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Memoria
IV Foro Colima y su Región
Arqueología, antropología e historia
Juan Carlos Reyes G. (ed.)
Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008.
La escultura en piedra.
Notas sobre el catálogo escultórico de El Chanal.
Samuel Mata Diosdado
Ma. Ángeles Olay Barrientos
Jaime Aguilar Rodríguez INAH-Colima
Introducción
Como se sabe El Chanal, uno de los mayores asentamientos prehispánicos del
Occidente de México, se desarrollo en la parte central del valle de Colima hacia ambos
lados del río Verde o Colima a los 680 m sobre el nivel del mar. La villa española que dio
pie a la ciudad de Colima se ubicó unos 200 m más abajo aprovechando los caudales del río
y sus fértiles vegas. A despecho de esta cercanía y de que durante años se conoció la
existencia de túmulos y ofrendas, los mismos sólo sirvieron para satisfacer a los
coleccionistas de antigüedades y eventualmente, como banco de materiales de los
municipios de Colima y Villa de Álvarez los cuales aprovecharon la piedra con la que sus
antepasados construyeron casas, templos y palacios para empedrar las calles de una ciudad
en constante crecimiento.
Fue a partir de esta lenta pero constante recolección de piedra como los jardines de
algunas casas de Colima comenzaron a ser adornados con lajas de piedra en las cuales se
apreciaban diseños que denotaban el culto al antiguo dios de la lluvia (Tláloc) así como las
representaciones pictóricas de otras deidades menos reconocibles. Entre el pedregal
2
espulgado para ser transportado a los camiones de volteo también se encontraban piedras
con formas las más de las veces esquemáticas y poco agraciadas. Algunas de ellas eran
rescatadas y colocadas en lugares en los cuales pudieran ser observadas. Por azares del
destino algunas alcanzaron a ser depositadas en el Museo de las Culturas de Occidente, en
ese entonces a cargo de la señora María Ahumada de Gómez.
Como parte de los trabajos relativos a la última reestructuración de este Museo (hacia
el año de 1995), se decidió que la gran cantidad de estos elementos que yacían en el área de
su jardín interior así como en sus bodegas podrían ser organizados a partir de un catálogo
que diera cuenta de sus particularidades.1
No obstante, no fue sino hasta que se comenzó a explorar el sector oriental de El
Chanal cuando las herramientas y las esculturas de piedra comenzaron a dar cuenta de su
abundancia y con ello, de la enorme importancia que tuvieron para el desarrollo del
asentamiento.
La bibliografía directa referente a El Chanal, hasta antes de la generada por el
Proyecto Arqueológico de El Chanal, se restringía a una primera interpretación de la grada
jeroglífica localizada en el montículo explorado en la década de los cuarenta;2 a algunas
referencias a su estado de conservación algunos años después,3 y a las interpretaciones que
del asentamiento realizó Isabel Kelly.4 Las menciones efectuadas por Schöndube en
relación a los desarrollos regionales del Occidente5 mostraron algunos elementos
recuperados en el lugar, asimismo su análisis sobre la arquitectura del Occidente y Norte de
México, fue ilustrado con la maqueta de un templo procedente del sitio.6 En este recuento
no pueden olvidarse desde luego las espléndidas terracotas publicadas por Hasso Von
Winning en 1984, mismas que muestran a tres personajes sentados en equipales.7
Kelly enfatizó que El Chanal era el único sitio del estado que presentaba los
elementos necesarios para ser considerado como un “centro ceremonial”, mencionando a la
vez la existencia de por lo menos cinco pirámides con presencia de piedras labradas y
decoradas con piedras incisos.8 La importancia de El Chanal se hace evidente no sólo en su
extensión y sus características arquitectónicas sino también en la presencia de artefactos en
metales tales como cobre, plata y oro; en la abundancia de un material escaso en la región y
necesario en las actividades cotidianas -la obsidiana-, presente en el área a partir de la
existencia de un sistema de comercio a larga distancia que aportaba objetos no sólo
destinados a las actividades cotidianas sino también otros altamente estimados como
símbolos de prestigio –turquesa, vasijas plumbate. En fin, en la manifiesta existencia de una
elite que organizaba a la sociedad en una compleja red productiva –que incluía el sustento
de su gran población- y cuya ideología se encontraba tamizada por una religión que
aglutinaba muchos de los elementos simbólicos característicos de la tradición Aztatlan.9
3
Para el tema que nos ocupa es importante resaltar que el exitoso desarrollo del sitio se
encontró basado en actividades productivas que se sustentaron en una tecnología de piedra.
