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La Eucaristía La Encarnación, la Resurrección y la Eucaristía son los tres grandes misterios que desafían a la mente humana. La pregunta racionalista sobre la posibilidad de que el Señor resucitado se haga presente, substancialmente, en las especies de pan y vino eucarísticos y que por ellos los cristianos pueden incorporarse perfectamente a Cristo, es casi inevitable, puesto que afirmar que podemos comulgar el Cuerpo y Sangre del propio Cristo es un lenguaje duro y que sólo puede ser aceptado por aquellos que han recibido el don de la fe 1 . Este lenguaje ha dividido en el pasado a los verdaderos discípulos de Cristo de los “seguidores por conveniencia”. Por eso, la Eucaristía ha recibido el título, antes aplicado al Bautismo, de Sacramentum fidei, y es el Sacramento por excelencia del cristiano y centro de toda la vida de la Iglesia y de cada uno de los fieles. La Eucaristía presenta dos aspectos fundamentales: Sacrificio: es el sacrificio del Calvario ofrecido por Cristo y por la Iglesia. Sacramento: es alimento de la vida espiritual. 1. La promesa de la Eucaristía El Evangelio de San Juan se dispensa de describir la institución de la Eucaristía, ya relatada en los Sinópticos y en la primera Carta de San Pablo a los Corintios. El cuarto Evangelio busca desarrollar el significado más profundo de la acción de Cristo, refiriendo la promesa de la institución del sacrificio Eucarístico. El contenido de la promesa, presente en el capítulo 6, reúne tres escenas que preparan a la comprensión del misterio de la fe a ser instituido en el último día de la vida terrenal del Señor: 1 Cf. GARCÍA PAREDES, José Cristo Rey. Eucaristía: Memoria, presencia, profecía. Bogotá: San Pablo, 2011, pp. 5-6. Página 1 de 18

