntándole si podía visitarla esa tarde, y rogándole que le permitieraencontrarsurespuestaenelclub;peroenelclubnoencontrónada,nirecibióninguna carta al día siguiente. Este inesperado silencio lo mortificóirracionalmente,ycuandoalamañanasiguientevioungloriosoramoderosasamarillasenelescaparatedelaflorista,lodejóahí.ReciéndurantelaterceramañanarecibióunaslíneasporcorreodelacondesaOlenska.Parasusorpresaprocedían de Skuytercliff, donde se había refugiado rápidamente luego dedejar al duque a bordo de su barco. "Me escapé —comenzaba la notaabruptamente,sinloshabitualespreliminares—aldíasiguientequenosvimosen el teatro, y estos amigos tan cariñosos me trajeron aquí. Quería estartranquilaparapensar.Teníasrazóncuandomedijistelobondadososqueson;me siento tan segura aquí. Me encantaría que estuvieras con nosotros."Terminabaconunconvencional"atentamente",sinhacerlamenoralusiónalafechadesuregreso.

Eltonodelacartalosorprendió.¿DequéhuíamadameOlenska,yporquénecesitaba sentirse segura? La primera idea que se le vino a la mente fuealgunaoscuraamenazadelextranjero;luegopensóqueélnoconocíasuestiloepistolar, y que podría ser exageradamente gráfico. Las mujeres siempreexageran;más aún ellaquenodominaba enteramente el inglésy lohablabafrecuentementecomositradujeradelfrancés.Jemesuisévadé,entonces,eraunafrasequesugeríadeinmediatolaposibilidaddequesimplementehubieraqueridoescapardealgunoscompromisostediosos,loqueseacercabamuchoalaverdad,pueséllajuzgabaunamujercaprichosaquesecansabaprontodelplacerdelmomento.

Lehacíagraciapensarque losVanderLuyden la llevaranaSkuytercliffporsegundavez,yahoraportiempoindefinido.LaspuertasdeSkuytercliffseabrían rara vez, y a regañadientes, para recibir visitas, y comogran cosa seofrecíaungélidofindesemanaaunospocosprivilegiados.PeroArcherhabíavistoensuúltimoviajeaParísladeliciosaobradeLabicheLevoyagedeM.Perricbon,yrecordóelobstinadoytenazcariñodeM.Perrichonporeljovenaquien había rescatado del glaciar. Los Van der Luyden habían rescatado amadameOlenskadeunasuertecasiigualmentegélida;yaunquehabíamuchasotrasrazonesparaquesesintieranatraídosporella,Archersabíaquedebajodeaquéllaslatíalacortésyempecinadadeterminacióndeseguirrescatándola.Sintióunaclaradesilusiónalsaberqueestabalejos;ycasialinstanterecordóque,sóloundíaantes,habíarechazadounainvitacióndelosReggieChiversapasareldomingosiguienteensucasaaorillasdelHudson,apocasmillasdeSkuytercliff.

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HacíamuchotiempoqueArchersehabíahartadodelasruidosasfiestasdesus amistades en Highbank, del patinaje en hielo, los paseos en trineo, laslargas caminatas en la nieve, todo sazonado con insustanciales flirteos ybromasmuchomásinsustancialesaún.

Acababa de recibir de su librero en Londres una caja de libros reciénpublicados, y prefería el panorama de un tranquilo domingo en casa con sutesoro.Perodeprontosedirigióalescritoriodelclub,escribióun telegramaurgente, y pidió al empleado que lo enviara de inmediato. Sabía que Mrs.Reggieno semolestabapor el repentino cambiode ideade sus invitados, yquesiemprehabíaunahabitacióndisponibleenesacasaelástica.

15

NewlandArcher llegó a casa de losChivers el viernes al atardecer, y elsábado cumplió a conciencia todos los rituales correspondientes a un fin desemanaenHighbank.

Enlamañanadiounpaseoentrineoconladueñadecasayalgunasdelasmás arriesgadas invitadas; en la tarde "recorrió la finca" con Reggie, yescuchó, en los establos cuidadosamente instalados, sus largas eimpresionantesdisquisicionesacercadelcaballo;despuésdel téconversóenunrincóndelcalefaccionadosalónconunajovenqueeldíadelanunciodesucompromiso había declarado que su corazón estaba destrozado, y que ahoraansiabahablarledesuspropiasesperanzasmatrimoniales;yfinalmente,cercademedianoche,ayudóacolocarunpezdecoloresdentrodelacamadeunodelosalojados,sedisfrazódeladrónenlasaladebañodeunaasustadatía,yviollegar el amanecer participando en una guerra de almohadones que abarcódesdelashabitacionesdelosniñoshastaelsótano.Peroeldomingodespuésdelalmuerzopidióprestadountrineo,ysedirigióaSkuytercliff.

SiempresedijoquelacasadeSkuyterclifferaunavillaitaliana.Lagenteque no había estado nunca en Italia lo creía; también algunos que habíanestado allí.Mr. van der Luyden la había hecho construir en su juventud, alregresar del grand tour y anticipándose a su próximomatrimonio conMissLouisaDagonet.Erauna ancha estructura cuadrada conmurallas demaderamachihembrada pintadas de verde pálido y de blanco, pórtico corintio, ypilastras acanaladas entre las ventanas. Desde el elevado terreno donde seencontrabalacasadescendíanunaseriedeterrazasbordeadasporbalaustradasyjarronesalestilodelosgrabadosenacerohastaunpequeñolagodeformairregularconunbordedeasfaltodondecolgabanlasramasdeunasrarísimasconíferas lloronas. A derecha e izquierda, los famosos céspedes sin maleza

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tachonados de ejemplares de árboles (cada uno de diferente variedad) sealejabanhacia largosespaciosdepastocoronadosdeelaboradosornamentosdehierroforjado;yabajo,enunahondonada,sesituabalacasadepiedradecuatrohabitacionesqueconstruyeraelprimerProtectorenlatierraquerecibióenencomiendaen1612.

Teniendocomofondolacapadenieveyelgrisáceocieloinvernal,lavillaitaliana surgíaconunaspectobastante tétrico;hastaenveranoguardaba susdistancias,ylosmásosadosarbustosjamásseaventuraronaacercarseamásde treintapiesdesusiniestrafachada.Enesemomento,cuandoArcherhizosonarlacampana,sulargosonidopareciócorrercomounecoatravésdeunmausoleo;ylasorpresadelmayordomoquerespondióalallamadaalcabodeunbuenratofuetanprofundacomosilohubieransacadodesusueñoeterno.Afortunadamente,Archereradelafamiliayporlotantopudo,apesardeloirregulardesullegada,informarsedequelacondesaOlenskahabíasalidoencoche conMrs. van derLuyden para asistir al servicio religioso de la tardehacíaexactamentetrescuartosdehora.

—Mr. van der Luyden—continuó elmayordomo— está en casa, señor;pero tengo la impresión de que está tomando su siesta o bien leyendo elEvening Post de ayer. Le oí decir, señor, cuando volvió de la iglesia estamañana, quepensabahojear elEveningPost despuésdel almuerzo; si usteddesea,señor,puedoacercarmealapuertadelabibliotecayescuchar...

PeroArcher leagradecióydijoque iríaalencuentrode lasseñoras;yelmayordomo, obviamente aliviado, le cerró la puerta majestuosamente. Unmozollevóeltrineoalosestablos,yArchersefuecruzandoelparquehacialacarretera.ElpueblodeSkuytercliffestabasóloamillaymediadedistancia,peroélsabíaqueMrs.vanderLuydennuncacaminaba,yquedebíairporelcaminoparaencontrarseconelcarruaje.Sinembargo,deprontovioacercarsepor un sendero que atravesaba la carretera una esbelta figura bajo una caparoja, con un perro grande que corría adelante.Apresuró el paso, ymadameOlenskasedetuvoensecoconunasonrisadebienvenida.

—¡Ah,viniste!—dijo,sacandounamanodedentrodesumanguito.

La capa roja la hacía ver alegre y vivaz, como la EllenMingott de losviejostiempos;yArchertomósumano,riendo.

—Vineaverdequéhuías.

Surostroseobscureció,perocontestó:

—Ah,estábien,ahoraloverás.

Larespuestaloconfundió.

—¿Quieresdecirqueteatraparon?

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Ella seencogiódehombros,comohacíaNastasia,y replicóen tonomásliviano:

—¿Quieresquecaminemos?Mediomucho fríodespuésdel sermón. ¿Yquéimporta,ahoraqueestásaquíparaprotegerme?

Lasangresubióalassienesdeljoven,queasióunplieguedesucaparoja.

—Ellen,¿quépasa?Tienesquedecírmelo.

—Oh,porahoramejorcorramosunacarrera:semeestáncongelandolospies—gritóella.

Y levantando su capa se fue corriendo por la nieve, mientras el perrosaltaba a su alrededor con ladridos desafiantes.Archer se quedó un instantecontemplándola,fascinadoporelcentelleardelmeteororojocontralanieve;luegopartiótrasellayseencontraron,jadeandoyriendo,enlaportezuelaqueconducíaalparque.

Ellalomirósonriendo.

—¡Sabíaquevendrías!

—Eso prueba que querías que viniera — replicó él, con unadesproporcionadaalegríaporlosdisparatesquehacían.

El resplandor blanco de los árboles llenaba el aire con su propio brillomisterioso,yamedidaquecaminabansobre lanieveel sueloparecíacantarbajosuspies.

—¿Dedóndevienes?preguntómadameOlenska.Élselodijoyagregó:

—Vineporquerecibítunota.

Luegodeunapausaelladijo,conunimperceptibletemblorenlavoz:

—Maytepidióquemecuidaras.

—Nonecesitabapedírmelo.

—¿Piensasqueestanevidentequeestoydesvalidaeindefensa?¡Todosmeconsiderarán poca cosa! Pero las mujeres de aquí no parecen... no parecensentirnuncalanecesidad,comolossantosenelcielo.

—¿Quéclasedenecesidad?—preguntóélbajandolavoz.

—¡Ah, nome preguntes nada! Yo no hablo tu idioma—replicó ella entonopetulante.

La respuesta lo aturdió como un golpe, y se detuvo en el senderomirándola.

—¿Paraquévine,sinohablotuidioma?

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—¡Oh, amigo mío!—suspiró ella y puso delicadamente su mano en elbrazodeArcher.

—Ellen, ¿por qué no quieres contarme lo que pasó? —rogó éldirectamente.

Ellaseestremecióotravez.

—¿Sucedealgoalgunavezenelcielo?

Elguardósilencio,ysiguieroncaminandounospasossincambiarpalabra,hastaquefinalmenteellahabló.

—Telodiré,pero¿dónde,dónde,dónde?¡Nosepuedeestarniunminutoa solas en esta casa que parece un enorme seminario, con todas las puertasabiertasdeparenpar,ydondesiemprerevoloteaunacriadaofreciendoelté,ollevandounleñoparaelfuego,oelperiódico!¿Existealgúnlugarenunacasanorteamericanadondeunopuedaestar sola?Son tan tímidos,y sinembargotan públicos. Siempre siento como si hubiera vuelto al convento, o como siestuviera en un proscenio ante un público tan tremendamente educado quejamásaplaude.

—¡Ah,nonosquieres!—exclamóArcher.

CaminabanfrentealacasadelantiguoProtector,consusmurallaschatasysus ventanillas cuadradas agrupadas en forma compacta alrededor de unachimenea central. Las persianas estaban abiertas, y a través de una de lasventanasreciénlavadas,Archeralcanzóaverlaluzdeunfuego.

—¡Mira,lacasaestáabierta!—dijo.Ellanosemovió.

—No—dijo—, es sólo por hoy.Yo quería verla, yMr. van derLuydenhizo encender el fuegoy abrir las ventanas para que pudiéramos entrar estamañanaalregresardelaiglesia—subiólospeldañosytratódeabrirlapuerta—. ¡Qué suerte, todavía está sin llave! Entra, aquí podemos conversartranquilos.Mrs.vanderLuydenfueenelcocheavisitarasustíasviejasenRhinebeck,ynadienosecharádemenosenlacasahastaunahoramás.

Archerlasiguióporelestrechopasillo.Suánimo,decaídoconsusúltimaspalabras, remontó con un ímpetu irracional. La acogedora casita, con susmaderasy susbroncesbrillantesa la luzdel fuego,parecíacreadaen formamágica para recibirlos. Un buen montón de brasas ardía todavía en lachimenea de la cocina, bajo una olla de hierro colgada de un viejo soporte.Algunas sillas enjuncadas colocadas frente a frente rodeaban el hogar debaldosas,yenrepisaspegadasalaparedhabíavariashilerasdeplatosDelft.Archerseinclinóyarrojóunleñosobrelasbrasas.

MadameOlenska,quitándoselacapa,sesentóenunadelassillas.Archerseapoyóenlachimeneaylamiró.

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—Ahorateríes,perocuandomeescribisteestabastriste—dijo.

—Sí —repuso ella e hizo una pausa—. Pero no puedo sentirme tristecuandotúestásaquí.

—Nomequedarémuchorato—replicóArcher,apretandoloslabiosconelesfuerzodedecirsólolonecesarioynadamás.

—No, ya lo sé. Pero yo soy imprevisible, vivo elmomento cuando soyfeliz.

Laspalabrasseintrodujeronenélcomounatentación,yparacerrarlelossentidosseapartódelachimeneaymiróhaciaafuera,hacialostroncosdelosárboles contra la nieve. Pero fue como si ella también cambiara de lugarporquetodavíalaveía,entreélylosárboles,inclinadasobreelfuegoconsusonrisaindolente.ElcorazóndeArcherlatíasinquepudieradominarlo.¿Ysiera de él de quien ella huía, y había esperado para decírselo hasta queestuvieransolosenestecuartosecreto?

—Ellen, si de veras voy a ayudarte, si de veras querías que viniera,cuéntamequéproblematienes,dequéestáshuyendo—insistió.

Hablósincambiardeposición,sinsiquieravolverseamirarla;silascosasteníanquepasar,preferiblequepasarandeesamanera,contodoelanchodelahabitaciónentreellos,ymientraséltuvieralosojosfijosenlanievedeafuera.Ella permaneció callada largo rato; y todo ese tiempoArcher la imaginaba,casilaoía,acercándosefurtivamentedetrásdeélparaarrojarsusbellosbrazosalrededor de su cuello. Mientras esperaba, cuerpo y alma temblando deemociónporelmilagroqueibaaocurrir,susojosrecibieronmecánicamentelaimagen de un hombre enfundado en un grueso abrigo con el cuello de piellevantadoqueavanzabaporelsenderohacialacasa.EraJuliusBeaufort.

—¡Ah!—gritóArcher,echándoseareíracarcajadas.MadameOlenskasehabía levantadode un salto y corrió a su lado, deslizando susmanos en lassuyas; pero después de lanzar una mirada por la ventana se puso pálida yretrocedió.

—¿Asíqueestoera?—dijoArcherentonoburlón.

—Nosabíaqueestabaaquí—murmurómadameOlenska.

Su mano todavía estaba tomada a la de Archer, pero él la soltó, yatravesandoelpasilloabriólapuertadelacasita.

—¡Hola,Beaufort,poraquí!MadameOlenskaloestabaesperando—dijo.

Durante su viaje de regreso a Nueva York la mañana siguiente, ArcherreviviócontortuosaclaridadsusúltimosmomentosenSkuytercliff.Beaufort,aunqueevidentementemolestoporencontrarloconmadameOlenska,manejó

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la situación con su acostumbrada altanería. Su manera de ignorar a laspersonascuyapresencialemolestabaleshacíaexperimentar,sieransensibles,unasensacióndeinvisibilidad,denoexistencia.Archer,mientrasatravesabanel parque los tres juntos, estaba consciente de esta extraña sensación deincorporeidad;y,porhumillantequefueraparasuvanidad,lediolaespectralventajadeobservarsinserobservado.Beauforthabíaentradoenlacasitaconsuhabitualseguridadensímismo;peronopudoborrarconsusonrisalalíneaverticalentresusojos.EraabsolutamenteclaroquemadameOlenskanosabíaquevendría,apesardequeloquedijoaArcherdejabaabiertalaposibilidad;como sea, ella no le dijo dónde iba cuando abandonó Nueva York, y suinexplicable partida lo exasperó. La razón ostensible de su llegada era eldescubrimiento,justolanocheantes,deuna"casitaperfecta"quenoestabaenel mercado inmobiliario, que era la casa indicada para ella, pero podríanarrebatársela en un instante si no la tomaba. Hizo toda una comedia dereprochespor losproblemasque le había causado al escaparse justo cuandoacababadeencontrársela.

—Siestenuevosistemaparahablarporunalambrehubieraestadounpocomás cercano a la perfección, habría podido decirle todo desde la ciudad, yestaríacalentándomelospiesantelachimeneadelclubenestemomento,envez de vagar detrás de usted por la nieve — refunfuñó, disfrazando unaverdaderairritaciónbajounpretendidoenfado.

MadameOlenska seaprovechóde laoportunidadparacambiar el rumbode la conversación hacia la fantástica posibilidad que tendrían algún día depoderconversardecalleacalle,oincluso,loqueparecíaunsueñoincreíble,de una ciudad a otra. Esto suscitó en todos ellos unas cuantas alusiones aEdgarPoeyaJulesVerne,yesetipodelugarescomunesqueselevienenalos labios en formanatural hasta almás inteligente cuando tiene que hablarcontraeltiempo,ytratarelasuntodeunnuevoinventoenquepuedepareceringenuocreertanpronto;yeltemadelteléfonoloscondujosanosysalvosalamansión.

Mrs. van der Luyden no había regresado todavía. Archer se despidió ysalióenbuscadesutrineo,entantoBeaufortseguíaalacondesaalinteriordelacasa.Eraprobableque,conlopocoqueleagradabaalosVanderLuydenlasvisitasinesperadas,loinvitaranacenarylodevolvieranalaestaciónparatomarel trendenueve;podíaestarsegurodequenoobtendríamásqueeso,pues era inconcebible para sus anfitriones que un caballero que viajaba sinequipaje pretendiera pasar allí la noche, y consideraban de mal gustoproponérseloaalguiencomoBeaufort,conquienteníanlazosdemuylimitadacordialidad.

Beaufort sabía todo esto, y debió esperárselo, demodo que hacer aquellargoviajeportanmínimarecompensadabalamedidadesuimpaciencia.Era

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indudable que perseguía a la condesa Olenska, y Beaufort tenía un soloobjetivo cuando perseguía mujeres hermosas. Hacía tiempo que se habíacansado de su aburrido hogar sin hijos; y aparte de otros consuelos máspermanentes,siempreestabaalabuscadeaventurasamorosasconmujeresdesu propio círculo social. Aquél era el hombre de quien madame Olenskareconocíahuir: el punto era si había escapadoporque sus importunidades ledesagradaban,oporquenoconfiabaenteramenteensímismapararesistirseaél; amenos que, en la realidad, todo su cuento de la huida hubiera sido unpretexto,yquesupartidanofueramásqueunamaniobra.

Archer no lo creía así. Por poco que hubiera visto a madame Olenska,empezabaacreerquepodíaleerensurostro,ysinoensurostro,ensuvoz;yambos habían translucido molestia, incluso consternación, ante la súbitaaparicióndeBeaufort.Pero,despuésdetodo,siasífuera,¿noeramejoresoaque ella hubiera abandonado Nueva York con el expreso propósito deencontrarse con él? Si era eso, entonces dejaba de ser una mujer digna deinterés, pasaba a ser una de las tantas y vulgares hipócritas: unamujer quetenía un amorío con Beaufort quedaba irremediablemente "clasificada". No,eramilvecespeorsi,juzgandoaBeaufortyprobablementedespreciándolo,sesentíaatraídaporélportodoloqueledabaventajasobrelosdemáshombresque la rodeaban: su conocimiento de dos continentes y dos sociedades, suamistad con artistas y actores y gente conocida por todo el mundo, y sudespreocupadodesprecioporlosprejuicioslocales.

Beaufort era vulgar, sin educación, orgulloso de su riqueza; pero lascircunstanciasdesuvida,yunaciertanaturalastucia,lohacíanmásatractivoqueotroshombresmejoresqueélmoralysocialmente,perocuyoshorizonteslimitabanconTheBatteryyCentralPark.¿Cómopodríaalguienprovenientede un mundo más amplio no notar la diferencia y evitar sentirse atraído?MadameOlenska,enunestallidodeenojo,lehabíadichoaArcherqueellosnohablabanelmismoidioma;yeljovensabíaqueenciertopuntoeraverdad.PeroBeaufortcomprendíacadagirodeldialectode lacondesa,y lohablabacon fluidez: su visión de la vida, su tono, su actitud, eran simplemente unreflejomásgroserodeaquellosreveladosenlacartadelcondeOlenski.Estopodría ser su desventaja ante la esposa del conde Olenski; pero Archer erademasiado inteligenteparapensarqueunamujer jovencomoEllenOlenskarechazaranecesariamentetodoloquelerecordabaelpasado.

Podíacreerseenabiertarebelióncontraél;peroloquelahabíafascinadoantestodavíadebíafascinarlaahora,aunquefueracontrasuvoluntad.

De estamanera, con dolorosa imparcialidad, el joven analizó el caso deBeaufort, y el de su víctima. Ansiaba esclarecerle las ideas, y a vecesimaginabaquetodoloqueellapedíaeraqueselasesclareciera.

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EsatardedesembalósuslibrosdeLondres.

La caja estaba llena de cosas que había esperado impacientemente; unanueva obra deHerbert Spencer, otra colección de los brillantes cuentos delprolíficoAlphonseDaudet,yunanovelallamadaMiddlemarch,delascualeslos críticos escribieron recientemente cosas muy interesantes. Rechazó tresinvitacionesacenarenfavordeestefestín;peroaunquehojeólaspáginasconelsensualgozodeunamantedeloslibros,nosabíaloqueleía,ydejócaerdelas manos un libro detrás del otro. De súbito tropezó entre ellos con unpequeñovolumendeversosquehabíapedidoporquelegustóeltítulo:Lacasade la vida. Lo abrió, y se encontró inmerso en una atmósfera distinta acualquiera otra que hubiera respirado en un libro; tan cálida, tan rica, y sinembargotaninefablementetierna,quedabaunanuevayobsesionantebellezaalamáselementaldelaspasioneshumanas.Durantetodalanochebuscóenesas páginas mágicas la visión de una mujer que tenía la cara de EllenOlenska; pero cuando despertó a la mañana siguiente y miró las casas depiedra al otro ladode la calle, y pensó en su escritorio en la oficinadeMr.Letterblair,yenelbancofamiliarenlaiglesiadelaGracia,elmomentovividoenelparquedeSkuytercliffseconvirtióenalgotanalejadodeloslímitesdelarealidadcomosusvisionesnocturnas.

—¡VálgameDios,quépálidoestás,Newland!—comentóJaneymirándoloporencimadelastazasdecafédeldesayuno.

Ysumadreagregó:

—Newlandquerido,henotadoúltimamentequetienesbastantetos.Esperoquenoestarástrabajandodemasiado.

Porqueambasmujeresestabanconvencidasdeque,bajoelfríodespotismodesussuperiores,el jovenderrochabasuvidaenlasmásagotadoras laboresprofesionales,yjamásjuzgónecesariodesengañarlas.

Los siguientes dos o tres días se arrastraron con pesadez.El gusto de locotidiano sabía a cenizas en su boca, y hubo momentos en que se sintióenterradovivobajoelpesodesufuturo.NosuponadadelacondesaOlenska,ni de la casita perfecta, y aunque se encontró con Beaufort en el clubsolamente se hicieron una venia a través de las mesas de whist. Por fin lacuartanocheencontróunacartaesperándoloensucasa."Venmañana,lomástarde posible. Tengo que explicarme. Ellen". Eran las únicas palabras queconteníalanota.

Eljoven,quedebíacenarfuera,hundióhastaelfondodelbolsillolacarta,sonriendoligeramenteconelafrancesamientodel"explicarme".Despuésdelacena fue a ver una obra de teatro; y sólo al regresar a su casa, pasada lamedianoche, sacó de su bolsillo la misiva de madame Olenska y la leyó y

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releyó lentamente numerosas veces. Había varias maneras de contestarla, yexaminó cada una de ellas durante la vigilia de una noche agitada. La queescogió,cuandollególamañana,fueponeralgoderopaenunmaletínysaltarabordodeunbarcoquesalíaesamismatarderumboaSt.Augustine.

16

CuandoArcherbajabaporlaarenosacalleprincipaldeSt.AugustinehacialacasaqueselehabíaindicadocomoladeMr.WellandyvioaMayWellandbajounmagnolioconelsoliluminandosucabello,sepreguntóporquéhabíatardadotantoenir.

Aquí estaba laverdad, aquí estaba la realidad, aquí estaba lavidaque lepertenecía.¡Yél,quecreíadesdeñarlasprohibicionesarbitrarias,habíatemidofaltar a su oficina porque la gente podría pensar que robaba unos días devacaciones!

—¡Newland!¿Pasaalgo?—fueloprimeroquedijoMay.

Archer pensó que habría sido más femenino que ella hubiera leídoinmediatamenteensusojosporquéhabíavenido.

—Sí,pasaqueteníaqueverte—respondió.

LossonrojosdefelicidadqueaparecieronenelrostrodeMayborraronlafrialdad de la sorpresa, y Archer comprendió con qué facilidad se leperdonaba,y lorápidoquehasta la tibiareprobacióndeMr.Letterblairseríaolvidadaconunasonrisaporunafamiliatolerante.Porlotempranodelahora,la calle principal no era el sitio apropiado para saludos que excedieran laformalidad,yArcheransiabaestarsoloconMayydejarfluirtodasuternuraysu impaciencia. Todavía faltaba una hora para el tardío desayuno de losWelland,yenvezdeinvitarloasucasa,Maylepropusoquecaminaranhastaunviejonaranjalsituadoa lasalidadelpueblo.Acababadedarunpaseoenbote por el río y el sol que cubría con unamalla de oro las pequeñas olasparecía tenerla envuelta en sus redes. El viento esparcía su cabello brillantecomounalambredeplatasobresusmejillasbronceadas,y tambiénsusojosparecíanmásluminosos,casidescoloridosensulimpiezajuvenil.Caminandoal lado de Archer con su paso cimbreante, su semblante mostraba lainexpresivaserenidaddeunajovenatletademármol.

ParalostensosnerviosdeArcherestaimageneratansedantecomoelcieloazulylaslentasaguasdelrío.Sesentaronenunbancobajolosnaranjosyélla rodeóconsusbrazosy labesó.Eracomobeberdeunavertientea laquedaba el sol; pero al parecer su abrazo fuemás vehemente de lo que pensó,

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porqueMayseruborizóyseechóhaciaatráscomosilahubieraasustado.

—¿Quépasa?—preguntóArcher,sonriendo.

—Nada—repusoella,mirándolosorprendida.

Ambossesintieronalgo turbados,y lamanodeMaysedesligóde ladeArcher.EralaprimeravezquelabesabaenloslabiosfueradesubesofurtivoenelinvernaderodeBeaufort,ysediocuentadequeellaestabainquieta,quehabíaperdidosufríacomposturajuvenil.

—Cuéntame lo que haces todo el día —dijo él, cruzando los brazos ydescansandoenellos lacabezayechándoseel sombrerohaciaadelanteparaprotegerse del resplandor del sol. Hacerla hablar de cosas familiares ysencillas leparecióelmejormétodoparaseguirel independientehilodesuspropiospensamientos;yseinstalóaescucharsutrivialcrónicadebañosenelrío, paseos en bote y a caballo, intercalando algunos bailes en la antiguahosteríacuandoarribabaalgúnbarcodeguerra.HabíaungrupodegentedeFiladelfia y Baltimore, todosmuy agradables, alojados en la hostería, y losSelfridgeMerryhabíanvenidoapasartressemanasporqueKatehabíatenidobronquitis.

Estabanplaneandohacerunacanchadetenisenlaarena,perosóloKateyMayteníanraquetas,ylamayoríadelosdemásjamáshabíaoídohablardeesejuego.

Todas estas actividades la mantenían muy ocupada y no había tenidotiempo más que de mirar el pequeño libro en papel vitela que le enviaraArcherlasemanaanterior(Sonetosportugueses);peroyasesabíadememoriaCómo llevaron la Buena Nueva de Ghent a Aix, porque fue una de lasprimerascosasqueélleleyó;yledijocondeleitequeKateMerrynuncahabíaoídonombraraunpoetallamadoRobertBrowning.

Desúbitoselevantódeunsaltodelbanco,diciendoquellegaríantardealdesayuno; y se apresuraron a regresar a la desvencijada casa con su porchedespintado y su cerca de plumbago sin podar y geranios rosados donde losWellandsehabían instaladoapasarel invierno.LasensibilidadhogareñadeMr.Wellandlohacíaaborrecerlasincomodidadesdeldesaseadohotelsureño,por lo queMrs.Welland se veía obligada, año tras año, a improvisar, conenormes gastos y venciendo dificultades casi insuperables, una servidumbrecompuesta en parte por descontentos criados neoyorquinos y en parte porpersonalnegrodelalocalidad.

—Elmédicoquierequemimaridoestécomoensucasa;deotramanerasesentiríatandesdichadoqueelclimanoleharíaningúnbien—explicabatodoslosinviernosaloscompadecidosamigosdeFiladelfiayBaltimore.

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Y en ese momento Mr. Welland, rebosando alegría ante la mesa dedesayunomilagrosamente atestada de lasmás variadas exquisiteces, decía aArcher:

—Ya ves, querido muchacho, aquí estamos acampando, literalmenteacampando.SiemprelesdigoamimujeryaMayqueasíquieroenseñarlesavivirsintantascomodidades.

LainesperadallegadadeljovensorprendiótantoaMaycomoasuspadres;pero él pretextó que se sentía al borde de un molesto resfrío, lo que Mr.Welland consideró una razón suficiente para abandonar cualquier clase dedeber.

—Tieneque tenergrancuidado,especialmenteal comenzar laprimavera—dijo, llenando su plato de pasteles de hojuela de un color pajizo ybañándolosenunjarabedorado—.Siyohubierasidotanprudenteatuedad,Mayestaría ahorabailando en las fiestas en lugardepasar sus inviernos enestedesiertoconunviejoinválido.

—¡Oh,túsabesquemeencantaestaraquí,papá!YsiNewlandsepudieraquedarconnosotros,preferiríamilvecesestaraquíqueenNuevaYork.

—Newland debe quedarse hasta que semejore bien de su resfrío—dijoMrs.Welland,complaciente.

Y el joven se echó a reír y dijo que recordaba tener algo así como unaprofesión.Perologró,despuésdeunintercambiodetelegramasconsuoficina,que su resfrío durara al menos una semana; y la situación tuvo su ánguloirónico cuando supo que la indulgencia deMr. Letterblair se debió en granmedidaalabrillantemaneraenquesujovencolegallevóelproblemáticocasodeldivorciodelosOlenski.Mr.LetterblairhizosaberaMrs.WellandqueMr.Archerhabía"prestadounvaliososervicio"a toda la familia,que laancianaMrs.MansonMingott estaba especialmente contenta.Y un día en queMayhabíasalidoapasearconsupadreenelúnicovehículoenplaza,Mrs.Wellandaprovechólaocasiónparatocaruntemaquesiempreeludíaenpresenciadesuhija.

—MetemoquelasideasdeEllensondistintasalasnuestras.Apenasteníadieciocho años cuando Medora Manson se la llevó de regreso a Europa...¿Recuerdas el revuelo cuando apareció vestida de negro en su baile depresentaciónensociedad?OtrocaprichodeMedora...¡yestavezresultócasiprofético!Haceunosdoceañosdeeso,ydesdeentoncesEllennoviviónuncaen Norteamérica, así que no hay que extrañarse de que esté totalmenteeuropeizada.

—Pero la sociedad europea no es muy proclive al divorcio; la condesaOlenskapensóqueactuabaconformea las ideasnorteamericanasalpedirsu

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libertad.

EralaprimeravezqueeljovenpronunciabasunombredesdequesaliódeSkuytercliff,ysintióqueelruborsubíaporsusmejillas.

—Esa es una de las cosas extraordinarias que los extranjeros inventanacercadenosotros—respondióMrs.Welland conuna sonrisa compasiva—.¡Creenquecomemosalasdosdelatardeyaprobamoseldivorcio!Poresomeparece tan tonto festejarlos cuando vienen a Nueva York. Aceptan nuestrahospitalidadyluegosevuelvenacasayrepitenlasmismasestupideces.

Archernohizoningúncomentario,yMrs.Wellandcontinuó:

—Pero apreciamos enormemente que hayas persuadido a Ellen de queolvidaraesa idea.Suabuelay su tíoLovellnopudieronconseguirlo;amboshan escrito diciendo que su cambio de decisión se debe enteramente a tuinfluencia; de hecho, ella misma se lo dijo a su abuela. Te tiene unaadmiraciónsinlímites.PobreEllen,desdeniñasiemprefuetanvoluntariosa.¿Cuáliráasersudestino?

"Elque todoscontribuyamosa forjarle"—hubieraquerido responder—."Si ustedes quieren que sea la amante de Beaufort en vez de casarse concualquier tipo decente, no hay duda que han tomado el mejor camino." SepreguntabaquédiríaMrs.Wellandsihubieradichoesaspalabrasenlugardeconformarse con pensarlas. Podía imaginar el súbito cambio en sus serenasfacciones,alasquesuhabitualcontrolantelaspequeñecesotorgabaunairedeartificial autoridad. Todavía tenía su rostro huellas de una fresca bellezasemejante a la de su hija, y Archer se preguntó si la cara de May estabacondenada a engordar y convertirse en la misma imagen madura de unainvencibleinocencia.

¡Ah,no,noqueríaqueMaytuvieraaquellaclasedeinocencia,lainocenciaquevendelamentecontralaimaginaciónyelcorazóncontralaexperiencia!

—Realmentecreo—continuóMrs.Welland—,quesiestehorribleasuntohubierasalidoenlosperiódicos,habríasidoungolpemortalparamiesposo.Noconozconingúndetalle; loúnicoquepidoesno sabernada, comose lodijealapobreEllencuandotratódehablarconmigoalrespecto.Teniendoquecuidar a un inválido, debo mantener mi mente brillante y alegre. PeroMr.Wellandestuvosumamenteafectado;tuvounpocodetemperaturatodasesasmañanasmientrasesperábamossabersudecisión.Eraelhorrordequesuhijasupiera que tales cosas pueden ocurrir, pero, claro, tú también sentiste lomismo,queridoNewland.TodossabíamosqueestabaspensandoenMay.

—SiempreestoypensandoenMay—replicóel joven, levantándoseparacortarlaconversación.

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PretendióaprovecharlaoportunidaddeestaconversaciónprivadaconMrs.Welland para insistirle en que adelantaran la fecha delmatrimonio. Pero noencontraba argumentos que pudieran convencerla, y con gran sensación dealivio vio a Mr. Welland y a May que llegaban ante la puerta. Su únicaesperanza era tratar de convencer aMay, y para lograrlo el día antes de supartida salió a caminar con ella por los ruinosos jardines de la misiónespañola.Elentornomismolosllevóahaceralusionesalpanoramaeuropeo,yMay, que se veía preciosa bajo un sombrero de ala ancha que le daba unasombra de misterio a sus ojos claros, vibró de impaciencia por conocerlascuandoélhablódeGranadaydelaAlhambra.

—Podríamosverlasestaprimavera,inclusopasarSemanaSantaenSevilla—insistió él, exagerando sus peticiones con la ilusión de una mayorconcesión.

—¿SemanaSantaenSevilla?¡YlapróximasemanaempiezalaCuaresma!—exclamóMayriendo.

—¿YporquénonospodemoscasarenCuaresma?—replicóArcher,perolaviotanescandalizadaquecomprendiósuerror.

—Eraunabroma,miamor;peroencuantopaseSemanaSanta,paraquepodamos embarcarnos a fines de abril. Sé que no tendré problemas en laoficina.

Ellasonriócomosisoñaraconlaposibilidad,peroélsediocuentadequele bastaba con soñar. Era como escucharlo leer en voz alta en sus libros depoesíacosashermosasquejamáspodríansucederenlavidareal.

—¡Oh,porfavor,sigue,Newland!Meencantantusdescripciones.

—¿Pero por qué quedarnos en descripciones? ¿Por qué no las hacemosrealidad?

—Lasharemos,querido,porsupuesto,elpróximoaño—suvozeralenta.

—¿No quieres que sean reales más pronto? ¿No puedo persuadirte paraquehuyamosahoramismo?

Ella inclinó lacabeza,escondiéndosedesusmiradasbajo lacomplicidaddelaladesusombrero.

—¿Porquéseguirsoñandounañomás?¡Mírame,miamor!¿Noentiendeslomuchoquedeseohacertemiesposa?

Ellasequedóinmóvilporunmomento;despuésleclavóunosojosdetandesesperada claridad que Archer aflojó el brazo que ceñía su cintura. Perorepentinamentesumiradacambióysevolvióprofundamenteinescrutable.

—Noestoyseguradeentenderbien—dijo—.¿Esporquenoestásseguro

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dequeseguirásqueriéndome?

Archersaltódesuasiento.

—Diosmío...quizás...nosé—exclamófurioso.

May Welland también se puso de pie; cuando se miraron, ella parecíahaber crecido en estatura y dignidad femenina. Ambos permanecieron unmomentoensilencio,comoturbadosporlainesperadadirecciónquetomabansuspalabras;luegoelladijoenvozbaja:

—¿Hayalguienentretúyyo?

—¿Alguien entre tú y yo? —repitió Archer lentamente, como si noentendierabienyquisieratiempopararepetirselapreguntaasímismo.

Ellapareciónotarlainseguridaddesuvoz,puesprosiguióbajandomáseltono:

—Hablemos francamente, Newland. A veces siento algo distinto en ti,especialmentedesdequeanunciamosnuestrocompromiso.

—¡Querida,quélocura!—exclamó,yarecuperado.

Ellaescuchósuprotestasonriendo.

—Siesasí,noteharádañoquelodiscutamos—hizounapausayagregó,levantandolacabezaconsuacostumbradadistinción—:Yaunqueseaverdad,¿porquénopodríamoshablarlo?Estanfácilquehayascometidounerror.

El bajó la cabeza, fijando la vista en el negro dibujo que formaban lashojassobreelsoleadosenderoqueteníanbajosuspies.

—Siempreesfácilequivocarse;perosihubieracometidounerrorcomoelque sugieres, ¿es lógico que te esté implorando que adelantemos nuestromatrimonio?

Ella tambiénmiró hacia abajo, desarmando el dibujo con la punta de susombrillamientrasluchabaporencontrarlaspalabrasadecuadas.

—Sí—dijofinalmente—.Talvezquieras,deunavezportodas,resolverelproblema:esunamanera.

LesorprendiólaserenalucidezdeMay,peronoseengañópensandoquefuera insensible.Viobajoelaladesusombrero lapalidezdesuperfil,yuntenue temblor de la ventanilla de la nariz sobre sus labios curvados en unamuecadefirmeza.

—¿Ybien?—preguntóArchersentándoseenelbancoymirándolaconelceñofruncidoquetratódequeparecieraalegre.

Ellasedejócaerensuasientoycontinuó:

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—No pienses que unamuchacha sabe tan poco como creen sus padres.Uno escucha y se da cuenta, uno tiene sus sentimientos y sus ideas. Y teaseguroquemuchoantesdequemedijerasquemequeríasyosabíaquehabíaotra que te interesaba; todo el mundo hablaba de eso dos años atrás enNewport.Y una vez los vi sentados juntos en la galería durante un baile, ycuando ella volvió a la casa su cara estaba triste, y sentí pena por ella; lorecordémástarde,cuandonoscomprometimos.

Suvozeracasiunsusurroy,sentadaenelbanco,abríaycerrabalasmanosalrededordelmangodesusombrilla.El jovenpusosumanosobrelassuyascontiernapresión;sucorazónseensanchóconindeciblealivio.

—Miniñaquerida...¿eraeso?¡Sisupieraslaverdad!

Ellalevantólacabezarápidamente.

—¿Entonceshayunaverdadqueyonoconozco?

Archernoquitósusmanos.

—Quierodecir,laverdadacercadeesaviejahistoriaquemencionaste.

—Perosiesesoloquequierosaber,Newland...loquetengoquesaber.Nopuedofundarmifelicidadenundaño,unainjusticia,aotrapersona.Yquisieracreerquepiensas lomismoqueyo. ¿Quéclasedevidapodríamos construirsobretalesbases?

Surostrohabía tomadounaexpresióndevalor tan trágicoqueélhubieraqueridoinclinarseanteellahastaelsuelo.

—Había querido decírtelo hace tiempo— prosiguió la joven—. Queríadecirte que, cuando dos personas se aman realmente, yo comprendo quepueden haber situaciones que permitirían que ellos actuaran... actuaran encontrade laopiniónpública.Ysidealgúnmodo te sientescomprometido...comprometido con la persona de que hablamos, y si hay alguna manera...algunamaneraenquepuedascumplirtucompromiso...aunqueelladebapedireldivorcio...Newland,¡nolaabandonespormí!

La sorpresa que le produjo descubrir que sus temores se referían a unepisodiotanremotoycompletamentepasadocomofuesuromanceconMrs.ThorleyRushworthcediópasoalaadmiraciónquelecausólagenerosidaddesu criterio. Había algo sobrehumano en una actitud tan valientemente pocoortodoxa,ysiotrosproblemasnolohubieranpresionado,sehabríaperdidoenesamaravilladelprodigiodelahijadelosWellandinsistiéndolequesecasaracon su anterior amante. Pero todavía estaba mareado con el atisbo delprecipicioquehabíanbordeado,ysesentíallenodeasombroanteelmisteriodelajuventud.Nofuecapazdehablarporunrato;luegodijo:

—No existe compromiso, ni ninguna obligación, de la clase que tú

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imaginas.Esoscasosnosiempresepresentandemaneratansimple.Peronoimporta,adorotugenerosidad,porquesientolomismoquetúrespectodeestascosas. Pienso que cada caso debe juzgarse individualmente, de acuerdo consuspropiosméritos...sintomarencuentalasestúpidasconveniencias...quierodecir,elderechodecadamujerasulibertad...

Se detuvo, asustado del giro que habían tomado sus pensamientos, ycontinuó,sonriendoalmirarla:

—Yaqueentiendestantascosas,queridamía,¿porquénovasunpoquitomáslejosyentiendeslainutilidaddequenossometamosaotraformadelosmismosestúpidosconvencionalismos?Sinohaynadieninadaentrenosotros,¿no es un buen motivo para casamos rápidamente, en vez de atrasar tantonuestromatrimonio?

Ellasesonrojódedichaylevantólacara;cuandoélseinclinóhaciaellaviosusojosllenosdelágrimasdefelicidad.PeroenuninstanteMayparecíahaber descendido de su estatura de mujer para retomar su desamparada ytimoratajuventud;yélcomprendióqueteníavaloreiniciativaparadefenderaotros, y que no tenía nada para defenderse a símisma. Era evidente que elesfuerzo de hablar había sido mayor de lo que su estudiada composturatraicionaba,yquealaprimerapalabratranquilizadoradesunoviovolvióaserladesiempre,comocuandounniñoquesehaaventuradolejosbuscarefugioenlosbrazosdesumadre.Archernotuvocorazónparaseguirdiscutiendoconella;estabademasiadodesilusionadoalverdesvanecersealnuevoserque leclavaraaquellaprofundamiradaconsusojostransparentes.Maypareciónotarsu desilusión, pero no supo cómo mitigarla. Y regresaron caminando ensilencio.

17

Tuprimalacondesavinoavisitaramamácuandoestabasfuera—anuncióJaney Archer a su hermano la tarde de su regreso. El joven, que estabacomiendo solo con su madre y hermana, miró sorprendido y vio queMrs.Archerteníalavistafijaensuplato.Mrs.Archernoconsiderabasureclusióndelmundocomounarazónparaque laolvidaran,yNewlandadivinóque lehabíamolestadounpocosusorpresaporlavisitademadameOlenska.

—Llevabaunapolonesadeterciopelonegroconbotonesdeazabache,yungraciosomanguito verde; nunca la había visto tan bien vestida—prosiguióJaney—.Vinosolaeldomingo,aprincipiosdelatarde;porsuerteelfuegodelsalón estaba encendido. Tenía uno de esos tarjeteros modernos. Dijo que

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queríaconocernosporquetúhabíassidomuybuenoconella.

Newlandseechóareír.

—MadameOlenskasiemprediceesodesusamigos.Estámuycontentadeestarotravezentresugente.

—Sí, eso nos dijo —repuso Mrs. Archer—. Me pareció que estáagradecidadeestaraquí.

—Esperoquetehayagustado,mamá.

Mrs.Archerfruncióloslabios.

—Ciertamente hace todo lo posible por agradar, incluso cuando visita aunavieja.

—Mamánolacreemuysencilla—intercalóJaney,escrutandolacaradesuhermano.

—Essólomimododesentirpasadodemoda;miqueridaMayesmiideal—dijoMrs.Archer.

—Ah—dijosuhijo—,noseparecen.

ArcherhabíapartidodeSt.AugustinecargadodemensajesparalaancianaMrs. Mingott, y un par de días después de su regreso a la ciudad fue avisitarla. Lo recibió con desacostumbrada cordialidad; le estaba muyagradecidaporhaberconvencidoalacondesaOlenskadequeabandonarasuidea de divorciarse; y cuando él le contó que había salido de la oficina sinpermisoycorridoaSt.AugustinesimplementeporquequeríaveraMay,ellalanzó una adiposa risita y le dio palmaditas en la rodilla con su manoregordeta.

—Ajá, así que te rebelaste ¿eh? Y supongo que Augusta y Wellandpusieroncaralargayreaccionaroncomosiseacercaraelfindelmundo.PerolapequeñaMaylocomprendió,¿omeequivoco?

—Esperoquesí;peroalfinalnoaceptóloquefuiapedirle.

—¿Noaceptó?¿Yquéera?

—Queríaquemeprometieraquenoscasaríamosenabril.¿Paraquévamosaderrocharotroaño?

Mrs.MansonMingotttorcióburlonamentesupequeñabocaenunamuecademojigateríaylomiróparpadeandoconojosmaliciosos.

—Pregúntaleamamá,me imagino, la típicahistoria. ¡Ah,estosMingott,todosiguales!Nacenenunsurcoydeahínolospuedesdesarraigar.Cuandoconstruí esta casa, se hubiera dicho que me iba a California. Nunca nadie

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habíaconstruidoarribadelacalleCuarenta;no,lesdije,nimásalládeBatterytampoco, antes de que Cristóbal Colón descubriera América. No, no, nadiequiere ser diferente; le tienen tantomiedo a la diferencia comoa la viruela.Ah,mi queridoArcher, agradezco ami buena estrella de ser solamente unavulgarSpicer;peroningunodemishijossemeparece,apartedemipequeñaEllen.—Sedetuvo,todavíamirándoloconojosbrillantes,ylepreguntó,eneltonocasualquesuelentomarlosancianos—:¿YporquédiablosnotecasasteconmipequeñaEllen?

Archerserio.

—Porunarazón:ellanoestabaaquíparacasarseconnadie.

—No, claro que no; esa es la lástima. Y ahora es demasiado tarde; ellatienesuvidaacabada.

Habló con la fría complacencia de los viejos cuando echan tierra en latumbadelasnacientesesperanzas.Eljovensintióqueselehelabaelcorazón,ydijoapresuradamente:

—¿LepuedorogarqueusesuinfluenciaconlosWelland,Mrs.Mingott?Noestoyhechoparanoviazgoslargos.

LaviejaCatherinelesonrióradianteconungestodeaprobación.

—Sí,yalocomprendo.¡Eresbastantevivo!Nohaydudadequedeniñotegustabaque tesirvieranantesqueanadie.—Echó lacabezahaciaatrásconuna risotadaquehizoondular supapadacomounaola—. ¡Ah,ahívienemiEllen!—exclamócuandoseabrieronlasmamparasdándolepaso.

MadameOlenskaseacercóconunasonrisa.Susemblanteseveíavivazyfeliz;tendiósumanoalegrementeaArchermientrasseinclinabaabesarasuabuela.

—Querida, justamente le preguntaba a este joven por qué no se habíacasadoconmipequeñaEllen.

MadameOlenskamiróaArcher,sonriente.

—¿Yquérespondió?

—¡Oh,querida,esolotendrásquedescubrirsola!FueaFloridaavisitarasunovia.

—Sí, ya lo sabía —ella seguía mirándolo—. Fui a ver a tu madre, apreguntarle dónde habías ido. Envié una nota que nunca contestaste, y temíqueestuvierasenfermo.

Elmusitóalgoacercadequepartióinesperadamente,conmuchaprisa,quetratódeescribirledesdeSt.Augustine.

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—¡Y,porsupuesto,unavezallánoteacordastenuncamásdemí!

Nodejabadesonreírleconunaalegríaquepodíaserunaestudiadaposedeindiferencia. "Si todavía me necesita, está decidida a no hacérmelo saber",pensó Archer, enojado por su conducta. Quería agradecerle la visita a sumadre,perobajolosmaliciososojosdelaabuelasesintiócohibidoeincapazdehablar.

—¡Míralo—dijoMrs.Manson—,contanardienteprisaporcasarsequesefuedelaoficinaalafrancesaycorrióarogarderodillasaesaniñatonta!Esesí que es un amante; así fue como el buenmozoBob Spicer se llevó amipobre madre; y luego se cansó de ella antes de que yo dejara de mamar,¡aunque sólo faltaban ocho meses! Bueno, pero tú no eres un Spicer,jovencito;unasuerteparatiyparaMay—hizounabrevepausayluegogritócon desprecio—: Ellen es la única que heredó algo de su perversa sangre;todoslosdemássondelmodeloMingott.

ArcherestabaconscientedequemadameOlenska,quesehabíasentadoalladodesuabuela,todavíaescrutabasurostroconairepensativo.Yasehabíadesvanecidodesusojos laalegríaquemostróalcomienzo,ydeprontodijocongransuavidad:

—Nohay duda, abuela, de que entre las dos podemos obtener lo que éltantodesea.

Archerselevantóparamarcharse,ycuandoestrechólamanodemadameOlenskapresintióqueellaesperabaqueélhicieraalgunaalusiónasucartasinrespuesta.

—¿Cuándopuedoverte?—lepreguntómientrasellaloacompañabahastalapuerta.

—Cuandoquieras;peroqueseaprontoparaquepuedasverlacasitaotravez,porquemecambiolapróximasemana.

Sintió que una corriente eléctrica recorría todo su cuerpo al rememoraraquellas horas a la luz de la lámpara en el saloncito de techo bajo. Fueronpocas,peroestabanllenasderecuerdos.

—¿Mañanaenlanoche?

Ellaaprobóconunmovimientodecabeza.

—Sí,mañana,perotemprano.Voyasalir.

Eldíasiguienteeradomingo,ysiibaasalirenlanochenohabíadudadequeeraacasadeMrs.LemuelStruthers.Archersintióunaciertamolestia,notantoporquefueraaesesitio(porqueenelfondoleagradabaquefueradondequisiera sin importarle la opinión de los Van der Luyden), sino porque era

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justamente el tipo de casa donde tenía la seguridad de que estaríaBeaufort,donde debía saber de antemano que se encontraría con él, y donde ibaprobablementeconesepropósito.

—Muybien,mañanaen lanoche—repitió, internamenteresueltoano irtemprano, porque llegando tarde podría impedir que fuera a casa de Mrs.Struthers,obienllegarcuandoyasehubieraido,loque,dentrodetodo,seríasinlugaradudalasoluciónmássimple.Eranapenaspasadaslasochoymediacuando hizo sonar la campana bajo la glicinia; media hora antes de lo quepretendía, pero un singular desasosiego lo había llevado a su puerta.Reflexionó,sinembargo,quelasfiestasdominicalesdeMrs.Struthersnoerancomo un baile, y que los invitados, como para minimizar su sentido deculpabilidad,llegabanhabitualmentetemprano.