En escritos previos se ha tocado en tema a través de la importancia que tuvo la
obsidiana10
y del tipo de utillaje que requirió la elaboración de bienes necesarios a la vida
cotidiana y al comercio.11
En este trabajo lo que presentaremos es una propuesta de
clasificación derivada del universo escultórico recuperado durante las seis temporadas de
exploración que se han realizado en la zona protegida de El Chanal este. Consideramos que
esta labor es de suya necesaria no sólo en términos de inventario sino a la vez, como una
herramienta que permita definir y organizar los diferentes tipos de esculturas a partir de sus
semejanzas formales. Una vez definidos los grupos será más fácil llevar a cabo una
interpretación más acabada del significado que tuvieron estos elementos al interior del
mayor asentamiento de Colima para los siglos XI a XIV.
Las esculturas y su procedencia.
Las áreas trabajadas hasta ahora en el área protegida de El Chanal, si bien han sido
limitadas –acorde a los presupuestos ejercidos- han dejado entrever una forma característica
de organizar el espacio. Sin duda la particularidad que salta a la vista es la de organizar los
diferentes elementos constructivos a partir de patios y plazas de planta rectangular. Esta
estructura se fue adecuando a las características del terreno el cual, como sabemos, refiere a
una ladera que presenta un claro desnivel de NE a SW. La necesidad de nivelar el terreno
hizo que las diversas plataformas sobre las cuales se desplantan plazas o estructuras
muestren gruesos muros de contención hacia el sur y muros más cortos hacia el norte. En
algunos casos estos trabajos sólo buscaron nivelar el suelo para realizar plazas en forma de
“U” dejando el espacio abierto justamente hacia el sur de modo tal que visual ofrecía un
espacio abierto hacia la parte baja del valle; esta solución tuvo a la vez el doble efecto de
que, mirando desde al sur hacia el norte, la visual ofrecía a la vez un espacio en el cual las
plataformas y sus estructuras cobraban una mayor altura y monumentalidad.
Esta solución tuvo no sólo razones de orden práctico –como podría ser el buen
drenaje en tiempo de lluvias– sino también, argumentos de orden ideológico. El Chanal no
sólo fue un gran poblado, fue el lugar donde se encontraban los templos de los dioses y
donde moraban los sacerdotes que tenían interlocución con ellos. Aquellos que buscaban
solicitar dones o favores llegaban a un espacio en el cual los elementos arquitectónicos
buscaron engrandecer el poderío de las divinidades, estas por supuesto, se encontraron
profusamente representadas en sus moradas y en sus altares. Sin duda por habitar en la
cercanía de los espacios de culto, los barrios en los cuales los diferentes gremios de
4
artesanos vivían y trabajaban, mantuvieron entre sus pertenencias objetos que mostraban
alguna de las características de las deidades de su preferencia.
Esta visión del área protegida de El Chanal este se obtuvo a partir de las diferentes
variantes de escultura en piedra obtenida en los espacios explorados hasta ahora. De tal
manera la escultura mayor, aquélla que tuvo unas dimensiones que excedían los 60 cm de
altura, se encontró asociada a espacios que sin duda desempeñaron un papel central en los
rituales desempeñados al interior del sitio como fue la cancha de juego de pelota. Otros
objetos relevantes fueron encontrados en los desplantes de las principales estructuras,
aquellas que delimitaron las plazas mayores del sitio -la plaza del tiempo y la plaza del día
y la noche-. Por otro lado, la escultura menor, aquella que puede ser tomada con una mano
y ser fácilmente trasladada de un lugar a otro, se recuperó en su mayor parte en aquellos
lugares que consideramos como residenciales, esto es, habitados por personas que
desempeñaban labores cotidianas.