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008b_LA EUCARISTIA

La Eucarista La Encarnacin, la Resurreccin y la Eucarista son los tres grandes misterios que desafan a la mente humana. La pregunta racionalista sobre la posibilidad de que el Seor resucitado se haga presente, substancialmente, en las especies de pan y vino eucarsticos y que por ellos los cristianos pueden incorporarse perfectamente a Cristo, es casi inevitable, puesto que afirmar que podemos comulgar el Cuerpo y Sangre del propio Cristo es un lenguaje duro y que slo puede ser aceptado por aquellos que han recibido el don de la fe. Este lenguaje ha dividido en el pasado a los verdaderos discpulos de Cristo de los seguidores por conveniencia. Por eso, la Eucarista ha recibido el ttulo, antes aplicado al Bautismo, de Sacramentum fidei, y es el Sacramento por excelencia del cristiano y centro de toda la vida de la Iglesia y de cada uno de los fieles. La Eucarista presenta dos aspectos fundamentales: Sacrificio: es el sacrificio del Calvario ofrecido por Cristo y por la Iglesia. Sacramento: es alimento de la vida espiritual. 1. La promesa de la Eucarista El Evangelio de San Juan se dispensa de describir la institucin de la Eucarista, ya relatada en los Sinpticos y en la primera Carta de San Pablo a los Corintios. El cuarto Evangelio busca desarrollar el significado ms profundo de la accin de Cristo, refiriendo la promesa de la institucin del sacrificio Eucarstico. El contenido de la promesa, presente en el captulo 6, rene tres escenas que preparan a la comprensin del misterio de la fe a ser instituido en el ltimo da de la vida terrenal del Seor: a. La multiplicacin de los panes. b. El caminar sobre el agua. c. El discurso del Pan de Vida. La multiplicacin de los panes (v. 1-15), de tono claramente eucarstico, presenta el poder de Jess sobre los elementos naturales, en ese caso especficamente el pan, que despus va utilizar para instituir el Sacramento. El acto de caminar sobre el agua (v. 16-21), resalta el poder de Jess sobre los elementos naturales y fue preparatorio para la fe de los Apstoles en su presencia real en el pan y en el vino. En los versculos 22 a 71, encontramos el llamado Sermn del Pan de Vida, en que la gente busca a Jess despus de haber recibido el pan multiplicado y ste les dice: Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dar el Hijo del hombre; porque es l a quien Dios, el Padre, marc con su sello [...| Mi Padre les da el verdadero pan del cielo.3 Y, cuando las personas le piden este pan, Cristo proclama: Yo soy el pan de Vida. El que viene a m jams tendr hambre; el que cree en m jams tendr sed. Delante de la gente incrdula, Jess confirma su promesa: El pan que yo dar es mi carne para la Vida del mundo. [...] Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrn Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitar en el ltimo da. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en m y yo en l. Muchos de sus discpulos afirmaron: Es duro este lenguaje! Quin puede escucharlo? La claridad e insistencia de las palabras de Jess exigen que sean entendidas en su sentido pleno y real. Cuando los judos dudan de la afirmacin, Cristo no busca una explicacin alegrica, sino que deja claro que su afirmacin es literal, aunque el sentido verdadero y pleno slo sera conocido en la ltima Cena. Para dar ms fuerza a su declaracin, Jess cambi el verbo que haba usado antes phagein por uno ms claro y literal: trogon, que significa masticar, dilacerar con los dientes, para no dejar dudas sobre el sentido literal de su afirmacin. Es importante observar que Jess no slo no busc deshacer el equvoco, sino que reafirm su proclamacin incluso delante del abandono de sus discpulos, llegando a intimar a los propios apstoles a hacer lo mismo. Es decir: es tan fundamental el misterio de la Eucarista para la vida cristiana que Jess quiso exigir, de los que queran seguirlo, su aceptacin en la obediencia de la fe. 2. La Institucin de la Eucarista La institucin de la Eucarista es relatada en los tres Sinpticos y en la primera Carta de San Pablo a los Corintios, que testimonia su presencia en la Tradicin de la Iglesia primitiva. Todos los relatos son escritos a la luz de la celebracin litrgica presente ya en la Iglesia desde los tiempos apostlicos. En su substancia los cuatro relatos son equivalentes entre s, especificando: a. Que Jess entrega a los discpulos, bajo el signo del pan y del vino, a su Cuerpo y a su Sangre. b. Para la remisin de los pecados. c. Este gesto debe