Perohabíaalgocon loquenocontaba:alentraralvestíbulodemadameOlenskaviovarios sombrerosyabrigos. ¿Paraqué lo citó temprano si teníagenteacenar?AlinspeccionarmásdecercaaquellasprendasjuntoalacualNastasia colocaba la suya, su resentimiento dio paso a la curiosidad. Losabrigoseranenrealidadlosmásrarosquehabíavistoenunacasadecente,ydeunamiradaseconvenciódequeningunopertenecíaaJuliusBeaufort.Unoeraungabánsueltocoloramarillo,notoriamentecompradodesegundamano;elotro,unaviejayroñosacapaconesclavina,parecidaaloquelosfrancesesllamanunMacfarlane.Estaprenda,queparecíahechaparaalguiendetamañoprodigioso, había resistido evidentemente un uso fuerte y prolongado, y suspliegues negro verdosos exhalaban un olor húmedo a aserrín que sugeríalargassesionescolgadaenlasparedesdelosbares.Encimadeéstehabíaunaraída bufanda gris y un extraño sombrero de fieltro de forma semiclerical.ArchermiróaNastasiaenarcandolascejas;ellaalzóasuvezlassuyasconunfatalista"¡Giá!"mientrasabríadeparenparlapuertadelsalón.

El joven vio de inmediato que la anfitriona no estaba en la habitación;luegodescubrió,sorprendido,aotraseñoradepiejuntoalfuego.Estaseñora,queeraalta,esbeltaydesgarbada,llevabaunatavíollenodeintrincadoslazosy borlas, con cuadros, franjas y cintas en el mismo color dispuestos en undiseñoalqueparecíafaltarlela ideacentral.Supelo,quequisoserblancoysólohabíalogradouncolordesvaído,estabatomadoenloaltoconunapeinetaespañolayunpañuelodeencajenegro,yunosmitonesdeseda,convisibleszurcidos,cubríansusmanosreumáticas.Asulado,entreunanubedehumodecigarro, estaban los dueños de los abrigos, ambos en traje de día queevidentemente no se habían cambiado desde aquella mañana. Archer,sorprendido,reconocióaunodeellos:NedWinsett;noconocíaencambioalotro, bastantemayor y cuya talla gigantesca lo delataba como el dueño delMacfarlane; tenía una cabeza algo leonina con el pelo gris y mal cortado,movía los brazos con gestos semejantes a zarpazos, como si distribuyera

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bendicionesaunamuchedumbrearrodillada.

Los tres personajes estaban agrupados junto a la chimenea, con los ojosclavados en un ramo de rosas carmesí de increíble tamaño rodeado de unacorona de pensamientos colocado sobre el sofá donde madame Olenskaacostumbrabasentarse.

—¡Loquehabrácostado,enestaépoca!Aunque,sinduda,loqueaunoleimportaesel sentimiento—decía ladamaconunsuspiroentrecortadoenelmomentoenqueentrabaArcher.

Lostressevolvieronamirarlo,sorprendidos,yladamaavanzóhaciaélyletendiólamano.

—¡Querido Mr. Archer, casi mi primo Newland! —dijo—. Soy lamarquesaManson.

Archerlasaludóyellacontinuó:

—MiEllenmeacogióporunospocosdías.VengodeCuba,dondepasoelinvierno con algunos amigos españoles. ¡Qué gente tan encantadora ydistinguida es la alta nobleza de la vieja Castilla! Cuánto me gustaría quepudieraconocerlos.Peronuestroqueridísimoamigo,elDr.Carver,memandóllamar. ¿ConocealDr.AgathonCarver, fundadorde la comunidadValledelAmor?

ElDr.Carverinclinósucabezaleonina,ylamarquesaprosiguió:

—¡Ah,NuevaYork,NuevaYork,cuánpoco leha llegadode lavidadelespíritu!PeroveoqueconoceaMr.Winsett.

—Oh, sí, yo llegué a él hace tiempo, pero no por ese camino —dijoWinsettconunasecasonrisa.

Lamarquesamoviólacabezaenungestodedesaprobación.

—¿Cómosabeusted,Mr.Winsett?Elespíritusopladondeleplace.

—¡Dondeleplace,ohsí,dondeleplace!—exclamóelDr.Carverenunestentóreomurmullo.

—Pero,porfavorsiéntese,Mr.Archer.Hemosdisfrutadodeunadeliciosacena, y ahora mi niña subió a cambiarse vestido; lo está esperando, bajarádentro de un momento. Admirábamos esas maravillosas flores que lasorprenderáncuandovuelva.

Winsetthabíapermanecidodepie.

—Temoquetendréquemarcharme.LeruegodeciramadameOlenskaquenossentiremosdesoladoscuandoabandonenuestracalle.Estacasahasidounverdaderooasis.

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—¡Oh,peroellanoloabandonaráausted!Lapoesíayelartesonunsoplodevidaparaella.Porqueustedescribepoesía,Mr.Winsett,¿noesasí?

—No,peroaveceslaleo—repusoWinsett.

Incluyóatodoelgrupoenunsaludogeneralysaliódelahabitación.

—Unespíritucáustico,unpeusauvage,perotaningenioso.¿Noleparece,Dr.Carver,queMr.Winsettesmuyingenioso?

—Nuncamepreocupodelingenio—dijoelDr.Carverentonosevero.

—¡Ah,nuncasepreocupadel ingenio! ¡Quédespiadadoesconnosotros,pobresmortales!,¿noesverdad,Mr.Archer?Peroélvivesolamenteenlavidadelespíritu,yestanocheestápreparandomentalmentelaconferenciaquedebepresentarencasadeMrs.Blenker.Dr.Carver,¿tendráuntiempo,antesdequese vaya donde Mrs. Blenker, para explicarle a Mr. Archer su iluminadordescubrimientodelContactoDirecto?Parecequeno;yaveoquesoncasilasnueve, y no tenemos derecho a detenerlo cuando tanta gente está esperandoquelesentreguesumensaje.

ElDr.Carver se sintió un tanto desilusionado con esta conclusión, pero,luego de comparar su pesado reloj de oro con el pequeño reloj de viaje demadameOlenska,estiróconevidentefastidiosusvigorososbrazosypiernaspreparándoseparalapartida.

—¿Laverémástarde,queridaamiga?—preguntóalamarquesa.

—Iré a reunirme con usted en cuanto llegue el carruaje de Ellen —respondiólamarquesaconunasonrisa—.Esperoquelaconferencianohayaempezadotodavía.

ElDr.CarvermirómeditabundoaArcher.

—Quizás, si este joven se interese enmis experiencias,Mrs. Blenker lepermitallevarlo,marquesa.

—Amigo querido, estoy segura de que a Mrs. Blenker le encantaría, sifueraposible.PerometemoqueEllentieneplanesconMr.Archer.

—Esunalástima—dijoelDr.Carver—,peroaquítienemitarjeta.

SelapasóaArcher,queleyólosiguiente,escritoencaracteresgóticos:

AGATHONCARVER

ELVALLEDELAMOR

RITTASQUATTAMN,R.D.

ElDr.Carversedespidióhaciendounareverencia,yMrs.Manson,conunsuspiroquepodríahabersidodepesarodealivio,hizoseñasotravezaArcher

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paraquetomaraasiento.

—Ellen bajará en unminuto, y antes de que venga,me alegra tener unmomentodetranquilidadasolasconusted.

Archer murmuró lo mucho que le placía estar con ella, y la marquesacontinuó,consuvozintercaladadesuspiros:

—Losétodo,Mr.Archer,miniñamecontóloquehahechoporella.Sussabios consejos, su valiente firmeza, ¡gracias al cielo que no fue demasiadotarde!

El joven escuchaba bastante turbado. ¿Quedaba alguien, se preguntó, aquien madame Olenska no hubiera contado su intervención en sus asuntosprivados?

—MadameOlenskaexagera;yosimplementelediunaopiniónlegal,comoellamelopidió.

—Sí, pero al hacerlo... al hacerlo, usted fue el instrumento inconscientede...de...¿quépalabratenemosnosotroslosmodernosparaProvidencia,Mr.Archer?—exclamóladama,ladeandolacabezaydejandocaerlospárpadosconairemisterioso—.¡Ustednopodíasaberqueenesemismomomentoamímellamaban...másbiendicho,tomabancontactoconmigodesdeelotroladodelAtlántico!

Lanzóunamiradaporencimadelhombro,comositemieraquealguienlaescuchara,yluego,acercandomássusilla,yllevandounpequeñoabanicodemarfilasuslabios,susurró:

—Eraelpropioconde,mipobre,loco,tontoOlenski,queloúnicoquepideesquevuelva,bajolascondicionesqueellaquiera.

—¡SantoDios!—exclamóArcher,levantándosedeunsalto.

—¿Estáhorrorizado?Sí,porsupuesto,locomprendo.NodefiendoalpobreStanislas,aunquesiempremeconsiderósumejoramiga.Élnosedefiendeasímismo, él se pone a sus pies, a través de mi persona —golpeó su pechoenflaquecido—.Aquítengosucarta.

—¿Unacarta?¿LaviomadameOlenska?—tartamudeóArcher,sintiendoquesucerebrogirabacomountorbellinoconelsorpresivoanuncio.

LamarquesaMansonmoviólacabezasuavemente.

—Tiempo,tiempo;necesitotiempo.ConozcoamiEllen,altanera,huraña,casidiríaquealgorencorosa.

—Pero,porelamordelcielo,perdonaresunacosa,volveraeseinfierno...

—Ah, sí —asintió la marquesa—. ¡Así lo describe ella, mi niña tan

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sensitiva!Peromirándoloporelladomaterial,Mr.Archer,siunosedetieneaconsiderarlascosas,¿sabeustedloqueellaestádejandoatrás?Aquellasrosasenelsofá,¡kilómetrosderosassemejantes,bajovidrioyaldescubierto,ensusinigualables jardines colgantes de Niza! Joyas, alhajas históricas, como lasesmeraldasSobieski,martascibelinas,peroaellanoleinteresanadadeeso.Arteybelleza,esoesloqueleinteresa,paraesovive,igualqueyo;ytambiénarte y belleza la rodeaban. Cuadros,muebles que no tienen precio,música,conversaciónbrillante...¡ah,eso,queridojoven,simeperdona,esalgodeloqueustedesaquínotienenidea!Yellaalláloteníatodo;yelhomenajedelospersonajesmás importantes.Me dijo que enNuevaYork no la encontrabanhermosa, ¡caramba! Nueve veces han pintado su retrato, los más grandesartistasdeEuropa imploraronelprivilegiodehacerlo.¿Estascosasnovalennada?¿Yelremordimientodeunmaridoquelaadora?

CuandolamarquesaMansonseacercabaasuclímax,surostroasumióunaexpresión de extática retrospección que habría provocado la hilaridad deArcher si no estuviera aturdido por el asombro. Se hubiera reído a gritos sialguien le hubiera predicho que su primera imagen de la pobre MedoraMansonseríadisfrazadademensajeradeSatán.Peroahoranoteníaganasdereír,ylamujerlepareciósalirdirectamentedelinfiernodelqueEllenOlenskaacababadeescapar.

—¿Ellanosabenadatodavía...detodoesto?—preguntóabruptamente.

Mrs.Mansonsellevóundedovioláceoaloslabios.

—Nadadirecto,perotalvezsospecha.¿Quiénpuedesaberlo?Laverdad,Mr.Archer,esqueyoestabaesperandohablarconusted.Desdequesupe lafirmeposiciónquehabía tomado,y la influenciaque tiene sobre ella, penséquepodíaserposiblecontarconsuapoyo...convencerla...

—¿De que debe volver? ¡Prefiero verla muerta! —gritó el joven conviolencia.

—Ah—murmurólamarquesa,sindemostrarresentimiento.

Permaneció sentada un rato en su sillón, abriendo y cerrando el absurdoabanico de marfil entre sus dedos cubiertos por mitones. Pero de súbitolevantólacabezayparecióescucharalgo.

—Ya viene—dijo en un rápido susurro, y luego señalando el ramo derosas,agregó—:¿Deboentender,Mr.Archer,queustedprefiereeso?Despuésdetodo,unmatrimonioesunmatrimonio...ymisobrinatodavíaestácasada...

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—¿Qué están complotando ustedes, tía Medora? —exclamó madameOlenskaalentrarenlahabitación.

Estabavestidacomoparaunbaile.Todoasualrededorrelucíaybrillabasuavemente, como si su vestido estuviera hecho con hebras de luz; tenía lacabezaerguida,comounamujerbonitaqueentradesafianteaunsalónllenoderivales.

—Comentábamos,querida,queaquí teesperaunasorpresamuyhermosa—replicóMrs.Manson, poniéndose de pie y señalando las flores.MadameOlenskasedetuvobruscamenteymiróelramo.Sucaranocambiódecolor,pero una especie de blanco resplandor de ira la cubrió como un relámpagoestival.

—¡Ah! —exclamó, con una voz estridente que el joven no le habíaescuchadoantes—,¿quiénpuedesertanridículoparaenviarmeunramillete?¿Porquéunramillete?¿Yporquéestanoche,entretodaslasnoches?Yonovoyaunbaile;nosoyunanovia.¡Perohaygentetanridícula!

Sevolvióhacialapuerta,laabrióyllamó:

—¡Nastasia!

La omnipresente criada apareció de inmediato, y Archer escuchó amadame Olenska decirle en un italiano que pronunciaba con intencionadalentitud,alparecerparaqueélpudieracomprenderlo:

—¡Arroja esto al cubo de basura!— y, como Nastasia la mirara conexpresióndeprotesta,agregó—:Perono,lasfloresnotienenlaculpa.Dilealmuchachoquelasvayaadejaraunacasatrespuertasmásallá,lacasadeMr.Winsett,elcaballeromorenoquecenóaquí.Suesposaestáenferma,ledaránalegría.¿Noestáelmuchacho,dices?Entonces,queridamía,andatúmisma.Toma,pontemicapaycorre.¡Quieroesofuerademicasaenelacto!¡Y,porloquemásquieras,noledigasqueselasenvíoyo!

Colocósucapade terciopelosobre loshombrosde lacriadayregresóalsalón, dando un portazo. Su pecho se levantaba bajo el encaje, y por unmomentoArcherpensóque ibaa llorar,peroenvezde llorarseechóreíry,mirandoaambos,lespreguntóabruptamente:

—Yustedes,¿yasehicieronamigos?

—QuelodigaMr.Archer,querida;tehaesperadopacientementemientrastevestías.

—Sí, les di bastante tiempo; mi cabello se puso difícil —dijo madameOlenska,llevandolamanoalosnumerososrizosqueadornabansuchignon—.

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PeroesomerecuerdaquevimarcharsealDr.Carver,ytúvasallegartardeacasadelasBlenker.Mr.Archer,¿puedeacompañaramitíaalcoche?

Siguióalamarquesahastaelvestíbulo,ayudóaponerseunadiversidaddechanclos,chalesyesclavinas,ylegritódesdeelumbral:

—¡Noteolvides,elcochedebevolverabuscarmealasdiez!

Despuésvolvióal salón;al regresarArcher, laencontródepie juntoa lachimenea, mirándose en el espejo. No era corriente en la sociedadneoyorquina llamar a la criada "querida mía" y enviarla con un mensajeenvuelta en su propia capa de noche, y Archer, entre sus más profundossentimientos,saboreólaplacenteraexcitacióndeestarenunmundodondelaacciónsucedíaalaemociónaunavelocidadolímpica.

MadameOlenskanosemoviócuandoélseleacercópordetrás,yporuninstantesusojosseencontraronenelespejo;luegoellasevolvió,sedejócaerenunrincóndelsofá,ysuspiró:Tenemostiempoparafumaruncigarrillo.Élle pasó el paquete y encendió una astilla en el fuego; y cuando la llamailuminósucara,Ellenlomiróconojosalegresyledijo:

—¿Quépiensasdemícuandomeenojo?

Archerguardósilenciounmomento;luegorespondióconsúbitadecisión:

—Mehaceentenderloquetutíamedijodeti.

—Sabíaqueestabanhablandodemí.¿Entonces?

—Dijo que estabas acostumbrada a toda clase de cosas, esplendores,diversiones,emocionesquenopodíamossoñarenofrecerteaquí.

MadameOlenska esbozó una sonrisa enmedio del círculo de humo querodeabasuslabios.

—Medora es incorregiblemente romántica. ¡Así ha compensado tantascosas!

Archervacilóunavezmás,ynuevamentesearriesgó:

—¿Elromanticismodetutíaessiemprecoherenteconlarealidad?

—¿Quieres saber si dice la verdad? —y luego de pensar un momentoagrego—:Bueno, te lodiré: en todo loquehablahayalgodeverdadyhayalgodementira.Pero,¿porquélopreguntas?¿Quétecontó?

El miró el fuego, y después volvió los ojos a la radiante figura de lacondesa.Seleoprimióelcorazónalpensarqueesaerasuúltimaveladaconellajuntoalfuego,yquedeunmomentoaotrollegaríaelcocheallevársela.

—Dijo...afirmaqueelcondeOlenskilepidióqueteconvencieraparaque

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vuelvasconél.

MadameOlenska no respondió.Quedó inmóvil, sosteniendo el cigarrilloconunamanosemilevantada.Laexpresióndesurostronohabíacambiado,yArcher recordó que ya antes había comprobado su aparente incapacidad deasombro.

—¿Losabías,entonces?—exclamóeljoven.

Ella permaneció largo rato en silencio, tanto que cayó ceniza de sucigarrillo.Lasacudiótirándolaalsuelo.

—Ha insinuado acerca de una carta, la pobrecita. Las insinuaciones deMedora...

—¿Esapeticióndetu,maridoqueellahavenidotanrepentinamente?

MadameOlenskapareciómeditartambiénestapregunta.

—En eso tampoco se puede saber bien. Me dijo que tuvo una"convocatoriaespiritual",quiénsabe loqueeseso,delDr.Carver.Me temoquevaacasarseconelDr.Carver...pobreMedora,siemprequierecasarseconalguien.¡PerotalvezlagentedeCubasecansódeella!Creoqueestabaconelloscomounaespeciedeacompañanteasueldo.Enrealidad,noséporquévino.

—¿Perocreesquetengaunacartadetumarido?

Nuevamente madame Olenska pareció rumiar la respuesta en silencio;finalmentedijo:

—Despuésdetodo,eradeesperar.

El joven se levantó y se acercó otra vez a la chimenea. Una repentinainquietudseapoderabadeél,ysentíasulenguatrabadaantelacertezadequetenían los minutos contados, y de que en cualquier momento escucharía elrechinardelasruedasdelvehículoqueregresaba.

—¿Sabesquetutíacreequeregresarás?

MadameOlenskalevantóvivamentelacabeza.Unprofundorubortiñósurostroyseextendióporelcuelloyloshombros.Seruborizabamuyraravezylemolestabacomoeldolordeunaquemadura.

—Demísehancreídomuchascosasterribles.

—¡Oh,Ellen,perdóname,soyunidiotayunbruto!

Ellasonriólevemente.

—Estástremendamentenervioso; tútienestuspropiosproblemas.SéquepiensasquelosWellandnotienenrazónenlodetumatrimonio,yyoestoyde

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acuerdo contigo.EnEuropa la gente no entiende nuestros largos noviazgos,supongoquenotienentantapacienciacomonosotros.

Pronunció la palabra "nosotros" con un leve énfasis que le dio un tinteirónico.Archersintiólaironíaperonoseatreviódevolverla.Despuésdetodo,era posible que ella hubiera desviado a propósito la conversación de susasuntos personales, y viendo el dolor que le habían causado sus últimaspalabras,decidióqueloúnicoquepodíahacereraseguirsuejemplo.Perolodesesperabalasensacióndelafugacidaddeesemomento;nopodíasoportarelpensamientodeque,unavezmás,unabarreradepalabrascaeríaentreellos.

—Sí —dijo abruptamente—; fui al sur a pedirle a May que se caseconmigodespuésdePascua.Noexisterazónqueimpidaquenoscasemosenesa fecha.YMay te adora, y sin embargo no pudiste convencerla. La creíademasiado inteligente para ser esclava de tan absurdas supersticiones. Esdemasiadointeligente;noessuesclava.

MadameOlenskalomiró.

—Entonces,nocomprendo.

Archerenrojecióyprosiguióapresuradamente.

—Tuvimos una conversación franca, casi la primera. Ella cree que miimpacienciaesunmalsigno.

—¡Santocielo!¿Unmalsigno?

—Creequesignificaquenotengoconfianzaenquelaseguiréqueriendo.Cree,pararesumir,quequierocasarmeconellaloantesposibleparaescapardealguienque...meimportamás.

MadameOlenskaestudióestaspalabrasconcuriosidad.

—Perosiesoesloquepiensa,¿porquénotieneellalamismaprisa?

—Porquenoesdeeseestilo,esmuchomásnoble.Insisteenelnoviazgolargoprincipalmenteparadarmetiempo...

—¿Tiempoparadejarlaporlaotramujer?

—Siasíloquiero.

MadameOlenska se inclinó hacia el fuego y lo contempló con los ojosfijos.PorlacalleensilencioArcherescuchóacercarseeltrotedeloscaballos.

—Esmuynoble—dijoella,conunligeroquiebreensuvoz.

—Sí,peroesridículo.

—¿Ridículo?¿Porquenoquieresaningunaotramujer?

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—Porquenopiensocasarmeconnadiemás.

—Ah—hubootrolargointervalo,alcabodelcuallomiróylepreguntó—:Esaotramujer,¿teama?

—Nohayotramujer;esdecir,lapersonaenquienpiensaMayes...nuncafue...

—¿Entonces,explícame,porquétienestantaprisa?

—Llegótucoche—dijoArcher.

Ellaselevantóamediasymiróasualrededorconmiradaausente.Tomómecánicamentesuabanicoysusguantesqueestabansobreelsofáasulado.

—Sí;supongoquedeboirme.

—¿VasdondeMrs.Struthers?

—Sí—sonrióyañadió—:Deboirdondemeinvitan,oestaríademasiadosola.¿Porquénovienesconmigo?

Archerpensóque,acualquiercosto,debíaconservarlaasulado,obligarlaadarleel restode suvelada.Pasandoporalto supregunta, siguió recostadocontra la chimenea, con los ojos fijos en la mano con que ella tomaba susguantes y abanico, como si quisiera probar que tenía el poder dehacérselossoltar.

—Mayadivinólaverdad—dijo—.Hayotramujer,peronoeslaqueellacree.

EllenOlenskanocontestónisemovió.Pasadounmomento,élsesentóasu ladoy, tomandosumano, laabriósuavementey losguantesyelabanicocayeron en el sofá entremedio de ellos. Ella se levantó de un salto, yliberándosedeélseparóalotroladodelachimenea.

—¡Ah, no trates de enamorarme!Demasiados hombres lo han hecho—dijo,conelceñofruncido.

Archer,cambiandodecolor,sepuso tambiéndepie:erael reprochemásamargoquepodíahacerle.

—Nuncatratédeenamorarte—dijo—,ynuncaloharé.Peroereslamujerconquienmehabríacasadodenohabernossidoimposiblealosdos.

—¿Imposiblealosdos?—lomirócongenuinoasombro—.¿Ylodicestú,queereselquelohahechoimposible?

El la contempló, inseguro en una oscuridad a través de la cual una solaflechadeluzabríasucegadorcamino.

—¿Yolohiceimposible...?

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—Tú,tú,tú—gritóella,conloslabiostemblorososdeunniñoalbordedelas lágrimas—.¿Nofuiste túquienmehizodesechareldivorcio,desecharloporquememostrasteloegoístayperversoqueera,queunodebesacrificarsepara preservar la dignidad del matrimonio... y librar a su familia de lapublicidad,delescándalo?Yporquemifamiliaibaaserlatuya,porelbiendeMayyeltuyo,hiceloquemedijiste,loquemeprobastequedebíahacer.¡Ah—agregóechándoserepentinamenteareír—,yonoocultéquelohiceporti!

Sehundióotravezenelsofá,hechaunovilloentrelosalegresplieguesdesuvestidocomoundisfrazadoaquiense lehacaído lamáscara;yel jovenpermaneciójuntoalachimeneaycontinuóobservándolasinmoverse.

—¡Diosmío!—gimióArcher—.Cuandopensé...

—¿Quépensaste?

—¡Ah,nomepreguntesloquepensé!

Sin dejar demirarla, vio lamisma llamaque subía de su cuello hasta lacara.Ellasesentómuyderecha,mirándoloconseveradignidad.

—Telopregunto.

—Estábien,entonces:hayalgunascosasenesacartaquemepedistequeleyera...

—¿Lacartademimarido?

—Sí.

—¡No tenía nada que temer de esa carta, absolutamente nada! Lo únicoquetemíaeraacarrearnotoriedad,escándaloalafamilia,atiyMay.

—¡Dios mío!—gimió nuevamente Archer, enterrando la cara entre susmanos.

El silencio que siguió cayó sobre ellos con el peso de algo final eirrevocable.AArcher leparecióquebajaba sobreél comosupropia lápida;nadaveíaentodosufuturoquepudieraalivianaraquelpesoensucorazón.Nose movió de su sitio, ni levantó la cabeza de entre las manos; sus ocultaspupilassiguieronmirandofijohacialaabsolutaoscuridad.

—Yo,almenos, teamaba—argumentó.Alotroextremodelachimenea,desdeelrincóndelsofádondelasuponíatodavíaacurrucada,escuchóunlevellantoahogadosemejantealdeunniño.Deunsaltollegóasulado.

—¡Ellen!¡Quélocura!¿Porquélloras?Nosehahechonadaquenopuedadeshacerse.Yotodavíasoylibre,ytúvasaestarlo.

La tenía en sus brazos, su rostro era como una flor empapada bajo suslabios,ytodossusvanosterroresseconsumíancomofantasmasalamanecer.

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Lo único que lo sorprendía ahora era que hubiera pasado cinco minutosdiscutiendo con ella al otro ladode la habitación, cuandobastó tocarla paraquetodofueratansencillo.Ellaledevolviótodossusbesos,peroalcabodeunmomentolasintiótensaensusbrazos,ydeprontoloalejóyselevantó.

—Ah, mi pobre Newland, supongo que esto tenía que suceder. Pero nocambiaparanadalascosas—dijo,mirándoloasuvezdesdelachimenea.

—Amímecambiatodalavida.

—No, no, no debe ser así, no es posible. Estás comprometido conMayWellandyyoestoycasada.

Élsepusodepieasuvez,encendidoyresuelto.

—¡Tonterías!Esdemasiadotardeparaeso.Notenemosderechoamentirlealosdemásnianosotrosmismos.Nohablaremosdetumatrimonio,pero,¿mevesamícasándomeconMaydespuésdeesto?

Ellaguardósilencio,apoyandosusfinoscodosenlarepisadelachimenea,superfilreflejadoenelespejoquehabíatrasella.Selehabíasoltadounodelosrizosdesuchignonycolgabaalolargodelcuello;seveíaojerosaycasivieja.

—Noteveo—dijofinalmente—haciéndoleesapreguntaaMay.¿Ytú?

—Es muy tarde para hacer algo —respondió Archer encogiéndose dehombrosconindiferencia.

—Lodicesporqueeslomásfácilquesepuededecirenestemomento,noporqueseaverdad.Enrealidadesdemasiadotardeparahaceralgoquenosealoqueambosyadecidimos.

—¡Noteentiendo!

Ella forzó una lastimosa sonrisa que endureció su cara en vez desuavizarla.

—Noentiendesporquetodavíanoadivinascuántohashechocambiar lascosasparamí.Sí,desdeelcomienzo,muchoantesdesaber todo loquehashecho.

—¿Todoloquehehecho?

—Sí.Yonomedabacuentaalcomienzodequelagentedeaquímeteníamiedo,quepensabaqueyoeraalguientemible.Parecequeinclusorehusaronencontrarseconmigoenlasfiestas.Lodescubrímásadelante;ytambiénsupequetúllevasteatumadreahablarconlosVanderLuyden;yqueinsististeenanunciar tu compromiso en el baile de Beaufort, para que yo tuviera dosfamiliasquemeprotegieranenlugardeunasola...

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Aloírlaélrompióencarcajadas.

—Imagínate—prosiguió ella—, lo estúpida y poco observadora que fui.Nosupenadadetodoestohastaqueundíamiabuelalosoltósinpensar.ParamíNuevaYorksencillamentesignificabapazylibertad;yoveníaamicasa.Yestaba tan felizdeestarentremipropiagentequecadaunoqueconocíameparecía cariñoso y bueno, y alegre de verme. Pero desde el principio —continuó—, nadie me pareció tan bondadoso como tú; nadie que me dierarazonesqueyopodíaentenderparahacerloqueaprimeravistameparecíatandifícil e innecesario. Losmuy buenos nome convencieron;me pareció quenunca habían tenido tentaciones. Pero tú sabías; tú comprendías; tú habíassentidoelmundoexteriorarrastrarteconsusmanosdoradas,ysinembargotúodiabas las cosas que exige a su vez; odiabas esa felicidad comprada condeslealtad y crueldad e indiferencia. Eso era algo que yo nunca habíaconocido,yeslomejordecuantoheconocido.

Hablabaenvozbajaypareja,sinlágrimasniunavisibleagitación;ycadapalabraquepronunciabacaíaenelcorazóndeArchercomoplomoardiente.El joven estaba sentado con la cabeza entre las manos, mirando fijo laalfombraylapuntadelzapatoderasoqueasomababajoeltrajedelacondesa.Desúbitosearrodillóybesóelzapato.

Ella se inclinóhaciaél,puso lasmanossobresushombrosyclavóenélunamiradatanprofundaqueloinmovilizó.

—¡Ah,nodeshagamosloquehashecho!—gritólacondesa—.Nopuedocambiarahoradeformadepensar.Nopuedoamarteamenosquerenuncieati.

Los brazos del joven se tendían ansiosos hacia ella, pero ella se alejó, yquedaronfrenteafrente,separadosporladistanciacreadaporlaspalabrasdeEllen.Luego,enformaabrupta,Archerdejóestallarsufuria.

—¿YBeaufort?¿Esélquienmereemplazará?

Aldejarescaparestaspalabrasestabapreparadoparaunarrebatodeira,ylo necesitaba para alimentar la suya. Pero madame Olenska se limitó apalidecer un poco más y se quedó con los brazos colgando y la cabezaligeramente inclinada, como acostumbraba cada vez que meditaba unapreguntaqueselehacía.

—TeestáesperandoencasadeMrs.Struthers,¿porquénotevasalacita?—exclamóArcherllenodedespecho.

Ellasevolvióparahacersonarlacampanilla.

—No saldré esta noche; dile al cochero que vaya a recoger a la signoramarchesa—dijocuandoapareciólacriada.

SecerrónuevamentelapuertayArcherseguíamirándolaconojosllenos

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deamargura.

—¿Por qué este sacrificio? Ya que dices que te sientes sola, no tengoderechoaalejartedetusamigos.

Ellasonriólevementebajosuspestañashúmedas.

—Yanoestarésola.Estabasola,teníamiedo.Perodesaparecieronelvacíoylaoscuridad.Cuandovuelvoamímismaahorasoycomounaniñaquevaenlanochealcuartodondesiemprehayluz.

Sutonoysuaspectotodavíalaenvolvíanenunasuaveinaccesibilidad,yArchermurmuróotravez:

—¡Noteentiendo!

—¡YsinembargoentiendesaMay!

Elenrojecióanteestaréplica,peronodejódemirarla.

—Mayestádispuestaarenunciaramí.

—¡Quédices!¿Tresdíasdespuésdequelehasimploradoderodillasqueadelanteelmatrimonio?

—Ellasenegó;esomedaderecho...Ah,túmismomeenseñastequeesaesunapalabramuyfea—repusoella.

Archerapartólamiradaconunasensacióndeextremocansancio,comosillevara varias horas luchando por trepar un escarpado precipicio, y ahora,cuando conseguía hacerse camino hacia la cima, se había soltado y caía decabezaalabismo.Silatuvieraensusbrazosnuevamentepodríabarrertodossusargumentos;pero todavía lomanteníaadistanciaalgo inescrutablementelejanoensumiradayensuactitud,ytambiénlaadmiraciónquedespertabaenélsusinceridad.Finalmente,comenzóotravezarogar.

—Sihacemosestoahoraserápeordespués,peorparatiyparamí.

—¡No,no,no!—dijoellacasigritando,comosiArcherlaasustara.

En esemomento la campanilla llenó la casa con un largo sonido.No sehabía oído ningún carruaje detenerse ante la puerta; se quedaron inmóviles,mirándose con ojos sorprendidos.Afuera, los pasos deNastasia cruzaron elvestíbulo,seabriólapuertadecalle,ymomentosdespuésentraballevandountelegramaqueentregóalacondesaOlenska.

—Laseñoraestabafelizconlasflores—dijoNastasia,alisandosudelantal—.Creyóquesusignormaritoselasenviaba,ylloróunpocoydijoqueeraunalocura.

Supatronasonrióytomóelsobreamarillo.Loabrióyseacercóalaluzde

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lalámpara;luego,cuandosecerrónuevamentelapuerta,lepasóeltelegramaaArcher.ProcedíadeSt.Augustine,dirigidoalacondesaOlenska.Decía:

"Telegrama de abuela tuvo éxito. Papá y mamá aceptan matrimoniodespués Semana Santa. Telegrafiando a Newland. No tengo palabras paraexpresarmifelicidadytequieromucho.TuagradecidaMay".

Mediahoramástarde,cuandoArcherabríalapuertadesucasa,encontróotrosobresimilarenlamesadelvestíbulo,encimadeunmontóndenotasycartas.ElmensajetambiéneradeMayWellandydecíalosiguiente:

“PadresconsientenmatrimoniodespuésSemanaSantaalasdoceIglesiadelaGraciaochodamashonorfavorhablarRector.SoyfelizteamaMay".

Archer arrugó la hoja amarilla como si ese gesto destruyera las noticiasque contenía. Luego sacó de su bolsillo una pequeña libreta y volvió laspáginascondedostemblorosos;peronoencontróloquequería,y,metiéndoseel arrugado telegramaal fondodelbolsillo, subió las escaleras.Brillabaunaluz bajo la puerta de la salita que servía a Janey de vestidor y boudoir, yArcher golpeó impaciente. Se abrió la puerta y su hermana apareció ante élenvuelta en su inmemorial bata de franela púrpura, con el pelo lleno dehorquillas.Estabapálidaeinquieta.

—¡Newland!Esperoqueesetelegramanotraigamalasnoticias.Teesperéapropósito,porsi...

NingúnasuntodelacorrespondenciadeArcherestabaasalvodeJaney.Elignorósupregunta.

—¿QuédíacaeSemanaSantaesteaño?

Ellaseescandalizóantetanpococristianaignorancia.

—¿Semana Santa? ¡Newland! Por supuesto que la primera semana deabril.¿Porqué?

—¿La primera semana? —revisó las páginas de la agenda, calculandorápido,casisinaliento—.¿Laprimerasemana,dijiste?—echólacabezaatráslanzandounasonoracarcajada.

—¿Quieresdecirmequéesloquepasa?

—Nopasanada,salvoquemecasarédentrodeunmes.

Janeyselelanzóalcuelloyloapretócontrasupechodefranelavioleta.

—¡Oh, Newland, es maravilloso! ¡Estoy tan contenta! Pero, hermanoquerido,¿porquésiguesriéndote?Cállateodespertarásamamá.

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19

E1 día estaba fresco, con un juguetón viento primaveral que levantabapolvo.Lasdamasdeedaddeambasfamiliashabíansacadosusajadasmartascibelinas y sus armiños amarillentos, y el olor a alcanfor que salía de losprimerosbancoscasicubríael tenuearomadelasazucenasquecolmabanelaltar.NewlandArcher,aunaseñaldelsacristán,saliódelasacristíaysesituóconsupadrinoenlospeldañosdelpresbiteriodelaiglesiadelaGracia.

Laseñalanunciabaqueyasedivisabalaberlinaquetraíaalanoviayasupadre;peroseguramentehabríaunlargointervalodearreglosyconsultasenelvestíbulo,dondeyalasdamasdehonorrevoloteabancomounramodefloresde Pascua. Durante este inevitable lapso se suponía que el novio, presa deansiedad, se mostraba solo a las miradas de los asistentes; y Archer habíaseguidoresignadamenteestaformalidadasícomotodaslasdemásquehacíande una boda de fines del siglo XIX en Nueva York un rito que parecíapertenecer al alba de la historia. Todo era igualmente fácil—o igualmentedoloroso, según el criterio de cada cual— en el camino que se habíacomprometido a seguir, y había obedecido las instrucciones de su nerviosopadrinoconlamismamansedumbrequeotrosnoviosobedecieronalsuyoenel día en que lo había guiado por el mismo laberinto. Hasta aquí estabarazonablemente convencido de haber cumplido todas sus obligaciones. Losochoramilletesdelilasyblancosliriosdelvallefueronenviadosatiempo,asícomo losgemelosdeoroyzafirode losochopajesdehonoryel alfilerdecorbatadeojodegatodelpadrino.Archerhabíapasadolamitaddelanochetratando de variar el texto de su agradecimiento para la última partida deregalos recibida de amigos y ex—amores; los honorarios del obispo y delrector se encontraban a salvo en el bolsillo de su padrino; su equipaje yaestabalistoencasadeMrs.MansonMingott,dondeserealizaríaeldesayunodeboda,ytambiénloestabaneltrajedeviajequesepondríaparapartir;ysehabía reservadouncompartimentoprivadoenel trenque llevaría a la jovenpareja a sudesconocidodestino.El secreto sobre el lugar dondepasarían lanochedebodaseraunodelosmássagradostabúesdelprehistóricoritual.

—¿Tieneselanillo?—susurróeljovenVanderLuydenNewland,quenoteníaexperienciaenlosdeberesdeunpadrino,yestabaagobiadoporelpesodesuresponsabilidad.

Archerhizoelgestoqueviohacera tantosnovios:consumanoderechadesenguantada palpó el bolsillo de su chaqueta gris oscuro, y se aseguró dequelapequeñaargolladeoro(grabadaensuinterior:NewlandaMay,abril...,187...)estuvieraensulugar;luego,retomósuactitudanterior,sosteniendoensumanoizquierdaelsombrerodecopaylosguantesgrisperlaconpuntadasnegras,ymirandohacia lapuertade la iglesia.Arriba, laMarchadeHandel

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subía pomposamente por la bóveda que imitaba la piedra, llevando en susnotas el descolorido ímpetu de las tantas bodas a las que, con alegreindiferencia, asistió desde esa misma escalinata mirando flotar por la naveotras novias hacia otros novios. "¡Qué parecido a una noche de gala en laópera!", pensó, reconociendo las mismas caras en los mismo palcos (no,bancos),ypreguntándosesi,cuandosonaralaúltimatrompeta,Mrs.SelfridgeMerry estaría allí con las mismas inmensas plumas de avestruz en susombrero, y Mrs. Beaufort con los mismos aros de diamante y la mismasonrisa,ysiyahabríaasientosdeprosceniodebidamentepreparadosparaellasenotromundo.

Después de eso todavía hubo tiempo para revistar, uno por uno, lossemblantes familiares de las primeras filas; el de las mujeres perspicaz,curiosoyexcitado;eldeloshombresmalhumoradoporlaobligacióndetenerque ponerse sus levitas antes del almuerzo y pelear por la comida en eldesayunodeboda."LástimaqueelbanqueteseaencasadelaviejaCatherine—seimaginabaelnoviooírdeciraReggieChivers—.PerodicenqueLovellMingottinsistióenquelococinarasupropiochef,demodoquetendráqueserbuenosiesqueunolograllegaraél."

Y se imaginaba a Sillerton Jackson agregando con autoridad: "Queridomuchacho,¿nosupiste?Vaaserservidoenpequeñasmesas,alanuevamodainglesa."

LamiradadeArchersepaseóunmomentoporlosbancosdelaizquierda,dondesumadre,quehabíaentradoalaiglesiadelbrazodeMr.HenryvanderLuyden,estabasentadallorandocalladamentebajosuveloChantilly,conlasmanosdentrodelmanguitodearmiñodesuabuela.

—¡Pobre Janey! —pensó, mirando a su hermana—, aunque tuerza lacabezapara todos ladossólopuedevera lagentede losprimerosbancos;ysonensumayoríadesaliñadosNewlandyDagonet.

Dentrodelrecintodelacintablancaquedividíalosasientosreservadosalafamilia,vioaBeaufort,altoyrubicundo,examinandoalasmujeresconsumiradaarrogante.Asuladosesentabasuesposa,todaenchinchillaplateadayvioletas; y al otro lado de la cinta, la cabeza cuidadosamente cepillada deLawrence Lefferts parecía montarle guardia a la invisible deidad de las"formalidades" que presidía la ceremonia. Archer se preguntaba cuántosdefectos podían descubrir los agudos ojos de Lefferts en el ritual de sudivinidad;luegoseacordósúbitamentedequeéltambiénunavezpensóquetales cosas tenían importancia. Las cosas que habían llenado sus días leparecíanahoracomounaparodiainfantildelavida,ocomoesasdiscusionesdeeruditosmedievalessobretérminosmetafísicosquejamásnadieentendió.Unatormentosadisputaacercadesilosregalosdematrimoniodebenonoser

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"exhibidos"habíaensombrecidolasúltimashorasantesdelaboda;aArcherleparecíainconcebiblequepersonasmadurasseagitarandetalmaneraporesaclasedefruslerías,yqueelasuntohubierasidodecidido(negativamente)porMrs.Welland,diciendoentrelágrimasdeindignación:"Antesprefierosoltaralos reporteros por toda mi casa". Y sin embargo, hubo una época en queArcher tuvounaopinióndefinidaycasiagresivaacercadeestosproblemas,cuandotodoloqueconcerníaalosmodalesycostumbresdesupequeñatribuleparecíacargadodeunsignificadodecarácteruniversal.

"Ymientrastanto—pensó—,supongoqueenalgunapartevivegentereal,yquelesucedencosasreales..."

—¡Ahívienen!—susurróelpadrinomuyexcitado.

Peroelnoviosabíamásqueél.

LacuidadosaaperturadelapuertadelaiglesiasignificabasolamentequeMr.Brown,elcuidadorde lacaballeriza (en tenidanegrapara su transitoriopapeldesacristán),hacíaunarevisiónpreliminardelaescenaantesdeformarsusfuerzas.Lapuertasecerróconsuavidad;luegodeunnuevointervalofueabierta majestuosamente de par en par, y un murmullo corrió por toda laiglesia:

—¡Lafamilia!

Primero veníaMrs.Welland, del brazo de su hijomayor. Su ancha carasonrosadateníalaapropiadasolemnidad,ysuvestidoderasocolorciruelaconazul pálido en los costados, y plumas de avestruz azules en su pequeñosombrero de raso, recibieron la aprobación general; pero antes de que seinstalara con un majestuoso crujir de sedas en el banco al frente de Mrs.Archer, los espectadores volvían sus cuellos para ver quién venía detrás deella.EldíaanteriorcorrieronfuertesrumoresdequeMrs.MansonMingott,apesardesuinvalidezfísica,habíaresueltoestarpresenteenlaceremonia;ylaidea calzaba tan bien con su alegre carácter que en los clubes se cruzabanapuestas de que sería capaz de caminar por la nave y acomodarse en unasiento. Se sabía que había insistido en mandar a su propio carpintero aestudiarlaposibilidaddequitarelpanellateraldelbancofrontal,yamedirelespacioentreelasientoyelfrente;perolosresultadosfuerondesilusionantes,y durante todo un día de expectación, la familia la viomeditar un plan queconsistíaenquelallevaransobreruedasporlanaveensuenormesillaBath,dondesequedaríasentadacomoenuntronoalpiedelpresbiterio.Laideadequeexhibierasupersonademanera tanmonstruosa fuea talgradodolorosaparasusamistadesquehabríancubiertodeoroalingeniosopersonajequederepentedescubrióquelasillaerademasiadoanchaparapasarentreloshierrosquemanteníanextendidoeltoldodesdelapuertadelaiglesiahastalacalzada.Laideadequitareltoldoyexponeralanoviaalavistadelamuchedumbrede

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modistillas y reporteros de los periódicos que permanecían afuera luchandoporacercarse,excedióinclusoelvalordelaviejaCatherine,apesardequeporunmomentomeditólaposibilidad.

—¡Oh, no, van a tomar fotografías de mi hija y las publicarán en susperiódicos!—exclamóMrs.Wellandcuandoleinsinuaronelúltimoplandesu madre, y todo el clan retrocedió con un escalofrío ante esta impensableindecencia.

La anciana tuvo que abandonar su proyecto; pero lo aceptó sólo con lapromesade que el banquetematrimonial se realizaría bajo su techo, aunque(comomanifestó la parentela deWashington Square) estando la casa de losWelland tan cerca resultaba molesto tener que fijar un precio especial conBrownparaqueloscondujerahastalosquintosinfiernos.AunquelosJacksoninformaron ampliamente de todos estos incidentes, una minoría todavíaapostabaaquelaancianaCatherineapareceríaenlaiglesia,yhubounaclarabajadelosánimoscuandosesupoqueseríareemplazadaporsunuera.Mrs.LovellMingottteníaelrostroencendidoylamiradavidriosaqueproduceenlasdamasdesuedadycostumbreselesfuerzodecaberenunvestidonuevo.Pero una vez que se aplacó el desencanto ocasionado por la ausencia de susuegra, todos estuvieronde acuerdo enque suChantillynegro sobre el rasolila,conunsombrerodevioletasdeParma,formabaelmejorcontrasteconelcolorido azul y ciruela de Mrs. Welland. Muy diferente fue la impresióncausada por lamacilenta y remilgosa dama que la seguía del brazo deMr.Mingott, en un salvaje desorden de bandas y orlas y pañuelos flotantes. Ycuandoaparecióaquellaúltimapareja,elcorazóndeArchersecontrajoycesódelatir.

Contaba con que la marquesa Manson estaba todavía enWashington, adondesedirigiócuatrosemanasatrásconsusobrina,madameOlenska.TodoscreíanquesuabruptapartidasedebíaaquemadameOlenskadeseabasalvarasu tía de la perniciosa elocuencia del Dr. Agathon Carver, que casi logróreclutarlaparaelValledelAmor;yenesascircunstanciasnadieesperabaquelasdamasregresaranporunaboda.

Por unmomentoArcher fijó los ojos en la fantástica figura deMedora,esforzándose por ver quién venía tras ella; pero la pequeña procesión habíaterminado,puestodoslosmiembrosmenoresdelafamiliahabíantomadosuspuestos, y los ocho pajes, reunidos como aves o insectos que preparan unamaniobra migratoria, ya se deslizaban por las puertas laterales hacia elvestíbulo.

—¡Newland,yaestáaquí!—murmurósupadrino.

Archer volvió en sí sobresaltado. Aparentemente había pasado bastantetiempodesdequesucorazóncesaradelatir,pueslaprocesiónblancayrosaya

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estaba en realidad a medio camino de la nave, el obispo, el rector y dosasistentes de uniforme blanco rondaban alrededor del altar, y los primerosacordesdelasinfoníadeSpohresparcíansusnotasfloridasantelanovia.

Archer abrió los ojos (¿era realmente posible que los hubiera cerrado,como imaginaba?),y sintióque sucorazón recuperaba su ritmohabitual.Lamúsica,elaromadelosliriossobreelaltar,lanubedetulesyfloresdeazaharqueflotabanacercándosecadavezmás,elrostrodeMrs.Archersúbitamenteconvulsionadoporsollozosdefelicidad,elbajomurmullodelavozdelrectordandosusbendiciones,lasordenadasevolucionesdelasochodamasdehonorvestidas de rosado y de los ocho pajes de negro: todas aquellas visiones,sonidosysensaciones,tanfamiliaresenelfondo,tanprofundamenteextrañasysinsentidoensunuevarelaciónconellos,semezclabandemaneraconfusaensumente.

—Diosmío,¿tendréelanillo?—yvolvióarepetirelgestoconvulsivodetodos los novios. Luego, en unmomento,May estaba a su lado, irradiandotanta luz que comunicó un leve calor a su insensibilidad; se enderezó y lesonriómirándolaalosojos.

—Queridosmíos,estamosreunidosaquí—comenzóadecirelrector.

Mayyateníaelanilloensumano,elpastorleshabíadadosubendición,lasdamasdehonorestabandispuestasaretomarsulugarenlaprocesión,yelórgano mostraba los primeros síntomas de explotar con la marcha deMendelssohn,sinlacualjamáshabíasalidoningunaparejadereciéncasadosenNuevaYork.

—Elbrazo...¡daleelbrazo!—siseónerviosoeljovenNewland.

YunavezmásArchersediocuentadequehabíaandadoaladeriva,muylejos,enun lugardesconocido.¿Qué lohabíamandado irallá,pensaba?Talvezdivisarenelcrucerodelaiglesia,entrelosanónimosespectadores,unrizodepelonegrobajounsombreroqueunmomentomástarderevelópertenecera una mujer desconocida de nariz larga, tan ridículamente diferente de lapersonacuyaimagenhabíaevocadoquesepreguntóasímismosieraobjetodealucinaciones.Yahoraély suesposacaminaban lentamentepor lanave,transportados por las livianas notas de Mendelssohn, el día primaveral lossaludabaatravésdelaspuertasabiertasdeparenpar,ylosalazanesdeMrs.Welland,cuyasfrentesestabanadornadascondistintivosblancos,corcoveabanyselucíanalotroextremodeltúneldelona.

Ellacayo,queteníaundistintivoblancomuchomásgrandeensusolapa,cubrióaMayconlacapablanca,yArchersaltódentrodelaberlinaysesentóasulado.Lajovensevolvióhaciaélconunasonrisatriunfalysusmanosseestrecharonbajoelvelo.

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—¡Querida!—dijoArcher.

Ydesúbitoelmismonegroabismoseabrióinmensoanteélysintióquesehundía,cadavezmásprofundamente,mientrassuvozseguíahablando,alegreycálida:

—Sí,claroquepenséquehabíaperdidoelanillo;nohaybodacompletasielpobre infelizdelnovionopasaporese trance.¡Perotúmehicisteesperarlargo rato!Tuve tiempopara pensar en todos los horrores que podían haberpasado.

Ellalosorprendióalecharle,enplenaQuintaAvenida,losbrazosalcuello.

—Peronadapodrápasarahoramientrasestemos losdos juntos,¿verdad,Newland?

Cadadetalledeldíahabíasidotancuidadosamentepreparadoquelajovenpareja, después del banquete matrimonial, tuvo suficiente tiempo paracambiarseropayponersesutrajedeviaje,bajarlasampliasescalinatasdelamansiónMingott entre las risueñas damas de honor y los llorosos padres, ysubiralaberlinabajolatradicionallluviadearrozyzapatillasderaso;yaúnquedó media hora para conducirlos a la estación, comprar los últimossemanarios en el puesto de libros como hacen los viajeros habituales, einstalarseenelcompartimentoreservadodondeladoncelladeMayyahabíapuestosucapadeviajecolorgrispálidoyelrelucientemaletínrecientementeadquiridoenLondres.

LasviejastíasDuLacdeRhinebeckhabíanpuestosucasaadisposicióndelapareja,conunarapidezinspiradaporlaperspectivadepasarunasemanaenNuevaYork conMrs. Archer, y Archer, feliz de escapar de la típica "suitematrimonial"enunhoteldeFiladelfiaoBaltimore,habíaaceptadoconigualpresteza.AMayleencantólaideadeiralcampo,ysedivertíacomounniñocon losvanosesfuerzosde lasochodamasdehonorpordescubrirdóndesesituaba el misterioso refugio de los recién casados. Se consideraba "muyinglés"queleprestaranaunounacasadecampo,yestehechodioelúltimotoquededistinciónalaquetodoelmundoconsiderabalamásbrillantebodadelaño;peronadiedebíasaberdóndesehallabalacasa,apartedelospadresdelosnovios,quienes,cuandolespedíancontarelsecreto,fruncíanloslabiosydecíanentonomisterioso:"Nonosdijeronnada",loqueeraverdad,yaqueno había necesidad de hacerlo. Cuando estuvieron instalados en sucompartimento y el tren dejó atrás las interminables casas demadera de laperiferia y comenzó a adentrarse en el pálido paisaje primaveral, laconversación fluyó más fácilmente de lo que Archer esperaba. May eratodavía,deaspectoyde temperamento, laniñasencilladesiempre,yestabaansiosa por comentar con él las incidencias de la boda, con la mismaimparcialidaddeunadamadehonor recordando los detalles conunpaje de

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honor.AlprincipioArcherpensabaqueestaindiferenciaeraundisfrazdesuinquietud interna; pero los ojos claros de May revelaban una tranquilainconsciencia.Estabasolaporprimeravezconsumarido;perosumaridoerasolamente el encantador camarada de ayer. No había nadie que le gustaratanto,nadieenquienconfiaratanplenamente,ylamáxima"travesura"detodaaquelladeliciosaaventuradecompromisoymatrimonioeraestarasolasconélenunviaje,comounapersonaadulta,comouna"mujercasada",enbuenascuentas.