En un apartado diferente colocamos a lo que durante mucho tiempo fue considerada
como la característica singular de El Chanal, la presencia de lajas incisas al alto y al bajo
relieve en los accesos a sus templos. Es altamente probable la existencia de varias plazas
ubicadas a la vera de templos dedicados a deidades específicas las cuales, muy
probablemente, debieron contar con discursos iconográficos variados que daban cuenta de
sus dominios, de sus poderes y sus deberes. Buena parte de la labor de los sacerdotes pudo
haber sido la de recrear los mitos que les caracterizaba y a través de los cuales se realizaban
peticiones y ofrendas.
Como se puede apreciar, el estudio formal de la escultura en piedra obtenida en las
zonas exploradas de El Chanal es un primer paso en la tarea de interpretar el papel
desempeñado en la estructura ideológica de sus pobladores.
La clasificación del acervo
Como primer paso nos dimos a la tarea de cuantificar la colección y así saber con cuantos
elementos contábamos. Para ello trabajamos tanto los materiales procedentes de contextos
controlados, como aquellos encontrados en escombro o en la superficie así estuvieran
completos e incompletos. Posteriormente procedimos a valorar la manera en la cual
procederíamos a clasificar el material. Como ya se dijo, hacia 1995 se realizó un catálogo
de piedra del Museo de las Culturas de Occidente (ver la nota 1) el cual, sin embargo, no
propuso en términos concretos, una tipología específica.
Dado que la bibliografía no es amplia –y menos para materiales del Occidente de
México- consideramos que la propuesta esbozada por Eduardo Williams12
era sin duda la
5
más adecuada a nuestros fines. Como se sabe, Williams llevó a cabo su propuesta a partir
de la descripción y clasificación formal de un universo de esculturas que rastreó en los
diversos museos arqueológicos existentes en el occidente mexicano (el Regional de
Guadalajara, el Regional Michoacano, el Regional de Nayarit, el de Culturas de Occidente
de Colima y en museos locales como los de Ciudad Guzmán). A partir del análisis formal
realizado Williams defino cinco estilos diferentes:
A El estilo A refiere a esculturas pequeñas realizadas en bloques de piedra apenas
modificadas y cuya representación es esquemática.
B El estilo B comprende al diseño geométrico destinado a representar los rasgos de
caras –ojos, nariz y boca– a partir de una forma como de “T”.
C El estilo C integra a figuras realistas donde las formas circulares predominan sobre
las angulares. Este estilo es sin duda el más refinado y se encuentra en su mayor parte
en Michoacán.
D El estilo D se compone de figuras realistas a gran escala cuyo acabado “en tercera
dimensión”, busca elaborar objetos destinados a exhibirse en plazas o espacios
abiertos.
E El estilo E se forma con figuras esquemáticas en la cual el cuerpo tiene forma de
columna y desaparecen las piernas y los brazos, pues aparecen pegados al cuerpo.
En sentido estricto podríamos mencionar que en la muestra escultórica procedente de
El Chanal se encuentran los estilos A, D y E. No obstante, consideramos importante
proponer una clasificación acorde a los materiales recuperados e integrar en este conjunto, a
una muestra de lápidas esculpidas que si bien -en sentido estricto-, no es escultura puede ser
interpretado a partir de los mismos parámetros esbozados por Williams (la utilización de
fuentes etnohistóricas, la analogía etnográfica y el estudio comparativo de las tradiciones
históricas y artística de las diversas regiones mesoamericanas y otras no mesoamericanas).
De tal suerte, la clasificación realizada recuperó seis temas: cabezas humanas (grupo
A), figuras antropomorfas (grupo B), figuras zoomorfas (grupo C), figuras antropomorfas-
zoomorfas (grupo D) y figuras tridimensionales (grupo E). Finalmente, el grupo F estaría
conformado por las lápidas incisas en bajo relieve.
Grupo “A”
Fue el grupo más abundante, integró a un conjunto de elementos que representan
cabezas humanas y cuyas variantes refieren no sólo a las dimensiones y características de
las piedras en las que fueron elaboradas sino, a la vez, en la manera en la que se
representaron los rasgos de ojos, boca y nariz, así como orejas tenuemente enuncias o un
peinado o tocado. Algunas caras son singulares pues parecen emerger de algún tipo de
elemento como puede ser la cabeza de un ave, rasgo característico del Posclásico
mesoamericano. Otro rasgo que puede resaltarse es la presencia de ahuecamientos en la
6
parte superior de la cabeza, la cual puede remitir a la “mollera”, elemento significativo toda
vez que remite al lugar donde habita la esencia de la vida, la "parte celestial" del cuerpo
humano. En el cuadro A se indican las características de los elementos encontrados.