ser repetido por los discpulos, como memorial. Este precepto est explcito en el relato lucano y en el paulino, e implcito en San Marcos y San Mateo. Las diferencias accidentales son consecuencia del hecho de que los Evangelistas escribieron a partir de la praxis litrgica ya existente en los primeros decenios del cristianismo. El profeta Isaas haba hablado del Siervo de Yaweh, sufriente, que carga con los pecados de otros y muere en expiacin de ellos, salvando a su pueblo (Cf. Is 42, 1-4; 49, 1-6; 50, 4-9; 52, 13-53), visin que complementa la imagen del Mesas rey, hijo de David, victorioso sobre los enemigos de la Nacin. Al entregar voluntariamente su Cuerpo y su Sangre por nosotros para la remisin de los pecados, Jess asume efectivamente el papel del Siervo de Yaweh profetizado por Isaas, anunciando su sacrificio cruento en el Calvario y ofrecindolo al Padre por la remisin de los pecados, instituyendo el rito de la Eucarista, que tornara presente su gesto a todas las generaciones futuras. El contexto de la Pascua judaica, elegido por Dios para el sacrificio de su Hijo, deja clara la conexin con el primer anuncio de Juan Bautista al afirmar: ste es el Cordero de Dios, el que quita los pecados del mundo (cf. Jn 1, 20). San Pablo deja claro la dimensin eclesial de la Eucarista al decir que todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese nico pan (1 Cor 10, 17). Por eso se debe afirmar que el Cuerpo de Cristo eucarstico se prolonga en el Cuerpo de Cristo eclesial. La institucin por Cristo en la cena de Pascua, deja claro el triple significado de la celebracin eucarstica: la entrega voluntaria de su vida por la remisin de los pecados, su permanencia entre los hombres por el misterio Eucarstico y el mandato de celebrar este misterio como memorial. El acto de Cristo se da en un ambiente semtico de una cena ritual que en s misma era la actualizacin de la ltima cena de los israelitas antes de la salvacin del cautiverio de Egipto. En esas ceremonias, los judos utilizaban la bendicin, con la fraccin y distribucin del pan, la comida propiamente dicha y la conclusin con una oracin ms larga. Es a partir de este contexto que se deben comprender los ritos litrgicos de la Eucarista, sobre todo la Plegaria Eucarstica que es el memorial de la institucin de la Eucarista y momento de la presencia real de Cristo entre nosotros. En los ritos actuales encontramos: a. Dilogo de introduccin: El Seor est con ustedes... elevemos el corazn. b. Accin de gracias (prefacio): En verdad es justo y necesario.... El prefacio muchas veces es adaptado a la fiesta que se celebra de acuerdo con el ciclo eortolgico. c. Epclesis: es la invocacin del Espritu Santo. Hay una segunda epclesis despus de la Consagracin, que pide la unidad de la Iglesia mediante la accin del Espritu Santo: ...seamos reunidos por el Espritu Santo en un solo cuerpo. d. Relato de la institucin: las palabras que Cristo utiliz en la ltima Cena. e. La anamnesis: es la referencia explcita a la Pasin y resurreccin de Jess perpetuadas sobre el altar como ofrenda de Cristo y de la Iglesia. f. Memento: impetracin por la Iglesia, por los vivos y por los difuntos. Es un resquicio de las preces judaicas. g. Doxologa final: en que se glorifica a Dios y se finaliza la Plegaria Eucarstica. El Sanctus fue insertado en la accin de gracias en poca incierta, alrededor del siglo III o IV. La epclesis ha suscitado dudas entre los latinos y orientales: En la Iglesia latina es considerada como invocacin del Espritu Santo para el misterio que se va dar en la Consagracin, sealando los gestos precisos que operan la consagracin del Pan y del Vino, por eso est colocada litrgicamente antes del relato de la institucin. En la Iglesia oriental se considera como oracin que consagra efectivamente el pan y el vino, juntamente con las palabras de la institucin proferidas por el Seor. Esta visin contempla la Plegaria Eucarstica como un todo que tiene su eficacia especial por accin del Espritu Santo. En realidad, las palabras de la epclesis explican y detallan lo que las de la consagracin han producido. San Pablo confirma la grandeza del misterio Eucarstico y la creencia, ya en los primitivos tiempos de la Iglesia, de la presencia real de Cristo en la Eucarista, por la afirmacin de que quien coma del pan o beba del cliz indignamente, es reo del Cuerpo y de la Sangre del Seor (cf. 1 Cor. 11, 27-30). Con esta sentencia, el Apstol adems de confirmar la fe de la Iglesia, seala las gravsimas consecuencias de la profanacin del pan y del vino eucarsticos. Esta condenacin no se entendera si la Eucarista fuera tan solo un smbolo del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. 