Eramaravilloso,comoArcheraprendieraundíaeneljardíndelaMisiónen St. Augustine, que pudieran coexistir sentimientos tan profundos con talfaltadeimaginación.Perorecordabaquetambiénenesaocasiónellalohabíasorprendidovolviendoasuinexpresivoinfantilismotanprontocomoliberósuconcienciadelpesoquelaoprimía;ysediocuentadequeprobablementeMayiría por la vida enfrentando lo mejor posible cada experiencia que se lepresentara, pero nunca se le anticiparía ni siquiera con una mirada furtiva.Quizásesafacultaddenegligenciaeraloquelesdabatransparenciaasusojos,yasurostroelartederepresentarauntipodegentemásqueaunapersona;comosihubierasidoescogidaparaposarparalaVirtudCiviloparaunadiosagriega. La sangre que corría tan a flor de piel podía ser un líquido quepreservara antes que un elemento destructor; sin embargo su imagen deindestructiblejuventudnolahacíaparecerniduranitorpe,sinosóloprimitivay pura. En lo más álgido de su meditación, Archer se encontró de súbitomirándola con la mirada asombrada de un extraño, y sumido en lareminiscencia del banquete y de la inmensa y triunfal aparición de Mrs.Mingott.Maydisfrutabafrancamentedeltema.

—Pero me sorprendió, no sé si a ti también, que la tía Medora vinieradespuésdetodo.Ellenescribióqueningunadelasdossesentíabienparaelviaje.¡Hubierapreferidoquefueraellalaqueserecuperó!¿Visteelexquisitoencajeantiguoquemeenvió?

Él sabía que elmomento llegaría tardeo temprano, pero en ciertomodoesperabaqueafuerzadevoluntadlomantendríaalejado.

—Sí... yo... no; sí, era precioso —dijo, mirándola sin verla ypreguntándosesicadavezqueoyeraaquellasdossílabas,todoelmundoqueconstruyeracontantocuidadosedesplomaríacomouncastillodenaipes.

—¿Estáscansada?Seráagradabletomarunatazadetécuandolleguemos.Estoy seguro de que las tías tienen todo muy bien preparado —dijoprecipitadamente,tomandosumanoentrelassuyas.

YlamentedeMayvolóalinstantehaciaelmagníficoserviciodetéycaféde plata de Baltimore que les regalaron los Beaufort, y que "iba" a laperfecciónconlasbandejasyplatosdeltíoLovellMingott.

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EltrenarribóalaestacióndeRhinebeckcuandocomenzabaelcrepúsculoprimaveral,ysefueroncaminandolentamenteporelandénhaciaelcarruajequelosesperaba.

—QuéamablesfueronlosVanderLuydenalenviarnosasucocherodesdeSkuytercliffpararecogernos—exclamóArcher,alacercárselesunrespetuosopersonajedelibreaquetomólasmaletasdemanosdeladoncelladeMay.

—Sientomucho,señor—dijoelemisario—,elpequeñoincidenteocurridoencasadeMissduLac,unafiltraciónenelestanquedeagua.Sucedióayer,yMr.vanderLuyden,quelosupoestamañana,envióaunacriadaenelprimertren para preparar la casa del Protector. Creo que lo encontrará todo a suagrado,señor;yMissduLacenvióasucocinero,demodoqueseráigualquesiestuvieranenRhinebeck.

Archer lo miró tan desconcertado, que el cochero repitió, comoexcusándose:

—Leaseguro,señor,queseráexactamentelomismo.

Rompiendo el embarazoso silencio que se produjo, May exclamó conimpaciencia:

—¿Igual queRhinebeck? ¿La casa del Protector? Pero si serámil vecesmejor, ¿no es verdad, Newland? Mr. van der Luyden ha sido sumamentecariñosoyamablealpensarenestasolución.

Y mientras viajaban en el carruaje, con la doncella sentada al lado delcocheroylasrelucientesmaletasnupcialesenelasientodelantedeellos,Maycontinuóhablandocongranagitación.

—Imagínate,nuncaheestadoallí,¿ytú?LosVanderLuydenlamuestranapoquísimagente.Pero se la abrieron aEllen, y ellamecontóque eraunacasapreciosa;dijoqueeralaúnicacasaentodaNorteaméricadondeellacreíaquepodríaserperfectamentefeliz.

—Bien, eso es lo que seremos nosotros, ¿no? —exclamó su maridoalegremente.

Yellarespondióconsusonrisainfantil:

—¡Ah, este es sólo el comienzo de nuestro futuro, elmaravilloso futuroquesiemprecompartiremosjuntos!

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—PorsupuestoquedebemoscenarconMrs.Carfry,querida—dijoArcher.

Con un ceño que denotaba inquietud, su mujer lo miró por encima delmonumental servicio Britannia de la mesa de desayuno de la casa dehuéspedes. En todo aquel lluvioso desierto que era Londres en otoño, losArcher conocían sólo a dos personas, a quienes habían evitadocuidadosamente siguiendo la antigua tradición neoyorquina de que no era"digno" imponer su presencia a las amistades en países extranjeros. En susvisitasaEuropa,Mrs.ArcheryJaneyhabíancumplidoenformatanestrictaesteprincipioydespreciaronlaamistosaacogidadesuscompañerosdeviajeconunairedetanimpenetrablereserva,queprácticamentelograronelrécorddenohaberintercambiadounasolapalabraconun"extranjero",fueradelosempleados de los hoteles y estaciones de ferrocarril.Trataban a susmismoscompatriotas,salvoaquellosconocidosdeantesoadecuadamentepresentados,incluso con más pronunciado desdén, de modo que, a menos que seencontraranconunChivers,unDagonetounMingott,losmesesquepasabanen el exterior transcurrían en un ininterrumpido tète-á-tète. Pero a veces lasmáximasprecaucionesresultaninfructuosas;yunanocheenBotzenunadelasdosdamas inglesasde lahabitaciónalotro ladodelpasillo (cuyosnombres,vestidos y situación social Janey ya conocía al dedillo) llamó a la puertapreguntandosiMrs.Archerteníaunabotelladelinimento.Lahermanadelaintrusa,Mrs.Carfry,habíasufridounrepentinoataquedebronquitis.YMrs.Archer, que nunca viajaba sin una completa farmacia familiar, pudo,afortunadamente,aportarelremediosolicitado.

Mrs. Carfry estabamuy enferma, y como ella y su hermanaMissHarleviajaban solas, quedaron profundamente agradecidas de las Archer, que lasasistieronconingeniososmétodosdealivioycuyaeficientedoncellaayudóacuidar a la enferma hasta su recuperación. Cuando las Archer abandonaronBotzennopensabanvolveraveraMrs.CarfryyaMissHarle.Nadapodríaser, para la mentalidad de Mrs. Archer, más "indigno" que imponerle un"extranjero"aalguienalquelehizounservicioocasional.PeroMrs.Carfryysu hermana ignoraban este punto de vista, que hubieran consideradoabsolutamenteincomprensible,ysesintieronligadasporunaeternagratitudalas "encantadoras norteamericanas" que fueron tan amables con ellas enBotzen. Con conmovedora fidelidad aprovechaban cada oportunidad deencontrarse conMrs. Archer y Janey durante sus viajes en el continente, ydesplegabanunaperspicaciasobrenaturalparaaveriguarcuándopasaríanporLondresensucaminohaciaodesdelosEstadosUnidos.Laintimidadsehizoindisoluble, yMrs.Archery Janey, cadavezque arribaban alHotelBrown,encontraban dos afectuosas amigas esperándolas, las que, como ellas,cultivaban helechos en grandes macetas, hacían encaje macramé, leían lasmemorias de la baronesaBunsenyopinaban acercade los ocupantes de losprincipalespúlpitos londinenses.ComodecíaMrs.Archer,Londresera"otra

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cosa"despuésdeconoceraMrs.CarfryyaMissHarle.YenlaépocaenqueNewlandsecomprometió,ellazoentreambasfamiliasestabatanfirmementeestablecido que se consideró "lo correcto" enviar una invitación a las dosinglesas,queasuvezenviaronunhermosoramilletedefloresalpinasencajade vidrio. Y en el muelle, cuando Newland y su esposa zarpaban haciaInglaterra,elúltimoencargodeMrs.Archerfue:

—TienesquellevaraMayaconoceraMrs.Carfry.

Newlandysuesposanoteníanlamenorintencióndeobedecerestaorden;peroMrs.Carfry,consuacostumbradasagacidad, los localizóy los invitóacenar.EraacausadeestainvitaciónqueMayArcherfruncíaelceñomientrastomabantéconpanecillos.

—Está muy bien para ti, Newland, que las conoces. Pero yo me voy asentir intimidadaanteungrupodegentequenohevistoenmivida.¿Yquémevoyaponer?

Newland se echóhacia atrás en su sillay lamiró sonriendo.EstabamáshermosaymásparecidaaunaDianaquenunca.Elhúmedoaireinglésparecíahaberprofundizadoelresplandordesusmejillasysuavizadolalevedurezadesus virginales facciones. O tal vez era simplemente el brillo interno de lafelicidad,querelumbrabacomounaluzbajoelhielo.

—¿Que qué te vas a poner, querida?Me pareció que la semana pasadallegóunbaúlderopadeParís.

—Sí,porsupuesto.Quierodecir,cuálvestidodebousar—hizounpequeñopuchero—.Nunca he salido a cenar fuera enLondres, y no quiero hacer elridículo.

Eltratódeentendersuperplejidad.

—Pero,¿nosevistenlasinglesasigualquecualquieraotra?

—¡Newland!¿Cómohacesunapreguntatanabsurda?¡Ellasvanalteatroconvestidosdebaileanticuadosysinsombrero!

—Bueno,talvezusanlosvestidosdebailenuevosparaestarencasa.Entodocaso,nocreoqueMrs.CarfryyMissHarlelohagan.Usaránsombrerosigualesalosdemimadre,ychales;unoschalesmuyfinos.

—Sí,pero¿cómoiránvestidaslasdemásmujeres?

—Nuncatanbiencomotú,miamor—replicóArcher,preguntándosequéhabríadespertadorepentinamenteenMayesemórbidointerésdeJaneyporlaropa.

Ellacorrióhaciaatrássusillaconunsuspiro.

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—Esencantadordetuparte,Newland,peronomeayudamucho.

Éltuvounainspiración.

—¿Porquénousastutrajedenovia?Esenuncaestámal,¿verdad?

—¡Oh,querido!¡Silotuvieraaquí!PeroquedóenParísparatransformarloparaelpróximoinvierno,yWorthtodavíanolodevuelve.

—Lástima —dijo Archer, levantándose—. Mira, se está disipando laneblina.SicorremoshastalaNationalGalleryalcanzaríamosadarunvistazoaloscuadros.

Los Archer llegaban de vuelta de un viaje de novios de tresmeses queMay, al escribir a sus amigas, resumió vagamente como "maravilloso". Nofuerona los lagos italianos.Pensándolobien,Archernopudo imaginara sumujereneseparticularpaisaje.LasinclinacionesdeMay(despuésdeunmescon losmodistosdeParís) eran subirmontañasen julioyhacernataciónenagosto. Este plan fue cumplido puntualmente, pasando julio en Interlaken yGrindelwald, y agosto en un pequeño sitio llamado Etretat, en la costa deNormandía,quealguienlesrecomendóporserpintorescoytranquilo.Unpardeveces,cuandoestabanenlamontaña,Archerseñalóhaciaelsurdiciendo:"Allí está Italia"; y May, con los pies sobre una mata de genciana, habíasonreídoalegremente.

—Seríafantásticoiraalláelpróximoinvierno—replicó—.SiemprequenotengasquequedarteenNuevaYork.

Pero en realidad viajar le interesaba menos de lo que él esperaba. Loconsideraba simplemente (unavezquehabíamandado a hacer sus vestidos)comounabuenaoportunidadparacaminar,montaracaballo,nadar,yprobarsumano en el fascinante nuevo juego, el lawn tennis; y cuando finalmentevolvieronaLondres(dondepasaronunaquincenadurantelacualélmandóahacer su ropa), May casi no podía ocultar las ansias con que esperaba elmomento de embarcarse de regreso. En Londres lo único que le interesabaeranlosteatrosylastiendas;ylosteatrosleparecieronmenosexcitantesquelos cafés chantants deParís donde, bajo los castaños en flor de losCamposElíseos, vivió la primera experiencia de observar desde la terraza delrestaurantaunpúblicocompuestoporcocottes,mientrassumaridoletraducíalo poco de las canciones que consideraba apropiado a sus oídos de reciéncasada.

Archer había retomado todas sus viejas ideas heredadas acerca delmatrimonio.VivirconformealastradicionesytrataraMayexactamenteigualquesusamigos tratabana susesposaseramuchomáscómodoque tratardeponer en práctica las teorías que había elaborado cuando era soltero yplenamentelibre.Nohabíamotivoparatratardeemanciparaunaesposaque

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no tenía lamás remotanocióndequeno fuera libre;yyahacía tiempoquehabía descubierto que el único uso de esa libertad queMay suponía poseerseríadepositardichalibertadenelaltardesuadoracióndeesposa.Suinnatadignidadsiempreleevitaríahacereldondemaneraabyecta;einclusovendríaundía(comoyaocurrióunavez)enqueencontraríafuerzaspararetirarlosipensaba que lo hacía para el bien de Archer. Pero con una concepción delmatrimonio tan poco complicada y tan indiferente como la suya, tal crisispodría provocarla sólo algo visiblemente afrentoso en la conducta de sumarido; y la delicadeza de sus sentimientos hacia él lo hacían impensable.Pasara loquepasara,Archer sabíaqueella siempresería leal,valienteysinresentimientos.Yesolocomprometíaapracticarlasmismasvirtudes.

Todolocualtendíaallevarlodevueltaasusviejoshábitosmentales.Sisusimplezahubierasidolasimplicidaddelamezquindad,sehabríaenfadadoyluegorebelado;peroyaquelas líneasdesucarácter,aunquetanpocas,erandelmismofinomoldequesurostro,Mayseconvertíaenladeidadtutelardetodas las viejas tradiciones y motivos de respeto de su marido. Talescualidades no eran las más adecuadas para alentar un viaje al extranjero,aunque la hacían una compañera fácil y agradable; pero Archer vio deinmediatocómoencajaríanbienunavezensupropioambiente.Notemíaseroprimido por ella, pues su vida artística e intelectual seguiría igual, comosiempre fue, fuera del círculo doméstico; y dentro de éste no habría nadapequeño ni rígido; volver a su esposa jamás sería como entrar en unahabitación sofocante después de un paseo al aire libre. Y cuando tuvieranhijos, se llenarían los rincones vacíos de ambas vidas. Todas estas cosasdesfilaban por su mente durante el largo y lento viaje de Mayfair a SouthKensington,dondevivíanMrs.Carfryysuhermana.TambiénArcherhubierapreferido evitar la hospitalidad de sus amigas; de acuerdo con la tradiciónfamiliar él había viajado siempre como turista y espectador, fingiendo unaltivo desprecio por la presencia de sus congéneres. Sólo una vez, justodespuésde terminarHarvard, pasóunaspocas semanas alegres enFlorenciacon un grupo de extraños norteamericanos europeizados, bailando toda lanocheenpalaciosdedamascon títulosnobiliarios,y jugandogranpartedeldíaconloslibertinosylospetimetresdelclubdemoda.Pero,apesardeserlomás entretenidodelmundo, todo le había parecido irreal comoun carnaval.Esas extrañas mujeres cosmopolitas, sumergidas en complicados asuntosamorosos que al parecer necesitaban relatar al primero que encontraban, yaquellos magníficos oficiales jóvenes y los avejentados caballeros de uningenio de la peor clase que eran los objetos o los depositarios de susconfidencias,erandemasiadodiferentesdelagenteentrelacualArcherhabíacrecido y demasiado parecidas a las plantas caras y malolientes de losinvernaderosexóticos,comoparaatraersuimaginaciónpormuchotiempo.Nopretenderíajamásintroducirasuesposaensemejantesociedad;perodurante

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susviajesningunaotrahabíademostradointerésensucompañía.

PocodespuésdesullegadaaLondres,ArcherseencontróconelduquedeSt.Austrey, quien lo reconoció al instante y lo saludó con gran cordialidaddiciendo:

—Meencantaríaquefueraavisitarme.

Pero ningún norteamericano hecho y derecho consideraría aceptar unainvitacióndeesaespecie,demodoqueelencuentronotuvosecuela.HabíanlogradoevitaralatíainglesadeMay,laesposadelbanquero,queaúnvivíaenYorkshire;enrealidad,habíanpospuestoapropósitoelviajeaLondreshastaelotoñodemaneraquesullegadaenplenatemporadanoparecieraimportunaniesnobalosojosdeesosparientesdesconocidos.

—EsprobablequenohayanadieencasadeMrs.Carfry;Londresesundesiertoenestaépoca,ycreoqueestásdemasiadoelegante—dijoArcheraMay,sentadaasuladoenuncabriolétanperfectayespléndidaensucapaazulcielo bordeada de plumas de cisne que parecía una maldad exponerla a lasuciedadlondinense.

—Noquieroquecreanquenosvestimoscomosalvajes—replicóella,conunrencorpropiodePocahontas.

Archerseimpresionóunavezmásdelareligiosareverenciadelasmujeresnorteamericanas, hasta lasmenosmundanas, por las ventajas sociales de unvestido.

"Es su armadura—pensó—, su defensa contra lo desconocido, y es sudesafío."YcomprendióporprimeravezelardorconqueMay,queeraincapazdeatarunacintaensupeloparaagradarlo,habíarealizadoelsolemneritodeseleccionaryhacerconfeccionarsuabundantísimovestuario.

AcertóalpensarquelosinvitadosdeMrs.Carfryseríanpocos.Apartedelaanfitrionaysuhermana,sólohabíaenellargoyheladosalónotradamaconchal, un afable vicario que resultó ser sumarido, unmuchacho silencioso aquienMrs.Carfrypresentócomosusobrino,yuncaballeromoreno,bajoydeojosvivacesquefuepresentadoconunnombrefrancéscomosupreceptor.

En medio de este grupo cuyas borrosas figuras apenas iluminaba unapálidaluz,MayArcherflotabacomouncisnealapuestadelsol:seveíamásgrande,másrubia,yhacíacrujirsuvestidoconunfuertefrufrúcomoArchernuncaanteslavierahacerlo.Comprendióquesuaspectoatractivoyelfrufrúeran señales de una extremada e infantil timidez. "¿De qué demoniosesperarán ellos que yo hable?", imploraban sus ojos desvalidos clavados enArcher justo en elmomento en que su esplendorosa aparición provocaba lamismaansiedadensusamigas.Perolabelleza,aunquedesconfíedesímisma,

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despiertaconfianzaenelcorazónmasculino;yelvicarioyelpreceptorfrancésmuy pronto manifestaron a May su deseo de que se sintiera cómoda. Sinembargo, a pesar de los grandes esfuerzos de todos, la cena languidecía.Archer notó que la manera que tenía su esposa de mostrarse a gusto entreextranjeroseravolversemásintransigentementelocalistaensusalusiones,demodo que, a pesar de que su hermosura provocaba admiración, sus réplicasenfriaban la conversación. El vicario pronto abandonó la lucha; pero elpreceptor,quehablabauninglésfluidoyperfecto,congrancortesíaprosiguióhaciendogaladeélensuhonor,hastaqueporfinlasdamas,anteelmanifiestoaliviodetodoslospresentes,subieronalsalón.

El vicario, después de beber un vaso de oporto, debió retirarseapresuradamenteaunareunión,yeltímidosobrino,queparecíaserinválido,fue llevado a su cama. Pero Archer y el preceptor continuaron sentadosbebiendosuvino,ydesúbitoArcherseencontróhablandocomonolohacíadesdesuúltimalargaconversaciónconNedWinsett.AsísupoqueelsobrinoCarfryestuvoalbordedeunatuberculosisydebióabandonarHarroweirseaSuiza, donde pasó dos años gozando del clima templado del lago Leman.Comoeraunjovenestudioso,seencargósueducaciónaM.Riviére,quienlollevóderegresoaInglaterraysequedaríaconélhastaquefueraaOxfordlapróximaprimavera.YM.Riviéreagregóconsencillezquetendríaquebuscarotroempleo.AArcherleparecióimposiblequetardaraenencontrarlo,siendotanvariadossusinteresesytannumerosassuscualidades.Eraunhombredeunostreintaaños,decaradelgadayfea(seguramenteMayhabríaopinadoqueera vulgar) a la que la agilidad de sumente daba una intensa expresividad,pero en su viveza no había nada de frívolo ni demediocre. Su padre habíamuertojoven;ejercióunpuestodiplomáticodepocaimportancia,ypretendíaqueel hijo siguiera lamismacarrera; pero su insaciablegustopor las letrasllevóaljovenalperiodismo,luegoaloficiodeescritor(alparecersinéxito),ya la larga, después de otros experimentos y vicisitudes que le ahorró a suinterlocutor, a ser preceptor de jóvenes ingleses enSuiza.Pero antes de esoviviólargotiempoenParís,frecuentóelgrenierGoncourt,dondeMaupassantle aconsejó que no intentara escribir (¡hasta eso le pareció a Archer undeslumbrantehonor!),yhabíaconversadomuchasvecesconMériméeencasadesumadre.Eraevidentequesiemprefueextremadamentepobreyquevivióangustiado(portenerquemantenerasumadreyasuhermanasoltera),yseveíaclaramentequesusambicionesliterariashabíanfracasado.Dehecho,susituaciónparecía,enelaspectomaterial,tanobscuracomoladeNedWinsett;perohabíavividoenunmundoenelcual,segúndijo,nadiequeamalasideaspadecedehambremental.Comoprecisamentedeaquelmismoamormoríadehambre el pobreWinsett, Archer miró con una especie de envidia por suspenuriasaesteafanoso joven indigenteaquien lehabía idomagníficamentebienensupobreza.

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—¿No es cierto,monsieur, que el gran valor está enmantener la propialibertad intelectual, en no esclavizar nuestro poder de apreciación, nuestraindependenciacrítica?Fueporesarazónqueabandonéelperiodismoyasumíun trabajomuchomásmonótono, ser preceptor y secretario privado. Es untrabajobastantepesado,porsupuesto,perounoconservasulibertadmoral,loque en francés llamamos nuestro quant á soi. Y cuando uno escuchaconversaciones interesantes,puede incorporarseaellassincomprometerotraopiniónque la propia; obienpuede escuchary respondermentalmente.Ah,unabuenaconversación,nohaynadamejor,¿noescierto?Elairedelasideases el único aire que merece respirarse. Por eso nunca me arrepentí deabandonartantoladiplomaciacomoelperiodismo,dosformasdiferentesdelamismaautoabdicación.

FijósusojosvivacesenArchermientrasencendíaotrocigarrillo.

—Voyez-vous,monsieur, para podermirar la vida de frente bien vale lapenavivirenunabuhardilla,¿nocree?Pero,despuésdetodo,unodebeganarlo suficiente para pagar la buhardilla; y confieso que la idea de envejecercomo preceptor privado, o cualquier otra cosa "privada", es para mí tanespeluznante como ser segundo secretario en Bucarest. A veces pienso quedebo aventurarme a dar un paso definitivo, un inmenso paso. Por ejemplo,¿ustedcreequehabríaposibilidaddealgúnpuestoparamíenEstadosUnidos,enNuevaYork?Archerlomirósorprendido.¡NuevaYork,paraunjovenquehafrecuentadoalosGoncourtyaFlaubert,yquepiensaqueelmundodelasideaseselúnicoenquesepuedevivir!

Siguió mirando fijo aM. Riviére, perplejo, preguntándose cómo decirleque su gran superioridad y sus cualidades eran el obstáculo mayor para eléxito.

—NuevaYork,NuevaYork,pero¿tienequeserprecisamenteNuevaYork?—tartamudeó,absolutamenteincapazdeimaginaralgúnempleolucrativoquesuciudadnativapudieraofreceraunjovenparaquienunabuenaconversaciónparecíasersuúnicanecesidad.Unrepentinorubor tiñó lapielcetrinadeM.Riviére.

—Pensé... pensé que era su metrópolis, ¿no es allí más activa la vidaintelectual?—replicó;luego,comotemiendodarasuinterlocutorlaimpresiónde estar pidiéndole un favor, continuó apresuradamente—: Uno lanzasugerencias al azar,más para símismoquepara los demás.En realidad, noveoperspectivasinmediatas...

Ylevantándosedesuasiento,añadió,sindarmuestrasdeembarazo:

—PeroMrs.Carfrypensaráqueeshoradeconducirloalsalón.

Mientrasregresabanalhotel,Archermeditóprofundamenteacercadeeste

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episodio.LahoraquepasóconM.Riviérellenódeairenuevosuspulmones,ysuprimerimpulsofueinvitarloacenaraldíasiguiente;peroyacomenzabaaentenderporquéloshombrescasadosnosiemprepodíancederasusprimerosimpulsos.

—Esejovenpreceptoresuntipointeresante;despuésdelacomidatuvimosunaconversaciónsumamenteentretenidaacercadelibrosyotrascosas—dijo,paraverquépasaba,cuandoibanenlaberlina.

Maydespertódeunodesus soñadores silenciosen losqueArcherhabíaleído tantos significados antesdeque seismesesdematrimonio ledieran lallavedeellos.

—¿El francesito?¿No teparecióatrozmentevulgar?—preguntóellaconfrialdad.

Y él adivinó queMay alimentaba un secreto desencanto por haber sidoinvitadaacenarenLondres sóloparaconoceraunclérigoyaunpreceptorfrancés.Ladesilusiónnoeracausadaporelsentimientoquecomúnmentesedefinecomoesnobismo,sinoporelviejoprincipioneoyorquinosobreeltratoquemereceunmiembrodesusociedadcuandoarriesgasudignidadentierrasextranjeras.SilospadresdeMayhubieraninvitadoacenaralasCarfryenlaQuintaAvenida,lehabríanpresentadoaalguienmásimportantequeunpastoryunprofesordeenseñanzamedia.

PeroArcherteníalosnerviosdepunta,yquisodiscutir.

—¿Vulgar...vulgardónde?—inquirió.

Ellareplicócondesacostumbradarapidez:

—Bueno,diríaqueencualquierpartemenosensusaladeclase.Esagentesiempreseveraraensociedad.Pero—agregó,apaciguadora—supongoquenomedicuentadequeerainteligente.

A Archer le disgustó tanto que usara la palabra "inteligente" como queusaralapalabra"vulgar";peroempezabaatemersupropiatendenciaahacerhincapiéenlascosasqueledisgustabanenella.Despuésdetodo,laopinióndeMayhabíasidosiemprelamisma.Eraladetodalagenteentrequienesélhabía crecido, y siempre lohabía considerado comoalgonecesariopero sinimportancia. Hasta hacía pocos meses nunca había conocido a una mujer"bien" que mirara la vida de un modo diferente; y si un hombre se casa,necesariamenteloharáconalguien"bien".

—¡Ah,entoncesnoloinvitaréacenar!—resolvió,riendo.

YMayrepitió,espantada:

—¿Quédices?¿InvitaralpreceptordelasCarfry?

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—Bueno,noelmismodíaconlasCarfry,siloprefieres.Perotengoganasdevolveraconversarconél.EstábuscandotrabajoenNuevaYork.

LasorpresadeMayaumentóa laparconsu indiferencia:Archer llegóacreerquesospechabaqueélsehubieracontaminadocon"extranjerismo".

—¿UnempleoenNuevaYork?¿Quéclasedeempleo?Lagentenotienepreceptoresfranceses;¿quéquierehacerél?

—Principalmente,gozardeunabuenaconversación,meparece—replicómalévolamentesuesposo;yellaseechóareír,festejandolaocurrencia.

—¡Oh,Newland,quécosatandivertida!¿Hasvistoalgomásfrancés?

Enelfondo,Archerquedócontentodequesesolucionaraelasuntograciasal rechazodeMayde tomar en serio sudeseode invitar aM.Riviére.OtracharladespuésdecenarhabríahechodifícilesquivarelasuntodeNuevaYork;ymientrasmáslopensaba,menosconseguíacalzaraM.RiviéredentrodelaimagendelaNuevaYorkqueélconocía.Presintió,conunescalofríointerno,que en el futuro muchos problemas le serían resueltos negativamente; perocuandopagabaelcochedealquileryseguíalalargacoladeltrajedesumujeral interiorde lacasa, se refugióen lacómoda trivialidadqueafirmaque losseisprimerosmeseseransiemprelosmásdifícilesdelmatrimonio.

Alcabodeesetiempo,supongoqueyahabremosprácticamenteterminadodepulir lasasperezasdenuestros respectivosángulos—reflexionó.Pero lopeordetodoestoeraquelapresióndeMayyaestabapesandoprecisamenteenlosánguloscuyaasperezamásleinteresabamantener.

21

El pequeño prado se extendía suavemente hacia el mar inmenso yresplandeciente.Elcéspedestababordeadoporuncercodegeraniosescarlata,y en los jarrones de hierro fundido pintados de color chocolate que estabancolocados a intervalos a lo largo del sinuoso sendero que conducía hasta elmar,guiabansusguirnaldaslaspetuniasylahiedraporencimadelagravillacuidadosamenterastrillada.Amediocaminoentreelbordedelacantiladoylacuadradacasademadera(tambiéncolorchocolate,peroconeltechodelatónde la veranda pintado a rayas amarillas y cafés para representar un toldo),habían colocado dos enormes placas para tiro al blanco contra un fondo dematorrales.Alotroladodelprado,frentealasdianas,sehabíamontadounaverdaderatienda,rodeadadebancosysillasdejardín.Variasdamasvestidasde verano y algunos caballeros con chaqueta gris y sombrero de copaconversaban de pie sobre el césped o sentados en los bancos; y de vez en

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cuando una esbelta joven vestida demuselina almidonada salía de la tiendaconunarcoenlamano,ylanzabasusaetaaunodelosblancos,mientraslosespectadoresinterrumpíansucharlaparaverelresultado.

NewlandArcher,depieenlaterrazadelacasa,mirabaconcuriosidadlaescena.Acadaladodelosescalonespintadosconcoloresradiantes,habíaunenormeflorerodeporcelanaazulsobreunpedestaldeporcelanaamarillamuybrillante. Todos los floreros tenían una planta verde y espinosa, y bajo laterrazahabíaunahileradehortensiasazulescercadaspormásgeraniosrojos.Detrás deArcher, las puertas—mamparas de los salones por las que habíapasadopermitíanvislumbrar, entre lasoscilantescortinasdeencaje, el suelode parquet encerado atiborrado de poufs de chintz, sillas enanas,mesas contapetedeterciopelorepletasdeobjetosdeplata.

ElClubdeArqueríadeNewportsiemprerealizabasureunióndelmesdeagostoencasadelosBeaufort.Eldeporte,quehastaaquínoteníaotrorivalque el croquet, empezaba a ser desplazado en favor del tenis sobre césped;pero este último juego todavía era considerado demasiado rudo y pocoeleganteparaeventossociales,ycomooportunidadparalucirbonitosvestidosyactitudesgraciosas,elarcoylaflechanoteníanigual.

Archercontemplómaravilladoel familiar espectáculo.Le sorprendíaquelavidacontinuarasuviejocaminocuandosuspropiasreaccionesalrespectohabían cambiado de modo tan absoluto. Fue en Newport donde tuvoconciencia por primera vez de la magnitud del cambio. En Nueva York,duranteelinviernoreciénpasado,despuésdequeélyMayseinstalaranenlanuevacasacolorverdeamarillentoconventanassalientesyelvestíbuloestilopompeyano, había vuelto con alivio a su vieja rutina de la oficina, y larenovacióndeestaactividaddiaria lesirvióde lazodeuniónconsuantiguapersonalidad.Luegoselepresentólaagradableentretencióndeelegirunvelozcaballo gris para la berlina de May (los Welland le habían regalado elcarruaje),yelabsorbentetrabajoeinterésporarreglarsunuevabiblioteca,laque, a pesar de las dudas y la desaprobación de la familia, quedó tal comohabía soñado: con un papel gofrado de color oscuro, estanterías Eastlake,buenossillonesymesas.EnelCenturyhabíavueltoaverseconWinsett,yenel Knickerbocker con los jóvenes elegantes de su propia clase; y entre lashoras dedicadas a las leyes y a cenar fuera o a recibir amigos en su casa,alguna noche ocasional en la ópera o a ver una obra de teatro, la vida queestabaviviendotodavíaleparecíaunasuntoclaramenterealeinevitable.

Pero Newport representaba una escapada del deber hacia una atmósferaexclusivamentededicadaalosveraneantes.ArcherhabíatratadodeconvenceraMaydepasarelveranoenuna isla remotaagrandistanciade lacostadeMaine(llamada,muyapropiadamente,MonteDesierto),dondeunospocosyvalientes turistas procedentes de Boston y Filadelfia acampaban en cabañas

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"nativas", y que era alabada por su maravilloso paisaje y la posibilidad dehacervidaalairelibre,casidetrampero,entrebosquesyagua.

PerolosWellandsiempreibanaNewport,dondeposeíanunadelascasascuadradasconvistaalacantilado,ysuyernonopodíaaducirningunabuenarazónparaqueélyMaynoselesunieranallí.ComoindicóMrs.Wellandentono bastante cáustico, no valdría la pena que May se hubiera cansadoprobándosevestidosenParíssinoselepermitíalucirlos;ycontraargumentosdeestaclaseArcheraúnnoencontrabarespuesta.LamismaMaynolograbaentender su extraña reticencia para aceptar una manera tan razonable yagradabledepasarelverano.LerecordóquesiemprelegustóNewportensuépocadesoltero,ycomonoselopudodiscutir,sólolequedómanifestarqueestabasegurodequeleibaagustarmásquenuncaahoraqueestaríaallíconella.PerocuandodesdelaterrazadelosBeaufortmirabahaciaelpradollenode una brillante muchedumbre, presintió con un escalofrío que no le iba agustarenabsoluto.NoeraculpadeMay,pobrecita.Siavecesnohabíanidoalmismopasodurantesusviajes,laarmoníahabíavueltoalreencontrarseellaenlascondicionesaqueestabaacostumbrada.Archersiempreprevióqueellanolodesilusionaría;ynoseequivocó.Sehabíacasado(comolamayoríadelosjóvenes) porque encontró una muchacha absolutamente encantadora en unmomentoenqueterminaban,conprematurodisgusto,unaseriedeaventurassentimentales sin objeto; y ella representó la paz, la estabilidad, lacamaradería, y el equilibrado sentimiento de un deber ineludible. No podíadecir que su elección había sido un error, ya que ella respondía a lo que élesperaba.Erasin lugaradudasmuygratificanteserelmaridodeunade lasmás hermosas y queridas jóvenes casadas de Nueva York, especialmentecuandoeratambiénlaesposademejorcarácterylamásrazonable;yArchernuncafueinsensibleatalesventajas.Encuantoalamomentánealocuraqueloperturbólavísperadesumatrimonio,sehabíapropuestoconsiderarlocomoelúltimoexperimentodescartado.Laideadequeenalgúnmomento,ensuplenojuicio, hubiera soñado con casarse con la condesa Olenska había llegado aparecerlecasiimpensable;ellapermanecíaensumemoriasimplementecomoelmás lastimeroyconmovedorejemplardeunadinastíade fantasmas.Perotodasestasabstraccionesyeliminacioneshicierondesumenteunespaciocasivacío,comounacámarade resonancia,y supusoqueeraunade las razonesporlascualesesaspersonasactivasyanimadasquecolmabanelpradodelosBeaufort lo escandalizaban como si fueran niños jugando en un cementerio.Oyó un murmullo de faldas cerca de él, y la marquesa Manson saliórevoloteando por la puerta—mampara del salón. Como de costumbre, ibavestidaconmuymalgusto,excesivamenteadornadayllenadeguirnaldas,conunsombreroLeghornflexiblesujetoconvariascapasdegasadescolorida,yun pequeño quitasol de terciopelo negro con cacha de marfil tallado sebalanceaba en forma absurda por encima del ala de su sombrero, que era

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muchomásgrande.

—¡MiqueridoNewland!No tenía ideadeque tú yMayhabían llegado.¿Dicesquellegastereciénayer?Ah,losnegocios,losnegocios...losdeberesprofesionales... comprendo. Sé que a muchos maridos les es imposibleacompañar hasta aquí a sus esposas, salvo los fines de semana—ladeó lacabezaylelanzóunamiradalánguida,yprosiguióconexpresióndefastidio—Pero elmatrimonio es un largo sacrificio, comoamenudo le recuerdo amiEllen...

ElcorazóndeArchersedetuvoconunaextrañaconvulsiónqueyasintieraunavezantes,yqueparecíacerrarestrepitosamenteunapuertaentreélyelmundo exterior; pero este quiebre de continuidad debió ser uno de losmásbreves,porquedeinmediatoescuchóaMedoraresponderleunapreguntaqueaparentementetuvovalordehacerle.

—No,noestoyalojadaaquí,sinoconlasBlenkerenladeliciosasoledaddePortsmouth.Beaufort fuemuyamabledeenviarasus famosos trotonesabuscarmeestamañana,paraquealmenosvieraalgodeunade las fiestasalairelibredeRegina;peroestatardevuelvoalavidarural.LasBlenker,genteadorableyoriginal, arrendaronunaviejagranjamuy sencilla enPortsmouthdonde reúnen a gente importante del lugar —dejó caer un poco el alaprotectoradesusombreroyañadióruborizándoseligeramente—:Estasemanael Dr. Agathon Carver organiza una serie de encuentros sobre PensamientoInterior. Realmente un contraste con esta alegre escena de placermundano,¡pero yo siempre he vivido de contrastes! Para mí la única muerte es lamonotonía.SiempreledigoaEllen:"cuídatedelamonotonía,eslamadredetodos los pecados mortales". Pero mi pobre niña atraviesa una fase deexaltación, de aborrecimiento al mundo. Usted sabe, supongo, que declinómuchas invitaciones para venir aNewport, incluso la de su abuelaMingott.Casi no pude persuadirla de venir conmigo donde las Blenker, ¿me podrácreer?Lavidaquellevaesmórbida,antinatural.Ah,simehubieraescuchadocuando todavía era posible... Cuando la puerta aún estaba abierta... Pero,¿quierequebajemosaveresefascinantejuego?OídecirquesuMayestáenlacompetencia.

Saliendodelatienda,Beaufortavanzóhaciaellosporelprado,alto,lento,consu levita londinensedemasiadoajustada,yunadesuspropiasorquídeasenelojal.Archer,quenoloveíahacíadosotresmeses,seimpresionódesucambio. A la cálida luz estival su aspecto rubicundo parecía pesado yabotagado, y si no fuera por su caminar erguido y sus hombros cuadradoshabríaparecidounancianosobrealimentadoyvestidorecargadamente.

Circulaban todaclasede rumoresacercadeBeaufort.En laprimaverasehabía ido en un largo crucero a las IndiasOccidentales en su nuevo yate a

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vapor,ysedecíaque,envariospuertosdondetocó,selevioencompañíadeunadamamuysemejanteaMissFannyRing.Sedecíaqueelyate,construidoen el Clyde, y equipado con cuartos de baño embaldosados y otros lujosinauditos,lehabíacostadomediomillón:yqueelcollardeperlasquelehabíaregalado a su esposa a su regreso era tan magnífico como deben ser talesregalos expiatorios.La fortuna deBeaufort era suficientemente sólida comoparahacerfrentealosgastos;ysinembargopersistíanrumoresinquietantes,nosóloen laQuintaAvenidasinoenWallStreet.Algunosdecíanquehabíaespeculadosinsuerteenelnegocioferrocarrilero,otrosquelosangrabaunadelasmás insaciablesmiembrosde laprofesióndeFanny;yantecada informeacusándolode insolvencia,Beaufort respondíaconunanuevaextravagancia:laconstruccióndeotrahileradeinvernaderosdeorquídeas,lacompradeunanuevapartidadecaballosderaza,odeunnuevoMeissonnierodeunCabanelparasupinacoteca.

SeacercóalamarquesayaNewlandconsuhabitualsonrisaburlona.

—¡Hola,Medora!¿Seportaronbienlostrotones?Cuarentaminutos,¿eh?Bueno, no está mal, considerando que había que cuidar tus nervios. —EstrechólamanodeArcheryluegoechóaandarconellosy,dándosevuelta,secolocóalotroladodeMrs.Mansonydijo,envozbaja,unaspalabrasqueArcher no pudo oír. La marquesa respondió en una de sus raras jergasextranjeras, y un ¿Que voulez-vous? que ensombreció el ceño de Beaufort;pero éste logró esbozar una sonrisa de felicitaciones cuandomiró aArcher,diciendo:

—ParecequeMaysellevaráelprimerpremio.

—Ah,entoncesquedaenlafamilia—murmuróMedora.

En esemomento llegaban a la tiendayMrs.Beaufort los recibió enunainfantilnubedemuselinacolormalvayvelosflotantes.MayWellandsalíaeneseinstantedelatienda.Consutrajeblanco,unacintaverdepálidoalrededordeltalleyunaguirnaldadehiedraenelsombrero,teníalamismaindiferenciadeladiosaDianaquecuandoentróalsalóndebailedeBeaufortlanochedesu compromiso. En el intervalo, ningún pensamiento parecía haber cruzadoporsusojos,niningúnsentimientoporsucorazón;yaunquesumaridosabíaque era capaz de ambos, semaravilló una vezmás de lamanera en que laexperienciaseapartabadeellasintocarla.

Llevabaen lamanoelarcoy la flecha,ycolocándosesobre lamarcadetiza trazada sobre el césped, levantó el arco hasta el hombro y apuntó. Suactitud estaba tan llena de gracia clásica que un murmullo de admiraciónacompañó su aparición, y Archer experimentó el entusiasta sentido depropiedadquetanamenudoletendíalatrampadeunmomentáneobienestar.LasrivalesdeMay,Mrs.ReggieChivers,lashermanasMerryylassonrosadas

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niñas Thorley, Dagonet y Mingott, permanecían tras ella formando unencantador y ansioso grupo, cabezas castañas y doradas inclinadas sobre elmarcador, y los sombreros de pálidas muselinas y guirnaldas de flores semezclaban en un tierno arco iris. Todas eran jóvenes y hermosas, y estabanbañadasenfrescuraestival;peronadie tenía lasolturadeninfadesuesposacuando,conlosmúsculostensosyelsemblantealegre,entregabasualmaenalgunacompetenciafísica.

—¡Caramba!—escuchóArcher que exclamabaLawrenceLefferts—.Nohaynadiequesostengaelarcocomoella.

YBeaufortagregó:

—Sí,peroéseeselúnicoblancoalqueacertaráensuvida.

Archer sintió una furia irracional. El desdeñoso tributo del anfitrión al"encanto"deMayerajustoloqueunmaridodeseaoírdecirdesuesposa.Elhechodequeunhombredementegroseralaconsiderarafaltadeatractivoerasimplemente otra prueba de la calidad de May; sin embargo las palabrashicieron temblar ligeramente su corazón. ¿Qué pasaría si aquel "encanto"llevadoaesegradosupremofuerasólounanegación, lacortinaque tapaunvacío? Mirando a May que volvía encendida y tranquila de su último tiroacertado,tuvolasensacióndequetodavíanohabíalevantadoaquellacortina.

May recibió las felicitaciones de sus rivales y del resto de los asistentesconlasimplicidadqueeraenellasumáximavirtud.Nadiepodíaestarcelosode sus triunfos porque ella conseguía dar la impresión de que estaríaigualmentetranquilasihubieraerrado.Perocuandosusojossecruzaronconlosdesumarido,surostroseiluminóconelplacerqueleyóenlossuyos.

A la salida los esperaba el coche de mimbre tirado por ponies deMrs.Welland,yseretiraronenmediodelosdemáscochesquesedispersaban;MayllevabalasriendasyArcheribasentadoasulado.

Elsoldelatardetodavíailuminabaelrelucientecéspedylosarbustos,yunadoblefiladevictorias,cochesdedosruedas,landósyvisávis,subíanybajaban por Bellevue Avenue, conduciendo a damas y caballeroselegantementevestidosque regresabande la fiestade losBeaufort, obienaotrosquevolvíandedarsudiariopaseovespertinoalolargodeOceanDrive.

—¿Vamos a ver a la abuela?—propuso de súbito May—. Me gustaríacontarle que gané el premio. Nos queda mucho tiempo todavía antes de lacena.

Archer estuvo de acuerdo, y ella guio a los ponies por NarragansettAvenue, cruzaron Spring Street y salieron hacia el apartado páramo rocoso.FueenaquellaregióndescuidadadondeensujuventudestanuevaCatalinala

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Grande,siempreindiferentealoestablecidoymuyahorrativaconsudinero,construyóuncottageornépuntiagudodevigastransversalesenunpedazodeterreno demala calidad pero con vista a la bahía. Allí, en una espesura deroblesatrofiados,lasterrazasdesucasaseextendíanporencimadelasaguassalpicadasdeislas.Unsinuosocaminosubíaentreciervosdehierroybolasdecristalazulempotradosenmontículosdegeranioshastaunapuertaprincipaldemaderadenogalconvariascapasdebarnizbajountechopintadoarayas;ymás atrás venía un estrecho vestíbulo con suelo de parquet en forma deestrellasblancoynegroalquedabancuatropequeñoscuartoscuadradosconpapelessatinadosbajocielosenqueunpintoritalianodebrochagordahabíareproducidogenerosamentetodaslasdivinidadesdelOlimpo.Cuandoelpesodesuscarnesselehizoinsoportable,Mrs.Mingottconvirtióunodeaquelloscuartosendormitorio,yenlahabitacióncontiguapasabasusdías,entronizadaen un amplio sillón entre la puerta y la ventana siempre abiertas, yabanicándose constantemente con un abanico de hojas de palmera que laprodigiosa proyección de su pecho mantenía tan alejado del resto de supersona que el aire que producía almoverlo apenas rozaba el borde de losprotectoresdelosbrazosdesusillón.

Desde que contribuyera a adelantar el matrimonio, la anciana Catherinemostraba a Archer la cordialidad que un servicio prestado incita hacia lapersona que lo ha recibido. Estaba persuadida de que la causa de laimpacienciadeljovenhabíasidosuincontrolablepasión;ycomoeraardienteadmiradoradelaimpulsividad(cuandonoconducíaagastardinero),siemprelo recibía con un jovial guiño de complicidad y algunas alusiones a las queMayera,porfortuna,totalmenteajena.ExaminóyevaluóconmuchointeréslaflechaconpuntadediamantequeprendieranalpechodeMayaltérminodelpartido, comentando que en su época se habría considerado suficiente unbroche de filigrana, pero que no se podía negar que losBeaufort hacían lascosasengrande.

—Esrealmenteunajoyadefamilia,queridamía—dijolaancianaconunarisitaahogada—.Debesdejarlaenherenciaatuhijamayor.

PellizcóunodelosblancosbrazosdeMayyvioqueloscoloreslesubíanalrostro.

—Bueno, bueno —continuó—, ¿qué he dicho para que saques banderaroja?¿Nohabráhijas,sólohijos,eh?¡Quédivertido,míralacomoseruborizamástodavía!¿Qué,tampocopuedodecireso?¡Porfavor,cuandomishijosmerueganqueborretodosesosdiosesydiosasdelcielodelahabitación,siemprelescontestoqueestoymuyagradecidade teneralguienami ladoqueno seescandalizadenada!

ArcherseechóareíryMayloimitó,rojahastalosojos.

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—Bueno —prosiguió la anciana—, ahora, por favor, cuéntenme todoacercade la fiesta, hijosqueridos,porquenunca le sacaréunapalabra a esatontadeMedora.

—¿La prima Medora? —exclamó May—. Pero yo creía que habíaregresadoaPortsmouth.

—Haciaalláva—repusoCatherineplácidamente—.peroprimerovendráarecogeraEllen.Ah,¿nosabíasqueEllenvinoapasareldíaconmigo?Quélocuraquenohayaqueridovenirapasarelverano;peroyadejédediscutircon los jóveneshaceunos cincuenta años. ¡Ellen...Eeeellen!—gritó con suvieja voz chillona, tratando de inclinarse hacia adelante lo suficiente paraalcanzaraveralgodelpradoqueseextendíamásalládelaterraza.

Nohuborespuesta,yMrs.Mingottgolpeóimpacienteconsubastónenelreluciente suelo. Una sirvienta mulata de colorido turbante, en respuesta alllamado, informóasupatronaquehabíavistoa"MissEllen"bajandoporelsenderohacialaplaya.Mrs.MingottsevolvióaArcher.

—Baja y tráela, como un buen nieto. Entretanto esta linda dama medescribirá la fiesta — dijo. Archer se levantó como en un sueño. Habíaescuchado pronunciar muy a menudo el nombre de la condesa Olenskadurante el año y medio desde la última vez que se encontraron, y estabainclusofamiliarizadoconlosprincipalesacontecimientosdesuvidaenaquelintervalo. Sabía que había pasado el verano anterior en Newport, dondeaparentemente hizo mucha vida social, pero que en el otoño habíasubarrendado repentinamente la "casa perfecta" queBeaufort le buscara contantoesfuerzo,ydecidióestablecerseenWashington.Allí,duranteelinvierno,escuchódecirquebrillaba(comosiempreseoyedecirdelasmujeresbonitasenWashington)enla"esplendorosasociedaddiplomática"quesupuestamentedebía compensar las carencias del Gobierno. Escuchó todos esos relatos, yvariasinformacionescontradictoriasacercadesuapariencia,suconversación,suspuntosdevistaylaeleccióndesusamigos,conlaindiferenciaconqueseescuchanlasreminiscenciasdealguienmuertohacelargotiempo.NuncahastaqueMedora la nombrara inesperadamente en el certamen de arquería habíaretomadoEllenOlenska una presencia viva para él.El tonto balbuceode lamarquesa le había hecho tener una visión del pequeño salón a la luz de lachimenea y el sonido de las ruedas del carruaje regresando por la calledesierta.Pensóenunahistoriaquehabíaleído,deunosniñoscampesinosdeToscana que encendieron una ramilla de paja en una cueva al borde delcamino,cuyaluzrevelóviejasimágenessilenciosasensutumbapintada...

El camino hacia la playa bajaba desde el terraplén donde estabaencaramadalacasahastaunpaseosobreelaguaplantadoconsaucesllorones.Atravésdesuvelo,ArchervioelreflejodeLimeRock,consutorreóndeun

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blancodeslavadoyladiminutacasaenquelaheroicacuidadoradelfaro,IdaLewis,vivíasusúltimosyvenerablesaños.Másalláestabanlos llanosy lasfeaschimeneasgubernamentalesdeGoatIsland,ylabahíaqueseextendíaalnorteconunresplandordoradohaciaPrudenceIslandconsusroblesbajos,ylascostasdeConanicutseperdíanenlabrumosapuestadesol.Desdeelpaseodelossaucesseproyectabaunlivianomuelledemaderaqueterminabaenunaespecie de glorieta en forma de pagoda; y en esa pagoda había una damaapoyadaenlabarandilla,dandolaespaldaalaplaya.Archersedetuvoalverlacomo si despertara de un sueño. Esa visión del pasado era un sueño, y larealidad era lo que lo esperaba en la casa del terraplén allá arriba: era losponiesdelcochedeMrs.Wellanddandovueltasalrededordelóvalofrentealapuerta,eraMaysentadabajolosdesvergonzadosdiosesolímpicosyanimadapor secretas esperanzas; era la villa de los Welland al final de BellevueAvenue,yMr.Welland,yavestidoparacenar,paseándoseporelsalón,relojen mano, con impaciencia de dispéptico... pues en esa casa se sabíaexactamenteloquesucederíaadeterminadahora."¿Quésoyyo?Unyerno",pensóArcher.Lasiluetaalfinaldelmuellenosehabíamovido.Durantelargoratoeljovenpermanecióamediocaminodelaribera,contemplandolabahíasurcadaporeliryvenirdeveleros,lanchas,yates,botespescadoresynegrasbarcazas carboneras arrastradas por ruidosos remolcadores. La dama de laglorieta permanecía absorta en el mismo panorama. Más allá de los grisesbastiones deFortAdams, una prolongada puesta de sol parecía astillarse enmilfuegos,yelresplandortiñólaveladeunvelerodecaladolivianoqueseabría paso a través del canal entre Lime Rock y la playa. Archer,mientrasmiraba,recordabalaescenaenelShaughraun,yMontaguelevantandolacintadeAdaDyashastasuslabiossinqueellanotaraqueélestabaenlahabitación.

