La Escuela Católica Como Atrio de Los Gentiles

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    Un joven profesor imparte una clase

    esde el Con-cilio VaticanoII, la Iglesia

    católica ha participado en el diá-logo con tradiciones cristianasdistintas y con otras religiones.Pero se había echado en falta unforo ocial para la discusión conlos no creyentes. El “Atrio de losGentiles” 

    , una iniciativa puesta enmarcha por el Papa Benedicto XVIcomo un camino para estimular eldiálogo con el ateísmo, ofrece a laIglesia una oportunidad para vol-ver a considerar el objetivo de sumisión en una sociedad pluralista.Este artículo ofrece una reexiónsobre cómo la idea de un “atrio”podría aplicarse a la escuela cató-lica.

    El uso del término “atrio” pue-de parecer extraño, por lo que es

    importante examinar primero loque signica realmente. La no-ción de “atrio”, como la concretóel Papa Benedicto en este con-texto, tiene profundas raíces enel judaísmo, donde se señaló unespacio físico denido dentro deltemplo de Jerusalén –conocidocomo “atrio de los gentiles”– parapermitir a los no judíos (los gen-

    tiles) rezar, formular preguntas alos rabinos o simplemente buscarla presencia de un Dios al que aúnno conocían.

    También hemos de conside-rar por qué el Papa Benedicto

     juzgó apropiado usar la imagendel “atrio de los gentiles” parareejar el llamamiento del Con-cilio Vaticano II a la Iglesia para

    El autor propone aplicar a las escuelas católicas la pers-pectiva propia del "atrio de los gentiles". Su propuesta, ba-sada en la experiencia cultural y religiosa del Reino Unido,puede enriquecer y reforzar la educación en otros contex-tos

          A

         n       á       l      i     s      i     s

    DPor Leonardo Franchi. Director de la St. Andrew's Foundation para la Educación Católicadel Profesorado. Universidad de Glasgow, Escocia

    La escuela católicacomo "atrio de los gentiles"

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    bueno, lo verdadero y lo bello. Larazón, junto con la fe, hace quelas escuelas católicas sean muchomás que lugares donde se reúnen

     jóvenes católicos, con ser estoimportante. Para ser precisos,la invitación del Papa Benedicto

    a un “auténtico humanismo” esuna llamada a todas las escuelas,colegios y universidades –y no

    sólo católicas– a no ser simplescampos de entrenamiento dondese enseñan ciertas habilidades,sino lugares privilegiados de un“encuentro” encuentro con una

    herencia intelectual y culturalexpresa: “De hecho, promover unnuevo humanismo requiere una cla-ra comprensión de lo que esta “nove-dad” encarna actualmente. Lejos de ser fruto de un deseo supercial denovedad, la búsqueda de un nuevohumanismo debe tomar seriamenteen cuenta el hecho de que Europaestá experimentado hoy un cambiocultural masivo, en el que los hom-bres y las mujeres son cada vez más

    encontrar caminos que permitana los cristianos celebrar encuen-tros provechosos con personasde otras religiones, o de ninguna.Quizá la imagen del “atrio de losgentiles” sea “un” camino paraque la Iglesia trabaje en lo que se

    llama “pre-evangelización”, enla que el diálogo sobre la religiónen general –y sobre el cristianis-mo en particular– secontempla como elprimero de otros mu-chos pasos conducen-tes a la aceptación delEvangelio cristiano.

    Emergencia educativa.  Nos ha-llamos en la feliz situación de te-ner muchas intervenciones inte-resantes del Papa Benedicto sobre

    el tema de la educación. Cuandoestudiamos esta serie de discur-sos e intervenciones ante diver-sos públicos, advertimos el deseode encontrar las vías adecuadaspara acercarse a otras manerasde pensar. El argumento educa-cional clave del Papa Benedictoes que sólo encontrando una rela-ción debidamente equilibrada en-tre fe y razón se puede ayudar ala cultura contemporánea a salirde lo que él llama la “emergenciaeducativa”. Esta expresión alude

    al hecho de que no pocas inicia-tivas educativas tienen en nues-tros días una visión muy limitadade la verdadera naturaleza de lapersona humana y de la sociedad.En opinión de Benedicto, todaslas formas de escolarización, y nosolamente las escuelas católicas,han de tener en cuenta la dimen-sión religiosa y moral de la per-sona humana. Partiendo de estepunto de partida, llegamos inevi-tablemente a la cuestión educa-cional básica en nuestro tiempo:¿qué signifca ser una personahumana?

    Mientras se reconoce el “atrio”como punto de encuentro paradebates y relaciones entre la fe yla razón en la vida pública, hastaahora apenas se ha reconocidoexplícitamente la posibilidad deuna relación entre las ideas quesubyacen al “atrio de los gentiles”

     y la educación católica. ¿Es posi-ble ver en el “atrio” un modelo de

    cómo podrían operar las escuelascatólicas? Con el fn de respondera esta cuestión, es importante re-exionar un poco sobre la idea deun “autentico humanismo”.