3. Presencia En el Jueves Santo Jess hizo presente, de modo real e incruento, el sacrificio definitivo que realiz cruentamente en la Cruz. Este hacer presente a todos los tiempos, sin implicar repeticin del nico sacrificio de Cristo es realizado en la celebracin eucarstica, como afirma el Concilio de Trento: Es una sola y misma Hostia, un mismo Sacerdote, que se ofrece ahora por el ministerio de los presbteros despus de haberse ofrecido l mismo otrora sobre la Cruz, slo es diferente la manera de ofrecer. (DS 1743). Encontramos la fe de la Iglesia en la presencia real de Cristo en la Eucarista en muchos relatos, desde las propias Escrituras, la Didach, los Padres Apostlicos, los Padres Apologistas, etc. Por ejemplo, San Cirilo de Jerusaln (386) afirma: Quin podr dudar de que el pan y el vino son realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo? [...] Como Cristo en Can convirti el agua en vino, no dudemos que semejante milagro ocurre en el momento mucho ms grandioso de la Cena Eucarstica [...] Dios Padre enva el Espritu Santo sobre las ofrendas para que se tornen el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Algunos autores levantaron la cuestin de la presencia real de la Sangre de Cristo, en funcin de las diferencias de los relatos bblicos sobre el cliz. San Pablo ve en el cliz la Nueva Alianza que se alcanza por la Sangre de Jess, mientras que la descripcin de San Marcos seala expresamente la sangre como contenido propio del cliz, que fundamenta la Nueva Alianza. Objetivamente no existe diferencia entre las dos formulaciones, ya que ambas ven en el cliz, el testamento y la sangre en la misma estrechsima relacin. Pero Marcos narra el requerimiento de Jess de beber la sangre y acenta que todos la bebieron de hecho. Esta insistencia de San Marcos debe ser motivada por su deseo de salir al paso a posturas contrarias al cliz. La primitiva comunidad juda tena una gran inclinacin a mantenerse dentro de la ley mosaica (Hch 21, 20). El propio Concilio Apostlico de Jerusaln prohiba el consumo de la sangre, lo que hace percibir que seguan vlidas las leyes de No prohibiendo la ingestin de la sangre (Hch 15, 29). Incluso en la Epstola a los Hebreos parece hacerse frente a una cierta oposicin de los crculos judos contra el cliz de la cena. 4. Frecuencia Desde los inicios la celebracin de la Eucarista se desvincul de las leyes de tiempo y lugar que regan la Pascua judaica, celebrada nicamente en el primer plenilunio despus del equinoccio de primavera. San Pablo relata que en Corinto los cristianos celebraban la Eucarista en el contexto de una cena comn, reunidos en casas particulares. Plinio, el Joven, atestigua en su carta al gobernador de Bitinia (ao 111) que, los cristianos estn habituados a reunirse antes del nacer del sol y cantar un cntico a Cristo, que ellos tienen como Dios. Por la tarde atestigua la Epstola a Trajano , se reunan de nuevo en una cena inofensiva a favor de los hermanos ms pobres, a la que llamaban gape. El texto de los Hechos de los Apstoles afirma que lo hacan diariamente, es decir, en cualquier da de la semana, en sus casas (cf. Hch 2, 46; 20, 7-12). La Didach afirma que la Eucarista era celebrada sin la cena comn en el da del Seor, domingo, despus de la confesin de los pecados. Esta separacin de la celebracin como liturgia propia no insertada en una cena familiar, fue determinando el domingo para el da preferido para celebrar la Fraccin del Pan, dando origen al precepto de la Misa dominical en el siglo IV. Esto se comprueba con la afirmacin de los cristianos delante del tribunal de Cartago, que los acusaba de reunirse contra la ley: Celebramos la asamblea del domingo, porque no nos es lcito suspenderla. En consecuencia, fueron condenados y murieron mrtires. Cerca del ao 150, San Justino informa que la Eucarista era celebrada bajo la presidencia del obispo con todo el clero y los fieles: una sola celebracin atenda a todo el pueblo fiel. En este relato de Justino ya se encuentra la estructura de la Misa actual: lecturas, homila, oracin de los fieles, sculo de la paz, procesin del ofertorio, Plegaria Eucarstica, Comunin de los fieles y envo a los ausentes, colecta a favor de los pobres. En el siglo III, los fieles del Norte de frica clausuraban sus das de ayuno (mircoles y viernes) con la celebracin Eucarstica, praxis habitual tambin en Miln. San Agustn refiere