—Nolosabe,nolohaadivinado.¿Medaríacuentayosiseacercarapordetrás?Quiénsabe—musitó;ydesúbitosedijo—:SinosedavueltaantesdequeesavelacruceLimeRock,volveréalacasa.

Laembarcaciónsedeslizabaen lamareabaja.Pasó frenteaLimeRock,ocultólacasitadeidaLewis,ycruzólatorredondeestabacolocadoelfaro.Archeresperóhastaqueunamplioespaciodeaguacentelleóentreelúltimoarrecifedelaislaylapopadelaembarcación;perolasiluetadelaglorietanosemovió.Archerdiomediavueltaysubiólacolina.

—Siento que no hayas encontrado a Ellen, me hubiera gustado que lavieras de nuevo—dijoMay cuando iban en el coche de regreso a casa enmediodelcrepúsculo—.Perotalvezaellanolehubieraimportado,estátancambiada.

—¿Cambiada?—repitiósumaridoconvozdescoloridaylosojosfijosenlasorejasparadasdelosponies.

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—Quierodecirqueestámuyindiferenteconsusamigos;sealejadeNuevaYork, dejó su casa, y pasa el tiempo con gente muy rara. ¡Imagínate loatrozmenteincómodaqueestaráencasadelasBlenker!Dicequelohaceparaque tíaMedora no se meta en más líos, para evitar que se case con genteespantosa.Peroavecespiensoquenosotrossiemprelaaburrimos.

Archernocontestóyellaprosiguió,conunmatizdeciertadurezaqueélnuncanotaraantesensuvozfrescayfranca:

—Yporúltimo,mepreguntosinoseríamásfelizconsumarido.

Elrespondióconunacarcajada.

—¡Sanctasimplicitas!—exclamó,ycomoellalomiraraconexpresióndedesconcierto,añadió—:Creoquenuncateoídeciralgotancruel.

—¿Cruel?

—Bueno,contemplarlascontorsionesdeloscondenadossesuponequeesunodelosdeportesfavoritosdelosángeles;perocreoqueniellospensaríanquelagenteesmásfelizenelinfierno.

—Entoncesesunapenaque sehayacasadoenel extranjero—dijoMaycon el tono plácido con que sumadre enfrentaba las extravagancias deMr.Welland; y Archer se sintió gentilmente relegado a la categoría demaridosirracionales.

Bajaron por Bellevue Avenue y doblaron entre los postes de maderaacanaladacoronadospor farolesdehierro fundidoquemarcaban la cercaníadelavilladelosWelland.YaseveíanporlasventanaslaslucesencendidasyArcher,unavezquesedetuvoelcoche,alcanzóadivisarasusuegro,talcomolo había imaginado, paseándose por el salón, reloj en mano y con esaexpresiónafligidaquehacíaañosdescubrieraqueeramuchomáseficazquelacólera.Alentraralvestíbulodetrásdesumujer,eljovennotóensímismouncuriosocambiodehumor.HabíaalgoenellujodelacasadelosWellandyladensidaddesuatmósfera, tancargadade insignificantes reglasyexigencias,quesiempreactuabacomounnarcóticoensusistemanervioso.Laspesadasalfombras,losatentoscriados,elperpetuoticrecordatoriodelosdisciplinadosrelojesdepared,elmontóndetarjetaseinvitacionesperpetuamenterenovadassobre lamesa del recibidor... Era toda una cadena de naderías tiránicas queenlazando una hora a la siguiente, y cada miembro de la casa a todos losdemás, hacía que cualquier existencia menos sistematizada y prósperaparecierairrealyprecaria.PeroahoraeralacasadelosWellandylavidaquese esperaba que él llevara en ella la que se volvía irreal e irrelevante, y labreve escena de la playa, cuando se quedó indeciso a medio camino de laorilla,leeratancercanacomolasangredesusvenas.EstuvodespiertotodalanochealladodeMayenelenormedormitoriodechintz,mirandolaluzdela

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lunacaerensentidooblicuosobre laalfombraypensandoenEllenOlenskaregresandoasucasaatravésdelasfulgurantesplayasdetrásdelostrotonesdeBeaufort.

22

—¿UnafiestaparalasBlenker?¿ParalasBlenker?

Mr.Welland dejó en lamesa su cuchillo y tenedor y dirigió unamiradaansiosaeincrédulaasumujeratravésdelamesa;ésta,ajustandosusanteojosdemarcodeoro,leyóenvozalta,contonodefinacomedia:

—ElProfesoryMrs.EmersonSillertontienenelagradodeinvitaraMr.yMrs.Welland a la reunión del Club de losMiércoles Vespertinos el 25 deagostoalastresenpunto,enhonordeMrs.BlenkerylasseñoritasBlenker.(RedGables,CatherineStreet.R.S.V.P.)"

—¡SantoDios!—exclamóMr.Welland,boquiabierto,comosinecesitaraesasegundalecturaparaconvencersedetamañodisparate.

—Pobre Amy Sillerton, nunca se puede predecir lo que va a hacer sumarido —suspiró Mrs. Welland—. Supongo que acaba de descubrir a lasBlenker.

El profesor Emerson Sillerton era una espina clavada en la sociedad deNewport;yunaespinaimposibledearrancar,puescrecíaenunárbolfamiliarvenerableyvenerado.Era,aldecirdelagente,unhombrequetuvo"todaslasventajas". Su padre era tío de Sillerton Jackson, sumadre una Pennilow deBoston; por ambas ramas había riqueza y posición social, y ademásmutuacompatibilidad.Nada,comohacíanotaramenudoMrs.Welland,nadaenelmundoobligabaaEmersonSillertonaserarqueólogoniprofesordecualquiercosa,niavivirenNewport todoel invierno,niahacerningunadelascosasrevolucionariasquehacía.Perofinalmente,siibaaromperconlatradiciónyaburlarsedelasociedadensucara,noteníanecesidaddecasarseconlapobreAmyDagonet,queteníaderechoaesperar"algodiferente"ysuficientedineroparamantenersupropiocoche.

EnlafamiliaMingottnadiepodíaentenderporquéAmySillertonsehabíasometido tansumisamentea lasexcentricidadesdeunmaridoque llenaba lacasadehombresdepelolargoymujeresdepelocortoyque,cuandoviajaba,lallevabaaexplorartumbasenYucatánenlugardeiraParísoaItalia.Peroahí estaban, firmes en sus hábitos, y al parecer sin percatarse de que erandiferentes del resto de la gente. Y cuando cada año ofrecían una de sustemibles fiestas al aire libre, cada familia de los acantilados, a causa del

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parentescoSillerton-Dagonet,seveíaobligadaaecharsuertesyaenviaraunrepresentantecontrasuvoluntad.

—¡Yhayqueagradecer—comentóMrs.Welland—quenoeligieraneldíaenquesecorrelaCopa!¿TeacuerdasquehacedosañosdieronunafiestaenhonordeunnegroelmismodíadelthédansantdeJuliaMingott?Porsuerteahora, que yo sepa, no hay ninguna otra cosa ese día, pues naturalmentealgunodenosotrostendráqueasistir.

Mr.Wellandsuspirónervioso.

—Algunodenosotros,querida,¿másdeuno?Las tresde la tardeesunahoratanincómoda.Yotengoqueestaraquíalastresymediaparatomarmisgotas, porque no vale la pena tratar de seguir el nuevo tratamiento deBencombsinolohagoenformasistemática;ysihedejuntarmecontigomástarde,perderíamipaseoencoche.

Alpensarenesto,dejónuevamentesobrelamesasucuchilloytenedor,yunrubordeansiedadtiñósusmejillassurcadasporfinasarrugas.

—Nohay ninguna razón para que vayas, querido—respondió su esposaconun tonoalegrequesehabíavueltoautomáticoenella—.Tengoque iradejaralgunastarjetasalotroextremodeBellevueAvenue,demodoquepasaréporlafiestahacialastresymediaymequedarélosuficientecomoparaqueAmynosientaquelehacemosundesaire.—Miróvacilanteasuhija—.YsiNewland tiene programado algo para la tarde, tal vezMay pueda llevarte apasearparaprobarlosnuevosarnesesrojizosdelosponies.

EraunprincipioenlafamiliaWellandquelosdíasyhorasdetodosdebíanestar"programados",comodecíaMrs.Welland.Lamelancólicaposibilidadde"matar el tiempo" (especialmente para aquellos que no jugaban whist osolitarios) era una imagen que la obsesionaba como el espectro deldesempleadoobsesionaalfilántropo.Otrodesusprincipioseraquelospadresnodebíanjamás(almenosnotoriamente)interferirconlosplanesdesushijoscasados;yladificultaddecompatibilizaresterespetoporlaindependenciadeMayconlasatisfaccióndelasexigenciasdeMr.Wellandpodíasuperarsesóloejercitando un ingenio que no dejaba segundo desocupado del "tiempoprogramado"deMrs.Welland.

—Claroquepuedosalirapasearconpapá,estoyseguradequeNewlandencontrará algo que hacer—dijoMay, recordando gentilmente a sumarido,quenohabíadadounarespuesta.ParaMrs.Wellanderaunaconstantecausadeangustiaelhechodequesuyernomostraratanpocaprevisiónenplanificarsusdías.Yahabíasucedidocondemasiadafrecuencia,durantelaquincenaquellevababajosutecho,quecuandoellalepreguntabaenquépensabaocuparsutarde,lecontestaraconunaparadoja:

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—Oh,creoque,paravariar,voyaahorrarlaenvezdeocuparla.

Yunavez,cuandoMrs.Wellandysuhijahabíanidoahacerunacantidaddevisitaspospuestashacíatiempo,Archerconfesóquesehabíaquedadotodalatardetendidojuntoaunarocaenlaplayaquehabíabajolacasa.

—Parece que Newland nunca mira hacia adelante —se aventuró acomentarenunaoportunidadMrs.Wellandasuhija.

PeroMaycontestótranquilamente:

—No; pero ya ves que no importa, porque cuando no hay nada especialquehacerélleeunlibro.

—¡Ah,sí,igualquesupadre!—asintióMrs.Welland,comosiaceptaraelhechoencalidadderarezaheredada.

Despuésdeeso,sedejótácitamentedeladolacuestióndelaociosidaddeNewland. No obstante, como se acercaba el día de la recepción de losSillerton,Maycomenzóamostrarunanaturalsolicitudporelbienestardesumarido, y a sugerir un partido de tenis donde los Chivers, o una salida anavegar en el cúter de Julius Beaufort, como una manera de reparar sutemporaldeserción.

—Estaré de regreso hacia las seis, querido; tú sabes que papá nuncaterminasupaseodespuésdeesahora.

YnosequedótranquilahastaqueArcherledijoquepensabaarrendaruncocheparairhastaunagranjaespecializadaencrianzacaballarenbuscadeunsegundo caballo para la berlina. Hacía tiempo que andaban detrás de aquelcaballo,demodoquelasugerenciafuetanaceptablequeMaymiróasumadrecomo diciendo: "Ya ves que sabe programar su tiempo tan bien comocualquieradenosotros".LaideadelagranjaydelcaballoparalaberlinadeMayhabíagerminadoenlamentedeArcherelmismodíaenquesemencionóporprimeravezlainvitacióndeEmersonSillerton;perolaguardóensecretocomo si hubiera algo de clandestino en el plan y que si se descubría algopodría impedir su ejecución. Había, sin embargo, tomado la precaución decontratarconanticipaciónuncocheconunpardeviejostrotonesdelacuadrade caballos de alquiler que todavía podían hacer sus dieciocho millas encaminosplanos;ya lasdosde la tarde, levantándoseapresuradamentede lamesadelalmuerzo,saltódentrodellivianocarruajeypartió.

El día era perfecto. La brisa del norte empujaba pequeños pompones denubesblancasatravésdeuncieloultramarinosobreunmarbrillante.BellevueAvenueestabadesiertaaesahora,ydespuésdedejaralmozodecuadraenlaesquinadeMillStreet,ArchervolvióbridashacialaviejacarreteradelaplayaycruzólaplayaEastman.Teníaesasensacióndeinexplicableexcitacióncon

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que, en las vacaciones de medio día del colegio, solía lanzarse a lodesconocido.Llevando a sus trotones amediano andar, calculaba llegar a lagranja,quenoestabamuylejosdeParadiseRocks,antesdelastres,demodoquedespuésdeescogerelcaballo(yprobarlosileparecíapromisorio)todavíalequedabancuatromaravillosashorasasudisposición.EncuantosupodelafiestadelosSillerton,sedijoquelamarquesaMansoniríacontodaseguridada Newport con las Blenker, y que madame Olenska quizás aprovecharía laoportunidad de pasar el día con su abuela. Era, por tanto, probable que laresidenciadelasBlenkerquedaravacía,yélpodría,discretamente,satisfaceruna vaga curiosidad acerca de la casa.No estaba seguro de querer ver a lacondesaOlenskanuevamente;peroapartirdelmomentoenquelavieradesdeelsenderosobrelabahíahabíaansiado,demanerairracionaleindescriptible,conocer el lugar donde vivía, y seguir los movimientos de esa siluetaimaginadacuandomirabaalarealenlaglorieta.Laañoranzaloacompañabadíaynochecomounincesanteeindefinibledeseo,comoelsúbitoantojodeunenfermoporcomerobeberalgoquealgunavezprobóyhabíaolvidadopormuchotiempo.Nopodíavernadamásalládeldeseo,niimaginaraquépodíaconducirlo,puesnoteníaconcienciadequererhablarconmadameOlenskaodeoírsuvoz.Simplementesentíaquesipodíallevarselaimagendelpedazodetierrasobreelcualellacaminaba,ylamaneraenqueelcieloyelmarlocircundaban,elrestodelmundopodríaparecerunpocomenosvacío.

Alllegaralacaballeriza,deunasolaojeadaadvirtióqueelcaballonoerael que quería; sin embargo dio una vuelta para probarse a símismo que notenía prisa. Pero a las tres soltó riendas a los trotones y se internó por loscaminos laterales que conducían a Portsmouth. El viento había amainado yunalevebrumaenelhorizontepresagiabaunaneblinaacechandoparasubirahurtadillaselSaconetalcambiodelamarea;perotodoasualrededor,camposy bosques, estaban empapados de una luz dorada. Pasó frente a granjas detechosgrises rodeadasdehuertos, frente ahenaresybosquecillosde robles,frente a poblados conblancos campanarios que se elevaban agudos hacia eldesteñido cielo; y por último, después de detenerse a preguntar el camino avarioshombresquetrabajabanenuncampo,bajóporuncaminobordeadodealtasvarasdoradasyzarzamoras.Alfinaldelcaminoseveíaelreflejoazuldelrío;hacialaderecha,frenteaunmacizoderoblesyarces,viounacasalargayruinosa,conpeladurasenlablancapinturadelaschillas.Albordedelcaminoque enfrentaba la verja de entrada, se levantaba uno de esos cobertizosabiertos en que los granjeros deNueva Inglaterra guardan sus implementosagrícolasy losvisitantes "amarran susyuntas".Archer saltódel coche, hizoentrar a sus caballos en el cobertizo, y después de amarrarlos a un poste sedirigióhacialacasa.Elcéspeddelantedelaviviendasehabíaconvertidoenun pastizal; pero a la izquierda había numerosas dalias en un recuadrobordeado de un boj demasiado crecido, y algunos descuidados rosales

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circundaban una fantasmal glorieta enrejada que fue alguna vez blanca,coronada por un Cupido de madera que había perdido su arco pero seguíaapuntandoinútilmente.

Archerseapoyóuninstantecontralaverja.Noseveíaanadie,ynosalíaningún ruido por las abiertas ventanas de la casa: un terranova canosodormitaba ante la puerta y parecía ser un guardián tan ineficiente como elCupidosinarco.Eracuriosopensarqueeselugarsilenciosoydecadenteeraelhogar de las turbulentas Blenker; sin embargo, Archer estaba cierto de nohaberse equivocado.Permaneció largo rato en la entrada, contentándose conpoder abarcar todo el escenario, y cayendo gradualmente bajo su soporíferohechizo; pero al final despertó con la sensación de que el tiempo pasaba.¿Miraríadesdeallíhastahartarseyluegoseiría?Dudaba,sintiendounsúbitodeseodeverelinteriordelacasaparapoderimaginarelcuartodondepasabasu tiempo madame Olenska. Nada le impedía ir hasta la puerta y tocar lacampanilla; si, comosuponía,ellaestaba fueraconel restodelgrupo,podíafácilmente dar su nombre y pedir autorización para entrar a la sala de estarparaescribirunmensaje.

Peroenvezdeellocruzóelcéspedydoblóhaciaelpradodeboj;alentraren él pudo ver algo de colorido brillante en la glorieta. Resultó ser unasombrillarosada,queloatrajocomounimán:estabasegurodequeeradeella.Entróenlaglorieta,sesentóenunasientocojo,tomólasombrilladesedaymirósumangotallado,hechodealgunamaderadesconocidaqueexhalabaunolor aromático. Archer acercó el mango a sus labios. Escuchó un roce defaldascontraelbojysequedóinmóvil,apoyadoenelmangodelasombrillaqueapretabaentresusmanos,ydejóqueelruidoseacercarasinalzarlosojos.Siempresupoqueestoteníaqueocurrir...

—¡Oh,Mr.Archer!—exclamóunavozjovenyfuerte.

LevantólavistayvioanteélalamásjovenymásgordadelasseñoritasBlenker, rubiaycoloradota, conunvestidodemuselinabastante sucio.Unamancha roja en unade susmejillas probabaquehabía estado recientementeapretada contra una almohada, y sus ojos semidormidos lo contemplabanacogedoramenteperoalgoconfundidos.

—¡Válgame Dios! ¿De dónde sale usted? Debo haberme quedadoprofundamentedormidaenlahamaca.TodaslasdemássefueronaNewport.¿Tocólacampanilla?—preguntóenformaincoherente.

LaconfusióndeArchereramayorquelasuya.Yo...no...,quierodecir,ibaahacerlo.Vinealaislaaveruncaballo,ydespuéspenséenquepodríatenerlaoportunidaddeencontraraMrs.Blenkeryasuvisitanteymedirigíhaciaacá.Peromeparecióquelacasaestabavacía,demodoquemesentéaesperar.MissBlenker,librándosedelsopordelsueño,lomiróconrenovadointerés.

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—Lacasaestávacía.Mimadrenoestáaquí,nilamarquesa,ninadiemásqueyo—sumiradaexpresóunreproche—.¿NosabíaqueelProfesoryMrs.Sillertonofrecenunafiestaalairelibreenhonordemimadreytodosnosotrosestatarde?Pordesgraciayonopudeirporquetengodolordegargantaymimadre tuvo miedo de la vuelta a casa de noche. ¿Ha visto algo másdecepcionante?Claro que—añadió alegremente—, nome habría importadotantosihubierasabidoqueustedibaavenir.

Aparecían en ella los síntomas de una torpe coquetería, y Archer logróencontrarfuerzasparainterrumpirla.

—PeromadameOlenska¿tambiénfueaNewport?

MissBlenkerlomirósorprendida.

—¿Ustednosabíaquelallamaronytuvoquemarcharse?

—¿Lallamaron?

—¡Oh,mimejor sombrilla!Se laprestéaesagansadeKatieporque ibaconsuscintas,ylamuydescuidadadebehaberladejadoaquí.¡AsísomoslasBlenker... verdaderas gitanas! — Recuperó el quitasol con mano firme, loabrió y guareció su cabeza bajo la cúpula rosada—. Sí, a Ellen la llamaronayer; nos permite llamarla Ellen, ¿qué le parece? Llegó un telegrama deBostonyelladijoquedebíairsepordosdías.Meencantacomosepeina,¿yausted?—continuócotorreandoMissBlenker.

Archernodejabademiraratravésdeellacomosifueratransparente.Loúnico que veía era el ordinario quitasol que formaba un arco rosado porencimadesucararisueña.Alcabodeunmomento,seaventuróadecir:

—¿NosabeporquéibamadameOlenskaaBoston?Esperoquenoseríanmalasnoticias.

MissBlenkerlotomóconalegreincredulidad.

—No, no lo creo. No nos dijo lo que decía el telegrama. Creo que noquería que lo supiera lamarquesa.Tiene un aspectomuy romántico, ¿no escierto? ¿No le recuerda a Mrs. Scott-Siddons cuando lee Lady Gerladine'sCourtsbip?¿Nolahaleídonunca?

Archertratabaapresuradamentedeordenarsuspensamientos.Parecíaquetodo su futuro se desplegaba súbitamente ante él; y recorriendo suinterminable vacío, vio la menguada figura de un hombre al que jamás lesucedería nada. Dio una mirada a su alrededor, el jardín sin podar, la casadesvencijada, y el bosquecillo de robles bajo el cual se concentraba elcrepúsculo.Habríasidoellugarexactoenquedeberíahaberseencontradoconmadame Olenska; y ella estaba lejos, y ni siquiera la sombrilla rosada erasuya...Fruncióelceñoyvaciló.

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—Ustednopuedesaber,claro,peroestaréenBostonmañana.Megustaríapoderverla...

LeparecióqueMissBlenkerperdíainterésenél,aunquenosusonrisa.

—¡Oh,porsupuesto,quéamablees!SealojaráenParkerHouse;debeseratrozBostonenestaépoca.

Despuésdeeso,Archersólotuvounanociónintermitentedelasfrasesqueintercambiaron.Sólo recordabahaber rechazado resueltamentesusugerenciadequedarseaesperarelregresodelafamiliaytomarunúltimotécontodosantesdevolverasucasa.Finalmente,acompañadodesuanfitriona,saliófueradelalcancedelCupidodemadera,desatósuscaballosysemarchó.Aldoblarelcamino,vioaMissBlenkerparadaenlaverja,agitandolasombrillarosada.

23

Lamañana siguiente, cuandoArcher sebajódel trenFallRiver, entró alBoston húmedo de pleno verano. Las calles cercanas a la estación estabanimpregnadas de olores a cerveza y café y fruta podrida, y un populacho enmangas de camisa se movía entre ellos con el íntimo abandono de loshuéspedesdeunapensióndesfilandoporelpasillorumboalcuartodebaño.

Archer encontróun cochede alquiler y sedirigió alClubSomerset paradesayunar. Incluso los barrios elegantes tenían ese aspecto de indiferentedesaseo que ni el exceso de calor produce en forma tan degradante en lasciudades europeas. Porteros vestidos de percal blanco holgazaneaban en losumbralesdelascasasdelosricos,yelpropioCommonparecíaunparquedediversionesaldíasiguientedeunpicnicmasónico.SiArcherhubieratratadode imaginar a Ellen Olenska en escenarios insólitos, no podía haberencontrado ninguno en que fueramás difícil imaginarla que en esteBostondesierto y postrado por el calor. Desayunó con apetito y metódicamente,comenzando por una rebanada de melón y hojeando un periódico matutinomientras esperaba sus tostadasyhuevos revueltos.Se sentíaposeídodeunanueva sensación de energía y actividad desde la noche anterior, cuando leanuncióaMayqueteníaasuntosqueatenderenBostonyquetomaríaelFallRiveresamismatarde,regresandoaNuevaYorklanochesiguiente.Siempreestuvo claro que regresaría a la ciudad a principios de la semana, y cuandovolvió de su expedición a Portsmouth una carta de la oficina, que la suertecolocóenformamuyvisibleenunrincóndelamesadelvestíbulo,bastóparajustificar su repentino cambio de planes.Hasta se avergonzó de la facilidadcon que resultó todo, lo que le recordó, haciéndolo sentir incómodo por un

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instante, las magistrales invenciones de Lawrence Lefferts para asegurar sulibertad.Peronoloperturbópormuchotiempo,puesnosehallabadehumorparaanálisis.

DespuésdeldesayunofumóuncigarrilloyechóunamiradaalCommercialAdvertiser. Mientras se entretenía en eso, entraron dos o tres personasconocidas, e intercambiaron los habituales saludos: era el mismo mundo,despuésdetodo,aunqueél teníaunasensacióntanraradehaberseescapadodelasredesdeltiempoyelespacio.

Consultósureloj,ycomoeranlasnueveymediaselevantóysedirigióalasaladeescritura.Allíescribióunaspocas líneas,yordenóaunmensajeroque tomarauncochedealquilerhastaParkerHouseyesperara la respuesta.LuegosesentódetrásdeotroperiódicoytratódecalcularcuántosedemoraríauncocheenllegaraParkerHouse.

—Laseñorahabíasalido,señor—escuchódesúbitolavozdelmensajeroensuhombro.

—¿Había salido?—tartamudeó, como si fueraunapalabradeun idiomaextranjero.

Sefuealvestíbulo.Teníaquehaberunerror:nopodíahabersalidoaesahora.Enrojecióderabiadesupropiaestupidez:¿porquénomandólanotaencuantollegó?Tomósusombreroybastónysalióalacalle.Laciudadsehabíavuelto repentinamente extrañaygrandeyvacía como si fuera unviajerodetierras lejanas. Se quedó parado en el umbral unmomento, vacilante; luegodecidió ir a Parker House. ¿Y si el mensajero entendió mal y ella estabatodavíaallí?

EmpezóacaminarporelmediodelCommon;yenelprimerbanco,debajodeunárbol, laviosentada.Seprotegía lacabezaconunasombrilladesedagris...¿cómopudoimaginarlaalgunavezconunasombrillarosada?Amedidaque se acercaba le impresionaba su actitud desganada: estaba sentada allícomo si no tuviera nadamás que hacer. Vio su perfil inclinado, y elmoñoatado en la parte baja del cuello bajo su sombrero negro, y el largo guantearrugadoenlamanoqueasíaelquitasol.Seacercóunpardepasos,yellasediovueltaamirarlo.

—Oh—exclamó.

YporprimeravezArcherviounaexpresióndesorpresaensurostro,peroquealinstantediopasoaunafríasonrisadecuriosidadyagrado.

—Oh—murmuróotravez,conuntonodiferente,mientrasélpermanecíadepiemirándola;y,sinlevantarse,lehizolugarenelbancoasulado.

—Estoyaquípornegocios...acabodellegar—explicóArcher;y,sinsaber

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porqué,derepenteempezóafingirasombrodeverla—.¿Peroquédemonioshacestúenestedesierto?

No tenía idea de lo que decía; sintió que le gritaba desde distanciasinterminables y que ella se desvanecería nuevamente antes de que pudieraalcanzarla.

—¿Yo?Tambiénvinepornegocios—respondióella,volviendolacabezahaciaéldemodoquequedaroncaraacara.

Archer apenas escuchaba suspalabras: sólo tenía concienciade suvozydelsorprendentehechodequenohubieraquedadoniunsoloecodeellaensumemoria.Nisiquierarecordabaquesuvozerabaja,conuna ligeraasperezaenlasconsonantes.

—Te peinas diferente —dijo, y su corazón latía como si hubierapronunciadopalabrasirrevocables.

—¿Diferente?No,esquetengoquepeinarmelomejorquepuedocuandonotengoaNastasia.

—¿Nastasia?¿Noestácontigo?

—No,estoysola.Pordosdíasnovalíalapenatraerla.

—¿Estássola...enParkerHouse?

Ellalomiróconundestellodesuantiguamalicia.

—¿Teinquietaquepuedaserpeligroso?

—No,peligrosono...

—Peropococonvencional,¿no?Melosuponía—reflexionóunmomento—. No lo había pensado antes, porque acabo de hacer algo mucho menosconvencional—el ligero tintede ironíaaún relucíaensusojos—.Acabodenegarmearecuperarunasumadedineroquemepertenecía.

Archerselevantódeunsaltoysealejóunospasos.Ellahabíacerradosuquitasolypermanecíasentadaconexpresiónausentedibujandosobrelagrava.Élseacercóyseparóanteella.

—¿Havenidoalguiena...verteaquí?

—Sí.

—¿Conlaoferta?Ellaasintió.

—¿Yrehusaste...porlascondiciones?

—Larechacé—replicóellaalcabodeunmomento.

Archersesentódenuevoasulado.

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—¿Cuáleseranlascondiciones?

—Oh,noerantanmolestas:solamentesentarmealacabeceradesumesadevezencuando.

Hubootrosilencio.ElcorazóndeArchersehabíacerradodeunportazodeesamaneraextrañaenquesolíahacerlo,yeljovenbuscabaenvanolapalabraadecuada.

—¿Quierequeregreses...acualquierprecio?

—Bueno, aunmuybuenprecio.Almenos la sumaes significativaparamí.

Archer guardó silencio, luchando con la pregunta que creía su deberplantear.

—¿Vinisteaquíaencontrarteconél?

Ellalomirófijoyluegoestallóenunacarcajada.

—¿Encontrarmecon...mimarido?¿Aquí?EnestaépocaélestásiempreenCowesoenBaden.

—¿Mandóaalguien?

—Sí.

—¿Conunacarta?

Ellanegóconlacabeza.

—No,sólounmensaje.Elnuncaescribe.Nocreohaberrecibidomásdeunacartasuya.

Laalusióncoloreósusmejillas,ysereflejóenelvivorubordeArcher.

—¿Porquénoescribenunca?

—¿Porquétendríaqueescribir?¿Paraquéestánlossecretarios?

Elrubordeljovenseintensificó.Ellahabíapronunciadolapalabracomosino tuviera más significado que cualquiera otra en su vocabulario. Por unmomento tuvo en la punta de la lengua preguntarle: "Entonces, ¿envió a susecretario?"Peroel recuerdode laúnicacartadelcondeOlenskia sumujerestabademasiadopresenteensurecuerdo.Calló,yluegoselanzónuevamentealataque.

—¿Yesapersona...?

—¿Elemisario?Elemisario—replicómadameOlenska,sonriendotodavía—, podría, por lo que amí respecta habersemarchado ya; pero insistió enesperarhastaestanoche...encasoque...porsihubieraunaposibilidad...

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—¿Yvinisteaestelugarareflexionarsobreesaposibilidad?

—Salí a tomar un poco de aire. El hotel es sofocante. Regresaré aPortsmoutheneltrendeestatarde.

Permanecieronsentadosensilencio,sinmirarse,contemplandoalagenteque pasaba por el sendero.Al cabo de un rato ella volvió los ojos hacia eljovenydijo:

—Nohascambiado.

Archer hubiera querido contestarle: "Así era, hasta que te vi de nuevo",pero en su lugar se levantó bruscamente y paseó su mirada por el sucio ycalurosoparque.

—Este lugareshorrible.¿Porquénovamosunratoa labahía?Alláhaybrisayestarámásfresco.PodemostomarelvaporhastaPointArley—ellalomiróvacilante,yélprosiguió—:Unlunesporlamañananodebehabernadieenelvapor.MitrenderegresoaNuevaYorknosalehastalanoche.¿Porquénovamos?—insistiómirándola; y de súbito estalló sin poder contenerse—:¿Nohemoshechotodoloposible?

—Oh...—murmuróellanuevamente.

Separódelasientoyabrió la sombrilla,mirandoa sualrededorcomosibuscaraconsejoyasegurarsedelaimposibilidaddepermanecerallí.Despuésvolvióamirarloalosojos.

—Nodebesdecirmeesaclasedecosas—dijo.Tedirétodoloquequieras;onodirénada.

—Noabrirémibocaamenosquemelopidas.¿Quédañopuedehacerleestoanadie?Loúnicoquequieroesescucharte—tartamudeó.

Ellasacóunpequeñorelojqueparecíadeoroconcadenaesmaltada.

—¡Nohagascálculos!—gritóArcher—;¡regálameeldía!Quieroalejartedeesehombre.¿Aquéhorasvendrá?

Lacondesaseruborizómásintensamente.

—Alasonce.

—Entoncestienesquevenirdeinmediato.

—Nodebessentirtemoralguno...aunquenovaya.

—Nitútampoco,sivienes.Tejuroquesóloquierosaberdeti,saberquéhashecho.Hacecienañosquenonosvemos...puedenpasarotroscienantesdequenosencontremosnuevamente.

Ellavacilabatodavía,consusojosansiososfijosenelrostrodeljoven.

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—¿Por qué no fuiste a la playa a buscarme, ese día que estaba con laabuela?—lepreguntó.

—Porquenotedistevuelta,porquenosupistequeyoestabaallí.Juréquebajaríaabuscartesitedabasvuelta.

Archerseriodeloinfantildesuconfesión.

—Peroyonomedivueltaapropósito.

—¿Apropósito?

—Sabíaqueestabasahí;cuandollegastereconocílosponies.Poresobajéalaplaya.

—¿Paraalejartedemílomásposible?Ellarepitióenvozbaja:

—Paraalejarmedetilomásposible.

Elvolvióareír,estavezconinfantilsatisfacción.

—Bueno,yavesquenosirve.Ytediré—agregó—queelnegocioaquevine era justamente encontrarte a ti. Pero, tenemos que irnos o perderemosnuestrobarco.

—¿Nuestro barco?—la condesa lomiró con expresión de perplejidad, yluegosonrió—.Tengoqueiralhotelprimero,debodejarunanota...

—Todaslasnotasquequieras.Puedesescribiraquí.—Sacósubilleterayunadelasnuevasplumasestilográficas—.Hastatengounsobre...¡yavesqueestá predestinado! Así, apóyala en tu rodilla, mientras hago funcionar lapluma; tienenqueestardebuenhumor, esperaunpoco...—golpeó lamanoquesujetabalaplumacontraelrespaldodelbanco—.Escomohacerbajarelmercuriodeuntermómetro;escuestióndemaña.Ahoraprueba.

EllaserioeinclinándosesobrelahojadepapelqueArcherpusieraencimade labilletera, comenzóa escribir.Archer se alejóunospasos,mirandoconojos radiantes y ciegos a los transeúntes que, a su vez, se detenían acontemplar el insólito espectáculo de una mujer elegantemente vestida queescribíaunanotasobresurodillaenunbancodelCommon.MadameOlenskacolocó la hoja en el sobre, escribió un nombre y lo guardó en su bolsillo.Luegosepusodepie.

SedirigierondevueltaaBeaconStreet,ycercadelclubArcherdivisóelherdic que llevara su nota a Parker House, cuyo conductor reposaba de suesfuerzorefrescandosufrenteenelgrifodelaesquina.

—¡Tedijequeestá todopredestinado!Aquíhayuncocheparanosotros.¡Yaloves!

Ambosrieron,asombradosdeencontraruntransportepúblicoaesahora,y

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enaquelinsólitositio,enunaciudaddondelasparadasdecochesdealquilererantodavíaunanovedad"extranjera».Consultandosureloj,ArchervioquehabíatiempoparairhastaParkerHouseantesdedirigirsealembarcadero.Elcochecito se zarandeópor las calurosas calles hasta detenerse ante la puertadelhotel.Archerextendiólamanohacialacarta.

—¿Quieresqueyolalleve?—preguntó.

PeromadameOlenska,moviendolacabeza,bajódelcocheydesaparecióentre las puertas de vidrio. Eran apenas las diez y media. Pero, ¿y si elemisario, impaciente por recibir la respuesta y sin saber en qué ocupar sutiempo, estuviera ya sentado tomando un refresco entre los pasajeros queArcheralcanzóavislumbrarcuandoellaentró?Esperó,paseándoseagrandeszancadas frente al coche. Un joven siciliano con ojos semejantes a los deNastasiaofreció lustrar susbotas, yunamatrona irlandesa tratódevenderleduraznos;ycadaciertotiemposeabríanlaspuertasparadejarsalirhombresacalorados con sombreros de paja echados hacia atrás, que lo miraban alalejarse.Semaravillódequelaspuertasseabrierantanamenudo,yquetodaslaspersonasquesalíanfuerantanparecidasentreellas,y tanparecidasa losdemáshombres acaloradosque, a esahoray a lo largoy lo anchodel país,entrabanysalíanporlaspuertasbatientesdetodosloshoteles.

Yluego,repentinamente,aparecióunacaraquenopudorelacionarconlasdemás.Apenasalcanzóadivisarla,puessuspaseoslohabíanllevadoalpuntomásalejadodesurecorrido,yfuealvolverhaciaelhotelquevio,enungrupode semblantes típicos, larguiruchos y cansados, redondos y sorprendidos,desencajados y bondadosos, esta otra cara que era tantas cosas al mismotiempo, y cosas tan distintas. Era la de un hombre joven, pálido también, ybastanteextenuadoporelcaloropreocupación,oambos,perodealgúnmodomásrápido,másvivaz,másconsciente;oquizásesoleparecíaporqueeratandistinto.Archerflotóporunmomentoeneldelgadohilodelamemoria,peroserompióysiguióflotandoconlacaraquedesaparecía,aparentementeladealgún hombre de negocios extranjero, doblemente rara en tal escenario. Sedesvanecióenlacorrientedetranseúntes,yArcherreanudósuvigilancia.

No le importóque lovierandesdeelhotel conel reloj en lamano,y suinútil cálculo del tiempo transcurrido lo llevó a concluir que si madameOlenska tardaba tantoen reaparecer, sedebíaexclusivamenteaquesehabíaencontradoconelemisarioyquehabíacaídoensuemboscada.Alpensarlo,laaprensióndeArcherseconvirtióenangustia.

—Sinovieneluego,iréabuscarla—dijo.

Se abrieron las puertas una vezmás y ella caminó hacia él. Subieron alherdic,ymientrasviajabanélsacósurelojyvioquelaausenciademadameOlenska había sido sólo de tres minutos. En medio del estrépito de las

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ventanas abiertas quehacía imposible una conversación, el coche fuedandotumbossobrelosirregularesadoquineshastaelmuelle.Sentadosunoal ladodel otro en un banco del barco semivacío, comprobaron que casi no teníannadaquedecirse,omásbien,paraloqueteníanquedecirseeramásadecuadoel bendito silencio de la propia liberación y la propia soledad de ambos.Cuando las ruedas del vapor comenzaron a girar, y los embarcaderos y losbarcossediluyeronatravésdelvelodelcalor,Archerpensóquetodoelviejomundo familiar de las costumbres también se diluía. Ansiaba preguntarle amadameOlenskasisentíalomismo,esasensacióndequepartíanenunlargoviajedel cualquizásnunca regresarían.Pero teníamiedodedecirlo,odecircualquiercosaquepudieraperturbareldelicadoequilibriodesuconfianzaenél.Realmentenoquería traicionaraquellaconfianza.HubodíasynochesenqueelrecuerdodesusbesoshabíaquemadoyvueltoaquemarloslabiosdeArcher;inclusoeldíaantes,caminoaPortsmouth,suimagenardíaenélcomosi fueraun fuego;peroahoraqueellaestabaa su lado,yquenavegabanenmediodemundosdesconocidos,parecíaquehubieranalcanzadoesaprofundacercaníaqueunsimplecontactopuedeseparar.

Cuando el barco abandonó la bahía enfilando hacia el mar, sintieronagitarseunabrisaentornoaellosylabahíasequebróenlargasondulacionesuntuosas, luego en olas coronadas de espuma. La bruma causada por elabochornado calor todavía pendía sobre la ciudad, pero hacia adelante seextendía un mundo fresco de aguas agitadas y distantes promontorios confaros que brillaban al sol. Madame Olenska, apoyándose en la barandilla,bebía el frescor con los labios entreabiertos. Había atado un largo veloalrededor de su sombrero, pero dejaba su cara descubierta.Archer se sintióimpresionadoporlaserenaalegríadesuexpresión.Parecíatomarsuaventuracomoalgomuynormal,ynotemerconflictosinesperadosni(loqueerapeor)alegrarledemasiadolaposibilidaddequeseprodujeran.

Enelsencillocomedordelrestaurant,queesperabantenersóloparaellos,se encontraron con un estridente grupo de jóvenes, hombres y mujeres, deaspecto inocente, profesores de escuela en vacaciones, según les dijo elpropietario, y el corazón deArcher dio un vuelco ante la idea de tener queconversarcontantoruido.

—Esinútil,pediréunahabitaciónprivada—dijo.YmadameOlenska,sinoponerningunaobjeción,esperómientraséllapedía.Lahabitacióndabaaunalargaterrazademaderadesdecuyasventanasseveíaelmar.Eradesmanteladayfría,lamesacubiertaporunordinariomantelacuadrosyadornadaconunabotelladeescabechesyunpasteldefrutasbajocampanadevidrio.Jamásuncabinetparticulierdeaspectomásinocentehabíaofrecidoabrigoaunaparejaclandestina: Archer imaginó ver el sentido de su tranquilidad en la sonrisalevementedivertidaconquemadameOlenskasesentófrenteaél.Unamujer

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que ha escapado de su marido, y según se dice con otro hombre, debíadominarel artede tomar las situacionescomosepresentan;peroalgoen suserenidad acallaba la ironía de Archer. Al estar tan tranquila, tan pocosorprendida y actuar con tanta sencillez, logró borrar las convenciones yhacerlesentirqueelhechodebuscarestaprivacidadera lacosamásnaturalentredosviejosamigosquetienentantoquecontarse...

24

Almorzaronlentamente,meditabundos,conmudosintervalosentrerápidasconversaciones;pues,unavezrotoelhechizo,teníanmuchoquedecir,yhastahabíamomentos en que el decir llegaba a ser unmero acompañamiento delargosdiálogosdesilencio.Archerevitóhablardesuspropiosasuntos,sinunaintenciónconscientesinoporquenoqueríaperderunapalabradesuhistoria;entonces,apoyadaenlamesa,conelmentónentrelasmanoscerradas,ellalerelatóelañoymedioquehabíapasadodesdelaúltimavezquesevieran.

Sehabía cansadode loque lagente llamaba "sociedad';NuevaYork eraamable,casiopresivamentehospitalaria;nuncaolvidaríacómolaacogieronasu regreso; pero después de pasado el primer impacto de la novedad, seencontró,segúnsuspropiaspalabras,demasiado"distinta"parainteresarseporlas cosas que interesaban a Nueva York, de modo que decidió probar conWashington,dondesesuponequesepuedeconocermásvariedaddegenteydeopiniones.Yenelfondo,probablementesehabríainstaladoenWashingtonyhabríaformadoallíunhogarparalapobreMedora,queyahabíacolmadolapacienciadetodassusamistadesjustoenlosmomentosenquemásnecesitabadecuidadoydequelaprotegierandelospeligrosmatrimoniales.

—Pero elDr.Carver, ¿no le temes alDr.Carver?Escuché que está conustedesencasadelasBlenker.

Ellasonrió.

—Oh, el peligro Carver se terminó. Él es un hombre muy inteligente.Buscaunaesposaricaparaquefinanciesusplanes,yMedoraessimplementeunabuenapropagandacomoconversa.

—¿Conversaaqué?

—Atodaclasedenovedososylocosesquemassociales.Pero,créemequeamímeinteresanmásquelaciegaconformidadconlatradición,latradiciónde otros, que advierto entre nuestros amigos. Parece estúpido haberdescubiertoAméricasóloparahacerdeellaunacopiadeotropaís—lesonriópor sobre la mesa—. ¿Crees que Cristóbal Colón se hubiera tomado toda

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aquellamolestianadamásqueparairalaóperaconlosSelfridgeMerry?

Archercambiódecolor.

—YBeaufort,¿ledicesestascosasaBeaufort?—preguntóentonobrusco.

—Hacemuchotiempoquenoloveo.Perolohacía,yéllocomprende.

—Ah,esloquesiempretehedicho:noteagradamos.YtegustaBeaufortporquenoes comonosotros.—Paseó sumiradapor el cuartovacíoyhaciaafuera, a la playa desierta y a la hilera de austeras casas blancas que sealineaban a lo largo de la costa—. Somos tremendamente aburridos. Notenemos carácter, ni color, ni variedad.No entiendo—estalló—por qué noregresas.

Los ojos de la condesa se obscurecieron y Archer esperó una réplicaindignada. Pero ella se sentó en silencio, como meditando las palabrasescuchadas,yéltemióquelecontestaraquetampocoellaentendía.

Porfin,lacondesadijo:

—Creoqueesporti.

Era imposiblehacerestaconfesiónenformamásdesapasionada,oenuntono menos alentador para la vanidad de la persona a quien iba dirigida.Archerenrojecióhastalasorejas,peronoseatrevióamoverseniahablar:eracomo si las palabras de la condesa fueran una rara mariposa que el menormovimiento podría hacer huir batiendo sus asustadas alas, pero que podríaatraeraunabandadasinolamolestaban.

—Almenos—prosiguió la condesa—, fuiste tú quienme hizo entenderquebajo lamonotoníahabíacosas tanhermosasysensiblesydelicadasquehastalasquemásmeinteresabanenmianteriorvidaresultabanpocacosaencomparación. No sé cómo explicarlo —levantó las cejas en un gesto deinquietud—,peroescomosinuncaanteshubieracomprendidocuándifícilymezquinoyvileselprecioquesedebepagarporlosplaceresmásexquisitos.

"¡Placeres exquisitos, ya es bastante haberlos gustado!", hubiera queridocontestar;perolasúplicaquevioensusojoslohizoguardarsilencio.

—Quiero—continuóella—serabsolutamentehonradacontigo,yconmigomisma.Pormuchotiempoesperéqueestaocasiónllegara:quepudieradecirtecuántomeayudaste,loquehicistedemí...

Archerseguíasentadomirándolaconelceñofruncido.Lainterrumpióconunarisa.

—¿Yquécreesquehicistetúdemí?

Ellapalidecióunpoco.

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—¿Deti?

—Sí.Porqueyosoytuobra,muchomásquetúobramía.Soyelhombrequesecasóconunamujerporqueotraledijoquelohiciera.

Supalidezseconvirtióenunfugitivorubor.

—Pensé...meprometiste...hoynodebesdeciresascosas.

—¡Ah,muypropiodemujeres!Ningunadeustedes llegaal fondodeunasuntodesagradable.

Ellabajólavoz.

—¿Esunasuntodesagradable...paraMay?

Él se paró junto a la ventana, tamborileando en el marco levantado ysintiendoentodassusfibraslamelancólicaternuraconqueellapronuncióelnombredesuprima.

—Porque en eso debemospensar siempre, ¿no es así? según tus propiosprincipios—insistióella.

—¡Mis propios principios! —repitió Archer como un eco, sus ojosinexpresivosfijosenelmar.

—O si no —continuó ella, siguiendo sus pensamientos con penosoesfuerzo—, sinovale lapenahaber renunciado,haberperdido tantas cosas,paraqueotrospuedan salvarsede ladesilusióny la tristeza... entonces todoaquello por lo que volví, todo lo que hacía ver mi anterior vida encomparación a ésta tan inferior y tan pobre porque allá nadie les dabaimportanciaalosdemás...todasesascosassonunafarsaounsueño...

Archersediovueltasinmoversedesusitio.

—Yenesecaso,nohayningunarazónenelmundoporlacualnodebasregresar,¿noeseso?—concluyóporella.

Losojosdelacondesaseaferrabanaélcondesesperación.

—Oh,¿nohayningunarazón?

—No,sitelojuegastodoaléxitodemimatrimonio.

—Mimatrimonio—dijo rabioso—, no será un espectáculo que te hagaquedarte.—Ella no respondió y él prosiguió—: ¿De qué sirve?Me diste elprimer atisbo de una vida verdadera, y al mismomomentome pediste quesiguiera conunavida ficticia.Estámás alláde la toleranciahumana, eso estodo.

—¡Oh, no digas eso, cuando yo lo estoy soportando!—prorrumpió ellaconlosojosllenosdelágrimas.

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Susbrazoshabíancaídoalolargodelamesa,ysesentóconelrostroalamerced de lamirada deArcher, como indiferente ante un grave peligro. Sucaralaexponíamuchomásquesihubierasidotodasupersona,desnudandosualma. Archer permanecía mudo, abrumado por lo que esta almarepentinamenteledecía.

—¿Tambiéntú...oh,todoestetiempo,tambiéntú?

Enrespuesta,elladejófluir las lágrimas,quefueroncayendolentamente.Todavíalosseparabalamitaddelanchodelahabitación,yningunodioseñasdequerermoverse.Archerteníaconcienciadeunacuriosaindiferenciaporsupresenciafísica:casinolahabríanotadosiunadelasmanosqueellaapoyabaenlamesanohubieraatraídosumiradacomocuando,enlacasitadelacalleVeintitrés,clavaralamiradaenellaconelfindenomirarsurostro.Ahorasuimaginacióngirabaen tornoa lamanocomoalbordedeun torbellino;peroaunasínohizoningúnesfuerzoporacercarse.Habíaconocidoelamorquesealimentaconcariciasyquealimenta lascaricias;peroestapasiónquesentíamás adentro que sus propios huesos no podía ser satisfecha de manerasuperficial. Su gran terror era hacer cualquier cosa que pudiera borrar elsonidoylaimpresióndelaspalabrasdelacondesa;suúnicopensamientoeraque nuncamás volvería a sentirse completamente solo. Pero al cabo de unmomento, lo venció la sensación de estar desperdiciando y arruinando algo.Allí estaban, tan cerca uno del otro, confinados a ese cuarto, a salvo, y sinembargo tan encadenados a sus respectivos destinos que bien podrían estarseparadosporelmundoentero.

—¿Cuál es el objeto, si te vas a ir? —explotó, con un enorme ydesesperanzado "¿Qué puedo hacer para que te quedes conmigo?" gritandodetrásdesuspalabras.

Ellacontinuósentadainmóvil,conlospárpadosbajos.

—¡Oh,todavíanomeiré!

—¿Todavía no? ¿Queda algún tiempo, entonces? ¿Algún tiempo que yatienesprevisto?

Alescucharloellalevantósusojosclaros.

—Te prometo que nome irémientras tú resistas. Nomientras podamosmirarnosderechoalacaracomoahora.

Archersedejócaerensusilla.Loquedecíaenelfondolarespuestadelacondesaera:"Silevantasundedomeharásalejarmedeti,volveréatodaslasabominacionesquetúsabes,yatodaslastentacionesqueadivinasamedias".Archerloentendiótanclaramentecomosihubierapronunciadoesaspalabras,y esta idea lomantuvo anclado al otro lado de lamesa con una especie de

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conmovedoraysagradasumisión.

—¡Quévidaseríaesaparati!—gimió.

—Oh...mientrasseapartedelatuya...

—¿Ylamíapartedelatuya?

Ellaasintió.

—¿Yesohadesertodo,paraambos?

—Bueno,estodo,¿noesasí?

Aloír esto,Archer sepusodepiedeun salto,olvidando todo loquenofueraladulzuradesurostro.Ellatambiénselevantó,noconintencióndeirasuencuentronideescapardeél,sinoconinmensaserenidadcomosilopeordeltrabajoyaestuvierahechoysólolequedaraesperar;tanserenamenteque,cuando él se acercó, sus manos tendidas no eran un freno sino una guía.Cayeronentre las suyas,mientras susbrazos,extendidosperosin rigidez, lomantenían alejado, tanto como para dejar que su rostro rendido dijera lodemás.Talvezpermanecieronasí largo rato,o sólounos instantes;pero fuebastante para que el silencio de la condesa expresara todo lo que tenía quedecir,yparaqueArchersintieraqueunasolacosaimportaba.Nodebíahacernadaparaqueeseencuentrofueraelúltimo;debíadejarelfuturodeambosenlasmanosdeella,ypedirleúnicamentequelomantuvierabienasido.

—Noteentristezcas—dijo lacondesacon lavozquebrada, retirando lasmanos.

—¿No te irás... no te irás? —contestó Archer, como si fuera la únicaposibilidadquenopodíasoportar.

—Nomeiré—murmuróella.

Y volviéndose, abrió la puerta y salió delante de él hacia el comedorpúblico.

Los ruidosos profesores recogían ya sus pertenencias, preparándose paraunadesordenadacarrerahaciaelmuelle;alotro ladodelaplayaesperabaelvaporcito blanco atado al malecón; y sobre las aguas soleadas, Boston seperfilabaenmediodelabruma.