Es importante mencionar que el número de la primera columna es arbitraria y
refiere a un control interno. En la segunda columna se describe el nombre con el cual se
pretendió diferenciar cada una de las piezas. La tercera columna da cuenta de la
procedencia de las piezas respecto a sus unidades de exploración.
Grupo A CABEZAS (Antropomorfas)
Número Nombre Procedencia Medida Observaciones
2 C/bigote doble Q19- I 17*11*13 Atrás otro sentado
3 Boca plana 13*9*10
5 Nariz recta 28*25*14 Boca chueca
6 Cantor c/diadema 25*21*16
7 C/nariguera 24*19*18
11 Cara de clavo
13 C/cuernos 15*15*13 Con mollera plana
14 Cara cortada Z7- II 15*16*10 Fragmento
15 Carichango B'6- I 17*13*13 Nuca plana
16 C/penacho I 20*13*10
17 C/penacho II 23*14*13 Pico de ave
18 C/diadema II 19*18*15 Con mollera
19 C/orejas 19*17*13 Roca roja
21 Con antifaz 21*11*15 Incompleta
22 Hombre águila 7t- I Cabeza
30 C/coleta 2F- I 20*10*11 Con mollera
34 Dos rostros 17*15*17 Con mollera
36 C/un ojo A'23- I 19*11*12
38 Espigada 19*8*13 Con mollera
40 Chimuelo B'22- I 13*11*10 Erosionada
44 Alargada 20*8*10 Fragmento
50 mini Tlaloc 15*11*10 Con mollera
54 Cantor II 17*15*13 Cabeza redonda
63 Cara redonda 8Q- I 22*22*11 Ceja larga
7
64 Dos rostros II PIS-CNE-U1-CN16 I 38*21*17 Con mollera, con tocado
76 Dos rostros B'21- I 9*7*7 C/mollera, caranuca
Rastra 11'V- I 11*9*7
Plana 7T- I 17*7*14
Mini Tlaloc 9X- I 16*8*9 C/mollera, c/cuerpo atrás
Grupo "A 1"
Elementos representados por rostros (ojos y boca) apenas esbozados sobre de formas
de cabezas y ocasionalmente sobre de utensilios utilitarios -por ejemplo en manos de
mortero ó tejolotes-, en su mayor parte presentan un pequeño orifico sobre de la cabeza, es
decir, en la mollera.
Grupo A1 FANTASMAS (Rostros)
Número Nombre Procedencia Medida Observaciones
11 Cara de clavo Mzo- I 13*10*19
12 Cara de clavo chico 10*10*11
23 Cara larga X3- I 15*9*7.5 Con mollera
24 Cara cachetón T28- I 13*12*7 Con mollera
25 Cara con papada 13*10*8 Con mollera
26 Cara arriba 15*11*10
27 Cara con ombligo V30- I 16*7*8
28 Cara enojada C'21- I 13.5*10*4 Con mollera
29 Cara de búho 12*11*6
31 Cara con oidos 16*12*8 Con mollera
32 Cara de tortuga 14*11*12 Con mollera
33 Cara boca chueca 16*9*10 Con mollera
41 Cara de pera B'24- I 10*9*5 Con mollerita
42 Cara de viejita 2B- I 13*11*7 Con sombrero
45 Cara de globo B'24- I 10*8*4 Muro
46 Cara de bebé 11*9*5 Con mollera
47 Cara de papa C'24- I 13*8*6 Con mini mollera
48 Cara de león A'17- I 13*10*5
49 Cara boca chica B'25- I 10*8*6
73 Cara con orejas Q/P/19 10*7*5 Muro
8
74 Cara de perico B'24- I 9*6*5 Con mollera
77 Cara/tejolote 6*5*5 Con mollera
78 Cara de pepino Z9- I 12*7*6 Con mollera
79 Cara de perro 8*7*6 Hoyo en la base
80 Cara barba partida Y6- I 12*7*5
81 Cara de patata A'8- I 11*6*4 Con mollera
82 Cara de búho rojo 6.5*6.5*3 Con mollera
87 Cara de bola 15*13*9 Con mollera
Cara redonda A'7- I 11*11*9 Con mollera
Cara pomex 5Q- I 10*9*7 Con mollera
Cara larga 8X- I 12*6*6 C/mollera S/tejolote cilíndrico
Raya en medio 10U- I 9*6*5 S/tejolote cilíndrico
Ojitos 8X- I 8*5*5 C/mollera S/tejolote doble
"bone"
Grupo "B"
Este grupo integra representaciones del cuerpo humano ya sea masculino o femenino
al cual se le puede encontrar sedente ó de pie (parado) en varios de los casos en actitud
contemplativa.