que en algunos lugares se celebraba todos los das, en otros los sbados y domingos, y en algunos otros, slo los domingos. Con el crecimiento de la poblacin cristiana, se hizo necesario multiplicar el nmero de misas. En Roma, el Papa enviaba a cada iglesia de la ciudad una partcula del pan consagrado, para significar la unidad de la Iglesia que la Eucarista realiza y consolida. De esta costumbre nace el rito del fragmentum, que el sacerdote hace durante la invocacin al Cordero de Dios. En el siglo IV los obispos exhortaban a los fieles a la comunin frecuente o cotidiana, pero a partir del siglo V, se encuentran testimonios de que algunos fieles comulgaban pocas veces por ao, en la Epifana, en la Cuaresma y en la Pascua, aunque la Misa ya fuese celebrada diariamente. San Ambrosio censur esta costumbre: Si este pan es cotidiano, por que lo recibes con el intervalo de un ao, como acostumbran hacer los griegos en el Oriente?.17 Algunos concilios prescribieron la comunin tres veces al ao: Navidad, Epifana y Pascua y otros incentivaron la comunin en todos los domingos. Pero el IV Concilio de Letrn (1215) prescribi la obligacin de comulgar al menos en la Pascua, penalizando con la prohibicin de entrar en la iglesia y recibir sepultura eclesistica a los que no cumpliesen esta determinacin. (DS 812) Posteriormente, la Iglesia fue incentivando la mayor frecuencia al sacramento de la Eucarista y San Po X autoriz su concesin a los nios, incentivando tambin la comunin frecuente. 5. Controversias medievales En el siglo IX surge una polmica sobre cmo comprender la presencia real del Cuerpo de Cristo en la Eucarista. Pascasio Radberto (856) identificaba a Cristo eucarstico con la realidad de la figura histrica de Jesucristo. En su obra De Corpore et Sanguine Domini, afirma que el cuerpo histrico de Cristo es el mismo Cuerpo de Cristo realmente presente en la Eucarista. Hace as una relacin de identidad, conocida como realismo. Por otro lado, Ratramno de Corbie (868), convidado por el Rey Carlos el Calvo a tomar posicin, escribe una obra con el mismo nombre y hace una separacin entre el Cuerpo histrico de Cristo y el Cuerpo Eucarstico, afirmando que este segundo sera una representacin o simbolismo, llegando a negar la conversin de la sustancia del pan y del vino. La postura de Pascasio estaba ms prxima de la realidad, slo faltando aadir que el Cuerpo de Cristo Eucarstico es el Cuerpo real e histrico de Cristo, pero sacramental. En la misma poca, un filsofo neoplatnico llamado Juan Escoto Erigena (877) enfatiza aun ms el simbolismo, afirmando que la Eucarista es una simple memoria del Cuerpo y Sangre de Cristo. Algunos siglos despus surge Berengario de Tours (1088), que era cannigo de la Catedral de Tours. Inspirado por el racionalismo, renov la teora simbolista de Ratramno, negando claramente la presencia real de Cristo en la Eucarista, por separar signo y realidad significada en los sacramentos. Intimado a retractarse en el Snodo de Letrn del ao 1059, Berengario retir su tesis, pero diez aos ms tarde volvi a impugnar la doctrina de la presencia real. El Papa San Gregorio VII lo llam a Roma, llevando a una nueva retractacin en el Snodo de 1079, en que subscribi una profesin de fe y muri reconciliado con la Iglesia. No obstante, haba abierto una llaga profunda en la piedad catlica, puesto que sus escritos infundieron la duda en los corazones de los fieles. La teologa catlica reaccion mostrando la presencia real del Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo totalmente presente bajo las dos especies de pan y de vino. Dos siglos despus, el Papa Urbano IV, mediante la Bula Transiturus, del 8 de septiembre de 1264, instituy la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, en recuerdo de la institucin de este gran misterio y como acto de culto pblico tributado a Jess presente en la Eucarista. Esa accin del Magisterio fue consecuencia de las revelaciones a la beata Juliana de Mont-Cornillon, quien recibi del Seor la misin de introducir una fiesta en honor de la Eucarista en la Iglesia, con el deseo de infundir la devocin eucarstica y proclamar pblicamente la fe catlica a travs de la procesin con el Cristo Sacramentado. El canon 944 establece que donde pueda hacerse, a juicio del Obispo diocesano, tngase la procesin por las calles, sobre todo en la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, encargando al Obispo dictar las normas de la misma. 