25

Unavezderegresoenelbarco,yenpresenciadeextraños,Archersintióuna tranquilidaddeespírituque lo sorprendíaa lavezque loconfortaba.El

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día, de acuerdo con cualquier evaluación normal, había sido más bien unridículofracaso;nisiquierahabía tocadoconsus labios lamanodemadameOlenska,ni lehabíasacadounapalabraque ledieraunapromesadefuturasoportunidades.Noobstante,paraunhombrequesufredeunamorinsatisfechoyquesealejaporunperíodoindefinidodelobjetodesupasión,sesentíacasihumillantementeserenoyconfortado.Eraelequilibrioperfectoquelacondesahabía logradoentre la lealtaddeamboshacia losdemásy lahonestidadconellosmismosquetantolohabíaperturbadoperoquealavezlotranquilizaba;un equilibrio que no fue calculado artificialmente, como demostraron suslágrimasyvacilacionesqueproveníanen formanaturalde su imperturbablesinceridad. Esto lo llenaba de tierno asombro, ahora que el peligro habíapasado, y agradecía al destino porque ninguna vanidad personal, ningunasensación de jugar un papel delante de testigos sofisticados lo indujeron aseducirla.InclusodespuésdequeseestrecharanlasmanosdespidiéndoseenlaestacióndeFallRiver, yque él se alejara solo, en su interiorpermanecía laconviccióndequeen laentrevistahabíasalvadomásde loquesacrificó.Sefuecaminandohastaelclub,dondeseinstalóenladesiertabiblioteca,dandovueltas y más vueltas en su mente cada segundo de las horas que pasaronjuntos. Tenía claro, ymás se aclaraba cuandomás lo escrutaba, que si elladecidía finalmente volver a Europa, volver a su esposo, no sería porque suantiguavidalatentara,nisiquieraenlosnuevostérminosofrecidos.No,ellaseiríasólosisedabacuentadequeeraunatentaciónparaél,unatentacióndeapartarsedelareglaqueamboshabíaninstituido.Ellaescogióestarcercadeélmientras él no le pidiera que se acercaramás; y dependía de élmantenerlajustoallí,asalvoperoalejada.Estospensamientosloacompañabantodavíaenel tren. Lo encerraban en una especie de ofuscamiento dorado, a través delcual los rostros que lo rodeaban parecían remotos y borrosos; creía que sihablabaconsuscompañerosdeviajenoentenderíanloquelesdecía.Enesteestado de abstracción se encontraba a lamañana siguiente, despertando a larealidaddeunsofocantedíadeseptiembreenNuevaYork.Enellargotrenlascarasmarchitas por el calor se sucedían frente a él y los seguíamirando através del mismo vaho dorado; pero de pronto, cuando se alejaba de laestación, unade las caras se separó, se acercóy se impuso a su conciencia.Era,comorecordóalinstante,lacaradeljovenquehabíavistoeldíaanteriorsaliendodeParkerHouse,alquehabíacalificadocomodiferentealprototipo,comounacaraquenopertenecíaaunhotelnorteamericano.Estaveztuvolamismaimpresión;ynuevamentetuvoconcienciadeunaborrosasensacióndeantiguosrecuerdos.EljovenpermanecióunratomirandoasualrededorconelairedesconcertadodelextranjeroabandonadoalaásperasuertedeunviajeroenNorteamérica;luegosedirigióhaciaArcher,levantósusombreroydijoeninglés:

—¿NonoshemosconocidoenLondres,monsieur?

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—¡Ah, por supuesto, en Londres! —Archer estrechó su mano concuriosidadysimpatía,yexclamómirandoconojos inquisitivoselsemblanteastutoymacilentodel tutor francésdel jovenCarfry—. ¡Asíque llegóaquí,finalmente!

—Oh,sí... lleguéaquí—M.Riviére sonrió frunciendo los labios—.Peronopormuchotiempo,regresopasadomañana.

Permaneciódepieasiendosulivianamaleta,conunamanoenfundadaenunfinoguante,ymirandoansiosamenteaArcheralacara,conexpresióndeperplejidad,casisuplicante.

—Mepregunto,monsieur,yaquetuvelabuenasuertedeencontrarmeconusted,sifueraposible...

—Justamentese lo ibaasugerir.¿Porquénovieneaalmorzarconmigo?En el centro, me refiero; si viene a buscarme a mi oficina lo llevaré a unrestaurantbastanteagradableenelmismobarrio.

Riviéreestabavisiblementeconmovidoysorprendido.

—Esdemasiadabondaddesuparte.Peroyosolamenteleibaapedirquemedijeracómo llegaraalgún tipode transporte.Nohaymaleteros,ynadiepareceescuchar...

—Entiendo,nuestrasestacionesdebensorprenderlo.Cuandoustedpideunmaleteroledangomademascar.Perosivieneconmigoyolosacarédeesteenredo;ytenemosquealmorzarjuntos,recuérdelo.

El joven, después de una vacilación casi imperceptible, respondió, enmedio de innumerables agradecimientos y en un tono no demasiadoconvencido,queya teníauncompromiso;perocuando llegarona la relativaseguridad de la calle, le preguntó si podía ir a visitarlo esa tarde. Archer,liberadodehorarios en su oficina gracias al ocio veraniego, fijó unahora ygarabateó sudirecciónenuna tarjeta,queel francéspusoen subolsilloconnuevos y reiterados agradecimientos y un amplio saludo con su sombrero.Subióauncoche,yArchersefuecaminando.

Con gran puntualidad, a la hora exacta,M.Riviére se presentó afeitado,peinado,perotodavíainequívocamentetensoyserio.Archerestabasoloensuoficina,yeljoven,antesdeaceptarelasiento,dijoenformaabrupta:

—Creoqueloviayer,señor,enBoston.

Laafirmacióneramuyinsignificante,yArcherempezabaaasentircuandosuspalabrasfueroncortadasensecoporalgomisterioso,aunqueluminoso,enlainsistentemiradadesuvisitante.

—Esextraordinario,muyextraordinario—continuóM.Riviére—quenos

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hayamosencontradoenlascircunstanciasenquemehallo.

—¿Qué circunstancias? —inquirió Archer, preguntándose con ciertacrudeza si necesitaría dinero. M. Riviére siguió estudiándolo con miradaatenta.

—Vine,noabuscarempleo,comodijequeloharíalaúltimavezquenosvimos,sinoenunamisiónespecial...

—¡Ah!—exclamóArcher.

Comounrelámpago,ambosencuentrosseconectaronensumente.

Sedetuvoparameditarlasituaciónquerepentinamenteseaclarabaanteél,yM.Riviéretambiénguardósilencio,comoconscientedequehabíadicholosuficiente.

—Una misión especial —repitió lentamente Archer. El joven francés,abriendo las palmas, las levantó ligeramente, y los dos hombres siguieronmirándoseunoaotroatravésdelescritoriohastaqueArcherselevantóparadecir:

—Siéntese,porfavor.

M.Riviéreseinclinó,sesentóenunasilladistante,yesperó.

—¿Es acerca de esamisión que quería consultarme?—preguntó por finArcher.

M.Riviéreladeólacabeza.

—No en nombre mío; este tema ya... lo he discutido mucho conmigomismo.Quisierahablarle,siesposible,delacondesaOlenska.

Archer intuía en los últimos minutos que oiría esas palabras; pero alescucharlas,lasangreafluyóasussienes,comosilashubierarozadounaramacolganteenunmatorral.

—¿Y a nombre de quién quiere hacerlo? — dijo. M. Riviére enfrentófirmementelapregunta.

—Bueno...yodiríaquedepartedeella,sinoparecieraquemetomounalibertad.¿Serámejordecir:ennombredeunajusticiaabstracta?

Archerloobservóconexpresiónirónica.

—Enotraspalabras:¿esustedelmensajerodelcondeOlenski?

ViosupropioruborreflejadoenelsemblantecetrinodeM.Riviére.

—No ante usted, monsieur. Si acudo a usted es por otras razones muydiferentes.

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—¿Quéderechotieneusted,enestascircunstancias,amanifestarcualquierotrotipoderazones?—replicóArcher—.Siesunemisario,esunemisario.

Eljovenreflexionó.

—Mimisión está cumplida; en lo que respecta a la condesaOlenska hafracasado.

—Nopuedoevitarlo—replicóArcherconlamismanotadeironía.

—No,peropuedeayudar.

M.Riviérehizounapausa,diovueltaconmuchocuidadosusombreroconsusmanos todavía enguantadas, examinó el forro, y luego volvió amirar aArcher.

—Estoyconvencidodequeustedpuedeayudar,monsieur,paraquefracaseigualmenteconsufamilia.

Archerempujósusillahaciaatrásysepusodepie.

—¡Muybien...yporDiosqueloharé!—exclamó.

Se quedó parado con las manos en los bolsillos, mirando hacia abajo,furioso,alpequeñofrancés,cuyacara,apesardequetambiénsehabíapuestodepie,quedabaamásdeunpardepulgadaspordebajodelalíneavisualdeArcher.M.Riviérepalidecióhastarecuperarsumatiznormal:eradifícilquesucutisfueracapazdepalideceraúnmás.

—¿Por qué demonios—continuóArcher explosivamente—pensó usted,ya que supongo que me lo está pidiendo basándose en mi parentesco conmadameOlenska,queyo tomaríaunaposicióncontraria a ladel restode lafamilia?

Por un momento, la única respuesta deM. Riviére fue el cambio en laexpresióndesu rostro.Suaspectovarióde la timideza laabsolutacongoja.Habría sido imposible para un jovenquegeneralmente demostraba ser listo,adoptarunairemásdesarmadoysindefensa.

—Oh,monsieur...

—Nopuedo imaginarme—prosiguióArcher—porquéhaacudidoamí,habiendootrostantomáscercanosalacondesa;ymenos,porquépensóqueyodebíasermásaccesiblealosargumentosconquesupongoqueloenviaron.

M.Riviéretomósuembestidaconunahumildaddesconcertante.

—Los argumentos que quiero presentarle,monsieur, son sólomíos y nosonaquellosconquemeenviaron.

—Entoncesveotodavíamenosrazonesparaescucharlos.

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M.Riviéremirónuevamenteelinteriordesusombrero,comopensandosiestasúltimaspalabrasnoseríanunainsinuaciónlosuficientementeclaracomoparaponérseloymarcharse.Luegohablóconsúbitadecisión.

—Monsieur, ¿me puede decir algo? ¿Esmi derecho a estar aquí lo queustedcuestiona?¿Otalvezcreequetodoesteasuntoyaestácerrado?

Su calmada insistencia hizo que Archer comprendiera la torpeza de supropia bravata. M. Riviére había logrado imponerse; Archer, enrojeciendoligeramente, se dejó caer de nuevo en su silla, indicando al joven que sesentara.

—Disculpe,pero,¿porquénoestácerradoelasunto?

M.Riviéreledirigióunamiradaangustiada.

—¿Entonces,ustedestádeacuerdoconelrestodelafamiliaenque,segúnlasnuevaspropuestasquehetraído,escasiimposiblequelacondesaOlenskanoregresejuntoasuesposo?

—¡SantoDios!—exclamóArcher.

Ysuvisitantedejóoírunbajomurmullodeconfirmación.

—Antesdeverla,visité,apedidodelcondeOlenski,aMr.LovellMingott,con quien tuve varias conversaciones antes de ir a Boston. Entiendo querepresenta la posición de su madre; y que la influencia de Mrs. MansonMingottesenormeentodalafamilia.

Archer guardaba silencio, con la sensación de colgar del borde de unresbaladizo precipicio. El descubrimiento de que había sido excluido departiciparenestasnegociaciones,ynosabersiquieraqueestabanenmarcha,lecausóunasorpresaapenasopacadaporelagudoasombroquelecausabaloque estaba escuchando. Comprendió en un instante que si la familia habíadejadodeconsultarloeraporquealgúnprofundoinstintotriballesprevinoqueyanoestabadelladodeellos;yrecordó,entendiéndoloahora,uncomentariodeMayduranteelviajederegresodecasadeMrs.MansonMingotteldíadelcertamendearquería:"Quizás,despuésde todo,Ellenseríamásfelizconsumarido".

Incluso en el tumulto de los nuevos descubrimientos,Archer recordó suindignada reacción, y el hecho de que desde entonces sumujer nuncamásnombró amadameOlenska. La descuidada alusión deMay fue sin duda lapaja levantada para ver de qué lado soplaba el viento; el resultado fueinformado a la familia, y desde entoncesArcher fue tácitamente omitido desusconciliábulos.AdmiróladisciplinatribalquehizoaMayinclinarseaestadecisión.Nolohabríahecho,éllosabía,sisuconcienciahubieraprotestado;pero probablemente compartía la opinión familiar de que madame Olenska

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seríamásfelizcomoesposadesgraciadaquecomomujerseparada,yqueerainútildiscutirelcasoconNewland,queteníaunacuriosamaneradenotomarcomológicaslascosasmásfundamentales.

Archerlevantólavistayseencontróconlaansiosamiradadesuvisitante.

—¿Nosabeusted,monsieur(nopuedocreerposiblequenolosepa),quelafamiliaempiezaadudarsitienederechoaaconsejaralacondesaquerechacelasúltimaspropuestasdesumarido?

—¿Laspropuestasqueustedtrajo?

—Laspropuestasqueyotraje.

Archertuvoalbordedeloslabiosexclamarqueloqueélsupieraodejarade saber no concernía en lo absoluto aM.Riviére: pero algo en la humildeaunquevalientetenacidaddelamiradadeM.Riviérelohizorechazartalidea,ycontestólapreguntadeljovenconotrapregunta.

—¿Conquéfinmehablausteddetodoesto?

Notuvoqueesperarniunsegundolarespuesta.

—Para suplicarle,monsieur, para suplicarle con todas las fuerzas de quesoycapaz,quenoladejeregresar.¡Porfavor,noladejeregresar!—exclamóM.Riviére.

Archer lo miró con acrecentado asombro. No cabía duda acerca de lasinceridaddesuangustiaodelafuerzadesudeterminación:eraevidentequehabíaresueltoechartodoporlabordaantelasupremanecesidaddemanifestarasísussentimientos.Archerreflexionó.

—¿Puedo preguntarle —dijo al cabo de un momento— si esta es laestrategiaquesiguióconlacondesaOlenska?

M.Riviéreenrojeció,perosusojosnovacilaron.

—No,monsieur, yo acepté estamisión de buena fe. Creí realmente, porrazones que no necesito aburrirlo explicándoselas, que sería mejor paramadameOlenska recuperar su situación, su fortuna, la consideración socialqueledalaposicióndesumarido.

—Por lo tanto, supongoquedeotramaneraustednohabríaaceptado talmisión.

—Nolahabríaaceptado.

—¿Yentonces?

Archersequedóensilenciootravez,ylosojosdeambosseencontraronenotroprolongadoescrutinio.

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—Ah, monsieur, después de ver a la condesa Olenska, después deescucharla,supequeellaestabamuchomejoraquí.

—¿Ustedsabía...?

—Monsieur,yo realicémimisión fielmente:presenté los argumentosdelconde,susofrecimientossinagregarningúncomentariopersonal.Lacondesatuvolagentilezadeescucharpacientemente;sugentilezallegóalextremoderecibirmedosveces;escuchóimparcialmentetodoloquevineadecirle.Yfueencursodeestasdosconversacionesquecambiédeopinión,quecomencéaverlascosasdemaneradiferente.

—¿Puedosaberquéprodujoesecambio?

—Simplementeverelcambiodeella—repusoM.Riviére.

—¿Elcambiodeella?¿Demodoquelaconocíadeantes?

Subieronunavezmásloscoloresenelrostrodeljoven.

—Solía verla en casa de su esposo. Conozco al conde Olenski hacemuchosaños.Ustedcomprenderáqueno ibaamandaraundesconocidoenunamisiónasí.

LamiradadeArcher,desviadahacialasmurallasdesnudasdelaoficina,sedetuvieronenuncalendariocolgantecoronadopor lasausterasfaccionesdelpresidente de los Estados Unidos. Que esta conversación transcurriera enalgúnlugardentrodelosmillonesdemillascuadradassujetasasugobierno,parecía algo tan extraño como cualquier cosa que la imaginación pudierainventar.

—Elcambio,¿quéclasedecambio?

—¡Ah,monsieur,cómopoderexplicárselo!—M.Riviéreguardó silenciounmomento—.Tenez: descubrir, supongo, algoquenuncapensé antes: queellaesnorteamericana.Yquesiunoesunnorteamericanodelaclasedeella,yde lasuya,cosasquesonaceptadasenalgunasotrassociedades,oalmenosconsideradasgeneralmentecomoconvenientesconcesionesmutuas,aquí sonimpensables, simplemente impensables.Si losparientesdemadameOlenskaentendieran lo que son estas cosas, no hay duda de que su oposición a suregreso sería tan incondicional como la de ella. Pero parece que ellosconsideraneldeseodesumaridodetenerladevueltacomounapruebadeunairresistible añoranza por la vida hogareña.—Se detuvo, y luego agregó—:Comosea,estálejosdesertansimplecomoparece.

ArchervolvióamiraralpresidentedelosEstadosUnidos,ydespuésmirósu escritorio y los papeles diseminados en él. Por unos segundos no tuvoconfianza en su voz para poder hablar. Durante este intervalo oyó que M.Riviére echabahacia atrás su silla, y sedio cuentadequeel joven sehabía

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puestodepie.Cuandovolvióa levantar losojos,vioquesuvisitanteestabatanconmovidocomoél.

—Gracias—dijoArchersimplemente.

—No tiene nada que agradecerme, monsieur; más bien soy yo... —M.Riviéreseinterrumpió,comositambiénlecostarahablar—.Sinembargo,megustaría—continuó con vozmás firme—agregar una cosa.Me preguntó sitrabajabaparaelcondeOlenski.Porelmomentosí;volvíaél,hacealgunosmeses,porrazonesdenecesidadcomolepuedesucederacualquieraquetengapersonasenfermasyancianasquedependendeél.Perodesdequedielpasodeveniraquíadecirleestascosas,meconsiderodespedido,yasíselodiréalcondeamivuelta,yledarélasrazones.Esoestodo,monsieur.

M.Riviérehizounareverenciayretrocedióunpaso.

—Gracias—dijoArchernuevamente,mientrasestrechabasumano.

26

Elquincedeoctubrede cada año laQuintaAvenida abría suspersianas,desplegabasusalfombrasycolgabalatriplecapadecortinasenlasventanas.

El primerode noviembre este ritual domésticoya estaba terminado, y lasociedadhabíacomenzadoamirarasualrededoryaevaluarseasímisma.Yael día quince la temporada estaba en su apogeo, la ópera y los teatrosestrenabansusnuevasatracciones,seacumulabanlasinvitacionesacenar,ysefijaban las fechas de los bailes.Y puntualmente en esta época,Mrs.ArcherdecíaqueNuevaYorkhabíacambiadomucho.

Observándoladesdeelaltivopuntodevistadelquenoparticipa,eracapaz,conlaayudadeMr.SillertonJacksonyMissSophy,dedescubrircadanuevaresquebrajadura en su superficie, y todas las extrañas hierbas que brotabanentrelasordenadashilerasdevegetalessociales.UnadelasentretencionesdeArcherensujuventuderaesperarestepronunciamientoanualdesumadre,yescucharlaenumerarlosmínimossignosdedesintegraciónquesudescuidadamiradahabíapasadoporalto.PuesenlamentedeMrs.Archer,NuevaYorknunca cambiaba sin cambiar parapeor; yMissSophy Jackson compartía detodo corazón esta opinión. Mr. Sillerton Jackson, como todo hombre demundo,noexpresabasujuicioyescuchabadivertidoyconimparcialidadlaslamentacionesdelasdamas.PeronisiquieraélnegabaqueNuevaYorkhabíacambiado; y Newland Archer, en el invierno de su segundo año dematrimonio,sesintióobligadoaadmitirquesitodavíanohabíacambiado,enrealidadestabacambiando.

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Estasideashabíansalidoalaluz,comoerahabitual,enlacenadeAccióndeGraciasdeMrs.Archer.Enlafechaenqueoficialmenteestabaempeñadaenagradecerlasbendicionesdelaño,teníalacostumbredehacerunrecuentosombríoperonuncaamargodesumundo,ypreguntarsedequéhabíaquedargracias.Entodocaso,nodelestadodelasociedad;lasociedad,sisepudieradecirqueexistía,eramásbienunespectáculoalquehabríaquereconvenirconimprecacionesbíblicas...Yenrealidad,todossabíanloqueelReverendoDr.AshmorequisodeciralelegiruntextodeJeremías(cap.II,vers.25)parasusermóndeAccióndeGracias.ElDr.Ashmore,nuevoRectordeSt.Matthew,fue nombrado porque era muy "avanzado": sus sermones se considerabanaudacesenlosplanteamientosynovedososenellenguaje.Cuandofulminabaa la sociedad elegante, siempre mencionaba su "tendencia"; y para Mrs.Archereraaterradoralavezquefascinantesentirsepartedeunacomunidadquetendíaaalgo.

—No hay duda de que el Dr. Ashmore tiene razón: hay una marcadatendencia—dijo,comosifueraalgovisibleymensurable,comounagrietaenlacasa.

—Fuebastanteraro,sinembargo,predicarsobreesoenundíadeAccióndeGracias—opinóMissJackson.

Suanfitrionarepusocontonoseco:

—Oh,élquierequedemosgraciasporloquenosresta.

Archer tenía la costumbre de sonreír ante estos vaticinios anuales de sumadre;peroesteañohastaélsesintióobligadoareconocer,cuandoescuchóenumerarloscambios,quela"tendencia"eravisible.

—Laextravaganciaenelvestir...—comenzóMissJackson—.Sillertonmellevóalaprimeranochedeópera,ysólopuedodecirlesqueelvestidodeJaneMerryeraelúnicoquereconocídelañopasado;yhastaaesevestidolehabíancambiadolapartedelantera.YyoséqueselomandarondeWorthhacesólodosaños,porquemicosturerasiempreleadaptalosvestidosllegadosdeParísantesdequelosuse.

—Ah,yJaneMerryesunadenosotros—dijoMrs.Archer.

YsuspirócomosinofueranadadeenvidiableestarenunaépocaenquelasdamasempezabanalucirsusvestidosparisiensesencuantolossacabandelaAduana, en lugar de dejarlosmadurar bajo siete llaves, como hacían suscontemporáneas.

—Sí,ellaesunadelaspocas.Enmijuventud—replicóMissJackson—,seconsiderabavulgarvestirse con laúltimamoda;yAmySillerton siempremedijoqueenBostonlareglaeraguardarlosvestidosfrancesesdurantedos

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años.LaancianaMrs.BaxterPennilow,quetodolohacíaconelegancia,solíaimportardocevestidosalaño,dosde terciopelo,dosderaso,dosdeseda,ylosotrosseisdepopelinaydelcasimirmásfino.Eraunencargopermanente,y como estuvo enferma dos años antes demorir, se encontraron cuarenta yochovestidosdeWorthquenuncasesacarondesuscajas;ycuandolashijassequitaronelluto,pudieronusarelprimerloteenlosconciertossinfónicossinverseadelantadasalamoda.

—Ah,bueno,BostonesmásconservadorqueNuevaYork;pero siemprepienso que es una ley más segura para una dama guardar sus vestidosfrancesesduranteunatemporada—concedióMrs.Archer.

—FueBeaufortquiencomenzólanuevamodaobligandoasumujerquesepusiera sus vestidos nuevos en cuanto llegaban: debo decir que a veces serequiere toda la distinción de Regina para no verse como... como...—MissJacksonmiróalrededordelamesa,secruzóconlosojossaltonesdeJaney,yserefugióenuninteligiblemurmullo.

—Como sus rivales —dijo Mr. Sillerton Jackson, con el aire de quieninventaunepigrama.

—Oh—murmuraron las señoras. YMrs. Archer agregó, más bien paradistraerlaatencióndesuhijadetemasprohibidos:

—¡PobreRegina!Me temo que su día deAcción deGracias no ha sidomuyalegre.¿HaescuchadorumoresacercadelasespeculacionesdeBeaufort,Sillerton?

Mr.Jacksonasintióconindiferencia.Todoshabíanescuchadolosrumoresen cuestión, y odiaba confirmar un chisme que ya era de conocimientopúblico. Un sombrío silencio cayó sobre el grupo. A nadie le gustabarealmenteBeaufort,ynoeradeltododesagradablepensarlopeordesuvidaprivada; pero la idea de que trajera deshonor financiero a la familia de suesposaerademasiadoespantosa comopara ser celebradani siquierapor susenemigos.EsaNuevaYorkdeArchertolerabalahipocresíaenlasrelacionesprivadas, pero en asuntos de negocios exigía una honestidad límpida eimpecable. Había pasado mucho tiempo desde que un banquero conocidocayera en el descrédito, pero todos recordaban cómo se extinguieronsocialmentelascabezasdelaempresacuandoocurrióelúltimohechodeesaclase. Podría pasar lomismo con losBeaufort, a pesar de su poder y de loestimadaqueerasuesposa.NisiquieratodalafuerzacoaligadadelafamiliaDallaspodría salvara lapobreReginasi resultabanverdaderos los informessobrelasilegalesespeculacionesdesumarido.

Laconversaciónbuscórefugioen temasmenosominosos;pero todos losque trataron parecían confirmar la sensación que comentara Mrs. Archer

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acercadeunatendenciaacelerada.

—Yateimaginarás,Newland,quesupequedejasteiraMayacasadeMrs.Struthers a una de sus recepciones dominicales... —comenzó a decir. PeroMaylainterrumpióalegremente.

—Oh,peroesqueahoratodoelmundovaacasadeMrs.Struthers;hastainvitóamiabuelaalaúltimarecepción.

Así era, reflexionóArcher, comoNuevaYorkmanejaba sus transiciones:conspirandoporignorarlashastaqueestuvieranbieninstaladas,yentonces,detoda buena fe, imaginar que se habían producido en una época anterior.Siempre había un traidor en la ciudadelas y después de que él (o,generalmente,ella)hubieraentregadolasllaves,¿quéseganabaconpretenderqueerainexpugnable?Unavezquelagentehabíagustadodelahospitalidadde los relajados domingos deMrs. Struthers, nadie quería quedarse en casarecordando que lo que bebían era betún de zapatos transformado enchampagne.

—Ya lo sé, querida, ya lo sé —suspiró Mrs. Archer—. Supongo quetendrán que suceder estas cosas porque lo único que busca la gente en sussalidasesentretención;peronuncaleperdonaréatuprimamadameOlenskaquefuelaprimerapersonaqueaprobóaMrs.Struthers.

Un repentino rubor subió por el rostro de la joven Mrs. Archer,sorprendiendoasumaridoyalosdemásinvitadosalolargodelamesa.

—Oh,Ellen...—murmuró,enelmismotonodeacusaciónydedisculpaalavezconquesuspadresdirían:"Oh,lasBlenker".

Eralanotaquetañíalafamiliacadavezquesemencionabaelnombredela condesa Olenska, pues ésta los sorprendió y los molestó al permanecerinsensiblealaspropuestasdesuesposo;perooírlaenloslabiosdeMaydabaqué pensar, y Archer lamiró con la sensación de extrañeza que a veces loinvadía cuando ella hacía eco del ambiente que la rodeaba. Mrs. Archer,demostrando menos sensibilidad de la habitual en ella para captar ciertassituaciones,siguióinsistiendo.

—SiemprehepensadoquegentecomolacondesaOlenska,quehavividoen sociedades aristocráticas, debería ayudarnos a mantener nuestrasdistincionessocialesenlugardeignorarlas.

Maycontinuabaruborizada;suruborparecíatenerunsignificadoqueibamásalládelqueimplicabaelreconocimientodelamalafesocialdemadameOlenska.

—Nomecabedudadequea losextranjeros lesparecemos todos iguales—dijoMissJacksonentonoagrio.

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—NocreoqueaEllenleintereselasociedad;peronadiesabeexactamentequéleinteresa—insinuóMay,comobuscandounaevasiva.

—Asíes—suspiróMrs.Archernuevamente.

TodossabíanquelacondesaOlenskanoestabaenbuenostérminosconsufamilia.Nisudevotadefensora,laancianaMrs.MansonMingott,fuecapazdedefender suposición al rehusarse a regresar con sumarido.LosMingott noproclamabanenvozaltasudesaprobación,puessusentidodesolidaridaderademasiadofuerte.Loquehicieronfue,simplemente,loquedijoMrs.Welland:"dejar que la pobre Ellen encuentre su sitio en la sociedad", y aquél,mortificante e incomprensiblemente, estaba en las oscuras profundidadesdonde triunfaban las Blenker, y donde la "gente que escribe" celebraba susdesaseadosritos.Eraincreíble,peroeraunhecho,queEllen,apesardetodassus oportunidades y sus privilegios, se había transformado en una simple"bohemia".Estehechoreforzabalaopiniónacercadequehabíacometidounerror fatalalno regresarconelcondeOlenski.Despuésde todo,el lugardeunamujer jovenesbajoel techodesumarido,especialmentecuandoella lodejó en circunstancias que... bueno... si uno se diera el trabajo deexaminarlas...

—Madame Olenska es muy admirada por los caballeros —dijo MissSophy,comosiquisieraponeralgoconciliatoriodondebiensabíaqueasestabaundardo.

—Ah, ese es el peligro a que se exponeunamujer joven comomadameOlenska—corroboróentonodolidoMrs.Archer.

Y las señoras, después de esta conclusión, tomaron la cola de sus trajespara irse en busca de las suaves luces del salón, mientras Archer y Mr.SillertonJacksonseretirabanalabibliotecagótica.Unavezinstaladofrentealachimenea,yconsolándosedelainsuficienciadelacomidaconlaperfecciónde un cigarro,Mr. Jackson tomó un aire profético y comunicativo (pero denoticiasdemalagüero).

—SiseproducelaquiebradeBeaufort—anunció—,serevelaránalgunossecretos.

Archer levantó la cabeza rápidamente. No podía oír ese nombre sinrecordarlanítidavisióndelapesadafiguradeBeaufort,cubiertadeopulentaspielesycalzadofino,avanzandoporlanieveenSkuytercliff.

—Tendráqueser—continuóMr.Jackson—lamássuciadelaslimpiezas.BeaufortnohagastadotodosudinerosóloenRegina.

—Bueno, pero eso se da por descontado, ¿no?Mi opinión es que saldráadelante—dijoeljoven,conganasdecambiardetema.

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—Quizás, quizás. Sé que debía ver a gente influyente hoy día. Porsupuesto—concedióMr.Jacksondemalagana—,seesperaqueleayudenasalirdelapuro,porestavezquesea.NomegustaríapensarenlapobreReginapasandoelrestodesuvidaenelextranjero,enalgúnmiserablebalnearioparagentearruinada.

Archernodijonada.Leparecíatannatural,aunquetrágico,queeldineromalhabidofueracruelmenteexpiado,quesumente,queapenassedetuvouninstanteen la suertedeMrs.Beaufort,vagarahaciacosasmáscontingentes.¿QuésignificabaelrubordeMaycuandosemencionóalacondesaOlenska?Habían pasado cuatro meses desde ese día de verano que estuviera junto amadame Olenska; y desde entonces no la veía. Sabía que había vuelto aWashington,alacasitaquealquilaranellayMedora.Leescribióunavez,unaspocas palabras para preguntarle cuándo se encontrarían de nuevo, y ellarespondiómásbrevementeaún:"Todavíano".

Desde entonces no hubo más comunicación entre ellos, y él habíaconstruidodentrodesíunaespeciedesantuariodondeellareinabaentresuspensamientos secretos y sus añoranzas. Poco a poco se convirtió en elescenariodesuverdaderavida,ensuúnicaactividadracional;allállevabaloslibrosqueleía,lasideasypensamientosqueloalimentaban,susdecisionesysusfantasías.Fueradeallí,enelescenariodesuvidadiaria,semovíaconuncreciente sentido de irrealidad e insuficiencia, chocando con los prejuiciosfamiliares y los puntos de vista tradicionales como un hombre distraídotropiezaconlosmueblesdesupropiodormitorio.Ausente,esoesloqueera:tan ausentede todo loque eradensamente real y cercanoa los seresque lorodeabanque aveces se sorprendía al notarque ellos aúncreíanqueestabaallí.SediocuentadequeMr.Jacksonaclarabasugargantapreparándoseparanuevasrevelaciones.

—Nosé,porcierto,hastaquépuntoestáenteradalafamiliadesuesposade loque lagentedicede... bueno,del rechazodemadameOlenskaante laúltimaofertadesumarido.

Archernorespondió,yMr.Jacksonprosiguióhablandoenformaambigua.

—Esunalástima,realmenteunalástima,quelarechazara.

—¿Unalástima?¿Porqué,ennombredeDios?

Mr. Jackson contempló su pierna desde la rodilla hasta el impecablecalcetínquelauníaallustrosoescarpín.

—Bueno... para ponerlo en términos más vulgares... ¿de qué va a vivirahora?

—¿Ahora...?

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—SiBeaufort...

Archer se levantó de un salto, y dio un puñetazo en el negro borde decaobadelamesaescritorio.

Losvasosdeldobletinterodebroncebailaronensuscuencas.

—¿Quédiablosquieredecir,señor?

Mr. Jackson, incorporándose ligeramente en su silla, clavó una tranquilamiradaenlaardientecaradeljoven.

—Bueno...sédemuybuenafuente...enrealidad,delapropiaCatherine...que la familia redujo en forma considerable la asignación de la condesaOlenskacuandorechazódefinitivamenteregresar juntoasuesposo;ycomo,debidoaestemismorechazo,tambiénpierdeelderechoaldineroqueaportóalcasarse,yqueOlenskiestabadispuestoadevolverlesiregresaba,entonces,¿quédemoniosquieresdecirtú,queridomuchacho,alpreguntarmeloqueyoquierodecir?—fuelarespuestadeMr.Jackson,demuybuenhumor.

Archercaminóhacia la repisade la chimeneay se inclinóa remover lascenizas.

—NoconozcolosasuntosprivadosdemadameOlenska,perononecesitosaberlosparaestarsegurodequeloqueustedinsinúa...

—Oh,nosoyyoquienlodice,esLefferts,entreotros—interrumpióMr.Jackson.

—¡Lefferts, que la cortejó y se ganó un desaire por hacerlo!—exclamóArcherdesdeñosamente.

—Ah... ¿lo hizo? —dijo con brusquedad Mr. Jackson, como si fueraexactamenteelhechoqueesperabasaberpormediodelatrampaquetendiera.Seguíasentadoalladodelfuego,demodoquesuduramiradagastadaabarcóelrostrodeArchercomoenunresortedeacero.

—Bueno,bueno,esunalástimaquenoquisieraregresarantesdelcolapsodeBeaufort—repitió—.Sisevaahora,ysiélfracasa,serviráparaconfirmarla impresión general, que no pertenece de manera alguna únicamente aLefferts,paraquesepas.

—¡Oh,ellanoregresaráahora,menosquenunca!

NoacababadedecirestoArchercuandotuvootravezlacertezadequeeraexactamenteloqueMr.Jacksonestabaesperandooír.

Elancianocaballerolocontemplóatentamente.

—Esaestuopinión,¿eh?Bueno,sindudatúsabesloquedices.PerotodostediránquelospocospeniquesquelequedabanaMedoraMansonestántodos

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en las manos de Beaufort; y no me imagino cómo estas dos mujeresmantendrán sus cabezas fuera del agua a menos que él logre salvarse. Porsupuesto,madameOlenskatodavíapuedeablandaralaancianaCatherine,quese ha opuesto inexorablemente a que permanezca aquí; y la viejaCatherinepodría darle la asignación que se le antoje. Pero todos sabemos que odiasepararse del buen dinero; y el resto de la familia no tiene ningún interésparticularenmanteneramadameOlenskaaquí.

ArchersepercatódequeMr.Jacksonestabaextrañadoporelhechodequeél ignorara las diferencias de madame Olenska con su abuela y otrosfamiliares,yqueelancianohabíasacadosuspropiasconclusionesrespectoalasrazonesdelaexclusióndeArcherdelosconsejosdefamilia.Estehecholeadvirtió aArcher que se fuera con cautela, pero las insinuaciones acerca deBeaufortlohacíanactuarimprudentemente.Teníaclaro,sinembargo,sinosupropiopeligro,almenoselhechodequeMr.Jacksonestuvierabajoeltechode su madre, y por consiguiente fuera su invitado. La vieja Nueva Yorkobservaba escrupulosamente la etiqueta de la hospitalidad, y no se permitíaqueningúncambiodeopinionesconuninvitadodegeneraraenunadiscusión.

—¿Qué le parece si subimos a reunirnos con mi madre? —sugiriófríamente, cuando el último conode cenizas deMr. Jackson caía dentro delcenicerodebroncequeteníaalladodesucodo.

En el camino a casa, May iba extrañamente silenciosa; a través de laoscuridad,Archerlasintiótodavíaenvueltaensuamenazanterubor.Nopodíaadivinar el significado de esta amenaza, pero ya estaba suficientementeadvertido por el hecho de que lo había provocado el nombre de madameOlenska. Fueron al piso de arriba y él entró en la biblioteca.Habitualmenteellaloseguía,perolaoyócaminarporelpasillohaciasudormitorio.

—¡May!—gritóconimpaciencia.

Ellaregresó,conunamiradadelevesorpresa.

—Esta lámpara está humeando otra vez; creí que los sirvientes sepreocuparíandemantenerlaadecuadamentenivelada—gruñó,nervioso.

—Losiento,novolveráasuceder—respondióella.

Empleaba el tono firmemente claro que había aprendido de sumadre; yArcher se exasperaba al sentir que ella ya empezaba a seguirle la corrientecomoaunnuevoMr.Welland.Mayseinclinóparabajarlamecha,ycuandola luz iluminó sus blancos hombros y las claras curvas de su rostro,Archerpensó: "¡Qué joven es! ¡Cuántos años interminables tendrá que durar estavida!"Sintió,conunaespeciedehorror,lafuerzadesupropiajuventudydelasangrequehervíaensusvenas.

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—Mira—dijo de súbito—, tendré que ir aWashington por unos pocosdías,pronto,quizáslapróximasemana.

Ella tenía todavía la mano sobre el regulador de la lámpara cuando sevolviólentamentehaciaél.Elcalordelallamadevolvióelcolorsubidoasusmejillas,perovolvióapalideceramedidaquelevantabalavista.

—¿Pornegocios?—preguntó.

Su tono implicaba que no había otra razón imaginable, y que hizo lapreguntaenformaautomática,comopararedondearsupropiafrase.

—Pornegocios,naturalmente.HayuncasodepatentesqueseveráantelaCorteSuprema...

Dio el nombre del inventor y continuó proporcionando detalles con unalocuacidaddignadeLawrenceLefferts,mientrasellaescuchabaatentamente,diciendoaintervalos:"Ya,entiendo".

—Elcambio teharábien—dijoMaysimplemente,cuandoél finalizósudiscurso—;ynodejesde iraveraEllen—agregómirándoloderechoa losojosconsusonrisalímpida,eneltonoquehubieraempleadoparapedirlequenoolvidaraalgúnfastidiosodeberfamiliar.

Fueronlasúnicaspalabrasqueintercambiaronrespectodeltema;peroenel código en que ambos habían sido entrenados, esto quería decir: "Porsupuesto que entiendes que sé todo lo que la gente ha dicho sobre Ellen, ysimpatizo de todo corazón con mi familia en sus esfuerzos por lograr queregresejuntoasuesposo.Tambiénséque,poralgunarazónquenohastenidoa bien comunicarme, tú le has aconsejado que no siga la senda que loshombres mayores de la familia y también nuestra abuela aprueban; y quegraciasatuapoyoEllennosdesafíaatodos,yseexponeaesaclasedecríticasque probablemente Sillerton Jackson te ha dado a conocer esta tarde, lainsinuaciónque te ha puesto tan irritable...Nohan faltado insinuaciones, escierto; pero ya que al parecer tú no estás dispuesto a recibirlas de otros, teofrezco yo misma una, de la única manera en que la gente bien nacida denuestra clase puede comunicar a otra las cosas desagradables: haciéndoteentenderqueséquepiensasveraEllencuandovayasaWashington,yquetalvez vas allá expresamente con ese propósito; y que, ya que estás seguro deverla, deseo que lo hagas con mi entera y explícita aprobación; y queaprovecheslaocasiónparadarleaconocerdóndepuedeconducirlalalíneadeconductaqueleaconsejasteseguir".

SumanoseguíagirandolamanilladelalámparacuandoArcherrecibiólaúltimapalabradeestemudomensaje.Maybajólamecha,levantóelglobo,ysoplólarebeldellama.

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—Danmenosolorsiselasapagasoplando—explicóMay,consuairedebrillantedueñadecasa.Sedetuvoenelumbralesperandoqueéllabesara.

27

Al día siguiente, Wall Street tenía informaciones más tranquilizadorassobrelasituacióndeBeaufort.Noerandefinitivas,peroeranesperanzadoras.Todos tenían la ideadequepodía apelar apoderosas influencias en casodeemergencia,yquelohabíahechoconéxito;yesanocheenlaópera,cuandoMrs.Beaufortapareciósonriendocomosiempreyluciendounnuevocollardeesmeraldas,lasociedadrespiróaliviada.

NuevaYork era inexorable para condenar las irregularidades financieras.Hastaelmomentonuncahuboexcepciónalatácitaregladequeaquellosquequebrantaban la ley de la probidad debían pagar; y todos sabían que hastaBeaufortysuesposaseríansacrificadossinconcesionesaesteprincipio.Peroverse obligados a sacrificarlos no sólo sería doloroso sino tambiéninconveniente.LadesaparicióndelosBeaufortdejaríaunenormevacíoensupequeño círculo; y los que eran demasiado ignorantes o demasiadoindiferentes como para estremecerse ante la catástrofe moral, deplorabandesdeyalapérdidadelmejorsalóndebailedeNuevaYork.

Archer había resuelto definitivamente ir aWashington. Sólo esperaba laapertura del proceso que había mencionado a May, para que esa fechacoincidiera con la de su visita; pero el martes siguiente supo por Mr.Letterblairqueelcasopodríapostergarseporvariassemanas.Noobstante,sefueacasaesatardedecididoapartirdetodasmaneraslanochesiguiente.LomásprobableeraqueMay,quenosabíanadadesuvidaprofesionalyjamásmostróinterésenella,nosupieradelapostergación,siesqueserealizaba,nirecordaralosnombresdeloslitigantessiselesmencionabaensupresencia.Y,como fuera, él no podía aplazar más su visita a madame Olenska. Habíademasiadascosasquedebíadecirle.

En lamañana delmiércoles, al llegar a su oficina,Mr. Letterblair fue ahablarle con grandes muestras de turbación. Beaufort, finalmente, no logrósalirdelapuro;pero,esparciendoelrumordequelohabíahecho,tranquilizóasusdepositantes,ygruesassumasdepagosllegaronadestajoalbancohastalanoche anterior, cuando principiaron a predominar nuevamente los rumoresinquietantes. En consecuencia, comenzó una corrida de capitales, y eraprobablequecerrarasuspuertasantesdeque terminaraeldía.Sedecían lascosasmásfeassobrelavilmaniobradeBeaufort,ysucaídaprometíaserunadelasmásdesacreditadasenlahistoriadeWallStreet.

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La magnitud de la calamidad tenía a Mr. Letterblair pálido ydesconcertado.

—Hevistocosas terriblesenmiépoca,peronada tan terriblecomoesto.Todosnuestros conocidos seránafectados,de algúnmodouotro.Y¿qué sehará conMrs. Beaufort? ¿Qué puede hacerse por ella?Me da lástimaMrs.MingottMansonmásquenadie:asuedad,nosesabeelefectoqueesteasuntopuedatenerenella.SiemprecreyóenBeaufort...¡sehizoamigasuya!Yestátoda la parentela Dallas: la pobreMrs. Beaufort está relacionada con todosustedes. Su única oportunidad sería abandonar a sumarido, y sin embargo,¿cómodecirle algo así?Sudeber está a su lado; ypor suerte al parecer fuesiempreciegaenloquerespectaalasdebilidadesprivadasdeBeaufort.

Golpearonlapuerta,yMr.Letterblairvolviólacabezavivamente.

—¿Quépasa?Noquieroquememolesten.

UnempleadoentregóunacartaaArcheryseretiró.Reconociendolaletradesumujer,eljovenabrióelsobreyleyó:"¿Puedesvenir,porfavor,albarrioresidencial lo antesposible?La abuelaha tenidoun leve ataque anoche.Dealguna manera misteriosa se enteró antes que nadie de las atroces noticiasacercadelbanco.EltíoLovellestáausente,cazando,ylaideadeladeshonraha puesto tan nervioso a papá que está con fiebre y no puede salir de suhabitación.Mamátenecesitaurgentemente,asíqueesperoquepuedassalirdeinmediatoeirtedirectamenteacasadelaabuela".

Archer pasó la nota a su socio, y minutos más tarde iba en un repletotranvíatiradoporcaballosquesearrastrabalentamentehaciaelnorte;cambióeste vehículo en la Calle Catorce por uno de aquellos altos y tambaleantesbusesdelalíneadelaQuintaAvenida.EranpasadaslasdocehorascuandosuesforzadovehículolodejóencasadelaancianaCatherine.Porlaventanadelasaladeestardelpisobajo,dondehabitualmenteellaseinstalabaensutrono,se asomaba ahora la inapropiada figura de su hija, Mrs. Welland, quien,levantandosusojosojerosos,hizoungestodebienvenidaaArchercuandolovio aparecer; y May salió a recibirlo a la puerta. El vestíbulo tenía esaapariencia antinatural tan peculiar en casas bien cuidadas cuando soninvadidas súbitamente por una enfermedad: bufandas y pieles amontonadassobrelassillas,elmaletínyelabrigodeunmédicoencimadelamesa,yasuladocartasytarjetasqueseapilabansinquenadielesprestaraatención.Mayestabapálidaperosonriente,pueselDr.Bencomb,queacababadellegarporsegunda vez, tenía un diagnóstico más esperanzador, y la animosadeterminación de Mrs. Mingott de vivir y sanar ya hacía su efecto en lafamilia. May condujo a Archer a la sala de estar de la anciana, donde laspuertas corredizas que abrían hacia el dormitorio habían sido cerradas y sehabíadejadocaersobreellaslaspesadasportíéresdedamascoamarillo;yallí

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Mrs.Wellandlecomunicóenhorrorizadavozbajalosdetallesdelacatástrofe.Alparecer, lanocheanteriorhabíaocurridoalgo terribleymisterioso.Hacialasochodelanoche,cuandoMrs.Mingottterminabasusolitarioquesiemprejugabadespuésdecenar,sonólacampanilladelapuerta,yunadamacubiertadeunvelotantupidoquelossirvientesnopudieronreconocerladeinmediatosolicitóserrecibida.

Elmayordomo,alescucharunavozfamiliar,abriódeparenparlapuertadelasaladeestaryanunció:"Mrs.JuliusBeaufort",ylavolvióacerrar.Lasseñorasdebenhaberestadojuntas,leparecía,cercadeunahora.CuandoMrs.Mingottllamó,Mrs.Beaufortsehabíaescabullidosinquenadielaviera,ylaanciana, pálida, inmensa y terrible, estaba sola sentada en su gran sillón, yhacía señas almayordomopara que la ayudara a ir a su dormitorio. En esemomento, aunque obviamente afligida, parecía tener completo control de sucuerpoydesumente.Lacriadamulatalaacostó,lellevósuhabitualtazadeté,ordenótodalahabitación,ysemarchó:peroalastresdelamadrugadalacampanillavolvióasonar,ylasdoscriadas,queacudieroncorriendoanteestaconvocatoriadesacostumbrada(puesCatherinedormíageneralmentecomounniño),encontraronasuamasentadayapoyadacontralasalmohadas,conunasonrisa torcidaensucarayunamanoquecolgabafláccidadesugigantescobrazo. Era claro que el ataque había sido suave, ya que podía articular yhacerse entender; y muy poco después de la primera visita del médicocomenzóa recuperarel controlde susmúsculos faciales.Pero laalarma fuegrande;yproporcionalmentegrandeera la indignacióncuandose recogierondelabiosdeMrs.MingottfrasesfragmentariasdiciendoqueReginaBeauforthabía acudidoa ellaparapedirle—¡increíble afrenta!—que respaldara a sumarido, que lo ayudara a salir del apuro, que no lo desamparara según suspropiaspalabras,enresumenqueindujeraatodalafamiliaacubrirycondonarsumonstruosodeshonor.

—Yoledije:"elhonorsiemprehasidohonor,ylahonestidad,honestidaden la casaMansonMingott, y así seráhastaqueme saquendeaquí con lospieshaciaadelante"—habíabalbuceadolaancianaeneloídodesuhija,conlavozgruesadelosenfermosparcialmenteparalizados—.Ycuandoelladijo:"Perominombre,abuelita,esReginaDallas",yoledije:"EraBeaufortcuandoél te cubría de joyas, y debe seguir siendo Beaufort ahora que te cubre devergüenza".

Todo esto relató Mrs.Welland, descolorida y demolida por la desusadaobligación de tener finalmente que fijar sus ojos en lo desagradable y lodeshonroso.

—Sialmenospudieraocultárseloatusuegro;siempremedice:"Augusta,teloimploro,nodestruyasmisúltimasilusiones".¿Ycómovoyaevitarqueseenteredeestoshorrores?—ylapobreMrs.Wellandrompióensollozos.

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—Despuésdetodo,mamá,élnoloshavisto—sugiriósuhija.

YMrs.Wellandsuspiró.

—Ah, no; gracias al cielo está a salvo en su cama. Y el Dr. Bencombprometiómantenerloahíhastaquemipobremadreestémejor,yqueReginasehayamarchadoaalgunaparte.

Archer se había sentado cerca de la ventanaymiraba sin ver la desiertacarretera.Eraevidenteque lohabíanhechoirmáscomoapoyomoralde lasconmocionadasdamasqueporlaayudaespecíficaquepudieraprestarles.Sehabía telegrafiado aMr.LovellMingott ydespachadomensajespormano alos miembros de la familia que vivían en Nueva York; entretanto no habíanadamásquehacersinodiscutirconcalmalasconsecuenciasdeldeshonordeBeaufort y la injustificable actitud de su esposa. Mrs. Lovell Mingott, queestaba en otra sala escribiendo notas, reapareció y agregó su voz a laconversación.Ensusdías—coincidíanlasseñorasmayores—,laesposadeunhombre que había sido deshonesto en los negocios sólo tenía una salida:borrarse,desaparecerjuntoconél.

—Ahí tienenelcasode lapobreabuelaSpicer, tubisabuela,May—dijoMrs. Welland y se apresuró a agregar—: naturalmente, las dificultadeseconómicas de tu bisabuelo eran privadas, pérdidas a las cartas o firmas deavales,nuncalosupebienporquemamájamáshablódeello.PeroellacrecióenelcampoporquesumadretuvoqueabandonarNuevaYorkdespuésdeladeshonra, cualquiera que fuera; vivieron solos Hudson arriba, invierno yverano,hastaquemamácumpliódieciséisaños.JamásselehubieraocurridoalaabuelaSpicerpedirquelafamilialaapoyara,comoentiendoquelollamaRegina; sin embargo, una deshonra privada no es nada comparada con elescándalodearruinaracientosdepersonasinocentes.

—Sí,seríamásdecorosodepartedeReginaqueescondieralacaraenvezdepedirelapoyodelosdemás—asintióMrs.LovellMingott.Entiendoqueelcollardeesmeraldasqueusóenlaóperaelviernespasadohabíasidoenviadoa prueba porBall&Black esamisma tarde.Me pregunto si lo recuperaránalgúndía.

Archer escuchaba impasible el implacable coro. La idea de absolutaprobidad financiera como primera ley en el código de un caballero estabademasiado profundamente arraigada en él como para que consideracionessentimentales la debilitaran. Un aventurero como Lemuel Struthers puedeconstruir los millones de su Betún de Zapatos en cualquier cantidad desombríastransacciones;perolahonestidadinmaculadaeralanoblesseobligede la vieja Nueva York financiera. Tampoco lo emocionabamayormente eldestinodeBeaufort.Sentía,sinduda,máslástimaporellaquesusindignadosfamiliares;peroleparecíaqueellazoentremaridoymujer,aunquesepuede

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romper en la prosperidad, debe ser indisoluble en la desgracia.Como decíaMr.Letterblair,ellugardeunaesposaestáalladodesumaridoalmomentodelasdificultades;perolaposicióndelasociedadnoeraladeMr.Letterblair,yla impúdicapretensióndeMrs.Beaufortdequeasí fueracasiconstituíaunapruebadesucomplicidad.Lasolaimagendeunamujerapelandoasufamiliaparaencubrirladeshonrafinancieradesumaridoerainadmisible,yaqueeralo único que la Familia, como institución, no podía hacer.La criadamulatallamóaMrs.LovellMingottalvestíbulo,yéstaregresóalinstanteconelceñofruncido.

—Quiere que telegrafíe a Ellen Olenska. Ya le escribí, naturalmente, lomismoaMedora;peroahoraparecequenoes suficiente.Debo telegrafiarleinmediatamente,ydecirlequedebevenirsola.

Elanunciofuerecibidoensilencio.Mrs.Wellandsuspiróresignadamente,yMayse levantóde suasientoy fuea recogerunosperiódicosqueestabandesparramadosenelsuelo.

—Supongo que hay que hacerlo—continuóMrs. LovellMingott, comoesperandosercontradicha.

Mayvolvióalmediodelahabitación.