Grupo B FIGURAS ANTROPOMORFAS
Número Nombre Procedencia Medida Observaciones
1 Sedente1 Estruc. 2- I gpo.1 20*10*17 Con joroba
10 Mini sedente2 C'24- I 10*7*6 Con joroba C/mollera
35 Mini sedente3 13*8*8 Con joroba
43 Parado 20*17*16 Frag. Con pirrin
52 Sedente4 21*9*14 Con mollera
72 Sedente5 PJ. INDH Estruc. 2
Grupo 1 30*23*20 Cachacachetes
75 Mini sedente6 7*7*6 Fragmento
153 Sedente7 20*15*18 El gordo sentado
La perdida (Escultura1) Estruc. 3 SW- I SF-51(ByC) Gpo. 1
9
Gorila (Escultura2)
Pasillo al N. del J. de P.
(Plaza A)
SF-52(A) Gpo. 1
Boca jalada
(Escultura3) Dual Estructura 9 acceso SF-53(A) Gpo. 1
Laja hombre/pájaro SF-54(A) Gpo.2
Laja frente a frente Estruc.3 acceso
central SF-54(B)
Laja cabeza perfil Iz.
Con 3 circulos SF-54( C )
Felino cuatro estrellas ó
4 flor SF-54(D)
Ollín con flecha SF-54( E )
Pico alargado de lengua
bífida SF-54(F)
Tlaloc Acceso estructura 20 SF-54(G)
Grupo "C"
Sin duda este es uno de los grupos más interesantes toda vez que permite referir la
diversidad de animales existentes en un medio ambiente muchísimo menos alterado que en
la actualidad. Cabe mencionar sin embargo que estas representaciones mantuvieron el
espíritu esquemático que caracterizó a esta tradición escultórica.
Grupo C FIGURAS ZOOMORFAS
Número Nombre Procedencia Medida Observaciones
4 Iguana Estructura2 22*11*18 Cabeza/clavo
8 Caracol B'28- I 17*16*20 Con mollera
9 Hongo/falo 1 B 17- I 25*16*11 Hongo/falo
20 Informe 20*15*16 Fragmento
23 Hongo/falo 2 15*13*11 Hongo/falo
57 Reptil U 13- I 14*10*11 Con chipote
58 Espiral P. de Silva 17*14*7 Maqueta
68 Esferolitico 17*17*15 Con mollera
Rana 3Y- I 13*10*8 Con chipote Con mollera
Ratón 4X- I 9*5*5 Con cola
10
Grupo "D"
Este grupo es sin duda interesante pues refiere a representaciones en la cual se
integran tanto atributos de hombres como de animales. De algún modo estas
representaciones nos conducen a interpretarlas como reflejo de creencias típicamente
mesoamericanas como puede ser la existencia de nahuales.
Grupo D FIGURAS ANTROPOMORFAS ZOOMORFAS
Número Nombre Procedencia Medida Observaciones
51 Hombre ave 26*13*21 Sedente
55 Hombre ave 2 Reg. 428- P.J. 756 15*16*14 Sedente 2
Grupo "E"
En este grupo integramos a un elemento utilitario (metate apodo) con la
representación antropomorfa de un rostro humano.
Grupo E ESCULTURA TRIDIMENCIONAL
Número Nombre Procedencia Medida Observaciones
69 Rostro con metate 39*22*15 Metate ápodo cerrado Superficie
convexa
Grupo "F"
Este grupo integra representaciones iconográficas que corresponden en buena medida a
elementos calendáricos pues al parecer se encuentran representados el día 2 calendárico que
corresponde al elemento Viento (Ehecatl) y al día 19 calendárico que corresponde al
elemento Lluvia (Quiahuitl)(14).