    Auténtico humanismo. El huma-

    nismo auténtico, enraizado en lanoción de persona humana comounión de un cuerpo físico y un

    alma inmortal, es una posiciónantropológica específca, que nosayuda a entender mejor lo quesignifca la educación católica.El Papa Benedicto destacaba al-

    gunos principios importantesdel auténtico humanismo en unaalocución de amplio espectro di-rigida a profesores universitariosen Roma el 23 de junio de 2007.

    En este discurso, de conte-nido más general, argumentóconvincentemente a favor de larecuperación de una inteligen-cia más profunda de la “razón”como facultad dada por Dios quenos ayuda a todos a encontrar lo

    Las escuelas han de ser lugares privilegiados de unencuentro con una herencia intelectual y cultural expresa

    "Emergencia educativa": se difunde una visión limitada sobre la naturaleza de la persona

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    Educación católica

    cultural católico, siendo a la vezun espacio abierto y “cómodo”para los que pertenecen a otratradición?

    Una reexión cuidadosa y pro-funda sobre el modelo del “atrio”nos conere la libertad intelec-

    tual de volver a pensar cómopuede la escuela católica jugarun papel efectivo en una socie-dad plural. No importa cuál sea eltipo de escuela católica; siempredebería haber algo especíco ensus programas y en su pedagogía.

    Como hemos visto, el “atrio”valora todas las formas de diálogoentre cristianos y quienes man-tienen otras posiciones religiosas

     y losócas. En esta y en otrasaéreas de debate, un diálogo fruc-tífero requiere un conocimiento

    claro de nuestras propias tradicio-nes losócas, culturales y teoló-gicas, así como el compromiso depresentar esta perspectiva espe-cíca a una variedad de audien-cias. En otras palabras, el plan deestudios de la escuela católica esun vehículo para la comunicacióndel pensamiento católico acerca detodo un abanico de materias.

    En términos pedagógicos, laeducación católica debería ser en-tendida como un proceso para latransmisión de tradiciones intelectua-les compartidas. La educación ca-tólica, actuando como el custodiode las tradiciones educacionalesdel occidente, conservará esta pe-dagogía tradicional como un don,tanto para la presente generaciónde educadores como para las ge-neraciones futuras. Esta aproxi-mación pedagógica se articula entodo el programa de estudios, yexige profesores que reconozcanel valor de nuestro patrimonio cul-tural para el desarrollo integral dela gente joven. Una pedagogía detransmisión uye y se inspirada apartir de la necesidad humana deapoyarse en otros para encontrarayuda y guía: es un reconocimien-to de nuestra dependencia mutua,que une a las generaciones. Es unapedagogía enraizada en el “autén-tico humanismo”.

     Formación religiosa.  Centrán-donos ahora en la formaciónreligiosa de nuestros jóvenes,

    El Papa Francisco procurareforzar la concepción de laescuela católica como un lugarde diálogo

    Un grupo de alumnos, durante un debate escolar 

    Concilio Vaticano II, nos ofrece unmodelo de Iglesia dinámico, y noestático; ofrece de forma escuetaun amplio ámbito para el diálogocon los que no forman parte de laIglesia pero desearían saber másacerca del patrimonio intelectual

     y cultural del que la Iglesia es cus-todia.

    Proponer la escuela católicacomo una forma actual de “atrio”,nos permite concebir la escue-la católica como lugar donde sepueden encontrar las tradiciones

     y concepciones del cristianismo.Este patrimonio doctrinal com-prende no solamente la tradiciónteologica católica, sino que inclu-

     ye los logros humanos en las artes y las ciencias.

    Escuela católica y sociedad plu-ral.  Con el n de que las escue-las católicas cumplan en todo elmundo su importante misión,necesitamos reexionar cuidado-samente sobre cómo actúan nues-tras escuelas católicas, cuandotantos alumnos son católicos nopracticantes o pertenecen a otrastradiciones religiosas. ¿Cómopuede la escuela católica seguirconservando y transmitiendo eldepósito de la fe  y el patrimonio

    conscientes de que están llamados acomprometerse activamente a forjar su historia. Históricamente, el huma-nismo se desarrolló en Europa gra-cias a la interacción fructuosa entrelas diversas culturas de sus pueblos y la fe cristiana. Hoy Europa debeconservar y recuperar su auténticatradición, si quiere permanecer fela su vocación de cuna del humanis-mo”   (Benedicto XVI, discurso alos participantes en el Encuentroeuropeo de profesores universi-tarios, 23 de junio de 2007).