—Por supuesto que hay que hacerlo —dijo—. La abuela sabe lo quequiere, y debemos cumplir todos sus deseos. ¿Quieres que escriba esetelegrama, tía? Si se despacha de inmediato, probablemente Ellen podráalcanzaratomareltrendemañana.

Pronunció lassílabasdelnombreconpeculiarclaridad,comosigolpearadoscampanasdeplata.

—Bueno,nopuedesalirdeinmediato.Jasperyelmozosalieronconnotasytelegramas.

Maysevolvióhaciasumaridoconunasonrisa.

—PeroaquíestáNewland,dispuestoaayudarencualquiercosa.¿Podríasllevarelmensaje,Newland?Quedatiempoantesdelalmuerzo.

Archerselevantómurmurandoqueestabadeacuerdo,yMaysesentóenelbonheurdujourdepaloderosadeCatherine,yescribióelmensajeconsuletraanchaeinmadura.Cuandohuboescrito,lodoblócuidadosamenteyselopasóaArcher.

—¡Qué pena—le dijo—que tú y Ellen vayan a cruzarse en el camino!Newland —agregó volviéndose hacia su madre y su tía—, tiene que ir aWashington por un caso de patentes que se abre ante la Corte Suprema.Supongoqueel tíoLovell regresarámañanapor lanoche,ycomo laabuelaestá tantomejor, nome parece correcto pedirle a Newland que deseche un

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compromisoimportanteconlafirma,¿noescierto?

Hizo una pausa, como esperando respuesta, y Mrs. Welland declaróapresuradamente:

—Por supuesto que no, querida. Tu abuela es la última persona que lodesearía.

CuandoArchersalíadelahabitaciónconeltelegrama,escuchólavozdesusuegraqueañadía,presumiblementeparaMrs.LovellMingott:

—¿PeroparaquédiablostehacetelegrafiaraEllenOlenska...?

YlavozclaradeMayreplicó:

—Quizásseaparahacerlevernuevamenteque,despuésdetodo,sudeberestáalladodesuesposo.

La puerta de calle se cerró tras Archer, que se alejó caminandoapresuradamentehacialaoficinadeltelégrafo.

28

—Ol...ol... ¿cómoseescribeesto tan raro?—preguntóen tonoagrio lajovenaquienArcherentregaraeltelegramadesuesposaporlaventanilladelaoficinadelaWesternUnion.

—Olenska,O—1—e—n—s—k—a—repitió, recogiendoelmensajeparaescribirenmayúsculalassílabasdelnombreextranjeroencimadelairregularescrituradeMay.

—EsunnombremuydifícilparaunaoficinadetelégrafodeNuevaYork,por lo menos en este barrio—observó una voz inesperada. Y al volverse,Archer vio a Lawrence Lefferts pegado a su codo, atusando su impecablebigotemientrasfingíanomirarelmensaje.

—Hola, Newland, pensé que te encontraría aquí. Acabo de saber delataquedeMrs.Mingott e ibacaminoa sucasacuando tevidoblarporestacalleycorrídetrásdeti.Supongoquevienesdeallá.

Archer asintió con la cabeza, y empujó nuevamente su telegrama por laventanilla.

—Muy mal, ¿eh? —continuó Lefferts—. Telegrafiando a la familia,supongo. Me imagino que será muy grave cuando están incluyendo a lacondesaOlenska.

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Archerapretóloslabios;sintióunimpulsosalvajededarleunpuñetazoaesacarahermosa,largaypresumidaqueteníaasulado.

—¿Porqué?—preguntó.

Lefferts,queeraconocidoporrehuirlasdiscusiones,levantólascejasconunamuecairónicaparaadvertiraArcherquelamuchachadelaventanillalosobservaba.EsamiradalerecordóaArcherquenadapodíairmásencontradelas formalidades que cualquier muestra de malhumor en un lugar público,jamás le había importado menos a Archer los requerimientos de lasformalidades; pero su impulso de golpear físicamente a Lefferts fue sólomomentáneo. No podía aceptar la idea de que el nombre de Ellen Olenskaestuvieraen los labiosdeesehombreen talmomento,yquedierapábuloacualquieraprovocación.Pagóeltelegramayambosjóvenessalieronjuntosalacalle.AllíArcher,habiendorecuperadoelcontroldesímismo,prosiguió:

—Mrs.Mingottestámuchomejoryeldoctoryanoestápreocupadoporella.

Lefferts,conexageradaexpresióndealivioporsumejoría, lepreguntósisabíaquenuevamentecirculabanespantososrumoresacercadeBeaufort.Esatarde,lanoticiadelacaídadeBeaufortestabaentodoslosperiódicos.Eclipsólas informacionessobreelataquedeMrs.MansonMingott,ysólolospocosque conocieron la misteriosa conexión entre ambos eventos pensaron enatribuirlaenfermedaddeCatherineacualquiercosamenosalaacumulacióndecarneyaños.TodaNuevaYorkseentristecióconlahistoriadeldeshonorde Beaufort. No tenía recuerdo, decía Mr. Letterblair, de un caso peor, nitampocohabíasucedidoalgoasíenlaépocadelremotoLetterblairquehabíadadosunombrealafirma.Elbancosiguiórecibiendodineroduranteundíaenterosabiendoquesuquiebraerainevitable;ycomomuchosdesusclientespertenecíanaunouotrode los clanesprincipales, lahipocresíadeBeaufortparecíadoblementecínica.SiMrs.Beaufortnohubiera tomadolaactituddeque tales infortunios (según sus propias palabras) eran " la prueba de laamistad",habríainspiradounacompasiónquehubieracalmadolaindignacióngeneralizada contra su marido. Pero, y especialmente después de que seconocióelmotivodesuvisitanocturnaaMrs.MansonMingott,seconsideróquesucinismoexcedíaaldeBeaufort;yellanotuvoexcusa,comotampocotuvieronsatisfacciónsusdetractores,deargumentarqueera"unaextranjera".Proporcionaba cierto alivio (a aquellos cuyos dineros no corrían peligro)recordar que Beaufort sí lo era; pero, después de todo, si una Dallas deCarolinadelSur compartía laposicióndeBeaufort sobre el caso, yhablabacontodasolturadequeésteprontoestaría"nuevamentedepie",elargumentoperdía fuerzay sólo restaba asumir esa atroz evidenciade la indisolubilidadmatrimonial.La sociedaddebíaencontrar lamanerade seguir existiendo sinlos Beaufort, y sanseacabó... excepto, por supuesto, para las desventuradas

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víctimasdeldesastrecomoMedoraManson,lapobreancianaMissLannings,y muchas otras mal aconsejadas damas de buena familia que, si hubieranescuchadoaMr.HenryvanderLuyden...

—Lo mejor que pueden hacer los Beaufort — dijo Mrs. Archer,resumiendo el asunto como si hiciera un diagnóstico y prescribiera eltratamiento—, es irse a vivir a la casita de Regina en Carolina del Norte.Beaufort siempre ha tenido allí una caballeriza con caballos de carrera ydebería dedicarse más bien a criar trotones. Me atrevería a decir que tienetodaslascualidadesdeunexitosovendedordecaballos.

Todosestuvierondeacuerdoconella,peronadie sedignópreguntarquépensabanhacerrealmentelosBeaufort.AldíasiguienteMrs.MansonMingottestabamuchomejor;recuperólosuficientelavozparaordenarquenuncamássedebíamencionara losBeaufortensupresencia,y,cuandoaparecióelDr.Bencomb,preguntóporquédiablossufamiliahacíasemejantealborotoporsusalud.

—Si una persona demi edad come ensalada de pollo en la noche, ¿quédebeesperar?—inquirió.Ycomoelmédicomodificarasudieta,laapoplejíase convirtió en un ataque de indigestión. Pero a pesar de su tono firme, laancianaCatherineno recuperó totalmente suantiguaactitudante lavida.Lacreciente lejanía en el tiempo o espacio que produce la vejez, aunque nodisminuía su curiosidad por los que la rodeaban, había adormecido sucompasión,quenuncafuedemasiadointensa,porsusproblemas;yalparecernotuvodificultadparaborrardesumenteeldesastredelosBeaufort.Yporprimeravezseabsorbióensuspropiossíntomas,ycomenzóasentiruninteréssentimentalporciertosmiembrosdelafamiliaconloscualeshabíasidohastaentonces desdeñosamente indiferente. Mr. Welland, en particular, tuvo elprivilegio de atraer su atención. Era el yerno al que conmayor persistenciahabía ignorado; y todos los esfuerzos de su esposa por presentarlo comohombre de fuerte carácter y marcada habilidad intelectual (si él hubiera"querido") habían sido recibidos con una burlona risita disimulada. Pero sueminenciacomohombreenfermizolohacíaahoraobjetodefascinanteinterés,y Mrs. Mingott emitió una orden imperial invitándolo a visitarla paracomparardietasencuantosu fiebre lopermitiera.Pues laancianaCatherineera ahora la primera en reconocer que se debía tener sumo cuidado con lafiebre.

Veinticuatro horas después de la orden enviada a madame Olenska, untelegramaanunciabaquellegaríadeWashingtonaldíasiguienteporlanoche.En casa de losWelland, donde por casualidad los NewlandArcher estabanalmorzando,sepresentóinmediatamenteelproblemadequiéniríaabuscarlaaJerseyCity;ylasdificultadesmaterialesentrelasquedebatíalafamilia,comosifueraunfuertefronterizo,dieronanimaciónaldebate.SeacordóqueMrs.

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Welland no podía ir a Jersey City porque esa tarde debía acompañar a sumarido donde Catherine, y no se podía contar con el coche ya que, siMr.Wellandsesentíamalalverporprimeravezasusuegradespuésdelataque,tendría que ser llevado a su casa a toda prisa. Los hijos Welland seencontrarían, por supuesto, en el centro, Mr. Lovell Mingott estaría reciénllegandodesucacería,yelcarruajeMingottseocuparíadeirabuscarlo;ynose podía pedir a May, a fines de una tarde invernal, que sola en eltransbordadorsedirigieraaJerseyCity,aunquefueraensupropiocoche.Sinembargo,podríaparecerfaltadehospitalidad,ycontrariarlosexpresosdeseosdelaancianaCatherine,permitirquemadameOlenskallegarasinquehubieraningúnmiembrodelafamiliapararecibirla.TípicodeEllen,dabaaentenderlavozcansadadeMrs.Welland,poneratodalafamiliaentaldilema.

—Siemprevieneunacosadetrásdelaotra—sequejólapobremujer,enunadesusescasasrebelionescontraeldestino—;loúnicoquemehacepensarquemamáestámenosbiendeloqueadmiteelDr.Bencomb,esestemórbidodeseodehacerveniraEllencontantaurgencia,apesardelomolestoqueesirabuscarla.

Dijoestosinpensarlo,comosuelenhacersetantosgestosdeimpaciencia;yMr.Wellandselanzóinesperadamentealapalestra.

—Augusta—dijopalideciendoydejandocaersutenedor—,¿tienesotrasrazonespara pensar queBencombesmenosde fiar que antes? ¿Hasnotadoquehasidomenosmeticulosoquedecostumbreeneltratamientodemicasooeneldetumadre?

Ahora le tocó a Mrs. Welland palidecer mientras las interminablesconsecuencias de su desacierto desfilaban ante ella; pero consiguió reír yservirseunsegundoplatodeostrasgratinadasantesdedecir,batallandodentrodesuviejaarmaduradealegría:

—Querido,¿cómopuedesimaginaralgoasí?Sóloquisedecirque,despuésdeladecididaposiciónquetomómamáafirmandoqueeraeldeberdeEllenregresarjuntoasumarido,pareceraroestesúbitocaprichoporverla,cuandohay otra media docena de nietos a quienes podría haber llamado. Pero nodebemosolvidarjamásquemamá,apesardesumaravillosavitalidad,esunamujermuyanciana.

NosedesarrugóelceñodeMr.Welland,yeraevidentequesuperturbadaimaginaciónsehabíaclavadoalinstanteensuúltimaobservación.

—Sí,tumadreesunamujermuyanciana;yporloquesabemos,puedequeelDr.Bencombno tenga éxito con la gente tanvieja.Comodices, querida,vieneunacosatrasotra;yenunosdiezoquinceañosmássupongoquetendréelgratodeberdebuscarunnuevomédico.Siempreesmejorhacerestaclase

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decambiosantesdequeseaabsolutamentenecesario.

Y habiendo tomado esta espartana decisión, Mr. Welland levantó confirmezasutenedor.

—Perovolviendoaltema—recomenzóMrs.Welland,levantándosedelamesa y guiando a los comensales hacia la mezcolanza de raso morado ymalaquitaquerecibíaelnombredesalóndeatrás—,noveocómollegaráaquíEllenmañana en la tarde; y amíme gusta tener las cosas en orden por lomenosveinticuatrohorasantes.

Archervolviódelafascinantecontemplacióndeunpequeñocuadrodentrode un marco de ébano octogonal adornado con medallones de ónix, querepresentabaadoscardenalesemborrachándose.

—¿Quierenquevayayoabuscarla?—propuso—.Puedosalirfácilmentedelaoficinaatiempoparatomarelcocheeneltransbordador,siMayloenvíaallá.

Su corazón latía excitado mientras hablaba. Mrs. Welland exhaló unsuspirodegratitud,yMay,quesehabíaacercadoalaventana,sevolviópararegalarleunabrillantemiradadeaprobación.

—Ya ves, mamá, todo estará en orden con veinticuatro horas deanticipación —dijo—, inclinándose para besar la preocupada frente de sumadre.

La berlina deMay la esperaba a la puerta, y ella conduciría aArcher aUnionSquare,dondepodía cogerun tranvíadeBroadwaypara llevarlo a laoficina.Cuandoseacomodabaensurincón,Maydijo:

—Noquisemolestaramamáconnuevosobstáculos,pero¿cómopodrásira buscar a Ellen mañana y traerla de vuelta a Nueva York si te vas aWashington?

—NovoyaWashington—repusoArcher.

—¿No vas? ¿Por qué, qué ha pasado? —su voz era clara como unacampana,yvibrabaenellasusolicituddeesposa.

—Elcasoestácerrado...aplazado.

—¿Aplazado? ¡Qué raro! Vi esta mañana una nota deMr. Letterblair amamá diciendo que se iba aWashingtonmañana por el importante caso depatentesquedebíadefenderantelaCorteSuprema.Dijistequeerauncasodepatentes,¿noesasí?

—Bueno...claroquesí,peronopuedeirtodalaoficina.Letterblairdecidióestamañanaqueiríaél.

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—¿Entonces no está aplazado?—prosiguió ella, con una insistencia tanpoco suya que Archer sintió que le subía la sangre a la cara, como si seruborizara por el inesperado traspié de su mujer respecto de la delicadezatradicional.

—No, lo que se aplazó fue mi participación —respondió Archer,maldiciendo las innecesarias explicaciones que diera cuando anunció suintención de ir a Washington, y se preguntó dónde había leído que losmentirososinteligentesdandetalles,peroquelosmásinteligentesnolosdan.Mentirle aMay le dolíamuchísimomenos que verla fingir que no lo habíadescubierto.

—No iré hasta más adelante, lo que es una suerte para tu familia —continuó,buscandoelvilrefugiodelsarcasmo.

Mientras hablaba, sintió que ella lo miraba, y volvió los ojos hacia lossuyos para no parecer que los esquivaba. Sus miradas se cruzaron por unsegundo, y esto quizás les permitió penetrar en sus pensamientos másprofundamentedeloqueningunodeseaba.

—Sí,esunagran suerte—asintióMayen tonoalegre—quepuedas ir arecibir a Ellen después de todo; ya viste lomucho quemamá agradeció tucooperación.

—Oh,iréencantado.

Elcarruajesedetuvo,ycuandoArchersebajaba,Mayseinclinóhaciaélypusosumanosobrelasuya.

—Adiós,mi amor—dijo, y sus ojos eran tan azules que él se preguntódespuéssibrillabanentrelágrimas.

ArchercruzóapresuradamenteUnionSquare,repitiéndoseenunaespeciedecánticointerior:

—HaydoshorasdesdeJerseyCityhastalacasadelaviejaCatherine.Doshorascompletas...ytalvezmuchomás.

29

Laberlinaazuloscurodesumujer(quetodavíaconservabaelbarnizdelaboda)esperabaaArchereneltransbordador,ylocondujocongranpompaalterminalPennsylvaniaenJerseyCity.

Era una tarde sombría, caía la nieve, y estaban encendidas todas laslámparasagasdelainmensaestaciónenqueretumbabaelruido.Mientrasse

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paseabaporelandénesperandoelexpresodeWashington,recordóquehabíaquienespensabanquealgúndíahabríauntúnelbajoelHudsonporelcuallostrenesdelferrocarrildePennsylvaniapodríancorrerdirectamentehaciaNuevaYork. Eran de la raza de los visionarios que igualmente predecían laconstrucción de barcos que podrían cruzar el Atlántico en cinco días, lainvencióndeunamáquinavoladora,delailuminaciónporelectricidad,delascomunicaciones telefónicas sin cables, y otras maravillas de Las mil y unanoches.

—Nomeinteresacuáldesusvisionesseharárealidad—reflexionóArcher—,siemprequenoconstruyaneltúneltodavía.

En su infantil e insensata felicidad, se imaginaba a madame Olenskadescendiendodeltren,aéldescubriéndolaalolejosentrelamuchedumbredecarassininterés,lasentíacolgarseasubrazomientraséllaconducíaalcoche,veíacómoseacercabanlentamentealmuelleentrecaballos,carroscargados,carreterosvociferantes,yluegolasorprendentequietuddelbarquito,dondesesentarían juntos bajo la nieve en el carro inmóvil,mientras la tierra parecíadeslizarse bajo ellos, girando hacia el otro lado del sol. Era increíble lacantidad de cosas que tenía que decirle, y el orden elocuente con que seformabanensuslabios...

El tren se acercó entre estrépitos y quejidos, y entró tambaleante a laestacióncomounmonstruocargadocon susvíctimaspenetra en suguarida.Archerselanzóhaciaadelanteabriéndosepasoacodazosentrelamultitud,ymirandoenceguecidoventana trasventanade losaltosvagones.YdeprontoviomuycercalacarapálidaysorprendidademadameOlenska,yunavezmástuvo lamortificantesensacióndehaberolvidadosus rasgos.Seencontraron,susmanosseunieron,yArcherlatomódelbrazo.

—Poraquí...tengouncoche—dijo.

Despuésdeeso,todosucediócomolohabíasoñado.Laayudóasubiralaberlina con sus valijas, ymás tarde tuvo un vago recuerdo de haberle dadoadecuadamente buenas noticias acerca de su abuela y un resumen de lasituacióndelosBeaufort(loconmoviólasuavidaddesuvozaldecir:"¡PobreRegina!"). Entretanto el carruaje había iniciado su camino para salir de laaglomeración en torno a la estación y bajabanpor la resbaladiza rampaqueconducía al muelle, amenazados por cimbreantes carretones carboneros,caballos asustados, desvencijados vagones del tren expreso, y una carrozafúnebre vacía... ¡ah, esa carroza! Ella cerró los ojos cuando pasaba frente aellosyestrechólamanodeArcher.

—Ojalánosignifique...¡pobreabuelita!

—No, no... ella está mucho mejor... está realmente bien. ¡Ya pasó la

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carroza!—exclamóArcher,comosiesocambiaralascosas.

La mano de la condesa permanecía en la suya, y cuando el cocheatravesabadandotumboslapasarelahaciaeltransbordador,Archerseinclinó,desabotonó el apretado guante marrón de Ellen, y besó su palma como sibesaraunareliquia.Ellasoltólamanoconunatenuesonrisa,yélpreguntó:

—¿Noesperabasvermehoy?

—Oh,no.

—Pensaba ir aWashington a verte.Había hecho todos los arreglos, casinoscruzamoseneltren.

—Oh—exclamóella,alpareceraterradaantelopocoquefaltóparaquesefrustraraelencuentro.

—¿Sabesqueapenasterecordaba?

—¿Apenasmerecordabas?

—Quierodecir... ¿cómo te lo explico?Siempremepasa lomismo.Cadavezsucedesdenuevoparamí.

—¡Sí,losé,losé!

—¿Ati...tambiéntepasalomismoconmigo?—insistióArcher.

Ellaasintió,mirandoporlaventana.

—¡Ellen...Ellen...Ellen!

No respondió, y él se sentó en silencio, contemplando su perfil que sedesdibujaba contra el crepúsculo jaspeado de nieve que se apreciaba por laventana.Sepreguntóquéhabíahechoenaquellos largoscuatromeses. ¡Quépoco sabían uno del otro, después de todo! Los preciosos minutos seescapaban, pero Archer había olvidado todo lo que quería decirle y sólolograbacavilardesesperanzadosobreelmisteriodelalejaníaylaproximidaddeambos,queparecíaestarsimbolizadoenelhechoactualdeestarsentadosmuyjuntos,ynoobstantenopoderversusrostros.

—¡Québonitocoche!¿EsdeMay?—preguntóelladesúbitovolviendolacara.

—Sí.

—¿EntoncesfueMayquienteenvióabuscarme?¡Quéamabledesuparte!

Archernorespondiódeinmediato;luegodijoentonoairadoybrusco:

—El secretario de tu marido vino a verme al día siguiente que nosencontramos en Boston. En la breve carta que le enviara no había hecho

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alusiónalavisitadeM.Riviére,yteníalaintencióndeenterrarelincidenteensupecho.Peroalrecordarleellaqueestabanenelcochedesuesposaprovocóen él un impulso de venganza. ¡Quería ver si le gustaba su referencia deRiviéretantocomoaéllegustólasuyadeMay!

Comoenotraocasiónenquepretendiósacudirladesuhabitualcalma,lacondesanoexteriorizóelmenorsignodesorpresa,porlocualArchersacólainmediataconclusión:"Entoncesélleescribe".

—¿M.Riviérefueavisitarte?

—Sí,¿nolosabías?

—No—contestóellasimplemente.

—¿Ynotesorprende?

Vaciló.

—¿Porquédeberíasorprenderme?EnBostonmedijoqueteconocía,quesehabíanencontradoenInglaterra,meparece.

—Ellen,debopreguntartealgo.

—Sí.

—Quisepreguntártelodespuésdehablarconél,peronopodíahacerloporcarta.¿FueRiviérequienteayudóahuir...cuandoabandonasteatumarido?

Elcorazón le latíahastaasfixiarlo.¿Tomaríaestapreguntacon lamismaserenidad?

—Sí, ledebounainmensagratitud—respondiósinelmenortemblorensuvozserena.

Su tono era tan natural, casi indiferente, que la agitación de Archer seaquietó. Una vez más ella había logrado, por su transparente simplicidad,hacerlosentirestúpidamenteconvencionaljustocuandopensabaquearrojabalasconvencionesalosaires.

—¡Creoqueereslamujermássinceraqueheconocido!—exclamó.

—Oh,no,perosoyprobablementeunadelasmenosmelindrosas—replicólacondesa,conunasonrisaenlavoz.

—Llámalocomoquieras;túveslascosascomoson.

—Ah...hetenidoquehacerlo.HetenidoquemiraralaGorgona.

—Bueno... ¡no tehacegado!Vistequeeraúnicamenteunviejodemonioigualatodoslosotros.

—Nociega,perosecalaslágrimas.

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Larespuestafrenóelalegatoenlos labiosdeArcher;parecíaemergerdelas profundidades de una experiencia que estaba fuera de su alcance.Habíacesadoel lentoavancedel transbordador,y laproadiocontra lospilotesdelembarcaderocontalviolenciaquehizotambalearlaberlina,ylanzóaArcherencima de madame Olenska. El joven, temblando, sintió la presión de suhombro,ylaabrazó.

—Sinoestásciega,entoncesdebesverqueestonopuedeseguirasí.

—¿Quénopuedeseguirasí?

—Estodeestarjuntos...ynoestarjuntos.

—No.Nodebíashabervenidohoy—dijoellaconvozalterada.

Ydesúbitosevolvió,leechólosbrazosalcuelloyapretósuslabioscontralosdeArcher.Enesemomentoelcocheempezóamoverseyunalámparaagascolocadaenelextremosuperiordelembarcaderofulgurólanzandosuluzporlaventana.Ellaseretiró,ysesentaronensilencioysinmoversemientraslaberlinaluchabaentrelacongestióndecarruajesenlosalrededoresdellugarde desembarque. Cuando llegaron a la calle, Archer comenzó a hablarapresuradamente.

—No tengasmiedodemí;nohaynecesidaddeque te acurruques enunrincónde esamanera.Noquiero un beso robado.Mira, no trato de tocar lamangade tuchaqueta.Nocreasquenoentiendo tus razonesparanoquererdejar que este sentimiento entre nosotros se rebaje a un vulgar amoríoclandestino. Ayer no podría haber hablado así, porque cuando estamosseparadosytratodeverte,todopensamientosequemaenunagranllama.Perollegas, y eres tanto más de lo que recordaba, y lo que quiero de ti esmuchísimomás que una hora o dos de vez en cuando, condesiertos de sedesperando entre medio, que puedo sentarme perfectamente a tu lado, comoahora,conesaotravisiónenmimente,confiandocontodatranquilidadenqueseconvertiráenrealidad.

Pasóunmomentoantesdequeellarespondierayluegopreguntó,casienunsusurro:

—¿Quésignificaqueconfíasenqueestosearealidad?

—Bueno...túsabesqueloserá,¿noesasí?¿Tuvisióndenosotros,túyyojuntos?—rompió en una repentina risa áspera—. ¡Buen sitio escoges paradecírmelo!

—¿Te refieres a que estamos en el coche de mi esposa? ¿Quieres quebajemosycaminemos,entonces?Nocreoqueteimporteunpocodenieve.

Ellavolvióareír,conmássuavidad.

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—No,novoyabajarniacaminar,porquemideberesllegaracasadelaabuelalomásrápidoquepueda.Ytútesentarásamilado,ymiraremos,novisionessinorealidades.

—Noséquéentiendesporrealidades.Paramílaúnicarealidadesésta.

A estas palabras la condesa guardó un largo silencio, durante el cual elvehículorodóporunaobscuracalle lateraly luegodoblóhacia laminuciosailuminacióndelaQuintaAvenida.

—¿Entoncestuideaesquedebieravivircontigocomotuamante,yaquenopuedosertuesposa?—preguntó.

La crudeza de la pregunta sobresaltó aArcher: era una palabra a la quetodas las mujeres de su clase temían, incluso cuando su conversaciónrevoloteara muy cerca del tema. El joven notó que madame Olenska lapronunciabacomosi estuvieraenun lugarconocidoen suvocabulario,y sepreguntósiseusaríafamiliarmentedelantedeellaenesahorriblevidade laquehabíaescapado.Lapreguntadelacondesaloestremeció,yperdióelhilodesuargumentación.

—Quiero...quierodealgúnmodoirmecontigoaunmundodondepalabrascomoesa...categoríascomoesa...noexistan.Dondeseamossimplementedossereshumanosqueseaman,quesonlavidaenteraelunoparaelotro;ydondenadamásenlatierraimporte.

Ellalanzóunhondosuspiroqueterminóenotrarisa.

—Oh, amormío, ¿dónde está ese país? ¿Has estado allí?—preguntó, ycomoélsequedaramudoytaciturno,continuó—:Sédemuchosquetrataronde encontrarlo y, créeme, todos llegaron por error a regiones intermedias:lugarescomoBoulogne,oPisa,oMontecarlo;ynoeranenabsolutodiferentesdelviejomundoquehabíandejadoatrás, sólomáspequeñasymássuciasymáspromiscuas.

Nunca lahabíaoídohablarenese tono,y recordó la frasequeellausarapocoantes.

—Sí,laGorgonasecótuslágrimas—dijo.

—Perotambiénabriómisojos.Esunengañodecirqueciegaalagente.Loque hace es justamente lo contrario: le cose los párpados abiertos, para quenuncamásesténenlabenditaoscuridad.¿Nohayunatorturachinaparecidaaeso?Deberíahaber.¡Ah,créeme,esunmundopequeñoymiserable!

El coche había cruzado la calle Cuarenta y Dos; el robusto caballo delcoche de May los conducía hacia el norte como si fuera un trotón deKentucky.Archer seahogabacon la sensaciónde tantosminutosperdidosypalabrasvanas.

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—Entonces,¿cuálesexactamentetuplanparanosotros?—preguntó.

—¿Paranosotros?¡Perosinohaynosotrosenesesentido!Estamoscercasolamentesiestamosseparados.Entoncespodemossernosotrosmismos.DeotramanerasomosnadamásqueNewlandArcher,elmaridode laprimadeEllenOlenska,yEllenOlenska,laprimadelamujerdeNewlandArcher,quetratandeserfelicesalasespaldasdelagentequeconfíaenellos.

—¡Ah,yoestoyporencimadeeso!—gruñóArcher.

—¡No,noloestás!Nuncahasestadoporencima.Yyosí—dijoellaconunavozextraña—,yséloqueeseso.

Elguardósilencio,aturdidoporunmudodolor.Luegobuscóatientasenlaoscuridaddelcochelacampanillaquedabaórdenesalcochero.RecordóqueMaytocabadosvecescuandodeseabaquesedetuviera.Presionóeltimbreylaberlinasedetuvoalladodelguardacantón.

—¿Por qué nos detenemos? Esta no es la casa de la abuela—exclamómadameOlenska.

—No.Yodescenderéaquí—balbuceóeljoven,bajandolavozparaqueelcocheronoloescuchara.

Ellaseinclinóhaciaadelante,yparecióquererdeciralgo;peroélyahabíadadoordendeseguirelviaje,yelcarruajesealejómientrasélpermanecíaenlaesquina.Habíadejadodenevar,yselevantabaunvientoestimulantequeleazotólacaramientraspermanecíaparadoconlamiradafija.Deprontosintióalgotiesoyheladoensuspestañas,ysediocuentadequehabíalloradoyqueelvientohabíacongeladosuslágrimas.

Hundió lasmanos en sus bolsillos y caminó a paso largo por la QuintaAvenidahaciasucasa.

30

Esa noche, cuando Archer bajó antes de la cena, encontró el comedorvacío.

Iba a cenar solo con May, ya que todos los compromisos familiares sehabíanpostergadodesdelaenfermedaddeMrs.MansonMingott;ycomoMayeralamáspuntualdelosdos,lesorprendióquenolohubieraprecedido.Sabíaqueestabaencasa,puesmientrassevestíalaoyómoverseensudormitorio.Se preguntaba qué la habría retrasado. Había caído en la costumbre deplantearseconjeturascomounmediodelograrquesuspensamientosseataran

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a la realidad. A veces sentía como si hubiera encontrado la clave delensimismamiento de su suegro en trivialidades; quizás hasta Mr. Welland,desde hacía tiempo, había tenido escapadas y visiones, y había conjurado atodaslashuestesdomésticasparadefenderlocontraellos.

CuandoalfinaparecióMay,notóqueseveíacansada.TeníapuestoeltrajedenocheconescotebajoyestrechoencajequeelceremonialMingottexigíaen las ocasiones más informales, y había peinado su cabello claro en susacostumbradosrizos;perosurostro,encontrasteconelresto,estabapálidoymarchito. Sin embargo, le sonrió con su habitual ternura, y sus ojos aúnguardabanelresplandorazuldeldíaanterior.

—¿Quétehiciste,querido?—preguntóMay—.Estabaesperandoencasadelaabuela,yEllenllegósolaydijoquetehabíadejadoamitaddecaminoporqueteníasalgourgentequehacer.¿Nadamalo,espero?

—Sólounascartasquehabíaolvidadoyquequisedespacharantesde lacena.

—Ah...—dijoella,yunmomentodespuésagregó—:Sientoquenohayasidoasaludaralaabuela,amenosquelascartasfueranmuyurgentes.

—Loeran—replicóArcher,sorprendidoporsuinsistencia—.Además,noveoparaquéteníaqueiracasadetuabuela.Yonosabíadóndeestabas.

Ella se volvió y se dirigió hacia el espejo sobre la chimenea. Viéndolaparada allí, con su largo brazo levantado para afirmar un mechón que seescurría fuera de su lugar en el intrincado peinado.Archer se sorprendió aladvertir algo lánguido y poco elástico en su actitud, y se preguntó si lamonotoníadesusvidaspesabatambiénsobreella.Luegorecordóque,alsaliresa mañana de la casa, le había gritado desde lo alto de la escala que loesperabadondesuabuelaparavolverjuntosacasa.Élhabíacontestadoconunalegre"¡Sí!",yluego,absorbidoenotrasvisiones,olvidósupromesa.Ahorasesentíamortificadoporelremordimiento,aunqueleirritabaqueunaomisióntan banal le fuera echada en cara después de casi dos años dematrimonio.Estabacansadodevivirenunaperpetuaytibialunademiel,sinelcalordelapasiónperocon todassusexigencias.SiMayhubieraexpuestoabiertamentesus motivos de queja (sospechaba que tenía muchos) él hubiera podidoborrarlos enmedio de risas; pero ella había sido educada para esconder susheridasimaginariasbajounasonrisaespartana.

Paradisfrazarsupropiofastidio,lepreguntóporlasaluddesuabuela,aloquerespondióqueMrs.Mingottibamejorando,peroquesehabíasentidomuyafectadaporlasúltimasnovedadesacercadelosBeaufort.

—¿Cuálesnovedades?

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—Parece que van a quedarse enNuevaYork.Creo que él entrará en unnegociodeseguros,oalgoasí.Estánbuscandounacasamáspequeña.

Lodescabelladodelcasoestabafueradediscusión,ysefueronacenarsinmayor comentario. Durante la cena la conversación giró en torno a suacostumbrado y limitado círculo; pero Archer notó que su mujer no hacíaalusiónamadameOlenska,nialarecepciónquelebrindaraCatherine.Seloagradeció,sindejardesentirqueelhechoerabastanteinquietante.Subieronalabibliotecaatomarelcafé,yArcherencendióuncigarroytomóunvolumende Michelet. Había elegido leer historia en las noches desde que Maydesarrollarauna tendenciaapedirleque leyeraenvozaltaencuanto loveíatomarunlibrodepoesía;noeraqueledisgustaraelsonidodesupropiavoz,sinoqueloscomentariosdeMayeranabsolutamenteprevisibles.Enlaépocadesunoviazgoellasimplementehacíaecodeloqueélledecía(ahorasedabacuenta);perodesdequeél cesódeabastecerla conopiniones, ella empezóaaventurarlaspropias,conresultadosdestructivosparaelgocequesumaridodisfrutabade las obras comentadas.Al ver queArcher escogía leer historia,ella llevó su canasto de labores, acercó un sillón a la luz de la lámpara delecturaconpantallaverde,ysacóuncojínqueestababordandoparaelsofádesumarido.Noeramuyhábilparacoser;susmanosanchasestabanhechasparalaequitación,elremoytodaslasdemásactividadesalairelibre;peroyaqueotrasesposasbordabancojinesparasusmaridos,noquisoomitiresteúltimoeslabóndesudevoción.Estaba tanbiensituada,que,consóloalzar lavista,Archerpodíaverlainclinadasobreelbastidor,conmangashastaelcodoquecaían en volantes por los brazos firmes y redondos; en su mano izquierdabrillaba el zafiro de compromiso sobre el ancho anillo de oro, y la manoderecha clavaba diligentemente la aguja en la tela. Sentada así, con ladespejadafrenteiluminadaporlaluzdelalámpara,Archersedijoconíntimosecreto desaliento que siempre sabría los pensamientos que había dentro deella,quenunca,entodoslosañosvenideros,losorprenderíaconuninesperadoestado de ánimo, con una idea nueva, una debilidad, una crueldad o unaemoción. Ella había gastado toda su poesía y su romance durante el cortonoviazgo;lafunciónestabaagotadaporquehabíapasadolanecesidad.Ahoraella simplemente maduraba como una copia de su madre y, en formamisteriosadentrodesupropioproceso,tratabadeconvertirloaélenotroMr.Welland.Dejó su libro y se levantó impaciente; y de inmediato ella alzó lacabeza.

—¿Quésucede?

—Estahabitaciónestásofocante,necesitounpocodeaire.

Habíainsistidoenquelascortinasdelabibliotecadebíandeslizarsedeunladoalotroenunabarra,demodoquepudierancerrarsedenocheenvezdepermanecerclavadasaunacornisadorada,einamoviblementeenlazadassobre

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visillosde encaje, igualque en el salón; las corrióy empujó elmarcode laventana,inclinándosehaciaafuera,hacialanochehelada.ElsimplehechodenoveraMaysentadajuntoalamesa,bajolalámpara,elhechodeverotrascasas,techos,chimeneas,desentirotrasvidasapartedelasuya,otrasciudadesmásalládeNuevaYork,yunmundoenteromásalládesumundo,lelimpiólamenteyleayudóarespirarconmayorfacilidad.Despuésdeestarasomadoenlaoscuridaddurantealgunosminutos,laescuchódecir:

—¡Newland!Porfavorcierralaventana.Tevasamorirdefrío.

Cerrólaventanaysevolvióaella.

—¡Mevoy amorir!—repitió, y sintióganasde agregar: "Pero si yamemorí.Estoymuerto,moríhacemesesymeses".

Yde súbitoel juegodepalabras le inspiróunabárbara sugerencia. ¡Ysifueraellalamuerta!¡Sillegaraamorir—amorirpronto—ylodejaralibre!La sensación de estar allí, en esa acogedora habitación familiar, ymirarla ydesearsumuerte,eratanextraña,tanfascinanteysubyugadora,quenosediocuentadeinmediatodetodasuenormidad.Sencillamentesintióquelasuerteledabaunanuevaposibilidadalaquedeberíaabrazarsesualmaenferma.Sí,Maypodíamorir...todoslohacen,jóvenes,sanoscomoella;ellapodíamorirydejarlo inmediatamente libre. May levantó la vista, y al ver sus ojosdesorbitadoscomprendióquedebíahaberalgomuyextrañoenlossuyos.

—¡Newland!¿Estásenfermo?

Elnegóconlacabezaysedirigióasusillón.Ellaseinclinónuevamentesobresubastidor,yalpasarasuladoélapoyólamanosobresucabello.

—¡PobreMay!—dijo.

—¿Pobre?¿Porquépobre?—repitióMayconunarisaforzada.

—Porquenuncapodréabrirunaventanasinpreocuparte—replicó,riendoasuvez.

Ella se quedó callada unmomento; luego dijo en vozmuy baja, con lacabezainclinadasobresulabor:

—Nuncamepreocuparésieresfeliz.

—¡Ah, querida, y yo nunca seré feliz a menos que pueda abrir lasventanas!

—¿Conestefrío?—protestóMay.

Yconunsuspiro,Archerenterrólacabezaensulibro.

Pasaron seis o siete días. Archer no supo nada de madame Olenska, ycomprendióqueningúnmiembrodelafamiliapronunciaríasunombredelante

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de él. No intentó verla; hacerlo mientras estuviera al lado de la custodiadacamadeCatherineeracasiimposible.Sedejóarrastrarporlaincertidumbredela situación, consciente, pero en una capa inferior a la superficie de suspensamientos, de haber tomado una resolución que se le viniera a lamentecuando estaba asomado por la ventana de la biblioteca respirando la gélidanoche. La fuerza de aquella resolución hizo más fácil esperar sin tomar lainiciativa.PeroundíaMayledijoqueMrs.MansonMingottqueríaverlo.Noera una solicitud muy sorprendente, pues la anciana se recobraba a pasosagigantadosy siemprehabíadeclaradoabiertamentequeprefería aArcher acualquieradelosotrosmaridosdesusnietas.Maytransmitióelmensajeconevidente placer: estaba orgullosa de la opinión que su abuela tenía sobre suesposo.

Hubouncortosilencio,yluegoArcherjuzgóadecuadodecir:

—Muybien.¿Iremosestatarde?

Lacaradesumujerseiluminó,peroalinstantecontestó:

—Oh,esmejorquevayassolo.Alaabuelaleaburreveralamismagentecondemasiadafrecuencia.

ElcorazóndeArcherlatíaviolentamentecuandollamóalapuertadeMrs.Mingott.Habíadeseadointensamenteirsolo,porqueestabasegurodequelavisita ledaríaunaocasióndedecirlealgunapalabraenprivadoa lacondesaOlenska.Habíadecididoesperarhastaquesepresentara laocasiónenformanatural; y aquí estaba, y aquí estaba él subiendo los escalones de la puerta.Detrás de esa puerta, detrás de la pieza con cortinas de damasco amarillo,seguramenteellaloesperaba;dentrodeuninstantelavería,ypodríahablarleantesdequelocondujeraaldormitoriodelaenferma.

Sóloqueríahacerleunapregunta,ydespuéselcaminoquedeberíaseguirsería muy claro. Lo que quería preguntarle era simplemente la fecha de suregreso aWashington, y eso era algo que difícilmente rehusaría responder.Peroenlasalitaamarillaloesperabasolamentelacriadamulata.Susdientesblancosrelucíancomoeltecladodeunpiano;empujólaspuertascorredizasylocondujoanteCatherine.Laancianaestabasentadacercadelacamaenunamplio sillón parecido a un trono. A su lado había un pie de caoba quesujetabaunagranlámparadebronceconunglobocincelado,encimadelcualse equilibraba una pantalla de papel verde. No se veía ningún libro niperiódico, ni la menor evidencia de labores femeninas: la conversación fuesiemprelaúnicaentretencióndeMrs.Mingott,ynosehabríadignadofingirinterés en labores domésticas. Archer no notó la menor huella de la ligeradistorsión que dejara la apoplejía. Únicamente se veía más pálida, consombrasmásobscurasenlosplieguesyhuecosdesuobesidad;y,conlacofiaondeada atadapor un lazo almidonado entre las dosprimeras barbillas, y la

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pañoleta demuselina atravesada encima de su bata de cama color violeta yllenadevolantes,parecíaunaastutaybondadosaantepasadadesímismaquehubiera gozado con demasiada liberalidad de los placeres de la mesa.Catherine alargó una de sus pequeñas manos anidadas en un hueco de sucolosalregazocomoanimalesregalones,yllamóalacriada.

—No dejes entrar a nadie más. Si vienen mis hijas, di que estoydurmiendo.

Desapareciólacriada,ylaancianasevolvióhaciasunieto.

—Dime, querido, ¿estoy muy horrible? —le preguntó alegremente,emprendiendoconunamanoladifíciltareadebuscarlosplieguesdemuselinaensuinaccesiblepecho—.Mishijasdicenquenoimportaamiedad...¡comosilafealdadnoimportaramáscuandomásdifícilsehaceocultarla!

—¡Queridamía,estámásbonitaquenunca!—replicóArcherenelmismotono.

Ellaechólacabezaatrásyrio.

—Ah, pero no tan bonita como Ellen —dijo con voz entrecortada,pestañeándolemaliciosamente; y antes de que pudiera responder, agregó—:¿Estabatanincreíblementebonitaeldíaquelatrajisteeneltransbordador?

Élserioyellaprosiguió:

—¿Fue porque tú se lo dijiste que tuvo que apartarte de ella? ¡En mijuventud los jóvenes no se alejabande lasmujeres bonitas amenosque losobligaran! —lanzó otra risita, que interrumpió para decir casiquejumbrosamente—:Esunalástimaquenosehayacasadocontigo;siempreselodije.Mehabríaevitadotodasestaspreocupaciones.Pero,¿quiénpiensaalgunavezenevitarleproblemasasuabuela?

Archer se preguntó si su enfermedad habría alterado sus facultadesmentales;perosúbitamenteellaexclamó:

—¡Bueno,detodosmodos,yaestáarreglado:sevaaquedarconmigo,digalo que diga el resto de la familia! No había pasado ni cinco minutos aquícuandoyamehabría puesto de rodillas para retenerla... ¡si en estos últimosveinteañoshubierasidocapazdeverdóndeestáelsuelo!

Archerescuchabaensilencio,yellaprosiguió:

—Mehabíanmetidocosasen lacabeza,comoseguramente losabes:mepersuadieron,Lovell,yLetterblair,yAugustaWelland,ytodoslosdemás,quedebíaamenazarlaconcortarsuasignación,hastaquecomprendieraqueerasudeber volver con Olenski. Pensaron que me habían convencido cuando elsecretario, oquienquieraque fuera, trajo las últimasproposiciones: confieso

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que eran hermosas proposiciones. Después de todo, un matrimonio es unmatrimonio,yeldineroeseldinero,ambascosasmuyútilesasumanera...ynosabíaquéresponder...—callóyrespiróhondo,comosihablarleresultaraunesfuerzo—.Peroencuantopusemisojosenella,dije:"¡Tú,dulcepajarito!¿Encerrarteenesajauladenuevo?¡Jamás!"YahoraestádecididoqueEllensequedaaquíycuidaasuabuelamientrashayaabuelaquecuidar.Noesunfuturo muy alegre, pero a ella no le importa; y, por supuesto, le dije aLetterblairquedebeasignarleunaadecuadarenta.

El joven la escuchó sintiendo que la sangre hervía en sus venas; peroestaba tan confundido que casi no sabía si estas noticias le traían alegría opena.Teníatandecididoelcaminoquequeríaseguirqueporahoranopodíareadaptarsusideas.Perogradualmenteseintrodujoahurtadillasensumentela deliciosa sensación de dificultades aplazadas y oportunidades que se leofrecíanmilagrosamente.SiEllenhabíaconsentidoenvivirconsuabuela,eraseguramenteporquehabíareconocidolaimposibilidadderenunciaraél.Estaeralarespuestaasuúltimasúplicadelotrodía;sinodabaelpasoextremoquelehabíapedido,almenoscedíaaunasoluciónamedias.Sesumergióenestepensamientoconelinvoluntarioaliviodeunhombrequehaestadoalbordedearriesgarlotodoyque,desúbito,saborealapeligrosadulzuradelaseguridad.

—¡No podía regresar, era imposible! — exclamó. —Ah, querido mío,siempresupequeestabasdesulado;yesporesoquetehicevenirhoy,yporeso le dije a tu linda mujer, cuando quiso acompañarte: "No, querida, memuero por ver a Newland, y no quiero que nadie más comparta nuestrostransportes".Porquevasaver,hijo—echólacabezahaciaatrás,hastadondeselopermitíansustrabadasbarbillas,ylomiródirectoalosojos—,vasaverque tenemosunabatallapordelante todavía.La familiano laquiereaquí,ydiránque esporquehe estadoenferma,porque soyunamujerdébil yvieja,queellamehapersuadido.Aúnnoestoy lo suficientementebiencomoparapelearconcadaunodeellos,ytendrásquehacerlopormí.

—¿Yo?—tartamudeóArcher.

—Tú.¿Porquéno?—sevolvióbruscamentehaciaél,susojosredondossepusieron repentinamente afilados comonavajas. Sumano aleteó en el brazodelsillónyseposóenladeArchercomounagarradepequeñasuñaspálidassemejantesalasdeunpájaro—.¿Porquéno?—repitió,escrutandosurostro.

Archer,expuestoasumirada,habíarecuperadoeldominiodesímismo.

—Oh,peroyonocuento,soydemasiadoinsignificante.

—EressociodeLetterblair,¿noesasí?TienesquetratardeinfluirenellospormediodeLetterblair,amenosquetengasunarazón—insistió.

—Oh,caramba,creoqueustedpuededefenderlosuyocontratodosellos

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sinmiayuda;perolatendrásilanecesita—dijotranquilizándola.

—¡Entonces estamos salvados!—suspiró ella; y sonriéndole con toda suantigua astucia agregó, volviendo a poner la cabeza entre los cojines—:Siempresupequenosapoyarías,porquenuncatemencionancuandohablandequeeldeberdeEllenesregresarasuhogar.

Archer sintió un ligero sobresalto por su terrorífica perspicacia, y quisopreguntarle: "¿Ymencionan la opinión deMay?" Pero juzgó más prudenteinvertirlapregunta.

—¿YmadameOlenska?¿Cuándopodréverla?

La anciana rio entre dientes, apretó los párpados, y representó toda unapantomimasocarrona.

—Hoyno.Unacosaalavez,porfavor.MadameOlenskahasalido.

LadesilusiónhizoenrojeceraArcher,yellacontinuó:

—Salió,hijomío;fueenmicocheaveraReginaBeaufort.—Hizounapausaparaqueesteanuncioprodujerasuefecto.—Aestometienereducida.Aldíasiguientequellegóaquí,sepusosumejorsombreroymedijo,frescacomounpepino,queibaavisitaraReginaBeaufort."Nolaconozco,¿quiénes?",dije."Estusobrinanieta,yunamujerquesufremucho",dijoella."Eslaesposadeunsinvergüenza",contesté."Bueno",dijo,"igualqueyo,ytodamifamilia quiere que vuelva con él". Qué quieres que te diga, eso me tiró alsuelo,yladejéir;ydespuésundíadijoquellovíademasiadofuerteparasalira pie, ymepidió que le prestara el coche. "¿Para qué?", le pregunté; y elladijo:"Para iravera laprimaRegina". ¡Prima!Entonces,queridomío,mirépor la ventana y vi que no caía una gota de lluvia; pero la comprendí, y leprestéelcoche...Despuésdetodo,Reginaesunamujervaliente,ytambiénloesEllen;ysiempreheadmiradoelcorajeporencimadetodolodemás.

Archer se inclinó y estampó un beso en la pequeña mano que todavíaestabaposadaenlasuya.

—¡Eh... eh... eh! ¿Quémano pensaste que besabas, jovencito... la de tumujer, espero? — dijo en forma brusca la anciana en medio de su risitaburlona;ycuandoélselevantópararetirarse,legritó—:Daleloscariñosdesuabuela;peromejornoledigasnadaacercadenuestraconversación.

31

ArcherquedópasmadoconlasnoticiasdeCatherine.Eramuynaturalque

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madameOlenskasehubieraapresuradoadejarWashingtonenrespuestaalallamada de su abuela; pero que hubiera decidido quedarse bajo su techo,especialmente ahora queMrs.Mingott estaba prácticamente recuperada, eramásdifícildeexplicar.

ArcherestabasegurodequeladecisióndemadameOlenskanohabíasidoinfluenciadaporelcambiodesusituaciónfinanciera.Conocíaexactamentelacifra de la pequeña cantidad que le había asignado sumarido después de laseparación.Sinel refuerzode laasignacióndesuabuela lehabríasidomuydifícil vivir, en cualquiera acepción del vocabulario Mingott; y ahora queMedora Manson, que compartía su vida con ella, se había arruinado, esamensualidadmiserable escasamente habría servido para vestir y alimentar alas dos mujeres. Y así y todo, Archer estaba convencido de que madameOlenska no había aceptado la oferta de su abuela pormotivos económicos.Poseía la descuidada generosidad y la asombrosa extravagancia de laspersonas acostumbradas a tener gran fortuna y a ser indiferentes al dinero;peropodíavivirsinmuchascosasquesufamiliaconsiderabaindispensables,yseescuchabafrecuentementeaMrs.LovellMingottyaMrs.WellanddeplorarqueaalguienquehabíadisfrutadodellujocosmopolitaenlasmansionesdelcondeOlenski le importara tan poco el "cómo se hacen las cosas".Por otraparte,Archerlosabíabien,yahacíamuchosmesesqueselehabíacortadosuasignación; sin embargo, en el intervalo, ella no hizo ningún esfuerzo porvolveraganarelfavordesuabuela.Porlotanto,sihabíacambiadodeactituddebíaserporunarazónmuydistinta.Noteníaquebuscarmuylejosaquellarazón.Despuésdelviajeeneltransbordadorelladijoquedebíanpermaneceralejados;perolodijoconlacabezaapoyadaensupecho.Sabíaquenohabíaunacoqueteríacalculadaensuspalabras;ellaestabaluchandocontrasusinocomoélhabíaluchadoconelsuyo,yseasíadesesperadaasuresolucióndenotraicionar la fe de quienes confiaban en ellos. Pero durante los diez díastranscurridosdesdesuretornoaNuevaYork,talvezadivinóenelsilenciodeArcher y en el hecho de que no hizo nada por verla, quemeditaba un pasodecisivo, un paso del que no habría vuelta atrás. Al pensar esto, quizás seadueñódeellaunsúbitomiedodesupropiadebilidad,ypensóque,despuésdetodo,eramejoraceptarelcompromisohabitualentalescasos,yseguirlalíneademenorresistencia.Unahoraantes,cuandotocabaalapuertadeMrs.Mingott, Archer se imaginaba que el camino estaba despejado para él.DeseabahablarenprivadoconmadameOlenska,ysinoeraposible,saberporsu abuela qué día y en qué tren regresaría ella aWashington.En aquel trenpretendíajuntarseconellayviajarjuntosaWashington,omuchomáslejossiella lo aceptaba. Pensaba dejar una nota aMayque imposibilitara cualquierotraalternativa.