Grupo F NOTACIONES ICONOGRAFICAS
Número Nombre Procedencia Medida Observaciones
39 Tlaloc 1 18*12*9 El tuerto
56 Tlaloc 2 24*15*12 Cara partida
59 Tlaloc 3 23*15*9 Ocho barbas
11
60 Tlaloc 4 35*17*12 El serio
61 Tlaloc 5 20*27*10 Con hoyuelos
62 Dos perros 8X- I 27*18*9 Cola encontrada
65 El dado 24*22*23 Tres tlalocs
66 Tlaloc 6 30*24*15 Tres barbas
67 Tlaloc 7 27*14*17 Solo ojos
70 Tlaloc 8 38*35*13 Borrozo
71 Tlaloc 9 30*34*13 Tlaloc mortero
Flor 11Y- I 12*7*5 Cuatro petalos
Discusión y propuestas
Sin duda la organización y estudio de los materiales escultóricos de El Chanal da
cuenta de la importancia simbólica que alcanzaron estos objetos en el área de Colima hacia
el Posclásico tardío. Si bien Kelly es la primera en señalar que la elaboración de esculturas
en piedra es un elemento que irrumpe en Colima hacia el 700 d.C. (entre las fase Colima y
Armería), no es sino hasta siglos más tarde cuando la fabricación y empleo de
representaciones humanas y animales sobre el cuerpo denso de las piedras alcanzará a
generalizarse entre la población.
Sin duda ello tiene que ver con el hecho de que durante este periodo se sucedieron
cambios sustantivos en la organización social de las comunidades que habitaron Colima las
cuales fueron fuertemente influidas por las costumbres de pueblos de tradición nahoa. La
paulatina institucionalidad de la religión fue de la mano con una mayor diferenciación
social.
En el tiempo que incluyó a las fases Armería y Chanal (900-1,450 d.C.) se
construyeron sin cesar templos sobre plataformas, plazas abiertas y cerradas con altares y
juegos de pelota. Fue el tiempo también en el cual la región adoptó buena parte del panteón
divino mesoamericano. No se debe perder la vista el hecho de quela ritualidad
mesoamericana se encontraba anclada en la creencia de esos dioses que permitían el
sustento de su vida: la agricultura.
Es por ello que la imagen más recurrente fue la del dios de la lluvia Tláloc en razón
de la larga estación seca que caracteriza a la vertiente del Pacífico y de la imperiosa
necesidad de su ayuda en el logro de las cosechas. En la etapa más seca del estío el
horizonte se encontraba a merced de la Xiuhcóatl, la serpiente de fuego, la tierra abrasada
por el sol y la resequedad. Las primeras lluvias y su carga de humedad transformaban el
12
paisaje sin embargo, en un manto verde como el jade, como las plumas de quetzal. En el
proceso de fertilización de la tierra concurrían otras entidades divinas entre las que
sobresalió Ehécatl-Quetzalcóatl y su poderosa máscara bucal que permitían empujar los
vientos que transportan las nubes oscuras de la lluvia.
Como lo documentan las fuentes escritas del siglo XVI, las evidencias materiales
recuperadas en los diversos sitios explorados e incluso numerosos reportes etnográficos, los
rituales que propiciaban y agradecían la intervención divina que permitía desde el
nacimiento del sol hasta la caída de la lluvia, implicó la realización de ceremonias que
incluían ayunos, abstinencia sexual y autosacrificios. En buena medida ello explica la
prolífica presencia de representaciones de las divinidades en piedras de un tamaño
manejable que permitía su fácil manipulación y traslado.
La diversidad y la complejidad de los rituales de cualquier modo, implicaron la
presencia simbólica de los entes divinos los cuales podían cobrar el cuerpo de la piedra
tosca o finamente modificada para servir como el cuerpo del dios pues como señala la
Relación de Zapotlán:
Y dicen que tenían por dios a una piedra que componían y adornaban con mantas y
chalchihuites y plata y plumas, y otros géneros de cosas, y que habían hechiceros
para hablar con la piedra que tenían por dios y que estos daban a entender que
respondía. Y la sacrificaban algunos indios que tomaban en la guerra, y los abrían
por el corazón y, con la sangre, untaban la piedra que tenían por dios. Y, hecho
esto, los desollaban y el cuero henchían de paja y bailaban alrededor del, y comían
la carne humana.15
Cabe mencionar que este trabajo es apenas un acercamiento al estudio del universo
ideológico de los pobladores que habitaron El Chanal. Consideramos que la colección que
hemos clasificado como grupo F comprende un rico acervo iconográfico que debe ser
estudiado con mayor detenimiento toda vez que da cuenta de la complejidad que alcanzó la
cosmovisión del grupo y a la vez, la peculiaridad con la cual retomó muchas de las ideas
comunes a otras regiones de Mesoamérica pero que, sin embargo, al existir una poderosa
raíz local debió ser matizada a través de creencias ancladas en una trayectoria cultural
propia.