6. Frutos de la Santa Misa La Santa Misa es la renovacin incruenta del propio Sacrifico de la Cruz y por eso cada Misa tiene un valor infinito. Por ende, una sola Misa sera suficiente para dar a Dios todo loor que las criaturas le deben, para borrar todos los pecados de los hombres y obtener todas las gracias espirituales y temporales necesarias para la salvacin. Sin embargo, este valor infinito no es aplicado a los hombres en grado infinito. El Sacrificio de Cristo es infinito, pero los frutos en cada hombre son restringidos a sus propias limitaciones, sobre todo relacionadas a su entrega al Padre. El texto de la Plegaria Eucarstica I seala la fidelidad y la devocin (fides et devotio) de los que ofrecen con Cristo el sacrificio del altar. El Papa Po XII, en la Encclica Mediator Dei, exhorta a los fieles a nutrir los sentimientos de unin con el Sacrificio de Cristo: Conviene que todos los fieles se den cuenta de que su principal deber y su mayor dignidad consiste en la participacin en el sacrificio eucarstico; y eso, no con un espritu pasivo y negligente, discurriendo y divagando por otras cosas, sino de un modo tan intenso y tan activo, que estrechsimamente se unan con el Sumo Sacerdote, segn aquello del Apstol: Habis de tener en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo (Flp 2, 5); y ofrezcan aquel sacrificio juntamente con l y por l, y con l se ofrezcan tambin a s mismos. El Papa Inocencio III, recordado en la Encclica, exhortaba: No slo ofrecen el sacrificio los sacerdotes, sino tambin todos los fieles; pues lo que se realiza especialmente por el ministerio de los sacerdotes, se obra universalmente por el voto o deseo de los fieles. 7. Materia y forma La consagracin del pan y del vino debe darse en la liturgia de la Santa Misa. El trmino liturgia procede del griego clsico, leitourga (de la raz lit ls-las: pueblo, popular; y rgon: obra) y se usaba para indicar un servicio pblico. Cuando este servicio aconteca en el mbito religioso, liturgia se refera al culto oficial de los dioses. En el Nuevo Testamento el trmino es utilizado especialmente en el sentido del culto comunitario Cristiano. Posteriormente ha encontrado una utilizacin desigual. En las Iglesias orientales de lengua griega designa exclusivamente a la celebracin eucarstica. En la iglesia latina se hizo sinnimo de ritual y de ceremonia. La Encclica Mediator Dei afirma que el fundamento de la liturgia es el sacerdocio de Cristo y por eso la define como el culto pblico que nuestro Redentor tributa al Padre como Cabeza de la Iglesia, y el que la sociedad de los fieles tributa a su fundador, y, por medio de l, al eterno Padre. (MD 29) La Constitucin Sacrosantum Concilium considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, en la cual los signos sensibles realizan la santificacin del hombre y el culto al Padre, de modo que el sacerdocio de Cristo se realiza en los dos aspectos: en cuanto constituida por gestos y palabras que significan y realizan eficazmente la salvacin, la liturgia es un acontecimiento en el que se manifiesta la Iglesia, sacramento del Verbo encarnado; por todo esto la liturgia es fuente y cumbre de la vida de la Iglesia. 7.1. Materia El Cdigo de Derecho Cannico define que el Santo Sacrificio Eucarstico debe ser celebrado con pan y vino y que a ste se debe misturar un poco de agua. El pan debe ser de trigo y el vino natural, de fruto de la uva. El Cdigo no define si el pan debe o no ser fermentado. Jess haba celebrado la ltima Cena con pan no fermentado, como prescriba el ritual mosaico. Pero en los inicios de la Iglesia se usaba el pan comn, fermentado, costumbre que ha permanecido hasta hoy en el Oriente. En el Occidente, a partir del siglo IX, los germanos pasaron a usar el pan cimo. El primero testimonio claro a respecto es de Rbano Mauro, arzobispo de Maguncia (856). Adems del argumento de su uso por Cristo, los latinos argumentaban que la levadura en la Escritura simboliza el pecado: Despjense de la vieja levadura (1 Cor 5, 7). Los orientales defienden su costumbre afirmando que el pan fermentado es el pan pleno, que significa la humanidad de Jess asumida en el seno de Mara Virgen, constando de cuerpo y alma. El Papa San Gregorio VII (1085) reconoci la validez de las dos formas en esta sentencia confirmada por el Concilio de Florencia: Consagrase realmente tanto el pan cimo como el fermentado, tornndose el Cuerpo de Cristo. Los sacerdotes deben utilizar uno u otro, de acuerdo con la costumbre de su Iglesia occidental u oriental (DS 1303). La liturgia catlica prescribe que sean colocadas algunas gotas de agua en el vino, de