    El compromiso del Papa Bene-dicto con un “auténtico huma-nismo” servirá como clave en laintersección entre las ideas del“atrio” y el mundo de las escue-las católicas. Para desarrollar esteaspecto, nuestro planteamientoacerca de las escuelas católicas hade ponerse en relación con unacomprensión auténticamente ca-tólica de la Iglesia como commu-nio. Esta importante idea teoló-gica, central en la enseñanza del

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    una contribución decisiva de laescuela católica a la nueva evan- gelización , de la tanto oímos ha-blar, reside precisamente en suapertura a la trascendencia y, demanera sustancial, en su pecu-liar acercamiento a la educación

    religiosa (para la Iglesia contem-poránea, la nueva evangelización se reere al esfuerzo por llevarel Evangelio al corazón de paísestradicionalmente católicos; nose reere al trabajo misioneroen lugares donde el Evangelionunca ha echado raíces). La pe-dagogía de la transmisión, comose ha denido más arriba, cuan-do se aplica a los programas deeducación religiosa en la escuelacatólica, explica su lugar comomateria sistemática y teológica-mente robusta en cualquier sis-tema académico riguroso. Unabreve ilustración mostrará loque quiero decir.

    El objetivo principal de la edu-cación religiosa en la tradicióncatólica es profundizar el cono-cimiento de la tradición cristiana

     y católica en losofía y teología, y mostrar cómo estos sectoresfundamentales del conocimien-to están relacionados, inuyen yresponden a desarrollos cultura-les más amplios. Intenta ofreceren la escuela formación en la fe aestudiantes que ya eran católicospracticantes, y simultáneamen-te, servir a la nueva evangelización mediante la oferta del estudio dela tradición católica a los que handejado de practicar, o nunca hanpracticado la fe católica.

    Es importante no malinterpre-tar esta visión de la educación re-ligiosa, como si equivaliera a undebilitamiento de la fe católica.Al ampliar el abanico de los pro-

    gramas de la educación religiosapara afrontar los retos culturalesque plantea la sociedad secular,deberíamos ofrecer una educa-ción religiosa más rme, que pre-para a nuestros jóvenes para jugarun papel relevante en el mundo,como laicos conados y bien for-mados. El beato John Henry New-man subrayó en una ocasión quequería un laicado bien formado: yeste es el único camino para con-seguirlo.

    Fidelidad y diálogo.  Para con-cluir, este artículo ha mantenidoque las ideas contenidas en el“atrio de los gentiles” ofrecen ala educación católica un medioinnovador para dirigirse a los queestán relacionados con otros mo-

    dos de pensar. El Papa Franciscoha hecho intentos similares parareforzar la concepción de la es-cuela católica como un lugar dediálogo. En su discurso ante laplenaria de la Congregación parala Educación Católica, en febrerode 2014, armó lo siguiente so-bre la educación: “Jesús comenzóa anunciar la buena nueva en la ‘Ga-lilea de los gentiles’, encrucijada de personas de diferentes razas, cultu-ras y religiones. Este contexto se pa-rece en ciertos aspectos al mundo de

    hoy. Los profundos cambios que hanllevado a la difusión cada vez másamplia de sociedades multiculturalesexigen a quienes trabajan en el sectorescolar y universitario implicarse enitinerarios educativos de confronta-ción y diálogo, con una fdelidad va-liente e innovadora que conjugue laidentidad católica con las distintas‘almas’ de la sociedad multicultural.Pienso con aprecio en la contribuciónque ofrecen los institutos religiosos y las demás instituciones eclesialesmediante la fundación y la gestiónde escuelas católicas en contextosde acentuado pluralismo cultural yreligioso”   (Francisco, discurso alos participantes en la plenariade la Congregación para la Edu-cación Católica, 13 de febrero de2014).

    Si reunimos el pensamientodel Papa Benedicto y del PapaFrancisco, vemos que revitalizarla concepción de la escuela ca-tólica refuerza sus credencialesacadémicas, y ofrece un nuevo

    modo de “hablar” a los que de-enden otras visiones del mun-do. Ambos elementos deben ca-minar juntos. Igual que el “atriode los gentiles” busca activa-mente promover espacios abier-tos al encuentro con personasde diferentes planteamientos,una escuela católica inspiradapor los mismos principios actua-ría como un lugar de encuentrodonde personas con diferentesperspectivas pueden reunirse y

    compartir experiencias, en unespíritu de cálida convivencia,no de rencor.

    Desde esta perspectiva, la es-cuela católica puede convertir-se en un centro de pensamientoeducacional “radical”, conforme

    a una pedagogía que alienta laapertura a nuevas ideas a la vezque promueve un compromisorobusto con nuestra herenciacompartida en las artes, las cien-cias, la cultura y la religión. Esteelemento nal –la religión– esdonde la escuela católica puedeofrecer una contribución única

     y distintiva a la nueva evangeliza-ción: una presentación conadadel pensamiento católico a todoslos que buscan la verdad en unainvitación  abierta a comprome-terse plenamente con el cono-cimiento y las tradiciones de laIglesia católica.

    Como católicos, necesitamospensar profundamente en cómonuestra red de escuelas puede ala vez desempeñar su misión enla Iglesia y permanecer abiertaa todos, como recurso público.El modelo del “atrio” preservaránuestra historia intelectual com-partida y ayudará, así esperamos,a construir una buena sociedadpara todas las personas.n

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     El autor propone una pedagogía comprometida y abiertaa nuevas ideas