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LA EMPRESA Y EL MEDIO AMBIENTE Además de los sistemas de producción y desarrollo promovidos empresarialmente, independiente cual sea su objeto comercial, es importante considerar su relación con el medio ambiente. Esta relación es directa en cuanto refiere a los impactos que producen los sistemas antes mencionados interna y externamente. Las empresas en cada una de sus áreas ya sean estas administrativas, de producción, ventas, servicio al cliente, entre otras en el desarrollo de su acción generan productos residuales que deben ser considerados como parte integral de ella. Aunque el tema ha sido ampliamente debatido y analizado lastimosamente aún no ha sido incorporado empresarialmente, aun es común encontrar empresas cuyas políticas de desarrollo y operativa ni siquiera mencionan el uso responsable de sus residuos que además y dicho sea de paso dependiendo del objeto empresarial son tóxicos y altamente dañinos del medio ambiente. Sin ir más lejos, en la ciudad de Bogotá el rio del mismo nombre que ha ostentado el penoso primer lugar de los ríos más contaminados en el mundo, a partir de su nacimiento en el municipio de Villapinzón (Cundinamarca), recibe los residuos contaminantes de las curtiembres artesanales que vierten desechos tóxicos ante la mirada inoperante e incompetente de las autoridades que promueven medidas básicas e inviables para sancionar a los responsables de esta contaminación, sin embargo la solución a esta problemática es compleja, pues la aplicación de medidas o sanciones generalmente no es aceptada ni mucho menos acatada por la población que vive de la industria del cuero como única opción de empleo e ingreso económico. Esta grave situación es solo la primera de las muchas que afectan al rio en su recorrido de cerca de 380 kms, más adelante en la cuenca central el desarrollo industrial de la provincia de Sabana Central introduce una alta cuota de contaminación en el río que a su paso por Bogotá recibe tres de sus principales afluentes los cuales descargan las aguas residuales provenientes de la ciudad: el Rio Salitre, el río Fucha y el río Tunjuelo.

La empresa y el medio ambiente

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LA EMPRESA Y EL MEDIO AMBIENTE

Además de los sistemas de producción y desarrollo promovidos empresarialmente, independiente cual sea su objeto comercial, es importante considerar su relación con el medio ambiente. Esta relación es directa en cuanto refiere a los impactos que producen los sistemas antes mencionados interna y externamente.

Las empresas en cada una de sus áreas ya sean estas administrativas, de producción, ventas, servicio al cliente, entre otras en el desarrollo de su acción generan productos residuales que deben ser considerados como parte integral de ella.

Aunque el tema ha sido ampliamente debatido y analizado lastimosamente aún no ha sido incorporado empresarialmente, aun es común encontrar empresas cuyas políticas de desarrollo y operativa ni siquiera mencionan el uso responsable de sus residuos que además y dicho sea de paso dependiendo del objeto empresarial son tóxicos y altamente dañinos del medio ambiente.

Sin ir más lejos, en la ciudad de Bogotá el rio del mismo nombre que ha ostentado el penoso primer lugar de los ríos más contaminados en el mundo, a partir de su nacimiento en el municipio de Villapinzón (Cundinamarca), recibe los residuos contaminantes de las curtiembres artesanales que vierten desechos tóxicos ante la mirada inoperante e incompetente de las autoridades que promueven medidas básicas e inviables para sancionar a los responsables de esta contaminación, sin embargo la solución a esta problemática es compleja, pues la aplicación de medidas o sanciones generalmente no es aceptada ni mucho menos acatada por la población que vive de la industria del cuero como única opción de empleo e ingreso económico. Esta grave situación es solo la primera de las muchas que afectan al rio en su recorrido de cerca de 380 kms, más adelante en la cuenca central el desarrollo industrial de la provincia de Sabana Central introduce una alta cuota de contaminación en el río que a su paso por Bogotá recibe tres de sus principales afluentes los cuales descargan las aguas residuales provenientes de la ciudad: el Rio Salitre, el río Fucha y el río Tunjuelo.

Entre la desembocadura del Juan Amarillo hasta el salto del Tequendama, el Bogotá se considera un río muerto pues no posee vida macrobiótica alguna. Son variadas las causas: A la carga de desechos biológicos e industriales aportada por alrededor de ocho millones de habitantes tanto de la capital como de los municipios de la Sabana, en este tramo el río es un típico río de planicie, con un mínimo de velocidad lo que acentúa su septicidad y hace prácticamente imposible la autodepuración para las altísimas cargas orgánicas que recibe. En este tramo las aguas no poseen oxígeno.

La responsabilidad de semejante situación, se asienta en cada uno de nosotros, en cada uno de los 40 millones de colombianos, especialmente en los cerca de 10 millones de cundinamarqueses y bogotanos que aportamos de una u otra manera a la realidad.

Las empresas como parte de este gran conglomerado de actores incidentes debe focalizar su engranaje operacional y cotidiano en procura de acciones que gradualmente incorporen medidas de protección del medio ambiente, de sus entornos geográficos y humanos, teniendo en cuenta que los impactos son de carácter desastroso e irreversible.

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Así, entonces solo resta la formulación de preguntas que como inicio de sensibilización genera esta reflexión, ¿Cuál entonces nuestro papel como habitantes de la ciudad? ¿En el marco del DEBER SER, de los ingenieros industriales, cual entonces es nuestra responsabilidad? ¿Qué medidas se pueden implementar desde nuestro quehacer profesional? ¿De qué manera, estamos formados y apropiados en el tema? ¿Podría pensarse en el papel de las universidades respecto al tema? ¿Tal vez una materia o una cátedra al respecto en los procesos de formación profesional? Tal vez todo inicie si solo cada uno de nosotros realiza un proceso más consciente de reciclaje en nuestra casa, en nuestro lugar de trabajo. Como dije antes hay que mantener viva la reflexión. La pregunta y el hacer, para que no muera como nuestro rio, el rio Bogotá, el de los bogotanos.