acuerdo con la costumbre judaica. La mezcla de agua es atestiguada ya por San Justino, San Ireneo y San Cipriano. Es necesaria actualmente por disposicin eclesistica para la licitud, pero no para la validez del sacrificio eucarstico. Santo Toms de Aquino da la siguiente razn del por qu se aade agua: se cree con probabilidad que el Seor la instituy con vino mezclado con agua, segn costumbre de aquella tierra. El agua representa la pasin de Cristo, puesto que despus de su muerte man agua de su costado. Significa tambin la unin del pueblo cristiano con Cristo. Finalmente, indica el efecto del sacramento eucarstico: el paso a la vida eterna. Muchos Padres vieron en la mezcla de agua y vino una representacin sensible de la unin de lo divino y de lo humano en Cristo. Este simbolismo fue rechazado por Lutero, pues le pareca significar que el hombre participa de la obra salvfica de Cristo. El Concilio de Trento confirm el uso tradicional, contra la hertica postura luterana. 7.2. Forma La forma son las palabras con que Cristo ha instituido la Eucarista. Est determinada con claridad en las palabras consagratorias del pan. Todos los relatos estn de acuerdo sobre ello: Esto es mi Cuerpo... No ser posible determinar con plena seguridad cul fue el texto exacto de las palabras sobre el cliz. Las palabras de Jess tienen una funcin creadora: producen lo que dicen. Hay muchas discusiones sobre las palabras consagratorias del vino, cules son esenciales, cules no son esenciales. Michael Schmaus afirma que sin duda alguna las palabras esenciales para la confeccin del sacramento son las siguientes: Esto es mi cuerpo, y: Esto es el cliz de mi sangre. Segn la mayora de los telogos actuales, tan slo son absolutamente necesarias estas palabras.25 Algunas frmulas griegas no aaden la expresin que ser derramada por vosotros y por muchos para remisin de los pecados. Los hagigrafos, al consignar estas palabras escriben de maneras diversas, lo que supone que a su juicio no son esenciales, por eso, por el comn sentir, no son necesarias para la validez del sacramento. La expresin por muchos (upe/r pollwn) equivale a afirmar que ha sido derramada por todos; para satisfacer por todos los pecados y redimir y santificar no slo a los apstoles, no slo a los fieles, sino tambin a los dems hombres que son los muchos. 8. La transubstanciacin La presencia real del Seor en la Eucarista es profesada en consecuencia de la conversin de la substancia del pan y del vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo. El trmino transubstanciacin, se ha tornado corriente a partir del siglo XII, aunque la realidad que l expresa ya est profesada en la propia Escritura y por todas las generaciones cristianas. El IV Concilio de Letrn (1215), retornando a la constante doctrina de la Iglesia consagr la palabra que se encontraba esbozada en los textos anteriores: transubstanciacin, que fue confirmada por los subsecuentes Concilios de Constanza (1415-1417) y Florencia (1438-1444). El Concilio de Trento (1545-1563) define: Por la consagracin del pan y del vino, se efecta la conversin de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo Nuestro Seor, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre. Esta conversin fue con mucho acierto y propiedad llamada por la Iglesia Catlica transubstanciacin (DS 1642). La sustancia (sub-est, lo que soporta) se convierte totalmente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, pero los accidentes, como el color, las dimensiones, el sabor, la posicin en el espacio, pueden cambiar en una sustancia que las sustenta. Estas se mantienen en el pan y vino consagrados. Evidentemente esto solo es posible por una intervencin de la omnipotencia divina que no encuentra paralelo en la naturaleza, aunque encuentre su explicacin con la diferencia filosfica entre sustancia y accidentes. Por eso el Cuerpo de Cristo no se parte o se divide cuando se divide la hostia consagrada, puesto que la presencia est en la sustancia y no depende de los accidentes. Por consiguiente, cuando el pan consagrado es partido, slo se parte la cantidad del pan, no el Cuerpo de Cristo. La permanencia eucarstica del Seor con nosotros y la constante actualizacin de su sacrificio redentor por la Iglesia, es el mayor legado dejado por Cristo a sus fieles. En la Eucarista nos unimos al divino Salvador en la comunin ms real y efectiva que el ser humano puede tener con su Creador. Cf. GARCA PAREDES, Jos Cristo Rey. Eucarista: Memoria, presencia, profeca. Bogot: San Pablo, 2011, pp. 5-6.