13
1). Plano general de la zona protegida de El Chanal Este.
14
2). Grupo A, cabezas humanas.
15
3). Grupo A-1, cabezas humanas (fantasmas).
16
4). Grupo B, figuras antropomorfas.
17
5). Grupo C, figuras zoomorfas.
18
6). Grupo D, figuras antropomorfas-zoomorfas.
19
7). Grupo E, figura tridimensional.
20
8). Grupo F. notaciones calendáricas.
21
9). Grupo F. notaciones calendáricas.
22
10). Vista general de la zona protegida de El Chanal Este.
Referencias
1.- Olay, Ma. Angeles, Piedras sacras y profanas. Catálogo de piedra arqueológica, Colima, Museo de las Culturas de Occidente María Ahumada de Gómez, CNCA, Gobierno de Colima,
INAH, 1996.
2.- Rosado Ojeda, Vladimiro, “Interpretación de la grada jeroglífica de El Chanal, Colima”, El Occidente de México. Cuarta Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, México,
1948, pp. 72-73.
3.- Castellanos, Aniceto, “Riqueza y primor de la arqueología colimense”, Ricardo Guzmán Nava
(comp.), Crónicas y lecturas Colimenses, Guadalajara, 1988, pp. 215-225. 4.- Kelly, Isabel, “Ceramic Provinces of Northwest Mexico”, El Occidente de México. Cuarta Mesa
Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, México, 1948, pp. 66 y 73; Kelly, Isabel,
Ceramic Sequence in Colima: Capacha an Early Phase, Tucson, Anthropological Papers of the University of Arizona Press, 1980, pp. 11-15.
5.- Schôndube, Otto, “La etapa prehispánica”, José María Muriá (coord.) Historia de Jalisco,
México, Gobierno del estado de Jalisco, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1980, t. 1,
pp. 236 y 241. 6.- Schondube, Otto, “Arquitectura del Occidente y del área Norte”, Historia del Arte Mexicano,
México, Salvat Mexicana de Ediciones S.A. de C.V. / Secretaría de Educación Pública, 1982, tomo
II, pp.186-206. Láminas 17, 24, 27 y 47. 7.- Von Winning, Hasso, “La silla equipal del Occidente de México: una comparación etnológica y
arqueológica”, Phil Weigand y Eduardo Williams (eds.), Arte Prehispánico del Occidente de
México, Zamora, El Colegio de Michoacán, Secretaría de Cultura de Jalisco, 1996 c, pp. 383-395. Figuras 294 a, b, c, d, e, f.
8.- Isabel Kelly, Ceramic Sequence in Colima…, op. cit. p. 11.
9.- Olay, Ma. Angeles, “Volcán de Fuego, cuna del agua, morada del viento. Desarrollo social y
proceso de cambio en el valle de Colima. Una propuesta de interpretación”, tesis doctoral, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México, 2005.
23
10.- Mata, Samuel y Ma. Angeles Olay, “La obsidiana y el comercio prehispánico en Colima”, 2do.
Foro de Arqueología, Antropología e Historia de Colima, Secretaría de Cultura, Gobierno del
estado de Colima, julio 2006. 11.- Mata, Samuel y Ma. Angeles Olay, “La economía indígena del valle de Colima en el
Posclásico vista a través del utillaje cotidiano”, 3er. Foro de Arqueología, Antropología e Historia
de Colima, Secretaria de Cultura, Gobierno del estado de Colima, julio 2007.
13.- Williams, Eduardo, Las piedras sagradas. Escultura prehispánica del Occidente de México, México, El Colegio de Michoacán, 1992.
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