Sehabíaimaginadoasímismonosólonerviosoporestepasoquepensabadar,sinoansiosopordarlo;noobstante,suprimersentimientoalescucharque

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había cambiado el rumbo de los acontecimientos, fue de alivio. Pero ahora,caminandohaciasucasaderegresodeladeMrs.Mingott,tuvoconcienciadeuncrecientedisgustoporlasituaciónqueseabríadelantedeél.Nohabíanadadesconocido ni nuevo en el camino que presumiblemente debería recorrer;perocuandolohabíapisadoantes,fuecomohombrelibre,quenorespondíaanadieporsusaccionesypodíaprestarseconalegredespreocupaciónaljuegode precauciones y transgresiones, disimulos y complicidades que el casorequería. Este proceder se llamaba "defender el honor de unamujer"; y lasmejores novelas, combinadas con las conversaciones de sobremesa con susmayores,loiniciaronentodoslosdetallesdelcódigoquelorige.Ahoraveíaelasuntoconunanueva luz,yelpapelque jugaría leparecíasingularmentedisminuido. Era en realidad el que, con secreta fatuidad, había observadorepresentaraMrs.ThorleyRushworthconunmaridocariñosoydescuidado:unamentirasonriente,burlona,bromista,vigilanteeincesante.Unamentiradedía, unamentira de noche, unamentira en cada roce de lamano y en cadamirada; una mentira en cada caricia y cada disputa; una mentira en cadapalabrayencadasilencio.

Representar ese papel con su marido era más fácil para la mujer, ydefinitivamentemenosvil.Seconsideratácitamentequeelniveldesinceridaddeunamujeresbastantebajo;eralacriaturasometida,versadaenlosartesdela esclavitud. Entonces siempre puede culpar a su estado de ánimo y a susnervios,yalderechodenoserjuzgadacondemasiadaestrictez;einclusoenlassociedadesmásmojigatas,laburlacaíasiempresobreelmarido.Peroenelpequeño mundo de Archer nadie se burlaba de una esposa engañada, y sedespreciaba en cierta medida a los hombres que seguían teniendo amoríosdespuésdecasados.Enlarotacióndelascosechashabíaciertatemporadaparasembrar avena, pero no debía sembrarse más de una vez. Archer siemprecompartióestaopinión;ensucorazónpensabaqueLeffertseradespreciable.PeroamaraEllenOlenskanoeratransformarseenunhombrecomoLefferts;porprimeravezArcherseencontrabacaraacaraconeltemibleargumentodelcasoindividual.EllenOlenskanoeracomolasdemásmujeres,élnoeracomolosdemáshombres:susituación,porlotanto,noseparecíaaningunaotra,ynoteníanqueresponderanteningúntribunalsinoaldesupropiojuicio.

Sí,peroendiezminutosmássubiríalospeldañosdesuhogar;yallíestabaMay,y lacostumbre,yelhonor,y todas lasantiguasnormasdedecenciaenque él y su gente siempre creyeron... Vaciló, acorralado, y luego se alejócaminando por la Quinta Avenida. Delante de él, en la noche invernal, sevislumbraba una gran casa en sombras. Amedida que se acercaba pensabacuántas veces la viera resplandeciente de luces, su escalinata alfombrada ybajotoldos,yloscarruajesesperandoendoblefilaparaacercarsealaacera.Fueenelinvernadero,quealargabasumasanegrísimaporlacallelateral,queledioelprimerbesoaMay;yfuebajolasincontableslucesdelsalóndebaile

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quelavioaparecer,alta,relucienteyplateadacomounajovenDiana.Ahoralacasa estaba obscura como una tumba, excepto un tenue fulgor de gas en elsótano,yunaluzenunode loscuartosdelpisoaltodondetodavíanohabíasidobajada la persiana.Cuando se acercaba a la esquina,Archervioque elcarruaje estacionado ante la puerta era el de Mrs. Manson Mingott. ¡QuéocasiónparaSillertonJackson,siacertabaapasar!ArchersehabíaconmovidoprofundamentecuandoCatherinelecontólaactituddemadameOlenskahaciaMrs.Beaufort;hacíaque lavirtuosadesaprobacióndeNuevaYorkparecieraunafrivolidad.PeroélsabíademasiadobienlainterpretaciónquetantoenlosclubescomoenlossalonessedaríaalasvisitasdeEllenOlenskaasuprima.

Sedetuvoymirólaventanailuminada.Sindudalasdosmujeresestabansentadas en aquella habitación. Probablemente, Beaufort había buscadoconsueloenotraparte.SerumoreabaquesehabíamarchadodeNuevaYorkcon FannyRing; pero la actitud deMrs. Beaufort hacía poco probable estainformación.Archer tenía laperspectivanocturnade laQuintaAvenida casisoloparaél.Aesahoramuchagenteestabaencasa,vistiéndoseparacenar;yse alegró en su fuero internodeque la salidadeEllenposiblementepasaríainadvertida.Mientras cruzabanpor sumente estospensamientos, se abrió lapuerta,yellasalió.Asuespaldahabíaunatenueluz,quealguiendebióllevarpor laescalaparaalumbrarleelcamino.Sevolvióparadeciralgoaalguien;después,secerrólapuertayellabajólospeldañosdelaentrada.

—Ellen—dijoArcherenvozbajacuandoellallegóalaacera.

Sedetuvoconunligerosobresalto,yjustoeneseinstanteArchervioadosjóvenesdeaspectoeleganteque seaproximaban.Habíaalgo familiar en susabrigos y en lamanera en que sus impecables bufandas negras tapaban susblancascorbatas;ysepreguntóporquéjóvenesdesucalidadestaríancenandoa tan temprana hora. Entonces recordó que los Reggie Chivers, cuyaresidenciaestabaapocaspuertasmásarriba,llevabanesanocheanumerososamigos a ver aAdelaideNeilson enRomeoy Julieta, y pensóque esos doserandel grupo.Pasaronbajoun farol, y reconoció aLawrenceLefferts y aljovenChivers.SucobardedeseodequemadameOlenskanofueravistaantelapuertadelosBeaufortsedesvaneciócuandosintióelpenetrantecalordesumano.

—Ahora teveré...estaremos juntos—exclamósorpresivamente,casisinsaberloquedecía.

—Ah—respondióella—,¿laabuelatelodijo?

Mientraslamiraba,ArcherestabaconscientedequeLeffertsyChivers,alllegar al lado más apartado de la esquina, habían cruzado discretamente laQuinta Avenida. Era la solidaridad masculina que él había practicadofrecuentemente;ahoraledabaascosuconnivencia.¿PensabaEllenrealmente

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queambospodríanvivirasí?Ysinolopensaba,¿quéotracosaimaginaba?

—Debovertemañana...enalgunaparteenquepodamosestarsolos—dijoArcher,enuntonodevozquesonócasienojadoasuspropiosoídos.

Ellatitubeó,ydiounpasohaciaelcarruaje.

—Perosiestaréencasadelaabuela...almenosporahora—agregó,comosicomprendieraquesucambiodeplanesrequeríadeunaexplicación.

—Unapartedondepodamosestarsolos—insistióArcher.

Ellalanzóunatenuerisaqueloirritó.

—¿EnNuevaYork?Perosinohayiglesias...nimonumentos.

—EstáelMuseodeArte...enelParque—dijoélyellalomiróasombrada—.Alasdosymedia.Estaréenlapuerta...

Lacondesasediovueltasinresponderysesubiórápidamentealvehículo.Cuandoéstesepusoenmarcha,seinclinóhaciaadelante,yArcherpensóquelosaludabaconlamanoenlaoscuridad.Sequedómirándolaenmediodeuntorbellino de sentimientos contradictorios. Le parecía que no había habladocon la mujer que amaba sino con otra, con unamujer con quien estaba endeuda por placeres que ya lo hastiaban: era abominable verse prisionero deaqueltrilladovocabulario.

—¡Vendrá!—sedijo,casicondesdén.

Evitando la popular "colecciónWolfe", cuyas telas anecdóticas llenabanuna de las principales galerías de la curiosa selva de fundición y azulejospintados con la técnica encáustica que se conocía como el MuseoMetropolitano, cruzaron un pasillo hacia la sala donde las antigüedades deCesnolasedesmoronabanenaquellasoledada laqueno llegabanvisitantes.Teníanestemelancólico refugiopara ellos solosy, sentadoseneldivánquerodeaba el radiador central de vapor, contemplaban en silencio las vitrinasmontadas enmaderade ébanoque contenían los fragmentos recuperadosdeIlium.

—Escurioso—dijomadameOlenska—,nuncaestuveaquíantes.

—Ah,bueno...Algúndía,supongo,seráungranmuseo.

—Sí—asintióella,distraída.

Se levantó y caminó por la sala. Archer se quedó sentado, mirando losligerosmovimientosdesucuerpo,tandeniñahastabajolaspesadaspieles,elaladegarzacoquetamenteprendidaensugorrodepiel,ylaformaenqueunrizooscurocaíaenespiralcomounaenredaderaencadamejillasobrelaoreja.Lamentedeljoven,comosucedíasiempreenlosprimerosmomentosdesus

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encuentros,estaba totalmenteabsortaen losdeliciososdetallesque lahacíanserquieneraynootra.Selevantótambiényseaproximóalavitrinaantelacualsehabíadetenido lacondesa.Susestantesdecristalestabanrepletosdepequeños objetos quebrados, objetos domésticos casi irreconocibles,ornamentos y bagatelas personales, fabricados en cristal, arcilla, broncedescoloridoyotrassustanciasborrosasporsuantigüedad.

—Parececruel—dijolacondesa—quedespuésdetodonadaimporte...talcomoestospequeñosobjetos,quefueronnecesarioseimportantesparagenteolvidada, y ahora hay que adivinarlos bajo un vidrio de aumento y leer laetiqueta:

"Usodesconocido".

—Sí;peroentretanto...

—Ah,entretanto...

Paradaallí,consulargoabrigodepieldefoca,susmanosescondidasenunmanguitoredondo,conelvelobajadocomounamáscaratransparentehastalapuntadelanariz,yelramodevioletasqueéllellevaramoviéndoseconsuagitada respiración, parecía increíble que tanta pureza de armonía y colordebierasufriralgúndíalaestúpidaleydelcambio.

—Entretanto,todoimporta...todoloqueteconcierneati—dijoArcher.

Ella lomirópensativa,yvolvióasentarseeneldiván.Élse instalóasuladoyesperó;perodeprontoescuchóunospasosresonandoalolejosporlassalasvacías,ysintiólapresióndelosminutosquepasaban.

—¿Quéqueríasdecirme?—preguntólacondesa,comosihubierarecibidolamismaadvertencia.

—¿Qué quería decirte? —replicó él—. Bueno, que creo que viniste aNuevaYorkporqueteníasmiedo.

—¿Miedo?

—DequeyofueraaWashington.

Ellamirósumanguito,yArchervioquesusmanossemovíaninquietas.

—¿Ybien...?

—Ybien...sí—dijolacondesa.

—¿Teníasmiedo?¿Sabías...?

—Sí;sabía.

—Y,¿entonces?—insistióeljoven.

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—Bueno, entonces: es mejor, ¿no es cierto? —respondió con un largosuspiroinquisitivo.

—¿Mejor...?

—Heriremos menos a los demás. ¿No es eso, después de todo, lo quesiemprequisiste?

—¿Quieresdecir, tenerte aquí, cercay sin embargo lejos? ¿Vertede estamanera,aescondidas?Esexactamente locontrariode loquequiero.Elotrodíatedijeloquequiero.

Ellavaciló.

—¿Ytodavíapiensasqueestoes...peor?

—¡Milveces!—hizounapausa—.Seríafácilmentirte;perolaverdadesquemeparecedetestable.

—¡Oh,amítambién!—gritómadame

Olenskaconunprofundosuspirodealivio.

Élselevantódeunsalto,impaciente.

—Bien,entonces...esmiturnodehacerpreguntas:¿quées,ennombredeDios,loquecreesmejor?

Ella bajó la cabezay siguió abriendoy cerrando lasmanosdentrode sumanguito. Los pasos se acercaron, y un guardián con gorra que lucía susgalonescaminódesganadoporlasalacomounfantasmamerodeandoporunanecrópolis.Ambosfijaronalmismotiempolosojosenlavitrinafrenteaellos,y cuando la silueta del guardia desaparecía detrás de una perspectiva demomiasysarcófagos,Archerdijonuevamente:

—¿Quécreesmejor?

Enlugarderesponder,ellamurmuró:

—Leprometía laabuelaquedarmeconellaporquemeparecióqueaquíestaríamásasalvo.

—¿Demí?

Ellainclinólacabezaligeramente,sinmirarlo.

—¿Másasalvodeamarme?

Superfilpermanecióinmóvil,peroArchervioqueunalágrimabrotabadesuspestañasyquedabaprendidaenlamalladesuvelo.

—Asalvo de hacer un daño irreparable. ¡No seamos como los otros!—protestóella.

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—¿Quéotros?Nopretendoserdiferentealosdemiespecie.Meconsumenlosmismosdeseosylasmismasansias.

Ellalomirócomohorrorizada,yélvioqueuntenueruboraparecíaensusmejillas.

—¿Quieresque...seatuyaunavez,ydespuésmevayaacasa?—aventurólacondesaenunavozbajayclara.

Lasangreseagolpóenlafrentedeljoven.

—¡Miamor!—dijo,sinmoverse.

Parecía tener el corazón en susmanos, como una copa llena a la que elmenormovimientoharíaderramarse.

Entoncessuúltimafrasegolpeósuoídoysurostroseensombreció.

—¿Acasa?¿Quéquieresdecirporirteacasa?

—Regresarconmimarido.

—¿Yesperasquetedigasíaeso?

MadameOlenskalevantósusojosturbadosylomiró.

—¿Quémásmequeda?Nopuedopermaneceraquíymentirlea lagentequehasidobondadosaconmigo.

—¡Pero ésa es la mismísima razón por la que te pido que te vengasconmigo!

—¿Ydestruirsusvidas,cuandomeayudaronarehacerlamía?

Archerselevantódeunbrincoylamiróconmudadesesperación.Habríasido fácil decir: "Sí, se mía, se mía por una vez". Sabía el poder que ellapondríaensusmanossiconsentía;nohabríadificultadalgunaparapersuadirlaanoregresarconsumarido.Peroalgosilenciabalapalabraensuslabios.Unasuerte de honradez apasionada que había en ella hacía inconcebible que éltratarade llevarla a esa conocida trampa. "Si permitoque seamía", sedijo,"tendréquedejarlapartirnuevamente".Yesoeraalgoquenopodíasoportar.Peroviolasombradelaspestañassobresusmejillashúmedas,ytitubeó.

—Después de todo —comenzó a decir nuevamente—, tenemos vidaspropias... Es inútil pretender lo imposible. Tú tienes pocos prejuicios paraalgunas cosas, estás tan acostumbrada, como tú misma dices, a mirar laGorgona, queno sé por qué tienesmiedode enfrentar nuestro caso, y verlocomoesenrealidad...amenosquepiensesqueelsacrificionovalelapena.

Ellaselevantóasuvez,conloslabiosapretadosyelceñofruncido.

—Llámaloasí,entonces...deboirme—dijosacandounpequeñorelojdel

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pecho.

Saliódelasala,yéllasiguióylatomóporlamuñeca.

—Bien,entonces:sémíaunasolavez—dijo,mientras lacabeza ledabavueltas ante la ideadeperderla; yporunparde segundos semiraron comoenemigos.

—¿Cuándo?—insistió—.¿Mañana?

Elladudó.

—Pasadomañana.

—¡Amormío!—repitióArcher.

Ellahabíaliberadosumuñeca;peroporunmomentosiguieronmirándosea los ojos, y el jovenvioque su rostro, que se había puestomuypálido, seiluminaba con un profundo brillo interior. Su corazón latía temeroso: sintióquenuncaanteshabíacontempladoelamordemaneravisible.

—Oh, llegaré tarde... adiós. No, no te acerques un paso más—gritó lacondesa, atravesando apresuradamente la inmensa sala, como si el brilloreflejadoenlosojosdeArcherlahubieraasustado.Cuandollegóalapuerta,sevolvióunmomentoparahacerunrápidogestodedespedida.

Archerregresócaminandosolo.Caíalaoscuridadcuandoentróasucasa,yrecorrióconlamiradalosobjetosfamiliaresdelvestíbulo,comosilosvieradesde el otro lado de la tumba. Lamucama, al oír sus pasos, corrió escalaarribaparaencenderelgasenelpisosuperior.

—¿EstáMrs.Archer?

—No, señor; Mrs. Archer salió en el coche después del almuerzo, ytodavíanoregresa.

Sefuealabibliotecaconunasensacióndealivioysehundióensusillón.Lamucamaentródetrásdeél,llevandolalámparadelecturayagregóalgunoscarbones al fuego casi apagado. Cuando se retiró, Archer siguió sentadoinmóvil, con los codos sobre las rodillas, la barbilla apoyada en las manosentrelazadas, los ojos fijos en la roja parrilla. Allí permaneció, sinpensamientosconscientes,sinsensacióndelcorrerdeltiempo,enunprofundoysolemneasombroqueparecíasuspenderlavidamásqueapresurarla."Estoesloqueteníaqueser,entonces...,estoesloqueteníaqueser",serepetíaunay otra vez, como si estuviera preso en las garras del destino. Lo que habíasoñadoeratandiferentequeproducíaunmortalescalofríoasuarrobamiento.SeabriólapuertayentróMay.

—Estoy tremendamente atrasada... ¿estabas preocupado? —preguntó,apoyandolacabezaenelhombrodeArcherenunadesusescasascaricias.

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Ellamiróasombrado.

—¿Estarde?

—Pasadaslassiete.¡Creoquetedormiste!

Se echó a reír, y sacando los alfileres de su sombrero de terciopelo loarrojósobreelsofá.Estabamáspálidaquedecostumbre,peroirradiabaunainauditaanimación.

—Fuiaveralaabuelita,yjustocuandomeveníallegóEllendevueltadeun paseo; de modo que me quedé y tuve una larga conversación con ella.Hacíaañosquenoteníamosunaverdaderaconversación...

Sehabíadejadocaerensusillónpreferido, frenteaArcher,ypasaba losdedosentresucabellodesgreñado.Eljovenpensóqueesperabaqueéldijeraalgo.

—Unamuybuenacharla—continuóMay,sonriendoconloqueaArcherleparecióunavivezapoconatural—.Fuetanamable,lamismaEllendeantes.Temoquenofuijustaconellaúltimamente.Avecespensé...

Archer se pusodepie y se apoyó en la repisa de la chimenea, fuera delresplandordelalámpara.

—¿Pensaste...?—repitióalverquecallaba.

—Bueno,quizásnolajuzguécorrectamente.Estandistinta...almenosenapariencia.Sejuntacongentetanrara,parecequelegustallamarlaatención.Supongoquesedebealavidaquellevóenesadisipadasociedadeuropea;nohay duda de que nos considera horriblemente aburridos. Pero no quierojuzgarlamal.

Calló nuevamente, casi sin aliento por el desacostumbrado largo de sudiscurso,ysesentóconloslabiosligeramenteseparadosyunfuerteruborenlasmejillas.Almirarla,Archerrecordócómobrillabasurostroeneljardíndela Misión en St. Augustine. Percibió en ella el mismo esfuerzo oscuro, lamismaansiaporalgoquesobrepasabasucampovisual."OdiaaEllen—pensó—, y trata de sobreponerse a ese sentimiento, y quiere obligarme a que laayudeasuperarlo."Laidealoconmovió,yporunmomentoestuvoapuntoderomperelsilencioyponerseensusmanos.

—Supongo que entiendes— continuó May— por qué la familia se hamolestado tantas veces. Todos hicimos lo más que pudimos por ella alcomienzo;peronodioseñasdecomprenderlo.¡Yahoraestaideadeiravisitara Mrs. Beaufort, en el coche de mi propia abuela! Me temo que se haenemistadoconlosVanderLuyden...

—Ah—dijoArcher,conuna risa impaciente.Sehabíavuelto a cerrar la

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puerta entre ellos.—Es hora de vestirse; cenamos afuera, ¿no es así? —preguntó,retirándosedelfuego.

May se levantó también, pero se quedó junto a la chimenea. CuandoArcherpasóasulado,seadelantóimpulsivamente,comoqueriendodetenerlo;susmiradassecruzaron,yélvioquesusojoserandelmismoazulhúmedodelágrimasdeldíaquefueaJerseyCity.Mayleechólosbrazosalcuelloylobesó.

—Nome habías besado hoy—dijo en unmurmullo; y Archer la sintiótemblarensusbrazos.

32

—En la corte de las Tullerías —decía Mr. Sillerton Jackson con unasonrisadereminiscencia—,estascosaseranabiertamentetoleradas.

El escenario era el comedor de nogal oscuro de los Van der Luyden enMadisonAvenue,ylahora,lanochesiguientealavisitadeNewlandArcheral Museo de Arte. Mr. y Mrs. van der Luyden habían llegado desdeSkuytercliff, a donde huyeron precipitadamente al conocer la noticia de laquiebra deBeaufort. Pero se les hizo ver que la confusión en que caería lasociedad por este deplorable asunto hacía más necesaria que nunca supresencia en la ciudad. Era una de las ocasiones en que, como dijo Mrs.Archer, ellos "tenían el deber social" demostrarse en la ópera, e incluso deabrirlaspuertasdesucasa.

—Nohayquepermitirporningúnmotivo,miqueridaLouisa,quegentecomoMrs. Lemuel Struthers crea que puede ocupar el lugar deRegina. Esjustamenteenestasocasionescuando lagentenuevaempujayconsigueunaposición.RecuerdenquedebidoalaepidemiadevaricelaenNuevaYorkdelinviernopasado,cuandoaparecióMrs.Struthers,loshombrescasadosseibana su casa mientras sus esposas estaban hospitalizadas. Tú, Louisa, y miqueridoHenry,debenestarenlabrechacomosiemprelohicieron.

Mr.yMrs.vanderLuydennopodíanpermanecersordosatalllamado,yrenuente pero heroicamente, viajaron a la ciudad, abrieron su casa, ymandaroninvitacionesparadoscenasyunarecepciónnocturna.Paraaquellarecepción invitaron aSillerton Jackson,Mrs.ArcheryNewlandy sumujer,para ir luego con ellos a la ópera. Se cantaba Fausto por primera vez en latemporada.BajoeltechodelosVanderLuydennadasehacíasinceremonia,yaunquenohabíamásquecuatroinvitados,lacomidaseinicióalassieteenpunto,demaneraquesepudieranservir losdiversosplatosconlaapropiada

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secuencia y sin apresuramiento antes de que los caballeros se instalaran afumarsuscigarros.

Archer no había visto a su mujer desde la tarde anterior. Había salidotempranodecasahacialaoficina,dondesesumergióenunaseriedeasuntossinimportancia.Enlatarde,unodelossociosprincipaleslehabíahechounainesperadavisita,demodoquellegóasuhogartantardequeMayyasehabíaidoacasadelosVanderLuyden,desdedondeleenvióabuscarconelcoche.

Ahora,porencimade losclavelesdeSkuytercliffy laplateríamaciza, lesorprendiósupalidezysuairelánguido:perosusojosbrillaban,yhablabaconexagerada animación. El tema que motivara el comentario favorito de Mr.Sillerton Jackson, fue puesto en el tapete (Mrs. Archer pensaba que no sinintención)porlaanfitriona.LaquiebradelosBeaufort,omásbienlaactitudde los Beaufort desde la quiebra, era todavía un tema fructífero para unmoralistadesalón;ydespuésdeexaminarlominuciosamenteydecondenarlo,Mrs.vanderLuydenvolviósusojosescrupulososhaciaMayArcher.

—¿Esposible,querida,queloqueescuchéseaverdad?Medijeronqueelcarruaje de tu abuela Mingott fue visto estacionado a la puerta de Mrs.Beaufort.

Era digno de destacar el hecho de que ella ya no llamaba más por sunombre a la delincuente. AMay se le subieron los colores, yMrs. Archerrespondiórápidamente:

—Silofuera,estoyconvencidadequesehizosinelconocimientodeMrs.Mingott.

—Ah,¿túcrees...?—Mrs.vanderLuydenhizounapausa,suspiró,ymiróasumarido.

—Me temo—dijoMr. van derLuyden—, que el bondadoso corazón demadameOlenskapuedehaberlaimpulsadoalaimprudenciadevisitaraMrs.Beaufort.

—Osugustopor lagenteextraña—intercalóMrs.Archeren tonoseco,mientrassusojosseposabaninocentementeenlosdesuhijo.

—MeduelepensarunacosaasídemadameOlenska—dijoMrs.vanderLuyden.

YMrs.Archermurmuró:

—¡Ah,queridamía,ydespuésdequelatuvistedosvecesenSkuytercliff!

Mr. Jackson Sillerton aprovechó la oportunidad para hacer su alusiónfavorita.

—En las Tullerías —repitió, viendo que los ojos de los asistentes se

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volvíanexpectanteshaciaél—,elniveldelascostumbreseraexcesivamenterelajado en algunos aspectos; ¡y no pregunten de dónde vino el dinero deMorny...!OquiénpagólasdeudasdealgunasdelasbeldadesdelaCorte...

—Espero, querido Sillerton—dijoMrs. Archer—, que no sugerirás quedeberíamosadoptarsemejantesreglasmorales.

—Jamás sugiero nada —repuso Mr. Jackson imperturbable—. Pero laeducaciónextranjerademadameOlenskapodríahacerlamenosparticular...

—Ah—suspiraronlasdosdamasmayores.

—¡Así y todo, estacionar el carruaje de su abuela ante la casa de undesfalcador!—protestóMr.vanderLuyden.

YArcherpensóqueestabarecordando,conresentimiento,loscestosllenosdeclavelesqueenviaraalacasitadelacalleVeintitrés.

—Yo siempre dije que ella ve las cosas de un modo absolutamentediferentealnuestro—resumióMrs.Archer.

Mayvolvióaruborizarse.Miróporencimadelamesaasumarido,ydijoprecipitadamente:

—EstoyseguradequeEllenlohizoporbondad.

—Lagenteimprudenteamenudoesbondadosa—dijoMrs.Archer,comosielhechonofueraunatenuante.

Mrs.vanderLuydenmurmuró:

—Sialmenoshubieraconsultadoconalguien...

—¡Ah,esonolohacenunca!—replicóMrs.Archer.

A este punto, Mr. van der Luyden miró a su esposa, que inclinóligeramente la cabeza en dirección a Mrs. Archer; y las tres damasabandonaronlahabitaciónbarriendoelpisoconlasrelumbrantescolasdesustrajes,ydejaronsolosaloscaballerosparaquefumaransuscigarros.

Enlasnochesdeópera,Mr.vanderLuydenofrecíacigarroscortos,perotanbuenosquesusinvitadosdeplorabansuinexorablepuntualidad.Terminadoelprimeracto,Archerseseparódelgrupoyseinstalóalfondodelpalcodelclub. Desde allí, por encima de los hombros de varios Chivers, Mingott yRushworth,reviviólamismaescenaquepresenciaradosañosatrás,lanochede su primer encuentro con EllenOlenska. Abrigaba la ligera esperanza deverla aparecer nuevamente en el palco deMrs.MansonMingott, pero éstepermanecíadesocupado;ysesentóinmóvil,losojosclavadosenél,hastaquedesúbitolapuravozdesopranodemadameNilssonrompióacantarMama,nonmama...

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Archer volvió la vista al escenario, donde, en el típico decorado deinmensas rosas y pensamientos de papel, la misma víctima gorda y rubiasucumbíaalosencantosdelmismoseductorpequeñoymoreno.DelescenariosusojosvagaronhastaelpuntodelaherraduradondesesentabaMayentrelasdos señorasmayores, tal como, en aquella otra noche, se sentara entreMrs.LovellMingottysuprima"extranjera"reciénllegada.Comoenesaocasión,estabavestidaenteramentedeblanco;yArcher,quenosehabíafijadoensutraje, reconoció el raso blanco azulado y el encaje antiguo de su vestido denovia.Era costumbre en laNuevaYorkde antaño,que lasnoviasusaran sucostoso vestido durante los dos primeros años dematrimonio; Archer sabíaquesumadreguardabaelsuyoenpapeldesedaconlaesperanzadequeJaneypudierausarloalgúndía,apesardequelapobreJaneyestaballegandoaunaedadenquelapopelinagrisperlaysindamasdehonorseconsideraríamás"apropiado".

AArcherlellamabalaatenciónqueMay,desdequevolvierandeEuropa,usaramuypocasveces suvestidodenovia,y la sorpresadeverla lucirlo lohizocompararsuaspectoconeldelajovenquehabíacontempladoarrobadodos años atrás. Aunque la silueta de May estaba ligeramente más pesada,como lo predijo su porte de diosa, su atlético andar erguido y la infantiltransparencia de su expresión no habían cambiado; si no fuera por la ligeralanguidezqueArchernotabaenellarecientemente,seríalaimagenexactadela niña que jugaba con el ramillete de lirios silvestres la noche de susesponsales. Parecía una llamada más a la compasión de su marido; tantainocenciaeratanconmovedoracomoelabandonoconfiadodeunniño.Luegorecordó la apasionada generosidad latente bajo aquella calma indiferente.Recordó su mirada de comprensión cuando le pidió que anunciaran sucompromisoenelbailedelosBeaufort;escuchóeltonodesuvozcuandoledijoeneljardíndelaMisión:"Nopodríaconstruirmifelicidadeneldaño...eldaño a otra persona". Y lo dominó una incontrolable ansia por decirle laverdad,porentregarsea sugenerosidad,ypedirle la libertadqueunavezélrechazara.

Newland Archer era un joven tranquilo y con gran dominio de sí. Laconformidadaladisciplinadeunapequeñasociedadhabíallegadoasercasisusegundanaturaleza.Leparecíadepésimogustohaceralgomelodramáticoyque llamara la atención, algo queMr. van derLuyden desaprobara y que elpalco del club condenara como contrario a las formalidades. Perorepentinamenteseolvidódelpalcodelclub,deMr.vanderLuyden,detodoaquelloquedurante tanto tiempoencerraraalcálidoabrigode lacostumbre.Caminópor el pasillo semicircular en la parte de atrás del teatro, y abrió lapuerta del palco de Mrs. van der Luyden, como si fuera una puerta a lodesconocido. "¡Mama!" cantaba triunfante Margarita; y los ocupantes delpalcomiraronsorprendidoslaentradadeArcher.Habíarotounadelasreglas

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de sumundo,queprohibía entrar enunpalcoduranteun aria.DeslizándoseentreMr.vanderLuydenySillertonJackson,seinclinóhaciasuesposa.

—Tengounespantosodolordecabeza;noledigasanadie,perovolvamosacasa,¿quieres?—susurró.

May le lanzó una mirada de comprensión, y la vio susurrar algo a sumadre, que asintió compasiva; después murmuró una excusa en el oído deMrs.vanderLuydenyselevantódesuasiento, justocuandoMargaritacaíaenlosbrazosdeFausto.Archer,alayudarlaaponerselacapadenoche,captóelintercambiodesignificativassonrisasentrelasdosdamasmayores.Cuandosealejabanenelcoche,MaypusotímidamentesumanosobreladeArcher.

—Lamentoquenotesientasbien.Temoquetehanrecargadodetrabajoenlaoficina.

—No,noeseso.¿Temolestasiabro laventana?—contestóconfundido,bajandoelvidriodesulado.

Sepusoamirarhacia la calle, sintiendo juntoa él a sumujer comounainterrogación muda y vigilante, y mantuvo los ojos fijos en las casas quepasabanantesuvista.Alllegarfrentealapuertadesucasa,lafaldadeMayquedóatrapadaenelescalóndelcarruaje,ylahizocaerencimadeél.

—¿Tehicistedaño?—lepreguntó,sosteniéndolaconelbrazo.

—No,pero,¡pobrevestido,miracómolodesgarré!—exclamóMay.

Seinclinóarecogeruntrozodetelaembarrada,ysubiótraséllasgradashacia el vestíbulo. Los sirvientes no los esperaban tan pronto, y sólo sevislumbrabaunresplandortenuedegasenelúltimodescansillo.Archersubió,encendiólaluz,yacercóunfósforoalosapliquescolocadosacadaladodelachimeneade la biblioteca.Las cortinas estaban corridas, y el cálido aspectoacogedor del cuarto le dio la impresión de encontrar una cara familiar enmediodeunasituacióninconfesable.Notóquesumujerestabamuypálida,ylepreguntósiqueríatomarunpocodecoñac.

—Oh, no—exclamó con un momentáneo rubor, mientras se quitaba lacapa,yagregó—:Pero¿noserámejorqueteacuestesdeinmediato?

Archerabrióunacajadeplatacolocadasobrelamesa,ysacóuncigarrillo.Prontoloapagóysedirigióasupuestohabitualjuntoalfuego.

—No,micabezanoestátanmalacomoparaeso—respondióél.Hizounapausaycontinuó—:Yhayalgoquequierodecirte;algoimportante,quedebodecirteahoramismo.

Ellasehabíainstaladoenunsillónylevantólavistacuandoélhabló.

—¿Sí,querido?—replicó,demodotangentilqueArcherseadmiródela

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faltadesorpresaconquerecibíaestepreámbulo.

—May...—comenzó,paradoapocospasosdesusillónymirándolacomosilaligeradistanciaentreellosfueraunabismoinfranqueable.Elsonidodesuvozhizounecomisteriosoatravésdelaquietudhogareña,yrepitió—:Tengoquedecirtealgo...acercademí.

Ella lo miraba en silencio, sin un movimiento ni un temblor de suspestañas. Todavía estaba extremadamente pálida, pero su rostro tenía unacuriosa expresión de calma que parecía provenir de alguna secreta fuerzainterna. Archer contuvo las frases convencionales que acudían a sus labios.Estabadecididoaexponerelcasoconsencillez,sinvanasrecriminacionesniexcusas.

—MadameOlenska...—dijo.

Pero al escuchar el nombre su mujer levantó la mano para pedirle quecallara.Alhaceresteademánlaluzdegashizobrillarelorodesuanillodematrimonio.

—Oh, ¿para qué hablar deEllen esta noche?—preguntó, frunciendo loslabiosconimpaciencia.

—Porquedebíhablarantes.

Maypermanecióserena.

—¿Valerealmentelapena,querido?Yaséqueaveceshesidoinjustaconella,talveztodoslohemossido.Túlaentendiste,sinduda,másquenosotros;siempre fuiste muy amable con ella. ¿Pero qué importa ahora que todo haterminado?

Archerlamirósincomprender.¿Eraposiblequelasensacióndeirrealidadenqueélsesentíaaprisionadosehubieratraspasadoasumujer?

—¿Todo terminado? ¿Qué quieres decir? —preguntó en un confusobalbuceo.

Maycontinuabamirándoloconsusojotransparentes.

—PerosisevuelveaEuropamuypronto;yaquelaabuelaloapruebayloentiende,ylahahechoindependientedesumarido...

Seinterrumpió,yArcher,conunamanoconvulsaaferradaalbordedelarepisadelachimeneayapoyadoenésta,hizounvanoesfuerzoporextenderelmismocontrolasusarremolinadospensamientos.

—Suponía—escuchóquelafirmevozdesuesposacontinuabadiciendo—quetehabíasquedadohastatardeenlaoficinaparaarreglaresosasuntos.Creoquesedecidióestamañana.

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Maybajólosojosantesumiradaciega,yunnuevoruborfugitivocoloreósu rostro.Archer,comprendiendoquesusojosdebíanserle insoportables, sevolvió, apoyóel codoen la chimeneay secubrió la cara.Algomartillabayretumbaba furiosamente en susoídos;nopodíadecir si era la sangre en susvenas,oeltictacdelrelojenlarepisa.Maysequedósentadasinmoversenihablarmientraselrelojcontabalentamentecincominutos.Untizóncayóenlaparrilla, y al oírla levantarse a empujarlo hacia adentro, Archer por fin sevolvióamirarlaalacara.

—Esimposible—exclamó.

—¿Imposible...?

—¿Cómosupisteloqueacabasdedecirme?

—EstuveayerconEllen.Tedijequelaviencasadelaabuela.

—¿Fueentoncesquetelodijo?

—No,recibíunanotasuyaestatarde.¿Quieresverla?

Archernopudorecuperarlavoz,yellasaliódelahabitaciónyregresócasideinmediato.

—Creíquelosabías—dijosimplemente.

Puso una hoja de papel sobre la mesa, y Archer extendió la mano y latomó.Lacartaconteníasólounaspocaslíneas.

"Mayquerida:Alfinlogréquelaabuelaentendieraquemivisitanopodíadurar más que cualquiera visita; y ha sido bondadosa y generosa comosiempre.AhoracomprendequesivuelvoaEuropadebovivirsola,omásbiencon la pobre tía Medora, que se va conmigo. Regreso rápidamente aWashingtonaempacar,ynosembarcamoslapróximasemana.Debessermuybuena con la abuela cuando me haya ido, tan buena como siempre fuisteconmigo.Sialgunosdenuestrosamigosdeseanconvencermedequecambiedeopinión,porfavordilesqueseríaabsolutamenteinútil.Ellen."

Archer leyó la carta dos o tres veces; luego la dejó caer y rompió encarcajadas. El sonido de su risa lo asustó. Le recordó el espanto que tuvoJaneylanocheenqueloencontróriendoacarcajadasconeltelegramadeMayenqueanunciabaquesehabíaadelantadolafechadesumatrimonio.

—¿Por qué escribió esto?—preguntó, calmando su risa con un esfuerzosupremo.

Maytomólapreguntaconsucandorinmutable.

—Supongoqueporqueayerhablamosdemuchascosas...

—¿Quécosas?

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—Ledijequetemíanohabersidojustaconella,quenosiempreentendíloduroquehadehabersidoparaellaestaraquí,solaentretantagentequeeransusparientesperoa lavezunosdesconocidos;quese sentíanconderechoacriticarynosiempreconocíanlascircunstancias—guardósilenciouninstante—. Sabía que tú habías sido el único amigo en quien ella podía confiar; yquería que supiera que tú y yo éramos iguales... en todos nuestrossentimientos.

Vaciló,comoesperandoqueélhablara,yluegoagrególentamente:

—Ellaentendiómideseodehablarledeesto.Creoqueellaentiendetodo.

Se acercó a Archer, y tomando una de las heladas manos del joven, laapretórápidamentecontrasumejilla.

—Meduelelacabezaamítambién;buenasnoches,querido—dijo.

Se dirigió hacia la puerta, arrastrando tras ella por toda la habitación sudestrozadoyembarradovestidodenovia.

33

Como dijo sonriendo Mrs. Archer a Mrs. Welland, era un granacontecimientoparaunaparejajovenofrecersuprimeracenadeimportancia.Los Newland Archer, desde que instalaran su casa, habían recibido grancantidaddeamigosencenasinformales.Archereraaficionadoainvitaratresocuatroamigosacenar,yMaylosacogíaconlaalegredestrezaquelehabíaenseñadosumadreconsuejemploen losasuntosconyugales.Sumarido sepreguntabasi,porella,hubieraalgunavezconvidadoaalguienasucasa;perohacía tiempo que había dejado de tratar de desprender su verdaderapersonalidaddelmarcoenquelatradiciónylaenseñanzalahabíanmoldeado.Se esperaba que las jóvenes parejas adineradas de Nueva York organizaranunabuenacantidaddefiestasinformales,yunaWellandcasadaconunArcherestabadoblementecomprometidaconlatradición.

Perounagrancena,conunchefcontratadomásdosmozos,conponchealaromana,rosasdeHenderson,yelmenúentarjetonesdecantodorado,eraunasuntomuydiferente,ynosepodíatomaralaligera.ComohizonotarMrs.Archer,elponchealaromanaledabatodaladiferencia;noensímismosinoporsusmúltiplesimplicancias,yaqueexigíapatosilvestreotortugadeaguafresca,dossopas,unpostrecalienteyotrofrío,tenidascondecolletagetotalymangascortas,einvitadosdeladebidaimportancia.

Siempreeraunaocasióninteresantecuandounaparejajovenenviabasus

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primerasinvitacionesentercerapersona,yraravezeranrehusadasnisiquieraporlosmássociablesysolicitados.Ysinembargoseconsideróuntriunfoquelos Van der Luyden, a solicitud de May, se hubieran quedado para estarpresentesenlacenaqueofreceríaparadespediralacondesaOlenska.Ambassuegras se instalaron en el salón deMay la tarde del gran día,Mrs.Archerescribiendo los menús en el papel bristol de canto dorado más grueso deTiffany,Mrs.Wellandvigilandolainstalacióndelashojasdepalmaydelaslámparas.Archer, al llegarbastante tardede suoficina, las encontró todavíaallí.Mrs.Archerestabaahoradedicadaalastarjetasconlosnombresparalamesa, yMrs.Wellandmeditaba sobre la posibilidad demover un pocomáshaciaadelanteelenormesofádorado,paracrearotro"rincón"entreelpianoyla ventana. Le dijeron que May estaba en el comedor inspeccionando elarregloderosasJacqueminotycilandrilloenelcentrodela largamesa,ylacolocacióndelosbombonesMaillardencanastitosdefiligranadeplataentreloscandelabros.SobreelpianohabíaunenormecanastillodeorquídeasqueMr.vanderLuydenlehabíaenviadodeSkuytercliff.Enresumen,todoestabacomodebíaestarantelainminenciadeuneventotanimportante.

Mrs.Archerrevisópensativalalista,marcandocadanombreconsuafiladaplumadeplata.

—HenryvanderLuyden,Louisa,losLovellMingott,losReggieChivers,LawrenceLeffertsyGertrude(sí,supongoqueMayhizobienen invitarlos),losSelfridgeMerry,SillertonJackson,VanNewlandysumujer(¡cómopasael tiempo! Parece que fue ayer cuando te sirvió de padrino,Newland), y lacondesaOlenska,sícreoqueesoestodo...

Mrs.Wellandmirócariñosamenteasuyernoyledijo:

—Nadie podrá decir, Newland, que tú y May no le dan a Ellen unaestupendadespedida.

—Bueno—dijoMrs. Archer—, comprendo el deseo deMay de que suprimadigaalagenteenelextranjeroquenosomosunosbárbaros.

—EstoyseguradequeEllenloapreciará.Llegaráestamañana,meparece.Seráparaellaelmásencantadordesusúltimosrecuerdos.Lanocheantesdeembarcarescasisiempremuytriste—dijoanimadamenteMrs.Archer.

Archersevolvióhacialapuerta,ysusuegralegritó:

—Porfavor,andaadarunamiradaalamesa.YnodejesqueMaysecansedemasiado.

Pero él fingió no oírla y subió a grandes zancadas a la biblioteca. Lahabitación lo miró con un semblante extraño haciéndole una mueca decortesía; se dio cuenta de que había sido "ordenada" metódicamente y sin

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piedad, preparándola pormedio de una juiciosa distribución de ceniceros ycajasdemaderadecedroparaqueloscaballerosdisfrutaranfumando."Bueno—pensó—;noespormuchotiempo",ysefueasucuartodevestir.

HabíanpasadodiezdíasdelapartidademadameOlenskadeNuevaYork.Duranteaquellosdiezdías,Archernohabíatenidonoticiasdeellafueradeladevolución de una llave envuelta en papel de seda, que fuera enviada a suoficina enun sobre sellado escrito con la letradeEllen.Esta respuesta a suúltimapeticiónpodía interpretarsecomounmovimientoclásicoenun juegoconocido; pero el joven prefirió darle un significado diferente. Ella luchabatodavíacontrasudestino;seibaaEuropa,peronovolvíaconsumarido.Porlotanto,nadaleimpedíaseguirla;ycuandohubieradadoelpasoirrevocable,ylehubieraprobadoqueerairrevocable,creíaqueellanolorechazaría.Estaconfianza en el futuro lo calmó lo suficiente para jugar su papel actual. Lohizoabstenersedeescribirle,ode traicionarconcualquiergestooactitudsusufrimiento y su mortificación. Le parecía que en aquel juego mortal ysilenciosoquesedesarrollabaentreambos,lascartasdetriunfoestabanaúnensusmanos;yesperaba.

Hubo,noobstante,momentossumamentedifícilesdevivir.ComocuandoMr.Letterblair, un día después de la partida demadameOlenska, lomandóllamar para revisar los detalles del fideicomiso que Mrs. Manson Mingottdeseabacrearparasunieta.Duranteunpardehoras,Archerexaminóconsucolegalostérminosdelaescritura,ysintiótodoeltiempo,enformaconfusa,quesiselehabíaconsultadoeraporalgunarazónmuydistintaalaobviadesuparentesco;yqueelcierredelaconferencialorevelaría.

—Bueno, lacondesanopuedenegarqueesunacuerdomuypositivo—resumióMr.Letterblair, luegodemascullarunarecapitulacióndelarreglo—.En realidad, me veo obligado a decir que todos la han tratado con muchagenerosidad.

—¿Todos?—repitióArchercondejodeburla—.¿Serefierealapropuestadelmaridodedevolverlesupropiodinero?

LaspobladascejasdeMr.Letterblairsealzaronunafraccióndepulgada.

—Miqueridoseñor,laleyeslaley;ylaprimadesuesposasehacasadobajolaleyfrancesa.Esdepresumirqueellasabíaloqueesosignificaba.

—Aunquelosupiera,loquepasódespués...

Pero Archer se detuvo. Mr. Letterblair había apoyado el mango de lapluma contra su enormenariz arrugada, y lomiraba desdeñosamente con laexpresiónqueasumenlosvirtuososcaballerosdeedadcuandodeseanquelosjóvenesentiendanquevirtudnoessinónimodeignorancia.

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—Miqueridoseñor,nodeseoatenuarlastransgresionesdelConde;pero...peroporotrolado...nopondríamimanoalfuego...bueno...,quenosehayadadoalinexpertopaladínunpagoequivalentealservicioprestado—nervioso,Mr. Letterblair abrió un cajón y le pasó aArcher un papel doblado—.Esteinformeeselresultadodeunadiscretainvestigación...

Y como Archer no hizo ningún esfuerzo por dar un vistazo al papel orepudiarlasugerencia,elabogadocontinuó,entonountantomonótono:

—Nodigoqueseaconcluyente,fíjesebien;lejosdeeso.Perocuandoelríosuena...y,enconclusión,eseminentementesatisfactorioparatodaslaspartesquesehayaalcanzadoestadignasolución.

—Oh,eminentemente—asintióArcher,devolviendoelpapel.

Un par de días después, respondiendo a un llamado de Mrs. MansonMingott, su alma sufrió una prueba mucho más profunda. Encontró a laancianadeprimidayquejumbrosa.

—¿Sabesquemehaabandonado?—comenzódeinmediato;ysinesperarsurespuestaagregó—:¡Oh,nomepreguntesporqué!Mediotantasrazonesque las olvidé todas. Mi opinión personal es que no pudo enfrentar elaburrimiento.Almenoses loquepiensanAugustaymisnueras.Yno sé siecharleaellatodalaculpa.Olenskiesunmalditosinvergüenza;perolavidaconéldebehabersidomuchísimomásalegrequeenlaQuintaAvenida.Claroque la familiano loadmite; todospiensanque laQuintaAvenidaeselcieloconlaruedelaPaixderegalo.Y;porsupuesto,mipobreEllennopretendevolverconsumarido.Semantuvomásfirmequenuncaenestepunto.AsíqueseinstalaráenParísconesalocadeMedora...Bueno,ParísesParís;ypuedesmanteneruncochecasipornada.Peroeraalegrecomounpájaro,ylaecharédemenos.

Dos lágrimas, lasresecas lágrimasde losviejos, rodaronporsusmejillashinchadasyseperdieronenlosabismosdesupecho.

—Lo único que pido —terminó— es que no me molesten más. Tengoderechoallorarmiderrota...

YparpadeómelancólicamentemirandoaArcher.Fueesatarde,alregresaracasa,queMayanunciósuintencióndedarunacenadedespedidaasuprima.ElnombredemadameOlenskanosepronunciabaentreellosdesdelanochedelviajedelacondesaaWashington;yArchermirósorprendidoasuesposa.

—¿Unacena...porqué?—preguntó.Mayseruborizó.

—PeroatitegustaEllen,penséqueestaríascontento.

—Es una gran delicadeza de tu parte... presentarlo de esa manera. Perorealmentenoveo...

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—Quiero hacerlo, Newland —dijo ella, levantándose con calma ydirigiéndoseasuescritorio—.Aquíestán las invitacionesyaescritas.Mamámeayudó;estádeacuerdoenquedebemoshacerlo.

Guardósilencio,turbadaperosindejardesonreír,yArcherviodesúbitoantesílaencarnacióndelaimagendelaFamilia.

—Oh, de acuerdo—dijo, mirando sin ver la lista de invitados que ellahabíapuestoensumano.

Cuando entró al salón antes de la cena, May estaba inclinada frente alfuegoytratabadeobligaralostroncosaqueardieranenunadesacostumbradaposición sobre inmaculadas baldosas. Las lámparas altas estaban todasencendidas, y las orquídeas de Mr. van der Luyden habían sido dispuestasnotoriamenteenvarios receptáculosdeporcelanamodernayplatacincelada.TodoelmundocomentóqueelsalóndeMrs.NewlandArchereraunrotundoéxito. Una jardiniére de bambú dorado, en que prímulas y cinerarias serenovaban puntualmente, cerraba el acceso a la ventana saliente (donde lospasadosdemodapreferiríancolocarunaminiaturaenbroncedelaVenusdeMilo); los sofás y sillones de brocado pálido estaban hábilmente agrupadosalrededordepequeñasmesascontapetesdefelpayadornadasconcantidadesde juguetes de plata, animales de porcelana y marcos floreados parafotografías; y algunas lámparas altas de pantalla rosada sobresalían comoflorestropicalesentrelashojasdepalma.

—NocreoqueEllenhayavistoestahabitaciónenteramenteiluminada—dijoMay, levantándoseenrojecidaporsubatallaconelfuego,ypaseandolamirada a su alrededor con comprensible orgullo. Las tenazas de bronce quedejara apoyadas contra un costado de la chimenea cayeron con tal estrépitoque ahogaron la respuesta de su marido; y antes de que Archer pudieraarreglarlas,seanunciólallegadadeMr.yMrs.vanderLuyden.Rápidamentelossiguieronlosdemásinvitados,pueserasabidoquea losVanderLuydenlesgustabacenarpuntualmente.Lahabitaciónestabacasi llena,yArcher seocupó de mostrarle a Mrs. Selfridge Merry un pequeño y bien barnizadoVerbeckhoven,EstudiodeunaOveja,queMr.WellandleregalaraaMayparaNavidad, cuando vio a madame Olenska a su lado. Estaba excesivamentepálida,ysupalidezhacíaquesupelooscurosevieramásespesoymáspesadoque nunca.Quizás eso, o el hecho de que había enrollado varias hileras decuentas de ámbar alrededor de su cuello, le recordaron repentinamente a lapequeñaEllenMingott conquienbailara en las fiestas infantiles, la primeravez queMedoraManson la llevó a Nueva York. Las cuentas de ámbar nohacíanjuegoconsupiel,obiensuvestidolesentabamal;surostroseveíasinbrilloycasifeo,ynuncalahabíaamadotantocomoeneseminuto.Susmanosseencontraron,yleparecióoírladecir:

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—Sí,nosembarcamosmañanaenelRusia...

Ydespuésdeunapausa,lavozdeMay:

—¡Newland!Lacomidaestáservida,¿quiereshacerelfavordeacompañaraEllen?

MadameOlenskapusosumanoenelbrazodeArcher,quiensediocuentadequelamanonoteníaguante,yrecordócuandofijósusojosenesamanolanoche que estuvo sentado junto a ella en el saloncito de laCalleVeintitrés.Todalabellezaquehabíaabandonadosucaraparecíahaberserefugiadoenloslargosdedospálidosconpequeñoshoyuelosenlosnudillosquedescansabanen sumanga, y se dijo: "La seguiría aunque sólo fuera por volver a ver sumano..."