Cf. BOROBIO, Dionisio. Eucarista. Madrid: BAC, 2000, pp. 42-43. 3 Jn 6, 27.32.

Jn 6, 35.

Jn 6, 51-56.

Jn 6, 60.

Cf. BETTENCOURT, ESTEVO. Curso sobre os Sacramentos. Rio de Janeiro: Mater Ecclesiae, 2002, pp. 89-90.

Cf. BETZ, J. EUCARISTA. En: FRIES, Heinrich (dir.). Dicionrio de Teologia: Conceitos fundamentais da teologia atual. Vol. II. So Paulo: Loyola, 1970, p. 129.

Del griego eorth/, fiesta, y lo/goj, ciencia, estudio, palabra. Ciencia litrgica que se ocupa de estudiar el origen, desarrollo y celebracin de las fiestas y ciclos del ao litrgico. (EORTOLOGIA. En: PARRA SNCHEZ, Toms. Diccionario de liturgia. Mxico: Paulinas, 2003)

Anamnesis viene del giego a n a m n h s i j , que significa traer a la memoria. El trmino apunta al acto de traer al presente los recuerdos del pasado.

Cf. BETTENCOURT, Estevo. Op. cit., pp. 92-93.

Cf. MONTNCHEZ, Jess. La Eucarista. La Misa: Tratado teolgico dogmtico. Buenos Aires: Poblet, 1942, p. 113.

SAN CIRILO DE JERUSALN. Catequesis 23, 7. En: BETTENCOURT, Estevo. Op. cit., p. 97.

Cf. SCHMAUS, Michael. Teologa Dogmtica. Tomo VI: Los Sacramentos. Madrid: Rialp, 1961, P. 240.

Cf. SAN JUSTINO. Apologia I, 65-67.

Cf. SAN AGUSTN. Epistola ad Ianuarium 54, II, 2. 17 SAN AMBROSIO. De Sacramentis V 4, 25.

Cf. JUAN PABLO II. Carta Dominicae Cenae, sobre el misterio y el culto de la Santsima Eucarista, 24 de febrero de 1980; DE LAS HUERAS MUELA, Jess. Da del Corpus, da de la caridad. Revista Ecclesia, 20 de mayo de 2008.

PO XII. Encclica Mediator Dei, n. 99.

INOCENCIO III. De sacro altaris mysterio III 6.

Cf. LPEZ MARTN, Julin. La Liturgia de la Iglesia. Madrid: BAC, 2005, pp. 36-40.

Cf. SC 10; LG 11.

La Carta de Isidoro a Redemptus, que figuraba hasta poco como uno de los ms antiguos testimonios de la costumbre del uso de pan cimo, no es autntica. Cf. SCHMAUS, Michael. Op. cit., p. 264.

Cf. SCHMAUS, Michael. Op. cit., p. 265. 25 Ibid. p. 274.

Cf. MONTNCHEZ, Jess. Op. cit., pp. 117-118.

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