Sólo por tratarse de una fiesta ostensiblemente dedicada a una "visitaextranjera",Mrs. van derLuyden soportó verse sentada a la izquierda de laanfitriona. El hecho de que madame Olenska era "extranjera" difícilmentehabríapodidoser tanbiendestacadoqueporestehomenajededespedida;yMrs. van der Luyden aceptó su desplazamiento con una afabilidad que nopermitiódudardesuaprobación.Habíaciertascosasquedebíanhacerse,yyaque se hacían, hacerlas con excelencia y cabalmente; y una de ellas, en elcódigodelaviejaNuevaYork,eralareunióntribalalrededordeunparientequevaasereliminadodelatribu.NohabíanadaenelmundoquelosWellandy losMingott no hubieran hecho por proclamar su inalterable afecto por lacondesaOlenskaahoraqueestabaaseguradosuviajeaEuropa;yArcher,alacabeceradelamesa,semaravillabadelasilenciosaeinfatigableactividadconqueseledevolvíasupopularidad,cómosesilenciabanlosmotivosdequejaensu contra, cómo se toleraba su pasado, y cómo toda la familia aprobaba supresente.Mrs.vanderLuydenlesonrióconlamortecinabenevolenciaqueeraen ella lo más próximo a la cordialidad, y Mr. van der Luyden, desde suasiento a la derecha de May, le lanzaba por encima de la mesa miradasclaramente destinadas a justificar todos los claveles que le enviara deSkuytercliff.Archer,queparecíaestarasistiendoa laescenaenunestadodecuriosaincorporeidad,comosiflotaraentreloscandelabrosyeltecho,nosepreocupaba de nada más que de su propio papel en la acción. Cuando sumirada vagaba de una cara plácida y bien alimentada a otra, vio a toda esagentedeaparienciainofensivaconcentradaenelpatosilvestredeMaycomouna banda demudos conspiradores, y a símismoy a lamujer pálida de suderechacomoelcentrodeesaconspiración.Yentoncesvinoasumente,enunenormedestellocompuestodemúltipleschispazosrotos, la ideadequeparatodas esas personas él y madame Olenska eran amantes, amantes en elextremo sentido de los vocabularios "extranjeros".Adivinó que fue, durantemeses, el centro de incontables y observadores ojos silenciosos y pacientesoídosatentos;comprendióque,pormediosqueaúnleerandesconocidos,se

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habíalogradolaseparaciónentreélylacompañeradesuculpa,yqueahoralatribuenterasejuntabaentornoasuesposaenlatácitasuposicióndequenadiesabíanada,nisehabíaimaginadojamásnada,yquelacausadelafiestaerasimplementeeldeseonaturaldeMayArcherdedespedirsecariñosamentedesuamigayprima.EnlaviejaNuevaYork,esaeralamaneradequitarlavida"sinderramamientode sangre": lamaneradehacerlodeesagenteque teníamáshorroralescándaloqueacualquieraenfermedad,queponía ladecenciaporencimadelvalor,yqueconsiderabaquenadaeradepeoreducaciónque"lasescenas",exceptoelcomportamientodequieneslasprovocan.Amedidaque estos pensamientos se sucedían en sumente,Archer se sintió como unprisioneroenelcentrodeuncampamentoarmado.Sumiradarecorriólamesa,ypresintiólainexorabilidaddesuscaptoresporeltonoconque,comiendosusespárragos de Florida, trataban el caso de Beaufort y su esposa. "Es paraenseñarme",pensó,"loquemepasaríaamí...",yunamortalsensacióndelasuperioridad de la consecuencia y analogía sobre la acción directa, y delsilenciosobrelaspalabrasimprudentes,seabatiósobreélcomolaspuertasdelacriptafamiliar.

Se echó a reír, y se encontró con los ojos sorprendidos deMrs. van derLuyden.

—¿Ustedcreequeesdignoderisa?—dijoellaconunasonrisacontraída—.EsciertoquelaideadelapobreReginadequedarseenNuevaYorktienesuladoridículo,supongo.

YArchermurmuró:

—Escierto.

Aestepunto,sediocuentaqueelotrovecinodemadameOlenskahacíarato había entablado conversación con la dama de su derecha. Al mismotiempovioqueMay,serenamentesentadacomoenuntronoentreMr.vanderLuyden yMr. SelfridgeMerry, lanzaba una rápida mirada a lo largo de lamesa.Eraevidentequeelanfitriónyladamaasuderechanopodíanseguirensilenciodurante toda la cena.Archer sevolvióamadameOlenska,y ella ledevolviósupálidasonrisa."Oh,soportémoslohastaelfin",pareciódecirle.

—¿Fuemuycansadorelviaje?—lepreguntóArcherconunavozque losorprendióporsunaturalidad.

Ella contestó que, al contrario, pocas veces había viajado con tantacomodidad.

—Exceptoporelhorriblecaloreneltren—agregó.

Archerhizonotarquenosufriráesoscontratiemposenelpaísadondesedirigía.

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—Yonunca—declaróconfirmeza—estuvemáscercademorircongeladoqueunavez,enabril,eneltrenentreCalaisyParís.

Ella repuso que no le extrañaba, pero insistió en que, después de todo,siempresepuedellevarunamantademás,yquecualquierformadetransportetiene sus problemas; a lo que él abruptamente replicó que nada teníaimportancia comparado con la dicha de poder marcharse. Ella cambió decolor,yélagregó,convozquerepentinamentesubíadetono:

—Piensoviajarbastantedentrodepoco.

Unestremecimientocruzólacaradelacondesa;inclinándosehaciaReggieChivers,Archergritó:

—Oye,Reggie,¿quétepareceunviajealrededordelmundo,luegoquierodecir,elmespróximo?Sitúteanimas,yovoy.

Alescucharestaspalabras,Mrs.Reggielevantólavozdiciendoqueellanopensaba dejar que Reggie viajara antes del Baile Martha Washington queestabaorganizandoenbeneficiodelAsilodeCiegosduranteSemanaSanta;ysumarido observó plácidamente que en esos días debía hacer sus prácticaspara el encuentro internacional de polo. Pero Mr. Selfridge Merry habíacaptadolafrase“alrededordelmundo"y,comounavezhabíacircundadoelgloboensuyateavapor,aprovechólaoportunidadparadaraconoceratodosalgunos datos impresionantes respecto a la profundidad de los puertosmediterráneos. Aunque después de todo, añadió, no tenía importancia, puescuandohasvistoAtenasyEsmirnayConstantinopla,¿quémástequedaporver?YMrs.MerrydijoquenuncaterminaríadeagradeceralDr.BencombporhaberloshechoprometerquenoiríanaNápolesacausadelafiebre.

—PerotienenquededicartressemanaspararecorrerIndiacomoesdebido—concedió sumarido, ansioso de que entendieran que él no era un frívolotrotamundos.

Yenestepuntodelacharla,lasdamassubieronalsalón.

Enlabiblioteca,apesardequehabíaotrasfigurasdemáspeso,LawrenceLefferts era quien llevaba la voz mandante. La conversación, como erahabitual, versaba acerca de losBeaufort, y hastaMr. van derLuyden yMr.SelfridgeMerry, instalados en los sillones de honor tácitamente reservadosparaellos,callaronparaescucharlafilípicadeljoven.NuncahabíaabundadotantoLeffertsenlossentimientosqueadornanalhombrecristianoniexaltadotantolasantidaddelhogar.Laindignaciónleinspiróunamordazelocuencia,yestabaclaroquesilosdemáshubieranseguidosuejemplo,yactuadocomoéldecía, la sociedad nunca habría sido tan débil como para recibir a unextranjeroadvenedizocomoBeaufort;no,señor,niaunquesehubieracasadoconunavanderLuydenounaLanningenlugardeunaDallas.¿Yquéocasión

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hubiera tenido, se preguntaba Lefferts indignado, de casarse con alguien deuna familia como los Dallas, si antes no se hubiera abierto caminoarrastrándosecomoungusanohastaciertascasas,igualquegentecomoMrs.Lemuel Struthers se lo abrió siguiendo su estela? Si la sociedad optaba porabrir sus puertas a mujeres vulgares el daño no sería excesivo, aunque elbeneficiofueradudoso;perocuandoempezabaatolerarahombresdeorigenoscuroyriquezamalhabida,el resultadoera la totaldesintegración,yaunafechanolejana.

—Si lascosassiguenaesteritmo—tronóLefferts,semejanteaun jovenprofeta vestido por Poole, y a quien jamás habían apedreado—, veremos anuestroshijospeleándoseporserinvitadosacasasdeestafadores,ycasándoseconlosbastardosdeBeaufort.

—¡Oye, por favor, modérate! —protestaron Reggie Chivers y el jovenNewland,mientrasMr.SelfridgeMerrylomirabarealmentealarmado,yunaexpresióndedolorydisgustosedibujabaenelsensitivorostrodeMr.vanderLuyden.

—¿Tienealgúnbastardo?—gritóMr.Sillerton

Jackson,aguzandoeloído.

Y en tanto Lefferts trataba de dar vuelta la pregunta con una risa, elancianocaballerolesusurróaArchereneloídoconsuvozcascada:

—Curiosos esos muchachos que siempre quieren poner las cosas en sulugar.Elquetienelospeorescocinerossiempredicequeloenvenenancuandocomefuera.PerodicenquehayrazonesapremiantesquejustificanladiatribadenuestroamigoLawrence:estavezsetratadeunamecanógrafa,meparece...

LaconversaciónpasabaporelladodeArchercomounríosinrumboquecorre y corre porque no sabe bien cómo parar. Veía, en las caras que lorodeaban,expresionesdeinterés,dediversiónyhastadejúbilo.Escuchabalarisadelosmásjóvenes,ylasalabanzasalMadeiradelosArcher,queMr.vanderLuydenyMr.Merrycelebrabanconairepensativo.Enmediodetodoeso,estaba nebulosamente consciente de una actitud generalizada de cordialidadhaciaél,comosilaguardiadelprisioneroqueélsentíaserestuvieratratandode suavizar su cautiverio; y la percepción aumentó su apasionadadeterminacióndeserlibre.

Al llegar al salón a reunirse con las señoras, sumirada se cruzó con losojos triunfantes de May, en los que leyó la convicción de que todo habíaresultado a lasmilmaravillas. Se levantó de su asiento al lado demadameOlenska,ydeinmediatoMrs.vanderLuydenhizoseñasalacondesaparaquesesentaraenunsofádoradodondeellaestabainstalada.Mrs.SelfridgeMerrycruzóostentosamentelasalaparareunirseconellas,yaArcherlequedóclaro

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que también aquí se tramabauna conspiraciónde rehabilitacióny olvidodeculpas.Lasilenciosaorganizaciónquemanteníaunidoasupequeñomundo,estabadeterminadaademostrarque jamás,niporunmomento, cuestionó lacorrección de la conducta de madame Olenska, como tampoco la felicidadconyugal de Archer. Todas esas personas amables pero inexorables estabanresueltamente empeñadas en aparentar, unos a otros, que nunca escucharon,sospecharon, o siquiera concibieron como una posibilidad, la menorinsinuaciónensentidocontrario;ydeestetejidodeelaboradodisimulomutuo,una vez más Archer concluyó que Nueva York creía que él era amante demadameOlenska.Captó el brillo de victoria en los ojos de sumujer, y porprimera vez comprendió que ella compartía tal creencia. El descubrimientoprovocó la carcajada de sus demonios internos, la que retumbó a pesar detodos sus esfuerzos por conversar del Baile Martha Washington con Mrs.Reggie Chivers y la joven Mrs. Newland. Y así transcurrió la noche,deslizándosecomounríoquehaperdidosurumboynosabecómoparar...

AladistanciavioquemadameOlenskasehabíalevantadoysedespedía.Sediocuentadequeenunmomentomássehabríaido,ytratóderecordarquélehabíadichodurantelacena;peronopudoacordarsedeunasolapalabradelaconversaciónquesostuvieron.EllasedirigióhaciaMay,conelrestodelaconcurrenciahaciendouncírculoasualrededoramedidaqueavanzaba.Lasdosjóvenesseestrecharonlasmanos, luegoMayse inclinóhaciaadelanteybesóasuprima.

—Nohaydudadequenuestraanfitrionaeslamáshermosadelasdos—oyóArcherqueReggieChiversdecíaentonobajoaMrs.Newland;yrecordólavulgarmofaquehicieraBeaufortacercadelainútilbellezadeMay.

Minutos después Archer estaba en el vestíbulo, poniendo la capa demadameOlenskaensushombros.

Enmediodetodasuconfusiónmental,habíaadoptadolaresolucióndenodecir nada que pudiera asustarla o molestarla. Convencido de que ningúnpoderpodríaahoradesviarlodesupropósito,encontrófuerzasparadejarquelosacontecimientostomaransupropiocamino.PerocuandoseguíaamadameOlenska al vestíbulo, pensó con súbita ansia en poder estar un momento asolasconellaenlapuertadesucarruaje.

—¿Tucocheestáaquí?—lepreguntó.

YenesemomentoMrs.vanderLuyden,aquienayudabanaponersesusmajestuosasmartascibelinas,dijoamablemente:

—NosotrosconduciremosaEllenasucasa.

ElcorazóndeArcherdiounbrinco,ymadameOlenska,sujetandosucapaysuabanicoconunamano,extendiólaotraaljoven.

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—Adiós—ledijo.

—Adiós...aunqueteveréprontoenParís—contestóArcherenvozalta,hastaleparecióquehabíagritado.

—Oh —murmuró la condesa—, ¡qué alegría que tú y May pudieranvenir...!

Mr.vanderLuydenseacercóadarlesubrazo,yArchersevolvióhaciaMrs. van der Luyden. Por un instante, en la densa obscuridad que reinabadentro del enorme landó, alcanzó a vislumbrar el difuso óvalo de una cara,unos ojos fijos que brillaban... y la condesa desapareció. Cuando subía losescalonessecruzóconLawrenceLeffertsquebajabaconsuesposa.LeffertstomóaArcherporlamangayloapartóparadejarpasaraGertrude.

—Oye, viejo, ¿te importaría insinuar solamente quemañana en la nochecenocontigoenelclub?¡Unmillóndegracias,eresunbuenamigo!Buenasnoches.

—Saliótodofantásticamentebien,¿noescierto?—preguntóMaydesdeelumbral de la biblioteca. Archer se levantó sobresaltado. En cuanto se huboalejado el último carruaje, subió a la biblioteca y se encerró allí, con laesperanzadequesumujer,quetodavíasepaseabaabajo,seiríaderechoasucuarto.Peroallíestaba,pálidayfatigada,peroirradiandolaficticiaenergíadequiensehasobrepuestoalcansancio.

—¿Puedoentraracomentarlocontigo?

—Porsupuesto,siasíloquieres.Perodebestenertantosueño...

—No,notengosueño.Megustaríaquedarmeaquícontigounrato.

—Muybien—respondióel joven,colocandounasillaparaellacercadelfuego.Maysesentóyélvolvióasusillón;peroningunohablódurantelargotiempo.Finalmente,Archerdijoentonobrusco:

—Yaquenoestáscansadayquieresconversar,hayalgoquedebodecirte.Tratédehacerlaotranoche...

Ellavolviórápidamentelamiradahaciaél.

—Sí,querido.¿Algopersonal?

—Algopersonal.Dicesquenoestáscansada;bueno,yosí.Horriblementecansado...

Enuninstante,ellaeratodaansiedadyternura.

—¡Oh,yoloveíavenir,Newland!¡Hasestadotrabajandoexcesivamente!

—Talvezseaeso.Detodasmaneras,quierodarleuncorte.

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—¿Uncorte?¿Piensasabandonarlasleyes?

—Pienso irme, como sea, de inmediato. En un viaje largo, lomás lejosposible...lejosdetodo...—Calló,conscientedehaberfalladoensuintentodehablarconlaindiferenciadelhombrequeansíauncambio,ysinembargoestádemasiado cansado para disfrutarlo. Por mucho que se esforzara, siemprevibrabalacuerdadelavehemencia.—Lejosdetodo...—repitió.

—¿Muylejos?¿Adónde,porejemplo?—preguntóMay.

—Oh,nosé.India,oJapón.

Ellapermaneciódepie,ycuandoArchersesentóconlacabezabajayelmentónapoyadoensusmanos,sintióelcálidoyfragantealientodeMayjuntoaél.

—¿Tan lejos? Pero me temo que no podrás, querido—le dijo con vozinsegura—,amenosquemellevescontigo.

—Yentonces,comoArcherseguíaensilencio,Maycontinuó,entonotanclaro, tranquilo y agudo que cada sílaba separada golpeó como un pequeñomartilloenelcerebrodesumarido:

—Siemprequelosmédicosmedejenviajar...,perocreoquenoloharán.Porque,Newland, estamañana confirmé algo que esperaba y ansiaba desdehacetantotiempo...

Ellacontemplóconunamiradadolorosa,yellasedesarmó,todainocenciayrosas,yescondiólacaraenlasrodillasdesuesposo.

—¡Oh,queridamía!—dijoeljoven,acercándolaaélmientrasdejabacaerunamanofríasobreloscabellosdeMay.

Hubounalargapausa,llenadaporlaestridentecarcajadadelosdemoniosinternos;luegoMayseliberódesusbrazosysepusodepie.

—¿Noadivinabas...?

—Sí...esdecir...no.Claroqueloesperaba...

Se miraron uno al otro durante un instante y nuevamente guardaronsilencio;luego,mirándolaalosojos,Archerlepreguntóabruptamente:

—¿Selodijisteaalguienmás?

—Sólo amamá, y a tumadre—calló, y luego agregó apresuradamente,mientrasunfuerteruborseextendíaportodosurostro—:Ytambién...aEllen.Recordarásquetedijequeunatardetuvimosunalargaconversación...yellafuetancariñosaconmigo.

—Ah—dijoArcher,sintiendoquesucorazóndejabadelatir.

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Advirtióquesumujerlomirabaconansiedad.

—¿Teimportaqueselohayadichoaellaprimero,Newland?

—¿Importarme?¿Porquédebería importarme?—hizoelúltimoesfuerzopor reponerse—.Peroeso fuehaceunosquincedías,¿noesasí?Meparecequedijistequesólohoytuvistelacerteza.

ElrubordeMaysevolviómásintenso,perolesostuvolamirada.

—No; todavíanoestabaseguraesedía,pero ledijeque loestaba. ¡Yyavesqueteníarazón!—exclamó,conlosojosazuleshúmedosdevictoria.

34

Newland Archer estaba sentado ante el escritorio de su biblioteca en lacalleTreintayNueveEste.AcababaderegresardeunaimportanterecepciónoficialporlainauguracióndelasnuevasgaleríasdelMuseoMetropolitano,yelespectáculodeaquellosdosgrandesespaciosenquesealmacenabaelbotínde todas las épocas, donde unamultitud elegante circulaba a través de unaserie de tesoros científicamente catalogados, oprimió de pronto unenmohecidoresortedesumemoria.

—Pero si esto solía serunade lasviejas salasdeCesnola—oyódecir aalguien.

Yalinstantetodosedesvanecióasualrededor,yseencontrósentadosoloenundurodivándecuero,apoyadocontraunradiador,mientrasunadelgadafiguraenvueltaenunlargoabrigodepieldefocasealejabaporlapobrementealhajada sala del viejo museo. La imagen despertó un sinnúmero de otrasasociaciones, y miró con nuevos ojos la biblioteca que, por más de treintaaños, había sido el escenario de sus solitarias meditaciones y de lasconfabulacionesdetodalafamilia.Erael lugardondesucedieronlamayoríadelascosasrealesdesuvida.Ahísumujer,cercadeveintiséisañosatrás,lehabía comunicado, con un ruborizado circunloquio que haría sonreír a lasjóvenesdelanuevageneración,lanoticiadequetendríaunhijo;yallísuhijomayor, Dallas, demasiado frágil para llevarlo a la iglesia a mediados deinvierno,había sidobautizadoporelviejoamigode la familia,elobispodeNueva York, el grandote, magnífico e irremplazable obispo, orgullo yornamento de su diócesis por largo tiempo.Allí Dallas caminó tambaleantepor el suelo gritando "papá", mientras May y la niñera reían detrás de lapuerta; allí su segunda hija, Mary (que era igual a su madre), anunció sucompromiso con elmás aburridoy fiable de los numerososhijos deReggieChivers;yallíArcherlabesóatravésdelosvelosdesutrajedenoviaantesde

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dirigirsealautoquelosllevaríaalaIglesiadelaGracia,porqueenunmundodondetodolodemáshabíatambaleadoensusbases,"labodaenlaIglesiadelaGracia"seguíasiendounainstitucióninamovible.

Era en la biblioteca donde conversaba conMay acerca del futuro de sushijos: los estudios de Dallas y de su hermano menor, Bill, la incurableindiferencia de Mary por el "intelecto", y su pasión por el deporte y lafilantropía,ylavagainclinaciónhaciael"arte"quealapostrehizoaterrizaralinquietoycuriosoDallasenlaoficinadeunprometedorarquitectodeNuevaYork.

LosjóvenesdelaépocaseemancipabandelDerechoylosnegociosparaemprendertodasuertedecosasnuevas.Sinolosabsorbíalapolíticaestatalola reforma municipal, tenían la oportunidad de dedicarse a la arqueologíacentroamericana, a la arquitectura o a la decoración, interesarse conentusiasmoyculturaporlosedificiosdesupropiopaísconstruidosantesdelaRevolución,estudiaryadaptar losestilosGeorgian,yprotestarcontraelusosin sentido de la palabra "colonial". En esos días nadie tenía casas"coloniales",exceptolosmillonariosabasterosdelossuburbios.

Peroporencimadetodo(avecesArcherloponíaporencimadetodo)fueenesabibliotecadondeelGobernadordeNuevaYork,unanocheenque,deregreso de Albany, llegó a cenar y a pasar la noche en la casa, miró a suanfitrión y le dijo, golpeando violentamente con el puño apretado sobre lamesaysosteniendosusanteojosentrelosdientes:

—¡Aldiablolospolíticosprofesionales!Túereslaclasedehombrequeelpaísnecesita,Archer.Sihayquelimpiarelestablo,sonloshombrescomotúlosquetienenquedarunamanoenlalimpieza.

"¡Hombres como tú!", la frase hizo enrojecer a Archer. ¡Con cuántaansiedad respondió al llamado!Eraun ecode aquella vieja peticióndeNedWinsettparaque searremangara lasmangasy semetieraen lamugre;peroestavezselodecíaunhombrequehabíadadoelejemplo,ycuyollamamientoaseguirloerairresistible.Archer,mirandohaciaatrás,noestabasegurodequehombres como él fueran lo que su país necesitaba, al menos en el servicioactivo al que Theodore Roosevelt apuntaba; de hecho, tenía motivos parapensarquenoeraasí,puesdespuésdeunañoenlaAsambleadelEstadonohabíasidoreelecto,ysehabíaretiradomuyagradecidoalobscuroaunqueútiltrabajomunicipal,ydeahíhabíapasadoalaredacciónocasionaldeartículosenunodelossemanariosreformistasquetratabandesacaralpaísdesuapatía.Era harto poco como para rememorarlo; pero cuando recordaba lasaspiraciones de los jóvenes de su generación y de su clase—ganar dinero,hacer deportes y vida social, mezquinos hábitos que limitaban su estrechavisióndelavida—,aunsupequeñacontribuciónalnuevoestadodecosasle

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parecióvaledera,asícomocadaladrillocuentaenunamurallabienconstruida.Habíaactuadopocoenlavidapública;siempreseríapornaturalezaunhombrecontemplativoyundiletante,graciasaquetuvograndescosasquecontemplar,grandescosas enquédeleitarse;y la amistaddeungranhombrequeera sufuerzaysuorgullo.Habíasido,enresumen,loquelagenteempezabaallamar"unbuenciudadano".EnNuevaYork,alolargodemuchosaños,todonuevomovimiento filantrópico,municipal o artístico, tomó en cuenta su opinión ybuscósuapoyo.Lagentedecía:"PregúntenleaArcher"cuandosetratabadehacerfuncionarlaprimeraescuelaparaniñosinválidos,reorganizarelMuseode Arte, fundar el Club Grolier, inaugurar la nueva Biblioteca, o poner enmarcha una nueva sociedad de música de cámara. Tenía los días llenos, yllenados decentemente. Pensaba que eso era todo lo que un hombre debíapedir.Había algo que sabía perdido: la flor de la vida. Pero lo considerabacomo algo tan inalcanzable e improbable, que lamentarse ahora habría sidocomodesesperarseporqueunonosesacóelprimerpremiodelalotería.Cienmillonesdeboletosen"su" lotería,yunsolopremio; lasuerte lehabíasidodecididamenteadversa.CuandopensabaenEllenOlenska,lohacíaenformaabstracta,serena,comosepuedepensarenalgúnamorimaginariodeunlibroodeuncuadro:ellahabíallegadoaserlaimagenqueabarcabatodoloqueélhabía perdido. Esa imagen, indefinida y tenue como era, le había impedidopensarenotrasmujeres.Habíasidoloquesellamaunmaridofiel;ycuandoMaymurió repentinamente deunaneumonía infecciosaque le contagiara elmenordesushijos,lallorósinceramente.Loslargosañosjuntoslemostraronqueno importamuchosielmatrimonioesundebermonótono, siemprequeconserveladignidaddeundeber:sinesoseconvierteenunasimplebatalladeinnoblesapetitos.Mirandoasualrededor,rindióhomenajeasupasado,yllorópor él.Al fin y al cabo, había cosas buenas en las antiguas costumbres.Alrecorrer con la mirada la habitación, redecorada por Dallas con grabadosingleses, vitrinas Chippendale, piezas escogidas de porcelana y lámparaseléctricas que daban una agradable luz, sus ojos se posaron sobre el viejoescritorio Eastlake del que nunca quiso desprenderse, sobre la primerafotografíadeMay,quetodavíapermanecíaensulugaralladodeltintero.

Allí estaba, alta, con su pecho redondo y esbelto, con su vestido demuselina almidonaday su sombrerodepajaque semovía con el viento, talcomolaviobajolosnaranjoseneljardíndelaMisión.Ytalcomolavieraesedíapermanecióellasiempre;nuncaexactamentealamismaaltura,peronuncamásabajo:generosa, leal, incansable;pero sinunagotade imaginación, tanincapaz de crecer que el mundo de su juventud cayó en pedazos y sereconstruyó a símismo sin que ella hubiera tenido noción del cambio.Estaresistenteybrillantecegueraguardósuhorizonteinmediatoaparentementesinalteración. Su incapacidad para reconocer los cambios hizo que sus hijos leocultaran sus ideas, tal como Archer le ocultaba las suyas; siempre hubo,

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desde el comienzo, una solidaria simulación de igualdad, una especie deinocente hipocresía familiar, a la que padre e hijos colaboraroninconscientemente.Y ellamurió pensando que elmundo era un buen lugar,llenodeamorydefamiliascariñosasyarmoniosascomolasuya,yseresignóa dejarlo porque estaba convencida de que, pasara lo que pasara, Newlandseguiría inculcando a Dallas los mismos principios y prejuicios que habíanmoldeadolasvidasdesuspadres,yqueDallasasuvez(cuandoNewlandlasiguiera) transmitiría el sagrado legado al pequeño Bill. Y a propósito deMary,estabatanseguradeellacomodesímisma.Demaneraque,habiendosalvado a Bill de la muerte arriesgando su propia vida, se fue tranquila aocupar su lugar en la cripta de losArcher en St.Mark, dondeMrs.Archeryacía liberada de la aterradora "tendencia" de la que su nuera jamás tuvoconciencia.Frenteal retratodeMayhabíaunodesuhija.MaryChiverseratanaltayrubiacomosumadre,perodetallelargo,pechoplano,yligeramenteencorvada, como requería la nuevamoda.Mary Chivers no hubiera podidorealizarsusextraordinariasproezasatléticasconlacinturadeveintepulgadasque la cinta azul claro de May Archer rodeaba con tanta facilidad. Y ladiferenciaparecíasimbólica;lavidadelamadrefuetanestrechamenteceñidacomo su figura. Mary, que no era menos convencional que ella, ni másinteligente,vivíasinembargounavidamáslibreyteníaideasmástolerantes.Tambiénhabíacosasbuenasenelnuevoorden.

SonóelteléfonoyArcher,apartandolamiradadelasfotografías,descolgóel auricular que estaba al alcance de su mano. ¡Qué lejos estaban los díascuandolaspiernasdelmensajeroconbotonesdebronceeranelúnicomediodecomunicaciónenNuevaYork!

—LlamandeChicago.

Ah,debía ser una llamadade largadistanciadeDallas, a quien su firmaenviara a Chicago para discutir el plan del palacio de Lakeside que iban aconstruir porordendeun jovenmillonario llenode ideas.La firma siempreencargabaaDallastalescomisiones.

—Aló, papá. Sí, soy Dallas. Mira, ¿qué te parecería embarcarte elmiércoles?EnelMauritania,sí,elmiércolesqueviene.Nuestroclientequierequeveaalgunosjardinesitalianosantesdetomarunadeterminación,ymehapedido queme suba de inmediato en el próximo barco. Tengo que estar devueltaelprimerodejunio...

Lavozfueinterrumpidaporunaalegrecarcajada.

—...así que tenemos quemovernos rápido. Papá, necesito tu ayuda, porfavorven.

ParecíaqueDallashablaraenelmismocuarto:lavozseoíatancercanay

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naturalcomosiestuvieraechadoensusillónfavoritofrentealfuego.

ElhechonohabríasorprendidoaArcher,pueslatelefoníaalargadistanciahabía llegado a ser algo tan corriente como la luz eléctrica y los viajes decincodíasparaatravesarelAtlántico.Perolarisasí losobresaltó;todavíaleparecía maravilloso que a través de todos aquellos miles de kilómetros delpaís,bosques,ríos,montañas,praderas,ciudadesruidosasymillonesdeseresocupados e indiferentes, la risa de Dallas pudiera significar: "Por supuesto,pase loquepase,deboregresarelprimero,porqueFannyBeaufortyyonoscasaremoselcinco".Volvióaescucharlavoz.

—¿Quelovasapensar?No,señor,niunminuto.Tienesquedecirsíahora.¿Por qué no, me gustaría saber? Si puedes dar una sola razón... No, ya losabía.Entoncesestamosdeacuerdo,¿eh?PorquecuentocontigoparatocareltimbreenlaoficinadelosCunardaprimerahorademañana;yesmejorquereserveselregresoenunbarcoquesalgadeMarsella.Papá,serálaúltimavezque estemos juntos, de esta manera... ¡Bien, bien! Ya sabía que podríasacompañarme.

Chicagocortó,yArcherselevantóycomenzóapasearseporelcuarto.

Seríalaúltimavezqueestuvieranjuntosdeaquellamanera:elmuchachotenía razón. Tendríanmuchos otros "momentos" después delmatrimonio deDallas,asupadrenolecabíaduda,puesamboshabíansidosiemprebuenoscamaradas,yFannyBeaufort,apesardeloquesepudierapensardeella,noparecíaquererinterferirenlaintimidadentrepadreehijo.Alcontrario,porloque había visto de ella, pensaba que sería fácil incluirla en el clan. Sinembargo, un cambio es un cambio, y las diferencias son las diferencias, yaunquesesentíamuyinclinadohaciasufuturanuera,eratentadoraprovecharestaúltimaocasióndeestarsoloconsuhijo.

No teníaningúnmotivoparanohacerlo, salvo laprofunda razóndequehabíaperdidolacostumbredeviajar.AMaynolegustabamoversemásqueporrazonesmuyválidas,comollevaralosniñosalaplayaoalamontaña;nopodíaimaginarotromotivoparadejarsucasadelacalleTreintayNueve,osuconfortablealojamientoenlaresidenciadelosWellandenNewport.DespuésqueDallassegraduó,ellapensóqueerasudeberviajarportresmeses;ytodala familia hizo el anticuado recorrido por Inglaterra, Suiza e Italia. Comotenían el tiempo limitado (nadie supo por qué) omitieron Francia. ArcherrecordabalarabiadeDallascuandoledijeronquecontemplaraelMontBlancenvezdeRheimsyChartres.PeroMaryyBillqueríaescalarmontañas,yyahabíanbostezadocomolocosenlasvisitasdeDallasalascatedralesinglesas;yMay, siempre justa con sushijos, insistió en el equilibrio entre susgustosatléticosyartísticos.EnrealidadpropusoquesumaridofueraaParísporunosquince días, y se juntara con ellos en los lagos italianos después que ellos

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"hubieranhecho"Suiza;peroArchernoaceptó.

—Seguiremosjuntos—dijo.

YlacaradeMayseiluminóalescucharlodartanbuenejemploaDallas.Desdesumuerte,casidosañosatrás,no tuvomotivosparacontinuarcon lamisma rutina. Sus hijos lo habían impulsado a viajar;Mary Chivers estabasegura de que le haría bien ir al extranjero y "ver las galerías". Loprofundamentemisteriosodeaquellacuralahacíaconfiarmásensueficacia.PeroArchersehabíadadocuentadequeestabaatrapadoporlacostumbre,losrecuerdos,yporunrepentinomiedoalascosasnuevas.

Ahora,revisandoelpasado,vioelprofundoabismoenquehabíacaído.Lomalo de cumplir con el deber era que éste aparentemente te imposibilitabapara hacer otra cosa. Al menos esa era la postura que los hombres de sugeneración habían adoptado. Las claras divisiones entre lo correcto y loincorrecto,honestoydeshonesto,respetableylocontrario,dejabanmuypocoespacio para lo imprevisto. Hay momentos en que la imaginación de unhombre,tanfácilmentesojuzgadaaloqueessuvida,súbitamentesealzaporencimadesunivelcotidiano,yescrutalaslargassinuosidadesdeldestino.LadeArchersealzótambién,ysehizoalgunaspreguntas...

¿Quéquedabadelpequeñomundoenquehabíacrecidoycuyasreglasloobligaronabajar lacabezaydejarseatar?RecordóunaburlonaprofecíadelpobreLawrenceLefferts expresadahacía años en esamismahabitación: "Silas cosas siguen a este ritmo, nuestroshijos se casarán con losbastardosdeBeaufort". Era justamente lo que el hijomayor deArcher, el orgullo de suvida,ibaahacer,ynadieseextrañabaniloreprobaba.LapropiaJaney,tíadelmuchacho,queestabaigualaloquefueraensuavejentadajuventud,sacólasesmeraldas y perlitas de su madre del rosado envoltorio en que estabancuidadosamenteguardadas,ylasllevóensusmanostorcidasalafuturanovia;y Fanny Beaufort, en lugar de parecer desilusionada porque no recibía un"juego"dealgúnjoyerodeParís,habíaprorrumpidoenexclamacionesporsuanticuadabelleza,ydeclaróquecuandolasusarasesentiríaunaminiaturadeIsabey.

FannyBeaufort,queaparecióenNuevaYorkalosdieciochoaños,despuésde la muerte de sus padres, se ganó el corazón de muchos, comomadameOlenskalohiciera treintaañosatrás;sóloqueenvezdedesconfiardeellaytenerlemiedo,lasociedadlaacogióalegrementecomoalgomuynormal.Erabonita, simpática e instruida: ¿qué más se podía pedir? Nadie fue losuficientemente estrecho de criterio como para remover en su contra los yaolvidadoshechosdelpasadodesupadreydesuorigen.SólolagentemayorrecordabaaquelhechotanobscuroenlavidadelosnegociosdeNuevaYorkcomofuelacaídadeBeaufort,oelhechodequedespuésdelamuertedesu

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esposasehubieracasadocalladamenteconlamalafamadaFannyRingyquehubieradejadoelpaísconsunuevaesposayunaniñitaqueheredólabellezadesumadre.MástardeseoyóhablardeélenConstantinopla,luegoenRusia;y unos doce años más tarde, atendía generosamente a los viajerosnorteamericanos en Buenos Aires, donde representaba a una importanteagenciadeseguros.Élysumujermurieronalláenmediodelaprosperidad;yundíasuhijahuérfanaaparecióenNuevaYorkacargodelacuñadadeMayArcher,Mrs.JackWelland,cuyomaridohabíasidonombradotutordelaniña.Elhecholediocalidaddeparentesco,casicomounaprima,conloshijosdeNewlandArcher,ynadiesesorprendiócuandoseanunciósucompromisoconDallas.

Nada podía dar más claramente la medida de la distancia que habíarecorridoelmundo.Lagentedeahoraestabademasiadoocupada—ocupadaconreformasy"movimientos",conloscaprichosdelamodaylosfetichesylas frivolidades— para molestarse por sus vecinos. ¿Y qué importaba elpasado de alguien, en el inmenso caleidoscopio donde todos los átomossocialesgirabanenelmismoplano?NewlandArchermiróporlaventanadelhotelhacialaimponentealegríadelascallesdeParís,ysintióquesucorazónlatíaconlaconfusiónylaansiedaddelajuventud.

Hacía tiempo que no se agitaba ni se encabritaba así bajo su ampliachaqueta, dejándolo al minuto siguiente con el pecho vacío y la frenteardiente.SepreguntabasifueasícomosecondujoeldesuhijoenpresenciadeMissFannyBeaufort,ydecidióqueno."Funcionaconlamismaactividad,sinduda,peroelritmoesdiferente",reflexionó,recordandolafríacalmaconqueeljovenhabíaanunciadosucompromiso,tomandocomounhechoquesufamilialoaprobaría."Ladiferenciaesquelosjóvenesdehoydanporseguroquevanaobtenertodoloquequieren,yquenosotrosdábamoscasiporseguroque no lo lograríamos. Sólo que, no sé si aquello de estar tan seguro deantemano,¿podrádeverdadhacerlatirelcorazóntanlocamente?",pensó.

Era el día siguiente a su llegada a París, y el sol primaveralmantenía aArcher asomado a su ventana abierta, que daba al plateado panorama de laPlaceVendóme.Unadelascosasqueestipulara,casilaúnica,cuandoaceptóviajar con Dallas, fue que, en París, no lo harían ir a ninguno de esosmodernoshoteles"palacios".—Ah,muybien,porsupuesto—dijoDallasdebuen grado—. Te llevaré a algún lugar anticuado pero sumamente alegre,comoelBristol,porejemplo.

Supadrequedósinhablaalescucharqueelquefueradurantesigloshogarde reyes y emperadores, era ahora considerado comouna anticuada posada,donde se iba por sus pintorescas incomodidades y nostálgico sabor local.Archerseimaginómuyamenudo,durantelosprimeroseimpacientesaños,laescenadesuregresoaParís;luegolaimagenpersonalsehabíadesvanecido,y

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simplemente trató de ver la ciudad como el entorno de la vida demadameOlenska.Enlasnochesquepermanecíasoloensubiblioteca,despuésquelafamiliasehabíaidoadormir,evocabaelradianteestallidodelaprimaveraenlas avenidas con los castaños de Indias, las flores y estatuas en los jardinespúblicos,elfugazaromadelaslilasenloscarretonesconflores,elmajestuosofluirdelríobajolosenormespuentes,ylavidadearteyestudiosyplaceresque llenaba a reventar cada arteria importante. Ahora tenía ante él elespectáculo en toda su gloria, y mientras lo contemplaba se sintió tímido,pasadodemoda,inadecuado:unamíserapartículagrisdehombrecomparadoconelinsensibleymagníficoindividuoquesoñóser...LamanodeDallasseapoyócariñosamenteensuhombro.

—Hola,padre;estoesalgomaravilloso,¿noesverdad?

Permanecieronunratoensilenciodisfrutandodelavista,yluegoeljovencontinuó:

—Apropósito,tengounmensajeparati:lacondesaOlenskanosesperaaambosalascincoymedia.

Lo dijo como al pasar, sin darle importancia, como quien comunica unainformacióncualquiera,comolahoraenquesaldríasutrenhaciaFlorencialanoche siguiente.Archer lomiró y creyó ver en sus alegres ojos jóvenes undestellodelamaliciadesubisabuelaMingott.

—Ah,¿no te lohabíadicho?—prosiguióDallas—.Fannymehizo jurarqueharíatrescosasenParís:conseguirlelapartituradelasúltimascancionesdeDebussy, ir alGrandGuignol y visitar amadameOlenska.Ella fuemuybuena con Fanny cuandoMr. Beaufort la mandó desde Buenos Aires a LaAsunción. Fanny no tenía ningún amigo en París, y madame Olenska fuecariñosaconellay lasacabaapasearencochelosdíasdefiesta.MeparecequefuegranamigadelaprimeraMrs.Beaufort.Yesprimatuya,además.Demodoquelallaméenlamañana,antesdesalir,yledijequeestábamosaquíporunpardedíasyquequeríamosverla.

Archerseguíamirándolofijo.

—¿Ledijistequeyoestabaaquí?

—Porsupuesto,¿porquéno?

Dallasenarcó lascejasconexpresióndeextrañeza.Luego,alnoobtenerrespuesta, tomó a su padre del brazo, y apretándolo le dijo en tonoconfidencial:

—Dime, papá, ¿cómo era?—Archer se sintió enrojecer bajo la abiertamiradadesuhijo.—Vamos,confiésalo:ustedesfuerongrandesamigos,¿noescierto?¿Verdadqueeraincreíblementebonita?

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—¿Bonita?Nosé.Eradiferente.

—¡Ah, ahí tienes! Eso es lo que sucede siempre, ¿no es así? Cuandoaparece, es diferente, y no sabes por qué.Es exactamente lo que siento porFanny.

Supadreretrocedióunpaso,ysesoltódesubrazo.

—¿Lo que sientes por Fanny? Pero, querido muchacho, ¡así lo espero!Sóloquenoveo...

—¡Déjatedecosas,papá,noseasprehistórico!¿Nofueella...unavez...tuFanny?

Dallaspertenecía en cuerpoy almaa lanuevageneración.Era el primerhijodeNewlandyMayArcher,sinembargonuncafueposibleinculcarlenilamásmínimareserva.

"¿Para qué tantomisterio?Lo único que se logra es que la gente quieradescubrirlo",objetabacadavezqueleimponíandiscreción.

PeroArcher,mirándoloalosojos,vioelcariñofilialbajosutonoburlón.

—¿MiFanny...?

—Bueno,lamujerporquienhubierasechadotodoporlaborda;sóloquenolohiciste—continuósusorprendentehijo.

—Nolohice—repitióArcherconciertasolemnidad.

—No:fuistemuyanticuado,miviejoquerido.Peromamámedijo...

—¿Tumadre?

—Sí, el día antes demorir. Fue cuandomemandó llamar amí solo, ¿teacuerdas?Dijoqueellasabíaqueestábamosseguroscontigo,yquesiempreseríaasí,porqueunavez,cuandoellatelopidió,túrenunciastealoquemásquerías.

Archerrecibióestaextrañainformaciónensilencio.Susojosenceguecidosseguíanfijosenlaasoleadaplazabajolaventana.Alcabodeunrato,dijoenvozbaja:

—Nuncamelopidió.

—No,mehabíaolvidadoqueustedesnuncasepidieronnadaunoalotro,¿no es verdad?Y tampoco se contaron nada. Simplemente se sentaban y semiraban, y adivinaban lo que pasaba en su interior. ¡Realmente un asilo desordomudos! Bueno, aplaudo a tu generación por haber conocido más lospensamientos privados del otro, ya que nosotros no tenemos tiempo paradescubrir ni siquiera lo que hay dentro de nosotros mismos. Oye, papá—

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exclamóDallas—, ¿estás enojado conmigo? Si es así, vamos a almorzar alHenriparareconciliarnos.

Archer no acompañó a su hijo a Versalles. Prefería pasar la tarde solo,vagandoporParís.Teníaqueenfrentarsedeinmediatoconlosremordimientosacumuladosylosrecuerdosborradosdeunavidadesilencio.ProntodejódelamentarlaindiscrecióndeDallas.Sintióquelequitabanunaataduradeacerodelcorazónalsaberque,despuésdetodo,alguienhabíaadivinadoylehabíatenidocompasión...Yqueesealguienhubierasidosumujer,loconmoviódemanera indescriptible. Dallas, con toda su cariñosa perspicacia, jamás lohubieraentendido.Nohabíadudadequeparaeljovenelepisodioerasólounhechopatéticodevanafrustración,deesfuerzosmalgastados.Pero,¿fuesóloeso?ArchersequedólargoratosentadoenunbancoenlosCamposElíseos,reflexionando,entantoeltorbellinodelavidaseguíagirando...

Unaspocascallesmásallá,aunaspocashorasdedistancia,EllenOlenskaesperaba. Nunca volvió con su marido y cuando éste murió, hacía algunosaños, no cambió su manera de vivir. Ahora no había nada que separara aArcherdeella,yesatardeibaaverla.SelevantóycaminóporlaPlazadelaConcordiaylosjardinesdelasTulleríasrumboalLouvre.Lacondesaledijounavezqueibamuchoaeselugar,y tuvoelcaprichodepasarel tiempodeesperaenunsitiodondepudierapensarqueellahabíaestadorecientemente.Durantemás de una hora vagabundeó de galería en galería enmedio de ladeslumbranteluzdelatarde,yunoaunoloscuadrosselepresentabanentodosu casi olvidado esplendor, llenando su alma con los profundos ecos de labelleza. Después de todo, su vida había estado tan privada de amor... Desúbito,anteunfulguranteTiziano,seencontródiciendo:

—¡Perosisólotengocincuentaysiete!

Yentoncessediomediavueltaysefue.

Erademasiadotardeparaaquellossueñosdeverano;perociertamentenoparaunaserenacosechadeamistad,decamaradería,enlabenditaquietuddesucercanía.

Regresóalhotel,dondedebíaencontrarseconDallas;yjuntosvolvieronaatravesar la Plaza de la Concordia y a cruzar el puente que conduce a laCámaradeDiputados.Dallas,sintenerideadeloquepasabaporlamentedesupadre,charlabaconexcitaciónydetalladamenteacercadeVersalles.Sólohabíatenidoelprimeratisbodellugar,duranteunviajedevacacionesenquetratódeacumulartodoslospaisajesdequetuvoqueprivarsecuandodebióircon la familia a Suiza; y un tumultuoso entusiasmo unido a un criticismobastante engreído tropezaban uno con otro en sus labios. Escuchándolo,Archer sintió que aumentaba en él su sensación de falta de adaptación y deexpresividad.Elmuchachoerasensible, losabía;pero tenía la facilidady la

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confianzaensímismoprovenientedemiraraldestinonocomoaunamosinocomo a un igual. "Eso es: se sienten iguales a las cosas, saben cómomanejarlas", reflexionó, pensando en su hijo como el portavoz de la nuevageneraciónquehabíabarridocon todas lasviejasmarcas,arrasando tambiénconlospostesseñalizadoresylossignosdepeligro.

DerepenteDallassedetuvoenseco,apretandoelbrazodesupadre.

—¡Oh,porJúpiter!—exclamó.

Habían salido a la gran explanada plantada de árboles frente a losInválidos.La cúpula deMansart parecía flotar etérea sobre las copas de losárboles y el largo frente gris de los edificios; atrayendohacia ella todos losrayosdeluzdelatarde,colgabaallícomoelsímbolovisibledelagloriadelaraza.ArchersabíaquemadameOlenskavivíaenunaplazacercadeunadelasavenidasquenacíancomorayosdelosInválidos;yhabíaimaginadounbarrioquieto y algo obscuro, olvidando el resplandor central que lo iluminaba.Ahora,poruncuriosoprocesodeasociaciones,esa luzdoradafueparaél lagrandiosailuminaciónenqueellavivía.Porcercadetreintaaños,lavidadelacondesa—delacual,extrañamente,élsabíatanpoco—habíatranscurridoenestaricaatmósferaqueArcheryasentíacomodemasiadodensaynoobstantedemasiadoestimulantepara suspulmones.Pensóen los teatrosaquehabríaido,loscuadrosquehabríaobservado,lassobriasyespléndidascasasantiguasque habría frecuentado, la gente con la que habría conversado, el incesantemovimientodeideas,curiosidades,imágenesyasociacionesplanteadasporlaintensidad de una estirpe intensamente social dentro de un marco decostumbresinmemoriales;einesperadamenterecordóaljovenfrancésqueunavezledijera:"Ah,unabuenaconversación,¿hayalgomejor?"

Archer no volvió a ver aM. Riviére, ni oyó hablar de él, por cerca detreinta años; y ese hecho daba la medida de su ignorancia acerca de laexistenciademadameOlenska.Másdelamitaddelavidalosseparaba,yellahabíapasadoeseintervaloentregentequeélnoconocía,enunasociedadqueapenas intuía, en condiciones que nunca podría comprender enteramente.Duranteaquel tiempo, élviviócon su juvenil recuerdodeella;peroella sinduda tuvo otra compañía más tangible. Quizás también guardó su recuerdocomoalgoespecial:perosilohizo,debiósercomounareliquiadentrodeunapequeñacapillaobscura,dondenohabíatiempopararezartodoslosdías...

Habían atravesado la Plaza de los Inválidos, y caminaban por una callemuy transitadaquebordeabael edificio.Eraunbarrio tranquilo,despuésdetodo,apesardesuesplendorysuhistoria;yesehechodabaunaideadelasriquezas a que París podía recurrir, ya que escenas como aquella estabanreservadasalaminoríayalinsignificante.

Eldíasedesvanecíaenunasuaveyvagaresolana,agujereadaaquíyallá

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por una amarillenta luz eléctrica, y había pocos transeúntes en la pequeñaplazaaquehabíanllegado.Dallassedetuvootravez,ymiróhaciaarriba.

—Debeserahí—dijo,deslizandosubrazopordebajodeldesupadre,conun ademán que la timidez de Archer no pudo rechazar; y permanecieronambosdepiemirandohacialacasa.

Eraunedificiomoderno,sincarácterdistintivo,peroconmuchasventanas,y con agradables balcones en su amplio frente color crema. En uno de losbalconesdemásarriba,quecolgabaporencimadelascopasredondeadasdeloscastañosdeIndiasdelaplaza, lostoldillosaúnestabanbajos,comosielsolacabaradeabandonarlo.

—¿Cuálpisoserá...?—conjeturóDallas;yacercándosealaporte-cochéremetió la cabeza dentro de la ventanilla del portero, y volvió diciendo—:Elquinto.Debesereldeltoldo.

Archer se quedó inmóvil, contemplando las ventanas de arriba como sihubieraalcanzadoelfinaldesuperegrinaje.

—Sabes, son cerca de las seis—le recordó al cabo de unosminutos suhijo.

Elpadremiróunbancovacíobajolosárboles.

—Creoquemesentaréallíunmomento—dijo.

—¿Porqué?¿Notesientesbien?—exclamósuhijo.

—Oh,perfectamentebien.Peroquisieraquesubierassinmí,porfavor.

Dallasseparófrenteaél,visiblementesorprendido.

—Pero,papá,¿estosignificaquenoquieressubir?

—Nolosé—dijoArcherlentamente.

—Sinosubes,ellanoloentenderá.

—Anda,hijomío;talveztesiga.

Dallasleclavóunalargamiradaatravésdelaluzdelcrepúsculo.

—¿Peroquédiabloslevoyadecir?

—Hijo,túsiempresabesquédecir—replicósupadreconunasonrisa.

—Estábien.Lediréqueeresunanticuado,queprefieresubircincopisosapieporquenotegustanlosascensores.

Supadrevolvióasonreír.

—Dilequesoyanticuado,conesobasta.

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Dallasvolvióamirarlo,yluego,conungestodeincredulidad,desapareciódesuvistabajoelabovedadoportal.

Archersesentóenelbancoysiguiómirandoelbalcóndeltoldillo.Calculóeltiempoquedemoraríasuhijoenllegaralquintopisoenelascensor,tocareltimbre, y ser introducido al vestíbulo, y luego escoltado hasta el salón. SeimaginóaDallasentrandoenesecuartoconsupasorápidoyseguroyconsuencantadorasonrisa;ysepreguntósilagenteteníarazóncuandodecíaquesuhijo"habíasalidoaél".Despuéstratódeveralaspersonasyaenelsalón—porqueprobablementeaesahoraenqueserecibíanvisitasdebíahabermásdeuna y entre ellas a una damamorena, pálida, de pelo negro, que lomiraríavivamente, casi levantadade su asiento, y extendería unamano largay finacon tresanillosensusdedos...Pensóqueestaríasentadaenunsofá juntoalfuego,ytrasellaunamesaconungranramodeazaleas.

—Esmásrealparamídesdeaquíquesihubierasubido—seoyódecirdesúbito.

Yelmiedodequeaquellaúltimasombraderealidadperdierasucontorno,lomantuvopegado a su asiento amedidaque losminutospasabanuno trasotro.

Permanecióasímuchotiempomientraselcrepúsculosehacíamásdenso,sinquitarlosojosdelbalcón.Hastaquebrillóunaluzatravésdelasventanas,yunmomentodespuésunsirvientesalióalbalcón,levantóeltoldillo,ycerrólospostigos.

Entonces,comosihubierasidolaseñalqueesperaba,NewlandArcherselevantólentamenteyregresócaminando,solo,asuhotel.